Franceses Indepcia COL#S E Ortiz

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ACADEMiA COLOMBIANA DE HISTORIA BIBLIOTECA EDUARDO VOLUMEN I SANTOS FRANCESES EN LA INDEPENDENCIA DE LA GRAN COLOMBIA POR SERGIO EllAS ORTIZ INDIVIDUO DE NUMERO DE LA ACADEMIA COLOMBIANA DE HISTORIA SEGUNDA EDICION (NOTABLEMENTE CORREGIDA Y AUMENTADA) ,1 .,.j' I ", ,~ .• .: I~ .• ,' t 1971 EDITORIAL A Be - BOCO'rA Este libro fue Digitalizado por la Biblioteca virtual Luis Àngel Arango del Banco de la República, Colombia

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  • ACADEMiA COLOMBIANA DE HISTORIA

    BIBLIOTECA EDUARDO

    VOLUMEN ISANTOS

    FRANCESES EN LA INDEPENDENCIADE LA GRAN COLOMBIA

    POR

    SERGIO EllAS ORTIZINDIVIDUO DE NUMERO DE LA ACADEMIA COLOMBIANA DE HISTORIA

    SEGUNDA EDICION

    (NOTABLEMENTE CORREGIDA Y AUMENTADA)

    ,1 .,.j' I ", ,~ . .: I~ . ,' t

    1971

    EDITORIAL A Be - BOCO'rA

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  • Busto erigido por la Academia Colombiana de His-toria en Bogot, el 11 de mayo de 1966, en homenajea este ilustre prcer y en su persona a los hijos deFrancia que prestaron invaluables servicios a Co-lombia en la magna lucha por su independencia.

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  • LA BIBLIOTECA EDUARDO SANTOS

    (PROLOGO DE LA PRIMERA EDICION)

    El Dr. Eduardo Santos} con su proverbial generosi-dad y su ferviente patriotismo, viene destinando} aosha, una cuantiosa manda que entrega a la AcademiaColombiana de Historia jJara que sta, por medio deuna Junta creada al efecto, vaya aplicando tal donacinal cultivo y exaltacin de las patrias glorias. Tal elFondo Santos que tantas nobles realizaciones ha llevadoa cabo en estos tiempos que vivimos tan necesitadosde la saludable inyeccin que venga a vigorizar el r:s-Pritu de la nacionalidad, el patritico sentimiento.

    En tan benemrita empresa que con tant() entusias-mo y decisin anima y fomenta su fundador, se destacala creacin de la Biblioteca Eduardo Santos, nombreque le impuso la Academia en homenaje al ilustre ex-presidente de la repblica, no obstante sus sinceros yreiterados deseos de que se diese otro distintivo a lainstitucin cultural.

    El artculo }9 del Acuerdo acadmico que creo laBiblioteca dice a la letra:

    "Crase, como serie bibliogrfica de la Academia laBiblioteca Eduardo Santos, destinada a la publicacinde estudios o ensayos histricos de fondo, que se rela-cionen, de preferencia, con la Poca de la Independen-cia y de la Repblica."

    y el 39 reza as:

    -- -__'!LnLntudiM_l1 ~nsayo.L ddHm _ser _in.ditQs-,-_pero_podrn tambin reproducirse otros ya pUblicados} quepor su especial inters lo merezcan. Los autores debe-

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    rn ser, de preferencia, miembms de la Academia; peropodrn elegirse o seleccionarse estudios de autores queno pertenezcan a la Corporacin."

    Como se ve, hay un amplio campo para que todosaquellos escritores, sean o no miembros de la AcademiaColombiana de Historia, encuentren en la BibliotecaEduardo Santos un hogar editorial en donde se reci-birn deferentemente sus producciones para hacer conellas ediciones pulcras y cuidadosas que se harn co-nocer profusamente del pblico aquende y allendenuestras fronteras para mayor prestigio de los auton:sque quieran entrar en liza de tanta entidad.

    De la vala y cuidadosa seleccin de los escritos q lleent1-en a las prensas de la Biblioteca, salen garantes losnombres de los Directores de tal publicacin. Y cmopodra esperarse otra cosa de Daniel Arias Argez, LuisAugusto Cuervo, Rafael Gmez Hoyos y Fabio Lozanoy Lozano? Ello, excluyendo un quinto voto que nomenciono porque, como decan los provedos que losmiembros del Consejo de Indias ponan al margen dealgn escrito para denotar la negativa respuesta: "noha lugar".

    Hoy empieza y abre la Biblioteca su vida real con eltomo contentivo de las biografas de aquellos benem-ritos hijos de Francia que en la guerra de nuestra eman-cijJacin acudieron solcitos al grito de somatn lanza-do por los oprimidos colonos, para venir a luchar a sulado en la hemica y porfiada gesta libertaria. EsPritusgenerosos que siguiendo la mxima de que la libertades bien de la Humanidad, combatieron a nuestra veracon denuedo, constancia y recio valor, coadyuvandocon su esfuerzo a crear esta patria libre e independien-te de que hoy disfrutamos.

    Los mritos y servicios de tan bizarros campeonesyacan dispersos y soterrados a lo largo de los millaresde pginas que informan nuestra historia nacional,hasta que hoy viene una pluma a destacarlos, burilarloscon pulso firme en el Arco de Triunfo de nuestrosanales patrios. Pluma autorizada como la que ms porsu esPritu investigador, su veracidad y erudicin, suserenidad y su estilo castizo y desembarazado. Tal la

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  • FRANCESES EN LA INDEPENDENCIA DE LA GRAN COLOMBIA "I

    pluma de Sergio Elas Ortiz) el tan estimado y conocidohistoriador nariense que tanta honra ha dado a lapatria con sus libros de tanto aliento y sus numerososestudios) siempre tan llenos de novedad) de originali-dad y de inters.

    Estamos seguros de que el ilustrado lector de la obraque hoy presenta al pblico la Biblioteca EduardoSantos, como una bella primicia de la labor que ahorase pone en marcha) sabr apreciar el libro del Dr. Ortizpor los muchos aspectos de bondad que l ofrece ensu calidad de obra historial) y por el esPritu de altajusticia que lo anima a rendir tan merecido homenajea los cuasi olvidados hijos de la noble Francia que en unglorioso entonces) llegaron a estas latitudes a enseara nuestros abuelos los Picos acentos de la Marsellesa.

    E.O.D.C.

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  • INTRODUCCION

    Uno de los aspectos ms interesantes en la historiade la independencia de las colonias espaolas de Amri-ca es el de la ayuda, cooperacin diramos ahora, presta-da a stas por algunas naciones de Europa. Que sepamoseste aspecto abundante en episodios y secretos de carc-ter internacional, aun no revelados en su totalidad, yque deben buscarse en las cancilleras del viejo mundo,no ha sido suficientemente estudiado.

    Refirindonos especialmente a Colombia, la Gran-de, slo se cuenta hasta ahora con bastante informacin,aunque sin agotar la materia, respecto de la participa-cin de Inglaterra con hombres, material de guerray dinero en la lucha que afrontaron Nueva Granaday Venezuela por separarse de su metrpoli. Del ingen-te material aportado a esta cuestin debemos sealarla coleccin de documentos publicados por C. K. Webs-ter y F. B. A. Stevenson bajo el ttulo de Britain andthe lndependence 01 Latin America} 1812-1830. Se-lects documents Irom the Foreign Ollices Archives(London, 1938); una obra magnficamente pensada ymejor escrita sobre la materia debida a la investiga-cin del historiador y diplomtico Luis Cuervo Mr-quez. En dos macizos y bien documentados tomos, conbase, como deba ser, en los archivos del Foreign Office,en Londres, se ofrece una visin clara de lo que fuela ParticiPacin de la Gran Bretaa y de los EstadosUnidos en la independencia de las colonias Hispano-Americanas (Bogot, 1938) y otro aporte valioso deAlfred Hasbrouck en su libro: Foreign Legionaries inthe liberation 01 the spanish South America (New

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    cado tambin la cuestin, pero con referencia, espe-cialmente, a la Gran Bretaa. En lo que toca conFrancia, solo conocemos el libro serio y bien documen-tado de W. S. Robertson: France and the Latn-Ame-rican independence. (Baltimore, 1939).

    En realidad, fue Inglaterra, la vieja enemiga angli-cana de la catlica monarqua espaola, la que conmayor inters, guardadas apariencias, atendi a loscomisionados. Permiti el enganche de fuerzas consi-derables dentro de su territorio metropolitano; favo-reci los aprovisionamientos y las expediciones y mircon benevolencia los emprstitos de dinero, aunquedudase del cumplimiento de las obligaciones y estuvie-se siempre dispuesta a poner mano fuerte a nuestroscomisionados cuando por incumplimiento de los com-promisos contractuales cayesen dentro de las severasleyes inglesas sobre deudas 1.

    Gran Bretaa, sea por motivos religiosos, econmi-cos, de celo imperialista y seguramente para pagarle aEspaa en la misma moneda por su intervencin des-leal en la independencia de las colonias inglesas deAmrica, fue la que cooper con mayor fervor a laemancipacin de la Gran Colombia. Muy poco se hadicho sobre la participacin de Francia y casi nadapara los dems pases. Y, sin embargo, es una tesis per-fectamente sostenible la de que la causa de la libertadde Amrica se fragu en toda Europa y all tuvo susostn poltico y econmico la enconada lucha entrelos criollos y la madre patria. La publicacin del Ar-chivo del General Miranda y de algunos documentosde las cancilleras de Europa relativos a asuntos ame-ricanos de los siglos XVIII Y XIX, ha arrojado muchaluz sobre esta interesante cuestin que todava iraclarndose a medida que la investigacin desentraealgunos papeles que en su tiempo se tenan como deabsoluta reserva.

    Los estados europeos, inclusive Rusia, miraban a lascolonias hispano-americanas sublevadas con no disimu-lada simpata, en que iba envuelta sin duda, la secreta

    1 OR TIZ, Sergo Elas: El Emprstito de Mxico a la Gran Co-lombia. Revista de Amrica. N? 7. Bogot, 1945.

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    complacencia por la ruina del poder espaol allendelos mares. Importaba mucho a las grandes potenciasel triunfo definitivo de las indias occidentales en luchacontra su metrpoli para que desapareciese, o cuandomenos se debilitase, como potencia, el que todavadespus de la invasin napolenica era un poderosoimperio colonial. Para ello acogan a los agentes secre-tos americanos con mucho inters; se oa a los precur-sores con atencin, aunque con precauciones diplom-ticas; se les toleraba las gestiones revolucionarias; se lesdejaba actuar con bastante libertad hasta que ya noera posible dejar de atender la protesta del embajadorespaol 2.

    Tuvo Francia una participacin apreciable en laindependencia de Amrica? Sin duda alguna y, a nues-tro juicio, de mucha consideracin. En estas pginasqueremos destacar, aunque sea a grandes rasgos, laayuda decidida, eficaz, inapreciable, que algunos hijosde la Francia librrima prestaron personalmente a laGran Colombia en los momentos ms difciles de suhistoria.

    Seguramente de Filadelfia vino a los pueblos deIndias de dominacin hispana y portuguesa el ejemplopatente de que no era imposible emanciparse paraconstituirse en estado libre y soberano, pero de Franciasali la chispa de inspiracin ideolgica. La Enciclo-pedia y la promulgacin de los Derechos del hombrey del ciudadano, prepararon el cambio de orientacinde los espritus en Europa, inclusive en la Espaa deCarlos 111, para el advenimiento de la nueva era delestado democrtico. Cita Mancini, a este propsito, alabate R(!ynal, quien escribi su Histoire philoso-Phique des deux lndes, "cuya repercusin fue enormey cuya influencia fue considerable en el movimientoque precedi a la revolucin de las colonias espao-las", sobre la base de "documentos suministrados porAranda" 3. Los precursores, esos notabilsimos iluminadas que con su fervor de apstoles hicieron posible

    -- .-~--'--'--- ---2 Ibidem.3 MANCINI, Jules; Bolvar y la emanciPacin de las colonias

    espaolas, 51.

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    un entendimiento de Europa y Amrica para la im-plantacin de nuevas ideas y procuraron crear unaconciencia entre ambas partes para hacer viables lospropsitos de independencia, se dirigieron siempre yde preferencia, como cosa natural, a la Francia de laslibertades en busca de ayuda para sus proyectos revo-lucionarios y solo cuando, por causas complejas de lapoltica del momento, desesperaban de obtenerla sedirigan a Inglaterra. As sabemos de las conversacionesde Nario con el convencional Tallien, por interme-dio, posiblemente de Teresa Cabarrus; de los empeosde Miranda con los hombres de la primera Repblica,Bristol, Lebrun, Talleyrand, que culminaron en elenvo del embajador Genet a los Estados Unidos "conmisin secreta de fomentar" la revolucin de los paseshispanoamericanos; del verdadero club revolucionarioestablecido por el mismo Miranda en su residencia deMenilmontant, "en las puertas de Paris" y en otrossitios donde se reunan los precursores Zea, Nario,Caro, Baquijano, Corts Madarriaga y de una instan-cia intentada por el propio Miranda ante el futuroamo de Europa, Napolen Bonaparte, en busca deayuda 4,

    Ya desde mediados del siglo XVIII andaban algunospatriotas mexicanos buscando la ayuda de Franciapara la independencia de la Nueva Espaa, cerca delmisterioso Marqus de Aubarede y el no menos mis-terioso caballero Durand, segn Villanueva", En 1811,los Comisionados de la Junta Suprema de Caracas,Orea, entre ellos, creyeron del caso solicitar del minis-tro plenipotenciario francs, Serurier, ante el Gobiernode los Estados Unidos, el establecimiento de relacionescon Francia, primero que con ninguna otra potencia;tal era la fe que se tena en la proteccin del pas delos Derechos del Hombre a todo lo que fuera mov-

    4 Ibidem, 89.5 VILLANUEVA, Carlos A.: Napolen y la independencia de

    Amrica, 47. Chile, que haba hecho tambin gestiones en el mismosentido, obtuvo el envo de oficiales probados en los ejrcitos deNapolen, entre ellos el general Enrique Brayer y los capitanesBrandzen, Beaucheff y Viel.

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    miento revolucionario en busca de la libertad de Am-rica 6. Con mucha razn dice Mancini que "con Franciaes con quien ms contaban entonces los sudamericanos.Su tradicional generosidad segua siendo para ellosinderrocable dogma. Aquellos amantes de la libertadesperaban con confianza el resultado de los destinosque se elaboraban en el formidable crisol de la Revo-lucin" 7. Miranda, ese "apoderado continental", comoha sido llamado por Jorge Ricardo Vejarano, habapulsado la opinin de Europa y saba que Francia erael pas mejor dispuesto a ayudar a las colonias hispano-americanas, solo por ideales de libertad, lejos de inte-reses imperialistas.

    No siempre el estado francs pudo cooperar comoquisiera en la sublevacin de las Amricas, por msvoluntad que tuviera, y es un hecho que la tena, pormotivos de proselitismo, por odio a Espaa, por moti-vos econmicos, etc. Las dificultades polticas de lapoca, apunta Mancini, la propia defensa de la revo-lucin contra los reaccionarios de todas las fronterasde la repblica, los cambios de rgimen, impedanuna ayuda ms eficaz a los conspiradores americanos.Hubo aun momentos, como dentro de la restauracin,en que se hizo nugatoria la labor de los agentes propa-gandistas de la independencia y lleg el caso en queel Borbn Luis XVIII empez a favorecer abiertamenteal Borbn espaol contra las asechanzas revoluciona-rias que se fraguaban en Francia y en esta virtud, amodo de polica de estado, fue enviado al Virreynatode la Nueva Granada el barn de Chasseriau para quese cerciorase de lo que estaba pasando a fin de tomarmejores medidas contra la sublevacin de las coloniasespaolas 8, En todo caso hubo siempre la mejor vo-luntad por parte de los franceses ms distinguidos de laRevolucin, del Consulado y del Imperio y aun de laRestauracin por cooperar en los empeos de los co-lonos de hispanoamrica por obtener su libertad esta-tal.

    ~-- -11' ROBERTSON; - Witlam Spence:- Trliegmmgs -or-Spimlsh--:-- -American diplomacy, 121.

    7 MANCINI. ob. cit . 170.8 Ibidem.

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    Espaa, despus de 1789, consideraba como peligro-sos a los ciudadanos franceses avecindados en sus co-lonias y si los toleraba y no les cerraba sus fronteras,era porque no quera dar motivo a sus revolucionariosvecinos para una ruptura definitiva, pero en cambioestableci la ms estricta censura para todo papel im-preso en Francia no solamente para sus dominios deAmrica, sino para la propia metrpoli. Cuando en1794 ocurri el escndalo de la publicacin de losDerechos del Hombre en Santaf, el Virrey se apre-sur a ordenar a los territorios vecinos se buscase esepapel en ellos y se tomasen las medidas del caso contralos individuos de nacionalidad francesa. En obedeci-miento a esa insinuacin el capitn general de Carcas,don Manuel de Vasconcelos propuso a la Audiencia,y fue aceptado, que se tratase de lo que deba de ha-cerse con los franceses residentes en esa capital y "seacord unnimemente que deban salir desde luegoy ser remitidos en partida de Rexistro a Espaa paraque desde all vayan a los destinos que convengan todoslos franceses que haya no solo en esta provincia sinoen las dems del distrito de esta Capitana General enel Continente, y estn solteros sin especial cdula opermiso de S. M. o empleo aprobado por el Rey, contal que para obtenerle, no haya ocultado su naturaleza;y por lo respectivo a los dems que tengan permisoo estn casados con espaolas, o empleadas sobre elconocimiento de ser francesas y con Real aprobacinse formen listas especificando los nombres, apellidos,tiempo de residencia y casamiento, hijos que tuvieren,oficio y su conducta, con todo lo dems que sea con-cerniente en inteligencia de que si entretanto su Ma-jestad resuelve se observe que alguno o algunos deellos no se trata con la debida circuspeccin y subor-dinacin, o propagan especies contrarias a ellas se for-marn Expedientes y se proceder como convengadando siempre cuenta de todo a S. M." 9. Tales fueronlas medidas que se tomaron en la Capitana Generalde Venezuela, donde era relativamente numeroso el

    9 Carta de don Manuel de Guevara Vasconcelos al Excelentsimoseor don Jos de Ezpcleta, Virrey de Santaf. Caracas y noviembre7 de 1794. Archivo Nacional. Virreyes, t. 5.

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    personal francs avecindado all, y en otras partes,contra esos ciudadanos, sospechosos todos, sin excep-cin, de ser propagandistas del movimiento nuevo quedio al traste en Francia con la monarqua y abri laera de la democracia en el mundo.

    En 1799, tambin en Venezuela, ocurri un intentode sublevacin contra el rgimen espaol encabezadopor Francisco Xavier Pirela y apoyado por "tres buquesque enarbolaban bandera francesa". El golpe debadarse en Maracaibo, en la noche del 19 de mayo deese ao, pero se frustr porque el cabecilla Pirela searrepinti y denunci la trama tres horas antes dedarse, por lo que a l se le condon la pena de muertepor la de confinamiento "a una de las Bvedas de losCastillos de la isla de la Habana" por el trmino dediez aos. Cuanto a los franceses, capitanes de losbarcos, comprometidos en la conjuracin: AgustnGaspar Boc, Jos Romn o Romano y Francisco Me-quiet (alias Coc), sorprendidos en el momento deatacar a las autoridades, se orden fuesen depositadosen los castillos de Panam, de San Juan de Ula y deCartagena, respectivamente, hasta que resolviese suMajestad. Otros marinos franceses, Antonio Duplesis,Miguel Labat, Juan Bautista Aimet y Juan MaraGautier fueron condenados a servir "con grillete enlas obras de Puerto Rico", tambin hasta que fuese lavoluntad del Rey, y como pena adicional a perder todala carga que llevaban en los barcos El Bruto y La Pa-trulla, de propiedad de los conjurados y de la goletaArlequn, de bandera inglesa que como corsarios habanapresado 10. Estos corsarios franceses pagaron muy caroel intento de participar en la sublevacin de Maracai-bo, pues aun el 89 Brumario de 1806 preguntaba elembajador de Francia, Mr. de Bernonville al ministrode estado de S. M. Catlica si se haba puesto en li-bertad a los hermanos Jean Gaspard y Augusto Bos,por quienes se interesaba tambin Mr. de Talleyrand yse contest que s, pero que las tres naves de ellos se ha-

    __ p_~_~~~onfiscado. (~rch. Gral. ~e_I~~i~s,~stado,Jeg~}06).

    10 BLANCO Y AZPURUA: Documentos para la historia de lavida pblica del Libertador. 1, 357.

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    Pero si en alguna forma fue menor y menos osten-sible la ingerencia de Francia que la de Inglaterra enestos asuntos, la participacin de los ciudadanos fran-ceses, empezando por Lafayette, en la revolucin delcontinente americano, fue magnfica, desinteresada,eficaz, digna de imperecedera gratitud.

    Los enganches principiaron con la venida de Miran-da a Venezuela. Antiguos conmilitones del Precursoren los ejrcitos de Dumouriez, que se hallaban en losEstados Unidos o en las Antillas, hacia 1811, acudierona poner sus espadas al servicio de la causa americana.Muchos de ellos, la mayor parte, se comprometieronen la revolucin por amor a la libertad, sin esperarrecompensas; algunos hicieron donativos al nacienteestado venezolano. En 1812, cuando Miranda tratabade organizar un verdadero ejrcito contra el poderreal de la Capitana, "de solo franceses se form uncuerpo que se puso a rdenes del coronel Ducayla",dicen Baralt y Daz 11, para ponderar cul fue ese en-tusiasmo extranjero en momentos de graves dificulta-des para la primera repblica venezolana. CurazaoTransmissions, 679, citado por Robertson, contiene lacopia de un discurso de aquel notable militar francsen que "ofrece voluntariamente sus servicios paracombatir a los enemigos de la independencia de Vene-zuela". El discurso tiene fecha 4 de mayo de 1812 yconcluye, as: "Plantemos el rbol de la libertad enCoro y Maracaibo. lViva la Repblica de Venezuela!!Viva el general Miranda!" 12.

    Con Du Cayla, se incorporaron a los ejrcitos deMiranda, Labatut, Chatillon, Lemer, Schambourg,Dufour, y otros jefes que ms tarde haban de actuaren Nueva Granada. Andando los das aportaron a lascostas de Venezuela nuevos contingentes franceses, enmomento en que la guerra entre independientes y mo-nrquicos se haca de un modo feroz. De estos france-ses hubo seis que firmaron un terrible pacto de guerraa muerte, concebido por el abogado y exaltado patrio-ta Antonio Nicols Briceo, una de cuyas clusulas.

    11 BARAL T YDIAZ: Resumen de la historia dI: Venl:%ul:la,l. 125.12 Ibidem.

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  • MANUEL ROERGAS SERVIEZ

    No existe, que sepamos, una biografa definitiva deeste gran soldado de nuestra homrica revolucin deindependencia de Espaa. En todas las historias quetratan del tiempo herico se citan con honor las proe-zas de este esforzado francs, se alaban bien o mal susacciones de guerra; se critican sus mtodos, pero muyde paso, incidentalmente, como asunto obligado parala concatenacin de los hechos. Venezuela y Colombia,sta, mayormente, estn en mora con Serviez. Le debenuna gran reparacin de alabanza y de reconocimientopor su gran voluntad de servir sus magnos interesesen un momento solemne de su vida de pueblos, comola deben a otros extranjeros, denodados campeones enla lucha titnica por la libertad de la antigua y pode-rosa Gran Colombia. Ya es hora de erigir en Caracas,en Bogot y en Quito arcos triunfales donde quedenesculpidos los nombres gloriosos de quienes en unahora de prueba nos ofrendaron su juventud, su sangre,su vida misma, por el ideal de libertad y de justiciaque perseguamos al proclamar nuestra independen-cia de la metrpoli espaola. La reparacin ha tardado,pero tiene que hacerse 1.

    Decimos que nada se haba escrito definitivo parala exaltacin de Serviez; tampoco nosotros, en estabreve biografa trazada para encabezar las semblanzas

    1 Esto que decamos en la primera edicin de este libro, (1949)como introduccin a la semblanza de Serviez, hall al fin eco gra-cias a la Junta de Festejos Patrios de Bogot, de 1964. que nos toc

    -- ----PIesidiL la cual busc(t los medios pMa ~L!Jn uesttll--e~U:JIQ!1

  • 20 SERGIO ELAS ORTIZ

    de varios compaeros suyos en este libro consagradoa las glorias de Francia en tierras de Amrica, intenta-mos nada que agote la materia. Nos limitamos a reunircuantos datos aportaron al mejor conocimiento de lavida y tragedia del prcer, Jos Hilario Lpez, JosAntonio Pez, Jos Manuel y Vicente Restrepo, Sole-dad Acosta de Samper, Julio Mancini, Nicols GarcaSamudio, Eduardo Posada, Roberto Botero Saldarria-ga, y otros de los investigadores de los acontecimientosde la magna contienda, con algunos datos ms extradosde los archivos nacionales y extranjeros.

    El caballero Manuel Roergas de Serviez perteneci,a lo que se nos alcanza, al estamento de lo que en laFrancia de la Restauracin se llarp la "antigua noble-za". Segn Mancini 2, quien parece inspirarse parasus datos en un libro atribuido al propio Serviez:L'aide de Camp ou !'auteur inconnu. Souvenirs dedeux mondes 3, proceda Serviez de una excelente fa-milia que contaba entre sus ascendientes al clebreMariscal de Thmines y era originaria del mediodade Francia, departamento de Puy de Dome. Puedeque haya mucho de verdad en esto, aunque debemosaceptarlo con las reservas del caso tratndose de unafuente cuya seriedad histrica ha sido, con mucharazn puesta en duda, como se ve por la Apostilla quetranscribimos a propsito del supuesto libro de nues-tro hroe 4. Con mayor fundamento pudiera creerse

    2 MANCINI, Jules, Bolvar y la emancipacin de las colonias es-paolas, 373.

    3 Publicado por Maurice de Vierz. Pars, 1832.

    4 Sobre este curioso libro trae Eduardo Posada en sus Apostillas(Bogot, 1926), la siguiente bajo el ttulo de Memorias de Servie:"Hay un libro annimo escrito en francs titulado Souvenirs de l'Independence amricaine, el cual se ha credo por mucha gente queson las memorias del general Serviez. Es indudable que quien loescribi trat de hacer creer al lector que aquello era la autobio-grafa de dicho general, bien que no se atrevi a decirlo en laportada y lo dej correr sin nombre de autor. Vino a manos delilustre seor don Vicente Restrepo un ejemplar de este libro, ejem-plar que deca en nota manuscrita, segn lo refiere: Son las me-morias de Serviez, no hay duda; y l, hombre de estudio y de crtica,

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    que Serviez era vstago de una vieja y nobilsima fa-malia oriunda del pueblo de su mismo nombre 5 y quecontara entre sus ascendientes prximos a SantiagoRoergas de Serviez, "escritor francs, nacido en Saint-Gervais en 1679, y muerto en Pars en 1727, autor devarias obras, entre ellas: Les imperatrices romaines,Ou Histoire de la vie etdes intrigues secretes des douzeCsars; Les hommes illustres du Languedoc; Le capri-ce ou les affects de la fortune" 6.

    Nieto del anterior, y padre de nuestro biografiadofue, segn datos comunicados al seor Vicente Res-trepo por el Presidente de la Sociedad de Ciencias yBellas Letras de Pau, seor M. Lacaze, Manuel Ger-vasio Serviez, que "abraz con entusiasmo la causa dela revolucin francesa, y cediendo a las ideas de en-tonces, suprimi su apellido nobiliario Roergas, juntocon la partcula". El mismo que durante el imperiofue "General de Brigada, y sirvi en el ejrcito deItalia. En 1801 fue nombrado Prefecto del departa-mento de los Bajos Pirineos. Durante su administra-cin empez la construccin de un puente que atra-viesa .una calle de la ciudad de Pau, a la vez que sedio en su honor la denominacin de Puente de Serviez,hoy calle Serviez." Naci este general en Saint-Gervaisen 1755 y muri en 18047

    Hijo de ste, y de doa Marie-Henriette Treilliard,su esposa, fue el prcer de nuestra independenciaManuel Roergas Serviez, quien no naci como se haba

    lo analiz detenidamente y comprendi que era apcrifo. Allf hallrelatados acontecimientos, como el fusilamiento de Policarpa, pos-teriores a la muerte de Serviez, quien fue asesinado en los Llanos".

    5 Hay dos poblaciones francesas de este nombre: Serviez, distritode Castres, en el departamento de Tam, y Serviez en Val, distritode Carcasonne, en el departamento del Aude. Sin duda alguna dosramas de la misma familia dieron su nombre a esas poblaciones yfueron dueas y acaso constructoras de los antiguos castillos de susalrededores, uno de ellos, quiz por uniones de familia, pas a poder

    _______ d~_ILestirpe_ de los }'Joailles.

    6 ACOSTA DE SAMPE"R, Soledad, Manuel de Roergas Serviez.Biblioteca Histrica, nmero 15, 66.

    7 RESTREPO, Vicente, Manuel Roergas Serviez, 47.

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    venido repitiendo, a partir de don Vicente Restrepo,en Saint-Gervais, en el Puy de Dome, sino en Longwy,en el Meurthe y Mosela y la fecha de su nacimientoque no se haba podido fijar, sino calcular por deduc-ciones de los aos de sus campaas militares en Europa,la tenemos ahora de fuente insospechable, el Archivodel Ministerio de Guerra francs: el 16 de mayo de1785 8.

    Emparentado nuestro Serviez con militares de viejatradicin en el ejrcito francs, por ambos lados, puessu madre era hermana del famoso general Treillard,desde muy joven sigui la vocacin de la familia en lacarrera de las armas. La siguiente fue su hoja de ser-vicios hasta 1809:

    "Voluntario en el estado mayordel general Serviez - Ejrcito deItalia, en frimarioVoluntario en el estado mayor

    del general Treillard, su to, en .. fructidorCazador en el 119 regimiento .. 17 MesidorSolicita en esta poca pasar a

    servir en las colonias .Subteniente en el 199 regimiento

    de caballera 9 prerial .Subteniente en el 119 regimiento

    de caballera, 10 nivoso .Subteniente en el 79 de Coraceros

    19 fructidorSeparado del servicio en 1805 ..Retorna al servicio en 1806 .Teniente del 19 de Cazadores Sepbre. de 1807Teniente en el Ejrcito de Espa-

    a en 1808Desaparece en 1809" 9

    8 Mnistere de Guerre. EtatMayor de l'Arme de Terre. ServiccHistorique. Emmanue/ Roergas de Serviez. (Extrait de registres matricules et documents dposs au Ministere).

    9 Ibidem.

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  • FRANCESES EN LA INDEPENDENCIA DE LA GRAN COLOMBIA 23

    Suponemos que entre 1804 a 1805 pidi su separa-cin del ejrcito para casarse con la seora EugeniaTeissier de Margueritte, en la cual tuvo dos hijos:Emmanuel-Edmond y Alfredo Emmanuel10, segnla citada hoja de servicios. De 1809 en adelante, hastallegar Serviez a las playas de Nueva Granada, su vidaestuvo siempre envuelta en el misterio de leyendas te-jidas al rededor de su recia personalidad.

    El historiador Mancini, con base en las supuestasMemorias de Serviez, afirma que ste, "despus dehaber tomado parte en todas las primeras campaasde la Revolucin y del Imperio al lado de su padre,a quien Napolen nombr general de brigada en 1806,se hallaba en Pau en el momento en que iba a estallarla guerra de Espaa. Tena veinticinco aos, llevabacon altivez sus galones de capitn de dragones de laguardia y fue distinguido por la joven condesa F ... "esposa de uno de los generales ms ilustres y que mshonores haba recibido. Segn su propia expresin, notard Serviez en "tener la desgracia de ser feliz". Salipara Espaa hacia fines de octubre con el mariscalLefevre; pero herido en el combate de Vimeira, vol-vio a Pu, en donde se reuni de nuevo con su queriday, algunas semanas despus, se fue con ella a Ingla-terra.

    Entonces comienza unan existencia desgraciada;primero en Richmond, luego en Londres, el nacimiento

    10 Precisamente a este segundo hijo de Serviez: AIfred Emmanuel,atribuye el historiador chileno Barros Arana. las supuestas Memo-rias de Serviez de las cuales opina el historiador chileno que sonun tejido de aventuras imaginarias de que se sirvi el autor "paradar noticia de Bolvar. de sus compafieros y de sus adversarios, Essimplemente una novela que puede engaar a un lector poco atento"(Notas para ulla Bibliografia), Este AIfred Emmanuel Serviez "na-cido en Paris en 1807. fue autor de una novela y de algunas delas biografas de la coleccin titulada Les gloires de la France, 22vols., in 189,"Segn Garca Samudio. el texto que sirvi al annimo autor para

    -"-esctibiLcl_.s.uY!L.fu~laljjstoir~ _d~!!!._~o?(}m}1ie"por Lallement (paris.1826) y agrega que la continuacin del libro en -ustlon"Se -atri-buye al general Jos Mara Crdoba. quien fue. segn parece. elque recogi los papeles de Serviez, despus de su infausta muerte.

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  • 24 SERGIO ELAS ORnZde un hijo, la salida para los Estados Unidos, vanasinstancias al presidente Madison para obtener un em-pleo en el ejrcito federal ..... 11.

    Si hemos de creer lo que afirma el historiador Ba-rros Arana de que el autor de las supuesas Memoriasde Serviez, fue el escritor novelista llamado Alfred-Em-manuel Roergas de Serviez, quien en la hoja de servi-cios del prcer aparece como su hijo, el asunto se vuel-ve un rompecabezas, pues se oculta que aqul fuecasado legtimamente y tuvo dos hijos de matrimonio,de acuerdo con documentos incontestable de los archi-vos del ministerio de guerra francs y en cambio sehace mencin de un hijo bastardo. Qu puede pensar-se de esa versin? Qu es posible que haya en ellamucho de novelesca, pero en todo caso que en la vidade Serviez, entre 1809, en que se lo da como desapare-cido en Espaa del ejrcito francs de ocupacin yfines de 1811 en que segn Mancini ingres al ejr-cito del general Miranda en Venezuela hay muchospuntos oscuros diciles de explicar por ahora.

    De otro lado, el historiador Carda Samudio aportaa este debate una contribucin que a nuestro juicio,apesar de estar basada en un documento de la poca,no pasa de ser sino otro enredo fabuloso. Dice CardaSamudio: "Respecto a la vida de Serviez antes de venira Amrica se dice que fue un oficial de los ejrcitosde Napolen; que llev una borrascosa juventud; fuecasado; se enamor luego de la esposa de un generalfrancs, la condesa Estefana, con quien vino a NorteAmrica.

    "Es probable que al aventurarse de tal modoServiez se hubiera cambiado el nombre. La siguientedeclaracin publicada en la Gaceta de Santafe (nme-ro 11, de 22 de agosto de 1816) tiene algunos datosque pueden aprovecharse, aunque en ella resalta lamala voluntad de sus enemigos:

    "En la capital del Valle, a 7 de mayo de 1815, elciudadano gobernador, habiendo comparecido el ex-tranjero Francisco Juan Pedro, teniente de artillera

    11 Mancini, ob. cit., 373.

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  • FRANCESES EN LA INDEPENDENCIA DE LA GRAN COLOMBIA 25

    de esta Provincia, por ante m el Secretario de Estado,le recibi juramento que hizo por la cruz de su espadaen toda forma, bajo del cual ofreci satisfacer a laverdad en lo que supiere y le fuere preguntado, y sin-dolo conforme a lo mandado por el Supremo Gobier-no General de la Unin, segn lo comunica a ste suSecretario de Guerra en oficio de veintids del ltimoabril, dijo que ni en Francia ni en Norte Amrica,donde se mantuvo muchos aos, conoci el que de-clarara al coronel Manuel Serviez; que cuando stelleg a la plaza de Cartagena en el mes de mayo de1813, supo en aquella ciudad que haca pocos das queel referido Serviez haba desembarcado en aquel puer-to; pero que estando posado en dicha ciudad con va-rios extranjeros en una casa, se ofreci hablar del ci-tado Serviez, y tomando la palabra el francs Lefebre,refiri que no era tal Serviez, sino Sangeron; que llo haba conocido en Filadelfia, y que haba vivido ensu compaa tres meses, y que hallndose sumamenteescaso de dinero haba vendido una berlina y un ca-ballo que. se le haba alquilado para transportarse aun puerto de los Estados Unidos; que asimismo oydecir en la citada ciudad de Cartagena a algunos ex-tranjeros, que el motivo de haber tomado el apellidode Serviez haba sido porque en la isla de Guadalupe.donde vivi este sujeto, haba muerto un caballeroServiez, dejando un caudal considerable, y que el dichoLefebre dijo, que era alemn; que el irlands ArtusForester que se halla en la villa del Socorro, le ha dichoa este declarante que vino con el citado Serviez de laisla de San Bartolom a Cartagena; decan los extran-jeros que el mencionado Serviez haba estado en po-sesi-t en la referida isla de Guadalupe, ms de unao, :le las referidas propiedades que haba dejadoall t.n sujeto del mismo apellido; que haba sido co-ronel y edecn del Gobernador, pero que despus fuedenunciado por un marinero, y habindosele preve-nido que acreditase los papeles en virtud de los cualeshaba entrado en posesin de la herencia del finadoServiez,.y qu~ nO_-PJldindolp.ver:i(icar.1.&Este libro fue Digitalizado por la Biblioteca virtual Luis ngel Arango del Banco de la Repblica, Colombia

  • 26 SERGIO ELAS ORTIZ

    estaba prohibido servir en la milicia bajo el gobiernobritnico" 12.

    Hay luego en la vida de Serviez otro punto oscuro.Sirvi l en Venezuela a rdenes del general Franciscode Miranda? El respetado historiador Julio Mancini,en su Bolvar y la emanciPacin de las colonias espa-olas, obra laureada por la Academa Francesa con elpremio Marcellin Gurin, afirma que Serviez, estandoen Estados Unidos, tuva conocimiento de la insurrec-cin de Venezuela y de la presencia de Miranda eneste pas y como en otro tiempo lo haba conocido,"se embarc para La Guayra, se reuni con el gene-ralsimo en Valencia, le ofreci sus servicios y fue ad-mitido en el acto en calidad de comandante en jefedel cuerpo de caballera y de ayudante general deldictador" 13. Es ste el nico dato serio que hemosencontrado respecto de la presencia de Serviez en Ve-nezuela, pero como la fuente que sirvi de base aMancini para sus afirmaciones histricas sobre el ge-neral fueron sus supuestas Memorias que contienentantas inexactitudes, nos limitamos a anotar el dichode Mancini, a ttulo de simple referencia, sin acep-tarlo como hecho seguro y perfectamente comprobado.

    En cambio prestamos mayor asentimiento a la ver-sin de Gutirrez Ponce, dada con base en los archivosde los Gutirrez Vergara y Gutirrez Moreno, sobreel viaje directo de Serviez desde las Antillas a NuevaGranada, sin tocar con Venezuela. Es muy cierto quedon Agustn Gutirrez Moreno fue comisionado enoctubre de 1812 por el gobierno de la provincia deCartagena, que en el ao anterior haba declarado suindependencia absoluta de Espaa, para que f~ese alas Antillas en busca "de vveres, elementos de guerray hombres de tropa, as como expedir patentes decorso para luchar contra los corsarios de Santa Marta".En el desempeo de esta comisin, Gutirrez Morenosufri muchas contrariedades y prdidas, pero al fin,en la isla de San Bartolom, "reparti once patentes

    12 GARCIA SAMUDIO. Ncols. Las Memorias del geneml Servie;,160.13 MANCINI. Jules. ob. cit., 374.

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  • FRANCESES EN LA INDEPENDENCIA DE LA GRAN COLOMBIA 27

    de corso que en breve quitaron muchas fuerzas a losde Santa Marta, e hicieron ingresar a Cartagena msde 40.000 pesos. Celebr, adems, una contrata de fu-siles, y logr reclutar cerca de cien hombres; pero altima hora se le desert el mayor nmero, quedn-dole solo treinta, con los cuales larg las velas el 24de marzo de 1813, haciendo rumbo a Cartagena, encuya baha ancl el 3 de abril. Llev entre ellos al te-niente coronel Manuel Serviez, que se encamin aPopayn, cuyo gobierno haba pedido un oficial inte-ligente para disciplinar las tropas" 14.

    Esta versin, como decimos, parece la ms ajustadaa la realidad y ha sido aceptada, entre otros historia-dores, por Botero Saldarriaga, al paso que ninguno delos historiadores venezolanos, con una sola excepcin,menciona a Serviez en las campaas de Venezuela de1811 y 12, ni se registra su nombre en las listas de losvenezolanos y extranjeros que escaparon de Caracas yotros puntos, a la cada de Miranda, para salvarse delas represalias de Monteverde y sus secuaces 15.

    Prest Serviez sus servicios en Cartagena a su llega-da a esta plaza? Doa Soledad Acosta de Samper diceque apenas llegado Serviez a la Nueva Granada, sepuso a rdenes del coronel Corts Campomanes, a quiense haba encomendado la pacificacin de las Sabanasrebeladas contra el gobierno de Cartagena 16. Monsalveasegura tambin que Serviez hizo la campaa del bajoMagdalena con Corts Campomanes en esa provinciahasta que por intermedio del gobierno de la Uninfue llamado como instructor por los republicanos de

    14 GUTIERREZ PONCE, Ignacio, Vida de don Ignacio Gutirre~Vergara, 102.

    15 Entre los autores colombianos slo Monsalve hace llegar aServiez a Cartagena, el 14 de noviembre de 1813, procedente de Ve-nezuela, con los emigrados Simn Bolvar, Vicente Tejera, JosFlix Rivas y otros. Error evidente, en lo que se refiere a Serviez,

    _____ quien en esta_f~cha_!I~Ia__Y~_~~_

  • 28 SERGIO ELAS ORTlZPopayn 17. La permanencia de Serviez en este teatrode guerra de las Sabanas de Cartagena debi ser muycorta, quiz de menos de un mes, y su viaje al Cauca,pudo verificarse antes de terminarse la campaa, puesen julio de 1813 estaba ya en la ciudad de Cartago.De no ser as, no se explicara el silencio de las histo-rias tratndose de un hombre recio, todo fuego, todoaccin, que daba siempre qu hablar, superior quizen arrestos a sus conmilitones los Carabaos y CortsCampomanes. Algn hecho habra sealado su presen-cia en las Sabanas de la provincia de Cartagena.

    Sea de ello lo que fuere, es lo cierto que al pocotiempo de estar en Cartagena emprendi el largo ypenoso viaje y en aquellos das no exento de peligrosdesde la Cartagena de Indias convulsionada por lasdisenciones y no completamente segura de su destino,a la Santaf de Bogot que aun no rompa definitiva-mente sus ligaduras con la metrpoli. El viaje lo hizo,segn Botero Saldarriaga, por la va del Magdalena yluego por tierra por el antiguo camino de Ocaa.Aunque no hay dato cierto sobre su llegada a la capi-tal del extinguido Virreynato de la Nueva Granada,dos notas del curioso diario de Jos Mara Caballero,nos permiten suponer que arribara entre el 11 y el13 de mayo. Dice as el ingenuo cronista: "11. Martes(mes de mayo). Entr un francs descarriado, quinsabe de dnde lo vomit Satans; aventureros mendi-gos que vienen as para despus mandarnos". 13. Jueves.Entraron ms dos franceses. Esto est fiero; admitirextranjeros sin mandarlos venir. Pues no es fcil quesean emisarios cuando no de la Francia, de Espaa?Vaya!" 18. Estos tres franceses que tanto pnico ponanen el nimo del candoroso anotador es ms que posi-ble que fueran Serviez, Bobin y Dufaure porque apoco los encontramos a los tres en el Valle del Cauca.

    Lleg Serviez a la confiada y glida Santaf en mo-mentos en que, calmados un tanto los nimos, despusde darse la batalla de las ideologas constitucionales

    17 MONSALvE, Jos Dolores, Don Antonio de Villavicencio, n.36.IR CABALLERO, Jos Mara, Libro de varias noticias que han

    sucedido en esta caPital de Santa Fe de Bogot, 177.

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  • FRANCESllS EN LA INDEPENDENCIA DE LA GRAN COLOMBIA 29

    entre centralistas y federalistas y hecho bien o mal lapaz entre el gobierno y el congreso, todos empezabana mirar la cruda realidad en que se forjaba el porvenirde la patria. Se haba perdido intilmente, en discu-siones bizantinas, todo el ao de 1812; luego en unaguerra intestina empez a perderse el crdito del pas,la riqueza pblica y la sangre de hermanos, en vez deemplear todas las fuerzas en la consolidacin de la re-pblica y en apurar el rompimiento con la madrepatria. Ahora, sin haberse ganado nada en el terrenoideolgico, se contemplaba una situacin, si no des-esperada, si de bastante gravedad. En el sur, en lastemibles montaas de Pasto, acababa de ocurrir unacatstrofe con la prdida de las tropas patriotas deCaicedo y Macaulay y el fusilamiento de stos, con laconsecuencia inmediata de la invasin del coronel es-paol Juan Smano al Valle del Cauca con fuerzasrespetables apoyadas desde Quito por el presidenteToribio Montes. Por Santa Marta y por los vallesde Ccuta haba serias amenazas de expediciones puni-tivas hacia el interior del Virreynato. En suma, el ho-rizonte se presentaba ensombrecido para los padres dela patria y por lo mismo, aquietados los nimos y lapugna partidarista, queran obrar de acuerdo con loshechos.

    De todas estas circunstancias y de los proyectos fu-turos debi tomar nota Serviez, para lo de su gobiernoy para su voluntad de servir, en sus conversaciones conlos miembros del congreso y con el presidente Nario,en cuyo palacio tenan amplia acogida los volunta-rios franceses, pues l los entenda en su propia lenguay tena confianza en ellos por ser ajenos a las pasionespolticas latentes en la capital y veteranos de las gue-rras de Europa. Las cualidades de energa, experienciatcnica y los antecedentes de Serviez debieron impre-sionar favorablemente a los hombres de gobierno, puesa poco le fue confiada la misin de marchar a conte-ner el desastre del ejrcito del sur. El 11 de julio anotael cronista Caballero: "Hoy se ha echado leva para

    -~-la- eXJenicin-apop-..y:n;- yseha:n llena:do de- gentelos cuarteles de Patriotas y Milicias. Dicen que donJuan Smano viene invadiendo la provincia de Popa-yn y que intenta entrar aqu para que se reconozca la

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  • 30 SERGIO :ELlAS ORTlt

    Regencia." El da 13, el cronista apunta: "Sali la PDivisin de Auxiliar. Sali don Tadeo Vergara con 100hombres, a disgusto de la mayor parte del pueblo porla noche sali la Artillera y soldados de caballera" 19.Es muy posible que Serviez saliese con algunos de estosgrupos, si es que ya no lo haba hecho antes, en calidadde jefe, con el nombramiento otorgado por el Congresode Comandante en jefe del desbaratado ejrcito delCauca, como anota Botero Saldarriaga, o llamado por elgobierno de Popayn, como quiere el historiador JosManuel Restrepo, con el grado de teniente coronel. Loms grato a su corazn de patriota y a sus ideas de re-volucionario, fue la proclamacin de la independenciaabsoluta de Cundinamarca de todo poder extranjeroen los das de su marcha a tierras caucanas, segn loexpresar ms tarde en carta al doctor Camilo Torressobre sus experiencias en este teatro de la guerra 20.

    A fines de junio de 1813 llegaba Serviez a la ciudadde Cartago, en momentos en que llegaba tambin alluna parte del desbandado ejrcito del sur. Oigamos larelacin que hace del encuentro con el militar francs,de su psicologa de hombre de cuartel, de sus cualidadesy defectos de jefe de tropas y de sus energas, un subal-terno suyo que lo respetaba y admiraba, el benemritoprcer Jos Hilario Lpez, ms tarde presidente de larepblica.

    A pocos das, dice Lpez, llegamos a Cartago, ya re-ducidos a cosa de 150 hombres. All encontramos alteniente coronel francs Manuel Roergas de Serviez,recomendado por el gobierno de Santaf para que sele diese servicio en nuestra columna. Inmediatamentese le confiri el mando de ella. Y este jefe aguerrido enEuropa, y acostumbrados a la autoridad y a la discipli-na militar, empez a hacerse conocer por rasgos tan se-veros y temerarios que a no haber sido por las circuns-tancias crticas en que nos hallbamos y por el patrio-tismo de nuestros oficiales, no habra tenido dos dasde mando. Apenas se haca entender en muy mal espa-

    19 Ibidem. 180.20 Carta del Comandante Manuel Serviez al doctor Camilo Torres.

    Cartago 2 de agosto de 1813.

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  • FRANCESIi'S EN LA INDEPENDENCIA DE LA GRAN COLOMBIA 31

    ol, pero apesar de esto l mismo nos enseaba el ma-nejo del arma a la francesa, y las evoluciones princi-pales. Constantemente reuna ya a los oficiales y cadetes,ya a los sargentos y cabos para incuIcarles sus deberes entodo sentido; y se puede asegurar que este hombre ex-traordinario e infatigable no dorma nunca, pues pasa-ba las noches rondando las guardias, haciendo pasarlistas, ejercitando algunas veces en el campo y en laoscuridad y dando sorpresas a los centinelas, en trmi-nos que lleg el caso de arrojarse sobre uno, desarmarloy matarlo con un fuerte golpe que le dio sobre la ca-beza con la llave de una carabina que llevaba siempreterciada a la espalda, porque no le haba dado el Quinvive? a tiempo.

    Llenos de confianza esperbamos en Cartago losauxilios de tropas que se nos haban prometido de San-taf; pero estos no llegaron nunca y entre tanto el ene-migo, aunque lentamente, marchaba sobre nosotros.El duro carcter de Serviez haba disgustado a la tropa,de la cual desert un tercio, quedando reducida la co-lumna como a 400 hombres. En tal estado de cOSasseresolvi continuar la retirada hasta Piedra de Moler,a la ribera derecha del ro de La Vieja, con el objetode preservarnos de ser envueltos y de permanecer enobservacin, mientras reforzados por las tropas de San-taf podamos tomar la ofensiva. En vano aguardba-mos los deseados auxiliares, pues aunque stos ha-ban llegado a Ibagu, no haban recibido rdenes paracontinuar sus marchas y atravesar la montaa del Quin-do. Smano ocup a Cartago con 1.000 hombres. Serviezque le observaba desde la cima de Cerrogordo, no pudodisimular el contento que sinti al ver al general espa-ol y muchos de sus oficiales con quitasoles abiertos, y,rindose a carcajadas, como un insensato, orden queun destacamento de 25 hombres defendiese, a las rde-nes del bravo capitn Jos Joaqun Quijano, el accesoal cerro, mientras l iba a Piedra de Moler, distantems de media hora, a traer el resto de la columna. All

    --se preseftoagitactoperoreooi

  • 32 SERGIO ELAs ORTlZ

    enemigo, repitiendo sin cesar: "Ese Smano y su tropano son sino una canall esos no son soldados; traenquitasoles; los batiremos hoy mismo. !Muchachos! Hoydormiremos en Cartago o ms adelante. Precisamentevenceremos a los espaolistas. Es imposible que puedanresistir a soldados tan buenos como los que mando.Marchad unidos y con velocidad; oid mi voz y el triun-fo es infalible.

    Eramos menos de 40 hombres los que marchbamoscon el comandante Serviez; pero bamos llenos de reso-lucin y confianza. Yo no habra cambiado por nadade este mundo mi posicin. Ya habamos rendido losdos tercios de Piedra de Moler a la altura de Cerro-gordo, cuando empezamos a oir el fuego del fusil. Re-doblando, en consecuencia, nuestros pasos para auxiliaroportunamente al capitn Quijano, pero esto era im-posible. Este bizarro oficial se defenda ya en retirada,porque le haba sido imposible impedir el paso con 25hombres a una masa de 1.000, a quienes no obstantedisputaba el terreno palmo a palmo. El enemigo habacoronado la altura, y Serviez orden batirle en posicio-nes dominantes. Su orden fue ejecutada con placer ypuntualidad; cargamos a los realistas hasta el pie de unabarranca escarpada, bajo cuyo fuego era imposible pasar.La noche lleg, nuestras municiones escaseaban. Haba-mos perdido varios hombres, entre ellos a uno de nues-tros mejores oficiales, el capitn Jos Mara Barrionuevo(hoy teniente coronel), gravemente herido. La empresaera en tales circunstancias ms que temeraria. Serviezdispuso entonces que el teniente Manuel Antonio Pi-zarra (hoy teniente coronel) con 12 hombres permane-ciese hasta nueva orden al pie de la barranca. Yo meofrec para acompaar al teniente Pizarra, y es unmilagro que, no habiendo recibido orden de retiradahasta las tres de la maana del da siguiente, no se hu-biese dado cuenta el enemigo de que ni eran ya 60hombres sino 12 solamente los que hacan frente. Con-fieso que pas una noche cruel, acosado de hambre,amenazado de riesgos positivos, pues nos hallbamos aquemarropa y oamos cuanto hablaban los realistas.Nuestra seguridad la debimos a los troncos de los rbo-les que nos servan de parapeto. Los enemigos tenan

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  • FRANCESES EN LA INDPENDENCIA DE LA GRAN COLOMBIA 33

    perros y stos latan incesantemente de la parte dondenos encontrbamos, lo que les adverta nuestra aproxi-macin, aunque en vez de explorar el campo se conten-taban con hacer grandes descargas dirigidas al pie de labarranca. No puede negarse que en terreno igual ha-bamos podido batir con 200 hombres toda la columnarealista, que entonces mostr su cobarda, como la im-pericia de sus jefes.

    Serviez se haba retirado a poca distancia. A las seisde la maana habamos repasado el ro y a las sietecontinubamos nuestra retirada en el mejor orden y ala vista de las avanzadas enemigas. El teniente Pizarrocon 10 hombres 9.ue le restaban de los 12 que mandaba,pues haba perdido 2 durante la noche, marchaba aretaguardia destinado a proteger la retirada. A pocadistancia orden Serviez hacer alto y defender un des-filadero llamado el Santo de la Pradera, a cuyo finconstruimos parapetos e hicimos algunas palizadas.

    Ms como no lleg noticia de nuestro jefe que elenemigo podra cortarnos marchando por una rutaparalela que iba a resultar en el punto de El Roble,a nuestra retaguardia, continu la marcha en retiradaya casi entrada la noche. Al da siguiente llegamos aLas Caas, en donde se nos aseguraba que encontra-ramos algunos destacamentos auxiliares que se habanmarchado ya de Ibagu, pero no encontramos ni noti-cias. Serviez resolvi hacer alto hasta el ltimo extremo,siempre con la esperanza de los auxiliares de Santaf,que esperaba de un momento a otro. Al segundo dase reunieron los oficiales bajo unos guayabos con eldesignio de quitar el mando a Serviez, fundados en quelos proyectos temerarios del jefe no podan producirotro efecto que el del sacrificio infructuoso del resto dela columna, reducida ya a unos 70 hombres entre ofi-ciales y tropa, a la vez que continuando la marcha re-trgada hasta encontrar los auxilios reunidos a stos,nos hallbamos aptos para las operaciones que debieranaprenenderse. Otra de las razones era la absoluta falta

    -- -aevveres yta ninguna~speranzauque habfa- de poder-los adquirir. La resolucin haba sido adoptada unni-memente y se iba a poner en ejecucin cuando el fuegodel enemigo nos anunci un nuevo y desesperado com-

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  • SERGIO ELAS ORTlt

    bate. Ya no era posible deponer del mando a Serviez,la mayor parte de los oficiales huy y a su ejemplo losdos tercios de la tropa. No quedaban haciendo frentesino el comandante Serviez y los oficiales de Pizarro,Molina y Esparza con cosa de 20 soldados, entre loscuales estaba yo. El enemigo, siempre temeroso, sin dudaporque supona que habamos recibido auxilios, enlugar de continuar su carga sin dificultad alguna, lo quehizo fue desplegarse en guerrillas, mantenindose sujefe con la masa de sus fuerzas a una prudente distancia;increble parecera esta relacin si no viviesen todavaalgunos de los testigos presenciales del hecho. Serviezse pone a nuestra cabeza. Unas veces dirige personal-mente algunos tiros de metralla con un miserable pe-drero de hierro del calibre de a 3 que tenamos mon-tado y atado sobre unos estacones a falta de curea;otra hace fuego con su carabina, siempre animndonoscon su herico ejemplo. Mas de media hora llevbamosde combate en que habamos perdido al teniente Mo-lina, gravemente herido, ya la mitad de nuestros veintesoldados. Pero Serviez no desconfa del xito. Heridol mismo en una pierna ordena al ms que valienteteniente Pizarro hacer una carga al enemigo con seishombres; Pizarro obedece con energa. Nos vamos conlas manos y en la refriega perdemos 3 hombres. Unindividuo del enemigo, ms valiente que los otros, nosobliga a replegar cargando denodadamente a la cabezade algunos soldados. Este, colocado tras un guayabo,haba acertado 2 tiros; Serviez me ordena disparar sobrel dicindome: "Cadete, tira ese canalla"; yo tuve lasuerte de no fallarle. El individuo al mismo tiempome acosaba a unos treinta pasos de distancia. Despussupimos que este soldado era hermano del alfrez Es-parza que nos acompaaba. Serviez tuvo la frescura defelicitarme dndome tres besos y un abrazo. Hombresin igual, todava tomaba medidas a sangre fra; enmedio de una situacin tan crtica, dispuso que salv-semos el pedrero hacindolo cargar sobre una mula queestaba tras el rancho, y ayudando l mismo a la opera-cin; conc1uda sta me orden tirar la mula hasta elinstante en que sal de la barraca, cay el animal he-rido a la vez de muchas balas. Todava orden Serviezque quitsemos el can de sobre el animal y lo ocul-

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  • FRANCESES EN LA INDEPENDENCIA DE LA GRAN COLOMBIA 35

    tsemos entre el bosque, y que lo ejecutramos el te-niente Pizarra y yo. En este tiempo ya estbamos solo lostres y nos salvamos por el camino recto bajo una gra-nizada de balas, y cargados a la bayoneta, habindonosreunido despus a unos 10 hombres ms de los que noshaban abandonado antes a nosotros.

    No es posible formamos una idea exacta de lo quesufrimos en nuestra retirada, atravezando la desiertamontaa del Quinda. Basta decir que no tenamos nicobijas para abrigamos durante la noche en un pasdemasiado fro en muchos lugares, principalmente enel pramo. No nos alimentbamos sino de carne mediocruda de mulas moribundas que los pasajeros abando-naban en semejantes parajes cuando se han fatigadoy estropeado en trminos que no hay esperanzas desalvadas. Dos de mis compaeros cadetes, de los cualesuno de ellos es el seor Francisco Delgado y Scarpetta,ya citado, fueron condenados por Serviez, en la retirada,a recibir 25 golpes de vara sobre las espaldas porque seresistan a comer mula cuando el hambre no haba lle-gado a su trmino. Por fortuna los enemigos no nospersiguieron sino algunas leguas, y nos dejaron hacernuestro trnsito de seis das de montaa hasta la llegadaa Ibagu. Una jornada antes, en el sitio llamado LasTapias, encontramos ya algunos destacamentos de nues-tros soldados auxiliares y un pequeo socorro de vveresque, gracias a su escasez, no nos causaron la muerte:tal fue la avidez con que los devoramos.

    A Ibagu llegamos a fines de julio de 1813. Nuestracolumna estaba entonces reducida a unos 20 oficialesy a otros tantos individuos de tropa. El coronel Cabal,que comandaba la que se haba retirado en esta ciudaddestinada a nuestro auxilio, vino a recibirnos como auna legua. All formada una parte de los auxiliares, y enpresencia de algunos de los derrotados que no habanentrado en la ciudad, Serviez, todava medio desnudo,dio cuenta en lengua francesa, que Cabal conoca muybien, de los sucesos ocurridos; en tres ocasiones diversas

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    Imposible trazar un cuadro ms vivo de lo que fueesa retirada estratgica de Serviez por la terrible mon-taa del Quindo. En esta pgina maestra del testigoocular Jos Hilario Lpez, cadete entonces de la escue-la prctica de los campos de batalla y ms tarde generalde la repblica, qued como estereotipada la persona-lidad de aquel gran militar: su temeridad en los lancesdifciles, su rigidez de soldado, sus energas de hombrevaliente, su fe inconmovible en el triunfo de la liber-tad, sus dotes de militar y sus defectos de procedimiento,que seran los mismos distintivos que le acompaaranen todas sus empresas, hasta caer vencido en una oscu-ra celada en las soledades del ro Apure.

    Llegado Serviez a Ibagu, de orden del coronel Ca-bal se dedic inmediatamente a reclutar y a adiestrar,como solo l saba hacerlo, un grupo de caballera delanceros que ya haba empezado a formar el capitn in-gls Guillermo Enrique Virgo y que iba a destinarse pa-ra ir a la campaa de liberacin del sur que se preparabaen Santaf en esos precisos momentos. Vivan entoncesjuntos en Ibagu y continuaron luego formando ungrupo ntimo de camaradas, hasta que una ocurrenciadesgraciada los separ, Serviez, Virgo y Jos HilarioLpez y tenan como soldado asistente al holandsCarlos Ludovico 22, ms tarde mayor del ejrcito deColombia.

    Mientras con renovado fervor Serviez y Virgo cum-plan su cometido en Ibagu, de Santaf empezaron asalir con direccin al sur los efectivos del ejrcito parala primera gran campaa libertadora en la Nueva Gra-nada bajo el comando superior del presidente Nariopor determinacin y voluntad del congreso. La concen-

    22 Monsalve, ob. cit., hace a Ludovico italiano, cuando todos losautores que hemos consultado le asignan como patria a HolandaJos Hilario Lpez que convivi con l, es la mejor autoridad paradecirnos el verdadero origen de este prcer de nuestra indepen-dencia. A l no atenemos y por lo mismo continuaremos teniendoa Ludovico como el mejor representante de los Pases Bajos ennuestros anales de la guerra magna. Los bigrafos Vergara y Scar-petta. sealan la isla de Curazao como lugar de nacimiento tieLudovico. (Ob. cit., 277).

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  • FRANCESES EN LA INDEPENDENCIA DE LA GRAN COLOMBIA 37

    tracin de tropas deba verificarse en el pueblo de Pu-rificacin y all tena que acudir, por lo mismo, el grupode caballera de Serviez, segn orden recibida del co-mandante Cabal, dentro del plan acordado por el ge-neral Nario para la marcha hacia Popayn. En Puri-ficacin debi demorar el ejrcito en espera de Serviez,pues ste quera presentar una fuerza digna de ir a lavanguardia, bien disciplinada y mejor acondicionada, ypor ello hubo de emplear ms tiempo del convenido.Reunido all el grueso de las tropas, que contaban al-rededor de dos mil hombres, se continu la marcha haciaLa Plata, segunda etapa principal y lugar donde debacontinuar perfeccionndose la instruccin militar y adonde se lleg el 25 de octubre.

    y aqu viene ahora un episodio doloroso de nuestrahistoria en que juega el principal papel la flaquezahumana de nuestros prceres. Al grupo de oficialesgranadinos se haba agregado otro, menos numeroso, demilitares extranjeros, utilsimos en esas circunstanciaspor sus conocimientos tcnicos y sus experiencias de lasguerras de Europa. Entre esos extranjeros se contabanvarios espaoles como Manuel Corts Campomanes,Jos Ramn de Leiva, Narciso Carretero, Pascual An-dreux, Jos Mara Barrionuevo, Jos Mara Aguilar,Francisco Bata y otros; algunos franceses como Serviez,Alejandro Bobin, Dufaure, Castelli, el conde de Silis-que, el barn de Schambourg; los ingleses Beberley yVirgo, y el holands Ludovico. El coronel Corts Cam-pomanes y el teniente coronel Serviez tenan altoscargos en el ejrcito: el primero, como coronel de inge-nieros, corra con la instruccin de la infantera y des-empeaba, adems, el delicado empleo de jefe delestado mayor general; el segundo, como tcnico en elarma de caballera, estaba hecho cargo del escuadrnde cazadores en calidad de comandate. Uno de ellos, oambos, aconsej a Nario, como medida urgente, elcambio de toques en la ordenanza que rega y el cambio, igualmente, de la tctica espaola, que aun se usaba

    - --- -----por las-tropaspatl'iotas, p6l' los--mtedo&- france--ses-as en--el manejo de las armas, como en las evoluciones. Accedia ello Nario y los dos expertos militares se pusierona la obra con excelentes y positivos resultados. Con todo,

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  • 38 SUCIO ELAS ORTlZ

    Serviez se permiti algunas crticas severas a la formade conduccin del ejrcito. Deca con frecuencia que"con la cuarta parte de las tropas que se preparabanpara obrar sobre el general Smano, y sin la gruesa arti-llera que se llevaba, l destruira cuatro veces a S-mano". Otras veces "se burlaba de los aparatos que sehacan para la guerra y deca que ese ejrcito se asimi-laba en su tren y lujo a un ejrcito asitico" 23. CortsCampomanes y Serviez, eran, por otra parte, duros enel trato con los oficiales granadinos, y esas crticas, fun-dadas o n, y este proceder, les acarrearon la mala vo-luntad de algunos e inclusive el disgusto del generalNario. Una acusacin preparada en estas circunstan-cias para hacer aparecer a Corts Campomanes y aServiez comprometidos en una conjuracin contra eljefe del ejrcito, acab por perderlos. La acusacin, enefecto, se fragu sobre las ms pobres bases, precisamen-te en momentos de continuar la marcha hacia Popayn.Oigamos cmo refiere el caso el testigo presencial JosHilario Lpez:

    "Dispuesto estaba ya todo para ponerse en movi-miento, cuando un da fui sorprendido por la ordenverbal que me comunic un oficial, contrada a que pu-siese de manifiesto los papeles y equipajes del coman-dante, aadindome que ste se hallaba preso, igualmen-te que el coronel Campomanes, el Barn de Chambully otros extranjeros. Por qu causa?, le dije yo. "Portraidores, me contest, y es prohibido a usted el acercarsea su prisin, pues tiene que declarar en el proceso." Afe ma, le repliqu, que soy ignorante de cuanto puedahaber pasado, y no creo que mi comandante fuesetraidor. Puse a su disposicin, como se me ordenaba,los pocos papeles de mi comandante, que examinadosno daban ni la ms remota idea de traicin. En seguidase inventari su equipaje, y se le dej depositado enmi poder. A poco rato lleg mi capitn Vega (Virgo)y me dijo que estaba admirado de lo que acababa desuceder y que tema que a l tambin se le complicaseen la calumniosa acusacin que se haba hecho contrasu amigo Serviez; pero que lo ms extrao era que el

    23 LOPEZ, Jos Hilario, Memorias, 1, 36

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  • FRANCESF.'i EN LA INDEPEI>DENCIA DE LA GRAN COLOMBIA 39

    calumniador fuese un oficial europeo y protegido porServiez" 24.

    Aunque no hemos podido encontrar el proceso se-guido contra Serviez, por el que se le instaur al capitnJos Barn de Shambourg, que publicamos en la ter-cera serie de Coleccin de Documentos para la Historiade Colombia 25, sabemos que todo principi por unafenomenal borrachera que pill el capitn Shambourgel 24 de noviembre de 1813 en el Salado de Tepa,cercanas del pueblo del Pedregal. Este oficial arist-crata era aficionado a las bebidas embriagantes y cuan-do se propasaba, como en esta oportunidad en que suscompaeros del estado mayor, capitanes Miguel Mon-talvo y Jos Salgar le proporcionaron licor y ponche encantidad, perda el juicio. En este estado se propas eninsultos contra los oficiales que lo rodeaban y profiriamenazas propias de borracho de que l matara a Na-rio al llegar a Popayn y se desat en injurias y ca-lumnias contra ste, de tal forma que hubo de serarrestado y como no era la primera vez que estando eneste estado, o cuerdo, hubiera vertido expresiones ca-lumniosas contra el general Nario, el capitn Montalvoelev parte ante la comandancia general del ejrcitoy sta dispuso que se siguiera la averiguacin corres-pondiente.

    Ahora bien: dentro de la averiguacin de los he-chos, el capitn Shambourg dej deslizar algunas sospe-chas sobre sus superiores Corts Campomanes y Serviezpor algo oscuro relacionado con la correspondencia destos y supuestas apreciaciones sobre el jefe del ejrcitoque se estimaron por el juez militar, encargado de ade-lantar el proceso, como suficientes para detener a esosdos altos oficiales y seguirles causa, a cada uno por sepa-rado, por un imaginario delito de conjuracin de acuer-do con los cargos que les haca el descontrolado Barn.Puestos presos los supuestos conjurados se les adelanta-ron las causas por diferente cuerda, lo que hizo demorarms de lo conveniente al ejrcito en La Plata. Perfeccio-

    24 Ibidem, 37.25 ORTIZ, Sergio Elas, Coleccin de documentos para la His-

    toria de Colombia (Tercera Serie), pp. 85-192.

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  • SERGIO ELAs ORTlZ

    nadas las diligencias hasta el estado de sentencia, fuerondespachados los sindicados a Santaf. En carta de 18 dediciembre de 1813 dirigida por el general Nario alencargado del poder ejecutivo, don Manuel BernardoAlvarez, le dice:

    "Tio Manuel: ... Maana siguen\ r-ara esa las causasde Campomanes, Serviez y Sharburg; stos para Carta-gena y yo para Popayn ... Las causas van sin concluirseen estado de sentencia, en los trminos que ustedver. o. En las causas vern una carta de Pamba y lode Azuero; con ambos es menester que se tome unaprovidencia definitiva. A Honda se dan las rdenes parael embarco de los que siguen a Cartagena; quin sabecmo se portaran all, cuando dejaron pasar sin pasa-porte a Casten" 26.

    Los historiadores han condenado, por regla general,la conducta de Nario en esta emergencia. Jos HilarioLpez testigo ocular de los acontecimientos, expresa sujuicio en estos trminos: "En mi opinin, no hubo niasomos de delito en la conducta de las vctimas. Unexceso de celo y emulacin de parte del general Nario,que, acaso por las crticas que se le haban hecho, creaque esos oficiales facultativos y llenos de recomenda-ciones podan eclipsar su gloria militar. Estril consi-deracin e indigna de un alma grande. Cuntos malesnos habr acarreado la intempestiva proscripcin deCampomanes y Serviez" 27.

    Segn Restrepo, influy en el nimo del generalNario el hecho de que tanto Corts Campomanes,como Serviez, haban sido destinados por el congreso,circunstancia que los haca odiosos no solamente aNario, sino a sus oficiales de confianza, todava im-buidos en los odios partidaristas. "Como Nario jamshaba sido militar, dice Restrepo, y era su primeracampaa la del sur, no contando las dos guerras civilescon Tunja y el Congreso, muchos crean necesaria lapresencia de Campomanes y de Serviez; a su falta atri-

    26 POSADA, Eduardo e IBAI;EZ,Pedro Mara, El Precursor, 420.27 LOPEZ, Jos Hilara, Memorias, 1, 37.

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  • FRANCESES EN LA INDEPENDENCIA DE LA GRAN COLOMBIA 41

    buyeron algunos en, gran parte las desgracias que sobre-vinieron despus a este ejrcito" 28.

    Los presos, segn datos del cronista Caballero, lle-garon a Santaf el 8 de enero de 1814; el 18 del mismomes "se comenz, dice, el consejo de guerra, con asis-tencia de todos los oficiales, para la relacin que se hizoen Palacio de la causa de.! coronel Campomanes y delbarn ingls, (sic) sobre la conspiracin contra el pre-sidente; no se concluy" 29. Creemos que ese mismo dase termin todo a favor de los sindicados, pues a finesdel mismo mes estaba ya Serviez en Medelln, a dondehaba llegado a por..erse al servicio del gobierno de An-tioquia "como instructor de los oficiales y soldados delCuerpo Auxiliar que se destinaba para abrir operacio-nes en el sur de la repblica de la Nueva Granadacontra las fuerzas realistas", segn aparece del mensajedirigido el 28 de febrero de 1814 por el dictador Juandel Corral al cuerpo legislativo de Antioquia. BoteroSaldarriaga, quien ha profundizado mucho en estas in-vestigaciones, nos dice que Serviez con el sabio Caldas,ste como coronel de ingenieros y director y el francscomo profesor, sostuvieron una academia militar paraingenieros, fundada por el previsivo gobernante delCorral y por Caldas, y que uno de los alumnos del granServiez fue el futuro general de divisin y artfice enla victoria de Ayacucho, el entonces cadete Jos MaraCrdoba, en quien quedaron profundamente grabadaslas enseanzas de aquel maestro de la escuela militarnapolenica 30.

    En Antioquia, al servicio de la educacin de oficia-les y cadetes, permaneci Serviez alrededor de nueve me-

    28 RESTREPO, Jos Manuel, Historia de la revolucin de la Repblica de Colombia, 1, 234.

    29 En la semblanza del barn Jos Schambourg insertamos undocumento sobre el viaje de Campomanes, Serviez y Schambourg-,desde Honda, por el ro Magdalena a Cartagena, a donde no lle-garon sino Campoman~s y Schambourg, pues Serviez desvi el ca-

    ____ ~ino_de~~e ::lgnpunto del ro para ir a Medelln contratado porel gobierno de Antioquia como- inst-ructor-de una academia de Oficiales de que era director Francisco Jos de Caldas.

    30 BOTERO SALDARRIAGA, R., General JOs Mara Crdoba,26.

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  • 42 SUCIO ELAS ORTlZ

    -ses hasta fines de octubre o principios de noviembre de1814, pues ya en este mes se hallaba en Tunja llamadopor el presidente del congreso.

    Cul era el objeto de esta llamada? Seguramente ne-cesitaba el congreso de un oficial experimentado en lalucha que se avecinaba con el estado de Cundinamarcay se recordaba que en Serviez se reunan las cualidadesde un excelente jefe y de un servidor decidido del fe-deralismo. El estruendoso fracaso de la expedicin deNario en el sur y la permanencia al frente del gobiernode un hombre anticuado, terco y arbitrario, que queraconservarse a toda costa en el poder, con el carcter dedictador, contra el querer de los pueblos y del congreso,haban ocasionado nuevamente una situacin de des-contento y de pugna partidarista muy semejante a laque antenormente haba encendido la guerra civil. Elcongreso, por Su parte, quera a todo trance que CUn-dinamarca entrase en la confederacin para formar unfrente comn ante las grandes amenazas que se veanpor todos los puntos del horizonte de una reconquistaespaola poderosa, y en el momento por todas partestriunfante, al paso que el dictador Alvarez, por la suya,miraba como a enemigos encarnizados de su gobiernoa los federalistas, a quienes consideraba como conspi-radores contra la paz del estado.

    As las cosas, el 3 de noviembre de 1814 deba reu-nirse el colegio electoral para resolver, en definitiva, laincorporacin al pacto federal, pero esa reunin nopudo tener efecto porque los partidarios de Alvarez,llamados chisperos, se opusieron a viva fuerza, a cienciay paciencia del gobierno que, para llenar la medidadel descontento de los pueblos, se hizo prorrogar elejercicio de la dictadura por otros seis meses. En estepunto se rompi todo entendimiento entre el congresode la unin y el gobierno de Cundinamarca.

    Por este mismo tiempo llegaba a Tunja, sede delcongreso, procedente de Venezuela, donde haba sufridolamentable fracaso, el brigadier Simn Bolvar. Venal a dar cuenta de su conducta a la autoridad que lehaba confiado la misin de libertar a Venezuela y losrecursos de hombres y dineros para ejecutarla. Lospueblos de la Nueva Granada hicieron al general ven-

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  • FRANCESES EN LA INDEPENDENCIA DE LA GRAN COLOMBIA 43

    cido una recepcin de tal magnitud cual si volviesetriunfador y le abrieron un crdito de confianza, comoa su nico gua, dndole a voces el ttulo de Libertador.Por su parte el congreso, en vez de pedirle cuentas loacogi con simpata y su presidente, el gran CamiloTorres, con intuicin genial, lo absolvi dicindole:"Habis sido un militar desgraciado, pero sois un granhombre" .

    Rotas las hostilidades entre los dos poderes, el go'bierno de las Provincias Unidas resolvi ir contra eldictador y, por su parte, los santafereos, inclusive lasmujeres y el clero, imbuidos de falsas ideas respecto delos federalistas y de los venezolanos que venan contraellos, estaban dispuestos a hacer la ms desesperada re-sistencia a los que tildaba de "herejes" y de enemigosde la patria.

    Serviez, ascendido al grado de coronel efectivo, fuedesignado como .comandante general de caballera ytena a sus rdenes a los Dragones de Caracas} la Caba-llera de Lanceros y los Cazadores del capitn Salias.La lucha a las puertas de la capital fue encarnizada.El asedio dur varios das con desventajas evidentespara los sitiados hasta que el 11 de diciembre de 1814,en vista de que el dictador se obstinaba en la resistenciay rehua las ofertas de una paz honrosa que se le haca,se dio el asalto final. La actuacin de Serviez fue bri-llante: habindole tocado atacar por San Victorino,rindi la batera colocada en este sitio y "penetr poraquella direccin, dice Restrepo, hasta la calle nom-brada Real} muy cerca de la plaza mayor; all fue he-rido, y por su valor mereci un elogio brillante delgeneral en jefe" 31. Groot agrega que Serviez arrancen San Victorino la placa que Nario haba hecho co-locar como recuerdo del 9 de enero de 1813 32.

    La herida que Serviez sufri en la pierna el da delfinal asalto a Santaf, si bien sera, como dice Botero

    -.-_ .._---81 RESTREPO, Jos ManueI; 711sl6fiiiae la -rcuotud6n-ae---ra--Re

    pblica de Colombia. 1, 293.

    32 GROOT, Jos Manuel, Historia eclesistica y civil de la NuevaGranada, 111, 335.

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  • 44 SERGlO ELAs ORTlZSaldarriaga, no debi ser de mayor gravedad, pues enlos primeros meses de 1815 lo encontramos nuevamenteen la regin del Cauca, en Quilichao, reunido al gene-ral Jos Mara Cabal para oponerse a los realistas dePopayn mandados por el coronel espaol AparicioVidaurrzaga, quien por entonces amenazaba con unanueva y poderosa invasin al Valle del Cauca. Estaimportante comisin de defender un baluarte de lapatria, a rdenes del benemrito general Cabal, les fueconfiada a Serviez y al ilustre prcer quiteo CarlosMontfar, por el nuevo gobierno de Santaf, sin dudaalguna por consejo del Libertador Bolvar, quien debaestar por dems satisfecho con la conducta de estos dosmilitares pundonorosos, especialmente en los ltimosacontecimientos.

    No sabemos cundo pudo salir Serviez de Santaf,una vez restablecido de su herida, a incorporarse en lasfuerzas patriotas del Valle del Cauca, y si primero mar-ch a Antioquia, como es lo ms probable, a hacersecargo de las tropas que para la defensa del Cauca habapreparado el gobernador de ese estado, coronel DionisioTejada, o apresur la marcha por la va del Quindo,que le era tan conocida, para recibir en Cartago elrefuerzo antioqueo. Es lo cierto que Serviez, con elempleo de mayor general, jefe de estado mayor, yMontfar, con el ttulo de cuartel maestre general, sehaban reunido a Cabal, en Quilichao, cuando menosen junio de 1815. Nos cuenta Botero Saldarriaga queen el contingente, llegado all de Antioquia, figurabael entonces mozo de quince aos, Jos Mara Crdoba,antiguo discpulo de la academia militar de Serviez, aquien inmediatamente hizo ste su edecn, con el gradode subteniente 33,

    Se nos figura que por esta poca se celebrara unnuevo matrimonio de Serviez, apesar de que viva enFrancia su legtima mujer, la seora Eugenia de Serviez,ne Teissier de Margueritte. He aqu lo que dice res-pecto de ese matrimonio de Serviez en tierras de Am-

    33 BOTERO SALDARRIACA, Roberto, Ceneral Jos Mara Cr-doba, 32.

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  • FRANCESES llN LA INDllPENDENCIA DE LA GRA COLOMBIA 45

    rica el historiador Garca Samudio: "Acerca del ma-trimonio de Serviez en este pas, hemos obtenido dealgunos de sus descendientes los siguientes datos: casen una de las poblaciones inmediatas a Popayn, aprincipios de 1814, con la seorita Joaquina Crdobay Guzmn, prima hermana del general Jos MaraCrdoba, a quien Serviez tom a su cargo para ense-arle la milicia y tctica francesa. El matrimonio severific en una emigracin en donde iban tambinmuchas personas que huan del ejrcito espaol. Ibantambin varios frailes franciscanos y dominicos. Uno deestos efectu los matrimonios de muchas personas nota-bles. Con motivo de la guerra, la seora de Serviez,llena de temor, dej a Popayn despus de quedarviuda, en compaa de su hija Catalina, que habanacido en 1814 y que no conoci a su padre. Ms tardese estableci en La Mesa, donde contrajo matrimoniosu hija" 34.

    En el mismo mes de junio se movi el ejrcito deVidaurrzaga hacia el norte, y en el sitio de Ovejasempez a tomar contacto con las avanzadas de Cabal almando del teniente coronel Monsalve. El grueso de lastropas republicanas se haba parapetado en el campoatrincherado a orillas del ro Palo, y all esperaba alenemigo, el cual, avanzando siempre, el 4 de julio sesitu en la otra orilla del ro. A la maana siguiente,forzado el paso, principi la accin que se conoce conel nombre de batalla de El Palo. El ala izquierda delejrcito patriota estaba mandada por Cabal, Serviez di-riga el centro con la artillera y Montfar comandabael ala derecha. El encuentro fue estruendoso, pero las

    34 GARCIA SAMUDIO, Nicols, Las memorias del general Ser-viez, 164. El dato respecto del ao en que se verific este matrimonioirregular, pues aun vivia en Francia la esposa legtima de Serviez,parece errado, pues en la mayor parte del ao de 1814 Serviez es-tuvo en Antioquia y no hubo posibilidad que hubiera viajado aPopayn. Del matrimonio de Catalina Serviez con Manuel Suesc(m,

    ______ -.t!llEEste libro fue Digitalizado por la Biblioteca virtual Luis ngel Arango del Banco de la Repblica, Colombia

  • 46 SERGIO ELAs ORTIZ

    tropas realistas no pudieron resistir el ataque y huye-ron a la desbandada. Durante la lucha Serviez perdisu caballo y entonces condujo personalmente un ataquea la bayoneta que desconcert totalmente al enemigo.A raz del combate, Serviez fue encargado de la persecu-cin de las tropas en derrota y lo desempe tan bien,que. en el trmino de la distancia entr a Popayn con250 hombres que comandaba. El triunfo fue total. En elparte rendido al gobierno por Cabal, se hace el elogiode la caballera, que "se adelant hasta ocho leguas dedistancia, cortando de este modo la retirada enemiga,que iba tomando los montes y quedndose atravesa-da". 85

    Serviez, como militar experto, estaba sobre avisoen todas las circunstancias. As, por ejemplo, cuenta Es-pinosa, que habindose pasado al enemigo un sargentoy un cabo, estos condujeron a los realistas hasta las ba-rracas de los aprovisionamientos, pertrechos y municio-nes, pero nada pudieron tomar de estos ltimos, por-que Serviez, habiendo tenido conocimiento de la de-feccin, los haba hecho cambiar de sitio. 36 En la per-secucin de los derrotados era implacable. "En la reti-rada de los realistas, dice Espinosa, testigo presencialde la batalla, despus de esta derrota, iban quedandoabandonados los equipajes, las armas, pertrechos y ba-gajes, y nuestros soldados comenzaron a apoderarse detodo esto, a abrir las petacas y guchubos; pero Serviezlos contuvo dlcindoles que luego tomaran todo eso,y que lo que ms importaba por lo pronto era seguiren persecucin de los derrotados, antes de que intenta-ran rehacerse. La gente era tan subordinada que obe-deci al momento. Cerca del sitio que llaman Alegras,se vio una partida que tal vez no haba entrado en pe-lea, y pregunt Serviez qu gente era esa; uno de losprisioneros que llevbamos contest que eran unos cin-cuenta patianos. "Bien, pues, agreg Serviez, que vayancincuenta hombres a perseguirlos". "Y aqullos otros?"volvi a preguntar mostrando otro grupo. "Esos son li-

    35 TASCON. Tulio Enrique. Nueva biografa del general Jos~Mara Cabal.

    36 ESPINOSA. Jos Mara. Memorias de un abanderado, 116.

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  • FRANCESES EN LA INDEPENDENCIA DE LA GRAN COLOMBIA 47

    meos y quiteos; irn como cien hombres. "Pues quevayan otros cincuenta hombres a traerlos". As se hizo,y en efecto, en la persecucin se rindieron muchos deellos y los trajeron prisioneros". 37

    Despus de la accin hubo fusilamiento de prisio-neros. El presbtero Jos A. Torres y Pea, en una no-ta a las pesadas octavas de su Santaf cautiva, dice al res-pecto: "Los horrores del maldito francs Serviez, nadiehay que los ignora con los prisioneros de El Palo, deque solo escaparon algunos de Cabal y Montfar". 38Tambin el general Antonio Obando, entonces tenien-te coronel, quien asisti a la batalla, carg a Serviez losfusilamientos: "Serviez, dice, al da siguiente diezmlos prisioneros y el resto fue remitido a la capital". 39En cambio, otro testigo presencial, el abanderado Espi-nosa hace responsable del hecho a Montfar: "Despusde la accin, dice, el coronel Montfar hizo fusilar a al-gunos espaoles que l haba conocido en Quito, enlo cual, la verdad sea dicha, hubo algo de venganza per-sonal, pues que eran de los que all lo haban puestopreso a l". 40 Sin embargo, la razn determinante detales fusilamientos parece haber sido el hecho de ha-ber encontrado, entre los papeles que se le cogieron aVidaurrzaga, despus de la batalla de El Palo, "ins-trucciones reservadas" del Presidente Montes de "nodar cuartel a ningn oficial ni comandante de divisin".El coronel Montfar, a quien se entregaron esos pape-les, "mand se pasase por las armas al mayor generalSoriano y otros prisioneros, lo que se verific". (Riao,

    37 Ibidem, 121.

    38 TORRES Y PE~A, J. A., Santaj cautiva, 357.39 OBANDO, Antonio, Autobiografa, 542.

    40 ESPINOSA, Jos Maria, ob, cit., 124. Espinosa guard venera-cin por Serviez, pues fue ste uno de los de la lista de ms demedio centenar de prceres que se propona retratar, escogindoloscomo hroes de la primera poca de la independencia, segn apunta

    __ n ~n~l!s Memorias. Ignoramos. si Espinosa lleg a pintar el. retratode Seniez e -la .serie- que se promeij!, pues por' ms -indagacionesque se han hecho no ha sido posible encontrado, como si fignranen las pinacotecas muchos de los personajes de la lista que formEspinosa para hacerles el retrato.

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  • 48 SERGIO ELAS ORTIZCamilo, La Batalla del Ro Palo, 21). Estas represalias,quien quiera que las hubiese ejecutado, estaban al or-den del da en ambos bandos, como cosa comn y co-rriente, porque la guerra en esa poca, casi puede decir-se que en todas partes, era a muerte, y as la habanproclamado las tropas de Vidaurrzaga das antes de labatalla. Quiz en esta ocasin recordaron los patriotasque en Pasto, dos aos antes, Caycedo y Cuero y Ma-caulay haban sido fusilados; los oficiales de estos quin-tados, y los soldados diezmados estando prisioneros.

    Como se dijo antes, el mayor general Serviez lle-g vencedor a Popayn, a marchas forzadas, y tom po-sesin de la plaza el 7 de julio de 1815. De ah a pocoarrib a la ciudad el grueso del ejrcito. Con el triunfode El Palo qued libre de enemigos una porcin in-mensa del suelo patrio, es decir, desde Cartagena yCcuta, por el norte, hasta el valle del Pata, por elsur. Fue un momento nico que brill como un me-teoro en el cielo de la libertad. El pensamiento de Ca-bal y de sus ayudantes Serviez y Montfar, era conti-nuar la carrera victoriosa hasta la ciudad de Pasto, elms temido fuerte realista, y para ello empezaron adestacarse fuerzas de avanzada, a pesar de la caresta devveres que tenan que sufrir las tropas, porque de Po-payn hacia el sur era tierra arrasada. Al propio tiem-po se adelantaba en Popayn, con todo entusiasmo, lapreparacin de la atrevida empresa.

    Pero todo par all. De pronto, cuando podan con-cebirse grandes esperanzas en el porvenir de la nacien-te patria, se ensombreci nuevamente el horizonte portodas partes. Esta vez la reaccin realista amenazaba pu-jante por el norte y por el sur. Los ltimos meses de1815 iban a ser de angustiosa espectativa y de temores.La mayor amenaza estaba en la expedicin punitiva quese presentaba ya a las puertas de Cartagena de Indias,a las rdenes del pacificador don Pablo Morilla.

    Para la general defensa del pas, el gobierno deSantaf empez a tomar las medidas que aconsejaba lagravedad del momento, pero haba algo en el ambien-te que frustraba los mejores proyectos. Una de las me-didas fue reunir el mayor contingente de tropas paraenviar al norte, donde iba a jugarse una carta decisiva.Para ello se pidi al Cauca el refuerzo de que se pudie-

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  • FRANCESES EN LA INDEPENDENCIA DE LA GRAN COLOMBIA 49

    ra disponer, sin descuidar la propia defensa, y todas lasarmas que no estuvieran en manos. Con tal motivo, aprincipios de octubre de 1815, marchaba Serviez a lacapital con tropas antioqueas y caucanas. Se acercabael momento en que el denodado militar francs iba adesempear un papel que nunca pudo soar: el de jefesupremo de los ejrcitos de la repblica.

    Habiendo llegado a Santaf el 17 del mismo mes,fue destacado inmediatamente a Tunja a hacerse cargode la guarnicin de esa plaza y a preparar nuevos con-tingentes. AqU tuvo que sufrir Serviez graves contra-riedades, pues el gobernador de la provincia, quien sedaba humos de gran capitn, empez a discutir con elmilitar la entrega de las fuerzas, porque, alegaba, diceBotero Saldarriaga, que Serviez solo haba sido desig-nado para recibir las tropas regladas y no las volunta-rias. Con todo, cumpli el f