GACETA abr_2015.pdf

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DEL FONDO DE CULTURA ECONÓMICAABRIL DE 2015 DE DE DE DE DE DE DE DE DE DE D DE D DE DE DE DE DE DE DE DE DE DE D D DE DE D E DE DE E D D L L L L L L L L L L L L L L F F FO FO FO FO FO FO FO FO FO FO FO O FO FO F O F O F F O F O F O F F O F F F F F ND ND ND ND ND ND ND ND ND ND N ND N N N N ND D N N N N N N O O O O O O O O O O O O O O DE DE DE DE DE DE DE DE E DE DE DE DE E E E E DE DE D D E D D D D E D E C C C C C C C C C C C C C C C C C C C C C UL UL UL UL UL UL UL UL L UL L L L UL UL UL L L L T T TU T TU U U U U U T U U U T T T TU U TU TU TU U T U T T T T T T U RA R R RA A A R R R R R R R ECO Ó MICA ABRIL DE 20 15 532 Además UN PSICÓLOGO LEE A CASTANEDA José Trigo es una de esas obras totales, grandes resúmenes de la creación humana que rompen todos los moldes de la expresión literaria ÁLVARO MUTIS DEL PASO POR LA VIDA

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  • D E L F O N D O D E C U L T U R A E C O N M I C A A B R I L D E 2 0 1 5D ED ED ED ED ED ED ED ED ED EDD EDD ED ED ED ED ED ED ED ED ED EDDD ED ED ED ED EEDD LLLLLLLLLLLLLL FFF OF OF OF OF OF OF OF OF OF OF OOF OF OF OF OFF OF OF OFF OFFFFF N DN DN DN DN DN DN DN DN DN DNN DNNNNN DDNNNNNN OOOOOOOOOOOOOO D ED ED ED ED ED ED ED EED ED ED ED EEEEED ED EDD EDDDD ED E CCCCCCCCCCCCCCCCCCCCC U LU LU LU LU LU LU LU LLU LLLLU LU LU LLLL TTT UTT UUUUUUT UUUTTTT UUT UT UT UUT UTTTTTT U R ARRR AAARRRRRRR E C O N M I C A A B R I L D E 2 0 1 5

    532AdemsUN PSICLOGO LEE A CASTANEDA

    Jos Trigo es una de esas obras totales, grandes resmenes de la creacin humana que

    rompen todos los moldes de la expresin literaria

    LVA R O M U T I S

    DEL PASO POR LA

    VIDA

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    A quien se adentre en esta revista pensando que hay una errata porque usamos una p mayscula donde no hay ms que un nombre comn, le decimos des-de ya que el ensayo Del paso por la vida no apa-rece en estas pginas. Peor an: puede ser que no haya sido escrito. Pero le damos a ese lector una clave para que redacte l mismo esa pieza de re-flexin sobre el transcurrir de la existencia: que lea a Fernando del Paso, cuyo octogsimo aniver-sario estamos festejando con esta entrega de La Gaceta. Y es que en los libros de este autor nacido el lunes 1 de abril de 1935 hay, a veces velada, a veces explcitamente, material suficiente para inventar un ejercicio de introspeccin sobre el paso por la vida.

    Lo que s encontrar aquel que, superada la decepcin, avance ms all de esta hoja inicial es un conjunto de textos para acerarse a la mdula creativa de Del Paso, que ha hecho un poco de todo en el orbe literario. A su veta lrica le damos espacio de inmediato, con la reproduccin de unos versos que confirman un dominio del oficio y un conocimiento del lenguaje potico muy superiores a los de la gran mayora de los poetas contemporneos, como con sarcstica precisin Aurelio Asiain describi al autor de Sonetos del amor y de lo diario. Saltamos de ah a una mirada de conjunto de la narrativa delpasiana, en voz de un lector que no por entusiasta es menos crtico con el arquitecto que ha erigido novelas modestas como catedrales: Alejandro Toledo nos lleva de Jos Trigo a Linda 67 y seala influencias, malentendidos, desenlaces afortunados. Hoy que en nuestro catlogo contamos con tres de esos ambiciosos experimentos formales, podemos usar cualquiera de ellos para orientar la bateras hacia el novelista: la conversacin con Ilan Stavans, el apunte de Agustn Ramos y la resea de Artur Lundkvist son por ello mucho ms que textos sobre Palinuro de Mxico, as como los artculos de Claudio Magris, escueto pero certero, y de Giuliana dal Piaz van ms all de Noticias del Imperio. El tema recurrente en estas piezas es el don creativo, la aptitud para explorar, la paciencia coronada por el xito narrativo de Fernando del Paso. Con una muestra del libro que lo ha mantenido ocupado en los ltimos tiempos, y reseas de pocas lneas de seis de sus obras en el Fondo, cerramos este breve testimonio de cmo ha sido el paso de Del Paso por la vida.

    (Si la curiosidad le dura al lector, vaya a las pginas finales para conocer la opinin de un experto en la psique humana a propsito de la ya cuarentona saga de Carlos Castaneda.)W

    EDITORIAL

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    Jos Carreo CarlnDI R EC TO R G EN ER AL D EL FCE

    Toms Granados SalinasDI R EC TO R D E L A GACE TA

    Martha Cant, Adriana Konzevik, Susana Lpez, Alejandra VzquezCO N S E J O ED ITO RIAL

    Len Muoz SantiniARTE Y D IS E O

    Andrea Garca FloresFO R MACI N

    Ernesto Ramrez MoralesVERS I N PAR A I NTER N E T

    Impresora y EncuadernadoraProgreso, sa de cvI M PR E S I N

    Sonetos para un cuerpo ajeno y propioF E R N A N D O D E L P A S O

    Fernando del Paso, constructor de catedralesA L E J A N D R O T O L E D O

    Barroquismo autobiografa Una conversacin con Fernando del Paso a propsito de Palinuro de MxicoI L A N S T A V A N S

    Palinuro de MxicoA R T U R L U N D K V I S T

    Un Habsburgo en la conquista de MxicoC L A U D I O M A G R I S

    Traducir a Del PasoG I U L I A N A D A L P I A Z

    Citas y monstruo Dos pellizcos a Bajo la sombra de la HistoriaF E R N A N D O D E L P A S O

    CAPITELNOVEDADESUna literatura aparte. A 40 aos de la publicacin de Las enseanzas de don JuanE T Z E L C A R D E A

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    Suscrbase enwww.fondodeculturaeconomica.com/editorial/laGaceta/[email protected]/LaGacetadelFCE

    La Gaceta del Fondo de Cultura Econmica es una publicacin mensual editada por el Fondo de Cultura Econmica, con domicilio en Carretera Picacho-Ajusco 227, Bosques del Pedregal, 14738, Tlalpan, Distrito Federal, Mxico. Editor responsable: Toms Granados Salinas. Certi cado de licitud de ttulo 8635 y de licitud de contenido 6080, expedidos por la Comisin Cali cadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas el 15 de febrero de 1995. La Gaceta del Fondo de Cultura Econmica es un nombre registrado en el Instituto Nacional del Derecho de Autor, con el nmero 04-2001-112210102100, el 22 de noviembre de 2001. Registro Postal, Publicacin Peridica: pp09-0206. Distribuida por el propio Fondo de Cultura Econmica. ISSN: 0185-3716

    FOTOG R AFA D E P O RTADA : LE N M U OZ SANTI N I

    Del Paso por la vida

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    DEL PASO POR LA VIDA POESA

    En la mitologa sobre la temprana vocacin de Del Paso se cuenta que quiso ser mdico y economista. Tambin que se afan por ser, antes que un inventor de mundos narrativos, un

    poeta a la antigua usanza: sus Sonetos de lo diario aparecieron en 1958, ocho aos antes de partir plaza con Jos Trigo. La editorial Vuelta reuni esos endecaslabos y otros versos en

    un volumen del que hemos tomado este elogio de la fugacidad de todo lo que pasa por nuestro cuerpo

    ICuanto a tu sangre nombres, cuerpo, invocauna sola palabra: sangre llamaa lo que slo sangre se reclamadesde tus pies al filo de tu boca.Cuanto a tu carne nombres, cuerpo, evocala sola carne que a la carne llama,la que se mira y besa y hiere y ama,que se penetra y lame, huele y toca.Llmate cuerpo a secas, no te esmeresen ser de otras palabras el reflejo,la oscura huella, su inasible sombra.Qudate cuerpo a solas y no esperesser otra cosa que el desnudo espejode la sola palabra que te nombra.

    IICuerpo de lento, tardo entendimiento:tarde te has descubierto, cuerpo amado;largo tu sueo ha sido, y desdichado,breve tu amor, tu aprendizaje lento.Solo en tu desolado pensamientoy al rencor de ti mismo abandonadotarde aprendiste a amarte, tarde has dadomuerte a tu olvido y a tu vida aliento.Lento cuerpo sin nombre y sin edades,cuerpo de lentitud impronunciable;deja que larga, dulce, lentamente,y cuerpo a cuerpo, acariciadamente,en una soledad inacabablese junten nuestras lentas soledades.W

    Sonetos para un cuerpo ajeno y propio

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    DOSSIER

    Pasa la vida. Se construyen catedrales

    con palabras, con planos de gran complejidad. Se practica la publicidad,

    se aprenden idiomas y se deja el pas. Se absorbe todo el saber posible sobre

    ferrocarriles, medicina, historia decimonnica, mundos judo

    e islmico. Se traduce la propia voz a esta y aquella lengua, se reciben aplausos de modesta resonancia,

    se conquistan lectores. Del Paso pasa as

    su vida fecunda

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    DEL PASO POR LA VIDA

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    DEL PASO POR LA VIDA

    Es difcil imaginar un contexto social en el que obras de signi-ficacin sean vistas, es decir reconocidas, desde su naci-miento. El libro aparece y, en una cadena de resonancias, va encontrando lectores. Quiz por ello escribe Gatan Picon que los trabajos literarios sur-gen venciendo resistencias que no son slo interiores la incapacidad de quien escribe o la lucha con el lenguaje sino tambin exteriores.

    Adems, el reconocimiento es siempre ilusorio. La sociedad literaria reacciona de los modos menos espe-rados; se atiende al autor no slo o no precisamen-te por la calidad de la obra, sino tambin por el ma-nejo que haga de sus relaciones (amistad o enemistad con los crticos y los escritores consagrados), el lugar que ocupe en la burocracia cultural, etctera. Hay li-bros menores que han tenido recibimiento de obra maestra, y viceversa. El tiempo suele poner las cosas en su lugar, aunque ocurre muchas veces, por razones ms bien misteriosas, que esos juicios que nacen de lo efmero logran perdurar. Por eso la historia literaria debe ser constantemente revisada, vuelta a escribir. No para sacar del tiempo al texto literario sino para traerlo a este tiempo.

    Para describir los tres libros centrales de Fernando del Paso (Ciudad de Mxico, 1935), la crtica ha acudi-do a variaciones de la palabra novela. A Jos Trigo (1966) se le llam paisaje de signos y smbolos (Esther Seligson) o pirmide verbal (scar Mata). Para Severo Sarduy, Palinuro de Mxico (1977) fue como esa Venus de Milo de Dal, toda hecha de cajo-nes. Jos Emilio Pacheco vio Noticias del Imperio (1987) como un castillo con ventanales, salas del tro-no, pasillos, comedores, letrinas y albaales. Estos in-tentos por definir la obra delpasiana parecen tener en comn la percepcin de una tendencia a lo fragmenta-rio (que tambin es, hay que decirlo, una tendencia a la unidad).

    El traje de la novela acaso no le acomoda a estos vo-lmenes si se parte de una idea tradicional del ejerci-cio novelstico. Es Finnegans Wake (1939), de James Joyce, una novela? Fragmentos o adelantos de ese tra-bajo del irlands aparecieron en diversas revistas de Europa bajo el ttulo de Work in Progress. El captulo de Anna Livia Plurabelle camin en forma autnoma hacia la edicin y a traducciones sobre todo al francs y al italiano. Ya completo el corpus, lo fragmentario se mantuvo, es decir, se pudo comprobar que esas asti-llas que venan del todo tenan a su vez vida propia, que aun detenidas en un solo tomo seguan siendo obra en proceso. No se olvide que el mismo Joyce pens en Ulises (1922) como un organismo: el captulo Calipso representa los riones, el de Los lotfagos la piel, el de Hades el corazn, el de Eolo los pul-mones Hay, por cierto, una novela de Jean Paul Ri-chter, La edad del pavo (Flegeljahre, 1804-1805), cons-truida como catlogo de un museo de historia natu-ral; Erizo de mar, Piedra margosa, Cedro de Lbano, El boquern, Sasafras o Centn de colas de gato con visos plidos de ratn, se lee en el ndice. Este libro del escritor alemn presenta muchas afini-dades en tono y estilo con Palinuro de Mxico: Palinu-

    ro y el primo Walter tienen su contraparte en los ge-melos Walt y Vult, uno de tendencia romntica y el otro un escptico natural; los cuatros personajes es-tn en el fin de la adolescencia, en la edad del pavoneo. Durante mucho tiempo pens que La edad del pavo era uno de los textos fundadores de Palinuro de Mxi-co, influencia directa o dilecta, mas su autor asegura que desconoce el libro del romntico alemn.

    Hemos ido en una inesperada perfrasis de Fer-nando del Paso a James Joyce, y de ste a Jean Paul Richter; de seguir ese camino en retroceso tendra-mos que llegar primero a Laurence Sterne al que Ri-chter ley con fruicin, y luego a Miguel de Cervan-tes, con lo que la va narrativa quedara completa. En qu se parecen estos autores? La idea tradicional de la novela se pierde en ellos. Hay que hacer notar enton-ces que esta otra tradicin, de ruptura o de van-guardia por llamarle de algn modo, inici hace ya varios siglos, y resulta as inverosmil que en nues-tros das al aparecer un libro estructuralmente com-plejo ste sea rechazado por no corresponder a una forma narrativa ms sencilla o menos vigorosa. Se pregunt antes si Finnegans Wake es novela, cabra una pregunta similar acerca del Quijote, el texto que precisamente es el umbral de la novela moderna?

    Al frecuentar una obra es posible descubrir la tonada de su cancin que es como seala Proust diferen-te en cada autor. A fuerza de lecturas puede uno can-turrear esa meloda particular, acelerar las notas, moderarlas o interrumpirlas, para marcar su comps y su repeticin. A decir verdad escribi Steven-son, desde el momento en que al prosista le es dado ser menos armonioso est sentenciado a renovar constantemente y a gran escala la variedad del movi-miento, y a no decepcionar al odo con el trote de una mtrica establecida. Feliz, pero ardua, sentencia.

    Un recurso posible para comprender esa meloda propia de un escritor consiste en escucharlo. Aquellas grabaciones legendarias de James Joyce donde lee fragmentos del captulo Anna Livia Plurabelle, de Finnegans Wake, nos ensean que para el irlands la palabra es, sobre todo, msica. Al decir sus textos en voz alta, Joyce canta: Allalivial, allalluvial! Some here, more no more, more again lost alla stranger Las p-ginas de una novela se vuelven as partitura.

    En la composicin de Jos Trigo, Fernando del Paso acudi a diversas fuentes: hay tanto ecos de la poesa indgena como de prosistas modernos notables como Joyce, Faulkner o Rulfo. Esas otras voces se integran, se suman, en una voz nueva, singular, porque de al-gn modo las contiene y de otro las trasciende. Quiz podra afirmarse (aunque hay algunos sonetos ante-riores y por lo menos un par de cuentos) que en esa no-vela terrestre que es Jos Trigo nace el decir (estilo o tono) delpasiano. Lo que sigue son variaciones, per-mutaciones: Palinuro de Mxico tiene como leitmotiv al navegante de Eneas (que tambin interes, en su tumba sin sosiego, a Cyril Connolly), y lo que antes era raz, etimologa, adquiere la plasticidad del vaivn de las olas marinas que alimenta el sueo del piloto Palinuro; Noticias del Imperio ejerce, en cuanto al rit-mo y la palabra, una suerte de combinatoria entre el Del Paso que a cada frase reinventa el lenguaje y aquel que va descubriendo imgenes inslitas, es decir en-tre Jos Trigo y Palinuro

    Las relaciones entre la obra de Fernando del Paso y la crtica literaria no han sido exactamente felices. So-bre todo ocurri con Jos Trigo, su primera novela: los demonios se le volcaron. Hay signos que permiten descubrir que ante la inminente salida de ese primer ejercicio novelstico del autor haba una predisposi-cin casi general en contra. El 8 de junio de 1966, por ejemplo, el suplemento La Cultura en Mxico, que di-riga Fernando Bentez, public una entrevista reali-zada por Juan Carvajal a la que anteceda la siguiente cabeza: Estamos frente a un genio? Apasionante in-cgnita de nuestras letras, la novela Jos Trigo de Fer-nando del Paso. La conversacin se complementaba con un adelanto del libro y un muestrario de opinio-nes (Juan Rulfo, lvaro Mutis, Jomi Garca Ascot y Archibaldo Burns) bajo el ttulo: Cuatro escritores opinan sobre una obra maestra desconocida.

    Esa presentacin en sociedad de Jos Trigo va a contener ya las posturas extremas en que se ha movi-do, quiz, la lectura de los trabajos narrativos de Fer-nando del Paso. Juan Rulfo fue especialmente gene-roso: Jos Trigo es la ms formidable empresa que en el terreno idiomtico se haya intentado en Hispa-noamrica. Es una novela barroca, s, pero como dice Carpentier: en Amrica Latina si no somos barrocos no somos novelistas.

    Igual camino recorri lvaro Mutis: La obra en la cual viene trabajando Fernando del Paso hace varios aos es, a mi modo de ver, el propsito ms ambicioso que se haya realizado en la literatura hispanoameri-cana. Superando los lmites tradicionales de la nove-la, es una de esas obras totales, grandes resmenes de la creacin humana que rompen, por razn de la vastedad de su alcance, todos los moldes de la expre-sin literaria. Del Paso ha creado, con una sabidura y una eficacia agotadora, un lenguaje enteramente nuevo, que se ajusta sabiamente a los propsitos del autor de ofrecernos un mundo riqusimo, afincado y entrelazado a las ms antiguas y profundas corrien-tes de la especie. Obra impar, nica, su destino en el panorama de nuestras letras es la ms apasionante incgnita literaria de que yo tenga noticia. He segui-do, durante varios aos y con entusiasta fidelidad, el proceso de creacin y siempre me he preguntado cul pueda ser la reaccin del lector habitual ante una obra que renueva desde sus bases los caminos tradi-cionales de nuestras letras.

    La novela estaba por entrar a la imprenta, y se saba de su contenido a travs de los comentarios de los amigos de Fernando del Paso y de lo que l mismo em-pez a declarar. Los responsables de La Cultura en Mxico (el propio Bentez o el secretario de redaccin, Jos Emilio Pacheco) cumplieron su tarea poniendo un poco en duda lo que se deca en los textos, primero con la pregunta irnica (estamos frente a un ge-nio?), y luego al restar seriedad a los cuatro escrito-res que opinaban de una obra maestra que an no ha-ba sido terminada, y que por lo mismo no haban le-do completa.

    Fernando del Paso contribuy a alimentar el escep-ticismo crtico con una deliberada altivez que aparece en la entrevista de Juan Carvajal y continuar en sus siguientes presentaciones pblicas. Dice: Hablo de soberbia, porque estoy consciente de que el experi-mento que he hecho con el lenguaje espaol no tiene precedentes y es, adems, irrepetible.

    Fernando del Paso Constructor de catedrales

    A L E J A N D R O T O L E D O

    ARTCULO

    Abramos boca con una visin panormica de la novelstica de Del Paso. Uno de sus ms eles lectores recorre aqu los cuatro librazos con que este autor riguroso y juguetn, paciente y ambicioso, desinhibido y siempre audaz se ha ganado un lugar en la historia literaria

    de la lengua. Al mirar as las edi caciones verbales de don Fernando se pueden apreciar sus in uencias y transformaciones

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    DEL PASO POR LA VIDA

    FERNANDO DEL PASO, CONSTRUCTOR DE CATEDRALES

    Con el transcurrir de los meses (y de las reseas) Fernando del Paso se sentira ms autorizado para dar un diagnstico severo del ejercicio crtico: Lo primero que se me ocurre decir es que la crtica lite-raria no existe en Mxico. Sin embargo, sta es una verdad a medias. Hay en nuestro pas personas am-pliamente capacitadas para ejercer una crtica litera-ria de altura, slo que no se ocupan de ella o lo hacen en ocasiones muy raras. Los llamados crticos actua-les, por otra parte, no hacen sino resear los libros de una manera superficial, o dedican sus columnas a la chismografa.

    A cada momento, Del Paso reiteraba un malhumor que era eco de lo que apareca sobre Jos Trigo en pe-ridicos y revistas de la poca: Me interesan los jui-cios sobre mi libro, y a ellos reacciono con respeto al-gunas veces, con desprecio otras, en ocasiones con agradecimiento y en ocasiones con risa Por otra par-te, de la misma manera que acepto el derecho de los crticos pensar y declarar que Jos Trigo es un libro in-forme, disparatado, me reservo el derecho de pensar y declarar que los juicios de quienes as opinan abundan en adjetivos que reflejan sus propias cualidades.

    Tal vez ocurri con Jos Trigo que los crticos litera-rios se sintieron en principio rebasados por una novela que peda ms de una semana de lectura, y cuyo direc-to antecedente era a ojos de estos lectores profesio-nales otro mamotreto con fulgor de ilegible: Ulises (1922) de James Joyce, que hasta ese momento prcti-camente no haba dejado huella en la narrativa mexica-na. En su entrevista de presentacin en sociedad, Del Paso llama al irlands mi maestro por excelencia, por lo que escribi y porque vivi para escribir. Apareca en 1966, entonces, una novela que estructuralmente (y a miradas miopes) era casi copia al carbn de aquella que haba causado tanto revuelo en el Pars que fue una fiesta para los movimientos de vanguardia. La ciudad de Dubln se transmutaba en los campos ferrocarrile-ros de Nonoalco-Tlatelolco. Como en el original en len-gua inglesa, cada captulo manejaba una tcnica narra-tiva distinta (monlogo interior incluido), y haba en el relato un centro, un omphalos, que era tambin un pun-to geogrfico identificable: all la torre Martello, ac el puente de Nonoalco.

    Un poco la sana arrogancia de Fernando del Paso, otro la frrea incultura (o apata profesional) de la mayor parte de los reseistas, crearon ese curioso nudo ciego que tendra ms tarde diversos modos de deshacerse. Uno de esos modos pudo ser el premio Xa-vier Villaurrutia; otro, los ensayos que comenzaron a aparecer en diversas latitudes.

    Si la obra de Del Paso comienza con un libro de poemas Sonetos de lo diario (1958) y con el ejercicio prosstico El estudiante y la reina (1959), es con Jos Trigo que da el primer paso de una carrera ms signada por la confianza en s misma que en el juicio de los crticos.

    Jos Trigo no slo era la versin mexicana de Ulises. A esta apreciacin inicial se llega contemplando superfi-cialmente el ndice y algunos captulos. La presencia joyceana tambin aparece en un detalle de la novela. La primera palabra y la ltima se enlazan para darle cualidad o calidad de sombra o fantasma al personaje que da ttulo a la novela, pues Jos Trigo Era (p. 21 de la nueva edicin del fce) nadie (p. 467). Esto es una variante de Finnegans Wake de Joyce, cuya frase final se interrumpe (A way a lone a last a loved a long the, al concluir la obra) para continuar en la lnea inicial (ri-verrun, past Eve and Adams, from swerve of shore, et-ctera, al comenzar).

    La novela es ms que un juego erudito. Sobre todo lo es en su lectura de la realidad mexicana (Del Paso funde dos momentos de la historia: el nacimiento del charrismo sindical en los aos cuarenta y el movi-miento ferrocarrilero de 1958-1959) y en la importan-cia simblica de la zona elegida: Nonoalco-Tlatelolco, que habra de tener un papel ms que central en el movimiento estudiantil de 1968. Al final de Jos Trigo los campamentos ferrocarrileros son demolidos, y co-mienza a construirse la nueva ciudad de Nonoalco-Tlatelolco. Por momentos, la novela parece observar el futuro: Pero all, en el atrio del templo del Seor Santiago, se derrumba el mundo, se desmorona en lu-ces, piedras, polvo y estrellas: lleg el ejrcito, llovi sangre, se apag el canto de los escogidos que antes suba hasta la cpula dorada envuelto en incienso, y el fuego, el olor a azufre, el humo de la plvora, una in-mensa nube blanca (p. 458).

    El movimiento estudiantil de 1968 (que el frag-mento anterior atisba en su desenlace trgico) ser el

    eje temtico que estructure Palinuro de Mxico, se-gundo trabajo novelstico de Fernando del Paso. Uno de los juicios duros que recibi Jos Trigo, el de Ra-mn Xirau, acaso sirvi como anuncio de lo que elabo-rara ms tarde el novelista: Del Paso ha escrito su novela total; nos debe, sin paradoja, la novela parcial, tal vez incompleta, tal vez imperfecta, en la cual la poesa pueda venir a sostener y fundamentar lo que ahora es, obsesivamente, estructura y deseo de lgica, aun en los sueos y las imgenes.

    Jos Trigo es una novela de la tierra. Los persona-jes buscan el suelo original, y el mapa que los gua ser el propio lenguaje que viene de esa tierra y los lle-var a ella. As, las palabras tambin se remontan al origen prehispnico, como punto generador. Palinu-ro, en cambio, tiene sus centros geogrficos en dos ciudades (Londres y Mxico), pero su proyecto de es-critura recrea la danza del mar en una refulgencia plstica que asume como referente al marinero Pali-nuro, piloto de Eneas.

    El cuerpo de las novelas de Fernando del Paso de-pende de una ancdota base que sirve como recipien-te a un conjunto heterclito. En Jos Trigo un hombre recorre los campamentos ferrocarrileros buscando al personaje que da ttulo al libro. En Noticias del Impe-rio, la tercera novela del autor, una Carlota enloqueci-da dialoga con un mensajero acaso imaginario so-bre la intervencin francesa en Mxico y la instaura-cin y cada del imperio de Maximiliano. En Palinuro de Mxico el esquema estar sustentado en la referen-cia mtica, siendo que la novela representa la deriva de Palinuro en las aguas del mar hacia la muerte. Y esa sensacin de flujo sin control es el efecto narrati-vo que permitir el entrelazamiento de los diversos ejes que actan en la novela. El referente mtico tam-bin destaca la presencia marina, que da pie a una constante creacin de imgenes, y es el barroquismo, entendido aqu como el abigarramiento de colores y formas, la forma peculiar de Palinuro de Mxico.

    El original mecanogrfico de esta novela sufrir sus avatares: con Palinuro obtiene Del Paso el Premio de Novela Mxico en 1975, pero el libro no podr ir a imprentas mexicanas y se editar en Espaa dos aos ms tarde (Alfaguara, 1977). El volumen mexicano (de Joaqun Mortiz) es de 1980: casi quince aos des-pus de Jos Trigo, aparece en libreras del pas Pali-nuro de Mxico. Por ello quiz la historia crtica no fue similar a la que tuvo la primera novela. No se tra-taba ya de un escritor novel con aires de genio incom-prendido, sino de un autor que gozaba de cierto crdi-to, aunque su produccin no fuera regular: slo le per-tenecan Sonetos de lo diario, y esa novela anterior aparecida a mediados de los aos sesenta, y que para entonces iba en su sexta edicin. Adems, el mundo socioliterario se haba ampliado en cuanto a pginas culturales, suplementos, revistas Transit Palinuro de Mxico por esta sociedad literaria como transitan tantos otros libros: reseas favorables y desfavora-bles, entrevistas y una sola edicin de cinco mil ejemplares que tardara ms de diez aos en agotarse.

    Para entonces Fernando del Paso viva en Europa, y desde la edicin espaola de Palinuro se empezaron a abrir para l nuevos mercados y nuevas lecturas. Ya no asumira, por ello y quiz tambin como efecto de su exilio voluntario, la postura soberbia que lo hizo defender Jos Trigo de la fiebre crtica de aldea.

    Palinuro de Mxico camin sola y bien entre los lectores para los que haba sido escrita. Hay opinio-nes muy generosas de Artur Lundkvist incluida en este mismo nmero de La Gaceta, Severo Sarduy, Marco Antonio Montes de Oca y Claude Fell. En 1982 recibi en Venezuela el premio internacional de no-vela Rmulo Gallegos. En 1982 y 1985 aparecieron las versiones portuguesa (Difel) y francesa (Fayard), que antecedieron a las traducciones al ingls, alemn y holands. En Francia le fue otorgado a Palinure de Mexico el premio a la mejor novela extranjera, que no haba ganado hasta entonces ningn autor mexicano, y se le descubri una influencia central: Rabelais.

    Se internacionaliza Del Paso, y la crtica sobre su obra vive esa ampliacin geogrfica.

    Vendra entonces Noticias del Imperio, que apareci simultneamente en Espaa y Mxico en 1987, y que ha tenido un inusitado xito de ventas y de crtica. De nuevo era difcil que se repitiera la historia de Jos Trigo, la casi unnime descalificacin a un trabajo monumental. Ya los libros de Fernando del Paso ha-ban creado un muro reducido pero homogneo de lectores cultos, y a ellos se agregaron espont-neos en nmero crecido: hasta 1995 llevaba en Mxi-

    co catorce reimpresiones en rstica, y cinco en pasta dura, con tirajes altos.

    Portal de la crtica sobre Noticias del Imperio fue sin duda el oportuno Inventario de Jos Emilio Pa-checo, en el que se dice que esta novela no est hecha para ser leda: est hecha para ser habitada semanas o aun meses enteros. Escribe Pacheco: Si sus ejes geogrficos son dos de las grandes ciudades del ba-rroco arquitectnico, Viena y Mxico; si el modelo de su prosa son las grutas de Cacahuamilpa, donde Car-lota encontr el perfil infernal de Dante, el dibujo que esta novela recorta contra la tempestad de la his-toria es la silueta de un castillo. Noticias del Imperio es la novela de los castillos Schnbrun, Miramar, Chapultepec, Bouchout y tiene como ellos ventana-les, salas del trono, pasillos, comedores, letrinas y al-baales; la ambicin de tocar el cielo y elevarse por encima de los dems y el descubrimiento final de que todo es polvo y ceniza, tierra hecha con los despojos de las vctimas del poder.

    El monlogo de Carlota que estructura Noticias del Imperio est compuesto por frases largas y prra-fos igualmente extensos que llegan a abarcar varias pginas: es un ejercicio lrico que fija su atencin en el fluir de las imgenes. Al llamarlo ejercicio lrico se pretende destacar la preferencia que tiene por el canto, y en el que la informacin histrica est al ser-vicio de la continua creacin de metforas. Se le ha comparado con el monlogo de Molly Bloom que cie-rra Ulises de James Joyce, pero es fcil diferenciar-los: mientras ste sigue la corriente de la conciencia, aqul tiene una resonancia verbal, es msica de la palabra y no del pensamiento. Como en Palinuro de Mxico, todo corre al servicio de la imagen plstica, y los infinitos encadenamientos que dan forma al mo-nlogo crean un sentido de catarsis fulgurante.

    Noticias del Imperio es una novela polifnica. El discurso amoroso de la emperatriz enloquecida pro-loga o precede los captulos histricos, dividido cada uno de stos en tres apartados en voz de historiador, narrador omnisciente o personaje en primera perso-na. El dilogo de tiempos y voces da un contrapunto que activa la novela. Las intensidades del monlogo encontrarn su equivalente en los relatos de batallas o sucesos diversos de la guerra, en los que Del Paso logra una inslita maestra. Un centro de la novela es Con el corazn atravesado por una flecha, que des-cribe la tortura que el coronel Du Pin inflige al preso Juan Carbajal a bordo de una barcaza; recuerda dos relatos de Martn Luis Guzmn: La fiesta de las ba-las, incluido en El guila y la serpiente, y El lazo de Canuto Arenas, publicado en la versin periodstica de La sombra del caudillo: los tres refieren con enor-me frialdad expositiva un poco a la manera del Franz Kafka de En la colonia penitenciaria un acto de tortura y castigo en medio de la guerra.

    De ms est decir que el boom de Noticias del Impe-rio no envolvi del todo a Jos Trigo ni a Palinuro de Mxico, que acaso nunca podrn estar en las gavetas del bestseller. Una parte de la crtica literaria tambin fue olvidadiza con la obra anterior. Y por ello no se atendi una cuestin tcnica acaso esencial: la mayor parte de los recursos que utiliza Del Paso en Noticias del Imperio ya haba sido trabajada en Jos Trigo y Pa-linuro de Mxico. La imaginera plstica del monlo-go de Carlota remite, como ya se mencion en estas pginas, al estilo de Palinuro, y la bsqueda de distin-tos tonos y estilos en los captulos que se ha llamado histricos viene de Jos Trigo.

    El trabajo de relacionar unos libros con otros em-pieza ms tarde, cuando la obra narrativa de Fernan-do del Paso interesa a los ensayistas y los investigado-res. Sin duda Noticias del Imperio era buen pretexto para emprender esa visin en perspectiva de tres no-velas que tuvieron su aparicin en fechas tan distan-tes como 1966, 1977 y 1987. Ya han sido escritos varios libros que procuran, desde el enfoque acadmico, el balance de la narrativa de Del Paso; y hay una antolo-ga de textos crticos que tiene esa intencin panor-mica. Pero la obra no es la crtica sobre esa obra.W

    Alejandro Toledo, ensayista y crtico, tuvo a su cargo la edicin de las Obras completas de Francisco Tario, de prxima aparicin en el FCE.

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    Barroquismo y autobiografa Una conversacin con Fernando del Paso

    a propsito de Palinuro de MxicoI L A N S T A V A N S

    ENTREVISTA

    Aunque esta conversacin se realiz poco despus de la aparicin de la segunda novela de Del Paso, hay aqu diversas claves sobre su modo de concebir la literatura en general,

    sobre su forma de abordar la ccin, sobre la inevitable interaccin entre vivencias e invencin, sobre escritores y el poder pblico, sobre bibliotecarios ilustres.

    Publicada en ingls, aparece por primera vez en espaol en estas pginas

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    DEL PASO POR LA VIDA

    BARROQUISMO Y AUTOBIOGRAFA. UNA CONVERSACIN CON FERNANDO DEL PASO A PROPSITO DE PALINURO DE MXICO

    ilan stavans: Dado que en Palinuro de Mxico usted funge no slo como autor de la novela, sino tambin como comentarista cultural, me pregunto si podra dar un paso atrs por un momento y evaluar para m sus mritos y logros. A casi dos dcadas de que se publica-ra por primera vez, qu opinin le merece? Cules son sus excesos? Le cambiara algo el da de hoy? Ha pensado en una edicin revisada?fernando del paso: La novela s sufre de exceso: exceso en el estilo, exceso en las referencias. Lo mis-mo se puede decir de mis nicas otras dos novelas: Jos Trigo (1966) y Noticias del Imperio (1987). Pero la mayora de estos excesos son deliberados. De he-cho, recuerdo que una vez se me pregunt durante una entrevista por qu no era capaz de escribir libros ms cortos, condensados. Respond que Palinuro de Mxico podra haber tenido alrededor de 3000 pgi-nas y que yo haba hecho un esfuerzo consciente por abreviarlo y el resultado haban sido 650 pginas. Soy un escritor barroco por naturaleza, extravagan-te y desmesurado. Se trata de un impulso espont-neo en m. Al mismo tiempo, he pasado de un estilo muy complicado a uno ms accesible. Mi tercera no-vela es notablemente menos compleja que la segunda y, de manera similar, la segunda es menos difcil que la primera. As que creo que he logrado algunos avances; mi ruta artstica ha ido de complejidad ex-cesiva a simplicidad relativa. En cuanto a lo que hoy le cambiara o no a la novela, para ser honesto, me es difcil decir. Los libros son como los nios: una vez que nacen, el mundo es suyo y ellos son parte del mundo, y nuestro papel en la formacin de sus vidas disminuye a medida que pasa el tiempo. Ellos tienen sus propias virtudes y sus propios caminos, y lo ni-co que uno puede hacer es presenciar su desarrollo y sentir asombro por lo que pueden o no pueden lograr.

    Tengo conmigo la edicin mexicana de Palinuro de Mxico, publicada en 1980. Pero el libro sali primero en Espaa, bajo el sello Alfaguara, en 1977, tres aos antes. Por qu?Puedo darle una explicacin curiosa. La novela en forma de manuscrito fue galardonada con el Premio Novela Mxico, patrocinado por la Editorial Novaro, una editorial, como usted sabe, dedicada a las histo-rietas y a ttulos de segunda y tercera categora. En-tonces Editorial Novaro cre este importante pre-mio, que le fue otorgado primero al dramaturgo y novelista mexicano Jorge Ibargengoitia, despus al escritor espaol Juan Mars y en su tercer ao a m. Pero surgi un conflicto cuando el dueo se dio cuenta de que el ladrillo tamao mamut que haba ganado el premio era demasiado y se neg a publicar-lo. Sin embargo, el jurado se rehus a cambiar su ve-redicto y puesto que el dueo no quiso que nadie ms publicara el libro, pasaron un ao y medio o dos an-tes de que mi agente literaria, Carmen Balcells, pu-diera sacarlo de Editorial Novaro. sas son las vicisi-tudes que lo llevaron primero a la pennsula Ibrica y slo despus a Mxico.

    Supongo que la reaccin crtica en estos dos pases fue muy diferente. Despus de todo, la novela es, entre otras cosas, una investigacin de la psique mexicana, de su pasado y su presente.Los crticos espaoles fueron un poco ms generosos. No obstante, ambos coincidieron en que la novela te-na una riqueza extraordinaria, un contenido potico loable, buen sentido del humor, pero tambin que era un libro exagerado, arrogante, demasiado ambicioso y, por lo tanto, frustrante en algunos aspectos. Su in-tento por crear un macrocosmos era encantador, se-gn ellos, pero tambin contraproducente.

    Hasta donde yo s, la novela ha sido traducida al fran-cs, portugus, alemn e ingls. La versin en ingls de Elisabeth Plaister fue publicada por vez primera, por supuesto, bajo el sello de Quartet en Londres en 1989.La traduccin de Plaister, con la excepcin de una pequea crtica en The Times Literary Supplement, pas sin reconocimiento alguno en Inglaterra. Su re-cepcin fue un desastre: nadie habl de ella, nunca obtuve un solo penique. La edicin francesa sali an-tes, en 1985, justo al reanudarse las clases despus de las vacaciones de verano, y fue un gran xito. En traduccin de Michel Bibard, gan el premio al me-jor libro extranjero del ao; cada peridico y suple-mento literario la discuti y elogi. Es importante tener en cuenta que un buen segmento de su pblico lector francs, hasta donde yo s, era joven y entu-

    siasta, al igual que Palinuro de Mxico se ha mante-nido un favorito de todos los tiempos entre los jve-nes en mi pas natal. En Portugal tambin pas inad-vertida, pero la traduccin al alemn de Suzanne Lang (que le tom cinco aos terminar) tambin fue un xito. Fue presentada durante la Feria de Frnc-fort de 1992, y poco despus en Mnich gan el pre-mio a la mejor traduccin. Hace poco el libro tam-bin apareci en Holanda, donde en pocos meses ha vendido 6000 ejemplares, un xito de ventas para un pas tan pequeo.

    Slo por curiosidad, la versin portuguesa circul en Brasil?As es, pero sin reaccin alguna. Huelga decir que la lengua portuguesa en Brasil es bastante diferente y por lo tanto dudo que el pas fuera un mercado ade-cuado para una novela densa traducida al otro lado del Atlntico. En una lnea similar, ser interesante ver cmo le va a la traduccin britnica de Plaister con los lectores estadunidenses.

    Me interesa su trabajo con los traductores. Alguna de estas versiones sufri grandes cambios? O ms bien, podramos hablar de variaciones del libro y no de versiones? Los traductores tenan libertad para manipular el texto en alguna medida?Trabaj con todos ellos por correo. Elisabeth Plais-ter y yo nos escribimos por un largo tiempo, y luego, casi al final del proceso, vino desde Portugal a visi-tarme durante unas semanas a Pars, donde yo viva en ese momento. Es natural que tuviera errores y equivocaciones, por supuesto; sin embargo, en mi opinin es una esplndida traduccin.

    Permtame pasar al tema del poliglotismo. En su ca-rrera como lector, el conocimiento de otros idiomas, supongo, ha sido esencial. Usted habla ingls y francs, cierto?Pero hasta ah. De nio no tuve una educacin bilin-ge, pues asist a las escuelas pblicas de la Ciudad de Mxico. Mis primeras lecturas de Alejandro Du-mas, sir Walter Scott, Julio Verne, Eugenio Sue y Emilio Salgari fueron en espaol, a menudo en terri-bles traducciones hechas en Barcelona y Buenos Ai-res. Me familiaric con Faulkner, Erskine Caldwell y Thomas Wolfe en espaol. Mi pasin por un pua-do de dramaturgos tambin data de estos aos for-mativos, cuando mis habilidades orales y de lectura en las lenguas de Shakespeare y de Diderot eran inexistentes. Por supuesto, de vez en cuando me en-contraba una traduccin extraordinaria, como la que Borges hizo de Las palmeras salvajes, de Faulk-ner; sin embargo, stas eran excepciones, no la regla. Comenc a hacer algunas lecturas en francs e in-gls por mi cuenta cuando cumpl veinte o veintin aos, pero no estaba ni siquiera cerca de dominar esas lenguas con soltura. No fue sino hasta despus, cuando en compaa de mi familia me instal por primera vez en la ciudad de Iowa durante un par de aos, y luego en Londres durante catorce aos, que pude dominar ambas lenguas. Obviamente al regre-sar a Mxico a mediados de los aos ochenta dej de practicarlas, y, como resultado, he olvidado mucho. Todava puedo escribir una carta al dentista o con-sultar a un editor extranjero, pero sin duda no po-dra escribir literatura en ninguna de ellas. No, no me considero un autntico polglota. El espaol es mi lengua madre, mi nica lengua.

    Pero escribi Palinuro de Mxico despus de que el in-gls se convirtiera en una herramienta y no un obstculo, verdad?S.

    Lo pregunto porque su espaol me parece libresco, ex-trao, y su sintaxis extranjera, o por lo menos peculiar, para un hablante nativo. Este asunto de escribir en la propia lengua materna pero pensar o imaginar en otra me obsesiona, y con justa razn: yo me fui de Mxico a mediados de mis veinte y casi de inmediato establec una lealtad doble con el ingls. He discutido el tema con Ariel Dorfman, Felipe Alfau y Julin Ros. Como creo que usted estar de acuerdo, el espaol de Borges tiene lo que yo describira como un toque shakespea-reano o ms bien, chestertoniano. Su gramtica, la forma en la que usa los adjetivos y los adverbios, es ex-travagante, extraa. Algo similar puede decirse del es-paol de Cortzar en Rayuela, tambin mezclado con galicismos de sus dcadas en Francia. Estas particula-ridades, sin perder nunca su atractivo, a menudo se

    vuelven problemticas: la traduccin que Borges hace de Faulkner acaba convirtiendo el texto en otro de su propia autora. (El escritor argentino Ricardo Piglia, en su novela Respiracin artificial, dedica una seccin a ste, el ms curioso de los giros de Borges.) Todo esto me trae de nuevo al espaol de Palinuro de Mxico. Sera justo hablar de una especie de promiscuidad entre el espaol, el ingls y el francs en la novela?S, sin duda. Adems, al releer mi tercera novela, No-ticias del imperio, descubr una tendencia a imitar la sintaxis inglesa, una lucha entre el espaol y el in-gls, e incluso una inclinacin a anglicanizar y a afrancesar. Esto se presenta como un resultado na-tural, huelga decir, de dcadas en Europa. Cada vez que tomo conciencia de esta metamorfosis, trato de encontrar una lengua neutral, y por eso, en Palinuro de Mxico, casi todos los personajes (Palinuro, Wal-ter, Fabricio y Molkas), cuando recurren al dilogo, tienen el mismo tono de voz. Sin embargo, esta arti-ficialidad, esta contaminacin entre las lenguas y estilos, en realidad no me preocupa. Despus de todo, la literatura no es ms que invencin, artificio puro. Y tal vez debera aadir que ms all de esta promiscuidad lingstica, como usted la llama, Ilan, la novela tambin est impregnada de un senti-do del humor britnico. Aunque mi ingls era pobre cuando llegu a Londres, entend el humor y el esta-do de nimo nacionales con bastante rapidez. Esto, supongo, nos devuelve a una de sus preguntas ante-riores: cuando me acerqu a la traduccin de Elisa-beth Plaister, me di cuenta de que en ingls muchas cosas sonaban mucho mejor, ms originales que en el original en espaol.

    Esto me recuerda que Gabriel Garca Mrquez dijo una vez que la traduccin al ingls de Gregory Rabas-sa de Cien aos de soledad era ms precisa que el original, y que Borges, al hablar de Vathek, de William Beckford, sugiri que el original era infiel a la traduc-cin. Estos comentarios son fascinantes, aunque slo sea porque Garca Mrquez tiene poco que ver con el ingls, pero Borges, por otro lado, lo conoca demasia-do bien. Alguna vez ha traducido a otros al espaol?Nunca. O ms bien, nunca un texto literario, slo co-municados de prensa y otras cosas similares. Lo que me gustara traducir es poesa, pero por desgracia mi conocimiento de otras lenguas es limitado. Por cier-to, empec mi carrera escribiendo sonetos, pero lue-go cambi a la prosa de ficcin.

    Su primer libro, publicado en 1958 (a los veintitrs aos de edad), es una coleccin de sonetos, Sonetos de lo diario.S. Juan Jos Arreola la public en su coleccin El Unicornio, y he escrito algunos ms a lo largo de mi vida, pero nunca ms de veinte en total. Una o dos veces he experimentado con verso libre, pero el re-sultado fue muy desalentador. El soneto funciona mejor para m.

    Hablemos ahora sobre cundo y dnde escribi Pali-nuro de Mxico.En la ciudad de Iowa y Londres. Me tom ocho aos, desde 1968 hasta 1976, pero a eso debera aadir va-rios meses ms en los que tuve que rectificar la orto-grafa y la informacin.

    Cuntas versiones escribi?Depende del captulo. En algunos casos escrib mu-chas versiones de veinte a treinta y otros salie-ron ya acabados. Un ejemplo: el captulo 24, Pali-nuro en la escalera o el arte de la comedia, que no hace mucho fue publicado independientemente en forma de libro, comenz como una descripcin bre-ve. Sent que era muy teatral y por lo tanto decid convertirlo en una pieza dramtica. El captulo fue creciendo a medida que se acumulaban las versio-nes, hasta que me qued claro que no haba seme-janza entre la primera descripcin y el texto final. Entonces, cuando termin la novela, quem el ma-nuscrito. Lo hice porque no quera que nadie supie-ra cmo haba llegado al resultado final. Quera ser el nico propietario del secreto, que yo saba que tarde o temprano olvidara.

    Sucedi lo mismo con sus otras novelas?No. Tengo dos cajas con el manuscrito y las notas de la primera, y fragmentos dispersos de la tercera.

    La novela fue escrita bajo los auspicios de diversas be-cas y programas de escritura.

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    DEL PASO POR LA VIDA

    BARROQUISMO Y AUTOBIOGRAFA. UNA CONVERSACIN CON FERNANDO DEL PASO A PROPSITO DE PALINURO DE MXICO

    Al principio de mi carrera Juan Rulfo me sugiri que solicitara la subvencin de la Fundacin Ford y me enviaron a Iowa. Yo trabajaba como redactor en una agencia de publicidad en Mxico y lo abandon todo. Despus de eso solicit una beca Guggenheim, reco-mendado por Rulfo, Miguel ngel Asturias y Octavio Paz, quienes haban ledo Jos Trigo y estaban dis-puestos a apoyarme. Gracias al dinero que recib de la fundacin el libro comenz a tomar forma. Luego, en Londres, comenc a trabajar para la bbc, donde fui locutor y productor de programas sobre Amrica Latina. Posteriormente, en 1985, la familia se mud de nuevo para que yo pudiera trabajar en Radio France Internationale como periodista, y finalmen-te me enlist en el servicio diplomtico de Mxico. Palinuro de Mxico, obviamente, se benefici en gran medida de mis viajes tempranos por el mundo, justo antes de que la familia llegara a Francia.

    Hbleme sobre el papel de la medicina en su novela.Yo originalmente quera ser mdico y comenc mis estudios en la escuela de medicina, pero por razones personales tuve que abandonarlos. A medida que el libro tomaba su forma actual y vaya que pas mu-cho tiempo para que as fuera, me di cuenta de que mi inters por la medicina se basaba en mi pasin por sus aspectos romnticos. Comenc a entender que no es ms que una ciencia del fracaso; trata de salvar la vida de una persona y, si bien tiene xito en ocasiones, es verdaderamente impotente en tanto que no puede explicar los enigmas del cuerpo huma-no. Nuestro cuerpo es un microcosmos y es lo nico que realmente poseemos en la vida: con el cuerpo amamos y odiamos, con el cuerpo disfrutamos y sufrimos.

    Julio Cortzar utiliz la frase un cadver viviente.Eso es exactamente lo que somos: un cadver vivien-te. Me fascina nuestro interminable cuestionamien-to de las limitaciones fsicas y la relacin entre cuer-po y alma.

    Hay algn mdico que, como escritor, haya marcado su pasin por la medicina? Quizs Anatoma de la melancola, de Burton?Me impresion Burton, pero, para ser honesto, no hay un escritor mdico que admire. Mi intento por construir un puente entre estos dos campos, la lite-ratura y la ciencia mdica, es resultado de s mismo. Permtaseme repetir que estoy interesado en la his-toria de la medicina, pero slo como un sueo romntico.

    Lo cual no es tan distinto de la historia de la novela como gnero literario. Despus de todo, el progreso de la novela tambin es una cronologa del fracaso, o no? Pienso en Cervantes y Diderot En su intento por abarcar el mundo, la novela enciclopdica, de la que usted es paladn, no puede sino quedar corta ante su sueo totalizador.Tal vez, pero mi intencin en Palinuro de Mxico no era globalizar. Desde el principio yo conoca mis l-mites, aunque a veces, lo s, es difcil notarlo a partir del texto. Yo no describira mi novela como un fraca-so, sino que eso, por supuesto, corresponde a los crticos.

    Un desafo en Palinuro de Mxico, o debera decir un obstculo, es el constante cambio entre narradores: os-cila entre la tercera y la primera persona, y viceversa.No me propuse emplear ese tipo de recurso literario. Sucedi a medida que el manuscrito tomaba forma y de la manera ms espontnea. De repente me di cuenta de que no estaba creando un elenco de perso-najes, sino, de hecho, un solo protagonista con una serie de facetas o mscaras. Dentro de esa multiplici-dad yo mismo, como creador de la novela, tambin estaba incluido, aunque slo sea porque el libro tiene un alto grado de contenido autobiogrfico, si bien mezcl el aspecto autobiogrfico con la ficcin, y vi-ceversa. El protagonista que todo lo abarca poda convertirse en ocasiones en el primo Walter, quien termina siendo otro aspecto de Fernando del Paso; no de lo que una vez fue del Paso, sino de lo que po-dra haber sido.

    Tal vez eso explica por qu el primo Walter me recuer-da al protagonista de The Jolly Corner, de Henry James.Sin embargo, este personaje omnipresente tambin puede aparecer como Molkas, Fabricio y los otros

    amigos de Palinuro, siendo Molkas quien representa los aspectos ms vulgares y sin refinar de este perso-naje de personajes, mientras que Fabricio simboliza su lado ms refinado. Una vez dicho esto, debo decir que los personajes secundarios el abuelo Francis-co, mam Clementina, pap Eduardo, la ta Luisa, el botnico francs estn ms claramente definidos y no pueden ser percibidos como variaciones de un mismo individuo.

    Pasemos entonces al barroquismo (o neobarroquismo) en su estilo que mencion hace un rato. Cuando usted habla de prosa barroca, no puedo evitar pensar en las diferencias entre las culturas literarias mexicana y cubana. Digo esto porque a pesar de las mltiples refe-rencias a la historia y el arte mexicano en Palinuro de Mxico, a m me parece ms adecuado situarla junto a la obra de Cortzar, Guillermo Cabrera Infante, Jos Lezama Lima, Severo Sarduy, Reinaldo Arenas y Ale-jo Carpentier. Es autorreferencial, carnavalesca, pa-rdica y satrica, y, al mismo tiempo, ofrece una varie-dad de niveles de significado e interpretacin. Por su-puesto, todo esto ha llegado a ser conocido como la marca de los escritores cubanos. Los escritores mexi-canos, en cambio, son mucho ms accesibles, con la ex-cepcin, obviamente, de Carlos Fuentes, con quien us-

    ted comparte ms que el estilo hiperactivo. Ambos pases, Cuba y Mxico, heredaron de la pennsula Ib-rica una cosmovisin hbrida y altamente complicada, parte cristiana, musulmana y juda; una sopa a la que cada uno aadi an ms ingredientes: en el caso de Cuba una dimensin mulata y criolla, y en el caso de M-xico una mestiza. Y estos ingredientes fueron a su vez desbancados por influencias orientales e hindes. Nues-tra arquitectura es igualmente barroca: rococ, churri-gueresco, plateresco y otras texturas hbridas compiten entre s por un espacio y un reconocimiento dentro de la misma catedral y monasterio. stas convierten sus obje-tos en exageraciones, o en lo que Borges llamara cari-caturas de s mismos. No obstante, en la literatura las dos naciones no podran ser ms diferentes.Claude Roy, un escritor francs, afirm alguna vez que las culturas precolombinas ya eran barrocas, lo que significa que en la Amrica hispana y portugue-sa tales tendencias ya estaban en marcha, incluso an-tes de que llegaran los conquistadores.

    Un punto interesante.Pero como usted sabe, de acuerdo con Eugenio dOrs hay ms de veinte tipos diferentes de estilo barroco. La definicin ms simple de barroco es un estilo que trata de saturar el espacio al abusar de las curvas hasta el punto de la hiprbole, y usted estar de acuerdo conmigo en que Coatlicue, la diosa azteca, es, en efecto, barroca. En cuanto a mi propio barro-quismo, est influido por Rabelais y Joyce (quien, por cierto, no es exactamente un escritor barroco, pero en aquel entonces tampoco estaba lejos de ser-lo), y por figuras ms contemporneas como Gnter Grass, Lezama Lima y Carpentier.

    Pero, una vez ms, los escritores mexicanos son de al-guna manera alrgicos a los excesos. Mencion a Car-los Fuentes como una excepcin, y, por supuesto, no to-dos sus libros; ciertamente dos o tres. l naci en 1928 y usted en 1935. Tal vez en una etapa ms temprana de su carrera eso significaba que eran parte de generacio-nes diferentes, pero usted cumpli sesenta y l est cer-ca de los setenta aos, por lo que la diferencia de edad es insignificante. Fuentes ha sido una figura magnti-

    ca, el centro de un sistema solar alrededor del cual gra-vitan otros autores. l ha eclipsado a otros.Tiene razn. Hoy puedo decir que pertenecemos a la misma poca en la literatura mexicana, aunque, para ser exactos, l comenz mucho antes que yo, y sus primeras novelas, hasta Terra nostra, tuvieron en m un profundo impacto.

    En qu sentido?La regin ms transparente se me present como una revelacin. Fue una novela que revolucion la ficcin mexicana ya que se situ en una atmsfera decisivamente urbana: su protagonista, como usted sabe, es la Ciudad de Mxico. La novela me influy con su actitud y apertura a otros estilos. En ese tiempo leamos al mismo conjunto de autores: Flau-bert, cuya aproximacin a la novela admirbamos, as como Joyce; y en trminos ms tcnicos, John Dos Passos, Hemingway, Virginia Woolf y Faulk-ner. Sin ellos no seramos lo que somos hoy.

    Ms que ser una influencia, yo dira que Fuentes y us-ted mantienen un dilogo transtextual y transtempo-ral. l, por supuesto, se ha consumado como adapta-dor, reescribiendo (o debo decir robando?), por ejem-plo, un guion de Cabrera Infante, un cuento de Adolfo Bioy Casares, un tema central en Los papeles de As-pern, de Henry James, etctera. Pero en el caso de us-ted se puede hablar de puentes que llegan a la obra del otro. En el ltimo captulo de Palinuro de Mxico us-ted menciona, entre muchos otros nombres literarios y de medios masivos, a Artemio Cruz, y en uno de los primeros captulos su protagonista sale a comprar un ejemplar de La regin ms transparente. Luego, por supuesto, est el captulo Una bala muy cerca del co-razn, en el que discute el destino de Ambrose Bierce. En los aos ochenta Fuentes public Gringo viejo, no-vela en la que estn presentes el espritu de su captulo, si no es que sus mismas palabras. Incluso lo describe como eso, un gringo viejo, como usted ya lo haba he-cho: viejo gringo. Ambrose Bierce, por cierto, tam-bin aparece en Noticias del Imperio...Poco despus de la publicacin de Palinuro de Mxi-co, almorc con Fuentes. En esa ocasin me dijo: Fernando, me han dicho que uno de tus captulos se ocupa de las aventuras de Bierce en Mxico cuan-do ste se une a las fuerzas militares de Pancho Vi-lla. No quiero leerlo, y no lo leer porque estoy pre-parando toda una novela sobre el mismo tema; he estado trabajando en ella durante algn tiempo. Es, entonces, una coincidencia, pero una coinciden-cia esperada. Despus de todo, una vez que un escri-tor descubre a un personaje fascinante como Bier-ce, que cruz la frontera a la edad de setenta y tan-tos aos, viaj a travs de Mxico, y de quien nunca se supo de nuevo, el tema se convierte en un imn para los dems.

    Usted no es slo novelista sino tambin pintor, y su arte pictrico se ha exhibido en varios pases. De vez en cuando Tristram Shandy se atreve a usar dibujos y di-seos para expresar lo que no pueden decir las pala-bras. Cabrera Infante rindi homenaje a Sterne en Tres tristes tigres, donde para describir la oscuridad se imprimi una pgina completa con tinta negra y se hacen presentes, tambin, una variedad de diseos. Otros, parte de algo que yo llamo la tradicin enciclo-pdica que incluye Rayuela, de Cortzar, a Georges Perec, Umberto Eco, John Barth y a Carlo Emilio Gadda tambin han hecho uso de esta prctica. Me parece interesante el hecho de que usted no lo haga, a pesar de su experiencia como pintor.Me vi tentado, pero opt por mantener estos mun-dos aparte. Mi idea de literatura todava se basa en su tradicin oral. Una buena pgina es aquella que puede ser leda y disfrutada en voz alta. Su sonido es lo que realmente importa; uno en verdad no debera enredarse con trucos fciles.

    Como uno de sus muchos aspectos, Palinuro de Mxi-co tambin puede ser abordada como una novela pol-tica. Uno de sus temas recurrentes es la matanza de es-tudiantes, en octubre de 1968, en la Plaza de Tlatelol-co. Cuando los Juegos Olmpicos estaban a punto de comenzar, el gobierno mexicano, como usted bien sabe, enfrentaba una fuerte presin de las fuerzas so-ciales que exigan un cambio democrtico. Sin embar-go, bajo la negativa a abrirse, el partido en el poder bajo el liderazgo del presidente Gustavo Daz Ordaz orden al ejrcito enfrentar la revuelta estudiantil con tanques y balas. Muchos miles murieron y muchos ms

    Desde el principio yo conoca mis lmites, aunque a veces, lo s, es difcil notarlo a partir del texto. Yo no describira mi novela como un fracaso, sino que eso, por supuesto, corresponde a los crticos

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    DEL PASO POR LA VIDA

    BARROQUISMO Y AUTOBIOGRAFA. UNA CONVERSACIN CON FERNANDO DEL PASO A PROPSITO DE PALINURO DE MXICO

    A G U S T N R A M O S

    En 2013 el Fondo sum a su catlogo Palinuro de Mxico, la segunda novela de Del Paso, en la que un texto del brillante Francisco Gonzlez Cruss da la bienvenida a los lectores y sugiere modos de abordar esa obra graciosa, ertica, poltica, mdica. Acucioso lector de ese libro, Ramos da una vuelta de tuerca y muestra, con entusiasmo contagioso, por qu los lectores gozarn ese texto desopilante

    Mi libro predilecto de todos lo que he ledo sin distincin de gnero sobre el movimiento estudiantil mexicano de 1968? Palinuro de Mxico. Y la edicin de Palinuro que ms gusta es la del Fondo de Cultura Econmica, coleccin Letras Mexicanas, porque de algn modo conmemora la primera, que realiz en 1980 en nuestro pas Joaqun Mortiz y que mereci el calificativo de libro-objeto.

    La portada reproduce en fondo blanco un cuadro de la serie Visiones, de Fernando del Paso, expuesta por primera vez en el Museo Carrillo Gil en julio de 1981. Y la cuarta de forros reformula, mediante la mirada de Daniela Edburg, la fotografa del novelista en postura y atavo

    idnticos a los que ste luci para una sesin con Enrique Bostelmann.

    Otro acierto grande es el prlogo. Francisco Gonzlez Cruss opt por afrontar el desafo refiriendo mesuradamente las 650 pginas de Palinuro de Mxico en un completsimo resumen de apenas dos pginas. En ellas, dice, el tema recurrente de la novela es el cuerpo humano y su estudio por la medicina, concluyendo que sta de Fernando del Paso es una obra maestra con la marca inconfundible del genio.

    El tercer motivo de mi preferencia es subsidiario del prlogo y me permite establecer variantes acerca del que, a juicio del autor del texto introductorio, es el tema central, acerca de los ejemplos que ilustran tal tema y acerca de la conclusin que dicho autor inscribe. Traslademos el nfasis, tan acertadamente puesto por Gonzlez Cruss en el cuerpo humano y su estudio mdico, a otro tema recurrente en Palinuro: la erudicin, que no se limita a la medicina, y procede de una etapa pre-Google. Erudicin gonzalezcrussiana que, al contrario de lo que representa el polvo vilipendiado por Bierce, aporta saber, cosquillea la imaginacin y obliga a la concentracin.

    Por supuesto que al variar en la apreciacin del eje tambin variarn los ejemplos, sin por ello demeritar los de Gonzlez Cruss respecto del mdico capitn de navo, el mdico dictador, el mdico juez, el mdico arquelogo

    Aun descontando los temas consabidos amor, vida, muerte es imposible recontar lo que hay de recurrente en Palinuro de Mxico. Empero, para un lector del siglo xxi el tema recurrente bien podra ser la irona, la burla, la comicidad, la farsa, la parodia, la euforia: en una palabra, el humor

    Porque esta novela se inmiscuye tanto en los humores ms corporales saliva, sudoraciones, jugos vaginales, semen, excrecencias como en los ms etreos y no menos contundentes, como el humor a secas. Un pinculo de ste se halla en el El Ojo Universal, captulo tan tctil que parece un muestrario de texturas, al igual que en un pasaje intermedio del paisaje londinense en el captulo El sentimiento tragicmico de la vida.

    A la vez, el amor humano constituye el fluido vertebral de esta novela, un amor corporal que alcanza lo indecible, lo incorpreo: el sentido que orienta al piloto de una nave con destino tan exacto como impredecible.

    Y ya no variando sino simplemente atendiendo el estimulante prlogo de Gonzlez Cruss, quisiera identificar en el arte y en la ciencia y en la filosofa que de todo se encuentra en Palinuro de Mxico, el sentido histrico plasmado por Del Paso en su obra novelstica y ensaystica, a fin de leer en su obra las metforas de la dirigencia de los movimientos sociales, no necesaria ni deseablemente dirigencias individuales sino dirigencias colectivas (de profesionales liberales

    en Noticias del Imperio, de ferrocarrileros y maestros en Jos Trigo, de mdicos y estudiantes en Palinuro).

    Y as como Gonzlez Cruss concluye que esta obra lleva la marca inconfundible del genio, con idntico argumento concluyo que esta obra maestra respira por todos sus poros la marca inconfundible de la libertad.

    Con esa misma libertad, en medio de una isla o al final del captulo donde un cortejo fnebre deriva en crnica de carrera ciclista en la que la difunta Clementina llega al panten Jardn en dcimo noveno lugar, esta elega del cuerpo y sus humores contiene, como ninguna otra en cualquier gnero, la liberacin que signific el espritu de 1968. Qu sera el espritu de 1968? Lo que sigue vivo a pesar de la muerte que marc una fecha sin metforas, la muerte que alcanz a Palinuro en la escalera.

    Palinuro de Mxico corporiza y sigue reincorporando a la vida ese espritu: el asalto de la imaginacin y el decreto del estado de felicidad permanente. Libertad, goce, delirio, voluntad, deseo? S, y ms. Transgresin, rebelda, nimo burlesco, resistencias que se corresponden virtuosamente con herramientas estrictamente literarias, como por mencionar slo una el juego de voces narrativas, atentatorio a la voz dictatorial del autor, convergente en un nudo inefable que reanuda y desanuda este libro.W

    Agustn Ramos es novelista.

    resultaron heridos. Por supuesto, el incidente de Tlate-lolco aparece en numerosos lugares dentro de la litera-tura mexicana, desde la memorable La noche de Tla-telolco, de Elena Poniatowska, hasta los libros de Jos Agustn, Gustavo Sainz y Parmnides Garca Saldaa. Empero, su obra posee un lugar especial en ese librero: el protagonista de Jos Trigo es asesinado por los es-cuadrones del ejrcito en Tlatelolco. Y, sin embargo, para 1968 usted tena treinta y tres aos; ya era dema-siado viejo como para ser un estudiante universitario en la Universidad Nacional Autnoma de Mxico o el Instituto Politcnico Nacional, las dos instituciones acadmicas en las que comenz el levantamiento. Por lo tanto, Palinuro de Mxico es, en cierto sentido, so-bre nostalgia poltica.Tiene razn. Para 1968, todava en Mxico, yo ya haba comenzado a escribir la novela (bajo otro t-tulo). Estaba casado y tena una vida pequeobur-guesa. Fui testigo de la revuelta estudiantil pero nunca me involucr. Siempre he sido un intelectual de izquierda, aunque en los ltimos aos uno ms moderado. Estuve ms activo durante las protestas de Baha de Cochinos, contra los Estados Unidos. Y, sin embargo, el incidente de Tlatelolco dej una profunda huella en m. De pronto ya tena a un nue-vo personaje, llamado Palinuro, un estudiante de medicina asesinado en 1968, y quera hacer uso de l. Por supuesto, para entonces yo ya haba ledo La tumba sin sosiego, de Cyril Connolly (publicado bajo el seudnimo de Palinurus), que haba recibido como regalo de un amigo poeta, Francisco Cervan-tes. Este nuevo personaje me oblig a volver a la Ciu-dad de Mxico de los aos cincuenta para el escena-rio de la novela, lo que todava un hecho curioso para m no molest a ningn lector mexicano. La novela haba comenzado como una creacin nueva de mis aos de adolescencia, sobre todo de mis aos de preparatoria en la calle Justo Sierra. En-tonces me di cuenta de que Palinuro necesitaba morir en 1968, pero como no quera sacrificar lo que ya haba escrito, dej que la discrepancia entre fechas permaneciera. El ambiente de la calle Justo Sierra me atraa enormemente y lament abando-narlo por un ambiente estril como el del campus de Ciudad Universitaria. Sin embargo, Palinuro se haba impuesto a s mismo como el corazn de la novela y no haba nada que yo pudiera hacer. Ade-ms, puesto que mi protagonista en Jos Trigo ha-

    ba muerto en Tlatelolco, me sent muy mal por re-petir, as que decid que Palinuro sera golpeado en 1968 pero no morira sino hasta despus. Esto ha provocado confusin entre los lectores: la crtica y los lectores cuidadosos han malinterpretado mis palabras, alegando que Palinuro fue de hecho otra de las vctimas durante la masacre.

    Su respuesta nos lleva a un tema crucial: el empate, sin duda problemtico, entre el gobierno mexicano y los intelectuales del pas. Tampoco quisiera ser repetitivo, ni dedicar demasiado tiempo a un tema en el que se ha gastado una increble cantidad de tinta. Los escritores y artistas latinoamericanos, como usted sabe, a menu-do comienzan sus carreras como opositores al gobier-no, altavoces para las masas, antagonistas de los pode-res fcticos. Pero tarde o temprano acaban abrazando al enemigo que vilipendiaron y contra el cual lucharon en sus das de juventud. Los ejemplos son numerosos e incluyen a Octavio Paz y a Carlos Fuentes. Podra-mos incluirlo a usted tambin en la misma lista? Al fin y al cabo, desde mediados de los aos ochenta usted ha sido parte del cuerpo diplomtico de Mxico. Y ahora dirige la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz en Guadalajara, financiada por el gobierno. Ha traicio-nado sus principios adolescentes? Los lectores de hoy debemos leer Palinuro de Mxico desde una perspec-tiva diferente, y no, como se ha hecho, como una forma de protesta?Es fcil, por lo menos en Mxico, hablar de gobier-no, el Estado, como si fueran nada ms que enti-dades abstractas. Uno tiene amigos en el gobierno, amigos de toda la vida. Adems, escritores y artis-tas muy valiosos, desde Jos Vasconcelos hasta Jai-me Torres Bodet, han trabajado para el gobierno de Mxico desde bueno, desde tiempos inmemoria-les. No olvidemos que nuestra economa est con-formada de tal manera que el individuo pensante, una vez hecho el compromiso con el arte o la litera-tura, tiene muy pocas opciones para ganarse la vida. En mi caso, estoy muy lejos de ganar suficien-te dinero por las regalas, premios y galardones para mantener a mi familia. El mo ha sido lo que yo llamara un succs destime. Adems, despus de aos en Londres y Pars, mi decisin de incorporar-me al cuerpo diplomtico se convirti en una suerte de regreso, un regreso a mi patria, un regreso a mi alma y a mis fuentes. Esto me permiti regresar al

    estudio del arte pictrico, la msica y la danza mexicanos, y contribuir a su difusin. Lo que signi-fica que tengo la conciencia tranquila, en la medida en que represento la poltica del pas desde una perspectiva cultural, y no la poltica del pas desde el punto de vista poltico.

    Por ltimo, he estado pensando en su trabajo como bi-bliotecario, que, en muchos aspectos, es lo que hace en la Biblioteca Iberoamericana. La civilizacin hispa-noamericana tiene una larga tradicin de figuras li-terarias que se convierten en directores de las princi-pales bibliotecas, desde nuestro arquetpico Borges, pasando por Leopoldo Lugones, Alfonso Reyes, Paul Grousac y muchos otros. Aada a esto el hecho de que otro aspecto de Palinuro de Mxico es su cataloga-cin de libros pertenecientes a las culturas hispana, anglosajona y francesa. Qu puede decirnos sobre su relacin personal con los libros?Para ser honesto, mis funciones como director de la Biblioteca Iberoamericana que es muy pequea: 18 mil ttulos, creada apenas en 1991 me dejan poco tiempo para tener una relacin con ellos. Y, sin embargo, mi relacin con el libro es bastante estre-cha. Antes de abrir uno siempre empiezo por olerlo. Por supuesto, los libros antiguos huelen mejor. En el caso de los ms recientes, el olor no es ni agrada-ble ni muy definido. Antes de salir de Mxico hacia Inglaterra posea unos dos mil volmenes, que tuve que almacenar durante ms de dos dcadas. Me en-cantan las pastas antiguas, pero he dejado de leer. Realmente no me mantengo al tanto de las publica-ciones recientes. En lugar de ello, dedico mi tiempo al arte de la relectura. ltimamente he estado rele-yendo a Joyce, Don Quijote y la Biblia, que me si-guen asombrando por su carcter inagotable.W

    Traduccin de Dennis Pea

    Ilan Stavans es autor, junto con Ivn Jaksi, de Qu es la hispanidad? Una conversacin y de la antologa personal Lengua fresca, publicados en 2011 y 2012 por nuestra filial chilena.

    Humor, humores y el espritu de 1968

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    DEL PASO POR LA VIDA

    Hace unos diez aos el mexicano Fernando del Paso public su primera, gigantesca novela: Jos Trigo, que, con audaces cambios de estilo en la tradicin de Joyce, pre-tendi hacer una radio-grafa del desarrollo re-ciente de Mxico. Algu-nos opinaron que se excedi en el intento, pero de cualquier manera convenci de sus extraordinarias dotes narrativas y de su multifactica comprensin de las cosas.

    Con grandes expectativas se esperaba un nuevo li-bro suyo y ya apareci: Palinuro de Mxico. Tiene di-mensiones todava ms imponentes que el anterior, pero es bastante diferente en su orientacin. A pri-mera vista se aprecia como una gigantesca parodia donde todo es excesivo, con un conocimiento enciclo-pdico amontonado hasta el absurdo y con un exube-rante lenguaje que fuerza las recurrentes tendencias barrocas hasta el lmite.

    En su novela anterior, Jos Trigo era un ser extra-amente elusivo que vena y desapareca, que se haca presente y se desvaneca, al grado de que era incierto si se le deba entender como real o tan slo como sim-blico. Algo semejante ocurre en el nuevo libro con Palinuro, seudnimo autoseleccionado por un ser annimo, con referencia a aquel Palinurus que, en Virgilio, es el piloto de Eneas en la travesa de Cartago a Italia y que cae del barco para luego ser asesinado.

    De intrincadas historias de familia emerge Palinu-ro como un estudiante de medicina muy excntrico. A pesar de su jerga clnica, que siempre alude a las en-traas del cuerpo humano, parece que no logra acos-tumbrarse a las autopsias y las operaciones. Aquello en que se mueve sin inhibiciones en la fantasa le es insoportable en la realidad. Esto contrasta con la pri-ma Estefana, la herona imponente del libro, que no soporta or hablar de cosas que ella enfrenta cotidia-namente como enfermera.

    Al lado de Palinuro hay otro narrador en primera persona con quien frecuentemente parece confun-dirse, como si ambos fueran distintas caras de la misma moneda. Este narrador tambin estudia me-dicina pero la deja para trabajar en una agencia de publicidad y vivir con Estefana. l se dice un pintor que no pinta y un escritor que nada escribe. Sin em-bargo, parece haber ledo toda la literatura mundial e intercala miles de nombres en sus exposiciones no slo sobre poetas sino sobre filsofos, artistas y es-trellas de cine.

    La mayor parte del libro se desenvuelve entre el yo, Palinuro y unos cuantos estudiantes de medici-na con conversaciones y actuaciones fantsticas. Una ancdota parece simblica para entender de qu se trata: un avin que de contrabando trans-porta perfume se accidenta en la montaa y el aro-ma de los perfumes permite a los rescatistas llegar hasta l. Pero es demasiado tarde y el perfume se mezcla con el olor a cadver. Ese mismo olor a cad-ver penetra el libro y se mezcla con el perfume de rosa de las ms bellas fantasas.

    De entre los estudiantes de medicina el ms reta-dor es Molkas, que bate rcord en masturbacin, su-puestamente con objetivos cientficos, y cuya carac-terstica es que slo puede hacer el amor con mujeres que tienen leche en los pechos. Estefana es la supre-ma belleza del romanticismo sexual, a quien el narra-dor dedica su canto general con una inmensa co-rriente de lirismo que mezcla constantemente lo su-blime y lo grotesco. Lo tangible se incrementa por el hecho de que al xtasis se contraponen jugadas rea-listas y fras y porque, a veces, lo maravilloso se tras-muta en repulsivo. Largamente Estefana y el narra-dor aparecen como una pareja amorosa, increble-mente innovadora, tan feliz como se puede estar en este mundo. La imaginacin potica va de lo capri-choso a lo hipersensible entre dilogos sin sentido y explosivos actos rituales. As ocurre por ejemplo cuando un espejo se apaga y muere, seguido por un entierro con retrica fnebre. Despus la pareja se obsesiona con la idea de tener un hijo y las fases del embrin se siguen con todos los detalles posibles e imposibles, y, en su imaginacin, amenaza con nacer como un monstruo muerto.

    Intercalados, hay captulos dedicados a las expe-riencias de Palinuro. Entre otras cosas ocurre que la agencia de publicidad, donde consigui empleo el narrador, lo recoge y lo manda a un viaje por islas imaginarias. Resulta una exhibicin extraordina-ria de la fantasa satrica, una especie de continua-cin hiperblica de Los viajes de Gulliver. Casi nin-guna de las ilusiones de la publicidad moderna se salva de ser cifrada en una paradoja horrenda. All estn las islas de la abundancia y de la escasez; las islas del placer inimaginable y de la felicidad plena; all estn las islas donde todo se puede alquilar y las islas donde se recibe un salario por el solo hecho de existir; las islas de la seguridad absoluta y las islas de las bromas pesadas; las islas de la produccin vertiginosa y las islas de los objetos consumidos. El autor no rehye ningn recurso de la especulacin en espiral que les confiere rasgos lgicos y veros-miles a las cosas ms insensatas.

    Como contrapunto a estas extravagancias sigue un captulo a lo largo del cual Palinuro hace una verdadera travesa infernal por un hospital, donde se enfrenta a casi todas las modalidades del sufri-miento humano. Esto toma la forma de unos infor-mes fantsticos y fcticos, con los cuales un exper-to lo confronta; una pieza terrible pero necesaria despus de todas las bromas superficiales de los es-tudiantes de medicina. En sta como en otras par-tes del libro uno se queda con la impresin de un conocimiento especializado de la ciencia mdica que difcilmente puede ser slo el fruto de la lectu-ra o la experiencia transmitida por otros.

    Una visita a Londres provoca una loa a esta ciu-dad: Del Paso traza un mapa meticuloso, la describe con esplndida comprensin y gran detalle, al tiem-po que muestra los rasgos de carcter de los ingle-ses. En seguida pasamos al testimonio de un testigo presencial sobre un episodio dramtico con Pancho Villa durante la Revolucin mexicana, donde el brutal herosmo es confrontado con compasin razonable.

    La penltima parte se llama El arte de la come-dia y est construida como una pieza de teatro en dos planos, uno real y otro de marionetas. El primer plano se mueve con realismo trgico sin luces de ben-gala, mientras que el segundo hace una caricatura de la realidad con efectos irnicos. Aqu el autor se invo-lucra directamente en el repudio contra la brutal ma-tanza de estudiantes que ocurri en la capital de M-xico en vsperas de los Juegos Olmpicos en 1968.

    Palinuro, generalmente tan evasivo, se encuentra mortalmente herido en la calle, una de las vctimas de la masacre, y es llevado a una casa en espera de la ambulancia. Un polica, que se demora largamente en ponerse los pantalones, y un burcrata, conven-cionalmente patritico, participan en el dilogo donde el moribundo emite su testimonio y su acusa-cin. Esta parte, suficientemente larga para una funcin de una noche completa, rompe el estilo y la postura del libro de una manera llamativa y, proba-blemente, intencional.

    Finalmente se cierra el libro con un fortissimo lri-co bajo el generoso ttulo Todas las rosas, todos los animales, todas las plazas, todos los planetas, todos los personajes del mundo, para el que se precisara un estudio pormenorizado frase por frase para reve-lar sus secretos y para poderlo desentraar razona-blemente. Sin duda, con el tiempo ms de uno lo har; ese texto puede salvar del desempleo a muchos inves-tigadores de literatura.

    En la comparacin obligada con otros autores ac-tuales de Amrica Latina, se puede decir que el compatriota de Del Paso, Carlos Fuentes, ha mos-trado ser igualmente erudito, universalmente abar-cante e increblemente superador de fronteras en su ltima novela Terra nostra, pero mantiene una na-rrativa ms firme en su iluminacin visionaria de la historia espaola.

    Sin embargo, dos cubanos se acercan ms a Del Paso: Lezama Lima en su magistral y extraamente elusivo Paradiso y Cabrera Infante en su satrica y desbordantemente divertida novela habanera Tres tristes tigres. Pero el mexicano es mucho ms multi-factico y endemoniadamente penetrante, no slo en cuanto a las condiciones locales sino tambin al pa-norama cultural global.

    Las novelas mencionadas son desinhibidamente abiertas pero a la vez se cierran en parte sobre s mis-mas con un hermetismo surgido de su exuberancia selvtica. Por su parte, Del Paso parece inspirarse en el flujo de palabras, en la autoprocreacin del lengua-je, a tal grado que, por momentos, ste se tie de un automatismo descarriado. El esplendor amenaza con autodestruirse. O tal vez es slo el lector que se tam-balea bajo la inmensa carga!W

    Traduccin de Asa Cristina Laurell.

    Artur Lundkvist, notable crtico literario, fue miembro de la Academia Sueca. Una resea suya hace las veces de prlogo en la reciente edicin de Jos Trigo publicada por el FCE.

    Pocos despus de que apareciera la segunda novela de Del Paso, el bien informado

    acadmico sueco y uno de los actores clave en el otorgamiento del Nobel a diversos autores hispanoparlantes public este texto

    en el diario Svenska Dagbladet; en nuestra reciente edicin de Jos Trigo una resea parecida hace las veces de prlogo.

    As se comprueba la atencin internacional que siempre ha despertado nuestro homenajeado

    Palinuro de MxicoA R T U R L U N D K V I S T

    RESEA

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    DEL PASO POR LA VIDA

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    Maximiliano, te debes cuidar/y no abando-nar tu castillo de Mi-ramar!/Esacorona de Moctezuma/escopa glica, llena de espu-ma./DelTimeo Da-naos quin no se acuerda:/Bajo la pr-pu raencuentra sla cuerda.1 As deca en Trieste, en 1864, una cancion-cita annima cargada de esas referencias cultas y ulicas tan frecuentes escribi Gian Luigi Becca-ria en un gran ensayo en el canto popular. Esas estrofas tan pegajosas se referan al ofrecimiento de la corona de Mxico a Maximiliano de Habsbur-go, el hermano del emperador Francisco Jos. Reci-bi esa oferta en el improbable castillo de Miramar, en el que resida y que haba mandado construir junto al maravilloso parque sobre las speras rocas del Carso, en la ribera del mar de Trieste.

    El archiduque Maximiliano debi ponerle aten-cin a esa cancin, que equiparaba esa absurda co-rona con el caballo de Troya y con los insidiosos re-galos de los griegos antiguos, de los que el verso vir-giliano, inserto en la cancin misma, dice que es necesario desconfiar. Pero el hijo de Habsburgo no quiso escuchar ni esa sabidura popular ni a s mis-mo. Me siento feliz en mi querido Miramar, escri-bi en una carta con palabras que seran retomadas, hace unos aos, en el nombre de un espectculo de Paola Bonesi, pero parti, como dice un poema de Carducci, a bordo del fatal Novara hacia un trgi-co y pattico destino, que, en el fondo, era coherente con su personalidad contradictoria, que una biogra-fa de Gabriele Prasch-Pichler saca a la luz.

    Iluminado liberal que haba gobernado con esp-ritu abierto y reformador la regin lombardo-vne-ta y condenado la esclavitud de los negros en Norte-amrica, l tambin fue el romntico reaccionario que en Granada, sobre la tumba de Fernando e Isa-bel, se abandonaba a visionarios sueos de imposi-bles imperios; buen escritor de crnicas de viajes y mediocre poeta, digno heredero de un verdadero trono que acepta con diletante ingenuidad el trono ilusorio e insensato de un pas del que no sabe casi

    1Algunos dicen que estos versos, citados en diversas fuentes con algu-nas variaciones, son de autor annimo, pero otros se lo atribuyen al poeta italiano Giosu Carducci.

    nada, se equiparaba, en una de sus lricas, a un pja-ro herido en sus alas, imposibilitado para volar.

    Emperador de Mxico, elevado a un poder para beneficio de los intereses de los franceses impo-tente para bloquear la revolucin social y nacional del presidente Benito Jurez, Maximiliano deviene una contrafigura de s mismo, una marioneta en manos de los franceses, que jalan los hilos de sus actos y lo dejan caer, cuando l pese a que era ata-cado por Jurez y por su revolucin intenta go-bernar de acuerdo con lo que le dictaba su espritu generoso y su sentido austriaco del Estado, con libe-ralidad, sensibilidad social y laicidad adversa a la injerencia de la iglesia.

    Abandonado por el ejrcito francs del mariscal Bazaine, Maximiliano se niega a huir, a diferencia de otros soberanos felones que gobernaron antes y despus de l. Permanece con el que considera su pueblo, hasta afrontar con extrema dignidad la muerte, su fusilamiento en Quertaro por parte de los revolucionarios; su esposa Carlota le sobrevivi-r, enloquecida, durante muchos, muchos aos, vol-vindose tambin ella una figura del mito.

    Los dos infelices esposos imperiales, compren-siblemente, cautivaron la fantasa literaria y cine-matogrfica, desde la obra de teatro de Franz Wer-fel hasta la de Friedrich Schreyvogel que mi padre Duilio llev a escena hace muchos aos en un es-pectculo de luz y sonido en Miramar. Tambin estn muchas pelculas, entre ellas un viejo y fas-cinante noveln con un gran Paul Muni que inter-pretaba a Benito Jurez (por amor al cual, el padre de Mussolini le puso ese nombre) que le explicaba a Maximiliano prisionero, en una escena memora-ble, su profundo respeto hacia l y su dolor pero tambin la necesidad de fusilarlo, como escar-miento a las potencias europeas para que no dis-pusieran, arrogantemente y a su libre albedro, de los destinos de su pueblo.

    Entre las tantas reelaboraciones literarias de esta vicisitud, la ms grande es la poderosa ba-rroca, extravagante y desmesurada novela Noti-cias del Imperio del narrador mexicano Fernando del Paso, uno de los escritores ms significativos de toda la literatura. Publicado en 1987 y traducido a muchas lenguas con muy notable xito (al igual que su anterior novela pica Palinuro de Mxico, de 1977, que lo impuso con mucha resonancia a nivel inter-nacional), el libro se publica ahora en Italia en una pequea editorial, Imprint Edizioni, de Alfredo Profeta, hacia la cual va mi ms profunda gratitud

    por haber publicado un texto bellsimo y desmedi-do, muy difcil de trasladar de una lengua a otra y admirablemente traducido por Giuliana Dal Piaz en un trabajo que dur aos, iniciado por puro en-tusiasmo, aun antes de tener garantizada la ms mnima posibilidad de ser publicado.

    Desbordado y polifnico, segn la tradicin na-rrativa latinoamericana, el libro entreteje y disuel-ve perspectivas, historias y planos diversos; la nove-la experimental joyceana deviene una lujuriante y grandiosa epopeya, de osada pero plenamente com-prensible y arrastrante invencin lingstica que, tal parece, hace hablar a las cosas mismas, la mara-a de la vida y de la pasin en un genial empaste de fantasa dilatada y precisin concreta, sensual, atenta a cada instante y a cada detalle de la reali-dad. Renzo Sanson en el peridico Il Piccolo di Trieste habl de una gran corriente fluvial, remoli-nos y arenas movedizas que engullen, agua turbia que arrastra troncos podridos y hojarasca de mato-rrales arrancados de raz pero tambin delicadsi-mos y geomtricos encajes de Bruselas. Los captu-los dedicados a la crnica histrica a veces media-da por cartas, entretejida con reflexiones irnicas, dilatada para comprender no slo la poltica y las batallas sino tambin la cotidianeidad, las comidas, las canciones populares, el tropical y trgico fluir de toda la existencia se alternan con los captulos (poticamente ms altos) en los que todo es narra-do a travs del monlogo delirante de Carlota, an-ciana demente que entremezcla tiempos y lugares, en un continuo morir del presente y violento emer-ger del pasado. Es el Tiempo mismo el que habla en el apasionado, doloroso e implacable desvaro de Carlota, enredndose y desenredndose como un ovillo, generando y devorando incesantemente la vida y la historia. Al igual que en Palinuro de Mxi-co, tambin en esta grotesca epopeya estaciones y pocas se condensan en un eterno, fugaz y lacerado presente.W

    Traduccin de Mara Teresa Meneses.

    Claudio Magris, novelista y ensayista nacido en Trieste, es el ms reciente ganador del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romanes; el discurso que public al recibirlo apareci en La Gaceta de febrero pasado.

    El 29 de junio de 2007 apareci en el in uyente diario italiano Il Corriere della Sera esta elogiosa nota del autor triestino a propsito de la traduccin de Noticias del Imperio,

    libro que al riguroso crtico literario le pareci desbordado y polifnico, joyceano y muy osado. Agradecemos a Hctor Orestes Aguilar el habernos facilitado la versin original del artculo

    Un Habsburgo en la conquista de MxicoC L A U D I O M A G R I S

    ARTCULO

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    ARTCULO

    Entre sus peculiaridades, la traduccin literaria se presta al enamoramiento. Eso es lo que explica que Dal Piaz haya emprendido el trasvase de Noticias del Imperio

    al italiano: el amor de una lectora que descubri la obra y no pudo contener el impulso de llevar a su protagonista a otra lengua. Al describir su trabajo, la autora explica desde adentro,

    por decir de alguna manera, la evolucin de la prosa delpasiana

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    80 AOS DE DEL PASO

    TRADUCIR A DEL PASO

    Desde tiempos anteriores a la invencin de la impren-ta, la traduccin es el ins-trumento que permite ac-ceder a obras escritas en una lengua diferente a la nuestra. Desde siempre, por lo tanto, la mediacin del traductor es al mismo tiempo instrumento va-liossimo y penalizacin (todos conocemos el dicho traductor, traidor) para los autores de cualquier poca y nacionalidad.

    A diferencia de la traduccin tcnica de un artcu-lo, de una conferencia o de un documento, en la que lo ms importante es trasladar el concepto a otro idioma sin mnimamente alterar el texto, la traduccin litera-ria requiere adems de esa misma, necesaria, fideli-dad de fondo al original recrear una atmsfera, transmitir una emocin, conservar, en las palabras de otra lengua, lo esencial del ritmo original que el autor le imprimi a su obra.

    Para m, la traduccin de Noticias del Imperio fue un acto de amor. Hay traductores para los cuales el amor por el texto puede llegar poco a poco. O incluso nunca, si para ellos la traduccin es slo un trabajo rutinario. Para m, en cambio, el amor fue primero: leyendo la novela todava no con el nimo del traduc-tor sino como un lector cualquiera, me impact pro-fundamente el personaje de Carlota, con todas sus contradicciones, de la hermosa soberana altanera a la msera anciana que pierde, con la conciencia de s, los ltimos vestigios de dignidad; de la esposa trai-cionada y ofendida que se regocija por la derrota y la muerte de Maximiliano, a la joven todava enamora-da del apuesto prncipe rubio que llevara a la som-bra corte belga el encanto de Viena. Al final me ena-mor de su personaje. Fue por esa fascinacin que senta que empec a traducir la novela al italiano slo para m, para escuchar y sentir en mi propia len-gua los devaneos de Carlota, para reproducir en mi idioma lo mejor posible el ritmo incomparable que Fernando del Paso sabe darle a sus pginas. Por ese ritmo ese ritmo tan especial que se percibe plena-mente cuando, como lo hice yo con varios captulos, se lee el texto en voz alta, me dej llevar: por ese ritmo y por la pasin que resuena en sus pginas.

    Sin duda es Carlota la protagonista absoluta de la novela. Sus monlogos revelan una variedad de sen-timientos y al mismo tiempo un excepcional cono-cimiento, de parte del autor, del nimo femenino que no deja de sorprender. Sentimientos que van desde la amargura por los sesenta aos de insana, in-til espera de Maximiliano, al dolor por la prdida del esposo amado, mezclado con el rencor por su re-petida infidelidad; al encono hacia aquellos que, como Napolen