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GRAN BRETARA TENNYSON En días pasados publicó El Porvenir, tomado de Las Novedades, un breve juicio crítico sobre Ten- nyson, en el cual, si no nos equivocamos, trans- pira la propia psicología y metafísica de su emi- nente autor. Hay mucha verdad en aquel juicio seguramente; pero no toda la entera verdad acaso. Hu:bo en Tennyson lucha, porque su fe no era cie- ga sino razanadora; pero en cuanto al fondo del problema espiritual, la afirmación no es audosa. Se ha dkho --con referencias a las fotografías de Tennyson- que ellas sorprenden por su aus- tera seriedad a los que sólo han leído los refina- dos idilios de su primera época, cuando cantaba amor y amistad, y revestía de galanura y gracia bárbaras leyendas; en tanto que la fisonomía del etéreo Shelley, del sensual Keats, del apasionado Byron y del benévolo Wordsworfh corresponde bien con lo que todas las revelaciones de su lira hacían esperar. El aspecto de Tennyson, como el carácter de su poesía en los últimos años, no era ya de dulzura, sino de fuerza y sabiduría adquiridas en los dolo- res de la reflexión austera y profunda. Aquella fuerza estaba en él latente, t>ero se mantuvo oculta debajo del lujuriante y fresco verdor de; los tiem- pos primaverales. Hemos leído mucho de lo que se ha escrito so- bre este laureado poeta, y hemos leído también alaunas de BUS principal~s obras líricas, y tene-

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GRAN BRETARATENNYSON

En días pasados publicó El Porvenir, tomado deLas Novedades, un breve juicio crítico sobre Ten-nyson, en el cual, si no nos equivocamos, trans-pira la propia psicología y metafísica de su emi-nente autor. Hay mucha verdad en aquel juicioseguramente; pero no toda la entera verdad acaso.Hu:bo en Tennyson lucha, porque su fe no era cie-ga sino razanadora; pero en cuanto al fondo delproblema espiritual, la afirmación no es audosa.

Se ha dkho --con referencias a las fotografíasde Tennyson- que ellas sorprenden por su aus-tera seriedad a los que sólo han leído los refina-dos idilios de su primera época, cuando cantabaamor y amistad, y revestía de galanura y graciabárbaras leyendas; en tanto que la fisonomía deletéreo Shelley, del sensual Keats, del apasionadoByron y del benévolo Wordsworfh correspondebien con lo que todas las revelaciones de su lirahacían esperar.

El aspecto de Tennyson, como el carácter de supoesía en los últimos años, no era ya de dulzura,sino de fuerza y sabiduría adquiridas en los dolo-res de la reflexión austera y profunda. Aquellafuerza estaba en él latente, t>ero se mantuvo ocultadebajo del lujuriante y fresco verdor de; los tiem-pos primaverales.

Hemos leído mucho de lo que se ha escrito so-bre este laureado poeta, y hemos leído tambiénalaunas de BUS principal~s obras líricas, y tene-

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mos nuestra opinión formada acerca de su espí-rituv.metafísico y religioso.

"BehoLd we know anything;1can but trust that good shaH faHAt Last,-far off,- at Last to aH,And every winter change to spring.

So runs muy dream: -but what am I?An infant crying in the night:An infant crying for the Light:And with no Languagebuy a cry?"

(Míra, nada sabemos nosotros - Sólo puedo confiaren que el bien caerá - Al fin, a la larga, sobre todo -y cada invierno se torne en primavera.

Así va mi sueño; pero ¿qué soy yo? - Un niño gri-tando en la noche. - Un niño que pide a gritos luz.- No con palabras sino a gritos).

Casi podría decirse que ahí está contenido todoel espíritu religioso de Tennyson.

No fue panteista. No imaginó como Shelley, quela personalidad del hombre es una mera manifes-tación temporal del anima mundi. Distingue enfá-ticamente a Dios de la Naturaleza, y asigna comocausa del deficiente discernimiento, de Dios porla razón humana, las morales Fmitaciones, volun-taria o involuntarias, de nuestra percepción inte-lectual.

Es flaco el pensamientopara encontrar perfil de su grandeza.

La convicción de Tennyson respecto de las di-rectas relaciones entre el alma y Dios fue tanprofunda como la del mayor creyente, así como lacreencia en la libertad moral y el reconocimientode virtud y vicio como obra deliberada y respon-sable de la voluntad humana. Su ética cristianatranspira elpecialment~ en su persuasión íntima

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No parece haberse adherido a determinado cre-do. Su tema es: "Tenemos fe y nada podemos

, saber." El insiste, en efecto, en nuestra incapaci-dad para penetraren los misterios divinos. Su tonoconstante es, empero, de fe ferviente, de tierna ysuplicante confianza, qe humilde a la vez que te-naz solución de no ser vencido por ningún cúmulode dudas o dificultades, bien que reconociendo elcarácter abrumador, en ocasiones, de aquellos obs-táculos. Tennyson pensaba que desprovista de fela vida era insoportable.

If death mere seenAt firts as death, Love had not been.

Escribió, 'arguyendo con la audacia de amor paradeducir la ilusión de muerte. Profesaba así másla sustancia de Cristo que las 'consagradas formasdel culto.

Hace más de tres años que leímos un estudiosobre Te:rmyson cuyos más importantes detallesconsignamos en nuestra memoria. El estudio lle-vaba por título: Tennyson profeta. Se le juzgabaasí, considerándolo mucho más que inspirado mís-tico y que elocuente visionario. Dábase cuenta elescritor de que además del sabio que se ocupa endescubrir verdades objetivas, y del artista que re-presenta e idealiza aquellas verdades, se necesitaalguna voz que nos hable de cosas más grandes ydesconocidas que no podrán nunca descubrirse en-teramente, ni podrán, por otra parte, ser tampocoolvidada~ Indispensable es, para servicio tan su-blime, alguien que sea un sabio lleno de sabidu-ría y encendido en santa emoción, que pueda ha-blarnos con mucha autoridad personal, y dotadode alaa para remontarse, a la vez que de podere-

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lla dicción. No hay ciertamente en Tennyson unsistema ordenado de teología o metafísica; y antesbien podrán sus lectores negar en absoluto todosistema semejante en sus' poesías. Podría aún sen-tirse penosa decepción por el creyente superficial,en vista de la ausencia de un definido credo enaquel cúmulo de eS'peranzas, aspiraciones, presen-timientos y tristezas que engalana seductora mé-trica. Las copceptuosas melodías que nos ocupanpuede no obstante ejercer benéfico influjo en el do-minio de la religión, como justamento lo insinuó elcrítico que ,citamos hace poco. El estado actual delos espíritus, en lo concerniente al problema re-ligioso es, en una vasta zona social y científica detransición. Unos han caído en incredulidad defi-nitiva; pero el mayor número desea nuevos argu-mentos productores de fe. Son escépticos transi-torios, condicionales y también sinceros. No valepara ellos la sola insistencia en el milagro, comoen el método de Paley, pues, su intelectualidadpide, deci¡nos, razonamientos subjetivos, apelacio-nes a la intrínseca belleza, a probalidades dedu-cidas de fenómenos psicológicos, de necesidades einstintos del sér humano. El cristianismo prome-te un mundo invisible, y luégo presenta el ejemplode Cristo como el medio de alcanzarlo. El esencialespiritualismo del universo, en suma, es la basede la religión, y es esta base precisamente lo quese niega. En otros tiempos los más conspicuos ad-versarios eran, en la mayor parte) deístas, y ad-mitían, en 1.mau otra forma, algo espiritual. Rous-seau cteía en Dios y en la vida futura. Voltairecasi limitaba su hostilidad a los pormenores de losmilagros relatados en la Biblia; pero hoy la ne-gación es absoluta, pretendiéndose circunscribir alCosmos físico toda la creación "formada de áto-mos y sin campo para mansión de los espíritus".

Preámbulo indispensable es por tanto para lareconstrucción religiosa, la demostración posiblede esa base combatida por el materialismo pan-teísta. Sin tal demostración, la colectividad her~

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tica, si no atea, continuará a distancia, irreconci-liable. No siempre esta demostración, en su ine-vitable límite, conducirá a buen resultado; perosi ella no interviene, todo esfuerzo será predica-ción vana, salvo el milagro mayor de la conver-sión por la gracia. E~naturalismo religioso de Ten-nyson -si así podemos ·calificarlo- lo coloca,pues, siempre, dadas las círcunstancias que nopueden desconocerse, en la lista de los campeonesde la faz espiritual del humano pensamiento. SuobJ;'aes sin duda deficiente; pero al mismo tiempoaproximada a la verdad completa. "El punto departida de Tennyson -dijimos en este mismo lu-gar hace ya muchos meses- es panteísmo alto,espiritual panteísn;¡.o.

The sun, the moon, the stars, the seas,the hills and the pZains,

¿Are not these, o sauZ, the visionof Him who reings?

(El Sol, la luna, las estrellas, los mares, las colinas yllanuras, ¿no son, oh alma, la visión de Aquel quereina?)

Más tarde exclama:

Pray for my sauZ. MoreThings are wrought by prayerThan this world dreams of.

Ruéga por mi alma. Más cosas elabora la oración delas que el mundo imagina).

Tennyson fue, si mal no recordamo3, el inven-tor de aquella frase -Negativo credo- que hadado, como inscripción de una medalla, la vueltaal mundo de la filosofía.

Luégo viene la nota afirmación de la fe prác-tica, que salva de la histérica disposieión de áni-

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mo que relaja y enferma la potencia intelectual,y produce minotauros literarios como La DoncellaJ)e Orleans, de Voltaire, y La Abadesa de Jouarre,de Renán.

La nota afirmativa de Tennyson se hallará enlos versos;· que siguen:

She (la fe) reels not in the storn of warring worda;She brightens at the clash of years and no;She sees the best that: glimmers through the worst;She feels the sun is hid but for a night;She spies the summer through the winter bud;She tastes the fruit before the blossom falls;She hears the lark within songless egg;She finds the fountain where they wailled "Mirage".

(Ella no vacila en medio de la tempestad de las pa-labras de combate: - Ella despide luz en el choquedel sí y del nó. - Ella ve qué es lo que mejor resplan-dece al través de lo peor;- Ella conoce que el sol sólose oculta durante una noche; - Ella entrevé el veranoal través del botón del invierno; - Ella saborea elfruto antes que la flor caiga; - Ella escucha la alondradentro de su callado huevo; - Ella encuentra la fuenteallí donde los demás sólo ven el espejismo).

León XIII -que tántas gloriosas palabra!> tienepronunciadas ...••....dirigiéndose al Obispo de Grenobleen estos últimos tiempos de dasificación y rectifi-cación, díjole que hay muchas rectas almas llenas"de religioso sentimiento natural" que vivían fue-ra del palio de la Iglesia; agregando que todos loshombres imbuídos en el amor de lo bueno se hallan-en el real sendero que conduce al cristianismo. Unescritor inglés observa que aunque estos concep-tos aparecen enunciados en el Evangelio de SanJuan, repetidos por el Papa tienen gran valer deocasión. .

Tennyson llegó a ese camino, y mostrándolo alos otros ejecutó obra cristiana aunque no per-fecta. Es de sentirse que su lengua no sea po-pular en los pueblos· más necesitados de estímulo,

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porque algunas de liUS inspiradas rimas desperta-rían probablemente saludables emociones en al-mas aletargadas por la indiferencia.

El materialismo no ha logrado destruír el espi-ritual aspecto de la humana vida, y el realismotampoco ha tenido éxito decisivo en su empeñobrutal de vulgarizar y enlodar las competenciasdel arte. El soplo cristiano sopla con su estética

.'sublime y se lleva de calle, relegando a oprobiosomuladar, todo cuanto se intenta para empobre-c~ letras y artes en obsequio de momentáneassensaciones y rápido expendio de libros que la vilmultitud de víctimas del hastío solicita. Ningunapintura ha tenido la sólida popularidad que elAngelus, de Millet, oel Jesús ante Pilatos, deMunckasy.

Tennyson, como Browning, ha sido fuente deenergía espiritual en estos tiempos. No satisfa-cen ellos al creyente absoluto nutrido en la reve-lación; pero sí pueden ser precursores de más de-cidido apostolado. Los sabios antiguos afirmabinintrépidamente que el mundo se componía de co-sas accesibles a nuestros sentidos -aire, agua,tierra y fuego-o Los sahios modernos aseguranque el mundo se compone de dos cosas accesible~al cálculo intelectual; pero no hay razón para po-ner esás limitaciones a lo que existe. Sentidos ycálculo son agentes de investigación que no alcan-zan a percibir y demostrar, en toda probabilidad,sinnúmero de fenómenos, o hechos, que están ocu-rriendo actualmente fuera de la órbita de nuestracompetencia y sabiduría. Aún en la Fauna visiblehay enigmas insolubles para el naturalista. HSólo-sé que nada sé", tal es la fórmula concreta detoda sabiduría.

Tennyson dij o:

Thou cants not prove that 1who speak with thes.Am noy thyself in converse with thyself?For nothing worthy proving can be provenNor yet disproven ...

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(Tú no puedes probar que yo, que contigo hablo nosoy tú mismo conversando contigo; porque nad!l digode probarse puede ser probado ni improbado).

Tennyson -para conc1uír- es el puro profetade un universo espiritual; el que ha proclamadoque el espíritu del hombre es partícula del uni-verso, partícula indestructible como la misma raízy causa de todo. Si la ciencia no puede probaresto, tampoco debe incomodarse porque el poeta-que está más cerca de la inspiración que k>sotros- así lo presienta. Se/dice solamente que eluniverso es mayor de lo que hacen suponer nues-tros instrumentos científicos y nuestros sentidosexternos; y se agrega que la evolución proclamadacomo ley del material universo, puede o debe serloasimismo, para las percepciones morales. Es poranalogía como se columbra esa base de esperanza,que no contradice lo tangible sino lo complementa. '

Todo ~sto se opone a pesimismo que es la mo-derna plaga de las plagas, como contrario al pro-greso por ser la muerte del entusiasmo, de la ilu-sión trascendental. Tennyson reconociendo todosesos misterios y problemas, enunciando todas esashipótesis inmateriales, combate virtualmente elpesimismo· emanado del análisis puramente ma-temático del espectáculo de la creación. Aún ensus vacilaciones y melancolías, sentimos saluda-bles esparcimientos de un alma que no duda deaquellas fecundas palabras de Hamlet: "Hay enel Cielo y en la tierra muchas más cosas de lasque puede soñar la filosofía."

y esto no es poco ciertamente.

LA LECCION DE MEXICO

Apenas habíamo!'l·leído el interesante brindis enel ·banquete del señor Mc Corinico (Chapinero),pronunciado por el honorable representante de losEstados Unidos, acerca de los ferrocarriles cont'l-truídos en México, con capital americano, cuando

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llegó a nuestra oficina un libro en francés, titu-lado Au Mexique, donde encontramos la demostra-ción gráfica de los adelantados de aquel hermosopaís, merced seguramente, en mucha parte, a losferrocarriles construídos en los últimos tiempos.

La tierra clásica de los pronunciamientos mili-tares, del peculado oficial y de los salteadores decaminos es ya, en efecto, es·cenario donde la ci-vilización cristiana hace tangibles progresos. Laprueba del fuego a que estuvo sometida hace pocomenos de treinta años aquella región hispanoame-ricana, y cuyo término fue la sombría tragediade Querétaro, parece que obró a manera de reac-tivo purificador; porque es la verdad que, abs-tracción hecha del pasajero conflicto entre Ler-do de Tejada, especie de Morillo mexicano, y Por-firio Díaz (conflicto que se resolvió a favor deéste). México ha gozado, como goza aún, de pazcompleta. La acción de los ferrocarriles ha tenidosu necesaria elocuencia práctica, siendo efecto ycausa de prosperidad en todo sentido. Sin paz, nohabrían concurrido los capitales necesarios a latransforma'CÍón ferroviaria, y sin esta transfor-mación es probable que el ordeli fundado en elprogreso económico no reinaría allí tan de veras.

La desastrosa caída de Maximiliano trajo al po-der, con gran prestigio, al partido reformista oliberal; pero no ya con utópicas ideas de Gobiernoque en los hechos se convertían, a cada paso, enintolerancia y persecución, para producir el círculovicioso -como en todas partes- de anarquía en-

. gendrando despotismo y despotimo engendrandoanarquía. El partido liberal se había formado ycrecido durante la guerra; no había llegado alpoder sino por la revolución; no conocía más re-glas de gobierno que las revolucionarias, apren-didas durante una de esas largas luchas popularesque no son sino anarquías contenidas por dicta-duras intermitentes. Después de ·esas gueras, lavictoria pone de manifiesto la contradicción delos procedimientos dictatoriales con los principios

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de libertad en cuya defensa se ha combatido. Sila dictadura abdica, la anarquía latente reapare-ce en nombre de los principios y suprime los ele-mentos de gobierno que/se habían formado; si ladictadura continúa, más o menos velada bajo for-mas 'constitucionales, es preciso esperar a quelos elementos revolucionarios hayan recobrado vi-gor a su amparo y tengan fuerzas suficientes, paraentonces poner en práctica el programa adoptadoantes de la .lucha.

A la caída del imperio, los jefes republicanosno querían ni conservar la dictadura ni dejar elcampo libre a la anarquía, e hicieron la convoca-toria de 1867. Su plan consistía en reforzar untanto los elementos conservadores haciendo cesarlas resistencias religiosas por medio del voto pa-sivo del 'clero; en crear un Senado para refrenarla tendencia a absolber el poder que siempre ma-

. nifiestan las asambleas. úniCas; en fin, en dar fuer-za al poder ejecutivo por el derecho de veto. Esasreformas de la Constitución debían hacerse pormedio de un plebiscito. El plan pareció revolu-cionario, fue rechazado y se desistió del proyec-to de convocatoria. Los jefes de la República sepropusieron entonces convertir el partido novadoren un partido gobiernista y de reunir en torno dela reforma, convertida en constitución, a la ma-yor parte de la sociedad mexicana, ya apelandoal interés político (creación del partido personaldel señor Juárez), ya invocando el interés social(continuadón de la explotación, interrumpida du-rante la guerra, de las riquezas del país), ya diri-giéndose simplemente al interés personal (emplea-dos, empresarios, proveedores, etc.). Creíase quepor ese medio se agruparía la mayoría en tornodel gobierno de la República, y se formaría unpartido conservador, adicto al nuevo orden y ca-paz de contrarrestar la influencia del partido re-volucionario.

El ,conflicto no tardó en estallar. La Constitu-ción no contenía ¡¡ino máximas absolutas; era.

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fruto de una época ,en que la escuela liberal esta-ba dominada por los metafísicos. El espíritu, sino la letra de la Constitución autorizaba la rup-tura de las reglas establecidas, la violación de loslímites legales, la supresión de todo lo que pu-diera ser obstáculo para la aplicación de los prin-cipios. Admitido el sufragio popular como fuentedel derecho absoluto, podíase proclamar la des-obediencia a toda ley que no emanase directamentede ese sufragio. La elección de un gobernador, lareelección del presidente, el establecimiento delSenado, etc., debían quedar anulados. Toda con-secuencia diferente de un principio metafísico delibertad debe aplicarse, aun cuando de 'esa aplica-ción resulte daño a la evolución social. Tal es lagran máxima revolucionaria.

El triunfo de estas ideas, de que era encarnaciónLerdo de Tejada, podía determinar una catástro-fe nacional y producir largas alternativas de des-potismo y anarquía.

Felizmente para el país, los jefes revoluciona-rios, personificados en el General Porfirio Díaz,eran patriotas, dotados de un verdadero instintopolítico, y rechazaron bruscamente, después deltriunfo, todo lo que había de anárquico en suprograma. Tomaron a su cargo la aplicación de lasideas de tolerancia, de las reformas económicas yde los trabajos públicos, voto supremo de la na-ción y se convirtieron en continuadores de la po-lítica conservadora y autoritaria de Juárez.

Los resultados obtenidos han demostrado su ra-zón.

"¿ Queréis tener un ejército bien organizado?",dice Spengler en sus ensayos políticos. "¿ Queréisgozar de los servicios de salubridad, educacióny beneficencia bien administrados? ¿ Tenéis porideal una sociedad dirigida por corporaciones defuncionarios activos? Pues entonces, estableced,por todos los medios que estén a vuestro alcanée,ese sistema de centralización completa que se de-nomina despotismo. .

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En los países nuevos, donde los elementos dela representación nacional son embrionarios, don-de la educaciónpolítica está aún por hacer, dondela instrucción escolar es casi nula, donde, en te-rritorios inmensos, una población diseminada as-pira vagamente a un bienestar que no sabe de-finir, ¿qué papel puede desemPeñar el sufragiouniversal? Aún en los países históricamente par-lamentarios, el sufra universal no pasa de ser unartificio político. En México no es más que unafórmula, pues la abstención del cuerpo electorales 'completay todo cede a las necesidades de con-centración del poder encargado de mantener el or-den y presidir el prograso material. En semejantecondiciones, una asamblea no puede representar elsufragio popular, pero al menos representa la con-ciencia nacional difusa, los votos de la sociedadentera en favor de la conservación de la paz, el es-tablecimiento del crédito y la reforma de las con-diciones económicas del país.

Hace quince años que las asambleas mexicanasestán desempeñandoese papel. Atribúyese su con-ducta pasiva a intereses mezquinos, cuya existen-cia no negamos, pero que no exduyen una aspira-ción superior y patriótica. Trátase de dejar funcio-nar libremente los resortes del poder administra-tivo, de permitirle aplicar su acción entera a laconclusión de la gran obra emprendida, a la vezque de ir preparando, por la fiscalización legal, laorganización de la instrucción primaria obliga-toria, el futuro self government.

El resultado de semejante política ha sido unode esos males que acompañan siempre a los bie-nes de este mundo; la vida parlamentaria es~casinula; el pueblo está convencido de que la acciónde un poder adrnjnistrativo bien organizado yenérgicamente dirigido, basta para las necesidadesdel progreso del país; los grupos po)íticos se di-suelven. Esa es la eterna historia de los pueblosque han pasado por largos períodos de crisis con-vulsivas y que de repente se encuentr.n en pre-

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sencia de este formidable dilema: reelolver rápi-damente dos o tres problemas capitaleel o des-aparec,er de la lista de las naciones (*).

Lo que hizo en México el partido vencedor delimperio -descartarlo de los rehacios- es lo mis-mo que han hecho en Colombia los liberales inde-pendientes en consorcio con la gran mayoría delos antigp.os conservadores, adoptando la denomi-nación ecléctica de partido nacional.

La obra ma,gna de los estadistas mexicanosno difiere de la nuéstra sino en tres puntos prin-cipales, a saber:

19 Que allá se permite la reelección indefinidadel presidente aunque se encuentre en actual ejer-cio.

29 Que allá subsiste la federación de Estados.39 Que subsisten también las leyes de intoleran-

cia respecto de los sacerdotes y el culto católico.Pero conviene notar que mientras que en Co-

lombia la autonomía administrativ~de los depar-tamentos es completa pára todo lo de interés sec-cional, en México la centralización política prác-tica es quizás más rígida que en Colombi~. Encuanto a la intolerancia religiosa, ella cae en des-uso más y más cada día en México, no obstantela nominal vigencia de las desatentadas leyes. Es-tas se conservan apenas como un arma preven-tiva, y todo hace esperar que pronto queden ex-presamente abrogadas.

El libro citado habla de muchas otras cosasrelaciónadas con el desarrollo de los intereses eco-nómicos, a que sirven de base indispensable losferrocarriles, cosas todas, o casi todas, que mere-cerían ser consideradas y tratadas en Colombia.Pero no siéndonos posible abarcar de una vez tanvariados puntos, nos limitamos ahora a hablar dela minería.

Los motores hidráulicos son todavía raros enla patria de Moctezuma, el combustible caro y la

(.) Libro citado.

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población vive esparcida. Pero, a pesar de todo,Méxicoha sido, y vuelve a ser, la tierra opulentade la plata. Cada año, cada semestre aumenta elguarismo de las exportaciones de este metal, ycuando la red de ferrocarril llegue a los Estadosdel Pacífico y los yacimientos de carbón de Coa-huila y Sonora, sean explotados; la industria mi-nera cobrará sorprendente vuelo.

Copiamosliteralmente -como muy oportuno-lo que sigue del libro:

La baja de la plata ha sido favorable a México,y haconstituído una magnífica prima en favor del desen-volvimiento de sus recursos agrícolas.

M. M. de Laveleye, de Soubeyran, Paul Leroy-Breau-He, Cernuschi y muchos otros economistas han enun-ciado desde hace tiempo este axioma: La mayor feli-cidad que puede sobrevenirle a un país nuevo cuyoúnico tipo monetario es la plata, es la baja de ésta.

Los inglesesilhan advertido al fin que su famosa es-peculación sobre el oro -m<1Ilopo!io,el corner del oro-de que tanto se enorgullecían, se ha vuelto contra ellos.Han hecho todo lo posible para determinar la baja dela plata, y es .la India, colonia suya, en donde la pla-ta, lo mismo que en México, es el único tipo, la quese' ha aprovechado de tal baja. Desde la depreciaciónde la plata, la India gana sumas inmensas; ha .hechosuya y desviado una de las fuentes de la riqueza deInglaterra; ha vengado al Gran Mogol y a Tippoo-Saheb perjudicando al sindicato del oro.

¿Por qué los mexicanos no han de conseguir de labaja de sus pesos los beneficios que la India ha sacadode la baja de sus rupias? Bastaría para ello trabajarcon un poco más de método y capital aprovechando elsol de México.

)El autor censura, en cierto modo,la preferencia

que se da a la minería sobre la agricultura, yla atribuye en parte al gusto de los mexicanospor los juegos de azar, pues que en el laboreo deminas hay algo o mucho de este juego.

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Pero la causa es acaso más profunda. La agri-cultura necesita mayor número de brazos, y mástiempo para realizar el beneficio, y la inmigra-.ción espontánea -que es la sólida- no se impro-visa. Los metales preciosos son poderoso atrac-tivo de ello- como la historia lo enseña, y mien-tras durli\ en el mundo el culto del becerro deoro, las minas serán preámbulo eficiente aunqueno exclusivo del desarrollo agrícola en extensaescala. Lo primero de todo es la seguridad -elorden absoluto- luégo viene el ferrocarril a esta-blecer la unidad nacional y el concierto y equi-librio industrial y comercial. En seguida afluyencapitales y brazos, y el progreso visible tienecumplimiento.

Si la justicia y la equidad sirven de normainvariable a las leyes civiles de modo que la ri-queza creada se distribuya estrictamente segúnderecho natural, y la caridad que la religión in-cula viene a suavizar las fricciones del egoísmo,el progreso visible se convierte en progreso ín-timo, y nada hay que temer de la dinamita.

RAZONEMOS EN CALMA

En Colombia se ha hecho de moda convertir elpapel moneda en responsable de toda dificultadcomercial o económica que en realidad existe, oque enfermas imaginaciones vislumbran, como sino se hubiera establecido en obediencia la nece-sid'ad imperiosa, y. precisamente para evitar alpaís universal ruina. Desde luégo se comprendeque ello proviene de diversas causas, siendo deéstas las principales -y aún pudiera decirse lasúnicas, por aparecer las más visibles- la mala fecon que agentes de poco patriótica oposición alGobierno forman concepto de una situación porellos en gran parte creada; la ofuscación que enotro produce el cálculo utilitario y egoísta, y lageneral ignorancia o falta de estudio d9 lo que

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ahora mismo está pasando en las naciones másricas e importantes del mundo civilizado. A juz-gar por algunas críticas dignas de tomarse encuenta, bastaría que volviéramos, por medio deuna ley, a la circulación metálica -moneda deplata de 0,900, o a lo menos de 0,835- para quepor todas partes rebose la prosperidad y la abun-dancia. Pero ni la ley puede modificar la íntimacondición de las cosas, oel curso natural de losacontecimientos, ni hoy tiene, en verdad, el mis-mo intrínseco valor proporcional sino las mone-das de oro equivalentes a las de los Estados Uni-dos, las inglesas y alemanas, o las de los paísesque forman la Unión Monetaria Internacional. Yaún éstas mismas están suj etas entre sí a las fluc-tuaciones del cambio; pues una libra esterlinanunca vale cinco dólares americanos, ni cincuentafrancos lo mismo que dos libras esterlinas.

A nosotros nos es absolutamente imposible, enlos momentos actuales, adoptar el oro para tipolegal y corriente de nuestra moneda; y si por efec-to de alguna sobrenatural combinación, que los ro-munes mortales no alcanzamos a comprender, elpapel moneda se tornara de la noche a la mañanaen plata a la Ley de 0,835, o, más todavía, de 0,900 ;el mal que arraca las principales quejas -lo cos-toso de nuestros cambios en el exterior- sólo me-joraría en proporción relativamente pequeña. Laenorme producción de plata, especialmente en losEstados Unidos, y la obstinación con que algunaspoderosas naciones europeas resisten el bimetalis-mo, hace que este metal haya bajado de precio enlos grandes centros o mercados, y sea una ame-naza de crisis, más bien que eficaz elemento defáciles transaciones internacionales.

The Speaker del 3 de septiembre, afirma quelas operaciones de bolsa están en Londres casi pa-ralizadas, y nunca se han hallado en situaciónpeor, en tanto que fuera los negocios no andan enmejor pie. "Ahora, en los Estados Unidos -diceademás- se nota grande ansiedad, lo cual no es

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para causar extrañeza. Nosotros discutimos en laúltima semana lo grave de una crisis en la plata,y poco necesitamos añadir aquí, excepto que mien-tras la gravedad subsista prevalecerá la descon-fianza y los negocios de toda especie s~ manten-drán deprimidos. Hasta la más limitada inteligen-cia puede ahora ver claro que el ensayo america-no con la plata ha fallado por completo, y que lascompras deben ser suspendidoo, o habrá crisis. Sihay crisis, vendrá una seria rebaja en los valoresamericanos, en los cuales tánto se especula habi-tualmente. Si las compras se suspenden, probable-mente ocurrirá alarmante demérito en la plata, ynadie puede precedir cuales serán las consecuen-cias." Señala. en seguida la revista semanal cita-da otros 'motivos que influyen, a su juicio, en elmalestar a que se contrae, bien que haciendo no-tar, a manera de calmante, que tanto banqueroscomo especuladores han venido preparándose paracualquier evento, por lo cual no es de temerse, porel momento, una muy seria crisis. Pero sea de estole que fuere, resulta demostrado que la buena si..tuación económica es efecto de causas muy comple-jas, y que cuando se pierde el equilibrio entre és-tas, y las medidas' de restricción o impulso, en cual-quier sentido, están fuera de oportunidad -cornosi dijéramos siempre que faltan tiempo y medi-da- la confusión, entorpecimiento y pérdidas nose hacen jamás esperar. Las grandes existenciasmetálicas nada pueden por sí solas corno lo com-prueban las actuales dificultades de los EstadosUnidos -país de riqueza extraordinaria y en cu-yas arcas oficiales ha figurado enorme superá-vit--, y lo inactivo del mercado de Londres, que esel principal centro monetario del mundo. Aquí fueforzoso apelar al papel moneda; pero gracias a lacordura que ha habido en manejarlo, no llevandola emisión sino hasta donde el país puede sopor-tarla sin violencia, se ha salvado el Tesoro Pú-blico de completa bancarrota, y lejos de sufrir r>R-

ralización y quiebras la industria y el comercio,

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gozan de creciente desarroÍlo. Pretender que el pa-pel desaparezca es simplemente absurdo; más tam-poco debe sometérsele al sistema de inflación oemisión indefinida, porque sería repetir, en ciertomodo, la fábula de la poule.aux oe ufs d'or.

Con un poco de patriotismo de todos lados, lacuestión del papel moneda puede sacarse fácil-mente dél terreno político para convertirla enasunto nacional, digno de ser estudiado (:on buenavoluntad y sin otra mira que la de encontrar elmejor modo de cimentar el crédito y el progresodel país. En las presentes circunstancias, debemosconvencernos de que no estamos en aptitud de "01-ver a la circulación metálica, y cuando llegue laoportunidad de pensar en ésta, habrá que buscarmedios prudentes que ,conduzcan por segura vía.Yes aún probable que mientras estemos obligadosa vivir bajo el régimen del papel moneda, tengaalguna favorable solución el actual grave proble-ma universal de la gran producción de plata y f:.U

alarmante pérdida de valor. Esa solución seráde grande importancia para nosotros, que habre-mos de permanecer bimetalistas.

La general adopción del bimetalismo cuenta par-tidarios muy respetables; y aunque Inglaterra, porrazones especiales suyas, se opone a ella, como seopone también al proteccionismo, no será extrañoque al fin oiga siquiera los clamores de la India,donde la baja de la rupia, aunque estimula la pro-ducción interior, está causando entorpecimientosacaso más serios que nuestro papel moneda. Y siInglaterra se convirtiera al bimetalismo, no es decreerse que las otras naciones monometalistas lle-garan a resistirlo tenazmente.

La economía política es utilitaria, y los inglesesson por temperamento oportunistas. Así, por ejem.plo, 'escritores británicos -forzados por la univer""sal corriente- principian a mostrarse, velada oclaramente, proteccionistas. Ya sabemos q~e hacepoco el Marqués de Salisbury se declaró partida-

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rio de la imposición de derechos protectores de laindustria inglesa sobre ciertos artículos extran-jeros; y en el número de septiembre de The Nine·teenth Century, persona 'competente ensaya demos-trar el beneficio de un Zollverein entre Inglaterray sus colonias. El escritor se hace cargo de todaslas objeciones; sin embargo, al propio tiempo quecree en la imposibilidad de formar una confede-ración imperial, opina que el Reino Unido, y lascolonias no tendrán lazo de unión en lo futuro, sinose someten a un acuerdo comercial sobre la basedel libre cambio para la producción interna, ya laprotección,en cierta forma, por lo que se refierea lús países extranjeros. El objeto principal es que,en lo posible, las colonias consuman únicamentelos productos británicos, y el Reino Unido traigade las colonias lo que ahora le viene de otras par-tes. Para lograr esto propone el articulista que lasposesiones británicas establezcan derechos protec-cionistas de diez por ciento ad valórem sobre losproductos extranjeros de idéntico carácter a losimportados del Reino Unido,con el fin de pagarcon su rendimiento primas que se concedan a de-terminardos artículos de producción propia; quelas primas cesarán seis meses después que el ReinoUnido fije un diez por ciento de derechos diferen-ciales sobre productos iguales a los favorecidos conellas, importados del extranjero y no de las colo-nias, y que en un término no menor de siete añosni mayor de diez y ocho, desde que el Reino Uni-do cobre los nuevos derechos, habrá completo li-bre cambio entre los productos británicos y los co-loniales. Se hace excepción del algodón, porque In-glaterra se verá obligada, a lo menos por tiempoindefinido, a comprar siempre el de los EstadosUnidos, y algunos otros artículos que requieranespecial tratamiento. Por lo demás, el escritor-Sir Julius Vogel- no vacila en resumir del mo-do siguiente la virtud práctica de los nuevos de-rechos y primas: "Aumentarán el pedido de ma-

32:1-2

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llu!acturas de la madre patria, y darán impulso alcomercio y transporte británicos, cuando ambosestán amenazados por la creciente competencia depaíses extranjeros. La facultad de ir más allá deldiez por ciento en los derechos será una arma for-midable para contener la hostilidad extranj era, ar-ma cuya falta han lamentado los más hpbiles hom-bres de Estado de la Gran Bretaña.

Como se ve, aún en Inglaterra hay quienes de-seen separarse de las allí tradicionales doctrinaseconómicas; y no causará sorpresa que la ley de lanecesidad, o la conveniencia, hiciera olvidar la na-cional ortodoxia. Más a lo que principalmente debellamarse la atención es a que los tropiezos en losnegocios ordinarios de que allá se lamentan noreconocen por fundamento la carencia de signosmetálicos, sino la competencia extran.iera. Es ésta,en definitiva, la que lleva a todos los paises ladisminución o aumento de provechoso trMico. De-masiado ha favorecido el papel moneda la. expor-tación de productos nacionales nuestros que antesde poca ayuda nos servían; y si realmente nues-tros frutos exportables pudieran resistir en todotiempo la competencia de otros en los mercadosamericanos y europeos, no habría habido emigra-ción del oro y de la plata, o halagaría hoy la espe-ranza de que pronto plata y oro volvieran. Los quetánto culpan al Gobierno por la existencia o nó des-aparición del papel-moneda, parecen no compren-der que la acción de los gobiernos trae, sin duda,buenas o malas consecuencias, sin que esto sig-nifique que ellos tienen facultad hasta para 10 im-posible. La doctrina de la omnipotencia del Esbdoha. sido adoptada inconscientemente por espíri-tus revolucionarios; y los colombianos que preten-den hacer al Gobierno capaz de crear a voluntadoro, plata o papel-moneda, '~emejan hasta ciertopunto los .!!Ocialistas-europeos, que de simples le-yes aguardan riqueza, comodidades y goces. In ..díquese un medio razonable y práctico de traer oroal paÚ!, y el Gobierno hará lo que eleade su deber.

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Desgraciadamente, sólo podemos decir con el autorde Ottello:

What wound did ever heal but by degrees?How poor are they have no patience!

Sin embargo, de todo 10 expuesto, se ha hecho,como obra de misericordia política, el tour de forcede gravar el sistema tributario para preparar elterreno de la conversión, y se ha también cerradoherméticamente el peligroso camino de las emisio-nes, puesto que el Banco Nacional no podrá poner€n giro más billetes (salvo dos millones y medio depesos), sin respaldo metálico de igual valor.

Por último, bueno será que se sepa que en Pa-namá -donde no corre el papel-moneda- el oroamericano se cotiza al ochenta por ciento de pre-mio, según informe auténtico que acabamos de re-cibir.

PAGANISMO

El paganismo fue duro para morir; y aún des-pués de haber sido desterrado del trono de los Cé-sares, reapareció con fuerza aparente encarnadoen Juliano, sucesor de su primo Costancio, en elaño 36l.

Este es un episodio interesante de la historia re-ligiosa del siglo IV; pero apenas puede mencio-narse en el limitado espacio de un periódico.

El asesinato de los suyos, atribuído acaso sinrazón a Constancio, cuando éste tomó la herenciade Constantino, y la desconfianza con que fue tra-tado por el nuevo emperador, contribuyeron, se-gún el juicio de algunos, a la apostasía de Juliano,bien que su ascenso al trono lo debió a designaciónde Constancia; y aún por decreto de éste asumióel mando del ejército de las Galias en guerra conlos germanos y se encontró en aptitud de adqui-rir militar prestigio y medios de acción para 10 fu-turo; 10 que sucedió en efecto, y pronto, procIa-

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mándose Augusto y empleando las armas del Im-perio puestas en sus manos en fundar su dinas-tía.

La suspicacia y desconfianza recíprocas en quevivió, en lo íntimo, con sus deudos dominantes,pudo sin duda pr.edisponerlo a favor del viejo cultorepudiado por aquéllos; y pudo a la vez ser actode hipócrita prudencia su profesión de la fe cris-tiana, de que se hizo abierto enemigo al ocuparel trono. Parece ya averiguado que su adhesión alas cosas de Grecia y especialmente al paganismofue en él constante, aunque reconocía la necesidadde ensanchar el estrecho horizonte del decrépitoOlimpo.

La conversión de Constantino unida indisolu-blemente a su victoria sobre Magencio, quien teníaa su favor todas las probabilidades visibles, fueconsiderada en su tiempo por cristianos y paganoscomo -obra de intervención divina. Divídense loshistoriadores en cuanto a que fueran puros o nólos decisivos móviles, esto es, asunto de cálculo ode vocación en sí misma desinteresada; pero escierto que del lado de 10i? cristianos no encontra-ba entonces fuerza material mayor, que del ladode los paganos; y lo es asimismo que ninguno diomás que él a su victoria carácter milagroso.

En una obra clásica reciente -escrita sin espí-ritu sectario- encontramos datos que nos servi-rán mucho en el estudio, necesariamente breve,del asunto tan complejo a que dedicamos los pre-sentes párrafos.

Lactancio dice en su tratado La muerte de losperseguidores, que apareció poco después de la vic-toria de Constantino, que en el mes de octubre delaño 311, hallándose el príncipe a las puertas deRoma y próximo a atacar a su enemigo, tuvo denoche, una visión: "Recibió el mandato de hacerestampar en las corazas de sus soldados el signodivino (la cruz), y de entrar en seguida en batalla.Hizo lo que se le ordenó; pintaron la letra X, atra-Tesada por una línea con su parte superior lige-

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ramenteencorvada y formando de ese modo el mo-nograma de Cristo; después, el ejército, protegidopor ese nombre sagrado, tiró de la espada paracombatir" (1). Es pues, un sueño lo que decide aConstantino, en un momento grave, a pedirle ayu-da a Cristo y a hacer una especie de pública ma-nifestación de cristanismo. Notemos que Lactanciono reproduce en las citadas líneas uno de esosvagos rumores que corren por el mundo sin quepueda saberse su origen. El frecuentaba a Cons-tantino; estando en Nicomedia lo llamaron a l~ G~-lia para educar al hijo mayor del príncipe, y debióde vivir en intimdidad con la familia imperial; es,pues, verosímil que él nos transmite una relaciónque le hizo el emperador o alguno de los que a me-nudo le acompañaban. Constantino le contó tam-bién el suceso a Eusebio, a lo menos según una delas versiones que éste nos ha dado, pues lo ha re-ferido dos veces. En su .Historia de la Iglesia,que fue escrita antes de la muerte de Crespo, noparece todavía conocer los detalles del aconteci-miento. Se limita a decir que Constantino vencióa Magencio merced al auxilio que Dios le presta-ra, y que antes de principiar la batalla "piadosa-mente llamó en ayuda suya al Dios del Cielo y asu hijo Jesucristo", quienes le dieron la victoria(2). Pero está mucho mejor informado de la ma-nera como se verificaron los hechos, cuando his-toria la vida del emperador. Entonces el relato escompleto y ninguna circunstancia se omite en él.Nos muestra al príncipe, poco antes de la batalla,muy perplejo y muy inquieto, diciéndose a sí mis-mo que el auxilio de los hombres no basta cuandose va a correr un albur tan contingente, y que noes malo fortificarse en un apoyo divino. Viénele ala sazón a la mente el recuerdo de que, de todos losmonarcas que ha conocido, el único que gozó deprosperidad sin eclipse fue su padre, Constancio,

(1) Lactancio, De mort. per3. 44.(2) Eusebio. H. E. IX, 9.

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quien protegió a los cristianos,. en tanto que aque-llos que los persiguieron han sido casi todos aca-'bada miserablemente. Esos pensamientos il1ciina-bi:m ya su alma hacia el cristianismo; y le pedía aDios que le diera alguna señal visible que pudieradecidirlo por comWeto. Su plegaria fue oída favo-rablemente: se puso en marcha con su ejér'cito, y,como al medio día, en la hora en que el sol prin-cipia a inclinarse hacia el horizonte, vio en el Cie-lo una cruz luminosa, con ·estas palabras: "Coneste signo vencerás." Sus soldados la vieron tam-bién, y, como se comprenderá, esto los sorprendiómucho. Sin embargo, el emperador no estaba com-pletamente convencido, y aun asistíallle dudascuando, por la noche, Cristo se le apareció teniendoen la diestra la misma imagen que él había visto en .el Cielo, y le ordenó que la pusiera en un estan-darte que debía llevarse delante del ejército en lasbatallas. Es el famoso lábaro del cual se ven re-producciones en algunas monedas de Constantino.Eusebio nos dice que esa relación se la hizo el em-perador mismo, quien le garantizó con juramentola exactitud de ella.

Hay empero, otras apreciaciones que no debenpasarse en silencio. Se hace la pregunta de si debecreerse a Constantino aunque apoye en juramentosIiJUS apreciaciones. Sucede con los conductores po-líticos de esta talla que de antemano se les suponedispuestos a la fantasía, y de tal manera que enla misma proporción en que avanzan en protefltasy actos de fe religiosa, se les quiere considerarmás y más indiferentes y escépticos. Burckhardt-citado en la obra aludida- encuentra aún ri-dículo el que se pregunte cuáles son las verdade-ras creencias de un ambicioso, "como si la reli-gión pudiera tenerse en algo por un Gorazón de-vorado por la sed de reinar" (1), y a Constantino,convirtiéndose al cristianismo, lo compara con el

(1) Véase la obra de Burckhardt, titulada DiezeitConstantin's.

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primer cónsul cuando firma él 'copcordato. Niuno ni otro eran seguramente devotos preocupa-dos con los intereses del Cielo; ambos no pensabansino en su poder y en su gloria. He ahí la opiniónque muchos historiadores se forman hoy de Cons-fantino; algunos solamente, que le son más fa-vorables, atribuyen su indiferencia a motivos máselevados. ¿No podría suceder, nos dicen, que él ha-ya sido uno de esos sabios, como entonces habíaalgunos, que levantaban su espíritu por encima delos cultos, que no veían diferencia notable entreJÚpiter y Jehová, entre Apolo y Jesús, y se com-placían en confundirlos baj o el nombre vago yacomodaticio de Divinitas, que ninguna doctrinahiere, y a todas puede satisfacer? Si eso es así,no hay razón para declarar que él se convirtiera,es decir, que pasara de una religión a otra', puestoque todas las religiones las juzgaba parecidas enel fondo. Tan sólo salió de los estrechos límites deun culto para encontrar más amplia fórmula quetodos los cultos podían aceptar sin comprometer-se; soñó, nos dice M. Duruy, con una aproximaciónde las almas, que en el estado en que se encontrabasu imperio, era muy de desearse; "quiso unir asus pueblos en una misma creencia, cuyas formaspodían variar, pero cuyo fondo fuera el culto delDios mismo" (2).

Juliano no comprendió la transición, a pesar delmilagro en ella envuelto. Sus instintos paganos nose habían debilitado con las prácticas cristianas aque lo obligaba su rango dinástico y su ostensibleprofesión de fe. Y lo más increíble es el haber des-conocido la superioridad moral de la nueva reli-gión, que no servía, según sus propios conceptos,sino "para esclavizar las almas". Se explica, encierto modo, la obsecación cuando se piensa en losespectáculos que Juliano presenciaba, y qúe a élparticularmente debían impresionar por las con-

(2) Véase el último tomo de la Historia Romana deMDm~ .

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diciones de su temperamento. Las costumbres nose habían mejorado por el momento después de lavictoria oficial del cristianismo. "Esto no debecausar sorpresa si se piensa que la humanidadcambia poco, que en ella el bien y el mal se mez-clan en proporciones aproximadas, y que ningunadoctrina, por elevada que sea, nunca tendrá bas-tante poder para hacer perfectos a los hombres."

Aún se atribuía a Constantino el asesinato devarios miembros de su familia, y se decía otro tan-to de Constancia, sucesor de aquél. El primero tíoy el segundo primo de Juliano. A todo se agregalas condiciones de los sacerdotes que intervinieronen la instrucción religiosa del "apóstata", sacer-dotes empapados en los errores de Arrio, y más pro-pios para la intriga que para la formación de unespíritu evangélico. El ejemplo de tales sacerdo-tes no era adecuado a inspirar a Juliano venera-ción por la doctrina que se anunciaba como rege-neradora del mundo. Así, en 'sustancia, se expresael autor de la obra varias veces citada.

Las costumbres en general se resentían gran-demente de la influencia pagana. Se nota, porejemplo, que en la época de Juliano, estaban to-davía en boga los combates de gladiadores. Cons-tantino, en su entusiasmo por la fe cristiana, ha-bría querido abolirlos. "Estos espectáculos san-grientos -decía una ley- no me agradan"; perocomo ellos eran del gusto popular, la ley no fuerespetada. Los mismos emperadores ayudaron lué-go a la violación. Tales escenas no tuvieron finsino años después, cuando el poeta cristiano Pru-dencia expresó enérgicamente el deseo de que ce-saran esas matanzas que servían de regocijo a lamuchedumbre:

Nullus in orbe cujusSit pena voluptas;

Las cartas de Simancas hablan de muchas otraseosal que revelan la depravación, o ligereza, que

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reinaba en la sociedad de Roma, a pesar del cris-tianismo.

El terreno parecía, pues, propicio todavía a laconservación del antiguo culto.

Juliano comprendía, empero, que la renovaciónestaba en el fondo de las cosas; y no se propusoestablecer el politísmo precisamente. Odiaba a loscristianos considerándolos seres abyectos no obs-tante la inmolación que aceptaban antes de renun-ciar a su fe. Tenía por otra parte horror al ateís-mo; y "a todos los que preguntan -decía- si haydioses y se muestren dudosos de la existencia deéstos, no debe respondérseles como a hombres sinoperseguírseles como a fieras" . No fue un libre-pensador absolutamente, y su filosofía es la dePlatón y Pitágoras que rindieron tributo a la Pro-videncia divina aún en el seno del paganismo. DeEpicuro y de Pirrón, decía: "Ha sido favor de losdioses que se hayan perdido sus libros." No. eramaterialista. Cuando herido y próximo a morir sele trajo del campo de batalla a su tienda, al verinundados en lágrimas a sus oficiales, censuróaquella aflicción manifestándoles que no era bue-no llorar a un príncipe en el trance de elevarse alos cielos. Sucumbió con la certidumbre absolutade la inmortalidad del alma.

Fue gran general, hábil político, de vigorosopensamiento, ilustrado, elocuente, infatigable; yfracasó tristemente en su insano empeño de des-truír a Jesús; sin embargo, de que la predica-ción de éste no había aún calado decisivamente enmuchos corazones.

Los templos paganos abrieron su puertas pororden del "Apóstata"; pero los concurrentes sin-ceros casi faltaban. Iban los aduladores que se pro-ponían con ello halagar al poderoso príncipe. Elmismo dejaba escapar palabras en que confesabael fracaso: "El helenismo no progresa· como seríadeseable", decía en una epístola; y también: "Ten-go necesidad de muchos cooperadores para restau-rar lo que cayó tristemente."

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Pocas veces se ha tentado con tántas aparentesprobabilidades de feliz éxito una reacción seme-jante; y ya se ha visto cómo el resultado fue com-pletamente adverso. La muerte de Juliano disipóla pasajera nube, y luégo Teodosio vino a dar afir-mación oficial definitiva a la gran evolución deConstantino.

El radicalismo pagano había ciertamente muerto.

LA PRENSA

La prensa constituye gran poder y por mediode influencia en las sociedades modernas, y éstasavanzan o se desvían, según el impulso, bueno omalo, que aquélla les comunica, como resultantede las paralelas o encontradas fuerzas que sabeponer en acción. Desde la común hoja periódica,destinada a informar al público de acontecimien-tos pasajeros, hasta el libro elaborado a costa depaciente estudio, todas las manifestaciones delpensamiento escrito y a los cuatro vientos circu:-lado, ejercen sobre la inteligencia impresión irre-sistible, que arraiga o destruye ideas, eleva o .em-pequeñece sentimientos. Por tales motivos, en lasnaciones bien organizadas no se concede a la pren-sa libertad absoluta, sino que, por el contrario, sele somete a restricciones conforme con las necesi-dades de la seguridad pública y del respeto que sedeben entre sí los individuos. El carácter, morali-dad y civilización de un pueblo están en armoníacon el espíritu preponderante en su movimientointelectual; y los buenos gobiernos jamás descui-dan corregir, por medio de eficaz sanción cuantoese espíritu dé señales de nocivo para la buenamarcha del Estado o la pureza de las costumbres.

Si se toman como ejemplo Inglaterra, Franciay Alemania, las tres más poderosas y civilizadasnaciones, se notará a primera vista que en todasellas existe, aunque no en un mismo grado, plenalibertad para la discusión de los asuntos públicosy la propagación de las ideas. En esas naciones, ne

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obstante, la ley arma la sociedad en defensa delabuso, y las personas tienen siempre franco el re-curso de queja y reparación inmediata contra lasinjurias a su hora o sus derechos. Es, por otraparte, fácil de comprender, al hacer la comparaciónde dichos países entre sí, que Inglaterra se dis-tingue por un carácter nacional más elevado, por-que se acomoda mejor la discreción y a las necesa-rias reglas del decoro.

Los libros de Alemania son fruto de perseveran-cia y erudiFión admirables, y acreditan aquel paísde pueblo reflexivo y serio; que si no descuellahoy en los asuntos puramente literarios, a todoimprime el sello de profunda filosofía, ya se tratade ciencias o artes como de política o historia. EnFrancia, las grandes obras se distinguen por labrillantez del estilo, y por la investigación lle-vada a profundidades y alturas accesibles sólopara imaginaciones de gran vuelo y genios de pri-mer orden; y revistas quincenales como la Revuede Deux Mondes gozan el renombre, no obstantesu eclecticismo en todo, de no ser riva1izad::ls porninguna otra. El gran poder intelectual de Ingla-terra es más bien de asimilación y aplicación prác-tica, en el punto de vista nacional, que no de es-pontánea exhuberante iniciativa, en lo que a todosconcierne; de donde resulta que sus autores apa-rezcan, no raras veces, trillando viejos caminos,sin demarcar a la humanidad nuevos senderos.En cierto género de revistas -muy notables algu-nas d~ eIlas- se observa que aún la EdinburghReview, por ejemplo, no es la famosa de los tiem-pos Sir Walter Scott. Podría tal vez concluírse deaquí que las publicaciones inglesas de largo alien-to no ocupan, generalmente hablando, el promi-nente rango cosmopolita de las alemanas y fran-cesas; pero la prensa diaria de Inglaterra, esprensa que discute con maestría los problemascotidianos, está reconocida como la primera dE'1mundo, sin duda por su información exacta, y porser siempre respetuosa de sí misma y rel5petuosa

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de todos. Como consecuencia de esto, vemos quela opinión pública inglesa puede cometer errores-y los comete frecuentemente- sin que nadie seatreva a afirmar que la prensa que la didge se ha-lla al servicio de farsantes, o inspirada por malosmotivos.

Entre el diarismo francés y el inglés existenesenciales diferencias, que particularizan la fiso-nomía de cada uno, y se traducen en honor delúltimo. Sólo los periódicos de humilde escala seatreven en Inglaterra, de vez en cuando, a man-char en términos el lenguaje de la decadencia; ysi un escritor inglés -de Mr. Gladstone abajo-exige, o acepta voluntariamente, que se le paguencien o más libras esterlinas por un artículo, esseguro también que en éste no halla el lector sinoconvicciones personales, no una mercancía produ-cida en cambio de la paga. El diarismo inglés es,en una palabra, profesión lucrativa, que se man-tiene dentro de los límites de la honradez y de lasconvenciones sociales,en tanto que el francés sehalla radicalmente viciado de utilitarismo, y tienepor norma deleitar a las gentes frívolas y vendersus favores a quien mejor precio le ofrezca.

El relajamiento de la prensa francesa pr.wieneen gran parte de la tolerancia del gobierno, que,por intereses políticos, descuida hacer uso de lasfacultades que le da la ley. Cuando alguno recla-ma, 'la justicia cumple su deber, es cierto; y nohace mucho que MI'. Drumont, dire~tor de La Li·bre Parole, fue convencido de calumnia y conde-nado a severísima pena pecuniaria, y aún perma-nece en prisión. Pero cuando la agraviada no etluna persona capaz de quejarse, sino la pacientesociedad, entonces la consigna de las autoridadesparece no ser otra que laisser faire, laisser passer.

En un estudio sobre los judíos -en el fondojusta defensa de éstos- que publica la Revue deDeux Mondes, en su número de 15 de diciembreúltimo, se expresa MI'. Anatole Leroy-Beaulie enlos siguientes desconsoladores términos:

!

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"Nos queda una primacía que nadie disputa ala Francia de la tercera república: la de la porno-grafía. En este terreno, nosotros carecemos de ri-val. Para ciertos de nuestros diarios, literario seha convertido en sinónimo de pornográfico. Estaaespreciable realeza ¿a quién la debemos? ¿Es aljudío? Al semita, 'Consus antiguos kedestoth, ¿quénos ha hecho pasar del culto de la dama al cultooe la eriada? (du eulte de la dame au eulte de lafilie?) Pero Inglaterra cuenta tántos y más judíosque Francia, Alemania posee siete u ocho vecesmás que nosotros; e ing~sa o alemana; la literaturade nuestros vecinos no está contaminada como lanuéstra .. , Nuestros antepasados tenían pintoresque pintaban con cera y yema de huevo, nosotrostenemos una escuela que pinta con inmundicias ymeja sus pinceles en los albañales. Esos directoresde hojas populares que hacen profesión de ilustrarlas multitudes, reclaman la libertad de profanar lajuventud y tienen públicamente tienda de obsce-nidades, como en otras partes, en países, atrasados,habrían abierto, en una calle apartada, un lóbregomal afamado establecimiento.

"¿De dónde viene, en verdad esta vil literatura,a un tiempo grosera y refinada, himno impúdicoa la glorificación de voluptuosidades reprobadaspor la Iglesia y por la Sinagoga? Ella viene delneo-paganismo, del restaurado cuIta de la carne ylos sentidos, a los cuales ceden a la par el judío des-judaizado y el cristiano descristianizado (le juifdejudaisé et le ehretien deehristianizé). Para lim-piarse y curarse de ellos, no tendrían ambos, ju-dío y cristiano, sino que resumergirse, al pie delHemmon, en las aguas heladas de las fuentes delJordán."

En el mismo número de la revista citada, en unartículo titulado L'heure présente, escrito con mo-tivo de los escándalos relacionados con el Canal dePanamá, el Vizconde Eugene Melchior de Vaguéjuzga así la actual prensa francesa:

"La libertad de la prensa era también uno de

RAFAEL NU~EZ

los artículos del credo liberal. Ahora, para quienadquiera justa idea de esta potencia suprema, esla clemencia de la prensa la que sería preciso im-plorar. Existe un colosal equívoco en las relacionesdel lector y del diario; por efectos de hábitos muylentos en modificarse, el público continúa pidiendoatributos de pensamiento a una gran fábrica in-dustrial. En sus comienzos, el diario era un ideapura, el arma costosa de una causa política o li-teraria. Por una evolución inevitable, se ha con-vertido en rama de floreciente industria. .. Mu-chas gentes sueñan hoy con el mito de un diariodesinteresado, que dijera toda la verdad y nadamás que la verdad. Sueño irrealizable tal vez.¿ Puede uno imaginarse un potentado que abolie-ra todos los impuestos, que rompiera con todaslas familias de los príncipes para hacer él, aparte,experiencias revolucionarias? Por eso mismo, porlo que es un gran poder, encuadrado en una jerar-quía, envuelto a una red de intereses, cada diarioinfluyente se siente condenado a un lenguaje deconveniencia, como todos los personajes públicosque tienen la responsabilidad de negocios impor-tantes; está obligado a desempeñar su papel enlas mentiras convencionales de nuestra civiliza-ción, según las llama Mr. Nodau."

Escritores honrados y observadores inmedia-tos como son Mr. Leroy-Beaulier y Mr. de Vogue,su testimonio tiene todas las condiciones de im-portante irreprochable; con todo, si uno quisieraponerlo de lado, le bastaría recordar que loskios-kos de los bulevares de París en que se vendenperiódicos están permanentemente llenos de lite-ratura por el estilo de la de Gil BIas, y que las re-cientes revelaciones de Mr. Rouvier, en la tribu-na parlamentaria -poco después de su caída delMinisterio de Hacienda- no dejan duda de quelas convicciones y principios, si así pueden lla-marse, de gran número de escritores france~es,se estiman como valore3 de bolsa, comprables atoda hora por los que manejan los fondos secretos

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del Estado, de los partidos políticos o de las em-presas financieras. Diario como \ L'Univers, LeTemps, Le Soleil, y algunos más, serán con eltiempo la excepción, no la regla general.

Si en países ilustrados como Francia, indebidatolerancia oficial permite a la prensa degradarselastimosamente, a pesar de los severos castigoscon que a veces la justicia le recuerda que toda-vía se encuentra bajo el ojo vigilante de la ley;si en Alemania, y aún en Inglaterra, los órganosde publicidad ,se mantienen dignos y decorosossólo por efecto de restricciones inflexibles, malpuede comprenderse que en naciones atrasadas se'pida' para ellos la inmunidad completa. Los ma-los instintos humanos son unos mismos en todaspartes; pero donde la cultura y la educación po-lítica adolece nde imperfección lamentable, es enextremo peligroso e inexcusable poner el gobier-no y las autoridades, la sociedad y los individuos,a merced de gentes sin lastre moral, quienes, pormanejar, bien o mal, una pluma, se cren con eltriste privilegio de hacer conocer sin reservas sumalevolencia o enojo. La prensa que se envilece ose torna en vocero de las malas pasiones y en he-raldo de la calumnia, es corrupción y escándalo;y ninguna sociedad cristiana está en el caso deprestarle amparo alguno. Esta verdad elementalno debe jamás olvidarse entre nosotros, para en-mienda saludable de los mismos que se empe-ñan en volver al desborde de otros tiempos.

, iBIBLIOGRAFIA

JUAN JACOBO

Como más de una vez lo hemos hecho notar enestas columnas, el fin de este siglo parece serde general reacción respecto de hombres y cosas.

Hoy le toca el turno a Rousseau. Como pre-cursor de la revolución y del romanticismo, ha--sido el héroe de un doble culto en Francia: po-