Fuerzas de Trabajo Los movimientos obreros y la Globalización desde 1870. Beverly Silver

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Fuerzas de Trabajo: “Los movimientos obreros y la Globalización desde 1870”. Beverly Silver. I. Introducción: II. Debates sobre el presente y futuro de los trabajadores y de los movimientos obreros. “Las transformaciones han provocado que una clase obrera anteriormente estable se haya sustituido por redes de relaciones efímeras y endebles con empresas de subcontratación y agencias de trabajo temporal. El resultado es una clase obrera descompuesta y desorganizada, más inclinada a una política de resentimiento que a los sindicatos tradicionales de clase obrera y la política de izquierdas” (Hyman, 199). Pg 19. De las semillas de la crisis del viejo movimiento obrero pueden germinar un nuevo internacionalismo. Las tendencias polarizadoras se producen dentro de cada país haciendo irrelevante “el conflicto de civilizaciones” o la “brecha norte- sur”. Para William Robinson y Jerry Harris los procesos transnacionales provocan un conflicto entre una clase capitalista transnacional (clase en sí y para sí) y una clase obrera transnacional (clase en sí), esto es así porque la producción globalizada no solo crea una clase obrera mundial con los mismo temores y condiciones de vida sino también con el mismo patrón multinacional. “En el siglo xix cuando la nación pertenecía a la clase media los proletarios no tenían patria, 1914 demostró que las cosas habían cambiado con determinadas concesiones hacia los trabajadores conseguidas en el Estado Nación, pero si en el siglo XXI los trabajadores no tiene capacidad para influir sobre sus gobiernos ¿Volverán a no tener patria los trabajadores? III. La Conflictividad obrera desde una perspectiva histórico mundial: Marco conceptual y teórico. III.A Fuentes del poder obrero

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Fuerzas de Trabajo: “Los movimientos obreros y la Globalización desde 1870”.

Beverly Silver.

I. Introducción:

II. Debates sobre el presente y futuro de los trabajadores y de los movimientos obreros.

“Las transformaciones han provocado que una clase obrera anteriormente estable se haya sustituido por redes de relaciones efímeras y endebles con empresas de subcontratación y agencias de trabajo temporal. El resultado es una clase obrera descompuesta y desorganizada, más inclinada a una política de resentimiento que a los sindicatos tradicionales de clase obrera y la política de izquierdas” (Hyman, 199). Pg 19.

De las semillas de la crisis del viejo movimiento obrero pueden germinar un nuevo internacionalismo. Las tendencias polarizadoras se producen dentro de cada país haciendo irrelevante “el conflicto de civilizaciones” o la “brecha norte-sur”.

Para William Robinson y Jerry Harris los procesos transnacionales provocan un conflicto entre una clase capitalista transnacional (clase en sí y para sí) y una clase obrera transnacional (clase en sí), esto es así porque la producción globalizada no solo crea una clase obrera mundial con los mismo temores y condiciones de vida sino también con el mismo patrón multinacional.

“En el siglo xix cuando la nación pertenecía a la clase media los proletarios no tenían patria, 1914 demostró que las cosas habían cambiado con determinadas concesiones hacia los trabajadores conseguidas en el Estado Nación, pero si en el siglo XXI los trabajadores no tiene capacidad para influir sobre sus gobiernos ¿Volverán a no tener patria los trabajadores?

III. La Conflictividad obrera desde una perspectiva histórico mundial: Marco conceptual y teórico.

III.A Fuentes del poder obrero

Erik Olin Wright distingue entre dos formas de poder obrero; el poder asociativo y el poder estructural, de este ultimo debemos distinguir entre la capacidad de los trabajadores de influir en el mercado de trabajo y la capacidad de influencia en el lugar de trabajo.

En los últimos 30 años estos dos poderes y sus efectos han perdido intensidad generando la sensación de que no hay alternativa.

III.B El trabajo, mercancía ficticia.

Karl Marx/ Karl Polanyi.

Marx definió al trabajo como una mercancía ficticia y complejo al tener como objeto al ser humano. A mayor mercantilización del objeto, mayor resistencia.

Polanyi= “Trabajo, tierra y capital son factores esenciales de la producción, pero no son mercancías reales porque no son producidas (el caso de la tierra) o son producidas por razones distintas a las de su venta en el mercado (trabajo y dinero)”. “El trabajo no es ni más ni menos

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que los propios seres humanos que forman cualquier sociedad; y la tierra no es más que el medio natural en cada sociedad existente. Incluir al trabajo y a la tierra entre los mecanismos del mercado supone subordinar la sustancia misma de la sociedad a las leyes del mercado” (Polanyi, 1944).

La ampliación del mercado autoregulado (mercantilización) provoca resistencias porque resquebraja los bloques sociales aceptados sobre el derecho al sustento de cada sociedad; ir a la Universidad, tener paro…

Los proceso históricos del capitalismo son un péndulo que gira entre la mercantilización y la ruptura de bloques sociales aceptados.

Entonces la clase trabajadora padece el mismo sufrimiento aunque tenga raíz diversa; de tipo polanyiano/marxiano.

II. Los movimientos obreros y la movilidad del capital.

II. De Flint a Ulsan: Pautas de comportamiento recurrentes de las principales oleadas de huelgas registradas en la industria del automóvil.

EEUU .

El 30 de Diciembre de 1936 los obreros ocuparon las plantas número 1 y 2 de General Motors en Flint, Michigan. El 12 de Marzo de 1937, General Motors (La mayor corporación industrial de Estados uNidos, con vastos recursos financieros se vio obligada a capitular y a firmar un contrato con el sindicato. Ése fue el comienzo de una oleada de huelgas que indujo a la sindicalización de las industrias de producción en masa de Estados Unidos, en un momento de alto desempleo y escasa organización obrera.

Esa huelga demostró los límites del control técnico mediante las líneas de montaje de la fuerza de trabajo: un número pequeño de activistas pudo interrumpir la producción de toda la planta.

Europa Occidental.

La rápida difusión de las técnicas de producción en masa en Europa Occidental tuvo efectos contradictorios sobre la mano de obra, semejantes a los experimentados por los trabajadores estadounidenses del automóvil a comienzos del siglo XX. Por un lado, el poder de negociación de los trabajadores en el mercado de trabajadores declinó a medida que el obrero profesional (y sus sindicatos) quedaban marginados de la producción y se introducían nuevas reservas de mano de obra. Por otro lado, la expansión y la formación de la industria creó una nueva clase obrera semiespecializada, compuesta de trabajadores inmigrantes recientemente proletarizados.

En las fábricas de automóviles de toda Europa Occidental, los trabajadores se dieron cuenta de que huelgas estratégicamente localizadas podían dañar mucho a una empresa, minimizando el

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sacrificio de los propios trabajadores. El ejemplo más claro es el “otoño caliente” de 1969 en Fiat:

Los huelguistas italianos emprendieron la actividad coordinada en el seno de una unidad de producción a gran escala, con la finalidad de paralizar la producción con el mínimo coste para los obreros. Una aplicación juiciosa de la acción huelguística a singhiozzo (huelga de taller o línea de producción) y a scacchiera (interrupciones del trabajo coordinadas en varias fábricas) provocó el caso en la producción ( Dubois, 1978)

En la FIAT, por ejemplo, se establecieron consigli dei delegati a escala de fábrica, que permitían a los trabajadores (a través de sus delegados) cierto control sobre la organización de la producción y les daban la capacidad de pronunciarse sobre el ejercicio cotidiano de lo que hasta entonces habían sido prerrogativas de la dirección: por ejemplo, la asignación de tareas, cargas y velocidad; o los cambios en la organización de la producción y la introducción de nuevas tecnologías. La dirección se veía obligada a informar, a consultar y a negociar con los delegados obreros todas las decisiones relativas a la organización del trabajo en la fábrica. Conviene distinguir, sin embargo, entre la Europa noroccidental, por un lado, y la suroccidental, por otro; en la Europa suroccidental las luchas obreras en el sector autimovílistico fueron mucho más decisivas para las luchas sociales políticas a escala nacional de aquella época.

La respuesta de los fabricantes de automóviles al notable éxito del movimiento obrero en Europa occidental fue análoga la respuesta empresarial en Estados Unidos rente a las victorias del CIO en las décadas de los treinta y cuarenta: “innovaciones en el proceso de trabajo” (incluida la rápida robotización de las tareas intensivas en trabajo), intentos de promover el sindicalismo responsable y reubicación de geográfica, desplazando las inversiones a lugares periféricos, especialmente Brasil y México.

Corea del Sur

¿Otra ronda de reubicación y militancia?

En resumen, parece como si las empresas de la industria automovilística hubieran estado persiguiendo por todo el mundo el espejismo de una fuerza de trabajo barata y disciplinada, sólo para ver cómo recreaba continuamente movimientos obreros militantes en las nuevas ubicaciones. En lugar de proporcionar una solución espacial permanente a los problemas de rentabilidad y de control de la fuerza de trabajo, la reubicación sólo ha conseguido reubicar geográficamente las contradicciones, desplazándolas de un lugar de producción a otro. Las tendencias recientes podrían interpretarse como el comienzo de un nuevo ciclo de reubicación espacial y de militancia. Los principales fabricantes de automóviles del mundo han seleccionado al menos dos nuevos lugares de bajos salarios para acometer una rápida expansión; el Norte de México y China.

En el caso de Estados Unidos, los Estados situados al sur de los Grandes Lagos son de nuevo un lugar preferente para el montaje de automóviles y la producción de componentes; sin embargo, se evitan los antiguos bastiones sindicales, prefiriendo las pequeñas ciudades hasta ahora ajenas a la producción automovilística… Además, esta nueva concentración en el centro

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se ha visto acompañada por importantes transformaciones en la organización de la producción y el proceso de trabajo, registradas durante las dos últimas décadas; transformaciones que plantean interrogantes sobre si estamos siendo testigos de una repetición del ciclo de reubicación y militancia.

III. ¿Una Solución Tecnológica Posfordista?

Esta percepción, combinada con la amenaza competitiva planteada por el fenomenal éxito de las empresas estadounidenses y europeo-occidentales a centrarse en la puesta en práctica de importantes innovaciones en el proceso de trabajo, como soluciones tecnológicas a los problemas de rentabilidad y control sobre la fuerza de trabajo. El resultado, argumentan muchos, ha sido una transformación fundamental del carácter de las relaciones capital-trabajo en la industria del automóvil.

En definitiva, se aplica en los países desarrollados se aplica el modelo de fabricación de automóvil posfordista, sistemas de entrega just in time, trabajo en equipo, círculos de calidad, externalización (subcontratas). Sin embargo, había una diferencia entre el modelo japonés original y el adoptado por las multinacionales de EEUU y Europa Occidental, y es que este último no ofrecía seguridad en el empleo a su mano de obra esencial. En otras palabras, las medidas de recorte de costes de la producción ajustada japonesa se adoptaron dejando a un lado la política de empleo correspondiente, por lo que ese modelo se podría denominar más bien “ajustado y cicatero”. Por el contrario el modelo toyotista original- que ofrecía seguridad en el empleo a una capa privilegiada de trabajadores a cambio de su cooperación, creando al mismo tiempo una amplia reserva de trabajadores menos privilegiados, sin los mismos derechos y beneficios- podría denominarse “ajustado y dual”. La diferencia entre ambos modelos, como argumentaremos, es decisiva, para entender la dinámica actual de la conflictividad laboral en la industria automovílistica mundial. Durante la década de los 90 predominó la versión ajustada y cicatera. Mientras que las multinacionales japonesas que operaban en los países del centro tendían a poner en práctica el modelo original de su país, las corporaciones estadounidenses optaban en general por la vía ajustada y cicatera, como lo hacían los productores japoneses que operaban en el sureste de Asia y en América Latona.

Los fabricantes de automóviles han comprobado que es muy difícil obtener la cooperación activa de los trabajadores; así, la dinámica del conflicto trabajo-capital ha seguido siendo esencialmente la misma que en el modelo fordista tradicional.

En la medida en que se mantenga la técnica de producción “ajustada y cicatera” la conflictividad social se mantendrá en la misma intensidad que en el modelo fordista.

IV. Trazado de Fronteras y Contradicciones de la Producción Ajustada y Dual.

En la medida en que la tendencia principal de la industria automovilística mundial apunta hacia una producción ajustada y dial, los lugares más probables de conflictividad laboral en el futuro

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corresponderán al estrato inferior del sistema de subcontratación, cuyos motivos de quejan no van de la mano con una gran poder de negociación en el lugar de trabajo.

“Allí donde va el capital, va el conflicto”.

Los movimientos obreros y los ciclos de productos

Asó como la conflictividad se desplaza de un lugar a otro en cualquier industria dada, igualmente se desplazan de un sector industrial a otro los principales centros de formación de la clase obrera, y, por ende, los focos principales de lucha, que acompañan el ascenso y declive de los principales sectores del desarrollo capitalista.

Los capitalistas responden a una disminución de sus beneficios en determinada industria con la reubicación geográfica (solución espacial) o mediante innovaciones en el proceso de producción (solución tecnológica/organizativa), pero también pueden desplazar el capital a nuevas líneas de producción e industrias más novedosas y rentables.

I. El Ciclo del Producto Automóvil.

3 fases: Fase innovadora, fase madura, fase de estandarización, la difusión de la conflictividad laboral se inicia en la final de la fase innovadora.

Sin un acuerdo estable entre capital y trabajo, la militancia persiste, lo que a su vez crea una fuerte motivación añadida para que se produzca una nueva reubicación de la producción. Debido a esto, así como a las presiones intensificadas de la competencia, que caracterizan las últimas fases del ciclo del producto, constatamos que, de una etapa a otra del ciclo vital del automóvil, se ha producido una “aceleración” de la historia social.

De todo lo anterior podemos concluir que, aunque en las dos primeras etapas del ciclo del producto no se produjo una rápida carrera hacia el abismo, al final del ciclo sí que existe.

La introducción de robots y métodos de producción just in time ha debilitado la posición de todos los nuevos lugares de producción, excepto los de más bajos salarios (Estos es, China y el Norte de México).

Como consecuencia de la automatización generalizada y de las innovaciones organizativas a escala de empresa, así como de los altos niveles de riqueza nacional verificables desde un punto de vista macroeconómico, las regiones del centro pueden permitirse ofrecer elevados salarios y un “empleo de por vida”, aunque sea a una fuerza de trabajo de menor tamaño. Las regiones más periféricas se ven obligadas a competir de acuerdo con estrategias más intensivas en trabajo y más represivas.

Por un lado, nuevas innovaciones en organización y tecnología, en la medida en que pueden ser monopolizadas por los innovadores, proporcionan la base para pactos sociales trabajo-capital- Estado más consesuados, permitiendo que la legitimidad se combine con la rentabilidad, aunque sea para una fuerza de trabajo de menor tamaño; por otro lado, en países más pobres, cuya ventaja competitiva se basa en una continua disminución de los costes, las exigencias de rentabilidad conducen a repetidas crisis de legitimidad.

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II. El Ciclo del producto del complejo textil desde una perspectiva comparada.

Así pues, si consideramos los ciclos de ambos productos como un solo fenómeno interconectado, podemos ver que el ascenso y declive cíclicos de la conflictividad laboral dentro de cada sector del desarrollo capitalista mundial está inserto en un desplazamiento de la conflictividad laboral de un sector industrial a otro a medida que se inician ciclos de nuevos productos. Además, el desplazamiento del sector textil al sector del automóvil como industria líder del capitalismo mundial en el siglo XX también supuso una transformación fundamental de la dinámica de la conflictividad laboral. Como ya hemos argumentado, el poder de negociación estructural de los trabajadores en la nueva industria líder (Automovilística) era mucho mayor que en la anterior (textil). El poder de negociación del los trabajadores del automóvil en el lugar de trabajo ha sido mayor que en el caso de la producción textil, como consecuencia de la mayor dificultad para reubicar geográficamente esa industria.

Resulta, de hecho, razonable suponer que, ceteris paribus, cuanto mayor es la vulnerabilidad del capital frente a la acción directa de los trabajadores, y cuanto más limitadas son sus opciones para aplicar una solución especial , mayor será la proporción de empresarios que se sentirán obligados a aceptar las demandas y reivindicaciones de los trabajadores. Esa acomodación disminuirá a su vez el incentivo para una intensificación de la militancia de los trabajadores.

III. ¿Una nueva solución articulada mediante el lanzamiento de nuevos productos?

Como han subrayado los analistas del posfordismo, una característica muy destacada del capitalismo contemporáneo es su eclecticismo y flexibilidad, apreciables en el abigarrado conjunto de opciones que presentan los bienes de consumo y en el rápido surgimiento de nuevos artículos y nuevas formas de consumir los antiguos.

La Industria de los semiconductores.

Pese a su crecimiento desde la década de los setenta el número de puestos de trabajo creados ha sido relativamente pequeño debido a la automatización de la producción. El diseño y fabricación de los mismos se realiza en países de renta alta. La parte del proceso de producción intensiva en trabajo es el montaje de los circuitos integrados, que se ha localizado en países de bajos salarios.= POCOS TRABAJADORES EN PAÍSES DE ALTOS SALARIOS, MUCHOS EN PAÍSES DE BAJOS SALARIOS.

Se espera que los países de bajos salarios en los que ha nacido un nuevo proletariado en torno a esta industria aparezca el conflicto de tipo marxiano.

Servicios al productor.

La creciente movilidad del capital genera una demanda de determinados productos para asegurar la gestión, el control y el mantenimiento de esta nueva organización de la industria y las finanzas. Telecomunicaciones, servicios especializados de carácter legal, financiero, publicitario, de consultoría o contable. Según Saskia Sassen están sometidos a economías de aglomeración, de forma que la dispersión geográfica de la producción industrial y la hipermovilidad del capital financiero tienen como reverso la centralización, en ciudades

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selectas del centro de la economía- mundo capitalista, de los cuarteles generales de las empresas multinacionales y de los servicios al productor que éstas requieren. Éstos son los “lugares donde se lleva a cabo el trabajo de dirigir los sistemas globales”. Estas economías de aglomeración impiden que el capital pueda utilizar el traslado geográfico cuando existe una crisis de rentabilidad. El complejo de servicios al productor no puede responder fácilmente a la conflictividad laboral con la solución espacial de la movilidad geográfica.

Desde la década de los setenta, en la mayoría de los países del centro de la economía mundo capitalista el empleo en los servicios al productor ha crecido con mayor rapidez que en cualquier otro sector económico.

Algunos observadores piensan que estas cifras indican que las sociedades postindustriales están generando principalmente puestos de trabajo profesionales, técnicos muy bien pagados, este era el análisis que Daniel Bell hacía 30 años. Pero lo que realmente se está viviendo es una polarización entre servicios al productor bien pagados y trabajadores (de cuello azul, de cuello rosa) mal pagados.

El sector de la enseñanza.

Servicios personales.

El poder de negociación en el mercado de trabajo de los servicios personales es también generalmente débil, a causa de la existencia de una gran oferta de trabajadores dotados con las habilidades necesarias.

Allí donde el poder de negociación estratégico de los trabajadores es débil, las victorias dependen de un mayor poder asociativo. Las oleadas de conflictividad laboral en este sector durante el siglo XX ha tenido lugar invariablemente junto con una conflictividad laboral general, es así que dependen del poder reflejo que proviene de organizaciones que operan a escala de comunidad y/o del poder negociación estratégico de otros trabajadores mejor situados.

V. Conclusión:

De momento no es todavía posible identificar un sector que juegue, en los procesos a escala mundial de acumulación de capital, una función de liderazgo análoga a la que desempeñó la industria textil en el siglo XIX o la automovilística en el XX.

Hemos argumentado que algunos de los subsectores de servicios que crecen más rápidamente (por ejemplo, la aviación) proporcionan a sus trabajadores un considerable poder de negociación en el lugar de trabajo, mientras que otros (por ejemplo, el sector de la enseñanza o el de los servicios al productor) son mucho más inmunes a las soluciones espaciales (reubicación geográfica) que la mayoría de las industrias de fabricación. Por otro lado, hemos argumentado que la desintegración vertical de la producción y la correspondiente proliferación de lugares de producción y patronos (reales o fantasmales), a la que tienen que hacer frente los trabajadores, ha debilitado su poder de negociación estructural de presión, esta debilidad estructural ha aumentado la importancia del poder de negociación asociativo.

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De hecho, el contexto organizativo que afrontan los trabajadores, a comienzos del siglo XI tiene más en común, en ciertos aspectos, con el de los obreros textiles del siglo XIX que el de los trabajadores del automóvil durante del siglo XX.

IV. Los movimientos obreros y la política mundial.

La crisis del 73 puso de manifiesto la crisis de rentabilidad; los patronos no podían mantener el coste social de la producción y una crisis de legitimidad; bloqueo de la expansión del Estado Social.

En dicha década se produjo una reestructuración en la acumulación capitalista, destinando grande sumas de capital al sector financiero y una reestructuración de las Instituciones que daban legitimidad al capitalismo de esa época; FMI, GATT….Al desplazar el control sobre la política monetaria del sector privado al público, Bretton-Woods redujo espectacularmente la aplicabilidad de soluciones financieras, obligando al capital a invertirse de nuevo en el comercio y la producción y no en la especulación.

Durante la década de los setenta, enfrentados a la opción entre satisfacer las reivindicaciones de abajo para cumplir las promesas hegemónicas, o las demandas de los capitalistas a favor de una restauración de condiciones favorables para la acumulación de capital, los Estados metropolitanos pretendieron no elegir. Como respuesta, el capital se puso “en huelga”. Un capital cada vez más móvil “votó con los pies”, no sólo intensificando y profundizando la reubicación geográfica del capital productivo hacia ´reas de bajos salarios, sino también acumulando capital en forma líquida en numerosos paraísos fiscales. Y, en la medida en que la producción industrial seguía teniendo lugar todavía en el centro de la economía mundo capitalista, las soluciones tecnológicas y un creciente recurso a la fuerza de trabajo inmigrante se convirtieron en importantes estrategias capitalistas.

El cambio de política del gobierno estadounidense no era sólo económico/financiero; suponía, esencialmente, una contrarrevolución global (esto es, la liquidación del régimen internacional relativamente favorable a los trabajadores y al desarrollo vigente durante las primeras décadas de posguerra a favor de un régimen internacional que recordaba la belle époque a finales de siglo XIX y comienzos del XX.

V. La dinámica actual desde una perspectiva histórico-mundial

Ni la expansión al exterior ni las transformaciones tecnológicas eliminan los conflictos laborales. El capital los lleva consigo con la clase obrera que crea.

Si bien las soluciones espaciales tienden a cerrar la brecha Norte-Sur, las soluciones tecnológicas y de lanzamiento de nuevos productos, así como el proteccionismo, tienden a ensancharla continuamente, por lo que las reivindicaciones y el poder de negociación van de la mano, creando las condiciones para crisis sociales permanentes en gran parte del mundo poscolonial.

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Desde la perspectiva adoptada aquí, la crisis de los movimientos obreros a finales del siglo XX es coyuntural y será probablemente superada con la consolidación de nuevas clases obreras en formación. (p. 192)

Pero, aunque resulte mucho menos negativa de lo que se suele pensar, el poder de negociación en el lugar de trabajo se está viendo debilitada en el siglo XXI y el poder de los nuevos sectores se halla más próxima al textil del siglo XIX que al automóvil en el XX. El declive actual de la militancia obrera puede remitirse a una tendencia hacia el debilitamiento general del poder de negociación en el lugar de trabajo .

Cabe esperar que el peso del poder asociativo, basado en organizaciones sindicales y políticas a escala de ciudad o región (basar su organización laboral en la comunidad), en las estrategias de poder globales del movimiento obrero vaya aumentando.

La victoria no se puede alcanzar basándose principalmente en el poder estructural autónomo de los trabajadores, sino, por el contrario, en la alianza con grupos y capas del conjunto de la comunidad, y en los recursos que ésta pueda aportar. (p. 194)

Hasta el momento, para Silver el poder asociativo lo representaban sindicatos en el lugar de trabajo. Ahora amplia esta visión a escala de ciudad, región y comunidad lo que lo saca del ámbito de la clase obrera tal como ella lo había utilizado hasta el momento.9

El declive de la conflictividad laboral y la desradicalización de los movimientos obreros en la segunda mitad del siglo XX parecen consecuencia de una transición a una situación de guerra más controlada y limitada, así como un entrono internacional que fue más favorable a los trabajadores. Si en el siglo XXI podemos volver a una situación de conflcitividad obrera creciente y radicalizada a escala mundial, es algo que también depende de que regresemos a una situación de crecientes conflictos internacionales y de guerra mundial, como en la primera mitad del siglo XX. (p. 195)

La conflictividad laboral mundial en el siglo XX ha seguido una trayectoria pendular entre crisis de rentabilidad y crisis de legitimidad. Las dislocaciones a escala mundial de las formas establecidas de vida y sustento provocadas por este giro (pérdida de poder de los trabajadores) a finales del siglo XX hacia los mercados desregulados están produciendo de nuevo una profunda crisis de legitimidad social para el capitalismo mundial.10

El párrafo final:

El desafío al que se enfrentan los trabajadores del mundo a comienzos del siglo XXI es la lucha, no sólo contra la propia explotación y exclusión de cada uno, sino a favor de un régimen internacional que subordine verdaderamente los beneficios al sustento y bienestar de todos. (p. 200)

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INTRODUCCIÓNEn las dos últimas décadas del siglo XX, los movimientos obreros están inmersos en una crisis profunda y

general. Para muchos, esta crisis está ligada a la globalización y algunos piensan, incluso, que lleva a la

desaparición de la clase obrera.

Sin embargo, desde finales de la década de los noventa, se observa un repunte del movimiento obrero1.

Supone este repunte una vuelta a un poderoso movimiento o será débil y disperso? El libro quiere

responder a esta pregunta, con una metodología de inserción de los estudios laborales en un marco

histórico y geográfico de análisis más amplio que el habitual.

La crisis de los movimientos obrerosLa globalización y el cambio tecnológico han socavado la capacidad de lucha de los trabajadores. La

globalización, entendida como la hipermovilidad del capital productivo a finales del siglo XX que obliga a

competir entre sí a todos los trabajadores del mundo, tiene dos tipos de efectos sobre la clase

trabajadora:

Efectos directos: competencia y debilitamiento movimiento obrero.

Efectos indirectos: debilitamiento del Estado protector- huida de inversiones, debilitamiento estado

del bienestar y otros elementos de la función legitimadora del estado.

Las modificaciones/innovaciones en los procesos de producción y trabajo han socavado la base

tradicional y el poder de negociación de los trabajadores: “el fin del trabajo”, subcontrataciones, ETTs, ….

Por último el triunfo ideológico del discurso “no hay alternativa” ha ahondado todavía más dicha crisis.

Sin embargo hay algunos elementos contradictorios:

la mayor parte de los flujos de inversión directa extranjera están en el norte,

en los nuevos lugares de inversión se ha creado y reforzado una nueva clase obrera,

algunos nuevos sistemas de producción incrementan la vulnerabilidad del capital (just-in time),

¿se ha debilitado realmente el estado? Los Estados son clave en la creación de los nuevos marcos

en los que se lleva a cabo la globalización.

¿Un nuevo internacionalismo obrero emergente?La creación de una nueva masa de clase obrera en los países a los que va el capital e incluso las

protestas de los nuevos movimientos sociales (ej. Seattle) puede llevar a la creación de un nuevo

internacionalismo obrero.

Sin embargo,

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es difícil crear una clase obrera global homogénea,

si los estados se debilitan, es más difícil la presión sobre los propios gobiernos,

si hay unos estados clave muy poderosos que determinan la globalización, el objetivo clave

estratégico para el movimiento obrero global deberían ser estos estados.