Gertrudis Gómez de Avellaneda - Poesía
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1. GERTRUDIS GMEZ DE AVELLANEDA (Cuba, 1814-1873)
AL PARTIR
Perla del mar! Estrella de Occidente!
Hermosa Cuba! Tu brillante cielo
la noche cubre con su opaco velo,
como cubre el dolor mi triste frente
Voy a partir! La chusma diligente,
para arrancarme del nativo suelo
las velas iza, y pronta a su desvelo
la brisa acude de tu zona ardiente.
Adis, patria feliz, edn querido!
Doquier que el hado en su furor me impela,
tu dulce nombre halagar mi odo!
Adis! Ya cruje la turgente vela
el ancla se alza el buque, estremecido,
las olas corta y silencioso vuela!
A UNA GOLONDRINA
Mensajera peregrina,
que al pie de mi bartolina
revolando alegre ests.
De d vienes, golondrina?,
golondrina, adnde vas?
Has venido a esta regin
en pos de flores y espumas,
y yo clamo en mi prisin
por las nieves y las brumas
del cielo del Septentrin.
Bien quisiera contemplar
lo que t dejar quisiste;
quisiera hallarme en el mar,
ver de nuevo el norte triste,
ser golondrina y volar!
Quisiera a mi hogar volver,
y all, segn mi costumbre,
sin desdichas que temer,
verme al amor de la lumbre
con mi nia y mi mujer.
Si el dulce bien que perd
contigo manda un mensaje,
cuando tornes por aqu
golondrina, sigue el viaje,
y no te acuerdes de m.
Que si buscar, peregrina,
do su frente un sauce inclina,
sobre el polvo del que fue,
golondrina, golondrina,
no lo habr donde yo est.
No busques volando inquieta
mi tumba oscura y secreta,
golondrina, no lo ves?
en la tumba del poeta
no hay un sauce ni un ciprs.
IMITANDO UNA ODA DE SAFO
Feliz quien junto a ti por fin suspira,
quien oye el eco de tu voz sonora,
quien el halago de tu risa, adora,
y el blanco aroma de tu aliento aspira!
Ventura tanta, que envidioso admira
el querubn que en el empreo mora,
el alma turba, al corazn devora,
y el torpe acento, al expresarla, expira.
Ante mis ojos desaparece el mundo,
y por mis venas circular ligero
el fuego siento del amor profundo.
Trmula, en vano resistirte quiero
De ardiente llanto mi mejilla inundo
deliro, gozo, te bendigo y muero!
CONTEMPLACIN
Tie ya el sol extraos horizontes,
el aura vaga en la arboleda umbra,
y pirdese en la sombra de los montes
la tibia luz del moribundo da.
Reina en el campo plcido sosiego,
se alza la niebla del callado ro,
y a dar al prado fecundante riego,
cae convertida en lmpido roco.
Es la hora grata de feliz reposo,
fiel precursora de la noche grave
torna al hogar el labrador gozoso,
el ganado al redil, el nido al ave.
Es la hora melanclica, indecisa,
en que pueblan los sueos los espacios,
y en los aires con soplos de brisa
levantan sus fantsticos palacios.
A L
No existe lazo ya; todo est roto:
plgole al cielo as bendito sea!
amargo cliz con placer agoto;
mi alma reposa al fin; nada desea.
Te am, no te amo ya, pinsolo al menos.
Nunca, si fuere error, la verdad mire!
Que tantos aos de amarguras llenos
trague el olvido; el corazn respire.
Lo has destrozado sin piedad; mi orgullo
una vez y otra vez pisaste insano
mas nunca el labio exhalar un murmullo
para acusar tu proceder de tirano.
De graves faltas vengador terrible,
dcil llenaste tu misin; lo ignoras?
no era tuyo el poder que, irresistible,
postr ante ti mis fuerzas vecedoras.
Qusolo Dios, y fue Gloria a su nombre!
todo se termin; recobro el aliento.
ngel de las venganzas! Ya eres hombre
ni amor ni miedo al contemplarte siento.
Cay tu cetro, se embot tu espada
mas, ay, cun triste libertad respiro!
Hice un mundo de ti, que hoy se anonada,
y en honda y vasta soledad me miro.
Vive dichoso t! Si en algn da
ves este adis que te dirijo eterno,
sabe que an tienes en el alma ma
generoso perdn, cario tierno.
ELEGA
(Despus de la muerte de mi marido)
Cnticos de tus vrgenes sagradas,
que de tu amor proclaman las dulzuras,
son esas voces que la uncin colmadas,
llegan al corazn suaves y puras.
Tu soberana mano, Ser eterno!
me ha conducido a tan amable asilo;
yo reconozco tu fervor paterno
y empieza el pecho a respirar tranquilo.
Permite, pues, que al religioso coro
hoy se asocie, aunque indigna, la voz ma;
cubierta de ciprs mi lira de oro,
para alabarte an hallar armona.
De tu justicia el formidable azote
en m se ensangrent por tiempo largo;
mas si lo quieres T, que el labio agote
del cliz de la vida el dejo amargo.
Prolongue a su placer mi senda triste
tu providencia inexcrutable y alta;
que si la fe de tu bondad me asiste,
vigor para sufrir nunca me falta.
Rompes mis lazos, cual estambres leves;
cuanto encumbra mi amor tu mano aterra,
T haces, Seor, exhalaciones breves
las esperanzas que fund en la tierra.
As, lo s, tu voluntad me intima
que solo busque en Ti sostn y asiento;
que cuanto el hombre en su locura estima
es humo y polvo que dispersa el viento.
Mas no condenes ah! que acerbo llanto
riegue ese polvo que me fue querido
bendiciendo mi voz tu fallo santo,
deja gemir al corazn herido.
El alma que a tu seno encumbr el vuelo
obedeciendo a tu querer, Dios mo,
por toda herencia me dej en el suelo
ese sepulcro silencioso y fro.
Y ni ese triste bien permite el hado
pueda yo siempre custodiar amante;
bajo extranjero cielo abandonado
lo he de dejar, para gemir distante.
Oh, esposa de Jess! Cuando aquel llegue
forzoso instante de ausencia impa;
permitid ay! que ese sepulcro os llegue,
y en l al corazn que os lo confa.
Ya lo purific la desventura,
y vuestro puro afecto lo embalsama;
no olvidis, pues, que en esa sepultura
velando queda un corazn que os ama.