Gombrich - Revolución Francesa

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TRANSFORMACIN VIOLENTA

TRANSFORMACIN VIOLENTA En todos los pases se consideraron rectas y buenas las ideas de la Ilustracin y se gobern de acuerdo con ellas. La misma emperatriz de Rusia, Catalina la Grande, se carteaba continuamente con los predicadores franceses de la Ilustracin. Slo los reyes de Francia hicieron como si no estuvieran enterados de nada y como si todo aquello no fuera con ellos. Luis XV y Luis XVI, sucesores del gran Rey Sol, fueron personas incapaces que slo imitaron las formas externas de su gran predecesor, es decir, la pompa y el lujo, los enormes gastos en fiestas y representaciones opersticas, en nuevos palacios y en parques gigantescos con setos podados y en enjambres de sirvientes y cortesanos vestidos de seda y encajes. La procedencia del dinero les resultaba indiferente. El cargo de ministro de Hacienda estuvo ocupado por estafadores que extorsionaron y obtuvieron con engaos inmensas sumas de dinero. Los campesinos tenan que matarse a trabajar y los burgueses pagaban enormes impuestos, mientras que los nobles derrochaban o se jugaban el dinero en la corte entre conversaciones ms o menos ingeniosas.

Pero la mayor desgracia para los campesinos era que el aristcrata terrateniente dejara en alguna ocasin el palacio del rey para ir a su finca, pues entonces sala con su squito a la caza de la liebre y el zorro, y pisoteaba con sus caballos los campos penosamente cultivados por sus labradores. Y ay del que se quejara! Era una suerte que el seor se limitase a golpearle personalmente la cara con la fusta, pues el propietario noble era al mismo tiempo juez de sus campesinos y poda castigarlos como se le ocurriera. Cuando uno de esos seores obtena el favor del monarca, ste le regalaba una nota donde slo apareca lo siguiente: Encirrese en la crcel al seor.... Firmado: el rey Luis XV. Al noble le estaba permitido poner el nombre por su cuenta, pudiendo as hacer desaparecer, sin ms, a quien no le cayera bien por algn motivo.

Pero, en la corte, esos seores eran limpios y delicados, iban empolvados y perfumados y caminaban entre el frufr de sedas y encajes. La rgida pompa de la poca de Luis XIV les resultaba demasiado fatigosa y eran partidarios de entretenimientos ms encantadores y desenfadados. Tampoco llevaban ya aquellas pesadas pelucas, sino otras ligeras, empolvadas de blanco con una coletilla colgando por detrs. Aquellos seores saban hacer reverencias y bailar de maravilla, y sus damas todava mejor. Las damas vestan corpios muy ceidos en la cintura y gigantescas faldas redondas que les daban aspecto de campanas. Eran los miriaques. Damas y caballeros paseaban as por las avenidas de setos de los palacios reales y dejaban que sus fincas se echaran a perder y sus campesinos murieran de hambre. Pero como aquella vida remilgada y antinatural les aburra tambin con frecuencia, inventaron algo nuevo: jugaban a la sencillez y la naturalidad, vivan en cabaas de pastores decoradas con encanto y construidas en los parques del palacio y se llamaban con nombres inventados de pastores sacados de poemas griegos. Aquello era el colmo de su naturalidad y sencillez.

Mara Antonieta, la hija de Mara Teresa, cay en medio de todo aquel ajetreo vistoso, elegante, delicado y refinado. Era una muchacha joven de algo ms de 14 aos cuando se convirti en esposa del futuro rey de Francia. Como es natural, crey que todo deba ser tal como lo haba encontrado. Era la ms activa en todos los maravillosos bailes de mscaras y peras; haca teatro ella misma, era una pastora encantadora y consideraba magnfica la vida en los palacios de la realeza francesa. Su hermano, el emperador Jos II, hijo mayor de Mara Teresa, no ces de aconsejarle, as como a su madre, que viviera con sencillez y no exasperara an ms al pobre pueblo con su derroche y su frivolidad. El ao 1777, el emperador Jos escribi a Mara Antonieta una carta larga y seria en la que leemos lo siguiente: Las cosas no pueden seguir as mucho tiempo; y, si no la previenes, la revolucin ser terrible.

Todo continu de aquella manera doce aos ms. Pero, entonces, la revolucin fue tanto ms terrible. La corte haba derrochado ya todo el dinero del pas. No quedaba nada con que poder pagar el gigantesco lujo diario. Entonces, el ao 1789, el rey Luis XVI convoc, finalmente, una asamblea de representantes de la nobleza, el clero y la burguesa, es decir, de los tres estamentos para que le aconsejaran sobre la manera de volver a conseguir dinero.

Como no le agradaron las propuestas y exigencias de los estamentos, el rey, por medio de su maestro de ceremonias, quiso ordenarles que volvieran de nuevo a casa. Pero un hombre llamado Mirabeau, persona inteligente y apasionada, le respondi: Vaya y diga a su seor que nos hemos reunido aqu por el poder del pueblo, y ese poder slo se nos arrebatar por la fuerza de las bayonetas.

Nadie haba hablado an as al rey de Francia. La corte no saba qu hacer. Mientras reflexionaba, la nobleza, el clero y la burguesa reunidos siguieron deliberando cmo poner coto a la mala gestin. Nadie pensaba en derrocar al rey; slo se queran imponer mejoras similares a las introducidas entonces en todos los Estados. Pero el rey no estaba acostumbrado a que le prescribieran nada. El mismo era una persona dbil e indecisa que tena como ocupacin favorita los trabajos manuales, pero consideraba completamente natural que nadie se atreviera a oponerse a su voluntad. As pues, recurri a los soldados para dispersar la asamblea de los tres estamentos. El pueblo de Pars se indign, pues haba puesto su ltima esperanza en ella. La gente se congreg y se abri paso hacia la prisin de la Bastilla donde se haba encarcelado anteriormente a muchos predicadores de la Ilustracin y donde, segn se crea, se mantena presa a una multitud de inocentes. El rey no se atrevi en un primer momento a dar la orden de disparar contra su pueblo para no irritar ms a la gente. De ese modo, la imponente fortaleza fue asaltada por el pueblo, que mat a la guarnicin. La gente recorri jubilosa las calles de Pars llevando en triunfo por la ciudad a los prisioneros liberados, aunque result que los nicos encarcelados eran esta vez autnticos criminales.

Entretanto, los estamentos reunidos en asamblea haban tomado decisiones inauditas: queran imponer sin limitaciones los principios de la Ilustracin. Sobre todo el de que todas las personas son iguales y deben ser tratadas de igual manera por la ley en cuanto seres dotados de razn. Los nobles de la asamblea se adelantaron con un magnfico ejemplo y renunciaron voluntariamente a todos sus privilegios en medio del entusiasmo general. Todos los franceses podan ocupar cualquier cargo, todos deban tener en el Estado idnticos derechos y deberes, los derechos del hombre, como se los llam entonces. El pueblo, declar la asamblea, es el autntico soberano; y el rey, slo su delegado.

Ya puedes comprender lo que quiso decir con ello la asamblea de los estamentos: que el soberano est al servicio del pueblo, y no al revs, el pueblo al servicio del soberano; que no le era lcito abusar de su poder. Pero los parisinos que leyeron aquello en los peridicos entendieron de una manera distinta esta doctrina de la soberana del pueblo. Pensaron que quien deba gobernar a partir de entonces era la gente de la calle y el mercado, el llamado pueblo, sin ms. Y como el rey no quiso todava mostrarse razonable y entr en negociaciones con cortes extranjeras para que le ayudaran contra su propio pueblo, las mujeres del mercado y los pequeos burgueses de Pars salieron hacia el palacio de Versalles, mataron a la guardia, penetraron en los lujosos salones de magnficas lmparas de araa, espejos y alfombras de damasco y obligaron al rey y a su esposa Mara Antonieta a ir a Pars junto con sus hijos y su squito. All quedaron realmente bajo la vigilancia del pueblo. El rey intent huir al extranjero. Pero como lo hizo con todo tipo de complicaciones y ceremonias, como si se tratara de un viaje a un baile de mscaras en la corte, lo reconocieron y lo devolvieron a Pars junto con su familia sometido a estrecha vigilancia. La asamblea estamental, llamada ahora asamblea nacional (tras la disolucin de los estamentos) haba decidido entretanto otras muchas innovaciones. Se arrebataron sus posesiones a la iglesia catlica, as como a todos los aristcratas huidos al extranjero por temor a la Revolucin, y se determin que el pueblo eligiera nuevos representantes que habran de decidir entonces cada una de las leyes.

De ese modo, el ao 1791, se reuni en Pars un gran nmero de jvenes procedentes de todas las partes de Francia para deliberar. Pero los reyes y soberanos del resto de Europa no quisieron permitir durante ms tiempo que se limitara y quebrantase progresivamente el poder de un monarca. No obstante, no se dieron demasiada prisa en apoyar a Luis XVI, pues, en primer lugar, no se haba ganado mucho respeto con su conducta; y, en segundo lugar, las potencias extranjeras no consideraban en absoluto desagradable un debilitamiento del poder francs. De todos modos, Prusia y Austria enviaron algunas tropas a Francia para proteger al rey. Pero esta medida enfureci al pueblo. El pas entero se levant contra aquella indeseada intromisin ajena. Cualquier aristcrata o partidario del rey result sospechoso de ser un traidor vinculado a aquellos apoyos extranjeros a la corte real. Turbas enfurecidas sacaron de sus casas durante la noche a miles de nobles, los apresaron y los mataron. La ferocidad fue en aumento. Se quera exterminar y aniquilar todo cuanto fuera tradicional.

Se comenz por el vestido. Los partidarios de la Revolucin no llevaban peluca ni calzones ni medias de seda. Se cubran con gorros frigios y se ponan pantalones largos como los que llevamos hoy. Era ms sencillo y barato. Vestidos as, se lanzaban a las calles gritando: Muerte a los aristcratas! Libertad, igualdad, fraternidad!. La fraternidad, sin embargo, no lleg muy lejos entre los jacobinos, como se llamaba el partido ms extremoso. Los jacobinos persiguieron no slo a los nobles sino a todos cuantos no compartieran su opinin. Y al que perseguan, lo decapitaban. Se invent una mquina especial, la guillotina, que permita decapitar de manera sencilla y rpida. Se cre un tribunal propio, el tribunal revolucionario, que dictaba da tras da sentencias de muerte contra gente, que era ejecutada luego con la guillotina en las plazas de Pars.

Los dirigentes de aquellas masas excitadas eran gente extraa. Uno de ellos, Danton, fue un orador apasionado y un hombre audaz y sin miramientos que con su voz imponente exhortaba al pueblo a luchar sin tregua contra los partidarios del rey. Otro se llamaba Robespierre y era exactamente lo contrario que Danton, un abogado envarado, sobrio y seco que pronunciaba discursos interminables en los que nunca dejaban de aparecer los hroes de la poca de los griegos y los romanos. Robespierre suba a la tribuna de oradores de la asamblea nacional vestido siempre de manera impecable y con movimientos acompasados, como un maestro de escuela ridculo y temido. All hablaba de la virtud y nada ms que de la virtud; de la virtud de Catn y de la virtud de Temstocles, de la virtud del corazn humano en general y del odio contra el vicio. Y como se deba odiar el vicio, haba que cortar la cabeza a los enemigos de Francia. Entonces triunfara la virtud. Y los enemigos de Francia eran todos los que no opinaban como l. As, en nombre de la virtud del corazn humano hizo ejecutar a cientos de adversarios. No tienes por qu creer que fuera un hipcrita. Lo crea de veras. No se dejaba sobornar con ningn regalo ni conmover por ninguna lgrima. Era terrible y quera, adems, difundir el terror. El terror entre los enemigos de la razn, segn deca.

El rey Luis XVI fue llevado tambin ante el tribunal del pueblo y condenado a muerte por haber pedido ayuda extranjera contra su propio pueblo. Al poco tiempo fue decapitada tambin Mara Antonieta. Al morir, ambos demostraron ms dignidad y grandeza que en vida. Pero los pases extranjeros se mostraron realmente horrorizados por la ejecucin. Un gran nmero de tropas march contra Pars, pero el pueblo no permiti ya que le arrebataran su libertad. Todos los hombres de Francia fueron llamados a las armas, y los ejrcitos alemanes sufrieron una derrota, mientras el dominio del terror haca estragos en Pars y, sobre todo, en las capitales de provincias.

Robespierre y los diputados haban declarado que el cristianismo era una supersticin antigua y suprimieron a Dios mediante una ley. En su lugar, haba que rezar a la Razn. Y, entre msicas festivas, se pase por la ciudad como diosa de la Razn a la joven esposa de un impresor vestida de ropas blancas y una capa azul. Robespierre no tard tampoco mucho en no ser lo bastante virtuoso. Se dict una nueva ley por la que Dios exista y segn la cual el alma humana era inmortal. Como sacerdote de este ser supremo, segn se llam ahora a Dios, se present el propio Robespierre con un penacho de plumas en la cabeza y un ramo de flores en la mano. Deba de resultar tremendamente ridculo en aquella fiesta solemne y muchos se rieron, seguramente de l. El poder de Robespierre lleg pronto a su fin. Danton estaba harto de las decapitaciones diarias y solicit perdn y compasin. Enseguida se oy decir a Robespierre: Slo los criminales piden compasin para los criminales. As pues, Danton fue tambin decapitado, y Robespierre triunf por ltima vez. Pero, cuando poco despus se hallaba pronunciando un discurso interminable en el que afirm que las ejecuciones no haban hecho, por as decirlo, ms que empezar, que en todas partes segua habiendo enemigos de la libertad, que el vicio triunfaba y la patria se hallaba en peligro, sucedi que, por primera vez, nadie le aplaudi. Se hizo un silencio sepulcral. Y al cabo de unos das, tambin l fue decapitado.

Los enemigos de Francia haban sido derrotados; los aristcratas, muertos, desterrados o transformados voluntariamente en ciudadanos. Se haba alcanzado la igualdad ante la ley; los bienes de la iglesia y de la gente distinguida se haban repartido entre los campesinos, liberados de la servidumbre. Todos los franceses podan ejercer cualquier profesin y llegar a cualquier cargo. El pueblo estaba cansado de luchar y deseaba gozar con calma y orden de los frutos de aquella enorme victoria. Se disolvi el tribunal revolucionario y, en 1795, se eligi un gobierno de cinco hombres, un Directorio, encargado de administrar el pas segn los nuevos principios. Entretanto, las ideas de la Revolucin se haban difundido ms all de Francia y haban despertado gran entusiasmo en los pases vecinos. Blgica y Suiza establecieron as mismo repblicas segn los principios de los derechos del hombre y de la igualdad; y todas esas repblicas fueron apoyadas por el gobierno y los franceses con soldados. Entre esos ejrcitos auxiliares sirvi tambin un soldado que fue ms fuerte que toda la RevolucinErnst Gombrich: Breve Historia del Mundo