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Guadalupe, meta obligada de Santos Antonio RAMIRO CHICO Archivo-Biblioteca Real Monasterio de Guadalupe I. Introducción. II. Santuario nacional. III. Santos en Guadalupe. 3.1. San Fulgencio y Santa Florentina. 3.2. San Vicente Ferrer. 3.3. San Juan de Dios. 3.4. San Pedro de Alcántara. 3.5. San Juan de Ávila. 3.6. San Francisco de Borja. 3.7. Santa Teresa de Jesús. 3.8. San Juan de Ribera. 3.9. Santa Beatriz de Silva. 3.10. San Antonio María Claret. 3.11. San Josemaría Escrivá de Balaguer. 3.12. Mártires de la Guerra Civil. IV. Conclusión.

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Antonio RAMIRO CHICOArchivo-Biblioteca Real Monasterio de Guadalupe

I. Introducción.II. Santuario nacional.

III. Santos en Guadalupe.3.1. San Fulgencio y Santa Florentina. 3.2. San Vicente Ferrer.3.3. San Juan de Dios.3.4. San Pedro de Alcántara. 3.5. San Juan de Ávila.3.6. San Francisco de Borja. 3.7. Santa Teresa de Jesús.3.8. San Juan de Ribera.3.9. Santa Beatriz de Silva.3.10. San Antonio María Claret. 3.11. San Josemaría Escrivá de Balaguer.3.12. Mártires de la Guerra Civil.

IV. Conclusión.

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1. Archivo del Monasterio de Guadalupe (en adelante, AMG), Códice 3: Milagros deNuestra Señora de Guadalupe desde 1490 hasta 1503. Leyenda Caps. I-IV, 5 ff.; RAMIROCHICO, A., “Santa María de Guadalupe, la Virgen Morena de las Villuercas”, en revistaGuadalupe, 797 (2006) 8-15.

2. Archivo Secreto Vaticano (en adelante, ASV), Registro 120, ep. 60, y AMG, OFM, 1:BENEDICTO XII, Bula Dum ad personam, de nombramiento del cardenal Pedro GómezBarroso, como rector de la iglesia de Santa María de Guadalupe.

3. GARCÍA, S., “Guadalupe: Santuario, Monasterio y Convento”, en Guadalupe: Sietesiglos de fe y de arte. Arganda del Rey 1993, pp. 25-34.

I. INTRODUCCIÓN

Desde que la Virgen María tuvo a bien manifestarse en este lugar escon-dido de las Villuercas, junto al río Guadalupe a finales del siglo XIII, sunombre y devoción corrieron como un torrente que busca la inmensidad delocéano. Tras su hallazgo, el pastor Gil Cordero de Santa María, acompaña-do por sacerdotes de Cáceres y otras personas, que habían acudido al lugarde la aparición, levantaron allí mismo una rústica ermita, siguiendo el men-saje profético de María: “Ca tiempo vendrá que en ese lugar se haga unaiglesia y una casa muy notable y pueblo asaz grande” 1.

Sus constantes prodigios y favores pronto se difundieron por los Reinoshispánicos y Europa, como lo demuestra la presencia de peregrinos, nume-rosos y constantes en su iglesia, que resultaba ya pequeña y estaba bastanteruinosa, según consta en la bula Dum ad personam, dada en Avignon el 2 dejulio de 1335, por el papa Benedicto XII2.

II. SANTUARIO NACIONAL

El rey Alfonso XI, que había visitado la iglesia en 1335, deseaba levantarun gran santuario al Oeste de su Reino, por lo que favoreció la ampliación deltemplo, especialmente después de 1340, cuando confió a Nuestra Señora labatalla del Salado. Conseguida la victoria, el monarca volvió a Guadalupepara dar gracias y mandó “ensanchar y ennoblecer con honrados beneficios”,constituyendo el priorato secular y declarándole de Patronato real, convir-tiendo así la pequeña iglesia en el primer Santuario Nacional3.

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4. ALFONSO XI, Carta dada en Cadalso, 25 de diciembre de 1340, de institución delPatronato Real y del Priorato Secular. Traslado, AMG, leg. 1.

5. ANDRÉS, P., Guadalupe, un centro histórico de desarrollo artístico y cultural. Sala-manca 2001, pp.63-78

6. LLOPIS AGELÁN, E., “La gestión de un gran holding de empresas en la Españamedieval y moderna: el monasterio de Guadalupe”, en Guadalupe y la Orden Jerónima.Una empresa innovadora. Actas del congreso. Badajoz 2008, pp. 31-68; RAMIRO CHICO,A., “El Monasterio de Guadalupe: De Real Santuario a despojo nacional (1808-1835)”, enLa desamortización: El expolio de Patrimonio artístico y cultural de la Iglesia en España.Actas del Simposium, San Lorenzo del Escorial 2007, pp. 652-680.

7. GARCÍA, S., OFM, “Real Monasterio de Santa María de Guadalupe: Historia y ac-tualidad”, en Monjes y Monasterios Españoles. Actas del Simposium. San Lorenzo del Es-corial 1995, t. II, pp.195-279.

8. AMG, Cód. 99: Libro de los Oficios del Monasterio de Guadalupe. 1499. ALOVE-RA, Fray P. de, OSH, Libro de la Hacienda que la Sta. Casa de Nuestra Señora de Guada-lupe tiene en heredades, dehesas, rentas, juros, otros aprovechamientos. 1641.

9. CRÉMOUX, F., Pèlerinages et miracles à Guadalupe au XVI siècle. Casa de Velás-quez. Madrid 2001.

Años después, el propio monarca, concedió al prior mediante un Realprivilegio, el 28 de agosto de 1348, el Señorío temporal sobre la puebla, de-jando así su condición de realengo a población autónoma sujeta al señoríoeclesiástico y jurisdiccional del prior. También la carta, dada en Cadalso4,manda ensanchar y ennoblecer el templo de Guadalupe, que tras sucesivasedificaciones llegó a convertirse en el templo gótico-mudéjar que actual-mente existe5. De esta forma, el Santuario adquiere durante el Priorato se-cular (1340-1389), un importante patrimonio espiritual y económico, gra-cias a las concesiones reales, el favor de los sumos pontífices, adquisicio-nes, bienhechores y peregrinos de la Santa Casa6.

Aunque, esto también generó una serie de conflictos sociales, que iránminando a la institución, entre otras cosas, porque cada vez se necesita unmayor número de eclesiásticos para atender el culto, así como los proble-mas de la iglesia y del pueblo. De esta manera se gestó en 1389, la funda-ción de la Orden de San Jerónimo en Guadalupe7, convirtiendo el santuarioen monasterio, para lo que se hicieron en el templo importantes reformaspara acomodarlo a la vida monástica, ya que la vida de los monjes estabacentrada en la oración y el trabajo.

Durante más de cuatro siglos (1389-1835) la Orden de San Jerónimocuidó de forma extraordinaria el culto litúrgico y rigió con pulcritud y es-crupulosidad todos los servicios y oficios8 organizados en torno a la SantaCasa “para honra y gloria de Dios y de Santa María de Guadalupe”, ha-ciendo de este lugar de peregrinación uno de los centros más importantes,por la devoción popular, la cultura y las artes9. Para ello se dotó al Santua-

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10. VARIOS, Modelos Arquitectónicos del Real Monasterio de Guadalupe. Sevilla2004; ÁLVAREZ, A., Guadalupe. Madrid 1964, pp.167-173.

11. MUÑOZ, A., Los Hospitales docentes de Guadalupe... Badajoz 2008, pp. 22-29.12. ÁLVAREZ Á., La Virgen de Guadalupe en el Mundo. Culto e Imágenes antiguas.

Madrid 2000.13. TALAVERA, G. de OSH, Historia de Nuestra Señora de Guadalupe... Toledo1597,

pp.349 y ss.

rio de espacios verdaderamente suntuarios: Claustro Mudéjar o de los Mi-lagros (S. XV), Capilla de San José o Relicario (S. XVI), Sacristía (S.XVII) y Camarín (S. XVIII), en los que las almas de los peregrinos busca-ron la paz de espíritu y ante la Señora, bebieron a raudales ansias de santi-dad10. Al mismo tiempo, los romeros hallaban sanaciones y cuidados parasus cuerpos maltrechos y doloridos en los afamados hospitales guadalupen-ses11, en los que se les atendía sus dolencias físicas durante tres días , dán-doles comida, ropa y calzado.

Todo esto hizo que la devoción guadalupense, se extendiera en estossiete siglos, igualmente por tierra que por mar, tanto en el antiguo como enel nuevo mundo, como lo demuestran las continuas peregrinaciones, susconstantes prodigios y favores, sus prácticas devocionales, sus templos, er-mitas y altares, sus copias y trasuntos, algunos de incalculable riqueza, quehacen de este topónimo el nombre más universal que tiene la Madre deDios12. A ello han contribuido, de una forma muy especial, esa pléyade deSantos que peregrinaron a Guadalupe como hito destacado en su caminohacia Dios y encontraron en esta Casa de Nuestra Señora de Guadalupe elyunque de su santidad.

III. SANTOS EN GUADALUPE

3.1. San Fulgencio y Santa Florentina, patronos de la diócesis dePlasencia

Hermanos de San Leandro y San Isidoro, que fueron obispos de Sevilla.Los cuatro están relacionados con Nuestra Señora de Guadalupe, los dosprimeros en su antigua leyenda y los otros dos, Fulgencio y Florentina,aunque no peregrinaron al Santuario extremeño, entonces inexistente, susnombres están recogidos también en la antigua leyenda de Santa María deGuadalupe. Estos dos últimos acompañaron a la imagen de la Virgen en suhuida hacia el Norte, tras la invasión sarracena de la península en el año711, siendo ocultados sus restos e imagen en estas abruptas sierras de lasVilluercas13.

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14. DOMÍNGUEZ DEL VAL, U., Historia de la Literatura latina hispana cristiana.Madrid, 1998, p. 19.

15. MALAGÓN, J. de, OSH., Historia de N. Señora de Guadalupe y algunos milagrossuyos, ilustrada de algunas devotas meditaciones. Salamanca, 1672, pp. 19-20 y 49-53.

16. TALAVERA, G. de OSH, o.c., pp. 350-351

Todos ellos proceden de Cartagena (Murcia), aunque emigraron a Sevi-lla, donde se establecieron. Los tres varones fueron obispos de Sevilla-Éci-ja y participaron en los Concilios de Toledo. Su padre se llamaba Severia-no, según afirma Isidro al hablar de Leandro, el hermano mayor de la fami-lia: “Leandro, hijo de un padre llamado Severiano de la provincia hispanacartaginense” 14.

Florentina, abrazó la vida consagrada igual que sus hermanos, profesan-do en el Convento de Nuestra Señora del Valle (Écija), llegando a ser aba-desa y fundadora de varios conventos. Era la tercera de sus hermanos y co-mo ellos, siguió el camino de la fe y de la santidad. Nació en Cartagena ha-cia 550 y falleció en Sevilla hacia 633, al igual que sus hermanos tuvo graninfluencia en la conversión del reino visigodo, durante el reinado de Leovi-gildo. Las reliquias de Florentina y Fulgencio fueron llevadas por los cris-tianos que huían de la invasión musulmana y ocultadas en uno de los vallesde las Villuercas, donde son veneradas por el pueblo de Berzocana15.

Fulgencio, sufrió el destierro sin renegar de la fe que profesaba desdeniño. Tanto Leandro como Fulgencio hicieron valer su ascendencia sobreRecaredo, quien se convirtió al catolicismo en 589, dentro del III Conciliode Toledo, hecho principal en la Historia de España. Nació también en Car-tagena hacia 540 y falleció en Écija hacia 623. A pesar de que hay pocasnoticias suyas, sabemos que en 610 firma en Toledo como obispo de Écija(Astigi) y que participó en el Concilio II de Sevilla (619), defendiendo losintereses de su diócesis frente a los obispos de Málaga y Córdoba.

Invadida Écija por los musulmanes, según la tradición narra, ambas re-liquias, junto con la imagen de la Virgen de Guadalupe, fueron trasladadaspor los cristianos, siguiendo el camino de la Ruta de la Plata, ocultándolasen las estribaciones montañosas de las Villuercas. Allí, fueron descubiertaspor un campesino que, arando con bueyes enganchó el arca que conteníalas reliquias de los Santos, el día 26 de octubre de 1223, según la tradiciónoral, levantando los naturales de Berzocana un gran templo en honor deambos Santos, declarados Patronos de la Diócesis de Plasencia.

A finales del siglo XVI, el obispo de la Diócesis de Cartagena, regidaentonces por Sancho Dávila, entró en pleito con Berzocana16, al querer res-tituir las reliquias de los Santos a su ciudad natal. La tensión alcanzó talgrado, que hubo de intervenir el Rey Felipe II, que encomendó al prior de

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17. ABC. Nov.1959: “Guadalupe, relicario de historia. Dos hermanos de San Isidoro,perdidos en la Villuercas. Berzocana (Cáceres) guarda sus cuerpos”. También en revista ElMonasterio de Guadalupe, 541(1962)165-168. RODRÍGUEZ MAGRO, A., “San Fulgen-cio y Florentina” en Boletín Oficial del Obispado de Plasencia, 1 (2007)13-15.

18. FERRER DE VALDECEREBRO, A. de, Historia de la Vida maravillosa de San Vi-cente Ferrer. Madrid 1971, pp.62-63; ÁLVAREZ A., Cien personajes en Guadalupe. Ma-drid 1995, p.129.

Guadalupe, fray Gabriel de Talavera, elaborara un informe. En 1593 a lavista de dicho informe, el rey Prudente mandó quedasen los cuerpos enBerzocana, aunque dispuso que dos de los huesos mayores, –después serí-an cuatro– fueran llevados al El Escorial, de los cuales dos envío a Carta-gena, según carta enviada al prior de Guadalupe en agosto y 9 de octubre de1593, dándoles las gracias, al mismo tiempo que prohibía sacar mas huesossin licencia suya. El pueblo de Berzocana con una generosidad digna de en-comió costeó en 1610 una elegante capilla en el lado del Evangelio paracustodiar estos Santos cuerpos que fueron colocados en una bella arquetade plata sobredorada y ébano, al estilo de las del Relicario de Guadalupe.Todo ello, contribuyó a aumentar la devoción y a unir aún más los nombresde estos dos Santos con el de Santa María de Guadalupe17.

3.2. San Vicente Ferrer (Valencia, 1350 – Vannes, 1419)

Religioso dominico, fue profesor en las Universidades de Lérida y Bar-celona, donde mostró sus dotes de sabio orador. Prior, en los conventos deLérida y de Barcelona y fervoroso apóstol, predicador en las plazas públi-cas que llenaba de fieles, no sólo en España sino en gran parte de Europa.

Hombre de paz entre los pueblos enemistados, fue penitenciario de Be-nedicto XIII. Como buen mediador intervino en el Concilio de Costanza yen la revolución del pleito dinástico de Aragón, en el famoso compromisode Caspe, defendiendo la elección de Fernando de Antequera al trono deAragón (1410).

Peregrino de Santa María de Guadalupe, según recoge su biógrafo An-drés de Ferrer:

“Paso a tierra de Extremadura y llegó al célebre Santuario de Nuestra Señorade Guadalupe, milagrosa hechura que se apareció en tiempo del rey don Alon-so el Onceno. Encontró a dos leguas de distancia algunas caserías divididas,que las ocupaban judíos y moriscos, todos hortelanos y labradores. Predicólesy habiéndoles reducido a la verdad de nuestra fe, les obligó a que viviesen enlugar que hoy se llama Cañamera, que era población de cristianos”18.

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19. GARCÍA, S., y TRENADO, F., Guadalupe, historia, devoción y arte. Sevilla 1978,p. 77.

20. SAN JOSÉ, F. de, OSH, Historia Universal de la Primitiva y Milagrosa Imagen deNuestra Señora de Guadalupe. Madrid 1743, pp. 129 y 255-257.

Esta visita se produjo siendo prior fray Fernando Yánez de Figueroa, afinales del siglo XIV, cuando el apóstol de Valencia se postró ante NuestraSeñora de Guadalupe. Muy cerca, en Cañamero, un grupo de cristianos tra-ídos a la fe por su predicación, erigieron el templo parroquial en honor deSanto Domingo19.

3.3. San Juan de Dios (Montemor o Novo, 1495 – Granada, 1550)

Religioso portugués, fundador de la Orden de los Hermanos Hospitala-rios, se llamaba Joao Ciudad y llevo una vida aventurera hasta los 40 años(buhonero, pastor, soldado en los Tercios de Carlos V), que con ocasión deoír en Granada los sermones de San Juan de Ávila, dio un cambio radical asu vida consagrándose a los enfermos y menesterosos. Recorría la ciudadcon dos cántaras suspendidas al cuello, que con su solicitada caridad, fun-dó el primer hospital de la Orden en 1537, que posteriormente se llamó deSan Juan de Dios20.

Según recogen los cronistas del monasterio en 1539:

San Juan de Dios recibe a Jesús. Esmalte. Trono de Nuestra Señora de Guadalupe.

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21. Crónica Hospitalaria y Resumen Historial de San Juan de Dios. Madrid 1715-1716, cap. 43; ÁLVAREZ, A., o.c., p. 99.

22. SANZ VALDIVIESO, R., OFM, “San Pedro de Alcántara, hombre universal”, enSan Pedro de Alcántara, Hombre Universal. Actas del Congreso de Guadalupe. Madrid1998, pp. 83-112.

“Llegó a Guadalupe procedente del hospital de locos de Granada, donde lotuvieron internado y donde conoció al Maestro Juan de Ávila. Costeaba suviaje, largo y lleno de peripecias, vendiendo haces de leña. Andrajoso, llegó ala Casa de la Señora, en cuyo templo se ocultó una noche, cuando el sacristáncerraba sus puertas y corría la cortina de la Virgen. Escondido tras una co-lumna, rezó a la Virgen la plegaria de la Salve y, al llegar a las palabras ‘Vuel-ve a nosotros tus ojos misericordiosos’, se descorrió milagrosamente la corti-na y pudo contemplar los ojos de la sagrada Imagen, quien le habló mostrán-dole a su Hijo desnudo y le dijo: ‘Juan, viste a mi Hijo para que aprendas avestir a los pobres’. Sabido el milagro por el prior, padre Benavides, le tuvoveintidós días ayudando en los hospitales de Guadalupe con el hábito de do-nado, -que seguiría vistiendo durante muchos años-. Juan marchó a Granada,donde puso en prácticas el mensaje de Nuestra Señora y fundó la Orden deHermanos en una vieja casa, que él convirtió en Hospital de pobres, ayudadopor el prior de los monjes jerónimos de esta ciudad”21.

La Orden Hospitalaria, fundada por San Juan de Dios, fue aprobada porSan Pío V en 1572, en la que sus miembros se obligan, con un cuarto voto,a dedicarse al cuidado de los enfermos aún a riesgo de la propia vida.

3.4. San Pedro de Alcántara (Alcántara, 1499 – Arenas de San Pedro,1562)

Hijo del licenciado Alonso Garabito y de María Vilela de Sanabria, es-tudió en Salamanca y en 1515, recibió el hábito franciscano en la ProvinciaDescalza de San Gabriel, donde fue ordenado sacerdote en 1524, de la queposteriormente fue ministro provincial (1538-1541).

Asceta y maestro de la penitencia, Pedro de Alcántara cultivó y alimen-tó la religiosidad de la gente sencilla, a la que trató de formarla para que lle-garan a la verdad evangélica, a través de la oración auténtica y vida apostó-lica penetrando en las entrañas del pueblo, con su pobreza llegó tanto a loshumildes y pobres como a los hacendosos y ricos.

“Pedro fue un extremeño que sin ser conquistador fue más famoso queellos, sólo practicando el Evangelio, llegó a ser patrono, no sólo de Extre-madura, sino también del nuevo reino de Brasil. La universalidad de susobras, fundaciones y hermanos alcantarinos se hizo presente en todos loscontinentes, desde América a Oceanía, desde Europa a África”22.

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23. BARRADO, A., OFM, San Pedro de Alcántara. Estudio documentado y crítico desu vida. Madrid 1965, pp. 39 y ss.; segunda edición. Cáceres 1995.

24. TORRES TAPIA, A., Crónica de la Orden de Alcántara. Madrid 1763, libr. V, cap.2, p. 657; MUÑOZ GALLARDO, J. A., “San Pedro de Alcántara. Su genealogía y estanciaen Badajoz, Villanueva de la Serena y Monasterio de Guadalupe”, en El Monasterio deGuadalupe, 302 (1940) 26 y ss.

Fue director espiritual de Santa Teresa de Ávila, quien le retrató de la si-guiente manera:

“…en cuarenta y siete años de fraile jamás cubrió la cabeza ni calzó lospies. En todo este tiempo utilizó un solo hábito. Durante varios años su pi-tanza fue pan y agua sazonados con ceniza; y en cuarenta años sólo durmióuna hora y media cada día, y esto apoyada la cabeza en un maderillo. Eratan extrema su flaqueza que no parecía sino hecho de raíces de árboles23”.

Según Torres Tapia el andariego alcantarino llegó a Guadalupe en 1541,cuando hacia la visita como ministro provincial a varios de los conventos dela Provincia de San Gabriel: “...Visitándolo nuestro padre provincial frayPedro de Alcántara en su paso a la Santa Casa de Guadalupe, siendo priorde aquella Casa fray Hernando de Sevilla”24.

Pero además, de ser peregrino de Guadalupe, la espiritualidad de Pe-dro de Alcántara y obra evangélica se nutrió de las fuentes guadalupense

San Pedro de Alcántara. Esmalte. Trono de Nuestra Señora de Guadalupe.

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25. RAMIRO CHICO, A., “Fondos bibliográficos y documentales alcantarinos en laBiblioteca del Real Monasterio de Santa María de Guadalupe”, en San Pedro de Alcántara,Hombre Universal. Madrid 1998, pp. 693-718.

26. Proceso de Almodóvar, declaración de Isabel Ruiz de Negreda , ASV, Proceso3172, ff. 263 v.-264; SALA BALUST, L., y MARTÍN HERNÁNDEZ, F., Biografía, V. I,pp.20-21; GALLEGO PALOMERO, J. J., Sacerdocio y oficio sacerdotal en San Juan deÁvila. Córdoba 1998, pp.22 y ss.

27. ESQUERDA BIFET, Juan de Ávila. Escritos sacerdotales. Madrid 1969, p. 5.

y extremeña, tanto por su lugar de nacimiento como por su propio desa-rrollo25.

3.5. San Juan de Ávila (Almodóvar del Campo, 1500 – Montilla, 1569)

Este maestro, predicador apostólico y consejero de santos, la mayoríaromeros de Santa María de Guadalupe, fue hijo de una acaudalada familia.Su padre, Alonso de Ávila, de origen judío y de Catalina Xixón, muy cris-tianos y piadosos, que sentían una gran devoción por Santa María de Gua-dalupe, a la que visitaban con frecuencia por ser una imagen de grandísimadevoción en España26.

Ya desde su mas tierna infancia Juan de Ávila da muestra de espirituali-dad, sacrificio y entrega, desde que se va a Salamanca a estudiar leyes, o en1520 cuando se fue a estudiar “Artes” en la Universidad de Alcalá de He-nares, donde entra en contacto con el humanismo del siglo de Oro español,consigue el título de Bachiller y empezó el estudio de la Sagrada Teología.Allí conoció a don Pedro Guerrero, posteriormente arzobispo de Granada,donde prosigue su formación teológica alcanzando el grado de Maestro en1537.

Pero antes, en su camino hacia la santidad, Juan de Ávila, tiene queaceptar la perdida de sus queridos padres. Este hecho luctuoso hace que seentregue durante tres años a la oración y meditación, ordenándose poste-riormente sacerdote. Su primera misa, la celebra en Almodóvar del Campo(Ciudad Real), en honor de sus padres y reparte entre los pobres sus cuan-tiosos bienes, quedando para sí mas que “un vestido de paño bajo”, cum-pliendo así su deseo de ir a predicar el Evangelio sin bolsa ni alforja, a losnuevos cristianos del continente americano.

Pero como los caminos de Dios son inescrutables, Juan de Ávila, no pu-do embarcar por orden del Arzobispo hispalense y gran inquisidor, donAlonso Manrique, teniendo que quedarse “en las Indias del Mediodía Es-pañol”27, donde traba una profunda amistad con los dominicos de Sevilla. Apesar de ello, Juan no se desanimaría y lleva a cabo su maravillosa obra sa-

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28. MUÑOZ, L. Vida y virtudes del venerable varón el P. Maestro Iván de Ávila predi-cador apostólico. Con algunos elogios de las virtudes y vidas de algunos de sus principalesdiscípulos. Barcelona 1964, pp.175, ed. crítica de L. Sala Balust.

cerdotal, predica tanto al clero como al pueblo encendiendo las almas y co-razones de todos los que escuchan, llenando templos, plazas públicas, ca-lles, hospitales, a todos lanza su palabra, como lluvia, con paz y verdad, co-mo dardos penetrantes28.

Eso le ocurrió a San Juan de Dios en 1537, cuando oyendo su predica-ción quedó tan tocado y fuera de sí que este mercader se hizo el loco parasentir la humillación y el desprecio de si mismo por su vida anterior. Abra-sado por las llamas del divino amor, pedía a Dios misericordia, convirtién-dose desde ese momento en el pastor y defensor de las personas más mise-rables y pobres, que recoge en su casa de Granada. De esta forma nace en-tre el discípulo más amado y el maestro una amistad inquebrantable, guián-dole hasta que San Juan de Dios peregrina a Guadalupe.

Juan de Ávila, sufre en 1531, un proceso inquisitorial por calumnia quele lleva a la cárcel durante un año, lo que le une aun más a Cristo crucifica-do, en santidad y fortaleza de fe.

Por ello, no tendrá reparo en empezar una y otra vez, prepara misiones aExtremadura, Córdoba, Granada, la Mancha. Funda colegios, escuelas pararevitalizar la Iglesia o retirarse a Montilla cuando la enfermedad no le deja,en una modesta y sencilla casa, donde respira pobreza evangélica y esperaa la hermana muerte para gozar de la contemplación de la gloria.

En 1946 Pío XII le declara Patrono principal del Clero secular español.

3.6. San Francisco de Borja (Gandía, 1510 – Roma, 1572)

Marqués de Lombay, duque de Granada y tercer general de los jesuitas,aunque desde su juventud mostró inclinación por la vida monástica, su pa-dre le envió a la Corte de Carlos V, donde en 1529 casó con Leonor de Cas-tro y en abril de 1539, el emperador le nombró virrey de Cataluña y fuetambién encargado de conducir el cadáver de la emperatriz Isabel, desdeToledo a Granada, quedando tan profundamente impresionado que decidióabandonar la Corte.

Al fallecer su padre, en 1543 se hizo cargo del ducado de Gandía, de-jando su cargo de virrey, donde construyó un colegio de jesuitas. Años des-pués, en 1546 al fallecer su esposa ingresó en la Compañía de Jesús, siendoordenado sacerdote en Roma en 1551. Rehusó el capelo cardenalicio y se

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29. ÁLVAREZ, A., o.c., p. 6330. Monumenta Societatis Jesu, 1539-1565, Matriti 1908, t. III, epístola 88, p. 200.31. CALLEJO SERRANO, C., El Monasterio de Guadalupe. Madrid 1958, p. 26.

puso a las órdenes de San Ignacio de Loyola, dedicándose a la predicación.En 1554 fue nombrado comisario general de la Orden para España, Portu-gal y las Indias, y a la muerte de Laínz, en 1565, fue elegido tercer generalde los jesuitas y durante su generalato multiplicó las misiones y reorganizólos métodos de enseñanza. Un año después de su nombramiento como co-misario general, en febrero de 1555, en carta enviada a San Ignacio de Lo-yola, le comunicaba lo siguiente:

“...Después me partí, -desde Córdoba- para esta ciudad de Plasencia, últimode febrero, y de camino visité a los marqueses de Gibraleón en Belalcázar,y de allí, pasando por nuestra Señora de Guadalupe, passé a Oropesa, a ver-me con el Conde, que me esperava”, dicha misiva esta fechada en Plasenciaa 23 de marzo de 155329.

Por su relación con la corte y especialmente con la emperatriz Isabel dePortugal, es muy probable que visitara Guadalupe más veces, debido a sugran devoción a la Señora. También en carta dirigida al príncipe Felipe, en1554, le sugería que se enviase peregrinos a Nuestra Señora de Guadalupepara rogar por la salud de la reina doña Juana30. Desde Roma, en 1567, enotra circular cita a Guadalupe como lugar famoso de peregrinaciones, perosería durante el priorato de fray Nuflo de Valencia cuando visitó el Santua-rio, en los primeros días de marzo de 155531.

3.7. Santa Teresa de Jesús (Ávila, 1515 – Alba de Tormes, 1582)

Nació en Ávila, dentro de la noble familia de Alonso de Cepeda y Bea-triz de Ahumada; aficionada a la lectura, desde su más tierna infancia, sin-tió pronto la llamada de Dios, abrazando la regla del Carmelo, cuya voca-ción vivió austeramente dentro de su convento, alcanzando el éxtasis deperfección y amor a Dios32. Viajera incansable, mujer inquieta y austera, en1562 se propuso reformar la Orden, fundando en Ávila un nuevo convento,al que posteriormente se unirían otros, no sin obstáculos, que venció con elardor de su fe, hasta que fue aprobada por el papa.

Como religiosa, fundadora y escritora mística, su figura, al igual que lade su director espiritual fray Pedro de Alcántara, es una de las más impor-tantes de la mística española.

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Cuenta con una amplia producción literaria, en prosa, verso y una muyinteresante correspondencia epistolar, de fina espiritualidad y alto magiste-rio reconocido por la Iglesia universal.

En el año 1548 existe constancia documental de la visita de la Santaabulense, al Santuario de Guadalupe:

“Siendo (yo) de edad de cinco o seis años, estando en la Puebla de Mon-talbán, donde me criaba, en casa de un tío mío, acertó a pasar nuestra San-ta Madre por allí, que venía de una romería de Nuestra Señora de Guadalu-pe y posó en casa que era su primo”, según dejó escrito María Ocampo en1562, biógrafa y hermana de Orden de la reformadora del Carmelo33. Otravoz autorizada de la Santa de Ávila describe su itinerario a Guadalupe, porNavalmoral, Burgohondo, Mombeltrán, Talavera, Espinoso del Rey y Alía,religiosa anónima entonces, Teresa, quizás acompañada de su hermana Jua-na, debió permanecer en Guadalupe dos o tres días, que el monasterio per-mitía a los peregrinos pobres, ofreciéndoles comida y alojamiento34.

32. MACCISE, C., “Santa Teresa de Jesús...”, en Nuevo Año Cristiano. Octubre. Ma-drid 2002, pp.385-403.

33. Manuscrito existente en el Convento de Religiosas Carmelitas de Valladolid.34. MADRE DE DIOS, E. de la, Tiempo y vida de Teresa de Jesús. Madrid 1977, p. 43.

Santa Teresa de Jesús. Esmalte. Trono de Nuestra Señora de Guadalupe.

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35. ÁLVAREZ, A., o.c., p.52: IDEM, “Guadalupe en los Caminos de Teresa de Cepe-da”, en revista Guadalupe, 657 (1982) 64-65.

36. REPETTO BETES, J. L., “San Juan de Ribera”, en Nuevo Año Cristiano. Enero.Madrid 2002, pp. 345 y ss.

37. MONTERO MORENO, A., Juan de Ribera, Obispo de Badajoz (1562-1568) San-to del Renacimiento. Discurso de ingreso Real Academia de Extremadura. Trujillo 2006.

El motivo de su visita está relacionado con la marcha de sus siete her-manos en la aventura de las Indias, solicitando protección a la Señora, almismo tiempo que encomendarla la reforma del Carmelo. Su regreso fuepor Alía, Espinoso del Rey y Puebla de Montalbán, donde Teresa visitó a suprimo Diego de Cepeda y conoció a la testigo María de Ocampo, a la queanimó a irse con ella al Carmelo. Luego por Torrijos, Escalona, Guisando yBarraco regresó a Ávila35.

3.8. San Juan de Ribera (Sevilla, 1533 – Valencia, 1611)

El pastor evangélico de la Iglesia española, Juan de Ribera, nació en elseno de una nobilísima familia. Su padre fue don Pedro Afán Enríquez deRibera y Portocarrero, virrey de Cataluña y posteriormente de Nápoles.Huérfano de madre, Teresa de los Pinelos, en los primeros años de su vida.Recibió una esmerada educación, que costeó íntegramente su padre, en Sa-lamanca, donde ya dio muestra de perfección y santidad, espíritu de peni-tencia, desprendimiento a favor de los pobres36.

Después de una cuidada y selecta preparación, fue ordenado sacerdote yse doctoró en 1557, siguiendo las normas de vida, enviadas por Juan deÁvila y las prácticas de penitencia y de más estricta observancia de Pedrode Alcántara, al que consultaba las cosas del espíritu.

Pronto su fama de santo llegó hasta la Corte y Felipe II, a pesar de su ju-ventud (29 años) le propuso para Obispo de Badajoz37, aunque Juan se sen-tía indigno, terminó aceptando por obediencia la voluntad de Dios, consa-grándose en Sevilla en 1562. Como verdadero y buen pastor, Juan de Ribe-ra visitó todas las parroquias de la Diócesis y comprobó la necesidad deformación religiosa que tenía el pueblo, piadoso pero poco evangelizado.

Su fama voló fuera de su propia diócesis hasta llegar a Roma, donde PíoV vio en él, el modelo de prelado que quería para la Iglesia tridentina, porlo que le nombró Patriarca de Antioquia. Su conocimiento exhaustivo de laBaja Extremadura, debió infundirle la devoción de la Virgen de Guadalupe,tenida por los extremeños como su verdadera Patrona, aunque muy pocosdatos podemos aportar en su peregrinación al Santuario, cuya fama y devo-ción estaba ya extendida por toda España y el Nuevo Mundo.

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38. ENRIQUEZ DE RIBERA, F., Marqués de Tarifa, Viaje que hize a Ierusalém... Se-villa 1606.

39. ÁLVAREZ, A., “Por aquí pasaron...Santa Beatriz de Silva”, en revista Guadalupe,625 (1976) 265-268.

40. GUTIÉRREZ, E., OFM, Vida de la B. Beatriz de Silva y orígenes de la Orden de laInmaculada Concepción. Valladolid 1967.

Su paso por Guadalupe consta en una rara obra titulada “Viaje a Jerusa-lén”. Sevilla, 1606, conservada en la Biblioteca Nacional38, aunque segura-mente, en más de una ocasión, como Obispo de Badajoz subió a visitar a laSeñora de las Villuercas, especialmente antes de partir para la sede arzobis-pal de Valencia. Su halo de santidad creció aun más al final de su vida,cuando acepto con alegría la enfermedad. Al recibir el Santísimo Sacra-mento, se bajó de la cama y lo adoró de rodillas, pidiéndole perdón por ha-berlo hecho venir a su morada. Murió santamente el 6 de enero de 1611.

3.9. Santa Beatriz de Silva (Ceuta, 1424 – Toledo, 1491)

Dama de recio abolengo portugués, nació en Ceuta en el seno de la fa-milia Ruy Gómez de Silva e Isabel de Meneses, en cuya conquista intervi-no su padre, soldado del rey luso Juan I, al que gratificó años después(1434) con la alcaldía de Campo Mayor. En 1445, al fallecer la esposa deJuan II de Castilla, y concertarse su segundo matrimonio con la princesaIsabel de Portugal, ésta se reservó el derecho de traer a la Corte castellanasus propias damas portuguesas, eligiendo entre ellas, a su pariente Beatriz,hermosa y simpática doncella, a la que nobles y cortesanos solicitaban suamistad, recibiendo bastantes proposiciones de matrimonio.

La propia reina, tomo celo de ella, pensando que su esposo la distinguíacon especiales muestra de afecto, hasta tal punto, que Isabel encerró en unbaúl a Beatriz en Tordesillas (1541) condenándola a estar tres días sin comerni beber39. Aunque para la Santa portuguesa, sus pensamientos iban por otrosderroteros llevando con paciencia los arrebatos de la reina. Liberada de suprisión abandonó la corte y con otras dos sirvientes se refugiaron en el mo-nasterio de Santo Domingo el Real de Toledo. Allí moró, como Señora de pi-so, durante 30 años, forjándose una elevada santidad y madurando su propiacongregación de la Orden de la Inmaculada Concepción40, que sin duda naciópor el contacto con la Orden Franciscana, bien durante su estancia en CampoMayor con los franciscanos o en sus conversaciones y prácticas religiosasjunto a las monjas clarisas de Tordesillas y la defensa fomentada por Maríade Aragón y por Isabel la Católica a favor de la devoción a la InmaculadaConcepción, siendo uno de los mayores valedores el Santuario de Guadalu-pe, al que ella peregrinó con motivo de la boda de Isabel de Portugal.

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41. AMG, cod. 13: Historia de Nuestra Señora de Guadalupe, ff. 461 y ss. Describe lavida y actuaciones del venerable Amadeo de Silva, durante su permanencia en Guadalupe(1449-1452), como en su vida de fraile menor dentro de la Observancia.

Además, uno de sus diez hermanos, Juan -luego beato Amadeo- vivió va-rios años sirviendo la Santa Casa, hasta que el padre Illescas, prior del monas-terio le autorizó en 1452, viajar a Italia para vestir el hábito franciscano41.

3.10. San Antonio María Claret (Sallent, 1807 – Fontfroide, 1870)

Desde su más tierna infancia este “misionero apostólico”, sintió la pro-tección de María, bien en Fasimana, ermita de su pueblo natal, Sallent, enMonserrat, el Pilar, Covadonga o en Guadalupe. Nació en el seno de unafamilia profundamente cristiana y aunque su padre quiso siguiera los pasosen el arte de la fabricación textil, montándole su propia fábrica, éste a pesarde sus cualidades en el arte del tejido, siguió la voluntad de Dios, que le te-nía predestinado a ser el gran evangelizador y misionero español del sigloXIX, tan convulso en la vida política como en la religiosa.

Ordenado en Vic, el 13 de junio de 1835, en plena efervescencia de lasleyes exclaustrantes y desamortizadoras, donde quedó encargado de su pa-rroquia natal, aunque pronto se dio cuenta de que eso no era lo suyo. La si-tuación política en Cataluña dividida entre liberales y carlistas y la de laIglesia sometida a la desconfianza de los gobernantes, no le dejó otra salidaque la de marcharse de su patria y ofrecerse a Propaganda FIDE, encargadaentonces de la evangelización.

Durante 1840-1847 actuó como misionero en Cataluña y Canarias, don-de familiarmente le llamaban “El Padrito”, su popularidad fue tal que escoopatrono de las Diócesis de las Palmas. Dos años después, en 1849 fun-da en Vic, la congregación de Misioneros Hijos del Corazón Inmaculado deMaría. En este mismo año, pocos días después, recibe el nombramiento,por parte de Pío IX, de Arzobispo de Cuba, donde ejerció plenamente suministerio de misionero evangelizador, hasta 1857, año en que regresa aEspaña, al ser nombrado confesor de Isabel II y Arzobispo de Trajanópolis.La Reina Isabel le nombró administrador de El Escorial y le encargó la re-construcción del monasterio. Perseguido por su defensa de la fe, indepen-dencia y neutralidad política siempre, acompañó a la familia real en su des-tierro a Pau, como si un delincuente fuera, hubo de refugiarse en el Monas-terio de Fontfroide, donde a los 63 años de azarosa vida, falleció el 24 deoctubre de 1870.

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42. BARRANTES MORENO, V., Virgen y Mártir. Ntra.Sra. de Guadalupe. Badajoz1895, t. I, pp. 88-89.

43. GARCÍA, S., y TRENADO, F., Guadalupe, historia, devoción y arte. Sevilla 1978,pp.200-201.

44. GARCÍA SÁNCHEZ, J. J., CMF, “Ofrenda de la Reliquia de San Antonio MaríaClaret a la Virgen de Guadalupe”, en revista Guadalupe, 762 (2000) 19-21.

El 20 de mayo de 1867, tres años antes de su muerte, enfermo y cansado,quiso peregrinar hasta Guadalupe, para cumplir un viejo deseo, que le reser-vaba la Virgen Morena de las Villuercas42, para llenarse de ese espíritu maria-no, que como luz tenue y suave penetraba en el acontecer de su vida diaria.

“Llegó Claret a la Santa Casa, a media tarde, cuando los fieles estaban con-gregados en el templo, obsequiando con los perfumes de las rosas en estemes de mayo, uniéndose a las plegarias de los asistentes, les dirigió unaspalabras, subió al Camarín, donde el encuentro con la Señora, debió de serimborrable, cuando según el mismo ha dejado escrito los siguiente :“Acuerdate de los favores en el Camarín de la Virgen de Guadalupe, día 20de mayo, de San Benardino de Sena”43.

El mensaje de Nuestra Señora debió calar hondo en este siervo de Dios,al igual que en los misioneros claretianos extremeños, quienes en el 50 ani-versario de la canonización del Santo, ofrecieron a la Virgen de Guadalupeuna reliquia suya, como presencia más íntima con la Santa Casa44.

San Antonio María Claret. Esmalte. Trono Nuestra Señora de Guadalupe.

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45. AGP, Serie A-3, leg.180, Carp.3 Exp.1: Anotaciones manuscritas de San Josemaríaen su Epacta, días 27 y 28 de junio de 1942. Madrid.

46. CEJAS, J. M., Vida de San Josemaría Escrivá, cap. IX: Viaje de catequesis. A lospies de la Virgen de Guadalupe. Burgos 2002.

3.11. San Josemaría Escrivá de Balaguer (Barbastro,1902 – Roma,1975)

Nace en el seno de una familia trabajadora, José y Dolores, siendo el se-gundo de seis hermanos de profunda raíces cristianas. Fue en Logroño,donde sintió la llamada de Dios que le mostró las huellas de su paso, por loque se hace sacerdote, ingresando en el Seminario de Zaragoza, además si-guiendo los consejos de su padre, compagina en la Universidad de Zarago-za los estudios de la carrera de Derecho.

Recibe la ordenación sacerdotal el 28 de marzo de 1925, momento enque comenzó a ejercer su ministerio, primero en una parroquia rural y des-pués en Zaragoza. En 1927 se traslada a Madrid para doctorarse en Dere-cho y el 2 de octubre de 1928 Dios le hace ver su camino, fundando el OpusDei, sin perder su contacto con los enfermos y pobres de Madrid.

Al igual que otros muchos sacerdotes y religiosos, con motivo de laguerra civil, se ve obligado a salir de la capital, aunque en 1942 regresa aMadrid para terminar sus estudios de doctorado y dirige durante este perio-do numerosos ejercicios espirituales para laicos, sacerdotes y religiosos. En1946 se traslada a Roma, donde fija su residencia, y prosigue sus estudiosde Teología, doctorándose en la Universidad Lateranense. Desde la ciudadsanta viaja a distintos países de Europa y América con el fin de consolidarel trabajo apostólico del Opus Dei.

Su devoción por la Virgen de Guadalupe, nace principalmente a la otraorilla del Atlántico, aunque ya en 1942, peregrinó desde Madrid al Santua-rio de Guadalupe (Cáceres), los días 27 y 28 de junio (sábado y domingo),acompañado por don Álvaro del Portillo y un miembro de la NunciaturaApostólica en España45, visitando a la Reina de la Hispanidad en su Cama-rín donde seguramente imploró su protección para la Iglesia y el pueblo es-pañol, entonces dividida por la guerra civil. Igualmente, en 1970 viajó has-ta la colina del Tepeyac para implorar la protección de la Virgen de Guada-lupe para la Iglesia Santa, herida en el desamor y por los ataques de suspropios hijos46.

3.12. Mártires de la Guerra Civil

La persecución religiosa que vivió España durante la guerra civil (1936-1939), supuso una de las sangrías mayores que ha sufrido la Iglesia espa-

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47. CAMPO REAL, F. del, “2007 la beatificación más grande de la Historia de la Igle-sia”, en revista Bienaventurados los perseguidos por razón de justicia, porque de ellos es elReino de los Cielos, 7 (2007) 2-5.

48. AMG, OFM, lib. 40: Libro de Oro del Real Monasterio de Santa María de Guada-lupe. La dedicatoria esta sin fecha; ANÓNIMO, “Crónica y noticias”, en revista Guadalupe,184 (1927)159.

49. ANÓNIMO, “Para la llegada del Rey. Preparativos”, en revista El Monasterio deGuadalupe, 200-2001 (1928). Número extraordinario dedicado exclusivamente a la Coro-nación de la Virgen de Guadalupe.

ñola. Setenta años después, la Santa Sede ha querido reconocer a estos már-tires, que como profetas en el desierto, han sido elevados a la gloria de losaltares, siendo la beatificación más grande de la Iglesia47.

Varios de estos mártires peregrinaron al Santuario para postrarse anteSanta María de Guadalupe.

3.12.1. Beato Narciso de Estenaga y Echevarría (Logroño, 1882- ElPiélago, 1936)

Este hombre de Dios, fue uno de los mejores oradores sagrados del sigloXX. Ingresó en el Seminario Aguirre de Vitoria y prosiguió estudios de Te-ología en Toledo, donde fue ordenado en 1907. Ocupó el cargo de Deán dela Catedral y como tal intervino y promovió el Oficio de la Virgen de Gua-dalupe como reconocido experto en Sagrada Teología. También nuestro ar-chivo conserva varias circulares, como secretario del arzobispado de Tole-do, firmadas por su puño y letra, en la que solicita información para sus es-tudios históricos-artísticos como doctor en Historia. En todos ellos, mues-tra su gran devoción por Nuestra Señora, pidiendo al superior le tenga pre-sente y le encomiende ante Ella, “aún no sea más que rezando una Salve”.

En 1922 fue nombrado obispo, con el título de Dora y Prior de las cua-tro Órdenes Militares en la provincia de Ciudad Real, donde actuó comopastor de su diócesis, desde el 22 de julio de 1923, con suma dedicación,piedad y austeridad de vida. En 1927, Esteneaga, visita a Nuestra Señora,disfrutando de este Real sitio durante casi tres días (19-21 de abril), encompañía de sus Hermanos los franciscanos, dejando escrito en el Libro deOro la siguiente plegaria: “Es la tercera vez que vengo a Guadalupe; y almarcharme exclamo igual que en la primera vez, y que Ntra. Señora nueva-mente me otorgue la gracia de postrarme a sus plantas”48.

Ciertamente que la Señora le otorgó una siguiente visita, el 12 de octu-bre de 1928, en la Coronación canónica de Santa María de Guadalupe, co-mo Reina de las Españas, a la que asistieron numerosos prelados conjunta-mente con el rey Alfonso XIII49.

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50. ANÓNIMO, “La Peregrinación de la Diócesis de Ciudad Real a Guadalupe”, en re-vista El Monasterio de Guadalupe, 161 (1925) 174-175.

51. CAMPO REAL, F. del, “Perfil biográfico de don Julio Melgar Salgado”, en Sema-nario de la Iglesia en Ciudad Real. Con Vosotros”, 1.296 (9 de septiembre 2007), y en Ben-turados..., o.c., p. 4.

3.12.2. Beato Julio Melgar Salgado (Bercero,1900 – El Pliego,1936)

Este siervo de Dios, hijo de los vallisoletanos Dionisio Melgar y Laure-ana Salgado, estudió en el Seminario Universidad de Valladolid, donde co-noció a monseñor Narciso de Esténega y Echevarría, con el que entabla unaprofunda amistad. Ordenado sacerdote en 1924, por el mismo obispo deCiudad Real, don Narciso Esténega, quien le nombra su secretario.

Los doce años de vida sacerdotal fue siempre el servidor fiel y pruden-te, siempre al lado de su obispo, con el que compartió su amor y devocióna la Virgen de Guadalupe, especialmente en las visitas a sus santuario comoperegrino en 1925, que hizo la Diócesis de Ciudad Real el 2 de mayo, en laque su obispo pronunció unas encendidas palabras al besar el manto de laSantísima Virgen en su Camarín, que provocó en sus amados hijos emociónvivísima, por cuyos ojos corrían furtivas lágrimas50. En la visita de 1927,donde estuvieron casi tres días en Guadalupe o en octubre de 1928, en esamaravillosa proclamación de fe que fue la Coronación canónica de SantaMaría de Guadalupe, como Reina de las Españas o de la Hispanidad.

Su grata amabilidad, sencillez y virtud de servicio le acompañó hasta sutemprana muerte, que demostró cuando, el día 22 de agosto de 1936, losmilicianos detuvieron al señor obispo Esténega y le dijeron al siervo fiel:“Puede usted quedarse”, a lo que el respondió: “yo voy siempre a donde vael Señor Obispo” y como el obispo iba al martirio, al martirio fue con él “fi-delis usque ad mortem”51.

3.12.3. Beato José Polo Benito (Salamanca, 1879-Toledo, 1936)

Este salmantino, bautizado in extremis, conoció pronto la devoción queirradiaba la Patrona de Extremadura. Estudió en el Seminario de Salaman-ca y de Ciudad Rodrigo. A los dieciocho años volvió a la capital charra pa-ra doctorarse en Teología y Cánones, donde también fue ordenado sacerdo-te en 1904.

Su actividad pastoral comenzó en Sancti Spiritu (Salamanca). Un añodespués, en 1905 es nombrado catedrático de la Universidad Pontificia deSalamanca, aunque en 1911 marchó a Plasencia, como Maestrescuela de

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52. POLO BENITO, J.,“El sentido de la Restauración en el Monasterio de Guadalupe.De la acción católica en el mundo”, en El Monasterio de Guadalupe, 155 (1924) 314-315;ARÉVALO SÁNCHEZ, A., Guadalupe, siglo XX (El Primer Siglo Franciscano). Sevilla,pp.121 y 149.

53. Ibid, p. 201.54. ARÉVALO SÁNCHEZ, A., OFM., “Guadalupe, lugar de presencia y encuentro con

los santos”, en Congreso Mariano Guadalupense. Actas y estudios. Sevilla 2004, pp. 77-97.

aquella catedral, donde permaneció hasta 1918, cuando fue promocionadoa Deán de la Catedral Primada de Toledo, cargo que ejerció hasta su muer-te, el 22 de agosto de 1936, cuando fue fusilado en la Puerta del Cambrón,junto a un grupo de 80 personas.

Su devoción a la Virgen de Guadalupe y el afecto por la Orden Francis-cana que rige los destinos del Santuario desde 1908, los dejó magnífica-mente escritos en varios artículos publicados en ABC y en la revista Gua-dalupe: “...Pero es que en mi viaje de ahora al amado Monasterio se entrópor los ojos y llegó hasta el alma, el convencimiento de que la obra de estaOrden, la dirección actual del padre Puig, imprime un movimiento de coor-dinación e integralidad en virtud del cual avanza dichosamente el edifi-cio...”52.

Esta amistad y reconocimiento a los frailes, por la obra restauradora enGuadalupe, le granjeó el afecto de la Comunidad franciscana visible en losactos preparativos de la Coronación de la Virgen, especialmente el día 1 deoctubre de 1928: “A las puertas del Santuario le aguardaba la Comunidadfranciscana -Cardenal Segura-, a cuya cabeza estaba, por deferencia deamistad, el deán de la catedral de Toledo, José Polo Benito, revestido depluvial”53.

IV. CONCLUSIÓN

Guadalupe, como Santuario de María, ha manifestado siempre, la santi-dad de Dios, bien por su origen mariofánico, por los signos sobrenaturales,por el perdón y los bienes espirituales, por la forma de vida de sus custo-dios y servidores o por ser meta de Santos54. Aunque, con respecto a estosúltimos, diremos que no están todos los que son ni son todos los que están,porque ante la faz de la Iglesia lo son aquellos que han subido a los altares,cuyos santos nombres hemos presentado aquí pero ante los ojos de Dios,solamente Él puede contar el número de sus santos.