Gómez Robledo, Antonio - Sócrates y El Socratismo

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ANTONIO GÓMEZ ROBLEDO SÓCRATES Y EL SOCRATISMO

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ANTONIO GÓMEZ ROBLEDO - SÓCRATES Y EL SOCRATISMOA veinticuatro siglos, en números redondos, transcurridos desde su muerte, el misterio de Sócrates es tan denso como lo fue al principio, o incluso más, en razón de las innumerables interpretaciones que en el curso de la historia se han cruzado con este personaje, que, para nuestro infortunio, no nos dejó ni una sola línea escrita por él mismo.Al escribir este libro, Antonio Gómez Robledo ha sucumbido al hechizo del enigma socrático y se ha dejado conducir por una arraigada pasión que, desde su juventud, lo llevó a perseguir, por todos los meandros asequibles de su vasta bibliografía e incluso en la misma Atenas, al filósofo griego. Pero no sólo la pasión por un filósofo ágrafo nos comunica este libro.Dueño de un profundo conocimiento de la cultura y la filosofía griegas, Antonio Gómez Robledo ha conseguido en estas páginas dibujar un nuevo retrato del maestro de Platón, en el que a un tiempo se esboza su circunstancia y se exponen claramente las principales líneas de su pensamiento. Una comparación entre la moral socrática y la cristiana y las figuras de Sócrates y de Jesús es uno de los capítulos más interesantes de este valioso libro.De Antonio Gómez Robledo el FCE ha publicado también Meditación sobre la justicia, Platón, los seis grandes temas de su filosofía y Ensayos sobre las virtudes intelectuales.ÍNDICEPrólogo I. Sócrates según sus intérpretes XenofonteEl problema de los Discursos SocráticosPlatón; AristótelesAristófanesII. Sócrates según su circunstanciaLa promoción de Atenas a la filosofíaLa Ilustración y la sofísticaIII. Sócrates según su vidaSócrates según AldbíadesEl partero espiritualSócrates en su vida familiarIV. Sócrates según su apologíaAntecedentes y características del procesoLas Apologías de XenofonteLa Apología platónica; La doble acusación; Demonios griegos y demonio socráticoLa misión divina de SócratesSócrates como pensador apolíneoLa catástrofeV. Sócrates según su muerteEl relato del FedónVI. Sócrates y JesúsDe los apologistas a la patrísticaLa Edad Media y el socratismo cristianoEl paralelo en la IlustraciónMisión de Sócrates y misión de JesúsMoral socrática y moral cristianaMuerte de Sócrates y muerte de JesúsVII. El evangelio socráticoVIII. Veinte años despuésEl Sócrates de DupréelEl Sócrates de GigonLa misión religiosa de SócratesEl Sócrates de MontuoriMis retractaciones socráticasProblemas de deslinde entré Sócrates y Platón

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  • ANTONIO GMEZ ROBLEDOSCRATES

    Y EL SOCRATISMO

  • A veinticuatro siglos, en nmeros redondos, transcurridos desde su muerte, el misterio de Scrates es tan denso como lo fue al principio, o incluso ms, en razn de las innumerables interpretaciones que en el curso de la historia se han cruzado con este personaje, que, para nuestro infortunio, no nos dej ni una sola lnea escrita por l mismo.

    Al escribir este libro, Antonio Gmez Robledo ha sucumbido al hechizo del enigma socrtico y se ha dejado conducir por una arraigada pasin que, desde su juventud, lo llev a perseguir, por todos los meandros asequibles de su vasta bibliografa e incluso en la misma Atenas, al filsofo griego. Pero no slo la pasin por un filsofo grafo nos comunica este libro.

    Dueo de un profundo conocimiento de la cultura y la filosofa griegas, Antonio Gmez Robledo ha conseguido en estas pginas dibujar un nuevo retrato del maestro de Platn, en el que a un tiempo se esboza su circunstancia y se exponen claramente las principales lneas de su pensamiento. Una comparacin entre la moral socrtica y la cristiana y las figuras de Scrates y de Jess es uno de los captulos ms interesantes de este valioso libro.

    De Antonio Gmez Robledo el FCE ha publicado tambin Meditacin sobre la justicia, Platn, los seis grandes temas de su filosofa y Ensayos sobre las virtudes intelectuales.

  • ANTONIO GMEZ ROBLEDO

    SOCRATES el socratismo

    LJ60 ANIVERSARIO

    EL COLEGIO NACIONAL

    FONDO DE CULTURA ECONMICA MXICO

  • Primera edicin ( f c e ) , 1966Segunda edicin, corregida

    y aumentada, 1988Primera reimpresin, 1994

    D. 1966, 1988, Antonio Gmez Robledo

    D. R. 1994, E l C o l e g io N a c io n a lLuis Gonzlez Obregn Nm. 23, Centro; 06020 Mxico, D. F.

    D. R. 1966, F o n d o d e C u l t u r a E c o n m ic aD. R. 1988, F o n d o d e C u l t u r a E c o n m ic a , S. A. d e C . V.Carretera Picacho-Ajusco 227; 14200 Mxico, D. F

    ISBN 968-16-2853-5

    Impreso en Mxico

    Armauirumque Armauirumque

  • PRLOGO

    "Raro ser el amor al que le baste un solo retrato. Ms bien los multiplica, y se goza hallando en cada uno algn detalle actitud o expresin, perfil o pliegue, .mirada o sonrisa, misterio o claridad, que falta o que no luce tan logrado y neto en los otros.

    As lo dej escrito nuestro inolvidable Alfonso Mndez Planearte, como para excusarse de haber emprendido su magnfica versin horaciana,1 despus de tantas otras que l mismo tuvo por excelentes. Y yo, por mi parte, no alcanzo a ver qu otra excusa o justificacin podra a mi vez proponer, en descargo de la audacia que significa de la cual me acuso yo ante todo, y antes que otros me la sealen la publicacin de un libro o un ensayo ms sobre Scrates.

    Obra de amor ha sido, simplemente : del que fue incubndose y luego creciendo, en el decurso de tantos aos, desde aquellos, ya tan remotos, de mi ms temprana adolescencia, cuando me hizo estremecer la lectura, en aquellas tan queridas ediciones vasconcelianas de pasta verde, de la Apologa, el Fedn y el Banquete, que me abrieron para siempre el alma a la contemplacin y la vivencia amorosa de todo lo grande, noble y hermoso. Vinieron luego, volventibus annis, el aprendizaje de la lengua original de los divinos dilogos, los estudios filosficos, y por ltimo, tarde tal vez, pero todava con sol en las bardas, el viaje a Grecia. En todo esto anduvo, al igual que mis modestas aristotelizaciones que a su tiempo vieron la luz, mi persistente contemplacin interior de Scrates, hasta llegar el momento en que me ha sido forzoso proferirla. Deficiente sin duda la imagen resultante, lo extraordinario sera que no lo fuese, como lo es todo fruto de amor, ya que, segn aprendimos todos en aquellas mismas pginas maravillosas, el Amor es hijo de Poros y Pena. Y como no est aqu ya Scrates, para decir, con el nico arte en que se ufanaba de ser supremo maestro, si el fruto ha sido por lo menos viable, no , hay ms sino sacarlo, tal como sali, a la plaza pblica. -

    Esto del prurito amoroso de tener un retrato ms del1 Horacio, XL Odas selectas, u n a m , Mxico, 1946.

  • 8 PRLOGO

    objeto amado, ofrece adems, con referencia a Scrates, el atractivo adicional de que el esfuerzo por obtenerlo ha de ser mucho mayor que en otros casos semejantes, no slo por ser tantos los retratos del personaje, sino por ser tambin, muchos de entre ellos, discordantes entre s. Siendo as, y para poder configurar de cuenta propia la imagen que ms nos satisfaga, hay que empezar por pasar en revista las dems, las principales por lo menos. Es lo que he hecho, como ver el lector, en cada "segn de todos los que encabezan los ttulos y subttulos, y que se refieren tanto a los diversos intrpretes como a las circunstancias vitales del personaje, que no aparece el mismo exactamente en unas o en otras. "Scrates en espejos" podra tambin haberse llamado este libro, o tambin, muy paulinamente por cierto, "Scrates en espejo y enigma". En l, en efecto, quedar siempre un residuo enigmtico que no ser, posible jams eliminar del todo. Tan misterioso e insondable apareci ya a sus contemporneos, que por algo Alcibades, en la ocasin que veremos, les dice lo siguiente a los mismos que diariamente lo frecuentaban: "Sabed bien que ninguno de vosotros le conoce.2

    Si al fin me decid a ponerle a todo esto el ttulo que lleva, de Scrates y el socratismo, en obvia imitacin del Platn y l platonismo de Walter Pater, fue por pare- cerme que, sin proponrmelo expresamente, en realidad haba hecho yo con Scrates algo semejante a lo que con Platn haba hecho el humanista britnico, el cual, como lo declara en el principio de su obra, no toma en ella el platonismo como el desarrollo histrico de la filosofa platnica, sino simplemente como los principios directivos de dicha filosofa, en "estrecha conexin" con la persona misma de Platn.8

    Es sta, aqu tambin, la advertencia que importa mucho hacer desde el principio. Queda totalmente fuera de foco, en efecto, el socratismo en la historia, el cual tendra que incluir, desde Platn y los socrticos menores, a todos aquellos son legin que, apelando o no explcitamente

    * Banquete, 216 d.8 "By Platonism is meant not Neo-Platonism of any kind, but

    the leading principles of Plato's doctrine, which I have tried tb see in close connexion with himself." Plato and platonism, Nueva York, 1899, p. vi.

  • PRLOGO 9

    a Scrates, han propugnado una filosofa de la interioridad, ya sea por partir de la conciencia humana, ya por el eticismo preponderante o exclusivo. Corrientes filosficas como el agustinismo y el cartesianismo podran circular, a justo ttulo, dentro de tal esquema. Y qu decir, adems, de las divisiones o subdivisiones? Tan slo del "so- cratismo cristiano, por ejemplo, se ocupa largamente tienne Gilson; y es tema que no puede tratarse adecuadamente sin ir de San Justino a Pascal, por lo menos, pasando por San Agustn. . .

    No, de nada de eso se tra ta aqu, una vez ms. La persona de Scrates es, en estas pginas, lo absolutamente preferente, y apenas como un producto derivado, y en la estrecha conexin con la persona que reclamaba Walter Pater, los principios de sentido y de conducta, de sta sobre todo, que emanan de la persona misma y contribuyen a su esclarecimiento ms cabal.

    Puntualizado todo esto, y volviendo a lo del otro retrato, perseguido afanosamente no ms que por ser "otro, cul podr haber sido el "perfil o pliegue, misterio o claridad, que esta investigacin haya podido acaso destacar con cierto especial nfasis, nunca con originalidad absoluta, en la figura de Scrates?

    Sin habrmelo propuesto tampoco expresamente, y slo despus de cumplida la tarea ms ingrata de un escritor, que es la de leerse a s mismo (porque cuando se escribe no se lee), me doy cuenta de que aquello tal vez en que he puesto ese mayor nfasis, ha sido en la conciliacin entre la racionalidad y la religiosidad de Scrates, cuando hay tantos que optan decididamente por uno de ambos extrem mos, con exclusin del otro. Y pienso, adems, que ha sido algo fatal el haber procedido as, simplemente por ser yo lo que soy, un adepto o secuaz del humanismo cristiano. Para m, al igual que para los Apologistas griegos, el Logos "que se hizo carne, tuvo por heraldos y precursores tanto a los profetas de Israel como a los filsofos de la estirpe socrtica; ni ms ni menos. Mi visin, por tanto, podr impugnarse en tanto que condicionada por el espectador; pero por esto mismo, es vital y sincera. Y es un reproche, adems, que no tiene mayor curso en el pers- pectivismo de la filosofa contempornea.

    He ah por qu no poda faltar aqu el captulo de "Scrates y Jess. In vita le.su Christi meditari, debe ser,

  • 10 PRLOGO

    por cierto, nuestro mayor afn, pero despus de esto, etiam in vita Socratis. As lo pensaba Erasmo, dechado y prncipe del humanismo cristiano, al referir a la misma alta Fuente lo mejor de la filosofa pagana,4 por lo cual prorrumpa en su conocida adicin a las letanas : Sancte Socrates, ora pro nobis! No hay en verdad, despus del Evangelio, mejor ejemplo ni estmulo de aquella autarqua espiritual que los estoicos, inspirndose en Scrates, supieron erigir y emplazar, como baluarte inexpugnable, frente a todas las veleidades de la fortuna o los caprichos del poderoso.

    En fin, baste ya de lo que, con tantas excusas o justificaciones, est resultando, sin querer, un prlogo galeato, acaso necesario, por lo dems, frente a todos los socrati- zantes qu en el mundo han sido, cuando viene el ltimo advenedizo,,de poder a poder, a engrosar su hueste.

    * Omnia ethnicorum facta, scite dicta, ingeniose cogitata, praeparaverat Christus.

  • I. SCRATES SEGN SUS INTRPRETES

    Con Jess de Nazaret comparte Scrates de Atenas el alto privilegio de haber influido ms que otro hombre alguno en la historia universal, y por ms que esta influencia deba acaso restringirse, en el caso de Scrates, al dominio del espritu. Por algo intentaremos despus, expresamente, trazar el consabido paralelo entre ambos personajes. Uno y otro son, adems, los dos supremos maestros de la humanidad que no consignaron su doctrina por escrito; pero al lado de su agrafismo personal, existe sobre ellos la ms rica y variada literatura que pueda imaginarse.

    Desde que ella comenz a formarse, por los. contemporneos y aun por los discpulos directos, la imagen del maestro, reflejada en estos escritos, no fue, ni mucho mnos, uniforme, lo que no quiere decir que fuese necesariamente contradictoria. Es el caso, desde luego, en lo que hace a Jess, de la oposicin entre los evangelios sinpticos y el evangelio de Juan, para unos contradictoria, para otros simplemente complementaria, en cuanto que Juan nos presenta una imagen interior de Jess que no aparece con la misma intensidad y hondura en los sinpticos.Y si esto ocurri en la generacin apostlica, no es nada en comparacin con las conclusiones a que ha llegado en la poca moderna la izquierda racionalista, en cuyos representantes o bien se esfuma del todo la imagen de Jess, cuya existencia misma es negada muy en serio por algunos de ellos; o segn otros, de tendencia apenas menos radical, no habra sido Jess sino una figura insignificante, de existencia histrica ms o menos problemtica, alrededor de la cual, por el proceso habitual en la elaboracin de los mitos, se habra construido todo lo dems. Para unos, sera la equis incognoscible del nomeno kantiano; para los otros, no habra ni siquiera una equis por develar. Para stos un Nemo y para aqullos un Ignotus, segn dice Ricciotti;1 sta es toda la diferencia.

    Con Scrates, que es aqu nuestro exclusivo tema, ha pasado puntualmente lo mismo. Para empezar con los dos grandes escritores que le conocieron y trataron, y que profesan igual veneracin por l: Xenofonte y Platn, nos

    1 Vita di Gesii Cristo, 14? ed., p. 246.11

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    dan de su maestro una imagen en tantos aspectos tan diversa, que con mayor razn an que en el caso de Jess, se ha visto entre ellos una oposicin anloga a la que se da entre los sinpticos y Juan. Y en lo que sigui despus, lo nico que no pudo cuestionarse fue la existencia de Scrates, simplemente porque haba certeza documental de que haba sido ajusticiado un individuo de este nombre, y por los cargos que se contenan en el acta de acusacin, cuyo testimonio lapidario se conservaba en los archivos de Atenas todava en el siglo II de nuestra era.2 Mejor suerte tuvo en esto que Jess, por odio al cual los nega- dores de su existencia tienen que recusar, con otros, el testimonio del historiador Tcito, de haber sido Cristo condenado al suplicio por el procurador Poncio Pilato, en el imperio de Tiberio''.3 Pero si no ha llegado a inscribirse en la tumba de Scrates, como en la de Jess, el Nemo de la negacin absoluta, s se le proclama tambin como un Ignotus : por nadie menos que por el ltimo de los socra- tizantes actuales, el profesor suizo Olof Gigon, en concepto del cual tanto Platn como Xenofonte y todos los dems, tomaron como pretexto a un oscuro personaje condenado por impiedad, para plasmar, bajo su nombre, el ideal del Sabio. Con excepcin de los hechos escuetos relativos a su condenacin y muerte, todo lo dems, segn dice Gigon, no sera sino poesa pura, poesa socrtica: Sokratesdichtung,

    Sin extremar tanto las cosas, dice Taylor por su parte, que as como nadie, a menos de no estar en sus cabales, puede disputar el hecho de que un personaje llamado Jess padeci bajo Poncio Pilato, tampoco puede hacerlo con respecto al otro hecho de que un cierto Scrates sufri la pena de muerte por el crimen de impiedad, en el "ao de Laques (399 a. c.) ; pero que todo lo que vaya ms all de estos simples hechos, "es inevitablemente, en uno y otro caso, una interpretacin personal".4

    Entre la posicin de Taylor y la de Gigon, por lo tanto, hay toda la distancia que va de la interpretacin a la creacin potica, en cuanto que la primera debe, en principio por lo menos, atenerse a los datos positivos, mientras que

    * Digenes Laercio, Vida de Scrates, II, 40.a Annal., XV, 44.* A. E. Taylor, Socrates, the man and his thought, Nueva York,

    1953, p. 12.

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    la segunda est exenta de todo freno. Ahora bien, el criterio general que hasta hoy prevalece en los estudios socrticos, es el de que Xenofonte, Platn y todos los dems que siguieron, fueron intrpretes y no poetas de Scrates, y que todo el problema, por lo mismo, consiste en preferir una interpretacin a las otras, o en tomar de unas y otras lo que pareciere ms ajustado a los datos histricos.

    Es fcil ver cmo aun con esta restriccin metodolgica, el campo de la interpretacin es apenas menos ancho que el de la creacin potica; por lo cual ha recibido Scrates, desde antes que muriera y hasta hoy, todas las interpretaciones, positivas y negativas, que es capaz de recibir un hombre. Si el numero de sus devotos excede con mucho al de sus detractores, stos no han escaseado tampoco ni puede negarse su importancia. Ya en vida de Scrates, el gran poeta cmico Aristfanes traza de l una caricatura despiadada, segn la cual Scrates no habra sido sino uno de los filsofos "naturales, uno de tantos, perdido en especulaciones intiles, y sobre esto, corruptor de la juventud. Este ltimo cargo, aadindole el de impiedad, lo recoge explcitamente la acusacin oficial de Anito, Melito y Licn; y esta requisitoria la toma por su cuenta y la amplifica, despus de muerto Scrates, el sofista Polcrates. En pleno siglo xix, en fin, se alza la terrible voz de Federico Nietzsche para imputarle a Scrates el haber enervado, con su racionalismo letal, el genio trgico que haba animado la cultura y el esplendor de Grecia. Para otros, como Lelut, fue simplemente un loco, en razn de su creencia en su demonio interior.5 Hegel y Grote, por su parte, lo tienen apenas por el mayor representante de los sofistas. Detractores todos ellos, de Aristfanes a Nietzsche o ms ac an, es visible toda una gama de matices en la calumnia y el vituperio.

    Esto por los enemigos; pero en los apologistas, a su vez, en la inmensa sinfona laudatoria que se escucha desde Platn hasta nuestros das, puede observarse una variedad no menor de registros. Tan slo entre los inmediatos discpulos de Scrates, fundadores de escuelas filosficas : Platn, Euclides de Mgara, Antstenes y Aristipo, encontramos, respectivamente, el idealismo, el criticismo, el cinicismo y el hedonismo, con la circunstancia de que cada

    * Socrate tait tm fou. En Magalhes-Vilhena, Le problme de Socrate, p. 33.

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    una de. estas tendencias tan dispares pretende ampararse en la autoridad y enseanza del maestro comn, Y conforme pasa el tiempo, se ve en Scrates ya al lgico puro, indagador y depurador de los conceptos universales, ya al moralista igualmente puro, fundador de la tica de la voluntad autnoma o, segn otros, de una tica utilitarista o eudemonista; ya, en fin, a un personaje profundamente religioso y mstico. En gracia de la brevedad, y para no complicar esta ojeada preliminar que estamos echando, nos limitamos a sealar las interpretaciones que han sido histricamente las ms prominentes; pero puede afirmarse que muy pocas sern las corrientes filosficas hasta hoy conocidas, con inclusin de la fenomenologa y de la filosofa existencial,6 que en una u otra forma no hayan reclamado el abolengo socrtico, Scrates acaba as por ser, como dice Labriola,7 el padre de toda ortodoxia y la fuente de toda hereja.

    Siendo todo ello as, en presencia de esta batalla secular librada en torno de la exegtica socrtica una batalla en la que nadie puede ostentar hasta hoy, con el reconocimiento de los dems contendientes, el lauro del vencedor, es bien comprensible el escepticismo que ha hecho presa en buen nmero de estudiosos del Scrates histrico, y que externa en esta forma uno de los ms significados :

    Todo parece inducirnos a creer que debemos renunciar a la pretensin de saber con rigor y certeza lo que fue Scrates y cul fue su pensamiento. En el crepsculo de su vida, Diels convino con Friedlnder en que el nombre de Scrates oculta una letzte Unerkennbarkeit. Un autor reciente, Francisco Romero, siguiendo a Brunschvicg, resuma as, con la visin ms sombra, los resultados de la crtica: con respecto a Scrates, lo nico que sabemos es que nada sabemos. Lo mismo dice Jol : Wir wissen, dass wir nichts wissen.6

    Pongamos que pueda uno sobreponerse a este escepticismo, como, en efecto, lo hacen quienes luego de haberlo

    9 As, Landmann hace de Scrates un "precursor de la fenomenologa, y asimismo se lo adjudican numerosos existencialistas, tomando por base las reflexiones que sobre Scrates hizo Kierkegaard. Scrates sera as, segn dice uno de ellos, le premier existant qui pose sa propre existence.

    7 Socrate, Bari, 1947.8 V. de Magalhes-Vilhena, Le problme de Socrate, Paris, 1952,

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    externado tan ostensiblemente, escriben largamente sobre la vida y la muerte de Scrates. Aun en esta hiptesis cmo hacer una discriminacin segura en las fuentes mismas, y luego en los intrpretes posteriores, cuando la imagen del personaje es en ellas y en ellos tan diversa?

    Una contestacin completamente satisfactoria no puede darse, evidentemente, sino despus de haber hecho, como lo haremos, el escrutinio de las fuentes ; pero desde luego, y a beneficio de inventario, podemos responder con Windel- band, cuando l mismo se planteaba la cuestin al emprender su estudio sobre Scrates, que las grandes figuras de la historia universal, al igual que las grandes obras de arte, tienen la cualidad de ser inagotables.9 Despus de haberse dicho sobre unas y otras todo cuanto pareca posible, siempre quedar algo por decir, porque la riqueza espiritual que llevan consigo ser siempre mayor que la perspicacia de los contempladores. Que pueda uno decir algo nuevo, es, por supuesto, otro asunto, pero siempre valdr la pena acometer la fascinante empresa.

    En el caso de Scrates, adems, la experiencia histrica ha demostrado que en l quedar siempre un residuo de ininteligibilidad mayor que en otros personajes histricos, lo cual, si hace la investigacin ms azarosa, no deja de ser otro motivo para correr la aventura. Segn dice el historiador Cornford, Scrates es para nosotros una figura problemtica porque lo fue incluso para sus discpulos,10 y nada lo hace ver mejor que las palabras con que Alcibades preludia su extraordinaria intervencin del Banquete: Sabed bien Ies dice a los comensales que ninguno de vosotros le conoce."11 No obstante frecuentarlo da con da, sus contemporneos sintieron siempre en Scrates el enigma y el misterio; una profunda realidad interior bajo la faz prosaica y el vestido astroso, y la simplicidad del habla y de sus hbitos.

    Como sera tarea inacabable la de hacer el recuento de todos los intrpretes, con su respectiva visin, y que irn apareciendo cuando fuere menester, nos limitaremos en este captulo al examen crtico de los que, reconocidamen

    9 ber Sokrates, en Prludien, Tubinga, 1915, p. 56.10 The Cambridge Ancient History, Londres, 1933, vol. VI, p. 303.11 Symp. 216 c-d. Sin querer recuerda uno luego las palabras de

    Jess a Felipe: Tanto tempore vobiscum sum, et non cognovistis me?, loan. 14, 9.

  • 16 SCRATES SEGN SUS INTRPRETES

    te, han sido los testigos mayores del Scrates histrico: Xenofonte, Platn y Aristteles, por ms que este ltimo no haya tenido con aqul un trato personal. S lo tuvo, en cambio, Aristfanes, pero como su presentacin de Scrates es, reconocidamente tambin, no ms que una caricatura, lo nico que hay por averiguar es hasta qu punto esta caricatura, como toda la que lo es verdaderamente, exagera ciertos rasgos, pero rasgos reales, del personaje.

    X enofonte

    Hasta que Schleiermacher, filsofo y fillogo eminente, traductor y exegeta de la obra platnica, no suscit, el primero entre todos, el problema socrtico en su aspecto crtico, la devocin por el filsofo ateniense se contentaba fcilmente con una imagen sincretista formada de ingredientes libremente importados de Xenofonte y Platn, e inclusive de Digenes Laercio, sin discriminacin alguna. Sobre las contradicciones que en esta imagen pudiera haber se pasaba expeditamente por alto, sin que nadie, adems, se tomara el trabajo de deslindar siquiera lo que en Platn poda haber de genuinamente socrtico, de aquello que era exclusivamente platnico.

    Contra estas fantasas emplaz Schleiermacher12 la conciencia crtica, comenzando por lo pronto por plantear correctamente el problema de saber cul de las dos versiones : si la de Xenofonte o la de Platn, debe preferirse, o bien, en caso de ser posible la conciliacin, cmo debe hacerse, no por inspiracin, sino por mtodos rigurosamente cientficos. Y por lo pronto tambin, Schleiermacher puso ante los ojos de todos la discordancia evidente entre una y otra versin de los dos mayores evangelistas de Scrates, en cuyos escritos figura ste como dramatis persona.

    Si nos atenemos a Platn, a todo cuanto en su vasta obra se pone en labios de Scrates, ste habra sido, sin la menor duda, uno de los ms grandes filsofos. Si, por el contrario, no rebasamos el marco de los escritos socrticos de Xenofonte, nos encontramos apenas con un perfecto ciudadano, interesado en el perfeccionamiento moral de su pueblo, y principalmente de la juventud, pero de ninguna manera un filsofo en la genuina acepcin de tan

    12 ber den Wert des Sokrates als Philosophen, 1818.

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    alto nombre. Schleiermacher llaga a decir que si Scrates no hubiera pronunciado, durante tantos aos, sino los discursos que Xenofonte le atribuye, y nada ms que sobre los temas que se contienen en los Memorabilia, no se comprende cmo no habra puesto en fuga a ios jvenes de los gimnasios y palestras ce Atenas, cuando, por el contrario, parece bien probado que en tantos de ellos suscit el ms ardiente entusiasmo El problema, por tanto, consistira en determinar lo que pudo ser Scrates ms all de lo que de l nos muestra Xenofonte, y lo que debi ser, adems, para darle a Platn el derecho de pintarlo como lo pinta, cuando esto ocurre, y :;n general de darle en sus dilogos el papel que le da, ya que no podra suponerse que por simple capricho hubiera hecho de Scrates, y no de otro personaje cualquiera, la principal de sus dramatis personae.

    Fuera de haber planteado as con toda correccin el problema, Schleiermacher fue fiel hasta el fin a la objetividad propia de un hombre de ciencia, en cuanto que no desech a priori a ninguno de los dos grandes testigos de Scrates, y su nica falla estuvo tal vez en atribuir cierta primaca, como testigo nada ms, a Xenofonte. En su concepto, en efecto, Platn no pretendi jams pasar como historiador de Scrates, salvo quizs en la Apologa y en algunos otros pasajes, como el discurso de Alcibiades ; y el lector se percata luego que Scrates es apenas una mscara dramtica, y no otra cosa, en la generalidad de los dilogos platnicos. Xenofonte, por el contrario, se presenta, de un extremo al otro, como un narrador; y si bien Scrates pudo y debi haber tenido otros dones fuera de los que su apologista percibe en l, esto no quiere decir que la visin de ste sea falsa, sino apenas incompleta, en razn de sus limitaciones de comprensin, y que, por ende, hay que completarlo, pero no rechazar su testimonio.

    No haban pasado muchos aos desde que Schleiermacher ley su clebre comunicacin ante la Academia de Berln, cuando Hegel por su parte, en sus lecciones sobre la historia de la filosofa, y aunque sin abordar propiamente el problema crtico, mostr una preferencia an mayor por Xenofonte sobre Platn, como resulta del siguiente pasaje :

    "Se discute cul de los dos discpulos, Xenofonte o Platn, nos pinta de un modo ms fiel a Scrates en lo tocante a su personalidad y a su doctrina ; pero a nadie se le ocurre

  • 18 SCRATES SEGN SUS INTRPRETES

    pensar que, en lo que se refiere a lo personal y al mtodo, al lado externo de los dilogos en general, la obra de Platn nos traza tal vez, una imagen precisa y acaso ms desarrollada de Scrates, y que, en cambio, en cuanto al contenido de su saber y al grado en que lleg a desarrollarse su pensamiento, debemos atenernos especialmente a lo que nos cuenta Xenofonte. 13

    Por la psicologa socrtica, en suma, estara Platn; por el mensaje filosfico, Xenofonte. Consecuentemente, Hegel afirma que "en lo que al contenido se refiere, la filosofa de Scrates tena una orientacin totalmente prctica,14 como, en efecto, resulta de las pginas de Xenofonte.

    Probablemente no se repar por entonces en que al formular estos juicios, Hegel haba procedido con sobrada precipitacin, sin detenerse en el examen crtico de las fuentes, pues lo nico que le interesaba era situar a Scrates de cualquier modo en la sucesin de los momentos dialcticos de la Idea. Su prestigio e influjo se impusieron por sobre todo ; y a Hegel, antes que a otro alguno, suele atribuirse el favor de que por tantos aos goz el testimonio de Xenofonte.15

    A nuestro parecer, sin embargo, la alta estimacin de Xenofonte como intrprete fiel del pensamiento socrtico, tuvo por causa no slo la influencia hegeliana, sino tambin, y acaso ms, el carcter de historiador" que Xenofonte se atribuy a s mismo, y que por tanto tiempo se le reconoci sin reservas; y juntamente con esto, lo que ni ha sido puesto ni puede ponerse en entredicho, que es la maravillosa transparencia y simplicidad de su estilo ; e ste r su encanto ameno sin sombra de afectacin : iucimditas inaffectata, segn la justa apreciacin de Quintiliano. En pginas que son como agua clara, no poda creerse que hubiera la menor alteracin en las imgenes que en ellas se reflejan, menos an cualquier dolo o superchera.

    13 Hegel, Lecciones sobre la historia de la filosofa, trad. W. Roces, Mxico, 1955, vol. II, p. 67.

    14 Op. cit., II, 51.15 As lo afirman, con otros, John Bumet y Lon Robin, bien que

    este ltim seale que, ants an que Hegel, ya Bracker, en su Historia critica philosophiae, I, 523, se haba expresado como sigue : "Xenophon, qui a praeceptore (vd. Socrate) non eruditionem tantum moralem, sed et vitae integritatem nactus erat, cum uni praeceptori adhaereret, non solum res Socratis scire potuit, sed et alienis placitis et fictis rerum circumstantiis historiam Socratis, quam nobis enarravit, non contaminavit. '

  • XENOFONTE 19

    A esta ilusin sucumbieron tantos de los mejores ingenios, que todava en una poca en que se haba afinado tanto la conciencia crtica, nadie menos que mile Boutroux poda escribir que por el hecho de haber sido Xenofonte un "historiador de profesin, deban encontrarse necesariamente en sus Memorabilia socratica "los hbitos de fidelidad y de imparcialidad que distinguen sus narraciones propiamente histricas.16 Para el eminente filsofo e historiador de la filosofa, el mtodo para la comprensin de Scrates tena que ser el siguiente: "Analizar los datos de Xenofonte, interpretndolos y desarrollndolos por una induccin cientfica cuyas ideas directrices proporcionarn Platn y Aristteles : tal parece ser el mtodo por seguir para conocer a Scrates de una manera verdaderamente histrica."17

    Cuanto esto se escribi, haca aos que se haba desencadenado la reaccin contra Xenofonte, que se mantiene hasta hoy, y que ha sido implacable. Una lectura cuidadosa de sus obras llev a Wilamowitz y a Croiset, con otros muchos, a la conclusin de que ni por propia intencin pretendi hacer jams Xenofonte una obra histrica propiamente dicha, sino ms bien una novela histrico-dia- lctica, como lo es, por ejemplo, la Ciropedia, que nadie toma ya en serio como historia, ya que sera, segn Croiset, la sntesis ms armoniosa de sus cualidades: Es all dice donde le vemos ms abundantemente disertar, moralizar y ensear. A este veredicto no escapara ni la propia Anbasis, que el lector desprevenido puede tomar por la historia ms enjuta, cuando en realidad fue escrita con el propsito de atribuirse su autor, tipo consumado del miles gloriosus, todo el mrito de la expedicin.

    En cuanto a su supuesta veracidad, observa Gomperz, muy agudamente por cierto, que no hay razn para creer que Xenofonte haya de tener con sus lectores menos reticencias mentales que con los dioses en quienes profesaba creer tan devotamente, como lo prueba el extrao modo en que, segn la narracin puntual del mismo Xenofonte,18 dio ste cumplimiento al voto que hizo a la diosa Artemisa, de consagrar a su culto el diezmo del botn cobrado en cierta batalla en que sali aqul victorioso despus de ha

    18 tudes dhistoire de la philosophie, Paris, 1908, p. 17. Op. cit., p. 18. Anab., V, III. 8-12.

  • 20 SCRATES SEGN SUS INTRPRETES

    berse encomendado al patrocinio de la casta Diana. En lugar de haber dado el dinero o los bienes, como pareca que era lo debido, al santuario de la diosa en feso, lo que hizo Xenofonte fue comprarse con todo aquello una hermosa posesin cerca de Olimpia para habitarla l tranquilamente, y su voto religioso crey satisfacerlo con ponerle al ro que cruzaba la propiedad el mismo nombre del que corre cerca del templo de Artemisa en feso; con erigirle a la diosa un templete copia del de feso, con la estatua de la diosa ("aqulla de oro, sta en ciprs", puntualiza el incomparable narrador), y con invitar, por ltimo, cada ao a los habitantes de Olimpia y sus alrededores, a un festn sagrado en honor de la divinidad que tan generosa haba sido con l. As descarg su conciencia quien* por lo visto, tena sus ribetes de cnico.

    Ms duramente an, si cabe, trata Lon Robin al autor de los Memorabilia, como se ve del siguiente pasaje en que el filsofo francs trata de dar razn del prestigio que por tanto tiempo obtuvo aqul :

    "La explicacin de su boga es, a decir verdad, muy fcil de describir. Cuando la gente empez a darse cuenta de que el Scrates de Platn no era ciertamente el verdadero Scrates, se apartaron todos de este Scrates, dialctico sutil o metafsico sublime; y al mismo tiempo se percibi en los Memorabilia a otro Scrates muy diferente, predicador prolijo, de una bonhoma con malicia mezclada de uncin, muy poco metafsico, pero moralista copioso, siempre preocupado de la prctica, y que con un espritu terre terre busca los modos de accin ms inmediatamente tiles y las condiciones de vida mejores para el hombre.Y el siguiente paso fue empearse en que este Scrates, menos profundo y ms simple, fuera el verdadero Scrates, al amparo inconsciente de la oscura nocin de que lo menos complejo debe ser tambin lo primero en el tiempo."19

    Karl Jol, por su parte,20 dice que Scrates no es, en las pginas de Xenofonte, sino el hroe de una indigesta novela moral, que en su vida literaria y facticia piensa/ habla y obra como obra, habla y piensa el Xenofonte de la An- basis o el Ciro de la Ciropedia. En sentir de estos crticos,

    19 L. Robin, Les Mmorables de Xenophon et notre connaissance de la philosophie de Socrate, en LAnne philosophique, vol. XXI, 1911, p. 44.

    20 Der echte und der xenophontische Sokrates, Berlin, 1893-1901.

  • es Platon quien nos da muchos ms pormenores de la vida concreta de Scrates, y no este supuesto "historiador" que, con haber sido militar de profesin, deja de narrar hechos tan sobresalientes como la conducta de Scrates en la campaa de Potidea, y que por otro lado presenta a su hroe como un especialista en logstica lo que nunca pudo ser, simplemente por hacer gala el narrador de sus conocimientos en la materia. "Verdad y poesa dice Gon> perz, en conclusin tal es el ttulo que conviene al contenido de los Memorabilia. Poesa sin encanto y sin elevacin, verdad incierta y precaria."

    Como lo dejan ver estas citas y otras muchas que podramos hacer, es bien posible que, llevados del furor polmico, los detractores de Xenofonte se hayan excedido en su apreciacin vituperativa como antes los apologistas en la laudatoria. En lo que, sin embargo, parece haber hoy consenso unnime, es en el hecho de que, si nos atenemos exclusivamente a la imagen que de Scrates nos ha trasmitido aqul, resulta sencillamente incomprensible el entusiasmo que pudo provocar en tantos hombres, entre ellos un genio como fue Platn. Sin la pasin de Lon Robin, un temperamento tan equilibrado como Eduard Zeller21 no escatima elogios a la "pureza y alteza de sentimiento" y al "carcter caballeroso de Xenofonte ; pero junto con esto, dice luego que tanto l como los llamados socrticos menores no nos dan, en boca de su comn maestro, sino "poco ms que sumarios de mximas morales populares" ; que muy poco entendi Xenofonte la peculiaridad de la tica socrtica, y que de ella no ve sino el lado prctico, y que, en fin, el Scrates de Xenofonte no es sino un "hombre inocente y excelente, lleno de piedad y sentido comn. Algo ms, en suma, que todo esto debi haber sido, segn la exigencia planteada por Schleiermacher, el hombre que tan profunda huella dej en sus contemporneos y en la historia universal.

    E l PROBLEMA DE LOS DISCURSOS SOCRTICOS

    El lector moderno, y peor an si lo es tanto como para no tener un conocimiento suficiente de la lieratiu'a antigua, se resiste a aceptar que en cualquier fovrun haya podido

    21 PhtnsupnU Griechen, , 1, Leipzig, 18S, pp. 34 v.

    EL PROBLEMA DE LOS DISCURSOS SOCRATICOS 21

  • 22 SCRATES SEGUN SUS INTRPRETES

    Xenofonte falsear el magisterio socrtico, por la simple razn de que, despus de todo, Scrates aparece all como el autor de tales discursos, y que en numerosas ocasiones, adems, Xenofonte cita tales o cuales testigos, personajes muy conocidos, como para corroborar ms an la veracidad del relato.

    Para desvanecer esta ingenuidad, que viene precisamente del rigor crtico que informa la historia moderna, suele contestarse, en primer lugar, con la observacin general de que la historia antigua no tena en esto tantos escrpulos, pues si bien respetaba, y no siempre, los hechos escuetos, en materia de discursos de los personajes, por el contrario, la prctica uniforme era la reconstruccin ms o menos libre, y ms bien ms que menos, por parte del historiador. Y como prueba al canto, suele citarse esta declaracin de Tucdides, el ms objetivo y riguroso de todos los historiadores antiguos:

    "En lo que concierne a los discursos pronunciados por cada uno, sea antes o durante la guerra, cmo era bien difcil reproducir con exactitud su tenor exacto, ya los hubiese odo yo mismo, ya me hubiesen sido trasmitidos por otros, decid expresar lo que, a mi parecer, debieron haber dicho en la mejor correspondencia posible con la situacin, aunque mantenindome lo ms cerca que he podido del pensamiento general y de las palabras realmente pronunciadas. 22

    Lo que debieron decir : , y no la realidad proferida : , escribe con toda decisin Tucdides, con toda lealtad y sin engao de nadie, que es lo que va a historiar en este captulo de los discursos. Reconozcamos aqu, una vez ms, cmo prevalece absolutamente en esta poca la concepcin de la historia no tanto como documento fiel, sino como obra de arte ; ahora bien, el arte, segn la concepcin aristotlica que recoge muy bien lo que en su poca se senta, es imitacin de la realidad, pero no copia servil, sino interpretacin hasta cierto punto libre, y la historia, por ello, est ms cerca de las otras artes imitativas del carcter humano, como la tragedia, que de la crnica. Tratbase, con esta reconstruccin, de salvar una realidad ms honda y ms vital para el destino de un pueblo, que la literalidad del discurso pronunciado en tal o cual ocasin. Lo que para la moral del pueblo ateniense haba

    22 Guerra del Peloponeso, I, XXII, 1.

  • significado el Discurso por los Muertos de Pericles era cosa de enterrarlo por no poder recordar exactamente lo que haba dicho el Presidente, o no ms bien deba reconstruirlo la pluma de Tucdides para revivir lo que ms importaba, que era toda la gloria y el dolor de Atenas, su pintura imborrable para todos los siglos, que se haba plasmado en aquellas palabras que haban volado por sobre el cementerio del Cermico?

    Pues si de esta libertad gozaba entonces el gnero literario ms esclavo en apariencia de la objetividad, como es la historia (otros historiadores no tuvieron siquiera el escrpulo de Tucdides, de atenerse lo ms posible al "pensamiento general' y a las "palabras realmente pronunciadas), ya se deja entender lo que sera tratndose de una literatura cuyos fines eran la apologa o la moralidad; y a este gnero, segn se dice, pertenecen todos los llamados "discursos socrticos ( ), o sea los escritos de algn modo referentes a Scrates, y en los cuales figura ste, como es lo ms frecuente, en calidad de dramatis persona.23

    Obsrvese que esta descalificacin de los "discursos socrticos como documentos histricos alcanza no slo a Xenofonte, sino a cuantos cultivaron el gnero as denominado, con inclusin de los miembros del crculo socrtico ms ntimo, como Platn, Arstipo, Fedn, Esquines y Euclides de Mgara; y es por cierto esta crtica interna del uno de los mayores argumentos del escepticismo contemporneo tocante a la posibilidad de aprehender adecuadamente al Scrates histrico. Pero la crtica no retrocede ante estas consecuencias extremas, y lo peor es que no slo se funda en las contradicciones imposibles de negar entre los diversos discursos socrticos, o en lo mucho que en ellos ponen sus autores de su propio caletre, sino que se avanza el argumento formidable de que en la misma poca que vio nacer esta literatura, no fueron considerados aquellos discursos como documentos histricos ni cosa semejante, sino como poesa: as pura y simplemente, y esto no por ningn crtico audaz o impreparado, sino por nadie menos que por Aristteles, la suprema autoridad en la materia. En el principio casi de su

    23 Sobre esta cuestin y su abundante bibliografa, puede consultarse el captulo "Le de Magalhes-Vilhena, en su obra Socrate et la lgende platonicienne, Paris, 1952.

    EL PROBLEMA DE LOS DISCURSOS SOCRATICOS 23

  • 24 SCRATES SEGN SUS INTRPRETES

    Potica, en efecto, despus de haber dentudo la proposicin general de que el arte: es imitacin (), y de que la clasificacin de las artes ha de hacerse en razn de los diferentes medios imitativos, el filsofo die t - que no han recibido una denominacin especial Ies r ir es cuyo medio de imitacin es exclusivamente el lengmjti, "ya sea en prosa o en verso", y agrega en seguida : "N< j tenemos, en efecto, un trmino comn que pudiera aplicara tanto a los mimos de Sofrn y de Xenarco como a los dit ursos socrticos. 24

    Si hay alguien que sabe pesar sus palabras, es Aristteles; y siendo as, no hay modo ele aludir la terminante equiparacin entre los dilogos plaini.'Oy o los Memorabilia de Xenofonte, y el gnero cmico de., raimo (ia mimesis por antonomasia) que imita, con do.igji;o de buria, las acciones o el carcter de un personaje V^rt el texto aristotlico, por lo tanto, pertenecen al ]/s jio ero potico las Nubes de-Aristfanes y los dilogos de Platn. En un caso, es verdad, la imitacin se hace coa in t acin demgra toria, y en el otro con la totalmente contraria; pero uno y otro, en definitiva, son "imitacin" de la realidad, y si hay algo bien sabido es que la "imitacin aristotlica no es traslado puntual de la realidad, sino su re-creacin potica. En los textos y en el pensamiento del fil.Osofo, es ; ni ms a i renos.

    Muy ct. lente es Aristteles, en esta misma obra, de que la historia es bien diferente de la poesa, en cuanto que la primera narra los acontecimientos que han sucedido", y la segunda los que "podran suceder",25 pero con la misma claridad adscribe a la poesa, y no a la historia, los discursos socrticos.2 Por lo dems, Aristteles no hace s no codificar, en su Potica, un juicio de todos admitido; y el que tanto Xenofonte como Platn invoquen testigos de tal o cual conversacin de Scrates, no significa mayor cosa, pues como dice Robin, era un truco sabido que a nadie engaaba.

    No es un semel dictum, adems, en la obra aristotlica,Poet., 1447 b 11 :

    ul .26 Poet., 1451b.28 Lo que no deja de extraar es que Burnet, defensor acrrimo

    de veracidad "socrtica' de los dilogos platnicos, diga lo siguiente: "This classification of che Platonic dialogue with the mime is one of Aristotle's happiest thoughts." Plato's Phaedo, (p . XXXI. ,

  • EL PROBLEMA DE LOS DISCURSOS SOCRATICOS 25

    la comparacin que se contiene en el pasaje antes citado de la Potica, pues en uno de los fragmentos que se han conservado de su dilogo perdido Sobre los poetas, dice el mismo Aristteles que tanto los mimos de Sofrn como los dilogos socrticos [sic] son imitaciones en prosa.27 Por ltimo, hacindose eco de una tradicin que haba llegado hasta l, Digenes Laercio dice que, en opinin de Aristteles, el estilo o concepcin de los dilogos platnicos estaba entre la poesa y la prosa.28

    Volviendo a Xenofonte, debemos an agregar que la desestimacin en que cay como intrprete fiel de Scrates, se funda especficamente en la consideracin de que, hasta donde ha podido averiguarse, sus relaciones con Scrates fueron completamente espordicas o superficiales, y que en todo caso, nunca perteneci, segn dice Burnet,29 al crculo socrtico ms ntimo. Posteriormente, en su destierro de cerca de veinte aos, no parece haber conservado ningn trato con ninguna de las comunidades socrticas que se establecieron fuera de Atenas; por todo lo cual sus Memorabilia no habran sido realmente una recopilacin de recuerdos escasos y lejanos de su trato directo con Scrates, sino reelaboracin de la abundante literatura socrtica que se produjo mucho antes que aquella obra.30 Es realmente imposible concluye Burnet conservar el Scrates de Xenofonte, aun en el caso de que valiera la pena conservarlo."

    No alargaremos ms este catlogo, pues sera interminable, de los acusadores de Xenofonte, algunos de los cuales muestran contra l tanta pasin como Anito y sus

    27 . Rose, frg. 72.28 D. L. i l l , 37: 8 '

    () . Como por puede en este caso entenderse tanto la concepcin de fondo como el simple estilo, dejamos esto ambiguo en nuestra traduccin, pero de cualquier modo, aquella apreciacin no se compadece con la historicidad rigurosa de las palabras socrticas en los dilogos platnicos.

    28 Plato's Phaedo, p. xx.30 As, Heinrich Maler seala, entre otros, los siguientes "prs

    tamos que Xenofont habra hecho de Platn: Mem. IV, 6, 1, de Pedro, 262a-b, y Mem. IV, 5, 11, de Sofista 253d, pues de otro modo seran inexplicables las sorprendentes concordancias entre unos y otros pasajes. Segv.i Maier, Xenofonte ha importado de Platn todo cuanto le hace decir a Scrates sobre la dialctica. Cf. H. Maier, Sokrates, sein Werk und seine geschichtliche Stellung, Tu- binga, 1913, pp, 58-61.

  • 26 SCRATES SEGN SUS INTRPRETES

    asociados contra Scrates. Nos limitaremos simplemente, para suavizar tanta dureza y temperar el cuadro, a trasladar el ponderado juicio de Alfred Croiset, que sin ser precisamente una exaltacin xenofontiana, da razn de por qu, a pesar de todo, an podemos encontrar algo de Scrates en los Memorabilia. Dice as :

    "Xenofonte, discpulo de Scrates, es apenas un filsofo; pero es, en toda la fuerza del trmino, un socrtico. No le sigui en todas sus consecuencias ni comprendi quizs en toda su extensin la doctrina de su maestro; de ella no gust, por decirlo as, sino a flor de labio, pero guard el sabor y el perfume. Lo am por su belleza moral, por su nitidez dialctica, por su virtud de persuasin; tuvo, por la persona de Scrates, una especie de culto ; y estos diversos sentimientos modificaron poco a poco sus cualidades nativas y dejaron su huella en su alma. La vida y las obras de Xenofonte muestran, en un ejemplo perfecto, lo que pudo producir la educacin socrtica en una naturaleza sana, moral, activa, razonable, un poCo a ras de tierra, y ms bien armoniosamente ponderada que verdaderamente superior."31

    No creemos que pueda decirse mejor. Es el caso, nos parece, de recordar el conocido adagio escolstico: Quic- quid recipitur, ad modum recipientis recipitur. De un modo en una naturaleza excepcional como la de Platon, y de otro muy distinto en la de un gentilhomme campagnard, como parece haber sido, en fin de cuentas, Xenofonte, no se ve aparentemente cmo puede oponerse una excepcin perentoria a la posibilidad de que la efusin de un gran espritu no haya podido dejar, en uno y otro recipiente, un contenido muy diverso sin duda, en razn del recipiente mismo, pero no por ello necesariamente espurio. De acuerdo en que las limitaciones del discpulo puedan deformar ms o menos la imagen del maestro, quedar siempre en pie el hecho fundamental de que Xenofonte, no menos que Platn, am a Scrates, y que, como deca Pablo Luis Lands- berg, lo esencial de las cosas slo se revela a los ojos del amante". Por esto es imposible que una visin de amor pueda ser totalmente falsa; y he ah lo que, por encima o ms all de toda crtica erudita, quedar siempre, del mensaje y la persona de Scrates, en el testimonio xeno- fontiano.

    si Histoire de la littrature grecque, Pars, 1895, vol. IV, pp. 338-9.

  • PLATN 27

    Platn

    Desde la segunda dcada de nuestro siglo, y como la necesaria contrapartida del descrdito de Xenofonte, la llamada escuela escocesa : Taylor y Burnet a la cabeza, levantaron resueltamente la bandera en favor de Platn.32 Segn los dos grandes humanistas britnicos, el Scrates histrico, hasta donde es posible conocerlo, estara en los escritos platnicos, as en los dilogos como en la famosa Carta VII, cuya autora platnica contina defendindose hasta hoy. Sin salir de Platn, podemos reconstruir bastante satisfactoriamente la biografa de Scrates (Taylor mismo lo hizo as expresamente), no slo en la madurez del filsofo y en el clmax de su proceso y muerte, sino que podemos incluso retrotraem os hasta su misma infancia.33 Con base en Xenofonte, por lo contrario, es imposible hacer otro tanto; y como elementos nuevos, fuera de los que ya estn en Platn, no encontramos en los Memorabilia sino aquella escena en que Scrates le reprocha a su hijo Lamprocles su mal comportamiento con su madre algo que a un espritu tan domstico como Xenofonte debi impresionarlo especialmente, con algunos otros detalles ms sin importancia.

    No desconocen Taylor y Burnet cmo podran hacerlo? el hecho sobresaliente de que Platn, en fuerza de su superior capacidad de artista, nos pinta un Scrates a travs de su propio temperamento, y que ste se imprime por tanto vigorosamente en el contorno, luces y sombras del retrato ; pero de aqu a sostener, como lo hace la crtica alemana, que Platn no quiso sino pintar un "tipo, el tipo ideal del filsofo, y no un personaje real, es un salto mortal que nada autoriza a darlo. Es como si se dijera, segn la fina observacin de Taylor, que el retrato de Carlyle por Whistler no representa sino la nocin general que el pintor habra tenido de un tpico hombre de letras.34 Cuando Platn quiere hacer lo otro, pues para todo tena capacidad,

    32 Cf. especialmente: A. E. Taylor, Plato's biography of Socrates, en Proceedings of the British Academy, 1917-1918, y Socrates, 1933 ; y John Bumet, Platos Phaedo, cuya introduccin es sin duda el mejor manifiesto, por lo gil y profundo, en defensa de Platn.

    83 Con apoyo, segn Taylor, en los siguientes lugares platnicos: Laq. 180, Teet. 149a, Apol. 32b, Gorg. 495d y Eutif. 11c.

    34 Platos biography of Socrates, p. 127.

  • 28 SCRATES SEGN SUS INTRPRETES

    cuando quiere ponemos delante tipos y no individuos, hay que pensar ms bien en personajes como el extranjero de Elea que aparece en el Sofista y el Poltico, figura del todo desvada, sin sangre ni nervio, al lado del Scrates de tan tremenda vitalidad, tan nico e inconmutable, que pasa por tantos otros dilogos.

    Que los mismos dilogos puedan llamarse mimos, con arreglo a la equiparacin de Aristteles, lo conceden Taylor y Bumet sin dificultad; pero contrariamente a los que de ello infieren luego la irrealidad de unos y otros sin distincin, observan aquellos humanistas que en parte alguna dice Aristteles que no pueda haber mimos de caracteres reales, y que sta es exactamente la condicin de los dilogos platnicos.85 En lo ficticio y en lo real, el artista es por igual imitador de acciones, pasiones y caracteres (, , ), y esto slo basta para que pueda re- ducirse todo a un gnero, pero sin desconocer por ello la diferencia especfica en uno y en otro caso.

    El Scrates platnico termina diciendo Bumet no es un mero tipo, sino un hombre viviente. sta es, por encima de todo, nuestra justificacin para creer que l es en verdad el Scrates histrico. se Es imposible tomarlo como una simple mscara dramtica de que se hubiera servido Platn simplemente para expresar sus propias ideas. Entender as sus dilogos es hacer violencia a lo que nos es dado en el documento mismo, y faltar, por tanto, a la primera norma de toda crtica filolgica y filosfica, que es la de atenerse a lo dado.

    La certeza anterior no se infirma con la especie de que puede siempre trazarse, sea cual fuere la distancia temporal, la semblanza animada de un personaje cualquiera, como lo hacen, para no ir ms lejos, los historiadores modernos con respecto a los hombres que existieron hace siglos, ya que esto mismo demuestra que tanto en el testimonio directo como en el indirecto, y sea cual fuere en este caso el nmero de los intermediarios, es siempre posible saber cundo nos encontramos frente a un correlato objetivo de la narracin. Pero Platn, adems, fue testigo inmediato de Scrates, y al contrario de Xenofonte, ausente

    85 Bumet, Plato's Phaedo, p. xxxi: Platos dialogues really are mimes, buf with this difference, that the characters fra all real and well-known people."

    30 Platos I'Uaedo, p. i,v:c.

  • PLATN 29

    por ese tiempo de Atenas, el primero estuvo presente en el juicio de su maestro, y si no lo estuvo el da de su muerte, l mismo hace constar que fue por enfermedad. Todo esto acredita que formaba parte del grupo de sus ms fieles discpulos, por ms que no sepamos desde cundo, y lo corrobora, adems, el hecho de haberse retirado a Mgara, segn testimonios irrecusables, con la pequea comunidad socrtica que all se radic despus de la muerte del maestro. No lo habra hecho si no hubiera sentido profundamente l tambin, como los dems allegados a Scrates, el crimen de la justicia ateniense. Y aun suponiendo que no hubiera sido por este motivo, sino por huir de una situacin incmoda o peligrosa para l tambin, esto mismo probara su cualidad de perteneciente a aquella comunidad.

    En el retiro de Mgara, tan vecina de Atenas adems, pudo Platn or con todo sosiego de Fedn, Simias y Cebes, cada detalle del ltimo da de la vida mortal de Scrates, y componer as el dilogo al que por algo dio el nombre del primero de los mencionados testigos directos, en cuyos labios, adems, pone la narracin. Por todo esto, que garantiza el ser este dilogo vivo trasunto de lo que en realidad aconteci, y por la nobleza de alma, adems, que siempre distingui a Platn, afirma Burnet, sin vacilar, lo siguiente :

    "Sea lo que haya hecho Platn en otros dilogos (como en el Parmnides, cuya accin se sita en casi veinte aos antes de su nacimiento) yo no puedo admitir que pueda haber falseado la historia de los ltimos momentos de su maestro sobre la tierra, sirvindose de l como de una mera mscara para enunciar sus propias doctrinas. Sera esto una ofensa al buen gusto y un ultraje a la piedad (piety) natural, ya que si Platn hizo una cosa semejante, debi haberla hecho deliberadamente. 37

    Nos hemos detenido un poco en este punto de la historicidad del Fedn, porque es uno de los dilogos cuyo "socratismo ha sido ms vivamente impugnado; porque representa lo ms esencial quizs en la vida de Scrates, que es su muerte; y porque, en fin, es un inmejorable test para comprobar la divergencia entre las diversas escuelas de la exgesis socrtica. Por ser tan interesante este aspecto de la cuestin, y tan ilustrativo para lo que va a seguir, nos ser permitida la siguiente digresin.

    La escuela alemana si podemos llamarla as por ser37 Platos Phaedo, pp. xr-.

  • 30 SCRATES SEGN SUS INTRPRETES

    de esta nacin los principales representantes de esta tendencia no toma en cuenta, en toda esta discusin, sino el documento escrito, y con pruebas irrefragables, adems, de la veracidad de su contenido. Desde este punto de vista, en lo que atae a la cuestin socrtica, no existe nada, fuera del acta de acusacin de Scrates, conservada por siglos en los archivos de Atenas, que permita saber nada de l con esta certeza grfico-matemtica. Y como para esta mentalidad no existe otro tipo de certeza, la consecuencia extrema, pero absolutamente lgica, es la que saca Olof Gigon al decir que prcticamente todo lo dems, todo cuanto Scrates ha sido y ha significado en la conciencia de la humanidad civilizada, no es sino poesa urdida por quienes quisieron hacer de un hombre que as se llam y que muri acusado de impiedad, el tipo ideal del filsofo : poesa socrtica, Sokratesdichtimg,38 Scrates no es sino la "encarnacin potica del verdadero filsofo y si lleg a asumir este carcter, fue simplemente es el mismo Gigon quien lo dice porque encontr un poeta de la talla de Platn, y nada ms.

    A la escuela alemana le ha hecho frente no slo la escuela latina, sino la que hemos convenido en llamar escuela inglesa o escocesa, y la oposicin resulta del hecho de tener en cuenta no slo los textos escritos de certificacin notarial, como si dijramos (el acta de acusacin), sino otros textos igualmente escritos ya que Platn escribi abundantemente sobre Scrates, pero enjuiciados, como lo hacen Taylor y Burnet, en funcin de la personalidad de su autor, y como quien considera el retrato de un personaje histrico hecho por un gran artista, segn la comparacin hecha por el mismo Taylor. Es lcito ver en uno y en otro caso, como dice Gomperz a propsito de la Apologa platnica, una verdad estilizada: stilisierte W ahrheit; lo que no podemos es ver all de todo en todo una ficcin, por ms que se la decore con el alto nombre de poesa. Considerar a Platn como un mistificador, aun con la aadidura de haber sido un mistificador sublime, es algo contra lo que se levanta clamorosamente su excelsa personalidad, segn resulta de sus mismos escritos y del testimonio de sus contemporneos. Al igual que los apstoles de Jess, l

    38 Olof Gigon, Sokrates, sein Bild in Dichtung und Geschichte, Bern, 1947, p. 16 : die dichterische Verkrperung des wahren Philosophen.

  • PLATN 31

    tambin, segn dice Burnet, fue apstol de su maestro, y el haber puesto todo su arte en ese mensaje, no le impidi respetar la verdad, como siempre lo hizo, y ms en aquello que le importaba sobremanera.

    Por todo ello, y por ms que la cuestin haya de estar, por lo visto, eternamente sub iudice, nos parece lo ms juicioso superar el escepticismo de los esclavos del litera- lismo documental,39 y aceptar, por lo menos con certeza moral, los documentos escritos y la tradicin oral que no pueden tomarse, segn quieren los escpticos, como una gigantesca superchera. Suscribimos as, completamente, el juicio que un investigador socrtico tan acucioso y nada crdulo como Magalhes-Vilhena, estampa en las siguientes lneas :

    "Nos parece evidente que cuando se dice hoy que el Scrates de Platn es el Scrates de la historia, o por lo menos el ms histrico de los Scrates que han llegado hasta nosotros, no se quiere decir que haya una identificacin total entre los dos y que el primero agote completamente al segundo. Lo que debe y puede decirse, y as lo pensamos nosotros igualmente, es que el Scrates de Platn, en sus puntos ms esenciales, y por ms que no sea en todo histricamente exacto, es el ms fiel retrato de Scrates entre los que poseemos, en la medida en que un retrato se acerca al original y lo imita, o en la medida en que un espejo nos da un reflejo, segn su propia curvatura, del objeto que en l se proyecta. Considerndolo bien, no nos parece que est seriamente falseado el Scrates de Platn. Por consiguiente, no puede ponerse en duda la superioridad del testimonio platnico ; en esto tienen razn Bumet y Taylor."40

    Creemos que basta con estas observaciones, y haremos gracia al lector del tratamiento de la otra y ms complicada cuestin de saber en qu dilogos platnicos precisamente se encuentra, del modo dicho, el Scrates histrico, y en cules otros, por el contrario, expresa libremente Platn teoras que no le pertenecen sino a l mismo, por lo menos en su desarrollo completo, y por ms que Scrates contine figurando como personaje del dilogo. Ya los antiguos, segn observa Tovar,41 haban percibido bien esta distin-

    88 De ser en todo buchstblich es de lo que se ufana Olof Gigon, y querer saber ms, segn l, es estril fatiga: Mehr wissen zu wollen, ist unfruchtbares Bemhen, op. cit., p. 64.

    40 Le problme de Socrate, p. 447.41 Antonio Tovar, Socrate, sa vie et son temps, Paris, 1954, p. 27.

  • 32 SCRATES SEGN SUS INTRPRETES

    cin, y es la nica, por lo dems, que puede salvamos de caer en uno cualquiera de los extremos antes sealados : el de un Scrates como pura mscara del platonismo, o bien el hacer de Platn el mero locutor de un Scrates que sera el autor de la teora de las Ideas, la anagnorisis, etc., en todos sus perfiles.

    Pero una vez aceptado lo anterior, lo difcil es hacer la indicada discriminacin, que tampoco puede ser una dicotoma absoluta, como si Platn, segn dice Magalhes- Vilhena,42 hubiera sido nicamente bigrafo en un grupo de sus dilogos y solamente filsofo en el otro.

    Aceptando de antemano que siempre habr aqu tambin un residuo muy amplio de indeterminacin, los crticos suelen aceptar, como documentos del Scrates histrico, los ms antiguos de los dilogos platnicos, segn la cronologa ms comnmente recibida, ms aquellos en que se delata ms visiblemente la intencin biogrfica o simplemente apologtica, o bien la parte correspondiente del dilogo, como el discurso de Alcibiades en el Banquete. Sobre esta base, una autoridad tan responsable como Wilamowitz43 admite con el mencionado carcter la Apologa y el Critn, de evidente designio apologtico, ms los siguientes en que, segn l, domina la misma preocupacin: Laques, Lysis y Carmides, que fueron escritos para demostrar que Scrates fue un verdadero educador y no, como le imputaban sus acusadores, un corruptor de la ju ventud, y finalmente el Eutifrn, destinado a precisar el concepto de piedad, dado que Scrates haba sido injustamente condenado por asbeia. Con respecto al Fedn, se muestra Wilamowitz ms escptico, pero ya hemos visto por qu motivos defienden Taylor y Burnet su historicidad sustancial.

    Para lo que en este ensayo nos interesa, que es no tanto la doctrina cuanto la personalidad de Scrates, constituyen una firme base los cuatro dilogos que nos servirn de estructura fundamental, y que son aquellos que compendian el ciclo del juicio y la muerte de Scrates, a saber: Eutifrn, Apologa, Critn y Fedn. Por ser tan evidente su conexin en torno al dicho tema, fueron clasificados en la primera de las nueve tetralogas en que dividi los dilogos platnicos el gramtico Trasilo, en el reinado de

    42 Socrate et la lgende platonicienne, Paris, 1952, p. 190.43 Platon, I, pp. 181 ss.

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    Tiberio. La filologa moderna ha respetado por lo menos esta primera tetraloga, y con mayor conciencia crtica, le otorga igual crdito histrico.

    Antes, empero, de lanzamos a navegar libremente por los textos platnicos, con los ojos abiertos no ms al personaje que de ellos emerge, nos ser preciso decir algo pues de otro modo habra un vaco lamentable en las fuentes histricas sobre los otros dos testimonios cuya importancia no puede tampoco desconocerse, y que en todo caso no pueden ser recusables a priori : Aristteles y Aristfanes.

    Aristteles

    Al igual que Xenofonte, Aristteles ha conocido tambin, en tanto que fuente del Scrates histrico, su apogeo y su declinio. Por mucho tiempo pas por ser la norma crtica entre Platn, Xenofonte y Antstenes ; la instancia dirimente entre las contradicciones que pudieran encontrarse entre los discpulos inmediatos del maestro. Todava a fines del siglo pasado deca Karl Jol lo siguiente:

    "Por concisas que puedan ser en palabras y pocas en nmero las noticias aristotlicas, aqu y nicamente aqu tenemos a nuestra mano el criterio ms excelente. Mucho antes an, Trendelenburg pensaba que nadie como Aristteles pudo trasmitimos fielmente la filosofa platnica, y la socrtica por consiguiente, al aludir a Scrates expresamente: "Aristotelem vero Platonis philosophiam recte intelligere et candide tradere aut nescivisse aut noluisse nemo jure contendet. 45

    Del mismo modo opinaron otros muchos antes de que Taylor y Bumet demostraran que Platon es la ms importante de nuestras autoridades para el conocimiento de Scrates. Con su gravedad y su supuesta impasibilidad, estereotipada durante los largos siglos en que su inmenso genio domin por completo el pensamiento occidental, Aristteles apareca como insospechable de parcialidad en pro o en contra de Scrates, y sobre esto an, en posesin de una informacin sobre Scrates que nada tena que envidiar a la de

    44 Der echte und der xenophontische Sokrates, Berlin, 1893, I, 171.45 Platonis de ideis et numeris doctrina ex Aristotele illustrata,

    Leipzig, 1826, p. 3.

  • 34 SOCRATES SEGN SUS INTRPRETES

    sus discpulos inmediatos, salvo el trato igualmente inmediato con el maestro, pero incluso esta carencia pareca una ventaja. Aristteles, en efecto, haba llegado a Atenas hacia el ao 367, ms de veinte aos despus de la muerte de Scrates, y habiendo convivido luego, por otros veinte aos, cn Platn y los dems socrticos, pudo as tener sobre Scrates la informacin ms completa, pero, al mismo tiempo, mantenerse inmune del hechizo que sobre todos ellos haba ejercido un hombre a quien ya no pudo conocer el joven que haba pasado en Macedonia aquellos aos decisivos, preados de tan hondo dramatismo, para la comunidad socrtica.46 En estas condiciones cmo no aceptar que su testimonio sobre Scrates tena la doble garanta de la informacin y la imparcialidad?

    A todas estas razones opuso desde luego Taylor la irresistible objecin de que cualquiera que pudiese ser el valor de dicho testimonio sobre la doctrina socrtica, nada nos dice en absoluto sobre la personalidad de su autor ; y en honor de Aristteles debemos agregar que dio buena prueba de su honestidad intelectual en haberse abstenido de trazar la semblanza de un hombre con quien no haba tenido trato directo. Como quiera que haya sido, lo indiscutible es que, como dice Taylor, las nicas representaciones vitales que tenemos de Scrates son las de Platn y Aristfanes, y no la de Xenofonte, ni menos an la de Aristteles, "de la cual se ha evaporado todo rasgo individual". Aristfanes hace, es verdad, una caricatura, pero por esto mismo, una distorsin de rasgos reales, y es as como las Nubes y el Fedn concuerdan en datos histricos tan preciosos como las relaciones de Scrates con Anaxgoras y Arquelao.47 En Aristteles, por el contrario, falta del todo la biografa socrtica. Ni la hay, ni, por lo dems, lamentamos su ausencia, ya que el Scrates aristotlico, el autor de la Begriffsphilosophie, es un puro dialctico en el cual el alma se reduce al pensamiento y ste al concepto.

    48 Lo que decimos aqu es apenas una glosa del siguiente pasaje de Gomperz : En el Estagirita dice tenemos una autoridad que rene la ms alta competencia a una gran agudeza de juicio: vivi en un tiempo bastante cerca de Scrates para informarse de la manera ms exacta sobre su vida y doctrina, y al mismo tiempo, estuvo separado de l por una distancia bastante grande como para escapar a la fascinacin de su personalidad y no verse tentado a consagrarle un culto como a un hroe."

    *7 Taylor, Varia Socratica, Oxford, 1911, p. 174.

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    Pero luego result, en el desarrollo de la campaa antiaristotlica, que ni siquiera poda tenerse confianza en Aristteles en tanto que doxgrafo, es decir, en tanto que trasmisor del pensamiento ajeno, y esto por la razn de que, segn dijeron sus impugnadores/8 Aristteles, absorto totalmente en la edificacin de su propio sistema, y con perfecta conciencia, adems, de su genio filosfico, no enjuicia a los dems sino en cuanto que estn de acuerdo con l o en contra de l, lo cual introduce desde el principio una inevitable distorsin en lo que debe ser, por parte del doxgrafo, una visin imparcial. "Cuando Aristteles habla de los dems dice Magalhes-Vilhena piensa esencialmente en s mismo. Sus alusiones histricas son, por decirlo as, una discusin sobre su propia doctrina con los filsofos anteriores y a menudo tambin con los contemporneos. Los elementos de apariencia histrica que encierra la exposicin aristotlica, son sobre todo materiales que el filsofo utiliza en funcin de su propio sistema. ste, a su vez, se presenta como la verdad definitiva que remedia las insuficiencias de los sistemas anteriores y rectifica sus errores; la sntesis y el desarrollo perfecto de las intuiciones parciales de la verdad que fueron las doctrinas de sus predecesores." 49

    Esta censura de Aristteles en tanto que historiador de la filosofa, con todo lo dems que hemos dicho, parece remontarse a la misma Antigedad clsica, pues nadie menos que Cicern nos dice que as como Aristteles reprocha a los antiguos filsofos el haber sido lo suficientemente necios o vanidosos como para creer que la filosofa haba alcanzado con ellos su perfeccin, as tambin est l seguro de que por el gran desarrollo alcanzado por la filosofa en pocos aos, pronto llegar a su absoluta consumacin.60

    Las anteriores apreciaciones las fundan los modernos, de manera especial, en el tratamiento expositivo que hace Aristteles de las doctrinas de sus predecesores, en los pri

    48 Toda esta argumentacin puede encontrarse ampliamente expuesta en el captulo Aristote et lhistoire de la philosophie, del libro Le problme de Socrate de Magalhes-Vilhena.

    49 Le problme de Socrate, p. 239.00 "Itaque Aristoteles veteres philosophos accusans, qui existima

    vissent philosophiam suis ingeniis esse perfectam, ait eos aut stultissimos aut gloriosissimos fuisse; sed se videre, quod paucis annis magna accessio facta esset, brevi tempore philosophiam plane absolutam fore." Tusculanas, III, 28, 69.

  • 36 SCRATES SEGN SUS INTRPRETES

    meros captulos de la Metafsica. Como la ms alta ciencia, para nuestro filsofo, consiste en el conocimiento de las causas primeras, y como el trmino de "causa se predica en cuatro sentidos, daba l por sentado que todos sus precursores haban investigado, de uno u otro modo, estos cuatro tipos de causas ; y de acuerdo con estos presupuestos, acomoda los philosophemata de los presocrticos a una concepcin y a una terminologa bien aristotlicas sin duda alguna, pero por ello mismo, extraas a la mente de aqullos. Por qu, en efecto, iba a ser el de los fsicos jonios la causa material sin otra distincin, o el de Anaxgoras la causa final que es como lo entiende Aristteles y no ms bien una causa eficiente desprendida de los elementos? Por todo esto puede concluir Magalhes- Vilhena del modo siguiente: "El espritu que anim a Herdoto cuando puso los fundamentos de la historia, no fue en manera alguna el espritu que anim a Aristteles y le condujo a hablar de sus predecesores."61

    Con el mismo espritu, segn estos crticos, se refiere Aristteles a su gran predecesor que fue Scrates, para hacer de l un heraldo de su propia filosofa, y con tanto mayor nfasis cuanto que a Scrates recurre precisamente para acogerse a su autoridad en su polmica contra Platn. Por encima de su propio maestro, erige al maestro de Platn en instancia suprema, y por esto insiste en presentar a Scrates como el descubridor de los conceptos universales, pero implcitos en la realidad singular y no como ideas separadas; y de aqu, en suma, que el Scrates de Aristteles no sea sino una figura beligerante, cobelige- rante con Aristteles, en la polmica de ste contra las Ideas.

    Tal parece desprenderse, en efecto, de los textos aristotlicos principales, los relativos, como dice el padre Deman, a las grandes posiciones socrticas. Copiaremos apenas los ms prominentes, segn los encontramos en la Metafsica :

    "Scrates, por su parte, se aplic al estudio de las cosas morales, y para nada, en cambio, al de la naturaleza en su conjunto. En aquel dominio, sin embargo, investig lo universal ( ), y el primero entre todos, fij su pensamiento en las definiciones."52

    81 Le problme de Socrate, p. 254.62 Met., A, 6, 987b, 1-6.

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    "En cuanto a Scrates, no separ lo universal de las cosas singulares, y pens rectamente al no separarlo."68

    Dos son las cosas que en justicia se pueden atribuir a Scrates : los discursos inductivos y la definicin universal; una y otra, en efecto, son el punto de partida de la ciencia. Pero Scrates no separaba ni los universales ni las definiciones, en tanto que estos filsofos los han separado y han llamado ideas a estas determinaciones n- ticas. 5i

    Bien claro est, por estos textos, que Aristteles no disimula su intencin de hacer de Scrates un aliado en su polmica contra Platn, y un precursor, adems, de su propia filosofa, segn la cual es la Forma universal el constitutivo de la realidad singular, slo que no como Idea separada. Esto, no obstante, en concepto de buen nmero de intrpretes o comentadores de Aristteles, como Ross, Jaeger y Deman, no es una razn decisiva para invalidar su testimonio, pues, en efecto, vemos al Scrates de los dilogos platnicos, de aquellos en que no aparece an la teora de las Ideas, preocupado constantemente por encontrar el concepto universal de cada virtud ; la proyeccin, en otras palabras/del espritu cientfico sobre el campo exclusivo de la tica.

    Se ha dicho igualmente que Aristteles no reproduce fielmente, en el primero de los textos arriba transcritos, al Scrates histrico, en cuanto que lo presenta como consagrado exclusivamente al estudio de los problemas morales, siendo as que tanto por el testimonio de Aristfanes tomo del mismo Platn,66 no dej Scrates de interesarse, en cierta poca de su vida, en las especulaciones sobre la naturaleza. Pero Aristteles no trata de describimos la evolucin intelectual de Scrates, sino nicamente de presentarnos al Scrates definitivo y original, dedicado por entero y exclusivamente al estudio del hombre, que es puntualmente como l mismo se nos ofrece en las pginas de la Apologa y del Fedn. Esto, por lo dems, est bien de acuerdo con la filosofa aristotlica, para la cual es la causa final la primera y principal, y cada ente, por ende, eslo que es cuando ha alcanzado su telos.

    Por ltimo, y en defensa indirecta de la objetividad

    Met., M, 9, 1086a-b, 5.M Met., M, 1078b.65 Fedn, 9a-100a.

  • 38 SCRATES SEGN SUS INTRPRETES

    fundamental de Aristteles, no debe olvidarse que as como l hace de Scrates en este punto su aliado o instancia crtica contra Platn, as tambin se opone a Scrates, con el mismo rigor e independencia de criterio, en aquello que en la historia de la filosofa ha venido designndose como el intelectualismo socrtico, o sea la dependencia absoluta de la virtud, de todo en todo, de la inteligencia. Los textos pertinentes los presentaremos a su debido tiempo, cuando enfoquemos este delicado aspecto de la personalidad de Scrates, pues por ahora slo se trataba de apreciar en general, y all donde ha sido ms impugnado, el testimonio de Aristteles. Por deseable que nos parezca que hubiera sido en este punto preciso, como dice Deman, ms historiador y menos filsofo, no por eso podemos rechazarlo en bloque. Con las reservas a que invita el contexto donde estn, debe reconocerse a los textos de la Metafsica, segn dice Magalhes-Vilhena, un valor considerable.66

    Aristfanes

    En esta revisin que estamos haciendo de las fuentes socrticas, no podemos de ningn modo pasar por alto la interpretacin de Aristfanes. Podemos aceptar desde luego que el retrato que de Scrates se nos da en las Nubes, es de todos el ms infiel o contrahecho, pero lo cierto es que tuvo entre sus contemporneos y sobre Scrates mismo, un efecto decisivo y terrible. En el principio de su apologa, en efecto, dice Scrates que tiene que habrselas con dos clases de acusadores : los ms inmediatos y visibles, que son los que han presentado ante el tribunal su escrito de delacin, y aquellos otros, ms temibles an, que son los que por tanto tiempo, con mltiples calumnias, le han concitado el nimo de sus conciudadanos. Ahora bien, entre estos ltimos acusadores nombra Scrates expresamente a uno solo: Aristfanes, en cuya comedia, segn sigue diciendo, se ofrece a la burla'de los espectadores a un cierto Scrates que se jacta de marchar en el aire, y que con arrogancia ridicula profiere mil inepcias sobre cosas de que no entiendo yo ni mucho ni poco.67 Ms an, y siempre a dicho de Scrates, sobre la misma comedia de Aristfanes,

    60 Le problme de Socrate, p. 265.67 Apol., 19c.

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    sobre lo que all se dice y lo que all se pinta, est calcado el primer captulo de la acusacin presentada por Melito, e inspirado en los siguientes trminos : "Scrates es culpable y pernicioso, por escudriar las cosas ocultas bajo la tierra y las cosas celestes ; por hacer prevalecer la mala causa sobre la causa buena, y por adoctrinar de este modo a los dem s."68

    Vale la pena, por tanto, y sea cual fuere el dictamen ltimo sobre lo que pueda contener de verdad o falsedad, detenerse algo en el anlisis de esta comedia : las Nubes, de tan aciago impacto en el destino de Scrates, y de tan alto valor, por lo dems, en el gnero cmico. Y lo haremos con tanto mayor prolijidad, cuanto que no volveremos, despus de esta inspeccin indispensable, a ocuparnos ms, en nuestros varios enfoques sobre la persona de Scrates, de lo que no es, en suma, sino una perversa caricatura.

    El personaje que con Scrates comparte en las Nubes el papel de protagonista, es un tal Strepsades, un campesino frugal, ahorrativo y de cortos alcances, cuyas desgracias le vienen de haber contrado un matrimonio, a todas luces insensato, con una dama de la aristocracia ateniense. Tanto por los despilfarras de su cnyuge como por los del hijo que ha seguido los gustos de su madre, acaba por verse el infeliz Strepsades al borde de la ruina.

    Despus de una terrible noche de insomnio, imagina un expediente que, en su opinin, habr de librarle infaliblemente de sus acreedores que le acosan, y que consiste en enviar a su hijo Fidpides a la escuela de Scrates, y no ciertamente para que enmiende su conducta, sino para que aprenda los dos razonamientos ( ): el fuerte y el dbil, o en otra versin, el justo y el injusto, y pueda servirse de uno u otro al defender ante los tribunales los intereses de su padre, y sacarlo absuelto de la demanda de sus acreedores. Y este resultado ser absolutamente infalible, toda vez que "estos hombres dice Strepsades te ensearn, con tal que les des dinero, a hacer triunfar, por tu elocuencia, todas las causas, as las justas como las injustas".69

    A la escuela de Scrates la llama Aristfanes, con un neologismo de suculento sabor, el "reflectorio de los esp

    es Apol., 19b.80 Nubes, 98-99.

  • 40 SCRATES SEGN SUS INTRPRETES

    ritus sapientes,0 y a sus miembros los presenta como pauprrimos ejemplares de humanidad, plidos, hambrientos, encanijados, gentes que huyen la luz del sol y andan encorvados, para poder investigar mejor, segn dicen, los secretos subterrneos.

    Es natural, pues, que oponga una rotunda repulsa a entrar en la sociedad de estos tipos (no porque tenga ningn escrpulo a servirse como le convenga de los "dos razonamientos ) un joven como Fidpides, sanguneo, domador de caballos, un perfecto bruto, en fin, en lo mejor y en lo peor de la connotacin. A Strepsades, por tanto, no le queda otro recurso que decidirse l mismo, no obstante sus aos y su rusticidad, a aprender la doctrina para l salvadora ; a llamar, en suma, a las puertas del Reflecto- ro socrtico, y pedir a los discpulos que le lleven a la presencia del maestro.

    ste, Scrates, aparece luego en una escena de una comicidad incomparable, suspendido en una canasta y balancendose en el aire. Ante el asombro de Strepsades, se digna explicarle, a quien llama desdeosamente "criatura efmera, que el andar de esta guisa se debe a que : "Jams habra descubierto las cosas del cielo si no hubiera levantado as mi espritu, y no mezclara mi pensamiento, en atencin a su sutileza, con el aire que es su semejante. 81 En estas expresiones hay, como se ve, una clara alusin a la teora de Anaximenes, de que el principio de todas las cosas es el aire, o tambin, ms cerca de Scrates, a Anaxgoras, para el cual, segn se dice, el alma tena la forma del aire.

    No bien repuesto de su espanto, Strepsades formula su demanda : la disciplina de los dos razonamientos, por cuyo don ofrece a Scrates lo que quiera pedirle, y toma a los dioses por testigos de su promesa. A esto responde irritado Scrates que para l y sus discpulos no hay tal cosa como la creencia en los dioses,62 sino que sus divinidades son las nubes (maravillosa imagen para indicar la inconsistencia de esta filosofa), y a ellas invoca, en efecto, en un

    60 . Nubes, 94. Sigo la traduccin de Merry: "reflectory", porque al igual que refectorio, evoca admirablemente la imagen de una comunidad asctica, de gran clausura, que es exactamente la que Aristfanes da de la comunidad socrtica.

    Nubes, 227-230.2 Ibid., 247-248.

  • ARISTFANES 41

    conjuro que tiene tanto de solemne como de ridculo. En lugar de jurar por Zeus, como todos, lo hace "por el Soplo, por el Caos y por el Aire.63 De las nubes confiesa recibir sus principios y su dialctica.64

    Las nubes, por su parte, que son aqu el coro de la comedia, no son sordas a la invocacin del "sacerdote de las vaciedades sutiles, y al comparecer en la escena felicitan a Strepsades por haber elegido tal maestro y le auguran los mejores resultados, "con tal que le dicen tengas buena memoria y el gusto de la meditacin, y en tu alma habite la perseverancia, a fin de que soportes incansablemente el fro y el hambre, y te abstengas del vino, de los ejercicios atlticos y de los dems placeres irracionales.65 Notemos de paso cmo esta descripcin no es esta vez nada caricaturesca, sino que responde fielmente a los conocidos hbitos ascticos, de resistencia fsica y moral, que todos sin excepcin reconocieron en Scrates.

    Como todos los esfuerzos del maestro por educar al viejo rstico no dan, como era de preverse, mayor resultado, ambos vuelven al propsito de persuadir por otra va al joven Fidpides a ingresar en el Reflectorio socrtico; y es Scrates quien tiene la feliz idea de hacer comparecer en escena, como personajes vivientes, al Razonamiento Justo y al Razonamiento Injusto ( , ) a fin de que por un debate pblico entre ambos, le sean a Fidpides poco menos que tangibles las ventajas de afiliarse a la nueva educacin.

    Es sta, por cierto, una de las escenas mejor logradas de la comedia, de mayor movimiento y colorido. Y es tambin uno de los grandes documentos histricos sobre la antigua y la nueva paideia, cuyos respectivos adalides: el Razonamiento Justo por la primera, y el Injusto por la segunda, se nos presentan en su tendencia general y en sus ms concretos pormenores. De manera ms inmediata que por cualquier narracin impersonal, nos damos cuenta, por el dilogo entre ambos personajes, de cmo se haba abandonado en Atenas la antigua disciplina, con sus hbitos ascticos, el apego a la tradicin y el respeto de los mayores, para sustituirla por las costumbres relajadas, las charlas interminables e insustanciales en el gora o en los baos

    m Nubes, 627.* Ibid., 317-318. Ibid., 413417.

  • 42 SCRATES SEGN SUS INTRPRETES

    pblicos, y el dominio incontrastable, en suma, de la retrica por s misma, y no como instrumento al servicio de la verdad y la justicia.

    De manera especial y es algo sobre lo que debemos hacer de nuevo hincapi es del todo ineficaz la apelacin que el Razonamiento Justo quiere hacer, como ltimo recurso, a la religin tradicional, al alegar, frente a su adversario, que la justicia existe porque tiene su asiento entre los dioses. A esto contesta el Razonamiento Injusto, y en este punto con sobra de razn, que si existiera esa justicia que ordena, entre otras cosas, honrar a los padres, cmo entonces no pereci Zeus al haber encadenado a su padre Cronos para reinar en su lugar ; 66 y que adems, tampoco puede erigirse en patrn de las buenas costumbres a ese mismo padre Zeus, "esclavo del amor y las mujeres.7 Ante tales argumentos se retira indignado, reconociendo su derrota, el Razonamiento Justo, y en cuanto a Fidpides, se decide al fin, despus de presenciar todo esto, a someterse a la educacin socrtica.

    En el avisado joven produce esta vez dicha enseanza todos sus efectos, pero tan completos, que el resultado final es del todo adverso para Strepsades, pues su hijo, en lugar de convertirse en un auxiliar suyo contra sus acreedores, se vuelve precisamente contra su padre, y acaba incluso por apalearlo. Y cuando la vctima invoca la moral y el derecho tradicional que prohben tales actos, Fidpides contesta con todo cinismo que puesto que fue un hombre, y nadie ms, quien estableci esa ley, otro hombre a su vez, o sea l mismo, bien puede instaurar otra ley que tenga por lcito lo que antes no lo fue.8 Es, como se ve luego, la conocida doctrina sofstica de la ley (o con mayor precisin, del , que comprende tanto la moral como el derecho) como obra exclusiva de la convencin humana; doctrina que, en la comedia de Aristfanes, ensea Scrates a sus discpulos.

    Por ltimo, y en un tardo arrepentimiento de su insensata conducta pasada, Strepsades resuelve prender fuego a la casa y escuela que tantos males le ha trado, y la comedia termina as, con la conflagracin del Reflectorio socrtico.

    08 Nubes, 903-905. .67 Ibid., 1081.es Ibid., 1421-1422.

  • ARISTFANES 43

    Como podemos percibirlo luego, despus del resumen que acabamos de hacer de la pieza aristofnica, trtase evidentemente, segn lo anticipamos, de una grosera caricatura de Scrates, o peor an ya que la caricatura es propiamente una distorsin de los rasgos reales del personaje de una deformacin completa. Con la excepcin, que subrayamos antes, de la temperancia y autoridad de Scrates, todo el resto es ficcin pura, o no tiene, en todo caso, el menor apoyo en ningn otro de sus intrpretes. Por ninguna otra parte sabemos que tuviera l un conventculo hermtico de esa especie, antes por el contrario su vida transcurri siempre en el aire y bajo el sol del gora ateniense, en conversacin siempre disponible con cuantos quisieran acercrsele. No fue la clausura, sino por el contrario la ms amplia apertura, el estilo de vida socrtico.Y en cuanto a lo de ensear esas doctrinas esotricas sobre los fenmenos subterrneos o celestes, el mismo Scrates, en un pasaje de su apologa que tiene el sello de la ms completa historicidad, toma por testigos a todos sus jueces y auditores para que digan si jams uno solo de entre ellos le oy discurrir para nada sobre tales cosas.0

    Podra argirse y de hecho se ha sostenido as que el elemento de verdad, que habra luego utilizado libremente la fantasa del comedigrafo, radica en que Scrates, en las primeras etapas de su vida y posiblemente hasta la edad madura, fue tambin un investigador de la filosofa natural, y no por diletantismo, sino con verdadero entusiasmo. A esta aseveracin no hay naturalmente nada que oponer, pues, no slo el Scrates de Xenofonte se nos presenta igualmente con este aspecto,70 sino que consta todo ello abundantemente en la narracin autobiogrfica que Platn pone directamente n labios de Scrates,71 y que tiene un sello irrecusable de historicidad. All confiesa Scrates, en efecto, que en su juventud ( ) tuvo verdadera pasin por ese gnero de saber a que se da el nombre, segn dice, de investigacin de la naturaleza, y aun agrega que le pareca de incomparable esplendor. A continuacin narra por qu y cmo fue que despus le sobrevino el desencanto ms completo, sobre todo por las insuficiencias o vacos que crey advertir en la cosmologa de Anaxgoras, pero el he-

    0 Apol., 19d.o Mem., IV, VII, 1-6.71 Fedn, 96a-100a. ,

  • 44 SOCRATES SEGN SUS INTRPRETES

    cho de aquel primer entusiasmo parece ser incontrovertible. Nada tiene todo esto de extrao, por lo dems, ya que Scrates, como todas las grandes inteligencias, debi tender naturalmente, y ms en la ilusin sin lmites d la juventud, a la posesin de la sabidura en toda su plenitud concebible. Por otra parte, y como lo diremos despus ms de propsito, Scrates, sin ser precisamente un aristcrata, recibi siempre favorable acogida en los crculos ms selectos, sociales e intelectuales, de su ciudad. Bastbale sin ms el haber sido amigo personal de Pericles para poder or directamente a todos los filsofos que de todo el mundo helnico afluan a la casa del ilustre repblico.

    De todo ello, sin embargo, no se sigue que Scrates haya podido convertirse, en la primera poca de su vida, en el jefe de una escuela filosfica, y menos an del gnero de la, que se nos presenta en las Nubes. Taylor y Bumet son los nicos, hasta donde sabemos, que han sostenido algo semejante. Desde luego rechazan como calumnia pura, el que Scrates hubiera enseado por amor del dinero, como tambin el que viera la verdad y la justicia con el menosprecio que es patente en las Nubes ; pero s creen que Scrates fue el leading spirit de una esotrica comunidad de creencias rfico-pitagricas. Para pensar as se basan en que no pudo tener otro origen sino ste : el de la religin rfica, el dogma de la inmortalidad del alma, que con tanto calor defiende Scrates en el Fedn, as como en otras circunstancias adventicias, como la comparecencia en el mismo Fedn de ciertos miembros de tales comunidades rficas, como Simias y Cebes, que por algo habran acompaado a Scrates en su ltimo da. Taylor, por su parte, parece ser partidario de esta hiptesis o reconstruccin histrica, por la consideracin de que de no ser as, no tendra base histrica la caricatura de Aristfanes, y que a menos de concederle este fundamento, sera toda ella una necedad.72

    De nuestra parte no vemos por qu la voluntad salvifica, si podemos decirlo as, que un scholar pueda tener por la comedia aristofnica, ha de llevamos a postular la existencia de una comunidad socrtica, ms o menos parecida a la de las Nubes tan slo por el prurito de darle a esta

    72 "Unless we grant this foundation in fact, it is silly. A. E. Taylor, Socrates, the man and his thought, Doubleday, Nueva York, 1953, p. 71.

  • ARISTFANES 45

    pieza su fundamento histrico ; y no tenemos por qu asustarnos de que un poeta cmico no habr sido seguramente el nico ni el primero pueda haber incurrido, desde el punto de vista histrico, en una necedad.

    La explicacin final, por lo dems, podra ser tal vez ms simple que todo esto, si consideramos que la comedia, como gnero literario, es de suyo ajena a estas categoras de verdad o falsedad histrica : lo que quiere decir, cuando se trata de la comedia moralizante como lo es, a su modo, la de las Nubes, que su objeto no es tanto la descripcin de un individuo como la de un tipo, si bien, por la necesidad de la representacin dramtic