Grimm Jacob y Wilhelm - Cuentos de Siempre 2

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    CUENTOS DE SIEMPRE IIHERMANOS GRIMM

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    JUAN-MI-ERIZO

    rase una vez un rico campesino que no tena ningn hijo con su mujer. A menudo cuando

    iba con los dems campesinos a la ciudad stos se burlaban de l y le preguntaban por qu no

    tena hijos. Una vez se puso muy furioso y cuando lleg a su casa dijo:

    -Yo quiero tener un hijo! Aunque sea un erizo! Su mujer entonces tuvo un hijo que era de

    mitad para arriba un erizo y de mitad para abajo un nio, y cuando vio a su hijo se asust

    mucho y dijo:

    -Lo ves? Nos has echado encima una maldicin! Entonces dijo el marido:-Ya no sirve de nada lamentarse, tenemos que bautizar al nio, pero no podemos darle

    ningn padrino. La mujer dijo:

    -Y tampoco podemos bautizarlo ms que con el nombre de Juan-mi-erizo.

    Cuando estuvo bautizado dijo el cura:

    -A ste con sus pas no se le puede poner en una cama como es debido.

    As que le prepararon un poco de paja detrs de la estufa y acostaron all a Juan-mi-erizo.

    Tampoco poda alimentarse del pecho de la madre, pues la hubiera pinchado con sus pas.

    As, se pas ocho aos tumbado detrs de la estufa, y su padre estaba ya harto de l y de-

    seando que se muriera; pero no se mora, y all segua acostado. Ocurri entonces que en la

    ciudad haba mercado y el campesino quiso ir. Entonces le pregunt a su mujer qu quera

    que le trajera.

    -Un poco de carne y un par de panecillos que hacen falta en casa-dijo ella.

    Despus le pregunt a la criada y sta le pidi un par de zapatillas y unas medias de rombos.

    Finalmente dijo tambin:

    -Y t qu quieres, Juan-mi-erizo?

    -Padrecito -dijo-, treme una gaita, anda. Cuando el campesino volvi a casa le dio a su

    mujer lo que le haba trado: la carne y los panecillos; luego le dio a la criada las zapatillas y

    las medias de rombos, y finalmente se fue detrs de la estufa y le dio a Juan-mi-erizo la gaita.

    Y cuando Juan-mi-erizo la tuvo dijo:

    -Padrecito, anda, ve a la herrera y encarga que le pongan herraduras a mi gallo, que

    entonces me marchar cabalgando en l y no volver jams.

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    El padre entonces se puso muy contento porque iba a librarse de l e hizo que herraran al

    gallo, y cuando estuvo listo Juan-mi-erizo se mont en l y se march, levndose tambin

    cerdos y asnos, pues quera apacentarlos en el bosque. Una vez en l, sin embargo, el gallo

    tuvo que volar con l hasta un alto rbol, y all se qued, cuidando de los asnos y los cerdos,

    y all estuvo muchos aos, hasta que el rebao se hizo grandsimo, y su padre no supo nada

    de l. Y mientras estaba en el rbol tocaba su gaita y haca una msica muy hermosa. Una vez

    pas por all un rey que se haba perdido y oy la msica; entonces se qued muy asombrado

    y envi a un criado a que mirara de dnde proceda la msica. Este mir por todas partes,

    pero lo nico que vio fue, arriba en el rbol, un pequeo animal que pareca un gallo con un

    erizo encima y que era el que tocaba la msica. Entonces el rey le dijo al criado que le

    preguntara por qu estaba all y si no sabra cul era el camino para volver a su reino.

    Juan-mi-erizo se baj entonces del rbol y le dijo que le enseara el camino si el rey le

    prometa por escrito que le dara lo primero con lo que se encontrara en la corte real cuando

    llegara a casa. El rey pens: Eso puedes hacerlo tranquilamente, pues Juan-mi-erizo no en-

    tiende y puedes escribir lo que t quieras. El rey entonces cogi pluma y tinta y escribi

    cualquier cosa, y una vez hecho esto Juan-mi-erizo le ense el camino y lleg felizmente a

    casa. Pero a su hija, que le vio llegar desde lejos, le entr tanta alegra que sali corriendo a

    su encuentro y le bes.

    l se acord de Juan-mi-erizo y le cont lo que le haba sucedido y que le haba tenido que

    prometer por escrito a un extrao animal que iba montado en un gallo y tocaba una bella

    msica que le dara lo primero que se encontrara al llegar a casa, pero que como Juan-mi-

    erizo no saba leer, lo que haba escrito realmente era que no se lo dara. La princesa se alegr

    mucho y dijo que eso estaba muy bien, pues jams se hubiera ido con l.

    Juan-mi-erizo, por su parte, sigui apacentando los asnos y los cerdos y siempre estaba

    alegre subido al rbol y tocando su gaita. Y sucedi entonces que pas por all con sus

    criados y sus alfiles otro rey que se haba perdido y no saba volver a casa porque el bosqueera muy grande. Entonces oy tambin a lo lejos la bella msica y le pregunt a su alfil qu

    sera aquello, que fuera a mirar de dnde proceda.

    El alfil lleg debajo del rbol y vio arriba del todo al gallo con Juan-mi-erizo encima. El

    alfil le pregunt qu era lo que haca all arriba.

    -Estoy apacentando mis asnos y mis cerdos. Qu se os ofrece?

    El alfil dijo que se haban perdido y no podran regresar a su reino si l no les enseaba el

    camino. Entonces Juan-mi-erizo se baj con su gallo del rbol y le dijo al viejo rey que le

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    enseara el camino si le daba lo primero que se encontrara en su casa delante del palacio

    real. El rey dijo que s y le confirm por escrito a Juan-mi-erizo que se lo dara. Una vez

    hecho esto Juan-mi-erizo se puso al frente montado en el gallo y le ense el camino, y el rey

    regres felizmente a su reino. Cuando lleg a la corte hubo una gran alegra. Y el rey tena

    una nica hija que era muy bella y sali a su encuentro, se le abraz al cuello y le bes y se

    alegr mucho de que su viejo padre hubiera vuelto. Le pregunt tambin que dnde haba

    estado por el mundo tanto tiempo y l entonces le cont que se haba perdido y a punto haba

    estado de no volver jams, pero que cuando pasaba por un gran bosque un ser medio erizo,

    medio hombre que estaba montado en un gallo subido a un alto rbol y tocaba una bella

    msica le haba ayudado y le haba enseado el camino, y que l a cambio le haba prometido

    que le dara lo primero que se encontrara en la corte real, y que lo primero haba sido ella y lo

    senta muchsimo.

    Ella, sin embargo, le prometi entonces que, por amor a su viejo padre, se ira con l si iba

    por all. Juan-mi-erizo, sin embargo, sigui cuidando sus cerdos, y los cerdos tuvieron ms

    cerdos y stos tuvieron otros y as sucesivamente, hasta que al final eran ya tantos que

    llenaban el bosque entero.

    Entonces Juan-mi-erizo hizo que le dijeran a su padre que vaciaran y limpiaran todos los

    establos del pueblo, que iba a ir con una piara de cerdos tan grande que todo el que supiera

    hacer matanza tendra que ponerse a hacerla.

    Cuando su padre lo oy se qued muy afligido, pues pensaba que Juan-mi-erizo se habra

    muerto ya haca mucho tiempo. Pero Juan-mi-erizo se mont en su gallo, condujo los cerdos

    hasta el pueblo y los hizo matar. Uf, menuda carnicera! Se poda or hasta a dos horas de

    camino de distancia! Despus dijo Juan-mi-erizo:

    -Padrecito, haz que hierren de nuevo a mi gallo en la herrera y entonces me marchar de

    aqu y no volver en toda mi vida.

    El padre entonces hizo que herraran al gallo y se alegr mucho de que Juan-mi-erizo noquisiera volver. Juan-mi-erizo se fue cabalgando al primer reino; all el rey haba dado orden

    de que si llegaba uno montado en un gallo y con una gaita, dispararan todos contra l y le

    golpearan y le dieran cuchilladas para que no llegara al palacio.

    Cuando Juan-mi-erizo lleg se abalanzaron sobre l con las bayonetas, pero l espole a su

    gallo, pas volando sobre la puerta del palacio y se pos en la ventana del rey y le dijo que le

    diera lo que le haba prometido o de lo contrario les quitara la vida a l y a su hija.

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    El rey entonces le dijo a su hija con buenas palabras que tena que marcharse con l si

    quera salvar su vida y la suya propia. Ella se visti de blanco, y su padre le dio un coche con

    seis caballos y unos magnficos criados, dinero y enseres. Ella se mont en el coche y Juan-

    mi-erizo se sent con su gallo a su lado; luego se despidieron y se marcharon de all, y el rey

    pens que no volvera a verlos.

    Pero no sucedi lo que l pensaba, pues cuando estaban ya a un trecho de camino de la

    ciudad Juan-mi-erizo la desnud y la pinch con su piel de erizo hasta que estuvo

    completamente llena de sangre.

    -ste es el pago a vuestra falsedad. Vete, que no te quiero -le dijo, y la ech de all a su

    casa, y ya estaba ultrajada para toda su vida.

    Juan-mi-erizo, por su parte, sigui cabalgando en su gallo con su gaita hacia el segundo

    reino, a cuyo rey le haba enseado tambin el camino. ste, sin embargo, haba dispuesto

    que si llegaba alguien como Juan-mi-erizo le presentaran armas y le dejaran franco el paso,

    lanzaran vivas y le llevaran al palacio real. Cuando la princesa le vio se asust, pues

    realmente tena un aspecto extrasimo, pero pens que no quedaba ms remedio, pues se lo

    haba prometido a su padre. El rey entonces le dio la bienvenida a Juan-mi-erizo y ste tuvo

    que acompaarle a la mesa real, y ella se sent a su lado, y comieron y bebieron. Cuando se

    hizo de noche y se iban a ir a dormir a ella le dieron mucho miedo sus pas, pero l le dijo

    que no temiera, que no sufrira ningn dao, y al viejo rey le dijo que apostara cuatro hom-

    bres en la puerta de la alcoba y que encendieran un gran fuego, y que cuando l entrara en la

    alcoba y fuera a acostarse en la cama se desprendera de su piel de erizo y la dejara a los pies

    de la cama; entonces los hombres tendran que acudir rpidamente y echarla al fuego y

    quedarse all hasta que el fuego la hubiera consumido.

    Cuando la campana dio las once entr en la alcoba y se quit la piel de erizo y la dej a los

    pies de la cama; entonces entraron los hombres y la cogieron rpidamente y la echaron al

    fuego, y cuando el fuego la consumi l qued salvado, echado all en la cama como unapersona normal y corriente, aunque negro como el carbn, igual que si se hubiera quemado.

    El rey envi all a su mdico y le limpi con buenas pomadas y le unt con blsamo, y

    entonces se volvi blanco y qued convertido en un joven y hermoso seor.

    Cuando la princesa lo vio se alegr mucho, y se levantaron muy contentos y comieron y

    bebieron y se celebr la boda, y el viejo rey le otorg su reino a Juan-mi-erizo.

    Cuando haban pasado ya unos cuantos aos se fue de viaje con su esposa a la casa de su

    padre y le dijo que era su hijo; el padre, sin embargo, le contest que no tena ninguno, que

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    solamente haba tenido uno una vez, pero que haba nacido con pas como un erizo y se haba

    marchado por esos mundos. l entonces se dio a conocer y el anciano padre se alegr mucho

    y se fue con l a su reino.

    LA ABEJA REINA

    Zafia y disipada era la vida en la que cayeron dos prncipes que haban partido en busca de

    aventuras, y as no podan volver de ninguna manera a su casa. El benjamn, el bobo, sali en

    busca de sus hermanos. Cuando los encontr se burlaron de que l, con su simpleza, quisieraabrirse camino en el mundo cuando ellos dos, siendo mucho ms listos, no eran capaces de

    salir adelante.

    Se pusieron a andar juntos y llegaron a un hormiguero. Los dos mayores quisieron

    revolverlo para ver cmo las pequeas hormigas correteaban asustadas de un lado a otro

    llevando consigo sus huevos, pero l bobo dijo:

    -Dejad en paz a los animales. No consiento que los molestis.

    Luego siguieron adelante y llegaron a un lago en el que nadaban muchos, muchos patos.Los dos hermanos mayores quisieron cazar un par de ellos y asarlos, pero el bobo dijo de

    nuevo:

    -Dejad en paz a los animales. No consiento que los matis.

    Finalmente llegaron a una colmena. Dentro haba tanta miel que rebosaba tronco abajo. Los

    dos quisieron prender fuego bajo el rbol para que las abejas se asfixiaran y ellos pudieran

    quitarles la miel. El bobo, sin embargo, los detuvo otra vez diciendo:

    -Dejad en paz a los animales. No consiento que los quemis.Los tres hermanos llegaron entonces a un palacio en cuyas caballerizas haba un montn de

    caballos petrificados, pero no se vea a ningn ser humano. Recorrieron todas las salas hasta

    que al final llegaron ante una puerta que tena tres cerrojos. En mitad de la puerta, sin

    embargo, haba una mirilla y por ella se poda ver lo que haba dentro del cuarto. All vieron a

    un hombrecillo gris sentado a una mesa y lo llamaron a voces, una vez..., dos veces..., pero no

    les oy. Finalmente lo llamaron por tercera vez y entonces se levant y sali. No dijo ni una

    palabra, pero los agarr y los condujo a una oppara mesa, y cuando hubieron comido llev a

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    cada uno de ellos a un dormitorio. A la maana siguiente entr en el del mayor, le hizo seas

    con la mano y lo llev a una mesa de piedra, sobre la cual estaban escritas las tres pruebas

    que haba que superar para desencantar el palacio.

    La primera era as: en el bosque, debajo del musgo, estaban las mil perlas de la princesa;

    haba que buscarlas y antes de que se pusiera el sol no tena que faltar ni una sola o, de lo

    contrario, quien hubiera emprendido la prueba se convertira en una piedra. El prncipe fue

    all y se pas el da entero buscando, pero cuando el da toc a su fin no haba encontrado

    ms que cien y qued convertido en piedra. Al da siguiente emprendi la aventura el

    segundo hermano, pero, al igual que el mayor, se convirti en piedra por no haber conseguido

    hallar ms que doscientas.

    Por fin le toc el turno al bobo y se puso a buscar en el musgo, pero era tan difcil encontrar

    las perlas y se iba tan despacio que se sent encuna de una piedra y empez a llorar. Y, segn

    estaba all sentado, el rey de las hormigas, al que l una vez haba salvado, lleg con cinco

    mil hormigas que, al cabo de un rato, ya haban encontrado todas las perlas y las haban

    reunido en un montn.

    La segunda prueba, en cambio, consista en sacar del mar la llave de la alcoba de la

    princesa. Cuando el bobo lleg al mar se acercaron nadando los patos a los que l una vez

    haba salvado; stos se sumergieron y sacaron la llave del fondo.

    La tercera prueba, sin embargo, era la ms difcil: entre las tres durmientes hijas del rey

    haba que escoger a la ms joven y predilecta; pero eran exactamente iguales y en lo nico

    que se diferenciaban era en que la mayor haba tomado un terrn de azcar, la segunda sirope

    y la menor una cucharada de miel, y haba que acertar slo por el aliento cul de ellas haba

    comido la miel. Entonces lleg la reina de las abejas que el bobo haba salvado del fuego,

    tent la boca de las tres y al final se pos en la boca que haba tomado miel, y el prncipe

    reconoci as a la verdadera.

    Entonces se deshizo el encantamiento, todo qued liberado del sueo y los que eran depiedra recuperaron su forma humana. El bobo se cas con la ms joven y predilecta de las

    princesas y cuando muri el padre de ella, se convirti en rey. Por su parte, sus dos hermanos

    se casaron con las otras dos hermanas.

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    EL PIOJITO Y LA PULGUITA

    Un piojito y una pulguita vivan juntos en el mismo hogar y estaban fabricando cerveza en

    una cscara de huevo. El piojito entonces cay dentro y se abras. La pulguita al verlo se

    puso a gritar. La pequea puerta del cuarto dijo entonces:

    -Por qu gritas, pulguita?

    -Porque el piojito se ha abrasado.

    La puertecita se puso a chirriar. Habl entonces una escobita que haba en un rincn:

    -Por qu chirras, puertecita?-Cmo no voy a chirriar si el piojito se ha abrasado y la pulguita est llorando?

    As, la pequea escoba se puso a barrer terriblemente. Pas entonces por all un carrito y

    dijo:

    -Por qu barres, escobita?

    -Cmo no voy a barrer si el piojito se ha abrasado, la pulguita est llorando y la puertecita

    chirriando?

    El carrito dijo entonces que iba a correr terriblemente, y se puso a correr terriblemente. Pascorriendo junto al montoncito de estircol y ste dijo:

    -Por qu corres, carrito?

    -Cmo no voy a correr si el piojito se ha abrasado, la pulguita est llorando, la puertecita

    chirriando y la escobita barriendo?

    El montoncito de estircol dijo entonces que iba a empezar a arder, y se puso a arder

    terriblemente. Haba all un arbolito que le dijo:

    Montoncito de estircol, por qu ardes?-Cmo no voy a arder si el piojito se ha abrasado, la pulguita est llorando, la puertecita

    chirriando, la escobita barriendo y el carrito corriendo?

    Entonces el arbolito dijo que se iba a sacudir, y se sacudi y perdi todas sus hojas. Aquello

    lo vio una muchachita que llevaba un cantarito y dijo:

    -Arbolito, por qu te sacudes?

    -Cmo no me voy a sacudir si el piojito se ha abrasado, la pulguita est llorando, la

    puertecita chirriando, la escobita barriendo, el carrito corriendo y el montoncito de estircol

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    ardiendo? Luego la muchachita dijo que iba a hacer pedasos su cantarito e hizo pedazos su

    cantarito.

    -Muchachita, por qu haces pedazos tu cantarito? -dijo entonces la fuentecita.

    -Cmo no voy a hacer pedazos mi cantarito si el piojito se ha abrasado, la pulguita est

    llorando, la puertecita chirriando, la escobita barriendo, el carrito corriendo, el montoncito de

    estircol ardiendo y el arbolito sacudindose?

    -Ay -dijo la fuentecita-, pues entonces yo me voy a desaguar.

    Y se puso a desaguarse tan terriblemente que se ahogaron todos: la muchachita, el arbolito,

    el montoncito de estircol, el carrito, la escobita, la pulguita y el piojito.

    DEL RATONCITO, EL PAJARITO Y LA

    SALCHICHA

    rase una vez un ratoncito, un pajarito y una salchicha que haban formado sociedad y un

    hogar y llevaban mucho tiempo viviendo muy bien y maravillosamente en paz y sus bienes

    haban aumentado admirablemente. El trabajo del pajarito consista en volar todos los das al

    bosque y llevar lea a casa. El ratn tena que llevar el agua, encender el fuego y poner la

    mesa, y la salchicha tena que cocinar.

    Pero al que bien le va siempre le apetece hacer cosas nuevas! Y un da el pajarito se

    encontr por el camino con otro pjaro y le cont, elogindola mucho, la maravillosa vida

    que llevaba. El otro pjaro, sin embargo, le dijo que era un desgraciado que haca el peor

    trabajo mientras los otros dos se pasaban el da muy a gusto en su casa. Que cuando el ratn

    haba encendido su fuego y llevado el agua se meta en su cuartito a descansar hasta que le

    decan que pusiera la mesa. Y que la salchichita se quedaba junto a la olla mirando cmo se

    haca la comida y que cuando se acercaba la hora de comer no tena ms que pasarse un poco

    por el pur o por la verdura y ya estaba todo engrasado, salado y preparado. Y que cuando el

    pajarito llegaba finalmente a casa y dejaba su carga ellos no tenan ms que sentarse a la

    mesa y despus de cenar dorman a pierna suelta hasta la maana siguiente, y que eso s que

    era pegarse una buena vida.

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    Al da siguiente el pajarito, instigado por el otro, se neg a volver al bosque diciendo que ya

    haba hecho bastante de criado y ya le haban tomado bastante por tonto y que ahora tenan

    que cambiarse y probar de otra manera. Y por mucho que el ratn se lo rog, y tambin la

    salchicha, el pjaro se sali con la suya, y se lo echaron a suertes, y a la salchicha le toc

    llevar la lea, al ratn hacer de cocinero y al pjaro ir a por agua.

    Y qu pas? Pues la salchichita se march a por lea, el pajarito encendi el fuego y el

    ratn puso la olla, y los dos se quedaron solos esperando que volviera a casa la salchichita

    con la lea para el da siguiente. Pero la salchichita llevaba ya tanto tiempo fuera que los dos

    se temieron que no haba ocurrido nada bueno y el pajarito vol un trecho en su busca. No

    muy lejos, sin embargo, se encontr con un perro en el camino que haba tomado por una

    presa a la pobre salchichita, la haba atrapado y la haba matado. El pajarito protest mucho y

    acus al perro de haber cometido un crimen manifiesto, pero no hubo palabras que le

    valieran, pues el perro dijo que le haba encontrado cartas falsas a la salchicha y que por eso

    haba sido vctima de l.

    El pajarito, muy triste, recogi la madera y se fue a casa y cont lo que haba visto y odo'.

    Estaban muy afligidos, pero decidieron poner toda su buena voluntad y permanecer juntos.

    Por eso el pajarito puso la mesa, y el ratn hizo los preparativos para la comida y se puso a

    hacerla e igual que haba hecho antes la salchichita se meti en la olla y se puso a remover la

    verdura y a escurrirse entre ella para darle sabor; pero antes de llegar a la mitad tuvo que

    pararse y dejar all el pellejo y con ello la vida.

    Cuando el pajarito fue y quiso servir la comida all no haba ya ningn cocinero. El pajarito,

    desconcertado, tir la lea por todas partes y lo busc y lo llam, pero no pudo encontrar a su

    cocinero. Por descuido el fuego lleg hasta la lea y provoc un incendio; el pajarito sali

    rpidamente a buscar agua, pero entonces se le cay el cubo al pozo y l se fue detrs y ya no

    pudo recuperarse y se ahog.

    EL GATO CON BOTAS

    rase una vez un molinero que tena tres hijos, su molino, un asno y un gato. Los hijos

    tenan que moler, el asno tena que llevar el grano y acarrear la harina y el gato tena que

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    cazar ratones. Cuando el molinero muri, los tres hijos se repartieron la herencia. El mayor

    hered el molino, el segundo el asno y el tercero el gato, pues era lo nico que quedaba.

    Entonces se puso muy triste y se dijo a s mismo:

    Yo soy el que ha salido peor parado. Mi hermano mayor puede moler y mi segundo

    hermano puede montar en su asno, pero qu voy a hacer yo con el gato? Si me hago un par

    de guantes con su piel, ya no me quedar nada.

    -Escucha -empez a decir el gato, que lo haba entendido todo-, no debes matarme slo por

    sacar de mi piel un par de guantes malos. Encarga que me hagan un par de botas para que

    pueda salir a que la gente me vea, y pronto obtendrs ayuda.

    El hijo del molinero se asombr de que el gato hablara de aquella manera, pero como justo

    en ese momento pasaba por all el zapatero, lo llam y le dijo que entrara y le tomara medidas

    al gato para confeccionarle un par de botas. Cuando estuvieron listas el gato se las calz,

    tom un saco y llen el fondo de grano, pero en la boca le puso una cuerda para poder

    cerrarlo, y luego se lo ech a la espalda y sali por la puerta andando sobre dos patas como si

    fuera una persona.

    Por aquellos tiempos reinaba en el pas un rey al que le gustaba mucho comer perdices, pero

    haba tal miseria que era imposible conseguir ninguna. El bosque entero estaba lleno de ellas,

    pero eran tan huidizas que ningn cazador poda capturarlas. Eso lo saba el gato y se propuso

    que l hara mejor las cosas. Cuando lleg al bosque abri el saco, esparci por dentro el

    grano y la cuerda la coloc sobre la hierba, metiendo el cabo en un seto. All se escondi l

    mismo y se puso a rondar y a acechar. Pronto llegaron corriendo las perdices, encontraron el

    grano y se fueron metiendo en el saco una detrs de otra. Cuando ya haba una buena

    cantidad dentro el gato tir de la cuerda, cerr el saco, corriendo hacia all y les retorci el

    pescuezo. Luego se ech el saco a la espalda y se fue derecho al palacio del rey.

    La guardia grit:

    -Alto! Adnde vas?-A ver al rey-respondi sin ms el gato.

    -Ests loco? Un gato a ver al rey!

    -Dejadle que vaya-dijo otro-, que el rey a menudo se aburre y quizs el gato lo complazca

    con sus gruidos y ronroneos.

    Cuando el gato lleg ante el rey, le hizo una reverencia y dijo:

    -Mi seor, el conde -aqu dijo un nombre muy largo y distinguido- presenta sus respetos a

    su seor el rey y le enva aqu unas perdices que acaba de cazar con lazo.

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    El rey se maravill de aquellas gordsimas perdices. No caba en s de alegra y orden que

    metieran en el saco del gato todo el oro de su tesoro que ste pudiera cargar.

    -Llvaselo a tu seor y dale adems muchsimas gracias por su regalo.

    El pobre hijo del molinero, sin embargo, estaba en casa sentado junto a la ventana con la

    cabeza apoyada en la mano, pensando que ahora se haba gastado lo ltimo que le quedaba en

    las botas del gato y dudando que ste fuera capaz de darle algo de importancia a cambio.

    Entonces entr el gato, se descarg de la espalda el saco, lo desat y esparci el oro delante

    del molinero.

    -Aqu tienes algo a cambio de las botas, y el rey te enva sus saludos y te da muchas gracias.

    El molinero se puso muy contento por aquella riqueza, sin comprender todava muy bien

    cmo haba ido a parar all. Pero el gato se lo cont todo mientras se quitaba las botas y luego

    le dijo:

    -Ahora ya tienes suficiente dinero, s, pero esto no termina aqu. Maana me pondr otra

    vez mis botas y te hars an ms rico. Al rey le he dicho tambin que t eras un conde.

    Al da siguiente, tal como haba dicho, el gato, bien calzado, sali otra vez de caza y le llev

    al rey buenas piezas.

    As ocurri todos los das, y todos los das el gato llevaba oro a casa y el rey lleg a

    apreciarlo tanto que poda entrar y salir y andar por palacio a su antojo.

    Una vez estaba el gato en la cocina del rey calentndose junto al fogn, cuando lleg el

    cochero maldiciendo:

    -Que se vayan al diablo el rey y la princesa! Quera ir a la taberna a beber y a jugar a las

    cartas, y ahora resulta que tengo que llevarles de paseo al lago!

    Cuando el gato oy esto, se fue furtivamente a casa y le dijo a su amo:

    -Si quieres convertirte en conde y ser rico, sal conmigo y vente al lago y bate.

    El molinero no supo qu contestar, pero sigui al gato. Fue con l, se desnud por completo

    y se tir al agua. El gato, por su parte, tom la ropa, se la llev de all y la escondi. Apenastermin de hacerlo, lleg el rey y el gato empez a lamentarse con gran pesar:

    -Ay, clementsimo rey! Mi seor se estaba baando aqu en el lago y ha venido un ladrn

    que le ha robado la ropa que tena en la orilla, y ahora el seor conde est en el agua y no

    puede salir, y como siga mucho tiempo ah, se resfriar y morir!

    Al or aquello, el rey dio la voz de alto y uno de sus siervos tuvo que regresar a toda prisa a

    buscar ropas del rey. El seor conde se puso las lujossimas ropas del rey y, como ya de por s

    el rey le tena afecto por las perdices que crea haber recibido de l, tuvo que sentarse a su

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    lado en la carroza. La princesa tampoco se enfad por ello, pues el conde era joven y bello y

    le gustaba bastante.

    El gato, por su parte, se haba adelantado y lleg a un gran prado donde haba ms de cien

    personas recogiendo heno.

    -Eh, de quin es este prado? -pregunt el gato.

    -Del gran mago.

    -Escuchad: el rey pasar pronto por aqu. Cuando pregunte de quin es este prado, contestad

    que del conde. Si no lo hacis as, seris todos muertos.

    A continuacin el gato sigui su camino y lleg a un trigal tan grande que nadie poda

    abarcarlo con la vista. All haba ms de doscientas personas segando.

    -Eh, gente, de quin es este grano?

    -Del mago.

    -Escuchad: el rey va a pasar ahora por aqu. Cuando pregunte de quin es este grano,

    contestad que del conde. Si no lo hacis as, seris todos muertos.

    Finalmente el gato lleg a un magnfico bosque. All haba ms de trescientas personas

    talando los grandes robles y haciendo lea.

    -Eh, gente, de quin es este bosque?

    -Del mago.

    -Escuchad: el rey va a pasar ahora por aqu. Cuando pregunte de quin es este bosque,

    contestad que del conde. Si no lo hacis as, seris todos muertos.

    El gato continu an ms adelante y toda la gente lo sigui con la mirada, y como tena un

    aspecto tan asombroso y andaba por ah con botas como si fuera una persona, todos se

    asustaban de l.

    Pronto lleg al palacio del mago, entr con descaro y se present ante l. El mago lo mir

    con desprecio y le pregunt qu quera. El gato hizo una reverencia y dijo:

    -He odo decir que puedes transformarte a tu antojo en cualquier animal. Si es en un perro,un zorro o tambin un lobo, puedo crermelo, pero en un elefante me parece totalmente

    imposible, y por eso he venido, para convencerme por m mismo.

    El mago dijo orgulloso:

    -Eso para m es una minucia.

    Yen un instante se transform en un elefante.

    -Eso es mucho, pero puedes transformarte tambin en un len?

    -Eso tampoco es nada para m -dijo el mago, que se convirti en un len delante del gato.

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    El gato se hizo el sorprendido y exclam:

    -Es increble, inaudito! Eso no me lo hubiera imaginado yo ni en sueos! Pero an ms

    que todo eso sera si pudieras transformarte tambin en un animal tan pequeo como un

    ratn. Seguro que t puedes hacer ms cosas que cualquier otro mago del mundo, pero eso s

    que ser imposible para ti.

    El mago, al or aquellas dulces palabras, se puso muy amable y dijo:

    -Oh, s, querido gatito, eso tambin puedo hacerlo. Y, dicho y hecho, se puso a dar saltos

    por la habitacin convertido en ratn. El gato lo persigui, lo atrap de un salto y se lo comi.

    El rey, por su parte, segua paseando con el conde y la princesa y lleg al gran prado.

    -De quin es este heno? -pregunt el rey.

    -Del seor conde! -exclamaron todos, tal como el gato les haba ordenado.

    -Ah tenis un buen pedazo de tierra, seor conde -dijo.

    Despus llegaron al gran trigal.

    -Eh, gente, de quin es este grano?

    -Del seor conde.

    -Vaya, seor conde, grandes y bonitas tierras tenis! A continuacin llegaron al bosque.

    -Eh, gente, de quin es este bosque?

    -Del seor conde.

    El rey se qued an ms asombrado y dijo:

    -Tenis que ser un hombre rico, seor conde. Yo no creo que tenga un bosque tan magnfico

    como ste.

    Al fin llegaron al palacio. El gato estaba arriba, en la escalera, y cuando la carroza se detuvo

    baj corriendo de un salto, abri las puertas y dijo:

    -Seor rey, habis llegado al palacio de mi seor, el seor conde, a quien este honor le har

    feliz para todos los das de su vida.

    El rey se ape y se maravill del magnfico edificio, que era casi ms grande y ms hermosoque su propio palacio. El conde, por su parte, condujo a la princesa escaleras arriba hacia el

    saln, que deslumbraba por completo de oro y piedras preciosas.

    Entonces la princesa le fue prometida en matrimonio al conde, y cuando el rey muri se

    convirti en rey. Y el gato con botas, por su parte, en primer ministro.

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    JORINDE Y JORINGEL

    rase una vez un viejo palacio en medio de un gran y espeso bosque, y dentro del palacio

    viva completamente sola una vieja mujer que era una bruja muy bruja. De da se converta en

    un gato o en un bho y por la noche volva a recuperar su verdadera figura humana. Saba

    atraer a los animales salvajes y a los pjaros, y luego los mataba y los coca o los asaba.

    Cuando alguien se acercaba a cien pasos del palacio tena que detenerse y no se poda mover

    del sitio hasta que ella le soltaba; en cambio, si una inocente doncella entraba en ese crculo,

    la transformaba en un pjaro y luego la encerraba en una cesta en los cuartos del palacio.

    Tena en el palacio sus buenas siete mil cestas con tan singulares pjaros.Haba una vez una doncella que se llamaba Jorinde y era ms bella que ninguna otra

    muchacha. Ella y un joven muy hermoso llamado Joringel se haban prometido en

    matrimonio. Estaban en los das de noviazgo y su mayor placer era estar el uno con el otro.

    Para poder hablar por una vez a solas se fueron a pasear al bosque.

    -Gurdate mucho de acercarte demasiado al palacio! -dijo Joringel.

    Era una bella tarde, el sol brillaba claro entre los troncos de los rboles penetrando en el

    verde oscuro del bosque y la trtola cantaba quejumbrosa sobre las viejas hayas.Jorinde se ech a llorar, se sent al sol y empez a lamentarse. Joringel se lament tambin.

    Estaban tan espantados como si fueran a morirse. Miraron a su alrededor desorientados y no

    saban cmo volver a casa. La mitad del sol estaba an por encima de la montaa y la otra

    mitad por debajo. Joringel mir entre los matorrales y vio muy cerca de l el viejo muro del

    palacio, se asust y le entr pnico. Jorinde cant:

    Pajarito mo de roja banda

    canta mi pena, penita, pena.

    La palomita su muerte canta,

    canta su pe..., po! pi!, po! pi!

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    Joringel busc a Jorinde con la mirada. Jorinde se haba transformado en un ruiseor que

    cantaba: Po! Pi! Po! Pi! Un bho con ojos que echaban chispas vol tres veces a su

    alrededor y grit tres veces: Uh! Uh! Uh! Joringel no poda moverse; estaba all

    como una piedra, no poda llorar, ni hablar, ni mover las manos ni los pies. Entonces se puso

    el sol. El bho vol hasta un matorral, e inmediatamente despus sali de l una vieja y

    encorvada mujer, amarilla y flaca, de grandes ojos rojos y aguilea nariz, cuya punta le

    llegaba hasta la barbilla. Murmur algo, captur el ruiseor y se lo llev. Joringel no pudo

    decir nada ni moverse del sitio.

    El ruiseor desapareci. Finalmente la mujer volvi y dijo con voz bronca:

    -Hola, Zaquiel! Cuando la luz de la lunita brille en la cestita libralo, Zaquiel, en buena

    hora!

    Entonces Joringel qued libre; se arrodill ante la mujer y le suplic que le devolviera a su

    Jorinde, pero ella dijo que jams volvera a tenerla y se march. l clam, llor y se lament,

    pero todo fue en vano. Ay! Qu va a ser de m?, pens. Joringel se march y finalmente

    lleg a un pueblo desconocido; all estuvo apacentando cabras mucho tiempo. A menudo

    rodeaba el palacio, pero sin acercarse demasiado. Hasta que una noche so que se

    encontraba una flor roja como la sangre con una perla hermosa y grande en el centro, y

    cortaba la flor y se iba con ella al palacio. Todo lo que tocaba con la flor quedaba libre del

    encantamiento. Tambin so que de esa manera recuperaba a su Jorinde.

    Por la maana, cuando se despert, empez a buscar una flor as por montaas y valles.

    Sigui buscando hasta el noveno da y entonces, por la maana temprano, encontr la flor

    roja como la sangre. En el centro tena una gota de roco, tan grande como la ms hermosa

    perla. Aquella flor la llev da y noche hasta llegar al palacio. Cuando lleg a cien pasos del

    palacio no se qued paralizado, sino que sigui avanzando hacia la puerta. Joringel se alegr

    mucho, toc el portn con la flor y ste se abri de par en par; entr, atraves el patio y es-

    cuch con atencin a ver si oa los numerosos pjaros. Por fin los oy; fue y encontr elsaln. All estaba la bruja dando de comer a los pjaros en las siete mil cestas. Cuando vio a

    Joringel se puso furiosa, muy furiosa, escupi veneno y bilis contra l, pero no pudo acercr-

    sele a dos pasos. l no se volvi hacia ella y fue directo a mirar las cestas de los pjaros; pero

    all haba muchos cientos de ruiseores. Cmo iba a encontrar a su Jorinde? Mientras estaba

    mirando se dio cuenta de que la vieja coga a escondidas un cestito con un pjaro y se iba con

    l hacia la puerta. Se fue hacia all inmediatamente, toc el cestito con la flor y tambin a la

    vieja. Entonces ella ya no pudo hacer magia, y Jorinde estaba all, abrazada a su cuello, y tan

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    bella como haba sido siempre, y l convirti tambin de nuevo en doncellas a los dems

    pjaros y luego se fue con su Jorinde a casa, y juntos vivieron felices durante mucho tiempo.

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