Giovanni Reale, Platón. En busca de la sabiduría secreta

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GIOVANNI REALE . PLAT ON EN BUSEDA DE LA SABIDURfA SECRETA

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  • GIOVANNI REALE ,,,,,,..

    PLAT ON EN BUSQVEDA DE LA SABIDURfA SECRETA

  • GIOVANNI REALE

    PLATN

    En bsqueda de la sabidura secreta

    Traduccin: ROBERTO HERALDO BERNET

    Herder

  • Versin castellana de R o b e r t o H e r a l d o B e r n e t , de la obra de G io v a n n i R e a l e , Platone. Alla ricerca della sapienza segreta. Rizzoli, Miln 31998

    Diseo de la cubierta: Claudio Bado y Monica Bazn

    1998, RCS Libri S.p.A., Milano

    2001, 2002 Empresa Editorial Herder, S.A., Barcelona

    2a edicin: 2002

    La reproduccin total o parcial de esta obra sin el consentim iento expreso de los titulares del Copyright est prohibida al amparo de la legislacin vigente.

    Imprenta: L ib e r d p l e x , S .L .Depsito Legal: B - 36.985 - 2002

    Printed in Spain

    ISBN: 84-254-2175-6________________ Herder_____________Cdigo catlogo: FIL2175Provenza, 388. 08025 Barcelona - Telfono 93 476 26 26 - Fax 93 207 34 48

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  • Platn naci el da sptimo del mes de Targelin, el mismo da en el cual se afirma que naci Apolo.

    Se cuenta que Scrates haba soado tener sobre sus rodillas un pequeo cisne que, abriendo sbitamente las alas, levant vuelo cantando dulcemente; y que, al da siguiente, se present ante l Platn, a lo que l dijo que este mismo era aquel ave.

    D i g e n e s L a e rc io , Vidas de los filsofos ilustres, III 2; III 5

    Tambin yo me considero compaero de los cisnes en su servicio y consagracin al mismo dios, Apolo, y considero haber recibido del dios el don de la adivinacin en no menor medida que aquellos.

    P la t n , Fedn 85b

  • NDICE

    I n d i c a c i o n e s p a r a l a l e c t u r a ........................................................................ 13

    Pr e f a c io ................................................................................................................. 21

    I. A l g u n a s o b s e r v a c io n e s d e c a r c t e r in t r o d u c t o r io .U n a r e v o l u c i n d e t r a s c e n d e n c i a h i s t r ic a e n l aCIVILIZACIN GRIEGA. Platn en el momento fin a l del choque de la nueva civilizacin de la escritura con la cultura tradicional de la oralid ad ................................................................................... 29

    II. L a o r a l i d a d p o t ic o - m im t ic a , e je d e l a CULTURA y d eLA FORMACIN ESPIRITUAL DE LOS GRIEGOS, Y EL CHOQUE FRONTAL DE PLATN CON ELLA. La poesa carece de valor congnoscitivo y de capacidad educativa porque se funda en la imitacin, en la esfera de la pura opinin ..................................... 51

    III. LA NUEVA FORMA DE ORALIDAD CREADA POR LA FILOSOFA YCONSIDERADA POR PLATN COMO UN MEDIO DE COMUNICACIN IRRENUNCIABLE. De la oralidad mimtica a la oralidad dialctica. La culminacin de la metodologa socrtica del dilogo refutatorio y m ayutico................................ 75

    IV. E l MODO PROVOCATIVO EN EL QUE PLATN DEFIENDE LA ESCRITURA, PRESENTNDOSE COMO VERDADERO MAESTRO DEL ARTE DE ESCRIBIR. Las reglas del modo apropiado de escribir y de hablar y los criterios segn los cuales Platncompuso sus escritos, teorizados y defendidos en el Fed ro ............ 95

    V. La ESCRITURA NO PUEDE SUSTITUIR A LA ORALIDADDIALCTICA. EL FILSOFO, EN CUANTO TAL, DEBE COMUNICAR SUS MENSAJES SUPREMOS ESCRIBINDOLOS NO EN HOJAS DE PAPEL SINO EN LAS ALMAS DE LOS HOMBRES. Los lmites

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  • estructurales de los escritos de los que se habla en los testimonios sobre s mismo que se encuentran a l fin a l del Fedro y de la Carta VII y las relaciones estructurales entre los escritos y las doctrinas no escritas de P la t n ................................................... 125

    VI. Po e sa y l o g o s . E l m o d o e n q u e P l a t n se p r e se n ta a sMISMO COMO VERDADERO POETA CMICO Y TRGICO. La radical novedad con la cual Platn acepta la poesa y su funcin educativa en el estado ideal ........................................................... 151

    VII. L a METFORA DE LA SEGUNDA NAVEGACIN Y EL REVOLUCIONARIO DESCUBRIMIENTO PLATNICO DEL SER INTELIGIBLE META-SENSIBLE. Teora de las ideas y doctrina de los principios primeros y supremos. Su importanciay alcance ........................................................................................... 175

    VIII. U n a SIGNIFICATIVA CIFRA EMBLEMTICA DE LA ESCUELA DEP l a t n : n o in g r e se e l q u e n o sepa g e o m e t r a .Nmeros ideales. Entes matemticos intermedios. Aritmtica, geometra, su papel en el pensamiento de Platn y en losprogramas formativos de la A cadem ia.......................................... 199

    IX . A b st r a c c i n y d ia l c t ic a . D e f in ic i n d e l b ie n c o m o m e d id a su pr em a DE TODAS LAS COSAS. Metodologa de la abstraccin sinptica y del anlisis diairtico que lleva a la definicin del b ie n .......................................................................... 217

    X . E r t ic a , b ellez a y a n a m n e sis . A s c e n s i n h acia e l ABSOLUTO MEDIANTE LA BELLEZA. Conocimiento y fruicin del bien, tal como se manifiesta en lo bello. La escalera del Eros 239

    X I. C o n t e m p l a c i n y m im esis e n las d im e n sio n e sAXIOLCICAS Y ONTOLGICAS. Fundacin, por obra del hombre, del cosmos tico-poltico, basado en la justamedida, y fundacin del cosmos fsico por obra del demiurgo . 259

    XII. E l h o m b r e b id im e n s io n a l . N a tu r a lez a y sig n ific a d o DEL ALMA Y DE LA VIRTUD. Anttesis dualista entre cuerpo y alma. Igualdad entre hombre y mujer y virtud como orden en el desorden ................................................................................. 277

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  • XIII. M y t h o s y l o g o s . S u s n e x o s e s t r u c t u r a l e s s e g nPLATN. E l mito como un pensar por imgenes en sinergia con el Logos......................................................................................

    XIV. G r a n d e s m e t f o r a s y m i t o s e m b le m t ic o s q u e e x p r e s a nEL SIGNIFICADO DE LA VIDA, DEL FILOSOFAR Y DEL DESTINO DEL HOMBRE SEGN P l a t n . La metfora del alma agujereada y del caradrio. E l mito de la caverna. La conversin de las tinieblas a la luz. E l mito de la eleccin de la vida y del destino y la gran metfora del riesgo de creer............................................

    XV. R e f le x io n e s f in a l e s . P o s ic io n e s d e v a n g u a r d i a d eP l a t n q u e e m e r g e n a c t u a l m e n t e a u n p r im e r p l a n o . Anticipaciones profticas de algunos conceptos de la hermenutica, expresados particularmente en el Fedro...............

  • INDICACIONES PARA LA LECTURA [Nota del editor]

    Traduccin de los textos clsicos

    En la traduccin al espaol de los textos clsicos citados se han tomado como base ediciones de referencia de los textos originales en griego, sin dejar de tener en cuenta, adems, las opciones interpretativas que se reflejan en las traducciones al italiano realizadas o utilizadas por G. Reale. Las ediciones en griego tomadas como base se mencionan en las notas al pie de pgina, agregando, para informacin del lector, los datos de reconocidas ediciones de las respectivas obras en espaol. En el caso de las obras de Platn y de Aristteles, ambas referencias no figuran en las notas al pie, sino que se consignan en conjunto aqu mismo, ms abajo, en los puntos 1.3 y 1.4.

    Los nombres de los autores y ttulos de las obras clsicas se han colocado en la forma usual en que se los suele indicar en lengua espaola. No obstante, en algunos casos en que las publicaciones referidas en las notas los utilizan de forma diferente, se ha consignado esta ltima entre corchetes, a continuacin de la forma espaola. En ciertos casos, y para mayor claridad e informacin, se consignaron los ttulos originales en griego, transliterados y entre corchetes, por ejemplo: Jenofonte, Recuerdos de Scrates [Apomnemonumatonf.

    En lo que respecta particularmente a las obras de Platn, se ha tomado como base de referencia y consulta la edicin del texto griego de John Burnet, Platonis Opera, 5 vols., Oxford 1899-1906 (con varias reimpresiones), utilizando como gua de traduccin la versin italiana presentada por G. Reale, ya que esta ltima es, en muchos casos, de su propia autora, y refleja sus opciones de interpretacin, coherentes con el resto del contenido de su libro. Las publicaciones de donde el autor toma tales versiones son, segn l mismo informa, las siguientes: la edicin y traduccin del Fedro realizada por l mismo y publicada en Milano en 1998 (Fondazione Lorenzo Valla: Mondadori); los pasajes platnicos que, en traduccin propia, aparecen en su obra Per una nuova interpretazione di Platone, Firenze 201997; y las versiones contenidas en la edicin, que tambin l dirigiera, de todos los escritos de Platn: Platone, Tutti gli scritti, con prefacio, introduccin y notas de G. Reale, y traducciones de G. Reale, M. L. Gatti, C. Mazzarelli, M. Migliori, M.T. Limintay R. Radice, Milano 1991,61997.

    Para informacin del lector, remitimos tambin aqu a versiones en espaol de las obras de Platn citadas o referidas en este volumen.

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  • Vase la edicin de los Dilogos y Cartas de Platn publicados en la Biblioteca Clsica Gredos, de la editorial homnima: vol. h Apologa. Critn. Eutifrn. Ion. Lisis. Cdrmides. Hipias menor. Hipias mayor. Laques. Protdgoras. Traduccin y notas de J. Calonge, E. Lled y C. Garca Gual. Introduccin general de E. Lle- d. Revisin: C. Garca Gual y P. Bdenas de la Pea (= Biblioteca Clsica Gredos 37), Madrid 1981.

    Vol. II: Gorgias. Menxeno. Eutidemo. Menn. Crtilo. Introduccin, traduccin y notas de J. Calonge, E. Acosta Mndez, E J. Olivieri y J. L. Calvo Martnez. Revisin: J. L. Navarro Gonzlez y C. Garca Gual (= Biblioteca Clsica Gredos 61), Madrid 1983.

    Vol. III: Fedn. Banquete. Fedro. Introduccin, traduccin y notas de C. Garca Gual, M. Martnez Hernndez y E. Lled. Revisin: L. A. de Cuenca, J. L. Navarro Gonzlez y C. Garca Gual (Biblioteca Clsica Gredos 93), Madrid 1986.

    Vol. IV: Repblica. Introduccin, traduccin y notas de C. Eggers Lan. Revisin: A. del Pozo Ortiz (= Biblioteca Clsica Gredos 94), Madrid 1986.

    Vol. V: Parmnides. Teeteto. Sofista. Poltico.Introduccin, traduccin y notas de Mara I. Santa Cruz de Prunes, . Vallejo Campos y N. L. Cordero. Revisin: C. Garca Gual y F. Garca Romero (= Biblioteca Clsica Gredos 117), Madrid 1988.

    Vol. VI: Filebo. Timeo. Critias. Introduccin, traduccin y notas de Mara . Durn y E Lisi. Revisin: M. Lpez Salv (= Biblioteca Clsica Gredos 160), Madrid 1992.

    Vol. VII: Dudosos. Apcrifos. Cartas. Introduccin, traduccin y notas de J. Zaragoza Botella y P. Gmez Card. Revisin: J. Curbera (= Biblioteca Clsica Gredos 162), Madrid 1992.

    Vols. VIII-IX: Leyes (Libros I-VI; VII-XII). Introduccin, traduccin y notas de Francisco Lisi, 2 vols. (= Biblioteca Clsica Gredos 265-266), Madrid 1999.

    Merecen mencionarse tambin las siguientes ediciones bilinges griego/espa- ol publicadas por el Instituto de Estudios Polticos (actualmente: Centro de Estudios Polticos y Constitucionales), de Madrid, dentro de la coleccin Clsicos Polticos-,

    Gorgias, establecimiento del texto griego, traduccin y notas de Julio Calonge Ruiz, Madrid 1951.

    Cartas, edicin bilinge y prlogo por Margarita Toranzo; revisado por Jos Manuel Pabn y Surez de Urbina, 1954, reimpr. 1970.

    El Sofista, edicin del texto con aparato crtico, traduccin, prlogo y notas por Antonio Tovar, Madrid 1959.

    Fedro, edicin bilinge, traduccin, notas y estudio preliminar por Luis Gil Fernndez, 1957, reimpr. 1970.

    E l Poltico. Critn. Menn, introduccin, traduccin y notas de A. Gonzlez Laso, Mara Rico Gmez y A. Ruiz de Elvira, Madrid 1994.

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  • La Repblica, edicin bilinge, traduccin, notas y estudio preliminar de Jos Manuel Pabn y Manuel Fernndez Galiano, Madrid 41997.

    Las leyes, edicin bilinge, traduccin, notas y estudio preliminar de Jos Ramn Pabn y Manuel Fernndez Galiano, Madrid 1999.

    Para las obras de Aristteles se han tomado como texto base las ediciones a cargo de W. D. Ross. A continuacin se listan las ediciones de Ross de las obras de Aristteles mencionadas en este libro, agregndose en cada caso referencias a traducciones al espaol.

    MetafsicaAristotks Metaphysics = Aristotlous A meta tajusik, a revised text with intro-

    duction and commentary by W. D. Ross, 2 vols., Oxford 1997.Metafsica de Aristteles Aristotlous t meta t fusik - Aristotelis metaphy-

    sica, edicin trilinge por Valentn Garca Yebra, 2 vols., Madrid: Gredos, 1970.PolticaAristotelis Poltica recognovit brevique adnotatione critica instruxit W. D. Ross,

    Oxford 1957.Poltica, edicin bilinge griego/espaol, traduccin por Julin Maras y Ma

    ra Araujo; introduccin y notas de Julin Maras, Madrid: Instituto de Estudios Polticos (actualmente: Centro de Estudios Polticos y Constitucionales), 51977.

    Primeros analticosAristotelis analyticapriora etposteriora, recensuit brevique adnotatione critica

    instruxit WD. Ross;prefatione etappendiceauxitL. Minio-Paluello, Oxford 1964.Tratados de lgica (rganon), (2 vols.) vol. II: Sobre la interpretacin: Ana

    lticos primeros. Analticos segundos, introduccin, traduccin y notas Miguel Candel Sanmartn (= Biblioteca Clsica Gredos 115), Madrid: Gredos 1988.

    Protrptico, Eudemo, Poltico (fragmentos)Fragmenta selecta recognovit brevique adnotatione instruxit W D. Ross, Oxford

    1963. No existe edicin en espaol de los fragmentos.

    Modo de citado

    A fin de evitar repeticiones innecesarias en las notas al pie de pgina, las obras citadas en reiteradas oportunidades se indican con todos sus datos bibliogrficos solamente en la primera referencia. En las subsiguientes, se consignan autor y ttulo en forma abreviada y se remite entre parntesis a la primera referencia, indicando el respectivo nmero de nota, precedida, en caso necesario, de la indicacin del captulo correspondiente, p. ej.: nota I, 16 (= nota 16 en el captulo I).

    Los ttulos de libros y de publicaciones peridicas se han escrito en letra cursiva. Los ttulos de artculos o de captulos se han colocado entre comillas dobles altas. Los nmeros en voladita, colocados delante del ao de edicin,

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  • indican la edicin a la que se est remitiendo; colocados despus de un nmero de pgina, sealan el nmero de nota en la pgina indicada.

    En cuanto a las referencias a las ediciones originales y a las versiones en espaol de las obras modernas que se citan o a las que se remite, se ha procedido de acuerdo a las siguientes pautas:

    Siempre que result posible y conveniente, se han utilizado las ediciones en espaol. No obstante, a fin de posibilitar al lector el acceso a las obras en su idioma original, se han indicado los datos bibliogrficos de las mismas y, cuando fue posible, el lugar exacto de la cita o referencia en tal publicacin, consignando esta informacin en la nota correspondiente, entre parntesis y precedida del signo

  • Caizzi Antisthenis fragmenta, collegit Fernanda Decleva Caizzi, Milano 1966.Diels H. Diels (comp.), Poetarumphilosophorum fragmenta, Berlin 1901.Diels-Kranz H. Diels / W. Kranz (comp.), Die Fragmente der Vorsokratiker, 3

    vols., Zrich etc., vol. I 191992 (= 61951), vol. II 181996 (= 61952), vol. Ill 61952 (10a reimpr. 1994).

    Giannantoni Socratis et Socraticorum reliquiae, collegit, disposuit, apparatibus notisque instruxit Gabriele Giannantoni, 4 vols., Napoli 1990.

    Kassel-Austin Poeta comici Grci ediderunt R. Kassel et C. Austin, 8 vols, en 9 tomos, Berlin 1983ss.

    Kock T. Kock (comp.), Comicorum atticorum fragmenta, Utrecht 1976 (reimpresin de la edicin original, Leipzig, 1880-1888).

    Mller I. von Mller (comp.), Claudii Galeni Deplacitis Hippocratis et Plato- nis libri novem, Amsterdam 1975 (reimpresin de la edicin original, Leipzig 1878).

    Nauck Tragicorum gracor um fragmenta recensuit Augustus Nauck. Supplemen- tum continens nova fragmenta Euripidea et adespota apud scriptores veteres reperta adiecit Bruno Snell, Hildesheim, 1964 (reimpr. de la 2a edicin de Nauck, Leipzig 1889, con el Supplementum de Snell. [Ia edicin de Nauck: Leipzig 1865]).

    Ross (Vase ms arriba, en las obras de Aristteles, 1.4.4).von Arnim Stoicorum veterum fragmenta collegit: Ioannes Ab Arnim, 4 vols.,

    Stuttgart 1978.West M. L. West (comp.), Delectus ex iambis et elegisgracis, Oxford 1980.

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  • GIOVANNI REALE

    PLATNEN BSQUEDA DE LA SABIDURA SECRETA

  • PREFACIO

    Este nuevo libro sobre Platn de mi autora no solamente constituye la suma, sino, desde cierto punto de vista, el complemento de todos mis trabajos precedentes, con algunas novedades que considero de cierta importancia.

    Recuerdo haber tenido ya a mi cargo la publicacin de unas sesenta obras sobre la historia del platonismo (tambin del neoplatonismo pagano y del cristiano de la antigedad tarda), presentando en italiano una serie de notables trabajos a nivel internacional, algunos de los cuales fueron escritos por sus autores a raz de una invitacin de mi parte, habindolos traducido e introducido yo personalmente. Los resultados de mis investigaciones personales que precedieron a este trabajo se encuentran contenidos sobre todo en la obra Per una nuo- va interpretazione di Platone, que ha llegado ya a su vigsima y definitiva edicin (publicada por la editorial Vita e Pensiero, traducida ya al alemn, ingls y portugus, estando en curso la traduccin a otras lenguas), como as tambin en el volumen en el que presento todos los escritos de Platn (Tutti gli scritti, publicado por la editorial Rusconi Libri, Milano61997) y en el comentario al Fed.ro (publicado en la Fundacin Lorenzo Valla-Mondadori, Milano 1998). Las novedades que presento en este nuevo libro, incluidas las menciones sintticas de las adquisiciones precedentes, giran sustancialmente en torno a una idea central que he venido meditando desde hace mucho pero que he madurado slo en los ltimos tiempos, despus de una serie de investigaciones y verificaciones que he llevado a cabo a diferentes niveles.

    Desde hace cierto tiempo, algunos estudiosos han observado con razn que Platn se sita en un momento histrico del todo excepcional, en el cual llega a plenitud un desarrollo cultural de alcance verdaderamente revolucionario. Fue en particular Havelock, en su

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  • libro Prefacio a Platn, quien puso esta cuestin en primer plano y procur ilustrar el papel determinante que le cupo a Platn en esta revolucin. Havelock formul y desarroll esta su tesis principal con gran habilidad y con un estilo comunicativo de gran eficacia. En otros aspectos, adems, su libro hizo poca en el mbito de las investigaciones sobre la tecnologa de la comunicacin.

    La tesis principal de Havelock, que concierne justamente a la tecnologa de la comunicacin potico-mimtica (o sea, a la tecnologa de la comunicacin de los poemas homricos y de las obras de Hesodo), es, como veremos, muy fecunda, y se impone, de hecho y de derecho, como una adquisicin irreversible; sin embargo, el estudioso une a tal tesis algunas otras que resultan, por el contrario, histricamente infundadas, con toda una serie de consecuencias desencaminadas y que inducen a error. Particularmente por el modo en que Havelock presenta la tesis principal de su libro parecera que la misma estuviese en neto contraste con la interpretacin de Platn propuesta por la escuela de Tbingen y Milano, es decir, en neto contraste con la interpretacin de Platn a la luz de las as llamadas doctrinas no escritas. En realidad, como veremos, para sostener propiamente algunos de los corolarios de su tesis, Havelock debi silenciar los testimonios sobre s mismo presentados por Platn en el Pedro y en la Carta VII, que constituyen la base de la nueva interpretacin de Platn sostenida por la escuela de Tbingen y Milano, y que redimensionan en gran medida lo que l sostiene.

    Pero justamente ese choque de las dos interpretaciones, por ciertos aspectos de las mismas que se encuentran en claro contraste, se revela como muy estimulante y ayuda a llegar al ncleo de la cuestin con criterios innovadores, mediante una consciencia hermenutica cada vez ms madura. En efecto: la gran idea central del libro de Havelock permite comprender por primera vez de manera casi perfecta las razones del choque frontal de Platn con la poesa tradicional y, en particular, con Homero. Al mismo tiempo, la tesis de Havelock permite comprender los motivos por los cuales los proyectos culturales innovadores propuestos por la Academia platnica no habran podido ser puestos en prctica sino mediante una supe

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  • racin sistemtica y total de la poesa homrica y de la tecnologa de la comunicacin relacionada con ella, que durante siglos haban sido las bases de la formacin espiritual de los griegos.

    La tesis segn la cual la obra maestra de Platn, o sea, la Repblica, mucho ms que un escrito poltico, es una obra que apunta todo su inters hacia la cuestin de la educacin de los hombres, ha sido sostenida por primera vez en realidad incluso por Jean-Jacques Rousseau, que consideraba este escrito la ms grande obra maestra de pedagoga de todos los tiempos. Esta interpretacin fue retomada y desarrollada ms tarde, en el siglo XX, por Werner Jaeger. Tambin las tesis que afirmaban que los poemas homricos eran la fuente de los conocimientos histricos, morales y jurdicos de los griegos, que el verso con el cual estaban compuestos tena una precisa funcin mnemnica, que en su creacin haba desempeado un papel esencial la imitacin, y, por fin, que haban constituido, en la forma y en los contenidos, el modo mismo de pensar de los hombres de aquellos tiempos, tienen un conspicuo precedente. Efectivamente: en algunas memorables Degnit, Vico las haba anticipado ya mediante geniales intuiciones en su Ciencia Nueva, en funcin de su filosofa de la historia.

    Pero el mtodo de la tcnica de la comunicacin fundado en la psicologa, la sociologa y la ciencia con el cual Havelock demostr estas tesis les da una relevancia e importancia en cierto sentido totalmente nueva.

    En efecto, las tomas de posicin de Platn respecto de la poesa tradicional y sus radicales innovaciones pedaggicas slo pueden entenderse a fondo comprendiendo de manera conveniente, en la forma y en los contenidos, aquella cultura que Platn mismo intentaba superar.

    Pues bien: cules son las tesis de Havelock que, basndose en los textos platnicos, no solamente quedan superadas sino hasta incluso invertidas, mantenindose, empero, la validez de su tesis central?

    En primer lugar, Havelock sostiene que la superacin de la cultura potica fundada sobre la oralidad mimtica lleg a ser posible solamente a raz del desarrollo de la alfabetizacin y de la cultura de

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  • la escritura, que eliminaba del juego a la cultura de la oralidad, y afirma que Platn mismo fue el profeta de tal revolucin. En realidad, sin embargo, Platn critic la escritura; adems, defendi firmemente la oralidad, colocndola claramente por encima de la misma escritura en virtud de su valor y de su capacidad comunicativa.

    Ahora bien, Havelock calla incluso estos notables hechos contrarios, del modo y por las razones que veremos. Otros estudiosos cercanos a Havelock piensan que Platn se coloc aqu en una posicin de retaguardia. Sin embargo, por precisos motivos metodolgicos, es obvio que carece de sentido no tomar en consideracin datos fcticos de semejante importancia, tal como lo hace Havelock; por otra parte, si se atribuye a Platn una posicin de retaguardia en este punto, se lo pone en clara contradiccin con una serie de otras posiciones suyas.

    Existe, en realidad, una solucin al problema: la anticipo aqu en forma sumaria, mientras que procurar demostrarla detalladamente a lo largo de este volumen.

    En primer lugar, Platn defendi, por un lado, la escritura, y se present incluso como el verdadero maestro del correcto arte de escribir; sin embargo (y aunque sea cayendo en cierto exceso de crtica), comprendi al mismo tiempo las razones por las cuales la escritura puede fallar en la comunicacin de sus mensajes, en particular cuando se trata de mensajes ltimos de la filosofa. l neg la autarqua de los escritos e individualiz las ayudas que necesita la escritura, anticipando de manera sorprendente, por intuicin, algunos conceptos que slo la hermenutica de nuestros tiempos ha puesto en primer plano.

    Cmo explicar, empero, el hecho de que, por un lado, Platn hiciera la guerra a la oralidad potica, y, al mismo tiempo, declarara que la oralidad se encuentra por encima de la escritura?

    La solucin del problema, que procurar demostrar en detalle, es la siguiente: la oralidad que Platn defiende es totalmente distinta de la potico-mimtica que combate. En efecto: junto a la oralidad potico-mimtica haba nacido y se haba desarrollado, sobre todo en las obras de los filsofos desde Tales en adelante, la oralidad dialctica, que alcanz su cumbre con Scrates, del cual puede muy

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  • bien decirse que encarn esta forma de oralidad de manera verdaderamente emblemtica.

    Pero an hay ms.Por razones que veremos, Platn polemiza contra la poesa de

    Homero y de Hes/odo, contra la tragedia y la comedia. Al mismo tiempo, sin embargo, no solamente defiende cierta forma de poesa, sino que hasta se presenta a s mismo como creador de una nueva forma de poesa, la filosfica, mediante una forma de dramaturgia dialctica, como hemos de ver detalladamente.

    Anlogamente, Platn polemiza speramente contra los mitos, en particular contra los de Homero y Hesodo, y en general contra los que podramos llamar mitos pre-filosficos; pero, al mismo tiempo, recupera el mito mismo, refundndolo en un plano nuevo, en sinergia dinmica con el logos. Veremos, adems, cmo, justamente en sinergia con el logos, el mito tiene en Platn una importancia verdaderamente extraordinaria. l considera incluso su obra maestra, la Repblica, y, en general, la totalidad de sus escritos en cierto sentido como un mito, y lo dice con una claridad inequvoca, contrariamente a lo que muchos continan creyendo.

    Adems, para explicar la revolucin realizada por Platn, Have- lock puntualiz sobre el concepto de abstraccin que Platn habra contrapuesto al representar imgenes y mitos de la cultura tradicional, fundada en la mimesis potica, el pensar conceptos, fundado precisamente en la actividad abstractiva de la mente humana.

    Pero, como veremos, para Platn y para los pensadores antiguos, abstraccin tiene un significado completamente distinto del que este trmino ha adquirido a partir de la edad moderna, como lo piensa a su vez Havelock.

    En efecto: en toda la segunda mitad de su libro, Havelock termina siendo vctima (y no pocos estudiosos lo son junto a l) de prejuicios que son propios de cierta forma de mentalidad cientificis- ta moderna, ya obsoleta. Y a tales prejuicios se conect toda una serie de presuposiciones histricamente ya insostenibles, tal como se ver.

    Sin embargo, como deca ms arriba, la tesis de fondo del libro de Havelock torna posible, finalmente, la comprensin exacta de las razones por las cuales Platn, en el momento culminante de una

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  • revolucin cultural que marc una poca, consider necesario terminar definitivamente con la cultura potico-mimtica, como lo era por excelencia la homrica, para imponer la nueva forma de cultura filosfica.

    Slo que el novum revolucionario que Platn propone resulta ser bastante ms complejo y rico de cuanto dejan entrever los criterios inspirados en la cultura reduccionista en sentido cientificista, tal como los siguen Havelock y otros. Por lo tanto, he insistido mucho sobre la consistencia e importancia de las novedades introducidas por Platn, fundamentando mis afirmaciones con una detallada documentacin. En consecuencia, debemos mantener con exactitud la tesis de fondo de Havelock: debemos procurar comprender de manera adecuada aquel particular momento histrico revolucionario en el cual se sita Platn, si es que queremos comprender sus complejos mensajes; pero, adems, es preciso darse cuenta de que, en esta revolucin, tal como deca, Platn ha desempeado un papel de importancia extraordinaria.

    En efecto, la revolucin cultural en la cual la escritura obtiene la victoria definitiva sobre la civilizacin de la oralidad se desarrolla, en sus momentos ms significativos, en los ltimos decenios del siglo V y, en particular, en la primera mitad del siglo IV a.C. Y Platn naci en el ao 427 y muri en el ao 347 a.C. Por tanto, el arco cronolgico de la vida de Platn coincide exactamente con el arco de tiempo en el cual se desarroll y concluy aquella mutacin radical de la tecnologa de la comunicacin.

    No obstante, de acuerdo a mi juicio, los parmetros a los que hay que referirse para comprender aquella revolucin cultural, como tambin la estatura y el papel de Platn como uno de los principales protagonistas de la misma, no coinciden sino en parte con los parmetros que Havelock ha individualizado.

    El objetivo principal de este mi libro, fruto ahora de cuatro dcadas de estudios platnicos, quiere consistir en hacer algunas contribuciones para la rectificacin de aquellos parmetros y en reconstruir los rasgos de Platn como escritor, como poeta y como mitlogo, a diferencia de como pensador. Se trata de rasgos mucho ms ricos y complejos de lo que muchos piensan, y que no tienen paran

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  • gn. En efecto: soy de la firme conviccin de que, como afirma Rei- nach, Platn es, sin ms, el mayor de los filsofos que ha aparecido hasta hoy sobre la tierra, y de que la tarea de quien lo quiera comprenderlo y hacer comprender a otros, aun acercndose progresivamente a la Verdad, no puede terminar jams.

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  • IALGUNAS OBSERVACIONES DE CARCTER INTRODUCTORIO. UNA REVOLUCIN DE TRASCENDENCIA

    HISTRICA EN LA CIVILIZACIN GRIEGA

    PLATN EN EL M O M EN TO FINAL D EL CH O Q U E DE LA NUEVA CIVILIZACIN DE LA ESCRITURA

    C O N LA CULTURA TRADICIO NAL D E LA ORALIDAD

    El predominio de la oralidad en la cultura griega hasta el siglo V y el cambio decisivo de la tcnica de la comunicacin en la primera mitad del siglo IV

    La cultura griega, en sus distintas expresiones, con la poesa a la cabeza, se fundament, como es sabido, desde la edad homrica hasta el siglo V a.C., de manera predominante en la oralidad, tanto en lo concerniente a la presentacin del mensaje al pblico cuanto a su transmisin y, con ello, a su conservacin.

    La introduccin de la escritura alfabtica y su utilizacin por parte de los griegos aparece en el siglo VIH a.C. Al comienzo, sin embargo, la escritura fue utilizada casi en forma exclusiva para objetivos de ndole prctica, para textos de leyes y decretos, para catalogaciones, para las indicaciones sobre las tumbas y para datos grabados sobre los sepulcros, como tambin para disposiciones testamentarias. Slo en un segundo momento la escritura se concretiz en forma de libro.

    De una cultura analfabeta no se pas a una cultura alfabetizada sino en forma lenta y muy compleja: en primer lugar, aprendieron a escribir y a leer slo pocas personas en razn de su profesin, tenindose, as, lo que bien puede considerarse una forma de alfabetismo de corporacin. Despus, comenzaron a aprender a escribir y a leer

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  • algunas de las personas ms cultas, crendose as una situacin de semialfabetismo. Finalmente, a partir del ltimo tercio del siglo V y sobre todo con la primera mitad del siglo IV a.C., se puede afirmar que la cultura griega se encontraba ya alfabetizada en gran medida.

    Los primeros textos puestos por escrito fueron los poticos, comenzando por los de Homero, tal vez entre el ao 700 y el 650 a.C. Pero, al principio, estos textos escritos eran soportes de la oralidad, es decir, instrumentos de los cuales se servan los rapsodas para aprenderlos de memoria y luego recitarlos, estando as bien lejos de tener un pblico de lectores.

    Las opiniones de los estudiosos estn algo divididas, tanto respecto de los tiempos cuanto de los modos segn los cuales la cultura de la escritura logr sus victorias decisivas. En efecto, como con razn se ha advertido, el estudioso de hoy difcilmente sabe valorar la consistencia y trascendencia de ciertos documentos y testimonios, en cuanto los juzga con una mentalidad nacida y crecida en la cultura de la escritura, estando, entonces, inclinado a atribuir al descubrimiento de documentos escritos o de instrumentos para escribir no ya el peso que podan tener solamente en una cultura en la que todava predominaba la oralidad, sino el peso y la relevancia que pueden tener en una cultura de la escritura ya adquirida y bien consolidada. Havelock ha precisado, con razn: La clave del problema no radica en el empleo de caracteres escritos ni en el de objetos para la escritura -que es lo que suele atraer la atencin de los estudiosos, sino en la disponibilidad de lectores; y sta depende de la universalizacin de las letras. El trauma de la lectura -por emplear un trmino moderno- ha de imponerse en el nivel primario de esco- larizacin, y no en el secundario. Hasta poca tan tarda como la primera mitad del siglo V , las pruebas, a nuestro entender, parecen demostrar que los atenienses, si es que aprendan a leer, lo hacan en la adolescencia. Este nuevo conocimiento se superpona a una formacin previa de tipo oral -y lo ms probable es que no se aprendiera mucho ms que a escribir el propio nombre (lo primero que apetece escribir), y que la ortografa fuese muy vacilante. En Las nubes, que data de 423 o algo despus, hay una escena en que se describe una escuela de chicos encabezada por el arpista. En el pasaje

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  • no hay referencia alguna a las letras, destacndose la recitacin. Est escrito en vena nostlgica y, puesto en relacin con la afirmacin del Protgoras, en el sentido de que los nios aprendan a leer en la escuela, cabe deducir de l que en las escuelas ticas la implantacin generalizada de las letras en el primer nivel se produjo a principios del ltimo tercio del siglo V. Esta conclusin est en lnea con el hecho de que la alfabetizacin general se consiguiera al final de la guerra, como seala Las ranas en 405. De hecho, esta ltima pieza de conviccin debera servir para recordarnos que la Comedia antigua, cuando introduce el empleo de documentos escritos en alguna situacin teatral, lo hace para darles la consideracin de novedad, ya cmica, ya sospechosa, y hay pasajes en la tragedia en que se captan las mismas insinuaciones.1

    A no pocos de estos documentos deberemos retornar ms adelante, en la medida en que Platn, como veremos, hace referencias precisas a los mismos. Nos apremia particularmente poner de relieve en forma preliminar la tesis que ya hemos sealado y que habremos de replicar paso a paso, a saber, que precisamente en la poca de Platn estaba concluyendo aquella transformacin cultural que cambi la historia de occidente y que hay que comprender correctamente si se quiere comprender al mismo Platn.

    No pocos estudiosos tendern, por lo menos desde un cierto punto de vista, a datar con anterioridad tal revolucin; pero, como ya he manifestado, ellos valoran ciertos elementos desde una ptica incorrecta y, en particular, no tienen en cuenta el hecho, muy importante, de que, por un cierto perodo de tiempo, las dos culturas se entrelazaron de varias maneras, y de que la mentalidad oral continu sobreviviendo y superponindose por largo tiempo con la cultura de la escritura. Oddone Longo subraya con acierto lo que sigue: Aun admitiendo, como hacen algunos, un nivel ms bien elevado de alfa

    1. E. A. Havelock, Prefacio a Platn, traduccin de Ramn Buenaventura, Madrid: Visor, 1994, 52 (< Preface to Plato, Cambridge 1963). Los pasajes de Aristfanes a los que se hace referencia son Las nubes, 961ss y Las ranas, 1114; el pasaje del Protgoras citado es 325e ss. Para los pasajes de los cmicos y de los trgicos vase Havelock, op. cit., 65, notas 14 y 15.

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  • betizacin, sobre todo en ciertas reas urbanas, sigue estando firme que para cada comunicacin escrita se requiere, por un lado, de un emisor equipado con la suficiente capacidad de escritura y, por el otro, de un destinatario en condiciones de leer sin excesivas dificultades: una coincidencia que en modo alguno se habr verificado en la mayora de los casos. Convendr admitir, por tanto, junto a un circuito restringido de comunicacin escrita que funcionaba solamente en reas sociales y geogrficas limitadas, la supervivencia y la reproduccin de las tcnicas de transmisin propias de la oralidad, con el efecto de una verdadera estratificacin. Y, al mismo tiempo, habr que admitir una produccin de ideologa que, en su carcter interiormente problemtico y contradictorio, es sntoma notorio de un desarrollo social y cultural totalmente desigual. El ateniense medio, escasamente familiarizado con el uso de la escritura, continuar reconociendo por largo tiempo en la memoria oral su propio instrumento de conocimiento y de comunicacin. Esto mismo es lo que aparece, de manera muy eficaz, en un fragmento del Cratilo (122k): No, por Zeus, no conozco las letras y no s escribir; te lo dir en forma oral, porque lo tengo bien en la memoria. La condicin que se realiza en un complejo cultural como el griego es, pues, la de una convivencia de las dos tcnicas, que a veces entran en competencia y a veces operan en colaboracin. La transmisin de noticias a travs de mensajes escritos puede sustituirse por la transmisin oral, pero puede tambin asociarse a ella; no es extrao que, para mayor seguridad, la transmisin se opere simultneamente a travs de ambos canales. La convivencia o colaboracin de las dos tecnologas es uno de los resultados posibles de la confrontacin que se establece entre ellas; en este caso, hay una relacin de subsidiariedad de una tcnica respecto de la otra (y podemos tener tanto una escritura subsidiaria de la oralidad, cuanto una oralidad complementaria de la escritura).2

    Recordemos que slo hacia la mitad del siglo V a.C. se introdujo en Atenas el libro cientfico-filosfico en prosa de Anaxgoras, y

    2. O. Longo, Tecniche della comunicazione nella Grecia antica, Napoli 1981, 59-60.

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  • que precisamente ese libro abri la historia del mercado librero de textos filosficos: Platn nos da testimonio de que el mismo poda adquirirse en el mercado incluso a un muy mdico precio.3

    Fueron sobre todo los sofistas y los oradores los que difundieron la prctica de la publicacin de sus escritos, con Protgoras y sobre todo de manera definitiva con Iscrates. Turner escribe: Muy probablemente Iscrates sigui el ejemplo de Protgoras y utilizaba la voz de un discpulo, dado que, como repite a menudo, careca de requisitos esenciales como energa y el saber impostar la voz. Pero estos lgoi se ponen tambin en circulacin en varias copias a partir de una lista de distribucin: diadidnai es la palabra usada por Iscrates. De su discurso Contra los sofistas, que es citado en la Antidosis, dice una vez escrito, lo puse en circulacin. La formulacin ms completa aparece ms de una vez en otro lugar: distribuir entre los interesados. El procedimiento tiene alguna semejanza con el de un estudioso moderno que enva separatas de sus libros; ni siquiera la motivacin es diferente. Iscrates, a propsito de la publicacin original de sus obras, dice: cuando estas obras fueron escritas y puestas en circulacin, consegu una amplia reputacin y atraje muchos discpulos. En otra parte se dice que algunas de sus obras eran ledas en Esparta.4

    Tngase presente, en todo caso, que la cultura oral, con su respectiva tcnica fundada sobre todo en la memoria, no fue superada sino lentamente; muchos padres, en efecto, continuaron imponien

    3. Apologa de Scrates, 26d-e.4. E. G. Turner, Los libros en la Atenas de los siglos V y IV a. C . , en: G. Cava

    llo, Libros, editores y pblico en el Mundo Antiguo (= Alianza Universidad 815), traduccin de Juan Signes Codoer, Madrid: Alianza, 1995, 40 (< E. G. Turner, I libri nellA- tene del V e del IV secolo a. C ., en: G. Cavallo, Libri, editori e pubblico nel mondo antico. Guida storica e critica, Roma-Bari 1975, reeditado en la coleccin Biblioteca Universale Laterza en 1989;21992, 20). De Iscrates vanse Antidosis [Periantidseos], 87 y Pana- tenaico [Panathenaiks], del 200 hasta el final. Las obras de Iscrates en su original griego pueden consultarse en el voi. II de Iscrates in three volumes, con traduccin al ingls de George Norlin (t. I-II) y La Ru Van Hook (t. Ili) (= The Loeb classical Library 209, 229 y 373), Harvard-London 1928-1945 (varias reimpresiones). Para una versin en espaol puede verse el voi. II de Iscrates, Discursos, 2 vols., introduccin, traduccin y notas de Juan Manuel Guzmin Hermida, Madrid: Gredos, 1979-1980.

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  • do a sus hijos la obligacin de aprender de memoria los poemas de Homero, como muy bien lo permite comprender el siguiente pasaje de Jenofonte:

    Y t, Nicerato, de qu ciencia te sientes orgulloso?-M i padre -respondi-, que se preocupa de hacer de m un hombre

    de bien, me ha constreido a aprender de memoria todos los versos de Homero; y aun ahora podra yo recitar de memoria La Ilada y La Odisea por entero.

    -Pero olvidas -dijo Antstenes que tambin todos los rapsodas saben estos versos de memoria.

    -Y cmo no habra de recordarlo, si voy casi cada da a escucharlos?-Y conoces una raza ms necia que la de los rapsodas?-Por cierto que no -respondi Nicerato-, no creo que yo la conozca.Es evidente -observ Scrates: porque no comprenden el signifi

    cado de las cosas que recitan. T, en cambio, has entregado mucho dinero a Stesimbroto, a Anaximandro y a muchos otros, a fin de que no se te escapara nada de lo valioso de esos poemas.5

    Slo teniendo esto bien presente se podrn comprender dilogos como el Ion, y particularmente muchas partes de la Repblica, as como la vehemente polmica de Platn respecto de Homero y de los modos como se comunicaba su poesa. Se trata, pues, de tomas de posicin que, como veremos, resultan desconcertantes para el hombre de hoy.

    5. Jenofonte, Banquete [Symposion] III, 5-6. Traduccin segn el texto griego de Xenofontis Opera Omnia recognovit brevique adnotatione critica instruxitE. C. Marchant, tomo II, Oxford 21990 (15a reimpr.). Para una versin en espaol puede verse Jenofonte, Recuerdos de Scrates, Econmico, Banquete, Apologa de Scrates, introduccin, traducciones y notas de Juan Zaragoza, Madrid: Gredos, 1993.

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  • La posicin de Platn en el momento del pasaje definitivo de la cultura de la oralidad a la cultura de la escritura

    El punto clave que es preciso adquirir para una relectura correcta de Platn se encuentra justamente, como deca, en la comprensin adecuada de las implicancias y consecuencias de la revolucin cultural que estaba en curso, particularmente en su momento final. En aquel momento, se estaba pasando a modos de pensar y de expresarse completamente distintos de los del pasado, a una relacin diferente con los hombres y las cosas.

    Pero lo que resulta particularmente difcil de comprender, al menos en un primer intento, es la posicin particular asumida por Platn, la que resulta aparentemente contradictoria. Por un lado, l demostr la necesidad de abandonar la cultura oral potico-mim- tica; por el otro, defendi la oralidad, ponindola axiolgicamente por encima de la escritura y afirmando incluso la tesis de que el filsofo debe reservar para la oralidad las cosas que para l son de mayor valor. Adems, por un lado, critic firmemente la escritura, por los motivos que veremos, pero, por el otro, se expres como un artista de la escritura, y de entre los ms grandes - y no slo en el mbito de la cultura griega-, y el corpus de escritos que ha dejado tuvo una historia de influencias que, desde ciertos puntos de vista, no tiene parangn.

    El problema que emerge de todo esto, por lo tanto, se plantea como verdaderamente notable.

    No pocos estudiosos lo han entendido mal; y tambin algunos estudiosos recientes, entre los ms agudos y preparados en la investigacin sobre la tcnica de la comunicacin, lo han resuelto en forma errnea. Turner, por ejemplo, no dudaba en afirmar que, en la crtica a la escritura, Platn estaba librando en aquel momento una batalla de retaguardia;6 y muchos han compartido este juicio.

    En este libro procurar no solamente criticar, sino tambin invertir este juicio: ms all de ciertas afirmaciones que pueden sonar, sin duda, como defensa de un pasado que ya no poda retornar, Pla-

    6. Turner, op. cit., 44 (< 24).

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  • tn, con una sensibilidad finsima, agudizada precisamente por el momento culminante de la revolucin cultural, ha madurado extraordinarios conceptos de avanzada, con intuiciones geniales que llevan en germen algunas verdades que slo maduraron, como veremos, en el siglo XX, a travs de la hermenutica.

    Para pensar de manera dialctica esta tesis ma considero particularmente til instaurar un dilogo denso con Havelock, por las razones que precisar enseguida.

    Un giro importante, aunque muy parcial, operado por Havelock en los estudios platnicos

    En 1963, Havelock public su libro ms exigente, que ha ejercido una gran influencia y que, en su gnero, ha hecho poca, con seguidores fervientes de la tesis que presentaba y con no menos fervientes crticos.

    Ya el ttulo que dio al libro, Preface to Plato, ha trado consigo discusin, porque resulta ser inadecuado: en efecto, el libro contiene mucho ms y, al mismo tiempo, mucho menos de lo que promete.

    Contiene ms, por el hecho de que presenta con agudeza y eficacia las caractersticas estructurales de la cultura griega arcaica fundada en la oralidad y particularmente en la oralidad potico-mim- tica, o sea, que ilustra aquella forma de cultura contra la cual Platn inicia una verdadera batalla. Pues la frrea condena platnica de la poesa, y particularmente de la de Homero, tal como est contenida en la Repblica, no se comprende correctamente sino en la ptica en la que la presenta Havelock.

    Contiene menos, en cuanto presenta a Platn mucho ms que dimidiatus, en funcin de una serie de presupuestos tericos que no fundamenta en absoluto, y que resultan verdaderamente inadecuados y, sobre todo, histricamente infundados.7

    7. Cabe sealar que la edicin italiana lleva con justa razn el ttulo Cultura orale e civilt della scrittura da Omero a Platone, Roma-Bari 1973,21995 (con introduccin de B. Gentili y traduccin de M. Carpitella).

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  • El autor es un experto en la tecnologa de la comunicacin en el mundo antiguo y utiliza con seguridad y elegancia mtodos tomados de las ciencias psicolgicas, antropolgicas y sociolgicas, estableciendo y desarrollando, as, toda una serie de problemas que fillogos e historiadores de la cultura clsica han ignorado casi por entero en el pasado y que continan ignorando an.

    La tesis de Havelock es la siguiente: no se puede comprender a Platn si no se lo coloca de manera precisa en el particular momento histrico-cultural en que vivi, o sea, en aquel momento en que la cultura de la escritura lograba el predominio sobre la cultura de la oralidad potico-mimtica. Ms an: segn Havelock, Platn fue incluso un profeta de la nueva cultura: segn l, su mtodo dialctico y la problemtica conexa de las ideas resultan depender propiamente casi in toto de la cultura de la escritura. El ataque y el vaciamiento que Platn lleva a cabo respecto de la estructura y de los fundamentos de la cultura de la oralidad potico-mimtica, y la consecuente introduccin de las nuevas estructuras y de los nuevos fundamentos del pensar, habran sido imposibles sobre una plataforma diferente que la que se haba logrado con la cultura de la escritura.

    Cito algunos pasajes que ilustran bien esta tesis y ayudan a comprender las posiciones que asumir, ya en sentido positivo, ya en negativo.

    Justamente en el prlogo del libro se afirma claramente: Los resultados de la alfabetizacin no se manifestaron plenamente en Grecia hasta el advenimiento del perodo helenstico, cuando -por as decirlo- adquiri fluidez el pensamiento conceptual y su vocabulario alcanz cierto grado de normalizacin. Platn, que vivi en pleno centro de esta revolucin, fue su heraldo y se troc en su profeta.8

    Cul fue, entonces, la causa del despertar de los griegos de aquella forma de trance hipntico conectada con la oralidad potico-mimtica, y cul la causa del nacimiento de la auto-consciencia y del nuevo modo de pensar? Havelock escribe: La respuesta fundamental debemos buscarla en los cambios experimentados por la tecnologa de la

    8. Havelock, Prefacio, 11.

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  • comunicacin. Los signos escritos, viniendo en ayuda de la memoria, permitan que el lector se desentendiera en buena medida de toda la carga emocional inherente al proceso de identificacin nico capaz de garantizar el recuerdo dentro de los lmites del registro acstico. Con ello quedaba disponible cierta cantidad de energa psquica, que ahora poda consagrarse a la revisin y reorganizacin de lo escrito; lo cual no se perciba ya slo como algo escuchado y sentido, sino como algo susceptible de convertirse en objeto. Se hizo posible, por as decirlo, volver a mirar, echar un segundo vistazo. Y esta separacin del yo y la palabra recordada puede a su vez explicar el creciente uso, en el siglo V, de un mecanismo que suele considerarse caracterstico de Scrates, pero que puede haber sido de uso general como defensa contra la identificacin potica y como contribucin a que todo el mundo rompiera con ella. Me refiero al mtodo dialctico [...].9

    La teora de las ideas se torna, consecuentemente, en una necesidad histrica10 mediante la cual, el representar imgenes propio de la cultura de la oralidad potico-mimtica era sustituido por un pensar conceptos que no poda fundarse sino en la nueva forma de cultura creada por la alfabetizacin. Fue, pues, la evolucin general de la civilizacin griega, conectada con elpasaje de la oralidad a la escritura, la que hizo inevitable el advenimiento del platonismo.n

    En suma: se pasaba del lenguaje de la oralidad potico-mimti- ca, fundado por la memorizacin de los expedientes y las frmulas y basado en las imgenes, en los eventos y las situaciones, en las cuales el acontecimiento real predomina estructuralmente sobre el concepto, al nuevo lenguaje que sustitua la sintaxis de las imgenes por la de los conceptos. Y, segn Havelock, semejante histrico pasaje habra sido hecho posible solamente por la tecnologa de la alfabetizacin.12

    9. Op. cit., 196. Cursiva nuestra.10. Op. cit., 246.11. Op. cit., 261. Cursiva nuestra.12. Vase op. cit, 180, 269.

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  • Los grandes mritos del libro de Havelock y sus lmites estructurales

    El mrito principal del libro de Havelock consiste propiamente en haber puesto en perfecta evidencia el problema fundado en la necesidad de leer Platn en el mbito de aquella revolucin cultural de trascendencia histrica, aun si las soluciones que propone para este problema han sido ampliamente redimensionadas y corregidas.

    Como ya he dicho otras veces -y como asimismo otros estudiosos han puesto bien de relieve-, el hombre contemporneo puede darse cuenta, probablemente ms de lo que ha sido posible en el pasado, de qu es lo que poda estar aconteciendo en aquellos tiempos, en anahga con lo que est sucediendo hoy en da.

    En aquel entonces, la escritura triunfaba sobre la oralidad; hoy, en cambio, es justamente la misma escritura la que est siendo derrotada por una forma diferente de cultura, fundada particularmente en la imagen, en la tecnologa de la computacin y en un nuevo tipo de oralidad, muy distinto del antiguo, y que bien puede denominarse la oralidad de masas, oralidad de los mass-media.

    Bruno Gentili escribe con razn: Tambin nosotros vivimos en una poca de crisis cultural provocada por el advenimiento de nuevos instrumentos y nuevas tcnicas de la comunicacin; y precisamente en virtud de esta nueva situacin se ha impuesto la exigencia de profundizar tericamente sus aspectos formales y sus inevitables consecuencias en el plano antropolgico y social. La relacin ambigua de Platn con la escritura parece revivir hoy, de manera casi idntica, a propsito de la computacin y de los medios electrnicos: les tenemos aversin pero, al mismo tiempo, los utilizamos como instrumentos tiles, ms an, indispensables, tanto para la composicin cuanto para la conservacin y difusin del saber, al punto de que quien no est en condiciones de utilizar un procesador electrnico se arriesga a transformarse a su vez en un analfabeto tecnolgico. Gentili concluye citando una poesa del Diario pstumo de Eugenio Mntale intitulada En el ao Dos M il (Nel Duemila), que expresa perfectamente el sentido de amenaza provocado por las innovaciones tecnolgicas para la libertad del hombre:

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  • Estbamos indecisos entrela exultacin y el temorante la noticia de que el ordenadoriba a reemplazar la pluma del poeta.En mi caso, no sabindolo usar, recurrir a fichas que recojan los recuerdos, para despus juntarlas al azar.Y ahora qu me importa si la inspiracin se apaga: conmigo est acabando una era.13

    El libro de Havelock, que centra de lleno la cuestin de fondo para entender a Platn, tiene su principal defecto en el mtodo que utiliza, de carcter fuertemente reduccionista: hace depender el nacimiento y la evolucin de las formas de pensamiento de las tecnologas de la publicacin, de la comunicacin y de la conservacin. Las tecnologas y los instrumentos materiales condicionaran estructuralmente y de manera global el espritu humano. Se trata de un reduccio- nismo que bien podramos llamar cientificista-tecnolgico.

    El problema que se plantea es el siguiente: ha sido realmente as que la creciente alfabetizacin abri camino a la experimentacin en el terreno de lo abstracto,14 o el proceso se dio, en cambio, como resultado del nacimiento de necesidades espirituales en el sentido abstractivo y dialctico, las que requirieron la aplicacin y la difusin de la escritura?15 O, de todas maneras, no ha habido acaso un dinamismo de carcter sinergtico entre la alfabetizacin y los experimentos de abstraccin?

    Veremos que los hechos demuestran justamente esto, ignorando a Havelock.

    13. B. Gentili, Prefazione al volumen de G. Cerri, Platone sociologo della com- municazione, Milano 1991; nueva edicin actualizada y ampliada, Lecce 1996, 8-9. La versin en espaol de la poesa de Montale fue tomada de: E. Montale, Diario pstumo: 66poemas y otros, ed. bilinge con traduccin de Mara ngeles Cabr, Barcelona: Ediciones de la Rosa Cbica, 1999, 61.

    14. Havelock, op. cit., 180.15- Vase G. Cerri, Il passaggio dalla cultura orale alla cultura di communica-

    zione scritta nellet di Platone, en: Quaderni Urbinati 8 (1969), 131.

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  • La crtica platnica de la escritura, que Havelock descuida totalmente

    Havelock no solamente sostiene la tesis de que fue propiamente la escritura la que torn posible y hasta necesario el platonismo, sino incluso que el corpus de los escritos platnicos constituye la divisoria de aguas del pensamiento griego y, en su gnero, un primum en la historia de la especie humana. En una obra publicada en forma pstuma, Havelock escribe: La gran divisoria de aguas en la historia del pensamiento terico griego, sea que se considere la naturaleza o el hombre, coincide no ya con el perodo de la actividad socrtica (esta sera una hiptesis absurda en el plano histrico), sino con la primera mitad del siglo IV a.C., cuando un hombre oriundo de Atenas, combinando el arte literario nacido en su ciudad, es decir, el arte dramtico, con la empresa iniciada intelectualmente en Jonia y recibida por Scrates, introdujo en el mundo griego, como tambin en el de sus herederos culturales, un consistente corpus de escritos destinados a lectores, el primero en su gnero en la historia de nuestra especie.16

    Pero entonces, cmo puede un hombre que, con sus escritos, ha cambiado la historia de la cultura griega y la de sus herederos culturales, someter justamente los escritos a una fogosa crtica? En el Fedro y en el excursus de la Carta VII, Platn afirma incluso, como veremos, que acerca de ciertas cosas (aquellas que eran para l de mayor valor, o sea, los fundamentos de su sistema) no solamente no exista hasta ese momento un escrito suyo, sino que tampoco habra de haberlo en el futuro.17

    Havelock debera haber analizado estos textos con gran atencin y haber brindado una interpretacin de los mismos en conexin con su tesis de fondo. Pero, por el contrario, los descuida in toto.

    16. E. A. Havelock, Alle origini della filosofia greca. Una revisione storica, introduccin con revisin y notas a cargo de T. Cole, prefacio de B. Gentili, traduccin de L. Lormiento, Roma-Bari 1966, 20 (< The Preplatonic Thinkers ofCreece. A Revisionist History).

    17. Vase Fedro, 274b - 278e; Carta VII, 340b - 345c (particularmente 341c).

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  • Podemos dar una explicacin de este hecho haciendo uso de ciertos criterios y de algunas metforas de carcter epistemolgico. La crtica que hace Platn de la escritura constituye un verdadero hecho contrario que no se adeca al cuadro categorial del paradigma her- menutico de Havelock. Para hacer que los hechos contrarios puedan entrar en un determinado cuadro categorial no hay otra posibilidad que la de alisarlos cuanto sea necesario: en tal caso, los hechos resultan arti-ficiados, re-hechos mediante convenientes reconstrucciones conceptuales. Como veremos, Havelock se comporta exactamente de esta manera; pero, en este caso, el estudioso se ha comportado en forma extrema: podramos decir que ha des-hecho el hecho, es decir, que lo ha eliminado drsticamente, considerndolo como inexistente.

    Pero, por el contrario, veremos que Platn, justamente en cuanto es un gran escritor, no solamente fue consciente de ser el ms grande escritor de su poca, dando pruebas de ello en los hechos y en la teora, sino que, precisamente en aquella fase de pasaje de una cultura a otra, descubri que el nuevo gran instrumento de comunicacin mediante la escritura, junto a sus ventajas, implicaba tambin desventajas, en cuanto introduca algunos elementos que podan tornar ineficaz y hasta daina la comunicacin. En particular, comprendi en qu sentido y en qu medida el escrito no es autrquico en absoluto, por qu tiene necesidad de ayuda para una recepcin adecuada y completa de sus mensajes.

    Pero sobre esto deberemos extendernos ampliamente.

    Havelock no explica por qu Platn desmantela la oralidad potico-mimtica afirmando al mismo tiempo que la oralidad est axiolgicamente por encima de la escritura

    En conexin con la crtica de la escritura, Platn presenta una sistemtica defensa de la oralidad, que considera esencial para la comunicacin de los mensajes filosficos, por las razones que veremos. Por otra parte, considera la escritura como una forma de juego muy

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  • bella, pero, con todo, siempre un juego, en oposicin a la seriedad que caracteriza, en cambio, a la oralidad dialctica.

    Ms que nunca, en el contexto del discurso de Havelock se impona la explicacin de este hecho, en conexin con una interpretacin adecuada de la crtica de la escritura.

    En efecto: el problema se presenta muy complejo. No he tratado la solucin del mismo en anteriores obras, sino que la presento aqu por vez primera.

    La oralidad tiene formas diferentes, que no pueden reducirse por entero, como lo hace Havelock, a la potico-mimtica, aun si sta resulta ser la ms difundida. En efecto, en el mbito de la oralidad ser preciso distinguir: a) la oralidad potico-mimtica, que es la forma ms antigua y tambin la ms difundida; b) la oralidad que llamaremos dialctica, que naci y se afirm con el surgimiento de las investigaciones filosficas y cientficas; c) por fin, la oralidad que podramos definir como retrica, en cuanto fue defendida e impuesta por los oradores, o sea, por los maestros de la elocuencia pblica.

    Platn polemiz de manera muy fuerte contra la primera forma de oralidad, la potico-mimtica, pero baj al campo de batalla tambin contra la tercera forma de oralidad, propia de los oradores, que se asociaba a la enseanza de los sofistas (Protgoras y Gorgias), y puso en la mira a retricos como Lisias y al mismo Iscrates.18

    La oralidad que Platn crey capaz de comunicar los ms grandes mensajes, en particular los filosficos, fue la oralidad dialctica, que Scrates haba puesto en primer plano y que l hizo suya, estableciendo sus propios escritos sobre la base de ese mismo mtodo.

    Por lo tanto, no se puede afirmar, con Gentili, que Platn no se daba cuenta de que la cultura cuestionada por l iba ntimamente ligada a la tecnologa de la comunicacin oral. El hecho de que Platn proclamara explcitamente su preferencia por el discurso oral significa slo, en realidad, que l no poda comprender todas las implicaciones histricas de la diferencia entre las dos tecnologas de la comunicacin oral y escrita, en un momento en que estaba tenien

    18. Adems de los dilogos Protdgoras y Gorgias, vase Fedro, pssim.

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  • do lugar el paso de una a otra. De ah su contradictoria posicin de retaguardia en defensa de la oralidad y contra el uso de la escritura, a la cual sin embargo confiaba l la transmisin de su pensamiento dialctico.19

    En efecto: Platn no apunt ya hacia la oralidad potico-mim- tica, sino hacia la oralidad dialctica, y consider que justamente esta forma de oralidad se escapaba por entero tanto de los peligros en los que incurra la oralidad potico-mimtica (y la retrica), cuanto tambin de los peligros en los que incurra la escritura, que, a raz de sus caractersticas especficas, poda conducir tambin a que fallara totalmente la comunicacin de sus mensajes, particularmente si se trataba de los mensajes ltimos de la filosofa.

    Si no se pone bien en claro esta distincin entre las distintas formas de oralidad, en particular entre la potico-mimtica y la dialctica, se presenta una realidad por la mitad, con todas las consecuencias que ello implica.

    Por lo tanto, dedicar los prximos dos captulos a estas formas de oralidad, a fin de mostrar cmo el nacimiento y el desarrollo de la filosofa no se explican sino en juncin de la oralidad dialctica, que no parti de la escritura sino que, ms bien, lleg ella.

    La problemtica de la poesa y de la mitobga

    Naturalmente, el planteo metodolgico de Havelock traa consigo una identificacin total de la poesa y del mito con la cultura de la oralidad potico-mimtica, y, consecuentemente, la negacin de que en Platn, que invirti los mtodos y contenidos de aquella cultura, la poesa y el mito pudieran tener an importancia alguna.

    Sin embargo, como veremos, Platn se presenta como autor de una nueva forma de poesa, como el nuevo poeta que supera y une, en una sntesis superior, la comedia y la tragedia. Adems, recupera el

    19. B. Gentili, Poesa y pblico en la Grecia antigua, traduccin de Xavier Riu, introduccin de Caries Miralles, Barcelona: Quaderns Crema, 1996, 88 (< Poesa epubblico nella Grecia antica, Roma-Bari 1984, 54).

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  • mito, justamente en el nuevo nivel de las conquistas filosficas, y lo presenta como un pensar mediante imgenes, en sinergia con el logos.

    Afortunadamente, algunos estudiosos que acogieron la tesis de fondo de Havelock, desarrollndola particularmente en el mbito de la literatura, han advertido ya el error del estudioso en este punto y lo han corregido.

    Gentili, por ejemplo, subraya con justa razn que Platn rechaza categricamente los mitos que eran objeto de la epopeya y de la tragedia, porque tienen una fuerza de corrupcin intelectual y moral; no obstante, segn Gentili, Platn individualiza en el mito una capacidad comunicativa y una fuerza persuasiva y seductora que puede asociarse bien, haciendo oportunas correcciones de contenido, con el discurso racional. Naturalmente, se trata de una nueva forma de mito, y precisamente, se trata de un mito depurado de las invenciones efmeras y falaces de los antiguos y tornado en continente de los nuevos valores del estado: por tanto, mito como metalenguaje apropiado para un contenido nuevo, como ropaje seductor de la reflexin filosfica.20

    Cerri, por su parte, precisa lo siguiente: Platn condena el mito y la poesa de la tradicin de Homero y Hesodo, no el mito y la poesa en cuanto tales; antes bien, el presupuesto y corolario del razonamiento entero es propiamente que el mito y la poesa que lo narra son la nica va practicable para la formacin de base del ciudadano. La verdad dialctica interviene slo en un segundo momento, representa el grado superior y subsiguiente del aprendizaje educativo, reservado, por lo dems, solamente a aquella lite de personas que han mostrado disposicin para recibirla.21

    Otro lmite de la tesis de Havelock consiste en haber considerado como material de base de la cultura oral potico-mimtica prcticamente slo el epos (y la tragedia), y en haber conectado la poesa lrica no tanto con la oralidad cuanto con la escritura. Sin embargo, tambin la poesa lrica se ajustaba a la misma dinmica de la tecnologa de la oralidad potico-mimtica, como lo ha demostrado muy

    20. Gentili, Prefazione, 15s.21. Cerri, Platone sociologo, 22-23.

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  • bien Gentili. En efecto, la diferencia reside solamente en lo siguiente: En la dimensin de la correspondencia poeta-pblico emerge para la poesa lrica, a diferencia de la pica, el problema de la especificidad del auditorio, que ha de identificarse cada vez en determinados grupos sociales: en un thasos de muchachas (Safo) o en una heter de nobles (Alceo) o en una formacin de guerreros comprometidos en la defensa de su ciudad (Tirteo) o en el ambiente de los simposios y de los kmoi (Anacreonte). Para la lrica coral se plantea, junto al del auditorio, el problema de la persona del patrono y de los eventuales condicionamientos que pudiera ejercer sobre el poeta.22

    En especial, el mtodo reduccionista en sentido cientificista-tec- nolgico utilizado por Havelock no le permiti individualizar el valor cognoscitivo del mito, que hoy est siendo descubierto por muchos, por otros caminos. Havelock no comprendi particularmente la presencia de ese universal fantstico, o sea, de ese universal que se encuentra estructuralmente incluido propiamente en la imagen potica, y que se esconde y al mismo tiempo se revela en diferentes medidas en las peculiares situaciones, en los eventos dispersos en el tiempo y en los personajes emblemticos de la poesa y del mito.

    Y es precisamente esto lo que, como veremos, Platn coloca en primer plano con su nueva forma de poesa y con los nuevos mitos que crea.

    Havelock redujo fuertemente o hasta elimin todos los elementos conectados con la problemtica metafsica, con la religiosa y con la ertica

    Como deca ms arriba, contrariamente a lo que sugiere el ttulo que da a su libro, Havelock hace comprender muy bien a Homero y la cultura oral potico-mimtica, y, por tanto, tambin las razones por las cuales Platn las combate, pero hace comprender muy

    22. Gentili, Poesaypblico, 124s (< 75s).

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  • poco de la filosofa de Platn. Y toda la segunda parte del libro, que se intitula Necesidad del platonismo, es la ms dbil y en mayor medida inconsistente, en cuanto los hechos resultan re-hechos, arti-ficiados y a menudo des-hechos de una manera sorprendente.

    En primer lugar, Havelock nuestra no conocer de manera adecuada la compleja problemtica metafsica y su desarrollo en el mundo antiguo, e ignorar que el mismo Platn, con su segunda navegacin (duterosplos) construy la metafsica occidental, colocando aquellos fundamentos que se han impuesto como punto de referencia irreversible. Pero los mismos presocrticos (a partir de Tales), hicieron un discurso filosfico que bien puede denominarse metafsi- co si se da al trmino un sentido griego y no moderno, pues se plantearon el problema del todo, es decir, de la razn de ser de todas las cosas, con la bsqueda del principio o de los principios que la explican.23

    Adems, se observa que Havelock no solamente niega de modo categrico que los presocrticos hablaran de metafsica y silencia la segunda navegacin de Platn, sino que evita explicar qu entiende l en forma precisa y puntual con el trmino metafsica.

    Y en la medida en que, con la cuestin de la metafsica, se toca propiamente uno de los puntos ms delicados y difciles en la exge- sis del pensamiento antiguo, pero al mismo tiempo el ms conspicuo, considero oportuno recordar algunas observaciones verdaderamente iluminadoras hechas por Heidegger, sobre las que ya he llamado la atencin en varias oportunidades, pero que es preciso reafirmar en este punto.

    Heidegger escribe: La palabra [metafsica] y su surgimiento son muy singulares, su historia lo es ms an. Y sin embargo, del poder y del predominio de esta palabra y de su historia depende, en una porcin esencial, la configuracin del mundo espiritual de occidente, y con ello del mundo en general. En la historia, las palabras son con frecuencia ms poderosas que las cosas y los hechos. La circunstancia de que en el fondo sepamos tan poco sobre el poder de esta

    23. Vase ms adelante, captulo III, pg. 82ss.

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  • palabra metafsica y sobre la historia del despliegue de su poder permite reconocer cun pobre y extrnseco sigue siendo nuestro saber acerca de la historia de la filosofa, cun poco armados estamos para una confrontacin con ella, con sus posiciones fundamentales y con sus fuerzas unitarias y determinantes.24

    Justamente por no haber enfrentado de modo correcto esta cuestin, Havelock no comprendi la problemtica platnica del ser y redujo las ideas a meras abstracciones (a conceptos y categoras), mientras que, para Platn, ellas son, en realidad, algo muy distinto.

    Antes bien, Havelock tom justamente el concepto de abstraccin como punto de apoyo para hacer comprender la revolucin llevada a cabo por Platn; pero entendi por abstraccin aquello que se haba entendido de Locke en adelante, mientras que el pensamiento antiguo entenda por abstraccin algo muy diferente, como veremos en su momento.

    Anlogamente, no entendi el sentido de la contemplacin para los griegos, y en particular su significado en dimensin ontolgica. Y, en relacin con esto, no entendi el sentido de la imitacin, que, muy lejos de operar solamente en la dimensin de la doxa, tiene, como veremos, valores de extraordinaria importancia tambin en dimensin axiolgica y ontolgica.

    En el libro pstumo, pero implcitamente tambin en este, Havelock niega que los griegos hayan tenido una consciencia religiosa. Toda divinidad simbolizaba el laicismo del estilo de vida griego.25 En realidad, Havelock descuida por entero el sentido del fenmeno de la religiosidad entendido en general como relacin con lo divino, considera por religin slo la que nace en el mbito de la cultura judeocristiana y transforma la evidente diferencia de contenido y de forma de la religiosidad griega respecto de la judeocristiana en una negacin de la existencia de la primera (en la conviccin reduccionista de que no puede existir un fenmeno religioso sino en la for

    24. M. Heidegger, Nietzsche, trad. de J. L. Vermal, 2 vols., Barcelona: Destino, 2000, tomo I, 362 (< Nietzsche I = Gesamtausgabe 6.1, Frankfurt 1996, 403s).

    25. Havelock, Alle origini (nota 16), 137 (vase tambin en su integridad el captulo VII, intitulado Illusioni di una coscienza religiosa greca, 121-149).

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  • ma y en el sentido que este fenmeno ha asumido precisamente en la cultura hebraico-cristiana), es decir, aplica la tcnica de la negacin del hecho a todo aquello que asume la posicin de un hecho contrario en el mbito categorial de su tesis. Pero sin la dimensin de lo religioso, Platn pierde muchsimo.

    Por ltimo, Havelock descuida la problemtica del erotismo, que, como veremos, no es ms que la otra cara de la dialctica, y que en Platn es esencial, al punto de que Eros es por excelencia filsofo.

    Por qu el libro de Havelock sigue siendo, a pesar de todo, un punto de referencia irrenunciablepara entender a Platn

    Ya en otros casos y para otros libros he tenido oportunidad de expresar mi firme conviccin de que ciertas obras planteadas y llevadas con notable ingenio y preparacin, aun si caen en toda una serie de errores, y de manera notable, en cuanto absolutizan una verdad que descubren, se imponen, sin embargo, como un punto de referencia no solamente para aquella verdad, sino tambin para la serie de errores que la absolutizacin de la misma conlleva. Pues, segn mi parecer, tambin el error llevado con una extraordinaria lucidez, si se lo toma como polo de una intensa discusin dialctica, resulta iluminador. Bacon deca, con justa razn, citius emergit veritas ex erro- re quam ex confusione Con mayor celeridad emerge la verdad del error que de la confusin. Y son verdaderamente tantos los libros que, llenos de confusin, se han escrito sobre el pensamiento antiguo!

    En efecto, ms que cualquier otro estudioso, Havelock ha llamado la atencin sobre el hecho de que, para entender a Platn, es necesario colocarlo en el momento histrico en el cual vivi, y, en particular, darse cuenta de la importancia de la revolucin cultural que se estaba dando, comprendiendo el papel preciso que le toc desempear en esta revolucin. Desde cierto punto de vista, Platn fue incluso un protagonista, si no hasta el principal protagonista, consolidando de manera definitiva una innovacin radical en el modo de pensar y de expresarse mediante el logos.

    En conclusin, se confirma que no se entiende la oposicin fron

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  • tal que Platn realiza contra la poesa si no se reconstruye, como ha hecho Havelock, la funcin que haba tenido la poesa hasta su tiempo, partiendo de las obras de Homero y de Hesodo, en el contexto de un verdadero monopolio educativo exclusivo, en conexin con la tcnica de la oralidad, y en particular con la tcnica de la mimesis, sea en la composicin, sea en la comunicacin, sea en la transmisin de mensajes, con todas las implicancias y con todas las consecuencias que esta acarrea consigo, de las cuales hablaremos ampliamente enlo que sigue.

    Pero las grandes adquisiciones de Havelock estn en peligro de desperdiciarse si no se recupera todo lo que el mtodo cientificista- reduccionista que l sigui le impeda comprender: y, tal como procurar demostrar progresivamente, son en verdad muchas las cosas que ese mtodo impide comprender, en particular justamente en Platn.

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  • II

    LA ORALIDAD POTICO-MIMTICA, EJE DE LA CULTURA Y DE LA FORMACIN ESPIRITUAL DE LOS GRIEGOS, Y EL CHOQUE FRONTAL

    DE PLATN CON ELLA

    LA POESA CARECE DE VALOR COGNOSCITIVO Y DE CAPACIDAD EDUCATIVA PORQUE SE FUNDA EN LA IMITACIN,

    EN LA ESFERA DE LA PURA OPININ

    La Repblica como manifiesto programtico de un nuevo y revolucionario tipo de educacin espiritual que Platn propona a hs griegos

    La observacin con la cual Havelock da comienzo a su tratamiento es la siguiente: el ttulo Repblica dado por Platn a su obra maestra no refleja con exactitud su contenido. Pero sucede que el ttulo de un libro ejerce un verdadero control intelectual sobre el lector, que espera del libro exactamente lo que su ttulo promete. Cuando el contenido, empero, va en una direccin diferente de la que promete el ttulo, el lector reabsorbe, re-plasmndolos, aquellos contenidos que no corresponden al ttulo y, en consecuencia, no comprende el escrito de manera adecuada. Justamente esto es lo que acontece con la Repblica de Platn: si no fuese por el ttulo, que condiciona a priori al lector, deberamos darnos cuenta de que slo aproximadamente un tercio de la obra trata de cuestiones de carcter poltico, mientras cerca de dos tercios tratan de cuestiones que se refieren a la condicin humana, invocando toda una serie de argumentos que, en un tratado moderno de poltica, no cabran en modo alguno.

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  • tal que Platn realiza contra la poesa si no se reconstruye, como ha hecho Havelock, la funcin que haba tenido la poesa hasta su tiempo, partiendo de las obras de Homero y de Hesodo, en el contexto de un verdadero monopolio educativo exclusivo, en conexin con la tcnica de la oralidad, y en particular con la tcnica de la mimesis, sea en la composicin, sea en la comunicacin, sea en la transmisin de mensajes, con todas las implicancias y con todas las consecuencias que esta acarrea consigo, de las cuales hablaremos ampliamente enlo que sigue.

    Pero las grandes adquisiciones de Havelock estn en peligro de desperdiciarse si no se recupera todo lo que el mtodo cientificista- reduccionista que l sigui le impeda comprender: y, tal como procurar demostrar progresivamente, son en verdad muchas las cosas que ese mtodo impide comprender, en particular justamente en Platn.

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  • II

    LA ORALIDAD POTICO-MIMTICA, EJE DE LA CULTURA Y DE LA FORMACIN ESPIRITUAL DE LOS GRIEGOS, Y EL CHOQUE FRONTAL

    DE PLATN CON ELLA

    LA POESA CARECE DE VALOR COGNOSCITIVO Y DE CAPACIDAD EDUCATIVA PORQUE SE FUNDA EN LA IMITACIN,

    EN LA ESFERA DE LA PURA OPININ

    La Repblica como manifiesto programtico de un nuevo y revolucionario tipo de educacin espiritual que Platn propona a hs griegos

    La observacin con la cual Havelock da comienzo a su tratamiento es la siguiente: el ttulo Repblica dado por Platn a su obra maestra no refleja con exactitud su contenido. Pero sucede que el ttulo de un libro ejerce un verdadero control intelectual sobre el lector, que espera del libro exactamente lo que su ttulo promete. Cuando el contenido, empero, va en una direccin diferente de la que promete el ttulo, el lector reabsorbe, re-plasmndolos, aquellos contenidos que no corresponden al ttulo y, en consecuencia, no comprende el escrito de manera adecuada. Justamente esto es lo que acontece con la Repblica de Platn: si no fuese por el ttulo, que condiciona a priori al lector, deberamos darnos cuenta de que slo aproximadamente un tercio de la obra trata de cuestiones de carcter poltico, mientras cerca de dos tercios tratan de cuestiones que se refieren a la condicin humana, invocando toda una serie de argumentos que, en un tratado moderno de poltica, no cabran en modo alguno.

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  • La Repblica de Platn, mucho ms que la poltica, tiene por tema la educacin y los problemas relacionados con ella.

    Havelock escribe: Lo que se est juzgando es la tradicin griega y su sistema educativo. Las principales autoridades que se citan en apoyo de este tipo de moral entre dos luces son los poetas. Sale a relucir el nombre de Homero y el de Hesodo, y se citan prrafos de ambos; tambin de otros. Podra parecer que la Repblica se plantea un problema que no es filosfico en el sentido especializado del trmino, sino ms bien social y cultural. Lo que pone en cuestin es la tradicin griega en s, sin olvidar los cimientos sobre los que se levanta. Para esta tradicin es fundamental la condicin y calidad de la enseanza griega. Sea cual sea, el proceso por el que se forman las mentes y actitudes de los jvenes constituye el intrngulis del problema platnico. Y en alguna parte de este punto central se halla, a su vez, la presencia de los poetas. Los cuales son consubstanciales al problema. Surgen de inmediato, ya al principio del tratado, como enemigos, y en calidad de tales se les obliga a desempear su papel del libro X. Tan pronto como comprendemos que la Repblica constituye un ataque contra el sistema educativo griego, la lgica de su organizacin total se nos manifiesta claramente. Luego, las sucesivas crticas a la poesa empiezan a encajar a la perfeccin, cuando nos percatamos de que los poetas son fundamentales dentro del sistema educativo. La parte de la argumentacin que se ocupa directamente de la teora poltica no abarca ms que un tercio [...], y cada vez que surge es para ir dando lugar a sucesivas lucubraciones sobre teora de la enseanza. El marco poltico puede antojrsenos utpico; pero en modo alguno lo son los objetivos educacionales.1

    Esta tesis es exacta, por cierto. Pero ya Jaeger la haba evidenciado muy bien, y es preciso reconocerlo por razones de correccin histrica, justamente porque Havelock silencia el asunto.

    He aqu las precisas observaciones de Jaeger: En ltima instancia, el estado de Platn versa sobre el alma del hombre. Lo que nos dice acerca del estado como tal y de su estructura, la llamada con

    1. Havelock, Prefacio, 26s. Cursiva nuestra.

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  • cepcin orgnica del estado, en la que muchos ven la verdadera mdula de la Repblica platnica, no tiene ms funcin que presentarnos la imagen refleja ampliada del alma y de su estructura. Y frente al problema del alma Platn no se sita tampoco en una actitud primariamente terica, sino en una actitud prctica: en la actitud del modelador de almas. La formacin del alma es la palanca por medio de la cual hace que su Scrates mueva todo el estado. El sentido del estado, tal como lo revela Platn en su obra fundamental, no es otro que el que podamos esperar despus de los dilogos que la preceden, el Protgoras y el Gorgias. Es, si nos fijamos en su superior esencia, educacin. [...] En la comunidad estado, Platn esclarece filosficamente una de las premisas permanentes que condicionan la existencia de la paideia griega.2

    Theodor Gomperz, en su clebre obra Pensadores griegos, condicionado por la ptica positivista desde la cual enfrentaba la lectura de la Repblica, se lamentaba precisamente por el hecho de que en ella se hablaba demasiado de la educacin. Y Jaeger responde a ello de la siguiente manera: Es algo as como si se dijese que la Biblia es un libro muy espiritual, pero que en l se habla demasiado de Dios.3

    Pero esta incomprensin del mensaje de la Repblica no es para nada infrecuente en la edad moderna, a partir del siglo XIX. En efec

    2. W. Jaeger, Paideia. Los ideales de la cultura griega (ed. en un tomo), traduccin de Joaqun Xirau (libros I-II) y Wenceslao Roces (libros III-IV), Mxico D.F.-Madrid- Buenos Aires: Fondo de Cultura Econmica21962, 9a reimpr. en Espaa, Madrid 2000, 590s (< Paideia. D ie Formung des griechischen Menschen, 3 vols.: vol. I, Berlin 1933, 41959; vol. II, Berlin 1944,31959; vol. III, Berlin 1947,31959). El resaltado en cursiva de la ltima frase es nuestro.

    3. Op. cit., 591. Las afirmaciones de Gomperz a las que se refiere Jaeger se encuentran en id., Griechische Denker. Eine Geschichte der antiken Philosophie, 3 vols., Leipzig1896-1909, Berlin 41922-1931 (edicin, esta ltima, definitiva del autor, reimpresa en Berlin 1973 y Frankfurt 1996), 372 (> Pensadores griegos. Una historia de la filosofa de la Antigedad, edicin dirigida por Jordi Corts y Antoni Martnez Riu, con traduccin de Carlos G. Krner, J. R. Bumantel, Pedro von Haselberg y Eduardo Prieto, 3 vols., Barcelona: Herder, 2000 [reedicin corregida -y aumentada en un captulo- de la realizada originalmente en Asuncin del Paraguay, en 1952, sobre la base de la 3a edicin de los tomos I y II, Leipzig 1910-1912, y sobre la l a/2a edicin del tomo III, Leipzig 1909]).

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  • to, Jaeger precisa: La ciencia [...] no saba enfrentarse con el problema de la educacin del hombre -que en la poca de Lessing y de Goethe representaba todava una meta suprema-, enfocndolo en su dimensin antigua y platnica, como la ltima sntesis de todo lo espiritual y como fuente del sentido ms profundo de la existencia humana. Un siglo antes, Juan Jacobo Rousseau haba sabido acercarse mucho ms al estado platnico cuando declar que la Repblica no era, como pensaban quienes slo juzgaban los libros por sus ttulos, una teora del estado, sino el ms hermoso estudio sobre educacin que jams se hubiese escrito.4

    Como es evidente, la tesis de Havelock ya haba sido formulada. Pero mientras Jaeger se haba unido al as llamado tercer humanismo, posicin hace tiempo ya obsoleta, el tratamiento de Havelock, llevado a cabo con modernsimos mtodos de ciencias de la comunicacin, de psicologa y sociologa, dice mucho ms al hombre de hoy, aun teniendo lmites iguales y contrarios a los de Jaeger.

    La Repblica, entonces, fue en su tiempo un libro totalmente revolucionario: propona una nueva forma de educacin, la filosfica, en reemplazo de la tradicional, fundada en la poesa.

    Pero lo novedoso de Havelock consiste propiamente en haber hecho entender a) las razones histrico-culturales por las cuales la poesa haba tenido un monopolio casi absoluto hasta la poca de Platn-, b) los fundamentos culturales y antropolgicos, relacionados con la tecnologa de la comunicacin mediante la oralidad, sobre los que se apoyaba tal monopolio-, c) las innovaciones revolucionarias que propona Platn y sus fundamentos.

    En consecuencia, la demostracin de la necesidad del platonismo se impone como verdad histrica, y justamente sobre esto debemos discutir de manera detallada.

    4. Op. cit., 592.

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  • En los griegos, la poesa comunicada mediante la oralidad era la fuente de los conocimientos histricos, polticos, morales y tecnolgicos de la comunidad

    Uno de los principales problemas que debe afrontar el hombre de hoy para comprender a Platn y el alcance revolucionario de sus propuestas respecto de la cultura helnica tradicional consiste en darse debida cuenta de que, para los griegos, la poesa era algo totalmente distinto de lo que ella es para el hombre moderno y contemporneo. Se trata, en efecto, de un fenmeno espiritual estrechamente relacionado con situaciones histricas particulares e irrepetibles.

    Havelock escribe: [...] los poetas en general y Homero en particular eran tenidos por fuente de instruccin en lo tocante a la tica y a los conocimientos administrativos, y eran, por consiguiente, autnticas instituciones en el seno de la sociedad griega. Condicin que, por as decirlo, reciba respaldo del Estado, porque de los poetas se obtena una formacin con la que contaban los mecanismos sociales y polticos para su ms eficaz funcionamiento. [...] Platn adopta, entre sus contemporneos, una visin del poeta y de su poesa que resulta totalmente ajena a nuestro modo de pensar. Nosotros partimos del supuesto de que el poeta es un artista y de que sus productos son obras de arte. Platn, en ciertos momentos, parece pensar lo mismo, como cuando compara al poeta con el artista visual, el pintor. Pero esta comparacin no la plantea en el mbito esttico. De hecho, no exageraremos mucho si afirmamos que la nocin de la esttica en cuanto sistema de valores eventualmente aplicables a la literatura o a la composicin artstica jams se toma en consideracin. Platn escribe como si nunca hubiera odo hablar de la esttica o del arte, empendose en tratar de los poetas como si la funcin de stos estribara en proporcionar enciclopedias mtricas a l pblico. El poeta es fuente, por un lado, de informacin esencial, y, por otro, de formacin moral, tambin esencial. Histricamente hablando, su predicamento se extiende incluso a la transmisin de enseanzas tcnicas. Es como si Platn esperase que la poesa desempeara todas las funciones que nosotros dejamos, por una parte, para la enseanza religiosa o la formacin moral, y, por otra parte, para los libros de texto, los manuales y las

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  • historias, las enciclopedias y las obras de referencia. Trtase de un modo de concebir la poesa que, en efecto, ni siguiera da lugar a plantearla tal como nosotros la entendemos. Ni por un momento se tiene en cuenta la posibilidad de que la poesa sea un arte sometido a sus propias reglas, y no una fuente de informacin ni un sistema de adoctrinamiento.5

    Por tanto, la poesa antigua era el nico vehculo importante de comunicacin de conocimientos histricos, polticos, morales y tambin tecnolgicos, es decir, una especie de enciclopedia social que contena todo el saber formativo del hombre: De ah que se apelara a ella para memorizar y preservar el aparato social, el mecanismo de gobierno y la educacin de los futuros lderes y gestores sociales, por decirlo en trminos platnicos. [...] El verso tambin era esencial para el sistema educativo del que dependan la continuidad y coherencia de la sociedad entera. Todo lo pblico dependa del verso, todas las transacciones que se atenan a las normas generales. Dentro de la sociedad, el poeta era, ante todo y sobre todo, escriba, experto y jurista; su condicin de artista y hombre de espectculo quedaba muy en segundo plano.6

    Tambin esta tesis de Havelock ha sido anticipada particularmente nada menos que por Vico, a quien el autor ignora por completo, pero a quien conviene traer a colacin, porque se trata de anticipaciones verdaderamente notables. Vico escribe: Si los poemas de Homero son historias civiles de las antiguas costumbres griegas, ellos sern dos grandes tesoros del derecho natural de las gentes de Grecia.7 Y adems: Los poemas de Homero encierran dos grandes tesoros del derecho natur