Generalidades de La Crisis Alimentaria

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Generalidades de la Crisis Alimentaria. La revolución Francesa, inspirada por múltiples sucesos, tiene como principal progenitor una crisis económica que azotó a Francia en el siglo XVIII. Cuando comenzó a gestarse una actividad revolucionaria, La Gironda era dirigida por Luis XVI, quien influenció la crisis en las finanzas reales por motivo del crecimiento de la deuda pública. Los gastos por parte de la Gironda superaban los ingresos que adquirían. Es sorprendente la manera en la cual decayó la economía francés, ya que, anteriormente había sido de expansión adhiriéndose a esto, el estado monárquico en el cual Francia estaba entrando. “El 13 de Noviembre de 1972 declaró Cambon, que para el mes de noviembre, los ingresos previstos eran de 28 millones y los gastos se suponían en 138 millones, con un déficit de 116 millones” (Matthiez, ). Por si fuera poco, las municipalidades encargadas de la recolección de impuestos no estaban preparadas para tal fin, decidiéndose adiestrar una burocracia de cobradores con listas rearmadas. Entre los egresos más significativos, afrontados por el estado francés, se encontraban los producidos por la guerra de la revolución americana y la emisión de asignados, los cuales encarecían la vida con el paso del tiempo. Cambon propone la reducción de impuestos y la permanencia de los asignados. Al contrario, Jacobo Dupont, proponía abreviar los plazos para adquirir bienes nacionales, idea que fue ignorada. Por otra parte, algunos de los involucrados como Tayllerand, proponían utilizar los bienes de la Iglesia, adquiridos pocos meses antes, para pagar cierta parte de la deuda existente, con la excusa de haber sido donados a la Nación y no específicamente al Clero. “Durante el reinado de Luis XVI, distintos ministros trataron sin éxito de reformar el sistema impositivo y convertirlo en un sistema más justo y uniforme” afirma, Antonio Arteaga, (pág. 40), debido a que la problemática monárquica ya

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documento que sugiere nuevos enfoques entorno a la pobreza y al problema del hambre; desde una visión estructural y macro económica.

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Generalidades de la Crisis Alimentaria.

La revolución Francesa, inspirada por múltiples sucesos, tiene como principal progenitor una crisis económica que azotó a Francia en el siglo XVIII. Cuando comenzó a gestarse una actividad revolucionaria, La Gironda era dirigida por Luis XVI, quien influenció la crisis en las finanzas reales por motivo del crecimiento de la deuda pública.  Los gastos por parte de la Gironda superaban los ingresos que adquirían. Es sorprendente la manera en la cual decayó la economía francés, ya que, anteriormente había  sido de expansión adhiriéndose a esto, el estado monárquico en el cual Francia estaba entrando.

 “El 13 de Noviembre de 1972 declaró Cambon, que para el mes de noviembre, los ingresos previstos eran de 28 millones y los gastos se suponían en 138 millones, con un déficit de 116 millones” (Matthiez, ). Por si fuera poco, las municipalidades encargadas de la recolección de impuestos no estaban preparadas para tal fin, decidiéndose adiestrar una burocracia de cobradores con listas rearmadas.

 Entre los egresos más significativos, afrontados por el estado francés, se encontraban los producidos por la guerra de la revolución americana y la emisión de asignados, los cuales encarecían la vida con el paso del tiempo. Cambon propone la reducción de impuestos y la permanencia de los asignados. Al contrario, Jacobo Dupont, proponía abreviar los plazos para adquirir bienes nacionales, idea que fue ignorada. Por otra parte, algunos de los involucrados como Tayllerand, proponían utilizar los bienes de la Iglesia, adquiridos pocos meses antes, para pagar cierta parte de la deuda existente, con la excusa de haber sido donados a la Nación y no específicamente al Clero.

“Durante el reinado de Luis XVI, distintos ministros trataron sin éxito de reformar el sistema impositivo y convertirlo en un sistema más justo y uniforme” afirma, Antonio Arteaga, (pág. 40), debido a que la problemática monárquica ya existente era tan fuerte, que combatirla era prácticamente imposible. Tras diversos intentos de reformar, por ejemplo, la proposición de códigos tributarios conforme a la tenencia de tierras, cuyo objetivo era sanear las entradas y salidas económicas hacia Francia, con el único problema que el pueblo presentaba resistencia a pagar esa gran cantidad de impuestos.

Esta crisis no llegó de un momento a otro, fue desde 1778 que Luis XVI debía convocar a los Estados Generales para aumentar y establecer pagos de impuestos igualitarios por parte de los franceses. Al no realizarla, Francia entró en un proceso de difícil resurgimiento, que trae consigo grandes consecuencias tanto positivas como negativas a lo que hoy es Francia, proceso que cierra con un golpe de Estado dado por Napoleón Bonaparte.

Crisis por hambreParte de las dificultades económicas de la Revolución Francesa, las constituye una crisis de alimentos. En la época, el precio del pan aumentaba constantemente. Este aumento, no registra la existencia de una mala cosecha en

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Francia.  Matthiez (1111), dice “el trigo, sin embargo, no faltaba. La cosecha ha sido buena” (p. 166).  Lo que sucedía, puede ser explicado por la desconfianza que nacía en los propietarios y granjeros hacia el papel moneda, el cual careciendo de  decidiendo almacenar el trigo. Debido a lo anteriormente mencionado; el pan empieza a escasear.

Otro punto importante a recalcar es tanto la utilidad como el  tiempo establecido para las cosechas, el cual, debido a situaciones climáticas y temporales únicamente permitía una siembra exitosa durante cinco años.

 Los ayuntamientos, con el objetivo de restablecer la producción de pan, deciden comprar el trigo al extranjero por medio de empréstitos, generando mayores gastos. Se emitió legislación, forzada por el agotamiento del pan, que consistía en obligar a los granjeros y propietarios a dar declaraciones de existencias, y la autorización de requisas hacia estos. Después de ser formulada, Roland se opuso y la paralizó.

Los girondinos, no tomaron medidas para el beneficio de las clases populares. Proclamaban que si los productos subían de precio, los salarios de los trabajadores debían subir. El problema consistía en que los obreros no contaban con una organización estable, además de no ser respaldados por el estado. Como parte de las soluciones para disminuir el precio de los productos, se implantaron “tasadores”, quienes iban a los mercados y fijaban los precios correctos de los productos.

Sin embargo, “La deuda, -dijo Beaumetz-, no dejaría de existir, frase dicha y a pesar de no ser argumentada; se sobre entiende la problemática que Francia enfrentaba a finales del Siglo XVIII. Sin dejar de lado la crisis que azotaba a niños y a mujeres de una manera cruel, también era necesario emplear algunos cambios en cuanto a la estructura política y administración correcta de los bienes del pueblo. Los campesinos franceses experimentaron desempleo masivo en la década de 1780 debido al agudo declive de la importante industria textil nacional. Esto sumado a una explosión demográfica de cerca del 25 a 30 por ciento en 90 años que no fue equilibrada con un aumento considerable en la producción alimenticia. Además, la peor cosecha en 40 años ocurrió en el invierno de 1788-89, sumándose a la crisis alimentaria. Con más bocas que comer, los campesinos franceses seguían obligados a pagar cantidades considerables de sus pequeños ingresos para pagar la renta e impuestos sobre casi todo, desde la sal hasta la harina.

Debido a sus deficiencias inherentes, el sistema feudal estaba muriendo en gran parte de Europa desde hacía varias décadas. La agricultura francesa no seguía el ritmo de mejoras e innovaciones que existían en Holanda y las Islas Británicas, por mencionar un ejemplo. Francia, que nunca fue una nación comerciante, obtenía la mayor parte de sus ingresos mediante una vertiginosa gama de impuestos internos que parecían desproporcionados para aquellos a quienes más difícil les resultaba pagarlos, lo campesinos.

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Cuando los campesinos llegaron al punto en el que no podía sobrevivir, comer y al mismo tiempo pagar los onerosos impuestos, las revueltas comenzaron. La imagen del campesino francés es la de la elegante y gentil figura de las pinturas al óleo del romanticismo. Cierto, probablemente vivían mejor que la mayoría de su clase en el resto de Europa en aquel momento, pero seguían siendo increíblemente pobres. Eran dueños de hasta el 40 por ciento de la tierra arable, pero subdividida en pequeñas parcelas, tal y como había sido desde la Edad Media. Los campesinos urbanos, muchas veces desempleados debido a la menguante industria textil, subsistían con magras ganancias obtenidas de la prostitución, el robo y la venta de artículos de segunda mano, o bien no subsistían. Sin embargo, para cada una de estas clases, la renta y los precios de los alimentos seguían en aumento, sin un aumento correspondiente en sus ingresos.

La inflación rampante en el duro inverno de 1788-89 provocó hambruna generalizada en el campo y en las ciudades, especialmente en París. Y aunque los salarios aumentaron un 22 por ciento, el costo de la vida lo había hecho en un 62 por ciento. Las clases bajas se veían desalojadas de sus viviendas, y aquellos desafortunados que morían, eran enterrados en fosas comunes. Las revueltas trajeron poco alivio e incluso contribuyeron a aumentar el desempleo, y los impuestos excesivos aún tenían que ser pagados. El escenario estaba puesto para una rebelión en contra de los consumidores de los impuestos y el diezmo: la nobleza y la iglesia.

Para la historia del mundo contemporáneo, la revolución francesa significó el tránsito de la sociedad estamental, heredera del feudalismo, a la sociedad capitalista, basada en una economía de mercado. La burguesía, consciente de su papel preponderante en la vida económica, desplazó del poder a la aristocracia y a la monarquía absoluta. Los revolucionarios franceses no sólo crearon un nuevo modelo de sociedad y estado, sino que difundieron un nuevo modo de pensar por la mayor parte del mundo.