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Voluntad creativa

Artistas con discapacidad

Causas distintas los llevaron a tomar la misma decisión:

transformar la adversidad en una oportunidad

para expresarse a través de las artes. Cinco personas

con discapacidad cuentan cómo abrieron sus vidas

a nuevas sensaciones, ilusiones y alegrías

Sabina Ojeda | FotograFía RObeRtO Mata

José Rafael Conde | 23 años Bailarín y actor de teatro con discapacidad motora

“El cáncer me hizo madurar. La danza y el teatro me han dado grandes alegrías. Por ello agradezco a la vida lo que me ha pasado. Con las dos piernas quizá nunca hubiese hecho todo lo que estoy haciendo”.

“tenía 16 años y era delantero de un equipo de fútbol en Calabozo (estado guárico), donde nací. Un día estaba caminando y, sin ningún motivo, caí al piso: se me fracturó la pierna izquierda. Me diagnosticaron un tumor maligno. Me mudé a Caracas y pasé cuatro años en tratamiento. Me sustituyeron el fémur por una prótesis y el tumor desapareció, pero luego volvió a aparecer. Mi mamá y yo decidimos que me amputaran la pierna. Mis ganas de vivir se duplicaron con mi discapacidad. Desde el primer momento decidí aprovechar al máximo todos los días y todas las oportunidades. Jamás había pensado en realizar algo asociado a las artes, mucho menos a la danza, porque sólo bailaba merengue, y de broma… Mientras recibía tratamiento en el Hospital J.M. de los ríos, unos voluntarios me motivaron a hacer actividades artísticas. Primero me gustó la pintura, pero después comencé a estudiar teatro en la Universidad Nacional Experimental de las artes. animado por una profesora, fui a un casting para un espectáculo de danza y teatro, y me seleccionaron. Después me integré a aM Danza, una compañía que une las habilidades de personas con y sin discapacidad. Ha sido una experiencia increíble”.

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Benito Chapellín | 70 añosEscultor y pintor con discapacidad visual

“Me gusta salir a la calle para compartir experiencias con la gente. Hay personas que se dejan abatir por un problema o una discapacidad. Siempre les doy palabras de aliento”.

“Soy de San antonio de Los altos (estado Miranda) y desde niño me fascinaron los colores, las formas y la naturaleza. En la escuela me interesé por las actividades artísticas y descubrí que podía expresarme a través de ellas. Se convirtieron en mi lenguaje. Estudié artes Plásticas. realicé mi primera exposición en 1967 y no me he detenido. Mis hilos conductores han sido la ecología, la comunicación y la figura humana. En mi juventud me dijeron que, por herencia, tenía un alto riesgo de sufrir glaucoma. Perdí totalmente la visión a los 52 años. Me preparé física y espiritualmente para vivir esta nueva etapa. Jamás pensé dejar las artes plásticas, porque perder la visión no fue una tragedia, sino un camino para explorar otro lado de mi pasión: ahora no creo desde lo que veo, creo desde lo que siento. todas las cosas se pueden representar. La música, por ejemplo, se puede pintar, porque tiene color, provoca sentimientos. Me inspiro en todo lo que percibo: los ruidos, las voces, los movimientos, las sensaciones. a través del arte podemos crecer, amar, reivindicarnos. Es un idioma colectivo, por eso trabajo con cariño, respeto y devoción”.

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Virginia Linares | 67 añosMúsico con discapacidad visual

“La música me permitió integrarme, me ha abierto puertas. Hay personas que creen que sólo pueden ser felices aislándose, pero la vida es para amar y compartir”.

“Nací con atrofia del nervio óptico. a los 5 años me trasladaron de Pedraza (estado Barinas) a Caracas para que estudiara en el Instituto Venezolano de Ciegos. allí me relacioné con la música y no quise separarme de ella. El primer instrumento que toqué fue el piano. Después, a los 9 años, aprendí a tocar el saxofón. Desde entonces ha sido mi gran compañero. Soy solista desde principios de los ochenta –antes tenía un dúo– y me he dedicado a dar recitales. toco vals, bambuco, bolero, pasodoble, guaracha, balada, merengue y joropo. Presento mi trabajo como ‘música para recordar’. Soy feliz, porque amo lo que hago. Siento que soy una hija privilegiada de Dios. Él me dio un don maravilloso y he tratado de aprovecharlo en buena lid. Mi mayor satisfacción es poder llevar un mensaje de fe, esperanza y optimismo a través de la música, un arte maravilloso que llega al corazón. Me regalaron un órgano en 1975. aprendí a tocarlo, y tenía la ilusión de presentarme en una iglesia. En el año 2000 pude hacerlo en la Iglesia Nuestra Señora de la Encarnación de El Valle, y me propusieron ser la organista. Esa vivencia me ha hecho crecer como ser humano”.

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Gustavo Vargas | 56 añosFotógrafo con discapacidad visual

“Algunas personas con discapacidad todavía se esconden o resignan. A ellas les digo que la vida es un reto y hay que enfrentarlo: busquen apoyo y hagan lo que les gusta”.

“Nací con cataratas. Me operaron, pero sólo veía con el ojo derecho. a los 10 años me intervinieron de nuevo. Poco tiempo después, cuando estaba subido en un árbol jugando, me caí y se me desprendió la retina. Quedé completamente ciego. Soy de Cabimas (estado Zulia), aunque vivo en Caracas desde 1980. Me he dedicado a la masoterapia y a los deportes, sobre todo al goalball, una disciplina para ciegos. Nunca me propuse realizar algo artístico. En 2005 supe que la escuela de fotografía Núcleo Fotosensible iba a hacer un taller para ciegos. Me dio risa, porque pensé: ‘¿Cómo voy a tomar una foto yo?’. Por curiosidad, asistí. Lo dictó Sonia Soberats, una fotógrafo venezolana ciega que aprendió en Estados Unidos una técnica para registrar la trayectoria de la luz con la cámara. Fue una experiencia muy bonita. Descubrí mi capacidad para crear. El proceso es emocionante: en un lugar oscuro, el objeto o la persona a fotografiar se ubica frente a la cámara. Yo tomo una linterna, me acerco y comienzo a dibujar con la luz mientras el obturador de la cámara está abierto. Me concentro y visualizo a las personas y las cosas en mi mente. Es hermoso poder hacer algo que creía imposible”.

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Jhon Carlos Valero | 42 añosPintor con discapacidad motora

“Sueño con tener una escuela de pintura. Deseo compartir no sólo mis conocimientos sobre este arte, sino también la felicidad, la independencia y la fortaleza que me ha dado”.

“El accidente me ocurrió en la playa de Patanemo (estado Carabobo): hice un clavado, caí mal y se me afectaron varias vértebras cervicales. tenía 26 años y trabajaba como operador de máquinas. Cuando supe que tenía tetraplejia irreversible, se despertó en mí la necesidad de hacer alguna actividad. Siempre he tenido un espíritu luchador, así que tomé una decisión: ‘No me voy a quedar estancado’. Había comenzado a pintar en la infancia, pero dejé de hacerlo después de la adolescencia. En el año 2007 unos amigos me hablaron de la asociación de Pintores con la Boca y con el Pie. Vi que podía pintar sosteniendo el pincel con la boca y me emocioné. Muchas personas no creen que soy yo quien pinta los cuadros, tienen que verme haciéndolo. Las invito al taller, y quedan sorprendidas. Su admiración me motiva. Pintar es mi terapia. Me ayuda a distraerme y a salir de los estados de ánimo negativos. Cuando pinto me sumerjo tanto en las obras que se me olvida el mundo. Hasta olvido si tengo hambre. Utilizo mucho la técnica del impresionismo y me encanta pintar los paisajes de Venezuela, sobre todo los llaneros, porque nací en Barinas. Mientras los pinto, imagino que estoy en esos lugares”.