Germinal Junio

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Y después, aquí, en el oscuro seno del río más oscuro, en lo más hondo y verde de la vieja ciudad, estos hombres tatuados: ojos como diamantes, bruscas bocas de odio más insomnio, algunas rosas o azucenas en las manos y una desesperante ráfaga de sudor. Son los que tienen en vez de corazón un perro enloquecido o una simple manzana luminosa o un frasco con saliva y alcohol o el murmullo de la una de la mañana o un corazón como cualquiera otro. Son los hombres del alba. Los bandidos con la barba crecida y el bendito cinismo endurecido, los asesinos cautelosos con la ferocidad sobre los hombros, los maricas con fiebre en las orejas y en los blandos riñones, los violadores, los profesionales del desprecio, los del aguardiente en las arterias, los que gritan, aúllan como lobos con las patas heladas. Los hombres más abandonados, más locos, más valientes: los más puros. Ellos están caídos de sueño y esperanzas, con los ojos en alto, la piel gris y un eterno sollozo en la garganta. Pero hablan. al fin la noche es una misma siempre, y siempre fugitiva: es un dulce tormento, un consuelo sencillo, una negra sonrisa de alegría, un modo diferente de conspirar, una corriente tibia temerosa de conocer la vida un poco envenenada. Ellos hablan del día. Del día, que no les pertenece, en que no se pertenecen, en que son más esclavos; del día, en que no hay más camino que un prolongado silencio o una definitiva rebelión. Pero yo sé que tienen miedo del alba. Sé que aman la noche y sus lecciones escalo- friantes. Sé de la lluvia nocturna cayendo como sobre cadáveres. Sé que ellos construyen con sus huesos un sereno monumento a la angustia. Ellos y yo sabemos estas cosas: que la gemidora metralla nocturna, después de alborotar brazos y muertes, después de oficiar apasionadamente como madre del miedo, se resuelve en rumor, en penetrante ruido, en cosa helada y acariciante, en poderoso árbol con espinas plateadas, en reseca alambrada: en alba. En alba con eficacia de pecho desafiante. Entonces un dolor desnudo y terso aparece en el mundo. Y los hombres son pedazos de alba, son tigres en guardia, son pájaros entre hebras de plata, son escombros de voces. Y el alba negrera se mete en todas partes: en las raíces torturadas, en las botellas estallantes de rabia, en las orejas amoratadas, en el húmedo desconsuelo de los asesinos, en la boca de los niños dormidos. Pero los hombres del alba se repiten en forma clamorosa, y ríen y mueren como guitarras pisoteadas, con la cabeza limpia y el corazón blindado. Germinal ñ Periódico del Comité Espartaco C ananea fue la ciudad más grande de Sonora du- rante el gobierno del general Porfirio Díaz, con- taba con alrededor de 20 mil habitantes, en el lugar se encontraban una serie de minas que formaban la in- dustria más grande del lugar: The Cananea Consolida- ted Copper Company, S.A. propiedad del norteamerica- no William Cornell Greene. Los problemas para la patronal comenzarían a presentarse el 31 de mayo y 1 de junio de 1906, cuando en la empresa circulaba nue- vas reglas para los trabajadores, en ella se hacía alu- sión al despido de muchos empleados y los que acep- taran quedarse en su puesto debían entonces, some- terse al aumento de trabajo que el despido de sus compañeros representaba. Los ánimos fueron encen- didos, resultado de años de explotación y, un grupo de obreros comenzaron a organizarse pidiendo re- ducción de jornada de catorce a ocho horas, y aumen- to de salario a cinco pesos; otros tantos respondieron de manera radical declarándose en huelga, caminan- do por las calles de la localidad haciendo invitación a otras secciones de la empresa para que se unieran a dicha acción. La noche del 31 de mayo, ante la amenaza del patrón de reducir los salarios se formó una gran mul- titud de trabajadores a la puerta de la fábrica donde, además de las dos demandas anteriores agregaban la exigencia de destitución de mayordomos, la confor- mación del personal contratado debía ser de un 75% mexicanos y un 25% extranjeros, igualdad de oportunidades de ascenso laboral y en el trato entre los trabajadores. Los obreros del sector mi- nero en su espíritu de lucha realizaron un reco- rrido por distintas fábricas invitando a todos los em- pleados a unírseles, de quienes recibieron respuesta positiva llegando a más de 3 mil manifestantes, que al entrar al municipio de La Mesa se dirigieron a la ma- derería que en el lugar se localizaba. Allí, el personal se unió al contingente, pero uno de los hermanos Metcalf, jefes de departamento, con una manguera lanzó chorros de agua contra los manifestantes. Estos, indignados, respondieron con pedradas, y a las pe- dradas se les contestó con balas; las bajas, entre los trabajadores muertos y heridos, exaltaron más la in- dignación de éstos que lapidaron a los Metcalf e in- cendiaron la maderería. Cuando los obreros enfurecidos se dirigieron a la comisaria de Ronquillo a demandar justicia, un grupo armado de norteamericanos los estaba esperando y, los recibieron con una descarga de balas, a lo cual, los agraviados en desigualdad de condiciones materiales respondieron con pedradas mientras, otros se dedica- ron a asaltar las casas de empeño con la finalidad de armarse, de esta manera se concluía el primer día de lucha. Para este momento el gobernador del estado Sonora, Rafael Izábal había pedido la intervención de militares gringos que al lado de las autoridades mexi- canas apoyaba rotunda y vergonzantemente la posi- ción de Greene, donde la cólera de los trabajadores se topaba con los máuseres de los sirvientes del capital. Contenido La huelga de Cananea, 1906. ¿Qué es lo que ves a tu alrededor cuando sales de casa? ¡Marx para la banda! Los hombres del alba de Efraín Huerta. La huelga de Cananea, 1906 “La rebeldía es la vida: la sumisión es la muerte.” -Ricardo Flores Magón- 4 con su capacidad de trabajo manual e intelectual pa- ra sobrevivir… ¿te identificas con esto? Hacia el final de su vida, Marx se dedicó a consoli- dar la Asociación Internacional de Trabajadores. El luchó por conse- guir una sociedad donde la igualdad y la libertad fue- ran la bandera de todos y una socie- dad donde la in- justicia, la humilla- ción, la pobreza, no existiera. Aun- que el capitalismo se ha impuesto en el mundo entero, este dominio no es más que una etapa de la historia humana. Un día los trabajadores seremos dueños de nuestro propio trabajo, de nuestra vida y de nuestro destino. Para concluir y generar reflexión mencionaremos a Lenin que dice: Los hombres han sido siempre, en política, víctimas necias del engaño ajeno y propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a descubrir detrás de todas las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales, los intereses de una u otra cla- se…”Y para vencer la resistencia de esas clases, sólo hay un medio: encontrar en la misma sociedad que nos rodea, las fuerzas que pueden y, por su situación social, deben constituir la fuerza capaz de barrer lo viejo y crear lo nuevo, y educar y organizar a esas fuerzas para la lucha. Marx murió un 14 de marzo de 1883 en Londres, pero su obra y su ejemplo de lucha y dignidad si- guen siendo una guía para la defensa de nuestros derechos y la construcción de un mundo nuevo para todos y todas. ¡Contáctanos! Envía tus dudas, quejas, historias y denuncias. [email protected] MIR Jóvenes @mirmexico Los hombres del alba de Efraín Huerta

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Page 1: Germinal Junio

Y después, aquí, en el oscuro seno del río más

oscuro,

en lo más hondo y verde de la vieja ciudad,

estos hombres tatuados: ojos como diamantes,

bruscas bocas de odio más insomnio,

algunas rosas o azucenas en las manos

y una desesperante ráfaga de sudor.

Son los que tienen en vez de corazón

un perro enloquecido

o una simple manzana luminosa

o un frasco con saliva y alcohol

o el murmullo de la una de la mañana

o un corazón como cualquiera otro.

Son los hombres del alba.

Los bandidos con la barba crecida

y el bendito cinismo endurecido,

los asesinos cautelosos

con la ferocidad sobre los hombros,

los maricas con fiebre en las orejas

y en los blandos riñones,

los violadores,

los profesionales del desprecio,

los del aguardiente en las arterias,

los que gritan, aúllan como lobos

con las patas heladas.

Los hombres más abandonados,

más locos, más valientes:

los más puros.

Ellos están caídos de sueño y esperanzas,

con los ojos en alto, la piel gris

y un eterno sollozo en la garganta.

Pero hablan. al fin la noche es una misma

siempre, y siempre fugitiva:

es un dulce tormento, un consuelo sencillo,

una negra sonrisa de alegría,

un modo diferente de conspirar,

una corriente tibia temerosa

de conocer la vida un poco envenenada.

Ellos hablan del día. Del día,

que no les pertenece, en que no se pertenecen,

en que son más esclavos; del día,

en que no hay más camino

que un prolongado silencio

o una definitiva rebelión.

Pero yo sé que tienen miedo del alba.

Sé que aman la noche y sus lecciones escalo-

friantes.

Sé de la lluvia nocturna cayendo

como sobre cadáveres.

Sé que ellos construyen con sus huesos

un sereno monumento a la angustia.

Ellos y yo sabemos estas cosas:

que la gemidora metralla nocturna,

después de alborotar brazos y muertes,

después de oficiar apasionadamente

como madre del miedo,

se resuelve en rumor,

en penetrante ruido,

en cosa helada y acariciante,

en poderoso árbol con espinas plateadas,

en reseca alambrada:

en alba. En alba

con eficacia de pecho desafiante.

Entonces un dolor desnudo y terso

aparece en el mundo.

Y los hombres son pedazos de alba,

son tigres en guardia,

son pájaros entre hebras de plata,

son escombros de voces.

Y el alba negrera se mete en todas partes:

en las raíces torturadas,

en las botellas estallantes de rabia,

en las orejas amoratadas,

en el húmedo desconsuelo de los asesinos,

en la boca de los niños dormidos.

Pero los hombres del alba se repiten

en forma clamorosa,

y ríen y mueren como guitarras pisoteadas,

con la cabeza limpia

y el corazón blindado.

Germinal ñ

Periódico del Comité Espartaco

C ananea fue la ciudad más grande de Sonora du-

rante el gobierno del general Porfirio Díaz, con-

taba con alrededor de 20 mil habitantes, en el lugar se

encontraban una serie de minas que formaban la in-

dustria más grande del lugar: The Cananea Consolida-

ted Copper Company, S.A. propiedad del norteamerica-

no William Cornell Greene. Los problemas para la

patronal comenzarían a presentarse el 31 de mayo y 1

de junio de 1906, cuando en la empresa circulaba nue-

vas reglas para los trabajadores, en ella se hacía alu-

sión al despido de muchos empleados y los que acep-

taran quedarse en su puesto debían entonces, some-

terse al aumento de trabajo que el despido de sus

compañeros representaba. Los ánimos fueron encen-

didos, resultado de años de explotación y, un grupo

de obreros comenzaron a organizarse pidiendo re-

ducción de jornada de catorce a ocho horas, y aumen-

to de salario a cinco pesos; otros tantos respondieron

de manera radical declarándose en huelga, caminan-

do por las calles de la localidad haciendo invitación a

otras secciones de la empresa para que se unieran a

dicha acción.

La noche del 31 de mayo, ante la amenaza del

patrón de reducir los salarios se formó una gran mul-

titud de trabajadores a la puerta de la fábrica donde,

además de las dos demandas anteriores agregaban la

exigencia de destitución de mayordomos, la confor-

mación del personal contratado debía ser de un

75% mexicanos y un 25% extranjeros, igualdad

de oportunidades de ascenso laboral y en el trato

entre los trabajadores. Los obreros del sector mi-

nero en su espíritu de lucha realizaron un reco-

rrido por distintas fábricas invitando a todos los em-

pleados a unírseles, de quienes recibieron respuesta

positiva llegando a más de 3 mil manifestantes, que al

entrar al municipio de La Mesa se dirigieron a la ma-

derería que en el lugar se localizaba. Allí, el personal

se unió al contingente, pero uno de los hermanos

Metcalf, jefes de departamento, con una manguera

lanzó chorros de agua contra los manifestantes. Estos,

indignados, respondieron con pedradas, y a las pe-

dradas se les contestó con balas; las bajas, entre los

trabajadores muertos y heridos, exaltaron más la in-

dignación de éstos que lapidaron a los Metcalf e in-

cendiaron la maderería.

Cuando los obreros enfurecidos se dirigieron a la

comisaria de Ronquillo a demandar justicia, un grupo

armado de norteamericanos los estaba esperando y,

los recibieron con una descarga de balas, a lo cual, los

agraviados en desigualdad de condiciones materiales

respondieron con pedradas mientras, otros se dedica-

ron a asaltar las casas de empeño con la finalidad de

armarse, de esta manera se concluía el primer día de

lucha. Para este momento el gobernador del estado

Sonora, Rafael Izábal había pedido la intervención de

militares gringos que al lado de las autoridades mexi-

canas apoyaba rotunda y vergonzantemente la posi-

ción de Greene, donde la cólera de los trabajadores se

topaba con los máuseres de los sirvientes del capital.

Contenido

La huelga de Cananea, 1906.

¿Qué es lo que ves a tu alrededor cuando sales

de casa?

¡Marx para la banda!

Los hombres del alba de Efraín Huerta.

La huelga de Cananea, 1906

“La rebeldía es la vida: la sumisión es la

muerte.” -Ricardo Flores Magón-

4

con su capacidad de trabajo manual e intelectual pa-

ra sobrevivir… ¿te identificas con esto?

Hacia el final de

su vida, Marx se

dedicó a consoli-

dar la Asociación

Internacional de

Trabajadores. El

luchó por conse-

guir una sociedad

donde la igualdad

y la libertad fue-

ran la bandera de

todos y una socie-

dad donde la in-

justicia, la humilla-

ción, la pobreza,

no existiera. Aun-

que el capitalismo

se ha impuesto en

el mundo entero,

este dominio no es más que una etapa de la historia

humana. Un día los trabajadores seremos dueños de

nuestro propio trabajo, de nuestra vida y de nuestro

destino.

Para concluir y generar reflexión mencionaremos a

Lenin que dice:

Los hombres han sido siempre, en política, víctimas

necias del engaño ajeno y propio, y lo seguirán siendo

mientras no aprendan a descubrir detrás de todas las

frases, declaraciones y promesas morales, religiosas,

políticas y sociales, los intereses de una u otra cla-

se…”Y para vencer la resistencia de esas clases, sólo

hay un medio: encontrar en la misma sociedad que nos

rodea, las fuerzas que pueden y, por su situación social,

deben constituir la fuerza capaz de barrer lo viejo y

crear lo nuevo, y educar y organizar a esas fuerzas para

la lucha.

Marx murió un 14 de marzo de 1883 en Londres,

pero su obra y su ejemplo de lucha y dignidad si-

guen siendo una guía para la defensa de nuestros

derechos y la construcción de un mundo nuevo para

todos y todas.

¡Contáctanos! Envía tus dudas, quejas, historias y denuncias.

[email protected]

MIR Jóvenes

@mirmexico

Los hombres del alba de Efraín Huerta

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A lguna vez te has preguntado, ¿por qué existe

gente rica, por qué existe gente pobre?

¿Siempre han sido ricos, los ricos y siempre hemos

sido pobres, los pobres? ¿Por qué los pobres, si son

los que más trabajan, no viven como los ricos?

Hace muchos años, existió un joven con estas mismas

dudas, un joven luchador, brabucón, barbón, bebedor

de cerveza, que como tú y como yo, tenía sentimien-

tos, carácter y coraje contra las condiciones de mise-

ria de los trabajadores, de la gente luchona. ¿Quién

fue él? Nada más y nada menos que ¡Carlos Marx!

Carlos nació un 5 de mayo de 1818, en Alemania; de

ascendencia judía, fue el tercero de nueve hermanos.

En 1835, a la edad de 17 años, ingresó a la Universi-

dad de Bonn, donde estudió derecho, y posteriormen-

te filosofía y economía. Y sí, también era amoroso

este joven, ya que en 1843 contrajo matrimonio con

Jenny von Westphalen. Para obtener algunos recursos

económicos, Carlos se dedicaba al periodismo. Tra-

bajó en la Gaceta Renana y en los Annales Franco-

Alemanes, periódicos en los que le gustaba decir la

neta. Esto hizo que los gobiernos lo persiguieran y lo

expulsaran de Alemania, Francia y Bélgica.

Estando en Paris, conoció a su fiel amigo Friedrich

Engels, con quien ingresó a la Liga de los Comunis-

tas, que posteriormente se convertiría en la Asocia-

ción Internacional de Trabajadores, cuyo objetivo

era unir a todos los trabajadores del mundo en la de-

fensa de sus derechos económicos y políticos. Tam-

bién con Engels redactó el Manifiesto del Partido Comu-

nista, programa de lucha de los trabajadores que en

1848 se enfrentaron contra los distintos gobiernos de

Europa. Este Manifiesto proponía como objetivo de

lucha la desaparición de la sociedad dividida en cla-

ses, es decir, entre ricos y pobres, entre los que tienen

y no tienen.

Posteriormente, Marx se trasladó a Londres en mayo

de 1849 y fue en esta etapa de su vida, donde escribió

su obra más importante: El Capital, en la cual describe

cómo funciona la sociedad capitalista; es decir, cómo

los ricos se apropian del trabajo de los pobres, del

obrero, engordando ellos sus carteras, y los pobres

sólo teniendo para sobrevivir el día. ¿Qué más dice

esta obra, El Capital? En ella Marx explica cómo el ca-

pitalista, a través de la explotación de los trabajado-

res, acumula riquezas, haciendo que cada vez más

hombres y mujeres se incorporen a las industrias gor-

das, dejando su cultura, su forma de vida tradicional,

ya que necesitan sobrevivir y sólo cuentan con su

fuerza de trabajo, convirtiéndose así en proletarios.

¿Y qué es el proletario? Pues el que sólo cuenta

L as grandes construcciones, los grandes edificios,

las carreteras, las fábricas que producen los pro-

ductos que consumimos y sus bellas envolturas, los

establecimientos que nos venden la comida empaque-

tada en sus recipientes de plástico o en sus bolsas de

papel, la facilidad con que podemos comprar las bo-

tellas de agua, los platos y cucharas desechables para

nuestras comidas, nos hace pensar que nuestra ciu-

dad y nuestro país están progresando, que ahora, la

vida es más fácil y sencilla, que incluso es más bella…

¡Pero ten cuidado! ESO QUE VES TE ENGAÑA. Te

has preguntado ¿de dónde sale el material para fabri-

car todo eso? Detrás de todo lo que te han hecho creer

sobre el desarrollo de tu ciudad y la comodidad de la

vida está la destrucción poco a poco de nuestro mun-

do y de nosotros mismos. Eso que nos han dicho que

se llama “progreso” o “desarrollo” y que nos ayudará

a tener mejores condiciones de vida no es del todo

cierto… pues déjame contarte que esas mejores con-

diciones no son pensadas para nosotros, para facili-

tarnos la vida a l@s jóvenes y l@s trabajadores, eso

sólo es en beneficio de otros, de los ricos y poderosos

que quieren seguir obteniendo riquezas que sacan de

nuestros mares y de nuestras tierras. O a ver cuénta-

me, ¿por qué tu colonia parece distinta? ¿Por qué na-

die se ha preocupado por la falta de servicios que son

más necesarios para mejorar la vida? Servicios de luz,

de drenaje, de pavimentación, de áreas verdes para

que nosotros y nuestras familias disfrutemos de bue-

nos momentos juntos… y es que no, no les importa

producir todo esto para nuestro bienestar, el tu-

yo, el mío, el de nuestras fami-

lias, pues muchas veces nosotros

mismos no podemos acceder a

estos servicios o comprarnos to-

das esas cosas porque son dema-

siado costosas, esto no es por no-

sotros ni para nosotros, es para ellos y hacen esto por-

que quieren seguir siendo ricos y poderosos, los mis-

mos que ya lo son ahora. O te has preguntado alguna

vez ¿Por qué es cada vez más cara el agua potable, la

luz, el gas, el papel, la comida? Es precisamente por

eso, porque esos ambiciosos quieren vendernos este

mundo que es de todos, sin importarles nada, sólo

obtener las ganancias.

No les importa acabar con los bosques, destruir las

montañas; si pueden vendernos la tierra para cons-

truir nuestras casas o para construirlas ellos y

vendérnoslas más caras, si pueden vendernos el pa-

pel que ocupamos en nuestras cocinas o nuestros ba-

ños, en nuestras libretas y nuestros libros. No les im-

porta secar los lagos, los ríos, los manantiales si pue-

den vendernos cada vez más cara el agua que nos

tomamos mientras ellos la despilfarran en sus pisci-

nas, no les importa contaminar el viento que en algún

tiempo fue limpio y puro, pero que cada vez es más

Impuesta entonces, la ley del orden, el encarcela-

miento de la población aumentó y, la idea de triunfo

se iba desvaneciendo. La respuesta por parte de las

autoridades del lugar fue contundente, la huelga ter-

minaba con la represión contra los mineros con un

saldo de dieciocho muertos y decenas de heridos. Por

su parte Izábal, gobernador del estado de Sonora lle-

gaba en apoyo a los empresarios con 300 estadouni-

denses, pertenecientes al grupo de Ranger de Arizona

para ser usados en la labor de restablecimiento del

orden.

La experiencia histórica, estimado lector, nos ha

enseñado que todas las formas de lucha son respeta-

bles. Pero, la mayor, es la unidad y hermandad de

todos los explotados del estado, del país, del mundo.

Sólo así, podremos cambiar nuestro futuro. Recorde-

mos ¡Luchar es esforzarse por vencer, la lucha es la vi-

da…!

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¿Qué es lo que ves alrededor cuando sales de casa?

dañino, si pueden construir sus fábricas con sus gran-

des chimeneas que cada día producen

por millones todas esas cosas que nos

venden y que compramos aunque a

veces ni nos sirven para nada.

Poco a poco, sin darnos cuenta, se

están acabando nuestro planeta y con

él todo lo que nos ofrece. Todo eso que

también sin darnos cuenta no les perte-

nece a ellos, sino a todos nosotros, a la

humanidad en general… pero ellos, los

ricos, creen que el planeta les pertene-

ce, que todo les pertenece, incluso no-

sotros... y por eso también nos explo-

tan, nos hacen trabajar largas jornadas

sin pagarnos dignamente por nuestro

trabajo; por eso también nos agreden,

nos violentan, nos desaparecen, incluso

nos matan. No debemos olvidar que la destrucción

de nuestro planeta es también nuestra propia des-

trucción.

Y esa destrucción no parará hasta

que se hayan acabado todos los bos-

ques, que se hayan secado todos los

mares, ríos y lagos, hasta que el aire

sea tan tóxico como para respirarlo y

que nuestras calles estén invadidas

por basura y suciedad, hasta que no-

sotros mismos ya no podamos vivir

aquí, hasta que nos hayamos destrui-

do junto con nuestro mundo.

¿Esperaremos hasta ese momento pa-

ra comenzar a hacer algo? ¿Para co-

menzar a defenderlo y defendernos?

Ahora dime, ¿Qué es lo que ves

cuando sales de casa? ¿Progreso o

destrucción?

¡Marx para la banda!