Guadalquivir nacimiento Almeria

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133 esulta a veces realmente curioso, cómo algo que tenemos profunda- mente asumido por razones profe- sionales, cobra cierta notoriedad pública causándonos una gran sorpresa. Esto fue lo que me ocurrió en el primer trimestre del pasado año, cuando de una forma ingenua suscité el recuerdo, primero en la prensa almeriense y después en la andaluza, sin olvidar algún medio de difu- sión nacional, de la vieja polémica sobre cual sea el río principal de la cuenca hidrográfica del Guadalquivir. Me encontraba yo en Almería con un doble objetivo, conocer la situación de un proyecto de investigación que la Universidad de Almería estaba desarrollando por encargo del Instituto del Agua de Andalucía y, por otra, viajar a la comarca de los Vé- lez, donde el acuífero que abastece a Vélez Rubio presenta algún problema en relación con la calidad del agua. En un breve encuentro con los medios de comunicación de Almería hice una leve referencia al origen del río Guadalquivir situándolo en un paraje del término de María: “la cañada de Cañepla”. Ahí quedó la cuestión, cuando al día siguiente, estando reunido con las autoridades municipales de Vélez Rubio para tratar el asunto que desde Sevilla me había llevado hasta el territorio más nororiental de Andalucía, me vi sorprendido por un aluvión de llamadas desde toda España, que inquirían detalles sobre mi afirmación relativa al nacimiento del Guadalquivir. La cuestión tuvo incluso repercusión escolar, pues un alumno de enseñaza primaria (último curso) del Colegio Públi- co “Ignacio Sánchez Megías” de Sevilla hizo saber a su profesora que por la televisión se daba como nacimiento del Guadalquivir un lugar distinto del que ella les había enseñado; el conflicto escolar se saldó con una conferencia que impartí a los alumnos de dicho centro. EL NACIMIENTO DEL GUADALQUIVIR Juan LÓPEZ MARTOS Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos Director del Instituto del Agua en Andalucía REVISTA VELEZANA. Vélez Rubio (Almería). Nº 26, 2007, p. 133-140 R Ahora, la prestigiosa Revista Velezana me ha pedido volver sobre el tema, así que aquí me tienen gustosamente dispuesto a hacer unas precisiones sosegadas relativas a la principal cuenca hidrográfica andaluza, todas las provincias andaluzas participan en ella, y a su río principal 1 . ALGUNAS PRECISIONES CONCEPTUALES Antes de entrar en el caso concreto del Guadal- quivir, parece necesario fijar claramente unos cuantos conceptos esenciales para la materia que nos ocupa: El río Guadalquivir va entre naranjos y olivos Los dos ríos de Granada bajan de la nieve al trigo F. García Lorca

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Informe sobre el nacimiento del rio Guadalquivir en Almeria

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esulta a veces realmente curioso, cómo algo que tenemos profunda-mente asumido por razones profe-sionales, cobra cierta notoriedad pública causándonos una gran sorpresa. Esto fue lo que me ocurrió en el primer trimestre del pasado año, cuando de una forma ingenua

suscité el recuerdo, primero en la prensa almeriense y después en la andaluza, sin olvidar algún medio de difu-sión nacional, de la vieja polémica sobre cual sea el río principal de la cuenca hidrográfica del Guadalquivir.

Me encontraba yo en Almería con un doble objetivo, conocer la situación de un proyecto de investigación que la Universidad de Almería estaba desarrollando por encargo del Instituto del Agua de Andalucía y, por otra, viajar a la comarca de los Vé-lez, donde el acuífero que abastece a Vélez Rubio presenta algún problema en relación con la calidad del agua. En un breve encuentro con los medios de comunicación de Almería hice una leve referencia al origen del río Guadalquivir situándolo en un paraje del término de María: “la cañada de Cañepla”. Ahí quedó la cuestión, cuando al día siguiente, estando reunido con las autoridades municipales de Vélez Rubio para tratar el asunto que desde Sevilla me había llevado hasta el territorio más nororiental de Andalucía, me vi sorprendido por un aluvión de llamadas desde toda España, que inquirían detalles sobre mi afirmación relativa al nacimiento del Guadalquivir. La cuestión tuvo incluso repercusión escolar, pues un alumno de enseñaza primaria (último curso) del Colegio Públi-co “Ignacio Sánchez Megías” de Sevilla hizo saber a su profesora que por la televisión se daba como nacimiento del Guadalquivir un lugar distinto del que ella les había enseñado; el conflicto escolar se saldó con una conferencia que impartí a los alumnos de dicho centro.

EL NACIMIENTO DEL GUADALQUIVIRJuan LÓPEZ MARTOS

Ingeniero de Caminos, Canales y PuertosDirector del Instituto del Agua en Andalucía

REVISTA VELEZANA. Vélez Rubio (Almería). Nº 26, 2007, p. 133-140

RAhora, la prestigiosa Revista Velezana me ha

pedido volver sobre el tema, así que aquí me tienen gustosamente dispuesto a hacer unas precisiones sosegadas relativas a la principal cuenca hidrográfica andaluza, todas las provincias andaluzas participan en ella, y a su río principal1.

ALGUNAS PRECISIONES CONCEPTUALES

Antes de entrar en el caso concreto del Guadal-quivir, parece necesario fijar claramente unos cuantos conceptos esenciales para la materia que nos ocupa:

El río Guadalquivirva entre naranjos y olivosLos dos ríos de Granadabajan de la nieve al trigo

F. García Lorca

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cuenca hidrográfica, río principal y nacimiento de un río.

Según el diccionario de la Real Academia, cuenca es el “territorio cuyas aguas afluyen todas a un mismo río lago o mar”. Siguiendo esta pauta geográfica la ley española de aguas de 1985 entiende por cuenca hi-drográfica “el territorio en que las aguas fluyen al mar a través de una red de cauces secundarios que convergen en un cauce principal único”, todavía hoy la “Directiva marco europea para la política de aguas”2 ha modificado la definición de cuenca, pero este cambio no afecta a las reflexiones que van a seguir. La precisión legal española obliga a distinguir en la confluencia de dos ríos cual es el principal, lo que, a su vez, nos lleva a considerar dis-tintos criterios clasificatorios que se apoyan a su vez en disciplinas científicas diversas tales como: la hidrología, la geografía, la ordenación territorial, la geología y también la historia, que en casos como éste acaba siendo el criterio dominante. Acudiendo a la misma fuente encontramos para nacimiento la siguiente definición: “sitio o lugar donde brota un manantial”, por lo que si esos caudales alumbrados dan lugar a una corriente continua, el lugar referido donde aparece el manantial se convierte en el nacimiento del río; así, se considera como nacimiento tradicional del Guadalquivir la fuente del barranco de los Teatinos, en la Sierra de Cazorla, que puede verse en la figura nº 1, aunque la fotografía está realizada en época de estiaje. Se ha de hacer notar que la calificación

de este manantial como el nacimiento del Guadalquivir viene arrastrada por la decisión previa, por las razones que más adelante se comentarán, de considerar como río principal de la cuenca, en la confluencia del Guadiana Menor al Alto Guadalquivir.

La ramificación del cauce principal de una cuenca hasta constituir la red hidrográfica de la misma nos llevará a unos primeros arroyos, que forman la parte inicial del sistema de drenaje, una especie de cabellos de agua, que acaban dando lugar a aquél, sin que se produzca, por la naturaleza impermeable del terreno, un afloramiento hídrico brusco, un manantial que sitúe físicamente en el terreno el nacimiento del río. En la figura nº 2 se puede ver la red de drenaje de la cuenca del Guadalquivir; en ella se comprueba cómo la cabecera del río Guadiana Menor, considerado hoy como afluente del Guadalquivir, aunque según nuestra opinión es el río principal de la cuenca, penetra en la comarca de los Vélez perteneciente a la provincia de Almería. Asimismo, hay una red capilar de arroyos y ramblas que, partiendo del término de Nervio, en Albacete, y de Moratalla, en Murcia, penetran en la provincia de Granada, donde en el altiplano Hués-car-Puebla de D. Fadrique infiltran sus aguas en el acuífero del mismo nombre. Se trata, pues, de una cuenca endorreica, que vuelve a tributar sus aguas a la red superficial del Guadiana Menor, a través de los manantiales Bugéjar, hoy prácticamente seco por

1 La superficie de la cuenca del Guadalquivir se distribuye entre cuatro Comunidades Autónomas: Andalucía, Castilla la Mancha, Extremadura y Murcia; provincialmente la cuenca se extiende por doce provincias, entre ellas las ocho andaluzas, de la siguiente manera: del Sevilla 13.706 km.2, Jaén 13.152 km.2, Córdoba 11.135 km.2, Granada 9.960 km.2, Ciudad Real 3.308 Km.2, Huelva 2.552 Km.2, Badajoz 1.411 km.2, Albacete 800 km.2, Cádiz 532 km.2, Málaga 489 km.2, Almería 229 km.2, Murcia 116 km.2.

2 La Directiva Marco de Aguas define en su Artículo 2 la cuenca hidrográfica como “la superficie de terreno cuya escorrentía superficial fluye en su totalidad a través de una serie de corrientes, ríos y, eventualmente, lagos hacia el mar por una única desembocadura, estuario o delta”.

La cuenca alta del Guadalquivir represen-tada en un mapa de 1795 (Tomás López).

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la sobreexplotación del acuífero, Parpacén y Fuen-caliente, cuyos caudales están sufriendo una fuerte merma por la misma causa, lo que en el caso del último citado empieza a generar un cierto grado de conflicto en Huéscar, dado el uso recreativo que de este manantial hacen sus habitantes.

Desde la funcionalidad de las comunicaciones terrestres, en las que tanta influencia tenían y tienen los valles de los ríos, también refleja la figura cómo el Guadalquivir actual nos lleva sólo al corazón de la Sierra de Cazorla, podría decirse al respecto de aquéllas que este valle es el camino a ninguna parte, mientras que, a través del Guadiana Menor, se puede llegar con cierta facilidad desde la Bética a la costa mediterránea.

Por otra parte, también desde la perspectiva de las comunicaciones, el valle del Guadalimar, que se une al Guadalquivir aguas abajo del Guadiana Menor por la margen derecha, marca una clara vía de comunicación entre la Bética y la costa mediterránea valenciana.

Hay que entender la función hidrológica de la Ca-ñada de Cañepla, como uno de esos primeros cabellos de agua que empiezan a conformar el río de Orce, primero, el Guadiana Menor, después, y, finalmente, el Guadalquivir, sin que deje de haber en el propio Gua-diana Menor varias confluencias que pudieran originar discusiones análogas en cuanto a la elección del río principal, pero sin duda se trataría ya de polémicas de inferior categoría.

En la figura nº 3 se ofrece un plano de la cuenca del Guadiana Menor a escala 1/500.000. Se han indicado

también los caminos, que normalmente seguían el curso de los ríos, y venían asimismo a prejuzgar la decisión sobre la determinación del cauce principal, como se ha indicado con anterioridad. Este otro criterio hace aún más extraña la elección del alto Guadalquivir frente al Guadiana Menor.

En la citada figura puede verse cómo el Guadiana Menor, a partir de la confluencia con el “Guadalquivir ofi-cial”, se dirige hacia el Sureste bordeando por el Suroeste la Sierra de Cazorla. Nada más superar la confluencia con el Fardes, que se nutre de las nieves de la vertiente septentrional de Sierra Nevada, el cauce da un giro brusco y toma una clara dirección hacia el este, teniendo en su margen derecha las laderas meridionales de las sierras de El Pozo y Cazorla; por la margen izquierda los bordes de la cuenca coinciden con los límites del altiplano Baza-Huéscar, las sierras de Baza y de Las Estancias. En el giro brusco antes mencionado se ha ubicado la presa del Negratín, el segundo gran embalse de la cuenca del Guadalquivir tras Iznájar. Estos dos embalses, junto al Tranco, constituyen la base del abastecimiento de las principales zonas regables de la cuenca.

Como veremos más adelante, ante la elección del actual Guadalquivir como río principal de la cuenca en la confluencia del Guadiana Menor, estamos ante una decisión discordante, no ya con criterios científicos pos-teriores al siglo XIII, cuando los reyes de Castilla y sus asesores empezaron a considerar que el Alto Guadalqui-vir era el famoso Wad-al-Kevir de los musulmanes, sino con lo que venían pensando romanos y musulmanes, para los cuales el eje Guadalquivir-Guadiana Menor era una auténtica arteria vital para la propia Bética y su conexión mediterránea.

Mapa de toda la cuenca

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LAS PRIMERAS REFERENCIAS HISTÓRICAS

Los navegantes fenicios y griegos se acercaron a la desembocadura del Guadalquivir en la época tartésica, cuando iban a la búsqueda de materias primas, especialmente metales. Los intercambios co-merciales con los tartesios se realizaban en la citada desembocadura, pues ni ellos tenían interés especial por adentrarse río arriba, ni aquéllos se lo habrían permitido, pues la cabecera del río era el lugar de procedencia de los materiales objeto del intercambio, que procedían del macizo montañoso de la Oróspeda, nuestras actuales sierras de Cazorla, el Pozo, Segura, Alcaraz y la Sagra.

A estos pueblos les siguieron otros de carácter conquistador, cartagineses y romanos, que sí se inte-resaron en adentrarse por el valle de aquel río de tanta importancia y renombre. No obstante, la preocupación por la determinación de las “fuentes del Betis” sólo empieza a explicitarse por los geógrafos griegos que acompañaron a los romanos; es con ellos con los que se plantea de un modo científico la búsqueda de las fuentes del río.

El interés principal de los cartagineses era estra-tégico; buscando sobre todo vías de penetración, cuyo conocimiento guardaban celosamente, encontraron fi-nalmente dos caminos que les llevaban al Mediterráneo, el del Guadalimar-Guadalmena, que enlazaba con el Júcar, y el del Guadiana Menor, que con poca dificultad permitía el acceso a la cuenca del Segura y, por último, a Cartagena, como puede verse en la figura número 3. Como paradoja, el valle que a la postre sería conside-rado el del río principal sólo conducía a los hermosos e intrincados bosques de Cazorla.

Entre los testimonios greco-romanos más impor-tantes se pueden citar los de: Polibio, para quien el río se originaba en la meseta, pudiéndose suponer que se refería al valle del Guadalimar y su afluente el Guadalmena; para Posidonio nacía en las montañas sin precisar mucho más, y para Estrabón el origen había que situarlo en la Oróspeda. Como concluye Gonzalez Barberán en su espléndido trabajo incluido en el libro Guadalquivires “los geógrafos se limitaron a considerar en bloque la cabecera múltiple del Guadalquivir desde Cástulo, considerando fuentes del gran río todos los otros confluyentes aguas arriba, ya el complejo Gua-dalimar-Guadalmena, ya el conjunto Alto Guadalquivir-Guadiana Menor”.

JERARQUIZACIÓN HIDROLÓGICA Y TOPONIMIA

Después de la breve referencia histórica hecha so-bre las fuentes del Betis, se va considerar seguidamente la cuestión en el marco geográfico e hidrológico.

Los criterios hidrológicos para ir determinando la jerarquía de los cursos fluviales, según se avanza hacia la cabecera de la cuenca hidrográfica, tienen como elementos básicos, en la confluencia de dos corrientes fluviales, los siguientes: caudal, superficie vertiente, longitud del río hasta su cabecera y pen-diente del curso fluvial. Sin embargo, antes de conocer los valores de estos parámetros para cada una de las corrientes que confluyen, los avatares históri-cos, sociales y económicos del territorio han podido establecer una toponimia discordante con la nueva evidencia hidrológica; toponimia que sería absurdo, al mismo tiempo que imposible, tratar de cambiar. No obstante, sí que es importante conocer cuál sea la función hidrológica de cada cauce concurrente, y tam-

Cauce fluvial Superficie cuenca km.2

Longitud cauce Km

Aportaciónmedia hm3/año

Pendiente Precipitaciónmedia mm.

Guadalquivir 10.985 235 1.187 0,00526 592

Guadalimar 5.226 180 605 0,00537 597

Cuenca del Guadiana Menor.

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bién cuáles hayan sido las causas que han permitido establecer una jerarquización histórica discordante con la que geográficamente correspondía3.

Según se remonta el río desde la desemboca-dura las confluencias por la margen derecha, no presentan problemas hasta llegar al río Guadalimar; puesto que los ríos que bajan de Sierra Morena tienen todos menor caudal que el denominado tronco del Guadalquivir, un recorrido mucho más corto y una mayor pendiente. No obstante, desde la perspectiva geológica el río Guadalimar, junto con su afluente el Guadalmena, tiene también algún argumento impor-tante para su opción como río principal de la cuenca. En efecto, el río Guadalquivir y el Guadalimar-Gua-dalmena discurren a lo largo de la falla que bordea por el sur y el este la meseta castellano-manchega. Esta gran falla del Guadalquivir, puesta en cuestión por Fontboté4, quien, no obstante, indicó la necesidad de seguir investigando este accidente tectónico, que marca muy claramente el contacto entre los materia-les paleozóicos de Sierra Morena y los mesozóicos del Mioceno de la depresión bética. Este contacto rectilíneo coincide por otra parte con los cursos bajo y medio del Guadalquivir y con el del Guadalimar-Guadalmena. Con posterioridad, el profesor de la Universidad de Granada, Dr. González Lodeiro, ha confirmado la hipótesis del Dr. Fontboté, demostrando que, en lugar de una falla, se trata de una flexión de los materiales paleozóicos del borde de la meseta sobre los que se depositan los materiales cenozóicos y mesozóicosde la depresión bética5.

TeatinosPor la margen izquierda se presentan dos puntos

conflictivos, desde el interés por dilucidar cuál sea en ambas confluencias el cauce principal de la cuenca hidrográfica. El primer lugar donde puede plantearse la controversia es en la unión del Guadalquivir y del Genil, en las cercanías de Palma del Río y, el segundo, en el tramo superior del río, frente al asentamiento de la hermosa ciudad de Úbeda, al pie de cuya loma unen sus aguas el Guadalquivir y el Guadiana Menor.

LA DISPUTA DE LOS GEÓGRAFOS ANDALUSÍES

Aunque en una primera aproximación a la confluencia entre el Guadalquivir y el Genil caben pocas dudas sobre la jerarquía fluvial de las dos corrientes que allí concurren; dada la importancia que los hechos históricos acaban teniendo sobre estos procesos de jerarquización fluvial, y dadas asimismo la importancia que en su día tuvo el reino nazarí y la singularidad del Genil con su régimen nival; todavía hoy, pese a los indicios del cambio climático y lo más palpables de la urbanización en torno a la estación de ski, hay ventisqueros permanentes, se ha preferido analizar esta confluencia también con los criterios cien-tíficos que se vienen utilizando en este trabajo.

En el cuadro número 1 figuran las características

geográficas e hidrológicas que nos pueden permitir, desde la perspectiva estrictamente hidrográfica, diluci-dar cuál sea el cauceprincipal de los dos que confluyen en Palma del Río, el Guadalquivir y el Genil.

Los datos del cuadro nº 1 no dejan lugar a dudas de cuál sea el río principal en la confluencia que se está considerando; sin embargo, algunos geógrafos musul-manes granadinos, pese a la clara opción del famoso geógrafo Al-Idrisi a favor del Guadalquivir y en contra del Genil, entre los que se puede citar a Ibn Abd al-Ra-bbihi y al poderoso Ibn al-Jatib, apostaban por el Genil. Se puede comprender desde la perspectiva política del segundo, gran visir de Muhamad V, que considerara al río de su reino como el principal, pues la realidad política le era claramente favorable, ya que en este momento, finales del siglo XIV, siguiendo a González Barberán “su sultán ponía condiciones a Castilla, dictaba sus órdenes a Marruecos y Tremecén, y construía el patio de los Leones”.

AL BORDE DE LA ORÓSPEDA

Si se sigue remontando el río nos encontramos con otro punto conflictivo, cuando este abandona en

3 A este efecto fue decisivo el bloqueo que sufrieron las huestes del “Adelantado de Cazorla” en el paso de Tíscar en su intento de conquistar Baza y las tierras del Guadiana Menor, decidiendo los reyes cristianos una geografía al margen de este río, que, como dice González Barberán, “como un cristiano nuevo advenedizo, no tuvo más remedio que unirse políticamente a la geografía redimida por el Rey Santo, con silenciosa modestia de afluente”.

4 El profesor Fonboté, maestro de tantos excelentes geólogos en la Universidad de Granada, concluye en un trabajo de 1977 sobre la geología de la cuenca del Guadalquivir, al ocuparse de la famosa falla “Hasta ahora no se dispone de ninguna observación directa que pruebe o niegue su existencia. Se trata simplemente de una deducción lógica, coherente con los hechos bien establecidos, pero falta aún una prueba definitiva. Sea como sea, los hechos en cuestión son suficientemente significativos para que la hipótesis de la existencia de tal falla pueda ser considerada como plausible

5 Para el profesor Orozco, asimismo de la Universidad de Granada, “…el límite norte de la Depresión del Guadalquivir tiene un trazado casi rectilíneo. Este límite separa materiales paleozóicos y mesozóicos del basamento de Sierra Morena (sector meridional del Macizo Ibérico) de los sedimentos cenozóicos de la Depresión del Guadalquivir. Con frecuencia se ha denominado a este lineamiento “falla del Guadalquivir”(tal vez por el contraste entre la dirección del mismo, aproximadamente N70ºE, y las directrices estructurales de la parte meridional del Macizo Ibérico, sensiblemente NOSE), los datos recientes, cada vez más numerosos, de sondeos mecánicos y de perfiles sísmicos parecen indicar que la base hercínica se hunde más o menos suavemente hacia el Sureste por debajo de los materiales que rellenan la Depresión. Además la supuesta “falla” no se ha localizado claramente en el campo, por lo que no ha podido ser cartografiada en mapas geológicos detallados, ni se han medido sus características geométricas ni sus rasgos cinemáticos ( estrías, acanaladuras).Parece pues que el límite norte de la Depresión, por donde discurre el Guadalquivir, sería una flexión del basamento que se hunde progresivamente hacia el Sur, de manera similar a lo que ocurre en el margen pasivo de una cuenca de antepaís.

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su margen izquierda la vecindad de las campiñas mio-cenas y empieza a discurrir entre Sierra Morena y las Béticas, se trata de la confluencia entre el Guadalquivir y el Guadalimar, ya estudiada anteriormente desde una perspectiva geológica.

En el cuadro nº 2 se presentan las características hidrológicas y geográficas de las cuencas de ambos ríos en el punto de su confluencia, en las cercanías de Torreblascopedro, cuando el Guadalimar acaba de abandonar la vecindad de la Loma de Úbeda e intenta penetrar en plena depresión bética.

De la consideración de los datos del citado cuadro caben pocas dudas sobre la primacía fluvial del Gua-dalquivir sobre el Guadalimar, puesto que el primero tiene una superficie aportadora que duplica la del Gua-dalimar, con un exceso aún de 533 km2. En cuanto a longitud, la del Guadalquivir supone el 130% de la del Guadalimar.

Por lo que respecta a la aportación de recursos hídricos también es muy superior la del Guadalquivir 1.187 Hm3/año, frente a 605 Hm3/año la del Guadali-mar. Aunque la pendiente de ambos es muy similar, es algo menor la del Guadalquivir. La precipitación media es prácticamente igual en ambas cuencas.

Cuadro nº 1 Confluencia Guadalquivir-Genil

Cuadro nº 2 Confluencia Guadalquivir-Guadalimar

Cauce fluvial Superficie cuenca km.2

Longitud cauce Km

Aportaciónmedia hm3/año

Pendiente Precipitaciónmedia mm.

Guadalquivir 32.687 475 3.866 0.00229 591Genil 8.278 361 1.101 0,00586 556

Fuente: Plan Hidrológico del Guadalquivir. Elaboración propia.

Cauce fluvial Superficie cuenca km.2

Longitud cauce Km

Aportaciónmedia hm3/año

Pendiente Precipitaciónmedia mm.

Guadalquivir 10.985 235 1.187 0,00526 592Guadalimar 5.226 180 605 0,00537 597

Fuente: Plan Hidrológico del Guadalquivir. Elaboración propia.

Detalle del plano Andaluziae Nova (1606), donde se resalta la importancia del curso del Guadalquivir.

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LA CONTROVERSIA PRINCIPALComo ya se ha indicado con anterioridad, el princi-

pal problema para dilucidar cuál sea el río principal de la cuenca hidrográfica del Guadalquivir se presenta en la confluencia con el Guadiana Menor, que se produce inmediatamente aguas arriba del embalse de Doña Aldonza, cuya finalidad es hidroeléctrica; si bien hoy

día, por mor de las aportaciones sólidas procedentes principal, pero no exclusivamente, de la cuenca del Guadiana Menor, se ha convertido en un humedal de excelentes condiciones para la avifauna, lo que ha hecho inviable la construcción de una nueva presa de embalse deno-minada Úbeda la Vieja.

En la confluencia citada la cuenca del Guadiana Menor es 5,38 veces la del Guadalquivir y la longitud del Guadiana Menor es asimismo mayor que la del Guadalquivir: 152 km. frente a

124 km. La aportación del Guadiana Menor es sólo ligeramente superior a

la del Guadalquivir (9%), lo que se explica por la inferior precipitación media de la cuenca del Guadiana Menor 473 mm./año, frente a 876 mm./año de la otra cuenca. Es claro pues que el río principal es el Guadiana Menor, aunque las razones históricas anteriormente explicita-das hayan concedido el rango principal al Guadalquivir actual.

Cuadro 3 Confluencia Guadalquivir-Guadiana -Menor

LA CABECERA DEL GUADIANA MENORRemontando el curso del Guadiana Menor se

alcanza un cañón singular donde se ha construido un gran embalse denominado El Negratín, que regula las aportaciones de toda la cabecera del Guadiana Menor. Estas aportaciones son muy dispares, siendo mucho más importantes las procedentes de los macizos cal-cáreos que constituyen la vertiente sur oriental de la Sierra de Cazorla, donde se originan en “nacimientos” varios cauces fluviales: Guadalentín, Castril, Guardal. El resto de la cuenca vertiente la constituyen la Hoya de Baza y el altiplano de Huéscar, así como las sierras que circundan este accidente del denominado curso intrabético: Baza, Estancias, María; esta zona, de una pluviometría más baja, da lugar consecuentemente a menores aportaciones. Esta circunstancia se refleja ya en el plano reproducido en la figura nº 3, que, al representar la cuenca del Guadiana Menor, prescinde prácticamente del territorio de la margen izquierda.

Desde el emplazamiento del embalse de Negratín hacía aguas arriba, en la toponimia de la zona se pierde

la denominación Guadiana Menor, que es sustituida por nombres diversos en los distintos tramos del río: así, a partir de la confluencia con el Castril se llama Guardal; después, al producirse un giro claro hacia el norte, el ramal norteño conserva el nombre, el otro de mayor cuenca se denomina Galera y, algo más aguas arriba, Orce.

En la fig. 4, que recoge la cuenca del Guadiana Menor aguas arriba del Negratín, puede verse toda la red drenante de las dos zonas de la cuenca antes escritas. En la citada figura se aprecia un curso fluvial que va recibiendo aportaciones tanto de la Sierra de Cazorla como de las sierras del borde sur-oriental, se trata del río Guardal que, en su confluencia con el río Castril, tiene una cuenca de 940 km2 frente a 345 km2 de este último.

Al avanzar hacia la cabecera se van produciendo nuevas confluencias entre cursos fluviales de caracte-rísticas similares, aunque siempre los que provienen de Cazorla tiene aportaciones mayores.

Cauce fluvial Superficie cuenca km.2

Longitud cauce Km

Aportaciónmedia hm3/año

Pendiente Precipitaciónmedia mm.

Guadalquivir 1.347 124 455 0,01040(1) 876Guadiana Menor 7.251 152 497 0,01074 473

(1) Como hay un salto de 180 m., la pendiente real en la confluencia con el Guadiana Menor es 0,00931. Fuente: Plan Hidrológico del Guadalquivir. Elaboración propia.

La cuenca alta del Guadiana Menor en un plano de Próspero Verbom, 1721.

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En el pueblo de Castilléjar, el río Guardal, con el giro al norte ya descrito, pierde su vocación de drenar las dos zonas de la cabecera y se dirige claramente hacía el norte siguiendo una orientación pudiéramos decir cazorleña. Siguiendo pues el curso que se orienta claramente hacía el este, que ahora se denomina río Galera, nos encontramos con una nueva confluencia ciertamente más problemática a la hora de decidir cuál sea el cauce principal. Esta confluencia entre el río Galera y el río Huéscar se produce en las cercanías del pueblo de Galera, allí no encontramos que ninguno de los dos cursos que se unen, conserva la característica que hasta ahora se venía considerando, la de drenar las dos zonas que se han diferenciado la vertiente de Cazorla y el borde sur-oriental. Se trata, por una parte, del río Huéscar o Barbatas, de orientación norte-sur, con una cuenca de 221 km2, y el propio río Galera, más adelante río de Orce, que se prolonga hacia la Cañada de Cañepla con unacuenca de 563 km2.

Pese a la diferencia superficial entre las cuencas del Barbatas y del Orce, las aportaciones de ambos, así como sus longitudes en la confluencia son similares, aunque son superiores las del río Barbatas, que recibe, mediante los manantiales Parpacén y Fuencaliente, desagües naturales del acuífero Huéscar-Puebla, las

aportaciones en su momento superficiales generadas en las ramblas de Albacete y Murcia.

Con un criterio hidrológico es, pues, el río Barbatas el cauce principal de la cabecera del Guadiana Menor. Ahora bien, con un criterio político territorial, desde una perspectiva andaluza, también podría conside-rarse como origen del Guadiana Menor la Cañada de Cañepla, que recoge las aportaciones almerienses al Guadalquivir.

A MODO DE CONCLUSIÓN

Parece conveniente concluir, en aras de la armo-nía, que no se pretende en modo alguno desvirtuar la importancia del Guadalquivir actual, ni mucho menos trasladar el título “oficial“ de un río a otro, sería un em-peño vano e inútil, entre otras cosas porque la historia es la que va configurando la toponimia. Se ha tratado de valorar la importancia fluvial de cada río y de rendir un homenaje a un río al que no se le hace justicia con su nombre, pues cuando pierde su identidad al entregar sus aguas al río principal “oficial” no es tan menor como su nombre pudiera indicar.

Granada, Marzo, 2007

Representación actual de parte de la cuenca del Guadiana Menor, entre las provincias de Granada y Almería (Baza, SGE, 1:200.000).

Representación actual de parte de la cuenca del Guadiana Menor, entre las provincias de Granada y Almería (Baza, SGE, 1:200.000

).