Glosa al Pregón de la Semana Santa 2014 · Corría el año del Señor de 1990, cuando en la calle...

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Pronunciada en Asamblea Pública y Solemne de la Junta Mayor de Cofradías, Hermandades y Mayordomías, celebrada en el Teatro Circo, el día 28 de marzo de 2014, cuarto viernes de Cuaresma. Antonio Vicente Almagro Giménez Glosa al Pregón de la Semana Santa 2014

Transcript of Glosa al Pregón de la Semana Santa 2014 · Corría el año del Señor de 1990, cuando en la calle...

Pronunciada en Asamblea Pública y Solemne de la Junta Mayor de Cofradías, Hermandades y Mayordomías, celebrada en el Teatro Circo, el día 28 de marzo de 2014, cuarto viernes de Cuaresma.

Antonio Vicente Almagro Giménez

Glosa al Pregónde la

Semana Santa 2014

ORIOLANOS:

Oíd lo que se hace saber de parte de la Junta Mayor de Cofradías y Hermandades: Dicha Junta, en asamblea pública y solemne, presidida por el Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de la Diócesis Oriolense y el Sr. Alcalde de nuestra ciudad, ha acordado que en la próxima Semana Santa se celebren los tradicionales desfiles procesionales, ya famosos en el pa-trio solar, más que por su fastuosidad y magnificencia, por su acendrado espíritu cristiano.

Una vez más se va a conmemorar en nuestra ciudad la Pasión y Muerte de nuestro Señor: ningún marco más adecuado que la silueta cuajada de torres de nuestra mística Oleza; ninguna primavera tan suave y olorosa como la de este viejo rincón levantino, ningún cielo más azul, más cielo, que el que cubre esta tierra poblada de amor y bendición, para volver a vivir emocionalmente aquellos días en que la Sangre del Justo nos señalaba una vida mejor e interminable.

El monte, la vega y el río están repletos de cánticos que exaltan la grandeza de Dios.

Oriolanos: Vivamos intensa e íntimamente la Semana Santa. Re-cibamos todos la entrada de Jesús con la palma - blanca y pura, airosa y triunfal - de nuestra alma en el Domingo de Ramos, brote de nuestros pechos la oración ferviente en la tristeza insondable del Jueves Santo, y oigamos las jubilosas campanas del Domingo de Resurrección con la alegría de sabernos redimidos.

* Este pregón, obra de Antonio García-Molina Martínez, se leyó por vez primera, el día 20 de febrero de 1947, primer viernes de Cuaresma, en el salón de Plenos del Excmo. Ayun-tamiento de Orihuela.

Buenas noches.

Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de la Diócesis de Orihuela – Alicante,

Excmo. Sr. Alcalde del Excmo. Ayuntamiento de Orihuela,

Sr. Presidente y Junta Mayor de Cofradías, Hermandades y Mayordomías,

Excmo. Sr. Alcalde del Exmo. Ayuntamiento de Torrevieja,

Rvdo. Sr. Consiliario de la Junta Mayor,

Sra. Concejala de Festividades del Ayuntamiento de Orihuela,

Sr. Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Torrevieja,

Ilmo. Sr. Caballero Cubierto de 2014,

Ilmo. Sr. Nazareno de Orihuela,

Sr. Abanderado de la Procesión General,

Ilmos. Señores Caballeros Cubiertos compañeros de Hermandad,

Querida familia y amigos.

Con la emoción contenida tras escuchar el pregón de la Semana Santa de mi recordado amigo Antonio García-Molina Martínez, y con profundo respeto y agradecimiento al Sr. Presidente y a la Junta Mayor de Cofradías, Hermandades y Mayordomías por esta designación, procedo a la lectura de la glosa al pregón de la Semana Santa oriolana de 2014.

El recuerdo de mi padre, el médico Temístocles Almagro, me ha acompañado a lo largo de mi vida. Quienes le conocieron y muchos de ustedes lo conocieron bien, saben de su entrega y dedicación a este pueblo.

En multitud de ocasiones me pidió que no rompiera nunca los vínculos con Orihuela.

Ni yo he roto ningún vínculo, ni Orihuela me lo ha permitido.

Frecuentemente pienso en lo que quedó para mi vida posterior de aquellos años de mi niñez y primera juventud que pasé en Torrevieja, Torremendo y Orihuela: la bondad de hombres y mujeres sencillos, que es la materia de la que están hechos estos pueblos.

En la calma de la memoria, y sobre todo cuando cierro fuertemente los ojos, en el momento que quiero, veo los rostros de muchas bellas personas de las que fui amigo.

El simple hecho de mencionar sus nombres trae a mi mente el recuerdo de una época dorada. Los días del esplendor de la amistad: Ildefonso, Dominique, José Mari, Fernando, Manuel…

Precisamente un glosador de este pregón, amigo del alma, Ildefonso Cases Andreu, dijo en su glosa que “hay hermanos que el tiempo ha hecho amigos y amigos que el tiempo ha hecho hermanos”.

La noción de amor y amistad conduce a la solidaridad. El Apóstol del Amor Universal da muchos ejemplos de generosidad para con su pueblo.

El cineasta católico Roberto Rossellini, en su serie televisiva “Los hechos de los apóstoles”, coproducida por varias televisiones europeas, entre ellas Televisión Española, otorga un nuevo sentido a la palabra libertad: Jesús, dice, restablecerá el Reino al Padre, después de haber destruido toda dominación, toda autoridad, todo poder.

La fe de los Apóstoles logra convencer a los reticentes e imponer la igualdad de todos ante Dios; es como un análisis histórico que documenta la génesis de la primera sociedad democrática surgida después de Cristo.

La Iglesia católica defendió la utilización de las imágenes religiosas. Los artistas debían seguir unas líneas que crearan imágenes estrictas de forma y que relatasen los hechos de la Biblia de una manera clara, viva y realista.

Y en el antiguo convento de La Merced, en el Museo de la Semana Santa, los apóstoles protagonizan junto a Jesús los pasajes de la Pasión:

La Santa Cena, estudio de la dialéctica de la individualidad, Jesús, y el espíritu de comunidad, los doce apóstoles que le rodean.

Tres apóstoles, Pedro, Juan y Santiago, simbolizan la serenidad, el sosiego, mientras Jesús es auxiliado por el ángel en la Oración en el Huerto.

De la tranquilidad a la violencia pasionaria. El brazo de Pedro, que intenta agredir a Malco, detenido por Jesús en el Prendimiento. El que empuña la daga no alcanza el poder. En uno de los extremos, Judas.

La conversión de María Magdalena. Son testigos los apóstoles Simón Galileo y Judas. Jesús concedió a Pedro el privilegio de nombrarle su sucesor en la tierra. Aquí, en el museo, tiene reservado lugar preferente. El gallo con la mitra papal, la negación de san Pedro. San Pedro en su arrepentimiento y Jesús lavando los pies al príncipe de los apóstoles en el Lavatorio.

San Juan y la Dolorosa en la capilla de Nuestro Padre Jesús de la iglesia de San Francisco y, custodiado en la clausura del Convento de las Hermanas Clarisas, San Juan Evangelista. Su palma oriolana cimbreante le acompaña en su sorprendente evolución humana, desde aquel discípulo casi adolescente en la noche de la Cena hasta el apóstol que acompaña a María al pie de la Cruz.

La vida de los apóstoles supone una desmitificación del heroísmo, que también afirma y valora la cotidianidad de la vida familiar.

Como dice el Consiliario de la Junta Mayor, los sucesores de los Apóstoles, a lo largo de los cuatrocientos cincuenta años de esta diócesis, han sido todos y cada uno de nuestros obispos.

Toda la pretendida humillación de Jesús: Ecce Homo, la Sentencia, la Flagelación, la Coronación de Espinas es transformada por el pueblo de Orihuela en redentora de su dignidad humana.

Dicen los escultores que, cuando realizan las tallas religiosas, lo más complicado es reflejar el color de la carne. Los crucificados de Orihuela

así lo atestiguan. Lucen tal serenidad en su dolor que los hace demasiado humanos, tan próximos a quienes los contemplan. La Pasión esculpida en las veneradas imágenes de la Semana Santa de Orihuela:

El Cristo de las Santas Mujeres. Santísimo Cristo de Zalamea. El Calvario. La Agonía. Cristo del Consuelo. Santísimo Cristo de la Buena Muerte.

La máxima dificultad para comprender la naturaleza de estos crucificados, es el haber aprendido a ver un Dios en un hombre que nace y muere.

Dice San Alberto Magno que recordar es rastrear en la memoria. Pertenezco a la generación de la Procesión General en la madrugada del Viernes Santo.

Hay un nombre para el momento en que despunta el día, cuando todos los rincones de Orihuela se impregnan de azahar. Es una hermosa y sencilla palabra: se llama amanecer.

Permanecen en mis recuerdos de niño, de una forma vívida, el suave y acariciador repique de las campanillas de la Convocatoria, retumbar de tambores, agudos sonidos de las gemelas y el quejumbroso de la bocina. La sorda. En las memorias de un Sencillo Coleccionista de Impresiones de 1892 puede leerse: La bocina vuelve a lanzar su queja prolongada y pavorosa. La voz de mi madre que decía: levántate, nene, que pasa la procesión.

La música religiosa que acompaña a los pasos de cada cofradía ejerce como una gran caja de resonancia por las calles de Orihuela.

De entre las cerca de cuarenta bandas de música, de cornetas y tambores, Agrupaciones y Asociaciones musicales quiero mencionar expresamente a la Banda de Cornetas y Tambores “Auxilium”, del Oratorio Festivo, y a la Unión Lírica Orcelitana, totalmente identificadas con los oriolanos por sus largos años de acompañamiento en nuestras procesiones.

Costureras y sastres, carpinteros, electricistas, floristas, orfebres, costaleras y costaleros, alumbrantes… sois el corazón secreto del reloj.

En el hondón de la memoria: el color amarillo de la Samaritana, mi primera cofradía. Mi abuela María me arropaba con su abrigo y la supongo conmovida ante mi asombro infantil. Algún tiempo después, imposible olvidar la colocación de los caramelos en la faltriquera, mi primera vesta, el capirote, los nervios y las prisas. Todo ello me resulta ahora tan ameno y sincero como el beso que le di a mi madre al partir hacia mi estreno como nazareno.

Al correr de los años, creyéndome todavía un niño, me dispuse a desfilar con mi vara de mando delante del paso de la Samaritana, como lo había venido haciendo hasta entonces. Pero el presidente de la cofradía, Francisco Rabasco Noales, me cambió la vara por un cirio. Así, con un acto tan simple, pasé de niño a adolescente.

En la infancia existe la necesidad de crear mitos. En mi caso fueron dos: los Armaos y el Caballero Cubierto.

No hay mejor manera de desmitificar los sueños que pasar a protagonizar la realidad.

Corría el año del Señor de 1990, cuando en la calle San Pascual me tropecé con el pasacalles de la Centuria Romana, el cual se dirigía a su antiguo cuartel de la calle del Molino. Un armao, mi entrañable Enrique Luna Agulló, exclamó: ¡El caballero cubierto!

A partir de ese momento, y en todos estos años transcurridos, no he dejado de desfilar con la Centuria Romana; al menos un día de la Semana Santa.

En cierta ocasión, el presidente, Ramón Sáez Martínez, me invitó a desfilar de lancero por primera vez; bien es cierto que sin lanza, animándome a participar en esa difícil pirueta conocida como el caracol, en la Plaza del Marqués de Rafal. Tras manifestarle mis serias dudas acerca de mi capacidad para ello, me aconsejó que hiciera lo mismo que el armao que me precediera. Lo que no estaba previsto es que esa noche iba a llover en Orihuela y el suelo resbaladizo provocó la caída de ese armao. Esa circunstancia me supuso tener que ponerme al frente del pelotón. Excuso decirles mi escaso éxito.

Un mito de mi infancia que se derrumbaba.

Hay momentos en la vida de los hombres en los que éstos dan las gracias a Dios por haber nacido. Mis compañeros de la Hermandad del Caballero Cubierto saben que la travesía de la Catedral se la debemos a los oriolanos de nuestra alma.

En esta tradición ancestral se unen dos códigos culturales perfectamente diferenciados: lo civil y lo religioso.

Miren ustedes: prescindiendo de cualquier otra consideración acerca de la existencia de las dos bulas papales que otorgaron este privilegio, cuando el pueblo convierte los hechos en leyenda, no es conveniente que ésta desaparezca de la memoria colectiva de los ciudadanos.

Mi recordada amiga Conchita Martínez Marín, glosadora de este Pregón, llevada por su desmesurado amor a las tradiciones de este pueblo exclama: “¡Gozar del privilegio más grande que hay en la tierra: ser Caballero Cubierto, Sábado Santo, en Oleza!”

El próximo Sábado Santo esta Hermandad acompañará al Caballero Cubierto de 2014 en la procesión del Santo Entierro de Cristo; como así lo hicieron, mientras su salud se lo permitió, Antonio Pedrera Soler, Antonio Pascual del Riquelme y Hermenegildo Soriano Girona.

En el año de 1990, una vez acabada la ceremonia de investidura del Caballero Cubierto en el Palacio de Rubalcava, con la solemnidad acostumbrada, su Ilma. Francisco Álvarez Martínez, recién nombrado obispo de la Diócesis, asistía por primera vez a este acto. Cuando se acercó para felicitarme, con su amabilidad no exenta de firmeza, lo hizo con estas literales palabras: ¡Cómo son ustedes en Orihuela!. Todavía no sé si fue un reproche o un elogio.

Otro mito de mi infancia derrumbado.

En cierta ocasión, un renombrado físico anunció a un colega que estaba pensando en escribir un diario:

– No me propongo publicarlo. Me limitaré a registrar los hechos para que

DIOS se informe.

– ¿Tú crees que DIOS no conoce los hechos?– le replicó su interlocutor.

– Sí, ÉL conoce los hechos, pero no conoce esta versión de los hechos.

Pues ahí va mi versión.

Dicen que la suerte es imprescindible en la trayectoria vital de una persona. En proximidad a la primavera de 1987, fui convocado a una reunión en Prado del Rey, para planificar la programación del segundo trimestre. Uno de los temas a tratar era el lugar de la retransmisión de la Semana Santa. Entre las personas convocadas se encontraba un alto dirigente del Ente Público que era de Murcia.

En el momento en que me correspondió opinar al respecto, presenté la candidatura de Orihuela con la suerte de que mi compañero murciano me apoyó con entusiasmo. Destacamos los monumentos nacionales, su celebrada imaginería religiosa, Salzillo, su casco antiguo, los armaos y la capitalidad de la Vega Baja.

En un momento determinado, mencionamos algo en apariencia de escasa relevancia: los nazarenos de la mayoría de las cofradías regalaban caramelos al público que presenciaba las procesiones. Este hecho tan simple hizo que nuestros argumentos prevalecieran sobre el resto de las propuestas presentadas.

Los designios del Señor son inescrutables.

No sé si son ustedes capaces de imaginar mi alegría. La Semana Santa de Orihuela, al fin, iba a poder ser contemplada en toda España.

Pero aún quedaba lo más importante: proponer al Ayuntamiento de la ciudad la retransmisión. Aún recuerdo la sorpresa y emoción de mi amigo José Manuel Medina Cañizares, glosador de este pregón.

Al fin, Televisión Española iba a hacer justicia con la Semana Santa de mi pueblo. Mejor dicho, no se hizo justicia, que es relativamente fácil, sino que se hizo lo justo, que es mucho más difícil.

Quedaban por resolver los detalles de esta emisión en directo. Lo más importante: la iluminación y la localización de los lugares donde emplazar las cámaras. La escenografía de Orihuela resultó perfecta para el equipo de realización. La torre gótica de Santa Justa, monumento nacional y uno de los iconos más bellos de la ciudad, fue el decorado de fondo perfecto y el eje principal de esta retransmisión.

Mis antiguos compañeros, que permanecieron aquellos días en Orihuela, nunca han olvidado dos cosas: los nervios dentro de la unidad móvil y la hospitalidad de los oriolanos. La Junta Mayor de Cofradías, presidida por Emilio Bregante Palazón, otorgó a los equipos de realización y producción los primeros nazarenos de Orihuela. Entre las personas que lo recibieron: los comentaristas, Juan José Sánchez Balaguer, otro glosador de este pregón y la locutora Marisa Naranjo, que tantos amigos dejó aquí.

El mismo nombre de la ciudad, Orihuela, suavemente modelado por los labios y el aliento, tiene el género que pertenece a las madres y las mujeres que procesionan en este pueblo:

Cristo en su regazo, armada de su dolor nada más. Vestida con el decoro y dignidad propios de una Gran Dama, como lo están las mujeres que acompañan a Nuestra Señora de los Dolores.

El duelo emotivo de la Madre es uno de los momentos de mayor ternura para las costaleras de María Santísima del Consuelo.

La idea del Buen Samaritano es una de las parábolas más conocidas de Jesús, incorporada a la cultura general, tanto por cristianos como por no cristianos. Aquí en Orihuela es la Samaritana.

El cristianismo otorgó a la mujer una dignidad desconocida hasta entonces. Es la conversión de María Magdalena.

El rostro de Jesús, que refleja en una sábana de lino el destello de la divinidad moribunda, su portadora: La Verónica.

En el frontal de su palio, el escudo de Orihuela. Su trono arropado por santas y santos que se ubican en los templos oriolanos: Santas Justa y Rufina,

San Gregorio…En su manto, bordados en seda, los Siete dolores de la Virgen María. Es la noche de María Santísima del Perdón.

En la tarde del Miércoles Santo perfecta simbiosis de la amistad, la caridad y el amor: La Dolorosa y san Juan.

En su escudo frontal los patronos de la ciudad: Nuestro Padre Jesús y la Virgen de Monserrate. En los varales que soportan el palio, la fachada de Santiago, sede canónica de la Cofradía de la Santa Cena.

¡Tú, Nuestra Señora de los Ángeles resplandeces en tu eterna belleza española!

La última en llegar. La Cofradía del Lavatorio la trajo a Orihuela para aliviar la aflicción y el sufrimiento de muchos de nuestros conciudadanos.

¡Bienvenida seas Nuestra Señora de la Esperanza!

En medio de la calle, en un gran vacío, sola con sus Pilares, La Soledad.

A la espera del emocionado encuentro del último día Santo, el de la Resurrección, con el puñal del dolor todavía clavado, Santísima Virgen Dolorosa.

Las lágrimas de todas ellas representan la parte más hermosa de nuestros sentidos.

Tengo la sensación de que las calles de Orihuela poseen, al ver pasar a todas esas Mujeres, Vírgenes y Santas, una especie de amabilidad humana.

¡Qué hermosa es la vida mientras puedan aparecer ante nuestros ojos imágenes semejantes!

A vueltas con el tiempo, en el año de 2008, ya jubilado, la vida me tenía reservada otra sorpresa. Llamé a Televisión Española para felicitar a la persona que me había relevado en mi último destino. Sorprendentemente me dijo: Antonio, pídeme lo que quieras. Ya conocen ustedes lo que le pedí. De nuevo, Televisión Española iba a estar presente en la Semana Santa de Orihuela. En esta ocasión iban a ser dos días: Jueves y Viernes Santos.

Intuyo las dificultades que tuvo que afrontar la Junta Mayor. Por motivos de programación, las hermandades del Cristo de la Buena Muerte y del Silencio, iban a procesionar con un sensible adelanto sobre sus horarios habituales, renunciando a su derecho a la propia imagen e intimidad. Desde aquí quiero expresar públicamente, en esta Solemne Asamblea, mi agradecimiento a las juntas directivas de ambas hermandades, así como al entonces presidente de la Junta Mayor, Eduardo Ferrández Felices, Nazareno de Orihuela, por esta inusual procesión de aquel lejano Jueves Santo.

La Hermandad Penitencial del Cristo de la Buena Muerte, fuera de su horario habitual de la madrugada, no pierde un ápice de su rigor y severidad. Comienza su procesión en el claustro de la Universidad Histórica de Santo Domingo, sin otros testigos que sus hermanos. Tras atravesar el pórtico continua su caminar por las calles del casco antiguo. Solo importa que la Buena Muerte sea íntima, dulce. El silencio se transforma en un gran respeto. Su lema “tu muerte es vida”. La campana característica de la Hermandad va dando paso a las Siete Palabras de Cristo en la Cruz, grabadas en cada uno de sus estandartes. Me queda el pequeño consuelo, no exento de disculpas a los hermanos del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, que a causa de este adelanto horario, algunos oriolanos de menor edad vieron por primera vez esta procesión de la hermandad más joven.

Cosas tremendas y ocultas en el paso de la procesión del Silencio, cuya religiosidad traspasa fronteras por las características tan especiales como corresponden a esta noche santa. Un espasmo de dolor retorcía el rostro marcado por la muerte del Cristo del Consuelo. A cada paso, con cada redoble de tambor, se enterrará más hondamente en el corazón de los oriolanos la espantosa angustia de comprender esta noche de Jueves Santo. La cruz del Silencio tomó como modelo la rejería del palacio de Rubalcava.

Pesó el Silencio, imponente. Serenidad, una oración, un cántico. El canto de la pasión refuerza la conexión espiritual entre el ser humano y Cristo.

Entre las más de cincuenta cruces de madera que se deslizan: la del teniente Irles. Cuando éste abandonó su destino en la Guinea colonial, junto

a sus muebles se trajo la madera para construir una cruz. La misma que aún continua procesionando en esta hermandad.

Y otro pequeño consuelo lleno de disculpas: En aquella noche excepcional por la iluminación de la televisión, se lograron captar algunas de las más impactantes imágenes que yo recuerde.

Sirva de ejemplo la siguiente descripción. Situémonos: Palacio de Arneva. Una cámara, plantada en las alturas, toma en escorzo la esquina del Pavo. Abajo, a sus pies, los Cantores de la Pasión y enfrente, dominándolo todo, el Cristo del Consuelo.

Me atrevería a afirmar que esta escena es la más hermosa que yo haya visto y oído jamás en cualquier retransmisión televisada de la Semana Santa española.

El pensador catalán Eugenio d´Ors reflexiona en su Glosario: Un maestro de la humanidad, muerto hace siglos, clama en un trompetear de orgullo: si yo repitiese mi verdadero pensar, me tendríais otra vez por loco, igual que mis contemporáneos.

Con ocasión del estreno, en 1968, de la película Nazarín del más universal de nuestros directores, Luis Buñuel, éste hace una profunda introspección en el alma de un sacerdote, un cristiano de pura cepa que ha purificado su fe y vive como CRISTO entre los pecadores.

En una entrevista concedida por el director aragonés, le preguntaron:

– Cristo fue crucificado después de ser condenado. ¿No piensa usted que esto fue un fracaso?

– Estoy seguro de que si Cristo volviera, respondió el cineasta, sería nuevamente condenado en un mundo tan fatalmente hecho como este: el único camino a seguir es el de la rebelión.

La película Nazarín estuvo a punto de obtener el premio de la Oficina Católica Internacional del Cine.

El final de la búsqueda será llegar al comienzo y conocer el lugar por primera vez. Este pensamiento de T. S. Elliot refleja la necesidad de que todo hombre vuelva a su origen. Los oriolanos que cada año acudimos a la llamada de nuestra Semana Santa lo hacemos en busca del paraíso perdido de nuestra infancia. La Semana Santa, a lo largo de nuestras vidas, a todos nos alcanza: el dolor, el sufrimiento, el perdón, el consuelo, la soledad, la esperanza, la vida, la muerte…

Ver no es comprender, ver es sentir, ver es emocionarse:

– Es preciso haber visto, en Orihuela, a nuestro Padre Jesús Nazareno, el Patrón, el Abuelo, en la tarde del Miércoles Santo más bello que imaginarse pueda. Una tarde de 1940, a las seis, regresó a esta tierra para quedarse definitivamente en ella. El sentir de los oriolanos es devolverle a Nuestro Padre Jesús el amor que nos tiene.

– Es preciso haber visto, en Orihuela, a la Centuria Romana más antigua de España, los Armaos. Su magnificencia y esplendor detrás de nuestro Padre Jesús. Honor y rigor de escolta.

– Es preciso haber visto, en Orihuela, el Triunfo de la Cruz, la Diablesa, la talla religiosa más original y única que existe en el mundo, Cruz de los Labradores.

– Es preciso haber visto, en Orihuela, a nuestro Padre Jesús de la Caída. No serán más que unos momentos que pasaron deprisa, pero, precisamente por momentos como esos amamos la vida.

– Es preciso haber visto, en Orihuela, la travesía de la Catedral del Caballero Cubierto, singularidad única de toda la Semana Santa española.

– Es preciso haber visto, en Orihuela, la urna del Cristo Yacente. ¿Quién vio mayor desnudez, más severa, más sincera, más pura, que la desnudez del Cristo Yacente? Sus costaleros del Raiguero de Bonanza bien lo saben.

– Es preciso haber visto, en Orihuela, toda la belleza del mundo.

– ¡Es preciso…!

En la Edad Media la vida personal era precaria e incierta, y sólo algunos pocos vivían lo suficiente para presenciar el nacimiento de sus nietos.

Resuena el eco de una profecía. Dicen que en el siglo venidero, en que la esperanza de vida se prolongará sensiblemente, el hombre no sólo olvidará el nombre de sus abuelos sino acaso también el de sus padres.

Pero mientras Orihuela permanezca fiel a sus tradiciones, y las sucesivas generaciones de niños nazarenos conserven su entusiasmo colectivo, invadiendo las calles, estoy convencido de que esta triste profecía no se cumplirá jamás en esta tierra.

La Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, se estructura como un relato lógico que se ordena según una rigurosa progresión de causas y efectos.

En 1955, el director de cine danés Carl Theodor Dreyer realiza su obra cumbre: Ordet (La palabra), un canto a los poderes sobrenaturales. El milagro que se espera no se produce hasta que llegue el que posee la fe. Es pues, un criterio absolutamente ortodoxo, pero sólo mantenido en toda su vigencia por la Iglesia católica. La Resurrección no afecta solo a un lugar concreto, sino a toda la comunidad en que el milagro se produce, por lo que resulta evidenciado el sentido de paz y de fraternidad universal. “La palabra” obtuvo el León de Oro de la Mostra Internacional de Arte Cinematográfico de Venecia.

La Resurrección de Cristo es uno de los pilares centrales del cristianismo. La solemne Vigilia de la Resurrección es el más trascendente de los actos litúrgicos de la Iglesia, fundamental en su fe, un ejemplo de esperanza.

Cantaron las campanas. Esto será lo más digno de aquella jornada de duelo mudo. La nota trágica del dolor abrumador se transforma en gozosa alegría. Cristo, sobre un trono de luz, reaparece en la Plaza Nueva para encontrarse con la Madre, a la que un niño de blanco la libera del puñal clavado. La Hermandad del Resucitado lo ha logrado.

Que el hombre nuevo y recreado traiga a nuestro pueblo el espíritu de fraternidad. “Fraternidad es palabra -escribe el poeta mexicano Octavio Paz- que pertenece por igual a la tradición liberal y a la socialista, a la científica y a la religiosa”.

Hoy se cumplen 72 años de la muerte del oriolano de más aire, Miguel Hernández. Quiero imaginármelo aquí esta noche, en este Teatro Circo, compartiendo ese espíritu de fraternidad con todos nosotros.

Permitid que me dirija a todos los que dentro de unos días seréis los testigos directos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.

Aquellos que continuáis haciendo la historia de Orihuela, sin olvidar que Orihuela os ha hecho a vosotros.

Aquellos que con vuestro esfuerzo, ilusión, devoción y amor vais a hacer posible un año más en Orihuela la celebración de su Semana Santa.

¡COFRADES, NAZARENOS, ARMAOS!

DICHOSOS LOS QUE GUARDAN EL AMOR DE SU PUEBLO

MUCHAS GRACIAS