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GUARDIA CIVIL (MATERIAS SOCIO-CULTURALES Y TÉCNICO-CIENTÍFICAS) 207 TEMA 20 Ecología. Funciones de relación de los seres vivos. El medio ambiente. Factores físicos: suelo, luz, temperatura y humedad. Factores biológicos. Asociaciones. Población y comunidad. Ecosistema. Componentes. Tipos: terrestre y acuático. El equilibrio ecológico. Agresiones al medio ambiente. Contaminación. Residuos

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TEMA 20

Ecología. Funciones de relación de los seres vivos. El medio ambiente. Factores físicos: suelo, luz, temperatura y humedad. Factores biológicos. Asociaciones. Población y comunidad. Ecosistema. Componentes. Tipos: terrestre y acuático. El equilibrio ecológico. Agresiones al medio ambiente. Contaminación. Residuos

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ECOLOGÍA. MEDIO AMBIENTE. EL EQUILIBRIO ECOLÓGICO

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1. ECOLOGÍA

Podemos definir la Ecología como “la ciencia que estudia el conjunto de relaciones que se establecen entre todos los seres vivos y entre éstos y su medio ambiente físico y biológico”. El medio ambiente físico incluye la luz y el calor o radiación solar, la humedad, el viento, el oxígeno, el dióxido de carbono y los nutrientes del suelo, el agua y la atmósfe-ra. El medio ambiente biológico está formado por los organismos vivos, principalmente, plantas y animales.

La unidad de estudio es el Ecosistema: sistema de relaciones que se establecen en-tre un conjunto de organismos vivos y un conjunto de elementos inertes físicos y químicos que coexisten en un lugar y tiempo.

El término «ecología» aparece como oekologie y fue dado por el biólogo alemán Ernst Heinrich Haeckel en el año 1869 en la obra Morfología General de los Organismos, siendo para él la ciencia que estudia la relación de los organismos con su entorno.

Desde que el hombre aparece en la tierra conoce un conjunto de relaciones dentro de su sistema, de forma que, al conocer la naturaleza, puede sobrevivir. En culturas an-cestrales de tribus indígenas de selvas tropicales o de esquimales, existe un conocimiento empírico de la naturaleza. También han existido conocimientos sistemáticos basados en la experimentación, aunque no se generalizaron hasta finales del siglo XVIII, cuando los biólogos estudiaron las relaciones de una especie con el medio. A finales del siglo XVIII y principios del XIX se realizaron muchas expediciones científicas, sobre todo desde Europa al Nuevo Mundo, en las que concurren aspectos importantes para el desarrollo y nacimiento de una nueva ciencia.

En las expediciones había una necesidad de descubrir nuevas especies y de describir sus características, mediante escritos y dibujos que aportaran una nueva concepción de la realidad, destacando, por sus representaciones gráficas de la realidad, Humboldt, que relacionó la vegetación con los pisos altitudinales, convirtiéndose en el primero que realizó trabajos de Biogeografía.

Otra característica de las expediciones era la posibilidad de comparar organismos y fenómenos de la naturaleza, unos conocidos y otros no; esta comparación lleva a preguntar el porqué de las diferencias o de las similitudes. La etapa flor-insecto, en la que se estudian las relaciones sencillas entre los organismos de una especie con su medio da origen a la autoecología. En el siglo XX el estudio se complica, ya que una especie no está aislada sino que existen relaciones entre ellas, por lo que surge la ecología de las comunidades, que estudia las relaciones entre organismos vivos y el medio en el que viven, con un enfoque dinámico: relaciones en el espacio y en el tiempo, intercambiando materia y energía, de tal forma que se desarrollan modelos y nuevos conceptos.

En el año 1935 Tansley da la definición de Ecosistema, al que define como «la unidad ecológica constituida por un conjunto de seres vivos que habitan un medio físico». Poste-riormente aparece la Teoría general de los Sistemas. En los años cincuenta se desarrolla la informática que permite analizar las matrices de datos de forma rápida e integrada. Más tarde comienza el programa de estudio de los grandes biomas de la tierra: tundra, taiga, desiertos, etc.

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La Ecología moderna parte de los estudios de Charles Robert Darwin y de Alfred Russel Wallace, principalmente del primero y de su obra «Sobre el Origen de las Especies Mediante Selección Natural» y se encuentra basada en tres conceptos:

– El medio ambiente

– Adaptación al medio y lucha por la supervivencia

– Interrelación entre los distintos organismos

Darwin, al desarrollar la teoría de la evolución, hizo hincapié en la adaptación de los organismos a su medio ambiente por medio de la selección natural, teoría fundamen-tada en las siguientes observaciones:

– En condiciones ambientales normales todas las especies tienden a multipli-carse en progresión geométrica.

– En condiciones naturales el número de individuos de una población perma-nece prácticamente constante durante extensos períodos de tiempo.

– Existen diferencias individuales considerables entre los miembros de una misma especie.

Y que le llevó a dos conclusiones:

– No todos los seres vivos sobreviven y se reproducen.

– Los individuos que manifiesten variaciones favorables se encontrarán pre-dispuestos a la supervivencia y reproducción.

En el año 1972, en Estocolmo, se reconoce por primera vez que los problemas ambien-tales existen y se reconoce el deterioro originado por el desarrollo social y económico.

La cuarta fase por la que ha pasado el estudio de la Ecología comienza por el estudio de un sistema con los sistemas adyacentes en el espacio y en el tiempo, apareciendo el término frontera ecológica. También se estudia cómo se recupera un bosque cuando se quema y cómo evoluciona desde que es perturbado, por lo que nace el concepto de su-cesión ecológica, que estudia los cambios que se producen en un ecosistema a lo largo del tiempo.

Finalmente aparece el programa MAB –hombre o biosfera- que considera al hombre como parte del sistema, haciéndose el estudio más complejo al contemplar, además de los factores naturales del sistema, la economía, la política y la cultura.

2. FUNCIONES DE RELACIÓN DE LOS SERES VIVOS

Debemos entender como tales las distintas formas de relación entre los seres vivos que se producen dentro de un mismo ambiente. Todos los organismos que conviven un determi-nado lugar son dependientes entre sí, hasta el punto de que es imposible la supervivencia de uno de ellos aislado de los demás (interrelación).

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Veamos el ejemplo usado por Darwin en su obra, antes citada, y en el que relata la in-terrelación entre la cosecha de tréboles rojos, los abejorros, los ratones y los gatos. El único insecto que toma el néctar de los tréboles rojos es el abejorro, que, al hacerlo, poliniza sus flores; los ratones se alimentan de los abejorros y, a su vez, los gatos son los enemigos naturales de los ratones. Como podemos observar, estos cuatro seres vivos están interre-lacionados entre sí. El número de abejorros depende de la abundancia de tréboles rojos –a

mayor número más comida y más abejorros–, a su vez el número de tréboles rojos depende de los abejorros –a más abejorros más polinización y por consiguiente más abundancia de

tréboles–; el número de abejorros depende del número de ratones –a más ratones menos

abejorros–, y los ratones, aparte de depender su número de la abundancia o no de abejo-rros, ya que no son su único alimento, dependen, a su vez, del número de gatos.

Otro ejemplo de interrelación, perfectamente conocido, es el ciclo regular de abundancia y escasez, cada nueve o diez años, de la liebre de patas blancas y del lince de Canadá. El máximo de la población de liebres aparece un año antes del máximo de la población de linces. Como el lince devora a la liebre, es evidente que el ciclo de uno se relaciona con el de la otra.

3. EL MEDIO AMBIENTE

Entendemos por medio ambiente el conjunto de condiciones o circunstancias de un lugar que aparecen favorables o no para las personas, animales o cosas que en él están. El hom-bre, como todo ser vivo, no puede vivir aislado, sino que se encuentra atado por unos lazos invisibles al medio ambiente que le rodea. Esta relación del hombre con el resto de los seres vivos, y de todos en conjunto con el medio, se define con la expresión «lucha por la vida»,

entendiendo como tal el afán continuo de supervivencia y adaptación al medio que le rodea.

El medio ambiente está formado por factores:

– Físicos o abióticos (sin vida), entre los que podemos citar la presión, la hu-medad, la luz, la temperatura, etc.

– Biológicos o bióticos (con vida), es decir, el resto de seres vivos, sean de la misma especie o de otras distintas.

4. FACTORES FÍSICOS: SUELO, LUZ, TEMPERATURA Y HUMEDAD

Los factores físicos o abióticos más importantes son:

– La temperatura.

– El agua y la humedad.

– La luz.

– El oxígeno.

– La composición química y la naturaleza del suelo.

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– La salinidad del agua.

– La presión atmosférica.

– La presión del agua.

Adaptación de los organismos a los factores físicos o abióticos

Adaptación a la temperatura. La temperatura es uno de los factores más importantes en la vida de cualquier animal o vegetal. La mayor parte de los seres vivos de la tierra puede vivir con temperaturas comprendidas entre los 0º y los 60º, como norma general, y fuera de éstas ya precisan de unas adaptaciones especiales para sobrevivir –pérdida de hojas y

reposo invernal, principalmente–, como las plantas alpinas (–30º) y las del desierto (60º).

Los animales han desarrollados mecanismos de supervivencia que les permiten sobrevivir en determinadas épocas del año:

– Los Poiquilotermos u organismos ectotérmicos o animales de sangre fría,que no pueden regular su temperatura generando calor, por lo que lo absorben del Sol (heliotermia) o del medio circundante o el suelo (tigmotermia) y de esa mane-ra regulan su temperatura mediante el comportamiento (por ejemplo, los lagartos

aumentan su temperatura tomando el sol y acumulando calor durante un cierto

tiempo), y cuando bajan las temperaturas se aletargan (hibernación) para no quedar congelados bajando sus constantes vitales al mínimo imprescindible para sobrevivir. Muchos animales están cubiertos de pelaje blanco en invierno (homocromía). Los gruesos panículos adiposos, el pelo brillante de los mamíferos o el plumaje protector de las aves son formas de adaptación al viento y al frío. Gracias a estos mecanismos, la pantera de las nieves puede vivir en el Himalaya a altitudes de hasta 6.000 metros, o el yak tibetano y las llamas del Perú lo hacen entre los 4.000 y los 6.000 metros.

– Los Homeotermos u organismos endotérmicos o animales de sangre calien-te, que disponen de mecanismos para regular su temperatura y cuentan, además, con mecanismos para proteger sus cuerpos, como plumas, pelo, grasa, etc. O realizan migraciones en busca de temperaturas mejores (cigüeñas, ñus, etc.).

NOTA: Ciertos animales ectotérmicos pueden ajustar sus ritmos metabólicos

en función de la temperatura del medio. Algunos peces pueden recuperar el calor

generado por el trabajo muscular y con ello consiguen una temperatura corporal de

hasta 10º C superior a la del medio externo.

Algunos animales homeotermos muy pequeños, como los colibríes o las musa-

rañas, presentan principios de poiquilotermia al reducir fuertemente su temperatura

corporal durante la noche (heterotermia), lo que les sirve de ahorro energético.

Adaptación al agua, a la humedad y a la salinidad. Estos dos primeros factores son decisivos para aquellos animales que posean piel fina –anfibios, gasterópodos, etc.– y que precisan de ellos para desarrollar su actividad, llegando a enquistarse cuando las condicio-nes les son desfavorables.

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En lo relativo a las plantas, también han desarrollado mecanismos de defensa en función de la zona en la que vivan:

– Hidrófilas (adaptadas a climas húmedos), con grandes hojas y muchos poros que les permiten absorber agua con gran facilidad.

– Mesófilas (adaptadas a climas intermedios), necesitan de la temperatura para desarrollarse y condiciones de humedad de tipo medio.

– Xerófilas (adaptadas a climas secos), que transforman sus hojas disminuyendo de tamaño para evitar la excesiva pérdida de agua y capaces de almacenar agua en su parénquima. Dentro de éstas destacan las plantas crasas o suculentas que poseen raíces largas para absorber la mayor cantidad de agua. Las más comunes son las cactáceas, que carecen de hojas o las tiene cortas y espinosas (cactus).

La humedad es el contenido de agua en la atmósfera. La atmósfera contiene siempre algo de agua en forma de vapor. La cantidad máxima depende de la temperatura; crece al aumentar esta: a mayor temperatura mayor cantidad de vapor de agua, de ahí que cuando la atmósfera está saturada de agua, el nivel de incomodidad es alto, ya que la transpiración (evaporación de sudor corporal) se hace casi imposible.

El peso del vapor de agua contenido en un volumen de aire se conoce como hume-dad absoluta y se expresa en kg de agua por kg de aire seco. La humedad relativa es la relación entre el contenido efectivo de vapor en la atmósfera y la cantidad de vapor que saturaría el aire a la misma temperatura. Si la temperatura atmosférica aumenta y no se producen cambios en el contenido de vapor, la humedad absoluta no varía mientras que la relativa disminuye. Una caída de temperatura incrementa la humedad relativa produciendo rocío. La humedad se mide con un higrómetro.

La salinidad es la concentración en el agua de sales minerales disueltas en el agua de mar, siendo los iones más frecuentes los de cloro, nitrato, sulfato, sulfito, etc., y los cationes de sodio, potasio, calcio y magnesio. Se determina por el número de gramos por kilo de agua, siendo la salinidad media de 35 gramos. Existen seres capaces de mantener constante su concentración interna de sales autorregulándose (homeosmóticos) por lo que pueden habitar aguas de diferente salinidad, mientras que otros deben vivir en aguas de una determinada salinidad ya que no se pueden autorregular (poquilosmóticos).

Adaptación a la luz. El aporte de energía lumínica a los organismos fotosintetizadores es imprescindible para el mantenimiento de vida en la Tierra. La radiación solar llega en un amplio espectro de longitudes de onda, desde las ultravioletas a las infrarrojas, pasando por la luz visible. La luz influye decisivamente en la distribución de los seres vivos:

En los animales observamos que unos se han adaptado a vivir con ella, otros necesitan de la luz crepuscular, y otros lo hacen con su total ausencia, de ahí que, atendiendo a este punto de vista, podamos dividirlos en:

– Diurnos (realizan sus funciones vitales durante el día).

– Crepusculares (aprovechan el crepúsculo y primeras horas nocturnas).

– Nocturnos (realizan sus funciones vitales en horas nocturnas)

– Oscurícolas (no necesitan la luz para vivir).

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NOTA: Algunos animales han desarrollado, en su adaptación a la oscuridad,

capacidad para producir luz, conociéndose este fenómeno como bioluminiscencia

(algunas especies de orugas).

La adaptación más importante de los animales a la luz es la visión. Relacionada con ella se encuentra la coloración del «manto» que presentan algunos de ellos:

– Críptica, cuando tratan de confundirse con el medio (pantera).

– Aposemática, o de aviso de peligro (serpiente coral).

– Mimética, imitando a otras especies peligrosas (serpiente falsa coral).

La mayoría de los vegetales necesitan luz para realizar la fotosíntesis y la función clorofílica (heliófilos), si bien hay excepciones –como los hongos– que se desarrollan en la oscuridad (esciófilos). Los que necesitan luz realizan una serie de movimientos con la finalidad de orientarse hacia la claridad que reciben el nombre de fototropismos.

Adaptación a la presión. Su mayor influencia se observa en los animales que precisan el agua para vivir –tanto de agua dulce como salada–, siendo menor en los terrestres. En función de su adaptación a una mayor o menor presión, los animales marinos o de agua dulce viven a una mayor o menor profundidad en subcapas horizontales.

La presión atmosférica es la fuerza por unidad de superficie que ejerce un líquido o un gas perpendicularmente a dicha superficie. Suele medirse en atmósferas (atm); en el Sistema Internacional de Unidades (SI) se expresa en newtons/m2 . Un newton/m2 es un pascal (Pa). La atmósfera se define como 101.325 Pa, que equivalen a 760 mm de mer-curio en un barómetro convencional al nivel del mar.

En la atmósfera, el peso cada vez menor de la columna de aire a medida que aumenta la altitud hace que disminuya la presión atmosférica local. Así, la presión baja desde su valor de 101.325 Pa al nivel del mar hasta unos 2.350 Pa a 10.700 m.

La presión hidrostática es la fuerza por unidad de superficie que ejerce el agua y que aumenta a razón de una atmósfera cada 10 m de profundidad. Adaptaciones a ella son la for-ma aplanada de muchos peces o la vejiga natatoria de otros que actúa a modo de flotador.

Composición y naturaleza del suelo. El suelo es la parte de la superficie terrestre sobre la que se asienta la vida vegetal y sobre la que se implantan gran parte de las activi-dades humanas. La Edafología es la ciencia que estudia las características de los suelos, sus propiedades físicas, morfológicas, químicas y mineralógicas y su distribución, así como el estudio de las aptitudes de los suelos para su explotación agraria o forestal.

Su estructura, textura, humedad, aireación, salinidad, acidez, etc., influirán decisiva-mente a la hora del asentamiento de las diferentes comunidades que puedan vivir en él. Para su formación necesitan grandes periodos de tiempo –se estiman unos 4.500 millones de años para los actuales–. Podemos dividirlos en dos grandes grupos:

– Naturales, que son escasos y alejados de toda actividad humana.

– Cultivados, en mayor proporción y en los que observamos dos aspectos, uno po-sitivo como es la obtención de recursos para la población, y otro negativo por la degradación o destrucción del terreno natural.

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El terreno cambia continuamente desarrollándose bajo la influencia del clima, de la vegetación, los animales, el relieve y la roca madre. La Edafogenésis es la ciencia que estudia la formación y evolución del suelo bajo la interacción de factores físicos, químicos y biológicos. Es un proceso dinámico muy lento que consta de las siguientes fases:

1. Descomposición de la roca madre por medios físicos o químicos.

2. Instalación progresiva sobre el material mineral de la vegetación colonizadora, for-mándose la materia orgánica.

3. Evolución del suelo hacia el equilibrio o clímax.

4. Transporte del material (arrastre).

5. Formación de horizontes (sedimentación).

La composición del suelo queda comprendida entre los siguientes parámetros: del 1,5 al 5% de materia orgánica y del 95 al 99% de materia mineral.

El humus es la materia orgánica en descomposición que se encuentra en el suelo y procede de restos de vegetales y animales muertos. Al inicio de la descomposición, parte del carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno se disipan rápidamente en forma de agua, dióxido de carbono, metano y amoníaco, pero los demás componentes se descomponen lentamente y permanecen en forma de humus. La composición química del humus varía porque depende de la acción de organismos vivos del suelo, como bacterias, protozoos, hongos y ciertos tipos de escarabajos, pero casi siempre contiene cantidades variables de proteínas y ciertos ácidos urónicos combinados con ligninas y sus derivados. El humus esuna materia homogénea, amorfa, de color oscuro e inodora. Los productos finales de la descomposición del humus son sales minerales, dióxido de carbono y amoníaco.

Al descomponerse el humus, los residuos vegetales se convierten en formas estables que se almacenan en el suelo y pueden ser utilizados como alimento por las plantas que terminan agotándolo por la sucesión de cosechas, siendo preciso para restaurar el equili-brio orgánico añadir humus al suelo en forma de compost o estiércol.

Los suelos presentan la siguiente estructura vertical:

– Horizonte «A» o de lavado, de color oscuro, es la capa más superficial formada por humus o materia orgánica o minerales. El agua disuelve las sales liberadas por microorganismos y las filtra a la capa «B».

– Horizonte «B» o de precipitación, es la capa intermedia, formada por arcillas y mine-rales, en la que se depositan las sales disueltas en la capa «A». Es de color más claro.

– Horizonte «C» o subsuelo, es la más profunda, constituida por la roca-madre.

La FAO (UNESCO) amplía estos horizontes en dos: el «O», formado por materia orgánica y el «R», para la roca-madre sin alterar, reservando el «C» a la roca-madre alterada. Cuando falta una de estas dos capas se dice que el suelo es inmaduro.

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5. FACTORES BIOLÓGICOS: ASOCIACIONES, POBLACIÓNY COMUNIDAD

5.1. ASOCIACIONES

Entre los individuos que habitan un mismo lugar se establecen una serie de relaciones llamadas bióticas que, como todas las relaciones, modifican sus comportamientos y adap-taciones y que pueden ser de dos tipos:

– Intraespecíficas, cuando se trata de asociaciones formadas por individuos de la misma especie.

– Interespecíficas, cuando se trata de relaciones entre individuos de especies distintas.

5.1.1. Asociaciones Intraespecíficas

Como ya hemos indicado, se trata de asociaciones formadas por individuos de la mis-ma especie que pueden presentar las siguientes modalidades:

– Gregaria. Son agrupaciones de individuos, durante un periodo más o menos largo de tiempo, y cuya finalidad es la mutua ayuda (bancos de peces, migraciones de

diversos animales, nubes de langosta, etc.).

– Estatal. Formadas por animales que cuentan con una verdadera organización, en la mayoría de los casos jerarquizados y con funciones diferenciadas de trabajo para cada uno, existiendo, en ocasiones, diferencias anatómicas entre sus miembros (hormigas, abejas, termes, etc.).

– Colonial. Agrupaciones de animales que se reproducen por gemación (multiplicación

asexual, propia de animales inferiores, en la que el animal emite, en alguna parte de su

cuerpo, una yema o protuberancia que se convierte en un nuevo individuo). Son carac-terísticas de los celentéreos, y pueden presentar dos variedades: homomorfas si todos los individuos tienen la misma forma, y heteromorfas si las formas son diferentes.

– Familiar. Formadas por individuos a los que unen lazos parentales cuyo fin es el apareamiento, la procreación y la autoprotección (manadas de leones, rebaños de

elefantes y la especie humana).

5.1.2. Asociaciones Interespecíficas

Ya hemos indicado que las relaciones se producen entre individuos de distintas especies, y en función de que las mismas sean o no perjudiciales podemos establecer dos subgrupos de relaciones:

a) Simbióticas. Son asociaciones íntimas de organismos de especies diferentes que se favorecen mutuamente en su desarrollo. Pueden presentar las siguientes formas:

– Simbiosis. Relación entre dos organismos vivos con beneficio recíproco, hasta el extremo de que ninguno de ellos podría vivir sin el otro (numerosos protozoos

y bacterias ayudan a toda clase de animales a digerir el alimento a cambio de

cobijo, como los flagelados, que viven en el tubo digestivo de las termitas y se

encargan de facilitar la digestión de la celulosa).

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– Mutualismo. Simbiosis beneficiosa para los dos organismos asociados (can-

grejo ermitaño y la actinia, algas y hongos, etc.).

– Neutralismo. Ninguna de las poblaciones afecta a las demás.

– Protocooperación. También denominado mimetismo mülleriano, cuando la interacción es favorables a las poblaciones, pero no es obligatoria.

– Comensalismo. Asociación externa de dos organismos en la que uno de ellos se beneficia mientras que el otro no obtiene beneficio ni perjuicio o el beneficio es muy pequeño. Así, podemos hablar de comensalismo absoluto cuandouna especie, llamada comensal, se beneficia de otra especie, llamada hos-

pedador, al que no aporta ningún beneficio, obteniendo de éste transporte, protección, alimento, etc. (los peces piloto acompañan a numerosas especies

más grandes y se alimentan de los restos que dejan; la garcilla bueyera se

alimenta de los pequeños animales que huyen al paso de los rebaños), y de comensalismo relativo cuando hay, por pequeño que sea, beneficio para los dos organismos (la rémora se aferra a los tiburones y ballenas para ser trans-

portada gratuitamente y obtener alimento, pero el portador obtiene a cambio

ser liberado de los parásitos de los que se alimenta la rémora).

– Inquilinismo. Estado de un animal –inquilino- que vive junto a otra especie o dentro de ella utilizándola como refugio (cangrejo ermitaño que vive en la con-

cha de una caracola, pez aguja que se refugia en la holoturia).

– Foresia. Simbiosis por la que algunos animales se aferran a otros y se hacen transportar por ellos.

– Epibiosis. Se produce cuando un organismo, animal o vegetal, usa otro orga-nismo como sustrato sobre el que se fija.

– Tolerancia. Condición que permite a un organismo parasitado convivir con el huésped sin sufrir graves daños (parásitos y ganado).

b) Antagónicas. Son relaciones entre dos o más especies de organismos de tal forma que el desarrollo de uno interfiere el crecimiento del otro. Pueden presentar las siguientes formas:

– Antibiosis. Asociación de dos o más individuos en la que al menos uno de ellos sale perdiendo sin necesidad de que se beneficien los otros (eucalipto, que

acidifican el suelo e impiden el desarrollo de otras plantas; hongo penicillium,

que produce sustancias que impiden la presencia de otras especies).

– Explotación. Se produce cuando una especie se beneficia de la relación exis-tente perjudicando a la otra (el cuco, que pone su huevo en el nido de otras

aves para que lo empollen y alimenten a la cría).

Presenta dos variantes:

1. Depredación. Es el consumo de organismos (presa) por otro organismo (depredador), estando la presa viva cuando el depredador ataca por prime-ra vez. Los depredadores pueden ser herbívoros, carnívoros y omnívoros.

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Los depredadores verdaderos matan y consumen a sus presas de modo inmediato tras el ataque (animales carnívoros y plantas carnívoras; otrossólo consumen una parte de la presa, dejando la posibilidad de que los individuos se regeneren (herbívoros); los del tercer grupo consumen sólo una parte del huésped-presa (parásitos).

2. Parasitismo, cuando sin llegar a matarla, una especie –parásito– vive a expensas de otra –hospedador–. El parasitismo presenta dos variedades: El endoparasitismo (cuando se trata de un parásito que vive en el interior

de los órganos de su huésped y que, en caso de tratarse de un animal,

recibe la denominación de entozoario, como la tenia o solitaria) y el ecto-parasitismo (cuando se trata de parásitos externos, como los piojos o las

pulgas).

– Competencia. Se produce cuando dos especies compiten por un recurso común perjudicándose mutuamente (todas las plantas y todos los animales compiten

unos con otros, bien sea por el alimento, por un lugar para nidificar, por una ma-

driguera, por las hembras o, en el caso de las plantas, por ejemplo, por la luz).

5.2. POBLACIÓN Y COMUNIDAD

5.2.1. Población

Podemos definir la población como el grupo de organismos de la misma especie que ocupan un área dada. Poseen características comunes, más bien del grupo en su totalidad que de cada uno de los individuos que lo integran, como densidad de población, frecuencia de nacimientos y defunciones (tasas de natalidad y mortalidad), ritmo de disper-sión (inmigración y emigración), potencial biótico, crecimiento y territorialismo.

– Densidad de población. En términos genéricos se entiende por tal el número de individuos por unidad de superficie, pero a la hora de realizar un estudio científico sobre esta materia tendremos que tener en cuenta la densidad bruta (núme-

ro de individuos por unidad de superficie sin tener en cuenta las características

ecológicas de la especie), y la densidad específica ( el mismo cociente conside-

rando únicamente el hábitat en que puede vivir la especie). La densidad mide el grado de prosperidad de una especie en el medio. En algunas ocasiones importa, además de la densidad en un momento dado, conocer la tendencia estática o el aumento o disminución, con los motivos y proporción del cambio. El tamaño de una población se ve afectado por los sucesos demográficos: natalidad, mortalidad y migraciones.

– Frecuencia de nacimientos y defunciones (tasas de natalidad y mortalidad).

La frecuencia de nacimientos, tasa de nacimientos o natalidad de una población es el número de nuevos individuos producidos por unidad de tiempo. La tasa de natalidad máxima es el mayor número de organismos que podrían ser producidos por unidad de tiempo en condiciones ideales cuando no existen factores que los limiten. Viene determinada por factores fisiológicos (número de huevos producidos

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por hembra por unidad de tiempo, proporción de hembras y machos de la espe-

cie, etc.). La tasa de natalidad real es inferior que ésta (no todos los huevos

producen cría, ni todos los animales recién nacidos sobreviven). El tamaño y la composición de la población y el conjunto de las condiciones ambientales afectan a la tasa de natalidad real. Se mide en número de nacimientos por año por cada mil organismos y se expresa en tantos por mil.

La tasa de mortalidad o mortandad está referida a los individuos u organismos que mueren por unidad de tiempo. Existe una mortalidad mínima teórica (análo-

ga a la natalidad máxima) que sería el número de muertes que ocurrirían en con-diciones ideales, consecutivas exclusivamente a las alteraciones fisiológicas que acompañan al envejecimiento. Las variaciones de la mortalidad real dependen de factores físicos y del tamaño, composición y densidad de la población, así como del número de depredadores. Se expresa en número de fallecimientos por año por mil habitantes.

Las poblaciones que divergen en lo referente a la proporción de jóvenes y viejos presentan características diferentes en lo relativo a natalidad, mortalidad y futuro. La mortalidad suele variar con la edad, en tanto que la natalidad es proporcional al número de sujetos con facultad reproductora. Se reconocen tres tipos de eda-des: pre-reproductiva, reproductiva y pos-reproductiva.

– Ritmo de dispersión. Las poblaciones tienen tendencia a dispersarse, o a ex-tenderse en todas direcciones hasta que se interpone alguna barrera. Dentro del área, los miembros de la población pueden encontrarse distribuidos al azar –ra-

ramente se produce–, distribuidos más o menos uniformemente por todo el área o, con mayor probabilidad, encontrarse en pequeños grupos o agregados. Esta reunión en masas aumenta la competencia entre los miembros del grupo en busca de espacio y comida, pero proporciona supervivencia al grupo durante períodos desfavorables.

Otras especies de animales están espaciadas regularmente, tendiendo cada miem-bro a ocupar cierta área o territorio que defiende contra la intrusión de otros miem-bros de la misma especie –territorialidad–. Se ha sugerido que la territorialidad puede tener valor de supervivencia al asegurar a varios miembros de la especie la cantidad necesaria de alimento, materiales de nidación y refugio para los jóvenes, protección de la hembra y crías del ataque de otros machos y, por encima de todo, al limitar la población a una densidad que pueda ser soportada por el hábitat.

Las tasas de inmigración y de emigración vienen determinadas por el número de individuos que ingresan o marchan, respectivamente, de una población. Podemos aplicar la siguiente fórmula:

M = N x m

Siendo «M» las migraciones o inmigraciones; «N» el número de individuos de una población y «m» el número de inmigrantes o emigrantes.

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– Potencial biótico. También llamado potencial reproductor, es un término usado por los ecólogos para expresar la facultad privativa de una población para aumentar en número, cuando sea estable la proporción de edades y óptimas las condiciones ambientales.

– Crecimiento. El tamaño de una población varía por los sucesos demográficos: natalidad, mortalidad y migraciones. La evolución de una población se representa, generalmente, con pirámides de edades. Según la forma de la pirámide se puede deducir cómo es la dinámica: una pirámide con base ancha indica muchos indi-viduos jóvenes, es decir, una población que está creciendo; una pirámide regular señala individuos jóvenes y también otros que van muriendo; la pirámide de base estrecha alude a una población que está envejeciendo. La fórmula de la tasa de supervivencia de una población nos permite predecir lo que en ella va a ocurrir:

Ix = nx/n0

Donde Ix es la probabilidad de que un nacido llegue a la edad «X», nx es el número de individuos que han llegado a la edad «X», y n0 es el número de individuos naci-dos. Las curvas de crecimiento de la población son gráficas en las que se inscribe el número de organismos en función del tiempo. Puede definirse como el aumento o disminución del número de individuos por unidad de tiempo. Por esperanza me-dia de vida debemos entender la vida media que alcanzan los individuos de una población.

– Territorialismo. Es un fenómeno por el cual los individuos de una especie tienden a ocupar un territorio determinado y a defenderlo contra los demás individuos de esa misma especie, con el objeto de refugiarse, búsqueda de alimentos y procrea-ción, acentuándose esta tendencia en determinadas épocas del año en los anima-les del sexo masculino en la época de celo de las hembras.

5.2.2. Comunidad

Se entiende por comunidad biótica el conjunto de poblaciones que viven en un hábitat o zona definida de mayor o menor extensión. Las interacciones de los distintos tipos de organismos conservan la estructura y función de la comunidad y brindan la base para la regulación ecológica de la sucesión de la misma. Aunque la comunidad puede englobar cientos de miles de especies vegetales y animales, únicamente algunas, por su tamaño y actividades son decisivas en la vida del conjunto. Todos los organismos vivos que habitan un área determinada comprenden la comunidad biótica, denominada también Biocenosis,término que engloba el conjunto de las comunidades vegetales (fitocenosis), animales(zoocenosis) y de microorganismos (microbiocenosis) que se desarrollan en un biotopo determinado.

Las especies que constituyen una biocenosis manifiestan diversas formas de interac-ción, como la competencia (lucha por el espacio y el alimento), el parasitismo (explotación

alimentaria de un organismo por otro) o la predación (el consumo de una especie por

otra). Estas relaciones son complejas, desempeñando cada organismo un determinado

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papel en la cadena trófica –productores, consumidores y descomponedores–, suponiendo la alteración de dichas relaciones una perturbación en su equilibrio. Para su estudio se tienen en cuenta los siguientes parámetros: abundancia, diversidad, dominancia y estratificación.

– Abundancia. La abundancia (A) de una especie es la relación entre el número de individuos de esa especie (NIE) y el número total de individuos de la comunidad (NIC):

A = NIE/NIC

– Dominancia. Se entiende por dominancia de una especie la influencia determi-nante de una especie sobre las demás en una determinada comunidad, principal-mente vegetales ya que dan alimento y ofrecen refugio a muchas otras especies, lo que da por resultado que algunas comunidades se denominen por sus vegetales dominantes, pinares, encinares, castañares, etc.

– Diversidad. La diversidad (D) es la proporción entre el número de especies pre-sentes en un ecosistema (NEPE) y el número total de individuos de la comunidad (NTIC):

D = NEPE/NTIC

– Estratificación. Es la distribución en capas superpuestas, a distintas alturas, de las diferentes poblaciones que forman una comunidad. Hay dos grandes tipos:

1. Terrestres. En los ecosistemas terrestres la estratificación viene determinada por la vegetación dominante y es el resultado de la competencia por la luz. Podemos distinguir los siguientes estratos:

* Edáfico, subterráneo o suelo, dividido en subcapas denominadas hori-zontes del suelo, en el que predominan las raíces y tubérculos.

* Criptogámico o muscíneo, de nivel superior, formado por musgos y líque-nes que crecen a ras del suelo.

* Herbáceo, formado por hierbas que crecen sobre el suelo hasta una altura aproximada de un metro.

* Arbustivo, integrado por arbustos y plantas leñosas de altura aproximada de hasta cinco metros.

* Arbóreo, compuesto por árboles de más de cinco metros de altura.

En el estrato superior o dosel de un ecosistema terrestre del tipo de un bosque –dividido en capas verticales- se recibe más luz solar que en las poblaciones de los estratos inferiores, que resultan perjudicadas, lo que origina una interacción en la que una población se inhibe y la otra resulta inafectada, denominada amensalismo. Cada estrato posee una determi-nada fauna asociada que puede estar limitada a un solo estrato o moverse en varios de ellos.

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2. Acuáticos. En los sistemas acuáticos, fundamentalmente en océanos y lagos, se establece una estratificación dependiente de los factores físicos, principal-mente la penetración de la luz, la temperatura y la densidad del agua. Com-prende tres zonas principales:

* Zona pelágica o fótica (con luz), región marina que comprende las aguas situadas más allá de la plataforma continental, es decir, es el océano abierto.

* Zona batial o afótica (casi sin luz), hasta unos 2.000 metros de profun-didad aproximadamente.

* Zona abisal (oscuridad total), a partir de los 2.000 metros aproximada-mente.

NOTA: Estas tres zonas serán comentadas con mayor amplitud en la pregunta

ecosistemas acuáticos que se desarrollará más adelante.

6. ECOSISTEMA. COMPONENTES. TIPOS: TERRESTRE Y ACUÁTICO

La palabra «ecosistema» fue acuñada por primera vez por el ecólogo vegetal Sir Arthur George Tansley en el año 1935, con el objeto de realzar el concepto de que cada hábitat es un todo integrado.

Las partes fundamentales de un ecosistema son:

– Los productores (plantas verdes).

– Los consumidores (herbívoros y carnívoros).

– Los organismos responsables de la descomposición (hongos y bacterias).

– El componente no viviente o abiótico (materia orgánica muerta y nutrientes en el

suelo y en el agua).

Las entradas al ecosistema son:

– Energía solar.

– Agua.

– Oxígeno.

– Dióxido de carbono.

– Nitrógeno.

– Elementos compuestos.

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Las salidas del ecosistema son:

– El calor producido por la respiración.

– Agua.

– Oxígeno.

– Dióxido de carbono.

– Nutrientes.

La fuerza impulsora fundamental del ecosistema:

– La energía solar.

6.1. COMPONENTES

Todos los organismos de un determinado lugar se juntan formando grupos de distintas especies, y así, al conjunto de organismos de una misma especie se le denomina pobla-ción y, a todas las poblaciones, es decir, al conjunto de todos los organismos vivos de un lugar se les denomina biocenosis o comunidad, subdividida en:

– Fitocenosis (plantas).

– Zoocenosis (animales).

– Microbiocenosis (conjunto de microorganismos).

Desde el punto de vista de la cadena alimentaria o trófica, podemos hablar de un con-junto de niveles tróficos o nutricionales que estarían integrados por:

1. Las plantas verdes, que son las primeras productoras de alimentos y pertenecen al primer nivel trófico.

2. Los herbívoros, consumidores de las plantas verdes, integrantes del segundo nivel trófico.

3. Los carnívoros, consumidores tanto de plantas como de animales, integrados en el segundo y tercer nivel trófico.

4. Los carnívoros secundarios, superdepredadores que se alimentan de depredado-res, que forman el cuarto nivel trófico.

Según los niveles tróficos se elevan, el número de depredadores es menor y son más grandes, ágiles y feroces. En el segundo y tercer nivel, los que descomponen los materiales disponibles (descomponedores: necrófagos, saprófagos, coprófagos y parásitos) actúan como herbívoros o carnívoros dependiendo de si su alimento es vegetal o animal.

Todos estos organismos vivos habitan sobre un determinado lugar en el que imperan unas determinadas condiciones climáticas de vida (luz, temperatura, humedad, presión, componentes

químicos del suelo, etc.) que se agrupan bajo la denominación genérica de factores abióticos.

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Ya hemos visto que el soporte en el que se desarrolla la vida es el sustrato, en cual-quiera de sus diferentes niveles.

El elemento fluido que rodea a una comunidad es el medio, existiendo dos tipos: el aéreo y el acuático.

Pues bien, concretando, podemos decir que el ecosistema es el conjunto formado por un biotopo y la biocenosis que lo habita, es decir, el conjunto formado por todos los orga-nismos –animales y plantas– que viven en una zona determinada (biocenosis) y el medio en el que viven (biotopo).

ECOSISTEMA = BIOCENOSIS + BIOTOPO

6.2. CONCEPTOS BÁSICOS

– Hábitat. Lugar donde viven los organismos. Concepto descriptivo que sirve para dar idea de las características que tiene el ambiente donde se encuentra una especie o una comunidad animal o vegetal.

– Nicho ecológico. Término más amplio que el anterior que abarca no sólo el espa-cio físico ocupado por un organismo, sino su papel funcional como miembro de la comunidad. El nicho ecológico es una abstracción que abarca todos los factores físicos, químicos, fisiológicos y bióticos que un organismo necesita para sobrevivir. Para describir el nicho ecológico de cualquier especie debemos conocer qué come y por qué especie es devorada, cuáles son sus actividades y movimientos, y qué efec-tos ejerce en otros organismos y en las partes inorgánicas del medio ambiente.

– Amplitud de nicho. Es la magnitud del eje dentro del que puede vivir la especie. Si la amplitud es grande nos encontramos ante una especie generalista o eurioica(organismos que pueden vivir en márgenes amplios de temperaturas); Si la ampli-tud es pequeña la especie es especialista o estenoica (organismos que viven en

márgenes estrechos de temperatura).

– Nicho óptimo o potencial: Según Hutchinson sería el que ocuparía una especie en condiciones fisiológicas óptimas y en ausencia de otras especies.

– Nicho real o efectivo. Es el que se encuentra en la naturaleza, teniendo en cuenta las relaciones de una especie con otras especies. Las especies especialistas com-parten menos los recursos que las generalistas.

– Factores ambientales. Son las variables que influyen sobre la especie y su distri-bución. Una variable es cualquier característica de un territorio que sufre variación en su magnitud; un territorio puede descomponerse en infinitas variables. Un fac-tor ambiental es la variable que tiene influencia sobre los organismos en algún período de su vida.

– Solapamiento de nicho. Es la cantidad de variable/recurso/magnitud que compar-ten dos especies.

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– Nicho trófico. Conjunto de condiciones que permiten la alimentación de una es-pecie.

– Nicho espacial. Conjunto de condiciones del lugar donde vive una especie (coor-

denadas, pendiente, altitud, pH, etc.).

– Coevolución. Evolución conjunta de dos especies no emparentadas que tienen una estrecha relación ecológica, de tal forma que la evolución de una de las espe-cies depende de parte de la evolución de la otra.

– Sucesión ecológica. Son los cambios naturales que se suceden en un ecosistema con el tiempo y siempre que no se perturbe el ecosistema. Puede ser sucesiónprimaria, cuando el ecosistema de partida nunca ha sido colonizado (sucesión en

un sistema que no ha tenido vida) y sucesión secundaria cuando una zona que tenía vida ha sido perturbada (sustitución de una comunidad por otra por diversos

motivos, cambios climáticos, inundaciones, incendios, etc.). En todos los casos el ecosistema tenderá a recuperar su estado inicial.

– Comunidad clímax: La sucesión ecológica es un proceso de autorregulación que no tiene una velocidad constante. A medida que avanza, el cambio va siendo más lento, se hace más persistente, hasta que llega a una situación en la que el sistema cambia muy poco, alcanzando en ese momento la comunidad clímax.

– Regresión. Es el retroceso en el proceso sucesional.

– Diversidad. Atributo de una comunidad que posee dos características: riqueza de especies y heterogeneidad.

– Biosfera. Capa relativamente delgada de aire, tierra y agua capaz de dar sustento a la vida, que abarca desde unos 10 km de altitud en la atmósfera hasta la más profunda fosa marina. Las divisiones de la biosfera, a gran escala, en regiones con diferentes parámetros de crecimiento, reciben el nombre genérico de regiones bio-

geográficas.

6.3. TIPOS DE ECOSISTEMAS: TERRESTRES Y ACUÁTICO

Existe gran variedad de formas a la hora de clasificar ecosistemas en función del con-texto en el que se quiera trabajar. Podemos describir como ecosistema zonas tan reducidas como los charcos de marea de las rocas y tan extensas como un bosque completo. Se aplica el concepto de ecosistema para describir los principales tipos de hábitats del pla-neta. Ecosistemas terrestres: árticos y alpinos, propios de regiones frías y sin árboles; bosques, que pueden subdividirse en un amplio abanico de tipos, como la selva lluviosa tropical o pluvisilva, el bosque mediterráneo perennifolio, bosques templados, boreales y bosques templados caducifolios; praderas y sabanas; y desiertos y ecosistemas semiáridos. Ecosistemas de agua dulce: lagos, ríos y pantanos. También existen ecosistemas híbri-dos, terrestres y de agua dulce, como las llanuras de inundación estacionales. La variedad de ecosistemas marinos es amplísima: arrecifes de coral, manglares, lechos de algas y otros ecosistemas acuáticos litorales y de aguas someras, ecosistemas de mar abierto o los desconocidos de las llanuras y fosas abisales del fondo del océano.

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El término ecosistema puede también utilizarse para describir área geográficas que contienen un amplio espectro de tipos de hábitats mutuamente vinculados por fenómenos ecológicos. Así, en la región del Serengeti-Seronera, en África oriental, una de las regiones salvajes más espectaculares del mundo, suele considerarse como un único ecosistema for-mado por distintos hábitats: llanuras herbáceas, sabana arbórea, espesuras, manchas de bosque, afloramientos rocosos (denominados localmente koppies o kopjes), ríos, arroyos y charcas estacionales. Asimismo, las zonas más productivas de los océanos se han dividido en una serie de grandes ecosistemas marinos que contienen hábitats muy variados. Ejem-plo de ello son: el mar Negro, el sistema formado por la corriente de Benguela frente a la costa suroccidental de África, o el golfo de México.

Es posible distinguir regiones con flora y fauna característica, denominadas regiones biogeográficas y que son las siguientes: Neártica, Antártica, Neotropical, Paleártica,Oriental, Etiópica y Australiana.

Podemos distinguir dos grandes grupos de ecosistemas:

6.3.1. Ecosistemas terrestres

Los más característicos son:

– La Tundra. Terreno abierto y llano que ocupa la mayor parte de la tierra que se extiende entre el límite septentrional del bosque y las regiones polares de hielo y nieves perpetuas. La superficie presenta un aspecto pedregoso y pantanoso, y la vegetación dominante se compone de ciperáceas, ericáceas, musgos y líquenes y, en algunas zonas más restringidas, sauces del Ártico. Su fauna característica está formada por grandes rumiantes: buey almizclero, caribú y renos. Como depreda-dores: el lobo, el zorro ártico y el búho de las nieves, osos polares y en ocasiones osos pardos. Entre los animales de montaña destacan el rebeco blanco, el muflón de las Rocosas, la liebre silbadora, la marmota y la perdiz nival. Son abundantes las mariposas, escarabajos y saltamontes.

– La Taiga. Término ruso que designa el área boscosa constituida por coníferas que se extiende por el norte de Eurasia y Norteamérica, entre los territorios ocu-pados por las praderas de los climas templados y la tundra de la región polar, aunque originariamente se asociaba al clima continental frío de Siberia. Las es-casas especies arbóreas que se desarrollan en estas latitudes, representadas por las piceas, pinos silvestres, abetos, alerces y abedules plateados, se adaptan a las difíciles condiciones climáticas –troncos resistentes y hojas aciculares y co-

riáceas que reducen la transpiración- ya que tienen que soportar fuertes vientos y temperaturas muy bajas durante los largos y fríos inviernos con precipitaciones, fundamentalmente, en forma de nieve. Para algunos autores el término taiga es sinónimo de bosque boreal. En áreas del norte de Canadá y Alaska, la zona de la taiga está ocupada por grandes extensiones de muskeg, vocablo que alude a suelo turboso o cubierto de musgo. Su fauna característica esta compuesta por depredadores: el lobo, la marta, el cárabo lapón y el lince boreal, oso polar y oso pardo; y animales que se alimentan de los frutos del bosque: ardillas, piquituer-tos, urogallos y cascanueces.

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– La Estepa. Paraje llano y muy extenso que carece casi por completo de vegetación arbórea. El término estepa, en sentido estricto, procede de la palabra rusa «stepj»con la que aluden a las praderas gramíneas de la zona templada de Rusia y de la Europa del Este. Pertenece al bioclima semiárido, frontera entre el desierto y las zo-nas con vegetación arbolada: los veranos son más calurosos y los inviernos mucho más fríos, descendiendo las precipitaciones anuales. Su vegetación está compues-ta, principalmente, por diferentes familias de gramíneas que, a partir de la fusión de la nieve y la llegada de la primavera, se van sucediendo en la floración desde mayo a principios de agosto. Entre la fauna podemos citar: el sisón, la avutarda, la ortega, la ganga, la calandria y la alondra de Dupont, y mamíferos carniceros como el lobo y el zorro.

NOTA: En la península Ibérica podemos definir cinco zonas como esteparias: el

valle del Ebro (Bárdenas, los Monegros, Saladas de Alcañiz y Chiprana); las hoyas

de Guadix y Baza en Granada; ciertas zonas del interior de Almería (Sorbas, Jergal

y Pulpi) y del sureste (estepas murcianas en la cuenca del Segura); y los pastizales

de las comarcas de la Serena y del valle de Alcudia.

Otros autores añaden a las anteriores la Tierra de Campos (Zamora, Palencia

y Valladolid); los páramos de las provincias de Soria (Altos de Barahona), Guada-

lajara y Segovia y algunas zonas de estepas manchegas, casi desaparecidas en

la actualidad, como los espartales de Hellín, Almansa y Yecla y los sabinares del

Campo de Montiel.

– El bosque. Es una comunidad vegetal, predominantemente de árboles u otra ve-getación leñosa que ocupa gran extensión de tierra. En su estado natural se auto-rregula durante un largo periodo de tiempo. El clima, el suelo y la topografía de la región determinan los árboles característicos del bosque. Tanto las plantas altas y grandes como la vegetación baja, que afecta a la composición del suelo, influyen en el tipo de vegetación que se da en el sotobosque. Podemos distinguir ocho tipos fundamentales de bosques en función del clima y del tipo de hoja:

1. Los bosques caducifolios de las regiones templadas. Prácticamente limi-tados a zonas continentales de latitudes medias del hemisferio norte, donde las precipitaciones se producen todo el año y se suceden una estación cálida y un invierno frío. Constituyen la típica formación de una gran parte de Europa, América del Norte y Asia Oriental. Pese a la distancia que los separa, todos estos bosques presentan notables similitudes, tanto en su aspecto como en las especies que los componen: alisos, abedules, hayas, carpes, castaños, tilos, olmos, nogales, robles, fresnos y arces.

2. Los bosques monzónicos de hoja caduca. Característicos del sureste asiáti-co e India, costas del Pacífico en México y Centroamérica. El clima se caracteri-za por fuertes precipitaciones, aliviado por periodos estacionales secos durante los cuales los árboles pierden sus hojas, siendo los principales: teca, eucalipto, roble, y variedades de bambú y palmera.

3. La sabana tropical. Se extiende por regiones comprendidas entre el desierto y el bosque tropical. En las sabanas, habituales en África y Sudamérica, convi-

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ven herbazales de distintas alturas con algunos árboles y arbustos espinosos y dispersos en espacios abiertos. A medida que disminuye la distancia al Ecua-dor, los árboles se hacen más altos y numerosos hasta dar lugar a bosques claros, como ocurre en los llanos de Venezuela y en la meseta o campos de Brasil. Su vegetación está compuesta por hierba baja y arbustos, y árboles de hoja caduca, así como especies adaptadas a la sequía. La fauna compuesta por grandes mamíferos herbívoros: jirafas, cebras, elefantes, etc., y carnívoros: leones, guepardos, leopardos, etc.

4. El bosque boreal. Son bosques de coníferas ubicados al norte de Eurasia y de América del Norte que forman un cinturón en las regiones subárticas y alpinas del hemisferio norte. Limita con una formación semejante aunque más clara y abierta, la taiga, que da paso a la tundra. Piceas y abetos son las especies ca-racterísticas de estos bosques septentrionales; el pino, el alerce y la tsuga domi-nan hacia el sur, cuando las condiciones climáticas se vuelven más benignas.

5. La pluvisilva ecuatorial. Bosque de la zona ecuatorial de la Tierra que se encuentra entre los 7º de latitud N y los 7º de latitud S, en zonas donde las lluvias son abundantes y están bien distribuidas a lo largo del año. La vegeta-ción es profusa y, debido a que la caída y el nacimiento de las hojas se produce continuamente, el bosque está siempre activo, en constante crecimiento. Las especies arbóreas son muy numerosas y forman estratos diversos a diferentes alturas. En este ecosistema hay más especies de plantas y animales que en el conjunto de los restantes ecosistemas del mundo. Alrededor del 70% de todas las especies vegetales son árboles; también son abundantes las enredaderas leñosas o lianas y los epifitos (orquídeas, musgos y bromeliáceas). Se pueden distinguir seis niveles distintos de hábitats, desde el suelo, donde los restos de vegetales están en constante descomposición, hasta las copas de los árboles más altos. La fauna está compuesta por animales anfibios, arborícolas y trepa-dores.

6. Los bosques templados y subtropicales de hoja perenne. Se localizan, principalmente, a lo largo de la costa de América del Norte y en las regiones subtropicales de Asia Oriental e islas del Caribe, que poseen un clima marítimo templado y la humedad constante evita periodos de sequía que provoquen la caída de las hojas. Los árboles característicos son los robles, los magnolios, las palmeras y las bromeliáceas.

7. El bosque mediterráneo. Constituyen una variante dentro de la vegetación de las regiones de clima templado. Se trata de un bosque esclerófilo y siempre verde donde predominan las especies del género quercus, el roble, la encina y el alcornoque, y algunas coníferas como los cipreses y los pinos. De su fauna debemos destacar: jabalíes, ciervos, reptiles, conejos, lince ibérico y multitud de aves migratorias que hacen escala en este ecosistema.

8. El monte bajo tropical. Localizado en regiones con escasas precipitaciones y rodeando a bosques más húmedos. El clima seco ha dado lugar a la sustitución de las especies arbóreas por arbustivas; es el caso de los «cerrados» en Brasil, los «chaparrales» de California y los «maquis» en la cuenca del Mediterráneo.

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La vegetación compuesta por encinas, almendros, algarrobos y la fauna com-puesta por roedores, herbívoros, aves y depredadores.

– La pradera. Ecosistema en el que las gramíneas, juncias y otras plantas de pastizal constituyen la vegetación dominante. Las praderas pueden clasificarse en:

1. Naturales. Pradera y llanuras de Norteamérica, las «pampas y los páramos» de Sudamérica, el «veld» de Suráfrica y las «estepas» Euroasiáticas.

2. Seminaturales. También llamadas de transición, aparecen en lugares con sufi-ciente humedad para permitir la subsistencia del bosque. Son el resultado de la deforestación.

3. Cultivadas. Como los campos de heno y los pastos. Introducidas y conservadas de forma artificial contienen una o dos especies de gramíneas, junto con algu-na leguminosa, como el trébol o la alfalfa.

En su estado natural albergaron y alimentaron a una fauna muy variada. En Nor-teamérica predominaban los herbívoros de gran tamaño como el bisonte, así como sus depredadores, y, asociados a éstos roedores herbívoros como los perritos de las praderas, ratones, halcones, serpientes e insectos, sobre todo saltamontes. Las praderas silvestres de las regiones templadas del hemisferio norte se fueron dedicando a cultivos como el maíz y el trigo, y los herbívoros autóctonos fueron siendo sustituidos por ganado bovino y ovino, y los grandes depredadores casi ex-tinguidos.

– Desierto. Término aplicado a regiones áridas de la Tierra con escasez o carencia de precipitaciones, poca o nula vegetación y limitada ocupación humana. Tradi-cionalmente el término desierto alude a un área cuya precipitación media anual es inferior a 250 mm y donde, la mayoría de los casos la evaporación excede a la precipitación como resultado de una temperatura media alta. Debido a la falta de humedad en el suelo y en la atmósfera, los rayos del Sol inciden con fuerza. Las temperaturas durante el día pueden alcanzar los 55º C a la sombra; durante la no-che, el suelo del desierto irradia el calor a la atmósfera y las temperaturas pueden descender hasta el punto de congelación, como sucede en el Sahara.

En la actualidad, el concepto desierto también se aplica a las regiones de hielos y nieves perpetuas de las latitudes polares (Groenlandia); así como a las regiones de las latitudes medias del interior de los continentes con escasas precipitaciones (Gobi), y también a las regiones costeras comprendidas entre los 15º y 30º de latitud sometidas a la influencia de las corrientes marítimas frías y con unas tem-peraturas estivales frescas para su latitud (Atacama). Las plantas han desarrollado formas para conservar y usar eficientemente el agua: largas raíces, hojas pequeñas o en forma de espinas, estomas o poros cerrados durante el día para evitar la trans-piración, realización de la fotosíntesis a través de los tallos. En cuanto a la fauna, los pocos anfibios que existen son capaces de estar largos periodos de tiempo en letargo. Muchos pájaros y roedores sólo se reproducen tras la época de las lluvias de invierno. La mayoría de los reptiles y mamíferos son nocturnos y otros, como el lagarto cornudo, son capaces de controlar la producción de calor de su cuerpo

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variando el ritmo de los latidos de su corazón y su metabolismo; otros, como el orix, poseen la capacidad de hacer oscilar las temperaturas de sus cuerpos captando calor durante el día y liberándolo durante la noche.

6.3.2. Ecosistemas acuáticos

Podemos dividirlos, a su vez, en dos subgrupos:

A) Ecosistemas de agua salada (marinos)

Las plantas, animales y otras formas de vida adaptadas a vivir en los océanos, desde los organismos que habitan en la línea de pleamar a lo largo de la costa hasta aquellos que viven en las profundidades del océano constituyen los ecosistemas marinos. Las comuni-dades marinas están adaptadas a vivir en los distintos hábitats presentes en los océanos. El estrato de agua poco profundo (hasta los 200 m) y bien iluminado que se encuentra encima de la plataforma continental recibe el nombre de zona nerítica. La zona de mar abierto que se sitúa más allá de la plataforma continental es la zona pelágica (entre los

200 y los 2.000 m). Más abajo (a partir de los 2.000) se halla la zona abisal, de aguas frías y oscuras.

– La zona nerítica es el mar abierto sobre la plataforma continental. Es el área más productiva. Forma parte de ella la zona bentónica del litoral, conjunto de regiones acuáticas habitadas por el bentos, es decir, por los seres vivos que se fijan a los fondos o que se deslizan sobre ellos (especies de algas verdes, bivalvos

y gasterópodos, anélidos y peces adaptados a rastrear fondos).

– La zona pelágica es la región marina que comprende las aguas situadas más allá de la plataforma continental, es decir, es el océano abierto. En su superficie, o zona epipelágica, se encuentran especies animales y vegetales que forman el plancton. Son organismos microscópicos que son transportados por las corrientes. También habitan esta zona representantes del necton, es decir, nadadores. Son los tiburones, los atunes, las ballenas y otros animales que se han especializado adquiriendo formas hidrodinámicas. Entre los 200 y los 1.000 m de profundidad está la zona mesopelágica, a la que llega una luz muy débil; por debajo de ésta se encuentra la zona batipelágica, en oscuridad permanente. Ambas zonas pueden ser visitadas por animales propios de la zona epipelágica, como los cachalotes, que descienden en busca de alimentos. En estas masa de agua en penumbra no pue-de desarrollarse el fitoplancton y los animales que las habitan son depredadores o se alimentan de los residuos que caen de la zona superior. Muchas especies de peces, de moluscos y celentéreos de esta zona oscura han desarrollado órganos luminiscentes (bioluminiscencia). La fauna pelágica comprende el zooplancton(animales que se dejan arrastrar y que no tienen verdadera actividad motriz) y el necton (animales que nadan activamente).

– La zona abisal se extiende entre los 2.000 y los 11.000 m de profundidad (a partir

de los 6.000 m recibe la denominación de zona hadal). Zona de total oscuridad. Las peculiares condiciones de esta zona han dado lugar al desarrollo de una fauna

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totalmente distinta a la del resto de las capas superficiales. De los espectros de la luz solar, sólo el azul y el verde penetran hasta los 500-600 m, y por debajo de esta profundidad la ausencia de luz es total; a partir de los 1.000 m la temperatura es constante: 2 ºC y la presión aumenta constantemente a razón de una atmósfera cada 10 m de profundidad. Todas estas condiciones han dado como resultado que los peces de estas profundidades carezcan de formas hidrodinámicas, con mandí-bulas desproporcionadas (las presas son raras y no conviene que su tamaño sea un

factor limitante), dientes gigantescos, ojos atrofiados y enormes, casi todos de pe-queño tamaño (unos 10 cm). Hasta los 2.000 m hay numerosas esponjas, estrellas de mar hasta los 7.000 m, y a todas las profundidades holoturias, ofiuras, gusanos y moluscos bivalvos, gasterópodos, crustáceos y peces, todos forman parte de la zona bentónica del fondo del océano y se encuentran adaptados a vivir sin luz y a resistir una presión decenas de veces superior a la de sus equivalentes de la superficie.

B) Ecosistemas de agua dulce (dulceacuícolas)

Las plantas, animales y otras formas de vida adaptadas a vivir y reproducirse en las corrientes de los arroyos y los ríos y en las aguas inmóviles de los lagos y estanques cons-tituyen los ecosistemas de agua dulce. Podemos dividirlos en dos grupos: hábitats lóticos(de agua corriente) y hábitats lénticos (de aguas estancadas).

1. Hábitats lóticos. Los hábitats de las corrientes de agua o lóticos incluyen todas las partes del curso de los ríos: los arroyos y manantiales de su cabecera, el curso alto con sus rápidos, el curso medio con sus remansos, el curso bajo de la llanura alubial y las desembocaduras en el mar.

2. Hábitats lénticos. Son los de las aguas inmóviles (lagunas, lagos y pantanos), yen ellos podemos distinguir varias zonas:

– Una zona de aguas poco profundas próxima a la orilla (zona litoral), con vegeta-ción sumergida, flotante y emergente que proporciona alimento y cobijo a una abundante fauna: escarabajos buceadores, protozoos, pequeños crustáceos, percas, lucios y peces sol, y en ocasiones, en los carrizales, anidan especies como los mirlos, los chochines de pantano y los topillos de agua.

– Una zona de aguas abiertas superficiales que recibe luz suficiente para que pueda producirse la fotosíntesis (zona limnética o pelágica); el plancton vegetal y las al-gas verdes filamentosas aportan la mayor parte de la energía usada. Es una zona rica en alimentos en la que el zooplancton (rotíferos, copépodos y cladóceros) se alimenta del plancton vegetal. Habitan en la misma la mayor parte de los peces.

– Una zona interna, situada bajo la anterior, en la que la luz no llega con la intensidad suficiente para que pueda desarrollarse la fotosíntesis (zona profunda). La vida se ve afectada por la temperatura y cantidad de oxígeno disuelto. En los lagos fríos, donde el oxígeno es abundante, el plancton y algunas especies (la trucha) pueden habitar las profundidades. Las comunidades que habitan el fondo, a pesar de la existencia de oxígeno y luz están formadas por efímeras cavadoras, larvas de qui-ronómido y protozoos, que se alimenta de materia orgánica en descomposición.

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7. EL EQUILIBRIO ECOLÓGICO

La Tierra está en un continuo estado de transformación. El cambio se produce en to-das las escalas de tiempo, desde las más pequeñas a las más largas. Los cambios a corto plazo, observables por las personas, suelen ser cíclicos y predecibles: noche y día, ciclo mensual de las mareas, cambio de las estaciones, crecimiento, reproducción y muerte de los individuos, etc. A estos cambios, muchos ecosistemas no expuestos a la acción huma-na parece no afectarles, permaneciendo estables e invariables, en un estado que se ha llamado «equilibrio natural o ecológico».

Pero es evidente que tal estabilidad no es cierta. Los cambios a largo plazo que actúan durante décadas, siglos o millones de años son más difíciles de constatar. La propia Ecolo-gía es una ciencia «en pañales» que aún no cuenta con un siglo de existencia.

En conjunto, el clima es sin duda, el factor más influyente a corto y medio plazo. La temperatura, la precipitación y la estacionalidad son los tres factores que más afectan a la distribución de los ecosistemas. Los cambios de cualquiera de ellos pueden tener consecuencias duraderas. En tiempos geológicos recientes, el ejemplo más visible de esto es la serie de glaciaciones que han caracterizado a gran parte del Pleistoceno. Estos prolongados periodos de enfriamiento global han afectado profundamente a los ecosis-temas de todo el mundo, provocando la invasión, por los casquetes de hielo polares, de regiones templadas y la contracción de los hábitats forestales húmedos en diferentes partes del trópico.

Si tomamos como referencia escalas temporales más cortas, también vemos que se pueden producir alteraciones climáticas de amplia influencia geográfica. Uno de los ejem-plos más espectaculares es la corriente de El Niño, corriente de agua cálida que recorre periódicamente el Pacífico. Ejerce una influencia enorme sobre los ecosistemas marinos y provoca, por ejemplo, la muerte de arrecifes de coral en muchos lugares del Pacífico o la pérdida de productividad de las pesquerías del ecosistema de la corriente de Humboldt, frente a las costas de Perú y Chile. Afecta también a los ecosistemas terrestres alterando las pautas de precipitación, sobre todo en América.

A escalas de tiempo más prolongado, los fenómenos geológicos y la evolución desem-peñan una función crucial en el funcionamiento de los ecosistemas. La deriva continental altera, literalmente, la faz de la Tierra, destruye paisajes y crea otros nuevos, mientras que la evolución da lugar a nuevas formas de vida que, a su vez, pueden crear ecosistemas nuevos al tiempo que inducen la extinción de otras especies y la pérdida o transformación de los ecosistemas de los que formaban parte.

Con el fin de conocer y determinar la interdependencia entre los distintos seres vivos de un determinado ecosistema, se han agrupado los seres vivos en niveles, que poseen características comunes, a los que se han denominado «niveles tróficos del ecosiste-ma», que son:

– PRODUCTORES

– CONSUMIDORES

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– DESCOMPONEDORES

– TRANSFORMADORES

Para representar los niveles tróficos de un ecosistema se usa un gráfico compuesto de rectángulos horizontales superpuestos que representan los diferentes niveles y adquieren la forma aproximada de una pirámide.

En una pirámide trófica típica, la base o primer nivel trófico contendrá los datos corres-pondientes a los productores (bacterias, algas, plantas); el segundo nivel estará formado por los consumidores primarios (herbívoros principalmente); el tercer nivel corresponderá a los consumidores secundarios (carnívoros, y el cuarto de los niveles a los consumidores terciarios (superdepredadores). Cada rectángulo tiene la misma altura, de modo que la lon-gitud de aquél es proporcional al valor representado y cada nivel de la pirámide corresponde a un eslabón de la cadena alimentaria o trófica.

En función de los valores representados podremos tener:

– Pirámides de números (si aluden al número de organismos de cada nivel. Esta

pirámide puede estar invertida, por ejemplo: un árbol puede alimentar a muchos

organismos).

– Pirámides de biomasa (por la que conocemos la masa total de organismos de

una comunidad, pirámide que puede aparecer invertida, por ejemplo: en un eco-

sistema acuático donde los productores –el fitoplancton- son de tamaño pequeño

pero con una tasa de renovación alta y ocupan en la pirámide un rectángulo menor,

mientras que los consumidores–zooplanctónicos- son más grandes y su tasa de

renovación más lenta, por tanto el rectángulo es más grande que en el caso de los

productores).

– Pirámides de producción (por la que sabemos la cantidad de energía de cada nivel

trófico. Esta pirámide nunca puede estar invertida, ya que la cantidad de energía que

necesita un nivel inferior para sustentar a su superior ha de ser mayor que la de éste).

Todos los organismos vivos se encuentran inmersos en una especie de rueda denomi-nada «ciclo», en la que la materia, al ser limitada, debe ser reutilizada por los organismos vivos y reciclada. Entre los «ciclos» más importantes podemos señalar:

– Ciclo del carbono (C): El ciclo básico comienza cuando las plantas, a través de la fotosíntesis, hacen uso del dióxido de carbono (CO

2) presente en la atmósfera o

disuelto en el agua. Parte de este carbono pasa a formar parte de los tejidos vege-tales en forma de hidratos de carbono, grasas y proteínas; el resto es devuelto a la atmósfera o al agua mediante la respiración. De esta forma, el carbono pasa a los herbívoros que comen las plantas y de esa manera utilizan, reorganizan y degradan los compuestos de carbono. Gran parte de éste se libera en forma de CO2 por la respiración, como producto secundario del metabolismo, pero parte se almacena en los tejidos animales y pasa a los carnívoros, que se alimentan de los herbívoros. En última instancia, cuando un organismo vivo deja de existir, todos los compuestos del carbono se degradan por descomposición, y el carbono se libera en forma de CO2, que vuelve a ser reutilizado por las plantas.

El ciclo del carbono implica un intercambio de CO2 entre dos grandes reservas: la atmósfera y las aguas del planeta. El CO2 atmosférico pasa al agua por difusión

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a través de la interfase aire-agua, de tal forma que si la concentración de CO2 en el agua es inferior a la de la atmósfera, éste se difunde en la primera, pero si la concentración de CO2 es mayor en el agua que en la atmósfera, la primera libera CO2 en la segunda. En los ecosistemas acuáticos el exceso de carbono puede combinarse con el agua para formar carbonatos y bicarbonatos, pudiendo los car-bonatos precipitar y depositarse en los sedimentos del fondo. La descomposición incompleta de la materia orgánica en áreas húmedas tiene como resultado la acu-mulación de turba. Durante el periodo carbonífero este tipo de acumulación dio lugar a grandes depósitos de combustibles fósiles: carbón, petróleo y gas.

– Ciclo del nitrógeno (N). Se ha definido como el proceso cíclico natural en el curso del cual el nitrógeno se incorpora al suelo y pasa a formar parte de los organismos vivos antes de regresar a la atmósfera. El nitrógeno, parte esencial de los aminoá-cidos, es un elemento básico de la vida. Se encuentra en una proporción del 79% en la atmósfera, pero el nitrógeno gaseoso debe ser transformado en una forma químicamente utilizable antes de poder ser usado por los organismos vivos. Esto se logra a través del denominado ciclo del nitrógeno en el que el nitrógeno gaseoso es transformado en amoníaco o nitratos. La energía aportada por los rayos solares y la radiación cósmica sirven para combinar el nitrógeno y el oxígeno gaseosos en nitra-tos, que son arrastrados a la superficie terrestre por las precipitaciones. La fijación biológica se produce por la acción de bacterias libres fijadoras del nitrógeno, bac-terias simbióticas que viven en las raíces de las plantas (sobre todo leguminosas y

alisos), algas verdeazuladas, ciertos líquenes y epifitas de los bosques tropicales.

El nitrógeno fijado en forma de amoníaco y nitratos es absorbido directamente por las plantas e incorporado a sus tejidos en forma de proteínas vegetales. Después, recorre la cadena alimentaria desde las plantas a los herbívoros y de éstos a los carnívoros. Cuando las plantas y los animales mueren, los compuestos nitrogena-dos se descomponen produciendo amoníaco (proceso conocido como amonifica-

ción). Parte de este amoníaco es recuperado por las plantas; el resto se disuelve en el agua o permanece en el suelo, donde los microorganismos lo convierten en nitratos o nitritos (proceso conocido como nitrificación). Los nitratos pueden alma-cenarse en el humus en descomposición o desaparecer en el suelo por lixiviación,siendo arrastrado a los arroyos, ríos y lagos. Otra posibilidad es convertirse en ni-trógeno mediante la desnitrificación y volver a la atmósfera. El dióxido de nitrógeno vertido a la atmósfera por los escapes de los automóviles y las centrales térmicas se descompone y reacciona con otros contaminantes atmosféricos originando el fenómeno conocido como smog (niebla baja con hollines, humos y polvos en sus-

pensión, que cubre grandes extensiones por encima de las urbes industriales).

– Ciclo del fósforo (P). El depósito básico está constituido por las rocas sedimentarias que sólo intervienen en el ciclo básico en cantidad mínima. Se inicia el ciclo con los fosfatos disueltos, que son absorbidos por las plantas a través de sus raíces e incor-porándolos a sus células. Los herbívoros obtienen el fósforo a través de la ingestión de vegetales, y los carnívoros a través de éstos. Cuando los organismos, tanto animales como vegetales mueren, o cuando los animales excrementan productos de desecho, las bacterias fosfatizantes degradan los compuestos orgánicos muertos transformán-dolos en fosfatos inorgánicos disueltos, con lo cual se completa el ciclo básico

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– Ciclo del agua (H2O). Las nubes son el principal fenómeno atmosférico visible. Como

tales, representan un paso transitorio, aunque vital, en el ciclo del agua. Comprende este ciclo la evaporación de la humedad desde la superficie de la Tierra, su transpor-te hasta niveles superiores de la atmósfera, la condensación del vapor de agua en masas nubosas y el retorno del agua a la tierra en forma de lluvia, granizo o nieve.

La propia Naturaleza es la que se encarga de establecer un equilibrio entre todas los organismos de una comunidad de tal forma que se establezca el número de individuos de cada especie. Cuando esto sucede podemos hablar de equilibrio ecológico, equilibrio que es inestable y dinámico, lo que da origen al concepto de sucesión ecológica para derivar, con el paso del tiempo, a la denominada comunidad clímax (conceptos expuestos con

anterioridad en otro apartado de este tema).

8. AGRESIONES AL MEDIO AMBIENTE. CONTAMINACIÓN

8.1. EN GENERAL

La especie Homo sapiens, es decir, el ser humano, apareció tardíamente en la historia de la Tierra, pero ha sido capaz de modificar el medio ambiente con sus actividades. Se cree que la aparición del hombre tuvo lugar en África y que no tardó en dispersarse por todo el mundo, y, gracias a sus cualidades físicas y mentales, logró ir eludiendo, o adaptándose, las condiciones medioambientales que limitaron a otras especies, a la vez que fue alteran-do el medio para adaptarlo a sus necesidades.

Los primeros pobladores vivieron, sin duda, en armonía con su medio ambiente al igual que el resto de los animales, comenzando su alejamiento de él en la Prehistoria con la re-volución agrícola. La capacidad de controlar y usar el fuego les permitió modificar o eliminar la vegetación natural, y la domesticación y pastoreo de animales herbívoros le llevó al so-brepastoreo y a la erosión del suelo. El cultivo de plantas dio como resultado la destrucción de la vegetación natural para hacer hueco a las demandas de cosechas, y la falta de leña condujo a la denudación de los bosques. Los animales salvajes se cazaban por su carne y en caso de ser considerados perjudiciales a sus intereses eran eliminados totalmente.

Mientras las poblaciones humanas continuaron siendo pequeñas y con modesta tecno-logía, el impacto sobre el medio ambiente fue sólo de ámbito local. Los problemas significa-tivos se produjeron con el aumento progresivo de la población y la mejora de la tecnología. El rápido avance tecnológico tras la Edad Media culminó con la Revolución Industrial, que trajo consigo el descubrimiento, uso y explotación de los combustibles fósiles, así como la explotación intensiva de los recursos minerales de la Tierra. Fue a finales del Siglo XVIII cuando el hombre empezó realmente a cambiar el aspecto del planeta, la naturaleza de su atmósfera y la calidad de su agua. La necesidad de alimentos para una población cada día mayor, la utilización irracional de pesticidas y defoliantes, insecticidas, plaguicidas, herbici-das, etc., la tala desordenada de bosques con ánimo de lucro o para ampliar zonas de cul-tivo, el incendio provocado, el desarrollo industrial sin medidas que eviten la contaminación de las industrias, accidentes marinos y vertidos intencionados... y un largo etcétera nos han llevado a la situación actual, en la que ya se comienzan a apreciar cambios evolutivos en el entorno que nos rodea.

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Como problemas más acuciantes respecto a la contaminación podemos señalar los siguientes:

1. Dióxido de carbono. Uno de los impactos que el uso de combustibles fósiles ha producido sobre el medio ambiente terrestre ha sido el aumento de la concentra-ción de dióxido de carbono (CO

2) en la atmósfera. La cantidad de CO2 atmosféri-

co había permanecido estable, aparentemente durante siglos, en unas 260 ppm (partes por millón), pero en los últimos 100 años ha ascendido a 350 ppm. Lo significativo de este cambio es que puede provocar un aumento de la temperatura de la Tierra a través del proceso conocido como efecto invernadero. El dióxido de carbono tiende a impedir que la radiación de onda larga escape al espacio exterior, lo que implica que al producirse más calor y poder escapar menos, la temperatura global de la Tierra aumenta.

Un calentamiento global significativo de la atmósfera tendría graves efectos sobre el medio ambiente. Aceleraría la fusión de los casquetes polares, haría subir el nivel de los mares, cambiaría el clima regional y, globalmente, alteraría la vegetación natural afectando a las cosechas. Desde el año 1.850 se ha producido un aumento medio de 1 ºC en la temperatura, siendo la previsión de aumento, para mediados del siglo XXI de entre 2 y 6 ºC.

2. Deposición ácida. Asociada también al uso de combustibles fósiles, se debe a la emisión de azufre y óxidos de nitrógeno por las centrales térmicas y por los escapes de los vehículos de motor. Estos productos interactúan con la luz solar, la humedad y los oxidantes, produciendo ácido sulfúrico y nítrico, que son transportados por la circulación atmosférica y caen a tierra arrastrados por la lluvia y la nieve en la denominada lluvia ácida, o en forma de depósitos secos, partículas y gases atmos-féricos.

La acidez de algunas precipitaciones en el norte de Estados Unidos y de Europa es equivalente a la del vinagre. La lluvia ácida corroe los metales, desgasta los edificios y monumentos de piedra, daña y mata la vegetación y acidifica lagos, corrientes de agua y suelos.

3. Destrucción del ozono. A partir de la década de 1970, los científicos comenzaron a descubrir que la actividad humana estaba teniendo un impacto negativo sobre la capa de ozono, región de la atmósfera que protege al planeta de los rayos ultravio-leta. La carencia de esta capa, situada a unos 40 km de altitud, haría imposible la vida. Los estudios demostraron que la capa estaba siendo afectada por el creciente uso de clorofluorocarbonos (CFC), que se usan en sistemas de refrigeración, aire acondicionado, disolventes de limpieza, materiales de empaquetado y aerosoles. El cloro, un producto químico secundario de los CFC ataca al ozono, que está formado por tres átomos de oxígeno, arrebatándole uno de ellos para formar monóxido de cloro. Éste reacciona a continuación con átomos de oxígeno para formar moléculas de oxígeno, liberando moléculas de cloro que descomponen más moléculas de ozono.

Al principio se creía que la capa de ozono se reducía de forma homogénea en todo el planeta, pero estudios llevados a cabo en el año 1985 revelaron la existencia de

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un gran agujero centrado sobre la Antártida. El adelgazamiento de la capa de ozono expone a la vida terrestre a un exceso de radiación ultravioleta que puede producir cáncer de piel y cataratas, reducir la respuesta del sistema inmunitario, interferir el proceso de fotosíntesis de las plantas y afectar al crecimiento del fitoplancton oceánico. A nivel internacional se han dictado disposiciones para suprimir la fabri-cación y uso de los CFC que debería entrar en vigor en el presente año 2.000. Sin embargo, los CFC pueden permanecer activos en la atmósfera durante más de 100 años, por lo que la destrucción de la capa de ozono durará décadas.

4. Hidrocarburos clorados. El uso extensivo de pesticidas sintéticos derivados de los hidrocarburos clorados en el control de las plagas ha tenido efectos colaterales de-sastrosos para el medio ambiente. Estos pesticidas organoclorados son muy per-sistentes y resistentes a la degradación biológica. Muy poco solubles en el agua, se adhieren a los tejidos de las plantas y se acumulan en los suelos, el sustrato del fondo de las corrientes de agua y los estanques y la atmósfera. Una vez volatiliza-dos, los pesticidas se distribuyen por todo el mundo, contaminando áreas silvestres a gran distancia de las regiones agrícolas, e incluso en las zonas ártica y antártica. Aunque estos productos químicos no existen en la naturaleza penetran en la cadena alimentaria. El ciclo es el siguiente: los pesticidas son ingeridos por los herbívoros o penetran directamente a través de la piel de organismos acuáticos como los peces y diversos invertebrados. El pesticida se concentra aún más al pasar de los herbívoros a los carnívoros. Alcanza elevadas concentraciones en los tejidos de los animales que ocupan los eslabones más altos de la cadena alimentaria (como el halcón peregrino,

el águila calva y el quebrantahuesos). Los hidrocarburos clorados interfieren en el metabolismo del calcio de las aves, produciendo un adelgazamiento de las cáscaras de los huevos con el consiguiente fracaso reproductivo. Como resultado de ello, algu-nas grandes aves depredadoras y piscívoras se encuentran al borde de la extinción.

Debido al peligro que los pesticidas representan para la fauna silvestre y para el hombre, y debido también a que los insectos han desarrollado resistencia a ellos, el uso de hidrocarburos halogenados, como el DDT está disminuyendo con rapidez en todo el mundo occidental, aunque continúa usándose en grandes cantidades en los países en vías de desarrollo. A comienzo de la década de 1980, el EDB (dibromoe-

tano), un pesticida halogenado, despertó también gran alarma por su naturaleza en potencia carcinógena y fue finalmente prohibido. Existe otro grupo de compuestos íntimamente vinculado al DDT: los bifenilos policlorados (PCB). Se han usado durante años en la producción industrial y han acabado penetrando en el medio ambiente. Su impacto sobre el hombre y la vida silvestre ha sido similar al de los pesticidas, quedando limitado su uso, debido a su extrema toxicidad, a los aislantes de los trans-formadores y condensadores eléctricos. El PCDD (dioxinas o dibenzo-para-dioxinas)

es el más tóxico de otro grupo de compuestos. Puede encontrarse, en forma de im-pureza, en conservantes para la madera y el papel y en herbicidas (el agente naranja,

defoliante usado en la guerra química en Vietnam, contiene dioxinas)

5. Otras sustancias tóxicas. Las sustancias tóxicas son productos químicos cuya fa-bricación, procesado, distribución, uso y eliminación representa un riesgo inasumible para la salud humana y el medio ambiente. La mayoría de estas sustancias tóxicas son productos químicos sintéticos que penetran en el medio ambiente y persisten

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en él durante largos periodos de tiempo. En los vertederos de productos químicos se producen concentraciones significativas de sustancias tóxicas. Si éstas se filtran al suelo o al agua, pueden contaminar el suministro de agua, el aire, las cosechas y los animales domésticos, y han sido asociadas a defectos congénitos humanos, abortos y enfermedades orgánicas. A pesar de los riesgos conocidos, el problema no está en vías de solución ya que se crean entre 500 y 1.000 productos más al año.

6. Radiación. Aunque Las pruebas nucleares atmosféricas han sido prohibidas por la mayoría de los países, lo que ha supuesto la eliminación de una importante fuente de lluvia radiactiva, la radiación nuclear sigue siendo un problema medio ambiental. Las centrales nucleares siempre liberan pequeñas cantidades de residuos nucleares en el agua y la atmósfera, pero el principal peligro es la posibilidad de que se produzcan accidentes nucleares, que liberan enormes cantidades de radiación al medio ambien-te, como ocurrió en Chernobil en el año 1986. De hecho, desde la desintegración de la Unión Soviética (URSS), se ha comprobado que la contaminación de esta región por accidentes y residuos nucleares es mayor de lo que se pensaba. Otro problema al que se enfrenta la industria nuclear es el almacenamiento de los residuos nucleares debido al largo periodo de tiempo en el que continúan activos (cientos de años).

7. Pérdida de tierras vírgenes. Cada vez con mayor frecuencia, aumenta el número de seres humanos que tratan de explotar las tierras vírgenes que quedan, incluso en áreas consideradas como protegidas para la explotación. La demanda de ener-gía ha impuesto la necesidad de explotar el gas y el petróleo de las regiones árticas, poniendo en peligro el delicado equilibrio ecológico de la tundra: La pluviselva ecua-torial y los bosques tropicales, sobre todo en el sureste Asiático y en la Amazonia, están siendo destruidos a un ritmo alarmante para obtener madera, despejar el suelo para pastos y cultivos y crear nuevos asentamientos humanos (datos obteni-

dos vía satélite fijan la pérdida en la Amazonia en unos 15.000 km2). Otro factor es la colonización por el hombre de tierras vírgenes para estableces nuevas zonas de pastoreo y explotación agraria (continente Africano), lo que podría representa el fin de los grandes mamíferos al reducirles, considerablemente su hábitat.

8. Erosión del suelo. Fenómeno que degrada entre la tercera y la quinta parte de las tierras de cultivo del planeta, lo que pone en peligro el abastecimiento global de víveres. La creciente necesidad de alimentos y leña ha dado como resultado, en el Tercer Mundo, la deforestación y el cultivo en laderas con mucha pendiente, lo que se ha traducido en una fuerte erosión de las mismas. La desaparición de los bosques reduce la capacidad de conservación de la humedad de los suelos y añade sedimentos a las corrientes de agua, lagos y embalses.

9. Demanda de agua y aire. Los problemas de erosión antes comentados han agra-vado el creciente problema mundial de abastecimiento de agua, centrándose los problemas en las regiones semiáridas y costeras del mundo. Una población en extensión requiere abundancia de agua, tanto para el uso personal como industrial. Esto está agotando hasta tal punto los acuíferos subterráneos que en ellos empieza a penetrar agua salada (zonas costeras de USA, Israel, Siria y Estados Árabes del

Golfo). En áreas del interior, las rocas porosas y los sedimentos se compactan al perder agua, originando el hundimiento de la superficie (Texas, Florida y California).

También se ha constatado un progresivo descenso en la calidad y disponibilidad del

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agua. Casi un 75% de la población rural y el 20 % de la urbana, carecen de acceso directo a agua no contaminada.

Durante la década de 1980 y, en mayor medida, a partir de 1990, algunos países industrializados mejoraron la calidad de su aire obligando a las industrias a reducir la cantidad de partículas en suspensión y productos químicos tóxicos originados por las emisiones de su industria. A pesar de ello, las emisiones de dióxido de azufre y de óxidos nitrosos, precursores de la lluvia ácida, aún son importantes.

En junio del año 1992, la Conferencia sobre Medio Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas, también conocida como la Cumbre de la Tierra, se reunió durante 12 días en las cercanías de Río de Janeiro (Brasil). Desarrolló y legitimó una agenda de medidas relacionadas con el cambio medioambiental, económico y político. El propósito de la conferencia era determinar qué reformas medioambientales era necesario empren-de a largo plazo, e iniciar procesos para su implantación y supervisión internacional. Para ello se celebraron convenciones para discutir y aprobar documentos sobre medio ambien-te, en las que se trataron temas como el cambio climático, la biodiversidad, la protección forestal, la Agenda 21 (proyecto de desarrollo medioambiental de 900 páginas), y la De-claración de Río (documento de seis páginas de pedía la integración del medio ambiente

y el desarrollo económico). La Cumbre de la Tierra fue un acontecimiento histórico de gran significado. No sólo hizo del medio ambiente una prioridad a escala mundial, sino que a ella asistieron delegados de 178 países, lo que la convirtió en la mayor conferencia jamás celebrada.

La II Cumbre de la Tierra, celebrada la última semana de junio del año 1997 en Nueva York, tuvo como principal objetivo constatar el grado de cumplimiento de las deci-siones tomadas en Río de Janeiro. Asistieron representantes de 170 países, que pudieron comprobar que los compromisos aprobados en la I Cumbre no se habían cumplido, sobre todo en lo referente a emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera. No se pudo llegar a un acuerdo unánime en las reducciones de estos gases en un 15%, en relación con el nivel del 1990, para el año 2010, como se proponía. Entre las nuevas líneas aportadas en esta Cumbre destacan la de crear una Organización Mundial del Medio Ambiente y la de establecer un Tribunal Internacional para conflictos sobre problemas ecológicos.

8.2. EN ESPAÑA

Si nos referimos a España, el artículo 45 de nuestra Constitución nos indica que:

1. Todos tienen derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo.

2. Los poderes públicos velarán por la utilización racional de todos los recursos natu-rales, con el fin de proteger y mejorar la calidad de la vida y defender y restaurar el medio ambiente, apoyándose en la indispensable solidaridad colectiva.

3. Para quienes violen lo dispuesto en el apartado anterior, en los términos que la ley fije se establecerán sanciones penales o, en su caso, administrativas, así como la obligación de reparar el daño causado.

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Un simple análisis de este artículo nos hace ver varios conceptos importantes:

– El derecho de todo el mundo a disfrutar de un medio ambiente adecuado.

– El deber de conservarlo en la actualidad y para generaciones futuras que afecta a todos los miembros de la sociedad, sean personas individuales, colectivas, públicas o privadas.

– Una especial encomienda a los poderes públicos como garantes de la confianza depositada por el pueblo soberano en ellos.

– Una serie de sanciones para quienes no respeten lo estipulado.

– Y algo fundamental, la obligación de reparar el daño causado, es decir, de restable-cer el medio ambiente afectado.

En nuestro país la legislación aplicable al Medio Ambiente, con independencia de lo establecido en el artículo antes comentado de nuestra Carta Magna, está compuesta por las siguientes disposiciones legales:

– Artículo 148 de la Constitución, apartados 3.º, 8.º, 9.º, 11.º y 16.º –como más

destacados–, en lo que respecta a las Comunidades Autónomas.

– La Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, que ha derogado la Ley 4/89, de Conservación de los Espacios Naturales y de la Flora y Fauna Silvestres (que ya había sido modificada por las Leyes 40/1997 y 41/1997, ambas de 5 de noviembre), regula en España, a nivel administrativo, la actuación del hombre con la Naturaleza.

– Ley 8/2003, de 28 de octubre, de la Flora y Fauna Silvestres.

– Ley 31/2003, de 27 de octubre, de Conservación de la Fauna silvestre en los Par-ques zoológicos

– El Código Penal le dedica su Título XVI del Libro II, (de los delitos relativos a la Orde-

nación del Territorio y la Protección del Patrimonio Histórico y del Medio Ambiente),formado por los siguientes Capítulos: Capítulo I (delitos sobre la Ordenación del

Territorio); Capítulo II (delitos contra el Patrimonio Histórico); Capítulo III (delitos

contra los Recursos Naturales y el Medio Ambiente); Capítulo IV (delitos relativos a

la Protección de la Flora, Fauna y Animales Domésticos), y Capítulo V (Disposicio-

nes comunes).

– El Real Decreto 439/1990, de 30 de marzo, que aprueba el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.

– Ley 3/1995, de 23 de marzo, de Vías Pecuarias, que consta de dos archivos:

* Archivo General de Vías Pecuarias.

* Archivo de la Red Nacional de Vías Pecuarias.

– Disposiciones que en esta materia dicte la CEE (por ejemplo: la Disposición 79/409/

CEE sobre Protección de las Aves Silvestres, o la Directiva 92/43/CEE, Hábitats).

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La declaración y gestión de los Parques, Reservas Naturales, Monumentos Naturales y Paisajes Protegidos compete a las Comunidades Autónomas, en cuyo ámbito se encuen-tren ubicados, excepto que éstos estén situados en el territorio de dos o más Comunidades. En este caso se convendrá entre el Estado y las Comunidades afectadas las modalidades de participación de cada Administración en la gestión del espacio natural de que se trate, correspondiendo al Estado la coordinación de dicha gestión y, en su caso, la presidencia del órgano (art. 21 de la Ley).

Como órgano gestor a nivel nacional se creó el Instituto Nacional para la Conservación de la Naturaleza (ICONA). También las Comunidades Autónomas tienen competencias en esta materia plasmados, como hemos indicado, en el artículo 148 de la Constitución.

La ley 42/2007, de 13 de diciembre, en su Título II, Capítulo II, artículo 29, clasifica los Espacios Naturales Protegidos en las siguientes categorías:

a) Parques. Son áreas naturales, que, en razón a la belleza de sus paisajes, la re-presentatividad de sus ecosistemas o la singularidad de su flora, de su fauna o de su diversidad geológica, incluidas sus formaciones geomorfológicas, poseen unos valores ecológicos, estéticos, educativos y científicos cuya conservación merece una atención preferente. Los Parques Nacionales se rigen por su legislación espe-cífica. Dentro de esta categoría se incluyen: Ordesa y Monte Perdido (Aragón), Aigüastortes y Estany de Sant Maurici (Cataluña), Cabañeros (Castilla-La Mancha), Picos de Europa (Castilla y León, Principado de Asturias y Cantabria), Archipiélago de la Cabrera (Islas Baleares), Caldera de Taburiente (Islas Canarias), Garajonay (Islas Canarias), Teide (Islas Canarias), Sierra Nevada (Andalucía), Islas Atlánticas (Galicia), Tablas de Daimiel (Castilla-La Mancha), Doñana (Andalucía), Monfragüe (Extremadura) y Timanfaya (Islas Canarias).

b) Reservas Naturales. Son espacios naturales, cuya creación tiene como finalidad la protección de ecosistemas, comunidades o elementos biológicos que, por su rareza, fragilidad, importancia o singularidad merecen una valoración especial

c) Áreas Marinas Protegidas. Son espacios naturales designados para la protección de ecosistemas, comunidades o elementos biológicos o geológicos del medio marino, incluidas las áreas intermareal y submareal, que en razón de su rareza, fragilidad, importancia o singularidad, merecen una protección especial.

d) Monumentos Naturales. Son espacios o elementos de la naturaleza constituidos básicamente por formaciones de notoria singularidad, rareza o belleza, que mere-cen ser objeto de una protección especial. Se considerarán también Monumentos Naturales los árboles singulares y monumentales, las formaciones geológicas, los yacimientos paleontológicos y mineralógicos, los estratotipos y demás elementos de la gea que reúnan un interés especial por la singularidad o importancia de sus valores científicos, culturales o paisajísticos.

e) Paisajes Protegidos. Son partes del territorio que las Administraciones competen-tes, a través del planeamiento aplicable, por sus valores naturales, estéticos y culturales, y de acuerdo con el Convenio del Paisaje del Consejo de Europa, con-sideren merecedores de una protección especial.

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El Capítulo III de la Ley está dedicado a los Espacios Protegidos Red Natura 2000, que en su artículo 41 establece:

1. La Red Ecológica Europea Natura 2000 es una red ecológica coherente compuesta por los Lugares de Importancia Comunitaria, hasta su transformación en Zonas Especiales de Conservación, dichas Zonas Especiales de Conservación y las Zonas de Especial Pro-tección para las Aves, cuya gestión tendrá en cuenta las exigencias económicas, sociales y culturales, así como las particularidades regionales y locales.

2. Los Lugares de Importancia Comunitaria, las Zonas Especiales de Conservación y las Zonas de Especial Protección para las Aves tendrán la consideración de espacios pro-tegidos, con la denominación de espacio protegido Red Natura 2000, y con el alcance y las limitaciones que las Comunidades autónomas establezcan en su legislación y en los correspondientes instrumentos de planificación.

3. El Ministerio de Medio Ambiente, con la participación de las Comunidades autó-nomas, elaborará, en el marco del Plan Estratégico Estatal del Patrimonio Natural y la Biodiversidad, unas directrices de conservación de la Red Natura 2000. Estas directrices constituirán el marco orientativo para la planificación y gestión de dichos espacios y serán aprobadas mediante acuerdo de la Conferencia Sectorial de Medio Ambiente.

Las Áreas Protegidas por Instrumentos Internacionales se contemplan en el Capítulo IV (Otras Figuras de Protección de Espacios). El artículo 49 dispone:

1. Tendrán la consideración de áreas protegidas por instrumentos internacionales to-dos aquellos espacios naturales que sean formalmente designados de conformidad con lo dispuesto en los Convenios y Acuerdos internacionales de los que sea parte España y, en particular, los siguientes:

a) Los humedales de Importancia Internacional, del Convenio relativo a los Humedales de Importancia Internacional especialmente como Hábitat de Aves Acuáticas.

b) Los sitios naturales de la Lista del Patrimonio Mundial, de la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural.

c) Las áreas protegidas, del Convenio para la protección del medio ambiente marino del Atlántico del nordeste (OSPAR).

d) Las Zonas Especialmente Protegidas de Importancia para el Mediterráneo (ZEPIM), del Convenio para la protección del medio marino y de la región costera del Medi-terráneo.

e) Los Geoparques, declarados por la UNESCO.

f) Las Reservas de la Biosfera, declaradas por la UNESCO.

g) Las Reservas biogenéticas del Consejo de Europa.

2. La declaración o inclusión de áreas protegidas por instrumentos internacionales será sometida a información pública y posteriormente publicada en el Boletín Oficial del Estado junto con la información básica y un plano del perímetro abarcado por la misma.

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3. El régimen de protección de estas áreas será el establecido en los correspondientes convenios y acuerdos internacionales, sin perjuicio de la vigencia de regímenes de protección, ordenación y gestión específicos cuyo ámbito territorial coincida total o parcialmente con dichas áreas, siempre que se adecuen a lo previsto en dichos instrumentos internacionales.

4. El Ministerio de Medio Ambiente, con la participación de las Comunidades autónomas, elaborará, en el marco del Plan Estratégico Estatal del Patrimonio Natural y la Biodiversidad, unas directrices de conservación de las áreas protegidas por instrumentos internacionales. Es-tas directrices constituirán el marco orientativo para la planificación y gestión de dichos espacios y serán aprobadas mediante acuerdo de la Conferencia Sectorial de Medio Ambiente.

El Título III de la Ley se encuentra dedicado a la Conservación de la Biodiversidad. En su Capítulo I (Conservación IN SITU de la Biodiversidad Autóctona Silvestre), su artículo 52 nos habla de la garantía de conservación de especies autóctonas silvestres:

1. Las Comunidades autónomas adoptarán las medidas necesarias para garantizar la conservación de la biodiversidad que vive en estado silvestre, atendiendo preferentemente a la preservación de sus hábitats y estableciendo regímenes específicos de protección para aquellas especies silvestres cuya situación así lo requiera, incluyéndolas en alguna de las categorías mencionadas en los artículos 53 y 55 de esta Ley.

Igualmente deberán adoptar las medidas que sean pertinentes para que la recogida en la naturaleza de especímenes de las especies de fauna y flora silvestres de interés comuni-tario, que se enumeran en el Anexo VI, así como la gestión de su explotación sean com-patibles con el mantenimiento de las mismas en un estado de conservación favorable.

2. Las Administraciones públicas competentes prohibirán la introducción de especies, subespecies o razas geográficas autóctonas cuando éstas sean susceptibles de competir con las especies silvestres autóctonas, alterar su pureza genética o los equilibrios ecológicos.

3. Queda prohibido dar muerte, dañar, molestar o inquietar intencionadamente a los animales silvestres, sea cual fuere el método empleado o la fase de su ciclo biológico.

Esta prohibición incluye su retención y captura en vivo, la destrucción, daño, recolec-ción y retención de sus nidos, de sus crías o de sus huevos, estos últimos aun estando vacíos, así como la posesión, transporte, tráfico y comercio de ejemplares vivos o muertos o de sus restos, incluyendo el comercio exterior.

El artículo 55 se refiere al Catálogo Español de Especies Amenazadas.

1. En el seno del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, se establece el Catálogo Español de Especies Amenazadas que incluirá, cuando exista infor-mación técnica o científica que así lo aconseje, los taxones o poblaciones de la biodiversi-dad amenazada, incluyéndolos en algunas de las categorías siguientes:

a) En peligro de extinción: taxones o poblaciones cuya supervivencia es poco probable si los factores causales de su actual situación siguen actuando.

b) Vulnerable: taxones o poblaciones que corren el riesgo de pasar a la categoría an-terior en un futuro inmediato si los factores adversos que actúan sobre ellos no son corregidos.

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El Capítulo II de este Título III se encuentra dedicado a la Conservación EX SITU de la Biodiversidad Autóctona Silvestre. Su artículo 59 (Propagación de Especies silvestres Ame-nazadas) establece:

1. Como complemento a las acciones de conservación in situ, para las especies in-cluidas en el Catálogo Estatal de Especies Amenazadas, la Comisión Estatal de Patrimonio Natural y la Biodiversidad impulsará el desarrollo de programas de cría o propagación fuera de su hábitat natural, en especial cuando tales programas hayan sido previstos en las es-trategias de conservación, o planes de recuperación o conservación.

Estos programas estarán dirigidos a la constitución de reservas genéticas y/o a la ob-tención de ejemplares aptos para su reintroducción al medio natural.

2. A tal efecto, en el marco de la citada Comisión, las Administraciones implicadas acordarán la designación y condiciones de los centros de referencia a nivel nacional, que ejercerán la coordinación de los respectivos programas de conservación ex situ.

3. Las organizaciones sin ánimo de lucro, los parques zoológicos, los acuarios, los jar-dines botánicos y los centros públicos y privados de investigación o conservación podrán participar en los programas de cría en cautividad y propagación de especies amenazadas.

Otra disposición establecida en la Ley, de carácter preventivo, se encuentra recogida en el Capítulo III, referido a la Prevención y Control de las Especies Exóticas Invasoras. A ellas alude el artículo 61 en el que se establece el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras:

1. Se crea el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras, cuya estructura y fun-cionamiento se regulará reglamentariamente y en el que se incluirán, cuando exista in-formación técnica o científica que así lo aconseje, todas aquellas especies y subespecies exóticas invasoras que constituyan una amenaza grave para las especies autóctonas, los hábitats o los ecosistemas, la agronomía o para los recursos económicos asociados al uso del patrimonio natural.

Depende del Ministerio de Medio Ambiente, con carácter administrativo y ámbito es-tatal.

2. La inclusión de una especie en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras se llevará a cabo por el Ministerio de Medio Ambiente, a propuesta de la Comisión Estatal para el Patrimonio Natural y la Biodiversidad, previa iniciativa de las Comunidades autónomas o del propio Ministerio, cuando exista información técnica o científica que así lo aconseje.

Cualquier ciudadano u organización podrá solicitar la iniciación del procedimiento de inclusión o exclusión de una especie o subespecie, acompañando a la correspondiente solicitud una argumentación científica de la medida propuesta.

La vulneración a los preceptos de esta Ley se encuentra regulada en el Título VI de la misma (De las Infracciones y Sanciones), en los siguientes artículos:

Artículo 75. Disposiciones generales.

1. Las acciones u omisiones que infrinjan lo prevenido en la presente Ley generarán responsabilidad de naturaleza administrativa, sin perjuicio de la exigible en vía penal, civil o de otro orden a que puedan dar lugar.

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2. Sin perjuicio de las sanciones penales o administrativas que en cada caso proce-dan, el infractor deberá reparar el daño causado en la forma y condiciones fijadas en la Ley 26/2007, de 23 de octubre, de Responsabilidad Medioambiental. El infractor estará obligado a indemnizar los daños y perjuicios que no puedan ser reparados, en los términos de la correspondiente resolución.

3. La valoración de los daños al medio ambiente necesaria para la determinación de las infracciones y sanciones reguladas en este Título se realizará de acuerdo con el método de evaluación a que se refiere la Ley 26/2007, de 23 de octubre, de Responsabilidad Medio-ambiental y sus disposiciones de desarrollo.

4. Cuando no sea posible determinar el grado de participación de las distintas perso-nas que hubiesen intervenido en la realización de la infracción, la responsabilidad será solidaria, sin perjuicio del derecho a repetir frente a los demás participantes por parte de aquel o aquellos que hubieran hecho frente a las responsabilidades.

5. En ningún caso se impondrá una doble sanción por los mismos hechos y en función de los mismos intereses públicos protegidos, si bien deberán exigirse las demás responsa-bilidades que se deduzcan de otros hechos o infracciones concurrentes.

Artículo 76. Tipificación y clasificación de las infracciones.

1. A los efectos de esta Ley, y sin perjuicio de lo que disponga al respecto la legislación autonómica, se considerarán infracciones administrativas:

a) La utilización de productos químicos, sustancias biológicas, la realización de ver-tidos o el derrame de residuos que alteren las condiciones de los ecosistemas con daño para los valores en ellos contenidos.

b) La destrucción, muerte, deterioro, recolección, comercio o intercambio, captura y ofer-ta con fines de venta o intercambio o naturalización no autorizadas de especies de flora y fauna catalogadas en peligro de extinción, así como la de sus propágulos o restos.

c) La destrucción o deterioro de hábitats incluidos en la categoría de en peligro de desaparición del Catálogo Español de Hábitats en Peligro de Desaparición.

d) La destrucción del hábitat de especies en peligro de extinción en particular del lugar de reproducción, invernada, reposo, campeo o alimentación.

e) La destrucción o deterioro significativo de los componentes de los hábitats priori-tarios de interés comunitario.

f) La introducción de especies alóctonas incluidas en el Catálogo Español de Espe-cies Exóticas Invasoras, sin autorización administrativa.

g) La alteración de las condiciones de un espacio natural protegido o de los productos propios de él mediante ocupación, roturación, corta, arranque u otras acciones.

h) La instalación de carteles de publicidad o la producción de impactos paisajísticos sensibles en los espacios naturales protegidos.

i) El deterioro o alteración significativa de los componentes de hábitats prioritarios de interés comunitario o la destrucción de componentes, o deterioro significativo del resto de componentes de hábitats de interés comunitario.

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j) La destrucción, muerte, deterioro, recolección, posesión, comercio, o intercambio, captura y oferta con fines de venta o intercambio o naturalización no autorizada de especies de flora y fauna incluidas en catalogadas como vulnerables, así como la de propágulos o restos.

k) La destrucción del hábitat de especies vulnerables, en particular del lugar de re-producción, invernada, reposo, campeo o alimentación y las zonas de especial protección para la flora y fauna silvestres.

l) La captura, persecución injustificada de especies de fauna silvestre y el arranque y corta de especies de flora en aquellos supuestos en que sea necesaria autorización administrativa, de acuerdo con la regulación específica de la legislación de montes, caza y pesca continental, cuando no se haya obtenido dicha autorización.

m) La destrucción, muerte, deterioro, recolección, posesión, comercio o intercambio, captura y oferta con fines de venta o intercambio o naturalización no autorizada de especies de flora y fauna incluidas en el Listado de especies en régimen de protec-ción especial, que no estén catalogadas, así como la de propágulos o restos.

n) La destrucción del hábitat de especies incluidas en el Listado de especies en ré-gimen de protección especial que no estén catalogadas, en particular del lugar de reproducción, invernada, reposo, campeo o alimentación.

o) La perturbación, muerte, captura y retención intencionada de especies de aves en las épocas de reproducción y crianza, así como durante su trayecto de regreso hacia los lugares de cría en el caso de las especies migratorias.

p) La alteración de los componentes de los hábitats prioritarios de interés comunitario o el deterioro de los componentes del resto de hábitats de interés comunitario.

q) La tenencia y el uso de munición que contenga plomo durante el ejercicio de la caza y el tiro deportivo, cuando estas actividades se ejerzan en zonas húmedas incluidas en la Lista del Convenio relativo a Humedales de Importancia Internacional, en las de la Red Natura 2000 y en las incluidas en espacios naturales protegidos.

r) El incumplimiento de los demás requisitos, obligaciones o prohibiciones estableci-dos en esta Ley.

2. Tendrán en todo caso la consideración de infracciones muy graves las recogidas en los apartados a, b, c, d, e y f, cuando la valoración de los daños derivados supere los 100.000 euros, y cualquiera de las otras si la valoración de daños supera los 200.000 euros.

Artículo 77. Clasificación de las sanciones.

1. Las infracciones tipificadas en el artículo anterior serán sancionadas con las siguien-tes multas:

a) Infracciones leves, con multas de 500 a 5.000 euros.

b) Infracciones graves, con multas de 5.001 a 200.000 euros.

c) Infracciones muy graves, multas de 200.001 a 2.000.000 de euros, sin perjuicio de que las Comunidades autónomas puedan aumentar el importe máximo.

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2. En la imposición de las sanciones se deberá guardar la debida adecuación entre la grave-dad del hecho constitutivo de la infracción y la sanción aplicada, considerándose especialmente su repercusión, su trascendencia por lo que respecta a la seguridad de las personas o bienes protegidos por esta Ley, las circunstancias del responsable, su grado de malicia, participación y beneficio obtenido, así como la irreversibilidad de los daños o deterioros producidos.

3. La sanción de las infracciones tipificadas en esta Ley corresponderá a los órganos competentes de las Comunidades autónomas.

Compete a la Administración General del Estado, a través del Ministerio de Medio Ambiente, la imposición de sanciones en aquellos supuestos en que la infracción adminis-trativa haya recaído en su ámbito de competencias.

4. A efectos del ejercicio de la potestad sancionadora de la Administración General del Estado, y sin perjuicio de lo que puedan disponer al respecto leyes especiales, las infraccio-nes tipificadas en el artículo 76 de esta Ley, se calificarán del siguiente modo:

a) Como muy graves las recogidas en los apartados a, b, c, d, e y f, si los daños superan los 100.000 euros, y cualquiera de las otras si los daños superan los 200.000 euros.

b) Como graves las recogidas en los apartados a, b, c, d, e y f, si los daños no superan los 100.000 euros, g, h, i, j, k, l, m y n.

c) Como leves las recogidas en los apartados o, p, q y r.

5. La Administración instructora podrá acordar la imposición de multas coercitivas, reiteradas por lapsos de tiempo que sean suficientes para cumplir lo ordenado, si los in-fractores no procedieran a la reparación o indemnización, de acuerdo con lo establecido en el artículo 75. La imposición de dichas multas coercitivas exigirá que en el requerimiento se indique el plazo de que se dispone para el cumplimiento de la obligación y la cuantía de la multa que puede ser impuesta. En todo caso, el plazo deberá ser suficiente para cumplir la obligación. En el caso de que, una vez impuesta la multa coercitiva, se mantega el in-cumplimiento que la ha motivado, podrá reiterase las veces que sean necesarias hasta el cumplimiento de la obligación, sin que, en ningún caso el plazo fijado en los nuevos requeri-mientos pueda ser inferior al fijado en el primero. Las multas coercitivas son independientes y compatibles con las que se puedan imponer en concepto de sanción.

6. En el ámbito de la Administración General del Estado, la cuantía de cada una de dichas multas no excederá de 3.000 euros.

7. El Gobierno podrá, mediante Real Decreto, proceder a la actualización de las san-ciones previstas en el apartado 1 de este artículo, teniendo en cuenta la variación de los índices de precios al consumo.

Artículo 78. Responsabilidad Penal.

En los supuestos en que las infracciones pudieran ser constitutivas de delito o falta, la administración instructora pasará el tanto de culpa al órgano jurisdiccional competente y se abstendrá de proseguir el procedimiento sancionador mientras la autoridad judicial no hubiera dictado sentencia firme o resolución que ponga fin al procedimiento. La sanción de

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la autoridad judicial excluirá la imposición de sanción administrativa, en los casos en que se aprecie la identidad del sujeto, del hecho y del fundamento. De no haberse estimado la existencia de delito o falta, la Administración podrá continuar el expediente sancionador, con base en los hechos que la jurisdicción competente haya considerado probados.

Artículo 79. Prescripción de las infracciones y sanciones.

1. Las infracciones a que se refiere esta Ley calificadas como muy graves prescribirán a los cinco años, las calificadas como graves, a los tres años, y las calificadas como leves, al año.

2. Las sanciones impuestas por la comisión de infracciones muy graves prescribirán a los cinco años, en tanto que las impuestas por faltas graves o leves lo harán a los tres años y al año, respectivamente.

9. RESIDUOS

9.1. INTRODUCCIÓN

La asunción por la Unión Europea de una moderna concepción de la política de residuos, consistente en abandonar la clasificación de residuos generales y peligrosos –y establecer una norma común para todos ellos, que puede ser completada con una regulación específica para determinadas categorías de residuos– ha devenido en la ela-boración y aprobación de la Directiva Comunitaria 91/156/CEE, del Consejo, de 18 de marzo de 1991.

La Ley 10/1998, de 21 de abril, de Residuos (que ha sufrido diversas modificaciones, la última por la Ley 34/2007, de 15 de noviembre, de Calidad del Aire y Protección de la Atmósfera) ha tenido que acomodarse a las nuevas reglas comunitarias con relación a la regulación de residuos, basuras u otros restos derivados de limpiezas, construcciones, productos, etc.

Con esta Ley de Residuos se pretende, tanto la adecuación de nuestro Derecho a este cambio como contribuir a la protección del medio ambiente, coordinando la política de residuos con las políticas económicas, industrial y territorial, al objeto de incentivar su reducción en origen y dar prioridad a la reutilización, reciclado y valorización de los residuos sobre otras técnicas de gestión.

Una adecuada gestión de los residuos que permita el fomento de la reducción, reuti-lización, reciclado y otras formas de valorización de los mismos, cumple con la finalidad de proteger el medio ambiente y la salud de las personas, así como también regular los suelos contaminados. En una frase: prevenir la producción de residuos es cumplir con el aspecto ecológico de la limpieza en lo que a ellos se refiere. Este es un aspecto que cada vez se asume con más energía y recursos disponibles, ya que muchas veces no es posible solucionar en su totalidad los problemas ocasionados por una inadecuada manipulación, uso y eliminación de los residuos.

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9.2. DEFINICIONES

A los efectos de este apartado, es necesario precisar el significado de algunos términos básicos que ya se han mencionado o que se mencionarán a lo largo de la exposición.

a) Residuo: es cualquier sustancia u objeto, perteneciente a alguna de las cate-gorías que figuran en la categorización que se expondrá en el apartado sobre clasificación, y del cual su poseedor se desprenda o del que tenga la intención u obligación de desprenderse. En todo caso, tendrán esta consideración los que figuren en el Catálogo Europeo de Residuos (CER), aprobado por las Ins-tituciones Comunitarias.

b) Residuos urbanos o municipales: aquellos generados en los domicilios particu-lares, comercios, oficinas y servicios, así como todos los que no tengan la califica-ción de peligrosos y que por su naturaleza o composición puedan asimilarse a los producidos en los anteriores lugares o actividades.

Tendrán también la consideración de residuos urbanos los siguientes:

– Residuos procedentes de la limpieza de vías públicas, zonas verdes, áreas re-creativas y playas.

– Animales domésticos muertos, así como muebles, enseres y vehículos abando-nados.

– Residuos y escombros procedentes de obras menores de construcción y repa-ración domiciliaria.

c) Residuos peligrosos: son aquellos que figuran en la lista de residuos peligrosos, aprobada en el Real Decreto 952/1997, de 20 de junio, así como los recipientes y envases que los hayan contenido. Los que hayan sido calificados como peligrosos por la normativa comunitaria y los que pueda aprobar el Gobierno de conformidad con lo establecido en la normativa europea o en convenios internacionales de los que España sea parte.

d) Prevención: viene considerada como tal el conjunto de medidas destinadas a evitar la generación de residuos o a conseguir su reducción, o la de la cantidad de sustancias peligrosas o contaminantes presentes en ellos.

e) Productor: es cualquier persona física o jurídica cuya actividad, excluida la derivada del consumo doméstico, produzca residuos o que efectúe operacio-nes de tratamiento previo, de mezcla, o de otro tipo que ocasionen un cambio de naturaleza o de composición de esos residuos. Tendrá también carácter de productor el importador de residuos o adquirente en cualquier Estado miem-bro de la Unión Europea.

f) Poseedor: es el productor de los residuos o la persona física o jurídica que los tenga en su poder y que no tenga la condición de gestor de residuos.

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g) Gestor: es la persona o entidad, pública o privada, que realice cualquiera de las operaciones que componen la gestión de los residuos, sea o no el productor de los mismos.

h) Gestión: es un término que se aplica a la recogida, el almacenamiento, el trans-porte, la valorización y la eliminación de los residuos, incluida la vigilancia de estas actividades, así como la vigilancia de los lugares de depósito o vertido después de su cierre.

i) Reutilización: es el empleo de un producto usado para el mismo fin para el que fue diseñado originariamente.

j) Reciclado: es la transformación de los residuos, dentro de un proceso de produc-ción, para su fin inicial o para otros fines, incluido el compostaje y la biometaniza-ción, pero no la incineración con recuperación de energía.

k) Valorización: es todo procedimiento que permita el aprovechamiento de los recur-sos contenidos en los residuos sin poner en peligro la salud humana y sin utilizar métodos que puedan causar perjuicios al medio ambiente.

l) Eliminación: es todo procedimiento dirigido bien al vertido de los residuos o bien a su destrucción total o parcial, realizado sin poner en peligro la salud humana y sin utilizar métodos que puedan causar perjuicios al medio ambiente.

ll) Recogida: es toda operación consistente en recoger, clasificar, agrupar o preparar residuos para su transporte.

m) Recogida selectiva: es el sistema de recogida diferenciada de materiales orgá-nicos fermentables y de materiales reciclables, así como cualquier otro sistema de recogida diferenciada que permita la separación de los materiales valorizables contenidos en los residuos.

n) Almacenamiento: es el depósito temporal de residuos, con carácter previo a su valorización o eliminación, por tiempo inferior a dos años, o a seis meses si se trata de residuos peligrosos, a menos que reglamentariamente se establezcan plazos inferiores.

No se incluye en este concepto el depósito temporal de residuos en las instalacio-nes de producción con los mismos fines y por períodos de tiempo inferiores a los señalados en el párrafo anterior.

ñ) Vertedero: es una instalación de eliminación que se destine al depósito de resi-duos en la superficie o bajo tierra.

o) Suelo contaminado: es todo aquel cuyas características físicas, químicas o bioló-gicas han sido alteradas negativamente por la presencia de componentes de carác-ter peligroso de origen humano, en concentración tal que comporte un riesgo para la salud humana o el medio ambiente, de acuerdo con los criterios y estándares que se determinen por el Gobierno.

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9.3. CLASIFICACIÓN DE LOS RESIDUOS

Para discriminar con mayor claridad el tratamiento que debe recibir cada tipo de residuo, seguimos el Catálogo Europeo de Residuos (CER) aprobado mediante Decisión 94/3/CE, de la Comisión, de 20 de diciembre de 1993, en el que se encuentran las siguientes categorías:

– Q1: residuos de producción o de consumo no especificados a continuación.

– Q2: productos que no respondan a las normas.

– Q3: productos caducados.

– Q4: materias que se hayan vertido por accidente, que se hayan perdido o que hayan sufrido cualquier otro incidente, con inclusión del material, del equipo, etc., que se haya contaminado a causa del incidente en cuestión.

– Q5: materias contaminantes o ensuciadas a causa de actividades voluntarias (por ejemplo, residuos de operaciones de limpieza, materiales de embalaje, contenedo-res, etc.).

– Q6: elementos inutilizados (por ejemplo, baterías fuera de uso, catalizadores gas-tados, etc.).

– Q7: sustancias que hayan pasado a ser inutilizables (por ejemplo, ácidos contami-nados, disolventes contaminados, sales de temple agotadas, etcétera).

– Q8: residuos de procesos industriales (por ejemplo, escorias, posos de destila-ción, etc.).

– Q9: residuos de procesos anticontaminación (por ejemplo, barros de lavado de gas, polvo de filtros de aire, filtros gastados, etc.).

– Q10: residuos de mecanización/acabado (por ejemplo, virutas de torneado o fresa-do, etc.).

– Q11: residuos de extracción y preparación de materias primas (por ejemplo, resi-duos de explotación minera o petrolera, etc.).

– Q12: materia contaminada (por ejemplo, aceite contaminado con PCB, etc.).

– Q13: toda materia, sustancia o producto cuya utilización esté prohibida por la ley.

– Q14: productos que no son de utilidad o que ya no tienen utilidad para el poseedor (por ejemplo, artículos desechados por la agricultura, los hogares, las oficinas, los almacenes, los talleres, etc.).

– Q15: materias, sustancias o productos contaminados procedentes de actividades de regeneración de suelos.

– Q16: toda sustancia, materia o producto que no esté incluido en las categorías anteriores.

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9.4. COMPETENCIAS ADMINISTRATIVAS

Uno de los aspectos importantes en la limpieza, recolección y eliminación de los resi-duos de cualquier tipo, según lo dispuesto en la Ley 10/1998, de Residuos, se relaciona con el hecho de que cada entidad administrativa cumpla como debe con la misión que tie-ne en cada paso de este proceso, por ello, definiremos a continuación lo que corresponde a las distintas Administraciones.

9.4.1. Administración General del Estado

Corresponderá a la misma la elaboración de los planes nacionales de residuos; la auto-rización de los traslados de residuos desde o hacia terceros países no pertenecientes a la Unión Europea y la inspección derivada del citado régimen de traslados, sin perjuicio de la colaboración que pueda prestarse por la Comunidad Autónoma donde esté situado el cen-tro de la actividad correspondiente, así como la aplicación, en su caso, del correspondiente régimen sancionador.

La Administración General del Estado será, asimismo, competente cuando España sea Estado de tránsito en lo relativo a la vigilancia y control de los traslados de residuos en el interior, a la entrada y a la salida de la Comunidad Europea.

Será la Administración General del Estado, mediante la integración de los respectivos planes autonómicos de residuos, quien elaborará diferentes planes nacionales de residuos, en los que se fijarán los objetivos específicos de reducción, reutilización, reciclado, otras formas de valorización y eliminación; las medidas a adoptar para conseguir dichos objeti-vos; los medios de financiación, y el procedimiento de revisión.

Los planes nacionales serán aprobados por el Consejo de Ministros, previa deliberación de la Conferencia Sectorial de Medio Ambiente, y en su elaboración deberá incluirse un trámite de información pública.

El Gobierno podrá establecer objetivos de reducción en la generación de residuos, así como de reutilización, reciclado y otras formas de valorización obligatoria de determinados tipos de residuos.

9.4.2. Comunidades Autónomas

Corresponderá a éstas la elaboración de los planes autonómicos de residuos y la au-torización, vigilancia, inspección y sanción de las actividades de producción y gestión de residuos.

Las Comunidades Autónomas serán, asimismo, competentes para otorgar las autoriza-ciones de traslado de residuos desde o hacia países de la Unión Europea, así como las de los traslados en el interior del territorio del Estado y la inspección y, en su caso, sanciones derivadas de los citados regímenes de traslados, así como cualquier otra actividad relacio-nada con los residuos no incluida en las competencias de la Administración General del Estado y de las Entidades locales.

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9.4.3. Entidades locales

Serán competentes para la gestión de los residuos urbanos, en los términos establecidos en la Ley de Residuos y en las que, en su caso, dicten las Comunidades Autónomas. Corresponde a los municipios, como servicio obligatorio, la recogida, el transporte y, al menos, la eliminación de los residuos urbanos, en la forma en que establezcan las respectivas Ordenanzas.

9.5. GESTIÓN DE LOS RESIDUOS

9.5.1. CondicionesLas operaciones de gestión de residuos se llevarán a cabo sin poner en peligro la salud

humana y sin utilizar procedimientos ni métodos que puedan perjudicar al medio ambiente y, en particular, sin crear riesgos para el agua, el aire o el suelo, ni para la fauna o flora, sin provocar incomodidades por el ruido o los olores y sin atentar contra los paisajes y lugares de especial interés.

Queda prohibido el abandono, vertido o eliminación incontrolada de residuos en todo el territorio nacional y toda mezcla o dilución de residuos que dificulte su gestión.

La legislación vigente ordena el etiquetado de los contenedores de residuos.

9.5.2. Competencias

Las Comunidades Autónomas podrán declarar servicio público, de titularidad autonómi-ca o local, todas o algunas de las operaciones de gestión de determinados residuos.

Las actividades de gestión de residuos urbanos realizadas por las Entidades locales sólo estarán sujetas a la intervención administrativa que, en su caso, establezcan las correspon-dientes Comunidades Autónomas, sin perjuicio de otras autorizaciones o licencias que sean exigibles por aplicación de la normativa vigente.

9.6. TRASLADO DE LOS RESIDUOS DENTRO DEL TERRITORIODEL ESTADO

Las Comunidades Autónomas podrán oponerse a la recepción de cualquier tipo de residuo producido en el territorio nacional, en centros ubicados en su territorio y por ellas autorizados, cuando se dé alguna de las siguientes circunstancias:

a) Que los citados centros no tengan las instalaciones adecuadas o, manifiestamente, carezcan de la capacidad necesaria para el almacenamiento, valoración o elimina-ción de los residuos.

b) Que existan indicios racionales de que los residuos no van a ser gestionados en la forma indicada en la documentación que los acompaña con motivo de su traslado.

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c) Que los planes nacionales o autonómicos hayan previsto objetivos de almacena-miento, valoración o eliminación, que serían de imposible cumplimiento si se reci-bieran residuos originarios de otra Comunidad Autónoma.

d) Que la planta receptora fuera de titularidad pública o su construcción o gestión hubiera sido financiada en parte con fondos públicos para atender exclusivamen-te necesidades de ejecución de la gestión de una parte definida de los residuos incluidos en los planes autonómicos y en los planes nacionales de residuos. Este motivo de denegación será también aplicable, en su caso, al traslado de residuos a plantas de valoración o eliminación de titularidad de las Entidades locales o financiados por ellas.

Las Comunidades Autónomas no podrán oponerse al traslado de residuos para su va-lorización o eliminación en otras Comunidades Autónomas, cuando éstos no se opongan a los objetivos marcados en sus planes autonómicos.

Será el Gobierno quien establecerá la normativa a la que deberá ajustarse el traslado de residuos entre los territorios de distintas Comunidades Autónomas.

9.7. RECOGIDA DE LOS RESIDUOS

Los municipios con una población superior a 5.000 habitantes están obligados a im-plantar sistemas de recogida selectiva de residuos urbanos que posibiliten su reciclado y otras formas de valoración. No obstante, en materia de residuos de envases se estará a lo dispuesto en la normativa específica correspondiente.

Las actividades de transporte de residuos peligrosos requerirán un documento espe-cífico de identificación de los residuos, expedido en la forma que se determine reglamen-tariamente, sin perjuicio del cumplimiento de la normativa vigente sobre el transporte de mercancías peligrosas.

9.8. SUELOS CONTAMINADOS

Las Comunidades Autónomas declararán, delimitarán y harán un inventario de los sue-los contaminados debido a la presencia de componentes de carácter peligroso de origen humano, evaluando los riesgos para la salud humana o el medio ambiente, de acuerdo con los criterios y estándares que, en función de la naturaleza de los suelos y de los usos, se determinen por el Gobierno previa consulta a las Comunidades Autónomas.

La declaración de un suelo como contaminado obligará a realizar las actuaciones nece-sarias para proceder a su limpieza y recuperación, en la forma y plazos en que determinen las respectivas Comunidades Autónomas. Éstas declararán que un suelo ha dejado de estar contaminado tras la comprobación de que se han realizado de forma adecuada las opera-ciones de limpieza y recuperación del mismo.

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9.9. ELIMINACIÓN

La eliminación de residuos en el territorio nacional se basará en los principios de proxi-midad y de suficiencia.

Las autorizaciones de las actividades de eliminación de residuos determinarán los ti-pos y cantidades de residuos, las prescripciones técnicas, las precauciones que deberán adoptarse en materia de seguridad, el lugar donde se vayan a realizar las actividades de eliminación y el método que se emplee.

El depósito de residuos en cualquier lugar durante períodos de tiempo superiores a los dos años si son residuos urbanos, o a los 6 meses si son residuos peligrosos, será conside-rado como una operación de eliminación, sin perjuicio de lo establecido a continuación. Los residuos para los que no exista un método o instalación de valoración o eliminación seguros para la protección de la salud humana o el medio ambiente, tendrán que ser depositados en las condiciones de seguridad que determine el Gobierno o, en su caso, las Comunidades Autónomas.

El Gobierno y, en su caso, las Comunidades Autónomas, en las normas adicionales de protección que dicten al efecto, establecerán las normas reguladoras de las instalaciones de eliminación de residuos teniendo en cuenta las tecnologías menos contaminantes.