Giorgio Sernani - Los dogmas de María

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    Giorgio Sernani

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    Los dogmas de Mara

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    Giorgio Sernani

    Los dogmas de MaraLas piedras ms preciosas de su corona

    Publicacin de laOrden de Mara ReinaBuenos Aires - 2002

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    Los dogmas de Mara

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    Este libro, publicado en internet, se ofrece a todos para mayor gloria de laSantsima Virgen Mara con la particular intencin de sumarlo a la splica por suquinto dogma.

    Para que cumpla con su cometido se ruegan muchas oraciones y sepermite su reproduccin total o parcial, respetando el contexto y citando la fuente.

    Prohibida su comercializacin Todos los derechos reservados

    Los envos voluntarios en concepto de contribucin a la obra puedendirigirse a:

    Giorgio SernaniCasilla de Correo 2777(1000) Correo Central

    Buenos Aires Argentina.

    Para comunicarse electrnicamente con el autor, escriba a:

    [email protected]

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    NDICE

    PrlogoUn jarrn de flores para la Reina del CieloCredo Mariano

    I - La Corona de MaraII - Dogmas

    III - Madre de DiosIV - Virgen de las vrgenesV - Inmaculada

    VI - AsuntaVII - Corredentora, Medianera y Abogada

    La Seora de Todos los Pueblos Doctrina de Po XII Splica actual Accin de la Seora de Todos los Pueblos Vox Populi MariaeMediatrici

    Corredentora Medianera Abogada Mara Corredentora, Medianera y Abogada

    en las Glorias de Mara de San Alfonso Mara de Ligorio La Mediacin de San Luis Mara Grignin de Montfort Mara Mediadora, un gran paso adelante La joya que falta en su Corona

    VIII - DesagravioIX - Los dogmas de Mara en la Divina Comedia

    AgradecimientoBibliografaLa Orden de Mara ReinaEl autor

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    Nihil obstat+ Alfredo Mario Espsito Castro CMF

    Obispo emrito de Zrate-Campana (Argentina)8 de diciembre del Ao Santo 2000

    Imprimatur+Antonio Juan Baseotto

    Obispo de Aatuya (Argentina)8 de diciembre del 200l

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    Al glorioso Padre Po de Pietralcina,en el da de su elevacin a los altares.

    Roma, 2 de mayo de 1999.

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    Prlogo

    Este libro que con toda humildad llega a los fieles es un fruto ms del ao bimilenario quehizo vibrar los corazones de los hijos de la Iglesia, ya fuesen eruditos telogos o simplescreyentes, y quiere ser una voz ms que prolongue el espritu del Jubileo.

    Es un testigo del amor del pueblo cristiano para con su Madre la Santsima Virgen Mara.El autor no trata grandes novedades ni pretende hacer solemnes discursos. Antes bien, rescatamuchos textos brillantes del Magisterio y magnficas afirmaciones de los Padres y Doctores de la

    Iglesia, que son parte del tesoro de la misma, que va descubriendo poco a poco los distintosmatices del gran dogma mariano.Y esto es algo as como el gozo que provoca en una familia el descubrimiento de antiguas

    fotografas que hacen recordar las verdades ms ntimas de la familia, y pone ante los ojos de losjvenes las grandes riquezas que posee.

    Por eso los lectores agradecern al autor su constancia en buscar esas joyas de nuestradoctrina y tantos hechos y ancdotas que hacen a los dogmas marianos con el fin de vivirlos msintensamente, sobre todo en lo que se refiere a la proclamacin que se suplica: MaraCorredentora, Medianera de todas las gracias y Abogada del Pueblo de Dios.

    Ojal que la lectura de esta obra haga ms fcil y asequible para todo el Pueblo de Dioslos grandes misterios de todo el dogma mariano, y as crecer la santidad del mismo. El aumento

    de la Fe, la Esperanza, y la Caridad ha sido una finalidad del ao jubilar, y el crecimiento delamor e imitacin de la Virgen una exigencia de esta hora de la Iglesia. Y eso persigue este libro.Que Mara Santsima, Madre de Dios y Reina del Cielo y de la tierra bendiga a sus hijos

    que lo lean con la ternura de su Corazn Inmaculado.

    Buenos Aires, 8 de diciembre del Ao Santo 2000,Solemnidad de la Inmaculada Concepcin de Mara Santsima.

    Alfredo Mario Espsito Castro CMFObispo emrito de Zrate-Campana

    Argentina.

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    Un jarrn de florespara la Reina del Cielo

    A mediados de 1998 una gran confusin se produjo en torno a la splica al Santo Padrepara que definiera dogmticamente que Mara Santsima es Corredentora, Medianera y Abogada.

    Los medios de difusin hacan confundir la autoridad del Santo Pontfice como Maestrode Fe con el Vaticano, las reuniones de telogos eran presentadas como una especie deparlamento de la Iglesia, que situaban sobre los obispos... No se hablaba del Magisterio de laIglesia, etc, etc...

    Y esto se sumaba a la ignorancia de los dogmas de Mara, y a todo lo referente a Ella, sediscuta sobre la Corredentora sin conocer el significado de la palabra; lo mismo ocurri con laMediacin y hasta con la Intercesin. Se argumentaba sobre el ecumenismo oponindolo a laVirgen. Ella, la Madre de la Iglesia, quiere la unin ms que todos los telogos de la historia...

    Entonces surgi la idea de hacer un folleto para explicar brevemente el significado de undogma, pero luego, por la confusin mencionada, se vio la conveniencia de exponer los dogmasmarianos definidos y las enseanzas de la Iglesia que se refieren al que se pide; y hacerlo conpalabras que lleguen a todos los hijos de Mara, subrayando la significacin de esos dogmas en lavida de los cristianos. Porque el cristianismo es mucho ms que una doctrina, el cristianismo esvida.

    Para este cometido, que nos asustaba un poco, los Santos ngeles del Seor hicieron que

    se encontraran datos de numerosos hechos, pequeos o grandes, en torno a la maduracin yproclamacin de los mismos. Y tambin muchos textos de los Papas y de los Santos. As setranscribieron enseanzas del gran Doctor Mariano San Alfonso Mara de Ligorio, y del maestrode la Consagracin a la Santsima Virgen, San Luis Mara Grignion de Montfort.

    Todo se reuni en este libro, como se arma un jarrn con ramas y flores, de muchasclases. Y as se lo pretende ahora ofrecer a la Dulcsima Reina y Seora de todo lo Creado, laExcelsa Madre de Dios y nuestra.

    El autor

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    Credo Mariano

    Mara, Madre de Diosy Madre nuestra amabilsima!Creo en tu Maternidad divina,

    en tu perpetua Virginidad,en tu Inmaculada Concepcin,en tu misin de Corredentora

    junto a tu Hijo Jess.Creo en tu Asuncin

    y glorificacin celestial en cuerpo y alma

    porque eres la Madre del Resucitadoe imagen de la Iglesiaque tendr su cumplimiento

    en el retorno glorioso de Cristo.Creo en tu Maternidad espiritual

    que, donando a Jess, nos engendra a la vida divina,en tu Maternidad eclesial,

    porque precedes y acompaas a la Iglesiaen el camino de la fe y del amor.

    Creo en tu Realeza universal,en tu misin de mediadora y dispensadora

    de toda gracia y don que viene de Dios,en tu presencia de amorjunto a cada una de las criaturas

    como Madre, Auxiliadora, Consoladora.Venga pronto tu hora oh Mara,por el triunfo sobre toda la tierra

    del Reino de tu Hijo,que es Reino de santidad, de justicia,

    de amor y de paz!

    Marcelo MorganteObispo de Ascoli-Piceno

    Las Marcas Italia

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    La Corona de Mara

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    La muy venerada imagen de Nuestra Seora de Ftima que se venera en laCapelinha de su Santuario de Portugal, viaj dos veces a Roma por voluntaddel Papa Juan Pablo II. En esta foto la vemos entronizada en la Baslica deSan Pedro; corazn de la cristiandad, en ocasin del Jubileo del Ao Santo2000, desde all fue llevada a la plaza donde recibi el ofrecimiento deltercer milenio. En la tapa la vemos llevada en andas por la multitud, en1984, para la consagracin del mundo y Rusia a su Inmaculado Corazn.

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    Mara Reina

    Cantar un himno a la Reina Madrey me acercar gozoso a celebrar sus gloriascantando alegre sus maravillas...

    Oh Seora!nuestra lengua es incapaz de alabarte dignamentepues T, que engendraste a Cristo Rey,has sido elevada sobre los Serafines...Dios te salve, Oh Reina del mundo!Oh Mara! Reina de todos nosotros

    Himno Akathistos

    Mara es Reina; Reina y Seora de todo lo creado. A travs de los siglos los cristianos asla reconocieron en Oriente y Occidente. Al Papa Po XII correspondi el honor de fundamentar ladoctrina sobre la Realeza de Mara e instituir su fiesta, en su magna encclica Ad Coeli

    Reginam, uno de los hechos dominantes del primer Ao Mariano Universal. En ella nos dice:Hemos recogido de los monumentos de la antigedad cristiana, de las

    oraciones de la liturgia, de la innata devocin del pueblo cristiano, de las obras dearte, de todas partes, expresiones y acentos segn los cuales la Virgen Madre deDios est dotada de la dignidad real, y hemos demostrado tambin que las razonessacadas por la Sagrada Teologa del tesoro de la fe divina, confirman plenamenteesta verdad. De tantos testimonios aportados se forma un concierto, cuyo eco llegaa espacios extenssimos, para celebrar la suma alteza de la dignidad de la Madrede Dios y de los hombres, la cual ha sido exaltada a los reinos celestiales porencima de los coros anglicos.

    (Po XII, Encclica Ad Coeli Reginam,11 de octubre de 1954)

    El 1 de noviembre del mismo ao, en la Baslica Santa Mara la Mayor, ante 450delegaciones de los santuarios marianos ms importantes del mundo, que llevaban sus estandartescon las Imgenes de sus advocaciones, el Papa Po XII proclam la Realeza de Mara, y coron ala Virgen como Reina del Mundo en su Icono Salus Populi Romani, y explic el sentido de esaRealeza:

    La realeza de Mara es una realeza ultraterrena, la cual, sin embargo, al mismotiempo penetra hasta lo ms ntimo de los corazones y los toca en su profundaesencia, en aquello que tienen de espiritual y de inmortal. El origen de las glorias

    de Mara, en el momento culmen que ilumina toda su persona y su misin, esaqul en que, llena de gracia, dirigi al arcngel Gabriel el Fiat que manifestaba suconsentimiento a la divina disposicin, de tal forma que Ella se converta enMadre de Dios y Reina, y reciba el oficio real de velar por la unidad y la paz delgnero humano.

    (Po XII, Alocucin Le testimonianze,1 de noviembre de 1954)

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    Mara es coronada como Reina en el Cielo, por la Santsima Trinidad. Su corona es elAmor de las tres Divinas Personas.

    Su corona son las doce estrellas que nos muestra el Apocalipsis, que simbolizan las docetribus de Israel y los doce Apstoles, con todos nosotros, sus hijos.

    Su corona es tambin el conjunto de dones, privilegios y glorias que le ha regalado elCreador, slo concedidos a Ella, su obra perfectsima.

    La Virgen Santsima tambin es coronada en la tierra por nuestro amor de hijos, cada vezque le rezamos el Rosario. Continuamente, en todo el mundo, se ofrecen a Mara infinidad deRosarios, coronas de amor que el mismo Dios nos da para que coronemos a Su Madre.

    La Iglesia en su Liturgia tambin corona a Mara, y lo hace con solemnidad en lasimgenes ms veneradas, las que ms vivamente han reflejado a la Virgen, siendo causa deconversiones o centro de comunidades que no pocas veces se suscitaron y conformaron en tornoa ellas.

    El Ritual de la coronacin de una imagen de la Santsima Virgen explica la naturaleza ysignificado del rito:1

    La veneracin de las imgenes de la Santsima Virgen Marafrecuentemente se manifiesta adornando su cabeza con una corona real. Y, cuandola imagen de la Santa Madre de Dios lleva en sus brazos a Su Divino Hijo, secoronan ambas imgenes (...).

    La costumbre de representar a Santa Mara Virgen ceida con corona regiadata ya de los tiempos del Concilio de Efeso (431) lo mismo en Oriente que enOccidente. Los artistas cristianos pintaron frecuentemente a la gloriosa Madre deDios sentada en solio real, adornada con regias insignias y rodeada de una corte dengeles y santos del cielo. En esas imgenes no pocas veces se representa aldivino Redentor ciendo a su Madre con una refulgente corona (Po XII, AdCoeli Reginam, 11 de octubre de 1954).

    La costumbre de coronar las imgenes de Santa Mara Virgen fuepropagada en Occidente por los fieles, religiosos o laicos, sobre todo desde finalesdel siglo XVI. Los Romanos Pontfices no slo secundaron esta forma de piedadpopular, sino que adems, muchas veces, personalmente con sus propias manos,o por medio de obispos por ellos delegados, coronaron imgenes de la VirgenMadre de Dios ya insignes por la veneracin pblica. (Po XII, Ad CoeliReginam, 11 de octubre de 1954).

    Y, al generalizarse esta costumbre, se fue organizando el rito para lacoronacin de las imgenes de Santa Mara Virgen ...(se incluy en el PontificalRomano el Ordo impuesto en el siglo XVII...). Con este rito reafirma la Iglesiaque Santa Mara con razn es tenida e invocada como Reina, ya que es: Madre delHijo de Dios y Rey mesinico, colaboradora augusta del Redentor, Perfectadiscpula de Cristo, miembro supereminente de la Iglesia.

    Por eso el pueblo de Dios tiene innumerables imgenes, en todas las latitudes, de muydiversas hechuras, con mayor o menor valor artstico, que los pastores coronaron reconociendo larealeza siempre maternal, y siempre dulcemente amorosa, sobre ese pueblo. Y en muchos casos,

    1 Promulgado por la Sagrada Congregacin para los Sacramentos y el Culto Divino, por mandato de SS. JuanPablo II, el 25 de marzo de 1981.

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    el propio Sumo Pontfice es quien las coron. As fueron honradas las ms clebres imgenes delmundo, entre las que se cuentan muchas nuestras.2

    El Papa o el obispo- al coronar la Imagen eleva una plegaria en la que reconoce larealeza de Jesucristo y Mara:

    Bendito eres, Seor,Dios del Cielo y de la Tierra,que con tu misericordia y tu justiciadispersas a los soberbios y enalteces a los humildes;de este admirable designio de tu providencianos has dejado un ejemplo sublimeen el Verbo Encarnado y en Su Virgen Madre:Tu Hijo, que voluntariamente se rebajhasta la muerte de cruz, y ahoraresplandece de gloria eterna y est sentado a tu derechacomo Rey de reyes y Seor de seores;y la Virgen, que quiso llamarse tu esclava,fue elegida Madre del Redentory verdadera Madre de los que viven,y ahora, exaltada sobre los coros de los ngeles,reina gloriosamente con Tu Hijointercediendo por todos los hombrescomo Abogada de la gracia y Reina de misericordia.Mira Seor, benignamente, a stos tus siervosque al ceir con una corona visiblela imagen de la Madre de Tu Hijoreconocen en Tu Hijo al Rey del universoe invoca como Reina a la Virgen Mara...3

    Cuando las realezas de la tierra llegan a su decadencia ms triste, la realeza de Mara,celestial y maternal a la vez, brilla ms que nunca, y a ella claman y por ella suspiran sus hijos:A ti clamamos, a ti suspiramos los desterrados hijos de Eva.

    Por eso Juan Pablo II, en su recorrido por el mundo, no se cansa de coronar a MaraSantsima en las imgenes veneradas en cada pueblo.

    Son incontables las imgenes que recibieron la coronacin pontifica, sin embargo slo doslo fueron con el ttulo de Reina del Mundo; en forma expresa y con trascendencia universal: elicono de Mara Salus Populi Romani, que se venera en la Baslica Santa Mara la Mayor deRoma, y an antes, la imagen de la Virgen de Ftima en su Capelinha de la Cova de Ira, sta conun agregado singular: Reina del Mundo y de la Paz. La primera oriental y muy antigua; lasegunda occidental y de estos tiempos. Una permanece en la urbe, la otra peregrinando en susinnumerables copias por el orbe.

    La imagen de la Virgen de Ftima representa y recuerda sus apariciones maravillosas y sumensaje dramtico, del cual acabamos de conocer la ltima parte. Este mensaje se centra en una

    2 De Lujn, del Valle, del Milagro, de Itat, del Rosario en su ciudad, del Rosario de Nueva Pompeya, del Rosariodel Milagro, del Rosario de Paran...3 Oracin del Ritual promulgado por S.S Juan Pablo II en 1981.

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    frase que, lamentablemente, no es suficientemente conocida y meditada: Dios quiere estableceren el mundo la devocin a Mi Corazn Inmaculado. El Papa Po XII que la coron, fue quienconsagr el mundo al Inmaculado Corazn de Mara, y pidi que esta consagracin fueraratificada en todas las dicesis, parroquias, comunidades y familias, y que la realice cadacristiano. Y tambin consagr a Rusia, cumpliendo en parte- el pedido de Dios.4

    En los tiempos controvertidos del Concilio Vaticano II, Paulo VI proclam, en la clausurade la tercera sesin, a Mara como Madre de la Iglesia. Los Padres Conciliares se despojaron desus mitras y de pie se unieron en el ms atronador y prolongado aplauso del Concilio.

    Fue en ese momento cuando renov la consagracin del mundo al Inmaculado Corazn deMara y anunci el envo de la Rosa de Oro a la Virgen de Ftima.

    Si Po XII tena una relacin con la Virgen de Ftima por haber sido consagrado obispo elmismo da en que Ella se apareci a los pastorcitos, Juan Pablo II tiene otra mayor, ya que en suda, el 13 de mayo de 1981, salv milagrosamente su vida una mano materna que desvi labala5. En accin de gracias peregrin tambin a Ftima y repiti su visita el 13 de mayo del2000, en un acto oficial del Gran Jubileo, ocasin en la que beatific a Jacinta y a Francisco.

    Juan Pablo II no slo renov la consagracin del mundo y de Rusia- al InmaculadoCorazn de Mara, sino que complet este acto segn el pedido de la Virgen, hacindolo con elepiscopado mundial el 25 de marzo de 1984. En esa ocasin hizo llevar la imagen de Ftima aRoma para hacer ante ella la trascendental ofrenda.

    En el Ao Santo 2000, Bimilenario del Seor, quiso el Papa otra vez en Roma a la Reinadel mundo y de la Paz porque quiso confiar a Mara Santsima el tercer milenio, con todos losobispos unidos a l, ante esa imagen. As lo hizo el 8 de octubre. El gran homenaje a Maracomenz el da anterior, fiesta de Nuestra Seora del Rosario, con el rezo mundial del Rosario,presidido por el Papa, acompaado por los obispos, participando todos los continentes y con lavoz de Sor Luca que dirigi el ltimo misterio desde su monasterio carmelita de Coimbra.

    Esta imagen, singular e histrica, honrada por los Papas y las multitudes, recibi lacoronacin pontificia el 13 de mayo de 1946. Aquel da deca Po XII a los peregrinos:6

    El amor ardiente y agradecido os ha conducido all; y vosotros quisisteis darleuna expresin sencilla condensndolo y simbolizndolo en esa corona preciosa,fruto de tanta generosidad y de tanto sacrificio, que por manos de nuestro Legadoacabamos de coronar la imagen milagrosa.

    La corona puesta en las sienes de la Virgen tiene 950 brillantes de 76 quilates, 1400 rosas,313 perlas, una esmeralda grande y 13 pequeas, 33 zafiros, 7 rubes y 26 turquesas. En total2963 piedras preciosas . Pero hoy la Virgen luce en su corona una gema ms preciosa: la bala queno pudo matara Juan Pablo II, y que l quiso ofrecerle, colocndola all, en accin de gracias.

    Al abocarnos a este trabajo sobre los dogmas de Mara Santsima encontramos que variosobispos y telogos decan que el dogma de Mara Corredentora, Medianera y Abogada, que enestos aos se suplica insistentemente, es la piedra que falta en su corona (o perla, o joya). Unode ellos fue el Cardenal Luigi Ciappi OP recientemente fallecido, telogo papal de los cinco

    4 La Virgen Santsima peda en su mensaje en nombre de Dios la consagracin de Rusia a su Inmaculado Corazn,realizada por el Papa y todos los obispos del mundo conjuntamente y en el mismo acto; y esto, junto con la devocinde los primeros sbados es la condicin para la paz.5 Expresin del propio Juan Pablo II.6 Radiomensaje que el Papa llam de la realeza de Mara.

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    ltimos pontfices. Otro, el obispo Paolo Mara Hnilica SJ, Presidente del Movimiento Pro Deoet Fratribus Familia de Mara Corredentora.

    El propio Po XII, en la Munificentissimus Deus deca que se gozaba de haber podidoadornar la frente de la Virgen Madre de Dios, con esta flgida perla, el dogma de la Asuncin.Gustando estas expresiones, surgi la idea de introducir nuestro trabajo con reflexiones sobre larealeza de Mara y la coronacin de sus imgenes.

    No hay duda de que es una forma bella y acertada de figurar lo que estamos pidiendo: LaVirgen Santsima tiene una corona que Dios le ha dado, como decamos, formada por susprerrogativas y dones, que bien podemos simbolizar como piedras y perlas preciosas. Y entreellas los dogmas, las piedras ms preciosas de esa corona, que la Iglesia en la tierra fue colocandoa travs de los tiempos, segn las iba contemplando en la corona del Cielo: Mara Madre de Dios,Virgen Perpetua, Inmaculada, Asunta en Cuerpo y Alma al Cielo... .Estos dogmas ya definidos serefieren al ser de Mara; el que falta proclamar concierne a su funcin para con la Iglesia y lahumanidad: Mara Corredentora, Medianera y Abogada. Unidos todos forman como un solo ygran dogma, al decir del Cardenal Ciappi, toda la verdad sobre Mara.

    Y si todos los dogmas deben reflejarse en la vida cristiana e influir en ella, ste lo hace deuna manera muy especial. El dogma de la Corredentora supone vivir lo de San Pablo: debemoscompletar en nosotros lo que falta a la Pasin de Cristo. Los cristianos, los marianos,debemos ser un poco corredentores. Claro est que jams lo seremos en la forma y en el gradoque lo fue Mara Santsima, pero podemos, como nuestro Santo Padre el Papa, ser totalmentesuyos y entregarle nuestros sufrimientos.

    La bala de la corona de la Virgen de Ftima simboliza todos los sufrimientos de este granPapa, que l siempre quiso unir a los de Mara. De alguna manera podemos decir que en lacorona de esta bendita imagen est puesta la piedra que representa el dogma de la Corredentora.Falta ahora que sea colocada solemnemente en la mstica corona que le ofrece toda la Iglesiamilitante, como la ofrecida por el mismo Dios en el Cielo para el gozo inefable de los CorosAnglicos y de los Bienaventurados.

    Pongamos nosotros en la corona de la imagen nuestra devocin, nuestras penas ysufrimientos, consagrndonos a Su Inmaculado Corazn con incesante oracin, y apresuraremosla gloria de la proclamacin del ltimo dogma de la Virgen. Entonces se colocar la piedrapreciosa que falta en su corona de la tierra, y la tierra se unir al Cielo para contemplar con gozode eternidad a Mara Santsima en toda su gloria.

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    La era de Mara

    Podemos llamar de otra manera al tiempo, a lapoca en que vivimos, que tiempo y poca de laVirgen Nuestra Seora? No veis en el mundoentero qu leccin de amor, de fervorextraordinario, bamos a decir de santa locura, porla Madre de Dios, por la Medianera de Todas lasGracias, por la Corredentora del gnero humano,

    por la divina gobernadora, por la que tiene las llavesde toda gracia, de todo don perfecto, de todo bienque desciende del cielo? Lo que siempre ha sidoverdad, lo que siempre ha sido un dogma catlico,se vive ahora ms que nunca; es la palpitacin demillones de hijos de la Virgen Mara que la aman,que la veneran, es el triunfo en todas las naciones deNuestra Seora de Ftima... porque Ella ha queridoaparecerse recientemente; es Nuestra Seora deFtima y Nuestra Seora de Guadalupe, NuestraSeora de Lourdes, y Nuestra Seora del Pilar; es la

    Virgen Mara, es la Madre de Dios, sea cual sea elttulo con que se la invoque; es aquella a quinaman los cristianos, a quien se encomiendan loscatlicos, a quien aclaman hasta el delirio lasmuchedumbres de cristianos del mundo entero. Esla era de la Virgen Mara!

    Po XII, 1949, al Director del Secretariado Generalde las Congregaciones Marianas.

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    Dogmas

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    Qu es un Dogma?

    Desde siempre las verdades de la Fe reveladas por nuestro Divino Salvador Jesucristo,fueron enseadas y transmitidas por Su Iglesia.

    De los primeros tiempos del cristianismo nos queda el testimonio de los smbolos.

    Smbolo es lo que hoy llamamos Credo, conjunto de las principales verdades que se enseaban alos fieles, que segn los tiempos se completaron o explicaron mejor para dar ms luz sobre ellas.El Credo que hoy rezamos nos llega desde el tiempo de los Apstoles.

    Con el correr del tiempo aparecieron necesidades, desviaciones, errores; y por lo mismo laIglesia debi exponer, rectificar, aclarar. Y para ello debi expresar con palabras muy exactas queno fueran susceptibles de cambios ni de diversas interpretaciones, porque son reveladas, vienendirectamente de Dios.

    La Iglesia, que es Madre, las custodia, cuidando que sean bien entendidas, para que con lagracia de Dios sean credas y vividas por sus hijos.

    Origen y significado de la palabra dogma

    La palabra griega dogma, desde antes de Cristo y hasta el siglo IV significaba ley,decreto, prescripcin, tanto en lo autores profanos y filosficos como tambin en la versin de losSetenta del Antiguo Testamento, en los escritores del Nuevo y en la primitiva literatura griega.

    Al llegar el siglo IV algunos autores como San Cirilo de Jerusaln y San Gregorio deNicea dan el nombre de dogma solamente para las verdades reveladas. En el siglo V este sentidoespecfico fue adoptado por casi todos los autores cristianos y es el que ha tenido desde entoncesy tiene ahora. As incorporado a la literatura cristiana tanto en latn como en las lenguasvernculas, dogma es una verdad revelada por Dios y enseada por el Magisterio infaliblede la Iglesia.

    Verdad contenida en el depsito de la Fe

    Una verdad revelada por Dios. El dogma es una verdad que pertenece a la revelacincristiana, que ha de encontrarse por consiguiente en la Sagrada Tradicin o en la SagradaEscritura, las que tomadas en conjunto constituyen el depositum fidei depsito de la fe- quecontiene todas las verdades comprendidas en la revelacin cristiana.

    Los dogmas son verdades recibidas de Dios - no doctrinas humanas - que se exponen enpalabras adecuadas y precisas se definen- en el momento oportuno de la historia, segn losdesignios de Dios que gua y gobierna a la Iglesia.

    Leemos en la Constitucin Dogmtica I sobre la Iglesia de Cristo, documento delConcilio Vaticano I:

    Los Romanos Pontfices, segn lo persuada la condicin de los tiempos y de lascircunstancias, ora por la convocacin de los Concilios universales, o explorandoel sentir de la Iglesia dispersa por el orbe, ora por snodos particulares, oraempleando los medios que la divina Providencia deparaba, definieron que habande mantenerse aquellas cosas que, con la ayuda de Dios haban reconocido serconformes a las Sagradas Escrituras y a las tradiciones Apostlicas; pues no fueprometido a los sucesores de Pedro el Espritu Santo para que por revelacin suya

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    manifestaran una nueva doctrina, sino para que con su asistencia, santamentecustodiaran y fielmente expusieran la revelacin transmitida por los Apstoles, esdecir, el depsito de la fe.

    Magisterio de la Iglesia Infalibilidad

    Enseada por el magisterio infalible de la Iglesia. Jesucristo vino al mundo comoMaestro, Sacerdote y Rey. De all que haya dado a la Iglesia el triple mandato de ensear,santificar y gobernar. Al magisterio corresponde el derecho y el deber que tiene la Iglesia deensear.

    Cuando se trata de verdades religiosas contenidas en la Revelacin y aquellasimplcitamente conexas, el magisterio goza de la infalibilidad, prerrogativa concedida porNuestro Seor Jesucristo para continuar su misin custodiando y defendiendo esas verdades detoda falsificacin y disminucin. El magisterio pues, ensea exponiendo la doctrina verdadera ycondenando las que se le oponen. Por medio del sentido sobrenatural de la fe el pueblo de Diosse une indefectiblemente a la fe bajo el magisterio vivo de la Iglesia, con el carisma de la

    infalibilidad en materia de fe y costumbres, dice el Catecismo de la Iglesia Catlica citando laConstitucin Dei Verbum del Concilio Vaticano II.

    Magisterio ordinario

    El magisterio es ordinario cuando el Sumo Pontfice y los obispos ensean una doctrinareconocida por toda la Iglesia como revelada. As ocurre, por ejemplo, con la defensa de la vida yla condenacin del aborto y de la eutanasia, o con la indisolubilidad y santidad del matrimonio yla condenacin del divorcio.

    Magisterio extraordinario

    El magisterio es extraordinario cuando el Sumo Pontfice, personalmente, en calidad deSupremo Maestro de la Cristiandad define ex cathedra una verdad que concierne a la fe y a lascostumbres y que obliga a todos los fieles, segn lo defini el Concilio Vaticano I:

    Que el Romano Pontfice cuando habla ex cathedra esto es, cuandocumpliendo con su cargo de pastor de todos los cristianos, define por susuprema autoridad apostlica, que una doctrina sobre la fe y costumbresdebe ser sostenida por la Iglesia Universal, por la asistencia divina que le fueprometida en la persona del bienaventurado Pedro, goza de aquellainfalibilidad de que el Redentor Divino quiso que estuviera provista su Iglesia

    en la definicin de la doctrina sobre la fe y las costumbres y por lo tanto, quelas definiciones del Romano Pontfice son irreformables por s mismas y nopor el consentimiento de la Iglesia. Y si alguno tiene la osada, lo que Dios nopermita, de contradecir sta, nuestra definicin, sea anatema.

    (Concilio Vaticano I Constitucin Dogmtica Isobre la Iglesia de Cristo, 18 de julio de 1870).

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    Todas las definiciones dogmticas terminan con una expresin como sta para significarque lo dicho es verdad revelada verdad de fe- y que quien no la acepte queda separado de laIglesia, depositaria de la verdadera Fe Catlica.

    Ejemplos de definiciones ex cathedra: La Inmaculada Concepcin de Mara (Po IX,1854); su Asuncin en Cuerpo y Alma a los Cielos (Po XII, 1950).

    Al proclamar Po IX el dogma de la Inmaculada, an no se haba definido la infalibilidad,pero dice nuestro Santo Padre Juan Pablo II:

    Mi venerado predecesor era conciente de que estaba ejerciendo su poder deenseanza infalible como Pastor universal de la Iglesia, que algunos aos despussera solemnemente definido durante el Concilio Vaticano I. As realizaba sumagisterio infalible como servicio a la fe del pueblo de Dios; y es significativoque ello haya sucedido al definir un privilegio de Mara.

    (Juan Pablo II, 19 de junio de 1996,catequesis de la audiencia general).

    Juan Pablo II hace notar aqu dos cosas muy importantes; que el magisterio infalible es un

    servicio de fe, y que cuando lo ejerci Po IX, antes de ser definido, lo hizo por un privilegiode Mara, y subraya este hecho como significativo.

    La infalibilidad papal es una realidad inmersa en otra ms grande y consoladora an:

    El Romano Pontfice es el sucesor del bienaventurado Pedro, prncipe de losApstoles, verdadero vicario de Cristo y cabeza de toda la Iglesia, y padre ymaestro de todos los cristianos; al mismo, en la persona del bienaventuradoPedro, le fue entregada por Nuestro Seor Jesucristo, plena potestad paraapacentar, regir y gobernar a la Iglesia universal, como se contiene hasta enlas actas de los Concilios ecumnicos y en los sagrados cnones.

    (Definicin del Concilio Florencia,

    Bula Laetentur Coeli, 6 de julio de 1439).

    El magisterio extraordinario tambin lo ejerce el Papa con un Concilio Ecumnico comoprecisamente ocurri en las dos definiciones que se han trascripto, Po IX con el Vaticano I yEugenio IV con el de Florencia.

    Un concilio sin el Papa, porque est separado de l, o porque hubiese muerto, no sera tal,ni an podra sesionar, sera un concilibulo.Juan XXIII convoc y gui el Vaticano II, al morir l en plena tarea conciliar, quedautomticamente disuelto. El nuevo Papa, Pablo VI, lo volvi a convocar.

    Precisamente este Concilio, que tuvo la misin de profundizar la doctrina sobre la Iglesia,desarroll todo lo concerniente a la colegialidad de los obispos, pero enfatizando siempre en la

    autoridad del Papa.En la constitucin Lumen Gentium leemos:

    El Colegio o cuerpo episcopal (...) por su parte, no tiene autoridad si no seconsidera incluido el Romano Pontfice, sucesor de Pedro, como Cabeza delmismo, quedando siempre a salvo el poder primacial de ste, tanto sobre lospastores como sobre los fieles. Porque el Pontfice Romano tiene, en virtud de su

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    cargo de Vicario de Cristo y Pastor de toda la Iglesia, potestad plena, suprema yuniversal sobre la Iglesia...

    (Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, 22).

    y tambin:

    No puede haber concilio ecumnico que no sea aprobado o al menosaceptado como tal, por el sucesor de Pedro. Y es prerrogativa del RomanoPontfice convocar estos concilios ecumnicos, presidirlos y confirmarlos

    (Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, 22).

    Y es que la Iglesia tiene tres realidades que son a la vez fundamentales y maravillosas: LaSagrada Eucarista, la Santsima Virgen y el Papa. Si se rene un concilio lo har en torno al altarde la misa, junto a Mara, intercesora ante el Espritu Santo como en el Cenculo de Jerusaln, yen plena comunin y sumisin al Papa. El Vaticano II lo haba proclamado desde su comienzo:

    ...todos nosotros, sucesores de los Apstoles, que formamos un solo

    cuerpo apostlico cuya cabeza es el sucesor de Pedro, nos hemos reunido aqu enoracin unnime con Mara, Madre de Jess, por mandato del Padre SantoJuan XXIII.

    (21 de Octubre de 1962, Mensaje de los Padresdel Concilio Vaticano II a todos los hombres).

    Los Concilios Ecumnicos pueden o no definir cuestiones dogmticas, siempre unidos alPapa que promulga sus decisiones. As por ejemplo el Vaticano I con Po IX defini el dogma dela infalibilidad papal. El Vaticano II con Juan XXIII y Paulo VI no hizo ninguna definicindogmtica.

    Verdad y frmula con que el dogma es expuesto a la IglesiaEn el dogma distinguimos dos partes: la verdad y la frmula con que esta verdad es

    propuesta. La frmula es evidentemente susceptible de evolucin, pero no la verdad en ellacontenida; por lo tanto erraron los modernistas cuando afirmaron que tambin la verdadexpresada en la frmula era susceptible de evolucin. Tambin erraron los pragmticos al afirmarque los dogmas no son ms que una serie de recetas prcticas para dar normas al creyente hacia lasalvacin.

    La Iglesia nos ensea que el dogma puede variar en cuanto a la forma, teniendo ella unaperfeccin relativa, pero no en cuanto a la sustancia, porque la misma es, siendo verdad, absolutae inmutable. nicamente en este sentido debe entenderse la frase evolucin del dogma.

    El dogma de la Inmaculada se proclam en el siglo pasado, pero ya estaba contenido enlas Sagradas Escrituras y en la Tradicin. La Iglesia no hizo otra cosa que sacarlo de all paradefinirlo en forma simple.

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    El proceso que lleva a la definicin de un dogma

    A veces los dogmas son definidos y proclamados en razn de existir doctrinas que nieganla verdad de Fe o parte de ella. En otros casos el influjo del Espritu Santo obra por lasinvestigaciones teolgicas, la devocin del pueblo, la atencin de los obispos, y as la Iglesia es

    movida a profundizar de una manera especial una verdad de fe hasta que se llega a una definicindogmtica. Pero en todos los casos hay que saber ver el obrar de la Providencia divina y suinfinita Misericordia, respondiendo a la oracin de la Iglesia, pues cada dogma es una graciaconcedida por Dios en un momento determinado de la historia. Y esto hay que resaltarlo yrepetirlo: el dogma es una gracia, por lo tanto para que Dios la conceda es necesaria y decisiva laoracin del pueblo fiel.

    Los telogos suelen distinguir tres etapas en la maduracin de una definicin dogmtica.La primera, desde los primeros siglos del cristianismo una verdad fue creda y vivida por elpueblo de Dios con total paz sin discusiones ni disensiones, y tal verdad an poda ser objeto deculto litrgico como por ejemplo, las antiqusimas fiestas de la Asuncin de Mara y de suInmaculada Concepcin.

    De esta etapa de mayor o menor duracin nos queda el Magisterio de los Papas y Obispos,y la Tradicin testimoniada por los Santos y Padres de la Iglesia.Una segunda fase es la profundizacin teolgica de los fundamentos de esa verdad, sea

    por inters de su estudio o por la urgencia ante posibles objeciones o errores. En esta etapaaparecen casi siempre las controversias o dificultades de la poca, o bien abiertas herejas, y asse llega a la etapa de decidir una definicin y proclamarlo, a veces con mucha urgencia como enel Concilio de feso, y as lo hace, con la gracia especial del Espritu Santo, el Sumo Pontficesolo o con un Concilio Ecumnico.

    Siempre la exposicin de una verdad trae paz y regocijo al pueblo fiel y a cada almadispuesta a escuchar a su Dios a travs de quien lo represente.

    La singular magnitud de una proclamacin dogmticaEs necesario tener en cuenta que la definicin y proclamacin de un dogma tiene una

    profunda significacin para la Iglesia y para el mundo. Por eso en estas notas se intenta destacarque un dogma no slo tiene un desarrollo de maduracin teolgica, sino que conlleva un procesovital de la Iglesia toda. Y es que la verdad que se est estudiando concierne a la Fe, y por lo tantoa toda la vida cristiana, como afirma el P. Demetrio Licciardo SDB: todos los dogmas catlicostrascienden el marco de la especulacin pura, y tienen profundas y extensas consecuencias en lavida prctica y social: si as no fuera, sera tan slo doctrina y no vida el cristianismo.

    Para ayudarnos a comprender esta realidad, agregamos las vehementes palabras de SanAntonio Mara Claret en Concilio Vaticano I, en apoyo de la infalibilidad papal.

    El apstol del Corazn de Mara hace ver cunto se pone en juego cuando una verdad revelada sedefine como dogma, y cuntas gracias trae consigo de manifestacin pblica y solemne.

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    La infalibilidad del Papa

    Discurso pronunciado por San Antonio Mara Claret en el Concilio Vaticano I,el 31 de mayo de 1870:

    Eminentsimos presidentes,Eminentsimos y reverendsimos padres:Habiendo odo un da de stos ciertas palabras que me disgustaron en extremo,

    resolv en mi corazn que en conciencia deba hablar, temiendo aquel vae del profetaIsaas que dice: Ay de m que he callado!.

    Y as hablar del Sumo Romano Pontfice y su infalibilidad segn el esquema quetenemos entre manos.

    Y digo que, ledas las Sagradas Escrituras explicadas por los expositores catlicos,considerando la tradicin jams interrumpida, despus de la ms profunda meditacin delas palabras de los Santos Padres de la Iglesia, de los sagrados concilios y de las razonesde los telogos, que en obsequio de la brevedad no referir, digo: Que estoy sumamente

    convencido, y, llevado por este convencimiento, aseguro que el Sumo Romano Pontficees infalible en aquel sentido y modo que es tenido en Iglesia Catlica, Apostlica,Romana.

    Esta es mi creencia, y con toda ansia deseo que sta mi fe sea la fe de todos. Notemamos a aquellos hombres que no tienen otro apoyo que la prudencia de este mundo;prudencia que, a la verdad, es enemiga de Dios; sta es aquella prudencia con la quesatans se transfigura en ngel de luz; esta prudencia es perjudicial a la autoridad de laSanta Romana Iglesia.

    Finalmente, digo que esa prudencia es la auxiliadora de la soberbia de aquelloshombres que aborrecen a Dios, soberbia, que como dice el profeta David, cada da crece ycontinuamente sube arriba.

    No lo dudo, Eminentsimos y Reverendsimos Padres, que sta Declaracindogmtica de la infalibilidad del Sumo Romano Pontfice ser el bieldo o ventilabro7 conque Nuestro Seor Jesucristo limpiar su era8, y reunir el trigo en el troje o granero yquemar con fuego inextinguible la paja. Esta declaracin separar la luz de las tinieblas.

    Ojal pudiese yo en la confesin de esta verdad derramar toda mi sangre y sufrirla misma muerte!

    Ojal pudiese yo consumar el sacrificio que se empez en el ao 1836 bajandodel plpito despus de haber predicado de la fe y de las buenas costumbres el da 1 defebrero, vigilia de la Purificacin de Mara Santsima!

    Y traigo las estigmas o las cicatrices9 de Nuestro Seor Jesucristo en mi cuerpo,como lo veis en la cara y en el brazo.

    Ojal pudiese yo consumar mi carrera confesando y diciendo de la abundancia demi corazn esta grande verdad: Creo que el Sumo Pontfice Romano es infalible!

    7 Bieldo: Instrumento..., que se usa para beldar, es decir aventar con l las mieses, legumbres, etc. Trilladas,para separar el grano de la paja. (Diccionario Esposa Calpe). Ventilabro est usado como sinnimo.8 Era: Espacio de tierra limpia y firme, algunas veces empedrado, donde se trillan las mieses// Cuadro pequeo detierra destinado al cultivo y hortalizas. (Diccionario Esposa Calpe).9 Cicatrices de las gravsimas heridas sufridas el da que menciona, cuando fue atacado brutalmente en Holgundonde se encontraba en visita pastoral como obispo de Cuba.

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    Sumamente deseo, Eminentsimos y Reverendsimos Padres, que todosconozcamos y confesemos esta verdad.

    En la Vida de Santa Teresa se lee que Nuestro Seor Jesucristo se le apareci y ledijo: Hija ma, todos los males de este mundo provienen de que los hombres noentienden las Sagradas Escrituras.

    A la verdad, si los hombres entendieran las Sagradas Escrituras claramente vieranesta verdad, que el Sumo Pontfice Romano es infalible, pues que esta verdadclaramente est contenida en las Sagradas Escrituras.

    Pero cul es la causa de que no entiendan las Sagradas Escrituras?Tres son las causas:1 Porque los hombres no tienen amor a Dios, como dijo el mismo Jess a Santa

    Teresa.2 Porque no tienen humildad, como dice el Evangelio: Te confieso Padre,

    Seor del Cielo y de la Tierra, porque has escondido estas verdades a los sabios yprudentes segn el mundo, y las ha revelado a los humildes.

    3 Finalmente, porque hay algunos que no quieren entenderlas, porque no quierenobrar el bien.

    Oigamos pues, como dice David:Dios se digne compadecerse de nosotros y bendecirnos, haga resplandecer su

    rostro santsimo sobre nosotros y se compadezca de nosotros.He dicho en el da treinta y uno de mayo de 1870.

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    El depsito de la Fe

    Tradicionalmente los Papas denominan sus documentos con las primeras palabras del

    texto latino, elegidas de modo tal que expresen el punto de partida del pensamiento contenido enl. Juan Pablo II inici la Constitucin Apostlica para la promulgacin del Catecismo de laIglesia Catlica con las palabras Fidei depositum El depsito de la fe- , para que con ese ttulose la reconociera: (Fideis depositum custodiendum Dominus Ecclesiae suae dedit, quod quidemmunus Ipsa idesinenter explet...-Conservar el depsito de la fe es la misin que el Seorencomend a su Iglesia y que ella realiza en todo tiempo...).

    Como dijimos, el depsito de la fe contiene todas las verdades de la revelacin cristianacontenidas en las Sagradas Escrituras y la Tradicin. El cristianismo consiste en creer y vivirestas verdades. Ellas constituyen una sola y armoniosa unidad. Cuando se ataca a una, se ataca alconjunto de la doctrina catlica, y todo el cristianismo es iluminado cuando la Iglesia exponealguna de estas verdades; toda nuestra vida de cristianos recibe luz, una luz que se irradia a todo

    el mundo.

    Multitud de gracias que atraen los dogmas marianos

    Si entendemos esto, comprenderemos que una multitud de gracias para la Iglesia y para elmundo fueron atradas por la proclamacin de los dogmas marianos, esas verdadesfundamentales que conciernen a la Madre de Dios y nuestra, y las que atraer la proclamacin deldogma que ahora suplicamos.

    Por cierto que esa compresin es imposible sin la ayuda de Dios, que como nunca hoynecesitamos, en estos tiempos de materialismo y de pecado que nos envuelven en una confusiny que originaron la desgraciada cultura de la muerte.

    Pero al mismo tiempo, por la infinita Misericordia de Dios, en medio de esos males delsiglo que dejamos atrs, llega a su plenitud la Era Mariana: Una gran seal apareci en elcielo: Una mujer vestida del sol y la luna debajo de sus pies, y en su cabeza una corona dedoce estrellas (Ap. 12,1). Esa Mujer es Mara, la que por designio misericordioso de Dios, poneluz en las tinieblas en que vivimos. Y han hecho eclosin, por as decirlo, las gracias de suCorazn Inmaculado; nos encaminamos ya hacia su Triunfo, prometido en el Mensaje de Ftima.

    Hoy ms que nunca se hace necesario conocer, aunque no est a nuestro alcance medirlas,las grandezas con que el Seor ha privilegiado a Mara Santsima de modo tan sublime y excelso,para as amarlas, reverenciarlas y cantarlas.

    Muchas de ellas se rezan en las Letanas Lauretanas: Sede de la Sabidura, Causa denuestra alegra..., Salud de los enfermos, Refugio de los pecadores, Consuelo de los afligidos,

    Auxilio de los cristianos....Como ya vimos, Po XII, la proclam su Realeza: Reina de los ngeles, de los Patriarcas,

    de los Profetas, de los Apstoles... y Paulo VI la proclam Madre de la Iglesia. Ttulos que seunen a tantsimos otros. El ltimo, el que le diera recientemente Juan Pablo II: Reina de laFamilia.

    Y entre esos ttulos, que hablan de sus grandezas, prerrogativas y glorias, estn los cuatrodogmas ya definidos: el primero y central, su Maternidad Divina del cual devienen todas aqullasy tambin los otros dogmas: su Virginidad Perpetua, su Inmaculada Concepcin y su Gloriosa

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    Asuncin en Cuerpo y Alma a los Cielos. Este pequeo trabajo es para hablar de ellos pero sin lapretensin de exponer detalladamente la doctrina de los mismos. Se trata aqu de mencionarlos,con un tmido resumen doctrinal e histrico, agregando algunas referencias y textos que laProvidencia puso a nuestro alcance, para tratar de descubrir un poco las circunstancias de esasproclamaciones marianas y la participacin en ellas del pueblo fiel, como tambin dar una idea dela gloria que dieron a Dios y a Mara, y el gozo que llevaron a las almas, cmo influyen en lavida de los cristianos, qu mensaje llevan al mundo entero...

    Y en cuanto al dogma que se pide: Mara Corredentora, Medianera de todas las gracias yAbogada del Pueblo de Dios, nos extendemos ms, sobre todo transcribiendo la doctrina de SanAlfonso Mara de Ligorio y San Luis Mara Grignion de Montfort, los dos grandes Doctoresmarianos de la Iglesia.

    Debemos profundizar todo el gran Dogma Mariano

    Y tambin se trata de despertar la inquietud por el estudio de la doctrina mariana, yhacerlo sin separar los dogmas, antes bien profundizar todo el gran Dogma Mariano, toda la

    verdad de las maravillas que el Seor hizo en Mara (Lc. 1,46) incluyendo otros privilegios yglorias, expresadas en ttulos y advocaciones que aqu no podemos abarcar. Y para ello debemosacercarnos con profunda humildad, en la oracin, para ver con la Iglesia- lo que Dios quiso ehizo en la Virgen, su Santsima Madre, las muy sublimes gracias con que la colm, el lugar quele dio en la Creacin y en la Redencin, en la adquisicin y distribucin de sus tesoros.

    La invitacin sugiere tambin estudiar la presencia de Mara en la historia de la Salvacindesde el Antiguo Testamento que anuncia y prepara la venida del Mesas y de su Madre, y luegorecorre los 2000 aos de cristianismo, tratando de advertir su intervencin maternal en cadapoca, y la correspondencia que tuvo para con Ella el pueblo de Dios su pueblo- por las graciasdel Espritu Santo.

    Y en ese contexto descubrir la relacin de cada proclamacin con las circunstancias

    histricas del momento en que se realizaron, con la repercusin e influencia que tuvieron en lavida de la Iglesia y del mundo.Y as llegar a entender por qu Dios pide, eso creemos firmemente, el Dogma de la

    Corredencin, Mediacin e Intercesin de Mara.

    El misterio de Mara compromete a todo cristiano

    Nuestro Santo Padre Juan Pablo II nos dice:... han sido necesarios muchos siglos para llegar a la definicin explcita

    de verdades reveladas referentes a Mara. Casos tpicos de este camino de fe paradescubrir de forma cada vez ms profunda el papel de Mara en la historia de la

    salvacin, son los dogmas de la Inmaculada Concepcin y de la Asuncin,proclamados, como es bien sabido, por dos venerados predecesores mos,respectivamente por el siervo de Dios Po IX en 1854, y por el siervo de DiosPo XII 10 durante el jubileo del ao 1950.

    La mariologa es un campo de investigacin teolgica particular: en ella elamor del pueblo cristiano a Mara ha intuido a menudo con anticipacin algunos

    10 Beatificado por el propio Juan Pablo II el 2 de septiembre del Ao Jubilar 2000.

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    aspectos del misterio de la Virgen, atrayendo hacia ellos la atencin de lostelogos y de los pastores.

    El Espritu Santo gua el esfuerzo de la Iglesia, comprometindola a tomarlas mismas actitudes de Mara. En el relato del nacimiento de Jess, Lucas afirmaque su Madre conservaba todas las cosas meditndolas en su corazn (Lc.2,19), es decir, esforzndose por ponderar con una mirada ms profunda todos losacontecimientos de los que haba sido testigo privilegiada.

    De forma anloga, tambin el pueblo de Dios es impulsado por el mismoEspritu a comprender en profundidad todo lo que se ha dicho de Mara, paraprogresar en la inteligencia de su misin, ntimamente vinculada al misterio deCristo.

    En el desarrollo de la mariologa, el pueblo cristiano desempea un papelparticular: con la afirmacin y el testimonio de su fe, contribuye al progreso de ladoctrina mariana, que normalmente no es slo obra de los telogos, aunque sutarea sigue siendo indispensable para la profundizacin y la exposicin clara deldato de fe y de la misma experiencia cristiana.

    La fe de los sencillos es admirada y alabada por Jess, que reconoce en ellauna manifestacin maravillosa de la benevolencia del Padre (Mt. 1; Lc. 10,21).Esa fe sigue proclamando en el decurso de los siglos, las maravillas de la historiade la Salvacin, ocultas a los sabios. Esa fe en armona con la fe de la Virgen, hahecho progresar el reconocimiento de su santidad personal y del valortrascendente de su maternidad. El misterio de Mara compromete a todo cristiano,en comunin con la Iglesia, a meditar en su corazn lo que la revelacinevanglica afirma de la Madre de Cristo.

    (Juan Pablo II, 8 de noviembre de 1995,Catequesis en la audiencia general).

    Conocerla, honrarla y rogar por su quinto dogma

    En estos tiempos son incontables los corazones que han sido tocados por la Virgen y quese han decidido por el camino de la conversin a Dios: son los tiempos de Mara. Muchos semuestran activos en el apostolado. A todos, especialmente a estos ltimos va dirigida estainvitacin de profundizar las verdades marianas para conocer a la Toda Santa a la luz de lasenseanzas de la Iglesia, en fuentes de sana doctrina.

    As harn que se la ame y honre ms, como el mismo Dios lo hizo, segn le cantamos:

    Queremos hoy honrartecomo el mismo Dios te honry queremos amarte

    como Jess te am

    Sobre todo, a quienes pueda llegar este libro, queremos invitarlos a rogar para que MaraSantsima sea proclamada Corredentora, Medianera de todas las gracias y Abogada nuestra;porque al dogma slo se llegar por el camino de la oracin humilde, confiada y perseverante.

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    Madre de Dios

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    El primero y ms grande dogma de Mara Santsima es su Divina Maternidad; el primero y ms importantede todos sus templos es la Baslica que se levant en honor de ese privilegio, llamada por ello la Mayor.

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    Nada ms grato a Jesucristo

    De este dogma de la Divina Maternidad, comofuente de un oculto manantial, proceden la graciasingularsima de Mara y su dignidad supremadespus de Dios. Ms an, como admirablementeescribe Santo Toms de Aquino, la BienaventuradaVirgen Mara, en cuanto es Madre de Dios, posee

    cierta dignidad infinita, por ser Dios un bieninfinito. Lo cual explica y desarrolla msextensamente Cornelio a Lpide con estas palabras:La Santsima Virgen es Madre de Dios, luego poseeuna excelencia superior a la de todos los ngeles,ms an de los serafines y querubines. Es Madre deDios, luego es pursima y santsima, y tanto quedespus de Dios, no puede imaginarse mayor purezay santidad. Es Madre de Dios: luego cualquierprivilegio concedido a cualquier santo en el ordende la gracia santificante lo posee Ella mejor que

    nadie. Por qu pues, los novadores y no pocoscatlicos censuran tan acrrimamente nuestradevocin a la Virgen Madre de Dios, como si letributsemos un culto que slo a Dios es debido?No saben stos y no consideran que nada puede serms grato a Jesucristo, cuyo amor a su Madre es sinduda tan encendido y tan grande, que el que laveneremos conforme a sus mritos y ejemplo yprocuremos conciliarnos a su poderoso auxilio?.

    Po XI, Encclica Lux veritatis,25 de diciembre de 1931.

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    Mara Madre de Dios

    La Maternidad Divina, no parece posible un oficio ms alto que ste (Po XII)

    Mi alma glorifica al Seor y mi espritu est transportado de gozo en el Dios

    Salvador mo (Lc. 1,46). Con esta antfona empez Nuestra Santsima Madre un himno eternode alabanza a la majestad de Dios por el maravilloso misterio de la Divina Maternidad que Dioshaba obrado en Ella. Cada generacin sucesiva ha aadido su voz al coro, cumpliendo laprofeca de Mara de glorificar la divina bondad, cuya misericordia se derrama de generacinen generacin (Lc. 1,50). Al hacer a Mara su Madre, Dios ha derramado en Ella todos lostesoros que su omnipotencia amorosa poda conferir a una persona que no fuera Dios mismo.Porque Mara es la Madre de Dios, est colocada detrs de su divino Hijo en la cima de lacreacin, por encima de los ngeles y Santos, encerrando en s una plenitud real de gracia divina,de pureza y santidad.

    Como escribi Po XII en su Fulgens Corona:

    un oficio ms alto que ste (la Maternidad Divina) no parece posible, puesto querequiere la ms alta dignidad y santidad despus de Cristo, exige la mayorperfeccin de la gracia divina y un alma libre de todo pecado. En verdad que todoslos privilegios y gracias con que su alma y su vida fueron enriquecidas de tanextraordinaria manera y en tan extraordinaria medida parecen fluir de su sublimevocacin de Madre de Dios como de una fuente pura y oculta.

    La Maternidad Divina no es ya slo el mayor privilegio de Mara, sino que es la clavepara entender todos sus dems privilegios. No slo ocupa esta verdad el primer lugar en lamariologa, sino que est tan ntimamente conectada con toda la economa de la Salvacin deCristo, que durante mil quinientos aos ha sido la piedra de toque de la ortodoxia cristiana.

    Porque si Mara no es verdadera Madre de Dios, entonces su Hijo, Cristo, Nuestro Redentor, noes verdadero Dios y verdadero hombre; adems la obra salvfica de la redencin de la humanidadno sera ms que una imaginacin sin consistencia de una restauracin que nunca hubiera tenidolugar (La Divina Maternidad de Mara Gerald va Ackeren SJ).

    Coincidentemente con el ltimo prrafo citado, el P. Narciso Garca Garcs CMF nos diceque el ttulo de Madre de Dios ha sido llamado libro de la fe porque los misterios fundamentales,Trinidad, Encarnacin del Verbo, Redencin del hombre, han de presuponerse cuandoprofesamos y entendemos el alcance de este nombre: Deipara, Madre de Dios. Y todos losherejes que erraron sobre la naturaleza, las operaciones y culto a Nuestro Salvador, se vieronconstreidos antes a despojar las sienes de Mara de la diadema augusta de la divina maternidad.(N. Garca, Ttulos y grandezas de Mara).

    Mara, verdadera Madre de Dios

    El dogma de la Divina Maternidad comprende dos verdades:1- Mara es verdadera madre, es decir, ha contribuido a la formacin de la naturaleza

    humana de Cristo con todo lo que aportan las otras madres a la formacin del fruto de susentraas.

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    2- Mara es verdadera Madre de Dios, es decir, concibi y dio a luz a la segunda personade la Santsima Trinidad, aunque no en cuanto a su naturaleza divina, sino en cuanto a lanaturaleza humana que haba asumido.

    En las Escrituras

    La Sagrada Escritura por un lado da testimonio de la verdadera divinidad de Cristo, y porotro testifica tambin que Mara es verdaderamente su Madre.

    Juan la llama Madre de Jess (2,1); Mateo Madre de l de Jess- (1,18; 2,11,13 y20 12,46; 13,55); Lucas Madre del Seor (1,43).

    El Arcngel San Gabriel anuncia a Mara: Sabe que has de concebir en tu seno, ydars a luz un hijo, a quien le pondrs por nombre Jess (Lc. 1,31).

    San Lucas dice tambin en la Anunciacin: Por cuya causa lo santo que de Ti nacer,ser llamado Hijo de Dios (1,32).

    San Pablo en la carta a los Glatas (4,4): envi Dios a su hijo formado de una mujer.La mujer que engendr al Hijo de Dios, es la Madre de Dios.

    En el Magisterio, antes de feso

    La Iglesia ense desde el principio la verdadera Maternidad Divina por medio de loscredos primitivos. En ellos se confesaba a Mara como verdadera Madre de Dios:

    Creo en Dios Padre Todopoderoso, y en Cristo Jess su nico Hijo, NuestroSeor, que naci por obra del Espritu Santo, de la Virgen Mara...

    Palabras del Credo Romano, que se repiten en los otros hasta llegar a nuestro Credo oSmbolo de los Apstoles.

    El primer Concilio de Constantinopla (a.381) deja ya firme la doctrina de que el Hijo deDios.

    se hizo carne en la Virgen Mara por obra del Espritu Santo.

    En la Tradicin

    En la Tradicin, los Santos Padres ms antiguos, al igual que la Sagrada Escritura,ensean la realidad de la verdadera Maternidad de Mara, con diversas expresiones:

    San Ignacio de Antioqua dice: Porque Nuestro Seor Jesucristo fue llevado porMara en su seno, conforme al decreto de Dios de que naciera de la descendencia de David,

    mas por obra del Espritu Santo (Eph. 18,2).San Ireneo dice: Este Cristo, como ojos del Padre, estaba con el Padre... fue dado aluz por una virgen.

    Los Santos Padres al fundamentar la Maternidad Divina se han apoyado en el texto deIsaas: una virgen concebir y dar a luz un hijo, y su nombre ser Emmanuel y as locanta la Sagrada Liturgia.

    Desde el siglo III se hace corriente el uso del ttulo Theotocos, Madre de Dios, de ello dantestimonio Orgenes y muchos otros autores.

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    San Gregorio Naciaceno hacia el ao 382 afirma: Si alguno no reconociese a Maracomo Madre de Dios, se halla separado de Dios.

    La hereja de Nestorio

    Es a comienzos del siglo V cuando se produce el gran ataque a Nuestra Seora, y lorealiza nada menos que el Patriarca de Constantinopla, Nestorio. ste usaba en sus predicaciones,indistintamente, la palabra Theotocos (Madre de Dios) y Christotocos (Madre de Cristo). Lahereja se manifiesta abiertamente cuando uno de sus seguidores niega el ttulo de Theotocos a laVirgen, y luego lo hace el propio Patriarca.

    Mara es una mujer nada ms y Dios no puede nacer de una mujer, vociferabaAnastasio, el predicador de Nestorio, y luego lo hace l mismo: No es lcito darle a Mara elttulo de Madre de Dios, Dios no puede tener Madre... esto y mucho ms blasfema el Patriarcadesde su sede, capital del Imperio.

    Se negaba a Mara Santsima su ms grande privilegio, ser la verdadera y excelsa Madrede Dios. Una hereja que ya haba surgido en forma limitada, y que ahora la encabezaba un pastor

    de la Iglesia, y de una sede de particularsima importancia.La misma se basaba en la teora de que en Jesucristo existan dos personas distintas, unael Verbo de Dios, otra Jess, con una unin moral. Y Mara Santsima era decan- tan slomadre de Jess, y no de Dios.

    La hereja, que ya haba sido condenada por el Papa San Dmaso y el Concilio RomanoIV (a. 380), destrua tambin la misma Redencin, ya que una pasin puramente humana deCristo, no poda satisfacer al Padre por los pecados de los hombres. Como siempre, atacando a laVirgen se ataca a su Divino Hijo Jesucristo y a todos sus hijos, a la Iglesia toda.

    FESO El triunfo de Mara

    Fue San Cirilo, Patriarca de Alejandra, quien encabez la defensa de la verdadera fe, ypor lo tanto de la dignidad de Mara como Madre de Dios. Amonest a Nestorio y dio cuenta alPapa San Celestino, quien convoc a un Concilio Ecumnico en feso11 y dio mandato depresidirlo a San Cirilo. El mismo se reuni en el ao 431.

    El Concilio defini que en Cristo hay dos naturalezas la divina y la humana- unidashipostticamente en una sola persona, y por lo tanto que Mara Santsima es verdadera Madre deDios:

    La Santa Virgen es Madre de Dios puesto que segn la carne ella dio a luz alVerbo de Dios hecho carne.

    (definicin del Concilio defeso con el Papa San Celestino).

    El Concilio de feso tiene la gloria de ser el gran Concilio Mariano, pues su dogmadestruy la ms grande hereja contra la Virgen y puso la piedra angular de toda la mariologa.

    La Iglesia con el correr del tiempo ira descubriendo los grandes tesoros encerrados en laMaternidad Divina de Mara.

    11 La convocatoria formal la haca el Emperador.

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    Es sencillamente apasionante leer la historia y crnicas de este Concilio. Al hacerlo, loprimero que vemos es la indignacin del pueblo fiel que repudiaba la afrenta a la Madre de Diosy abandonaba la Catedral desde donde se pretenda imponer la infamia. Vemos tambin losdesvelos de San Cirilo encabezando por orden del Papa, la defensa de Mara y de toda la FeCatlica. Vemos la energa del Santo Pontfice, la actitud del Emperador que le pide la reunindel Concilio, las vicisitudes de los viajes de los obispos, la pobreza y enfermedades de no pocosde ellos.

    La apertura se posterg un tanto, mientras el pueblo rogaba fervorosamente. Por fin elConcilio se rene, San Cirilo, encendido de fervor lo inaugura con un saludo a los Padres y afeso, al apstol San Juan que tuvo su casa all, y a Mara, Madre de Dios, con un canto dedulces alabanzas:

    Honra muy sealada es para m llevar la voz ante tan ilustre asamblea devenerables Padres. Mi nimo, hondamente apenado por la impa blasfemia deNestorio, suspiraba por la celebracin de este concilio anglico, celestial. En lveo congregados a los maestros de la piedad, a los que son columna y antorchas denuestra fe... Cunto gozo vindolos sentados en el hermoso y divino trono delsumo sacerdote, derramando dulzura y suavidad, pregonero espiritual del saberdivino!... Confortados con vuestra santas oraciones, demos a esta ciudad elparabin por tanta dicha...

    Salve, ciudad de feso, ms hermosa que los mares, porque hoy se dieroncita en ti quienes son los puertos del cielos...Salve, honor de esta regin asitica, sembrada por doquiera de templos, a la

    manera de preciosas joyas!...Salve, bienaventurado Juan, apstol y evangelista, gloria de la virginidad,

    maestro de la honestidad, exterminador de todo fraude diablico!... Salve, vasopursimo lleno de templanza! A ti, virgen, te confo, desde la cruz, Nuestro SeorJesucristo a la Madre de Dios, siempre virgen...

    Salve, oh Mara!, Madre de Dios, lucero y vaso de eleccin. Salve, VirgenMara, madre y sierva: Virgen en verdad por Aqul que naci en ti virgen; madre,por virtud de Aqul que nutriste y llevaste en paales; sierva, por Aqul que en titom de siervo la forma. Como Rey, quiso entrar en tu ciudad, en tu seno, y salicuando le plugo, cerrando por siempre su puerta, porque concebiste sin obra devarn y fue divino tu alumbramiento. Salve, Mara templo donde mora Dios,templo santo, como la llama el profeta David cuando dice: Santo es tu templo(S. 64,5).

    Salve, Mara, criatura la ms preciosa de la creacin; salve, Mara,pursima paloma; salve, Mara, antorcha inextinguible; salve, porque de ti naci elSol de justicia. Salve, Mara, morada de la inmensidad, que encerraste en tu senoal Dios inmenso, al Verbo unignito, produciendo sin arado y sin semilla la espigainmarcesible. Salve, Mara, Madre de Dios, aclamada por los profetas, bendecidapor los pastores cuando con los ngeles cantaron el sublime himno de Beln:Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buenavoluntad. Salve, Maria, Madre de Dios, alegra de los ngeles, jbilo de losarcngeles, que te glorifican en el cielo. Salve, Mara, Madre de Dios, por tiadoran a Cristo los Magos guiados por la estrella de Oriente. Salve, Mara, Madrede Dios, honor y prez de los apstoles. Salve, Mara, Madre de Dios, por quien

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    Juan el Bautista desde el seno de su madre salt de gozo, adorando como lucero ala luz perenne... Salve, Mara, Madre de Dios, por quien se poblaron de iglesiasnuestras ciudades ortodoxas. Salve, Mara, Madre de Dios, por quien vino almundo el vencedor de la muerte y el destructor del infierno. Salve, Mara, Madrede Dios, por quien vino al mundo el autor de la creacin y el restaurador de lascriaturas, el Rey de los Cielos. Salve, Mara, Madre de Dios, por quien brill yresplandeci la gloria de la resurreccin...

    Sus palabras tambin expresaron la santa indignacin de todo el Concilio y la reciadefensa que se hizo de la Fe:

    La concurrencia de los Santos Padres ha inundado de paz este pas,perturbado por las revueltas de la hereja.

    La paz de Nuestro seor Jesucristo, pregonero de la paz, segn afirma en suEvangelio: Mi paz os doy (Jn. 14,27). La paz que rechaz el blasfemo Nestorio,negando que el Verbo, Hijo de Dios, Nuestro Seor Jesucristo, naci de MaraVirgen...

    Quin jams oy cosas tan horrendas y terribles?...Cristo, Dios Verbo, anunciado por los profetas y predicado por los

    apstoles, transformado aqu en puro hombre...!; y llamar a la Madre de Dios tanslo del hombre! Tu cada, oh Nestorio!, ha sido ms grande que tu soberbia, hassido precipitado en el abismo ms profundo de la blasfemia, despreciando alApstol, vaso de eleccin, voz de la Iglesia..., el que con sus hermosas cartasconfirm al mundo en la fe de la Trinidad consustancial, de un solo Seor, de unsolo bautismo; un solo Padre, un solo Hijo, un solo Espritu Santo; sustanciainseparable y simplicsima; divinidad incompresible; Seor Dios de Dios, luz deluz, esplendor de la gloria, que naci de Mara Virgen, conforme el anuncio delarcngel: Ave, llena eres de gracia, el Seor es contigo... el Espritu Santovendr sobre ti y la virtud del Altsimo te cubrir con su sombra. Por ella elSanto que nacer de ti ser llamado Hijo de Dios (Lc. 1,28-35). No slo losabemos por el arcngel Gabriel... ya el sapientsimo Isaas, hijo del profeta Ams,profeta nacido de profeta, lo predijo: He aqu que la Virgen concebir y dar aluz un hijo y le pondrn por nombre Emmanuel que significar Dios connosotros (Lc. 7,14).

    Si no queris creer a los profetas, a los apstoles, al arcngel Gabriel, imitaal menos a tus compaeros de protervia, los demonios, que gritaron horrorizados:Qu tenemos que ver contigo, Hijo de Dios, viniste aqu antes de tiempopara atormentarnos? (Mt. 8,29). Si entonces el propio demonio dijo antes detiempo, al presente, por fin, lleg en ti. Convena que viniese el anticristo..., y enel lugar de ste te presentaste t, sin creer siquiera al mismo diablo que te haengaado, al que dijo: Si T eres el Hijo de Dios, manda que estas piedras seconviertan en panes (Mt. 4,3).

    Cosa tremenda que llena de asombro! Los demonios, con su padre eldiablo, llaman Hijo de Dios a aqul que naci de Mara Virgen. Nestorio reduce aun mero hombre al Hijo de Dios...

    Nadie, empero, al ornos decir estas cosas, juzgue que nos alegramos de tudesgracia, miserable! Muy al contrario; cuando caste en lo hondo de tu

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    blasfemia, te tendimos la mano por nuestras epstolas, y si incurriste encontumacia, fue porque despreciaste nuestras advertencias. Testigo de la verdad deestos hechos es Celestino, Arzobispo santsimo de todo el orbe, Padre y Patriarcade la gran ciudad de Roma, el cual directamente te escribi exhortndote a quedesistieses de tu inconcebible blasfemia. Desobediente con l, te gloriaste yenvaneciste de tu propia insensatez. Convertido en innovador del mundo, turbastela paz en las cuatro partes de la tierra; y por tu causa ha sido necesario que todoslos santos se congreguen aqu a costa de mil fatigas. Dios te destituir, por fin, detu sacerdocio y te privar de la sabidura de los Padres, y sers proscrito, primerode la ciudad imperial, y tambin de tu sede y pontificado...

    Nestorio fue condenado por el Concilio en su primera sesin:

    Todos los Padres del Concilio exclamaron contra la temeridad e impiedaddel novador y fulminaron anatema:

    Conociendo que Nestorio sostiene y predica impos errores yconstreidos nosotros por los sagrados cnones y por la carta de nuestroSantsimo Padre Celestino, obispo de la Iglesia romana, resolvemos, no sinmuchas lgrimas, que necesariamente debemos dar esta triste sentenciacontra aqul. Aqu pues, Nuestro Seor Jesucristo, ofendido por lasblasfemias de Nestorio, y hablando por medio de este santsimo Conciliopriva al mismo Nestorio de la dignidad episcopal y lo separa y expulsa detodo consorcio y reunin sacerdotal.

    Los siglos han pasado y en la Iglesia se mantiene vivo el recuerdo del jbilo inconteniblede todo el pueblo por el triunfo de Mara en feso. Todos los que han escrito sobre este dogmadan cuenta de la apoteosis mariana de aquella jornada. El propio San Cirilo hace esta descripcinen la carta que dirigi a su clero y a sus fieles de Alejandra:

    Vuestra piedad reclamara un relato ms detallado de los acontecimientos,pero apremiado por los correos, abrevio mi carta. Sabed que el vigsimo octavoda del mes de Paynil12 el Santo Concilio ha tenido lugar en feso, en la graniglesia que lleva el nombre de Mara, Madre de Dios13. Despus de un da entero,terminamos por condenar a Nestorio sin que haya osado presentarse al SantoConcilio, y pronunciamos contra l la sentencia de excomunin y de deposicin.Estbamos reunidos cerca de doscientos obispos.

    Toda la poblacin de la ciudad permaneci, desde las primeras horas delda hasta el anochecer, esperando la decisin del Santo Concilio. Cuando se supola deposicin del miserable, todos, a una sola voz, se pusieron a aclamar al SantoConcilio y a glorificar a Dios por haber abatido al enemigo de la fe. Luego, anuestra salida de la Iglesia nos condujeron hasta nuestra casa, llevando antorchasporque era de noche. Y hubo grandes festejos e iluminaciones por toda la ciudad;algunas mujeres llegaron hasta a precedernos con incensarios. As es como elSalvador ha manifestado su omnipotencia a los que queran difamar su gloria.

    12 22 de junio.13 Ntese que la iglesia estaba dedicada a la Madre de Dios antes de que se celebrase el Concilio.

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    El Padre Rambla hace notar que estas demostraciones del gran fervor por la Virgen enfeso, han quedado como clsicas para celebrar sus festividades: acompaar la Imagen de Maraen procesiones, con antorchas, incienso, flores, oraciones, cnticos y jbilo.

    En aquella jornada, nica en la historia, el pueblo cantaba con sus Pastores:

    Santa Mara, Madre de Dios,ruega por nosotros, pecadores,ahora y en la hora de nuestra muerte,Amn!

    El Espritu Santo inspiraba la segunda parte del Ave Mara que desde entonces rezan ycantan todas las generaciones y todos los pueblos, en todas las lenguas.

    El Concilio sigui sesionando, llegaron los representantes del Papa, que aprobaron todo loactuado. feso es ejemplo tambin de unin y fidelidad al Supremo Pastor de la Iglesia. ElConcilio sigui sus expresas directivas y dej de manifiesto la importancia de su primado.

    Las intrigas palaciegas impidieron al Emperador conocer la decisin conciliar. Los Padrestuvieron que enviarle un emisario disfrazado de mendigo con la comunicacin en un rolloescondido en un hueco de su bastn.

    Muchos monjes salieron de sus claustros para llegar procesionalmente a Constantinopla ymanifestar as su jbilo. En tanto por otro lado un concilibulo pretendi sin resultado apoyar alheresiarca.

    El sucesor de San Celestino, Sixto III, incluy el dogma en la frmula de la consagracinde la Baslica de Santa Mara la Mayor el 31 de julio del ao 432, y en el epgrafe de losmagnficos mosaicos que lamentablemente ya no existen- para que la Baslica perpete laaccin de gracias por la proclamacin del dogma.

    En feso se defendi, defini y proclam a la faz de la tierra la Divina Maternidad deMara que es la luz esplendorosa que directamente o por reflejo ilumina todas las perfeccionesde Mara. Ella es la clave que descifra los nombres honorficos, los incontables ttulos y arcanasgrandezas de la Seora. La Divina Maternidad es el fin primario de su predestinacin, raz yfundamento de sus glorias. (P. Garca Garcs).

    La Iglesia no deja de aclamar a Mara como Madre de Dios

    La Divina Maternidad es afirmada despus de feso por el Magisterio de la Iglesia enforma permanente. Anotamos aqu el Concilio de Calcedonia (segundo ecumnico) que hacesuya la palabra Theotocos y la define, y el segundo Concilio de Constantinopla que da valordogmtico a las cartas de San Cirilo a Nestorio con sus anatemas. Y tambin la carta dogmticadel Papa Len Magno.

    La voz de la Iglesia que canta y defiende a la Madre de Dios, no se extingui ni se debilitcon el paso de los siglos, al contrario ha seguido resonando cada vez ms firme en la voz de susPapas y concilios. Desde feso hasta nuestros das, no hubo Pontfice que no reafirmara yensalzara la Divina Maternidad.

    Po XI celebr solemnemente los 1500 aos del dogma, fue entonces cuando nos dej elgran monumento de la Lux Veritatis en la cual desarrolla con singular elocuencia losacontecimientos que llevaron a la convocacin del magno Concilio de feso y su doctrina, la

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    hereja de Nestorio, su condenacin, la Autoridad de la Sede Apostlica, la doctrina de la uninhiposttica Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre-, culminando con la proclamacin dela ms resplandeciente gloria de Mara: Su Maternidad Divina.

    Todo catlico debera estudiar esta Encclica, para conocer mejor, a la luz de la Verdad,la Persona de su Santsimo Redentor junto a la gloriosa dignidad de Su Muy Bendita Madre:

    Proclamamos la Divina Maternidad de la Virgen Mara, que consiste,como dice San Cirilo, no en que la naturaleza del Verbo y Su Divinidad hayanrecibido el principio de su nacimiento de la Virgen, sino que en sta naciese aquelsagrado cuerpo, dotado de alma racional, al cual se uni hipostticamente el Verbode Dios; y, por eso, se dice que naci segn la carne.

    En verdad, si el Hijo de Mara es Dios, evidentemente Ella, que loengendr, debe ser llamado con toda justicia Madre de Dios. Si la persona deJesucristo es una sola y divina, es indudable que debemos llamar a Mara nosolamente Madre de Cristo hombre, sino Deipara, o Theotokos, esto es: Madre deDios.

    Esta Verdad, transmitida hasta nosotros desde los primeros tiempos de laIglesia, nadie puede rechazarla.

    Porque como dice nuestro predecesor, de feliz memoria, Len XIII, asquiso Dios darnos a Mara, cuando por lo mismo la eligi para ser Madre de SuUnignito, le infundi sentimientos de madre, que slo respiran amor y perdn; asnos lo mostr Jesucristo con sus obras cuando quiso de buen grado estar sujeto yobedecer a Mara como un hijo a su madre; as nos lo seal desde la cruz cuando,en la persona de su discpulo Juan, le encomend el cuidado y patrocinio de todoel gnero humano; as, finalmente, se nos dio Ella misma cuando, recogiendo conmagnnimo corazn aquella herencia de tan inmenso trabajo que su Hijomoribundo le dejaba, comenz al punto a ejercer con todos el oficio de madre(Encclica Octobri mense, 22 de septiembre de 1891).

    De aqu es de donde nace que nos sintamos atrados por Ella por ciertoincoercible impulso, y a Ella confiemos todas nuestras cosas; nuestro gozo, siestamos alegres; nuestras penas, si padecemos; nuestras esperanzas, si al fin nosesforzamos por elevarnos a cosas mejores. De aqu que, si sobrevienen dasdifciles a la Iglesia, si la Fe se apaga por haberse enfriado la caridad, si se relajanlas costumbres pblicas y privadas, si algn peligro amenaza al catolicismo o a lasociedad civil, acudamos suplicantes a Ella, demandando su celestial auxilio. Deaqu, en fin, que en el peligro supremo de la muerte, cuando en ninguna otra partehallamos esperanza y ayuda, levantemos a Ella nuestras manos tenebrosas ynuestros ojos llenos de lgrimas, pidiendo por medio de Ella el perdn de su Hijoy la eterna felicidad en el cielo.

    Acudan pues, todos a Ella con el ms encendido amor en las necesidadesque actualmente padecemos, y pdanle con apremiantes splicas que intercedacon su Hijo para que las naciones extraviadas tornen a la observancia de las leyesy preceptos cristianos, en los cuales se asienta el fundamento del bienestar pblicoy de los cuales mana la abundancia de la deseada paz y de la verdadera felicidad...(Encclica citada).

    (Po XI, Encclica Lux Veritatis,25 de diciembre de 1931)

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    Mara, Madre de la unidad de los cristianos

    Po XI, quiere, sobre todo, que se ruegue a la Madre de Dios y nuestra por elimportantsimo bien de la unin:

    Pero sobre todo esto, deseamos que todos imploren de la Reina del Cieloun beneficio especialsimo, y, ciertamente, de la mayor importancia. Y es que,pues tanto y con tanta encendida piedad aman y veneran los disidentes orientales ala Santa Virgen, no permita esta Seora... que sigan apartados de la unidad...

    Llamado que culmina con las palabras de San Cirilo en feso exhortando

    ...a conservar la paz en la Iglesia y a mantener indisoluble el vnculo deamor y concordia...

    Y ojal luzca cuanto antes aquel da felicsimo en que la Virgen Madre de

    Dios... vea volver a todos los hijos separados... para venerarla juntamente con unasola alma y una sola Fe, lo cual ser ciertamente para Nos el ms grato suceso quepodamos imaginar.

    Llamado a las familias. Admonicin a las madres

    Hacia el final de la Encclica el Papa alude a otra suya, la Casti connubi sobre lasantidad del matrimonio y la educacin de los hijos, que tienen maravilloso ejemplo en losoficios de la Divina Maternidad y en la Sagrada Familia de Nazaret y nuevamente cita a LenXIII:

    Dice muy bien nuestro predecesor, Len XIII, de feliz memoria: Lospadres de la familia tienen verdaderamente en San Jos un modelo preclaro depaternal y vigilante providencia; las madres tienen en la Santsima Virgen, Madrede Dios, un ejemplar excelentsimo de amor, de modestia, de sincera sumisin, yde perfecta fidelidad y, en fin, de Jess que vivi sometido a ellos tienen loshijos de familia un ejemplo divino de obediencia, digno de que lo admiren,reverencien e imiten.

    y hace entonces una severa admonicin a las madres, exhortndolas a contemplar el ejemplo de laSantsima Madre de Dios:

    Pero es prcticamente oportuno que, sobre todo, aquellas madres denuestro tiempo que, aburridas de la prole y del vnculo conyugal, han envilecido yviolado los deberes que se haban impuesto, levanten sus ojos a Mara yseriamente mediten la excelsa dignidad a que la Virgen elev el gravsimo deberde las madres. Slo as podr esperarse que, ayudadas por la Reina del Cielo, seavergencen de la ignominia en que han hecho caer el santo sacramento delmatrimonio y se animen saludablemente a conseguir con todo esfuerzo losadmirables mritos de sus virtudes.

    (Encclica Neminem fugit, 14 de enero de 1892).

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    La Baslica de Santa Mara la Mayor y la fiesta de la Divina Maternidad

    En el texto de sta su memorable carta encclica, Po XI haba hecho mencin al artsticomosaico de la Baslica (Santa Mara Maggiore) en el cual Sixto III mand representar a la VirgenMadre de Dios y que l, en ese gran aniversario de su dogma, hizo restaurar y devolver a su

    primitivo esplendor.Finalmente anuncia que para gozo de todos ordena que toda la Iglesia Universal celebrela fiesta de la Divina Maternidad que ayude a enfervorizar de nuevo en el clero y el pueblo lams grande devocin a la Madre de Dios.

    La fiesta, establecida para el da en que el Concilio de feso proclam el dogma de laDivina Maternidad (11 de octubre) fue trasladada en la ltima reforma litrgica al 1 de enero,octava de la Navidad, para prolongar, como es tradicin en la Iglesia, una semana entera lasgrandes fiestas, culminando en su Octava (ocho das despus) con otra fiesta unida a laprimera. En este caso la gran fiesta del Nacimiento del Seor culmina con la celebracin de susantsima Madre.

    Cuntas bendiciones y cunto gozo atraeramos sobre este mundo los cristianos si

    santificsemos verdaderamente ese da, el primero del ao, tan profanado en nuestros tiemposcon escndalos de todo tipo que ofenden al Seor y a su divina Madre, la Pursima.

    Nuestra devocin a la Madre de Dios

    Luego el Pontfice rechaza enrgicamente las crticas de los innovadores a nuestradevocin a la Virgen Madre de Dios ya que nada puede ser ms grato a Jesucristo que esaveneracin y el procurar su poderoso patrocinio. Y seala un hecho consolador.

    No queremos pasar en silencio un hecho que nos produce no cortoconsuelo. Y es que en nuestro tiempo hay algunos de esos mismos innovadores

    que empiezan a conocer mejor la dignidad de la Virgen Mara y a sentirsemovidos a honrarla y reverenciarla. Lo cual, si procede sinceramente de lo ntimode la conciencia... nos permite esperar fundamentalmente que, esforzndose todoslos buenos con sus oraciones y con sus obras y por la intercesin de la VirgenMara, que tan maternalmente ama a sus hijos extraviados, stos retornen por fin,un da, al seno de la nica grey de Jesucristo...

    La maternidad espiritualMadre benignsima de todos nosotros. Exhortacin a acudir a Ella

    Pero en el oficio de la maternidad de Mara hay tambin otra cosa que

    juzgamos se debe recordar y que encierra, ciertamente, mayor dulzura y suavidad.Y es que, habiendo Mara dado a luz al Redentor del gnero humano, es tambinMadre benignsima de todos nosotros, a quienes Cristo, Nuestro Seor quiso tenerpor hermanos (Rom. 8,29).

    Las expresiones del Magisterio sobre la Theotokos son literalmente incontables.Tomemos solemnemente algunos enfoques de los ltimos Papas.

    Po XII nos hace ver que este dogma es la clave de las riquezas del Corazn de Mara:

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    Madre de Dios! Qu ttulo ms inefable! La gracia de la DivinaMaternidad es la llave que abre a la dbil investigacin humana como un desafo,que exige para Ella la ms sumisa reverencia de todas las criaturas.

    Slo Ella, por su dignidad, trasciende los cielos y la tierra. Ninguna entrelas criaturas visibles o invisibles puede compararse con Ella en excelencias. Ellaes, al mismo tiempo, la esclava y la Madre de Dios; la Virgen y la Madre.

    E inmediatamente nos seala su maternidad espiritual:

    Pero cuando la Virgencita de Nazareth balbuce su fiat al mensaje delngel y el Verbo se hizo carne en su seno, Ella fue no slo Madre de Dios en elorden fsico de la naturaleza, sino tambin en el sobrenatural de la gracia, seproclam Madre de todos los que, por medio del Espritu Santo, constituiran unsolo cuerpo con su Divino Hijo por cabeza. La Madre de la Cabeza ser tambin laMadre de los miembros (San Agustn). La Madre de la vid lo ser tambin de lossarmientos.

    (Po XII, 19 de junio de 1947, radiomensajeal Congreso Mariano Nacional de Canad).

    Juan XXIII hace meditar el dogma en el Rosario con el saludo inspirado de Santa Isabel yla profunda accin de gracias que brota del Inmaculado Corazn de Mara:

    Qu suavidad y qu gracia en aquella visita de tres meses de Mara a suquerida prima! La una y la otra depositarias de una maternidad inminente; para laVirgen Madre la ms sagrada maternidad que pueda imaginarse sobre la tierra.

    Qu dulzura de armona en aquellos dos cantos que se entrelazan!:Bendita t eres entre todas las mujeres (Lc. 1,42) de una parte, y de la otra:

    El Seor ha mirado la humildad de su esclava; todas las generaciones mellamarn bienaventurada (Lc. 1,48).

    En los tiempos en que le toc guiar la nave de Pedro a Paulo VI era muy necesaria lareafirmacin de este dogma; por eso no cesaba de repetir:

    No debemos olvidar nunca quin es Mara en la historia de la salvacin; laMadre de Cristo, y por ello la Madre de Dios

    (8 de febrero de 1964)

    Jesucristo es Dios, luego la Santsima Virgen es Madre de Dios

    (15 de agosto de 1967)

    Dice el Padre ngel Luis CSsR que Pablo VI se complace en amontonar ttulos,expresiones, imgenes, que realcen de mil maneras diferentes esta gran verdad de nuestra Fe. Ases que llama a Mara canal por el que Jess ha venido al mundo, puerta por la que el Creadorentr en nuestro mundo y en nuestra historia, vehculo de Cristo (metfora que recoge delabios de San Efrn), la cristfera, la portadora de Cristo al mundo, la brillantsima aurora dela que surgi el sol de la justicia, lmpara portadora de la luz divina, lmpara precursora de

  • 8/7/2019 Giorgio Sernani - Los dogmas de Mara

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    Los dogmas de Mara

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    Cristo. Pero aparte de estas bellas aclamaciones deslumbrantes de poesa contina- abunda entrminos que plasman el dogma de la Divina Maternidad en frmulas de un perfilinconfundiblemente teolgico. As, por ejemplo, se expresa sobre el misterio de la Navidad:

    el gran acontecimiento, el gran misterio de la Encarnacin, del nacimientode Nuestro Seor Jesucristo, dos veces engendrado, como rezaba una inscripcinde la antigua Baslica de San Pedro; sin madre en el Cielo, sin padre en la tierra, esdecir, Hijo etern