Fray Pedro Aguado - Libro X

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  • 7/25/2019 Fray Pedro Aguado - Libro X

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    En el libro dcimo se trata de la ida de Pedro de Orsa al Pir y detodo lo que le sucedi en l y en la jornada del Dorado o Maran,hasta que lo mataron; y de cmo nombraron por general a don

    Hernando de Guzmn, y cmo mataron despus a don Hernando ehicieron general a Lope de Aguirre, y las crueldades que hizo, hastaque lo mataron los del campo del rey en la ciudad de Baraquisimeto,gobernacin de Venezuela. |

    fray Pedro Aguado, fraile franciscano de la Provincia de Santaf

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    |Captulo primero

    Cmo pas al Pir Pedro de Orsa, ao de mil y quinientos y cincuenta yocho.

    Estando ya el Nombre de Dios pacfico de la calamidad y junta de los negros, el generalo capitn Pedro de Orsa se pas al Pir, por fin del ao de cincuenta y ocho, a dar

    cuenta al virrey y marqus de Caete de lo que haba hecho, y de cmo quedabapacfica y fuera de riesgo aquella provincia del Nombre de Dios, lo cual visto por elvisorrey, anduvo considerando cmo gratificar a Pedro de Orsa y algunos de los que lehaban favorecido, aquel servicio tan sealado que a Su Majestad se haba hecho, paraque si adelante se ofreciese otra cosa semejante en qu servir al rey se animasen loscapitanes y otros soldados que en aquella provincia haba a servir a Su Majestad en ellasy poner sus vidas y haciendas a cualquier riesgo con esperanza de haber buen premio.

    En esta sazn se trataba en el Pir de unas provincias que ciertos indios brasiles habandado por noticia muy ricas, por las cuales ellos afirmaban haber pasado viniendohuyendo de sus tierras y naturalezas, que era la costa del Brasil, de la cual salieron de

    conformidad ms de doce mil indios con propsito de ir a poblar a otras provincias quems les contentasen, aunque algunos son de parecer que ms lo hicieron por irse a hartarde carne humana a otras partes, con los cuales dicen que traan consigo dos espaoles

    portugueses; y despus de haber andado y peregrinado ms espacio de diez aos as porel ro Maran como por otras provincias, vinieron a salir por la provincia y ro de losMotilones al Pir, donde dieron esta noticia que llaman Dorado y ellos dijeron llamarsede propio nombre Omegua; y asmismo haba dado nueva de esta noticia o de otra queen este ro Maran hay, el gobernador Orellana, que baj o anduvo por este ro delMaran cierto tiempo.

    Queriendo, pues, el visorrey gratificar a este capitn Pedro de Orsa su servicio y darorden cmo mucha gente ociosa que en aquella sazn haba en el Pir se ocupase enservir al rey, de suerte que la ociosidad que tenan no les fuese ocasin de algn motn oalzamiento u otro grave dao, se determin de dar orden en cmo se fuesen a descubriry poblar estas provincias de Omegua y Dorado, que los arriba referidos haban dado pornoticia; y as acord de hacer aquellas provincias gobernacin por s y al capitn Pedrode Orsa gobernador de ellas, dndoles los ttulos que se requeran para gobernador, y

    poderes bastantes para hacer gente y descubrir y poblar todo lo que quisiese, nombrandoel gobernador sus oficiales a su propio arbitrio, para que yendo y descubriendo estas taninfelices noticias, fuese ratificado Pedro de Orsa de su trabajo y tomase de su propiamano el premio que quisiese, de donde se le pudiera seguir descubriendo y poblando

    aquellas provincias y siendo tales como decan que fuera principio de su linaje, y Su

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    Majestad le hiciera merced de ttulo y renta, como ha hecho a otros caballeros que handescubierto y poblado otras provincias en Indias.

    Captulo segundo

    Que trata de algunas opiniones que hubo en Pir sobre la jornada que elmarqus dio a Pedro de Orsa. |

    Dada esta conduta de gobernador del Dorado a Pedro de Orsa y publicdose la jornadaen los reinos del Pir y comenzndose a juntar gente, el demonio, padre de disensiones,

    procur poner diversas opiniones en algunas principales personas del Pir, quitndolesde la memoria la intencin con que el visorrey haba dado aquella jornada y el sano

    pecho con que Pedro de Orsa la haba aceptado, los cuales comenzaron a decir ypublicar que no era tiempo conveniente aquel para hacerse en Pir junta de gente, lo unoporque se haba tenido nueva que el rey haba provedo por visorrey a don Diego deAcevedo, de lo cual estaba algo sentido el marqus de Caete, diciendo que le haca

    agravio Su Majestad en quitarle en tan breve tiempo el estado de virrey, y lo otro porquedecan haber gastado el marqus mucha suma de oro de la caja real, y que por laestrecha cuenta que de ello se le haba de tomar y la poca hacienda que tena para

    pagarlo, poda ser pasar algn naufragio su persona, y otras cosas que a los que quierenponer estorbos nunca les faltan, lo cual todo vino a noticia del marqus, y viendo eldetrimento que su honra padeca y la fama que las pestferas lenguas haban divulgadocontra l, se resfri en dar el favor y calor a Pedro de Orsa que antes sola; y estandoas, algo resfriada la jornada, aunque empezada hacer y a salir algunos soldados, vinonueva al Pir de que don Diego de Acevedo haba muerto en Sevilla, y as tom elmarqus a poner calor en la jornada y animar a Pedro de Orsa para que fuese con ellaadelante y saliese con su empresa.

    |Captulo tercero

    De cmo se comenzaron hacer los bergantines, y cmo Pedro de Orsanombr por su teniente a Pedro Ramiro, capitn de los motilones. |

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    Lugo que la jornada del Dorado se public en el Pir, que fue principio del ao decincuenta y nueve, Pedro de Orsa, gobernador de ella, sabiendo y entendiendo por lanoticia que tena, el golfo dulce que se haba de navegar y pasar, y que para ello era

    necesario algn gnero de navos o barcos, los cuales se haban de hacer en algunadistancia de tiempo, lugo incontinente, y porque despus de junta la gente no sedetuviesen, busc con toda diligencia todos los ms carpinteros y calafates y otrosoficiales de hacer navos, de los cuales junt veinte y cinco, y otros doce negroscarpinteros, y haciendo todos los pertrechos de herramienta y clavazones y otras cosasque para hacerse los navos o barcos eran menester, fuese con ellos la derrota de la

    provincia de los motilones, que es por donde haban salido los indios brasiles, en la cualestaba poblado un pueblo de espaoles llamado Santa Cruz de Capocoria, que lo haba

    poblado un capitn Pedro Ramiro, y lo estaba all sustentando y buscando parte cmoda.

    Pedro de Orsa, para dejar aquella gente que llevaba, haciendo los barcos, se baj veinte

    leguas ms abajo de este pueblo de Santa Cruz, y en una parte acomodada que riberasdel ro de los motilones estaba, dej los oficiales para que empezasen su obra, y pormaestre mayor de ella a un maese Juan Corzo, y all nombr por su teniente general alcapitn Pedro Ramiro, que era justicia en aquel pueblo de Santa Cruz, para querecogiese la gente y soldados que fuesen entrando, y diesen priesa a los obreros de las

    barcas que dejaba en el lugar ya dicho; y lugo se volvi a Pir a recoger y juntar gente,donde hall la cizaa y opinin que en el captulo antes de ste se ha dicho.

    |Captulo cuarto

    De cmo Orsa se volvi al astillero con su gente, y lo que le acaeci en unpueblo llamado Moyobamba. |

    Vuelto Pedro de Orsa al Pir, as por los inconvenientes dichos como por la pocaposibilidad que tena, porque aunque haba sido mucho tiempo capitn en el NuevoReino de Granada, no alcanzaba muchos dineros, detvose ms de ao y medio en

    juntar la gente, la cual es cierto que no juntara si no le favorecieran muchos vecinos yotras personas con dineros, para proveer las necesidades de algunos soldados yrepararse de plvora, plomo y arcabuces, caballos y otras armas y municiones, que paraaquella jornada y la guerra de ella forzosamente eran menester; a cabo del cual tiempo,habiendo echado por delante toda la ms gente que haba podido haber, se parti de laciudad de Lima, yendo casi como retaguardia de su gente, porque no se le quedasenalgunos en el camino.

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    Por donde Pedro de Orsa haba de pasar para ir a su astillero haba un pueblo llamadoMoyobamba, de espaoles, donde estaba un clrigo por cura que se deca Pedro dePortillo, algo rico, y segn algunos seneficaban, de la propia condicin y largueza que elclrigo de Lazarillo de Tormes, porque con las propias abstinencias y trabajos habaadquirido y juntado obra de cinco o seis mil pesos que tena en oro.

    Viendo este clrigo la soberbia noticia que Pedro de Orsa llevaba por delante y lalucida gente de que iba acompaado, con codicia y ambicin de haber por ventura algnobispado en la nueva tierra que se descubriese, y no contentndose con la mediana

    paseda que tena, habl y trat con Pedro de Orsa que le hiciese su cura y vicario deaquella jornada, y que dems de ir l sirviendo en ella, le emprestara dos mil pesos paracon que se acabase de aviar. Le prometi de hacerlo as y acept la manda de los dosmil pesos, Pedro de Orsa, que le haba ofrecido.

    Conociendo el clrigo la locura que haca o quera hacer, se arrepinti y mudpropsito, dando algunas excusas que no le satisfaran a Pedro de Orsa, porque debajo

    de la palabra que el clrigo le haba dado, se haba alargado a comprar algunas cosas, lascuales no poda pagar si el clrigo no le daba lo que le haba prometido, y constreidode extrema necesidad buscaba orden y manera cmo poder constreir al clrigo y quecumpliese con l.

    Estaban en esta sazn en este pueblo de Moyobamba algunos soldados de los que ibancon Pedro de Orsa, los cuales eran don Juan de Vargas, que despus fue teniente dePedro de Orsa, y don Hernando de Guzmn, y Juan Alonso de la Bandera y PedroAlonso Casco, y Pedro de Miranda, mulato, entre los cuales concertaron que, para queel clrigo cumpliese lo que haba prometido, fingiesen una noche que el don Juan deVargas, que en aquella sazn estaba retrado en la iglesia y con dos heridas, se estabamuriendo, y que fuese a llamar uno de ellos al clrigo para que lo confesase, y quevenido, le echasen mano y con amenazas y como pudiesen, le hiciesen firmar unlibramiento de los dos mil pesos que tena hecho para un mercader que le tena enguarda los dineros. Lo cual efectuaron as: que venido que fue el clrigo a la partedonde estaba el don Juan de Vargas, le pusieron los arcabuces a los pechos y le hicieronfirmar el libramiento, y sin quererlo soltar, desde all lo llevaron as como estaba al

    pueblo de los Motilones, donde se juntaba la gente del armada, y all le hicieron dar loque le quedaba, que eran otros tres o cuatro mil pesos, y as el probe clrigo dio degolpe, como alcanca, lo que poco a poco y con tanto trabajo de su espritu y abstinenciade su cuerpo, haba juntado, y l asmismo fue despus muerto por el traidor Lope de

    Aguirre con su mano propia, y los que le hicieron la fuerza hubieron el fin que adelantese dir, y as el avariento clrigo, como los codiciosos soldados, fueron castigados porjuicio particular de Dios.

    |Captulo cinco

    De lo que pas sobre la muerte de Pedro Ramiro y los dems. |

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    Llegado Pedro de Orsa, que ya llevaba ttulo y nombre de gobernador, al pueblo de los

    motilones, llamado Santa Cruz, hall all repesada toda la ms de la gente que haba deir en el armada; y aunque aquella provincia era frtil, por causa de la mucha genteespaola e indias de su servicio que en aquella sazn estaba en ella, habanse apocadolas comidas, y as determin el gobernador de enviar parte de los soldados a una

    provincia llamada los Tabolosos, que estaba cerca de all, para que se entretuviesen ysustentasen algunos das, sealando por caudillo de aquella gente a dos principales yamigos suyos, el uno llamado Francisco Daz de Arls, y el otro, Diego de Fras, criadodel virrey, que llevaba cargo de tesorero por ser muy privado suyo; en los cuales reinabamuy grande envidia contra el teniente Pedro Ramiro, porque cada uno de ellos pretendatener aquel cargo de teniente y mandar al Pedro Ramiro.

    El gobernador, aunque estaba confiado de los caudillos y soldados, para ms seguridady como a hombre que saba bien aquella tierra, y que los indios de ella lo conocan yteman, mand al capitn y teniente Pedro Ramiro que fuese con ellos y que los pusieseen la provincia donde haban de estar y confederarse a los naturales de ella con loscaudillos y soldados y se volviese al pueblo.

    Sabido esto por los caudillos que ya habemos nombrado, ya que haban salido delpueblo y caminado cierta distancia, trataron entre s que no era cosa que les convena ira ser mandados de Pedro Ramiro, y que era mejor volverse a donde el gobernadorestaba, los cuales lo comenzaron a hacer as, si el diablo en el camino no les pusiera otracosa en los corazones. Volvindose los caudillos al pueblo donde el gobernador habaquedado, trataron entre s, debajo de la muy particular y estrecha amistad que tenan conel gobernador, porque estaban confiados que por cualquier cosa del mundo que hicieranel gobernador les defendera y amparara, porque el Francisco Daz de Arls era deudodel gobernador y compaero desde que anduvo en las conquistas y poblazones del

    Nuevo Reino, y el gobernador lo quera mucho y tena mucha cuenta con su persona, yel Pedro de Fras, como era criado del visorrey y a quien muy particularmente traaencomendado el gobernador; y qu modo tendran en matar al capitn Pedro Ramiro; yestando en esta confusin, llegaron otros dos soldados, llamados Grijota, y el otroMartn, muy amigos de estos dos caudillos, a los cuales hicieron entender que el capitnPedro Ramiro los haba despedido y se haba l quedado con la gente para irse a ciertas

    provincias de que tena noticia para poblar en ellas, y que si queran juntarse con ellosque haran muy gran servicio a Su Majestad y a su gobernador en prender a PedroRamiro; y los dos soldados, ignorando la intencin y propsito de los dos caudillos, se

    juntaron con ellos, dndoles crdito a lo que decan y entendiendo ser verdad, los cualestodos cuatro juntos dieron la vuelta y se volvieron en el alcance del capitn PedroRamiro, que iba con la gente a donde el gobernador le haba mandado, hallando muy

    buena ocasin y aparejo conforme a la intencin que llevaban, y que por donde elcapitn Pedro Ramiro haba de pasar con la gente que llevaba, se hacia un ro caudaloso,el cual forzosamente haban de pasar con canoas, y llegados a este ro, no hallaron msde una canoa pequea, con la cual el capitn Pedro Ramiro ech su gente por delante, ytenindola pasada toda, que no quedaba de esta otra banda del ro ms de l y un criado

    suyo, llegaron los dos caudillos y los dos soldados y saludaron al Pedro Ramiro,teniente, diferentemente de como traan la intencin, y estando hablando con ellos,

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    descuidado de semejante traicin, todos cuatro le asieron y le abrazaron y quitaron lasarmas, y diciendo y haciendo, mand el Pedro de Fras a un esclavo suyo que all traaque diese garrote al capitn y teniente Pedro Ramiro, el cual lugo all se lo dio y lecortaron la cabeza. Visto el mozo que estaba con el Pedro Ramiro el mal recaudo quehaban hecho, se descabull y huy, y se fue donde estaba el gobernador Pedro de

    Orsa, al pueblo de Santa Cruz, y le dio relacin de lo que haba visto.

    Acabado de hacer este principio de motn por estos cuatro, lleg la canoa en que pasabala gente, la cual tomaron estos matadores y se pasaron a la otra banda, haciendoentender a los soldados que all estaban que el gobernador Pedro de Orsa les habamandado hacer lo que hicieron, porque haba sido informado que el capitn PedroRamiro se quera alzar con ellos, y con esto se aseguraron. Los soldados y los matadoresenviaron un amigo suyo al gobernador Pedro de Orsa, hacindole saber lo que haba

    pasado, muy al contrario de la verdad, porque le enviaron a decir que el capitn PedroRamiro se haba alzado o querido alzar con la gente; que ellos, como servidores de SuMajestad y del gobernador, lo haban preso y lo tenan a recaudo hasta que su merced

    proveyese o mandase lo que se haba de hacer, el cual estaba ya avisado de lo que enefecto haba pasado por el mozo que se dijo que estaba con Pedro Ramiro cuando lefueron a matar, y as no dio ningn crdito a lo que le enviaban a decir.

    Algunos quisieron afirmar que la intencin de los caudillos fue intentar si con este malrecaudo y principio de motn podran mover al gobernador Pedro de Orsa a que sealzase y diese la vuelta a Pir, porque haban dado los dos muy grandes muestras yseales de desearlo, y como est referido, teniendo entendido, por las cosas arribadichas, que antes se alzara el gobernador contra Su Majestad que hacer justicia contralos matadores del teniente Pedro Ramiro, que tambin era corregidor por Su Majestaden aquel pueblo de Santa Cruz.

    |Captulo seis

    Que trata de lo que pas sobre la prisin y muerte de los que mataron aPedro Ramiro. |

    Sabido por el gobernador este diablico suceso y temindose que el demonio no incitasea los dems soldados a que con alguna falsa apariencia quisiesen amotinarse con loscuatro matadores, se parti lugo solo para donde estaban, y quiso ir sin compaa

    porque estaba confiado de la mucha confianza que los dos caudillos tenan en l, comoarriba se ha dicho, y tambin porque si iba con mano armada a prenderlos, se temerandel castigo y pena que merecan, y as se alteraran y alborotaran y podran sucederotros escndalos y daos mayores, por lo cual slo con este nombre del rey, que conmuy justo titulo, de los buenos es amado y de los malos temido, lleg donde estaba la

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    gente y los que haban muerto al teniente Pedro Ramiro, los cuales no tuvieron lugar deincitar ni convertir la dems gente a que pusiesen las vidas por su defensa, y as seausentaron de all lugo que lleg el gobernador, por encubrir alguna parte de sudesvergenza, lo cual, visto por el gobernador, les envi a decir que no era justo queunos hombres como ellos se hiciesen culpantes en un caso como aquel que notoriamente

    haban servido a Su Majestad en ello, y que caso que otra cosa fuera, que bien sabanellos la obligacin que tenan a servirles; que mejor era que pareciesen y que l loslibrase, que no que otro juez viniese y los castigase.

    Con estas y otras razones y buenos comedimientos, y confiados los caudillos, como estdicho, de la antigua amistad y parentesco que con Pedro de Orsa tenan, se vinieron al. Para ms asegurarlos, los envi que se fuesen al pueblo de Santa Cruz, y que all sedara la mejor orden que ser pudiese para que fuesen libres. Llegado el gobernadorPedro de Orsa al pueblo de Santa Cruz, donde hall los matadores confiados de suvana esperanza, los hizo prender y poner a muy buen recaudo, oyndolos muy porentero y guardndoles todos los trminos que cualquier juez debe hacer, aunque l no

    estaba obligado a ello por ser el negocio tan arduo; donde conclusas sus causas, losconden a muerte, y aunque las sentencias se les haba notificado, los desprivadoscreyeron que lo haba hecho el gobernador por cumplir con su oficio de juez, y que lesotorgara su apelacin para la Real Audiencia de Lima, lo cual, asmismo, tuvieronentendido muchos de los que en aquel pueblo estaban.

    El gobernador, queriendo antes cumplir con su rey y seor y ejecutar la justicia en supropia sangre que dejar de hacer el deber ni dar ocasin a que de su persona se dijesecosa indebida, forzando para ello su voluntad, y posponiendo las leyes menores deamistad a las de lealtad, mand que lugo, incontinente, les cortasen las cabezas

    pblicamente, sin embargo de sus apelaciones; y as hicieron justicia en estosmatadores, ejecutando en ellos las sentencias que haba pronunciado el gobernadorPedr de Orsa justa y derechamente.

    |Captulo siete

    De la sospecha que el en Pir se tena de Pedro de Orsa, y de los que leavis un amigo suyo en el pronstico que sobre su jornada hubo. |

    El visorey de Pir y los oidores y otras personas, despus de partido de Lima elgobernador Pedro de Orsa, quedaron con alguna sospecha de que algunos belicosos yfacinerosos soldados que consigo llevaba, no le induciesen y persuadiesen a que sealzase contra el servicio de Su Majestad, y con la gente que tena, que eran casitrescientos hombres, y volviese sobre el Pir y les pusiese en algn aprieto; porque entrela gente que Pedro de Orsa haba sacado de Pir iban algunos soldados que se haban

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    hallado en los alzamientos y rebeliones de Gonzalo Pizarro y de Francisco HernndezGirn y de don Sebastin de Castilla y de los Contreras; y estando en esta confusin ycon deseo de saber alguna nueva del suceso que arriba se ha contado, y de cmo Pedrode Orsa hizo la justicia que se ha dicho, de aquellos soldados que mataron al capitnPedro Ramiro, lo cual sabido y entendido por todos en general, fue loado el general

    Pedro de Orsa de haber castigado tan justamente aquellos soldados, y se quit de suspechos y corazones el resabio que tenan de la vuelta de Pedro de Orsa a Pir; y comoen las Indias por la mayor parte la gente es algo supersticiosa, se dijo y pronostic,sabida aquella nueva, que pues la jornada se haba comenzado por sangre, que no

    parara en bien; y dems de esto un vecino del Pir, que se deca Pedro de Aasco, deun pueblo llamado Chachapoyas, muy amigo del gobernador y muy experimentado encosas del Pir, y que tena gran conocimiento de algunos soldados que llevaba Pedro deOrsa consigo, y de las ocasiones que suelen causar motines y alzamientos, le escribiuna carta al gobernador en que le envi a decir que como amigo le avisaba que tenasospecha de algunos de los soldados que consigo llevaba, que eran bulliciosos yfacinerosos y que poda ser causarle la muerte a l u otro grave dao, y que

    especialmente tena este recelo y sospecha de Lorenzo Salduendo y de Lope de Aguirrey de Joan Alonso Labandera y Cristbal de Chaves y de don Martn y a otros que porsus nombres nombraba, y que por diez u once hombres menos no haba de dejar dehacer su jornada, que le rogaba que los echase fuera; que si por compasin de verlos

    pobres y necesitados no les quisiese enviar, que esto no se le pusiese por delante, porquel los proveera y sustentara en el inter que iba a descubrir la tierra, y que despus dedescubierta podra enviar por ellos y hacerles el bien que quisiese; y que asmismo leestorbaba y rogaba que no llevase consigo a doa Ins de Atienza, hija de Blas deAtienza, vecino de la ciudad de Trujillo, mujer que fue de Pedro de Arcos, vecino dePir, porque dems de ser una cosa tan fea, de tan mal ejemplo, por las nuevas que deella tena, antes se le causarla dao que provecho de su llevada, y que si l fuese servidode que se quedase, que l dara orden cmo se hiciese de suerte que la doa Ins noentendiese que l lo mandaba ni haba sido consentidor de ello.

    Recibida esta carta por el gobernador, no curando tomar el consejo que su amigo Pedrode Aasco le daba, antes lo disimul todo, no respondindole nada: solamente hizovolver a Pir al don Martn, uno de los que le avisaban que echase fuera, y a los demsllev consigo, los cuales le urdieron y dieron la muerte, como adelante se dir, yasmismo la doa Ins fue mucha causa para que este gobernador se perdiese, segn loafirman todos los soldados que vivos escaparon.

    Captulo ocho

    Cmo el gobernador orden que don Juan de Vargas fuese con treintahombres delante, y mand que Garca de Arce se adelantase con otrostreinta, y lo que le acaeci a Garca de Arce. |

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    Estando el gobernador Pedro de Orsa en el pueblo de los motilones, llamado SantaCruz, recogiendo su gente, que an no haba llegado toda, acord enviar cien hombresdelante, y por capitn de ellos a don Juan de Vargas, para que en llegando al ro de

    Cocama, que es por donde haban bajado los cuarenta soldados de Juan de Salinas,subiesen por l arriba y trajesen toda la comida que pudiesen a la boca del ro, para quecuando Pedro Orsa llegase all con la dems gente, hallase alguna comida con qu

    pasar adelante; y estando ya apercibida toda la ms de la gente, mand el gobernador aun Garca de Arce, amigo suyo, que con treinta hombres se adelantase a una provinciaque estaba veinte leguas del astillero el ro abajo, que llamaban los Caperucos, porquelos indios de all traan cierta manera de bonete o caperuzas; y que juntando a la orilladel ro toda la ms comida que pudiesen, esperase al capitn don Juan de Vargas y a ladems gente que con l haba de ir, para que de all se fuesen todos juntos al ro deCocama.

    Partido Garca de Arce con sus treinta compaeros en una balsa y en ciertas canoas, oporque no quiso, o por lo que a l le pareci, no cur esperar a don Juan de Vargasdonde le haban mandado, mas navegando el ro abajo y pasando el ro de Cocama yotros que adelante estaban, camin hasta que lleg con harta hambre y trabajo y riesgode su persona a una isla poblada que estaba en medio del ro, que estara del astillerotrescientas y veinte leguas, la cual por este respeto fue llamada la isla de Garca; y

    perdieron en el camino dos soldados que salieron a tierra a buscar comida y se metieronpor un arcabuco y nunca ms atinaron a salir, y al fin se quedaron all. El hambre -que-en este camino tuvieron estos treinta soldados fue tan grande, que no coman sinolagartos o caimanes que Garca de Arce mataba con el arcabuz, que era muy buenarcabucero.

    Llegados a esta isla se reformaron de la hambre que traan, y adivinando la tardanza queen salir el armada del astillero podran tener, y para estar algo seguros de los indios de latierra, se procuraron fortificar, haciendo cierta manera de fuerte o palenque donde sedefendieron y ampararon de las cotidianas guazabaras que los indios, as por el ro como

    por tierra, les daban cada cita, las cuales eran tantas, que si Dios milagroso no losguardara, ellos no eran parte para defenderse, porque treinta hombres solos y maladerezados, poca resistencia podan hacer a dos o tres mil indios que se juntaban aofenderles, y la principal defensa eran los arcabuces, en especial el de Garca de Arce, elcual vindose un da en aprieto de la guerra que los indios le deban, y habindose

    acabado la municin de las pelotas, hizo que la baqueta de arcabuz les sirviese depelota, con la cual arroj y arruin la gente de una canoa, que era la principal de las quele daban la guazabara. Otra vez, en otra guazabara, defendindose, ech en el arcabuzdos pelotas asidas, la una a la otra con hilo de alambre, y de aquel tiro llev y derribseis indios de una canoa; y con verlos indios la destruccin que este arcabucero haca enellos, acordaron dejar los treinta espaoles, y no slo no les vinieron a dar msguazabaras, mas quedaron tan atemorizados y amedrentados que en viendo no habaindios que parasen, antes procuraban haber y tener amistad con los espaoles; y con esteintento vinieron un da cierta cantidad de indios a la isla donde estaba el Garca de Arcey sus compaeros, los cuales creyendo que venan debajo de alguna cautela a haceralgn dao, les procuraron ganar por la mano, encerrando casi cuarenta de ellos en un

    boho de aquel fuerte o palenque que tenan hecho y quitndoles las vidasmiserablemente a estocadas y a pualadas dieron fin de ellos, y vol de hoy adelante la

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    fama de sus crueldades, de forma que de ah adelante les teman mucho ms los indiosteniendo noticia de estas crueldades y de otras que hacan.

    Desde que Garca de Arce se parti del astillero hasta que le gobernador lleg a estaisla, se pasaron tres meses, el cual tiempo estuvieron solos estos treinta hombres de esta

    isla.

    |Captulo nueve

    Cmo se parti don Juan de Vargas con los setenta |1hombres a Cocama ylo que le sucedi.

    Queriendo don Juan de Vargas cumplir lo que su gobernador le haba mandado, tomun bergantn de los que haban hecho y con ciertas canoas recogi los setenta hombresrestantes, y partindose del astillero por principio del mes de Julio del ao de sesenta,comenz a navegar el ro abajo, y llegando a la provincia de los Caperuzos y nohallando all a Garca de Arce, no cur de detenerse, mas pasando de largo fue por sus

    jornadas contadas agua abajo al ro de Cocoma, donde no hallando a Garca de Arce,que se haba pasado de largo el ro abajo, dio orden en subir el ro de Cocoma arriba, a

    buscar la comida para esperar al gobernador, y dejando algunos soldados de los msenfermos y para menos en la boca del ro, en guarda del bergantn, se fue en las canoasque tena el ro arriba, por el cual camin veinte y dos jornadas, al cabo de las cualeshall ciertas poblazones de indios y mucha comida de maz, en las cuales, tomandoalgunas piezas o indios, machos e hembras, para su servicio, y todas las canoas y mazque pudo cargar, dio la vuelta a donde haba dejado el bergantn, y hall la gente queall haba quedado muy fatigada de hambre, tanto que de esta causa y alguna leveenfermedad, hall muertos tres espaoles y muchas piezas de servicio, con la cualllegada se alegraron mucho todos los enfermos y aun los sanos, por haberles venidoalgn remedio con qu mitigar alguna parte de la fatiga que la canina hambre les daba.

    Estuvo aqu el capitn don Juan de Vargas esperando al gobernador ms de dos meses,en el cual tiempo los soldados que con l estaban, o persuadidos de la ociosidad que alltenan o parecindoles mal la tardanza del gobernador, andaban buscando orden cmosalir de aquel mar dulce. Hubo dos opiniones o maneras de motn, porque segn se dijo,estaba la gente hecha dos parcialidades, y los unos eran de parecer que matasen al donJuan de Vargas, y se fuesen la vuelta del Pir, por el propio ro de Coma arriba; otrosdecan que no, sino que vivo dejasen all al don Juan, y ellos se fuesen, porque despusno les calumniasen alguna cosa sobre su muerte; y como en nada nunca se conformaron,nunca vino a efecto el un propsito ni el otro, ni tampoco se trat tan pblicamente que

    pudiesen ser castigados por ello, mas que despus se supo, y con la venida delgobernador se mitig todo, como adelante se dir.

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    |Captulo diez

    Cmo sali Pedro de Orsa de los motilones y se despobl el pueblo deSanta Cruz y echaron los barcos en el ro; y de cmo la gente se quisoamotinar y huir del astillero, y l los aplac. |

    Queriendo el gobernador Pedro de Orsa acabar de salir con su gente e ir enseguimiento de los que adelante haba enviado, se parti de los motilones, donde haba

    estado todo el tiempo que se tard en juntar la gente, echando por delante todos lossoldados que all tena, y dems de esto persuadi e importun a los que estaban porvecinos y haban poblado aquel pueblo de los motilones, que lo dejasen y se fuesen conl a aquella jornada, hacindoles grandes promesas y teniendo con ellos grandescumplimientos, los cuales, vencidos de las nuevas palabras y corteses razones que elgobernador les haba dicho, dejando lo cierto por lo dudoso, despoblaron su pueblo deSanta Cruz de los motilones y se fueron con el gobernador al astillero, trayendo pordelante todo el hato y aparato que all tenan.

    Llegado que fue el gobernador al astillero con toda esta gente, lugo dio orden cmoechasen los barcos y bergantines que hall hechos en el ro; y por causa de no ser la

    madera tan recia ni bien sazonada como se requera, y por ser all la tierra demasiada dehmeda y muy lluviosa, al tiempo de echarlos en el agua se quebraron todos los ms,que no quedaron sino solamente tres chatas y un bergantn, lo cual fue causa dedetenerse ms tiempo.

    El gobernador procur hacer canoas y balsas en que pudiesen caber todos y caminar elro abajo; y como todas estas chatas y bergantn quedaron tan mal acondicionadas, antesde haber navegado la mitad del viaje se perdieron y quebraron las dos de ellas, comoadelante se dir; y as, por defecto de haberse quebrado todos los ms de los barcos y notener la copia de ellos que era menester, se hubo de quedar como se qued en el astillerotodo el ms aderezo que los soldados tenan para su jornada, como eran caballos y

    ganados y otras cosas que en la jornada no se podan pasar sin ellas, de lo cualrecibieron tan gran descontento todos los ms de los soldados, que casi amotinados sequisieron volver a Pir, y de hecho se volvieran si el gobernador no se diera tan buenamaa como se dio a mitigarlos, prendiendo a unos y halagando a otros y disimulandocon otros y haciendo generales amonestaciones a todos, ponindoles por delante lo pocoque perdan en lo que all se les quedaba y lo mucho que aventuraban a ganar en la

    jornada que llevaban entre manos, y dndoles a entender que senta l ms la prdida delo que all quedaba que sus propios dueos, pues como gobernador estaba despusobligado a proveer a todos; y as aplac a toda la gente, y sin que nadie se le huyese seembarcaron en su bergantn, balsas y canoas todos los soldados y servicio, y detrescientos caballos no pudieron llevar ms de cuarenta, y los otros se quedaron

    perdidos en el astillero, con todo el ganado, que de todo gnero era mucha cantidad.

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    |Captulo once

    En el cual se trata de la partida de Pedro de Orsa del astillero, y de lo queles sucedi en el ro hasta los bracamoros. |

    A los veinte y seis de septiembre del ao sesenta, se parti el gobernador Pedro de

    Orsa del astillero con todo el restante de la gente que le haba quedado, los cualespartieron con todo el descontento posible, as por los caballos y ganados y otras cosasque all dejaban, como por el gran peligro en que iban a perder las vidas a causa del maladerezo que llevan para navegar y de la grandeza de aquel ro, donde si en medio de lse vieran en algn aprieto de quebrarse el bergantn, pudiera ser perderse la gente porno poder tomar tan en breve la tierra, y porque, como he dicho, iban las chatas y

    bergantines muy mal acondicionados.

    El segundo da de su navegacin dej el armada todas las sierras atrs, y desde alladelante todo fue tierra llana hasta la mar del norte. Al tercero da de navegacin quellevaban, dio el bergantn en un baj, y por ir tan mal acondicionado como iba, se le

    salt un pedazo de la quilla, donde estuvieron en harto peligro de perderse los que ibandentro, si no lo remediaran con mantas y lana.

    El gobernador, aunque vio en este riesgo el bergantn, no cur de detenerse, massiguiendo su viaje fue sin parar hasta la provincia de los Caperuzos, donde hall aLorenzo Salduendo, a quien l haba enviado delante dos o tres das en balsas y canoascon ciertos soldados, a que le tuviese junta alguna comida, el cual lo haba hecho as.Donde a dos das lleg el bergantn, que se haba quedado atrs, con harto trabajo, y alllo aderezaron dentro de otros das; y repartiendo el gobernador la comida que all habahallado junta, entre todos los de la armada, envi que se fuese delante el bergantnquebrado con la gente que llevaba, y por caudillo de ella a Pedro Alonso Galeas, para

    que llegando donde don Juan de Vargas estaba, a la boca de Cocama, diese noticia decmo iba el gobernador, y porque si l se detuviese en el camino tuviesen esperanza losque estaban con don Juan que llegara presto el gobernador.

    El bergantn, caminando sin se detener como le fue mandado, lleg al ro de Cocama,donde hallaron la gente con el alboroto que atrs se ha contado; y vista la llegada del

    bergantn y la nueva que les dieron de la venida del gobernador, se aseguraron todos, yse holgaron unos con otros. Donde a pocos das se parti el gobernador Pedro de Orsade la provincia y pueblos de los Caperuzos, caminando agua abajo su poco a poco,holgndose y recrendose toda la gente unos con otros, saltando y durmiendo cadanoche en tierra, porque las noches no navegaban con temor de no caer en algn peligro;y con esta bonanza llegaron a un ro que por mano izquierda de esta derrota entra y se

    junta con el ro de los Motilones, por donde iban navegando, que se llama el ro de los

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    Bracamoros, y nace cerca de los nacimientos del ro de los Motilones, en una provinciaque se llama Guanuco, y l se llam de este nombre, Bracamoros, porque empieza a

    pasar por una provincia llamada Bracamoros, pasando antes por Guanuco el viejo y porentre Cajamalca y Chachapoyas, creciendo cada vez ms por las muchas vertientes quea l acuden, de tal suerte que cuando entra en el de los Motilones, parece dos veces

    mayor que l. Jntanse estos dos ros ciento y veinte leguas del astillero, y haba de susnacimientos a la juntas trescientas leguas.

    Estuvo en la boca del ro de los Bracamoros el gobernador ciertos das, porque envipor l arriba alguna gente en canoas a buscar comida y poblazn, y hallaron ser tododespoblado; y vueltos, y sabido esto el gobernador, se partieron su derrota del ro de losMotilones.

    Captulo doce

    En el cual se trata de cmo parti el gobernador de los Bracamoros y llega Catoman, y de cmo se parti de Cacoman y del nacimiento de Cacoma, yde lo que sucedi hasta llegar a otro ro que dijeron ser el de la Canela. |

    Partido el gobernador de las juntas del ro de los Bracamoros, camin sin tener ningnsuceso en favor ni desfavor que de contar sea, mas de con su buena esperanza, y al cabode haber navegado cien leguas, llegaron a las juntas de Cocama, donde hall a don Juande Vargas con la gente que habemos dicho, algo desbastecida de la comida que habatrado de los pueblos de Cocama, por el mucho tiempo que all haban estado esperandoal gobernador y siempre se haba sustentado la gente de lo que haban trado.

    Holgronse todos, unos con otros, y el gobernador reparti la comida que all hall entre

    todos, y deseando2,en aquel ro ocho das toda el armada se parti junta con hartodesabrimiento, por no tener ninguna noticia de Garca de Arce, que ya dijimos que salial principio con treinta compaeros y se fue a la isla de Garca, donde a esta sazn seestaba; y porque a la salida de este ro se quebr el bergantn que haba trado delantedon Juan, que estaba ya podrido, y echaron toda la gente y hato que en l vena, en

    balsas y canoas entre el ro de Cocama, por mano derecha del ro de los Motilones,despus de haberse juntado con el de los Bracamoros.

    Sus nacimientos son en el Pir; y porque no hay certidumbre cules sean, dir aqu lasopiniones que en ello hay, y algunos quieren decir que los nacimientos de este ro deCocaman son Aporima, y Mancay, y Nacai, con los ros de Uilcas, y Parios, y Xauxa, yotros muchos que con stos se juntan. Otros quieren decir que este ro es un ro grandeque nace de las espaldas de Chinchacocha, en la provincia de Guanuco, que pasa por los

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    asientos y pueblos que llaman Paucar, Tambo|3

    Estos tres ros que habemos dicho son muy abundosos de pescado, tortugas, hicoteas yaves que: en l se cran, en las playas, en las cuales se hallan muchos huevos de hicoteasy de caimanes, y se toman las mismas hicoteas, que era muy gran parte delmantenimiento para los soldados.

    y Guacabamba, y se junta con los rosque salen de Tarama y con los que vido y pas el gobernador Gmez Arias en lo quellaman de Ruparapa; y afirman ser este ro, porque antes de l no entra otro ninguno poraquella banda en el ro de los Motilones, y porque este ro es casi tan caudaloso como elde los Bracamoros, y siendo tan grande no puede ser sino el que aqu se apunta por

    respeto de las muchas aguas y vertientes que en si recogen juntos estos tres ros, es asaber: el de los Motilones y el de los Bracamoros y el de Cocoma. hacen en si un tangran cuerpo de ro, con ayuda de ciertos arroyos y esteros que entre medias se recogen,que osan afirmar los que lo anduvieron que con dificultad se hallara en el mundo otromayor que el que digo, en esta parte, que por ms abajo donde se juntan otros ros, no sehallar en el mundo otro como l.

    Yendo caminando el armada por este ro abajo, de ordinario por los brazos de a manoderecha, sin tener ninguna controversia ms de la que se dijo de la prdida del bergantna la salida de Cocoma, al sexto da encontraron de repente unos indios que estaban enuna playa pescando, los cuales, como vieron el armada, desamparando lo que all tenan,se huyeren y metieron la tierra adentro, de suerte que no pudo ser habido ninguno. Loque estos indios tenan era sus canoas y ms de cien tortugas y hicoteas, con muchacantidad de huevos, con lo cual no poco contento tuvieron los soldados, por no ir tan

    bien provedos de lo necesaria como se requera. Partiose esta vitualla y despojo entretodos, y hecha la particin siguieron su viaje el ro abajo; llegaron a otro ro que coneste de su navegacin se juntaba a mano derecha, no menos caudaloso que el de losMotilones. No hubo piloto que atinase qu ro fuese ste, aunque algunos quisierondecir que era el de la Canela, por donde baj el capitn Orellana, que nace en Pir, a lasespaldas de Quito, en los Quijos, y despus pareci no ser l sino otro que est la | 4msabajo, junto a la isla de Garca, del cual se har mencin adelante; y as este ro que

    primero llamaron de la Canela no se supo qu ro era.

    |Captulo trece

    Cmo llego el armada a la isla de Garca, y de la propiedad de la gente deella, y de lo dems que en ella sucedi. |

    Despus de haber partido el armada de las juntas de Cocama, y navegando ocho dascon la bonanza que se ha dicho, lleg a la isla de Garca, donde hallaron los treintaespaoles con su caudillo y hechos fuertes y casi perdida la esperanza de la venida del

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    gobernador, y algo fatigados de las muchas guazabaras que los indios les haban dado,aunque por la fortaleza o palenque que haban hecho en aquella isla, y por los muchosindios que haban descalabrado y hostigado, estaban algo descansados, que ya los indiosno les perseguan ni daban guazabaras como al principio.

    Holgose el gobernador y todo el campo con la vista y hallada de Garca de Arce y suscompaeros; y por ser esta isla la primera poblazn que desde los Caperuzos toparon,

    porque todo lo que del ro atrs quedaba, que era ms de trescientas leguas, todo fuedespoblado se detuvo aqu el armada ocho das o ms, as porque descansasen lossoldados y remeros, como porque los caballos que hasta all nunca haban saltado entierra, los sacasen a pasear; en los cuales das el gobernador envi gente a descubrir latierra firme del ro de la una banda y de la otra, y nunca se pudo hallar camino ninguno.Empezaron de aqu para abajo los soldados a tener guazabaras de mosquitos zancudos,que con sus importunas voces y agudos aguijones los trataban tan mal que algunosenfermaban de ello y llegaban a punto de muerte.

    Llambase el principal de esta isla el papa, por lengua propia de la tierra; era la gente deella bien agestada y crecida; andaban vestidos con camisetas pintadas de pincel, y sumantenimiento es lo ordinario de las Indias, maz y chicha, que es su principal sustento,y batatas, de lo cual hacen pan y vino, y otros gneros de potajes, que los tienen en tantocomo los espaoles su muy preciosas comidas sus casas o bohos son cuadrados ygrandes; sus armas son algunos dardos arrojadizos, hechos de palma a manera degorguces vizcanos; tranlos con unos amientos de palo que para aquel efecto tienenhechos, que llaman estolicas, y los hay en la mayor parte de las Indias.

    Quebrose en esta isla una de las chatas, que por haber salido del astillero tan malacondicionada vena ya podrida y toda abierta y hendida, de suerte que en ningunamanera se poda navegar con ella. Viendo asmismo el gobernador el mucho trabajo que

    pasaba en haber de gobernar l solo toda aquella gente, acord nombrar quin leayudase: nombr en esta isla de Garca por su teniente general a don Juan de Vargas,que hasta all no lo haba nombrado, y por su alfrez general a don Hernando deGuzmn, que despus, en pago de esta buena obra, lo mat; y un poco ms abajo de estaisla entra el ro de la Canela, por donde abaj el capitn Orellana, del cual y de susnacimientos aqu no se trata porque de la historia del capitn Orellana se hizo acerca desu bajada por este ro, se da por extenso particular cuenta del ro de la Canela y de susnacimientos y navegacin.

    |Captulo catorce

    Cmo el gobernador se embarc en la isla de Garca y fue hasta Carau,donde le salieron de paz los indios. |

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    Acabado el tiempo dicho se embarc el gobernador con su gente en las chatas ybergantn que le haba quedado, embarcando los caballos que tena en ellas, que serantreinta y siete, porque hasta all se le haban muerto tres, y toda la ms gente en canoas y

    balsas. Comenz a navegar por el brazo del ro que iba a mano derecha de la isla, pordonde top muchas islas que el ro hacia, las cuales eran pobladas, y los moradores se

    haban todos alzado con el miedo que de los espaoles tenan, por la mala vecindad queGarca de Arce y sus compaeros les haban hecho los das que estuvieron en la islaarriba dicha. Solamente se hallaban en los pueblos de estas islas la comida de maz,yuca y batatas que tenan en el campo sembradas, y algunas gallinas y gallos blancos deEspaa y algunos papagayos y guacamayas blancos, cosa cierta vista en pocas partes enlas Indias.

    Yendo de esta suerte navegando de isla en isla, aprovechndose de lo que hallaban,dieron de repente, despus de haber navegado algunos das, en un pueblo de indios queestaba en la mano derecha del ro, en la tierra firme, la gente del cual asmismo estabaalzada por la noticia que de la crueldad de los espaoles tenan; el cual pueblo se

    llamaba Carari, y as se llam la provincia de Carari.

    En este pueblo salieron algunos indios por el agua a ver el armada desde lejos, porquecon el temor que tenan no se osaban llegar muy cerca.

    Fue Dios servido que estando el armada en este pueblo de Carari, vino un cacique conciertos indios de paz y traj cierto pescado y otras cosas de comer, al cual el gobernadorrecibi muy bien y lo halag y dio algunas cosas, como fueron cuentas y cuchillos, porver si poda hacerles perder el miedo y que diesen unos a otros noticia del bien que leshaca, para qie comunicndose con los espaoles tuviese el gobernador alguna claridadde la tierra, llevando enhilada la paz el ro abajo.

    Envi luego el gobernador este cacique muy contento con los rescates dichos, el cualdio la nueva del buen tratamiento que se les haca a sus compaeros, por los cualessabido comenzaron a venir de paz muchos de ellos, trayendo de las comidas que tenan,las cuales les pagaba el gobernador a fin de tenerles propicios y contentos para el efectodicho; y temindose que los soldados, como la mayor parte son atrevidos, especialmentecon indios chontales, no les hicieron alguna molestia o vejacin, con que les diesenocasin a que la paz que haba dado y l tanto procuraba y deseaba conservarla,quebrasen y se alzasen, mand que ningn soldado tratase ni rescatase con los indios,sino que los dejase ir a donde l estaba y despus de haberlos contentado, repartira la

    comida que trajesen entre los soldados que ms necesidad tuviesen; el cual lo haca as,aunque algunos soldados no lo tuvieron por bueno, y no haciendo mucho caso de losque el gobernador haba mandado, a escondidas rescataban con los indios, unas vecescontentndolos con ddivas y otras veces quitndoles lo que traan al mojinete; y de estasuerte se naveg algunos das por esta provincia de Carari, y con toda esta seguridad noesperaban los indios en sus pueblos, sino poniendo en cobro sus mujeres e hijos ehacienda, salan por el ro en sus canoas a rescatar como est dicho.

    |Captulo quince

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    Cmo envi el gobernador a descubrir, y de cierto motn de Montoya, ycmo fueron castigados los culpados, y de las opiniones de la provincia. |

    Viendo el gobernador la mucha poblazn y gente que ribera del ro haba en estaprovincia de Carari, acord ver si aquella poblazn entraba la tierra adentro, y si podahallar algn principio de la tierra y noticia que buscaban, y as, nombrando porcaudillo a un Pedro Alonso Galeas, con ciertos soldados, lo envi a que fuese la tierraadentro y anduviese por ella ciertos das, al cabo de los cuales volviese con respuestade lo que hubiese; quedando l con el armada y la dems gente en un pueblo que en

    aquella provincia estaba orilla del ro, en el cual haba parado para este efecto.

    Visto lo mandado por el gobernador, se parti Pedro Galeas con la gente que se leencarg, y caminando la tierra adentro por un estero o laguna que cerca de aquel pueblose haca, top un camino en la tierra firme que se meta por una montaa muy espesa, ycaminando por l encontr con unos indios que venan cargados de casabe y otras cosas,las cuales, sintiendo a los espaoles y extraando la gente, dejando las cargas que traan,se pusieron en huda, de suerte que los soldado no pudieron haber de ellos sino unaindia que pareci ser de diferente nacin que los que estaban poblados en la barrancadel ro, porque as en la lengua, que no se entenda, como en el traje y hbito, era muydeferente de la otra gente, a la cul, preguntndole por seas donde estaba su tierra,

    respondi e dio a entender con seales que hizo, que estaba cinco das de camino all, yporque se acababa el trmino que el gobernador les haba dado, en el cual haban devolver a donde l quedaba, no curaron de pasar de all, antes luego dieron la vuelta adonde el gobernador estaba, y le hicieron relacin de los que haba pasado, al cualhallaron algo afligido, porque un Alonso de Montoya, soldado muy bullicioso y quedeseaba todo mal al gobernador, haba convocado ciertos soldados a que se juntasen conl y tomando algunas canoas y lo dems que hubiesen menester y pudiesen llevar,diesen la vuelta al Pir por el ro arriba, lo cual no falt quin lo descubri algobernador, y averiguando ser verdad este concierto, muy enojado del Alonso deMontoya, porque dems de esto se le haba querido amotinar otra vez e irse con algunossoldados, lo ech en prisin en una collera, sin querer usar con el rigor y castigo que

    mereca, lo cual le cay despus a cuestas; y porque parecindose que haba algunamanera de castigo, a los que claramente por sus bullicios merecan pena afrentosa, lesmandaban que fuesen bogando algunos das en los bergantines y canoas, a los cuales losque deseaban mal a Pedro de Orsa incitaban dicindoles que ms les vala morir y quehiciesen justicia de ellos que no que los trajesen afrentados como en galera remando; yesto no sin falta de malicia, porque los que lo decan y trataban eran los propios quemataron despus al gobernador, de donde se colige que lo hacan con intento de teneraquellos soldados propicios as, para que fuesen con ellos en efectuar su mal propsito.

    El gobernador, aunque le trajeron aquella seal de haber gente la tierra adentro, no curde detenerse ms all, as porque la noticia en cuya demanda iba se deca Omegua, y enaquella tierra no hallaba seal de tal nombre, como porque tena los navos y

    bergantines muy mal acondicionados y tratados, y porque no le faltase antes de llegar a

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    Omegua, diciendo que ya que aquel caudillo y soldados que l haba enviado, no habanquerido pasar adelante de donde tomaron la india, que ya no era justo que se volviese aello ni el armada se detuviese all ms tiempo, y as se parti el armada de est pueblo.

    Fue navegando el ro abajo hasta que sin saberlo lleg al cabo de la poblazn, a la cual

    algunos quisieron decir que era otra provincia llamada Manicuri, que era nombre de unpueblo de aquellos, y que toda la poblazn que haba desde la isla de Garca hasta dondeestaban, que eran ms de ciento y cincuenta leguas, eran dos provincias, la una llamadaCaricuri, y la otra Manicuri. Otros fueron de otra opinin, y sta es la ms cierta; que

    por causa que toda la gente de estas ciento y cincuenta leguas de poblazn era toda unapropia lengua y traje y trato y armas, que toda era una provincia, y que Caricuri yManicuri eran nombres de pueblos y no de la provincia.

    En todo este tiempo que dur esta poblazn, la gente sal a de paz en canoas, navegandoentre la armada, rescatando lo que traan, unos con el gobernador y otros con lossoldados escondidamente, como est dicho, por causa de lo que el gobernador haba

    mandado, el cual, aunque lo saba, con unos disimulaba y a otros reprenda de palabra.

    Traan los indios de esta provincia algunas joyas de oro fino, como son orejeras,caricuries en las narices y orejas; y aunque la poblazn tura tanta distancia, tinese pormuy cierto que no es mucha esta gente, porque los pueblos son pequeos y apartadosunos de otros media jornada y una, y segn el parecer y opiniones de muchos, a lo mslargo habr en esta poblazn diez mil naturales, antes menos que ms, que es harto poco

    para tanta distancia de tierra.

    Haba en esta provincia muchos gneros de frutas de las de la tierra, y gran cantidad demosquitos, as de los zancudos vocingleros como de los importunos jejenes.

    Aqu se acab de anegar y perder un bergantn que haba quedado, y quedaron solas doschatas en que iban los caballos, y fue necesario rehacerse de ms balsas y canoas paraen que se metiese la gente del bergantn.

    |Captulo diez y seis

    Cmo pasada la provincia de Carari dieron en un despoblado, y lanecesidad que en ella se pas, y de cmo llegaron a Mochofur, y de loquacaeci a la entrada de l.

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    Habiendo navegado el gobernador por la provincia dicha, y teniendo entendido quepasaba adelante la poblazn, no cur de preguntar a las guas ni lenguas si habadespoblado de all para bajo, lo cual fue causa de pasar muy grande hambre y necesidad,

    porque dieron en un despoblado del ro que turo nueve das; y como la gente habasalido desapercibida de la provincia de Carari, creyendo topar lugo que comer,

    acabseles bien breve lo que llevaban, y pasaron tan grande necesidad que en todo lodems de este tiempo no se coman entre los soldados sino algn pescado que conanzuelos pescaban y algunos bledos y verdolagas que en la playa del ro se hallaban, ytortugas y icoteas, y esto no en mucha abundancia, porque no en todas partes lo haba.

    Tinese por muy cierto que si el despoblado turara ms, que muriera e peligrara algunagente con la mucha hambre que pasaron. Culpaban todos en esto al gobernador, por nohaber hecho con diligencia el desamen que era obligado. En este despoblado se hallarondos bocas de ros grandes, no muy apartadas la una de la otra. Conocironse porque las

    barrancas tenan altas y bermejas y venan algo turbios, por lo cual se conjetur que novenan muy lejos sus nacimientos. Entran estos dos ros en el del Maran por la banda

    de mano derecha.

    No quiso detenerse el gobernador en ellos a descubrir y ver si eran pobladas, por lamucha falta que tenan de comida, y as se pas de largo, y sin se detener en ninguna

    parte ms de las noches que no navegaban, al cabo de los nueve das lleg a un puebloque estaba poblado a la barranca del ro y bien descuidada la gente de l de la venida delgobernador ni de su armada. Los indios de aquel pueblo, como vieron los espaoles,temindose del dao que les poda venir, juntaron todas sus mujeres y hijos con toda ladiligencia posible y metindolos en las canoas que all tenan, los echaron el ro abajo, yellos se quedaron a punto de guerra, todos juntos en su pueblo, con sus armas en lasmanos, que eran tiradores, dando muestras de querer defender sus casas.

    El gobernador tom los soldados que ms cerca de s hall con sus armas, y l con suarcabuz en la mano tom la delantera, saltando en tierra, yndose para donde los indiosestaba. Mand a los soldados que ninguno disparase arcabuz ni acometiese sin que l lomandase. Llevaba el gobernador un pao blanco en la mano, con el cual por seasllamaba a los indios, dndoles a entender que no les quera hacer mal. Los indios seestaban quedos en su escuadrn, puestos en arma, y reconociendo los halagos que elgobernador haca por seas con el pao, se apart del escuadrn un indio que pareca sercacique o principal de aquella gente, y con unos pocos de indios se vino a donde elgobernador estaba, tomando del pao que tena una vara, mostrndose amigable a los

    espaoles, se meti entre ellos; los dems indios se apartaron a un cabo, en una playaque all estaba, y teniendo sus armas en las manos, juntos en escuadrn, se estuvieronall hasta que lleg toda la ms gente del armada, que vena algo atrs. Pidioles elgobernador por seas que les diesen cierta parte de aquel pueblo, con la comida que enlos bohos haba, para aposentar su gente, y que en lo dems se estuviesen ellos y susmujeres y hijos. Mostraron los indios voluntad de que eran contentos de ello, y asmand el gobernador aposentar en aquella parte del pueblo que seal toda la gente delarmada, ponindoles grandes penas y estatutos para que de all no pasasen a los otros

    bohos o casas.

    Holgronse todos de la llegada a este pueblo, as por descansar del trabajo pasado, como

    por sacar los vientres de mal ao con la mucha comida que en l se hall, as de maz ytortugas como de otras comidas de la tierra.

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    Tenan los indios de este pueblo a las puertas de sus casas hechas unas lagunillas yalrededor cercadas de palos, y dentro muchas tortugas, de las cuales haba tanta cantidadque al parecer de todos pasaban de seis mil. Los soldados de la armada, se aprovecharonde todo el maz y tortugas y otras comidas que haba en los bohos o casas de aquella

    parte del pueblo donde se aposentaron, que haba para todos. Los indios, no estando

    satisfechos que los espaoles les guardaran lealtad y amistad, acordaron poner en cobroaquella comida que a ellos les haba cabido en suerte en la parte del pueblo que lesqued, y as la comenzaron a sacar poco a poco, escondidamente, lo cual visto por lossoldados, no curando de guardar ni cumplir lo que tena mandado su gobernador, ytemindose de otra necesidad como la pasada, acordaron prevenirse buscando lascomidas que los indios escondan y trayndolas a sus ranchos. Procuraba el gobernador

    poner grandes penas y amenazas para que no se hiciese esto, sino que dejasen a losindios sus comidas, y no aprovechaba nada, y por ver la desvergenza que en ello haba,

    prendi algunos soldados y mestizos, para atemorizar a los dems, entre los cualesprendi un mestizo, criado de don Hernando de Guzmn, su alfrez general, lo cualvisto por algunos mulos del gobernador, procuraron lugo hacer entender a don

    Fernando de Guzmn que era muy grande afrenta aquella que se le haba hecho; y esto afin de tener ocasin de tratar con el don Hernando de Guzmn lo que llevaba hurdidocontra Pedro de Orsa.

    Llamose este pueblo Machifaro. Es la gente de l diferente de la de arriba de laprovincia de Carare, as en personas como en trajes y vivienda, y en la lengua, por locual se conjetura que nunca fueron avisados estos indios de los de arriba de cmo ibanespaoles a su tierra.

    |Captulo diez y siete

    Que trata cmo el gobernador envi a descubrir, y de otras cosas quesucedieron en Machifaro.

    Hallando en este pueblo de Machifaro tan buen aderezo de comida como se ha dicho,para que la gente se reformase y descansase, y porque la Pascua de Navidad vena yacerca, acord el gobernador estarse en l algunos das; y para saber si cerca de all habaalguna otra provincia de gente con que los indios de este pueblo tuviesen algn trato, yver si se poda hallar algn rastro o principio de la tierra que andaban a buscar, envi alcaudillo Pedro Alonso Galeas con cierta gente en canoas para que lo fuesen a buscar, loscuales metindose por un estero o cinaga de pequea boca que entra en el ro Maran,

    por junto a este pueblo, a la mano derecha, que tena el agua tan negra que ponaadmiracin y pareca ser pronstico del dao que se les aparejaba; por el cual estero,

    yendo navegando, dieron en una laguna o lago de agua, tan grande que puso admiracina los que en ella entraban, y navegando por ella perdieron la tierra de vista por todas

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    haba hecho aquel vicario y provisor y no con ningn buen celo de los que arriba se handicho.

    Hubo grandes alteraciones entre los que algo presuman entender sobre que elgobernador no poda nombrar aquel juez eclesistico, ni el juez poda proceder por

    censuras, mas sin embargo de esto usaba el clrigo su oficio.

    En esta diferencia lleg Pedro Alonso y la dems gente que haban ido a descubrir, ytrajeron la nueva que arriba se dijo, de la laguna en que anduvieron; y sabido por todo elcampo, comenzaron algunos a desmayar y otros a descubrir las malas intenciones quetenan, como en el captulo presente |1se dir.

    |Captulo diez y ocho

    Que trata de lo que el gobernador pas con algunos soldados sobre quedecan que se volviesen a Pir, y de cmo los amotinadores persuadan amuchos que estuviesen mal con el gobernador, y las causas que para elloles daban. |

    Llevaba el gobernador Pedro de Orsa consigo por gua para que le llevasen a la noticiaen cuya demanda sali del Pir, ciertos indios brasiles de los que haban subido por estero que arriba se dijo, que dieron nuevas de Omegua, que llaman Dorado, y asmismo unespaol de los que haban bajado por el ro de la Canela con el capitn Orellana, loscuales, por el mucho tiempo que haba que pasaron por este ro y por la grandeza de l,no reconocan bien la tierra, y como haban ya navegado casi setecientas leguas y aquelcaudillo sali a descubrir y no trajo ninguna claridad de haber hallado gente y las guasno supieron dar razn suficiente del pasaje donde estaban ni si haba mucho ni pococamino de all a la noticia de Omegua, comenzaron algunos facinerosos soldados y

    mulos del gobernador a derramar fama y decir en todo el campo que las guasdesvariaban y los traan engaados, y que no haba Dorado ni provincia que tuviese lasriquezas que haban dicho, y que pareca claro, pues al cabo de haber navegado casisetecientas leguas por aquel ro, no haban hallado la tierra ni rastro de ella, y que loms acertado seria, antes que se acabasen de perder, dar la vuelta y volverse por el

    propio ro arriba al Pir, pues no haba ms qu buscar de lo buscado.

    Estas y otras cosas que los amotinadores derramaban por el campo y trataban a fin deatraer a si la gente, vinieron a noticia del gobernador, y querindolos desengaar ydeclararse con ellos, juntando o llamando algunos, les dijo la obligacin que tenan asalir con aquella empresa, y lo mucho que a todos importaba, y que hasta all casi no

    haban hecho ningunas entradas ni descubrimientos la tierra adentro; que se animasentodos a sufrir los trabajos, porque sin ellos no se haba poblado ni descubierto ninguna

    http://www.lablaa.org/blaavirtual/historia/rehis4/rehis2c.htm#_ftn1http://www.lablaa.org/blaavirtual/historia/rehis4/rehis2c.htm#_ftn1http://www.lablaa.org/blaavirtual/historia/rehis4/rehis2c.htm#_ftn1http://www.lablaa.org/blaavirtual/historia/rehis4/rehis2c.htm#_ftn1
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    que estaba hecho, a los cuales los traidores lugo hacan entrar en su escuadrn, y todoesto sin que los ms del campo entendiesen quines y cuntos eran en aquella junta, ycuando venan a entender la muerte del gobernador y su teniente, cada uno de los que nohaban sabido ni sido en el motn, crea que la mayor parte del campo fuesen en ello.

    Junta la mayor parte del campo, debajo de la cautela dicha, algunos de los amotinados,viendo que faltaba gente, salieron armados con amigos y paniaguados y unos por fuerzay a otros de grado, a unos con amenazas y a otros con promesas y halagos, los trajeron atodos a casa del gobernador, para que se hallasen presentes a unas solemnes exequiasque a los difuntos pensaban hacer, y para que supiesen y entendiesen a quin haban detener por general y a quin haban de obedecer y acatar y reverenciar.

    |Captulo veinte y uno

    Que trata de lo que toda la noche hicieron despus de haber muerto a sugobernador y a su teniente. |

    Junta, pues, toda la gente del campo en casa del difunto para hacer las exequias, juntoslos dos cuerpos muertos, mandaron los homicidas que dentro en la casa en el boho delgobernador, se les hiciese un hoyo para que pues haban sido compaeros en la vida lofuesen en la muerte, y los echasen all juntos. Los sufragios que por ellos hicieron fuenombrar lugo por su general a don Fernando de Guzmn, y por su maese de campo aLope de Aguirre, no curando por entonces de hacer ms oficiales por la muchaocupacin que pensaban tener en matar los amigos y paniaguados del gobernador y suteniente, a los cuales, con toda diligencia, desarmaron, y queriendo hacer de ellos lo quede su gobernador, el don Hernando de Guzmn que ya tena ttulo de general, no loconsinti, y recelndose los traidores que los muertos no resucitaran a tomar venganzacon mano y confederacin y liga de algunos amigos suyos o de otros soldados,

    mandaron que, so pena de la vida, ninguno hablase quedo sino altas e inteligibles voces,de suerte que de lo que hablasen no se pudiesen colegir cosa alguna de lo que ellosteman.

    Algunos soldados se descuidaron de cumplir este precepto, hablando unos con otrosalgo ms bajo de lo que estaba mandado, pusieron en detrimento sus vidas, y quisieronmatarlos, sino por ser personas de quien no se presuma que hablaban cosa en deserviciode la comunidad, les perdonaron, y temindose no hubiese aquella noche algn malrecaudo, y porque no tuviesen lugar ningunos soldados de comunicar algo contra ellos,no consintieron que ninguno se fuese aquella noche de all, mas antes velando y con susarmas en las manos los hicieron estar toda aquella noche en escuadrn, jactndose yalabndose de lo hecho; y porque estas exequias no quedasen sin ofrenda, mandaron conmucha liberalidad sacar cierto vino que el gobernador trata para decir misa, y como

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    diciendo que a la sazn que le mataron estaba tan mudado de lo que antes sola ser, quelos que de mucho tiempo le haban conocido y entonces le vean decan y afirmaban queno era posible ser el general Pedro de Orsa, antigua alabanza de soldados, porque sehaba hecho soberbio, avariento, codicioso, mal quisto, sobrado en el hablar, descuidadoen el gobernar, y otras cosas de esta suerte, y con todas estas objeciones que en l

    ponen, nunca han sabido decir ni declarar ningn agravio ni sinjusticia que a personaparticular en toda esta jornada hiciese, antes, como se ha dicho, ser en todo moderado ymodesto, y slo hizo justicia de aquellos que mataron a su teniente Pedro Ramiro,corregidor de Santa Cruz de los Motilones, en lo cual gan muy gran honra y crditocon todo el Pir y con el virrey y Audiencia, y quitando todos de s la sospecha quecontra l tenan, no le llamaban sino Pedro Leal, por lo cual se infiere ser claro, sertodas falsas estas objeciones y faltas que contra l se pusieron, y levantarlas, como se hadicho, algunos soldados, por relevarse de alguna culpa y pena de la mucha que merecen.Tambin se verifica ser falsas estas objeciones en que en ellos no hay soldados decuantos con el gobernador salieron de Pir en este disparate que conforme uno con otro,antes hay muchos ms que afirman lo contrario, y solos los que por haber sido culpados

    en esta rebelin andan algo desasosegados, porque la justicia los pretende desterrar delas Indias, como Su Majestad justa y santamente lo manda, dicen las objeciones dichascontra el gobernador.

    Una cosa pueden decir con gran razn contra el gobernador, y esta es haber sidodemasiado de confiado y no haber gobernado con la cautela que para con semejantessoldados se deba usar; porque si l no pensara que todos no eran tan leales como l, lhiciera lo que algunos amigos le escribieron, que echase fuera a los que le mataron, yaun despus hubo quin le aconsej que los matase e hiciese justicia de ellos, el cual, silo hiciera y si no confiara tanto como confi, su muerte de aquella suerte evitara.

    Todas las dems muertes que desde la suya en adelante sucedieron, aunque algunos hanquerido afirmar que fue permisin divina, por los pronsticos que de ella hubieron, queen algunas partes de lo arriba escrito se han dicho, y por lo que pas cinco das antesque lo matasen, que un comendador de la orden de San Juan, llamado Juan Gmez deGuevara, muy amigo de Pedro de Orsa, persona anciana y de gran crdito y verdad, elcual andndose paseando a buen rato de la noche, por junto a la puerta de su boho, queestaba ms cercano al boho del gobernador, en el pueblo primero de Machifaro, dondehaba las muchas tortugas, por respeto de la mucha calor que en aquel pueblo haca, vio

    pasar por junto o detrs del boho del gobernador un bulto mediano, del cual sali unavoz no muy recia y no conocida que dijo: "Pedro de Orsa, gobernador de Megua y del

    Dorado, Dios te perdone", y aguijando el comendador hacia donde haba visto el bulto yodo la voz, nunca pudo hallar rastro de quin fuese ni que de la voz pudiese colegir queera de hombre; y puesto en grande admiracin el comendador de esto que haba odo, lotrat y comunic con algunos amigos suyos y del gobernador, entre los cuales se coligique por respeto de estar en aquella sazn malo el gobernador, podra ser aquellaenfermedad fin de sus das, y porque de ello no recibiese alguna particular pesadumbreel gobernador, de que se le agravase ms la enfermedad, nunca osaron decrselo; de locual y de lo arriba dicho, se ha querido colegir por algunos, como es dicho, que pormuchas maneras pudo tener noticia el gobernador o aviso para mirar por si, y siemprelas ms veces se le ocult e otras no hizo caso de ello; y dando conclusin con esto a la

    jornada y vida del gobernador Pedro de Orsa, comenzaremos a decir de las guerras y

    discordias que entre s tuvieron todos los del motn, y cmo se mataron unos a otros, ydentro de un ao se consumieron con crueles muertes y otros estragos que hicieron.

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    En este tiempo, Sancho Pizarro, a quien el gobernador Pedro de Orsa haba ya enviadoa descubrir, no haba venido, ni sabia lo que en el campo pasaba, y temindose losamotinadores que no tuviese aviso Sancho Pizarro de lo sucedido y quisiese mostrarsecontra ellos con la gente que tena y haba llevado, pusieron lugo incontinente espasen el camino por donde haba de venir, para que ninguno pudiese ir a dar aviso y as

    vino dende a dos das de como mataron a Pedro de Orsa, el cual nunca supo losucedido hasta que entr en el campo, y los mismos amotinadores le dieron relacin delo que haban hecho y de lo mucho que haba importado a todos, y cun en conformidadde todo el campo, el cual como hombre sagaz, fingi haber sido muy acertado y haberseholgado de ello, lo cual visto por los amotinadores, fingiendo haber tenido muy

    particular cuenta con su persona, le dieron cargo de sargento mayor del campo, y l loacept y rindi las gracias por ello.

    Lo que este caudillo descubri en los das que anduvo fura del campo, fueron dospoblezuelos sin gente, en unas montaas faltas de comida y llenas de soledad.

    Captulo veinte y cuatro

    Que trata de la junta que hicieron los amotinadores para determinar lo quehaban de hacer, y lo que sobre ello pas. |

    Hechos y nombrados los oficiales dichos, para que en lo que se haba de hacer acerca dedescubrir la tierra del Dorado hubiese resolucin y determinacin entre todos, mandaronlos amotinadores y los dems sus oficiales, que se juntasen todos los capitanes ysoldados que en el campo haba para que tratndose y comunicndose en el negocio porconsulta general, diese cada uno su parecer y lo firmase de su nombre, y lo que msconveniente fuesen a todos se hiciese as.

    Y tomando la mano en dar su parecer don Hernando de Guzmn, general del motn, dijoque su parecer era que se deba buscar la tierra y noticia que Pedro de Orsa iba a

    buscar, y hallndola y descubrindola y siendo tal como se deca, Su Majestad se lotema a todos por muy gran servicio y les perdonara la muerte del dicho gobernador, yque para su descargo y que a Su Majestad costase de la mucha razn y justas causas quehaban tenido para matar a Pedro de Orsa, haran una informacin con todo el campo ocon los ms principales de l, cmo Pedro de Orsa iba remiso y descuidado en buscarla tierra, ni para ello haca las diligencias que era obligado, y que ya que la hallase no la

    pretenda poblar, y que era insufrible e intolerable a los soldados, y que as, para que los

    soldados se conservasen en servicio del rey, como para que la tierra se descubriese, fuenecesario y conveniente su muerte, porque si ms tiempo viniera, los soldados se

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    |Captulo veinte y seis

    De cmo los amotinadores se conformaron con el parecer de Lope deAguirre, y cmo Aguirre mat ciertos soldados. |

    Dende a pocos das todos los amotinadores y la dems gente plebeya se conformaron yaprobaron la opinin y parecer de Lope de Aguirre para ir a Pir, y as se confederaroncon l y determinaron de ir a Pir y robarlo y saquearlo y tiranizarlo, hacindose seores

    de l, y juntamente con esto empez Lope de Aguirre a usar y ejercer su oficio,empezando a matar algunos soldados por tenerlos l por sospechosos y que le parecaque mientras aquellos viviesen que l no tema la vida segura.

    Estaba en el campo un Garca de Arce, que arriba se dijo que era muy amigo ycompaero de mucho tiempo atrs del gobernador Pedro de Orsa, del cual temindoseLope de Aguirre, y con la facultad que tena de maese de campo, lo prendi, y dando aentender a su general don Hernando de Guzmn lo mucho que importaba, paraseguridad del campo, que Garca de Arce no fuese en l, le mand dar garrote,consintindole que confesase primero, que fue cosa que con pocos se hizo; y porque nose espantasen algunos de aquello poco, determin y concert de matar a Diego de

    Balczar, que haban hecho justicia mayor del campo, porque dijo que recibi la vara ennombre del rey, la cual le haban ya quitado a intercesin de Lope de Aguirre,

    parecindole que hombre que tan osadamente haba hablado, tambin tendraatrevimiento de hacer alguna cosa contra ellos. Fue, pues, una noche Lope de Aguirre yciertos amigos suyos a la cama donde estaba Diego de Balczar, y sacndole de elladesnudo como le hallaron, y llevndole a dar garrote. Entendiendo el efecto para que lollevaban, se les solt y ech a huir, dando muy grandes voces: "viva el rey, viva el rey",a fin de turbar y amedrentar con este nombre del rey a los que le iban siguiendo, y vistoque no le aprovechaba nada y que todava le seguan, a fin de escaparse de sus manos,se arroj de una barranca abajo, donde se lastim muy mal; y como era de noche, losamotinadores no curaron de seguirle, y l se escondi, y otro da de maana, sabido el

    caso por el general, lo mand a buscar, asegurndole la vida, y as se vino, y porentonces no le mataron.

    Y comenzando Nuestro Seor a mostrar su divinal justicia contra los principalesamotinadores y matadores de Pedro de Orsa, permitiendo que unos fuesen verdugos deotros, se derram fama en el campo, sin saber quin ni por quin no, que Pedro deMiranda, mulato, alguacil mayor de los amotinadores, y Pedro de Hernndez, su

    pagador mayor, que haban sido en la muerte del gobernador con los dems, pretendanmatar a don Fernando de Guzmn, su general, y a ciertos capitanes del campo; lo cualsabido o venido a noticia de Lope de Aguirre, con la gran sed que tenia de beber overter sangre humana, y fingiendo que lo haca con celo de la vida y honra de su generaly de los dems, prendi al Pedro de Miranda, mulato, y al Pedro Hernndez, y lugo los

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    buen celo o apariencia de l, no la quisiesen seguir, que si fuesen tantos que bastasen aquedar seguros en alguna poblazn de indios para poblar y sustentarse all, que l losdejara con un caudillo que ellos escogiesen, y partira con ellos todo lo que tuviese, asde armas corno de municiones y otras cosas, y si fuesen tan pocos que no bastasen ahacer esto, que l los llevara consigo como hermanos y en el primer pueblo de paz los

    dejara y de all se iran a donde quisiesen, y que por ningn temor no dejasen dedeclarar la voluntad y opinin que tenan, porque les daba su fe y palabra que por ellono correra ningn peligro sus personas y se hara con ellos lo que l deca y prometa yque estuviesen advertidos todos que los que quisiesen seguir la tierra del Pir lo habande firmar de sus nombres y jurarlo solemnemente, proponiendo de sustentar y hacer laguerra a fuego y a sangre y obedecer en todo a su general y capitanes, y para esto tenerentre s muy gran paz y conformidad, sin que haya disensiones ni revueltas entre ellos.

    Dicho esto, todos los ms soldados dijeron que eran contentos de seguir la tierra delPir y hacer el juramento como les era mandado, y firmado de sus nombres, exceptotres soldados solos, los cuales clara y abiertamente dijeron a don Hernando de Guzmn

    y a sus secuaces que no les queran seguir en nada contra Su Majestad, porque noestaban en disposicin de ello, y as no haban de firmar ni hacer el juramento que se les

    peda. Los traidores, algo pacficamente, les respondieron que pues ellos se habandeclarado, y su voluntad era no seguir aquella guerra, que no haban menester armas, yas les quitaron las que tenan y despus les fueron matando disimuladamente, como sedir adelante. Y porque no es justo que los nombres de hombres tan leales y que antesquisieron poner sus vidas en riesgo y detrimento que negar a su rey y seor ni hacercontra l ninguna vileza, especialmente sabiendo ellos que aquello que decan les habade costar la vida, tuvieron por mejor perderlas que cobrar infamia de nombre de traidor,carezcan de esta relacin, el uno se llamaba Francisco Vzquez, y el otro Juan deVargas Zapata, y el otro Juan de Cabaas; y con esto se concluy aquella junta,reservando aquella junta y juramento para otro da; y quisiera saber de qu pueblos eranestos tres soldados para nombrarlos.

    Captulo treinta y uno

    Que trata de cmo juraron los soldados y don Hernando, la guerra quehaban de hacer a los del Pir.

    El siguiente da los traidores dieron orden cmo con toda solemnidad se hiciese el

    juramento que el da antes se haba propuesto, y que todos firmasen lo que haban dicho,y as, tornndose a juntar toda la gente del campo y oficiales del don Hernando de

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    haban de matar, dar con don Hernando de Guzmn al travs, los cuales lo llevaron bienen la memoria.

    Saltados en tierra, como se ha dicho, lugo se fueron derechas a casa del don Hernandode Guzmn, dejando en los bergantines muy buena guarda de amigos que estuviesen

    sobre aviso y alerta, y a todos cuantos soldados topaba en el camino los llevaba consigo,dicindoles que iba a castigar ciertos amotinadores y que abriesen los ojos y mirasen

    por el prncipe su seor y le acatasen y reverenciasen, y si alguno de los amotinadoresse fuesen a amparar y defender con el prncipe tuviesen particular cuidado y vigilanciano le hiriesen o lastimasen, porque podra ser que como su excelencia era tan bueno,que ignorando la traicin que tenan contra su excelencia ordenada, aquellos a quieniban a matar los quisiese defender; mas que no por eso los dejasen de matar.

    Yendo Lope de Aguirre caminando con estas plticas hacia casa de su prncipe, porprobar primero la mano en alguna cosa sagrada, y por dar buen principio a lo que iba ahacer, se entr por casa de un clrigo llamado Alonso Henao, y por su propia mano le

    dio de estocadas y lo mat; y otros decan que no le mat, sino un Navarro Casado lomat pensando que mataba a otro mulo suyo; que el uno o el otro lo hiciese, l sequed muerto de las estocadas que le dieron; y prosiguiendo su viaje lleg a casa de su

    prncipe, el cual estaba echado en la cama, y descuidado del mucho cuidado que Aguirretraa, el cual oyendo el estruendo y alboroto que aquellos ministros de Satans traan, selevant de la cama desnudo en camisa, y como vio a Lope de Aguirre le dijo: qu esesto, padre mo, el cual le respondi: asegrese vuestra excelencia, y pasando de largoentr donde estaban el capitn Miguel Serrano y el mayordomo Gonzalo Duarte y unBaltasar Corts Cano, y dndoles muchas estocadas y lanzadas y arcabuzazos losmataron.

    El Martn Prez y Juan de Aguirre no olvidando lo que Lope de Aguirre les habamandado, viendo andar toda la gente revuelta y alborotada, hacindose erradizos ycontradizos con su prncipe don Hernando de Guzmn, le dieron ciertos arcabuzazos yestocadas con que miserablemente y cruelmente acabaron y dieron fin aquel su infeliceestado.

    Veis aqu cumplido lo que arriba se dijo: que Aguirre haca reyes y quitaba reyes; veisaqu acabado el estado y reino de don Hernando de Guzmn, prncipe de Tierra Firme;veis aqu conclusa su gravedad, que haba ya tomado mucha y muy sin fundamento;veis aqu fenecida su gran vanidad; veis aqu consumida su gran hinchazn; veis aqu

    deshecha su casa y majestad de prncipe; veis aqu despedidos sus criados y oficiales desu casa, y algunos muertos, y que no saben quin les pagar el salario que les habasealado, si Lope de Aguirre querr descargar su conciencia con ellos; veis aqu los

    privados abatidos; veis aqu los gentiles hombres sin seor a quin acompaar ni tenerpalacio; veis aqu en qu pararon y el fin y efecto que hubieron aquellas cuentas queechaba don Hernando con sus privados, vindose con ttulo de prncipe de Tierra Firme,dicindoles iremos a Pir y all me coronar, y vosotros que me habis colocado en esteestado os har muy grandes mercedes, os dar muy ricos repartimientos, os intitularseores de Salica, y al fin todos seremos seores de todo lo que quisiremos; no habrcosa que deseen nuestros corazones y voluntades que se les pueda denegar, y tantosvanos pensamientos como tuvo, y de tanta prosperidad como se prometa, no se dicen

    que le hayan odo decir que haba de carecer su cuerpo de sepultura, ni que haba dehaber algn vario suceso o desastrado fin, sabiendo por cosa clara que el paradero de los

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    estaban con esto desatinados y no saban hacia dnde navegar por no entender el ro niconocer las mareas.

    Tenan por delante unas puntas de tierra firme o de islas. Mand Aguirre a ciertospilotos que saliesen en ciertas piraguas y fuesen a reconocer desde aquellas puntas por

    dnde haban de navegar, los cuales fueron, y despus de haberlas bien visto, sevolvieron, y habiendo tenido hartas porfas sobre a qu parte caminaran, al fin sedeterminaron de tomar por donde mejor les pareci, y navegaron por all y dieron en un

    pueblo de indios pequeo, que estaba poblado en una isla de sabana a la barranca delro, los cuales salieron de paz y rescataban con los espaoles lo que tenan. Andandesnudos y traen en los pies unas suelas de cuero de venado atadas con cordeles amanera de|2

    Dej Lope de Aguirre en este pueblo o isla ms de cien piezas ladinas y cristianas de lasque trujeron de Pir, diciendo que no caban en los bergantines y que era peligro ir porla mar tanta gente y que para tantos faltaba el agua y comida. Tvose esta por una de lasgrandes crueldades que Lope de Aguirre hizo, porque se cree que los indios de aquellaisla lugo haban de matar y comer estas piezas o personas; ellas se haban de morir all

    por ser la tierra enferma y mala.

    del Pir, y los cabellos cortados a lneas redondas, y la primera lnea haceun espacio redondo en lo alto de la cabeza, de forma de una corona de fraile, salvo queel espacio alto es lleno de cabellos y la toma tresquilada, y ms abajo otra y otras, todaslas que caben en la cabeza, y entre una y otra lnea queda un espacio de cabellos.

    Esta quedada de estos indios de Pir fue causa de que se acrecentasen otras dos muertesde espaoles en el campo, a lo que algunos dijeron, pero yo no lo creo, sino que sera ylo hara Lope de Aguirre por no perder la buena costumbre. Fue el caso que diceelevantaron a dos soldados llamados el uno Pedro Gutirrez y el otro Diego Palomo,que estando hablando el uno con el otro, dijeron: las piezas nos dejan aqu, psete tal,hgase lo que sea de hacer; y para satisfacer la gente de que aquestos dos soldadoshaban dicho esto, dio Lope de Aguirre por bastante probanza un negro que dijo que selo haba odo decir. As les mand dar garrote, y se lo dieron. El Diego Palomo rogabacon mucha instancia al traidor que le dejase all vivo con aquellas piezas paradotrinarlas y ensearlas en las cosas de la fe, mas l no quiso, por no hacer bien a nadie.

    |Captulo cuarenta y siete

    En que se trata el tamao del ro Maran y de su disposicin. |

    Con esta inhumanidad se parti Lope de Aguirre de esta isla, y lugo se engolf con sugente y bergantines en la boca del ro Maran, que tena ochenta leguas de ancho,

    donde con las resacas de la mar pasaron tanta tormenta como se poda pasar en el golfode las Yeguas, y en este paraje pareci la cordillera de la mano izquierda estar poblada,

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