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OBSERVACIÓN, ENTREVISTA Y GRUPO DE DISCUSIÓN: EL SILENCIO DE TRES PRÁCTICAS DE INVESTIGACIÓN IO... Javier Callejo Gallego Departamento de Sociología I: Teoría, Metodología y Cambio Social. Universidad Nacional de Educación a Dis- tancia RESUMEN Antes de entrar en la oposición entre perspectiva cuantitati- va y perspectiva cualitativa de la investigación social, se argu- menta la necesidad de considerar el proceso de investigación social como un proceso social y las propias situaciones de ob- servación empírica como situaciones sociales. Por lo tanto, en la investigación social el objeto de observación y las vías de observación son de la misma materia. Como en toda situación social, en la de observación se ponen en juego normas sociales. Pues bien, el artículo desarrolla la presentación de tres prácti- cas de investigación social cualitativa desde su concepción como producción de situaciones sociales distintas que, a su vez, se establecen como contextos inmediatos que favorecen res- pectivas articulaciones entre las normas prácticas y de grupos sociales específicos y las normas sociales dominantes en el conjunto de la sociedad. Las prácticas presentadas son: obser- vación participante, entrevista en profundidad y grupo de dis- cusión. Una articulación distinta entre normas sociales que tie- ne en el silencio una vía privilegiada de observación. Así, se concluye que la gestión y análisis del silencio es fundamental, tanto para diferenciar la perspectiva cualitativa de la cuantitati- va, con una mayor apertura de la primera hacia el silencio, como para diferenciar una práctica de otra; pero, sobre todo, para observar los propios efectos de la observación durante los procesos de observación. Palabras clave: Sociología. Etnografía. Observación parti- cipante. Entrevista, grupo de discusión. Análisis cualitativo. Técnicas de investigación. Investigación cualitativa. ABSTRACT Observation, Interview and Discussion group: the Silence of Three Research Practices Before entering into the opposition between quantitative perspective and qualitative perspective of social research, the need is discussed of considering the social research process as a social process and the empirical observation situations per se as social situations. Therefore, in social research, the object of observation and the ways of observation are made in the same stuff. As in any social situation, social norms come into play in the observation situation. Thus, the article develops the presentation of three qualitative social research practices from their design as producing different social situations which, in turn, take on the nature of immediate contexts which favor respective articulations between the practical norms of specific social groups and the dominant social norms in so- ciety at large. The practices presented are: participant observation, in-depth interview and discussion group. A different articula- tion among social norms which finds silence to be privileged way of observation. Hence, the conclusion is reached that the management and analysis of silence is fundamental both for distinguishing the qualitative from the quantitative perspective, the former opening up more to silence than the latter, and to distinguish one practice from another, especially for observing the effects proper of the observation during the observation processes. Keywords: Sociology. Ethnography. Participant observa- tion. Interview. Discussion group. Qualitative analisys. Quali- tative Research. Rev Esp Salud Pública 2002; 76: 409-422 N.º 5 - Septiembre-Octubre 2002 COLABORACIÓN ESPECIAL Correspondencia: Javier Callejo Calle Obispo Trejo s/n 28040 Madrid 913987065 Correo electrónico: [email protected]

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OBSERVACIÓN, ENTREVISTA Y GRUPO DE DISCUSIÓN: EL SILENCIO DETRES PRÁCTICAS DE INVESTIGACIÓNIO...

Javier Callejo Gallego

Departamento de Sociología I: Teoría, Metodología y Cambio Social. Universidad Nacional de Educación a Dis-tancia

RESUMEN

Antes de entrar en la oposición entre perspectiva cuantitati-va y perspectiva cualitativa de la investigación social, se argu-menta la necesidad de considerar el proceso de investigaciónsocial como un proceso social y las propias situaciones de ob-servación empírica como situaciones sociales. Por lo tanto, enla investigación social el objeto de observación y las vías deobservación son de la misma materia. Como en toda situaciónsocial, en la de observación se ponen en juego normas sociales.Pues bien, el artículo desarrolla la presentación de tres prácti-cas de investigación social cualitativa desde su concepcióncomo producción de situaciones sociales distintas que, a su vez,se establecen como contextos inmediatos que favorecen res-pectivas articulaciones entre las normas prácticas y de grupossociales específicos y las normas sociales dominantes en elconjunto de la sociedad. Las prácticas presentadas son: obser-vación participante, entrevista en profundidad y grupo de dis-cusión. Una articulación distinta entre normas sociales que tie-ne en el silencio una vía privilegiada de observación. Así, seconcluye que la gestión y análisis del silencio es fundamental,tanto para diferenciar la perspectiva cualitativa de la cuantitati-va, con una mayor apertura de la primera hacia el silencio,como para diferenciar una práctica de otra; pero, sobre todo,para observar los propios efectos de la observación durante losprocesos de observación.

Palabras clave: Sociología. Etnografía. Observación parti-cipante. Entrevista, grupo de discusión. Análisis cualitativo.Técnicas de investigación. Investigación cualitativa.

ABSTRACT

Observation, Interview and Discussiongroup: the Silence of Three Research

Practices

Before entering into the opposition between quantitativeperspective and qualitative perspective of social research, theneed is discussed of considering the social research process asa social process and the empirical observation situations perse as social situations. Therefore, in social research, the objectof observation and the ways of observation are made in thesame stuff. As in any social situation, social norms come intoplay in the observation situation. Thus, the article developsthe presentation of three qualitative social research practicesfrom their design as producing different social situationswhich, in turn, take on the nature of immediate contexts whichfavor respective articulations between the practical norms ofspecific social groups and the dominant social norms in so-ciety at large.

The practices presented are: participant observation,in-depth interview and discussion group. A different articula-tion among social norms which finds silence to be privilegedway of observation. Hence, the conclusion is reached that themanagement and analysis of silence is fundamental both fordistinguishing the qualitative from the quantitative perspective,the former opening up more to silence than the latter, and todistinguish one practice from another, especially for observingthe effects proper of the observation during the observationprocesses.

Keywords: Sociology. Ethnography. Participant observa-tion. Interview. Discussion group. Qualitative analisys. Quali-tative Research.

Rev Esp Salud Pública 2002; 76: 409-422 N.º 5 - Septiembre-Octubre 2002

COLABORACIÓN ESPECIAL

Correspondencia:Javier CallejoCalle Obispo Trejo s/n28040 Madrid913987065Correo electrónico: [email protected]

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UN TRIÁNGULO CUALITATIVO

Observación participante, entrevista enprofundidad y grupo de discusión se esta-blecen como prácticas representativas de laperspectiva metodológica cualitativa de in-vestigación social. Perspectiva que carecede una indiscutida definición propia. Esmás, lo cualitativo en investigación socialha venido a configurarse principalmentecomo una especie de cajón de sastre de to-das aquellas formas y procedimientos de in-vestigación que no entraban en la perspecti-va cuantitativa, en la posibilidad de contary, con ello, medir los fenómenos sociales.Ha de resaltarse que las propias prácticas,observación o entrevista, anteceden a la ca-tegoría de cualitativo y la desbordan. Locualitativo tiende a aparecer así como un es-pacio en negativo, al que, según las respecti-vas escuelas, se le otorga una función prin-cipal: la búsqueda del significado de los fe-nómenos, la obtención de la palabra de lossujetos de la acción social, el lugar primor-dial del lenguaje, la apertura, etc.. Claro quehay una especie de aire común, formado porcuestiones como el interés por la compren-sión de los fenómenos1 o la centralidad delas prácticas discursivas y el análisis del dis-curso2; pero bastaría un mínimo análisis delas tres prácticas que aquí se toman como re-ferencia para ver la distinta concreción detales atributos en cada una de ellas. Son ra-zones de grado lo que las diferencia. Ahorabien, desde tal asunción también podría in-cluirse una técnica de investigación como laencuesta estandarizada como la concreciónde otro grado más en el continuo, con lo quenos saldríamos de lo que convencionalmen-te se admite como lo cualitativo. Es segura-mente desde esta visión global, incluyendoa las consideradas dos perspectivas opues-tas, como conviene, en principio, abordar ellugar de las prácticas cualitativas: tanto paraun intento de fijación, siempre inestable, desu ámbito común, como de las fuentes desus principales diferencias internas. Laborque se realizará aquí de manera sumamentesintética, pues su objetivo central es distin-

to, correspondiendo a otras partes de estapublicación su realización.

El principio básico del que se parte, parael conjunto de la investigación social empí-rica, es que toda situación de observación esuna situación social. Si tal principio se en-cuentra en fase de amplia generalizaciónpara el conjunto de la actividad empírica,como se muestra en la evidencia aportadapor los estudios de sociología de la cien-cia3,4, tiene una relativamente antigua y am-plia raíz en el caso de la investigación so-cial, tomando un matiz relevante: objeto einstrumento de observación son del mismomaterial, son sociales.

La observación sociológica requiere laconstrucción de una situación social para,paradójicamente, observar el fenómeno ensu funcionamiento normal; es decir, cuandono es observado. El trabajador de campo,para situarnos en el punto material más pró-ximo a los sujetos observados, necesita defi-nir previamente la situación social ante elobservado. Se manifiesta así la constituciónde una comunidad, una unidad de procesoscomunicativos. En este caso, la comunidadde la observación que reúne a observadoresy observados, frecuentemente de manerapoco explícita en las prácticas de investiga-ción más reconocidas por la población,como las entrevistas por cuestionario. Unacomunidad con sus normas. Lo normativoes lo que obliga, lo que condiciona. Se partedel principio de que la acción social ha deexplicarse por las normas, valores o ideolo-gías que son vinculantes para los miembrosde un grupo. Así, uno de los puntos estraté-gicos en el diseño metodológico de la inves-tigación consiste en fundamentar la articula-ción del ámbito o nivel normativo que se hade observar, elemento central en la defini-ción del objeto de investigación, y las nor-mas producidas por la puesta en marcha delas situaciones sociales derivadas de las dis-tintas prácticas de investigación social.Como señalan, entre otros muchos, Straussy Corbin5, cada método de colección de da-tos viene ligado a un tipo de información.

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Toda práctica de investigación, sea cuan-titativa o cualitativa, es una situación socialque puede ser tipificada6, parecida en algúngrado a otras situaciones reconocibles porlos observados. A partir de tal reconoci-miento, se genera un particular proceso co-municativo. De aquí que quepa tomar pre-cauciones con respecto a la identificación delas prácticas de investigación social conprocesos comunicativos especiales, en símismos. Tales procesos son producto de (yreproducen) una definida situación social,configurada por un conjunto de normas queincluyen las relativas a los procesos comu-nicativos. Precisamente la paradoja de la in-vestigación social empírica reside en que loque genera la posibilidad de comunicar, lasituación social producida por la observa-ción, imposibilita el ideal de comunica-ción transparente, de comunicar como si nohubiese observación. Paradoja resoluble,como todas, por la propia necesidad prácticade su resolución. En definitiva, por la nece-sidad social de investigación.

Lo común entre las prácticas de investiga-ción es que todas son situaciones sociales.Lo que las distingue son las respectivas si-tuaciones sociales. Principio que, hoy endía, parece el eco de algo obvio; pero quegenera un rentable marco para desarrollarcada una de las prácticas y la comprensiónde algunos de sus procedimientos, más acáde ubicar la unidad de algunas prácticas,como las cualitativas, en aspectos suscepti-bles de discusión. Por ejemplo, el cierre delo cualitativo bajo el paraguas de lo discur-sivo, podría objetarse desde la considera-ción de la observación participante comopráctica en la que se recoge algo más quediscursos, por mucho que todos los datos re-cogidos acaban configurados como parte deun discurso.

Como tales situaciones sociales, estable-cen normas y se configuran con respecto alas normas del entorno social. Se da ciertavuelta de tuerca a un argumento anterior. Noes sólo que las normas de la situación de ob-servación refracten la relación con respecto

a las normas que se quieren observar, sinoque toda relación social, como la que se pro-duce en la situación de observación, es unarelación con las normas generales. En la me-dida que cada situación social, producidapor las prácticas de observación, estableceuna particular relación con las normas do-minantes, cada práctica tendrá un relativogrado de pertinencia en función de cuál es larelación con las normas dominantes que sequiera observar. La asunción de tal princi-pio es la base para aproximarse tanto a undiseño adecuado de investigación, comouna de las llaves que permitirá la valoraciónde la generalización de los resultados y, endefinitiva, de la validez externa de la inves-tigación.

Las situaciones sociales que se ponen enmarcha vienen especialmente establecidas,dado su inefable carácter de experienciasfuera del flujo cotidiano de la vida de los ob-servados, como demandas de actuación. Esdecir, de escenificación de algo (prácticas,discursos) por parte de sus actores en un es-cenario: de las prácticas cotidianas (de ungrupo, una comunidad o una organización)en el escenario propio, «natural», en la ob-servación participante; de una confesión enun escenario que forma parte de la negocia-ción en el contrato de observación, en la en-trevista; de una comunión en un escenarioextraño, «artificial», en el grupo de discu-sión. Como tal reproducción tiene límites,pues no todo es mecánicamente reproduci-ble en la sociedad, y comporta un modelo deactor. De aquí que, a la hora de desarrollarcada una de las tres prácticas, se haga hinca-pié en el modelo de actor y observador quedemanda la situación social. La demanda deactuación y de modelo de actor y observa-dor también se encuentran en el contrato deobservación: por ejemplo, limitación del ac-tor a contestar, no cabiendo las preguntas.

Habitualmente, se identifica a las prácti-cas cualitativas como las técnicas de la pala-bra. Como si en las técnicas cuantitativas nohubiese esa fuente de imprecisión que sonlas palabras, como si un cuestionario o una

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ficha de observación cuantitativa pudierarealizarse sin palabras. Es más, si hay algoque une a lo cuantitativo y lo cualitativo esel uso, aun cuando sea distinto, de la pala-bra. Desde el uso de la palabra, ambas pers-pectivas metodológicas conforman un con-tinuo, como denuncian los diseños de inves-tigación destinados a recoger significantesmediante prácticas cualitativas, para, poste-riormente conocer su distribución cuantita-tiva7. Sin embargo, es el lugar del silenciode los observados lo que diferencia con ma-yor rotundidad las dos perspectivas. En losestudios cuantitativos se excluye el silencio,como pone de manifiesto la investigaciónmediante cuestionarios estandarizados. Esmás, las comunes categorías de respuestacomo «no sabe» o «no contesta», lejos derecoger el silencio, lo excluyen. A lo sumo,pueden tomarse como periféricas vías de losencuestados para escapar a las palabras, lascategorías propuestas, impuestas por la in-vestigación. Son respuestas, negación del si-lencio, pues no se permite que permanezcaen silencio quien ha aceptado la entrevistacon cuestionario. De prolongar en exceso elcomportamiento silencioso, se dará por ter-minada la entrevista. Quedará anulada.Cuando el silencio surge ante algunas pre-guntas, quedará oculto en la categoría por laque finalmente se opta, pues el silencio noes una opción.

En las situaciones sociales de las prácticascualitativas hay lugar para un elemento co-municativo como el silencio. Un lugar talvez escasamente analizado, tanto desde lareflexión metodológica como desde la pro-pia práctica empírica. Pero al que se abrende manera conjunta y, a la vez, de maneradiferencial las prácticas cualitativas de in-vestigación social. Incluso desde la centrali-dad que tiene lo dicho, lo discursivo, en es-tas prácticas, algunos debates que las atra-viesan, como el papel del trabajador decampo en los ejes de la participación y la di-rectividad en la situación de observación,están estrechamente relacionados con lasformas de gestionar el silencio y con las dis-tintas formas de silencio (las distintas etapas

o escuelas del cualitativo pueden registrarsea partir de la valoración de tal silencio de lasprácticas: desde un inicio en que se asumíacomo signo de neutralidad y objetividad,hasta una fase en que sólo parece caber lapalabra del observador entre las silenciadasprácticas de observación). Toda observa-ción es el encuentro entre dos mundos, el dela vida cotidiana de los sujetos observados yel del observador, donde los silencios sonlos principales signos en la transición entreuno y otro. El silencio del que calla ante lapercepción de alguien ajeno (observaciónparticipante); el silencio del que observapara pasar desapercibido en el escenario deobservación (observación participante); elsilencio del entrevistador para provocar lacontinuación del flujo discursivo del obser-vado (entrevista en profundidad); el silenciodel entrevistado como señal de incrementode la tensión entre la norma general y la par-ticular (entrevista en profundidad); o el si-lencio del grupo como muestra de las di-ficultades para la circulación del discursosobre un tema en ese sector social (grupode discusión): algunas muestras de la ubi-cuidad del silencio en las prácticas cualitati-vas. Las tres prácticas aquí referidas sonfundamentalmente orales y, por lo tanto,donde fundamentalmente se da la gestióndel silencio8.

Así, el triángulo cualitativo de las tresprácticas de investigación aquí referidas,observación participante, entrevista en pro-fundidad y grupo de discusión, puede que-dar momentáneamente conformado, pues:a) en cuanto situaciones sociales, las prácti-cas de investigación social cualitativa confi-guran una relación entre normas (las de ob-servación, las de referencia y las practica-das), un modelo de actor y un lugar para elsilencio; b) en la relación entre normas, losactores toman distintos modelos, pudiendoaparecer el silencio como la frontera en elpaso entre normas y modelos; c) el silencioes un elemento constituyente tanto de lasnormas de la relación de observación deri-vada de cada práctica de investigación, dife-renciándolas entre sí y, por lo tanto, un ele-

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mento de su gestión, como un elemento es-tratégico para el análisis, en cuanto pone enrelación los tres tipos de normas coinciden-tes: las de observación, las dominantes o dereferencia más general y las practicadas porel grupo particular de referencia.

LA OBSERVACIÓN PARTICIPANTE

La denominada observación participantepuede considerarse el ejemplo por excelen-cia del carácter de prácticas, en lugar de téc-nicas, de los métodos de la investigacióncualitativa. Es más, para Atkinson y Ham-mersley9, la observación participante es algomás amplio, es un modo de estar en el mun-do característico de los investigadores. Encuanto tal modo de estar en el mundo, asu-me: la preocupación por aquellas formas devida social u organización que pueden con-siderarse relativamente anormales, fuera dela norma dominante en la sociedad asimis-mo dominante, y cierta ambición de totali-dad dirigida en sus distintos niveles, ya seadesde la total integración del observador enlo observado10, ya sea la de dar cuenta detodo el mundo social observado.

El principal uso de la observación partici-pante se encuentra en el estudio de lo que re-lativamente se sale de la norma: lo que toda-vía no se entiende, lo incipiente, las otrasculturas, los grupos semiocultos o clandesti-nos y lo que tiende a encerrarse entre losmuros de las instituciones (instituciones to-tales, centros laborales, laboratorios, etc.).Es decir, en aquellos espacios sociales don-de lo normal es puesto entre paréntesis, de-negado, donde se asume que las cosas fun-cionan socialmente de otra manera distinta ala que se tiene por normal o la que apareceen los discursos formales de las institucio-nes. Por lo tanto, su uso es especialmente in-teresante para el estudio profundo de la vidacotidiana de las organizaciones, institucio-nes y grupos sociales que ocupan un lugarperiférico en la sociedad, lo que, en el ámbi-to de la salud se traduce en su utilización enel estudio de la vida cotidiana y organizativa

de centros sanitarios, de asociaciones profe-sionales específicas, salas de hospital, psi-quiátricos, etc.11,12. Su objetivo es que lonormal en tales espacios sociales fluya, aun-que esté lejos de la norma central de la so-ciedad dominante, de lo que se consideracomo normal fuera de tales espacios socia-les particulares.

Para conseguir la representación de talnormalidad particular, ante la observaciónde un sujeto externo, se establece el princi-pio, más o menos asequible según las cir-cunstancias, de máxima disminución delgrado de externalidad de este sujeto obser-vador. Así, la comunidad que se forma entreobservador y observados pasa en esta prácti-ca de investigación por el requerimiento deintegración del observador en los espacios yprácticas de los observados. En definitiva,de su integración en la vida cotidiana delgrupo observado. Su relativamente contra-dictoria denominación (observar y partici-par a la vez) muestra también el amplio mar-gen de su actuación: desde lo que podríaconsiderarse una observación que participaen la vida cotidiana de los observados, hastauna participación de la que derivan observa-ciones, acercándonos a prácticas como ladenominada IAP (investigación acción par-ticipación). Un margen que, más allá de laexposición divulgativa de una tipología13,14

algo extraña a la escasamente formal con-creción de esta práctica, que, eso sí, tiende aarticular distintos grados de participacióncon la observación en distintos momentosde la investigación.

Fundamentalmente, la observación parti-cipante es la integración del observador enel espacio de la comunidad observada. Esmás, esta práctica puede considerarse unespacio sin tiempo. La observación partici-pante está definida por la interacción entreobservador y observado en el espacio delos últimos1. El primer elemento de partici-pación es espacial, el espacio de la comuni-dad observada. De aquí que la selección delespacio adquiera un lugar estratégico pri-mordial en las investigaciones con esta

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práctica. Como tal espacio, no todos losespacios son susceptibles de ser observa-dos, ni de permitir la presencia de un obser-vador. Así, Taylor y Bogdan hablan de unespacio de fácil acceso, donde se puede es-tablecer una relación inmediata con los in-formantes y recoger datos directamente re-lacionados con los intereses de la investi-gación. Al respecto, hay que señalar que esla investigación la que constituye el espa-cio y su selección y no al revés, como indi-can algunos aprendices de investigador quepresentan como objetivo: «ver lo que pasaen un centro de salud», «ver lo que ocurreen la sala de espera de un centro de salud»,etc. Bien es cierto que, una vez selecciona-do el escenario para la observación, puedenindicarse algunos procedimientos para en-trar en él y registrar lo que ocurra de sig-nificativo; pero pocos para la propia situa-ción de estar allí, dada la apertura a lasdistintas circunstancias prácticas. Ha desubrayarse que la lógica de la práctica de laobservación participante se encuentra en suintegración en las prácticas observadas.

Se entra en un espacio, pero no se sabecuándo acabará, tendiendo la observaciónparticipante a rechazar los presupuestostemporales en la investigación. De algunamanera, también el observador deja en sus-penso su tiempo como sujeto que trasciendesu identidad con un estudio específico. Perotambién la relativa ausencia del tiempo for-ma parte del producto sustancial de la obser-vación: apenas se cuestionará el origen ytrayectoria de la comunidad, como tampocosu futuro. El tiempo sólo cabe como un ele-mento más que se gestiona en las prácticasque se dan en el espacio observado. Es eltiempo en la comunidad; pero no el tiempode la comunidad, ni, por supuesto, del ob-servador. En la observación participanteapenas cuenta el tiempo, tal vez todavíaatravesada de la tradición que estudiaba co-munidades a las que se creía sin tiempo. Esmás, el propio término de comunidad, tanquerido a la observación participante, refle-ja esa atemporalidad.

El tipo de dato que configura la observa-ción participante viene dado por el que pue-de considerarse su instrumento básico: lasnotas del trabajo de campo. El dato es loocurrido en el campo y registrado por lasnotas. Éstas tienen la función de registrar losignificativo entre lo observado, pero fuerade la mirada de los observados, poniendo derelieve la antinomia entre los momentos deobservación y los de participación. Por lotanto, las notas de campo se alimentan delos aspectos significativos que pueden ob-servarse y recordarse. El objetivo de las no-tas manifiesta también la ambición de totali-dad de esta práctica de investigación, puesse propone que han de recogerlo todo con elmáximo detalle. Un todo que incluye lossentimientos, afectos u otras percepcionesdel observador. Es como si las notas decampo tuviesen la misión de subrayar elgrado de integración de quien las escribe in-tegrándolo en lo escrito. El observador seproyecta en las notas y, a su vez, las notasproyectan al observador.

La prescripción de sumo detalle en la re-dacción de las notas de campo aparece ava-lada por el objetivo de la observación parti-cipante como reveladora de lo oculto, de loque no tiende a verse por la mirada normal,ya sea desde la normalidad central, ajena (delos observadores no participantes); ya seadesde la normalidad particular de la comu-nidad observada (de los participantes no ob-servadores). La acumulación de detalles delas notas, las palabras del observador que serefieren a lo visto y escuchado, será el mate-rial que permita que, desde la normalidadcentral, se vea la realidad práctica y su lógi-ca de la normalidad relativamente periféri-ca, asumiendo en algunas ocasiones el papelde la denuncia. También que, desde la nor-malidad observada, se tenga un materialpara la reflexión cuando se le devuelve.

Como ha podido derivarse de lo expuesto,el discurso de los participantes en la comu-nidad observada es un elemento más de susprácticas cotidianas; pero no el único queentra en el detalle de las notas. En algunos

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estudios, pocos y situados en el origen etno-gráfico-colonial de la práctica de observa-ción, tampoco es el más importante. Encualquier caso, el discurso recogido es eldiscurso inserto en las prácticas cotidianasdentro del espacio observado, posibilitándo-se así la distancia del discurso que se da alobservador externo. Por ejemplo, se diceque se hace un experimento médico siguien-do unos procedimientos, mientras que el ob-servador participante recoge en sus notas elcarácter cotidiano de tales procedimientos,con las posibles transgresiones normativasde los mismos15; se dice que se cuida a losenfermos en un lugar y se observa, desdedentro, que simplemente se les tiene aparca-dos; un especial grupo de enfermos dice quesigue las prescripciones de un tratamiento,mientras que se observa su frecuente aban-dono.

Ha de resaltarse la adecuación de la ob-servación participante cuando se busca elconocimiento de las normas prácticas deuna comunidad, grupo, organización o insti-tución. De lo que se hace, incluyendo en talhacer los discursos utilizados. Se trata deobtener, en cierta forma, lo que Bourdieu16

denomina la lógica práctica del sector o ins-titución social observados. Es decir, de pocovaldría la denuncia de las diferencias entrela norma general (lo que tiende a decirse) ylas normas particulares (lo que tiende a ha-cerse), si no se encuentra el sentido prácticoque explica tal hacer.

En cuanto realizada sobre un espacio par-ticular en el que se desarrollan unas normasprácticas, apenas cabe hablar de representa-tividad en la observación participante. Care-ce de sentido cuando lo que se pretende noes tanto la generalización de lo mostrado,sino la constatación de esto como una reali-dad normativa que se desconocía. Su fun-ción es transmitir lo que, en principio, es in-transmisible; pero, a su vez, asumiendo sucarácter de conocimiento local17.

Durante el trabajo de campo, el observa-dor queda integrado en la comunidad obser-

vada, en mayor o menor grado, perosiempre parcialmente. Ahora bien, la inves-tigación con observación participante termi-na con un observador que integra la comuni-dad. En la redacción de su informe, ha demostrar que ha comprendido la comunidadobservada. Para ello, no cabe duda, se reali-zan algunos ajustes analíticos. Todas susprácticas, las del observador y las de la co-munidad observada cobran sentido, adquie-ren la imagen de un circuito cerrado. Un cir-cuito donde circulan fluidamente las prácti-cas observadas.

Más que en las otras prácticas de investi-gación que se van a abordar, el silencio en laobservación participante queda del lado delobservador y se configura de una maneradistinta a callar. Es el silencio de un obser-vador que ha de evitar generar cualquier rui-do en el escenario observado. El principiofundamental de no intervencionismo en laobservación participante18, hace del silenciodel observador su espacio en el espacio delos otros. Pero, a su vez, tal objetivo se con-sigue ocasionalmente hablando, diciendo loque hay que decir en la situación práctica.Es el silencio de un observador destinado apasar desapercibido. Es el silencio (y el ha-bla) de la transparencia. Una gestión del si-lencio que implica, por sí mismo, un profun-do conocimiento de los estilos de silencio ypalabra dentro del grupo observado.

Destacar, por último, el carácter sintomá-tico del proceso de integración del observa-dor en el escenario que tiene comportamien-tos como la ruptura del habla en silencio porparte del grupo ante la percepción de un ex-traño, la propia negación de la palabra delgrupo al observador, etc. Asimismo, el si-lencio se convierte en síntoma del grado deincorporación normativa de las prácticas,pues tienden a ser las que alcanzan mayorgrado de incorporación aquellas que apenasnecesitan ser habladas, por no hablar, comoelemento sustancial fundamental, de lasnormas de silencio que rigen en el propiogrupo: lo que se calla al exterior, lo que secallan entre unos subgrupos y otros, es de-

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cir, lo que ya configura al silencio como unobjetivo de observación, además de un ins-trumento para la misma, subrayando nueva-mente la identidad de material entre ambosaspectos de toda observación sociológica.

LA ENTREVISTA

Tiende a definirse la entrevista cualitati-va, también denominada en profundidad,como una conversación ordinaria, con algu-nas características particulares. Como unasituación, normalmente entre dos personas,en la que se van turnando en la toma de lapalabra, de manera que el entrevistador pro-pone temas y el entrevistado trata de produ-cir respuestas localmente aceptables2. Peroson precisamente tales características par-ticulares de la situación las que alejan a laentrevista de una conversación ordinaria.Incluso, siguiendo el apunte de Dingwall,hay que señalar cómo el entrevistado busca-rá signos en el entrevistador de lo que es lo-calmente aceptable. Aun cuando la mayorparte de los manuales insisten en el ideal deconseguir el carácter de conversación ordi-naria para la entrevista, se genera una situa-ción social distinta, más allá de lo que puedaconsiderarse como ordinario, tanto por elentrevistador como por el entrevistado.

La distancia de la entrevista con respectoa una conversación ordinaria se encuentraya en el nivel pragmático. Una conversaciónordinaria puede tener múltiples sentidospragmáticos; pero el principal sentido prag-mático de la entrevista se encuentra en la in-vestigación. Es un habla para ser observada.Como tal habla, la mayor pertinencia meto-dológica de la entrevista se encuentra en in-vestigaciones que buscan aproximarse a lasexperiencias de los sujetos. En especial, so-bre todo para el ámbito de la salud, cuandose tiene por hipótesis un conflicto entre nor-mas. Por un lado, normas dominantes, refe-renciales, reproducidas habitualmente en losdiscursos porque conforman lo legitimado,lo que hay que decir. Por otro lado, normasen la práctica, reproducidas en la práctica.

Por lo tanto, se cuestiona el lugar de las nor-mas dominantes, de manera que la entrevis-ta puede definirse como la técnica decuestionamiento sistemático y empírico dela sociedad por antonomasia19. Así, porejemplo, el discurso legitimado señala queprácticas saludables como el deporte o nofumar son importantes, pero se realizanprácticas que se alejan de la salud; el discur-so legítimo dice que, en principio, todos lospacientes son iguales, pero se realizan prác-ticas que diferencian a los pacientes desdeese mismo principio; el discurso legitimadoseñala la ausencia de procesos discriminato-rios, según el género, en la carrera de losprofesionales de la salud, pero pueden reali-zarse prácticas de selección que señalen unadistancia de tal norma. Desde tal perspecti-va, la entrevista en profundidad es una acep-table sustitución de la observación partici-pante cuando: a) no es fácil el acceso a losespacios en los que se concretan tales nor-mas divergentes, como puede ocurrir en losespacios privados (domicilios particularesen los que se deben hacer las prácticas tera-péuticas, ciertos consumos de alimentos ode medicamentos, relaciones sexuales, etc.)o los espacios semiprivados (de ejercicioprofesional, expertos, etc.); b) existe unaprevia limitación de tiempo, un presupuestotemporal, pues las entrevistas, a diferenciade la observación participante, pueden con-siderarse como prácticas en que tiene menorpeso el espacio; pero en las que cuenta espe-cialmente la gestión del tiempo, lo que vadesde la duración de cada entrevista, hastalos días transcurridos entre una entrevista yotra, cuando se requieren varios encuentroscon la misma persona.

Demasiados condicionantes como paraaceptar el ideal de la entrevista como con-versación ordinaria. Más acertada parece ladefinición de la situación social de la entre-vista en profundidad como una confesióndesde la desigualdad. La confesión atraviesala entrevista12,20. La demanda de observa-ción requiere una confesión del entrevistadode su experiencia práctica, aun cuando talexperiencia se establezca como norma dis-

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tinta a la que se encuentra macrosocial-mente más legitimada. Si en la entrevista es-tandarizada la relación con lo legitimadomacrosocialmente (la norma) es por ads-cripción, en la entrevista abierta es por inte-riorización discursiva. Incluso en aquellasinvestigaciones que parecen utilizar la en-trevista para «conocer la opinión» de laspersonas, lo que se pone en funcionamientoes una situación social que demanda la con-fesión de una opinión, lo que es cualitativa-mente distinto, pues ésta parte del posibleenfrentamiento entre la norma discursiva-mente dominante y la norma particular. Estal la implicación entre entrevistador y en-trevistado que la entrevista está demasiadocargada emocionalmente, como para darsólo opiniones. Ahora bien, es una confe-sión desde la desigualdad, pues la demandade confesión parte del entrevistador al entre-vistado, lo que sitúa una parte de los límites,pues el entrevistado confesará lo que social-mente crea conveniente, situándose aquí elprincipal juego analítico de la entrevista. Entodo momento, el entrevistado puede negar-se a contestar, incluso puede negarse a acep-tar o seguir la entrevista. La entrevista es uncontrato de confesión limitada y no todosestán dispuestos a la confesión, especial-mente los más culpables. Entonces, la cues-tión a preguntarse es el porqué de la confe-sión. Algo que aquí quedará falsamente re-sumido en la tensión existente entre normasen conflicto, de manera que la confesión po-dría admitirse como la demanda del recono-cimiento de una norma frente a otras, queson socialmente dominantes.

Definida como confesión, la entrevista enprofundidad alumbra la amplia tipología enque se concreta. En las entrevistas de carác-ter biográfico, concebidas como historias devida, el propio sujeto es el objeto de la con-fesión. La norma de su trayectoria se conci-be enfrentada a la trayectoria normal (deaquí que las historias de vida se hayan utili-zado para aquellos sectores sociales que hantenido especiales trayectorias vitales, ya seaconcebidas como voz de los que no han teni-do voz: inmigrantes, derrotados en las gue-

rras, clases populares, grupos sociales o cul-turales marginados; ya sea en su aplicacióna los que han tenido éxito social: elites polí-ticas, empresariales, etc.). Se trata de la con-fesión de lo que quisieran hacer. En medio,donde se encuentra la mayor parte de los es-tudios aplicados, las entrevistas como con-fesión de lo que realmente se hace, sobretodo, o de lo que realmente se opina, comoconcreción de seguimiento de normas quese apartan de la norma general.

En la entrevista, cuando se realiza unaconfesión es porque es la reivindicación deuna norma que se cree aceptable o el reco-nocimiento de una norma que se acepta en lapráctica. Es decir, es una confesión acepta-ble, que se considera que va a ser aceptadapor el observador. De aquí que se aconsejeal entrevistador una actitud abierta, dispues-ta a aceptar toda manifestación de la perso-na entrevistada. La apertura21, hasta tal pun-to destacada en esta práctica de investiga-ción a la que también se denominaentrevista abierta, no viene dada por las ca-racterísticas de las preguntas como no pre-codificadas, sino por una situación socialabierta a la confesión de los entrevistados.La práctica o el arte de la entrevista22,23 es elarte de conseguir y estimular la satisfaccióndel actor en la confesión, pues ha de recono-cerse cierto placer en la confesión.

Como confesión de una norma, tal vez ge-neralmente no aceptada, la entrevista enprofundidad es la práctica de investigaciónque en mayor medida ha convocado refle-xión sobre aspectos éticos. Hay una normasocialmente no dominante cuya declaraciónpuede ser atribuida a un individuo, lo quepodría tener consecuencias directas paraéste. De aquí que se hayan de extremar loscuidados de preservación de identidades,aun en el caso de aquellos temas de estudioen que parezca que la revelación de la nor-ma puede ser beneficiosa para el sujeto queha hecho la confesión. La voluntad del en-trevistado de hacer pública su confesión esun dato más del estudio; pero no el papel delobservador.

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En el diseño de la investigación medianteentrevistas en profundidad, el papel estraté-gico principal corresponde a la selección delos informantes. Desde tal perspectiva, noimporta tanto el número de los mismos sinolas diferentes posiciones sociales ocupadas,con relación al fenómeno observado. Se tra-ta de obtener el suficiente material para lacomparación y la mutua corroboración de loconfesado, que tenderá a ser fragmentaria,sobre algunos aspectos. Se consigue así loque desde distintas escuelas se ha denomi-nado saturación24.

En un principio, la palabra —lo hablado-aparece como el dato preferente, casi exclu-sivo, que produce la entrevista24,29. Sin em-bargo, es en la gestión de los silencios porparte del entrevistador como principalmentela entrevista en profundidad se constituye enpuerta abierta a la confesión. El entrevista-dor ha de esperar constantemente que el en-trevistado vaya más allá de lo dicho, tal vezadscrito a la norma legitimada. Es una espe-ra que invita a romper con ese tipo de dis-curso o, en su caso, seguir la confesión, con-siderándola aceptable. Desde el análisis, lossilencios del entrevistado marcan momentosde reflexión sobre lo que éste considera quehay que decir, reconocimiento de la normadominante o de la norma particular, y de loque hay que callar, pues el silencio es siem-pre un callar activo: no es algo que se callaporque se ignora sino, al contrario, es algoque se calla porque se conoce.

EL GRUPO DE DISCUSIÓN

En una apreciación inicial, la práctica deinvestigación conocida en España comogrupo de discusión aparece como una reu-nión. De hecho, a pesar de su denominaciónhabitual, la explicación de su funcionamien-to debe más a tal carácter situacional de reu-nión, que de grupo. Es una práctica de in-vestigación en la que se recoge el camino devuelta hacia la unión, de lo que aparece se-parado, la reintegración al grupo tras la indi-vidualización. Al poner cara a cara a los par-

ticipantes en la reunión, entre seis y ocho,éstos reconstruyen discursivamente el gruposocial al que pertenecen. Es decir, los nexosde su unión, aquél material que les une y, ala vez, les separa de otros grupos sociales.Es tal proceso de reconstrucción discursivadel grupo social, ante un fenómeno determi-nado que es básicamente el objetivo de la in-vestigación, lo que constituye el principalmaterial para el análisis. Por lo tanto, el gru-po de discusión no es inicialmente lo quecabe considerar un grupo30. A lo sumo, es ungrupo que se rehace y, al hacerlo, reconstru-ye discursivamente sus particulares normasde referencia. Su adecuación a los estudiosen el ámbito de la salud es elevada cuandose busca observar las normas de referenciaparticulares de grupos sociales existentes:grupos sociales amplios (jóvenes, mujeres,tercera edad, etc.) con respecto a la salud, elsistema sanitario, una medida en particularo una línea de comunicación institucional;grupos de profesionales con respecto a algu-nas medidas institucionales, la situación ac-tual del conjunto del sistema de salud o, porejemplo, algún tipo de medicamento; o losdenominados grupos de riesgo con respectoa ciertos comportamientos propios o su pro-tección institucional. En cada uno de ellos,se obtendrá la norma, lo que el grupo consi-dera que debe ser, en relación con el fenó-meno social estudiado. Se apoya, así, encierta sensación gratificante que experimen-tan los individuos cuando se reconoce lanorma del grupo, algo que hace continuar algrupo en su discurso, cada vez más su dis-curso, y que algunos han explicado en clavepsicoanalítica20, 28.

Es sintomático el dominio de quejas y de-mandas, en el discurso resultante de las reu-niones, que aporta la experiencia de investi-gación con grupos de discusión. Algo quehay que poner en relación con las normassociales. En cuanto expresión de una posi-ción social con respecto a un fenómeno, eldiscurso del grupo es también el de la normade este sector de la sociedad frente a las nor-mas de otros sectores sociales. De hecho, entales quejas y demandas cabe inscribir el

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diálogo principal con las otras normas y lareclamación de reconocimiento de la propianorma social. El grupo de discusión es unaexpresión de las diferencias colectivas conrespecto a la norma de referencia, ya sea ensu cumplimiento concreto (quejas), ya seaen su propia extensión normativa (deman-das). Los participantes a la reunión no ha-blan de cualquier cosa, ni de cualquier ma-nera. Hablan del objeto social de la investi-gación, reconstruyéndolo simbólicamente almismo tiempo que reconstruyen su grupo,en discusión explícita o implícita con otrosgrupos sociales. De hecho, una estrategia denotables rendimientos analíticos es tener encuenta que la discusión en el grupo es, sobretodo, frente a otros grupos sociales, lo queinvita a: a) tener en cuenta que toda discu-sión en el grupo es discusión entre grupossociales; b) incluso cuando no hay discusiónen el grupo de participantes cabe observaruna discusión con otros grupos sociales, norepresentados en tal parte de la muestra; c)poner en relación, como si de un diálogo co-mún se tratase, el conjunto de unidadesmuestrales (grupos) que componen el dise-ño de la investigación con grupos de discu-sión. Por lo tanto, siguiendo esta línea, no esque el contexto sea importante para analizare interpretar el texto de cada grupo de discu-sión. El contexto es el grupo de discusión.De aquí su carácter dialógico28, 29.

Para acentuar la diferencia del grupo dediscusión con las otras dos prácticas de in-vestigación presentadas, ha de destacarse quelo importante en ésta es la circulación de dis-cursos. Discursos que adquieren su máximovalor como representación simbólica del gru-po frente al fenómeno social estudiado y, porlo tanto, expresan la norma del grupo (elideal del grupo) ante tal fenómeno. El discur-so no es percibido tanto como un instrumentoen la situación social inmediata, como ocurreen la observación participante, ni como laconfesión de una norma que trata de salir a laluz, como en la entrevista.

Considerado el grupo de discusión comoel ámbito experimental óptimo para tal cir-

culación de discursos, el moderador de lareunión, además de ser el representante delpoder y la instancia investigadora, se con-vierte prácticamente en un conmutador de lacirculación. Es el que da paso a las interven-ciones de unos y otros participantes. Pero,sobre todo, es el que da paso a unos temas ycierra el paso a otros, poco o nada relaciona-dos con los objetivos de la investigación.

En cuanto circulación de discursos queexpresan la norma particular y específica deun grupo, los procedimientos experimenta-les tienen por función facilitar tal circula-ción. De aquí, la exigencia de relativa ho-mogeneidad social entre los participantes enla reunión, pues se consigue el contexto paraque los discursos circulen y la base para ge-neralizar los resultados discursivos de lareunión, pudiendo ser atribuidos al gruposocial de referencia representado en el dise-ño de la reunión.

Al ser la discusión entre normas, ubicadasen distintas posiciones de la estructura so-cial, el centro de la observación mediantegrupos de discusión, los niveles de consensoque, con respecto a tales normas, se mues-tran en el discurso que resulta de la reuniónes un instrumento analítico primordial. Esmás, los grados de consenso llegan a con-vertirse en la principal guía de interpreta-ción, hasta conseguir una especie de mapageneral de los consensos con respecto al ob-jetivo de la investigación, teniendo en cuen-ta el total de reuniones de grupo realizadas.Tal mapa llega a adquirir la característica deescenario discursivo sobre el que las institu-ciones, públicas o privadas que encargan lainvestigación, toman sus decisiones operati-vas.

Desde el punto de vista del contrato deobservación, la práctica del grupo de discu-sión es un contrato de reflexión. El grupo serefleja, como grupo social, en el conjunto dela sociedad, representado por el moderador,el único que no es como ellos. A su vez, elmoderador se compromete a actuar como unespejo, a devolver al grupo el discurso pro-

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ducido por el grupo. Por lo tanto, a facilitarel reconocimiento del grupo y de los partici-pantes en el grupo.

En cuanto contrato de reflexión grupal, lagestión del silencio en el grupo de discusiónocupa un lugar destacado. Hay silencios enel inicio de su dinámica, propios del recono-cimiento de la situación por parte de los par-ticipantes. Pueden considerarse silencios delos primeros escarceos, que señalan la ma-yor o menor dificultad para hablar sobre eltema propuesto y, por lo tanto, hasta quépunto es un tema que inicialmente circulacon facilidad en el grupo.

Los silencios en el medio de las reunionespueden tener otros significados. Pueden sercortes en la circulación discursiva, al en-frentarse el grupo a un tema que muestraclaramente la oposición de la norma del gru-po frente a la norma dominante: nadie tomala opción de singularizar tal enfrentamiento,de dar el paso al frente. Nadie toma la posi-ción del héroe. Pueden ser, también, cortesal entrar el discurso por asuntos en los que elgrupo ve peligrar su unidad, pudiendo esta-llar en un fuerte conflicto interno. Se tratade un silencio elusivo. Durante la dinámica,los silencios pueden sucederse y ofrecen unamplio margen para la interpretación. Es lapráctica del moderador y el analista la queempujará, en cada momento de la investiga-ción, a tomar unas decisiones u otras sobresu gestión. Es más, en la discusión sobre talgestión del silencio, puede ubicarse la opo-sición metodológica existente entre quienesabogan por distintos grados de directividaden la moderación de las reuniones.

Al final de las reuniones, el silencio delgrupo tiende a configurarse como signo decomplicidades. Ya ha sido dicho todo lo quehabía que decir para conseguir la recons-trucción del grupo. El silencio como mues-tra de que el grupo se considera ya suficien-temente reflejado. Sólo queda entonces, siinteresa a los objetivos de la investigación,provocar al grupo, hacerle salir de sí mismo,o cambiar radicalmente de tema. En defini-

tiva, dar por acabado el grupo de discusión,con la posibilidad de relanzar otra dinámica.

HACIA CONCLUSIONES GENERALES

Al subordinarse este trabajo a una inten-ción expositiva, apenas se ha entrado en dis-cusiones de carácter metodológico que, sinduda, se encuentran en las opciones toma-das en lo expuesto. Se ha eludido la muestrade diferencias que, en cada práctica, existensegún las escuelas cualitativas. Sin embar-go, el lugar dado a las normas o las condi-ciones de tiempo y espacio en las que se rea-liza la observación, son opciones que cabeentroncar en escuelas determinadas. Por lotanto, la discusión ha sido limitada, asu-miéndose así la mínima referencia a catego-rías metodológicas, como la de contexto,que, hoy por hoy, constituyen aspectos con-trovertidos. No obstante, pueden derivarsede lo expuesto algunas conclusiones de ca-rácter general.

En cuanto situaciones sociales, pueden re-conocerse en las prácticas de investigacióncualitativa aspectos comunes, con sus pro-blemas y ventajas, que las diferencian pro-fundamente de las técnicas cuantitativas.Entre los problemas, no hay que dejar delado los relativos a la validación de los re-sultados30. Entre las ventajas, hay que desta-car la propia apertura reflexiva, en cuantosituaciones sociales en las que es posibleobservar los propios efectos de la observa-ción, llegando a permitir la comprensión delos investigadores como tales. Es decir, dellugar de los investigadores, en su relacióncon los observados, en el proceso de investi-gación. No es sólo que las prácticas cualita-tivas generan menor reactividad sino que seencuentran abiertas a la observación de lapropia reactividad que producen.

Dentro de tal apertura reflexiva, el silen-cio se ha mostrado como el espejo de los ob-servadores. Como una superficie plana deldiscurso de los observados en los que el ob-servador puede verse a sí mismo en la obser-

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vación. Un reflejo que principalmente ha deinterpretarse como conflicto entre normassociales; aunque su concreción varía segúnla situación social producida por la observa-ción.

Junto a la relación entre normas, el silen-cio pone en evidencia la imbricación decontextos. Se constituye en un dispositivoesencial para la interpretación sociológicade todo material empírico: desde el contextode observación más inmediato (situación deobservación) a los contextos históricos (so-bre todo) y de referencia (normativa). La in-terpretación es, así, una reconstrucción con-textual28.

A partir de tales consideraciones genera-les que caracterizan a las prácticas de inves-tigación cualitativa, no hay más recetas parasu proceder concreto que la inmersión en losobjetivos e intereses estratégicos de la in-vestigación. Carencia de recetas que derivade su asunción como situaciones sociales ti-pificadas y, por lo tanto, abiertas. Puede de-cirse que hay límites sistémicos para ser sis-temáticamente prácticos. Hay límites para laasunción sistemática de los procedimientostécnicos, si lo que se desea es una aproxima-ción al sistema social.

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