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1 66 ¿QUÉ SIGNIFICA HOY PENSAR POLÍTICAMENTE? SANTI AGO ALBA RICO. Los intelectuales y la política: de vuelta a la re alidad/ Entrevista a CLAUDE LEFORT . El intelectual y la políticai JOSÉ MARÍA RIDAO. El intelectual y sus quimeras / PAOLO VIRNO. El intelecto just in time/ PIERRE BOURDIEU. El racismo de la inteligencia! Entrevista a NOAM CHOMSKY. El dominio y los intelectuales. ' FRANCO BERARDI, BIFO. Del intelectual orgánico a la formación del cognitariado, IGNACIO SOTELO. La inteligencia y el intelectual/ ANNE QUERRIEN. Uno. 121, r.iillones de intelectuales Diál ogo con WU MING 1 y LELLO VOCE. Creación colectiva y compromiso. PIERRE VIDAL NAQUET . E sbozo de un recorrido anticolornalista. EL ES CRITOR Y LA DEMOCRAC IA Debate entre CORNELIUS CASTORIADIS, OCTAVIO PAZ, JOR GE SEMPRÚ:\ y CARLOS BARRAL

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Franco Bifo Berardi - Del Intelectual Orgánico a la formación del Cognitariado Revista Archipiélago, Nro 66.

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¿QUÉ SIGNIFICA HOY PENSAR POLÍTICAMENTE?

SANTIAGO ALBA RICO. Los intelectuales y la política: de vuelta a la realidad/ Entrevista a CLAUDE LEFORT. El intelectual y la políticai JOSÉ MARÍA RIDAO. El intelectual y sus quimeras/ PAOLO VIRNO. El intelecto just in time/ PIERRE BOURDIEU. El racismo de la inteligencia! Entrevista a NOAM CHOMSKY. El dominio y los intelectuales.' FRANCO BERARDI, BIFO. Del intelectual orgánico a la formación del cognitariado, IGNACIO SOTELO. La inteligencia y el intelectual/ ANNE QUERRIEN. Uno. 121, r.iillones de intelectuales Diálogo con WU MING 1 y LELLO VOCE. Creación colectiva y compromiso. PIERRE VIDAL NAQUET. Esbozo de un recorrido anticolornalista.

EL ESCRITOR Y LA DEMOCRACIA Debate entre CORNELIUS CASTORIADIS,

OCTAVIO PAZ, JORGE SEMPRÚ:\ y CARLOS BARRAL

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Del intelectual orgánico a la formación del cognitariado

FRANCO BERARDI, B IFO

L palabra "intelectual" ha perdido hoy buena parre de su signi­-.:ado. Es cierro que a lo largo del siglo XX se condensaron alrede­

~ de esta palabra las cuestiones de la ética, de la política y del qué ·.ccer. Sin embargo, en los últimos decenios del siglo XX la natura­

::.a del trabajo intelectual ha cambiado por completo. Cuando las ~ologías digitales han hecho posible la concatenación y la cone­-n en r_ed de los fragmentos individuales de trabajo cognitivo, el

- ajo intelectual, fractalizado y celularizado, se ha visto sometido "1COCeso de producción de valor. En las páginas que siguen trata­;:e hablar del papel que los intelectuales tuvieron en la época del =miento moderno y del papel que el trabajo cognitivo desem­-"...a en la época actual, y de proponer una estrategia fundada en la

rganización del cognitariado, es decir, del trabajo cognitivo ..1 red en tanto que subjetividad política en movimiento.

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Las formas políticas e ideológicas de la izquierda del siglo XX se han vuelto inoperantes en este nuevo contexto. El movimiento que apareció en Seattle en noviembre de 1999 ha sabido descubrir el nuevo terreno de la lucha social, contra la devastación ambiental y psíquica del planeta, contra la privatización de los productos del saber colectivo, contra la comercialización del biogenoma. Ahora debe ser capaz de oponer a la ideología globalista del capitalismo neoliberal, que ha fracasado, una nueva globalización alternativa a la del capital, la globalización autónoma del trabajo cognitivo au­toorganizado en la red.

Universalismo y dialéctica histórica

El concepto de intelectual se formó a partir del movimiento ilustrado. El intelectual ilustrado no se define por su condición social, sino por el hecho de encarnar una ideología, es decir, un sistema universal de valores. El papel que la Ilustración atribuye al intelectual es el de fundar y garantizar, mediante el uso de la ra­zón, la realización de los principios universales, el respeto de los derechos del hombre, la igualdad ante la ley y la universalidad del derecho. La figura moderna del intelectual halla su legirimidad fi­losófica en el pensamiento de Kant. En el marco del pensamiento kantiano, el intelectual aparece como una figura trascendental, cuya actividad es independiente de la experiencia social o, en todo caso, cuyas opciones cognoscitivas y éticas no están determinadas por ella. El intelectual aparece en la época de la Ilustración como el portador de una racionalidad universal, abstractamente huma­na, y en ese sentido puede ser considerado como la concreción subjetiva del "yo pienso" kantiano. El papel del intelectual está es­trechamente ligado a la elaboración del sistema de valores que constituye el universalismo moderno. El intelectual es el garante de un pensamiento libre de cualquier pertenencia, expresión de una racionalidad universalmente humana. En este sentido, es ga­rante de la democracia. La democracia no puede derivar de una raíz cultural, de una pertenencia, sino únicamente del desierto, del horizonte ilimitado de posibilidades y opciones, de la posibili­dad de acceso y de ciudadanía para toda persona en cuanto agente semiótico, en cuanto sujeto que intercambia signos para acceder a la racionalidad universal. La figura del intelectual se contrapone, en este sentido, a la figura romántica del pueblo o, mejor dicho, se sustrae a ella. El pensamiento universal , del que nace la aventura moderna de la democracia, se sustrae a la terrirorialidad de la cul­tura. La democracia no puede llevar la impronta de una cultura, de un pueblo ni de una tradición: tiene que ser un juego sin fun­damentos, invención y convención, y no afirmación de una perte­nencia.

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Muy distinto es el punto de vista del intelectual revolucionario que se presenta con el pensamiento histórico-dialéctico. En la un- ''La democracia tiene décima Tesis sobre Feuerbach, Marx escribe sobre el papel que el que ser un juego conocimiento debe desempeñar en el proceso histórico: "Hasta sin fundamentos, ahora, los filósofos han interpretado el mundo, ahora se trata de invención cambiar!Q". El intelectual marxista se concibe a sí mismo como un y convención, instrumento del proceso histórico de realización de una sociedad y no afirmación sin clases. Con Marx el pensamiento se hace históricamente eficaz de una pertenencia" sólo cuando reconoce en la clase obrera el horizonte de su acción. El proyecto comunista hace de la teoría una potencia material, y del conocimiento un instrumento para cambiar el mundo. El inte-lectual se convertirá en portador de una misión universal sólo en la medida en la que participe en la lucha por la abolición de las clases y del trabajo asalariado. El intelectual no tiene nada que ver con el pueblo (Volk) en esra visión, porque el pueblo es la figura territo-rializada de la pertenencia, y el predominio de la Kultur sobre la ra-zón es la preeminencia de la raíz sobre la finalidad. Por el contrario, la clase obrera no pertenece a territorio ni cultura ni herencia algu-nos, y su horizonte mental es el de una clase universalmente explo-tada y, por ello, orientada a una tarea universal de liberación de la exploración.

Intelectual y cognitariado

El papel de los intelectuales es central en la filosofía política del siglo XX y, en especial, en el pensamiento comunista revolucionario a partir de Lenin. En su libro ¿Qué hacer?, Lenin se pregunta cómo es posible organizar la acción colectiva y cómo puede ser eficaz la acción de los intelectuales. Para Lenin los inrelectuales no son una clase social, no tienen intereses sociales propios que defender. Sue­len ser expresión de la renta parasitaria y pueden hacer elecciones "puramente intelectuales", haciéndose instrumentos y organizado­res de la conciencia revolucionaria que deriva del pensamienro filo­sófico. En este sentido, los inrelectuales son lo más parecido al puro devenir del espíritu, al despliegue hegeliano de la autocon­ciencia. Por su parte, los obreros, aun siendo portadores de un in­terés social, no pueden pasar de la fase puramente económica (el en sí hegeliano del ser social) a la fase política consciente (el para sí de la auroconciencia) si no es a través de la forma política del partido, que encarna y transmite la herencia filosófica. Marx habla del pro­letariado como heredero de la filosofía clásica alemana: gracias a la lucha obrera se hace posible la realización histórica del horizonte dialéctico, el punro de llegada del desarrollo filosófico alemán, des­de la Ilustración kantiana hasta el idealismo romántico.

En Gramsci, la reflexión sobre los inrelectuales tiene connota­ciones de análisis social y se aproxima a una formulación materia-

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lista del carácter orgánico de la relación entre intelectuales y clase obrera. De rodas formas, la dimensión colectiva de la actividad in­telectual se identifica siempre con el partido, que es definido como intelectual orgánico. El intelectual de la tradición moderna (el que aún no ha sido puesto a trabajar en la red digital) no puede tener acceso a la dimensión colectiva si no es a través del partido.

En la segunda mitad del siglo XX, como consecuencia de la esco­larización de masas y de la transformación técnico-científica de la producción, el papel de los intelectuales se redefine. No hay ya un grupo social independiente de la producción, no hay ya individua­lidades libres que cargan sobre sí una opción puramente ética y li­bremente cognoscitiva, sino un sujeto social de masas que tiende a convenirse en parte integrante del proceso global de producción. Paolo Virno habla de "intelectualidad de masas" para referirse a la formación de la subjetividad social ligada a la masificación de las competencias intelectuales en la sociedad industrial avanzada. El nacimiento del movimiento estudiantil en los años 60 fue el signo de un cambio del escenario social en el que aparece esta nueva fi­gura de la intelectualidad de masas.

El cambio de perspectiva que se produjo a finales de los 60 fue analizado de modo original por el llamado "operaismo" italiano (Mario Tronti, Raniero Panzieri, Toni Negri, Romano Alquari). Yo prefiero denominar a esta corriente de pensamiento "composicio­nismo", porque su principal contribución teórica fue la reformula­ción del problema de la organización política en términos de com­posición social. El composicionismo abandona la noción leninista de partido como intelectual colectivo, deja de lado la propia no­ción de intelectual y propone un reexamen de la noción marxiana de general intellect. Marx había hablado de general íntellect en un fragmento de los Grundrísse conocido como "Fragmento sobre las máquinas":

En la medida, sin embargo, en que se desarrolla la gran industria, la creación de ri­queza efectiva depende cada vez menos del tiempo de nabajo y de la cantidad de traba­jo empleados, que de la potencia de los agentes puestos en movimiento durante el tiem­po de trabajo, potencia que a su vez (su powerful efficti.veness) no guarda relación alguna con el tiempo de trabajo inmediato que cuesta su producción, sino que depende más bien del estado general de la ciencia y del progreso de la tecnología, o de la aplicación de esa ciencia a la producción. [ ... ] La riqueza efectiva se manifiesta más bien [ ... ] en la enorme desproporción entre el tiempo de rraba"jo empleado y su producto, así como en la desproporción cualitativa entre el trabajo, reducido a una pura abstracción, y la po­tencia del proceso de producción [ ... l

La naturaleza no construye máquinas, ni locomotoras, ferrocarriles, telégrafos eléc­tricos, telares automáticos. Son, éstos, productos de la actividad humana: materia natu­ral rransformada en órganos de la voluntad humana sobre la naturaleza o de su actua­ción con la naturaleza. Son órganos del cerebro humano creados por la mano humana: capacidad objetivada del conocimiento. El desarrollo del capital fijo muestra hasta qué punto el saber, o knowledge, social general se ha convertido en fuera productiva inme­diata y, por tanto, hasta qué punto las condiciones del proceso de la vida social misma han quedado bajo el control del general intellect, y han sido remodeladas conforme al

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iismo. Muescra hasca qué puma las fuerzas productivas sociales son producidas no 510 en la forma del conocimiento, sino como órganos inmediaws de la práctica social , ,d proceso viral real.

Durante el siglo de las revoluciones comunistas, la tradición narxista-leninista ignoró y dejó en la sombra el concepto de gene­•al intellect, pero en la transformación productiva postindustrial 1parece como la fuerza productiva central. A finales de siglo, gra­:ias a las tecnologías digitales y a la creación de la red telemática 5lobal, el proceso social en su conjunto es redefinido por ·e1 general rntellect y la concepción leninista del partido sale definitivamente de escena, del mismo modo que la noción gramsciana de intelec­rual orgánico pierde solidez, porque se funda en la adhesión de los intelectuales a una ideología, mientras que lo que ahora cuenta es la formación de una nueva concatenación social, a la que podemos llamar cognitariado, que representa la subjetividad social del gene­ral intellect.

Si queremos hablar del "qué hacer" de nuestros tiempos, tene­mos que concentrar nuestra atención en la función social del traba-10 cognitivo. No se trata ya de construir una vanguardia subjetiva que organice el imelectual colectivo, sino de crear movimientos ca­paces de organizar a los trabajadores cognitivos como factor de rransformación de todo el proceso de trabajo social . El problema de nuestro tiempo es la creación de una función recombinante, de una función de subjetividad capaz de atravesar los varios ámbitos de la producción social, recombinándolos en un marco paradigmá­tico que no dependa del beneficio sino de la utilidad social.

El trabajo intelectual no es ya una función social separada del trabajo global, sino una función transversal a codo el proceso so­cial. Es, en realidad, creación de imerfaces recnolingüísricas que hagan posible la fluidez del proceso y su capacidad recombiname. Recombinar no significa subvertir ni derrocar, ni hacer emerger una aucemicidad social oculta, sino más bien, ensamblar elememos de conocimiento de acuerdo con un criterio distinto al del benefi­cio y la acumulación de valor.

No se trata ya de construir formas de represemación polírica, sino de dar forma a procesos de conocimiemo y de concatenación técnica y productiva basados en modelos epistémicos autónomos del beneficio y movidos por la utilidad social. Los imelecmales no encuentran ya el lugar de la acción política fuera de su práctica co­ridiana, sino en la concatenación de saber y prácricas sociales.

El programador debe de hacer de programador, el médico debe hacer de médico, el bioingeniero, de bioingeniero y el arquitecto, de arquitecto, mientras que en la visión leninista cada uno de ellos debía hacer de revolucionario profesional, porque en eso consisría llevar la conciencia revolucionaria a los trabajadores desde fuera. Pero el programador, el ingeniero, el médico y el arquirecco deben

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"La figura del intelectual sale rediseñada por completo de la evolución de la producción en los últimos decenios"

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ante todo reorientar su propia acción cognoscitiva, cambiando la función y la estructura de su propio campo de conocimiento y de acción productiva.

En el curso de los años 90, la puntocommanía hizo posible un amplísimo proceso de autoorganización de los productores cogni­tivos. Pudieron i·nvenir sus competencias, su saber y su creatividad hallando en el mercado bursátil los medios para crear empresa. Sin embargo, la puntocommanía estuvo dominada por una ideología un tanto fanática de optimismo liberal que hizo a los trabajadores cognitivos subordinados y dependientes del capital financiero. Pero el proceso real que se produjo en los años de las puntocom contenía elementos de innovación social además de tecnológica. En la segunda mirad de los años 90 se desarrolló una auténtica lu­cha de clases en el seno del proceso productivo de las airas tecnolo­gías. El devenir de la red se ha visro marcado por esa lucha. Los monopolios del software, de la telefonía, del entertainment y de la publicidad explotaron la inteligencia colectiva, y hoy tratan de arrebatarles los instrumenros de su autoorganización para encerrar­la definirivamenre en una condición de subordinación flexible, precaria y celularizada. Las puntocom fueron el laboratorio de for­mación de un modelo productivo y de un mercado. Al final, el mercado fue conquistado y asfixiado por los monopolios, y el ejér­cito de autoempresarios y microcapitalistas de riesgo fue saqueado y disuelto. Se abrió así una nueva fase: los grandes grupos mono­polísticos que se hicieron fuertes en el ciclo de la new economy se aliaron con el grupo dominante de la old economy (el clan Bush, re­presentanre de la industria petrolera y militar), marcando así el bloqueo del proceso de globalización. El neoliberalismo produjo su propia negación, el dominio monopolista y la dictadura estatal-militar. Los trabajadores cognitivos, que habían sido entu­siastas defensores de la ideología liberal, se convienen así en sus marginados o sus víctimas.

La promesa implícita de la ideología de la new economy era la de recibir altas retribuciones y una panicipación en la suene econó­mica del sistema. A partir de 2000 el castillo de naipes de la new economy se vino abajo y abrió la crisis de la clase virtual. La energía psíquica invertida en la economía se redujo. No había demasiadas posibilidades de obtener airas retribuciones, el empleo disminuía en los sectores innovadores y la inseguridad podía convertirse en pánico.

Este cambio de escenario trajo consigo una transformación de las perspectivas del proceso de trabajo cognitivo. La clase virtual, segura de sí misma, encerrada en los circuitos de una economía que se creía a salvo de las desgracias del mundo material y de las crisis cíclicas, se ha visto obligada a reconocerse como cognitariado, como proletariado dotado de medios intelectuales extraordinarios,

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depositario del saber en el que se funda la sociedad capitalista. El yuppie feliz ha descubierto que es un trabajador explorado, y en ese "Nuestra mente descubrimiento está la condición de un proceso de auroorganiza- tiene necesidad ción del trabajo cognitivo. La figura del intelectual sale rediseñada de tiempos lentos por. completo de la evolución de la producción en los últimos de- para la elaboración" cernos.

La inteligencia técnico-científica

Tanto Lenin como Gramsci consideran al intelectual como una figura inconexa que sólo alcanza organicidad en su relación con una subjetividad social externa a sí. El intelectual puede convertir­se en funcionario o ideólogo de la clase burguesa o, por el contra­rio, puede transformarse en revolucionario profesional, actuar como intelectual orgánico de los intereses de emancipación de la humanidad, aceptando la hegemonía de la clase obrera encarnada por su partido.

Pero cuando, como resultado de la presión obrera y democrática, la enseñanza se convirtió en un fenómeno de masas y los saberes se integraron directamente en el proceso de producción, la figura del intelectual cambió por completo. El movimiento de los estudiantes se convirtió en un actor decisivo de la historia moderna cuando, en 1968, maduraron los efectos sociales de la escuela de masas. Por primera vez en la historia, la función intelectual se reconoció como sujeto político de masas. El movimiento estudiantil sólo tuvo una conciencia parcial del cambio social que estaba señalando. Al me­nos en Europa, una parte importante del movimiento estudiantil ;:rató de interpretar su papel de acuerdo con las categorías del mar­xismo- leninismo, concibiéndose a sí mismo como vanguardia polí­cica, como ejército de intelectuales al servicio del pueblo. Pero la :ropia existencia de un movimiento de trabajo intelectual en for­:::iación hizo surgir la perspectiva de una organización social de la

relectualidad de masas. Hans J ürgen Krahl, un dirigente del movimiento estudiantil ale­

~. escribió a principios de los años 70, poco antes de su rempra­.::a muerte en un accidente de tráfico, las "tesis sobre la inteligencia ·ecnico-ciemífica'' que se publicaron, primero, en 1969 en el nº 25 - la revista Sozia!istische Korrespondenz-Info y, después, en su libro .~:Smtitution und K!assenkampf Krahl afirma por primera vez que la -!.leva composición social del trabajo intelectualizado no puede ser :i-rganizada según las categorías políticas y organizativas del moví­~ ento obrero tradicional.

Las teorías u adicionales de la conciencia de clase, sobre todo según Lenin, tienden a ::tC:ndir la conciencia de clase de sus elementos económicos. Ignoran el papel metaeco­

llUCO, es decir, constitutivo de la riqueza y de la cultura, que ejerce la subjetividad criva.

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68 es el Acontecimiento que marca la fusión entre la inteligencia social (en cuanto productor de riqueza social) y el trabajo físico; punto de fusión que marca el fin del viejo binomio: intelectuales vs. obreros. Ahora los intelectuales son los obreros, y viceversa (la educación de masas y la eclosión de la telemática llevan el conocimiento al trabajo y al proceso de producción, incluso a la escuela —notebooks, etc.).
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La separación analírica enrre esfera económica y esfera de la conciencia renía un fun­damenro real cuando el trabajo productivo esraba separado efectivamente del trabajo inrelecruaJ , pero perdió su significado cuando el trabajo inreleccual fue subsumido en el proceso global de producción. La producción no debe considerarse corno un proceso puramente económico, gobernado sólo por las leyes del dar y el tener; en ese proceso in­tervienen factores extra.económicos que se muesrran ranro más decisivos cuanro más se inrelecrualiza el prpceso de trabajo. La culrura social, las imaginaciones opuestas, las ex­pectativas y las decepciones, el odio y la soledad enrran a modificar el ritmo y la fluidez del proceso producrivo. Las esferas emocional, ideológica y li ngüística condicionan la productividad social. Y esro se hace ramo más claro cuanro más se implican en el pro­ceso de producción de valor las energías emotivas, lingüísticas y proyeccuales.

La combinación social da a la producción un carácter cada vez más científico y, de ese modo, hace de ella una totalidad, un rrabajador colectivo, pero al mismo tiempo re­duce la capacidad de trabajo individual a simple momenro del proceso.

La aplicación de la ciencia y la técnica al proceso productivo ha alcanzado un esta­dio de desarrollo ral que amenaza con hacer salear el sisrema. Ha inducido una natura­leza nueva de la socialización del trabajo productivo que no tolera ya la forma de obje­tivación impuesta por el capital al trabajo mismo1•

Sobre la base de estas premisas, Krahl critica el proyecto político del movimienro obrero del siglo XX:

La ausencia de una reflexión sobre la consricución (Verfassung) cacegorial de la con­ciencia de clase como categoría no empírica ha llevado al movimiento socialisca a una reducción rácica de la conciencia de clase en un semido leninista que es inadecuado para las metrópolis.

El leninismo, como modelo organizativo y como concepción de la relación entre conciencia social y proceso de trabajo global, es inadecuado para la siruación metropolirana, dice Krahl, y absolura­menre inadecuado cuando la composición social del rrabajo ad­quiere la forma de red, añadimos nosorros. La concepción leninista se fundaba en una separación enrre proceso de trabajo y actividad cognoscitiva superior (!lamérnosla "conciencia"). Esta separación tiene un fundamenro en la forma de trabajo protoindustrial, mien­tras el obrero es consciente de su oficio pero carece de conciencia alguna del sistema de saberes que estructura la sociedad. Pero el fundamenro de esa separación se hace cada vez más frágil desde que el obrero masa toma cuerpo en la escena social, porque el obrero masa, obligado a una actividad de trabajo cada vez más parcelada y repetitiva, desarrolla su sociabilidad en una dimensión que resulta inmediaramente subversiva y anricapitalista. Y esa separación care­ce por completo de fundamento cuando nos hallamos frenre a la forma menralizada del trabajo social, cuando cada operador inte­lecrualizado se conviene en portador de un conocimiento específi­co y de una percepción, aunque sea atormentada, quebrada y frag­menraria, del sisrema social de saber que abarca al conjunro de los procesos productivos.

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NOTAS

l. Hans Jurgen Krahl, Kr.msma.. rmd K!assenkampf Frankfurc _ Kririk, 1971 (rr. ir.: Co.stifll:;lllJ. /atta di classe, Milán , Jaca Bu ¡ 9-3, p. 365).

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Una nueva reflexión sobre todo esto es lo que está en juego en D&G desde el principio.
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Cibertiempo y expansión del capitalismo

Rosa Luxemburg sostenía que el capitalismo tiene un impulso íntimo hacia la expansión continua. El imperialismo es la expresión económica, política y militar de esa necesidad de expansión conti­nua que lleva al capital a extender continuamente su dominio. Pero, ¿qué sucede cuando rodo el espacio del territorio planetario ha sido sometido al poder de la economía capitalista y todo objeto de la vida cotidiana ha sido transformado en mercancía?· En la mo­dernidad tardía el capitalismo parece haber agotado cualquier posi­bilidad de ulterior expansión. Durante un tiempo, parecía que la conquista del espacio extraterrestre podía ser una nueva dirección para la expansión capitalista. Pero hemos visto después que la direc­ción de desarrollo está siendo, sobre todo, la conquista del espacio interior, del mundo interior, el espacio de la mente, del alma y del aempo.

La colonización del tiempo ha sido un objetivo fundamental del desarrollo del capitalismo durante la edad moderna. El cambio an­uopológico que el capitalismo ha producido en la mente humana y en la vida cotidiana ha sido, sobre todo, una transformación de la percepción del tiempo. Pero con la difusión de las tecnologías digi­wes, que hacen posible una aceleración sin límites, sucede algo nuevo. El tiempo se convierte en el principal campo de batalla, =es ése es el espacio <le la mente: tiempo-meme, cibeniempo.

Hay que introducir aquí la distinción entre ciberriempo y cibe­=pacio. El ciberespacio es la esfera de conexión de innumerables ~mes humanas y maquinales de enunciación, la esfera de la cone­

n entre mentes y máquinas de expansión ilimitada. Esta esfera _:Jede crecer indefinidamente, porque es el punto de intersección

cuerpo orgánico con el cuerpo inorgánico de la máquina elec­nICa.

Pero el ciberespacio no es la única dimensión posible de desa­llo de esta conexión: el ciberriempo es la otra cara del proceso.

:_ la cara orgánica del proceso, y su expansión está limitada por :rores orgánicos. Se puede expandir la capacidad de elaboración

cerebro humano por medio de drogas, del adiestramiento y la ción, por medio de la ampliación de las capacidades inrelec­

- es, pero el cerebro tiene límites de tiempo, que están ligados a ~ dimensión emocional y sensible del organismo consciente.

l'.n general, llamamos ciberespacio al universo global de infini­relaciones posibles de un sistema rizomático que conecte en ncia cualquier terminal humano con cualquier otro y que co­-= al mismo tiempo terminales humanos y maquinales. El ci­pacio es un rizoma neurotelemático, es decir, una red no je­

,:iica y no lineal, que conecta mentes humanas y dispositivos =ónicos.

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"El cibertiempo es la cara orgánica del proceso, y su expansión está limitada por factores orgánicos"

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El cibertiempo no es una dimensión puramente extensiva, por­que está vinculado a la intensidad de la experiencia que el organis­mo consciente dedica a elaborar informaciones que proceden del ciberespacio. La esfera objetiva del ciberespacio se expande a la ve­locidad de la replicación digital, pero el núcleo subjetivo del ciber­tiempo evoluciona a un rirmo lento, el rirmo de la corporalidad, del goce y del sufrimiento. La composición técnica del mundo cambia, pero la apropiación cognitiva y la realidad psíquica no la siguen de manera lineal. El cambio del entorno tecnológico es mu­cho más rápido que el cambio de los hábitos culturales y de los mo­delos cognitivos. El estrato de la infosfera es cada vez más denso y el estímulo informativo invade cada átomo de atención humana. El ciberespacio crece de modo ilimitado, pero el tiempo mental no es infiniro. El núcleo subjetivo del cibertiempo lo sigue con el rir­mo lento de la materia orgánica. Podemos aumentar el tiempo de exposición del organismo a las informaciones, pero no es posible intensificar la experiencia más allá de cierto límite.

Más allá de ese límire, la aceleración de la experiencia provoca una conciencia reducida del estímulo, una pérdida de intensidad que afecta a la esfera de la estética, de la sensibilidad y de la érica. La experiencia del otro se banaliza. El otro se convierte en parte de una esrimulación frenética ininterrumpida y pierde su singularidad y su intensidad, pierde su belleza. Menos curiosidad, menos sor­presa; estrés, agresividad, ansiedad, miedo. La aceleración produce un empobrecimiento de la experiencia, porque estamos expuestos a una masa creciente de estímulos que no podemos elaborar con la forma intensiva del goce y del conocimiento. Más información y menos significado. Más información y menos placer.

La sensibilidad esrá en el tiempo. La sensualidad está en la lenti­rud, y el espacio de la información es demasiado vasto y rápido para poder elaborarlo de manera intensiva y profunda. La cuestión fundamental de la transformación presente se encuentra en el pun­ro de intersección entre cibertiempo orgánico y ciberespacio elec­trónico.

La gran mayoría de la humanidad sufre la invasión del flujo vi­deoelectrónico a la vez que la superposición del código digital y los códigos de reconocimiento e identificación de la realidad que mo­delan las culturas orgánicas. La epidemia psicopática que parece extenderse en los comportamientos sociales depende (entre arras cosas) de este desfase, de esta asimetría entre el formato de la emi­sión (el sistema tecnocomunicativo) y el formaro de la recepción (mente social). La aceleración producida por las tecnologías de red y las condiciones de precariedad y dependencia del trabajo cogniti­vo, obligado a sufrir los tiempos de la red productiva, han causado una saruración de la atención humana que ha alcanzado niveles pa­rológicos.

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CARPET.1.

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¿No hay algo aquí que no cierra, como una especie de paso atrás? Si hay algo que el ciber-espacio y la época de las redes producen es, TAMBIÉN, la indistinción entre el binomio emisor-receptor. Toda célula individual es ahora un emisor, puede ser un emisor, es invitado a ser un emisor, y a no dejar de emitir jamás (facebook, blogs, etc.), a no detener jamás el flujo de información emitido. Esto, sin duda, debe impactar en el ciber-tiempo. Se retrocede si se dice que 'nuestro' problema es el de que hay demasiada info allá afuera, de que somos receptores que no damos a vasto, de que hay una asimetría entre lo que me envían y lo que puedo masticar, digerir, y el tiempo disponible y la velocidad intensiva requerida. Es necesario analizar precisamente el papel activo, productivo de cada individuo ("inteligencia social", para seguir los conceptos del propio Bifo) en esa demencia capitalista.
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Page 12: Franco Bifo Berardi - Del Intelectual Orgánico a La Formación Del Cognitariado (Archipiélago Nro 66)

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En los últimos tiempos se ha empezado a trabajar sobre la econo­mía de la atención. En el proceso de trabajo no tenemos disponibi­lidad alguna de tiempo: la atención está supersaturada. No tenemos tiempo para la atención en el trabajo y, en segundo lugar, no lo te­nemos para el afecto, para ese tipo de atención espacial que llama­mos erotismo, la atención por nuestro cuerpo y por el cuerpo de otros. La sensibilidad tiende a volverse torpe.

Pero, ¿qué sucede cuando ya no tenemos tiempo- para prestar atención? Sucede que percibimos las cosas mal y que no estamos en condiciones de decidir de modo racional. El resultado es lo que los psiquiatras llaman pánico. La sociedad corre el riesgo de caer en una situación de pánico, de psicopatía difusa, de desensibilización y de falta de afectividad. La molestia por los demás y la reacción agresiva son las raíces del nuevo clima de guerra en el que se ha pre­cipitado Occidenre.

Para comprender el origen de esta psicopatía social debemos fi­jarnos, en primer lugar, en la relación enrre ciberespacio y ciber­ciempo. Ciberespacio es la productividad infinita de la inreligencia general, del general intellect, de la red. Cuando un número inmen­so de punros entra en conexión sin cenrro ni jerarquía tenemos una producción infinita de signos, de mercancías intelectuales, de se­miomercancías y de información.

Pero el cibertiempo no es en absoluto infinito. El ciberriempo es la capacidad orgánica, física, de elaborar la información. Esta capa­cidad se halla en nuestra menre, y nuestra mente tiene necesidad de ::iempos lentos para la elaboración, necesita singularizar afectiva­mente la información. Si el tiempo para elaborar se reduce, la men­~e humana se ve obligada a seguir el ritmo de la red maquinal, y esto produce una patología que se manifiesta como pánico y como ;iepresión en el plano individual , y como agresividad generalizada ::n el plano colectivo. Sólo liberando al cognitariado de su subordi­- ción a su dimensión virtual y sólo reactivando una dinámica de iiectividad lenta, de libertad frente al trabajo, podrá el organismo _ _lectivo recuperar la razón y la capacidad de vivir en paz.

Traducción del italiano de Manuel Aguilar Hendrickson

() Franco Berardi, Bife, 2005. Este an ículo ha sido publicado bajo una licencia Creative Com­. Reconocimicnro-NoComercial SinO braDerivada 2.5. Se permite copiar, d isrribuir y comu­~cameme el texro por cualq uier medio, siempre que sea de fo rma literal , citando la fuente iines comerciales.

•De Franco Bcrardi , Bifa, la editorial T rafica. mes de Sueños publicó su primer libro en español - .Jnica de la infelicidad (Madrid, 2003). El Viejo Topo publicó luego Telmrm: máquina imagi­

"1110 homologada (B::ircelona, 2004), escrim en colaboración con Giancarlo Vitali A.mbrogio y ado en Italia por la ed itorial Bald in i&Casroldi. Acuarela Libros ed icará próxi mamente El sabio, rl ~ye/guerrero

Oc Bife pueden leerse !os siguientes rexros en Archipiélago: "Dictadura mediática y activismo me­en Jcalia" (n° 60), "Por una Europa menor" (nº 58), "El tercer actor. Empecemos a pensar en

u5tgl!Crra" (n° 55) y "El Foro Social Europeo de Florencia" (nº 53).

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"La acekración produce un empobrecimiento de la experiencia. Mds información y menos significado, menos placer. La sensibilidad está en el tiempo"

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