GRANDES HAMBRUNAS FACTOR HUMANO, NO CLIMÁTICO · de personas. Pero la India presenta una...
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GRANDES HAMBRUNAS
FACTOR HUMANO, NO CLIMÁTICO
Por Gonzalo Iglesias. (*)
Causalizar una hambruna puede parecer muy sencillo: las lluvias anuales
no llegan y los cultivos se pierden; las langostas llegan y los cultivos se
pierden... Son decenas los fenómenos que se podrían presentar, dejando a un
pueblo entero privado de alimento básico para su subsistencia.
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Uno de los países históricamente más afectados por hambrunas es la
India. Desde comienzos del Raj Británico, este país ha pasado por varios
períodos de extrema escasez que provocaron la muerte de decenas de millones
de personas. Pero la India presenta una particularidad no tan particular: desde
1947, año de su independencia de Inglaterra, no ha pasado por ninguna
hambruna.
Tomo, entonces, el ensayo Pobreza y hambruna: Un ensayo sobre el derecho y
la privación (Poverty and Famines: An Essay on Entitlements and Deprivation),
escrito por el economista y filósofo indio Amartya Sen. En dicho ensayo, Sen
demostró una realidad muy simple: el hambre no es consecuencia de la falta de
alimentos, sino de desigualdades en los mecanismos de distribución de los
mismos. Y si se toman como ejemplo las peores hambrunas que tuvieron lugar
en la Tierra desde mediados del siglo XIX, se puede apreciar que ninguna tuvo
lugar en un Gobierno democrático meramente estable. Cualquiera sacaría la
rápida conclusión de que los países democráticos suelen ser fértiles y llenos de
recursos naturales, pero más probable es la simple teoría según la cual, en una
democracia, el Gobierno de turno siempre se encuentra tratando de satisfacer a
gran número de votantes para las futuras elecciones. Es que -seamos realistas-
millones de seres humanos muriendo de hambre no constituyen una buena
imagen política...
Vamos a otro destacable ejemplo histórico: la gran hambruna que sufrió
Irlanda entre los años 1845 y 1849. Recordemos que, hacia mediados del siglo
XVII, Irlanda había sido conquistada en una guerra sin cuartel por el infame
dictador inglés Oliver Cromwell, quien repartió las tierras más fértiles de la isla,
las del este, entre nobles y militares ingleses, dejando a los campesinos
irlandeses las tierras más rocosas del oeste. Hacia 1845, la mayoría de las tierras
irlandesas se encontraban aún bajo dominio de grandes terratenientes ingleses
que se dedicaban al cultivo de trigo para exportar a Inglaterra.
De cualquier forma, la familia promedio irlandesa consumía diariamente
una ración mínima de trigo. Su subsistencia se basaba más que nada en el
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cultivo de papas en huertas familiares, las cuales podían ser cosechadas hasta 4
veces en un buen año. ¡Y pensar que se creía que este tubérculo había venido
desde América a salvar a Europa para siempre del hambre!
La catástrofe comenzó en 1845, cuando una plaga de tizón tardío hizo
estragos en todos los cultivos de papas de Irlanda, privando al pueblo de su tan
preciado alimento. Pero esto no significa que en toda la isla el alimento haya
sido escaso. Los grandes campos de trigo estaban intactos. El único problema
era que estaban controlados por los terratenientes ingleses y estos no vendían a
campesinos irlandeses, quienes, con su miseria extrema, no podían pagar lo que
ofrecían los ciudadanos de Gran Bretaña.
La gente desesperada acudía a las grandes ciudades en busca de ayuda y
con la falta de higiene de la época esto no tardó en generar y esparcir
enfermedades tales como el cólera, la disentería y la fiebre amarilla. La
población en Irlanda cayó de 8.2 millones en 1841 a 6.6 millones en 1851. En esa
época comenzó la diáspora irlandesa por todo el continente americano y
también en Australia, hecho que marcó especialmente a la cultura católica
estadounidense. Y todo a causa de una mala gestión en una crisis humanitaria
por parte del Imperio Británico.
Los casos de hambruna pueden ser fácilmente evitables con un accionar
rápido y efectivo del Gobierno. Tomemos el siguiente ejemplo: en 1874, ya toda
la India estaba bajo dominio británico. La autoridad de la Compañía de Indias
Orientales había sido transferida a la Corona ya que la Reina Victoria se había
proclamado emperatriz de la India para estar a la cabeza con los grandes
emperadores que gobernaban imponentes países como Brasil, Japón, Rusia,
China, Austria y el recientemente unificado Imperio Alemán.
Sucedió que, en 1874, una sequía en Bengala y Bihar estropeó la cosecha
y amenazó con matar de hambre a millones de campesinos indios, pero el
funcionario local, sir Richard Temple, implementó un modelo de emergencia,
de bienestar social, financiado por la autoridad pública. Lo que hizo fue
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importar medio millón de toneladas de arroz de Birmania y lo repartió
gratuitamente a los pobres que no tenían acceso al alimento, evitando la
hambruna casi en su totalidad. Temple, muy lejos de ser condecorado por esta
acción, fue duramente reprendido por su extravagancia de alimentar nativos a
su cargo. Se lo regañó por enseñar a los indios que es deber del Gobierno mantenerlos
con vida.
Esa fue la única ayuda eficaz a un pueblo indefenso de parte del Imperio
Británico en todo el siglo XIX. Las hambrunas en la India se siguieron
sucediendo casi periódicamente (hoy se sabe que eran a causa de las
oscilaciones de temperatura en el Pacífico, llamado El niño), hasta 1947.
Cada una de esas hambrunas fue totalmente evitable. Aun así, se estiman
unos 28 millones de muertos por causa del hambre en el Raj Británico desde
1770 hasta 1947.
Pero no consideremos que un Gobierno imperial como el británico tuvo
la culpa de las peores crisis humanitarias de la historia. No. Las peores
hambrunas de la historia, todas sucedidas en el siglo XX, fueron culpa de las
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desastrosas administraciones de Gobiernos comunistas, que con su planificación
centralizada y reformas agrarias lograron desastres inimaginables.
Pongamos el nefasto caso de China, que para 1958 se encontraba
gobernada con mano de hierro por el dictador Mao Tse Tung. Mao soñaba con
superar la producción industrial del resto del mundo. Les aseguró a sus
asesores que China tenía suficientes alimentos y que los campesinos podían ser
reasignados en fábricas metalúrgicas. Mao había fusionado los pueblos
agrícolas y los había convertido en gigantes comunas. Todos los habitantes de
las comunas debían entregar sus propiedades privadas a las mismas: tierras,
animales, casas, etc. Con este control sistemático de los campesinos, Mao lanzó
el gran salto adelante. Este consistía en doblar la producción de acero
anualmente, para convertir a China en la mayor productora metalúrgica del
mundo. Todos los campesinos debían ponerse a producirlo y si no tenían
fábrica cerca, debían fundir el metal de sus casas, con herramientas metálicas,
utensilios de cocina, etc. El esfuerzo sí dio resultado: la producción de acero se
dobló; pero el acero, en gran parte, resultó ser de pésima calidad y carecía de
cualquier utilidad.
La movilización de 90 millones de campesinos de sus granjas dejó
grandes zonas rurales desiertas, que no sólo perdieron su mano de obra, si no
también la sabiduría y experiencia popular. Mientras que los ideólogos de
Pekín dictaban la política agraria, la superficie real de tierras cultivadas caía.
Ello, sumado a una gran sequía que llegó en momento inoportuno, produjo la
mayor hambruna de la historia. El ganado moría, la producción de arroz y
cereales era cada año menor y, para colmo, el mundo exterior nada sabía. La
libertad de prensa era nula y para demostrar que el gran salto adelante iba bien,
China exportó 5 millones de toneladas de cereales en 1959.
Estas desastrosas políticas no se modificaron durante los tres años. El
Gobierno chino, negaba su responsabilidad y lo atribuía a la sequía. Aún hoy lo
hace, nombrando esos años como los tres años de desastres naturales, en un intento
de ocultar las infames negligencias del partido comunista.
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Es difícil estimar cuanta gente murió de hambre en el gran salto adelante,
debido al trabajo de China en ocultar esa información. Sin embargo, hoy en día,
se estima que fueron unos 30 millones de chinos, un número mayor a la
cantidad de muertos que tuvo la U.R.S.S. durante toda la Segunda Guerra
Mundial, entre civiles y soldados; y todo por obra del Partido Comunista...
Otros ejemplos de hambrunas por causa de Gobiernos comunistas
podrían ser: la U.R.S.S. en 1932-33, de la cual no se tuvo casi noticia hasta el
gobierno de Gorbachov y su glasnost; o el infame caso de Camboya y sus
jemeres rojos de Pol Pot en 1975. Pero la idea ya está esclarecida.
Como conclusión, se puede decir que, en general, las hambrunas no son
causadas por desastres ecológicos. Mucho menos por la inútil teoría
malthusiana, que postula que la cantidad de alimentos en el mundo es
insuficiente para la cantidad de seres humanos. Con una equitativa
distribución, el hambre estaría lejos de preocupar al hombre.
Las guerras, los abusos, la falta de una política efectiva de parte de todos
los Gobiernos... Esos son los verdaderos responsables por aquellos que aún hoy
en día sufren el hambre.
(*) Gonzalo IGLESIAS es argentino. Nacido en la ciudad de Rosario, en
el año 1995, cursó sus estudios secundarios en el Colegio Stella Maris.
Actualmente, se encuentra estudiando Abogacía en la Facultad de Derecho y
Ciencias Sociales del Rosario (Pontificia Universidad Católica Argentina).
Su e-mail de contacto es: [email protected].