Gestión Económica de los Recursos Naturales

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    La gestión económica de los recursos naturales sus críticos

    I. Introducción: ¿de qué trata la ec onomía de los rec ursos naturales?11.La economía de lo s recursos naturales como parte de l análisis económico.111.La gestión de lo s recursos no renovables. I V. Los rec urs os renovables: laecología de poblaciones . V. R ecursos renovables 2: ecol ogía de ecosistemas.VI. La crítica a la economía ambiental . VII. ¿Sirve de algo la evidenciaempírica? Referencias.

    I. Introducción: ¿de quétrata la economía de l osrecursos natura les ?

    T oda ~ nue stras a cti vi dadesdepen den e n última i nstancia dela nat ur aleza. C ualqu ier bienmanufactu ra do es e l resultadode la aplic ació n d el trabajo hu-mano sobre un c onjunto de bie-nes de capital , fab ri cado s por el

    hom br e, y de materiales y ener-gía pr ov eniente s directament ede la natur aleza. Los bien es decapital se fa brican , a su vez, conot ros biene s, con trabajo y con

    recur sos nat urale s, y el ori gende l a e nerg ía despl egada por eltrabajo e stá tambi én en el con-sumo de recursos cuyo origenúlt imo es la naturalez a. Por es emotivo, la ac tivid ad eco nómicaes sinó nimo de a pr opi ación ytransformación de la nat uralezaen b enefici o de la sati sfacción denec es idade s indi vi du ales y so -ciale s, y, tambi én p or e llo, el cre-cimi ento econó mi co se traduce ,nece sariamente, en la di sminu-ción de los sistemas naturalesautogestionados . Cualquier ac-tividad económica es entonces ,por su propia definición, una for-

    Lectur as de E conomía No . 49 . Me dellín, ju lio - di ciembr e 1998

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    La ge stión eco nómi ca de los rec ur sos natur ales y sus crí tic os

    ma de gestión de la nat ura leza(Dasgupta, 1996)1 .

    Como disciplina de conoci-miento, la economía de los recur-sos naturales se propone respon-der un conjunto de cuestiones re-lativa s al modoen que la sociedadutiliza los recursos naturales parasatisfacer las múltiples deman-das (oexigencias) del sistema eco-nómico. Estas cuestiones se pue-den, a su vez, clasificar en doscategorías estrechamente relacio-nadas: en primer lugar, se encuen-tran las que pertenecen al mundodel llamado análisis positivo cuyoobjeto fundamental es el estudio ,la comprensión y la descripciónde las complejas interaccionesentre la sociedad y el ' me dio am-biente. Sin embargo, la respuestaa tales preguntas no constituye elobjetivofundamental de la econo-mía de los recursos. Las pregun-tas realmente relevantes para lasociedad pertenecen a la segundacategoría y su carácter es clara-mente n ormativo y se refieren acuáles son los criterios ge nerales,

    más o menos operativos, que de-ben guiar la gestión de los recur-

    sos naturales.Losproblemas normativos son

    omnipresentes en la socie dad ac-tual y a ellos pertenecen muchascuestiones que pueden organizar-se desde las más particulare s has-ta las más ambiciosas y generales .Al nivei más básico, se trata , porejemplo, de identificar y propo-ner las normas que deben guiar lagestión de recursos individuale s;lo que se traduce en cuestionestales como : cuál ha de ser el turnoóptimo de una explotación fores-tal , o la tasa deseable de bombeode agua de un acuífero . En segun-dolugar , en un nivel más ambicio-so del análisis, se trata de respon-der preguntas tales como: de quémo do debe procederse a la elec -ción entre usos alternativos de unactivo ambiental cons iderando ,por ejemplo, la validez o no deren unciar a la explotación econó-mica en beneficio de la conserva -ción de un parque natural, la for-ma en q ue deben combi narse los

    El propio Dasgupta 1996 , pag .3) advierte que esta constatación , según la cual todo bien incluso todoaquello que existe en el planeta tiene origen en la naturaleza , no autoriza la co nstrucción de una teoríanat ura l del val or. Más ta rde volveremos s obre este punto para una discusión al respecto v é aseKoopmans , 1957 ).

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    usos competitivos, a unq ue noexc luyentes, de un espacio nat u-

    ral (como espacio recreativo , lu-gar de pastoreo o de extracciónselectiva de madera, etc .), o eltipo de análisis económico quedebe hacerse para considerar lavalidez de ejercer opciones irre -versibles como las que ocurren,por ejemplo, cuando se decideconstruir un pantano. En tercerlugar, general izando las cuestio-nes anteriores, es posible llegar ala discusión sobre los cambiosglobales que puede permitirse lacivilización sobre las condicionesnaturales que constituyen su basede recursos, o a la búsqueda deuna definición operativa del con-cepto de desarrollo sostenible.

    Todas las cuestiones plantea-da s se deben resolver partiendodel c onocimiento positivo másdetallado po sible de la realidadsobre la que se pretende formularun criterio de gestión. Sin embar-

    go, no debe perderse de vista que,en el caso que nos ocupa, Íos as-pectos normativos son de la ma-yor im portancia . Es evidente que,siem pre qu e descartemos la co-modi dad d e las posturas extre-mas , no nos será posible identifi-car un problema ambiental sin la

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    ref ere ncia a un a sit uación idealque co nsideramos ó ptima o sim-

    plemente deseab le (así, por ejem-plo, sólo po demos decir q ue existesobre-explotación en una planta -ción forestal sí contamos con unadefinición previa, implícita r o ex -plícita, económica o sóloagronómica, de lo que constituyeuna buena pauta de explotación ).También, por la misma razón, e sdeseable que los criterios genera-les de gesti ón sean operacionalesde modo que permitan calibrar lagravedad de los distintos proble-mas ambientales: ¿cómopodemosjuzgar la gravedad de un proble-ma de sobre -explotación de recur-sos sin calibrar la distancia entrela solución actual y alguna pautaideal?; o ¿cómo podríamos juzgarla ineficiencia de una instituciónindividual (ode una estructura dederechos de propiedad ), sin teneralguna noción sobre el mejor re-sultado que podría y debería obte-ner la sociedad en la asignación

    económica de los recursos natura -les? Por to do lo anterior, el obje-tivo fun damental de la economíade los recursos naturales, y lacon dición necesaria para abordarotros objetivos, consiste en elabo-rar un conjunto de criterios gene-rales que nos permitan identifi-

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    La gestión económica de los recursos naturales y sus cr íticos

    car y juzgar la severidad de losproblemas ambientales, lo que, asu vez, se convierte en un punto

    de partida para juzgar, ya sea enun plano microeconómico omacroeconómico, el desempeño delas institucion es sociales y paradefinir l os obje tivos d e la políticaambiental y de recursos natura-les.

    Si admitimos que la econo-mía de los recursos naturalesdescansa sobre un conjunto decriterios normativos, será nece-sario reconocer a continuaciónque tales criterios estarán fuer-temente condicionados por nues-tra percepción de los problemasambientales y, más aun, que talpercepción estará condicionadapor algunos juicios de valor cuyocontenido , como es obvio, perte-nece al mundo de la ética y no aldel conocimiento positivo. Den-tro de los múltiples juicios devalor, que están en la base de laeconomía del bienestar , en elcaso de la economía de los recur-

    sos naturales existe uno funda-mental a partir del cual se articu-la cualquier respuesta a las pre-

    guntas planteadas arriba (véase,por ejemplo, Londero, 1987). Estees un juicio d e calificación queresuelva la pregunta ¿quién y so-bre qué base califica los proble-mas ambientales y juzga ladeseabilidad de las soluciones al-ternativas? . La validez de la res-

    puesta alapregunta anterior , cual-quiera que sea, o la elección entrelas distintas respuestas posibles,no podrá establecerse nunca acu-diendo a argumentos de hecho.En lo que sigue de este ensayo,trataré de exponer lo que ha sidola línea de investigación del análi-sis económico (o de la llamadaeconomía ambiental) y, en los dosúltimos apartados, plantearé al-gunos elementos de discusión conla crítica de este enfoque (o con lallamada economía ecológica), apartir de las diferencias con res-pecto al que hemos llamado juiciode calificación y a algunas conse-cuencias prácticas .

    2 Véase por ejemplo Sen , A. 1972) Sobre ética economía .

    3 Apart e de un juicio de valor , la economía del bienestar requiere un juicio de valoración cómo se val oranlos ca mbi os en l a ca lida d ambiental) de un juicio de comparac ión cómo se compraran entre sí lose fec tos d e un c a mbio en la calidad ambiental s obre las distintas personas o entre las distintasgen e rac ione s) .

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    La economía de losrecursos naturales comoparte del análisiseconómico

    La economía de los recursosnaturales parte de una respuestaclara y radical sobre el juicio decalificación: las preferencias delas personas cuentan y, comocadaquien debe ser considerado el

    mejor juez de las decisiones que leafecten y el mejor agente de susintereses, la racionalidad de cual-quier decisión sobre la gestión delos recursos naturales debe anali-zarse a la luz de los efectos queproducen, directa o indirectamen-te, inmediatamente oen un futuroremoto , sobre las distintas perso-nas. Los recursos naturales, des-de este punto de vista, tienen va-lor en cuanto afectan al bienestarde las personas. A sí, algunos re-cursos naturales pueden tener unvalor de uso (por ejemplo, puedetratarse deuna especiefundamen-tal para la existencia de una cade-na trófica , o simplemente estéti-co(p. ej. el paisaje). El valor de usode un recurso puede ser directo en cuanto provee bienes de consu-mo (algunos de ellos fundamenta-les como el aire y el agua), cuyacantidad o calidad se ve afectada

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    por decisiones económicas; o in-directo (como es el caso de losmateriales y energía utilizablesen la producción de mercancías yde contaminación; pero tambiénel del pl ancton que forma parte deuna cadena alimenticia de la quenos beneficiamos los humanos) .También se puede hablar con pro-piedad de valores de opción, cuan-do la conservación de un recursopreserva alternativas para lasgeneraciones futuras (aun en elcaso de que tales opciones seaninciertas como es el caso de lapreservación de la diversidad bio-lógica como posible fuente de co-nocimiento). Los recursos tambiénpueden tener valor como siste-

    mas fundamentales para el sopor-te de la vida humana y de la natu-raleza a la que dan valor loshuma-nos (garantizando el manteni-miento de la composición de laatmósfera, del ciclo del carbono etc.) . Finalmente, un recurso na-tural puede tener valor para no-

    sotros con independencia de to-dos los casos mencionados y por elsólohecho de existir (es decir pue-de tener valor intrínseco) (véase,por ejemplo, Ng, 1996).

    De esta definición surge, lógi-camente, un conjunto de deman-

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    das por parte del sistema econó-mico : d emanda de materiales yenergí a para u sos e n el sistem aproductivo , cuyo va lor es indir ec-to y está re la cionado con la pro-duc ción d e b ienes de c on sum o;deman da de absor ción y reci cladode residuos de diferente tipo ( qu elos ecosistemas satisface n a tra-vés procesos de descom pos iciónquímica o bio lóg ica de s ustanciascontaminantes, que, a s u vez, mo-di fi can la cali dad d e los medi osrece ptores deterioran do e l valorde los servicios que estos me diosprestan a la economía ); demandasde preservación de opciones f utu-ras, de valores de existencia y defuentes de conocimiento, etc. Des -

    de este punto de vista económicoel medio ambiente en general, ycada recurso natural como unaunidad de análisis , se conviertenen unos activos cuya gestión es elobjeto d e reflexión por parte de laeconom ía de los recursos . Los ob-jetivos d e dich a gestión deben cen-

    trarse en la valorización económi -ca de tales activos (odel gran acti -vo único que constituye n uestrabase de recursos ), y en evitar la

    depreciaci ón de lo s mi smo s queno esté ju stificada por criter ios debiene star colectivo. La gesti ón d erecur sos debe s ervir entonces p araorden ar las alt ern ativas e xisten-tes ' y se lecc ionar en tre e lla s conun c ri terio de bienestar, e n el qu ese reconozcan l os efectos posi ti-vos de la ex tr acción de materialesy los nega tivos del verti do de con-tam inan tes, se pongan e n l a ba-lanz a los usos prese nt es y f uturos,lo s benefi ci os de e jerc er la s o pcio-nes act uales y los be nefici os de lapreservación, etc . En defin itiva,el criterio de gestión es un crite-rio de bienestar.

    Sobre estas premisas, los mo-

    delos básicos de gestión de recur-sos naturales se especifican comoproblemas generales de opti-mización de un a función de bien-estar intertemporal sujetos a unconjunto de restricciones que pue-den pertenecer al ámbito de l aeconomía, como por ejemplo la

    tecno logía disponible para la ex-tracción y la utilización o sustitu -ción de un recurso concre to, o a lámbito natura l, como e l tamaño

    4 Por supuesto act ivos espec iales ya que de ellos depe nde como hemos visto no sólo la pr ovisión debienes útiles s i no la existencia de la vida misma .

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    de las reserva s, su concentracióny ca lidad , o los ritmo s de creci-miento biológico, etc. El objetivodel análisis consiste en identifi-car una pauta óptima de explot a-ción, que bien puede tr atar se deun ritmo de e xtracc ió n, un turnofore stal óptimo o un patrón decaptura s. A su vez , una pauta óp-tima d e explotaci ón se caracteri-za por la armoniz aci ón de un con-junto de flujos de recur sos, haci ael sistema econ ómico , con un adecisi ón simultán ea de conse rva-ci ón del stock d e rec ursos en undetermin ado ta maño y con un ascaracterísticas determi nada s. P orsu parte , en la so lu ció n de tale spr ob lemas de o ptimizaci ón se ob-ti enen también, como variable sduales en la solución óptima, losprecios sombra de las reservasque se conservan en cada momen-to del tiempo; precios que , a suve z, se c onsideran medidas idea :les de la escase z de lo s recurso snaturales.

    III. La gestión d e losrecursos no reno vable s

    Uno de lo s re sultados más co-no cido s de la teor ía de los re -cur sos es la llamada «regl a deHot ell ing », que perm ite car acte-

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    rizar la pauta óptima de ex pl ota -ción de un recurso natural n o re-novable y, en principio , noreciclable. Las condiciones quepermiten definir dicha pauta es-tán dadas , en primer lu gar, por l ademanda de mercado del produc-to, al que só lo se le atr ibu ye unvalor de uso in direct o com oinsumo producti vo, y que por lotanto depende de las prefer encia sde lo s consumidore s por lo s bie-nes finales, pero también de l atecnol ogía de utiliz aci ón del re-curso natural para la fabricaci ónde tale s bien es finale s. En seg un-do lu ga r, la soluc ió n e stá limi ta dapor el tamaño de la s re serva s, queen los modelos m ás simple s seconsideran de calidad homogénea ,por la tecnología de extraccióndel recurso natural . Finalment e,la pauta de explotación está de -terminada también por l as posibi-lidades de sustitu ir el recursonatural en sus usos actuales , loque se e spe ci fi ca a través del con-

    ce pto de una tecnología de reem-plazo , que se convierte en renta -ble una vez que el precio del re-curso supere un umbral críticomáximo.

    En est e p roblema, uno de losmás si mple s que pue den defi nirs e

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    La g estión eco nómica d e los rec ur sos natur ales y sus cr ític os

    en el campo de la economía de losrecursos, la senda óptima de ex-

    plotación del recurso se caracte-riza por un crecimiento de la ren-ta de escasez, a medida que elrecurso se agota, i gual a la tasa dedescuento . Esta senda óptima sólodescribe la característica del re-corr ido pero no sus puntos extre-mo s. Por ese motivo, la solución

    de Hotelling se completa indican-do que en el momento en que sealcance el precio de la tecnologíade reemplazo, las reservas de mi-neral, que tengan algún valor eco-nómico dada la tecnología dispo-nible , deben haberse agotado . Siconocemosel camino y el punto dellegada , será posible deducir (porinducción retrospectiva) el puntoinicial; e s decir, el precio actual yla tasa de extracción corriente delmineral .

    El modelo de Hotelling sepropone sin duda un objetivo am-bicioso: caracterizar la pauta deexplotación de un recurso no re-novable desde el momento ac-tual hasta su agotamiento, iden-tificando el horizonte temporalen qu e esta última circunstanciase pr oduce y todos los precio sactu ale s y futuros del mismo.Sin embar go, es importante te-

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    ner claro que el valor de unateoría de este tipo es mucho

    mayor comoinstrumento de aná-lisis que como herramienta depredicción económica. Los resul-tados analíticos que se obtien enson válidos con respecto a la e s-tabilidad de los supuestos delanálisis utilizados; es decir, dadael estado de la tecnología (de

    extracción, de uso y de reempla-zo), de las reservas probadas oprobables que se consideran ylas preferencias de los agenteseconómicos, la regla de Hotellingpermite obtener una soluciónpreliminar que, por lo mismo,variará en un sentido u otro concada cambio en el entorno c onsi-derado . Como in strumento ana-lítico, el mod elo permite cali-brar la s consecuencias de cual-quier c ambio en las variables delentorno , lo que puede resultar ,por ej emplo , del descubrimien-to d e nuevas reservas , de loscamb ios e n la demanda , de lamejora en cualquiera de lo s ti-pos de tecnología mencionados,etc .

    El modelo b ásico e s sólo un aherramienta te órica que pu edeextender se en múltiples direc-ciones que , a su vez, permiten

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    abarcar situaciones más genera-les (por ejemplo, afirmando quesi no existe tecnología de reem-

    plazo y se trata de un recursoesencial, las reservas sólo ten-derán asintóticamente hacia elagotamiento ). También es posi-ble relajar alguno de los supues-tos del análisis (por ejemplo, sise consideran reservas de cali-dad variable, la regla de

    Hotelling redescubre y especifi-ca el principio de los rendimien-tos decrecientes, según el cualse explotan en primer lugar lasreservas de mejor calidad; P.ej.Solow y Wan (1976)). El modelobásico de Hotelling, esdeterminístico, en el sentido de

    que supone una estructura per-fecta de información. Sin embar-go, otro ejemplo de las extensio-nes posibles es la introducciónde incertidumbres y la deriva-ci ón de los efectos que esta oca-siona sobre la demanda del re-curso (Weinstein y Zeckhauser,1975), sobre el coste de la tecno-logía de reemplazo (Lewis, 1977)o sobre el tamaño de las reser-vas (Loury, 1978); lo que permi-te, por ejemplo, demostrar quetal incertidumbre acelerará latasa de extracción del recurso yque tal efecto dependerá de aver-

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    sion al riesgo de los agentes oinstituciones que tomen las de -cisiones.

    El modelo de análisis tambiénpermite, calibrar la gravedad delos problemas de explotación delos recursos en la medida en queofrece una pauta ideal que puedecontrastarse con el resultado queobtendrán distintas estructuras

    de mercado: el monopolio, porejemplo, extraerá menos rápidolas reservas y, al disminuir el gra-do de concentración de lasempre-sas, la pauta de extracción seaproximará a la solución óptima(Stiglitz, J.E . y Dasgupta, P, 1982).Un elemento importante es quelos modelos de este tipo ofrecenuna lógica racional para explicarla producción de tecnología comoun proceso endógeno a través dela evolución de los costes: el des-cubrimiento de nuevos depósitosa través de una exploración activatiene valor, no solamente por elnuevo stock eventualmente des-cubierto, sino también por la re-ducción de costes, con lo que elmodelo ofrece una explicación delos incentivos existentes para lareducción de la incertidumbresobre las reservas. En definitiva,el modelode análisis es una pode-

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    La ges tión ec on ómi ca de los recur sos natural es y sus c ríticos

    rosa herramienta normativa paralas empresas y las agencias p úbli-cas ,

    El modelo de Hotelling es unbuen ejemplo de un programa deinvestigación que , a partir de ladefinición deun modeloestiliza do,busca una solución a los prob le-mas de la gestión de recursos atravé s de la mejor especificación

    delas variables consideradas (p .ej.variables estocásticas en l ugar dedeterminísticas); de la introduc-ción de nuevas variables (p.ej. elreciclado de material secundario);de nuevos marcos institucionales(p.ej. competencia monopolística);de nuevos motivos para el com-

    portamiento económico (p .ej. losincentivos para el progreso técni-co), etc. Este método de razona-miento es el predominante en elanálisis económico y, como vere-mos a continuación, también está

    presente en los modelos de ges-tión de recursos renovables.

    IV Lo s re c u rs o s renovables:la ecolog ía d epobl a cione s

    En el caso de los recursos re-novab les, como proponeDasgu pta ( 1996), existen dos posi-bilidades para definir la unidad

    básica del análisis; esta unidadpue de estar en la ecología de unapoblación (o population ecology oen la ecología de un ecosistema ecosystem ecology . En una pri-mera a lternativa el centro de aten-ción se pue de situar en la dinámi-ca de interacciones de diferente sespecies en un espacio circunscri-to, en el que se toman comodadoslos elementos del entorno ambien-tal . Algunos ejemplos pueden ser:el uso de la función logística paradescribir la evolución de una

    5 Si suponemos un entorno estable , el modelo permite establecer algunas previsiones que pueden asu vez corregirse cuando se cuente con información adicional) . Por ejemplo , haciendo uso de la reglade Hotelling, es posible derivar la pauta probable de extracción del cobre durante los próximos 100años véase Gordon, Koopmans, Nordhaus Skinner , 1987) afirmar que, de mantenerse lademanda actual , en el año 2100, los minerales que se extraigan sólo tendrán una concen tración de0.05 de cobre comparada con el 0.5 actual ; el precio del cobre se multiplicará por 60 antes dealcanzar la tecnolog ía de reemplazo la obtención del mineral de la roca ordinaria) permaneceráconstante a partir de ese momento ; durante la transición aumentará gradualmente la tasa de reciclad oque se hará gradualmente rentable a medida que crece la renta de escasez) que el coste actual

    de la escasez de cobre es equivalente al 0 ,5 del ingreso nacional de los Estados Unidos aunque elcoste total de obtener el mismo nivel de consumo s in conta r con el cobre asciende al 22 ).

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    biomasa de una especie singularde peces con un flujo constante dealimentos; los modelos predador-presa tipo Volterra o los modelosMay-McArthur de competenciaentre un número arbitrario deespecies. En todos estos casos, elflujo de valores económicos quepueden derivarse de un recurso,dependerá del ritmo de explota-ción ya que tal ritmo condicionalos procesos de crecimiento bioló-gico; en algunos casos el flujo devalores económicostambién esunafunción del tamaño del stock encada momento del tiempo, ya que,por ejemplo, en cuanto más eleva-do sea el stock menores serán loscostes de extracción (p.ej.Dasgupta y Real, 1979; Clark,1976).

    Un ejemplo del modo en queprogresa el programa de investi-gaci ón de la economía de los re-cursos renovables se encuentraen los modelos de explotación fo-

    restal . El modelobásico, parte del-análisis de una explotación cuyovalor económico es exclusivamen-te comercial (el de la madera cor-tada), y tiene su origen en los tra-bajos deMartinFaustmann (1849),quien propuso un modelo de rota-ción forestal completamente a

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    tono con el análisis marginalista(cuyo origen sólo se produjo cercade 30 años después). En el turnoforestal óptimo, el valor del creci-miento biológicodel árbol (el pre-ciode la madera multiplicado porla productividad física de lb .espe-ra), debe ser igual al valor delrendimiento que puede obtenersedel dinero que se consigue de (a)talar el árbol y vender la madera y(b) vender el derecho a la explota-ción de la parcela y depositar eldinero con un rendimiento finan-ciero similar a la tasa de descuen-to(véase, p. ej. Hanley, 1996 ).Estaregla simple de gestión tiene sutraducción práctica en todo unprograma operacionalizable derotación forestal, que se consiguedividiendo la explotación en unnúmero de parcelas idéntico a laedad óptima de tal, con el fin demantener un ritmo constante deactividad, en el que en cada perío-dose tala y se replanta una parce-la distinta.

    Al igual que el modelo básicode Rotelling, el modelo deFaustmann da lugar a múltiplesextensiones. A modo de ejemplo,es posible mencionar el análisisde las consecuencias del monopo-lio sobre la propiedad de las ex-

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    La gestión económica d e los recurso s natura les y sus críticos

    plotaciones foresta les (Crabbe yLong, 19 89); el tratamiento de laincerti du mbre con respe cto a los

    precios futuros y al crecimientobiológico, que suelen abordarsecon los métodos de parada ó ptima(Reed y Clarke (1990); o con res -pecto a l a po sibilidad de pér didascatastr óficas debidas a incendioso inund aciones (Conrad y Clark,19 87). En todos esos ejemplos, el

    único valor considerado es el va-lor comercial de la madera ,

    Sin embargo, vale la pena de-tenernos en otras ampliacionesmás interesantes desde el puntode vista ambiental y que preten-den superar el problema de que

    los árboles no nos dejen ver elbosque. El bosque, como es biensabido, tiene un valor superior alde la madera que contiene; proveeespacios recreativos que las per-sonas valoran, constituye unhabitat para distintas especies deflora y de fauna, permite el con-

    trol de las inundaciones, capturael carbono de la atmósfera, pr e-viene la erosión y protege cont ra

    inun daciones etc . To dos estos va-lores ambientales p ueden ser cap-tura dos reform ulan do el modelode Fa ustmann (véase Hartman ,1976). En su trabajo, Hartmanreformula los beneficios y costesde oportunidad de alargar e l p e-río do de rotación en cada momen-

    to de l tiempo, introduciendo l osbeneficios ambientales como unfl ujoconstante que desaparece conla ta la y q ue sólo se reconstruyelenta y parcialmente después deca da rep lantación (y que en algu-nos caso, debi do a irreversibilida-des, ni siq uiera se reconstruye ).

    En partic ul ar, si los beneficiosambientales son crecientes co n l aedad del bosque, es probable quela solución óptima sea no talarnunca, con lo que el mod elo deexplot ación fore stal se convier teen un caso particul ar d e un m ode-lo gen eral de es paci os protegidos.

    6 P ue den d a rs e situaciones en l a s que un estudio limit a do a los va lores de uso arroje resu ltadosinte res ant e s desde el punto de vista ambien tal . Este es el c aso del tr a ba jo de Spence 1974) sobrela tasa ó ptim a de captura de las bal lenas a zules en el que s ola me nte s e tiene en cuenta el valor demercado de los d istint os productos que se obtienen de la b a lle na . Dasgupta 1996), quien pre se ntae l e je mplo, e ncue ntra como much os de nosotros esa ide a « ab s urda repug nante ». No ob s ta nte ,Sp e nce mu es tra q ue la me jor estr a tegia comercial para la indu s tria ba llenera cons is tía en a cept ar un alarg a mora toria has ta que s e a lca nza ra espontáneamente el nivel deseado del stock y, a pa rtir de esepunto , igua lar las ca ptur a s al rendimient o óptimo so s tenible.

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    Existe otro tipo de ampliacio-nes que permiten incorporar nue-vos elementos a favor de la con-servac ió n de los espacios fore sta-le s de u so múltiple . Uno de estosca sos s e encuentra en la amplia-ci ón del modelo de Hartman a lautilización de los bosque s para elpastoreo (Swallow, et . al . 1990 ).De este uso resulta un valor (quepuede me dirse en unidades mesde animales en el rebaño ) que sóloes positivo cuando la edad mediade los árbole s s upera un nivelmínimo ? y que , en una primerafa se, crece para luego decrecerhasta cero a medida que se cierrala ca nopia del bosq ue. Fina lmen-te, pueden mencionarse tambiénlo s modelos de a nális is que pre-tenden est ud ia r la lógi ca que im-pulsa a la deforestación de la sel-vatropical (porej.Ehui et al , 1990 ).En e ste último caso , la s per sonasperciben sólo una parte de lo smot iv os por los que el bosque tie-ne valor: por ejemplo, como fuen-

    te de tierra de cultivo o conside -rando la tala de nuevas tierrascomosustituto de ins umos de pro -ducción necesarios para ex plotarsostenidamente las tierras actua-

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    les de cu ltivo. Este tipo de situa-ciones hacen que la selva tropic alse perciba como un rec urso norenovable y su explotación se di-seña e implementa como una es -trategia de minería (en el análisisde este ca so tambi én es útil laregla de Hot ell ing) en beneficiode la producci ón d e tierra de cul-tivo.

    Recursos renovables 2:ec olo gía de ecosistemas

    Si el centro de atenci ón en elanálisis anterior es un recur socon creto, en esta segunda orien-tac ión, la uni dad de análisis es elecosistema. Entre sus mucha s

    funciones económicas, losecosistemas son la fuente de losrecursos renov ables, sostienen lo sprocesos de regeneración del sue-lo , reciclan nutriente s, filtran co n-taminantes , asimilan ba sur as,polinizan los cultivo s, opera n e lciclo hidrológico y mantien en la

    com posición de la atm ós fer a. Enconsecuencia , en e sta seg und aorie ntación, se trat a de e studiarcómo se generan l os s ervicio s queprestan los ec os istemas al siste-

    7 12 ,5 años en el estudio mencionado sobre los bo s ques d e Montana .

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    La ges tión económi ca de los recur sos natural es y sus cr íticos

    ma económico a través de lasinteracciones entre organismos ,entre poblaciones de organismosy entre comunidades de organis-mos en el propio ambiente físicoyquímico en el que estos residen.Por ese motivo , «la atención selocaliz a e n objetos tales como laener gí a y e l flujo de la misma endif erentes capas tróficas , y en ladi stribución y flujos de sustanciasbioquímicasenlossuelos y elagua ,así comode los gases y las partícu-las en la atmósfera » (Dasgupta,1996; p .4)

    En esta lógica , los problemasambientales se deben al deterioro,y al riesgo de agotamiento de un

    complejo sistema de recursos re-novables ; debido al uso excesivode los mismos. Por la misma ra-zón, para la gestión económica delos recursos es fundamental deri-var criterios de gestión que valo-ricen los servicios que prestan losecosistemas y que permitan exa -

    minar los resultados que obtienenal resp ecto los distintos tipos deinstituciones sociales.

    La diferencia con la ecologíade poblaciones, a la que dedica-mos el apartado anterior , no seencuentra como suele entenderse

    en un criterio distinto de califica-ción , o en una concepción diferen -te sobre las relaciones entre lasociedad y la naturaleza. Comoin siste Dasgupta, aparte de ladefinición de una unidad de análi-sis diferente , la ecología de pobla-cionesy la ecologíade ecosistemassólo se deben distinguirmetodológicamente por el tipo devariables y el tipo de int eraccionesconsideradas (mucho má s ampl iasen el segundo caso ya que se co n-sideran sistema s complejos ). Poranalogía podríamos decir que laecología de pobl aciones utiliza unenfoque de equilibrio parcial ,mientra s que l a ecología d eecosi stema s estudia sus proble-

    mas en un conte xto de equilibriomás general .

    En el primer caso, las varia-bles con siderada s s e refieren altamaño bioló gico de un recurso,mientras que en el segundo serefieren a índices de varios servi-

    cios que se resumen , por ejemplo ,en índic es de l a calidad del agua,del suelo, o del aire. Estos índicesson un resumen estadístico quepermiten el estudio de un sistem acomplejo a partir de un conjunt olimitado de variables (véase,Costanza , 1991 ). Ejemplos de la

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    aplicación pr áctica de e sta per s-pectiva se encuentr a e n l os es tu-dios ec onómic os so bre e l cambioclim átic o ( Nordh aus, 1994 ), sobrela e utr ofic aci ón de lagos, la ge s-tió n de dehesas (Walker , 1993 ) yla contaminación de estuario s(Maler, et al . 1992 ).

    VI La crítica a la economíaambiental

    En l a exposición anterior he -mos re saltad o do s ras go s caracte-rís tico s que no s parecen fund a-mentale s par a caracter izar lo queentendem os por economíaa mbi en-ta l. El prim ero d e esos e lement oses un juici o de va lor se gún el cual

    los problemas ambient ale s han dejuz garse con un crit eri o amplio d ebienestar (que, por supuesto, nose refiere e xclu siv am ente a lo svalo res merc ant iles de los recu r-sos nat urales ), tal juic io de va lorautoriza a con siderar la ba se derecursos ambi entale s s obre la quedes cansan to das las activi dadeshumana s ( tamb ién ampli amentedefinida ), como un «gigante scostock de capital » (por supuesto ,en el sentido amplio del términoca pital , como algo de lo que de-pe nde nuestro bienestar futuro yque tiene el valor de la s cosas qu e

    nos permiten preservar opci onesde futuro ). El segundo ra sgo ca-racterístico , es que, en la bú sque-da de la definición de los criterio sque deben guiar la ge stión de losrecur sos natur ales , es posiblepro-ceder a partir del an álisis 'parcialde problema s indi viduale s ( com olos que pl antea el p os ible agot a-miento de la s re ser vas de cobr e, labúsqued a del ritm o de cap tur asde un b anco d e pe sca, el tu rnoforestal de una e xpl otación x, lasemisione s de CO 2, et c.), .ide ntifi -cand o paut as ó pt imas que p ermi -tan r eso lver i ndi vi du alm ente lospro blemas, juz ga r in div idu alm en-te l a g rav ed ad de l os mi smos, de-finir objetivo s indi vi duale s mas omenos preci sos para la políti caambiental , establec er pr ecio s so m-bra m ás om eno s a justado s a ca dabien o serv icio ambi ental , etc.

    La c rítica a la e conomía am-biental s uele co nc entrarse , aun-que no sie mp re de un modoe xplí -

    cito , en alguna d e esas dos carac-ter ís tica. Sobr e la primera deella s, trat ánd ose de un j uicio devalor , cabe m últiple s posibili da-des entr e la que se incl uye que e lmedio ambiente pue de te ner unvalor o bjetivo; porejem plo, Naredo(199 4, p.392 ) pro pone utiliz ar la

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    La gest ión eco nómic a de los recur sos natur ales y sus crí ticos

    exergia como una medida objeti-va que equipara todas las poten-cialidades termodinámicas de unfluido físico. Su valor es objetivorespecto a la s condiciones am-bientales dad as y es indepen-diente del apr ecio que se tengapor un tipo u otro de manifesta-ción material o energética. Siadmitimos que tal diferenciaentre los distintos planteamien-tos se refiere a un juicio devalor, será necesario concluirque todas las posturas son igual-mente legítimas y que son útilesen cuanto articulan programasde investigación diferentes, quehabrán de juzgarse por las con-secuencias observables y por laspropuestas para la gestión derecurso s que se deriven de ellos.

    Sin embargo, a diferencia delo anterior , el segundo elementocaracterístico de la economíaambiental (la validez de los en-foques parciales), parece deri-

    var de una «cuestión de hecho »:para el análisi s económico laes ca se z de recursos no es un fe-

    nómeno ab soluto sino algo rela -tivo que se puede p ercibir, ana-lizar y resolv er par a cad a recur-so concreto (sin perder de vistaobviamente las interrelacion esfísicas que existen, por ejemplo ,entre la extracción de petróleo,la generación de energía y lacontaminación ambiental). Paraser más específicos, todas lasideas expuestas en los aparta-dos anteriores están basadas enun concepto de escasez relativasegún el cual, sobre la base am-biental y de recursos pesan dis-tintas demandas específicas ycontradictorias entre sí; estasdemandas en principio puedenser corregidas mediante la utili-zación de un conjunto de pr eciossombra, que se derivan d e losdistintos análisis a qu e da lugarla gestión de recur sos natura-les, y que se pu eden implementara través de in strumentos espe-cíficos de l a pol ít ica ambiental .La crítica a la ec onomía ambien-

    tal , en e sta per spectiva , descan-sa clar amente sobre una percep-ción di stint a de los problemas

    8 Para e sta dis cus ión e s s uficient e con una definición g e neral del concepto de escasez relativa a unqu etambi é n es import a nte a cla ra r que no se trata de un con cepto que pu e da s er objeto de un a definiciónúnica . Par a un a intere s ant e d is cusión sobre las distintas acep ciones véase, Hanley 1996 , cap .8 9) .

    2

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    de la escasez económica : todosestamos de ac uer do en q ue losrecursos nat ura les son escasos,

    pero no estamos de ac uerdo so-bre en qué sentido lo son.

    La c ríti ca del concepto deescasez relativa, que como vere-mos está relacionada con elcuestionamiento del juicio d e ca-lificación de la econom ía ambien-

    tal, es la que da contenido a ladiscu sión sobre la vali dez de losresultados p resen tados en losaparta dos a nteriore s. E sta crí -ti ca de scansa en sostener que elconcepto válido de análi sis de laeconomía d e los recur sos es elde es cas ez ab soluta , se gún el cualto das las dem anda s de s er vic iosamb ienta les a um ent an simu ltá -neamente co mo res ult ado del cre-cimiento econó mico . E s deci r,con la ex pansió n económica cre -cen a l mismo t iem po las deman-das de materia les, de energía,de servicios de asimi lación deverti dos, de servicios recreati-vos, de cal id ad ambienta l, etc .

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    Esta crítica tiene también va-rias versiones: una versión débilse centra en la primera ley de la

    termodinámica , o el principio debalance material ? ( según el usode materiale s s e traduce simul-táneamente en aumento dever-tidos y deterioro en la calida d d elos medio r eceptores ) y utilizadicho principio para cuestionarla existencia de una función de

    producción agregada, como lasque pro pone el análisis econó-mico, en la que es posible unni vel eleva do de sustitución en-tre f ac tore s pro du ctivos ; éste es ,por ejem pl o, e l camino que si-gue Chris te nsen ( 19 89), en s udefinici ón d e las bases de la eco -

    nomía eco lógica. De ac uer do cones te enfoq ue, existen límitesabso lu tos a las posibili dades dela socie dad para utilizar mate-ria les y trabajo en la mejora dela ca lidad d el medio ambiente ypara re du cir las emisiones deco ntaminantes. Como bien dic eKh alil ( 1990 ), para justificar elpesimismo tecnológico no es ne-

    9 S e gún esta ley, e n un s istema a is lado , es decir q ue no intercambia materia o energía con su entorno ,no se pue de aña dir ni quitar na da al conj unto de mate ria y energía . Si la mater ia es indestructib le , suextracc ión y su u tilización económica prod ucen , inev itablemente , una cantidad equiva le nte d eresiduos .

    Lec tur as de Econo mía No. 49. Medellín, juli o - diciembre 1998

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    La ges tión eco nómi ca de los recur sos natur ales y sus c rítico s

    cesario acudir a la segunda leyde la termodinámica y basta conla primera 10.

    La versión fuerte de la críti-ca del concepto de escasez abso -luta, véase Daly (1991), apela auna explicación física en la queintervienen las dos leyes de latermodinémica '. Según el pro-pio Daly (1992): «Si las fuentesde materias primas y los depósi-tos de vertidos fueran infinitas(o pudieran crearse o destruir-se), entonces no importaría si elflujo entre ellos fuera entrópicoo irreversible; si la materia y laenergía fueran finitas pero noexistiera la ley de la entropía,podríamos entonces convertirdepósitos ae basuras en fuentesde materias y quemar el mismobalón de gas una y otra vez ... Notenemos que apelar a la termo-dinámica para medidas parro-quiales y temporales de la esca-sez relativa, por ejemplo, de pre-

    cios que miden la escasez res-pecto a deseos al servicio de asig-naciones óptimas de un flujo dadode recursos entre distintos usoshumanos en la presente genera-ción. Pero, la cuestión de la es-casez absoluta, o de la escalaóptima sostenible de las activi-dades humanas, no se puede en-tender sin la ayuda de la termo-dinámica ... La ley de la entropíatiene implicaciones que no sonamistosas con la ideología delcrecimiento como el summumbonum económico ». De la ley dela entropía, se deduce entoncesque todos los recursos son norenovables y que el conjunto deactividades humanas, al acele-rar el flujo de materiales y ener-gía hacia el sistema económico,refuerza el proceso inevitable dedegradación de la base de recur-sos. La consecuencia lógica esuna hipótesis de escasez gene-ralizada (que tal vez se nos ma-nifiesta como escasez relativa) y

    10 Sobra decir que este tipo de pesimismo también se encuentra en la economía clásica y que a AdamSmith, su padre fundador , no le hizo falta ninguna de las dos .

    11 La segunda ley de la termodinámica , o ley de la entropía, puede formularse de muchas maneras. Entérminos generales , podemos decir que todo proceso de cambio, en la naturaleza o en la economía ,exige la utilización de energía ; tal energía no d isminuye cuantita tivamente pero su calidad se degradairreversiblemente. Para una exposición actualizada de las distintas formulaciones de esta ley , asícomo de sus implicaciones económicas , pueden consu ltarse en Baurnqártner 1996)

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    que cuestiona , cuando no con-tradice claramente , la posibili-

    dad del crecimiento econ ómico +.

    Si la escasez es un fenómenoabsoluto y no relativo , tambi én sederivarán consecuencias prácti-cas completamente distintas a lasque se derivan de la economíaambiental . Losproblemas ambien-tales surgen, en e sta perspectiva,de la e scala de las actividades eco-nó mic as. El sistema de precios,observa dos o con struidos por elsistema econó mico y lo s incenti-vos qu e estos s up onen para el c om-portamiento de l os agen tes ec o-nómicos, es una m ala guía para lacoordinación de l as acci ones hu-manas . En esesentido , Daly (19 87)argumenta que el sistema de pre-cios es incapaz de resolver los pro-blemas de escasez, aun en el casode que los precios relativos seanadecuados. Estos problemas sólotendrían solución imponiendo lí-mites cuantitativos a la utiliza-

    ción de los recursos y al creci-miento de la población . El cómoseconcretan estos criterios en lagestión de los recursos es parte

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    del programa de investigaci ón al-ternativo.

    Esta presentación puede serobjeto de un análisis débil y unofuerte. Dentro del primer tipo decuestiones re saltemo s lgunosaspectos generales del análisisanterior . En primer lugar, la leyde la entropía se verifica en todosistema cerrado con ind ependen-cia de la existencia de un sistemaeconómicoy de la civilización. Endefinitiva se trata de una le y na-tural que afecta tambi én a la can-tidad de energía que puede pasarentre distintas capas tróficas yestá por lo tanto directamenterel ac ionada con la po sibilidad deun a ex isten cia i nd efinida de cual-qu ie r f or ma de v id a e n uneco sis tema c erra do. En segund olugar , dependiendo d el in te rval ode tiempo en el que esto s límite sse manifiesten, puede ser impor-tante señalar que el planeta quehabitamos no es un sistema cerra-

    do, al menos en lo que respecta ala energía, loque significa que unavez consumidas las reservas decombustibles fósiles (o más exac-

    12 Una versión extrema de la escasez generalizada se encuentra en los informes del Club de R oma,

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    La ges tión econ ómic a de lo s recur sos natural es y sus crític os

    tamente, una vez agotadas las po-sibilidades de utilizar producti-

    vamente las reservas en ergétic asdel planeta ), la últim a re stricci ónestará en el apr ove chamiento deun influj o con stante de energíasolar (la ti er ra y e l sol tambiénforman p arte de un sistemaentr ópic o qu e se degrada, aunqueno parece demasiado relevante

    pre guntarnos por lo que hará lacivilizacióncuando el sol se extin-ga ). En tercer lugar, el desarrollode la civilización ha exigido desdela época de las cavernas, unasuperación permanente de los lí-mites impuestos por un medioambiente cada vez menos circuns-crito , con un aumento gradual delos sistemas naturales gestiona-dos (y la consecuente disminu-ción de los ecosistemasautorregulados ). Por lo tanto, sise admiten las premisas anterio-res, la discusión no se debe cen-trar en si las leyes de la termodi-námica condicionan todo procesode producción y son un elementoen la definición de las posibilida-des de crecimiento económico (locual es un a realidad físicainobjetable ), si no en qué períodode tiempo es relevantes ese tipode análisis. Más concretamente,la pregunt a relevante es qué dis-

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    tan cia nos separa del umbral debi ene star sos tenible; vale la pena

    resaltar que en la referencia cita-da , Daly parece anunci ar que estoocurrirá en la próxim a g enera-ción y que , si no se adopt an so lu-ciones radicales , casi todos t en-dremos la oportunidad de verlo.

    Una con secu encia e vidente dela ley de la entropí a es que con latecnología actual y con la ba se derecursos ambientales disponibl es,la civilización humana tiene lími-tes definidos para su expansión .Sin embargo , la importancia de l aley de la entropía no se reducesolamente a ese aspecto, que talvez todos podemos compartir ; la

    ley de la entropía se propone tam -bién como modelo para estudiartodo proceso económico de pro-ducción ( todo proceso de produc-ción es entrópico y debe ent en-derse a la luz de l a termo dinámi-ca ; p .ej . Nare do, 199 4) y , a partirde allí , com o fund amento del pesi-mi smo t ec nológico ( es inútil tra-tar d e re ve rtir el curso de las co-sas del orden al desorden ) . Lacr ítica fuerte sobre la relevanciade la ley de la entropía se centraprecisamente en estos dos aspec-tos (véase Young, 1991; y Kh alil,1990) . Para Khalil, las leyes d e laproducción no están gobernadas

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    por la le y de la entro pía , desdeel momento mismo en que la pro-

    ducción de bienes es una activi-dad intencionada y no un proce sonatural mecánicoy e spont áneo (enese sentido , carece de fund amen-to la propuesta por G eorge scu-Roegen , sobre la identific ación delos proc es os econ ómico s con la le yde la entropía ). El hecho de que laproducción sea un proce so delibe-rado implica que la e sca sez no e sun concepto absoluto, sino relati-vo a la potencia tecnológica delsistema económico (tecnología s deextracci ón, uso, apro vechami en-to, ab at imi ento de la contamina-ció n, in sti tuc ione s s ociale s, etc. ).Esta potencia del si stema econ ó-

    mico varía en el tiempo y se ex -pan de a través del aumento de unfactor socia l d e prod ucción que noestá sujeto a la ley de la entrop ía:la información. Abundando en elargumento , podemo s decir enton-ces que l a ley de la entropía es unco ncepto mec ánico mientras quela actividad económica es delibe-ra da; la ley de la entropía produ-ce sólo basura , mientras que l aeconomía prod uce basura y bie-nes y servicios útiles.

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    La economía, según el juici ode ca lificación de la economía

    ambiental , ex ige una organiza-ción del ibera da de la pro du ccióny define los valores como algorelativo a las personas que laforman mientras que la entrop íaes una magnitud objetiva ymedible . Geor gescu-Roegen , noobserva esta di stinción , y porese motivo util iza un conceptode uti lidad equiparable a unamagnit ud objetiva y definible apartir del grado de entr op í(para diferencia r lo s conc epto salguien a propue sto denominarutilidad al valor de la s cosa s par alas personas y u sabilidad a unvalor objetivo independiente delo que piensen la s per sona s). Porese motivo, los defensores de l arelevancia de la termodin ámic atienden a definir recursos út ilescomo recursos de baja entr opía yrecursos inútile s com o de a ltaentropía. Como l a ley de laentropía significa un aume nt oirreversible de l a e ntropía, en lamisma lógica se deduce qu e lo srec ursos útile s se convierten ine-vitablemente en inútile s. La

    13 Ta l vez s í por una ley tal co mo el ciclo de C a rnot que él pr opone como sust ituto y que , a l contrariode lo que s e afirma a vec e s , no es un simple c as o p a rticul ar d e la ley de la entrop ía ).

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    La ges tión eco nómic a de los recur sos natur ales y sus cr íticos

    conceptualización de los proce-sos productivos a partir de unenfoque termodinámico , en cla-ra oposición con l os juici os decalificaci ón d e la econ omía am-bient al, pued e conducir a unateorí a objetiva del valor total-men te in de pendiente de las pre-ferencias de las personas (paraun a dis cu sión al respecto cen-tra da e n la teoría del valor véaseNaredo , 1987 ).

    Evidentemente si aceptamosla relevancia de las leye s de latermodinámica que proponeGeorgescu-Roegen, nuestros cri-terio s de gesti ón de recursos na-turales ser án contradictorios conla maximización de una funciónde biene star. Por e se motivo , elpropio George scu-Roeg en se en-carga de proponer nuevos crite-rios para resolver el problemade la esca sez : lo primero quedeber ía hacer se es «sustituir elprincipio sagrado de maximizarla felicidad por un nuevo princi -

    pio má s adecuado a una ent idadvirtualmente inmortal .. . Por lotanto, como guía para la conduc-ta de la humanidad , recomiendoencarecidamente que debería-mos aceptar el principio de mi-nimizar los remordimientos »(George scu-Roegen, 1977, p.318 ).

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    VII ¿Sirve de algo laevidencia em p írica?

    Las dif erencia s entre la eco-nomía ambient al y la economíaecológica corre spond en sin dudaa visiones amplias del mundo y delo s problemas ambientales. Sinembargo, con el ánimo de concre-tar la discusión sobre los criterio sde ge stión de los recur sos natura-

    les, en estas notas hemos preferi-do centrarnos en dos · criterio s dediferenciación : un juicio de v alory una forma general de con-ceptualizar el fenómeno de la e s-casez. Sería inútil tratar de que laevidencia empírica nos ayude are sol ve r l a primer a cue stión. Sin

    embar go, l a s egund a parece qu e síse ref iere a una hip ót esis que de-be ríamos se r c apace s de aclararacudi end o a la información quepos eem os s obre los recur sos na-tur ales .

    En el campo de la economíaambiental seha prestado una cier-ta atenci ón a la posibilidad de quela escasez sea un fenómeno gene-ralizado y la evidencia disponibl eha generado un cierto consen so afavor de que se trata de una h ipó -tesis pocoplausible . Así, por ejem-plo, Nordhaus (1992 ) est udia la

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    es casez a partir de la evolución delos precios de los recursos con

    re lación a los precios del trabajo(pa ra ca librar la escasez de mate-ria les y energía respecto a un ex-ceso de personas y de capita l hu-mano ). En dicho trabajo se reúnela evi dencia disponible sobre laevolución de los precios de alg u-nos recursos energéticos (el pe-

    tró leo y el carbón ), de 8 mineralesy los de la tierra de c ult ivo y de lama dera des de 1870 hasta 1989 .Estas largas serie s temporalesmuestran que lo s pr ecios de losrecur sos ener gético s, di sminu ye-ron ha sta l a quinta ola sex ta parte(es decir a un ritmo promedio

    an ual d el 1 ,6 por ciento ) en los 129años . A p esa r d e variaciones tem-porales en dis tint o senti do, losprecios de los minera les tambiéndisminuyeron a un ritmo medioanual entre 1 ,3 y 2 ,9 por ciento enel mismo período; el precio relati-vo del suelo en los Estados Unidoscay ó en el último siglo a un ritmopromedio de 0,8 por ciento anualy, sorprendentemente, el únicomaterial que experimenta una ten-dencia sostenida al alza (1,5 porciento anual ) es un recurso reno-va ble : la madera . Estos dato s in-

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    dicarían que los recursos natura-les no se hacen más escasos con

    respecto al trabajo; todolocontra-rio de lo q ue cabría es perar en lahipótesis de la escasez generali-zada. Sin embargo, to davía cabeobjetar , en la lógica de la ·crítica alanálisis econ ómico , que los pre -ciosno son una medid a de la esca -sez relat iva (sin emb argo, la dura-ción del período de análi sis d amucha f uer za a los resultado s ob-tenidos).

    El seg undo tipo de ' evidenciase refiere a la forma comoha evo-lucionado la utilización de ener-gía por unidad de producto. Porejemplo Kaufmann (1992 ), un crí-tico del análisis económico , mues -tra cómo el uso de energía porunida d d e producto ha disminui-do en los últimos 40 años en Fran-cia , Alemania, Jap ón y el R ei noUnido (en este ca so n o existe laposibilidad de elabor ar se ries ho -mogéneas de ma yor duració n).

    Esta disminuci ón se a tri bu ye tra -dicionalmente , .en el co nte xto dela economía ambi en tal, a d os fac-tores princip ales : el pr og re so téc-nico qu e reduc e la cantidad deener gía necesar ia por unid ad depr oduc to y a l efect o de los pr ecio sreales qu e co nduce a la sustitu-

    Lec tur as de Economí a No. 49. M edelIín, juli o· di ciembr e 199 8

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    La ges tión eco nómica d e los rec ur sos natur ales y su s c ríticos

    ción de energía por capital o tra-bajo, a medida que la p rimera seencarece (con las salvedades ob-vias que se deducen de los datosde Nordhau s) . Kaufman resalta,sin embar go que las causas men-cionadas , aunque tienen un efectopositivo , son menos importantesfrente a otras dos causas: la pri-mera de ellas es el cambio en lacompo siciónde los usos de la ener-gía en beneficio de recursos ener-géticos de mejor calidad. En lasmedidas tradicionales del uso deenergía, se reducen las distintasfuentes a una unidad común con-virtiéndolas en unidades de calor;sin embargo , la cantidad de traba-jo que puede obtenerse de unaunidad de calor equivalente no esconstante entre las distintas fuen-tes; de modo que una parte delahorro energético se debe real-mente a una sustitución de fuen-tes de peor calidad (p.ej. el car-bón) por fuentes de mejor calidad

    (p.ej. gas natural ). En segundo lu-gar, también ha cambiado la de-manda d e bienes trasladándosehacia bienes menos intensivos enel uso directo de energía. AunqueKaufm ann , sugiere que estas dosúltim as causas no son compati-

    bl es conla economía ambiental , laverdad e s que nohay ningún argu-mento para que no lo sean: la pri-mera es el re sultado del progresotécnico , resultado de la escasez delas fuentes tradicionales , qu e im-pulsa el progreso técnico en be ne-ficio de fuentes más eficientes; lasegunda sólomuestra un compor-tamiento de la demanda que pue-de ser compatible con aumentosen los precios de la energía o concambios de preferencias. Admiti-do esto, la crítica de Kaufmann sequeda en afirmar que los recursosenergéticos de baja calidad se es-tán agotando, eliminando con ellolas posibilidades de continuar eltipo de desarrollo que hem os co-

    nocido hasta el momento . Las po-sibilidade s de otras fuentes deenergía de fusión y fi sión nuclear ,podrían poner en duda esta afir-mación.

    Por l as raz ones mencionadas,el argumento fuerte de la críticade Kau fmann , paradójicamente,

    tiene pocoque ver con la informa-ciónestad ís tica que el mismo apor-ta . La crítica a la economía am-biental se refiere a que, en su op i-ni ón, la s medid as tradicion ale s e nla s que se pone el énfa sis en elfuncionamiento del sistema de

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    precios y en el progreso técnico(en última instancia también im-

    pulsado por el sistema de pre-cios), sobrestiman los ahorrosenergéticos, ya que ignoran el com-ponente energético del capital ydel trabajo que se utilizan en ellugar de la energía. No obstante,si se admite que la mayor partedel capital y de los trabajadoresque producen en la actualidad tie-nen menos de 40 años, habrá queadmitir también que la evidenciaagregada que se presenta sobreahorros constantes de energía porunidad de producto, está pocoex-puesta a este tipo de crítica (laenergía que se utilizó para produ-cir las máquinas y para alimentar

    a los trabajadores también estácontabilizada y aun así gastamoscada vez menos energía por uni-dad de producto). Por supuesto,siempre cabe decir que las cuen-tas nacionales no son un esquemaadecuado de contabilidad econó-mica ni, mucho menos, ambiental .

    Paradójicamente, la única evi-dencia que está claramente a fa-vor de la tesis de la escasezgeneralizada es evidencia micro-económica. Así, por ejemplo,Pimentel, et. al . (1973, citado porKaufman) sostiene que mientras

    el total de energía directa utiliza-da para la producción de una to-

    nelada de trigo en los EstadosUnidos disminuyó un 15 por cien-to entre 1959 y 1970, cuando setiene en cuenta la energía utiliza-da indirectamente en t actores,fertilizantes y demás insumos, sellega a la conclusión de que el usototal de energía por tonelada detrigo aumentó un 3 por ciento.Este tipo de evidencia, y otra si-milar que se ha elaborado para laagricultura comunitaria, sólo tie-ne el valor de un ejemplo, que nopermite concluir que para que elcrecimiento económico sea posi-ble es necesario un consumo cre-ciente de energía y materiales.

    Para apoyar el argumento de laescasez generalizada, lo relevan-te es el balance energético global ;sacar conclusiones favorables a talhipótesis a partir del análisis deun sector económicoes equivalen-te a concluir que, comolo s inter-cambios de servicios de Jap ón con

    Tahití arrojan un saldo negativopara Japón, entonces Jap ón tieneun déficit de balanza de pagos. Nodeja de ser p arad ójico que los de-fensores de la hipótesis de esca-sez absoluta se apoyen en infor-mación sectorial , que sólo aportaejemplos imposibles de generali-

    Lectur as de Eco nomí a No. 49. M edellín , jul io· dicie mb re 1998

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    La gesti ón econ ómica d e los recursos natu rales y sus críti cos

    zar , mientras que lo s de la e scasezrelativa se apo yen en evid enci a

    agregada que , aunqu e no s e pro-pone como le y de hierr o para to-dos los secto res eco nómicos , pa-rece m ás oportuna para di scutirlas d istintas versi on es del proble-ma de la escase z.

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