Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

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INFORME DE UNA MATANZA

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Informe de una matanza. Grandeza y miseria de una guerrilla es un libro que debe leerse para saber un poco más quiénes somos, qué queda de nosotros después de una guerra que cada vez se ve más lejana e irreal, aunque las cicatrices que dejó sigan sangrando.Es un libro armado a partir de reportajes y crónicas publicadas en la revista electrónica Centroamérica 21, y su elaboración estuvo a cargo de Geovani Galeas y Berne Ayalá. Se anuncia como el primer volumen de la Colección Partes de Guerra. No queda claro si habrá una segunda parte de este mismo trabajo o si es una serie en la que se tratarán asuntos análogos. El tema del libro parece estar cerrado, por lo que se esperaría lo segundo, y en el propio texto se dice en varias ocasiones que hay episodios ligados a los que se narran, ocurridos en otros lugares, en los que habrá que profundizar.El libro trata de la matanza sistemática y constante de militantes y colaboradores que ocurrió en el Frente Paracentral de las Fuerzas Populares de Liberación "Farabundo Martí", bajo la acusación de ser infiltrados del enemigo, es decir el ejército, la inteligencia del estado, la CIA, etcétera.

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INFORME DE UNA MATANZA

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PROLOGO

“Dígale a Milton que lo busca Tilo”, le dijo el hombre con voz firme y no muy

buena cara a la recepcionista del 13-16, la sede central del FMLN en San Salvador.

Era la mañana del miércoles 27 de agosto de 2008

La recepcionista miró al hombre con alguna reserva, pues era evidente que estaba

muy molesto. Era delgado y fibroso, vestía de manera humilde y tendría unos 53

años, “Fíjese que el ahorita esta bien ocupado porque estamos preparando el evento

de la afiliación de Mauricio Fúnes al partido”, dijo la recepcionista. Eso a mi no me

interesa, señorita, usted vaya decirle a Milton que lo busca Tilo, que quiere hablar

con el y que es urgente”, insistió el hombre.

La recepcionista vacilo “¿y de parte de quien viene usted, y cual es motivo de

su visita?”, pregunto. “Dígale a Milton que vengo de parte de mis cuatro hermanos

muertos en la guerrilla, pero principalmente de mi Lucas, y el motivo el lo sabe

muy bien. Eso dígale nada mas”. Respondió el hombre.

Ella entro a la oficina del secretario general del partido FMLN. Medardo González

(comandante Milton Meléndez de la FPL durante la guerra civil). Mientras tanto un

grupo de guarda espaldas de los dirigentes del FMLN. Comenzaron a desplazarse

disimuladamente entrono al hombre que de inmediato detento el maniobra y, sin

inmutarse les dijo. “A mi no van asustar con esos juguetitos. No les tengo miedo. Yo

Combatí tanto ò mas que cualquiera de ustedes durante la guerra.

La recepcionista regreso y dijo: “Dice Milton que en este momento no puede

atenderlo, que le deje su teléfono que el va a comunicarse después”. El hombre ya

no pudo contenerse y casi grito: Entonces dígale a Milton que el y Salvador

Sánchez Ceren son unos cobardes y que coman mierda. Dígale que me de la

cara, y que me explique por que las FPL. Mataron a mi hermano Lucas,

combatiente de las Fuerzas Especiales Selectas de la guerrilla allá en San

Vicente”.

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Semanas después, el hombre leyó en un periódico un editorial titulado; “Usted

debe responder señor Sánchez Ceren”, en el que el autor de estas líneas aludía a

varias de la ejecuciones sumarias realizadas por las FPL, en contra de sus propios

combatiente, en el frente para central.

Ethel Pocasangre Campos, (Crucita), y su hermana Isis Dagma, (Sonia), se

integraron a las FPL en los años sesenta Ethel era Psicóloga y trabajaba en ala UCA,

Isis era doctora en medicina, Tenia cabellos castaños y ojos claros, ambas fueron

enviadas a la zona guerrillera de San Vicente.

Los colegas alumnos y compañeros de militancia de Ethel la consideraban un

ángel por su delicada belleza, su dulzura y su entrega a la lucha revolucionaria. Isis,

por su parte, exponía su vida en las líneas de fuego para salvar la de los

combatientes heridos, Ethel fue acusada de traición por el mando den las FPL. En el

frente para central, El 22 de septiembre de 1986, en un punto ubicado en el cantón

San Bartolo, cerca del cerro Buena Vista, en la jurisdicción de san Vicente, propios

jefes guerrilleros la amarraron y la tumbaron semidesnuda sobre un lodazal.

Durante varias horas la torturaron, golpeándola con un garrote con un garrote

de guayabo, mientras exigían que confesara y entregara a sus presuntos cómplices.

Después fue ejecutada y enterrada en una fosa conjunto a otros quince combatientes

acecinados de la misma manera ese mismo día.

Isis se detecto quiste en las mamas estando en este mismo frente pero sus

jefes le dijeron que se trataba mas bien de un problema ideológico, y que en realidad

lo que tenía era miedo. Su salud comenzó a deteriorarse rápidamente, y solo

entonces la enviaron a cuba. El cáncer estaba ya demasiado avanzado y fue

desahuciada. Murió en 1991.

Antes la madre de ambas, dona Clelia campos de Pocasangre, tuvo noticias

del asesinato de Ethel, y en 1987, le envió una carta al máximo comandante de las

FPL. Salvador Sánchez Cerén, pidiéndoles una explicación y que entregara los

restos de su hija. Hasta la fecha, Salvador Sánchez Cerén no le ha respondido.

Isis tenia un hijo que en el momento de su muerte, había cumplido tres años.

Ese muchacho, que ahora estudia ingeniería no conoció a su padre Abrahán

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Villalobos, (capitán Walter de las FPL), que murió en la guerra, ni tampoco a dos

hermanos de Abrahán, Carlos y ramón también guerrilleros que fueron ejecutados

por sus propios jefes de la misma manera que Ethel.

Ese muchacho me ha conto como su abuela ya octogenaria, doña Clelia, ha

sobrellevado en silencio dolor durante todos estos años, y que no quisiera morirse

sin saber al menos donde poner una cruz para su hija Ethel. ¿Sera mucho pedirle a

Salvador Sánchez Ceren, que ya si anteriormente no quiso dale explicación a esa

madre, al menos le de ahora el consuelo de indicarle el sitio donde poner su cruz.

Ese gesto humanitario es lo menos que se podría esperar de un candidato a la

vicepresidencia de la República ¿O lo que habrá que esperar es que diga que, por

escribir sobre este tema, yo también trabajo para la inteligencia enemiga y por tanto

como traidor a la revolución en la cual milite, merezco el mismo castigo infligido a

Ethel y a todos los infiltrados del frente para central?

La historia de la muerte de Ethel, y de muchos compañeros acecinados en las

mismas circunstancias, esta registrada en testimonios, grabados en audio y videos

de testigos protagonistas directos de aquellos acontecimientos.

Cuando esa historia sea publicada pronto en forma de libro, por Centroamérica 21,

esas grabaciones serán entregadas a Benjamín Cuellar, Director del Instituto de

Derechos humanos de UCA.

A Tilo se le nublaron los ojos y le temblaron las manos. Respiro hondo intento

dominar el ebullición de sus sentimientos y volvió a leer varias veces el editorial en

cuestión. Después. Tomo nota de la dirección electrónica que aparecía bajo mi

nombre, y sin pensarlo mucho camino hasta el ciber café

más cercano. Donde me escribió el siguiente correo:

Busco Justicia, Estimado Giovanni, te saludo deseándote que te encuentres

muy bien. Yo era obrero en la fabrica CORINCA, y en 1977, me organice en la FPL,

junto con mis cuatro hermanos, todos combatientes. Tres de ellos murieron con las

armas en las manos (Jorge, William y Samuel), pero te quiero de mi hermano menor,

que tenia el seudónimo de Luca, que fue entrenado en Vietnam y fue uno de los

fundadores de la Fuerzas Especiales Selectas, de la FPL.

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Lucas se especializo como hombre rana, participo como buzo en la voladura

del puente de oro. Pero lo que te quiero decir es que a mi hermano Lucas, como

otros cientos de guerrilleros fueron acecinados por la dirección de las FPL, lo

mataron junto a otros compañero de seudónimo Liebre allá en el frente Paracentral.

De mi parte he tratado de buscar a Leonel ( Salvador Sánchez Creen), A

Milton (Medardo González), a la Rebecona (Lorena Peña), a Douglas

Santamaría(Eduardo Linares), para que todos estos me den una explicación ò por lo

menos que me diga en que lugar enterraron a mi hermano Lucas.

Mi madre y yo, necesitamos una explicación concreta de donde lo enterraron

para ver si podemos trasladar los restos si es que todavía existe, o ponerle una cruz

en el lugar que fue acecinado. Hoy es tiempo de que todos los que están implicados

en esos cobardes asesinatos le den la cara a todos los familiares de los compañeros

acecinados.

Mira Giovanni yo fue combatiente estuve en cuba especializándome, fui

instructor de la escuela militar que las FPL tenían en Managua, laguán Méndez, yo

no les tengo miedo y no boy a descansar ni un minuto hasta que mendigan porque

mataron a mi hermano Lucas y donde lo enterraron. Si podes ayudarme en la

averiguación te lo boyé a agradecer. Mi seudónimo siempre fue Tilo, mi nombre legal

es Mario Daniel Romero, y el de Lucas era José Amílcar Romero.

II

Berné Ayala y yo teníamos ya casi tres meses de ver iniciado una exhausta

investigación periodística sobre la matanza de guerrilleros, a manos de sus mismo

Jefes, en el Frente Para central de las FPL, Berné fue guerrillero en filas del partido

comunistas, yo fui militante del ejercito revolucionario del pueblo. Un año antes,

ambos nos aviamos embarcado a la aventura de editar un periódico digital,

Centroamerica21, cuyo corazón seria y es, una sección de crónicas titulada partes de

guerra.

Nos apasionaba la idea de relatar sistemáticamente todo lo vivido, visto, oído,

y sentido por nosotros mismo durante el conflicto, pero también, sobre todo,

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investigar y ahondar en la experiencia de muchos de nuestros otros compañeros de

las diferentes organizaciones que constituyeron el FMLN. Así fuimos reportando

crónicas y reportajes especiales sobre una gran diversidad de hechos y

protagonistas de la guerra civil. Así fuimos relatando batallas heroicas y perfiles de

jefes y combatientes excepcionales por su humanismo y arrojo combativo. Pero

también relatamos pasajes sórdidos vergonzantes en ls que se expreso a plenitud el

lado oscura y la miseria humana que también tuvieron lugar en la guerrillas.

En el curso de estas investigaciones fuimos descubriendo nombres, lugares, y

hechos inéditos, y encontramos así mismo una gran cantidad de Mitificaciones

distorsiones ocultamiento y llanas mentiras en la narrativa de la historia “·Oficial” de

la guerrilla Salvadoreña. El primer y mas sobresaliente aspecto sentido la interesada

sobre valoración del papel jugado por varios comandantes, en sentido inverso al

ocultamiento ò indiferencia ante las gestas reales protagonizadas por combatientes,

rasos, cuyos nombres y hechos han quedado en el olvido.

Sobre todo eso fuimos hilvanando nuestras crónicas hasta que casi por

casualidad nos topamos con una pista inesperadas: entre 1986 y 1991, al interior

mismo de las FPL, sin duda la mas grande y poderosa de ls organizaciones del

FMLN, había tenido lugar un espantosa matanza de ser “Infiltrados del enemigo”.

Vagamente comenzamos a escuchar de cientos de ejecutados po lapidación,

degollamiento ò garrotazos. Lo espeluznante de esas primeras informaciones nos

puso en guardia de inmediato, pues sospechamos que se trataba, por lo menos, de

una exageración.

Sin embargo, decidimos investigar esos hechos. Providencialmente

encontramos algunos contactos que nos pusieron en relación con varios

combatientes y jefes de las FPL relacionados al frente paracentral. Finalmente

viajamos a la zona muchos veces, y ahí en el terreno, en los modestos ranchos

campesinos de los antiguos guerreros del paracentral. Hoy olvidados y despreciados

por la actual dirigencia del FMLN, escuchamos en palabras sencillas y directas los

testimonios mas desgarradores que hubiéramos podido imaginar.

A esos veteranos nadie les conto nada: ellos estuvieron en el lugar de los

hechos, ellos vieron las ejecuciones, ellos conocen los nombres de las victimas y de

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los asesinos. Sus testimonios apuntan irremediablemente a Salvador Sánchez Ceren

como máximo responsable y autor intelectual de esas muertes. Es gente, que

comenzó y termino la guerra, muchos de ellos militantes de las FPL desde inicios y

mediados de los años setenta, habían guardado silencio durante todo este tiempo, y

el solo recuerdo de aquella espantosa matanza de sus compañeros les quiebra la

voz y les pone un brillo de dolor en sus ojos.

Poco tiempo después de la firma de los acuerdo de Paz, Salvador Sánchez

Cerén se atrevió a llegar a la Sabana, uno de los territorios del para central. Allí se

reunió lo que quedaba de las FPL en la zona. Cuando quiso tomar la palabra, un

campesino ya maduro lo interrumpió y con voz firme dijo:

_Antes que nada yo quiero pedirle una explicación, señor. Quiero que me diga

por que mataron ustedes a nuestros hijos combatientes.

Tilo, un guerrillero del paracentral que combatió casi toda la guerra en

Chalatenango, y que ahora dirige junto a otros veteranos una de las asociaciones

mas importantes de lisiados de guerra, estaba junto a ese campesino, y nos cuenta:

_Ese momento fue impactante para los que estábamos allí, porque ese

hombre dijo en verdad lo que todos nosotros teníamos en la mente. Yo el nombre de

ese compa no lo se, pero si me recuerdo que estaba bien encachimbado, y fue

terminando de decir eso meneó el corvo contra los ladrillos. Al oír el chirrin-chirrin del

corvo, la seguridad de Sánchez Cerén lo rodeo rápido y ahí nomas lo metieron al

carro y se fueron. Ni una sola palabra lo dejaron decir esa vez.

Allí también estuvo el capitán guerrillero Juan Patojo, quien nos confirmo esos

hechos:

-Si esa vez estuvo perra la cosa. Si no se llevan a Sánchez Cerén a saber

que hubiera pasado, porque la verdad es que toda esa gente estaba bien

adolorida, si la cosa no paso a mas fue porque el comandante Giovanni y yo

medio calmamos a la gente a como pudimos. Pero a otros que querían aplacar la

cólera de la gente con paja s yo les dije: No jodan, hombre, si este problema no va a

terminar nunca, si no son perros los que estos hijueputas mataron. Y andar.

Queriendo aplacar la rabia de esta gente con paja política es como quiere sanar un

cáncer con una curita.

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III

Cuando recibí el correo electrónico de Tilo se me hizo un nudo en el corazón, porque

precisamente uno de los testimonios más dramáticos que habían recogido un compa

de labios del artillero Guayón, y del mísilero Edwin, era el del asesinato de Lucas,

esta es la versión de Guayón:

_Es que de repente empezaron a deshijar las unidades. Al pelotón de fuerzas

especiales le mataron la mitad. A un tal Lucas, que había sido jefe de seguridad del

mando del estado mayor allá en Chalatenango, conocido de todos los comandantes

de la FPL, mataron también.

_ ¿Usted vio como lo mataron?

_Es que yo llegue a donde lo tenían amarrado porque me mandaron a hacer

una diligencia. Y me ve Lucas y me dice: mira hermano como me tienen…le habían

quebrado las dos patas y a puros garrotazos. A mi me dieron ganas de llorar al ver

aquello.

Guayón suspira fermente y sigue contando:

Ya no tenia ni dinero el Lucas, todo lo habían desgraciado y les dice el: Si

creen que soy enemigo mejor mátenme ya

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CAPITULO UNOFERMÍN: “A GARROTAZO LOS FUERON A MATANDO”

José María Hernández “(Fermín), un campesino oriundo del cantón palo

grande de Zacatecoluca, había ingresado a las FPL en 1978, y pertenecía al equipo

de mando del destacamento numero tres del Batallón Guerrillero “Ernesto Morales”,

Basificado en tres calles, Usulután.

A eso de las diez de la mañana del 22 septiembre de 1986, en uno de los

campamentos insurgentes del cerro de la campana, en departamento de san Vicente

el y tres de sus hombres (Juancito, Foxi y Raúl), fueron repentinamente capturados,

desamados y amarrados por un grupo de sus propios compañeros dirigidos por

Carlos, uno de los lugartenientes del comandante Mayo Sabrían Jefe político-militar

del frente Para central de la FPL. “Todos ustedes están bajo investigación les dijo

Carlos” y los condujo a un lugar solitario arbolado y rocoso del cantos San Bartolo.

En el camino, Juanito le dijo a Fermín que quizá los iban a matar.

_¿Por qué tuvo ese presentimiento Juancito don Fermín?

_Porque ya estaban matando compañeros unos de los primeros fueron seis

raditas que bajaron del Volcán Chichontepec a por el mes de julio. Y ya luego se

comentaba en los campamentos que habían matado a fulano y a zutano y que

decían que eran infiltrados del enemigo nos contaron que de un pelotón miliciano,

unos treinta hombres, solo siete se habían salvado. De allí a los días fue que se

llevaron a un compa de la unidad de nosotros, Wilber pico fino y lo mataron también.

_¿Que paso entonces con ustedes?

_Pues que llegamos a ese lugar que les digo, y allí fue que vimos que el

capitán Elmer, otros del grupo de mando de Mayo tenia amarrada a una compañera

que se llamaba crucita. Estaba tirada en el suelo casi desnuda solo con un fustancito

y el brasier, que me recuerdo que era negro y la estaban interrogando y golpeando

con un gran garrote de guayabo, le decían que era infiltrada y que confesaran

quienes serán sus cómplices dentro del frente. Ella les decía que eso no era cierto,

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que ella era revolucionaria, y les suplicaba que ya no la maltrataran, pero entonces le

pegaban mas duro.

¿Había mas gente en ese lugar?

_Los que estábamos amarrados en éramos ocho, pero es que iban llevando a

la gente por grupos.

Además de nosotros cuatro, estaban crucita, chabela, y dos muchachas que

eran hermana, hija de una tal marta, que era la mujer de un compañero que ya

después de la guerra fue alcalde del Pisana. A ellas ya las habían torturado.

_ ¿Y el problema con ustedes cual era?

_El Mismo que decían de los infiltrados. Entonces agarraron a Juancito, y le

dijeron que chabela, había confesado que también nosotros éramos del enemigo. Lo

amarraron a un árbol a Juancito y comenzaron a interrogarlo le pegaban en todo el

cuerpo con el garrote. Le pusieron una bolsa de plástico en la cabeza y se la

socaban con una pita por el pescuezo. El compa se ahogaba y ya cuando pataleaba

todo morado, por la falta de aire le aflojaban la pita.

Fermín se caya, toma aire y mira hacia otro lado para buscar mas en su

memoria, y porque su pudor de viejo guerrero no permite que esos recuerdos le

quiebre la vos y se le conviertan en lagrimas.

El no sabia entonces crucita se llamaba Ethel Pocasangre; que ella por 1979,

había sido miembro de la comisión de nacional de propaganda del BPR, la

organización de mesas de las FPL; Psicóloga y había sido docente en la UCA, y que

sus colegas, alumnos y compañeros de militancia la consideraban un ángel por

delicada belleza, su dulzura y su entrega a la lucha revolucionaria.

Su hermana la Doctora Isis Dagman (Conocida como Sonia Medico en la

Guerrilla), se detecto quistes en las mamas estando en ese mismo frente de guerra.

Comunico la situación a los comandante de la zona y estos le respondieron que eso

era mas bien ideológico, que lo que en realidad miedo. Cuando el deterioro de sus

salud era ya critico fue enviada a cuba para ser tratada clínicamente, pero ya la

Metástasis cancerosa estaba demasiada avanzada y fue desahuciada. Isis Dagma,

regreso a el Salvador y murió 1991.

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Antes, la madre de ambas Doña Clelia Campos, supo vagamente cómo y en

que circunstancias había muerto Ethel, y decidió enviar una carta a Salvador

Sánchez Cerén (Comandante Leonel González, Jefe máximo de la FPL), pidiéndole

una explicación y que por lo menos, le entregara los resto de su hija. Eso fue en

1987. Doña Clelia no había no había recibido ninguna respuesta hasta la fecha, y

todavía ignora de lo restos de Ethel están enterrados, junto a los de sus otros

compañeros, en una fosa común del ubicada en un Punto del cantón San Bartolo,

cerca del cerro Buena Vista en la jurisdicción de San Vicente.

“Cuando termine la guerra este pueblo va necesitar miles de psicólogos por

tanto trauma que deja la violencia, ahí voy a tener otra tarea revolucionaria”, le dijo

una vez Ethel a una amiga, que fue su alumna y que ahora trabaja en el instituto de

Derechos humanos de la UCA. Ethel se había sumado a las FPL, junto a su

hermana, Isis Dagma. Ambas eran blancas de cabellos castaños y de ojo claros.

Fermín continúa de pronto:

_Cada ves que Juancito les decía que el no era enemigo y que no sabia nada

de eso, mas le pegaban. Después lo amarraron juntándole las manos y las canias

por detrás y lo colgaron en hacia de un palo de amate.

Lo siguieron garroteando, quebrándole los brazos y las canias, y el compa

clamaba a Dios y a su madre y cada golpe que le daban.

Unos dieciocho años tenia Juancito, de ahí era de la misma zona de nosotros

y era un buen combatiente.

Fermín vuelve a hundirse en el silencio un largo rato antes de recomenzar:

_Después agarraron a Foxi y lo empezaron a torturar le hicieron lo mismo que

a Juancito y el tampoco que era enemigo. Ahí mismo lo mataron.

Entonces llamaron a Raúl y el Capitán Elmer le dijo Ahí esta Foxi muerto,

míralo bien, si no quieres estar así nos vas a decir todo, si confiesas te vamos a dejar

ir del frente, así mismo con la Mayra. La Chávela dice que ella misma tedio un

dinero, le dijo. Pero eso de la Mayra era una gran mentira. La verdad es que ya la

había torturado y matado también. A mi nadie me dado dinero, le dijo el. Y ya le

pusieron la capucha.

_También lo mataron ahí.

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_ No, como le dijeron que lo iban a dejar ir si confesaba, el dijo que si, que era

cierto que la chávela le había dado cuatrocientos colones. Pero eso era mentira,

porque chávela decía que trescientos le había dado. Entonces ya no lo golpearon y

solamente lo dejaron ahí, y ya la cosa fue con migo: Aja Fermín, me dijo el capitán

Elmer, me vas a entregar el correo que la chávela te dio. A mi no me a dado ningún

correo, le dije yo. Si acuérdese que se lo di, dijo la chávela. Elmer me dijo: deci la

verdad, Fermín no te queremos quebrar las patas. Ya me habían amarrado al árbol

yo. Sentía que me ahoga cuando me apretaban la pita. En una de esas que me

quitaron la bolsa de la cabeza le digo a chávela: ¿Cuándo fue que me diste ese

correo?, a principios de febrero dijo ella. Eso me salvo. Ahí estaba Carlos y le digo:

Carlos, usted es testigo que yo me he pasado todo el mes de febrero allá en el

volcán. Carlos se acordó que era cierto y entonces se fue contra la chávela: vos nos

estas mintiendo hijeputa, le dijo, y empezó a torturarla.

_ ¿Lo dejaron libre a usted?

_No, yo seguí amarrado pero ya no al árbol, solo de mis manos. Pero ya

estaba empezando a oscurecerse y comenzaron a amarrar en fila a los que avían

estado golpeando la crucita Juancito, Chávela, las dos que eran hermanas y asta al

mismo Raúl. A Foxi, ya lo habían matado.

_ ¿Para donde se los llevaron?

_ Es que cuando estaba torturando a la gente, estaba otro grupo retirado

coma a media cuadra que estaba abriendo la zanja de la sepultura. Para a ya se lo

llevaron y ahí a garrotazos los fueron matando.

_ ¿Qué paso entonces con usted?

_Pues estaba amarrado, y llega carlós y me dice vos no se, pero tu mujer si

trabaja para el enemigo. Todas estas viejas putas que salen y entra al frente son

informantes.

Yo no creo que ella sea eso, le dije yo. Pues en cuando venga otra vez al frente la

voy a mandar a traer, y vos mismo la vas amatar, yo le respondí que no iba hacer

semejante barbaridad y ya se fue, ahí en el lodazal me acosté a dormir sin plásticos

ni nada, amarrado a buena mañana llegaron con otros cuatro compañeros

amarrados.

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_ ¿Combatientes también?

_Si. Ahí venían Saúl, que le decíamos murciélago y Nelson. De los otros dos

no me acuerdo los nombres. Ahí los fueron a golpear al mismo matadero. Ya bien

noche los regresaron bastante maltratados y los tiraron en el mismo lodazal donde yo

estaba. Al ratito llego la china, un compa del pelotón que nos estaba cuidando, y le

dijo a Saúl: ¿Decime si es cierto que también el Marcial esta involucrado con el

enemigo? Y entonces fue que Saúl dijo: No china, si yo dije ese montón de mierdas

porque yo no aguanto, mi han hecho mi cuerpo, mira como me han dejado, china, le

dijo y otra muchacha que también habían torturado dijo lo mismo, Vanesa se

llamaba ella y era mujer de un compañero al que también ejecutaron de esa misma

manera. A esos cuatro que les digo los mataron el día siguiente.

_ ¿usted seguía amarrado, don Fermín lo volvieron a golpear?

_No. El capitán Elmer llego y me dijo: Disculpa por lo que se te ha hecho, pero

entendé aquí la cosa esta jodida con el enemigo. Vos ándate para el puesto de

mando y ahí espera a que nos reorganicemos. Pero el problema es que me salió con

lo mismo que Carlos me había dicho de mi mujer. Ose que si la iban a matar.

_ ¿Mataron a otros por eso días?

_Si, solo en esos que yo estuve en el puesto de mando mataron a otra señora

que era de área de servicios, Maribel se llamaba ella. Es que a diario mandaban.

Uno de esos días me dijo Elmer que a León, que era el jefe Político de mi

destacamento, ya lo habían matado allá en la zona de la Ángela Montano, en el lado

de Usulután, A chamba y a Rogelio, que eran jefes de destacamento del batallón

“Andrés Torres”, también los mataron. La muerte de chamba fue triste: lo quebraron

todo de los brazos y las piernas, y así lo dejaron amarrado hasta se agusanó el

compa. No tuvieron la piedad de matarlo ellos lo dejaron sufriendo hasta que se

murió solito

_ ¿Esa vez que estuvo usted ahí amarraron a cuanto mataron?

_Los de esa noche y los del día siguiente fueron como quince, pero solo en

ese lugar, porque por otros lados estaban matando otro montón de gente.

_ ¿Y que hizo usted ante todo eso, don Fermín?

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_ Es que no era correcto lo que estaban haciendo. Toda esa gente que

mataban no eran enemigos, eran compañeros revolucionarios. Entonces fue que

decidí irme e la guerrilla. Cabal la noche del 9 de octubre hice la lista de todos los

gastos y del dinero que todavía tenia, que eran 1,645 colones, bien me acuerdo. Ahí

en la hamaca deje el papel con las cuentas y el dinero, deje el fusil y todo mi equipo,

solo una lamparita que era mía me lleve. Me fui monteando toda la noche y hasta ya

en la madrugada Salí a la carretera Panamericana. Ese día, 10 de octubre, hubo un

temblor bien fuerte, quizá por eso es que los retenes del ejercito que estaban en la

carretera pararon la camioneta en la que me monte, y así logre llegar hasta mi casa.

En esos momentos don Fermín no sabia que la matanza apenas había

comenzado, que duraría casi cinco años mas, que seria avalada por la la jefatura de

las FPL, y que cobraría mas de mil victimas, como lo establecen los testimonios de

otros testigos y protagonistas directos de esos hechos.

Chabela fue obligada a declarar en contra de sus propios compañeros a

fuerza de torturas. Ella, al igual que muchos otros se vuelve una victima que termina

asesinada.

Su seudónimo era Aidé y su nombre Santos Isabel Pineda. Era originaria de

Santa Gertrudis, San Vicente. Para los días de su muerte, ella y su madre, Vivian en

el cantón Cutumango, al norte de Tecoluca, donde cumplía una misión junto a su

madre: su casa era un lugar para ocultar personas y pertrechos de guerra, un lugar

que jamás cayo en manos del ejercito, a pesar de haber acusado a ella de trabajar

como infiltrada.

Tres hijos de Fermín fueron guerrilleros: Yesenia, fundadora de las Unidades

de Vanguardia; José Navidad (Wilson), cayo en combate en diciembre de 1981, y

Alirio Navidad (Omar), ametralladorista. Este último también fue ejecutado por el

mando de las FPL, en Chalatenango en 1988, bajo la acusación de ser infiltrado.

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CHAYITO: ERAN VEINTISIETE, LOS TIRARON BOCA

ABAJO Y AHÍ LOS MATARON.

Chayito es para muchos una de las madres del frente para central. A principios

de los años setenta vivía en el cantón la esperanza, jurisdicción de Tecoluca. Viuda a

temprana edad y con cinco hijos, tuvo dedicarse al jornal en la siembra de caña de

azúcar.

En aquella época sembraban caña por un colon con setenta y cinco centavos

diarios, para las mujeres, el horario de trabajo se extendía hasta las hora de la tarde,

pues además les destinadas tareas como el desmonte de los cercos o la limpia de

los sembradíos. Los hombres, en cambio, solo trabajaban hasta las doce del día y

ganaban dos colones con cincuenta centavos.

Un día, mientras ella trabajaba en su jornal, el administrador de la hacienda la

sorprendió por la espalda, realizando tocamientos impúdicos. Chayito se volteo y con

toda su furia, lo golpeo en el pecho con una de las cañas que llevaba consigo, y le

reclamo por el abuso. El hombre se marcho con la cola entre las patas. Ahí comenzó

a nacer la leyenda de una mujer humilde que se convirtió en líder de las incontables

jornadas de lucha.

Esa misma noche, pensando en el acontecimiento en cuestión, Chayito,

termino por convencerse de que no era justo que las mujeres trabajaran más que los

hombres, que ganaran menos y que además fuesen abusadas a la menor

oportunidad. Al día siguiente comunico esa idea a sus compañeras de trabajo, y las

convenció de insubordinarse juntas.

Subieron a los tractores y no dejaron que los hombres trabajaran, además se

resistieron a sembrar la caña y demandaron igualdad de trato frente a los hombres,

idéntico salario por la misma jornada de trabajo. Después de arduas discusiones con

los representantes de los patronos, el dueño de la hacienda preocupado por el

peligro que la caña

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en todos los frentes, pero no puede ser tanta gente. Porque los muertos fueron

bastantes, esos que les he dicho son solo los de mi raza.

Las ejecuciones sumarias en Nicaragua constituyen uno de los puntos mas

oscuros de esta historia, sobre todo para la colaboración de organismos de

seguridad cubanos y sandinistas. Allá también fueron asesinados Santos Elías

Clímaco Majano (Claudio), y Víctor Manuel Osorio (David Papita), originario de La

Cayetana. El Diablo y Mauricio el Coludo, de quiénes no tenemos sus nombres

legales. Ramiro Murillo, que fue un destacado jefe político del paracentral, logro

escapar de Nicaragua prácticamente en el momento en que iban a proceder a su

ejecución; ahora vive en el exilio.

¿Entonces, Juan, usted si admite que hubo infiltrado?

Eso esta claro, en toda guerra hay infiltrados. Pero estos se fueron al

extremo y mataron a todo mundo.

Juan Patojo recuerda entonces que las historias de grupos de muchachos que

llegaban de los refugios de Colomoncagua y San Antonio, ubicados en Honduras, y

que también fueron ejecutados, comenzaron a inundar los campamentos:

Decían que los mataban por una media indisciplina.

La cosa era de repente a esas gentes ya no las airábamos, desaparecían.

En esos grupos llegaban muchos adolescentes, muchachos

acostumbrados a un modo de vida mas liberal, su comportamiento no solo estaba

relacionado son sus edades sino también con esas ciudadelas repletas de

promiscuidad en que suelen convertirse los campamentos de refugiados.

En los que digo, una persona que tiene quince años reacciona de

cualquier manera, son informales por cosas de edad que tienen, pero los que los

mataron no mataban en cuenta eso__, dice Juan con verdadero pesar y agrega:

__Una vez yo vine de oriente voy viendo a un cipote que estaba

amarrado de un palo grueso. Y le pregunto a un tal Rutiló porque tenían amarrado al

cipote. Es que anduvo tocando a las compas, me dujo. Bueno, cabrón, le digo yo, y

vos que nunca fuiste cipote: Soltalo, le dije yo. Si era un niñito, así como hijo, que a

esa edad comienza a soltar la curiosidad.

Page 17: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

__ ¿Por que esos métodos tan crueles, de garrotazos y otras torturas,

Juan?.

__Supuestamente para sacarles la verdad. Pero eran métodos como

los de los escuadrones de la muerte. Hay una compañera que se llamaba Galia, que

fue secretaria de Cayetano Carpio. Ella les decía: mátenme perros, de todos modos

así como me tienen, péguenme un tiro mejor. Bien garroteada estaba ya… Y yo le

voy a decir algo, en la guerra pasan cosas, así es, uno se puede equivocar con uno o

dos, pero con cientos eso ya no.

__ ¿pero por que tanta crueldad?

__ ¿Es que no se, yo tampoco lo se, estoy en lo mismo que ustedes,

no lo se. Lo que les puedo decir es que los de arriba consintieron todo eso y muchos

jefes tontos aplicaban las órdenes. A mi prima, la mama de Agustín la Liebre le

mataron todos los hijos, solo uno le mato el ejercito. Esa llaga no se cura, las viejitas

ahí están que no tienen quien les lleve un vaso con agua y los hijos sin padre, porque

se los mataron. Y el responsable de todas esas muertes es Salvador Sánchez

Cerén porque era la cabeza de las FPL. Ya lo he dicho y si me muero por eso no

me importa porque estoy diciendo la verdad. No tengo miedo, es que estoy definido

porque he visto las cosas como son.

__ ¿Porque responsabiliza usted, a Sánchez Ceren?

__ Esque aquí venia la comisión Política, se reunían con Mayo, ¿y que

no pararon eso? Bueno como yo le digo, a mi sobrino, José Campos Esquivel, que

ya le faltaba un brazo, lo mataron allá en Nicaragua, ¿y como yo voy a aceptar que

Mayo fue, así allá no estaba mayo? Eran montones de gente que mataron allá en

Nicaragua. Cuando los de la Comisión Política vienen y matan a Mayo, ahí es que se

lavan las manos.

__ ¿Quien era Mario Sibrián entonces?

__ Era uno de los hombres mas fieles de la organización. Cuando yo vi.

que las cosas estaban color de hormiga le dije ¿ y por que no te vas mejor? Y no se

fue… ese hombre al que le dicen David Gaviria, era peor que Mayo, igual que el cuto

Nelson, Raúl Barbon, esos cuando alguien se les paraba mal lo mataban. Yo he

tenido el mal que no he tenido el miedo de morirme, y una vez íbamos a una

Page 18: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

operación, ese Raúl Barbon iba allí y yo le digo: es que vos te vas cagando las patas,

hombre, hasele guevo para que seas ejemplo de tu gente.

__ Juan, usted, tuvo familiares muertos y su esposa también, cuando

conversan sobre estas cosa ¿que fue lo que paso ahí?

__ Es que para nosotros esta claro, fue la comisión Política de las FPL.

como les digo. Yo por eso, discúlpenme si los molesto con esto. Pero cuando oigo

hablar a Sánchez Ceren yo me siento bien.

__ ¿que piensa usted?

__ Que no amerita estar ahí por tantas cosas que pasaron, El es el de todos

los problemas esos.

__ De toda la gente con la que hemos hablado, usted es el único que muestra

respeto por Mayo Sibrián.

__ La culpa no fue solo de Mayo, lo que paso es que aquí la gente la ideó

logizaron demasiado los encargados de sub. Zonas. Ellos mismos elaboraban las

listas de los sospechosos, a sea que daban la información y ya mandaban la

propuesta concreta de matarlos. A Mayo lo que tocaba era firmar porque ya venia

todo concluido, y el no podía decir que no, Los argumentos que le daban eran

grandes y a el no le quedaba nomás que decir que si. Así es que funcionaron aquí

esas barbaridades. Yo miraba esos argumentos y sentía que aquello era injusto. Así

fue que aquí se hicieron cosas sin nombre. Uno se siente mal por eso que paso, y de

alguna manera uno se siente involucrado también.

Juan mismo tuvo que sortear una experiencia muy dura:

__ Una vez fueron a traer a una señora de unos treinta años de por aquí del

cantón el cordoncillo, allí por los cerros pegado a Berlín. Toda mojadita llego la

pobre. Si estamos luchando contra lo injusto, lo que están haciendo estos babosos

no es justo, dije yo entre mi. Y la miro a la mujer que hasta venia echando leche de

las chiches porque estaba recién parida. Yo me sentí mal de ver aquello, y le

pregunte de que la acusaban. Yo no he hecho nada, me dijo ella toda asustada. Yo

en ese tiempo era jefe de un destacamento de tres pelotones. Váyase, le dije yo a la

señora, y la mande a su casa… Pues por eso me quitaron el fusil y me trataron de lo

peor.

Page 19: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

Eso fue en el puesto de mando de Mayo Sibrián. A Juan, ya desarmado lo

sentaron en una piedra y lo rodearon.

__ Descompuesto, prepotente sobrevalorado, te gusta hacer las cosas a tu

antojo, me dijeron. Saben que, les respondí, yo aquí me he metido por lo injusto del

gobierno, pero si me equivoque aquí esta mi vida. A mi no me golpearon, pero ya

después de eso quede con algo de miedo. Y ahí estaba mayo entre ellos esa vez.

Entonces fue que yo dije, Estos andan equivocados. Pero, ya les digo, no era tanto

Mayo si no que la mayoría de los mandos. A Mayo no es que lo descomponen, es

que según el estaba haciendo lo correcto, y por eso el le mandaba a Sánchez

Cerén toda la información de lo que estaba haciendo. Todos los días mandaba

los mensajes, y cada trimestre mandaba un paquetón de informes. No era nada

oculto lo que se hacia aquí, no. Era toda la Comisión Política de las FPL influenciada

por el FMLN.

__ La gente a quienes hemos entrevistado aquí en la zona hablan de más mil

ejecutados por las FPL, ¿que piensa usted de esa cantidad?

__ Solo de los que yo conocí me sale una cuenta de no menos de trescientas

gentes. Si van a hablar con Loncho Moreno, a el le mataron a su hija, que se llamaba

Brenda, que era sobrina de David Gavidia; también le mataron al marido de la otra

hija, Idalia, el se llamaba Remberto. Al otro lado del rio viven los hermanos de

Anacleto, la familia Flores. También mataron a Atilio, que era jefe de pelotón,

hermano de Anacleto. Yo viví una experiencia: cuando termino la guerra, que me

treja a la gente de la costa, pero cuando llegaba a sus casas la gente no me decía

pase adelante. Una vez, la hermana de Anacleto dijo: Péguenle una patada a esos

perros, y ella estaba consiente que yo había estado en oriente y que no tenia que ver

con la mataron, pero era normal su resentimiento por los familiares ¨ajusticiados¨.

__ ¿Conoció usted a Gilberto Villalobos, que le decían Ramón?

__ Si a el lo fusilaron, y también a su mujer, Verónica, que era de la Noria,

aquí por tierra Blanca. Ramón era un gran hombre y lo mataron. Ella dejo niñas

huérfanas, que eran hijas de Adeliz, que también lo fusilaron. Ramón era un hombre

moreno y alto, no se parecía a su hermano, que es el comandante Giovanni. Para

esa época tenia más de cuarenta años. Cuando David Gavidia hizo que se pasaba al

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ERP fue por cargos de conciencia, porque el no puede ni ver a su familia, porque el

mato a sus mismos sobrinos, y los hijos de ellos le han dicho que si llega a sus

casas lo van a matar. Ellos eran combatientes del Zamorano, allá por Jiquilisco.

__ ¿Conoció a Andrés, un comandante que deserto en San Vicente?

__ Si, pero no conviví en la zona de el. Pero le digo una cosa, si ami me

hubiera llegado el soplo de que me iban a matar mis propios compañeros, también

me hubiera desertado como el.

__ ¿Conoció a Lucas. Un muchacho de Fuerzas Especiales, entrenado en

Vietnam, que fue uno de los comandos que volaron el puente de Oro?

__ Si lo conocí, era un cipotón grandote, bien galán era el muchacho. De

primero era de una unidad logística y nosotros coordinábamos con el jefe de el.

Después vino a Montecristo ya con el comando de hombre rana, que se metían a

sacar la experiencia al mar. Cuatro a cinco horas nadaban de entrenamiento. Como

a mi siempre me toco al sur, a la orilla del mar, me mandaron allá por Jucuarán, al

golfo, y allá lo volví a ver, pero para ese entonces ele Lucas ya había perdido un ojo

en una batalla. Depuse de eso ya no supe de el.

__ No, eso no lo sabía… Que desgracia, por la gran puta.

CAPITULO DOS

EL PRESTIGIO DE LOS FUNDADORES

El primero de abril de 1970, no mas de doce hombre se reunieron en secreto,

en algún lugar de San Salvador, para fundar la que con el correr de los años llegaría

a se la guerrilla salvadoreña mas grande y poderosa, pero también la mas dogmática

y sectaria: las Fuerzas Populares de Liberación FPL.

Por esa misma fecha, un grupo de jóvenes universitarios, formados en su

mayoría en la corriente social cristiana, ya se había lanzado a la lucha armada

clandestina, formando el núcleo inicial de lo que se convertiría en el Ejercito

Revolucionario del Pueblo, ERP.

Los fundadores de las FPL provenían de otra tradición ideológica. El 30 de

marzo, apenas un día antes de su conclave clandestino, habían renunciado a su

Page 21: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

militancia en el partido Comunista, del cual uno de ellos, Salvador Cayetano Carpio,

había sido Secretario General en los últimos seis años.

Carpio, un panadero de cincuenta años de edad por entonces, se había

enrolado en las luchas sindicales desde 1943, y por ello había sido perseguido y

encadenado en varias ocasiones. A finales de los años cuarenta se integro al Partido

Comunista; en 1953 cayo preso de nuevo y torturado por la policía. Cuando salió de

la cárcel, después de veintiún días de mantenerse en huelga de hambre, sus

camaradas lo enviaron a Moscú para realizar estudios de marxismo-feminismo en la

Escuela Superior de Cuadros del Partido Comunista de la Unión Soviética.

Después de cuatro años concluyó su preparación, y luego de una estancia de

meses en la china maoísta regreso a El Salvador, en 1957. Siete años depuse, en

1964, fue elegido Secretario General del Partido Comunista. Carpio no solo era un

obrero el mismo si no que también era profundamente obrerista. Todo su

pensamiento y su actividad tenían por base afirmación marxista de que la clase

obrera es la fuerza motriz de la revolución y es, además; depositaria natural de los

más altos valores humanos.

Su radicalismo ideológico, en es punto, generaba un permanente conflicto con

los dirigentes comunistas provenientes de la clase media y aun de estratos

económicos altos, intelectuales en su mayoría.

Al asumir la dirección del Partido Comunista, Carpio se concentró

en el trabajo de organización obrera, inyectando en los sindicatos un

elevado nivel de combatividad que culminó, hacia finales de los años

sesenta, con intensas jornadas de protestas y huelgas. El panadero

estuvo personalmente al frente de esas luchas, mostrando una

tenacidad extraordinaria y un temple combativo expresado en su

capacidad de resistencia ante la persecución, la cárcel y la tortura. Su

gesta comenzaba a ser legendaria en los círculos de la izquierda

salvadoreña.

Page 22: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

El plan de Carpio consistía en desatar la violencia insurreccional

de las masas. Pero esa voluntad, al menos según su propia percepción,

se enfrentaba a la oposición de un bloque de derecha enquistado en la

dirigencia comunista, y cuyo dirigente más representativo era Schafik

Hándal. Ese bloque se incl inaba hacia las formas legales de la lucha

polít ica, principalmente hacia la construcción de alianzas electorales

con sectores que Carpio consideraba pequeñoburgueses.

Desatada la pugna ideológica entre esas dos corrientes, las

posiciones de Carpio fueron finalmente derrotadas en Los órganos de

dirección partidaria. Aislados, Carpio y sus seguidores más cercanos

optaron por la renuncia y por el compromiso de fundar una nueva

organización cuyo principal esfuerzo, en esa fase inicial, se centraría en

el aspecto mil i tar.

Carpio y sus compañeros se clandestinizaron y a los pocos días

comenzaron a ejecutar sus primeras acciones, que básicamente

consistieron en asaltar a policías y vigi lantes nocturnos para quitarles

las pistolas. En Los medios obreros, donde eran muy conocidos,

comenzaron a preguntar por ellos, y pronto comenzó a rumorearse de

que estaban formando una guerri l la. Al parecer no eran pocos los que

querían sumarse a ese nuevo esfuerzo, pero el lo implicaba una grave

amenaza de desprendimientos dentro del Partido Comunista.

Para conjurar ese riesgo, la dir igencia comunista comenzó a

propalar un rumor, según el cual quienes habían abandonado el partido

eran provocadores al servicio del enemigo, y concretamente eran

instrumentos de la Agencia Central de Intel igencia de Los Estados

Unidos, según lo denunciaría después en varios escritos el propio

Carpio.

Page 23: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

Esa acusación, o más bien la tendencia a considerar como traición

todo desacuerdo polít ico, habría de marcar el aspecto más negativo de

la izquierda salvadoreña en su conjunto, y sería la base directa de al

menos tres de los hechos más dramáticos que marcan su historia: el

asesinato de Roque Dalton en 1975, por parte del ERP; el asesinato de

la comandante Ana María (segunda al mando de las FPL), ejecutada en

1983 mediante más de ochenta puñaladas por órdenes del mismo

Carpio, según la posición oficial de esa misma organización; y la

sanguinaria purga masiva realizada en el frente paracentral entre 1986

y 1989 por las FPL.

En una entrevista concedida al Servicio Informativo Ecuménico

Popular, SIEP, en jul io de 2008, José Domingo Santacruz, un antiguo

mili tante que actualmente es miembro del tr ibunal de ética del FMLN,

relata un detal le sumamente interesante relativo a la ruptura de Carpio

con el Partido Comunista.

Santacruz había realizado un viaje a la ex Unión Soviética en esa

época. A su regreso a San Salvador se entrevistó en una reunión

privada con Carpio, quién le explicó las razones por las que renunciaría

al partido, y lo invitó a que lo acompañara a fundar otra organización.

Santacruz no aceptó, y dice:

—EL 30 de marzo (de 1970) Carpio presenta su renuncia, y es

aceptada. Entonces él devolvió bienes, entregó documentos y se le

faci l i taron fondos, por algún tiempo se le faci l i tó vehiculo y chofer, que

era Mayo Cibrián, que era el chofer de Carpio.

No es difíci l deducir entonces que, muy probablemente, Mayo

Cibrián fue uno de los fundadores de las FPL; es decir, miembro del

Page 24: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

primer y casi mítico Comando Central, el máximo organismo de

dirección de esa naciente organización.

Contra las “desviaciones pequeñoburguesas” del ERP y otros

grupos insurgentes, las FPL se autodefinía como garante exclusiva de

los genuinos intereses proletarios, y por lo mismo como la vanguardia

indiscutible del movimiento revolucionario salvadoreño. Su estrategia

polít ico-mil i tar, definida como Guerra Popular Prolongada, GPP, partía

de una certeza: luego de que el movimiento revolucionario derrotara al

enemigo local (La ol igarquía terrateniente y el ejército), tendría que

enfrentar inevitablemente una invasión del imperialismo

norteamericano.

Por ello era preciso preparar al pueblo para una larga y sangrienta

guerra (“una revolución antioligárquica, anticapitalista y

antiimperial ista”), mediante la combinación de todas las formas y los

medios de lucha, con un principio orientador físico: avanzar siempre

bajo la guía del marxismo leninismo que, se decía en sus documentos,

por ser un pensamiento científ ico era impugnable.

Había también otro principio básico: el odio incesante, implacable y

consciente al enemigo. Ese odio se expresaba con toda claridad en las

dos consignas históricas de las FPL:

“Porque el color de la sangre jamás se olvida, los masacrados serán

vengados”, “No negociaremos jamás sobre la sangre de nuestros

muertos”.

En sus primeros tres años de existencia, las FPL en su conjunto

eran una extensión refleja de las virtudes y de los defectos personales

de su fundador y máximo dirigente, Cayetano Carpio. Sus combatientes

eran tenaces, severos, abnegados hasta el sacrif icio extremo,

Page 25: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

dogmático y sectario. Todos, independientemente de su origen de clase,

habían pasado por un duro proceso de proletarización en su

pensamiento y en su esti lo de vida.

Dirigentes y mili tantes vivían con suma austeridad en los mesones

más baratos de los barrios pobres, como si de aquellos primeros

cristianos de las catacumbas se tratara, y como aquellos mismos

practicaban un estricto ri tual discipl inario que, en lugar de Dios, tenía

por centro el ideal proletario, cuya viva encamación era Cayetano

Carpio.

En 1973, un comando de las FPL, en el que participaban

directamente los fundadores y el mismo Carpio, realizó una arriesgada

operación que consistió en el asalto, toma y destrucción del Consejo

Central de Elecciones. En el refuego, uno de los guerri l leros del equipo

de choque cayó herido ya en el interior del edificio, que para ese

momento era devorado por las l lamas. Sus compañeros lo creyeron

muerto y se retiraron del lugar. El hombre, sin embargo, se arrastró

entre el fuego y pudo salir de la zona, aunque quedó lisiado en una sil la

de ruedas durante un buen tiempo. Ese combatiente era Mayo Sibrián, y

ese episodio pasó a formar parte de la “gesta gloriosa” de las FPL. -

Con todo, eL marxismo que Carpio había estudiado en Moscú, en

los años cincuenta, era una doctrina simplif icada y bastante superficial,

condensada en aquellos tr istemente célebres manuales hechos a la

medida de la pequeña estatura intelectual de José Stalin. Por otra

parte, la pureza ideológica propugnada por Carpio había hecho posible

la mística combativa de los primeros dirigentes de las FPL, pero

dogmatizaba y sectarizaba a la organización.

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En ese contexto, los mili tantes de las FPL veían en Carpio y los

demás fundadores a los impolutos modelos y guardianes de la moral

proletaria, dispuestos a combatir en todo momento y hasta la muerte,

con odio implacable, no solo al enemigo de clase sino también las

desviaciones pequeñoburguesas que pudieran germinar dentro de la

misma organización.

No fue casual entonces que, en 1983, según la versión oficial de las

FPL, Carpio considerara una infi l trada a su segunda al mando,

comandante Ana María, y le ordenara al jefe de segundad interna de las

FPL, comandante Marcelo, que la ejecutara. La orden fue cumplida en

Managua mediante más de ochenta puñaladas... ¿de qué otra manera

merece morir un traidor?, habrán pensado los ejecutores.

CAIDA EN UN CONTACTO CLANDESTINO

La primera estancia de Mayo Sibrián en el frente paracentral duró

hasta principios de 1984, cuando le fue asignada otra misión en la

ciudad capital.

Unos meses después, a las diez de la mañana del día 16 julio

1984, Mayo Sibrián caminaba por las cercanías del cine Jardín, en el

municipio de Mejicanos, al norte de San Salvador. En dirección

contraria, en la misma acera y a unos veinte metros, se aproximaba

Arnoldo Bernal. Los dos hombres se vieron a la distancia y detuvieron la

marcha simulando no conocerse. Ambos echaron una ojeada

escrutadora al entorno. Se trataba del chequeo y contra chequeo típico

de un contacto clandestino.

EL rápido apreciado de la situación les indicó que no había

problemas. El encuentro tenía por objetivo un cruce de informaciones

sobre una operación, de considerable importancia, que ya estaba en

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curso en su fase prel iminar: Las FPL se tomarían de manera simultánea

dieciséis emisoras radiales para difundir un comunicado rebelde. Una

unidad guerri l lera bajaría del volcán de San Salvador, al día siguiente,

para apoyar esa acción. Concluida la misma, Mayo Sibrián partiría con

dicha unidad rumbo a Chalatenango, pues su situación de seguridad en

la capital se había complicado en las últimas semanas.

Los dos hombres decidieron realizar el contacto y continuaron

caminando. Ninguno de el los estaba armado. Repentinamente, cuando

ya estaban a menos de cinco metros de distancia, un auto grande se

detuvo junto a Mayo Sibrián, y cuatro hombres fornidos descendieron y

se le fueron encima a golpes.

Arnoldo Bernal se paró en seco, y supo de inmediato que él no

estaba en el radar de los agresores. El cuadro era claro: alguien había

delatado el contacto clandestino, o al menos el movimiento de Mayo

Sibrián en esa zona y a esa hora precisa. Poco después hubo

sospechas de un infi l trado en Chalatenango.

Arnoldo Bernal vio que su compañero comenzó a batirse a

puñetazos y patadas como una fiera. Entonces, sin mucho pensarlo,

corrió y se sumó a la pelea, pero otros cuatro hombres le cayeron

repentinamente por detrás. Las fuerzas eran abrumadoramente

desiguales y los dos guerri l leros fueron reducidos en pocos momentos.

Luego los subieron en dos autos y se los l levaron esposados,

encapuchados.

Arnoldo Bemal fue conducido de inmediato al cuartel general de la

Policía Nacional, donde comenzaron a interrogarlo y torturarlo. A Mayo

Sibrián lo l levaron al mismo lugar pero muchas horas después, ya en la

noche. “Ya iba bastante maltratado, lo habían estado torturando

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brutalmente”, recuerda Arnoldo Bernal. Ese tratamiento se prolongó

durante más de dos meses, en los que tanto Mayo Sibrián como Arnoldo

Bernal estuvieron en calidad de “desaparecidos” en las celdas de la

Policía Nacional.

Poco antes de la caída de los dos guerri l leros, el ERP había

herido y capturado a un capitán del ejército nacional, Napoleón Medina

Garay, en un combate en Nuevo Edén de San Juan, al norte del

departamento de San Miguel. Ese capitán estaba acusado de haber

perpetrado una masacre de civiles en 1981, en el cantón el Junquil lo del

departamento de Morazán. A pesar de el lo, el ERP decidió canjear al

mili tar y a otros oficiales igualmente capturados por la guerri l la, a

cambio de la l ibertad de cuatro dir igentes rebeldes y de un

salvoconducto para la salida, con la intermediación de la Cruz Roja

Internacional, de un contingente de combatientes que se encontraban

gravemente heridos en diferentes frentes de guerra.

El canje se concretó el 27 de septiembre de 1984, fecha en que

los guerri l leros l iberados y los heridos abordaron un avión que, luego de

algunas escalas, l legó a Suecia. Mayo Sibrián estuvo muy poco tiempo

en ese país, pues partió a Cuba a seguir un tratamiento clínico

especial.

En la Habana, y después en Managua, Mayo Sibrián contó a

muchos de sus compañeros la crueldad con la que había sido torturado,

pero no solo eso. También expresaba su estupor ante la cantidad de

información que tenía la policía sobre las estructuras clandestinas de la

guerri l la: nombres, casas, rutas, redes, planes, en fin, información que

sus interrogadores habían manejado ante él en fal l idos intentos por

sonsacarle lo que sabía, aseguraba. Y, claro, todo eso se corroboraba

con el hecho de que él mismo hubiese sido delatado. La infi l tración

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enemiga, por tanto, era un hecho y era muy grande. De eso no le cabía

ninguna duda.

Por ese tiempo, y mientras estuvo en el exterior del país en

recuperación, principalmente entre la Habana y Managua, Mayo Sibrián

se aficionó a la lectura de libros y manuales relacionados con las

técnicas de intel igencia y contrainteligencia. Algunos de los que

conversaron con él en ese periodo recuerdan que, entre esos materiales

de consulta, dos lo habían impresionado particularmente y los releía,

citaba y recomendaba con frecuencia: El Documento Fil ipino, que era

básicamente un recuento de cómo la CIA habría desarticulado la

guerri l la Fi l ipina a partir de un sofisticado proceso de infi l tración de sus

estructuras clandestinas. La otra fuente de consulta era, extrañamente,

una novela de espionaje.

Se trataba del best seller t i tulado “La Clave está en Rebeca”, de

Ken Follet, una historia sobre las peripecias de las redes de espionaje

durante la Segunda Guerra Mundial. La particularidad argumental de

ese l ibro consiste en que los protagonistas, poco a poco, van

transformando sus misiones oficiales en obsesiones personales, y

terminan desplegando sus actividades, entre las consabidas aventuras

de amor y crimen, prácticamente en ese único plano.

UNA VASTA OPERACIÓN DE CONTRAINTELIGENCIA

En la historia de las luchas revolucionarias, no es infrecuente que

quienes son capturados y torturados terminen colaborando con sus

enemigos, en el sentido de suministrarles la información que poseen.

Pero también hay casos de quienes han logrado soportar el martir io,

hasta la muerte, sin doblegarse. En teoría, un cuadro consolidado, un

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jefe, está más capacitado y dispuesto para la resistencia que un

mili tante raso. Sin embargo, la realidad registra casos de combatientes

que han resistido y de jefes que han traicionado.

En El Salvador, a lo Largo del confl icto, se dieron ambas

circunstancias. Al menos tres comandantes guerri l leros, de nivel de

Dirección Nacional, terminaron siendo colaboradores del ejército, según

lo afirmaron en su momento sus respectivas organizaciones: Moisés

Areola, de la Resistencia Nacional; Arquímedes Cañada, del ERP, y

Miguel Castel lanos, de las FPL.

Hay que decir también que otros comandantes guerril leros con

igual o superior jerarquía soportaron la tortura sin doblegarse: Salvador

Cayetano Carpio, Li l Milagro Ramírez, Ana Guadalupe Martínez,

Jeanette Samour, Américo Araujo, Facundo Guardado y Claudio Armijo entre

otros. En todo caso, al salir de prisión, sea por un escape o por un canje, el militante

tiene que someterse a un control o filtro especial por parte de los encargados de

contrainteligencia de su organización.

Con toda probabilidad este fue el caso de Mayo Sibrián, que ya en la Habana

debió rendir informes y ser evaluado. Los hechos indican que pudo persuadir a sus

compañeros de haber mantenido una actitud integra durante su cautiverio, puesto

que solo fue reintegrado a la militancia sino que, además, fue promovido a

responsabilidades superiores a las que hasta ese momento había ejercido

concretamente la jefatura general de todo un frente de guerra.

Esto permite suponer que la jefatura máxima de las FPL no solo vio en Mayo

Sibrián un dirigente integro (lo que el lenguaje tradicional de esa organización se

conocía como un cuadro consolidado, por haber superado todas las pruebas posibles

en la trayectoria de lucha) sino que también valido las conclusiones que el habría

sacado respecto a la magnitud de la infiltración enemiga en las estructuras

clandestinas de la guerrilla. Habría entonces que actuar en consecuencia, es decir:

Page 31: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

detectar y castigar ejemplarmente a los espías y colaboradores que el enemigo

hubiera introducido en la organización.

Pero hay algo todavía más complejo en estos casos.

Una vez producida la captura, la que muchas veces es seguida de una desaparición

que implica no reportar la misma a ninguna autoridad administrativa o judicial, como

suele ser natural en un estado de guerra, comienza las desconfianzas de quienes

son compañeros de armas del apresado.

Una vez comprobada la captura se produce un despliegue de las estructuras

clandestinas para evitar que cualquier información que brinde el capturado sirva para

golpear a las unidades guerrilleras. Pero el hecho de que no se reporte ninguna otra

captura o desmantelamiento de bases, como resultado de la primera, no es motivo

para suponer que no ha pasado nada, es por ello que las medidas de seguridad

tomadas en contra de aquellos que una vez quedan libres han de volver a las filas,

son drásticas.

En un nivel un tanto burdo, una vez producida la captura del guerrillero, se

puede provocar un descalabro, lo que de inmediato delata al capturado. Pero puede

ser que se trate de un trabajo más fino, que implique una colaboración mas

permanente con el ejercito oficial, esta es la parte mas delicada pues ella es donde

podemos hablar de un verdadero trabajo de inteligencia, lograr que jefes guerrilleros

sigan trabajando en el máximo secreto con la Fuerza Armada.

En 1993, un ano antes de la captura de Mayo Sibrián, el ejercito salvadoreño

había montado en San Vicente, corazón del frente para central, un proyecto modelo

denominado Bienestar para San Vicente, integrado al plan nacional de guerra

conocido como CONARA, Comisión Nacional de Restauración de Áreas, que

replicaba las operaciones de pacificación de areas especificas realizadas por los

norteamericanos en Vietnam. Hacia 1992, la socióloga marxista chilena Marta

Hanecker publico el libro titulado: “Con la mirada en alto, historia de la FPL”, basado

en entrevistas con varios de los dirigentes de esa organización.

Ahí, Salvador Sánchez Ceren, por entonces comandante Leonel González, se refiere

a ese proyecto del ejército en los siguientes términos:

Page 32: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

“Ocupaban las aéreas de población civil para llevar a cabo su plan de acción

cívica que consistía en llevarles profesores, abrir las escuelas, realizar algunas obras

de infraestructuras, instalar chorros, letrinas, llevar diversión a los barrios, a los

cantones, asistencia medica, donación de ropa y víveres. Todo eso se llevo a cabo

mientras realizaban la operación de exterminio contra las fuerzas guerrilleras. Y eso

se iba completa mentando con todo un trabajo de inteligencia que, en aquella época

no descubrimos, sino solo mucho después(…)Como el poder local que representaba

al gobierno había sido destruido por nosotros, ellos tuvieron que empezar a construir

una nueva forma de control, sobre la base de crear redes clandestinas de

información. Una vez terminada la acción cívica, esas redes quedaban en contacto

con la Fuerza Aérea y con la Brigada”.

Es imperioso referir que esa tendencia a ponderar un trabajo de inteligencia de

nivel desproporcionado fue uno de los grandes errores de análisis estratégicos del

mando de la FPL.

De ahí que la cura resulto ser peor que la supuesta enfermedad.

Veamos: los planes del ejercito que estaban encaminados a ganar la mente y

corazón de la masas, eran mas bien diseños político de guerra que buscaban

arrebatar territorios controlados por la guerrilla y su influencia política en las masas.

Además, las operaciones militares son en cualquier caso una respuesta a la

extraordinaria capacidad de combate de la guerrilla de ese periodo. Como lo hemos

dicho en otros apartados de esta investigación, la pequeñez del territorio, la densidad

poblacional y la altísima movilidad de la guerra llevo a ambos ejércitos a estar

mezclados cotidianamente con la misma población civil y mucho de lo que uno u otro

hacia en el terreno de combate siempre era conocido.

Ese rasgo de nuestra guerra tiene vetas de luz por donde quiera de lo que

observemos. La misma guerrilla tenía mucha información de los movimientos del

ejercito, pero esas informaciones no llegaban necesariamente por el conducto típico

de una unidad de inteligencia o de infiltración, era la misma población la que contaba

que había visto a tantos hombres armados por equis lugar.

El que recibía la información era quien debía corroborar con sus propias

unidades si eran fuerzas enemigas u hostiles. Pero eso no es modo alguno un plan

Page 33: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

tan bien articulado, como se quiere seguir argumentando para justificar las

barbaridades cometidas. Un principio de todo ejercito es contar con información de

campo al momento de sus movimientos, para ello no requiere de ningún plan

Maquiavelo, mas que moverse y tomar todo aquello que encuentra a su paso. La

mejor información con la que cuenta es la que encuentra en el terreno.

El análisis hecho por Sánchez Cerén en aquel entonces bien pudo haber

buscado descalificar el programa de acción cívica que siempre han implementado los

norteamericanos en sus guerras de intervención, y nada mejor que acusar a los

ingenieros, doctores, maestros, alcaldes, lideres comunales, de ser una red de

trabajo de la inteligencia enemiga; el problema es que una vez hecho el análisis,

torpe y simplista por cierto, se transmite a las jefaturas y militancias y lo que debió

ser un estudio mas serio, mas bien sociológico, del estado de guerra y la vinculación

de las masas, se vuelve un foco de ataque repleto de fantasma que, unido a la

doctrina purista de esa organización, pudo provocar los resultados que hoy

conocemos con mas detalles.

Esto prueba que, en la jefatura de la FPL y particularmente en su máximo

comandante, Salvador Sánchez Cerén, existía la convicción de que en el frente para

central estaba en curso una vasta operación de infiltración de informantes (“redes

enemigas”) en la periferia y al interior mismo de ese frente. Tomando esto en

cuenta, y asociándolo a la ya descrita obsesión que Mayo Sibrián comenzó a

experimentar en relación al tema de la infiltración enemiga, no es muy aventurado

imaginar que, en el momento de evaluar la situación del frente para central, la

Comisión Política de las FPL, a la cual pertenecía Mayo Sibrián, llegara a la

conclusión de que era imperativo enfrentar con la mayor firmeza el problema en

cuestión.

Precisamente por esos mismos días, finales de 1984 y principios de 1985,

había tenido lugar un incidente en el para central. Pablo Parada Andino,

(Comandante Goyo),jefe militar de ese frente por entonces, había detectado

problemas de disciplina y moral en en los combatientes del Batallón “Ernesto

Morales”.

Page 34: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

Habiendo nacido, crecido y formado como combatiente y mando en esa

misma zona, Goyo conocía perfectamente la idiosincrasia de sus hombres. Sabia

que la mayoría de ellos venían combatiendo en las guerrillas desde principios,

mediados o finales de los anos setenta, enmontañados y alejados de sus familias, y

que en esas condiciones era compresible que se dieran periodo de cansancio y

desmoralización. Sobre todo porque a esas alturas ya era evidente que la guerra, en

lugar de tener un desenlace rápido, como se había presupuestado en la ofensiva

general guerrillera de 1981, se prolongaría indefinidamente.

En esas circunstancias, Goyo y sus jefes tomaron una decisión poco usual, o

en todo caso heterodoxa en relación al manual o la doctrina de las FPL, que

contemplaba el máximo rigor contra el relajamiento disciplinario o el ablandamiento

de la moral combativa de sus militantes: reunió al batallón en cuestión, les explico el

problema y les dijo que embuzonaran las armas y que se tomaran todos un mes de

licencia para descansar y estar con sus familias.

Goyo sabia que existía el riesgo de que algunos ya no regresaran, pero su

calculo mental fue el siguiente: “Los que regresen son los auténticos combatientes, y

con ellos aunque sean pocos, si será posible llevar adelante una guerra cada vez

mas dura”.

La historia demostraría después, trágicamente que, lo que para el comandante

Goyo era comprensible cansancio del combatiente, en ultima instancia un problema

relacionado a los ciclos de ascenso y descenso del entusiasmo, propio de la

condición humana en general, para Mayo Sibrián, Salvador Sánchez Cerén, y

para la mayoría de los miembros de la máxima jefatura de las FPL, era un signo

evidente del trabajo de infiltración enemiga. Todo descrito anteriormente, permite

suponer que Mayo Sibrián regreso al frente para central con una misión especifica de

contrainteligencia: detectar y aniquilar “las redes enemigas” infiltradas.

Page 35: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

CAPITULO TRES

EL LUGAR DE LOS HECHOS

Durante la guerra los alzados salvadoreños replegaron sus unidades militares

en varios frentes de guerra a nivel nacional: frente occidental Feliciano Ama, frente

central Modesto Ramírez. Frente para central Anastasio Aquino, frente oriental

Francisco Sánchez. El frente para central es una de las cunas guerrilleras mas

admirables en la historia de la guerra civil Salvadoreña.

Al norte de la carretera Panamericana, en el departamento de San Vicente,

enclavados entre cerros pelados que solo el invierno puede cubrir de follaje y yerbas,

hay un pequeño grupo de poblados; uno de ellos es San Esteban Catarina. Más allá

de sus angostas y empedradas callecitas nace un camino vecinal que conduce a un

viejo caserío de nombre religioso y mítico: Cerros de san Pedro. Esa es la entrada al

que fuera conocido como el frente para central.

Ese caserío cumplía en la guerra el papel de garantizar la comunicación entre

los frentes guerrilleros del oriente con los del centro y occidente del país.

Dos o tres kilómetros hacia el sur de San Esteban Catarina, esta el desvío que

conduce a la Ciudad de San Vicente, donde decenas de mujeres suben y bajan de

los autobuses de pasajeros, corren tras los autos y ofrecen con cantos coloridos

pinchos con fritangas de cerdo y res con tortillas de maíz. Una tradición tan vieja

como el paisaje que luce sus estribaciones entre espigas de maíz, frijoles, cana de

azúcar, sembradíos de hortalizas, potreros de ganado y fincas de café.

Desde la carretera panamericana se ve el valle de Jiboa con su verde

inmaculado, movido por la lejanía de un cielo azul que por ratos se abraza a las

nubes plegadas a los cerros más altos. La ciudad de San Vicente, la mayor del

Departamento, se ve al fondo, al pie de los cerros. Al sur oeste se levanta imponente,

con sus dos tetas puntudas, el volcán Chichontepec, cuyas estribaciones llegan a

enraizarse en el departamento vecino de La Paz, y que despliega su posición de

ventaja bélica sobre la ciudad de Zacatecoluca.

Page 36: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

El Chichontepec, como le llaman muchos, fue un importante territorio de la

guerrilla, conocido como Jaragua, lugar donde el agua se imprime en la tierra,

volviéndola un recurso escaso y difícil para librar la guerra. La presencia guerrillera

se extendía con bastante seguridad hasta el poblado de Santa María Ostuma y los

llamados territorios de los nonualcos; mas allá están los cantones paz, opico,

coyolito, San Rafael, San Diego, león de piedra, perical, la Cayetana, importantes

puntos del escenario de guerra.

A partir de la carretera que une a la Ciudad de San Vicente con tecoluca, se

habrá un predio de cerros menores cuyas faldas termina en las riberas del Rio

Lempa. Ahí se ubico la zona guerrillera conocida como gavidia, en los caseríos el

socorro, el palomar, San Fernando, San Bartolo, la Soledad, San Juan Buenavista, el

cerro buena vista y otros. Fue allí precisamente donde el comandante Mayo Sibrián

instalo su puesto de mando en los últimos cuatro anos de la guerra.

Al otro lado del río lempa ya en el Departamento de Usulután, se encontraba

los campamentos de otras zona guerrillera conocida como Ángela Montano, donde

son artos conocidos los cantones y caseríos la quesera, San Marcos Lempa, tres

ceibas, las piletas, Nombre de dios; y ciudades como Berlín, San Francisco Javier, y

San Agustín. Esto lugares sobresalieron en la guerra por la gran cantidad de

operaciones guerrilleras y por la constante actividad bélica de ejercito.

El mar percibido en la lejanía desde la sima de los cerros, se confunde con el

azul del cielo al sur de los departamentos de: San Vicente, La Paz, y Usulután desde

las planicies surcadas por la carretera del litoral hasta la playa del Pacifico, se

encontraba la quinta subzona guerrillera del para central : La Costa; caserío como

azacualpa, las anonas, el despoblado, San Nicolás Lempa, La bocana, la canoa, el

estero de Jaltepeque, surcados por laberintos de agua, pantanos, pequeñas islas, y

las desembocadura del rio lempa en el Océano Pacifico, eran los territorios naturales

de esa guerrilla altamente ofensiva y de sangre caliente.

Una vez extendido el mapa y surcado el territorio unos de los mitos mayores

de la guerrilla salvadoreña parece romperse. Durante los anos de la guerra se

conoció que las dos retaguardias, y por consiguiente, los mayores territorios

guerrilleros bajo control, fueron el norte de Morazán y Chalatenango.

Page 37: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

Pero una vez observada la complejidad de los territorios del frente para

central, su extensión, su variedad geográfica, los departamentos incluidos, el origen

de los conflictos sociales y políticos, la altísima capacidad organizativa mostraba

ante los mismos, la cantidad de tropa guerrillera que allí se formo al calor del

combate pero especialmente en los territorios de planicie y fangales ubicados al sur

de la carretera del litoral, la historia se rescribe por si sola y la verdad se devela

haciendo añicos los mitos.

Ningún otro frente guerrillero presento una variedad tan extensa de territorios,

cerros y lomas, riberas de los ríos, territorios volcánicos, serranías, largas y extensas

planicies, ensenadas, pantanos, esteros y playas y el mismo mar adyacente,

territorios en la guerria se desplazaba a pie, en autobuses, lanchas y avionetas para

transportar pertrechos de guerra desde Nicaragua, y para combatir a sus enemigos.

ESOS EXTRAORDINARIOS GUERREROS

La gente del frente paracentral responde en común a esa situación

geográfica , que es a la vez situación económica y social, muy especial política, y

excepcionalmente psicológica. Hombres curtidos por la pobreza y el Sol, despojados

de tierra, hambrientos, como los que deambulan en las paginas de la novela Jaragua

, de Napoleón Rodríguez Ruiz; hombres de machete en mano y botas de hule; de

penetrante voz y larga herencia de lucha.

No fue casual que la zona de las planicies de la Paz, San Vicente y Usulután,

donde existían enormes haciendas y grandes cantidades de mano de obra agraria,

donde para muchos se encuentran las mejores tierra para el cultivo y el pastoreo de

nuestro país, haya sido afectada muy de cerca por uno de los procesos políticos y

económicos más influyentes de la vida de los salvadoreños: la reforma agraria

llevada a cabo con la intención de detener la crisis social y política que amenazaba

con desbordar la paz social, y que fue iniciada en su primera fase por el coronel

Arturo Armando Molina, quien gobernó entre los años 1972 y 1977.

Y no es que esa reforma haya despojado a muchos hacendados de esos

lugares, no, el temor mismo a perder las tierras fue lo que desencadenó una

Page 38: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

violencia sin precedentes en contra de los trabajadores agrícolas. Muchas de esas

haciendas fueron abandonadas por sus propietarios, otros se resistieron con lo que

tenían a mano. Sus armas.

Esa violencia ya estaba expresada a nivel económico pues la situación

cotidiana de esos trabajadores rayaba con el abuso de los patronos. Las tareas eran

dobladas, los pagos incompletos, los tratos deplorables. Y cuando los primeros

jornaleros se atrevieron a reclamar, recibieron palo o bala. Esa injusticia laboral

provocó una respuesta masiva de altísima organización y combatividad.

Organizaciones como la Unión de trabajadores del Campo (UTC), que aglutinó

a decenas de miles de3 trabajadores agrícolas, tuvieron sus asentamientos en esas

zonas, donde mujeres y hombres se organizaron en cientos de caseríos bajo una

misma bandera. Sus movimientos del campo hacia la ciudad, para alzar su voz de

protesta, resulto ejemplar para el resto de movimientos civiles.

De hecho, la UTC nació con el nombre de unión de trabajadores del Campo

Vicentina, UTCV, pero debido a su poder de convocatoria y de su organización, que

se mostraba en las marchas de protesta en San Salvador, es que paso a asumir un

nombre de carácter nacional.

UTC llega ser tan poderosa que termina aliándose con otra organización

Campesina, FECCAS, Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños, muy

vinculada a los movimientos cristianos influenciados por teología de la liberación. La

alianza de esas dos organizaciones dio nacimiento a la Federación de Trabajadores

del Campo, FTC, que fue, en los términos marxistas de aquellos años “ un ejército de

masas” .

La gente del paracentral tuvo experiencias distintas a los del norte, donde se

asentaron las dos grandes retaguardias oficiales de la guerrilla, Morazán y

Chalatenango. En el norte, el aire fresco de la montaña, la psicología de sus

habitantes y su condición de propietarios pequeños, marcaron una diferencia en la

forma de enfrentar la guerra.

La maniobra de campo abierto, el dominio de las alturas, el control de

territorios, se volvió la condición propia de los dos frentes del norte. El combate a

distancia, menos frontal, la frescura del mando guerrillero al observar la carta y dirigir

Page 39: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

la batalla con suficiente tiempo, moldeó un tipo de visión táctica no solo de los jefes

sino también de la tropa.

En el norte de Chalatenango y Morazán no se expresó de manera

generalizada la lucha organizada entre los jornaleros y los patronos de las

haciendas, sencillamente porque no había haciendas. Las mejores tierras para el

cultivo y la ganadería estaban en las planicies donde no había una estructura de

subordinación como la de los colonos en las fincas de café.

El calor de la costa o la planicie es un marcador no sólo de la temperatura en

el ambiente y la sangre, sino también de la temperatura en ambiente y la sangre,

sino también de la mentalidad y ala actitud, que induce a la capacidad de respuesta

más ágil ante las adversidades.

Los más viejos veteranos de esa guerrilla se incorporaron a principios de los

años setentas a esas organizaciones de masas. Fue ahí donde se foguearon en

marchas, tomas de haciendas, fincas, carreteras, y aprendieron el arte de la

clandestinidad, no sin dejar en esa escuela tendaladas de cadáveres de sus

compañeros. Eran en su mayoría agricultores, jornaleros y pescadores.

Sus primeros pasos en la organización militar tuvieron mucho que ver con las

demandas salariales y de tierra. Ahí es donde se formaron los primeros grupos

milicianos vinculados con la doctrina de la teología de liberación y a las células

clandestinas de las FPL. Este hecho muestra que la guerrilla salvadoreña no estuvo

constituida en su mayoría por obreros sino por campesinos y que, por tanto, su

mentalidad no estaba relacionada con esquemas totalitarios marxistas-leninistas,

pues su visión del mundo estaba más conectada con los valores cristianos y con la

libertad que representa el campo y sus colores.

Las milicias y la guerrilla de las FPL eran alimentadas por enormes cantidades

de organizaciones de masa campesina. Ese es el otro mito quebrado por la historia.

A pesar de que la doctrina ideológica de las FPL ponderaba al obrero como clase

vanguardia, y sostenía que el campesino debía incorporarse en alianza con aquél en

una especie de subordinación, lo cierto es que fueron miles de campesinos los que

llegaron hasta el final en los frentes de3 guerra y no los obreros.

Page 40: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

Es muy difícil encontrar un sindicalista que haya sido jefe de destacamento o

de batallón en esa organización de la guerrilla. En cambio, los nombres de hombres

y mujeres de origen campesino son abundantes al momento de capitular las grandes

batallas de los alzados.

El comandante Goyo recuerda que en una reunión del paracentral, donde

inclusive estaba Lorena Peña (comandante Rebeca Palacios), el debate era el papel

del obrero. Entonces Goyo dijo: “Eso de los obreros es paja, que levante la mano el

que en este mando sea obrero”. Sólo el Cuto Nelson dijo que hacía muchos años

había trabajado en una fábrica, pero la verdad es que había sido cabo en el ejército.

-Ahí terminó el debate, no había ningún obrero, sólo hombres de campo,

incluyendo a los que éramos jefes-,dice Goyo.

Miguel Uvé es uno de esos jefes, cuyo nombre expresa no sólo un origen y

destino sino la fuerza del guerrero. Observe el lector que no era Uve sino Uvé, como

le llamaron sus compañeros de combate. Y eso tiene que ver con el génesis de esa

guerrilla.

Las primeras unidades selectas de combate de las FPL, fueron llamas

Unidades de Vanguardia, UV. Con los primeros pelotones de esas fuerzas se fueron

formando destacamentos militares, cuya cantidad de hombres es equivalente al de

una compañía de cien hombres, aproximadamente. Más adelante esos

destacamentos, fogueados en los primeros meses de la guerra civil, comienzan a

organizarse en batallones, cuyo número de efectivos ronda entre los trescientos

cincuenta y los cuatrocientos.

Luego, con cuatro de esos batallones, más de mil cuatrocientos hombres, se

conforma la brigada Felipe Peña Mendoza, en la que se incluyen los batallones X-21

ó “Juan Méndez”, S-20 o “ Andrés torres”, K-93 o “ Alejandro Solano”, A-7 o “

Ernesto Morales” . Esta sería Considerada la fuerza de élite de las FPL, sin incluir

las dos compañías de fuerzas especiales, además de las unidades de J-28(Fuerzas

especiales de cada frente), además de las Fuerzas Regionales conocidas como

columnas guerrilleras, las milicias, unidades de apoyo o aseguramiento.

Page 41: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

Miguel Uvé, es fundador y jefe de sobrada condición militar. Es originario de

un cantón ubicado en las faldas del Chinchontepec, León de Piedra, un nombre que

pesa por su historia, vecino de la Cayetana.

Después de pasar por las mismas tribulaciones que las gentes de los años

setentas, llega a la jefatura, en el año 1983 del batallón “Andrés Torres”. Basificado

en el volcán de San Vicente. Dicha unidad fue conocida por su extraordinaria

capacidad de combate y la agresividad de sus tropas. Algo similar sucedía con el

batallón “Ernesto Morales”, que en esa época era comandado por Walter, hermano

del comandante Giovani, unidad que también fue comandada, en otro momento, por

el comandante Goyo.

El frente paracentral no sólo está marcado por su heroísmo y una historia

poco explorada, sino por una serie de tragedias. Una de ellas es la muerte temprana,

en combate, de su primer jefe militar, José Roberto Sibrián, comandante Celso, que

murió el mes de mayo de 1980, cuando se estaban conformando los primeros

campamentos guerrilleros.

En el marco de los combates relacionados con la primera ofensiva de la

guerrilla salvadoreña, el 24 de enero de 1981, cae peleando todo el puesto de mando

del frente paracentral, conformado por ocho mujeres y veintidós hombres, dentro de

ellos los jefes Juan Recinos, conocido como Netón y Juan Méndez, conocido como

Juanón, es por este jefe que el batallón X-21 adquiere su nombre.

En esos primeros dos años de la guerra, esas unidades ya habían ejecutado

una gran cantidad de operaciones militares de gran envergadura, como la voladura

del Puente de Oro, el aniquilamiento de posición de Siete Joyas, golpeando en el

terreno a las tropas élites del batallón Atonal y otras fuerzas de infantería,

aniquilando posiciones de la Guardia Nacional en Tecoluca, o a batallones de la

Quinta Brigada de Infantería en maniobras de campo abierto, barrido posiciones

militares de poblados circundantes a la carretera del Litoral.

Cuando en diciembre de 1983 se produjo el ataque al cuartel de la Cuarta

Brigada de Infantería, ubicado en el Paraíso, Chalatenango, poco se supo de la

cuota de aporte del frente paracentral. Los batallones “Andrés Torres” y “ Ernesto

Morales” estuvieron en esa gran maniobra militar, al igual que las Fuerzas

Page 42: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

Especiales, que estaban conformadas con una gran cantidad de combatientes del

paracentral. El X-21 que entró a la primera línea, también tenía en sus filas a muchos

oriundos de aquella zona.

Posteriormente en el invierno del 1984 se dio el ataque y toma de las

posiciones de la prensa Hidroeléctrica Cerrón Grande. En esta operación, la mayor

victoria de campo la obtuvo el batallón “ Ernesto Morales” comandado por el capitán

Walter y Goyo. Aniquilaron una unidad entera al emboscar varios camiones militares,

donde recuperaron un mortero 120 mm., hecho sucedido entre los poblados de

Ilobasco y Sensuntepeque.

Ese mismo batallón aniquiló al año siguiente una unidad militar en el lugar

conocido como El Salto, donde la hazaña del jefe de pelotón. Tito, se cuenta por los

sobrevivientes. Ese jefe se lanzó con dos granadas sin seguro sobre la vaguada y,

mientras apretaba la espoleta, grito en medio de los soldados que en masa corrían

despavoridos: “¡O se rinden todos o nos morimos todos ¡“ Ahí se marco una parte de

la victoria.

El batallón K-93, que participó en la batalla de Cerrón Grande, estaba

basificada en la zona de Radiola, que era comandada por Ramón Torres, también

originario del paracentral. Pero también había un considerable número de guerreros

de esa zona en el resto de unidades especiales y regulares de las FPL.

Combatir en el sur es otra dimensión. En no pocas ocasiones, cuando en el

paracentral se recibió la visita de algún contingente guerrillero venido desde

Chalatenango, al caminar noches enteras por aquellas planicies enormes, al

adentrarse al las tierras pantanosas, preguntaban por un cerro. Los guerrilleros

originarios del lugar respondían que no se preocuparan en buscarlo pues no había

ninguno. Luego preguntaban por piedras para parapetarse, tampoco había, “aquí

peleamos parados”, les respondían.

En las guerras las elevaciones del terreno son puntos de apoyo para el avance

militar, son ejes psicológicos para las jefaturas y las tropas. Tomar una elevación

permite asumir un control visual sobre el terreno más lejano, permite un estado de

dominio, muy básico al momento del combate. Las comunicaciones operativas se

sirven de las alturas para que el mando no pierda control de sus unidades. Avanzar

Page 43: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

sobre una elevación, cuando en la misma está basificada el enemigo, es una de las

mayores desventajas tácticas, si el enemigo domina una elevación se tiene que

buscar el dominio de otra. No tener bajo control ninguna altura produce un estado de

indefensión.

Ese Carácter geográfico es a la vez una conexión del hombre y su entorno. “El

salvador es una tierra de lagos y volcanes”, no es una metáfora, la pequeñez del

territorio lo sitúa en una membrana de volcanes, cerros y lomas, por donde quiera

que se transite. Las planicies del paracentral, son en relación al resto del país, una

excepción que puesta como escenario para la guerra modificó drásticamente la

concepción táctica de quienes la libraron ahí

No uno si no varios jefes guerrilleros del norte hicieron el comentario que en

ambiente tan cerrado y poco probable para la maniobra como el de la costa, se

hubiesen desertado.

Algunos de los jefes militares que pelearon en esas zonas, como Juan Patojo

o Goyo, advierten que ante un terreno tan plano surcado por ríos y pantanos, la

maniobra más segura era pegarse al cinturón del enemigo. El ataque frontal era la

mayor defensa. En todo caso, la maniobra de retiradas siempre debía ser más audaz

que en terrenos con elevaciones, la respuesta debía ejecutarse con mayor rapidez,

los minutos y los segundos contaban como en ningún otro lugar. Mientras en la

elevación el jefe se deleita observando el territorio que tiene a sus alrededores,

marca con tranquilidad los puntos de avance, de retirada o mayor resistencia

enemiga , en el terreno que no se puede ver desde las alturas, las cosas se resulten

a cada paso que se da. Es por ello que la agilidad mental y física del guerrillero en

esa zona fue su mejor arma, su condición natural, por consiguiente de permanente

ofensiva.

Cuando avanzaban por las noches, de pronto podían encontrarse con una

zona inundada o pantanosa. Por ello fue costumbre de los habitantes de esos

lugares derribar palos de coco para caminar sobre ellos. Los guerrilleros que

aprendieron a poner sus pies en terrenos como esos, desarrollaron una especial

agilidad para apresurar los pasos, sin perder el equilibrio, aún de noche y sin luz de

lámpara. En cambio aquellos que llegaban del norte, mientras lograban adaptarse a

Page 44: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

esas condiciones, debían darse unos cuantos chapuzones o revolcarse en los

lodazales.

Muchos de los campamentos que se construyen en la costa nos estaban

puestos sobre tierra firme, entre unos y otro no había ni caminos. Casas de

campaña, pisos y caminos, eran construidos con madera enclavada sobre las

infinitas raíces de los manglares. Cuando la marea bajaba era posible caminar sobre

ellos, aprendiendo a doblar el cuerpo para no chocar con el resto de ramas y raíces.

Cuando la marea subía debían subir sus aperos o tapescos y dormir en hamacas

pues todo lo que quedaba bajo sus pies era agua salada del mar.

En esos ambientes los ataques de artillería o los ametrallamientos y cañoneos

desde las lanchas Piraña del ejército eran cotidianos, sin que para ello hubiese

ninguna piedra o árbol grueso donde defenderse. No en pocas ocasiones guerrilleros

y soldados se encontraban frente a frente, a bordo de pequeñas lanchas, atrapados

en angostos senderos, rodeados de esas mismas e infranqueables palazones tupida

de raíces. Y al verse tan cerca y sabiendo que si disparaban era poco probable que

alguien sobreviviera, pues si no morían por las balas morían ahogados, sin dejar de

apuntarse y en el silencio se retiraban por el mismo lugar donde habían llegado.

Estos testimonios los hemos obtenido tanto de guerrilleros como de oficiales de la

Infantería Marina que pelearon en dichas zonas.

Esas son las credenciales de la mayoría de las víctimas que sufrieron

atropellos por parte del mando supremo de las FPL, de nuestros testigos,

poseedores de una historia que no puede ser contada a cabalidad, pues uno de

ellos es una historia, uno o muchos libros.

Page 45: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

CAPITULO CUATROMayo Sibrián regresó al paracentral en mayo de 1986, ya en calidad de

comandante en jefe del frente. A Goyo se le asigno una misión especial fuera del

país los dos comandantes se encontraron en Cerros de San Pedro, el uno saliendo y

el otro llegando.

Mayo Sibrián acompañado de un grupo de combatientes, había realizado una

larga caminata desde la zona de Radiola, del departamento de Cabañas y sostuvo

una conferencia de coordinación con Goyo. Ahí salió a luz un tema en apariencia

irrelevante: Mayo Sibrián contó que un mucho universitario y miope, que venía con él

en la marcha, se le había perdido en el camino.

-Es lo que pasa con los pequeño burgueses urbanos, no aguantan ni el menor

esfuerzo y son los primeros que se quiebran y traicionan -, dijo.

Goyo supo después que el muchacho en cuestiones había extraviado en efecto

durante la marcha; había esperado escondido todo un día en un montarral para

continuar el camino durante la noche hasta llegar a Cerros de San Pedro. En el

frente fue destinado a los talleres de explosivos y , en poco tiempo debido a su nivel

académico y a su simpatía personal, se ganó el cariñoso sobre nombre de Oscar, el

Maestro.

La sorpresa para Goyo, cuando a finales de 1987 regresó al paracentral, fue

que Oscar, el Maestro había sido ejecutado por el mando de las FPL en la zona. El

se llamaba Carlos Danilo Flores, estudiante de filosofía y maestro de una escuela de

Ciudad Delgado. Era Hermano de crianza de Consuelo Roque, que por entonces

fungía como jefa de la facultad de Humanidades de la Universidad del Salvador.

Otras de las víctimas, con el mismo perfil de Carlos Danilo Flores, además de

la ya mencionada psicóloga Ethel Pocasangre Campos, había Sido René Oviedo, de

Pseudónimo Octavio, estudiante de economía de la UCA y dirigente del FUR-30, uno

de los frentes universitarios de las FPL; así como el doctor Blas, Carlos Alberto Peña

Hernández que estuvo como médico de guerra el la zona Ángela Montano del

paracentral.

Page 46: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

No hace mucho, la madre de René Oviedo se acercó al Instituto de

Derechos Humanos de la UCA, para pedir que le ayudaran, por lo menos, a

gestionar que Salvador Sánchez Cerén o Medardo Gonzáles, antiguos jefes de

la FPL y ahora dirigentes máximos de l FMLN, le indicaran el lugar en que su

hijo fue sepultado. Hasta la fecha ambos líderes han guardado silencio.

ANDRÉS, LA DESERCIÓN DE UN JEFE GUERRILLERO.

Andrés era un joven guerrillero campesino, fiero en combate pero vivaracho y

alegre en la cotidianidad, amante de la charla amena y pícara, de la música, el baile

y la belleza femenina. Era el jefe del destacamento número uno del batallón “Andrés

Torres”, cuyo comandante era Miguel Uvé. Cuando este último salió rumbo a

Chalatenango en 1983, Andrés asumió el mando de esa unidad militar de casi

cuatrocientos hombres.

Cuando Mayo Sibrián asumió la jefatura general del frente, en 1986, desde el

primer momento desaprobó el estilo de trabajo de Andrés, por considerarlo liberal e

incompatible con el manual, la doctrina y la mística de las FPL. Para Mayo Sibrián,

cualquier indicio de relajamiento en la vida cotidiana debía ser tratado con la máxima

severidad pues, según él, detrás de ello esta implantada la descomposición

ideológica, caldo de cultivo para la infiltración enemiga.

Un día entre julio y agosto de 1986, Andrés fue requerido para que se

presentara en el puesto de mando de Mayo Sibrián. El joven comandante respondió

afirmativamente y salió de su campamento, pero con otro rumbo. Hasta la fecha

nadie lo ha vuelto a ver ni tiene la menor idea dónde se encuentra. El comandante

Goyo recuerda a Andrés como un hombre especialmente listo:

-Lo que paso es que no hubo química entre Mayo y él, y empezaron a salir

mal las operaciones. Pero en lugar de buscar en su interior o en su equipo el motivo

de los problemas, Mayo comenzó a sospechar de todos, y del primero que sospechó

fue del jefe del batallón. Pero Andrés era un zorro muy difícil de cazar, seguro que

detecto esa sospecha, y como ya conocía los métodos de Mayo, quizá pensó que

morir así no valía la pena, y mejor decidió desertarse.

Page 47: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

El capitán guerrillero Juan Patojo, por su parte, nos ha dicho que si en algún

momento hubiera detectado, como lo hizo Andrés, que lo querían matar sus propios

compañeros, también el se hubiese desertado.

Trine, viejo guerrillero y uno de los primeros militantes de la FPL en la zona,

tiene una visión particular sobre el caso de Andrés. El dice que Andrés era

indisciplinado pero no un infiltrado. Un asunto de particular atención, viniendo de un

viejo militante de origen campesino, que aunque no se explica los hechos con

fundamentos teóricos, expresa a su modo una realidad de la vida y la formación

ideológica, religiosa en todo caso, de esos hombres:

-Andrés se había descompuesto, se había descompuesto se había hecho

relajo, andaba bailando por todos lados y metiéndose con las cipotas. Por eso fue

que se desertó. O sea que se había indisciplinado demasiado, Mayo sí era bien

estricto en esas cosas-,dice Trine.

No hay prueba alguna de que Andrés haya sido un infiltrado del enemigo.

Además los que le conocieron sabían bien de su persona, de su tiempo en la guerra

y su arrojo combativo. Pero hay otra cosa que para muchos de los veteranos de

aquellos sucesos resulta de sentido común: si el jefe de un batallón guerrillero

hubiera combatido con tanta fiereza, ni logrado tantas victorias en operaciones de

altísimo riesgo, y ni siquiera hubiera sobrevivido como unidad.

En cualquier caso, la deserción de Andrés es clave, pues desde entonces el

mando de las FPL en el paracentral comenzó la matanza de sus mejores

combatientes, comenzando por los capitanes y tenientes jefes de destacamentos:

Walter, Chamba, Rogelio, Anacleto, con todos sus grupos de mando y, en no pocos

casos, escuadras y pelotones en pleno.

Una vez escapado Andrés, la primera decisión que timó el mando de las FPL

fue capturar al equipo de mando del batallón “Andrés Torres”, pues su conclusión era

que, si el jefe era un infiltrado, los demás que estaban subordinados a él también lo

eran. Se trataba de poco más de diez personas, entre operadores de radio de

comunicación, escoltas, y personal de intercepción de comunicaciones enemigas.

Hasta el momento solo hemos podido establecer pseudónimos de cuatro de ellos,

todos originarios de la zona: el Chivo, marina( prima de Walterón), Hugo y Vladimir,

Page 48: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

que son algunos radistas asesinados a los que se refiere Fermín en el primer

capítulo de este libro.

(Entre ellos también fue capturado y torturado un combatiente que vio morir a

sus compañeros y que, aún amarrado y golpeado, logró escapar de los verdugos.

Hemos hablado con él, aceptó la realidad de los hechos y nos dijo que ni siquiera

teníamos de la gravedad de los mismos. Sin embargo, a pesar de lo visto y vivido, se

negó a rendir su testimonio ante nosotros con el siguiente argumento: “Yo les voy a

contar todo, todito, con nombres y apellidos de los muertos y de los asesinos, pero

no ahora en tiempo electora. Al nomás que pasen las elecciones vienen y me

preguntan y les digo todo”).

Con estos casos comenzó a gestarse un método que luego se generalizó;

interrogar bajo tortura a los sospechosos antes de ejecutarlos. Con ese

procedimiento, el mando de las FPL en el paracentral, lograba “sacar confesiones”

que involucraban a otros combatientes, que a su vez corrían la misma suerte e

involucraban a otros, formando una cadena cada vez más numerosa de sospechosos

y ejecutados.

-Al final, para que ya dejaran de torturarlos tan cruelmente, los compas decían

que sí, que ellos eran infiltrados y también lo eran los otros por quienes le

preguntaban-, dice Goyo.-

TRINE: “YO TAMBIÉN LA VI CERCA, PERO ME SALVE”

Trine es aún más veterano que Juan Patojo. Se integró a las FPL (“la Felipa”

como el prefiere decir), el 19 de julio de 1972 e una reunión clandestina celebrada en

el cantón Cayetana. El Hombre conoce cada arroyuelo, matojo, roca, loma,

quebrada, cerro, valle o caserío del paracentral pues ahí nació creció y libró la

guerra hasta el final. Los ancianos de la zona dicen que Trine ya era Trine desde

antes del conflicto, inmejorable con el machete y la temeridad a la hora de pelear,

una característica que le acompañó durante toda la guerra. Mencionar su nombre es

decir mucho en estos lugares.

Page 49: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

Una de las experiencias más difíciles del viejo Trine fue in uno de los combates

posteriores a la ofensiva general guerrillera de 1981. batalla se dio prácticamente

cara a cara, pero eran los tiempos en que la guerrilla acampaba y se movía junto

alas masa de pobladores civiles, colaboradores y familiares. En esa ocasión el

mismo Trine tenía a su lado a su mujer y a dos de sus hijos más chicos, uno de

brazos que ella llevaba consigo y uno pequeña de dos años.

Al momento del ataque del ejército hubo un enorme desparpajo, y ya en el

fragor de la batalla su mujer se extravió con el bebé que llevaba en brazos. Trine,

que se había hecho de una de las manitas de su niña de dos años, terminó por

perderla cuando se revolcaba en el suelo evadiendo las ráfagas y disparos y

disparando.

Días después de esa batalla apareció su mujer, que había estado perdida en

los montes sin comer, llevando en brazos a su pequeño, medio muerta de hambre

pero con el crío a salvo. Cuando ella pregunto por la niña él no supo qué responder.

Cuando Trine cuenta esa historia respira de manera entrecortada y mira para otro

lado. Esta reviviendo en su memoria aquel instante en que su mujer se derrumbó

junto a él: Años después. Ya finalizada la guerra, supo que su hija había sido

adoptada por un militar que estaba a salvo.

Goyo estaba presente cuando se produje ese encuentro entre Trine y su

mujer, y nos dice:

-Trine es lo que todos sabemos: completo y de pelo en pecho, y tenía una

esposa a su medida. Yo estaba ahí, cuando ella le preguntó por Clarita, su hija.

Nunca el Chele Trine reaccionó tan abatido, como en esa ocasión, no lo hizo ni

cuando se enfrentó a compañías enteras del ejército, solo esa vez.

Trine trabajó muy de cerca de Mayo Sibrián y de uno de los jefes principales

del paracentral, el Cuto Nelson, encargado de la zona del volcán Chinchontepec. Lo

primero que recuerda de Mayo Sibrián es un detalle positivo que muestra la

complejidad de la condición humana:

-Recién llegado al frente preguntó cuándo se gastaba a diario por cada

combatiente. Un peso con treinta centavos, le dijimos. Preguntó cómo estaba

diseñado ese gasto, y le respondimos que dos cigarros, una porcioncita de azúcar y

Page 50: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

así le explicamos hasta completar el uno treinta. Pues no, dijo él tiene que ser dos

cincuenta por combatiente, pero eso sí, dijo, quiero un reporte diario, semanal,

quincenal y mensual de ese gasto. Y no hay que estar poniendo solo frijoles, dijo, ni

solo arroz, hay que comer carne un día, otro día pescado, otro día queso con crema.

Y siempre que salíamos a misiones le daba un pistillo a los compas para que

compraran cualquier cosita.

Cuando Mayo Sibrián tomo el mando del paracentral, Trine estaba operando

con unidades militares de ese frente en la campaña de Chalatenango. Como era

costumbre, las mejores unidades del paracentral, Trine estaba operando con

unidades militares de ese frente en la campaña de Chalatenango. Como era

costumbre, las mejores unidades del paracentral brindaban apoyo al frente norte del

as FPL, con importantes contingentes de tropa. A su regreso, fue designado a una

unidad de expansión en los alrededores de Zacatecoluca:

-Yo venía una vez al mes al puesto de mando a dar mi informe. Ya desde el principio

se oía decir que

había una depuración. En esa depuración murieron varios conocidos y amigos míos,

familiares también. Ahí quedo una tal rosa, hermana de la mujer mía-, cuenta Trine.

Y agrega:

-Pero esa cuestión era difícil determinar cómo estaba la situación, porque pues

estábamos en guerra y uno no podía andar averiguando esas cosas que eran bien

delicadas. Lo que sí es cierto es que a la gente la iban cuadrando por algunas

indisciplinas, por incumplimiento de tareas. Por esas razones los iban cuadrando,y

cuando ya les hacían el llamado y no lo acataban, ahí era que los fusilaban. No tengo

idea de cuántos fueron los muertos, pero sí fueron bastantes.

Según Trine, en Mayo Sibrián había una actitud obsesiva en los factores

ideológicos al momento de valorar a los guerrilleros. Aquel que no cuadraba con el

presupuesto generalmente aceptado era amonestado severamente, luego pasaba al

nivel de observación, que en tales condiciones significaba estar en curso de ser

fusilado por una pequeña muestra de inconformidad con esos métodos.

Page 51: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

En esas reuniones, además de recibir las orientaciones del mando, se

realizaban procesos internos de evaluación, aplicando el viejo modelo leninista de

crítica y autocrítica.

El punto es que este mecanismo era utilizado por Mayo Sibrián y su

grupo de mando para enfrentar a sus propios hombres, consciente o

inconscientemente. Los señalamientos lanzados contra unos y otros, luego del

debate y cierre de las reuniones, podían pasar de meras amonestaciones, sanciones

disciplinarias, traslado a otras unidades, o el famoso estado de observación previo, al

fusilamiento mismo.

En una de esas reuniones, Mayo Sibrián explicó que Walter (Abraham

Villalobos), jefe del batallón “ Ernesto Morales”, que estaba basificado en la sub zona

Ángela Montano, había sido degradada a nivel de combatiente raso por indisciplinas.

Entonces Mayo puso la ley de que el que incumpliera, de ahí para allá

iba a tener consecuencias, porque la disciplina de la Felipa es rigurosa. Aquí quedan

claros, nos dijo a todos, recuerda Trine.

(Fabio Balmore Villalobos, comandante Giovani, hermano de Walter,

cree ahora que este no murió en combate, como fue reportado, sino que fue

ejecutado sumariamente, al igual que otros dos de sus hermanos: Carlos y Ramón).

El mismo Trine se vio en aprietos. En una de esas famosas

evaluaciones, realizada en el Chinchontepec, el mando le criticó fuertemente su

estilo de trabajo, la, conducta de sus hombres, las tácticas utilizadas para realizar los

movimientos en las zonas de expansión, y concluyeron que él incumplía las norma

de la organización y los acuerdos que se tomaban en el mando. La reunión fue dura

debido a los graves señalamientos que pesaban en contra de Trine:

- Te vas a quedar aquí para ver qué se decide con vos, me dijeron .

Puta, dije yo, me van a matar estos hijos de puta. Pero yo tenía mi AK-47, y había

decidido no dar mi cuero así por así- recuerda Trine.

Después de unas horas, que Trine sintió larguísimas, el mando tomó

una decisión sobre su caso:

-Me dijeron que le entregara mi radio de comunicaciones a Sebastián,

mi arma de equipo a Osmín y que entregara todo el trabajo de los milicianos los

Page 52: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

contactos, y le designaron otro jefe a mi unidad. Ese procedimiento era el peligroso

pues era el que aplicaban entes de las ejecuciones. El final de la situación fue

inusual:

que uno está de acuerdo con la consigna revolución o muerte, y

otra cosa es cumplir la... Ahí me encabronó yo y les dije: Ah no, a mí de

cobarde no me va a acusar nadie, y mucho menos ustedes que me

conocen bien, les dije ya decidido a todo. Y me dicen el los: Ya lo

sabemos, cabrón, que a vos te retruecan los güevos, si el problema con

vos no es ese no jodás... Y así quedó esa cosa. Esa vez si la sentí

cerca. Sentía yo que había hecho algo que no le perdonaron a nadie,

pero me salve. -Aquí se trata de poner en orden las cosas, ¿ustedes están de

acuerdo en la consigna de revolución o muerte?, nos preguntaron. Yo sí, dije yo y

también los otros. Es que ustedes han sido gente del batallón “Andrés Torres”, nos

dijeron, porque ya solo nosotros quedábamos de lo que había sido aquél batallón.

Una cosa, siguieron diciendo, es decir

PEDRO CAFÉ “POR ACCIÓN U OMISIÓN TODOS

FUIMOS CÓMPLICES”

Pedro Café fue sanitario de la guerri l la. Usa lentes redondos y

cabello largo recogido en una coleta. Es muy expresivo cuando relata la

guerra. Puede subir a una banca, t irarse al suelo, dar vueltas, simular

un avance nocturno en posición vietnamita o la picadura de una

serpiente. Es un histrión completo cuando quiere contar una aventura

de guerra o de amor.

Pero es al mismo tiempo un hombre seco, parco, que parece

simular confusión en sus recuerdos cuando se trata de la matanza de

sus compañeros. Y no es porque no quiera hablar de el lo, es porque en

su alma anida un dolor ahogado en todos estos años de silencio, un

grito pausado que se agazapa en su pecho, como esperando el

Page 53: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

momento de salir, un grito de rabia y de vergüenza. Cuando finalmente

decide hablar del tema reflexiona tan crudamente que es imposible no

creerle. Una de sus primeras reflexiones compartidas con nosotros es

contundente:

—Por acción u omisión, todos los que estuvimos en el paracentral

somos cómplices. Yo me siento culpable porque no di je ni pío. Los

asesinados eran gente buena, gente que se entregó de l leno a la

revolución, dio lo mejor de su vida y no les importaba haber muerto

combatiendo frente al enemigo. Pero no se imaginaron morir a manos

de sus mismos compañeros, acusados en esa forma, pues el sentido

común dice que al menos había que darles el beneficio de la duda.

Porque alguno o algunos puede que hayan sido infi l trados, pero no esa

cantidad. Es que si todos Los asesinados hubieran sido infi l trados, en

una sola noche le hubieran dado vuelta al frente.

Pedro es licenciado en fi losofía y veterano de dos guerras: la

sandinista y la salvadoreña. Peleó en ambas como oficial de sanidad.

Aunque ese término suene suave o hasta contradictorio, lo cierto es que

estuvo en ataques en plena línea de fuego con fuerzas especiales y

unidades regulares de él i te, en emboscadas, golpes de mano y

maniobras de campo abierto.

Vivió sus años de infancia y juventud en las barriadas del norte de

San Salvador, y como muchos de los jóvenes solteros, como él mismo

lo señala, pasó de un existencial ismo difuso a una vida con los ojos

puestos en la revolución. En la búsqueda de sí mismo y del sentido de

la vida, como solía decirse por entonces, un día decidió echarse a la

carretera y comenzar un viaje de mochilero que lo l levó por varios

países. Cuando entre 1978 y 1979 estalló la insurrección popular contra

Page 54: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

la dictadura somocista en Nicaragua, Pedro estaba all í, por casualidad,

y no vaciló en sumarse a la rebelión.

Después del tr iunfo se integró al Ejército Sandinista, en el cual

ganó el grado de teniente combatiendo en las montañas a las fuerzas

contrarrevolucionarias. Ahí también se especial izó en técnica

odontológica. A mediados de los años ochenta entró en contacto con

miembros de las FPL que estaban destacados en Managua, y a

principios de 1987 aceptó la propuesta de venir a combatir a El

Salvador.

Pero antes tuvo que pasar por una fase de entrenamiento en la

escuela mili tar “Juan Méndez”, que las FPL tenían en la carretera sur de

Managua. Un día oyó decir que un super cuadro de la guerril la

salvadoreña llegaría a impartir un curso intensivo de explosivos. El

hombre en cuestión, “frío y muy serio”, era un comandante que no se

identif icó con nombre alguno, pero al que el resto de dirigentes le

rendían un evidente respeto.

Durante una de sus clases, Pedro cometió una imprudencia, al

preguntarle al comandante si podía fumar. El hombre lo miró con dureza

y le dijo: “¿Compañero, cómo se le ocurre pensar siquiera en encender

un cigarro en una clase de explosivos?’. Pedro recuerda que la actitud

siempre fría de ese hombre ponía nerviosos a todos sus compañeros, al

punto que, durante una prueba de lanzamiento de bombas molotov,

ninguno de el los acertó a estallar los artefactos, pues por la tensión los

lanzaron sin la fuerza debida. El comandante, sin decir nada, recogió

todas las bombas y las fue estal lando él mismo una a una sin fal lar en

ningún caso.

Page 55: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

Finalmente, terminado el entrenamiento que se prolongó por varios

meses, Pedro ingresó a las zonas guerri l leras salvadoreñas por el

frente occidental, por el lado de Metapán, y ya desde ahí comenzó a

sentir el asedio de los ataques aéreos y arti l leros. Semanas después

caminó hasta Chalatenango. Ahí Salvador Sánchez Cerén le dio las

instrucciones precisas de la misión que iría a cumplir al frente

paracentral.

Al salir de Chalatenango pasó por la zona guerri l lera de Radiola, y

fue ahí donde comenzó a escuchar el nombre de Mayo Sibrián, asociado

a vagas historias de “serios problemas de infi l tración enemiga”.

También ahí conoció a un joven radista con el que trabó amistad, y que

también estaba en ruta hacia el paracentral, al que finalmente entraron,

en el mes de octubre de 1987, por Cerros de San Pedro hasta llegar a

la zona de Gavidia.

Cuando él y su compañero se presentaron ante el comandante del

frente, se encontró con un hombre frío, no muy alto y de mirada dura al

que ya conocía, pues era el mismo que le había dado el curso de

explosivos en Managua. El saludo entre ambos fue parco. Un par de

meses después, Pedro envió una carta a su amigo radista, que había

sido enviado a otra sub zona. En la carta le contaba que estaba

alfabetizando y trabajando en el hospital, “un jardín rodeado de

hermosas flores”, decía en alusión a las compañeras que ahí se

desempeñaban. No recibió respuesta y pasó un tiempo en el que no

volvió a ver a su amigo.

—Pero en un viaje que hicimos para traer abastecimientos, me lo

encontré y lo note muy cambiado, muy evasivo, ya no era el mismo. Al

correr de los días, ahí por diciembre, vinieron unas fuerzas de

Chalatenango y se rompieron muchos esquemas que había en la tropa

Page 56: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

del paracentral, incluso se hizo una fiesta en el campamento. Los de

Chalate pusieron un casete de los Credence, y los del paracentral

estaban todos asombrados por ese tipo de música. Ninguna compañera

quería bailar una música tan rara. Entonces, para romper el hielo,

comencé a bailar solo, haciendo pasos medio psicodélicos, y los de

Chalate se sumaron al deschongue.

El comandante Mayo Sibrián lo mandó a l lamar al siguiente día:

Lo primero que hizo fue mostrarme la carti ta que yo le había

enviado a mi amigo. ¿Qué significa esto?, me dijo bien serio. Le

expliqué que ese mensaje era simplemente un gesto de cortesía y de

amistad hacia un compañero, y agregué que ambos éramos solteros y

que por eso había escrito lo de las flores hermosas. No es correcto

escribir esas cosas, me dijo, y me reclamó lo de La fiesta: Ni esa

música ni esa manera de bailar son de un revolucionario; usted también

anda hablando cosas que vio en otros países, y tampoco eso está bien,

a la tropa no le ande contando babosadas. Usted tiene pensamiento

pequeñoburgués, por lo tanto ya no puede seguir alfabetizando a los compañeros,

porque los puede influir con esa mentalidad pequeñoburguesa, me dijo.

Y continúa.

__Ahí mismo me degradó, me quito la condición de militante del partido que

me habían dado en Managua.

Entonces pasé como seis meses sin fusil, porque Mayo me dijo cara a cara que tenía

que ganarme la militancia, el fusil y la categoría de combatiente. Esos seis meses me

lo pasé como sancionado prácticamente, moliendo maíz y acarreando todas las

noches los abastos, cargando bultos por esos cerros y sin fusil.

Pedro da un salto de memoria y de pronto evoca a un compañero por el que

llegó a sentir afecto y admiración:

__Nunca supe su nombre legal, solo le decíamos el Maestro. Era universitario

y jefe de taller de explosivos. Una persona muy especial por sus conocimientos, su

talento técnico y su generosidad. A él lo ejecutaron en Cerros de San Pedro.

Page 57: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

(Se trata, evidentemente, del ya mencionado Carlos Danilo Flores).

__El jefe de Cerros de San Pedro era Carlos, y a él mismo le mataron

después a la mujer y a dos hermanas de ella__, continúa Pedro__, yo no sé, no les

puedo decir en verdad cuántos fueron los muertos, pero con uno que haya sido

matado de esa forma como lo hacían… A otros les reventaron la cabeza con grandes

piedras los mismos compañeros. Eso no es de revolucionarios… Si nosotros nos

metimos a esta mierda precisamente por combatir esos métodos.

Pedro no vio, pero le contaron otros compañeros, la ejecución en masa de los

miembros de un pelotón de veteranos. Por el mismo motivo de la sospecha fueron

colgados de las piernas en los árboles. Los ejecutores les comenzaron a pegar

garrotazos en las cabezas, cumplieron la rutina en varias rondas. En cada ronda iban

muriendo algunos, con la masa gris a flor de piel, otros fueron desangrándose y

muriendo en la ronda siguiente, hasta que no quedó ninguno con vida.

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CAPITULO CINCO

GOYO: “¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN EL PARACENTRAL,

ME PREGUNTARON?”

No había valle o serranía, playa o volcán, camino o recoveco del frente

paracentral en el que Goyo no fuera conocido y respetado por los jefes y

combatientes guerrilleros, lo mismo que por sus familias.

Había nacido en esa zona. Allí se había incorporado a la lucha como un joven

organizador campesino allá por 1977. Allí se había sumado a las FPL por esas

mismas fechas, y había ido ganando progresivamente, en combate, las jefaturas de

escuadra, pelotón, columna, destacamento, batallón, operaciones y Estado Mayor,

hasta convertirse en el comandante Goyo, jefe militar del frente paracentral.

En abril de 1986 se le informó que tendría que cumplir una misión especial

fuera del país. Unas semanas después llegaba a Cerros de San Pedro el hombre al

que la máxima jefatura de las FPL había elegido para sustituirlo: el comandante

Mayo Sibrián.

Después de entregar el mando, y tras la ya mencionada conferencia de

coordinación con Mayo Sibrián, se puso en camino. Su ruta de salida, con escalas de

descanso y coordinaciones, pasaba por la zona guerrillera conocida como Radiola, el

cerro de Guazapa y el cerro Bonete. Antes de llegar a este último punto, se detuvo

algunos días en la comunidad Tres Ceibas, en el norte de la ciudad de Apopa.

Habían transcurrido unos dos meses desde que saliera de Cerros de San Pedro.

Una noche, en Tres Ceibas, recibió la visita de un grupo de familiares de

guerrilleros de esa zona que habían sido enviados al frente paracentral. Le contaron

angustiados que se estaba rumoreando que algunos de sus parientes habían sido

acusados de traición, y los habían torturado y matado sus mismos jefes. Esa

información desconcertó a Goyo, pero era demasiado imprecisa como para tomarla

como una certeza.

Al día siguiente reemprendió la ruta que finalmente lo llevaría hasta Cuba.

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Un par de meses después de su llegada a La Habana, Goyo, recibio la visita

de tres miembros de la comandancia de las FPL. Querían saber cómo evaluaba él

las condiciones de seguridad del frente paracentral. Estaban preocupados porque

habían recibido informes sobre una vasta red de infiltración enemiga, tanto en las

bases de apoyo en la población civil como entre las mismas tropas guerrilleras.

Goyo les dijo que esa aseveración le parecía incoherente, que una infiltración

de esa magnitud era imposible. Durante años él había realizado en ese frente, con la

misma tropa operaciones militares pequeñas, medianas y grandes, acciones

logísticas a gran escala entre la población civil y bajo estrictas medidas de

clandestinidad, y todo lo que él había observado durante esas experiencias estaba

contemplado dentro de la normalidad de un estado de guerra.

Los tres comandantes quedaron indecisos. No podían dudar de la evaluación

de un cuadro con la experiencia política y militar de Goyo, pero le pusieron un

ejemplo de lo que Mayo Sibrián había reportado como un signo de la infiltración. Se

trataba de una operación en la que un grupo comando, teniendo a tiro a la unidad

enemiga, había lanzado las granadas sin lograr pegar en el objetivo. Goyo pidió más

detalles sobre ese incidente, y luego les presento su consideración al respecto.

__Es una típica acción en medio de un operativo enemigo. En esas

circunstancias la exploración se hace sobre la marcha, los compás se echan las

cargas al lomo y si hay tiro lo hacen sin más. Pero igual si andan cansados o están

con hambre, y les toca efectuar el golpe de mano a las diez de la noche, un cusuco o

una tataltuza que salta por ahí en el monte los puede confundir y así se provoca un

error. De esas experiencias les puedo contar cientos__, concluyó Goyo, ya

adivinando y deplorando la suerte que los muchachos comandos habrían corrido.

Uno de los tres comandantes, el legendario dimas Rodríguez, era el más

escéptico respecto al informe de la “vasta infiltración enemiga”, y el más interesado

en poner las cosas en claro, de acuerdo a Goyo. Fue él quien le preguntó comó se

explicaba entonces que Mario Sibrián cometiera un error de apreciación tan grave.

La respuesta de Goyo fue directa y contundente:

__Mayo asumió, en el frente paracentral, el mando de dos batallones de élite,

más de cinco columnas Guerrilleras, un gran número de personal asignado a

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milicias, talleres y logísticas, o sea, casi la mitad del total de las fuerzas de las FPL;

es decir que le asignaron una responsabilidad sobre una gran cantidad de territorio y

tropa, lo que superó sus capacidades tácticas, estratégicas y hasta psicológicas.

Ustedes lo saben bien, lo más que Mayo había llevado a comandar era un

destacamento, y de pronto le pusieron en las manos toda esa fuerza, cualquiera

puede tener problemas en esa situación__, finalizó Goyo.

MIGUEL UVE, LA MUERTE DE LOS AMIGOS

Nicolás García, el comandante Miguel Uvé es originario de San Vicente. Se

incorporó a la guerrilla en 1974. Su seudónimo Uvé deriva del hecho de haber sido

uno de los fundadores de las Unidades de Vanguardia de las FPL. En el paracentral

estuvo al mando del Batallón “ Andrés Torres”, asta 1983, ese ano fue enviado a

Chalatenango donde junto a otros comandantes también provenientes del

paracentral, Goyo, Ramón Torres, Giovanni y Walter, participo en la conducción de

batallas que ahora son casi legendarias, como la del ataque a la Cuarta Brigada de

Infantería.

Ya casi al final de a guerra, en abril de 1991, viajaba en un vehículo junto al

comandante Antonio Cardenal (Jesús Rojas) y un grupo de combatiente, en una

zona que consideraban segura en el Norte de Chalatenango. Sin embargo, fueron

sorprendidos por una emboscada montada por una unidad especial del ejército.

Jesús Rojas fue impactado mortalmente por una de las primeras ráfagas, a las

que sucedió el ametrallamiento a mansalva y el lanzamiento de ráfagas de mano. La

mayoría de guerrilleros caen abatidos, y solo quedan cuatro sobrevivientes heridos

que tratan escapar arrastrándose y disparando

sus armas. Uno de ellos es el comandante Miguel Uvé, que alcanza a parapetarse

detrás de una piedra. Miguel intuía que Jesús Rojas, miembro de la máxima

dirección de la FPL. Estaba muerto, y le preocupaba que en su mochila cargaba no

solo una gran cantidad de dinero sino, también, las claves de las comunicaciones e

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importantes documentos internos. En esa misma emboscada murieron varios

guerrilleros del frente paracentral: Nando, Alirio, Manolón y otros más.

Muy cerca de ahí, a ambos lados de la calle, acampaban varias unidades

guerrilleras que ya habrían ante la balacera, y estarían por llegar al sitio. Miguel y sus

compañeros decidieron entonces seguir disparando ante la balacera, y estarían por

llegar al sitio. Miguel y sus compañeros decidieron entonces seguir disparando, con

el objeto de proteger la mochila de Jesús Rojas mientras llegaban los refuerzos. La

unidad del ejército también sabía de la cercanía de los otros guerrilleros, y tuvieron

que abandonar la posición ante la resistencia de los heridos y la inminencia del

contraataque guerrillero.

Pero mucho antes de eso, en 1986, pocos meses después de la llegada de

Mayo Sibrián al frente paracentral, Miguel comenzó a recibir correos de sus amigos y

compañeros de aquel frente de guerra. Las noticias que le enviaban eran

desconcertantes. Algunos de los jefes de destacamento del batallón que él había

comandado años atrás, el “Andrés Torres’’, le contaban que la situación era grave,

que sentían temor de morir a manos de sus mismos

mandos, pues se había caído en una extraña situación de desconfianza

generalizada.

Dos de esos jefes de destacamento, Chamba y Rogelio, le confiaron que

temían que de un momento a otro se les acusara de traición injustamente, como a

tantos otros compañeros a los que ya habían matado. El comandante Miguel Uvé se

consternó por semejantes noticias, pues conocía a fondo a esos guerrilleros con

quienes había combatido hombro durante varios años, y por cuya lealtad podía

poner las manos al fuego. Muy poco tiempo después, Miguel recibió el informe de

que, en efecto, Chamba y Rogelio habían sido ejecutados ‘’por infiltrados’’. Al igual

que Fermín, por los mismo días, tampoco Miguel Uvé imaginaba que la matanza del

paracentral, apenas comenzado.

Page 62: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

MELO, PRIMERAS ALARMAS EN LA COMANDANCIA

GENERAL.

Lino Caballero, el comandante Melo del ERP, estaba destacado en las

cercanías de Nuevo Edén de San Juan, al norte de San Miguel. A principios de 1987,

llegaron despavoridos a su campamento unos diecisiete combatientes del Partido

Revolucionario de los Trabajadores (PRTC). Habían salido huyendo de Cerros de

San Pedro, porque, aseguraron, el mando de las FPL los acusaba de ser infiltrados y

los querían matar, como ya lo habían hecho con muchos otros compañeros.

Melo informó del incidente la jefatura del ERP y asiló en su campamento a los

prófugos. Unos mese después, en mayo, fue enviado a Usulután, donde el ERP tenía

afincada una fuerza considerable a cargo de los comandante Carmelo, Mariana y

Federico. Ellos tenían su puesto de mando en Tres Calles, y solo el río Lempa los

separaba de los territorio controlados por las FPL en San Vicente. Además en el

mismo departamento de Usulután, hacia el norte, estaba la zona Ángela Montano,

donde se encontraba basificada otra fuerza de la FPL, dirigida por David Gavidia

pero sometida al mando central de Mayo Sibrián.

En agosto de 1986, el mando de las FPL del frente paracentral y el ERP del

frente suroriental, celebraron una reunión de coordinación e intercambio en Tres

Calles. Melo recuerda que Mayo Sibrián comentó que había descubierto una vasta

red de infiltración enemiga entre la población civil y la tropa guerrillera de su zona,

pero que ya había comenzado a tomar medidas al respecto.

A manera de ejemplo, relata Melo, Mayo Sibrián contó algunos casos en que,

‘’a puros vergazos’’, le había sacado la verdad a los infiltrados, quienes habían

terminado confesando y entregando a sus cómplices.

Cuando los comandantes del ERP le pidieron más detalles, Mayo Sibrián explico que

una de las pruebas de la infiltración era la precisión con que el enemigo atacaba con

fuego aéreo y artillero sus campamentos, por más que él los cambiaba de ubicación

constantemente.

Page 63: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

_Es claro que la información le está llegando al enemigo desde adentro del

frente __, le dijo.

enemigo desde adentro del frente__, les dijo.

Los comandantes del ERP le explicaron que también a ellos les habían

comenzado a ubicar sus puestos de mando, pero que habían descubierto que el

problema se debía a la a la detección goniométrica de las comunicaciones: cuatro

grandes antenas en todo el país, ubicadas en el roblar, el Pacayal, el Teconal y

el Cacahuatique, más un avión espía y un barco norteamericano

ubicado en la costa pacífica, realizaban el cruce y cuadriculaban los

lugares desde donde se emitían las señales radiales guerri l leras. Mayo

Sibrián desestimó ese planteamiento e insistió en el tema de la

infi l tración.

En esa reunión también estuvo presente el comandante Raúl

Mijango del ERP. En su libro autobiográfico Mi guerra, refiere el hecho

de la siguiente manera:Carmelo me pidió que le acompañara a una

reunión que sostendría con Mayo Sibrián. Aquel t ipo, que no se quitó en

ningún momento la mochila ni el equipo y mantuvo en todo momento el

fusi l sobre las piernas, a cada rato se chupaba con los labios un ralo

bigote, se frotaba constantemente la cara con las manos y mantenía un

imparable movimiento de dedos cuando platicaba. Nos contó en detal le

sobre un formidable plan de inteligencia enemiga que había infi l trado

las estructuras guerri l leras y creado una amplia base de apoyo en la

población civil , que eran familiares de los misinos infi l trados que se

hacían pasar por combatientes.

Pero además nos contó corno él había descubierto la operación y

estaba l levando adelante la acción que podía considerarse el golpe más

estratégico al aparato de intel igencia enemiga. Finalmente nos alertó a

que estuviéramos buzos, porque en sus estructuras en esa zona ya

había detectado presencia de infi l trados, y que por eso él andaba all í.

Page 64: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

No nos dio datos de cuántos supuestos enemigos había aniquilado ya.

Terminada la reunión, Carmelo me preguntó qué me parecía todo

aquello. Ese tipo está loco o está cagado, es un paranoico, le respondí.

Para los comandantes del ERP el cuadro planteado por Mayo

Sibrián resultó poco verosímil, pues sabían perfectamente que, por

definición, La infi l tración en las fi las enemigas nunca es masiva sino

puntual, a menos que se esté hablando por confusión de fenómenos

diferentes. Uno de el los, que no quiere ser citado por su nombre, nos

explica:

—Si eso es así, es decir, si las FPL confundieron problemas como

la indiscipl ina o la desmoralización con la infi l tración, eso explicaría La

gran cantidad de victimas inocentes. La desmoralización y La

indiscipl ina son comunes en la guerra, y se acentúan en periodos

particularmente problemáticos en que la correlación de fuerzas no te es

favorable, o cuando se da escasez de al imentos, balas, zapatos y

equipo en general. Pero ese tipo de problemas requieren un tratamiento

que ciertamente no es el fusi lamiento de tus propios compañeros. Eso

es absurdo... Recuerdo que después de esa reunión con Mayo, mi

conclusión fue que era a él a quien le habían Logrado infi l trar la

cabeza, haciéndolo ver fantasmas por todos lados.

Poco después de ese encuentro se dieron algunos hechos

significativos en el lapso de un par de semanas. Un funcionario de La

Cruz Roja Internacional, que en varias ocasiones había mediado para la

l iberación de soldados y oficiales del ejército capturados por el ERP le

manifestó al jefe de esa organización y miembro de la comandancia

general del FMLN, Joaquín Vil lalobos, su preocupación porque, en San

Vicente, las FPL había matado a garrotazos a una señora embarazada,

a la que acusaban de ser colaboradora del ejército.

Page 65: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

Además, Mayo Sibrián había capturado a Eulogio Vil lalta, un líder

agrario de Usulután que colaboraba en secreto con el ERP La acusación

era La usual: trabajar para el enemigo. El enlace clandestino de Eulogio

Vil lalta era precisamente el comandante Melo, quien de inmediato

informó a Joaquín Vil lalobos. Vil lalobos se comunicó con el jefe máximo

de las FPL, Salvador Sánchez Cerén, y le exigió la l iberación inmediata

de Eulogio Vil lalta. Mayo Sibrián no tuvo más alternativa que soltar al

hombre.

Page 66: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

Por esos misinos días, Mayo Sibrián le comunicó a Camilo Turcios, el

comandante del PRTC en Cerros de San Pedro, que había detectado

que un pelotón entero de las fuerzas bajo su mando estaba

trabajando para el enemigo, y le pidió que los capturara, los desarmara

y se los enviara. Camilo Turcios conocía muy bien a sus hombres y

decidió pasar por alto la solicitud, pero informó de la situación al jefe

del PRTC, Roberto Roca.

Roberto Roca, que también era miembro de la Comandancia

General del FMLN, estaba entonces en el norte de Morazán, en

terri torio bajo control del ERP, y decidió consultar el caso con Joaquín

Vil lalobos. “No es posible que todo mundo sea infi l trado en ese frente”,

le di jo Vil lalobos, y le sugirió que trasladara a la fuerza en cuestión

hacia Morazán, para poner a sus miembros en observación. A los pocos

días l legó a Morazán no un pelotón sino toda una columna del PRTC,

unos setenta hombres. Todos el los manifestaron sentirse temerosos por

las purgas que las FPL estaban llevando a cabo en el frente

paracentral.

Roberto Roca llevó el tema a discusión en la Comandancia

General del FMLN, en donde el representante de las FPL era

Salvador Sánchez Cerén, y amenazó con renunciar a ese organismo

si no se le ponía un alto a las ejecuciones de combatientes en el

paracentral. Salvador Sánchez Cerén se comprometió a investigar el

asunto.

Page 67: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

GOYO, LA INVESTIGACIÓN Y EL INFORME

A su regreso de Cuba, el comandante Goyo fue destacado al

frente norte de Chalatenango. Por esos días las noticias sobre las

ejecuciones sumarias realizadas en el frente paracentral habían l legado

a un nivel crít ico. Al f inal del invierno de 1987, Salvador Sánchez Cerén

lo mandó a l lamar y le asignó una misión sumamente delicada y

confidencial: que fuera al paracentral y hablara con Mayo Sibrián y con

la tropa, averiguara lo que all í estaba sucediendo y le presentara un

informe.

—Cuando llegué a la zona de Gavidia, lo primero que Mayo me

dijo fue que todo lo que estaba pasando en el frente era mi culpa, que

yo se lo había dejado repleto de infi l trados. Y agregó que por ahí le

habían dicho que a lo mejor también yo estaba en esa jugada—, cuenta

Goyo—, claro, lo que sucedía es que él ya había matado a todos los

jefes y a una gran cantidad de combatientes con los que yo había

operado.

En ese momento Goyo hizo un calculo mental: si a él mismo, que

había tenido todos los mandos posibles, desde cuadro de masas, jefe

de mil icias, de guerri l las, de pelotón, destacamento, batallón, jefe de

operaciones y jefe mili tar del frente, se le emplazaba de una manera tan

torpe y peligrosa, ¿cómo no se podría actuar con los jóvenes

guerri l leros que recién l legaban y que no tenían ninguna trayectoria, ni

mayores conocimientos y responsabilidades, ni respaldos de mando?

Para comenzar su investigación, Goyo pidió una reunión con

treinta de los principales mandos del frente paracentral, seis

representantes por cada una de las cinco sub zonas. Lo primero que

Page 68: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

percibió era que existían dos corrientes de pensamiento entre esos

jefes: la mayoría de el los opinaban que tanto las ejecuciones como los

métodos empleados para realizarlas estaban dentro de lo correcto. El

otro grupo era el que se oponía, pero eran muy pocos. Sin embargo,

pidieron con vehemencia a Goyo que solicitara a la máxima autoridad

de la organización terminar con todo aquello.

Después, Goyo habló con el grueso de la tropa en varias jornadas.

En la primera de esas jornadas sucedió algo dramático: los

combatientes habían sido concentrados en un campamento, sin que se

les hubiese comunicado el motivo de el lo; cuando vieron llegar a Goyo,

acompañado por varios elementos del equipo de mando de Mayo

Sibrián, entraron en pánico y algunos hasta temblaban

incontroladamente:

—Ellos pensaron que l legábamos para fusilarlos a todos—, dice

Goyo—, los calmé y hablé con ellos, pero en medio de esa tensión era

comprensible que no me dijeran mucho, pues sabían que cuando yo me

fuera con su informe, ellos se quedarían solos frente a su realidad.

Obviamente, las condiciones en que Goyo realizaba su

investigación no eran las más seguras, porque él mismo se sentía

vigi lado, aunque sabia que, por su jerarquía, Mayo Sibrián no se

atrevería a tocarlo. Sin embargo, ese comandante tampoco ocultó sus

procedimientos ni paró sus actividades represivas contra su propia

tropa.

Ahí en su propio campamento tenía amarrados a un grupo de

adolescentes que hacía poco habían l legado de los refugios de

Honduras para integrarse a la guerri l la. le habían parecido sospechosos

por indiscipl inados, y para él eso era un signo evidente del trabajo

enemigo, según le explicó a Goyo.

Page 69: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

—Pero a saber desde cuando los tenés ahí sin darles ni comida ni

agua; esos cipotes se están muriendo ya—, le dijo Goyo, y sin más

ordenó que soltaran a los muchachos y les dieran de beber y comer.

Mayo Sibrián guardó silencio.

Goyo permaneció en el frente paracentraL aproximadamente

un mes, durante el cual fue enviando a Salvador Sánchez Cerén, por

radio, avances de lo observado. Mayo Sibrián exigía conocer antes esos

mensajes, y pedía que se les hicieran algunas correcciones, algo a lo

que Goyo no se opuso, pues sabia que de todos modos regresaría

pronto a Chalatenango para dar su informe completo personalmente.

En la medida que entrevistaba más guerri l leros, Goyo fue

descubriendo una madeja de horror.

—Todos los miembros del pelotón uno, del primer destacamento

del batallón “Andrés Torres”, habían sido capturados, puestos en fi la,

amarrados y colgados de los pies. Luego comenzaron a golpearlos con

garrotes uno a uno hasta matarlos—, le informaron.

Y así fue documentando caso tras caso. Uno de ellos era

significativo, y confirmaba que Mayo Sibrián también sospechaba de

Goyo: habían torturado y matado a una guerri l lera l lamada Magdalena,

que en otros tiempos había sido su compañera sentimental. Su martirio

se debió a que le informaron a Mayo Sibrián que, en una ocasión,

bastante tiempo atrás, Goyo había realizado un movimiento a la zona de

la costa, y en ese viaje compró un pantalón que le regaló a Magdalena.

Ese detalle fue el motivo para argumentar que Magdalena era una

infi l trada que recibía regalías por ser informante.

Page 70: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

Pero Goyo no sólo fue develando una realidad sangrante para la

organización en la que creció, se desarrol ló y peleó, sino que comenzó

a tener malas noticias de personas cuya cercanía con su propia vida

estaba marcada por momentos especiales de La guerra en ese frente.

Eso iba más allá de los protocolos o los actos oficiales, se trataba de

hombres y mujeres que habían crecido y combatido a su lado, se

trataba de su gente más querida.

Uno de el los era Anacleto, un guerri l lero experimentado y dotado

de una humanidad que Goyo reconoce más allá de las palabras.

Anacleto había sido jefe de un destacamento del batal lón “Ernesto

Morales”, y fue ejecutado sin ninguna prueba en su contra. Es muy

difíci l no estremecerse con sus palabras:

—Yo vi a mis jefes de destacamento pelear, a quienes La palabra

maravil la de hombres les queda chiquita, humanos, excelentes para

mantener a la tropa con ánimos y cohesionada. Anacleto era uno de

esos que no media las circunstancias adversas para trabarse a balazos

con el enemigo... Y que después los torturen y los cuelguen como

mierda a esos compañeros... Es que esos mandos fueron con los que yo

me hice hombre, con los que yo me hice de prestigio, me hice de

conceptos, y me doy cuenta ahí en el terreno que los han colgado y

matado como si fueran animales.

Anacleto tiene viva su famil ia. Cuando Goyo ha ido de visita, la

hermana mayor del guerril lero ejecutado se pone a l lorar y le dice:

—Goyo, usted conoció bien a mi hermano, usted sabe que él no

era un traidor, dígame entonces por qué fue que lo mataron.

Page 71: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

Cuando Goyo pidió las cifras y los datos de los ejecutados, fue el

mismo equipo de apoyo de Mayo Sibrián, con la autorización del

comandante, el que le entregó las l istas con los seudónimos, los

nombres legales y los lugares de origen de los asesinados. Todo lo

tenían registrado al detal le. No hubo ocultación de esa información en

ningún momento, sencil lamente porque ellos creían firmemente que

habían hecho lo correcto dentro de una operación de contraintel igencia.

Las l istas en cuestión establecían, a esa fecha, octubre de 1987,

las ejecuciones de trescientos combatientes, incluyendo jefes de

escuadra, pelotón y destacamento, y trescientos seis civi les,

colaboradores de la guerril la, famil iares de combatientes y mil icianos de

la zona.

Pero además, en el transcurso de su investigación. Goyo

descubrió un dato muy grave: que también en otros frentes de guerra, e

inclusive fuera del terri torio salvadoreño, se estaba matando

combatientes. Mayo Sibrián enviaba, al mando superior de las FPL,

l istas de nombres de guerri l leros sospechosos que antes habían estado

en el frente paracentral, y ese mando ordenaba las ejecuciones en otros

lugares, inclusive en Nicaragua. Así comenzó Goyo a descubrir el

verdadero mecanismo de la matanza. Encontró evidencias de que

algunos combatientes, a los que se les di jo que iban a recibir

entrenamiento especial en La Habana, en realidad fueron capturados y

enviados con engaños hasta Managua, donde fueron ejecutados.

Todo Lo que estaba sucediendo era avalado por la máxima

dirección de las FPL. Del frente paracentral salían las listas de

nombres para Radiola, para Managua, para otras zonas.

Page 72: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

Terminado su trabajo, Goyo regresó a la zona 2 del frente norte

de Chalatenango, ubicado en las montañas aledañas a los cantones y

caseríos de La jurisdicción de Dulce Nombre de María. Ahí, desde horas

tempranas de la mañana hasta bien entrada la tarde, rindió su informe

detallado y sus conclusiones a Salvador Sánchez Cerén, sin ocultar

su inconformidad por lo que estaba sucediendo, y su petición de

que se pusiera final a esa historia.

Salvador Sánchez Cerén escuchó en silencio, sin hacer

ninguna sola pregunta a todo lo largo de la exposición de Goyo.

Solo al final, le dijo: —Mayo es un fundador de las FPL, es miembro

de nuestra Comisión Política, es un hombre de prestigio y es mi

amigo.

Goyo confirmó en ese momento que Salvador Sánchez Cerén

no era solo un cómplice, sino el mayor autor intelectual de los

crímenes. Hasta esos días Goyo era el asesor personal de asuntos

militares de Salvador Sánchez Cerén. Después de esa reunión fue

removido de su cargo a otras tareas, habiendo pasado a operar

junto al comandante German, como segundo al mando en la zona 2

del frente norte de Chalatenango.

Page 73: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

CAPITULO SEIS

LOS CIEN MUCHACHOS DE CHALATENANGO

En noviembre de 1989, el FMLN había decidido concentrar la

total idad de sus fuerzas y sus medios en una nueva ofensiva general,

mediante la cual se proponía hacer colapsar al ejército nacional y tomar

el poder. El ataque principal se dirigiría hacia la capital, San Salvador,

pero también incursionarían en otras importantes ciudades del interior

del país, como San Miguel, Usulután, Zacatecoluca, maniobras de

hostigamiento a la Cuarta Brigada de Infantería y al Destacamento

Mili tar número uno de Chalatenango, e incursiones menores en La

ciudad de Santa Ana y Apopa, entre otras.

Por esos días, tres de Los principales jefes mil i tares de La

retaguardia de las FPL estaban en Chalatenango: Giovani, Goyo y

Miguel Uvé. Dentro del plan general de la ofensiva, la comandancia de

las FPL había contemplado que Goyo, al frente de una columna, se

moviera hacia el paracentral para reforzar las acciones que en aquel

punto estarían concentradas en contra de las fuerzas mil i tares de

Zacatecoluca. Pero casi toda La fuerza disponible estaba asignada al

ataque sobre San Salvador y las ciudades que le rodean.

Miguel Uvé estaba destinado a asumir el mando de todas las

tropas de Chalatenango, así como de las comunicaciones mil i tares, y de

comandar los ataques de hostigamiento a La Cuarta Brigada y La

ciudad de Chalatenango.

Goyo debía salir con un contingente de tropa conformada por una

columna de refuerzo con los grupos mil icianos de Chalatenango,

originarios de Arcatao, San Antonio Los Ranchos, Guarji la, Las Flores y

otros poblados aledaños. El ochenta por ciento de esa tropa era de San

Page 74: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

Fernando, Dulce Nombre de María y La Laguna. El problema era que

esos mil icianos eran jóvenes campesinos que, si bien apoyaban un

cierto tipo de acciones guerril leras, aún vivían en sus aldeas y bajo el

dominio de sus padres. Goyo y Miguel visitaron los cantones aledaños a

Guarji la y Arcatao para hablar con las famil ias, pero éstas se mostraban

renuentes a que sus muchachos fueran a combatir a otras zonas

desconocidas para ellos.

Pero había un hombre que se había ganado el cariño y la

confianza de la gente de todos esos lugares, por haber convivido y

compartido con ellos las penurias de la guerra: el padre jesuita Jon

Cortina, quien desde la perspectiva de la teología de la l iberación

avalaba el alzamiento guerri l lero, y concientizaba a los campesinos

para que se sumaran de una u otra forma a la lucha. Goyo y Miguel le

pidieron ayuda, le explicaron la magnitud del esfuerzo que la ofensiva

implicaría, y también la convicción, o al menos la esperanza, de que

con el la se alcanzaría la Victoria f inal. El padre Cortina habló con las

familias, las cuales finalmente accedieron a dejar partir a los

muchachos, que eran aproximadamente unos cien.

El entrenamiento mil i tar, la condición física y la formación polít ica

de un mil iciano son normalmente inferiores a las de un guerri l lero

sometido a la discipl ina de un campamento y al estado de guerra

permanente del frente mili tar. El primer desafío de esos milicianos fue

seguirle el paso al comandante Goyo en la larga caminata, a marchas

forzadas, iniciada en los primeros días de noviembre de 1989 desde

Chalatenango rumbo al frente paracentral. Goyo cuenta que algunos de

los muchachos y muchachas tuvieron que seguir caminando aún con los

pies totalmente llagados.

Page 75: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

—Eran jóvenes que no conocieron físicamente una ciudad, ni

cafetales, ni planicies, unos ni autobuses conocían, y mucho menos

sabían de un combate. Y sabían que iban a regresar en un mes, a lo

sumo—, dice Goyo.

Aún con esas dif icultades lograron l legar. Apenas después de

unos pocos días de descanso, se sumaron al ataque principal de las

fuerzas del paracentral sobre la ciudad de Zacatecoluca. Las

operaciones de la insurgencia sobre las posiciones mil i tares de esa

ciudad, fueron apoyadas por diversidad de unidades guerri l leras,

l legadas del sur de Usulután, al mando del capitán Juan Patojo; del este

de Berlín, al mando de Ramón, y esas mismas tropas de Chalatenango

comandadas por Goyo.

Estas unidades y las fuerzas permanentes de la zona del volcán

de San Vicente y otros lugares de ese frente, conformaron las líneas de

ataque. El asedio mantenido por dichas unidades en contra de las

fuerzas del gobierno es quizá el mejor logrado en esa ofensiva nacional

en una ciudad cabecera. Aún después que las guerri l las habían

abandonado sus posiciones en la mayoría de centros urbanos del país,

ellos seguían rodeando el cuartel mil i tar de Zacatecoluca, es a juicio de

muchos la ciudad que en verdad estuvo a punto de caer totalmente en

manos de la guerri l la.

Goyo reconoce que cinco de esos muchachos, que l legaron junto

a él desde Chalatenango, murieron en esos combates en los que él

mismo resultó herido de bala, saliendo lesionado de uno de sus ojos.

Sin embargo, el comandante Miguel Uvé nos dice que, de los cien

milicianos reclutados en el norte de Chalatenango, solo trece

regresaron con vida a sus lugares de origen, durante los primeros

meses de 1990. Todos los otros fueron torturados y ejecutados por el

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mando de las FPL en el paracentral. Miguel Uvé relata que, cuando lo

supo, lo conversó con el padre Cortina, y que este manifestó su estupor

y su enorme pesar por esos hechos que consideró inexplicables.

GUAYÓN Y EDWIN, UN VIAJE al INFIERNO

Se trataba de la misión más importante y peligrosa que habían

asumido. Eran ocho guerri l leros que habiendo concluido un curso mil i tar

en La Habana, se concentraron en Managua para introducir desde ahí

hasta las montañas salvadoreñas, en dos vuelos clandestinos,

cincuenta misi les tierra-aire y un buen número de piezas arti l leras con

la respectiva munición.

En El Salvador, mientras tanto, el FMLN había desplegado desde

hacia dos semanas la mayor ofensiva mil i tar general en los casi diez

años de confl icto. La comandancia guerril lera confiaba en que el uso de

los misi les sería el elemento estratégico que finalmente definiría la

guerra a su favor.

Esa era la responsabilidad que aquellos ocho hombres habían

asumido. Si lograban llegar a su destino y aterrizar en las pistas que

sus compañeros en tierra les habían preparado, garantizarían la

victoria, les di jeron. Pero si caían en manos del ejército con ese

cargamento, el FMLN no los reconocería como sus mili tantes, y ellos

tendrían que identif icarse como vulgares traficantes de armas que

operaban por su propia cuenta. Eso era lo hablado y lo entendido.

Eran dos equipos entre los que había especial istas en el uso de

misiles y armas de arti l lería. Unos pertenecían al ERP y otros a las

FPL. El piloto del ERP se llamaba Walter Alfaro Aguiñada y le decían el

Page 77: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

Chaparrito; el de las FPL se l lamaba Arnoldo Bernal (el mismo que

había sido capturado junto a Mayo Sibrián en 1984), y su seudónimo era

Arturo Granadeño. Casi al amanecer del día sábado 25 de noviembre de

1989, las dos avionetas Cessna partieron de una base mil i tar sandinista

de Managua, con poco tiempo de diferencia.

Aproximadamente a las seis de la mañana, ya en cielo

salvadoreño, la avioneta del ERP fal ló y se precipitó a tierra sin control

alguno, estrel lándose entre l lamas en un potrero del cantón Piedra

Pacha, jurisdicción de el Tránsito, San Miguel, muy cerca de la

carretera del Litoral. Tres guerri l leros fallecieron en el acto. El piloto

quedó gravemente herido y decidió suicidarse con un balazo en la

cabeza.

No muy lejos de esa zona, una media hora después y sin saber lo

ocurrido con la otra nave, Amoldo Bernal sobrevolaba el lugar donde

supuestamente sus compañeros habían preparado el terreno para el

aterrizaje en la Hacienda el Nilo, cerca de Santa Cruz Porri l los, en San

Vicente. Dio vueltas y vueltas y no encontró las señales del sit io.

La pista había estado l ista en el lugar convenido pero en la

mañana anterior. El equipo de recepción la había preparado en regla

con todo un sistema de señales luminosas, pero había esperado en

vano la avioneta. Julio Hernández, jefe de ese equipo, supo después

que el desfase se debió a un error en el mensaje cifrado que contenía

las instrucciones.

De pronto, Arnoldo Bernal les di jo a sus tres compañeros de viaje

(Edwin, Guayón y Jorjón), que ya se le estaba agotando la reserva de

combustible.

Page 78: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

—Si no encontramos el sit io en está vuelta lo más seguro es que

nos matemos—, les dijo, mientras comenzaba otra evolución ya sin

muchas esperanzas.

—Ya estábamos todos resignados cuando de repente voy viendo

ahí al ladito de un gran pantano, entre los charrales, un medio caminito

pelón y unas dos fogatas. ahí está la pista, le grité al pi loto—, nos

cuenta años después Guayón, el arti l lero.

Arnoldo Bernal maniobró en picada, pero aquello no era realmente

una pista sino una media brecha irregular, improvisada a machete, tan

breve que de inmediato le quedó corta y se fue de largo.

—Cabal íbamos directo a destriparnos contra un gran palo de

zorra que estaba enfrente. Zámpele freno a está babosada a como dé

lugar—, le gritó el misilero Edwin al pi loto.

La avioneta se detuvo a unos pocos metros de un árbol. Los

hombres bajaron de la nave, y junto a la unidad guerri l lera que los

esperaba descargaron y ordenaron rápidamente el armamento. Habían

caído en una planicie pantanosa en un lugar conocido como el

Despoblado, cerca del río el Pajarito, al sur de la carretera del Litoral,

en la zona costera del departamento de La Paz.

Al advertir el desfase en la coordinación, uno de los comandantes

de la zona, Gustavo, tomó la iniciativa de improvisar de cualquier modo

aquella brecha, ya casi con la avioneta sobre la cabeza. “PréndanIe

fuego a la avioneta y sálganse de ahí de inmediato. El enemigo ya los

detectó y avanza hacia ustedes”, les informaron por radio. Cargaron con

todo y caminaron hasta salir del área crít ica para esconderse en unos

matorrales, con el agua y el lodo del pantano hasta La cintura.

Page 79: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

—Primero vimos dos helicópteros exploradores de los que les

decimos avispitas, y al rato todo el cielo se puso negro de tanto

helicóptero. Sin movemos mucho agarramos posición de combate,

porque creímos que se nos venía aquel gran desembarco de tropa y que

ahí nos harían pedazos a todos—, dice Guayón.

Sin embargo, el dispositivo aéreo se fue de largo. Guayón cree

ahora que lo que andaban buscando era la otra avioneta, que se había

estrellado a pocos ki lómetros de distancia de ahí. Pero eso no lo sabían

en aquel momento. Ahí en el charral se quedaron escondidos el resto

del día, esperando el ataque enemigo de un momento a otro.

No hubo ataque y al caer las sombras agarraron camino mientras

no muy lejos, en la ciudad de Zacatecoluca las fuerzas del paracentral,

reforzadas por la columnas l legadas de Chalatenango y Usulután,

mantenían intensos combates contra el ejército. Marcharon toda la

noche sin pausa con el pesado cargamento en las espaldas. Salieron

del pantano, cruzaron la carretera li toral, avanzaron por un estero,

giraron hacia un l lano y después comenzaron a subir la cuesta del

Chinchontepec, que les pareció infinita. A media falda del volcán iban

deshidratados y ya no daban más. Descansaron un rato y continuaron

subiendo.

Cuando por f in l legaron al puesto de mando apenas los dejaron

descansar unas horas. Guayón, Edwin y Jorjón bajaron de nuevo para

sumarse al ataque a Zacatecoluca. Guayón entró a las l íneas de fuego

con su inseparable ametral ladora punto 50, en tanto que Edwin y Jorjón

dispararon al menos siete misi les, que resultaron fal l idos por problemas

técnicos, según lo reconocieron después. Al parecer el fallo se debió a

un dispositivo de fabricación coreana.

Page 80: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

La batal la en esa ciudad fue cediendo al igual que en los otros

puntos del país, y la retirada hacia las zonas de retaguardia se volvió

inminente. La ofensiva del FMLN, anunciada como final, había

fracasado. al regresar al volcán Chinchontepec, Edwin, Guayón y Jorjón

conocerían el infierno: el comandante Mayo Sibrián y su Estado Mayor

comenzarían la evaluación de la batal la y de las tropas y los mandos, la

primera gran acusación en contra de esos experimentados guerril leros

fue que eran agentes de la CIA.

GUAYÓN: “A LUCAS LE HABÍAN QUEBRADO LAS

DOS PATAS A GARROTAZOS”

—Yo soy del cantón Guadalupe, de Suchitoto. La ofensiva de 1981

me La eché en Guazapa y Cinquera como jefe de una escuadra de

arti l lería. Desde entonces ya andaba con mi ametralladora punto 50—,

cuenta Guayón.

En 1984, en un combate particularmente cruento en el cerro el

Coyote, en Tejutepeque, una bala le destrozó La pierna izquierda:

—Llegué herido a Chalatenango y ahí estuve en un hospital i to de

campaña sanando a puro milagro. Fue hasta 1987 que me lograron

sacar para que me operaran en México. De ahí, cuando ya pude

caminar, me mandaron a Cuba para Un Curso de arti l lería. Ahí me

capacité para manejar cañones y baterías antiaéreas, cañones de dos

bocas, tres bocas, punto 20 y La ametral ladora punto 50 que ya la

conocía bien.

Cuando regresaron al Chinchontepec, después del ataque a

Zacatecoluca, Guayón y los dos misi leros, Edwin y Jorjón, no tenían la

Page 81: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

menor idea de lo que estaba sucediendo en el paracentral. A las pocas

semanas, a Guayón le extrañó que a algunos combatientes de

Chalatenango que se había encontrado durante los combates de la

ofensiva, ya no los volvió a ver:

—Entonces fue que un día le pregunté a Mayo por un tal Galileo,

un cipotón bueno para pelear. El no era de Chalate pero había l legado

all í a apoyamos en 1983 en la toma del cuartel del Paraíso… ¿Y por

qué preguntás por él?, me dijo Mayo; es que nos conocimos allá en

Chalate, le dije yo. Ya lo matamos porque era enemigo, me dijo él...

Puta, di je yo entre mí, pero si lo vi a ese cipote pelear en Chalate y ahí

en la ofensiva y nunca le vi ningún defecto o algo raro.

A los días Mayo Sibrián mandó a llamar a Guayón a una reunión:

—Mirá, aquí no andés preguntando más de la cuenta. Vos no

sabés cómo está la situación de este frente, me dijo. Bueno, pasó eso y

después, como a los quince días nos venimos para la zona Gavidia con

el equipo de mando de Mayo, ahí venia él. al nomás llegar ya vi algunas

injusticias con la gente. Unas unidades que habían venido de Chalate,

que el Goyo las había traído como apoyo a la ofensiva, un pelotón que

iba ahí, chas le salieron en el camino una unidad de fuerzas especiales

de Mayo y les dijeron: les vamos a quitar las armas, pongan las manos

atrás y ya los amarraron. Yo vi eso y me dije cuál será el problema.

Pero ahí ya fue cosa de ir los a matar a todos esos muchachos. Después

de eso, Guayón volvió a preguntarle a Mayo por un compañero que era

jefe de taller de armería y que lo había estado instruyendo all í en

Chalatenango:

Page 82: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

—Bueno, me dijo Mayo, ¿y vos por qué preguntás tanto, pués? A

ese ya lo matamos también, y ya te dije que no andés preguntando, me

dijo... ahí si ya me puse algo nervioso yo.

La matazón comenzó de nuevo a tomar curso. Unidades enteras

de guerril leros fueron l levadas a lugares soli tarios para torturarlos y

luego asesinar a garrotazos a sus integrantes., una práctica que se

generalizó, “para no gastar munición en los traidores”.

Guayón continúa:

—Es que de repente empezaron a deshijar las unidades. al

pelotón de fuerzas especiales le mataron la mitad. A un tal Lucas, que

había sido jefe de seguridad del mando del Estado Mayor al lá en

Chalatenango, conocido de todos los comandantes de las FPL, lo

mataron también.

— ¿Usted vio como lo mataron?

—Es que yo l legué adonde lo tenían a Lucas, porque me

mandaron a hacer una dil igencia. Y me ve Lucas y me dice: Mirá,

hermano, cómo me tienen. Le habían quebrado las dos patas a puro

garrotazo... A mí me dieron ganas de llorar al ver aquello.

Guayón suspira fuerte y sigue contando:

—Ya no tenia ni dientes el Lucas, todo lo habían desgraciado, y

les dice él: Si creen que soy enemigo mejor mátenme ya... No, es que

tenés que confesar, le di jeron... Mire, me dijo Lucas a mi, dame aunque

sea meados que me estoy muriendo de la sequía. Le di la pichinga de

agua. Se me quedaron viendo esos cerotes que lo estaban golpeando,

pero no me dijeron nada. A Lucas, cuando ya se lo terminaron a golpes,

lo ahorcaron. A toda esa gente que mataban así en las mismas

trincheras la enterraban... O sea que era una doctrina supuestamente

Page 83: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

impuesta por Mayo, pero aparte de eso la Comisión Polít ica de las FPL

sabía lo que se estaba haciendo aquí. Y aquí nadie podía oponerse, no

se podía, no había modo. A la gente la tenían intimidada.

Page 84: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

EDWIN: “TE SOLTARÍA, MI AMOR, PERO YA ESTAS

QUEBRADA DE LAS PIERNAS”

Edwin es originario de Chalatenango, se integró a las FPL en

1978 y l legó a tener el grado de teniente en los primeros tres años de la

guerra.

Fue jefe de un pelotón, en el segundo destacamento del batallón

K-93 de las FPL. Alguien que por haber sentido el olor quemante de la

pólvora, haber visto morir a muchos en el fragor de la batal la, correr a

otros, y soñar a muchos, sabe bien cuáles son los miedos y los

momentos más álgidos de un guerril lero, y cuál es la diferencia entre

esas cosas y un trabajo enemigo de infi l tración.

—El 31 de marzo de 1984, en un ataque que hicimos en el puente

Las Guaras, sobre la calle nueva, entre San Martín y Suchitoto, me

mataron a mi esposa, Li l ian, que era la radista del mando del batal lón.

Unas horas después a mí me quebraron una pierna con un rafagazo.

Allá en Chalate estuve l isiado en los campamentos un montón de

tiempo, con los sobacos pelados por andar guindeando por esas

montañas con unas muletas—, recuerda Edwin.

Finalmente lo sacaron del país para que recibiera atención

médica, y fue operado en Francia. Ya restablecido viajó a Nicaragua,

donde durante algún tiempo fue asistente personal de Salvador Sánchez

Cerén, luego del comandante Jesús Rojas y, f inalmente, de Salvador

Samayoa, que por entonces era el delegado de las FPL en la Comisión

Polít ico Diplomática del FMLN. Después fue a Cuba para recibir

entrenamientos en el uso de misi les. Luego entró de nuevo a la guerra,

en 1989, en el vuelo clandestino que ya hemos relatado.

Page 85: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

—El primer encuentro que Jorjón y yo tuvimos con Mayo, después

del ataque a Zacatecoluca, fue terrible. Así de entrada nos dijo que

nosotros éramos de la CIA, porque cómo era eso que no habíamos

podido pegar con los misi les. Yo aquí a los infi l trados los mando para

Cerros de San Pedro, nos dijo, pero con eso significaba no que iríamos

a esa zona sino que nos iba a matar... Era cierto que habíamos fal lado

todos los tiros que hicimos, pero fue porque los ojos de los misi les, que

son los que persiguen al objetivo siguiendo el calor de las turbinas del

avión, eran coreanos y tenían una fal la, no perseguían, venían directos.

Durante ese primer encuentro, Mayo Sibrián tenia a varios

guerri l leros amarrados, l istos para ser fusi lados. Llevó a Edwin donde

tenía amarrada a una compañera, para que la viera y se intimidara con

aquel cuadro.

—A la compa ya le habían quebrado los pies y las manos, estaba

amarrada a un árbol, y me dijo Mayo: Esto es lo que les pasa a los

traidores. Yo le dije: Está bueno, hermano, pero a mí no me venga con

esas cosas, porque yo no soy traidor.

Edwin y Jorjón argumentaron el problema técnico de los misiles e

hicieron una propuesta: realizar un disparo con un misil de otro bote,

cuyo ojo no fuera coreano, con la esperanza que pegarían y quedaría

demostrado el fal lo técnico:

—Si ya ni con ese pegamos, entonces yo le pongo mi vida a su

disposición, le di je al hombre. Mayo aceptó y Jorjón fue enviado a

Chalatenango a probar al lá su disparo, pero debió esperar hasta finales

de 1990 para poder realizar el ensayo.

Page 86: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

—Cabal, al lá en Chalate, por el lado de la Laguna, al primer

disparo que hizo Jorjón se bajó un avión C-47... Y cuando ya supimos

de eso, todavía Llega Mayo y me dice: Pegó aquél hi jueputa, por ahora

te salvaste.

Aunque Mayo Sibrián lo mantuvo siempre bajo sospecha y

sancionado, Edwin se salvó en efecto, pero vio morir a otros

compañeros:

—No sé por qué los torturaban tanto con esos garrotes. Claro,

cuando un compañero ya se sentía con Los brazos quebrados, las

piernas quebradas, decía si, soy infi l trado, pero ya no me peguen. Eso

a mí me chocaba, incluso le dije al comandante Gustavo: No estoy de

acuerdo con eso que están haciendo, no se sabe si esos compas son

enemigos, aquí los enemigos pueden ser ustedes más bien, le di je. Y él

me respondió: Estamos haciendo una gran investigación, y no matamos

a nadie de por gusto. Y me dio un libro que se llamaba el Documento

Fil ipino, donde supuestamente una gran infi l tración enemiga acabó con

el movimiento revolucionario... Yo no tengo necesidad de leer esa

mierda, le di je a Gustavo.

Poco tiempo después, Gustavo envió a Edwin a realizar la captura

de una guerril lera acusada de infi l tración:

—Ustedes me van a capturar a fulana de tal y me la van a matar.

Entonces yo le dije: En ese juego no me meto, porque yo aquí ya no sé

quién es contra ni quién es compañero.

Edwin recuerda que, por esos mismos días, vio que l levaban

amarrados a un grupo de unos veinte guerril leros:

Page 87: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

—Los ubicaron cerca de un río, los acostaron en el suelo boca

abajo y le pegaron un balazo a cada uno.

Un combatiente l lamado Agustín, ametralladorista, que Edwin

conocía y que había llegado desde Chalatenango para apoyar en la

operación de la ofensiva de 1989, también fue ejecutado. Lo supo una

ocasión que fue a visitarlo a su campamento y ya estaba muerto.

También mataron a una muchacha que era la novia de Edwin y se

l lamaba Verónica. Ella era la operadora del radio de uno de los jefes de

pelotón que les acompañaron la vez que llegaron en el vuelo de

Nicaragua.

También recuerda la muerte de Lucas y de quince hombres de su

unidad, todos ejecutados después de ser sometidos a torturas:

—Agarraban las piedras más grandes y se las dejaban caer sobre

la cabeza a los compas, bien horrible aquello... Se pueden imaginar

ustedes ver una escena de esas, saber que son sus compañeros, que

pelearon contra el enemigo, y que vinieran a terminar así. O sea, para

mí eso no cabía en mi mente, eso no cabía en ninguna parte de la

historia. Imagínese, íbamos caminando y venía una compa morena, no

me acuerdo cómo se Llamaba, y de pronto dos compañeros le pasaron

el cuchil lo por la garganta, all í mismo cayó muerta. Y así igualmente vi

a muchos compañeros que eran amarrados a los árboles, que eran

fracturados de cada garrotazo en las manos y en los pies para que se

hicieran cargo de que si eran contras.

Edwin está convencido de que, si lo hubieran torturado de esa

manera, él también hubiera aceptado que era infi l trado aunque fuese

falso. Una guerri l lera l lamada Ana fue capturada y torturada. En una

ocasión le ordenaron a Edwin que se quedara cuidándola. La muchacha

Page 88: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

tenía quebradas las piernas y los brazos debido a los golpes recibidos.

En horas de la madrugada le habló y le di jo que ella no era infi l trada y

que la soltara, que le ayudara a escapar:

—Yo le dije, mirá mi amor, si vos caminaras yo te soltaría, pero no

podés, si ya bien quebrada estás. Ahí me puse a llorar con el la. La

muchacha murió debido a las torturas.

Edwin calcula que sólo en la zona Gavidia, después de la ofensiva

de 1989, vio asesinar a no menos de ciento cincuenta combatientes.

—Es que eran pelotones enteros Los que capturaban, eran quince,

veinte, eran veinticinco los que se llevaban de un solo.

— ¿Cómo logró salvarse usted en medio de todo aquello?

—Fíjense que una vez me sancionaron y me mandaron a un lugar

que se llama Carrizo. Tenia que trabajar todas las noches metiendo

maíz, fr i jol, botas, todas las cosas que necesitaban aquí en la Gavidia.

Todas las noches cargaba cosas para acá. Eso como sanción, unos dos

meses estuve así. Después me manda a traer de regreso Mayo, como

quien dice ya lo tengo un poco más amansado a éste, y me lleva a una

reunión donde había un montón de compañeros. Mayo me dijo: Te he

l lamado para que me des tu opinión de qué pensás del trabajo enemigo,

por qué se desarrol la el trabajo del enemigo.

Edwin vio ahí la oportunidad de decir algo que le rondaba la

cabeza desde que había l legado al paracentral:

—Pata mí el trabajo enemigo, si es que de verdad hay trabajo

enemigo en este frente, se desarrol la por los malos métodos que

implementa usted y todo el mando que lo acompaña. Todo lo que usted

hace está al revés, desde que yo he venido, la primera vez que se

Page 89: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

reunió conmigo y con los otros compañeros que vinimos, en vez de

darnos las gracias porque venimos, nos dijo que éramos de la CIA, que

éramos contrarrevolucionarios, ¿cómo cree que uno se va a sentir? —.

Y siguió:

—Por otra parte, usted quizás cree que a mí me parió una burra. No

señor, a mí me parió una mujer, y a todos los compañeros que están

aquí los parió una mujer. está gente tiene papá, t iene mamá y tiene

familia, pero usted y todo su mando nunca se han acercado a alguien de

nosotros para preguntarnos qué tal la famil ia, qué pasó con su padre,

qué pasó con su madre, qué pasó con sus hermanos o sus hi jos...

¿Cree usted que eso es de un revolucionario? Yo no estoy de acuerdo

con eso, y creo que por esos malos métodos es que se puede

desarrol lar el trabajo del enemigo.

Mayo Sibrián lo escuchó y después preguntó a los presentes si

estaban de acuerdo con lo dicho por Edwin. Todos di jeron que no:

— ¿Cómo quedaba yo en ese momento, para dónde me hacía yo?

Nada, solo quedarme callado. Yo le decía después a Gonzalo, que era

jefe de uno de los pelotones que más ejecutaba compañeros: Mire,

hermano, me avergüenza que usted sea chalateco, Gonzalo, mire la

pendejada que anda haciendo, matando a tanta gente inocente de por

gusto... Bueno, al f inal lo que hizo Mayo fue que una vez, en la mañana,

mandó a Laura, su mujer, para que me entregara cinco pesos para que

yo me fuera del frente porque no quería matarme. Yo le di je a Laura:

Dígale al comandante que se l impie el culo con esos cinco pesos,

porque no es él quien me ha traído, fui yo el que vine y cuando yo me

quiera ir no le voy a pedir permiso a él.

— ¿Qué hizo Mayo entonces?

Page 90: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

—Me mandó a l lamar: ¿Por qué me mandás a decir eso?, me dijo.

¿Y usted por qué me manda cinco pesos para que me vaya, por qué no

me mata mejor?, le di je. Ya después de todo eso me dio una gran fiebre

ti foidea, y yo me imagino que de esa fiebre me dependió la epilepsia

que ahora tengo, creo que fue de la presión de ver tanto compañero

destripado a puras pedradas y garrotazos, de tanta masacre impulsada

por Mayo y su gente, porque ahí no hubo ningún mando que dijera que

no estaba de acuerdo con esas cosas.

Edwin cree ahora que si a él no lo mataron, a pesar de las

discusiones que tuvo con el mando y con el mismo Mayo Sibrián, fue

porque la misión de los misiles se la había asignado personalmente el

comandante Ricardo Gutiérrez, quien frecuentemente preguntaba por él

por el radio:

—Yo creo que fue por eso que no me mataron—, dice.

PEDRO CAFÉ “NO SE SABÍA SI AL DÍA SIGUIENTE

LO IBAN A MATAR A UNO”

— ¿Cuántos fueron los muertos, Pedro?

—Cifras exactas no puedo dar. Pero cuando yo vine a este frente,

en 1987, entró por Cerros de San Pedro y encontró un montón de gente

all í, en tal leres, puestos médicos, tropas, varios pelotones, cuadros de

expansión. No te puedo decir qué cantidad, pero si recuerdo que era

bastante gente. Cuando me traslado para la zona Gavidia, también

había montón de gente aquí. Hubo un momento que me trasladaron a la

Ángela Montano, en Usulután, y también ahí había una cantidad

considerable de tropa, había talleres, campamento de mando, varios

Page 91: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

pelotones, cuadros de expansión. Y cuando antes de la ofensiva de

1989 fui a una tarea a la costa, a traer unos tiros para AK, también

había una buena cantidad de fuerzas.

— ¿Y después de la ofensiva?

—Después que pasó la ofensiva se redujo enormemente la

cantidad de combatientes. Cuando me trasladan a mí del volcán para la

Gavidia, voy encontrando que sólo había un pelotón de pioneros, el

pelotón de las Fuerzas Especiales, el mando, y un pelotón de un tal

Herman, después de haber visto un montón de gente... Recuerdo que

iba con un compañero pasando por un campamento donde había habido

zanjas de comunicación, tr incheras, y las veo rel lenas, cubiertas. Y le

pregunto: ¿Qué pasó con las zanjas, tr incheras, fosos de tiradores?

Callate, no preguntés, me dijo el compa.

— ¿Y qué era lo que había pasado?

—Todas estaban cubiertas porque all í habían enterrado a la

gente... No, yo no les puedo decir una cifra exacta, pero mi apreciación

es que para la ofensiva yo vi un montón de gente, y después de la

ofensiva había un poquito nada más... Yo digo que si el ejército se

hubiera dado cuenta de que ya estábamos sólo unos cuantos pelones,

nos hubiera aniquilado, si el frente estaba prácticamente aniquilado en

combatientes, y por eso es que empezaron a reclutar sólo cipotes.

— ¿Usted personalmente no tuvo mayores problemas?

—No, fuera de aquel primer regaño de Mayo, nunca me acusaron

de nada, mucho menos me torturaron o me capturaron. Quizás era por

mi función de sanitario y porque pasaba lejos de las decisiones

Page 92: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

militares o de mando. Por eso yo no me vi involucrado en todos esos

acontecimientos. Claro que oía los rumores y veía la disminución de

gente, gente con la que habíamos estado platicando, así como nosotros

en estos momentos, al día siguiente ya no se miraban, y si uno

preguntaba por el los le decían calláte, no preguntés, y eso era de casi

todos los días. No había semana que no desaparecieran combatientes.

— ¿No habla ninguna explicación?

—A nivel de conversatorio, en el hospital, si conocías que estaba

pasando algo. Por ejemplo, con René Médico nos identif icamos mucho y

hacíamos comentarios, pero nada más cuando estábamos solos los dos.

Comentábamos de lo que medio presenciábamos y no encontrábamos

ninguna explicación. al menos a mi, personalmente, todo eso me

extrañaba, porque nos decían que a los que ya no veíamos resultaba

que eran infi l tres, que era trabajo enemigo. Yo me cuestionaba que

cómo era posible que la infi l tración y el trabajo enemigo hubiera

abarcado a tanta tropa. Si, como les he dicho, con todos los que

murieron, y si realmente hubieran sido trabajo enemigo, en una noche le

hubieran dado vuelta al mando, en una noche hubieran acabado con

toda la estructura polít ico-mili tar del frente y hubieran tomado posesión

ellos. Pero claro, estas son reflexiones de ahora, en aquellos...

—Había miedo...

—Claro que sí, uno no sabía si al día siguiente lo iban a amarrar a

uno, si lo iban a acusar de traidor. Uno se empezaba a cuestionar ¿qué

he hecho de malo o qué habré dicho de antirrevolucionario para que me

capturen y me maten? Personalmente yo sentía esa gran presión

psicológica. Igual que el médico que les digo, René, y otros.

Page 93: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

—Ha dicho que usted no fue testigo presencial de ninguno de los

crímenes, ¿pero le tocó algún caso cercano?

—Si. Había un compa al que le decíamos el Tigre, y que se llamaba

Agustín, al igual que la Liebre. Este Agustín había ido a recibir una

capacitación de arti l lero a Cuba. Para la ofensiva a él le encargaron una

ametralladora punto 50 y lamentablemente la muy cabrona sólo tiraba

tiro a tiro, y él nunca la pudo componer, no sé qué problema tenía esa

ametralladora que nunca tiró ráfaga. Terminó la ofensiva, a mí me dejan

en el volcán porque all í estaban todos los heridos del ataque a

Zacatecoluca. Me dejaron reforzando el hospital para atender a todo

ese montón de heridos. Con el Tigre platicábamos porque él estaba en

el mando y yo en el hospital, pero ambos en el área de aseguramiento,

y una noche me dice: Te acordás de Pacita, (una compa que era bien

hermosa, chelona y pollona), ayer la capturaron, le quebraron los

brazos, le quebraron las piernas, y el la gritando que por qué le hacían

eso si ella era guerri l lera, que mejor la mataran. Pero el colmo de los

colmos fue que le metieron un tizón en la vagina.

— ¿Usted vio eso?

—No, el Tigre me lo estaba contando, y yo estoy convencido de

que esa muchacha no era trabajo enemigo. Bueno el caso es que yo me

fui a acostar, él se fue a acostar, y puta, al día siguiente lo estaban

capturando a él y a su mujer. A mí me mandaron a hacer posta, como

de aquí a ahí cerca, y alcanzaba a oír unos ruidos más o menos fuertes,

cuando oigo que la compañera del Tigre empieza a gritar. Cuando

regresé de hacer posta, al Tigre y a su mujer se los habían llevado.

Hasta la fecha nunca más los volví a ver.

— ¿De qué los acusaron?

Page 94: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

—Un amigo me dijo que la muerte de él fue que nunca les dispara

en ráfaga la ametral ladora, y sospecharon que él mismo la había jodido.

Imagínense como se sentía uno en esa atmósfera, sobre todo que esas

fechas se cae el muro de Berlín y todo el bloque comunista, los

sandinistas pierden el poder, y Cuba entra en el periodo de

rectif icación, y aquí nosotros viendo eso que estaba pasando en el

frente... No sé cómo es que no estoy loco, o con problemas de epilepsia

como Edwin y Guayón. Yo hasta cierto punto les doy la razón de que

toda está tensión vivida fue un detonante que les provocó su

enfermedad.

—Usted conoció a muchos de los asesinados que usted sabía que

no eran infi l trados...

—Si. Miren, vinieron alrededor de ciento cincuenta combatientes

del norte de Usulután, reclutados para la ofensiva, la mitad mujeres, la

mitad hombres. Cuando terminó la ofensiva ya no vi a ninguna de esas

gentes. Preguntaba y a todos los habían ejecutado. Les hablé ya del

Maestro. Él era el responsable del taller, tenía una gran creatividad

para inventar, innovar y repartir cosas. Lo vi la primera vez cuando

l legué a Cerros de San Pedro en 1987. Cuando llegué la segunda vez al

mismo sit io, ya no estaba, también lo habían matado. Tenia más o

menos mi edad, unos 36 años.

— ¿Supo de otros casos?

—Carlos, que era el responsable mil i tar y polít ico de esa zona

tenia una mujer, yo se la conocí cuando l legué la primera vez. Esa

mujer tenia dos hermanas que eran chelitas, bien guapas. Cuando

l legué la segunda vez el las ya no estaban. A las tres las habían matado

alegando que eran infi l tres... Aquí, en la Ángela Montano, cuando

l legué, hi jueputa, ya sólo dos pelotones quedaban, después de haber

visto un montón de gente.

Page 95: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

EDWIN: “EL AMIGUISMO ES SIGNO DE TRABAJO

ENEMIGO, DECÍAN”

—Cuando ya se puso perra aquí la situación, a los compas los

mataban por cualquier tontera, porque si alguien compartía un

fresquitop, un cigarro, azúcar, o bromeaba con otro, comenzaban a

sospechar, y le decían: ¿Quién es tu amigo?, y ya lo agarraban como

que era tambor de guerra al pobre, entonces el compa decía: Fulano de

tal es mi amigo, y entonces capturaban a ese otro y empezaban a

sacarle música de los brazos y de las piernas con los garrotes y le

decían: ¿Quién es tu amigo?, y así iba la cadena, pero no era porque

eran contras, sino porque eran amigos y de esa manera se formaba el

trabajo enemigo, decían, por medio del amiguismo. Así es como se

fueron acabando este frente esos cabrones, que se decían

revolucionarios.

— ¿Usted alcanzó a ver operar a los batal lones del paracentral?

—No, yo solo los oí mentar. Cuando yo vine en 1989 aquí lo que

había eran unos cuantos pelotones nada más. En toda la zona de arriba

casi no había tropa. Eran unos poquitos, eran niños más que todo,

porque la mayoría de gente adulta ya la habían matado, ya casi no

habían combatientes, por eso es que mandaban a traer fuerzas de

Chalate, de Usulután, de los refugios y de otras partes. Cuando yo vine

ya no existía nada de esos batallones, y lo poco que había quedado se

lo terminaron después de la ofensiva.

— ¿Qué sentido tenia todo eso?

—Es que, al f inal, Mayo decía que todo el que pasaba de quince

años ya estaba maleado de su mente y no podía ser revolucionario.

Page 96: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

Decía que se tenía que comenzar a formar un ejército revolucionario de

doce hasta catorce años. Esa era la idea que él tenía, formar un nuevo

ejército que trajera una nueva mentalidad que no fuera la mentalidad

que nosotros teníamos.

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CAPITULO SIETE

MIGUEL UVÉ: “EJECÚTENLOS, RESPONDÍA

SALVADOR SÁNCHEZ CERÉN”

La guerri l la salvadoreña uti l izó en sus comunicaciones

estratégicas un radio que por fabricación transmite en la banda de

cuarenta metros. Es un aparato de consola conocido popularmente

como “radio naranja”, por su color. Este tipo de radio fue exclusivo de

los puestos de Estado Mayor de la guerril la, su uso estaba destinado a

la comunicación entre los frentes de guerra y los Estados Mayores

ubicados en Nicaragua.

El radio fue modificado de tres canales a otros más, en la banda

de treinta metros. Las claves que se uti l izaban eran de números, letras

y signos matemáticos. Las pequeñas claves de números eran fabricadas

con el sistema lógico de la informática, muchas de ellas elaboradas en

la ex Unión Soviética, Alemania y otros países.

Para los días en los que el comandante Miguel Uvé recibió el

mando del frente de Chalatenango, poco antes de la ofensiva de 1989,

toma control de esas comunicaciones como máximo jefe en esa zona.

La abundancia en las comunicaciones de ese nivel, especialmente con

la comandancia general instalada en Managua, se volvió típica en esos

momentos.

Los mensajes de radio estaban concentrados mayoritariamente en

la situación mil i tar, sumamente compleja, pero había otro tipo de

mensajes más cotidianos. Miguel debía descifrar todos esos mensajes

con un tipo de clave para luego codificarlos en otro más sofisticado y

Page 98: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

enviarlo al mando central de las FPL, donde estaba Salvador Sánchez

Cerén, en Managua.

—Yo tenía acceso a Leer todos los mensajes que llegaban de

todos los frentes y de ahí los enviaba para Managua, pero también

todos los mensajes que venían de Managua hacia los frentes. Por eso

digo yo que la mayor responsabilidad de todo eso fue de Sánchez Cerén

—, señala Miguel Uvé.

Muchos de esos mensajes eran informes, consultas o peticiones

de autorización al más alto nivel sobre decisiones que debían tomarse

en los frentes de guerra. Pero antes de la ofensiva de 1989, y

especialmente después, Miguel comenzó a leer un tipo de mensajes del

puesto de mando del paracentral. En el los Mayo Sibrián presentaba

largas Listas de supuestos infi l trados, algunos ya muertos y otros en

proceso de ser ejecutados.

Mayo Sibrián solicitaba la autorización de Sánchez Cerén para

continuar con el procedimiento, y recibía la autorización. Lo que

produce un estupor en Miguel son las respuestas que Sánchez

Cerén enviaba:

—Cuando Mayo le decía: Tenemos cuarenta capturados de las

redes enemigas. Poco después llegaba la respuesta de Sánchez

Cerén y siempre era la misma: Ejecútenlos. Y las l istas eran grandes

—, recuerda el comandante Miguel. Los efectos producidos en su

conciencia debido a la lectura de ese tipo de mensajes, fue muy

impactante, pues estaba obligado a reenviar las peticiones y las

respuestas del mando superior.

El término “matates” se volvió usual al momento de referirse a los

supuestos infi l trados. En el fondo es un lenguaje coloquial de la guerra

Page 99: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

que expresa la interpretación polít ica de la situación que se vivía, es

decir al concluir que todas las conductas consideradas como no

adecuadas por la concepción de las FPL, eran expresión de las “redes

del trabajo enemigo”, y la red, para quien no es salvadoreño, es un

matate, además de una conjugación del verbo matar cuando se sugiere

a la tercera persona, el suicidio.

Nos dice Miguel:

—Si Sánchez Cerén hubiese dicho, por lo menos, busquen otra

manera de resolver el problema, suéltenlos, reedúquenlos, envíenlos

con sus familiares, o investiguen más, no hubiera sucedido toda esa

barbaridad. Pero los mensajes eran contundentes. Los informes y las

órdenes recibidas eran claras: Ejecútenlos.

Miguel se había quedado con un grupo de mujeres comandantes

de las FPL en esos días, María Chichilco, Violeta Menjívar y Ángela

Zamora (hermana del doctor Rubén Zamora). Con ellas intercambiaba

comentarios, Les mostraba los mensajes. Ninguno de el los podía hacer

nada al respecto, no tenían el poder de decidir sobre aquellas

abrumadoras noticias que lejos de abonar al estado de guerra sólo

servían como debili tador de la postura ofensiva de la guerri l la.

—Yo las Llamaba a el las y les decía: Miren está cosa. Ellas

también se dieron cuenta. Por eso yo afirmo que la responsabilidad no

es solo de Mayo. El caso es que el subalterno informa a su jefe y su

jefe le ordena. Mayo le pide autorización y Sánchez Cerén le avalaba.

Era la l ínea de mando que existía.

Pero el asunto es todavía más grave. Muchos de los nombres que

ahí comienzan a mencionarse les dejan mudos, pues ni la cantidad ni la

calidad de la gente asesinada merecía credibi l idad acerca de lo que

Page 100: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

sucedía. En todo caso, el comandante Miguel, al igual que Goyo, y que

los que sufrieron ese episodio, y que sobrevivieron, están seguros de

que Salvador Sánchez Cerén no solo no evitó que eso sucediera, sino

que lo autorizó con sus omisiones y con sus órdenes expresas. Hay una

clara actuación de la cadena de mando en la aplicación de esa doctrina

de autodestrucción.

Miguel se resiste a creer que el comandante Dimas Rodríguez,

segundo al mando en las FPL, haya estado de acuerdo en esas cosas.

Él mismo hizo una visita al paracentral, nos cuenta, pero ese tipo de

decisiones se continuaron tomando los meses siguientes a la ofensiva,

cuando Dimas Rodríguez ya había caído en combate:

—En las FPL había gente que no debería de haberse muerto,

como Jesús Rojas y Dimas Rodríguez. Los conocí y era gente humana,

que a pesar de que tenían un alto grado partidario, se sentaban a

escuchar los problemas de la gente.

Dimas Rodríguez murió en los combates de la ofensiva de 1989,

con él se fue, a criterio de esos dos comandantes, Goyo y Miguel, la

mente más capaz y experimentada del nivel polít ico y mil i tar de las FPL,

el verdadero hombre número uno, aunque el que tomaba las

decisiones a nivel oficial desde la Comandancia General era

Sánchez Cerén.

Pero no sólo lo relatado sobre los mensajes de radio es evidencia

de la responsabilidad de Salvador Sánchez Cerén. Para el comandante

Miguel Uvé es claro que la Comisión Polít ica tenía conocimiento de todo

lo que sucedía en el paracentral, hasta el punto de que evaluaban

conjuntamente con los mandos de ese frente los procedimientos

aplicados: “Del paracentral se trasladaban Los mandos a Chalatenango,

Page 101: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

para conversar con la comandancia de las FPL, que generalmente era

cuando llegaba Sánchez Cerén y otros dirigentes. Ahí se informaba lo

que estaba sucediendo”.

Había un sentimiento de superioridad moral por lo que se hacia,

como si había un programa piloto de “l impieza” y purif icación de la

organización. Había una idea generalizada en los mandos de que había

que aprender de esos procesos e implementarlos en otros frentes:

—Algunos l legaban diciendo que en San Vicente si se estaba

construyendo el verdadero partido y que en Chalatenango era bien

desordenada la vida—, relata Miguel.

NUEVAS SEÑALES EN LA COMANDANCIA GENERAL

El comandante Federico, del ERP, estaba preocupado. Había

observado que el fracaso de la ofensiva de 1989 estaba impactando de

manera cada vez más notable la moral combativa de la fuerza que, bajo

su mando, operaba en Usulután. Eso se comenzaba a expresar en un

peligroso relajamiento discipl inario. En una ocasión, con el objeto de

estimular a su tropa, organizó un baile con la idea de que los

combatientes interactuaran con la población civi l y salieran de la rutina.

Pero recién empezada la f iesta él recibió un mensaje y tuvo que

ausentarse.

Cuando regresó, después de varías horas, la escena que encontró

Le paró los pelos: sus combatientes, incluido el ejecutivo mili tar de la

unidad, estaban totalmente perdidos de borrachos. Asustado por ese

nivel de irresponsabilidad, tomó las medidas disciplinarías del caso y

Page 102: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

comenzó a sondear la situación en los demás frentes de guerra. En

todos estaba sucediendo lo mismo. Entonces sucedió algo inesperado.

David Gavidia, miembro del Estado Mayor de Mayo Sibrián y jefe de las

fuerzas de las FPL que operaban en la zona Ángela Montano, l legó a su

campamento para comunicarle que él y toda su fuerza habían decidido

integrarse en masa al ERP

El punto era que Mayo Sibrián había torturado y matado a Ramón,

que era un líder natural de los campesinos de la zona, un cuadro

polít ico-mil i tar que garantizaba el área de aseguramiento de la guerril la.

Ramón era un hombre de máxima confianza de David Gavidia, y por lo

tanto era previsible que el círculo de la sospecha se extendería hacia él

mismo y sus hombres.

Federico, que ya tenía alguna noción de los problemas internos de

las FPL, asoció la situación al tema de la desmoralización generalizada

entre las fuerzas guerril leras, pero quiso cerciorarse. Le dijo a Melo que

cruzara el Lempa y sondeara lo que estaba pasando en la zona bajo el

control de las FPL. Melo regresó con un informe que no dejaba ninguna

duda de lo grave de la situación en relación a las ejecuciones masivas.

Federico montó en cólera y le envió al comandante Joaquín Vil lalobos

un mensaje: O paran ustedes a ese hijo de puta asesino que es Mayo

Sibrián, o yo mismo cruzo el Lempa y lo paro a balazos .

Joaquín Vil lalobos consultó el asunto con los otros comandantes

del ERP destacados en Usulután, que ya tenían antecedentes de los

problemas en aquella zona. Casi dos años atrás, en el puesto de mando

del ERP en Tres Calles, se había planificado la voladura de las piletas

del puente FENADESAL. Para apoyar al comando especial que

realizaría la misión, el ERP le había pedido a las FPL que “le prestara”

a dos de sus combatientes especializados en operaciones subacuaticas.

Page 103: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

Los enviados fueron Lucas y Agustín la Liebre. El proyecto se fue

postergando por diversas razones, y los dos comandos de las FPL

estuvieron en el puesto de mando del ERP durante casi un año. Uno de

esos comandantes recuerda:

—Llegué a conocer muy bien a esos dos muchachos. Eran buenos

revolucionarios y les tomé confianza y afecto. Estuvieron todo ese

tiempo en nuestro campamento. Finalmente la operación en la que ellos

iban a participar se nos frustró del todo cuando, en una aproximación al

puente, la corriente nos arrastró las cargas de explosivo. Entonces les

regresamos a las FPL a esos dos muchachos, que fueron enviados al

campamento de Mayo Sibrián. Después supe que ahí mismo los habían

matado.

Y continúa:

—No es posible que esos compañeros fueran infi l trados. Los

signos de un trabajo del enemigo entre tus fi las se manifiestan y se

detectan de inmediato de una u otra manera, puesto que la información

que se fuga se traduce en impactos en tu entorno. Sin embargo, y en

nuestro puesto de mando en Tres Calles, nunca pasó algo sospechoso

en todo el t iempo que esos dos muchachos estuvieron con nosotros. Y

eso es que ahí estábamos tres miembros de la comandancia del ERR

Mínimo nos hubieran matado, pues ellos dormían casi al lado de nuestra

campa.

Ese comandante le dijo a Joaquín Vil lalobos que, a su juicio, el

cuadro que se había configurado en el frente paracentral era realmente

grave y podía llegar a afectar al FMLN en su conjunto. Las relaciones

entre el ERP y las FPL, las dos organizaciones más numerosas y

mili tarmente más fuertes del FMLN, fueron siempre bastante tensas

Page 104: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

desde el surgimiento casi simultáneo de las mismas, a principios de los

años setenta. Las FPL, que hacían gala de su ortodoxia marxista-

leninista y de su pureza ideológica en ese sentido, desconfiaban

profundamente del progresivo decantamiento del ERP hacia un

pensamiento más aún a la socialdemocracia.

—En ese momento, por encima de cualquier problema interno, lo

estratégico era la unidad del FMLN. No dudo que Federico hubiera

cumplido su intención de parar a balazos a Mayo Sibrián, pero entonces

habrían comenzado los tiros entre nosotros y las FPL, se rompe el

FMLN y ahí mismo perdemos la guerra—, nos dice Joaquín Vil lalobos.

Sin embargo, Villalobos habló con Salvador Sánchez Cerén

muy seriamente y le exigió que encontrara una solución al problema

del frente paracentral.

GIOVANI: “SI FUERAN REVOLUCIONARIOS

ENTREGARIAN LOS RESTOS DE LAS VÍCTIMAS”

Ramón se Llamaba en realidad Gilberto Vil lalobos, y era hermano

de Fabio Balmore Vil lalobos, el comandante Giovani de las FPL.

—Mi papá, mi mamá y siete hermanos míos fueron asesinados

durante la guerra. Todos éramos de las FPL y de ahí de San Vicente. A

mi mamá la capturaron y la desaparecieron en 1982. Mi papá y cuatro

de mis hermanos murieron combatiendo, los otros son Carlos, Walter y

Ramón —, dice Giovani.

— ¿Qué pasó con el los?

Page 105: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

—Walter fue jefe del batal lón “Ernesto Morales” en el paracentral

y estuvo al mando de esa fuerza en el ataque al cuartel de la Cuarta

Brigada en Chalatenango. En esa misma operación participó el otro

batallón del paracentral, el “Andrés Torres”, bajo el mando de Miguel

Uvé. Y ahí estuvimos Goyo y yo, que también somos de al lá. Cuando

Walter regresó a San Vicente, después de un tiempo de capacitación en

Cuba, Mayo Sibrián lo degradó casi al nomás Llegar y lo mandó con

cuatro hombres a una zona de expansión, al lá por la zona de los

nonualcos, por Chinameca. Eso fue en 1987. Dicen que ahí fue que

Walter cayó en combate, pero yo tengo mis dudas y mis sospechas.

— ¿Por qué?

—Porque en ese combate que dicen solo él cayó, y a los otros

tres no les pasó nada. A veces pienso que Mayo lo mandó a matar.

Igual que a Carlos.

— ¿Y Ramón?

—El era el hermano mayor y lo reconocíamos como el papá de

nosotros. Éramos nueve hermanos de papá y mamá, y dos solo de papá

Ramón era un hombre ejemplar de la revolución, y Mayo lo ejecutó en

1990.

— ¿Cómo lo supo usted?

—Yo estaba en Chalatenango y tenía acceso a las

comunicaciones de la dirección de las FPL, las comunicaciones

estratégicas y las internas, porque en la organización yo era el

encargado de la elaboración de las claves, como un trabajo relacionado

a las operaciones mil i tares. Tenia que revisar los mensajes para hacer

Page 106: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

los informes a la dirección. Entonces revisando los mensajes encontré

uno que decía: Ramón, hermano de Giovani, fusi lado por ser red

enemiga. En esos momentos yo sabía ya que estaban matando

compañeros en el paracentral, pero no sabía lo de mí hermano Ramón.

— ¿Qué hizo usted en ese momento?

—Pues me indignó y le fui a reclamar bien fuerte a Douglas Santamaría

(Eduardo Linares) y a Milton (Medardo González). Recuerdo que les dije

que si Ramón era red enemiga entonces yo era de la CIA, y les tiré en

la cama el cuaderno de los informes. Ellos me dijeron que me calmara,

que iba a llegar a Chalatenango un compañero a explicar esas cosas.

Yo solo pensé que si eso se lo habían hecho a un combatiente como

Ramón, cómo les voy a creer que los otros fusilados infi l trados. Todo

ese tiempo me lo pasó muy indignado. Casi todos los días les decía que

fueran a ver qué estaba pasando, no se queden así parados sin hacer

nada, si son compañeros a los que están matando, no jodan, les decía

yo.

—Es difíci l entender lo que sucedió en el paracentral, ¿según

usted qué fue lo que pasó?

—EL culpable no fue Mayo. Eso lo puede entender cualquiera que

tenga un dedo de frente. Mayo fue un hombre muy intel igente que se

comenzó a perder, a ver todo negativo y a cometer todas esas

barbaridades, pero el caso es que nadie en la jefatura le puso paro, y

ustedes bien saben que en la guerra nadie se manda solo. Ese es el

problema: si él pudo matar a tanta gente buena fue porque los jefes se

lo permitieron.

Page 107: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

—Nos han dicho que la dirección de las FPL creía que Mayo

estaba desarrollando un gran trabajo de contraintel igencia...

—A esa cosa burda no se le puede Llamar contraintel igencia. Lo que

sucedía es que te agarraban y tenías que decir un par de nombres s i te

querías salvar, el pobre sujeto en su mente lo único que pensaba era

decir ese par de nombres para ver s i se salvaba, eso era todo.

Entonces decía Pepe y Juan, y después mataban a Pepe y a Juan.

Agarrabas a los otros dos, y así se iba haciendo grande la l ista.

— ¿Tiene usted idea de cuantos fueron los ejecutados?

—Aquí hemos hablado con los compañeros de está zona, y la cifra

exacta nadie la puede dar, pero todos creen que fueron más de mil.

Pero miren, diez que hubieran sido ya sería muy grave. El problema ha

sido no atender a la gente que sufrió todo aquello, porque esa situación

está aquí viva todavía. El problema es que en el FMLN todavía se vive

hablando de traiciones y de esas tonterías. Son mecanismos que

desgraciadamente siguen vivos en el partido... Si ellos, los

responsables, tuvieran de verdad conciencia revolucionaría, deberían

de aclararlo todo y entregar los restos de la gente asesinada, inclusive

los restos de Mayo, si es que se busca que la gente quede tranquila,

porque el daño ya está hecho y ya no se puede reparar.

LA NOCHE DE JULIO HERNANDEZ

¿Me voy o no me voy? Se preguntaba Julio Hernández, que no

logró dormir toda aquella noche de enero de 1990. Había pasado ya un

par de meses después de la ofensiva guerri l lera de noviembre de 1989.

No era difíci l marcharse del campamento, dejar el fusil por ahí, avanzar

por entre quebradas y barrancas, l legar a la carretera y jugárselas para

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tomar un bus hasta San Salvador. Ahí tenía contactos que le faci l i tarían

la salida del país. Pero irse, en sus circunstancias y pese a todas las

atenuantes que sin faltar a la verdad podía alegar, era técnicamente

una deserción.

Se había integrado a las FPL muy joven, en 1978, y después de

muchas pruebas de fuego había l legado a ser jefe de operaciones de

todo un frente de guerra. Luego había cumplido una misión polít ica en

los Estados Unidos durante tres años. En 1988 le ordenaron regresar a

el Salvador, pero antes debía realizar algunas coordinaciones en

Managua, en donde se entrevistó con varios de los jefes máximos de las

FPL, que ya adelantaban la planificación de la ofensiva general de

1989. Al comentar sobre el estado de la guerra, y particularmente del

frente al que él estaba destinado, el paracentral, le manifestaron que

all í había una situación especial, pues el comandante Mayo Sibrián

había descubierto una vasta red de infi l tración enemiga, pero que ya

estaba solucionando el problema.

—Me dijeron que Mayo había descubierto la trama de la

infi l tración al detectar a una agente de la CIA, una mujer rubia y muy

guapa, que uti l izaba esos atributos para su trabajo. Mi percepción es

que consideraban un héroe a Mayo por haber salvado al frente de un

posible colapso por ese trabajo de infi l tración—, recuerda Julio

Hernández.

Sobre esa mujer “rubia y guapa” jul io no tiene mayores pistas,

pero es probable que se trate de Ethel Pocasangre Campos (Crucita).

Cuando Julio l legó al frente paracentral, Mayo Sibrián le dijo que

seguramente la vida en Nueva York lo había contaminado

ideológicamente, y que tenía que volver a ganarse la confianza del

mando en calidad de combatiente raso. Eso fue lo que Julio hizo y en

Page 109: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

poco tiempo estuvo al mando de una pequeña unidad guerril lera en una

zona de expansión en la zona de la costa. Esa unidad fue creciendo, se

volvió clave en la recepción y aseguramiento de los cargamentos de

armas que llegaban clandestinamente por el mar, y en la ofensiva de

1989 jugó un papel importante en varías batal las, sobre todo en el

ataque a Zacatecoluca.

El guía de Julio, Rafael Coludo, conocía palmo a palmo la zona de

la costa, y era ese conocimiento el que en gran medida permitía que

esa unidad de expansión no solo sobreviviera sino que, también,

Lograra cumplir exitosamente las misiones asignadas. Mayo Sibrián,

personalmente, le había dado la misión de asistir a Julio en esa tarea.

Un día sin embargo, Julio recibió por radio un mensaje de Mayo Sibrián,

en el que le advertía que Rafael Coludo trabajaba para el enemigo, y

que lo enviara al puesto de mando.

Julio sabía que aquel hombre, que había combatido a su lado, no

podía ser un agente enemigo. Habló con él y le contó la situación.

Rafael Coludo se mostró sorprendido, pero di jo que no tenía nada que

temer, que se presentaría al puesto de mando y les haría ver su

inocencia.

—De todos modos te van a matar, deja el fusil por ahí y andate

hoy mismo del frente—, le di jo Julio.

Pero varías horas antes de la noche de insomnio en cuestión,

había llegado al campamento de Julio un lugarteniente de Mayo Sibrián

para decirle que habían descubierto que su radista, que además era su

compañera de vida, era una infi l trada del enemigo. Eso significaba que

se la l levarían para el puesto de mando, que la torturarían para que

confesara y delatara a sus presuntos cómplices, y luego la matarían. Y

Page 110: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

Julio sabía lo que pasaría después, pues ese procedimiento ya se había

vuelto típico en ese frente: vendrían por él y luego por cada uno de los

hombres de su unidad.

—Exactamente eso es lo que va a suceder—, le dijo el

comandante Goyo, que había resultado herido de bala en la batal la de

Zacatecoluca, y que iba para Cuba a recibir atención médica.

Goyo habló con el Lugarteniente de Mayo Sibrián e intercedió por

la radista:

—Decile a Mayo que yo pongo mis manos en el fuego por está

compañera—, le dijo.

Mayo Sibrián habló por radio urgiendo que se cumpliera su orden.

—Hay un problema, Goyo se opone—, le respondió el

Lugarteniente.

—Goyo no tiene mando aquí, vos cumplí mi orden—, di jo Mayo

Sibrián.

Pero aun sin mando formal en esa zona, la palabra de Goyo

pesaba, y el Lugarteniente resolvió esperar a que las cosas se

aclararan.

Antes del anochecer, Goyo Le dijo a Julio:

—De todos modos, si ya la marcaron en el puesto de mando, la

van a matar. La única posibi l idad es que está misma noche deserten los

dos.

Page 111: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

Julio se debatió en la incertidumbre aquella noche, y ya casi en la

madrugada tomó una decisión:

—Váyase usted, yo me quedo—, le di jo a su compañera.

Julio sabía que ya eran demasiados los combatientes que en ese

frente habían sido ejecutados. El mismo había presenciado, impotente,

cuatro ejecuciones sumarías. “Esto tiene que pararse de algún modo”,

se dijo a si mismo.

Al poco tiempo l legó otro enviado del puesto de mando:

—Dice Mayo que vos no tenés experiencia en, el combate a las

redes enemigas, y me manda a apoyarte en eso, entregame las

comunicaciones, las claves y las redes de colaboradores—, le dijo.

Ya me van a matar, pensó Julio. Providencialmente, justo por esos

días, y por motivos que nada tenían que ver con la situación planteada,

Julio Hernández Logró hablar con el comandante Jesús Rojas que, al

igual que Mayo Sibrián, era miembro de la Comisión Polít ica de las FPL.

Julio le relató con detal le todo lo que estaba sucediendo. Jesús Rojas

tomó el radio, tuvo algunas aclaraciones con Mayo Sibrián y envió un

informe a Managua.

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TERCERAPARTE

CAPÍTULO OCHO

CONTEXTO MILITAR DE LOS HECHOS

Ningún ejército puede mantener un estado de guerra de forma

inamovible, por victoriosas que sean sus campañas. Si no puede

derrotar a su enemigo, tarde o temprano deberá asumir un viraje

estratégico. Esas victorias contundentes del FMLN durante los primeros

cuatro años de la guerra civil propiciaron un giro profundo en la

guerri l la salvadoreña y en la Fuerza Armada.

El contexto mili tar en el que Mayo Sibrián asume el mando del

frente Paracentral, en el año 1986, t iene una particularidad: el

acelerado y generalizado desgaste de las estructuras mil i tares del

FMLN debido a la superación de la fase regular de la guerra y a la

implementación de la guerra de guerri l las. Una experiencia reconocida

por cualquier Combatiente del FMLN que haya estado en los frentes

desde 1985 hasta el f inal de la guerra.

EL despliegue de unidades irregulares en el terri torio nacional

significó al menos dos grandes retos para la guerri l la: soportar el

enfrentamiento con unidades enemigas mejor equipadas y con mayor

número de hombres, y resistir la capacidad de infi l tración en sus fi las.

Para superar el primer problema, se redactaron manuales de

táctica, se trasladaron experiencias como la vietnamita y la teoría

guevarista de la guerra de guerri l las. Pero ninguna de esas

experiencias fue similar a la salvadoreña, poco sirvieron al momento de

escurrirse en los terri torios pelados de el Salvador, donde el guerri l lero

Page 113: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

no se tuvo más que a sí mismo y al que tenía a su lado, y al matojo que

medio le cubría del sol y los aviones.

Situaciones que no fueron previstas por la guerril la, no al menos a

cabalidad: que el ejército iba a implementar un accionar táctico irregular

paralelo al de las unidades regulares, dotado de un componente mil i tar

orientado a golpear a las fuerzas guerril leras por medio de su

descomposición; pero la guerri l la tampoco previó el efecto psicológico

en sus tropas. No es lo mismo pelear al lado de cien hombres que junto

a cuatro pelones.

Todo desequilibrio en la moral de la tropa o pérdida de capacidad

de combate, se adjudicó al factor ideológico.

Los análisis de los jefes mil i tares no asumían como real el quiebre

psicológico de sus tropas como resultado de pelear en desventaja, no al

menos en la mayoría de casos.

Es ahí donde entran a operar las redes de informantes de la

Fuerza Armada. En algunos casos de manera muy casual debido a la

situación concreta del terreno y de la población civil , y en otros a la

particularidad de los jefes mil i tares que comandaban las diversas zonas

mili tares. Esa situación produjo una excesiva sospecha en las

estructuras mili tares de la guerri l la.

Sin embargo, a pesar de la sospecha latente en las fi las de la

guerri l la, algunos jefes mil i tares de la Fuerza Armada en aquella Época,

reconocen hoy día que la inteligencia mili tar fue un terrible dolor de

cabeza, que muchas de las informaciones de terreno estaban dispersas,

y que es ilógico que se hubiese realizado una operación de infi l tración

masiva en el frente paracentral, como se ha querido hacer creer.

Page 114: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

Es lo que asegura el general Juan Orlando Zepeda, quien fuera

Vice Ministro de Defensa durante la guerra civi l . El mando de las FPL,

Liderado por Salvador Sánchez Cerén Cometió un gravísimo error al

confundir una estrategia de política de guerra de la Fuerza Armada

con operaciones generalizadas de inteligencia.

Asegura el general Zepeda, en su Libro Perfiles de la Guerra en el

Salvador; la siguiente fórmula: “Si la estrategia general revolucionaría

afirmaba que la población civi l era para la guerril la como el agua para el

pez, nuestra contra estrategia sería ganar la mente y el corazón de las

masas”.

Esas operaciones son contempladas en lo que se conoce como

Acción Cívica Mil i tar, que eran ejecutadas por las unidades de tropa con

apoyo del departamento de Operaciones Psicológicas. Los grupos

estaban apoyados por psicólogos, médicos, ingenieros, enfermeras,

odontólogos, que se involucraban con la población civil . La presencia de

personal norteamericano en las mismas era pública, la guerra

psicológica jugaba un papel muy importante en la estrategia pues se

trataba de evitar que más gente se sumara a la causa de la guerri l la.

Es así como la estrategia se consolida y se conforma la Comisión

Nacional de Restauración de Áreas, CONARA. Dicha entidad comenzó a

trabajar en las zonas pobladas de mayor influencia de la guerri l la,

donde se ejecutaban esos proyectos de acción cívica. Bajo ese

componente polít ico de la guerra de respuesta de la Fuerza Armada, se

ejecutan operaciones como Bienestar para San Vicente, Bienestar para

Usulután y la Operación Fénix en el departamento de San Salvador y la

zona especial del cerro de Guazapa.

Page 115: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

En todas esas operaciones mencionadas se implementaron y

combinaron los mismos procedimientos mil i tares y polít icos. Pero, en el

caso de San Vicente, el mando de las FPL hace una interpretación

diferente al resto de las zonas de guerra, argumentando que se trataba

de una gran operación de intel igencia en la que se observaba una

infi l tración masiva contra la guerri l la.

No es que no hubo un componente de inteligencia en el plan, pero

no existen operaciones de intel igencia de infi l tración masiva. El general

Zepeda, quien estuvo cerca de esas actividades durante la guerra,

asegura que jamás se tuvo tanta penetración en la guerril la, salvo lo

que se supone debe ejecutar cualquier ejército que pretende ganar una

guerra. Aunque podamos sospechar que el general nos oculte algo

debido a la naturaleza del caso, los datos no revelados no apuntarían a

factores cuantitativos, evidentemente.

Otro elemento vinculante a está historia es el surgimiento de las

Patrullas de Reconocimiento de Alcance Largo, por sus siglas PRAL,

que fue uno de los primeros experimentos mili tares de carácter

irregular. Su objetivo no era provocar y menos consolidar un contacto

frontal con la guerri l la Su actividad mili tar estaba orientada, como su

nombre lo indica, a reconocer a profundidad las posiciones guerri l leras,

ubicar sus puntos de retaguardia, sus rutas de desplazamiento, sus

campamentos, de preferencia los de sus mandos, para golpearlos con

ataques de arti l lería, aviación y/o desembarco de tropas

aerotransportadas.

La zona del frente paracentral, en lo relacionado a los

departamentos de la Paz y San Vicente, era de influencia de las tropas

de la Fuerza Aérea, de ahí que la coordinación de las unidades PRAL y

las tropas de dicha guarnición mili tar eran cualif icadas, y que con la

Page 116: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

implementación de dichas tácticas de guerra irregular se obtuvieron

importantes victorias a favor del ejército.

EL capitán Herard von Santos, veterano del ejército salvadoreño y

escritor de historia mil i tar, refiere en su libro Unidades de Élite en

Centroamérica y México, que “Uno de estos éxitos se dio en el marco de

la operación Bienestar para San Vicente, en junio de 1983, en la cual

las patrullas de reconocimiento desempeñaron un papel muy importante,

detectando campamentos guerril leros en la retaguardia de la zona

enemiga, y dir igieron el fuego de la arti l lería sobre estos puntos,

obteniendo resultados exitosos. Una de sus misiones de fuego significó

el lanzamiento de 100 granadas de 105 mm sobre una concentración

enemiga”.

Estos movimientos del ejército se fueron cualif icando en los años

siguientes y para 1986, año en el que se ubica el inicio de las

ejecuciones de guerri l leros en el frente paracentral, la guerri l la estaba

en crisis, entonces ya se hablaba de las tropas RECONDO y de los

grupos Hacha del ejército, que realizaban operación secretas de

infi l tración para ejecutar golpes de mano y emboscadas, estas mismas

l legarían a consolidar lo más cualif icado de las fuerzas especiales de la

Fuerza Armada, los Grupos de Operaciones Especiales, GOE.

Debido a la movil idad de la guerril la en los sit ios de alta densidad

poblacional, tanto los rebeldes como las unidades irregulares de

reconocimiento del ejército, comenzaron a realizar una alta movil idad en

medio de la población civil . Es aquí donde se produce ese sentido

permanente de la sospecha que habrá de l levar a la guerril la a provocar

una gran cantidad de bajas en sus fi las por efecto de su propia mano.

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Los elementos de la PRAL, que en sus inicios han operado bajo el

esquema típico de unidad irregular ordinaria, con uniforme de fatiga y

armamento, comienzan a mezclarse Con la población civi l , de la misma

manera que la guerri l la. Esos tres agentes del conflicto armado

conviven en caseríos y cantones, vestidos de civi l , algunas veces

usando armas cortas, visitando y contactando en muchas ocasiones a

los mismos aldeanos, en sus casas o lugares de trabajo.

Es entonces que comienza a producirse un impresionante flujo de

información, que tiende a ser desordenada y no siempre confiable. Las

unidades mili tares de ambos bandos requieren información, y la

obtienen de su más cercano: la población civil . Esa misma gente

oriunda informa ala guerril la de los soldados del gobierno o a aquéllos

de éstos, muchas veces haciendo un uso naturalmente psicológico de la

mentira para salvaguardar sus propias vidas de cualquiera de los dos

bandos. Ambos contendientes necesitan esa información, la buscan, la

solicitan, la exigen.

Es imposible decir en qué momento exacto ese desordenado mar

de contactos, de fuentes, de informes, de noticias, de caminos, de

números, de rutas, comenzaron a tener un espacio decisivo y definido

dentro de un esquema de intel igencia mili tar de dimensión estratégica,

sobre todo porque altos jefes mil i tares de la Fuerza Armada, niegan que

hayan tenido un plan como el que se supone se articuló en contra de la

guerri l la basificada en el frente paracentral.

De cualquier manera, en está dinámica, el ejército parece que fue

el mayor ganador de la partida, al lograr penetrar de forma clandestina,

como nunca antes, a zonas Guerrilleras, como solo lo había hecho con el

anuncio de sus aviones, piezas de artillerías y las enormes columnas de soldados de

Page 118: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

sus brigadas y batallones, y la infiltración mayor que logro fue la de su propio

fantasma en la cabeza del mando guerrillero.

El ejercito aprende a infiltrarse de una forma que rebaso su misma capacidad para

administrar la información que acumulaba, ya no digamos para darle un uso efectivo,

no solo debido a sus posibilidades de comprobación de la información sino al de su

capacidad de instalación en medios.

Las inexpugnables retaguardias de la guerrilla se vuelven vulnerables, asi mismo

todos los demás frentes de guerra, muchos de los cuales son altamente inestables,

como: Radiola, Guazapa, el volcán de San Salvador. En esa misma época, algunas

unidades guerrilleras habían sido penetradas por combatientes que antes de ser

reclutados por la guerrilla en sus propios caseríos de origen, trabajaban con el

ejercito como informantes, un dato que no tiene valor decisivo y que en todo caso es

aislado. Este factor, aunque no es masivo, adquiere una relativa importancia.

1986, quinto año de la guerra, mucho de los hombres que pelearon en las de

resistencia del año 1981, que en 1982 comenzaron a aniquilar las posiciones fijas del

ejercito que estaban en los alrededores de la zona guerrilleras, y que habían formado

los batallones y brigadas insurgentes, realizando grandes maniobras de

aniquilamiento, están muertos, heridos, desertados, y muchos de los que siguen en

los frentes de la guerra sufren una acumulada tención y cansancio.

Esos hombres y los que se han incorporado mas recientemente comienzan a formar

pequeños grupos que se diseminan en todo el territorio. El sentido de aislamiento, de

desventaja numérica, de cansancio, de movimientos inseguros en territorios donde

no hay posibilidad de aplicar los campos minados, son situaciones que quiebran la

moral de los jóvenes guerrilleros.

El reto mayor para los mandos estriba en poder comprender a cabalidad que es lo

que sucede con sus hombres, con su estado de animo. Un tropa sometida a largas

jornadas de tensión en ambientes inhóspitos y de mucha desventaja militar, tiende a

voltear su actitud hacia las indisciplinas, a la relajación en los breves espacios que se

le permiten el ambiente de las pequeñas retaguardias, o de os periodos de ausencia

del ejercito. El desvelo por los constantes ataques artilleros quiebra los nervios.

Page 119: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

Las conclusiones que pudieron ser obtenidas luego de asumir un mando en

situaciones similares, y la manera como se abordo esa problemática, es lo que

marco la diferencia con la corriente de pensamiento que tuvo el poder de efectuar de

manera drástica al frente para central.

Una pequeña unidad, formada por cuatro hombres se disfraza en un pequeño

matojo, observa el filo de las lomas, los cultivos de frijol o de maíz, si es invierno, o

nada mas se queda con el aire caliente en la garganta cuando el sonido carrasposo

del viento y la yerba seca se arrastran por la cuesta.

No hay con quien hablar, además nada se puede hacer salvo que sea en susurros,

los enemigos pueden estar muy cerca y que sean cien no es casual. Un volumen de

fuego de ese tamaño aniquila a esa unidad guerrillera en poco tiempo.

Pero el pequeño grupo lleva meses en esa situación, en el camino han muerto

varios, por lo que se ha ido renovando constantemente la tropa. Se acabaron los días

de cambates frontales y de maniobras, ahora esos guerrilleros solo deben esperar,

escondidos como animales, a que la noche se haga sobre sus cabezas para salir a

andar. No deben preguntar que es lo que sucede, solo obedecer. La mayor invención

que tienen a mano es lograr no morir ese día.

Cuanto puede soportar un muchacho de dieciséis o diecisiete años dormir cada

noche del invierno con la ropa mojada, con el estomago vacio, envuelto en un viejo

plástico negro, con el cuerpo enterrado en un charco donde muy cerca cantan las

ranas. No hay ninguna voz que aliente, ni siquiera la de algún locutor de la radio, ni

aquella voz amorosa de mama, ni la risa escandalosa de la hermana.

La noticia de una nueva deserción, de alguien caído a la orilla del camino, de una

casa que entrego al guerrillero al momento de comprar, es una imagen cotidiana.

Que clase de hombres pueden lograr sobrevivir a una experiencia similar, sin quebrar

los principios de la vida, si dejarse atraer por la fuerza de la seducción de matar al

que no soporte la presión de lo que se supone es sargado.

El enemigo se vuelve cada vez más difuso, puede estar agazapado entre las huertas

de banana, o mirar desde un cuerpo vestido de civil. Es lo mismo que los soldados

han vivido durante años. Hoy los guerrilleros saben lo que significa conversar con un

aldeano sin estar seguro de que es lo que se puede esperar de el.

Page 120: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

Caminar cada noche en busca de una noticia, de una medicina, de un par de botas,

de un pequeño correo que viene en la crema de un tubo de dentífrico, en una bola de

jabón. A eso se dedica hoy el jefe que antes tenia bajo su mando a casi

cuatrocientos hombres, hoy son apenas doce, no le queda mas que endurecer,

acoplar la mente, exagerar si es posible, para que nadie note que ya no es el mismo.

Sabe bien que no le espera otra cosa que muerte.

Es lo único que puede ser cierto cuando espera con los cuatro pelones que le

acompañan la noticia del mes pasado, en el periódico que esta a favor del gobierno

que el quiere derrotar.

Y la maldita avioneta fumigando propaganda, donde e ofrecen mil colones por tu fusil

y un salvoconducto y el recordatorio de que tus comandantes están comiendo

sabroso en un hotel del extranjero, mientras tu esperas como animal acorralado a

que te llegue la hora final en un barranco lodoso.

Esa situación de volvió generalizada en los frentes de guerra, pues debido a

la desventaja numérica y al deficitario poder de fuego de las pequeñas unidades

guerrilleras, el ejercito capturo a muchos combatientes y jefes. Algunos de ellos

fueron asesinados, otros enviados a la cárcel y otros terminaron colaborando con el

ejército. Es importante tomar en cuenta que este rasgo que adquiere la guerra en ese

momento no es el resultado de un trabajo de inteligencia, o de un plan general y muy

bien delineado, fue mas bien un efecto del resultado de las operaciones ofensivas del

ejercito en el campo de batalla, y de los efectos que esto produjo en la espiritualidad

de los guerrilleros. Lo que la fuerza armada tenia era información dispersa, que

muchas veces no era ni siquiera compartida entre las diversas unidades militares, ya

no digamos a nivel de Estado Mayor, la gran cantidad de información que el ejercito

fue acumulando acerca de su enemigo, del personal, campamentos, rutas de

abastecimiento y movimientos de otra naturaleza, fue de considerable importancia.

Eso llevo a la guerrilla a sostenerse con mucha movilidad en los

campamentos y ha vivir en una constante intriga. Todo aquel que ejercía algún tipo

de mando debía cumplir una misión: la constante observación a los hombres y

mujeres bajo su mando, estar en permanencia revisión de las medidas d seguridad y

Page 121: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

del estado de la disciplina de la gente, para detectar a tiempo cualquier indicio de

infiltración o relajamiento que pusiera en peligro al resto de la gente.

A todo esto había que agregar la sistemática operativilidad de los medios

aéreos y la altísima capacidad de despliegue de las unidades helitransportadas, que

en pocos minutos caían sobre los campamentos guerrilleros, provocando con ello

retiradas desorganizadas que no tenían otra finalidad que no fuera poner a salvo el

pellejo.

Esa era la guerrilla de entonces, ahí corrían por igual valientes y miedosos,

comunistas o social demócratas. Ideologizados o anarquistas, revolucionarios o

aventureros, jefes o subordinados, veteranos o novatos. Todos por igual sentían

miedo cuando escuchaban el zumbido metálico de esas avispitas (helicópteros

Hughes 500), los roqueteros (helicópteros UH-1M), las avionetas los aviones

Hércules. Y eso se repetía una y otra vez, semana a semana. Había jefes que al

nomas escuchar a lo lejos el zumbido de los helicópteros perdían toda compostura y

elegancia y se desbarrancaban en picada aerodinámica.

LA CONTRA INTELIGENCIA

Este descalabro provoco que las organizaciones guerrilleras se debilitaran

internamente en un nivel alto de control y observación. Y esa actitud en el fondo era

necesaria, su gran valor fue que podía salvar la vida de muchos guerrilleros. La

contrainteligencia no es para matar a la gente de las mismas filas, es para

protegerlas.

La contrainteligencia es la rama de la inteligencia militar orientada a conocer a

tu enemigo no hacia afuera sino lo que este pueda estar haciendo, planeando o

pueda hacerte a ti en el futuro, desde adentro de tus mismas estructuras, no en el

arte de matar. Esa ha sido la estupidez de muchos dictadores y de mecánicos de

gente enferma, o en todo caso ignorante; la contrainteligencia, si se aprecia de tal, es

saber distinguir las “anomalías” que presenta cualquier estado de guerra; los flancos

débiles que presente la indisciplina, baja la moral combativa, el miedo extremo, los

Page 122: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

descuidos y la diferencia que esto tiene con un trabajo de infiltración enemiga,

administrar todo con sabiduría.

La aspiración mayor de la contrainteligencia no es matar al infiltrado, si no

averiguar a quien la informa y, sin que se de cuenta o convencido de ello, comience

a darte a ti la información del otro que espera la tuya y a envidiarle datos

manipulados e irreales.

Los flancos de la indisciplina, el descuido craso, el miedo extremo, la falta de

planeación, puede servir a la inteligencia militar enemiga, no hay duda de ello, pero

no necesariamente por la vía de infiltración. De ahí que si todo aquello que sugiere

desventaja o golpe a las fuerzas propias se asume como infiltración, eso lo que

muestra es un estado primitivo del mando para valorar la situación de guerra.

La infiltración, como objeto, puede ser para el arte de la contrainteligencia

militar lo que para la ciencia forense es la confesión. Todo ante moderno requiere de

un ramaje de mecanismos para conocer una zona de la realidad. Ante una confesión

judicial siempre valdrá mas un peritaje genético, eso para el derecho; en el arte de la

guerra, ante un infiltrado que vive revuelto con tus enemigos, que no siempre se

sabe hasta donde se puede decir la verdad, valdrá mas una fotografía de satélite,

una exploración o profundidad por una unidad especial de las filas propias, que se

sabe donde duermen y donde viven; un reconocimiento aéreo, la aplicación de la

trigonometría en las comunicaciones para captar señales de radio y ubicar

posiciones fijas y unidades enemigas en movimiento.

Pero aun así, la inteligencia militar seria parte de cualquier información, venga

del satélite, del radar del avión, de la antena de detección de comunicaciones, del

descifrado de mensaje, de lo dicho por la fuente permanente o por el testigo casual.

Eso todo lo demás, ponderado, procesado, analizado y comprobado en el campo de

las operaciones militares; es lo que puede llegar a ser considerada en su todo un

trabajo de inteligencia y contrainteligencia. Reducirlo a la infiltración, y peor aun al

nivel invasivo, que además no es típico, es caer en la tentación de virar el fusil de la

dirección de tu enemigo de campo y ponerlo en el pecho de tu compañero de al lado.

Como lo dice muy claro el veterano de guerra Nelson vietnamita, que citamos aquí

Page 123: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

pues su claridad supera los argumentos artificiales de los responsables intelectuales

de las ejecuciones de combatientes en el para central:

- Si nosotros, los de las fuerzas especiales, a los que mataron, como

Lucas y Agustín la liebre, y a los que nos amenazaron con fusilarnos, hubiéramos

sido infiltrados, bajo facial hubiéramos matado a todos los jefes, porque éramos

nosotros los que los cuidábamos, hasta al mismo Salvador Sánchez Ceren estuviera

muerto, porque cuando llegaba a Chalatenango éramos nosotros los que le

hacíamos guardia.

Page 124: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

CUARTAPARTE

CAPITULO NUEVE

LA DEGRADACION

Poco después del reclamo de Joaquín Villalobos, y del informe que Jesús

Rojas envió a Managua sobre la situación del Para central, la dirección de las FPL

inició otra investigación sobre el caso.

La primera que vino fue Rosario, la esposa del Comandante Ricardo Gutiérrez. Lo

mandaron de Nicaragua para que verificara la situación. Como ella sabia que yo

tenia alguna cercanía con su marido, fui uno de los primeros con los que hablo. Pero

yo ya desconfiaba de todo y todos, y no quería decirle nada de lo que me

preguntaba. pero ella me insistió y me dijo que no tuviera miedo, que ella venia a

investigar para que las cosas se arreglaran en el frente-recuerda Edwin.

Pero finalmente hablo usted con ella

El caso que yo tenía que ir con unos compañeros a traer un abastecimiento,

bajar desde cerros hasta la litoral, y luego subir la gran cuesta durante toda la noche

con la carga en la espalda. Y me que la Rosario iba ir con migo y que yo tenia que

darle seguridad… ya cuando veníamos de regreso, ahí al pie de la cuesta le digo a la

Rosario: mire compañera, mayo dice que aquí, el que es revolucionario, tiene que

cargar cincuenta libras de maíz, su mochila y el fusil. Así que aquí esta su carga y

empiece a caminar. A ver como siente de aqui para arriba, y si no aguanta entonces

no es revolucionaria.

Edwin había comenzado responder en forma irónica y concreta las preguntas

de Rosario:

Como a las doce de la noche esa mujer iba pujando y casi llorando: Edwin, ya

no aguanto, me decía, Hágale fuerza, mamacita, que aquí al revolucionario así le

toca. Esta es la política del Comandante Mayo Sibrián, y si usted no aguanta pues la

van a matar mañana por infiltrada. Así que aguante, camine, le voy a dar cinco

minutos para que descanse pero después seguimos subiendo.

Page 125: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

En ese sarcasmo de Edwin se esconde un mensaje profundo. De alguna

manera alguien de arriba debe sentir el significado de una presión de esas, de una

caminata de esas, de una amenaza similar, y así esa persona es la adecuada, pronto

alguien arriba sabrá que hay cosas que no debieron ocurrir jamás. Continúa Edwin:

Yo creo que a esa mujer se le pelo hasta el negocio de atrás. Toda la noche

caminar con esa carga, imagínense. Pero ratos ayudándole yo y ratos ella

aguantando, logro llegar hasta el campamento, pero la pobre quedo de muerte una

semana. Claro ella nunca había cargado así, la mochila, el fusil y las cincuenta libras,

y alguien que la fuera observando y diciéndole camine, camine, hágale guevos, los

revolucionarios no somos maricones. Me imagino que al final ella le ha de haber

avisado a su marido como estaba la cosa.

Las investigaciones continuaron. Sin embargo, todavía durante todo el año de

1990 Mayo Sibrían y su equipo de mando siguieron matando combatientes por

considerarlos infiltrados. Nuevas comisiones de investigación llegaron, la mas

importante de todas fue la conformada por los Comandantes Ricardo Gutiérrez,

Douglas Santamaría y Ramón Torres.

Después de ese largo proceso de consultas llevadas a cabo con los mismos

combatientes y mandos menores del frente para central, finalmente, entre finales de

1990 y principios de 1991, se decidió la degradación del comandante Mayo Sibrian.

No podemos ser ingenuos en este asunto asunto de la degradación. Tomando en

cuenta los acontecimientos tan dramáticos dentro de las filas de las FPL acaecidos

durante varios años, en donde jamás se escucho la opinión de los combatientes por

parte de las máximas autoridades de dicha organización, es poco probable que una

decisión como la apuntada haya tenido su cuna en las bases.

Con toda seguridad una decisión tan tardía y oscura como esa solo podría

venir de un acuerdo superior cuya motivación debió estar relacionada con el avance

en las negociaciones de paz, donde el FMLN se precio de levantar la bandera del

respeto de los derechos humanos, situación que tuvo sus crisis internas en las

presiones de, al menos en el inicio, dos de los miembros de la Comandancia

General de la guerrilla, Roberto Roca y Joaquín Villalobos. Es decir que la

decisión tomada por el mando supremo de las FPL no atiende a una situación

Page 126: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

de justicia o de consideración humana, o revolucionaria, si no mas bien

política.

Edwin recuerda:

__ Cuando vino Ricado Gutiérrez me dijo: No te preocupes, ya vamos a reglar

esta mierda. Allá al tiempo, un día se me acerca Mario y me dice: Ya no soy

comandante, hoy voy a ir traer maíz con vos allá abajo. Esta bueno, le dije yo, ahí le

voy zampar la cincuenta libras en el lomo para que me demuestre en la cuesta que

usted es revolucionario, hijo de la gran puta, le dije.

Guayon también recuerda esos días:

__ Como ya habían acabado con todos los dirigentes del frente, me pusieron a

mí ahí de jefe de taller. Pero cuando vinieron los de la comisión política a investigar,

vieron que aquí la cosa ya no se podía solucionar, ni que cambiaran otro

comandante como otra política, porque si a usted le matan un hermano ¿Cómo van a

llegar a decirle que lo mataron por esto y esto, y usted sabiendo porque lo mataron

de verdad?

Y por eso lo que hicieron fue echarle toda la culpa a Mayo.

__ ¿Usted también comparte la idea de que la responsabilidad no fue solo de

Mayo Sabrían?

__ Es que solo Mayo tenia la culpa, ahí entra toda la comisión política de la

FPL, esa es la verdad.

Todos los sobre vivientes que han dado su testimonio, que estuvieron en esos

momentos en la zona, y que participaron en las consultas referidas, coinciden en que

había comenzado a darse un notable relajamiento disciplinario, pues la gente estaba

no solo cansada de una guerra de casi doce años, sino de las matanzas de sus

mismos compañeros, que ya llevaba casi cinco años. Guayon dice al respecto:

__ La gente aquí había cambiado, o sea que ya a los jefes y a los mismos de

la comisión política les habían perdido el respeto al ver lo que habían hecho. Ya la

tropa hacia lo que quería, chupaban guaro y ya todo les valía un carajo.

En una de esas reuniones de consulta se decidió la degradación de Mayo

Sabrían, en medio de discusiones y acusaciones mutuas entre los mandos locales y

entre Mayo Sabrían y los delegados de la Comisión Política. Guayon estuvo ahí y

Page 127: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

recuerda que Mayo Sabrían dijo que todas las ejecuciones habían sido autorizadas

por la Comisión Política, y que el único que se había opuesto era comandante Dimas

Rodríguez. Eso se los restregó en la mera cara a Douglas Santamaría y a Ricardo

Gutiérrez, que eran de dichosa Comisión Política, dice Guayon,

Por esas mismas fechas, Juan Patojo regreso de Jucuaran a la zona Gaviria,

al mando de ciento ochenta hombres y cargando consigo dos morteros de 81 mm.

Su gran sorpresa fue encontrarse con que Mario Sabrían ya no era comandante:

__ Lo encontré moliendo y cargando maíz al viejo, y hasta lastima me dio.

¿Qué te paso, Mario?, le dije yo. No, hombre, me dijo, esto es por las tonteras

aquellas que pasaron, que venían los informes y había que firmarlos… Mira, Mario,

¿Por qué mejor no te vas?, le dije… No, Juan, me contesto, yo me metí a esto fe en

la revolución, y si me voy es una vergüenza. Yo ya se que me van a matar, y si no lo

han hecho todavía es por que ahí tengo enterrado un montón de dinero que no les he

entregado; yo se los voy a dar y en entonces me van fusilar, me dijo.

Todos los testigos son unánime al reconocer que Mayo Sabrían, a

pesar de haber quedado degradado, pero no encarcelado, pues siguió libre en el

campamento, inclusive con su arma, nunca intento desertar. Esta actitud pue estar

explicada en una excesiva confianza en su amigo Salvador Sánchez Ceren, y en

aquellos de la Comisión Política que apoyaron sus procedimientos pero además en

el convencimiento que ese era un procedimiento acordado por el consenso en las

estructuras del mando al mas alto nivel de las FPL, y que por tanto estaba en lo

correcto.

Los daños causados a las filas guerrilleras y a la moral de los sobre vivientes

fueron desbastadores. Juan Patojo, aunque no estuvo en San Vicente en los años

mas intensos de la matanza, lo pudo comprobar de primera mano:

___Cuando vine de Jucuarán, aquí en San Vicente ya no había gente, solo

monte había. Casi todo se habían pasado del otro lado del Lempa, para Usulután

huyendo de la matazón. Entonces a mí me mandaron a jalar gente para acá ahí es

donde me convencí que la gente estaba bien resentida con las FPL. Cuando llegaba

a sus ranchos me decían cosas feas de la organización en mi propia cara.

___¿ Que cosas feas eran esas?

Page 128: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

___Los reclamos por sus familiares ejecutados, pues.

En una de esas me topo con mi propio hermano , el papa de Amadito Esquivel , ósea

el que les conté que había matado los mismos compás, y eso yo lo sabia

perfectamente. Solo quiero que me expliques por que mataron los compás a mi hijo,

me dijo mi hermano. Puta, y yo que podía decirle al hombre, pues, si el mismo y sus

cinco hijos estaban en la guerrilla, y toditos murieron, todos los cinco, pero a cuatro

los mato el ejercito peleando, y a Amadito la misma guerrilla de nosotros.

Y continúa Juan:

____Pero yo tenia que cumplir mi misión de convencerlos de que se vinieran

para San Vicente otra vez.

Y logre traerme un buen grupo a pesar de todo. Y toda esa gente aquí estaba

todavía, en la sabana, en San Carlos, el Pacun, Santa Marta, San

Bartolo, El Porvenir, Las Anonas. Dentro de ellos la mayoría perdieron familiares en

esa matazón. Esas familias eran los viveros de combatientes de confianza, de ahí se

reclutaban. Ósea que la confianza venia de que eran familiares de guerrilleros

antiguos. Esa gente no se nos deserta. Pero los que reclutábamos por no eran de

confianza porque, a las dos o tres licencias que tenían, las mismas familias les

decían que desertaran y ya no volvían. Los otros no, eran los de confianza pero

fueron los que mas perecieron en esa matanza.

La solución parase estar dada con esa degradación.

Sin embargo para cualquiera que tenga dos de dos de frente le será fácil comprender

que con la destrucción de los mandos del frente para central que operaron de

manera conjunta con su comandante, no se llegaría a la solución verdadera, y por

tanto se debía evitar que un testigo de la calidad de Mayo Sabrían quedara vivo y

pudiera un dia contar como es que se mataron las decisiones estratégicas para llevar

a cabo los asesinatos del frente para central. Por eso, bajo la justificación oficial de

que el era el único responsable, también había determinado con su vida.

Page 129: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

EL FUSILAMIENTO.

A Mayo Sabrían lo fusilaron pocos días después de que, efecto, entrego

voluntariamente el dinero que tenia enterrado, según Juan Patojo. Para entonces el

comandante degradado estaba trabajando como ayudante de Guayon en el taller:

___Todo el santo se chinga el viejo cargando bultos, y no rezongaba.

Entonces ahí cerca del taller no cayo una bomba de 500 libras que por suerte no

estalló, que si no ahí mismo nos hubiera rostizado a todos. El caso es que ahí quedo

enterrada la babosada esa. Como yo sabia desactivar esas bombas resolví

desenterrarla. Valla, le dije a Mayo, agarra pico y pala y empeza a escobar.

Pedro Café recuerda que, por esos días, lo mandaron a llevar el almuerzo al

personal del taller:

___De pronto empecé oír unas fuertes campanadas que se prolongaban por el

eco de los cerros, extraño se oía aquello, y yo me

Preguntaba que esta pasando. Y cuando llego al taller voy viendo a Mayo y a

Guayon encaramados en la bomba. Guayon estaba con una gran almádana dándole

al fulminante. Puta, se me aflojaron las canillas, se necesita bien grandote los de

abajo para hacer algo así. Yo les dije ahí les dejo la comida y Salí de ahí lo mas

rápido que pude.

En esas estaba Guayon cuando recibió un mensaje del puesto de mando,

donde le informan que ya iba a capturar a mayo Sabrían, que se aseguraba de

mantenerlo entretenido y que no se le perdiera de vista :

___Ya cuando llego la escuadra a amarrarlo, Mayo no se jalo ni intento

agarrar su fusil ni escapar. Bueno, al fin me llego mi día, fue todo lo que dijo. Y ya

cuando se lo llevaron a fusilarlo me dijeron que yo fuera testigo.

Se dirigieron a un punto ubicado en el cantón la Soledad, ubicado al este del

cerro Buena Vista, en la jurisdicción de San Vicente, muy cerca del rió Lempa, en las

inmediaciones de donde estaban los principales campamentos y el puesto de mando

de la zona Gavidia.

Ahí estaba ya esperando los comandantes Douglas Santamaría, Ricardo

Gutiérrez, Ramón Torres. También el pelotón de fusilamiento integrado por alguno de

Page 130: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

los habían sufrido vejaciones por parte Mayo Sabrían y además un grupo de

combatientes llevados como testigos. Entre estos últimos estaban, entre otros, Pedro

Café, Edwin Pinocho, Guayon, Rudy y Tancho, una de las cocineras del puesto de

mando.

Ricardo Gutiérrez pronuncio un largo discurso explicando los motivos por los

que la Comisión Política las FPL ha

Había decidido ejecutar a Mayo Sabrían. Ninguno de los testigos

entrevistados coincide en los detalles de lo que dijo, probablemente por que

prestaron poca atención a ese palabrerío, que en realidad estaba de mas, por que

todos los ahí presente habían vivido la tragedia de ese frente y no necesitaban que

esos tres comandantes extraños se los explicaran.

Ese momento debió ser definido para muchos de esos combatientes. No

importa lo que Ricardo Gutiérrez o Douglas Santamaría dijeran, ambos pertenecían a

la Comisión Política, y ellos sabían que ese organismo había tenido conocimiento de

los hechos desde el primer momento,

El mensaje que esos combatientes extraían de la situación era claro: Habían

estado luchando bajo el mando de una jefatura que mataba a su misma para ocultar

sus propios errores. Años después, en el rostro de Guayón en sus palabras sencillas

de hombre forjado en el campo de batalla, se percibe el derrumbe de un gran amor

experimentado a plenitud de sacrificios y permanente riesgo de muerte:

___Entonces yo ahí cambie totalmente mi mentalidad de lo que era un

revolucionario. No, dije yo, si así hacen todos los hijos de la gran puta, en que voy a

parar yo. Y creo que eso fue lo que me llevo a la crisis de mi enfermedad de

epilepsia que tengo ahora, como mis compadres Edwin, es que eso fue un golpe muy

duro para nosotros. “

Después, Mayo Sabrían pidió la palabra. Pedro Café recuerda el momento:

___Dijo que estaba convencido que había hecho lo correcto, que no se

arrepentiría, y que el le había pedido a las FPL que, por sus años de militancia y por

todo lo que le había dado la revolución que no lo mataran, que lo degradaran, que lo

expulsaran, pero que le dieran la oportunidad, por su experiencia, de ir a otro

movimiento, a otra revolución en otro país.

Page 131: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

Guayon afirma que Mayo Sabrían estaba sin temblores ni agitaciones, muy

sereno:

___Ahí les volvió a restregar en la cara que la Comisión Política solo sabia

todo, que el había cumplido ordenes, y que solo lo estaban usando para limpiarse las

manos.

Cuando termino de hablar, Mayo Sabrían pidió dos cosas: Que le

entregaran una carta a su familia y que lo dejaran fumarse el último cigarro.

___Ya luego de eso lo amarraron a un árbol. Mayo no quiso que le vendarán

los ojos y siguió sereno mirando de frente al pelotón de fusilamiento. Ricardo

Gutiérrez dio la voz de fuego, trono la descarga, ahí se acabo Mayo__, dice Guayon.

Después todos los testigos firmaron un acta y se marcharon en silencio. Edwin

afirma que Mayo Sibrián fue enterrado muy cerca del lugar del fusilamiento. Alguno

no recuerdan haber firmado el acta, lo cierto es que la muerte si se produjo de la

manera expuesta, lo otro es mas bien sentido de complementación inevitable de los

hechos a partir de los acuerdos dolorosos de esa gente.

Juan Patojo que estaba cerca del lugar de la ejecutacion, no había querido

hacer acto de presencia, pero escucho los disparos. Momento mas tarde, uno de sus

sobrinos, que había formado parte del pelotón del fusilamiento y venia con otros de

sus compañeros, se le acerco:

Hoy si matamos ese perro, me dijo mi sobrino. Hay hijo de puta pendejo, no

entienden ustedes esta mierda, les dijo yo bien encachinbado. A Mayo lo habían

matado para limpiarse las manos, les dije, porque la culpa no es solo de el, les dije

yo.

Page 132: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

LAS CENIZAS DE UN FRENTE DE GUERRA Y SU ÚLTIMO

COMBATE.

Lo que sin duda fue la cuna de las mejores tropas guerrilleras de las FPL,

cantera y motor durante los años mas gloriosa de esa organización, conoció el

ocaso como en la cruda historia de la guerra, como solían escribirse por los clásicos.

El ciclo aparecía cerrarse de una forma muy simbólica, superior a la de cualquier

fisión.

Ricardo Gutiérrez, Douglas Santamaría y Ramón Torres asumieron el mando

de lo que te daba del paracentral. Pero no cualquiera puede asumir el control de un

frente guerrillero golpeado tan cruelmente por su mismo mando metido en un mundo

de sentimientos, sospechas y temores, especialmente cuando las tropas han dejado

de tener confianza siega en sus máximas autoridades. La gente ya no era ingenua

sabia de sobra de todo lo sucedido tenia responsables allá arriba y que de alguna

manera también esos que hoy estaban ahí aunque no lo eran se mostraran tormente

como salvadores.

Es comprensible suponer que al menos para Ricardo Gutiérrez y Douglas

Santamaría, lo mejor era volver cuanto antes a Chalatenango alejado de esa sórdida

situación donde el día menos pensado uno de esos combatientes agobiados por el

pesar y la confusión pudiese entrar a champa y meterles un chorro de balas.

En los campamentos seguía vivo el recuerdo de casi cinco años de tortura y

asesinatos, y quedaban problemas pendientes por resolver. Uno de ellos, el principal,

era que todos sabían que mayo Sabrían era uno de los asesinos, pues en la matanza

había participado todo su equipo de mando, y todo ellos están impunes allí mismo.

El otro problema grave era que, ante lo sucedido, los combatientes habían

perdido confianza y respeto por los jefes, lo que suponía una crisis disciplinarías sin

precedentes, y anulaba todo capacidad ofensiva y hasta defensiva del frente. Para

superar esa crisis se requería de mandos con autoridad moral, que lograran

recuperar la confianza de la tropa. Pero Ricardo Gutiérrez y Douglas Santamaría

pertenecían a la Comisión Política de las FPL, misma a los que los combatientes

consideraban responsable de la tragedia.

Page 133: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

En tal situación se realizo otra ronda de consultas para buscar una solución. El

resultado fue un clamor unánime de los combatientes:

__Todos los del grupo de mando de Mayo torturan y mataron compañeros,

queremos que todos se vayan a la mierda.

En esa exigencia iba una lección de nobleza por parte de los combatientes:

Aunque conocían los crímenes cometidos por cada uno de ellos, no pidieron que se

les fusilara sino solo que se fueran. Y eso incluía a Ricardo Gutiérrez y Douglas

Santamaría. En contra partida exigieron que la jefatura del frente fuese asumida por

Goyo, Miguel Uve, Giovanni y Ramón Torres, todos ellos nacidos y crecidos como

hombres, combatientes y jefes, en los territorios del frente para central.

Ramón Torres ya estaba en la zona. Los otros tres comandantes llegaron después

del verano de 1991 cuenta Goyo:

__Cuando asumimos el mando, toda la gente que había no llegaba ni a cien, y

la capacidad combativa era nula. La situación era tan critica que Giovanni, que fue

asignado a la jefatura del volcán, no entro allá ni un solo combatiente, y solo contaba

con doce hombres que el mismo había llevado. En cerros de san Pedro lo único que

quedo fue una escuadra.

En ese frente no quedaba ni masas, como en aquellos años de auge rebelde,

y los pocos que podían rodear el frente de guerra estaban demasiado doloridos y

resentidos con las FPL. El comandante Giovanni recuerda esa situación a su

manera:

Regrese al para central allí por Julio de 1991, y aquello era un caos de

indisciplina, los combatientes ya ni siquiera hacían formaciones. Me enviaron al

Chenchontec con unos pocos jovencitos que no querían ir y tuve que convencerlos,

porque en todo el frente no había quien no estuviera afectado por esas ejecuciones.

La mayoría tenia un pariente muerto de esa forma. Incluso a alguno les había tocado

capturar algún familiar por ordenes superiores. Lo que yo hice fue apaciguar, decirles

ya paso, hoy concentrémonos en defendernos por que el enemigo no va a preguntar

quien ese el afectado y quien no, a qui nos van a matar igual por que la guerra

todavía no se a terminado. Y así fue como popo a poco fuimos restableciendo la

disciplina y la moral, y lo logramos sostener hasta que se acabo la guerra.

Page 134: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

Esta nueva situación de guerra esta vinculada como en todos los frentes al

proceso de las negociaciones de paz, que cada vez fue dando nuevos y decisivos

resultados y que de alguna manera coloca a todos los mandos en la disyuntiva de

ponderar la flexibilidad en la disciplina y la exigencia para continuar la guerra. Es sin

duda el periodo mas critica para mantener la capacidad ofensiva de la tropa, es el

crepúsculo, no se sabe si del amanecer o del anochecer.

La flexibilidad en los mandos que habrán de terminar la guerra en el

paracentral no esta relacionada solamente con los hechos ocurridos en los cuatro

años de ejecuciones sumarias, si no con ese inminente final de la guerra.

A un así, tanto Miguel Uve como Goyo, aseguran que en esos últimos meses

de la guerra, que abarca todo el invierno de 1991 hasta Diciembre del mismo año,

lograron devolverle la esperanza de lucha a muchos de esos guerrilleros valientes

que optaron por seguir peleando la prueba mayor, es que no pocos de esos cien

hombres y mujeres que ellos encontraron en el frente paracentral y6 otros que se

incorporaron siguen vivos en esos cantones y caseríos que hicieron posible que esa

guerrilla viviera como una de las mas gloriosas de todo el mundo, a pesar de los

golpes.

La historia presenta en ocasiones algunas simetrías sorprendentes que muy

bien podrían elevarse a nivel de lo simbólico. Desde que se fundo la guerrilla

salvadoreña en 1970, la primera masacre de campesinos organizados y en

resistencia, realizada por los gobiernos militares, tubo lugar en los territorios de lo

que después llego hacer el frente paracentral, en el cantón la Cayetana de San

Vicente, en Noviembre de 1974. El ultimo combate de la guerrilla civil se libro en el

mismo territorio, en la comunidad paz opico, muy cerca de la Cayetana, el 11 de

Enero de 1992, a las tres de la tarde, a solo cuatro días de que se firmara la paz.

Ese día, el comandante Giovanni bajo del volcán Chinchontepec con sus

hombres, y llego a paz opico donde estaba otra unidad guerrillera. Las fuerzas del

FMLN en pleno estaban ya en movimiento Asia las áreas pactadas para su

concentración y posterior des movilización.

El cese de fuego había comenzado el primero de Enero, pero en realidad ya

no se registraban combates desde la ultima semana de Diciembre de 1991. El

Page 135: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

comandante Giovanni recuerda que el día en cuestión, faltando unos quince minutos

para las tres de las tarde , dio orden de salida a la unidad que se uniría a la

concentración guerrillera de la zona Gavidia, quedándose en el sitio únicamente con

quince hombres.

Paz opico, según lo pactado, estaba dentro la zona guerrillera, y las fuerzas

del ejercito no podían penetrar en ella. Giovanni estaba con sus dos radistas, Lupita

y su esposo cuando de pronto, a pocos metros, apareció una unidad del ejercito y

comenzó el fuego.

Los tres guerrilleros se tendieron, se arrastraron entre el fuego nutrido hasta

lograr pararse precariamente y responder al ataque. En el revuelo, Giovanni había

dejado tirada su mochila con las claves, los documentos y una cantidad de dinero.

La unidad que Giovanni había despachado, minutos antes, regreso al

escuchar los disparos.

Giovanni les explico la situación y su preocupación de que su mochila, que

había quedado en un punto equidistante entre las posiciones de los dos bandos,

cayeran en manos del ejercito:

___Los muchachos me dijeron que estaban dispuestos a romper topar hasta

recuperar la mochila. En otra situación eso es lo había que hacer, pero ahí yo pensé

y les dije que no, que lo que había en la mochila era importante, pero que era mas

valiosa la vida de cualquiera de ellos. No le vi sentido que ya faltando unos días para

firmar la paz se sacrificaran otras vidas. Entonces ordene la retirada. Vamonos,

desdije Aquino no se va morir nadie mas … Y les voy a decir algo, esa tropa que

estuvo dispuesta a morirse hasta el ultimo minuto, eran los pocos sobrevivientes de

la unidad de Fuerzas Especiales, porque la mayoría de los miembros de esa unidad

habían sido ejecutados por nuestra misma organización.

Cuando se termine de escribir una historia como esta, tan llena de heroísmo,

tragedia y tradiciones, se llega al final. Como cansado, aturdido por la cantidad de

preguntas, por la complejidad de los hechos mismos.

Ser sobreviviente de esas dos guerras unidas en un mismo territorio, la de los

enemigos que confabularon en el silencio de la tormenta para arrancar lo mejor de su

Page 136: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

semillero, es un merito extraordinario, es ser portador de una tragedia que merece

todo respeto y recuerdo, en el mas hondo sentimiento del humanismo.

LA ÚLTIMA ASAMBLEA

En 1992 se puso final a la guerra civil, los fusiles callaron por fin su crepitar y

al menos desde los dos grupos conocidos en flagrante enfrentamiento, la sangre

dejaría de correr paulatinamente.

Pero las heridas, que siguen entronizando los recuerdos y las posiciones

sobre el valor de traerlas a la mesa de las discusiones o dejarlas en el archivo del

reciclaje, o del olvido que es mejor para algunos, propondrían un escenario difícil de

superar, aun hasta nuestros días.

Es obvio presumir que las presiones en la Comandancia General de la

guerrilla salvadoreña hicieran posible que el llamado “caso Mayo Sabrían”, puesto

que ese comandante solo fue uno de los protagonistas de los hechos aquí descritos,

tuviera un final acelerado, para evitar que sus manchas de sangre llegaran a la

misma mesa de la negociación, Es muy probable que eso haya sido así, que las FPL

haya tenido un equipo negociador con alta capacidad con el que logro sacar de las

listas de los crímenes de guerra aquel hecho, que por estar sembrado en el seno de

la izquierda tenia un horizonte mucho mas complejo que el de los atribuidos al

ejercito nacional.

Con una presión quirúrgica en el caso del frente paracentral no fue incluido en

los informes de la comisión de la verdad. La confesión unilateral de Joaquín

Villalobos sobre la ejecución de los alcaldes, reconociendo la responsabilidad del

ERP en trece de esas muertes, en una medida que fue tomada por la Comandancia

General del FMLN en pleno, mostro una tremenda ingenuidad política del líder

guerrillero, pues lo llevo a una condena tan temprana, que en un par de anos

terminaría por sacarlo de la vida publica salvadoreña y a ser tratado como traidor

dentro del mismo FMLN, a pesar de haber sido quizás, el mas calificado de los

estrategas militares de la guerrilla salvadoreña. Contrario a ese gesto de confesión,

Salvador Sánchez Ceren, su compañero de comandancia de la guerrilla salvadoreña,

Page 137: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

con quien compartió esas y otras decisiones, no parecía mencionado, por todos los

asesinatos del frente para central.

La astucia política y la manipulación de la historia evidencian nuevamente

como las Comisiones de la Verdad son instrumentos políticos de un periodo critico de

las sociedades que, al no contarlo todo, o despreciar unos hechos y ponderar otros,

inclinan la balanza hacia una dirección políticamente calculada, la que de alguna

manera avalan los comisionados, pues al igual que los “Juzgados” se identifican con

un conjunto de valores e ideales determinados, que respecto de unos se alejan y de

otros se acercan, volviendo por tanto sus decisiones esencialmente parciales.

Lo que el seno de la comisión de la Comandancia de la Verdad iba a suceder

meses después de la firma de la paz, estaba vinculado de manera directa con lo que

se discutiría en abril de 1992 en el seno de las FPL.

Las organizaciones de izquierda comenzaron a realizar reuniones abiertas con

gran número de miembros de su militancia, aquellos que habían estado en los

frentes de guerra y otros que volvían del exilio. El mismo Partido Comunista celebro

su congreso en el asentamiento guerrillero ubicado en la ciudadela Guillermo Manuel

Ungo, de Suchitoto. Esas reuniones no eran gratuitas, en realidad lo que se estaba

preparando eran las condiciones para enfrentar el nuevo reto de partido político de

izquierda legalmente constituido.

Las FPL realizaron una reunión muy importante en la iglesia de Las Vueltas,

en Chalatenango, en abril de 1992. Hablar del futuro político de la organización mas

poderosa del FMLN, era uno de los temas, especialmente cuando comenzaban a

verse los planteamientos políticos muy distantes del marxismo-leninismo. En esa

misma reunión, un grupo de mas de diez cuadros de las FPL lanzo un tema

inesperado, que con toda seguridad es el mas oscuro en la historia de esa

organización: la matanza del frente paracentral.

La petición era clara y sin embages: debían investigar lo sucedido en el frente

paracentral hasta el mas hondo de los recovecos, buscar los hilos en la escala de

mando, y lo mas duro de la propuesta: sancionar moralmente a los responsables

para que no pudieran optar a cargos públicos de elección popular.

Page 138: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

Miembros prominentes de su Comisión Política y de su estado Mayor estaban

incluidos, inclusive el representante de la organización ante la Comandancia

General del FMLN, Salvador Sánchez Ceren.

La petición no estaba redactada con diplomacia, era clara Sánchez Ceren

no debía aspirar a cargos públicos por su responsabilidad en aquellos hechos,

al igual que otros miembros de la Comisión Política.

Una propuesta de semejante contenido político produjo una discusión tan

fuerte, que si se hubiese producido en la guerra con toda seguridad hubiera

provocado una nueva masacre. Por suerte la paz estaba firmada. Hoy, vista a

distancia, se percibe la altísima visión de futuro que el grupo de la propuesta tuvo

frente a la política nacional, especialmente por haberse defendido en un momento

que la lna de miel de la guerrilla imposibilitaba la autocritica.

Los abanderados principales de esa propuesta eran goyo y miguel Uve, pero

dentro del grupo también estaban María Chichilco, Raúl, David, Ángela Zamora y

Julio Hernández. Una de las personas que mas se oponía a las propuestas era

Lorena Peña (Comandante Rebeca Palacios), que había alzado mucho la voz, según

lo recuerda Miguel Uve.

La discusión se fue alargando y caldeando los ánimos. En un momento se

ordeno llamar a un aldeano de San Antonio Los Ranchos, a quien se le había ejecuta

injustamente a uno de sus hijos en el frente Paracentral, un muchacho que llego en

la Unidad que Comandaba Goyo la vez que fueron halla para apoyar los ataques de

Zacatecoluca, para la ofensiva de 1989.

El hombre llego a la reunión y lo hicieron testificar como el padre de un

cordero, como en la historia bíblica en la que los dioses piden la sangre del hijo

amado, aunque en este caso, el daño era irreparable. El hombre dijo que aunque la

revolución le había quitado la vida de su hijo no sentía ningún resentimiento. Una

manipulación que pretendía justificar un hecho de más de mil asesinados con lo

dicho por una persona.

Los máximos jefes políticos y militares de esa organización, dentro de los que

se encontraban los responsables intelectuales de lo sucedido en el frente

paracentral, sintieron que el testimonio de un solo hombre les daba luz verde, pues

Page 139: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

ellos seguían considerándose la viva encarnación de la revolución. Es ahí donde

vuelven a confundirse los papeles y las victimas son destinadas al olvido.

La discusión llego hasta avanzadas horas de la madrugada del día siguiente,

poco a poco se iban perdiendo votos a favor de la propuesta hasta que, al final, esta

fue derrotada. A partir de ahí muchos de esos jefes guerrilleros y cuadros de muchos

años, comenzaron a salir de esa organización y hacer tratados como traidores por

intentar sacar del olvido a sus compañeros ejecutados injustamente.

Poco tiempo después de esa asamblea, Salvador Sánchez Ceren, se atrevió a

llegar a la Sabana, uno de los territorios del Paracentral. Allí se reunió lo que

quedaba de las FPL en la zona. Cuando Salvador Sánchez Ceren quiso tomar la

palabra, un campesino ya maduro lo interrumpió y con voz firme dijo:

Antes que nada yo quiero pedirle a usted una explicación, Señor. Quiero

que me diga porque mataron ustedes a nuestros hijos combatientes.

Dilo, un guerrillero del paracentral que combatió casi toda la guerra en

Chalatenango, y que ahora dirige junto a otros veteranos, una de las Asociaciones

mas importantes de lisiados de guerra, estaba junto a ese campesino, y nos cuenta:

Ese momento fue impactante para los que estábamos ahí, porque ese hombre

dijo en verdad lo que nosotros teníamos en la mente. Yo el nombre de se compa no

lo se, pero si me recuerdo bien que estaba bien encachimbado, y fue terminado de

decir eso menio el corvo contra una piedra. Al oír el chirrin-chirrin del corvo, la

seguridad de Sánchez Ceren lo rodeo rápido y ahí nomas lo metieron al carro y

se fueron. Ni una sola palabra lo dejaron decir esa vez.

Allí también estuvo Juan Patojo, quien nos confirmo esos hechos:

Si esa vez estuvo perra la cosa. Si no se llevan a Sánchez Ceren a saber que

hubiera pasado, porque la verdad es que toda esa gente estaba bien resentida,

como les he dicho. Miren, si la cosa no paso a mas fue porque Giovanni y yo medio

calmamos a la gente a como pudimos. Pero a otros que querían aplacar la cólera de

la gente con pajas yo les dije: no jodan, hombre, si este problema no va ha terminar

nunca, si no son perros los que estos hijueputas mataron y andar queriendo aplacar

la rabia de esta gente con pajas políticas es como querer sanar un cáncer con una

curita. Entre los que quedaron en el alegato posterior a la salida abrupta de Sánchez

Page 140: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

Ceren, salieron a relucir otros nombres de combatientes asesinados por las FPL,

como Pablo el Comanche, Walter, Mardo y Rafael en Chalatenango.

Es interesante en reparar que la mayoría de las personas que construyeron

las propuestas para investigar los hechos del paracentral y sancionar moralmente a

la dirigencia, salieron paulatinamente del FMLN, se vincularon al movimiento

renovador de la izquierda y a otros grupos de igual naturaleza, en posturas muy

cercanas a la social democracia.

Mas de dieciséis años después de esa reunión de las vueltas y veintidós de

que los crímenes se comenzaran a dar en el frente Paracentral, los veteranos

sobrevivientes encontraron la posibilidad de recordar a los suyos y traerlos a cuenta

en esta pequeña crónica, algunos con sus nombres y apellidos, otros por su

seudónimo, muchos todavía incluidos solamente en las cifras espeluznantes de los

asesinados, la historia apenas comienza.

Page 141: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

EPÍLOGO

UN EPILOGO PARA COMENZAR UNA HISTORIA

LA ACUSACIÓN.

Después de haber visto todo esos rostros y escuchando sus voces, no solo de

testigos vivos si no de aquellos indignados que fueron asesinados tan cruelmente,

cuyos gestos se asoman en nuestra conciencia, listos para declarar en el estrado,

estoy aun mas convencido del significado humanista que hay en el contar sobre sus

vidas y su tragedia.

No sabemos hasta donde lo hemos logrado en esta primera entrega, pero hay una

verdad suprema: nosotros que en un inicio dudamos, hoy estamos absolutamente

convencidos de que esta historia es tan cierta como justo en seguirla ahondando.

Antes de llegar a mayores reflexiones debo pedir perdón a las victimas por

haber dudado en un primer momento de que su historia llegaba hasta tan lejos, ante

todo a su memoria irascible. Callar silenciar, cuando tienes el privilegio de la pluma,

es volverte una especie de cómplice, de la historia, de la muerte, de la verdadera

traición.

Escribí una primera valoración acerca de estos hechos, obviamente sin haber

comenzado la investigación y sin haber conocido a los sobrevivientes de esta

historia. En la misma le dije a mi amigo Giovanni Gáleas, que me parecía exagerado

hablar de mil muertos, que a lo sumo podrían ser unos doscientos, aunque debo

decir que desde un primer momento que conversamos sobre la idea de investigar el

hecho, asumí como cierta la historia y en ello hemos coincidido con los

sobrevivientes, que también son victimas: la cantidad no es lo determinante si no las

causas y los métodos con los que fueron asesinados esos guerrilleros y pobladores

civiles.

La primera noticia que tuvo de los hechos sucedidos en ese frente fue hace

muchos años, durante la guerra. La versión oficial de la guerrilla era un tanto

confusa. Sin tener las fuentes de origen era muy difícil saber otra cosa que lo que

nos dijeran los comandantes. Inclusive, muchos de ellos no supieron que fue lo que

Page 142: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

sucedió realmente. Se decía que en el frente Paracentral había tenido un enorme

operativo de trabajo de infiltración enemiga, y que debido a ello se había “ajusticiado”

una gran cantidad de combatientes. Como el lector observara, desde entonces no se

ha negado que había muchas muertes por ejecución.

La guerra es una situación complicada para la gente que milita dentro de los

ejércitos que la libran, las decisiones, las ordenes que se deben cumplir, los

métodos de control implementados en las organizaciones, la disciplina, la ideología,

la moral, son mecanismos que atrapan a los hombres, no importa que lugar ocupen

en la cadena de mando. Desde el mas alto hasta el mas bajo en graduación pueden

verse constreñidos por las circunstancia. Muchas decisiones no eran conocidas ni

por todos los que habitábamos en un mismo campamento, ya no digamos de otro

campamento, otro frente y más aun otras estructuras y organizaciones. Pero como

digo, la acusación de infiltrados fue la manera superficial de justificar la parte

esencial de los hechos que no se podrían ocultar, los muertos.

Esa acusación no solo pretende liberar a los mandos superiores de sus

responsabilidad en la muertes, que para mi es esencialmente moral, convoca al resto

de la militancia y a los simpatizantes a convalidar el juicio de valor aplicado, pues

sabido es que en una guerra, “la traición”, especialmente la que pende de los

infiltrados, los comprobados y los no supuestos, los que informan al enemigo de la

situación propia, es quizás el hecho mas difícil de perdonar. En un estado de guerra

es mas fácil admitir el perdón de un enemigo capturado en combate que el de un

espia. Dicha apreciación es aplicable a cualquier ejército y en cualquier guerra o

territorio del mundo.

Es precisamente en esa acusación, donde se encuentra el lado mas oscuro de

la justificaciones. Sabemos que al igual que en aquellos años, como ahora, no

pueden negar que se asesino a tanta gente, por ello los responsables intelectuales

seguirán esgrimiendo el argumento de la acusación de infiltración. Es en esta

primera entrega de la investigación sobre los hechos del paracentral, hemos probado

sobradamente que los muertos fueron una colonia enorme de extraordinarios

guerrilleros, con nombre y hazañas de guerra ejecutadas a lo largo de muchos años,

que son las mismas hazañas que hicieron posible que los dirigentes del FMLN de

Page 143: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

hoy puedan ocupar un lugar importante en el poder político salvadoreño, pues ese

partido tiene un origen suigeneris: la guerrilla.

Es a ese utilitarismo político al que me refiero cuando digo que las muertes y

el sostenimiento de la burda acusación de infiltrados, es esencialmente inmoral,

porque cuando los dirigentes de ese partido reivindican su historia de lucha,

especialmente las que hizo de esas cuatro letras una de las guerrillas mas poderosas

del mundo, y luego el partido que hoy es, se refieren a muchas de las batallas

estratégicas que se libraron contra el ejercito salvadoreño, como parte de su

patrimonio político, las que paradójicamente fueron llevadas a buen éxito por esos

mismos hombres y mujeres que ellos asesinaron. Pero no solo eso, los que lograron

escapar siguen siendo traidores, por el hecho de no compartir las ideas de los

dirigentes y sus métodos, como si en una democracia, de la que tanto nos hablan,

estuviésemos obligados a pensar todos por igual, como maquinas tragamonedas.

Esa es la otra transferencia cultural de esta historia, la verdad y la justicia para

las victimas. Palabras que no pueden separarse porque su sentido advierte y

connota realidades humanas muy diversas, que aquellos que se precian de ser

lideres de un país, no pueden obviar.

Todo aquel que se asuma como amante de la democracia debe admitir que

hechos como los aquí narrados, deben ser investigados, contados, y que, en todo

caso, se debe asumir un respeto por las victimas, esa seria la actitud de un

verdadero estadista, de lo contrario, no habría diferencia con aquellos mismos que se

condenaron por haber torturado y asesinado a gente inocente.

El sentido de este trabajo no estaba orientado hacia los victimarios, no al

menos fundamentalmente, si no a las victimas, son las que importan, pero, de

cualquier manera, aquellos caerán inevitablemente sobre el campo marchito como

las frutas podridas que tarde o temprano se comerán los buitres.

Page 144: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

LOS MUERTOS Y LA FOTOGRAFÍA PENDIENTE

El respeto por los muertos es tan antiguo como sagrado. No importa si se trata

de nuestros enemigos. O mero trajo hasta nuestro tiempo ese sentimiento ancestral,

cuando Aquiles, que ha arrastrado el cuerpo de Héctor hasta su casa de campaña,

después de haberlo vencido en combate, acepta de volverlo a su padre, el anciano

Príamo, cuando este le recuerda que tanto el rey como el hombre común, tienen

derecho a velar a sus seres queridos, no importa, le dice con endemoniada verdad,

que hayan sido sus enemigos vencidos.

Al igual que Tilo o doña Clelia, o cualquiera de los familiares de los torturas y

asesinados en el paracentral, la única manera de elaborar el duelo, es saber donde

se encuentran los restos de sus seres queridos, para ir, como ellos mismos dicen, a

poner la cruz que ha de despedirlos y reencontrarlos para siempre.

Me resisto a pensar que los guerreros de hace miles de años pudieran haber

tenido un humanismo mayor que el de los hombres de estos tiempos. La verdad

parece demostrar que así fue. Digo esto pues una vez comenzaron a surgir las

noticias sobre esta investigación, el señor Salvador Sánchez Ceren, máximo

Comandante de las FPL durante la guerra al ser emplazados por la prensa,

responde sobre el tema aduciendo que esas personas fueron fusiladas con las

leyes de las FPL porque eran infiltrados. No hay menor remordimiento en sus

palabras, no al menos que lo sepamos.

Pareciera que para el decir FPL es como nombrar un planeta lejano donde

nadie tiene que ver, donde las leyes son intocables y la vida preciada de las

personas esta en las manos de cualquiera, y el calificativo infiltrado es el propio de

un tirano que no requiere de mas pruebas que la de su voz, las de su mente, para

condenar a muerte a cualquier ser humano.

He tratado de interiorizar dentro de mi el principio de la duda razonable, he tratado de

elaborar la idea de que es probable que Salvador Sánchez Ceren no conociera

todos. los detalles de lo sucedido, por ejemplo en los asesinatos del maestro Carlos

Danilo Flores, la psicóloga Ethel Pocasangre Campos, el estudiante de economía

René Oviedo y el doctor Carlos Alberto Peña Hernández. Pero de ser cierta la

Page 145: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

hipótesis, el máximo jefe de la FPL sale peor parado pues, si así fuese, que

desconoció los detalles, cómo se atreve a decir que eran infiltrados, si no conoció ni

su vida, ni sus dolores y sufrimientos. Pero a demás un jefe de si investidura no

podía haber dejado pasar tantos años sin conocer lo sucedido. Ese sólo hecho, de

ser cierto, en cualquiera de los casos, advierte una grave comisión.

Es inevitable preguntarnos cómo es que alguien que dice defender la justicia y

la vida reflexione de esa manera sin importarle que a esos muertos les sobreviven

familias, madres, hermanos, viudas, hijos, que son pocos, y a cuya memoria es

imperioso recurrir con un mínimo de decencia y respeto.

El agravio es todavía mayor pues a lo largo de nuestra investigación han

surgido evidencias contundentes reflexiones magistrales de jefes y combatientes

guerrilleros, y las nuestras, pues también conocimos las entrañas de la guerra, que

nos llevan a la conclusión de que esos hombres y esas mujeres, muchos de ellos

aún menores de edad, no entraban en ninguna categoría de “infiltrados enemigos”,

Más bien su actitud y su psicología respondieron a un estado de guerra sumamente

complejo en donde los seres humanos debieron ser comprendidos en toda pluralidad

de emociones y conductas por aquellos que se arrogaban al derecho de

comandarlos hacia la muerte desde el mas alto nivel.

Si a estas alturas de la vida, de nuestra historia, el señor Salvador Sánchez

Cerén sigue creyendo tan groseramente que esas personas fueron traidoras, menos

nos extraña que haya avalado o autorizado sus muertes en tiempos en los que no

era posible tener divergencias sobre estas cosas dentro de los frentes de guerra, por

que de inmediato te mataban. El tiempo del odio y el desprecio hacia la vida parece

no haber superado la mente de algunos, aunque cotidianamente se recurre a los

acuerdos de paz.

No nos extraña, y es mi hipótesis, que la psicóloga de la UCA, Crucita, cuyo

trato con los combatientes es relatado como especial y de un contenido humano

extraordinario, debido a su formación religiosa y revolucionaria, haya mostrado

disconformidades ante los atropellos sufridos por los combatientes, y que ese haya

sido el motivo por el que fue asesinada. De igual manera debió morir el Maestro, un

hombre educado para formar en las escuelas, cuya comprensión de la naturaleza

Page 146: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

humana debió entrar en contradicción con los esquemas avalados por el mando

supremo de las FPL. No debemos olvidar que la prueba de tu servicio para con el

bando contrario, si no la amenaza de que tu inteligencia y tu humanismo chocaban

con los esquemas imperantes, porque simplemente eras diferente.

Toda situación de guerra es sumamente dura, adversa. Para lidiar con

aquellos pormenores que tiene que ver con la disciplina de las tropas, la fidelidad a la

causa que se esgrime, el valor al momento del combate o la decisión y efectividad en

las misiones asignadas, cualquiera que estas sean, se requiere de una atención

cuidadosa, de una mentalidad lúcida y responsable, flexible; es la característica de

los grandes jefes militares, lo que ganaron batallas e inclusive guerras.

El viejo Pioter es un gran amigo, puedo decir un hermano mayor. Durante la

guerra fue uno de loa mas experimentados jefes militares, se graduó de ingeniero en

la ex Unión Soviética y a demás obtuvo entrenamiento en una academia militar, y se

graduó de la misma como oficial. En el frente de guerra debió enfrentar a toda clase

de combatientes, temerarios, cuidadosos, detallistas, valeverguistas, miedosos, con

iniciativa, de los que son buenos sólo si están juntos al jefe o a otro que lo impulsa.

Esa diversidad de la tropa requiere de una consideración militar que parte de

un hecho humano al que metafóricamente le podemos llamar zoológico.

A pablo el Pelón nunca lo dejé solo, era muy bueno y valiente, lo quería

mucho por su fidelidad, pero no funcionaba solo. Hay otros, como Drácula, que Podía

irse un kilómetro adelante, y no había problemas-, me dice Pioter, que conocía cada

una de las virtudes y desaciertos de sus hombres, que con verle a los ojos sabia si

estaban tristes, moralizados, cansados ò confundidos.

Pero a demás, ese viejo oficial de la guerrilla se ganó el respeto de sus

hombres no aplicando correctivos si no peleando a su lado. Es por ello que en las

historias de los buenos jefes es común encontrar episodios en donde el subordinado

esta dispuesto a dar la vida por el, como lo haría un hijo por su padre, pero esto es

así por que al igual el padre ha estado dispuesto a hacer lo mismo por el hijo.

Esta fue la característica de los buenos jefes, no solo de nuestra guerra si no

de cualquiera. Matar a los mismos compañeros de tropa por no comprender uno tan

sólo de esos detalles de la vida diaria, expresa una ignorancia crasa, peligrosas pues

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por medio de ella se mató a mucha gente sin que se reparara en el error y en las

pérdidas irreparables.

El batallón de la Brigada Rafael Arce Zablah, del ERP, que el comandante

Cirilo llevó consigo al frente occidental Feliciano Ama, estaba integrado por toda

clase de guerreros, muchos de ellos indisciplinados, algunos fumaban marihuana a

hurtadilla, pero no recuerdo que el viejo haya puesto el fusil encima de ellos para

matarlos por esos motivos. El sabía que en el fondo con esos hombres, y no con

otros, era con los que podía ganar la guerra, o al menos peleara con ventaja

mientras hubiera algo que tener en las manos.

Digo entonces, que los muertos son los que nos interesan, no los acusados, al

menos en mi caso. Estoy alejado de pensar en que se acuse legalmente a alguien,

he vivido lo suficiente para saber que es lo que puede hacer en casos como éste y la

aspiración judicial no es la objetiva. Una investigación como ésta debe llevar a un

gran final: traer a casa a los muertos, no importa si en trocitos de huesos, de cenizas,

o en recuerdos marchitos y dolorosos, pero en todo caso, devueltos a los suyos. El

filme de lo que fuimos y de lo que no pudimos ser, de lo que nos espera el triunfo.

MIS HERMANOS.

Hernán fue un amigo entrañable de la guerra. Era militante de las FPL, él y

Camilo eran dos de mis mejores amigos en esa organización, aunque ya se sabe

que yo era del Partido Comunista, cosa que para mi no tuvo ninguna trascendencia,

al momento de trabar amistad con los compas, menos ahora que ya no soy un

jovencito. Cuando compartimos campamentos en el frente occidental Feliciano Ama,

pasamos largos meses de nuestra vida, arrancándonos las caspas en unos cerros

pelados y quemados, sin agua y con hambre, esperando que llegara el enemigo y

nos descuartizara. Entonces el tendría unos dieciséis años. O quizás menos, era

juguetón, y le gustaba cantar la canción La isla bonita, de Madonna. Cuando salí de

este frente a recibir curación en Cuba, no volví a verlo, al igual que a muchos otros.

Aun recuerdo la despedida en el cantón Potrero Sula de Nueva Concepción, donde

nos abrazamos con Camilo y nos vimos la cara como locos.

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Años después, ya finalizada la guerra, en una plaza de San Salvador,

encontré a Camilo, nos abrazamos y recordamos aquellos años de nuestra

adolescencia, cuando pasando colgados de las ramas de los palos viendo por dónde

nos iban a matar los soldados. Ahí recordamos a Hernán y su explicación no pudo

ser más cruel: “ Lo fusilaron porque dijeron que era enemigo”, me dijo y agachó el

rostro. A ambos se nos salieron las lagrimas, pues lo conocíamos y habíamos

expuesto nuestra ingenuas vidas por esa que le llamaban revolución, nos habíamos

reído, visto la cara del miedo y del hambre en un remoto lugar donde el olvido suele

jugar, y saben, lo más bello de todo es que no queríamos nada a cambio,

absolutamente nada.

La versión de la muerte de nuestro hermano no era nueva para mí. Alguien me

lo comentó no sé dónde, pero conociendo lo chismoso que somos, lo deje pasar por

alto. Hay algo adentro de mi esqueleto, en un lugar oscuro siniestro, que me dice que

Hernán fue una de esas víctimas de la torpeza, que jamás traicionó a nadie que no

fuera la ignorancia. Era mi amigo, mi hermano de riesgo y jamás, por mucho que me

lo digan, aceptaré esa versión maldita de que era un infiltrado. He vivido demasiado

esas miserias para tragarme su muerte con un argumento tan vulgar, él es uno de

esos seres que uno está seguro se va a llevar en sus archivos mentales cuando

llegue la hora definitiva.

A finales del año 2007 recibí una llamada telefónica de un número

desconocido, al contestarlo, una voz ronca me respondió:

“ Berne, soy Alfredo, el Negro Alfredo del frente occidental”. Fue una enorme

sorpresa saber de el después de muchísimos años. Nos conocimos durante la guerra

cuando él era un cuadro de dirección de la FPL en ese frente de guerra, un

personaje alto y moreno, elegante y bromista, liberal por cierto. Habíamos estado

juntos muchas veces en los campamentos del mando y en otras unidades

guerrilleras, por ratos corriendo como venados perseguidos. Después de un par de

palabras acordamos conversar personalmente.

Nos reunimos en una cafetería de la capital para recordar aquellos tiempos

terribles. No en una ocasión apagamos la voz al recordar a tanta gente muerta.

Hablamos de libros, él estaba interesado en que yo le compartiera mis experiencias

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como escritor pues él está escribiendo sus memorias, que espero con ansias. Pero el

tema de los “ajusticiados” no esperó tanto tiempo. Es como si una energía superior a

nuestras vidas hubiese provocado vernos y hablar de esos asuntos tan oscuros.

-Mira hermano, eso fue duro. En las reuniones del mando yo les decía:

Compas, se nos está pasando la mano, estamos matando compañeros inocentes,

son muy jóvenes para comprender lo que nosotros pensamos, tenemos otras

medidas disciplinarias. Entonces me dijeron que yo era muy blando y que si no podía

participar en as decisiones para limpiar las fuerzas de tanto infiltrado mejor que

pidiera salir a otra tarea.

Alfredo comentó esas cosas con su compañera, que era una internacionalista,

junto tomaron la decisión de pedir otra tarea en el extranjero: “ Si no me salgo,

hermano, me matan a mi y mi compañera”, me dijo.

En esos días no habíamos pensado hacer una investigación y menos escribir

un libro como éste, pero los escritores solemos tener una mente neurótica que

captura las cosas y las registra y sin pensarlo anticipa el tiempo como el campesino

la tormenta. La idea fue de Geovani Galeas. Déjeme en mi diario imaginario aquel

encuentro y los recuerdos con el viejo guerrillero, Alfredo. Hoy tengo la seguridad

nuestro encuentro estaba marcado por un destino común: nombrar a esos espíritus

olvidados y traerlos a casa, comenzando por contar su historia.

Esto explica de alguna manera cómo la espiral de lo que sucedía en el frente

paracentral, arrastro las mentes calenturientas hacia la reproducción de esos

métodos de falsa pureza hacia otros frentes de guerra, e inclusive en el exterior,

como nicaragua, donde también jugó la complicidad de los aparatos represivos de

los sandinistas. Hoy sabemos que allá también hay tumbas de gente que jamás

volvió a casa. Esos procedimientos no solo nos recuerda la experiencias de la ex

Unión Soviética si no la de la misma Edad Media, donde la ficción de la pureza llevó

a la muerte a miles de inocentes. Lo nuestro no es un hecho menor, es idéntico en

cuanto a su calidad, la diferencia es cuantativa, donde hay millones, donde hay miles

matas miles, donde hay cientos mata cientos…

Page 150: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

EL ARTIFICIO DE LA COMISION DE LA VERDAD.

Suponer que las víctimas de una historia de veinte años de conflicto sociales,

en el que la guerra se vuelve central, quedan reducidas a un documento político

como el informe de la Comisión de la Verdad, es partir de una maliciosa superchería,

de un maquillaje que, por su naturaleza no puede responder a cabalidad con la

historia, más que como instrumento que muestra a penas una zona de lo que aquí

sucedió, el final de la guerra.

No hay peor argumento que el de simplificar el drama de miles de salvadoreño

en un acuerdo de paz, en una investigación tan manipulada por los actores de la

misma, con justas razones o sin ellas, poco importa. El informe de la Comisión de la

Verdad no tiene el poder, ni legal ni moral de cerrar toda la posibilidad de que las

victima del conflicto armado, sea cual haya sido su situación o quién haya sido su

victimario, puedan ser reivindicadas como tales.

No existe modo de evitar que la verdad fluya paulatinamente con el paso de los años,

porque es precisamente la lejanía de nuestro tiempo con los hechos lo que hace que

hoy hagamos hablar, porque el recuerdo como criatura supurante de la memoria, es

un ser vivo, hijo de la cultura de los años bélicos.

Para lo que sienta la tentación de pensar que el contar sobre estas muertes es

como anular lo que a otros sucedió en otros lugares, como es el caso de las victimas

de las fuerzas gubernamentales, le decimos que ver este trabajo desde esa

perspectiva es un tremendo error. Ninguna víctima está por encima de otra, ningún

dolor o sufrimiento es menor que otro, lo que si es cierto es que no todo se puede

contar de una vez, que la resacas de las guerra van saliendo poco a poco, hay

guerra cuyo final se remonta a más de setenta años y todavía se sigue descubriendo

secreto de la misma. Ese es lugar que debemos dar a esta crónica: el de los nuevos

descubrimientos que deben ser puesto por encima de las ideologías y de los

postulados políticos partidarios. Recordar y a hondar en nuestro pasado es ya un

patrimonio del salvadoreño, de la humanidad.

Por igual los afecta la masacre de el Mozote cometida por unidades del

ejército, así como muchas otras llevadas acabos contra humildes campesinos

Page 151: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

mujeres y niños, de la cuales hay abundante investigaciones, monografías, libros

publicados, proceso judiciales abierto, como es el mismo caso del genocidio de los

sacerdote jesuitas. Nuestro trabajo no es en modo alguno una competencia por lo

que ya se han hecho en otros escenarios y con otros responsables, esta

investigación se viene a sumar a toda las ya realizadas con la intención de que el

panorama que afectó la vida de miles de salvadoreños durante la guerra civil vaya

teniendo un archivo cada vez mayor, es la única manera de que en el futuro

podamos formarlos una idea más clara de lo que sucedió en nuestro país.

No hablar de esos muertos es un acto cobarde, también ellos, al igual que a

los otros, merecen que se les recuerde por lo que fueron, víctimas de decisiones

torpes e irresponsables que acabaron con sus vidas, sufridas, acaloradamente

sangrada por las circunstancia de cuando fueron perseguidas por los escuadrones

de la muerte en sus ranchos y lugares de trabajo, por el hambre y la miseria de que

fueron objeto por sistemas de explotación execrables, por la persecución que

sufrieron por parte de las autoridades militares, por lo sacrificio de la guerra y el trato

absurdo de sus mismo compañeros que estaban al mando de ellos, por haber vuelto,

los que sobrevivieron, al mismo lugar de origen, como en la espiral nauseabunda de

una vida que parece no haberle obsequiado nada que no haya sido dolor y

desencanto.

Esta investigación supera cualquier momento electoral, cualquier gobierno o

partido político porque representa una porción de la fotografía del ser salvadoreño,

de su condición humana en una época cuya oscuridad nos sigue escalando hondo,

nos sigue cortando la voz, y que brando en sentido del futuro.

De la misma manera que la víctimas de los hechos cometido por la fuerzas del

gobierno en aquellas épocas merecen credibilidad y respeto, lo aquí contado debe

estar en el mismo sitio, el de la reflexión de nuestro pasado reciente.

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LOS SOBREVIVIENTES

Después de hacer un recorrido por esta historia, no sabíamos cómo llamar a

este libro, el nombre no es sólo un asunto de portada, es también un reflejo del

mundo que subyace entre las páginas que se contienen en el mismo.

Lo cierto es que es muy difícil obviar la situación actual de los sobrevivientes,

de sus vidas descartadas de la manera en que se hace con los objetos que ya no

sirven, que han dejado de tener utilidad. Esa es la mayor de las conclusiones que

nos muestra este trabajo, digno, en relación a los vivos.

No solo lograron escapar a esa matanza, si no por el hecho de condenarla,

por lo obvio de su desproporción para con la realidad, con los hombres no gratos, no

admitidos en la fila de esas marionetas de la historia, y no es que ellos quieran estar

ahí, no, el modo alguno es ese el asunto, se trata de ver cómo aquellos que nos

hablan de justicia, y de libertad, y de democracia, son capaces de abrir las puertas a

personajes oscuros del poder económico y desprecian a las mujeres y hombres

sencillos que lo dieron todo por lo que ellos son hoy.

Dos kilómetros hacia el sur de la ciudad de tecoluca, en el departamento de

San Vicente, hay un pequeño caserío llamado Las pampas, que hoy es habitado por

veteranos de la guerrilla. La historia del poblado se remonta a la época en que

gobernaba en el país el coronel Arturo Armando Molina, aunque las personas que

hoy lo habitan no sean las mismas de aquel entonces. Una vez iniciada la primera

fase de reforma agraria, en dicho lugar fueron construidas viviendas de sistema

mixto, cada una con su respectivo lote para plantaciones de huertos caseros,

además a cada familia le fue asignada una parcela para trabajar en la agricultura

más allá del caserío. Es en este lugar donde hoy viven muchos de los sobrevivientes

de aquella tragedia, también se perpetraron masacres por parte de las fuerzas del

gobierno de aquel entonces.

Después de haber caminado por la comunidad de las Pampas, en Tecoluca,

de visitar a Juan Patojo en La Sabana, en el sur de San Vicente y Tecoluca, en los

caseríos de las riberas del río Lempa, de poner los pies en sus angostas y lodosas

calles, de irrumpir como intrusos en sus chozas, de haber esgrimido el sabor

Page 153: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

calcinante de la palabra durante noches enteras con el estimado Pedro Café, de

haber estado a punto de quebrarnos con los testimonios de Guayòn y Edwin, de

habernos maravillados con la vida de Chayito y de su hijo Nelson el Vietnamita, de

sorprendernos por la sequedad y franqueza de Goyo y Miguel Uvé y por el aura aún

juvenil y las perdidas irreparables de Gionani, y de tantos otros guerreros, podemos

decir que al final de este primer recorrido ya no somos los mismos, aunque así lo

quisiéramos sería imposible.

Cuando escuchamos las primeras versiones de esta historia, de la voz de los

que la vivieron, regresamos atormentados y confundidos. No una si no que muchas

noches, hemos tenidos pesadillas, en ella hemos visto a esa gente hablarnos con

fantasmas, sentimos el olor de su sangre, la incomprensión misma por la que

debieron pasar al ser tratados como lo fueron, sin saber entender cómo era posible

que se estuviese desarrollando semejante acontecimientos.

Esta variable parte de un hecho que no podemos ocultar, nuestra condición de

militantes y de veteranos de guerra.

Como cronistas, como investigadores, fuimos tocados, y ese rasgo que

adquirió nuestra investigación, nuestra postura, no atenta contra la veracidad de la

historia, por el contrario sirve a su causa y fin.

La mayor desventaja de los responsables de estas muertes es que aquellas

personas que sufrieron los agravios, tantos los muertos como los sobrevivientes,

pero también los periodistas que hicieron las del artesano en la reconstrucción de los

testimonios, fuimos educados para despreciar ese tipo de acciones, fuimos formados

para no tolerar las mentiras que se esconde del ropaje de la historia oficial, nada

puede hoy detener la palabra de las victimas, por mucho que lo queramos.

Después de haber conocido esta historia no volveremos hacer los mismo,

como dicho está, de la misma manera que no lo fuimos cuando recogimos aquella

cabecita mugrienta de nuestro compañerito del tercer ciclo del IMFRAMEN,

asesinados por los escuadrones de la muerte, no volveremos hacer los mismo

porque en el fondo, en nuestra condición humana, comenzamos a replicar todos

aquellos males por lo que un día la gente erigió su bandera y sus brazos, y esa es la

mayor de la lecciones, que la vida debe defenderse desde donde quiera que se este,

Page 154: Galeas, Marvin - Grandeza y Miseria en Una Guerrilla

y la vida, aunque su reflejo esté diseminado en una pila clandestina de cadáveres no

pierde su sentido universal, sigue latiendo, aunque haya quien piense que no es

posible subir al cerro y preguntarnos frente al viento por quién es que hoy doblan las

campanas.

Berné Ayalá

San Salvador, octubre de 2008.