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    atitas, almas y condenadosTrasiego de osamentas en los Andes, siglos XVI - XXI

    GERARDO FERNNDEZ JUREZUniversidad de Castilla-La Mancha

    1. TODOS SANTOS. LA FIESTA DE LASALMASEn las comunidades ribereas aymaras del Lago Titicaca, la aten-

    cin de los difuntos se inicia a finales de octubre con los ensayos de lascomparsas musicales (muqunio tarka), la elaboracin de panes, espe-cialmente por parte de losmachakaniso juntunis, que as se denomi-na a los parientes o familiares que han tenido un difunto a lo largo delao. Estos adquieren el compromiso, segn la costumbre, de realizar

    generosos altares cubiertos de productos alimenticios (apxatas), en losque destacan las figuras de pan (tanta achachisy tanta wawas) conque deben agasajar tanto a su difunto como al resto de almas1 an-nimas. Las comparsas demuqunisy tarkasmerodean por las comuni-dades del cantn a partir del medioda del primero de noviembre visi-tando lasapxatasde losmachakanisy recibiendo, a cambio de suscanciones y oraciones frente al altar ceremonial en homenaje deldifunto, pequeos bollos de pan, fruta, figuras dekispiay trago con

    alta gradacin alcohlica. La noche del primero de noviembre todo elAltiplano hierve con las tonadas musicales de estas comparsas y lasoraciones de los jvenesresirisque las siguen. Al medioda del dos denoviembre la actividad comunal se detiene: todos los participantes enla festividad de difuntos se encuentran ebrios, pues as lo demandan lacostumbre y la cortesa aymara para con sus difuntos. La noche deldos de noviembre retornan la msica y la frentica actividad en agasa- jo a los difuntos. En las comunidades que poseen cementerio, el

    homenaje se traslada a la tumba del finado, encima de cuya sepultura

    1 Los difuntos reciben la denominacin de almas, en castellano.

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    se coloca laapxata, altar ceremonial, que lo recuerda. Si no haycementerio el agasajo contina en la casa del finado, en compaa desus familiares. Despus de Todos Santos, al da siguiente, al mediodadel tres de noviembre, se conmina mediante cachorros de dinamitaa las almas a retirarse al lugar donde permanecen enclaustradas, car-gadas con sus oraciones y recomendaciones para todas las almasdifuntas2. Se desmontan lasapxatasceremoniales, se reparten las figu-ras de pan, en especial a los ms pequeos que juegan son sus figuras,las pasean como si fueran criaturas en sus diminutosawayuscomo hanvisto hacer a sus propias madres con ellas, juegan, realizan matrimo-nios con las figuras de pan, las bautizan y las casan, y cuando se can-san de jugar se las comen. Lo mismo se hace con el resto de aditamen-tos alimenticios de laapxata, que se reparten entre los dolientes yacompaantes de losmachakanis,a cambio de oraciones para el difun-to y las almas, junto con diversos recados y solicitudes3. En lacomunidad de Tuqi Ajllata Alta, losmachakanisse renen en un lugarestablecido por la comunidad para despedir a los difuntos de tal formaque cambian sus ropas de luto por ropas coloridas y la msica de losmuqunises reemplazada por msica festiva de Carnaval4.

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    2 En el Cantn de Ajllata Grande (Provincia Omasuyo del Departamento de LaPaz), cerca del lago Titicaca, se dice que las almas estn elaborando adobe y cons-truyendo una torre o campanario. Cuando estn a punto de techar, la torre se cae ydeben reiniciar la obra, y as toda la eternidad; slo cuando llegue el Juicio Finalpodrn terminar de techar la torre. Todos los difuntos realizan la misma labor, es decir,no hay premio para justos ni castigo para los condenados. Aparentemente, el impactode los credos de la Iglesia catlica colonial ha generado esta idea o mentalidad de con-denados entre los propios aymaras contemporneos. En la obra del padre J. EMonast,Los indios aimaraes.Evangelizados o solamente bautizados?, Buenos Aires,Lohle, 1972, podemos observar varias interpretaciones, cuando menos heterodoxas,del credo catlico entre las poblaciones aymaras de Carangas, lo que provocaba la des-esperacin del padre oblato. Las almas tienen apego a la comunidad de los vivos, ypor eso hay que despacharlas con cierta violencia, haciendo estallar cartuchos de dina-mita, para que inicien su largo camino de regreso a ese lugar donde se encuentra confi-nadas. En la zona lacustre ese lugar recibe la denominacin de Puliyanu, un viento delPoniente, como recoge Manuel De Lucca,Diccionario prctico aymara-castellano;

    castellano - aymara, La Paz, Los amigos del libro, 1987.3 Los vivos cuidan de los difuntos y de sus gustos culinarios en Todos Santos, perotambin los difuntos, las almas, reciben los encargos de los vivos y sus encomiendas.

    4 Para analizar con ms atencin y detenimiento los caracteres etnogrficos de lafiesta de difuntos en contexto aymara ver Hans van den Berg, La celebracin de los

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    En El Alto de La Paz los cementerios de sectores populares y subal-ternos como el de Alto Villa Victoria o Tarapac hierven de devotos,altares ceremoniales y msica mestiza para festejar a los difuntos. En laciudad, la despedida okacharpayade difuntos suele realizarse el primerdomingo despus de Todos Santos. Es en este contexto, coincidiendocon el final del ciclo de difuntos, que los paceos, tanto mestizos comode extraccin indgena, festejan a las atitas, homenajeando a los cr-neos de los difuntos en el Cementerio General de La Paz, donde los lle-van para escuchar misa, recibir el agua bendita en el templo y el aprecioen forma de dones (coca, flores, cigarrillos y msica) de los devotos quese acercan a cumplimentarlos con el deseo de que, a cambio, laatitasatisfaga sus promesas.

    2. EL DA DE LAS ATITAS

    El pasado 8 de noviembre de 2009 se celebr en el CementerioGeneral de La Paz (Bolivia) el homenaje a los crneos humanos, ati-tas5, que buena parte de los paceos tutelan en sus hogares en privado,trasladndolos a la iglesia del cementerio para que reciban las bendicio-nes pblicas de la misa catlica y la ofrenda ansiada del agua bendita.

    La iglesia catlica ha reprobado en varias ocasiones esta tradicin,negndose a la imparticin de la acostumbrada eucarista en la que elsacerdote bendeca los crneos y los libaba con el hisopo de agua bendi-ta para regocijo de sus devotos6. Este ao, 2009, la eucarista se ha con-

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    difuntos entre los campesinos aymaras del altiplano, Anthropos. Revista Internacio-nal de Etnologa y Lingstica, 84 (1989), 1989, pp. 155-175; Xavier Alb, Muerteandina, la otra vertiente de la vida, en J. A. Flores y L. Abad (coords.),Etnografas dela muerte y las culturas en Amrica Latina,Cuenca, Servicio de Publicaciones de laUniversidad de Castilla-La Mancha, 2007, pp 137-154; Gerardo Fernndez Jurez,Todos Santos. Todos almas,Revista Andina, 31 (1998), pp. 139-159.

    5 El trmino atita hace alusin al crneo desnarigado, chato. Los jvenes lo uti-lizan actualmente para referirse a sus compaeras del sexo femenino. Igualmente se

    emplea de forma coloquial en La Paz en referencia a las mujeres de compaa. Parano confundirnos, que quede claro que son las descarnadas lasatitasque nos intere-san en el presente artculo.

    6 De forma similar a como se bendicen los animales domsticos en la fiesta de SanAntn en la Pennsula Ibrica.

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    vertido en un acto asambleario donde el prroco del cementerio haempleado la oportunidad de un largo sermn (cerca de 45 minutos) paracriticar y veladamente condenar el culto de lasatitasinsistiendo en loserrores que en ocasiones la prdica catlica produce cuando no se com-prende correctamente7. Finalmente se colocaron cubos de agua benditaen las puertas de acceso al templo, para que a la salida los propios devo-tos, familiares y dueos de lasatitaspudieran cumplir, ellos mismos,con la recomendada aspersin de agua bendita sobre los crneos.

    Segn cuentan los devotos de lasatitas, los lunes las homenajeanhabitualmente en los altares respectivos de sus casas. Lasatitas, quepueden ser crneos de parientes o simples crneos de difuntos a losque se da nombre8 y que se cuidan de generacin en generacin,participan de los compromisos y obligaciones domsticas, vigilando lacasa, protegindola de los ladrones, pero igualmente interviniendo enlas consultas de los conflictos domsticos y problemas familiares,entre los que descuellan los asuntos relacionados con la salud, el tra-bajo y la fortuna o la suerte, al igual que la proteccin de la casa, comoqueda dicho. La vspera del primer domingo despus de Todos Santosengalanan los crneos y los trasladan al da siguiente, domingo, alcementerio en las capillas porttiles, o en cajas de cartn en los casosms modestos, para que reciban la misa y el agua bendita.

    Los devotos y familiares toman sitio en los predios del cementeriosentndose junto con susatitas, que exponen a la veneracin pblica.As se pueden contemplar sucesin deatitasy familiares a su lado enlas calles y avenidas del campo santo.

    Los devotos de las distintasatitasy el pblico en general presen-te en el cementerio ofrecen oraciones a lasatitas,suelen preguntar elnombre de laatita a los familiares que la acompaan para agasajarlacon una oracin, al tiempo que le ofrecen flores, alguna vela o mixtu-

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    7 En breve aparecer otro artculo mo relativo a la fiesta de lasatitasen el prxi-mo nmero monogrfico de laRevista de Dialectologa y Tradiciones PopularesdelCSIC , coordinado por Juan Jos Villaras Robles, en donde aludo al empoderamien-

    to ritual de los grupos tnicos bolivianos y sus manifestaciones ceremoniales bajo elmandato presidencial de Evo Morales Ayma.8 Cadaatita tiene su nombre propio: Pacesa, Josefin, Carlita, Joven Gus-

    tavo, monjita, y puede reflejar la identidad del familiar en vida o tambin tratarsede un crneo de cualquier difunto desconocido bajo custodia de la familia.

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    ra de papel, y en algunos casos hojas de coca. Lasatitasaceptan gus-tosas las ofrendas de flores, hojas de coca, velas y tonadas musicalescriollas. No falta algn yatiri9 que ofrece sus servicios a las calaverasen la elaboracin de alguna mesa ritual10, challade alcohol y hojas decoca. Todas estas ofrendas y oraciones se hacen en nombre de laati-ta, para que a cambio satisfaga los deseos de los oferentes.

    Lasatitasaparecen adornadas con sus mejores galas y en algunoscasos asociadas varias en la misma capilla porttil. Se dice que yaalgunasatitas se conocen de ediciones festivas anteriores y esperanencontrarse en el cementerio con ocasin de la fiesta, por lo que susfamiliares suelen colocarse cerca para acceder a sus deseos.

    Es frecuente la humanizacin de los crneos mediante abaloriospropios de la vida cotidiana que surgen tanto del gusto del devotocomo de la propia solicitud de laatita.Por esta circunstancia los cr-neos aparecen tocados con coronas de flores; gorros andinos de colo-res (lluchu), de los que se emplean en las comunidades del Altiplano;sombreros, gorras de militar (que atestiguan el carcter y profesin delaatita),winchaso diademas.

    Adems del tocado del crneo son importantes otros complemen-tos, como gafas de sol y algodones ocultando las oquedades de ojos ynariz o los cigarros en la boca; todos ellos argumentos sensibles quepretenden dotar de vitalidad y socializar en un mbito de normalidadceremonial el rostro de lasatitas11. Este tipo de esfuerzo ceremonial

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    9 Yatiri. Sabio: Especialista ritual aymara. Sobre las caractersticas de estos maes-tros ceremoniales aymaras, ver Gerardo Fernndez Jurez,Yatiris y chamakanis del Altiplano aymara. Sueos, testimonios y prcticas ceremoniales, Quito, Abya-Yala,2004.

    10 Ofrenda ritual compleja elaborada con sustancias olorosas, grasas y dulces.Sobre sus caracteres y composicin ver Gerardo Fernndez Jurez,El banquete ayma-ra: Mesas y yatiris,La Paz, Hisbol, 1995. Sobre sus antecedentes coloniales y en pers-pectiva etnogrfica comparada, ver Gerardo Fernndez Jurez,Entre la repugnancia yla seduccin. Ofrendas complejas en los Andes del Sur , Cuzco, Centro de EstudiosRegionales Andinos Bartolom de las Casas, 1997.

    11Incluso el hecho de dotarles de un nombre, que no tiene porque ser el quetuviera en vida el difunto en aquellos casos en que el crneo no guarda ninguna rela-

    cin de parentela con la familia que eventualmente lo custodia, no hace sino justificaraquella clebre sentencia de Legee, seguidor de Confucio: En el trato con los muer-tos, si los tratamos como si estuvieran totalmente muertos, eso demostrara una falta de

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    por socializar las imgenes rituales andinas, por ejemplo a travs delakulli, acto social de mascar hojas de coca o el empleo de los cigarri-llos, tambin lo vemos en otros contextos rituales, caso del interior demina en Potos con la imagen del to, el diablo12.

    El hecho de ocultar las oquedades de ojos y nariz, quiz los atribu-tos ms sensibles de la muerte que presentan lasatitas, obedece adiferentes razones. Adems de impedir la acumulacin de polvo y laposible introduccin de insectos en los orificios oculares y nasales delas calaveras en su traslado anual al cementerio, humaniza su expre-sin vital al tiempo que evita de esta forma situaciones desagradablesque pueden producirse entre los ms pequeos al asustarse de lasatitas13.

    Dentro de la iglesia del cementerio general de La Paz se realiz unareunin deatitasque se colocaron sobre el catafalco que se extiendea los pies del altar mayor. All fueron colocadas apresuradamente unbuen nmero de calaveras ante el rumor de que finalmente la iglesiacatlica boliviana haba accedido a realizar la eucarista de la misa. Sibien la soada eucarista no pas de un sermn crtico con la tradicin,lo cierto es que las naves del templo se llenaron de fieles con sus res-pectivasatitas.La razn de ser del da es trasladar a lasatitasal inte-

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    afecto, y no debe hacerse; o si los tratamos como si estuvieran totalmente vivos esodenotara una falta de sabidura, y no debe hacerse. Por este motivo, las vasijas de bam-b (usadas en el entierro de los muertos) no son adecuadas al uso real; las de arcilla nopueden usarse para lavar en ellas, las de madera no se pueden esculpir; se templan loslades, pero sin exactitud; las flautas de pan estn acabadas, pero no afinadas; all estnlas campanas y las piedras musicales, pero carecen de soporte. Se llaman vasijas para elojo de la fantasa; esto es tratar (a los muertos) como si fueran inteligencias espiritua-les. Texto de Legee en relacin con palabras de Confucio que recoge Alfred ReginalRadcliffe-Brown,Estructura y funcin en la sociedad primitiva,Barcelona, Pennsula,1952/1996, pp. 182-183.

    12 Pascale Absi,Los ministros del diablo. El trabajo y sus representaciones en lasminas de Potos , La Paz, IFEA /PIEB, 2005; Gerardo Fernndez Jurez, El culto alto en las minas bolivianas,Cuadernos Hispanoamericanos, 597 (2000), pp. 25-31.

    13Los nios pequeos acompaan a sus padres con lasatitasal interior de la igle-

    sia en el cementerio general. Si bien estn acostumbrados a laatita propia, no as atodas las extraas que se renen en el cementerio. Severino Vila atribuye la enfermedaddel susto a la impresin que pueden ocasionar lasatitas entre los ms pequeos,Gerardo Fernndez Jurez,Los kallawayas. Medicina indgena en la ciudad de La Paz,Cuenca, Servicio de Publicaciones de la UCLM, 1998.

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    rior del Cementerio General para que reciban las bendiciones de lamisa, hacerles escuchar misa al menos una vez al ao, y ofrecerles elagua bendita que lasatitasanhelan recibir de manos del prroco delcementerio. En esta ocasin no fue as, ya que el sermn termin conun sencillo responso y el sacerdote se neg a rociar a crneos y devo-tos con agua bendita, indicando a los fieles que se agolpaban en elrecinto que en las puertas del templo haba sendos cubos de agua ben-dita para que cada cual hiciera uso con comedimiento y en silenciopara homenajear a sus correspondientesatitas,al tiempo que solici-taba a los presentes el abandono del templo.

    Despus del sermn, y una vez conseguida la libacin del aguabendita, los oferentes y devotos con susatitasy familiares continanla celebracin festiva bajo la forma de preste en los locales alrededordel cementerio e incluso en el propio camposanto, donde se prodiganlas interpretaciones musicales criollas y los platos cocinados.

    Una vez finalizado el festejo, los familiares y devotos retornan asus casas con susatitas, que volvern a lucir en los altares domsticosrecibiendo el homenaje pactado cada lunes, a cambio de su proteccin.De esta forma culmina el ciclo de difuntos en el Altiplano aymara14,que coincide con la despedida okacharpayade difuntos15.

    Hay significativas diferencias entre la festividad de difuntos tal ycomo se celebra en las comunidades aymaras y la fiesta urbana de lasatitas celebrada entre indgenas y mestizos paceos. En la fiesta dedifuntos de las poblaciones aymaras son las almas las homenajeadascon comida, figuras de pan, panecillos, habas cocidas, mote, papacocida,chuo, frutas, el plato predilecto del difunto que puedeincluirse en laapxataceremonial, cebollas, caa de azcar, msica ori-ginaria indgena (muqunisy tarkas) y oraciones por parte de toda lacomunidad. Llama la atencin la ausencia de hojas de coca comoofrenda, que s mascan constantemente los familiares y acompaantes

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    14 Como indica la tristemente desaparecida Olivia Harris, en Los muertos y losdiablos entre los laymi de Bolivia,Revista Chungar11 (1983), pp. 135-152, al menos

    hasta el carnaval, jugando con la ambigedad caracterstica de estos ciclos rituales.15 En las comunidades ribereas del lago Titicaca, la despedida okacharpayadedifuntos suele hacerse el da despus de Todos Santos, pero en algunos lugares y espe-cialmente en la ciudad de La Paz se acostumbra alargar el proceso hasta el primer fin desemana despus de Todos Santos, coincidiendo con la fiesta de lasatitas.

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    estos antecedentes significativos contemplados desde la perspectivaetnogrfica.

    El que fuera Gobernador del Cuzco, Juan Polo de Ondegardo, ensu Instrucin contra las cerimonias y Ritos que vsan los Indios confor-me al tiempo de su infidelidad , texto que fue incorporado en laDoc-trina Cristiana y Catecismo para instruccin de indios, compuesto araz de la celebracin del III Concilio Limense, indica:

    ...Item vsan mucho dar de comer y beber en tiempo del entierro de susdefunctos y dar de beber cantando vn canto triste y lamentoso, gastando

    en esto y en otras ceremonias el tiempo de las exequias que dura en partesocho das, y en partes menos, y vsan hazer sus aniuersarios acudiendo, ode mes a mes, o de ao a ao con comida, chicha, plata, ropa, y otras cosaspara sacrificarla, o hazer otras ceremonias antiguas con todo el secreto quepueden18.

    Creen tambin que las nimas de los defunctos andan vagas y solitariaspor este mundo padeciendo hambre, sed, fro, calor y cansancio, y que lascabeas de los difuntos o sus phantasmas, andan visitando los parientes, ootras personas en seal que han de morir, o les ha de venir algn mal. Poreste respecto de creer que las nimas tienen hambre o sed o otros trabajos,ofrecen en las sepulturas chicha y cosas de comer, y guisado, plata, ropa,lana y otras cosas para que aprouechen a los defunctos y por ello tienentan especial cuydado de hazer sus aniversarios, y las mismas ofrendas quehazen en las Iglesias a vso de christianos las enderezan muchos indios, yindias en sus intenciones a lo que vsaron sus antepasados19.

    Como vemos, en la informacin de Polo ya consta la celebracinde un ciclo largo de tratamiento y homenaje a los difuntos de ochodas de duracin, el agasajo culinario de los difuntos a quienes consi-deran que padecen las mismas sensaciones y experiencias de los vivos,as como la prevalencia de las cabezas de los difuntos, que se apare-cen a sus parientes para augurarles situaciones crticas.

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    18 Juan Polo de Ondegardo,Instrvcion contra las cerimonias y Ritos que vsan losIndios conforme al tiempo de su infidelidad [1583], en Laura Gonzlez Pujana, Polo de

    Ondegardo: Un cronista vallisoletano en el Per,Valladolid, Universidad de Vallado-lid, 1999, p.77.

    19 Ibidem, p. 78.

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    En la Doctrina Christiana y catecismo para instrvccion de losindios..., en concreto en el sermn XIX, En que se reprehenden loshechiceros y sus supersticiones y ritos vanos y se trata la diferenciaque hay en adorar los cristianos las imgenes de los santos y adorar losinfieles sus dolos o huacas:

    Otros abren las entraas de los carneros o cuyes o otros animales y,por ellos, adivinan lo que ha de ser20. Todo esto ensean los viejos hechi-ceros y mandan os que tengis gran secreto. Tambin hacen que desente-rris vuestros muertos de la iglesia y que los sepultis con huacas y que les

    pongis comida y bebida21

    .Quien se extiende de una forma casi obsesiva con el tratamiento

    ceremonial dado a los difuntos, las ofrendas alimenticias y las prcti-cas de exhumacin de cadveres de las poblaciones andinas de su juris-diccin, es el sacerdote Bartolom lvarez en la localidad de Ullaga,actual Pampa Aullagas, en el glido altiplano del Departamento deOruro, cerca del Lago Poop, a finales del sigloXVI22. Recojo varios

    de sus testimonios al respecto por cuanto es el trato a los difuntos unade las prcticas rituales indgenas que el padre considera ms pernicio-sas para el eficaz cumplimiento de la ortodoxia catlica, con la queresulta violentamente intransigente, al menos en sus primeros aos.

    Tratar de las adoraciones que hacan a los muertos: que, aunque nolos adoraban como a dioses, tenan sus inteligencias en manera como si susdifuntos estuvieran en parte buena y de descanso, y en lugar donde por s

    mismos pudiesen socorrer o hacer bien a los vivos. Con esta inteligenciaofrecan sacrificios a los difuntos en las maneras que ir contando, quecosa alguna del uso de sus pasados no se les ha olvidado ni lo han dejado,porque no hay quien se lo impida23.

    10 GERARDO FERNNDEZ JUREZ

    20Esta prctica auspiciadora consistente en analizar e interpretar las vsceras de loscuyes contina en la actualidad con plena vigencia en buena parte de las comunidadesandinas.

    21Doctrina Christiana y catecismo para instrvccion de los indios[1584-1585](autenticado por Jos de Acosta), Madrid, CSIC, 1985.

    22 Bartolom lvarez,De las costumbres y conversin de los indios del Per,Memorial a Felipe II [1588], Madrid, Polifemo, 1998.

    23 Ibidem, p. 89.

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    Las cosas que ofrecen a los muertos son carneros degollados en sacri-ficio sobre sus sepulturas, algunas veces por slo motivo de querrselos

    ofrecer, por slo honrarlos y por tenerlos gratos y agradables24

    .Cuando degollaban algunos carneros dos o cuatro, segn se junta-ban entre ellos, ofrecan coca en hoja, esparcida en el sepulcro o derra-mada; otras veces una taleguilla llena; otras veces, mascada, la arrojaban enel sepulcro. La mayor solemnidad es quemarla en fuego25. Ofrecen cuyesa las veces sin manchas, blancos, segn los elige[n] para tal caso el que hacela ceremonia; degllanlos con la ua para semejante caso, porque el sacri-ficio es derramar sangre. Aquellos cuyes no los comen: entirranlos juntoa la sepultura o dentro26.

    No pierda de vista el lector la forma experimental de procederdel padre en su obcecacin por erradicar la costumbre del cuidado ali-menticio de los difuntos:

    Ofrecen asimismo maz tostado, como si los muertos hubiesen decomer. Cuando yo entenda menos que ahora, hice que metiesen maztostado a un muerto en la boca y, preguntndoles cmo no come estemuerto?, no me respondieron como hacen a todo. Dicindoles pues losmuertos no comen, por qu les dais de comer?, los vine a azotar por queno lo hiciesen. Despus que fui entendiendo ms, vi que no se gobernabanpor ejemplos de razn sino por lo que sus padres les ensearon27.

    Asimismo se sabe que, todas las veces que han podido y pueden, hansacado y sacan de las iglesias que no tienen guarda, y de los cimenterios, loscuerpos de los muertos, principalmente de los curacas [...] y destos viejos, ylos llevan a enterrar en sus sepulcros. Y cuando o porque no los pueden

    hurtar, o porque tienen miedo al sacerdote lo[s] dejan [en sus sepulcroscristianos], de sus vestidos que usaban [vivos] toman una manta y unacamiseta28 y, metindolo en una sepultura, a manera como si situasen enaquel lugar la persona lo depositan, haciendo una mscara a semejanza del

    ATITAS, ALMAS Y CONDENADOS 11

    24 Ibidem,p. 90.25 Las hojas de coca forman parte de las actuales ofrendas rituales que se queman

    para contentar culinariamente a los seres tutelares del Altiplano. Gerardo Fernndez

    Jurez,El banquete aymara: Mesas y yatiris, La Paz, Hisbol, 1995.26Bartolom lvarez,op. cit.,p. 91.27lvarez,op. cit., p. 91.28En el Altiplano aymara cuando un enfermo no puede acudir a visitar al yatirini

    ste tampoco a la casa del enfermo es usual que algn familiar del aquejado le acerque

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    que quieren entender. Y con esto juntamente entierran todas las cosas de queel difunto usaba cuando viva: como es las ojotas que es su calzado, una

    uayacaa veces con coca, a veces sin ella, la cobertura de su cabeza consus plumajes de oro o plata o azfar o plumas, una manilla que usan traeren el brazo derecho, los instrumentos con que sola jugar, [ms] unaillo, quees una manera de arma que usan contra el enemigo y contra la caza y es tanfuerte que, tirndole a cierta distancia, atan un animal de suerte que luego caey no se puede huir; lo mismo hace en un hombre y aun lo derribar muerto.Con esto entierran los vasos en que beben y las vasijas en que comen: platos,escudillas y ollas y otros vasos29.

    Con las mujeres asimismo entierran los ornamentos de que andabanaderezadas en vida: como es sus ropas, ceidores y, las que [los] usan, susmaneras de tocados en las cabezas; en las manos, ciertas sortijas de plata, decuatro o cinco vueltas; ciertos prendederos que llamantopos; su calzado; ytodas sus diferencias de afeites, que son muchas y de diversos colores.Entierran con ellas algunos ovillos de lana y los usos con que hilan, y algu-nos envoltillos de coca muy atados entre alguna ropa. Entre estas cosasofrecen en los sepulcros por los ganados y dems animales domsticosunos envoltillos de paja pequeos; en medio ponen un poco de algodn

    escarmeado [=cardado] y en [el] algodn un poco de coca; y, atado, loofrecen en el sepulcro por los corderos, tantos y cuantos han nacido aquelao. Yo he hallado estircol de puercos ofrecido que le ofrecen por lospuercos y otras diferentes cosas. De estos actos y de otros se deja enten-der que la coca, que los espaoles tanto cultivan y aumentan para su codi-cia, y para perdicin de estos desdichados, es el ms ordinario sacrificio, yagradable, y as con todas las otras diversidades de sacrificios, va siempreste quemado en fuego, como el incienso30.

    Cuando no pueden haber los cuerpos de los muertos, como he dicho,les cortan las uas de los pies y las manos y unos pocos cabellos; y esto,

    12 GERARDO FERNNDEZ JUREZ

    al especialista ritual ropa del enfermo en representacin de su persona, para establecerel diagnstico. La ropa permite la representacin vicarial de su dueo.

    29Bartolom lvarez,op. cit.,pp. 114-115.30 Ibidem,p. 115. En la actualidad las mujeres aymaras, en las comunidades aleda-

    as del lago Titicaca se entierran con un pequeo ajuar que incluye el plato dondecoma la difunta, sus mejores ropas (pollera,awayu, manta) y su calzado. Igualmente

    se coloca en el atad, all donde se estila, un pequeo vitico de productos alimenticios,aceite, frutas,chuo, mote, hojas de coca, para el viaje que debe realizar el alma antesde llegar a su destino. Los varones suelen enterrarse entre otras cosas con su poncho,su lluchude orejeras, el chicote, su plato y su calzado, junto con un vitico similar alde la mujer.

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    envuelto con un poco de coca y atado en un pao, lo llevan a enterrar enel lugar donde le han de hacer veneracin31.

    Entierran asimismo con estos cuerpos todas las comidas secas queellos usan y chanlesauaen la sepultura, que es su bebida, llamn-dolos por sus nombres, diciendo: fulano, padre mo, cmase esto que ledoy. De donde se deja entender, y de otras cosas que he dicho, queentienden los muertos estar en otra parte, donde pueden gozar de aquello,no como necesitados sino como gente que se goza del bien que les haceny honra, y que pueden hacer bien a los que ac viven. Y as, con este fin leshonran de todas las maneras dichas32.

    Las informaciones relativas a los procesos por idolatras traenabundante documentacin relativa a los cuidados ceremoniales otor-gados a los difuntos en las poblaciones andinas33, as como el celo delos visitadores de la idolatra por reconducir estas prcticas. Tomo dellibro de Duviols34 sobre la sierra de Lima, Cajatambo, los siguientesejemplos:

    ATITAS, ALMAS Y CONDENADOS 13

    31 Ibidem, p. 116. Las uas y los cabellos no slo forman parte de las prcticas dehechicera, tanto en Europa como en las culturas andinas; siguiendo el modelo del pen-samiento mgico, uas y cabellos son eficaces para representar a la persona que los haposedo en vida, adems de la ropa que veamos anteriormente, segn los criterios de lamagia simptica u homeoptica y la magia de contacto, explicadas por James GeorgeFrazer,La Rama Dorada[1890], Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1995.

    32 Ibidem, p. 116. La reflexin del padre lvarez es clave al reconocer el vnculoentre vivos y muertos y cmo las actuaciones rituales consolidan este tipo de convenioceremonial, como si vivos y difuntos lo precisasen para su mutuo bienestar.

    33Da la sensacin de que esta preocupacin por el trato ceremonial a los difuntos,vinculada a los procesos de extirpacin de idolatras, se produce con mayor frecuenciay nfasis en la Sierra de Lima y en los Andes del Sur que en el Norte peruano, si hace-mos caso a los expedientes por idolatras que se han publicado. Llama la atencin lapresencia ms relevante de formas de hechicera de origen peninsular en los expedien-tes del Arzobispado de Trujillo, recientemente publicados, con alguna referencia alconsumo de San Pedro y la elaboracin tarda de altares de mesa. Quiz se deba estacircunstancia a la fecha tarda de los pocos expedientes que se conservaron en Trujillo,todos ellos de los siglosXVIIIy XIX. Laura Larco,Ms all de los encantos. Documen-

    tos sobre extirpacin de idolatras en Trujillo (siglos XVIII - XX ), Lima, Universidad deSan Marcos / IFEA, 2008.34 Pierre Duviols, Procesos y Visitas de Idolatras. Cajatambo, siglo XVII . Lima,

    Pontificia Universidad Catlica del Per / Instituto Francs de Estudios Andinos,2003.

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    [11-12 de marzo de 1656 (Cajamarquilla). Denuncia que hace don Juan Tocas, principal y fiscal mayor de la doctrina de San Pedro de Ticllos

    contra Alonso Ricari, principal ycamachicodel pueblo de Otuco anexode la doctrina de San Pedro de Hacas]

    Y assimesmo bio y oyo en muchas ocassiones a los echizeros camachi-cos y mandones que sacasen los cuerpos de la yglessia porque los difuntoslloraban y se quejaban porque los tenan en la yglesia y en las sepulturasafligidos porque no se podan menear y all se podran y estaba ediondoaquel lugar y por esta causa mandaban que los sacasen y los llevasen a casade sus agelosmalquisy machayes Carua tracay Curi tracayestaban pir-cados con losas y cubiertos por estar junto con ellos y por otro nombrellaman a dichosmachayes Pisca coyllor Cota coyllur 35.

    [24 de abril-13 de agosto de 1656 (Santo Domingo de Pariac). Causahecha contra los camachicos del pueblo de Santo Domingo de Pariac porauer sacado los cuerpos cristrianos de la yglesia y lleundolos a los macha-yes y otras idolatrias.] Testigo Juan Guaras. Ratificado:

    dixo que es verdad que los cuerpos cristianos enterrados en la yglessiadesde dicho pueblo se an sacado della y lleuados a losmachaiesdonde lesan fecho sus cauos de ao y ofrendas de llamas, cuyes quemados seuo cocamaz y cuies a lo qual an asistido todos los ms del pueblo y este testigosac a su padre y madre y lo lleu a sumachayllamadoCuris machay[...]y asi mismo bio este testigo que Pedro Condor sac de la sepultura aMiguel de Mendoa su hixo. Ana Rupai Colque a Domingo Guaras supadre y este testigo a Domingo Ricapa su padre a los quales quando lossacauan de la dicha yglessia los lleuauan a sus casas donde los sentauan enel lugar donde aua muerto y le ponan su camiseta y vna manta en la caue-a y matauan vna llama por el corazn y la sangre se la ofrecan al dichodifuncto y la carne coman con los yndios del dicho pueblo los quales bai-lauan al son de los tamborillos36 y a los primeros gallos sala la biuda omadre o padre del dicho difuncto acompaada con otras biexas puestas lamanta del dicho difunto en las caueas y con bordones mates de chicha ysangre de llama en las manos y vnos hisopos hechos de paxa de ycho llo-rando por las calles al vsso xentlico asperxando las dichas calles con la

    14 GERARDO FERNNDEZ JUREZ

    35 Ibidem, p. 238.36 El culto a los difuntos aparece resaltado en la comunidad por la presencia de

    comparsas musicales adecuadas, msica de vientos y acompaamiento de percusinmediante pequeos tambores de mano denominadoswankaras.

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    dicha sangre y chicha llamando a los dichos difuntos en la lengua diin-doles que como no benan a consolarnos y deirnos dnde estis y cmo

    os va y luego se boluan a sus casas y otro da los lleuauan a los dichosmachaiesy les aan ofrendas y cauos de ao de chicha y maz y cuies yquemauan seuo coca y maz y cuies hasta que heda que era el ynciensiocon que los yniensauan37.

    [24 de abril-7 de agosto de 1656 (Santa Catalina de Pimachi). Causahecha a los yndios camachicos del pueblo de Santa Catalina de Pimachianejo de la doctrina de San Pedro de Hacas por aver sacado los cuerpos dela yglesia y llevados a susmachayesy aver adorado ydolos y otros ritos yseremonias antiguas.] Testigo Domingo Rimachin, alcalde:

    Y sindole preguntado por el thenor de la causa del proesso dixo quelo que de ella saue es que este testigo es verdad que a sacado de la yglesiade este dicho pueblo los cuerpos de sus padres y antepasados y los a pues-to en Llagomachay un quarto de legua deste dicho pueblo donde aymuchos cuerpos de Cristianos de suaillo[....] a los quales dichos cuerposquando los an sacado de la dicha yglesia los lleuan a sus casas y ally le

    ponen camiseta limpia matan llamas por el corazn y la sangre le ofrendany aen otros ritos y ceremonias antiguas con ellos y otro da las lleuan a losdichosmachaiesdonde le ofrendan sangre de llama y la mesma llama y lequeman en una callana seuo cuies mays y coca hasta que hiede que es // elyncienso con los que los ynsiensan38.

    Testigo Francisca Quillay Tanta:

    Y siendo preguntada por la caueza de proesso dixo que esta testigatiene sumachayllamado Puray machaydonde tiene los cuerpos cristianosque a desenterrado de la yglessia y a sus padres entre ellos con los qualesassy en el dichomachaycomo quando los a sacado de la yglessia hio conellos los mesmos ritos y eremonias ofrendas de sangre y llamas bailes contamborillos que los demas han fecho con sus difuntos [...]39.

    ATITAS, ALMAS Y CONDENADOS 15

    37Pierre Duviols,op. cit.,p. 265.38 Ibidem, p. 297.39 Ibidem, p. 301.

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    Por su parte, el padre Pablo Joseph de Arriaga40recoge abundanteinformacin sobre el culto a los difuntos y los cuidados y el celo queel padre visitador de la idolatra debe seguir en la identificacin de loslugares donde se enterraban en tiempos de su gentilidad con el avi-so al padre de los cuidados en la custodia de la llave de la iglesia paraevitar la exhumacin de cadveres. Veamos algunos casos y ejemplosde este autor.

    Despus de estas huacas de piedra la mayor veneracin y adoracin esla de susmalquisque son los huesos o cuerpos enteros de sus progenitores

    gentiles, que ellos dicen que son hijos de las huacas, los cuales tienen en loscampos en lugares muy apartados, en losmachays, que son sus sepulturasantiguas, y algunas veces los tienen adornados con sus camisetas muy cos-tosas o de plumas de diversos colores o decumbi. Tienen estosmalquissusparticulares sacerdotes y ministros y les ofrecen los mismos sacrificios yhacen las mismas fiestas que a las huacas. Y suelen tener con ellos los ins-trumentos de que ellos usaban en vida: las mujeres husos y las mazorcas dealgodn hilado, y los hombres lastacllaso lampas con que labraban el cam-po41o las armas con que peleaban. Y en uno de estosmachaysde losmal-quisestaba una lanza con su hierro, y recatn, que la haba dado (segndijeron) un conquistador de los primeros de estos reinos para pendn deuna iglesia. Y en otro estaba otra lanza muy vistosa que ellos llamabanQuilcasca choque, que quiere decir lanza pintada o esculpida, la cual se tru- jo al seor virrey. En estosmalquis, como tambin en las huacas tienen suvajilla para darles de comer y beber, que son mates, y vasos, unos de barro,otros de madera y algunas veces de plata y conchas de la mar42.

    chanles muy disimuladamente chicha en la sepultura para que beban y

    muy al descubierto ponen, cuando les hacen las honras, comidas cocidas yasadas sobre la sepultura para que coman y as est prohibido que en losTodos Santos no pongan nada de esto en las sepulturas. Pero el mayor abu-so es el desenterrar y sacar a los muertos y llevarlos a losmachaisque son lassepulturas que tienen en los campos de sus antepasados [...] Y pocos das

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    40Pablo Joseph de Arriaga,La extirpacin de la idolatra en el Piru[1621], estudiopreliminar y notas de Henrique Urbano, Cuzco, Centro de Estudios Regionales Andi-

    nos Bartolom de las Casas, 1999.41Todava se incluye en los fretros de los difuntos como ajuar, adems del vitico,la ropa ms querida o representativa del difunto o difunta, su poncho o pollera, su pla-to de comida, el chicote, alimentos..., etc.

    42Pablo Joseph de Arriaga,op. cit.,p. 35.

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    antes que llegsemos a un pueblo haba un indio principal con su mujer,sacando de la iglesia dos hijos suyos, que para hacello ms fcilmente hab-

    an enterrado como dos meses el uno antes del otro en una como bvedahecha de losas, y los llevaron a su casa y los tuvieron all dos das, y les hicie-ron grande fiesta, vistindoles vestidos nuevos y trayndoles por el puebloen procesin y convidando a beber en la fiesta a toda la parentela y despuslos volvieron a la iglesia. Hicmosles otra vez desenterrar y, deshaciendo labveda, echalles tierra. Y as se ha de advertir como cosa que importa que deninguna manera se consienta que se entierren en bvedas [...] Estn persua-didos que los cuerpos muertos sienten, comen y beben y que estn conmucha pena enterrados y apretados con la tierra, y con ms descanso en susmachaisy sepulturas en los campos donde no estn enterrados sino en unasbovedillas y cuevas o casitas pequeas, y sta es la razn que dan para sacarde las iglesias todos los cuerpos muertos43.

    Una de las citas de Arriaga que reproduzco hace referencia a la cos-tumbre del trasiego de huacas mviles, los cuerpos de difuntos ymomias de los incas:

    Otra causa [de la presencia de las idolatras denunciadas por Arriaga] esno haberles quitado hasta ahora delante de los ojos, que hubiera sido motivopara quitrselas tambin del corazn, las huacas mviles que tienen, no slotodos los pueblos, sino tambin todos losayllosy parcialidades por peque-os que sean, como se dijo arriba; no haberles quemado susmunaosde losllanos, que son losmalquisde la Sierra, a quien estiman ms que sus huacas;no habelles destruydo susmachais, que son las sepulturas de sus agelos yprogenitores, adonde llevan los cuerpos hurtados de las iglesias...44.

    En Andaguaylas tuvimos noticia de una famosa y muy daosa licen-ciada y de otro buen viejo en Uramarca, el cual me cont lo que hacencuando alguno muere, cmo lo entierran con ropa nueva y le ofrecencomida, y cada ao renuevan la misma ofrenda. Y lo que hacen con loscuerpos de sus progenitores gentiles, que guardan en sus cuevas y entie-rros antiguos. A stos sacrifican cuando empiezan a labrar la tierra, parasembrar, echando chicha en las chcaras. Si el fuego chispea dicen que lasalmas de sus antepasados padecen sed y hambre, y echan en el fuego mazy chicha, papas y otras cosas de comida para que coman y beban45.

    ATITAS, ALMAS Y CONDENADOS 17

    43 Ibidem, p. 67.44 Ibidem, p. 80.45 Ibidem, p. 88.

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    En las instrucciones para la visita Arriaga indica explcitamenteentre las recomendaciones en el interrogatorio a los hechiceros oindios responsables:

    Vigesimoprimero: Qumalquisadoran, qu son los cuerpos de susprogenitores, y cmo se llama el padre y cuntos hijos tuvo y en qu par-te los tienen, en qu cueva omachayy de qu manera46.

    Vigesimosptimo. Los cuerpos muertos que han desenterrado de lasiglesias47.

    Entre las preguntas a la comunidad, aldea o en el pueblo durante lavisita merece la pena anotar:

    Qu cuerpos saben que hayan hurtado de la iglesia48.

    Finalmente, en el Edicto contra la Idolatra que es preciso formu-lar en la visita, segn indicacin de Arriaga, leemos:

    Item si saben que alguna o algunas personas hayan desenterrado loscuerpos de difuntos cristianos de las iglesias, hurtndolos de ellas y lle-vndolos a los sepulcros que llamanSachay, donde estn susmalquis49.

    Y en las Constituciones que deja el visitador merece la pena resaltar:

    Item de aqu adelante los indios de este pueblo no pondrn sobre lassepulturas de los difuntos cosa alguna cocida ni asada, por cuanto escomn error de los indios y hasta hoy estn en l, que las almas de losdifuntos comen y beben , y el cura de este pueblo tendr muy particularcuidado de que las puertas de las iglesias tengan buenas llaves, guarda ycustodia y que tenga las dichas llaves persona de confianza, por cuanto laexperiencia ha enseado que suelen desenterrar los cuerpos cristianos delas iglesias y llevrselos a los sepulcros de sus progenitores gentiles; y elque quebrantara esta constitucin se proceder contra l como contrarelapso en la idolatra50.

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    46Ibidem, p. 129.47 Ibidem, p. 130.

    48 Ibidem, p. 134.49 Ibidem, p. 171.50 Ibidem, p. 175.

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    Para concluir esta somera revista de crnicas, el controvertido cro-nista andino Felipe Guamn Poma de Ayala apuntilla en su NuevaCornica y Buen Gobierno(1615), en relacin con el ciclo de difuntos:

    Noviembre.Este mes fue el mes de los difuntos,ayaquiere dezir defunto, es la fiesta

    de los defuntos.En este mes sacan los difuntos de sus bbedas que llama puculloy le

    dan de comer y de ueuer y le bisten de sus bestidos rricos y le ponen plu-mas en la cauesa y cantan y dansan con ellos. Y le pone en unas andas y

    andan con ellas en casa en casa y por las calles y por la plaza y despus tor-nan a metella en sus pucullus, dndoles sus comidas y bagilla al principal,de plata y de oro y al pobre, de barro. Y le dan sus carneros y rropa y loentierra con ellas y gasta en esta fiesta muy mucho51.

    Como vemos en las crnicas coloniales, el culto a los difuntos y lacostumbre de exhumar cadveres, vestirlos con sus mejores galas, agasa- jarlos con comida y bebida ceremonial y trasladarlos a los lugares tradi-cionales de culto, responden a prcticas rituales de larga tradicin en losAndes, junto con la preeminencia otorgada a las cabezas de los difuntoscomo objetos protagonistas en rituales de auguracin y pronstico.

    4. CR N EO S Y CA LAVE RA S: OSAMENTASY E TN OG RAF A A ND IN A

    Si bien la fiesta de lasatitas adquiere especial relevancia por lacantidad de crneos expuestos en los predios del cementerio, no es elnico ejemplo etnogrfico de relieve que podemos destacar en laactualidad en relacin con el tratamiento ceremonial de crneoshumanos en los Andes.

    Uno de los ejemplos ms destacados sobre la presencia de crneoshumanos depositados en el altar de la iglesia en la celebracin del cicloceremonial de los difuntos corresponde a la tradicin de los Chipaya,

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    51Felipe Guamn Poma de Ayala, Nueva Cornica y Buen Gobierno[1615], ed. de J. Murra, R. Adorno y J. L. Urioste, Madrid, Historia 16, 1987, Crnicas de Amrica29abc.

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    situados en las inmediaciones del Lago Coipasa, en la regin deCarangas, en el glido altiplano orureo52. Los Chipaya colocan cua-tro crneos de los antepasados denominados Jos Ankuira, MaraMercedes, mundoalma hombre y mundoalma mujer, en la calleprincipal del cementerio del pueblo el da 31 de octubre, y los intro-ducen en la iglesia el 1 de noviembre, al amanecer, colocndolos sobreun silln o trono y en el suelo de la propia capilla, al tiempo que lesdedican diferentes atenciones rituales53.

    No tan conocido etnogrficamente es el tratamiento ceremonialque los yatirisaymaras y loskallawayasdel norte del Departamentode La Paz otorgan a ciertos crneos humanos que emplean en sus con-sultas de adivinacin, especialmente en el caso de identificacin ylocalizacin de objetos perdidos y robados. Precisamente mi primercontacto con lasatitasy su uso ceremonial fue con atita Carlita,convenientemente agasajada y empleada en los rituales de adivinacinpor elkallawayaSeverino Vila. Si bien, la diferencia notable entreatita Carlita y las protagonistas de nuestro artculo es que se trata-ba de un crneo dechullpa, de un representante de la poca oscura ochamak pacha,un gentil de antes del diluvio segn las tradicio-nes aymaras y kallawayas, que resultaba especialmente til en la cus-todia de la casa y averiguacin de robos, como hacen lasatitas,aun-que muy ruidosa y exigente en sus reclamaciones domsticas, lo quedificultaba el descanso familiar54.

    La localizacin de losriwutu, que es la denominacin ritual quereciben estos crneos en aymara, y su adopcin por parte de un yatiri,forman parte de una extensa entrevista realizada por Toms Huanca al yatiri Hilario Snchez de la comunidad de Chusamarka (ProvinciaMurillo del Departamento de La Paz), que custodia tres calaveras oriwutospara su desempeo ritual55. Existe cierto convencimiento de

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    52 Nathan Wachtel,El regreso de los antepasados. Los indios Urus de Bolivia, del siglo XX al XVI . Ensayo de Historia Regresiva, Mxico, Fondo de Cultura Econmica/El Colegio de Mxico, 2001; De la Zerda,Los chipayas. Modeladores del espacio,La

    Paz, UMSA, 1993, pp. 31-48.53Nathan Wachtel,op. cit.,pp. 204-208.54 Gerardo Fernndez Jurez,Los kallawayas. Medicina indgena en los Andes

    bolivianos, Cuenca, Servicio de Publicaciones de la UCLM, 1998.55Toms Huanca,El yatiri en la comunidad aymara, La Paz, CADA, 1990.

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    que losriwutustiles en el dominio ceremonial aymara deben proce-der de personas muertas de forma violenta, asesinados o que sufrieronmuerte repentina56. En este sentido, son considerados condenados,puesto que sus actuaciones y competencias estn asociadas a las nece-sidades de los vivos.

    Losriwutuse aparecen en sueos e incomodan a los ladrones hastaque confiesan sus fechoras; se alimentan de vino, flores y velas57, obje-tos que hemos visto anteriormente en el cumplimiento ceremonial delos devotos de lasatitasen el Cementerio General de La Paz. Segntestimonia Huanca58, a pesar de las recomendaciones que el yatirireci-bi para enterrar la cabeza en el cementerio, l saba por sus abuelos quela tradicin aymara indicaba que losriwutosson buenos para adivinar,riwututux waliw, elriwutu es bueno. El propioriwutu establece lascondiciones del pacto ceremonial que plasma con el yatiri:

    Espritu Santo Mariano Loza.Yo ir detrs de ti, de tu cabeza y de tus pies.Yo te representar

    y t me ofrecers una misa en mi honory me comprars un velo. As dijo.Cmprame un velo y ofrceme una misaal menos una vez al ao o dos veces al ao.A cambio yo te acompaar,yo representar a tu cabeza y a tus pies,yo siempre estar contigo,y te apoyar con oro y plata.Diciendo estas palabras, elriwutuhabl59.

    Como a lasatitasde nuestra fiesta, el yatiridebe procurarle susofrendas de vino, vela y flores, su velo o ropa ceremonial, y hacerleescuchar al menos una o dos misas al ao.

    Otro caso etnogrficamente relevante por lo que afecta al valorceremonial de las osamentas humanas, muy cerca de la ciudad de La

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    56 Ibidem, p. 10557 Ibidem, pp. 105-109.58 Ibidem, p. 109.59Huanca,op. cit., p. 110.

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    Paz, es el del conocido Nio Compadritodel Cuzco en Per60. El Nio Compadritopertenece igualmente, como lasatitaspaceas, aldominio de difuntos. Sus devotos lo identifican en sueos bajo la for-ma de un nio rubio, de ojos celestes, o bien vestido de polica, mdi-co o juez interviniendo en los asuntos que colman las promesas y ora-ciones que le dedican en su pequea capilla y que giran en torno a lasproblemticas habituales: salud, suerte, amor, trabajo, conflictosdomsticos y otros61. El Nio tiene das fastos, pero tambin otrosdas nefastos en los que escucha las peticiones sancionadoras de susdevotos para con aquellas personas que los han tratado mal62. El NioCompadritorecibe su homenaje el da de Todos Santos, como osa-menta que dicen que es63, siendo trasladado en su capilla mvil, comolasatitas,a escuchar misa a una iglesia cercana.

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    60 Gerardo Fernndez Jurez, Religiosidad popular y heterodoxia en los Andes:El caso del Nio Compadrito,Revista de Dialectologa y Tradiciones Populares,LIII (1998: 1) pp. 101-124; Gerardo Fernndez Jurez, Un difunto en el altar: Losnios difuntos y su relevancia social en los Andes, en Juan Antonio Flores y LuisaAbad (coords.),Etnografas de la muerte y las culturas en Amrica Latina,Cuenca,Servicio de Publicaciones de la UCLM, 2007, pp. 183-208; Abraham Valencia,Reli- giosidad popular cuzquea. El nio compadrito, Cuzco, Instituto Nacional de Cultu-ra, 1983; Takahiro Kato, Breve historia del Nio Compadrito del Cuzco, en Hiro-yasu Tomoeda y Luis Millones (comp.),La tradicin andina en tiempos modernos,Osaka, Senri Ethnological Report , 1994, pp. 31-47; Takahiro Kato, Historia tejidapor lo sueos. Formacin de la imagen del Nio Compadrito, en Takahiro Kato,Hiroyasu Tomoeda y Luis Millones,Dioses y demonios del Cuzco,Lima, Fondo Edi-torial del Congreso del Per, 2001, pp. 99-162.

    61El Nio Compadritoatiende las necesidades de sus fieles devotos, circunstancia,recordemos, propia de las almas o difuntos en atencin a quienes los recuerdan uhomenajean.

    62Los seres tutelares andinos no son en s mismos buenos o malos segn los prin-cipios maniqueos del catolicismo; son buenos y malos dependiendo de la relacin,

    ofrendas y peticiones que los seres humanos establecen con ellos.63En realidad parece una imagen vestidera que debe haber formado parte de algn

    retablo perdido.

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    5. AL GU NAS N OTAS D EL F OL KL OR E:CONDENADOS Y C A BE Z A S V O LA D OR A S

    El motivo del crneo o calavera parlante, generadora de ruidos ysilbidos grotescos, protectora del hogar y de los bienes de la familiaque la custodia, se encuentra muy extendida por los Andes, con pre-sencia en el folclore local peruano y boliviano64, de cuyos motivospodemos extraer alguna imagen clarificadora sobre los perfiles etno-grficos de lasatitasbolivianas.

    En cuanto a la calavera humana, ella llena un amplio campo desupersticiones. Fuera de los usos que le dan hechiceras y adivinas65, apa-rece junto con imgenes de santos, de vrgenes y cristos y merece loshomenajes de coronas de flores, de velas encendidas y ramilletes, que sele presentan con admirable constancia en repisas y oscuros agujeros deestablecimientos artesanales y tiendas de comercio. Las amantes decep-cionadas velan las fotografas de sus novios y las suyas propias colocadasen las cuencas de los crneos. Quienes desean dar muerte a sus enemigosvelan unos altares puestos en el piso, en los que la calavera es elementoprincipal (Lima, Arequipa, etc.). Pero la principal misin de las calaverases la de cuidar las casas para que los ladrones no las acometan. Las cala-veras hablan con voz gangosa66; para imitarlas, las gentes obstruyenla nariz y hablan. En Ayacucho se las llama qapqatu, palabra que alu-

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    64Es el caso de la leyenda de la calavera y la lavandera, conocida en el Per, o elrelato del oso raptor, de caracteres interandinos, con presencia en Per y Bolivia,como demostr Efran Morote Best, El oso raptor, en Efran Morote Best, AldeasSumergidas, Cuzco, Centro de Estudios Regionales Andinos, Bartolom de lasCasas, 1988, pp. 179-239.

    65 En la tradicin europea las osamentas y restos humanos formaban porte de losingredientes nefandos con los que se deca se elaboraban, entre otras cosas terribles, losungentos mgicos que permitan a las brujas volar para acudir a sus conventculos enlos aquelarres; as aparece en los testimonios de los encartados en el clebre caso de lasbrujas de Zugarramurdi, proceso dramtico del que se cumplirn los 400 aos en elmes de noviembre de 2010. Manuel Antonio Marcos Casquero e Hiplito B. RiescoAlvarez, Pedro de Valencia, Obras Completas. Vol. VII. Discurso acerca de los cuentos

    de las brujas, Universidad de Len, 1997.66 Esta forma distorsionada de comunicacin que alude a la facultad humana delhabla es frecuente en el dominio andino en los contextos rituales o ceremoniales. Lospersonajes mudan la voz; la alteran hasta constituir un remedo casi cmico del lengua- je humano.

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    de al ruido que producen y que significa, ms o menos, ser que hablacon las fosas nasales obstruidas. En el Cuzco se prefiere llamarlasqerosenqa (de nariz mutilada) y en otros lugares Antonioo Almita. Lacalavera que el cura del cuento [cuento del oso raptor] coloca en la torredel templo se vincula con la que las gentes colocan en sus casas, para queasusten a los ladrones67.

    Calaveras parlantes existen igualmente en la tradicin folclricaeuropea, pero habitualmente su cometido no es tanto la vigilancia delos bienes y la persecucin de ladrones como desagraviar el mal tratootorgado a los restos humanos con la moraleja de no incordiar ni mal-tratar a los difuntos68; igualmente encontramos referencias sobre cr-neos parladores que hablan a los vivos en los relatos cortos que seinsertan en los tratados de magia y brujera de los siglosXVI-XVII enEuropa, con intencin piadosa y ejemplarizante69 .

    Otros personajes del folclore andino, emparentados en algunosrasgos o perfiles con lasatitasque lucen osamentas o cabezas huma-nas como anatoma principal de su cuerpo en las tradiciones andinasson las conocidas como cabezas voladoras70y los condenados71.

    Los condenados responden a un gnero de no muertos en latradicin andina: se trata de seres que vagan como almas en pena y sindescanso hasta que consigan redimir sus culpas. Son seres indeseablesque cometieron graves pecados y crmenes contra su propia familia72ocontra la comunidad. Acechan a los vivos en las noches y en los espa-

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    67 Efran Morote,op. cit.,p. 227. Como indica el autor, estas calaveras, recibenentre otras denominaciones nombres humanos, como Antonio; la traduccin quechuadesnarigadas, que equivaldra a la denominacin pacea de atitas o bien almitapor su calidad de difunto. En otros contextos quechuas bolivianos tambin se les deno-mina tojolitos.

    68 Jos Manuel Pedrosa, El mito de Don Juan y el cuento tradicional deEl cad-ver ofendido(ATU470A), Hecho Teatral , 7 (2007), pp. 63-90.

    69 Mara Jess Zamora Calvo,Ensueos de razn. El cuento inserto en tratados demagia (siglos XVI y XVII ), Madrid, Iberoamericana /Vervuert, 2005.

    70 Sobre las cabezas voladoras ver Efran Morote Best, Folklore del Per: Cabe-

    zas voladoras,Revista Per Indgena, Lima, vol. IV (1953: 9), pp. 109-124.71 Nicole Fourtan, Tradicin y creacin en el cuento folklrico de los Andesperuanos, en Henrique Urbano (comp.),Mito y simbolismo en los Andes. La figura yla palabra, Cuzco, Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolom de las Casas,1993, pp. 259-281.

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    cios solitarios de los Andes para devorarlos, ya que es una de las formasde liberacin que presentan, junto con el hecho de soportar grandesaflicciones sobre su cuerpo; el condenado es liberado de su penacuando su cuerpo es destruido73. No es un alma, puesto que no pue-de acceder al lugar donde las almas difuntas se encuentran reunidas; nopuede atravesar el condenado la ingente masa acuosa que en la tradi-cin andina separa el dominio de los difuntos del de los vivos, ni tam-poco puede beneficiarse del trato con los vivos, tal y como hemos vis-to en el desarrollo de la fiesta de Todos Santos. El condenado vive enlos lugares solitarios de las quebradas y en las proximidades de loscementerios, acechando a los vivos, sus vctimas potenciales.

    Laatita, como hemos visto, no deja de presentar ciertos caracte-res de las almas en pena por cuanto no puede disfrutar del destinoque est establecido para las almas o difuntos; est condenada, enel sentido de que no puede cumplir el itinerario ritual completo quecorresponde cumplimentar a los difuntos, segn las tradiciones andi-nas. Las almas, tras su muerte, realizan un largo viaje recorriendolos lugares por los que pasaron en vida, despidindose de sus seresqueridos, cruzando una gran masa acuosa, a lomos de perros negros, yalcanzando finalmente un lugar indeterminado situado hacia elponiente en donde todas las almas siguen trabajando hasta que el juicio final las libere74. Laatita es utilizada, y conminada por susdevotos y custodios, mediante los homenajes, halagos y ofrendas querecibe a seguir en este mundo, muy a su pesar, protegiendo enseresy personas y ejerciendo una particular justicia moral. No olvidemosque laatita de mejores virtudes se dice que se corresponde con la deaquella persona que ha muerto violentamente, sin poder prepararsecristianamente, y por tanto condenada, no tanto desde la moralidadindgena andina como desde la mentalidad del catolicismo mestizourbano. El hecho reprobable que laatita infringe es el de no satisfa-

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    72El incesto suele ser una de las causas de condenacin de estos seres.73Nicole Fourtan,op. cit.,p. 262.74

    Conocido en el mbito del Titicaca es el relato que involucra a las almas sindistingo de su naturaleza (justos y pecadores por igual) que trabajan levantado unatorre o campanario que nunca consiguen techar porque se desmorona de continuo.Dicen los pobladores aymaras que slo cuando llegue el Juicio Final podrn techar latorre por completo.

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    cer adecuadamente la costumbre de la inhumacin completa en losAndes, y por esa circunstancia no goza plenamente de los parabienesque los difuntos disfrutan al ser enterrados completos75.Los condenados poseen adems una cualidad corporal especfi-ca y es que pueden segmentar a voluntad sus miembros y osamentascorporales, como refleja el siguiente relato procedente del norte dePer, concretamente de la localidad de Cajamarca:

    En el sitio Cahupiquina, all por el ao 1914, haba una casa de lacomunidad donde a veces se quedaban a dormir los guardianes del gana-

    do. A veces tambin se quedaban los pasajeros que iban rumbo a SantaCruz desde Succhabamba. Pero los ladrones, decan, comenzaron a matara los guardianes y a los viajeros. Mucha gente se perda por aquel tiempo;ya nadie quera parar en la casa porque de noche gritaban, silbaban, lla-maban, quitaban la cama, ensuciaban los fiambres y no dejaban dormir lasalmas. Un da apareci por all un hombre valiente que tambin entendade hechicera. Yo me voy, dijo. No hay alma que me espante. Com-pr una botella de aguardiente, una escopeta, un machete y un pual. Lanoche de un viernes, cuando la luna estaba verde, se fue a la casa encanta-da a eso de las once de la noche, entr y se sent en una piedra y comenza calear y mascar su coca. Cuando lleg la media noche, escuch una vozque sala del terrado; ese era el condenado que deca caer o caers. Y as segua, caer o caers. Y el hombre le contest cete pues carajo! ypum! Cay una cabeza a su delante; le zamp un balazo, un machetazo,un pualazo y lo bot a un rincn. Despus de cinco minutos caer ocaers, otra vez, cete pues carajo pum! un brazo a su delante; le zam-p otro balazo, un machetazo y un pualazo. As as los pedazos hasta

    que se form todo el cuerpo de un hombre. Se pusieron a pelear feazo,hasta que venci el hombre verdadero, el hechicero. El condenado al ver-se vencido dijo Ahora conozco que eres bien hombre, muy valiente. Hassalvado a cuatrocientas personas que deban caer en mis manos y me hassalvado a m tambin. Te agradezco y en premio te voy a ensear miencanto, eran dos bales de plata blanca enterrados en una esquina de la

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    75 El cuerpo del difunto debe estar completo para ser devuelto a la pachamama, la

    madre tierra. Esta creencia supone una difcil barrera conceptual para la aceptacin dela ciruga occidental, particularmente en el Altiplano aymara. Gerardo Fernndez Ju-rez, Sin abrir el cuerpo: Cirugas amerindias, en Gerardo Fernndez Jurez (coord.),Salud e interculturalidad en Amrica Latina. Prcticas quirrgicas y pueblos origina-rios, Quito, Abya-Yala, 2009, pp. 7-35.

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    casa. El hombre se volvi rico y la casa qued buena. Desde aquel da losviajeros pudieron dormir tranquilos, ya nadie se perda, ya a nadie mata-

    ban y hasta ahora vive gente ah [Recogido por Santos Sixto HernndezBriones. La Selva, Llapa, San Miguel]76.

    El clebre etngrafo, gran conocedor de las tradiciones peruanas,Efran Morote Best analiza en el relato del oso raptor la presencia decondenados, calaveras y cabezas voladoras. Las apreciaciones sobre lafigura del condenado resultan muy oportunas para nuestro anlisis:

    El diablo aparece con poca frecuencia en los cuentos populares laicos,mientras que el lugar de preferencia de las objetivaciones de esta ndole loocupan el condenado y otros tipos similares. La teora popular de lamuerte [...] concibe la reincorporacin del fallecido a un tipo semihuma-no de existencia llena de sufrimientos. Tres medios tiene el condenadode abandonar su vida errante y dolorosa. El primero est dado por la cruzde plata izada en el ms alto pico del Awsangati o de otros nevados de losAndes. El otro, por las vctimas humanas que el extrao ser come, y elltimo, por los grandes sufrimientos corporales a los que se somete.Alcanzar la cruz importa la salvacin, al par que comer a ms de trespersonas. Estos temas aparecen en infinidad de relatos que tenemos regis-trados. Pero, los que ms abundan, son aquellos en que los ltigos de losarrieros o los golpes del hijo del oso o de un valiente como l conviertenel dolorido cuerpo en una paloma blanca que marcha al cielo en demandade la paz que, en la tierra, negaron a sus semejantes. Una de las caracters-ticas de los condenados, expresada en la versin de Ayacucho y muycomn a otros cuentos de condenados de otros lugares del Per, coin-

    cide con cierta concepcin biolgica popular que admite la supervivenciahumana acompaada de la fragmentacin material del cuerpo. Esto suce-de con las cabezas voladoras que son fragmentos de cuerpos de personasvivas, que por varias razones (por ser bruja la persona, por dormir con sedo profundamente, por hablar palabras obscenas, etc.) se desplazan dandotumbos y en pos de aquelarres o de muladares, donde se alimentan conexcremento o ceniza. El condenado tiene la capacidad de fragmentarsey luego de haber conseguido su propsito, de recomponerse colocandolos pedazos de su cuerpo en los sitios que les corresponden77.

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    76Biblioteca Campesina,Los seres del Ms Ac. Muestras sobrenaturales en la tra-dicin oral cajamarquina, Lima, Tarea, 1988.

    77Efran Morote,op. cit.,p. 227.

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    El gnero de las cabezas voladoras se encuentra muy extendidoen los Andes. Traigo a colacin dos ejemplos bolivianos sobre elQate-Qate:

    El Qate-Qate es una cabeza que camina por el aire produciendo unruido parecido al chirriar de los goznes de una puerta cuando se abre o secierra (criac, criac). Traducido literalmente,qate-qate quiere decir quepersigue, que se pega y no se desprende. ElQate-Qate se llama tambinumaphawa,se hace presente en las noches y se posa en los techos delas casas de los criminales [...] ElQate-Qate es la cabeza humana que

    camina chorreando sangre y clamando castigo para el homicida78

    .El Khatekhate, conceptan que es la cabeza desprendida de un cad-ver humano, que saltando de su sepultura, va rodando en busca del ene-migo que en vida le caus males y lanzando a su paso gritos inarticuladosy muy guturales, que en el silencio de la noche suenan horribles y hacenespeluznar. Cuentan que, cuando encuentra al individuo perseguido, leliga las manos y los pies con el cabello crecido en su sepulcro, el cual esduro y resistente, lo derriba al suelo y se coloca sobre el pecho del enemi-go, le hinca los descarnados y afilados dientes y le chupa la sangre, mien-tras sus miradas de fuego estn fijas, siempre fijas, en el rostro del perse-guido. La cabeza, conforme succiona, toma mayores proporciones, y consu volumen, que no cesa de crecer y aumentar de peso, ahoga paulatina-mente a su vctima, hacindole antes sufrir una agona dolorosa, y cuandoha conseguido darle muerte vuelve, rebotando de contento por el suelo,hasta el lugar de su eterno descanso, la cabeza vengativa. [...] Cuando unindividuo se acuesta con sed, tambin creen que, mientras duerme, se des-prende su cabeza y va a la fuente prxima a beber agua79.

    La cabeza humana, particularmente en estado de calavera, es objeto devarias aplicaciones supersticiosas; los brujos y los que no lo son, entre lagente del pueblo, la emplean para averiguar los robos, introduciendo den-tro de su armazn huesosa, uno o dos reales, y pidindola con lgrimas enlos ojos y fe en el corazn, que les haga devolver lo sustrado. La calavera,suponen que conmovida con la splica, ir a saltos a deshoras de la noche,a la casa del ladrn y le causar pesadillas en sus sueos, o lo tendr cons-tantemente inquieto, hasta hacerle restituir lo ajeno, o causarle la muertepor consuncin si no lo hace. Otras veces, en iguales casos y con el mismo

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    78Enrique Oblitas Poblete,Cultura Callawaya, La Paz, Camarlinghi, 1978, p. 100.79 Manuel Rigoberto Paredes,Mitos, supersticiones y supervivencias populares de

    Bolivia, Biblioteca del sesquicentenario de la Repblica, 1976, p. 67.

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    objeto, hacen arder velas a una calavera, durante tres das martes y tresdas viernes, en las noches, haciendo que, en esta nica ocasin, se consu-

    man por completo las velas80

    .

    En definitiva, laatita, dadas las caractersticas peculiares que seconcede a su muerte violenta y desgajada de sus restos corporales,adquiere una existencia peculiar: no es un ser vivo, es un alma, perode caractersticas especiales por cuanto su existencia se debe a los vivosy a sus necesidades. Presenta rasgos de condenado, pero tampococoincide exactamente con l, actuando a la manera de las cabezas vola-

    doras del folclore, silbando y produciendo sonidos semejantes alhabla humana, pero con un matiz de distorsin, celosa guardiana delos valores morales relacionados con la vida comunitaria. Laatita seha especializado en su cometido como eficaz vigilante, polica doms-tico81 que vela por los derechos sobre la vida, los enseres patrimonia-les y los intereses de sus custodios, con amplia representacin a travsde las calaveras parlantes en el folclore y la etnografa andinos, quesin embargo ofrece un panorama impactante de gran repercusin

    social, gracias a la presencia de los medios de comunicacin, en lospredios del Cementerio General de La Paz, certificando en el da delasatitas el final del ciclo de difuntos en el Altiplano paceo.

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    80Rigoberto Paredes,op. cit.,p.68.81 Conocido es el caso que se comenta en La Paz sobre la presencia de dosatitas

    que se exponen en una de las principales comisaras de El Alto, y ante las cuales se rea-lizan las confesiones de los antisociales.

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    Fig. 13. atitasen el templo. Cementerio General de La Paz (Bolivia).8 de noviembre de 2009.

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    Fig. 14. En los predios del Cementerio General de La Paz (Bolivia). 8 denoviembre de 2009.

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    Fig. 15. Banquete funerario. Cementerio General de La Paz (Bolivia).8 de noviembre de 2009.

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    Fig. 16. Capilla del Nio Compadrito. Cuzco (Per)

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