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    vk rHhrzti'iu/t mu?

    //3 ELINOR OSTROM

    El gobiernode los bienes comunes

    LA EVOLUCIN DE LAS INSTITUCIONESDE ACCIN COLECTIVA

    IB S

    INSTITUTO DE INVESTIGACIONES S

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    Prim era edicin en ingls, 1990Primera edicin en espaol, 2000Segunda edicin en espaol, 2011

    Ostrom, ElinorEl gobierno de los bienes comunes. La evolucin de las instituciones de accin

    colectiva / Elinor O strom; trad, y rev. tc. de Leticia Merino Prez. 2a ed. Mxico :FCE, UNAM, DS, 2011

    402 p . ; 21 x 14 cm (Colee. Eco nom a Contempornea)Ttulo original: Governing the Commons. The Evolution of Institutions for

    Collective ActionISBN 978-607-16-0617-4

    1. Recursos naturales Administracin 2. Recursos colectivos AutogestinI. Merino Prez, Leticia, tr. y rev.

    LC HD1286 Dewey 333.2 0785g

    Distribucin mundial

    Impreso en Mxico Printed in Mexico

    Los editores agradecen el apoyo desinteresadodel Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible

    Ttulo original: Governing the Commons.The Evolution o f Institutions fo r Collective ActionPublicado por The Press Sindcate of the University of Cambridge Cambridge University Press, 1990

    ISBN 0-521-40599-8

    Diseo de portada: Paola lvarez Baldit

    D. R. 2011, Universidad Nacional Autnoma de MxicoCiudad Universitaria, Delegacin Coyoacn; 04510, Mxico, D. F.

    Coordinacin editorial: Berenise HernndezCuidado de la edicin: Horten sia MorenoTipografa y formacin: EDI TIP/Marcelino I. Ruiz L.

    D. R. 2011, Fondo de Cultura E conmicaCarretera Picacho-Ajusco 227; 14738, Mxico, D. F.

    Comentarios: editorial@fondodeculturaeconoinica.comwww.fondodeculturaeconomica.comTel. (55)5227-4672; fax (55)5227-4640Empresa certificada ISO 9001:2008

    Se prohbe la reproduccin total o parcial de esta obra, sea cual fuereel medio, sin la anuencia por escrito del t itular de los derechos.

    ISBN 978-607-16-0617-4

    mailto:[email protected]://www.fondodeculturaeconomica.com/http://www.fondodeculturaeconomica.com/mailto:[email protected]
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    PREFACIO A LA EDICIN EN INGLS

    En este libro pionero, Elinor strom aborda u na de las cuestiones m s perdu rables y polmicas de la econom a poltica clsica: si es posible o no organizar el estudio de los recu rsos de usocom n de m anera que se eviten tanto el consum o excesivo comolos costos admin istrativos. Con frecuencia los econom istas sostienen que en estos casos, en los que muc hos individuos p oseenun recu rso en co m n es decir, donde no hay derech os indivi

    duales de propiedad b ien definidos, el recurso se puede explo tarslo cuan do se resuelve el problem a de la sobrex plotacin m ediante la privatizacin o la imposicin de reglas a travs de u nafuerza externa. Por el contrario, O strom argum enta de m ane raconvincente que existe otra solucin, y que se pue de n c rea r instituciones estables de autogestin si se resuelven ciertos problem asde provisin, cred ibilidad y supervisin. P ara ello propo rcion aun detallado estudio de una cifra excepcionalmente extensa decasos, en tre los que se incluyen praderas de alta m on ta a en Ja

    pn y Suiza, pro yecto s de agua en Filip inas y Califo rn ia , y pesqueras en C anad y Turqua. Algunos de estos casos se refierena institucio nes estables; en otros, las institucio nes e ra n frgilesy fracasaron. Basando sus conclusiones en com paracione s entrefuentes de xito y fracaso en la autogestin, Ostrom describe algunas de las caractersticas fundam entales de los esquem as exitosos de adm inistracin en comn , y concluye plan tean do a otroscientficos sociales el desafo de continuar su original trabajoterico.

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    E L IN O R O S T R O M

    EL GOBIERNO

    DE LOS BIENESCOMUNES

    LA EVOLUCIN DELAS INSTITUCIONESDE ACCIN COLECTIVA

    Prlogo de Jos Sarukhn

    NUEVA EDICION

    B H R M p m

    i w p f i l g pMsim

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    PREFACIO A LA SEGUNDA EDICINEN ESPAOL

    Escribo con enorm e placer este prefacio pa ra la segun da edicinen espaol de E l gobierno de los bienes comunes, traducido tancuidado sam ente po r Leticia Merino. Es un g ran privilegio param qu e uno de m is libros, que vio la luz dos dcad as atr s, seare-traducido y publicado por una editorial mexicana de gran

    pre stigio . Algunos acadm icos se preguntarn po r qu hacafalta una nueva versin. Un motivo es que los ejemplares de la

    p rim era edic in en espaol se han agotado hace tiem po. Peroadem s, mu chos de los problem as discutidos en este libro tienenrelevanc ia direc ta para los lectores de Mxico y Am rica Latina.

    Mis colegas y yo, en la Universidad de Indiana , he m os ten idoel privilegio de trab ajar con colegas de Bolivia, Chile, Colom bia,Ecuador, Guatemala, Ho nduras, Mxico y Espaa, y apren dem osm uch o de nu estro s colaboradores. Dada la historia y la ecologa

    de muchos pases de habla hispana, diversos recursos e instituc iones de propiedad com n tienen enorme im portancia. En Mxico,

    por ejemplo, las in stitucio nes de p ropie dad com n desem peanun im portante papel en la gestin contem pornea de recursos:m s de 80% de los bosques que qued an en ese pas son prop ieda dde miles de ejidos y com unidades agrarias (Bray, M erino y Barcy,2005; Carabias et al., 1994). Alco m y Toledo (1998) se refie ren aestas institucione s de propieda d com n com o "sistemas de pro

    piedad" y subra yan la im portancia de su anid am iento dentro de

    un sistema legal que les ha dad o recon ocim iento formal. Rivera(1998) examin cmo las acequias (sistemas de irrigac in o rganizados po r los agricultores), u na tradicin espao la co m partidacon el sur-oeste de Estados Unidos, continan presentes en lavida m od erna de los estados de Colorado y Nuevo Mxico. Cox(2010) ha concluido u n estudio sobre el valle de Taos, en N uevoMxico, don de de m uestra que las acequias fueron vigorosas enel contexto de u na regin do nde las lluvias eran m uy irregulares.

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    pero actualm ente enfrentan graves problemas en la medid a enque familias ricas compran la tierra de labranza y construyenlujosas casas de descanso en med io de un sistema de irrigacin.Tenemos mucho qu aprender de la cuidadosa investigacinque ha sido conducida para examinar los esfuerzos exitosos ofallidos pa ra gestionar los recursos y las instituciones de prop iedad comn (Merino, 1997, 2004; Toledo, 1991; Chapela, 1994;Sarukhn y Larson, 2001; Trawick, 2003).

    A partir de la publicacin de Goveming the Commons, elestudio de las instituciones y los recursos de prop iedad com nha florecido. Desde 1990 se ha publicad o un a eno rme cantidadde libros que describen las instituciones de propiedad comn(Acheson, 2003; Agrawal, 1999; Baland y Platteau, 1996; Berkesy Folke, 1998; Blomquist, 1992; Bromley et a l, 1992; D olsak yOstrom, 2003; Ghate, 2004; Gibson, McKean y Ostrom, 2000;Hanna, Folke y Mler, 1996; Keohane y Ostrom, 1995; Lam, 1998;McCay, 1998; Ostrom, G ardn er y Walker, 1994; Poteete, Jansseny Ostrom, 2010; Tang, 1992). La Asociacin In tern acio nal parael Estudio de los Bienes Com unes (lASCpor sus siglas en ingls)se ha convertido en un a vibrante o rganizacin interd isciplinariaque realiza encuentros en Durha m (Carolina del Norte), Winni-

    peg (M anitoba), M anila (Filipinas), Bodo (Noruega), Berkeley(California), Vancouver (Columbia Britnica), Bloomington,Zimbabwe, Oaxaca (Mxico), Bali, Indonesia , C heltenham (Reino Unido) y Hyderab ad (India) (www.iasc-commons.org).

    La teora convencional sobre los recursos de propied ad colectiva que se critica enEl gobierno de los bienes comunes es todavaaceptada por muchos acadmicos y se usa an como fundamentode polticas pblicas sustantivas. La teo ra convencional suponeque cuando los individuos se enfrentan a un dilema debido a

    extemalidades creadas po r las acciones de otros, realiza rn sloclculos estrechos y de corto plazo que llevarn a todos los individuos a da arse a s mismos y a los otros sin poder enco ntrarmaneras de cooperar para superar el problema. A la luz de loshallazgos presentad os en este libro y en el trabajo de otros aca dmicos que desafan la gen eralidad de la teora convencional,mis colegas Roy Gardner, James Walter y yo, hemos llevado acabo una serie de experimentos de laboratorio para examinar con

    precisin las condiciones bajo las cuales los individuos cooperan

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    http://www.iasc-commons.org/http://www.iasc-commons.org/
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    en la apropiacin (cosecha) de un recurso de pro pied ad colectivacreado en un laboratorio experimental, cuyas condiciones fuera n las prev istas si la teora convencional fuese co rrec ta (vaseOstrom , G ard ner y Walker, 1994). Nuestros ha llazgo s a part ir de

    u na gran ca ntidad de experimentos desarrollados dura nte variosaos pue den ser resumidos como sigue:

    1. Cuando no se permite a los apropiadores com un icarse entre s, tienden a sobreapropiarse del recurso en nivelesagregados que se acercan al nivel predicho por la teoraconvencional.

    2. Cuando se permite a los apropiadores com unicarse, consiguen ganancias sustancialmente m s altas que cuan dono pued en com unicarse.

    3. Cu ando las inversiones son relativamente bajas, la com unicacin ca ra a cara permite a los ap ropiadores logra r ysostener acuerdos que se acercan a niveles ptimos deapropiacin.

    4. Cuando las inversiones son ms altas, algunos participante s est n tentados a in cum plir los acuerdos, y las gananc ias son menores que en los escenarios de inversiones bajas.

    5. E n un a opo rtunidad dada, los apropiadores estn dispues

    tos a paga r cuotas para m ultar a otros cuand o stos sobre-utilizan el recurso, lo cual conduce a un a re duc cin en losniveles de cosecha, pero no en los beneficios netos, puesto que hay un a tendencia a ejercer represalias y ab us ar delas multas.

    6. Cuando los apropiadores discuten y acu erdan abie rtam ente sobre suspropios niveles de aprop iacin y sus pro piossistem as de sanciones, las violaciones de los acu erd os sem antiene n en un nivel m uy bajo, se req uiere n pocos c as

    tigos y se llega a resultados cercanos a los ptim os.Slo el prim er hallazgo es consistente con la teo ra conv encional! Los otros descub rimientos son inconsistentes con la teoraconvencional, pero consistentes con la teora p res en tad a en elcaptulo VI. Experimentos recientes de labora torio que utilizanun am biente m s complejo, que se relaciona con descub rimien-

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    lo:, i-i olojicos igualm ente m s comp lejos, h an enco ntrado que1.1 comunicacin es esencial para lograr resultados netos msni los con o sin la oportu nidad de c astigar a quienes c osechan dems (Janssenet a i, 2010).

    Juan-Camilo Crdenas ha reproducido nuestros descubrimientos con experimentos de campo en mltiples pueblos dediferentes regiones de Colombia, don de los participantes se hanenfrentado a problemas de gestin de bosques y recursos pesqueros (Crdenas, 2000; 2003). Todos los hallazgos mencionadosse cumplieron cuando estos experimentos se condujeron consujetos profundamente familiarizados con los problemas delgobierno de los bienes comunes. Adems, Crdenas encon tr quela imposicin de reglas po r parte de autor idades externas, imperfectamente mo nitoreadas (como sucede e n la realidad), tena un

    impacto negativo en el nivel de coop eracin obtenido cuando secom paraba con la cooperacin lograda m ediante la discusin yel acuerdo endgeno (Crdenas, Stanlund y Willis, 2000).

    Vivimos tiempos difciles. Po r un lado, la prd ida de biodiver-sidad y bosques y el increm ento de em isiones de efecto invernadero desafan la sustentabilidad de la vida human en la Tierra.

    Necesitam os pensar much o sobre nuestro fu turo y sobre lo quees factible para sostener a las sociedades a lo largo del mundo atravs del tiempo. Las ideas de acadm icos, funcionarios y ciudadanos, que se usan p ara p ercibir el mu ndo , afectan lo que se ve,

    las mejoras que se cree son factibles y los medios que se suponepueden se r usados para refo rm arlo. Las ideas parecen efmeras,pero sus resultados son los ar tefactos del m undo: las ciudades, losmonum entos, las guerras, el sufrimien to y todas las actividadesde los seres hum ano s conform e transcu rren en su vida cotidiana.

    Lo que se presenta en este libro no es una panacea pararesolver todos nuestros pro blem as am bientales o sociales. Msbien es el resultado de un largo esfuerzo por analizar estudiosde caso extensivos sobre sistemas de recursos de pequeos am ediano s de variado s niveles de susten tabilida d. E n 1988, pas

    en Bielefeld (Alemania) un ao sabtico pugn ando p or entend erpor qu algunos s is temas au to -organizados sobrevivan dura ntelargas pocas (varios siglos en algun os casos) y otros se colap-saban cuando apenas se haban iniciado. Despus de muchosesfuerzos tratan do de en co ntra r "las" reglas que hacan la dife-

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    rencia b sica en la sustentabilidad de-largo plazo, finalmen teme di cuen ta de que no era un a regla especfica la qu e hac a ladiferencia, sino m s bienio s principios generales que suby acan

    a las reglas particulares. Po r ejemplo, po r s mismas, nin gu na delas m uch as reglas de definicin de lmites de pe rten encia u sadasen la prctica como la adscripcin de la ciudad ana, p as ar un a

    prueba, ser nie to de un propietario original, poseer un a tracadero (en el caso de las pesqueras costeras), los lazos tnicos, elgnero la inversin en la propiedad de una p arte del recu rso(tal como u n sistem a de irrigacin) se asocia uniform em en tecon un sistema de regulacin vigoroso que haya sobrevivido

    largos periodos. Un grupo auto-organizado de usuarios de unrecurso que tiene u na o ms reglas de definicin de lm ites deperte nencia claram ente com prendid as por los m iem bros y losno m iembros del grupo tiene mayores probabilidade s de sob revivir du ran te m ucho tiempo. Cuando los usu arios no tienen unacuerdo comn sobre las reglas particulares ni sobre quines

    pueden o no usar un recurso, se involucran frecuentem enteen conflictos interminables sobre este problema y no puedendedicarse de lleno a sostener su sistema. De forma similar, no

    im porta qu tipo de m ecanismos de resolucin de conflictos seutilice, o de qu m anera especfica se haga el m on itoreo , o qutipo de sanciones graduales est vigente. El hecho im po rtantees que los usu arios locales tengan acu erdos sob re las reglas dedefinicin de lmites, los mecanismos de solucin de conflictos,los planes de m onitoreo, las sanciones graduadas ap rop iada s ysus p ropias reglas relacionadas con o tros principios de diseo.

    Tengo el gusto de informar que Michael Cox, Gwendolyn

    Am old y Sergio Villa-Mayor Thom as ha n trabajado extensivam ente du ran te varios a os en leer y codificar m s d 90 estudios deinvestigadores de todas partes del mund o que h an exam inadosi los principios de diseo explican la sustentabilidad en sistemasde irrigacin, pesqueras, bosques y otros recursos. E nc on traro nun nivel muy alto de evidencia emprica de que los sistemasautogob em ado s vigorosos tienden a ser gestionados de m aneraconsistente con estos principios de diseo y que aquellos quefracasan tienden a no ser consistentes. Cox et al. (2010) re-definieron, adems, tres de los principios, de modo que ahorason m uch o m s claros que en m i caracterizacin inicial.

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    Tambin es muy ha lagad or que el Com it del Prem io Nobelreconociera mi trabajo con una especial mencin a El go-bierno de los bienes com une s c on la presea Sveriges R iksbanken Ciencias Econm icas a la m em oria de Alfred Nobel en diciembre de 2009. Esto ha producido una atencin creciente

    en mi trabajo, pero a veces tam bin u na interpretacin equivocada. Algunos lectores han in terp retad o q ue los principios dediseo se refieren a una determinacin de cules comunidades en un prim er mom ento tienen m ayores probabilidades deorganizarse. No es esto lo que yo afirm. Las variables que afectan las posibilidades de que un grupo que cosecha un recurso recurra a cierta forma de autoorganizacin son otro tema.Las presento y discuto en mi artculo en Science (2009) citadoms abajo.

    Espero que los lectores enc ue ntre n este libro, originalmen te

    pub licado e n 1990, re levan te para el es ce nario co ntemporn eo.Demuestra que los humanos son capaces de autoorganizarsey crear iniciativas de cooperacin que puedan sobrevivir durante largos periodos (aunque no todos estos sistemas auto-organizados sobrevivan). Resulta que muchas corporacionesauto-organizadas y privadas tam bin sobreviven dura nte largotiempo. De modo que necesitamos en ten de rla factibilidad, perono la inevitabilidad, de los sistem as vigorosos auto-organ izados.En vez de confiar por completo en los go biernos nacionales oen la propiedad privada para proteg er nuestros recursos puesa veces pueden hacerlo, pero a menudo fracasan, necesitamos abrir espacio para que los usuarios locales se gobiernena s mismos. Adems, nece sitamos prov eer entorno s don de lossistemas auto-organizados pued an aprender, unos de otros y a

    parti r de es tudios cu id ad osos, mejore s m aneras de adapta rs ea travs del tiempo.

    Espero que mu chos acadmicos de habla hispana continenactivos en el esfuerzo por c om pren der cmo estos atributos individuales se combinan con una cantida d enorm e de variablesestructurales como las dimensiones del grupo, la heterogeneidad de sus integrantes y el tipo de problem as am bientales a

    que se enfrentan para p erm itir que los individuos, en muchassituaciones de propie dad colectiva y en otros dilemas sociales,superen las tentaciones a que se enfrentan pa ra lograr mejores

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    resultados conjuntos. Se trata de un desafo que atae al ncleode las ciencias sociales modernas.

    E l i n o r O s t r o m

    BDBLIOGRAFiA

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    ADVERTENCIA

    Resu lta difcil decir cund o em pec a trab aja r en este estudio.Si m e preg untaran cundo comenc a estudiar los problemas deaccin colectiva a que se enfrentan los individuos que utilizanrecursos de uso comn, sera ms fcil identificar el comienzo. A principios de la dcada de 1960 curs un seminario de

    grado con Vincent Ostrom, quien habra de convertirse en micolega ms cercano y despus en mi marido. El seminario secen traba en el desarrollo de las instituciones relac ionad as conlos recursos hidrulicos en el sur de California. Inici mi tesisdoctoral concentrndo m e en la gestin em presarial imp licadaen el desarrollo de empresas pblicas para detener el procesode intrusin de agua salina en un m anto acufero sub terrneoen el rea m etro po litana de Los ngeles. Louis Weschler, com

    paero de estudio s de posgrado, dirigi un estu dio paralelo enun m anto acufero subterrneo adyacente, man ejado m ediantearreglos institucionales diferentes y que se enfrentaba a pro

    ble m as sim ilares. Cuando Weschler y yo conclu im os nuestrosestudios, am bos arreglos institucionales hab an tenido xito al

    perm itir que los producto res de agua evitaran la cata strfic aprdid a econm ic a que habra ocurrid o si el ocano Pacficohub iera inu nda do am bos m antos acuferos (E. O strom, 1965;Weschler, 1968).

    A fines de la d cad a de 1960, Vincent y yo partic ipam os en elPrograma de Investigacin de los Grandes Lagos iniciado porel Batelle Mem orial Institu te (V. Ostrom y E. O strom, 1977b),

    pero la m ayor parte de mi trabajo como jo ven in tegrante delcuerpo docente se centr en problemas de provisin de servicios urbanos y economas pblicas en reas metropolitanas.En 1981, Paul Sabatier, colega po r un a o en el Centro p ar a laInvestigacin Interd isciplinaria en la U niversidad de Bielefeld,me pidi que expusiera en un seminario sobre "aprendizaje

    organizacional"; pa ra ello utilic como ejemplo el con jun to de

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    .I) ADVERTENCIA

    i c|>,las i Icsai rollado por los p ro du cto res de agua su bterrne a enl:; mantos acufero s del su r de C aliforn ia. Adems, Paul querasaber por qu ten a yo tanta confianza en que los sistemas que

    haba estudiado 15 aos atrs seguan funcionando bien. Enese momento la nica respuesta disponible era que las instituciones haban sido muy bien diseadas para ajustarse a las

    . circunstancias locales, po r lo que da ba p or sentado que habansobrevivido y prosperado.

    Cuando reg res de B ielefeld su ger a William Blom quist, unode mis estudiantes de doctorado, que respondiera a la pregunta deSabatier como tema de su tesis doctoral. Blomquist (1987b)encontr que las instituciones diseadas por los propios pro

    ductores de agua seguan fun ciona ndo de m anera efectiva. Lascondiciones de los man tos acuferos hab an mejorado de man erasustancial. El "xito" implicado en estos casos nos condujo aem prender un estudio, financ iado p o r el U. S. Geological Survey(nm. 14-08-0001-G1476), sobre un conjunto ms amplio decuencas subterrn eas en el sur de California, y otro m s limitadoen el norte del m ism o estado, a fin de indaga r qu factores esta

    ban asociados con la evolucin exitosa de nuevas in stituciones ysu eficiencia y equidad. Con el tiempo terminarem os un e stud iocomparativo sobre los cambios institucionales, econmicos yfsicos ocurridos en un periodo de 30 a 50 aos en 12 cuencassubterrneas.

    A pesar de mi entusiasm o po r lo que puede aprenderse al estudiar una docena de cuencas sub terrne as y las instituciones quese han desarrollado pa ra gestionarlas y adm inistrarlas a trav s .del tiempo, tales estud ios p o r s solos no son suficientes pa ra eldesanrollo de un a teora ms am plia sobre arreglos instituc ion ales relacionad os con la gestin y adm inistracin efectiva de losrecursos de uso comn ( r u c ) . Se requ iere inform acin sim ilarsobre muchos o tros escenarios que p erm ita em pezar a adq uirirla base emp rica necesaria pa ra m ejorar nuestra com prensinterica del funcionamiento de las instituciones y de cmo losindividuos las modifican.

    Mi certeza sobre la posibilidad de utilizar estudios de casodetallados escritos por otros autores para obtener una baseemprica lo suficientemente rica para la comprensin de losRUC deriva de mi incorporacin al "Panel sobre el manejo de

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    los recursos de propiedad comn de la National Academy ofSciences en 1985. Cuando me invitaron a unirme al panel, susm iemb ros h aban encargado divei'sos ensayos a investigadoresde campo. Asimismo, se les pidi a los autores organizar sus.ensayos utilizand o un m arco de trabajo pre para do po r RonaldOa kerson (1986), lo que significaba que todos esta ran enfocadosno slo en las propiedades fsicas de los sistemas de recursossino tambin en los tipos de reglas usados'para regular su acceso y uso, las clases de interacciones que se entablaban y losresultados que se obtenan. Los ensayos se pre sen taron en unaconferencia intem aciona l en Annapolis y fueron publicados po rla Nationa l Academy Press (National Research Council, 1986).Ciertos trabajos y algunos captulos nuevos se recopilaron en

    un nuevo volumen (Bromley, en prensa).La lectura de esos estudios, as como de algunos de los

    trabajos citados por esos autores, me hicieron consciente dedos hechos de gran importancia: primero, que exista ya una

    bib liografa extraordin aria m ente ric a de estudios de caso , escrita por investigadores de campo que haban invertido aosde esfuerzo en la obtencin de inform acin de tallada so bre lasestrategias adoptadas p or quienes se apropian de los RUC y las reglas que utilizaban. Segundo, esa bibliografa ha ba sido escrita

    por auto res de dis tinto s campos discip linarios; con frecuenciahaban aparecido en publicaciones desconocidas y casi no se ha ba em prendid o nin guna sn tesis de sus hallazgos.

    Varios colegas de la Universidad de Indiana empezaron arecoger citas de casos relevantes; en poco tiempo, F enton Martin, com pilador de la bibliografa resultante, hab a identificadocasi 1000 casos. Ms tarde el nm ero se apro xim aba a 5 000(Martin, 1989). Las disciplinas represen tada s en la bibliogra faincluyen la sociologa rural, la antropo loga, la historia, la econom a, la ciencia poltica, las ciencias forestales, la sociologa

    de la irrigacin y la ecologa humana; tambin se incluanreas de investigacin como los estudios africanos, asiticos,euroccidentales y much os ms. Los especialistas haban citadofund am entalm ente estudios realizados por otros en sus propiasdisciplinas y quizs otros referentes al mismo rec urso o regingeogrfica. Pocas citas provenan de un marco de referenciadistinto al de la disciplina, sector o regin de cada autor. En

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    consecuencia, se haba acumulado gran cantidad de conocimiento sum am ente especializado sin que se hiciera una sntesiso aplicacin a problemas de polticas pblicas.

    Dada la impo rtancia de com pren der cmo ay udan las insti-

    tuciones a los usuarios a manejar los problemas de losRUC

    ygracias a la variada bibliografa acerca de esos problemas, mepareci esencial usar estos estudios de caso com o un a base emprica para apre nder ms so bre los efectos de las institucionesen los com portam ientos y sus resultado s en distintos contextos.Con el apoyo de un finan ciam iento de la Na tional Science Foundation de Estados Unidos (nm. SES 8619498), varios colegas yyo logramos reu nir mu chos de estos casos, y examinndolos demanera m inuciosa, seleccionamos u n subconjunto m ucho menor pa ra una investigacin, codificacin y anlisis ms am plios.

    Nuestros criterios de seleccin requeran que el caso hubiera sidoescrito com o resultado de un extenso trabajo de cam po y que se

    pro porcio nara in fo rm acin so bre 1) la estructura del sistemade recursos, 2) los atributos y comportamientos de quienes seapropian de los recursos, 3) las reglas usadas p or dichas personasy 4) los resultados que se desp rend an de sus com portamientos.Hemos desrrollado una forma de codificacin estructuradaque nos permite transfo rm ar los datos cualitativos en un a baseestructurada de datos susceptibles de anlisis cuantitativo.

    El desarrollo de las form as de codificacin fue en s un ejercicio de desarrollo terico. Utilizamos un mtodo de anlisis

    institucional que haba surgido de nues tro traba jo anterior (E. Os-trom, 1986a, b) como el marco organizador para el diseo deesas formas. Adems, prestamos cuidadosa atencin a las hi

    p tesis enunciadas por inves tigadores de campo que habandirigido mltiples estudios o que se encontraban revisando losnumerosos hallazgos de estudios (o trabajos). Tratamos de incluir formas de medir sus conceptos y propusimos relacionesen nuestras formas de codificacin. En virtud de que trabaj

    bam os con datos cualitativos, la mayora de nuestro s conceptostenan que form ularse como variables con valores ordinales o

    nominales. Se requirieron varios a os de arduo trabajo tan slopara leer una cantidad suficien te de casos, e stu dia r los esfuerzosrealizados p ara sintetizar hallazgos de campo especializados ydesa rrollar formas de codificacin.

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    A lo largo de este proceso escribimos varios ensayos confinalidad de elucidar una teora que nos a yuda ra a com prend,1los patrones que empezbamos a vislumbrar al leer estos m a frales (Gardner y E. Ostrom, 1990; Gardner, E. Ostrom y Walkf'.1990; E. Ostrom, 1985b, 1987,1989; SchlageryE. Ostrom, 198-5Walker, G ardner y E. Ostrom, 1990). Estoy convencida de qu e ;conocim iento se increm enta a travs del continuo ir y venir de j*observacin em prica a esfuerzos serios de form ulacin te rie9as, este libro pu ede verse como un "informe de los avances" d jdesarrollo de una investigacin en curso. Dada la com plejidadlos fenmenos empricos estudiados y el tipo de teora que ^

    req uiere p ar a explicarlos, el esfuerzo bien puede co ntin ua r p

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    I .1 redaccin de este libro se llev a cabo con la participa cinde la Agencia Estadunidense para el Desarrollo Internacionalpar a el "P roy ect o s ob re de sc en tra liz ac in: fin anzas y ad mini s-Iracin", auspiciado po r la Oficina de Desarrollo Rural e Insti-lucional de la Agencia para la C iencia y la Tecnologa ( s t & r d ) .El reto de que las ideas tericas fueran relevantes par a su apli-

    cacin, el apoyo para el trabajo de campo en Nepal, Bangladeshy Pakistn, y la oportunidad de discutir esas ideas con LarrySchroeder, Susan Wynne, Jam ie Thom son, Louis Siegel, JamesWunsch, Ed Connerley, Jerry Miner, Ken Kornher y Eric Chet-wynd, as como con el personal de la m isin y con funcionariosdel gobierno, tienen un inme nso valor para m, po r lo que espero

    que este volumen sea valioso para el proyecto.La oportunidad de imp artir conferencias basadas en partes deeste trabajo, mientras el manuscrito se encontraba en proceso,tambin me favoreci ampliam ente. Adems de las conferenciasen Harvard en abril de 1988, he ofrecido otras basada s en unoo ms captulos en los siguientes lugares: el Departamento deSociologa de la Universidad de Bielefeld, la primera ctedraTJdall en la Universidad de Arizona, una conferencia sobre "Democracia y desarrollo" organiza da po r el Instituto Sequoia, unaserie de verano Liberty Fu nd e n Victoria, Columbia Britnica,de) 15 al 20 de mayo de 1989, y en diversas oc asiones e n el Taller de Teora Poltica y Anlisis de Polticas en la Universidadde Indiana.

    Muchas personas han comentado versiones anteriores obo rrad ores de es te lib ro: ap re cio pr of un da m en te su s cr ti ca sfrancas y tiles. Espero ha ber respo ndido a sus sugerencias demanera adecuada. Los lectores de todo el manuscrito incluyen aArun Agrawal, James Alt, Oliver Avens, Fikret Berkes, Elizabe th

    Case, David Feeny, Roy Gardner, Larry Kiser, Hartmut Kliemt,Robert Netting, Douglass C. North, Vincent Ostrom, C hristinePicht, Russell Roberts, Edella Schlager, Jane Sell, Michael Taylor,

    No rm an Uphof f, Jam es Walker, Fr an z We issing y Ri ck Wil son.Los lectores de algunos captulo s individuales, basados en sus

    prop ias inv es tig aci ones so n P au l Alexander , F ikr et B erk es, Wil-liam Blomquist, P eter Bogason, Th omas F. Glick, Arthur Maass,Robert Netting y Norm an Uphoff. Los lectores de ensayos realizados antes de la preparaci n del manu scrito incluyen a Wulf

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    Albers, Christi Barbour, William Blomquist, James Coleman,James Cooper, David Feeny, Margaret McKean, Fritz Scharpf,Kenneth Shepsle, Rick Wilson y James Wunsch. Extiendo unagradecimiento especial a aquellos colegas asociados desde el

    pr in ci pi o co n el proy ec to de los RUC: William Blomquist, RoyGardner, Edella Schlager, S. Y. Tan y James Walker, quieneshan ocupado muchas horas en refinar conceptos, desarrollarmodelos, disear instrumentos y experimentos y discu tir culera la mejor manera de descubrir variables en lo que estbamos leyendo y recolectando. Expreso mi recon ocimiento a laayuda de Elizabeth Case, editora asociada de esta coleccin, aSophia Prybylski en la Cambridge University Press y a Emily

    Loose, editora de la Cam bridge University Press. Patty Daleckipr op or ci on , co mo sie mpre , ay ud a ed ito rial y de pr od uc ci npr of es iona l qu e mejo r m ucho la ca lid ad del m an us cr ito. Suespritu jovial alivi la tensin en numerosas ocasiones.

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    PRLOGO

    La peticin de escribir el prlogo par a esta 'edicin en espaoldeEl gobierno de los bienes comunes de E linor Ostrom h a representado para m no slo un gran honor, sino especialmente ungran reto. U n honor, por lo que Lynn Ostrom h a represe ntad o alo largo de m uch as dcadas en el cam po de los estudios socioeconmicos de las acciones colectivas de quienes aprovechan

    recurso s com unitario s y que culmin, hace poco, en el recon ocim iento p or pa rte del Comit del Premio Nobel al otorgarle enel 2009 el galard n en el rea de Econom a. Un reto p orqu e noresulta fcil redactar un prlogo a un libro, escrito por quienm s conoce del tema, sin que ese intento se torne en u na na rracin red un da nte del contenido de la obra o en un a infructuosa

    prete nsin de em it ir ideas originales acerca del tem a y q ue estna la altu ra del contenido del libro.

    Adems, solo puedo justificar mi cercan a con el tem a po r el

    inters de encontrar formas de uso de nuestro capital naturalen Mxico, que al tiemp o que conserven la divers idad biolgica,ayuden a aseg urar la subsistencia econm ica de los due os deese capital. E n un pas como el nuestro, don de en tre dos terciosy tres cu arta s partes de los bosques templad os y tropic ales son

    propiedad com unal, estudiar las fo rm as de uso y m anejo de losrecurso s na turale s implica que. uno quede situado en el camp oque la doc tora O strom ha estudiado duran te las ltima s cua troo cinco dcadas.

    El premio Nobel le fue concedido por "su anlisis de la go-bernanza econm ica, especia lm ente de los bienes com unes,y porque sus investigaciones han tratado de establecer porqu un a serie de fuerzas, m s all de las del m ercado, pu edenapo rtam os un a cooperacin organizada de grupos q ue utilizanrecursos colectivos. Los estudios de Ostrom h an m an ten ido quees necesario llegar a soluciones alternativas a las p lan tea da s p orlos terico s del Estado o de la privatizac in, p ues estas solucio-

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    i

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    Incs no son las nica s vas pa ra re solver los problem as a los quese enfrentan quienes se apro pian de "recursos de uso com n.Sus investigaciones son particularmente relevantes a la luz delos muy actuales problem as am bientales que afectan al mun docomo un todo y de los esfuerzos en curso p ara alcan zar acuerdosgubernamentales de naturaleza mundial. Pero tambin lo son

    por v arias otras ra zones im porta nte s: a) el tipo de tenencia dela tierra en Mxico y algunos otros lugares del mun do y de lossistemas de gobemanza ligados a l; b) sus propias resultantesculturales, y c) las caractersticas ecolgicas del territorio demuchos pases megadiversos y la aptitud de uso de los ecosistemas natu rales en esos lugares. Adicionalmente, las apo rtaciones concep tuales de Elino r Ostrom a dqu ieren nueva relevancia

    por el re ciente acuerdo inte rnacio nal en la COP 16 de Cancnpara la atenci n a los pro ble m as am bie nta le s globales, ligadosa la reduc cin de em isiones de gases de efecto inverna dero p ormedio de la reduccin de la deforestac in y la degradacin de los

    bosq ues (la resolu ci n de C ancn sobre la im pla nta ci n deun mecanismo denominado REDD+).

    Dentro de ese escen ario, los pase s que, como Mxico, tienenla posibilidad de im pu lsar formas exitosas de manejo com unitario de los bosques y que, siendo sustentables en el largo plazo,se conviertan al mism o tiem po en vas de desarrollo econm icoautnomo para las comunidades dueas de los bosques nodeberan desp erdiciar esta opo rtunidad. Este es especialmenteel caso si se cue nta con un a eficaz capacidad de estimacin, jverificacin y monitoreo de los cambios de cobertura vegetaldel territorio. j

    Sin embargo, la base en la qu e d escansa n todas estas posibilidades de aprov echam iento de los recurso s internacionales, que

    podran dedicarse a la in strum enta ci n del pro gram a REDD+,reside en las com unidad es, en su c ohesin social y sistemas degobernanza, y en las o portun idade s y apoyos que reciban paraestablecer o consolidar sus empresas forestales. La cohesinsocial de las com un idade s es un eleme nto esencial que ha sidoasediada po r diversas causas e xternas, de m anipulacin po lticao de limitaciones de tipo eco nm ico y demogrfico. j

    La capacidad de com unicac in ha sido el mo tor de la profu nda transform acin o evolucin de n ue stra especie, en el proceso

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    de su diferenciacin de los homnidos de los que se origin a y conlos que comparte casi la totalidad de sus genes. La vida social,tan carac terstica delHomo Sapiens, ciertam ente no es exclusiva

    de nu es tra especie: existe en otros prim ates e incluso en alguno sgrupos de invertebrados, como las abejas y las hormigas. Sinem bargo, a diferencia de estas especies, en la n ue stra el tejidosocial obedece no slo a reglas de convivencia qu e m axim izanla adecuacin biolgica de los individuos, sino a valores quesurgen de la cohesin social y qu le dan a la organizacinsocial un sentido m ucho m s profundo y am plio. E l ser social,en toda su amplitud, es slo atribuible a nuestra especie y se

    m antiene funda m entalmen te por las diversas expresiones de lacohesin social.

    La exclusin social es una im portante ca usa de la existencia desociedades duales, profund am ente desiguales. O tros conceptos,como los de desintegracin social y depauperacin, son resultantes directos o indirectos de una econom a que, en palab ras deRiccardo Petrella, econom ista y socilogo italiano estudioso de losrecursos hdricos, ha estado motivada, gu iada y dirigida p or un

    propsito que ha tom ado precedencia sobre to dos los dem s, yque es el de la competitividad cortoplacista de tipo comercial,la cual se ha convertido en "el nico y ve rdad ero objetivo vendido, pro pagado y defendido de la eco no m a do losNortes del

    planeta". El final del siglo xx se c aracte riz p o r el triunfo de lasfinanzas so bre la produccin y el bienestar social.

    La tenden cia economicista, el m anejo del pla ne ta de acue rdocon el criterio exclusivo del rend imiento econm ico de las cor

    poracio nes y la m oneta rizacin de todas las em presas hum anasestn arrinconan do a la hum anidad en un callejn sin salida. Estoha llevado a desestim ar las necesidades colectivas no ligadas almercado, al desperdicio de enormes cantidades de recursos finitosy a la exclusin de los beneficios del crec im iento de ca da vez m sgrandes porciones de la poblacin mundial. La seleccin de unmodelo durable de desarrollo modificara pro fun da m ente estilosde vida dom inan tes y formas de consumo. De hecho , tal modeloimplica un reforzamiento de redes ciudad anas y de solidaridad,

    la elaboracin de nuevos enfoques al traba jo capaces de satisfacer necesidades que el mercado, p or s solo, no pued e aten de ro atiende de m anera m uy limitada. Obviamente, tal m odelo de

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    desarrollo no es fcilmente acep table. Sin embargo, tam bin esclaro que solamente el desarrollo sustentab le es capaz de prevenirel llamado "apartheidsocial" y los desastres ecolgicos que, deseguir las actuales tendencias, am ena zan s eriam ente al mundo.

    En los pases que poseen una considerable y ampliamentedistribuida poblacin rural poblacin que adems es simultneamente duea y dependiente para su subsistencia de losrecursos de los ecosistemas na tura les, la estrategia de conservacin de la biodiversidad "sin tocarla, representada por losdiferentes tipos de reas naturales protegidas, que es sin dudafundamental y de gran im portanc ia, constituye un enfoque muylimitado para la conservacin de la biodiversidad que, en sugran mayora, se enc uentra fue ra de esas reas protegidas y estubicada en zonas que son pro pieda d de las comunidades rurales.Esto es en especial pertinente pa ra las regiones montaosas, con

    paisajes de considerable p endiente , donde la agricultura es m uypoco eficiente. Existe suficiente evidencia emprica para afirm arque los procesos diversificados y sustentab les de extraccin decomponentes de los ecosistemas son, a la pa r que necesarios paradotar de alternativas de sosten im iento econm ico a los dueosde esos recursos, a lternativas de conservac in de las caractersticas estructurales y func ionales de los ecosistemas, que son losfactores determ inan tes de la prov isin de los servicios am bien ta

    les que recibimos de los ecosistemas, perfec tam ente aceptables.La versin en idiom a espao l de la obra de la do ctora Ostrom

    debe ser un impulso pa ra los estud iantes y profesionales de ecologa, ambiente forestal, economa, desarrollo social y rural,etctera. Un estmulo para pensar en formas de relacin connuestros recursos n aturales renovables que no estn lim itadasa su conservacin no consuntiva, sino que incluyan de m ane racentral su utilizacin racional y sustentable. No solamentelograramos dos cambios absolutamente centrales para el fu

    turo: conservar el patrimonio natural de cada pas y resolver,por lo m enos en una parte im porta nte , la severa m arg in aci neconmica y social de la poblacin rural. Se lograra un cam

    bio adicional con profundas consecuencias para el futu ro demuchas naciones en desarrollo: la conversin de u na po blacinrural, que en su gran m ayo ra no tiene op ciones de desarrollo ydepende de subsidios de diversa ndole para perm anece r en el

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    PRLOGO

    estado de marginacin que poseen ahora, en empresarios, endueos de su futuro. ste con stituira un c am bio psicolgico, dedimensiones enormes y de consecuencias impreaecibles para

    bie n de la cohesi n y la ig uald ad sociales del planeta.

    Jo s Sa r u k h n Investigador Emrito

    del Instituto de Ecologa de la UNAM

    Coordinador Nacional de la Comisin Nacionalpara el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio)

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    NOTA DE LA TRADUCTORA

    Hace 20 aos, Oxford University Press public la prim era edicinde Govem ing the Commons. The Evolution o f the Institu tions

    for Collective Action de Elinor Ostrom. Rp idam ente este textose convirti en un clsico que en el campo acadmico de lasciencias sociales en lengua inglesa m arc u n verd adero pa rtea-guas. Goveming the Commons cuestiona y reform ula algun osde los paradigmas an vigentes en este campo: la dicotomam ercado-estado considerada como pan acea de la poltica p blica; la vigencia universal de la "eleccin racional" basada en laconcepcin de los individuos como m eros optim izado res ec onmicos ajenos en todos los casos al bien com n; la con sec ue nte

    preem inencia de la econom a sobre el resto de las ciencias so

    ciales y la no m enos g eneralizada oposicin irredu ctible e ntre la sociedad y la naturaleza.

    La vigencia y po tencia de la propu esta ostro m iana deriva engran m edida de un a slida relacin entre teora y realida d em

    pr ica, rela cin que es a la vez m eto dol gica y pol tica: la teorase desarrolla a p art ir de un extenso y perm ane nte esfuerzo deinvestigacin em prica y se orienta en funcin de la' b squ ed ade elem entos de comp rensin tiles al m anejo y al go bierno de

    bienes com unes de dis tin ta naturaleza y escala: los bosques, la spraderas, los lagos, los ocanos, la atm sfera, el clim a, el conocimiento y el espacio ciberntico.

    Goveming the Commons es un trabajo seminal que ha impulsado u n a fo rm id able expansin del estu dio de los b ienescomunes en la que part icipan acadmicos, miembros de gru

    pos civiles y funcio nario s pblicos de los cinco con tinentes delp laneta (vase ). Am rica L atin a yla Pennsula ibrica han perm anecido relativamen te al m argende esta produc cin y discusin globales. La prim era trad uc ci nal espaol de Govem ing the Commons, pub licada en diciem brede 2000 p o r el Fondo de C ultura Econm ica en coedicin con la

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    http://www.iasc-commmons.org/http://www.iasc-commmons.org/
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    34 NOTA DE LA TRADUCTORA

    Universidad Nacional Autnoma de Mxico, buscaba acercarla propu esta analtica ostrom iana a aquellos que no tiene n fcil acceso a la bib liografa e sc rita en ingls. Diez aos despus,contribuir a supe rar la "ba rrera de la lengua contina siendo u n

    propsito pertinente . Luego de u na dcada de aplicaci n de "elgobierno de los bien es com unes" al trabajo de camp o, el anlisis de polticas pblica y la do cencia, la revisin de la prim eraedicin del texto resultaba cada vez ms necesaria para m uchosde quienes lo hab am os utilizado. El renovado inters del FC Ey de la UNAMpor u n a segunda edicin, luego de la em is i n del

    Nobel de Econom a de 2009, ha hecho posible dar r espuesta aesta necesidad. En esta ocasin se ha intentado experimentarla diferencia lingstica c om o u n "recurso com n que perm ite

    "moldear" los concep tos a p a rtir del rico filn conceptual de lalengua espaola, filn del cual echar mano al enfrentar el retode com unicar un pen sam iento m agistral en un cdigo distinto deaquel en que se origin.

    Esta nueva traduccin se ha realizado con la esperanza d potenciar la creatividad co nce ptua l e institucional de aquellos queen Amrica Latina y Espaa apu estan a la com prensin de algunos de los problem as socio-ambientales ms acuciantes de nu estros pases, su pa rticip ac in en los dilogos globales sobre los

    bienes comunes y la creatividad in st itucional de quienes bata llanen la con struccin de nueva s realidades.

    L e t ic ia M e r in o

    Instituto de Investigaciones SocialesUniversidad Nacional Autnoma de Mxico

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    I. REFLEXIONESSOBRE LOS BIENES COiMUNES

    CASI no hay sem ana en que no aparezca un rep ortaje de importancia sobre la am enaza de destruccin de un recurso naturalvalioso. E n jun io de 1989, por ejemplo, un a rtculo delNew YorkTimes se centrab a en el problema de la sobrepesca e n el Georges

    Bank, a un as 150 millas de la costa de Nueva Inglate rra. E n laactua lidad la captura de bacalao, lenguado y abadejo no rep resenta m s que un cuarto de lo que era du ran te la dcad a de 1960.Aunque tod os sab en que el problem a bsico es la sobreexplota-cin de los bancos pesqueros, no hay acuerdo entre los interesadosen el problema sobre cmo resolverlo. Los representantes enel Congreso recom ienda n un a nueva legislacin nacional, auncuando las leyes vigentes se aplican de m an era irregular. Los re

    presentantes de los p escadore s argum entan que los terrenos de

    pesca no se encontr aran en condic iones ta n la m entables si elgobierno federal hubiera renunciado a sus espordicos intentosde regu lar la pesca en el pasado. El punto en este caso, y en m uchos otros, es encontrar la mejor manera de limitar el uso derecursos naturales para asegurar su viabilidad econmica enel largo plazo. Los defensores de la regulacin centralizad a, dela privatizacin o de la regulacin en m anos de los interesadosh an p rom ovido sus propue stas de poltica en m ltiples foros.

    Situacione s sem ejantes tienen lugar en distintas escalas que

    van desde los pequeos barrios hasta el conjunto del planeta.La cuestin de cmo adm inistrar m ejor los recursos natura lesutilizados por muchos individuos no est mejor resuelta en laacad em ia que e n el m undo de la poltica. Algunos artculos eru ditos sobre la "tragedia de los com unes reco m iend an que "elEstado" co ntrole la mayora de los recursos natu rales p ar a ev itarsu destrucc in; otros sugieren que su privatizacin reso lvera el

    proble m a. Sin embargo, lo que se observa en el m undo real esque ni el Estad o ni el m ercado han logrado un xito un iform e en

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    U> REFLEXIONES SOBRE LOS BIENES COMUNES

    que lo.s individuos m an tenga n u n uso productivo, de largo plazo,de los sistemas de re cursos n aturale s. Por otra parte, d istintascomunidades de individuos han confiado en instituciones que110 se parecen ni al Estado ni al mercado para regular algunos

    sistemas de recursos con grados razonables de xito durantelargos periodos.

    Todava no contamos con las herramientas o modelos intelectuales necesarios par a com prend er los problemas asociadosco la regulacin y la adm inistracin de sistemas de recursos n aturales ni las razones p o r las cuales algunas instituciones funcionan en ciertos medios y no en otros. Este libro constituyeun esfuerzo po r1) criticar los fund am entos del anlisis polticotal como se aplica a m ucho s recu rsos naturales, 2) presentar

    ejemplos empricos de iniciativas tanto exitosas como desafortunadas de regulacin y adm inistraci n de esos recursos, y 3) iniciar un esfuerzo por desa rrollar mejores instrumentos a fin decom prend er las cap acidades y limitaciones de las institucionesde autogobierno en la regulacin de distintos recursos. Parallevar a cabo estos prop sitos describo primero los tres mod elosutilizados con m s frecuencia para fundam entar la recom endacin de soluciones estatales o de m ercado. E n seguida planteoalternativas tericas y em pricas a estos modelos para ilus trar

    la diversidad de soluciones qu e van ms all de los estados y losmercados. Luego, utilizando un tipo de anlisis institucional,intento explicar la ma nera en que las comunidades de individuoscrean distintas form as de ad m inis trar los bienes com unes.

    T r e s m o d e l o s i n f l u y e n t e s

    La tragedia de los com unes

    A partir del provocador artculo de Garrett Hardin en Science(1968), la expresin "la tragedia de los comunes" ha llegado asimbolizar la degradacin del ambiente que puede esperarsesiempre, cuando muchos individuos utilizan simultneamenteun recurso escaso. P ara ilustrar la estructura lgica de su m odelo, Hardin pide al lector que imagine un pastizal "abierto atodos"; despu s exa mina la e struc tura de esta situacin desde la

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    REFLEXIONES SOBRE LOS BIENES COMUNES 37

    perspectiva de un pastor racional. Cada p asto r recib e u n beneficio directo po r sus animales (que pastan all) y enfren ta u n costo po sterior po r el deterioz'o de los bienes com un es cu and o su

    gana do y el de otras person as pastan en exceso. Cada p as tor sesiente impulsado a introdu cir ms y ms anim ales porq ue recibeel beneficio d irecto de sus propios anim ales y carga n icam en tecon los costos resultantes del sobrepastoreo. H ard in concluye:"Ah est la tragedia. Cada hombre se encuentra atrapado enun sistema que lo compele a aumentar su ganado sin ningnlmite, en un m und o que es limitado. La ruin a es el destino h aciael cual todos los hom bres se precipitan, persigu iendo cad a u nosu propio inters en una sociedad que cree en la libertad de los

    bienes, com unes" (H ard in , 1968, p. 1244).H ardin no le el prim ero en adv ertir la tragedia d e los com unes. H ace m ucho , Aristteles observ que lo que es com n p arala m ayora es de hecho objeto del m eno r cuidado. Todo m un do

    pie nsa principalm ente en s lirism o, raras veces en el interscom n (Poltica , Libro II, cap. 3). La parb ola de ITobbes sob reel hombre en un estado natural es el prototipo de la tragediade los bienes comun es: los hom bres persiguen su p ropio bieny terminan peleando enlre s. En 1833, William Fostcr l.loyd

    (1977) esboz un a teora de los bienes com unes que predeca unuso descu idado de la prop iedad en com n. Ms de una deca laantes del artculo de Hardin, H. Scott Gordon (1954) expuso conclaridad una lgica semejante en otro texto clsico: "La teoraeconmica de u na investigacin sobre la prop iedad comn : la

    pesca" . Gord on describi la m ism a dinm ic a que H ardin :

    Parecera, entonces, que hay cierta verdad en la mxima conservadora segn la cual la pi'opiedad de todos es la propiedad de nadie.

    Nadie valora la riqueza que es gratuita para todos, porque el quees lo suficientemente arriesgado para esperar que llegue el tiempopropicio para su uso, slo encontrar que ese recurso ya ha sidotomado por otro [...] Los peces en el mar no tienen valor para el

    pescador, porque no hay ninguna garanta de que estarn esperndolo maana si hoy los deja ah [Gordon, 1954, p. 124],

    Joh n H. Dales (1968, p. 62) seal al m ismo tiem po los desc on certantes problem as relacionado s con los recursos "posedos en

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    comn, porque no hay alternativa!" Los anlisis convencionalese la m oderna econo ma de recursos indican que ah donde m uchos usuarios tienen acceso a un recurso pa ra uso com n, el totalde las unidades extradas ser m ayo r que el nivel econmico p

    timo de extraccin (Clark, 1976, 1980; Dasgupta y Heal, 1979).Si los nicos bienes comunes" de importancia fueran unas

    cuantas reas de pasto o algunas pesqueras, la tragedia de loscomunes tend ra poco inter s general. ste no es el caso. El pro

    pio Hardin us los pastizales com unes como una m et fora delpro blema general de la sobrepoblacin. La "tragedia de los comu nes ha sido utilizada p ara desc ribir problem as tan distintoscomo la ham bru na del Sub sah ara en los aos setenta (Picardi ySeifert, 1977), las crisis de incendios forestales en el Tercer Mundo

    (Norman, 1984; Thomson, 1977), la lluvia cida (R. Wilson, 1985),la organizacin de la Iglesia mo rm on a (Bullock y Badn, 1977), lainep titud del Congreso de los Estad os Unidos para evitar su gasto excesivo (Shepsle y Weingast, 1984), el crim en urbano (Neher,1978), las relaciones entre el sector pb lico y el sector privado enlas economas mod ernas (Scharpf, 1985,1987,1988), los problemas de coope racin in terna cion al (Snidal, 1985) y los conflictoscomunales en Chipre (Lumsden, 1973). Gran parte del mundodepende de los recursos que es tn sujetos a una posible tragedia delos comunes.

    E l juego del d ilem a del prisionero

    El modelo de H ardin ha quedad o form alizado en el juego deldilema del prisionero ( d p ) (Dawes, 1973, 1975).1Pensemos enlos participantes en u n juego com o los pastores que usan u n pas-

    ' Atribuido a Merrill M. F lood y a Melvin Dresher y formalizado por AlbertW. Tucker (R. Campbell, 1985, p. 3), el juego se describe (Luce y Raiffa, 1957,

    p. 95) com o sigue:

    Dos sos pechos os son arrestados y separados. El fiscal est seguro de que sonculpables de un crimen, pero no posee la evidencia adecuada para condenarlos en un juicio. Le seala a cada prisionero que tiene una alternativa: confesar el crimen que la polica est segura que cometieron, o no confesar. Sininguno confiesa, en tonces el fiscal so stiene que formular contra ellos cargos falsos menores, co mo r obos insignificantes y posesin ilegal de armas,

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    REFLEXIONES SOBRE LOS BIENES COMUNES l"

    FIGURA 1.1.Juego 1: El juego de los pastores de Hardin

    .10 -1 11 0

    10 11 -1 0

    c \ / D c \ -/ :d

    tizal en com n. Para este pastizal existe un lmite s up erior enel nm ero de animales que pueden pas tar de manera adecu ada d uran te un a estacin. A este nm ero lo llam am os L. En un

    juego en el q ue participen dos p ersonas puede consid erarse quela estrateg ia de cooperacin ser deL/2 animales por cada pastor. La estrategia de "desercin sera aquella en la que ca da pastortuviera tantos animales como considere que puede llegar a vender con g anan cia (dados sus costos privados), supon iendo queese nm ero es m ayor aL/2 . Si ambos pastores limitan su pas

    toreo a L/2 , obtendrn 10 unidades de ganancia, mientras quey que ambos recibirn un castigo menor; si ambos confiesan, sern procesados, aunque l recomendara penas men ores que la sentencia m s severa;pero si uno confiesa y el otro no, entonces el confeso recibir un tratamiento indulgente por ofrecer evidencia al Estado, mientras que el ltimo sertratado con todo el rigor de la ley. En trminos de aos en una penitenciara, el problema estratgico puede reducirse como sigue;

    Prisionero 2

    Prisionero 1 No confiesa ConfiesaNo confiesa 1 ao cada uno 10 ao s para el prisionero 1

    3 me ses para el prisionero 2Confiesa 3 m eses para el prisionero 1 8 ao s para cada un o

    10 aos para el prisionero 2

    R. Kenneth Godvvin y W. Bruce Shepard (1979), Richard Kimber (1981), Michael Taylor (1987) y otros han mostrado que los dilem as c om unes no sie m pre son juegos del dilema del prisionero (dp ). Dawes (1973, 1975) fue uno delos primeros especialistas en mostrar la semejanza de su estructura.

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    '10 REFLEXIONES SOBRE LOS BIENES COMUNES

    si eligen la estrategia de "desercin", conseguirn un a gan anciaigual a cero. Si uno de ellos lim ita sus an ima les aL/2, mientrasque el otro tiene tan tos a nim ales com o desea, el "desertor obtiene 11 unid ades de gan an cia y el "tonto ob tiene 1. Si cada

    uno elige de m anera indepen diente, sin comprom eterse en uncontrato obligatorio, cada cual escoge su estrategia dom inante,que sera la de desertar. Cu and o am bos desertan, obtien en unaganancia igual a cero. Llmese a ste el juego de los pastores deHard in o el juego 1, que tiene la m ism a estructura que el juegodel dilema del prisionero .2

    El juego del dilem a del prision ero se conceptualiza com o unjuego n o co operativo, en el q ue to dos los ju gadores tienen in fo rmacin completa. En los juegos de no cooperacin, la com unicacin entre los jugadores est prohib ida , es imposible, o bien carece

    de im portancia, en tan to no se hay a establecido explcitamentecomo parte del juego. Si la co m unic acin es posible, se sup oneque los acuerdos verbales entre los jugado res no los com prom eten, a meno s que a la estru ctu ra del juego se incorpore la posibi lidad d e acuerd os o bligato rios (H arsanyi y Selten, 1988, p. 3).Una "informacin com pleta imp lica que todos los jugadores conocen toda la estru ctu ra del juego y los beneficios de cada r esultado. Los jugad ores con ocen o desconocen las jugad as de losdems, depend iendo de si stas so n observables o no.

    En el juego del dilema del prision ero cada jugado r tiene u na

    estrategia dom inan te en el sentido de que siempre le ir m ejorsi elige esta estrategia dese rtar, independ ientem ente de lo queelija el otro jugador. Dados estos supu estos, cuando am bos jugadores eligen su estrategia dom inan te, produ cen un equilibrio quees el tercer mejor resultado pa ra ambos. Ninguno tiene un incentivo para ca m biar que sea inde pend iente de la eleccin de estrategia del otro. El equilibrio qu e res ulta de la seleccin de ca da

    2El modelo de Hardin se traduce con facilidad a la estructura de] dilema del prisionero. Muchos problemas relacionados con el uso de recursos de uso

    comn (r u c ) no se traducen fcilmente. Los juegos sencillos como los de "gallina (chicken) y "de afirmacin (assurance) representan mejor algunas situaciones (M. Taylor, 1987). Los juegos ms complejos que implican varias

    jugadas y carecen de estrategias dominan tes para los jugadores so n ms adecuados para captar muc hos de lo s problem as implicados en el manejo de los recursos de u so com n.

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    jugador de su "mejor es trate gia individ ual no es, sin embargo,un resu ltado ptimo de Pareto. Un ptimo de Pa reto tiene lugar

    cuando no hay otro resultado estrictamente preferido p or al menos un juga do r que sea por lo m enos tan bu eno pa ra los dems.En el dilema del prisionero de dos personas, am bo s jugad oresprefieren el resultado (cooperar, coopera r) al resultado (desertar,desertar). As, el resultado de equ ilibrio es un Pareto-inferior.

    El juego del dilema del prisionero resu lta fascin ante p ara losacadmicos. La parado ja de que las estrategias individualme nteracionales conduzcan a resultados colectivamente irracionalesparece p lan tear u n reto a la fe fundam ental en que los seres hu

    m anos racionales pueden alcanzar resultados racionales. E n laintroduccin de un libro de reciente publicacin, Paradoxes o f

    Ratio nality and Cooperatio, Richmond Campbell explica lapr ofu nd a a tracc in del dilema:

    Simplemente estas paradojas ponen en duda nuestra forma decomprender la racionalidad y, en el caso del dilema del prisionero, sugieren la imposibilidad de que exista una cooperacin entre

    seres racionales. As, inciden directamente sobre cuestiones fundamentales en el campo de la tica y la filosofa poltica, por lo queamenazan los fundamentos de las ciencias sociales. I.n amplitudde las consecuencias explica por qu estas paradojas lian suscitadotanto inters y por qu merecen un lugar central en las discusioneslilosficas [Campbell, 1985, p. 3].

    La profu nda atraccin del dilema qued a an m ejor ilustrada porla can tidad de artculos escritos sobre el tema. E n u n m om ento

    dado, ha ce 15 aos, ms de 2000 artculos se refera n al juegodel dilem a del prisio nero (Grofman y Pool, 1975).

    La lgica de la accin colectiva

    En The Logic o f Collective Action, Mancur Olson (1965) desarroll un punto de vista afn sobre la dificultad de lograr que

    los individuos persigan su bien estar comn, en co ntraste conel bienestar individual. Olson se propu so cu estion ar de m ane ra especfica el enorme optimismo expresado en la teora de

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    conjuntos: que individuos con intereses comunes actuarande manera voluntaria para inten tar promover dichos intereses(Bentley, 1949; Tram an, 1958). E n la prim era pgina de su libroOlson resum a esa recono cida opinin:

    Se supone que la idea de que los grupos tienden a actuar para apoyarsus intereses de grupo deriva lgicamente de esa premisa ampliamente aceptada sobre su comportamiento racional y egosta. Enotras palabras, si los miembros de algn grupo tienen un inters o unobjetivo comn, y si todos estaran mejor si se lograra ese objetivo,se ha pensado que, lgicamente, los individuos en ese grupo, si fueran racionales y con intereses propios, actuaran para lograr ese ob

    jetivo [Olson, 1965, p. 1],

    Olson cuestionab a el supu esto de que la posibilidad de beneficio para u n grupo fuera suficiente para generar una accin colectiva pa ra la co nsecuc in de ese beneficio. E n el pasa je de sulibro ms citado, Olson argumentaba que

    a menos que el nmero de individuos sea muy pequeo, o a menosque exista coercin o algn otro dispositivo especial para hacer quelos individuos acten a favor de su inters comn, individuos racio-nales con intereses propios no actuarn para lograr sus intereses co-

    munes o de grupo [Olson, 1965, p. 2; cursivas en el original].

    El argum ento de Olson descansa en gran m edida en el supuestode que alguien que no p uede ser excluido de la obtencin de los

    beneficios de un b ien colectivo, una vez que ste se ha p ro ducido,tiene pocos incentivos pa ra con tribuir de m anera v oluntaria alsuministro de ese bien. Su libro es menos pesim ista de lo que sostienen quienes citan este fam oso pasaje. Olson considera qu e lacuestin de si los grupos de tam ao intermedio procu raran o

    no de m ane ra volu ntaria beneficios colectivos, es un a preg un taabierta. Su definicin de un grupo de tamao intermedio nodepende del nmero de actores involucrados, sino de lo cons

    picuas que sean las accio nes de cada persona.La traged ia de los com unes, el dilema del prisionero y la lgica

    de la accin colectiva son concep tos estrecham ente relacionadosen los modelos que definen el modo en que la perspectiva de

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    uso general enfoca m ucho s de los problem as que los individuosenfrentan cuando intentan lograr beneficios colectivos. En elcorazn de cada uno de estos modelos est el problema del

    gorrn (free rder).* Cuando una p ersona no pue de s er excluidade los beneficios que otros procuran, est motivada a no contribuir en el esfuerzo comn y a "gorronear" de los esfuerzosde los otros. Si todo s los participa ntes eligieran "go rronear", nose prod uc ira l beneficio com n. La tentac in de beneficiarsecon el trabajo ajeno puede dominar el proceso de decisin, yas todos terminarn en el sitio donde nadie quera estar. Demanera alternativa, algunos pueden cooperar mientras otrosno cooperan, por lo que se obtiene un nivel de provisin del

    beneficio colectivo m enor al ptimo. Por ello, esto s modelosson muy tiles para explicar cmo individuos perfectamenteracionales pu eden producir, en ciertas circunstancias, resultadosirracionales a la vista de quienes participan.

    Lo que hace tan interesan tes y poderosos estos modelos es quecaptan im po rtantes aspectos de diversos problem as que o currenen distintos escenarios en todo el mundo. Lo que los hace tan

    peligrosos cuando se les usa m eta fricam ente com o fundamentos de un a poltica es que las restricciones que se asum en

    como inm utab les pa ra los fines del anlisis se con sidere n com orealmente fijas en m bitos empricos, a menos que autoridadesexternas los m odifiquen.3Los prisioneros en el famo so d ilemano pueden cambiar las restricciones que les impone el fiscal,

    pues estn en la crcel. No todos los usuario s de recursos natu rales son incapa ces de cam biar las restricciones que en frentan;en tanto que los individuos sean vistos como prisioneros, las

    pre scripcio nes polticas tom arn como refe re ncia esta metfora .

    *Entre las mltiples expresiones utilizadas en espaol para la traduccin

    de free rider, la ms com n es la de "polizn. Aqu hem os preferido la expresin ms latinoamericana de "gorrn, porque creemos que es la que mejor capta el sentido defree rider; mientras que polizn alude a un viajero clande stino en una em barcacin, "gorrn hace referencia a alguien que vive p or cuentade otro. De todos modos, en la teora de juegos free ride rse refiere a alguien que no c oopera [T.].

    3Hardin recomienda "coercin mutua, acordada de manera mutua como solucin al problema, pero el significado de "acuerdo mutuo" es ambiguo en virtud de su nfasis en el papel de los reguladores centrales; para una crtica,vase Orr y Hill ( 1979).

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    que, "para evitar el desastre, los adm inistradores deben ejerceruna hegemona efectiva sobre ellos".

    Los funcionarios pblicos a veces no h acen sino evocar im genes siniestras aludiendo brevem ente a las versiones po pula rizadas d e los modelos, y supo nen , com o evidente de suyo, quelos mism os procesos ocu rren en todos los escenarios naturales.Por ejemplo, el ministro c anadiense de pesca y ocanos captel sentid o de los modelos en un discurso en 1980:

    Si se deja actuar libremente ese tipo de inters econmico de la pesca, y se permite a todos pescar lo que quieran tomando de un recurso que no pertenece a nadie, se termina por destruir al vecino y auno mismo. En las pesqueras de acceso abierto los buenos tiempos

    dan lugar a malos tiempos, al atraer ms y ms barcos para capturar cada vez menos peces, lo cual produce cada vez menos dineropara dividir entre ms y ms gente [Romeo LeBlanc, en un discursopronunciado en el 50 aniversario de los United Maritime Fisher-men, 19 de marzo de 1980; citado por Matthews y Phyne, 1988],

    La implicacin, desde luego, er a que las pesque ras can adienses satisfacen esa desc ripcin de m anera universal, inferenciaem pricame nte inc orrec ta.6 Pero mu chos observadores hanllegado a co nsidera r que la ma yora de los recursos son com o

    los especificados en los tres modelos. Como tales, se concluyeque los individuos han c ado en un a tram pa siniestra. Las recomendaciones resultantes de polticas han sido tambin de unandole igualmente siniestra.

    P r e s c r i p c i o n e s a c t u a l e s d e p o l t i c a

    El L eviatn como la "nica" va

    Ophuls (1973, p. 228) argument, por ejemplo, que en virtudde la tragedia de los com unes, no es posible resolver los proble

    6Vase, por ejemplo, Berkes (1987), Berkes y Kislalioglu (1989), Berkes y Pocock(1981), A. Davis (1984), K. Martin (1979), Matthews y Phyne (1988). Para fuertescrticas a la poltica canadiense vase Pinkerton (1989a, b) y Matthews (1988).

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    m as am bientales a travs de la cooperacin [...] y esa raz n esabru m ado ra pa ra un gobierno con poderes coercitivos conside rables". Oph uls concluye que "aun si evitamos la tragedia de los

    comunes, ser nicamente recurriendo a la necesidad trgicadel Leviatn (1973, p. 229; cursivas mas).7 Diez aos despusde su primer artculo, Garrett Hardin argumenta que estamosenvueltos en "una nube de ignorancia" respec to a "la verd ade ranatu raleza de los sistemas polticos fundam ntales y el efecto decada un o en la conservacin del ambiente" (1978, p. 310). Sinembargo, la "nube de ignorancia" no le impidi d ar po r hechoque las>nicas alternativas al dilema de los bienes com unes e ranlo que llamaba "un sistema empresarial privado po r un lado, o el

    "socialismo po r otro (1978, p. 314). Convencido de que "es ate rrado r con tem pla r la alternativa de los bienes com unes" (1968,p. 1247), Hardin indicaba que deba instituirse el cambio con"toda la fuerza que fuera necesaria para introducirlo" (1978,p.314).En otra s palabras, "si debe evitarse la ruin a en u n m un do sobre-

    poblado, la gente debe s er sensib le a u na fuerza coercit iva fuerade sus psiques individuales, a un Leviatn, pa ra us ar el trminode Hobbes (Hardin, 1978, p. 314).

    El supuesto de que es necesario un Leviatn externo para

    evitar las traged ias de los comunes condu ce a recom en da r quelos gobiernos centrales controlen la m ayora de los sistem as derecu rsos natu rales. H eilbroner (1974) opin que los "gobiernosde hieiTo", qu iz los gobiernos m ilitares, seran necesarios p aralog rar el con trol de los problem as ecolgicos. Desde un pu ntode vista menos draconiano, Ehrenfeld (1972, p. 322) sugiereque si "no pue de esperarse que los intereses privados protejanla prop iedad com n, entonces se requiere la regulacin externa a travs de entidades pblicas, gobiernos o autorida des in

    ternacionales". E n un anlisis de los problem as im plicados en laad m inistracin de los recursos hidrulicos en los pases en desarrollo, Carruthers y Stoner (1981, p. 29) argumentaban quela falta de con trol pblico dara como resultad o "el sob repasto-

    Michael Taylor (1987) analiza la estructura de la teora de Hobbes paramostrar que propon e la creacin del Leviatn con el fin de evitar el equilibriode situacion es estructuradas com o dilemas del prisionero. Vase tam bin Sug-den (1986).

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    reo y la erosin del suelo d e los pastizales comu nales, o menospesca a un costo prom edio m s alto". Tambin conclu a n quelos recursos de uso comn requieren un control pblico si su

    desarrollo debe d ar p o r resultad o eficiencia econmica" (1981,p. 29; cursivas m as).8 El consejo pol tico de centralizar el controly la regulacin de los recursos naturales, como tierras de pastoreo, bosques y pesqu eras, se ha seguido extensam ente, en particular en los pases del Tercer M undo.

    Una manera de ilustrar esta propuesta de control centralizado es mod ificar el juego del pa stor de H ardin utilizando lossupuestos que su byac en a este consejo poltico. Los que prop onen el control centralizado quieren u na entidad g ubernam ental

    externa que decida las estrategias de pastoreo especficas quela autoridad central con sidera las m ejores p ara la situacin: laautoridad central decidir quines pued en usar la pradera, c un do la pued en u sar y cuntos anim ales pueden pastar. Supon gamos que la autoridad central decide im poner una m ulta de dosunidades de ganancia a cualquiera que se considere que estusando u na estrategia de desercin; supongamos tam bin quela entidad central conoce el rend im iento sustentable del pastizal(L) y puede desc ubrir y castigar sin erro r a cualquier pastor que

    utilice la estrategia de desercin; e n ese caso, el juego recin res-tructurado e impu esto po r la autorida d central est representadoen el juego 2. Ahora bien, la solucin al juego 2 es "cooperar, coo

    perar. Am bos jugadores recib en 10 unid ades de g anancia cadauno, en lugar de las cero unidad es que hub ieran recibido en el

    juego 1. Si una autoridad externa determ in a con precis i n lacapacidad de un recurso de uso com n, la asigna sin ambigedad, inspecciona las acciones y sanciona indefectiblementeel incumplimiento, entonces una entidad centralizada puedetransform ar el juego del pastor de H ardin pa ra gen erar un equilibrio ptim am en te eficiente pa ra los pastores. Po r lo regu lar se

    presta poca ate nci n al costo de crear y m ante ner una entidad

    aStiHman (1975, p. 13) seala que aquellos que ven un gobierno centralfuerte o un gobernante fuerte com o soluc in, asumen implcitamente que "elgobernante es un altruista sabio y eco lgicam ente co nsciente, aun cuando estos mismos terico s supo nen que los usuarios de los RUC son m iopes, egostasy hedonistas ecolgicamente inconscientes.

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    REFLEXIONES SOBRE LOS BIENES COMUNES 49

    FIGURA 1.2.Juego 2: El juego de autoridad central con infam ac in completa

    10 -1 9 -2

    10 9 ^1 -2

    c \ / D c \ >/ D

    C \ / [ )

    de este tipo, ya que ste es visto com o exgeno al pro blem a y nose incluye como un parm etro del juego 2.9

    Sin em bargo, el equilibrio ptimo logrado al seg uir el conse jode centralizar el control se basa en supuestos concernientes ala exactitud de la informac in, las capacidades de verificacin, lacredibilidad de las sanciones y costos nulos de adm inistracin.Sin una informacin vlida y confiable, una entidad central

    puede com ete r errores, in cluyendo el esta ble cim ie nto de la ca pacid ad de carga o la m ulla dem asia do alta o baja , la sanci nde los pastore s que coo peran o la falta de sta a los desertores.Las implicaciones de toda forma de informacin jncompleta

    9 En la bibliografa sobre econ om a de recursos se hac e referencia a la forma de regulacin utilizada en el juego 2 como un esquema de pura cuota".Los instrumentos normativos alternativos que con frecuencia se pr oponen sonun "esquema de pura autorizac in y un "esquema de puro impuesto". Sin e m bargo, com o sealan Dasgupta y Heal (1979), en cada uno de estos e squemas es el gobierno quien controla el recurso y determina el esquema normativo.

    En cada caso la idea es que el gobierno se haga cargo del recurso de uso comn e introduzc a reglas dirigidas a la obten cin de una eficacia distributiva"(Dasgupta y Heal, 1979, p. 66). Todos los m odelos de estos diversos e squem assuponen que los costos de su sustento son igual a cero (como en el juego 2).Dasgupta y Heal reiteran que estos costos no son cero en situaciones concretas y que pueden afectar, ya sea que alguno de ellos resuelva un problema de bienes comunes o la eficacia relativa de un esquema versus otro. Pero lascuidadosas advertencias de Dasgupta y Heal sobre la importancia de los costos relativos de diversos arreglos constitucionales son raramente atendidas en la bibliografa sobre po lticas pblicas.

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    50 REFLEXIONES SOBRE LOS BIENES COMUNES

    F ig u ra 1.3.Juego 3: El juego de autoridad centralcon informacin incompleta

    10-2x -1-2x 11-2y -2y10-2x 11-2y -1-2x -2y

    c \ / \D C \ y / D

    C \ / D

    son interesantes; no o bstante, como ejemplo me centrar totalmente en las que surgen de la informacin incompleta de unaentidad cen tral sobre las estrategias de los pastores. El supuestoimplcito del juego 2 es que la entidad central supervisa todaslas acciones de los pastores s in nin g n costo e impone sancionesde man era correcta.

    En el juego 3 suponem os q ue la en tidad central tiene informacin com pleta sob re las capa cida des de carga de los pastizales,

    pero info rm acin incom pleta acerca de las acciones particula re s

    de los pastores. En consecuencia, la entidad central cometeerrores al impo ner castigos. S upong am os que la entidad centralcastiga las deserciones (la resp ue sta correcta) con una prob abilidady pero no castiga las deserciones con probabilidad 1y (larespuesta incorrecta). S upon gam os tam bin que la entidad central castiga acciones co operativas (la respuesta inco rrecta) con

    probabilid adx y no castiga acciones cooperativas (la respuestacorrecta) con probabilidad x . Los parmetros de utilidadesse ilus tran en la figu ra 1.3.

    Una entidad cen tral con inform acin com pleta no com eteraeirores en su nivel de castigos; en ese caso,x = 0 y y = \ . El juego2 sera, entonces, un ca so e special del juego 3 en el quex = 0 y

    y = 1. Sin embargo, si la entidad central no tiene informacincompleta sobre las acciones de los pastores, impone correctamente ambos tipos de sanciones con una probabilidad de 0.7(x 0.3,y =0.7). Un ejemplo de las utilidades especficas de este

    juego se encuentra en la figura 1.4. Estable cid a esta estructura

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    REFLEXIONES SOBRE LOS BIENES COMUNES 51

    FIGURA 1.4.Juego 4: Un ejemplo de juego de autoridad centralcon informacin incompleta

    9.4 -1 .6 9.6 -1.4

    9.4 9.6 -1 .6 -1 .4

    c \ / D c \ / b\ _y y

    de utilidades, los pastores enfrentan un a vez ms u n juego deldilema del prisionero: de sertan (sobrepastoreo ) en vez de coopera r (pa star dentro de los mrgenes de la capacidad de carga).En el juego 4, al igual qu e en el juego 1 original, los resultadosde equilibrio pa ra los pastore s era n (0, 0). E n u n juego en el quela entidad c entral sanciona correctame nte con un a probabilidadde 0.7, los resultados de equilibrio son (-1.6, -1.6). El equilibrio del

    juego regulado tiene un valor m enor que el del juego no regulado .

    Conocida la capacidad de carga y las posibilidades de gana nciadel juego 1, la entidad central debe te ne r informa cin suficiente

    para im poner sancio nes correcta m ente , con una probabil idadm ayo r de 0.75, pa ra evitar obligar a los pastore s a un equilibrio(D, D).>

    10 De mapera ms exacta, la suma de los dos tipos de errores debe ser menor

    a 0.50, dados los parmetros fijos de este juego para que, una vez restructu- rado, tenga un equilibrio (C, C). Agradezco a Franz Weissing la sugerencia de este tipo de anlisis para ilustrar el problema de inform acin incom pleta de laentidad central.

    Las ltimas dos dcadas de trabajo en la teora de la eleccin social han revelado otros problemas que pueden estar presentes en cualquier sistema en el que debe hacerse una eleccin colectiva sobre un a poltica m ediante mecanism os de eleccin colectiva. Aun si se cuenta con informacin com pleta sobrelos recursos, tambin pueden ocurrir problemas asociados con el establecimiento de ciclos o con el control de la agenda (McKelvey, 1976, 1979; Riker, 1980, Shepsle, 1979a).

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    URFI .EXIONES SOBRE LOS BIENES COMUNES

    La privatiza cin como la n ica va

    Oros analistas polticos, influidos por los mismos modelos, ha nexigido con igual firmeza la imposicin de derechos de propiedad

    privada siempre que los recursos sean de propiedad com n (Dem-setz, 1967; O. Joh nson, 1972). "Tanto el anlisis econmico de losrecursos de uso com n com o el tratamien to de Hardin de la tragedia de los com unes" con du jo a R ob ert J. Sm ith (1981, p. 467) asugerir que "la nica va p ar a ev itar la tragedia de los comunes enel uso de los recu rsos na turale s y la vida silvestre es pon er fin alrgimen de propiedad com n y cre ar uno de propiedad privada"(cursivas mas); vase tam bin el trabajo de Sinn (1984). Sm ithenfatizaba que "cuando tratam os un recurso como propiedad co

    m n q uedam os atrap ad os en su d estruccin inexorable" (1981,p. 465). Welch recom endaba la creacin de plenos derechos privados sobre un bien com n al afirm ar que "es necesario el establecimiento de plenos derechos de prop iedad para evitar la ineficienciadel sobrepasto reo (1983, p. 17). Sealaba que la privatizacin delos bienes comun es era la solucin ptima p ara ese tipo de problemas y su m ayor preocupaci n era cmo im poner la pro piedadprivada cuando quienes usan bienes com unes no estn dispuestosa cam biar a un conjun to de derechos privados sobre esos bienes.

    Los que recomiendan la imposicin de la privatizacin a

    los pastores dividiran el pastizal a la mitad y asignaran cadaparte a un pasto r; de