Formación humanista
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LA FORMACIÓN HUMANISTA
1.1. NECESIDAD DE LA FORMACIÓN EN VALORES
“Bueno es así mismo el dicho de aquel, quien quiera que fuese, quien preguntando por qué ponía tal diligencia en un arte que debía llegar a muy pocos, respondió: Es que estos pocos ya me bastan a mí, y aún uno sólo, y aún ninguno”. SÉNECA
Este párrafo que introduce esta primera reflexión deja ver claramente las buenas
intenciones de quien se dedica al arte de formar (enseñar a vivir), la educación de
hoy debe estar encaminada a señalar las posibilidades de convivir como miembros
de una misma sociedad, todas las líneas formativas deben tener como base la
intención o exhortación al bien vivir (vivir con otros) y ayudar a otros a vivir.
De tal forma se hace necesaria para los educadores la opción por ser maestros
por asumir su tarea como un arte que debe llegar a todos, porque eso es en
primera y última instancia la base de la labor educativa formar seres cada vez más
humanos, es por ello que la propuesta que aquí se presenta parte del fundamento
en el que la formación en valores no es solamente obligación de la familia y las
autoridades políticas sino de igual forma una obligación de todos los que
intervienen en el proceso formativo (escuela) de mujeres y hombres.
Fernando Savater presenta una radiografía de la necesidad de rescatar la
formación en valores en la educación
“Cada época tiene sus terrores. Suelen ser los fantasmas que se merece, pero frecuentemente no representan con clarividencia los peligros que realmente la amenazan. Un historiador francés actual se entretuvo no hace mucho en establecer el censo de los principales terrores que agobian a los parisinos a finales del pasado siglo: entre ellos figuraban la invasión inminente de los cosacos, la perversa doctrina del neokantismo o la moda de incinerar los cadáveres (hasta donde vamos a llegar), pero ni una palabra en cambio sobre el nacionalismo o el desarrollo científico de nuevas armas de exterminio masivo, espantos que habían de ensombrecer de veras el siglo entrante. Ahora que estamos cerca de concluir un milenio se reiteran una serie de alarmas proféticas que inquietan mucho, al menos retóricamente, aunque tampoco es seguro que muestren de verdad el rostro de los problemas venideros. En el terreno de la educación, uno de esos
fantasmas es la hipotética desaparición en los planes de estudio de las humanidades, sustituidas por especialidades técnicas que mutilarán a las generaciones futuras de la visión histórica, literaria y filosófica imprescindible para el cabal desarrollo de la plena humanidad……tal como hoy la entendemos en estas latitudes. La cuestión merece ser considerada con cierto detenimiento porque es un punto en el que la reflexión sobre la enseñanza que queremos o rechazamos nos obliga a meditar también sobre la calidad de la cultura misma en la que hoy nos movemos”1.
Hasta aquí Savater plantea una situación que a simple vista denota una realidad
palpable la tarea formativa despojándose de la reflexión en torno a lo humano o
teniendo como uno de sus elementos primordiales lo humano, la educación
técnica y tecnológica no debe estar despojada de la formación en valores porque
de tal forma estamos asistiendo a la pérdida de sentido de la existencia del ser
humano, continuando con el texto que a mi manera de ver ilustra fuertemente la
ubicación del problema Savater afirma:
“…..En cierto sentido, el temor parece bien justificado. Los planes de enseñanza general tienden a reforzar los conocimientos científicos o técnicos a los que se supone una utilidad práctica inmediata, es decir una directa aplicación laboral.”2
Esta realidad que presenta el pensador lleva a plantear una situación que se ha
generalizado en muchos de los centros de formación técnica o tecnológica, formar
en el hacer sin tener en cuenta el ser sin cumplir con una de las directrices sobre
competencias que el SENA ha organizado para este tipo de formación como son
las competencias básicas y las ciudadanas las cuales son el fundamento esencial
de unas competencias laborales concretas y con fundamentos, quizás la manera
como se ha presentado el estudio de la vida en las ciencias sociales en la escuela
ha hecho que muchos quieran prescindir de ellas en la educación superior porque
hay algo que no se puede negar y el autor antes citado lo presenta en el texto
párrafos siguientes a los aquí citados y es el presentar un cúmulo de materias
llamadas humanistas sin tener un estudio del personal al cual llega y cuáles son
sus necesidades, la fortaleza de la educación en valores es que ofrece respuestas
o maneras de construir la vida, apuntando esencialmente a situaciones que
afrontan los estudiantes y que dan respuesta o por lo menos iluminan la manera
1 SAVATER, Fernando. El valor de educar. Ariel, Barcelona, 1991. p. 113-1142 Ibid., p.115
de ver la realidad, es necesario potencializar la reflexión en valores no solo en un
número de materias llamadas humanistas sino que todos los docentes de las
diversas áreas de la formación de un estudiante deben hablar en un sentido de
formación humanista es por ello que la formación en valores es interdisciplinar y
sirve como fundamento de todas las áreas del conocimiento, para que la clase de
ética o de antropología entre otras no pase a convertirse en un juzgado donde se
critican los actos que atentan contra lo humano sino que en cambio a lo que se
pueda pensar es un verdadero laboratorio donde se piensa la vida como lo que es
un proyecto en construcción desde donde se busca el sentido de la existencia.
En las actuales circunstancias se necesita una posición clara de la educación
frente a la labor transformadora del ser humano y de la sociedad en general como
lo presenta el profesor Víctor Peñuela en el siguiente texto:
“El reto de la enseñanza, según la fórmula que Savater retoma de Klossowski, es el de introducir en ella lo inenseñable. Lo enseñable es lo abstracto, por tanto, el reto consiste en introducir en la enseñanza lo concreto SAVATER, F. La filosofía tachada.Madrid,Taurus,1984.pp.250-252. Si planteáramos la cuestión de lo abstracto y lo concreto fuera del ámbito hegeliano y la condujéramos en otra dirección encontraríamos, por ejemplo, que lo abstracto puede ser pensado en términos de universalidad y necesidad mientras que lo concreto remitiría a lo particular y a lo contingente. La subversión de lo concreto frente a lo abstracto puede a su vez ser concebido como lucha contra la violencia ya que, como dice Luis Carlos Restrepo, es violento todo aquello que a nombre de lo general se convierte en eliminación de una singularidad (humana).Enseñar lo inenseñable, entonces, atreverse con lo incierto y frágil; implicará abandonar el espacio seguro de la teoría pura, de la verdad, para ingresar en ese terreno pantanoso e incierto que es el del obrar, el de la praxis. Una enseñanza que pretenda afectar, tocar, en vez de persuadir, podrá ciertamente ser acusada de mala sofística pero al menos se salvará de verse reducida a la condición de discurso “casposo”, es decir, vacío, sin sentido”3.
Desde que se planteó la formación técnica y tecnológica en el país se centro en la
necesidad básica de tener mano de obra calificada y con unas competencias
laborales para un saber específico, la realidad ha demostrado que la formación en
el hacer debe tener como elemento fundante la formación del ser, cuando se
3 PEÑUELA Cano, Víctor. Los componentes de una actitud Humanista. En: Seminario Nacional sobre formación humanista en la universidad. El Humanismo una actitud contemporánea. (1996 : Medellín). Medellín : UPB, 1996. p. 55-56
plantean hoy las competencias laborales generales una de las líneas o elementos
básicos son las capacidades que ese ser humano tiene para dirigir su proyecto de
vida a título personal y social, es por ello que como lo afirma Omar Franca en su
introducción a la ética profesional
“Estamos lejos de la época en que se pensaba dicotómicamente que la ciencia era neutra y que sólo la política, la economía, o la ética tenían que ver con los asuntos relacionados con los valores. En este momento vivimos una etapa de pensamiento “postmoderno”, es decir de un pensamiento (¿y también una sensibilidad?) que ha hecho una severa crítica a la ciencia y sus pretensiones ingenuas de objetividad. Estamos en una época en que de nuevo se vuelve a caer en la cuenta de que la ética es la que tiene que guiar a la ciencia en su capacidad de servir a la humanización del hombre”4.
Esta posición del profesor invita a una reflexión bastante necesaria frente al
problema que se plantea, la formación en valores o formación en una actitud
humanista y cuando se habla de actitud se está planteando una forma de vida,
una manera de pensar, vivir y evaluar la existencia, teniendo la idea de que lo que
se piensa y se hace debe ir conectado las nuevas configuraciones de lo social
abren un espacio para pensar y proponer la necesidad de un pensamiento de lo
donde confluyen la ciencia, la técnica y lo humano como construcción.
4 FRANCA, Omar. Introducción a la ética profesional. Montevideo: UCU: biblioteca virtual de ética.