Formacion elite porteña en la etapa virreinal

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Universidad del Salvador Facultad de Historia, Geografía y Turismo Seminario de Investigación de Historia Argentina I. Aproximación a la formación del liderazgo de la elite porteña en la etapa inicial del proceso de independencia. Buenos Aires 1811-1812. Profesor titular: Dr. Abelardo Levaggi Profesora: Dra. Viviana Bartucci

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Universidad del Salvador

Facultad de Historia, Geografía y Turismo

Seminario de Investigación de Historia Argentina I.

Aproximación a la formación del liderazgo de la elite porteña en la etapa inicial del proceso de independencia.

Buenos Aires 1811-1812.

Profesor titular: Dr. Abelardo Levaggi

Profesora: Dra. Viviana Bartucci

Alumna: Mariana González Casey

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I. Introducción.

II. Antecedentes en la formación del liderazgo de la elite porteña.III. El ejercicio de la autoridad

a. Sobre el espacio Público

b. Sobre los hombres

IV. Reflexión finalV.

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I. Introducción

Desde Mayo de 1810 hasta la reunión de la Asamblea Constituyente de 1813, la

elite de Buenos Aires ejerció la autoridad sobre la sociedad porteña. El orden institucional

hispánico había caído y aún no tenían definidas nuevas formas organizativas. Por otra

parte, las corrientes de pensamiento ilustrado que llegaban desde Europa, eran limitadas

en el aporte de soluciones a las problemáticas locales.

La elite no era un grupo social homogéneo, sus contradicciones estaban lejos de

ser resueltas, tanto en los intereses económicos como en los modelos de pensamiento.

Aun así, durante el proceso de las Invasiones Inglesas 1806- 1807, había generado

líderes propios, y se habían demostrado a sí misma la capacidad de organizarse en

sustitución de las instituciones virreinales y compartir un triunfo militar. En el transcurso de

1811-1812 se interrumpió también la relación de autoridad creada en el seno de la

estructura local. En este contexto la elite a través del Cabildo ejerció el rol de articulador

entre pasado, presente y futuro.

Estos años fueron analizados en profundidad desde las diversas corrientes

historiográficas. José Luis Busaniche analizó el carácter político de la Asamblea de 1813, “… leyes y decretos sancionó la Asamblea de 1813, muy halagüeños en el día de hoy para el

sentimiento nacional, según se les presenta, pero que para entonces fueron de aparato y

ostentación, proyectos pour la galerie, para eximirse de dos compromisos: la declaración de la

independencia y la constitución del país”1. Por su parte Vicente Sierra concluyó “… se tradujo

en la reunión de un grupo de hombres sin experiencia de gobierno y sin una ilustración política

ajustada a los fines declarados, de manera que todo se redujo a expedientes que ni tendieron a la

independencia ni organizaron la práctica de la libertad civil que todos querían”2. Carlos Floria y

César García Belsunce abordaron el ejercicio de la autoridad asociándolo al factor militar

generado en las invasiones inglesas3. Raúl Fradkin4, observó las contribuciones políticas

1 José Luis Busaniche Historia Argentina, Buenos Aires, Solar Hachette, 1965, p 337.2 Vicente D sierra, Historia de la Argentina, Tomo VI Independencia y anarquía (1813-1819) Buenos Aires , Editorial Científica Argentina, 1970, pág. 45.3 Carlos Floria y César García Belsunce Historia de los argentinos, Buenos Aires, El Ateneo, 20094 Raúl Fradkin ¿y el pueblo dónde está? Contribuciones para una historia popular de la revolución de independencia en el Río de la Plata, Buenos Aires, Prometeo, 2008.

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de los sectores populares y conceptos de ley y justicia5 aplicados al ámbito rural. Gabriel

Di Meglio6 centró la mirada en el rol de la plebe urbana en los procesos políticos.

La Academia Nacional de la Historia, dio al período un tratamiento detallado en

sus distintas ediciones: Ricardo Levene7 priorizó los levantamientos de 1811 y Juan Carter

los sucesos de 18128. Carlos Segretti9 detalló las connotaciones políticas entre la elite

porteña y el interior.

También fue objeto de estudio, el comportamiento de la elite. José Luis Romero10

caracterizó al grupo local como “burguesía criolla” y relacionó los cambios en el poder con

el proceso de crecimiento urbano. Tulio Halperin Donghi lo planteó como “nuevo grupo

dirigente político-militar reclutado en las filas de la elite criolla (…) buscó hacer del despotismo

administrativo heredado del antiguo régimen la base de su dictadura revolucionaria11. Marcela

Ternavasio12 propuso una mirada con una temporalidad que priorizaba el hecho

revolucionario:

“El debate, pues, en torno a lo nuevo y lo viejo, a las continuidades y rupturas en la coyuntura de crisis del orden colonial, está, quizá, más centrado en los últimos tiempos en el amplio campo de la cultura política –incluyéndose en ella, como dije, registros muy diversos– que en el de la política pensada como una nueva actividad que irrumpió precisamente en el momento revolucionario a través de nuevos principios de legitimidad, de nuevos dispositivos para el ejercicio de la autoridad y de nuevas conexiones entre el mundo social y el poder. Tal vez allí, en esa irrupción, es posible encontrar la respuesta a por qué la revolución fue una revolución en la medida en que vino a cambiar la vida toda de aquellos hombres, más allá de las infinitas continuidades y permanencias que podamos encontrar en los diversos planos de la realidad13.

5 Raúl Fradkin, La Ley esa tela de araña Ley Justicia y Sociedad rural en Buenos Aires, 1780-1830, Buenos Aires, Prometeo, 2009.6 Gabriel Di Meglio, ¡Viva el bajo pueblo! La plebe urbana de Buenos Aires y la política entre la revolución de mayo y el rosismo, Buenos Aires, Prometeo, 2006.7 Ricardo Levene, “El 5 y 6 de Abril de 1811 y sus consecuencias nacionales” en Academia Nacional de la Historia”, Historia de la Nación Argentina desde los orígenes hasta la organización definitiva en 1862, Volumen V, Buenos Aires, El Ateneo, 1941, 2da edición, pp 343-402.8 Juan Canter, “El año XII, las asambleas generales y la revolución del 8 de Octubre en Academia Nacional de la Historia”, Historia de la Nación Argentina desde los orígenes hasta la organización definitiva en 1862 , Volumen V, Buenos Aires, El Ateneo, 1941, 2da edición, pp 403-473.9 Carlos Segretti, “Desacuerdos y enfrentamientos políticos (1810-1828)” en Nueva Historia de la Nación Argentina la configuración de la república independiente (1810-1914) Buenos Aires, Planeta, Tomo IV, 2000, pp 34510 José Luis Romero, Latinoamérica las ciudades y las ideas, Buenos Aires, Siglo XXI, 2008.11 Tulio Halperin Donghi, Clase terrateniente y poder político en Buenos Aires, Buenos Aires, Prometeo, 2008 p 1712 Marcela Ternavasio, Historia de la Argentina 1806-1852, Buenos Aires, Siglo XXI, 2009.13 Marcela Ternavasio. Política y cultura política ante la crisis del orden colonial. Bol. Inst. Hist. Argent. Am. Dr. Emilio Ravignani. Número 33, pp. 39-53. http://www.scielo.org.ar/. [11- 09-2012].

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La perspectiva de análisis desarrollada en estas páginas es hacia el interior de la

sociedad porteña. Se focaliza concretamente en las acciones que le permitieron a la elite

sostener el orden social de la ciudad durante este período. La elección de las Actas del

Cabildo de Buenos Aires, como fuente primaria, brinda la posibilidad de observar las

problemáticas con impacto en la dinámica de la ciudad. Aspectos que por operar en el

plano tangible acercan al pensamiento construido en las etapas anteriores14.

Es el objetivo de este trabajo analizar las prácticas llevadas adelante por la elite

porteña a través del Cabildo de Buenos Aires para ejercer su autoridad en el inicio del

proceso de Independencia 1811-1812.

El primer capítulo refiere a la experiencia de la elite porteña en las etapas previas

a 1810. Dado que es el centro de este trabajo resulta necesario intentar comprender la

construcción de valores y relacionamiento, tomando la definición de Fernand Braudel “Existe si se prefiere, más lenta aún que la historia de las civilizaciones, casi inmóvil, una historia

de los hombres en su relación estrecha con la tierra que los aloja y los alimenta; es un diálogo que

se repite incesantemente, que se repite para durar, que puede cambiar y cambia en la superficie,

aunque continúa tenaz, como si estuviese fuera del alcance y de la mordedura del tiempo15.

El segundo capítulo focaliza sobre las decisiones tomadas a través del Cabildo de

Buenos Aires, las que a la vez se dividen de acuerdo a planos de influencia, para ello

resulta punto de partida la definición de Nilda Guglielmi “La mentalidad está integrada por las

ideas, opiniones, creencias que integran el patrimonio de todos. Estas ideas actúan con eficacia

pues tienen la aceptación tácita de todo el grupo social” 16:

Por último, a modo de reflexión se intenta realizar un aporte sobre la incidencia

histórica de la etapa y su relación de continuidad17.

La elite es la categoría principal de este trabajo de modo que resulta oportuno

explicitar su definición, “En toda sociedad una minoría es siempre la única que detenta el poder 14 “Todo grupo social extrae su unidad espiritual al mismo tiempo de las tradiciones históricas que constituyen la materia propia de la materia colectiva y de las ideas o de las convenciones que resultan del conocimiento del presente […] la sociedad solo conoce o interpreta el pasado a través del presente y por otra parte el presente solo tiene para ella un sentido concreto y un valor emocional porque tras él se entrevé cierta duración temporal” Marc Bloch, Historia e historiadores, Madrid, 2006, p 226.15 Fernand Braudel, Las ambiciones de la Historia, Barcelona, Crítica, 2002, P 10816Nilda Guglielmi, Marginalidad en la Edad Media, Buenos Aires, Biblos, 1998, p 13.17 El estilo monográfico es de tipo interpretativo no descriptivo. Por tanto, se asume el conocimiento de los hechos fácticos tanto del período, como invasiones inglesas, 25 de Mayo de 1810, levantamientos de 1811-1812, reglamentación borbónica y Asamblea de 1813. Así como los sucesos militares, conflictos con España, Banda Oriental e Interior. No se desarrollarán biografías de las personas mencionadas.

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en sus diversas formas, frente a una mayoría que carece de él”18. La referencia a autoridad y

legitimidad, la articulación y diferenciación utilizada se basa en la establecida por César

García Belsunce, quien a su vez toma conceptos de Botana:“ Cuando se alude a la autoridad

se tiene presente un fenómeno político sustancial, que supone el consenso de los gobernados

respecto de quien manda (…) Y cuando se dice legitimidad se alude a la cualidad que puede

revestir un régimen político en cuanto a) existe una creencia compartida por gobernantes y

gobernados respecto de la traducción institucional de un principio de legitimidad (…) b) existe un

acuerdo entre gobernantes y gobernados respecto de las reglas que rigen la solución de los

conflictos nacidos por ocasión de la transferencia de gobierno” 19.

También es necesario aclarar que la ciudad es tratada como el espacio urbano20

descripta con precisión por José Luis Romero: “Esas revoluciones urbanas, aunque solo

políticas en la intención, destruyeron el armazón que sostenía el conjunto de la vieja estructura

urbana y rural y dejaron en libertad a sus distintos componentes para que buscaran nuevo sitio. Era

inevitable, puesto que las ciudades garantizaban todo el sistema”21. Respecto del uso del

término pueblo o plebe, no se trata de una categoría de tipo económica, sino un concepto

enmarcado en la época, tal como describe José Marilúz Urquijo: “Por debajo de la gente

“noble y principal” queda un abigarrado conjunto de personas, parte de las cuales conforman lo que

en la época se llamaba vagamente el pueblo (…) Por debajo del pueblo, o si se prefiere, formando

un grupo diferenciado del conjunto pueblo, está el vulgo o la plebe”22.

Por último la alusión sobre las tensiones entre grupos sociales o dentro de un

mismo grupo social se basan en el concepto de Denys Cuché “El encuentro de las culturas

no se produce solo entre sociedades completas, sino también entre grupos sociales que

pertenecen a una misma sociedad compleja”23.

II Antecedentes en la formación del liderazgo de la elite porteña.

Las principales ciudades del Imperio Español en América se organizaron en torno

a la riqueza en metales y la dominación de los grandes imperios indígenas. La fundación

de Buenos Aires, a diferencia de las anteriores, se debió a necesidades geopolíticas de la

Corona Española. La ciudad, ubicada en la periferia del mundo, carecía de riquezas

18 Norberto Bobbio y Otros, Diccionario de Política, Madrid, Siglo XXI, 1997. p 519.19 Carlos Floria y César García Belsunce Historia de los argentinos, Buenos Aires, El Ateneo, 2009, p 268.20 Excede el alcance de este trabajo el espacio rural de Buenos Aires y el interior del país21 José Luis Romero, Ob Cit, p 169.22 José María Mariluz Urquijo, José María, “La cultura. Ideas y creencias”, en Academia Nacional de la Historia, Nueva Historia de la Nación Argentina, Tomo III, Buenos Aires, Planeta, 1999, p 21623 Denys Cuché La noción de cultura en las Ciencias Sociales, Buenos Aires, Nueva visión 2002, p 8.

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estructurales. Los primeros pobladores articulaban las condiciones de una realidad que se

les presentaba hostil con tierras de ardua explotación, carencia de mano de obra indígena

organizada y una tensa relación con la amenaza externa. Las reglamentaciones que

venían de la metrópoli y los laxos plazos resolutivos se confrontaban con una experiencia

cotidiana en la que todo estaba por ser resuelto24. Las variables geográficas y económicas

tuvieron una incidencia significativa, en la etapa fundacional. Pero la ciudad no era

solamente el espacio geopolítico económico definido a través de las leyes indianas, era

también un grupo de hombres con valores proyectados en una cultura25 común. Lejos de

aceptar solamente un destino de puerto de intercambio, intentaban transformar una aldea

en la periferia del mundo en una incipiente sociedad con un rol en el marco americano26.

Los primeros vecinos27 desarrollaron un comportamiento de liderazgo que articuló dos

planos: el rol económico- político otorgado por España: cuidar fronteras y comercio y las

aspiraciones de sus pobladores En el siglo XVII comenzó a delinearse una elite que

tomaba decisiones políticas y sociales a través del Cabildo; controlaba el comercio;

construía el vínculo con extranjeros e indios y tenía la religión como directriz de

pensamiento. Así asumieron la regulación de las pautas de comportamiento en la esfera

pública28. Fueron décadas de prácticas concretas que dejaron como legado la idea de ser

artífices de la ciudad.

En el final del siglo XVIII las nuevas corrientes migratorias imprimieron un matiz

de crecimiento acelerado en la composición de la pirámide social de Buenos Aires. El

24 “.En un principio más que una fuente de ingresos comerciales fue una verdadera cuestión de vida o muerte”. Manfred Kossok, El Virreinato del Río de la Plata, su estructura económica social , Buenos Aires, Futuro, 1959, p 2525 “Una cultura consiste en todas las pautas aprendidas de acción, sentimiento y pensamiento compartidas por los miembros de determinada sociedad”. Paul Horton & Robert Horton, Introducción a la sociología, Buenos Aires, El Ateneo 1992, p 7.26 Rodolfo González Lebrero, La pequeña aldea. Sociedad y Economía en Buenos Aires (1580-1640) , Buenos Aires, Biblos, 2002, pp 21 a 45.27“La vecindad era la categoría social fundamental de ese peculiar orden público que era la ciudad. Las categorías constituían actos de enunciación eran construcciones mentales a través de las cuales la sociedad identificaba y clarificaba a sus habitantes (…) era una categoría social con implicancias legales y jurídicas expresada en lazos sociales de integración, lealtad e identificación con una comunidad. Era una condición a la que se accedía por reconocimiento”. Raúl Fradklin & Juan Carlos Garavaglia La Argentina colonial, Buenos Aires, Siglo XXI, 2009, p 13428 “A partir de la segunda mitad del siglo XVII aumentó en los centros poblados el número de pobladores marginales que no poseían medios de subsistencia ni tenían la posibilidad de acceder a cargos públicos. Estos blancos de las orillas constituyeron un problema para las autoridades. Primaba una mentalidad prejuiciosa para los trabajos manuales. Los orilleros transgresores de usos, normas y costumbres aparecían como una fuente de tensiones sociales”, Nidia Areces, “Las sociedades urbanas coloniales”, en Nueva Historia Argentina, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2000, p 173

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nuevo siglo encontró a la sociedad porteña configurando una nueva elite. Y

reacomodando los espacios que ocupaban los distintos grupos sociales29.

La experiencia de quienes llegaban se había dado en un contexto europeo con

cambios significativos en el marco de las ideas de la ilustración española; que introdujo la

articulación entre cambio moral y desarrollo económico. La migración era la posibilidad de

movilidad social negada en la tierra de origen30. Se presentaron contradicciones de visión

entre los viejos vecinos y los recién llegados. Los conflictos se reflejaron en la orientación

de sus intereses económicos y en la organización local. Y fundamentalmente en su

relación con el espacio común sobre el que unos habían madurado cierta pertenencia y

otros interpretaban como una realidad para transformar31.

El crecimiento de población generó grupos sociales más delimitados. Los

habitantes empobrecidos se fueron retirando progresivamente hacia las orillas de la

ciudad, formando el grupo de los orilleros que incrementó su número con los llovidos32

llegados de España. Esta población formada por blancos pobres, zambos y mestizos33

reforzó el rol político de la elite para ejercer el control de las relaciones sociales34

Basándose en la Reforma Borbónica, durante este período35 se instituyó la casa de

corrección destinada a recoger y asilar a las mujeres de mala conducta entregadas al

libertinaje; la casa cuna u Hospital de Espositos evitándose el abandono de párvulos en la

vía pública; se crearon los recursos para sostén con los bienes de los jesuitas expulsos;

se reguló el protomedicamento para vigilar el ejercicio de la medicina; se abrió el Hospital

29 “Se trata de que todo ese público actores y espectadores tomen conciencia del lugar que les corresponde en una sociedad estamental”. Daisy Rípodaz Ardanaz, “La Vida urbana en la faz pública”, en Academia Nacional de la Historia, Nueva Historia de la Nación Argentina, Tomo III, Buenos Aires, Planeta, 1999, p 12830 “Catalanes, vascos y gallegos venían atraídos por el incentivo de hacer fortuna a partir de las reformas borbónicas. Esa burguesía se sintió inclinada a lograr un mejoramiento en el orden cultural y material”, Vicente Sierra, Historia de la Argentina, Tomo IV, Buenos Aires, UDEL, 1960 p 32.31 “Los peninsulares que arribaban para hacer fortuna ven en el criollo holgazanería. El criollo ve en el catalán o el gallego fiebre por hacer fortuna. El criollo se sentía desplazado en su propia tierra. Los mismos virreyes denunciaban pandillas se perdía un pilar del imperio: justicia”. Vicente Sierra, ob cit, p 40.32 Era habitual el uso del término llovidos para designar a los pobres que llegaban en los barcos de manera ilegal o sin perspectiva de medios de subsistencia.33 El proceso se diferenció respecto a otros núcleos urbanos americanos en el que las masas de indígenas se controlaban a partir de las tradicionales formas de dominación colonial por exclusión del otro cultural.34 “Más que acometer la tarea casi imposible de integrar el diversificado panorama social del mundo colonial quienes debían actuar en él tratan de crear los instrumentos de diversificación que les permiten influir en cada sector”. José María Mariluz Urquijo, “La cultura ideas y creencias”, en Academia Nacional de Historia, Nueva Historia de la Nación Argentina, Tomo III, Buenos Aires, Planeta, 1999, p 199.35 Ricardo Levene “El virreinato del Río de la Plata 1776-1810”, en Academia Nacional de Historia, Historia de la Nación Argentina, Tomo IV, Buenos Aires, El Ateneo, 1940, p 189-191.

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de Pobres Mendigos, ordenando la recolección de mendigos al capitán de milicias; se

estableció reducción a prisión de todos aquellos a los que se sorprendiere jugando naipes

en pulperías, cafés o casas de truco; se cercaron los terrenos baldíos para que no se

utilizaran como canchas de juego; se delimitó separación por sexo de los bañistas en el

río; se prohibió la circulación de sátiras, pasquines, versos o diatribas contra personas y

por indecorosos los juegos de carnaval. Fue la función de los alcaldes de barrio controlar

una determinada porción de territorio ya que se asumía que en su mayoría estas

regulaciones no serían cumplidas.

La elite tenía a su vez disputas internas, no actuaba como bloque homogéneo,

pero era solidaria entre sí cuando los dictámenes de la corona ponían en riesgos su

beneficio. La referencia como estrato privilegiado generó una mayor rigidez en ciertas

pautas de conducta, expresadas en el espacio público a través de modas, tertulias,

liturgia y sociabilidad. El pensamiento integrador entre los distintos estratos y dentro de

los mismos seguía siendo la religión. El matrimonio resultó un catalizador para la

integración dentro de la elite. De esta red de relaciones de parentesco surgió la

generación de nuevos criollos36. El siglo XVIII configuró una nueva generación de

hombres convencidos de ser merecedores37 de protagonismo. La visión de sí mismos

como capaces de ejercer su destino político, económico y cultural38 , liderar la ciudad y

resignificar la tradición en el marco del pensamiento ilustrado39.

36 A modo de ejemplo se cita: Azcuénaga (1754) cuñado de Olaguer, Belgrano (1770) hijo de comerciante llegado en 1751, Castelli hijo de médico veneciano primo de Belgrano, French (1774) hijo de comerciante de harinas y cuñado de Posadas, López y Planes (1784) hijo de comerciante asturiano y criolla de elite, Moreno (1778) hijo y yerno de funcionario español, Paso (1758) hijo de español y criolla de elite porteña, Rodríguez Peña (1765) hijo de español de tradición hidalga y criolla de elite. Véase Academia Nacional de la Historia Revolución en el Plata, Protagonistas de mayo de 1810. Buenos Aires, Emecé, 2010.37 “La ciudad real tomó conciencia de que constituía una sociedad real, una sociedad urbana compuesta por integrantes reales: españoles, criollos, indios, mestizos, negros, mulatos, zambos unidos inexorablemente a pesar de su ordenamiento jerárquico(…) la sociedad urbana tomó conciencia de que era una sociedad distinta de las españolas y de las otras ciudades latinoamericanas, cada una atada a sus propios problemas y sometida a la singular e irreductible ecuación que regía las relaciones entre sus elementos sociales (…) Estas definiciones entrañaban una interpretación del pasado y un proyecto para el futuro”, José Luis Romero, Latinoamérica las ciudades y las ideas, Buenos aires, siglo XXI, 2004 pp 16-17.38 Las clases altas poseían la razón y podían procurarse los conocimientos debían dar el ejemplo y orientar a las clases inferiores, Carlos Stoetzer, El pensamiento político en la administración española durante el período de la emancipación (1789-1825) Las bases hispánicas y las corrientes europeas , Madrid, Instituto de estudios políticos, 1965p 46.39 “La ilustración tomó un giro muy especial de acuerdo con la tradición hispánica y en conformidad con esa capacidad extraordinaria de absorber influencias extranjeras y plasmarlas dentro de un cuadro católico tradicional” Carlos Stoetzer, ob cit, p 26.

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La primera década del siglo XIX fue significativa en la mentalidad porteña resultó el

punto articulador de las experiencias maduradas en las etapas anteriores y del proceso

futuro. El triunfo sobre las Invasiones Inglesas en 1806 y 1807 simbolizó un mito

fundacional como experiencia compartida de defensa por sí mismos. Además, la

conformación de las milicias respetando las divisiones por estratos, contribuyó a

formalizar las relaciones de liderazgo En 1810, ante la pérdida de legitimidad del orden

borbónico, se abrieron ejes de tensión en la relación con España y disputas dentro de la

elite por el ejercicio del poder político. El proceso de cambio de autoridad no implicaba un

cambio de contenido social40, Por tanto, la ausencia de la hegemonía hispánica, requería

mantener el control de los distintos sectores. Para lograr este objetivo se apeló a

reglamentaciones borbónicas haciéndolas propias y el Cabildo ocupó el espacio de

garante del orden41. A su vez España daba señales claras respecto de la validez de la

organización local a través de la Juntas. Además los alzamientos de la región, la

independencia de EEUU, el proceso de Portugal en Brasil y la cercanía de Inglaterra,

resultaron un conjunto de influencias intelectuales, pero que no por ello eran una

expresión directa de medidas factibles de aplicar en Buenos Aires. El fin de esta década

dejó rupturas y continuidades entre el viejo orden del Río de la Plata y el ejercicio de la

autoridad por parte de la nueva elite porteña42.

III El ejercicio de la autoridad

Sobre el espacio público.

La ciudad era un escenario central de la dinámica social. Por una parte elite y

plebe diferenciaban costumbres, lugares de recreación y hasta horarios de circulación,

pero a la vez confluían en las celebraciones religiosas y públicas cuya puesta en escena

expresaba las diferencias por estratos y jerarquías. En este sentido, el Carnaval tenía

especial valor, su importancia radicaba en que se daban conductas por fuera de una

cotidianeidad previsible, cristalizadas por la irrupción en el espacio público. En la etapa

40 Pactum translation suareciano: Si el soberano estaba incapacitado de ejercer el poder que el pueblo le había transferido la autoridad volvía a la fuente popular y el pueblo estaba justificado en sumir la autoridad civil.41 Pilar González Bernardo “Beneficencia y Gobierno en la Ciudad de Buenos Aires (1821-1862)” en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, Serie Tercera, Número 24, 2001 p 45-4742 José Carlos Chiaramonte “Formas de Identidad en el Río de la Plata luego de 1810” en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, Serie Tercera, Número 1, 1989

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virreinal se habían planteado prohibiciones en reiteradas ocasiones sin que tuvieran

mayor éxito. En 1811 el Cabildo se propuso implementar la regulación de la costumbre,

sustituir la espontaneidad desordenada por un festejo pautado con orquestas, iluminación

y un baile en la Casa de la Comedia. La medida permitía mantener el control de la ciudad

durante la celebración y aspiraba a instalar reglas de comportamiento social:

“La capital de Buenos Aires ha adquirido por la enérgica conducta de sus moradores un grado de dignidad y consideración aún entre las grandes y cultas naciones de Europa, que la hacen acreedora a la general admiración: que sería un negro borrón para sus dignos pobladores el perpetuar entre las costumbres reprensibles que supo tolerar por pura debilidad el Gobierno antiguo, la bárbara del Carnaval, en la que faltando los ciudadanos al decoro y compostura que se deben mutuamente los individuos de un pueblo grande, se cubren de vergüenza y de ignominia a la faz de las naciones cultas y a presencia de una multitud crecida de extranjeros que condenan en silencio tan bárbara costumbre, y que a fin de que la regeneración de la Grande capital sea extensiva hasta el punto de desarraigar para siempre las costumbres admitidas desde el tiempo inmemorial, pero que abaten y rebajan el decoro y dignidad con que en todo tiempo y todas partes debe ser mirado un ciudadano de Buenos Aires ( …) se disponga que desde el presente año queden olvidados para siempre los juegos de carnaval” 43

Las transgresiones también podían manifestarse en el Teatro, en este sentido la

censura de los contenidos tenía la intención de asegurar que no fueran un punto

disruptivo. Esta preocupación la manifestaba el Regidor Juez Diputado de Policía “era

preciso nombrar revisadores de las piezas cómicas para evitar el menor defecto que pueda ofender

a la Religión y buenas costumbres”44.

En esta compleja red de signos las festividades públicas eran un acontecimiento45.

Las conmemoraciones, actos civiles o religiosos, tenían peso simbólico tanto para

reconocer como para ser reconocido, la mirada pública era fundamental, de modo que se

le dedicaba especial importancia a su planificación e implementación. En el primer

aniversario del 25 de Mayo se instaló una pirámide conmemorativa que reivindicaba a las

Invasiones Inglesas y a la creación de la Junta como parte del mismo proceso: “que las

inscripciones que en ella han de ponerse han de ser contraídas a nuestra reconquista del 12 de

43 Archivo General de la Nación Argentina en Adelante AGN, Actas del Extinguido Cabildo de Buenos Aires en adelante AECBA, 22 de Febrero de 1811, p 405.44 AECBA, 10 de Enero de 1811, f 49, p 34745 ““Así en lo ordinario como en lo extraordinario se apunta a la decencia, entendiendo etimológicamente por tal aquello que es conveniente por ser adecuado a la conducta o a las circunstancias compartidas por muchas personas o peculiares de algunas” Daisy Rípodaz Ardanaz, “La Vida urbana en la faz pública”, en Academia Nacional de la Historia, Nueva Historia de la Nación Argentina, Tomo III, Buenos Aires, Planeta, 1999, pp 127

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agosto de 806, defensa del 5 de julio de 807, e instalación de la junta del 25 de mayo de 810”46.

Para su inauguración Chorroarín coordinó, a pedido del Cabildo, una fiesta pública que

intentaba establecer la fecha como punto de inflexión “impriman en el corazón de nuestros

compatriotas la idea de conservar a cualquier costa la libertad de estas regiones”47 .

También las reivindicaciones explícitas hacia personas, resultaban un gesto para señalar

adhesiones., tanto hacia locales como extranjeros con distinto orden de magnitud. Podían

referirse a actuaciones militares como el caso del Capitán de Goleta Roberto Rampsay48

o de carácter político como la condición de ciudadano para Lord Strangford por el alto

carácter de su cargo y la perfección con que lo sirve otorgándole una legua cuadrada de territorio,

(…) Buenos Aires y las Provincias de su dependencia le son deudoras de oficios de un Orden

Superior y que exigen de justicia la pública y constante gratitud. 49.

La mirada pública convertía a la ciudad en un espacio de intercambio de

mensajes, valores y jerarquías sociales. Pero también era un lugar de convivencia en el

que la elite percibía como una amenaza las conductas por fueras de su control,

especialmente la portación de armas por parte de los grupos que integraban la plebe. La

preocupación era política y refería también a la vida cotidiana.

“ Se están notando tantos desórdenes que en la semana anterior ha habido tres muertes sucesivas de resultas de heridas; que si no se pone freno y se cortan con tiempo semejantes excesos, va tomando cuerpo el desorden, y diariamente se experimentarán más y más desastres en perjuicio de la seguridad y tranquilidad pública; que todo ello no reconoce más principio que la libertad y franqueza con que tanto los carretilleros, como los peones y personas sueltas cargan cuchillo, y la con que los Negros y Pardos usan de palos o macanas, lo cual debía prohibirse bajo severas penas, por ser el único medio capaz de cortar tantos males (…) solicitando que se reitere por bando la prohibición absoluta de esta clase de armas bajo rigurosas penas y con orden especial tanto a las partidas como a los Alcaldes de Barrio para que se celen sobre este punto con la mayor vigilancia y remitan o conduzcan a la cárcel pública a los infractores de la orden sin excepción y hecho el oficio en borrón mandaron se ponga en limpio”50

Desde esta perspectiva, en los hechos del 5 y 6 de Abril de 1811 se puso de

manifiesto la pervivencia de prácticas de liderazgo propias de la herencia hispánica. Los

hombres de las orillas llegaron a caballo al centro de la ciudad, mostrando la fuerza de su

presencia en silencio y reclamando la escucha de sus pedidos a través de una

46 AECBA, 5 de abril de 1811, p 44447 AECBA, 21 de marzo de 1811, p 42548 AECBA, 10 de Enero de 1811, f 49, p 34849 AECBA, 21 de Febrero de 1811, p 40050 AECBA, 8 de Enero de 1811, f 47, p 344

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proclama51. Era una irrupción de la red social periférica en el espacio central52. Mostraba

sectores con capacidad de movimiento y articulación propios, que finalmente perderían la

disputa en el terreno de la política53.

Sobre los hombres.

La Educación había tenido fuerte presencia desde el origen de la ciudad, debido

en gran medida a los jesuitas. Las escuelas eran dirigidas por la Iglesia aunque con

participación continúa desde el Cabildo. Primero tenían la responsabilidad básica sobre

los materiales escolares, también definían las autoridades de cada año, apertura o

mantenimiento de edificios y aprobaban los contenidos y exámenes54. Como resultado el

funcionamiento de las escuelas dependía de las asignaciones económicas, aprobación de

autoridades y opinión sobre la temática educativa. La dependencia era mayor respecto de

los niños pobres ya que recibían por su intermedio los elementos necesarios para

educarse55.

El Defensor de Pobres56 y Ausentes era quien presentaba las situaciones de

personas que requerían la ayuda del Cabildo. El rol heredado de la estructura virreinal se

correspondía con el pensamiento de caridad cristiano. Asumía la representación de

situaciones en las que la intervención institucional solucionaba problemas económicos o

jurídicos. Podían ser particularidades como la manutención de un menor57, otorgar o

denegar pensiones a viudas58 o limosna para las monjas capuchinas59. Pero también se

planteaban casos de mayor alcance como la situación de las cárceles “que los esclavos que

por disposición de sus amos se encuentran en la cárcel se les obligue a estos a que les den el

alimento necesario y de que carecen (…) siendo solo por un interés particular y no por un delito

51AECBA, 6 de abril de 1811, p 445 ( f94) – 45352 Ricardo Levene, “El 5 y 6 de Abril de 1811 y sus consecuencias nacionales” en Academia Nacional de la Historia”, Historia de la Nación Argentina desde los orígenes hasta la organización definitiva en 1862, Volumen V, Buenos Aires, El Ateneo, 1941. Pp 343-36953 AECBA, 12 de septiembre de 1811, p 55554 AECBA, 15 de octubre de 1811, p 65255 El preceptor de la recoleta pedía 6 resmas de papel 12 botellas de tinta y2 docenas de catecismos para asistir a los niños pobres. Le franquearon exactamente la mitad de papel y tinta pero la cantidad pedida de catecismos”, AECBA, 10 de Enero de 1811, f 49 v, p 34856 El concepto de pobreza tenía matices conceptuales de acuerdo a si era temporal, formal. Con trabajo irregular, imposibilitado. 57 “se libraron 5t0 pesos a pedido del defensor de menores para vestir al menor Atanasio Agüero AECBA, 22 de Febrero de 1811, p 40458 AECBA, 15 de Enero de 1811, p 35259AECBA, 15 de marzo de 1811, p 420

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público que contribuyan con un real diario para sus alimentos”60. La infraestructura de las

cárceles y las condiciones de hacinamiento eran un tema recurrente de atención incluso

por parte de las autoridades eclesiásticas. En vísperas del primer aniversario del 25 de

Mayo el Obispo realizó una presentación al Cabildo en la que donaba “mil pesos para que el

regocijo público preparado para los días próximos del corriente mes sea extensivo a los infelices

que por sus crímenes se hallan presos en la cárcel pública (…) destinarlos a cubrir su desnudez y

proporcionarle los demás consuelos que sean de su elección hasta donde alcance dicha suma”.

Se detalló que serían asignados para “ vestir a los presos necesitados y en darles una

comida regular en uno de los días destinados al regocijo público proveyéndolos también

de tabaco y yerba en lo que alcance”61. Pocos días después el defensor de pobres

exponía que “uno de los dos comunes de la cárcel se iba a cegar por estar lleno y que el otro que

queda no es suficiente para el desahogo de los individuos62. El trato en las cárceles difería de

acuerdo a estrato, al referirse a los españoles encarcelados por haber intentado huir a

Montevideo las preocupaciones eran diferentes, la cárcel política era observada por ser

demasiado laxa “permitiéndoles tertulias de mujeres”63

La fuerza de trabajo requería ser distribuida entre las filas militares, el campo y la

ciudad, siendo este un tema de tensión entre los diferentes intereses, los hombres del

pueblo tenían pocas posibilidades de hacer prevalecer su elección aunque la transgresión

era una conducta repetida. Se recurría entonces a acciones que forzaran el

direccionamiento de la fuerza de trabajo. Los Alcaldes de Barrio64 eran clave para

contener los territorios internos de la ciudad. Si bien desde el Cabildo tenían una función

clara que era hacer cumplir las órdenes, su rol actuaba de bisagra entre intereses que en

más de una oportunidad eran opuestos65. “ la cesación de todas las obras de la Ciudad, o que

puedan continuar con esclavos solamente y de ningún modo con Peones libres y que la

determinación se extienda a separar de la Ciudad toda clase de esos Peones que se llaman

changadores y hacerlos conducir a la campaña para la recogida de granos (…) temiendo que si

60 También mencionó que se debían exponer los motivos de encarcelamiento y su justificación AECBA, 21de septiembre de 1811, p 641

61 AECBA, 17 de mayo de 1811, p 47262 AECBA, 24de mayo de 1811, p 47463 AECBA, 25de Junio de 1811, p 49064 Rol creado por el virrey Vertiz delimitaba espacios de injerencia territorial sobre una cantidad de manzanas y familias. Eran hombres de la zona en la que desarrollaban el control. Su elección era por ese atributo como el caso del alcalde electo de Barracas Pedro Pérez que pidió ser exonerado del cargo por no saber ni leer ni escribir AECBA, 10 de Enero de 1811, f 49 v, p 34865 Se tenía en cuenta demás que tuvieran ingresos, sino podían eran relevados por indigencia, estado miserable, no saber leer y escribir.

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aquellos oyen el bando sin haber sido aprehendidos se ocultaran o dispersaran, acordaron que una

hora antes de la publicación se proceda a asegurarlos por la partida celadora” 66. La regulación

alcanzaba también a la actividad comercial a través de los permisos de Plaza para

ofrecer productos en la ciudad, los impuestos a comerciantes e incluso la faena y

cosechas67. Se complementaba con las obras necesarias como pozos, iluminación o

fijación de postes.

De acuerdo a las alternancias en las disputas de poder, el control sobre el otro

también se extendía hacia los propios miembros de la elite. Así sucedió con figuras

emblemáticas de su propio proceso histórico como Liniers, Alzaga y Saavedra y también

con las contradicciones que les generó la decisión de expulsar del territorio a los hombres

nacidos en España68 y los debates sobre un posible indulto69. Los enfrentamientos con el

exterior funcionabas además como aceleradores de cohesión interna apelando al uso de

las armas70 “Acordaron que con concepto a todo lo que se le conteste al Sr Elio que el Cabildo no

adhiere ni adherirá al reconocimiento que solicita, haciéndole entender que en esta capital se

guarda el orden la tranquilidad y sumisión a las leyes, que no se trabaja sino en defender los

derechos del Pueblo y del Monarca y que solo se entrará en la efusión de sangre cuando se quiera

perturbar aquellos”. Pero en el plano interno el desacuerdo podía generar persecuciones

directas, agravio público o simplemente la autoexclusión bajo alguna excusa acorde con

las formas consideradas correctas71. Se tenía en cuenta el impacto de las decisiones

políticas en la vida social, mucho más si las personas involucradas tenían ascendente

sobre las tropas72, tal el debate sobre la partida de Saavedra al Alto Perú sobre el que se

66 AECBA, 8 de Enero de 1811, f 47, p 344-34567 AECBA, 7 de febrero de 1812, p 63.68 El 22 y 23 de marzo se dio una discusión sobre la expulsión de los españoles europeos a solicitud de los que consideraban que habían demostrado haber adherido a la causa. El cierre de la votación no resolvió el tema. Juan pedro Aguirre planteó analizar el pedido y consideraba que no había enemigos “capaces de turbar el actual gobierno”, Domingo de Igarzabal y Atanasio Gutiérrez por ejemplo votaron por avanzar con la expulsión. Al no acordar la decisión fue llevada a la Junta y considerar excepciones con juramento ante el Cabildo, AECBA, 22 y 23 de marzo de 1811, p 429-43069 En vísperas del primer aniversario del 25 de mayo se propuso recrear la práctica del indulto como era la tradición virreinal pero no se pudo establecer consenso. AECBA, 24de mayo de 1811, p 47770 “Obligara a todos los rebajados de los cuerpos que indispensablemente concurran a los ejercicios doctrinales en sus respectivas compañías dos veces a la semana y que al propio tiempo se exijan de las provincias interiores todas las armas, AECBA, 29 de Enero de 1811, p 35971 Estanislao Zavaleta pide que se lo exonere del cargo para revisar las piezas cómicas por sus ocupaciones docentes, AECBA, 15 de Enero de 1811, p 35072 “Los ejércitos fueron diversos e inestables, y ofrecieron un espacio propicio para producir un variado entramado de relaciones y nuevos actores. Pocas veces expresaron una voluntad política unificada, pues en su mayor parte no eran sino aglomerados de base territorial tanto en su estructuración interna, la selección de sus oficiales, como en su reclutamiento y organización” Fradkin Raúl, Los actores de la revolución y el orden social” disponible en: http://www.scielo.org.ar/scielo. 2013-01-03]

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temía el efecto sobre la muchedumbre73 o la cita para el juicio a Belgrano producto de la

proclama de los orilleros74. También se consideraban otros gestos de carácter simbólico

como reconocer jubilaciones por servicios75 u homenajes76. Este escenario para el

ejercicio político Fray Cayetano Rodríguez lo resumía en sus cartas:

“Con motivo de haber exigido de algunos ricos las propiedades o fondos de comercio de Cádiz y haberse negado a exhibirlos, las han puesto en la cárcel y actualmente está con un par de grillos emperrado en no dar lo que le piden don Martín de Alzaga. Me tocas el punto de la gloriosa Asamblea de que fui indigno vocal (…) Pero apenas quisimos ser superiores por ocho días ya les pareció les arrebatábamos la supremacía para siempre: disolvatum”77

El encarcelamiento funcionaba también como límite a las disputas de poder, aún

aquellos que fueran temporales exponían los bienes, familia y prestigio. Su alcance se

extendía incluso hacia las elites del interior tal como ocurrió con el encarcelamiento de

Gregorio Funes en el que el Cabildo de Córdoba se ofrecía como garante de su persona78.

La generalizada percepción de conflicto irrumpía desde las tropas o desde el

Gobierno, frente a ellos, se aceleraba la acción de control en la ciudad intentando inhibir

adhesiones

“Se sembraban especies sediciosas y que había agentes disimulados en los Cuarteles de la Ciudad que se empleaban en esta horrible maquinación el Gobierno tenía sobrados medios de fuerza para frustrar los planes de los enemigos del reposo público. Pero que teniendo presente que muchos hombres buenos podían ser arrastrados al crimen (…) traten de reunir sin dilación a todos los Alcaldes de Barrio (…) y prevenirlos redoblen su vigilancia, cuidado del sosiego, inspirando la confianza y usando de todos los medios para descubrir a los autores de la seducción y perturbación del orden.”79

La identificación con una u otra postura no correlacionaba con una visión unívoca,

se trataba de perspectivas diferentes basado también en una compleja red de relaciones

familiares, sociales y comerciales. Estar con unos u otros podía variar de acuerdo a las

circunstancias, por lo que los liderazgos se reagrupaban con alguna previsibilidad. El

73 AECBA, 23 de Agosto de 1811, p 53174 AECBA, 18 de Junio de 1811, p 48775 Las jubilaciones de los ministros Berdeja y Silva después de 30 años de servicio fue aprobada por la mitad de su salarios para “ no dejar perecer en la indigencia a esos miserables individuos” AECBA, 29 de Enero de 1811, p 36276 Se trató con formalidad la ceremonia de exequias por la muerte de Manuel Alberti AECBA, 5 de Febrero de 1811, p 37477 Academia Nacional de la Historia, Fray Cayetano Rodríguez, Correspondencia con el Dr. José Agustín Molina (1812-1820), Buenos Aires, Dunken, 2008, p 39.78 AECBA, 2 de Enero de 1812, p 16.79 AECBA, 25 de Febrero de 1812, p 73

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nombre personal y el honor seguían siendo valores con importancia por lo que los

alineamientos políticos no eran diferentes ya que ponían de manifiesto la influencia que

los hombres de la elite podían alcanzar sobre su círculo de pertenencia. Los debates

entre García, Paso y Chiclana sintetizaban esta articulación “Contestó el Sr. Chiclana que su

honor estaba manchado y comprometido por un impostor (…) se le repuso que la mancha de su

honor supuesto que había sido privada y no habiendo traslucido afuera, no debía dar mérito a una

ocurrencia de peligrosa trascendencia a todos los pueblos80. La inclusión o exclusión en el

gobierno o esferas81 de poder tenía fuerza de coerción sobre los hombres con poder o

prestigio82.

IV. Reflexión final

La elite porteña asumió la autoridad de la ciudad en un proceso que se inició en

1806, con contradicciones y desplazamientos que se mantuvieron después de 1810 Para

ello apelaron a las estructuras de pensamiento desarrolladas durante el orden virreinal

otorgándole ahora un nuevo significado: el bien de la Patria. Tenían en el Cabildo la

institución que los sintetizaba y actuaba en el plano social. Desde allí se mantuvo el

control del espacio público, se organizaron las actividades productivas, económicas y se

intentaba regular las costumbres de los estratos sociales que llamaban plebe. Hacia el

interior de los estratos privilegiados las disputas políticas se manifestaron a través de una

red que articulaba intereses personales y políticos. Las alternancias de corto plazo

ubicaban al contrincante en el lugar del enemigo eligiendo para su control la coerción o la

exclusión. Así la elite procuró controlar las adhesiones a movilidades políticas y mantuvo

el orden social

La búsqueda de soluciones durante 1811-1812 se basó en la experiencia histórica,

las posibilidades de contexto políticas y personales. Los marcos teóricos funcionaron

como argumentos legitimadores pero no eran generadores de medidas pragmáticas. La

instalación del nuevo orden operaba en planos tangibles de la realidad: trabajo,

pensiones, menores, educación. Mientras atendía factores claves del pensamiento: moral,

80 AECBA, 27 de Febrero de 1812, p 78. 81 En octubre de 1812 las acusaciones, descargos, expulsiones de cargos, pedidos de citación dejaban de manifiesto la agudización de las diferencias y pérdida de consenso. AECBA, Octubre de 1812, p 361-373.82 “Fue un tremendo esfuerzo el que tuvieron que hacer las burguesías criollas para enfrentar la nueva situación. Y en ese esfuerzo los grupos se desintegraron, sus diversos sectores se reagruparon una y otra vez en insólitas combinaciones, pues había que reajustar el viejo proyecto a una realidad nueva que creaba problemas inéditos” José Luis Romero, Latinoamérica las ciudades y las ideas, Buenos Aires, siglo XXI, 2007 p 169-170

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honor, decencia. La capacidad de controlar los aspectos tangibles de la realidad social fue

una pieza clave para que la nueva elite pudiera ser reconocida como grupo de autoridad y

a la vez verse a sí mismos ocupando ese rol en el pensamiento de la sociedad porteña.

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