La generación de energía eléctrica, consiste en transformar alguna clase de energía no eléctrica (química, mecánica, térmica, luminosa, etc.), en energía eléctrica. Para la generación industrial de electricidad se recurre a instalaciones denominadas centrales eléctricas, las que ejecutan alguna de las transformaciones citadas y constituyen el primer escalón del sistema de suministro eléctrico.

Hay diversas formas de generar electricidad algunas de capacidad industrial y otras a niveles mucho menores según las necesidades que se estén cubriendo.

Para realizar los procesos de transformación es requerido contar con un generador que es el equipo capaz de transformar la energía entrante en electricidad a su salida.

Se basa en el movimiento de los cuerpos, de un campo magnético y en la deformación por presión.

Las primeras observaciones sobre fenómenos eléctricos se realizaron en la antigua Grecia, cuando el filósofo Tales de Mileto (640-546 a.c.) comprobó que, al frotar barras de ámbar contra pieles curtidas, se producía en ellas características de atracción que antes no poseían.

La electricidad estática se debe a que la materia está hecha de átomos, y los átomos de partículas cargadas, un núcleo rodeado de una nube de electrones. Normalmente, la materia es neutra, tiene el mismo número de cargas positivas y negativas.

Algunos átomos tienen más facilidad para perder sus electrones que otros. Si un material tiende a perder algunos de sus electrones cuando entra en contacto con otro, se dice que sea cargado positivamente y si tiende a capturar electrones se dice que sea cargado negativamente.

Recordemos que según la ley de cargas las de igual signo se repelen y las de diferente signo se atraen.

Este tipo de generación eléctrica produce calor y electricidad estática, la cual generalmente es indeseable y por lo tanto se recurre a procesos de aterrizaje o conexión a tierra de los elementos para poder eliminarla.

En 1819, el físico Hans Christian Oersted llevó a cabo un descubrimiento al observar que una aguja magnética podía ser desviada por una corriente eléctrica, lo que mostraba una conexión entre la electricidad y el magnetismo, fue desarrollado por el científico André Marie Ampare, que estudió las fuerzas entre cables por los que circulan corrientes eléctricas, y por el físico Dominique François Arago, que magnetizó un pedazo de hierro colocándolo cerca de un cable recorrido por una corriente.

En 1831, el científico británico Michael Faraday descubrió que el movimiento de un imán en las proximidades de un cable induce en éste una corriente eléctrica; este efecto era inverso al hallado por Oersted. Así, Oersted demostró que una corriente eléctrica crea un campo magnético, mientras que Faraday demostró que puede emplearse un campo magnético para crear una corriente eléctrica.

Al acercar el imán los electrones libres del conductor se ven desplazados a través de los átomos. Y al alejarse empuja a los electrones en dirección opuesta. Al darse un movimiento continuo se produce una corriente eléctrica en el alambre de la bobina y como se esta invirtiendo la dirección del movimiento se obtiene corriente alterna (con un sector positivo y uno negativo).

Se denomina piezoelectricidad, debido a que se obtiene de materiales con características piezoeléctricas

Los materiales piezoeléctricos al aplicárseles presión (dentro de un límite prudencial), se deforman excitando los electrones libres del cristal, por lo que se produce una corriente eléctrica de algunos milivoltios.

Los cristales más empleados son: cuarzo, la sal de Rochelle, turmalina y el titanato de bario.

Para formar los elementos electrónicos a emplearse los fabricantes recubren una sección de mineral con una capa de plata a cada lado y en estas instala los electrodos para su debida conexión.

Esta tecnología se emplea en fabricación de agujas para tocadiscos (acetatos), registrar niveles de ruido, detectar cambios de presión, parlantes modernos, etc.