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    Chirapaq, Centro de Culturas Indgenas del Per

    Centro de DocumentacinSerie: Biblioteca Virtual Especializada Qellcay*N11

    http://www.chirapaq.org.pe/htm/[email protected]

    * Qellcay = RegistroLas qellcas, ms conocidas como tablas pintadas, se han utilizadotradicionalmente en la comunidad de Sarhua (Ayacucho), como alza techos delas casas nuevas. En sus cuadros intermedios, escoltados por los diosestutelares (arriba) y la Virgen de la Asuncin (abajo), se registraba, cual crnicas,la genealoga familiar. Hoy en da los temas ms tratados son los mitos, fiestas,labores agrcolas y ganaderas de la comunidad, incorporando tambin lossucesos ms importantes de su relacin con el pas y el mundo, comoconsecuencia de la migracin de sus pobladores.

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    Gnero, autoridad y competencia lingsticaParticipacin poltica de la mujer en pueblos andinosPenlope HarveyLima : Instituto de Estudios Peruanos, 1989Documento de Trabajo N 33Serie Antropologa N 9

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    Gnero, autoridad y competencia lingsticaParticipacin poltica de la mujer en pueblos andinosPenlope Harvey

    Una primera versin de este trabajo fue presentada en el XVI Congreso Internacional de LASA,

    celebrado en Nueva Orleans, Louisiana, en marzo de 1988. Versiones sub-siguientes fueronpresentadas en el seminario del Departamento de Antropologa Social de la London School ofEconomics en octubre del mismo ao, y en un seminario del Ins-tituto de EstudiosLatinoamericanos de la Universidad de Liverpool en diciembre, tambin de ese ao. .

    Estoy especialmente agradecida a M. Boch, C. Blondet, C. McCallum, M. Phylactou, C. Toren yE. Trelles por sus comentarios y sugerencias.

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    Introduccin

    En la historia del distrito de Ocongate, jams una mujer ha sido candidata para la alcalda, ni hasido nombrada gobernador o teniente-gobernador, ni elegida como juez de paz, ni presidentade una comunidad. Ninguna mujer tendra tampoco tales expectativas[1]. Los puestos polticoslocales son ocupados por varones. Esta clara marca de gnero puede observarse tambin enlas asambleas comunales locales. Se ha sealado muchas veces que en la regin andina lasmujeres O bien no asisten a tales asambleas, o si lo hacen, su participacin es muy limitada(Bourque y Warren 1981; Harris 1978, 1980; Isbel11978; Mayer 1974)[2]

    Durante el perodo incaico, las mujeres ocuparon ocasionalmente el cargo de curaca o jefelocal, pero los titulares fueron por lo general varones. Despus de la conquista las mujeres sevieron impedidas por completo de os- tentar cargos pblicos. Sin embargo, los estudioshistricos sobre poltica andina indican claramente que la falta de acceso a los puestospolticos no impli-caba una ausencia paralela de actividad poltica por parte de las mujeres. Lasms ricas controlaban grandes propiedades y redes polticas. Las ms pobres coordinaban laresistencia comunal, sacando ventaja de su invisibilidad a los ojos de la ley espaola paraapoyar activamente creencias y prcticas que se encontraban en oposicin a aquellas que losespaoles trataban de imponer (Silverblatt 1987).

    En el perodo republicano la posicin de dirigente comunal, varayoq, fue ocupada tambin porvarones. Sin embargo, en la prctica los que ocupaban el cargo eran parejas de casados, quecumplan sus deberes en la comuni-dad de acuerdo a una divisin complementaria del trabajocaracterstica de la vida en los pueblos andinos (Harris 1978, 1980; Isbe1l1976, 1977; Mayer1977; Platt 1976; Silverblatt 1987; Skar 1979). Los cargos polticos, tanto a nivel de distritocomo de comunidad, siguen funcionando hasta hoy de esta manera. Las mujeres participanentonces en la actividad poltica de modo ms bien in-directo, sea corno esposas de lasautoridades, o corno fuerzas invisibles de re-sistencia, que actan en los mrgenes deldiscurso poltico dominante.

    De esta forma una discusin sobre la poltica en los pueblos andinos pone inmediatamentesobre el tapete el terna de la diferencia sexual y la medida en la cual dicha diferencia,acentuada en todos los sistemas de complementariedad, puede implicar desigualdad entre lossexos. Al respecto, los anlisis varan. Un modelo igualitario de complementariedad es asumidopor aquellos que propo-nen la existencia de esferas separadas de actividad para hombres ymujeres, re-lacionadas con diferentes bases de poder en la comunidad. Para el caso de losAndes peruanos se ha argumentado, por ejemplo, que si bien los hombres, co-morepresentantes polticos de la familia en el gobierno y la poltica locales tie-nen autoridad sobresus esposas e hijos, las mujeres, como nicas administradoras de la cosecha familiar, tienenmayor autoridad y autonoma en la esfera econmica (Nez del Prado Bjar 1975a, 1975b).

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    En contraposicin a esta nocin de complementariedad igualitaria, estn aquellos queargumentan que las esferas separadas y los poderes contrabalan-ceados enmascaran enrealidad una jerarqua sexual basada en medios de control separados pero desiguales. Segnesta visin de las relaciones de gnero, la divisin sexual del trabajo en la esfera poltica revelaestructuras patriarcales en la organizacin social de la familia, la comunidad y el Estado, quefuncionan para reforzar y perpetuar el poder masculino (Bourque y Warren 1981).

    El material analizado en este trabajo muestra que las nociones sobre diferencias de gneropueden ser, pero no son necesariamente, constitutivas de jerarquas entre hombres y mujeres.Surge entonces otra pregunta: en qu medida en la prctica de estas poblaciones existenopciones contradictorias para la construccin de relaciones sociales a travs del lenguaje de ladiferen-cia de gnero?, o es que la opcin no jerrquica se encuentra subsumida dentro de lajerrquica?[3]

    El problema tiene particular relevancia para la antropologa andina e in-cluso latinoamericana,en la medida que muchos investigadores han adelanta-do la idea de la coexistencia de dosformas de prctica social: una derivada de la organizacin social indgena; la otra, de lapresencia de los espaoles y el subsecuente efecto ubicuo de la cultura occidental. Elargumento general es que factores externos han introducido asimetra y dominio masculino en

    relaciones entre hombres y mujeres que de otra forma seran complementarias e igualitarias.Incluso all donde puede verse que los hombres usan estos facto-res externos para subeneficio, la dominacin masculina sobre las mujeres es presentada como esencialmenteextraa a las posibilidades inherentes a la organizacin social indgena (vase tambin Etienney Leacock 1980; Harris 1978; Isbe1l1976; Leacock 1978; Sacks 1979).

    En referencia a la prctica poltica en el nivel local, se ha sugerido, por ejemplo, que aunqueson los varones los participantes ms activos en las asambleas comunales y quienes puedenaparecer entonces como los que do-minan los procesos de decisin poltica, las mujeres tienende hecho un papel prominente en las redes informales de comunicacin, donde se toman enrea-lidad las decisiones (Harris 1980; Skar 1979). Tal complementariedad es pre-sentada por logeneral como un rasgo distintivo de las comunidades indgenas andinas y como caractersticadel modo en el cual las poblaciones andinas burlan las implicancias ideolgicas de las formas

    polticas coloniales o hispa-nas. As, aunque el marco institucional de la poltica andinacontempornea ofrece a los varones una autoridad privilegiada, tal autoridad no puede serejercida efectivamente dentro de la moralidad de la comunidad andina, donde hombres ymujeres interactan como iguales complementarios. Tales argu-mentos implican que encomunidades mestizas o no-indgenas, las mujeres se encuentran en desventaja por falta deuna voz poltica pblica en tanto los hombres no tienen all la obligacin moral de compartir' supoder. De esta forma el privilegio masculino institucionalizado en la esfera poltica refleja y a lavez refuerza el supuesto dominio masculino en la cultura mestiza.

    Como muchos pueblos andinos rurales, Ocongate es indgena y mestizo. Aunque las capitalesdistritales como Ocongate son definidas con frecuencia como 'mestizas, tanto desde laperspectiva de sus habitantes como desde la de los investigadores de las comunidades ruralesms pequeas que existen en su jurisdiccin, la gente misma de Ocongate se preocupa por

    mantener una iden-tidad que se articule tanto con1,a cultura urbana y el poder del Estadomoder-no; como con la "tradicin" indgena y los poderes sobrenaturales del paisaje animado.En el contexto ms amplio de la nacin o incluso del departamento, los habitantes de Ocongateson bastante homogneos en trminos clasistas. Sin embargo,'dentro del propio distrito, lasdiferencias sociales son constante-mente construidas a travs de un lenguaje de distincionesraciales que diferencia a los campesinos indgenas de los mestizos (mistis) forneos. Lostr-minos en los cuales se desarrolla esta negociacin constante por estatus en la comunidad,sern discutidos ms adelante con ms detalle. Baste decir por ahora que para todos losmiembros de esta comunidad, el gnero es construi-do en un contexto en el cual tanto lo"tradicional" como lo "occidental" son percibidos como aspectos igualmente autnticos de sucultura.

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    1. La construccin de la diferencia social

    Las nociones de gnero se refieren esencialmente a relaciones sociales y a representacionesde esas relaciones, ms que a grupos sociales per se. El anlisis de gnero debe por tantoreferirse a los conjuritos de relaciones socia-les, complejos e interconectados, que abarcan lavida diaria de aquellos impli-cados. Dado que la creacin de diferencia social implica la

    representacin o construccin de "otros", lo que a su vez implica, la construccin orepre-sentacin de "uno mismo", resulta sumamente importante-considerar cmo lasdiferencias de gnero se combinan con otros sistemas de diferencia tales como los de raza yclase. Tericos feministas recientes han puesto nfasis en que la nocin de "diferencia sexual",que define a las mujeres como diferentes de los hombres: corre. el riesgo de dejar de lado lasimportantes diferencias tanto entre como dentro de las mujeres (De Lauretis 1987:2). En unatenden-cia similar, Strathern (1987:8) ha resaltado que las diferencias de gnero no se refierennecesariamente a las relaciones entre los sexos y destaca, en relacin a los materiales deMelanesia, que la diferencia sexual se invoca con frecuencia en la construccin de jerarquasentre los varones. En trminos de la expe-riencia peruana, tal vez el ejemplo ms explcito deeste uso del simbolismo de gnero tuvo lugar durante el perodo inca imperial, cuando losgrupos tnicos vencidos eran distinguidos de los linajes conquistadores incas en trminos"generizados" dentro de lo que Zuidema (1964) denomin una "jerarqua de conquista"

    (Silverblatt 1987)

    Muchos aspectos de la representacin de la diferencia sexual en Ocongate proporcionarecursos simblicos potenciales para la construccin de la diferencia tnica con la referenciaimplcita al estatus socioeconmico al que se refiere el discurso racial. Por ejemplo, laapariencia femenina en los Andes es bastante distintiva tanto en trminos de gnero comotnicos. Campesina, mestiza y dama son tipos tnicos y clasistas en un sistema decategorizacin en el cual el vestido juega un papel importante. En la representacin estndarde estas categoras, las mujeres campesinas usan monteras, faldas y chaquetas de bayeta,llevan las pantorrillas desnudas, van descalzas o con ojotas de jebe (de llantas). Las mujeresmestizas usan faldas y blusas manufacturadas, sombreros de fieltro, medias y zapatos. Lasdamas se visten a la usanza occidental Es importante notar que estas categoras constituyennormas culturales o posibi-lidades de representacin dentro de las cuales las mujeres negocian

    una ima-gen social. La visita del Papa al Cusco en 1985 proporcion un ejemplo extre-mo peromuy claro de tal negociacin. Mujeres de clase media intentaron evadir las implicacionesclasistas de su vestimenta de damas y esperaron a la vera del camino vestidas comocampesinas pues haban odo decir que el Papa slo iba a bendecir a la gente pobre.

    El estilo de vestir masculino tambin vara de acuerdo a las distinciones campesino/misti, peroa excepcin de algunos viejos que usan bayeta, la dife-rencia entre la poblacin masculina esms obviamente una distincin socioeconmica entre mestizos y seores, ms que la distincinpseudo-racial entre campesinos y mestizos. La distincin mestizo/seor se expresa en lacalidad de los materiales usados, ms que en el estilo mismo de vestir.

    La divisin del trabajo implica tambin un sistema de diferencia que in-cluye tanto gnero comoetnicidad y estatus socioeconmico. As, por ejemplo, elegir si se trabaja en una relacin de

    ayni o salarial no slo tiene implicancias para el estatus tnico y socioeconmico de las partes,sino tambin para el tipo de tareas que sern llevadas a cabo por hombres y mujeres. Se haescrito mu-cho sobre los conceptos relacionados de chachawarmi o yanantin, la unidadcomplementaria masculino/femenino de la economa campesina andina, alre-dedor de la cualse conforman las unidades domsticas y a travs de la cual ellas funcionan (Harris 1978, 1980;Isbell1976, 1977; Mayer 1977; Platt 1976; Silverblatt 1987; Skar 1979). La diferenciacomplementaria es acentuada ge-neralmente tanto en la divisin del trabajo como en la tomade decisiones. El mensaje importante de tales anlisis es que la diferencia complementaria enlas actividades econmicas y en la administracin del hogar no implica nece-sariamentejerarqua de gnero.

    Las decisiones domsticas en Ocongate se toman idealmente de manera conjunta por la parejade esposos. El concepto de comprensin expresa el ideal: si un hombre y una mujer se

    comprenden entre ellos, tendrn la misma opinin sobre asuntos tales como la forma de gastaruna suma particular de dinero, las personas a escoger como padrinos de un hijo, la

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    conveniencia de asumir o no responsabilidades religiosas o polticas, o el tipo de actividadeseconmicas a emprender. En los casos en que existen diferencias de opinin, la discusin delproblema debe llevar a una decisin conjunta. La idea de una pareja comprensiva implicatambin un grado de confianza mutua. Si una de las partes quiere hacer algo, la otra deberespetar su autonoma. As, si un hombre quiere arriesgar su vida en la corrida de toros o irse abeber con sus amigos, o si una mujer quiere participar en una fiesta o visitar parientes, su

    pareja debe aceptar lo, confiando en que el cnyuge es responsable y capaz de tomar suspropias decisiones. La falta de tal comprensin es citada con fre-cuencia como causa de laviolencia domstica, de la ruptura de los matrimo-nios o la separacin de las parejas.

    Los parientes tienen tambin influencia considerable en las decisiones domsticas bsicastales como si casarse o no, bautizar a un hijo o asumir car-gos religiosos o polticos; y elcnyuge que va a vivir con la familia de su pareja puede encontrarse en desventaja cuandotales presiones familiares entran en funcionamiento. En Ocongate son ms las mujeres que loshombres, quienes vienen de otros lugares a casarse en la comunidad, y existen por tanto msmujeres (que hombres) en desventaja en este aspecto.

    Ms an, a pesar de la importancia de ciertos principios de complemen-tariedad no jerrquicaentre hombres y mujeres, los varones son considera-dos, tanto por ellos mismos como por las

    mujeres, como la autoridad final en la unidad domstica. Esto vale tanto para padres yhermanos mayores, como para esposos e hijos mayores. Los primeros tienen autoridad sobresus hijos y hermanos; los ltimos sobre sus esposas y madres. Una doble norma sexual parahombres y mujeres es comn. Aquellas mujeres cuyos esposos viajan fuera de la comunidad,lo cual es comn por la migracin laboral, tienden a asumir que sus esposos tienen otrasmujeres. Esta sospecha las vuelve ansiosas por formalizar matrimonios dentro de los cualesencuentran mayor seguridad para criar a sus hijos. Tales ideas sobre el gnero, construidasalrededor de complejos lenguajes de diferencia y valorizacin, pueden ser y son usados encontra de las mujeres, especialmente en lo que concierne a la violencia fsi-ca. Cuando lasrelaciones de complementariedad funcionan fluidamente, los hombres raramente sienten lanecesidad de invocar su autoridad. Sin embar-go, tanto hombres como mujeres hablan sobre elderecho de los esposos y hermanos mayores de golpear a sus esposas y hermanos menores.La violen-cia domstica ocurre usualmente cuando un miembro de la pareja ha estado

    bebiendo, y por lo general implica, bien problemas de celos y sospechas de in-fidelidad sexual,o la presuncin de que la mujer est burlando abiertamente la autoridad masculina 'dentro de launidad domstica. En relacin a la vio-lencia entre los sexos en los Andes, se seala confrecuencia que las mujeres son tambin bastante propensas a actuar violentamente en contrade sus pa-rientes varones, especialmente contra un marido problemtico. Sin embargo, esimportante recalcar que la comunidad en general considera que los varo-nes que reciben taltratamiento han fracasado de alguna manera como hom-bres. Se les llama maricones o sacoslargos y su hombra resulta as cuestionada. Por el contrario, no se considera que las mujeres.golpeadas hayan fracasado como mujeres, o sean mujeres disminuidas. La construccincultu-ral del gnero femenino es tal que no existe contradiccin entre condicin fe-menina ydominacin masculina.

    2. Poder y autoridad

    Las relaciones sociales entre hombres y mujeres y la representacin de estas relaciones, seacomo complementarias o jerrquicas, se refieren esen-cialmente a nociones locales de poder yautoridad. La gente de Ocongate considera que existen dos fuentes de poder: el poder delEstado castellano-hablante y el poder del paisaje animado quechua-hablante, con lo cual mere-fiero principalmente a la pachamama (los poderes de la tierra)[4] y a los awkis (los poderesde los cerros).[5] De acuerdo a la naturaleza del poder andino, tanto el Estado como el paisajecombinan un potencial tanto para hacer dao como para hacer el bien, ambivalencia que seencuentra tambin repre-sentada en la visin del pasado que cada poder implica. As, tanto losancestros prehispnicos como espaoles provocan sentimientos de orgullo y ver-genza en lagente (Harvey 1987a, 1987b).

    Es a travs de la referencia a un pasado prehispnico que la gente esta-blece su derechoperdurable a la tierra de la localidad, as como a los benefi-cios que la pachamama y los

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    espritus de los cerros pueden proporcionarle, asegurando su fertilidad. Pero al mismo tiempoestos poderes son peligrosos, y el peligro, a pesar de los intentos rituales por conjurarlo, debepermanecer si es que se quiere que el poder sea eficaz. As, la naturaleza positiva del po-derdel paisaje, slo puede ser aprovechada con precaucin. Este poder tiene tambin una imagennegativa que se relaciona con las creencias en su inferio-ridad definitiva frente al Estadoespaol. El pasado prehispnico es repre-sentado como una poca de ignorancia y barbarie.

    Los Incas no podan leer y escribir, y quienes rechazan la cultura hispnica son aquellos queno conocen nada de la tecnologa moderna ni del confort material que el dinero puede comprar.Ser monolinge quechua significa enfrentar la desventaja y la discriminacin en el mundomoderno, ser vulnerable a engaos y ladrones, ser "ino-cente" e incapaz de defenderse unomismo de la explotacin de los forneos dominantes y ms poderosos. La gente en Ocongatemantiene una interac-cin constante con la pachamama y los espritus de los cerros. Losinvocan para curar enfermedades, para asegurar la fertilidad de sus ganados, tierras yempresas comerciales. Les hacen ofrendas cuando construyen casas nuevas o estrenan unnuevo camin. Su ritual catlico hace constante referencia a es-tos poderes pre-cristianos. Sinembargo, tal interaccin est siempre acompaada de alguna referencia al hecho de que elloshan trascendido los aspectos negativos de esta herencia. Se hacen referencias a las creenciascatlicas; los bilinges invocan tanto referentes hispnicos como indgenas.

    Es a travs de la referencia a un pasado hispnico, que los pobladores se auto perciben comosujetos efectivos en el mundo moderno. Esta herencia hispnica les da derecho alconocimiento y al progreso, al dinero y al confort material. Lo ms importante en trminospolticos es que les asegura que no sern ignorados por los organismos del gobierno central.Ser abandonados y marginados por el Estado es una preocupacin bastante real, que la genteex-perimenta en pueblos como Ocongate. Decisiones tomadas en otros lugares, por gente queno es de su pueblo, afectan dramticamente sus vidas y sus oportunidades vitales. Porejemplo, una decisin reciente de reorientar el trazo de la carretera, que fue apenas evitada,hubiera anulado los ingresos de to-dos aquellos cuya supervivencia depende del comercio conlos viajeros a Madre de Dios. La gente abraza la nocin de progreso con el deseo de educar asus hijos y darles la oportunidad de llevar vidas mejores. El conocimiento que se imparte en lasescuelas y preferentemente en las universidades, es visto co-mo esencial para tal progreso, yla fluidez en el castellano es tal vez la habilidad ms necesaria que debe adquirirse. Sin

    embargo, como mencionamos antes, el poder del Estado y del mundo moderno ms all de laaldea no son vistos de modo inequvocamente beneficiosos. Tienen tambin sus ladosnegati-vos y arbitrarios y deben ser abordados con cuidado. La gente sabe que el poder estatalno va a operar necesariamente en su favor, que debe ser corteja-do y aplacado como lospoderes del paisaje. Mucha gente recuerda la inter-vencin directa y violenta del Estado en sulocalidad cuando el ejrcito fue enviado a reprimir levantamientos en la vecina haciendaLauramarca, y las le-vas forzosas del Ejrcito para combatir en guerras que no tenanrelevancia aparente para sus vidas cotidianas. Se hacen referencias a esos aspectosnega-tivos del poder externo del Estado cuando la gente discute la ilegitimidad de la conquistaespaola y la subsecuente colonizacin del rea. En esta repre-sentacin del pasado, seidentifican como los propietarios legtimos de la tierra y de su fertilidad, defendiendo susderechos en contra de forneos abusi-vos. Los monolinges castellanos pueden tener un ciertoconocimiento y poder, pero como forneos no tienen la autoridad moral para el ejercicio de la

    autoridad[6].

    Por consiguiente, no puede existir una poltica monolinge castellana efectiva en el pueblo, entanto tal discurso no tendra la posibilidad de legiti-mar la autoridad. Sin embargo, la polticacomunal implica la lectura y la escritura: se guardan archivos, se reciben y envan cartas. Lagente debe viajar para asegurar la intervencin positiva del poder estatal, las decisiones ydiscu-siones orientan a la gente hacia las ciudades y el idioma castellano es central en todasestas actividades. Por tanto, aun cuando una poltica monolinge quechua tendra unalegitimidad potencial, es generalmente reconocido que sera en ltima instancia ineficaz. Portanto, una posicin de autoridad legtima y efectiva en el pueblo slo puede ser alcanzada enreferencia tanto a la "tradicin" prehispnica como a la hispnica. El quechua y el castellanotie-nen significado implcito al respecto.

    Hablar en castellano no implica ser asociado necesariamente con los abusos ilegtimos delforneo, si es que el hablante invoca simultneamente su condicin de nativo a travs del uso

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    del quechua. De modo similar, hablar quechua no implica ignorancia si se hace referencia a lahabilidad de hablar castellano y de manejarse eficazmente fuera del pueblo. Es por tanto enrefe-rencia a ambas representaciones del pasado y a los poderes a los cuales talesrepresentaciones se refieren, que el bilingismo es construido como el lengua-je de autoridaden el pueblo. En el discurso bilinge los aspectos positivos de ambas formas de poder y/ohistoria pueden ser invocados, mientras al mismo tiempo se niegan sus implicancias negativas

    (Harvey 1987a, 1987b).

    3. Asambleas polticas

    Como ya: mencionamos, la poltica aldeana se encuentra aparentemente controlada porvarones, en tanto ellos ocupan todos los cargos pblicos. La institucin poltica ms importantedel pueblo es el Concejo Municipal con su alcalde y regidores electos. Las asambleascomunales son convocadas por el alcalde tanto para la solucin de problemas prcticosinmediatos - fijacin de precios, organizacin de un evento para recaudar fondos, trabajocomunal-- como para ventilar pblicamente disputas comunales. Las decisiones y posi-cionesque se toman en estas asambleas afectan la vida diaria de todos los ha-bitantes. Es por tanto

    importante realizar una evaluacin cuidadosa de la par-ticipacin femenina en estasasambleas, que pueden dividirse en tres grandes categoras de acuerdo a quienes asisten,-losproblemas que tratan y el estilo en el cual se conducen: (i) asambleas a las que asistenfundamentalmente mu-jeres; (ii) asambleas a las que asisten fundamentalmente hombres; (iii)asam-bleas a las que asisten tanto hombres como mujeres.

    a. Asambleas a las que asisten principalmente mujeres

    Estas asambleas siempre tratan problemas en los cuales las mujeres tie-nen responsabilidadprimordial, relacionados usualmente con la venta de ali-mentos preparados que realizan lasmujeres. Por ejemplo, fijar precios para la venta de comida en la plaza, o distribuir lugares deventa durante una fiesta importante[7]. Las asambleas son dirigidas por el alcalde o surepresentante, y otros regidores o partes interesadas pueden contarse entre los asistentes. Las

    mujeres son extremadamente habladoras. Hablan principalmente en quechua y con frecuenciavarias a la vez. Las intervenciones son por lo general cortas y las mujeres tienden apermanecer sentadas mientras hablan.

    b. Asambleas a las que asisten principalmente hombres

    Cuando el punto en discusin afecta directamente el trabajo de los hom-bres, raramenteasisten las mujeres. Tales asambleas pueden tratar sobre la organizacin de turnos paratrabajos comunales tales como el mantenimiento del local escolar o del camino. Las asambleasen las cuales se definen proble-mas prcticos pueden ser bulliciosas y el estilo de lenguajesimilar a aquel descrito para las asambleas de mujeres. Sin embargo, los hombres tienden aadoptar un estilo ms formal cuando el problema en debate tiene menos que ver condecisiones' prcticas y ms con luchas locales por el poder. En tales casos los hombres

    tienden a ponerse de pie cuando hacen uso de la palabra, a hacer intervenciones largas y ausar el castellano como expresin de un inten-to competitivo por legitimar su autoridad.

    c. Asambleas a las que asisten tanto hombres como mujeres

    Este ltimo estilo de intervencin es tpico de las asambleas ms generales, a las que asistentanto hombres como mujeres, donde se discuten conflic-tos comunales. Estas asambleas msformales pueden convocarse para la cele-bracin de eventos tales como las Fiestas Patrias o,alternativamente, para discutir cuestiones polticas ms generales que se estima seanimportantes tanto para hombres como para mujeres. Tambin en estos casos lasinterven-ciones son mayormente en castellano y el discurso es dominado por los varo-nes. Lasautoridades pueden usar el quechua para tratar intervenciones espe-cficas de hablantes

    monolinges, pero ese uso seala claramente estatus diferenciados, en desmedro delquechua-hablante.

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    Estudio de caso

    Con el fin de ilustrar la naturaleza de las asambleas describir breve-mente una asambleacomunal que fue convocada para tratar una disputa en curso entre los pobladores y la misinjesuita que trabaja en la aldea. La asamblea fue en cierta medida atpica en tanto tuvo unaasistencia muy alta, pero resume convenientemente varios niveles de discurso, que en el curso

    normal de los acontecimientos hubieran aparecido ms dispersos en el espacio y en el tiempo.La asamblea fue celebrada ostensiblemente para discutir por qu el cura haba cerrado laiglesia durante la Semana Santa.

    El alcalde abri la sesin con una breve presentacin del caso, quejndose en castellano deque el sacerdote hubiera cerrado la iglesia y no hubiera celebrado misa en toda la semana nise hubiera sumado a la procesin de Viernes Santo. Luego el cura, un espaol que habavivido en el pueblo por dos aos, replic, cindose a la convencin de que uno debelevantarse para hablar y permanecer parado mientras se le contesta. Sostuvo que su accinhaba sido inspirada por la idea de que la iglesia era peligrosa y poda colap-sar, y por el hechode que la iglesia se encontraba en tan mal estado de conservacin, que no estaba apta para lacelebracin de la misa

    La gente intervino entonces con sus preguntas. El cuado del alcalde y dueo-conductor de uncamin ocongatino, pregunt al cura por qu, si con-sideraba que la Iglesia era peligrosa, habacontinuado celebrando servicios all desde la ltima asamblea y por qu haba decidido cerrarla iglesia slo durante la Semana Santa, justo cuando la gente se encontrara m4s dispuesta aescuchar misa. -

    El sacerdote contest. que l no haba querido tomar ninguna accin inesperada luego de laltima asamblea, pero que haba decidido clausurar el edificio en Semana Santa precisamentepor la gran cantidad de gente implica-da. Dijo que el Arzobispo le haba dado permiso no slopara 'celebrar la misa en el teatro de la misin sino tambin para trasladar .los santos yespecialmen-te la imagen del Seor de Qoyllorrit'i[8]. Sin embargo, advirti a los pobladoresque haba rechazado categricamente la sugerencia de que la imagen fuera guardada en lamisin, expresando que se daba cuenta de que tal traslado hu-biera amenazado todava ms la

    autonoma religiosa local que la propia clau-sura de la iglesia. Tal vez estaba tambinburlndose de alguna manera de los pobladores al sealarles que, en tanto el Arzobispoaprobaba el traslado, era slo gracias a l que la imagen permaneca en la iglesia.

    A estas alturas, un borracho que haba ingresado a la asamblea comenz a intervenir haciendocomentarios de ua naturaleza ms personal sobre el carc-ter del sacerdote[9]. La esposadel alcalde intervino activamente tratando de apa-ciguar al borracho, pero ste no fuedesalojado. Otro miembro influyente del pueblo, un ex-alcalde y empleado de la administracincentral de la escuela, afirm que el sacerdote haba cometido un error al no consultar a las-autorida-des acerca de las costumbres locales pero que igualmente el pueblo de Oconga-tedebera admitir que la iglesia se hallaba en mal estado de conservacin y que algo deberahacerse para corregir la situacin. Sugiri una comisin de seis personas, de preferenciahombres y mujeres, para investigar las posibilidades. El alcalde reforz la idea de que el cura

    deba comunicar ms sobre lo que esta-ba haciendo, y el sacerdote replic a su turno que eradifcil para l comunicarse con la gente si casi nadie asista a misa. Aleg que s trat decomunicarse y que corri la voz a travs de las monjas y del parlante del mercado, pero que sutarea era difcil en tanto tan pocas personas iban alguna vez a la iglesia.

    Otras intervenciones insistieron otra vez en sealar que el sacerdote de-biera consultar con lasautoridades sobre sus acciones, en tanto no conoca to-dava las costumbres del pueblo y sepropuso tambin elegir una comisin que consiga el dinero para reparar la iglesia. El sacerdoteacept presidir la comisin pero insisti en que todo el pueblo debera apoyar la tarea.

    El alcalde estuvo de acuerdo y aprovech el momento para criticar al ex-alcalde, sealandoque los alcaldes anteriores haban tenido acceso a recursos institucionales pero, al no haberactuado a tiempo, haban perdido las partidas y que el dinero se haba gastado en 'una posta

    mdica para el vecino distrito de Marcapata.

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    Otro borracho intervino preguntando por qu ellos no disponan de los fondos del santuario delSeor de Qoyllorrit'i demandando conocer qu haba pasado en cualquier caso con todo esedinero, y quin lo estaba malversando. Al tiempo que aseguraba a los pobladores que no habaningn fraude en marcha, el sacerdote explic que l personalmente no. tena nada. que vercon el dinero pues la cuenta era manejada a nivel del arzobispado. Hubo otra intervencinebria de un maestro, quien sostuvo que el verdadero problema era la misin misma; que los

    sacerdotes deberan ser expulsados, y pregunt dnde estaban las pinturas de la escuelacusquea que solan hallarse en la iglesia, que alguien en esa asamblea lo tendraseguramente en su conciencia. Nadie respondi a estos comentarios y se le dijo que secallara. .

    Se eligi una comisin y todos los nominados aceptaron. La gente me in-form, que no podanrehusar POrque se trataba de un asunto religioso. Hubo una discusin final acerca de la misade Pascua de Resurreccin, que el sacer-dote quera celebrar como lo hacan en Urcos, lacapital provincial, a las 5 de la madrugada con la luz de las velas y la aurora representando laresurreccin. Al principio la opinin general fue que la costumbre deba ser respetada y la misacelebrada a medianoche, pero el sacerdote se las arregl para persuadir a suficientesautoridades como para que su propuesta fuera aceptada.

    Pero entonces algunas de 'las mujeres comenzaron a discutir si el sacer-dote era o no catlico:"parece que no es catlico, de repente tiene otra reli-gin". Finalmente, contra su voluntad, elsacerdote acept seguir la "costumbre" y usar los viejos clices barrocos para el servicio, algoque debe haberle resultado particularmente irritante en tanto l y sus colegas luchan pordespo-jar sus celebraciones de excesiva parafernalia ritual. All termin la asamblea; las actasfueron ledas y firmadas por todos los presentes.

    Los subtextos de esta confrontacin son complejos y requieren alguna ex-plicacin. Hay unalarga historia de confrontacin violenta entre la misin y el pueblo, y una profunda desconfianzade ambos respecto a las acciones de la contraparte. La asamblea no hizo nada para resolvereste antagonismo bsico y el hecho que se convocara y fuera tan concurrida tal vez no tuvoque ver princi-palmente con el problema particular tratado sino con que ese era un foro para laconfrontacin en trminos ms generales. La formalidad diplomtica de la asamblea no

    permiti que estos subtextos afloraran de manera directa. Durante toda la asamblea la formade hablar fue muy calmada, agresiva pero indirecta.

    El principal recelo de los pobladores que tienen intereses comerciales es que la misin sea unnido de comunistas subversivos dispuestos a destruir la he-gemona poltica de las autoridadesdel pueblo y a arruinar econmicamente al pueblo en su intento[10]. La gente con menorparticipacin en el nivel comercial, pero que de todas maneras sufren los efectos de losesfuerzos de los curas por lograr que los campesinos del distrito boicoteen al pueblo, creen quelos sacer-dotes tienen una religin diferente, que no son en realidad catlicos. Los curas, porsu parte, ven a los pobladores implicados en relaciones de produccin ex-plotadoras con lascomunidades circundantes, interesados slo en sus ganancias y sin ningn sentido decomunidad o valores espirituales que vayan ms all de un nivel superficial. Creen que elespiritualismo de los pobladores es hipcrita y no comprometido. Es interesante notar tambin

    que la hostilidad del sacerdote hacia el pueblo fue discutida en trminos de su falta deconocimiento de las costumbres, de su condicin de forneo. El hecho de que el sacerdotecelebre la misa en quechua no ha cambiado obviamente esta imagen. Para comenzar, suquechua era evidentemente el de un forneo. Adems, hubiera tenido que de-mostrar unconocimiento de las costumbres locales para llegar a ser tratado co-mo uno del pueblo. Porltimo, dado que su objetivo es realmente cambiar muchas de esas costumbres, laconfrontacin continua parece inevitable[11].

    Estos eran los principales subtextos de la confrontacin, innombrables por la cortesa deldiscurso formal que desarrollaban los hombres. Sin embargo, como sugerimos antes, estaasamblea result inusual porque hubo mucha asis-tencia y porque, adems del discursoprincipal hubieron otros niveles de inter-vencin, que usualmente podran haber sido hechos endiferentes lugares y en diferentes momentos. Las intervenciones de las mujeres fueron

    principalmente en quechua y se relacionaban con temas tales como si el sacerdote tena otrare-ligin y si no poda persuadrsele de celebrar la misa de los domingos a una hora en que no

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    interfiriera con sus intereses comerciales en el mercado dominical. Hubieron tambinmurmullos generales de aprobacin cuando se resalt la im-portancia de las costumbres y elhecho de que el cura debiera respetarlas.

    El otro nivel de discurso informal fue la intervencin de los borrachos, quienes, ms que nadie,fueron capaces de articular los niveles bsicos en los cuales la confrontacin tena lugar. Con

    una excepcin, sus intervenciones no fueron recogidas o respondidas. Se les pedaexplcitamente que se callen, pero en una forma tal que tambin tenan tiempo para hablar. Losborrachos no son considerados responsables de lo que dicen y, por tanto, no se estimanecesario referirse u objetar sus intervenciones. Sin embargo, tal vez no sea fortuito que se lesdejara hablar y que un caso fuera incluso incluido dentro del discurso princi-pal. Sus palabrasreflejaban lo que mucha gente me haba dicho estando sobria.

    Podemos distinguir as claramente los dos niveles informales de comen-tarios sobre estaasamblea. Por un lado, los borrachos que hablaban en caste-llano, que no esperaban su turnopara hablar y cuyos comentarios eran formu-lados desde un punto de vista subjetivo decompleta legitimidad.

    Por otro lado, las mujeres que no sentan que sus intervenciones fueran legtimas, an cuando

    sus murmullos revelaran que tenan opiniones que que-ran expresar. Cuando se lespresionaba sobre el punto, decan que se sentan tmidas y avergonzadas de hablar. Lasnicas intervenciones femeninas extensas fueron las de la esposa del alcalde, cuyoscomentarios se dirigieron en realidad a los borrachos a quines intentaba silenciar de modoque su esposo pudiera ser escuchado. Problemas que concernan directamente a las mujeres,tales como el cambio de horario de la misa semanal, por ejemplo, no fueron nuncamencionados. Tampoco los comentarios de los borrachos ni los de las mujeres fueron incluidosen las actas, aunque todos hubieran escuchado lo que los borrachos dijeron.

    Por qu las mujeres sienten que carecen de legitimad en las asambleas polticas?

    En trminos de una teora de igualdad complementaria, la pregunta de por qu las mujeres

    sienten que carecen de legitimidad en las asambleas pol-ticas podra contestarse recurriendoa la idea de distintas esferas de legitimidad y de actividad legitimante, para hombres y mujeres.Los propios hombres usan a. veces tales argumentos, afirmando por ejemplo que las mujeresno asisten o participan en las asambleas porque ellos, los varones, representanadecuadamente a la familia.

    Tal divisin de las actividades legtimas, que trae reminiscencias de una dicotomapblico/privado, resulta problemtica en un lugar donde, como hemos visto, laS mujeresparticipan activamente en la poltica local cuando se trata de asambleas a las que asistenmayoritariamente otras mujeres y donde el tema concierne directamente a sus actividadescomerciales. Es tambin el caso de quejas mujeres son tan activas Como los hombres en laesfera pblica en tanto sus actividades econmicas estn implicadas. Los nios no impidenque las mujeres asistan a las asambleas o continen sus negocios o actividades comerciales.

    Ellos slo restringen las actividades femeninas cuando stas tie-nen que ceirse a horariosestrictos como sucede en los trabajos de oficina o cursos educativos.

    A pesar de lo escrito sobre la complementariedad de los discursos y la toma de decisionescompartida en los asuntos comunales (Harris 1980:73), afirmo que los procesos informales yformales de toma de decisin no son de igual naturaleza. Las mujeres, los borrachos y los quehablan poco castellano pueden contribuir de manera. extraoficial e informal a decisionescomunales, pero al no utilizar el discurso oficial, pierden la posibilidad de tener la ltimapalabra. Ellos slo pueden actuar como grupos de presin, no como los que toman lasdecisiones. Aquellos que pueden hablar correctamente deciden qu recoger y qu ignorar delas contribuciones informales. Ms an, algunos temas que conciernen a las mujeres nuncallegan a entrar en la agenda de las discusiones comunales. En el ejemplo anterior, el deseo delas mujeres de que la que la misa dominical se celebrara en un horario que no interfiriera con

    sus activi-dades comerciales, no fue manifestado[12]. Un caso general ms obvio es el tema de

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    la violencia masculina contra las mujeres. La violencia domstica no se con-sidera un tpicoapropiado para asambleas comunales[13].

    Otro problema con la nocin de esferas iguales pero diferentes de acti-vidad es que ella. ignorael hecho de que la gente de Ocongate no constituye un grupo social autnomo. El Estado tieneuna presencia considerable en el pueblo y uno de sus dominio ms prominentes es

    precisamente el de la poltica local. Las polticas estatales son extremadamente importantes enla regula-cin de los asuntos locales. Tal como advirtieron Bourque y Warren (1981:62-3): "...elEstado controla las leyes que gobiernan el matrimonio, el divorcio, la legitimidad, la herencia yla educacin. El control(femenino) de aspectos cruciales de la familia y el hogar puede' sererosionado por polticas pblicas emanadas del dominio de los asuntos polticos y reguladaspor el gobierno comunal y la ley nacional".

    El Estado interviene tambin en asuntos tan vitales como la tenencia de la tierra, ladisponibilidad del crdito y las oportunidades de trabajo, sin con-tar la influencia del partido enel gobierno para asegurar empleo a sus partidarios. El dominio masculino de la poltica localtiene por tanto, importantes implicancias para las mujeres. Tal como. seala Deveraux(1987:06) para el ejemplo mexicano del pueblo de Zinacantn: "Influenciar no significa nunca lomismo que ser abiertamente agente. Los hombres son consistente mente agentes de las

    mujeres en Zinacantn. Gozan, Por tanto, de ventajas sistemti-cas respecto a ellas en definir,articular y perseguir sus propios intereses".

    Ocongate ofrece varios ejemplos de los modos en los cuales ocupar un cargo poltico puedeser usado para consolidar la jerarqua social. Un empre-sario local, por ejemplo, fue capaz debloquear la compra de un autobs comunal y proteger as sus propios intereses empresariales.Los cargos pblicos implican viajes que pueden ser usados para promover los interesesfamiliares a expensas de la comunidad[14], Una vez ms puede verse que tratamos con unpatrn de conducta social que articula no slo distinciones de gnero sino tambin de clase.

    Tanto mujeres como hombres afirman que las mujeres sienten que care-cen de legitimidad enlas asambleas polticas mixtas por su incapacidad para hablar fluidamente el castellano formaly por su analfabetismo. Esta falta de competencia bilinge es mencionada con frecuencia como

    una causa de los sentimientos de vergenza y timidez. Aunque no propongo un determinismolingstico al respecto, creo que preguntar por qu las mujeres no se sienten ms cmodas coneste estilo de castellano formal, nos regresar a los temas de diferencia social, de la relacinentre diferencia y jerarqua y a la posibili-dad de coexistencia de la complementariedadjerrquica y la no-jerrquica.

    Las mujeres y los monolinges quechuas sienten que la falta de un lengua-je adecuado loscoloca en desventaja en las asambleas polticas. De esta forma, no atribuyen la desventaja auna incapacidad de hablar enrgicamente, sino a la falta de acceso al castellano y, por tanto, ala falta de competencia bilinge.

    El cuadro siguiente muestra el porcentaje de la distribucin de la com-petencia lingstica porgnero en el pueblo de Ocongate:

    Competencia lingstica Mujeres % Hombres %

    Monolinges quechuas 34 03

    Quechua muy frecuente/castellano mnimo 15 09

    Bilinge (a) 25 60

    Bilinge (b)1[15] 26 28

    Total 100 100

    Fuente: Material recolectado entre 1983-1985 (Harvey 1987)

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    En general la literatura en sociolingstica no ayuda mucho a comprender por qu el uso dellenguaje y la competencia lingstica se encuentran diferenciados por sexo. Las conclusionestienden simplemente a plantear que una competencia lingstica diferenciada, tal como la quese muestra en el cuadro ante-rior, es reflejo de la organizacin social. Por ejemplo, las mujereshablan menos castellano porque reciben menos educacin, o porque viajan menos, y tienen

    por tanto menos experiencia en ambientes castellano hablantes tales como los queproporcionan el empleo en las ciudades o el servicio militar. Tales explicaciones resultanextremadamente parciales y no llegan a plantearse si la compe-tencia lingstica diferenciadamasculina/femenina resulta en realidad perjudicial para las mujeres, ni por qu las mujerestienen menos posibilidades de educarse y/o de quedar inmersas en ambientes castellano-hablantes. Ni se pre-guntan en qu medida las mujeres colaboran en estas configuracionessociales.

    Las teoras antropolgicas,'sociolgicas y feministas ofrecen diversas ex-plicaciones del porqu se discrimina a las mujeres. Examinar aqu brevemente tres de esas teoras. Las dosprimeras asumen que sistemas de diferencia sexual tales como aquellos a los cuales .se refiereeste trabajo, implican estructuras jerrquicas en las cuales las mujeres ocupan una posicindesven-tajosa; pueden ser definidas en pocas palabras como explicaciones en trmi-nos de

    clase y en trminos de patriarcado. La tercera posicin tiene que ver con recientes aportes a lateora feminista, especialmente el de De Lauretis, que va ms all de la idea de diferencia paraobservar la contradiccin, la multiplicidad y la heteronomia (De Lauretis 1986,1987).

    La explicacin en trminos de clase ha sido desarrollada con especial referencia a la discusinde Engels (1942) sobre la relacin entre la familia y el Estado y bsicamente propone que elsurgimiento del Estado trajo consigo una disminucin en la importancia de las organizacionescomunales de parentesco, un nuevo significado de la propiedad privada, la reorganizacin de lasociedad en un sistema de clases, una separacin ms tajante entre produc-cin domstica yproduccin social y para el intercambio, y el matrimonio mongamo (Bourque y Warren 1981).Numerosos estudios han mostrado que no puede considerarse que estos elementosconstituyan un modelo predictivo, sea de los efectos de la organizacin estatal o de lanaturaleza de las socieda-des que existen fuera o en los mrgenes de sistemas estatales.-A

    pesar de ello el modelo sigue siendo influyente. En trminos del material recogido en Ocongatesera imposible correlacionar sistemticamente el sistema de dife-rencias de gnero con unadistincin entre, por ejemplo, produccin domstica para el uso y produccin social par elintercambio. Ambas formas de produccin existen y ninguna tiene especificidad de gnero.

    Debe advertirse, sin embargo, que tales explicaciones encajan ntida-mente con la idea de quela dominacin masculina y la complementariedad je-rrquica provienen de fuera de la sociedadindgena, dando por supuesto que tales relaciones jerrquicas no existan antes de laemergencia del Estado, el colonialismo o el capitalismo industrial, segn cual sea el punto departida del analista. Reiter (1975:278), por ejemplo, afirma que: "En sociedades pre estatales,la economa, la poltica y la religin se encuentran todas "familizadas"; en la sociedad estatalestas esferas emergen como separadas y pblicas, mien-tras que la familia se privatiza".

    Las teoras del patriarcado pueden estar muy estrechamente relacionadas a las teoras dedominacin clasista. Algunos analistas alegan que la acumula-cin de propiedad privada y elsurgimiento de un sistema clasista son el origen del patriarcado. Los hombres controlan a lasmujeres con el fin de controlar la herencia y la propiedad. El patriarcado existe como un mediopara perpetuar el acceso desigual a los medios de produccin, y la subordinacin femeninasirve as a las necesidades del capital. Sin embargo, en ltima instancia la diferencia entre lasdos teoras reside en la observacin de que el patriarcado no slo sirve las necesidades delcapital, sino tambin las necesidades de los varones que lle-gan a constituir un grupo deinters diferenciado en oposicin a las mujeres.

    La organizacin de las oportunidades educativas en un lugar como Ocongate proporciona unbuen ejemplo. Los nios varones, son todava privilegiados en el acceso a la educacin, ancuando las nias reciben hoy ms educacin que nunca antes. Los niveles educativos resultan

    extremadamente importantes en trminos de identidad racial y clasista, y los nios varonesreci-ben el mximo que la familia puede proporcionarles. As, si una familia tiene los recursos,

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    todos los hijos sern educados por lo menos hasta completar la primaria, pero cuando losrecursos son limitados, son por lo general las nias las que bien comienzan tarde suescolarizacin, abandonan temprano sus estudios o asisten a la escuela del pueblo en vez deser enviadas a la ciudad. His-tricamente las mujeres recibieron muy poca educacin y lamayora de los analfabetos monolinges en el distrito son mujeres. La educacin universitariaes todava extremadamente rara entre las mujeres de un pueblo como Ocongate. El cuidado de

    los hijos vuelve por lo general imposible ese nivel de edu-cacin y aquellas que comienzanabandonan con frecuencia sus estudios para permitir que sus parejas continen.

    La desigual distribucin de oportunidades y recursos de un sistema cla-sista hacen que seanecesario establecer una escala de prioridades. Tal escala no es otra cosa que una estrategiade- supervivencia de las unidades domsticas individuales, que requieren la fuerza dc trabajoextra y necesitan al mismo tiempo minimizar el costo de mantenimiento de sus dependientes.Sin embar-go, cuando esa escala limita sistemticamente. las posibilidades femeninas a pesarde sus talentos o potencialidades individuales, puede concluirse que los patrones desubordinacin femenina se vuelven fundamentales para la super-vivencia de la unidaddomstica.

    Las propias mujeres son conscientes de su desventaja, aunque en la ma-yora de casos no han

    encontrado todava la manera de cuestionar su posicin. Cuando pregunt a las mujeres porqu no hablaban ms castellano, muchas dijeron que no lo hacan porque se sentanavergonzadas de no poder hablado suficientemente bien. Las monolinges ms jvenes van aclases nocturnas de castellano, pero aun as lo utilizan muy poco por temor a decir algoincorrec-to. Consecuentemente muchas de ellas tienen un buen entendimiento pasivo pero nousan activamente el idioma. Las mujeres mayores dicen que estn de-masiado viejas paraaprender, pero que sus hijas aprendern y en consecuen-cia no tendrn que sufrir como ellashan sufrido. Una mujer dijo muy explci-tamente que si ella. tratara de hablar castellano ovestirse como mestiza, la gente la criticara, le clavaran la mirada y haran comentariosinsultantes. Ella haba odo que alguien le deca a una amiga suya: "de la caca del perro se halevantado una mestiza". Ella afirma que, en su caso, no puede hablar castella-no porque sloestudi primer grado y luego su padre la retir de la escuela para que cuidara los animales.

    Las mujeres que avanzaron ms en sus estudios cuentan de modo simi-lar cmo tuvieron queabandonarlos prematuramente por las responsabilida-des del cuidado de los hijos. Una mujerafirm que en el Per las mujeres no podrn estudiar hasta que los hombres no estndispuestos a cuidar a los ni-os. Otro caso es el de dos estudiantes universitarios que tuvieronun hijo pe-ro no comenzaron a vivir juntos para que la criatura no fuera a distraer al hombre desus estudios. La mujer suspendi los suyos para cuidar del beb.

    Estas evidencias, que coinciden con las respuestas de varones y mujeres que losinvestigadores han registrado en otras reas sur andinas, parecen con-firmar que las teorasdel patriarcado son las que mejor explican la posicin social desventajosa de las mujeres, y nosobligan a buscar las estructuras que generan la desigualdad ms all de las causas socialesinmediatas (Deere 1986; Bourque y Warren 1981). Tal como ha observado Nash (1976:14): "Lademanda de mayores oportunidades educativas es una cuasi solucin para una situacin

    estructural que mantiene a las mujeres en subordinacin al sec-tor masculino de la fuerza detrabajo en todo nivel. Decir que la falta de edu-cacin es la razn del status discriminatoriosignifica confundir el efecto con la causa".

    El comentario de Nash plantea el problema de por qu las mujeres han recibido menoseducacin que los hombres y si es que en realidad el incre-mento del nivel educativo en laltima generacin va a alterar radicalmente la posicin de las mujeres en la sociedad o inclusola forma de la poltica local aldeana. Sin embargo, el comentario centra tambin la atencinsobre una de-bilidad en las teoras del-patriarcado, subyacente en la nocin de que un siste-mapatriarcal implicara "la subordinacin al sector masculino de la fuerza de trabajoen todo nivel". Este perfil de la subordinacin no en-caja de ninguna manera con los datos aqupresentados. -

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    Finalmente, paso entonces a tratar la tercera posibilidad terica, que avanza ms all de lasnociones de diferencia complementaria para observar las posibilidades explicativas ofrecidas alexplorar las tensiones que surgen de la contradiccin y la multiplicidad.

    "El movimiento hacia dentro y hacia fuera del gnero como repre-sentacin ideolgica,

    que a mi entender caracteriza el tema del feminismo, es un movimiento hacia atrs yhacia adelante entre la representacin del gnero (en su marco de referenciamasculino-cntrico) y lo que esa representacin deja de lado o, ms precisamente,vuelve imposible de representar. Es un movimiento entre el espacio discursivo(representado) de las posiciones que los discursos hegemnicos ofrecen, y lo fuera-de-es-cena, el otro-sitio de esos discursos: esos otros espacios tanto discursivos comosociales que existen -en tanto las prcticas feministas los han (re)construido- en losmrgenes (o "entre lneas", o "a contra luz") de los discursos hegemnicos y en losintersticios de instituciones, en contra-prcticas y nuevas formas de comunidad. Estosdos tipos de espacios no se encuentran en oposicin entre ellos ni eslabonados a lolargo de una cade-na de significacin, sino que coexisten concurrentemente y encontradic-cin. l movimiento entre ellos, por tanto, no es el de una dialctica, deintegracin, de una combinatoria, o de. diferencia, sino que es la, tensin entre

    contradiccin, multiplicidad y heteronomia" (De Lauretis 1987:26).

    El inters de esta tercera posicin yace en el reconocimiento de niveles complejos de discurso,que permiten referirse a bases de poder caractersti-cas, a identidades mltiples ycontradictorias y a posibilidades de representacin extensivas.

    La afirmacin de De Lauretis se relaciona tambin con una nocin de esferas distintivas yjerrquicas propuestas por Ardener pero sin implicar las nociones de esencialismo que steus para elaborar su idea.

    Ardener sugiri que existen modos dominantes de expresin generados por las estructurasdominantes de la sociedad. Slo el modo dominante del grupo relevante ser "escuchado" o

    "atendido". Los grupos mudos deben ex-presarse ellos trminos de este modo dominante envez de hacerlo en trmi-nos de aquellos otros que hubieran podido generar de maneraindependiente. La "mudez" de un grupo puede ser considerada como la contraparte de la"sordera" del grupo dominante. Esta idea de mudez resulta til. En Trminos' del material deOcongate es interesante advertir que el lenguaje de autoridad del pueblo es en un sentido eldiscurso mudo a nivel nacional, donde el idio-ma usado en la generacin d autoridad es elmonolingismo castellano ms que el bilingismo o, en todo caso, el bilingismocastellano/ingls y no el bi-lingismo castellano/quechua. Los bilinges en Ocongate continanhablando quechua por la retribucin que obtienen a nivel local, en una-situacin nacio-nal en lacual tienen poca esperanza de adquirir poder o estatus.

    Sin embargo, la idea de grupos mudos de Ardener est basada en una no-cin de formasdiferenciales de conciencia para diferentes grupos. El considera que, ya que las mujeres no

    son biolgicamente hombres, sera sorprendente si levantaran fronteras entre ellas y lanaturaleza de la misma manera en que lo hacen los hombres. Si son los hombres los quetoman conciencia de "otras culturas" con ms frecuencia que las mujeres, bien pudiera sucederque ellos fue-ran propensos a desarrollar metaniveles de categorizacin que les permitieran porlo menos considerar la necesidad de trazar las fronteras entre ellos-y-sus-mujeres y otroshombres-y-sus-mujeres. La debilidad de este argumento tiene que ver con la conexin queArdener establece con categoras de naturaleza y cultura. En realidad este relacionar unaconciencia diferencial con una distin-cin naturaleza/cultura ha sido repetidamente criticada, enespecial por Strathern (1980), que puso al descubierto los supuestos occidentales implcitos enla distincin naturaleza/cultura. Sin embargo, la nocin de una conciencia distintiva no tieneque referirse necesariamente a una visin esencialista de la cognicin masculina y femenina,pero puede ser discutida en trminos de medios sociales jerrquicos que llevan a unasocializacin diferenciada y, por tanto, a experiencias culturales y condicionamientos

    diferenciados para hombres y mu-jeres. De esta forma las versiones sofisticadas del modelo

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    "mudo" deben ser ca-paces de abarcar no solamente la diferencia masculino/femenino sinotambin aquellas diferencias que existen dentro y entre las mujeres.

    Que las mujeres no estn subordinadas a todo nivel, se explica porque el gnero no tiene quever con grupos sino con relaciones sociales y se refiere a diferencias no slo entre hombres ymujeres sino entre y dentro de las mujeres. La construccin especfica de raza y clase en

    Ocongate hace que no sea imposible que incluso una mujer monolinge pueda, en ocasionesconcretas tales como la celebracin de un ritual religioso, encontrarse en una posicin msfuerte que un funcionario varn monolinge castellano. Por tanto, la nocin de esfera social nopuede ser reducida al gnero.

    En un pueblo como Ocongate la educacin es colocada sin ambigeda-des en la esfera delpoder estatal, como lo estn todas las actividades polticas pblicas. La "generizacin" de estaesfera es a su vez sin duda alguna jerrquica. Silverblatt (1987) ha sealado que incluso en lapoca incaica, a pesar de algunos rasgos de complementariedad la esfera estatal seencontraba en ltima instancia dominada por el gobernante masculino. Con la llegada de losespaoles, la "generizacin" jerrquica del Estado se consolid. Los derechos femeninos en lasesferas econmicas y polticas fueron severamente recortados y las mujeres nunca obtuvieronacceso igualitario a la educacin. El Estado capitalista moderno ha encontrado otras formas,

    que no significan la negacin de la igualdad a travs del estatus poltico y educativo, paracontinuar con la dominacin institucionalizada de las mujeres.

    En un contexto en el cual el poder del Estado moderno es valorado, las mujeres resultansistemticamente devaluadas, y la voz en quechua de una mujer sella simplemente suinferioridad. Las mujeres aparecen en oposicin jerrquica a los ingenieros y sacerdotes, alpresidente y al Papa. Por cierto que en las zonas rurales los maestros son con frecuenciamujeres, pero como en otras reas de la administracin estatal, las mujeres slo estnrepre-sentadas en grandes cantidades en los niveles ms bajos, y las escuelas prima-riasrurales son con seguridad el nivel ms bajo[16].

    Tal conceptualizacin del poder estatal contrasta con la naturaleza del poder del paisajeanimado. Aqu, aunque encontramos diferencias de gnero, stas son ambiguas y, donde

    existe, la diferencia no implica jerarqua. Los poderes de los cerros son con frecuenciarepresentados como masculinos, de la misma forma que la pachamama es representada comofemenina, pero de mu-chas maneras ambas fuentes de poder indgena trascienden lasdiferencias de gnero. El poder de esta esfera es generado a travs de distinciones que tienenque ver ms con oposiciones entre lo "muerto" y lo "viviente" y entre lo "salvaje" y lo "social",que con cualquier diferencia de gnero (Harvey 1987a; Harris 1982). Los ancestros autctonos,los awkis o machus y las payas son tanto mas-culinos como femeninos y no existe diferencialde poder entre ellos. La distin-cin de gnero parece relacionarse ms con una divisincomplementaria del trabajo, tanto en el pasado cuando ellos trabajaban la tierra a la luz de laluna de la misma forma que la gente lo hace hoya la luz del sol, como en el presente, cuandolos awkis masculinos tienen relaciones peligrosas e ilcitas con mujeres, mientras que loshombres tienen ms que temer de las payas femeninas.

    Dada la forma en que se construye el gnero en la esfera poltica a tra-vs de su relacin conel poder estatal organizado jerrquicamente, las muje-res tienden a participar menos en lapoltica del pueblo, que tiene una orienta-cin hacia afuera, simplemente porque sonnecesariamente menos eficaces en este rol. Por razones histricas y polticas las mujereshablan menos castella-no, pero su conocimiento creciente de esta lengua difcilmente puedehacerlas abrigar esperanzas de una mejora sustancial en su posicin social si todo lo que hacees darles la oportunidad de entrar en el tipo de relaciones sociales que estn sesgadas en sucontra.

    Una teora tradicional de esferas complementarias y separadas podra entonces sugerir que lamejor esperanza que tienen las mujeres de obtener al-gn grado de autonoma y autoridad enla comunidad local sera a travs de su participacin en esferas de actividad que se relacionanms directamente con los poderes autnomos del paisaje, con el fin de construir una identidad

    que no requiera ser validada por la esfera del Estado moderno, dominada por el hombre[17]. Elinsistente monolingismo femenino puede ser interpretado bajo esta luz. Su monolingismo tal

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    vez les ofrece un cierto grado de protec-cin en tanto las asla del Estado castellano-hablante,o ms bien puede ser visto como una manifestacin de no-colaboracin y de desinters en estaesfera de poder. Sin embargo, como hemos visto, las propias mujeres se sienten insatisfechascon esta opcin monolinge. El paisaje animado, en trminos del cual el quechua adquiereconnotaciones positivas, no es una fuente de poder femenino sino ms bien la fuente de poderindgena. Por tanto, no puede es-perarse que la asociacin con esta esfera ofrezca a las

    mujeres una identidad femenina fuerte y positiva. De hecho, cuando el gnero de los humanos(como opuesto al gnero de los poderes sobrenaturales) se representa en relacin a estaesfera, las mujeres permanecen en el mejor de los casos silenciosas, en el peor son objeto deburla por parte de los varones; con frecuencia son repre-sentadas slo ti travs de las figurasburlescas de hombres disfrazados (Harvey s/f). Ms an, la asociacin entre lo femenino y loindgena resulta negativa en el ritual, donde el nativo dominado y/o silencioso, encuentra surepre-sentacin ltima en una mujer silenciosa vestida "tradicionalmente", tambin en este casorepresentada con frecuencia por un hombre[18].

    Es importante advertir aqu que en Ocongate los hombres monolinges tampoco seenorgullecen de su incapacidad de hablar castellano y, como suce-de con las mujeres,utilizarn el castellano que saben slo cuando estn borrachos (Harvey 1987:173-262, 1989).Los monolinges tienen por tanto una con-ciencia realista del poder del castellano y del mundo

    que ste representa. Su posicin demuestra que el orgullo en una identidad quechua esprivilegio de los bilinges, que pueden usar esa identidad sin sus implicancias negativas.

    En contraposicin a estas afirmaciones es correcto sealar que en otras reas la gente hadesarrollado mayores posibilidades para una identidad que-chua monolinge, probablementeapelando a una construccin distintiva del poder quechua y a una representacin distintiva dela opcin monolinge. Sospechara que una construccin de este tipo sera menos ambigua yms en-frentada a la cultura hispana. Esa posibilidad existe en la cultura andina, en el famosociclo mtico sobre el retorno del hroe cultural Inkarri[19]. El regreso del Inca plantea aqu unasituacin en la cual el paisaje animado y el Estado dejan de ser opuestos: el Estado es unEstado indgena, los espritus del cerro son los agentes del Estado.

    Sin embargo, en una zona como Ocongate, donde no existe autonoma respecto al mercado ni

    a la administracin poltica centralizada, una visin as permanece como un sueo utpico,demasiado alejado de la realidad en la cual vive la gente. La insatisfaccin femenina con susuerte sugiere que el or-gullo en una identidad quechua monolinge no constituye ya ms unaopcin histrica. No es una opcin para hombres o mujeres porque niega la compleji-dad de lahistoria andina y restringe las posibilidades de construir la multiplicidad a travs de la cualpueden ser evitadas las implicancias negativas del gnero y la raza.

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    Notas

    [1] El trabajo de campo se desarroll entre 1983-1985 y luego en 1987 en el pueblo de Ocongate (3,600m.s.n.m.), capital de distrito en la provincia de Quispicanchis (Cusco). Segn el .censo nacional de19811a poblacin de todo el distrito era de 8,686 habitantes. En 1985, realic personalmente un censo delpueblo mismo de Ocongate, que arroj un total de 1,300 habitantes.

    [2] Bourque y Warren llamaron la atencin sobre anteriores polticas gubernamentales al respecto: "Unadisposicin gubernamental que se refiere a la cuestin femenina fue el Plan Inca. Este manifiesto poltico,ledo por primera vez en pblico por el presidente en julio de 1974, constituy la evaluacin oficialgubernamental de los males del Per y su plan para reestructurar la sociedad peruana. Como muchasdeclaraciones oficiales, el Plan Inca fue un manifiesto ambicioso y articulado de ideales retricos, y nouna gua precisa para la accin gubernamental. En realidad, el gobierno identificaba muchos ms malesde los que era capaz de enfrentar efectiva- mente a travs de refom1as y polticas de desarrollo". Dos detales males fueron definidos como sigue: "1. La mujer peruana no ejercita efectivamente sus derechos

    ciudadanos; y 2. El acceso de la mujer a puestos polticos y administrativos de direccin, as como a otrasactividades es bastante limitado" (p.184).

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    [3] En su discusin sobre los Merina de Madagascar, Bloch (1987) parecera sugerir que esto no esnecesariamente as. El sostiene que los Merina no tienen una concepcin nica de gnero y que en suprctica social coexisten construcciones jerrquicas y no-jerrquicas de las dife-rencias de gnero.

    [4] Gose (1986:180) y Harris (s/f), se refieren a la posibilidad de que estos poderes de la tierra estnlocalizados en lugares especficos e impliquen, por tanto, pluralidad (Pachatira o Tirakuna). Al respecto,Pachamama no es necesariamente un concepto generizado.

    [5] Nez del Prado (1970:111) describe cmo en Q'ero (Cusco), existe un orden jerrqui-co de espritusde la montaa en el cual los Awlds se encuentran subordinados a los Apus. En Ocongate no exista unadistincin jerrquica entre Awki y Apu y, en realidad, el trmino Apu se usaba raramente.

    [6] Bourque y Warren (1981:26) tratan sobre la conducta y los sentimientos de un comune-ro deMayobamba que afirma que "durante laS asambleas comunales, cuando presentaba opinionessdiferenciadas, senta que sus puntos de vista no llegaban a tener el peso suficiente porque l no eraoriginalmente de Mayobamba".

    [7] El peregrinaje al santuario del Seor de Qoyllorit'i durante Corpus Christi es la ms importante de estasfiestas. Muchas mujeres tienen la esperanza de obtener hasta el 50% de su ingreso anual durante elperodo de 7 a 10 das durante el cual el pueblo se llena de peregrinos y turistas. La ubicacin y tamaode los puestos de venta es de importancia crucial para el xito de tal empresa.

    [8] El santuario del Seor de Qoyllorit'i", es el foco de un peregrinaje local de considerable importanciaregional y nacional. Los devotos donan grandes sumas de dinero para el manteni-miento del santuario, elcual es administrado por una hermandad. El santuario est .ubicado en las alturas nevadas pero andentro del territorio de la parroquia de Ocongate. Tiene dos imge-nes, que se cree representan la figuramilagrosa de Cristo, y una de ellas se conserva en la iglesia de Ocongate. Conforme la importancia delsantuario y el nmero de devotos creca a travs de los aos, los habitantes de Ocongate han jugado unpapel cada vez menor en la administracin del santuario. Hoy, los principales funcionarios tienden a serde la capital provincial o de la de-partamental, Urcos y Cusco respectivamente; Es en este contexto queahora la gente piensa que la Misin puede apropiarse de la imagen y marginar as an ms a losocongatinos de la adminis-tracin del peregrinaje.

    [9] Harvey (1987, 1989) trata sobre los patrones andinos de bebida. La gente diferencia claramente laimportancia de beber y emborracharse en diferentes circunstancias rituales, del consumo excesivo querealizan individuos catalogados como viciosos. Sin embargo, no es Inusual que la gente beba al margende las ocasiones socialmente autorizadas, y existen varios individuos en la aldea, principalmente varones,que beben en exceso con regularidad.

    [10] Agradezco a Efran Trelles por destacar las similitudes entre este discurso y el discur-so oficial delEstado que expresa prejuicios semejantes respecto al ala izquierda de la Iglesia Ca-tlica. -

    [11] Cuando regres al pueblo en 1988, las relaciones entre la misin y los pobladores ha-ban cambiadoconsiderablemente. Un inters comn haba surgido alrededor del proyecto para electrificar el rea y lasdos partes trabajan ahora en estrecha colaboracin. Es interesante notar al respecto que los pobladoreshablan ahora entusiastamente Sobre las habilidades lingsticas del sacerdote: "es ms quechuista quenosotros". TodaVa el sacerdote es considerado un for-neo, pero en la percepcin de los pobladores,uno de los aspectos que marcan esta diferencia es la idea de que l se encuentra ms ligado a la"costumbre" que la propia gente del pueblo.

    [12] Las mujeres tienen ms xito en lograr el apoyo masculino cuando sus reclamos aparecen comoasuntos familiares. Por ejemplo, en una ocasin la polica anunci el traslado del puesto policial a otropueblo situado a unos 30 km. sobre la misma carretera. Muchas mujeres se

    horrorizaron porque eso significaba que perderan sus ingresos por la venta de productos agrcolas ycomidas preparadas, en tanto consiguen sus clientes a partir de la patada obligatoria de los vehculos enel puesto policial. Las mujeres que iban a resultar ms afectadas por la mudanza, notablemente lapropietaria de un restaurante y un pequeo hotel se las arreglaron no slo para involucrar a los hombresen la discusin del asunto con la polica, sino que organizaron tambin las faenas necesarias para laconstruccin de un nuevo puesto policial, cuando sali a luz que el estado deplorable en el cual seencontraba el edificio era la razn principal por la cual la polica haba decidido mudarse. En tanto elingreso femenino era un ingreso familiar, los hombres se movilizaron para proteger los interesesfamiliares.

    [13] Al respecto, es interesante anotar que son predominantemente mujeres las que llevan disputas anteel juez, y que stas se refieren principalmente a ebriedad, violencia, difamacin y seduccin. En lasconfrontaciones bilaterales en la oficina del juez, las mujeres son capaces de expresarse en quechua,

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    aunque los hispanohablantes tienen la 'Ventaja de que su bilingismo im-plcito otorga autoridad a susalegatos. (Harvey 1987b).

    [14] Debe mencionarse que los cargos religiosos son aceptados tambin en este espritu. Algunos deellos pueden ser explotados considerablemente en beneficio propio.

    [15] Bilinge (a) aquellos que hablan las dos lenguas con igual facilidad y fluidez, aun-que no

    necesariamente con similar frecuencia bilinge (b) '"aquellos que muestran una acen-tuada preferenciapor el quechua y hablan un espaol fuertemente marcado por el quechua

    [16] Es interesante anotar que muchas mujeres campesinas confunden el gnero de tales profesoras, talcomo lo hicieron conmigo. Incluso cuando tal confusin no se produce, las muje-res forneas de estatuselevado son tratadas por lo general como varones, lo cual implica un ma-yor respeto en situaciones talescomo los lugares que se ocupan en la mesa durante las comidas u otras ocasiones rituales.

    [17] Acerca de la importancia de formas alternativas de accin simblica cumplidas por mujeres de Laymi,vase Harris (1980).

    [18] Ejemplos de la etnografa de Ocongate incluyen la batalla ritual que libran grupos de danzantesQollas y Ch'unchus durante la fiesta de la Exaltacin, al regreso del santuario del Seor de QoyIlorit'i. LosQollas vestidos como mujeres indgenas, se abusan sexual mente entre ellos y son finalmente derrotados

    por los Ch'unchus. Durante la fiesta de la Inmaculada Concepcin, el 8 de diciembre, hombres vestidoscomo mujeres son asediados sexualmente por varones disfrazados como militares de principios de siglo(Harvey s/f).

    [19] Ejemplos de la vasta literatura sobre el tema son: Burga 1983; F10res Galindo 1987; Gow 1976; Ortiz1973; Ossio 1973.

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