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    IseoDenis de Rougemont 1 0 ha clicho, 1 0 ha repctido,)' cs cierto: la Europadel siglo .XII descubrio elal!!Or, el arnor profane al rnismo _l~eIllpo rp-Ic elamor mistico. No ocurrio sin torrncntos ni sinnecesidad. El violen to desarro lIo de todo deter-minaba una revolucion rapida de las costumbres.y , en los drculos m a s refinados de la nobleza, seplanteaba lin problema a prop6sito de las mujeres,a proposito, mas prccisarnente, de 1a conjuncionarnorosa. La alta socicdad perdia su brutalidad.Se instauraba un ordcn nuevo. 2Que cspacioconceder al arnor, al arnor fisico, 'sin que esc ordense viera perturbado? (Que sitio hacer al deseo y asu satisfacci6n Iicita?

    En una de las regiones mas ~voluciolladas deEuropa, en cl noroeste de Francia, esa cuestionsc planted antes y con mas agudeza por dos razo-I1CS. En primer lugar porquc, en esas proviucias,la orientacion de la politica familiar en las dinas-

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    tfas uristocraticas, cI cuidado que len fan para ca-sar exclusivamente a un solo chico a fin de evitarduran te las sucesior es el Iraccionamicnto de lospatrhnonios, privaban de mujer lcgitirna a la granrnayorfa de los varoues adultos, Envidiosos de losque poscian una, sofiaban con rccibir ellos ta111-bien una esposa, si 110 en tomarla a fa Iuerza,Aguardaban impacientcs la ocasiou. Con Irccueu-cia durante mucho tiempo. Asl, Guillermo elMariscal, el modelo del caballero, seguia soltcrocon casi cincuenta afios, y la mayorfa de sus eom-pafieros siguieron estaudolo hasta su mucrtc.Merodeaban alrcdedor de las mujeres, languidc-ciendo pOl' capturar una. En una epoca en/quelas estructuras poliLicas se reforzaban, en que los.prlncipes se afanaban por domesticar a la caballe-ria, pOl' rnanterierla en paz, reunida en torno suyoen su Corte, en aqucllas grandes ..reunioues mun-danas llenas precisamente de mujercs, de presastentadoras, sernejante presion de perseguidores,Iogosos 0 taimados, en torno a las darnas y a lasdonceUas, era un factor de desorden que impor-taba contener par todos los medias. Ahora bien,yes la segunda razon, en esa misrna epoca, du-rante .la segunda rnitad del siglo XII, y en esaparte de Europa, Ia Iglesia se afanaba pOl' cristia-n iza r en' profundidad a la clase dominante.Condenando la poligamia y el incesto, conseguiasobre todo que Ia nobleza cornpartiese su pro piaconcepcion del matrimonio. Mieruras que impo-nfa al clero la estricta continencia, trataba de

    acantonar entre los laicos el uso del scxo =inevita-ble porque la supervivcncia de Ja especie dependede el-, en eI marco de una conyugalidad ccrraday sacralizada. Es Iacil ver la contradiccion: ~'"_I~! 'O-P2!1!

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    como se cornportaban los mundanos de la epoca,Porque esos romans son espejos clon de se reflejanlas actitudes de sus oyerues, Las reflejan conbastante fidclidad porque, coma las vidas de san las,ten ian la misi6n de, ensenar aportarse bien aluernpo que divertlan: a las heroes que sacaban aescena les atribu ian par tanto sentimientos yposturas que se apartaban algo de 10 cotidiano,de 10 efectivarnente vivido, cierto, porque se tratabade hacer sonar, pero que no podian sin embargoresultar dernasiado diferentes para que tales heroesfueran objeto de irnitacion. Tarnbien los rcflejanporque las actitudes de los caballeros de la TablaRedonda y de las mujeres a las que perseguianenamorados 'fueron efe crivame n te imitadas.Aquellos y aqu e llas a las que esa lite raturaapasionaba se inclinaban a imitar sus maneras depensar, de sentir y de obrar.

    Entre 1160 y 1180, el mas fecundo de lostalleres de creaci6n literaria trabajaba en las canesque tenia el rey de Inglaierra, Enrique II Plantagener,principalrnente en Anjou, en Norrnandia y en elducado de Aquiiania, del que, como duefio deLeonar, su mujer, tambien em el arno. Las modusse lanzaron en las reuniones que tE l presidfa. Paradivertir y educar a los caballeros reunidos a sualrededor y a los jdvenes cllya educacion vigilabaIen su casa, las poetas a su servicio desarrollabansu punto de vista sobre un lema que afectaba acodas aquellos hombres, el de las conflictivasrelaciones entre la codicia masculina y su abjeto,

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    la mujer, evidentemente la mujer de buena cuna,la darna, Trataban esc terna desde diversos puntasde vista, bien como efusi6n lfrica que cantaba el"fino amor", el amor que hay llamarnos cortes,bien adaptando relates tornados de los autoreslatinos clasicos, celebrando a su manera las aventu-ras amorosas de Aquiles 0 de Eneas, bien, y estoera adentrarse por la via mas nueva, rrabajando la"materia de Breta na", es decir un cuerpo deleyendas salidas de las tradiciones celticas.. Bardos procedentes de Cornualles 0 del paisde Gales ernpezaron verosfmilmente a recitar es-tas leyendas una treintena de afios antes en. elcntorno del abuelo de Enrique II, el rey EnriqueI, tarnbien duque de Normandfa. Las habian aco-gido can el mayor .Fervo r, algo asi como ~oyacogemos entre nosotros eI reggae 0 la salsa, y por .las mismas razones: esos relates abrian el hori-,zonte, arrastraban hacia otra parte, sorprendfan ..quebrantaban habitos, invitaban a lanzar sobre la ' I,:vicla una mirada nueva. Las historias mas fasci- ;:nantes hablaban de amor. Pero de un arnor salvaje,indomablc, de un amor loco. 0 mas bien del de-seo loco, esa fuerza misteriosa que lanza uno haciaotro a un hombre y a una mujer dominados paruna sed inextinguible de Iundirse en el cuerpodel otro. Un impulse 'torrencial y tan poderoso,tan rebelde a cualquier control que, como esasmuertes inexplicables que entonces se explicabande buen grado por la intervencion de un brebajernagico, parecfa desencadenarse accidentalmen-

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    te, ciegarnente, por efecto de un sortilegio. ASIplies, en el centro de esos relates estaban el filtro,las rnixturas, las infusiones, el "vino de hicrbas",preparados segun recetas cuyo secrete solo trans-miten las mujeres. Si par casualiclad alguicn bcbcesa pocion, a partir de esc mornento qucda he-eho prisionero. Nadie puede haccr nada contrasu poder mien tras sus virtudes no se hayan cvapo-rado. Mostrar los efectos nefastos de uri deseo aSInacido, y par tanto ingobcruable, era idoneo paraalimentar, en la sociedad cortes, saludables rc-flexiones sobre el orden y cl desorden, y de modoespecial sobre esa agitaciou cuya causa soh lasturbulencias de la sexualidad.

    Un Ienomeno de cristalizacion him coagu-larse los elementos disperses de la leyenda en lornoa una sola figura heroica, la de un perfecto caba-. ,llero, Tristan. Observernos que es una uguramasculina. Para quienes Iueron los primeros enaida, esa historia no concernfa, como nos ocurrea nosotros, a Tristan eIsco, sino solo a Tristan: el"unnatt de Tristan" fue el titulo que dieron a lasobras que se la contaban. No es sorprendente.rLaliteratura caballeresca r u e cornpucsta en Sll Lotali-dad por hombres y principalmente para hombres.Todos sus heroes son masculines. Las lTIlUCreS,imprescindiblcs para el desarrollo de la intriga,solo tienen en ella papeles sccundarios.

    El relate de las hazafias de Tristan cornicuza,igual que las vidas de santos que escribian losmonjes de la epoca -y como la autobiografia de

    Abclardo-' con la cvocaciou del hombre y de lamujer que se unieron para cngendrar al heroe ycuyo destine prefigura el suyo, pues prosigue des-de el nacimiento del hcroe basta su muerte. Encsta linea recta se inscribe la aventura. Luchandoen dos ocasiones contra adversaries rnonstruosos,dos veces vcnccdor y, gracias a su victoria, libe-rando a un pueblo de la opresion, dos veces herido,Tristan Iue curado por dos veces por una mujer.Como lela de fondo de estas proezas maravillo-sas, el mar, e Irlanda en el horizonte, iejana,cxuaiia, el Far Wcst de la Europa de cutouces,donde esta proycctaba sus fantasmas. (lis casuali-dad que, para cautivar a su auditorio, estes hombresde guerra que, en su tierna infancia, habian sidoarrancados bruralrnerue de los brazos de su ma-dre, del universe de las .mujeres, que c1esdeeruonces haclan Ia vida entre si, y para quienes 10Icmenino era desde esc arrancarnicnto lin terri-tor io de nostalgia y extraiieza, los poctas hubieranclegido poner delante de Tristan una mujcr sali-da de una comarca brurnosa, y quc el mar,peligroso. caprichoso, lugar de separaciories y depaso, ocupe tanto espacio ~n la Iicclon? Tristanesia en cl mar, a bordo del navio que 10 conducea Cornualles y en el que lleva a Iseo hacia sufuturo marido, el rey Marcos, cuando com partecon ella, por error, eilouedsink, uno de aquellosbrcbajcs de amor que las madres atcnias coclanla vispera de la neche de bodas a fin de que suhija Iuera satisfccha, durante algun tiempo por 10

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    me nos, en los brazos de su esposo. Ardien te dedeseo, Tristan, todavia en el mar, toma a1 punto aIseo. Incapaz desdc eruouccs de rcuuriciar i\ csnmujer, incluso aunque ella se haya convenido enmujer de otro, y a pesar del arnor privilegiadoque sie nte naturalmente par el rey, tfo matcruosuyo, a pesar de los celos, de todas las trampas,lleva a Sll presa al bosque clla_ndo son descubier-tos, para vivir salvajernente el amor, lin amor tanviolentamente hecho que los cuerpos, dice el poe-rna, eran "maltratados". Y de nuevo el mar aparececuando, devuelta Iseo a Marcos, Tristan se casacan otra Iseo, esperando en vano liberarse canella del deseo de la primera. Esta, la verdaderaIseo se hace a la mar wando Tristan herido lallama para que Ie cure por tercera vez, de la rnucrtey de su deseo. Perfida, la mar reticne a Isco, )'cuando puede por fin desembarcar, Tristan ya noexiste, se ha dejado morir.,

    , iPOUT moi a ve r. p er du le t v ie ,Je[erai , moi, en uraie amie.POUT VOllS, V~llX memement mourir. I

    leyenda habra side recibida y luego elaborada, des-de ese punto focal de la cultura caballeresca queera la COrle anglonorrnanda, la hermosa hisrorrainvadid ioda Europa, crnpeza ndo por Alemania,donde el ernperador Federico Barbarroja se dedi-caba a implaruar las costumbres de la caballerfa,Hacia 1230, en Francia su trama sirvi6 para bor-dar los arabescos infinitos y tornasolados de linin term inable 'Tristan en prosa, Med io siglo mastarde, Iralia se dejaba cautivar par el encanto delamor tristanesco. Ese encanto ha conservado su.vigor duran te siglos, Hoy esta lejos de haberse. a pagado. Todo el mundo esta de acuerdo en que'la historia de Tristan asienta sus reales s6lidamen-.te en el coraz6n mis m o de una mitologfacspecfficameu te ell ropea.Conviene cap tar esa his LOria en su fuente ori-ginaria para saborearla en su espontaneidad y ,

    : POI- tanto, volver la vista hacia las huellas mas an-~tiguas que subsisten del relate, hacia los poemas: cllya eclosi6n favoreci6 Enrique Plantagenet en'los aries setenta del siglo XII, en eI momento enque se prosegufa la construcci6n del coro de No-.tre-Darne de Paris, donde Benedetto Antelami:esculpfa un descendirniento d~ Ia Cruz para lacatedral de Parma: donde se difundia la herejfa.valdense pocos aries antes del nacimiento de' Fran-'cisco de Asis. Salvo un lai de Marfa de Francia' enque se cuenta, en elegante relate, un solo episo-,dio de la historia, s610 conservamos fragrnentos.de esas obras pocticas rimadas en el dialecto fran-

    Iseo muere tarnbien. No de deseo, sino, comodice el antiguo frances, de "tendrure" [ternura],

    El exito del roman fue mmediato, conmove-dar, duradero. Desde et lugar en' que la primitiva

    I "I'M 1111habeis perdido la vida.! Yo obrare como verdndc-I'llamiga./ Por vos quiero ijtlli\lmcl1lC rnorir."

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    ces que se hablaba a uno y otro lado del Canal dela Mancha entre las gentes de mundo )' clue des-graciadamente no puede leerse hoy directarnentesalvo por fildlogos avisados. Bcroul y Thomas, los.autores mas irnportantes de los fragmentos, ~eon-laron alguna vez esa historia de principio a fincomo rue eontada poria saga que el herrnanoRobert redacto por orden del rey Haakou de No-ruega? En cualquier caso, del relate que uno yotro compusieron, en la actualidad solo nos que-dan, y el hecho es notable, las peripccias milSconrnovedoras, las mas cap aces de emocionar alauditorio porque muestran, presas del loco arnor,a un hombre ya una rnujer. .

    Con el corrcr del tiernpo, 1 < 1 atencion sc h ..desplazado inse nsib leruc n lc hacia let figu rafemenina, hacia el personaje de Iseo que, en laopera de Wagner}' en la pelfcula de Jean COClC

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    imagen de la mujer que coricordaba con los Ian-tasmas de las gentes de la cone. Supieron tocarcucrclas scnsiblcs, porc]llc, en caso con n-ario , ~qllcquedaria de Sll obra? Esos versos C]ue, para reci-tarlos, el interprete sacaba de su memoria durantecada presef! tacion de la obra, esas palahras qllevolaban de boca en boca, tenian todas las proba-bilidades para perderse. Sipodernos leerlas todaviaes porque gustaran y porque la historia que cuen-tan apasiono a los oycntes. Par eso el relata deesa aventura ofrece materia para reconstruir, conmenos incertidumbrc que por otro hies, una ima-gen que resulta muy diffcil percibir, la imagenque se hacian de la mujer y del amor, hacia 1170-1180, en esas avanzadillas de la sofisucacion socialque el-an las cortes auglonormandas. Y dado I'lliecada uno de los autores, Thomas, Berolll y cl res-to, se imagine a Iseo a su rnanera, dado que lcpresto ciertos seruimieruos. cierto tono, cicrtas ac-ti tud es, u ti liz an do adem as, para rnostrar lafeminidad en todos sus aspectos, a dos personajessecundarios, la azafata de la reina y la otra Iseo, laesposa del heroe, la mujer aparece en estes poe-mas bajo multiples caras, hasta el punto de que elhistoriadar consigue distinguir las diferentes In i-radas que los hombres lanzaban entonces sabreIla. I j r A todos.jovenes y viejos, casados 0 solteros, yl~ml i 'n a las mujeres de la corte, Iseo ofreclaI I I1H fignra cjcrnplar de la feminidad. Iseo es unadamn. Mn s incluso: es una reina. Ha lIevado re-

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    giamente su carrera de 'rnujer. Hija de un rey,I heredera de un reino, su padre y su madre ladieron a o tro rey, En la nor de su juventud reinaal lado del amo en ese lugar central de la corteprincipesca hacia el que convergen todas las mi-radas, todas las devociones, todas las codicias, Iseoes hermosa. Es la mas hermosa "de aquf a las.marcas de Espana". Su rostro irradia luz: claridadde los ojos, brillo de.los cabellos dorados, frescu-ra de la tez. Del cuerpo, los poemas celebran laelegancia, pero no 10 muestran. Piidicos, no deta-llan nunca sus encanros, En efeeto, wando la reinadesfila entre los caballeros para alegrfa de la cor-te, SLI cuerpo deja adivinar un icarne n te .suIlexibil idad bajo los esplcndidos adorn as, descri-ios ampliamente, y que, ocultando esas forrnas,aviva mas todavfa los poderes de seduccion. Y cuan-do se evoca la estatua que Tristan, alejado de Iseo,hizo tallar, scmejante a las imagenes de san las yreinas que en esa epoca empezaban a levantarseen los porticos de las catedrales de Francia, para,en una especie de santuario del fino amor, fijarsobre la efigie su devocion por la arnante inacce-sible, la descripcidn se detiene, tambien en estaocasidn, en el manto. Por otro lado, )0 que agra-da en ese cuerpo es la robustez del esquelcto. Noimaginamos para Iseo la flexibilidad gracil que seve en las Vfrgenes esculpidas en el siglo XIV ni enlas eleganres que hacen melindres en los vergelesde los libros de las Tres Riches Heures. Es de unabelleza ruda, Los guerreros y cazadores que fue-

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    ron los prirneros deslurnbrados pOl' esta mujcrirnagiriaria arnaban la Iirrneza, la reciedumbre Es-peraban de sus compaiieras resistencia y vigor.Las dcseaban capaces de cabalgar interminable-mente y, como haec Iseo ell ei[Jocma, de romperlos dientes de Ull consejero perfido mediante unode esos pufietazos con que las a 111 as de casa de laepoca castigaban por 10 cornun la indocilidad desus criadas. Iseo esta: hecha para dar a su maridofutures reyes val e n tisirnos y III U)' fogosos. Ah r es-taria su realizaciou: Porque, para una socicdadcuyo esquelet.o cstaba constltuido por sus csuuc-turas dinasticas, la feminidad s610 alcauzaba laplenitud en la materrudad, lsco cs maternal, des-de luego, por un rasgo del pcrsonaje licrcdadode las lcyendas cclticas. Dotada de un podcr mis-terioso, calma los dolores, acuna, cura, consoladoracomo esa madre cuyo deseo lnsatisfccho censer-vaban los caballeros adolescen'lcs huudido CII Inmas recondite de su ser y cuyo lugar habrian que-rido ocupado por la dama, por la eSIJosa del sefiorencargado de su formacion. Pero, dc.sde luego,en el relate no se haec ninguna alusiou a unaposible Iecundidad de Iseo. No se podia hablarde ese tema, La estructura de la inlriga 10 prohi-bra, 10 misrno que la opinion corrnin, deseandoardientemente que la rnujer adultera fucra este-ril, a un tiernpo para castigo s uy o y para evitar labastard fa, cuyo ternor obsesivo acosaba entoncesel esplritu de todos los jefes de [am il ia.

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    Porque es adultera, porque el rey Marcos noes el unico que saca placer de su cuerpo. Iscomostraba a los nurnerosos caballeros a quiencs nose habra dado esposa una imagen carn de sedu-cirlos, la de la perfecta com pafie ra del juegoarnoroso. Presta a cncenderse, dejandose llevarde buena gana bajo Ia "cortina", al abrigo de lascolgaduras del iecho, Iseo tcrne desde lucgo lacolora de su hombre y tiembla, pero su gUSlO porcI plac~r termina venciendo. Arrostrando el peli-gro, cvitando las ernboscadas, discreta, escapa alas miradas malevolas, Cuando es descubierta, uti-liza la astucia. Sabe mentir. Miente bien,jugandoCOil las palabras para no caer en perjurio. Ridicu-liza a los rruuidcs cuyo en-or consistc en tenercclos, en vigilar dcm

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    corte se desternlllaban. Se reran tiel rey cornudo,y bajo la cara de Marcos sc trausparcruaba 1:1deLuis VII, Se reran de las malas pasadas que lej~gaban los des amarues, Pero. dudo mucho deque sc hayan puesto sicmprc de pane de Isco.Muchos y , en prirnerlugar, los hombres c",:;adospOI' supuesto, solo aplaud ian cuan do o[an, aBrangien, la criada, vituperar a su ama, denunciarelloco arnor, la maid ad, la purarierla, y reprocharal fey Marcos su induigencia culpable: h~brfadebido vengarse, llevar a Ia hoguera a la traidoray defender a l rn en os SLt, ho no r. '~Fu,!lera","zalamcra": la falsia al servicio de la it !J I lI'J;l , Iscola ' 'guivre' ' , la vibora. En ella se encarna el pcligroque precede de las H lL Ueres.iese mal, ese ferme n tode pecado de que inevi tablcrnente SOil P?rtadorastodas las hijas de Eva, la parte maldita d.e lafernin id ad. Para los compafie ros de En r iq uePlantagenet, la rnujer tambien era eso, In Iragilidad,una irrcprimihle incllnacion a entregarse al placer,Tristan piensa igual que ellos, No ilene ningllnaduda: Iseo la rubia es feliz y arde entre los brazosdel rey Marcos; 10 que necesita es ~111 macho. Pordespecho, creyenda que le bastara el pla_eer ,paracurarle de su deseo, Tristan decide tornar el mrsmouna esposa. Evidenternente se equivo~a, .!~~jos .deapagarsc, "cl deseo que ticne de In rema Ie pnva

    .de todos sus recursos [rente a [ ; , 1 hermosa doncc!laque espera febrilmente a ser tom,~da,en e,~Jech,onupcial. Y,no soporta el fiasco, la retirada ',.r

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    eclesiasuca y cl lISO mas [recu~nle de la confesidnscnsibilizaban en este problema, la cucstion de 1

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    Por' eso, en In ultima' parte de! pocma insisrio enel desdoblamiento del personaje de Iseo. Iseo larubia, aquella de Ia que Tristan se apodero antarioen el navio, esta en ese memento lejos, confiscada;su cuerpo esta ausente, en poder rotalrncnte delmarido, Tristan tiene en su carna el ctlerpo deotra mujcr, de 511 csposa. I .lcva el nomhrc de Isco;es tan bella como Isco: cs su dohle. Tristan 1