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    14. CONCEPTODEFORMADEGOBIERNOYRGIMENPOLTICO

    A travs de toda la historia del pensa-miento poltico emerge la preocupacinconstante de los autores por describir lamejor forma de gobierno, esto es, la es-tructura que deben adoptar, en un pas, losrganos encargados de ejercer las funcionessoberanas y el mutuo enlace con que debenestar trabados y relacionados entre s.1

    En esta bsqueda los autores, como esnatural, comienzan por analizar y clasificarlas formas reales existentes, para remontarsedespus a la construccin ideal. El deseo

    de clasificar, segn criterios racionales desemejanza o diferencia, la multiplicidad deEstados y sus tipos o formas de gobiernose presenta como algo ms que la simplesatisfaccin de una curiosidad intelectual.La ciencia poltica empez clasificando lasformas de gobierno, y el inters sobre estepunto se ha continuado manteniendo. Porotra parte, en nuestra poca se expresanuna serie de razones adicionales para queesta necesidad siga persistiendo. Teri-

    camente, una exacta clasificacin de lostipos de gobierno puede ayudar a la mejorcomprensin, en nuestro mundo cada vezms reducido, tanto de los sistemas polticosextranjeros como del nuestro propio.

    La necesidad de clasificar y valorarlas sociedades estatales segn su tipo degobierno es tan antigua como el pensarpoltico del hombre. Si este esfuerzo in-telectual hubiese sido llevado a cabo en

    virtud tan slo de una actitud de lart pour

    lartdel cientfico de la poltica, el trabajo1 IZAGA, ob. cit.,tomo I, pg. 2.

    empleado en esta tarea a lo largo de lossiglos podra considerarse como infructuo-so. Ocurre, sin embargo, que dado que lainsatisfaccin con su propio orden polticoparece ser un rasgo esencial del hombrecomo zoon politikon, dicho esfuerzo estabafundamentalmente dirigido a descubrirlas ventajas cualitativas de cada forma degobierno, as como estaba presidido porla bsqueda de la mejor de dichas formas.Se puede por ello afirmar que cualquierpensador poltico comprometido en dichaempresa llegaba finalmente a estableceruna distincin entre las formas buenas

    y malas de gobierno.2

    Como ya lo expresbamos, la locucinforma de gobierno alude tradicional-mente a la morfologa del conjunto demagistraturas que representan al Estado.Implica, por tanto, describir los rganosque en ejercicio de sus respectivos pode-res tienen a su cargo la realizacin de susfunciones estatales.

    La estructura formalcorresponde a lanormatividad jurdica que determina ensu estatuto de mayor jerarqua la Consti-

    tucin la naturaleza de los rganos y sucompetencia.3Pero junto a la estructura formal existe

    una estructura realque comprende esencial-mente los aspectos de hecho. Como ya lohemos reseado precedentemente,4muy rara

    vez existe coincidencia entre las estructuras

    2 KARLLOEWENSTEIN, Teora de la Constitucin,Editorial Ariel 1970, Barcelona, pgs. 41-42.

    3 Sobre esta materia ver en tomo I de esta obra

    Secciones 6 y 7.4 Sobre esta materia ver en tomo I de esta obraSeccin 7, N 30.

    Seccin Cuarta

    LAS FORMAS DE GOBIERNO Y LOS REGMENES POLTICOS

    14. Concepto de forma de gobierno y rgimen poltico;15. Las clasificaciones clsicas de formas de gobierno;

    16. Clasificaciones de los regmenes polticos contemporneos;

    17. Principios e instituciones de la democracia;18. Las autocracias;19. Totalitarismo y dictadura.

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    formal y real. La configuracin poltica deun pueblo no es siempre la que aparece enlos textos constitucionales. Es que acasomanda siempre el que una Constitucindice que manda? Y se manda del modoque los textos constitucionales establecen

    y para el fin que ellos fijan?La insuficiencia del esquema exclusiva-

    mente normativo para conocer la verdadpoltica de un Estado ha llevado a los es-tudiosos contemporneos a abandonar lametodologa tradicional, para profundizaren la estructura real de los rganos y re-laciones de poder. En efecto, junto a losdocumentos constitucionales se aborda elestudio de las bases socioeconmicas, lastradiciones, usos y costumbres y las fuerzaspolticas que impulsan el funcionamientode las instituciones.

    Quienes postulan esta corriente metodol-gica prefieren utilizar la expresin rgimenpoltico en lugar de forma de gobiernopara referirse al objeto de su estudio.

    En tal sentido Jimnez de Parga puntualizaque el rgimenpoltico es la solucin quese da de hecho a los problemas polticos de

    un pueblo: a) Como tal solucin efectiva,el rgimen puede coincidir o no con elsistema de soluciones establecido por elderecho fundamental, por la Constitucin,

    y b) Como tal solucin, un rgimen podrvalorarse siempre con normas jurdicas ycon criterios morales.

    En esa solucin que es el rgimen in-tervienenpoderes oficiales y poderes fcticos.Una exposicin de los distintos regme-nes contemporneos tiene que contener,

    en consecuencia, algo ms que una meraexgesis de la Constitucin.5En sntesis, la nocin de rgimen poltico

    aparece como ms dctil y flexible que ladeforma de gobierno: responde al reflejo real

    y vivo del funcionamiento de un grupopoltico.6

    5 Ob. cit.,pg. 69.6 En trminos generales es la idea que aparece

    implcita en las obras de Burdeau, Duverger, Pretot,Loewenstein, Carro, Jimnez de Parga y otros.

    15. LASCLASIFICACIONESCLSICASDEFORMASDEGOBIERNO

    Con las prevenciones anotadas preceden-temente resulta siempre ilustrativo conocer

    las principales clasificaciones que desdelos inicios de la reflexin poltica se hanformulado sobre las formas de gobierno.

    Aristteles. Para el discpulo de Platn haytres clases de formas polticas: monarqua,aristocracia y politeia. En la monarquael gobierno est en manos de uno; en laaristocracia mandan ms de uno, pero notodos; en la democracia decide la multitudde los ciudadanos; todos o la mayora deellos. Monarqua, aristocracia y democracia,por otra parte, son las formas rectas o puras,las que tienen en cuenta el bien general; acada una de ellas se contrapone otra for-ma viciosa o impura: tirana, oligarqua ydemagogia. La tirana es, efectivamente,una monarqua orientada hacia el intersdel monarca; la oligarqua busca el de losricos, y la demagogia el inters de los pobres;pero ninguna de ellas busca el provecho dela comunidad (La Poltica,Libro III).

    Polibio. Afirma, con Aristteles, que exis-ten tres formas de gobierno puras y otrastres formas impuras. Y formula, igualmenteque hizo Platn, la teora cclicaen el sen-tido de que en todos los pases se suelendar estas formas de gobierno ms o menosencadenadas. Es decir, que si comienza elgobierno de un pas por ser una monarquaes posible que degenere en tirana, perosiempre vendr un golpe de Estado o unarevolucin que d al traste con esta tirana,

    y monte un gobierno aristocrtico. Pero laaristocracia se puede corromper y surge laoligarqua. Frente a sta suele surgir unanueva idea que instaura la democracia. Sila democracia se corrompe da lugar a lademagogia, y por reaccin a la demagogiase da nueva entrada a la monarqua. De ahse pasa nuevamente a la tirana, aristocracia,etc., forjndose el ciclo histrico de sucesinde las formas de gobierno.

    De ah deduce Polibio que lo ideal sera

    captar lo bueno que tienen todas las formasde gobierno y constituir as un equilibriofavorable, a fin de poder caminar rectamente

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    Seccin Cuarta: Las formas de gobierno y los regmenes polticos

    hacia el bien comn. Polibio es el inventorde las formas mixtas que se integran de laparte buena y estimable de las diversas formasque en la Historia han dado los gobiernos.l cree descubrir esta forma de gobiernomixta en Roma republicana. En efecto, enla Roma de las guerras pnicas se da estacombinacin, pues dice Polibio que por loscnsules se dira que es monarqua; por elSenado que es una aristocracia, y por loscomicios, que es una democracia. He aqucombinados los tres elementos que consti-tuyen una forma mixta de gobierno.

    Cicern. Afirma, en relacin con las formasde gobierno, por una parte, que existe lademocracia, la cual puede producir buenosefectos, porque en la democracia el puebloes libre e igual (libertad e igualdad). De laaristocracia afirma que tambin puede pro-ducir buenos efectos, porque la aristocraciasirve para gobernar con justicia y prudencia,

    ya que uno solo el rey no puede saberlotodo y dirigirlo todo, y de otro lado el puebloes ignorante y apasionado. Por ltimo, lamonarqua responde a un principio naturalque somete a los gobernados por el amor, y

    puesto que hay un solo Dios que manda enel mundo, Jpiter, la familia tiene un solopadre; los pueblos en sus orgenes, un solo

    jefe, y los pueblos en circunstancias gravesse someten a un solo hombre; es por ellonatural que los pueblos sean gobernadospor una institucin unipersonal.

    Despus de haber expuesto estas tres for-mas de gobierno (aristocracia, democracia ymonarqua). Cicern no niega su preferenciapor la monarqua, si bien concluye diciendo

    que sera bueno encontrar una frmula mixtaque combinara los elementos buenos queexisten en las diversas formas de gobierno.Es decir, Cicern, en definitiva, se inclinapor la frmula mixta de Polibio.

    Santo Toms. Dice Santo Toms que elpoder y su ejercicio dependen en formainmediata de la voluntad de los hombres,

    y por ello es lgico que stos se organicenpara ejercer el poder en diversas formas.Santo Toms, en su Summa Theologica, afir-

    ma en relacin con las formas de gobiernoque lo ideal son tambin las formas mixtasde Polibio y Cicern. Una forma mixta en

    la que el jefe supremo (monarqua) debeser escogido por razn de su virtud y susmritos, los grandes (aristocracia) debenser elegidos por la multitud por su valorpersonal, pero debe existir una multitud(democracia) que participe en el gobierno.Consiguientemente, la combinacin de estoselementos produce la defensa de las formasmixtas de gobierno de Santo Toms. En suobraDe Regimene Principiumse inclina porel gobierno monrquico.

    Maquiavelo comienza su libroEl Prncipecon estas palabras: Todos los Estados hansido y son, o Repblicas o Principados.Esto tiene la siguiente importancia:

    a) Es la primera vez que se emplea lapalabra Estado.

    b) Los tres trminos de monarqua, aris-tocracia y democracia, antes empleados,son sustituidos por el binomio monarqua

    y repblica, que subsiste hasta hoy en da, ycuya paternidad se debe a Maquiavelo.

    Maquiavelo no construye, sin embar-go, una teora acerca de la monarqua, niacerca de las formas de gobierno, porquelos problemas esenciales de la poltica los

    toca en su libro slo de pasada. l va cons-truyendo su teora a la vez que va dandoconsejos al prncipe Lorenzo de Mdicisacerca de la forma de adquirir y conservarun principado.

    En otra de sus obras,Discurso sobre la PrimeraDcada de Tito Livio,escribe: Un legisladorprudente establecer un rgimen mixto, elcual ser ms firme y estable; porque en unaconstitucin donde coexistan la monarqua,la aristocracia y la democracia, cada uno de

    estos poderes vigila y contrarresta los abusosde los otros (Lib. I, cap. II).Montesquieu. EnEl espritu de las leyesel

    tema de las formas de gobierno es el tratadocon mayor extensin. Dos criterios son losque utiliza Montesquieu para caracterizarlas

    y clasificarlas: la naturalezao sea, la estruc-tura del gobierno y elprincipio, o sea, lafuerza vital que lo dinamiza. Cada formade gobierno tiene su propia naturalezay supropioprincipio. Este ltimo es esencial. Es

    el que mueve al gobierno, el que lo haceactuar y tambin durar. Es, al decir de J. J.Chevalier, el resorte, de tal modo que

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    cuando l se corrompe, el gobierno no tardaen corromperse y tambin en periclitar, amenos que un sabio reformador haga re-nacer el necesario principio. De acuerdocon tales criterios, las formas de gobiernoson tres: monarqua, despotismoy repblica;esta ltima se subdivide en democrticayaristocrtica.

    La monarqua, segn su naturaleza, es elgobierno de uno solo, pero mediante leyesfijas y establecidas y la accin de ciertas fuerzascuerpos o poderes intermedios que obli-gan a cumplirlas (nobleza, clero, ciudades,parlamentos). Suprincipioes el honor.

    El despotismoes el gobierno de uno solo,sin leyes y sin reglas, segn su voluntad y sucapricho. Esa es su naturaleza. Suprincipioes el temor.

    La repblicaes, segn su naturaleza, elgobierno de todo el pueblo o de una par-te de l. En el primer caso se trata de larepblica democrtica; en el segundo, de larepblica aristocrtica. Ambas subformastienen en comn la ausencia de rey, perose diferencian por su naturalezay por su

    principio. En la repblica democrticagobierna

    la asamblea de los ciudadanos y su principioes la virtud, es decir, la capacidad de hacerprimar el inters general sobre el particu-lar. En la repblica aristocrticael gobiernopertenece a un pequeo nmero, siempredispuesto a obedecer sus propias leyes, y su

    principioes la moderacin.Rousseau. Este filsofo dedica a las formas

    de gobierno los diez primeros captulos dellibro III deEl contrato social. Para entendersu clasificacin es necesario tener en cuenta,

    ante todo, que llama gobierno al rganoque ejerce el llamado poder ejecutivo yque aqulla tiene en cuenta bsicamen-te a este ltimo. Por eso quienes utilizanotros criterios desfiguran el pensamientode Rousseau sobre el particular, al tratarde explicarlo.

    En rigor, enEl contrato socialRousseau slose ocupa, como lo dice desde el comienzo dellibro I, de la forma de gobierno legtima

    y para l no hay otra forma de gobierno

    legtima que aquella que descansa en elprincipio de la soberana del pueblo. Apartir de aqu, se puede hablar de formas de

    gobierno por supuesto, e implcitamente,legtimas: democracia, aristocracia, monar-qua. Las tres se basan en la soberana delpueblo y se diferencian nicamente en elgobierno, es decir, en el rgano encargadode ejercer el llamado poder ejecutivo. Poreso, y en el lenguaje de Rousseau, soberanadel pueblo y democracia no se identifi-can. Es cierto que no hay democracia sinsoberana del pueblo; pero, sin esta ltima,tampoco hay, en el lenguaje del ginebrino,ni monarqua ni aristocracia.

    En qu se diferencian, pues, las tresformas de gobierno mencionadas? Muysimplemente, en el nmero de ciudada-

    nos encargados de ejecutar las leyes, esdecir, de ejercer el gobierno. As, en lademocraciahay ms ciudadanos magistradosque simples particulares; en la aristocraciala relacin es inversa, y en la monarquaseconcentra todo el gobierno en manos deun ciudadano nico.

    Importa destacar que, contrariamente alo que suele decirse, Rousseau no propugnala democracia tal como l mismo la define.Por el contrario, en el captulo cuarto del

    libro III, denominado La democracia,dice: Tomando el trmino en su verdaderaacepcin no ha existido nunca verdaderademocracia, ni existir jams. Si hubieraun pueblo de dioses concluye, se gober-nara democrticamente. Un gobierno tanperfecto no es para hombres.

    Tambin importa destacar que Rousseausubclasifica la aristocracia en natural, elec-tiva y hereditaria, asemejndose muchola segunda a lo que actualmente se llama

    democracia representativa.Importa destacar, por fin, que Rousseause ocupa expresamente de los gobiernosmixtos, hasta el punto de dar ese ttulo alcaptulo sptimo del libro III.

    16. CLASIFICACIONESDELOSREGMENESPOLTICOSCONTEMPORNEOS

    16.1. Clasificacin de Loewenstein

    Karl Loewenstein basa su tipologa enel grado de concentracin que alcanza el

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    poder poltico en una comunidad y en elconsiguiente control que puede ejercer sobreel mismo. Cuando el poder se concentraen una persona, en una asamblea, comit,

    junta o partido, nos encontramos, segnLoewenstein, ante una autocracia; cuandoel poder es compartido por los miembrosindividuales y por los grupos que funcionanen el cuerpo social, tenemos el rgimenconstitucional. En el primer caso no puededarse el control: la dialctica del rgimen depoder concentrado no admite la oposicinni la discrepancia. En el constitucionalismo,en cambio, el poder que se comparte es,necesariamente, un poder controlado.

    Pero la vida poltica contemporneaes demasiado rica en variantes para quepueda resumirse en esas dos categoras deautocracias y regmenes constitucionales.Loewenstein reconoce, por ello, la existen-cia de tipos intermedios: ya sea regmenesoriginariamente autocrticos que estn evo-lucionando hacia el constitucionalismo,

    ya sea regmenes constitucionales que sedesvan hacia la autocracia. Lo primero esms frecuente. Muchos sistemas abandonan

    viejas posiciones y se afanan por presentarsecomo democracias. No en vano el principioconstitucional democrtico ha triunfado enla batalla de la legitimidad del poder.

    16.2. Tipologa y clasificacin de Burdeau

    El ttulo I del tomo IV del Trait de sciencepolitique, de Georges Burdeau, trata expresa-mente de La clasificacin de los regmenespolticos. Despus de examinar los criteriosque se pueden adoptar para clasificar losregmenes polticos segn los orgenesdelpoder, segn lasformasde ejercicio del poder

    y segn losfinesperseguidos y de sealarque, en la actualidad, no se puede utilizarun criterio nico, ya que los tres criteriosindicados aparecen confusamente reunidosde modo diferente en cada rgimen poltico,llega a la conclusin de que la mejor solucinpara ensayar una clasificacin consiste enseguir la opinin profana, segn la cual elmundo presente est repartido entre dosclases de regmenes polticos: los autoritarios

    y los democrticos.

    Sobre esta base, Burdeau formula la siguiente clasificacin:

    Regmenes autoritarioscontemporneos

    Regmenes democrticoscontemporneos(democracia gobernante)

    El cesarismo emprico

    Las dictadurasideolgicas

    El rgimen de poderindividualizado

    Democracias occidentales (ode poder abierto)

    Democracias marxistas (o

    de poder cerrado)

    (ejemplos: Gobiernoslatinoamericanos; elperonismo; el rgimenturco de 1923; el rgi-men yugoslavo de 1929;el rgimen polaco de1935)(ejemplos: el nazismoalemn; el fascismo

    italiano)(ejemplos: el rgimenportugus de OliveiraSalazar; el rgimenespaol de Franco)

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    16.3. Clasificacin de Raymond Aron

    Este autor atiende al nmero de parti-dos polticos que ponen en movimiento losregmenes actuales y propone una clasifica-

    cin en dos grandes grupos: a) regmenesde partidos mltiples, y b) regmenes departido monopolstico.

    Primera. La posicin entre regmenesde partido monopolstico y regmenes departidos mltiples es un hecho indiscutibleen el mundo que vivimos. Hoy, cuando lasoberana democrtica se acepta como elnico principio de legitimacin poltica, loque importa ms que nada es la modalidadinstitucional de la traduccin de tal principiodemocrtico. Partido nico y partidos mlti-ples simbolizan dos formas caractersticasal respecto.

    Segunda. Las tipologas clsicas tuvieronen cuenta el nmero de detentadores dela soberana. Y se estableci as la famosatrada monarqua-aristocracia-democracia.En la poca contempornea, con una vidapoltica configurada en torno de la repre-sentacin, interesa ms el poseedor real de

    la soberana que el titular oficial de ella.Es decir, interesa la organizacin de lospartidos nmero y estructura interna delos mismos, ya que ellos son los verdaderosagentesde la poltica actual.

    A) Regmenes de pluripartidismo. Arondefine los regmenes occidentales comoaquellos en los que existe una organizacinconstitucional de la concurrencia pacficapara el ejercicio del poder. Cada palabra

    de la definicin recoge un trazo esencialde estos sistemas:La organizacin es constitucional: con

    unas reglas, escritas o no, que precisan elmodo de la concurrencia poltica de losindividuos y de los grupos.

    La concurrencia espacfica: se excluyeel uso de la fuerza.

    El ejercicio del poder es legal: no cabe elasalto al poder ni la consiguiente eliminacinpoltica del que pierda en ese asalto.

    Hay una concurrencia: legalmente se ad-mite la oposicinal poder establecido; porotra parte, el partido o la coalicin que

    ejercen en un momento determinado elpoder habrn de hacerlo de manera mo-derada, sin arrogarse la exclusividad de larepresentacin nacional.

    Los regmenes pluripartidistas tienen suprincipio(en el sentido que Montesquieuentendi este vocablo): el compromiso. Unrgimen pluripartidista funciona bien cuandohace un buen uso del compromiso.

    B) Regmenes de partido nico. Este segundotipo se caracteriza por el monopolio otor-gado a un partido de la actividad polticalegtima.

    Segn Aron, de este hecho fundamentalse deducen algunas consecuencias:

    El Estado se vincula al partido nico.No es un Estado neutral, que se coloquepor encima de la lucha partidista. Es un

    Estado del partido.El Estado limita la libertad de discusin.

    No se acepta otra ideologa que no sea ladel partido.

    El ejercicio del poder no es legal y mode-rado. El rgimen de partido nico comportaun elemento de violencia.

    Estos regmenes tienen tambin suprinci-pio. Aron devela la existencia en ellos de dossentimientos: lafey el temor. Los militantesdel partido suelen tener una fe ciega en susproyectos revolucionarios. Son fanticos. Losque no comulgan con la ideologa oficialy en toda sociedad tiene que darse nece-sariamente la divisin de opiniones vivenatemorizados, con el sentimiento de queun da puede llegarles la exclusin ms omenos violenta. Sufren de pnico.

    16.4. Clasificacin de Jimnez de Parga

    I. Las democracias

    A. Regmenes democrticos con tradicindemocrtica:

    a) Las grandes democracias (Francia,Gran Bretaa, Estados Unidos de Nortea-mrica).

    b) Las medianas y pequeas democraciaseuropeas (Suiza, Blgica, Holanda, Luxem-burgo, pases nrdicos).

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    c) Las democracias nacidas en el senode la Commonwealth.

    B. Regmenes democrticos sin inmediatatradicin democrtica: Repblica Federal

    Alemana, Italia, Japn.

    II. Las monocracias marxistasA. U.R.S.S.B. Monocracias populares.C. Yugoslavia.D. China comunista.

    III.El mundo hispanolusoamericanoA. Espaa.B. Portugal.C. Repblicas hispanoamericanas.

    IV. Los pases recientemente descolonizadosEn esta clasificacin tenemos en cuenta

    los diversos elementos que, segn hemosindicado, estructuran las soluciones polticascontemporneas: por un lado, los supuestos;por otro, los principios.

    I. El poder poltico y el derecho, prin-cipios configuradores de los regmenes,

    estn orientados por una idea poltica:elorden que pretenden realizar. Esta ideapolticaes diferente en el llamado mundooccidental (que comprende a estos efec-tos pases situados en zonas geogrficasms all del Occidente europeo) y en elmundo marxista. Sobre esto ya se nos haadvertido suficientemente en las tipolo-gas expuestas. Una primera separacinresulta, pues, indiscutible: de una parte,los regmenes democrticos; de otra, las

    monocracias marxistas.II. Los supuestosque condicionan el per-fil concreto de cada una de las solucionespolticas no pueden olvidarse al elaboraruna clasificacin. Dentro de los regmenesoccidentales, por ejemplo, unos sistemascuentan con un rico legado democrtico,con usos polticos bien aprendidos, en unclima social favorable. Otros regmenesdemocrticos, por el contrario, tienen asus espaldas una reciente experiencia anti-

    democrtica, totalitaria. Y el mundo hispa-nolusoamericano se organiza, por su parte,con un haber singular.

    Desde otro punto de vista, las democra-cias de grandes posibilidades materiales,con ingentes territorios o recursos, ofre-cen unos rasgos diferentes de los propiosde las democracias de pases medianos ypequeos.

    III. El tercer mundode naciones proletariasexige un estudio aparte: por sus supuestossocioeconmicos y por su tradicin histrica.En la segunda mitad del siglo XX se haafirmado slo es autnticamente realis-ta una divisin poltica: a) regmenes depueblos industrializados; b) regmenes depueblos subdesarrollados.

    En los pueblos subdesarrollados, sin em-

    bargo, hay que distinguir, al menos, dos cla-ses: los que poseen una historia de puebloslibres e, incluso, antao poderosos; y losque han sido descolonizados recientemen-te. Las soluciones polticas de unos y otrosno pueden considerarse con los mismosesquemas tericos. Y las instituciones nofuncionan de la misma manera en unospueblos subdesarrollados y en otros. Ennuestra tipologa los pases recientemente des-colonizadosforman un grupo especial.

    IV. En cada grupo de regmenes se pue-den utilizar otros criteriospara hacer unatipologa ms detallada: a) la manera deformalizar jurdicamente la vida poltica:Constituciones escritas o consuetudinarias,rgidas o flexibles, etc.; b) la eficacia de lasConstituciones: normativas, nominales ysemnticas; c) la organizacin de los poderesconstituidos: presidencialismo, parlamenta-rismo, etc.; d) la articulacin de los poderesde hecho, etc.

    17. PRINCIPIOSEINSTITUCIONESDELADEMOCRACIA

    17.1. La palabra democracia como ejemploexpresivo del caos semntico

    Si los estudiosos de la poltica se propu-sieran redactar una lista de palabras y frasesambiguas no dudamos de que la nmina

    tendra que ser encabezada por el trminodemocracia. A la hora de deshacer equvocos,de enmendar confusiones informativas, a

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    veces deliberadas, quiz sea la palabra de-mocraciala que con mayor apremio precisede un cierto esclarecimiento.

    En efecto, hay pocas palabras tan mano-seadas y maltratadas como la democracia.Se ha llegado a tal abuso del trmino de-mocraciaque algunos piensan, con razn,que democracia ya no dice nada en estosdas. Es as como el sustantivo democraciaparece hambriento de adjetivos y los auto-res acostumbran referirse a la democraciapoltica, democracia social, democraciaeconmica, democracia orgnica, de-mocracia funcional, democracia corpo-rativa, democracia liberal, democraciaburguesa, democracia integral, demo-cracia popular (lo que es redundante),incluso nos parece haber odo hablar dedemocracia totalitaria.

    Existe, pues, en el mundo contempo-rneo una pluralidad de imgenes de lademocracia. Contribuyen los adjetivos aprecisar la idea?

    En otra lnea de investigacin nos en-contramos con que la palabra democraciaes usada como sinnimo de libertad, de

    igualdad, de gobierno de mayora, de jus-ticia social, de fraternidad, de amistosogolpecito en el hombro, es decir, de todaslas cosas bellas y hermosas de la vida.

    Pero tambin estn los detractores y lapalabra democracia significa entonces: tira-na del nmero, gobierno de los mediocres,politiquera, ineficacia, demagogia, anarqua,es decir, todas las cosas negativas e ingratasde la vida social. No sin razn ha escritoFriedrich: La democracia parece signifi-

    car todas las cosas posibles. Es un artculoperfecto para un cajn de sastre.No podemos tampoco olvidar a otro tipo

    de apologistas: la democracia es mucho msque una forma de gobierno y un estilo devida, es una filosofa, una religin Eleganteforma de simplificar complicando!

    Quienes hayan incursionado en la co-piosa bibliografa sobre la democracia nopueden dejar de formularse una preguntaen absoluto impertinente. No ser la de-

    mocracia un mito poltico universal?Si la respuesta fuese afirmativa cabrarecordar que el valor de cualquier mito

    radica en no definirlo, en no sacarlo delmisterio que lo cubre.

    Pero si podemos convenir en que laimprecisin y la mitologa pueden tenerutilidad para algn propsito estratgicosubalterno, no es menos cierto que esta va-guedad no contribuye en nada al progresode los estudios polticos.

    Es ms, en estos momentos, en que nue-vamente se actualiza el tema de la crisis dela democracia, constituye tal vez un deberaun cuando sea por simple curiosidad aca-dmica indagar acerca de lo que realmentese encuentra amenazado de muerte.

    17.2. Proposiciones para lograr superar elconfusionismo existente

    Es obvio que la solucin de las diferenciasen el uso de la palabra Democracia noaliviar la tensin entre los sistemas pol-ticos antagnicos. La raz del problema esbastante ms profunda, ya que tras el des-acuerdo semntico existen efectivamentediferencias de naturaleza ms compleja. Pero

    nos parece, igualmente, que todo intentode restringir o refinar el significado deltrmino contribuye a facilitar el dilogo,requisito previo para llegar a entenderseo discrepar sensatamente.

    En esta inteligencia nos proponemossealar, en primer lugar, algunas categorasque deben tenerse presentes al estudiar lademocracia.

    a)La Democracia como hecho histrico y la

    Democracia como ideal

    En primer lugar hay que distinguir entrelo que podramos llamar idea democrtica,por una parte, y, de otro lado, las diversasformas histricas, a travs de las cuales seha tratado de realizar este principio.

    Al margen de toda controversia, es unhecho histricoque la palabra Democraciafue utilizada por primera vez en el siglo Vantes de Cristo, para designar la forma de

    organizacin poltica que adopta Atenasa partir de esa poca. Es ms, si creemos aTucdides, Platn, Jenofonte y Aristteles,

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    Seccin Cuarta: Las formas de gobierno y los regmenes polticos

    debemos tener presente que este rgimenfue instaurado despus de un largo proce-so de reformas y revoluciones a menudocruentas.

    Por otra parte siempre en el plano his-trico resulta prudente considerar algunascaractersticas que presenta la polis ate-niense en su mejor hora: de una poblacinaproximada de trescientos mil, slo unostreinta mil eran ciudadanos. Los restan-tes carecan de derechos polticos por sermetecos (extranjeros) o esclavos. Su reageogrfica era apenas equivalente a la de unapequea ciudad de uno de nuestros Estadoscontemporneos. Su vida democrticafue efmera, cerca de medio siglo.

    Cuando se estudia la Democracia no debe,pues, olvidarse que ella naci dentro de unmundo muy distinto al nuestro, y que dejde existir como una realidad viva cuandoesas circunstancias variaron.

    Ahora bien, tomando como referenciael modelo ateniense, se ha construido alpasar de los siglos el ideal de Democracia.El ideal democrtico escribe el profesorBustos abraza el conjunto de situaciones,

    abstractamente consideradas, a que tiendede uno u otro modo la Democracia, sinreferencia a determinadas condicioneshistricas o culturales.

    Parece de toda evidencia que este idealest sometido a la revisin de los tiempos;fueron las circunstancias momentneas lasque originaron esa respuesta poltica, y deesta contingencia histrica derivan las va-riaciones de sus formas.

    Los tiempos son otros, diversas las can-

    tidades y las calidades No es aconsejable,por tanto, hablar de Democracia como sise tratase de algo absoluto, indiferente alas contingencias.

    b) La Democracia como forma de gobierno yla Democracia como forma de vida

    Siempre se ha admitido que la etimolo-ga de una palabra constituye una buenapista para averiguar su significado, por lo

    menos en relacin con el medio histricoen que ella comienza a utilizarse. En el casoque nos ocupa, la etimologa de la palabra

    Democracia en gran medida nos aproximay orienta en nuestra investigacin. En efec-to, como sabemos, se descompone de dospalabras griegas, demos, que significa pue-blo, poblacin, gente y kratos, que significa

    poder, superioridad, autoridad.Aun cuando la referencia etimolgica

    parece bastante indicativa, algunos autoresdemuestran una marcada reticencia en con-siderar a la Democracia como una simpleforma de gobierno. Prefieren concebirlacomo una filosofa poltica, una teorasocial una concepcin del mundo, inclusouna religin.

    Sin embargo, aun cuando pueda esti-marse que ello constituye una manera deinfravalorar la Democracia, nosotros pen-samos que, tanto desde el punto de vistahistrico como desde el punto de vista lgico,ella representa antes que todo una formade gobierno, una respuesta a la preguntaquin debe ejercer el poder en una so-ciedad organizada polticamente? Tantoel interrogante como la respuesta son denaturaleza esencialmente poltica: incidenen la problemtica del poder y el poder

    es el mundo de la poltica.Ello no implica, desde luego, que losfundamentosde la respuesta no puedan ser decarcter filosfico, religioso o ideolgico.

    Efectivamente, la respuesta: el pueblodebe ejercer el poder puede explicarsediciendo que todos los hombres son hijosde Dios; que fueron creados a su imagen

    y semejanza, que Cristo muri en la cruzpor el ltimo de los hombres (fundamen-tacin religiosa); puede igualmente aseve-

    rarse que ningn hombre posee la verdadabsoluta y que, por consiguiente, todos loshombres deben participar en las decisionesque afectan su destino (fundamentacinfilosfica, propia de un relativismo axiol-gico); se puede argumentar tambin quetodos los hombres nacen y permanecenlibres e iguales (fundamentacin ideolgica

    vinculada al liberalismo poltico), etc.En sntesis, estimamos que la Democracia

    en lo esencial es una forma poltica que

    como todas las dems formas de gobier-no puede cargarse de diversos conteni-dos, pero que por lo mismo no es posible

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    identificarla exclusivamente con ningunode ellos.

    Si bien sostenemos que la Democraciadebe considerarse antes que nada comouna forma de gobierno, no significa ellocircunscribir su mbito al problema del poderpoltico. La Democracia tambin supone yexige as lo entendieron por lo dems losatenienses una forma o estilo de vida.

    En efecto, la solucin meramente for-mal de carcter poltico que propone laDemocracia no puede practicarse ni si-quiera concebirse si no va aparejada decierta actitud psicolgica por parte de losmiembros de la colectividad dentro de lacual ella se intenta establecer.

    En otros sistemas polticos la conductacvica de los gobernados puede resultar has-ta irrelevante. La Democracia, en cambio,parte de la premisa de que los destinatariosdel poder son a la vez los detentadoresdelmismo, razn por la cual la adhesin, com-prensin y prctica del sistema por partede los protagonistas del quehacer polticose hace insustituible.

    Ms adelante pormenorizaremos el t-

    pico, por de pronto nos concretaremos aenunciar la existencia de un estilo de vidademocrticono slo como complemento, sinocomo requisito esencial para la existenciade unaforma de gobierno democrtica.

    c) Principios e instituciones democrticas

    Siendo ste uno de los aspectos ms im-portantes para el estudio de la Democracia

    y para poder detectar su posible crisis, en

    el hecho es uno de los ms descuidadospor los autores. Es ms, la frecuente con-fusin entre principios e instituciones hacontribuido en gran medida a distorsionarla teora democrtica.

    Para los efectos de la explicacin que msadelante intentaremos, llamaremos principios(del latnprincipium) a las normas rectorasfundamentales, de las cuales derivan todas lasdems. Estimamos que estas proposicionessupremas deben decantarse tanto en lo que

    se refiere a la Democracia como forma degobierno, como en lo que atae a la Demo-cracia como estilo o forma de vida.

    En los cursos de Derecho Poltico, bus-cando como siempre definiciones omni-comprensivas, denominaremos institucionesa las organizaciones de carcter permanentecreadas por el hombre para satisfacer ne-cesidades sociales.

    Estas instituciones cumplen una funcin decarcter instrumentalrespecto a los principios:procuran su realizacin prctica, estn a suservicio. Esta relacin estrecha entre principiose instituciones provoca toda clase de confu-siones y para los espritus poco advertidos loms cmodo resulta identificarlos.

    Constituye esta actitud un grave y peli-groso error metodolgico por cuanto confrecuencia es posible que las institucionesque tienen vocacin de proyectarse en eltiempo resulten, por situaciones histri-cas concretas, inidneas para expresar losprincipios que les sirven de inspiracin.

    La crisis de las instituciones, implica lacrisis de los principios?

    d) La Democracia como palabra descriptivay como palabra valorativa

    Quienes se encuentren familiarizados conlos escritos de los historiadores y filsofosatenienses del siglo V adelante, tendrn queconvenir en que la palabra Democracia apa-rece casi siempre utilizada ya sea en sentidoapologtico ya sea en sentido peyorativo,casi nunca con alcance descriptivo.

    Esta carga emocional perdura hastanuestros das: antes de proporcionrsenosinformacin acerca de la Democracia seprefiere hacer una alabanza o una repro-

    bacin a ella. La palabra incluso por partede autores de solvencia intelectual se ma-neja como autntico slogan, sin preocuparseen absoluto de explicar la naturaleza de larealidad involucrada con su uso.

    No postulamos ni creemos posible queel estudioso de la poltica pueda tener unaposicin de absoluta neutralidad frente a losproblemas que debe dilucidar: despus detodo la vida poltica tambin comprende aaquel que teoriza sobre ella. Sin embargo,

    el esfuerzo por describir y explicar la reali-dad materia de estudio parece prioritarioal juicio valorativo.

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    Seccin Cuarta: Las formas de gobierno y los regmenes polticos

    17.3. Los principios e instituciones de laDemocracia en relacin con los grandes

    problemas de la poltica

    1. Descripcin del esquema escogido;2. Respuesta al interrogante quin debemandar?; 3. Respuesta al interrogante cmodebe mandar?; 4. Respuesta al interrogantepara qu debe mandar?; 5. Algunas impli-cancias del anlisis precedente.

    1.Descripcin del esquema escogido para laexposicin

    Nos proponemos inferir los principios dela Democracia contestando a los interrogan-tes que autores como Lipson, Bretch, BidartCampos, Jimnez de Parga, denominan losgrandes problemas de la poltica.

    Efectivamente, toda sociedad que alcancecierto grado de desarrollo poltico se verinevitablemente enfrentada a tres grandesinterrogantes: 1 quin debe mandar?;2 cmo debe mandar?, y 3 para qu sedebe mandar?

    El primer problema apunta a la deter-

    minacin de la titularidad del ejercicio del po-der. Esto es, se trata de establecer cul es lapersona, o cules las personas (en plural)que deben gobernar. El tpico incide enel temaforma de gobierno.

    Determinado el o los titulares del ejer-cicio del poder, la investigacin se desplazaal tema cmo se debe ejercer el poder. Valedecir, hay que precisar la competencia, elradio de accin del ejercicio del poder. De-ber ser ste libre, ilimitado e irresponsable?

    Por el contrario, deber estar el ejerciciodel poder sujeto a control, a limitaciones ya responsabilidad?

    Finalmente hay que intentar resolver elproblema tal vez ms arduo, cul debe serel objetivo, el fin de todo quehacer poltico?Consideramos que ste es uno de los temasms difciles, por cuanto el anlisis polticose perturba o enriquece con argumenta-ciones de carcter metafsico o religioso.

    Como se trata de aprehender los princi-

    pios de la Democracia, nos planteamos laproblemtica dentro del mbito normativo(debe ser), pero es obvio que la investigacin

    tambin podra desplazarse al mundo delser (quin manda?; cmo manda?; paraqu manda?).

    El marco de referencia para el desarro-llo del esquema propuesto se encuentrarepresentado por tres momentos de laDemocracia: a) la Democracia ateniensedel siglo V antes de Cristo; b) las demo-cracias de los siglos XVIII y XIX, y c) lasdemocracias del siglo XX.

    Admitimos que los perodos indicadosdejan sin considerar otros momentoshistricos de relevancia para el estudio dela Democracia: la Repblica Romana, lasciudades italianas del siglo XVI, por ejem-plo. Quedan igualmente marginadas figurasdel pensamiento como Toms de Aquino

    y Marsilio de Padua, pero no sern slostas las omisiones en que incurriremos.Las limitaciones de espacio nos obligan asintetizar ms all de lo conveniente. Portal motivo muchas de nuestras conclusionespodrn aparecer como apriorsticas. Nostranquiliza, sin embargo, la existencia deuna voluminosa y erudita bibliografa sobrelos perodos histricos escogidos, y en la

    cual puede incursionar cualquier esprituinquietoDespus de estas salvedades pasamos a

    inquirir las respuestas para los tres grandesinterrogantes precitados.

    2. Respuesta al interrogante quin debemandar?

    La respuesta pura y simple que tradicio-nalmente se da a esta pregunta es: el pueblo.

    De all emergen una serie de definicionesde la Democracia, sonoras y cadenciosas,pero del ms puro corte nominal; quin noconoce la clebre definicin de AbrahamLincoln: El gobierno del pueblo, por elpueblo, para el pueblo? Menos divulgadatal vez por su crueldad es la que pertenecea Oscar Wilde: El embrutecimiento delpueblo, por el pueblo, para el pueblo.

    Pero veinte siglos antes con menor fri-volidad, por cierto, y con igual genialidad

    Platn ya haba esbozado en La Repblicalo que podra considerarse un argumentoontolgico contra la Democracia. En efecto,

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    si la Democracia se entiende como la formade gobierno en que el pueblo es dueode s mismo, su concepcin resulta irrea-lizable, absurda y ridcula; porque el quees dueo de s mismo es tambin esclavode s mismo, y con ello se hacen coincidiren un mismo ser dos posiciones distintas,opuestas e irrefutables.

    El error, a nuestro parecer, consiste enhablar del gobierno del pueblo cindoserigurosamente al sentido gramatical de lostrminos. Semejante mtodo interpreta-tivo puede ser un recurso til para porrazones estrictamente demaggico-ideo-lgicas despachar un principio polticocuya trascendencia a nadie se oculta. Pero,evidentemente, una interpretacin de estegnero manifiesta la intencin de confundir

    y no querer comprender nada. En rigor,el anlisis de un principio poltico ha deefectuarse a la luz del entorno estructuralen que emerge, del sistema sociopoltico enque se inserta, de la filosofa que lo inspira

    y de su aplicacin prctica.En primer lugar, resulta ineludible esta-

    blecer qu es elpueblo. Resumiendo mucho

    y simplificando ms, podemos decir que loque significaba pueblo (demos) para el ate-niense del siglo V, poco tiene que ver con elpueblo de los revolucionarios del siglo XVIII

    y menos an con el concepto actual.Como ya lo hemos anticipado, el pue-

    blo ateniense tena un carcter extrema-damente cualificado y representaba por lomismo una notoria minora dentro de lapoblacin global de la polis. El puebloateniense lo componan los ciudadanos y

    slo podan aspirar a esa calidad los varones,hijos de padre y madre atenienses, mayoresde dieciocho aos. Quedaban, por tanto,excluidos de los derechos polticos las mu-

    jeres, los menores de la edad indicada, losextranjeros, los libertos y los esclavos. Seestima que los ciudadanos no llegaron arepresentar en Atenas un diez por cientode la poblacin total. De ah que con ironase pueda decir que la tan ponderada De-mocracia ateniense slo fue un exclusivo

    club de hombres.No obstante, sera un error subestimar alrgimen ateniense por su carcter elitista. Es

    menester considerar los valores culturalesy religiosos del mundo griego, las condi-ciones socioeconmicas y en particular eldesarrollo histrico.

    Ponderando adecuadamente todos estosfactores resulta evidente que la Democraciaateniense, con todas sus limitaciones, repre-sent un notable progreso en la evolucinpoltica de Atenas. Hasta entonces el poder sehaba ejercido por unoo por algunos, desdeel siglo V; son todos los ciudadanos atenienseslosque reclaman la titularidad del ejercicio delpoder. Ello permitir decir a Pericles concierta jactancia: Tenemos una Constitucinque no es copia de ninguna otra, sino que sirvede ejemplo a otras polis. Nuestro gobiernose llama Democracia porque est en manosde los muchos y no de los pocos.

    Para dar expresin y vigencia a este prin-cipio los atenienses crearon las institucionesque estimaron idneas para las condicionesen las cuales se desenvolva su vida polti-ca. Desde luego, la circunstancia de que elnmero de ciudadanos era relativamentereducido, permita la intervencin directade stos en la decisin poltica.

    Las asambleas (Ecclesia, Consejo de losQuinientos y Tribunal Popular) eran lasprincipales instituciones que permitan quela masa de los ciudadanos o numerosas de-legaciones extradas de sus filas decidieransobre la mayor parte de los asuntos de in-ters general y particular. Es decir, votabanlas leyes, aprobaban los actos importantesde gobierno.

    En las democracias de fines del sigloXVIII y comienzos del siglo XIX el principio

    del gobierno del pueblo tambin hay queinterpretarlo en relacin con su contextohistrico. Existen grandes diferencias entrelos procesos polticos iniciados por las co-lonias norteamericanas en 1776 (Congresode Filadelfia), la Revolucin Francesa de1789; la difusin de sus ideales en Europa yla recepcin de los mismos en Latinoam-rica en la primera parte del siglo XIX. Perotrtese de movimientos revolucionarios ode emancipacin, existe un denominador

    comn; el rechazo del gobierno de uno ode algunos y la proclamacin del principiodel autogobierno de los pueblos. No signi-

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    Seccin Cuarta: Las formas de gobierno y los regmenes polticos

    fica otra cosa el postulado de la soberanade la Nacin o la soberana del pueblo,consagrado en las Declaraciones y Consti-tuciones de la poca.

    Como en la Atenas de Pericles, tam-bin en estos regmenes emergentes elpueblo realmente activo representa unporcentaje minoritario de la poblacinde los respectivos estados. La escala devalores imperante exige requisitos especfi-cos generalmente de carcter patrimonialpara poder participar en plenitud en elproceso poltico. Corresponde esta etapaa la que Burdeau llama las democraciasgobernadas.

    Pero aun cuando el cuerpo ciudadanoes restringido, su nmero es lo suficiente-mente crecido como para imposibilitar elejercicio directo del poder. Esta circuns-tancia y la complejidad de los negociospblicos conlleva al pueblo a delegar lafuncin de gobierno y administracin enrepresentantes o mandatarios elegidosperidicamente.

    Es necesario crear institucionespara aten-der estas necesidades sociopolticas y as

    nacen o se perfeccionan: la representacin,las elecciones, el sufragio generalmenterestringido, los parlamentos, los partidospolticos, etctera.

    Siglo XX (tercer momento): progresocientfico y tcnico insospechado, conflic-tos socioeconmicos permanentes, tensininternacional, guerras totales, irrupcin delas masas al escenario poltico.

    Cmo gravitan todos estos factores enel principio del gobierno del pueblo? En

    ciertos estados, con o sin el consentimientodel pueblo, uno o algunos terminan porasumir el ejercicio del poder. En otros el prin-cipio se reafirma, se torna ms operante.

    En efecto, bajo la fuerte presin sociallos cuerpos electorales se hacen cada vezms amplios y se postula una participacinms activa y real en el proceso de la tomade decisiones polticas.

    Por va consecuencial las institucionessemodifican o recrean: el sufragio universal

    reemplaza al sufragio restringido. Grandesmasas se incorporan a la ciudadana activa.En nuestro pas, por ejemplo, en 1858 se

    calculaba que slo un 0,5 por ciento de lapoblacin tena derecho a sufragio. Despusde la Reforma Constitucional de 1970 seestima que el 50 por ciento de la poblacintena derecho a sufragio.

    La representacin poltica es otra delas instituciones sometidas a fundamen-tales revisiones. En trminos generales seconsidera que ella no es el vehculo ade-cuado para dar expresin al principio dela participacin popular. A fin de obviarestas deficiencias se incorporan a algunostextos constitucionales nuevos mecanismosinstitucionales denominados semirrepre-sentativos o semidirectos: la iniciativa

    popular, el referndum y plebiscito, el vetopopular, el recall (opcin del cuerpo elec-toral para destituir a un representante antesdel trmino de su mandato), etc.

    Segn Burdeau, en esta etapa se ha pro-ducido el paso de la democracia gobernadaa la democracia gobernante.

    Despus del fugaz recuento histricoque hemos intentado realizar no tememosser reiterativos al sostener que el principiodemocrtico del gobierno del pueblo no

    debe ser juzgado en forma literal y mec-nica, sino que en su real dimensin ideale histrica.

    Ya hemos dicho que el principio de laDemocracia respecto a la primera inte-rrogante radica en la idea de que no esun gobernante o un pequeo grupo depersonas, sino el pueblo en general el quedetermina su destino y decide en las cues-tiones de inters comn.

    No importa la forma en que esta actuacinse produzca; puede ser directa o indirecta,mediata o inmediata, total o parcial. Es ms,como ya lo planteramos, los fundamentosdel principio pueden ser de naturaleza fi-losfica, religiosa, ideolgica, etc.; lo queinteresa es que hay un titular de un derechoinalienable al que se podr coartar o anular,pero por ello no se produce su eliminacin,sino que ms bien se lo confirma.

    Esto es lo que atae alprincipio; en lo que

    se refiere a las instituciones, corresponde alhombre adaptarlas para que no desvirtensu aplicacin prctica.

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    3. Respuesta a la interrogante cmo debemandar?

    Desde sus inicios, la respuesta de la De-mocracia a esta segunda interrogante fueigualmente directa: el poder se debe ejercercon estricta sujecin a la ley y el gobernantees responsable de sus actos ante el pueblo.

    Podr parecer extrao que en Atenas,donde la Democracia se ejerca en formadirecta, se pudiese plantear este problema.Sin embargo, el imperio de la ley frenteal capricho desptico cobraba expresintanto cuando el demosejerca directamen-te el poder en la Asamblea, como cuandodelegaba su ejercicio en los magistrados:el pueblo es rey, pero no es tirano.

    Ya hemos dicho que en la Asamblea par-ticipaban todos los ciudadanos mayores dedieciocho aos con derecho a voz y voto paradecidir sobre todos los asuntos de importanciade la polis. En la asamblea, tericamente, laopinin del ms humilde poda vencer a ladel ms poderoso: no existe como rbitrosupremo ms que la mayora.

    Pero no estaba en el espritu de los ate-

    nienses por lo menos los del siglo V per-mitir los caprichos de la mayora. Muy por elcontrario, durante el siglo de Pericles cobrcomo nunca antes realidad la sentencia del

    viejo Herodoto: Siendo libres, no tienenuna libertad absoluta, pues por encima deellos est un jefe: la ley.

    Es as como toda medida ilegal votadapor la Asamblea poda hacer que recaye-se contra el autor de la proposicin unaacusacin de ilegalidad que someta a los

    tribunales.En la institucin llamada graph para-nomonse puede encontrar un valioso an-tecedente de la doctrina de la supremacaconstitucional. En efecto, a travs de estemecanismo legal cualquier ciudadanotena derecho a salir en defensa de lasleyes, es decir, atacar jurdicamente alautor de una mocin que le pareciese quepoda romper el equilibrio de ellas y, porlo tanto, ser ilegal o, sencillamente, una

    especie de abuso de confianza para conel cuerpo cvico. Al efecto, todo decreto,toda ley, llevaba el nombre del autor de

    la iniciativa, el cual, durante un ao, per-maneca responsable personalmente desus consecuencias.

    Aun cuando el poder fuese ejercido enforma directa por el pueblo, no es menoscierto que en la prctica ste se vea a me-nudo en la obligacin de delegarlo para losefectos de la ejecucin de las leyes y para losfines de la administracin menor de la polis.Los magistrados, designados por eleccin opor sorteo, pero en todo caso por perodosmuy breves (comnmente un ao), eran losencargados de cumplir estas funciones.

    La asamblea conservaba un poder directosobre estos magistrados, que eran conside-rados como simples ejecutores temporalesdesus decisiones. Es ms, cada uno de ellosera responsable solidariamente con su co-legio e individualmente, en su persona ysus bienes, de todo crimen, delito o faltacometidos en su gestin.

    Otra institucin de la Democracia ate-niense: todo depositario de una parcela dela autoridad pblica debe rendir cuentasal pueblo o a sus delegados al abandonarel cargo. La cuenta se llamaba logos, y los

    que reciban la cuenta y la comprobabaneran los logistas.Ahora bien en qu forma y a travs de

    qu instituciones se observa este principio enlas democracias de los siglos XVIII y XIX?

    En el orden de los principios basta, anuestro entender, analizar el texto del Actade la Declaracin de los Estados Unidos deNorteamrica y de la clebre Declaracin delos Derechos del Hombre y del Ciudadanode 1789, para percatarse de que todos los

    esfuerzos de los hombres de esa poca sedirigen a invalidar todo ejercicio de poderarbitrario, desptico e irresponsable. Corre-lativamente se propende a dar seguridadesal individuo de que ningn poder polticopodr conculcar sus derechos y libertadesfundamentales.

    Como ya hemos visto al contestar a laprimera interrogante de nuestro esquema,el principio del gobierno del pueblo seproduce en la doctrina de la soberana

    nacional o en la soberana popular. Estasoberana, al ser delegada en los gobernan-tes, convierte a stos en meros detentadoreso

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    agentesdel poder que deben encuadrar suaccin dentro de los trminos que seala laley (expresin de la voluntad general).

    La institucin que viene a dar expresinprctica al principio del ejercicio del poderreglado no es otra que la Constitucin (ins-titucin norma). Es evidente que constitu-ciones en un sentido amplio existieron enperodos anteriores, pero es precisamenteen esta poca cuando la codificacin cohe-rente de normas jurdicas fundamentalesescritas aparece como una real y efectivacortapisa para el ejercicio irresponsabledel poder. A partir de entonces el gobiernoconstitucional va a ser la anttesis del go-

    bierno arbitrario; su opuesto es el gobiernodesptico, el gobierno de la voluntad envez del imperio de la ley.

    En su parte orgnicala constitucin es-tructura y define los rganos del Estado,en su parte dogmticareconoce, garantiza

    y reglamenta las libertades individuales.El propsito de instrumentar la consti-

    tucin como una ley de garanta condujoa desconcentrar las funciones del poder,evitando que el mismo rgano las acumulara

    todas. El impropiamente llamado princi-pio de divisin de poderes devino en unverdadero dogma del constitucionalismo:toda sociedad en la que la separacin depoderes no est determinada, carece deconstitucin, expresaba el artculo 16 de laDeclaracin de los Derechos del Hombre

    y del Ciudadano de 1789.Grande fue el rol que jugaron las pri-

    meras constituciones escritas: la norte-americana, la de la Revolucin Francesa,

    la doceaista espaola y las que se dieronlos pases hispanoamericanos a raz de suindependencia. Ello resulta perfectamenteexplicable, se estaba en el momento de lacada de un rgimen el del absolutismo yde la dependencia y del estreno de otroel de la soberana popular y de la libertadindividual, que haca consustancial consi-go mismo la constitucin escrita, y sta, encuanto emanacin de la soberana, declara-dora de los derechos polticos y de libertad

    y organizadora y limitadora del poder.Tal vez quien mejor sintetiz el conceptode constitucin imperante en esa poca fue

    Thomas Paine: Una constitucin no es elacto de un gobierno, sino de un puebloque constituye un gobierno, y un gobier-no sin una constitucin es un poder sinderecho.

    La constitucin represent para los msexaltados la panacea universal y combatie-ron con arrojo al grito de constitucin omuerte.

    Inglaterra fue la nica notable excep-cin al no incorporarse a la moda de lasconstituciones escritas. Pero, como se hasostenido con propiedad, la verdaderarazn de que Inglaterra, probablementela ms constitucional de las naciones eu-ropeas, haya seguido siendo la nica cuyaconstitucin no se haya consignado nuncaen un documento formal, no es la de queno haya tenido constitucin, como a vecesse dice, antes bien, la de que las limitacio-nes al gobierno arbitrario se arraigaron tanfirmemente en la tradicin nacional que lasamenazas que se cernan sobre ellas nuncaparecieron tan graves que justificaran laadopcin de un cdigo formal.

    Toda constitucin expresa valores de

    carcter poltico, sociales y econmicos. Laideologa que impone el sello estimativo alas cartas fundamentales de la poca a quenos venimos refiriendo corresponde indu-dablemente al liberalismo. Ello se visualizaespecialmente en el restringido mbito queotorga a la actividad estatal (Estado gen-darme) y en el catlogo de los derechos

    y libertades fundamentales, de expresivocorte individualista. El sujeto del derechoes el hombre. Hay un derecho anterior al

    Estado.La concepcin racional normativa de laconstitucin es propia del liberalismo; segnella la carta fundamental es un complejonormativo que se emite para siempre, conprescindencia de la realidad social.

    Pero la realidad social no es esttica y,justamente, como consecuencia de la din-mica socioeconmica, se fueron generandograndes movimientos de presin y resis-tencia contra el orden normativo vigente.

    El desfase entre la constitucin escrita y laconstitucin real se torn demasiado evi-dente. De la crisis del constitucionalismo

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    clsico habra de emerger la corrienteneoconstitucionalista del siglo XX.

    Cules son las caractersticas de estatendencia? En forma sumaria podramosfijarlas con arreglo a una triple direccin:a) en el plano jurdico, menor relieve de ladivisin de poderes, lo que se traduce enuna progresiva acentuacin del ejecutivo; b)en el terreno poltico, defensa del Estado yseguridad poltica de la Constitucin, y c)en el campo social, aparicin y desarrollode los derechos sociales y de la seguridadsocial en sentido amplio, consagradaconstitucionalmente.

    Tambin logra difusin en esta poca elconcepto de Estado de Derecho trmi-no empleado por primera vez en 1832 porRobert von Mohl y que en cierta formacondensa el telosde toda constitucin. Enefecto, se llama Estado de Derecho a todaorganizacin poltica de la sociedad quereposa sobre normas fundamentales cuyoimperio se impone y se sobrepone a toda

    voluntad arbitraria y personal.Puntualizamos que, a nuestro entender,

    constituye un grave error confundir como

    con frecuencia ocurre el concepto de De-mocracia, ya sea con el de constitucin, yasea con el de Estado de Derecho.

    En lo que atae a las democracias mo-dernas, es evidente que existe un ciertoparalelismo histrico en el desarrollo, peroello no autoriza el confusionismo en queincurren no pocos autores. Tanto la cons-titucin como el Estado de Derecho noson sino instituciones (institucin norma laprimera y complejo de instituciones normas

    y rganos el Estado de Derecho) al serviciodelprincipiodemocrtico que postula porel ejercicio limitado y controlado del po-der poltico. A travs de estos mecanismosinstitucionales se libera a los destinatariosdel poder de un eventual control socialabsoluto por parte de los detentadores yse les asigna una legtima participacinen el proceso de la toma de decisiones,conforme lo prescribe el primer principiodemocrtico.

    Representa, igualmente, un error identi-ficar Democracia y liberalismo. Es efectivoque el desarrollo de la Democracia moderna

    coincide con el auge del liberalismo pol-tico en Occidente, pero ello no significa,por cierto, que sea esta doctrina poltica lanica que puede llenar de contenido a laforma de gobierno democrtica. Muy por elcontrario, como ya se insina en la primeraparte del siglo XX, son las ideas socialistaslas que en una u otra forma comienzan amodelar las instituciones democrticas.

    4. Respuesta a la interrogante para qu debemandar?

    La sistematizacin corresponde a Arist-teles, pero en todo el pensamiento polticogriego aparece siempre la distincin entregobiernos puros e impuros segn seael fin para el cual se ejerza el poder. En lasformas puras la accin de los gobernantestiende al bien comn; en las impuras alinters particular.

    El quehacer de la actividad democrtica,para que no degenere en demagogia debeproyectarse, precisamente, al bien comn(o inters comn, inters general, interspblico, segn prefiera denominrselo).

    Este parece ser otro de los puntos pacfi-cos en doctrina, pero qu se entiende porbien comn? Como alguien ha dicho, entreel concepto de Bien Comn y el de Bellezaexiste un solo punto comn: nadie ha podidodar de ellos una definicin que satisfaga.

    No se trata anota Schumpeter de quealgunos puedan querer cosas distintas delbien comn, sino al hecho mucho ms funda-mental de que, para los distintos individuos

    y grupos, el bien comn ha de significar

    necesariamente cosas diferentes.Reconociendo que no resulta fcil de-terminar en forma unvoca el concepto debien comn, estimamos que un escepticismoradical tampoco resulta justificado. Desdeluego, en un intento de esclarecimiento

    y enfocando el problema en relacin conel tema que nos ocupa, comenzamos pordescartar algunas falsas concepciones delbien comn.

    En primer lugar, el bien comn no es el

    inters de grupos parciales de la sociedad,por importantes que sean cuantitativamente(ello implicara la tirana del nmero y ya

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    Seccin Cuarta: Las formas de gobierno y los regmenes polticos

    hemos visto la forma en que la Democraciase defiende de estos excesos). Tampococonsiste en la simple suma o adicin delos bienes singulares (solucin mecanistaque desconoce la existencia de la realidadsocial y el fenmeno de la participacin,propio del sistema democrtico).

    Siempre dentro del mbito de las de-limitaciones negativas del bien comn,coincidimos con Bidart Campos, en quebien comn que preocupa al pensamientopoltico es un bien temporal. Lo religiosopertenece a jurisdiccin distinta del Estado.La poltica no puede tocar al altar desdeque las potestades civil y espiritual quedarondeslindadas con el cristianismo. El fin desantificacin y la ley de la gracia son ajenosal Estado, y privativos de la Iglesia.

    Sin entrar a proponer ninguna definicinespecfica, nos inclinamos por aceptar laopinin de los autores que hacen concurriren la nocin del bien comn tres funcionesprimordiales de la sociedad poltica: la paz,la justicia y el bienestar.

    Lapaz socialrefleja una situacin de he-cho en la que estn garantizados la persona,

    los bienes y los derechos de los individuosfrente a cualquier ataque.Lajusticiapresupone la igualdad esencial

    de los seres humanos. En la comunidadpoltica, el Derecho es el instrumento rea-lizador de la justicia.

    El bienestares un elemento material yvariable que complementa los elementosformales (orden y justicia). Con ello se quieresignificar la posesin de bienes necesariospara que los individuos puedan llevar una

    vida digna.Aun cuando se acepte en trminos ge-nerales, este complejo de elementos queintegraran el concepto de bien comn,el fin de la actividad poltica est lejos dequedar resuelto. En efecto, la poltica debedeterminar fines y medios conducentes adichos fines, en relacin con situaciones con-cretas y contingentes. Cul es la prioridaden lo que atae a los fines? Supuesto que secoincida en la meta, cul o cules son los

    medios adecuados para alcanzarla?Se piensa que el orden social constituyeun presupuesto de la justicia y del bienestar

    en ningn caso se basta a s mismo parasatisfacer las exigencias del fin poltico, peroes posible lograr estabilidad y orden en unmedio social en que existen desigualdadesexcesivas en el disfrute de bienes materia-les y culturales? El viejo Platn vinculadoestrechamente a los grupos oligrquicos

    y, por lo mismo, enemigo declarado de lademocracia reconoce con realismo enLa Repblica:por mientras convivan en lapolis grupos de ricos y pobres, no habruna polis, sino una polis de los ricos y otrade los pobres, cada una conspirando cons-tantemente contra la otra. Aristteles, sudiscpulo, no sera menos explcito en lapoltica, al postular por creacin de unaclase media econmica como mtodo id-neo para obtener la estabilidad poltica. Ennuestros das, Max Adler no resulta del todofrivolo cuando expresa: en una sociedaden que existan desigualdades manifiestasde naturaleza econmica, la posibilidad deun inters comn es mnima, tal vez el quepueda encontrarse, por ejemplo, a bordode un transatlntico entre el pasajero deprimera instalado en su camarote de lujo

    y el pobre inmigrante que viaja en el en-trepuente: el de no naufragar.En todo caso nos parece prudente pun-

    tualizar que la determinacin del conte-nido, del fin de la actividad poltica comoasimismo de los medios para alcanzarlo, seencuentra directamente determinado porla ideologa o ideologas predominanteen un momento histrico dado.

    De acuerdo con la concepcin del hom-bre y del mundo del liberalismo del siglo

    XVIII, exista la necesidad de deslindar conclaridad la esfera pblica y la privada: am-plias zonas de la vida social deben quedarlibres de la interferencia estatal y bajo lasabia direccin de las leyes naturales.

    Las funciones del Estado liberal se hande reducir al mnimo a fin de conceder ala libertad individual todo el espacio ne-cesario para su pleno desarrollo y desen-

    volvimiento.La principal misin del Estado es la de

    preservar el orden, protegiendo la propie-dad, vida e integridad fsica y moral de susciudadanos contra la fuerza y violencia de

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    otros. El liberalismo exige al Estado anotaYurre lo que el pblico pide al rbitro en unencuentro deportivo: neutralidad para aplicarel reglamento a todos por igual, dejando quese lleve la victoria el que por sus cualidades

    y destreza se la haya merecido.No existe tal neutralidad en el rbitro

    replicarn los primeros socialistas del sigloXIX, muy por el contrario: el Estado estal servicio de los propietarios; el monopoliode la fuerza fsica estatal permite mantenerun orden injusto; la dominacin de los d-biles por los fuertes.

    El Estado agregan debe abandonarsu pasividad y convertirse en el principalpromotor de la justicia social. La sociedad

    y no el individuo constituye el centro delproceso poltico. Los derechos y libertadesfundamentales deben dejar de ser merasdeclaraciones tericas para convertirse enderechos reales y efectivos de contenidosocial y econmico. El derecho de dominio,tal cual aparece consagrado en el cdigonapolenico, debe ser desplazado por unaconcepcin que consulte lafuncinsocialde la propiedad.

    Estas y otras ideas propugnadas por lasdiversas corrientes socialistas que emer-gen en la primera parte del siglo XIX seenfrentan en la lucha poltica con las delliberalismo clsico. La litis queda trabada

    y el proceso se contina tramitando hastanuestros das sin que se vislumbre una sen-tencia de trmino.

    Cul es el rol que desempea la De-mocracia en esta pugna ideolgica que sedesarrolla a nivel mundial? Ya lo hemos

    expresado, la Democracia es una forma degobierno que ha de rellenarse de contenido. Esecontenido se lo proporcionan las diversascorrientes ideolgicas. Como el desarrollo,auge y cada de las ideologas no es uni-forme en el mundo, es posible que en unmismo momento histrico la Democraciaaparezca en determinados pases sirviendode soporte a las ideas liberales y en otrosa los socialistas.

    La Democracia como forma de gobierno

    no se encuentra al servicio exclusivode unaideologa, sino que se adecua a los postula-dos de la que eventualmente resulta domi-

    nante en un lugar y tiempo determinados.La nica limitacin que al respecto existeradica en que la Democracia no puede en-carnar ninguna ideologa que se encuentreen contradiccin con sus principios, tantoen los que se refieren a la forma de gobier-no, como los que ataen a la Democraciacomo estilo de vida.

    5. Algunas implicancias del anlisis prece-dente

    De todo lo expresado hasta el momento,con aparente razn se nos podra objetar:Cmo es posible que se pretenda discurriren torno a la Democracia sin mencionarcomo sus principios fundamentales la li-bertad y la igualdad?

    Es efectivo que el enfoque tradicionalparte ponderando esos valores de la personahumana como bsicos del sistema demo-crtico y en el hecho lo son, pero conside-ramos que resulta distorsionador entrar alanlisis de una forma poltica a travs dela discusin de tpicos metapolticos comoson la libertad y la igualdad.

    Ya hemos dicho que losfundamentosdelas respuestas a las tres interrogantes po-lticas que nos hemos formulado puedentener y en el hecho lo tienen implicanciasmetafsicas, pero a nosotros nos interesanlas respuestas en s mismas a las cuales lesatribuimos la naturaleza de principios y lasconsecuencias que de ellas derivan.

    Es as como del principio del gobiernodel pueblo se infiere la posibilidad de par-ticipar en las decisiones que afectan a todos.

    El ciudadano decidejunto con todosde losasuntos que afectan a todos. La posibilidadde optar entre diferentessoluciones respondeal ms genuino concepto de libertad. Delhecho de que esta decisin se efecte juntocon todos y con la misma gravitacin en elresultado, se deduce el reconocimiento quela Democracia hace a la igualdad bsicaentre los seres humanos.

    El segundo principio: gobierno con su-jecin a la ley, reconoce principalmente

    los valores de la libertad y la igualdad enla parte dogmtica de las constituciones:derechos y libertades fundamentales.

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    Finalmente, cualquiera que sea el con-tenido que se d al tercer principio elbien comn es de toda evidencia quel debe propender a otorgar a todos y acada uno de los hombres la posibilidadde realizar libremente la plenitud de suscapacidades.

    Otra reserva que puede merecer elesquema desarrollado dice relacin conla concurrencia conjunta o parcial de losprincipios fundamentales enunciados. Alrespecto nos parece conveniente aclararque slo un sistema que respete conjunta ysimultneamente los tres principios mereceser llamado democrtico.

    Sin modificar nuestro aserto preceden-te y sin que ello implique establecer unorden jerrquico entre los tres principiosdemocrticos, consideramos como simpleproposicin al primero como el ms cua-lificador del rgimen democrtico.

    En efecto, dentro del campo de las hi-ptesis, podramos concebir un gobiernode uno o de algunos que se autorregularaen el ejercicio del poder todo Derechopositivo es Derecho y que en trminos

    generales lograra ciertas realizacionesprincipalmente en el orden material quepudieran ser consideradas expresivas delbien comn. Sin embargo ese gobierno nopodra ser considerado como democrticopor faltar la concurrencia del principiocualificador: participacin de la ciudada-na en la decisin poltica, sea directa oindirectamente.

    17.4. La Democracia como forma o estilo devida

    1. Por qu la Democracia precisa de unaforma especfica de vida?

    Hemos expresado que siendo la De-mocraciafundamentalmenteuna forma degobierno, tambin se nos presenta comouna forma de vida. Aun cuando el tema hasido desarrollado por diversos autores, no

    siempre se comprende la relacin entrelos dos planos en su autntica dimensin.Por tal motivo, aun cuando sea muy suma-

    riamente, expondremos nuestro punto devista sobre el particular.

    Como siempre ocurre con los grandestemas de la poltica, la primera palabra a

    veces tambin la ltima ya fue pronuncia-

    da por los pensadores griegos. En efecto,tanto Platn como Aristteles discurrieroncon profundidad acerca de los caracteresdel hombre democrtico. Es ms, ambosfilsofos vean en la modificacin de esoscaracteres una causa importante de la pa-tologa de los regmenes polticos.

    Pero por un momento vamos a dejar alos viejos maestros para introducirnos altema citando a un autor contemporneo.

    Dice William Ebenstein: El hombre havivido cerca de un cuarto de milln de aossobre este planeta y, sin embargo, slo haconocido las ideas democrticas y las hapracticado desde hace 2.500 aos. Inclusohoy en da la Democracia existe tan sloen una parte del mundo relativamente pe-quea. Por lo tanto, la Democracia sloa duras penas puede considerarse comonatural. Al contrario, la forma de vidademocrtica es la ms difcil de todas; no

    emerge espontneamente y por accidente,sino que es el resultado de un pensamientodeliberado, que busca corregir lo que esnatural, demasiado natural, en el compor-tamiento humano.

    Efectivamente, la historia de todos lostiempos nos demuestra que lo ms naturales que quienes ejercen el poder poltico lohagan en forma desptica y generalmenteen provecho personal o sectorial. En otrostrminos, en las sociedades humanas tiende

    a prevalecer el mismo estilo de vida queen la selva.Pero la Democracia ha sido creada por

    los hombres para vivir humanamente,para poder realizar en vida comn lo quepotencialmente es. Parafraseando a Aris-tteles, podramos decir que ni Dios ni lasbestias necesitan de la Democracia. Diospor ser ms que el hombre, las bestias porser menos que el hombre.

    La frmula poltica democrtica necesita

    imprescindiblemente de la forma de vidademocrtica para subsistir y perfeccionarse.La leccin de toda la experiencia histrica

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    es sencilla: la fuerza de una democraciadepende de la voluntad de un pueblo enmantenerla. (Ver Texto ComplementarioN 1, Seccin Cuarta.)

    2. Principios de la Democracia como estilode vida

    a) Participacin ciudadana

    Tal vez convenga recordar que los griegosllamaban politikos a los hombres que seinteresaban y participaban activamente entodos los problemas comunes de la polis.

    A los indiferentes, a los que permanecanajenos al quehacer comn, se les denomi-

    naba idiotikos (idiotas).En otro de los pasajes del discurso dePericles encontramos los fundamentos delas connotaciones precedentes: En Atenastodos cuidan de igual modo de las cosas dela polis que tocan al bien comn, como delas suyas propias, y ocupados de sus nego-cios particulares, procuran estar enteradosde los del comn. Juzgamos al que no secuida de la polis, no solamente por ciuda-dano ocioso y negligente, sino tambin por

    hombre intil y peligroso.Si bien pocos son los ciudadanos quepueden aportar ideas creadoras, todos son,por el contrario, buenos jueces de una po-ltica. En nuestra opinin, el gran impe-dimento de la accin no es la discusin,sino la carencia de esa informacin plenaque se obtiene mediante la discusin queprecede a la accin.

    Como ya lo hemos expresado, no es pru-dente tomar como modelo el pensamiento

    e instituciones polticas griegos, sin tenerpresentes las peculiares condiciones en quenaci y se desarroll esa expresin cultu-ral. Otras eran las condiciones, diversas lascantidades y las calidades. Desde luego hayque considerar que para el griego la polisno slo era su organizacin poltica, sinoque tambin representaba la expresin desu unidad religiosa y cultural. La polis erauna sociedad de tipo comunitario en quelas funciones pblicas y privadas terminaban

    por identificarse.En las sociedades democrticas contem-porneas, en cambio, las actividades se en-

    cuentran decantadas: hay unos hombresdedicados a la poltica, a la ordenacin yadministracin del Estado, y otros hombresajenos a la poltica, que se limitan a com-portarse dentro de las leyes y a depositarsu voto en una urna, cada cierto tiempo,o a pronunciarse de forma semejante enalguna asamblea de partido.

    Con justa razn para el ateniense del sigloV nuestras actuales democracias seran unremedo o caricatura de la Democracia queellos concibieron y practicaron. Porque,efectivamente, como ya lo hemos expresa-do, la Democracia para que sea tal precisade una generosa y continua participacindel cuerpo ciudadano. El derecho de votoes slo el primer paso para tomar parteen la poltica, pero en ningn caso agotala responsabilidad del pueblo en una De-mocracia. Y decimos responsabilidad porcuanto la participacin, la crtica y discusinno son slo un derecho, sino que tambinun deber ciudadano.

    En el mundo actual, en que la complejidadde los problemas va en constante aumento,se requiere ms que nunca de una real, efec-

    tiva y continua participacin ciudadana. Nopuede permitirse al ciudadano democrticola actitud de que otro lo haga. Como hadicho Murray: El hombre que se somete a losabusos pblicos a fin de ahorrarse molestiaso gastos, o que paga con tal que le dejen enpaz, o que orgulloso de su probidad y de sustriunfos en los negocios, pretende despreciarla poltica, contribuye a la degradacin delgobierno y a la demolicin de la estructuratan ardua y penosamente erigida por los

    autnticos demcratas.La interposicin de representantes entreel poder y el pueblo, cuyo origen ya hemosanalizado, ha resultado sin duda deteriorantepara la vida democrtica. Es por eso queen la actualidad se habla con insistenciade retornar a la Democracia directa, valedecir, de la participacin efectiva de todoslosmiembros del cuerpo social en la adopcinde las decisiones a los diversos niveles: enel Estado, en la regin, en la empresa, en

    la universidad, etc. Se propugna incluso lagestin directa de los asuntos comunes porlos propios interesados.

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    Con razn se ha escrito la participacindel individuo es mucho ms perfecta alnivel del grupo que al del Estado. En laempresa, en la universidad, donde vivimos

    y donde trabajamos, podemos participarrealmente, pues los problemas del gruponos son conocidos, la informacin relati-

    vamente fcil, el contacto y las discusionespersonales son posibles Esto no significaque hayamos de renunciar a la participacinen el Estado, que aunque imperfecta, esmejor que la falta de participacin; perosignifica simplemente que la participacinen el grupo es ms posible, ms plena yconstituye, en el momento actual, la basede las dems formas de participacin.

    La forma perifrica en que se practica laDemocracia en nuestros das ha permitidola formacin de oligarquas que, con elaval que les proporciona la condicin deser formalmente los representantes delpueblo, puedan desnaturalizar la esenciade la Democracia como forma de gobierno

    y como forma de vida.Consideramos que la creacin de nuevas

    instituciones para hacer viable la participa-

    cin real del pueblo constituye tal vez elms apremiante desafo de la Democraciacontempornea. (Ver Texto Complemen-tario N 2, Seccin Cuarta.)

    b) Pluralismo y tolerancia

    Entre las crticas que Platn formula a laDemocracia se encuentra aquella que dicerelacin con el libre juego de las fuerzasantagnicas que existen en su seno. Para el

    discpulo de Scrates, la Democracia msque el gobierno del pueblo o de las mayo-ras es el predominio alterno, irregular ycaprichoso de las distintas tendencias. Msque un rgimen agrega es una almcigade regmenes, en que todos brotan, crecen

    y se contrastan.Las apreciaciones derogatorias del fi-

    lsofo se encuentran inspiradas en granmedida en el espectculo que le ofrecala polis ateniense del siglo IV, poca de

    crisis del sistema, pero expresiva al mismotiempo de lo que implica el pluralismo de-mocrtico.

    En efecto, como ya lo hemos manifestadode acuerdo con los principios polticos de laDemocracia, la libertad consiste en la posi-bilidad de participar en las decisiones queafecten a todos. Es ms, para que exista unaparticipacin sustancial del pueblo se precisaque exista una libre eleccin de alternativas.

    Frente a las concepciones monistas quepostulan por la unidad organizada de lasociedad a fin de evitar los conflictos, la De-mocracia sostiene el pluralismo, la variedad

    y la autonoma. Los monistas temen a laanarqua; los pluralistas, al control centralde la direccin unificada.

    Como pensaba Aristteles, la polis es unagregado de muchos miembros: no una solatribu, religin, inters o tradicin. Debeaceptarse, por consiguiente, la existenciasimultnea de diferentes grupos, y con ellode intereses distintos, dentro de una unidadterritorial bajo una autoridad comn.

    La Democracia institucionaliza el plu-ralismo a travs de la consagracin, en suscartas fundamentales, de las llamadas liber-tades pblicas. Vale decir, todos puedendisfrutar de sus derechos para reunirse,

    para exponer sus ideas, para publicarlas,para difundirlas, para informarse, paraasociarse, para discutir. En resumen: parausar sin restricciones de todos los medioslcitos adecuados a la determinacin de suspropios destinos.

    Pero tal vez sea innecesario puntua-lizarlo de nada sirven las prevencionesconstitucionales y legales si no existe unaactitud pluralista en el seno del pueblodemocrtico. La Democracia no existe sim-

    plemente en la constitucin y en los demstextos legales: es una forma de convivir yun modo de considerar la vida.

    Ya hemos visto que la Democracia comoforma de vida precisa de la participacinactiva de todos los ciudadanos en los asun-tos de gobierno, pero, es ms, se necesitatambin por parte de stos de una actitudde tolerancia respecto de todaslas corrientesdoctrinarias y filosficas en pugna. Nin-guna de ellas puede atribuirse la verdad

    absoluta.Significa ello como sostienen Kelsen yRadbruch que el relativismo es el fundamen-

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    to de la Democracia? Existe, por cierto, unavinculacin psicolgica entre el relativismoaxiolgico cientfico y la Democracia, poruna parte, y entre la admisin de valoresabsolutos y el totalitarismo por otra, peroello debe ser ponderado adecuadamenteen lo que atae a la Democracia.

    En efecto, pensamos con Brecht queuna de las grandes ventajas de la Demo-cracia reside en que no presupone ni unaconcepcin del mundo relativista ni unaconcepcin del mundo de otro tipo, sinoque, por el contrario, ofrece una patria a lospartidarios de las ms dispares confesiones.Las actuales democracias incluyen a muchosmillones de hombres cuyos juicios de valorson plenamente absolutos, pero que estndispuestos a vivir en comn bajo el dominiode la recproca tolerancia poltica.

    Este es el punto de vista general de laDemocracia, pero cmo practicar la to-lerancia con respecto a opiniones y mo-

    vimientos intolerantes? Se ha dicho queactuamos contrariamente al principio de latolerancia en la medida en que obligamosal silencio a esas opiniones y a esos movi-

    mientos; actuamos tambin contrariamenteal mismo principio de la tolerancia en lamedida en que los toleramos, dado quepor ello mismo les damos la posibilidad devolverse dueos de la situacin y de suprimirel principio de la tolerancia en la prcticade la vida social.

    Debemos reclamar entonces, en nombrede la tolerancia, el derecho a no tolerar alos intolerantes? Es sta la paradoja de latolerancia segn Karl Popper y constituye

    sin duda uno de los aspectos ms crucialesque origina el pluralismo democrtico.

    c) Consenso fundamental

    La existencia de un pluralismo ideolgicoprovoca inevitablemente una faz agonal dealto grado de intensidad dentro del sistemademocrtico. Las diversas fuerzas polticaspartidos, grupos de presin, opinin p-blica adquieren singular relevancia y en

    cierta forma ponen en peligro la estabili-dad del rgimen. La divergencia entre lossectores en pugna llega a una intensidad

    tal que los enfrenta como enemigos, en eldecir de Carl Schmitt.

    Existe algn medio para salvar la Demo-cracia de su autodestruccin? Es inevitablecomo pensaba Platn que al exceso delibertad suceda el exceso de esclavitud?Existen, evidentemente, diversos meca-nismos institucionales para defender a laDemocracia de estas situaciones crticas,pero es igualmente cierto que ninguno deellos resultar operativo si el propio pue-blo democrtico no reacciona con fe yconviccin democrtica.

    En efecto, ms all de todas las contro-versias posibles debe existir una indiscutidasustancia de comunidad poltica: un consenso

    fundamental. Esto significa que en toda socie-dad democrtica es necesario algn acuerdoantes de que haya cualquier desacuerdoconstructivo. Como ha escrito Ebenstein,ninguna democracia puede funcionar ver-daderamente si el pueblo no est conformecon mantener un sistema democrtico degobierno. Si no existe tal conformidad,ninguna constitucin escrita, por s misma,podr crear o conservar una democracia

    operante. A la inversa, si hay dicha confor-midad, entonces una constitucin escritano es necesidad absoluta para mantenerel gobierno democrtico. Con justa raznlord Balfour refirindose al agreement on

    fundamentals pudo decir: Nuestro sistemapoltico presupone un pueblo que est deacuerdo en sus convicciones fundamenta-les y por eso podemos permitirnos discutirunos con otros.

    Efectivamente, para la supervivencia de la

    Democracia en los momentos de crisis enque la faz agonal llega a lmites caticos seprecisa no slo respeto de los principioso convicciones racionales, sino primor-dialmente un comportamiento tpicamentedemocrtico, como dira un penalista. Ensntesis: todo se puede cuestionar, menosla doctrina misma de la Democracia. Y paraello se necesita tener fe en los fundamentosdel orden democrtico, en la forma de vidademocrtica. Una constitucin democrtica

    supone, pero no puede crearla voluntad desostener un gobierno democrtico. Sobre estefundamento se construye todo el resto.

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    Qu factores generan ese tipo de com-portamiento? Se suele contestar invocando elcarcter nacional. Sin embargo, nos inclinamospor reconocer en tales comportamientos laresultante de ciertas experiencias histri-cas y acontecimientos de la comunidad. Setrata esencialmente de cierta habitualidadadeterminadas formas de comportamiento,que son decisivamente importantes para laconvivencia democrtica. Es as como esrelevante la disposicin psicolgica paraadmitir la opinin de otro; a no atropellaral adversario porque se est en condicionesde poder para hacerlo. Se trata, en ltimotrmino, de una disposicin para aceptar ypracticar las reglas del juego. Como biendice Friedrich, hay que considerar todasestas formas de comportamiento como

    verdadera condicin previa de una Demo-cracia eficaz. La ausencia de estas formasde comportamiento est considerada, conrazn, como una causa de ineficacia de laDemocracia en ciertos pases y naciones.No slo de eficacia agregamos por nuestraparte, sino de supervivencia

    d) Dilogo y compromisoHace algunos aos, cuando lleg a

    nuestras manos la Introduction a la Scien-ce Politiquede Georges Vedel, no dej decausarnos extraeza la denominacin queen esta obra se daba al captulo destinadoal estudio del sistema que nos ocupa: LaDemocracia, sistema de dilogos. Despusde imponernos del contenido de la obra ycon la reflexin que sobre el tpico hemos

    hecho a travs del tiempo, la sorpresa inicialha desaparecido por completo. Sin duda elprofesor de la Facultad de Derecho de Parsse encuentra en lo cierto: el dilogo tieneuna importancia singular y determinantedentro del sistema democrtico. l consti-tuye un valioso instrumento para procurarsuperar las inevitables contradicciones quese producen en el seno de la Democraciaentre los grupos discordantes.

    Cabe puntualizar, no obstante, que para

    ser eficaz el dilogo debe ser autntico yno espurio. Entre las formas ms corrientesde dilogos falsos se encuentra el dilogo

    unilateral que se origina cuando mientrasuno de los dialogantes est en disposicinde escuchar y comprender al otro, el inter-locutor slo se halla dispuesto a imponer

    y afirmar su propio criterio.Ms frecuente an es el dilog