Gianni Vattimo - Más allá del sujeto.

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Título original: Al di la del soggetto. Nietzsche, Heidegger i la hermeneutica Publicado en italiano por Feltrinelli, Milán Traducción de Juan Carlos Gentile Vitale Revisión técnica de Fina Birulés, Universidad de Barcelona Cubierta de Julio Vivas 2.a edición, 1992 Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del «Copy- right», bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier método o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos. © Giangiacomo Feltrinelli, Milán © de todas las ediciones en castellano, Ediciones Paidós Ibérica, S.A., Mariano Cubí, 92 - 08021 Barcelona y Editorial Paidós, SAICF, Defensa, 599 - Buenos Aires ISBN: 84-7509-522-4 Depósito legal: B - 35.674/1992 Impreso en Indugraf, S.A., Badajoz, 145 - 08018 Barcelona Impreso en España - Printed in Spain 028745 SUMARIO Prefacio ................................................................................ 5 La botella, la red, la revolución y los deberes de la filosofía un diálogo con «lotta continua» . . 10 1. Nietzsche y el más allá del sujeto . . . . 25 2. Hacia una ontología del declinar ........................... 47 3. Heidegger y la poesía como ocaso del lenguaje . 67 1. Poesía y fundación: «Was bleibet aber, stif- ten die D ichter» ............................................... 67 2. Palabra auténtica y silencio ........................... 72 3. Ser-para-la-muerte y silencio ........................... 75 4. El silencio y lo s a g ra d o ................................. 77 5. Ser y ocaso del lenguaje ................................. 80 Resultados de la herm enéutica ........................... 85

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T ítu lo o r ig in a l: Al di la del soggetto. Nietzsche, Heidegger i la

hermeneutica P u b lic a d o e n ita lia n o p o r F e ltr in e ll i, M ilá n

T ra d u c c ió n d e J u a n C a rlo s G e n tile V ita leR e v is ió n té c n ic a d e F in a B iru lé s , U n iv e rs id a d d e B a rc e lo n a

C u b ie r ta d e J u l io V iva s

2 .a edición, 1992

Q u e d a n r ig u ro s a m e n te p ro h ib id a s , s in la a u to r iz a c ió n e s c r ita d e lo s t i tu la re s d e l « C o p y ­rig h t» , b a jo la s s a n c io n e s e s ta b le c id a s en la s le y e s , la r e p ro d u c c ió n to ta l o p a rc ia l d e e sta o b r a p o r c u a lq u ie r m é to d o o p r o c e d im ie n to , c o m p r e n d id o s la r e p ro g ra fía y e l t ra ta m ie n to

in fo rm á t ic o , y la d is tr ib u c ió n d e e je m p la re s d e e lla m e d ia n te a lq u i le r o p ré s ta m o p ú b lic o s .

© G ia n g ia c o m o F e ltr in e ll i, M ilá n © d e to d a s la s e d ic io n e s e n c a s te lla n o ,

E d ic io n e s P a id ó s Ib é r ic a , S .A .,M a r ia n o C u b í, 92 - 08021 B a rc e lo n a

y E d ito r ia l P a id ó s , S A IC F ,D e fe ns a , 5 9 9 - B u e n o s A ire s

IS B N : 8 4 -7 5 0 9 -5 2 2 -4 D e p ó s ito le g a l: B - 3 5 .6 7 4 /1 9 9 2

Im p re s o en In d u g ra f, S .A .,B a d a jo z , 145 - 0 8 0 1 8 B a rc e lo n a

Im p re s o en E sp a ñ a - P r in te d in S p a in

0 2 8 7 4 5

SUMARIO

P re fa c io ................................................................................ 5La bo tella , la red , la revolución y los deberes dela filosofía un diálogo con « lo tta continua» . . 10

1. N ietzsche y el m ás a llá del su je to . . . . 252. H acia u n a ontología del d e c l in a r ...........................473. H eidegger y la poesía com o ocaso del lenguaje . 67

1. Poesía y fundación: «Was b leibet aber, stif-ten die D i c h t e r » ............................................... 67

2. P alab ra au tén tica y s i l e n c i o ........................... 723. Ser-para-la-m uerte y s i l e n c i o ........................... 754. El silencio y lo s a g r a d o ................................. 775. Ser y ocaso del l e n g u a j e ................................. 80

R esu ltados de la h e r m e n é u t i c a ........................... 85

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NIETZSCHE Y EL MAS ALLA DEL SUJETO

Algunas de las páginas m ás ilu m in ad o ras —y tam b ién h is tó ricam en te d e te rm in an te s— escrita s so b re N ietzsche se e n cu en tran en el ensayo de Georges B ata ille titu lad o El viejo topo y el prefijo su en las palabras superhombre y surrealista.1 B ataille dirige aq u í su a tenc ión al significado del p refijo ueber, cuyo sen tido es d e te rm in an te p a ra en ten ­d e r el concepto de Uebermensch, c en tra l en la teo ría del N ietzsche tard ío . P o r su p a rte , tam b ién H eidegger, ta n to en sus cu rso s sobre N ietzsche, com o en el ensayo sobre Quién es el Zarathustra de Nietzsche, inclu ido en Vortrage und Aufsátze (1954), pone en el cen tro del tra tam ie n to p re ­c isam en te el significado de la «superación» que está im p lí ­c ito en la noción de Uebermensch, que p a ra él, com o se sabe, es uno de los cinco Leitworte del pen sam ien to nietzs- cheano. Son, éstos, sólo dos ejem plos de la im p o rtan c ia que el p ro b lem a del Uebermensch tiene p a ra u n a lec tu ra de N ietzsche que q u iera p re s ta r oído a sus vastas im pli ­caciones teóricas. T am bién la cuestión que p o r m uchos de ­cenios h a pesado en los estud ios n ietzscheanos, la de su afin idad con la ideología del fasc ism o y del nazism o, e s tá es trech am en te ligada al sen tido que se a trib u y e a la noción de Uebermensch y en p a rtic u la r al p refijo que la consti ­tuye; la idea de u n N ietzsche p re c u rso r del nazism o supo ­ne, en efecto , que el su p erh o m b re , o, com o p ersonalm en te creo que sería m e jo r decir, el u ltrah o m b re , se carac teriza en relación a u n a p u ra y sim ple subversión de todo ideal

1. Véase G. B ataille , Crítica del ojo.

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de Humanitat tran sm itid o h as ta noso tros p o r el hum an is ­m o típ icam en te europeo.

Pero no se tra ta sólo o p rin c ip alm en te de la relación de N ietzsche con la trad ic ió n hum an ística del pensam ien to occidental; sino tam b ién y sobre todo de su relación con la dogm ática filosófica en que los valores de la trad ic ión h u m an ística eu ropea se h an condensado de m odo e jem ­p la r en el pensam ien to de los siglos x ix y xx, es decir, la d ialéctica hegeliano-m arxista. Puesto que, en la fo rm a de la v isión m ate ria lis ta de la h isto ria , la d ialéctica sostiene aún hoy la p re ten sió n de in te rp re ta r válidam en te las con ­d iciones de la existencia del h o m bre en el m undo, y, toda ­v ía m ás, se p resen ta quizá com o la ún ica «filosofía de la h isto ria» aún p racticab le , y en cualqu ier caso de hecho p rac ticad a , en n u e s tra cu ltu ra , será sobre todo con la dia ­léctica que se deberá m ed ir el esfuerzo de N ietzsche p o r d iagnosticar los m ales de la cu ltu ra m o d ern a y p o r sugerir sus rem edios. La cuestión del significado del ueber asum e así un peso d e te rm in an te p a ra p ro p o n er y d iscu tir el o tro p rob lem a, el de la relación de N ietzsche con el pensam ien ­to d ialéctico (del que, p o r ejem plo, se ocupa en especial el estud io de Deleuze),2 que a su vez es decisivo p a ra cual­q u ie ra que se aproxim e a N ietzsche con expectativas teó ­ricas: buscando en él resp u estas aú n cargadas de fu tu ro .

Si tra tam o s de d e te rm in a r el sen tido del ueber que de ­fine al u ltrah o m b re , y con él el sen tido de la relación de N ietzsche con la trad ic ió n hu m an ística y m etafísica de Oc­cidente, encon tram os el p rob lem a del su je to . Parece que hay buenas razones p a ra considerar que el u ltrah o m b re del que hab la N ietzsche a p a r t i r del Zarathustra puede ca ­rac te riza rse como un «sujeto conciliado»; ju stam en te , como u n su je to pensado en el horizon te de la d ialéctica. De su ­je to conciliado se puede h ab la r, en efecto, sólo si se lo ve com o el p u n to de llegada de u n m ovim iento de Aufhebung, de superación; que concierne sea a la consciencia, com o sucede en la hegeliana Fenomenología del espíritu, sea a las in stituciones (como en la Filosofía del derecho, y lue ­go, m ás am plia y rad icalm en te , en la idea m arx ista de una

2. G. Deleuze, Nietzsche y la filosofía (1962).

supresión revo lucionaria de la alienación). Ahora b ien , el Uebermensch n ietzscheano tiene indudab lem en te algunas ca rac te rís ticas que lo acercan al su je to conciliado; él, en efecto, sob re todo en cuan to N ietzsche lo liga explícita ­m en te a o tro p u n to de su p ro p ia d oc trina , la idea del e te rn o re to rn o de lo igual, se d istingue del h o m b re de la trad ic ió n p reced en te , del bisheriger Mensch, en cuan to no vive ya en la ten sió n e n tre ex istencia y sentido , ser y deber ser, hechQ-y -valor, sino que realiza en todo m om ento de su vida u n a p e rfec ta co incidencia de los dos térm inos. Se en tiende qué significa esto si se p iensa en la teología m e ­dieval y en su tesis de la coincidencia de esencia y exis ­ten c ia en Dios y sólo en Dios (m ien tras en todas las c ria ­tu ra s finitas, la fin itud se expresa p rec isam en te en la nu n ca p e rfec ta u n id ad de los dos térm inos). La descripción que N ietzsche da, en el afo rism o 341 de La gaya ciencia, del h o m b re capaz de q u e re r el e te rn o re to rn o de lo igual —y, p o r tan to , de u n h o m b re que puede ser asum ido com o m odelo del Uebermensch— es la de u n h o m b re feliz, que p uede q u e re r la repe tic ión del in s ta n te p resen te en cuan to en él ex p erim en ta la felicidad, la co incidencia del evento con el sen tido . Com o surge de un m ás ex traño análisis de la idea de e te rn o re to rn o (que he llevado a cabo en o tro lugar), el e te rn o re to rn o no p uede definirse coheren tem en ­te, en el tex to de N ietzsche, sino com o la condición de una existencia ya no sep arad a del sen tido ; en la cual, pues, se m odifica tam b ién p ro fu n d am en te la e s tru c tu ra de la tem ­p o ralid ad , que h a s ta ah o ra se ha dado a la experiencia del h o m b re occiden ta l sólo com o m ovim iento h ac ia valores, fines, ob jetivos trascen d en tes , que confieren significado al devenir en la m ed ida en que s iem pre se le su straen . ¿Pero la co incidencia de evento y sen tido en que, si vale esta h ip ó tesis in te rp re ta tiv a , p iensa N ietzsche con la d o c trin a del e te rn o re to rn o , no puede ser en ten d id a com o o tro n o m b re p a ra in d ica r la a u to tran sp a re n c ia del e sp íritu ta l com o Hegel la h a teorizado, e im aginado realizada en la (propia) filosofía? ¿O tam bién , com o o tro n om bre p a ra in d ica r el su je to desalienado, em ancipado de la división del tra b a jo y de las cadenas de la ideología, que debería sa lir de la revo lución com unista —así sugestivam ente des ­

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crita , so b re la este la de M arx, p o r E rn s t B loch en tan ta s pág inas de su filosofía de la esperanza?3

Si v a lie ra u n a co incidencia sem ejan te , deberíam os pen ­s a r que el u ltrah o m b re nietzscheano, y a la vez su p ropues ­ta de u n renacim ien to de la cu ltu ra trág ica , o dionisíaca, queda ligado a la trad ic ió n p receden te p o r u n a relación de su perac ión d ialéctica, que es n o só lo supresión , sino tam b ién conservación y verificación. Pero, ah o ra bien, m ien tra s p o r u n lado la definición m ás digna de considera ­ción del concepto de u ltra h o m b re sigue siendo en N ietzs ­che aquella que lo p iensa en relación a la id en tid ad de evento y sentido , hay, p o r o tro lado, fu n d ad as razones p a ra co n sid erar que esta coincidencia no puede ju stifica r la identificación del Uebermensch n ietzscheano con el «suje ­to conciliado» del p ensam ien to dialéctico . Y a n te todo: el Uebermensch no puede se r en tend ido com o su je to conci ­liado p o rq u e no puede se r pensado com o sujeto. La m is ­m a noción de su je to es uno de los ob jetivos m ás constan ­tes de la o b ra de d esenm ascaram ien to que N ietzsche dirige co n tra los contenidos de la m etafísica y de la m o ra l pla- tón ico-cristiana. «¿No es tá acaso p erm itid o al fin —escribe en Más allá del bien y el mal— ser u n poco irónicos tan to con el su je to , com o con el o b je to y el pred icado?»4 Es una iron ía que, en el d esarro llo de la o b ra n ietzscheana, se acen tú a p rec isam en te en los escrito s de la m adurez, cuan ­do se delinea la d o c trin a del u ltrah o m b re . E s ta iro n ía e s tá ju stificad a p o r el c a rá c te r no-originario, superficial, del su je to . No se puede h a b la r de «cosas en sí», escrib e N ietzs ­che en uno de los ap u n tes p a ra el Wille zur Machí,5 p o r ­que n inguna cosa se d a si no es en re fe ren c ia a u n h o ri ­zonte de sentido, que hace posib le su darse . Si es así, deberem os decir que las cosas son o b ra del su je to que las rep resen ta , las quiere, las experim enta. T am bién el su je to ,

3. Véase, p o r ejem plo, el p asa je del Prinzip Hoffnung, S uhrkam p, F ra n c fo rt del Meno, 1959, pág. 787.

4. F. N ietzsche, Más allá del bien y el mal, en Obras, ed. Colli- M otinari, Adelphi, Milán, 31976, vol. V I, t. I I , afo rism o 34 (trad . cast. de Alianza, M adrid ,01986).

5. Id ., Fragmentos postumos 1885-1887, en Obras, ed. Colli-Monti-n ari, Adelphi, M ilán, 1975, vol. V III , t. I, pág. 127.

sin em bargo, es algo análogam ente «producido» (Geschaf fenes), u n a «cosa» com o to d as las o tra s : «Una sim plifica ción, hecha p a ra in d ica r la fuerza que pone, que invenía, que experim en ta , d istingu iéndola de cu a lq u ier singular poner, inven tar, p en sar, tam bién . O sea, la facu ltad carao terizad a en su d iferencia de cu a lq u ier detalle : en el fondo, el h acer pensado en co n ju n to desde el p u n to de v ista de todo el h a c er que aú n se puede esperar» .

U na fuerza, no o b stan te , e scrib e en o tro a p u n te del m is ­m o período ,6 «aún no se h a podido co n s ta ta r nu n ca como ta l; se co n sta tan , en cam bio, sus efectos; que cuando son indicados com o efectos de u n a fuerza son com o trad u c i ­dos a u n a lengua com ple tam en te diversa».

E n tex tos com o és te se m ide la d is tan c ia de N ietzsche de cu a lq u ier idealism o em pírico o trascen d en ta l; p e ro tam ­b ién y so b re todo de cu a lq u ier p e rsp ec tiv a d ialéctica. La fuerza que descubrim os b a jo la noción trad ic io n a l de su je ­to no es nada , en efecto , que p u ed a co m p ararse con el su je to tra scen d en ta l en su d istinción de su je to em pírico, p o r lo que p ueda d arse u n a d ialéctica, la h is to r ia m ism a, com o p roceso de progresiva identificación de los dos té r ­m inos. P ara N ietzsche, el m ism o té rm in o fuerza es u n a trad u cc ió n ; o m ejo r: la fuerza se nos d a só lo en sus Wir- kungen, que son traducciones. R especto de ellas, el ind icar u n a fuerza , un Vermógen que p e rm an ece d istingu iéndose de las p ro p ia s m u tab les posiciones es a su vez u n acto de trad u cció n , u n a m etá fo ra . Todo sucede según el e jem plo que N ietzsche d a en u n a pág ina de El ocaso de los ídolos: un le jano d isp aro de cañón nos golpea el o ído d u ran te el sueño; en el sueño, n o so tro s lo ligam os a u n a h is to r ia q u e nos aparece a posteriori com o su cau sa y explicación.7 A hora b ien , la vo lun tad , la conciencia, el yo, com o causas o su je to s de cu an to nos acaece h acer o padecer, «son sim ­p lem en te filiaciones p o ste rio res , d e te rm in ad as después de que, p o r p a r te de la vo lun tad , la cau sa lid ad se estab leció

6. Ibíd., pág. 179.7. F. N ietzsche, El ocaso de los ídolos, en Obras, ed. Colli-Monti-

n a ri, A delphi, M ilán, 21975, vol. V I, t . I I I : Los cuatro grandes errores, p á rr . 4 (trad . cast. de T usquets, B arcelona ''1983).

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com o dato , com o experiencia».8 E l su je to no es u n primum al que se pueda d ialécticam en te volver; es él m ism o un efecto de superficie y, com o dice el m ism o p a rág ra fo de El ocaso de los ídolos, se h a convertido en «una fábula, u n a ficción, u n juego de palabras» . H a podido no serlo, o no ser considerado tal, p o r u n largo p eríodo de la h is ­to ria h u m an a p o rq u e en un c ie rto p u n to de es ta h is to ria «la causa lidad se estab leció com o dato». Com o los o tro s g randes e rro res de la m etafísica y de la m oral, tam bién la creencia en el yo se rem o n ta , m ed ian te la creencia en la causalidad , a la v o lu n tad de e n co n tra r u n resp o n sab le del acon tecer. La e s tru c tu ra del lenguaje, y a n te todo la g ra ­m ática de su je to y p red icado , de su je to y ob jeto , y al m ism o tiem po la concepción del se r que so b re e s ta es tru c ­tu ra h a con stru id o la m etafísica (con los p rincip ios, las causas, etc.), es tá to ta lm en te m odelada p o r la necesidad neu ­ró tica de e n co n tra r u n responsab le del devenir.9 Pero, «en ­tre tan to , hem os reflexionado m ejor. De todo esto no c ree ­mos.,^M ,iJ3a^ i?bra».10|El^rcréT^ío''aí^üéliqúí árüde'N ietzsche es todo el arco de la h is to r ia del pensam ien to en el cual se h a consum ado la constituc ión y la de-stitución de la m etafísica; la h is to r ia de la m u erte de Dios, com o devenir superfluo de las explicaciones ú ltim as, de los p r in ­cipios, y tam b ién del su je to resg ofl¿abje-.-fel--uJ3Íverso ¿e la 'ffreTafísica“ domlñacl o p o r la categoría del Grund, deTTün- dam ento , está m odelado p o r la creencia su p erstic io sa en el su je to : es esta p e rsp ec tiv a la que nos hace a p a recer todo en la p erspectiva del h acer y del su fr ir .11 D icha p erspectiva

.se fo rm a com o consecuencia de la v o lun tad de en c o n tra r un responsab le ; u n a vo lu n tad que está condic ionada p o r el sen tim ien to de m iedo,12 el cual tiene su justificación en u n a realidad en que la n a tu ra leza , aún no dom in ad a p o r la téc ­nica, se p resen ta com o u n a perm an en te am enaza; y este

8. Ibíd. p á rr . 3.9. Ibíd. p á rr . 8.10. Ibíd. p á rr . 3.11. F. N ietzsche, Fragmentos postumos 1878-1888, en Obras, cit.

vol. V III, t. I I , págs. 48-49.12. Id ., El ocaso de los ídolos, cit.: Los cuatro grandes errores,

p á rr . 5 (trad . cast. de T usquets, B arcelona 41983).

m iedo da lugar a la in stau rac ió n de u n a com pleja visión m etafísica de la rea lid ad (con la asignación de las causas) sólo a trav és de las com plejas m ediaciones del dom inio social; es lo que se ve, p o r ejem plo, en El ocaso de los ído­los, en los p a rág ra fo s finales de la sección sobre los cua tro g randes e rro res , donde la creencia en la causa lidad es tá ligada a la creencia en la responsab ilidad , y ésta rem ite a los «sacerdotes p u esto s en la cim a de las an tiguas com u ­nidades» que q u isie ron e n co n tra r a to d a costa unos res ­ponsab les p a ra p o d er im poner penas, es decir, p a ra e je r ­c ita r uno de los m ás fundam en ta les aspectos del poder.

E l c a rác te r «producido» del su je to devuelve así a u n a serie de ac tos de m etaforización e in te rp re tac ió n que están de term in ad o s p o r las relaciones sociales de dom inio. E stas relaciones, sin em bargo, no falsifican n i tra s to rn a n nada: ponen, en cam bio, el m undo de las cosas, de la causalidad , de la relación sujeto-objeto , el cual tiene u n a h is to r ia que, así com o se nos da hoy, es la que concluye p rovisional ­m en te con la m u erte de Dios; es decir, con n u estro darnos cu en ta que, del su je to , de la responsab ilidad , de las cau ­sas, «no creem os ya ni una palabra» . Pero de este m odo no som os rem itidos a e s tru c tu ra s m enos superficiales, m ás v e rd ad eras y o rig inarias; la m ism a noción de fuerza es sólo u n a Bezeichnung,13 u n a ca rac terizació n m edian te un signo; o sea, un juego de p a lab ras , u n efecto de lenguaje com o es el su je to m ism o.

E n es ta de-stitución de la noción de su je to com o noción ligada a la m ora l y a la m etafísica p latón ico -cristiana resi ­den las razones p a ra excluir que el Uebermensch nietzs- cheano pu ed a llam arse u n su je to ; y, p o r lo tan to , con m a ­yor razón, u n su je to conciliado. (E n efecto, no es difícil dem o stra r, en detalle, que la noción de conciliación e s tá estrech am en te conectada con la de su jeto ; en cuan to p a rte de u n conflicto co m p o rta tam bién u n a conservación sus ­tancial, de un su s tra to —subjectum, ju stam en te .) Pero esto no es p o rq u e la noción de Uebermensch —com o aque ­llas, ligadas a ella de d iferen tes m odos, que d istinguen los Leitworte de la ú ltim a filosofía de N ietzsche: e te rn o re to r ­

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no, vo lun tad de p oder, n ihilism o— sea u n a noción no me­tafórica, no trad u c id a , u n a p a lab ra p ro v ista de u n sentido «propio», en sum a, u n a esencia su s tra íd a a la ley general de la in te rp re tac ió n , m etaforización , traducción .

M ás aún, el e s ta tu s teórico de los Leitworte de la filoso ­fía n ietzscheana es p rec isam en te la clave p a ra en ten d er el sen tido del prefijo ueber en el té rm in o Uerbermensch, y en general el c a rá c te r no dialéctico de su su p erio r la tra ­d ición m etafísica. La revelación del c a rá c te r m etafórico , p roducido , de nociones m etafísicas com o las de cosa y de su je to no conduce a u n a recuperac ión de e s tru c tu ra s m ás fundam en tales de la producción , sino a u n a explícita gene ­ralización de la p ro d u cc ió n m ism a. E n esto , m e parece, e s tá la p ecu liarid ad de la posición de N ietzsche respecto de la trad ic ión filosófica, y el ca rá c te r rad icalm en te u ltra- m etafísico de su pensam ien to . E n afirm aciones com o la que hem os citado, según la cual e n tre ta n to h a sucedido que ya no cream os en los dogm as de la m etafísica; o en la te ­sis, anunciada p o r La saya ciencia, según la cual «Dios ha m uerto» oue no es u n m odo poético p a ra afirm ar que D io s nn aviste sinn v erd ad eram en te , en todo su sentido , e l to ­m a r j ia to -d e -« f t~ » v e a te ^ -^ ¿ ]a B.rmaciones com o éstas se manifiesta..a m » -A U a s m ecan ism os d e te rm in an tes de~Ta’ re- flexión-fiieiz&Gheaiia; l a i ü e a de que~'el saK r"á- Ia~l'üz de la esencia n ih ilista del devenir es u n evento q u e deriva de la láa ifiQ-m ism a.,del d esarro llo de la m etafísica; y que eT to- in a r n o ta de ello c o n s tituye uñ ÉTvérdáctéra m u tación 3eT a h isto ria re is ..Ia ..m etafís ica m ism a; p e ro no p o rq u e así se verifique u n a recu p erac ió n de la v e rd ad e ra e s tru c tu ra del ser, en co n tra de teo rías falsas y a lienadas. Lo que sucede, en cam bio, es aquello que creem os se puede llam ar u n a explícita generalización, e intensificación, de la m ism a p ro ­ducción m etafórica. Es cuan to se puede e n co n tra r descrito del m odo m ás porm enorizado en el am plísim o fragm ento sobre el nihilism o europeo del verano de 1887;14 o b ien en el largo parág rafo 9 del te rc e r tra ta d o de la Genealogía de la moral (“Qué significan los ideales ascé tico s”), donde se describe la condición del hom bre que ha llegado con difi-

cu itad a la conciencia del c a rá c te r de e rro r de los ideales ascéticos y en general de la v isión m etafísica del m undo. La condición de este hom bre , que es el h om bre m oderno en cu an to to m a n o ta de la m u erte de Dios, no es la de quien h a en co n trad o p o r fin la paz en el reconocim iento de la verdad ; lo que la carac teriza , p o r el con trario , es la hybris, u n a especia de violencia en relación a sí m ism o y a las cosas: «Hybris es hoy to d a n u e s tra posición en re la ­ción a la na tu ra leza , n u e s tro fo rzam ien to de la n a tu ra leza con la ay u d a de m áqu inas y de la tan desp reocupada inven ­tiva de los técnicos y de los ingen ieros [ . . .] , hybris es n u e s tra posición fren te a noso tro s m ism os, ya que rea li ­zam os experim en tos sob re no so tro s, que no nos p e rm iti ­ríam os so b re ningún an im al...» 15 No hay c ie rtam en te un docum entab le nexo etim ológico; p e ro creem os que la refe ­renc ia m ás ilu m in ad o ra p a ra en ten d e r el ueber n ietzschea ­no es es ta noción de hybris com o es tá tem atizada en estas páginas de la Genealogía de la moral. E l trán s ito a la con ­d ición u ltrah u m an a , com o tam b ién el trá n s ito del n ih ilis ­m o pasivo al n ih ilism o activo, no es el estab lecerse en una condición de salud del alm a, de c la ridad , de conciliación y fin de los conflictos; sino u n a liberación del juego de las fuerzas, u n a in tensificación de to d a la ac tiv idad v ital que consiste, com o dice Más allá del bien y el mal,16 en «vio ­len ta r, p re fe rir , se r in ju s to s, q u e re r se r d ife ría la s* .----- ___J~¿Se opone de ta l m odo u n a reiv indicación v ita lis ta de

fas fuerzas biológicas, de la lucha p o r la vida y p o r el do ­m inio, al ideal de u n a h u m an id ad reconciliada p o r la pose ­sión de la v e rd ad y p o r la asunción explícita de la razón com o guía de la ex istencia h istó rica? O b ien , aún, y m enos b u rd am en te : ¿se opone de ta l m odo a la trad ic ió n hum a- nístico-m etafísica, que se h a expresado, en fin, en la c reen ­c ia en un p ro ced e r dialéctico de la h isto ria , la reducción de la ex istencia a la hybris de los m últip les p roced im ien tos

\ técnicos de co n tro l y de organización de lo real, según sos ­tiene H eidegger cuan d o define, p recisam erite_^«T-(rf--r^á

15. Id ., Genealogía de la moral, cit., sec. I I I , p á rr . 9 ( trad . cast. de Alianza, M adrid ”1987).

16. Id ., Más allá del bien y el mal, cit., a fo rism o 9 (trad . cast. de Alianza, M adrid “ 1986).

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perspectiva , a N ietzsche com o el filósofo de la época de la conclusión-triunfo de la m etafísica, tra d u c id a comglpta- m en te en la organización científica del m undo? ~"" E n estas dos in te rp re tac io n es de NietzscKé —ciertam en ­

te, al m enos, y de m odo m ás m acroscópico , en la p r im e ra — se a sis te a u n a individualización de la «fuerza», que la n o m b ra como fuerza v ital (im pulso de conservación y de expansión) o com o fuerza de la rac ionalidad técnica que o rd en a efectivam ente el m undo (que, com o dice Heideg- ger, no puede con fu n d irse con el v ita lism o com o exalta ­ción del tu rb io to rb e llin o de lo biológico). E n co n tra de estas dos tesis, sin em bargo, considero que deben to m arse en serio los tex tos en que N ietzsche excluye que la «fuer ­za» pu ed a ser de algún m odo n o m b rad a e identificada, y hace de ella, en cam bio, un hecho fu n d am en ta lm en te her- m enéutico . El d escubrim ien to de la in sensatez del devenir que acaece con el despliegue del n ih ilism o es tam bién , inse ­p a rab lem en te , afirm ación de u n a hybris; la cual, no obs ­tan te , p rec isam en te p o rq u e nace com o reconocim ien to del c a rá c te r herm enéu tico de cualqu ier p re ten d id o «hecho» (no hay hechos, sólo in te rp re tac io n es), no se da ella m is ­m a com o in te rp re tac ió n in progress. No se t ra ta aquí, com o sería lícito sospechar, de p ro p o n er u n a visión edul ­co rada de la n ie tzscheana exaltación de la fuerza y de la potencia; sino de p e n sa r h asta el fondo el sen tido de la d iso lución que, en su pensam iento , su fre la noción de cosa en sí, a favor de u n a afirm ación de la e s tru c tu ra interpre­tativa del ser. E n u n a e s tru c tu ra sem ejan te —que se llam a así sólo con u n a «m etáfora» m etafísica, p u esto que no es n ad a que se p ueda fija r y reconocer com o un dato , sino sólo resu ltad o de u n a afirm ación «híbrida», de u n acto in te rp re ta tiv o — no hay lugar p a ra un su je to conciliado, p a ra el cual la co incidencia realizada de evento y sentido signifique tam b ién u n cum plim ien to y u n a conclusión del m ovim iento de la d ialéctica. Uebermensch d ebería tra d u ­c irse, m ás que p o r u ltrah o m b re , p o r «hom bre del u ltra», asignando al prefijo u n a función ad je tival. Lo que carac ­te riza al Uebermensch com o su a tr ib u to p rop io es el exce ­d er com o ejercicio de hybris. La cual, sin em bargo, si se qu iere to m ar en serio la disolución de la cosa en sí que

N ietzsche h a tra ta d o de p ro d u c ir con su obra, no puede sino en ten d erse en sen tido herm enéutico .

E l ueber del Uebermensch n ietzscheano, pues, no alude a u n a superac ión de tipo dialéctico; n i se refiere an te todo al e jercic io de u n a vo lun tad de v ida que se m anifieste en la lucha p o r la ex istencia o, m enos b u rd am en te , en la p lan i ­ficación técnico-científica del m undo; está , en cam bio, pen ­sado so b re el m odelo de la e s tru c tu ra ca rac te rís tica , según N ietzsche, de la experiencia h e rm enéu tica . E s ta experien ­cia es concebida p o r N ietzsche de m odo rad icalm en te u ltra- m etafísico ; es decir, no com o un acceso al se r a través de la rem oción de las m áscaras que h a asum ido o que le h an sido im puestas, sino com o u n v erd ad ero acontecer del ser (y, en definitiva, com o u n au m en to de ser). A sem ejan te visión u ltram e ta fís ica de la h e rm en éu tica es a la que N ietz ­sche t r a ta de definir con el uso de las nociones de fuerza y de v o lu n tad de poder. A la in te rp re tac ió n com o ta l p e r ­tenecen, en efecto, esencialm ente ca rac te res de hybris: «hacer violencia, reorgan izar, a co rta r , su p rim ir, llenar, im a ­g inar ficciones, falsificar rad icalm ente» son constitu tivos de cu a lq u ier in te rp re ta r .17 Todo esto, p rec isam en te p o rq u e el in te rp re ta r no se leg itim a m etafís icam en te com o ap re ­h ensión de u n a esencia p ro p ia de la cosa. M ien tras que típ ica de u n a visión m etafísico-d ialéctica puede se r consi ­d e rad a la noción de hegem onía, que co m p o rta u n a idea de soberan ía , p e ro tam b ién y so b re todo —pienso en la ela ­bo rac ión g ram sciana del concepto— la idea de u n a co rres ­pondencia p ro fu n d a e n tre do m in an te y dom inado, N ietz ­sche excluye ju stam en te , con su in sis ten c ia en la fuerza y en la hybris, este ideal «conciliado» de la so b eran ía com o hegem onía. La in te rp re tac ió n es co n stitu tiv am en te in ju s ­ticia, superposición , violencia. E l Uebermensch e je rc ita esta hybris conscien tem ente , m ien tra s el h o m b re de la t ra ­d ición s iem pre ha rechazado , p o r p ro p ia elección o, m ás a m enudo, p o r los en m ascaram ien to s im puestos p o r la lógica del dom inio social, reconocer este hecho; p o r eso se h a d esarro llad o com o u n se r m ezquino, com o u n pusi-

17. Id ., Genealogía de la moral, c it., sec. I I I , p á rr . 24 ( trad . cast. de Alianza, M adrid "1987).

FACULTAD DE F IL O S O F ÍA Y LETRAS

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lám ale neuró tico . La e s tru c tu ra su stan c ia lm en te in te rp re ­ta tiv a y, al pie de la le tra , «híbrida» de la h is to ria de la cu ltu ra es, sin em bargo, la que constituye el pe rm an en te va lo r de ta l cu ltu ra tam bién p a ra el p ro g ram a de N ietz ­sche. La h isto ria de la h um an idad p reced en te no es rech a ­zada en cuan to h is to r ia de la violencia, de la sangrien ta «m nem otécnica» a trav és de la cual el h o m b re se h a hecho capaz de vivir en sociedad y de o rgan izar el tra b a jo social según esquem as racionales. Aquello que, p rec isam en te a través de esta m nem otécnica, se ha vuelto explícitam ente reconocib le es la v io lencia que es tá im plíc ita en todo p ro ­ceso in te rp re ta tiv o , en todo darse de algo en cuan to algo. Pero u n a vez reconocida exp líc itam ente com o constitu tiva de cada darse de las cosas, la v iolencia cam bia tam b ién de significado; se convierte tam bién ella, com o todos los té r ­m inos m etafísicos (causa, princip io , sustancia , su je to ...), en u n térm ino exp líc itam ente herm enéu tico ; los nom bres que ella h a asum ido en el pasado (es decir, ju stam en te , los nom bres de las en tidades m etafísicas) y el n o m b re m ism o de- -fuerza..ss_.daa. exalíc itam ente com o^ficciones: rrromio/ » .verdadero, el ontos on m etafísico, seT S vueltoT ábula (como/ /escribe en El ocaso de los ídolos)-, Dios ha m uerto , ahor; (querem os que viva el Uebermensch. E l cual vive, no obs- I tan te , sólo com o h o m b re del ueber-, o tam bién , según l¡i bella im agen de La gaya ciencia,1* com o el h o m bre que

/ sabe seguir soñando sabiendo que sueña. No com o sujete*[ conciliado p o rque no hay n inguna posib le coincidencia e n ­

t re parecer y ser. E l su je to n ietzscheano es sólo ap a rie r- cia; pero ésta no se define ya com o ta l en relación a un ser; el térm ino ind ica so lam ente que todo darse de algo com o algo es perspectiva , que se superpone v io len tam ente a o tras , las cuales sólo p o r una necesidad in te rn a de la ir - terppetacÍQH..son identificadas con_J¿a>-ee3^ffIism a^En la

'-■tesis nietzscheaña~s'SgÜH la"cual v o lun tad de po d er es con ­fe r ir al devenir los carac teres del s e r 19 el acento se pone en el devenir y no en el ser; no se t r a ta de con fe rir tam ­

18. Id., La gaya, ciencia, en Obras, ed. Colli-M ontinari, Adelphi, M ilán, 1965, vol. V, t. I I , aforism o 54 (trad . cast. de Laia, B arcelona 1984).

19. Id ., Fragmentos postumos 1885-1887, cit., pág. 297.

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bién al devenir, p o r fin, los ca rac te res fu ertes del ser; sino que es al devenir que deben ser dados, con todo lo que ello com porta , los a tr ib u to s que an tes e ran p rop ios del ser. Sobre esto se rá p rec iso volver en b reve p a ra t r a ta r de p re ­c isa r las im plicaciones ontológicas de la h e rm en éu tica n ietzscheana. E n el d iscu rso so b re Uebermensch y su je to , esto sólo significa que todo cu an to se da com o se r es de ­venir, p roducción in te rp re ta tiv a . E n cu an to explicitación de la hybris co n stitu tiv a de to d a experiencia, de la un iver ­sa lidad de la ap arien c ia y de la im posib ilidad de u n a coin ­c idencia e n tre se r y p a recer, la d o c trin a n ietzscheana del Uebermensch se da aq u í b a jo su luz m ás teó ricam en te re le ­vante, com o la ex trem ización y liqu idación de to d a filoso ­fía de la reflexión. Con todo lo que ta l liqu idación im plica, p o r e jem plo p a ra la d iso lución de la noción de Bildung.

P or lo dem ás, el rec lam o a la Bildung, a la fo rm ación del h o m b re que, en el h isto ric ism o idealista, asum e su m áxim a im p o rtan c ia com o itin e ra rio de la elevación de la conciencia em p írica a la conciencia trascen d en ta l, a la auto- tra n sp a re n c ia del e sp ír itu abso lu to , no es sólo u n a n o ta ­ción m arg inal sob re las consecuencias de la disolución n ie tzscheana de la noción de su je to . E l esfuerzo que N ietz ­sche realiza, sin llevarlo nu n ca a térm ino , de definir a través del Wille tu r Machí las vías p a ra u n a c rianza planificada, p ro g ram ad a explícitam ente, del Uebermensch no consti ­tuye sólo u n aspecto «aplicativo» de su filosofía, sino que es esencial a la definición m ism a de los con ten idos de este pensam ien to .

La fo rm ación del Uebermensch com o h o m b re de la hybris, an te todo, no puede configurarse com o proceso h erm en éu tico en el sen tido del desenm ascaram ien to de u n a v e rd ad e ra esencia del h o m bre y del ser. Pero contiene tam b ién este p roceso com o su aspecto y m om ento insepa ­rab le . Lo que es o b je to de desenm ascaram ien to , en el t r a ­b a jo que N ietzsche d esarro lla en escrito s com o Humano, demasiado humano, Aurora o La gaya ciencia, no es un cier ­to fondo v erd ad ero de las cosas, sino la ac tiv idad in te rp re ­ta tiv a m ism a. E l resu ltad o del d esenm ascaram ien to , pues, no puede ser u n a ap rop iación de lo verdadero , sino u n a explicitación de la p roducción de m en tiras . Z a ra th u s tra

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tiene com o su c a rá c te r m ás co n stan te el de ser, a la vez, un resolvedor y u n creador de enigm as. La hybris no es sólo lo que la in te rp re tac ió n descubre d e trá s de los dog ­m as y de los valores de la m ora l m etafísica , es tam b ién la ac tiv idad m ism a de este descubrim ien to . Los valores tran sm itid o s no son destitu idos com o ap aren tes , son sólo sob repasados con ac tos de superposición , u lte r io r falsifi ­cación, in justic ia . Pero de este m odo la conciliación que se ha negado al Uebermensch en cu an to im posib le conci­liación de ser y ap arecer, parece re p re se n ta rse com o abso- lu tización de la apariencia . ¿La hybris del Uebermensch no será , en efecto, la p u ra explosión de u n a lib re activ idad m etaforizan te , el e sp arc irse sobre cada cosa de la c rea ti ­v idad de sím bolos, de enigm as, de m etáfo ras, que vendría así a configurarse, a p esa r de todo, com o la recuperac ión de u n a h u m an id ad «auténtica», lib re de las lim itaciones que la m etafísica y la m o ra l le h an im puesto? Una lec tu ra de N ietzsche según e s ta línea está , de hecho, a testig u ad a am pliam en te en la cu ltu ra con tem poránea, sob re todo fran ­cesa; si bien, en la identificación de u n filón «deseante» de esta cu ltu ra ligada d iversam en te a N ietzsche, se cum plen a m enudo indeb idas sim plificaciones, a causa de las cua ­les, p o r ejem plo, las tesis in te rp re ta tiv a s de un Deleuze resu ltan dem asiado d u ram en te esquem áticas. Más allá de esquem atizaciones, sin em bargo, sigue siendo c ie rto que la p ro p u esta teó rica de Deleuze (en Diferencia y repetición, p o r ejem plo), co m p o rta u n a «glorificación del sim ulacro» que se en cu ad ra p e rfec tam en te en la línea de u n a absoluti- zación de la ap arien c ia que tiene en su base la a trib u ció n al devenir de los ca rac te res «fuertes», afirm ativos, «im po ­nentes», del ser, y no, en cam bio, la asunción del devenir com o único ser, que re su lta ría de ta l m odo despo jado p rec isam en te de sus connotaciones m etafísicas y de alguna m anera «depotenciadas».

Se ocu lta aq u í u n extrem o equívoco «m etafísico» en la lec tu ra de N ietzsche; m etafísico en dos sen tidos: p o rque com porta aún la identificación de la «fuerza», a la que se le da u n nom bre: el de crea tiv idad y de lib e rta d sim bólica opuesta a lim itación social, im posición de códigos, etc.; y, en segundo lugar, po rq u e, en esta identificación de la fu e r ­

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za, se im ponen, au n q u e sea a tr ib u id o s a l sim ulacro , los ca rac te res lum inosos, afirm ativos, que siem pre h an sido p rop ios del se r m etafísico.

Un equívoco sem ejan te se opone a la que puede llam ar ­se la concepción experimental del Uebermensch. E n efec ­to, lo que no se explica, en u n a p ersp ec tiv a de u ltrahum a- n id ad com o em ancipación de u n a ac tiv idad crea tiva sin lím ites, es el hecho de que el u ltra h o m b re e je rce la p ro p ia hybris a n te todo sobre sí m ism o. «Realizam os experim en ­tos sob re no so tro s, que no nos p e rm itiríam o s so b re n ingún anim al», dice el fragm ento de la Genealogía de la moral c itado poco an tes . E l su je to no tiene u n a a u tén tica cons ­titu c ió n p ro p ia que em ancipar, n i s iq u ie ra en el sen tido de u n a activ idad v ita l que lib e rar, de pu lsiones o deseos que deben se r reen co n trad o s m ás allá de la rem oción y de la rep res ió n en que co n sis tiría la cu ltu ra . E l «nom ina ­lism o» de N ietzsche es in teg ral. E l su je to no es sino ac ti ­v idad de poner, sob rep asa r, falsificar. P ro d u cto s de posi ­c ión y falsificación son tam b ién sus im pulsos y deseos. E l experim en to no c o n s is te 20 en el ac to con que se descubre que en el fondo de los valo res m orales m etafísicos hay u n a rea lid ad «hum ana, dem asiado hum ana», sino en el p re ­g u n tarse , a l fin de este p roceso de desenm ascaram ien to , si y cóm o «la ciencia e s tá en condiciones de p ro p o rc io n ar ob jetivos al o b ra r, u n a vez q u e h a dem o strad o poderlos a su m ir y d estru ir» .21 A este experim ento N ietzsche lo llam a tam bién , sin m ás, hero ísm o. A fro n ta r h ero icam en te este p ro b lem a significa, s in em bargo, to m a r n o ta de la n a tu ra ­leza h e rm en éu tica del se r y de la experiencia.

Pero qu ed a in d eterm in ad o , en La gaya ciencia, u n aspec ­to decisivo del experim ento : el c rite rio en base al cual él se dec lara logrado o fracasado . Dado que la in te rp re ta ­ción es u n ac to de v iolencia y superposición , no se puede p e n sa r que su logro se m ida según u n a m ayor o m en o r co rresp o n d en cia con la esencia de la cosa. E sencia es el n o m b re que se da a l resultado del experim ento , a la cosa

20. Id ., La gaya ciencia, cit., a fo rism o 7 (trad . cast. de Laia, B ar ­celona 1984).

21. Ibíd.

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ta l com o se constituye en el acto in te rp re ta tiv o . E n el es ­c rito Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, de 1873, pub licado p o stu m am en te , N ietzsche h a b ía a fro n tad o e s ta cuestión en té rm in o s que es in te re sa n te c o n fro n tar con los de la h e rm en éu tica d esarro llad a en las o b ras m ás ta rd ías . E n el inéd ito de 1873, la experiencia que el hom ­b re hace del m undo es d escrita en té rm in o s de p roducción de m etáfo ras: las reacciones em otivas estim u lad as p o r el en cu en tro con las cosas son asociadas con im ágenes y o b je ­tos, se convierten en conceptos y n o m b res de ellos, pero sin que haya e n tre los unos y las o tra s n ingún nexo o b je ­tivo. El m undo de la verdad se constituye cuando, con el su rg im ien to de la sociedad organizada, u n d e term in ad o sistem a m etafórico es elegido com o canónico e im puesto a la observancia de todos (si q u ieren com unicarse , es de ­cir, v ivir en sociedad); existen aú n o tro s sistem as de m e ­tá fo ras , pero e stán confinados en el cam po de la p u ra va ­lidez sub je tiva , y constituyen la esfera de la poesía y de la p ro ducción a rtís tic a en general.

R especto de este esquem a del inéd ito juvenil, la tesis he rm en éu tica del N ietzsche tard ío señala u n cam bio im ­p o rtan te . Se t ra ta de la in troducción de la noción de fu e r ­za. E l ensayo de 1873 afirm a p o r c ie rto el c a rá c te r m etafó ­rico , in te rp re ta tiv o , «híbrido», de todo conocer; y la tesis de que el estab lecim ien to de la in te rp re tac ió n com o verdad es fru to de u n a in te rvención «externa» a la ac tiv idad m eta- forizante , p o r tan to , de u n acto de fuerza. Pero sigue sien ­do u n esquem a ríg ido, que se resuelve, au n q u e no explíci ­tam en te , dado el c a rá c te r de fragm en to del escrito , en u n a especie de con traposic ión en tre u n a lib re ac tiv idad p o e ti ­zan te , sen tid a com o n a tu ra l (y p ro p ia del «estado de n a tu ­raleza»), y la obligación de m en tir según d e te rm in ad as re ­glas; el aspecto ro usseaun iano de es ta d o c trin a nietzschea ­na del lenguaje h a sido subrayado, p o r ejem plo , p o r Ber- n a rd P au tra t.22 L levado h a s ta el fondo, y aislado de los desarro llo s y de las com plicaciones q u e su fre la h e rm e ­néu tica en los escrito s de la m adurez, el esquem a del en ­sayo sobre verdad y m en tira lleva a a p la s ta r la idea del

Uebermensch sobre la de la em ancipación de u n a actividad sim bólica, p re ten sió n n a tu ra l, de todo lím ite de ca rác te r com unicativo-social. La activ idad m etafo rizan te , es decir, la hybris h e rm enéu tica , conoce c ie rtam en te u n proceso de em ancipación cuando el m undo verdadero se convierte en fábula; p ero no a favor del restab lec im ien to de u n h ipo ­té tico id ílico «estado de naturqJjsafr?rr~RÍ-.'de u n a p u ra y sim ple ̂ in stau rac ión del__£3©s"en la c o m u n icac ío ir 'sec ia l^Es v erd ad qtte.la-ri-glcTez de los códigos com unicativos, yde cu a lq u ier tip o de código, h a sido p o r m ucho tiem po req u erid a p o r las exigencias de la organización del tra b a jo en un estad o de fu erte dependencia de la na tu ra leza . E sta rigidez, hoy, se puede suavizar, y esto es k> que sucede/ 'ju s ta m e n te con la m u erte de Dios y (la caíaa'tte-4aiaI&U¿«í es tru c tu ra m etafísica del un iverso . Sero el hacerse elás- :ico del s is tem a-see iS T v 'la cá ídá~ge1a m etafísica no com ­portan el p u ro y sim ple esta llido de u n a activ idad sim bó ­lica desligada de cu a lq u ier lím ite y de cua lqu ier exigencia de «validación». Toda la ac tiv idad de forzam ien to y falsi ­ficación que constituye la in te rp re tac ió n es tá pen sad a com o «experim ento». Y esto exige u n verdadero au to -trascen d er ­se del in té rp re te : N ietzsche h ab la de Selbstverneinen, Sich- selbstueberwindenP E l experim ento no es, pues, p u ra efu ­sión, im plica u n esfuerzo, que supone de a lgún m odo un c rite rio «norm ativo». Sólo así se p uede h ab la r, com o hace N ietzsche, de u n experim ento an te todo sobre sí m ism os.

R especto de la s ituación d escrita p o r el ensayo sobre v erd ad y m en tira , esta noción de experim ento contiene u n a m ayor a tenc ión al juego de las fuerzas, y d e ja fuera de d iscusión u n a lec tu ra « rousseauniana» de la d o c trin a de N ietzsche. No se da n inguna ac tiv idad m etafo rizan te que se su s tra ig a al juego de las fuerzas, a la im posición de có ­digos; no existe n inguna sim bolización «en estado natu ra l» ; tan to las m etá fo ras com o el su je to que en ellas se expresa se co nstituyen ya-siem pre en u n juego in te rp re ta tiv o com ­p lejo . La in tro d u cció n de la noción de fuerza en la herm e ­néu tica significa no sólo la acen tuación de la esencia «no ­m inalista», im positiva, de la in te rp re tac ió n , sino tam bién