G de L d “Señor, ¿a quién iremos?” · mujer, aunque ninguno le dijo: «¿Qué le preguntas o...

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4 GUÍAS DE LECTIO DIVINA “Señor, ¿a quién iremos?” UN DIÁLOGO QUE GENERA NUEVA VIDA Jn 4, 4-42 http://imagenes-de-jesus.com/imagenes-de-jesus-y-la-mujer-samaritana/

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Guías de Lectio divina

“Señor, ¿a quién iremos?”

un diáLoGo que Genera nueva vidaJn 4, 4-42

http://imagenes-de-jesus.com/imagenes-de-jesus-y-la-mujer-samaritana/

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Guías de Lectio Divina

“Un diálogo qUe genera nUeva vida”(Jn 4, 4-42)

ORACIÓN INICIAL:

Entra, Señor, en el pozo de mi alma: es hondo, como el de la Samaritana con fragilida-des, como la vida de la Samaritana con sed de agua limpia, con sed de Dios… ¡TÚ, SEÑOR, ERES EL POZO DEL AGUA VIVA! Entra, Señor, en el pozo de mi alma Y que, como la Samaritana, pueda decir también. He estado con Jesús…y sabe todo lo que he hecho. Amén.

LECTURA

¿Qué dice el Texto?

Lee y relee con atención el pasaje de Jn 4,4-42

4 En su viaje, a través de Samaría. 5 En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; 6 allí estaba el manan-tial de Jacob. Jesús cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía. 7 Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: -«Dame de beber.» 8 Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida. La samaritana le dice. 9 «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Porque los judíos no se tratan con los samaritanos. 10 Jesús le contestó: - «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.» 11 La mujer le dice: - «Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; 12 ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?» 13 Jesús le contestó: - «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; 14 pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.» 15 La mujer le dice: - «Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla.» 16 Él le dice: - «Anda, llama a tu marido y vuelve.» 17 La mujer le contesta: -«No tengo marido.» Jesús le dice: - «Tienes razón, que no tienes marido: 18 has tenido ya cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.» 19 La mujer le dice: - «Señor, veo que tú eres un profeta. 20 Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.» 21 Jesús le dice: - «Créeme, mujer: se acerca la hora

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en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. 22 Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. 23 Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así. 24 Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.» 25 La mujer le dice: - «Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo.» 26 Jesús le dice - «Soy yo, el que habla contigo.» 27 En esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo: «¿Qué le preguntas o de qué le hablas?» 28 La mujer entonces dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la gente: 29 «Venid a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho; ¿será éste el Mesías?» 30 Salieron del pueblo y se pusieron en camino adonde estaba él. 31 Mientras tanto sus discípulos le insistían: - «Maestro, come.» 32 Él les dijo - «Yo tengo por comida un alimento que vosotros no conocéis. 33 Los discípulos comentaban entre ellos: - «¿Le habrá traído alguien de comer?» 34 Jesús les dice: - «Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra. 35 ¿No decís vosotros que faltan todavía cuatro meses para la cosecha? Yo os digo esto: Levantad los ojos y contemplad los campos, que están ya dorados para la siega; 36el segador ya está recibiendo salario y alma-cenando fruto para la vida eterna: y así, se alegran lo mismo sembrador y segador. 37Con todo, tiene razón el proverbio: “Uno siembra y otro siega.” 38 Yo os envié a segar lo que no habéis sudado. Otros sudaron, y vosotros recogéis el fruto de sus su-dores.» 39En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio que había dado la mujer: «Me ha dicho todo lo que he hecho.» 40 Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. 41 Todavía creyeron muchos más por su predicación, 42 y decían a la mujer: - «Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.»

Pistas de lectura:

Además del encuentro de Jesús con la mujer Samaritana, (Jn 4,5-26), involucra también a todos los habitantes de Sicar ( Jn 4,39-42). Observemos el relato, y veamos que es justamente al momento final, cuando lo sucedido con la Samaritana, re-plica con toda una ciudad, observemos la “confesión de fe” de parte de la gente y el “permanecer” en ella por parte de Jesús. Todo el relato sigue un itinerario bien definido, con un

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movimiento fuerte que se va desencadenando hasta que tiene un impacto definitivo en el momento final.

El pasaje nos propone el siguiente esquema, que nos permitirá esbozar su itinerario:

1.- Primera parte: Jesús y la Samaritana (Jn 4,5-26). La misión de Jesús: de la sed a la saciedad.

Pongamos atención en esta primera parte al contexto en que se da, es importante considerar: a) el motivo por el que Jesús está ahí (v.4); b) el Lugar (v.6); c) la hora (v.6 y 8); d) las condiciones físicas de Jesús (v.6); e) la atmósfera de la relación (Jn 4, 7-15).

Primer momento: Jn 4, 7-15

Jesús le abre horizontes a la Samaritana: Del “dame de beber” (Jesús) al “Dame de esa agua” (Samaritana).

La mujer descubre que depende de Jesús para solucionar su nece-sidad básica no fisiológica y más profunda, una sed que tiene una causa más honda y que está relacionada con el sentido de su existencia. Los temas de conversación en este momento: sed, el agua y el don

Jesús entabla una conversación que lleva a la mujer a que descubra que definitivamente él tiene para ella y para la humanidad un don incomparablemente mejor, en la medida que va descu-briendo la identidad de Jesús, va comprendiendo las dimensio-nes del don de Dios en la persona de Jesús, el Verbo de Dios en el que inicialmente no vio más que a un judío.

Segundo momento: Jn 4,16-18

El camino de un doble conocimiento. Jesús le da una nueva dirección a la conversación, es decir el tema ya no es el agua sino ella misma. Jesús le demuestra que la conoce, en dos direcciones:

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Jesús le revela la verdad de su vida (vv. 16-18) Esto la impresiona y la lleva a descubrir la identidad de

Jesús (v.15)

Tercer momento: Jn 4, 19-26

Jesús revela la naturaleza del don de Dios (vv. 10 . 15 ), obser-vamos: La dinámica: De la petición a la respuesta La evolución interna de la Samaritana: De pecadora a ado-

radora de Dios La revelación de Jesús: del lugar al modo de la verdadera

adoración como: Padre, En espíritu, En verdad.

Despues del descubrimiento de la verdadera identidad de la per-sona de Jesús, se desarrolla un nuevo tema de conversación: la “adoración” (término que se repite 10 veces en solo 5 versí-culos, vv. 20-24).

La conversación se reduce a una observación de la Samaritana so-bre el lugar de la adoración (v.20) y la respuesta de Jesús sobre el modo de la adoración (vv.21-24).

2.- Segunda parte: Jesús y sus discípulos (Jn 4, 27-38). De la misión de Jesús a la misión de los discípulos.

En esta segunda parte del relato se distinguen dos momentos cons-truidos en torno a la Palabra de Jesús: “Levanten la mirada y observen los campos sembrados que están ya maduros por la cosecha” (4,35b).

Estos dos encuentros tienen que ver con las consecuencias que en el encuentro tiene tanto la fe de la Samaritana (es el primer fruto maduro de la misión de Jesús vv.28-30) como para la misión del grupo de discípulos (deben percibir las verdaderas dimen-siones de lo sucedido para comprender mejor a su maestro y descubrir el papel que juegan dentro de la obra que él está rea-lizando en el mundo. vv.31-38). Jesús propone a los discípulos una comparación de estas dos enseñanzas sobre la pedagogía de Dios: 1) “Mi alimento consiste en hacer la voluntad del que me envió hasta que

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lleve a término su obra de salvación” (v.34); 2) “Yo los he enviado a cosechar un campo que ustedes no cultivaron; otros lo han trabajado y ustedes recogen el fruto de su trabajo” (v.38).

3.- Tercera parte: Jesús y los Samaritanos de Sicar (Jn 4, 39-42), una ciudad evangelizada.

“Creyeron en él por las palabras de la mujer” (v.39); al “noso-tros mismos hemos visto y oído…y creemos (v.42).

La Samaritana llevó al pueblo al encuentro de Jesús, ella dio su testimonio, el pueblo respondió con su fe (v.39), el creer del pueblo lo condujo al “permanecer” ejerciendo comunión como relación estrecha con Jesús (v.40). Esta comunión con Jesús, lleva al pueblo a experimentar directamente lo que la Samaritana le daba por referencia (v.41).

Mientras los judíos de quienes viene la salvación (v.22), rechazan a Jesús (4,1), los Samaritanos, los más alejados e ignorantes, resultan ser los que mejor lo acogen y llegan a hacer una ex-periencia de salvación.

MEDITACIÓN:

¿Qué me dice el Texto?

Meditemos para nuestra vida a partir de lo leído en los textos: Acerquémonos al pozo de la Palabra sintamos que el Señor nos interpela con la misma fuerza que a la Samaritana.

“El Señor quería hacerle comprender a la Samaritana que no le había pedido el agua de que ella hablaba, sino que tenía sed de su fe y a ella, que tenía sed de agua, deseaba darle el Espíritu Santo.

Pensamos precisamente que esta agua viva es aquel don de Dios del cual el Señor hablaba cuando decía:”¡Sí conocieras el don de Dios!”. Y como el mismo evangelista Juan lo atestigua en otro lugar: “Jesús, poniéndose de pie, exclamó en voz alta: “Si algu-no tiene sed, que venga a mí y beba; quien cree en mí dice la

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Escritura, de su interior brotarán ríos de agua viva” (Jn 7,37). (…). Los ríos de agua viva que el Salvador quería darle a aquella mujer eran, por lo tanto, el premio de la fe, del cual, ante todo, “Él, mayor sed tenía de ella”.1

Reflexionemos: ¿De qué tengo sed? ¿Te dejas fecundar por el “don”? Para saciar tus necesidades y deseos, ¿a qué fuentes acudes? ¿Cómo estructuras en la práctica diaria el culto en Espíritu y Verdad? ¿Con qué accio-nes concretas ¿en qué ambientes?¿cuándo y con qué actitudes?

ORACIÓN:

¿Qué le contesto al Señor de acuerdo a lo que he leído y meditado?

Nos ponemos en la presencia de Dios. En este momento situé-monos ante el pozo de Jacob y escuchemos una vez más el encuentro que tuvo lugar en Sicar…llega Jesús cansado y la Samaritana llega buscando agua dentro de sus quehaceres dia-rios…dejo que sus palabras resuenen en mí…dialoguemos con Jesús... encontrémonos con El.

Si disponemos de tiempo nuestra oración puede ser por escrito…una vez terminada, cerramos nuestros ojos, repitiendo lentamente, la petición de la Samaritana: ¡Señor, dame de esa agua; así no tendré más sed!...oremos escuchando el canto: Tengo sed de ti (Hna. Glenda).

CONTEMPLACIÓN-ACCIÓN:

¿Cómo interiorizo lo que he leído? ¿A qué me compromete lo que he reflexionado?

El pasaje muestra un modelo de vida contemplativa. La mujer re-presenta la Iglesia, que viene del paganismo: es una Samaritana y llega a la fe. Jesús dialoga con ella…ya no le importa para lo

1 San Agustín de Hipona, “Ochenta y tres cuestiones diversas”.

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que fue al pozo, tira el cántaro y se va a anunciar a aquellos que hablaban mal de ella, la marginaban, señalaban… no le im-porta nada, ¡se ha encontrado con el Señor!...necesita contarlo, proclamarlo, en ella hay ¡un cambio de vida, una mujer nueva!

Contemplemos leyendo en silencio: En Busca de Dios. “Te necesito, Señor!”, porque sin Ti mi vida se seca. Quiero encontrarte en la oración, en tu presencia inconfundible, durante esos momentos en los que el silencio se sitúa de frente a mí, ante Ti, ¿Quiero buscarte!, Quiero encontrarte dando vida a la natu-raleza que Tú has creado; en la transparencia del horizonte lejano desde un cerro, y en la profundidad de un bosque que protege con sus hojas los latidos escondidos de todos sus inquilinos. ¡Necesito sentirte alrededor!, Quiero encontrarte en tus sacramentos, en la escucha de tu palabra, en el misterio de tu cotidiana entrega radical. ¡Necesito sentirte dentro! Quiero encontrarte en el rostro de los hombres y mujeres, en la convivencia con mis hermanos; en la necesidad del pobre y en el amor de mis amigos; en la sonrisa de un niño y en el ruido de la muchedumbre. ¡Tengo que verte!, Quiero encontrarte en la pobreza de mi ser, en las capacidades que me has dado, en los deseos y sentimientos que fluyen en mí, en mi trabajo y mi descanso y, un día, en la debilidad de mi vida, cuando me acerque a las puertas del encuentro cara a cara contigo”. (Teilhard de Chardin).

Señor dame de beber del Agua viva…de esa que dice la gente que cuando la bebes no tienes más sed. De esa que te abre la mente, que te hace más fuerte y empuja tus pies. Dame de beber del Agua viva, que nace en la fuente de vidas, gentes de almas y paz. Agua que nace de risas de manos sencillas de vino y pan.

Reflexionemos: ¿En qué acciones, actitudes y hechos concretos de la vida somos fuentes de satisfacción para los otros? Si fuésemos un vaso, un pozo... ¿cómo se encuentra en este momento? ¿Soy verdadero testigo del amor de Cristo, en mi comunidad, parroquia y/o Diócesis?

Comparte, si puedes, tus fuentes de satisfacción, tus fuentes de vida, tus fuentes de alegría y tus necesidades y haz un compromiso personal, familiar y comunitario de acuerdo a lo reflexionado.

Elaborada por:Pbro. Lic. Frodi García Ovando