Fuerte de San Cristóbal, 1938

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PAMIELA Pamiela: En euskara, nombre de las cajas que dejaban las brujas en algunos caseríos. No debían abrirse, pues de hacerlo, caían sobre el interesado maldiciones y desgracias. Polígono Agustinos/Soltxate, calle G, nave B6. 31013 Pamplona-Iruña. Tel.: 948 326535 • Fax: 948 326602 • [email protected][email protected] Fuerte de San Cristóbal, 1938 La gran fuga de las cárceles franquistas FéLIX SIERRA • IñAKI ALFORJA Presentación Proyección del documental: Ezkaba. La gran fuga de las cárceles franquistas de IñAKI ALFORJA Intervienen junto a los autores: Ernesto Carratalá, ex-preso del penal de San Cristóbal, catedrático, jubilado, de la Facultad de Filo- logía de la Universidad de Barcelona. Mirta Nuñez, historiadora, profesora de la Universidad Complutense de Madrid. Félix Sierra • Iñaki Alforja, autores Ateneo de Madrid Salón de Actos C/ Prado, 21 31 de enero, miércoles, 19:30 h.

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Sierra Hoyos, Félix Sierra, Félix; Alforja, Iñaki 2ª ed. aumentada La gran fuga de las cárceles franquistas

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Pamiela

Pamiela: En euskara, nombre de las cajas que dejaban las brujas en algunos caseríos. No debían abrirse, pues de hacerlo, caían sobre el interesado maldiciones y desgracias.

Polígono Agustinos/Soltxate, calle G, nave B6. 31013 Pamplona-Iruña. Tel.: 948 326535 • Fax: 948 326602 • [email protected][email protected]

Fuerte de San Cristóbal, 1938La gran fuga de las cárceles franquistas

Félix Sierra • iñaki alForja

Presentación

Proyección del documental:

Ezkaba. La gran fuga de las cárceles franquistasde iñaki alForja

intervienen junto a los autores:

Ernesto Carratalá, ex-preso del penal de San Cristóbal, catedrático, jubilado, de la Facultad de Filo-

logía de la Universidad de Barcelona.

Mirta Nuñez, historiadora, profesora de la Universidad Complutense de Madrid.

Félix Sierra • Iñaki Alforja, autores

Ateneo de Madrid

Salón de actos C/ Prado, 21

31 de enero, miércoles, 19:30 h.

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PamielaLos autores

IñakI alforja Sagone (Iruña, 1967)

es realizador de documentales, con expe-riencia en el mundo audiovisual, habiendo trabajado para diversas cadenas de tele-visión, así como para organismos y oenegés en américa latina y África.

es miembro fundador del colectivo de contrainformación audiovisual Eguzki Bideoak.

en 2003 inicia un documental sobre el Fuerte de San Cristóbal, cuando fue cárcel y tuvo lugar la fuga de 1938, que verá la luz en 2005.

Su trabajo de investigación en archivos de instituciones penitenciarias y las entrevistas realizadas a protagonistas de la Fuga, se in-corpora a esta novedosa edición del libro de Félix Sierra.

félIx SIerra HoyoS (Medina de Rioseco, 1959)

es profesor de Filosofía de ieS en la ense-ñanza pública. Miembro de amnistía inter-nacional, del sindicato CGT y de la arMH de Valladolid. interesado por la historia, la antropología y el arte, su hilo conductor es el materialismo cultural.

Tras encontrar unos documentos sobre una evasión ocurrida en Navarra en 1938, entabló amistad con presos fugados y pub-licó el libro La fuga de San Cristóbal. 1938 (Pamiela, 1990).

Quince años después sigue investigando sobre aquella heroica fuga y cree que es un acto de justicia recuperar la memoria de las víctimas de la represión.

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el documental narra la historia de los presos del penal franquista «fuerte de san cristobal», situado en el monte ezkaba de Pamplona. a través de testimonios de los protagonistas podemos conocer las condiciones del penal y la historia de la mayor fuga en la historia de las cárceles españolas.

en plena guerra civil, 795 presos se fugaron de uno de los penales más duros del régimen franquista:el fuerte de San Cristobal.585 pre-sos fueron recapturados, 210 fueron asesinados y sólo 3 consiguieron pasar la frontera. este documental cuenta de voz de los protagonistas, quienes eran, cómo llegaron allí, en qué condiciones vivían y cómo pudo ser posible aquella fuga. la dictadura primero y el pacto de silencio de la transición después, ocultaron esta historia. es una reflexión sobre la memoria historica y la amnesia social.

Ficha técnicaTíTulo: Ezkaba. La gran fuga de las cárceles franquistasDIrIgIDa por: iñaki alforjaDuracIón: 60 minutosgénero: documentalnacIonalIDaD: españaaño: 2006

este libro contiene numerosas historias que tratan de la fuga ocurrida el 22 de mayo de 1938 en el Fuerte de San Cristóbal –sito en el monte ezkaba, junto a Pamplona–, de la cacería organizada contra los fugados y de la represión sufrida por miles de presos de ese penal. Conoceremos los hechos ocurridos por el testimonio de personas que participaron y fueron protagonistas de los mismos, así como por documentos de la época.

el libro explica qué es el Fuerte de San Cristóbal, por qué fueron detenidos tantos presos políticos, qué condiciones de vida sufrieron, cómo se llevó a cabo la gran fuga, cómo se inició nuestra investigación y qué sentido tiene hoy recuperar la memoria de las víctimas de la represión franquista.

félIx SIerra e IñakI alforja

(la edición contiene numerosas ilustraciones a color de las depen-dencias del penal y fuerte militar, abandonado en la actualidad, así como fotografías de la época y de sus protagonistas a lo largo de las 296 páginas. el libro contiene un cd con la lista de 4.951 presos, documentos de la prisión y listado de muertos, paseados, fusilados u hospitalizados.

Más información en www.fuertesancristobal.com y en el documental de iñaki alforja, Ezkaba. La gran fuga de las cárceles franquistas.)

El libro

El documental

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La fuga de San Cristobal

Pili Yoldi (mayo de 2005)

Mientras oía roncar a sus compañeros, leopoldo Picó repasó en su cabeza los detalles del plan de fuga: una puerta, otra puerta, el rastrillo, la guarnición, las armas, la otra puerta y, por fin, la libertad. el chaval de Vitoria, Ángel arbulo, el más joven de la prisión le había dibujado el camino en un pedazo de papel. el sí podía moverse por el Fuerte, pero leopoldo nunca había pasado más allá del patio y sólo de oídas conocía y recordaba el camino por el que entró en esta maldita cárcel, una noche del 23 de diciembre de 1936, hace casi 17 meses.

Mientras se removía en su jergón, volvió a notar la humedad que rezumaban el suelo y las paredes de esta Primera Brigada donde, entre piojos y chinches, se consumían medio centenar de hombres. Como ellos, casi todos los 2.500 prisioneros que este mayo de 1938 abarrotaban el fuerte de San Cristóbal eran presos políticos, capturados y condenados por los nacionales en los días siguientes al golpe de estado que desencadenó esta maldita guerra.

leopoldo se acordó de su mujer, Concepción Mazo,17 meses viuda con dos hijos peque-ños. en Navidad vino a verle desde Deusto, pero no les dejaron hablarse: estaba arrestado. ella también es comunista, aguantará, no sabe que nos falta muy poco para volver a juntarnos.

Conchi y leopoldo se conocieron en Deusto y tuvieron a sus hijos en la Casa del Pueblo, donde vivían.

Miró hacia donde dormían Daniel elorza, julián ortega y josé Molinero, todos de Vitoria y condenados con él por intentar volar el puente de Barambio, por el que entrarían en Bizkaia los militares franquistas sublevados.

También estaban en el ajo Fernando Garrofé, Segundo Marquínez y juanito iglesias, vizcaínos juzgados junto a él en Vitoria; todos confiaban en que esta fuera su ultima noche en San Cris-tóbal. en total eran 27 los que estaban implicados en el grupo organizador de la fuga: los ocho

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de Vitoria, cinco de Valladolid, tres de Segovia, tres de Pamplona y seis más de distintas ciudades, ade-más de dos presos comunes, el bilbaíno Marcelino etxeandia y el madrileño rafael Pérez.

está lloviendo, pensó. Bueno, mañana no será peor que esta humedad que… No perdamos la cabeza ahora. Mañana es domingo.

Cuando tocaron diana a las 6:30 de la mañana, antonio se volvió como cada día buscando ver el sol. el segoviano antonio Casas, de 23 años, dormía dos túneles más allá que leopoldo, pero tampoco veía apenas la luz. la primera Brigada está en el sótano del edificio, y las pequeñas ventanas con

rejas hacia las que alzaba sus ojos, quedaban justo a la altura del suelo del patio.jornalero y socialista militante, antonio era uno más de los 42 presos procedentes

de Bernardos, un pueblo de Segovia que se echó a la calle el 18 de julio. No hubo robos ni muertos, pero 63 personas fueron procesadas por aquello y 16 fueron fusiladas.

Se arrepintió de haber dejado la chaqueta en la Brigada; estaba fresca todavía la mañana de este domingo de mayo. Mientras hacían el recuento de las siete menos cuarto, le guiñó el ojo a Francisco Hervás, su compañero desde la cárcel de Segovia, condenado como él a 30 años por rebelión militar. Hoy es el día, pensó.

Cantaron el dichoso Himno, recogieron su desayuno –la onza defectuosa de cho-colate Manterola y la bolla, un trozo de pan para todo el día– y en fila se volvieron cada uno a su sitio en aquel sótano.

Por otra puerta, Macario González subió a la 3ª Brigada, también con un largo pasillo y 11 naves a cada lado. Macario ya tenia 33 años y ya llegó al fuerte casado, con otros 130 palentinos, casi todos jornaleros, condenados en consejo de guerra e ingresados en el Fuerte el 30 de septiembre del 37. De Paredes de Nava, su pueblo, pasó por el «picadero» de Palencia, y fue exhibido con otros en camiones, encarce-lado y trasladado al Fuerte. algo había oído Macario de una fuga y estaba dispuesto a colaborar. No tenía otra ropa, pero guardaba una muda limpia, si así podía llamarse a la mil veces lavada sin poder sacar de ella los piojos y las chinches. así que se sa-cudió, volvió a peinarse con cuidado y se caló la boina antes de volver al patio, a la misa de 8.

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leopoldo se lavó con ganas en el lavadero que ocupaba el extremo del edificio. el agua, siempre sucia y fría, le reanimó y se olvidó del hedor de los retretes, uno para cada 50 presos en la brigada del sótano. joaquín ibáñez y Vicente San Martín, los dos de Pamplona, entraron a lavarse, como siempre, bromeando. a sus 27 años, sólo cuatro más que ellos, leopoldo lideraba el grupo y le miraron con respeto cuando susurró a su lado «hoy salimos».

el patio se les queda pequeño a los dos miles largos de prisioneros que son obligados a asistir a la misa de campaña del Fuerte. en filas de a

cinco y en posición de firmes oyen al capellán Don Manuel oficiar exhibiendo su pistola en el correaje. «¡Franco Franco!», les hace gritar y ellos responden «¡rancho, rancho!», convirtiendo en broma la necesidad. los soldados que custodian el Fuerte también oyen misa, acompañados desde los balcones por los falangistas y requetés que vigilan a los presos.

las mañanas de los domingos, como las de cualquier día, se pasaban entre especu-laciones sobre las pocas noticias que llegaban del Frente y de la marcha de la guerra: que si el ejército republicano lograría reconquistar Teruel, tomado por los nacionales, que si pasarían el ebro y llegarían a Pamplona…, así terminaría su cautiverio.

el exiguo rancho de habas o lentejas del mediodía solo servia para que los presos continuaran hambrientos y obsesionados por comer. el grupo de Valladolid estaba ese día al completo comiendo su ración en la semioscuridad de la Primera Brigada. Todos eran socialistas detenidos en la Casa del Pueblo el 19 de julio del 36, y, aunque hoy es domingo y no se trabaja, casi todos tenían destinos, tareas asignadas en la prisión: Bautista Álvarez, fontanero, Gerardo aguado y su hermano Teodoro, albañiles,

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antonio escudero, carpintero, Baltasar rabanillo, panadero. Se movían por todo el Fuerte y cono-cían bien la cárcel.

a la una de la tarde comenzaban las visitas y nadie del grupo esperaba que le llamaran. la guerra había aumentado las distancias y la mi-seria, sólo el pamplonica Guerendiain, pelotari detenido en Barcelona antes de la guerra, recibió un paquete a través de un conocido. las visitas que sí llegaron fueron las de la UGT, que tres veces por semana llegaban con ropa, comida y

tabaco. También subían al Fuerte otro día de la semana algunas mujeres nacionalistas, que se organizaban para llegar los jueves con ropa y paquetes para los gudaris presos, instalados en los Pabellones.

leopoldo nunca había entrado a los pabellones, el edificio frente al de las brigadas que cerraba el patio, pero sabia que ahí estaban los presos de más categoría –milita-res, intelectuales, estudiantes– en mejores cuartos y para quienes trabajaban algunos de los de la Primera Brigada: lavar ropa, limpiar zapatos, cocinar las viandas que les llegaban. ahí estaba Pablo redin, de Pamplona. leopoldo sabía que era montañero y que conocía bien el terreno que rodeaba el Fuerte y los caminos del monte, los escasos 80 kilómetros que les separaban de Francia.

Ya faltaban pocas horas. Habían elegido la hora de la cena del domingo, cuando todas las puertas de brigadas, pabellones, enfermería y cuerpo de guardia tenían que ser abiertas para llevar la comida a los presos.

a las ocho de la tarde del domingo, cuando el guardián de la Primera Brigada entraba con el rancho para los presos, leopoldo Picó y Baltasar rabanillo iniciaron el plan simulando una pelea; le detuvieron en la misma puerta, encerrándolo en el sótano con tres ordenanzas. Subieron después al piso superior y sorprendieron al guardián, emiliano del Cid, que preparaba el reparto de paquetes de esa noche. leopoldo se vistió con el gabán y la gorra del guardián, empuñó su pistola y con un grupo de seis –incluidos Vicente San Martín y joaquín ibáñez– cruzaron el patio hacia la oficina capturando al jefe de servicios y a un ayudante. Con él engañaron al guardián que estaba al otro lado de la puerta de rastrillos por los que se accedía al patio del cuerpo de guardia. le detuvieron y le quitaron las llaves de los rastrillos y puertas de salida.

Mientras, otro grupo de presos, antonio Casas, con Bautista Álvarez, Gerardo aguado y Calixto Carbonero, lograron entrar en la cocina y retener al guardián, a los cocineros y a tres funcionarios y encerrarlos en el cuarto de herramientas. Desde ahí, armados con dos martillos, una piqueta, dos trozos de cañería y un hierro, llegaron a otra puerta ex-terior custodiada por dos centinelas. redujeron a uno, pero el otro comenzó a dar voces y murió tras ser golpeado con la piqueta.

Cuando los dos grupos de presos que estaban ejecutando la fuga se reunieron de nuevo en las brigadas, se les sumaron otros presos hasta formar un grupo de unos cincuenta; entonces abrieron los rastrillos para salir al patio que ocupaba la guardia exterior. Sorprendieron a los soldados cenando en el comedor, se apoderaron de los 70 fusi-les que tenían y luego hicieron rendir a la decena de centinelas que vigilaban desde las garitas que rodeaban el Fuerte. a todos menos a dos, que corrieron monte abajo hasta ainzoain, donde dieron la voz

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de alarma al Batallón 331 acantonado en iruña y al que pertenecían los 92 militares que hacían la guardia exterior del Fuerte.

a las ocho y media, las puertas del Fuerte estaban abiertas: «podéis salir… los presos caminaban despacio y alegres hacia la salida. Se oía «Viva la republica».

Pero, en la puerta principal, los primeros que salían se toparon con un corneta, que volvía de su día libre y que corrió monte abajo para dar aviso de lo ocurrido.

estaba oscureciendo, sólo una treintena sabia el plan de antemano, nadie conocía el camino para salir de ese monte hacia Francia. en medio de la confusión, leopoldo y su grupo se dirigieron a los pabellones, donde estaban los gudaris. la alarma ya estaba dada, tenían pocas armas, no había apoyo exterior y los gudaris presos no quisieron arriesgarse. Sólo unos pocos, como Pablo redin, el montañero de Pamplona a quien leopoldo buscó como guía, decidieron unirse a los fugados. Muchos se volvieron a sus celdas, pero un tercio de los presos, 795, decidieron fugarse monte a través sabiendo que se jugaban la vida.

a las 9 de la noche, ya subían hacia el Fuerte los camiones del ejército con po-tentes reflectores. los que regresaron a sus celdas estuvieron esa noche a punto de ser ametrallados en el patio del penal por la guardia civil. Peor destino tuvieron los fugados. Con la colaboración de requetés y falangistas, los soldados controlaron pronto los pueblos, los caminos y los puentes, y a lo largo de los días siguientes les fueron cazando como a conejos.

Macario González también había cogido un fusil y salió de estampida en un grupo de seis. Pronto sintieron cerca al ejército. No descansaron, en la tarde del día siguiente

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ya no podía más y decidió entregarse. Dos falangistas lo lleva-ron a la cárcel de Pamplona; allí estaba otro de los de Vitoria, juanito iglesias, con el brazo destrozado por un balazo. el día 24 los subieron al Fuerte. la primera Brigada, convertida en una gran celda de castigo, ya estaba llena: iban metiendo allí a los capturados, desnudos y sin comida los primeros días, sólo con media hora de patio al amanecer.

antonio Casas también llegó capturado a la Primera Brigada: allí se fueron enterando de que entre los 207 fugados muertos estaban leopoldo Pico, joaquin ibáñez, Vicente San Martín,

Fernando Garrofé y antonio Valladares. los vitorianos Ángel arbulo, el chaval, y julián ortega lograron llegar hasta el

Bidasoa, pero allí los sorprendieron los carabineros. También capturaron juntos al pelotari Guerendiain y a Marcelino echeandia, pero ninguno de los cuatro fueron nunca juzgados como promotores de la fuga.

***

Sólo tres de los evadidos lograron cruzar la frontera con Francia: Valentín lorenzo Bajo, josé Marinero Sanz y jobino Fernández González. Todos los demás fueron cap-turados en los días siguientes. el último fue amador rodríguez Solla, que sobrevivió hasta el 14 de agosto escondido en una cueva comiendo caracoles, ranas y hierbas y al que los compañeros llamarían cariñosamente «Tarzán».

el aislamiento para los fugados no se levantó hasta el 18 de julio. a partir de en-tonces, los testigos cuentan que las condiciones de vida en la prisión mejoraron: fue destituido el director, alfonso de rojas y rueda, y se procesó por malversación de fondos al administrador, Carlos Muñoz.

Finalmente, 14 de los fugados fueron condenados a muerte acusados de ser pro-motores de la sublevación, y fusilados públicamente en la Ciudadela de Pamplona el 8 de septiembre de 1938. Todos los demás capturados fueron condenados a 17 años más de cárcel.

Hace ahora 67 años, unos pocos presos –hambrientos, sin armas y sin ayuda exterior– lograron algo heroico: en plena guerra, en la retaguardia franquista, se hicieron con el control del Fuerte San Cristóbal, uno de los penales más duros de la dictadura y abrieron las puertas a más de 2.400 compañeros.

esta fuga no tiene nada que envidiar a las que han sido llevadas a la pantalla, casi siempre inventadas. De la de San Cristóbal tenemos el testimonio de muchas per-sonas que en ella participaron y la documentación oficial de la época. Sin duda es la fuga documentada más grande que se haya llevado a cabo y, dadas las condiciones en que se hizo, acaso sea una de las mayores hazañas de nuestra reciente historia. la valentía, el idealismo y la generosidad de sus protagonistas no caerán en el olvido. leopoldo Cámara, uno de los fugados, nos ha dicho innumerables veces: «¡Qué bien estaba planeada y qué valor tuvimos, es lo más grande que se ha hecho nunca!».

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eZkaBa. la gran fuga de las carceles franquistas

el documental EZKABA. La gran fuga de las carceles franquistas, real-izado por iñaki alforja, nos relata la historia de los presos del penal franquista “el fuerte de san cristobal”, en el monte ezkaba de iruña-Pamplona. a través de testimonios de los protagonistas podemos conocer las condiciones en el penal y la historia de la mayor fuga en la historia de las cárceles españolas.

en plena guerra civil española, 795 presos se fugaron de uno de los penales más duros del régimen franquista: el fuerte de San Cristobal en Pamplona. este documental cuenta por voz de los protagonistas, quiénes eran, como llegaron

allí, en qué condiciones vivían y cómo pudo ser posible aquella fuga. la dictadura primero y el pacto de silencio de la transición después quiso que no se conociese esta historia. es una reflexión sobre la memoria historica y la amnesia social.

la magnitud de la evasión se aprecia por sus números. De los 2.500 presos que aproximadamente había en el penal, 795 se fugaron. De ellos, 207 murieron en la fuga, 585 fueron detenidos –de los que 14 fueron condenados a muerte y fusilados– y tres llegaron a Francia.

la mayor parte de los presos se enteró de la fuga una vez que ya estaba en marcha, después de que una veintena de prisioneros hubiese logrado hacerse con el control del fuerte tras reducir a los guardias del penal y a los 92 soldados de la guardia exterior.

el plan fue urdido por leopoldo Pico, quien también se pondría al frente en el momento de su eje-cución. a la hora de la comida, con la ayuda de los presos que estaban haciendo servicios, Pico redujo a los guardianes y abrió la puerta de la cárcel vistiendo gorra y abrigo de guardián y con una pistola en la mano. Con el disfraz logró distraer a la tropa que vigilaba el fuerte y que en ese momento estaba en el comedor. los presos cogieron las armas de los soldados y atacaron el único punto de resistencia, las garitas de vigilancia. en unos minutos, el control del fuerte había cambiado de manos. los hombres de Pico abrieron las puertas de las galerías e invitaron a salir a los presos. Casi todos salieron corriendo, pero también muchos regresaron a sus celdas al intuir que la aventura no tenía posibilidades sin ningún apoyo exterior y después de que su única ventaja, la sorpresa, desapareciera casi inmediatamente con la huida de dos centinelas de las garitas de vigilancia. la toma del fuerte se saldó con un muerto, un guardián al que los fugados golpearon cuando estaba dando una alerta que de haber sido efectiva les habría desbaratado todo el plan.

el organizador de la fuga murió, fusilado antes del juicio, según el fiscal; en el monte, según una versión de los fugados; y ejecutado en un cuarto de la prisión nada más ser capturado, según otra. De él se sabe que tenía 27 años y que había nacido en rasines (Cantabria). Pronto se fue con su familia a Bilbao y allí trabajaría en euskalduna. era uno de los dirigentes en el Partido Comunista en Bilbao y vivía en una casa del partido en la calle Correo. allí se reunía con Dolores ibarruri, La Pasionaria, y otros responsables del partido.

el fuerte de San Cristóbal fue una obra militar impresionante construida durante el reinado de alfonso xii para defender Pamplona. Se comenzó a usar como presidio en 1934 y de forma intensiva a partir del 36, en la que centenares de navarros eran detenidos y fusilados sin juicio.

los 2.500 presos que había allí el 22 de mayo de 1938 soportaban unas condiciones de hacinamiento, malnutrición y malos tratos diversos. 795 decidieron jugarse la vida y la libertad a cara y cruz. Quizá muchos sintieron lo mismo que leopoldo Cámara que, cuando atravesó la puerta principal del fuerte el 22 de mayo de 1938, gritó con toda su alma «¡Viva la libertad!». Dijo que nunca lo podrá olvidar porque fue «el momento más feliz de mi vida».