Geografía y ambiente en América Latina

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Libro editado por el INE

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Geogr afa y a mbiente en A mrica Latina

Geografa y a mbiente en A mrica LatinaGerardo Bocco, Pedro S. Urquijo y Antonio Vieyra (coordinadores)

Universidad Nacional Autnoma de Mxico (UNAM) Centro de Investigaciones en Geografa Ambiental (CIGA) Secretara de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) Instituto Nacional de Ecologa (INE)

Los captulos de este libro fueron arbitrados por pares acadmicos. El texto en su conjunto se privilegia con el aval de las instituciones editoras.

Primera edicin: 2011

D.R. Centro de Investigaciones en Geograf a Amnbiental (CIGA)

Campus Morelia de la UNAM Antigua carretera a Ptzcuaro 8701 Col. Ex Hacienda de San Jos de la Huerta C.P. 58190, Morelia, Michoacn, Mxico www.ciga.unam.mx/ciga

Instituto Nacional de Ecologa (INE-Semarnat) Perifrico sur 5000, colonia Insurgentes Cuicuilco, C.P. 04530. Mxico, D.F. www.ine.gob.mx Coordinacin editorial y formacin: Ral Marc del Pont Lalli Diseo portada: lvaro Figueroa Foto de la portada: Claudio Contreras Edicin para internet: Susana EscobarEste libro se distribuye gratuitamente en su versin digital. Disponible en la seccin editorial de la pgina del CIGA: www.ciga.unam.mx y en la de publicaciones del INE: http://www2.ine.gob.mx/ publicaciones/index.html

ISBN: 978-607-02-2496-6 Impreso y hecho en Mxico

ndice

Introduccin Para qu una Geografa ambiental?Gerardo Bocco, Pedro S. Urquijo y Antonio Vieyra

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Primera parte. Pensando la geografa ambiental Geografa y ambienteCarlos ReborattiComentario a Geografa y ambiente de Carlos Reboratti Luis Felipe Cabrales Barajas

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Sauers Berkeley School Legacy: Foundation for an Emergent Environmental Geography?Kent MathewsonDiscussion on Sauers Berkeley School Legacy: Foundation for an Emergent Environmental Geography? de Kent Mthewson

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Margaret Skutsch

Paradero 2010: la geografa universitaria en Mxico setenta aos despusFederico Fernndez Christlieb

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Comentario a Paradero 2010: la geografa universitaria 127 en Mxico setenta aos despus de Federico Fernndez Christlieb Claudio Garibay Orozco

El medio ambiente en el quehacer geogrfico de ColombiaAndrs GuhlComentario a El medio ambiente en el quehacer geogrfico de Colombia de Andrs Guhl Carlos Reboratti

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La geografa universitaria en Amrica Latina: situacin actual y perspectivasJos Luis Palacio-PrietoComentario a La geografa universitaria en Amrica Latina: situacin actual y perspectivas, de Jos Luis Palacio Prieto Miguel Aguilar Robledo

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Segundaparte. Haciendo geografa ambiental Conservacin participativa del paisajeAlejandro Velzquez y Alejandra LarrazbalComentario a Conservacin participativa del paisaje de Alejandro Velzquez y Alejandra Larrazbal Isabel Ramrez Ramrez

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Mapeando el territorio: paisaje local, conocimiento local, poder localMichael K. McCall

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Comentario a Mapeando el territorio: paisaje local, conocimiento local, poder local, de Michael K. McCall Pedro Sergio Urquijo Torres

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La Geografa de los Riesgos Naturales y el Terremoto de Chile del 27 de febrero de 2010Hugo Romero, Claudio Fuentes y Pamela SmithComentario a La geografa de los riesgos naturales y el terremoto de Chile del 27 de febrero de 2010, de Hugo Romero, Claudio Fuentes y Pamela Smith Antonio Vieyra

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Una geografa de los desastres naturales en el centro sur del BrasilMagaly Mendona

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Comentario a Una geografa de los desatres naturales del centro sur de Brasil, de Magaly MendonaLuis Miguel Morales Manilla

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Participacin acadmica en la vinculacin con la comunidad: el caso de la Licenciatura en Desarrollo Sustentable de la UIEMMindahi Crescencio Bastida Muoz y Roco Albino GarduoComentario a Participacin acadmica en la vinculacin con la comunidad: el caso de la Licenciatura en Desarrollo Sustentable de la UIEM de Mindahi Crescencio Bastida Muoz y Roco Albino Garduo Gerardo Bocco Verdinelli

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Tercera parte. Perspectivas para una geografa ambiental Relatora final: geografas ambientalesDaniel Klooster

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Eplogo. De las geografas ambientales a la geografa sin adjetivos

Gerardo Bocco, Pedro S. Urquijo y Antonio Vieyra

Introduccin Para qu una Geografa ambiental?

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Introduccin. Para qu una Geografa ambiental?Gerardo Bocco, Pedro S. Urquijo y Antonio Vieyra

El contextoEste libro se nutre de las ponencias y comentarios ad-hoc para cada una de ellas presentadas en el Coloquio Internacional Geografa y Ambiente en Amrica Latina, organizado por el Centro de Investigaciones en Geografa Ambiental (CIGA-UNAM) entre el 18 y el 20 de agosto de 2010 en las instalaciones del Campus Morelia1. El coloquio tuvo por objetivos revisar el desarrollo de la geografa en los inicios del siglo XXI en Amrica Latina y reflexionar sobre el estado terico y conceptual de la geografa latinoamericana, por un lado, y por otro ponderar la relevancia de la geografa ambiental en tanto enfoque emergente. El evento tuvo por marco el centsimo aniversario de la refundacin de la Universidad Nacional de Mxico, hoy UNAM; de manera particular tambin sirvi para conmemorar el tercer aniversario de la creacin del CIGA. Por otro parte, el coloquio fue parte de la asignatura introductoria a la geografa, que impartimos en el Posgrado en Geografa de la UNAM en este Centro.

Universidad Nacional Autnoma de Mxico. Centro de Investigaciones en Geografa Ambiental.

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Geografa y ambiente en Amrica Latina

El coloquio y la asignatura introductoria respondieron a una paradoja planteada por nuestros estudiantes de posgrado: por qu en un programa de Geografa no se incluan mayores reflexiones tericas sobre la disciplina, habida cuenta que buena parte de los estudiantes provienen de otras licenciaturas. En efecto, nuestro programa haba privilegiado los aspectos operacionales y de geografa fsica por sobre los conceptuales y de geografa humana. De este modo, nos dimos a la tarea de formular los contenidos de un curso que ofreciera a los estudiantes los elementos tericos bsicos acerca de las corrientes principales de trabajo acadmico en geografa. Escogimos la ya antigua propuesta de Pattison (1964) que seal cuatro reas clave, mismas que l denomin traditions en Geografa: anlisis regional, anlisis espacial, y perspectivas desde las ciencias de la tierra y desde la relacin sociedadnaturaleza (mand-land o human-enviornment). De manera complementaria propusimos la celebracin del Coloquio, para lo cual invitamos a especialistas de varios pases de Amrica Latina, o bien otros especialistas de fuera de nuestra regin pero que trabajan en Amrica Latina, a que expusieran sus puntos de vista en forma sistemtica; es decir, mediante textos que pudieran convertirse, eventualmente, en captulos de un libro. Asimismo invitamos a otros tantos especialistas para que elaboraran y presentaran a su vez un texto corto como comentario a cada ponencia impartida2. Todo este material es el que recogemos en este libro. De este modo buscamos por un lado responder al vaco sealado por nuestros estudiantes, y por otro avanzar en una de las metas planteadas en 2006 en el propio documento de creacin del CIGA3; a saber, la contribucin a la construccin terica y metodolgica de un aparente campo emergente: el de la geografa ambiental. Nos interesaba particularmente conocer la visin de los casi 15 especialistas invitados, de diversas latitudes, pero trabajando en Amrica Latina. La especificidad regional, pensamos, sera relevante, ya que partimos de la nocin de ambiente como objeto social, cultural e histricamente construido. De tal manera que una reflexin sobre la interseccin

2 Hemos respetado, en estos comentarios el estilo y formato ofrecido por cada comentarista. 3 El documento de creacin del CIGA est disponible en www.ciga.unam.mx.

Introduccin Para qu una Geografa ambiental?

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(explcita4) entre geografa y ambiente, tal como sugiere la dupla geografa ambiental, se enriquecera con los aportes desde un espacio cultural e histrico compartido, la Amrica Latina. Por otro lado, este esfuerzo daba continuidad a un trabajo iniciado en 2007 de revisin y anlisis bibliogrfico e histrico de la contribucin de la Geografa a la cuestin ambiental, con base en sucesivas bsquedas en bases de datos bibliogrficos disponibles en la Internet, incluyendo artculos publicados en revistas arbitradas y libros en editoriales cientficas5. En estos trabajos, las preguntas clave que nos formulamos en paralelo fueron, en primer lugar, acerca de la posible existencia institucional de la Geografa ambiental, utilizando como indicadores (a) la existencia de artculos o libros que incluyeran esta dupla bien en su ttulo, bien en palabras llave; (b) la existencia de departamentos acadmicos en facultades o escuelas con tal rtulo; (c) la presencia de comisiones sobre el tema en sociedades cientficas, tanto en Geografa como en ciencias afines. En segundo lugar, revisamos la relacin entre Geografa y Ciencias Ambientales, en especial desde el punto de vista de posibles marcos conceptuales compartidos o interrelacionados. En tercer lugar, intentamos revisar el papel de los dos campos tradicionales en que se ha compartimentado la Geografa, a saber, la Fsica y la Humana, en sus respectivas contribuciones a la Geografa y ambiente, o en su caso, a la Geografa Ambiental. De esta manera se conform un breve pero relativamente slido corpus resultado de la revisin y anlisis de la bibliografa. En lneas generales, los resultados sugirieron que la Geografa Ambiental carece de una presencia institucional bien establecida. Ello a juzgar por la ausencia de una revista cientfica con ese nombre, las muy escasas referencias de artculos publicados en la bibliografa internacional, la casi nula presencia de libros y la ausencia tanto de departamentos de Geografa Ambiental como de comisiones o captulos en sociedades cientficas. Ello no contradice la larga y robusta aportacin de la Geografa a la cuestin ambiental, documentada asimismo4 Hablamos de una interseccin explcita, ya que la implcita est dada por la geografa como una ciencia de carcter netamente ambiental. 5 Al final de este captulo se resean los resultados de estos anlisis a modo de un breve apndice conteniendo tanto ponencias como artculos o captulos en libros.

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Geografa y ambiente en Amrica Latina

en el coloquio y en este libro, as como en la literatura cientfica sobre sociedad, ambiente y territorio. Asimismo el anlisis realizado sugerira que las ciencias ambientales carecen de un marco conceptual y metodolgico propio; han surgido en tanto mbito multidisciplinario como una respuesta a la crisis ambiental global reconocida desde la dcada de 1970 y su contribucin se da especialmente a nivel de ciencia aplicada. Parecera que las ciencias ambientales toman el marco conceptual de aquella disciplina que constituye el eje en la definicin y eventual resolucin de un problema especfico. Se podra concluir que la contribucin de la Geografa al tema ambiente se ha dado desde su conformacin como ciencia, y lo ha hecho desde la perspectiva territorial espacial o, si se prefiere, ha aportado a la comprensin de la dimensin espacial de la nocin ambiente. En otras palabras, si bien muchas disciplinas, en especial en las ltimas dcadas han descubierto y aportado a lo ambiental, la Geografa lo ha hecho tradicionalmente con una especificidad que la diferencia de otras disciplinas. Tal vez el tema ms atractivo desde el punto de vista del fortalecimiento del campo emergente que denominamos geografa ambiental es acerca del futuro devenir de esta subdiscplina emergente o tal vez visin de lo ambiental desde la Geografa. Castree (et al., 2009:1-9) sugieren que la Geografa ambiental comparte mucho de la denominada tradicin human-environment ya sealada ms arriba, y que sera muy importante que se abandonara la compartimentacin en las ya tradicionales geografas fsica y humana e intentar cerrar la brecha entre ciencia natural y ciencia social al interior de la Geografa. Asimismo sugieren que esto permitira a la Geografa ambiental jugar un papel de liderazgo en relacin con otras disciplinas en el concierto de lo ambiental6. Es necesario que pase algn tiempo para verificar el derrotero de la Geografa ambiental, tanto en su desarrollo terico como en sus contribuciones metodolgicas y en aplicaciones. En el CIGA no existe consenso pleno en el tema. Pero una de las visiones reconoce que es la Geografa como ciencia social la que debe llevar el rumbo en este trabajo de elaboracin y operacin.6 El captulo de Mathewson en este libro ofrece, en su inicio, una breve resea del texto referido.

Introduccin Para qu una Geografa ambiental?

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Ello no supone que cese o se menosprecie la actividad en temas tpicos de la geomorfologa y cuestiones tcnicas tales como los sistemas de informacin geogrfica en particular integrados a la percepcin remota. Muy por el contrario, esta actividad debera realizarse al nivel ptimo. Sin embargo, tanto las grandes preguntas de investigacin as como los grandes marcos estratgicos donde articular las respuestas emanan ambos de la ciencia social. En otras palabras, la pregunta que puede servir como eje para esfuerzos futuros pasara por cuestionarse acerca de la posible contribucin de la Geografa Ambiental a la teora social.

Las contribucionesLa obra est estructurada en tres partes: Pensando la Geografa ambiental, Haciendo Geografa ambiental y un eplogo. La primera aparece conformada por cinco trabajos. El primero de ellos, de la autora de Carlos Reboratti, analiza a travs de las diferentes tradiciones y escuelas geogrficas las causas de la particin que se presenta en la Geografa y que ha llevado a la separacin de la disciplina en la Geografa fsica y la Geografa humana, haciendo nfasis sobre todo en el contexto de Amrica Latina. Para salvar dicha separacin el autor plantea que la Geografa debera de asumir un mayor inters por los temas ambientales, ya que en ellos confluyen mltiples factores tanto de mbitos naturales como sociales que a su vez potencian la reflexin terica como la bsqueda de soluciones prcticas. En el segundo artculo Kent Mathewson hace una presentacin de la Geografa ambiental como un campo o subdisciplina emergente en la que la geografa humana y la geografa fsica confluyen, e idealmente se integran. Mathewson sugiere que este nuevo campo es incentivado por un amplio rango de factores actuales, entre los que destacan en un extremo la crisis ambiental global y en el otro el pensamiento geogrfico post-positivista y post-estructuralista. No obstante, reconoce que ni la forma ni el contenido de la Geografa ambiental estn an definidos, por lo que su contribucin est encaminada en una primera parte al anlisis del uso actual del trmino, teniendo especial inters en el enfoque legado de la escuela de Berkeley, encabezada por Carl Sauer y sus seguidores, quienes desarrollaron el enfoque conocido como tradicin hombre-naturaleza (man-land tradition), a

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Geografa y ambiente en Amrica Latina

lo que considera un principio fundacional de la actual Geografa Ambiental. Finalmente, analiza ese mismo enfoque pero en sus aplicaciones recientes atendiendo las problemticas y direcciones tericas actuales, sugiriendo algunas de las races que los gegrafos ambientales deberan de explorar y tomar en cuenta. En la tercera aportacin, de la autora de Federico Fernndez, se plantea una historiografa de la geografa universitaria en Mxico, desde su origen hace poco ms sesenta aos hasta la actualidad. En ella el autor establece tres grandes apartados, en el primero hace un recuento de los antecedentes decimonnicos para ubicar el origen y las influencias que formaron el pensamiento geogrfico en Mxico; en el segundo analiza la generacin hoy activa, es decir, aquella que se form durante la dcada de los setenta y ochenta, profundizando en los conocimientos y visiones propios de la disciplina universitaria de aquellos aos y la visin y el ejercicio que esas generaciones han podido desarrollar hasta inicios de la primera dcada del presente siglo; y por ltimo plantea un esbozo de lo que es la geografa mexicana setenta aos despus de sus inicios y cul es el posible panorama en diez aos. Por su parte Andrs Guhl en su contribucin analiza algunas visiones del medio ambiente en el quehacer geogrfico de Colombia, para ello destaca en primera instancia la relevancia de la Geografa como una de las principales disciplinas abocadas al estudio y la atencin de la crisis ambiental global. Posteriormente fundamenta cmo en Colombia el medio ambiente es visto como el escenario donde ocurren las actividades humanas y cmo la dimensin de la construccin social de la geografa ha quedado relegada por otra ms pragmtica con una visin tcnica y positivista en los temas ambientales. Asimismo concluye que la Geografa en Colombia carece de un carcter integral e interdisciplinario, propios de la Geografa Ambiental, no obstante destaca el reciente surgimiento de desarrollos conceptuales relevantes que podran generar una geografa ambiental en dicho pas. Como cierre de esta seccin, Jos Luis Palacio analiza el proceso de institucionalizacin de la Geografa en Amrica Latina; para ello establece en principio un recuento del surgimiento y evolucin de las primeras sociedades cientficas en el mundo y particularmente en la regin y como estas ltimas han establecido una serie de esfuerzos de difusin del quehacer geogrfico a travs de eventos internacionales que han buscado aglutinar a la comunidad

Introduccin Para qu una Geografa ambiental?

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geogrfica abocada al estudio de diversas problemticas de Amrica Latina. Posteriormente el autor plantea una caracterizacin del crecimiento de la oferta de programas universitarios enfocados a la formacin de gegrafos profesionales en la regin y discute algunos de los factores que han propiciado su desarrollo, situacin actual y perspectivas. El autor concluye que ante la paradoja que se vive en Latinoamrica sobre el desarrollo de la Geografa, ya que en la mayora de los pases es an muy incipiente, el incremento relativamente notable de la oferta universitaria permite apreciar un futuro de mayor desarrollo para la disciplina, basado en la creciente demanda de profesionistas que aborden los crecientes y agudos problemas ambientales y sociales que se presentan actualmente a escala mundial y regional. La segunda parte del libro, Haciendo Geografa Ambiental, est conformada por cinco trabajos. En el primero, Alejandro Velzquez y Alejandra Larrazbal plantean que ante la gravedad de los alcances de los problemas ambientales y la necesidad de nexos directos que conecten las contribuciones cientficas y la toma de decisiones destinadas a la sustentabilidad ambiental, el enfoque geogrfico transdiciplinario de la ciencia del paisaje puede, en gran medida, servir como catalizador asistiendo a los actuales desafos cientficos y proporcionando conocimientos que apoyen la planificacin integral. Por lo que en su contribucin analizan los alcances del enfoque participativo en el manejo del paisaje, que a su vez permita alcanzar eventualmente acciones racionales y duraderas, para la conservacin del capital natural. Michael McCall aborda un interesante enfoque sobre los ambientes en comunidades locales de Amrica Latina, en particular en poblaciones indgenas, basado en las representaciones cartogrficas que ellas hacen de sus territorios y los recursos que poseen. El autor atiende en primera instancia tres preguntas especficas respecto a los mapas participativos: por qu hacerlos?, qu cartografiar? y cmo hacerlo? Parte bsicamente de las siguientes interrogantes ms generales: por qu es tan importante cartografiar el territorio y sus recursos para estas comunidades en Amrica Latina y por qu un enfoque participativo es necesario? Cules son los objetos y sujetos resultantes de esta cartografa participativa?, y cmo se lleva a cabo una buena y efectiva prctica de cartografa participativa? Lo anterior asumiendo que, a travs de la cartografa participativa, se pueden reconocer problemas y alternativas a stos que son propios de una comunidad.

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Geografa y ambiente en Amrica Latina

El trabajo de Hugo Romero, Claudio Fuentes y Pamela Smith, pretende a travs del anlisis de un fenmeno natural que se present en territorio chileno desarrollar enfoques y categoras de anlisis propios de una geografa cientfica de tipo convencional que podra estar reconocida en objetos y procesos que corresponden a los propios de la naturaleza. La propuesta va an ms all analizando hechos y discursos propios de la geografa sociopoltica. Por tanto, dicho planteamiento asume una visin integral bajo el anlisis de un problema especfico, aspecto que es reconocido como parte esencial de la misma geografa y que bien podra estar inserto en una visin propia de la geografa ambiental. El cuarto trabajo cuya autora es Magaly Mendona tiene por objetivo analizar los desastres naturales pluviomtricos ocurridos en Brasil y encuentra al igual que el anterior trabajo, diversos elementos y categoras de anlisis desde la geografa con una marcada visin integral, manifestando su inters por mtodos de anlisis histricos, climtico-meteorolgicos y asumiendo que los procesos de urbanizacin son uno de los principales componentes para que los eventos climticos se tornen en desastres. Lo anterior, expone la autora, permite contextualizar las condiciones de vulnerabilidad en que se encuentra gran parte de la poblacin brasilea. La quinta y ltima contribucin de esta seccin, resulta, a diferencia del resto de los trabajos incluidos en este libro, de un coloquio previo realizado en el CIGA. El trabajo presentado por Mindahi Crescencio Bastida Muoz y Roco Albino Garduo enfatiza la necesaria relacin de compromiso con la sociedad que debe guardar la prctica acadmica. A este efecto, recurren a la experiencia en una de las universidades interculturales de Mxico, y escogen como tema una nocin cercana a y de inters de la geografa ambiental: la docencia sobre el desarrollo sustentable. El libro concluye con una tercera seccin donde, en primer lugar, Daniel Klooster sintetiza el conjunto de ponencias y comentarios, a la vez que formula algunas ideas para la prctica futura. El ttulo de la contribucin de Klooster es por dems sugerente, y sintetiza, en buena medida la reflexin contenida en este libro. Se trata de Geografas ambientales, en plural, y no en singular, algo que, en s mismo, merece toda la atencin. En segundo lugar, los editores, a manera de eplogo, ofrecen reflexiones finales y sealan lo que consideran podra ser una manera de hacer geografa ambiental desde un centro de la UNAM en provincia.

Primera parte Pensando la geografa ambiental

Geografa y ambiente

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Geografa y ambienteCarlos Reboratti

IntroduccinEn los ltimos aos, y uniendo el descubrimiento de fenmenos ambientales globales relacionados con la actividad humana con la aparicin pblica del ambientalismo, lo que podramos llamar la cuestin ambiental ha tomado mucha fuerza en el mundo y especialmente en Amrica Latina. Teniendo eso en cuenta, podramos preguntarnos: qu tiene que decir la geografa al respecto y como debera hacerlo? Es esta la oportunidad de reunir a la geografa fsica con la humana? Para responder esas preguntas quisiera desarrollar, tratando de unirlos, el tema ambiental con la evolucin de la geografa en general y especficamente en Amrica Latina, para buscar puntos de concordancia y, por qu no, de disidencia. Y para eso es conveniente comenzar con analizar nuestra propia disciplina.

Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofa y Letras

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Pensando la Geografa ambiental

Un viejo problema de definicinLa geografa, tal vez en mayor medida que otras disciplinas, se ha desarrollado a lo largo de distintas tradiciones, no necesariamente consecutivas sino paralelas o por lo menos parcialmente superpuestas, desarrolladas en diferentes pases y en diferentes lugares. Superpuestas a estas tradiciones se han desarrollado escuelas, tendencias y aproximaciones diversas, dando como resultado una gran confusin. Esta confusin est bien representada en la forma en que los propios gegrafos la han definido. Si ubicamos su nacimiento como disciplina independiente a fines del siglo XIX con su institucionalizacin universitaria (Capel, 1981) lo que para muchos sera casi pecaminoso, ya que llevan sus orgenes al mundo clsico, en stos ms de cien aos ha pasado sucesiva o paralelamente a ser definida, entre otras, como una ciencia del paisaje, de la organizacin del espacio, de las relaciones espaciales, de la organizacin espacial de la sociedad, de la dimensin espacial de lo social y de las distribuciones en el espacio. Un tema bsico en esta controversia es la ya vieja discusin sobre su objeto de estudio. Efectivamente, mientras en otras disciplinas este tema est claro la zoologa trata de los animales, la geologa de las rocas, la botnica de las plantas, etc., en geografa podemos tener opiniones bastante diferentes sobre su objeto de anlisis, que coincidentemente con las definiciones anteriores puede ser considerado, entre otros, el lugar, el medio, el espacio terico, el espacio concreto, el espacio social, el paisaje, la regin, el territorio o la relacin hombre-medio. El problema radica en que la mayor parte de estos objetos no son obvios y merecen para el lector desprevenido una aclaracin, lo que evidentemente le quita diafanidad a la disciplina: si para definirla elegimos como su objeto de estudio algo que a su vez requiere una definicin, la situacin, para el observador externo, tiende a complicarse. Una posible solucin, muy cara a una parte de la tradicin francesa, es pensar que su objeto es el estudio del espacio geogrfico, pero esto parecera un poco tautolgico, al estilo de los malos diccionarios: qu hace la geografa? analiza el espacio geogrfico; qu es el espacio geogrfico? lo que analiza la geografa Quin podra definir que es el espacio geogrfico sin introducirse en una extremadamente compleja discusin epistemolgica que seguramente nos llevara a la dudosa conclusin que solamente los gegrafos

Geografa y ambiente

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realmente comprendemos lo que es el espacio geogrfico?. Parece una broma, pero esta actitud de mirarse el ombligo (en este caso el geoombligo?) nos ha mantenido hasta no hace mucho muy separados de otras disciplinas, que entre asombradas y divertidas o simplemente indiferentes nos miraban discutir interminablemente sobre algo muy parecido al del sexo de los ngeles. Otra solucin adoptada por algunos (y denostada por muchos) es otra tautologa: la Geografa es lo que hacen los gegrafos, una respuesta algo airada que pareciera provenir de alguien que se ha cansado o aburrido de la interminable discusin. Discusin que proviene del hecho de que a lo mejor no hay una geografa sino varias, y por ende varias tradiciones, pasadas, presentes o futuras, que corresponden a varias formas de hacer la geografa. (Johnston, 1998) El notablemente complejo panorama de lo que antes se conocan como ramas de la geografa proviene de un proceso de conformacin de lo que podemos llamar el campo de esa disciplina, que combin lneas tericas y epistemolgicas con particiones nacionales, situaciones institucionales y posiciones relativas de la disciplina en el mbito acadmico con respecto a otras y en relacin con su imagen pblica. La tendencia hacia la fragmentacin (tal vez lo que Livingstone llama el imperativo posmoderno de la pluralizacin) (Livingstone, 1995) se ha hecho cada vez ms fuerte, y las clsicas clasificaciones con las cuales nos atosigaban en la escuela (poltica, econmica, urbana, rural, regional) han explotado en decenas de categoras y subcategoras, acercndose a lo que Jonhston llama una coleccin de comunidades acadmicas, relativamente aislada y enfocada en un centro vaco (Johnston, 1998: 144). Por ejemplo, para Peet (1998) la geografa moderna se poda pensar como desarrollndose en paralelo en nada menos que diez escuelas de pensamiento. Esta tendencia rizomtica en la expresin de Hiernaux y Lindn (2006), estar realmente indicando que el ncleo de la disciplina solo lo ocupa un nombre, el de Geografa, vaciado ya de contenido?

Tradiciones geogrficasDado el desarrollo relativo de la disciplina, el numero de Universidades y centros de investigacin en las cuales se ubica, el volumen de produccin aca-

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Pensando la Geografa ambiental

dmica y la influencia que tuvieron y tienen en nuestros pases, para comenzar es conveniente analizar el desarrollo de la fragmentacin disciplinaria comenzando con los pases del Norte, bsicamente los de habla inglesa y francesa. Para la geografa de origen anglosajn, siguiendo un clsico trabajo de Pattison luego enriquecido por otros autores (Pattison, 1990; Robinson, 1976; Livingstone, 1992) existan por lo menos cuatro tradiciones: los estudios de rea (esto es la visin corogrfica o regional), los estudios sobre las relaciones hombre-tierra (el viejo determinismo, los anlisis que promocionara Sauer y luego los relacionados al ambiente), las ciencias de la tierra (la Geografa Fsica) y el anlisis espacial. Segn el mismo autor todas tendiendo a desplazar la una a la otra, cada definicin ha dicho algo de verdad sobre la geografa, pero cada una ha tambin fallado. Todas adoptaron, de una u otra forma, una visin monstica, una nica preferencia que seguramente omita, si no apartaba, muchos profesionales que, con buena fe, continuaban participando creativamente de la gran empresa de la geografa (Pattison, 1990:202). Ms modernamente, Turner (2002) hablaba de solo dos tradiciones, la espacial corolgica y la del hombre-ambiente, y refirindose al mito de la unidad a que lleva el holismo, deca que en la prctica se manejaban cuatro tradiciones paralelas de investigacin: la del lugar y espacio, la de sociedadambiente, la Geografa fsica y las ciencias cartogrficas. Estas tradiciones se referan especficamente al universo al cual se acercaba la Geografa, y podan ser atravesadas por distintas aproximaciones epistemolgicas (tambin tradiciones a su manera): el empirismo, el cuantitativismo, el marxismo, el humanismo, el posmodernismo y los enfoques crticos, en lo que se han dado en llamar escuelas de pensamiento. En Francia la tradicin regional empirista fue preponderante hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando fuera cuestionada (cabe aclarar, en trminos no demasiado violentos) por los cultores de una Geografa ms centrada en lo temtico y en otras escalas y con una posicin que tomaba decididamente una actitud ideolgica (podramos decir que la anterior lo haca por omisin), como lo demostraron los trabajos de Pierre George (1974) e Ives Lacoste (1971), tal vez los gegrafos ms ledos en las universidades latinoamericanas a principios de la dcada de los 70 merced a una temprana traduccin espaola. El embate, siempre furioso, de la Geografa cuantitativa lleg algo tarde a Francia, en la dcada de los 70, descalificando la Geografa

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tradicional (indulgentemente llamndola clsica). Y esta posicin fue a su vez contestada por la naciente Geografa social y critica, decididamente ubicada en una posicin militante y contestataria. (Robic, 2006) Se podra pensar que las tradiciones intentan poner bajo su manto todas las posibles orientaciones que tuviera la Geografa, y eso tal vez fuera cierto porque en cada tradicin subsistan (y subsisten) lo que podramos llamar acercamientos temticos, dados por una ubicacin objetiva de los trabajos en una problemtica que permite desarrollar en su interior la aproximacin provenientes de diferentes escuelas. As, se poda pensar en una Geografa fsica cuantitativa, en una Geografa econmica marxista o en una Geografa poltica critica. Pero ese acercamiento temtico es, podramos decirlo, poco relevante para una ubicacin disciplinaria y simplemente refleja las preferencias epistemolgicas de cada investigador aunque influye fuertemente en como la disciplina (y sus cultores) ve los problemas. Pero paralelamente a esa fragmentacin, se fue sucediendo otra, que hizo eclosin en los noventas.

Unidad y fragmentacinCasi desde su inicio como disciplina acadmica la Geografa estuvo amenazada por el fantasma de la fragmentacin y la paralela prdida de identidad de un centro comn. La primera fragmentacin, que nunca ha podido realmente volver a unirse, es la separacin entre Geografa Fsica y Humana. No existe posiblemente un gegrafo que no diga que esa separacin es intil y negativa, sin embargo, y en la prctica acadmica, los que estudian la naturaleza y lo que estudian la sociedad, aunque eventualmente acepten que los dos trabajan sobre un espacio comn (la corteza terrestre?), cada vez tienen menos cosas que compartir y ms que los separan. En parte las causas de esta fragmentacin se encuentran en el distinto origen institucional de los actuales Departamentos de Geografa, a veces provenientes de otros dedicados a las Ciencias Naturales (por ejemplo, la geologa), a veces (y eso es comn en Amrica Latina) originados en un desprendimiento de la Historia y por ende ubicados en Facultades de Humanidades. Esto da como resultado que cada rama adopta lo que podramos llamar la cultura de su lugar de origen y, muchas veces, eso significa tambin el desprecio por las otras culturas.

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La separacin entre Geografa Fsica y Humana en ocasiones se formaliza en la aparicin de unidades acadmicas diferenciadas, pero la ms de las veces hace convivir en una misma a personas que se autodenominan gegrafos pero piensan a esa disciplina en forma totalmente distinta y suelen no dialogar demasiado. Y mientras unos derivan hacia las Ciencias Naturales duras, tanto en su forma de definir y analizar su objeto de estudio como en la forma de escribir sus trabajos y los medios en los cuales los publican, y comparten datos, experiencias y mtodos con gelogos, eclogos y climatlogos, los otros derivan hacia las Ciencias Sociales y su cultura, y se mezclan con socilogos, antroplogos y cientistas polticos. (Richards, 2003; Blunt, 2003) Esta antigua fragmentacin se agrava porque dentro de cada rama aparecen campos cada vez ms especficos que alejan la posibilidad de una integracin. (Goudie, 1986; Harrison, 2004) No es que no existan tendencias para unirlos, pero aun los que prefieren enfocar la disciplina hacia las relaciones entre el hombre y su ambiente no encuentran fcil tender ese puente en forma definitiva (Hanson, 1999; Massey, 1999; Turner, 2002). Como veremos ms adelante, es posible que la cuestin ambiental sea uno de los posibles puentes de entendimiento, aunque ms no sea por la creacin formal de una Geografa Ambiental. Esta tendencia centrfuga llevara a la Geografa a acercarse a los bordes disciplinarios que comunican con otras disciplinas, los cuales, segn Dogan y Phare (1993), son los lugares adonde se producen las innovaciones del conocimiento. Esta dinmica, muy evidente para quien sea capaz de quitarse por un momento sus anteojeras disciplinarias, volvera a poner a la Geografa en esa posicin adonde alguna vez se la quiso ubicar, como bisagra entre ciencias y una disciplina orgullosamente generalista. Pero, y como sealan tambin Hiernaux y Lindn (2006), esta tendencia es paralela a otra de intercambio de conceptos con otras disciplinas: hace mucho que la Geografa ya no es ms la duea exclusiva de conceptos como los de territorio o paisaje, que han sido captados, modificados y utilizados provechosamente por otras disciplinas. Pero tambin ha sabido utilizar para su provecho otros como los de ambiente o movimiento social. Y tampoco la Geografa ha podido apartarse del frenes de los llamados giros, que pareceran ser movimientos hacia una mejor comprensin entre disciplinas: la Geografa adoptando el giro cultural, la sociologa adoptando

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un giro geogrfico, Paul Krugman reconociendo un giro geogrfico en la economa (Levy, 1999).

La Geografa al surLas tradiciones geogrficas nunca estuvieron homogneamente distribuidas en los pases del mundo ni fueron universales, y en general partieron de los ms desarrollados para introducirse con posterioridad en otros pases con tradiciones propias ms dbiles o inexistentes. Pero este pasaje no fue simple ni fcil ni produjo resultados homogneos. Un buen ejemplo es el caso de Amrica del Sur, y especficamente los de Brasil y Argentina. De entre todas las tradiciones que se volcaron hacia estos pases, solo del regionalismo se podra decir que, teniendo en cuenta el entusiasmo con que fue aplicada, era una tradicin con pretensiones de universalidad. De hecho, esta tradicin pas a ser en muchos pases la Geografa oficial (esto es, la que se enseaba en las escuela), y por lo menos en la Argentina, se transmiti en una versin mecanicista e inventarial a la enseanza escolar, separando tajantemente el mundo natural (la Geografa Fsica) del humano (la Geografa Humana) y desarrollando en cada caso una serie de temas rgidamente aislados y estructurados (posicin, fronteras, geologa, climas, poblacin, etc.). Visin que por otra parte le ha dado muy mala fama a la Geografa como una disciplina aburrida e irrelevante basada en la memorizacin de un repertorio de datos y nombres. Aunque es muy notable la evolucin de los textos utilizados en la escuela hacia versiones ms modernas, esa imagen publica todava subsiste (Quintero Palacios, 1999 y 2002). La llegada a estos puertos de otras tradiciones y escuelas generadas en el Norte, como el cuantitavismo, el humanismo, la Geografa radical o el posmodernismo, se realiz en un contexto institucional diferente al que haba tenido la tradicin regional. En el nterin en varios pases haba producido un gran desarrollo del sistema universitario y de las comunicaciones globales, que recibieron ms o menos crticamente estas nuevas tradiciones. Por ejemplo, la tradicin cuantitativista, aparte de su poca capacidad para transmitir su hallazgos mas all de un crculo ulico de conocedores de la estadstica y las matemticas, para aplicarse en nuestro pases tena un problema grave: se careca de un sistema de produccin de datos de una escala, frecuencia y cali-

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dad como exigan las nuevas metodologas cuantitativas (Correia de Andrade, 1986). En parte y solo en parte eso fue solucionado por la aparicin de los Sistemas de Informacin Geogrfica, que se podran pensar como una visin edulcorada del paradigma cuantitativo original. Digo solo en parte porque si bien la informacin espacial fue solucionada por el uso de imgenes satelitarias, todava en muchos pases no existe una informacin estadstica de similar escala y frecuencia referidas a las caractersticas del ambiente y las actividades de la sociedad. Como dijimos, el mecanismo mas usual de transmisin de tradiciones intelectuales es a travs del sistema de enseanza universitaria y de los canales de produccin cientfica por lo general asociados a ella. Pero en Amrica del Sur la Geografa en las universidades fue muy tarda con respecto a la europea o norteamericana: Brasil, el pas de Amrica del Sur por lejos hoy ms adelantado en el desarrollo de la Geografa, recin tuvo su primera carrera de grado en la dcada del treinta, y en la Argentina veinte aos despus (Souto, 1996). A eso hay que unirle un hecho importante, que en buena medida habla de cuales eran los sistemas de dispersin del conocimiento: la llegada de las tradiciones tenan, creo, mucho ms que ver con la llegada de profesores universitarios de Europa que de la lectura de las pocas y selectas publicaciones de la poca. As fue como en Brasil Pierre Monbeig difundi de alguna manera la tradicin regionalista, como Demangeon lo haba hecho con la Geografa fsica (Monbeig, 1984). En la Argentina la situacin fue algo diferente, por el retardo y aislamiento de la aparicin de Geografas universitarias: hubo influencia tarda de la escuela francesa en Cuyo a travs de Romain Gaignard, y la Universidad de Tucumn recibi una serie de gegrafos alemanes, que al retirarse aos despus no dejaron huellas ni discpulos formados (Bolsi, 1991). Pero en este caso no existi realmente una adaptacin de la tradicin, sino una absorcin ms o menos acrtica. Es posible que la fuerte insercin de la Geografa cuantitativa en Brasil en los aos setenta haya mostrado la existencia de nueva formas de dispersin de los paradigmas, a travs ya si de revistas y la literatura especializada. Sin embargo, esa misma escuela nunca hizo pie firme en la Argentina, posiblemente porque por casi 20 aos a partir de 1966 la vida universitaria argentina fue constantemente interrumpida por la frecuencia de los golpes militares (Cicalese, 2007).

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A partir de los sesenta, encontramos un dato fundamental para explicar las relaciones que se generan en las Geografas del norte y del sur: crecientemente gegrafos latinoamericanos partan hacia Europa o los EEUU para hacer sus doctorados, y fueron y son a su vuelta los encargados de la distribucin y adaptacin de las tradiciones absorbidas en esos pases. Una de las causas posibles de la preponderancia de las escuelas francesa en Amrica del Sur es que las corrientes anglosajonas no se preocuparon por enviar profesores a estos pases para que, como si hicieron los franceses, difundieran sus ideas. Durante mucho tiempo la nica relacin que exista con los EEUU eran los frecuentes viajes de doctorandos para realizar tesis sobre nuestros pases, una costumbre generalmente muy ventajosa para las universidades de origen pero de muy poco valor para nosotros, ya que todava hoy muy pocos de los investigadores extranjeros se preocupan por difundir el producto de sus trabajos entre los que les que les dieron informacin y albergue. Un ejemplo para la Argentina: el mejor trabajo de Geografa histrica del nordeste del pas fue hecho por un gegrafo norteamericano y publicado en ese pas, y nunca fue traducido ni publicado en la Argentina (Eidt, 1971). Cientos de tesis doctorales norteamericanas, inglesas y francesas han quedado escondidas en oscuras bibliotecas en sus pases de origen, sin ninguna utilidad para nosotros. La relativa estabilidad de las universidades de Amrica del Sur permiti que a partir de los 80 las influencias superpuestas de las Geografas europeas y norteamericanas fueron ms notables, a lo que ayud- sobre todo en Brasil la existencia de una masa crtica de gegrafos (crtica en el sentido de tamao mnimo necesario y no necesariamente de su actitud metodolgica) que pudiera absorber estas tradiciones, como se puede ver con el notable xito que han tenido los Encuentros de Geografa de Amrica Latina (EGAL) que ya va por su decimosegunda realizacin y atrae a miles de gegrafos del continente. Al igual de lo que sucedi en casi todas las otras ciencias (incluidas las llamadas duras) la relacin Norte- Sur en la Geografa ha sido siempre desigual. Desigual porque comenz con una especie de clientelismo acadmico, donde universidades del norte (sobre todo en el caso francs) patrocinaban a su jvenes investigadores para que fueran al colonizar el trpico, donde en vez de propagar el evangelio lo hacan con su particular tradicin geogrfica,

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estableciendo as una larga y fructfera relacin de patrn- cliente. Y desigual porque todava hasta hoy es muy difcil para los gegrafos latinoamericanos publicar en las revistas del norte y as, por lo menos, poder tratar de hacer presentes sus ideas y sus disidencias.

La cuestin ambiental y la GeografaComo vemos, la geografa en Amrica Latina es una disciplina joven, pero que ha nacido con los problemas de una ciencia ms madura. Mas all de la retrica, vale la pena buscar caminos de interrelacin entre sus fragmentos dispersos, y uno de eso caminos es buscar temas comunes que constituyan desafos hacia delante y no miradas hacia atrs. Uno de los muchos desafos que tiene la geografa moderna es como encara el tema del ambiente. Para algunos, no hay demasiada diferencia entre lo que hoy se conoce como el ambiente natural y los fenmenos que antes estudiara la Geografa Fsica. Pero a poco que analicemos este tema, veremos que comienzan a surgir varios problemas. El primero es, evidentemente, de definicin conceptual: Qu es el ambiente? En primer lugar hay que ubicarse en que visin de la naturaleza nos encontramos, respondiendo a una pregunta simple: el hombre esta fuera o dentro de la Naturaleza? (Williams, 2000) Si nos ubicamos en la primera opcin, evidentemente podramos hablar del ambiente natural (esto es, la expresin de la naturaleza en un mbito concreto), en el cual el hombre y sus obras no tienen ingerencia, que sera el escenario preferido de la Geografa fsica, disciplina que como vimos tiene una larga historia y una tradicin propias. Pero si nos ubicamos en la segunda opcin, habra que considerar al ambiente en el cual vivimos como el continuum de elementos naturales, naturales modificados y artificiales que constituyen el mbito concreto que nos rodea, ms afn a la Geografa humana y a lo que se conoce como la tradicin hombre-medio. (Reboratti, 2000) Esa ubicacin previa en lo que podramos llamar distintos paradigmas tambin nos va a llevar a dos variantes distintas de pensar como nos relacionamos con ese ambiente. Si consideramos el ambiente solo a lo natural, esa relacin va a ser forzosamente una de antagonismo y la accin humana se va a considerar como un disturbio o una intervencin. En cambio, si

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tenemos una visin ms amplia del ambiente, esa relacin surge de las consecuencias de utilizarlo como fuente de recursos y servicios, lugar de habitacin y actividad y depsito de residuos. Tanto si las vemos como un escenario ajeno a la actividad humana como si la vemos como una parte integrante de nuestra cotidianeidad, es evidente que entre la sociedad y el ambiente se establece una interrelacin, donde ambos se influyen mutuamente. Esta interrelacin es compleja y dinmica, al incluir escenarios, actores y procesos que se manejan y despliegan en diferentes escalas espaciales y temporales, con muchos puntos de friccin que definen umbrales de criticidad muy variables en los momentos de articulacin. La interrelacin sociedad/ ambiente produce un espiral de efectos recprocos, enmarcados en una causalidad compleja y circular, cuyo conocimiento exige el anlisis de sus mltiples elementos y dimensiones, con la aplicacin creciente de inversiones dirigidas a mejorarlo y buscar las soluciones, adaptaciones, mitigaciones o paliativos. La bsqueda de una adecuada interrelacin entre la sociedad y su ambiente tiene como objetivo lograr una forma de desarrollo de la sociedad sustentable en lo ambiental, social y econmico y sostenible en el tiempo. El reconocimiento de los problemas, conflictos y acciones que implican la cuestin ambiental, se define en recortes territoriales distintos segn hablemos de Geografa Fsica o Humana. Aunque en ambos el recorte territorial surge primero de una aproximacin temtica, en el caso de la Geografa Fsica el recorte territorial se corresponde con el mbito y la escala de ese tema. Pero en la Geografa Humana es difcil apartarse en una segunda instancia de una adscripcin territorial escalar que se corresponde con unidades polticoadministrativas especficas (pases, estados, provincias, municipios, etc.). Esta fragmentacin tensiona la relacin sociedad/ambiente y al mismo tiempo las posibilidades de integracin entre distintos enfoques, al determinar escalas territoriales y temporales casi incompatibles entre una y otra. Uno de los casos ms claros de este problema se encuentra en la utilizacin de la idea de cuenca hidrogrfica como unidad de anlisis: si este concepto tiene un sentido claro para las vertientes naturales, y se trata de una forma til y prctica de delimitacin, no lo es tanto para una aproximacin desde la sociedad. La cuenca no es un concepto que maneje la propia poblacin involucrada, ni como fuente de identidad territorial ni como adscrip-

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cin vital, mientras que si lo hace con las particiones territoriales polticas. Pero a su vez stas muy pocas veces tienen en cuenta el ambiente natural para sus delimitaciones. A modo de ejemplo: en la Argentina hay cerca de 450 unidades administrativas territoriales menores (llamadas departamentos y ubicadas jerrquicamente por debajo de las provincias), sin embargo solo una coincide con una cuenca hidrogrfica. Qu mbitos afecta la relacin sociedad-ambiente? Por una parte podramos pensar que, a la manera que lo hacen los movimientos conservacionistas, fundamentalmente al ambiente natural, que sera necesario preservar en un estado lo ms cercanamente posible a su situacin original (cualquiera sea el alcance que le demos a esa palabra). De all que muchas veces la Geografa Fsica se aproxima a los problemas ambientales desde un punto de vista que podramos llamar algo forzadamente- ecocntrico. Pero tambin los problemas ambientales repercuten en la sociedad, tanto en su economa (lo que podramos llamar un conservacionismo especulativo), como en su calidad de vida (o bienestar, por utilizar una palabra ms antigua). Segn que ngulo de anlisis tomemos, los parmetros que deberamos utilizar para medir la magnitud del problema cambiarn, y tambin cambiarn y deberan sopesarse las diferentes urgencias que surgen de tomar uno u otro aspecto. Como intelectuales, aun cuando aceptemos la existencia evidente de aquella interrelacin sociedad/ambiente, se podra decir que hasta ahora hemos puesto ms nfasis en analizar a cada uno de los extremos, mientras hemos mirado poco la propia interrelacin. Pecando de sensibleros, desde la Geografa Fsica podramos decir en un principio fue el ambiente. E inmediatamente agregar, desde la Geografa Humana y luego nos dedicamos a olvidarnos que exista. Environment, milieu, medio ambiente (en espaol y para reafirmar nuestra fama de tremendistas, lo hemos reforzado con una palabra redundante) son todos trminos que significan lo mismo: en definitiva, el mundo que nos rodea y del cual formamos parte.

La cuestin ambiental en las ciencias socialesAntes de discutir la relevancia del tema ambiental para la creacin de un puente integrador dentro de la Geografa, es til salirse un poco de la disci-

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plina para ver como el tema ambiental puede actuar en otras circunstancias como elemento de interrelacin entre visiones aparentemente dismiles. Los que primero hablaron del ambiente como entorno fueron los eclogos, los que tal vez llevados por un exceso de celo, durante largo tiempo se dedicaron a analizar ese ambiente en todos sus detalles, escalas y componentes, salvo uno: no estaban interesados en el hombre como parte del mismo. Para la Ecologa clsica, el hombre interfera en el mismo, en sus propios trminos, intervena con su actividad en el normal desarrollo de los ecosistemas generando disturbios. Esa posicin original de la ecologa hacia el hombre (permeada tambin por una actitud de sospecha hacia las Ciencias Sociales en general) produjo una de las principales barreras que todava median entre los estudios ambientales ecolgicos y el anlisis de la actividad humana, y que en alguna medida podra extenderse a algunos cultores de la Geografa Fsica. Lo que no deja de ser penoso, no solamente porque esto dificulta un dilogo necesario sino tambin porque las Ciencias Sociales y las Humanidades podran aprender mucho de la Ecologa y viceversa. En las disciplinas humansticas, sociales y territoriales, la perspectiva de lo ambiental jug un papel que variaba de la total negacin a asignarle un papel siempre menor, solo a veces incluyendo algn factor ambiental a sus trabajos (el clima, el suelo, los procesos catastrficos). El ambiente era, por as decirlo, la hermanita pobre de las humanidades y las ciencias sociales. Sin embargo, todo comenz a cambiar a partir de una fecha que podramos ubicar alrededor de los 60. En esos momentos comenz, por la superposicin de una serie de factores coincidentes, el nacimiento de la conciencia ambiental o, como dio en llamarse, ecolgica. Para esto ayudaron por un lado las ideologas verdes al estilo hippie, la masiva difusin de trabajos que predecan una catstrofe planetaria relacionada al aumento de la poblacin, la conferencia de la UN sobre medio ambiente realizada en Estocolmo en 1972 y, posiblemente, la necesidad de buena parte de la clase media de aferrarse a una nueva utopa. Con cierta lentitud de reflejos y algo de oportunismo, las ciencias sociales respondieron a esa nueva temtica, que (entrando en el campo de la pura especulacin) no es seguro que hubiera surgido espontneamente. Pero la inclusin de lo ambiental en las ciencias sociales estuvo lejos de ser fcil y ordenada: fue y es, por el contrario, difcil y catica.

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En ese sentido, la dificultad que se presenta para analizar lo que podramos llamar la cuestin ambiental es la multiplicidad de sus facetas. En el campo de lo pblico, conviven por un lado una nocin popular del trmino que confunde alegremente ambiente, ecologa y conservacionismo. Por otro hay una dimensin profesional, ligada a la creciente necesidad de conformar equipos que traten el tema ambiental para satisfacer las necesidades de consultora. Estn tambin las posiciones internacionales, relacionadas con las numerosas agencias que tratan el tema. Y por supuesto hay activos movimientos ecologistas y partidos polticos que de una u otra manera se refieren a lo ambiental. En el terreno especficamente acadmico la situacin no es menos complicada. Adems de una aproximacin estrictamente ecolgica hay otras muchas miradas posibles a lo ambiental y ngulos y escalas de visin diferentes, como los de la historia, la economa, la sociologa, la geografa o el urbanismo, entre tantos otros. En algunas disciplinas el tema ha tenido una inclusin relativamente inocua (en la sociologa por ejemplo, que ha mostrado una notable resiliencia), en otras, como la economa, ha producido una especie de revolucin epistemolgica, o por lo menos lo quieren as los cultores de la economa ecolgica (Martnez Alier, 1999). Y en otras la relacin es muy difcil, como en el caso de la Historia, que siempre fue renuente a integrar el tema, salvo en el caso de Ferdinand Braudel, que no cre una escuela que siguiera con esa va. (Braudel, 2001). Slo cuando apareci en los ltimos aos un grupo de historiadores, gegrafos y socilogos desarrollando lo llamada Historia ambiental es que ese tema comenz a tener relevancia, aunque no realmente aceptado por la comunidad de historiadores (Hornborg, McNeill y Martinez Alier, 2007). Los investigadores se han acercado al tema ambiental de muchas formas y tomando diferentes factores, analizado temas como la relacin entre ambiente y poblacin; la visin y percepcin que tiene la sociedad o parte de ella con respecto al ambiente; el crecimiento y evolucin de los movimientos sociales ligados al tema ambiental o la historia de lo cambios ambientales, todos reunidos alrededor de una temtica comn, pero fragmentada y deformada por la adopcin de escalas territoriales, temporales y disciplinarias diferentes, que van de lo local a lo global y de lo individual a lo colectivo, de lo estrictamente actual a lo que sucedi en el fondo de la historia. De una

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forma u otra, la temtica ambiental ha permeado a muchas disciplinas, ha reverdecido en otras e incluso, podramos decir, ha creado una nueva forma de mirar lo que nos rodea. La relacin que existe entre las diferentes actividades de la sociedad y la degradacin del ambiente fue tomada hasta hace relativamente poco tiempo como un sistema de causalidad unidireccional. Por una parte pareca evidente que el hombre activamente contaminaba, erosionaba, degradaba el suelo, el agua, la flora y la atmsfera, siendo el ambiente una sufrida vctima. Por otro lado, a veces se pensaba que la direccin causal era la contraria: en los casos de grandes sequas y su consecuente proceso de desertificacin o en las inundaciones de carcter catastrfico, los factores ambientales eran los que causaban el problema, mientras el hombre era un simple y sufrido espectador. Si bien es cierto que esas posiciones produjeron finalmente lo que podramos llamar un sentido comn en el tema ambiental (dando lugar a una posicin o bien fatalista o bien rabiosamente verde), ha habido un notable cambio y la relacin se piensa ahora como ms compleja y casi nada se da por seguro como causa o como efecto. De esta manera, si bien se piensa a la sociedad como interviniendo con sus diversas actividades en los procesos ambientales, tambin es tenida en cuenta la propia dinmica de estos procesos y la necesidad de un conocimiento detallado de los mismos. De esta manera los supuestos impactos recprocos entre lo que podramos llamar el sistema natural y el social no se toman acrticamente, sino que se analizan en tanto construcciones socialmente determinadas, muchas veces deformadas por una evaluacin sesgada o simplemente incorrecta. Es con esa visin que se han analizado temas como el de la degradacin de suelos, la desertificacin o el problema de las inundaciones. Una dimensin diferente y que no trata ya directamente sobre los problemas de origen ambiental sino sobre las reacciones sociales que estos generan, son los trabajos sobre la respuesta de la sociedad a la cuestin ambiental. Abundan los trabajos sobre los movimientos sociales ligados al tema ambiental, sobre la aparicin y decadencia de los partidos verdes, sobre las posiciones ideolgicas con respecto al ambiente. Por su propia historia, es evidente que la mayor cantidad de bibliografa se encuentra para los casos de Europa y USA, donde los movimientos ambientalistas son de ms larga data y, en el caso de Alemania e Italia, han dado lugar a la formacin de partidos polticos verdes,

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que han tenido un momento de auge y otro de decadencia, a medida que sus banderas reivindicatorias eran cooptadas por los partidos polticos clsicos y tambin cuando demostraron la confusin de sus posiciones por fuera de lo estrictamente ambiental. En Amrica Latina la situacin es diferente y los movimientos ambientalistas estn por lo general en una etapa de maduracin, ms cercana a la denuncia que a la produccin de informacin que sustente sus protestas. En algunos casos han sido copias fieles de sus contrapartes europeas o norteamericanas, levantando banderas muchas veces ajenas a la realidad y movindose exclusivamente en un medio de capas sociales medias urbanas. Pero por otra parte ha habido una gran cantidad de movimientos sociales que antes se encontraban ajenos al tema (campesinos, indgenas, vecinalistas) que han adoptado algunas consignas reivindicatorias ambientales, muchas veces con singular xito (Gudynas, 1992). Esto ha despertado inters en los mbitos acadmicos y posiblemente sea una de las lneas que mayores adeptos est reclutando, ya que en ella coinciden las antiguas tradiciones sociolgicas de la preocupacin social, con el tratamiento (exterior, pero vlido) de la cuestin ambiental. Pero todava las preocupaciones de las ciencias sociales sobre el tema ambiental no las han llevado a generar en la sociedad un adecuado sistema de acciones y relaciones entre los actores que tienda a adaptar soluciones negociadas en los casos de generacin de conflictos socio-ambientales.

Una Geografa del ambiente?Volviendo al caso de nuestra disciplina y su fragmentacin, si nos ubicramos en la que hemos llamado la tradicin hombre-medio, podramos ver que es la que ms se acerca a la construccin de un puente entre la Geografa Fsica y Humana. Ese puente, de alguna manera, ha venido a concretarse en la aparicin todava poco desarrollada pero promisoria en lo que llamaramos la Geografa ambiental o Geografa del ambiente. Esto no nos evitara tener que discutir, como lo hicimos antes, el que consideramos como ambiente, pero cualquiera sea la postura que tomemos, parecera claro que por ms dura que sea nuestra posicin con respecto a estudiar solamente lo natural, una forma til de hacerlo seria tratando de unir las posturas, partiendo de la base de que la solucin para cualquier problema ambiental no puede ser solo fsica o solo humana. Para ver cul podra ser el papel

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de la Geografa en estos temas, sera til aproximarnos a algunos ejemplos extrados del caso argentino. En este pas en los ltimos aos se han venido sucediendo una serie de conflictos que claramente podramos definir como socio-ambientales, esto es, conflictos que se generan en la sociedad a partir de la deteccin de modificaciones en el ambiente que a su vez impactan sobre la sociedad. Hay tres casos que son las ms evidentes: un conflicto por el uso de los recursos minerales con el sistema de cielo abierto, otro generado por la reaccin ante la construccin de una fbrica de pasta de celulosa y finalmente otro generado por la contaminacin hdrica en el rea Metropolitana de Buenos Aires. Los tres se ubican en regiones distintas, tiene una extensin territorial que podramos considerar de escala local, se originan en problemas ambientales diferentes y han tenido desarrollos divergentes. La contaminacin de los ros que atraviesan el rea Metropolitana de Buenos Aires no es un tema nuevo, ya que se registran quejas de los vecinos por los olores nauseabundos desde comienzos del siglo XIX. Sin embargo, el problema se agrav a partir del acelerado crecimiento de la metrpolis que comienza a mediados del siglo pasado, crecimiento que se hizo sin una planificacin urbana ni zonificacin territorial de usos de la tierra, ni mucho menos con sistemas eficientes de control de contaminacin industrial. La gradual contaminacin de las dos cuencas principales (la del Matanzas-Riachuelo y la del Reconquista) se debi a la combinacin de diferentes factores: los efluentes industriales no tratados, las basura arrojada por los vecinos al curso de los ros, la presencia de basurales a cielo abierto cerca de las orillas, la conexin ilegal de cloacas al sistema de desages y la contaminacin de las capas freticas ms cercanas a la superficie por el uso masivo de sistemas individuales de disposicin de aguas servidas. Esta compleja combinacin se une a un problema territorial: el rea Metropolitana se divide en varios municipios ubicados en dos categoras distintas: por una parte la Capital Federal, un estado autnomo de tres millones de habitantes, y por otra una cantidad de Municipios de distinto tamao que pertenecen a la Provincia de Buenos Aires, cada cual con su propia legislacin y diferentes capacidades de controlar el tema de la contaminacin. Al contrario de los conflictos que luego analizaremos, en este caso lo curioso es que aunque se trata de un problema que afecta a ms de cuatro millones de personas (desde el punto de vista del nmero de afectados,

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es de lejos el problema ambiental ms grave que tiene el pas), no ha habido un grupo evidente de actores territoriales que planteara el tema y presionara por su solucin. Casi se podra decir que las vctimas de la contaminacin se han acostumbrado a convivir con ella y su derecho a un ambiente sano se ha trasformado en un derecho difuso que no presionan para ejercer. Esto no quiere decir que el tema no se haya planteado, pero los encargados de hacerlo han sido otras instancias institucionales, como ONG ambientalistas no locales, y principalmente la Defensora del Pueblo de la Nacin. Por su parte el gobierno nacional, a travs de la Secretara de Ambiente, ha tratado de encarar la solucin del problema mediante la conformacin de una comisin ejecutiva, pero la ineficacia de este organismo ha sido tal que ha recibido un severo apercibimiento por parte de la Corte Suprema de Justicia. En este caso no se ha logrado una solucin al problema, y esta solo planteado, pero es evidente que esta solucin no es un problema solo tcnico (Argentina, 2003). Como todos los temas ambientales, este tiene tales caractersticas que hacen imposible que sea analizado y mucho menos solucionado apelando a una sola aproximacin disciplinar. Una geografa ambiental amplia de miras encontrara aqu un excelente ejemplo donde los temas especficamente tcnicos referidos al ambiente natural (nivel de base ambiental, origen y grado de contaminacin, posibles soluciones) se mezclan con otros de tipo territorial (la fragmentacin de las responsabilidades administrativas), social (la inaccin de los afectados directamente) y poltica (el diseo de una estrategia efectiva de accin para limpiar los ros). Un caso diferente fue el conflicto generado en la Patagonia alrededor de la posible instalacin de una mina de oro a cielo abierto. A partir de mediados de los noventa, y merced a una nueva ley de promocin minera, las inversiones extranjeras de ese sector se vieron ampliamente favorecidas, con la intencin oficial de la puesta en valor de los grandes yacimientos de minerales que existan en el pas y que nunca se haban explotado. Las caractersticas de los mercados internacionales, su preferencia por minerales como el oro y la plata, los adelantos tcnicos y la gigantesca escala de las compaas mineras hicieron que la forma de explotacin que estas prefirieron era la del tipo de cielo abierto, esto es, la remocin de grandes masas de material para la extraccin qumica de cantidades relativamente pequeas de los minerales ubicados en ellas con bajo tenor, utilizando asimismo un gran volumen

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de agua. Hasta fines de los 90, esta actividad era relativamente desconocida en el pas, as como lo eran los potenciales problemas ambientales que se podan producir. Uno de los lugares elegidos por una compaa internacional minera se encontraba en la Patagonia, ms precisamente en el ecotono entre la selva fra y la meseta, y cercana a la ciudad de Esquel. El yacimiento se encontraba cerca de esa ciudad, y cuando se hizo pblico el tamao del emprendimiento, la escala de las voladuras que se iban a realizar, el uso masivo de agua y sobre todo que el proceso de separacin del oro se iba a realizar utilizando cianuro, se gener un movimiento espontneo de rechazo al emprendimiento, que tom un mpetu desconocido en este tipo de temas. Aun cuando la explotacin haba sido aprobada por el gobierno provincial, la realizacin de un referndum entre la poblacin local que dio como resultado un masivo rechazo, y el hecho que el movimiento ambientalista formado se organiz para hacer llegar hasta la propia Corte Suprema de Justicia su reclamo, hizo que finalmente la empresa diera marcha atrs con el proyecto, que nunca se llev a cabo (Reboratti, 2008). En este ejemplo hay varios elementos importantes. Por un lado, que aun cuando la empresa manejaba cifras que indicaban que el impacto ambiental iba a ser muy bajo, los ambientalistas posean otras que mostraban lo contrario, lo que muestra algo que a veces los investigadores provenientes de las ciencias exactas y naturales se les hace difcil entender, y es que la ciencia ha perdido buena parte de su capacidad de aparecer como un rbitro objetivo e imparcial, y que distintos sectores se pueden apoyar en datos contradictorios que pueden tener el mismo cariz de seriedad. Relacionado con esto, en este tipo de conflictos lo que la poblacin o la parte de ella interesada en el tema cree sobre los temas ambientales (sean eventos catastrficos o los impactos generados por la actividad econmica) es tanto o ms importante que lo que realmente podra suceder. De aqu podramos extraer una primera conclusin: una produccin minera (o de algn otro tipo) de similares caractersticas va a tener mayor o menor aceptacin en contextos geogrficos y sociales distintos. En el caso de la minera a cielo abierto, en la misma Patagonia hay en explotacin, en otras reas, varios yacimientos en plena actividad que no han generado, hasta ahora, ningn tipo de conflictos, y en otros lugares del pas la actividad a veces se ha encontrado con un gran rechazo y en otros se ha desarrollado en gran escala.

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Otra vez nos encontramos con un caso donde es evidente la necesidad de una visin que combine lo que podramos llamar en forma muy resumida lo fsico y lo humano, tanto para acercarse acadmicamente al problema como para aportar alguna solucin al mismo. Finalmente es importante analizar lo que seguramente es el conflicto socio-ambiental ms resonante en el pas, el de la oposicin a la instalacin de una gran fbrica de pasta de celulosa en la margen izquierda del ro Uruguay. Desde fines de la dcada de los ochenta, el Uruguay haba iniciado una poltica muy activa de forestacin con el propsito de crear una cadena agroindustrial alrededor del tema del aprovechamiento de la madera. Como culminacin de la misma, hacia fines de la dcada siguiente se comenz la planificacin de dos fabricas de pasta de celulosa sobre la margen izquierda del ro Uruguay, que es la frontera con la Argentina. Estas fbricas respondan a inversiones de Espaa y Finlandia, a travs de compaas de ese origen que ya haban iniciado forestaciones unos aos antes. El anuncio de la construccin de estas fbricas gener la preocupacin por sus potenciales efectos contaminantes en la ciudad de Gualeguaych, ubicada en la margen argentina del ro, frente al sitio de instalacin de dichas fabricas (aunque cabe aclarar que all el ro tiene diez kilmetros de ancho). Esto result en la formacin de un movimiento ambientalista local y espontneo. Si bien esta preocupacin se basaba en la historia de contaminacin que este tipo de instalaciones haba tenido en otros pases (y que todava tiene en la propia Argentina), desde un principio este movimiento ambiental se ubic en una cerrada negativa a la propia instalacin de las fbricas. Pero esta posicin evidentemente se complicaba por el simple hecho de que las mismas se ubicaban en otro pas, aun cuando se comparta el uso de un mismo ro. El complejo conflicto fue creciendo y cambiando de escala, y pas de ser un problema local a otro internacional, a medida que la movilizacin de los ambientalistas tomaba actitudes cada vez ms radicalizadas (finalmente ocuparon un puente internacional y cerraron el trnsito en el mismo desde hace cuatro aos hasta nuestros das). Una de las fbricas decidi reubicarse aguas abajo, pero la otra construy la planta y comenz su produccin a fines del 2008. En el nterin, la tensin diplomtica entre Uruguay y la Argentina creca, y finalmente desemboc en la apelacin al Tribunal Internacional de la Haya. Aunque la posicin de los ambientalistas se basaba en la potencial contami-

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nacin que iba a producir la pastera, la misma nunca pudo ser probada, por lo que finalmente el tribunal de La Haya decidi que no existan motivos para que la planta fuera cerrada y dio por terminado el tema. El resultado final del conflicto es que la fbrica de pasta de celulosa funciona solo bajo el control ambiental de Uruguay, mientras los ambientalistas, al jugar al todo o nada, han quedado aislados en un reclamo que ya no tiene ninguna posibilidad de xito, sin poder participar en el monitoreo de la planta, y adems poniendo al gobierno nacional en una situacin muy difcil al no poder ya justificar el prolongado cierre del puente internacional ms importante que une a los dos pases. (Palermo y Reboratti, 2008) Otra vez, con este ejemplo, podemos ver como la visin estrictamente tcnica no es suficiente para solucionar los problemas ambientales, es evidentemente un elemento de importancia, pero su utilidad solo se puede apreciar si se la ubica en un contexto ms amplio.

ConclusionesA travs de las reflexiones sobre el desarrollo de la Geografa y de los ejemplos que hemos dado, podramos extraer algunas conclusiones, discutibles y no finales como deberan ser siempre ellas. En primer lugar, creo que a esta altura del desarrollo de nuestra disciplina, la separacin entre Geografa Fsica y Geografa Humana (o tal entre las geografas fsicas y humanas) es insalvable. Es poco til y bastante fantasioso pensar que tendremos alguna vez una sola Geografa, sobre todo pensando que, como sucede en otras ciencias, el movimiento es centrifugo a partir de la fragmentacin de las disciplinas en distintos campos, y que esa fuerza centrifuga, en todo caso, lo que hace es acercarnos a otras disciplinas ms que a los fragmentos de la nuestra. En segundo lugar, es esta separacin y fragmentacin tan negativa? Podramos utilizar metafricamente la teora del efecto borde de los eclogos para analizar como la fragmentacin debilita a una disciplina, pero a su vez como ese mismo efecto potencia las posibilidades de salirnos del apretado y antiguo corset del positivismo e intercambiar ideas, nociones, conceptos y mtodos con otras disciplinas que estn sufriendo exactamente el mismo fenmeno. As, el efecto centrfugo simultneo en varias disciplinas puede

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dar como resultado la formacin de nuevos y ms interesantes campos del conocimiento. En tercer lugar, si bien podramos olvidarnos de buscar una Geografa nica, lo que si podemos hacer es buscar puentes que nos relacionen con nuestros ahora lejanos colegas, y la oportunidad de la cuestin ambiental es uno de eso puentes. Geografa Fsica y Geografa Humana pueden trabajar juntos en estos temas, apoyndose la una en la otra, reforzndose por la adopcin conjunta de una visin amplia y buscando, entre otras cosas, llegar a la comprensin de uno de los temas ms acuciantes de nuestra poca y que a travs de esa comprensin podamos colaborar con la bsqueda de su solucin.

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Comentario a Geografa y ambiente de Carlos ReborattiLuis Felipe Cabrales Barajas

La singular contribucin del gegrafo es el enfoque holstico con que encara como un todo la relacin entre el hombre y su ambiente y sus problemas concurrentes. Dudley Stamp, Geografa aplicada, 1960: 5

A finales del siglo XIX, en un clima cientfico permeado por el paradigma positivista, la geografa se vio expuesta a una amenaza de ruptura. Unos tensaban la cuerda hacia los aspectos fsicos del territorio, mientras que la otra punta era tirada por los gegrafos humanos. Cada grupo, encerrado en su postura alimentaba un disenso que pareca irresoluble. Por fortuna, aquella crisis encontr una tabla de salvacin en el tema regional durante el perodo conocido como geografa clsica, dado el cultivo de lo que hoy calificaramos como geografa tradicional y a la que Reboratti se refiere en su documentado texto como la tradicin regional empirista.

Universidad de Guadalajara. Departamento de Geografa y Ordenacin Territorial.

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La geografa, en particular la europea, logr identidad y se dot de certidumbre durante medio siglo. La regin fue analizada con una buena dosis de carga historicista, lo que permiti exaltar la personalidad de cada unidad subnacional. De esa manera la regin se consagr como el objetivo fundamental del trabajo geogrfico (Capel y Urteaga, 1982: 30) y la sntesis constituy un principio metodolgico imprescindible. No fragmentemos aquello que la naturaleza unifica declaraba reiteradamente Paul Vidal de la Blache (Claval, 1981: 73). Hoy parece que la historia se reedita, no tanto derivada de un peligro de ruptura, sino como espacio de oportunidad para acertar en un postulado capaz de promover la unidad del conocimiento geogrfico o por lo menos de estimular un dilogo que permita construir convergencias: el paradigma ambiental. Carlos Reboratti nos entrega un interesante ensayo en el que recorre histricamente conceptos bsicos que han acompaado a nuestra disciplina y problematiza la relacin entre la cuestin ambiental y la geografa. Es explcito al sealar que como intelectuales, aun cuando aceptamos la existencia evidente de aquella interrelacin sociedad / ambiente, se podra decir que hasta ahora hemos puesto ms nfasis en analizar cada uno de los extremos, mientras que hemos mirado poco la propia interrelacin. Esa autocrtica puede encontrar respuestas a travs de la mirada ambiental. Resulta claro que el discurso hegemnico que apela al enfoque holstico recorre una direccin y las prcticas siguen un camino distinto. En todo caso habr que preguntarse si en aras de la coherencia existe consenso para acortar el antagonismo entre ambas posiciones. La diferencia entre el deber ser y el ser puede, en parte estar condicionada por una organizacin institucional en la que pesa el trabajo individual mientras que para desentraar las relaciones entre la sociedad y el ambiente se requiere del despliegue de pequeos ejrcitos de investigadores que trabajen coordinadamente sin caer en la mera yuxtaposicin de informes parciales. El hecho es que la regin en los inicios del Siglo XX y el ambiente durante el arranque del Siglo XXI -aunque en ambos casos con importantes precedentes cognoscitivos durante el Siglo XIX-, suponen categoras con potencial integrador. El cumplimiento de tal promesa depender de la puesta al da de sus preceptos cientficos as como de la superacin de posiciones meramente discursivas, tan comunes en una disciplina que es ms dada a proclamar que a practicar.

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Para completar el cuadro, habr que referir un tercer concepto afn a los anteriores, el paisaje, que forma parte del patrimonio intelectual tanto de la escuela geogrfica regional como de la propuesta ambiental. De ah su proclividad para hacer las veces de puente conceptual y metodolgico, no obstante su carcter polismico y las maneras tan diversas de encararlo. Si entendemos el ambiente como un metaconcepto, su estudio no puede reducirse a un objeto o rama particular de la geografa, solo sera aprehensible de modo transversal, con enfoque integrador y procesamiento sinttico a fin de domesticar la complejidad. Este hecho se traduce en el desafo de reorganizar el conocimiento geogrfico para dar respuestas congruentes y adems invita a hacerlo sin caer en la trampa de la especializacin sin retorno. Los gegrafos bien podramos practicar una suerte de especializacin reversible, es decir, lanzar convocatorias de reencuentro, ir y venir como metfora de dilogo y que puede refrendar la caracterizacin que Reboratti hace de una disciplina orgullosamente generalista. La vertiente ambiental estara omnipresente en casi todo objeto de estudio territorial. Para exponer esta idea recurro a una analoga inspirada en Federico Fernndez Christlieb cuando afirma: llamamos geografa cultural a una manera de estudiar el espacio y no a una rama de las ciencias geogrficas (2006: 221). La fuerza de esta idea es replicable a lo que aqu nos ocupa: la geografa ambiental es una manera de estudiar el territorio y no una rama de las ciencias geogrficas. De tal forma, tanto la cultura como el ambiente constituyen categoras lebles en las estructuras territoriales que interesan a la geografa y permean a sus objetos o ramas. Se tratara de dimensiones irreductibles, de aspectos no negociables que pueden ayudar a construir una concertacin entre los estudiosos de la geografa: precisamente dilogo y no necesariamente unidad totalitaria. Intuyo que Reboratti concuerda con este planteamiento cuando escribe que la temtica ambiental ha creado una nueva forma de mirar lo que nos rodea. Se tratara entonces de configurar nuevas visiones, no una nueva rama de la geografa ni un objeto de estudio especializado. En esta discusin va implcito algo que personalmente considero una certeza, aunque entiendo que pueda haber colegas que no estn totalmente de acuerdo: el carcter social del ambiente. Queda as manifiesta nuestra renuncia hacia el reduccionismo biologista con el que frecuentemente se asocian imaginarios ambien-

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tales del ciudadano comn, de representantes polticos, e incluso de algunos sectores del gremio cientfico. Hace un par de dcadas Leff (1992: 14) fue enftico al afirmar que el ambiente no es el medio que circunda las especies y poblaciones biolgicas, es una categora social y no biolgica. Si el ambiente es social, de ello se desprenden consecuencias relevantes como la revisin de las formulaciones tradicionales que incluso tienen impactos ticos y polticos. El territorio humanizado, y ms an el urbanizado seran objetos de estudio privilegiado para el anlisis ambiental dada la intensidad de relaciones entre el hombre y su entorno al grado que podemos encontrar ah el clmax paisajstico, interpretacin distinta a la decimonnica, cuando el paisaje por antonomasia era el de origen natural. El tema del compromiso social que los gegrafos radicales lograron colocar en la agenda de debates durante la dcada de 1960 no es ajeno a los contenidos de la geografa ambiental. La crisis ambiental a escala planetaria, ltimamente visibilizada a travs del cambio climtico es real. Pero ms all de posiciones catastrofistas habr que aceptar que no veremos el fin del mundo pero si est siendo cada vez ms difcil vivir en el planeta Tierra. Quin puede mantenerse ajeno a la degradacin o por lo menos vivir bajo ese ilusionismo? La respuesta es predecible, estamos ante un slvese quien pueda lo que exhibe el grado de irresponsabilidad ambiental e indiferencia humana a las que hemos llegado, producto en buena medida del desvanecimiento del Estado benefactor y el triunfo del pensamiento neoliberal, cuya combinacin legitima una racionalidad econmica que avanza a ritmos que no permiten la regeneracin de la naturaleza ni son capaces de garantizar la reproduccin social con equidad. Bajo tales circunstancias, se salva el que tiene solvencia para comprar ambientes limpios, agua pura, confort, seguridad privada y paisajes armnicos: el mundo ofrece parasos artificiales para las capas altas de la pirmide social. Esta lgica sita como productos de mercado a bienes que deberan ser pblicos lo que incrementa las desigualdades sociales dadas las disparidades en el nivel de ingresos de la poblacin. La geografa tiene una amplia trayectoria en el estudio de las desigualdades con la ventaja de saber leer patrones espaciales. Esto facilita la articulacin con la dimensin ambiental y constituye una va para realizar propuestas para incidir en un uso ms democrtico y sostenible del territorio.

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De aqu tambin se desprende la necesidad de poner al da nuestros postulados tericos y programas universitarios para sembrar en nuestros alumnos el germen de una geografa como ciencia relacional, capaz de diagnosticar los problemas ambientales del mundo y de generar propuestas para construir un orden socialmente justo. No cabe duda que la categora ambiental despierta el viejo debate sobre la unidad de nuestra ciencia pero tambin renueva la discusin sobre la geografa aplicada, por ejemplo realizando aportes en materia de ordenamiento territorial. Hay que reconocer que nuestra disciplina ha evolucionado durante las ltimas dcadas y sus fuerza internas han cambiado. Sin resolver sus problemas estructurales es ahora ms plural y parecera que se desgasta menos en sus debates internos e invierte esas energas en dialogar con otras ciencias. Dicho escenario podra interpretarse como un signo de madurez a sabiendas de que el asunto de la unidad del conocimiento geogrfico parece ser irresoluble y no necesariamente debe asumirse como un problema: en medio de sus contradicciones la geografa avanza. Pienso que esta posicin que podramos calificar de serena, pero tambin proactiva es compartida por Carlos Reboratti, o por lo menos as lo insina en sus reflexiones conclusivas cuando afirma que es poco til y bastante fantasioso pensar que tendremos alguna vez una sola geografa e incluso pone en duda que la separacin de campos de estudio geogrfico deba calificarse como negativa. Cierra con la idea de buscar entre nosotros actitudes dialogantes y la oportunidad de la cuestin ambiental es uno de esos puentes. Ello ira enfocado a la comprensin del mundo y a buscar soluciones a sus problemas. Por tanto, ya no estaramos precisamente ante un anhelo fantasioso de construir una geografa nica. No obstante esta conviccin puede resultar peligrosa: si se asume como una actitud acrtica y confortable puede empobrecer a la geografa. Si realiza con espritu innovador y compromiso es probable que nuestra disciplina salga fortalecida como ciencia social. Dicho esto, queda asentada la idea de utilizar el potencial de la categora ambiental para dotar de cohesin interna a la geografa y tambin como un recurso para aportar soluciones operativas a la hora de gestionar el territorio del siglo XXI.

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