GUERRA CIVIL EN MÁLAGA (DEFINITIVO)

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LA GUERRA CIVIL EN MÁLAGA

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LA GUERRA CIVIL EN MÁLAGA

1. INTRODUCCIÓN GUERRA CIVIL ESPAÑOLA.

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Entre el 18 de julio de 1936 y el 1 de abril de 1939 se desarrolló en España la guerra más sangrienta y trascendente que ha soportado el país. La sublevación militar contra el régimen republicano tuvo grandes consecuencias económicas, culturales y sociales. Se extendió por la península un golpe de estado militar contra el gobierno del frente popular que triunfó en la mitad del país y desembocó en una guerra civil de tres años de duración. Surge así dos zonas: Una republicana y otra nacional con sus respectivos ejércitos, gobiernos e instituciones.

2. MINI-BIOGRAFÍA DE LA VIDA DE FRANCO.

Francisco Franco Bahamonde (Ferrol, La Coruña, 4 de diciembre de 1892 – Madrid, 20 de noviembre de 1975), conocido como Francisco Franco, el Caudillo, el Generalísimo o simplemente Franco, fue un militar y dictador español, golpista integrante del pronunciamiento militar de 1936 que desembocó en la Guerra Civil Española. Fue investido como jefe supremo del bando sublevado el 1 de octubre de 1936, ejerciendo como jefe de Estado de España desde el término del conflicto hasta su fallecimiento en 1975, y como jefe de Gobierno entre 1938 y 1973. Fue líder del partido único Falange Española Tradicionalista y de las JONS, en el que se apoyó para establecer un régimen fascista en sus comienzos, que más tarde derivaría en una dictadura, conocida como franquismo, de tipo conservador, católico y anticomunista. Este cambio se debió a la derrota del fascismo en la Segunda Guerra Mundial. Aglutinó en torno al culto a su persona diferentes tendencias del conservadurismo, el nacionalismo y el catolicismo opuestas a la izquierda política y al desarrollo de formas democráticas de gobierno.

3. MUERTE EN LA CARRETERA DE LA COSTA (MÁLAGA- ALMERÍA) (INFORMACIÓN Y TESTIMONIOS)

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 En febrero de 1937, entre 60.000 y 100.000 personas salieron de Málaga hacia Almería por la carretera de la costa. Huían de las tropas franquistas. En el intento murieron al menos 5.000 republicanos. Caían de hambre. Caían disparados por dos barcos, el Cervera y el Canarias, que costeaban junto a ellos. Caían asediados por la aviación alemana y ametrallados desde los montes. Eran en su mayoría mujeres y niños.

José Calleja tiene 71 años. En 1937, con cuatro años huyó junto a su familia sobre una burra que él recuerda blanca. "Yo iba en un serón que colgaba del animal", narra ahora encorvado y con los ojos llorosos. "Me asomaba del capazo y contaba los cadáveres. Mi madre me decía que era gente durmiendo", relata emocionado.

Los supervivientes cuentan que es difícil describir tanto horror. Calleja, rebeca de lana y boina ladeada, afirma que huyeron por miedo a las represalias y porque contaban que los soldados marroquíes les cortaban los senos a las mujeres. Su prima, Concha Lara, de 78 años, iba con ellos: "Ni siquiera nos dejaban huir".

Francisco Martín también tenía ocho años. Panadero jubilado, recuerda que su familia huyó en una camioneta. "Sólo circulaba de noche para no dar pistas a los barcos que nos disparaban". No comió hasta Orihuela, en Alicante, donde un hombre que vio la camioneta llena de niños les regaló un montón de dátiles. Ya tenía sarna.

 Vicente Vaquero (Archidona, 1911) es de los mayores entre los supervivientes.  Recuerda que salió de Málaga en retirada el 8 de febrero, la misma mañana en que 25.000 soldados italianos, alemanes y nacionales entran en la ciudad. "El día lo pasábamos escondidos en el monte, escuchando los cañonazos de los barcos y de noche avanzábamos entre sangre y cadáveres".

 La carretera era un blanco fácil desde el mar. Hoy es la nacional 340 y discurre pegada a la costa, encajonada por Sierra Nevada. Actualmente, está jalonada por chalés e invernaderos. Los supervivientes aseguran que no sienten nada al pasar por allí.

 

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Uno de los más afectados era Gaspar López Barros, que tenía 10 años y vivía en Alhama de Almería, a 223 kilómetros de Málaga. Allí llegaron días después de haber salido muchos de los emigrantes. "Llegaron al pueblo cayéndose. No podían dar un paso más. Los niños venían descalzos, muchos de ellos solos. Les abrimos las casas y les dimos de comer". Lo peor había pasado. Comenzaba para los supervivientes la cárcel y la posguerra.

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4. LIBROS BASADOS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

Primer libro: LA PRIMERA EN EL PELIGRO DE LA LIBERTAD )L EONARDO CERVERA NAVAS )

A finales de 1936, las tropas del general nacionalista Queipo de Llano, con el apoyo de tropas italianas del Corpo Truppe Volontarie del coronel Roatta, lanzaron una ofensiva por tierra, mar y aire que culminó con la toma de la ciudad de Málaga el día 8 de febrero de 1937. El jefe de las débiles y desorganizadas fuerzas republicanas,el coronel Villalba, lejos de defender la ciudad como era su obligación, abandonó la ciudad a su suerte provocando el pánico de la población civil que temía las represalias de las fuerzas nacionales después de siete meses de terror revolucionario. Decenas de miles de personas se lanzaron a una huída desesperada por la carretera de Málaga a Almería, única vía de escape de los aterrorizados malagueños, que la flota nacionalista y los aviones italianos y alemanes bombardearon sin cesar durante cinco interminables días de muerte y desesperación. En su precipitada huída, el coronel Villalba olvidó la Mano incorrupta de Santa Teresa de Jesús que unos milicianos habían robado de un convento de Ronda meses atrás y de la que se apropió el general Franco tras la conquista de Málaga. A pesar de las reiteradas peticiones de las monjas carmelitas al general, Franco no se avino jamás a separarse de la Reliquia, que permaneció en un mueble oratorio a los pies de su cama hasta su muerte. La tragedia de la carretera de Málaga a Almería constituye uno de los episodios más trágicos y desgarradores de la guerra civil española. Las circunstancias de la recuperación de la Reliquia, calificadas como “casi milagrosas” por la casa de Franco, nunca han sido convenientemente aclaradas. La primera en el peligro de la libertad es una aproximación objetiva y generacionalmente distante a los terribles sucesos de la guerra civil en Málaga en el setenta aniversario de la toma de Málaga por las tropas nacionales.

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Segundo libro: POBLACION Y GUERRA CIVIL EN MALAGA : CAIDA, EXODO Y REFUGIO ( LUCIA PRIETO BORREGO )

La evacuación de Málaga en febrero de 1937, ante la entrada inminente de las tropas franquistas en la ciudad, se ha considerado uno de los primeros grandes éxodos de población civil de la historia del mundo moderno. En efecto, la huida por la carretera de Almería se ha convertido en la imagen del sufrimiento de un pueblo que tiene que salir de forma precipitada, al tiempo que es acosado por los disparos y las bombas que les lanzan desde barcos y aviones. Partiendo de este hecho central, el libro analiza, la situación vivida en la ciudad de Málaga en los meses anteriores, especialmente difícil por la incapacidad para acoger a todos los que se refugian en ella procedentes de la zona “nacional”. Tras la caída de Málaga, el libro recorre con los refugiados su peregrinar por el Levante español, Cataluña o el exilio, aportando textos y testimonios que nos dan una idea bastante clara del trauma colectivo que para ellos supuso la Guerra Civil. Lucía Prieto y Encarnación Barranquero abordan los hechos de una forma novedosa, utilizando métodos de Nueva Historia, con testimonios personales de supervivientes, fotografías e incluso memorias manuscritas, sin olvidar las fuentes tradicionales de la investigación histórica.

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Tercer libro: Málaga en llamas (Gamel Woolsey)

Narra las ocho o diez primeras semanas de la Guerra Civil Española en Málaga. Los hechos tienen lugar antes de que el bando nacional tome Málaga. Buena parte de la historia transcurre en Churriana, un barrio alejado del núcleo urbano de la ciudad. La lectura nos proporciona una visión de la vida cotidiana durante ese período de la Guerra Civil española. Es una crónica de los acontecimientos desde su propia experiencia y no una exposición de datos y fechas.

5. VISIÓN DE GERALD BRENAN (TESTIMONIO)

La tarde del sábado 18 de julio cogí el autobús de Málaga para hacer algunas compras. Estaba tan acostumbrado a ver caras tensas y sonrisas heladas, llenas de aprensión, que en un principio no noté nada especial en el ambiente. Después me di cuenta de que los policías en la plaza de la Constitución parecían más nerviosos de lo normal. Estiraban el cuello para mirar calle arriba y calle abajo, se manoseaban los cinturones y uno de ellos estaba decididamente ojeroso. Lo achaqué a que llevaban muchos meses haciendo horas extraordinarias y no dormían lo suficiente.Después de comprar las cosas que necesitaba fui a una librería de la calle Larios, atendida por dos jóvenes muy serios e inmaculadamente vestidos. No tenían el libro que yo quería, una nueva publicación sobre la reforma agraría, así que cogí un ejemplar del diario local El Popular y empecé a leerlo. Los titulares decían: Rebelión militar en Marruecos. Ceuta y Melilla capturadas por los facciosos, pero a continuación venían unas declaraciones tranquilizadoras del primer ministro, Casares Quiroga: «El Gobierno es dueño absoluto

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de la situación. Nadie, absolutamente nadie en España, ha participado, en! esa absurda conspiración.

Decidí tomar un café rápidamente, recoger unos pantalones que estaban en el tinte y coger el trenecito para Churriana, antes, de que pasara algo. Pero cuando iba aún camino del café oí la música de una banda y vi al final de la calle un grupo de gente, hombres en su mayor parte, que avanzaban por la Alameda. Más allá venía un a compañía de soldados. Un oficial marchaba delante de ellos mirando al frente, los hombres seguían con las armas al hombro y a continuación venía una banda de música. Detrás la calle estaba abarrotada de obreros, y otros avanzaban junto a los soldados hablando con ellos.

- ¿Qué Vais a hacer? -preguntaban.

-Vamos a la Aduana a proclamar la ley marcial por orden del Gobierno.

-No, el Gobierno no ha ordenado eso.

-Bueno, esas son nuestras órdenes.

Todos gritaban o hablaban muy excitados, así que como yo no deseaba verme envuelto en lo que fuera a suceder, decidí prescindir del café y volver a casa, inmediatamente. Parece ser que otras personas tuvieron la misma idea que yo, porque las tiendas estaban echando los cierres, las mujeres y las personas mejor vestidas se apresuraban y las calles, laterales se iban quedando desiertas. De repente, en lo alto de la calle Larios, apareció un tropel de hombres corriendo para reunirse con los que seguían, a los soldados. Pero, ¡y mis pantalones! Me hacían mucha falta, de manera que entré en el tinte, que estaba muy cerca, y me enteré de el que no estarían listos hasta día siguiente por causa de una huelga.

Cuando salía oí unos disparos que venían de la Aduana y después el tableteo de los fusiles ametralladores.

-Ay, Dios mío -exclamó la mujer de la tienda- ¿Qué es eso?

-El levantamiento militar -contesté.

-Por Dios, no me diga eso -dijo ella- ¡Qué criminales!

Aunque no venían balas hacia la calle donde estábamos, todo el mundo había empezado a correr; unos pocos hacia donde sonaban los disparos, pero la mayoría en dirección opuesta. Abandoné la idea de llegar a la estación, que hubiera significado cruzar la línea de fuego, y decidí coger el autobús. Tenía la parada muy cerca del mercado y saldría al cabo de unos minutos.

Aumentaba el tiroteo. Además del metódico tableteo de los fusiles ametralladores se podía oír el seco ladrido de los rifles y de las pistolas. La intensidad del ruido era sorprendente: se diría que estaba en marcha una verdadera batalla. No parecía haber ninguna razón para dejarse ganar por el pánico y no corrí como todo el mundo, aunque apretéel paso. Al torcer la esquina antes de llegar al mercado vi desaparecer

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el autobús en lontananza. Un hombre de edad, uno de los dos fontaneros de nuestro pueblo, llegó al mismo tiempo que yo. Sacó un enorme reloj niquelado y lo miró.

-Ha salido siete minutos antes de la hora -exclamó-. Todo porque se están oyendo unos tiros. ¡Vaya, qué cobardes!

-Tendremos que andar -dije. Y nos pusimos en camino.

Al llegar al puente al final de la Alameda descubrimos que las balas pasaban zumbando. entre las ramas de los árboles y rebotaban en el parapeto de piedra. El autobús se había aventurado a cruzarlo. No nos sentimos inclinados a correr ese riesgo, de manera que dimos la vuelta para cruzar el río por otro puente. Tuvimos que atravesar un barrio popular. Las calles estaban llenas de hombres y mujeres que se afanaban como hormigas cuando se mete un palo en un hormiguero. Unos cuantos corrían pistola en mano para unirse a la Iucha, mientras que los demás hablaban excitados. Llegamos a la carretera general y conseguimos que un camion nos dejara en casa.

Cuando me desperté a la mañana siguiente lo primero que hice fue escuchar. No se oía nada. Vi a María, nuestra criada, cogiendo unas rosas en el jardín y salí a preguntarle qué noticias había.

-Dicen que los fascistas han sido derrotados -contestó-, y que ahora van a hacer la revolución.

Hablaba muy enfadada y casi sin mirarme, porque no le gustaba nada el comunismo libertario ni, a decir verdad, cualquier otra cosa nueva.

-Puede verlo desde el mirador -dijo- La mitad de Málaga está ardiendo.

Fui a mirar, Altas columnas de humo se alzaban desde varias partes de la ciudad. La noche anterio vimos dos fuegos antes de irnos a la cama; ahora parecía haber por lo menos veinte.

Desayunamos como de costumbre en el jardín, debajo del níspero Antonio escardaba las patatas como si nada hubiera sucedido. Las cañas de Indias, las dalias y las rosas brillaban con el sol de las primeras horas de la mañana y las mariposas rojas y de color azufre revoloteaban pere zosamente

María salió con aire serio a retirar los platos del desayuno.

-Se pueden ver unas cosas estupendas en la calle -dijo.

-¿Qué es ello?

Se quedó allí con los brazos cruzados y una sonrisa irónica en los labios.

-Vaya a verlo usted mismo -dijo-. Quizá quiera unirse a ellos.

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Entramos en la casa y miramos por una de las ventanas del piso alto. Camiones y automóviles cruzaban a toda velocidad llenos hasta los topes de obreros armados con fusiles, pistolas, cuchillos e incluso espadas. Iban sentados sobre el techo, de pie sobre los guardabarros colgando del cuello de los conductores o asomando por las ventanillas; todos apuntando con sus armas hacia la calle, de manera que los camiones estaban literalmente erizados de ellas. Saludaban a los que pasaban con el brazo izquierdo doblado y el puño cerrado, exclamando ¡Salud! y seguían apuntando con sus armas hasta que se les devolvía el saludo de la misma manera. En todos los camiones y coches ondeaban al viento banderas rojas con letras pintadas sobre ellas: CNT, FAI, UGT, UHP, pero nunca PC.

-¿Qué están haciendo? -pregunté.

-Son patrullas armadas -dijo Rosario-, y buscan fascistas.

-Fusilan a todos los ricos -dijo María-. Tenga cuidado no le fusilen a usted.

-Calla, mujer -dijo su hermana-. Don Gerardo no es un fascista. Aquí la única fascista de verdad eres tú.

-Sí -dije yo- Vamos a denunciarla.

Alonso, el pintor, nos había seguido al piso de arriba.

-Estoy seguro -dijo-, si se trata de eso, que don Gerardo es tan buen comunista como cualquiera de nosotros.

-Claro que lo soy -dije. Quiero que todo el mundo sea tan rico como yo.

-Eso es verdadero comunismo -dijo Alonso-. Aquí la mayoría de los comunistas sólo quieren que todos sean tan pobres como ellos.

-Bien -exclamé-, ¡la gran Revolución ha llegado al fin!

-¡Qué revolución! -dijo despectivamente- ¿Qué se cree usted que va a pasar? Nada

Una pareja de jóvenes del comité del pueblo, con unos mosquetes antiquísimos, vino a hacer un registro en busca de armas. Fueron, muy corteses. Dije no poseer ninguna; pero que no tenía inconveniente aque registrasen la casa. Aunque evidentemente no me creyeron, puesto que cualquier persona en España que podía comprar una pistola lo había hecho, fingieron lo contrario.

-Estas son las armas de don Gerardo -dijo Rosario apareciendo con una porra de endrino irlandés que yo llevaba cuando salía de patrulla durante la primera guerra mundial.

-Está a su servicio -dije.

La examinaron admirativamente.

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-Caramba, con eso se puede matar fascistas -dijeron-, pero no se la vamos a quitar

-Por supuesto que no -dijo Rosario, que tenía un carácter algo agitanado-. Lo necesitamos nosotros. Aunque no lo sepáis, don Gerardo es más comunista libertario que vosotros.

Una gran nube de humo flotaba sobre Málaga. Con los prismático pude distinguir treinta o cuarenta casas que estaban ardiendo. Me dijeron que prendían fuego a toda las casas de los fascistas. Al anochecer el espectáculo era impresionante y nos llegamos hasta la iglesia para verlo mejor. Un pequeño grupo se había reunido allí, pero nadie parecía saber, más que nosotros sobre lo que estaba ocurriendo. Debido al fracaso de la sublevación militar en Málaga, se daba por hecho que había sucedido lo mismo en todas partes. Pocos miembros de la clase obrera veían más allá de su provincia.

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6. FOSAS DE LA GUERRA CIVIL

Cementerio de San Rafael (Málaga)

El Cementerio de San Rafael es un antiguo cementerio de la ciudad de Málaga, en España, clausurado en 1987. Está situado en el distrito Cruz de Humilladero, en el oeste de la ciudad.

En San Rafael se encuentra el mayor conjunto de fosas comunes de la Guerra Civil Española. Se estima que contiene los restos de entre 4.000 y 5.000 personas,1 de las que se han recuperado hasta agosto de 2008 los de 2.200, con un 20% de mujeres, alguna de ellas embarazada2 y 40 niños.

Las excavaciones, llevadas a cabo por voluntarios, en su mayoría estudiantes de historia y arqueología, desde octubre de 2006, han detectado la existencia de dieciocho fosas, aunque los trabajos se han centrado en diez, ubicadas en la parcela de San Francisco y en el Patio Civil.

La exhumación de las fosas de San Rafael está avalada por un convenio entre la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica y la Universidad de Málaga con la Junta de Andalucía (PSOE) y el Ayuntamiento de Málaga (PP), que financian los trabajos.3

Se calcula que desde la entrada del ejército sublevado hasta 1944 fueron asesinadas en Málaga unas 17.000 personas, a las que se suman las 1.500 víctimas asesinadas por los republicanos desde la sublevación militar hasta la ocupación de la ciudad, según un informe de un diplomático británico de 1944.4

El cementerio de Santo Toribio de Teba

Es un reflejo funerario de las dos Españas. En el centro del recinto, tras pasar el arco de medio punto de la entrada, destaca un conjunto formado por una docena de tumbas. Las lápidas son de agosto y septiembre de 1936. En ellas se puede leer el nombre del difunto y la siguiente inscripción: “Vilmente asesinado por los enemigos de Dios”. Otras sepulturas hacen referencia a los “sin Dios” o a las “hordas marxistas”.

Veinte metros al sur del ordenado panteón de las víctimas pertenecientes al bando nacional, un grupo de arqueólogos trabaja en la que se considera la segunda mayor fosa común de simpatizantes republicanos de la Guerra Civil y del franquismo. A ella fueron arrojados 125 vecinos de Teba entre octubre de 1936, cuando las tropas de Franco entraron en el pueblo, y 1949, último año registrado en el archivo municipal. Ya se han recuperado 35 cuerpos.

La fosa mide unos 25 metros de largo por dos de ancho. Con la ayuda de una navaja y de una pequeña brocha, los arqueólogos delimitan con paciencia los cadáveres. El mimo que ponen en su trabajo contrasta con la brutalidad con la que los fusilados fueron enterrados, unos encima de otros sin orden ni concierto.

Los asesinos no se molestaron en registrar a sus víctimas, y entre los restos humanos se han hallado numerosos objetos personales, como mecheros, monedas o medallas de la Virgen del Carmen, patrona de la localidad.

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Los enterramientos que están ocultos:

Fuengirola.- Hay dos fosas comunes con unos 35 desaparecidos. Una está bajo el Parque del Sol y otra en el parking municipal, de donde se exhumaron los cadáveres para construir el edificio (de 30 metros de profundidad).

Alhaurín El Grande.- La fosa está en el cementerio de San Gaudencio y sobre ella se han construido los nichos. Hay 22 personas.

Cártama.- Los jardines del cementerio cubren un enterramiento común donde hay 108 personas.

Villanueva del Rosario.- Como en Alhaurín, los nichos del cementerio tapan dos fosas con 44 fusilados. En breve se exhumará otra fosa de una cuneta con 11 cuerpos.

Cuevas de San Marcos.- Entre 37 y 100 desaparecidos están en una fosa común bajo los nichos del camposanto.

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FUENTES:

http://es.wikipedia.org/wiki/M%C3%A1laga_en_llamas

http://www.casadellibro.com/libro-la-primera-en-el-peligro-de-la-libertad--una-novela-historica-so-bre-la-guerra-civil-en-malaga/9788496435858/1136002#modSipnosis

http://perseo.sabuco.com/historia/gc.pdf

http://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_Franco

http://naufragosentiemposagrafos.blogspot.com.es/2012/08/malaga-en-llamas-de-gamel-woolsey.html

http://www.youtube.com/watch?v=aVwl7gABIJE   

http://www.youtube.com/watch?v=3cogvI8aaKY

http://www.casadellibro.com/libro-poblacion-y-guerra-civil-en-malaga--caida-exodo-y-refugio/9788477857792/1125833#modSipnosis

http://elpais.com/diario/1976/05/04/sociedad/200008810_850215.html

http://www.villanuevadelrosario.com/index.php?option=com_content&view=article&id=2297:la-fosa-comun-de-alhaurin-el-grande&catid=81:europe&Itemid=198