Francis Bacon e Inocencio X
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Índice 1. Análisis técnico
2. El expresionismo
3. Francis Bacon (1909 – 1992)
4. Influencias y consecuentes
5. Bibliografía
ANÁLISIS TÉCNICO
Pintura hecha al oleo sobre lienzo con
unas medidas de 153cm x 118cm. En la
parte central del cuadro se observa una
figura sedente, situada en un entorno
ficticio, oscuro y cercado por líneas
claras que lo atraviesan y aprisionan. El
personaje, agarrado férreamente a un
abocetado trono −realizado por
pinceladas largas de color amarillo –,
emite un desgarrador chillido. La figura
está ataviada con una capella papal
(traje cardenalicio) de color púrpura y
su correspondiente mitra también del
mismo color. El autor utiliza pinceladas
rápidas y largas que emanan desde la
parte superior del cuadro desdibujando
con crueldad la figura sentada,
atravesándola de arriba a abajo y que
se expanden por la parte inferior de la
obra.
A simple vista se puede ver la clara relación de esta obra con el expresionismo. La
angustia explícita que irradia y la sensación de desesperación propia de este
movimiento nos arrastra a un mundo de sombras, donde la parte más oscura del ser
humano queda al descubierto. La aplicación desordenada y violenta de la pasta de
color nos indica a su vez que estamos ante una obra de la tercera oleada de este
movimiento. Concretamente esta obra fue realizada en 1953 y representa al Papa
Inocencio X sentado en su trono. El Papa se encuentra insertado en el trono, que
simula una cárcel de líneas curvas y colores cálidos que lo alejan y lo aprisionan
condenándolo. El Pontífice grita por su cautiverio y se agarra a su asiento de tal
manera que la desesperación es inaguantable. Pero el grito que articula la boca
desencajada (la cual nos recuerda a Munch y al fotograma de la niñera del “Acorazado
Potemkin”) se ve pero no se oye. El autor supo reflejar, aplicando los colores fríos
propios de un cadáver a la cara, la insonoridad propia de los que ven a distancia,
aislando al Papa tras el lienzo.
Las líneas que atraviesan con violencia la figura, y se expanden por la parte inferior de
la obra, bien pudieran ser una clara insinuación al poderío papal y al control de la
Iglesia. Esto se puede observar en la intencionada prolongación, impulsado por los ya
citados rayos, del color púrpura de la capella cardenalicia. Dicho color es un símbolo
eclesiástico referente al poder papal y a la pureza que aún hoy día lo usan los
cardenales e incluso el Papa como obispo de Roma y Sumo Pontífice de la cristiandad.
También podemos apreciar unas pequeñas salpicaduras sobre el lienzo, que simulan
sangre. Con ello se puede intuir la antipatía que profesa el autor hacia la religión.
La obra es una clara alusión al cuadro barroco de Velázquez “El retrato de Inocencio X”
de 1649. Dicho pintor trabajó casi toda su vida en la corte española, se le reconocen
numerosas obras famosas como “Las Meninas”. El cuadro de “El retrato de Inocencio
X” fue realizado tras su segundo viaje a Italia en 1648 que duró dos años, pese a la
insistencia del rey de España para su regreso. Se le considera uno de los mejores
retratos de la historia del arte por la capacidad de Velázquez de captar la psicología del
personaje. La obra se encuentra en la Galería Doria-Pamphili (Roma).
La vida del papa de Inocencio X
estuvo llena de episodios
oscuros, empezando por su
elección como papa. Tras la
muerte de Urbano VIII se
sucedió un mes de votaciones
que, con una artimaña, se
proclamó papa Inocencio X.
Cuando Inocencio vio la obra
que le encargó a Velázquez dijo
que era “troppo vero!”
(<<Demasiado veraz>>) en
alusión a la perfección de la
obra.
En los últimos días de su vida se
descubrió que había practicado
incesto con su hermana. Por otra parte, durante su papado mantuvo guerras y
masacres. A su muerte nadie quiso pagar su funeral por lo que su cuerpo estuvo tres
días tirado en el palacio.
La obra que se nos presenta se trata de una creación del pintor expresionista Francis
Bacon denominado “Estudio de Inocencio X” (1953). El autor se llegó a obsesionar con
el homónimo de Velázquez, hasta el punto de realizar una serie de 44 cuadros alusivos
a lo mismo: el papa Inocencio y la desesperación. No obstante, la obra en la que nos
hemos centrado, se encuentra en Des Moines Art Center (Iowa).
EXPRESIONISMO
El termino vanguardia se genera a raíz de la I Guerra Mundial para referirse al conjunto
de movimientos desarrollados a partir del siglo XX. La explosión cultural
experimentada se debe, en principio, a la transformación que sufrieron las artes
figurativas. Este cambio fue tan profundo que estas artes perdieron su carácter de
representación de lo visible, es decir, dejaron de ser figurativas.
Esta revolución cultural no fue un capricho de la generación de intelectuales, sino de
unos acontecimientos que se venían sucediendo desde tiempo atrás y cuya
repercusión fue dicho cambio. Tal es el caso de la generalización de la fotografía, que
se encargará de la representación de lo visible haciendo que otras artes se desvinculen
de la plasmación de la realidad y pasen a la interpretación de ella, dando libertad
imaginativa al artista.
Los avances de las matemáticas y de la física contribuyeron a que se tuviera una
noción totalmente distinta a lo que se supone que es la realidad. Ahora el pintor sabe
que la estructura de la materia es muchísimo más compleja y que ha de tratar de llevar
al lienzo esa complejidad.
Por otra parte, a principios del siglo XX se desarrolla una serie de acontecimientos que
inevitablemente condicionan al artista, tales como la situación internacional con dos
bloques armados y sus consecuentes tensiones (dos guerras mundiales).
Una de las corrientes artísticas que deriva de lo anterior es el expresionismo.
El expresionismo quizás sea de entre todos los movimientos de las vanguardias
históricas el más difícil de definir y delimitar. Sin embargo, a posteriori se han
diferenciado tres oleadas del movimiento. Aunque no se encuentran bien definidas
temporalmente hablando, es cierto que las diferencias entre ellas son bastante claras
en cuanto a temática y espíritu. En un primer momento nos encontramos con la
primera oleada, en torno a 1900, en la que podemos encontrar la pintura de Munch
que desarrolla temas referentes al sufrimiento psíquico, la angustia y la muerte. En
estos primeros pasos del expresionismo es donde mejor se ve la influencia de autores
como Van Gogh, Gauguin, Cézanne y las pinturas negras de Goya. También es cierto
que este periodo coincide mucho, espiritual y cronológicamente, con el simbolismo. La
segunda oleada, en torno a 1905 y 1945, es coetánea al Fauvismo y al Cubismo. Esta
etapa viene presidida por agrupaciones de artistas como Die Brücke y Der Blaue Reiter,
los cuales irán evolucionando hacia otros movimientos como el Fauvismo y la
Abstracción. Finalmente nos encontramos con la tercera oleada, que acontece
inmediatamente después de la 2ª Guerra Mundial, esta es indiscutiblemente la más
fructífera en cuanto a extensión del género, el cual ahora no solo tendrá presencia en
pintura y escultura, sino que también se desarrollará en la arquitectura, la música, la
danza, la literatura y, sobretodo, el cine. Se caracteriza por la aplicación violenta y
desordenada de la pasta de color.
Sin embargo, pese a las distintas particularidades propias de cada oleada, la
característica principal del expresionismo es su rechazo por la ética tradicional junto
con el interés por renovar la plástica y apartarse de la visión objetiva de la naturaleza
en pro de una interpretación de ella. Otro aspecto fundamental de los expresionistas
es reflejar en sus obras, sus experiencias emocionales y espirituales y con ello dan su
visión de la realidad. Esta realidad es un mundo de angustias y miedos, reflejados por
medio de los colores; colores oscuros y tenues.
El Expresionismo llega a su fin con la propagación creciente de un movimiento más
racionalista denominado “Nueva Objetividad”.
FRANCIS BACON (1909/1992)
Nació en Irlanda (Dublín) en 1909, bajo el seno de una familia protestante. Su infancia
estuvo plagada de un ambiente violento, sobre todo durante la primera Guerra
Mundial, en la que su padre sirvió como ministro de guerra. Nunca se llevó demasiado
bien con sus padres, los cuales pensaban de él que era un vago. A los dieciséis se
trasladó a Londres y, posteriormente, a Berlín, durante dos meses. Esta ciudad, de
mentalidad muy abierta, le atrajo enormemente. Aquí conoció a pintores realistas
como Grosz, Otto Dix y Max Beckman. Luego se traslada a París donde sobrevive
gracias a su trabajo como decorador de interiores, no obstante, a partir de la visita a
una exposición de Picasso, comenzó a adentrarse en el arte de la pintura y a realizar
sus primeros cuadros. De esta obra temprana no nos queda casi nada, debido a que el
propio autor destruyó la mayoría durante la II Guerra Mundial.
Sin embargo las mayores ganancias obtenidas no eran fruto de su trabajo como
decorador sino de su afición al juego. En palabras del propio Bacon:
“Aunque nunca fui capaz de ganar dinero con mi trabajo, en ocasiones fui
capaz, en los casinos, de ganar un dinero que cambió mi vida durante algún
tiempo, y fui capaz de vivir de él y de vivir de una manera que nunca habría
podido permitirme, en el supuesto de que hubiera trabajado.”
A partir de 1944, acabando la guerra, sus obras comienzan a ser conocidas, sobre todo
a raíz de “Tres estudios de figura en la base de una crucifixión”, llegando a ser
considerada como una figura crucial de la pintura inglesa del siglo XX. El impacto de la
obra citada llegó a su culmen cuando fue expuesta en abril de 1945: su horror y su
espanto reflejaban la reciente situación bélica. La fama de Bacon quedó establecida
inmediatamente, e incluso se le relaciona con una corriente que surge entre la década
de los 50 y 60 llamada Neofiguración.
Su pensamiento con respecto a su forma de hacer arte va muy ligada a su condición de
ateo. Propuso expresar su visión del mundo sin Dios ni otra vida, una visión de un
mundo “impávido e individual”−en palabras del autor− “desesperación eufórica de un
ateo convencido.”
En 1950 viaja a Sudáfrica a visitar a su madre, pero hizo escala en el Cairo, donde
quedó fascinado por el arte del Antiguo Egipto. Al llegar a Sudáfrica visito el Parque
Nacional de Kruger, donde tomó numerosas fotografías de animales que luego
utilizaría en sus pinturas. La relación de Bacon con la fotografía era intrínseca, pues
recurría habitualmente a ellas para realizar su arte; por ejemplo, las fotografías que su
gran amigo John Deakin realizaba en exclusiva para él.
Su estilo nunca fue el mismo, evolucionó a lo largo de su vida en relación con su vida
personal. Bacon muere durante uno de sus muchos viajes a España mientras visitaba
Madrid en 1992. De acuerdo con sus deseos fue enterrado sin ceremonia, pues su
convicción de ateo la llevó hasta sus últimos instantes de vida.
INFLUENCIAS Y CONSECUENTES
Algunos aspectos que han marcado la vida y obra del autor son los siguientes:
El horror y la barbarie de la II Guerra Mundial, la cual aconteció entre 1939 y 1945 y se
presenta como uno de los conflictos más sangrientos y oscuros de la historia de la
humanidad. Este horror se puede apreciar en obras como “tres estudios de figuras
junto a una crucifixión”. Autores y obras que han marcado el trabajo de Bacon son “La
crucifixión” de El Greco, artista español manierista, y otros tantos como Picasso, Goya
o Velázquez.
En Bacon también se encuentran referentes de su tiempo. Tal es el caso de la famosa
película “El acorazado Potemkin”, concretamente el grito estremecedor de una niñera.
La fotografía también era una herramienta a la que recurría frecuentemente, en
especial la de Muy Bridge y su estudio del movimiento del cuerpo humano.
Su vida personal está llena de altibajos. Bacon era homosexual y tuvo numerosos
amantes, que aportaron a su vida experiencias y conocimientos que inevitablemente
se refleja en su obra. Por ejemplo, realizó numerosos retratos de sus compañeros
sentimentales como la obra “Estudio de George Dyer y de Isabel Rawsthorne” (1970).
Su vida también está llena de etapas oscuras, tales como su conocida afición al dolor
en el contexto sexual y la muerte de algunos de sus amantes.
En consecuencia de lo anterior, su estilo se caracteriza por la oscuridad, la violencia, la
expresión de sentimientos como el horror y la realidad humana más grotesca. Pero,
como el mismo autor cita: “Ninguna obra podrá tener jamás la violencia que tiene la
vida.”
Respecto a los consecuentes, son muchos los que profesan su vinculación con la obra
de Bacon como es el caso de Juanjo Ruiz Navarro, pintor contemporáneo español. Pero
indudablemente donde más honda ha sido la huella del pintor irlandés es en el
movimiento llamado Arte marginal o Art Brut surgido a partir de la década de los 60.
BIBLIOGRAFÍA
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