Formación ciudadana en perspectiva del potencial...

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Universidad de Antioquia Facultad de Educación Doctorado en Educación, línea Formación Ciudadana Informe final de tesis doctoral Formación ciudadana en perspectiva del potencial pedagógico de los estudios del territorio Ciudadano territorial: fundamento de la democracia Por: Alberto León Gutiérrez Tamayo Directora: Doctora María Raquel Pulgarín Silva Medellín Mayo de 2012

Transcript of Formación ciudadana en perspectiva del potencial...

Universidad de Antioquia

Facultad de Educación

Doctorado en Educación, línea Formación Ciudadana

Informe final de tesis doctoral

Formación ciudadana en perspectiva del potencial pedagógico de los

estudios del territorio

Ciudadano territorial: fundamento de la democracia

Por:

Alberto León Gutiérrez Tamayo

Directora:

Doctora María Raquel Pulgarín Silva

Medellín

Mayo de 2012

Alberto León Gutiérrez Tamayo

Formación ciudadana en perspectiva del potencial pedagógico de los

estudios del territorio

Ciudadano territorial: fundamento de la democracia

Tesis presentada como requisito para la obtención del título de

Doctor en Educación, línea Formación Ciudadana,

por la Facultad de Educación de la

Universidad de Antioquia,

Medellín-Colombia

Medellín

Mayo de 2012

2

A Juvenal, nuestro Juenalito y a Emilia Rosa, nuestra Milla,

mis padres,

por darme la vida e inculcarme la dicha de vivirla simple, honesta e intensamente;

por estimularme siempre

a soñar, soñar, soñar, soñar y nunca dejar de soñar

y, al tiempo, alentarme

a luchar, luchar, luchar, luchar y a diario luchar

para hacer de mis sueños una feliz realidad...!!!

3

Agradecimientos

A la Universidad de Antioquia, mi universidad, por brindarme la oportunidad y facilitarme la realización del doctorado en educación, línea formación ciudadana:

La mejor manera de saldar asuntos de vida pendientes y ponerme a paz y salvo con misideales y aspiraciones académicas;

A los grupos de investigación de la Universidad de Antioquia Medio Ambiente y Sociedad- MASO, especialmente a la línea de investigación en Planeación, Ciudadanía y Territorio-

PCT y, Didáctica de la Educación Superior-DIDES por la acogida otorgada a la idea de investigación, el respaldo para su implementación y el acompañamiento permanente para su

feliz culminación;

A la Empresa de Desarrollo Urbano de Medellín-EDU y a sus servidores públicos, especialmente los vinculados con los PUI y con el PUI-NOR; a la Empresa Metro de Medellín-METROMED y a los profesionales afines al Metrocable; al ISVIMED y su

personal comprometido con las experiencias de consolidación habitacional en Juan Bobo y La Herrera; a las Secretarias de Educación y de Cultura Ciudadana; a las organizaciones

sociales, instituciones educativas, profesores y voceros comunitarios de la zona Nororiental de Medellín, entre muchos otros, que hicieron posible la realización de esta investigación,

compartiendo sus experiencias, conocimientos y reflexiones;

A la profesora María Raquel Pulgarín Silva, mi tutora, por sus aportes, enseñanzas, consejos, paciencias y tolerancias en este proceso investigativo creativo e innovador;

por la compañía, a su manera, en los momentos de soledades y enclaustramientos queconlleva la realización de una tesis doctoral;

A mis profesoras y profesores, colegas, compañeras y compañeros en esta aventura académica por sus contribuciones, críticas, alegrías y disfrutes; a las personas que desde la

institucionalidad pública, privada, no gubernamental, académica y comunitaria creyeron que esta investigación valía la pena y aportaron su granito de arena para consolidarlo.

A mi gente, la mía de verdad, por su grata, estimulante y motivante cercanía, entendimiento y acompañamiento en el difícil pero, a la vez, muy motivante atrevimiento de generación de conocimiento científico, pertinente y útil para una sociedad que, como la nuestra requiere y

demanda continuamente nuevas rutas y alternativas de acción transformadora.

Gracias vida, gracias miles de todo corazón. Ahora sí y definitivamente, en lo académico,

nada me debes, nada te debo, estamos en paz.!!!

4

Lista de siglas:

Asocomunal: Asociación de Juntas de Acción ComunalAUI: Actuación urbana integralBID: Banco Interamericano de DesarrolloBM: Banco MundialCEDEZO: Centro de desarrollo económico zonalCN: Constitución Nacional de ColombiaCEHAP: Centro de Estudios del Hábitat Popular de la Universidad Nacional de ColombiaCEPAL: Comisión Económica para América LatinaCINEP: Centro de Investigación y Educación PopularCMA: Institución educativa colegio mayor de AntioquiaColciencias: Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación de ColombiaCorantioquia: Corporación autónoma regional del centro de AntioquiaCORVIDE: Corporación de vivienda y desarrollo social de MedellínDANE: Departamento Nacional de Estadísticas de ColombiaDAP: Departamento Administrativo de PlaneaciónDIDES: Grupo de investigación Didáctica de la Educación SuperiorDNP: Departamento Nacional de PlaneaciónECAES: Exámenes de Estado de calidad de la educación superiorECCOS: Entornos de Convivencia y Contornos SegurosECV: Encuesta de calidad de vidaEDU: Empresa de desarrollo urbano de MedellínENS: Escuela Nacional SindicalEP: Empresa privadaEPM: Empresas Públicas de MedellínExE: Fundación empresarios por la educaciónFLACSO: Facultad Latinoamericana de Ciencias SocialesGIIS: Grupo de investigación en intervención socialICFES: Instituto colombiano para el fomento de la educación superiorICV: Índice de calidad de vidaIDH: Índice de desarrollo humanoIE: Institución educativaINDER: Instituto de Deportes y Recreación de MedellínINER: Instituto de estudios regionales de la Universidad de AntioquiaINSVIMED: Instituto Social de Vivienda de MedellínJAC: Junta de Acción ComunalJAL: Junta Administradora LocalJUDE: Junta Departamental de EducaciónJUDI: Junta Distrital de EducaciónJUME: Junta Municipal de EducaciónJUNE: Junta Nacional de EducaciónMASO: Grupo de investigación Medio Ambiente y SociedadMDEM: Municipio de MedellínMEN: Ministerio de Educación Nacional de ColombiaMetrocable: Línea K del sistema de transporte masivo de MedellínMetromed: Empresa Metro de MedellínOC: Organizaciones comunitariasOEA: Organización de Estados Americanos

5

OEI: Organización de Estados IberoamericanosOG: Entidades de la estructura gubernamental del EstadoONG: Organismo no gubernamentalOPM: Secretaría de Obras Públicas de MedellínOS: Organizaciones socialesPA: Proyecto de aulaPEI: Proyecto educativo institucionalPEM: Plan educativo municipalPEDI: Plan educativo distritalPED: Plan educativo departamentalPEN: Plan educativo nacionalPIA: Plan integrado de áreaPDC: Plan de desarrollo de comuna o corregimientoPDD: Plan de desarrollo departamentalPDM: Plan de desarrollo municipalPDN: Plan nacional de desarrolloPAZ: Plan alternativo zonalPMIB: Programa de mejoramiento integral de barriosPNDE: Plan nacional decenal de educaciónPNUD: Programa de las Naciones Unidas para el DesarrolloPOT: Plan de ordenamiento territorialPPPP: Programa de planeación local y presupuesto participativoPRIMED: Programa integral de mejoramiento de barrios subnormales en MedellínPUI: Proyecto urbano integralPUI-NOR: Programa urbano integral de la zona nororiental de MedellínPTFD: Planes Territoriales de Formación DocenteREGION: Corporación Región para el Desarrollo y la DemocraciaRICYT: Red Iberoamericana de Indicadores de Indicadores de Ciencia y TecnologíaSABER: Sistema nacional de evaluación de la educación básica, 5° y 9° gradoSECREM: Secretaria de Educación de MedellínSINERGIA: Sistema nacional de evaluación de gestión y resultadosTICs: Tecnologías de la información y la comunicaciónTIGO: Empresa de telefonía celular Colombia MóvilUDEA: Universidad de AntioquiaUGI: Unión Geográfica InternacionalUNESCO: Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la CulturaVCPDM: Veeduría ciudadana al plan de desarrollo de Medellín

Lista de ilustraciones:

Pág.1. FotografíasFoto 1. Antes y después en la calle 107 175Foto 2. Antes y después en la calle 106 175Foto 3. Antes y después en la carrera 42B 176Foto 4. Antes y después del puente de La Paz sobre la quebrada Juan Bobo 176Foto 5. Antes y después del puente El Mirador sobre la quebrada La Herrera 177

6

Foto 6. Antes y después del parque La Imaginación, Villa Socorro: calle 105xcarrera 49 178

Foto 7. Antes y después del parque lineal a Herrera entre las carreras 38 y 42B 179

Foto 8. Antes y después del parque biblioteca España 180

Foto 9. Antes y después del CEDEZO en el parque La Candelaria 181

Foto 10. Antes y después de la consolidación habitacional en la quebrada Juan Bobo 182

Foto 11. Antes y después del parque recreativo y deportivo Granizal, calle 102 x carrera 34 182

Foto 12. Pintando la Esperanza 211

Foto 13. Comités comunitarios PUI-NOR 242Foto 14. Resultados ilustrativos de los talleres de imaginarios PUI-NOR 248

Foto 15. Talleres de imaginarios PUI-NOR 251

Foto 16. Ilustración de los pactos ciudadanos en PUI-NOR 259

Foto 17. Ilustración del proceso de planeación local y presupuesto participativo en PUI-NOR 268

2. GráficasGráfica 1. Evolución histórica y conceptual de la formación ciudadana en Colombia 49

Grafica 2. Inserción política y componentes de los PUI 62

Gráfica 3. Metodología de los PUI 62

Gráfica 4. Síntesis conceptual 79

Gráfica 5. Ilustración de la triangulación de información 84

Gráfica 6. Ilustración de la triangulación teórica 101

Gráfica 7. Relación dialéctica del soporte teórico 149

Gráfica 8. Síntesis sobre prácticas sociales inherentes a la constitución del territorio 275

Gráfica 9. Ilustración del proceso de constitución del territorio, integrado 276

Gráfica 10. Ilustración de los estudios del territorio con finalidad formativa/pedagógica 288

Gráfica 11. Ilustración de la interdisciplinariedad en la formación ciudadana 302

Gráfica 12. Ilustración de las potencialidades pedagógicas de los estudios del territorio 306

3. MapasMapa 1. División político-administrativa comunas 1 y 2. Área de influencia PUI-NOR 67

Mapa 2. Municipio de Medellín en la subregión del Valle de Aburrá 156

Mapa 3. División del municipio de Medellín en comunas y corregimientos 156

Mapa 4. Área de intervención y acciones planeadas por el PUI-NOR 173

Mapa 5. Representación. Transformación en la materialidad, jurisdicción PUI-NOR 184

Mapa 6. Representación. Dinámicas socioculturales, jurisdicción PUI-NOR 207Mapa 7. Representación. Semantizaciones, jurisdicción PUI-NOR 226

Mapa 8. Representación. Prácticas sociales, jurisdicción PUI-NOR 269

4. TablasTabla 1. Evolución del índice de calidad de vida-ICV, comunas 1 y 2 de Medellín 159

Tabla 2. Evolución del índice de desarrollo humano-IDH, comunas 1 y 2 de Medellín 160

Tabla 3. Indicadores de gestión social del PUI-NOR 201

Tabla 4. Síntesis de pactos ciudadanos al 2006, jurisdicción PUI-NOR 256

Tabla 5. Síntesis de la producción científica, comunicación y redes de conocimiento 382

Tabla 6. Síntesis de las proyecciones investigativas 388

7

Tabla de contenido

Pág.

Introducción: cimientos del proceso de investigación vivido 10

1. Contexto: nuevos escenarios para añejos ideales 29

1.1 Formación ciudadana: investigaciones afines 34

1.2 Formación ciudadana en Colombia: perfil deóntico a partir de 1991 40

1.2.1 El mandato constitucional de 1991 40

1.2.2 Desarrollos normativos de la Constitución Política de 1991 43

1.3 Desarrollo urbano en Medellín: escenario de programas urbanos integrales 50

1.3.1 Tres procesos urbanos significativos 50

1.3.2 El programa de mejoramiento integral de barrios, PMIB 54

1.3.3 Los proyectos urbanos integrales, PUI 58

1.4 El programa urbano integral de la zona nororiental de Medellín, PUI-NOR 63

2. Ruta metodológica: haciendo camino al andar 74

2.1 Síntesis del problema de investigación abordado 75

2.2 Tipología, características y alcances de la investigación 80

2.3 Descripción del proceso investigativo 85

2.3.1 Preparación de la investigación 85

2.3.2 Acceso y trabajo de campo 87

2.3.3 Selección de informantes, fuentes de información y estrategias de procesamiento 90

2.4 Procedimientos para análisis y tratamiento de la información 92

8

3. Significación: análisis y resultados de investigación 96

3.1 Ciudadano territorial: esencia de la formación ciudadana 100

3.1.1 El anhelado proyecto político democrático: marco de actuación 105

3.1.2 Formación y formación ciudadana: apuesta desde los procesos conscientes 113

3.1.3 Ciudadano y ciudadanías: aporte desde las ciencias políticas 123

3.1.4 T erritorio: contribución desde la geografía crítica 131

3.1.5 Estudios del territorio y formación ciudadana: potencialidad pedagógica 140

3.1.6 Ciudadano territorial: fundamento democrático 145

3.2 Configuración de prácticas sociales y derivación de potencialidades 150

pedagógicas para procesos de formación ciudadana: la experiencia PUI -NOR

3.2.1 Área de influencia del PUI-NOR: territorio en proceso de constitución 154

3.2.2 Prácticas sociales: vínculos con el proceso de constitución del territorio 229

3.2.3 Estudios del territorio: potencialidad pedagógica para la formación ciudadana 276

3.3. Directrices de política pública: aportes al sistema educativo colombiano 310

3.3.1 Política, política pública y política pública educativa 313

3.3.2 Escenarios de política pública educativa 322

4. Conclusiones: logros, aportes, producción científica y proyección 360

4.1 Logros y contribuciones a la formación ciudadana 364

4.2 Aportes a las ciencias de la educación 372

4.3 Producción científica, comunicación y redes de conocimiento 378

4.4 Proyección investigativa: la utopía 384

Referencias bibliográficas 390

Anexos 425

9

Introducción: cimientos del proceso de investigación vivido

Ejecutada entre Junio de 2009 y Julio de 2011 la investigación Formación ciudadana en

perspectiva de los estudios del territorio como potencial pedagógico, avalada en Febrero 9

de 2009 por el Comité de Doctorado en Educación de la Universidad de Antioquia-

Colombia como proyecto de tesis para optar al título de doctor en educación, línea de

formación ciudadana (Gutiérrez, 2009a), corresponde ahora elaborar el informe

investigativo final, en formato académico, con el propósito de exponer y comunicar de

manera organizada análisis y valoraciones acerca de las interpretaciones, hallazgos,

resultados y conclusiones que surgieron del trabajo investigativo, particularizando en lo

referido al marco de actuación en el cuál se llevó a cabo; la manera como se vivió y

efectuó; las teorías en que se fundamentó y el aporte teórico que de ellas emergieron para

las ciencias de la educación; las evidencias, análisis, resultados y tendencias relacionadas

con la realidad objeto de análisis; las conclusiones y aportes prácticos que se plantean para

la formación ciudadana que le compete por función pública, en Colombia, al sistema

educativo, en particular, las aplicables a la educación básica y media; y, la generación de

nuevas ideas que han de guiar futuras investigaciones y debates en torno a la formación

ciudadana con perspectiva territorial: propósito eje del proceso de investigación.

La finalidad superior es develar la importancia del problema investigativo abordado

en relación con los procesos de generación de conocimiento científico en el campo de la

educación; dar cuenta de las incidencias investigativas en el pensamiento educativo

contemporáneo, particularmente, desde las nuevas perspectivas teóricas y prácticas que

aporta para el fortalecimiento de la formación, especialmente la ciudadana, al interior de las

ciencias de la educación vigorizadas desde sus interrelaciones con las ciencias políticas, las

ciencias sociales y la geografía crítica; además, el presente informe permite verificar el

cumplimiento de los propósitos, objetivos y resultados investigativos comprometidos.

Al efecto, siguiendo los postulados propios de los informes en investigación

cualitativa (Galeano, 2004; Hernández, Fernández y Baptista, 2003; Rodríguez, Gil y

García, 1996, Strauss y Corbin, 2002; Van Maanen, 2003) el documento se ocupa, en

primera instancia, del contexto teórico, normativo, histórico y práctico en el cual se llevó a

10

cabo la investigación reseñando investigaciones en temas afines, sus finalidades eje,

similitudes, diferencias y principales resultados; exponiendo el perfil deóntico de la

formación ciudadana en Colombia a partir de la puesta en vigencia de la Constitución

Política de 1991; recreando los programas de desarrollo urbano en que se incursionó

recientemente en Medellín, haciendo referencia a tres casos urbanos significativos:

Moravia, PRIMED y Playón de los Comuneros, en el programa de mejoramiento integral

de barrios-PMIB y en los programas urbanos integrales-PUI, antecedentes y soportes del

programa urbano integral de la zona nororiental, el PUI-NOR, experiencia real objeto de

análisis y base de la estrategia metodológica empleada.

En segunda instancia, se expone la metodología guía de la investigación explicando,

en genérico, el planteamiento del problema de conocimiento abordado y, de manera

específica, el proceso vivido, la metodología adoptada, el acceso a campo, la selección de

informantes y fuentes de información, el diseño de instrumentos, la planeación del trabajo

en campo, la recolección, selección y análisis de información y, la posterior generación de

hallazgos, interpretaciones y resultados (el fundamento teórico de la investigación, la

configuración del sistema de prácticas sociales vinculadas al PUI-NOR y, las directrices de

política pública educativa); por último, la derivación de conclusiones.

En tercera instancia, se presenta la significación de la investigación, mediante la

descripción, análisis, explicación y comprensión de hallazgos y resultados de la

investigación, conforme los compromisos asociados a los tres objetivos específicos

investigativos. Así, en primer lugar, se plantea el aporte teórico que la investigación hace a

las ciencias de la educación y al sistema educativo colombiano: el ciudadano territorial

como esencia de la formación ciudadana, apoyado en la triangulación de los postulados

provenientes precisamente, de éstas ciencias, de las ciencias políticas y de la geografía

crítica. En segundo lugar, el informe se ocupa del proceso de constitución en territorio en

el área de influencia PUI-NOR, así como de la configuración de las prácticas sociales

asociadas a éste, de donde emergen luego, las potencialidades pedagógicas que se le

endilgan a los estudios del territorio como generadoras de motivaciones y estímulos para

aspirar a alcanzar la categoría de ciudadano territorial -uno de los dos aportes prácticos que

hace la investigación a las ciencias de la educación-, las mismas que han de fortalecer los

11

procesos de formación ciudadana en perspectiva de los estudios del territorio. En tercer

lugar, como resultado investigativo, se describen las directrices de política pública

educativa -el otro aporte práctico-, tanto para el escenario normativo-institucional como

para el de planeación-estratégico, aplicables a la formación ciudadana en la educación

básica y media.

Finalmente, se derivan conclusiones que dan cuenta, en primer lugar, de la

importancia entre el problema de investigación planteado buscando atender la necesidad de

conocimiento vinculada con la formación ciudadana en perspectiva de los estudios del

territorio y el proceso científico propio de la investigación educativa, en particular, la de

corte cualitativo orientada a la creación y elaboración de nuevo conocimiento,

interpretación y aplicación en materia de procesos de formación ciudadana en el escenario

del sistema educativo colombiano, especialmente aquellos dirigidos a los niveles de la

educación básica y media. En segundo lugar, se presentan las evidencias que permiten

verificar el cumplimiento del propósito investigativo en lo relativo a la contribución teórica

que se hace desde la fundamentación conceptual de la formación ciudadana con la

incorporación del potencial pedagógico proveniente de la constitución del territorio, de su

estudio y de las prácticas sociales que les son propias; la configuración del sistema de

prácticas sociales en el proceso de constitución en territorio del área de influencia del PUI-

NOR, fuente de las potencialidades pedagógicas atribuidas a los estudios del territorio para

nutrir la formación ciudadana en Colombia; y, las directrices de política pública educativa

aplicables al sistema educativo colombiano. En tercer lugar, se justifican y contrastan las

diferencias, similitudes y tendencias más importantes de la investigación con los resultados

y avances logrados por los trabajos e investigaciones reseñadas en el contexto investigativo,

tanto en el escenario Iberoamericano, como en el colombiano. Adicionalmente, se dibujó la

proyección del tema investigado, con sustento en los efectos generados tanto en los

espacios de socialización y divulgación de los avances y resultados de la investigación:

todo un despliegue de apropiaciones, difusiones y transferencias del conocimiento generado

mediante la investigación efectuada.

La estructura del informe guarda coherencia con el planteamiento que antecede, con

las referencias bibliográficas de soporte pertinentes y actuales, en especial aquellas que

12

permitieron cimentar el contexto, los esquemas metodológicos, el fundamento teórico, los

hallazgos, resultados e interpretaciones y, las directrices de política pública educativa. Con

la batería de anexos que ofrecen, tanto el resumen de la investigación como los respaldos

metodológicos e instrumentales, válidos y confiables que soportan la cientificidad de la

investigación. Y, con la reseña sobre la producción científica publicada en libros, revistas

indexadas y capítulos de libro; la divulgación del conocimiento mediante ponencias

académicas locales, nacionales e internacionales; las contribuciones efectuadas a la

dinamización de redes de conocimiento del orden local, nacional e internacional; la

dinamización de convenios de cooperación académica suscritos; y, la identificación de

posibles líneas de acción investigativa que demandan diversos sectores académicos,

privados, gubernamentales, no gubernamentales, sociales, cívicos y comunitarios alrededor

de la formación ciudadana como fundamento para la promoción, construcción y

consolidación del Estado social de derecho y la democracia, en Colombia e Iberoamérica.

Así las cosas, en el primer numeral, se dibujan el marco de actuación de la

investigación desde la identificación de nuevos escenarios científico-teórico, normativo y

práctico, asociados con añejos ideales vinculados a la consolidación del Estado social de

derecho y a los anhelos e ideales democráticos en construcción. Constituye, en conjunto, la

evidencia acerca de la relevancia de la investigación en el escenario educativo,

particularmente en lo relacionado con los debates propios de las ciencias de la educación

contemporáneas. La revisión de la literatura más importante acerca de investigaciones

efectuadas sobre formación ciudadana, sus similitudes y diferencias, hallazgos y resultados

más significativos posibilitó enmarcar el escenario científico-teórico que destaca la

jerarquía del tema abordado en relación con las referencias obtenidas sobre las diferentes

orientaciones teóricas y metodológicas al respecto; con ello, no sólo se identificó la

necesidad de conocimiento emergente, sino las entidades que la declararon, los múltiples

problemas de investigación a ella asociados y, en particular, la justificación social y

académica, junto a los supuestos que sirvieron de base para la selección del problema

investigativo, su planteamiento, la programación, inicio y ejecución del trabajo previsto. De

la revisión de la literatura se destacan las siguientes: la coincidencia en su finalidad,

dirigida al compromiso con la consolidación de la democracia y, al consecuente

13

requerimiento de formar ciudadanos dispuestos a contribuir a su fortalecimiento; la

evidencia del reto por superar la simple generación de ciudadanos cívicos y respetuosos de

la norma; la exigencia de fomentar la convivencia, el pluralismo, la equidad y la paz; la

diversidad de enfoques teóricos, metodológicos y pedagógicos que orientan estos procesos

formativos; la búsqueda insistente de incentivos para promover ciudadanos en ejercicio de

diversas ciudadanías, a fin de vigorizar la sociedad civil y, como consecuencia, la

democracia; y, la ausencia de consideración del territorio y de los estudios del territorio

como potencialidad pedagógica para sustentar los procesos de formación ciudadana.

El escenario normativo, proviene del análisis sobre los postulados en formación

ciudadana considerados por la reforma constitucional de 1991 en Colombia, sus posteriores

despliegues legislativos y las correspondientes orientaciones de política pública educativa

emanadas del Ministerio de Educación Nacional-MEN, puestos en vigencia hasta la

actualidad, en particular, para los niveles de básica y media de la educación colombiana. De

lo reseñado surge, a manera de tendencia, que en Colombia la educación, asociada como el

sistema educativo, en su condición de derecho y servicio público, normativamente tiene

asignada la función de formar ciudadanos dispuestos a consolidar el Estado social de

derecho, democráticos y participativos; además de cívicos, se orienta esta formación a que

sean competentes (Chaux, Lleras y Velásquez, 2004; Ministerio de Educación Nacional-

MEN, 2004a, 2006; Restrepo, Sarmiento y Ramos, 2001; Ruiz y Chaux, 2005). Sin

embargo, tal y como aconteció con las investigaciones sobre formación ciudadana

contenidas en la literatura revisada, la normatividad colombiana tampoco es explícita, ni

clara en cuanto a la vinculación del potencial pedagógico atribuido a los estudios del

territorio (Gutiérrez, 2010; Gutiérrez y Pulgarín, 2009) para vigorizar estos procesos de

formación dirigidos a gestar el ciudadano dispuesto a ejercer sus ciudadanías, fortalecer la

sociedad civil, robustecer la institucionalidad, profundizar el Estado social de derecho y, al

tiempo, contribuir en la construcción del proyecto democrático. De esta constatación

emergen tanto la contribución teórica relativa a la concepción del ciudadano territorial

como esencia de la formación ciudadana expuesta en el numeral 3.1, como los aportes

prácticos vinculados con la identificación del potencial pedagógico proveniente de las

prácticas sociales inherentes a los procesos de constitución de territorio (Gutiérrez y

14

Pulgarín, 2009; Gutiérrez y Sánchez, 2009) recreadas en el numeral 3.2, junto a las

directrices de política pública educativa aplicables a los procesos de formación ciudadana

en la educación básica y media colombiana dibujadas en el numeral 3.3.

La reseña histórica de procesos de desarrollo urbano en Medellín y la

caracterización del PUI-NOR, dieron lugar al escenario práctico. En verdad, el recorrido

hecho sobre las experiencias del programa en el barrio Moravia, el programa integral de

mejoramiento de barrios subnormales-PRIMED y el programa de titulación de predios

urbanos y viviendas de interés social en el barrio Playón de los Comuneros; la descripción

del programa de mejoramiento integral de barrios en Medellín-PMIB; y, la caracterización

de los programas integrales urbanos-PUI, en conjunto, dejan ver la tendencia, no

intencionada, ni preestablecida más sí explícita sobre la existencia de procesos urbanos

constitutivos de territorio (Gutiérrez, 2010; Gutiérrez y Pulgarín, 2009; Gutiérrez y

Sánchez, 2009), susceptibles de estudiarse y con potencialidades pedagógicas provenientes

de las prácticas sociales a ellos asociadas, aplicables a procesos de formación ciudadana

contextualizada, consciente y dirigida al posicionamiento del Estado social de derecho y al

fortalecimiento democrático. Lo anterior, en conjunto, se convirtió en el escenario

vivencial, operativo y práctico que soporta el surgimiento del PUI-NOR, seleccionado

como experiencia relevante para recrear supuestos, derivar hallazgos, inferencias,

directrices de política pública y conclusiones que se exponen en el texto, como respuestas y

alternativas a la necesidad de conocimiento y al problema de investigación formulado.

Así concebido y estructurado, este marco de actuación cimentó los diseños de la

metodología que guió la investigación; la fundamentación teórica que la orientó y que

constituye el aporte en la materia para las ciencias de la educación; la configuración del

PUI-NOR, en tanto proceso contribuyente a la constitución de su área de influencia en

territorio y la identificación de las prácticas sociales a ello vinculadas, como

potencialidades pedagógicas emanadas de los estudios del territorio, aplicables a procesos

de formación ciudadana en contexto, conscientes y con la finalidad predeterminada de

contribuir al proyecto democrático; y, al tiempo, la derivación de directrices de política

pública para el sistema educativo colombiano, niveles de básica y media.

15

En el numeral 2 se expone la huella metodológica plasmada por la investigación en

su propósito de hacer camino, al andar. Allí se da cuenta del planteamiento del problema

de investigación abordado, la definición de la estrategia metodológica adoptada y los

términos cualitativos empleados; el acceso a las fuentes de información y el trabajo de

campo, la selección de situaciones observadas e informantes clave, las tácticas para

recolección y análisis de datos; la derivación de resultados y conclusiones.

Para el efecto, se entretejen varios aspectos esenciales a saber: el primero, se dedica

a recrear el planteamiento del problema de investigación propuesto y ejecutado; el segundo,

expone la tipología, las características y los alcances investigativos, partiendo para ello de

su condición como típica investigación teórica y no experimental, básica, cualitativa y

apoyada en el análisis de una experiencia real: el PUI-NOR, con soporte en la estrategia del

caso único, con la finalidad de validar en ella la fundamentación teórica construida,

posibilitando el enriquecimiento de la experiencia misma mediante nuevas comprensiones

y, a la vez, vigorizando la construcción teórica que guió su descripción e interpretación; el

tercero, dibuja la estrategia metodológica desplegada y los aspectos más relevantes del

proceso de conocimiento vivido: planeación, ejecución, análisis; generación de resultados;

procedimientos y mecanismos para la comunicación y socialización de avances; y, la

identificación de proyecciones investigativas sobre la materia; el cuarto, hace visibles los

procedimientos empleados para realizar los análisis de la información acopiada, la

reducción de datos y la derivación de las directrices de política pública educativa y las

conclusiones. En conjunto, todo lo expuesto, constituyó un arsenal metodológico coherente,

adecuado y apropiadamente diseñado para afrontar la necesidad de conocimiento

identificada mediante procedimientos, acciones e instrumentos válidos y confiables

científicamente, útiles para la identificación, acopio, procesamiento y utilización de la

información requerida por la investigación planteada.

La investigación se planteó desde la finalidad superior de auscultar posibilidades

para fortalecer el proyecto político democrático en Colombia. Una evidencia relevante

otorga la literatura revisada, relacionada con la necesidad que tienen las democracias de

contar con ciudadanos que contribuyan a su construcción, posicionamiento y consolidación.

Estos ciudadanos, en criterio de algunos de los autores consultados entre los cuales se

16

destacan Cortina (1999), Espínola (2005), Naranjo (2006) y Santos (1998), no nacen, se

forman y, para ello, requieren de estímulos y motivaciones que les permita avistar el

alcance de la categoría de ciudadano como algo deseable, importante y útil en su

cotidianidad, en el escenario del proyecto político vigente en el lugar que habitan, usan

(Silveira, 2008), apropian y modifican desde sus prácticas sociales, individuales y

colectivas. Por ello se supuso, entre otras cosas, que vincular los sujetos, como potenciales

ciudadanos, a los procesos de constitución del territorio, en tanto que deviene de la

transformación de la materialidad, la dinamización sociocultural y la semantización

(Gutiérrez, 2008), es decir, como producto de construcciones sociales y culturales (Fals

Borda, 2000), podría generar las motivaciones requeridas para aspirar a la categoría de

ciudadano. Y, además, que al estudiar este territorio, en su proceso de constitución,

posibilitaría la emergencia de prácticas sociales contenedoras de potencialidades

pedagógicas nutritivas para alentar procesos de formación ciudadana, en particular, desde la

educación en los niveles de básica y media en Colombia.

De lo expuesto, consecuentemente, surgió la necesidad de conocimiento que

justificó el planteamiento investigativo y alentó su ejecución y culminación: las

potencialidades pedagógicas que ofrecen los estudios del territorio para dinamizar los

procesos de formación ciudadana orientada hacia la construcción del anhelo democrático.

Máxime si se tiene en cuenta que de la revisión realizada sobre las investigaciones

relacionadas con el tema de la formación ciudadana en Colombia e Iberoamérica, resultó

que no se había indagado por las potencialidades pedagógicas del territorio, ni de los

estudios del territorio para generar identidad, sentido de pertenencia y arraigo; ni acerca de

la importancia de la relación ciudadanía y territorio como aspecto estimulante para hacerse

ciudadano y ejercer ciudadanías en procura de apropiarlo para transformarlo; ni sobre las

motivaciones que genera sentirse parte de un territorio y hacerlo propio, para generar

ciudadanos dispuestos a transformarlo; tampoco, sobre las potencialidades pedagógicas de

los estudios del territorio para vigorizar procesos de formación ciudadana.

Para atenderla se optó por el análisis de una experiencia real, el PUI-NOR,

empleando como estrategia para el diseño metodológico, el caso único. Se tomó como

referencia esta experiencia en virtud a que, además de transformar físicamente su área de

17

influencia, poseía características propias de los procesos de constitución de territorio

basadas en apropiaciones, arraigos y sentidos de pertenencia, presencia de dinámicas

socioculturales asociadas con el área geográfica intervenida y, dotación de nuevos sentidos

por parte de los habitantes generando semantizaciones. Dos preguntas recrearon la

investigación: ¿cuáles son los fundamentos teóricos y metodológicos apropiados para los

procesos de formación ciudadana que incorporen el potencial pedagógico de los estudios

del territorio desde la interdependencia ciudadanía y territorio? y, ¿de qué manera los

estudios del territorio pueden aportar potencialidades pedagógicas para incentivar la

formación ciudadana en la educación básica y media colombiana? A partir de ellas, se

planteó como objetivo general, constituir teórica y metodológicamente la formación

ciudadana con incorporación del potencial heurístico de los estudios del territorio, en

perspectiva de construcción de lo público y para lo público, en la educación básica y media.

Y, tres objetivos específicos, a saber: fundamentar teóricamente la formación ciudadana, en

el marco de los estudios del territorio, con base en las interdependencias ciudadanía-

territorio, como potencial pedagógico; configurar un sistema de prácticas sociales en

ciudadanía y territorio desde el PUI-NOR, para incentivar procesos de formación ciudadana

en Colombia; y, proponer directrices de política pública educativa en formación ciudadana

para la educación básica y media.

La estructura teórico-conceptual que sirvió de guía para la investigación realizada,

se basó en la triangulación de los postulados provenientes de las ciencias de la educación,

las ciencias políticas y la geografía crítica. Metodológicamente, la investigación se asumió

teórica y básica, soportando su diseño en la estrategia del caso único; acudió además, para

el análisis, a la hermenéutica, la fenomenología, la etnografía y la investigación-acción;

operativamente se ejecutó por fases, a saber: elaboración del contexto de actuación y del

fundamento teórico; documentación, análisis y configuración del PUI-NOR; significación

desde los componentes descriptivo, analítico, explicativo y comprensivo para derivar

hallazgos, realizar interpretaciones y resaltar resultados; y, elaboración del informe final y

socialización parcial de los resultados comprometidos; además, se estimaron como acciones

de comunicación y divulgación: un seminario académico, un artículo en revista indexada,

una ponencia en evento académico, la difusión de la investigación en medios masivos de

18

comunicación social, la exposición del informe de investigación y promoción de debates

sobre directrices de política pública en los ámbitos nacional, departamental y municipal.

Del diseño metodológico expuesto se infiere que la investigación realizada se

propuso avanzar teóricamente en materia de formación ciudadana desde la perspectiva de

los estudios del territorio y, al tiempo, con esta lente teórica como guía, se centró en

describir, analizar, explicar, comprender y enriquecer la realidad concreta vinculada al PUI-

NOR para incrementar su potencial como fuente de conocimiento y, a la vez, para vigorizar

el aporte teórico propuesto. Por tanto, la investigación no fue sobre un caso único; optó de

manera estratégica, en su diseño metodológico, por apoyarse en la experiencia PUI-NOR,

descrita y comprendida desde el método de caso único, para poner a prueba la

fundamentación teórica elaborada, fortalecer la experiencia misma y, de vuelta, mejorar la

construcción teórica de partida con los hallazgos provenientes de la realidad estudiada. Es

también visible que la investigación resalta la relevancia del problema y la necesidad de

conocimiento trabajada, en su relación con procesos científicos de generación de

pensamiento renovado en educación, especialmente en las ciencias de la educación,

involucrando el potencial pedagógico de los estudios del territorio, en la intención de

formar los ciudadanos requeridos por la democracia. Adicionalmente, permite vislumbrar la

coherencia entre el problema de conocimiento estudiado y el diseño implementado,

particularmente desde sus fases de operación: preparación, acceso y trabajo de campo,

selección de informantes y fuentes de información. Todo ello, en conjunto, posibilitó

cumplir los propósitos investigativos.

El texto se ocupa en el numeral 3 de los hallazgos e interpretaciones de la

información obtenida mediante el despliegue de la metodología descrita, para generar los

resultados investigativos en directa relación con los tres objetivos específicos

comprometidos en el proyecto avalado y sus respectivos resultados esperados, a saber: la

fundamentación teórica de la formación ciudadana en perspectiva de los estudios del

territorio; la configuración del sistema de prácticas sociales vinculadas al proceso de

constitución del área de influencia del PUI-NOR en territorio, junto a la identificación de

las potencialidades pedagógicas provenientes de los estudios del territorio aplicables a

procesos de formación ciudadana; y, la derivación de directrices de política pública para el

19

sistema educativo colombiano. En el numeral 3.1 se exponen los fundamentos conceptuales

de la formación ciudadana en perspectiva del potencial pedagógico de los estudios del

territorio, sintetizados en la noción de ciudadano territorial como su esencia; corresponde

al primer objetivo específico y resultado esperado de la investigación. Es el aporte teórico

que la investigación hace a las ciencias de la educación (De Tezanos, 2006; Flórez, 2005;

Mialaret, 1977; Ríos, 2005, 2006; Zuluaga, 1998, 1999, 2007), en especial a la pedagogía y

muy en particular a los procesos de formación ciudadana en el escenario del sistema

educativo colombiano, lugar donde emerge de la triangulación teórica proveniente de los

procesos conscientes (Álvarez de Zayas, 1998, 1999; Álvarez de Zayas y González, 1998),

las ciencias políticas (Bobbio, 1987; Camps, 2001; Lechner, 1987, 1995a,b) y la geografía

crítica (Harvey, 1998, 2003, 2007; Santos, 1996, 1997, 2000), complementados con el

enfoque de las prácticas propuesto por Güell, Frei y Palestini (2009).

Al efecto, se parte de recrear debates, limitaciones, concepciones y posibilidades del

proyecto político democrático como un anhelo no sólo colombiano sino iberoamericano. En

la dirección de fortalecerlo, se enfatiza acerca de la necesidad de diferenciarlo del proyecto

político neoliberal; de vigorizar la gobernabilidad e incrementar el reconocimiento de la

institucionalidad; de fortalecer la sociedad civil, en particular, aquella representada en las

organizaciones sociales, no gubernamentales, cívicas y comunitarias; de promover el

ejercicio de las diversas ciudadanías posibles y presentes en un momento histórico, en un

lugar determinado; y, a la vez, de formar el ciudadano capaz, consciente y dispuesto a

alentar estos procesos asumiéndose como persona de derechos y deberes, como individuo

clave en los diversos colectivos sociales existentes, como sujeto conocedor de sus

potencialidades de transformación y, además, como actor de los cambios soñados

individual y colectivamente, en la realidad que vive, usa, cambia y disfruta. La formación

de un ciudadano poseedor de capacidades transformadoras desde sus prácticas sociales,

arraigados dinámica y críticamente1 al territorio donde habitan y luchan por materializar sus

sueños: más que cívicos, amantes de su patria, competentes, cumplidores de sus deberes y

1 En el sentido expuesto por Martín-Barbero (2002, p. 23) alusivo a “redes, flujos, movilidades, instantaneidad, desanclaje”, adicional a “raíces, raigambre, territorio, tiempo largo, memoria simbólicamente densa” que, recordando a Eduard Delgado (2000, p. 32), doten de sentido las identidades en movimiento (moving roots) y reafirmen que: “sin raíces no se puede vivir pero muchas raíces impiden caminar”.

20

en ejercicio de sus derechos, se precisa que sean capaces de modificar su realidad, a partir

de múltiples y diversas territorialidades, aquellos sentidos otorgados al espacio geográfico

para transformarlo en territorio (Echeverría y Rincón, 2000; Gutiérrez y Pulgarín, 2009;

Gutiérrez y Sánchez, 2009), enmarcado por la vigencia del proyecto político democrático.

Posteriormente se explícita la formación ciudadana entendida como proceso

educativo basado en la pedagogía que acontece por encargo y finalidad social en la escuela,

orientado por la teoría de los procesos conscientes (Álvarez de Zayas, 1998, 1999) y con la

finalidad explícita de incentivar y promover prácticas sociales, múltiples ciudadanías,

dinámicas de la sociedad civil y, como consecuencia de ello, contribuir a la construcción de

democracia. Esta formación, al considerarse en perspectiva de los estudios del territorio, 2

puede entonces entenderse como el proceso pedagógico soportado en la teoría de los

procesos conscientes, mediante el cual se forma al ciudadano territorial, desde la

instrucción, la educación y el desarrollo, en contexto, para que ejerza como fin último,

desde sus prácticas sociales una ciudadanía territorializada. Una formación pensada desde

el proceso docente, en donde el territorio puede convertirse en objeto de estudio y, por

tanto, en contenido, medio y método de enseñanza, haciendo emerger potencialidades

pedagógicas provocadoras de aprendizajes en ambientes dignos.

Materialidad, dinámicas socioculturales asociadas y semantizaciones, en contexto,

son activadas por múltiples y diversas prácticas sociales inherentes, (Güell et al., 2009).

Todas ellas, al poderse considerar objeto de estudio, se convierten en fuentes de

potencialidades pedagógicas que actúan como incentivos para que el sujeto aspire a obtener

la categoría de ciudadano y, al tiempo, valore los beneficios de constituirse en actor de la

transformación positiva de su realidad; estas potencialidades, a la vez, son los nutrientes

que requieren los procesos de formación orientados a contribuir a formar los ciudadanos

2 Territorio entendido como el lugar cercano al accionar ciudadano, a la práctica social, al ejercicio de la ciudadanía, al sentido que le otorga la territorialidad; como resultante de la interacción, en contexto, entre la transformación de la materialidad, la dinamización socio-cultural que estas transformaciones generan, las nuevas semantizaciones que de ellas emergen (Gutiérrez, 2009b, 2010, 2011a, b), transversalizadas por las prácticas sociales inherentes. Como lo expresa Santos (2000), un sistema de objetos y de acciones, fijos y flujos, horizontalidades y verticalidades dinámicas, cambiantes, contextualizadas, en movimiento permanente. No sólo como espacio geográfico, físico-espacial; ni como contenedor de las relaciones sociales y de éstas con la naturaleza; ni siquiera como el territorio formal, el concebido a partir de las divisiones político-administrativas y fiscales; es más que ello, el construido socio-culturalmente y en el fragor de la lucha por la inclusión, por la equidad, por la justicia. Tanto la ciudadanía ejercida por el ciudadano incide en la configuración y semantización del territorio como éste, a la vez, determina y moldea las posibles y múltiples prácticas sociales y territorialidades que aquella genera (Santos, 1998).

21

que requiere el proyecto democrático. De estas discusiones emerge la noción de ciudadano

territorial, como esencia democrática y aporte teórico.

El numeral 3.2 da cuenta de la configuración de las prácticas sociales vinculadas al

proceso de constitución del área de influencia del PUI-NOR en territorio y la consecuente

derivación de las potencialidades pedagógicas atribuidas al estudio del territorio para

dinamizar la formación ciudadana, especialmente, en los niveles de la educación básica y

media colombiana; corresponden al segundo objetivo específico y resultado esperado de la

investigación. Como tales, son fundamento y fuente de los incentivos advertidos en el

planteamiento de investigación como requerimiento de los sujetos para anhelar y aspirar a

alcanzar la categoría de ciudadanos territoriales; aquellos conscientes de su condición,

dispuestos a ejercer sus ciudadanías, fortalecer la sociedad civil, robustecer la

institucionalidad y, en esencia, contribuir a la construcción y posicionamiento del proyecto

político democrático. Son parte del aporte práctico a las ciencias de la educación, en

particular, a la formación del ciudadano territorial, vinculada con el territorio y su estudio.

Tres son los asuntos en los que se detiene este numeral: el proceso de constitución

en territorio del área de influencia del PUI-NOR, la visibilización de las prácticas sociales

propias de este proceso y, la emergencia de potencialidades pedagógicas para la formación

ciudadana provenientes de los estudios del territorio. En primer lugar, aparece la

descripción, análisis, explicación y comprensión del proceso de constitución en territorio

aludido ilustrado desde las categorías que lo determinan: contexto, materialidad en

transformación, dinámicas socioculturales y semantizaciones. En el contexto, se recrea el

marco de actuación en el cual se desenvolvió el PUI-NOR, enfatizando los aspectos

relacionados con los ámbitos espacial, ambiental, social, cultural, económico, político y

tecnológico generándose como resultado, un escenario contextual complejo, diverso,

conflictivo y, a la vez, enriquecido para desatar un proceso de constitución de territorio. La

reseña de la materialidad y su transformación fáctica en términos de movilidad,

centralidades vecinales, vivienda y equipamientos comunitarios permitió evidenciar que en

la jurisdicción del PUI-NOR se llevaron a cabo cambios relevantes de orden físico que

incidieron en la dotación de infraestructuras apropiadas al lugar, la exaltación del paisaje, la

puesta al día en parte de las obligaciones pendientes con esta población y la activación

22

social, política, económica y cultural de su cotidianidad. Las dinámicas socioculturales

posibilitaron visibilizar cambios importantes en las personas, sujetos y actores de esta

experiencia, así como en sus familias, grupos y organizaciones sociales; se destacan asuntos

asociados con la generación de actitudes y valores democráticos, la conformación de

comités comunitarios, los talleres de imaginarios, los pactos ciudadanos y de convivencia,

el programa de planeación local y presupuesto participativo. Finalmente, con la

semantización, aquella que deviene de la interacción en contexto de la transformación

material y la dinamización sociocultural, se exaltaron los nuevos usos, las apropiaciones,

representaciones y simbologías en términos de incremento del sentido de pertenencia, la

dignificación de la vida, la apuesta por la convivencia, la seguridad y la paz, la lucha

constante por borrar estigmas e incluirse en la ciudad y, además, por sonreír, soñar y hacer

posible pasar del miedo a la esperanza (Alcaldía de Medellín, 2008). Todo ello, en

conjunto, evidencia con suficiencia, apoyándose en fuentes primarias documentadas,

investigaciones efectuadas, testimonios de informantes e ilustraciones, el proceso de

constitución de territorio al que se asiste hoy en Medellín, en la jurisdicción PUI-NOR.

En segundo lugar, el texto se detiene a recrear y hacer visible la emergencia de las

prácticas sociales inherentes al proceso constitutivo del territorio en mención, a manera de

eje transversal propio e inherente. Para ello, se acude al enfoque de las prácticas (Güell, et

al., 2009), en particular, a las características de la institucionalidad, las subjetividades y el

conocimiento práctico presente en la experiencia, bases para enfrentar las tensiones propias

del escenario de las prácticas desatado por la interacción entre voceros gubernamentales,

líderes sociales y civiles, representantes de la empresa privada, las organizaciones no

gubernamentales y la academia, en medio de los juegos de las prácticas que se hicieron

presentes: de identidades, de poder, de intercambios y de información. Por efectos de

alcance y para no hacer reiterativa la descripción, el análisis, la explicación y comprensión

de las prácticas sociales, se decidió efectuar la reseña a partir de los cuatro hitos más

relevantes de la experiencia PUI-NOR: comités comunitarios, talleres de imaginarios,

pactos ciudadanos y, programa de planeación local y presupuesto participativo-PPPP. El

resultado que surge enriquece la constitución del territorio desde su consideración como

fuente de potencialidades pedagógicas para la formación ciudadana, al estudiarlo.

23

En tercer y último lugar, aparece la emergencia de las potencialidades pedagógicas

para la formación ciudadana provenientes de los estudios del territorio. Al efecto, se tuvo

como premisa que el territorio constituido o en proceso de constitución, puede ser

considerado objeto de enseñanza. Esto es, de un lado, hacer de sus características: contexto,

materialidad, dinamización sociocultural, semantizaciones y prácticas sociales que le son

inherentes, contenidos de enseñanza que incentiven, en particular, el conocimiento, la

apropiación y la aprehensión para transformarlo a imagen de los anhelos de quienes lo

habitan, usan y desean cambiarlo, convirtiéndose este propósito en motivación para lograrlo

y, al entender que una manera de hacerlo es alcanzando la categoría de ciudadanos

territoriales, para constituirse como tales. Del otro lado, el territorio mismo y sus

características también pueden considerarse como medio para la enseñanza, es decir, una

manera de estimular su conocimiento y transformación mediante procesos democráticos,

basados en el respeto por la institucionalidad, el incremento de la gobernabilidad, el

fortalecimiento de la sociedad civil, el ejercicio de las diversas ciudadanías posibles y, ante

todo, la obtención de la categoría de ciudadano territorial dispuesto a activarlo todo.

Contenidos y medios, darán lugar a métodos variados, enriquecedores de la enseñanza y

provocadores del aprendizaje con sentido. Estas potencialidades, enmarcadas por el

enfoque de las ciencias de la educación, aplicadas a la educación como proceso, en el

escenario de la pedagogía y su eje, la formación dirigida por la teoría de los procesos

conscientes, se convierten en la esencia de los procesos de formación ciudadana, en

particular, de formación del ciudadano territorial.

El numeral 3.3 se aplica a dar cuenta del tercer objetivo específico y resultado

esperado de la investigación: las directrices de política pública educativa aplicables a la

educación básica y media colombiana. Se trata del otro aporte práctico que la investigación

ofrece a las ciencias de la educación. Para ello, se esboza, dibuja y plantea el escenario

político propicio para desatar al interior del sistema educativo colombiano opciones reales,

asertivas, coherentes y de gran aliento, basadas en la normatividad y realidad vigentes, que

hagan posible la implementación de la fundamentación teórica sobre la formación

ciudadana en perspectiva de los estudios del territorio expuesta en el numeral 3.1 y, al

tiempo, brinden oportunidades concretas, viables y factibles para operacionalizar, al menos

24

en la educación básica y media colombiana, las potencialidades pedagógicas atribuidas a

los estudios del territorio, en tanto objeto de enseñanza y por tanto, apreciables desde su

intencionalidad formativa, para alimentar y vigorizar los procesos de formación ciudadana,

especialmente, los dirigidos a la formación del ciudadano territorial.

En Colombia -y sin duda, en Latinoamérica- las transformaciones de lo establecido,

los cambios estructurales de los sistemas vigentes, las innovaciones y opciones renovadas

de la realidad actual, especialmente en lo que a educación y al sistema educativo se refiere,

no son fáciles de realizar, ni es común que acontezcan. Por más evidencias que se tengan

acerca de su inoperancia, inefectividad y lejanía de los productos, resultados, efectos e

impactos esperados, la tendencia es que se continúe con lo vigente, con lo normatizado. No

basta tener a la mano avances, elaboraciones o fundamentos teóricos que brinden nuevos

elementos comprensivos de la realidad; tampoco, que se cuente con alternativas de acción,

maneras renovadas de operacionalizar la realidad derivadas de la argumentación y base

teórica existente. En ocasiones, pocas por cierto, se incorporan algunos cambios en las

políticas gubernamentales, aquellas que tendrán vigencia durante los períodos del gobierno

nacional, departamental, distrital o municipal; luego, otros gobernantes, a su turno, podrán

simplemente derogarlas, modificarlas y adecuarlas a sus pretensiones, objetivos y

propósitos. Para aspirar a posicionar transformaciones de fondo, relevantes y de alta

incidencia Estatal se requiere, como condición necesaria, de la concepción, promulgación,

implementación y evaluación de políticas públicas (Salazar, 1999), de Estado; aquellas que

superan los períodos de gobierno, gestando actuaciones coherentes en el corto, mediano y

largo plazo, vinculantes de los actores interesados en la educación colombiana.

El texto se ocupa, en consecuencia, de delinear directrices de política pública

educativa en materia de formación ciudadana, en perspectiva de los estudios del territorio,

aplicables a los niveles de la educación básica y media, que abran las posibilidades de

incorporar como propósito del sistema educativo nacional, departamental, distrital,

municipal y de la institucionalidad educativa, la formación del ciudadano territorial. Al

efecto, la atención se centra en dos escenarios estructurantes: el normativo-institucional y el

de planeación-estratégico. Ambos consolidan formas alternativas de hacer posible, en la

escuela, la aplicación de la fundamentación teórica elaborada en materia de formación

25

ciudadana, desde la perspectiva de los estudios del territorio y, además, la implementación

de las potencialidades pedagógicas emergentes atribuidas a estos estudios para nutrir los

procesos formativos, especialmente, el dirigido a la gestación del ciudadano territorial.

Por último, el texto se detiene en su numeral 4, a recrear las conclusiones

investigativas derivadas de la significación expuesta en el numeral 3, conforme las

orientaciones metodológicas contenidas en el numeral 2, en el escenario enmarcado por el

contexto que abrigó no solo la experiencia PUI-NOR sino, a la vez, la investigación

conforme aparece en el numeral 1. Un aspecto relevante y destacado por su importancia a

lo largo de la investigación, tanto desde su concepción, planteamiento, diseño, ejecución y

el informe técnico final que da cuenta del proceso desatado, guarda relación con los

aportes, teórico y prácticos, que se realizan a las ciencias de la educación, en tanto

investigación de tesis doctoral en educación y, sus interrelaciones, a saber: la investigación

se aplicó a avanzar teóricamente en materia de formación ciudadana, incorporándole la

perspectiva de los estudios del territorio y generando la noción del ciudadano territorial; al

tiempo, con esta lente teórica como guía, se aventuró a describir, analizar, explicar y

comprender la realidad concreta asociada con la experiencia PUI-NOR y, en particular, con

sus contribuciones a la gestación de un típico proceso de constitución de territorio en su

área de influencia; al concebirla de esta manera, no sólo se hizo visible su riqueza práctica

sino que, a la vez, se vigorizó como opción para estudiarla y fuente de conocimiento,

haciendo emerger potencialidades pedagógicas para alimentar procesos de formación

ciudadana que la enriquecieron y, de paso, complementariamente, robustecieron y

fortalecieron el cuerpo teórico planteado. Es decir, de manera dialéctica, sinérgica y

compleja se partió de la teoría para estudiar la realidad práctica y, al hacerlo, no solo se

vigorizó la práctica misma sino que, dinámicamente, se fortaleció la teoría: de la teoría a la

práctica y de ésta, fortalecida, de nuevo a la revitalización de la teoría.

La estructura de las conclusiones se definió a partir de cuatro asuntos que dan

cuenta, en forma sintética, de lo que se considera más destacable en la investigación. En

primer lugar, los logros, que parten de recrear el cumplimiento de los propósitos y del

objetivo general de la investigación, así como sus implicaciones sociales y académicas, al

constituir teórica y metodológicamente la formación ciudadana con la incorporación del

26

potencial heurístico de los estudios del territorio, en perspectiva de construcción de lo

público y para lo público, en la educación básica y media colombiana, tal y como se

comprometió en el proyecto de investigación (anexo 2). En segundo lugar, el

planteamiento, desde las semejanzas y diferencias con las investigaciones afines tanto en el

escenario colombiano como latino e iberoamericano, de los aportes teórico: el ciudadano

territorial, esencia de la democracia; y, prácticos: las potencialidades pedagógicas de los

estudios del territorio para fomentar formación ciudadana y, las directrices de política

pública educativa para fortalecer los procesos de formación ciudadana en Colombia, que se

hacen a las ciencias de la educación. En tercer lugar, las proyecciones investigativas que

surgen, a manera de preguntas pendientes por resolver, los llamados a la didáctica y al

currículo para que aporten complementos, las necesidades de implementar investigaciones

temáticas comparadas y, entre otras cosas, las aplicaciones subsiguientes mediante

investigaciones experimentales en las Instituciones Educativas colombianas. En cuarto

lugar, la reseña de la producción científica que emanó de la investigación, asociada con la

apropiación, difusión y transferencia de los conocimientos generados en diversos

escenarios académicos, gubernamentales, privados, no gubernamentales y comunitarios,

tanto del nivel municipal, como departamental, nacional e internacional.

El informe técnico final se complementa con dos aspectos vitales en la investigación

científica, especialmente, en la de orden cualitativo como la realizada. Se trata, de un lado,

de las referencias bibliográficas y la cibergrafía de soporte y, del otro, de la batería de

anexos diseñados para hacer posible, conforme la metodología expuesta en el numeral 2, la

elaboración del contexto de referencia descrito en el numeral 1, la significación que

contiene el numeral 3, especialmente lo referido a la fundamentación teórica expuesta en el

numeral 3.1, la configuración de prácticas sociales y el surgimiento de las potencialidades

pedagógicas propias de los estudios del territorio reseñadas en el numeral 3.2 y, el

delineamiento de las directrices de política pública educativa expuestas en el numeral 3.3

para cimentar los procesos de formación ciudadana, viabilizarlos y posibilitarlos en la

educación básica y media.

Las referencias bibliográficas en este caso son relevantes, por cuanto la

investigación tuvo como objetivo específico la fundamentación teórica de la formación

27

ciudadana en perspectiva de los estudios del territorio; requería conceptualizar la

metodología; y, además, soportar teóricamente las conclusiones. Más que un listado

general, las referencias bibliográficas de la investigación se constituyen, de una parte, en el

soporte que evidencia la amplitud y profundidad teórica requerida para alcanzar la

fundamentación comprometida; y, de otra parte, en fuente de consulta e incentivo para

quienes deseen continuar profundizando en la temática, abordar investigaciones

comparadas o aplicadas en las instituciones educativas interesadas en implementar los

resultados investigativos.

Por su parte los anexos, no solo enriquecen la investigación educativa

contribuyendo a innovar y ampliar las posibilidades de acercamiento, identificación,

procesamiento y análisis de información sino que, a la vez, brindan formas creativas,

sencillas y estimulantes que han de motivar su uso, adecuación y rediseño en

investigaciones temáticas similares, tanto en Colombia como en Iberoamérica.

En suma, el presente texto se constituye en evidencia que hace visible la relevancia

de la investigación realizada, en términos de la significancia del problema de investigación

abordado en su relación con el método científico de investigación en ciencias de la

educación; exalta las contribuciones al pensamiento educativo contemporáneo, en

particular, desde nuevas perspectiva teórico-metodológicas y prácticas; y, al tiempo, brinda

los elementos suficientes y adecuados para expresar el cumplimiento del propósito, los

objetivos y los resultados de la investigación realizada.

28

1. Contexto: nuevos escenarios para añejos ideales

Transcurridos poco más de doscientos años de la instauración del sueño democrático

inspirado por la revolución francesa y liderado por el ideario de J. J. Rousseau, el mundo

occidental, Iberoamérica, Latinoamérica y, en particular, Colombia, continúan luchando por

consolidarlo. La democracia, como forma de gobierno, aún está en construcción y siquiera;

sigue siendo un proyecto en ciernes, sujeto a los ajustes, adecuaciones y amasijos propios y,

al ritmo del contexto dinámico, complejo y diverso que impera en la humanidad. La

educación, considerada como sistema ligado a la política pública y a la estructura

gubernamental del Estado; hecho, encargo y proceso social; no ha sido ajena a esta

realidad; todo lo contrario, desde el mismo ideal democrático francés hasta nuestros días, se

le ha encomendado de diversas maneras, en especial, como encargo y finalidad social, la

función de contribuir en la construcción, fortalecimiento y consolidación de la democracia,

particularmente, desde la educación cívica y en valores, la urbanidad, la educación para la

ciudadanía, la formación democrática, política y ciudadana.

Esta tarea educativa no ha resultado fácil. Históricamente desde la Organización de

las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura-UNESCO, el Programa de

Naciones Unidas para el Desarrollo-PNUD, la Organización de Estados Iberoamericanos-

OEI, la Organización de Estados Americanos-OEA, el Banco Mundial-BM, el Banco

Interamericano de Desarrollo-BID y, entre otros, estudiosos de la educación, centros de

generación de conocimiento educativo, organizaciones gremiales y, en Colombia, el

Ministerio de Educación Nacional-MEN, la Fundación Empresarios por la Educación-ExE

y varios investigadores sobre el tema; han dedicado esfuerzos y recursos de todo tipo en

procura de entenderla, asumirla, implementarla y procurar que además de eficiente y eficaz,

sea realmente efectiva (Bernal y Álvarez, 2005; Chaux et al., 2004; Comisión Europea,

2004; Cox, Jaramillo y Reimers, 2005; Delors, 1996; Espínola, 2005; Fundación

Empresarios por la Educación, 2004; Gómez, 1998; Kymlicka y Wayne, 1997; Lechner,

2000; Magendzo, 1996, 2004; MEN, 2004a, b; MEN y OEI, 2002; Morín, 1999; OEI, 2008,

2010; Ortiz y Vanegas, 2001; Osler y Starkey, 2004; PNUD, 2004a; Ruiz y Chaux, 2005;

Torney-Purta, Lehmann, Oswald y Schulz, 2001; Unión Europea-Eurydice, 2005).

29

Democracia, sociedad civil, participación, convivencia, pluralismo, ciudadanía y ciudadano

nutren hoy día la agenda educativa Iberoamericana (OEI, 2010).

Múltiples debates y diferentes posturas teóricas y metodológicas han emergido

acerca del papel protagónico que tiene la educación en la construcción, posicionamiento y

fortalecimiento de los proyectos políticos, en particular, del democrático, bien sea desde la

educación para la ciudadanía o la formación ciudadana. En todo caso, la coincidencia sobre

la necesidad de formar ciudadanos para que ejerzan sus ciudadanías múltiples, fortalezcan

la sociedad civil y el Estado y, al tiempo, contribuyan a gestar democracia, en contexto,

está siempre latente como ideario y propósito alcanzable. Quizá la consecuencia más

relevante de la pluralidad de estos debates y posturas teórico-metodológicas, enmarcados

por la complejidad, dinámica y diversidad del contexto societal que la educación ha

enfrentado, atiende y deberá afrontar en lo sucesivo, se expresa en los múltiples asuntos no

resueltos que le enmarcan su función, tanto desde los preceptos teóricos, conceptuales,

metodológicos y operativos, como desde la normatividad que le define, estructura y

concreta dando lugar a su perfil deóntico.

Temáticamente el interés se ha centrado en la educación cívica, la formación en

valores, la educación para la ciudadanía y la democracia, el patriotismo, la equidad, el

multiculturalismo, la diversidad, la convivencia, los derechos humanos, las tensiones

global-local, deberes y derechos y, la participación, en el marco de la globalización; en

suma, ciudadanos civiles, políticos y sociales tradicionales, clásicos y útiles al proyecto

político vigente. Indistintamente, sin aparente tensión, ni confrontación conceptual de

fondo, se hace referencia a la educación y a la formación ciudadana; a la educación para la

ciudadanía y a la formación para la ciudadanía; no sólo desde la escuela, pero sí con

preeminencia en ella. Y, adicionalmente, estos procesos han estado orientados respecto al

territorio, vinculándolos a la escuela y a su entorno inmediato: el vecindario; a las

instituciones públicas responsables del financiamiento de la educación; a las organizaciones

comunitarias, de voluntariado y asociativas cercanas; a la sociedad en genérico; al espacio

geográfico; a la geografía humana y social, a partir de mapas; al espacio público urbano; a

los ecosistemas; y, al territorio formal, político-administrativo y fiscal.

30

En materia teórica, por ejemplo, son variados los enfoques existentes y vigentes

sobre democracia, sociedad civil, ciudadanía y ciudadano; educación y formación;

educación democrática, cívica, en valores y ciudadana; educación para la ciudadanía y

formación ciudadana. Y, a nivel normativo, existen bases que albergan concepciones

fundantes y orientan la práctica educativa democrática, en el escenario contextual que

caracteriza la sociedad actual, en particular la colombiana, dado que en últimamente se

han presenciado cambios importantes en la forma como los ciudadanos se relacionan con los asuntos públicos. A nivel internacional, el Estado ha ido reduciendo sus funciones en aras del protagonismo de la iniciativa privada, los partidos políticos han ido perdiendo valor como mecanismo de representación de intereses sociales y los ciudadanos se han retraído de los asuntos de la colectividad. Especialmente los jóvenes se alejan de lo público o son atraídos por formas de participación menos formales. A esos síntomas de disolución del ámbito de lo público como había sido conocido durante el siglo XX en Colombia se añaden las dificultades de un conflicto interno cada vez más amplio e intenso que ha corroído la legitimidad del Estado (Ortiz y Vanegas, 2001, p. 7)

En este marco, atreverse a constituir teórica y metodológicamente la formación ciudadana,

incorporándole el potencial heurístico de los estudios del territorio,3 en perspectiva de la

construcción de lo público y para lo público, desde la educación colombiana, básica y

media; requiere, como mínimo, en primera instancia, aproximarse a la literatura sobre

resultados de investigación en Colombia e internacionalmente; en segunda instancia,

acercarse al escenario normativo que le reglamenta desde la puesta en vigencia de la

Constitución Nacional de 1991 y, sus desarrollos legislativos; en tercera instancia, para

efectos de enmarcar esta investigación realizada en Medellín, período 2009-2011, recrear el

marco de los programas de desarrollo urbano acontecidos a partir de los 90's, antecedente

del Programa Urbano Integral de la zona Nororiental, PUI-NOR.

Esto permite advertir y colorear nuevos escenarios, provenientes de la emergencia

propia del territorio y de sus estudios como potencialidad pedagógica, para motivar la

formación ciudadana en procura de aspirar a alcanzar viejos ideales: consolidar la

democracia, fortalecer la sociedad civil como parte de su fundamento, escenificar diversas

ciudadanías y, ante todo, promover el surgimiento de un ciudadano renovado, concebido

más allá del clásico -republicano, liberal o comunitarista-, caracterizado (Gutiérrez y

Pulgarín, 2009) por su perfil democrático, participativo, social y político de manera activa y

3 Territorio, entendido como “...espacio geográfico semantizado, usado, apropiado y construido socioculturalmente, producto de la transformación histórica efectuada por los sujetos.” (Gutiérrez y Pulgarín, 2009, p. 42).

31

crítica, en capacidad de asumirse íntegramente como tal para ejercer sus ciudadanías,

robustecer la sociedad civil, fortalecer la institucionalidad, vigorizar la gobernabilidad y

contribuir a la construcción y posicionamiento de la democracia: el ciudadano territorial

(Gutiérrez, 2009b,c; 2010; Gutiérrez y Sánchez, 2009).

Para el efecto, en primera instancia, se recorre la literatura reseñada sobre

investigaciones en el ámbito Iberoamericano sobre formación ciudadana y temas afines,

enfatizando los aspectos más relevantes, en tendencia, y haciendo visibles sus similitudes y

diferencias, los aspectos más relevantes de los que se han ocupado, los asuntos aún no

investigados, ni estudiados acerca de esta temática, soporte de la necesidad de

conocimiento identificada y fuente del problema de investigación planteado, ejecutado y

ahora, felizmente culminado, contribuyendo tanto teórica como operativamente a las

ciencias de la educación y al sistema educativo colombiano. La coincidencia en la apuesta

por la democracia como finalidad esencial; la necesidad de formar ciudadanos dispuestos a

contribuir al fortalecimiento democrático; la evidencia del reto por superar la generación de

ciudadanos cívicos y respetuosos de la norma; el requerimiento de fomentar la convivencia,

el pluralismo, la equidad y la paz; la diversidad de enfoques teóricos, metodológicos y

pedagógicos que orientan estos procesos; la búsqueda insistente de incentivos para

promover el alcance de la categoría de ciudadano, en ejercicio de diversas ciudadanías,

robustecer la sociedad civil y, en consecuencia, la democracia; junto a la evidente falta de

consideración del territorio y de su estudio como potencial pedagógico para orientar los

procesos de formación ciudadana son, entre otras, las consideraciones más relevantes que

esta revisión de literatura disponible brinda.

En segunda instancia, resultó conveniente dibujar el perfil deóntico de la formación

ciudadana en Colombia, a partir de 1991, invitando a la lectura de los preceptos

constitucionales en clave de educación y de formación, para hacer visible su espíritu

normativo, esencia de la concepción que le alberga y de la operación práctica que,

consecuentemente, sugiere; complementariamente, se expone una reseña sucinta y, por los

alcances de este texto, genérica, de los posteriores desarrollos normativos que

materializaron el espíritu constitucional e hicieron posible su introducción a la educación

pública, niveles de básica y media (Gutiérrez, 2008, 2009b,c; Gutiérrez y Pulgarín, 2009).

32

Lo que de allí emana permite deducir que la educación como derecho y servicio público en

Colombia, normativamente concibe, considera, ordena y tiene previsto formar los

ciudadanos que se requiere, en términos generales y sin digresiones semánticas,

conceptuales y teóricas, para contribuir en la construcción, fortalecimiento y consolidación

del Estado social de derecho, enfatizando en la democracia participativa y, en particular,

orientándose a la formación de ciudadanos competentes (Chaux, et al., 2004; MEN, 2004a,

2006; Restrepo et al., 2001; Ruiz y Chaux, 2005); más, tal y como también emerge de la

revisión de la literatura aludida, la normatividad colombiana tampoco considera, ni incluye

de manera explícita, estratégica e intencionada al territorio, ni su constitución, ni su estudio

como potencialidades pedagógicas para motivar la constitución de ciudadanos dispuestos a

consolidar la democracia y, por tanto, nutrientes claves para alimentar los procesos de

formación ciudadana en el país y en sus entidades territoriales. Este nuevo escenario

normativo colombiano se constituye en pilar de la concepción sobre formación ciudadana

que guía el presente texto, la cual se fortalece en sus nexos con el territorio y su estudio

como potencial pedagógico, desde la novedad que también otorgan los avances en materia

de desarrollo urbano en Medellín, base de los Programa Urbanos Integrales-PUI y, por

tanto, del PUI-NOR, experiencia real objeto de la investigación realizada.

Por ello, en tercera instancia, y procurando hacer visibles diversos procesos de

constitución de territorio a partir de iniciativas gubernamentales -todos susceptibles de ser

estudiadas y por tanto, de hacer emerger sus potencialidades pedagógicas para nutrir los

procesos de formación ciudadana- se recrea el recorrido que a partir de la década de los

90's del siglo pasado ha trasegado Medellín-Colombia, relativo a programas de desarrollo

urbano, desde el proyecto Moravia hasta los programas urbanos integrales-PUI, para

posibilitar la puesta en escena y advertir estrategias de iniciativa gubernamental, ejecutadas

con la vinculación y apoyo de los diversos sujetos del desarrollo (Gutiérrez y Sánchez,

2009), que constituyen y construyen territorio, posibilitando identificar la potencialidad

pedagógica que sus estudios poseen para incentivar y estimular la formación (Álvarez de

Zayas, 1998) de los ciudadanos (Cortina, 1999; Espínola, 2005; Naranjo, 2006; Santos,

1998) requeridos para contribuir a fortalecer el Estado social de derecho y la democracia.

33

En cuarta instancia, la reseña del PUI-NOR permite avizorar su contribución al

proceso de constitución de su área de influencia en territorio construido socio-culturalmente

y por tanto, la opción de estudiarlo visibilizando la potencialidad pedagógica que alberga y

su positiva influencia en los procesos de formación del ciudadano requerido y demandado

para contribuir a la construcción del proyecto democrático: el ciudadano territorial.

1.1 Formación ciudadana: investigaciones afines

Un breve recorrido por las investigaciones más relevantes sobre formación ciudadana

realizados en Iberoamérica desde múltiples ejes temáticos, diversos propósitos, variadas

estrategias y metodologías permite dibujar lo que se ha intencionado y realizado para

atender la necesidad de conocimiento planteada: los vínculos entre ciudadanía y territorio y,

entre formación ciudadana y estudios del territorio. Como resultado de ello emana un hecho

verificable: en los procesos de formación ciudadana no ha sido incorporado el potencial

pedagógico de los estudios del territorio; a lo sumo, en algunos de ellos, se ha considerado

el entorno de la relación sociedad-naturaleza, el espacio geográfico y el lugar producto de

divisiones político-administrativas y fiscales (Chaux et al., 2004; Comisión Económica para

América Latina-CEPAL, 2000; Cox et al., 2005; Delors, 1996; Espínola, 2005; Fundación

Empresarios por la Educación-ExE, 2006; Peralta, 2009; Reimers y Villegas, 2005; Ruiz y

Chaux, 2005; Torney-Purta et al., 2001).

De una parte, la temática se ha centrado en la educación cívica, la formación en

valores, la educación para la ciudadanía y la democracia, el patriotismo, la equidad, el

multiculturalismo, la diversidad, la convivencia, los derechos humanos, las tensiones

global-local, deberes y derechos y, la participación, en el marco de la globalización; en

suma, ciudadanos civiles, políticos y sociales tradicionales, clásicos y útiles al proyecto

político vigente. De otra, indistintamente, sin aparente tensión, ni confrontación conceptual

de fondo, se hace referencia a la educación y a la formación ciudadana; a la educación para

la ciudadanía y a la formación para la ciudadanía; no sólo desde la escuela, pero sí con

preeminencia en ella. Una más, estos procesos han estado orientados respecto al territorio,

vinculándolos a la escuela y a su entorno inmediato: el vecindario; a las instituciones

34

públicas responsables del financiamiento de la educación; a las organizaciones

comunitarias, de voluntariado y asociativas cercanas; a la sociedad en genérico; al espacio

físico o geográfico; a la geografía humana y social, a partir de mapas; al espacio público

urbano; a los ecosistemas; y, al territorio formal: político, administrativo y fiscal.

En Europa se ha orientado la educación para una ciudadanía democrática (Comisión

Europea, 2004; Osler y Starkey, 2004; PNUD, 2004a; Unión Europea-Eurydice, 2005)

desde razones que la hacen deseable e invitan a promoverla: la primera, aumento en los

niveles de apatía política y cívica por la falta de confianza en las instituciones democráticas

y por el aumento en los casos de corrupción, racismo, xenofobia, nacionalismo agresivo,

intolerancia a las minorías, discriminación y exclusión social, todos las cuales amenazan la

seguridad, estabilidad y crecimiento de las sociedades democráticas; la segunda, necesidad

de proteger los derechos de los ciudadanos para hacerlos conscientes de sus

responsabilidades y para fortalecer la democracia; y, la tercera, la responsabilidad de las

actuales y futuras generaciones por mantener y salvaguardar las sociedades democráticas y,

el rol de la educación como promotora de la participación de todos en la vida política,

cívica, social y cultural; ello, dada la contribución que esta educación hace a la “cohesión

en contextos de diversidad e igualdad sexual y en la mejora curricular y pedagógica

anima también la necesaria promoción de una sociedad “libre, tolerante y justa” que

contribuya, a defender los “valores y principios de libertad, pluralismo, derechos humanos

y el reino de la ley” como bases de la democracia (Espínola, 2005, p. 27).

En Latinoamérica, las experiencias han estado más orientadas a la reforma de la

tradicional enseñanza de la educación cívica para transformarla en una educación para la

ciudadanía y la democracia; casos típicos al respecto han acontecido en Chile, Colombia y

México (Cox et al., 2005; Espínola, 2005; OEI, 2008, 2010; PNUD, 2004a; Reimers y

Villegas, 2005). Las investigaciones efectuadas dan cuenta de un hecho verificable: la

democracia y el libre mercado son en Latinoamérica, los paradigmas político y económico

preferidos para la modernización, el desarrollo y la integración del continente a la economía

global;4 de allí que la educación ciudadana, desde las escuelas, deba brindar conocimientos

4 “América Latina presenta actualmente una extraordinaria paradoja. Por un lado, la región puede mostrar con gran orgullo más de dos décadas de gobiernos democráticos. Por otro, enfrenta una creciente crisis social. Se mantienen

35

democráticos orientados a alcanzar mayor impacto político, social y económico sobre las

acciones públicas; a incrementar la conciencia sobre la importancia de los derechos

humanos; y, a fortalecer lo que es la democracia y su práctica desde las bases.

La formación cívica, patriótica, en derechos y deberes, y la formación ciudadana

(Ruiz y Chaux, 2005) han estado presentes en el sistema educativo colombiano,

especialmente, a partir de la promulgación de la Constitución Nacional de 1991 y su

desarrollo normativo dado por las leyes 30 de 1992 y 115 de 1994. Las competencias

ciudadanas (Chaux et al., 2004)5 han sido consideradas el punto máximo alcanzado en la

materia después de los lineamientos curriculares para Ciencias Sociales6 y de los estándares

básicos en competencias ciudadanas, 7 ambos promulgados por el MEN (2002, 2006); han

permeado la totalidad del currículo en la educación básica y media e inclusive trascendido

hasta la educación superior. Sin embargo, existe multiplicidad y variedad en las maneras

como se llevan a cabo; en ocasiones hacen parte del denominado currículo oculto -

prácticas cotidianas en aula, normas institucionales, extensión comunitaria-, de las llamadas

cátedras de Constitución y Democracia, de cursos que imparten conocimiento normativo

acerca de la Constitución Política y sus desarrollos legales hasta los de formación en

valores cívicos, políticos y patrióticos. Esta formación ha estado ligada sí al territorio, más

al formal, al geográfico, al vinculado solo con las división político-administrativa y fiscal

de la Nación (Chaux et al., 2004; MEN, 2002, 2004a, b, 2006).

profundas desigualdades, existen serios niveles de pobreza, el crecimiento económico ha sido insuficiente y ha aumentado la insatisfacción ciudadana con esas democracias —expresada en muchos lugares por un extendido descontento popular—, generando en algunos casos consecuencias desestabilizadoras” (PNUD, 2004a, p. 11).5 Por competencias ciudadanas se entienden los “conocimientos y habilidades que permiten que el ciudadano actué de manera constructiva en la sociedad democrática. Como toda competencia, las competencias ciudadanas se evidencian en la práctica, en lo que las personas hacen. La acción ciudadana (ejercida de manera autónoma y no por imposición por parte de otros) es el objetivo fundamental de la formación ciudadana” (Chaux et al., 2004, p. 20). Este autor diferencia varios tipos de competencias: los conocimientos; las competencias básicas cognitivas, emocionales y comunicativas; y, las competencias integradoras. Todas requieren de ambientes democráticos para la acción ciudadana.6 Mediante los cuales se propuso que la enseñanza del área de Ciencias Sociales en la Educación Básica y Media, se abordase a través de: ejes generadores, preguntas problematizadoras, ámbitos conceptuales, desarrollo de competencias y, estructuras flexibles, abiertas, integradas y en espiral (MEN, 2002, p. 56).7 Los estándares fueron concebidos como “ criterios claros y públicos que permiten juzgar si un estudiante, una institución o el sistema educativo en su conjunto cumplen con unas expectativas comunes de calidad” (MEN, 2006, p. 11). Como tales, en competencias ciudadanas, se estructuraron tres grupos: Convivencia y paz; participación y responsabilidad democrática; y, pluralidad, identidad y valoración de las diferencias. Fueron diseñados para los grados primero a undécimo de educación, es decir, para la básica y media. La frase empleada como símbolo del texto fue: Formar para la ciudadanía... ¡Sí es posible! Lo que necesitamos saber y saber hacer.

36

En el año 2004 el Ministerio de Educación Nacional de Colombia expidió las

directrices básicas desarrolladoras de las competencias ciudadanas sugiriendo su

transversalidad en el currículo y proponiendo metodologías para su aplicación; a pesar de

ello, en la práctica, es visible su carácter de esfuerzos aislados que no transforman la

cotidianidad en el aula, ni las actuaciones de los protagonistas del proceso educativo.

En Colombia, la formación ciudadana ha estado centrada en la constitución y el

fortalecimiento de ciudadanos liberales, conocedores de sus deberes con el Estado, amantes

y defensores de la patria, exigentes de sus derechos y cumplidores de la normatividad

vigente en procura, la mayoría de las veces, de fortalecer y mantener el estado actual de las

cosas, es decir, funcionales al tipo de Estado vigente, al proyecto político imperante y a la

particular sociedad establecida (Arcudi, Bermúdez, Borrero, Bravo, Brion-Meisels,

Castilleja, Chaux, Godson, Hart, Haste, Holter, La Russo, Lind, Magendzo, Milani,

Mockus, Murillo, Padilha, Patti, Pétris, Pinto, Roche y Wray, 2005; Bernal y Álvarez,

2005; Gómez, 1998; MEN y OEI, 2002; Peralta, 2009; Restrepo, Ayala y Rodríguez,

2002). Brindan conocimientos sobre valores cívicos y políticos para actuar de conformidad

con lo establecido y ejercer una ciudadanía funcional al Estado, al tipo de sociedad

existente y vigente, en esencia, cívica (Ortiz y Vanegas, 2001).

Existen excepciones, al menos desde la intención (Chaux et al., 2004) orientadas a

la atención de los procesos de formación integral para fortalecer el ser ciudadano

democrático, crítico y activo dispuesto a transformar pacíficamente la realidad en procura

de mejores niveles de calidad de vida; más no para hacer lecturas del territorio donde han

de vivir, ejercer y poner en práctica su ciudadanía aprovechando la potencialidad que éste

ofrece e incrementar los valores asociados con el arraigo sin ataduras, ni enclaves

inmovilizadores; el sentido de pertenencia; la construcción de convivencia. Evidentemente,

tampoco consideran, por lo general, los estudios del territorio, ni su potencialidad

pedagógica en procesos de formación ciudadana.

El panorama descrito no sólo permite vislumbrar la latente necesidad de

conocimiento sino que, al tiempo, justifica múltiples problemas de investigación educativa.

El que anima este proyecto se basa en la dupla: procesos de formación ciudadana y estudios

del territorio como categorías en la investigación. Sus nexos alientan un objeto de

37

conocimiento: las potencialidades pedagógicas que emergen para los procesos de formación

ciudadana del PUI-NOR, en tanto es posible describirlo y comprenderlo desde sus

contribuciones al proceso de constitución en territorio de su área de influencia y, a la vez,

tratarlo como objeto de análisis desde las interdependencias entre ciudadanía y territorio.

La experiencia del PUI-NOR, a diferencia de las experiencias reseñadas que tienen

vínculos directos con educación, posee desde su concepción, diseño, implementación,

ejecución y seguimiento, prácticas sociales novedosas en materia del ejercicio renovado de

la ciudadanía, del surgimiento de territorialidades particulares, de transformaciones

espaciales, de constitución del territorio y sus interrelaciones, que animan a hacerlas

visibles y útiles, a manera de potencialidades pedagógicas, en procesos de formación

ciudadana de la educación básica y media colombiana. Como objeto de conocimiento,

supone que estudiar el territorio, se constituye en motivación para hacerse ciudadano y en

estímulo para alimentar la formación ciudadana soportada en políticas públicas educativas.

Pocas investigaciones que incorporen las categorías de formación ciudadana y

estudios del territorio para el escenario de la educación básica y media se han realizado en

Colombia, a pesar que en la Ley General de Educación -la 115 de 1994-, se concibió la

educación como un sistema orientado a educar ciudadanos de acuerdo con las necesidades

de la sociedad; formar sujetos críticos, propositivos y con un fuerte arraigo a su territorio

para posibilitar una formación general por medio del acceso creativo al conocimiento

científico, tecnológico, artístico y humanístico y de las relaciones con la vida social y con la

naturaleza, de tal manera que prepare el ingreso a los niveles superiores de la educación y,

la vinculación a la sociedad y al trabajo (MEN, 1993). En el año 2002 se establecieron los

lineamientos curriculares para la enseñanza de las Ciencias Sociales con la finalidad de

formar al estudiante desde la interdisciplinariedad del conocimiento, en el reconocimiento

de la diversidad étnica y cultural, desde la pedagogía crítica y apoyándose en pedagogías

activas como requerimiento para el aprendizaje significativo en la escuela. Dos ejercicios,

en Antioquia, le apostaron al estudio del territorio como concepto articulador del

conocimiento social que se enseña y al fortalecimiento del sentido de pertenencia hacia el

espacio habitado. En primer lugar, el proyecto sobre los Lineamientos pedagógicos para la

cátedra Antioquia, liderado desde el Instituto de Estudios Regionales-INER y la Facultad

38

de Educación de la Universidad de Antioquia, en convenio con la Secretaría de Educación

para la Cultura de Antioquia y cuyo texto final, fue aprobado como directriz curricular para

dinamizar la enseñanza de las ciencias sociales en el departamento. En segundo lugar, la

propuesta de formación docente para los 120 municipios de Antioquia no certificados en

educación, donde la estrategia didáctica implementada fue el Estudio del territorio como

estrategia de formación en ciencias, también liderada por la Universidad de Antioquia.

Con la definición en el año 2004, por parte del Ministerio de Educación Nacional de

los estándares en competencias ciudadanas, el énfasis se orientó a formar para la paz y la

convivencia: competencias definidas como conjunto de habilidades cognitivas, emocionales

y comunicativas que se deben desarrollar desde pequeños para saber vivir con los otros y

sobre todo, para actuar de manera constructiva en la sociedad. Existen otros procesos

pedagógicos experimentales en materia de formación ciudadana, liderados desde el

proyecto de ciudades educadoras; entre las propuestas desarrolladas se destacan las Salidas

que enseñan ciudad lideradas por la Fundación TERPEL; Medellín para enseñar y

aprender, Fundación Empresas Públicas de Medellín; Recorridos urbanos, Corporación

Región; Maestros gestores de nuevos caminos, Corporación Penca de Sábila; y, Quince

experiencias para aprender ciudadanía ... y dos más, de la Fundación ExE (2004) para el

MEN. Experiencias pedagógicas, todas, que no necesariamente se integran al currículo

escolar; más bien aparecen como experiencias complementarias, no pensadas por los

docentes como componente fundamental en el proceso formativo; aprovechan el potencial

educativo del entorno y la ciudad, buscan fortalecer y complementar la oferta educativa de

la escuela y brindar una opción constructiva para el uso del tiempo libre de niños y jóvenes.

Una conclusión surge: estos procesos de formación ciudadana aún no incorporan el

territorio entendido como producto social en permanente construcción (García, 1976; Fals,

1993) y como sentido otorgado al espacio geográfico mediante la territorialidad (Echeverría

y Rincón, 2000), en la gestación de ciudadanos, ni en el ejercicio de la ciudadanía. Esta

evidencia en cuanto al tímido avance en procura de atender la necesidad de conocimiento

descrita, justificó y animó aún más la realización de la investigación efectuada dado que

aún no estaba debidamente satisfecha; tres énfasis la enmarcaron: el primero, la necesaria

conexión entre educación y las categorías de investigación en formación ciudadana y

39

estudios del territorio, a fin de hacer visible la ciencia de la educación en la cual se inscribe;

el segundo, los aportes teórico y prácticos y, su novedad, identificando los vacíos

educativos que llenará; el tercero, la importancia de validar la constitución teórica

pretendida, con la evidencia empírica proveniente del PUI-NOR en Medellín, Colombia.

1.2 Formación ciudadana en Colombia: perfil deóntico a partir de 1991

Con la puesta en vigencia de la Constitución Nacional de Colombia de 1991, el país no solo

se adecuó a las exigencias y realidades del contexto internacional, sino que se atendieron

las demandas y exigencias propias del marco de actuación nacional, regido por el mandato

de 1886, un siglo atrás. La educación, entre otros temas relevantes del panorama nacional,

enfrentó nuevas concepciones, retos y orientaciones que le demandaron ajustes y sendas

renovadas; la más relevante para los propósitos investigativos, fue la alusiva a su función

de formar ciudadanos para consolidar el nuevo Estado social de derecho8 y el proyecto

político democrático; responsabilidad que considera como tarea fundamental de la

educación en Colombia, formar estos ciudadanos, con el propósito declarado.

Para recrear el panorama descrito se recorre a continuación, en clave de educación y

de formación, la carta magna colombiana y los preceptos normativos que posteriormente le

desarrollaron mediante la Ley 115 de 1994, dejando entrever con suficiencia, el talante de

la función pública educativa atribuida al Estado y en particular, a su estructura

gubernamental, nacional y territorial.

1.2.1 El mandato constitucional de 1991

La Carta Magna colombiana concibió y estructuró una nueva Nación, dispuesta a enfrentar

las flaquezas y desaciertos de la democracia representativa vigente hasta entonces, dar

respuesta a las demandas ciudadanas y de las organizaciones sociales en materia de

8 Un Estado social de derecho incluye en el sistema de derechos fundamentales, no sólo “las libertades clásicas, sino también los derechos económicos, sociales y culturales. La satisfacción de ciertas necesidades básicas y el acceso a ciertos bienes fundamentales para todos los miembros de la comunidad se presentan como exigencias éticas a las que el estado debe responder” (Cortina, 1999, p. 77).

40

participación, superar los diversos conflictos, atender la crisis del Estado de bienestar, la

falta de gobernabilidad, el incremento de la pobreza y, entre otras cosas, modernizarse

atendiendo la dinámica del contexto internacional. Se fundamentó en el ideal del Estado

social de derecho, es decir, en la garantía y práctica de los mínimos de justicia

reconociendo los derechos civiles, políticos y sociales, entre estos, el de la educación, base

de la construcción del proyecto político democrático, la promoción de la participación y el

reconocimiento de la diversidad, el cual fue declarado así:

Artículo 1°. Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía en sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general (Manrique, 1991, p. 5).

Entre los fines esenciales del Estado colombiano, el artículo 2° constitucional previó el

“servir a la comunidad, promover la prosperidad general y garantizar la efectividad de los

principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución; facilitar la participación de

todos en las decisiones que los afectan y en la vida económica, política, administrativa y

cultural de la nación” (Manrique, 1991, p. 8). Uno de los principales derechos consagrados

en la Carta Magna es el atribuido al sistema educativo en relación con el mandato de la

Constitución, la instrucción cívica, las prácticas democráticas y la participación ciudadana:

Artículo 41. En todas las instituciones de educación, oficiales o privadas, serán obligatorios el estudio de la Constitución y la Instrucción Cívica. Así mismo, se fomentarán prácticas democráticas para el aprendizaje de los principios y valores de la participación ciudadana. El Estado divulgará la Constitución (Manrique, 1991, p. 27)

Este espíritu constitucional encarna, desde las instituciones educativas, la formación

ciudadana a partir de la instrucción sobre las normas constitucionales; los fundamentos de

la democracia; los procedimientos, mecanismos e instancias de participación; y, los

derechos ciudadanos, potenciando claramente al ciudadano, en el ejercicio de su

ciudadanía. Un aspecto relevante adicional es que se enfatiza, en el artículo 44

constitucional, la educación como derecho fundamental de los niños, prevaleciendo junto a

los otros que se les reconoce, sobre todos los demás consagrados por la Carta Magna; al

tiempo, en el artículo 45, se establece la función del Estado y la sociedad alusiva a la

garantía de la participación activa de los jóvenes en “los organismos públicos y priva dos

41

que tengan a cargo la educación de la juventud” (Manrique, 1991, p. 33). De la educación

hacen parte, según el artículo 52 constitucional, el deporte y la recreación.

Aspecto fundamental asociado con la educación en la Carta Magna, es su

consideración como derecho y servicio público, con función social dirigida a la formación

de los colombianos en los derechos humanos, la paz y la democracia; asunto que le

corresponde velar por su regulación, evaluación y cumplimiento, al Estado, desde sus

diversas estructuras gubernamentales: Nación, Departamentos, Distritos y Municipios:

Artículo 67. La educación es un derecho de la persona y un servicio público que tiene una función social; con ella se busca el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la técnica, y a los demás bienes y valores de la cultura. La educación formará al colombiano en el respeto a los derechos humanos, a la paz y a la democracia; y en la práctica del trabajo y la recreación, para el mejoramiento cultural, científico, tecnológico y para la protección del ambiente... Corresponde al Estado regular y ejercer la suprema inspección y vigilancia de la educación con el fin de velar por su calidad, por el cumplimiento de sus fines y por la mejor formación moral, intelectual y física de los educandos (Manrique, 1991, p. 39)

En consecuencia, el espíritu constitucional colombiano consagró la educación como

derecho y servicio público, con función social; dispuso que era uno de los derechos

fundamentales de los niños, prevaleciendo sobre cualquiera otro de los derechos

consagrados y, de obligatoriedad en todas las instituciones educativa del país, en particular,

lo referido a la enseñanza de la Constitución Nacional, la instrucción cívica, la democracia

y la participación ciudadana. Para reafirmarlo, le otorga precisamente al Estado, como uno

de sus objetivos fundamentales para lograr el bienestar general y el mejoramiento de la

calidad de vida de la población, en procura de cumplir su finalidad social, precisamente, el

de solucionar las necesidades insatisfechas de educación, según reza en el artículo 366:

Artículo 366. El bienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de la población son finalidades sociales del Estado. Será objetivo fundamental de su actividad la solución de las necesidades insatisfechas de salud, de educación, de saneamiento ambiental y de agua potable. Para tales efectos, en los planes y presupuestos de la Nación y de las entidades territoriales, el gasto público social tendrá prioridad sobre cualquier otra asignación (Manrique, 1991, p. 331)

Para este efecto, se consagró en los artículos 356 y subsiguientes, la garantía para la

financiación de la educación mediante los recursos provenientes del sistema general de

participaciones. La educación es uno de los sectores de inversión que tienen garantizado,

42

según lo estableció el artículo 359 constitucional, la destinación específica de recursos

provenientes de las diversas fuentes de financiamiento del erario público.

La Carta Magna colombiana también hace referencia directa a la formación, en el

marco de la educación. Si bien no se detiene a concebirla, la alude y menciona

explícitamente en los artículos 45, 52, 67, 68, los cuales son desarrollados, luego, en la Ley

115 de 1994. El artículo 45 establece el derecho de los adolescentes a la protección y a la

formación integral. Ésta formación se asocia, artículo 52, con la función atribuida al

“ejercicio del deporte, sus manifestaciones recreativas, competitivas y autóctonas”

(Manrique, 1991, p. 35), en procura de preservar y desarrollar una mejor salud de las

personas; con el “respeto a los derechos humanos, a la paz y a la democracia, artículo 67; y

en la práctica del trabajo y la recreación, para el mejoramiento cultural, científico,

tecnológico y para la protección del ambiente” (Manrique, 1991, p. 39), tarea que ha de

acometer el Estado; y, en el artículo 68, se establece el derecho de los grupos étnicos a una

“formación que respete y desarrolle su identidad cultural” (Manrique, 1991, p. 39).

Educación y formación confluyen, desde el espíritu constitucional en la promoción,

respeto y contribución a la democracia, a los derechos humanos, a la participación y al

mejoramiento de la calidad de vida y el bienestar general de las personas. Como tales,

fueron consagradas y desplegadas por la normatividad subsiguiente, en particular, con la

ley general de educación y su reglamentación.

1.2.2 Desarrollos normativos de la Constitución Política de 1991

En la última década del siglo XX y la primera del XXI, se dieron despliegues normativos

del espíritu constitucional colombiano adoptado en 1991, en particular, alusivos a la

educación y a la formación. La puesta en vigencia de la Ley 115 en Febrero 8 de 1994,

llamada la Ley general de educación; la Resolución 2343, Junio 5 de 1996; las

orientaciones de 1998, 2002, 2004 y 2006 emanadas del MEN en materia de lineamientos

para el Área de ciencias sociales donde se contempla la Constitución y Democracia y,

estándares básicos de competencias -lenguaje, matemáticas, ciencias naturales y sociales,

ciudadanas y las competencias laborales; y, la promulgación de las leyes 1013 y 1029 de

Enero 23 y Junio 12 de 2006, respectivamente, constituyen el soporte normativo vigente.

43

En ninguna de ellas, de manera explícita o implícita, se consideran el territorio y los

estudios del territorio, como potencialidad pedagógica para nutrir los procesos de

formación ciudadana dirigidos a gestar el ciudadano requerido para fortalecer el Estado

social de derecho y el proyecto político democrático.

La Ley 115, reguló la educación como servicio público con función social para el

libre desarrollo de la personalidad, en el marco de una formación integral, física,

intelectual, ética, social y afectiva. Se estructuró a partir de cinco temáticas, a saber:

principios generales y fines de la educación; organización académica y pedagógica;

organización administrativa y financiera; derechos y garantías; e, inspección y vigilancia de

la educación. Se fundamenta en los principios de libertad de enseñanza, aprendizaje,

investigación y cátedra; libertad de escoger el tipo de educación y la no obligatoriedad de la

educación religiosa en las instituciones estatales; gratuidad de la educación estatal; igualdad

para el acceso y permanencia en la educación; obligatoriedad de la educación básica; y, la

responsabilidad familiar para garantizar el ingreso y asistencia. Además, ratificó los fines

de la educación consagrados en la Carta Magna de 1991, destacándose la formación en el

respeto a los derechos humanos y la paz; los principios democráticos, de convivencia,

pluralismo, justicia y equidad; y, al ejercicio de la tolerancia y de la libertad.

En el artículo 1, se definió la educación como un “proceso de formación

permanente, personal cultural y social que se fundamenta en una concepción integral de la

persona humana, de su dignidad, de sus derechos y de sus deberes” (Colombia, Congreso

de La República, 1994a, p. 2). Ordenó las normas generales para regularla como servicio

público, en cumplimiento de su función social y definió los niveles para la educación

formal. El artículo 5, definió los fines de la educación, destacándose entre otros, los

alusivos a principios democráticos, participación, respeto por la autoridad y la ley y, el

desarrollo de capacidades para contribuir al progreso socio-económico del país, lo cual

directamente se orienta hacia la consolidación del proyecto político democrático:

La formación en el respeto a la vida y a los demás derechos humanos, a la paz, a los principiosdemocráticos, de convivencia, pluralismo, justicia, solidaridad y equidad, así como en el ejercicio de

44

la tolerancia y de la libertad.; La formación para facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan en la vida económica, política, administrativa y cultural de la Nación..; La formación en el respeto a la autoridad legítima y a la ley, a la cultura nacional, a la historia colombiana y a los símbolos patrios .; El desarrollo de la capacidad crítica, reflexiva y analítica que fortalezca el avance científico y tecnológico nacional, orientado con prioridad al mejoramiento cultural y de la calidad de la vida de la población, a la participación en la búsqueda de alternativas de solución a los problemas y al progreso social y económico del país (Colombia, 1994a, p. 2)

Con el artículo 7, se le otorga a la familia como núcleo fundamental de la sociedad, la

“responsabilidad de la educación de los hijos”, complementando la función pública en la

materia atribuida al Estado, representado por la estructura educativa gubernamental. Esta

responsabilidad es compartida por la sociedad, según reza el artículo 8 (Colombia,

Congreso de La República, 1994a, p. 3). Resalta al respecto, la identificación de objetivos

comunes en todos los niveles educativos, plasmados en el artículo 131: formar la

personalidad y la capacidad de asumir con responsabilidad y autonomía derechos y deberes;

proporcionar una sólida formación ética y moral, y fomentar la práctica del respeto a los

derechos humanos; fomentar en la institución educativa, prácticas democráticas para el

aprendizaje de los principios y valores de la participación y organización ciudadana y

estimular la autonomía y la responsabilidad (Colombia, 1994a, p. 125). El artículo 14

consagró los preceptos sobre la enseñanza obligatoria, materia de debates recientes,

particularmente con la promulgación de las Leyes 1013 y 1029 de Enero 23 y Junio 12 de

2006, respectivamente, relativos a la necesidad de considerar una asignatura específica para

el estudio, la comprensión y la práctica de la Constitución y la instrucción cívica; y, para el

aprovechamiento del tiempo libre, el fomento de las diversas culturas, la práctica de la

educación física, la recreación y el deporte formativo.

Los objetivos generales de la educación básica fueron establecidos en el artículo 20,

destacándose como tales, los siguientes: “d) Propiciar el conocimiento y comprensión de la

realidad nacional para consolidar los valores propios de la nacionalidad colombiana tales

como la solidaridad, la tolerancia, la democracia, la justicia, la convivencia social, la

cooperación y la ayuda mutua; f) Propiciar la formación social, ética, moral y demás

valores del desarrollo humano”. En lo relativo a la básica primaria, resaltan en el artículo

21 como objetivos específicos: “a) La formación de los valores fundamentales para la

convivencia en una sociedad democrática, participativa y pluralista; j) La formación para la

45

participación y organización infantil y la utilización adecuada del tiempo libre; k) El

desarrollo de valores civiles, éticos y morales, de organización social y de convivencia

humana; n) La iniciación en el conocimiento de la Constitución Política”. Mientras que

para la básica secundaria, se reitera lo relativo a “la formación en el ejercicio de los deberes

y derechos, el conocimiento de la Constitución Política y de las relaciones internacionales”

(Colombia, Congreso de La República, 1994a, p. 6).

En el artículo 76, a su turno, se concibió el currículo como el “conjunto de criterios,

planes de estudio, programas, metodologías, y procesos que contribuyen a la formación

integral y a la construcción de la identidad cultural nacional, regional y local, incluyendo

también los recursos humanos, académicos y físicos para poner en práctica las políticas y

llevar a cabo el proyecto educativo institucional” (Colombia, Congreso de La República,

1994a, p. 41), de tal manera que la educación impartida pudiera “favorecer el pleno

desarrollo de la personalidad del educando, dar acceso a la cultura, al logro del

conocimiento científico y técnico y a la formación de valores éticos, estéticos, morales,

ciudadanos y religiosos, que le faciliten la realización de una actividad útil para el

desarrollo socioeconómico del país” (Colombia, Congreso de La República, 1994a, p. 52).

Apoyándose en el mandato constitucional y normativo, asociado al deber ser de la

instrucción cívica, las instituciones educativas colombianas desarrollaron contenidos

escolares mediante la enseñanza de las áreas en Ciencias Sociales y Educación en Valores.

Cada vez que se establecen nuevas disposiciones normativas reglamentando la puesta en

práctica del mandato constitucional, se les encomiendan a las ciencias sociales, como área

directamente responsable de su enseñanza en las instituciones educativas; asunto que se

limita, en el mejor de los casos, a proveer la información y por ende a alcanzar la

instrucción contenida en la nueva normatividad, sin superar la elemental instrucción cívica.

Esos preceptos normativos han prevalecido en el tiempo con modificaciones relevantes

alusivas a la formación ciudadana (Colombia, Congreso de La República, 1994b);9 al

9 La ley 136 de Junio 2 de 1994, estableció en su artículo 142, respecto a la formación ciudadana que: “ Los alcaldes, los concejales, los ediles, los personeros, los contralores, las instituciones de educación, los medios de comunicación, los partidos políticos y las organizaciones sociales deberán establecer programas permanentes para el conocimiento, promoción y protección de los valores democráticos, constitucionales, institucionales, cívicos y especialmente el de la solidaridad social de acuerdo con los derechos fundamentales; los económicos, los sociales y culturales; y los colectivos y

46

diseño de lineamientos generales de los procesos curriculares del servicio público educativo

y el establecimiento de indicadores de logros curriculares para la educación formal (MEN,

1996);10 a lineamientos curriculares para la formación en Constitución política y

democracia (MEN, 1998a);11 a lineamientos curriculares de ciencias sociales (MEN, 2002);

a estándares básicos de competencias en lenguaje, matemáticas, ciencias naturales y

sociales y, ciudadanas (MEN, 2004a, b, 2006);12 y, con la promulgación de las Leyes 1013

y 1029 de Enero 23 y Junio 12 de 2006 (Colombia, Congreso de La República, 2006a,

2006b), relativas a la creación de asignaturas de Constitución e Instrucción Cívica.13

Disposiciones y directrices curriculares se ajustaron a las políticas educativas

internacionales dictadas por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la

Ciencia y la Cultura-UNESCO, dirigiéndolas hacia actividades educativas para el

fortalecimiento de valores cívicos, en esencia, atendiendo los diversos acontecimientos de

índole político y social que han permitido, en especial desde los 90's, la instauración de

gobiernos democráticos. En general, propenden por la gestación de ciudadanos conscientes

de sus derechos y responsabilidades; y, al tiempo, buscan crear ámbitos cívicos apropiados

para la promulgación del respeto por la diversidad, la pluralidad y los valores comunes que

han de compartirse. La UNESCO (2005, p. 2)14 orientó al mundo la accesibilidad de los

derechos humanos, sugiriendo considerar la integración en los textos escolares, de los

valores humanos que favorecen la realización de la paz, la cohesión social, y el respeto de los derechos humanos y de la dignidad humana. Sustituir los métodos de enseñanza tradicionales por métodos más participativos y democráticos. Democratizar las estructuras internas de la escuela

del medio ambiente. El desconocimiento por parte de las autoridades locales, de la participación ciudadana y de la obligación establecida en este artículo será causal de mala conducta”.10 Se destaca el que despliega los indicadores de logros curriculares comunes para la educación básica, primaria y secundaria y, para la educación media, en Ciencias Sociales, Historia, Geografía, Constitución Política y Democracia.11 En ellos se proponen 3 aspectos para la formación ciudadana: desarrollo de la subjetividad para la democracia; aporte en la construcción cultura política para la democracia; y, conocimiento de las instituciones y la dinámica política del Estado, articulando nociones sobre Constitución política, democracia, ciudadanía, ciudadano y, entre otras, educación cívica.12 Respecto a las competencias ciudadanas, se publicó además la Guía No. 6 sobre Estándares básicos en competencias ciudadanas. Formar para la ciudadanía: ¡si es posible! Lo que necesitamos saber y saber hacer (MEN, 2004a).13 En la práctica, desatendidas por la Instituciones Educativas colombianas, por considerarlas un retroceso en el proceso de formación ciudadana en el país, al pretender no sólo asemejarla y retornar a la simple instrucción en Constitución política y cívica, sino, tener que generar una asignatura específica para impartirla, impidiéndole constituirse en eje transversal e integrador del proyecto educativo institucional.14 Ver documento completo: Educación para la ciudadanía. Tema desarrollado durante la 3a semana del 60° aniversario de la UNESCO, Septiembre 19 al 26 de 2005. Obtenido el 20 de enero de 2011 del sitio web: http://www.unesco.org/bpi/pdf/memobpi03_citizenship_es.pdf

47

(participación de los niños en la vida escolar, creación de asociaciones escolares y consejos de alumnos, integración de medidas disciplinarias en el proceso de aprendizaje...).

Propuesta que se reconoce y acoge por el MEN en documentos rectores que reglamentan la

normatividad vigente en educación, en particular, en aquellos que promueven la formación

ciudadana en el país. Sin embargo, no basta con tener una extensa normatividad sobre el

deber ser de la educación en una sociedad de derecho, ni es suficiente una amplia

concepción sobre la participación democrática si en el proceso educativo no se promueve

su asimilación, comprensión y puesta en práctica; lo cual implica, como consecuencia

obvia, la actuación del sujeto acorde con el conocimiento adquirido. Al respecto, es

ilustrativo el planteamiento de Morín, (1999, pp. 3-4):

La educación debe conducir a una “antropo-ética”, considerando el carácter ternario de la condición humana, que es el de individuo-sociedad-especie. En este sentido, la ética individuo-especie necesita un control mutuo de la sociedad por el individuo y del individuo por la sociedad, es decir la democracia; la ética individuo-especie convoca a la ciudadanía terrestre en el siglo XXI. La ética no se podría enseñar con lecciones de moral. Ella debe formarse en las mentes a partir de la conciencia de que el humano es al mismo tiempo individuo, parte de una sociedad, parte de una especie.

En síntesis, el espíritu constitucional de la reforma de 1991 efectuado en Colombia, alusivo

a educación y formación, ha sido coherente, concordante, secuencial y lógico con el

despliegue normativo efectuado y vigente. Este perfil deóntico contribuye desde la base, a

cimentar los nuevos escenarios que abren paso y brindan renovadas posibilidades a los

viejos ideales de consolidación del proyecto político democrático, mediante el

fortalecimiento de la sociedad civil, el ejercicio de la ciudadanía y la formación del

ciudadano capaz, conocedor y dispuesto a luchar por ello.

Ciudadanos que, conforme lo concibe Thiebaut (1998), estén dotados de derechos,

de tal manera que puedan cumplir con sus deberes y participar en los asuntos de la esfera

pública. Por ello, la educación debe, entre otras cosas, llevar a la escuela el debate por el

ciudadano, la ciudadanía y el proyecto democrático que quiere ayudar a formar; por el

proceso de construcción de una sociedad civil sólida, activa y organizada cimentada en

valores democráticos, de justicia, solidaridad, paz, pluralismo; el disfrute de las diferencias,

el respeto por los derechos humanos y el desarrollo de los seres humanos, como mínimos

para asegurar la convivencia.

48

Sin embargo, es también evidente que este arsenal normativo desplegado a partir de

1991 sobre formación ciudadana, ha orientado sus acciones de espaldas y no de cara al

territorio, ni a su estudio, desconociendo la potencialidad que ambos poseen para incentivar

el alcance de la categoría de ciudadano, ejercer las múltiples ciudadanías, fortalecer la

sociedad civil y contribuir al posicionamiento del Estado social del derecho y del proyecto

democrático; en suma, a gestar un ciudadano ligado a su territorio, de manera flexible,

dispuesto a consolidar, individual y colectivamente, la democracia. Una ilustración con la

evolución histórica y conceptual de la formación ciudadana en Colombia se presenta a

continuación enfatizando los hitos desde la organización curricular, en la época y en las

concepciones guía sobre formación ciudadana correspondientes (gráfica 1).

Gráfica 1. Evolución histórica y conceptual de la formación ciudadana en Colombia

Grandes hitos Educación colombiana

(Organización curricular)Época Concepciones sobre

Formación Ciudadana

La Educación a cargo del Estado (Función política de la

educación)

Constitución Política colombiana

Ley General de Educación (sistema educativo)

Lineamientos curriculares Ciencias sociales

Competencias ciudadanas Estándares básicos en sociales

Leyes 1013 y 1029

Instrucción cívica Educación en valores

Educación para la democracia (Estado social de Derecho)

La educación un proceso permanente desarrollador de la

participación

Formación desde la enseñanza de las ciencias sociales

Formación desde la responsabilidad social y personal

Sobre ciudadanía desde la cátedra de instituciones y la práctica de la constitución

49

1.3 Desarrollo urbano en Medellín: escenario de los programas urbanos integrales

A partir de la década de los 50's del siglo XX, Medellín inició procesos de planificación

urbana dirigidos a regular la ocupación de su espacio geográfico, considerando las

especificidades y particularidades del valle del Aburrá. El mayor reto que en esta materia se

ha enfrentado, se encuentra asociado con la migración de personas provenientes de otros

municipios de Antioquia y de Colombia movilizados, en gran medida, por las diversas

oleadas de violencia armada. Los propósitos de regularización de la ocupación han sido

insuficientes para generar la calidad de vida anhelada; sin embargo, han dejado

experiencias, conocimiento e innovaciones en materia de desarrollo urbano y urbanismo

que no solo orientan una manera de construir ciudad, vía la constitución de su territorio,

sino que ejemplifican intervenciones similares en el país y en América Latina.

Programas de iniciativa gubernamental y vinculación de diversos sujetos: privados,

académicos, no gubernamentales, comunitarios y cívicos, son destacados en el presente

texto: Moravia, PRIMED y el Playón, en virtud a que sirven de antecedente y soportan

adecuadamente la consideración de la experiencia seleccionada: PUI-NOR. De cada uno de

estos tres programas se destacan a continuación su finalidad y las principales lecciones

aprendidas que dejaron.

1.3.1 Tres procesos urbanos significativos

El programa de rehabilitación del basurero en el barrio Moravia, realizado entre 1983 y

1987, tuvo como finalidad atender la emergencia sanitaria originada por el depósito

indiscriminado y anti-técnico de las basuras provenientes del municipio de Medellín y en

los otros nueve municipios del Valle de Aburrá, así como las pésimas condiciones de

habitabilidad, convivencia y de salud pública generadas en el asentamiento humano que a

sus alrededores emergió. Las acciones, proyectos, programas, planes, directrices y políticas

implementadas fueron promovidos e implementas por la Dirección de Programas de la

Alcaldía, en asocio con el Comité de Rehabilitación del Basurero, el cual era presidido por

50

el alcalde metropolitano (Alcaldía de Medellín, 1984).15 Entre las principales lecciones que

dejó a la ciudad este programa se destacan: articulación interinstitucional generada, tanto

pública como privada, no gubernamental y comunitaria; concertación social experimentada,

fundamento de los alcances y resultados obtenidos; innovación en la intervención

efectuada, apoyada en instrumentos de gestión y financiación tales como los denominados

bonos de ayuda mutua -estrategia de incentivos para la participación social-; y, el trabajo

comunitario, basado en estos bonos, como reconocimiento del derecho a la adquisición de

títulos de propiedad sobre la tenencia de predios ilegalmente poseída.

Al terminarse el período formal de ejecución se identificaron como criterios de

sostenibilidad del programa, entre otros aspectos, la necesidad de culminar adecuadamente

los procesos de legalización de títulos de propiedad; la necesidad de ejercer control político

y social sobre posibles nuevas ocupaciones de las zonas no aptas para la localización de

viviendas en el sector del basurero; la regularización normativa y administrativa del

incremento de construcciones ilegales; del aumento en los índices de pobreza y de

hacinamiento; las bajas condiciones de habitabilidad urbana; la crisis ambiental presente y

potencial (Alcaldía de Medellín, 2007a, pp. 5-6).

La experiencia de Moravia no sólo hizo visible la problemática ambiental urbana de

Medellín, en particular, la asociada con el manejo y la disposición de los residuos sólidos

sino que, al tiempo, demandó su atención integrada y sostenible y, ante todo, posibilitó la

generación de estrategias de atención focalizada e interinstitucional de los múltiples

problemas a ella asociados tales como los relacionados con el asentamiento humano y el

fenómeno de la urbanización informales, ilegales y no planificados; todo ello permitió

experimentar acciones novedosas de intervención física, habitacional, política,

organizacional y social, en escenarios conflictivos, acumulando conocimientos para

promover la construcción de una ciudad inclusiva, elemento clave de la dinámica

sociocultural propia del proceso de constitución del territorio (Gutiérrez, 2008; Gutiérrez y

Pulgarín, 2009; Gutiérrez y Sánchez, 2009).

15 Este programa se respaldó normativamente en los Acuerdos municipales 12 de 1985 y 44 de 2001, complementados con el Decreto reglamentario 463 de 1985.

51

Durante el período comprendido entre 1992 y 1998, apoyado en el acuerdo de

cooperación financiera entre el gobierno de Alemania representado por el banco KFW, el

Estado colombiano en cabeza del Departamento Nacional de Planeación y los Ministerios

de Hacienda y Desarrollo Económico, el Programa de las Naciones Unidas para el

Desarrollo-PNUD y, la Alcaldía de Medellín, en articulación con organizaciones privadas

no gubernamentales, sociales y comunitarias, se llevó a cabo el programa integral de

mejoramiento de barrios subnormales en Medellín, PRIMED. Este programa surgió

enmarcado por la creciente crisis de gobernabilidad de Medellín, agudizada por el

narcotráfico, que demando la creación, desde el gobierno nacional, de la Consejería

Presidencial para Medellín y su Área Metropolitana.16

Los componentes y énfasis del PRIMED se orientaron hacia la planeación y gestión,

la promoción y participación comunitaria, el mejoramiento barrial y la mitigación del

riesgo, el mejoramiento y reubicación de viviendas, y la legalización de predios. En sus dos

fases de actuación intervino, en la zona Noroccidental de Medellín, los barrios El Progreso

No. 2, El Triunfo, Mirador del Doce, Picacho y Picachito; en la zona Centroccidental, los

barrios El Salado, Las Independencias y Nuevos Conquistadores; en la zona Centroriental,

los barrios Trece de Noviembre y partes de El Pinal y Los Mangos; y, en la zona

Nororiental, los barrios Santo Domingo, Carambolas, Carpinelo y sectores aledaños.17

Como lecciones significativas aprendidas del PRIMED, entre otras, se destacan el

mejoramiento integral de barrios como estrategia para actuar sobre la informalidad en el

sitio donde acontece, sin requerir desplazamientos, ni nuevos asentamientos; la formulación

e implementación de procesos de planeación y gestión zonal (Planes de Intervención Zonal-

PIZ), garantes de la generación de impactos positivos en la estrategia de focalización de la

inversión pública, privada, solidaria y comunitaria; el fortalecimiento del capital social

local, mediante la formación en nuevos liderazgos y la apropiación de metodologías

flexibles para la formulación, gestión e implementación de proyectos sociales; el

incremento significativo de la calidad de vida de la población generado por las obras de

16 El PRIMED fue creado mediante el Decreto 21 de 1993. Para su operación fue designada la Corporación de Vivienda y Desarrollo Social-CORVIDE, organismo competente en materia de desarrollo de las políticas de vivienda en Medellín17 En 1996, el PRIMED fue postulado ante la Agenda Hábitat de Naciones Unidas, por el Ministerio de Desarrollo Económico, como la mejor práctica de La República de Colombia, resultando seleccionada entre las 16 más significativas del mundo (Alcaldía de Medellín, 2007a, p. 6).

52

mitigación del riesgo y de mejoramiento barrial, de equipamientos para educación, salud,

deporte y recreación; la titulación de viviendas; la apertura y adecuación institucional para

la vinculación de recursos provenientes de la cooperación internacional, del crédito con la

banca internacional, de la Nación y de las organizaciones privadas, no gubernamentales y

comunitarias, dirigidos a la intervención integral y focalizada de la rehabilitación de

asentamientos de inacabado proceso de consolidación en Medellín, en Valle de Aburrá,

Antioquia y Colombia (Alcaldía de Medellín, 2007a, pp. 6-7).

Con PRIMED, en Medellín, se apropiaron los aprendizajes de Moravia y se avanzó

en la construcción de ciudad mediante la constitución de su territorio, desde

transformaciones significativas y focalizadas de la materialidad en el sitio, mediante los

componentes de mejoramiento barrial, mitigación del riesgo geológico y, construcción,

mejoramiento y reubicación de vivienda; así mismo, desde la movilización y promoción de

dinámicas sociales y culturales, acompañadas de diversas semantizaciones generadas desde

los componentes de planeación y gestión, participación y promoción comunitaria y,

legalización de viviendas y predios. Adicionalmente, en este programa se combinaron

acciones relativas a la intervención y mejoramiento del hábitat en el lugar, la reubicación a

su interior y en otros lugares de la ciudad; la focalización e integralidad de la intervención

se fortaleció, aportando y alentando aún más orientaciones dirigidas a profundizar

auténticos procesos de constitución de territorio.

Mediante el programa de titulación de predios urbanos de vivienda de interés social

en el barrio Playón de los Comuneros, Comuna 2 de Medellín, realizado entre 1995 y 2001,

también liderado por la Corporación de Vivienda y Desarrollo Social-CORVIDE, se

llevaron a cabo la compra y la cesión de lotes como opción habitacional dirigida a los

pobladores de sectores informales, con la finalidad de garantizarles el acceso a la tierra

urbana, a obtener escrituras de los predios que ocupaban, a afianzar los patrimonios

económicos de sus familias y, entre otras cosas, a contar con la posibilidad de acceder al

sistema financieros formal; todo ello, en suma, buscó promover la cultura de la legalidad y

transformaciones socioculturales vinculadas con la transferencia y el legado de derechos

adquiridos formalmente entre los miembros de la familia.

53

Esta experiencia también dejó aprendizajes significativos vinculados a los procesos

de construcción de ciudad y, por tanto, de constitución de territorio. Entre los más

relevantes pueden reseñarse: saneamiento y titulación de predios urbanos, representadas en

la adquisición de escrituras públicas; articulaciones entre las políticas de subsidios para

vivienda puestas en vigencia tanto en el ámbito nacional como en el municipal;

formulación e implementación de procesos de planificación participativa dirigidos a superar

la planeación sectorial y a buscar transversalidades al implementar simultáneamente planes,

programas y proyectos multisectoriales, interdisciplinarios, interinstitucionales y flexibles

dirigidos a movilizar y focalizar las inversiones públicas, privadas, sociales y comunitarias

dispuestas para procesos de desarrollo territorial (Alcaldía de Medellín, 2007a, pp. 7-8).

Las vivencias asociadas con la experiencia en el barrio Playón de los Comuneros

permitió avanzar y consolidar, sin proponérselo, en la consolidación de procesos de

construcción de ciudad, en este caso, desde el fortalecimiento de las dinámicas

socioculturales, la dotación de nuevos sentidos y la apropiación de la materialidad,

elementos constitutivos del territorio (Gutiérrez, 2008). Si bien no hubo intervención

directa sobre la materialidad, es decir, acciones de intervención en la adecuación,

mejoramiento o construcción de viviendas, la legalización de la tenencia movilizó e

impactó positivamente en gran medida la apropiación y el sentido de pertenencia al lugar,

dinamizando el proceso de constitución del territorio (Gutiérrez y Pulgarín, 2009).

1.3.2 El programa de mejoramiento integral de barrios-PMIB

Como resultado de las experiencias urbanas reseñadas y otras, como las vividas en los

barrios El Limonar, la Iguaná y Villa Tina, fundamentaron el surgimiento de los programas

de mejoramiento integral de barrios-PMIB, soporte de los PUI y bases del PUI-NOR. Su

principal propósito se orientó hacia la potenciación del crecimiento armónico y la evolución

de los asentamientos en precarias condiciones de adecuación, mediante acciones de

planificación concertada y la implementación de mecanismos integrales de gestión y

financiación. Predominan como beneficiaría del PMIB, la población de estratos

socioeconómicos 1 y 2: bajo-bajo y bajo; precisamente, aquellos que son objetivo

54

prioritario y sujetos de la acción de mejoramiento urbano, como contribución al desarrollo

humano integral y sostenible de los asentamientos humanos en la ciudad (Alcaldía de

Medellín, 2007a), esencia y finalidad de los procesos de constitución del territorio, dado

que es éste el que se desarrolla, en forma planificada (Gutiérrez y Sánchez, 2009).

Los PMIB buscan facilitar desarrollo de asentamientos con formas de producción

informal del hábitat, protegiendo potencialidades y fragilidades naturales y del ambiente;

así mismo, buscan el disfrute y beneficio, desde el aumento en calidad de vida de la

población, en términos de habitabilidad y mejoramiento de sus entornos naturales. Estos

PMIB, se basan en 4 principios eje: prevalencia del interés público y la función social y

ecológica de la propiedad; distribución equitativa de las cargas y beneficios derivados del

desarrollo urbano; protección incremento y calidad en la oferta de espacio público; y,

procesos de ordenamiento en forma participativa y concertada en las diferentes fases -

formulación, ejecución, seguimiento, evaluación y ajuste-, posibilitando

complementariedad, de acuerdo con las circunstancias del momento y las dinámicas

demandas ciudadanas (Alcaldía de Medellín, 2007a, pp. 13-14). Su finalidad esencial está

orientada a “hacer urbanismo” y

construcción de ciudad a partir de un planeamiento urbano integral que incorpora nuevos territorios al desarrollo urbano o adecua los existentes, incluyendo nuevas funciones y formas urbanas en sus tejidos de manera que permite el adecuado desenvolvimiento de las diferentes actividades de la vida urbana: habitación, trabajo, recreación y encuentro ciudadano. El ordenamiento de asentamientos precarios se hace mediante los instrumentos de planificación como los planes parciales de mejoramiento integral o los proyectos urbanos para la regularización urbanística, aplicación de la función pública del urbanismo en procesos de participación democrática para mejorar la calidad de vida de estas comunidades y asegurar la eficiencia de las políticas públicas. El proyecto urbano se construye y concerta con los diferentes actores de la comunidad y del Estado en desarrollo de estrategia transversal de participación, comunicación y concertación, privilegia el interés general para posibilitar el acceso a vías públicas, infraestructuras de transporte, instalación de servicios públicos definitivos, espacios públicos y equipamientos, disminución de los conflictos derivados de las relaciones entre espacio privado y espacio público para concretar el derecho a una vivienda digna, la protección a moradores, las normas y usos del suelo acordes a la realidad. Se protocoliza en decreto o licencia de legalización urbanística con usos del suelo, normas específicas con densidades, aprovechamientos y obligaciones que serán consideradas por las curadurías urbanas en la expedición de las licencias de urbanización, construcción, aprobación de planos de propiedad horizontal y en el reconocimiento de la existencia de edificaciones, facultando al municipio de Medellín para definir sanciones a quienes estén en contravía del mismo (Alcaldía de Medellín, 2007a, pp. 29-30)

Con los criterios de política base de los PMIB, se busca fortalecer la construcción de

vivienda de interés social y la localización de actividades productivas en el entorno de

55

Medellín; se convierte el espacio público en el elemento estructurante del ordenamiento

territorial; se contribuye a restringir el crecimiento de la ciudad sobre los bordes de las

montañas circundantes; se orienta el crecimiento de la ciudad racionalizando el uso y

ocupación del suelo con acciones de renovación, redesarrollo, densificación, mejoramiento

y consolidación habitacional; se concede prioridad al mejoramiento de la infraestructura

para la movilidad de los peatones; se dota a los barrios de espacios públicos, equipamientos

y actividades complementarias; y, entre otras cosas, se originan procesos de participación

mediante estrategias de formación ciudadana (Alcaldía de Medellín, 2007a, p. 14).

En suma, con los PMIB, se promueven acciones integrales orientadas de conjunto, a

la constitución de territorio en los términos concebidos por Gutiérrez y Sánchez (2009), es

decir, interviniendo para modificar y transformar la materialidad, el espacio geográfico;

intencionando alrededor de estas intervenciones físicas, dinamizaciones socioculturales e

incrementos en la apropiación y los sentidos de pertenencia al lugar; y, adicionalmente,

promoviendo la participación de diversos y múltiples sujetos en los procesos de decisión y

mejoramiento de las condiciones y la calidad de vida de la población en general. Evidencia

de ello, es el reconocimiento, como parte de sus principales logros, la implementación de

lineamientos, principios y componentes del modelo de ocupación, imaginario, objetivos,

políticas y contenidos de los programas y proyectos estratégicos del Plan de Ordenamiento

Territorial-POT adoptado a comienzos de la década del 2000 en Medellín; su contribución

a la consolidación de la política de intervención en los asentamientos precarios del

municipio de Medellín; el planteamiento de alternativas para enfrentar la limitada

capacidad de acción institucional, combinando políticas públicas preventivas orientadas a

romper el ciclo de exclusión que genera la informalidad, el riesgo geológico y la

inaccesibilidad a los servicios públicos básicos; y, al tiempo, la generación de efectos e

impactos relevantes de la inversión pública, privada, no gubernamental y comunitaria

dirigida a beneficiar la población más necesitada (Alcaldía de Medellín, 2007a, p. 82).

La ejecución de los PMIB en Medellín, ha dejado aprendizajes que, en conjunto,

han permitido aclarar, despejar y orientar el panorama en futuras intervenciones urbanas

focalizadas (Alcaldía de Medellín, 2007a, pp. 80-81), en particular, aquellas dirigidas, aún

sin intencionalidad manifiesta, a provocar una manera particular de construir ciudad y de

56

contribuir a animar procesos de dinamización y constitución de territorio. Entre otros,

pueden destacarse su consideración como modelo de intervención en asentamientos

urbanos inacabados o de insuficiente adecuación, generador de confianzas hacia el Estado,

capaz de afrontar fenómenos de informalidad urbana estructural; el que sean programas que

exigen soporte institucional para fluir, evaluarse y ajustarse en el tiempo, requiriendo, por

tanto, en primer lugar, de formulaciones de propuestas de ordenamiento territorial

concertadas a partir de actuaciones urbanas integrales con horizontes, mínimo, de 10 años y

dirigidas a mejorar la calidad de vida y la vivienda social urbana de los sectores de bajos

ingresos y, en segundo lugar, de vincular, articular y potenciar la combinación de recursos

provenientes de la cooperación internacional, del crédito bancario y de otras fuentes de

financiación que garanticen y posibiliten su adecuada y efectiva financiación.

El principal activo de los PMIB, lo constituye la construcción de capital social,

vinculado a la implementación de los programas y la participación de sectores sociales

tradicionalmente excluidos, en la construcción del proyecto colectivo de ciudad. Se trata, en

esencia, de acciones integrales para la consolidación de una ciudad incluyente, equitativa y

moderna, en donde la transformación física, la dotación de nuevos sentidos, el

fortalecimiento de las organizaciones comunitarias y sociales y las apropiaciones que

generan sentidos de pertenencia, mayores arraigos e identidades, en conjunto, guían la

totalidad de la intervención.

Los PMIB, como política compartida Estado-Sociedad para la gobernabilidad de los

asentamientos en desarrollo, la consolidación de los procesos de participación democrática

y la constitución de territorios, afrontan sus propios retos. Se destacan como tales, la

consolidación del modelo de ocupación territorial planteado por el POT según prioridades

adoptadas en los respectivos planes de desarrollo; garantizar el ingreso de recursos del

crédito ante la imposibilidad de las administraciones local, departamental y nacional para

soportar sus costos con los recursos propios; desarrollar, adecuar e implementar los

instrumentos de gestión y financiación de la Ley 388 de 1997; expedir normas específicas,

acordes con la realidad, aplicables por las curadurías urbanas en los barrios y sectores con

decreto o resolución de legalización urbanística resultado de procesos consensuados en el

57

territorio; garantizar seguimiento y evaluación de los PMIB, en tanto política pública de

intervención en los asentamientos precarios (Alcaldía de Medellín, 2007a, pp. 81-82).

La reseña efectuada deja ver que, sin proponérselo, ni intencionarlo explícitamente,

las tres experiencias convergen en procesos típicos de constitución de territorio en virtud a

que, en primer lugar, apuestan por transformaciones positivas de una materialidad, un lugar,

espacio físico o geográfico determinado, acotado y mapeable; en segundo lugar, dinamizan

fuertemente la actividad sociocultural vinculable a las transformaciones físicas previstas,

empleando para el efecto diversas estrategias de promoción y fortalecimiento de la

participación individual y colectiva de los sujetos territoriales, bien sean los voceros de las

entidades gubernamentales, los representantes de empresas privadas o los voceros de

organizaciones no gubernamentales, sociales y comunitarias; y, adicionalmente, en tercer

lugar, logran como efecto e impacto positivo, nuevos usos de la materialidad transformada,

otras representaciones y simbologías que constituyen, en conjunto, otras semantizaciones

del lugar, de la materialidad considerada.

Al complementarse todo ello con la consideración del contexto que incide en la

intervención, con la focalización e integralidad de la acción y la finalidad explícita de

vinculación a otros proyectos, programas o planes orientados a procurar el mejoramiento de

las condiciones y de la calidad de vida de la población objetivo, da lugar a procesos típicos

de constitución de territorio, apoyados en prácticas sociales particulares y, por tanto, objeto

de estudio y, consecuentemente, de enseñanza (Gutiérrez y Pulgarín, 2009; Pulgarín, 2008).

1.3.3 Los proyectos urbanos integrales-PUI

Enmarcados por los PMIB reseñados, emergen los proyectos urbanos integrales-PUI,

concebidos como un “.. .instrumento de intervención urbana que abarca lo físico, lo social y

lo institucional, con el objetivo de resolver problemáticas especificas sobre un territorio

definido, colocando todas las herramientas del desarrollo de forma simultánea en función

58

del área de intervención”,18 aplicable en lugares donde exista una marcada ausencia del

Estado, en procura del mejoramiento de las condiciones de vida de sus habitantes.

Los PUI tienen como objetivo, implementar modelos de intervención integral que

contengan los componentes de participación comunitaria, coordinación interinstitucional,

promoción de vivienda, mejoramiento del espacio público y de la movilidad, adecuación de

equipamientos colectivos y recuperación del medio ambiente, dirigidos al mejoramiento de

las condiciones de vida de los habitantes de la zona intervenida, mediante la ejecución de

iniciativas de desarrollo integral que acerquen a la administración municipal con las

comunidades, mediante la participación comunitaria permanente, la generación de empleo

y el fortalecimiento del comercio: un instrumento de intervención urbana integral dirigido

hacia la constitución y el desarrollo del territorio (Gutiérrez y Sánchez, 2009).

Su componente social, en particular, es fundamental en la estrategia metodológica

para lograr el desarrollo en el lugar de intervención, con la participación ciudadana, el

fortalecimiento de la organización comunitaria y la promoción de liderazgo que posibiliten

la recuperación del tejido social; es esencial que la comunidad participe activamente en

todas las etapas del proceso, desde la identificación de problemáticas y oportunidades a

través de recorridos de campo, hasta la formulación y aprobación de los proyectos mediante

la utilización de prácticas de diseño participativo; en otras palabras, su orientación está

dirigida a la dinamización sociocultural de la población asentada en el área de intervención,

a la generación de nuevos sentidos en su ocupación y uso, y, a incrementar sentidos de

pertenencia, aspectos relevantes de los procesos de constitución de territorio.

El institucional, consiste en la coordinación integral de las acciones de todas las

dependencias del municipio en una zona, comuna, corregimiento, barrios o sectores de

ellos; también se promueven alianzas con el sector privado, organismos no

gubernamentales-ONG, entidades nacionales e internacionales y con las organizaciones

comunitarias a fin de promover y garantizar la vinculación de los diferentes sujetos

interesados en la constitución del territorio (Gutiérrez y Sánchez, 2009), y, al tiempo,

llamados de un lado, en lo concerniente a los que representan la estructura gubernamental

18 En Internet: Sitio Web de la Empresa de Desarrollo Urbano EDU: www.edu.gov.co, http://www.edu.gov.co/index.php?option=com_contentytask=viewyid=159yItemid=213, último acceso el 01/03/2009.

59

del Estado, al cumplimiento de la función pública al respecto, atribuida constitucional y

normativamente; y, del otro lado, en lo que hacer referencia a quienes no hacen parte de

esta estructura, es decir, la empresa privada, la academia y los sectores sociales, cívicos y

comunitarios, a cumplir su doble responsabilidad social, todos, en relación con la búsqueda

del desarrollo del territorio, mediante su adecuada y oportuna planeación.

El componente físico, incluye la construcción y mejoramiento de espacios públicos

y vivienda; adecuación de edificios públicos y recuperación de medio ambiente, a través de

la construcción de parques, aspectos que enmarcan la intervención transformadora sobre la

materialidad, otro aspecto constitutivo del territorio (Gutiérrez y Sánchez, 2009)

Y, el componente de gestión institucional busca propiciar en los líderes, grupos

organizados y la comunidad su participación en el PUI, además convoca a las

organizaciones sociales, establece mecanismos de participación y concertación, informa,

comunica y propicia la cooperación y apropiación del programa por parte de la comunidad,

contribuyendo al fortalecimiento del capital social, requerimiento de la sostenibilidad del

territorio y fundamento de los procesos de planeación para el desarrollo del territorio

(Gutiérrez y Sánchez, 2009).

Como estrategia general, se promueve la participación de los sujetos sociales,

privados, comunitarios y cívicos en el antes, durante y después de la ejecución del PUI, en

la intervención física, esbozo y concertación de diseños participativos de obra, promoción

de la prevalencia del interés público sobre el interés privado, formación para su

participación como mano de obra calificada, acompañar el seguimiento y la veeduría

ciudadana a la intervención, generar sentido de pertenencia; es decir, los PUI asumen como

parte de sus soportes, la presencia y vinculación de sujetos, individual y colectivamente

considerados, para su implementación, otro de los principios atribuidos por Gutiérrez y

Sánchez (2009) a los procesos de constitución del territorio.

Tal participación se concreta identificando potencialidades de la zona, haciendo

propuestas y en la concertación sobre actuaciones urbanísticas, en los talleres de

imaginarios, en la formación sobre el uso y apropiación de los espacios públicos, en la

veeduría de los proyectos y en los comités de obra, en la selección de mano de obra, en la

ejecución de los proyectos y en la entrega de éstos a la comunidad. Se identifican y se

60

convocan a los líderes de la comunidad, para crear espacios de información, formación y

participación, conformación de comités comunitarios y de concertar acciones con las

organizaciones sociales y la comunidad.

En este modelo de intervención se vinculan el Consejo Consultivo Comunitario de

la zona, las Juntas Administradoras Locales, las Juntas de Acción Comunal reunidas en

Asocomunales, las Mesas Barriales, las ONG, las organizaciones sociales y comunitarias,

los líderes institucionales, naturales y la población en general. Los comités comunitarios, se

conciben como estrategia de sensibilización, información, concertación, divulgación y

promoción al interior de las comunidades. Los talleres de imaginarios, como metodología

social que involucra a la población en la formulación de los proyectos, en la participación

activa en todas las etapas del proceso, desde la identificación de problemáticas y

oportunidades por medio de recorridos de campo, hasta la formulación y aprobación de los

proyectos mediante la utilización de prácticas de diseño participativo. Con ello se posibilita

la formación, concertación, participación y decisión colectiva frente al modelo de

intervención integral.

Adicionalmente, la participación ciudadana y comunitaria, la identificación de

nuevas áreas de oportunidades y problemáticas, el incremento del sentido de pertenencia

con el proyecto, la presencia de la administración municipal de manera coordinada;

espacios públicos que permiten el encuentro y la convivencia de los habitantes; realizar una

gestión con transparencia y coordinación y, lo más importante, recuperar la confianza en la

ciudad y encontrar ciudadanas y ciudadanos comprometidos con el desarrollo de su

territorio.

Los PUI están insertos en la política pública vigente, han estructurado sus

componentes y poseen su propia metodología de trabajo, diseñada para que los diversos

sujetos del territorio, acompañen permanentemente el proceso, lo que legitima cada una de

las intervenciones desarrolladas (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 7). Una síntesis de los

componentes propios de los proyectos urbanos integrales, de su secuencia lógica y de su

vinculación con el plan de ordenamiento territorial-POT vigente en Medellín, se puede

apreciar en la gráfica 2:

61

Grafica 2. Inserción política y componentes de los PUI

Fuente: Alcaldía de Medellín (2006)

Metodológicamente, los PUI poseen su propia estructura de planificación: diagnostico,

formulación y gestión; distribuidos en tres fases: diseño, ejecución y animación; y, en diez

etapas: reconocimiento físico-social, perfil del proyecto, anteproyecto y proyecto

arquitectónico, en la fase del diseño; insumos para la contratación, contratación y obra, en

la fase de ejecución; planteamiento, gestión y ejecución, en la fase de animación:

Gráfica 3: Metodología de los PUI

Fuente: Alcaldía de Medellín (2006)

62

En Medellín, a partir del 2004, teniendo como punto de partida el PUI-NOR, primero en

implementarse, se han desatado y están en marcha otros PUI, dirigidos a luchar contra la

exclusión y la desigualdad, en las zonas Noroccidental y Centroriental, en la Comuna 13

(barrios las Independencias, Juan XXHI-La Divisa y Vallejuelos), en Altavista y en la

Iguaná. Como tales, estas iniciativas gubernamentales, vinculantes de esfuerzos, iniciativas

y recursos de la empresa privada, la academia, las organizaciones no gubernamentales,

sociales, cívicas y comunitarias, con la contribución de diferentes fuentes de financiación

nacional e internacional, se pueden asociar con estrategias coherentes, capaces de orientar

procesos de constitución de territorios desde la transformación intencionada, concertada y

focalizada de la materialidad; la promoción de dinámicas socioculturales novedosas; y, la

emergencia de semantizaciones que otorgan nuevos usos, sentidos, apropiaciones y, entre

otras cosas, sentidos de arraigo y pertenencia relevantes (Gutiérrez, 2008; Gutiérrez y

Pulgarín, 2009; Gutiérrez y Sánchez, 2009). Estos procesos además, al estudiarse, en

particular, desde la óptica de las prácticas sociales, permiten hacer visibles potencialidades

pedagógicas motivantes para nutrir procesos de formación (Pulgarín, 2008).

1.4 El programa urbano integral de la zona nororiental de Medellín, PUI-NOR

El PUI-NOR fue seleccionado como la experiencia real a describir y comprender en razón a

su contribución al proceso de constitución en territorio de su área de influencia, a partir de

la combinación de acciones transformadoras de la materialidad, la generación de dinámicas

socioculturales y las nuevas semantizaciones provenientes de diversas prácticas sociales

que soportan, así mismo, potencialidades pedagógicas motivantes y estimulantes aplicables

a procesos de formación ciudadana, en contexto y con la clara intencionalidad de mejorar

las condiciones de vida de la población que habita el espacio geográfico intervenido. Una

breve historia, unida a la descripción del programa y componentes, se exponen enseguida.

A mediados del siglo XX se inicia en Medellín la formación de los primeros

asentamientos periféricos al nororiente de la ciudad, los cuales hoy hacen parte de las

comunas 1 y 2. Por estos horizontes, Medellín iba territorial y administrativamente, hasta

63

los barrios Berlín, San Isidro y Aranjuez, generados a partir de diversos momentos

orientados por la parcelación medianamente planificada de acciones dirigidas a fomentar

desarrollo formal, de acuerdo con la normatividad vigente. La ocupación de asentamientos

se realizó, principalmente, a lo largo de la carrera 52, denominada Carabobo, de norte a sur,

la única vía de adecuaciones aceptables existente en el sector. De a poco, otros

asentamientos se fueron ubicando de manera fragmentada, independiente, sin conexiones

viales y separados entre sí por la forma geográfica del área, definida a partir del sistema de

quebradas, el cual no permitió la integración espacial, vial, ni habitacional. Los barrios más

cercanos al río Medellín, en la parte baja de la zona nororiental, fueron trazados

geométricamente respetando una planeación por manzanas, según las posibilidades y

restricciones que brindada la topografía. No había equipamientos colectivos, ni servicios

públicos adecuados y, las vías en su mayoría, eran senderos peatonales o carreteables.

En los años 60's, la zona se transformó sustancial y completamente. Surgieron

nuevos asentamientos que vinieron a ocupar los espacios geográficos libres. Entre los

barrios Andalucía y Santa Cruz, se fundaron los barrios Villa Niza y Villa del Socorro, con

trazados diversos dado que correspondieron a intervenciones públicas, orientadas mediante

estrategias de urbanización formal destinadas, prioritariamente, a mitigar el déficit de

vivienda de interés social ya existente para la época. Al tiempo, empezaron las ocupaciones

ilegales, las invasiones y posesiones que conformaron luego los barrios Granizal, Popular y

Santo Domingo Savio; por sus características de barrios informales e ilegales, en proceso

de consolidación, no disponían de vías adecuadas para el acceso, servicios públicos, ni

equipamientos colectivos. La forma irregular de apropiación del espacio y la topografía

misma de los terrenos, impidieron la realización de trazados en forma de manzanas, tal

como aconteció en los barrios planificados ubicados en la parte baja del sector. La densidad

aumentó con los años y, para comienzos de los 70's, quedaban muy pocos espacios vacíos

para ocupar; sólo estaban disponibles las cuencas y los retiros de las quebradas, lugares de

alto riesgo geológico para la construcción de viviendas o equipamientos colectivos, dado su

evidente grado de amenaza por inundación y deslizamiento y, de vulnerabilidad, para la

población que allí osara asentarse.

64

La zona nororiental era ya, para entonces, un sector bien definido conforme la

ocupación y el uso del suelo; se notaba la diferencia sustancial entre los barrios de la parte

baja -hoy, Comuna 2- que fueron mejor intervenidos y los de la parte alta -hoy, Comuna 1-

en su mayoría, asentamientos inadecuados y en constitución, típicos de las invasiones

irregulares y no planeadas. Aún así, mediante la intervención continua de entidades de la

estructura gubernamental del Estado, en estos asentamientos humanos se empezaron a

construir vías de acceso que, a pesar de las condiciones difíciles de los terrenos, lograron

conectar y comunicar los barrios existentes. La densidad poblacional aumentó rápidamente,

así como la tipología de las edificaciones las cuales empezaron a crecer horizontalmente y

en altura. El espacio disponible, aún el que era concebido como de alto riesgo geológico,

continuaba disminuyendo ante el incremento de las invasiones, principalmente a lo largo de

las cuencas de las quebradas La Herrera y Juan Bobo.

Para la década de los 80's, la zona nororiental de Medellín se vigoriza y conforma

aún más. Continuaron aumentando las edificaciones, en particular las destinadas a vivienda

en material definitivo, así como la definición y articulación de los trazados viales, de

senderos carreteables y peatonales. Las áreas verdes de los interiores de manzanas fueron

desapareciendo y se redujo el espacio libre en las cuencas de las quebradas debido a las

continuas invasiones. Este fenómeno hizo que los barrios, de procedencia y características

distintas, empezaran a verse como una única aglomeración urbana, sin límites definidos,

excepto por las quebradas y la topografía de los terrenos. En los barrios de la parte alta

como El Popular, los senderos peatonales se fueron transformando en calles definidas. Al

inicio del siglo XXI, ya se contaba con vías asfaltadas, equipamientos colectivos, servicios

básicos e iluminación pública; y, se iniciaba la formalización y legalización de la tenencia.

Aunque la zona se consolidó en su totalidad para la década de los 90's, siguió

siendo marginal, con altos índices de inequidad y de violencias, con bajos niveles en la

calidad de vida y el más bajo de los resultados en desarrollo humano; las cuencas y zonas

de retiro de las quebradas siguieron ocupándose y no existían eficientes conexiones viales,

intercomunicación, ni conectividad entre los barrios. La intervención de las organizaciones

propias de la estructura gubernamental del Estado, tanto municipal como departamental y

nacional, continuaba siendo escasa, aleatoria y no planificada. Ante la insuficiente

65

presencia de la fuerza pública, se fue tornando cada vez más grave la situación de

seguridad, sobre todo a finales del siglo XX, cuando la crisis social del sector pasó por su

peor momento, con la presencia de bandas, milicias y autodefensas en conflicto mutuo.

Cuatro grandes problemas aquejaban para entonces la zona, en particular a las

Comunas 1 y 2, a saber: altos niveles de pobreza, inapropiadas intervenciones del Estado,

déficit de espacio público y discontinuidad en la movilidad peatonal y, déficit de vivienda,

deterioro y agotamiento del medio ambiente (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 6). Esta

realidad se hizo más visible con la construcción del metrocable y gestó las bases de un

programa urbano integral, enmarcado en los PMIB, para atenderla estratégicamente: El

PUI-NOR, el cual hace parte del proyecto estratégico de intervención integral en el área de

influencia de metrocable, concebido como PMIB; no abarcó desde su formulación, ni

durante la ejecución, toda la jurisdicción de las comunas 1 y 2 de la ciudad. Se planificó

desde su origen, como iniciativa de la Alcaldía de Medellín y la Empresa de Desarrollo

Urbano-EDU, en 2004; inició su ejecución en Marzo de 2005 y, aunque formalmente aún a

la fecha tiene acciones puntuales en obra, su finalización oficial fue en Julio de 2007.

Como tal, es un proyecto de intervención urbana que articuló lo físico, lo social y la

coordinación interinstitucional con el objetivo de atender problemas dentro del área de

influencia de un espacio geográfico predefinido conforme la trayectoria del metrocable, el

cual se caracterizaba, en esencia, por la recurrente y fragrante ausencia de acciones e

intervenciones propias de la función pública atribuida a las organizaciones de la estructura

gubernamental del Estado; buscó, como finalidad explícita, incidir en la trasformación

social de los habitantes impactados por el programa, integrando estrategias de desarrollo

local dirigidas a elevar la calidad de vida y concentrando “todos sus recursos en un solo

territorio, con el ánimo de focalizar los esfuerzos y lograr un resultado que se refleje en el

desarrollo y transformación integral de las comunidades, en lo social y en l o físico”.19 Su

diseño consideró, además, modelar intervenciones replicables en otras zonas de la ciudad,

de características similares; metodológicamente contempló la participación comunitaria

para legitimar, apropiar y convalidar los proyectos realizados.20

19 Hernández, C. (2006). El Proyecto Urbano Integral de la Nororiental. Un Verdadero Milagro Social. Medellín: EDU.20 Ver: http://www.edu.gov.co (consultada en septiembre 20 de 2010).

66

Mapa 1: División político-administrativa de las comunas 1 y 2. Área de influencia PUI-NOR

Fuente: elaboración propia apoyada en cartografía EDU, 2011

El PUI-NOR fue formulado e implementado para 20 barrios de la zona nororiental,

articulado a otros proyectos estratégicos previstos, tales como el Parque Biblioteca Santo

Domingo-Biblioteca España, el Centro de Desarrollo Económico Zonal-CEDEZO, los

colegios de calidad Santo Domingo Savio-Antonio Derka e Institución Educativa La

Candelaria, los proyectos de generación de espacios públicos en el norte que incluyeron la

intervención en el cerro Santo Domingo, varios proyectos de generación de equilibrio

urbano y de recuperación de la calidad ambiental del POT y, la construcción del metrocable

desde la estación Acevedo hasta el barrio Santo Domingo. Todos, en su conjunto,

consolidaron un modelo de ocupación territorial entre la longitudinal del río Medellín,

sobre la carrera 52, y la conformación del borde de protección ambiental y urbanística al

oriente de la ciudad, en límites con el corregimiento de Santa Elena. Su área de influencia

impactó directamente a habitantes de los barrios La Francia, Andalucía, Granizal, Santo

Domingo Savio No.1, y partes de los barrios Villa Niza, Villa del Socorro, Moscú No. 2,

Popular, Santo Domingo Savio No.2, La Esperanza No.2 y La Avanzada.

La concepción descrita del PUI-NOR, fue coherente y consecuente con su

programación e implementación al basarse en tres componentes eje que, a su vez,

67

denotaron su intencionalidad transformadora de la realidad geográfica, social, cultural y

organizativa del área de influencia, así como el fortalecimiento de la institucionalidad

pública, privada, no gubernamental, social y comunitaria: físico, social e institucional.

Desde el componente físico, se trazó cuatro propósitos orientadores: adecuación de

espacios públicos mediante el mejoramiento de calles, la construcción de parques y

plazoletas, con la finalidad de fomentar la continuidad en la movilidad a partir de puentes

peatonales y vehiculares; adaptar nuevos equipamientos colectivos como la construcción de

bibliotecas públicas, terminales de buses, estaciones de policía, parque biblioteca y centros

de desarrollo empresarial, todos ellos, a manera de escenarios para el encuentro ciudadano;

promover programas habitacionales mediante la regularización, legalización, mejoramiento

y construcción de edificios de vivienda mixta, vivienda de borde, vivienda en interior de

manzana abierta y el plan terrazas, dirigidos a reducir el déficit habitacional; y, a la vez,

mitigación del deterioro ambiental mediante estrategias de reforestación, adecuación de

áreas para la educación ambiental, renovación de fauna y flora, construcción de sistemas de

recolección y tratamiento de aguas residuales, obras de control a la erosión, manejo de

residuos sólidos, recuperación de corrientes de agua, reubicación de viviendas ubicadas en

zonas de alto riesgo geológico, así como la promoción de campañas preventivas, de

conservación y control de las cuencas de quebradas. Con ello, en conjunto, el PUI-NOR

generó cambios relevantes, significativos y positivos en la materialidad enmarcada por su

área de influencia, al interior de las Comunas 1 y 2 de Medellín.

Desde los componentes social e institucional, el PUI-NOR se orientó a partir de dos

propósitos: de un lado, el fortalecimiento de las organizaciones comunitarias mediante la

capacitación de líderes, la realización de actividades informativas, el monitoreo y

evaluación del proyecto y, la conformación de comités comunitarios; del otro lado, la

promoción de intervenciones adecuadas por parte de las entidades que hacen parte de la

estructura gubernamental del Estado a partir de la conformación de un comité directivo

municipal, la formación de mesas de trabajo con entidades públicas para lograr acuerdos

con este sector, así como con el sector privado y académico de la ciudad, junto a la gestión

para la participación de entidades nacionales y agentes de la cooperación internacional.

68

El componente social, tuvo su énfasis en fortalecer las organizaciones comunitarias,

sociales, cívicas y de base, así como en el plan de comunicaciones públicas que posibilitó la

circulación efectiva de información; en este escenario, se hacen visibles transformaciones

positivas en las dinámicas y construcciones socioculturales de la población que habita la

zona, así como en la dotación de nuevos sentidos, significados renovados y apropiaciones

diversas de los nuevos escenarios y espacios públicos construidos; ello, de conjunto,

permite visibilizar semantizaciones que dan cuenta de las apropiaciones adecuadas de la

materialidad transformada.

El interinstitucional, generó instancias, momentos y tipos de coordinaciones

interinstitucionales e intersectoriales, tanto en el orden de lo público, como de lo privado y

entre ambos, movilizando relaciones de poder, de incidencia y presencia institucional en la

zona, fortaleciéndose.

Los tres componentes aludidos, es visible, respondieron conjuntamente a la

búsqueda de cumplir los objetivos específicos, general y, ante todo, el objetivo superior

atribuido al programa: “elevar las condiciones de vida de los habitantes del área de

intervención mediante la ejecución de iniciativas de desarrollo integral que acerquen la

Administración Municipal con las comunidades” (Alcaldía de Medellín, 2006; Alcaldía de

Medellín, 2007a; Alcaldía de Medellín, 2008; Departamento Nacional de Planeación-DNP,

Alcaldía de Medellín y EDU, 2008; EDU, 2006a; Hernández, 2008).

Procurar alcanzar los propósitos, objetivos, metas y llevar a buen término el PUI-

NOR en el período 2004-2007, fue una función encomendada a la Empresa de Desarrollo

Urbano-EDU, ente municipal, administrativo y autónomo que hizo la gerencia del proyecto,

orientó el diseño y la planeación, dirigió la organización, administración de recursos e

información, así como la ejecución de las obras, las contrataciones requeridas para

realizarlas, el seguimiento y evaluación del programa (Alcaldía de Medellín, 2006).

La experiencia del PUI-NOR dejó en criterio de la Alcaldía de Medellín (2006, pp.

22.23), logros y recomendaciones relevantes para la ciudad. Entre los logros, se destacan la

apropiación de la metodología de intervención reflejada en los beneficios del proyecto dado

que fue evidente, la transformación positiva de la zona de intervención desde los

componentes físico-espacial, social, cultural, ambiental y económico, contribuyendo

69

significativamente al mejoramiento del índice de desarrollo humano y al incremento de la

calidad de vida de sus habitantes.

El principal logro del PUI es desarrollar una metodología que sirve como modelo eficaz de intervención urbana con un alto componente social. La conformación de los comités, es el eje desde donde las obras de infraestructura se convierten en una herramienta de desarrollo social, porque son un mecanismo de participación incluyente que no sólo ayuda a que los proyectos se validen por la gente para los que fueron pensados, sino que fortalece a los individuos que deciden pertenecer a ellos, capacitándolos para la organización social, la gestión, la ejecución y en la mayoría de los casos, descubriendo nuevos líderes capaces de jalonar procesos sociales que en definitiva terminan restableciendo el tejido social, tan necesario para el avance de las comunidades. Además, esta metodología y, sobre todo el taller de imaginarios, se convierte en la mejor manera de garantizar proyectos exitosos, pues no existe la posibilidad de la no aceptación por parte de la comunidad, porque participan en el diseño, la construcción, la inauguran, y el cuidado. El acompañamiento permanente desde lo social permitió el desarrollo del proyecto en el marco del mayor respeto por la comunidad, sus maneras, procesos y necesidades, esto humaniza la intervención y permite una relación entre iguales, lo que constituye una de sus importantes fuentes de riqueza, porque los proyectos de esta manera desarrollados, son una inversión en la sociedad con la cual no pueden competir los miles de millones de pesos invertidos en infraestructura; la dignidad que el componente social y sus métodos de intervención le devuelven a la gente no tiene medida equiparable en pesos (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 22)

Ejemplos dicientes de ello son, en primer lugar, el proceso de reubicación de familias para

la construcción del parque lineal La Herrera debido a la necesidad de negociar muchos

predios; la sensibilización previa, posibilitó que el proceso fuera ágil, transparente y

respetuoso de los duelos sociales por las incomodidades espaciales y morales. En segundo

lugar, el desarrollo de proyectos como el paseo urbano Andalucía los cuales permitieron

que la vocación comercial de esta zona se acentuara y en este caso, se generaran nuevas

fuentes de recursos, empleos y dinámicas comerciales importantes.

El desarrollo sistemático y sin excepción de la metodología posibilitó a la población

y a sus organizaciones sociales, cívicas y comunitarias, encontrar la manera de adelantar

proyectos que se instalaron en su conciencia social, de tal manera que cualquiera entidad

que pretenda en adelante realizar inversiones en obras de infraestructura, deberá respetar la

participación que los líderes y personas que allí habitan ahora reclaman y han

experimentado con éxito.

Cuando se iba a hacer el Parque de los niños en Santo Domingo Savio, y con el fin de darle la mayor participación posible a la comunidad, los arquitectos ponen en consideración del comité los materiales que se utilizarían: La comunidad debió decidir entre arenilla o cemento y se enfrascó en una discusión que se prolongó por días y que en ese momento los retrasó y dividió. Fue entonces cuando los profesionales entendieron que la capacidad de decisión de la comunidad tiene que llegar hasta donde llegan sus saberes, que la línea entre la búsqueda de la validación de las obras y el

70

exceso de participación, como la misma comunidad lo calificó, es delgada y que traspasarla, podría salir caro, haciendo que los proyectos no sólo puedan verse afectados físicamente, sino que las comunidades en lugar de encontrarse, terminen dividiéndose (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 24)

La negociación de predios en las consolidaciones habitacionales alrededor de las quebradas

Juan Bobo y La Herrera y, del parque biblioteca Santo Domingo Savio, mostró que ésta es

una de las etapas más delicadas de los proyectos; antes de negociar los terrenos con las

familias es preciso hacer una sensibilización casa por casa, necesaria para que las personas

entiendan muy bien el proceso, de manera que puedan asimilar adecuadamente sus cambios

e incorporarlos en su cotidianidad.

Entre los aprendizajes más valiosos generados por la experiencia, se reseña el que a

las familias reubicadas se les debe asesorar en temas de administración y optimización de

recursos. En la mayoría de los proyectos, la contratación de la mano de obra no calificada

de la zona fue un gran logro que permitió a la población apropiarse de los espacios y, por

supuesto, aumentar legal y legítimamente sus ingresos; sin embargo, el aprendizaje

generalizado es que la postulación de las personas debe hacerse con alto grado de

responsabilidad, teniendo en cuenta la calificación para el trabajo. No es apropiado, se

estimó, llegar sólo hasta la entrega de la obra realizada; se requiere, adicionalmente,

acompañamiento y capacitación para que se apropien debidamente y se sientan propias,

comprendiendo el valor, la utilidad, el uso y significado de los bienes públicos; en esta

medida el proceso continuará fortaleciéndose, así mismo se incrementaran positivamente

las relaciones entre los ciudadanos que tienen ahora un patrimonio propio, legal, que cuidar

para ellos mismos y, a futuro, para sus hijos; se trata asuntos complejos, propios de las

dinámicas socioculturales, jurídicas e institucionales que requieren tiempo y recursos y,

además, deben contemplarse con antelación, de la misma manera que lo son las demás

etapas de la intervención (Alcaldía de Medellín, 2006).

Como recomendaciones surgieron la valoración de la calidad humana de los

profesionales que lideraron la intervención e hicieron respetar la toma de decisiones

importantes conjuntamente con la población y sus voceros; así mismo, la implementación

de éstas metodologías novedosas y exitosas en intervenciones urbanas integrales que hacen

evidentes los beneficios que genera al ser replicada en otros proyectos, a fin de generar

71

nuevos logros y múltiples aprendizajes (Alcaldía de Medellín, 2008; Departamento

Nacional de Planeación et al., 2008; Hernández, 2008).

El escenario en el cual se llevó a cabo la investigación, en consecuencia y a manera

de síntesis, se caracterizó por cuatro asuntos claves: el primero, la identificación de un

alentador problema de investigación asociado con la búsqueda de vínculos entre formación

ciudadana y estudios del territorio, en particular, desde el potencial pedagógico de éstos

últimos para fortalecerla y motivarla; como problema de conocimiento, emergió de la clara

necesidad sentida por diversos sujetos de la realidad colombiana -representantes de las

entidades gubernamentales del Estado, voceros de la empresa privada, académicos,

animadores de organizaciones no gubernamentales, sociales, cívicas y comunitarias-

interesados todos, en trabajar asuntos relacionados con la educación: fortalecer el Estado

social de derecho y, por tanto, el proyecto político democrático, mandato esencial del

ordenamiento constitucional puesto en vigencia a partir de 1991.

El segundo, la constatación desde la literatura revisada acerca de resultados de

investigación sobre el tema, efectuados tanto en Colombia como en Iberoamérica, de crasas

ausencias y evidentes desatenciones de las relaciones entre ciudadano y territorio, y, entre

formación ciudadana y estudios del territorio, como esquemas teórico-prácticos

potencialmente fuertes para, no sólo motivar el alcance de la categoría de ciudadano que

requiere el propósito de promover, fortalecer y consolidar la democracia sino para, a la vez,

enriquecer los procesos de formación ciudadana en que se encuentra comprometido

Constitucional y normativamente el país.

El tercero, la evidencia que proporcionan los proyectos, programas y planes de

intervención urbana puestos en vigencia en Medellín a partir de la década de los 80's del

siglo pasado, acerca de una tendencia visible en sus resultados, efectos e impactos

parciales, asociados con la apuesta, no intencionada, ni explícita, de contribuir a la

constitución de territorios, aquellos susceptibles en términos de Gutiérrez y Sánchez

(2009), de desarrollar.

El cuarto y último, alude a la riqueza del PUI-NOR al hacer visibles sus

características y componentes, como experiencia valiosa para constatar procesos de

constitución de territorio, a partir de la visibilización de prácticas sociales relacionadas con

72

las transformaciones materiales que acontecieron, la promoción de nuevas dinámicas

socioculturales asociadas con estas transformación y el surgimiento de semantizaciones

que, considerados todos en contexto y convertidos en objeto de estudio, generan

potencialidades pedagógicas para nutrir procesos alentadores de formación ciudadana, muy

en particular desde la escuela, en la educación básica y media colombiana.

Con ello, todo, como marco de referencia, la investigación se aventuró por caminos

metodológicos previamente demarcados como se expone en el numeral 2, los cuales

condujeron hacia el cumplimiento de los objetivos específicos propuestos, visibles en el

numeral 3 sobre significación, mediante la fundamentación teórica de la formación

ciudadana desde la perspectiva del potencial pedagógico atribuido a los estudios del

territorio; la configuración de las prácticas sociales y la derivación de las potencialidades

pedagógicas visibles en el PUI-NOR, enmarcadas por sus contribuciones al proceso de

constitución en territorio de su área de influencia; y, a la derivación de las directrices de

política pública para la educación colombiana, niveles de básica y media, orientadas

fortalecer los procesos de formación ciudadana. Todo ello condujo a las conclusiones

investigativas en términos de aprendizajes, aportes y proyecciones investigativas.

73

2. Ruta metodológica: haciendo camino al andar

Recreado el escenario contextual de la investigación, concierne ahora describir la ruta

seguida, el camino andado o hecho para ejecutarla, brindando la información básica sobre

la metodología que la guió con la finalidad de develar el proceso seguido desde el

planteamiento del problema de investigación, la definición de la estrategia metodológica

adoptada y los términos cualitativos empleados, el acceso a las fuentes de información y el

trabajo de campo, la selección de situaciones observadas e informantes clave, las estrategias

para recolección y análisis de datos, la exposición de los resultados, la derivación de

hallazgos, interpretaciones, el diseño de las directrices de política pública educativa para los

procesos de formación ciudadana con inclusión de los estudios del territorio y, las

conclusiones aplicables en la educación básica y media en Colombia.

Al efecto, el texto se estructuró en cuatro numerales complementados por

introducción, glosario, referencias bibliográficas y los anexos de soporte. En el primero, se

expone sintéticamente el planteamiento del problema de la investigación Formación

ciudadana en perspectiva de los estudios del territorio como potencial pedagógico; ello

implicó recrear la necesidad de conocimiento, la justificación académica y social, los

antecedentes, el problema de investigación, la experiencia de la realidad seleccionada; las

preguntas, objetivos y metodología de investigación; los resultados, compromisos y

acciones de comunicación, además de su ejecución, prevista en 24 meses calendario.

El segundo, alude a la tipología, características y alcances de la investigación

partiendo de su concepción cualitativa y sus fundamentos afines: enfoques, métodos,

estrategias e instrumentos utilizados (Rodríguez et al., 1996); recrea más en profundidad la

experiencia identificada para validar la construcción teórica realizada y, al tiempo,

fortalecerla con nuevos análisis: el PUI-NOR, el cual es descrito conforme lo orienta el

diseño de caso único para analizar las contribuciones que hace al proceso de constitución en

territorio de su área de influencia y las prácticas sociales inherentes en tanto fuente de sus

potencialidades pedagógicas al considerársele objeto de enseñanza -estudios del territorio-

para la formación ciudadana y, en particular, su condición como germen de motivaciones y

estímulos para aspirar a obtener la categoría de ciudadano territorial.

74

El tercero, describe la estrategia metodológica desplegada y los aspectos relevantes

del proceso vivido: preparación, acceso y trabajo de campo; selección de los informantes,

las fuentes y las estrategias para el procesamiento de la información. Expone la manera

como se identificaron las condiciones contextuales que enmarcaron la investigación;

describe los análisis basados en la triangulación teórica, metodológica y de datos que

posibilitaron la visibilización del contexto investigativo, la fundamentación teórica que

aporta la noción de ciudadano territorial, la configuración de las prácticas sociales en la

experiencia PUI-NOR, la identificación de directrices de política pública educativa en los

escenarios normativo-institucional y de planeación-estratégico, así como las conclusiones.

Y, en el cuarto, se relatan las estrategias empleadas para el análisis de la

información acopiada, la comunicación y socialización del conocimiento generado -reseña

de ponencias, publicaciones, redes de conocimiento, convenios y pasantías- y los

principales resultados obtenidos con la aplicación de la estrategia metodológica descrita,

conforme los objetivos investigativos comprometidos los cuales, a manera de hallazgos,

interpretaciones y conclusiones, se exponen más ampliamente en los numerales siguientes.

A manera de marco de referencia, la metodología diseñada tuvo en cuenta que la

investigación debía aplicarse, en primera instancia, a avanzar conceptualmente en la

fundamentación teórica requerida para sustentar los procesos de formación ciudadana en

perspectiva del potencial pedagógico de los estudios del territorio; al tiempo, en segunda

instancia, concentrarse en la descripción, análisis, explicación y comprensión de la realidad

concreta seleccionada, el PUI-NOR, para incrementar, innovar y enriquecer sus

contribuciones a la constitución en territorio del área de intervención; para con ello, en

tercera instancia, vigorizar el cuerpo teórico construido.

2.1 Síntesis del problema de investigación abordado

Para identificar el tema investigativo atendido, se partió del reconocimiento de la existencia

de una confluencia perversa, casi tramposa entre los proyectos políticos neoliberal y

democrático (Dagnino, Olvera y Panfichi, 2006) y, de su mutuo requerimiento de

ciudadanos en ejercicio de diversas y múltiples ciudadanías; no sólo clásicos, otros, más

75

renovados, para este caso, territoriales. La literatura revisada arrojó como corolario que

estos ciudadanos no nacen (Cortina, 1999; Espínola, 2005; Naranjo, 2006; Santos, 1998), ni

poseen en Colombia, suficientes y adecuados incentivos para hacerse y actuar como

ciudadanos. Se forman y aprenden a ejercer sus ciudadanías enmarcados por los proyectos

políticos vigentes en el territorio que habitan, construyen y dotan de sentido. Así, se estimó

que ciudadano y ciudadanía inciden en la construcción del territorio y viceversa (Santos,

1998), es decir, son interdependientes y, por tanto, es posible deducir que al estudiar el

territorio, surjan potencialidades pedagógicas, a manera de contenidos y medios para la

enseñanza (Álvarez de Zayas, 1998, 1999) que puedan nutrir la formación de los

ciudadanos. Tal supuesto permitió la emergencia, como necesidad de conocimiento, del

potencial pedagógico del estudio del territorio para dinamizar procesos de formación

ciudadana orientados a la contribución en la construcción y fortalecimiento del anhelo

democrático.

Atender esta necesidad se justificó desde el hecho verificable en la literatura

revisada, que la democracia, al menos en Colombia, está naciendo y necesita fortalecerse

(Fals Borda, 1993; Hoyos, 2008). Para ello, requiere de ciudadanos democráticos,

participativos, sociales y políticos actuando de manera activa, creativa y crítica, arraigados

fluidamente al territorio, es decir, ciudadanos territoriales (Gutiérrez, 2008, 2010, 2011a,

b). Como estos no nacen, sino que se forman, es preciso orientar el proceso de formación

de tal manera que puedan alcanzar y ejercer sus ciudadanías. Sentirse, ser y hacer parte del

territorio; apropiarlo y optar por transformarlo se consideró, como supuesto orientador,

estimula y motiva el deseo de hacerse ciudadano territorial. Además, se evidenció en la

literatura, que la ciudadanía democrática requiere de un espacio geográfico usado,

apropiado y sentido por los sujetos para su acción individual y colectiva; que demanda un

territorio semantizado y, al tiempo, semantizable, además usado, usable; apropiado, en

apropiación y apropiable; sentido, en permanente dotación de sentidos y sentible.

De ahí se dedujo que la formación ciudadana encontraría en las potencialidades

pedagógicas de los estudios del territorio, escenarios ideales para cumplir su finalidad y

encargo social: educar, instruir y desarrollar sujetos capaces de asumirse como ciudadanos

76

territoriales; dispuestos a ejercer su ciudadanía en contexto; y orientados hacia la finalidad

de contribuir al fortalecimiento del proyecto político democrático.

Los antecedentes ilustrados a partir de la reseña de investigaciones afines

permitieron establecer que, al respecto, en Colombia e Iberoamérica, no se ha investigado

sobre las potencialidades pedagógicas del territorio, ni sobre las potencialidades de los

estudios del territorio para generar identidad, sentido de pertenencia, arraigo dinámico y

fluido (Martín-Barbero, 2002). Tampoco, sobre la importancia de la relación ciudadanía y

territorio como aspecto motivante y estimulante para hacerse ciudadano y ejercer las

ciudadanías de manera democrática, participativa, social, política, en forma activa y crítica,

en procura de apropiarlo y semantizarlo para transformarlo. Ni acerca de las motivaciones

que genera sentirse parte de un territorio y hacerlo propio, para la gestación de ciudadanos

dispuestos activa y críticamente a transformarlo, en procura de contribuir a la construcción

colectiva del anhelo democrático territorial. Menos aún, sobre las potencialidades

pedagógicas atribuibles a los estudios del territorio para nutrir la formación ciudadana.

Tales supuestos condujeron a la emergencia del problema investigativo, el cual

tomó como base para su diseño metodológico apoyado en una realidad concreta, el PUI-

NOR: objeto de conocimiento ilustrativo y ejemplo potente de contribuciones al proceso de

constitución en territorio de su jurisdicción, desde las interdependencias ciudadanía y

territorio, evidenciadas en sus componentes: materialidad, dinamización sociocultural y

semantización, en contexto, transversalizados por las prácticas sociales individuales

(vinculadas con las características del ciudadano territorial) y colectivas documentadas

(asociadas con las características del proyecto político democrático). Además, permitieron

considerar la formación ciudadana cimentada en el contexto, guiada por la teoría de los

procesos conscientes (Álvarez de Zayas, 1998, 1999) con la finalidad de generar

ciudadanos dispuestos a ejercer su ciudadanía y construir democracia territorial.

El PUI-NOR se identificó y seleccionó como experiencia de la realidad ideal para

visibilizar las potencialidades pedagógicas emergentes de los estudios del territorio,

aplicables a procesos de formación ciudadana en perspectiva de orientar políticas públicas

para la educación oficial, básica y media en Colombia, en virtud a que, además de

intervenir integralmente el espacio geográfico de su jurisdicción renovándolo y

77

transformándolo, poseía características nítidas contribuyentes, en su área de intervención, al

proceso de constitución de territorio, denotado por la apropiación, arraigo y sentido de

pertenencia que generó, visible en la población asentada en su jurisdicción: barrios de las

comunas 1 y 2 del municipio de Medellín; por la aparición de dinámicas socioculturales

asociadas con el área geográfica intervenida, en medio de tensiones y conflictividades que

le acompañaron; y, además, por el surgimiento de acciones orientadas a la dotación de

nuevos sentidos por parte de los habitantes que contrastaban el antes y el durante,

posicionándose en el después de la ejecución, mediante enriquecedoras semantizaciones.

Dos preguntas alentaron la investigación en busca de derivar tanto el aporte teórico,

como las contribuciones prácticas para las ciencias de la educación en Colombia e

Iberoamérica: ¿cuáles son los fundamentos teóricos y metodológicos apropiados para los

procesos de formación ciudadana que incorporen el potencial pedagógico de los estudios

del territorio desde la interdependencia ciudadanía y territorio? y, ¿de qué manera los

estudios del territorio pueden aportar potencialidades pedagógicas para incentivar la

formación ciudadana en la educación básica y media colombiana? A partir de ellas, se

planteó como objetivo general, constituir teórica y metodológicamente la formación

ciudadana con incorporación del potencial heurístico de los estudios del territorio, en

perspectiva de construcción de lo público y para lo público, en la educación básica y

media en Colombia. Para alcanzarlo, se formularon 3 objetivos específicos: fundamentar

teóricamente la formación ciudadana, en el marco de los estudios del territorio, con base

en las interdependencias ciudadanía-territorio, como potencial pedagógico aplicable a la

educación básica y media; configurar un sistema de prácticas sociales en ciudadanía y

territorio, desde la experiencia del PUI-NOR e identificar las potencialidades pedagógicas

para incentivar procesos de formación ciudadana en la educación básica y media

colombiana; y, proponer directrices de política pública educativa para procesos de

formación ciudadana que incorporen los estudios del territorio como potencial pedagógico

motivante para ser ciudadano, ejercer la ciudadanía y construir democracia. El esquema

teórico-conceptual que sirvió de guía para la investigación realizada, se basó en la

triangulación de los postulados provenientes de las ciencias de la educación, las ciencias

políticas y la geografía crítica (gráfica 4).

78

Gráfica 4. Síntesis conceptual

Fundamento: ciencias de la educación/teoría de procesos conscientes, ciencias políticas y geografía crítica

Contexto global-local: escenario de actuación

Fuente. Formación ciudadana en perspectiva de los estudios del territorio como potencial pedagógico. Proyecto de tesis doctoral en Educación, línea Formación Ciudadana, Universidad de Antioquia, febrero 9 de 2009 (anexo 2)

Metodológicamente, la investigación se asumió teórica y no experimental; además, básica,

pues se propuso la creación de nuevas teorías provenientes de la fundamentación teórica de

la formación ciudadana en perspectiva del potencial pedagógico de los estudios del

territorio y, al tiempo, comprometiendo novedosas interpretaciones de los procesos de

formación, junto a aplicaciones prácticas para el sistema educativo colombiano derivadas

de las directrices de política pública educativa para la formación ciudadana. Además, para

describir y comprender la realidad concreta de la experiencia PUI-NOR, se basó en el

diseño metodológico orientado por la estrategia del caso único, no con la finalidad de

describirlo en forma exclusiva y exhaustiva, sino más bien, enfocándose a configurarlo

para, a partir de ello, hacer visibles las prácticas sociales individuales y colectivas presentes

en el proceso de constitución en territorio que alentó en su jurisdicción y, derivar de ellas al

estudiarlo, las potencialidades pedagógicas que forjaron la fundamentación teórica y

metodológica de la formación ciudadana, incorporando precisamente, la perspectiva de los

estudios del territorio.

79

Complementariamente, en relación con la metodología, la investigación se apoyó en

la hermenéutica, la fenomenología, la etnografía y la investigación-acción. Operativamente

se programó ejecutarse en 4 fases: una, construcción del marco de actuación y del

fundamento teórico, en contexto; dos, documentación, descripción, análisis, explicación y

comprensión de la configuración de prácticas sociales inherentes al proceso de constitución

en territorio alentado por la experiencia PUI-NOR en su jurisdicción para hacer visibles las

potencialidades pedagógicas y derivar las directrices de política pública educativa; tres, la

significación de la información acopiada en términos de hallazgos, interpretaciones,

resultados y conclusiones; y, cuatro, elaboración del informe final y socialización de los

resultados comprometidos: tres documentos escritos sobre fundamentación teórica,

configuración de las prácticas sociales, identificación del potencial pedagógico y,

derivación de directrices de política pública educativa para básica y media en Colombia.

Adicionalmente, se estimaron como acciones de comunicación y divulgación, un

seminario académico, un artículo en revista indexada, una ponencia en evento académico,

la difusión de la investigación en medios masivos de comunicación social, la exposición de

informes de avance y final de investigación y la promoción de debates en torno a directrices

de política pública resultantes como estrategias para incidir en los gestores y decisores de

política pública educativa en los escenarios nacional, departamental y municipal.

2.2 Tipología, características y alcances de la investigación

La investigación fue eminentemente cualitativa (Bartolomé, 1992; Bunge, 1985; Denzin &

Lincoln, 1994; Fourez, 2000; Galeano, 2004; Goetz y Le Compte, 1988; Hernández et al.,

2003; Rodríguez et al., 1996; Strauss y Corbin, 2002; Van Maanen, 1985; Van Maanen,

2003). Ello implicó, entre otras cosas, asumir su carácter multiequívoco en la concepción21

y “multimetódico en el enfoque” (Denzin & Lincoln, 1994, p. 2), en razón a que una

perspectiva como ésta posibilita considerar la realidad objeto de conocimiento como

dinámica, global y construida, lo cual permite estudiarla tal y como sucedió, ubicando sus

21 Particularmente en lo referido al problema más recurrente de la investigación cualitativa: la “ambigüedad de los términos empleados, los cuáles adquieren distinto significado según quién los utiliza” (Rodríguez et al., 1996, p. 261), haciéndose indispensable definirlos claramente a fin de evitar equívocos.

80

sentidos e interpretando los fenómenos asociados de acuerdo con lo que significaron para

los sujetos. Reconocer su condición inductiva, partiendo de la realidad concreta estudiada y

los datos que aportó, permitió llegar a la teorización y aportes prácticos alcanzados. Valorar

la flexibilidad metodológica y el diseño ajustable de métodos, estrategias, técnicas e

instrumentos a medida que fue desarrollándose, permitió describir exhaustivamente el

objeto de investigación; y, adicionalmente, desde los contenidos, posibilitó el cruce de los

aportes provenientes de diversas ciencias: de la educación, políticas y geográficas

(Rodríguez et al., 1996).

El propósito superior que orientó la investigación, guiados por la concepción de

Stake (1994, p.47), fue la comprensión22 de las “complejas interrelaciones” que

caracterizan la situación estudiada, con énfasis en la interpretación, buscando el

entendimiento de la totalidad de la realidad concreta seleccionada, el PUI-NOR, para con

fundamento en ello, derivar hallazgos, interpretaciones, resultados y conclusiones

investigativas cimentadas en las observaciones realizadas en campo, las entrevistas

efectuadas a informantes, la documentación hecha, los datos obtenidos y las

correspondientes triangulaciones analíticas tenidas en cuenta. Al efecto, se asumió que tal

comprensión proviene, en sintonía con la concepción de Galeano (2004, p. 20), del

“proceso histórico de construcción a partir de la lógica de los diversos sujetos sociales, con

una mirada “desde adentro”, y rescatando la singularidad y las particularidades de los

procesos sociales”. Además y en primera instancia, conviene enfatizar la concepción de la

investigación en contexto, tanto el propio de la jurisdicción PUI-NOR como el que marcó

las comunas 1 y 2, la zona nororiental, el municipio de Medellín, la subregión del Valle de

Aburrá, el departamento de Antioquia, Colombia y el mundo, tal y como quedó descrito en

el numeral 1 del presente texto.

En segunda instancia y para generar la noción de ciudadano territorial, esencia del

aporte teórico que la investigación brinda a las ciencias de la educación, se apeló a la

triangulación teórica de los postulados expuestos por Álvarez de Zayas (1998, 1999) y por

Álvarez de Zayas y González (1998) desde la teoría de los procesos conscientes, fuente de

22 La cual, asumida como método propio de las ciencias humanas, es “una forma de empatia o de recreación en la mente del pensador del clima mental, los pensamientos, los sentimientos y las motivaciones de los objetos de su estudio. La comprensión está unida también a la intencionalidad” (Von Wright, 1971, p. 6)

81

la concepción sobre formación, enmarcada por la pedagogía, la consideración de la

educación como proceso social, todo ello cobijado por el enfoque teórico de las ciencias de

la educación; los propios de las ciencias políticas recreados por Bobbio (1987, 2001, 2003),

por Bobbio, Mattencci, Pasquino, Crisafio y Martí (2005), Lechner (1987, 1992, 1995a,

1995b, 2000, 2002a) y Magendzo (1996, 2004) soporte de las bases conceptuales acerca de

ciudadano, ciudadanías, sociedad civil, Estado social de derecho y democracia; y, además,

con los planteamientos provenientes de la geografía crítica, en particular, los liderados por

la escuela brasileña a partir de las enseñanzas de Santos (1996, 1997, 1998, 2000),

Haesbaert (2004, 2007) y Harvey (1998, 2003, 2007) de donde emergieron las nociones

sobre territorio y estudios del territorio. Esta triangulación teórica se complementó con el

enfoque de las prácticas (Güell, Frei y Palestini, 2009), las potencialidades pedagógicas

atribuidas a los estudios del territorio y las directrices de política pública educativa. Todo

ello, plataforma del marco conceptual base para definir el tipo de información requerida,

procesada y analizada; la identificación y selección de fuentes de información; el diseño de

las estrategias e instrumentos implementados durante la ejecución de la investigación.

En tercera instancia, de acuerdo con las preguntas de investigación planteadas, la

labor investigativa se soportó en la combinación de varios métodos, asumidos como la

“forma característica de investigar determinada por la intención sustantiva y el enfoque que

la orienta” (Rodríguez et al., 1996, p. 40). Así, para explicar la esencia de la experiencia y

las prácticas sociales de los sujetos individuales y colectivos, se acudió a la fenomenología

(Fourez, 2000) empleando entrevistas a informantes y documentación de anécdotas; para

describir e interpretar valoraciones, ideas y prácticas socioculturales, contribuyeron la

etnografía (Rodríguez et al., 1996) y la hermenéutica (Gadamer, 1992) a partir de

entrevistas semi-estructuradas, observaciones y registros de campo; la descripción de las

transformaciones positivas de la realidad, los cambios sociales y culturales, los nuevos

usos, apropiaciones y significados identificadas, requirieron apelar a la investigación-

acción. Esta pluralidad y diversidad metodológica permitió disponer de una visión más

global, integral y holística del objeto de análisis y, realizar una enriquecedora triangulación

metodológica aprovechando las potencialidades de cada método.

82

En cuarta instancia, para significar, entender y comprender de la mejor manera

posible la experiencia PUI-NOR, conforme las preguntas y los objetivos de investigación

trazados, se acudió a las dos estrategias típicas de la investigación cualitativa (Stake, 1994,

2007): la interpretación directa de asuntos particulares y la integración de hechos hasta

identificar una tendencia colectiva relevante para la investigación, bien en lo relativo a la

elaboración del marco de referencia, la fundamentación teórica, la constitución del

territorio, las prácticas sociales, el potencial pedagógico inherente al estudio del territorio o

la derivación de directrices de política pública educativa aplicable en básica y media.

Por último y también en el plano estratégico de la investigación realizada

(Rodríguez et. al, 1996, p. 92), en busca de responder las preguntas planteadas y

comprender la realidad concreta del PUI-NOR, su diseño se soportó en la estrategia del

caso único (Merrian, 1988; Stake, 1994, 2007; Stenhouse, 1990; Yin, 1984), buscando

oportunidades para aprender (Merrian, 1988) acerca de las potencialidades pedagógicas de

los estudios del territorio para los procesos de formación ciudadana en Colombia. En esta

dirección, la investigación se centró, en el análisis inductivo de asuntos prácticos,

situaciones, acontecimientos cotidianos -individuales y colectivos-, experiencias y prácticas

sociales asociadas con el PUI-NOR, los cuales posibilitaron su descripción, análisis,

explicación y comprensión, fundamentadas en las facilidades para accederlo; multiplicidad

de procesos, programas, acciones, instituciones y personas que en él intervinieron;

disposición de los informantes y la existencia de documentación para estructurarlo; y, aún

en medio de restricciones propias del conflicto armado latente en la jurisdicción del área de

influencia, las posibilidades otorgadas para realizar la observación y el trabajo de campo.

Optar por la estrategia de caso único para dinamizar el diseño metodológico de la

investigación se justificó a partir de diversos criterios, tomados de la propuesta de Yin

(1984), citado por Rodríguez et al. (1996, pp. 95-96). Uno, su carácter crítico, lo cual

posibilitó confirmar y ampliar los conocimientos sobre esta realidad concreta y, al tiempo,

fundamentar la construcción teórica de base para la formación ciudadana en perspectiva de

los estudios del territorio; dos, el carácter único e irrepetible de los sujetos que intervinieron

en la planeación, ejecución y sostenibilidad del programa; tres, las posibilidades que brindó

el PUI-NOR para observarlo desde la investigación científica; y, cuatro, las potencialidades

83

que ofreció este diseño metodológico para cimentar posteriores indagaciones de caso

múltiples e investigaciones comparadas con experiencias similares en Colombia, Brasil

(Programa Favela-Bairro) y España (Nou Barris).Aunque en estricto sentido, las

investigaciones que optan por los diseños metodológicos soportados estratégicamente en el

caso único tienen como cometido la descripción exclusiva de situaciones o fenómenos de

índole natural o social, particularizándolos (Stake, 2007, p. 20), en la presente investigación

de carácter teórico mixto en virtud a su condición dual de investigación teórica y básica, se

previeron, comprometieron y, a la vez, se generaron aportes teóricos novedosos como el

asociado con la concepción del ciudadano territorial y los estudios del territorio; al tiempo,

se crearon innovadoras interpretaciones que permitieron proponer aportes prácticos para las

ciencias de la educación vinculados, por un lado, con las potencialidades pedagógicas

provenientes del proceso de constitución y estudio del territorio y relacionadas, por el otro

lado, con las directrices de política pública educativa para la formación ciudadana.

Adicionalmente, a partir de la tipología y categorización investigativa, se lograron

allegar generalizaciones que tuvieron como ruta orientadora el problema de investigación

planteado, preguntas, objetivos expuestos y marco conceptual de base. La triangulación de

datos provenientes de la observación en campo, las entrevistas a informantes y la

documentación de fuentes primarias se constituyó en la fuente más relevante para derivar

las evidencias en que se soportan tanto los hallazgos, como las interpretaciones, las

conclusiones y directrices de política pública educativa propias de la investigación.

Gráfica 5. Ilustración de la triangulación de información

84

2.3 Descripción del proceso de investigación

Para ejecutar la investigación diseñada, obtener los resultados y las conclusiones que se

describen en los numerales siguientes, se siguió un proceso sinérgico y dialéctico integrado

por 5 momentos secuenciales y lógicos, más no lineales, a saber: uno, la preparación de la

investigación; dos, el acceso y trabajo de campo -para delinear el contexto investigativo,

fundamentar teóricamente la formación ciudadana en perspectiva del potencial pedagógico

de los estudios del territorio, configurar las prácticas sociales, identificar las

potencialidades pedagógicas y derivar las directrices de política pública educativa para la

básica y media-; tres, la selección de informantes, de fuentes de información y de

estrategias tanto para la recolección como para el procesamiento de los datos obtenidos;

cuatro, la definición de procedimientos para el análisis y la reducción de la información -a

partir, en esencia, del uso de triangulaciones: teóricas, metodológicas y de datos-; y, cinco,

la derivación de hallazgos, interpretaciones, resultados y conclusiones, junto a varias

proyecciones temáticas y a la reseña de la evidencia cronológica, entre 2008 y 2011 por

orden de importancia, de la apropiación, difusión y transferencia del conocimiento

generado efectuadas en eventos académicos de orden internacional, nacional y local,

publicación de avances investigativos en revistas indexadas y libros de texto,

fortalecimiento de redes de conocimiento, divulgación en medios masivos de comunicación

social y, aplicaciones prácticas en procesos de intervención.

Todo ello, guiado por la certeza que, en la investigación cualitativa, el

“conocimiento es un producto social y su proceso de producción colectivo está atravesado

por los valores, percepciones y significados que lo construyeron” (Galeano, 2004, p. 21).

Los tres primeros momentos se comentan en este numeral mientras que los dos restantes, se

recrean en los siguientes: 3 y 4 del informe técnico.

2.3.1 Preparación de la investigación:

A partir del aval otorgado en febrero 9 de 2009 por el Comité de Doctorado de la Facultad

de Educación de la Universidad de Antioquia-Colombia, se procedió entre marzo y junio de

85

2009, a planear, preparar, diseñar y programar la correspondiente ejecución de la

investigación. Al efecto, se diseñó un plan de acción basado en 3 momentos:

contextualización, conceptualización y significación, con su respectivo cronograma a

desarrollarse entre Junio de 2009 y Julio de 2011.

Se bosquejaron las guías para la realización de las observaciones previstas en el área

de influencia del PUI-NOR durante el acceso y trabajo de campo; se acordaron los criterios

para la elaboración de las entrevistas semi-estructuradas dirigidas a los decisores de política

pública en el municipio de Medellín, a los operadores del PUI-NOR, a los académicos e

investigadores en el tema y, a los voceros de las organizaciones sociales y comunitarias que

intervinieron en la realización del programa; y, también, se diseñaron los esquemas para la

documentación, obtención y reducción de información alusiva al contexto investigativo, la

fundamentación teórica, la configuración de las prácticas sociales, la identificación de las

potencialidades pedagógicas y la derivación de las directrices de política pública educativa.

Además se estructuró la bitácora de la investigación; se agendaron las jornadas de

trabajo con la directora de la tesis; se establecieron los productos investigativos a generar,

así como los esquemas para presentar informes de avance y levantar las ayudas de memoria

de los encuentros académicos realizados, acopiando, en conjunto, la huella metodológica

del proceso investigativo (anexos 3.1 a 3.9).

Un hecho relevante por constituirse en resultado importante no previsto y, al tiempo,

brindar elementos de apoyo para la ilustración de los hallazgos, resultados y conclusiones

de la investigación fue la representación cartográfica efectuada para, de un lado, registrar

aspectos claves del proceso de constitución de territorio al que se asiste en la jurisdicción

del PUI-NOR y, del otro lado, visibilizar las prácticas sociales más significativas

documentadas, pudiéndose resaltar las potencialidades pedagógicas de los estudios del

territorio para fortalecer los procesos de formación ciudadana y la generación de estímulos

y motivaciones para aspirar a alcanzar la categoría de ciudadano territorial al

incorporárseles en los proyectos de aula, en los planes integrados de área, en los proyectos

educativos institucionales, en los planes educativos municipales y departamentales e,

inclusive, en la política pública orientadora del sistema educativo colombiano.

86

Aunque estos diseños, esquemas y preparativos fueron esbozados, probados e

implementados desde el inicio de la ejecución de la investigación, la dinámica propia de

ella, los aspectos no considerados inicialmente que fue necesario incluir y el carácter propio

del caso único, demandaron su ajuste y readecuación a la realidad observada, contada y

documentada con el transcurrir del cronograma previsto.

2.3.2 Acceso y trabajo de campo:

Como se expresó anteriormente, procurar cumplir con los propósitos investigativos

comprometidos exigió atender varios asuntos correlacionados: la identificación del

contexto, la fundamentación teórica, la configuración de las prácticas sociales, la

identificación de las potencialidades pedagógicas, la socialización y publicación de avances

investigativos en escenarios y literatura académica y, la derivación de directrices de política

pública educativa.

Sin que pueda afirmarse que el proceso de acceso y trabajo de campo fue lineal, al

contrario, su dinámica, complejidad, exigencia, dificultades y limitaciones que debieron

afrontarse, le otorgó lógicas disimiles, complejas, sinérgicas y dialécticas que lo

enriquecieron; los altibajos propios de la activación y desactivación del conflicto armado en

el área de influencia del PUI-NOR, durante la ejecución de la investigación, hicieron que el

ritmo y la celeridad del proceso, en términos temporales, se vieran afectados;

afortunadamente no ocurrió así con la disposición de los informantes, la accesibilidad a las

fuentes de información y las documentaciones realizadas.

Uno de los aspectos en que se ocupó la investigación fue la identificación del

contexto investigativo. Al efecto, apoyados en el esquema elaborado con sustento en

información relevante sobre 11 componentes y 28 subcomponentes, con sus respectivas

referencias bibliográficas (anexo 3.2), se obtuvo la información que posibilitó la redacción

del numeral 1 del presente informe empleando para el análisis, la triangulación de datos y

las estrategias de interpretación directa y agrupada por temas asociados con el escenario

político nacional e internacional; antecedentes en formación ciudadana y estudios del

territorio en los ámbitos nacional, iberoamericano y mundial; resultados de investigaciones

87

efectuadas en el mundo, particularmente en occidente, relacionados con las 2 categorías eje

de la investigación: formación ciudadana, estudios del territorio y sus interrelaciones,

enmarcadas por el contexto que les brinda el proyecto político democrático; directrices en

formación ciudadana provenientes tanto del escenario nacional como del internacional

(organismos multilaterales); normatividad vigente en Colombia a partir de 1991; y,

motivaciones requeridas para aspirar a ser ciudadano, desde la aplicación del potencial

pedagógico de los estudios del territorio para la formación ciudadana.

La fundamentación teórica de la formación ciudadana en perspectiva del potencial

pedagógico proveniente de los estudios del territorio se apoyó en el esquema teórico que

aparece en el anexo 3.3, integrado por 2 categorías y 6 subcategorías. Para elaborarlo se

acudió a la interpretación directa y conjunta de temas y, al análisis a partir de la

triangulación de la teoría de los procesos conscientes, la formación desde la pedagogía, la

educación como proceso y las ciencias de la educación; de las ciencias políticas, para

soportar las nociones sobre democracia, sociedad civil, ciudadanía y ciudadano; y, de la

geografía crítica, para derivar la noción de territorio y estudios del territorio; todo lo cual

condujo a la noción sobre ciudadano territorial, el aporte teórico de la investigación.

La configuración del sistema de prácticas sociales desde la realidad concreta del

PUI-NOR, fundadas en el enfoque de las prácticas (Güell et al., 2009), a manera de

potencialidades pedagógicas motivantes para alcanzar la condición de ciudadano territorial

y para fortalecer los procesos de formación ciudadana, requirió la aplicación y combinación

de varios métodos, estrategias técnicas e instrumentos, a saber: observaciones en campo,

entrevistas a informantes y esquema para la documentación de la información secundaria

las cuales, interpretadas y trianguladas, generaron las evidencias investigativas que

soportan los resultados y las conclusiones investigativas. Todas ellas posibilitaron hacer

visibles la institucionalidad que rigió el PUI-NOR, las diversas subjetividades allí

presentes, el conocimiento práctico acumulado y expuesto, así como las múltiples prácticas

individuales y colectivas puestas en acción por los sujetos para procurar dirimir,

administrar y negociar las tensiones emergentes, poniendo en juego las identidades, los

poderes, los intercambios y la información disponible; así, en ocasiones, se hicieron

88

visibles nuevos aprendizajes generados por las prácticas sociales implementadas, las cuales

engendraron auténticos procesos de enseñanza, tal y como lo conciben Güell et al. (2009).

La observación de -y en la - experiencia del PUI-NOR implicó la conjugación de

diversas representaciones teórico-metodológicas que permitieron su interpretación

mediante 5 actividades secuenciales, cada una orientada con su respectiva guía (anexos 3.4

a 3.7). La primera, dirigida al reconocimiento, análisis preliminar, elaboración de mapas,

identificación del área PUI-NOR y de las personas clave -institucionalidad pública y

privada, organizaciones sociales y comunitarias, académicos e investigadores-; a

vislumbrar la posibilidad de representar cartográficamente el antes y el después, tanto de la

transformación material, como de las dinámicas socioculturales y las semantizaciones

constitutivas del territorio, además, de las prácticas sociales y las potencialidades

pedagógicas para la formación ciudadana, en particular, para la formación del ciudadano

territorial; situar la documentación de soporte existente y a consultar, así como su ubicación

y restricciones para el acceso.

La segunda, para ubicar y verificar la transformación fáctica en el área PUI-NOR,

apoyándose en entrevistas semi-estructuradas a personajes clave: decisores de política

pública municipal y regional, operadores del programa, voceros de la empresa privada,

académicos e investigadores y, actores sociales.

La tercera, para identificar evidencias sobre las dinámicas socioculturales generadas

en el escenario de las transformaciones de la materialidad, las prácticas sociales

individuales y colectivas y, las potencialidades pedagógicas atribuidas a los estudios del

territorio desde la descripción, el análisis, la explicación y comprensión de 4 hitos

relevantes, a saber: los comités comunitarios, los talleres de imaginarios, los pactos

ciudadanos y el programa de planeación local y presupuesto participativo-PPPP.

La cuarta, para visibilizar y constatar la semantización, es decir, los nuevos usos,

significados, apropiaciones y simbologías de los cambios materiales y de las dinámicas

socioculturales tanto a nivel individual, como familiar, organizacional, grupal y social; y, a

manera de resultado no previsto, para realizar talleres reflexivos con docentes de las IE de

las comunas 1 y 2 de Medellín, en su contribución al proceso de constitución en territorio

de su área de intervención; de las prácticas sociales individuales y colectiva; de las

89

potencialidades pedagógicas provenientes de los estudios del territorio para fortalecer los

procesos de formación ciudadana y, la formación del ciudadano territorial.

Evidencias, todas, de la constitución típica de un territorio y de la emergencia de sus

potencialidades pedagógicas para nutrir y fortalecer los procesos de formación de

ciudadanos, en particular, del ciudadano territorial, al estudiarlo, es decir, al considerarlo

objeto de enseñanza: contenido y medio.

2.3.3 Selección de informantes, fuentes de información y estrategias de procesamiento

Las entrevistas a informantes diferenciaron 4 tipologías: una, los decisores y gestores

políticas públicas en el municipio de Medellín; dos, los operadores gubernamentales del

programa; tres, los voceros de la empresa privada vinculados a la ejecución del programa,

académicos e investigadores en formación ciudadana y estudios del territorio; y, cuatro, los

voceros de las organizaciones sociales, cívicas y comunitarias que se vincularon a la

realización del PUI-NOR. Cada tipología de sujetos requirió el diseño de una entrevista

semi-estructurada, conforme aparecen en el anexo 3.5. En total, se entrevistaron 40

informantes: 8 decisores de política pública, 10 operadores del programa, 13 académicos e

investigadores y, 9 voceros sociales.

Para complementar la configuración de la realidad concreta del PUI-NOR se acudió

como fuentes de información, en primer lugar, a la documentación de la información

secundaria disponible, para lo cual se estructuró un esquema integrado por 10 componentes

y 40 subcomponentes, de los que se obtuvieron datos soportados en las respectivas

referencias bibliográficas conforme el método de la Asociación Americana de Psicología-

APA (anexo 3.6). Se consultaron y registraron asuntos asociados con el PUI-NOR relativos

a la definición; antecedentes; componentes físico-espacial, socio-cultural, dotación de

sentidos e institucional; convivencia; metodología; informes y balances; generalidades.

En segundo lugar, se apeló a la realización de 3 talleres reflexivos con profesores de

ciencias sociales, vinculados a 13 Instituciones Educativas entre oficiales y mixtas,

localizadas dos en el área de influencia del PUI-NOR, los cuales buscaron hacer visible la

incorporación de los estudios del territorio a los procesos de formación ciudadana y los

90

análisis frente a resultados obtenidos en pruebas SABER y en competencias ciudadanas

(anexo 3.7).

En tercer lugar, se tuvo en cuenta la documentación metodológica para ilustrar el

proceso de constitución de territorio en el área de influencia del programa PUI-NOR, las

prácticas sociales y las potencialidades pedagógicas de los estudios del territorio para

fortalecer la formación ciudadana y motivar la consecución de la categoría de ciudadano

territorial (anexo 3.8). Junto a ella, se reseñó la consulta de políticas públicas educativas en

Colombia, a partir de 1993, encaminado a la identificación de directrices de política pública

educativa para el sistema educativo colombiano en dos escenarios: el normativo-

institucional, dirigido a la adecuación legislativa y normativa requerida para la

incorporación de los estudios del territorio como potencial pedagógico estimulante y

motivador de la formación ciudadana; y, el de planeación-estratégico, orientado a los

planes, programas y proyectos educativos nacional, departamentales, municipales, de las

instituciones educativas, las áreas y las aulas.

Por último, se diseño el anexo 3.9 para el registro de la producción científica, la

transferencia y las redes de conocimiento gestadas al calor de la investigación realizada.

Todo ello, asumido como cuerpo y sustrato del aporte práctico de la investigación a

la educación en Colombia, en particular, en los niveles de la educación básica y media,

tanto desde las directrices del MEN, como desde los planes educativos departamentales y

municipales, proyectos educativos institucionales-PEI, planes integrados de área-PIA y

proyectos o planes de aula-PA.

La estrategia intencionalmente diseñada para la socialización de avances en eventos

académicos municipales, departamentales, nacionales e internacionales y, la publicación de

resultados parciales en revistas indexadas y libros de texto académico, posibilitó en

proceso, la discusión, puesta en común y validación temática -teórica y metodológica- con

pares académicos calificados y, al tiempo, dibujó las posibilidades de proyección y

continuidad de la investigación, así como la realización de indagaciones sobre casos

múltiple e investigaciones comparadas en el escenario Iberoamericano. Es la proyección de

la investigación y del tema. El anexo 3.9, contiene los esquemas diseñados para reseñar la

participación en eventos académicos, publicaciones y las redes académicas dinamizadas.

91

El trabajo de campo se llevó a cabo, en la práctica, entre la fecha de realización de

la pasantía académica en España: Febrero de 2009 y la finalización del período de 2 años

calendario concedidos mediante aval del Comité de Doctorado en Educación para ejecutar

la investigación: Julio de 2011, fecha en la que se decidió abandonar el campo para

dedicarse a la redacción y elaboración definitiva del informe técnico de investigación,

puliendo los resultados, afinando las conclusiones avistadas y deduciendo las directrices de

política pública educativa, todo ello, conforme el formato académico adoptado en los

posgrados de la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia, Colombia.

2.4 Procedimientos para análisis y tratamiento de la información

Para el análisis de la información acopiada se privilegió el procedimiento inductivo aunque,

en ocasiones y complementariamente, también se acudió a la deducción. El empleo como

estrategia de análisis de la interpretación directa y, en algunos momentos, de la

interpretación conjunta, posibilitó confirmar los supuestos, significar y comprender de

mejor manera el PUI-NOR. Adicionalmente, se acudió a la triangulación teórica,

metodológica y de datos para visibilizar las evidencias base de la derivación de resultados y

conclusiones investigativas expuestas (Rodríguez et al., 1996).

Tanto en la identificación y elaboración del contexto investigativo como en la

fundamentación teórica, la configuración de las prácticas sociales inherentes al proceso de

constitución en territorio del área de influencia del PUI-NOR, la identificación de las

potencialidades pedagógicas asociadas a los estudios del territorio y el diseño de las

directrices de política pública educativa, se realizaron reducciones, disposiciones y

transformaciones de la información recolectada apoyándose, para el efecto, en los

componentes y categorías predefinidos en la fase de preparación de la ejecución de la

investigación; ello posibilitó, en todos los casos, depurar y descartar datos irrelevantes e

información inútil para los propósitos de la investigación.

Los datos acopiados, aunque voluminosos en contenido, no demandaron el uso de

programas informáticos; su manejo fue mediante procedimientos físicos y manuales. Si

bien en la planeación y programación de la ejecución de la investigación se consagró la fase

92

de análisis posterior a la de recolección y procesamiento de la información, en verdad, en

este caso, los elementos analíticos emergieron desde la recolección misma de los datos,

posibilitando con ello, una mayor focalización en aspectos concretos, de mayor interés

investigativo, tales como las evidencias del proceso de constitución de territorio en el área

de influencia del PUI-NOR, la emergencia de las prácticas sociales provenientes de las

interacciones entre ciudadano y territorio que, luego, posibilitaron la identificación de las

potencialidades pedagógicas de los estudios del territorio tanto para motivar la adquisición

de la condición de ciudadano territorial, como para fortalecer los procesos de formación

ciudadana en la escuela, particularmente en los niveles de básica y media en Colombia y,

así mismo, para deducir las directrices de política pública educativa.

Con fundamento en lo dicho, emergieron los resultados, hallazgos, interpretaciones

y conclusiones más relevantes de la investigación. En esencia, el análisis se orientó

procedimentalmente desde la tríada interpretativa representada por los componentes

descriptivo, analítico y explicativo-comprensivo combinados, para el caso del marco

conceptual, con la triangulación teórica y, tanto para la configuración de las prácticas

sociales como para la derivación de las directrices de política pública educativa, con la

triangulación de la información obtenida, todo lo cual posibilitó, de un lado, exponer,

categorizar y comprender los datos generados por las fuentes de información empleadas; y,

del otro, dar cuenta del rigor, pertinencia y originalidad de la información acopiada en tanto

permitió deducir la significación y conclusiones conforme el supuesto investigativo inicial.

En primer lugar, pueden destacarse los aspectos esenciales en que ello se apoya: la

identificación del contexto que le sirvió de marco, en donde se apuesta por la consolidación

del proyecto político democrático; la construcción de la noción de ciudadano territorial,

fruto de la fundamentación teórica de la formación ciudadana en perspectiva del potencial

pedagógico de los estudios del territorio -el aporte teórico a las ciencias de la educación-; la

configuración de las prácticas sociales individuales y colectivas inherentes al proceso de

constitución del territorio, bases de las potencialidades pedagógicas y de las motivaciones

para aspirar a obtener la condición de ciudadano territorial. En segundo lugar, resaltan la

interpretación y comprensión de la realidad concreta seleccionada, el PUI-NOR, en sus

contribuciones a la gestación al proceso de constitución en territorio de su jurisdicción,

93

fruto de las prácticas sociales que, al estudiarlo, permitió aflorar haciendo visibles, sus

potencialidades pedagógicas para alimentar procesos de formación ciudadana. En tercer

lugar, emerge la derivación de directrices de política pública para la educación básica y

media en Colombia, en los escenarios normativo-institucional y de planeación-estratégico,

aplicables a orientaciones del MEN, a planes educativos departamentales y municipales, a

proyectos educativos institucionales, a planes integrados de área e, inclusive, a los

proyectos de aula: uno de los aportes prácticos a la educación en Colombia, aplicable según

la Ordenanza No. 005E, enero 22 de 2004, en la cátedra Antioquia articulada a las cátedras

municipales existentes.

Adicionalmente y por último, de estos análisis y resultados, unidos a los momentos

de socialización de avances investigativos con pares en eventos académicos y a la

divulgación de resultados parciales mediante publicaciones en revistas indexadas y en

libros de texto académico (anexo 3.9), surgieron las proyecciones investigativas dirigidas,

en lo sucesivo al diseño de indagaciones sobre casos múltiple e investigaciones

comparadas, vinculando realidades concretas similares a la experiencia del PUI-NOR, con

vivencias en Colombia e internacionales como las de Nou Barris en Barcelona-España y la

de Favela-Bairro en Sao Paulo-Brasil. Así mismo, las contribuciones al fortalecimiento de

redes de generación de conocimiento científico tales como la de investigadores en

ciudadanía en Colombia-REDICC; la Red de experiencias significativas en la enseñanza de

la geografía y las ciencias sociales y red colombiana de educación geográfica-Geosociales;

y, la red latinoamericana en didáctica de la geografía-REDLADGEO.

Además, a los aportes teórico-metodológicos en materia de formación ciudadana

brindados a la alianza interinstitucional de la Secretaría de Desarrollo Social del Municipio

de Medellín, la Institución Universitaria Colegio Mayor de Antioquia y la Corporación

Región para el Desarrollo y la Democracia, mediante las reflexiones conjuntas promovidas

en el marco del proyecto previsto para las 16 comunas y los 5 corregimientos de la ciudad,

denominado: “Capacitación y formación ciudadana para jóvenes y adultos del municipio de

Medellín y fortalecimiento de veedurías ciudadanas y redes sociales comunitarias,

ejecutado en 2011; y, asimismo, al diplomado Fortalecimiento conceptual y metodológico

en el conocimiento del territorio: hacia la promoción de la Inteligencia Territorial, dirigido

94

a servidores públicos de las ocho territoriales de la Corporación Autónoma Regional del

Centro de Antioquia, CORANTIOQUIA, en alianza con la Facultad de Educación de la

Universidad de Antioquia, convenido para llevarse a cabo en 2012.

Todo el arsenal metodológico descrito posibilitó, en conjunto, realizar la

investigación planteada como proyecto de tesis doctoral en Educación, línea Formación

Ciudadana y avalado por la instancia académica correspondiente en la Universidad de

Antioquia; exaltar la relevancia, importancia y significado del problema de conocimiento

estudiado en relación con el proceso cualitativo de investigación científica educativa

llevado a cabo; incidir en la generación de pensamiento educativo contemporáneo y en la

contribución al debate teórico-metodológico, operativo y práctico en materia de formación,

pedagogía, educación como proceso y ciencias de la educación, junto a estimulantes

escenarios propios de las ciencias políticas y la geografía crítica; cumplir con amplitud y

agrado, los propósitos investigativos comprometidos desde el proyecto inicialmente

propuesto, con fundamento en las coherencias metodológicas planeadas para articular el

problema investigativo con los diseños investigativos, en especial, desde la verificación de

la validez y confiabilidad en los instrumentos creados, las estrategias y procedimientos

implementados tanto para la identificación, como para la recolección, procesamiento y

análisis de la información. En fin, una base metodológica sólida, capaz de soportar los

resultados obtenidos, tanto en materia de elaboración del marco de actuación descrito en el

numeral 1, como de la significación en términos de hallazgos, interpretaciones y resultados

que se visibilizan en el numeral 3, desde lo alusivo a la fundamentación teórica expuesta en

el numeral 3.1, la configuración de las prácticas sociales vinculables a las potencialidades

pedagógicas de los estudios del territorio que se presentan en el numeral 3.2, las directrices

de política pública educativa recreadas en el numeral 3.3; las conclusiones y proyecciones

investigativas expuestas en el numeral 4.

95

3. Significación: análisis y resultados de investigación

Esbozado el contexto investigativo desde la consideración de nuevos escenarios para

añejos ideales, y descrita la ruta metodológica que guió la investigación: haciendo camino

al andar, corresponde ahora significar la información obtenida para hacer visibles

hallazgos, interpretaciones y resultados de investigación, acordes con el planteamiento

expuesto. La finalidad de la significación es explicar y develar nítidamente desde el

recorrido efectuado y los procedimientos realizados entre la aplicación de las estrategias,

métodos e instrumentos de recolección de información diseñados, los resultados obtenidos,

pasando por los hallazgos e interpretaciones propios de los análisis en procesos de

investigación cualitativa (Rodríguez, et al., 1996).

Se busca con ello, dar cuenta de los compromisos investigativos esenciales

conforme los objetivos investigativos planteados; declarar la ruta y los criterios tenidos en

cuenta para elaborar la fundamentación teórica, la configuración de las prácticas sociales

inherentes al proceso de constitución del área de influencia del PUI-NOR como territorio,

la derivación de las potencialidades pedagógicas atribuidas a los estudios del territorio para

fortalecer los procesos de formación ciudadana y, adicionalmente, la identificación de las

directrices de política pública aplicables al sistema educativo colombiano en los niveles de

básica y media; bosquejar, procesar y recrear los datos acopiados, de diversa tipología,

conforme las fuentes de información empleadas para el efecto; e ilustrar la utilización de

los sistemas categoriales diseñados para el análisis, así como las características de las

disposiciones, transformaciones y comparaciones efectuadas para obtener los hallazgos, las

interpretaciones y los resultados más relevantes, provenientes de los datos acopiados.

En general, tal y como se comentó en el numeral 2, el manejo de los datos y la

información obtenida fueron realizados mediante procedimientos manuales, orientados por

los esquemas diseñados para el efecto (anexo 3) sin necesidad de programas informáticos.

Aunque inicialmente se previó en la programación realizar la fase de significación después

de aplicadas las estrategias, los métodos e instrumentos para la recolección de información,

realmente aconteció que, desde el mismo momento de iniciarse la investigación,

transcurrido el cuarto mes del plan de acción, se empezaron a vislumbrar elementos

96

analíticos que permitieron validar los instrumentos, redefinirlos, ajustarlos y focalizarlos en

dirección a los aspectos concretos de interés esencial de la investigación. Al respecto,

fueron útiles las entrevistas a investigadores del tema para ajustar la fundamentación teórica

y derivar, de un lado, las potencialidades pedagógicas vinculadas a los estudios del

territorio y, del otro, las directrices de política pública educativa; observaciones en campo,

representación cartográfica y entrevistas a informantes, posibilitaron estructurar la

documentación efectuada para dar cuenta de la constitución del área de intervención del

PUI-NOR en territorio, así como de la configuración de las prácticas sociales vinculadas

con este proceso, fuentes todas de las potencialidades pedagógicas requeridas para vigorizar

la formación ciudadana, en particular, la formación del ciudadano territorial.

La estructura del numeral responde a los resultados esperados plasmados en el texto

del proyecto de investigación, en directa conexión con los 3 objetivos específicos diseñados

para alcanzar el propósito investigativo. Consecuentemente con ello, en primera instancia y

a fin de darle cumplimiento a la fundamentación teórica, se recrea la elaboración del marco

conceptual: el ciudadano territorial como esencia de la formación ciudadana,

fundamentación y aporte teórico de la investigación a las ciencias de la educación, en

particular al enfoque que concibe la educación como proceso social, soportado en la

pedagogía como su ciencia fundante y desde la formación como su eje central, apoyada en

la teoría de los procesos conscientes y complementada por las ciencias políticas y la

geografía crítica. La triangulación teórica fue el método analítico que posibilitó la

fundamentación, respaldada en datos e información generada por el anexo 3.3.

Seis aspectos dieron cuerpo a la elaboración conceptual mencionada, reseñada el

numeral 3.1: uno, el marco de actuación basado en la apuesta por el proyecto político

democrático como anhelo colombiano -e, Iberoamericano- en construcción; dos, las

concepciones sobre formación y formación ciudadana desde la apuesta de la teoría de los

procesos conscientes; tres, las nociones de ciudadano y de ciudadanía derivadas de los

postulados de las ciencias políticas; cuatro, el concepto de territorio proveniente de la

geografía crítica; cinco, los estudios del territorio y el surgimiento de las potencialidades

pedagógicas para nutrir los procesos de formación ciudadana; y, seis, la concepción

97

emergente de ciudadano territorial como fundamento democrático, esencia de la formación

ciudadana en perspectiva de los estudios del territorio para la educación en Colombia.

En segunda instancia, para dar cuenta de las prácticas sociales y de las

potencialidades pedagógicas, se recrea, ilustra, analiza e interpreta la configuración de las

prácticas sociales vinculadas al proceso de constitución en territorio del área de influencia

del PUI-NOR, haciendo visibles las motivaciones para alcanzar la categoría de ciudadano

territorial comprometido con la construcción del proyecto político democrático, que

provienen de las potencialidades pedagógicas propias de los estudios del territorio. Al

efecto, apoyados en los componentes descriptivo, analítico y explicativo-comprensivo se

presentan como aspectos esenciales, las evidencias sobre el proceso de constitución del

territorio aludido, cimentados en las nociones expuestas en el numeral 3.1, a partir de las

transformaciones de su materialidad, las dinámicas socio-culturales vinculadas a estas

transformaciones y, la emergencia de nuevas semantizaciones propias de la interacción

entre ambas, todas, consideradas en contexto y con apuestas democráticas palpables; la

descripción e interpretación de las prácticas sociales relativas a la relación ciudadano-

territorio que surgen en el proceso PUI-NOR; y, la emergencia de las potencialidades

pedagógicas atribuidas a los estudios del territorio para nutrir los procesos de formación

ciudadana: una formación ciudadana de “cara” y no de “espaldas” al territorio, es decir, en

perspectiva territorial. Tres hallazgos que soportan, así mismo, las motivaciones

demandadas por el planteamiento de investigación inicial para estimular la aspiración de

alcanzar la categoría de ciudadano territorial, consciente de su condición, dispuesto al

ejercicio de las diversas ciudadanías, capaz de fortalecer la sociedad civil y la

institucionalidad y, ante todo, comprometido con su contribución a la construcción del

proyecto político democrático.

La configuración alcanzada y descrita en el numeral 3.2, especialmente desde la

identificación del potencial pedagógico de los estudios del territorio para robustecer la

formación ciudadana, apoyado en las prácticas sociales inherentes al proceso de

constitución del territorio, es uno de los dos aportes prácticos que se hacen a las ciencias de

la educación. Para lograrlo, se acudió analíticamente, como complemento, a la

triangulación de datos provenientes de la observación en campo, las entrevistas, los

98

esquemas para la documentación, la representación cartográfica y las guías para la

realización de talleres reflexivos con docentes de las Instituciones Educativas del área de

influencia del PUI-NOR (anexos 3.4 a 3.8).

En tercera instancia, en lo relativo a la política pública educativa, se delinean a

partir de los insumos generados por los dos hallazgos comentados -el teórico y el práctico-,

las directrices de política pública educativa aplicables en los niveles de básica y media, lo

cual se constituye en el otro aporte práctico para la educación en Colombia. Los insumos

provienen, en esencia, de la triangulación teórica y de información efectuada para el

análisis; la descripción, análisis, explicación y comprensión aplicadas a los datos generados

por el anexo 3.6; así como de los informantes entrevistados, especialmente, las que se

efectuaron a decisores y operadores de políticas públicas en el municipio de Medellín. Dos

son los escenarios en los cuales se plantean directrices de política pública educativa: el

normativo-institucional y el de planeación-estratégico.

Marco conceptual, configuración de prácticas sociales como fuente de

potencialidades pedagógicas para la formación ciudadana en perspectiva de los estudios del

territorio y directrices de política pública educativa en Colombia se constituyen en los

principales hallazgos e interpretaciones investigativas que emergen de la significación de la

investigación. Como tales, de una parte, soportan las motivaciones aludidas en el

planteamiento inicial de la investigación, requeridas por los sujetos para aspirar a alcanzar

la categoría de ciudadanos territoriales, dispuestos a contribuir con el fortalecimiento del

proyecto político democrático y justifican la adopción del diseño metodológico de la

investigación apoyado en una experiencia concreta, analizada mediante la estrategia del

caso único: PUI-NOR. Y, de la otra parte, brindan la base que permite valorar el avance

teórico para la formación ciudadana expuesto en el numeral 3.1 a manera de guía

investigativa; exaltar la descripción, el análisis y la comprensión de la realidad del PUI-

NOR enriqueciéndolo como típico proceso de constitución de territorio en su jurisdicción y,

al estudiarlo, hacer visible sus potencialidades pedagógicas para nutrir la formación

ciudadana; y, dialécticamente, posibilitar la vigorización de la teoría elaborada.

A la vez y cómo significación superior, surgen de la descripción y el análisis de los

planteamientos que a continuación se exponen, las evidencias que permiten explicar y

99

comprender, de una parte, cómo de los estudios del territorio (es decir, del asumir el

territorio como objeto de enseñanza, haciendo de sus características -contexto; triada

compuesta por materialidad, dinámicas socioculturales y semantizaciones; y, prácticas

sociales inherentes- contenidos formativos conforme se conciben por la teoría de los

procesos conscientes) emergen potencialidades pedagógicas aplicables a los procesos de

formación ciudadana y, al tiempo, por qué éstas potencialidades pueden ser fuentes de

incentivos para que los sujetos aspiren a alcanzar la categoría de ciudadanos territoriales,

más allá de la simple condición de ciudadanos legales o jurídicos, cercanos a la de

ciudadanos territoriales, es decir, democráticos, participativos, políticos y sociales, de

manera activa y crítica; requerimiento esencial para ejercer las ciudadanías, fortalecer la

sociedad civil y la institucionalidad y, contribuir a construir y posicionar el proyecto

político democrático; y de la otra parte, también, para explicar y comprender la

conveniencia, en el escenario colombiano, de elevar estas reflexiones a la categoría de

política pública educativa, a fin de garantizar su aprehensión y aplicación en el sistema

educativo colombiano, especialmente, como parte de la función del estamento oficial.

3.1 El ciudadano territorial: esencia de la formación ciudadana

Fundamentar teóricamente la formación ciudadana en perspectiva del potencial pedagógico

de los estudios del territorio, para que sea aplicable a la educación básica y media

colombiana, es el propósito del presente numeral. Con ello se dio cumplimiento al primer

objetivo específico del proyecto de investigación, a uno de sus resultados comprometidos y,

al tiempo, se brinda un aporte teórico esencial para alimentar los debates y las discusiones

en la materia al interior de las ciencias de la educación. Aunque la documentación obtenida

de la revisión de la literatura efectuada para realizar esta fundamentación fue abundante

sólo se consideró como relevante la vinculable a las dos categorías centrales de análisis en

la investigación: la formación ciudadana y los estudios del territorio y, en parte, la relativa a

sus subcategorías: formación, ciudadano, ciudadanía, sociedad civil, gobernabilidad,

democracia, territorio, prácticas sociales y potencialidades pedagógicas.

100

Al efecto, desde los enfoques teóricos elegidos, se describieron las nociones básicas

asociadas con las categorías y subcategorías investigativas relevantes; se realizaron los

correspondientes análisis desde sus contribuciones a la investigación, sus interrelaciones y

sinergias enriquecedoras del fundamento conceptual generado con base en el diálogo

interdisciplinar y teórico tenido en cuenta; ello posibilitó explicar las similitudes,

diferencias y complementariedades para, como resultado, comprender sus vínculos y

conexiones en la noción de ciudadano territorial.

La significación efectuada se soportó en la triangulación teórica entre ciencias de la

educación, las ciencias políticas y la geografía crítica, complementada con los aportes del

contexto fraguado por los debates, proyecciones, concepciones y tensiones propios de la

instauración del proyecto político democrático; con los ofrecidos por el enfoque de las

prácticas sociales inherentes al proceso de constitución del territorio y, por las

contribuciones asociadas con las potencialidades pedagógicas para nutrir procesos de

formación ciudadana atribuidas a los estudios del territorio (ver gráfica 6):

Gráfica 6. Ilustración de la triangulación teórica

El texto se estructuró en seis partes. En la primera, se recrea a manera de contexto, el

anhelo democrático vigente ligándolo a la necesidad de contar con ciudadanos formados

dispuestos a contribuir con su construcción, ejerciendo sus diversas ciudadanías,

fortaleciendo la sociedad civil, incrementando la gobernabilidad y vigorizando la

101

institucionalidad. En la segunda, se opta por la noción de formación ligada a la teoría de los

procesos conscientes, cobijada por la pedagogía y la consideración de la educación como

procesos social, conforme las orientaciones del enfoque propio de las ciencias de la

educación. En la tercera se recrean las contribuciones de las ciencias políticas para entender

las nociones de ciudadano y ciudadanía proyectando, desde ellas, la del ciudadano

territorial, a partir de sus características esenciales: democrático, participativo, social y

político de manera activa y crítica. La cuarta se ocupa de develar la noción guía sobre

territorio siguiendo los postulados de la geografía crítica y el enfoque de las prácticas. En la

quinta, se recrean los estudios del territorio como fuente de potencialidades pedagógicas

nutritivas de los procesos de formación ciudadana. Y, en la última, se expone la noción de

ciudadano territorial, atribuyéndosela a la formación ciudadana en perspectiva de los

estudios del territorio, desde la escuela, como esencia de la democracia.

Constituir la noción de ciudadano territorial, fundamento conceptual guía y aporte

teórico básico para las ciencias de la educación, demandó recrear y dibujar como marco de

actuación y escenario de soporte, la consolidación del proyecto político democrático

(Bobbio, 1987; Gallardo, 2007; Lechner, 1995a; PNUD, 2004a; Sartori, 2003), aún en

medio de los debates vigentes y tensiones latentes con el proyecto político neoliberal

(Dagnino et al., 2006); en particular, desde las exigencias que le son propias asociadas con

la coexistencia de institucionalidades públicas, privadas, no gubernamentales, académicas,

sociales, civiles y comunitarias formales y en diálogo permanente para alcanzar adecuados

grados de gobernabilidad; con la presencia de una sociedad civil fortalecida, dinámica y

responsable; con el ejercicio de las diversas y múltiples ciudadanías que la democracia

posibilita, promueve y demanda; y, ante todo, con la existencia de ciudadanos democráticos

(Kymlicka y Wayne, 1997), participativos (Dewey, 1971), sociales (Lechner, 2000),

políticos (Marshall y Bottomore, 1998), de manera activa (Lechner, 2000; Unión Europea,

Fundación Social y Alta Consejería para la Reintegración, 2010) y crítica (Freire, 2005;

Magendzo, 1996; Unión Europea et al., 2010), capaces de transformar la realidad cotidiana,

arraigados dinámica y fluidamente (Martín-Barbero, 2002) al territorio donde habitan y

luchan por materializar sus sueños y, mediante sus prácticas sociales (Bourdieu y

Wacquant, 2008; Güell, Frei y Palestini, 2009; Gutiérrez, 2002; Lefebvre, 1961; Melo,

102

2002; Sini, 1997) en disposición de protagonizar la dinámica democrática ejerciendo sus

ciudadanías, robusteciendo la sociedad civil y contribuyendo a construir el proyecto

político democrático (Gutiérrez, 2008, 2009b,c, 2010, 2011a,b; Gutiérrez y Pulgarín, 2009).

Estos ciudadanos no nacen, se hacen o, mejor aún, se forman (Cortina, 1999; Espínola,

2005; Naranjo, 2006; Santos, 1998); la categoría de ciudadano no viene dada; se obtiene y

logra consciente e intencionalmente; es decir, a ser ciudadano, “se aprende” (Cortina, 1999,

p. 219), especialmente, en la interacción social, histórica y cultural, con otros (Vigotsky,

1979, 1987; Unión Europea et al., 2010).

Para dirimir la tipología de formación que contribuye a la constitución del

ciudadano territorial, ubicados en el enfoque de las ciencias de la educación (De Tezanos,

2006; Flórez, 2005; Mialaret, 1977; Ríos, 2005, 2006; Zuluaga, 1998, 1999, 2007) se

acudió metodológicamente a la triangulación teórica desde los postulados de la teoría de los

procesos conscientes (Álvarez de Zayas, 1998, 1999), las ciencias políticas (Bobbio, 1987;

Camps, 2001; Lechner, 1987, 1995a,b) y la geografía crítica (Harvey, 1998, 2003, 2007;

Santos, 1996, 1997, 2000). En primer lugar, iluminados por las ciencias de la educación, se

asumió la educación como proceso social (Flórez, 2005), basado en su ciencia fundante: la

pedagogía (Flórez, 2005; Zuluaga, Echeverri, Martínez, Restrepo y Quiceno, 1988), para

derivar su esencia: la formación (Flórez, 2005; Flórez y Vivas, 2007; Vierhaus, 2002),

desde la concepción orientadora de los procesos conscientes, es decir, considerada en

contexto, fruto de la interrelación entre instrucción, educación y desarrollo, con una

finalidad predefinida (Álvarez de Zayas, 1998, 1999; Álvarez de Zayas y González, 1998;

Díaz y Quiroz, 2005); esta formación es, por finalidad y encargo social, propia de la escuela

(Kant, 1983; Meirieu, 2004), particularmente, de la escuela inicial (Dewey, 1971).

En segundo lugar, desde las ciencias políticas, se delinearon las características del

ciudadano que se considera requiere la consolidación del proyecto democrático; más allá

del ciudadano clásico: republicano, liberal, comunitarista (Kymlicka y Wayne, 1997) o

mestizo (Uribe, 1998, 2005), un ciudadano democrático, participativo, social y político, de

manera activa y crítica, consciente (Flórez, 2005) de la cualidad alcanzada y de su

condición de sujeto (Cubides, 2004; Redón y Rubio, 2006) democrático, capaz de asumirse

como actor de su realidad para, apoyado en su categoría de ciudadano, aspirar a conocerla,

103

apropiarla y transformarla desde el ejercicio de sus ciudadanías, el fortalecimiento de la

sociedad civil y las diversas institucionalidades, así como el reconocimiento de la

institucionalidad en procura de contribuir a la consolidación de la democracia.

Más, para alcanzar la categoría de ciudadano descrita se estimó es necesario,

adicionalmente a la fundamentación teórica, disponer de motivaciones propias y de

estímulos externos que incentiven, promuevan e induzcan a lograrlo; allí emergió, en tercer

lugar, la geografía crítica aportando la noción de territorio como construcción sociocultural

(Santos, 1996, 1999, 2000, 2004, 2005; Santos e Silveira, 2001; Santos, De Souza e

Silveira, 1994; Silveira, 2004, 2006), usado (Silveira, 2008; Torres, 2005), escenarios de

múltiples conflictos (Haesbaert, 2004, 2007) fruto de la combinación entre transformación

de la materialidad, nuevas dinámicas socioculturales y semantizaciones (Gutiérrez, 2008,

2009b, 2010, 2011b; Gutiérrez y Pulgarín, 2009; Gutiérrez y Sánchez, 2009) alentadas

desde las prácticas sociales (Güell et al., 2009) de los sujetos vinculados a su configuración.

El territorio, así concebido, puede ser objeto de enseñanza (Castellar, 1996, 2009a,

b, 2011; Copetti, 2005, 2011; De Sousa Cavalcanti, 1998, 2002, 2011; Flórez, 1991, 2005;

Gurevich, 2005; Pulgarín, 2002, 2008, 2011a) y, por tanto, al estudiarlo, es decir, al centrar

la mirada en los estudios del territorio como contenido y medio para la enseñanza (Álvarez

de Zayas, 1999; Pulgarín, 2011a; Villegas, Pulgarín y Pimienta, 2007) emergen

potencialidades pedagógicas (Flórez, 2005; Flórez y Vivas, 2007; Pulgarín, 2011b;

Zuluaga, Echeverri, Martínez, Quiceno, Sáenz y Álvarez, 2003) orientadoras de procesos

de enseñanza que estimulan su conocimiento y apropiación, incentivan sentidos de

pertenencia y arraigo fluido (Martin-Barbero, 2002), identidades y posibilidades de

convivencia en medio de las múltiples diferencias, generando como resultado, la

posibilidad de transformarlo, a imagen y semejanza de los anhelos, los sueños e ideales de

quienes lo han construido, individual y colectivamente; lo han usado, usan y usarán; y, ante

todo, podrán vivirlo, junto a otros, diferentes, diversos y plurales, para aspirar a ser más y

mejores humanos (Arendt, 1996; Freire, 2002, 2005; Peralta, 2009). Esta particularidad

otorga al ciudadano una característica y condición adicional: territorial, permitiendo

derivar la noción de ciudadano territorial; aquel que se aspira, sea propósito y esencia de

los procesos de formación ciudadana de “cara” y no “de espaldas” al territorio, la cual sea

104

asumida por finalidad y encargo social, desde el sistema educativo vigente, con

preeminencia, desde la escuela inicial, en los niveles básicos y medios.

Con el proyecto político democrático como marco de actuación, en síntesis, se

estructuró en el texto la construcción de la noción de ciudadano territorial, esencia de la

democracia, derivada de la triangulación teórica entre los postulados de las ciencias de la

educación, las ciencias políticas y la geografía crítica, complementados por el enfoque de

las prácticas y la noción sobre potencial pedagógico para cimentar la concepción renovada

sobre procesos de formación ciudadana en perspectiva del potencial pedagógico

proveniente de los estudios del territorio.

3.1.1 El anhelado proyecto político democrático: marco de actuación

Asistimos paradójicamente a la instauración simultánea del proyecto neoliberal y del

democrático; una especie de confluencia perversa, es decir, contradictoria en su apariencia,

de efectos no evidentes inmediatamente y que se revelan diferentes a lo que se espera sean;

por ello, dicen, también sería tramposa (Dagnino et al., 2006). De una parte, el proyecto

neoliberal que surgió del denominado consenso de Washington, de características global-

local, promueve simultáneamente para consolidarse, la instauración de un Estado mínimo

administrativa y políticamente; el traslado de parte de los deberes, obligaciones y servicios

sociales asumidos antes por el Estado de bienestar como su razón de ser; la privatización de

las empresas del Estado; la globalización económica; la presencia del ciudadano activo, la

ciudadanía dinámica y la sociedad civil (Lechner, 2005; Olvera, 2003) corresponsable de la

construcción democrática anhelada (Dagnino, 2004). Además está incidiendo en la

reconstrucción del Estado a partir del desmonte paulatino del modelo de bienestar; en la

globalización de la economía; en el incremento de las interdependencias global -local; y,

entre otros asuntos, en la modificación de la cultura política.

Por la otra parte, persiste como propósito, la instauración del sueño democrático

inspirado por la revolución francesa. Esta democracia, como forma de gobierno aún está en

construcción; continúa siendo un anhelo dependiente de su propia dinámica y al ritmo del

complejo contexto vigente; como opción y estrategia para alcanzar niveles adecuados de

105

bienestar individual y colectivo, aspirar a mejorar la condición de los seres humanos,

incrementar los niveles de calidad de vida de la población y de disfrute de la vivencia con

otros, se ha convertido en una alternativa posible (Gallardo, 2007; OEI, 2008, 2010; PNUD,

2004a) porque crea y amplía espacios de participación para la sociedad civil en los asuntos

del Estado, en la toma de decisiones relevantes de la vida en sociedad, en la expansión de la

ciudadanía, en el diseño e implementación de políticas públicas y en el fortalecimiento de

la democracia como sistema de gobierno. Veinte años atrás, era para los latinoamericanos,

una ilusión (De Tocqueville, 1984); en la actualidad, al menos desde lo formal, es una

realidad: no queda ninguna dictadura militar vigente. Curiosamente, apuntando “hacia

direcciones opuestas y antagónicas, ambos proyectos requieren una sociedad civil activa y

propositiva” (Dagnino, 2004, p. 196), territorializada, constituida por ciudadanos

participativos y democráticos, en ejercicio de su ciudadanía. Tal coincidencia es aparente

aunque, como afirman Dagnino et al. (2006), está sólida y cuidadosamente

construida a través de la utilización de referencias comunes que convierten su interpretación en una tarea difícil, especialmente para los actores de la sociedad civil involucrados, y a cuya participación se apela tan vehementemente en términos tan familiares y seductores (p. 18).

La confluencia de ambos proyectos hace emerger una tensión conceptual y práctica que

exige cuidarse para no resultar contribuyendo, sin darse cuenta, precisamente con aquello

que se desea combatir: la implementación del proyecto político neoliberal, a partir de la

construcción inocente de escenarios donde se puedan ejercer ciudadanías con la intención

de profundizar la democracia. Evocando a Bauman (2004, p. 28), De Paz Abril (2007, p.

14) ilustra el camino adecuado para trasegar al recordar que, no nos encontramos

ni mucho menos al final de la historia, ni tan solo al principio del final; nos encontramos en el inicio de otra gran transformación: la de poder someter las fuerzas globales, justamente con sus efectos ciegos y nocivos, al control democrático popular, para obligarlas a respetar y observar los principios éticos de la convivencia humana y de justicia social.

La paradoja descrita se hace más compleja al enmarcase en el contexto actual, referido a

dinámicas socio-culturales, políticas, económicas, tecnológicas, ambientales y territoriales

que impactan todos los ámbitos de la sociedad (Gutiérrez y Sánchez, 2009). Contexto

entendido (Santos, 1997; 2000) como un paradigma para la comprensión de los diferentes

aspectos de la realidad actual en donde cada lugar, cada territorio es, al tiempo, objeto de

106

razones de índole global y de alcances locales y, también, mediador entre el mundo, la

sociedad nacional y la local, que invita, por tanto, a superar antagonismos como los

descritos entre los proyectos neoliberal y democrático. Sin embargo, por ello

necesariamente, se demanda mayor atención y análisis para no defender uno de estos

proyectos y resultar aportándole realmente al otro. La práctica y la acción, la finalidad y la

razón de ser del ciudadano y de la ciudadanía, no podrán ser inocentes frente al contexto, ni

a los proyectos políticos que les convocan para propósitos diferentes; máxime si se

reconoce que, en ni los países industrializados, ni en América latina, ninguno ha logrado lo

que pregona: mejores seres humanos, más bienestar y mejor calidad de vida (Espínola,

2005; UNESCO, 2004).

Unidas a la revolución científica y tecnológica, a la creciente descentralización del

Estado, a la internacionalización económica que hace del mundo un mercado en

permanente disputa y a la tendencia del desarrollo sostenible, aparecen en la actualidad dos

tendencias más que enmarcan la realidad: la democratización de la relación entre sociedad

civil y Estado -como forma de gobierno- y la creciente demanda de la población por ocupar

más espacios de participación real en la toma de decisiones en los aspectos de carácter

público (Wolfe, 1984); estas tendencias contextuales vigentes requieren para gestarlas,

consolidar, ampliar y profundizar la democracia; aprender, incorporar y practicar valores

democráticos; adoptar, vigorizar e innovar modos de vida, costumbres, maneras de ser;

reconocer y respetar la diferencia, fortalecer la identidad la convivencia en escenarios

plurales, conflictivos, complejos y diversos. Este es el escenario de la globalización:

fenómeno contemporáneo, mas no por ello actual, dado que tiene (CEPAL, 2000) raíces

profundas que han marcado el devenir histórico de la humanidad (Boisier, 2001), demanda

incrementar la justicia y la convicción de que el triunfo de la lógica económica

Implacable, basada en la ley del más fuerte y sometida a las exigencias de un neoliberalismo sinalma, nos obliga a sacudir nuestra conciencia, a desvelar nuestra ética frente a la cuestión socialprimordial que plantea el aumento de las desigualdades en el mundo (Delors, 1996, p. 189).

Entendida la globalización como proceso histórico que penetra y reformula todos los

ámbitos de la sociedad y que tiene implicaciones de gran relevancia en la época

contemporánea, que incita otras maneras de intervenir e investigar la realidad, habrá que

107

mencionar su ineludible relación con lo local. Existen diferencias entre el orden global y

local (Santos, 2000); ambos constituyen dos situaciones genéticamente opuestas, aunque,

en cada una se verifiquen aspectos de la otra. En realidad cada lugar, al mismo tiempo, es

objeto de una razón global y de una razón local que conviven dialécticamente. El orden

global-local sugiere un énfasis en el territorio, el cual termina siendo el gran mediador entre

el mundo y la sociedad nacional y local, ya que en su funcionamiento, el mundo necesita de

una mediación de los lugares según sus posibilidades para usos específicos. En un momento

determinado, se escoge algunos lugares y rechaza otros y, en ese movimiento, se modifica

el conjunto de los lugares, el espacio como un todo. El lugar ofrece al movimiento del

mundo la posibilidad de su realización más eficaz; lo cual implica que el mundo, para

hacerse espacio, depende de sus propias posibilidades.

Se evidencia así la relación de interdependencia entre lo global y lo local, escenario

actual del ciudadano, de sus prácticas sociales, del ejercicio de las diversas y múltiples

ciudadanías posibles, del territorio y de la formación ciudadana dado que, podría decirse, el

contexto global se asocia con un sistema mayor, de escala amplia, incluso virtual, en el que

ocurren diferentes fenómenos sociales, culturales, políticos, económicos, tecnológicos,

espaciales y ambientales que impactan todo el planeta, y es aquí donde emerge la escala

geográfica de lo local, recibiendo pero también creando y recreando, en sus dinámicas

cotidianas tales fenómenos globales e impactando el sistema mayor.

Estas tendencias, derivadas de la condición glo-cal contemporánea en el “ámbito

socio-cultural, político, económico, tecnológico, ambiental y espacial” (Sánchez, 2005, p.

41) advierten sobre las nuevas exigencias y posibilidades que el contexto plantea, aportan

pautas para lograr una visión más comprehensiva de las dinámicas que acontecen en la

actualidad y motivan la búsqueda de alternativas de acción plausibles que permitan la

transformación progresiva de la sociedad. Afrontar esta realidad en la perspectiva de

alcanzar mejor calidad de vida y mayores niveles de bienestar general, demanda hoy como

opción posible, de la consolidación, ampliación y profundización de la democracia; del

respeto por lo público; y, entre otras cosas, de la formación y gestación de ciudadanos.

La democracia es un añejo ideal, aún en construcción. Etimológicamente el término

proviene de dos raíces griegas: demos, pueblo y kratos, gobierno: gobierno del pueblo.

108

Antiguamente, tenía una clara y definida base territorial, su espacio de referencia era la

ciudad-Estado, la polis; a ella pertenecían las personas que la habitaban, haciéndose sujetos

de derechos y deberes políticos, los cuales estaban obligados a participar en la formación

del gobierno y en la toma de las decisiones al respecto; de la polis se excluía a esclavos y

extranjeros quienes, por tanto, no tenían derechos, ni deberes políticos, no eran

considerados ciudadanos. Se le consideraba basada en la igualdad de los ciudadanos, es

decir, de los miembros de la polis; en la igualdad política y social del “demos” y en su

ejercicio directo del poder. Esta tradición democrática mantiene aún hoy continuidad

teórica, a pesar que los ensayos llevados a cabo para implementarla, en diversos periodos

de la humanidad, han resultado fallidos. El sufragio universal implementado en 1848,

modificará notablemente el lenguaje político, y culminará la mutación de la palabra democracia. De periférica, la referencia a la democracia va rápidamente a imponerse, designando indisociablemente un régimen y una forma de sociedad... Más que un régimen o una sociedad, la democracia traducirá en adelante una creencia común en la igualdad (Rosanvallon, 1993, pp. 26-27).

Varios debates en materia de democracia continúan latentes. Uno, alude a las múltiples

tensiones que históricamente ha vivido el proceso de construcción del proyecto político

democrático. Otro, no menos relevante, lo constituye su confluencia con el proyecto

político neoliberal; una confluencia casi perversa y en ocasiones hasta tramposa (Dagnino

et al., 2006). Otro, la necesidad de diferenciar la democracia del contrato social y la

democracia liberal; la representación y la participación. Como tales son considerados de

vieja data y remiten a la dinámica y al quehacer democrático, es decir, al gobierno del

pueblo (Bobbio, 1987; Lechner, 1995a; PNUD, 2004a; Sartori, 2003). La forma como

manda el pueblo depende de su concepción de democracia, lo cual evidencia que además de

soñarla, ¡ se puede y se debe construir!23

23 “Aunque 140 países del mundo viven hoy bajo regímenes democráticos -hecho valorado como un gran logro-, sólo en 82 existe una democracia plena”. Gobiernos elegidos democráticamente tienden a sostener su autoridad con métodos no democráticos: modificando las Constituciones nacionales en su favor, interviniendo en los procesos electorales, independencia a los poderes Legislativo y Judicial. La democracia no se reduce al acto electoral; precisa de eficiencia, transparencia y equidad en las instituciones públicas, así como de una cultura que acepte la legitimidad de la oposición política, reconozca y defienda los derechos de todos dado que, “la democracia no sólo es un valor en sí misma, es un medio necesario para el desarrollo”. Para el PNUD, la gobernabilidad democrática es “un elemento central del desarrollo humano (...) la democracia es el marco propicio para abrir espacios de participación política y social, en especial para quienes más sufren: los pobres y las minorías étnicas y culturales” (PNUD, 2004a, p. 23).

109

No es posible la democracia si no existe una ciudadanía actuando lo que, a la vez,

demuestra que sus sujetos son los ciudadanos participantes. A pesar de reconocerse como

esencial, existe gran preocupación por la poca participación en escenarios democráticos

(Kymlicka y Wayne, 1997). La obligación ciudadana es (Magendzo, 2004) participar en la

construcción del Estado, fortalecer la sociedad civil y ejercer la ciudadanía para mantener el

anhelo democrático. Sin ciudadanía, la democracia no es posible; sin ciudadanos, la

ciudadanía tampoco lo será. Se requiere de ciudadanos ejerciendo su ciudadanía para

construir y afianzar el sueño democrático como proyecto político de gobierno posible,

soporte de mejores condiciones de vida y mayor bienestar general.

En América Latina cobra fuerza el reto de construir y desarrollar democracias;

haciéndolas más congruentes con la economía (PNUD, 2004a). Para el efecto, se enfrentan

como desafíos, entre otros, pasar de democracias de electores a democracias de ciudadanos;

hacer posible que la democracia enfrente los incrementos en las pobrezas y las

desigualdades; documentar y realizar balances entre reformas implementadas y realidades

transformadas; comprometer a los organismos internacionales de cooperación en la

promoción de las democracias; continuar explorando los avances, los retos y las

dificultades que enfrentan los desarrollos democráticos. Adicionalmente, es preciso

completar los debates y los fundamentos teóricos para consolidar la diversidad de proyectos

de democracia existentes; asumir los déficit de sociedad civil como falencias de la

democracia; concebir el carácter ciudadano como fuente y justificación de la autoridad del

Estado democrático, es decir, como sujetos de la democracia; y, entender que vivir

múltiples ciudadanías va más allá del ejercicio de derechos civiles, políticos y sociales.

Así entendida, la democracia requiere para su consolidación, indispensablemente,

del ejercicio ciudadano participativo, social y político, en forma activa y crítica. Fortalecer

y consolidar democracia exige además de institucionalidades públicas, privadas, no

gubernamentales, académicas, sociales y cívicas establecidas; de escenarios de convivencia,

pluralidad y diversidad; de marcos normativos flexibles y posibilitadores; de una sociedad

civil actuante, legítima y reconocida; de múltiples ciudadanías actuando. Y, ante todo, de

formas, caminos, rutas o maneras de motivar y estimular su constitución, es decir, de

metodologías participativas dirigidas a robustecer la democracia.

110

Para teóricos y tratadistas del tema, parece obvio que la democracia directa o

participativa, sólo es posible en lugares próximos, donde los pobladores puedan interactuar

fluidamente; a medida que se amplían el espacio geográfico y se incrementa la población,

se tiene que apelar a la representación, a la delegación del poder de decisión, de control, de

evaluación, haciendo más difícil la gobernabilidad de todos y gestándose una élite

gubernamental que orienta y define el Estado, dejando por fuera en la mayoría de los casos,

la población que dicen representar. La participación perfecta sólo es posible (Bobbio, 1987)

en una democracia directa, en la que todos se reúnen, discuten y deciden los asuntos

públicos. El desarrollo político debe contribuir a que las personas se constituyan en sujetos

activos frente a los procesos sociales y políticos en un camino de doble vía que contribuya a

lograr el desarrollo de quien participa y el cambio de la estructura social y política en la que

interviene; a pesar de la necesidad de participación de un ciudadano actuante, en general,

preocupa la poca participación existente (Kymlicka y Wayne, 1997).

Una relevante obligación del ciudadano, así las cosas (Magendzo, 2004), es

participar en la construcción del Estado, en el fortalecimiento de la sociedad civil y en el

ejercicio activo de la ciudadanía para edificar y mantener el anhelo democrático. La

democracia no es viable sin la existencia de ciudadanías actuando permanentemente, de

ciudadanos participativos dispuestos a contribuir con la construcción del Estado, el

fortalecimiento de la sociedad civil, el ejercicio activo de sus ciudadanías para defender y

mantener el anhelo democrático. Sin ciudadanías dinámicas, fruto de las diversas prácticas

sociales, individuales y colectivas, de los ciudadanos la democracia no es posible; tampoco

lo será, obviamente, la ciudadanía sin ciudadanos en interacción.

En este marco cobra mayor fuerza, al menos en Latinoamérica (PNUD, 2004a), el

reto de construir y desarrollar la democracia como la “mejor forma de gobierno y

organización de la vida social y pública” (Bárcena, 1997, p.47); de ha cerla más congruente

con la economía,24 en medio de diversos desafíos: pasar de una democracia de electores a

una democracia de ciudadanos; hacer posible que la democracia enfrente los incrementos

24 “Otro tema central a debatir es el de las posibilidades de una economía congruente con la democracia, es decir, una economía que promueva la diversidad para fortalecer las opciones ciudadanas. En esta perspectiva, el debate sobre la diversidad de formas de organización del mercado debe ingresar en la agenda de discusión pública. La discusión sobre el futuro de la democracia no puede ignorar las opciones económicas. La economía es clave (...) de ella depende el despliegue de la ciudadanía social” (PNUD, 2004a, p. 28)

111

en la pobreza y la desigualdad latinoamericana; documentar y realizar balances entre

reformas implementadas y realidades transformadas; comprometer a los organismos

internacionales de cooperación en la promoción de la democracia; continuar explorando los

avances, retos y dificultades que enfrenta el desarrollo de la democracia. Adicionalmente,

es preciso completar los debates empíricos y los fundamentos teóricos para consolidar el

ideal democrático; asumir los déficit de la sociedad como deudas de la democracia;

concebir los ciudadanos como fuente de la autoridad del Estado democrático, es decir,

como sujetos democráticos; vivir la ciudadanía va más allá de los derechos civiles, políticos

y sociales vigorizando la interrelación Estado, sociedad civil y ciudadanía.

La educación, tanto como función pública atribuida a la estructura gubernamental

del Estado y, a la vez, como responsabilidad social asumida por los voceros de la empresa

privada, las organizaciones no gubernamentales, la academia y de las diversas y múltiples

organizaciones de la sociedad civil; como deber del Estado y derecho de los sujetos

individual o colectivamente considerados, tiene a su cargo un papel importante en la

contribución a la consolidación del proyecto político democrático mundial (PNUD, 2004a),

iberoamericano (OEI, 2008, 2010) y colombiano (MEN, 1998a, 2006). Si bien no es la

única tarea que tiene encomendada, especialmente en Colombia, si es una de las más

relevantes y fundamentales en el propósito de fomentar y apropiar el Estado Social de

Derecho conforme quedó expuesto en el escenario deóntico reseñado en el numeral 1.2.

Construir y consolidar la democracia mencionada, no es tarea fácil; se precisa de

ciudadanos dispuestos a emprenderla. Ciudadanos poseedores de la capacidad para

transformar desde sus prácticas sociales la realidad cotidiana, arraigados dinámica y

críticamente (Martín-Barbero, 2002) al territorio donde habitan y luchan por materializar

sus sueños: más que cívicos, amantes de su patria, cumplidores de sus deberes y en

ejercicio de sus derechos, se precisa que sean capaces de transformar su realidad, a partir de

múltiples y diversas territorialidades, aquellos sentidos otorgados al espacio geográfico

para transformarlo en territorio (Echeverría y Rincón, 2000; Gutiérrez y Pulgarín, 2009;

Gutiérrez y Sánchez, 2009). Estructurar la formación ciudadana capaz de tejer este anhelo

demanda del sistema educativo, por finalidad y encargo social, proponérselo como meta del

proceso consciente mediante el cual se fortalecen conocimientos desde la instrucción, las

112

habilidades y competencias que otorga el desarrollo, los valores y actitudes propios de la

educación, en contexto e intencionado, acorde con el proyecto político democrático vigente.

3.1.2 Formación y formación ciudadana: apuesta desde los procesos conscientes

Si no se nace ciudadano, entonces éste se hace, se forma. Es una manera de ser, una

conducta, un modo de vida que se aprende y se fortalece con la experiencia cotidiana y la

puesta en escena del ejercicio ciudadano, de las diversas y múltiples ciudadanías, mediante

prácticas sociales que conlleva la interacción histórica y cultural con otros sujetos. Para

alcanzar la categoría de ciudadano y obtener los fundamentos requeridos por el ejercicio de

la ciudadanía, soporte de la democracia, se precisa de una formación que fundamente y, de

escenarios que la propicien; ello será posible, alternativamente, si en los procesos de

formación ciudadana se incorporan potencialidades pedagógicas orientadas a forjar

ciudadanos, promover prácticas sociales para el ejercicio de las ciudadanías y, contribuir a

gestar la democracia anhelada. Formación y formación ciudadana deben ser,

consecuentemente, concebidos y enmarcados como puntales de este planteamiento.

Al efecto, como enfoque teórico orientador de la investigación, se optó por las

ciencias de la educación (De Tezanos, 2006; Flórez, 2005; Ríos, 2005, 2006; Mialaret,

1977; Zuluaga, 1998, 1999, 2007; Zuluaga et al., 1988). Estas ciencias están constituidas

por diversas disciplinas sociales y humanas, interesadas en la profundización científica de

múltiples aspectos relacionados con la educación; históricamente, emergen del debate

pedagógico desatado en Europa a finales del siglo XIX y principios del siglo XX; en

concreto, se tiene referencias que indican su surgimiento en Ginebra (suiza), en 1912, al

crearse el Instituto de Ciencias de la Educación, el cual, en “1929 formará parte, como

Facultad, de la Universidad de Ginebra” (De Tezanos, 2006, p. 53); su propósito fue

“renovar las condiciones de existencia de la pedagogía o ciencia de la edu cación, y la débil

formación pedagógica y psicológica de los maestros en el ámbito” (Ríos, 2005, p. 5).

En la literatura existente se sostiene que con la publicación de la obra de Mialaret:

las ciencias de la educación (editada en castellano en 1977), se estructuró la cartografía

vigente de las ciencias de la educación, ligándolas a la tradición francesa y clasificándolas

113

en tres grupos, a partir de las disciplinas existentes. Un grupo fue integrado por aquellas

disciplinas dedicadas a estudiar las condiciones generales y particulares de la educación

tales como la historia de la educación y de la pedagogía, la sociología de la educación, la

etnología de la educación, la demografía escolar, la economía de la educación, la

administración escolar y, la educación comparada. Otro grupo, el conformado por las

ciencias interesadas en el análisis y la comprensión de las situaciones y los hechos de la

educación, también denominadas ciencias pedagógicas, categorizadas a su vez en las

disciplinas que estudian las condiciones del acto educativo desde la óptica fisiológica,

psicológica y psicosociológica; las didácticas y la teoría de los programas; las ciencias de

los métodos y de las técnicas pedagógicas; y, las ciencias de la evaluación. Y, el otro grupo,

incluyó las disciplinas dedicadas al análisis reflexivo y las ciencias del futuro las cuales

contenían la filosofía de la educación, la prospectiva en pedagogía y la planificación (De

Tezanos, 2006). Por lo regular, las ciencias de la educación se

presentan como algo diferenciado y distanciado de la pedagogía y la didáctica, en tanto las primeras se producen al interior de la universidad, y las segundas entran directamente en el dominio de la práctica de los maestros y en el terreno de las instituciones de formación de docentes. Esto implica que es, al interior de las ciencias de la educación, que se produce investigación y, por tanto, conocimiento científico, aunque se cuestione su estatuto (De Tezanos, 2006, p. 55).

Desde el enfoque planteado, se asume la pedagogía como una de las ciencias de la

educación, junto a las demás disciplinas que las conforman; al tiempo, como tal y a

diferencia de las otras, se le reconoce como ciencia por su carácter científico. Así las cosas,

las ciencias de la educación incluyen a la pedagogía; pero la pedagogía no incluye a las

ciencias de la educación: “las ciencias de la educación no son pedagogía; la incluyen”

(Ríos, 2006, p. 19). La pedagogía, sin embargo, tiene la posibilidad de fundamentarse en las

demás ciencias de la educación; por ello, a éstas se las ha considerado las ciencias

auxiliares de la pedagogía, lo cual hizo finalmente que, dado el carácter unitario,

sistemático e integrador de la pedagogía, fuera históricamente “considerada la ciencia de la

educación” (Quintana, 1983, p. 98). Estas ciencias se caracterizan (Gimeno, 1978) entre

otras cosas, porque procuran explicar la educación mediante diversas teorías; se dedican a

configurar una tecnología normativa en procura de alcanzar su objeto y, además, en virtud a

su carácter expansivo, pretenden incrementar los límites de las capacidades humanas y de la

114

cultura. Adicionalmente, innovan al tomar la educación como un objeto inacabado en

donde se asume que la aplicación de las teorías a la realidad debe iluminar la finalidad

pretendida, el componente utópico, la configuración de la imagen objetivo a alcanzar.

La educación guía, encamina y enseña; a la vez, contribuye a desarrollar cualidades,

a transmitir valores y hábitos, a promover el desarrollo de la creatividad y provocar el

crecimiento personal. Adicionalmente, Durkheim (1990, p. 51), la denominó “acción”

intencionada, no producto del azar; una institución social insertada en cada tipología de la

sociedad.25 Como tal, por un lado, cumple la función de reproducir las culturas constituidas

y, por el otro, de innovarlas (Gimeno, 1978). Por ello, entre otras cosas, puede asumirse

como hecho, encargo y, además, como proceso social e

intersubjetivo mediante el cual cada sociedad asimila a sus nuevos miembros según sus propias reglas, calores, pautas, ideología, tradiciones, prácticas, proyectos y saberes compartidos por la mayoría de la sociedad, Mas modernamente la educación no solo socializa a los individuos sino que también rescata en ello lo más valioso, aptitudes creativas e innovadoras, los humaniza y potencia como personas. Hoy día educarse no es adaptarse a la sociedad (Flórez, 2005, p.350).

Como hecho social, se fundamenta en la sociología de la educación y tiene a la escuela

como su escenario por excelencia; según Picut (2000), retomando a Durkheim, la educación

es un fenómeno social y por ese hecho representa uno de los métodos privilegiados de

integración y de socialización no sólo por el medio en que se efectúa sino por los

contenidos que constituyen su objeto propio, la cultura social, los fines y funciones de esa

educación, por los factores que la motivan y realizan así como por los condicionamientos a

que está sujeta, sociales en su gran mayoría.

Como encargo social, se analiza desde la filosofía de la educación, y se lee desde

aquellas características que la sociedad busca garantizar, a través de la educación, la

transmisión activa a las nuevas generaciones de los avances de la cultura humana, de ahí

que de acuerdo con su nivel de desarrollo y sus aspiraciones, conforma las características

que deben poseer los ciudadanos que aspira a formar, constituyéndose en los objetivos del

25 “L’éducation est l’action exercée par les générations adultes sur celles qui ne sont pas encore müres pour la vie sociale. Elle a pour objet de susciter et de développer chez l’enfant un certain nombre d‘'etats phisiques, intellectuels et moraux que réclment de lui et la société politique dans son ensemble et le milieu spécial auquel il est particuliérment destiné” (Durkheim, 1990, p. 51). En castellano, traduce: “la acción ejercida por lo s adultos que tiene por objeto suscitar y desarrollar en el niño un cierto número de estados físicos, intelectuales y morales, que le exige el medio al que está particularmente destinado”. Gastón Mialaret, según De Tezanos (2006), no sólo compartió esta no ción, también la calificó de “excelente” (p. 44).

115

proceso educativo. En este sentido Kant (1983, p. 20) explicó la educación como cierta

forma de progreso; le otorgó gran importancia en el desarrollo humano, en el “ascenso

hacia lo mejor”; la consideró el camino para “lograr la perfectibilidad del hombre”; y,

sentenció que “el hombre es lo que la educación hace de él”. Por su parte Rousseau (1997),

en su obra El Emilio, presentó la educación como el camino idóneo para formar ciudadanos

libres conscientes de sus derechos y deberes en el nuevo mundo que se estaba gestando.

A la educación Piaget, citado por Gabriel De la Mora en el prólogo del libro

Didáctica Magna de Comenio (1995), le otorgó el valor de ser la primera tarea de todos los

pueblos, más allá de las diferencias ideológicas y políticas; Freire (2005), por su parte, la

presentó como un recurso que la sociedad utiliza para conseguir determinados fines que

considera deseables. Actualmente el encargo social de la educación se expresa en los fines

de los diferentes sistemas educativos de los países, los cuales de acuerdo con Savater

(1999), se preguntan insistentemente por una educación para preparar aptos competidores

en el mercado laboral o para formar hombres completos; para potenciar la autonomía de

cada individuo, a menudo crítica y disidente, o la cohesión social; para desarrollar la

creatividad o mantener la identidad tradicional del grupo y, entre otras cosas, por una

educación que permita o no la búsqueda, privilegio y promoción de modelos de excelencia.

La educación como proceso social, emprendido con miras a lograr la formación, es

abordado por la pedagogía, “reina de las ciencias de la educación”, (Flórez, 2005, p. 211).

Precisamente en el seno de la pedagogía es donde se sitúa, para la investigación efectuada,

como su “misión y eje teórico” (Flórez, 2005, p. 106), la formación, entendida también

como el proceso docente, consciente, intencionado y en contexto mediante el cual se

instruye para brindar conocimientos, se educa en actitudes que incorporen lo instruido y, se

desarrolla mediante habilidades prácticas (Álvarez de Zayas, 1998; Álvarez de Zayas y

González Agudelo, 1998) que permiten, en conjunto, a partir del conocimiento, alcanzar la

categoría del ser, para hacer y transformar. En la formación, tienen lugar la enseñanza y el

aprendizaje, abordados de manera específica por la didáctica y la psicopedagogía,

respectivamente, lo cual corresponde a la consideración de las ciencias de la educación, en

plural. Proceso que es por excelencia (Freire, 2008), un evento comunicativo, acto

comprensivo y liberador, planeado y organizado desde la institución educativa.

116

Así, la pedagogía puede entenderse desde Kant (1983) como la teoría de la

educación, concepción que persiste en diversos grupos de pedagogos; en este sentido

Zuluaga et al. (2003, p. 15), definieron la pedagogía como la que describe, analiza, discute

e interpreta los modos que asume la relación pedagógica en tanto mediadora del pasaje de

un individuo desde la sociedad natural - familiar a la sociedad civil; es decir, de su

formación y de su proceso de apropiación cultural, es el conjunto de constructos logrados

desde la investigación de las prácticas educativas; un saber abierto desde donde se logra la

fundamentación conceptual de las prácticas pedagógicas; es ese espacio de

conceptualización del arte de enseñar,

el saber busca la línea del movimiento mientras que la disciplina busca y encuentra el reposo, la tranquilidad de espacios fijos. De ahí que su interés no es asumir la pedagogía como ciencia [...], no se dirige a determinar el valor científico de la pedagogía y su fundamento lógico, sino como un saber que busca establecer puentes, caminos y encuentros con otras disciplinas formalmente constituidas.

En esta discusión epistemológica se le atribuye a la pedagogía el estudio de la educación

desde la dimensión formativa de las prácticas educativas, haciendo énfasis en la

fundamentación teórica de la educación. De ahí que se le nombre como la disciplina

fundante (Zuluaga et al., 2003), la más abarcadora de las ciencias de la educación, por el

objeto que se le atribuye: el proceso de formación. Proceso que va encaminado “hacia un

uso más amplio en el ámbito de la pedagogía, de las ciencias de la educación y la

“formación” en general, pero también del pensamiento y la discusión sobre el hombre, la

humanidad, la sociedad y el Estado” (Vierhaus, 2002, p. 7); entendido, así mismo, como

“eje y principio fundador de la pedagogía. misión de la educación y de la enseñanza”

(Flórez, 2005, p. 351), para facilitar lo personal, cualificar y potenciar lo humano.

Fue, según Vierhaus (2002, p. 57), la “cuestión social del siglo XX” que comprende

“un amplio campo del hacer práctico y la realidad social”; y, además, se gesta en proceso,

fruto del devenir histórico y cultural propio de la sociedad donde acontece (Vigotsky, 1979,

1987). Díaz y Quiroz (2005) la asocian, complementándola, con aprendizajes particulares,

destrezas o habilidades como medios para alcanzar un ser integral, en contexto; la cual se

logra por medio de los modelos pedagógicos que orientan la instrucción, el desarrollo y la

educación, en su relación sistémica, bases de la teoría de los procesos conscientes (Álvarez

de Zayas, 1998). Instrucción como apropiación de conocimientos, hábitos y habilidades

117

cognitivas; desarrollo en referencia a las regularidades internas, físicas y cognitivas,

propias de la personalidad del sujeto; y educación orientada a la formación de hábitos,

convicciones, carácter y conductas de los seres humanos.

Los procesos conscientes son una tendencia pedagógica, un modelo pedagógico

(González, 1999), sistémico y abierto, y por ende complejo, donde sus relaciones son en

esencia dialécticas; tendencia que surge de los modelos desarrollistas sociales, mediante su

estructuración como sistema abierto de relaciones dialécticas de los procesos educativos,

instructivos y desarrolladores, esboza un paradigma donde los sujetos no son ajenos a su

proceso de aprendizaje, a su proceso de educación, a su proceso de formación y, por ello,

pueden participar plena y libremente en el desarrollo económico de las nuevas sociedades

del conocimiento (Álvarez de Zayas, 1998). Como tales, se constituyen en una alternativa

pedagógica donde confluyen las dimensiones educativa, instructiva y desarrolladora que

interpretan dialécticamente los modelos pedagógicos anteriores, particularmente los

provenientes del enfoque histórico-cultural como fundamento conceptual de la pedagogía y

de la teoría de la actividad desarrollado por Vigotsky (Daniels, 2003) y el relativo a la

teoría del currículo en Dewey (Canfux, Rodríguez, Sanz, Rojas, Corral, González, Ojalvo,

Castellanos, Viñas, González y Hernández, 1996), otorgándole valor a los aciertos y

formulando nuevos componentes para involucrar la escuela con la vida a través de la

educación basada en problemas, al tiempo que, relaciona el proceso docente con la

investigación atendiendo el requerimiento de la sociedad del conocimiento.

En este marco la formación puede asumirse como proceso orientado por la

pedagogía, como ciencia fundante de las ciencias de la educación, con fundamento en bases

teóricas que deben ser explícitas desde el orden filosófico (concepción de ser humano), el

sociológico (relación con el entorno) y el psicopedagógico (proceso de la educación) para

que, de conjunto, dirijan la enseñanza y el aprendizaje; además, en términos ilustrativos y

argumentativos de Flórez (2005, p. 351), como el

eje y principio fundador de la pedagogía; se refiere al proceso de humanización que va caracterizando el desarrollo individual aquí y ahora, según las propias posibilidades; la formación es la misión de la educación y de la enseñanza, facilitar la realización personal, cualificar lo que cada uno tiene de humano y personal, potenciarse como ser racional, autónomo y solidario.

118

Si bien la formación así entendida acontece en los espacios de socialización del sujeto: la

familia, la escuela, la iglesia, los medios masivos de comunicación social, el espacio

público y, entre otros, los partidos políticos, es en la escuela donde, por finalidad, se debe

impartir (Meirieu, 2004); además la escuela también es, por encargo social, el escenario

privilegiado para formar al ciudadano y forjar los valores, virtudes y soportes de la

ciudadanía dado que, como tal (De Paz Abril, 2007, p. 7) se convierte en el lugar ideal para

aspirar a alcanzar una sociedad verdaderamente democrática que “trascienda el mero

formalismo de las votaciones y el barullo de los procesos electorales para posibilitar

universos en los que sean reales la igualdad de oportunidades, la justicia y la auténtica

libertad, desde una ciudadanía crítica y reflexiva”.

Una escuela consciente de que el hombre es, en esencia, lo que “la educación hace

de él” (Kant, 1983, p. 20); conocedora de que no se es, por naturaleza, lo que se debe ser

sino que, mediante la formación, en el curso del devenir histórico, se asume la tarea de irse

construyendo de manera interminable, procurando poder llegar a ser lo que en el camino de

la vida, puede ir siendo (Gadamer, 1992); sabedora de que es en los primeros años de la

vida, donde podrá formarse en lo esencial (Dewey, 1971), aquello sobre lo cual en la edad

adulta podrá pedírsele cuenta al sujeto, lo que será esperable aplique en su acción, en su

práctica individual y colectiva. Una escuela capaz de conjugar “integración, emancipación

y promoción de la humanidad en la persona” al intencionar la formación de “ciudadanos de

un Estado democrático para un mundo solidario” (Meirieu, 2004, p. 79).

El sujeto en el proceso de formación, es quién aprende; aquel que tiene el contexto

social como un punto de apoyo e incentivo para desarrollarse. Según Rozo (2005, el sujeto

es todo hombre, considerado como una persona, no sólo un individuo; es algo más, es esa

parte constituyente de los individuos y de las colectividades que estando dentro los

envuelve en todas sus actuaciones y conductas. Es decir el sujeto humano conoce el mundo

con las descripciones de su entorno socio-cultural y con sus libertades y constricciones, lo

cual significa, que el mundo actual (Rozo, 2005, p. 287),

es nuestra creación, o como dice Maturana, “alumbramos un mundo” y lo hacemos desde el lugar del sujeto, de ahí que para cada sujeto haya un mundo diferente, pero entendido el sujeto en sus múltiples interacciones con sus entornos, en sus interpenetraciones, es decir, configurado con partes de la sociedad, de la cultura, de las formas de pensamiento, de la mentalidad, del lenguaje, etc.,

119

interacciones atravesadas por la experiencia individual, y expresadas en un lenguaje que siempre es social, se da la posibilidad de consensos por medio de conversaciones.

Ahora bien, resulta obvio que quien se forma en los términos expuestos, guiado por los

postulados de la teoría de procesos conscientes, es el sujeto; el mismo que al adquirir la

categoría de ciudadano territorial estará en posibilidad de contribuir a constituir territorios

y a protagonizar prácticas sociales, individuales y colectivas, que favorezcan la gestación

del proyecto político democrático. En este escenario, no se trata del sujeto determinado por

el mercado, individualizado y consumista, funcional al proyecto moderno de occidente: en

donde la idea de un sujeto libre, individualista y sometido al consumo se sostiene a partir de

subjetividades determinadas por el consumismo. La subjetividad consumista crea un sujeto

que suple sus necesidades en el mercado, donde el consumo se configura como acto e

imaginario económico, cultural, político, educativo, simbólico, y por ende regulador del

pensamiento y de la acción (Cubides, 2004, p. 315).

Se trata del sujeto capaz de construir nuevas realidades posibles a partir de la

interpretación de su propio presente, haciendo que la acción individual y colectiva cobre

nueva trascendencia (Redón y Rubio, 2006) relacionando las vivencias del tiempo

histórico, las formas de construcción de sentido vinculadas con el orden social y las

posibilidades de construcción de futuro (Lechner, 2002a). Touraine (2001) propone

recuperar y fortalecer este sujeto -en la convicción de que no existe sujeto sin otros, sin otro

suj eto (Cortina, 1999, p. 31)- a fin de definir los mínimos de justicia que permitan recrear la

sociedad y proyectar una acción colectiva desde la sociedad civil, relanzando la acción del

sujeto desde su proyecto personal e individual hacia un escenario social y político que

permita asumir que si bien nunca veremos la tierra prometida, jamás se deberá abandonar el

camino hacia ella (Gimeno, 2000, p. 19).

Un sujeto dispuesto a asumir su papel transformador de la realidad en que interactúa

colectivamente, teniendo en cuenta las amenazas propias del proyecto neoliberal y

aprovechando las oportunidades que brinda el proyecto democrático buscando, con ello,

gestar el mundo acorde a sus anhelos y esperanzas, un mundo común (Arendt, 1996) en

donde se pueda soñar, actuar y vivir juntos (Touraine, 2001); con otros, plurales y diversos.

120

De lo que antecede surge la noción sobre formación ciudadana que orientó la

investigación: ante todo, es un proceso, en virtud a su nexo con la pedagogía como ciencia

fundante de las ciencias sociales, vinculada al carácter de proceso social de la educación, en

relación directa con la sociología y la filosofía de la educación, con la psicopedagogía y la

didáctica. Un proceso educativo que acontece no sólo, pero si preeminentemente, en la

escuela y, muy en particular, en los niveles básicos. Orientada por la teoría de los procesos

conscientes en tanto se asume como resultado de la instrucción, la educación y el

desarrollo, en contexto, con intencionalidad transformadora en esencia, es decir, una

formación para conocer, ser, actuar y transformar. Y, con la finalidad de contribuir a formar

ciudadanos territoriales, de “cara y no de espaldas” al territorio, motivados para ejercer

mediante sus prácticas sociales, ciudadanías territorializadas; preparados para fortalecer la

sociedad civil desde la interacción y convivencia con otros sujetos; y, como consecuencia

de ello, estimulados para contribuir a la construcción del anhelo democrático.

Al incorporarle a esta noción sobre formación ciudadana la concepción de territorio

(Gutiérrez, 2009b, 2010, 2011a,b; Gutiérrez y Pulgarín, 2009; Gutiérrez y Sánchez, 2009)

puede entonces entendérsele como el proceso pedagógico soportado en la teoría de los

procesos conscientes, mediante el cual se forma al ciudadano territorial apoyado en las

categorías de la instrucción, la educación y el desarrollo, en contexto, para que ejerza como

finalidad última, desde sus prácticas sociales (Bourdieu, 1999; Bourdieu y Wacquant, 2008;

Güel et al., 2009; Gutiérrez, 2002; Melo, 2002), una ciudadanía territorializada. Formar

ciudadanos es el principal reto del siglo XXI; formarlos para el ejercicio de la ciudadanía,

en un territorio, con la finalidad de construir la democracia auténtica (Meirieu, 2004;

Delval, 2006; Giroux, 2006; Hoyos, 2008; OEI, 2008). No sólo en “competencias seguidas

unas de otras” (Meirieu, 2004, p. 121); con preeminencia en derechos y responsabilidades

civiles y políticas; sin incluir los económicos, sociales y culturales, los de solidaridad, así

como los ambientales y los colectivos, que trascienden los derechos individuales.26

26 En este sentido, coincidimos con De Paz Abril (2007, p. 26) cuando afirma que la sociedad, hoy día, parece “coincidir con la idea de que la escuela contribuya a formar ciudadanos y ciudadanas responsables, y no sólo alumnos y alumnas [...] cómo se puede preparar para la democracia, para una ciudadanía crítica y responsable, global, en una escuela en la que [.] se enseña de espaldas a la realidad [...]. Permitamos que los problemas cruciales, en particular los problemas que están incitando el cambio dentro de nuestra cultura, y nuestros procedimientos para pensar en ellos sea parte de lo que se

121

Así considerados, estos procesos tienen como intención, aportar a la formación de

ciudadanos democráticos, participativos, sociales y políticos, de manera activa y crítica,

dispuestos a producir los cambios que aseguren el incremento de la ciudadanía

territorializada orientada a fortalecer la democracia territorial, en tanto se ejerce en

territorios que confieren identidad y pertenencia a la colectividad de iguales pero a la vez

distintos, a la comunidad compleja y conflictiva de intereses plurales compartidos.27

Una formación ciudadana como posibilidad de fortalecerse teóricamente y a la vez

instruirse, de alguna manera, en ciudadanía: territorializada capaz de comprender los

sistemas de objetos y los sistemas de acciones que lo caracterizan; sus fijos y sus flujos, sus

verticalidades y sus horizontalidades. Comprometida con las potencialidades pedagógicas

que ofrecen los estudios del territorio para formar ciudadanos, gestar ciudadanía y construir

la democracia territorial, apoyándose en la interdependencia ciudadanía y territorio, es

decir, en las prácticas sociales (Bourdieu, 1999; Bourdieu y Wacquant, 2008; Güel et. al,

2009; Gutiérrez, 2002; Lefebvre, 1991; Melo, 2002; Sini, 1998) de la ciudadanía

territorializada. Pensada, en el proceso docente, desde el territorio como objeto de

enseñanza, contenido y medio, provocador de aprendizajes mediante la inclusión de

diversos métodos y la generación de ambientes propicios para su enseñanza. Garante del

conocimiento pertinente y contextualizado, en la interrelación de lo local y lo global, donde

se promueva la enseñanza de la identidad terrenal (Morín, 1999) desde el reconocimiento

de la multiculturalidad como característica de lo social hoy y, donde las tecnologías de la

información y la comunicación permiten la relación entre las diferentes culturas.

Es esta formación ciudadana, un proceso intencionado y consciente que conjuga la

finalidad de la educación, el contexto complejo que le enmarca y la disponibilidad de los

hace en la escuela y en el trabajo del aula, escribía Bruner (2000), para poder conseguir un mundo más justo, añadiríamos con Freire (2002)”.27 Reveladores y apropiados para acuñar esta concepción resultan los argumentos planteados por De Paz Abril (2007, pp. 39-30): “Una concepción integral del alumno y de la alumna contempla todas sus dimensiones (corporal, intelectual, espiritual, emocional, ética y social), de tal manera que, en consonancia con el Informe Delors, la educación aparezca para el sujeto como una experiencia global que desarrolla los cuatro aprendizajes básicos para hacer frente a los nuevos retos de la sociedad: aprender a conocer o adquirir los instrumentos de la comprensión (aprender a aprender), aprender a actuar y a influir en el entorno propio (aprender a hacer), aprender a vivir juntos (aprender a convivir) y aprender a ser personas (aprender a ser). Más aún, la educación para la ciudadanía global añade un quinto pilar dirigido a la construcción de un mundo más justo: aprender para el cambio, aprender a transformar, esto es, concibe una educación orientada al compromiso y a la acción a favor de la justicia y la solidaridad, lo que implica alentar al alumnado a responsabilizarse, a tomar decisiones, a participar en acciones de mejora de su entorno, a ser ciudadanos y ciudadanas de un mundo global”.

122

sujetos a ser partícipes de las acciones transformadoras de la sociedad que habitan, usan y

apropian, basados en el pluralismo y conflictividad propias de la interacción humana,

contribuyendo a gestar el ciudadano territorial; aquel que vigoriza la ciudadanía, en su

territorio, dispuesto desde sus prácticas (Güell et al., 2009; Lefebvre, 1961; Sini, 1997) a

contribuir en la construcción democrática como ideal propio y colectivo.

3.1.3 Ciudadano y ciudadanías: aporte desde las ciencias políticas

Por lo expuesto, el ciudadano del que precisan tanto neoliberalismo como democracia se

forma, de manera consciente y en contexto, conforme la intencionalidad del proyecto

político vigente en un territorio determinado, para que ejerza la ciudadana y contribuya a la

búsqueda de mayores niveles de desarrollo. Más que un ciudadano clásico, propio de las

concepciones tradicionalmente afianzadas desde las ciencias políticas (Bobbio, 1987;

Camps, 2001; Lechner, 1987, 1995a,b), es decir, típicamente civil: investido de deberes y

derechos; político: fruto del Estado liberal de mitad del siglo XX, asociado al sistema

electoral y al sufragio universal; o, social: generador de movimientos sociales y de una

sociedad civil en procura de la igualdad, propio de los Estados de Bienestar, se requiere de

otro ciudadano; capaz de comprender el antagonismo entre los proyectos políticos

neoliberal y democrático (Dagnino et al., 2006); en condiciones de develar la paradoja que

encarnan y asumir, consecuentemente, postura activas y críticas para evitar servir, sin darse

cuenta, a quien expresa proscribir.

La democracia requiere para fortalecerse y consolidarse, sin duda alguna, de

ciudadanos capaces de ejercer y vivir sus ciudadanías, dispuestos a subvertir el orden en

procura de vigorizar la sociedad civil y contribuir a la construcción del Estado democrático,

con capacidades para transformar la realidad, arraigados fluidamente, en términos de

Bailly, citado por Pagés (2003, p. 28), al territorio (Gutiérrez y Sánchez, 2009) donde

habitan, viven y luchan por materializar sus anhelos. Ser ciudadano y ejercer la ciudadanía

en el Estado democrático aludido, enmarcado por el contexto enunciado, requiere ser

partícipe de los asuntos y escenarios de la democracia; aprender, incorporar y practicar

valores democráticos; adoptar, implementar e innovar modos de vida, costumbres, maneras

123

de ser y mitos democráticos; conocer, comprender y asumir posiciones críticas frente al

establecimiento construido; velar por el cumplimiento de la función pública asignada a la

estructura gubernamental del Estado y complementarla, sin competir con ella, mediante el

adecuado ejercicio de la responsabilidad social.

Por ello, no basta con ser un ciudadano clásico o mestizo; se demanda, en contrario,

promover, innovar, preservar y transmitir una auténtica cultura democrática soportada en

otros ciudadanos, dispuestos al ejercicio de una ciudadanía renovada, más allá del civismo,

del patriotismo, de los buenos modales, valores y principios; un ciudadano territorial, para

una ciudadanía territorializada que edifique desde sus prácticas sociales la democracia para

la vida, para incrementar los niveles de bienestar general y procurar ser más humanos.

Existen varios enfoques políticos de ciudadano: republicano, liberal y comunitario

(Cortina, 1999; Kymlicka y Wayne, 1997; Bobbio, 1987); mestizo (Uribe, 1998). Ellos

pueden ser complementados con otro, más integral y democrático; que no alude solamente

al buen ciudadano, al cívico, que ama la patria, practica la cortesía, conoce y aplica las

reglas de interacción social, reconoce y respeta al ser humano, la familia y exalta valores

altruistas. No es únicamente el ciudadano virtuoso; se refiere al ciudadano que se forma

conscientemente y en contexto, con finalidades preestablecidas (Álvarez de Zayas, 1998),

en razón a que no todas las personas son ciudadanos (Santos, 1998). Se nace persona, sí; en

un determinado lugar, propio de un país; persona de derechos y de deberes, más no

ciudadano (Santos, 1998). Ser ciudadano es una condición que no viene dada, se logra a

base de luchas individuales y colectivas, por la inclusión (Wolfe, 1984); es una conquista

que se obtiene para ser mantenida, conservada (Santos, 1998, pp. 7, 79).

Por el hecho de nacer, de pertenecer a la sociedad humana, en un contexto

establecido, particularmente el democrático, las personas, los individuos tienen derechos

inalienables y, por tanto, les deben ser provistos. Nacer y vivir en un momento y lugar

determinado, implica asumir, con los otros, una herencia ética y moral portadora de

prerrogativas y de deberes (Santos, 1998).28 Ello no hace a la persona, ni al individuo

ciudadano; le hace un ser humano de derechos; le hace parte de una sociedad humana que,

28 Tales como, por ejemplo, el derecho a una vivienda que le proteja de la lluvia, del calor y del frío; el derecho a la alimentación; el derecho a la educación; el derecho a la salud; el derecho al trabajo, a la justicia y a la libertad; es decir, derecho a una vida, a una existencia digna, en marcos preestablecidos.

124

si se trata de una sociedad democrática, le debe asegurar su libertad de ser, hacer y pensar;

al tiempo, le demanda y requiere el cumplimiento de deberes. La condición de ciudadano

puede comenzar por “definiciones abstractas, concebidas en cualquier tiempo y lugar, mas

para ser válida debe poder ser reclamada” (Santos, 1998, p. 8). Entre la realización plena de

la persona o del individuo y el alcance de la categoría de ciudadano se encuentran las

organizaciones, de todo tipo, que estructuran la vida social.29 Es en la relación con otros, de

manera organizada y en sus prácticas sociales (Daniels, 2003; Güell et al., 2009; Lefebvre,

1961), donde el individuo se desarrolla y adquiere la categoría de ciudadano democrático.

Superar la condición de simple persona o individuo -de derechos y deberes- y,

aspirar obtener la categoría de ciudadano, requiere de incentivos, a manera de motivaciones

propias y estímulos externos. Motivaciones, que favorezcan e induzcan a pensar en la

posibilidad de ser ciudadano; hagan surgir, alienten y permitan crear mentalmente la idea,

el deseo y anhelo de alcanzar esta categoría, particularmente al comprender que con ello

puede incidirse en el mejoramiento de las condiciones y la calidad de vida propia y de

otros. Estímulos provenientes del contexto que impulsen a la acción, al proceso vital de

hacerlo realidad, de lograr la conquista de ser ciudadano y mantener esta categoría.

En la actualidad, el ciudadano se gesta en proceso; deviene de la combinación entre

estatus y actividad; no es sólo el que se define desde la norma, el legal o jurídico; es

también quien, actitudinal y políticamente, se expresa en sus prácticas sociales, luchas y

formas de participación concreta; es una condición, individual y colectiva, que se forja,

construye y conquista. El ciudadano, conocedor y en posesión de instrumentos para la

acción, dispuesto a la innovación social y política, en ejercicio de las ciudadanías, no es

solo una condición jurídica (Magendzo, 2004); es también una manera de vivir y de actuar

para transformar dado que, como miembro libre de una comunidad política, podría estar o

no de acuerdo con los postulados de la justicia concebidos como públicos y aceptados por

todos; al hacerlo contribuye a generar la convivencia política que se erigirá al ser aplicados;

además, estará en condiciones de exponer sus razones para convencer a otros, procurando

29 Una de las cuales es la escuela, institución donde, de manera intencionada, en cumplimiento de la finalidad y el encargo social asignado, se deben formar los ciudadanos.

125

reforzar el consenso que ya existe en una sociedad democrática en torno a los mínimos de

justicia consensuados: aquello sobre lo cual es posible estar de acuerdo (Rawls, 1991).

Este ciudadano, practicando e implementando sus ciudadanías, dispuesto a la

construcción de la democracia existe, se palpa, está ubicado y puede hacerse visible en un

territorio (Gutiérrez y Pulgarin, 2009; Gutiérrez y Sánchez, 2009), en un espacio geográfico

delimitado, contenedor de las dinámicas socioculturales (Fals, 1993; Santos, 1998). Es allí

donde se puede o no ser efectivamente ciudadano, se concreta la ciudadanía, se fortal ece la

sociedad civil, se vigoriza la institucionalidad, se incrementa la gobernabilidad y se

contribuye a la consolidación democrática; donde podrá o no favorecerse el mejoramiento

de los niveles de bienestar general. El ciudadano para actuar como tal, requiere del

territorio; por tanto, igual acontece con la democracia.

Se trata de un ciudadano que emerge como producto de la combinación entre

diversas concepciones y enfoques; contemporáneo al estar enmarcado por dinámicas

contextuales; poseedor de instrumentos para la acción (Magendzo, 2004) que le posibilitan

establecer de forma ética, maneras de vivir en medio de la diferencia; semantizador del

territorio, del territorio usado (Silveira, 2008), lo cual se convierte en su principal

motivación para actuar como ciudadano participativo, un auténtico promotor y orientador

de la práctica de ciudadanías renovadas. De acuerdo con Gutiérrez y Pulgarín (2009, p. 34)

este tipo de ciudadano ejerce prácticas participativas, sociales y políticas, de manera activa

y crítica. Participativas, porque está “unido a lo que ocurre; sus resultados constituyen una

diferencia para él [el ciudadano]. Por tanto hace todo lo que puede para influir en la

dirección que tomen los acontecimientos presentes” (Dewey, 1971, p. 112); es el llamado a

superar la ciudadanía -como condición legal- y asumir la plena pertenencia a una

comunidad política, la ciudadanía como actividad deseable, según la cual “la extensión y

calidad de mi propia ciudadanía depende de mi participación en aquella comunidad”

(Kymlicka y Wayne, 1997, p. 6). Sociales, en tanto está comprometido con el respeto a los

derechos sociales y con la superación del conflicto desatado por la mutua influencia entre

ciudadanía y clase social (Marshall y Bottomore, 1998), suponiendo qu e ser “ciudadano no

se refiere tan solo a la política institucional, sino progresivamente a la vida social”

(Lechner, 2000, p. 25). Políticas, dado que se encuentra vinculado a los derechos políticos

126

y al deber ser democrático, la norma, la legalidad, los deberes y derechos, la libertad, la

igualdad (Marshall y Bottomore, 1998), la justicia (Rawls, 1979; Habermas, 1987).

Este ejercicio participativo, social y político del ciudadano se lleva a cabo de

manera activa (Lechner, 2000; Unión Europea et al, 2010, p. 12), dado que hace más

énfasis en la vida social que en el sistema político, sin que ello aluda al fenómeno de

despolitización, sino a una “ciudadanización de la política” en tanto el ciudadano activo

participa “activamente en los asuntos de la comunidad. se siente responsable por el rumbo

que tome el país” (Lechner, 2000, p. 31). Asimismo, en forma crítica (Freire, 2005;

Magendzo, 1996; Unión Europea et al, 2010, p. 16-18), en tanto posee la capacidad

reflexiva asociada a la praxis que eleva la finalida d de la existencia: “conquistarse, hacerse

más uno mismo, y conquistar el mundo, hacerlo más humano” (Freire, 2005, p. 19).

Es, sin duda, un ciudadano renovado, contextualizado y consciente, reflexivo y

crítico; arraigado dinámicamente al territorio y por tanto, con raíces identitarias que le

permiten moverse y asumirse ciudadano mediante la acción y práctica de sus

territorialidades; en ejercicio de una ciudadanía para la vida, para fortalecer y profundizar la

democracia, en medio y a pesar, del proyecto político neoliberal vigente (Melano, 2001).

Como tal, dota de sentido el espacio geográfico mediante el ejercicio de su ciudadanía y sus

múltiples territorialidades, constituyendo el territorio (Echeverría y Rincón, 2000). En

suma, un ciudadano territorial (Gutiérrez, 2010, 2011a).

En el escenario latinoamericano y, en particular, en Colombia, este ciudadano aún

está en proceso de constitución; aún no se ha formado. Tampoco se cuenta con incentivos

suficientes que motiven y estimulen a hacerse ciudadano; a ejercer la ciudadanía; a gestar

territorialidades para llenar de sentido los espacios geográficos habitados, gestando

territorios en donde construir el proyecto democrático anhelado. Asistimos a una verdad

incuestionable: un dramático y evidente “déficit de ciudadanía” (Unión Europea et al.,

2010, p. 12). Todavía no se ha identificado y experimentado en los procesos de formación

ciudadana, el potencial pedagógico potente que se intuye poseen los estudios del

127

territorio,30 desde la interdependencia y las prácticas sociales vinculantes de la ciudadanía y

el territorio. Allí, se intuye, radican incentivos y finalidades clave para formar los

ciudadanos descritos: la posibilidad de transformar el territorio que se habita; el que posee

referentes de identidad; aquél que emerge de los sentidos que le otorga la territorialidad y

que permite, como fin esencial, aspirar a mejores niveles de desarrollo por la vía del

incremento en las condiciones de bienestar y de calidad de vida.31

Ahora bien, Estado y sociedad civil son concepciones aún por conciliar. Una posible

manera de comprender el Estado contemporáneo, el Estado democrático (Gutiérrez, 2006),

es como un todo del cual son y hacen parte todos pero de manera diferenciada, al menos

unos como gobernantes -aquéllos vinculados a la estructura gubernamental del Estado y

con funciones públicas indelegables que cumplir- y otros como gobernados -todos los

demás, aquéllos que no tienen vínculos con la estructura gubernamental del Estado y que

asumen su propia y doble responsabilidad social: exigir el cumplimiento de la función

pública y complementarla, sin competir con ella o pretender suplirla- los cuales, además,

tienen la capacidad de elegir a los gobernantes y la posibilidad de ser elegidos. Ambos con

el propósito común de mejorar los niveles de desarrollo territorial.

La construcción y mantenimiento del Estado democrático se fundamenta en el

adecuado cumplimiento tanto de la función pública como de las responsabilidades sociales

enunciadas, por parte de quienes les compete. A partir de ello es posible, además, constituir

redes mixtas de relaciones entre gobernantes, entre gobernados y entre ambos, conforme la

estructura territorial existente. Allí toman vital importancia la participación y la

representación auténtica; el incremento de la gobernabilidad territorial; las garantías para la

transparencia en la gestión pública territorial y, entre otras cosas, la reducción de los

márgenes posibles para la corrupción, tanto en el escenario público, como en el privado, de

manera sinérgica. En consecuencia es posible, para nuestros efectos, asumir que el Estado

30 Asumidos, en este caso, desde la escuela brasileña de geografía, con Milton Santos a la cabeza, como el análisis y la comprensión de los sentidos de los cuales una población humana dota al espacio físico o geográfico, en contexto, para constituirlo en territorio socio-culturalmente construido.31 En Colombia, la ausencia de los ciudadanos descritos es claramente visible (Garay, 2000) mediante la subordinación de lo público a intereses privados, la deslegitimación del Estado, la pérdida de la convivencia ciudadana, el conflicto armado, la ilegalidad en diversos ámbitos, la violación de los derechos humanos y el narcotráfico. A ello, simplemente, podría agregarse hoy, entre otros, el fenómeno de la parapolítica y los incrementos en muertes violentas, el secuestro, las pirámides de captación ilegal de ahorro privado y la inseguridad ciudadana.

128

somos todos, con dos atribuciones claramente diferenciadas: las propias de los gobernantes

y las que atañen a los gobernados. Es en esta noción donde cobra sentido la ciudadanía

como ejercicio de los ciudadanos, individual y colectivamente considerados; una

ciudadanía renovada y orientada a la construcción del anhelo democrático territorial. Ello

requiere además de ciudadanos, de nuevas ciudadanías, de ciudadanías renovadas.

La comprensión y aprehensión del concepto de ciudadanía -uno de los soportes de la

democracia- no sólo se hace indispensable para superar la simple separación jurídica o legal

y actitudinal o política entre ciudadanos y no ciudadanos, proponiendo una concepción de

ciudadanía que los integra y les permite dialogar; lo exige también la necesidad de concebir

el Estado de manera integral y, a la vez, la ciudadanía32 en contexto, como producto de la

experiencia, la capacitación, el rol de la educación en su formación (Bárcena, 1997), la

interacción y las prácticas sociales entre individuos, familias, grupos y organizaciones

sociales, en temporalidades y lugares diversos, a fin de alentar el propósito de continuar

construyéndola, fortaleciéndola, soñando con hacerla posible y real.

La ciudadanía tampoco es fácil de definir. Puede asumirse (Gagnon y Pagé, 1999

citados por Pagés, 2003, p. 4) como objeto complejo, multidimensional, con múltiples

ramificaciones y difícilmente abordable integralmente. Concebirse en función de la

identidad, es decir, lo critico-social; de las pertenencias, desde la actitud; de los derechos y

deberes, lo político; y, de la participación, lo democrático, conjunto propio de la ciudadanía

renovada que se plantea contextualizada; la que se aprende (Santos, 1998) y que es

requerida por el ciudadano territorial; una ciudadanía para la vida (Pagés, 2003), en suma,

vinculada a la sociedad civil y, territorializada.33

Adicionalmente, ciudadanía como categoría legal, política, crítico-social y

actitudinal alcanzable (Magendzo, 2004): legal, conforme lo establecen las normas

jurídicas vigentes (Unión Europea, 2010, pp. 13-14); política, en cuanto se otorga y ejerce

32 “Como la ciudadanía lleva implícita la idea de igualdad y, por consiguiente, la reivindicación de la justicia -en palabras de Gimeno, 2005- si la ciudadanía no es vivida en condiciones de igualdad entre los individuos de los diferentes pueblos ni dentro de ellos, el esfuerzo por disfrutar de ella en condiciones de igualdad se convierte en prioritario como frente de lucha y progreso humano” (De Paz Abril, 2007, p. 14).33 “Existe una importante relación entre la ciudadanía y las organizaciones de la sociedad civil. Ellas son sujetos relevantes en la construcción democrática, en el control de la gestión gubernamental y en el desarrollo del pluralismo. Resulta fundamental promover estrategias de fortalecimiento de la sociedad civil y de su articulación con el Estado y los partidos políticos. El Informe aboga por formas alternativas de representación que, sin reemplazar a las tradicionales, las complementen y fortalezcan” (PNUD, 2004a, p. 28).

129

particularmente en este ámbito; crítico-social, en cuanto abarca la posibilidad de la

transformación, más allá de derechos y deberes; actitudinal, en cuanto es un valor que se

incorpora a la conciencia y a la voluntad para ejercerse, reclamarse y dinamizarse.

Una ciudadanía que posibilita y prioriza la incorporación de los valores, de la norma

y de la política en individuos y colectivos; que asume y analiza los cambios sociales,

políticos, tecnológicos, culturales, económicos, ambientales y territoriales que hoy

acontecen, y exige replantear la ubicación en el mundo y la formación de quienes quieran

participar en la vida democrática de sus sociedades; que entiende la globalización y sus

implicaciones en la ciudadanía (Pagés, 2003) de un mundo que se puede ver a través de las

imágenes de los satélites, de la velocidad y del desplazamiento; que ya no puede ser

solamente la del Estado-nación y que ha de asemejarse a una ciudadanía dinámica y

renovada, no arraigada e inmóvil; todo lo contrario: activa, social, crítica, participativa y

democrática, sin atadura y, territorializada mediante las múltiples y diversas

territorialidades que dotan de sentido al espacio geográfico, constituyéndola.

Esta ciudadanía se aprende, mientras que al ciudadano se le forma para que la ejerza

(Santos, 1998) y la practique, individual y colectivamente. Es un estado del espíritu

individual y colectivo que hace parte de la cultura a manera de práctica social, de modo de

vida, de valor, de costumbre y aprendizaje. Por ello, la ciudadanía y la categoría de

ciudadano no son dádivas; son conquistas diarias, permanentes, en luchas constantes por

mantenerse y extenderse. Ciudadanía como algo más que la conquista individual; es una

categoría que se adquiere en la convivencia con otros, en sociedad. Como tal, tiene cuerpo

propio y límites establecidos por las reglas de juego de la sociedad, los escenarios jurídicos

y políticos; de ahí su carácter transformador y dinámico, de acuerdo con los contextos en

donde se analice; está asociada al respeto del individuo y a sus deberes como ley de la

sociedad y mandato establecido e instituido, sin distinciones, que cobije y proteja a todos

por igual dado que, para ser mantenida por las generaciones futuras, preservarse, tener

efectividad real y ser fuente de auténticos derechos, debe ser una ley escrita, pública, de

conocimiento generalizado de tal manera que asegure lo pactado y permita, siempre que se

vulnere, exigir y demandar su inmediato cumplimiento.

130

Así concebida la ciudadanía también requiere, como la democracia y el ciudadano,

de un escenario para desarrollarse, de un territorio. El ejercicio pleno de la ciudadanía, a

partir de las prácticas sociales del ciudadano, posibilitará la dinamización del territorio: su

aprehensión, apropiación, planificación, ordenamiento y transformación. Los ciudadanos,

ejerciendo debida y oportunamente su ciudadanía podrán, conforme sus intereses,

semantizar el territorio, innovarlo, dotarlo de sentido y hacerlo propio.

¿Quiénes son los sujetos de esta ciudadanía? ¿Existen, se están formando o tienen

que ser formados de tal manera que estén en condiciones de asumirla y emplearla para

aprehender, dinamizar y transformar el territorio? Quizá no. Es posible que no existan,

estén en proceso de formación e, inclusive, ni siquiera hayan pensado en la relevancia de

alcanzar tal categoría y se deba apelar a la pedagogía como fundamento de las ciencias de

la educación, en tanto proceso social, para contribuir a formarlos y gestarlos mediante

conocimientos, habilidades y actitudes que les permita enfrentar esta responsabilidad:

ciudadanos territoriales, dispuestos a aprender (Acevedo, 2003), a conocer para actuar y

transformar, para ejercer sus ciudadanías y construir la democracia territorial.

Mas estos procesos de formación ciudadana, en la línea de exposición que antecede

deben también ser integrales, conscientes, orientados hacia el saber, el ser, el hacer y el

saber hacer en medio del complejo contexto vigente; para la vida con otros, diversos y

plurales; para la interacción, la práctica social y la vivencia colectiva en medio de las

diferencias; para aprehender el territorio, territorializarlo y transformarlo en procura de

alcanzar más y mejores niveles de calidad de vida mediante la profundización de la

democracia, aún en el marco del proyecto político neoliberalismo imperante.

3.1.4 Territorio: contribución desde la geografía crítica

Diversos enfoques teóricos han orientado la concepción sobre territorio. Desde la corriente

antropológica, se expresó, emerge su interpretación como soporte material o contenedor del

desarrollo social y, al tiempo, como sustrato significativo en el ámbito de la cultura; el

vínculo territorio-colectividad y la producción social que de allí se deriva, modifica tanto el

lugar como a quienes lo habitan; el territorio así, se particulariza por los grupos sociales que

131

lo transforman haciéndolo parte de su devenir histórico, construyéndolo socialmente (Fals,

2000), como continente de las producciones culturales y consolidación de la identidad

social (Echeverría y Rincón, 2000, p. 30), objeto de apropiación simbólica colectiva

(García, 1976, pp. 29, 77), en procura de cambiar el espacio vital (Silveira, 2008, p. 23).

Generalmente en la geografía convencional cuando se habla de territorio, se le asocia

con el espacio geográfico que ocupa un grupo humano; cualquier extensión de la superficie

terrestre que está habitada y sobre la cual se ejerce poder, es decir se administra, ordena y

gobierna (Pulgarín, 2010). En este sentido, el territorio puede contener límites de soberanía,

propiedad, apropiación, disciplina, vigilancia y jurisdicción y, además, transmitir la idea de

cerramiento, estando “.relacionado con la idea de dominio o gestión dentro de un espacio

determinado; está ligado a la idea de poder público, estatal o privado en todas las escalas”

(Montañez y Delgado, 1998, p. 123). Esta acepción de territorio se ha visto fortalecida por

una amplia producción conceptual procedente de otras disciplinas, como la antropología, la

sociología, la psicología social y la política, entre otras, enriqueciendo la lectura y el análisis

del mundo. Hoy en día, las nuevas geografías3 consideradas en el contexto de la geografía

humana, asocian el territorio a la noción de espacio socialmente producido (Santos, 2000);

un espacio apropiado y valorizado, simbólica y/o instrumentalmente, por los grupos

humanos (Silveira, 2006). Es decir, son lecturas del espacio geográfico donde se privilegia

la perspectiva cultural; donde se marcan los lugares y las historias de los sujetos, las

dinámicas que afectan y transforman la identidad territorial. De ahí que al territorio se le

pueda considerar como un espacio geográfico donde se inscribe la cultura (Giménez, 1996,

2005); aquel que es fruto de la interrelaciones entre flujos, múltiples movimientos y

dinámicas diversas. Es en este territorio donde se imprimen costumbres, comportamientos y

percepciones para reconocer el lugar al cual se pertenece, generando y promoviendo

procesos de pertenencia socio-territorial que conducen a considerarlo como el espacio de

todos y a entender la geografía como análisis de la existencia, de la vida (Pillet, 2004).

34 Expresión en la que se ubican las tendencias de la geografía que conciben el espacio geográfico como un producto social, y donde hay un fuerte compromiso por la comprensión de las desigualdades en la ocupación y las dinámicas socio- geográficas en las regiones en el mundo y, donde tiene lugar la combinación de diversos lenguajes y posturas teóricas. Son aquellas nuevas miradas sobre las lógicas espaciales y territoriales, donde tiene gran peso la identidad cultural.

132

El territorio es un concepto donde se leen los giros culturales de la geografía. Al

estudiarlo es necesario reconocerlo como un espacio de poder, de gestión y de dominio del

Estado, de sujetos, grupos, organizaciones y empresas locales, nacionales y multinacionales

(Montañez y Delgado, 1998). Es un espacio socializado y apropiado por quienes lo habitan;

una construcción social (Santos, 2000) que debe explorarse desde el proceso de su

producción por tanto, no es fijo sino móvil, mutable y desequilibrado; es cambiante y

requiere permanentemente nuevas formas de organización territorial. Para poder

comprenderlo en su complejidad, es necesario acudir al eclecticismo geográfico como

posibilidad para su lectura (Pillet, 2004), apelando a las diversas ramas de la geografía y a

la necesaria complementariedad entre ellas, de tal manera que se constituya en un cuerpo

conceptual basado en los aportes teóricos de los diferentes paradigmas de la geografía; allí

en donde el territorio pueda ser abordado como un geosistema, como un mosaico de

lugares, de espacios habitados e, inclusive, desde la mudanza de su paisaje.

Desde la geografía critica, se deriva la concepción del territorio como un espacio

físico, habitado por una sociedad humana (Santos, 2000); una construcción histórica

(Gottmann, 1975) que hizo comprender que no era posible pensar una sociedad humana sin

un espacio que le fuera propio, aquel en el cual “las generaciones se suceden en una

continuidad tal que se realiza una identificación entre un pueblo y su territorio” (Isnard,

1978, p. 15), dando lugar a la noción de territorio usado (Silveira, 2008); es decir, a la

necesidad y conveniencia de explicar el territorio mediante su uso y apropiación por parte

de los diversos sujetos que lo habitan y poseen la potencialidad para modificarlo: la

estructura gubernamental del Estado, la empresa privada, la academia, las organizaciones

sociales, cívicas, no gubernamentales, ciudadanas y comunitarias, en conjunto, los

“gobernantes” y los “gobernados” (Gutiérrez y Sánchez, 2009, p. 34), los cuales, al

combinarse con aspectos o particularidades del territorio usado, hacen emerger el espacio

banal, aquél de “todas las personas, de todas las empresas, de todas las instituciones, que

puede ser descrito como un sistema de objetos animado por un sistema de acciones”

(Santos, 1996, p. 225), en permanente, sinérgica y dinámica interacción transformadora.

Vivimos con una noción de territorio heredada de la modernidad incompleta y de su legado deconceptos puros, muchas veces prácticamente intangibles atravesando los siglos. Es el uso del

133

territorio, y no el territorio en sí mismo, lo que lo hace objeto de análisis social. Se trata de una forma impura, un híbrido, una noción que, por ello, requiere constante revisión histórica. Lo que tiene de permanente es ser nuestro cuadro de vida. Su entendimiento es, pues, fundamental para alejar el riesgo de alienación, el riesgo de pérdida del sentido de la existencia individual o colectiva, el riesgo de renuncia al futuro (Santos, 1994, p. 15).

Como espacio banal, construido y usado, producto de la mutación histórica efectuada por

los sujetos, este territorio puede ser visto como escenario que favorece o dificulta la

práctica ciudadana y la gestación de ciudadanos. La tipología del territorio considerado

incidirá, entre otras cosas, en las posibles expresiones de ciudadanía y en el

comportamiento de los ciudadanos que lo habitan, usan y modifican. Este territorio podrá

ser definido y caracterizado mediante aspectos geográficos, políticos, administrativos o

fiscales; de características sociales, espaciales y culturales; de conjuntos indisoluble de

sistemas de objetos y sistemas de acciones; de fijos y flujos, de horizontalidades y

verticalidades (Santos, 1996): en suma, entendido y valorado como potencialidad para

formar ciudadanos arraigados, capaces de apropiarse, cada vez más, el territorio habitado.

Ubicados en el escenario de la planeación urbana-regional, es posible concebir el

territorio (Gutiérrez y Sánchez, 2009, p. 52) como el resultado de la interacción dinámica

entre la transformación de la materialidad, el surgimiento de dinámicas socioculturales y la

aparición de usos, significados y apropiaciones provenientes de la relación dialéctica entre

la materialidad y la dinámica sociocultural que lo hacen heterogéneo, simultáneo,

conflictivo, flexible, móvil y cambiante, en el marco de fuerzas contextuales internas y

externas. La materialidad se comporta como continente de producciones socioculturales,

donde se representa la significación de las acciones humanas y se elaboran las diversas

formas de conocimiento de la realidad; se trata del componente físico para la construcción

del universo cultural de las colectividades, donde se desatan las acciones individuales,

sociales, constituyéndose en marco de inscripción de la cultura y, por tanto, una de sus

formas de objetivación (Barbosa, 2002, pp. 132-139); en tanto la materialidad se dinamiza

y transforma de manera continua, el sistema de objetos condiciona la forma en que se da el

sistema de acciones. Los sujetos que habitan el territorio, al usarlo, lo banalizan,

otorgándole sentidos derivados de las diversas maneras en que se construye

socioculturalmente, desde la perspectiva de la interacción social, las formas particulares de

esa interacción y las influencias contextuales (García, 1976, p. 87).

134

Estas relaciones socioculturales, serán el marco de referencia de la institucionalidad,

las subjetividades, el conocimiento práctico, los juegos de prácticas sociales y los nuevos

aprendizajes que se visibilizan en las prácticas sociales (Güell et al., 2009), catalogadas

como acontecimientos que ponen en relación diversos sujetos con las condiciones

materiales de la realidad que habitan, usan y viven. La semantización emana de la relación

dialéctica entre materialidad y construcción sociocultural, aludiendo, por tanto, a los

sentidos que dan lugar al territorio, contextualizado. Considerado como objeto de

apropiación simbólica y real por parte de la colectividad, el territorio escenifica la posesión

cultural que los grupos humanos despliegan mediante acciones que lo constituyen y

significan (García, 1976, p. 29), en contexto. Así, este territorio se constituye

colectivamente; en virtud de ello, puede ser tratado como unidad multidimensional en tanto

abarca procesos complejos de la vida social, múltiples interrelaciones: “espacio geográfico

apropiado, puesto en valor y en el que se advierten las condiciones de un ejercicio efectivo

del poder político” (Gurevich, 2005, p. 47). Aqu el en donde no es posible imaginar un

ciudadano, ni sus prácticas sociales vinculadas al ejercicio concreto de sus ciudadanías,

desligado del territorio. Un individuo se valora, desde el componente territorial

dependiendo del “lugar en que está. de esta ma nera, la igualdad de los ciudadanos supone,

para todos, una accesibilidad semejante a los bienes y servicios, sin los cuales la vida no

podrá ser vivida con los mínimos de dignidad que se requiere” (Santos, 1998, p. 116).

Asumir integralmente el territorio implica, además de explorarlo como continente

de producciones socioculturales, entenderlo como una red compleja donde se construyen

múltiples tramas a partir de la co-existencia simultánea de elementos internos y externos

que se superponen, yuxtaponen y confunden, ocasionando modificaciones en la

estructuración de la vida de la población que se refleja en su organización física, política,

económica y social y que, por la manera en que configuran el territorio, pueden señalar

posibilidades de integración y articulación sociocultural o peligros de ruptura del vínculo

social (Sánchez, 2005). Al respecto, y como hecho propio de la contemporaneidad,

Haesbaert (2004, 2007), ilustra y enfatiza aspectos asociados con los fenómenos de la

desterritorialización, la reterritorialización, la mutiterritorialidad, la inseguridad y el

descontrol de los territorios. Ello supone, de un lado, una instrumentación del

135

territorio capaz de atribuir a todos los habitantes aquellos bienes y servicios indispensables, no importa donde se encuentre la persona; y de otro lado, una adecuada gestión del territorio, por la cual la distribución general de los bienes y servicios sea asegurada (...) Y en el territorio tal como él actualmente es, la ciudadanía se da tal y como ella es hoy, esto es, incompleta. Se requieren cambios en el uso y en la gestión del territorio, si queremos crear un nuevo tipo de ciudadanía, una ciudadanía que se ofrezca con respeto a la cultura y como búsqueda de la libertad (Santos, 1998, p. 5).

Es conveniente advertir, también, que la funcionalidad del territorio adquiere significado

(Sánchez, 2005) en la medida que actúa como continente de las producciones culturales,

marco de referencia de la construcción de la identidad social (Echeverría y Rincón, 2000) y,

objeto de apropiación simbólica por parte de la colectividad (García, 1976). Este territorio

sugiere fuerzas ambivalentes que se expresan como prácticas sociales que revelan otras

interacciones entre los sujetos sociales, y entre éstos con el territorio, enmarcados por

sistemas de objetos y acciones (Santos, 2000). Ocurren en el territorio vinculaciones y

exclusiones que se confunden en lo que es interno y externo, regido por flujos y fijos, por

verticalidades y horizontalidades; estas aparentes contradicciones conforman los nuevos

contenidos que dinamizan lo socio-cultural, que toman forma y se nutren -o debilitan- de

acuerdo con las relaciones entre elementos del contexto glocal.

La relación de interdependencia entre territorio y ciudadanía deviene del proceso

dialéctico de transformación mutua, tanto material como cultural, palpable en las prácticas

sociales de los ciudadanos. Tal proceso pone de manifiesto un movimiento que va en doble

dirección: el territorio (Santos, 2000), considerado como sistemas de objetos y acciones,

susceptible de ser gobernado, ordenado y administrado, modifica la actividad humana, es

decir, la organización social se estructura y transforma en función de las modalidades de los

sistemas productivos, adaptados al contexto territorial; a su vez, la colectividad lleva a cabo

en el territorio, sucesivas transformaciones histórico-culturales que son representativas del

trabajo social acumulado y de los valores culturales agregados. Aspecto relevante para

entender interdependencias y conformaciones territorio-colectividad es que ésta se da, en la

medida en que los individuos imaginan, sienten y conciben el territorio de cierta manera y

desde estas imágenes lo construyen; los territorios que habitamos van marcando nuestras

maneras de imaginar, sentir y percibir; así la relación entre individuo transformador y

136

objeto transformado es bidireccional: aquél crea y modifica el territorio; éste deja huellas y

transforma al individuo y a la colectividad que lo habita (Echeverría y Rincón, 2000).

De ahí que podamos asumir y entender el territorio como espacio geográfico

semantizado, usado, apropiado y construido socio-culturalmente, producto de la

transformación histórica efectuada por la práctica social de los sujetos y, por ello, como

escenario que favorece o imposibilita el ejercicio de la ciudadanía; caracterizado mediante

la interdependencia y simultaneidad de aspectos geográficos (Pulgarín, 2002), políticos,

administrativos o fiscales; aspectos socio espaciales y culturales, ambientales, sistemas de

objetos y sistemas de acciones, fijos y flujos, horizontalidades y verticalidades (Santos,

2000). Dependiendo del tipo de territorio que se considere, de sus potencialidades o de sus

barreras, así serán el ejercicio de las ciudadanías de quienes lo habitan y transforman y, las

prácticas sociales que le son propias e inherentes a su proceso de constitución.

Aunque la literatura sobre prácticas sociales es amplia, particularmente desde las

producciones teóricas de Pierre Bourdieu (Gutiérrez, 2002, 2004), Certeau (2007), Giddens

(1995) y, entre otros, el equipo dirigido por Pedro Castro (1996) para los propósitos del

presente texto se acudió al enfoque de las prácticas planteado por Güell et al. (2009)35 el

cual permite concebirlas y comprenderlas basándose en las acciones colectivas y en el

actuar de los sujetos en la sociedad, es decir, en el escenario mismo de las propias prácticas.

Estas acciones están contextualizadas, orientadas y dirigidas por hechos preexistentes,

reales e históricos, presentes en la realidad tales como las instituciones y la normatividad

que les da soporte, el lenguaje y la distribución de bienes, es decir, hechos sociales

vigentes, decretados y normatizados mediante tribunales, que rigen los intereses de los

sujetos en tanto miembros de una sociedad establecida;36 la acción de los sujetos, por su

parte, está regida por la subjetividad, es decir, por un cierto grado de autonomía para

35 Para derivar este enfoque los autores acudieron, sin discutir semejanzas y diferencias, a varios autores de la teoría sociológica. Entre otros, a Bourdieu (1972, 1980), Certeau, Giard y Mayol (2006), Elías (1987), Giddens (1979, 1995), Levi-Strauss (1950) y Turner (2001), complementados por los aportes al respecto de Sen (1999) y PNUD (2002, 2004b).36 Lo cual representa la construcción del mundo social a partir de las reglar formales que definen lo que se puede o debe perseguir como fines de la acción en un espacio de prácticas, generalmente regulado por organizaciones establecidas; y, donde se definen, distribuyen y usan entre los sujetos que participan, los recursos, roles, poderes y lenguajes que han de guiar la acción: un mundo “para todos” (Güell et al., 2009, pp. 72-74).

137

definirse, establecer lo que se desea así como la mejor manera de obtenerlo.37

Institucionalidad y subjetividad se requieren para desatar la acción del sujeto y sus

relaciones con otros sujetos. Sin embargo, esta relación habitualmente no es

complementaria; es un escenario de múltiples tensiones en virtud a que, por un lado, la

forma en que la sociedad organiza sus reglas, le da sentido a sus normas o distribuye sus recursos no coincide plenamente con todas las necesidades definidas por las propias personas. Por el otro, las subjetividades personales no siempre encuentran en las instituciones de la sociedad los soportes para hacer efectiva su autonomía y darle un sentido propio a sus proyectos. En esto consiste la tensión entre sociedad e individuo: para hacer posible la coordinación de muchos actores, la sociedad debe traducir las situaciones particulares a reglas generales y la subjetividad, por el contrario, debe dotar de sentidos individuales y concretos las normas sociales. La tensión entre sociedad e individuo ha variado a lo largo de la historia. La sociedad moderna se caracteriza precisamente por la amplitud que ha alcanzado esta tensión (Güell et al., 2009, p. 70).38

Las tensiones entre institucionalidad y subjetividades abren escenarios de incertidumbre,

expectativas e inestabilidades que requieren ser atendidos para garantizar su articulación; es

precisamente la relación entre los sujetos sometidos a las reglas de juego definidas por la

institucionalidad y fruto, a la vez, de su subjetividad proveniente de la trayectoria histórica

generada por el conocimiento práctico,39 la que genera las relaciones necesarias para

garantizar su accionar, diverso y múltiple, dando lugar a las prácticas, las cuales permiten

construir maneras de hacer las cosas, permitiendo vínculos entre las exigencias y

propuestas de las instituciones y de las subjetividades. Tanto la subjetividad como las instituciones requieren de esos procesos de articulación, no sólo porque existen tensiones entre ellas, sino también porque no se bastan por sí mismas. Las instituciones requieren dejar un cierto grado de libertad y riesgo para que los individuos puedan ensayar acciones frente a situaciones o necesidades inéditas. La subjetividad requiere cierto grado de estabilidad en las relaciones sociales para poder constituirse como tal. Las prácticas sociales son, precisamente, esos procesos de articulación. Son las maneras de actuar y relacionarse que despliegan los actores reales en espacios concretos para satisfacer sus necesidades (...) Al mismo tiempo hacen posible procesos de aprendizaje para incorporar y establecer soluciones exitosas ante problemas nuevos (p. 71).

37 Lo cual representa la definición de una perspectiva propia desde la cual se puede organizar y apropiar el mundo como algo con sentido propio: un mundo “para mí” (Güell et al., 2009, pp. 74-76)38 Todo fenómeno social, es histórico; por ello, los conceptos centrales de la teoría de las prácticas sociales en Bourdieu: campo, habitus y capital y, la realidad que ellos capturan, son el producto de una construcción histórica; se podría decir que para esta teoría no hay nada que escape al devenir de la historia (Bourdieu y Wacquant, 2008).39 Apoyándose en Bourdieu (1972, 1980) y en Turner (2001), Güell et al. (2009) conciben el conocimiento práctico como lo que las personas hacen y ponen en juego en las prácticas sociales, aquello que llevan consigo y que tiende, con el tiempo, a estabilizarse y establecerse como lo adecuado, apropiado y deseable a hacer: cómo definirse a sí mismos y a los demás; cómo y para qué usar los recursos disponibles; qué es deseable, tolerable e inaceptable para cada situación particular. Este conocimiento práctico guía la práctica social en tanto, sedimenta las maneras de hacer las cosas, vuelve inerciales conductas y acciones; permite anticipar conductas y desplegar expectativas, posibilita innovaciones en las prácticas aprendizajes y nuevas maneras de hacer las cosas (pp. 76-78).

138

Por tanto, basados en Güell et al. (2009), puede inferirse que las prácticas sociales son

aquellas maneras de hacer las cosas, de actuar y de relacionarse que despliegan los sujetos

en una realidad concreta para satisfacer sus necesidades de tal manera que se desaten nexos

coherentes, consensuados, benéficos, estimulantes y motivantes para concertar, negociar y

administrar las exigencias provenientes de las reglas de juego planteadas por la

institucionalidad y las que devienen de los anhelos, sueños y propuestas propias de las

subjetividades, enmarcados por el conocimiento práctico. Son “constelaciones de relaciones

sociales mediadas por una multiplicidad de factores, tanto externos, como los diseños

institucionales -ligados a la institucionalidad- y cambios culturales -provenientes de las

subjetividades-, o internos, como los juegos de las prácticas” (p. 86),40 que dan lugar a las

prácticas sociales en un escenario de posibilidades indeterminadas e indefinidas. Estos

juegos pueden ser de diversa tipología: identidades, poder, intercambio e información.41

Como tales, soportan la inercia y la tradición propias de la acción rutinaria y el

sentido común que han acumulados los sujetos en el tiempo, llevándolos a preferir una

forma de actuar, resistiéndose a posibles procesos de aprendizaje promovidos por la

institucionales y orientados a adquirir nuevos aprendizajes que les permitan incorporar y

establecer soluciones novedosas y exitosas ante los nuevos problemas sociales que

enfrentan. No son estáticas, cambian; estos cambios por lo regular (Güell et al., 2009, pp.

86-89) provienen de presiones que promueven instituciones y subjetividades, de la

modificación en los factores externos y de los que emergen de las prácticas mismas. La

aplicación del enfoque de las prácticas sociales permite reconstruir los modos de hacer las

cosas en espacios concretos y reales de la sociedad analizada; inclusive, llevar sus

resultados e implicaciones, sus novedades y aprendizajes a escenarios políticos tales como

los propios de la implementación de políticas públicas (pp. 89-90).

40 En Güell et al. (2009), se denomina juegos de las prácticas a las relaciones dinámicas de reglas, objetos y actores que dinamizan las prácticas, haciendo que nunca puedan ser completamente determinadas previamente, ni por las subjetividades, ni por la institucionalidad que en ellas intervienen (pp. 78-85).41 Los de identidades aluden a las relaciones de adecuación, negociación y conflicto entre las diversas identidades presentes en un determinado espacio de las prácticas y provenientes de los roles formales propuestos por las instituciones, las identidades de los sujetos que participan y entre su propias identidades; los de poder, hacer referencia a la puesta en escena de los recursos institucionales y las capacidades subjetivas de quienes intervienen en ellos a fin de negociarlos en procura de obtener el máximo de beneficios; los de intercambio, están asociados con las transacciones que acontecen entre institucionalidad y subjetividades; y, los de información, se refieren al conocimiento requerido para dinamizar y actuar en un determinado escenario de prácticas sociales (Güell et al., 2009, pp. 79-85).

139

Constituir territorios, tal como se concibe desde la geografía crítica, brinda

posibilidades para formarse como ciudadano lo cual, siguiendo los postulados de la teoría

de los procesos conscientes (Álvarez de Zayas, 1998), implica tres procesos

complementarios y sinérgicos: instruirse, en el conocimiento básico requerido para la

comprensión de los temas de interés; educarse, para incorporar y hacer propia la

instrucción recibida; y, desarrollarse, para adquirir las habilidades y técnicas para aplicar lo

apropiado; todo ello, en contexto, de manera intencionada y consciente, con finalidades

predeterminadas en el juego propio de las prácticas sociales que le son inherentes.

3.1.5 Estudios del territorio y formación ciudadana: potencialidad pedagógica

El ciudadano es un individuo localizado, ubicado en un lugar, lo cual conlleva a la

ciudadanía concreta. En muchas ocasiones el espacio vivido contiene desigualdades e

injusticias que le hacen ser, en la práctica, un espacio sin ciudadanos por la imposibilidad

de acceder a los bienes y servicios necesarios; son espacios regulados por el mercado y por

el Estado para servir al modelo económico y político dominante e imperante; nunca, al

alternativo modelo cívico-territorial (Santos, 1998).42

La localización de las personas en el territorio es casi siempre una combinación

entre las fuerzas del mercado y las decisiones del Estado representando en esencia por el

gobierno. No es un asunto de la voluntad del individuo; está determinado por la

combinación de estas fuerzas. Por ello, la igualdad de los ciudadanos supone una

accesibilidad semejante para todos a los bienes y servicios esenciales para una vida digna;

ello presupone una ubicación territorial lejos del alcance del mercado, evitando que el

modelo económico incremente por ello las desigualdades sociales que ha generado ya la

distribución territorial. Las dificultades, desigualdades y exclusiones que genera la

42 Para Santos (1996), el valor del individuo que nace depende del lugar en donde se desarrolle, donde habite. Por ello, el acceso a los bienes y servicios esenciales para una vida digna, tanto públicos como privados, dependerá de esta ubicación territorial, la cual, las más de las veces estará implicada por desigualdades y exclusiones territoriales para obtener lo esencial que la vida demanda. En otras palabras, es allí donde puede o no ser efectivamente ciudadano; donde se concreta la práctica de su ciudadanía; donde es posible la construcción democrática anhelada; donde podrá o no contribuir mejorar los niveles de bienestar general siendo, como un todo, producto del, desde y para el territorio, bajo el manto implacable de las tendencias contextuales. Por ello el ciudadano requiere del espacio geográfico semantizado para actuar como tal; el ejercicio de su ciudadanía también tendrá clara referencia territorial; consecuentemente, igual acontecerá con la democracia. Así las cosas, el territorio es su eje vertebrador y determinante de las prácticas sociales.

140

ubicación geográfica para ser ciudadano habitualmente son duplicadas por la distancia

política dado que vivir en el centro o en la periferia no sólo genera distancias de los bienes

y servicios necesarios para una vida digna sino que, a la vez, es fuente del distanciamiento

de las personas de sus opciones políticas. Otro modelo, otro escenario pareciera en este

marco, requerirse para hacer posible en Latinoamérica, el proyecto democrático.

Se parte de aceptar que para alcanzar la categoría de ciudadano se requiere,

adicionalmente a la fundamentación teórica, de motivaciones y estímulos para lograrlo; la

búsqueda de estos incentivos llevó la investigación hasta los postulados de la geografía

crítica de donde se derivó la noción de territorio como construcción sociocultural (Santos,

1996, 1999, 2000, 2004, 2005; Santos e Silveira, 2001; Santos, De Souza e Silveira, 1994;

Silveira, 2004, 2006), usado (Silveira, 2008; Torres, 2005), escenario de múltiples

conflictos (Haesbaert, 2004, 2007) y, resultado de la combinación entre transformación de

la materialidad, nuevas dinámicas socioculturales y semantizaciones (Gutiérrez, 2008,

2009b, 2010, 2011b; Gutiérrez y Pulgarín, 2009; Gutiérrez y Sánchez, 2009), en contexto,

generados en la interacción propia de las prácticas sociales (Güell et al., 2009)

protagonizadas por los sujetos involucrados.

Formar los ciudadanos descritos de tal manera que adquieran conocimientos para

ampliar su saber; los incorporen como aptitudes que les permitan ser; les brinden actitudes

y habilidades para hacer; y, de conjunto, logren una formación integral que les permita

saber hacer y, por tanto, ejercer la ciudadanía pregonada para construir, fortalecer y

profundizar la democracia permite considerar el territorio y, muy en particular, a los

estudios del territorio, como la motivación y el estímulo esenciales requeridos para aspirar a

ser y a hacerse ciudadano. Ello significa asumir estos estudios desde la constitución del

territorio y las prácticas sociales inherentes como fuentes de incentivos para alcanzar la

categoría de ciudadano territorial, aspirar a ejercer la ciudadanía y, a la vez, como

potencialidades pedagógicas nutritivas de los procesos de formación ciudadana.

El propósito ahora, es develar el potencial pedagógico que tienen el proceso de

constitución del territorio -y su estudio- en tanto construcción compleja, conflictiva y

colectiva; social e histórica (Unión Europea et al., 2010, p. 20) que combina, al tiempo y en

proceso, contextualizados, la transformación del espacio físico-geográfico, el surgimiento

141

de dinámicas socioculturales, la aparición de renovadas semantizaciones (Gutiérrez y

Pulgarín, 2009; Gutiérrez y Sánchez, 2009) enmarcadas y transversalizadas por prácticas

sociales orientadas a motivar la aspiración de lograr la categoría de ciudadano territorial,

dispuesto a contribuir al fortalecimiento de la democracia. Se trata de una breve

aproximación a la perspectiva crítica de los procesos de formación ciudadana vinculados a

las configuraciones del territorio (Unión Europea et al., 2010, pp. 19-20) y soportados en

las prácticas sociales, individuales y colectivas, de los sujetos involucrados.

El territorio concebido como producto sociocultural, lugar de la construcción de

identidad social y objeto de apropiación real y simbólica, es semantizado conforme la

dinámica entre los sujetos que lo usan y la materialidad que les abriga. De este modo,

ocurren vinculaciones y desvinculaciones que activan lo sociocultural, toman forma y se

nutren -o debilitan- de acuerdo con las continuas relaciones entre los elementos del

contexto. Es allí donde, en perspectiva, emergen la motivaciones y estímulos necesarios

para desear, pensar y actuar en procura de alcanzar la categoría de ciudadano, dispuesto a

contribuir con la construcción de la democracia como la principal finalidad consciente que

le moviliza dado que, como tal y en virtud de ello, puede ser asumido como objeto de

enseñanza (Castellar, 1996, 2009a, b, 2011; Copetti, 2005, 2011; De Sousa Cavalcanti,

1998, 2002, 2011; Flórez, 1991, 2005; Gurevich, 2005; Pulgarín, 2002, 2008, 2011a), es

decir, como forma entendible e inteligible, como contenido y medio de enseñanza,

propiciando que su estudio y conocimiento mejore las condiciones requeridas para

intervenirlo y gestionarlo, contribuyendo a su desarrollo y, en últimas, para atreverse a

modificarlo y transformarlo (Bozzano, 2000), en contexto y con la finalidad explícita de

contribuir al fortalecimiento de la democracia.

Esta enseñanza es, en el marco del proceso educativo, la manera como se orientan

los saberes escolares mediada por escenarios afectivos e intelectuales favorables para la

construcción y apropiación del conocimiento (Pulgarín, 2011b). Exige, además, rigor y

profundidad respeto a los saberes, críticas, estética y ética; aceptación de lo novedoso y

rechazo de cualquier forma discriminatoria; reflexión crítica sobre la práctica y la identidad

cultural; reconocimiento del otro, respeto por la autonomía, el buen juicio, la humildad, la

142

tolerancia y la aprehensión de la realidad; convicción del cambio posible y, comprender que

la educación es una forma de intervenir el mundo real (Freire, 2008).

Hacer del territorio objeto de enseñanza permitiría, además, mejorar la comprensión

de la realidad, desarrollar mayores sentidos de pertenencia, visibilizar las múltiples

prácticas sociales, formar en ciudadanía y hacer emerger concepciones renovadas dado que,

por lo regular, la enseñanza “ignora el entorno y de qué manera es hoy una necesidad el

mantenimiento de un ambiente favorable para la vida humana” (Pulgarín, 2011a, p. 179).

Implicaría hacer del territorio un contenido a aprender y un motivo de enseñanza

constituyéndolo en contenido escolar explicito para el aprendizaje y, además, llevarlo de

manera consciente al currículo (Pulgarín, 2011a), en medio de reflexiones críticas acerca de

su estatuto epistemológico (Silveira, 2008), buscando constituir las bases necesarias para

mediar entre realidad y reflexiones metodológicas, haciendo posible esbozar esquemas que

permitan avanzar en la comprensión de su continua reorganización.

Significa, también, traer para el currículo escolar las dimensiones asociadas con las

prácticas sociales y las relaciones interpersonales, en tanto son escenario de contradicciones

y fenómenos duales (Copetti, 2011); superar superficialidades conceptuales, estableciendo

relaciones eficaces entre saber formal e informal (Castellar, 2011); y, a más de lo anterior,

posibilitar la construcción de habilidades espaciales, la realización de cartografía del

entorno como destreza de comunicación grafica y de visualización de relaciones espaciales

de los seres humanos en la cotidianidad, presentar alternativas para la educación y

reconocer el territorio como contexto posible para la formación (Moreno y Cely, 2011).

Todo lo anterior viabiliza, potencia y anima, consecuentemente, a que el territorio

pueda ser estudiado, es decir, que la enseñanza se centre en los estudios del territorio

(Pulgarín, 2011a; Villegas et al., 2007). Ello permitirá visualizar la complejidad del mundo

real y poner en evidencia la brecha existente entre naturaleza y sociedad; promover la

confluencia de diversos saberes: clima, recursos naturales, historia de las culturas y grupos

étnicos que lo habitan, formas de gobierno, actividades económicas, problemas sociales,

límites y fronteras políticas, para mejorar su comprensión; e, incluir el estudio del territorio

en la enseñanza como un proceso consciente e intencionado de formación ciudadana,

facilitando el fortalecimiento de los conocimientos que brinda la instrucción (información

143

sobre el territorio-contenidos), desarrollando habilidades y competencias (reconocimiento

directo del territorio) y, estimulando actitudes (para la solución de problemáticas socio-

territoriales); todo ello hace posible la “formación de un ciudadano ubicado, capaz de

hacerse visible en un lugar, de otorgar sentido al territorio que habita y a mostrar

compromiso en su transformación” (Pulgarín, 2011b, p. 7).

Estudiar el territorio es pues, la invitación a hacer de la enseñanza una “geografía de

los ambientes, una ciencia de los paisajes, una comprensión cualitativa del espacio, una

geografía del medio, una geografía del acondicionamiento del territorio” (Pulgarin, 2011a,

p.180) lo cual, entre otras cosas, posibilita el diálogo y la integración de saberes

provenientes de las ciencias sociales y naturales; hace más significativa la enseñanza al

permitir educar con mayor pertinencia, hacia el desarrollo de competencias ciudadanas

(Pulgarín, 2008). Es la posibilidad (Castellar, 2011, p. 154) de conocer acerca del

medio natural (localización del sitio), las características de los suelos; las cuentas hidrográficas; el origen de su formación territorial y poblacional y, analizar la cartografía de la ciudad en cuestión. Además, lo cotidiano contribuirá a percibir las diversas ciudades que existen en una ciudad (guetos, tribus, comunidades, barrios) ampliando la dimensión limitada que muchas veces se tiene de ella.

De los estudios del territorio, así concebidos, emergen potencialidades pedagógicas (Flórez,

2005; Flórez y Vivas, 2007; Pulgarín, 2011b; Zuluaga et al., 2003) orientadoras de procesos

de enseñanza que incentivan su conocimiento y apropiación, promuevan sentidos de

pertenencia y arraigo fluido (Martin-Barbero, 2002), identidades y opciones de convivencia

en medio de las múltiples diferencias, generando como resultado, la posibilidad de

transformarlo, a imagen y semejanza de los anhelos, los sueños e ideales de quienes lo han

construido; lo han usado, usan y usarán; y, ante todo, podrán vivirlo, junto a otros,

diferentes, diversos y plurales, para aspirar a ser mejores humanos (Freire, 2002, 2005).

Al comprender el territorio como el espacio apropiado y significado por los sujetos,

asume un poder que se expresa en su constitución, posibilitándose concebir los espacios de

poder y, al tiempo, los poderes del espacio (Copetti, 2011). Así, por ejemplo, el territorio

puede resultar del juego de fuerzas proveniente de diversos intereses de los sujetos que lo

constituyen, imponiéndose el predominio de determinados grupos humanos, los cuales

demarcan los contornos de su hegemonía y constituyen redes entre ellos y con otros grupos

presente en el mismo territorio y en otros territorios. Estudiar y vislumbrar estos asuntos

144

permite entender elementos que, organizados, conducen a la noción de prácticas sociales

desde el enfoque de Güell et al. (2009): cómo se vive, habita, dinamiza, usa, transforma y

semantiza el territorio; ello demanda a la enseñanza, competencias que habiliten el sujeto a

pensar con autonomía y a participar activamente en la vida social.

Por todo lo anterior, es conveniente a esta altura del planteamiento, tomar

conciencia del enorme potencial pedagógico y formativo que poseen tanto el territorio

como su estudio; adicionalmente, la necesidad de articular este potencial al proyecto

conscientemente democrático de formación que permita a los ciudadanos conocer los

escenarios de su vida cotidiana y entender que el territorio donde acontece es social, que es

producido socialmente y, por tanto, susceptible de generar beneficios individuales y

colectivos (De Souza Cavalcanti, 2011). El propósito es informarse acerca de las

peculiaridades del territorio para estimular su percepción como un todo, mediante la

profundización de la potencialidad atribuida para propiciar su uso, goce y disfrute por la

diversidad de grupos humanos que contiene, alberga y moviliza; así como de los múltiples

problemas y diversas potencialidades que ello genera, para que emerja una comprensión del

territorio como síntesis de lugares diferentes y desiguales, de culturas pasadas y presentes;

como expresión de nexos entre un orden próximo y un orden distante (Lefebvre, 1961), de

dimensiones globales y locales (De Souza Cavalcanti, 2011).

3.1.6 Ciudadano territorial: fundamento democrático

De hecho, la particularidad recreada, alusiva al territorio y a los estudios del territorio, le

otorga al ciudadano aludido, una característica y una condición adicional: lo territorial,

posibilitando derivar la noción de ciudadano territorial, aquel que se aspira, sea el

propósito y la esencia de la formación ciudadana, por finalidad y encargo social, orientada

desde la escuela inicial. Es, sin duda, en la conexión con el territorio y su estudio, donde el

ciudadano encontrará una motivación adicional, un valor agregado más para identificar las

posibilidades que tiene para transformarlo y donde se dotará de instrumentos para la

práctica social y ciudadana que le permita cimentar el sueño democrático.

145

Por tanto, son los estudios del territorio fundamento para la formación ciudadana

dado que la ciudadanía precisa del territorio para desarrollarse, mientras que el ciudadano

requiere sentirlo como propio, encontrar en su transformación un motivo más para el

ejercicio de su ciudadanía. Germina así la interdependencia ciudadanía y territorio,

enmarcada por los estudios del territorio y, su potencial pedagógico para nutrir procesos de

formación ciudadana. Máxime si se acepta que el ciudadano territorial no alude solamente

al cívico, ni al buen ciudadano: aquél que posee un conjunto de conocimientos y actitudes

que le permiten, de un lado, cumplir con los derechos y obligaciones establecidos y, del

otro, ejercer prácticas que propicien la relación consigo mismo y con el otro. No se trata

simplemente del ciudadano que participa en la política y en los fenómenos sociales, que

ama la patria, practica la cortesía, fomenta el conocimiento de la historia, conoce y aplica

las reglas de interacción social, otorga importancia al Estado; reconoce y respeta al ser

humano, la familia y exalta valores altruistas. No es solamente el ciudadano virtuoso,

creyente en el interés colectivo, en la solidaridad, en el bien de todos, que posee juicios

concretos e innovadores, y la apuesta a un orden social, público y moral.

Se refiere al ciudadano que se forma (Santos, 1998); aquel que posee características

diversas; producto de una combinación integral de las concepciones clásicas y renovadas;

alternativo, quizá, más contemporáneo al estar enmarcado por el contexto descrito. Un

ciudadano que estará, al ser formado, en condiciones de conjugar su papel transformador y

tendrá la capacidad de ejercer la ciudadanía requerida para construir, hoy, el anhelo

democrático; que resulta de la combinación entre estatus y praxis, dado que, como

conocedor y en posesión de instrumentos para la acción, dispuesto a la transformación del

territorio ejerciendo las ciudadanías mediante las diversas territorialidades, sabe que la

categoría de ciudadano es más que una condición básica, normativa y jurídica (Magendzo,

2004); que es, a la vez, actividad subversiva del orden injusto e inequitativo, establece una

manera de vivir en medio de las diferencias y la diversidad, una forma de actuar individual

y colectivamente en marcos éticos para transformar positivamente la realidad.

Es el ciudadano que semantiza y se arraiga crítica, dinámica y libremente al espacio

geográfico, que lo dota de sentido y constituye en territorio. Este camino se convierte, a la

vez, en su principal motivación para actuar como ciudadano territorial: aquel que además

146

de democrático (Kymlicka y Wayne, 1997), es participativo (Dewey, 1971; Kymlicka y

Wayne, 1997), social (Lechner, 2000), político (Habermas, 1987; Marshall y Bottomore,

1998; Rawls, 1979; Sartori, 2003), activo (Lechner, 2000; Unión Europea et al., 2010) y,

ante todo, crítico (Freire, 2005; Magendzo, 1996; Unión Europea et al., 2010).

Todo lo anterior, constituye potencialidades democráticas desde la relación

ciudadano, ciudadanía, territorio y estudios del territorio. Los procesos de constitución de

territorio, fruto de la interrelación entre la transformación del espacio físico geográfico -la

materialidad-, la dinamización sociocultural y el surgimiento de múltiples semantizaciones

asociadas con novedosos usos, prácticas, apropiaciones y simbologías vinculadas a la

mutación física; y, concebidos como espacios de las personas, organizaciones, empresas

privadas e instituciones públicas en donde confluyen, dialécticamente, los sistemas de

objetos -lo construido, lo artificial- animado por el sistema de acciones -la red de relaciones

humanas- en permanente interacción transformadora, emergen como posibilidad

inmejorable para desatar las motivaciones -desear y pensar que es posible- y los estímulos -

actuar para hacerlo realidad- requeridos por los individuos para superar la condición natural

de personas de derechos y de deberes y aspirar, en marcos conflictivos, complejos y

dinámicos, a alcanzar la categoría de ciudadano democrático. Quien sabe que la fortaleza y

la estabilidad de la democracia (Kymlicka y Wayne, 1997) dependen, en parte, de sus

propias cualidades y actitudes: estar bien informado, con identidades establecidas,

capacidades de tolerar y trabajar con personas diferentes, sensible ante la dinámica social

(Gutiérrez y Pulgarín, 2009, p. 34); consciente de lo imposible que es imaginar “una

ciudadanía concreta que prescinda del componente territorial” (Santos, 1998, p. 116).

Un ciudadano contextualizado, ligado y arraigado al territorio constituido, dispuesto

a ejercer sus ciudadanías y contribuir a la construcción y posicionamiento de la democracia,

como opción de vida para disfrutar de los bienes y servicios que ofrece y dispone la

sociedad, alcanzar más y mejores condiciones de su existencia, de su vivencia con otros.

Aquél que, precisamente, por su condición de democrático está, en esencia, dispuesto a

participar en los asuntos públicos de incumbencia particular y general; comprometido con

los procesos sociales desatados en la ruta de constitución del territorio; dispuesto a ejercer

sus derechos y a cumplir sus deberes políticos, de manera activa y, ante todo, crítica, para

147

desatar prácticas sociales tejedoras de lazos de identidad (Haesbaert, 2002), integradoras de

redes de bienes y servicios, que incentiven hacerse más ciudadano (Santos, 1998).

En virtud a que el ciudadano democrático no nace, es posible a partir de las

motivaciones y estímulos provenientes del proceso de constitución del territorio, aspirar a

contribuir con su gestación, a forjarlo y formarlo, en particular, siguiendo los postulados de

la teoría de los procesos conscientes (Álvarez de Zayas, 1998), en cuanto a instruirlo en los

conocimientos básicos requeridos; educarlo para que apropie y haga suya la instrucción

recibida; desarrollarlo de tal manera que pueda aplicar en la realidad concreta lo apropiado,

en consideración al contexto vigente, de manera consciente y con la finalidad de contribuir

al fortalecimiento de la democracia. Visibilizada la posibilidad de gestar el ciudadano

democrático, se cuenta con la “materia prima”, el insumo esencial y el requerimiento básico

para aspirar a hacer realidad el anhelo democrático latinoamericano. En ello es

fundamental, la relación sinérgica entre ciudadano y territorio, más explícita y

directamente, entre ciudadano democrático y territorio constituido, como potencialidad para

continuar posicionando la democracia en América latina: uno de los más interesantes,

latentes y, quizá, más esquivos debates de la ciencia política.

En síntesis, si la opción posible para aspirar a mejorar el bienestar integral es la

democracia territorial real, plural y transparente, debe construirse para disfrutarla. Para ello

se deberán incrementar las estrategias y los recursos orientados a la gestación de

ciudadanos territoriales democráticos, participativos, sociales, políticos, activos y críticos

capaces de emprender esta tarea, incentivados por la transformación positiva de sus

realidades, por la aspiración motivante de alcanzar más y mejores niveles de desarrollo, por

el estímulo de vivir mejor; a la vez, casi al tiempo, para crear e incorporar la anhelada

ciudadanía territorializada como una manera de vivir, de relacionarse con otros en medio de

las diferencias, del pluralismo y de la otredad; como una forma de atender y administrar los

conflictos y construir espacios de convivencia pacífica. Ciudadanos territoriales ejerciendo

sus ciudadanías, son la materia prima para construir el anhelo democrático territorial.

Estos ciudadanos localizados y apropiados de su territorio dotado de sentido y

considerado como sistemas de objetos y sistemas de acciones, estarán en capacidad y

tendrán suficiente conocimiento para actuar en él, para intervenirlo, para transformarlo.

148

Ello permitirá incrementar su arraigo dinámico y móvil, su sentido de pertenencia, su

identidad como valor asociado al territorio y, por tanto, éste se convertirá en un estímulo

más, en una motivación adicional, en un valor agregado, en un potencial apropiado para la

práctica ciudadana y para el ejercicio de la ciudadanía. El territorio surge como razón más

para ser ciudadano y ejercer ciudadanías orientadas a transformar positivamente la realidad.

Lograr el tipo de ciudadano descrito, la ciudadanía anhelada y la apropiación

territorial como ingrediente detonante de ellas, requiere de una adecuada formación

integral, de una debida e intencionada formación ciudadana que trascienda, incluyéndolos,

los derechos y los deberes, lo político y lo social, el status y la práctica; que eduque,

desarrolle e instruya; que combine la enseñanza y el aprendizaje. Un proceso de formación

ciudadana integral, elevado a la categoría de política pública educativa, cuyo sentido sea

aportar a la transformación permanente y positiva del ciudadano territorial; de la ciudadanía

territorializada renovada; del lugar y del territorio en donde es posible escenificarla; del

proyecto democrático que le es propio y que, además, posibilite luchar por el derecho a una

vida decente, a obtener los bienes y servicios necesarios para vivir dignamente y en paz.

Esta formación ciudadana dispone de un potencial pedagógico que le nutre: los estudios del

territorio, considerados desde la interdependencia ciudadanía-territorio.

Gráfica 7. Relación dialéctica del soporte teórico

Dinámicastransformadoras

Sistema de objetos y acciones

Ciudadanías

Estiter

I Realidad

Prácticas Ciudadano sociales territorial i Territorio

Potencialpedagógico

vFormaciónciudadana

Institucion alidad

Contexto

Democraciafortalecida

149

3.2 Configuración de prácticas sociales y derivación de potencialidades pedagógicas

para procesos de formación ciudadana: la experiencia PUI-NOR

Uno de los supuestos de los que partió la investigación y quizás el más relevante, consistió

en reconocer la importancia que juega la emergencia de incentivos, a manera de

motivaciones internas y de estímulos externos, que impulsen a los sujetos, individual y

colectivamente considerados, en su aspiración y anhelo por alcanzar la categoría de

ciudadano territorial; en esencia porque de acuerdo con las orientaciones de la teoría de los

procesos conscientes, ubicados en el enfoque de las ciencias de la educación, en sintonía

con los aportes de las ciencias políticas y la geografía crítica, el ciudadano no nace, se

forma. Atribuirle a los estudios del territorio potencialidades pedagógicas para nutrir estos

procesos de formación ciudadana, provenientes de la constitución del territorio desde la

triada: transformación de la materialidad, dinámicas socioculturales y semantizaciones, en

contexto, transversalizados por la emergencia de las prácticas sociales que le son propias,

vinculantes de las relaciones ciudadano, ciudadanía y territorio, posibilitó complementar el

supuesto aludido y, además, plantearse metodológicamente la investigación, en forma

estratégica, desde el análisis de una experiencia concreta -el PUI-NOR- que permitiera, de

un lado, fortalecer el conocimiento de esa realidad, apoyándose en el marco conceptual

guía y, del otro, vigorizar desde su análisis y comprensión, la teoría misma.

Validar este supuesto en el escenario conceptual expuesto en el numeral 3.1, de tal

manera que permitiera delinear las directrices de política pública educativa que se plantean

en el numeral 3.3, demandó explorar, recrear, elaborar y sustentar tres (3) escenarios

asociados con la experiencia PUI-NOR. El primero, relativo al proceso de constitución en

territorio de su área de influencia visible en la descripción, el análisis, la explicación y la

comprensión de las transformaciones de la materialidad ocurridas en su jurisdicción: 20

barrios de las comunas 1 y 2; de las dinámicas socioculturales vinculadas a estos cambios

materiales; y, de las semantizaciones surgidas a propósito de la interrelación entre

transformaciones materiales y dinamización sociocultural; todo ello, visto en contexto. El

segundo, concerniente a las prácticas sociales emergentes del aludido proceso de

constitución en territorio y focalizadas en los hitos más relevantes que arrojó la

150

documentación efectuada, las cuales permiten visibilizar aspectos relevantes en cuanto a

acciones típicas de ciudadanos territoriales en formación; de prácticas incipientes de

ciudadanías renovadas; de fortalecimiento de las organizaciones sociales, cívicas y

comunitarias como expresiones representativas de la sociedad civil; de respeto,

reconocimiento y valoración de la institucionalidad; y, al tiempo, características de aportes

a la construcción y consolidación del proyecto político democrático provenientes del

tratamiento dado a las tensiones propias de los escenarios de prácticas sociales descritos y

analizados. El tercero, surge de la consideración del territorio como objeto de enseñanza, es

decir, susceptible de ser estudiado desde sus características pensadas como contenidos y, a

la vez, considerándolo un medio dinamizador del proceso de enseñanza, lo cual

complementa el surgimiento de potencialidades pedagógicas motivadoras de la aspiración

para alcanzar mediante la formación, la categoría de ciudadano territorial; potencialidades

aplicables, en particular, a los procesos de formación ciudadana en la educación básica y

media colombiana.

De lo expuesto se ocupa en extenso el numeral 3.2 conforme las orientaciones

metodológicas enunciadas en el numeral 2. La finalidad central es dar cuenta del segundo

objetivo específico investigativo vinculado, a la vez, al resultado esperado relativo a la

configuración analítica, en clave de formación ciudadana, del potencial pedagógico

atribuido a los estudios del territorio desde las interdependencias ciudadano, ciudadanía y

territorio, emanadas de la experiencia PUI-NOR. Lograrlo exigió, analíticamente, acudir a

la triangulación de datos provenientes de la observación en campo, las entrevistas a

informantes, los esquemas para la documentación, la representación cartográfica y las guías

de talleres reflexivos con docentes de las Instituciones Educativas de la jurisdicción del

PUI-NOR (anexos 3.4 a 3.7).

Adicionalmente, para su elaboración, se apeló a los componentes descriptivo,

analítico, explicativo y comprensivo tenidos en cuenta en el diseño metodológico, numeral

2. Como resultado de lo expuesto resultan, en primera lugar, la evidencia del aludido

proceso de constitución de territorio; en segundo lugar, las potencialidades pedagógicas de

los estudios del territorio para, de un lado, motivar la aspiración de alcanzar la categoría de

ciudadano territorial y, del otro, fortalecer los procesos de formación ciudadana en la

151

escuela; en tercer lugar y como resultado no previsto, la representación cartográfica

ilustrativa del proceso de constitución de territorio en la jurisdicción PUI-NOR y, las

potencialidades pedagógicas.

Las triangulaciones metodológica y de datos son, junto a las estrategias de

interpretación directa y conjunta de información, el fundamento analítico. El punto de

partida para el análisis lo brindan, de un lado, la construcción teórica sobre formación

ciudadana: novedad emergente aplicable al contexto latinoamericano; del otro lado, la

evidencia sobre la consideración del área de influencia del PUI-NOR como un típico

ejemplo de constitución de territorio, por tanto, estudiable y susceptible de imaginarse

fuente de potencialidades pedagógicas, es decir, objeto de enseñanza y aprendizaje; y,

finalmente, la conexión posible entre los estudios del territorio como potencialidades

pedagógicas y la formación ciudadana teorizada. Todo ello, considerado estímulo y

motivación para formarse como ciudadano territorial, ejercer la ciudadanía territorializada y

contribuir a la construcción del proyecto político democrático en Colombia.

Para explicar e ilustrar lo descrito y analizado, se apeló a la representación

cartográfica respaldada por la observación en campo, las entrevistas y la documentación

efectuada comprendiendo, de una parte, cómo de los estudios del territorio, es decir, de

asumir el territorio como objeto de enseñanza, haciendo de sus características -contexto;

triada: materialidad, dinámicas socioculturales y semantizaciones; prácticas sociales

inherentes- contenidos formativos conforme lo plantea la teoría de los procesos conscientes,

emergen potencialidades pedagógicas aplicables a los procesos de formación ciudadana en

la educación básica y media colombiana y, al tiempo, por qué éstas potencialidades pueden

ser fuentes de motivación para que los sujetos aspiren a alcanzar la categoría de ciudadanos

territoriales, más allá de la simple condición de ciudadanos legales o jurídicos y, al

contrario, próximos a la de ciudadanos políticos, sociales, activos, participativos, críticos y

democráticos, requerimiento esencial para ejercer las ciudadanías, fortalecer la sociedad

civil y la institucionalidad y, además, contribuir a construir y posicionar el proyecto político

democrático; y, de la otra parte, explicar y comprender la necesidad, en el escenario

colombiano, de elevar estas reflexiones a la categoría de política pública, a fin de garantizar

la aprehensión y aplicación en el sistema educativo como parte de su función pública

152

atribuida a la estructura gubernamental del Estado colombiano, proyectando las directrices

que se plantean en el numeral 3.3.

El texto se estructuró en tres partes. En la primera se describe, analiza, explica y

comprende el PUI-NOR desde las contribuciones que hace en su área de influencia al

proceso de constitución de territorio, dejando entrever la dinamización que de ello hicieron

las prácticas sociales inherentes.

En la segunda se procede igual, categorizando las prácticas sociales desde los cuatro

hitos más relevantes documentados a manera de escenarios prácticos (Güell et al., 2009), a

saber: los comités comunitarios, los talleres de imaginarios, los pactos ciudadanos y el

programa de planeación local y presupuesto participativo en los cuales se analizan las

formas, estrategias y tácticas empleadas para tramitar las tensiones surgidas entre

institucionalidad, subjetividades y conocimiento práctico, mediante la aparición de juegos

de prácticas y nuevos aprendizajes; a la vez, se enfatizan aspectos contextuales,

democráticos, de la sociedad civil, de la ciudadanía y del ciudadano en procura de ilustrar

prácticas sociales individuales, ligadas a la noción de ciudadano territorial y, colectivas,

asociadas con la consolidación del proyecto democrático.

En la tercera se retoma como objeto de estudio el territorio, es decir, medio y

contenido de enseñanza; medio, en tanto la posibilita y dinamiza; contenido, en tanto

permite enseñar sus características -contexto, transformación de la materialidad,

dinamización sociocultural y semantizaciones- y las prácticas sociales que le son

inherentes, todo ello, escenario propicio para la emergencia de potencialidades pedagógicas

dirigidas a incentivar procesos de formación del ciudadano territorial.

Como evidencias que permiten corroborar el supuesto inicial, a manera de síntesis

del numeral 3.2, surgen el proceso de constitución del territorio visible a partir de la

implementación del PUI-NOR; las prácticas sociales individuales y colectivas vinculadas a

esta experiencia de la realidad concreta; y, la emergencia de las potencialidades

pedagógicas atribuidas a los estudios del territorio para incentivar la aspiración de alcanzar

la categoría de ciudadano territorial, en particular, nutriendo los procesos de formación

ciudadana propios de la educación básica y media colombiana.

153

El programa urbano integral de la zona nororiental de Medellín, Colombia: PUI-NOR,

descrito en el numeral 1.4, fue seleccionado como la experiencia de la realidad concreta,

analizable mediante la estrategia del caso único, por su riqueza estructural en tanto

contribuyente a desatar un típico proceso de constitución de territorio en su jurisdicción: los

20 barrios de las Comunas 1 y 2 donde intervino (ver mapas 1 a 4).43

Como tal, en primer lugar, fue posible describirlo, analizarlo, explicarlo y

comprenderlo a partir del marco conceptual elaborado como guía de la investigación en el

numeral 3.1; en segundo lugar, fue fortalecido como realidad concreta, experiencia fáctica

y ejemplo de contribución a la constitución de territorio a la luz de las concepciones

planteadas en virtud a que su formulación, planeación, ejecución, seguimiento y evaluación

no estimó como resultado esperado, aportar a constituir territorios ni, por tanto, al ser

posible de estudiarse, convertirse en objeto de enseñanza desde su consideración como

medio y contenido, haciendo emerger potencialidades pedagógicas para nutrir los procesos

de formación ciudadana en perspectiva de los estudios del territorio, es decir, de cara al

territorio, orientados a formar ciudadanos territoriales; y, en tercer lugar, desde las

evidencias que ofrece en relación con el proceso de constitución en territorio, con

capacidades para vigorizar la teoría expuesta en el marco conceptual, pudo concebirse

como fundamento para los procesos de formación ciudadana en Colombia.

En estas tres consideraciones radican la justificación y el valor que se le otorga al

proceso que a continuación se describe haciendo visible la constitución procesual de un

territorio desde las evidencias que provienen del trabajo en campo, de las entrevistas, de la

documentación y de la representación cartográfica efectuada.

Al efecto, se parte de la noción de territorio expuesta en el numeral 3.1.4 para

analizar la realidad intervenida por el PUI-NOR con el propósito de potenciarla y, a la vez,

fortalecer la concepción en que se basa: el ciudadano territorial como fundamento de la

43 Con influencia directa en siete barrios, a saber: La Francia, Andalucía, Granizal, Nuevo Horizonte, Popular 1, Popular 2 y Santo Domingo Savio No. 1; además influenció indirectamente trece barrios, a saber: El Playón, La Frontera, La Isla, Santa Cruz, Moscú 1, La Rosa, Moscú 2, Villa Guadalupe, San Pablo, La Esperanza 2, El Compromiso, La Avanzada y Santo Domingo Savio 2 (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 27).

3.2.1 Área de influencia del PUI-NOR: territorio en proceso de constitución

154

democracia. Este procedimiento permitió además, como se verá en adelante, describir las

prácticas sociales individuales y colectivas inherentes a la constitución del territorio,

complementariamente generadoras de las potencialidades pedagógicas atribuidas,

conceptualmente, al estudio del territorio para nutrir la formación ciudadana.

El territorio, en este caso, es asumido no sólo como lugar físico sino,

adicionalmente, como producto sociocultural, geográficamente ubicado y, asociado con

cuatro categorías mutuamente dependientes e interrelacionados (Gutiérrez y Sánchez, 2009)

que le determinan conceptualmente: la materialidad -establecida o en proceso de

transformación- que le determina y concreta, las dinámicas sociales y culturales que

acontecen al interior de la materialidad transformada o en transformación, las

semantizaciones que surgen de la relación dialéctica entre transformación material y

dinamización sociocultural, todas ellas, analizadas en contexto.

En forma secuencial y lógica, a continuación, se describen, analizan, explican y

comprenden cada una estas categorías aportando las evidencias más relevantes provenientes

de las fuentes de información en donde, debido al volumen acopiado en el trabajo de campo

fue necesario aplicar procedimientos de reducción de datos conforme criterios de

pertinencia, verificabilidad, credibilidad y complementariedad descartándose la

información que no los cumpliera, por irrelevante. Así las cosas, tanto el componente

descriptivo, como el analítico, el explicativo y el comprensivo se apoyaron en los aspectos

concretos de mayor interés asociados con el referido proceso de constitución de territorio.

La triangulación de datos fue la técnica empleada para el análisis.

A manera de síntesis puede afirmarse con suficiencia y confiabilidad, basados en la

información disponible procesada, que en el área de influencia del PUI-NOR y motivado

por sus intervenciones, se está gestando un auténtico proceso de constitución de territorio,

apoyado en diversas prácticas sociales individuales y colectivas que vinculan elementos de

ciudadanía y territorio, lo cual le confiere, al estudiarlo, movilidad, diversidad y riqueza en

potencialidades pedagógicas útiles para nutrir procesos de formación ciudadana.

155

Mapa 2. Ubicación de Medellín en la subregión del Valle de Aburrá

Fuente: elaboración propia apoyada en cartografía EDU, 2011

Mapa 3. División político-administrativa del municipio de Medellín en comunas y corregimientos4

Fuente: elaboración propia apoyada en cartografía EDU, 2011

El Municipio de Medellín en su división político administrativa está conformada por 16 comunas en el área urbana y 5 corregimientos en el área rural.

156

Contexto asociado al proceso de constitución del territorio

La primera categoría constitutiva del territorio que interesa analizar en la experiencia

acontecida en el área de intervención del PUI-NOR es el contexto; aquel que lo enmarca y

determina. En ocasiones, se le vincula con diversas y complejas dinámicas societales

contemporáneas propias de la relación global-local (Sánchez, 2005), en ámbitos de índole

sociocultural, político, económico, tecnológico, espacial y ambiental, que dejan al descubierto desafíos conceptuales y metodológicos en torno a la planeación y el desarrollo. El contexto globalizante que caracteriza la época actual penetra y reformula todos los ámbitos de la vida societal, no solo a escala mundial, sino también local, e implica transitar por un camino marcado de paradojas y contradicciones, dada la inauguración de otros escenarios, actores, potencialidades y alternativas (Gutiérrez y Sánchez, 2009, p. 2).

Estos ámbitos, por lo general, los ejercen diversos sujetos, de manera simultánea en el

tiempo y a escala espacial múltiple, provocando que el contexto se comporte como una

heterogénea cantidad de hechos y “situaciones que configuran la realidad y que permiten

desentrañar en ella una serie de articulaciones entre experiencias, conocimientos, visiones,

información e intereses, que llevan a mostrar con mayor claridad unos aspectos, dejando en

la oscuridad otros” (Ghiso, 1998, p. 1). Además, se desenvuelven en una suerte de

interdependencia, entrecruzándose y afectándose recíprocamente, haciendo más compleja la

comprensión e interpretación de la realidad y obligando, por tanto, a la reflexión e

imaginación permanente sobre los modos posibles de transformarla mediante acciones y

esfuerzos diversos enmarcados por las dinámicas, intereses, capacidades y condiciones

propias de la contemporaneidad y en medio de incertidumbres, limitaciones y

contradicciones múltiples.

En este escenario surgen la justificación, pertinencia, significado, legitimidad social

y política de los procesos sociales, por tanto, el reconocimiento de la realidad interna y

externa visible en el territorio, en los estudios del territorio y en donde ellos tienen

incidencia por ejemplo, en este caso, en el sistema educativo, en particular, desde su

función pública de formar ciudadanos territoriales teniendo en cuenta las interdependencias

de la relación global-local.

157

La jurisdicción del PUI-NOR posee elementos característicos propios que

conforman su contexto, en el antes y el durante del programa alusivos a los ámbitos

mencionados, generando escenarios de fortalezas y oportunidades y, a la vez, de

debilidades y amenazas vistas desde las posibilidades y limitaciones que le otorgaron para

contribuir a desatar, en el área geográfica de influencia, el proceso de constitución en

territorio; asimismo, brindan las bases para describir y comprender la institucionalidad, las

subjetividades, el conocimiento práctico, los juegos de las prácticas, las enseñanzas y

nuevos aprendizajes que demarcaron los escenarios de las prácticas sociales generados para

tramitar las tensiones vividas durante la implementación del programa.

La reseña del escenario contextual deja en claro que la zona nororiental de Medellín,

en particular las comunas 1 y 2 y, específicamente, los barrios impactados directa e

indirectamente por la construcción del metrocable como extensión y complemento del

sistema de transporte masivo del valle del Aburrá, eran “tierras del olvido, de nadie” (A.

Sánchez, entrevista personal, 27 de julio, 2010), de la desesperanza, del miedo y de la

exclusión en donde imperaba la “ley del más fuerte” (L. Lemus, entrevista personal, 18 de

septiembre, 2010); donde lo más preciado de los seres humanos, la vida, “no valía nada”

(E. Díaz, entrevista personal, 10 de agosto, 2010); eran el “lunar negro” de la ciudad (J.A.

González, entrevista personal, 23 de julio, 2010), aquello que se debía esconder, no mostrar

y hasta evitar saber que existía, que estaba ahí y con quien se tenían obligaciones

pendientes; en donde nada positivo, ni esperanzador, aparentemente, podría tener lugar,

nacer, florecer y dar frutos; en fin, una auténtica, sufrida y triste “geografía olvidada” (L.M.

Gómez, entrevista personal, 18 de septiembre, 2010).

Históricamente, la conformación territorial de esta zona ha estado ligada a la

informalidad en la vivienda, la ilegalidad en la tenencia de la tierra, la ocupación no

planificada, el urbanismo irregular, el deterioro del medio ambiente, la marginalidad de la

población, la informalidad laboral, la creciente problemática de violencia asociada a la

presencia de grupos alzados en armas y al margen de la ley, siendo quizá lo más relevante,

el contar recurrente e tradicionalmente con los índices más bajos, en términos absolutos, de

condiciones de vida y de desarrollo humano de la ciudad (Alcaldía de Medellín, 2004,

2006; Álvarez, Bernal, Vallejo, Sepúlveda y Castrillón, 2010; Arango y Pulgarín, 2010;

158

Cárdenas, 2006; Concejo de Medellín, 2008; Departamento Administrativo de Planeación

2002, 2002, 2006, 2007, 2008, 2009, 2010; Echeverri, 2005), tal como se observa en las

tablas 1 y 2, elaboradas con información proveniente de las encuestas de calidad de vida de

la ciudad entre 1997 y 2009. Evidenciar esta crítica situación hizo recomendable, deseable

y necesaria la concepción, el diseño y la implementación de planes, programas, proyectos y

acciones gubernamentales, privadas, no gubernamentales y comunitarias encaminadas al

mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes.

Tabla 1. Evolución del índice de calidad de vida-ICV, comunas 1 y 2 de Medellín45

Comuna \ año medición del ICV 1997 2002 2004 2005 2006 2007 2008 2009

Comuna 1: Popular 63.58 68.28 73.47 75.12 72.20 77.56 75.38 74.80Comuna 2: Santa Cruz 67.29 71.46 75.88 75.70 77.89 78.93 77.17 76.53Total Medellín 73.48 68.09 82.20 82.46 83.28 83.72 82.77 81.89Menor ICV, comuna 1: Popular 63.58 68.28 73.47 75.12 72.20 77.56 75.38 74.80Mayor ICV, comuna 14: El Poblado 84.38 84.77 92.92 92.20 93.08 94.05 93.18 91.94

Fuente: Departamento Administrativo de Planeación de Medellín. Encuestas de calidad de vida 2002 a 2010

Los resultados obtenidos para las comunas 1 y 2, entre 1997 y 2009, dejan ver en tendencia

mejoramientos progresivos en la calidad de vida de la población al pasar de 63.58 a 74.80 y

de 67.29 al 76.53, respectivamente; inclusive, en 2002, se observa que aunque la comuna 1

mantuvo en todo el período de análisis el ICV más bajo de la ciudad, superó en 0.19 el total

para Medellín. Los niveles más altos alcanzados en ICV tanto por la comuna 1 como por la

comuna 2, se registraron en 2007: 77.56 y 78.93, en su orden. Los registros en ICV

comenzaron a elevarse en ambas comunas a partir de 2004 y hasta 2009, período en el cual

se realizaron las acciones más relevantes del PUI-NOR; como puede observarse, la comuna

1 tuvo un incremento ponderado del 1.44%, mientras que en la 2 fue del 2.89%. Ambas

comunas permanecieron siempre con cifras de ICV por debajo del total para la ciudad y

muy lejos, en términos absolutos, del mayor ICV obtenido por la comuna 14: El Poblado.

45 El ICV es un resumen de diferentes características de la vivienda, del hogar y de las personas que lo componen. Está constituido por cinco grupos de variables; calidad de la vivienda, acceso a servicios públicos, capital humano y escolaridad, demografía y seguridad social en salud y, empleo. El ICV para los hogares considera valores entre 0 y 100; mientras más cerca esté el ICV a 0, menor calidad de vida hay en el hogar.

159

Tabla 2. Evolución del índice de desarrollo humano-IDH, comunas 1 y 2 de Medellín46

Comuna \ año de medición del IDH 2001 2004 2005 2006 2007 2008 2009

Comuna 1: Popular 67.86 73.66 74.67 75.58 80.09 78.23 78.24Comuna 2: Santa Cruz 68.95 73.35 73.04 73.99 76.98 78.74 79.10Total Medellín 74.35 79.83 80.16 80.35 82.78 84.58 85.16Menor IDH, comuna 1: Popular 67.86 78.23 78.24Menor IDH, comuna 2: Santa Cruz 73.35 73.04 73.99Menor IDH, comuna 4: Aranjuez 74.82Mayor IDH, comuna 11: Laureles 82.47Mayor IDH, comuna 14: El Poblado 92.69 93.63 97.17 97.20 97.00 97.88

Fuente: Departamento Administrativo de Planeación de Medellín. Encuestas de calidad de vida 2002 a 2010

Las comunas 1 y2 no sólo permanecieron durante el período 2001-2009 con el menor IDH

respecto al total de la ciudad sino que estuvieron igualmente lejos del obtenido por la

comuna 14, la de mayor IDH en Medellín. Sin embargo es importante destacar la tendencia

también creciente en el período reseñado, siendo más consistente este comportamiento en la

comuna 2 que alcanzó un crecimiento ponderado del 1.30%, mientras que en la comuna 1

fue del 1.21%. El valor más alto de IDH en ambas comunas se presentó al igual que el de

ICV, en el año 2007: 80.09 y 76.98, respectivamente, por encima ambas del menor registro

en la ciudad obtenido por la comuna 4: Aranjuez, 74.82.

Esta realidad hizo que, por ejemplo, durante el período gubernamental 2004-2007 y

aprovechando la puesta en marcha del sistema de transporte masivo metrocable, el cual

promovió e hizo posible el mejoramiento de la movilidad urbana de los habitantes de las

comunas 1 y 2, la administración municipal trazara en el plan de desarrollo: “Medellín,

compromiso de toda la ciudadanía”, la estrategia denominada Proyecto Urbano Integral

Nororiental: PUI-NOR, centrada en transformar urbanística, social, cultural y

económicamente 20 barrios de las comunas 1: Popular y 2: Santa Cruz (Alcaldía de

Medellín, 2004); luego fue complementada mediante el plan de desarrollo 2008-2011,

“Medellín ES Solidaria y Competitiva”, en donde se concibieron como programa, los

proyectos urbanos integrales y a su interior, el PUI-NOR (Concejo de Medellín, 2008).

46 El IDH fue creado por el programa de Naciones Unidas para el Desarrollo-PNUD y se mide mediante tres dimensiones del desarrollo: esperanza de vida al nacer, educación y nivel de ingresos. También oscila de 0 a 100; entre más cercano esté la población a 100, mayor será su nivel de desarrollo humano.

160

Complementariamente y también a manera de ejemplo ilustrativo de la realidad que

asistió al PUI-NOR, en la década del 2000 al 2010 se desataron en el país, Antioquia,

Medellín y, particularmente, en las comunas 1 y 2, procesos significativos de paz,

desmovilización y reinserción a la vida civil de combatientes de grupos ilegales alzados en

armas, tanto vinculados a la guerrilla como a los paramilitares (Alcaldía de Medellín, 2011;

Franco, 2004; López y Grisales, 2011; Naranjo y Villa, 1997; Salazar, 2001; Salazar y

Jaramillo, 1992; Veeduría Ciudadana al Plan de Desarrollo de Medellín, 2008); relevante

fue la de los bloques de autodefensas Cacique Nutibara y Héroes de Granada, en 2003.

Medellín, su zona nororiental y, en particular, las comunas 1 y 2, se vieron afectadas

por el conflicto armado y la guerra irregular que de tiempo atrás se vive en el país la cual

alcanzó, en la década del 2000, características dramáticas para la población civil dadas las

disputas armadas recurrentes por el control ilegal de diversos espacios geográficos que han

causado daños humanos, sociales y económicos incalculables y, al tiempo, se han

constituido en verdaderos obstáculos para avanzar en materia de calidad de vida y

desarrollo humano. Al 2001, por ejemplo, se tenía registro de los más altos niveles de

crimen organizado: 164 bandas criminales identificadas de las cuales, 65 operaban en la

zona nororiental (VCPDM, 2008, pp. 32-33), la mayoría de ellas, en las comunas 1 y 2,

siendo la población joven la más afectada por este fenómeno. Estos hechos particularizan y

marcan firmemente la realidad concreta analizada, el PUI-NOR y, por tanto, soportan los

aspectos más fuertes de la institucionalidad que la rigió, unida a subjetividades,

conocimientos prácticos y juegos de prácticas, en términos de Güell et al. (2009), conexos.

Ubicados en el ámbito espacial, el área de influencia del PUI-NOR se reconoce,

especialmente, por la intervención del metrocable: “un sistema de cable aéreo de 2.050

metros de longitud (circuito doble), con cuatro estaciones fijas y telecabinas para 8

pasajeros” (Alcaldía de Medellín, 2004, p. 67). Con la construcción de este sistema se

promovió y se hizo visible un mejoramiento de la movilidad; las obras alrededor de las

estaciones empezaron a transformar el espacio público, junto a la manera participativa en

que la población y sus organizaciones sociales se fueron vinculando y apropiando de las

intervenciones realizadas por el programa.

161

Este programa fue formulado e implementado para 20 barrios de la zona nororiental

de Medellín articulado a otros proyectos estratégicos liderados por la municipalidad, tales

como el Parque Biblioteca Santo Domingo-Biblioteca España, el Centro de Desarrollo

Económico Zonal-CEDEZO, los colegios de calidad Santo Domingo Savio-Antonio Derka

y la Institución Educativa La Candelaria, los proyectos de generación de espacios públicos

en el norte que incluyeron la intervención en el cerro Santo Domingo, el PRIMED-Fase II

y, entre otros, varios proyectos de generación de equilibrio urbano y de recuperación de la

calidad ambiental del Plan de Ordenamiento Territorial-POT. Con ello, se consolidó un

modelo de ocupación territorial entre la carrera 52 y el borde de protección al oriente de

Medellín, en límites con el corregimiento de Santa Elena.

Como parte periférica de la ciudad, la zona empezó a ocuparse informalmente a

partir de los 50's. Para entonces, se iniciaron “procesos de ocupación de las partes m ás

empinadas y de difícil acceso de la ladera nororiental de la ciudad; la mayoría, promovidos

por especuladores que vendían lotes que no les pertenecían” (Empresa de Desarrollo

Urbano y Departamento Administrativo de Planeación, 2004, p. 68). Por ello, se convirtió

en punto de llegada para personas y familias que, en su mayoría, provenían del campo a la

cuidad en busca de oportunidades que les permitiera mejorar sus condiciones de vida y aún

con relaciones sociales y culturales vigentes, propias de la procedencia rural que los

caracterizaba (Ospina, 2004), dándole lugar a subjetividades, conocimientos prácticos y

juegos de prácticas particulares. La ocupación se dio mayoritariamente por medio de

invasiones, sin procesos de urbanización, ni de construcción formales, apoyados en la

autoconstrucción individual y colectiva. La zona nororiental de Medellín fue la cuna de la

urbanización pirata, donde la invasión en la mayoría de los casos, permitió hacer comunidad. La solidaridad y tenacidad de estos hombres lograron a punto de sudor y sangre y posteriormente con la fuerza espiritual de algunos sacerdotes católicos, hacer vida barrial. La colonización tuvo características de urbanización pirata, el loteo hizo su aparición (...) aun hoy algunas áreas del sector son consideradas como subnormales, y de hecho lo son, con viviendas sin ningún tipo de planeación ni distribución técnica del espacio físico que las rodea (González, 2003, p. 43)

Desde lo geográfico, la característica más relevante es su aspecto montañoso y empinado,

afectándose la accesibilidad y el desplazamiento barrial; debido a sus “características

topográficas, el acceso a esta zona se debe realizar por vías de gran pendiente, las cuales,

162

aunque están pavimentadas, no obedecen a una planificación urbaní stica definida” (Zapata,

Aguilar y Areiza, 2007, p. 11); ello, sumado a altas concentraciones de población, limitaba

el acceso a bienes y servicios contribuyendo a generar bajas condiciones de vida en

términos educativos, de salud y mortalidad así como altos índices de violencia y

accidentalidad. En materia de vivienda (Secretaría de Planeación Municipal, 1998, p. 39) el

déficit era y continua siendo alto, debido a la poca disponibilidad de terrenos, las

deficiencias en los programas habitacionales, las invasiones y el bajo nivel de ingresos de

los habitantes; un dato que lo ilustra es que al 2009, las comunas 1 y 2 presentaban el

número de personas más alto por vivienda de la ciudad: 4.20 y 4.29, respectivamente,

siendo el promedio de 3.88; al tiempo, eran las únicas dos comunas de Medellín en donde

todas las viviendas se encontraban en los estratos bajo-bajo y bajo (DAP, 2010, p. 516),

siendo en su mayoría precarias en sus materiales de construcción y ubicadas en zonas

demarcadas como de alto riesgo geológico (Alcaldía de Medellín, 2008, p. 174).

El espacio público en proporción al número de habitantes, resultaba deficitario,

incidiendo en la marginalidad social y la segregación de la población (Concejo de Medellín,

2004); mientras que el sistema de espacios públicos en Colombia propone un índice de 15

metros por habitante, la “Comuna 1 tenía el segundo índice más bajo de espacio público

con 1.059 metros por persona, después de la Comuna 2 Santa Cruz, la cual tiene 0.737”

(Corporación Convivamos, 2007, p. 17). Los problemas más significativos eran, entre

otros, los pocos espacios existentes y las dificultades de acceso a escenarios destinados para

la recreación, el deporte y la cultura así como el déficit y la carencia significativa de

espacios públicos, junto a la discontinuidad en la movilidad peatonal (Alcaldía de Medellín,

2008; Alcaldía de Medellín, 2011; EDU, 2007a; Empresa de Desarrollo Urbano-EDU y

Departamento Administrativo de Planeación Municipal-DAP, 2004).

Ambientalmente la zona de intervención del PUI-NOR también presentaba

características complejas representadas en la ausencia de planes de manejo de quebradas,

vertederos de aguas negras, manejo de basuras y respeto por el espacio público; su

topografía abrupta posee cuencas con cauces profundos y de alta pendiente que incidieron

en la tenencia de vías interrumpidas, accesos vehiculares y peatonales difíciles,

configuración desordenada y aislamiento de los barrios; geológicamente estos suelos eran

163

de baja aptitud para el urbanismo dada el alto riesgo que representan (EDU y DAP, 2004).

Además, el agotamiento del medio ambiente se reflejaba en el hacinamiento, las viviendas

de construcción espacial y estructuralmente inadecuadas, con bajas condiciones de

salubridad, creciente tugurización y conexión ilegal a los servicios públicos (Cárdenas,

2006, p. 20). La invasión de los cauces de las quebradas con construcciones, los procesos

erosivos, los vertimientos de aguas residuales, y la disposición de escombros y basuras en las fajas de las quebradas plantea un conflicto de intereses que afectan el desarrollo urbano y la calidad ambiental; los habitantes han generado modificaciones y afectaciones a los terrenos, los nacimientos de las quebradas, los usos del suelo, la productividad hídrica y agrícola de las microcuencas, con efectos sobre la productividad económica y sobre el microclima” (Secretaría de Planeación Municipal, 1998, p.91).

De hecho, los ámbitos espacial y ambiental, aparentemente contraproducentes para

adelantar procesos de constitución de territorio resultaron ser, en el caso PUI-NOR,

potencialidades para llevar a cabo acciones de transformación material que, bajo el abrigo

de la institucionalidad puesta en vigencia y con la confluencia de las subjetividades propias

de la población allí asentada, junto al conocimiento práctico generado en la disputas por la

vida digna y los diversos juegos de prácticas implementados alrededor de la gestación de

identidad, de los poderes manifiestos, de los intercambios y las informaciones disponibles,

condujeron esta realidad concreta al inicio de un proceso típico de constitución de territorio,

en medio de tendencias aceleradas del fenómeno de urbanización el cual, según Borja y

Castells (1998, pp. 363-367), resulta a la vez creador y destructor, debido a que la

población tiende a concentrarse en el lugar generando nuevas centralidades pero, a la vez,

el espacio físico se fragmenta, así los lugares se difuminan y debilitan haciendo aparecer

fenómenos de segregación, polarización, marginación, exclusión del espacio urbano y

desterritorialización: nuevas consideraciones para los estudios del territorio que, en

palabras de Gabiña (1999, p. 22), tienen que ver con asuntos que afectan no sólo la esfera

económica de la sociedad actual y futura sino también la política, social, organizativa,

formativa y cultural (Gutiérrez y Sánchez, 2009).

Socioculturalmente la población que habita el área de influencia del PUI-NOR es,

en su mayoría, migrante; soporta altos niveles de pobreza generada por la inexistencia de

una economía estable, la informalidad en el empleo, el bajo nivel de escolaridad, el

164

conflicto social, el desplazamiento, la inequidad social y la baja cualificación de las

organizaciones sociales (EDU y DAP, 2004). Todo ello se reflejaba en violencia

intrafamiliar, marginalidad social, altos grados de desnutrición, resentimiento social y

desconfianza hacia el Estado (Alcaldía de Medellín, 2010, 2011).

Al 2005, la comuna 1, contaba con 116,312 habitantes (53.534 hombres y 62.778

mujeres) mientras que en la comuna 2, Santa Cruz, habitaban 89,943 personas (48,536

mujeres y 41,407 hombres); la mayoría de esta población era menor de 39 años de edad

(Corporación Convivamos, 2009, p. 38): todo un “contingente enorme de mano de obra

barata, un fuerte potencial electoral y una población propicia para seducir con la idea del

consumo” (Franco, 2005, p. 93).

Según encuesta de calidad de vida Medellín 2009 (DAP, 2010), la comuna 1 tenía al

2009 la tasa de ocupación más baja de la ciudad: 40.394, mientras que la comuna 2, poseía

la quinta más baja con 44.07, comparadas con la total para la ciudad estimada en 45.96 (p.

513); la comuna 2 tenía el segundo nivel más bajo de personas afiliadas al sistema de

seguridad social en salud: 4.62 y la comuna 1, el quinto, con 5.44 (p. 278); en relación con

el porcentaje de personas mayores de 15 años que sabían leer y escribir para entonces, la

comuna 2 presentó el 2 más bajo nivel de la ciudad con 4.29%, mientras que la comuna 1,

se ubicó en el 5 lugar más bajo con 4.86%.

La comuna 1 tuvo en la ciudad, el porcentaje más alto de población desplazada por

causas asociadas con asuntos vinculados al orden público (presiones de grupos armados y

amenazas de la delincuencia común): 11.73%

En educación, la cobertura se encontraba en nivel medio respecto al resto de la

ciudad y los índices de deserción escolar eran altos aún así, existían altos porcentajes de

población sin educación: 26% y 22% en las comunas 1 y 2, respectivamente; por ejemplo,

en el rango de edad de 6 a 12 años, era notoria la desescolarización en ambas comunas

representando 55% en la comuna 1 y 45.7% en la comuna 2 (DAP, 2010, pp. 237-261).

Sumado a ello, las instituciones educativas tenían bajos niveles académicos y

sistemas inadecuados de evaluación; los profesores ofrecían pedagogías obsoletas, era

evidente la falta de oportunidades para educación profesional y la ausencia de recursos

económicos dificultaba el acceso a la educación superior (Zapata et al., 2007, p. 12). La

165

zona nororiental en general y las comunas 1 y 2 en particular tenían los “índices más bajos

de calidad en educación de la ciudad” (Alcaldía de Medellín, 2008, p. 174)

En términos de organización y capital social, el espíritu cívico y solidario que

caracteriza esta población y su lucha constante por mejorar sus condiciones de vida, han

permitido la construcción y defensa de un desarrollo equitativo y una participación activa y

constante en los beneficios de la ciudad, generándose escenarios e instrumentos de

integración, coordinación, control y promoción de actividades colectivas buscando superar

las desconfianzas entre los mismos actores comunitarios, las organizaciones sociales, no

gubernamentales y privadas, así como frente al Estado debido a que históricamente y muy

en particular la institucionalidad pública apostó a la atención de problemáticas

fundamentales y al pago de la deuda social acumulada, sin tener en cuenta ni hacer

relevante la organización social existente, ni la participación de los diversos actores

comunitarios y cívicos interesados en debatir y proponer al respecto (EDU y DAP, 2010).

Las organizaciones sociales del área de intervención del PUI-NOR se han

caracterizado por la lucha, la defensa y el fortalecimiento del tejido social; mientras que sus

habitantes, por sus antecedentes reivindicativos de apropiación y lucha por el territorio, han

han mantenido y posicionado un discurso de organizaciones populares que dan cuenta de procesos organizativos que nacen desde el arraigo y construcción cotidiana, donde las características culturales, económicas y sociales, así como sus antecedentes le son comunes por sus vivencias, historias y formas de apropiación. Por lo tanto los discursos reivindicativos frente a sus derechos como sectores excluidos en la búsqueda de construcción de poder popular pasa por la visibilización de las apuestas de planeación participativa, la lucha por la inclusión en la ciudad y por mejorar sus condiciones de vida, en una disputa no sólo por los recursos sino por unas relaciones distintas con la ciudad y con el Estado, lo cual tiene como sentido en esta zona la democratización de las relaciones y de la gestión del desarrollo local donde los sectores populares pueden ser participes protagónicos de las transformaciones de su entorno tanto comunal, zonal y de la ciudad (Franco, 2005, p. 106)

Siempre hubo en el área PUI-NOR, nutrida presencia de organizaciones sociales, cívicas y

comunitarias las cuales tenían dificultades para su articulación, en particular, desde lo

relativo a la ausencia de poder político y la falta de representación en las instancias

gubernamentales donde se decidían políticas públicas, planes de desarrollo e inversiones

(Corporación Convivamos, 2007; EDU y DAP, 2004).

En materia de seguridad y convivencia, el conflicto interno y la inseguridad que

vivieron la ciudad y el área de intervención del PUI-NOR no pueden analizarse por fuera

166

del contexto nacional. El prolongado conflicto armado y las violencias que surgieron bajo

su manto, dejaron secuelas en la población civil generando desplazamientos y produciendo

en las víctimas impactos sociales, económicos, políticos y sicológicos que influyeron en las

mentalidades, en las prácticas sociales y culturales, en los comportamientos, en los valores

y en las formas de relacionarse de la población, en particular de los jóvenes. Entre los años

1985 y 2003, la ciudad de Medellín y las comunas 1 y 2, registraron los más

altos índices de violencia e inseguridad gracias al narcotráfico, a la confrontación armada y disputa de territorios por parte de grupos al margen de la ley (guerrilla y paramilitares) y, a la conformación de bandas delincuenciales al servicio de dichos grupos (Bernal y Álvarez, 2005, p. 39)

La zona nororiental y en particular, las comunas 1 y 2, registraron las mayores tasas de

homicidios en la ciudad (Alcaldía de Medellín, 2008, p. 174). En criterio de la Secretaría de

Planeación Municipal (1998), la concentración territorial de la población más pobre en el

norte y en la periferia, facilitó especialmente entre los jóvenes, el surgimiento del sicariato,

la conformación de milicias y bandas delincuenciales.

La movilidad y los cambios permanentes en el dominio territorial por parte de los

grupos al margen de la ley, generalizaron las violencias y permitieron que el conflicto y la

guerra se convirtieran en modo de vida para muchos jóvenes (González, 2003). Esto hizo

necesaria la “intervención de Instituciones que garanticen un apoyo, un control y una

seguridad a la población que ha estado por fuera del conflicto armado” (Zapata et al., 2007,

p. 12). Con la puesta en vigencia de las políticas de paz y de reinserción de grupos armados,

la zona Nororiental comenzó una etapa de transformación, devolviéndoles la esperanza a

los habitantes y permitiendo una presencia más efectiva por parte del Estado; la vocación

económica se dirigió hacia “el comercio y los niveles académicos de sus instituciones

educativas empezaron a superar las expectativas” (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 24)

En síntesis, socioculturalmente la población que habitaba la jurisdicción del PUI-

NOR tenía características propicias para vincularse, participar y promover procesos de

constitución de territorio, apoyándose para ello en sus subjetividades, sus conocimientos

prácticos acumulados, sus identidades y luchas históricas por mejorar sus condiciones y su

calidad de vida. Auténticos acumulados de capital humano y social dispuesto a aprovechar

las posibilidades de inclusión en la ciudad que ofreció el programa.

167

Desde el ámbito económico se evidencian históricamente, altas tasas de desempleo,

mayor desempleo y subempleo, crecientes niveles de informalidad, aumento del trabajo

temporal y escasa mano de obra calificada (Alcaldía de Medellín, 2008, 2010, 2011; EDU y

DAP, 2004; DAP, 2010). El empleo se mostraba como un “factor problemático pues la

participación de la población económicamente activa, dentro del mercado laboral, se

desenvuelve básicamente dentro del sector informal y no productivo de la economía, con

una estructura del empleo caracterizada por la inestabilidad y por los bajos costos de la

fuerza de trabajo” (Franco, 2005, p. 94).

Estos hechos indujeron la economía informal y el subempleo como respuesta a la

incapacidad del sistema productivo de la ciudad para incorporar dentro de la dinámica

laboral la mano de obra existente, caracterizada por los bajos niveles de calificación y

capacitación para el empleo. Este, se muestra como un factor problemático pues la

participación de la población económicamente activa,

dentro del mercado laboral, se desenvuelve básicamente dentro del sector informal y no productivo de la economía, con una estructura del empleo caracterizada por la inestabilidad y por los bajos costos de la fuerza de trabajo (trabajadores por cuenta propia, sin remuneración, subcontratistas, etc.), factores que conllevan al híper desarrollo de la economía informal y el subempleo, como respuesta frente a la incapacidad del sistema productivo económico del país y la ciudad de incorporar dentro de la dinámica laboral, la mano de obra oferente, caracterizada por los bajos niveles de calificación y capacitación necesarios para insertarse al mercado de trabajo y por estar sometida a los procesos de segregación socio espacial. (Franco, 2005, p. 94).

Así, las alternativas para generación de ingresos giraban alrededor del comercio informal y

las ventas ambulantes, predominando los establecimientos dedicados a la venta de

alimentos, cigarrillos y alcohol (Ospina, 2004). En los barrios de las comunas 1 y 2 se

apreciaba incremento del dinamismo comercial representado en la diversidad de servicios y

productos ofrecidos: panaderías, carnicerías, papelerías, legumbrerías, talleres, graneros,

misceláneas, licoreras (Empresa de Desarrollo Urbano y Departamento Administrativo de

Planeación, 2004). Esta situación ubicaba al comercio como la actividad económica más

marcada en la zona, al representar “el 66.4% y el 67.8% del total de establecimientos para

las comunas 1 y 2, respectivamente; en materia de servicios generales se tienen unas

participaciones de 29.5% del total de los negocios en la comuna 1 y un 25.9% para la

comuna 2” (Zapata et al., 2007, p. 17). Era evidente la necesidad de vincular diversos

168

actores dispuestos a contribuir con el empresarismo por medio de la cualificación de la

mano de obra, la capacitación en mercadeo, servicio al cliente y emprendimiento, así como

también, la financiación de microcréditos para las ideas de negocio y procesos

empresariales de las organizaciones comunitarias y sociales.

El ámbito político se caracterizaba por la necesidad de disminuir las funciones del

Estado, las cuales “deberían limitarse a la puesta en marcha de unas políticas focalizadas

que subsidien la demanda de los más pobres entre los más pobres en materia social” (Foro

Nacional por Colombia, 2004, p. 2). Además, marca como temas vinculantes la generación

de ambientes de gobernabilidad y legitimidad acompañados de la implementación

normativa y de las funciones asignadas al gobierno local de acuerdo con los requerimientos

de la CN de 1991 en materia de planeación, descentralización y participación; procesos de

reinserción, paz y reconciliación (Alcaldía de Medellín, 2008, pp. 50-59).

El área de influencia del PUI-NOR ha sido objeto tanto de procesos de planeación

zonal y local como de programas y proyectos encaminados hacia el mejoramiento de la

calidad de vida de sus habitantes. Muestra de esto se ve claramente en las estrategias y

programas trazados desde los planes de desarrollo municipal a partir del año de 1995: en el

plan de desarrollo municipal 1995-1997, se trazó desde la estrategia social, “trabajar

programas de mejoramiento integral de vivienda en aquellas áreas límites de la ciudad que

presentan serios conflictos fortaleciendo la paz y convivencia” (Alcaldía de Medellín, 1996,

p. 20); en el plan de desarrollo 1998-2000, Por una ciudad más humana, desde el objetivo

estratégico de paz e integración social, se propuso “dar continuidad al proceso de

mejoramiento integral que se viene adelantando en los asentamientos de desarrollo

incompleto e inadecuado, con criterios de intervención zonal, buscando la consolidación

barrial y la integración socio-espacial, mediante la configuración de subcentralidades en la

periferia” (Secretaría de Planeación Municipal, 1998, p. 42).

Ya para el período 2001-2003, se dio la posibilidad no sólo de implementar

programas de mejoramiento de barrios sino también, desde la línea 3: Primero el espacio

público, del plan de desarrollo: Medellín competitiva, darle entrada al nuevo sistema de

transporte y movilidad “soportado en el Metro y en un sistema complementario de mediana

capacidad, asegurando la disminución en los tiempos del viaje, el confort y la eficiencia en

169

el servicio, en armonía con el espacio público y el respeto al ambiente” (Alcaldía de

Medellín, 2001, p. 87).

Pero es quizás el período 2004-2007, el que adquiere más importancia en el ámbito

político-institucional de la jurisdicción del PUI-NOR, en razón a la llegada a la

Administración Municipal de un proyecto político alternativo: Compromiso ciudadano,

liderado por Sergio Fajardo Valderrama; es desde la concepción alternativa de la política

municipal donde se concibió implementar este programa de dinamización territorial para

las comunas 1 y 2, Popular y Santa Cruz respectivamente. En la línea 3, Medellín un

espacio para el encuentro ciudadano, el plan de desarrollo: Medellín compromiso de toda la

ciudadanía, se trazó desde el componente proyectos estratégicos de ciudad, el programa

Intervención integral en el área de influencia de metrocable, un proyecto de intervención

urbana integral a partir de la puesta en funcionamiento del metrocable, orientado a generar espacio público, construir equipamientos, recuperar elementos ambientales y adelantar procesos de regulación urbana y generación de vivienda... contará con un Plan de Movilidad y conectividad de la zona que articule los barrios entre si y estos con el resto de la ciudad. se fortalecerán las centralidades barriales generadas alrededor de las estaciones de Metrocable, dotándolas de espacios públicos adecuados y de equipamientos de servicios propios para la atención de diseñar y construir acciones modelo sobre las calles en las zonas de influencia de las estaciones (calles alimentadoras, calles barriales, calles vecinas y senderos” (Concejo de Medellín, 2004, p. 101)

Pero no sólo desde el plan de desarrollo municipal 2004-2007 fue posible implementar esta

intervención. Desde el plan de ordenamiento territorial de Medellín, se tenía como referente

en el artículo 130, la Actuación urbana integral de las áreas de influencia del metrocable:

Proyecto urbano que impacta directamente las comunas 1 y 2, con acciones que pretenden la generación y el mejoramiento del espacio público, la movilidad y los equipamientos; la consolidación habitacional, que comprende la reubicación, construcción y legalización de viviendas; la recuperación de las condiciones ambientales y el fortalecimiento de centralidades barriales. Se tiene definido el AUI - Actuación Urbana Integral y la ejecución de las acciones modélicas, entre las que encuentran las de la Quebrada Juan Bobo, de las calles 106 y 107, del Parque Andalucía y EL CEDEZO en el Parque La Candelaria (Acuerdo Municipal 46, 2006).

Adicionalmente, desde el ámbito político, cobran relevancia los procesos de reinserción,

paz y reconciliación de combatientes tanto de la guerrilla como de los paramilitares a la

vida civil y, los de planeación participativa del desarrollo, no sólo en la zona Nororiental,

sino también en las comunas 1 y 2. Políticamente, este sector de la ciudad vivió como

ninguna otra las implicaciones, tanto positivas como negativas, derivadas de la estrategia

170

nacional, departamental y municipal dirigida a promover la paz mediante el ofrecimiento de

incentivos para los actores armados de izquierda y de derecha que se desmovilizaran,

entregaran las armas y decidieran reinsertarse a la vida civil.

Así mismo, fue en la zona Nororiental de la ciudad en donde, al amparo del

escenario normativo implementado a partir de 1991 en Colombia y desplegado a partir de

1993 en Medellin, se inició un proceso de planeación zonal denominado Plan Alternativo

Zonal (PAZ) con niveles importantes de participación en la formulación, estructuración y

proyección del desarrollo de la zona; lamentablemente este proceso y sus productos no

fueron reconocidos por la Administración Municipal y, por tanto, no se apoyó su ejecución

(Corporación Convivamos, 2007, p. 1).

Sin embargo, con este acumulado latente, los pobladores y las organizaciones

sociales del área de influencia del PUI-NOR iniciaron y consolidaron procesos

encaminados a formular, gestionar, ejecutar y evaluar sus planes de desarrollo local en el

marco de la estrategia denominada programa de planeación local y presupuesto

participativo-PPPP, implementado por la Administración Municipal en el período 2004­

2007 e institucionalizado mediante el Acuerdo 43 de 2007. Este proceso de planeación

local del desarrollo se convirtió en escenario de participación, discusión y concertación

entre sujetos activos y críticos: voceros de las organizaciones sociales y comunitarias,

Juntas y Asociaciones de Acción Comunal, Juntas Administradoras Locales para decidir

sobre la gestión del desarrollo en ambas comunas.

En síntesis, la descripción del escenario contextual en que se encontraba el área de

intervención del PUI-NOR antes de su implementación deja ver la complejidad,

conflictividad y riqueza que en materia espacial, ambiental, sociocultural, económica y

política la caracterizaba, vislumbrándola desde sus debilidades y sus potencialidades para

constituirse en territorio.

Al analizar este marco de actuación, resaltan como hechos importantes para el

efecto, sus particularidades físico espaciales y ambientales, las cuales tendrán directa

relación con la categoría del territorio denominada materialidad; la historia acumulada en

materia de organización social, luchas comunitarias, conflictividades, exclusiones y

esperanzas vivas en la población que la habitaba que, junto a las carencias en materia de

171

educación, salubridad, vivienda digna, empleo e ingresos adecuados, se constituyeron en

fuentes de subjetividades y conocimientos prácticos que alimentaron las categorías de

dinamización sociocultural y semantización propias del proceso de constitución del

territorio; adicionalmente, es también relevante desde el ámbito político, la decisión tomada

por los electores de Medellín en 2003, al llevar al frente de la Administración Municipal un

proyecto político alternativo, Compromiso ciudadano, liderado por Sergio Fajado

Valderrama el cual, desde el plan de desarrollo adoptado, asumió la tarea de complementar

los trabajos del metrocable, con un programa urbano integral que incrementara los índices

de desarrollo humano y de calidad de vida de la población de las comunas 1 y 2 de la

ciudad, incrementando la gobernabilidad, el respeto por la institucionalidad y la promoción

de la democracia (L. Vásquez, entrevista personal, 28 de septiembre, 2010).

Investigaciones realizadas sobre la zona Nororiental de Medellín, las comunas 1 y 2

y, en particular, en el área de influencia del PUI-NOR dieron como resultado generalizado

que allí se tenían “los más bajos índices de calidad de vida, producto de la marginalidad a

que estuvo sometida, a sus problemas económicos pero, sobre todo, a que la historia de

violencia de nuestra ciudad tiene allí un capítulo importante (Alcaldía de Medellín, 2006, p.

18).

En este marco, el PUI-NOR se convirtió en un gran aporte para contribuir a

solucionar la conflictividad espacial, ambiental, social, económica y política en que se

encontraba la mayoría de la población asentada en su jurisdicción y, a la vez, en una

estrategia de intervención integral focalizada en procura de mejorar los niveles de calidad

de vida de sus habitantes (C. Hernández, entrevista personal, 30 de julio, 2010).

Materialidad en el proceso constitutivo del territorio

La materialidad, sustrato geofísico del área de influencia PUI-NOR, se encuentra ubicada

en el flanco oriental de la cordillera central colombiana, al nororiente de la ciudad,

caracterizándose por ser una zona de ladera con grandes pendientes. En principio se estimó

que ésta área de intervención correspondió, aproximadamente, a 158 hectáreas; para

entonces, se encontraba habitada por cerca de 170.000 personas. El programa tuvo

172

incidencia en veinte (20) barrios de las comunas 1 (Popular) y 2 (Santa Cruz),de los cuales

se intervinieron directamente, siete (7), a saber: La Francia, Andalucía, Granizal, Nuevo

Horizonte, Popular 1, Popular 2 y Santo Domingo Savio No. 1 e, indirectamente, trece (13),

a saber: El Playón, La Frontera, La Isla, Santa Cruz, Moscú 1, La Rosa, Moscú 2, Villa

Guadalupe, San Pablo, La Esperanza 2, El Compromiso, La Avanzada y Santo Domingo

Savio 2; aún así, los efectos e impactos del PUI-NOR se proyectaron no sólo en la totalidad

de las dos comunas, sino en la zona misma y en toda la ciudad (Alcaldía de Medellín, 2006,

2008, 2010, 2011; EDU, 2007a; EDU y DAP, 2004, 2005; Hernández, 2007)47

Mapa 4. Área de intervención y acciones planeadas por el PUI-NOR

Fuente: Alcaldía de Medellín (2006)

47 Los programas y proyectos ejecutados en esta área de influencia del PUI-NOR acumulaban, a finales del 2006, inversiones cercanas a los 425.000 millones de pesos, la cual equivalía a casi 7 veces más que la inversión realizada en el sistema metrocable, cercana a los 65.000 millones de pesos (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 12). Para el período 2004­2008, la inversión total alcanzó los $615.000 millones (Alcaldía de Medellín, 2008, p. 173).

173

Para cumplir con sus finalidades en cuanto a generar impactos positivos en el mejoramiento

de la calidad de vida de la población e incrementar los niveles de seguridad en su área de

influencia, el PUI-NOR diseñó e implementó sus acciones mediante la intervención y la

transformación integral del espacio público y privado, la organización social y los diversos

liderazgos existentes. En concreto, se planteó como propósitos, entre otros, la adecuación

del espacio público mediante el mejoramiento de calles y la construcción de parques y

plazoletas, fomentando la continuidad en la movilidad peatonal, a partir del plan de puentes

peatonales y vehiculares; el mejoramiento y adaptación de nuevos equipamientos colectivos

como la construcción de bibliotecas públicas, terminales de buses, estaciones de policía,

salas de navegación, parque biblioteca y centros de desarrollo empresarial; la generación de

espacios públicos para el encuentro ciudadano con especial énfasis en el mejoramiento de

algunos centros educativos, restaurantes escolares, centros de salud, y escenarios

deportivos; la promoción de programas habitacionales mediante la regularización,

legalización, mejoramiento y construcción de edificios mixtos, vivienda de borde, vivienda

en interior de manzana abierta y el plan terrazas; la mitigación del deterioro ambiental por

medio de programas de reforestación, generación de espacios para la educación ambiental,

renovación de fauna y flora; la construcción de sistemas de recolección y tratamiento de

aguas residuales, obras de control a la erosión, el manejo de residuos sólidos, la

recuperación de corrientes de agua; y, además, la reubicación de viviendas construidas en

zonas de alto riesgo geológico, así como campañas de prevención, vigilancia y control en

cuencas de quebradas (Alcaldía de Medellín, 2006, pp. 17-18). El planteamiento estratégico

que orientó la implementación de las acciones del PUI-NOR en su jurisdicción, consideró

proyectos prioritarios agrupados en 3 áreas de intervención: movilidad; centralidades

vecinales; y, mejoramiento, adición y construcción de equipamientos.

En lo relativo a movilidad, las transformaciones fueron efectuadas en la calles 107,

106, 106 A, el corredor vial de la carrera 42 B, el tirabuzón entre las carreras 52 y 47, y, la

carrera 49; la construcción de los puentes La Paz sobre la quebrada Juan Bobo y, El

Mirador sobre La Herrera, los cuales tuvieron como propósito integrar y conectar los

barrios La Francia, Andalucía y Villa del Socorro. Lo realizado se ilustra a continuación:

174

Foto 1. Antes y después en la calle 107

Fuente: archivo fotográfico PUI-NOR, EDU (2007)

Esta intervención adecuó el espacio público existente, construyó parques y mejoró la

centralidad de Andalucía. Su fin fue fortalecer el corredor barrial reconociendo su carácter

de eje peatonal y dinamizando las actividades comerciales para el desarrollo socio­

económico del sector. Dejó la vía en sentido único, de occidente a oriente, con accesos

peatonales alineados con el metrocable: de la estación Acevedo hasta la estación Andalucía.

Foto 2. Antes y después en la calle 106

Fuente: archivo fotográfico PUI-NOR, EDU (2007)

El paseo urbano de la calle 106 incidió en vías, senderos peatonales, equipamientos y

urbanismo en la centralidad de Santo Domingo Savio; integró las intervenciones del anillo

vial de la calle 106B, Puerto Rico y 106A; los parques biblioteca España, Candelaria, los

Niños y Mirador; el CEDEZO y la I.E. la Candelaria; y, los mejoramientos urbanos.

175

Foto 3. Antes y después en la carrera 42B

Parque Los Pozos - Antes Carrera 42B, Barrio Popular - Después

Parque Los Pozos - Después Parque Paulo VI - Después

Fuente: archivo fotográfico PUI-NOR, EDU (2006)

Esta intervención mejoró vía, andenes y fachadas; además integró el sistema de parques en

el Popular: la Paz, del Ajedrez, los Pozos, Pablo VI, los Lavaderos y el mercado barrial,

teniendo como eje la carrera 42B, en la centralidad del barrio Popular.

Foto 4. Antes y después del puente La Paz sobre la quebrada Juan Bobo

Fuente: Archivo fotográfico PUI-NOR, EDU (2007)

176

Foto 5. Antes y después del puente El Mirador sobre la quebrada La Herrera

Fuente: archivo fotográfico PUI-NOR, EDU (2010)

La construcción de estos puentes peatonales mejoró significativamente la conectividad

interbarrial en la parte media de la comuna 2; favoreció y optimizó el desplazamiento entre

los barrios La Francia, Andalucía y Villa del Socorro; y, se convirtieron en símbolo y

referente social positivo para la convivencia barrial.

Las ilustraciones hablan por sí solas. Sin duda alguna, el área de intervención

establecida para el PUI-NOR, es decir, su materialidad, fue transformada en los aspectos

más esenciales descritos tanto en el contexto que antecede como en el numeral 1.4,

relativos a la movilidad vehicular y peatonal. El efecto es evidente: se incrementó la

conectividad entre los barrios que la componen; se generaron espacios para la circulación

peatonal aumentando el área de espacio público por habitante; hubo continuidad vial

mejorando la circulación automotriz, todo lo cual posibilitó mayor integración barrial.

En cuanto a movilidad peatonal, se adecuaron 3.235 metros lineales en paseos urbanos o peatonales. Por primera vez generamos un corredor interbarrial peatonal de 343 metros lineales, con conexión a través de puentes peatonales que unen los barrios La Francia, Andalucía y Villa del Socorro, mediante el plan de puentes, con el que se construirán cuatro puentes peatonales y ocho pasos a nivel (Alcaldía de Medellín, 2008, p. 174)

Respecto a centralidades vecinales, las intervenciones directas fueron efectuadas en los

barrios Andalucía, Popular y Santo Domingo; indirectamente se realizaron acciones en los

barrios Villa del Socorro, Granizal, Paulo VI y Villa Niza, teniendo como ejes articuladores

las 4 estaciones del metrocable: Acevedo, Andalucía, Popular y Santo Domingo Savio.

177

En la centralidad del barrio Andalucía se llevaron a cabo intervenciones alusivas a

la consolidación habitacional del tramo I de la quebrada Juan Bobo entre las Carreras 51B y

49B, del tramo II de la quebrada Juan Bobo entre las carreras 49B y 47, de la quebrada La

Herrera en calle 108 x carrera 48A y del paseo de la calle 107 entre las carreras 51 y 47; la

construcción de parques: La Imaginación, centralidad de Villa del Socorro, en calle 105 x

carrera 49; de las Victorias en calle 107 x carrera 49A; Nuestra Señora del Camino en

carrera 51B x calle 105; y, de La Paz y Cultura en la estación Andalucía, carrera 46;

además de los puentes El Mirador y de La Paz (Alcaldía de Medellín, 2006). Los detalles

de estas intervenciones se ilustran fotográficamente a continuación:

Foto 6. Antes y después del parque La Imaginación, Villa Socorro: calle 105xcarrera 49

Fuente: archivo fotográfico PUI-NOR, EDU (2007)

En la centralidad alrededor del barrio Popular, las principales intervenciones realizadas por

el PUI-NOR ocurrieron en el anillo vial en la carrera 42B entre las calles 104 y 118; el

parque lineal quebrada La Herrera entre las carreras 42B y 38, el Balcón del Ajedrez en la

estación Popular en la carrera 42B, y, el del mercado barrial en la calle 105 con carrera

42B; los pozos en la calle 108 con carrera 42B y en Pablo VI en la calle 109 x carrera 42B;

los lavaderos en la calle 109A x carrera 42; la galería urbana en la estación Popular, con

una serie de murales que conectan visualmente las dos áreas de influencia en Santo

Domingo y en Andalucía; y, la unidad deportiva Granizal en la calle 102 x carrera 34

(Alcaldía de Medellín, 2006). En la foto 3 se ilustran estas transformaciones.

178

El conjunto de parques construidos en el corredor de la carrera 42B, se constituyó

en el primer logro proveniente de la identificación y diseño de obras por parte de los

voceros de la población (ver foto 3). Además, promovieron la consolidación urbanística del

sector y recuperaron su memoria histórica; se constituyeron en el hito urbano más valorado

del área de intervención PUI-NOR. El parque Los Lavaderos, ubicado en la centralidad del

barrio Paulo VI, recuperó la memoria y valorizó el uso del lugar que desde siempre había

sido utilizado como lavadero comunitario; el parque Pablo VI, articuló su uso activo y la

recreación pasiva; y, el de Los Pozos, exaltó el lugar donde históricamente, antes del

proceso de urbanización y ocupación masiva, se recolectaba agua para consumo humano.

Foto 7. Antes y después del parque lineal la Herrera entre las carreras 38 y 42B

Fuente: archivo fotográfico PUI-NOR, EDU (2010)

El propósito eje de esta intervención urbanística se constituyó en la recuperación ambiental

de la quebrada La Herrera, en el trayecto del barrio Popular, posibilitando la apropiación de

los nuevos espacios públicos lineales generados a lo largo del recorrido de la quebrada,

para articular áreas de recuperación ambiental y espacios públicos acondicionados para el

disfrute pasivo y activo de los habitantes del sector.

179

Mientras que en la centralidad alrededor del barrio Santo Domingo, las

transformaciones materiales se realizaron tanto por el PUI-NOR como por algunos

proyectos especiales, en los parques Biblioteca España, La Candelaria entre las carreras 32

y 32A y las calles 106 y 105, El Mirador en la calle 106 con carrera 32B y el de Los Niños

en la calle 106 x carrera 32B; los paseos peatonales en la calle 106 entre los parques de La

Candelaria y de los Niños y en la calle 106A desde la carreras 32 hasta la Iglesia Santo

Domingo; el CEDEZO en el Parque de La Candelaria; la calle Puerto Rico en la estación

Santo Domingo en la carrera 31A; el puente de Guadua que conecta el Parque Biblioteca

con Granizal; el centro de salud; los colegios de calidad Santo Domingo Savio-Antonio

Derka y La Candelaria en donde se adecuó, dotó y amplió el restaurante escolar; y, la

unidad deportiva del barrio Granizal (Alcaldía de Medellín, 2006). Los cambios ocurridos

en la materialidad de la jurisdicción de esta centralidad se ilustran a continuación.

Foto 8. Antes y después del parque biblioteca España

Fuente: archivo fotográfico PUI-NOR, EDU (2007)

La construcción del parque biblioteca España tuvo como propósito central, la promoción

del desarrollo en el sector de Santo Domingo mediante la oferta de servicios relativos al de

biblioteca pública, el encuentro ciudadano, actividades recreativas, deportivas y culturales.

Complementó la intervención integral en la comuna 1 y “atrajo la mirada a una zona que,

por su inseguridad, antes provocaba miedo y desesperanza. Diseñado por el arquitecto

Giancarlo Mazzanti, fue inaugurado el 24 de marzo de 2007, con la visita de los Reyes de

España” (Alcaldía de Medellín, 2008, p. 152).

180

Foto 9. Antes y después del CEDEZO en el parque La Candelaria

Fuente: Archivo fotográfico PUI-NOR, EDU (2007)

El Centro de Desarrollo Empresarial Zonal-CEDEZO tuvo como objetivo, brindar

oportunidades de capacitación y aprendizaje para los pobladores interesados en la creación

de pequeñas y medianas empresas. Este equipamiento se concibió de cobertura zonal

aunque su ubicación fue en el parque de la Candelaria, escenario que fortalece y concentra

equipamientos de idéntica índole en la centralidad de Santo Domingo Savio.

Como lo dejan ver las ilustraciones descritas, mediante la consolidación de las tres

centralidades vecinales definidas por el PUI-NOR se realizaron intervenciones

significativas en la materialidad de su jurisdicción. Estas, al igual que las comentadas sobre

movilidad, dotaron este lugar de nuevas estructuras físicas, equipamientos y espacios

públicos que le brindaron mayores posibilidades como escenario para el encuentro, el

disfrute, el esparcimiento y la convivencia. Las transformaciones sobre la materialidad que

alberga la jurisdicción del PUI-NOR, relativas a centralidades vecinales, se convirtieron en

puntos de referencia, identidad y orgullo para sus habitantes.

En lo relativo al mejoramiento, adición y construcción de equipamientos en el área

de influencia del PUI-NOR, se previeron como los más significativos, la consolidación

habitacional en inmediaciones de las quebradas Juan Bobo y La Herrera, la atención de la

zona de manejo especial de retiros en las corrientes naturales de agua y, la reubicación,

construcción nueva y mejoramiento de viviendas en el sitio, así como la intervención en la

zona deportiva y recreativa de Granizal, complementadas con la construcción del colegio

181

de calidad Santo Domingo-Antonio Derka y algunos mejoramientos en equipamientos de

educación y salud. La intervención del PUI-NOR en esta materia se ilustra a continuación.

Foto 10. Antes y después de la consolidación habitacional en la quebrada Juan Bobo

Fuente: archivo fotográfico PUI-NOR, EDU (2010)

Se trató de una intervención orientada por la estrategia integral de recuperación de

ecosistemas urbanos invadidos para responder a la problemática asociada con condiciones

precarias de viviendas y del entorno, mediante la implementación de acciones sostenibles

en términos físico-ambientales, socio-culturales y económicos, a fin de mejorar el estándar

habitacional y recuperar el ambiente urbano y natural (Alcaldía de Medellín, 2008, 2011).

Foto 11. Antes y después del parque recreativo y deportivo Granizal, calle 102 x carrera 34

Fuente: archivo fotográfico PUI-NOR, EDU (2010)

182

Este parque se ubica entre los dos ramales de la quebrada La Rosa, en el sector de Granizal

y tuvo como objetivo, enriquecer la dotación de espacios públicos para disfrute de la

población. La idea eje consistió en articular a las canchas deportivas existentes, espacios

acondicionados para el disfrute de actividades de recreación pasiva que consolidaran el

potencial del sector como centro deportivo zonal.

Evidentemente, la materialidad que acoge la jurisdicción o área de influencia del

PUI-NOR fue significativamente transformada. Las intervenciones realizadas tuvieron

directa relación con las falencias y los asuntos por atender descritos en el contexto que

antecede, particularmente desde los ámbitos espacial y ambiental. No sólo se incrementaron

la conectividad entre los barrios, la circulación vehicular y peatonal mediante acciones

directas en materia de movilidad, sino que se generaron espacios de encuentro,

esparcimiento, recreación, deporte, convivencia y comercio con las acciones que ubicaron y

definieron centralidades vecinales importantes como las de los barrios Andalucía, Popular y

Santo Domingo, complementadas con las que generaron tanto la unidad deportiva en

Granizal y la Institución Educativa Santo Domingo-Antonio Derka; y, adicionalmente, se

enfrentaron dos de los principales problemas urbanísticos de esta jurisdicción: la vivienda,

mediante las consolidaciones habitacionales en Juan Bobo y La Herrera, complementadas

con programas de mejoramiento en el sitio y mínimos reasentamientos en la jurisdicción; y,

el riesgo geológico proveniente de la topografía de alta montaña, pendientes pronunciadas y

quebradas, mediante la estabilización de taludes, el manejo de las aguas naturales, el

control de los residuos sólidos y líquidos y los retiros de los afluentes.

Con el PUI Nororiental generamos más de 125.000 metros cuadrados de espacio público. Con lo construido en tres años en espacio público nuevo, el indicador que prevaleció durante 53 años, 0.65 metros cuadrados/habitante, pasó a 1.48 metros cuadrados/habitante. Sembramos 1.527 árboles nuevos, que significan un incremento de 992%, ya que antes solo se contaba con 154 árboles en los sectores donde se realizaron las intervenciones. Entregamos siete equipamientos nuevos e hicimos adecuaciones a diez existentes (Alcaldía de Medellín, 2008, p. 174).

Todo ello, en conjunto, estructura uno de los componentes del proceso de constitución del

territorio: la materialidad, establecida o en transformación (Gutiérrez y Pulgarín, 2009;

Gutiérrez y Sánchez, 2009) y lo visibiliza con creces en la experiencia del PUI-NOR: la

realidad concreta objeto de análisis desde su proceso de constitución en territorio.

183

Un territorio constituyéndose sin límites que aíslen, separen o controlen; sin muros

reales o ficticios que impidan la movilidad, el encuentro, la convivencia; sin exclusiones,

estigmatismos y señalamientos sobre la procedencia o el lugar de habitación; más bien, un

territorio caracterizado por bordes que conectan, entrelazan y posibilitan nuevas y mejores

formas de interacción, convivencia y encuentro; que generan a la vez, mayor dinamismo y

conectividad (Maturana y Varela, 1984) posibilitando otras dinámicas sociales y culturales,

nuevas simbologías, otros usos y apropiaciones.

En el mapa 5 se representan cartográficamente, de manera sintética, las

intervenciones realizadas por el PUI-NOR en su área de influencia, asociadas con la

transformación de la materialidad, mediante acciones que incidieron directamente en el

mejoramiento de la movilidad, en el posicionamiento y adecuación de las centralidades

vecinales y en el mejoramiento, la adición y construcción de equipamientos en educación,

cultura, salud, deporte y recreación dando cuenta de los hitos que desde este componente,

brinda evidencias acerca del proceso de constitución del territorio que se viene fraguando,

determinado por el contexto descrito.

Mapa 5. Representación. Transformación en la materialidad, jurisdicción PUI-NOR

Fuente: elaboración propia apoyada en cartografía EDU (2011)

184

La tercera categoría constitutiva del territorio que interesa analizar en el área de

intervención del PUI-NOR es la dinamización sociocultural; aquella que acontece en la

materialidad que le alberga, la cual emerge a propósito de su consolidación y

transformación determinada por el contexto. De hecho, al considerarse el territorio no sólo

como espacio físico sino, en esencia, construcción social, tal y como quedó plasmado en el

numeral 3.1.4, es lógico y entendible que tanto la materialidad incida en las dinámicas

socioculturales propias de la población que la habita, usa y transforma como éstas, de

manera dialéctica, generen efectos en aquella.

Las dinámicas socioculturales convulsionan y subvierten los sistemas de interacción

social, es decir, las prácticas individuales y colectivas; las redes sociales; los valores

colectivos dictados por las normas, los referentes simbolicos y los significados; y, también,

las concepciones y movilizaciones de la actividad social. Estas dinámicas, habitualmente,

se caracterizan por la “manifestación de nuevas lógicas, que rigen el funcionamiento de lo

social y que derivan hacia otros modos de estar juntos, de experimentar la pertenencia al

territorio y de vivir la identidad” (Gutiérrez y Sánchez, 2009, p. 7) y por ello enfrentan

consecuentemente, nuevos significados colectivos que exigen renovar lecturas, lógicas e

interpretaciones asociadas al proceso de constitución y estudio del territorio: diversas

formas de compartir y vivir con otros (Touraine, 2001), vigorizando las identidades.

Tendencialmente, la dinamización sociocultural se vislumbra, entre otros asuntos,

en las crisis del individuo, la familia y las organizaciones; en la revaluación de sentidos de

pertenencia; en el afianzamiento de referentes de identidad influenciados por la tendencia a

adoptar comportamientos globales; y, entre otras cosas, en el incremento de la demanda por

más y mejor prestación de bienes y servicios públicos. Uno de los efectos más destacados

que se desprende de tales tendencias es el individualismo, alimentado por el debilitamiento

de los sistemas de solidaridad y de comunicación, por la pérdida de contenido ideológico de

las luchas sociales y por la dificultad de las organizaciones sociales para lograr continuidad

y permanencia; colateralmente surgen la fragmentación del tejido social y nuevos registros

virtuales de la cultura trastocando su expresión verbal, gestual, espacial y temporal.

Dinámicas socioculturales en el proceso constitutivo del territorio

185

Por lo regular, las intervenciones y transformaciones en la materialidad del territorio

traen consigo nuevas dinámicas sociales y culturales (Santos, 2000; Tedesco, 2007)

vinculadas con valores, hábitos y pautas de conducta que definen las prácticas en una

sociedad y, al tiempo, la manera como sus contenidos son elaborados. Ello significa, como

mínimo, que tienen incidencia directa en las actitudes y comportamientos frente a los

lugares, la institucionalidad, las subjetividades y el conocimiento práctico vigente (Güell et

al., 2009), generando nuevos comportamientos; diversas lógicas, representaciones,

apropiaciones y usos; mas información e incentivos para forjar convivencia.

El PUI-NOR se planteó como finalidades complementarias a la intervención físico-

espacial en la materialidad de su jurisdicción, generar impactos positivos en el

mejoramiento de la calidad de vida de la población y en los niveles de seguridad en procura

de contribuir a dar respuestas apropiadas a la dramática realidad descrita en el contexto.

Para ello, en esta materia, se trazó como propósitos eje (Alcaldía de Medellín, 2006, pp. 17­

18), fortalecer las organizaciones comunitarias mediante capacitación de líderes,

actividades informativas, de monitoreo y evaluación del programa y sus proyectos;

adelantar intervenciones concertadas orientadas por el comité directivo municipal, las

mesas de trabajo con entidades públicas, empresas privadas y academia, así como la gestión

vinculante de entidades gubernamentales y privadas nacionales e internacionales.

Para llevarlos a cabo se estimó pertinente, como asuntos nodales, apoyarse en la

experiencia adquirida por Metromed con la construcción del metrocable; respaldarse en uno

de los hechos políticos más relevantes acontecidos en Medellín en los últimos años: los

resultados del debate electoral municipal de 2003, mediante el cual ganó la Alcaldía

Municipal el movimiento político Compromiso Ciudadano, liderado por Sergio Fajardo,

primea vez que llegaba al poder un movimiento político alternativo, venciendo

electoralmente a los partidos políticos tradicionales; asumir como techo y abrigo de la

intervención en Plan de Desarrollo Municipal 2004-2007, Medellín compromiso de toda la

ciudadanía; orientarse por la concepción de urbanismo social y, en concreto, desatar con

rigor la metodología PUI, todo ello, dirigido a dinamizar, renovar e innovar prácticas

sociales, políticas y culturales identificadas desde los procesos realizados para la

implementación del metrocable en la nororiental; buscando respetar las ancestrales, propias

186

de las subjetividades y del conocimiento práctico (Güell et al., 2009); y, al tiempo,

promoviendo otras más participativas, activas y críticas, enmarcadas por la realidad social y

política vigente, privilegiando acciones y procedimientos amplios y democráticos.

Como estrategia general del PUI-NOR se estableció la promoción de la

participación de los actores sociales, privados, comunitarios y cívicos en el antes, durante y

después de la ejecución; en la intervención física mediante el esbozo y la concertación de

diseños participativos de obra; en la promoción de la prevalencia del interés público sobre

el interés privado; en la formación de pobladores para su participación como mano de obra

calificada, acompañantes del seguimiento y veedores ciudadanos de la intervención y,

además, para la apropiación, cuidado y generación de mayor sentido de pertenencia frente a

las intervenciones realizadas (Alcaldía de Medellín, 2006, 2008, 2010, 2011; DNP, 2008;

EDU, 2007a; Hernández, 2007). Tal participación se concretó, entre otras cosas, mediante

la identificación de las potencialidades de la zona; la formulación de propuestas de

intervención y la concertación sobre actuaciones urbanísticas en los talleres de

imaginarios;48 la formación sobre el uso y apropiación de los espacios públicos, las

veedurías ciudadanas a los proyectos, la vinculación directa de los líderes a los comités de

obra, la selección de mano de obra no calificada, la ejecución de pequeños proyectos y, la

apropiación y cuidado de las obras por parte de la población y sus organizaciones sociales

en los comités comunitarios49 (Alcaldía de Medellín, 2006; DNP, 2008; EDU, 2007a).

Talleres de imaginarios y comités comunitarios fueron complementados por

estrategias activas, motivantes y estimulantes de la participación de personas, líderes,

organizaciones sociales y comunitarias tales como los recorridos barriales, las escuelas de

formación de líderes, los pactos ciudadanos, el programa de presupuesto participativo y los

procesos de planeación local del desarrollo. Todo ello, en conjunto, partiendo de la realidad

48 Los talleres de imaginarios se diseñaron como una estrategia metodológica de carácter social para involucrar a la mayor cantidad de voceros de la población en la formulación de los proyectos, en la participación activa en todas las etapas del proceso de intervención: desde la identificación de problemáticas y oportunidades a través de recorridos de campo hasta el seguimiento, veeduría y evaluación de las obras realizadas, pasando por la aprobación, formulación y verificación de los proyectos mediante la utilización de prácticas de diseño participativo.49 Fueron identificados y convocados líderes de diversas organizaciones sociales y barrios del área de intervención para la creación, mantenimiento y dinamización de variados espacios de información, formación y participación, entre ellas, la conformación de comités comunitarios en las centralidades vecinales intervenidas: Andalucía, Popular y Santo Domingo, para debatir, analizar y concertar acciones con las organizaciones sociales y la población en general. Los comités comunitarios se concibieron como una estrategia apropiada para la sensibilización, información, concertación, divulgación y promoción del programa al interior de la población, sus organizaciones, voceros y vecinos.

187

descrita inicialmente en el contexto, posibilitó la implementación de acciones de carácter

social y cultural apoyadas en la formación, concertación, participación y decisión colectiva

frente al modelo de intervención integral propuesto por el PUI-NOR (DNP, 2008;

Echeverri, Rodríguez, Jaramillo y Hernández, 2007; EDU, 2007a).

En 2000, con la viabilidad y factibilidad verificadas por Metromed y el

consentimiento de la Administración Municipal de Medellín, se aprobó la construcción del

metrocable como parte integral del sistema metro de la ciudad, con la denominación de

línea K. De inmediato el grupo social de Metromed inició el trabajo con la población de las

comunas 1 y 2, especialmente, la de los barrios que tendría influencia directa.

Charlas abiertas con los jóvenes, las mujeres, los ancianos, los niños, los grupos organizados, las asociaciones, los maestros, además de visitas puerta a puerta, fueron el común denominador para que los habitantes conocieran, de primera mano, todos los pormenores de la obra. "Llevamos dos navidades comunitarias con ellos, acompañándolos, escuchando sus inquietudes y propuestas. También nos acompañaron los líderes, que fueron nuestros voceros en la zona. El trabajo de sensibilización fue exitoso", indica Luis Ramón Pérez, gerente de Metrocable (Gallo, 2003).

En Metromed, el área de Relaciones con la Comunidad trabajaba como eje fundamental de

su accionar, la participación ciudadana, asumida desde la posibilidad de expresarse, de

opinar sobre los asuntos del barrio, la organización comunitaria, popular y cultural. En

desarrollo de ella, se contribuyó decididamente a la “formación de actores sociales con

capacidad de generar nuevas relaciones sociales y de participar en la construcción de un

proyecto democrático de ciudad fundamentado en la equidad y en la solución pacífica de

conflictos” (Ocampo, Ortiz, Montoya y Valencia, 2006, p. 1). Propósito complementado

con la instrucción para el ejercicio de liderazgos democráticos, el reconocimiento como

personas capaces de participar en la gestión del desarrollo barrial, zonal y municipal; la

capacitación para contribuir a elevar los niveles de eficiencia y eficacia de las

organizaciones sociales; la promoción de una cultura de comportamiento ciudadano basada

en el respeto y la valoración de lo público; la búsqueda de una formación de ciudadanos

con capacidades para construir una ciudad basada en relaciones equitativas, en donde se

pueda aspirar a incrementar la productividad (Ocampo, et al., 2006). Todo un reto para

Metromed; enorme, intenso e interesante porque nos permitió formar públicos para lo

público, para apropiar, respetar y cuidar un bien público como lo es el sistema metro de

188

Medellín; los niños fueron la población objetivo, desde los 5 años en el primer nivel de la

escuela, hasta el grado 11 (J. Gutiérrez, entrevista personal, 21 de julio, 2010).

Historias jamás contadas, ilusiones desatendidas una y otra vez, sueños latentes,

contiendas individuales y luchas colectivas, acuerdos y anhelos plasmados en pactos

comunitarios, en propuestas para las distintas administraciones municipales, necesidades

priorizadas y cuidadosamente redactadas en prosas que nutrían los documentos base del

plan alternativa zonal de desarrollo-PAZ, fueron los resultados positivos de esta estrategia

de acercamiento liderado por el equipo social de Metromed. Junto a ellos, la evidencia

negativa de las diversas violencias que se ensañaron y adhirieron a la zona nororiental y, en

particular, a las comunas 1 y 2 de la ciudad como males endémicos. Y, al tiempo, la

esperanza, la credibilidad y la fe en que el metrocable fuera posible, que estos pobladores

se merecían ya que se hiciera algo por ellos y que se invirtieran recursos públicos para

aliviar, en parte, sus dolencias; para atender lo que por tanto tiempo se había desatendido.

Juan Álvaro González, el sociólogo del proyecto, junto a un equipo de profesionales de las ciencias sociales se acercaron a la comunidad y descubrieron los baluartes escondidos de un grupo humano que había estado olvidado por mucho tiempo. Lo que convirtió el trabajo en un modelo de intervención social en comunidades marginadas (...) Partimos de dos principios: respetar a la gente y hablar siempre con la verdad. Sabíamos que estaban cansados de que se aprovecharan de ellos. Que les prometieran y nunca les cumplieran. La gente no tenía asomo de esperanzas de que allí se construyeran obras de envergadura, y mucho menos de que quien fuera a hacerlas les hablara con la verdad. Por eso no prometimos más de lo que el proyecto podía dar (...) Palpé de inmediato que la gente lo que más necesitaba era que la escucharan. Y esa fue la herramienta que más nos sirvió para llegar a ellos. Nunca pensé que para ellos fuera tan importante que los escucháramos. Eso nos permitió ampliar los conversatorios y mantenerlos informados” (Gómez, 2004b).

Al comienzo hubo mucha incredulidad. No parecía posible, ni era creíble una inversión en

infraestructuras tan grandes y de tanto dinero, en un sector de la ciudad tradicionalmente

olvidado y abandonado; mucho menos si no tenían que pagar por ello, si no se haría por el

impuesto indirecto de valorización. J.A. González (entrevista, 23 de julio, 2010) recuerda

que cuando contaba que harían una extensión del metro hacia la zona nororiental, le decían

que se la había “fumado verde”, que el metro nunca “subiría hasta Santo Domingo”, que

eso “era imposible”. Sin embargo, de a poco y con el inicio de las obras, sin mediar

relaciones clientelistas, ni corruptas, los hechos empezaron a darle forma al dicho y la fe,

junto a la confianza y a la credibilidad en medio del asombro, surgieron:

189

Cuando Rosalba Cardona llegó de San Carlos, el sector era un peladero imposible de andar. Su constancia y la de otros líderes como José Brand, Marcos Calle, Jesús Villa, Julio García, entre muchos otros, permitieron que los más pobres entre los pobres, pudieran tener agua y energía, así fuera de contrabando. Ante el olvido estatal de varias décadas, el desempleo, el hambre y la necesidad hicieron de las suyas para incubar en el barrio grupos armados que por más de 10 años amedrentaron a los habitantes y volvieron a Santo Domingo un lugar de miedo, que estigmatizó a todo el que se dijera del barrio. La guerra entre bandas, milicias y autodefensas acabaron con la vida de cientos de jóvenes, mujeres y niños.” Es que aquí ni había esmeraldas, oro o petróleo para que los muchachos se mataran. Todos compartíamos la misma pobreza", asegura Rosalba. La situación empezó a amainar en el 2002, cuando la gente escuchó incrédula de un proyecto de transporte aéreo similar al teleférico, llamado Metrocable. "Eso es puro cuento", dijeron miles de veces los habitantes cuando les hablaron de las obras. A diez días de la inauguración del Metrocable, los 'dominicanos' no se cambian por nadie "porque este privilegio no lo tienen siquiera en El Poblado", dice Teresita, ama de casa del sector. Jorge Corrales, docente del liceo, opina que el desempleo, el hamb re y la pobreza no se han ido. Sin embargo, mañana, cuando Santo Domingo Savio cumpla 40 años y la gente celebre, se abrazarán esperanzados en que el futuro será mejor. En eso confían todos (Gallo, 2004).

Adicional a la estrategia social de acercamiento directo, comunicación clara y precisa,

ausencia de promesas -aunque para la época se avecina una contienda electoral municipal

para designar alcalde, concejales y ediles- y reiteración de las propuestas, se tuvieron como

aciertos la puesta en marcha de la escuela de líderes y la generación de empleo,

especialmente, en mano de obra no calificada, generándose más confianza, alivio y

credibilidad en la intervención de Metromed. A. Sánchez (entrevista, 27 de julio, 2010)

expresó que la escuela de líderes de Metromed fue la primera acción concreta que el equipo

social hizo en la nororiental para conocer, capacitar, instruir y formar líderes capaces de

contribuir y apoyar la construcción del metrocable y, además, para iniciar el tejido de la red

social de base requerida para garantizar no solo la puesta en marcha del sistema de

transporte masivo aéreo, sino su apropiación, cuidado y sostenimiento; al comienzo,

aseguró, se trabajo con la población escolarizada y luego con líderes naturales y de las

organizaciones sociales y comunitarias existentes.

Con el inicio de la ejecución del metrocable se ofrecieron empleos a los habitantes

del sector; al comienzo, de mano de obra no calificada y, posteriormente, cuando

empezaron a surtir efectos las capacitaciones, también hubo de calificada. Obras son

amores y no sólo buenas razones (J.A. González, entrevista personal, 23 de julio de 2010):

Cuando llegó la etapa de la ejecución de la obra [decía J.Á. González], ésta venía con el tema de la generación de empleo. Tuvimos que advertir que no era Metromed el encargado de contratar sino una Unión Temporal, aunque nosotros haríamos la sugerencia. Los contratistas reunieron a todas las organizaciones sociales y les pidieron hojas de vida. A la comunidad eso le pareció muy importante porque nunca los habían tenido en cuenta para un empleo. Hubo épocas en que el porcentaje de

190

contratación de mano de obra no calificada fue del 72% y se mantuvo un promedio del 52%. Del 11 de abril del 2003 al 2004 se cancelaron 1.000 millones de pesos (Gómez, 2004b).

Metromed realizó diagnósticos sociales en los tres sectores más importantes para el

proyecto metrocable: los corredores viales de la calle 107, la carrera 45 y la calle 30.

“Tomamos una foto social con todos los colores de la realidad, multicolor, diversa y

variada” (J.A. González, entrevista personal, 23 de julio de 2010). Como tales, se

constituyeron en fundamento para la toma de decisiones frente al manejo del proyecto, en

tanto contenían el conocimiento sobre las necesidades de la población impactada directa e

indirectamente por el proyecto y, además, las expectativas que frente a las obras a realizar.

También contenían las características socio-demográficas y culturales, así como el marco

conceptual sobre movilidad y transporte, elementos necesarios para direccionar alternativas

de transporte urbano (Restrepo y Gutiérrez, 2002).

“Sin lugar a dudas la zona carece de un equipamiento urbano necesario para satisfacer las necesidades de educación, recreación, cultura, salud, y de seguridad, vitales para lograr indicadores mínimos de desarrollo social. Esto ha permitido una desarticulación de valores éticos y morales, necesarios para mitigar los fenómenos de violencia que aun se viven en la zona. Pese a la carencia de equipamiento urbano [...] la iniciativa estatal en la realización de obras ha sido impuesta sin tener el mínimo de participación ciudadana” (González, 2003, p. 45)

A pesar de lo expuesto, sin atender toda la problemática identificada en virtud a que no era

parte de la misión de Metromed y en medio de múltiples expectativas, acuerdos y

desacuerdos, críticas y aplausos, incertidumbres y confianzas, mitos y realidades

metrocable fue construido, inaugurado y empezó a funcionar. La línea k del metrocable se

conectó con la línea A y otros tiempos, sueños, anhelos y esperanzas empezaron a volar

para las comunas 1 y 2 de la ciudad; metrocable pasó del dicho al hecho y con ello, se

afianzaron las esperanzas, abonándose el camino para incrementar la credibilidad en la

institucionalidad pública, en la empresa privada, en las organizaciones sociales y no

gubernamentales, en la cooperación municipal, regional, nacional e internacional dispuestos

todos a apostarle al cambio integral en la nororiental.

Es un día apoteósico para la zona nororiental y para Medellín. La gente presencia con credibilidad el inicio de las pruebas del sistema comúnmente llamado Metrocable. Hemos hecho un gran abono a la deuda social que tenemos con esta zona. Esta primera prueba consiste en observar los procesos de movilidad de las cabinas sin carga. En términos generales, los vemos bien. Lógico habrá que hacer ajustes. La puesta en servicio comercial esperamos que sea el 30 de julio, el día de la inauguración, pero desde 15 días atrás, a mediados de junio, ya la comunidad va a utilizar las cabinas a manera de

191

prueba. En este lapso se hará una campaña instructiva y se le enseñará al usuario cómo abordar y descender. Toda la cultura Metro también se trasladará al sistema de cabinas (Márquez, 2004).

Las claves para el éxito en la labor social de Metromed, en criterio de J. Gutiérrez

(entrevista, 21 de julio. 2010), J.A. González (entrevista, 23 de julio, 2010) y A. Sánchez

(entrevista, 27 de julio, 2010) fueron la generación de confianzas y el aumento de la

credibilidad en la institucionalidad pública. Para ello, coinciden, se apoyaron en la

homologación del lenguaje empleado para comunicarse con todos los actores de la realidad

en la nororiental, incluidos los que se encontraban al margen de la ley; en emplear como

estrategia de encuentro y diálogo, la escucha, el saberse tenidos en cuenta sin importar de

dónde viniera, ni quien hablara; y, las acciones comunicacionales desplegadas para

informar, debatir, acordar y evaluar lo que se estaba realizando: las manillas del “parcero” y

con la bandera de Colombia, las gorras y chalecos emblemáticos, el programa metro-

amigos, entre otros, fueron aspectos fundamentales en la intervención de metrocable.

Fue otro inicio, esta vez más esperanzador, de otros tiempos; de nuevos vientos; de

opciones democráticas orientadas a mejorar la calidad y las condiciones de vida de la

población, apoyadas en las capacidades instaladas y los liderazgos sociales existentes, en la

fortaleza de las organizaciones sociales y comunitarias, en compromisos institucionales

serios e intervenciones planeadas, concertadas y asertivas por parte del ente gubernamental;

en fin, un escenario propicio para que afloraran nuevas prácticas sociales que posibilitaran

asumir las tensiones entre la institucionalidad vigente, las subjetividades acumuladas y el

conocimiento práctico basado en relaciones clientelistas y corruptas. Nuevas dinámicas

sociales, políticas y culturales se intuían y avecinaban; el conocimiento práctico instaurado

mediante la politiquería, la clientela, la amenaza, la corrupción empezaba a sentirse debía

ser renovado; otra institucionalidad y otras subjetividades estaban presentes; habría que

empezar a idear novedosas maneras de relacionarse y dirimir las diferencias, enfrentar las

tensiones y orientarse hacia caminos comunes, con metas individuales y colectivas claras.

J.A. González (entrevista, 23 de julio. 2010) evidenciaba ya cambios en los proyectos de

vida de las personas y las organizaciones de la nororiental: al comienzo los niños solo

dibujan escenas de guerra, hoy dibujan cabinas con alas, volando; antes la institucionalidad

192

eran los cuerpos de seguridad armados y los politiqueros prometiendo, hoy, entidades que

se comprometen y hacen, profesionales sin “doctoritis” que escuchan, dialogan y propo nen.

Operador, operador, puede dar inicio a la operación comercial de Metrocable', fueron las palabras del presidente Álvaro Uribe Vélez al inaugurar, a las 12:00 del medio día de ayer, el nuevo sistema de transporte para la zona Nororiental. Los aplausos, la alegría y la expectativa de los presentes no se disimularon en el acto, en el que Uribe Vélez, como de costumbre, rompió todos los protocolos. Cargó en sus brazos a Deisy Pérez y Diego Valencia, los niños encargados de entregarle las réplicas de las cabinas, hechas por dos artesanos del barrio Santo Domingo Savio. No contento con ello, tomó a Daniel Vásquez para que el embajador de Francia, Daniel Parfait, lo levantara en sus brazos. Uno a uno, los niños de la zona nororiental, que entregaron las cabinas como símbolo de Metrocable, sintieron el abrazo, el beso y el orgullo de estar en manos del alcalde, Sergio Fajardo; del gobernador, Aníbal Gaviria; del ministro de Transporte, Andrés Uriel Gallego y del embajador de Israel, Yair Recanati (Gómez, 2004a).

Con las elecciones para Alcalde, Concejo y J A L s de Medellín del 2003, todo confabuló a

favor de la zona nororiental de la ciudad, en particular para las comunas 1 y 2 y,

especialmente, para los barrios intervenidos directa e indirectamente por metrocable. Por

primera vez en la historia política de Medellín, fue elegido popularmente como alcalde de

la ciudad el representante y líder de un movimiento político alternativo: Sergio Fajardo V.,

por el movimiento Compromiso ciudadano. Antes, en la historia democrática de la ciudad y

en particular desde la elección popular de alcaldes, siempre habían sido elegidos voceros de

uno de los dos partidos políticos tradicionales: liberal o conservador, en sus diversas

vertientes y amalgamas que ofrece el proyecto político democrático en Colombia, a partir

de la puesta en vigencia de la Constitución Nacional de 1991. Los fundamentos y principios

de la administración liderada por Sergio Fajardo se sintetizan, en sus palabras, en que:

Hay otra tarea igualmente esencial: recuperar la confianza ciudadana. En las autoridades civiles, con transparencia, sin corrupción, con coherencia y decencia. En la fuerza pública a partir del reconocimiento de las personas. En el sistema judicial para entender lo que significa el valor de las leyes, sin privilegios, con eficiencia e independencia. En las demás personas, para que tenga sentido la solidaridad. Nuestra herramienta es la cultura ciudadana: a cada acción un mensaje, con un lenguaje diferente, con una acción pública auténtica, con rupturas simbólicas y culturales que cambian comportamientos derrotistas y resignados, propensos a la solución de problemas por cualquier medio. Le apostamos al juego limpio, como respeto, sin intimidación de las normas de convivencia y la corresponsabilidad como aporte voluntario a una mejor sociedad. Buscamos recuperar el Estado legítimo y los tiempos perdidos. Con conciencia de que cada día que pasa con menos violencia ganamos espacio para el avance social y cultural. Es así de simple, claro y realista. Con cada paso recuperamos confianza, facilitamos el siguiente, reforzamos los comportamientos positivos, aumentamos el sentido de pertenencia y avanzamos sin retroceder. Es una tarea de paciencia, persistencia y convicción (Fajardo, 2005).

193

Aunque desde las columnas de opinión que publicaba regularmente en el periódico El

Colombiano antes y durante su campaña electoral Sergio Fajardo había expresado

reiteradamente su desacuerdo con la construcción del metrocable, no sólo le correspondió

inaugurarlo como alcalde electo sino que, adicionalmente, recorriéndolo y conociéndolo en

lo cotidiano, encontró allí una enorme oportunidad para materializar su idea de gobierno,

complementando lo hecho por Metromed, con acciones urbanísticas regidas por la

priorización de la inversión pública en aquellos sectores más deprimidos, mas abandonados

y con menor nivel de calidad de vida y de desarrollo humano de la ciudad; la zona

nororiental y especialmente el sector impactado por metrocable fue el estandarte para

experimentarlo y demostrar que era posible equilibrar, sin prebendas, ni corrupción, ni

clientelismos la inversión pública de manera justa y equitativa; se trataba (L. Vásquez,

entrevista personal, 28 de septiembre, 2010) de desatracar la ciudad en inversión social, de

ponerla al día de manera lógica, ordenada e intencionada, buscando incrementar la

institucionalidad, la gobernabilidad desde opciones democráticas, participativas, no

violentas, ni provenientes de grupos al margen de la ley.

El señor alcalde ha decidido tomar este proyecto como núcleo alrededor del cual habrá una serie de inversiones en materia de educación, salud, medio ambiente, recreación y seguridad. La Secretaría de Transportes y Tránsito lleva muy avanzado los estudios de integración de rutas al cable y hay conversaciones con transportadores para alimentar al cable. Con estas condiciones aspiramos a mover 20.000 a 25.000 usuarios día en las primeras etapas. Siguen las buenas noticias y a esto se suma el acuerdo para el pago de la deuda del Metro el viernes pasado (Márquez, 2004)

La propuesta de gobierno se plasmó en el PDM 2004-2007 dándole soporte teórico y

conceptual, viabilidad estratégica, orientación metodológica, recursos frescos y las

capacidades instaladas necesarias para ejecutarla, todo lo cual dio origen a lo que luego se

denominarían Programas Urbanos Integrales-PUI, el primero de los cuales en llevarse a

cabo en la ciudad fue el PUI-NOR, guiado por la apuesta del urbanismo social (C.

Hernández, entrevista personal, 30 de julio, 2010). Por su parte E. Díaz (entrevista, 8 de

agosto, 2010) entendía el urbanismo social como una manea de dignificar la población

haciendo partícipe a la comunidad, de manera concertada y abierta, en la transformación

del territorio; alude a la transformación del territorio que trasciende lo físico, involucra las

personas como eje principal de la intervención desde la participación, la expresión de sus

194

ideas, la pedagogía (J.O. Ortiz, entrevista personal, 26 de agosto, 2010); es una manera,

expone O. Santana (entrevista, 26 de agosto, 2010), de dar a entender que la ciudad se está

construyendo es desde un grupo de personas que llevan los proyectos al sitio pero que quizá

es desde el mismo sitio, con las persona en campo, donde el proyecto realmente emerge,

donde se va moldeando la intervención desde varios puntos de vista, a partir del diálogo

permanente, de justificar las cosas desde los saberes académico, político y de la comunidad.

Urbanismo social es cambiar como esta forma de vida y potencializar las zonas; es darle un nuevo horizonte a las comunidades y mostrarles que sus territorios valen, que sus territorios son muy importantes, que los empiecen a querer y a cuidar; cuidar todo lo que hoy tienen y a potencializar más lo que ellos tienen; que asuman que ese es el territorio donde están viviendo, donde nos estamos encontrando, donde es el cotidiano y donde realmente está el urbanismo, porque ahí es donde vivimos. Ellos tienen el lugar de la ciudad propiamente, donde vive la ciudad, donde conviven en la calle; ese es el sitio de sus vidas, donde responden a todo el sistema de vivir real y plenamente la ciudad (E. Idárraga, entrevista personal, 18 de agosto, 2010).

La noción sobre urbanismo social (Echeverri y Orsini, 2010) se consolidó a partir del

aprendizaje generado mediante la escucha de la población en recorridos y asambleas

barriales donde se plantearon necesidades, sueños e ideales sobre la manera de edificar

juntos una ciudad mejor, haciendo surgir la premisa de los procesos de participación como

principal insumo para que los proyectos de intervención física tuvieran un componente

social que contribuyera a transformar territorios abrigados por el esquema participativo.

La construcción colectiva de ciudad con sus protagonistas, los propios ciudadanos, es un proceso no sólo de 4 años, es un punto de partida para una visión estratégica que se fortalezca en el tiempo y que lleve implícita una verdadera política de transparencia hacia las acciones públicas que favorezcan a los ciudadanos y generen dinámicos polos de desarrollo en la ciudad. Lograr este producto participativo ha sido posible con la intervención de profesionales de varias disciplinas que trabajan conjuntamente, imprimiendo un sello de integralidad a esta gestión. Son arquitectos, ingenieros, trabajadores sociales, comunicadores, y sociólogos que aportan lo mejor de su ingenio, su creatividad y su disposición de ayudar para hacer realidad el Urbanismo Social, el que hoy Medellín se siente orgullosa de multiplicar en sus proyectos. Este concepto devela la profundidad de vincular temas sociales y culturales de bienestar con las obras físicas que son más que construcciones de cemento de manera que la arquitectura se convierta en un motor de progreso para los habitantes de la ciudad (Empresa de Desarrollo Urbano-EDU, 2007b, p. 4).

Evidentemente, desde la concepción y orientación metodológica del PUI-NOR, no sólo

persisten las estrategias sociales que fueron exitosas en la construcción de metrocable, sino

que se refuerzan y complementan. La apuesta por la construcción colectiva, sin

imposiciones técnicas, ni políticas; sin prebendas, ni relaciones clientelistas o corruptas

prevalece; las propuestas y no las promesas son lavase de las iniciativas; el respeto por los

195

saberes institucionales, la normatividad, las subjetividades y los conocimientos prácticos

gestados en años, estuvo a la mesa dispuesta para construir juntos. Es decir, la exigencia

renovadora de las dinámicas sociales, políticas y culturales iniciadas por Metromed,

permanece con el PUI-NOR y, como puede verificarse a continuación, se vigoriza. Con este

escenario como marco de actuación llegó a la nororiental el equipo social de la EDU,

apoyado por el propio de Metromed, para realizar acciones conjuntas y complementarias

(A. Sánchez, entrevista personal, 27 de julio, 2010; E. Díaz, entrevista personal, 10 de

agosto, 2010; J.O. Ortiz, entrevista personal, 26 de agosto, 2010).

Llegamos a la nororiental Javier Jaramillo y yo, a nombre de la EDU, en el 2004. Exactamente en el momento en que ya se había construido metrocable y había un cambio en la administración municipal. La anterior administración había hecho el metrocable pero dejó obras inconclusas. Entonces dijimos: para hacer el PUI-NOR necesitamos acotar el territorio y el eje de interés para nosotros será lo más cercano al metrocable, de tal manera que complementemos ese maravilloso sistema de transporte aéreo pero interviniendo en el suelo, en el piso, donde realmente le duele a la comunidad y que Metromed no había considerado (E. Díaz, entrevista personal, 10 de agosto, 2010).

Consecuentes con lo expuesto, el PUI-NOR definió su metodología de intervención

(Alcaldía de Medellín, 2006; DNP, 2008; EDU, 2007a) de manera apropiada a la realidad y

al contexto vigente en su área de actuación; mediante ella, buscó garantizar la participación

comunitaria orientada a generar satisfacción con las obras y apropiación por parte de la

población. En esencia, se estructuró en cinco etapas y doce pasos (Alcaldía de Medellín,

2006, pp. 36-57): etapa de planificación, con los pasos de diagnóstico y formulación; etapa

de gestión; etapa de diseño con los pasos de reconocimiento físico y social, perfil del

proyecto, anteproyecto de arquitectura y proyecto de arquitectura; etapa de ejecución, con

tres pasos: insumos de contratación, contratación y construcción de obra; y, etapa de

sostenibilidad y apropiación, con tres pasos: planteamiento, gestión y participación.

Fue una nueva manera de intervenir la ciudad a partir del respeto por la población y

sus organizaciones y el re-establecimiento de sus derechos, exigiendo a la vez el

cumplimiento de los deberes conexos. Esta metodología (Alcaldía de Medellín, 2006, p.

34) se constituyó en una de sus mayores riquezas al posibilitar transformaciones en la

materialidad, en el espacio físico geográfico, dirigidas a mejorar los niveles de desarrollo

del territorio, apoyadas en la recuperación y regeneración del tejido social frágil y disperso:

toda una innovación en la forma de aproximarse e intervenir una realidad territorial, de

196

abordar a los actores presentes en ella, de generar relaciones de confianza y credibilidad

que, con el tiempo, demandaron ajustes, cambios y nuevas dinámicas sociales y culturales.

Dentro de su metodología de intervención, el PUI contempla la participación y el acuerdo con la comunidad para la materialización de los proyectos en la zona. Por eso, inició una estrategia de promoción, capacitación y asistencia técnica que involucró a líderes comunitarios, miembros de los comités y comunidad para que cada uno lograra el mejor provecho de los talleres y las asesorías y participara directamente en la planeación y en la construcción del desarrollo zonal. Este plan maestro ha permitido tener un horizonte más claro, motivar a las organizaciones comunitarias para la identificación, priorización, gestión y ejecución de proyectos futuros en la zona de intervención. La concertación la consideramos como un mecanismo mediante el cual establecemos comunicación con la comunidad organizada para pasar de su interés particular, a un interés colectivo bajo criterios técnicos, de eficacia, eficiencia e impacto. Para el proyecto, se asume como el proceso mediante el cual los diferentes actores exponen y negocian sus puntos de vista sobre las acciones a realizar, unifican criterios, metodologías, conceptos y recursos que permitan llevar a cabo su ejecución. En síntesis, nos interesa la participación como un hecho esencial de la vida democrática, ver a la comunidad como actores y como agentes de desarrollo del barrio y de la ciudad (EDU, 2006a, p. 5)

Una vez definida el área de intervención del PUI-NOR teniendo como eje articulador la

línea K del metro: el metrocable; con los resultados parciales del diagnóstico técnico y

social efectuado por la EDU y el DAP, en 2004; y con las líneas de actuación gruesas

acordadas, se decide iniciar la acción identificando y reconociendo los líderes de la zona,

las comunas, barrios y sectores; tanto los tradicionales como aquellos nuevos que venían

del proceso de capacitación realizado por Metromed. Los recorridos y las asambleas

barriales fueron la punta de la flecha para desatar la metodología de intervención, buscando

generar confianza, incrementar la credibilidad y neutralizar tanto a los líderes

convencionales de las organizaciones sociales, como a los políticos y actores del conflicto

allí presentes (J.O. Ortiz, entrevista personal, 26 de agosto, 2010).

Llegamos en un momento donde había una crisis entre Estado y comunidad, era decir: Nosotros vamos a dar la cara y nos vamos a quedar hasta que esto quede bien; aquí va a haber un responsable directo, no van a mandar un contratista solo, ellos van a estar en compañía de nosotros (...) la comunidad nos tomó como el muro de las lamentaciones, hacíamos reuniones semanales y nos quedábamos hasta las 10 de la noche escuchándolos, entonces ellos vieron una entidad que los estaba acompañando y cuando ya entramos nosotros y mostramos nuestra propuesta, hubo credibilidad porque las asperezas estaban limadas. Edgar Díaz, sociólogo PUI (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 39)

Las reuniones barriales eran amplias, con la asistencia de todo tipo de líderes, vinculados o

no a las organizaciones sociales, comunitarias y cívicas de la zona, las comunas 1 y 2, los

barrios y sectores incluidos en la jurisdicción del programa; inclusive quedó evidencia de la

participación de personas desmovilizadas y reinsertadas de los procesos de paz en marcha

197

para entonces por la ciudad y el país; la idea era neutralizar los liderazgos tradicionales y

abrirle paso a los nuevos, vinieran o no de las organizaciones sociales vigentes. Con el

tiempo, la negativa e incredulidad inicial de los pobladores se fue transformando poco a

poco, en aceptación y simpatía mutua; estas fueron las bases para conformar y poner a

funcionar los comités comunitarios en Andalucía, Juan Bobo, Popular y Santo Domingo.

Inteligentemente la EDU acertó en no darle la demolición a una sola entidad, se la dio a la Junta de Acción Comunal y a la corporación Corpounipaz, que es donde están los muchachos reinsertados (...) De pronto la EDU con todas las capacitaciones que nos dio para las sensibilización de las obras y de todos los proyectos, nos unió a todas las instituciones de los barrios, porque no estoy hablando únicamente de Santo Domingo, ahora gracias a ellos, aprendimos que si estamos todas las instituciones unidas podemos lograr más, llegar a buenos acuerdos con cualquier entidad que venga, llámese como se llame. Jorge Corrales, JAC-Santo Domingo (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 43).

La EDU por su parte, y a la vez, inició la gestión interinstitucional al interior de la

Administración Municipal, en el marco del PDM 2004-2007, para vincular a la

intervención otras dependencias y nuevos recursos gubernamentales. La respuesta fue

positiva por parte de las Secretarías de Obras Públicas, Educación Salud, Bienestar Social,

Gobierno, Hacienda, Desarrollo Social y el INDER (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 41).

Este hecho significó e implicó otra dinámica institucional relevante: ahora ya no harían

presencia en la zona de intervención del PUI-NOR las dependencias e instituciones

municipales por separado, cada una por su cuenta y sin previa coordinación con las demás;

en adelante, la labor sería coordinada y planeada, con el liderazgo de la EDU.

Luego vinieron los recorridos barriales para promover la vinculación de actores,

recuperar la historia, la identificación y nominación de posibles intervenciones, las

prioridades de acción, las viabilidades y factibilidades de las obras, la georeferenciación de

imaginarios y sueños, en especial, los contenidos en el proceso del PAZ. Se trató de

recorridos a pié, por las áreas de intervención previstas, con el acompañamiento de los

principales líderes, con la finalidad de identificar problemas y oportunidades que sirvieran

de fundamento a los proyectos más factibles (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 45).

Estaba yo una vez aquí en la mañana y me llama John y me dice: Orlando le habla John Octavio Ortiz, usted estuvo en la reunión y necesito que hablemos, lo que pasa es que el PUI se dividió en tres áreas, Andalucía, Popular y Santo Domingo, y a mí me tocó Popular; pero resulta que en Popular yo no veo nada. Y le dije: No, venga para que conozca. Él me dijo: cuándo nos encontramos; y le dije: cuando quiera y donde quiera, como quién desafía a otro a peliar (...) Ese recorrido fue muy

198

espectacular, les mostramos el barrio, entonces el uno decía, mire esta cosa aquí, mire esto allí, vea qué posibilidades hay de hacer eso (...). Orlando García, Comité Popular (p. 47).

Posteriormente, surgió la necesidad de conformar los comités comunitarios tomando como

referencia las centralidades constituidas de hecho por las estaciones del metrocable. Estos

comités trabajaron una vez por semana, con la participación de líderes comunitarios,

naturales e institucionales, representantes de las organizaciones sociales y no

gubernamentales, la iglesia católica, grupos juveniles y de la tercera edad, y personas no

vinculadas a ninguna forma de organización social, potenciales beneficiarios de los

programas que deseaban obtener información, la cual replicaban con sus familias y vecinos.

Todas estas personas encontraron un espacio para ser escuchados en su idiosincrasia y

puntos de vista; cada comité fue asistido por un profesional del área social del PUI-NOR

que tenía la función de servir de “puente” entre la institucionalidad y la comunidad

(Alcaldía de Medellín, 2006, p. 47). Los comités se posicionaron como escenarios para

debatir, concertar y decidir obras prioritarias, participativa y democráticamente, sin

imposiciones; generar apropiaciones y ampliar el cuidado de las obras.

En los comités comunitarios y con la finalidad de ampliar los espacios de

participación y recoger las inquietudes de los pobladores de manera gráfica, surgieron los

talleres de imaginarios: estrategia potente para plasmar sueños, anhelos e ilusiones

individuales, grupales y colectivas que luego iban al taller de diseño de la EDU, volvían

como anteproyecto y, al convalidarse con quienes lo idearon, se proyectaba para iniciar las

etapas de ejecución, sostenibilidad y apropiación (Alcaldía de Medellín, 2006).

Nosotros felices viendo cómo avanzaba ese parque, eso fue volando, nosotros solicitamos el rediseño, hicimos el taller de imaginarios y a los ocho días nos estaban mostrando los renders, la comunidad hizo unas observaciones y le digo sinceramente que es una de las cosas que a nosotros más unos enorgullece (...). Orlando García, Comité Popular (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 49).

Al momento de entrar a definir la ejecución y en particular, la contratación de las obras y

actividades socioculturales previstas, reconocen E. Díaz (entrevista, 10 de agosto, 2010) y

J.O. Ortiz (entrevista, 26 de agosto, 2010) se presentaron dificultades con algunos sectores

de la población y sus organizaciones, acostumbrados a la contratación como pago de

favores personales o políticos y, por tanto, no comprendían los principios de transparencia,

calidad de la obra y privilegio del interés colectivo. Ello demandó incrementar el

199

acompañamiento social para aclarar dudas, sortear obstáculos y capacitar en los propósitos

del PUI-NOR, con lo cual, aseguró, se superaron las dificultades y al final, se logró la

aceptación de la contratación sin resentimiento por parte de la voceros comunitarios.

A las comunidades había que explicarles de dónde y por qué sale un contratista, porque ellos tienen grabado en su memoria que todas las obras que les han hecho han sido adjudicadas de manera irregular, a los amigos de la administración de turno. Allí les explicamos por qué se da una contratación, porque el temor de ellos era: ustedes arrancan la obra y nos la van a dejar iniciada. Entonces les mostrábamos que teníamos la reserva presupuestal para terminarla. César Hernández, Gerente PUI (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 51)

Al igual que ocurrió con Metromed, durante la construcción del metrocable, la EDU orientó

a los contratistas seleccionados mediante los criterios definidos por la norma municipal

vigente, a que vincularan personal de la zona en la ejecución de la obra, previo

cumplimiento de los perfiles requeridos. De nuevo, la comunicación directa, adecuada y

acompañada de la verdad, demostró que tiene alta incidencia en la revaluación y renovación

de las dinámicas sociales y culturales de la población; la experiencia en la zona de

intervención del PUI-NOR, no fue la excepción:

Yo como líder soy el primero en reconocer (yo sé qué muchos de mis compañeros líderes deben reconocer esa falencia) que la comunicación es vital. Así como a través de la comunicación yo escucho el deseo, el querer de mi vecino, a través de la comunicación se contrarrestan la especulación, los malentendidos y se perfila lo que ya se ha proyectado, lo que ya se tiene en mente y principalmente el apropiamiento, el empoderamiento. Carlos Mario Londoño, líder comunitario Santo Domingo Savio (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 57).

La metodología PUI-NOR fue complementada con estrategias como la de los comités de

convivencia y la firma de pactos ciudadanos alrededor de las obras de infraestructura

realizadas, dirigidos al garantizar su respeto, apropiación y mantenimiento; los pactos se

suscribieron entre el Alcalde de la ciudad y los voceros del respectivo comité; la operación

estuvo a cargo de la Secretaria Municipal de Cultura Ciudadana. El programa de planeación

local y presupuesto participativo-PPPP, liderado por la Secretaría de Desarrollo Social. Y,

la promoción, acompañamiento y asesoría en los procesos de planes de desarrollo de las

comunas 1 y 2, en cabeza del Departamento Administrativo de Planeación.

Todas ellas, en conjunto, estuvieron dirigidas al mismo norte: ganarse la confianza de

los líderes de las organizaciones sociales, comunitarias, ciudadanas y cívicas del sector, así

como de los pobladores y sus familias asentados en los barrios donde se llevó a cabo la

200

intervención, con la finalidad de renovar e innovar en sus prácticas sociales, individuales y

colectivas, provocando actitudes, cimentando valores, alentando ideales y propósitos de

inclusión. Las realizaciones sociales en la jurisdicción del PUI-NOR, al 2007, se ilustran a

continuación, en la tabla 3:

Tabla 3. Indicadores de gestión social del PUI-NOR

ACTIVIDAD JUAN BOBO ANDALUCIA POPULAR SANTO DOMINGO TOTALReuniones comité 10 14 16 9 46Reuniones comunidad 9 7 7 14 37Recorridos Barriales Permanentes Permanentes Permanentes Permanentes PermanentesVisitas Domiciliarias Permanentes Permanentes Permanentes Permanentes PermanentesEventos 1 1 1 2 5N° Integrantes por Comité 12 15 16 24 67N° Organizaciones Sociales 1 19 55 37 112Talleres 3 9 11 6 29

Fuente: DNP (2008, p. 68)

Los propósitos y finalidades en materia de dinamización sociocultural asumidos por el PUI-

NOR en su jurisdicción fueron cabalmente cumplidos. No solamente se evidenciaron

cambios positivos relevantes en el mejoramiento de la calidad de vida de la población, sino

que se incrementaron los espacios y escenarios de participación activa de la población

representada en sus organizaciones formales e informarles; se fortalecieron los liderazgos

individuales y colectivos; se validaron los escenarios colectivos de discusión, análisis,

acuerdos y decisiones de intervención prioritaria; y, entre otras cosas, se experimentó,

implementó, siguió, evaluó y posicionó la metodología de intervención social diseñada para

llevarlo a cabo. Sin duda, la participación ciudadana y comunitaria, la identificación de

nuevas oportunidades y problemáticas, el incremento del sentido de pertenencia, la

presencia coordinada de la administración municipal junto a voceros de la empresa privada

y la academia; los espacios públicos que permitían el encuentro y la convivencia de los

habitantes; la realización de una gestión pública basada en la transparencia, la confianza y

la coordinación; y, quizá lo más importante, la recuperación de la confianza en la ciudad, el

incremento de la gobernabilidad y el hallazgo de ciudadanas y ciudadanos comprometidos

201

con el desarrollo de su territorio (Alcaldía de Medellín, 2006), fueron los principales hitos

de la dinamización sociocultural evidenciada en la jurisdicción del PUI-NOR.

El Metrocable, inicialmente pensado como solución de transporte, fue el eje de nuestra profunda intervención en la zona, pues abrió las puertas de la confianza de la comunidad y propicio el diálogo. Allí convergieron todas nuestras líneas de inversión pública: educación, emprendimiento, presupuesto participativo, salud, vivienda, seguridad y convivencia, deporte y recreación, medio ambiente, cultura ciudadana, paz y convivencia (Alcaldía de Medellín, 2008, p. 174)

Los habitantes del área de influencia del PUI-NOR individual, grupal o colectivamente

considerados no asistieron simplemente a la transformación de la materialidad realizada por

el programa; no fueron solamente espectadores, ni estuvieron al margen de la intervención.

Todo lo contrario. A pesar de las experiencias ingratas acumuladas históricamente en

relación con promesas incumplidas, con obras iniciadas y no concluidas, con relaciones

clientelistas y corruptas, con el incremento constante de la exclusión, con la vivencia de

múltiples conflictos y diversas violencias, volvieron a creer y esta vez, a movilizarse, a

creer, a actuar, a intervenir, a involucrarse y participar en la propuesta proveniente de la

institucionalidad pública, acompañada de iniciativas privadas, no gubernamentales y

académicas para soñar, imaginar y anhelar la manera en que habrían de contribuir a hacer

realidad sus sueños de vivir mejor, de incrementar sus condiciones y su calidad de vida, de

aumentar sus niveles de desarrollo humano. Pasaron de ser personas o individuos

fragmentados, encerrados, atemorizados, estigmatizados y olvidados, a constituirse en

sujetos, en auténticos sujetos en movimiento (Villasante, 2002), forjados a partir de

estrategias de capacitación y formación, para convertirse en actores dinámicos de sus

procesos de desarrollo, dispuestos a no ser más el “lunar negro” de la ciudad; a pasar de la

“geografía olvidada” al lugar turístico más atractivo de la ciudad, aquel que no puede dejar

de visitarse por propios y extraños: quién lo iba a creer, hasta los reyes de España vinieron

a visitarnos cuando se inauguró la biblioteca en Santo Domingo y se fueron maravillados

con los cambios que vieron (L.M. Gómez, entrevista personal, 18 de Septiembre, 2010).

Los cambios en las dinámicas sociales, políticas y culturales, tanto individuales

como grupales y colectivas, acontecidas en la jurisdicción del PUI-NOR y asociadas con la

transformación de la materialidad realizada, son evidentes. Los más relevantes podrían

sintetizarse en el incremento de las confianzas en la relación entre los mismos pobladores,

202

sus organizaciones sociales, la institucionalidad pública, la empresa privada y la academia;

en el surgimiento y la participación activa y crítica de nuevos líderes sociales, ya no solo de

los tradicionales; en las capacidades y habilidades obtenidas vía nuevo conocimiento,

adquirido mediante estrategias educativas, para relacionarse con la institucionalidad

pública, con las entidades y los voceros del gobierno municipal; en el reconocimiento, la

valoración y el respeto por la estructura gubernamental del Estado, particularmente en lo

alusivo al cumplimiento de su función pública y el compromiso de complementarla

mediante la propia responsabilidad social; y, entre otras cosas, en la reducción de las

relaciones clientelistas y corruptas tradicionalmente utilizadas para conseguir que se

atendieran las demandas y requerimientos de la población, es decir, la garantía del derecho

al derecho y del deber como debe ser (L.E. Carvajal, entrevista personal, 21 de julio, 2010).

Adaptarse a las nuevas reglas del juego planteadas por Metromed durante la

construcción del metrocable y por la Administración Municipal para la implementación del

PUI-NOR exigió a los pobladores de la nororiental, en particular de las comunas 1 y 2 y,

especialmente, a los del área de incidencia y a sus organizaciones sociales renovar e

innovar en sus dinámicas sociales y culturales. En criterio de L. Lemus (entrevista, 18 de

septiembre, 2010), no podíamos seguir siendo los mismos, ni haciendo lo mismo, ni

buscando lo mismo; teníamos que cambiar nosotros primero para poder hacer lo que nos

proponían y lograr lo que queríamos, entre todos. La Administración de Medellín por

medio de las dependencias e instituciones gubernamentales que estábamos interviniendo de

diferente manera en la zona PUI-NOR, en particular el INSVIMED, complementa J.

Arango (entrevista, 18 de noviembre, 2010), propusimos metodologías diferentes a las

tradicionales que buscaban la participación de todos para acordar y decidir entre todos, sin

importar la procedencia, la pertenencia a una organización, ni su condición social o política.

Indiscutiblemente las percepciones, las actitudes, los valores y las cosmovisiones,

en fin, la topofilia (Tuan, 2007) están presentes en la experiencia PUI-NOR. La percepción,

en tanto la transformación de la materialidad en su jurisdicción quedó registrada con

marcas indelebles en la memoria, la piel, la mirada y en todos los sentidos de sus habitantes

y las organizaciones sociales que ellos han conformado; es la respuesta de sus sentidos al

estímulo externo proveniente del proceso de constitución en territorio vía transformación

203

material y dinamización sociocultural. La actitud, en tanto surgieron nuevos fundamentos

culturales que permitieron a pobladores y organizaciones sociales asumir nuevas posturas

frente a su realidad, sus anhelos, la municipalidad y el mundo, construidas durante el

proceso de intervención, es decir, durante la experiencia misma, haciendo que se

solidificaran nuevos intereses y otros valores. La cosmovisión, porque la experiencia

misma les dotó de nuevos conceptos, de otras formas de conocer, interpretar y comprender

su realidad, el municipio, el departamento, el país y el mundo; al punto, quizá, que llegaron

a construir otro sistema de creencias, mas estructuradas, más acordes a la institucionalidad

vigente, a sus subjetividades, a su conocimiento práctico acumulado. Topofilia, porque

emerge nítidamente como un elemento clave de la experiencia analizada, en particular,

desde la dinamización sociocultural descrita, nuevos lazos afectivos entre las personas y su

lugar, su territorio, el que no sólo ahora habitan, sino que saben pueden transformar para

usar, apropiar y mejorar; el que les ha permitido sentirse orgullosos y esperanzados en

obtener otras formas de ser, de hacer y de estar en la zona nororiental de Medellín.

La construcción del metrocable y el PUI en la nororiental tienen un “algo”, un “filón” propio que hace esta experiencia única. En la zona habían valores históricos, saberes acumulados, vivencias irrepetibles vigentes que los pobladores traían de donde vinieron y que no habían sido aprovechados, ni tenidos en cuenta por las intervenciones públicas y privadas anteriores; por ejemplo, los soportes del sistema de cable aéreo no lo llamaron “torres” sino “pilonas” como el “pilón” que la abuela usaba para hacer mazamorra; “mi pilona”, les decían; les sembraron flores a sus alrededores, las pintaron de muchos colores, les pusieron nombres y las “metieron” en sus vidas cotidianas; nunca nadie atentó contra una “pilona”. No solamente aprendieron a querer el metrocable; también aprendieron a quererse ellos, a querer sus organizaciones, su historia, su barrio y la vida misma. Estas personas, hoy día, son otras, han crecido mucho (J.A. González, entrevista personal, 23 de julio, 2010).

Estas nuevas dinámicas y estímulos externos fueron complementados por motivaciones

internas experimentadas por personas y organizaciones sociales, que les llevaron a

participar porque valía la pena, porque les generaba además de beneficios individuales,

rentabilidades colectivas y les brindaba la posibilidad de convertirse en sujetos sociales,

políticos, activos y críticos dispuestos a constituirse en actores de su propio desarrollo. Ello

surgió, en criterio de E. Díaz (entrevista, 10 de agosto, 2010) y de J.O. Ortiz (entrevista, 26

de agosto, 2010), de las asambleas barriales, los recorridos barriales, las capacitaciones, los

talleres de imaginarios, los comités comunitarios, los pactos de seguridad y convivencia, el

PPPP y, muy especialmente, del proceso de planeación del desarrollo zonal y de comunas.

204

El desarrollo sistemático de la metodología, posibilita a la comunidad encontrar una manera de desarrollar proyectos que se instala en su conciencia social, de tal manera que cualquier entidad que pretenda realizar inversiones en obras de infraestructura allí, deberá cumplir unos requisitos mínimos de participación que los líderes están en condiciones de exigir (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 61)

Atreverse a vivir, de nuevo y como antes, la calle; apropiarse de los espacios y

equipamientos comunitarios construidos a imagen de sueños y anhelos colectivos que

respetaron la historia del lugar; incrementar los escenarios de convivencia familiar y

barrial; reducir los índices de violencia; y, entre otras cosas, contribuir a fortalecer la

organización social y comunitaria son, en conjunto, evidencias de la relación sinérgica entre

la dinamización sociocultural generada en el área de influencia del PUI-NOR y su proceso

de constitución en territorio, al activar de manera crítica, la participación, vinculada a la

actividad social y política de procesos llevados a cabo, eminentemente democráticos.

Proceso de constitución del territorio acompañado de motivaciones y estímulos

asociados con el incremento en ICV e IDH; en el comercio y la actividad inmobiliaria; en

oportunidades para estudio, empleo y mejoramiento de ingresos; en la movilidad vehicular

y peatonal, la visibilización e inclusión en la ciudad, la inversión pública y privada; el

cumplimiento de la función pública por parte de la estructura gubernamental del Estado y

de la responsabilidad social atribuida a la empresa privada, las organizaciones sociales, no

gubernamentales y la academia; en los equipamientos comunitarios para educación, salud,

recreación, deporte, transporte y ocio; de los metros cuadrados por habitante en espacio

público, parques y zonas verdes.

De visibles permutas en las relaciones con los partidos y movimientos políticos; en

el reconocimiento de la institucionalidad pública y el incremento de la gobernabilidad; y, en

las maneras de exigir derechos y cumplir deberes ciudadanos. Y, además, de novedades

como la presencia de entidades financieras y bancarias en la centralidad de Santo Domingo

Savio; mitigación y prevención del riesgo geológico; mejoramientos de la vivienda y

construcción de nuevas, dignificando el hábitat y contribuyendo a reducir la informalidad

en la tenencia de la vivienda. Todo ello, ubicados en el mismo lugar: el área de influencia

del PUI-NOR, generando a medida que transcurría el tiempo de la intervención, de menor a

mayor dinamización sociocultural.

205

Con el PUI-NOR lo que se hizo fue una acupuntura, entendida como el desarrollo de un plan maestro para poder transformar el territorio de manera ordenada, lo que no se pudo desarrollar en los 50 años de historia de la zona. Fue ese plan maestro lo que permitió articular las vías, los equipamientos, las viviendas. Todo sustentado en un trabajo participativo de la comunidad, que fue activa en todo el proceso y definió, junto con los técnicos y representantes de la Administración, la transformación del territorio de acuerdo con sus expectativas y necesidades” (Hernández, 2007, p. 8).

En el proceso PUI-NOR emergen sujetos, individuales y colectivos, más participativos,

incentivados por la posibilidad de recibir beneficios directos e indirectos, particulares y

generales; más sociales, en tanto comprenden y aceptan la prevalencia del interés general

sobre el particular; más políticos, porque reconocen el juego democrático, su regla de oro:

la mayoría, a quienes en él intervienen, sus alcances y limitaciones, sus beneficios y

perjuicios; más activos y dispuestos no sólo a integrar sino a promover y potenciar los

escenarios de encuentro, de comunicación, de debate, de discusión, de consenso y decisión

sobre los asuntos que les son más relevantes; y, al tiempo, más críticos frente al

establecimiento, las normas vigentes, las fortalezas y amenazas que se vislumbraron en el

horizonte de la experiencia vivida. En suma, sujetos actuando para contribuir a fortalecer

procedimientos democráticos, incrementar la gobernabilidad y el imperio del Estado Social

de Derecho. Todo ello motivado, como excusa, fin y no medio, por la obra física, es decir,

por la transformación intencionada, consciente y concertada de la materialidad.

Las obras que transforman positiva y sosteniblemente una realidad no son solo las de cemento, adobe y arena. Son aquellas que se asumen como excusa o incentivo para cambiar las relaciones sociales, la cultura, la esencia de la comunidad; las que permiten afianzar la civilidad, la participación, el reconocimiento del otro, la corresponsabilidad en el desarrollo; las que parten de valorar el que todos, sin importar quién o quienes sean, se involucren, empoderen y potencien la intervención física; las que consideran que la inversión social no solo facilita y favorece la inversión física, sino que la complementa y vigoriza (J.A. González, entrevista personal, 23 de julio, 2010).

En suma, la descripción, análisis, interpretación y comprensión de las dinámicas

socioculturales acontecidas en el área de influencia del PUI-NOR y asociadas con las

transformaciones de la materialidad y el contexto que para entonces estaba vigente,

permiten aflorar otra categoría que hace visible la activación de un típico proceso de

constitución del territorio en esta jurisdicción, caracterizado por nuevas lógicas de lo social,

otros modos de estar juntos y experimentar la pertenencia al territorio; diferentes maneras

de vivir la identidad y contribuir a la construcción de democracia. Así mismo, emergen

fuertes nexos entre las transformaciones de la materialidad y las dinámicas socioculturales

206

documentadas, al tiempo, entre éstas últimas con las nuevas semantizaciones y las prácticas

sociales, los cuales serán objeto de tratamiento en los numerales siguientes.

Semantizaciones en el proceso de constitución del territorio

La cuarta categoría constitutiva del territorio de interés analítico en la jurisdicción del PUI-

NOR es la semantización generada por la interrelación materialidad transformada y

dinámicas socioculturales, en contexto. Se trata de aquellos nuevos usos, apropiaciones,

simbologías y representaciones con los cuales tanto los pobladores, bien considerados como

personas, individuos, sujetos o actores, como sus organizaciones sociales, cívicas o

comunitarias, dotan sus realidades durante el proceso de transformación al que asisten

(Gutiérrez y Sánchez, 2009), tal y como fue concebido en el numeral 3.1.4.

Operativamente se seleccionaron los hitos más relevantes documentados en la

jurisdicción de la experiencia PUI-NOR vinculables a las semantizaciones evidenciables.

Ellos aluden de manera directa, a los renovados usos y nuevas simbologías que fueron

Mapa 6. Representación. Dinámicas socioculturales, jurisdicción PUI-NOR

Fuente: elaboración propia apoyada en cartografía EDU (2011)

207

emergiendo a medida que se ganaba en confianza y avanzaba la intervención; a incrementar

los sentidos de pertenencia al lugar, especialmente desde la historia, el afecto, el arraigo

viviendo, de nuevo, la “calle”, el espacio público, los puntos de encuentro barrial; a las

luchas y esfuerzos por dignificar la vida, individual y colectiva; al mejoramiento

significativo de la convivencia, la seguridad y la paz, tanto en la vida familiar como barrial

y social; a trabajar con empeño para dejar de ser la “geografía olvidada” de Medellín y a

sentirse incluidos, a ser también parte de la ciudad sin estigmatizaciones como las que

debieron soportar por años; a los efectos visibles y evidentes en las prácticas sociales

individuales, grupales y colectivas propiciadas por la estrategia del urbanismo social; y,

entre otras cosas, a convertirse en testimonio vivo de que es posible a partir de las nuevas

oportunidades que emergieron tanto para los sujetos como para sus organizaciones, pasar

del “miedo a la esperanza”, enmarcados por un proyecto político democrático alternativo.

Metodológicamente se procedió de manera similar a como se hizo con las otras

categorías del proceso de constitución del territorio comentadas. Inicialmente se parte de la

descripción de aquellos hitos que soportan las semantizaciones que interesa resaltar;

posteriormente se analizan, una a una, sus implicaciones, efectos y nexos con el proceso

constitutivo del territorio en la jurisdicción PUI-NOR; y, adicionalmente, se acude al

componente explicativo-comprensivo para exaltar sus propias contribuciones a nivel

individual, grupal y colectivo en los pobladores del área de intervención del PUI-NOR. Al

igual que en las anteriores categorías y tal como se ilustró en el numeral 2, las fuentes de

información consideradas fueron la observación en campo, las entrevistas, la representación

cartográfica y la documentación de fuentes secundarias realizada; la abundancia de

información disponible hizo, también en este caso, depurarla y utilizar solo las más

relevante e ilustrativa de la semantización vinculada al proceso de constitución en territorio

en el área de intervención del PUI-NOR.

La transformación de la materialidad y la dinamización sociocultural acontecida en

la jurisdicción del PUI-NOR, enmarcadas por el contexto descrito, generó nuevos usos en

la vivienda, los espacios públicos y los equipamientos comunitarios, basados en otras

representaciones y simbologías de la vida individual, familiar, grupal y colectiva. No hay

palabras para describir lo que sentimos al asistir, palpar y vivir los cambios que se

208

presentaron en los espacios donde quedaron el parque de La Imaginación en Villa del

Socorro y los del Ajedrez y Pablo VI en el Popular: antes basureros públicos, focos de

contaminación ambiental, lugares de nadie y, ahora, lugares para el encuentro, dignos y

agradables que renovaron el paisaje y fortalecieron el amoblamiento urbanístico (E. Díaz,

entrevista personal, 10 de agosto, 2010); el entusiasmo, la credibilidad, el asombro y la

alegría que significó para muchas personas y familias ver la transformación de una zona de

alto riesgo geológico, repleta de ranchos y viviendas inadecuadas, en material provisional,

ilegales en los márgenes de la quebrada Juan Bobo, en una realidad de consolidación

habitacional en altura, con la construcción de edificios para apartamentos en material

definitivo, recuperación de zonas verdes y taludes, limpieza de la quebrada, prevención y

reducción del riesgo geológico (J.O. Ortiz y O. Santana, entrevistas personales, 26 de

agosto, 2010); las sonrisas, los abrazos, la apropiación y las alegrías de los habitantes de los

bordes de la quebrada la Herrera al ver como lo que antes eran sus solares, el sitio a

esconder de la casa, el depósito de basuras e inservibles, el lugar abandonado y poco

agradable de la vivienda, se convertía con el proyecto del parque lineal de la Herrera, en sus

antejardines, en lo mejor de la vivienda, en la fachada, el lugar para mostrar, ver

amaneceres y atardeceres, para sembrar jardín y embellecer; el lugar que levantó la estima

y fortaleció la autoestima (E. Idárraga, entrevista personal, 18 de agosto, 2010)

Un buen ejemplo se vio en la reubicación de familias para el Parque Lineal La Herrera, donde se tuvieron que negociar muchos predios. Gracias a la sensibilización previa, se logra un proceso rápido, trasparente, respetuoso de los duelos sociales por las incomodidades espaciales y morales en beneficio del desarrollo de su comunidad (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 61).

La evaluación del PUI-NOR realizada por el Departamento Nacional de Planeación a través

de su programa SINERGIA en 2008 exalta y remarca el adecuado uso que los beneficiarios

del programa hicieron de los componentes que lo guiaron: institucional, físico y social.

Expresa que el componente físico, la población objetivo fue muy activa en todo el proceso

de diseño y desarrollo de las obras, complementando su vinculación con muestras de teatro,

conciertos, actividades recreación y deporte; iniciativas comerciales en el paseo de la calle

107 y en el barrio Santo Domingo donde se lleva a cabo cada mes el Festival del Mingo.

El desarrollo de proyectos como el Paseo Urbano Andalucía, permite que la vocación comercial de esta zona se acentúe y en este caso en particular, genere nuevas fuentes de recursos, empleo y, por

209

consiguiente, un mejoramiento en la calidad de vida para los habitantes de la zona en donde sólo en días venideros se podrán ponderar correctamente los beneficios (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 61).

En relación con el componente social, se hizo énfasis en el fortalecimiento de

organizaciones comunitarias mediante la capacitación de líderes y organizaciones sociales,

apoyo al proceso de planeación local y presupuesto participativo, así como el

acompañamiento para realizar actividades informativas, de motivación y divulgación.

Las comunidades participan en cada etapa del proceso y se convierten en protagonistas de su desarrollo. Con ellas se definen los problemas que se deben resolver, ellas se sueñan en talleres de “imaginarios” su desarrollo futuro y los proyectos, y luego es su fuerza de trabajo la que construye los nuevos espacios, edificios y puentes. Al final, las personas cuidan y disfrutan estos espacios en los que se encuentran porque son producto de sus sueños. La comunidad construye su barrio y todos participamos en la construcción de la Medellín que queremos (Alcaldía de Medellín, 2008, p. 173).

Del barrio Granizal al Popular, pasando por Santo Domingo, entre 2006 y 2008, se llevó a

cabo el proyecto de galería urbana: Pintando la Esperanza, el cual contó con el apoyo de

TIGO y EPM. El propósito consistió en plasmar mediante pinturas en muros de viviendas

del sector, la vida cotidiana de las personas. La meta era pintar 50 muros con temáticas

novedosas que reflejaban los cambios visibles en nuevos usos, representaciones y

simbologías generadas por el proceso constitutivo del territorio al que asistió la jurisdicción

del PUI-NOR.

Resaltan entre los murales realizados, el de la ruta azul, el cual recoge la esencia de

los barrios y sus habitantes, de sus esperanzas y sueños, de sus vidas y resume, en un solo

espacio, los usos, simbologías y representaciones que renacieron en la nororiental para

darle cabida a otro territorio (Ortiz, 1998), más propio, dinámico y aprehensible, a imagen

del anhelo de sus pobladores, no sin dificultades mas dirigido, en medio de ellas, al

mejoramiento de las condiciones de vida y al desarrollo individual y colectivo, haciendo

prevalecer el bienestar general sobre el particular.

Por ejemplo cuando uno les hace la pregunta ¿usted qué piensa del proyecto, de la venta de su casa? dicen: Yo no me puedo oponer, yo sé que esto es para el progreso del barrio y con tal de que me den otra casita igual a esta, yo no tengo ningún problema. Eso dicen casi todos. Pienso que si la sensibilización no se hubiera hecho de esa forma, la gente diría, a mí qué me importa que aquí vayan a hacer un parque, háganlo más allá. Pero la gente está positiva frente a eso. Adriana González. Trabajadora Social, EDU (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 63).

210

Foto 12. Pintando la Esperanza

Fuente: archivo fotográfico PUI-NOR, EDU (2007)

Muchos fueron los aprendizajes y los avances generados en las personas de la jurisdicción

del PUI-NOR en procura de incentivarlos a constituirse en sujetos y actores de la

transformación a la que asistieron. L.M. Gómez y L. Lemus (entrevistas, 18 de septiembre,

2010), junto a X. Urrea (entrevista, 11 de noviembre, 2010) y J. Arango (entrevista, 18 de

noviembre, 2010) destacaron los siguientes: la decisión casi unificada, de fortalecerse

mediante la capacitación como sujetos activos y críticos de su desarrollo, aprendiendo a no

“tragar entero”, ni creer en todo lo que dicen, respetando las diferencias y las posturas de

los otros, así fueran contrarias; encontrarle a la participación incentivos, en especial,

visibles en el logro de beneficios individuales y colectivos; entender la importancia de

fortalecerse como líderes naturales y al tiempo, contribuir a afianzar y robustecer las

organizaciones sociales y comunitarias establecidas; vislumbrar las potencialidades de los

procesos de planeación local y presupuesto participativo desde el incremento de las propias

confianzas y las relativas a las dependencias gubernamentales; encontrarle sentido al

reconocimiento de la institucionalidad pública y privada, a la legalidad y a la vigencia de

las normas.

Destacan la apropiación de las obras, aún en medio de debates y discusiones a veces

desalentadoras, porque en últimas, decían, las hicimos a imagen de nuestros sueños!

211

Cuando se iba a hacer el Parque de los niños en Santo Domingo Savio, y con el fin de darle la mayor participación posible a la comunidad, los arquitectos ponen en consideración del comité los materiales que se utilizarían: La comunidad debió decidir entre arenilla o cemento y se enfrascó en una discusión que se prolongó por días y que en ese momento los retrasó y dividió. Fue entonces cuando los profesionales entendieron que la capacidad de decisión de la comunidad tiene que llegar hasta donde llegan sus saberes, que la línea entre la búsqueda de la validación de las obras y el exceso de participación, como la misma comunidad lo calificó, es delgada y que traspasarla, podría salir caro, haciendo que los proyectos no sólo puedan verse afectados físicamente, sino que las comunidades en lugar de encontrarse, terminen dividiéndose (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 62).

Igualmente ocurrieron y quedaron registrados cambios significativos en el escenario grupal

y, especialmente, en las organizaciones sociales, cívicas y comunitarias existentes en la

jurisdicción del PUI-NOR. Las personas entrevistas destacaron como las más relevantes,

entre otras, las siguientes: el control y lucha frontal contra la corrupción social -asociada

con las prácticas ancestrales de líderes y de organizaciones sociales y comunitarias

tradicionales- y política -vinculada con los voceros de los partidos políticos tradicionales y,

en ocasiones, con funcionarios públicos; la valoración por el saber acumulado

históricamente en las luchas sociales por la inclusión, en particular, las derivadas del

proceso de planeación alternativa zonal, PAZ; el respeto por los escenarios democráticos,

especialmente por la regla de oro de la democracia para dirimir debates y discusiones: la

mayoría; así mismo, el incremento de la gobernabilidad y, en general, la prevalencia de

prácticas democráticas y no autoritarias.

Dos aspectos resaltan entre todos otros que pueden reseñarse en materia de usos,

apropiaciones y simbologías en la jurisdicción del PUI-NOR. El primero tiene relación con

la nueva dinámica comercial y financiera desatada en toda la zona, desde el barrio

Andalucía en la parte baja, cercana al río Medellín, hasta el barrio Santo Domingo Savio en

la parte alta. En 2008, en el sólo paseo peatonal de la calle 107, recuerda E. Díaz

(entrevista, 10 de agosto, 2010) se pasó de 18 locales comerciales que había en 2004, a más

de 300, aglutinados en una Asociación de Comerciantes; y, en Santo Domingo, el

incremento fue superior alrededor del parque La Candelaria y el CEDEZO, con la creación

de Visión Nororiental, una corporación en donde todavía trabajan instituciones públicas y

privadas junto a organizaciones sociales y comunitarias. Todo ello, continúa E. Díaz,

apoyado por la llegada de sedes de varias entidades bancarias y puntos de atención bancaria

electrónica como los de los Bancos de Colombia, Bogotá y Bancamia.

212

El segundo está vinculado con una práctica muy común en la zona, particularmente

debido a las múltiples violencias e inseguridades que allí se vivieron: encerrar los pocos

negocios de barrios que existían y las viviendas, con rejas; cerramientos en hierro que

asemejaban los barrotes de las cárceles y que pretendían, inútilmente, brindar protección.

Nos teníamos que encerrar para que no nos pasara nada recuerda L.M. Gómez (entrevista,

18 de septiembre, 2010); aunque las rejas nos daban una idea de seguridad, todos sentíamos

que vivíamos como en cárceles, encerrados y sin atrevernos a salir a nada, siempre

acompañados y pensando qué nos iría a pasar (L. Lemus, entrevista personal, 18 de

septiembre, 2010). La propuesta urbanística orientada a modificar el paisaje del sector no

combinaba con las rejas; debíamos buscar la manera de convencerlos y motivarlos para que

las quitaran y en eso trabajo mucho el equipo técnico y social (E. Idárraga, entrevista

personal, 18 de agosto, 2010). Según recuerda E. Díaz (entrevista, 10 de agosto, 2010), el

equipo social logró negociar con los habitantes el retiro de las rejas; el argumento central

era que debíamos mejorar el paisaje urbano y además, que las condiciones de violencia e

inseguridad habían cambiado; ellos lo entendieron y aceptaron quitar las rejas, dejar los

negocios y las viviendas abiertas y solo en algunos casos, solicitaron que se pusieran

pasamanos, a manera de amoblamiento urbanístico.

Evidentemente, tanto los usos como la simbología y la apropiación desatada por la

dinamización sociocultural, vinculada a la transformación de la materialidad, en el contexto

propio de la experiencia PUI-NOR, asistieron a cambios y mutaciones positivas; más

alentadoras, estimulantes y propicias para la vida barrial, la convivencia, la creatividad, la

ilusión, el sueño y el deseo de vivir mejor, junto a otros que por diferentes, no podían

continuar mirándose como enemigos, al contrario, vecinos del mismo sector, con iguales

necesidades, deseos e ilusiones (J. Arango, entrevista personal, 18 de noviembre, 2010). De

ahí que cuando se indaga por los cambios fundamentales en las personas, las familias y las

organizaciones sociales impactadas por el PUI-NOR, las respuestas apuntan hacia el

fortalecimiento del sentido de pertenencia y la apropiación del programa:

Yo creo que el principal cambio que estas personas vivieron fue aprender a vivir la calle y a querer su territorio. Ese lugar en donde ahora viven felices y del cual se siente orgullosos hoy día porque saben que no son rechazados por la ciudad, que hacen parte de ella y que pueden ser como otras personas de Medellín. Fueron incluidos y ellos mismos se incluyeron. Empezaron a apropiar y a

213

cuidar su espacio porque saben que está bien, se hizo la obra, ellos ayudaron a hacerla, pero deben mantenerla y hacer que dure porque finalmente es para ellos. Es muy gratificante para ellos (E. Idárraga, entrevista personal, 18 de agosto, 2010).

Adicional a la pretensión alusiva al mejoramiento de la calidad vida y el aumento de ICV e

IDH, el PUI-NOR implementó estrategias orientadas a incrementar el sentido de

pertenencia, el arraigo y la autoestima en la población beneficiaria y sus alrededores. Sin

duda alguna, una de las que más se recuerda y se mantiene viva en la memoria colectiva es

la galería urbana, en donde quedaron evidencias de ello para la posteridad, en tanto buscó

“generar más espacios para la expresión y la participación de los habitantes del barrio, a

partir de la representación artística de su historia y el relato de las transformaciones que ha

tenido el sector en los últimos años” (Cárdenas, David y Marciglia, 2008, p. 68). Cuatro

obras pueden ser reseñadas a manera de ilustración: Paisaje y la Fachada, para recuperar y

recrear el origen, el lugar de donde se vino a la ciudad, el verde de las montañas y el olor a

campo, la imagen del pueblo; Jardín de la 38, construido entre todos como un regalo de y

para todos; Popular, un balcón desde el cual se ven los vecinos y la ciudad, la

transformación y el cambio del cual todos hicieron parte.

La apropiación va en los líderes que estamos más cercanos a determinada obra, por ejemplo, aquí en el Parque de las imaginaciones de Villa del Socorro la gente se ha apropiado bien y estamos formando un comité con niños, para que se encarguen de barrerlo y lavarlo; la EDU nos colaboró con unas camisas y los uniformamos, hay alrededor de 12 personas y la pregunta siempre es, ¿por qué con niños? y yo digo, porque es que hay que enseñarles para que se apropien de estos espacios, puesto que ellos son los que más los disfrutan y los que más daños le pueden hacer. Jorge Andrés Agudelo. Presidente de la Junta de Acción Comunal de Villa del Socorro, comité Andalucía (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 65)

Las personas hoy día hablan de mi casa, mi calle, mi cuadra, mi parque, mi cancha, mi

barrio, mi comuna; el sentido de pertenencia y el arraigo al lugar han sido fortalecidos con

la intervención del PUI-NOR (E. Idárraga, entrevista personal, 18 de agosto, 2010). Luego

de las intervenciones del metrocable y del PUI-NOR, las cosas cambiaron radicalmente en

la nororiental. E. Díaz (entrevista, 10 de agosto, 2010), rememora que estuvo por la

nororiental a finales del 2000, cuando la época de la mayor violencia urbana registrada en

la historia de la ciudad: la gente, dice, no salía de sus casas y nosotros teníamos que hacer

nuestro trabajo social de 9 a 12 del día, aprovechando que los muchachos estaban

durmiendo; ahora, en 2007, se ven en la calle, afuera día y noche conversando, visitando

214

vecinos, disfrutando el espacio público, caminando de un lado al otro, sentados en las

bancas que hay en el paseo peatonal, viviendo su barrio; la gente participó, fue a los

recorridos barriales, estuvieron en los comités comunitarios y en los talleres de imaginarios

sin temores, sintiéndose de la nororiental, orgullosos de ellos mismos.

La historia registra la zona nororiental de Medellín, y en particular la jurisdicción

del PUI-NOR, como uno de los lugares más azotados por las violencias desatadas por el

narcotráfico, la guerrilla y los paramilitares. “En esos vecindarios, marginados durante

décadas, surgieron temibles bandas delincuenciales: Los Priscos, en la época del Cartel de

Medellín y La Terraza, bajo el dominio de las autodefensas. También milicias populares

que degeneraron en grupos de limpieza social. Unos y otros sometieron a la población al

terror de las armas y la muerte” (González, 2006). Sin embargo, como el ave Fénix, de casi

entre las cenizas, emergió una fuerza individual y colectiva renovadora, transformadora y

soñadora capaz de sobreponerse, levantar la cabeza y mirar hacia adelante con ilusión y

esperanza vigorizadas. “Hoy surge allí una nueva cultura ciudadana por la convivencia y el

reencuentro, la misma que refuerzan proyectos como Desde mi terraza" (González, 2006):

Los recuerdos del barrio, las tardes soleadas de vacaciones, del bolis en la tienda de la esquina, de las visitas y las charlas de las amigas y los cuatro años de ausencia de María Cristina fueron los motivos para enviar el mensaje. Por eso David Antonio Arango y sus padres, Luis Alfonso y Marta Elena, abordaron una cabina del metrocable. Llevaban cámaras fotográfica y de video. Recorrieron el trayecto que hay entre las estaciones Acevedo y Andalucía. Cuando pasaron por encima de su casa, en la calle 107 con carrera 40 C, registraron la frase en letras blancas que estaba escrita en la terraza: "Te extraño...". Volvieron a su casa y enviaron el video y las fotos a su hermana e hija, María Cristina, a las Antillas Holandesas, donde vive hace cuatro años. Ese fue el regalo de Navidad. El mensaje, pensado por David para su hermana, es una de las 23 frases que se observan en terrazas de la zona de influencia del metrocable con expresiones de los habitantes de los barrios Andalucía, Popular y Santo Domingo Savio. Las frases hacen parte de un proyecto de intervención artística del viaducto del metrocable, "Desde mi terraza", creado por el grupo de artistas urbanos La Polis (...) Arrancaron desde Santo Domingo y empezaron a tocar casa por casa. A José Silva le explicaron el proyecto y dijo de inmediato que sí. "Mire qué bonita como quedó la plancha con esta frase que dice: Amañado, tranquilo y contento me siento en mi barrio". José, de 62 años, jubilado de la Caja Social de Ahorros, convirtió su terraza en un lugar de encuentro. Hasta allí llegan sus ex compañeros de trabajo los fines de semana, para tomar un aguardiente, ver las cabinas y hacer sancochos. "Esto se volvió muy bueno. Antes no se podía ni salir. Mis amigos me felicitan por la plancha", afirma José, mientras señala la esquina donde la violencia le quitó a un sobrino hace 12 años, a diez metros. "Quiero que cuando las cambien pongan las que me inventé: Necesitamos pilotos que ayuden a elevar nuestros sueños y no dejes que el que no sueñe robe tus ilusiones", sostiene Luz Esney (...) Antes de que se cambien las frases en las terrazas, David ya tiene listo el nuevo mensaje que le enviará por video y fotografía a su hermana María Cristina: "Te extrañamos y queremos a Sara". Sara es la primera sobrina de David y él todavía no la conoce (González, 2006).

215

Además de contribuir a posicionar y robustecer cambios en las personas, los sujetos y

actores de la realidad asociada con la jurisdicción del PUI-NOR, es evidente con lo

expuesto el incremento y la ampliación del arraigo y los sentidos de pertenencia al lugar

expresados de diversas maneras. Así mismo, la necesaria apropiación y valoración de lo

realizado conjuntamente por los pobladores, de la mano con la institucionalidad pública y

privada. Los habitantes de la nororiental aprendieron solos y luego con el refuerzo del PUI

que cuando la comunidad se organiza, es más fácil que sean escuchados y atendidos por las

dependencias del gobierno y que sean apoyados por la empresa privada; ellos saben que

cada uno por su lado, no van a lograr mucho; juntos, lograron más (E. Díaz, entrevista

personal, 10 de agosto, 2010): “Paseos urbanos, calles emblemáticas, lug ares de encuentro

colectivo, nos han servido para restituir la calidad de la vida y para conectarnos de nuevo

con nuestra ciudad. La calle debe ser para la gente” (Alcaldía de Medellín, 2008, p. 169).

Todo ello ha contribuido también a dignificar sus vidas, sus familias y su existencia;

a hacer deseable habitar la zona, las comunas y barrios antes proscritos y olvidados.

Muestra de ello fue la entrega de la primera etapa de las viviendas que hacen parte del gran

proyecto de consolidación habitacional en las quebradas Juan Bobo y La Herrera: “Y

entonces llegó la dignidad. Miles de familias abrieron las puertas de unos nuevos hogares

limpios, tranquilos, seguros y bellos. Y hoy escriben un capítulo en sus vidas donde el

respeto y la autoestima, además de hacer parte de su presente, les brindan la oportunidad de

avanzar hacia el futuro” (Alcaldía de Medellín, 2008, p. 154).

Cuando fueron a decirles que los iban a trasladar de sus viviendas ellas se negaron. Se rancharon y dijeron que de ahí no las sacaba nadie. Hoy Ana Sofía Palacio se tapa la cara en ademán de vergüenza por las pataletas que hizo cuando le propusieron abandonar la casa que estaba sobre los taludes de la quebrada Juan Bobo. "Ve esos palos de naranja y aguacate. Esos eran los muros de contención del rancho donde vivía". Ahora Ana contempla el edificio donde estará su apartamento y el de sus dos hijos. "Cada uno tenía su pedacito y los tres tendremos apartamento en el mismo edificio", dice la mujer entusiasmada. La única feliz no es ella. Nubia Estela Zapata no se cambia por nadie. Ella se traslada con hermana e hija. "Yo nunca pensé que mi Dios nos iba a socorrer de esta manera", dice con la alegría en el rostro, mirando los dos edificios de apartamentos (Gómez, 2007b).

Jornadas de limpieza, recolección de basuras, retiro de escombros, pintada de fachadas,

arreglos de zonas verdes y antejardines, poda de árboles y limpieza de cauces de las

quebradas se sumaron al deseo de tener un hábitat apropiado, digno y limpio para el

disfrute individual y colectivo: “La comunidad respondió positivamente a la convocatoria

216

para una jornada de limpieza que se cumplió en un sector de la quebrada La Herrera,

comprendido entre las carrera 37 y 42B del barrio Popular uno que corresponde a la zona

de intervención del PUI Nororiental”, actividades que fueron apoyadas por Empresa Varias,

Secretarías de Medio Ambiente, Obras Públicas, Salud y Gobierno y, los equipos técnico y

social del PUI (EDU, 2008, p. 1). Además, continuamente fue reforzada la sensibilización a

la población para evitar que se arrojaran y acumularan residuos en forma indiscriminada y

para que se apropiaran del cuidado de los recursos en su entorno.

Encaminamos nuestras acciones a la creación o al fortalecimiento de centralidades comunitarias como espacios para el encuentro ciudadano, así: el cerro Santo Domingo, con la connotación natural de mirador urbano, propicia un espacio para la cultura con el parque biblioteca España; para el bienestar y cuidado de la gente, el centro de salud Santo Domingo; el nuevo colegio Santo Domingo Savio-Antonio Derka, insignia de educación con calidad; el CEDEZO de Santo Domingo para dar respuesta a todos los emprendimientos; el paseo urbano de la calle 106, con el parque de La Candelaria y el Mirador, referentes del empoderamiento comunitario con la creación del festival de Mingo, feria cultural y artesanal el cuarto sábado de cada mes; un puente a la alegría con el de guadua del parque biblioteca a la unidad deportiva Granizal; el parque lineal La Herrera, mucho más que un espacio ambiental en el corazón de los barrios populares acompañado de los parques Mercado Barrial, Balcón del Ajedrez, Los Pozos, Pablo VI y Los Lavaderos; el corredor vial de la carrera 42B para dinamizar la movilidad; la galería urbana “Pintando la esperanza”, donde lo privado se vuelve público en murales para embellecer el entorno barrial; el puente El Mirador, entre Andalucía y La Francia, y el puente de La Paz, entre Andalucía y Villa del Socorro, son símbolos del reencuentro y la convivencia; el parque de La Paz y La Cultura, el parque de Los Imaginarios; el parque Andalucía, y el parque de Nuestra Señora del Camino, espacios imaginados por todos y todas; el Paseo Andalucía (calle 107), gran símbolo de la transformación social y económica de la zona nororiental; la consolidación habitacional Juan Bobo -complementada con la de La Herrera-, dignidad para vivir en familia (Alcaldía de Medellín, 2008, p. 175).

Los equipamientos comunitarios en educación, salud, deporte, recreación activa y pasiva,

esparcimiento también contribuyeron a nutrir la estima por la nororiental y la autoestima de

sus habitantes. Además de dignos, estos lugares se fueron convirtiendo en referentes para la

población, los barrios, las comunas y la zona. Granizal se identifica plenamente con la

unidad deportiva, cultural y recreativa que lleva su nombre; Santo Domingo es sinónimo de

centro cultural y educativo con el parque biblioteca España y las Instituciones Educativa la

candelaria y Antonio Derka, además de empresarial, comercial y financiero con el

CEDEZO; Popular es otro desde el sistema de parques y en particular, su mercado barrial y

el parque lineal de La Herrera; Andalucía se dinamizó y enorgullece con el paseo peatonal

de la calle 1007, los puentes de La paz y El Mirador y las consolidaciones habitacionales de

La Herrera y Juan Bobo. La dignidad también florece y el estigma, de a poco, se desvanece.

217

Cuando Sandra Ruiz y su familia entraron a una de las salas del nuevo centro de salud de Santo Domingo Savio, lo único que acataron a decir es que se sentían como "en un barrio de ricos". Las camas con las sábanas azules, los pisos brillantes y las paredes recién pintadas de verde, eran para ellas y para las decenas de personas que se acercaron a conocer la estructura, la muestra de que algo está cambiando en el barrio. "Nos tuvimos que ir siete años por la violencia y ahora no nos cambiamos por nadie. Mire esto tan bonito, no solo el centro de salud sino la biblioteca. Ojalá que la gente sepa aprovecharlo y lo cuide, porque el centro es para todos nosotros", comentó la mujer quien hace 23 años vive en el barrio. Lo mismo dice Ofelia Higuita, quien lleva 23 años en el sector y que cuenta con un poco de amargura que su casa fue una de las que tuvo que ser demolida para dar paso al parque biblioteca. "Yo miraba y pensaba: ¡pobrecitos los enfermos con esas ventanas tan chiquitas! y ahora que entré y vi esto con tanta luz, tan organizado, veo que es una bendición de Dios. ¡Por fin se están acordando del barrio!" (Vélez, 2007).

Dos murales dan cuenta de la dignificación lograda en el área de influencia del PUI-NOR:

La selva de cemento y el muro que crece. El primero es en verdad una selva. de sueños,

con árboles, y animales exóticos que se camuflan en la realidad de una comunidad que se

transforma y conserva la esperanza; en el segundo, se enreda la historia, como un cuento en

el que todos los personajes se sientan a descansar en medio de un paisaje apacible que les

brinda la tranquilidad anhelada, esa que antaño, pocos momentos pudieron disfrutar. Ahora,

como nunca lo imaginaron antes, podrían volver a soñar y a deleitarse con un mundo mejor,

al menos, del tamaño de sus aspiraciones.

Darío Araque se levantó y recordó que el poco sueño de la noche anterior se fue entre los gritos y el sonido de las balas, en la calle 107, en Andalucía. Se alistó para irse al trabajo y apenas abrió la puerta dos cuerpos le cayeron en los pies. Así recuerda ese día de 1992, cuando se fue del barrio. "Eso fue la tapa -comentó Darío-. Mataron a dos y me los dejaron recostados en la puerta. Cuando abrí se me metieron en el corredor. El susto fue tremendo. Como pude arreglé mis pertenencias y en ocho días me fui para Girardota". Hace 18 meses, con un barrio muy cambiado, Darío volvió a Andalucía. Le dijeron que las cosas iban mejor y que la violencia se había marchado. Él comprobó la situación y regresó. Se instaló en una casa al pie del barranco que da a la quebrada La Herrera, a una cuadra de su vivienda anterior. Hoy Darío descansa y disfruta de su jubilación. En la acera de su casa está el acceso al puente El Mirador. La obra que inauguró la Alcaldía el sábado pasado y que contribuyó en sus ganas de retornar. El Mirador es un puente de 82 metros. Pero más que un viaducto peatonal para comunicar La Francia con Andalucía es un sendero que une los sueños y las ganas de vivir en paz y disfrutar de miles de personas en la Comuna Nororiental. "Antes no podíamos salir. Las bandas se agarraban a plomo y la gente tenía que encerrarse en sus casas. Los muertos los tiraban a la quebrada y los niños ni podían ir a la escuela -recordó Claudia Agudelo, quien vive hace 28 años en La Francia-. Si uno era de un lado lo paraban en el otro. Eso era como vivir encerrados en nuestro propio barrio" (González, 2007).

Trabajar por la convivencia, la seguridad y la paz se convirtió para los habitantes de la

jurisdicción del PUI-NOR en un imperativo práctico. No bastaba con transformar el espacio

físico o geográfico, ni con constituir comités comunitarios, realizar talleres de imaginarios,

concertar y definir prioridades si continuaban matándose entre ellos mismos (E. Díaz,

218

entrevista personal, 10 de agosto, 2010). El programa, así las cosas, era imposible. Todos,

pobladores, organizaciones sociales, cívicas y comunitarias, instituciones públicas y

privadas, organizaciones no gubernamentales y académicos coincidieron en que en medio

de la guerra y la violencia indiscriminada no podrían lograr los propósitos trazados.

Muchas cosas van a cambiar a finales de este año; allí quedarán los rastros de una dura historia, pero transformada, en parques como Los Pozos, Los Lavaderos, la segunda etapa del Balcón del Ajedrez. Un puente más, hecho en Guadua, comunicará los barrios con el parque biblioteca Santo Domingo Savio. Del terror que reinaba en aquellos barrios hoy queda poco y por el contrario la confianza y se ha tomado las calles, los andenes y los rincones para hacer huir el miedo (Gómez, 2007a).

Las Secretarías de Gobierno y de Cultura Ciudadana, en convenio con la EDU, lideraron

los programas de convivencia requeridos para afianzar la intervención y favorecer entornos

y ambientes apropiados para su realización. La de Gobierno, implementó los ECCOS:

entornos de convivencia y contornos seguros, un trabajo integral en sectores, barrios y

comunas de la jurisdicción del PUI-NOR; su objetivo central consistió en identificar las

causas que afectaban la convivencia comunitaria para elaborar diagnósticos vivenciales y

presentar diversas propuestas dirigidas a la promoción de una sana convivencia, la

generación de ambientes seguros y la prevención de la aparición de focos de violencia en

inmediaciones de las intervenciones PUI-NOR (Empresa de Desarrollo Urbano, 2009, p. 6).

Este proyecto es muy importante porque te voy a contar algo, por ejemplo, ese callejoncito, antes se llamaba el callejón de la muerte, era oscuro, miedoso, las personas que subían por ahí se encontraban su muerto o su problema. Entonces, mirá que cómo no va a estar mejor, ahora hay mucha luz, ya los niños salen a jugar, las personas que vivían por ahí que antes ni salían, yo misma que casi no pasaba por ese lado, ya me voy hasta a peliar con los niños, a mí me gusta mucho, esperemos a ver cómo termina (...). Wendy Ríos, Líder comunitaria, comité Popular (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 68)

Por su parte la de Cultura Ciudadana, se aplicó a la gestación y formalización de los pactos

ciudadanos alrededor de las obras de infraestructura implementadas por el PUI-NOR; el

pacto ciudadano es un acuerdo entre una comunidad y la Alcaldía que se construye de

manera concertada, orientado a la apropiación, el uso social y la sostenibilidad de un hecho

de transformación; su construcción es un ejercicio pedagógico en el cual la ciudadanía

construye nuevos aprendizajes sobre la importancia de lo público; como tal, se constituye

en una estrategia pedagógica dirigida a contribuir en la construcción de la convivencia entre

los ciudadanos y a la solución pacífica de conflictos; a impulsar la apropiación del espacio

público, así como el uso y sostenibilidad de las transformaciones de ciudad a partir de la

219

participación de la ciudadanía y la cercanía de la Alcaldía; a crear corresponsabilidad entre

Alcaldía y ciudadanía. Fueron cuatro tipos de pactos: uso del espacio público, acceso y uso

de nuevos equipamientos públicos, convivencia en reasentamientos localizados en

propiedad horizontal y, convivencia en la ciudad.

En las calles, en las quebradas, en las curvas, y en muchos de los rincones que tienen historias de sangre, dolor y muerte, florecen de las entrañas de la tierra, envueltas en hierros, concretos y ladrillos, otras maneras de vivir. Fueron muchas las veces que los vecinos de la carrera 48 A tuvieron que esconderse y tirarse bajo la cama mientras pasaba la balacera. Era la calle de la muerte, el corredor de la violencia entre Andalucía, Villa del Socorro y La Francia. En esa cuadra vivía el jefe de Los Triana, recuerdan los habitantes, y allí pusieron un resalto tan alto, que lo que pretendía no era reducir la velocidad de las motos que los perseguían sino convertirlo en una trampa mortal. Por muchos años las quebradas se convirtieron en ejes de guerra de los grupos armados que dominaban las distintas zonas y en barreras que impedían el paso de los habitantes de un barrio a otro. Para ir a La Francia, desde Andalucía había que bajar tantas escalinatas y atravesar el cauce de La Herrera. Por esa razón los habitantes denominaron el lugar como El Hueco, allí mismo la violencia también dejaba su macabra marca. Lo mismo sucedía cuando desde Andalucía se pretendía ir a Villa del Socorro, atravesando la quebrada Juan Bobo (Gómez, 2007a).

Así como en la municipalidad, “convivencia, autorregulación, respeto, bienestar de las

familias y cuidado de lo público: valores y principios con los que hicimos de Medellín un

modelo y ejemplo para Colombia y para el mundo” (Alcaldía de Medellín, 2008, p. 166), se

convirtieron en ejes de la intervención en la jurisdicción PUI-NOR. Los habitantes de

sectores, barrios y comunas impactadas por el programa se atrevieron a salir a la calle, a

gozar de los paseos urbanos, a disfrutar de las actividades programadas en los espacios

públicos como una manera de usar los lugares para reconocerse, mirarse y respetarse; se

recuperaron “la legitimidad y la confianza en el Estado, y como el resto de la ciudad,

también la nororiental va adelante y sin reversa” (Alcaldía de Medellín, 200 6, p. 7).

Las barreras se borraron y atravesar las quebradas ya no es hoy un impedimento. Desde la 48A hacia el sur se extiende el puente circular. No sólo será un camino seguro sino que el puente conduce al Parque de Los Imaginarios, (que antes llamaban la curva de la muerte) el mismo que los habitantes diseñaron con sus historias de temor y donde hoy no quedan los cadáveres acribillados. Ahora se escuchan las risas y los juegos de los niños que encontraron un espacio para la diversión. Sólo basta ascender por el paseo de la 107 o Andalucía, para ver que de los barrios laberínticos de hace unos pocos años, ya va quedando menos. Para María Orfa Zapata la transformación urbana de la zona es todo un privilegio. Aunque de su mente no podrá borrar el día que mataron a un joven a "punta de piedra", ahora cuando mira la gran estructura que empieza enfrente de su casa y atraviesa el cañón de la quebrada La Herrera, al lado norte de la 48A, siente que en definitiva las cosas en la Nororiental han cambiado mucho. En ese profundo cañón, donde se levanta el único puente parque que existe en el país y que los habitantes llaman El Mirador, "se está construyendo un reto de la ingeniería nunca visto", dice César Hernández gerente del Proyecto Urbano Integral Nororiental (Gómez, 2007a).

220

La construcción del puente “El Mirador” -denominación que surgió de los talleres de

imaginarios con los habitantes de los barrios Andalucía y La Francia-, trajo beneficios en

materia de convivencia, seguridad y paz solo comparables con los del puente de La paz

entre los barrios Andalucía y Villa del Socorro; en algunos casos “implicó comenzar una

vida diferente, mover las familias de un lugar que les ha pertenecido por años, transformar

su forma de vivir y compartir en comunidad para dar paso a una obra física que se

construye con el propósito de traer desarrollo para los barrios vecinos” (Cárdenas, et al.,

2008, p. 56). Según la crónica de Gómez (2007a), estos mejoramientos generaron mucha

paz: “Esto es espectacular, es un desarrollo integral. Ahora podemos hablar en cualquier

lado. Es que todo ha mejorado”, dijo Marco Tulio Torres, presidente de la JAC de

Andalucía y, a su turno, le complementó María Orfa Zapata, habitante de Andalucia:

“Esto por aquí parecía el Oeste. Uno a las 5 de la mañana encontraba los muertos en la

puerta de la casa. Ahora el barrio ha mejorado pero mucho”

Los murales de la galería urbana: “Pintando esperanzas” no fueron aj enos a la

consolidación de la convivencia, la seguridad y la paz en la jurisdicción PUI-NOR. El

denominado Tobías, dejó plasmado en sectores donde no había muchas opciones, el deporte

como alternativa para fortalecer las relaciones vecinales, barriales y de comuna; Jabalí, por

su parte, ilustró la idea de una sociedad como construcción colectiva en la cual, a medida

que se intercambian ideas, se puede ir tejiendo comunidad y generando escenarios para

mejorar la comunicación; Diamante de corazón, se centró en el amor, el cual crece de la

tierra, se respira en el aire y se siembra en quienes van, siempre, juntos, de la mano,

acompañándose y contribuyéndose a salir adelante; y, en Carnaval, se dibuja la fiesta, el

jolgorio, la celebración en la cual todos pueden ser ángeles o brujas, dándole lugar a la

fantasía, al sueño y a la ilusión, en medio de sonrisas.

Estas transformaciones semantizadoras, provenientes de la relación sinérgica entre

dinámicas socioculturales y transformación de la materialidad también produjeron cambios

en las personas, los sujetos y las organizaciones. De una parte, se entendió y aprendió que

existen formas novedosas de hacer juntos y de relacionarse con otras personas y otras

organizaciones, así provengan de la institucionalidad pública, privada, no gubernamental,

académica o comunitaria. De la otra, se evidenció que la convivencia y la solución pacífica

221

de los conflictos traen consigo beneficios individuales y colectivos; que los ECCOS y los

pactos ciudadanos no solo tenían sentido, sino utilidad práctica, en tanto derivaban en

respetos por las diferencias y el pluralismo, en procedimientos y prácticas democráticas

pacíficas, constructivas y reconciliadoras.

Con tenacidad, esfuerzo y dedicación los habitantes de la jurisdicción PUI-NOR

tomaron la decisión de no ser más la “geografía olvidada’’ de L.M. Gómez (entrevista, 18

de septiembre, 2010). No permitirían más exclusiones, ni estigmas. Todo lo contrario,

harían prevalecer el propósito superior comprometido por el programa: la apuesta por un

“modelo de intervención urbana que busca romper las diferencias y el asilamiento entre la

ciudad formal y desarrollada, y las zonas segregadas, marginales y pobres, mejorando la

calidad de vida y la educación de todos, con el objetivo del fortalecimiento cultural y social

de la singularidad propia de cada barrio” (Alcaldía de Medellín, 2008, p. 174).

Basado en ello y con la finalidad de apostarle a la transformación integral de toda la

ciudad a partir de obras de urbanismo y arquitectura, se buscó la posibilidad de generar

cambios sociales y culturales en las comunidades (Echeverri, et al., 2007). Se trató, sin

duda, de un aspecto innovador que propuso e implementó el PUI-NOR, dado que en esta

zona de la ciudad se habían realizado antes intervenciones, pero evidentemente aisladas

desde lo físico, social y cultural; el PUI-NOR formuló una intervención integradora de

estos componentes, encaminada a mejorar la calidad de vida de la población, articulando

acciones que fortalecieron la ejecución del programa, su correspondiente seguimiento y la

correspondiente evaluación (DNP, 2008, p. 170)

Lo que se ha logrado. Participación de la comunidad, identificación de nuevas áreas de oportunidades y problemáticas, sentido de pertenencia de la comunidad con el proyecto, presencia de la administración municipal de manera coordinada, espacios públicos que permiten el encuentro y la convivencia de los habitantes de la nororiental, realizar una gestión con transparencia y coordinación. Y lo más importante, recuperar la confianza en la nororiental y encontrar ciudadanas y ciudadanos comprometidos con el desarrollo de su comunidad (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 17)

No sólo se redujeron las expresiones estigmatizadoras y excluyentes. En criterio de E. Díaz

(entrevista, 10 de agosto, 2010), E. Idárraga (entrevista, 18 de agosto, 2010)y J.O. Ortiz

(entrevista, 26 de agosto, 2010), es muy alto el reconocimiento que de una u otra forma a

través de la participación se ha obtenido: la zona nororiental de Medellín y en particular el

222

área de intervención del PUI-NOR es la más visitada del país por personalidades de todo el

mundo interesados en ver lo que se hizo, en saber cómo fue el proceso y qué pasó para que

la gente cambiara de decir que no era de la nororiental a decirlo como lo dicen hoy, con

orgullo; estas personas, aseguraron, mejoraron su calidad de vida; ya no son la geografía

olvidada; cambiaron su hábitat y sobre todo, las personas y sus organizaciones; asimilaron

muy bien lo que significa e implica apropiación, participación y concertación:

A nosotros nos pasó con un proyecto en el Popular. Llegamos sanamente con la maqueta y los diseños de la intervención que ellos habían pedido de un sector y nos dijeron: no, un momentico, es que ustedes nos enseñaron a hacer talleres de imaginarios y ahora se lo están saltando. Les dijimos: tienen razón, entonces, vamos a aprovechar esta reunión y trabajamos sobre esta propuesta. Edgar Díaz, coordinador social PUI (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 58).

En un abrir y cerrar de ojos, en menos de una década, en la jurisdicción del PUI-NOR de la

mano del urbanismo social -y en la ciudad toda- se pasó del miedo a la esperanza. Durante

muchos años se construyeron rejas que separaban y aislaban la población; se levantaron

paredes invisibles que dividieron la ciudad, las comunas, los barrios, las cuadras, los

vecinos, las familias y las personas convirtiéndolos en fragmentos, en pequeños guetos en

los que solo era posible relacionarse con aquellos parecidos o semejantes, con los más

próximos; donde solo se podían conocer espacios reducidos porque la violencia, el miedo y

la desconfianza impedían moverse libremente. Se necesitaba entonces una concepción que

atendiera los dos problemas fundamentales de la ciudad, de la nororiental y del área de

influencia del PUI-NOR: la violencia indiscriminada y las desigualdades sociales. El

espacio público se convirtió en un “escenario maravilloso que posibilita el encuentro,

mirarnos a los ojos, reconocer nuestra ciudad, nuestros vecinos, pero también aquellos

barrios desconocidos y, hasta ahora, olvidados” (Alcaldía de Medellín, 2008, p. 148).

Como consecuencia de una nueva relación de convivencia, de una nueva forma de encontrarnos, se fueron dando las intervenciones en el espacio público, para construir nuevo escenarios de la ciudad, para cambiar la piel de Medellín, para que donde estaba la destrucción empezaran a llegar las oportunidades (Alcaldía de Medellín, 2008, p. 31)

La estrategia del urbanismo social fue la llave maestra para desatar los cambios, las

apropiaciones, los nuevos usos y simbologías que envolvieron la semantización de la

experiencia PUI-NOR dado que, en esencia, es sinónimo de oportunidades, de inclusión

social y de construcción colectiva dirigidas a derrumbar las barreras que separaban para

223

posibilitar el encuentro y la construcción individual y colectiva de los territorios,

especialmente, aquellos que históricamente acumularon los más bajos ICV e IDH:

Construimos lo mejor para los más humildes. Nuestros edificios, parques y paseos peatonales son modernos y hermosos, acá o en cualquier ciudad del planeta. Le apostamos pues a cambiarle la piel a la ciudad. Donde antes hubo violencia, temor, desencuentros, hoy tenemos los edificios más bellos, de la mejor calidad, para que todos y todas podamos encontrarnos alrededor de la ciencia, de la cultura, de la educación, fueron construidos para encontrarnos, reconocernos, compartir, aprender, amar, sentir y vivir (Alcaldía de Medellín, 2008, pp. 148-149).

Complementariamente, la gestión social efectuada otorgó relevancia a los beneficiarios

promoviéndolos, sensibilizándolos, acercándolos y haciéndolos partícipes de la acción,

bases fuertes para la apropiación y sentido de pertenencia; para la generación de más

espacios que propiciaron el encuentro, la integración, el respeto por el entorno desde la

consideración del ser humano como el principal y más fundamental protagonista, de ahí que

se reconozca a “Medellín, la ciudad del Urbanismo Social, elemento trascendental para la

transformación que le permite pasar del miedo a la esperanza” (EDU, 2006a, p. 5).

Intervenciones habitacionales como la del proyecto de consolidación en la quebrada Juan Bobo, se han estructurado con un amplio enfoque participativo, combinando actividades de protección ambiental y ordenamiento urbano que permiten rescatar, para el planeta, áreas en creciente deterioro como, por ejemplo, las microcuencas urbanas con ocupación informal. El mundo se rescata en cada casa, cada basura mejor dispuesta, cada alcantarillado con mejor gestión. El trabajo conjunto al lado de mujeres, jóvenes, ancianos, todos líderes barriales con reconocimiento en su comunidad, adquiere sentido y le da profundidad a este tipo de proyectos. Por eso, los grupos técnicos han de comprender y valorar el enorme aporte de los beneficiarios de los proyectos no sólo a su desarrollo sino también para garantizar la sostenibilidad y la consolidación de los mismos (EDU, 2006b, p. 1).

La galería urbana también plasmó los nuevos vientos, aires y sueños que rondaron a los

habitantes de la jurisdicción PUI-NOR. Así se puede evidenciar en el mural, En Familia,

donde se ilustra la manera como desde la familia se construye sociedad y se simboliza en la

mujer la fuerza requerida para mirar y construir el futuro; con el de Colcha de retazos, se

brindan dos opciones para modelar la vida: hacerla una escultura o desfilar ante ella

tomando lo mejor que brinda para dibujar su futuro; en La comunidad, mediante el color y

la luz se refleja la esperanza, aquella que jamás se pierde, la que abre puertas porque, entre

todos, de la mano, decidieron que donde antes “nos separaba la violencia, tejimos nuevos

puentes, símbolos de convivencia” (Alcaldía de Medellín, 2008, p. 155) y por ello, pasaron

224

de ser una zona “encerrada y con miedo, a encontrarnos en los nuevos espacios abiertos de

la cultura y el conocimiento” (Alcaldía de Medellín, 2008, p. 171).

La tarde del sábado pasado fue de alegría y ansiedad en Andalucía y La Francia. Desde el puente peatonal El Mirador se observaba a los habitantes de los dos barrios, impacientes (... ) con ganas de pasar por él y comprobar que esa estructura, ahora, va a acortar las distancias y a unir las ganas de un mejor porvenir. Los músicos de la Red de Bandas se instalaron en la mitad de la estructura y empezaron a interpretar sus instrumentos. En ese momento se sintió que, todavía sin utilizar el puente, los dos barrios se unieron (...) Ya entrada la noche, y con un eclipse de luna como testigo, los habitantes de los dos barrios firmaron un pacto de convivencia, de buena utilización y buen comportamiento en el puente. Los actos terminaron y allí, encima de la quebrada La Herrera, quedaron renovadas las ilusiones. Quedaron unidas las ganas de convivir en paz y de unos vecindarios amables (González, 2007).

Como consecuencia de lo expuesto, la evidencia desborda el surgimiento de la otra

categoría constitutiva del territorio: semantización (Gutiérrez y Sánchez, 2009). Aquella

que emerge de la interacción, la sinergia y vinculación entre la materialidad en

transformación o transformada y las dinámicas socioculturales que le son propias,

enmarcadas por el contexto imperante.

La misma que, en el caso alusivo a la experiencia PUI-NOR, tiene vínculos directos

con los nuevos usos y apropiaciones que la población, individual y colectivamente

considerada, otorgó a la materialidad; con la decisión de preservar, incrementar y fortalecer

lazos, tejidos y sentidos de pertenencia al lugar; con la decisión inmodificable de dignificar

la vida, la familia, la cuadra, el barrio, la comuna y la zona nororiental, por años

estigmatizada y excluida; por vivir la calle, el paseo peatonal, los espacios públicos, los

parques y zonas verdes, los escenarios recreativos y deportivos convertidos ahora en puntos

de encuentro, de convivencia, de sano esparcimiento, de nuevas ilusiones, alegrías y

esperanzas; por aprovechar el momento, la ocasión que les brinda ser uno de los lugares

más visitados de la ciudad por propios y extraños, procurando dejar atrás y para siempre, su

condición de “geografía olvidada”; por mantener espacios de paz duraderos que les

permita, de una vez por todas, abandonar los miedos de antes y apoyarse en las esperanzas

que deparan momentos mejores por venir.

En suma, semantizaciones que elevan la autoestima y revaloran la estima para

continuar, como lo vienen haciendo, contribuyendo a constituir su territorio a imagen de

225

sus sueños, anhelos y esperanzas, individuales y colectivas, en medio de las tensiones y

luchas propias de este tipo de procesos sociales urbanos.

Mapa 7. Representación. Semantizaciones, jurisdicción PUI-NOR

Fuente: elaboración propia apoyada en cartografía EDU (2011)

Si buscáramos responder apoyados en la experiencia del PUI-NOR una de las preguntas

fundamentales acerca de saber “por qué y cómo el mundo perdura, persevera en el ser;

cómo se perpetua el orden social, es decir, el conjunto de las acciones de orden que la

constituyen” (Bourdieu, 1999, p. 31), el esfuerzo sería poco y la respuesta obvia: porque los

protagonistas de ese orden social lo permiten, no hacen lo debido, ni lo adecuado para

cambiarlo; porque asumen inocente o conscientemente que el mundo es como es, lo aceptan

y encuentran natural que así sea: “Si los dominados adhieren al principio de su dominación,

es porque aceptan, como los dominantes, el orden social establecido y legitimado a través

de una violencia simbólica que se ejerce con su 'complicidad'. Este reconocimiento es

posible gracias a un desconocimiento fundado en el ajuste inconsciente de las estructuras

subjetivas con las estructuras objetivas” (Bourdieu y Wacquant, 2008, p. 213). Leer el

mundo real, esos territorios habitados, con intencionalidad pedagógica y por tanto

formativa, posibilitará modificar las visiones hegemónicas del mundo y, como

consecuencia de ello, permitiría pensar en la mejor manera de transformarlo.

En la jurisdicción del PUI-NOR no aconteció así. Pobladores, organizaciones

sociales, institucionalidad pública, empresa privada y académicos decidieron que sería de

otra manera y se vincularon a los cambios que les permitieron transformar la realidad, al

menos, a imagen de sus sueños y anhelos. De este modo, entendieron que los “sistemas

simbólicos son productos sociales que producen el mundo, que no reflejan las relaciones

sociales, sino que ayudan a constituirlas [precisamente por ello], es necesario admitir que

se puede, en ciertos límites, transformar el mundo transformando su representación”

(Gutiérrez, 2004, p. 296), es decir, generando nuevas semantizaciones a partir de la

decisión de no ser más una “geografía olvidada”, de vivir la calle, dignificar la vida,

incrementar la convivencia, vigorizar sentidos de pertenencia, rechazar estigmatizaciones y

exclusiones, propiciar nuevos usos, otras simbologías para pasar, como lo hicieron, del

miedo a la esperanza; fruto de renovadas dinámicas socioculturales que incentivan hacia el

cambio y refuerzan los deseos de transformar juntos, entre todos, la materialidad que les

abriga, aprovechando las oportunidades y cuidándose de las amenazas que siempre, de una

u otra manera, ofrecerá el escenario contextual, bien de tipo espacial, ambiental, social,

cultural, económico, político y tecnológico.

Dicho de mejor manera, entendiendo, comprendiendo, aceptando y aprovechando el

hecho cierto alusivo a que el territorio se constituye socioculturalmente, en proceso; que

para ello, no sólo es indispensable considerar las incidencias de todo tipo que provengan

del contexto sino, al tiempo, atreverse a transformar la materialidad que le determina,

promover dinámicas socioculturales que definan, realicen, apropien y garanticen la

perdurabilidad de estos cambios, generando semantizaciones que los doten de otros

sentidos, permitan y motiven nuevos usos, hagan emerger renovadas simbologías y

apropiaciones. Esto, así, ha quedado evidenciado; es lo que aconteció y viene ocurriendo en

el área de influencia del PUI-NOR, en Medellín-Colombia: un típico y enriquecido proceso

de constitución de territorio, enmarcado por la decisión de equilibrar la inversión pública

proveniente de un proyecto político democrático alternativo, encarnado para el caso de

Medellín, a partir de 2004, por el movimiento político Compromiso Ciudadano.

227

El punto de partida de nuestras intervenciones urbanas integrales se basó en la decisión política de invertir recursos, como nunca se había hecho, en las zonas más pobres, con un modelo de gestión que rompió el convencional esquema desarticulado de la administración pública. El mismo que en el transcurso de los años desencadenó una deuda social histórica que teníamos que empezar a pagar, apostándole a disminuir la desigualdad y a establecer la equidad como principio básico de desarrollo sostenible, enmarcada en los planes de desarrollo local (Alcaldía de Medellín, 2008, p. 172)

En efecto, como no ocurría en muchos años y casi como un “milagro social” (Hernández,

2007), se transformó la materialidad del área de influencia del PUI-NOR con obras

dirigidas a incidir directamente en la movilidad, las centralidades urbanas, la vivienda y los

equipamientos comunitarios; se dinamizaron las relaciones socioculturales e hicieron

emerger renovadas semantizaciones, todo ello en contexto, dando lugar a un proceso de

constitución de otro territorio (Ortiz, 1998); concebido social y culturalmente, apropiado y

aprehendido por quienes lo habitan y usan (Silveira, 2008), comprometiendo actitudes

revitalizadas, valores recompuestos y variadas cosmovisiones que hicieron posible renacer

otros afectos por el lugar (Tuan, 2007) para, de alguna manera, ubicados en el territorio

real, el producido en años y años de luchas sociales, poderlo pensar, animar, recrear para,

juntos, entre todos, de la mano y no sin dificultades, trasegar el sendero que les ha de llevar

a constituir, en proceso, el territorio anhelado, el posible (Bozzano, 2000), el que está al

alcance de sus imaginarios, sueños y deseos. En suma, un territorio más adecuado a la

realidad contextual vigente, más moderno y contemporáneo (Gurevich, 2005).

Los proyectos urbanos integrales, verdaderos milagros sociales. Poner todas las herramientas del desarrollo en un mismo lugar, donde más se necesitan y al mismo tiempo, ha sido clave en la transformación social de Medellín. Las comunas Nororiental y Centroccidental lo comprueban día a día (...) La esperanza venció al miedo y al olvido. 'Nos parece muy motivante lo que encontramos en Medellín. Es una especie de milagro lo que ocurrió y creemos que debemos apoyar este tipo de procesos' Eliot L. Engel, congresista de Estados Unidos. El Colombiano, Octubre 15 de 2007 (Alcaldía de Medellín, 2008, pp. 150-151)

Aunque es sabido que los bienes, servicios y potencialidades provenientes de los procesos

de constitución del territorio y, en particular, visibles en infraestructuras y equipamientos

accesibles, dignos y adecuados se reparten en forma irregular, conforme a la distribución de

la población en el lugar (Harvey, 1973; Santos, 2000), resulta evidente que quizá una de las

mayores contribuciones que el PUI-NOR hizo a los habitantes de su jurisdicción, fue

contribuir a elevar sus condiciones de vida mediante la ejecución de iniciativas de

228

desarrollo integral que acercaron e involucraron activa y críticamente a la administración

municipal con la población y sus organizaciones sociales.

En este caso, no hubo resignación ante la adversidad sino, al contrario, renovación

de la capacidad de lucha y de organización para superarla apostándole decididamente a la

promoción, aliento y compromiso con el proceso de constitución del territorio, abriéndole

nuevas opciones al urbanismo, en especial, desde acciones medioambientales para gestar un

nuevo modelo de sociedad (Hermelin, Echeverri y Giraldo, 2010).

Un proceso de constitución de territorio con elementos relevantes que ilustran, de

alguna manera, las características atribuidas conceptualmente al ciudadano territorial y al

proyecto democrático, las cuales vigorizan las prácticas sociales que le son inherentes y, al

tiempo, como se verá en adelante, capaces de hacer que emerjan potencialidades

pedagógicas motivantes y estimulantes de la aspiración del sujeto para alcanzar la categoría

de ciudadano territorial y vislumbrar la posibilidad de cumplir su máxima finalidad:

contribuir a posicionar el proyecto político democrático. Como tales, nutren los procesos de

formación ciudadana, en particular, los de formación del ciudadano territorial.

3.2.2 Prácticas sociales: vínculos con el proceso de constitución del territorio

Las prácticas sociales fueron concebidas en el numeral 3.1 como asunto transversal al

proceso de constitución del territorio, por tanto, asociables a la materialidad constituida o

en transformación, a las dinámicas socioculturales desatadas, a las semantizaciones

emergentes y, al contexto que les enmarca; como tales, provienen según el enfoque

orientador asumido en la investigación, de las acciones de y entre los sujetos, con la

finalidad de tramitar las tensiones que ocurren en un lugar y temporalidad determinadas

entre la institucionalidad vigente, las subjetividades presentes y el conocimiento práctico

acumulado (Güell et al., 2009); este trámite activa los diversos juegos de prácticas

(identidades, poder, intercambio e información), así como las nuevas enseñanzas y

aprendizajes apropiados por los sujetos en acción, promoviendo ajustes, cambios y

dinámicas novedosas en sus propias prácticas (provenientes de la institucionalidad y las

subjetividades, del entorno y de las propias prácticas).

229

Este numeral se ocupa de los hitos más relevantes, en consideración a su fortaleza

como escenarios de prácticas (Güell et al., 2009) en la experiencia PUI-NOR,

describiéndolos en su esencia; analizándolos desde el trámite dado a las tensiones vividas

entre la institucionalidad particular que les acompañó, las respectivas subjetividades

puestas en acción, el conocimiento práctico emergente, los juegos de prácticas visibles y las

nuevas enseñanzas presentes; explicándolos desde las prácticas individuales y colectivas

identificables; y, comprendiéndolos a partir de sus aportes en materia de acciones típicas

asociadas con las características del ciudadano territorial en formación; de prácticas

incipientes de ciudadanías renovadas; de fortalecimiento de las organizaciones sociales,

cívicas y comunitarias como expresiones representativas de la sociedad civil; de respeto,

reconocimiento y valoración de la institucionalidad; y desde los aportes a la construcción y

consolidación de la gobernabilidad, en suma, sus contribuciones a la vigorización del

proyecto político democrático. Categorías estas, preestablecidas y definidas en el diseño

metodológico, numeral 2 del presente informe.

La finalidad central de esta reseña es complementar con las prácticas sociales,

individuales y colectivas, las fuentes de generación de potencialidades pedagógicas ya

visibles en el proceso de constitución en territorio de la jurisdicción PUI-NOR, requeridas

tanto para motivar y estimular la aspiración de los sujetos a constituirse en ciudadanos

territoriales como para nutrir los procesos de formación ciudadana en perspectiva de los

estudios del territorio que se analizaran, al detalle, en el numeral 3.2.3.

Para lograr el propósito declarado, se parte de las consideraciones preestablecidas y

del fundamento que otorgan la documentación del PUI-NOR realizada, el trabajo de campo

hecho y las entrevistas a informantes efectuadas para, en primer lugar, plasmar de entrada

las características propias de la institucionalidad vigente y aplicada en la jurisdicción PUI-

NOR, de las subjetividades puestas en juego y, del conocimiento práctico que imperó, todas

ellas, dispuestas para dirimir de la mejor manera las tensiones que se presentaron en la

implementación del programa. Y, en segundo lugar, recrear cuatro escenarios de prácticas

(Güell et al., 2009) sociales seleccionados: comités comunitarios, talleres de imaginarios,

pactos ciudadanos y, programa de planeación local y presupuesto participativo

implementados en la jurisdicción PUI-NOR.

230

Cada uno de estos hitos se describe, analiza, explica y comprende tal y como quedó

expuesto antes, desde las acciones efectuadas para tramitar las tensiones entre

institucionalidad, subjetividad y conocimiento práctico, bien mediante el ejercicio de los

juegos de las prácticas o por medio de las enseñanzas y aprendizajes que las renovaron y,

en ellos, identificando claramente elementos de la institucionalidad y de las subjetividades

intervinientes; aspectos relevantes de los juegos de las prácticas sociales realizados para,

luego analizar, explicar y comprender asuntos que poseen, alusivos a las prácticas sociales

individuales y colectivas, a manera de fuente de las motivaciones internas y de los

estímulos externos necesarios para aspirar a obtener de manera consciente, la categoría de

ciudadano territorial y, a la vez, como nutrientes, al estudiar el territorio, para fortalecer los

procesos de formación ciudadana, especialmente, de formación del ciudadano territorial.

Conviene recordar con Güell et al. (2009) que en el escenario de las prácticas, la

institucionalidad aporta unos mínimos de actuación, determinados por las reglas

preestablecidas con el propósito de asegurar coherencia y predicciones adecuadas en las

relaciones a establecerse entre los sujetos de la intervención. Por su parte, las subjetividades

de los que intervienen en la acción, tributan al escenario de las prácticas, las necesidades de

los sujetos por alcanzar niveles de autonomía y de identidad que les brinden sentidos a sus

vinculaciones. Al ponerse en juego ambas contribuciones, complementadas con el

conocimiento práctico acumulado tanto por la institucionalidad como por las

subjetividades, aparecen correspondencias y tensiones dado que no siempre la norma

coincide con los anhelos de los sujetos y viceversa.

En el marco provisto por estas tensiones emergen las prácticas sociales que

posibilitan, desde la institucionalidad, adecuar las situaciones particulares que le demanda

la experiencia a las reglas generales vigentes; y, desde los sujetos, dotar de sentidos propios

y concretos las normatividades existentes. De ahí que, entre discusión y conciliación, surjan

nuevas maneras de hacer las cosas haciendo posible vínculos propositivos y alentadores

entre las exigencias de la institucionalidad y las propuestas de los sujetos que intervienen en

la experiencia. Estos juegos son los que, esquemáticamente, se describen en este numeral,

alusivos a la experiencia PUI-NOR recreando las maneras de actuar y de relacionarse que

231

desplegaron los sujetos en este escenario y en la temporalidad definida por el programa,

para procurar satisfacer sus finalidades y necesidades.

A manera de síntesis se vislumbra en la elaboración que se presenta, la riqueza que

aporta el enfoque de las prácticas (Güell et al., 2009) a la reseña analítica y comprensiva de

las prácticas sociales vinculadas transversalmente al proceso de constitución del área de

influencia del PUI-NOR en territorio, haciendo visibles tanto las individuales asociadas con

las formas de actuar con otros, como las colectivas vinculadas con acciones grupales.

Permiten no sólo aflorar la condición humana (Arendt, 1996) de los sujetos que intervienen

sino que, al tiempo, dejan ver otras maneras de vivir, de recrear y habitar el mundo

cotidiano (De Certeau et al., 2006), de entender las lógicas y el poder simbólico de las

prácticas (Bourdieu, 1980, 2000) de tal manera que se pueda vislumbrar, aún en medio de

las dificultades propias de experiencias como la analizada que es posible, siendo iguales y

diferentes, al tiempo, aspirar a vivir juntos (Touraine, 2001). De conjunto, todo ello,

vislumbra y expone el potencial pedagógico que contienen estas prácticas, en el marco de

los estudios del territorio, es decir, al poderse considerar el territorio como también

contenido y medio de enseñanza, por tanto, objetos relevantes para vigorizar la formación

ciudadana, en particular, la concebida desde la teoría de los procesos conscientes (Álvarez

de Zayas, 1998, 1999), en la perspectiva de los aportes de la geografía crítica.

La experiencia PUI-NOR, concretamente en su jurisdicción, es decir, la realidad en

donde se pueden verificar y en donde tuvieron efectos y consecuencias las acciones de los

sujetos, configuró un escenario de prácticas propio, acorde con las actuaciones de quienes

en ella intervinieron, enmarcado por los hechos preexistentes, conforme al contexto en que

se llevó a cabo. De un lado, aparecen aquellas acciones de los sujetos fijadas por la

institucionalidad vigente con base en las reglas formales que definieron lo que se podía y

debía tener como finalidad de la intervención PUI-NOR; del otro, las orientadas desde la

coordinación de los múltiples intereses provenientes de las subjetividades de quienes

participaron de la experiencia; y, además, las dirigidas por el conocimiento práctico

acumulado, es decir, por aquella manera de hacer las cosas que ha imperado y generado

resultados satisfactorios en la manera de intervenir la realidad. Identificarlas, nombrarlas,

describirlas y reseñarlas es necesario y, casi indispensable, para comprender en su análisis y

232

explicación el escenario en el que se jugaron los diversos roles y las prácticas que

acompañaron el proceso de constitución del territorio en la jurisdicción PUI-NOR.

En primer lugar, es conveniente dibujar los elementos con los que tributó la

institucionalidad a la prefiguración del escenario de las prácticas propio de la experiencia

PUI-NOR. El punto de partida lo constituye la consideración del país, en el artículo 1 de la

Constitución Nacional de 1991, como un Estado social de derecho, democrático,

participativo y pluralista (Manrique, 1991) y, por tanto, en donde prevalecen ante todo, los

derechos fundamentales, sociales, económicos y culturales, colectivos y del ambiente, lo

cual le otorga el techo normativo que le cubre y brinda las posibilidades institucionales

requeridas para adelantar procesos de desarrollo participativo; estas reglas del juego

expedidas para el escenario nacional fueron complementadas con la puesta en vigencia del

proceso de desmovilización, paz y reinserción a la vida civil de combatientes provenientes

de los grupos alzados en armas y con la estrategia de sistemas masivos de transporte

público urbano. En Medellín, especialmente, con los aprendizajes generados por las

experiencias de desarrollo urbano comentadas en el numeral 1.3 del presente texto, en

particular, con PRIMED I y II, el PMIB y los PUI; la implementación mediante los

Acuerdo 43 de 1996 y 2007 de la estrategia de planeación del desarrollo zonal; la puesta en

vigencia del POT mediante el Acuerdo No. 62 de 1999; y, de manera determinante, con la

adopción de los PDM para los períodos 2004-2007: Medellín compromiso de toda la

ciudadanía (DNP, 2008, pp. 13-15) y, 2008-2011: Medellín ES solidaria, junto a los

avances en el plan alternativo zonal-PAZ de la zona nororiental de la ciudad.

Todo ello, en conjunto, permitió dibujar, imaginar y soñar con un mundo para todos,

el mundo social (Güell et al., 2009), sin exclusiones, inequidades y desatenciones

estructurales; un mundo posible de ser debatido, concertado y construido conforme las

exigencias de las reglas adoptadas y puestas en vigencia mediante la normatividad expedida

y, al tiempo, atendiendo las demandas y necesidades de quienes habitaban la realidad

intervenida: la jurisdicción PUI-NOR, definiendo y distribuyendo entre los beneficiarios

del programa los recursos, roles, poderes e información requeridos para procurar obtener

los resultados previstos, en medio de las tensiones propias que se generaron, desatadas

233

tanto por la normatividad establecida formalmente, como por las costumbres y

conocimientos implícitos transmitidos por la cultura en forma histórica y recurrente.

En segundo lugar, resulta de interés tipificar las subjetividades provenientes de los

intereses, anhelos, sueños e ideales de los sujetos que actuaron en la experiencia PUI-NOR;

del mundo con sentido propio, para mí (Güell et al., 2009). De hecho, tal y como quedó

expuesto antes, la jurisdicción del PUI-NOR estaba previamente cargada de múltiples

necesidades: de vivienda digna, de vías y senderos que interconectaran y mejoraran la

movilidad barrial, de espacio público, de equipamientos comunitarios adecuados para

educación, salud, recreación y deporte, de estabilización de taludes y control del riesgo

geológico, de escenarios de convivencia, de fortalecimiento de la sociedad civil, en fin, la

lista era larga y reiteraríamos enunciándola; todas ellas, requerían atención e intervenciones

integradas. Por otra parte, los habitantes de esta zona de la ciudad también cargaban con

emociones propias de las historias de luchas, asentamientos y esfuerzos por alcanzar

niveles de vida digna, en medio de diversos y complejos conflictos, entre ellos, el armado,

generado por la confrontación entre grupos al margen de la ley. Las trayectorias seguidas

por la forma de ocupación del espacio geográfico; las dinámicas sociales, políticas,

económicas y culturales que convergieron en esta materialidad; y, al tiempo, las

semantizaciones que fueron gestándose brindaron a los pobladores y a sus organizaciones

sociales, capacidades propias para percibir la realidad, interpretarla y comunicarla

conforme sus posibilidades y, ante todo, para definir los intereses e identidades a poner en

escena al relacionarse con los otros, con los vecinos y los actores institucionales.

Con lo expuesto, se prefiguraron motivaciones y estímulos para la acción, gustos y

preferencias por unos u otros tipos de intervención, formas de relacionarse y beneficiarse de

los programas y proyectos adelantados en la jurisdicción PUI-NOR. Con ello, personas e

individuos de manera particular, familias y organizaciones sociales, cívicas y comunitarias

en forma generalizada, determinaron los alcances y los límites de su interacción, así como

los incentivos e intercambios que habrían de jugarse en el marco del PUI-NOR. El

resultado, veremos, fue el establecimiento de reglas esenciales para comunicarse de tal

manera que todos quedaran incluidos; de formas de discusión, debate y decisión colectivas,

haciendo prevalecer el criterio del bienestar común frente al interés particular; de aprender,

234

comprender y respetar el saberse poner en el lugar de los otros, identificando no sin

dificultades, lo que es lugar común y particular, lo semejante y lo diferente, lo adecuado e

inadecuado, lo debido e indebido para ponerlo en escena en cada práctica social donde se

debatieron los temas relevantes de la intervención integral realizada.

En tercer lugar, es importante develar los aspectos más significativos del

conocimiento práctico acumulado tanto por las instituciones intervinientes como por los

pobladores de la jurisdicción del PUI-NOR puesto en escena durante la experiencia

acontecida. Ambos, institucionalidad y subjetividades que intervinieron en el programa,

acumularon desde antaño, formas de hacer las cosas, maneras de proceder y actuar que, de

alguna manera, les dieron en su momento los resultados que esperaban, así los

procedimientos no hubiesen sido los más pulcros. Relaciones clientelistas, transacciones

politiqueras y prácticas corruptas fueron hechos que, por su repetición y con el correr del

tiempo, se fueron convirtiendo en “norma” para lograr que se atendieran las necesidades de

la población, se llevaran a cabo intervenciones requeridas, se adquieran bienes y servicios.

También, por desgracia, imperó la ley del “más fuerte”, la que por años impusieron

los actores armados ilegales; la exclusión y el estigma acompañó por años las formas de

hacer las cosas no solo en la jurisdicción PUI-NOR sino en la zona nororiental de la ciudad.

El efecto fue apenas obvio, tal y como quedó expuesto en el numeral 3.2.1, en lo

relativo al contexto: geografía olvidada, tierra de nadie, imperio de la ilegalidad y el

crimen, invasiones, viviendas en alto riesgo geológico, violencias, desempleo, exclusión,

temores y, por poco, todas las desesperanzas posibles. Las tensiones generadas por las

interrelaciones entre esta institucionalidad, subjetividades y conocimiento práctico,

provenían de diversas frentes. Uno, el asociado con la necesidad de hacer imperar la ley, el

orden y la norma; recuperar la institucionalidad; fortalecer la gobernabilidad; implementar

un proyecto político democrático y alternativo que había sido elegido para orientar los

destinos de la ciudad. Otro, enfrentar las subjetividades latentes, las necesidades estancadas

y desatendidas por años, junto a las diversas emociones presentes tanto al interior de los

pobladores como de sus organizaciones y, además, de estos en relación con la

institucionalidad, especialmente la ligada a las estructuras gubernamentales. Uno más,

aquellas que se fueron acumulando y sirvieron de base al conocimiento práctico, como las

235

maneras de hacer las cosas, ilegales e ilegitimas, pero que brindaban resultados semejantes

a los esperados tanto por la institucionalidad como por las subjetividades.

Estas y otras tensiones, generadoras de los escenarios de las prácticas sociales en la

jurisdicción del PUI-NOR, se recrean a continuación en los cuatro hitos seleccionados para

describir, analizando la manera en que se tramitaron, los juegos de prácticas a los que se

acudieron, los cambios que generaron tanto en la institucionalidad como en las

subjetividades y, ante todo, los nuevos aprendizajes acumulados para soportar lo que ha de

sustentar la intervención integral efectuada, con posibilidades de replicarla.

Lo descrito, en síntesis, constituye el escenario de las prácticas propio de la

experiencia PUI-NOR; aquel en el cual se presentaron tensiones y no solo

correspondencias, provenientes de un lado, de la manera en la que la institucionalidad

definió las reglas o normas del juego, le dio sentido a la intervención y determinó la manera

en que se podían distribuir los recursos disponibles, con el propósito de alcanzar los

objetivos propuestos; del otro lado, de la puesta en juego de los intereses de los sujetos que

intervinieron en la experiencia; y, así mismo, del conocimiento práctico acumulado que

incidió en la manera como se llevó a cabo la experiencia PUI-NOR. A manera de

ilustración y con los límites obvios que imponen los alcances investigativos, se recrean los

hitos identificados como los más relevantes de la experiencia, describiéndolos,

analizándolos desde el escenario de prácticas que enfrentaron, los juegos de prácticas que

se implementaron, así como los cambios y aprendizajes nuevos surgidos de ellos: comités

comunitarios, talleres de imaginarios, pactos ciudadanos, programa de planeación local y

presupuesto participativo, planeación del desarrollo zonal y de comuna.

Los comités comunitarios:

Los comités comunitarios hicieron parte de la intervención social diseñada para el PUI-

NOR, como una de las más importantes estrategias de sensibilización, información,

concertación, divulgación y promoción del programa al interior de las comunidades. Se

consideraron espacios potentes para la promoción de nuevos liderazgos mediante la

convocatoria amplia y generalizada a participar efectuada a toda la población beneficiaría

236

del programa; la orientación pedagógica y el acompañamiento en el proceso de aprendizaje

para la participación fueron elementos previstos de gran valor (EDU, 2007b). Para alentar

la intervención en su jurisdicción, se conformaron cuatro comités comunitarios: Andalucía,

Popular, Santo Domingo Savio y Juan Bobo, los cuales a la vez, contaron con la

vinculación de 126 organizaciones sociales y comunitarias (DNP, 2008, p. 107). El

propósito central de estos comités fue

dar a conocer a la comunidad lo que se va a hacer incluirla en la realización del proyecto. En términos generales, para el PUI nororiental (EDU y DAP, 2005), la conformación de los comités, se constituyó en eje de la intervención, en tanto se logró que las obras de infraestructura se convirtieran en herramienta de desarrollo social, generadoras de mecanismos de participación e inclusión para no sólo ayudar a que los proyectos se validaran colectivamente, sino para fortalecer los individuos que conformaron los comités mediante la capacitación para la organización social, la gestión y la ejecución del programa, generando el surgimiento de nuevos líderes capaces de orientar los procesos sociales y fortaleciendo el tejido social (DNP, 2008; p. 108)

De entrada se observa que tanto la concepción como el propósito endilgado a los comités

comunitarios estuvo dirigido a posicionar la institucionalidad base del PUI-NOR, convocar

las múltiples subjetividades presentes y, al tiempo, generar un espacio colectivo, para todos,

en donde se pudieran expresar los variados y múltiples conocimientos prácticos

acumulados. Así lo recuerdan G.E. López (entrevista, 30 de julio. 2010) y E. Díaz

(entrevista, 10 de agosto, 2010): retomamos la experiencia y los aprendizajes que dejaron

PRIMED y metrocable; sabíamos que debíamos continuar conversando y sobre todo,

neutralizando los líderes tradicionales, los voceros de los grupos armados ilegales, los

desmovilizados y los reinsertados para que no impidieran hablar a los vecinos, a los nuevos

líderes que necesitamos que participaran; los comités fueron la clave porque allí se

convocaron y participaron todos, cada uno buscando su beneficio pero, al final,

concertando lo que les beneficiaba a todos.

La metodología PUI definió como aspecto relevante de la intervención a realizar en

la nororiental, la promoción y participación comunitaria, orientada a contribuir al

mejoramiento del nivel de vida de las personas y familias localizadas en su jurisdicción

(EDU, 2007a). Mediante los comités comunitarios se buscó aportar a este propósito desde

la animación de procesos sociales que cimentaran el diálogo, la participación, la sana

convivencia y el fortalecimiento de las organizaciones sociales y comunitarias, vinculando

237

la población a procesos de diálogo, discusión, concertación, gestión y planeación de las

acciones dirigidas al desarrollo integral del área de intervención.

Variadas tensiones debió afrontar desde sus inicios el PUI-NOR , generadas por el

escenario de prácticas resultado de la institucionalidad, las subjetividades y los

conocimientos prácticos puestos en juego. En primer lugar, surgió la relacionada con la

identificación de las necesidades, su priorización, discusión, análisis, concertación y

decisión de las acciones mejoradoras. De hecho, los criterios definidos por la

institucionalidad dirigidos a hacer prevalecer el bien común sobre el interés particular y

considerar siempre para todos los efectos procedimientos democráticos, entró en disputa

con los intereses y necesidades de las múltiples subjetividades que se convocaron a

participar y la aparición del conocimiento acumulado para atenderlas.

La estrategia para enfrentar esta tensión con éxito, generando escenarios de

prácticas adecuadas, democráticas y participativas, consistió en determinar con criterios

claros la conformación de los comités comunitarios. Al efecto, se estableció que su

convocatoria füera liderada por el equipo social de la EDU, mediante acciones de

divulgación, socialización y motivación del programa en su jurisdicción, con la finalidad de

promover la vinculación y participación de los líderes de las organizaciones sociales

tradicionales, así como de la población en general, estuviera o no vinculada formalmente a

algún tipo de organización comunitaria; para conformar el comité, se hicieron asambleas

comunitarias, barriales y de comuna, en las cuales se brindó la información básica sobre el

programa, en particular sobre la necesidad de vincular a todos los voceros sociales en la

fase de planeación de la intervención a realizar, de acuerdo con las necesidades

identificadas de manera colectiva.

La respuesta de la gente fue increíble; salieron vecinos de todas partes; hicimos

muchas reuniones barriales con más de cien personas y hasta casi la media noche; los

recorridos barriales parecían procesiones de semana santa; tanto que debimos hacer

subgrupos por componentes del programa, unos se dedicaron al tema de la vías, otros de los

parques, otros de los puentes, otros de las viviendas, otros de los escenarios deportivos y

así, de a poco, todos se fueron metiendo en el cuento (E. Díaz, entrevista personal, 10 de

agosto, 2010). Los pobladores y voceros de las organizaciones sociales entendieron

238

rápidamente el mensaje, lo aceptaron, lo adoptaron y actuaron en consecuencia. El

aprendizaje más relevante estuvo asociado con la inclusión interna, es decir, aceptar al otro,

así tradicionalmente antes no hubiese participado, valorando sus aportes y contribuciones.

No sin dificultades, se empezó a practicar la participación de todos, en medio de sus

diferencias, para que se privilegiara el beneficio colectivo, neutralizándose el interés

particular al ponerse en juego identidades, poder, intercambios e información sobre las

propuestas del programa.

Cuando empezamos vimos que los representantes de organizaciones sociales tradicionales fueron escépticos y algunos se hicieron a un lado diciendo que no, que ellos tenían un reconocimiento tradicional en la zona, que cómo así que nosotros íbamos a invitar a fulanito y a peranito a participar, que ellos no compartían eso y se retiraron porque las JAC y las JAL, sobre todo, pedían exclusividad y prioridades. Insistimos en la estrategia; fortalecimos los comités comunitarios como espacios abiertos para todos, en donde todos eran tratados como iguales, entonces los líderes tradicionales volvieron diciendo que les interesaba mucho el desarrollo de sus barrios pero que pedían un espacio aparte con la EDU. No aceptamos y continuamos el trabajo como se había planteado. De a poco, cuando los líderes tradicionales fueron viendo los resultados y que seguíamos el trabajo aun sin ellos, volvieron, se acercaron y decidieron acompañar el proceso hasta el final, convirtiéndose en los principales aliados que tuvo el programa (E. Díaz, entrevista personal, 10 de agosto, 2010).

En segundo lugar, la experiencia PUI-NOR debió enfrentar la tensión relacionada con la

exclusión, el estigma y los liderazgos tradicionales e impuestos por la vía de la fuerza

armada e intimidatoria de los grupos al margen de la ley, enfrentada con el propósito de

vincular a todos los beneficiarios mediante la valoración y el reconocimiento de valores y

principios democráticos. La estrategia implementada en el escenario de las prácticas

sociales conexas fue el logro de la participación democrática de los diversos actores, legales

e ilegales, legítimos e ilegítimos, en todas las fases del programa, basada en la cualificación

de los liderazgos existentes tanto para soportar la ejecución como la continuidad en el

desarrollo de su territorio. Esta participación desde los comités, se materializó mediante el

acompañamiento y respaldo colectivo en la divulgación, promoción y ejecución de los

variados proyectos previstos por PUI-NOR; para hacer más efectiva la participación de los

actores que intervinieron, se desataron acciones de capacitación como herramienta

necesaria para la adquisición de conocimientos que posibilitaron y cualificaron la

participación en el marco de la concepción acerca de que para aprender a participar, era

necesario hacerlo participando (EDU, 2007a, p. 34), de tal manera que se afianzaran

sentidos de pertenencia, identidades colectivas, autoestimas capaces de enfrentar los

239

diversos poderes en juego para hacer intercambios que, por regla general, brindaran

satisfacciones a la mayoría de los participantes.

Entre los aprendizajes que emergieron resaltan la decisión y deseo de opinar,

participar en la toma de decisiones, atreverse a realizar veedurías a las acciones

implementadas y servir como agentes multiplicadores del saber acumulado para

compartirlo con otros, con sus vecinos y colegas; valorar la autogestión colectiva,

articulada como corresponsabilidad al proceso de planeación que acompaño el programa;

vincularse a la elaboración de los reglamentos internos del comité, la evaluación crítica y

propositiva de su funcionamiento y, en últimas, incrementar la apropiación individual y

colectiva del programa (EDU, 2007a, p. 34). Recreando este aspecto, decían E. Díaz

(entrevista, 10 de agosto, 2010) y E. Idárraga (entrevista, 18 de agosto, 2010) que los

representantes de los comités comunitarios, cotidianamente

Tomaban notas de lo que estaba pasando en las obras, aciertos y fallas; las llevaban al comité; allá las discutían entre todos y después citaban al contratista al cual se le planteaban las irregularidades; delante de todo el comité se hacían los acuerdos para implementar los correctivos. Estos voceros de los comités recibieron capacitación en veedurías ciudadanas por parte de la Personería Municipal y cumplieron a cabalidad su función. Todos los contratistas sabían que les estaban poniendo cuidado y solo uno, de todos los que se contrataron quedó mal; inclusive todavía está terminando sus compromisos en el parque lineal La Herrera.

En tercer lugar surgió la tensión asociada con la toma de decisiones apelando a criterios

democráticos e incluyentes. Este escenario no sólo movilizó los conocimientos prácticos

institucionales y de las subjetividades acumuladas sino que puso en juego poderes e

información que, entre otras cosas, permitieron intercambios y a la vez, afianzar

identidades. Los comités comunitarios fueron concebidos y, poco a poco, posicionándose

como espacios para la concertación y el diálogo como esencia de las interrelaciones entre

sujetos sociales, institucionales, no gubernamentales, académicos y del sector privado;

como tales, no sólo se ocuparon de las obras que transformaron la materialidad, el espacio

geofísico de la jurisdicción PUI-NOR, también atendieron las acciones dirigidas a mejorar

relaciones de vecindad y fortalecer la estructura organizacional desde su base, en procura

de hacerse cada vez menos vulnerables a los fenómenos de violencia y manipulación.

Por ello uno de los principales obstáculos que debió superar el programa fue el

relacionado con la necesidad de propiciar y posibilitar un cambios significativos en la

240

mentalidad de los pobladores, así como en los representantes que hacían parte de los

comités comunitarias, ampliando su visión e incrementando su compromiso con el

desarrollo integral de sus barrios y comunas, de su ciudad (EDU, 2007a). La labor no fue

fácil, sin duda; R. Cardona (entrevista, 5 de febrero. 2011) lo reconoció al ratificar su

testimonio registrado en el texto de la Alcaldía de Medellín (2006, p. 62):

La mucha concertación, y el mucho contemplar uno la comunidad, es dañino, porque si yo sé cómo se hace el almuerzo, para qué permito que otra, por darle gusto, me le eche otro condimento, si yo lo sé hacer como creo que queda bien. Entonces yo pienso que el exceso de democracia, participación y concertación es muy difícil (...). Rosalba Cardona, Presidenta JAC-Santo Domingo Savio.

Sin embargo los cambios y aprendizajes asociados con esta tensión fueron relevantes. La

imposición, el autoritarismo, la presión indebida, los mecanismos de fuerza para imponer

las acciones a realizar fueron proscritos; en su defecto, los debates amplios, la participación

activa y crítica, las discusiones argumentadas, la prevalencia de criterios técnicos y sociales

al momento de decidir qué hacer, fueron la guía de la acción de los comités comunitarios:

“No había otra forma de hacer las cosas ya; la manera como las hacíamos antes ya no

funcionaba con la EDU por más que insistiéramos; ellos llegaron con otra ideas y con otras

formas de trabajar y nosotros finalmente entendimos, aprendimos, aceptamos y así las

fuimos haciendo con ellos. La verdad, hoy día tenemos que reconocer que así es mejor; hay

menos problemas entre nosotros y todos quedamos claros, sabiendo lo que se hizo y porque

se hizo de eso manera. Ya aprendimos y lo seguiremos haciendo así, con todos los vecinos,

hablando y decidiendo juntos. Unas veces ganamos y hacemos lo que queremos unos y

otras otros, pero siempre buscando que nos beneficie a todos (L.M. Gómez y L. Lemus,

entrevista personal, 18 de septiembre, 2010).

Por último, no menos importante, entre otras múltiples posibles de registrar a partir

de la documentación del PUI-NOR, aparece la tensión sobre generación de reglas del juego

para la orientación del programa, la manera de distribuir y asignar recursos disponibles, el

vínculo de todos los beneficiarios y hacer prevalecer el interés colectivo sobre el particular.

La atención de este aspecto fue determinado, de manera importante, por la definición de las

funciones de los comités comunitarios; no sólo fueron procesos colectivos, de debates

amplios y candentes recuerda E. Díaz (entrevista, 10 de agosto, 2010) sino ricos en

procedimientos democráticos, respetuosos de la diversidad y muy fructíferos.

241

Además de los criterios “antidesgaste” acordados para evitar desmembrar los

comités, se acordaron funciones en cuatro líneas, a saber: difusión, planificación, gestión,

seguimiento y evaluación; se definieron los criterios para integrar y elegir los

representantes en cada comité atendiendo criterios democráticos donde imperó la regla de

oro de la mayoría, en razón a que era claro que estos voceros serían los interlocutores

comunitarios ante la institucionalidad, en este caso liderada por la EDU; y, además, se

establecieron tres momentos para la actuación de cada comité: en el primero, se agrupaban

las acciones en torno a conocer y manejar la información sobre los componentes del

programa; en el segundo, asumidos los comités como espacios de participación, se

desataban acciones de concertación, negociación y convalidación de actuaciones

urbanísticas y se iniciaba el proceso de aprendizaje como multiplicadores de la

información; en el tercero y último, se identificaron las posibles intervenciones a realizar,

presentadas en forma de propuesta, aporte e iniciativa colectiva en los talleres de

imaginarios, así como en la selección de la mano de obra comunitaria a emplear en la

ejecución de las mismas (EDU, 2007a, p. 35).

Foto 13. Comités comunitarios PUI-NOR

Fuente: archivo fotográfico PUI-NOR, EDU (2007)

El balance del escenario de prácticas generado por los comités comunitarios es altamente

positivo. No sólo posibilitó su demarcación clara y apropiada sino que desató estrategias

adecuadas para identificar y atender las diversas tensiones que emergieron; adicionalmente,

242

posibilitó cambios en las formas de relacionarse por parte de los sujetos que intervinieron,

en la institucionalidad, las subjetividades y los conocimientos prácticos puestos en juego,

con lo cual aparecieron aprendizajes e incentivos para continuar construyendo juntos su

territorio, en medio de las dificultades propias que les ofreció el contexto. El imperio de la

democracia en todas sus dimensiones, fortalezas y debilidades se consolidó; los

procedimientos democráticos se impusieron por encima de actitudes y prácticas jerárquicas

y excluyentes. Pobladores y líderes tradicionales, institucionales y naturales se fortalecieron

en convivencia, respeto por la diferencia y respaldo a liderazgos colectivos; los beneficios

fueron valorados y exaltados como aspecto central en los comités comunitarios.

La idea del comité es muy buena, le ha servido a algunos líderes para proyectarse mejor en la misión y la visión de lo que están haciendo, y a nosotros como presidentes de acción comunal, para recuperar contactos que habíamos perdido, tanto con el barrio como con la misma comunidad (...). La metodología me parece excelente, puesto que nunca antes se había visto que en un proyecto estuvieran tan de cara a la comunidad y le dieran tanta participación a cada uno de los miembros, sin importar que sea un líder o no, además les ha ayudado a las personas al desarrollo personal, algunos que no se expresaban bien en público ahora lo vienen haciendo mejor; los que no conocían su vocación de liderazgo, ya lo han hecho, por ejemplo, en Juan Bobo, ellos se conocían como vecinos normales y ahora empezaron a gestionar; han venido trabajando duro lo que hace que se formó el comité del PUI. Jorge Andrés Agudelo. Presidente de la Junta de Acción Comunal de Villa del Socorro. Comité comunitario de Andalucía (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 58)

Así lo reconoció la EDU (2007b, p. 36) al expresar que con la conformación,

implementación y fortalecimiento de los comités comunitarios, la elaboración del plan

maestro del programa y los planes de acción por sectores, se logró dibujar horizontes más

claros que permitieron motivar a los pobladores y las organizaciones comunitarias para la

identificación, priorización, gestión y ejecución de proyectos en la zona de intervención. Es

decir, las tensiones avistadas entre institucionalidad, subjetividades y conocimiento práctico

fueron administradas mediante la valoración de las identidades, el intercambio y juego de

poderes e información para, colectivamente, apostarle del mismo lado al PUI-NOR,

generándose los cambios y aprendizajes reseñados.

Los talleres de imaginarios:

Expuestas las acciones mejoradoras de la situación a atender en la jurisdicción de la

experiencia PUI-NOR, debatidas colectivamente, concertadas y priorizadas atendiendo

243

criterios de beneficio general, planeada participativamente la intervención e identificados

los lugares donde era más conveniente llevarlas a cabo mediante la estrategia de los cuatro

comités comunitarios promovidos, correspondió ahora en los talleres de imaginarios,

diseñarlas conjuntamente, entre los beneficiarios y los técnicos de la EDU, atendiendo las

reglas de juego acordadas, los criterios de distribución de recursos validados y los intereses,

las necesidades y anhelos de la población aglomerada en los comités y representada por los

voceros democráticamente elegidos. Se trató de un diálogo abierto, sincero, propositivo y

productivo entre el saber popular de la población y el saber académico de los profesionales

de la EDU (J.O. Ortiz, entrevista personal, 26 de agosto, 2010).

Los talleres de imaginarios no fueron una estrategia de iniciativa de la EDU, ni de

su equipo social, pensada y prevista desde la concepción del PUI-NOR; surgieron de los

pobladores, de sus líderes y sus organizaciones al comprender y asumir su participación,

activa y crítica, en la toma de decisiones del programa. La experiencia PUI-NOR se

encontró con los talleres de imaginarios tratando de plasmar en papel las ideas, propuestas

y alternativas de solución a la problemática identificada por el colectivo que estaba

vinculado a los comités comunitarios; con esta actividad se dio inicio a la etapa de diseño

de las obras que habría de realizar el programa.

Cuando llegó la hora de presentar al equipo directivo y técnico de la EDU lo que como arquitectos y sociales teníamos como propuesta para hacer en el PUI-NOR yo le dije a Alejandro, que era el coordinador técnico: yo no tengo proyecto; yo les voy a mostrar una propuesta que con la ayuda del equipo social construí con la gente, recorriendo el barrio Popular. Esto que les voy a mostrar, yo no lo hice; lo hizo la gente; yo solamente voy a ser un vocero entre lo que quiere la comunidad y lo que plantea la EDU; yo no hice un trabajo mío; lo que hice fue traducir las palabras de los integrantes del comité en un perfil de proyecto y eso es lo que les voy a mostrar hoy. Alejandro quedó sorprendió y dijo ¿cómo así? Y yo empecé a contar el cuento. Todo empezó cuando le mostré a la comunidad el primer mapa. Ellos dijeron que las cosas no eran así e hicieron otro mapa; me dijeron que fuéramos con ellos al barrio y eso parecía una procesión; pintaron parques, zonas de recreación con bancas y juegos infantiles, piscinas públicas; mire estos vídeos y estos testimonios. A Alejandro se le aguaron los ojos, inmediatamente se paró y llamó a Fajardo y le dijo: Alcalde, vamos a hacer estos proyectos de la mano con la gente. Entonces el Alcalde le dijo: vamos pa esa, cuente con todo el mí apoyo porque eso es voluntad política. Eso se volvió política de intervención y apareció el nombre de talleres de imaginarios; luego se implementaron también en Andalucía, Juan Bobo y Santo Domingo Savio (J.O. Ortiz, entrevista personal, 26 de agosto, 2010).

El taller de imaginarios se convirtió en una metodología de diseño social empírico por

medio de la cual se involucró a la población en general, a los líderes y a voceros

comunitarios en la formulación y el diseño participativo de los proyectos de intervención

244

planeados, en la participación activa durante todas las etapas del programa, es decir, desde

la identificación de problemáticas y oportunidades mediante recorridos de campo, pasando

por el prediseño y el diseño participativo de la acción, hasta la formulación y aprobación de

los proyectos involucrando las exigencias normativas, los anhelos de los sujetos partícipes

y las tensiones propias de la toma de este tipo de decisiones relevantes al momento de

incidir en la atención de necesidades, en ocasiones, históricamente represadas y

desatendidas. Entre los resultados más tangibles de los talleres de imaginarios se destacan,

entre otros, el que posibilitaron la formación de los sujetos para la participación, la decisión

y la corresponsabilidad en la acción a ejecutar; promovieron la concertación desde

escenarios y prácticas democráticas; facilitaron y exaltaron la participación de los diversos

actores interesados en el programa poniendo en juego sus múltiples anhelos, intereses y

visiones; y, además, como hecho que aglutina, favorecieron, respetaron y acataron las

decisiones tomadas por la población, líderes naturales y tradicionales, sus voceros elegidos

democráticamente en asambleas barriales validadas colectivamente, en relación con el

modelo de intervención integral propuesto y orientador del PUI-NOR.

La comunidad participa identificando potencialidades de la zona, haciendo propuestas y en la concertación sobre actuaciones urbanísticas, en los talleres imaginarios, en la formación sobre el uso y apropiación de los espacios públicos, en la veeduría a los proyectos y en los comités de obra, en la selección de mano de obra, en la ejecución de los proyectos y en la entrega de éstos a la comunidad (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 17)

El escenario de prácticas sociales generado mediante los talleres de imaginarios también

enfrentó diversas tensiones entre institucionalidad, subjetividades y conocimiento práctico.

Se destacan las relativas al diálogo de saberes para definir las intervenciones a realizar, su

ubicación, tipología, uso y mantenimiento; la consideración del alcance y los límites de la

normativa urbanística vigente así como de los anhelos, deseos y sueños de los pobladores;

la tradición impositiva del criterio técnico, fundado en el saber académico, sin

consideración del criterio empírico proveniente del saber popular; la ausencia visible

históricamente de escenarios de participación, diálogo, debate y concertación de asuntos

técnicos; y, entre otros, la evidencia acerca del inicio de obras de infraestructura por parte

de la institucionalidad pública que, por lo general, no obedecían a criterios de beneficio

general y, además, por lo regular, quedaban inconclusas.

245

Para atenderlas, los talleres de imaginarios contribuyeron de manera determinante,

mediante la implementación de lógicas de vinculación activa, consciente, crítica y efectiva

en la totalidad de la fase de diseño; ello implicó partir del reconocimiento físico y social de

las necesidades y anhelos evidentes en la jurisdicción PUI-NOR, entre todos, mediante los

recorridos barriales y los debates al interior de los comités comunitarios; luego, dibujar y

concertar entre los voceros comunitarios lo que representara sus sueños, a manera de perfil

del proyecto; para luego, trabajar con el apoyo de los técnicos de la EDU en prediseños y

diseños finales de la obra. Para J.O. Ortiz (entrevista, 26 de agosto, 2010) y O. Santana

(entrevista, 26 de agosto, 2010) los talleres de imaginarios aportaron otro elemento

novedoso esencial: abrieron la posibilidad para flexibilizar la normativa urbanística vigente

en la ciudad, buscando su adecuación a su realidad topográfica, en virtud a que no era lo

mismo legislar para terrenos planos que para otros con pendientes de casi 45 grados, como

los de la zona nororiental; este hecho alivió quizá la tensión más fuerte que debía

enfrentarse dada la prohibición normativa vigente para construir infraestructuras en estos

terrenos, enfrentada al agotamiento de predios urbanos aptos para atender las demandas y

requerimientos de equipamientos comunitarios para diversas necesidades en educación,

salud, deporte, recreación, espacio público, movilidad, paisajismo.

Con el tiempo, en la medida que se fue experimentando la estrategia, los talleres de

imaginarios definieron los cuatro pasos que hoy han sido estandarizados (Alcaldía de

Medellín, 2006, pp. 40-46): reconocimiento físico y social, perfil del proyecto,

anteproyecto arquitectónico y proyecto arquitectónico. Todos ellos, animados por la

participación activa y crítica de los voceros comunitarios, el diálogo abierto y desprovisto

de imposiciones entre técnicos y pobladores, los análisis de viabilidad y factibilidad

acordes a la normativa vigente, los juegos de poder e intercambio entre institucionalidad y

subjetividades para acordar lo más conveniente, de acuerdo a la información y el

conocimiento práctico acumulado.

Uno de los primeros recorridos fue el del comité de la Estación Popular, necesario porque el coordinador de diseño de esta zona no encontraba dónde y ni cuáles proyectos hacer. En este recorrido los líderes, conocedores como ninguno de la zona, pusieron todo su saber al servicio del proyecto y junto con ellos se descubre la riqueza ambiental, las oportunidades de crear espacio público, la necesidad de darle relevancia a los lugares que más carga histórica y simbólica tenían, al mismo tiempo que se invertía en infraestructura. Con tantas cosas posibles por hacer el coordinador

246

de diseño junto con el social decidieron realizar una actividad que después se convertiría en uno de los peldaños más importantes y piedra angular de la metodología PUI: El taller de imaginarios. Al principio no se llamó así, simplemente después del recorrido, se vio la necesidad de concretar esas ideas de la comunidad y ponerlas en un papel” (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 42)

Los primeros proyectos del PUI-NOR atendieron los reclamos comunitarios relativos a

acciones anteriormente realizadas que quedaron mal hechas o sin terminar. Para el resto,

aprovechando la experiencia en el Popular, se decidió acudir a los recorridos barriales por

cada centralidad barrial determinada, con el acompañamiento de los líderes de cada una de

ellas, a fin de identificar problemas y oportunidades que dieran como resultado las

propuestas que verdad se necesitaban. Así se implementó el primer paso, el reconocimiento

físico y social; por parte de la EDU se designó para acompañarlos, un coordinador social,

otro de diseño y un arquitecto los cuales asumieron la tarea, junto con el comité

comunitario, de definir los proyectos a realizar.

Un día caminando las calles con Edgar le pregunté: ¿qué hacemos acá? Es muy difícil poder intervenir una zona donde no hay nada y la política nuestra para hacer espacio público no es comprar manzanas de vivienda como antes se hacía, sino aprovechar los lotes residuales para hacer espacio público. Decidimos hacer unos recorridos para que los habitantes nos mostraran los sitios más importantes en su barrio, para que no lo hiciéramos nosotros, porque yo me camino estas calles pero no es tan importante lo que yo piense, es más importante lo que ellos piensen. John Octavio Ortiz, Arquitecto PUI (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 42).

Definidos los proyectos se avanzó hacia el paso 2, el perfil del proyecto. Para esbozarlo se

acudió al comité comunitario, se les orientó sobre la manera de plasmar en cartulinas lo que

se había identificado en el recorrido barrial, invitándolos a que dibujaran lo que querían y

cómo se imaginaban que debía quedar. El fin era “dibujar como se imaginan su barrio. El

taller de imaginarios se convierte en el primer perfil del diseño” (DNP, 2008, p. 108).

Entonces la comunidad puso todos sus sueños a volar y aparecieron el amor por el agua, la necesidad de proteger un lugar con tanto significado para ellos por ser un sector que tiene varios nacimientos naturales de agua, y la oportunidad de tener un acuario con los peces que los jóvenes del sector ya cultivaban allí. Desde ese momento y para todos los demás proyectos sin excepción, el Taller de imaginarios pasó a ser la manera en que se creaba el primer perfil del diseño (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 43).

Los pobladores se atrevieron a soñar; sin elementos de diseño pero con el saber propio

del sentido común, de la experiencia, del conocimiento práctico acumulado, fueron

dibujando como podían, lo que imaginaban posible; le otorgaron sentido a sus ideales y

plasmaron lo que los identificaba con la convicción de que esta vez, por fin, con el PUI-

247

NOR, sería posible verlos hechos realidad. En caso de Ernesto Uribe fue típico,

recuerda J.O. Ortiz (entrevista, 26 de agosto, 2010): no sabía dibujar; lo animamos a

hacer el ejercicio, entonces cogió un lapicero rojo e hizo cuatro dibujos; nos dijo que si

hacíamos esas cuatro cosas en el parque, quería muy contento. Dibujó una banca muy

precaria: que tenga bancas, que nos podamos sentar; luego, una fuente: que con toda el

agua que hay por aquí que hagan algo, una fuente, con bancas para sentarse a verla;

después una casita: que mejoremos las casas y los alrededores; y el último era una flor:

que sembremos maticas para que se vea lindo. Es decir, en forma simple, apoyado en su

subjetividad y conocimiento práctico, sin conocimiento técnicos, Ernesto Uribe, junto a

todos los participantes de los talleres de imaginarios, de una u otra manera, incorporaron

en sus dibujos los principales aspectos que todo proyecto urbanístico debe considerar:

mejoramiento de vivienda y entorno, paisajismo y amoblamiento urbano.

Foto 14. Resultados ilustrativos de los talleres de imaginarios PUI-NOR

Imaginario de Ernesto Uribe Imaginario de Dora Gladys

Imaginario de Orlando García Imaginario colectivo del parque Los Pozos

Fuente: archivo fotográfico PUI-NOR, EDU (2007)

248

A partir de los dibujos hechos por los pobladores en el taller de imaginarios y expuestos al

interior de los comités comunitarios se avanzó hacia el paso 3, el anteproyecto

arquitectónico. Los arquitectos y diseñadores de la EDU realizaron los primeros diseños del

proyecto, teniendo en cuenta las necesidades de la gente, todos sus sueños y memoria, su

saber y su experiencia y, al tiempo, la normativa vigente y los recursos disponibles, los

criterios de distribución y asignación conforme las centralidades barriales definidas.

Resultado de ello fueron las primeras imágenes en computador -los renders- que ilustraban

de manera tridimensional la obra a realizar, una vez quedara terminada.

Estas imágenes tridimensionales eran presentadas y argumentadas ante los comités

comunitarios, en donde para sorpresa de los participantes, por primera vez, vieron

fotografías casi reales de los dibujos hechos por ellos y donde se plasmaron sus sueños e

ideales; obviamente no todos quedaron satisfechos porque por ejemplo, recuerda O.

Santana (entrevista, 26 de agosto, 2010), querían que hiciéramos piscinas, pero al

exponerles lo que eso significaba en términos técnicos y los costos de operación y

mantenimiento entendieron el alcance de la obra y las razones por las cuales no se podían

hacer. En otros casos, se debatía sobre conveniencias de ubicación, contenidos, paisaje y

con los aportes de los habitantes, los criterios sociales y los técnicos, se definieron los

posibles alcances de las obras.

Nosotros arrancamos desde los diseños respaldando la parte arquitectónica, basados también en la parte social, con los imaginarios, donde la comunidad plantea fuentes de agua, bancas, o lo que sea, y de la mano, el arquitecto y el ingeniero, vemos si es viable o no, siempre teniendo muy presente los presupuestos que tenemos desde el comienzo. Hugo Grajales, Ingeniero civil PUI (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 46).

Convenidos los ajustes, efectuadas las modificaciones en reunión plena de los comités

comunitarios y entendidos las limitaciones y los alcances del proyecto, los técnicos de

la EDU se regresaban al taller de diseño. Realizaban el proyecto arquitectónico

definitivo, cuarto paso; elaboraban nuevas imágenes tridimensionales y volvían al

comité comunitario para exponerla; allí se discutían entre todos, con aportes

propositivos y críticos, haciendo prevalecer el interés colectivo y apelando a

procedimientos incluyentes y democráticos (E. Díaz, entrevista, 10 de agosto, 2010)

nuevamente los criterios considerados, las posibilidades reales de la obra, sus ventajas y

249

desventajas y se aprobaba el diseño quedando en firme lo realizado en los talleres de

imaginarios; en muy pocas ocasiones, se repetía el proceso anterior en razón a que no se

habían considerado aspectos esenciales que harían inviable o poco factible la obra.

Nosotros felices viendo cómo avanzaba ese parque, eso fue volando, nosotros solicitamos el rediseño, hicimos el taller de imaginarios y a los ocho días nos estaban mostrando los renders, la comunidad hizo unas observaciones y le digo sinceramente que es una de las cosas que a nosotros más unos enorgullece (...). Orlando García, Comité Comunitario Popular (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 46).

Con la estrategia de los talleres de imaginarios las tensiones inicialmente comentadas,

fueron adecuadamente tramitadas. No imperaron la normativa orientadora vigente y los

criterios técnicos de la institucionalidad para definir las intervenciones previstas; tampoco,

las subjetividades propias de los pobladores y sus voceros; menos aún, los conocimientos

prácticos acumulados por ambos para atender este tipo de acciones. Se impusieron los

acuerdos, los diálogos, las concertaciones y los criterios consensuados provinieran bien del

saber popular o del saber académico mediante la activación de juegos de prácticas sociales

vinculados con el respeto por las identidades, la historia y tradición vigentes; con el

ejercicio del poder propio de la institucionalidad y las organizaciones sociales puesto al

servicio del interés colectivo; con los intercambios de interés, anhelos y posibilidades que

brindaba la información disponible.

Todo ello, en suma, generó cambios en las prácticas sociales tradicionales haciendo

emerger nuevas; unas vinculadas con la manera de intervenir por parte de la

institucionalidad, otras asociadas con la manera de proceder de los pobladores y sus

organizaciones sociales. Al tiempo, se generaron aprendizajes asociados con el valor de la

palabra, ya evidenciado desde la construcción de metrocable por Metromed (J.A. González,

entrevista personal, 23 de julio, 2010); con la validez de los procedimientos democráticos

en vez de los autoritarios e impositivos; con la prevalencia del interés general sobre el

particular; con el respeto por los saberes populares y los académicos puestos en escena

mediante los conocimientos prácticos acumulados tanto por la institucionalidad como por

las subjetividades (O. Santana y J.O. Ortiz, entrevistas personales, 26 de agosto, 2010).

250

Foto 15. Talleres de imaginarios PUI-NOR

Fuente: archivo fotográfico PUI-NOR, EDU (2009)

Un aspecto fundamental de la metodología de intervención social desatada por el PUI-NOR

se asienta en los talleres de imaginarios en virtud a que los resultados arrojados por ellos,

evidenciaron que eran la mejor manera de garantizar proyectos integrales, no solo de

infraestructura, ambientales o sociales exitosos, dado que así las cosas, no existe

posibilidad de rechazo por parte de los beneficiarios quienes, además, al involucrarse en

todo el proceso de diseño, construcción, inauguran y cuidado de la obra, terminan

apropiándola, haciéndola propia (Alcaldía de Medellín, 2006). Sin duda, reconoce la EDU

(2006d), los talleres de imaginarios garantizaron la perdurabilidad de las acciones físicas,

ambientales, habitacionales y de infraestructura realizadas por el PUI-NOR, basada en la

participación general propiciada para escuchar a todos los ciudadanos y construir de manera

compartida, en un proceso donde la administración pública y comunidad debieron acercarse

para dialogar y concertar, para respetarse, creerse, aceptarse y trabajar juntos, del mismo

lado, aún en medio de las diferencias y las dificultades propias de estos procesos.

Mediante los talleres de imaginarios se expresó la opinión de los pobladores y

beneficiarios, sus voceros y organizaciones posibilitándose no solo su vinculación activa y

crítica sino, ante todo, propositiva en términos de propuestas de diseño participativo,

definición de prioridades de acción y destinación de usos de los espacios públicos

identificados como prioritarios para intervenir (EDU y DAP, 2005).

251

Ellos decidieron que querían el lavadero de la ropa adentro de la vivienda, arriba sólo para ir a extenderla; entonces los arquitectos vinieron aquí al taller y rediseñaron (...) Ese fue otro paso muy importante para las familias, viendo los planos, concertando con ellos el diseño, haciendo los cambios que necesitaban, porque ese es su sueño. Juan Miguel Pulgarín, Trabajador Social PUI (Alcaldía de Medellín, 2006, p. 49).

En suma, los talleres de imaginarios se constituyeron en escenarios de prácticas donde los

pobladores, mediante sus voceros comunitarios, participaron en cada etapa del proceso de

intervención en la jurisdicción PUI-NOR, convirtiéndose en protagonistas claves de su

desarrollo, en tanto fue con la vinculación de ellos que se definieron los problemas más

relevantes a resolver en los recorridos barriales; se plasmaron los sus sueños en los talleres

de imaginarios, prefigurando el desarrollo futuro del sector, así como los proyectos a

realizar, y luego, con su fuerza de trabajo, calificado o no calificado, se construyeron los

nuevos espacios públicos, equipamientos comunitarios, edificios para vivienda, paseos

peatonales y puentes que mejoraron la movilidad y las centralidades barriales. Con ello,

adicionalmente, se logró que fueran los mismos sujetos actuantes, los que decidieran

“cuidar y disfrutar estos espacios en los que se encuentran porque son producto de sus

sueños. La comunidad construye su barrio y todos participamos en la construcción de la

Medellín que queremos (Alcaldía de Medellín, 2008, p. 173).

Los pactos ciudadanos:

Los pactos ciudadanos fueron acuerdos formales elaborados conjuntamente y suscritos

públicamente entre los voceros de los comités comunitarios y los representantes de la

Administración Municipal con la finalidad de garantizar la apropiación, el uso social y la

sostenibilidad de las acciones de transformación efectuadas en la jurisdicción PUI-NOR;

estos pactos promovieron y llevaron a cabo encuentros reales, emotivos y trascendentales

entre la comunidad, representada por sus voceros democráticamente elegidos en los comités

comunitarios y la Alcaldía, representada por el Alcalde Municipal; mediante ellos, la

“comunidad aprendió a analizar los problemas en grupo, a darles soluciones responsables y

a mejorar las relaciones con el Estado. Nosotros aprendimos que se requieren esfuerzos

colectivos para conseguir resultados concretos” (Alcaldía de Medellín, 2008, p. 62).

252

Estos pactos ciudadanos se concibieron como una de la estrategias pedagógicas del

Manual de Convivencia: una apuesta educativa orientada por la Administración Municipal

a “construir ciudadanía, que recoge las conductas cívicas y la autorregulación” (Alcaldía de

Medellín, 2008, p. 62). Por ello, su construcción, firma e implementación se constituyó en

un ejercicio pedagógico en el que los pobladores, voceros sociales y comunitarios de la

jurisdicción PUI-NOR, construyeron nuevos aprendizajes sobre la importancia de lo

público y sobre sus relaciones con la institucionalidad, especialmente, con la pública

(Alcaldía de Medellín, Secretaria de Gobierno Municipal y Secretaria de Cultura

Ciudadana, 2007; Corporación Región, 2008).

Tal vez los que tanto temen a la asignatura de educación para la ciudadanía deberían leerse el librito - Manual de Convivencia- [...] que redactó el Ayuntamiento de la colombiana Medellín cuando hace unos años se planteó el desafío que parecía insólito: hacer de la ciudad castigada un lugar habitable. Elvira Lindo, escritora y periodista española. El País, Madrid, 1 de noviembre de 2006 (Alcaldía de Medellín, 2008, p. 62).

La estrategia de pactos ciudadanos se enmarcó en el Modelo Medellín: una oleada de

transformaciones en la ciudad de todos los órdenes, tanto educativas como en

infraestructuras, convivencia, seguridad, sociales, económicas, políticas y urbanísticas

guiadas por un enfoque de gestión pública más cercano a la población, más participativo y

dinámico dirigido a generar escenarios de convivencia, de seguridad y de paz, como

fundamentos del mejoramiento en la calidad de vida y el desarrollo humano de la población

en general; la estrategia fue aplicada con éxito en el PUI-NOR, donde la tradición

organizativa y el deseo de proteger el metrocable y las intervenciones complementarias en

Andalucía, La Herrera, Juan Bobo, el Popular, Granizal y Santo Domingo, principalmente,

hechas por la municipalidad entre 2004 y 2008 se amalgamaron y tuvieron felices

coincidencias con los pactos (M. Ocampo, entrevista personal, 26 de noviembre, 2010).

Dentro de la filosofía de los pactos ciudadanos destacamos tres elementos políticos. En primer lugar, el tránsito de la democracia representativa a la democracia participativa, para que las comunidades incidieran en la orientación del interés público. Segundo, la recuperación de la calle como escenario de cultura política: allí se atendieron y discutieron los temas del día a día de las comunidades. Por último, la cercanía entre comunidad y Estado sirvió de base a la corresponsabilidad (Alcaldía de Medellín, 2008, p. 62).

En criterio de la Corporación Región (2008, p. 8), los pactos ciudadanos son espacios para

promover y fortalecer, entre otras cosas, el “principio constitucional de la democracia

253

participativa; el Manual de Convivencia Ciudadana como expresión concertada; la gestión

intersectorial e interinstitucional fundamentada en la transparencia y focalizada sobre

resultados; la comunicación pública como articulación del contacto directo y del uso de

medios locales y masivos; la animación urbana como generación de encuentros para la

apropiación de la ciudad”. Tienen como objetivos (G. Toro, entrevista personal, 30 de

noviembre, 2010), contribuir a la construcción de la convivencia entre los ciudadanos y a la

solución pacífica de conflictos; impulsar la apropiación del espacio público, así como el uso

y sostenibilidad de las transformaciones de ciudad a partir de la participación de la

ciudadanía y la cercanía de la Alcaldía; y, adicionalmente, crear escenarios de

corresponsabilidad diferenciada con el desarrollo de la ciudad, las zonas, las comunas y

corregimientos entre la Alcaldía y la ciudadanía.

Tanto M. Ocampo (entrevista, 26 de noviembre, 2010) como a su turno, G. Toro

(entrevista, 30 de noviembre, 2010), ratificaron la consideración de los pactos ciudadanos

desde su concepción como instrumentos de educación ciudadana, en razón a que generaron

experiencias localizadas de cultura política al enfrentar grupos poblacionales a la

responsabilidad de mejorar sus condiciones de calidad de vida, de convivencia, seguridad y

paz enmarcados en proyectos estratégicos de ciudad; además, se basan en la capacidad

poblacional y organizativa para expresar en sus propios términos, conforme a sus

subjetividades y conocimientos prácticos acumulados, las posibilidades y dificultades que

deben enfrentar en el proceso de transformación de la ciudad, de sus zonas administrativas,

comunas, corregimientos y barrios, bajo la orientación conceptual y metodológica de

trabajar en coordinación y corresponsabilidad con la Administración Municipal;

adicionalmente, porque el proceso del pacto ciudadano se acompaña de la intervención

cultural con propósitos pedagógicos, ayudando a resignificar, revalorar e innovar en el uso,

la apropiación y la simbología de espacios geofísicos y socioculturales transformados, los

cuales estuvieron por años asociados a problemas y tragedias sociales, organizativas,

familiares y personas, pasando luego de la intervención a convertirse en lugares y referentes

para el encuentro superación fronteras y obstáculos físicos para posicionarse como

escenarios de convivencia, armonía y disfrute individual y colectivo.

254

Cuatro fases componen la metodología de trabajo de los pactos ciudadanos:

preparatoria, concertación con la comunidad, sistematización y seguimiento, los cuales se

utilizan de manera secuencial, conforme las características y dinámicas propias de cada

realidad poblacional y de cada lugar donde se determina conveniente suscribirlo (Alcaldía

de Medellín, 2007b; Alcaldía de Medellín y Secretaria de Cultura Ciudadana, 2007). En la

fase preparatoria se lleva a cano la coordinación equipo de pactos con los gestores y

operadores de proyecto de transformación; se formula la ruta para la suscripción del pacto;

se diseñan las estrategias de comunicaciones y de sistematización; se definen los talleres y

los instrumentos metodológicos a implementar; se realiza la sensibilización e inician los

compromisos de las entidades con responsabilidad en el pacto; se responde adecuada y

oportunamente, de manera continua, a las inquietudes de la población, lo cual sirve como

actividad de acercamiento a las personas y organizaciones, a sus perfiles y características,

todo lo cual se constituye en acciones de animación.

La concertación con las comunidades se realiza en la fase 2. Al efecto, se parte del

conocimiento detallado de la situación mediante encuentros con la comunidad; se plantean

y debaten propuestas de movilización ciudadana y de respuesta institucional, así como de

aplicación de recursos de comunicación para difusión amplia del proceso; se realizan

talleres de concertación y construcción de los términos del pacto, así como de los términos

finales; se elabora el documento final de pacto el cual es validado entre los pobladores y los

voceros de la Alcaldía; se inician los preparativos para la realización del evento público de

suscripción del pacto; se firma públicamente el pacto, iniciándose su difusión colectiva,

continuando con las respuestas a las inquietudes en relación con el pacto.

El proceso, como principio fundamente, se sistematiza en la fase 3. Para ello se

generan informes periódicos y se revisa permanentemente el proceso del pacto; se realizan

talleres sobre sistematización de experiencia con los actores involucrados, se construyen

bases de datos y se ordena la información disponible mediante herramientas informáticas;

se difunde el proceso vivido en medios masivos de comunicación social; y, se elabora un

documento descriptivo y analítico de la experiencia la cual es base de la guía o manual que

ha transferir el conocimiento generado.

255

La fase 4 es la del seguimiento al proceso del pacto la cual inicia con la

conformación del Comité de Seguimiento integrado por voceros comunitarios y de la

Alcaldía. Este comité se articula a las instancias institucionales vigentes en el sector del

pacto: Consejo Local de Convivencia, Comité Local de Gobierno y, entre otros, la Casa de

Justicia; es un espacio regular de encuentro entre las comunidades y las entidades que

intervienen la materialidad. Su tarea gira alrededor del establecimiento de dinámicas de

comunicación local para difundir la información sobre el seguimiento, la verificación en

terreno del cumplimiento de tareas y compromisos, la elaboración de informes y

requerimientos a grupos poblacionales y entidades (M. Ocampo, entrevista personal, 26 de

noviembre, 2010 y G. Toro, entrevista personal, 30 de noviembre, 2010). Fueron

concebidos cuatro tipos de pactos ciudadanos: uso del espacio público; acceso y uso de

nuevos equipamientos públicos; convivencia de reasentamientos en propiedad horizontal

(buena vecindad); y, convivencia de ciudad. La síntesis elaborada sobre pactos ciudadanos

al 2007 generó como producto su agrupación en dos tendencias: los pactos territoriales y

los sectoriales. En los primeros se ubican aquellos que exige la apropiación de normas para

la sana convivencia alrededor de una acción de transformación geofísica o de la

autorregulación de acciones cotidianas conforme los preceptos del Manual de Convivencia;

los segundos, aparecen aquellos relacionados con la población y sus temas de interés

general, sin que necesariamente se encuentren vinculados a un lugar en particular, por

ejemplo, educación, el comercio nocturno, la circulación en motocicletas, la movilidad

vehicular y peatonal (Corporación Región, 2008). En la jurisdicción PUI-NOR, al 2007, se

habían promovido, firmado y estaban activos, cuatro pactos ciudadanos, a saber:

Tabla 4. Síntesis de pactos ciudadanos al 2007, jurisdicción PUI-NOR

Comuna Nombre del pacto Tipo de pacto Número integrantes comitéde seguimiento

1Carrera 42 B Buen uso del espacio público 18U. D. Granizal Buen uso del espacio público 10Nuevo Sol de Oriente Buena vecindad 13

2 Puentes de La Paz y El Mirador Buen uso del espacio público 8

Fuente: Alcaldía de Medellín y Secretaria de Cultura Ciudadana, 2007; Corporación Región, 2008

256

Luego de construida la obra de infraestructura, apropiado el espacio público generado o

semantizado el escenario de encuentro sociocultural promovido emergieron en la

experiencia PUI-NOR tensiones relacionadas con su cuidado, uso apropiado, generación de

convivencia y sostenibilidad. La institucionalidad podía garantizar mínimos al respecto

desde la estructura gubernamental del Estado; las subjetividades encarnadas por líderes y

organizaciones sociales disponían de voluntad para hacer de la transformación geofísica o

de la dinamización sociocultural algo sostenible; sin embargo, no existían herramientas, ni

estrategias que las hicieran converger a fin de evitar usos indebidos, vandalismos y

saqueos, apropiaciones no esperadas.

Para enfrentarlas se diseñó en el marco del Manual de Convivencia Ciudadana

promovido en Medellín (Alcaldía de Medellín et al., 2007), la estrategia de pactos

ciudadanos. Con ellos no sólo se atendió de manera debida y en proceso este tipo de

tensiones sino que se generó un espacio de convergencia social y política para continuar

conversando, así como lo impulsó Metromed desde la construcción del metrocable, acerca

de las necesidades vigentes y la manera de enfrentarlas entre todos, de manera adecuada.

Juegos de prácticas asociados con poder, comunitario e institucional; con intercambios y

circulación de información fueron activados para generar cambios en las prácticas sociales

tradicionales y, a la vez, nuevos aprendizajes tanto para la institucionalidad como para los

sujetos que intervinieron en la experiencia PUI-NOR.

Entre los aprendizajes generados por el proceso de pactos ciudadanos para la

población, los voceros comunitarios y las organizaciones sociales (Alcaldía de Medellín et

al., 2007, pp. 9-10) pueden ser destacados, entre otros, las oportunidades que brinda

formular adecuada y colectivamente las diferentes situaciones que aquejan a la población,

en términos de necesidades y de aspiraciones, identificando los recursos que tienen las

personas y organizaciones sociales para contribuir a atenderlos o resolverlos y, a la vez,

para ubicar los aspectos que definitivamente no están a su alcance, junto a las instituciones

públicas que tienen la función de atenderlos y a las no gubernamentales, privadas y

académicas dispuestas a aportar en ello desde su responsabilidad social; además, aprender a

fijarse imágenes objetivo viables y factibles frente a las problemáticas identificadas.

257

Para la institucionalidad, especialmente, la pública, se destacan entre otros los

siguientes aprendizajes: valoración de la importancia y la efectividad del trabajo en equipo

entre varias dependencias públicas; la ampliación de la experiencia de los funcionarios y

servidores públicos sobre el trabajo comunitario; la racionalización de los recursos público,

evitándose acciones indiscriminadas, descoordinadas y paralelas en el mismo lugar y al

mismo tiempo; la consecuente articulación interna de la Administración Municipal para la

movilización integral en los centros de transformación de la ciudad junto a la vinculación

activa y crítica de la población beneficiaría y sus organizaciones, posicionando y

fortaleciendo el esquema de gestión pública corresponsable.

Para ambos, institucionalidad y subjetividades, los mayores aprendizajes se pueden

ubicar, de un lado, en la posibilidad de realizar seguimiento, control y evaluación conjunta

de los procesos de intervención integral, mediante la identificación de las dificultades y

obstáculos, reales o imaginados, y la conjugación de esfuerzos para encontrar soluciones e

implementarlas (M. Ocampo, entrevista personal, 26 de noviembre, 2010); y, del otro lado,

en el énfasis puesto a la consideración de los pactos como medio para generar confianzas

entre las instituciones públicas y las organizaciones sociales vinculadas a los comités

comunitarios para acordar reglas de juego consensuadas acerca de la transparencia en la

acción, la equidad en la distribución de los recursos y, las maneras de tomar decisiones de

interés público y colectivo; estas reglas no solo debieron ser conocidas y aceptadas por

quienes intervinieron en el proceso del pacto, sino que entraron a regular los esfuerzos

invertidos por la institucionalidad públicas y la población para atender los retos del

desarrollo integral en la jurisdicción PUI-NOR, en ese entonces y, además para dirimir

mediante procedimientos democráticos, participativos, amplios y abiertos, las diversas

tensiones y conflictos existentes, buscando de paso cerrar el ejercicio interesado,

sectorizado y endémicos de las múltiples y diversas violencias que acontecían en este lugar,

en esta temporalidad (Alcaldía de Medellín y Secretaria de Cultura Ciudadana, 2007).

En suma, implicaron la “construcción de imaginarios compartidos alrededor del

valor de lo público” (Alcaldia de Medellín y Secretaria de Cultura Ciudadana, 2007, p. 7).

258

Foto 16. Ilustración de los pactos ciudadanos en PUI-NOR

Fuente: archivo fotográfico PUI-NOR, EDU e INSVIMED (2010)

Un breve balance de lo generado por la estrategia de pactos ciudadanos, desde la lente de

las prácticas sociales puede sintetizarse en la evidencia que plantea la EDU (2007c) acerca

del proceso vivido en la consolidación habitacional de la quebrada Juan Bobo y por el

análisis sobre pactos ciudadanos realizado por la Corporación Región (2008). En la

primera, se deja ver no sólo los logros del pacto ciudadano sino, en esencia, la articulación

que se logró con la implementación del Manual de Convivencia:

En Juan Bobo trabajan por la sana convivencia. En Nuevo Sol de Oriente, proyecto habitacional de la quebrada Juan Bobo, se le apuesta a una vida más armoniosa por medio del Manual de Convivencia, el cual pretende definir las conductas y principios básicos que deben aplicarse para el fortalecimiento de las relaciones entre residentes, vecinos y visitantes de ese sector. Este manual, que hace parte de las actividades de gestión social que la EDU adelanta en Juan Bobo, busca igualmente fortalecer los siguientes aspectos: Tranquilidad, en el interior y exterior de las viviendas. Seguridad, evitando conductas que alteran el orden público y, protegiendo los derechos y la convivencia de las personas. Salubridad, ambientes sanos que favorecen las condiciones de salud de los habitantes. Sostenibilidad, cuando los bienes que conforman el espacio público, el amoblamiento y las viviendas se protegen y conservan en buen estado. Los principios que el Manual de Convivencia pretende consolidar en la Comunidad de Nuevo Sol de Oriente son: prevalencia del interés general sobre el particular, reconocimiento de la autoridad legítima, autorregulación, corresponsabilidad, participación, solución pacífica de conflictos, solidaridad, confianza, competitividad y juego limpio (p. 8).

En el segundo, la evidencia es aportada por los testimonios de quienes para entonces,

fungieron como los voceros de las Secretarías de Cultura Ciudadana y de Gobierno en la

ciudad de Medellín. En primera instancia, para el vocero de Cultura Ciudadana, F. Cortés

(entrevista personal, 17 de octubre, 2008), los pactos se concibieron como un instrumento

orientado a construir cultura ciudadana para la gobernabilidad, involucrando a “todos los

259

agentes sociales en la construcción de un nuevo significado de ciudad [...] con un claro

componente político: la corresponsabilidad. Así mismo, los pactos tienen la intención de ser

un reflejo del deseo de la comunidad, los propósitos de la administración y las obligaciones

del Estado, pero especialmente constituyen otro espacio de participación desde el cual se

busca la transformación de la ciudad y la materialización de las necesida des territoriales”.

En segunda instancia, para el vocero de Gobierno, C.A. Pérez (entrevista personal, 13 de

noviembre, 2008), los pactos permitieron la construcción de una ciudadanía activa en tanto

facilitó el ejercicio ciudadano mediante acciones de control ciudadano (p. 5).

El programa de planeación local y presupuesto participativo:

El programa de planeación local y presupuesto participativo-PPPP fue considerado en

Medellín como uno de los programa estratégico de la Alcaldía Municipal, dirigido a

profundizar la participación democrática de la población en el desarrollo de sus territorios

para, de paso, contribuir al fortalecimiento de la transparencia en la gestión de los recursos

municipales (Pérez y Jaramillo, 2007; Posada, 2007; Santana, 2009; Villa, Carvajal y

Jhones, 2008); a la vez, se estimó estandarte del ejercicio de la función pública y uno de los

componentes centrales de la política de gobernabilidad democrática y participación ciudadana que busca hacer sostenible los procesos de planeación y gestión del desarrollo en cuanto marco institucional amplio que facilita la inclusión social y política de la ciudadanía, aportando de esta manera a la dinamización de la convivencia ciudadana (Alcaldía de Medellín, 2005, p. 3)

Además, el PPPP, se concibió como espacio de convergencia donde los voceros de las

organizaciones y movimientos sociales, ciudadanos y ciudadanas de la municipalidad,

agrupados en diez y seis comunas urbanas y en cinco corregimientos rurales, deciden

conjuntamente con los servidores públicos que representan la estructura gubernamental del

Estado en el escenario municipal, las prioridades de inversión de un porcentaje de los

recursos del presupuesto municipal destinado a libre inversión, en cada vigencia anual.50

Como tal, el PPPP encarna la intención de articular diversos aspectos de la gestión pública,

50 Para el año 2005 estos recursos fueron equivalentes a 60 mil millones de pesos y para el año 2006, a 62 mil millones, lo cual representó, aproximadamente, el 7% del presupuesto general del municipio de Medellín para cada una de las vigencias aludidas y aproximadamente el 31% de los recursos de libre inversión que están a disposición del Alcalde Municipal (Alcaldía de Medellín, 2005, p. 5)

260

particularmente la referida al escenario municipal, asociados con la hacienda pública, sus

ingresos e inversiones; la planeación del desarrollo, en tanto orienta, controla y evalúa la

inversión de los recursos públicos; y, el “dialogo, la deliberación y movilización ciudadana

como savia que alimenta y da sentido a la democracia y a los valores de equidad y libertad

que la sustentan” (Alcaldía de Medellín, 2005, p. 3). De ahí que el PPPP puede

interpretarse y asumirse (Villa et al., 2008) como un instrumento de transparencia pública,

vigilancia y control sobre los recursos financieros municipales; como mecanismo de planeación y gestión del desarrollo local, en tanto se analizan y priorizan los problemas, potencialidades y objetivos del desarrollo comunal y corregimental; y, como escuela de formación y pedagogía ciudadana, en cuanto allí se aprehenden y ejercen valores y prácticas ciudadanas, tales como la argumentación, la tolerancia, la pluralidad, el respeto por la palabra y la capacidad de escucha, poder votar y elegir entre diferentes opciones, organizarse e interactuar con el Estado, efectuar monitoreo y evaluación a los acuerdos y decisiones tomadas (Alcaldía de Medellín, 2005, p. 3)

Es sabido que los antecedentes del programa de presupuesto participativo lo ubican como

otro de los ejemplos de este tipo de experiencias propagadas por América Latina a partir del

caso vivido en Porto Alegre-Brasil, en 1989, con el propósito eje de fortalecer el enfoque

de la democracia participativa (De Sousa, 2005; Ganuza y Álvarez, 2003; Villasante y

Garrido, 2002) vinculando procesos de planeación participativa del desarrollo y, en

particular, definición de prioridades y toma de decisiones alusivas a la inversión de

presupuestos destinados a promover transformaciones de las realidades urbanas y rurales,

especialmente, en el escenario municipal (Alcaldía de Medellín, 2005, 2007; Carvajal,

2009; Posada, 2007; Santana, 2009; Villa et al., 2008).

En Medellín, especialmente en la jurisdicción PUI-NOR, la experiencia de PPPP es

considerada y declarada opción democrática en tanto está inscrita, normativa y

políticamente, en el sistema municipal de planeación participativa del desarrollo

implementado mediante el Acuerdo Municipal 43 de 1993 y complementado luego, por el

Acuerdo Municipal 43 de 2007; a la vez, hace parte integral del sistema nacional de

planeación estatuido y estructurado mediante la Ley 152 de 1994. Es decir, se encuentra

regulado por la normatividad básica, los criterios de política pública y las orientaciones del

ejercicio de la función pública, reglamentarios de uno de los tres ejes esenciales de la

reforma constitucional de 1991: la planeación participativa del desarrollo en Colombia. Se

constituye (Gutiérrez, 2006) en función pública, obligatoria e indelegable, de la

261

Administración Municipal en cabeza del ejecutivo y, al tiempo, en responsabilidad social

para los demás protagonistas vinculados a los procesos de planeación y de desarrollo en

Medellín: la empresa privada y sus agremiaciones; la academia y los centros de generación

de conocimiento y pensamiento; los movimientos organizaciones y agrupaciones sociales,

cívicas, ciudadanas y comunitarias; y, en general, ciudadanos y ciudadanas que habitan,

usan, apropian, usufructúan y transforman la ciudad.

Mediante el PPPP, en el área de influencia del PUI-NOR, se crearon varias mesas

temáticas conformadas por delegados escogidos por los habitantes, en particular, de

aquellos vinculados y conocidos en los procesos de los comités comunitarios, los talleres de

imaginarios y los pactos ciudadanos, iniciativa que sirvió para dinamizar, fortalecer y

continuar con propuestas de planeación del desarrollo lideradas por el Comité Visión

Nororiental, constituido para impulsar el desarrollo económico en las Comunas 1 y 2 de

Medellín; por la Asociación de Comerciantes de Andalucía, encargado de promover la

organización de los empresarios, realizar eventos y actividades en procura de posicionar

como corredor comercial y económico el Paseo Urbano de Andalucía; por el Comité Pro­

cuidado de los puentes El Mirador y La Paz, integrado para realizar seguimiento y veeduría

ciudadana a los pactos ciudadanos allí suscritos entre los pobladores y la Administración

Municipal. El resultado generado permitió consolidar actividades de vinculación activa y

crítica a la implementación de las transformaciones geofísicas y socioculturales desatadas

por el PUI-NOR, llegando a registrar cerca de “3.439 personas las que han participado en

los diferentes proyectos que la Administración Municipal ofrece; y, adicionalmente, en la

programación de eventos que promueven la apropiación y cuidado de los nuevos espacios y

el acompañamiento de la gestión social de manera permanente e integral” (Giraldo,

González e Hincapié, 2011, p. 92).

De hecho, es evidente que desde la interpretación y concepción del PPPP empiezan

a vislumbrarse finalidades orientadas a promover y consolidar procesos democráticos,

desde los procesos de planeación participativa dirigidos hacia el desarrollo; vinculación de

personas diversas, como sujetos que interactúan y constituyen redes de aprendizaje mutuo y

transformación colectiva; y, muy en particular, consideración de la opción de participar no

sólo en las decisiones asociadas con la porción del presupuesto de inversión destinado al

262

programa sino, y como hecho a resaltar, en el control, seguimiento y evaluación de los

acuerdos efectuadas y las decisiones tomadas al respecto, de manera consensuada, debatida

y colectiva. Estos propósitos son más evidentes desde los sentidos social, político y

territorial en que se soporta la concepción del PPPP.

Socialmente, el PPPP parte de reconocer que la simple participación deliberativa,

con altos componentes de exclusión política, con decisiones centralizadas y sin productos,

resultados, efectos e impactos positivos, no genera potencialidad y debe ser proscrita; al

contrario, respalda las capacidades decisorias de quienes convoca, en tanto constituyen

escenarios para el ejercicio pleno de una auténtica ciudadanía dirigida a determinar y

defender el uso colectivo de bienes y recursos públicos. Políticamente y con la mira puesta

en el fortalecimiento de la gobernabilidad democrática y la superación de los diversos

problemas que afronta la ciudad, el PPPP apunta a la formación de sujetos políticos, de

ciudadanos y ciudadanas activos y de organizaciones sociales reconocidas políticamente,

todos ellos, con capacidades y potencialidades decisorias en materia de gestión de los

recursos públicos y la formulación de políticas democráticas dirigidas a incrementar las

posibilidades de desarrollo (Alcaldía de Medellín, 2005, 2007; Pérez y Jaramillo, 2007;

Villa et al., 2008). Y, desde lo territorial, fortalece el tratamiento “civilista de las demandas

sociales, económicas, culturales, de seguridad y convivencia que ciudadanos y las fuerzas

organizadas de la ciudad plantean a través de las movilizaciones, planes y proyectos”

(Alcaldía de Medellín, 2005, p. 6), provenientes de los debates dados en las comunas y los

corregimientos de la ciudad. Su apuesta está dirigida hacia la

consolidación de una estrategia de gestión pública orientada a fortalecer los factores de identidad de los ciudadanos y ciudadanas con su territorio, incorporar el tejido social a los procesos de desarrollo, potenciando su productividad y mejorando las condiciones internas de la ciudad para participar en la dinámica de la globalización de la época (Alcaldía de Medellín, 2005, p. 7)

Metodológicamente, el PPPP fue considerado desde sus inicios de carácter constructivista

(Alcaldía de Medellín, 2005; Villa et al., 2008), lo cual significa flexibilidad y elasticidad

en su diseño, implementación, seguimiento y evaluación. Se apoya en objetivos generales y

específicos que le determinan sus particularidades y, además, en criterios generales y

orientaciones específicas. Son parámetros fundamentales de la metodología del PPPP, la

información oportuna, adecuada y transparente; la opinión, particularmente la de aquellos

263

que tradicionalmente no son escuchados; la decisión soportada en la información, la

capacidad de análisis, de deliberación y de negociación; la co-responsabilidad como partes

del proceso y compromisos que asumen quienes participan; el control del proceso,

entendido como monitoreo y evaluación compartido por voceros sociales y

gubernamentales; y, la libre elección, mediante la cual se busca profundizar la democracia

y la responsabilidad política en los procesos de planeación y de desarrollo de las comunas y

corregimientos de la ciudad (Alcaldía de Medellín, 2005, 2008; Villa et al., 2008). Los

objetivos atribuidos al PPPP se orientaron a fortalecer la participación ciudadana

potenciando la capacidad de la población para en las

decisiones del gobierno y el presupuesto municipal, contribuyendo de esta manera a la generación de nuevos modelos de gestión pública que redunden en una mayor democracia y desarrollo sostenible de la ciudad; fortalecimiento del sistema municipal de planeación y presupuesto participativo (Acuerdo Municipal 043 de 2007); promover la construcción de ciudadanía y la movilización de los públicos hacia actitudes que consoliden la convivencia ciudadana; y, fortalecer la institucionalidad municipal para la gestión participativa de lo público (Alcaldía de Medellín, 2005, p. 10)

La ruta operativa desplegada por el PPPP parte de definir sus promotores y valorar la

necesidad de construir capacidades instaladas orientadas a conocer y emplear dimensiones

y variables apropiadas para analizar previa y dinámicamente, el respectivo territorio donde

habrá de desplegarse las acciones de desarrollo, conforme cada una de las divisiones

político-administrativas de la ciudad: 16 comunas y 5 corregimientos; interpretar y utilizar

la información existente, tanto la proveniente de fuentes de información gubernamentales,

como la forjada por la academia desde los centros de generación de conocimiento y

pensamiento, las ONG, las fundaciones empresariales y, los movimientos y organizaciones

sociales; consultar y validar diagnósticos, tanto los existentes como los gestados

participativamente; aprehender e implementar estrategias de priorización de las

necesidades, con criterios predefinidos y convenidos; familiarizarse con las estrategias y

técnicas de programación participativa, el diseño de sistemas de seguimiento y evaluación

apoyados en indicadores de gestión y de logro y, para incorporar la lógica de los procesos

de planeación del desarrollo municipal, con sus consecuentes presupuestos de inversión,

fuentes de financiación y lógicas fiscales asociadas.

264

En fin, todo un arsenal operativo y técnico, guiado por la concepción participativa,

incluyente y democrática descrita (Alcaldía de Medellín, 2005, 2007; Carvajal, 2009; Pérez

y Jaramillo, 2007; Posada, 2007; Villa et al., 2008). La estructura operativa, la ruta a

recorrer y la secuencia de actividades propias del proceso de PPPP fueron previstas y

diseñadas con antelación a su implementación en la jurisdicción PUI-NOR y, en general, en

toda la ciudad (Alcaldía de Medellín, 2005, p. 23). Se consideraron protagonistas que

debían participar activa, creativa y propositivamente en la implementación del PPPP, a

todas y todos los ciudadanos con algún tipo de interés en el desarrollo de la comuna o corregimiento, representados en organizaciones ciudadanas, sociales y comunitarias que participan de los Consejos Consultivos Comunales y Corregimentales. Las corporaciones públicas, representadas en las JAL's y el Concejo Municipal. El Municipio de Medellín a través de sus instituciones, funcionarios y servidores públicos (Alcaldía de Medellín, 2005, p. 25)

Como se observa, de manera explícita, son reconocidos como artífices del PPPP los

representantes de la estructura gubernamental del Estado, en cumplimiento de la función

pública constitucional y legalmente a ellos asignada; y, los voceros de las instituciones

sociales, académicas y privadas dispuestos a asumir el cumplimiento de la doble

responsabilidad social a ellos atribuida (Gutiérrez, 2006). Posteriormente, apoyados en el

esquema de dimensiones y variables predefinidas: el diagnóstico integral de ciudad para la

equidad, basado en indicadores de oportunidades socio-culturales (Alcaldía de Medellín,

2005, p. 24), se procedió a realizar con todos ellos, el análisis del territorio y a priorizar las

acciones, en contexto; para el efecto, se determinaron como variables relevantes la

subsistencia, el ocio, la participación, la creatividad, la comunicación y el entendimiento;

en ellas, se definieron fuentes, indicadores sugeridos con posesión de información,

indicadores registrados, definiciones de las variables y, la manera de calcularla.

Complementariamente, se disponía de la información estadística básica de cada

comuna y cada corregimiento (población total, por edad y género; educación: matricula

oficial y privada, instituciones educativas; población en el SISBEN; muertes violentas;

establecimientos industriales y comerciales; instalación de servicios públicos; actividad

edificador; índices: de calidad de vida y de desarrollo humano). El panorama se completó

con la identificación participativa de problemas centrales mediante campos problemáticos:

265

socio-cultural, económico, político-institucional, físico-espacial y ambiental; y, con la

visibilización de potencialidades y dificultades en comunas y jurisdicción del PUI-NOR.

Lo anterior, constituyó un análisis de contexto y preliminar: el diagnóstico

participativo resultado del conocimiento práctico acumulado y requerido para la acción, a

partir del análisis de lo construido socio-culturalmente, base de la priorización y

programación participativas subsiguientes; y, el diseño del sistema de seguimiento y

evaluación participativo, apoyado en el uso o construcción de indicadores que posibilitaran

hacer el monitoreo y la evaluación requeridos, previamente diseñados a la gestión y a la

ejecución participativa. Analizado el contexto, apropiado el análisis preliminar, definidos

los aspectos esenciales asociados con el monitoreo y la evaluación y, resueltas las

necesidades alusivas a la creación de capacidades para la participación, los protagonistas

del PPPP, guiados por la metodología participativa y constructivista de soporte, se

adentraron en la programación de la acción.

Al efecto, reunidos en los Consejos Consultivos de Comuna, incursionaron en

aspectos relevantes para la identificación de las necesidades, el análisis de factibilidad y de

viabilidad y, su correspondiente priorización con fundamento, especialmente, en los

criterios para la asignación de recursos provenientes del rubro de libre inversión, asignados

por Comuna y por Corregimiento, según el presupuesto general del municipio de Medellín

(Alcaldía de Medellín, 2005, 2007; Villa et al., 2008) y, obviamente, en los resultados de

los procedimientos anteriormente descritos, complementados por los resultados obtenidos

en los comités comunitarios y talleres de imaginarios realizados en el marco de la

experiencia PUI-NOR y acompañados por la EDU. Lo acordado participativamente, se

consignaba en actas de dominio público, lo cual se constituyó en la base para orientar la

gestión y ejecución participativas de los recursos, activando al inicio, el monitoreo y

evaluación convenido, el cual acompaña todo el proceso e ilustra, orienta y direcciona el

inicio del siguiente, un año calendario y fiscal después. Se trata de ejercicios típicos de

acción-reflexión-acción (Villasante, 2002), orientados por metodologías participativas

aplicadas a los procesos de planeación del desarrollo local.

Las tensiones propias del PPPP, asociadas con la definición de quienes son

convocados a participar, con los criterios de distribución y asignación de los recursos

266

disponibles, con la identificación de las necesidades y su correspondiente priorización, con

el control de la clientela y la corrupción históricamente instalada en la realidad

documentada acerca de la experiencia PUI-NOR y, en general, con la funcionalidad y

efectividad del manejo pulcro, transparente y coherente de los recursos públicos fueron, en

este caso, adecuadamente tramitadas y administradas en razón a que, en primer lugar, se

acudió a la historia organizativa, de luchas populares, de encuentros y desencuentros, de

convergencias y de debates entre líderes tradicionales y nuevos liderazgos y la tradición

organizativa de la sociedad civil que caracteriza desde los inicios del poblamiento y

consolidación de la realidad propia del área de intervención PUI-NOR (L.A. Hincapié y N.

Giraldo, entrevistas personales, 5 de noviembre, 2010).

En segundo lugar, por los aprendizajes, no siempre gratos, ni bien recibidos en

ocasiones por los líderes tradicionales pero generadores de nuevos liderazgos, nuevas y más

fuertes organizaciones sociales obtenidos tanto del proceso de construcción del metrocable,

como de la intervención PUI-NOR (E. Díaz, entrevista personal, 10 de agosto, 2010; E.

Idárraga, entrevista personal, 18 de agosto, 2010; y, J. Uribe, entrevista personal, 30 de

noviembre, 2010).

En tercer lugar, porque además de lo anterior, para cuando se decidió implementar

el PPPP en las Comunas 1 y 2 de Medellín, ya habían líderes capaces de entender lo del

desarrollo, la identificación de necesidades y la priorización de soluciones y además, se

tenía claro que podía hacerse con el PUI-NOR y la EDU y que debía buscarse que se

hiciera por otras dependencias del Municipio de Medellín, con la ayuda de empresas

privadas, no gubernamentales y de la misma población, individual y colectivamente

organizada (L.M. Gómez y L. Lemus, entrevistas personales, 18 de septiembre, 2010). Y,

en cuarto lugar, porque con los procesos vividos por la población de la jurisdicción PUI-

NOR, desde PRIMED hasta el PPPP, se había gestado un acumulado social y político

valioso, capaz de ponerse al nivel de los voceos gubernamentales para dialogar, debatir,

concertar, decidir, seguir y evaluar las acciones que en verdad debían ser implementadas en

la dirección de contribuir a mejorar las condiciones y la calidad de vida de la población de

estos barrios y comunas del nororiente de la ciudad (X. Urrea, entrevista personal, 11 de

noviembre, 2010).

267

Foto 17. Ilustración del proceso de planeación local y presupuesto participativo en PUI-NOR

Fuente: archivo fotográfico PUI-NOR, EDU (2007)

Los cambios en las prácticas sociales vinculadas con el PPPP, se soportaron en los

aprendizajes comentados. No sólo la institucionalidad transformó la manera de relacionarse

y de intervenir en la jurisdicción PUI-NOR, en las comunas 1 y 2 y en toda la ciudad, sino

que las subjetividades allí presentes también lo hicieron, renovando sus conocimientos

prácticos acumulados y activando juegos de prácticas que llevaron esta experiencia a

constituirse en estandarte del PPPP en Medellín (C. Hernández, entrevista personal, 30 de

julio, 2010); a que los líderes sociales formados en la experiencia PUI-NOR se convirtieran

en asesores del proceso de PPPP en otras comunas y corregimientos, transfiriéndoles sus

conocimientos y vivencias para contribuir a incrementar la efectividad del programa de

planeación local y presupuesto participativo (I. Correa, entrevista personal, 24 de agosto,

2010; L.A. Hincapié y N. Giraldo, entrevistas personales, 5 de noviembre, 2010).

En criterio de la Corporación Convivamos (2006, p. 8), lo realizado en el marco de

la experiencia PUI-NOR y todo lo que ha quedado pendiente por hacer, identificado,

validado y concertado con la población mediante sus voceros democráticamente elegidos,

será articulado a los procesos de planeación del desarrollo en las comunas 1 y 2. Ello se

constituye en el mayor logro político del PUI-NOR y de la planeación participativa del

desarrollo local, en tanto deja incorporada y al servicio de los equipos impulsores y de

gestión de estos planes de desarrollo, dinámicas sociales, culturales, políticas, económicas y

organizativas relacionadas con nuevos conocimientos, metodologías innovadoras, técnicas

modernas y apropiadas para avanzarlos y profundizarlos.

268

La planeación local en la comuna 1, comenzó en 1994 con el proceso de Plan Alternativo Zonal- PAZ, mientras que el proceso de planeación local y presupuesto participativo-PPPP, inició en marzo de 2004, consolidándose como el primero en Medellín y constituyéndose como antecedente de los otros planes locales que se llevaron a cabo en las demás comunas y corregimientos de la ciudad (Giraldo, et al., 2011, p. 87).

Sin duda, el proceso del PPPP se convirtió con la experiencia PUI-NOR y, al parecer, con

la implementada en toda la ciudad, en elemento clave de la gestión pública moderna, en el

cual la población participa de manera colectiva, con criterios políticos claros, activa y

crítica para dinamizarlo en tanto se considera instrumento fundamental de los procesos de

planeación del desarrollo zonal, de comuna y de corregimiento, con periodicidad anual, que

contribuye a priorizar las demandas y necesidades más relevantes de la población,

permitiendo el acceso generalizado de sujetos y organizaciones a la toma de decisiones; por

ello se le puede estimar como espacio de gestión conjunta, donde la población y la

administración municipal deciden juntos, parte de la inversión pública (EDU y DAP, 2005).

Mapa 8. Representación. Prácticas sociales, jurisdicción PUI-NOR

Fuente: elaboración propia apoyada en cartografía EDU (2011)

269

Con lo expuesto, han quedado descritas, analizadas, explicadas y comprendidas las

prácticas sociales más relevantes asociadas con el proceso de constitución en territorio del

área de influencia del PUI-NOR, en particular, las vinculadas con la transformación de la

materialidad, tanto en lo alusivo a movilidad, como a lo concerniente con centralidades

barriales y equipamientos comunitarios; con la dinamización sociocultural desatada y las

semantizaciones nacientes en esta jurisdicción a propósito de la implementación del

programa; adicionalmente, los hitos seleccionados como relevantes, fueron reseñados

haciendo énfasis en las acciones llevadas a cabo para tramitar las tensiones entre

institucionalidad, subjetividad y conocimiento práctico, bien mediante el ejercicio de juegos

de las prácticas o por medio de las enseñanzas y aprendizajes que renovaron el

conocimiento práctico y, en ellos, han sido identificados los elementos importantes de la

institucionalidad, de las subjetividades y del conocimiento práctico que intervinieron; los

aspectos más significativos de los juegos de las prácticas sociales a los que se apeló en cada

caso, para tramitar las tensiones presentes.

Además, se resaltó lo referido a las prácticas sociales individuales vinculables a las

características del ciudadano territorial y, las colectivas asociadas a las contribuciones para

el fortalecimiento del proyecto democrático, ambas, como fuente de las motivaciones y

estímulos requeridos conceptualmente para aspirar a obtener la categoría de ciudadano

territorial y, a la vez, como nutrientes, al proponerse estudiar el territorio, para los procesos

de formación ciudadana, en particular, de formación del ciudadano territorial.

Queda evidenciado que la institucionalidad, asumida con el conjunto de normas que

definen lo que se puede y debe hacer como finalidad de la intervención, ese aglomerado de

reglas tenidas en cuenta para definir la distribución de los recursos disponibles, orientar los

roles, regular el ejercicio de los poderes y el uso de la información, tuvo en la experiencia

PUI-NOR papel relevante, especialmente de lo que se deriva al describir, analizar, explicar

y comprender los hitos seleccionados como típicos escenarios de prácticas sociales.

Allí no sólo se determinó la asignación de recursos mediante el apego a la norma y a

los derechos, sino que se marcaron los roles que debieron jugar los actores que en ella

intervinieron y se estableció, siguiendo la ruta marcada por Metromed con la construcción

del metrocable, los incentivos individuales y colectivos que posibilitaron llevar a cabo la

270

intervención planeada. Ello, de alguna manera, combinado con las subjetividades y el

conocimiento práctico disponibles, otorgaron nuevos sentidos a la interacción, otros usos,

mejores significados y representaciones (Cárdenas, Parra, Picón, Pineda y Rojas, 2007) que

hicieron posible construir una realidad incluyente, deliberativa y esperanzadora para la

población que habita la jurisdicción PUI-NOR, generando un “mundo para todos” (Güell,

2009).

A su turno, las subjetividades brindaron la perspectiva propia de los sujetos que

intervinieron en el proceso de constitución del área de intervención PUI-NOR en territorio,

la del “mundo para mi” (Güell, 2009) que se expresó en necesidades, emociones e

identidades, acompañadas de capacidades para percibir, interpretar y comunicar los propios

intereses, los de grupos y colectivos.

Con los juegos de prácticas implementados, bien desde los que guardaron relación

con identidades, con poder, intercambios e información, generaron nuevos aprendizajes,

individuales y colectivos que, sumados a los cambios propios en sus prácticas sociales, les

permitieron constituirse también en una fuerza social para alentar y delimitar la acciones

del programa; hacer emerger nuevas motivaciones para vincularse al proceso de

transformación de sus realidades, compartir los gustos individuales para exponerlos,

debatirlos y conciliarlos con otros hasta convertirlos en deseos grupales y colectivos;

aprender a concertar y coordinar acciones grupales y colectivas, guidas por la prevalencia

del interés general; y, entre otras cosas, asumir los alcances, las posibilidades y los límites

que se presentan cuando de mejorar las condiciones y calidades de vida se trata.

Por su parte, el conocimiento práctico aportó el saber acumulado en años de lucha;

lo que la institucionalidad por un lado y las personas, familias, grupos y organizaciones

sociales que habitaban la jurisdicción del PUI-NOR por el otro, habían hecho y estaban

dispuestos a poner en juego para garantizar la efectividad del programa, no sin afrontar

dificultades y barreras propias de su realidad y del contexto que les abrigaba. Este

conocimiento práctico puesto en juego, posibilitó a la institucionalidad y a las

subjetividades presentes en la experiencia PUI-NOR, definirse a sí mismos y los otros

sujetos que intervinieron; proponer, acordar y definir los cómo y los para qué de la

utilización de los recursos públicos, privados, no gubernamentales, académicos y

271

comunitarios disponibles para efectuar la transformación de la materialidad, la

dinamización sociocultural, las semantizaciones y las prácticas sociales propias del proceso

de constitución en territorio de la jurisdicción PUI-NOR; y, al tiempo, determinar con

criterios válidos lo deseable, lo tolerable y lo inaceptable en cada intervención concertada

mediante comités comunitarios, talleres de imaginarios, pactos ciudadanos y PPPP.

El resultado es estimulante en tanto el escenario de las prácticas sociales propiciado

por la misma experiencia PUI-NOR no sólo permitió tramitar en marcos democráticos,

especialmente participativos, de convivencia, de respeto por la diferencia y de

fortalecimiento de las organizaciones sociales y comunitarias las tensiones propias de las

contradicciones generadas, sino que además y en forma positiva, conllevó a cambios y

adecuaciones en las prácticas que finalmente, se convirtieron en nuevos aprendizajes que

consolidaron la constitución de sujetos más democráticos, sociales, políticos y

participativos, de manera crítica y activa, convencidos de las bondades del fortalecimiento

de las organizaciones sociales como expresión de la sociedad civil, del respeto por la

institucionalidad, del incremento de la gobernabilidad y, como consecuencia de ello, de los

beneficios que conlleva contribuir a construir proyectos políticos democráticos incluyentes

como los que se protagonizan, a escala, con el programa de planeación local y presupuesto

participativo, visibles en la dinamización de los procesos de planeación del desarrollo.

Las prácticas sociales surgidas como estrategias para tramitar, dirimir o administrar

las tensiones presentes en la experiencia PUI-NOR al entrar en interacción las

institucionalidades que lideraron el programa, las subjetividades presentes en su área de

intervención y el conocimiento práctico acumulado con el cual ambos llegaron al momento

y en el espacio de la implementación, generaron tanto nuevos aprendizajes, como cambios

importantes en las mismas prácticas, conforme se expuso mediante la reseña de los hitos

seleccionados como relevantes de describir y analizar. Los aprendizajes incidieron como se

observó, de un lado, en las personas que se beneficiaron del programa como en sus

familias, grupos de base y organizaciones sociales; y, del otro, en los servidores públicos

vinculados a las instituciones y dependencias gubernamentales.

Las personas y sus familias, individualmente consideradas, trascendieron su

condición de individuos para asumirse como sujetos y actores, sobre todo, cuando

272

asumieron el rol de voceros sociales en los comités comunitarios, los talleres de

imaginarios y los pactos ciudadanos, lo cual se expresa y devela positivamente en las

acciones que lideraron en el marco del programa de planeación local y presupuesto

participativo, en donde no sólo aplicaron los aprendido durante la experiencia de

construcción de metrocable, sino lo acumulado durante la implementación del PUI-NOR, al

punto que llegaron a constituirse en esa experiencia, en estandarte y ejemplo a replicar en el

resto de comunas y corregimientos de la ciudad.

Por su parte, los grupos de base social y las organizaciones sociales y comunitarias

del área de intervención, se fortalecieron e incrementaron en número y cobertura,

protagonizando expresiones de vigorización de la sociedad civil, respeto por la

institucionalidad e incremento de la gobernabilidad en la zona nororiental de Medellín. La

evidencia más significativa se encuentra en el protagonismo que acumularon en la

experiencia PUI-NOR, reflejado en la manera como nutrieron y dinamizaron el proceso

vivido en el Plan Alternativo Zonal-PAZ visible en los alcances, estructuración y

conexiones que se observan en los planes de desarrollo de las comunas 1 y 2 de la ciudad.

Una muestra de ello, a manera de ejemplo, la expresa J.O. Ortiz (entrevista personal,

26 de agosto, 2010) refiriéndose a la incorporación de los talleres de imaginarios: No es

posible hoy día en la zona nororiental, ni en ninguna otra zona de la ciudad, que lleguen los

funcionarios públicos a intervenir cualquier realidad sin que antes promuevan y lleven a

cabo un taller de imaginarios; en Medellín se posicionó esta estrategia como un momento

preliminar indispensable, exigido por la ciudadanía, previo a cualquier intervención física,

ambiental o social.

Para los servidores públicos y, en general, las dependencias e instituciones

gubernamentales, privadas, académicas y no gubernamentales en Medellín, el aprendizaje

también se instauró. Así lo ratifican E. Díaz (entrevista personal, 10 de agosto, 2010), E.

Idárraga (entrevista personal, 18 de agosto, 2010) e I. Correa (entrevista personal, 24 de

agosto, 2010): los técnicos y sociales que intervenimos la ciudad no somos los mismos a

partir de la experiencia PUI-NOR; hemos aprendido y cambiado nuestros esquemas al

entender que la construcción de la ciudad se debe hacer entre todos: conocimiento

académico y saber popular que tiene acumulada la población beneficiaria.

273

Evidencia de los cambios generados en las prácticas sociales asociadas con la

experiencia PUI-NOR, provenientes de la transformación acontecida en ellas mismas, de la

atribuible a la institucionalidad, las subjetividades y conocimiento práctico o, al entorno

demarcado por el contexto que le abrigó, se encuentra de un lado, en los avances visibles en

las condiciones de vida y el desarrollo humano medidos mediante ICV e IDH en las

comunas donde se encuentra la jurisdicción del programa. Del otro, el Manual de

Convivencia Ciudadana implementado en 2006, en relación con los diez principios para el

ejercicio de una ciudadanía responsable (Alcaldía de Medellín, et al., 2007, pp. 11-12). Sin

duda, se alude ya a una ciudadanía que implica el acceso pleno a los derechos civiles,

políticos y sociales, en tanto es esta ciudadanía la que puede garantizar la existencia de una

verdadera democracia, dado que mientras el acceso, respeto y disfrute de estos derechos sea

parcial o no exista, ni se garantice para todos los sectores de la población la democracia

será precaria, débil y maleable, expuesta al influjo del proyecto político neoliberal.

Las prácticas sociales configuradas, inherentes al proceso de constitución del área

de influencia del PUI-NOR en territorio, permiten complementar su consideración como

espacio socialmente construido y usado (Santos y Silveira, 2006, p. 20), es decir, vivo y

vivenciado en tanto proceso de formación social histórico y lugarizado, sistema hibrido de

objetos y acciones, producción de formas contenido, redes de normas y de sentidos

verticales y horizontales, lugar de las relaciones racionales y simbólicas (Santos, 2000;

Santos y Silveira, 2006; Silveira, 2008). Además, hacer visibles los actores que

intervinieron en este proceso de constitución en territorio (Bozzano, 2000), con su función

pública y responsabilidades sociales diferenciadas y, a la vez, complementarias (Gutiérrez,

2006), a saber: los representantes de la estructura gubernamental del Estado en

cumplimiento de la función pública atribuida en materia de promoción del desarrollo

integral del conjunto de la población; y, los voceros de la empresa privada, las

organizaciones no gubernamentales, la academia, las organizaciones sociales y la población

en general, en cumplimiento de su doble responsabilidad social.

El siguiente gráfico recoge las dinámicas, tensiones y prácticas sociales propias del

proceso de constitución en territorio al que asiste la jurisdicción PUI-NOR:

274

Gráfico 8: Síntesis sobre prácticas sociales inherentes a la constitución del territorio en jurisdicción PUI-NOR

Temporalidad considerada

Lugar de las prácticas

Características del ciudadano

Características del proyecto democrático

Desde cuatro hitos

Talleres de imaginarios

Comités Pactos de Planeación zonal (C1 y C2)comunitarios convivencia y PPPP

Combinándolos, estos elementos permiten a modo de síntesis, configurar el espacio

geográfico humanizado, el territorio en proceso de constitución, aquel al que invita Harvey

(2008, p. 227) a concebir atribuyéndole significados, simbologías y representaciones

generados en la experiencia de vida, en la vivencia de los lugares: “cotidianos, de sentido

común”, reconociendo que “nuestra experiencia subjetiva puede llevarnos a los ámbitos de

la percepción, la imaginación, la ficción y la fantasía, que producen espacios y mapas

mentales tanto como otros espejismos de la cosa presuntamente real”. En donde es posible

visibilizar acciones típicas de potenciales ciudadanos territoriales en formación; de

prácticas incipientes de ciudadanías renovadas; de fortalecimiento de las organizaciones

sociales, cívicas y comunitarias como expresiones representativas de la sociedad civil; de

275

respeto, reconocimiento y valoración de la institucionalidad e incremento de la

gobernabilidad, características todas, de aporte a la construcción y consolidación del

proyecto político democrático provenientes del tratamiento dado a las tensiones propias de

los escenarios de prácticas sociales descritos y analizados: comités comunitarios, talleres de

imaginarios, pactos ciudadanos y programa de planeación local y presupuesto participativo.

Y, además, donde surgen los nexos, complementos y relaciones inherentes entre las

prácticas sociales y el proceso de constitución del territorio: escenario de las

potencialidades pedagógicas atribuidas a los estudios del territorio para incentivar la

aspiración de alcanzar la categoría de ciudadano territorial, en particular, nutriendo los

procesos de formación ciudadana propios de la educación básica y media colombiana.

Gráfica 9. Ilustración del proceso de constitución del territorio, integrado

3.2.3 Estudios del territorio: potencialidad pedagógica para la formación ciudadana

Conceptualmente el territorio, tal y como fue concebido en el numeral 3.1.4, constituido o

en proceso de constitución, puede ser considerado objeto de estudio, es decir, contenido y

medio con capacidad de incidir en los métodos de enseñanza, haciendo emerger

276

potencialidades pedagógicas para nutrir los procesos de formación ciudadana,

especialmente aquellos orientados a la formación del ciudadano territorial, en los términos

expuestos en el numeral 3.1.5. Estas potencialidades pedagógicas atribuidas a los estudios

del territorio son contenedoras, tal como se fundamentó en el numeral 3.1, de incentivos

básicos para aspirar por parte de los sujetos que intervienen en la constitución del territorio

alentado por las prácticas sociales que le son inherentes, a alcanzar la categoría de

ciudadano territorial, dispuesto a la transformación de la realidad mediante su contribución

a la consolidación del proyecto político democrático.

Los incentivos en mención provienen, de un lado, de motivaciones internas de los

sujetos, asociadas con sus subjetividades y sus conocimientos prácticos puestos en la

escena de las prácticas sociales propias de los juegos de identidades, de poder, de

intercambio e información requeridos para dirimir, atender, tramitar o administrar las

tensiones propias de sus interrelaciones con la institucionalidad durante el proceso de

constitución del territorio; y, de otro lado, de los estímulos externos provenientes tanto de la

institucionalidad con la que interactúa, como del contexto que determina el proceso de

constitución del territorio y, del anhelo, el deseo y la ilusión de obtener, en marcos

democráticos, más y mejores condiciones y calidades de vida.

De estos asuntos, vinculados con la experiencia PUI-NOR, se ocupa en detalle el

presente numeral teniendo como preámbulo la reseña del proceso de constitución en

territorio de su área de influencia comentado en el numeral 3.2.1 y la configuración de las

prácticas sociales inherentes a este proceso de constitución recreadas en el numeral 3.2.2.

La finalidad es, en esencia, describir, analizar, explicar y comprender lo que significa e

implica estudiar el territorio para, con fundamento en ello, hacer visibles las

potencialidades pedagógicas que le son propias, en particular, las orientadas a los procesos

de formación ciudadana, especialmente, aquellas que dejan en claro los incentivos que

vigorizan la formación del ciudadano territorial.

Por ello, si de fortalecer el proyecto político democrático se trata, ha quedado

fundamentado conceptualmente en el numeral 3.1 que se requiere indispensablemente de

escenarios gobernables, donde se respete la institucionalidad, se promueva la sociedad civil,

se ejerzan las diversas ciudadanías posibles y, ante todo, se cuente con ciudadanos, para

277

nuestro caso, territoriales, dispuestos a dinamizarlo y movilizarlo; como estos ciudadanos

no nacen sino que se forman -criterio investigativo adoptado-, conforme lo orienta la teoría

de los procesos conscientes, enmarcada por el enfoque de las ciencias de la educación

complementado con las ciencias políticas y la geografía crítica, es necesario promover y

alentar para ello procesos de formación ciudadana.

Estos procesos, ante todo, deben basarse en incentivos que, de un lado, motiven a

los sujetos para aspirar desde su fuero interior a alcanzar la categoría de ciudadano

territorial y, del otro, les estimulen al efecto desde lo externo; tales incentivos,

conceptualmente, han sido atribuidos a las potencialidades pedagógicas que emergen de la

consideración del territorio como objeto de estudio. Ahora corresponde evidenciarlo,

hacerlo visible desde el análisis, la explicación y comprensión del proceso de constitución

en territorio y las prácticas sociales inherentes descritas en los numerales 3.2.1 y 3.2.2,

vinculadas con la realidad acontecida en la jurisdicción PUI-NOR.

Para el efecto, la reseña se centra en dos aspectos. En el primero, se recrea lo

atinente a la consideración del territorio como objeto de estudio, es decir, lo que significa e

implica el estudio del territorio: territorio como contenido y medio de enseñanza y, a la

vez, dinamizador de métodos para la enseñanza. En el segundo, se dibuja la emergencia de

las potencialidades pedagógicas que devienen de los estudios del territorio y su valoración

como nutriente valioso para alimentar los procesos de formación ciudadana, en particular,

de formación del ciudadano territorial y, a la vez, como se expresó antes, fuente

importante de incentivos para aspirar a alcanzar la categoría de ciudadano territorial

mediante los procesos de formación en la educación básica y media.

Al final, se esboza lo que constituye no sólo el primero de los aportes prácticos que

se hacen a las ciencias de la educación en general y al sistema educativo colombiano en

particular: las potencialidades pedagógicas que contienen los estudios del territorio para

vigorizar los procesos de formación ciudadana, de formación del ciudadano territorial en

la educación básica y media sino, al tiempo, la evidencia acerca de la utilidad que significó

el supuesto que marcó el diseño metodológico orientador de la investigación: partir de la

fundamentación conceptual expuesta en el numeral 3.1 acerca del ciudadano territorial

como esencia de la formación ciudadana para analizar la realidad fáctica de la experiencia

278

PUI-NOR con el propósito de robustecerla, en tanto proceso típico de constitución de

territorio, fuente de prácticas sociales inherentes y de potencialidades pedagógicas para la

formación ciudadana y, a la vez, con esta evidencia visible, de manera dialéctica, vigorizar

la fundamentación inicial con la que se describieron, analizaron, explicaron y

comprendieron tanto la génesis del programa, como su desarrollo y sus implicaciones.

Estudios del territorio en el marco de la experiencia PUI-NOR:

El territorio fue concebido en la presente investigación, con respaldo en los aportes de la

geografía crítica, como resultado de la interacción entre materialidad -transformada o en

proceso de transformación-, dinámicas socioculturales y semantizaciones enmarcadas por

el contexto vigente; por ello precisamente, caracterizable no sólo por la dimensión geofísica

que lo determina, particulariza y posibilita representarlo cartográficamente diferenciándolo

de otros sino, al tiempo, como constructo sociocultural; así concebido, dinámico, activo,

fluido, en permanente movimiento, cambio y ajuste lo cual, en escenarios temporal-

espaciales, le brinda particularidades propias y diferenciables que enriquecen la posibilidad

de describirlo, analizarlo, explicarlo y comprenderlo.

Como producto en permanente construcción y transformación posee otro elemento

que lo transversaliza y hace aún más singular: las prácticas sociales, individuales y

colectivas, que le son inherentes, requeridas para tramitar, afrontar y administrar las

tensiones que surgen en su devenir, provenientes de las interacciones entre la

institucionalidad, las subjetividades y los conocimientos prácticos acumulados por ambos;

prácticas sociales que acuden indistinta y recurrentemente a los juegos de identidades,

poder, intercambio e información para dirimir las tensiones, generando nuevos aprendizajes

y cambios tanto en la institucionalidad actuante, como en las subjetividades intervinientes y

los conocimientos prácticos puestos en escena.

Al describir, analizar, explicar y comprender la experiencia PUI-NOR con esta lente

conceptual se hizo evidente que en su área de influencia, viene gestándose un típico

proceso de constitución de territorio tal como se comentó en el numeral 3.2.1. En verdad,

en primer lugar, este programa fue cobijado por un contexto complejo, conflictivo, retador

279

y, al tiempo, estimulante en cuanto a la dotación de posibilidades relevantes para desatar el

proceso de constitución de territorio en su jurisdicción, desde los ámbitos espacial y

ambiental, social y cultural, económico y, ante todo, político.

En segundo lugar, promovidas y a la vez, amenazadas y determinadas por el

contexto descrito, acontecieron transformaciones importantes en la materialidad, en el

sustrato geofísico del área de intervención del programa, dirigidas en particular, a

incrementar y mejorar la movilidad, potenciar centralidades barriales y generar

equipamientos comunitarios de diversa índole. En movilidad, fueron representativos los

cambios, adecuaciones y construcción de vías, puentes y senderos peatonales para conectar

los barrios intervenidos generando nuevos espacios para vehículos y peatones, movilizando

las lógicas de circulación y mejorando el paisajismo. En centralidades barriales fueron

fortalecidas las de los barrios Andalucía, Popular y Santo Domingo Savio, así como las que

se aglutinaron alrededor de las consolidaciones habitacionales en La Herrera y Juan Bobo,

el parque lineal de La Herrera y la unidad deportiva, recreativa y cultural de Granizal. En

equipamientos, se incrementaron los parques y espacios públicos para el disfrute colectivo,

los escenarios educativos, recreativos y culturales, de salud, comunitarios y financieros.51

En tercer lugar, en el escenario contextual descrito y promovidas por las

transformaciones de la materialidad aludidas, en la experiencia PUI-NOR se desataron

nuevas dinámicas socioculturales tanto en lo individual, como lo familiar, lo grupal y en las

organizaciones sociales y comunitarias caracterizadas, entre otras cosas, por el aumento de

sus capacidades para la acción, la promoción y el interés por la participación, la generación

de confianzas, el fortalecimiento de las organizaciones sociales y el apego a los

procedimientos y cánones democráticos para convocar los sujetos y actores de la

intervención, generar los debates, gestar acuerdos y consensos haciendo prevalecer el

interés general sobre el particular, tomar decisiones, así como para realizar veedurías que

ejercieron mayor control, seguimiento y evaluación a la intervención realizada, previniendo

51 De importancia singular resultaron para las transformaciones efectuadas en la jurisdicción PUI-NOR la presencia de sedes bancarias (Banco de Colombia, Banco de Bogotá y Bancamia) en la centralidad de Santo Domingo Savio, hecho que ocurrió por primera vez en la historia de ocupación y consolidación de la zona nororiental de la ciudad, especialmente, en las comunas 1 y 2.

280

la corrupción, disminuyendo el clientelismo, incrementando el reconocimiento y la

valoración de la institucionalidad y, al tiempo, robusteciendo la gobernabilidad.

En cuarto lugar, como consecuencia de las interacciones entre materialidad en

transformación y dinámicas socioculturales, en contexto, emergieron y se posicionaron

novedosas semantizaciones expresadas en usos renovados de los espacios públicos y

privados generados; otras apropiaciones, más colectivas, con mayor sentido de pertenencia

y arraigo fluido; nuevas simbologías y representaciones tanto del espacio físico, como de

las actitudes, los valores y sentidos socio-culturales asociados, buscando anteponer lo

positivo al pasado sombrío y triste que acompañó por años la jurisdicción PUI-NOR.

Evidencias irrefutables acerca de que, en el área de influencia del PUI-NOR, se

asiste a un auténtico, promisorio y visible proceso de constitución de territorio; un territorio

caracterizable tanto desde lo geofísico, como desde lo sociocultural, económico y político,

con sus propias dinámicas; un territorio que, sin proponérselo nadie en particular, ni la

Administración Municipal o alguna estructura gubernamental del Estado, ni la empresa

privada, ni la academia, ni las organizaciones no gubernamentales, ni sociales o

comunitarias, viene gestándose desde antes del PUI-NOR, se fortaleció con su

implementación y, seguramente, como pudo evidenciarse en los procesos de planeación

local y presupuesto participativo comentados en el numeral 3.2.2, continuará su proceso de

constitución colectiva, participativa, social, política, activa y crítica privilegiando para ello,

ojalá, procedimientos, principios y preceptos democráticos.

Nunca lo pensamos; ni siquiera lo imaginamos o vimos; por ello, si ocurrió, no fue intencionado. La estrategia de los PUI y en particular, del PUI nororiental, no se contempló, ni se concibió como un proceso de construcción de territorios. Sabíamos por la experiencia del metrocable que este tipo de programas e intervenciones con sentido social generaban cambios importantes en las personas, en los funcionarios, en las organizaciones comunitarias y en la dependencias del gobierno municipal; sobre todo, en la manera de relacionarse, de encontrarse, de conversar, de llegar a acuerdos y de definir los proyectos a ejecutar; eso si lo vimos y apreciamos desde el comienzo. Era otra manera de hacer las cosas, sobre todo, teniendo en cuenta la comunidad y vinculando a la empresa privada y a organizaciones no gubernamentales. Por eso fue parte de nuestra apuesta de trabajo y base de la metodología PUI que diseñamos, experimentamos y validamos en la nororiental (C. Hernández, entrevista personal, 30 de julio, 2010).

El proceso de constitución en territorio del área de influencia PUI-NOR estuvo

acompañado, de manera transversal y dinámica, como se reseñó en el numeral 3.2.2, por

sus propias y diversas prácticas sociales, puestas en juego para dirimir las tensiones

281

generadas en el contexto que le abrigó, las acciones transformadoras de la materialidad

realizadas, la dinamización sociocultural emergente y la aparición de nuevas

semantizaciones provenientes, todas, de las interacciones entre institucionalidad,

subjetividades y conocimientos prácticos, mediante la escenificación de variados juegos,

entre otros, de identidad, poder, intercambio e información que, al desatarse, generaron a su

vez nuevos aprendizajes y cambios en el proceso constitutivo del territorio comentado.

De una parte, la institucionalidad encabezada por la Empresa de Desarrollo Urbano

de Medellín-EDU y complementada por varias dependencias municipales como las

secretarías de Obras Públicas, Gobierno, Desarrollo Social, Cultura Ciudadana, Educación

y Bienestar Social; el Departamento Administrativo de Planeación-DAP, INDER e

INSVIMED, junto a varias dependencias gubernamentales de apoyo en la Gobernación de

Antioquia y la Nación, marcó las reglas del juego, los criterios de focalización y

distribución de recursos, los beneficiarios directos e indirectos, las fuentes de financiación,

los principios de actuación, la metodología guía y, entre otras cosas, la temporalidad y

localización de las actividades a realizar, es decir, demarcó la materialidad que particularizó

el territorio intervenido, todo ello enmarcado por los principios constitucionales vigentes en

Colombia a partir de 1991, el enfoque del Estado social de derecho, el POT adoptado en

1999 y ajustado en 2006 y, los PDM de los períodos 2004-2007 y 2008-2011.

Al comienzo el asunto no fue fácil. No solo teníamos desde la Administración Municipal la responsabilidad de posicionar un proyecto político alternativo nuevo como Compromiso Ciudadano sino también devolver la esperanza a la comunidad, aumentar la credibilidad en el gobierno y hacer reales las propuestas hechas en campaña y plasmadas en el Plan de Desarrollo. Responsabilizar a la EDU de los PUI fue uno de los principales aciertos. No solo por su condición de entidad descentralizada e independiente en lo administrativo, sino también porque ellos podían convocar a las otras dependencias del municipio para trabajar juntos y de manera complementaria, siguiendo los ejes del POT y del Plan de Desarrollo. Hoy podemos decir, afortunadamente, que la decisión fue un acierto. Eso se puede ver en los resultados del programa, tanto para la Alcaldía como para la comunidad. Trabajamos todos de la mano (L.E. Carvajal, entrevista personal, 21 de julio, 2010).

De la otra, las subjetividades provenientes de los sujetos, individuales y colectivos, que

intervinieron directamente o en nombre y representación de la población en los diversos

escenarios generados por el programa, especialmente, en los comités comunitarios, los

talleres de imaginarios, los pactos ciudadanos, el programa de planeación local y

presupuesto participativo, enarbolaron sus intereses, hicieron visibles sus necesidades,

282

exaltaron sus tradiciones, hitos históricos, sus valores, trayectorias y aprendizajes

acumulados durante años de trabajo colectivo y organizativo por la vida digna, por mejorar

sus condiciones de existencia, por afrontar la exclusión, el estigma, la segregación, la

informalidad, la ilegalidad, las múltiples violencias, la vulnerabilidad y el riesgo geológico,

las pobrezas, las bajos índices de desarrollo humano, en fin, sus esencias. Con ello,

antepusieron y develaron sus pretensiones, anhelos, sueños e ideales represados por años,

casi desde el inicio mismo de la ocupación de la zona nororiental de la ciudad. También

aportaron como elemento a destacar, los resultados del proceso de planeación alternativa

zonal, el PAZ, asociados con los aprendizajes logrados, los consensos hechos, las visiones

de futuro y los aportes que dispondrían para alcanzar más y mejores condiciones de vida,

apoyándose en procesos de planeación y de desarrollo participativos, amplios, incluyentes,

transparentes y, sobre todo, democráticos.

La gente y las organizaciones comunitarias de las comunas 1 y 2, especialmente las de los barrios donde se hizo el PUI tenían historia acumulada en sus procesos orientados a legalizarse, a conseguir mejores viviendas, hacer vías y mejorar la calidad de vida. Ese programa no hubiera funcionado igual si se hace en otros barrios o comunas de la ciudad. El trabajo colectivo, en condiciones muy difíciles, sobre todo por la violencia que vivieron, la estigmatización que soportaron por mucho tiempo, la desatención del gobierno, la influencia del narcotráfico y de los grupos armados al margen de la ley, los fortaleció y la EDU cuando llegó, después del metrocable, encontró con quien trabajar y se aprovecho de eso para bien de todos. Los cambios en la nororiental no empezaron con el PUI; siguieron ocurriendo y se fortalecieron con este programa; ellos van a seguir trabajando y ampliando sus aprendizajes como ya se puede ver en el programa de presupuesto participativo, sobre todo en la comuna 1 (L.A. Hincapié y N. Giraldo, entrevistas personales, 5 de noviembre, 2010).

Una más, los conocimientos prácticos acumulados tanto por la institucionalidad como por

las subjetividades surgieron para complementar el escenario de las prácticas sociales

inherentes al proceso de constitución del territorio en la jurisdicción PUI-NOR.

Clientelismos, corrupción, cooptación de liderazgos, debilitamiento de las organizaciones

sociales, desconfianzas, incredulidad, promesas no cumplidas, obras de infraestructura sin

terminar, ausencia de oportunidades para acceder a bienes y servicios públicos, influencia

alta de partidos políticos tradicionales, politiquería y entre otras cosas, prevalencia de

intervenciones inconsultas, autoritarias e impuestas marcaron de una parte, los

conocimientos prácticos puestos en juego; de la otra, en menor grado de incidencia y con

menor posibilidad de posicionarse, surgieron también los acumulados generados por la

construcción del metrocable y el proceso PAZ. Unos y otros, a su manera, alimentaron los

283

Ellos no podían creerlo. Dudaron por mucho tiempo de que fuera posible lo que escucharon, vieron y contribuyeron a que pasara al inicio del PUI en la nororiental. No era época de elecciones, al contrario, acabábamos de pasarlas; no teníamos pinta de políticos, ni hablábamos de partidos políticos; no llegamos pidiendo nada a cambio. No era posible decían. Sin embargo nosotros mantuvimos el discurso: todo lo que decimos que vamos a hacer con el PUI, lo vamos a cumplir y les mostramos los presupuestos, las reservas presupuestales, las dependencias que tenían los recursos públicos; ellos seguían sin creer. Sin embargo cuando empezamos a convocar a todo mundo, a hacer reuniones con ellos y sobre todo, cuando hicimos los recorridos barriales, los comités comunitarios, los talleres de imaginarios y empezamos las obras en la 42B, en la centralidad del Popular, vieron que era de verdad y que no iban a ser promesas incumplidas como siempre les había ocurrido. Eso fue muy bonito verlo y vivirlo (E. Díaz, entrevista personal, 10 de agosto, 2010).

Activadas las interacciones entre institucionalidad, subjetividades y conocimientos

prácticos surgieron en la experiencia PUI-NOR, escenarios de prácticas potenciadores y a

la vez, desalentadores para el proceso de constitución de su área de influencia en territorio.

Entre otras, se destacan tal y como se comentó en el numeral 3.2.2, las desconfianzas e

incredulidades acerca de que el PUI-NOR fuera posible, especialmente de parte de los

pobladores y voceros de las organizaciones sociales, basados en la experiencia acumulada;

L.M. Gómez y L. Lemus (entrevistas, 18 de septiembre, 2010) lo recuerdan sonriendo:

Un día se aparecieron por el barrio Edgar y Jhon Octavio diciendo que iban a hacer una cosa, que querían la otra y que aquella y esta; nosotros los escuchamos y nos miramos; están locos, fue lo que dijimos; estos son otros de los mismos de siempre: prometen y prometen y después nada. Pero se fueron y volvieron, no una, muchas veces y siempre decían lo mismo. Ahí fue donde empezamos a creerles y cuando ya vimos las obras, nos metimos del todo con ellos y vean lo que hicimos: ya no somos más una geografía olvidada; ahora nos visitan de todas partes y seguimos trabajando por mejorar los barrios, las casas, las calles, los parques; es que son de nosotros; nosotros los hicimos.

Pueden reseñarse, además, las dificultades que provenían de la imposibilidad de conciliar la

normatividad urbanística vigente en la ciudad, la realidad geofísica de la zona de

intervención, los intereses y necesidades de los habitantes y líderes comunitarios; las

disputas casi irreconciliables entre los líderes tradicionales y los nuevos liderazgos que

surgieron para dinamizar la intervención, la participación, la toma de decisiones, el control,

seguimiento y evaluación de las acciones, la apropiación y cuidado de lo hecho; la

presencia fáctica de voceros de los actores armados ilegales con actividad en la zona de

intervención; las lógicas y maneras de ver y comprender el mundo de parte de la

institucionalidad y las propias de las subjetividades; y, entre otras muchas más, las maneras

escenarios de prácticas sociales en que se debatió todo el proceso de constitución del

territorio en la jurisdicción del PUI-NOR.

284

tradicionales de hacer las cosas, generando resultados como los esperados, aun en medio de

ilegalidades, riesgos, imposiciones y ausencia de garantías para que fuesen sostenibles,

durables y apropiadas, junto a la resistencia al cambio, a que fueran realizadas de otra

manera, sin la garantía histórica de resultar exitosas.

Atender, dirimir y administrar estas tensiones obligó acudir, tal y como se expuso al

detalle en el numeral 3.2.2 en lo relativo a los cuatro hitos seleccionados como relevantes

para recrear la configuración de las prácticas sociales inherentes al proceso constitutivo del

territorio en la jurisdicción PUI-NOR, a variados juegos de prácticas, destacándose los

relativos a identidades, poder, intercambio e información. En ocasiones prevaleció uno de

ellos como el caso de los recorridos barriales en donde se apeló a la identidad, al arraigo, al

sentido de pertenencia, a la apropiación de los lugares, a la historia del poblamiento de los

barrios para identificar y concertar posibles acciones; en otras, se acudió al juego de

intercambio, encontrando el punto medio entre la norma vigente y el anhelo poblacional

para diseñar obras que se soñaron en los talleres de imaginarios; unas más privilegiaron el

juego de poder, en ocasiones imponiéndose el propio de la institucionalidad y, en otras, el

de las subjetividades, como el caso de los pactos ciudadanos; o, en otras, fueron los juegos

de información los que se implementaron, por ejemplo, en los comités comunitarios;

también hubo otros en que se vislumbran, al tiempo, varios juegos empleados para dirimir

las tensiones emergentes, por ejemplo en el programa de planeación local y PPPP.

Estos escenarios de prácticas y especialmente los juegos a los que se acudió para

dirimir sus propias tensiones generaron aprendizajes para la institucionalidad y para los

sujetos que intervinieron, tanto en lo individual como en lo colectivo. Conviene por el

enfoque orientador de la investigación enfatizar desde lo individual, en los aprendizajes

asociados con aspectos asociados a las características propias del ciudadano territorial, es

decir, con la promoción de la participación amplia, respetuosa e inclusiva de todos los

liderazgos existentes, legales e ilegales, legítimos e ilegítimos, tradicionales o nuevos; con

la preferencia por las vocerías sociales y no solo individuales; con el debate y las posturas

políticas criteriadas, respetuosas de las diferencias y propositivas; con la vinculación activa

al proceso de constitución, aún sin saberlo o hacerlo consciente, del territorio; con el

surgimiento y valoración por las posturas, valores y actitudes críticas; en suma, con la

285

opción fuerte por los procedimientos, los fundamentos y las reglas democráticas como ruta

para describir la realidad, analizarla, explicarla, comprenderla para plantear, debatir,

acordar y llevar a cabo alternativas de solución válidas para el colectivo.

Y, desde lo colectivo, con la prevalencia del interés general sobre el particular; la

pulcritud en el manejo e inversión de los recursos públicos; la promoción y fortalecimiento

de los liderazgos, las organizaciones barriales, comunitarias, cívicas y ciudadanas; las

contribuciones a solidificar múltiples formas y expresiones de la sociedad civil; el tesón,

empuje y decisión de todos los actores por reconocer, respetar y posicionar la

institucionalidad como fundamento del programa y del proceso vivido; los esfuerzos por

incrementar la gobernabilidad haciendo más vivible, gestando espacios y momentos para el

encuentro entre voceros de la estructura gubernamental del Estado, la empresa privada, la

academia, las organización no gubernamentales y sociales; en fin, de a poco, gestando

bases, construyendo cimientos y levantando columnas para contribuir en la construcción de

un proyecto político democrático soportado en la esperanza de una vida mejor.

Todo lo expuesto, considerado en conjunto, suscitó también cambios importantes en

la institucionalidad, en las subjetividades y en los conocimientos prácticos que renovaron y

dinamizaron los escenarios de prácticas inicialmente enfrentados, transformando además de

manera más adecuada lo geofísico, lo sociocultural, los usos, apropiaciones, simbologías y

representaciones asociadas con el proceso de constitución del territorio.

Cambios que, desde la institucionalidad por ejemplo, posibilitaron propuestas de

ajustes para la normatividad vigente en Medellín, asociada con el desarrollo, lo urbanístico,

las zonas de riesgo geológico, las construcciones de equipamientos en pendiente, la

adecuación de espacios públicos y, en general, la manera como se apuesta, a varias manos,

por la construcción colectiva de la ciudad.

Desde las subjetividades, por ejemplo, se abrieron nuevas ilusiones, se formaron

otros liderazgos, aparecieron nuevas oportunidades, se gestaron otros procesos y en

particular, se aprovechó al máximo el escenario del programa de planeación local y

presupuesto participativo implementado en Medellín.

Al tiempo, estos cambios renovaron los conocimientos prácticos acumulados hasta

entonces y brindaron la opción de hacer las cosas de otras maneras, más efectivas, más

286

adecuadas a las realidades de quienes habitan, usan, apropian y transforman el territorio. Y,

de conjunto, permiten vislumbrar las oportunidades que brinda para la formación

ciudadana, concebir el territorio como objeto de enseñanza.

La confianza ganada por Metromed en la construcción del metrocable de la nororiental implicó, entre otras cosas, incrementar y ganar en respeto y credibilidad en la institucionalidad pública, en el gobierno. Las personas y las organizaciones pasaron de no creer en nada, de desconfiar, de decirnos mentirosos y politiqueros en el 2001, a darnos las gracias, a sonreír, a abrazarnos, a creer, a anhelar vidas mejores y momentos felices, a querer su casa, su barrio y su comuna, a sentirse parte de Medellín, a ganar en identidad y sentido de pertenencia, a reconocer que otras maneras de relacionarse entre ellos, diferentes a la violencia y a la guerra y, con la institucionalidad pública, diferente al clientelismo y la corrupción eran posibles, en 2004, cuando entró en operación el metrocable (J.A. González, entrevista personal, 23 de Julio, 2010).

El territorio en proceso de constitución descrito, analizado, explicado, comprendido y

vislumbrado en la experiencia PUI-NOR y sus prácticas sociales, las que son propias e

inherentes a su gestación, son los que conforme se concibió en el numeral 3.1.5, pueden ser

considerados objeto de estudio, es decir, contenido y medio para la enseñanza (Castellar,

1996, 2009a, b, 2011; Copetti, 2005, 2011; De Sousa Cavalcanti, 1998, 2002, 2011; Flórez,

1991, 2005; Gurevich, 2005; Pulgarín, 2002, 2008, 2011a), de tal manea que permitan

delinear métodos dinamizadores de la enseñanza.

Como tales, contenidos, medios y métodos se convierten en elementos propiciadores

de las condiciones requeridas para conocer el territorio y develar sus prácticas; poderlos

analizar ambos, comprenderlos, intervenirlos y gestionarlos para contribuir al desarrollo del

territorio y, en últimas, a incentivar y propiciar el atrevimiento para modificarlo y

transformarlo (Bozzano, 2000), enmarcados por el contexto vigente y con la finalidad

consciente de contribuir al fortalecimiento del proyecto político democrático.

Considerar el territorio objeto de enseñanza implica, además, estudiarlo

integralmente concebido, constituido o en proceso de constitución, con intencionalidad

formativa, con finalidad pedagógica; hacerlo de “cara” y no de “espaldas” al territorio

considerándolo al tiempo, al estudiarlo, como fuente de incentivos para aspirar a obtener la

categoría de ciudadano territorial, a ejercer las múltiples ciudadanías posibles, a fortalecer

la sociedad civil, a posicionar la institucionalidad, incrementar la gobernabilidad y, de paso,

contribuir conscientemente como finalidad superior a vigorizar la democracia.

287

Gráfica 10. Ilustración de los estudios del territorio con finalidad formativa/pedagógica

Ciencias de la Educación

^Habilidades en la lectura del territorio mediante la aplicación de métodos, como la observación participante, la interpretación diferenciada, el análisis crítico, las visitas guiadas, el debate, talleres de imaginarios, la conversación con líderes de la comunidad

Ciencias Políticas Geografía crítica

INSTRUCCIÓN

A través de contenidos logrados desde la lectura del territorio, sus

transformaciones en la materialidad, los nuevos usos, equipamientos, prácticas

sociales y semantizaciones

La formación integral, considerada desde la teoría de los procesos conscientes (Álvarez de

Zayas, 1998, 1999), contempla la enseñanza y el aprendizaje desde la instrucción, la

educación y el desarrollo. Su objetivo determina el para qué formar; el objeto a enseñar

define el qué de la formación en términos de los contenidos a impartir y de los métodos que

se requieren para la enseñanza; al reflexionar sobre cómo formar, surge la necesidad de

diseñar medios de enseñanza que permitan mejores formas o maneras de hacerlo,

posibilitando el control, seguimiento y evaluación de los productos, resultados y efectos

vinculados con el cumplimiento o no del objetivo y del objeto de la formación. Todo ello,

considerado en conjunto desde la enseñanza, permite y provoca el aprendizaje,

especialmente, en este caso, para atender y procurar resolver el problema de conocimiento

asociado con la formación ciudadana, en concreto, con la formación del ciudadano

territorial dispuesto, capaz y comprometido a consolidar la democracia.

~\

Dinamización de nuevas formas y actitudes de participación a partir de medios como: imágenes, mapas, biblioteca, videos, textos, fotografías

288

Como contenido, el territorio posibilita fundamentar la conceptualización y la

organización de los conocimientos que se han de enseñar, asociados con el contexto que le

determina, en particular, con el devenir histórico de su constitución; con las

transformaciones de su materialidad, bien desde el inicio del proceso de ocupación hasta

hoy o por períodos históricos marcados por hitos relevantes de interés para enseñar; con las

dinámicas socioculturales desatadas durante el proceso de constitución y vinculadas tanto

con las transformaciones materiales como con el contexto que les abriga; con las

semantizaciones generadas en la interacción del contexto, la materialidad en transformación

y la dinamización sociocultural acontecida; y, además, con las prácticas sociales puestas en

escenario transversal de la constitución del territorio.

A manera de ejemplo, ubicados en la experiencia PUI-NOR y desde sus

contribuciones al proceso de constitución en territorio de su área de intervención, bien

podrían considerarse contenidos de enseñanza relevantes, entre otros, los elementos

generales del contexto reseñados en el numeral 1, así como los relativos a los ámbitos

particulares en materia de espacialidad y ambiente, social, cultural, económico y político

comentados en el numeral 3.2.1. Las transformaciones de la materialidad descritas y

comprendidas sobre movilidad, centralidades barriales y equipamientos comunitarios. Las

dinámicas socioculturales que acompañaron los cambios en el sustrato geofísico aludido.

Las semantizaciones que surgieron y generaron nuevos usos, otras simbologías, diversas

apropiaciones y representaciones sobre la materialidad transformada en tanto posibilitó

vínculos con novedosas dinamizaciones socioculturales. Y, complementariamente, las

prácticas sociales que se pusieron en escena para, mediante diversos juegos de prácticas,

dirimir y administrar las tensiones que surgieron de la interrelación entre institucionalidad,

subjetividades y conocimientos prácticos acumulados; resaltar los aprendizajes obtenidos,

así como cambios que se generaron. Todo un conjunto de contenidos novedosos que, de

acuerdo al proceso de constitución de territorio seleccionado, ubicados en marcos

temporales y espaciales predefinidos, contienen suficientes motivaciones y estímulos para

incentivar el análisis y la comprensión de la realidad, describirla, analizarla, explicarla,

apropiarla, comprenderla y, con ello de base, aspirar a transformarla superando las

pretensiones y los alcances simplemente físicos o geofísicos y, al contrario, buscar

289

ampliarlo a los ámbitos sociales, culturales, económicos, ambientales y políticos.

Contenidos que perfectamente podrán ser objeto de instrucción -conocimientos y

habilidades-, de educación -valores- y de desarrollo -capacidad de transformación- para

comprender la realidad en contexto y aspirar a transformarla mediante la atribución de su

finalidad: formar ciudadanos territoriales para el fortalecimiento de la democracia.

Como método, el territorio puede ser leído comprensivamente desde diversas rutas y

formas provenientes de la transposición creativa e incluyente que se haga de los múltiples

contenidos comentados. Así, por ejemplo, podrá acudirse a dinamizar la enseñanza

mediante el diseño motivante de observaciones participativas; la promoción de

interpretaciones de la realidad diferenciadoras y aglutinantes; la elaboración estimulante de

representaciones de la realidad; el análisis crítico de situaciones tensionantes, conflictivas o

de convivencia; y, entre otras, la programación y evaluación de visitas guiadas para leer la

realidad desde su descripción, análisis, explicación y comprensión propositivas.

La experiencia PUI-NOR, como ejemplo de proceso de constitución del territorio

potencialmente objeto de enseñanza, también ofrece variedad de opciones al respecto, entre

las cuales podrían destacarse los recorridos barriales y los talleres de imaginarios realizados

al interior de los comités comunitarios; los procesos de pactos ciudadanos y de

convivencia; las dinámicas culturales gestadas para incrementar la apropiación de los

espacios públicos generados; las discusiones, los debates y las maneras de llegar a acuerdos

y consensos en el programa de planeación local y presupuesto participativo. Otras fuentes,

sin duda, de insumos para alentar, mejorar y vigorizar la enseñanza, por ejemplo, basada en

la pregunta (Freire y Faundez, 2010), en la comprensión (Perkins, 1999a, b), en la

investigación (Stenhouse, 1998), en la interdisciplinariedad (Morín, 1999) o, también, en la

teoría (Fourez, 2000) para, al tiempo, generar los incentivos y las condiciones más

adecuadas para garantizar y hacer más significativo el aprendizaje (Álvarez, 1998, 1999).

Como medio, el territorio dispone de gran variedad y diversidad de recursos para

facilitar la aplicación de los métodos enmarcados por la transposición creativa de los

contenidos, de tal manera que se dinamice el aprendizaje con sentido, en tanto la

información que se eleva a la condición de contenido, también puede ser considerada medio

para la enseñanza. Tales recursos, al emplearse para movilizar el conocimiento del

290

territorio, invitan, viabilizan y hacen más factible la aplicación de los múltiples métodos de

enseñanza que se le asocian. Por ello, desde su uso, es posible mediante imágenes

fotográficas, representaciones cartográficas, planimetría, rutas interactivas, vídeos, medios

audiovisuales y tecnología de la comunicación e información, consultas a fuentes

documentales en centros de documentación y bibliotecas, entre otras cosas, describir la

realidad asociada con los procesos de constitución del territorio; analizarla desde sus

elementos constitutivos, explicarla y comprenderla para, con el conocimiento adquirido,

incorporado y hecho propio, se incentiven acciones para transformarla, por ejemplo, a partir

de las prácticas sociales emergentes para dirimir las tensiones y contradicciones que surgen

y, a la vez, para aprovechar la generación de los nuevos aprendizajes, cambios,

semantizaciones, dinámicas socioculturales y otras transformaciones de la materialidad que

son propias de la constitución del territorio.

En la experiencia PUI-NOR se visibilizaron también diversos medios que hicieron

posible la aplicación de los métodos descritos al darse la presentación de los contenidos, los

cuales pueden ser empleados, a manera de ejemplo, para dinamizar la enseñanza del

territorio al considerarlo su objeto, su intención pedagógica y formativa. Como tales pueden

ser identificados los recorridos barriales y los talleres de imaginarios, la galería “pintando la

esperanza”; los “renders” que facilitaron la representaci ón digital, en tres dimensiones, de

los sueños plasmados por los pobladores; el archivo fotográfico del antes, el durante y el

después del PUI-NOR, mediante el cual se capturó en imágenes el acontecer del programa;

los vídeos sobre las expresiones socioculturales y semantizaciones más relevantes ocurridas

alrededor de la unidad deportiva y recreativa Granizal, las consolidaciones habitacionales

de las quebradas Juan Bobo y La Herrera, así como la apropiación, valoración y uso de las

conectividades entre los barrios Villa del Socorro, Andalucía y La Francia promovidas por

los puentes peatonales La Paz y El Mirador; o, a escala, los efectos generados en la

población del sector y los visitantes por el proyecto terrazas: grafitis y mensajes alegóricos

a los sentimientos, sensaciones, símbolos y cambios que el programa fue generando entre

sus beneficiarios, familias, líderes y organizaciones sociales.

Consecuentemente con lo expuesto, al concebir el territorio como objeto de estudio,

es decir, con intencionalidad formativa y pedagógica, emerge la opción de convertirlo

291

desde sus características, en contenido de enseñanza; a la vez, apoyándose en

transposiciones creativas de estos contenidos, surgen métodos que posibilitan hacer lecturas

comprensivas e integradas del territorio; los cuales para ser dinamizados y aplicados,

acuden a medios que favorecen la operacionalización y su correspondiente aplicación.

En palabras simples, conforme el lenguaje empleado a lo largo del texto y como

esencia de la investigación realizada, estudiar el territorio significa abrir alternativas e

incentivos para alimentar procesos de formación, en general de formación ciudadana y, en

particular, del ciudadano territorial, de “cara”, de “frente”, en perspectiva integradora del

territorio, constituido o en proceso de constitución, evitando continuar haciéndolo de

“espaldas”, sin su consideración, ni aprovechando su potencial para plantear incentivos, a

manera de motivaciones y estímulos, para estos procesos formativos, especialmente, en los

niveles de la educación básica y media; para fundamentar la enseñanza desde la escuela,

comprometida con la vida; para alentar la consolidación del proyecto político democrático

y por tanto, incrementar la gobernabilidad, fortalecer la institucionalidad, vigorizar la

sociedad civil, darle aliento al ejercicio de las ciudadanías y, por delante de todo ello,

brindar incentivos para que se pueda aspirar, con sentido y de manera consciente, a obtener

la categoría de ciudadano territorial, dispuesto a participar y contribuir con la

transformación positiva de sus realidades, apostándole a la constitución del territorio.

Lamentablemente, en la experiencia PUI-NOR, todo este potencial para el proceso

de enseñanza-aprendizaje no fue avizorado, ni advertido y mucho menos aprovechado por

las Instituciones Educativas-IE ubicadas en el área de influencia del programa, ni tampoco

por la Secretaría Municipal de Educación-SECREM, tal y como puede deducirse de las

ayudas de memoria sobre los encuentros efectuados con los profesores de ciencias sociales

y la entrevista con la profesional responsable del tema, en el marco de la investigación

CODI-2008, mediana cuantía, realizada por los grupos Didáctica de la Educación Superior-

DIDES y Medio Ambiente y Sociedad-MASO de la UDEA, entre 2009 y 2011.52

52 La investigación aludida se denomino “El estudio del territorio como estrategia para el fortalecimiento de las competencias ciudadanas. Análisis del proyecto urbano integral de la zona nor-oriental (PUI-NOR), Medellín-Colombia”. Con los docentes de 11 IE de la jurisdicción PUI-NOR se realizaron dos encuentros: en octubre 22 de 2010 y en enero 28 de 2011; asistieron en total, 17 profesores de ciencias sociales. Con los de la IE Manuel Uribe U., se realizó un encuentro, en junio 16 de 2011; asistieron 11 profesores de ciencias sociales. La entrevista aludida fue con la profesional de SECREM, Sandra L. Posada M., en noviembre 25 de 2010.

292

En verdad, entre otras cosas, la documentación y el análisis realizado en el marco de

la investigación aludida, relativa a los PEI de 13 IE del área de influencia del PUI-NOR,

arrojaron como resultado que si bien en todos ellos existe referencia a la formación

ciudadana, esta se encuentra dirigida única y exclusivamente al cumplimiento de la

normativa expedida por el MEN, relacionada con las competencias ciudadanas. En ningún

caso, se encontró, hubo alusión, ni comentario, ni consideración del territorio, ni de los

estudios del territorio como potenciales insumos para la formación referida.

Los cuatro profesores del área de ciencias sociales entrevistados, vinculados a IE

influenciadas por el PUI-NOR, tanto de la comuna 1 (O. Gutiérrez, entrevista personal, 30

de noviembre, 2010 y M. Noreña, entrevista personal, 28 de enero, 2011) como de la

comuna 2 (W. Gutiérrez, entrevista personal, 30 de noviembre, 2010 y M. Orrego,

entrevista personal, 28 de enero, 2011) coincidieron en afirmar que, aunque los temas sobre

territorio y estudios del territorio son novedosos, motivantes y estimulantes para recrear la

enseñanza y promover, en particular, el aprendizaje de las competencias ciudadanas, en sus

IE, durante la implementación del PUI-NOR o después de ella, no fueron, ni han sido

contemplados como contenidos, métodos, ni medios para dinamizar el proceso educativo;

reconocieron que es una tarea que está pendiente por hacerse, aunque con el cuidado que

exige la consideración de la activación y desactivación permanente del conflicto armado

que, regularmente, se vive en los barrios y sectores de ambas comunas. Tampoco se

incluyeron en los Proyectos Integrados de Área-PIA, ni en los Proyectos de Aula-PA. En la

jurisdicción PUI-NOR, afirmaron, las IE solo fueron escenarios para encuentro, debates,

concertaciones y decisiones a tomar entre los representantes del gobierno municipal y los

líderes comunitarios. Aún no visionan, ni saben cómo aprovechar las oportunidades que

brinda para la enseñanza el territorio como objeto de estudio.

A su pesar y como elemento estimulante, la vocera de la SECREM, S. Posada

(entrevista, 25 de noviembre, 2010), advirtió sobre la consideración transversal tanto de la

formación ciudadana como de las competencias ciudadanas en los procesos de formación

en las IE de la Secretaria de Educación Municipal; al menos, sostuvo, como una de las

metas y desafíos que tiene esta dependencia municipal; el asunto, afirmó, lo están

manejando, promoviendo y orientando desde la Dirección Técnica de Prestación del

293

Servicio Educativo, desde la construcción y dinamización de los Planes de Mejoramiento

Institucional, en conjunto con el área de Supervisión Docente. Es decir, la cuestión tampoco

era del todo ajena, a estas alturas, para quienes en Medellín tenían la función pública de

garantizar la formación de los ciudadanos que se requieren para fomentar el proyecto

político democrático, enmarcado por el enfoque del Estado social de derecho, tal y como

está contemplado en la Constitución Nacional de 1991.

Ya, sin dudas, puede afirmarse como corolario de lo expuesto que, estudiar el

territorio con intencionalidad pedagógica, se convierte en la oportunidad esperada para

superar la ciudadanía concebida como condición legal y asumirla como la plena pertenencia

a una sociedad política, base de la noción investigativa guía: el ciudadano territorial. Esta es

una de las “joyas” de la corona que la investigación ha develado; aún sin pulir, quizá muy

en bruto, pero que se presenta como incentivo claro para aspirar a obtener la categoría de

ciudadano territorial y contribuir a consolidar el proyecto político democrático.

Nosotros sabíamos que en la experiencia de la nororiental habían muchas “perlas” que no habíamos aún identificado y que no era fácil verlas. Lo que hicimos desde Metromed y la EDU, sin duda, generó muchos aprendizajes. Unos, quizá muy pocos, los hemos recogido y aplicado en otras experiencias. Otros, quizá muchos, están por recogerse, documentarse y replicarlos. Uno de estos, creo, es la “joya” que ustedes están buscando: lo que aprendimos haciendo esas transformaciones físicas, sociales, culturales y políticas con la gente, de la mano con los líderes y empresarios y la posibilidad de llevarlo a la escuela para que, sobre todo los niños y las niñas, aprendieran y les gustara participar, ser organizados, sentirse del lugar en que viven y comprometerse con los cambios que seguramente todos deseamos que pasen en esta sociedad. Esa “joya” que lleva a la educación estos aprendizajes, seguramente, permitirá que seamos mejores personas y que podamos, juntos, construir la ciudad y el país que queremos (J.A. González, entrevista personal, 23 de julio, 2010).

Por lo dicho, con suficiencia y detalle, sin necesidad de argumentar más, sin duda alguna, al

considerar el territorio como objeto de estudio, es decir, de enseñanza en tanto se le

endilgan intencionalidades pedagógicas y formativas, posibilita y fundamenta la

descripción, el análisis, la explicación y comprensión del territorio real, tal y como ha sido

gestado, como se usa, se apropia, simboliza y representa por quienes lo habitan; del

territorio pensado, dinamizado y semantizado; y, en los términos de Bozzano (2000), del

territorio posible, el soñado, el anhelado, el deseado e imaginado por todos y para todos,

pasando del “mundo para mí”, al “mundo para todos” (Güell et al., 2009). Asimismo, abre

las puertas para la interdisciplinariedad vinculando, al menos, las ciencias de la educación,

las ciencias políticas y la geografía crítica en la pretensión indispensable por analizar los

294

procesos de constitución del territorio de manera transversal, multidimensional y

pluridisciplinar como corresponde con su complejidad. Invita a promover innovaciones en

el proceso docente, especialmente, desde la consideración de los contenidos de enseñanza

que provienen de los estudios del territorio, la implementación de diversos y variados

métodos para realizar lecturas y comprensiones del territorio y, a la vez, el diseño de

medios novedosos que incluyan la investigación en el aula; la posibilidad de convertir en un

hecho el aprendizaje sinérgico entre profesor y alumno; concretar la apuesta sobre los

currículos pertinentes, contextualizados y comprometidos con la formación de otros

ciudadanos, territoriales, con conocimientos, habilidades y actitudes transformadoras de sus

realidades, capaces y dispuestos a contribuir con la construcción colectiva de sociedades

más democráticas, más equitativas y más justas. Todo un reto y a la vez, una enorme tarea

pedagógica por realizar y aplicar en la educación básica y media colombiana.

Potencialidad pedagógica de los estudios del territorio para procesos de formación

ciudadana en el marco de la experiencia PUI-NOR:

Comprender y asimilar la posibilidad de estudiar el territorio, es decir, asumirlo como

objeto de enseñanza (Pulgarín, 2002), lo convierte por ello mismo, en potencialidad

pedagógica (Flórez, 2005; Flórez y Vivas, 2007; Pulgarín, 2011b; Zuluaga et al., 2003), en

virtud a que posee capacidades para dinamizar intervenciones que implican aprendizaje:

todo aquello que se enseña para movilizar acciones de aprendizaje, es potencialmente

pedagógico, en tanto, alberga pluralidad de saberes que potencian y dinamizan la

enseñanza; permite que otros lo aprendan y lo asimilen; suscita formas de valorar y

revalorar lo que se sabe; refuerza desde el fundamento empírico, el proceso docente; y,

entre otras cosas, como concepto de las ciencias sociales, permite la combinación de

componentes del proceso docente útiles para el proceso de enseñanza-aprendizaje en el aula

(Pulgarín, 2011b). Al tiempo, estas potencialidades pedagógicas de los estudios del

territorio también implican diversas mediaciones didácticas; por ejemplo, múltiples

preguntas al inicio y respuestas al final de la sesión, o solo preguntas provocadoras sobre

textos, mapas, vídeos o similares para que se reflexione, piense o provoquen

295

conversaciones relevantes (Díaz y Hernández, 1998); la incorporación de mapas mentales

al inicio, en el centro o al final de un texto que induzcan, activen y provoquen la activación

y el desarrollo del pensamiento y su comprensión (De Bono, 1995; Perkins, 1999a). El

panorama que esbozan los trabajos realizados, entre otros, por Giménez (1996, 2004,

2005), Gutiérrez (2007) y Pulgarín (2003, 2008) evidencia maneras creativas de

comprender el territorio y sus relaciones, en estos casos con la identidad, la cultura, el

hábitat y la geografía, abriendo posibilidades, al estudiarlo, de acudir a múltiples y

enriquecedoras formas de describir, analizar y comprender diversas y complejas realidades

del contexto, en particular, en el escenario europeo, latinoamericano y colombiano.

El estudio del territorio como objeto de enseñanza permite visualizar la complejidad del mundo real, pone en evidencia la brecha existente entre los saberes sobre la naturaleza y la sociedad, saberes disociados, parcelados y al ser motivo de enseñanza siguen considerándose igualmente distantes; al leer el territorio para comprenderlo, esta condición cambia puesto que en él se encuentran situaciones problema que ameritan estudiarse y desde la escuela convocan a la interdisciplinariedad puesto que los problemas son cada vez más transversales, multidimensionales y pluridisciplinares, en suma globales. Además facilita la confluencia de un cúmulo de saberes para su comprensión. Saberes valiosos sobre el clima, sus recursos naturales, la historia de las culturas y grupos étnicos que lo habitan, las formas de gobierno que en él se dan, sus principales actividades económicas, los problemas sociales más relevantes, sus límites y fronteras políticas, etc. Es la oportunidad de hacer una lectura situada, tanto a nivel geográfico como histórico. Comprender la realidad a partir de preguntas de investigación desde el aula, preguntas desde y sobre el territorio, preguntas que problematizan lo que se ve, lo que pasa, lo que vive, puede incidir en las ganas de aprender, en la curiosidad y disposición del estudiantes hacia el conocimiento (Pulgarín, 2011b, p. 9).

Así las cosas, contenidos, métodos y medios propios de los estudios del territorio, se

constituyen en potencialidades pedagógicas dinamizadoras, movilizadoras y promotoras de

acciones e intervenciones de aprendizaje que nutren el proceso de enseñanza-aprendizaje,

en últimas, la formación y, para los intereses de esta investigación, la formación ciudadana

en los términos expuestos en el numeral 3.1.2 del presente texto.

Ubicados en el escenario de la formación y de la formación ciudadana expuestas en

el numeral 3.1.2, es decir, basadas en la teoría de los procesos conscientes y cimentadas en

los aportes de las ciencias de la educación, las ciencias políticas y la geografía crítica; y, al

tiempo, en la demanda de incentivos que se requieren para gestar el ciudadano territorial

concebido como se planteó en el numeral 3.1.6, emerge como opción y alternativa

interesante, que el potencial pedagógico atribuido a los estudios del territorio, puede

alimentar los procesos de formación ciudadana, en particular, los de formación del

296

ciudadano territorial. Ello significa asumir estos estudios, desde la constitución del

territorio y las prácticas sociales inherentes, en tanto contenidos, métodos y medios para la

enseñanza, como fuentes de incentivos para aspirar a alcanzar la categoría de ciudadano

territorial, dispuesto a ejercer las múltiples ciudadanías y, a la vez, a contribuir en la

construcción y posicionamiento del proyecto político democrático.

Hacer visible el potencial pedagógico otorgado al estudio del territorio para gestar

el ciudadano territorial -en tanto se asume el territorio construcción compleja, conflictiva y

colectiva, social e histórica (Unión Europea et al., 2010, p. 20) que combina, al tiempo y en

proceso, contextualizados, la transformación del espacio geográfico, el surgimiento de

dinámicas socioculturales y la aparición de renovadas semantizaciones (Gutiérrez y

Pulgarín, 2009; Gutiérrez y Sánchez, 2009) transversalizados por las prácticas sociales que

le son propias, demanda detenerse en el análisis de varios asuntos relevantes.

En primera instancia, conviene resaltar que desde la concepción orientadora de la

investigación expuesta en el numeral 3.1, se atribuyó a las potencialidades pedagógicas

aludidas, la capacidad de nutrir y orientar procesos de enseñanza dirigidos a incentivar el

conocimiento y apropiación del territorio; de promover sentidos de pertenencia y arraigo

fluido (Martin-Barbero, 2002); y, de fortalecer identidades y opciones de convivencia en

medio de múltiples diferencias, generando como resultado, la posibilidad de transformar el

territorio a imagen y semejanza de sueños e ideales de quienes han tomado la decisión de

construirlo; lo han usado, usan y usarán; y, ante todo, podrán vivirlo, junto a otros,

diferentes, diversos y plurales, en medio de múltiples conflictos y tensiones, aspirando al

menos, a convertirse en mejores humanos (Freire, 2002, 2005).

Como tal, este potencial pedagógico de los estudios del territorio, el cual a la vez es

formativo, podría y debería articularse conscientemente como finalidad, en la perspectiva

de esta investigación, con brindar a los sujetos en formación o formados, la posibilidad de

conocer de mejor manera los escenarios de su vida cotidiana y entender que el territorio

donde ella acontece es social, que es producido socioculturalmente y, por tanto, susceptible

de generar beneficios individuales y colectivos (De Souza Cavalcanti, 2011). Así, podrían

incrementar la percepción y comprensión del territorio como un todo, mediante la

profundización de la potencialidad atribuida a su estudio, para propiciar uso más

297

adecuados, goce y disfrute por la diversidad de grupos humanos que contiene, alberga y

moviliza; así como de los múltiples problemas y diversas potencialidades que ello genera,

en medio de culturas pasadas y presentes, de dimensiones globales y locales.

En segunda instancia, resulta relevante ligar las potencialidades pedagógicas de los

estudios del territorio con las incidencias que poseen para contribuir a gestar el ciudadano

territorial al incorporárseles en la enseñanza, especialmente, en los procesos de formación

en los niveles de la educación básica y media. La mayor y más relevante evidencia al

respecto surgió del análisis efectuado en los numerales 3.2.1 y 3.2.2 que anteceden, de la

experiencia PUI-NOR. De un lado, no sólo se hicieron visibles significativos incentivos

para la gestación del ciudadano territorial desde el proceso de constitución del área de

influencia del PUI-NOR en territorio sino que, adicionalmente, fueron evidentes otros más

en los escenarios de las prácticas sociales generados para dirimir, atender, negociar y

administrar las múltiples tensiones que surgieron durante su implementación; acciones

diversas, enriquecedoras, complejas, ilustrativas y novedosas asociadas con la promoción,

aprendizaje, adopción e implementación de actitudes individuales, grupales y colectivas

eminentemente democráticas, participativas, sociales y políticas, escenificadas de manera

activa y crítica, fueron ilustradas al detalle; si bien, tal y como lo reconocieron varios de los

entrevistados, la intención al desatarlas no era precisamente contribuir a gestar ciudadanos

territoriales, en los términos concebidos por la investigación, el resultado obtenido se

asemeja y es consecuente con esta noción, gestando la posibilidad al estudiar lo ocurrido, es

decir, al convertirlo en objeto de enseñanza bien desde su consideración como contenido,

método o medio, de generar potencialidades pedagógicas que llevadas al escenario escolar,

en la educación básica y media, brindan la opción de contribuir y nutrir los procesos de

formación del ciudadano territorial.

Del otro lado, con lo expuesto, también surgen tal y como se ilustró oportunamente,

sin habérselo propuesto como objetivo de la intervención realizada en la jurisdicción PUI-

NOR, opciones para alimentar el fortalecimiento de las organizaciones sociales, cívicas y

comunitarias que integran y dinamizan los sujetos individual y grupalmente considerados;

de vigorizar diversas formas de expresión de la sociedad civil orientadas a generar espacios

adecuados de convivencia, de respeto por la diferencia, de seguridad y paz, de encuentro y

298

generación de alternativas de vida digna; de ganar en diálogos directos, francos y abiertos,

en donde de manera colectiva se apueste por reconocer, respetar y robustecer la

institucionalidad, tanto la que corresponde con la estructura gubernamental del Estado,

como la propia de la empresa privada, la academia, las organizaciones no gubernamentales

y las propias organizaciones sociales, cívicas y comunitarias; de apostarle a la generación

de más y mejores escenarios de gobernabilidad, en particular, desde el posicionamiento del

enfoque del Estado social de derecho; y, con todo ello, en conjunto, orientarse a la

consolidación del proyecto político democrático como finalidad última, deseable y posible.

Asumir el potencial pedagógico atribuido a los estudios del territorio con intención

de contribuir a fortalecer los procesos de formación del ciudadano territorial se constituye

en novedad e innovación para el sistema educativo colombiano en razón a que, de una

parte, permite combinar y aprovechar diversos y múltiples conocimientos objeto de la

instrucción, actitudes propias de la educación y, al tiempo, habilidades para el desarrollo e

implementación de transformaciones de la realidad, en términos del enfoque de la teoría de

los procesos conscientes, que revaloran, refuerzan y dinamizan el proceso docente, la

enseñanza y el aprendizaje. De otra parte, le dan vigencia práctica al postulado más

relevante del enfoque histórico cultural (Vigotsky, 1987): aprender con otros, en la

interacción y la vivencia con diferentes y diversos, por tanto, con opción de enriquecer

concepciones y prácticas de vida. Una más, abren posibilidades para dejarse permear e

incrementar los afectos por el lugar (Tuan, 2007), vislumbrando en los problemas humanos

-sociales, económicos, ambientales, tecnológicos y políticos-, motivaciones y estímulos

para renovar actitudes y valores que permitan e incentiven la construcción colectiva del

territorio, haciéndolo un auténtico espacio ciudadano (Santos, 1998).

Así las cosas, podrían ser objeto de enseñanza y, a la vez, incentivos para el

aprendizaje, el proceso de constitución del territorio, es decir, el contexto que le enmarca en

una temporalidad o período determinado, las transformaciones en su materialidad, las

dinámicas socioculturales desatadas y, al tiempo, las diversas semantizaciones que

emergen; los escenarios de las prácticas sociales asociadas a este proceso y generados para

dirimir las tensiones que le son propias; el potencial que poseen los estudios del territorio

para motivar y estimular la aspiración de convertirse, de manera consciente e intencionada,

299

en ciudadano territorial para, entre otras cosas, contribuir al proceso de constitución del

territorio y a fortalecer el proyecto político democrático, teniendo como fundamento

teórico, las relaciones y los aportes provenientes de la teoría de los procesos conscientes,

desde la articulación entre ciencias de la educación, ciencias políticas y geografía critica.

De las posibilidades que lo expuesto brinda para transformar la realidad, a imagen

de los sueños y anhelos de quienes la habitan y usan, surgen los incentivos para aspirar a

obtener la categoría de ciudadano territorial, vía la formación ciudadana, en tanto la

enseñanza será más comprometida con la vida, con la democracia, con el fortalecimiento de

la institucionalidad, la sociedad civil, el ejercicio de las diferentes ciudadanías y, con la

profundización de los elementos y características propias del ciudadano territorial:

democrático, participativo, político y social, de manera activa y critica. Además permitirá

transformar los procesos curriculares y la realidad misma, con sentido y de manera

consciente. La concepción tradicional del currículo implica un saber sabio y no incluye el

territorio; si la concepción curricular predominante en el sistema educativo colombiano no

contempla el territorio, tampoco podrá concebirlo como objeto de estudio, ni por tanto, de

enseñanza y se desaprovecharan las potencialidades pedagógicas que contiene para

alimentar los procesos de formación ciudadana, dado que estará ausente como aspecto

consciente y finalidad para aprender; por tanto, habrá que acudir a flexibilizar el currículo,

haciéndolo más crítico para que otra educación, en los términos de Gimeno (2005), sea

posible; para que se reforme el sistema educativo buscando que su cabeza quede bien

puesta (Morín, 2001); se aproveche ese “algo” para enseñar que proviene de las

potencialidades pedagógicas de los estudios del territorio, en forma de contenido, método y

medio, realzando el proceso docente (Álvarez de Zayas, 1998, 1999) y conduciéndolo hacia

aprendizajes más significativos y comprensivos (Perkins, 1999a) que demanden nuevos

medios didácticos (Díaz, 1997, Díaz y Alemán, 2007) para la instrucción sobre ciudadano

territorial, la educación en las aptitudes del ciudadano territorial y, al tiempo, el desarrollo

de las habilidades que permitan poner en práctica la categoría del ciudadano territorial, en

su contribución a posicionar el proyecto democrático.

En tercera y última instancia, es importante acotar con fundamento en la experiencia

PUI-NOR, los escenarios y alcances reconocidos a las potencialidades pedagógicas

300

atribuidas al estudio del territorio para nutrir los procesos de formación ciudadana, al

menos en términos de la dinamización del proceso docente y la ratificación de la

interdisciplina como su condición esencial, la facilitación de la integración curricular, el

desarrollo de la identidad territorial, así como sus contribuciones a la enseñanza

significativa de las ciencias sociales y de la geografía. Al hacer consciente el potencial

pedagógico para alimentar los procesos de formación ciudadana proveniente de los estudios

del territorio, se dinamiza el proceso docente en virtud a que, con ello, se pueden favorecer

la instrucción, la educación y el desarrollo, empleando diversas y novedosas mediaciones

pedagógicas y didácticas orientadas a desatar aprendizajes con sentido (Álvarez de Zayas,

1998, 1999; Díaz, 1997; Gurevich, 2005); a promover la investigación como base de la

enseñanza (Stenhouse, 1998); a organizar los contenidos asociados con el estudio del

territorio como innovación pedagógica, en tanto la potencialidad aludida, puede

incorporarse en la concepción y organización del conocimiento que se enseña, en contexto,

de manera consciente y con intencionalidad predefinida; a desatar transposiciones creativas

de los contenidos mediante la inclusión de diversos métodos para la lectura comprensiva

del territorio; y, de la misma manera, a visibilizar en estos métodos, los recursos empleados

para movilizar el conocimiento a enseñar, en forma de medios, haciendo que contenidos,

métodos y medios converjan en la consideración de los estudios del territorio con

intencionalidad formativa, desde sus potencialidades pedagógicas para formar el ciudadano

territorial. Con ello, se podrá experimentar nuevas formas de enseñanza desde el estudio del

territorio para comprender el mundo real desde la escuela, en forma integral y con sentido.

Conocer el funcionamiento de las instituciones globales de la sociedad contemporánea -es decir, sus formas de organización, sus normas, sus principales representaciones políticas, culturales, económicas, jurídicas y simbólicas es una herramienta que permite el acceso a un conjunto de reglas de juego en el que los territorios y los ambientes del mundo contemporáneo ofrecen su particular fisonomía y en el que los sujetos desarrollan sus vidas, sus trabajos, sus relaciones de distinto tipo (Gurevich, 2005, p.14).

Los procesos de formación ciudadana en perspectiva de los estudios del territorio, al

incorporar sus potencialidades pedagógicas, exaltan la escena interdisciplinar como asunto

y condición propia, basados en el diálogo entre, por lo menos, las ciencias de la educación,

las ciencias políticas y la geografía crítica que favorece y promueve la complementariedad

301

en el desarrollo del proceso docente, el diálogo de saberes y la organización consciente y

sistémica del currículo favorecedor de este tipo de formación, ligada al necesario abordaje

de la complejidad y la consideración de fragmentación social como características de la

época actual, indispensables de contemplar en los procesos formativos. Ello implica, entre

otras cosas, la imperiosa inclusión de lenguajes diversos, complejos y plurales que

posibiliten describir, analizar, explicar y comprender el proceso de constitución del

territorio, en particular, desde su carácter sociocultural, contextualiza, complejo y

dinámico, potenciales escenarios para gestar el ciudadano territorial.

Grafica 11. Ilustración de la interdisciplinariedad en la formación ciudadana

Compromiso y encargo social a lograr desde la educación formal y los proyectos políticos vigentes

El ciudadano, se hace, se forma. Es una manera de ser, una conducta, un modo de vida que se aprende y se fortalece con la práctica y desde la puesta en escena del ejercicio ciudadano, en un territorio

Además, los estudios del territorio desde el enfoque orientado por esta investigación,

invitan, favorecen y promueven la integración curricular desde los procesos de formación

ciudadana, en tanto generan diálogos, intercambios e interrelaciones entre las diferentes

áreas de la enseñanza, especialmente en la educación básica y media, posibilitando

encuentros y comunicaciones horizontales acerca del deber ser, hacer y saber de la

302

enseñanza entre docentes que la tienen a su cargo; ello además, ensancha las posibilidades

de generar bases, fundamentos y soportes teóricos y metodológicos de las áreas del

conocimiento, más pertinentes y coherentes con la pretensión de formar el ciudadano

territorial; y, brinda oportunidades para encuentros más efectivos entre el cuerpo docente, la

comunidad educativa y los estudiantes, en tanto, al estudiarse el territorio no sólo se

transforma el proceso docente y su organización curricular, sino que ello se convierte en

motivación y estímulo para consolidar la constitución de comunidades académicas entre los

docentes que desarrollan los proyectos de aula, los planes integrados de área y el proyecto

educativo institucional-PEI, incidiendo significativamente en la combinación de conceptos

y problemas, a manera de contenidos, métodos y medios de enseñanza.

Otra de las potencialidades pedagógicas para nutrir procesos de formación

ciudadana atribuible a los estudios del territorio la constituye su contribución al desarrollo

de la identidad territorial. Ello significa, de manera breve, que con su enseñanza es posible

promover, dinamizar y recrear nuevos sentidos de pertenencia múltiples, es decir, sentirse

al tiempo vinculado a lo local, lo regional, lo nacional y lo global; otras formas de

enseñanza combinando campos semánticos diversos, por ejemplo, la geografía y la

literatura, el mundo y sus representaciones; entender los territorios también como ámbitos

conceptuales (Gurevich, 2005) y de experiencias donde acontecen múltiples relaciones,

intenciones, dinámicas, movimientos y cambios; implementar lecturas y análisis del

territorio que recojan la multiplicidad, las diferencias y la pluralidad de las prácticas

sociales; analizar las lógicas de funcionamiento de las sociedades humanas ubicadas en un

lugar y en un determinado momento histórico, de “cara” y no de “espaldas” al proceso

constitutivo del territorio; retomar el valor formativo de la geografía en el contexto de la

enseñanza de las ciencias sociales; y, entre otras muchas y diversas cosas, hacer realidad la

enseñanza para la comprensión como motivación y estímulo de la aspiración válida de

obtener la categoría de ciudadano territorial, ampliando las posibilidades de la instrucción,

la educación y el desarrollo, en contexto y con finalidades preestablecidas.

Los estudios del territorio como ámbito conceptual, desde su intencionalidad

pedagógica para contribuir a dinamizar los procesos de formación del ciudadano territorial,

también promueven la enseñanza significativa de las ciencias sociales en tanto, como

303

concepto integrador, puede dinamizar propuestas de intervención pedagógica y didáctica

para hacer del currículo un espacio de formación pertinente, contextualizado y flexible en la

escuela, especialmente, en los niveles de básica y media. Allí donde se pueda hacer lecturas

de la realidad territorial que le rodea como centro de generación de conocimiento,

incluyendo las problemáticas territoriales existentes a manera de contenidos, métodos y

medios para los proyectos de aula.

Finalmente, como potencialidad pedagógica para los procesos de formación

ciudadana, el estudio del territorio proyecta la educación geográfica, en tanto este territorio

como objeto de enseñanza, en el ámbito educativo y pedagógico, puede proyectar el

conocimiento del espacio vivido por parte de las comunidades educativas, razón de ser de

educación geográfica53 y pretensión esencial de la formación del ciudadano territorial: de

cara al territorio, es decir, formar un ciudadano capaz de comprender el lugar que ocupa en

el mundo y las relaciones particulares que establece con los demás, contextualizado y

orientado a contribuir con una vida mejor y digna.

Hacerse ciudadano territorial, ejercer las múltiples y diversas ciudadanías posibles,

fortalecer la sociedad civil, vigorizar la institucionalidad y la gobernabilidad conforme el

enfoque del Estado social de derecho y, en últimas, aspirar a contribuir con la consolidación

del proyecto político democrático exige, demanda y requiere también, de competencias, es

decir, de la integración, sinergia y combinación de conceptos, actitudes y destrezas que

permitan realizar descripciones, análisis y explicaciones comprensivas del proceso

constitutivo del territorio; y, además, que posibiliten la participación activa y crítica de los

sujetos que intervienen, habitan y usan el territorio en la identificación, priorización y

atención de problemas y necesidades relevantes. Una manera de lograrlo, se encuentra en la

consideración del territorio como objeto de estudio y, por tanto, de enseñanza en las

ciencias sociales y la geografía.

53 Considerada por la Unión Geográfica Internacional-UGI (2000), como la “capacidad de todos los ciudadanos para crear un mundo más justo, sostenible y con calidad de vida para todos y particularmente, cada persona de todo el mundo, debe tener la capacidad de defender y ser sensible hacia los derechos humanos” [...] como la buena voluntad para ser consciente del impacto de sus propios estilos de vida sobre sus contextos sociales local y general [...] la capacidad para actuar como un miembro informado y activo tanto de su propia sociedad como de la sociedad global"

304

En síntesis, concebir los estudios del territorio como potencialidad para alimentar

los procesos de formación ciudadana, en particular, los dirigidos a la formación del

ciudadano territorial, se convierte en provocación e invitación para hacer del sistema

educativo, especialmente en los niveles de básica y media, un escenario pedagógico fuerte

y capaz de enfrentar los retos educativos del siglo XXI (Trilla, 2007); una escuela decidida,

dispuesta y comprometida a gestar ciudadanos territoriales y a luchar (Giroux, 2006) por el

ejercicio de las diversas ciudadanías, entendiendo que este no ha sido, no es, ni podría ser

un camino fácil (Oraisón y Pérez, 2006). Asunto que dispone, afortunadamente, de diversas

potencialidades pedagógicas para dinamizar los procesos docentes, incorporarles la

interdisciplinariedad, facilitar la integración curricular, fomentar la identidad territorial y

contribuir significativamente a la enseñanza de las ciencias sociales y de la geografía de tal

manera que la enseñanza disponga de contenidos, métodos y medios para orientar y facilitar

el aprendizaje, es decir, brindado un cómo aprender (Meirieu, 2002).

La pedagogía fue y sigue siendo el eje transversal de la educación y la cultura metro. En la nororiental la aplicamos para formar públicos, usuarios del metro, de tal manera que el sistema fuera apropiado y bien utilizado. Trabajamos especialmente, de manera intencionada y consciente, con escolares; niños del nivel básico y medio de las instituciones educativas del sector, de primero a once, porque entendimos y aprendimos que los contenidos impartidos en estas edades son los que van a prevalecer en las personas por siempre (J. Gutiérrez, entrevista personal, 21 de julio, 2010)

Estas potencialidades pedagógicas son fuente de incentivos para que los sujetos aspiren a

obtener la categoría de ciudadanos territoriales, a transformar individual y colectivamente

su realidad y, de paso, puedan contribuir a fortalecer el proyecto democrático. Toda otra

manera de apostar, en proceso y de manera creativa, a construir ciudadanías (Villasante,

2000) acordes a los preceptos democráticos y atentas a las influencias perversas del

proyecto neoliberal. Estudiar el territorio con intencionalidad pedagógica se constituye, así

las cosas, en oportunidad para cambiar la concepción de proceso docente, disponer la

comunidad educativa a aprender con sentido y construir un currículo pertinente,

apostándole a la formación ciudadana anhelada; ello significa e implica, arriesgarse a

nuevos procesos de formación ciudadana que fomenten en los estudiantes de la educación

en los niveles de básica y media, el deseo y la necesidad de reconocer, explicar, sentir y

comprender como propio el territorio que habitan, usan y pueden transformar; al tiempo,

305

apostarle decididamente a la finalidad última atribuida a la educación: formar ciudadanos

conscientes, democráticos, participativos, sociales y políticos, capaces de comprender el

contexto vigente de manera activa y crítica y contribuyendo a la consolidación del proyecto

democrático. Las posibilidades de formación que brinda el estudio del territorio, realizado

de manera sistémica y consciente, haciendo de las etapas desatadas por la ruta

metodológica de la investigación un proceso a seguir e incorporar en el proceso docente,

pueden transformar la enseñanza que tradicionalmente se imparte en la escuela colombiana,

especialmente, en los niveles de básica y media.

Gráfica 12. Ilustración de las potencialidades pedagógicas de los estudios del territorio

Potencialidades pedagógicas de los estudios del territorio desde las cuales se gesta la formación

del ciudadano territorial

S

C Movilización del aprendizaje con sentido

Desarrollo de identidad territorial desde el encuentro los saberes cotidiano y expert

306

Con la reseña efectuada a lo largo del numeral 3.2 del texto: configuración de prácticas

sociales y derivación de potencialidades pedagógicas para procesos de formación

ciudadana: la experiencia PUI-NOR, varios asuntos de interés investigativo han quedado

evidenciados. En primer lugar, el cumplimiento cabal del objetivo específico y resultado

esperado dos comprometidos en el proyecto de tesis doctoral, en tanto se cuenta con la

configuración de las prácticas sociales individuales y colectivas que dan cuenta de las

relaciones ciudadano y territorio, a partir de su vinculación con el proceso integral de

constitución del territorio; y, de este proceso de constitución del territorio, incluidas las

prácticas sociales que le son propias, se han derivado potencialidades pedagógicas para

nutrir la formación ciudadana, en particular, la formación del ciudadano territorial, las

cuales surgen especialmente, al considerar el territorio como objeto de estudio, es decir,

como contenido, método y medio para la enseñanza, de lo cual, además, se deduce uno de

los aportes prácticos de la investigación a las ciencias de la educación: la emergencia del

potencial pedagógico de los estudios del territorio para alimentar proceso procesos de

formación del ciudadano territorial en escenarios democráticos.

En segundo lugar, que tanto los procesos de constitución del territorio, como las

prácticas sociales inherentes y las potencialidades pedagógicas provenientes de los estudios

del territorio, se constituyen en fuente de incentivos, a manera de motivaciones y estímulos,

para que los sujetos aspiren a alcanzar la categoría anhelada de ciudadanos territoriales,

mediante procesos de formación ciudadana de “cara” al territorio, especialmente, en

perspectiva de los estudios del territorio, particularmente aplicados al sistema educativo

colombiano, en los niveles de básica y media.

En tercer lugar, queda expuesta la evidencia acerca de la vigorización que se hizo de

la experiencia PUI-NOR analizada, en tanto se potenció desde su consideración como

típico proceso de constitución en territorio, complementado por la visibilización de las

prácticas sociales inherentes y la emergencia de las potencialidades pedagógicas asociadas

para nutrir procesos de formación ciudadana. Todo ello, además, no solo permitió el

análisis desde el marco conceptual construido en el numeral 3.1, sino que al tiempo, lo

robusteció, consolidándolo, tal como se diseño y previó en el numeral 2.

307

Finalmente, una reflexión surge como corolario asociado a la configuración de las

prácticas sociales inherentes al proceso de constitución del territorio y la emergencia de

potencialidades pedagógicas vinculadas con los estudios del territorio. Un asunto es, sin

duda, que se pueda ser ciudadano en los términos consagrados por la normatividad vigente

en la materia en Colombia, especialmente desde la Constitución Nacional de 1991, es decir,

que existan las condiciones, los escenarios, las posibilidades, las rutas, las bases teóricas y

metodológicas mínimas para lograrlo, especialmente con la connotación de territorial; otra

es que se quiera o se desee serlo, lo cual dependerá, directa e inequívocamente, de los

incentivos de que se disponga para promoverlo, es decir, de las motivaciones internas y

estímulos externos necesarios para despertar interés; una más es que, en el marco de la

posibilidad y el deseo, se llegue a serlo, a alcanzar tal categoría de manera consciente y con

la finalidad de contribuir a posicionar el proyecto político democrático. Esta última,

inevitablemente, tal y como ha quedado expuesto, requiere de procesos de formación, en

particular, de aquellos orientados por la teoría de los procesos conscientes, apoyada en los

postulados de las ciencias de la educación, las ciencias políticas y la geografía crítica.

Una formación que permita superar la simple condición de persona de derechos y

deberes (Santos, 1998), sin conciencias, ni capacidad para la acción transformadora de sus

realidades, a la de sujetos, constituidos y conscientes de su condición, con capacidades para

la acción y potencial transformador de sus realidades; luego, ascender a la calidad de

actores, activos y críticos, capaces de liderar transformaciones relevantes de sus realidades.

Personas, sujetos y actores que se forman como ciudadanos territoriales, no sólo en el

proceso docente (Álvarez de Zayas, 1998,1999) pero si con preeminencia en él, dado el

encargo y la finalidad social atribuidas a la escuela, de manera consciente para contribuir a

constituir sus territorios mediante las prácticas sociales que transversalizan sus

características -contexto, transformación de la materialidad, dinamización sociocultural y

semantizaciones- y se declaran dispuestos a consolidar el proyecto político democrático.

Describir, analizar, explicar y comprender la experiencia PUI-NOR hizo visible la

evidencia fáctica acerca de la constitución del territorio: un reconocimiento más al

propósito y la necesidad de contribuir con la estrategia de las ciudades hechas a mano

(Andreatta, 2002); de consolidar nuevos paradigmas en la urbanización de asentamientos

308

urbanos informales o en proceso de consolidación urbanística (Andreatta, 2006); de gestar

y fortalecer auténticos modelos de transformación de ciudad (Hernández, 2008a),

verdaderos milagros sociales (Alcaldía de Medellín, 2006; Hernández, 2007) y nuevas

puertas de entrada de los pobres a las ciudades (Abramo, 2009), no sólo colombianas, sino

también latino e iberoamericanas. PUI-NOR es una realidad donde no sólo se hicieron

visibles las dinámicas transformadoras del espacio geográfico con alta connotación

sociocultural, es decir, la constitución del territorio, sino que adicionalmente, brindó desde

ella misma, fuertes potencialidades pedagógicas que habrán de nutrir los incentivos, a

manera de motivaciones y estímulos, necesarios para gestar el ciudadano territorial -

democrático, participativo, social y político de manea activa y crítica, consciente de su

condición y contextualizado- que demanda la construcción y consolidación de la anhelada

democracia, en especial, aquella dirigida a mejorar las condiciones de vida de la población,

incrementar los niveles de desarrollo y contribuir a ser mejores humanos.

Hacer realidad lo dicho, especialmente, en el escenario del sistema educativo

colombiano y, en particular, con la pretensión de aplicarlo en los niveles de la educación

básica y media demanda, adicionalmente, de esfuerzos que superan la argumentación y

fundamentación teórica, el diseño de estrategias metodológicas y el surgimiento de aportes

prácticos. Uno de ellos y, quizá, el más relevante para la presente investigación está

asociado con la formulación de políticas públicas educativas que superen la mirada

cortoplacista de los períodos de gobierno y permitan avizorar el largo plazo de los procesos

de formación ciudadana, haciendo de paso, cumplir la función pública atribuida a las

estructuras gubernamentales del Estado y, al tiempo, orientando la consumación de las

responsabilidades sociales atribuidas a quienes no hacen parte de esas estructuras: empresa

privada, academia, organizaciones no gubernamentales, comunitarias, cívicas y ciudadanas

y, en general, los ciudadanos individual o grupalmente considerados. De ello se ocupa a

continuación, en detalle, el numeral 3.3.

309

3.3 Directrices de política pública: aportes al sistema educativo colombiano

Hacer posible en el escenario colombiano, especialmente al interior del sistema educativo

y, muy particularmente, en la educación básica y media, la adopción e implementación del

fundamento teórico para procesos de formación ciudadana en perspectiva de los estudios

del territorio expuesto en el numeral 3.1 y, a la vez, de las estrategias pedagógicas

provenientes de la consideración del territorio con intencionalidad formativa como

nutriente para la formación del ciudadano territorial recreadas en el numeral 3.2, requiere

de voluntad y de decisión política. La más adecuada expresión de ambas, se encuentra en el

escenario de las políticas públicas (Brugué y Gomá, 1998; Gutiérrez y Sánchez, 2009;

Medellín, 2004; Parsons, 2007; Salazar, 1999; Vargas, 1999), al interior de las sociales

(Mendicoa, 1997), con énfasis en las educativas (Fernández, 2001; Gómez, 1998; Herrera,

2006). En caso contrario, estaríamos simplemente ante buenos propósitos, aportes e ideas

brillantes, intenciones valiosas pero, en el terreno práctico, semejantes a cánticos y músicas

celestiales, himnos a las banderas, es decir, simples palabras que se lleva el viento.

Adentrarse en el terreno de las políticas públicas educativas para procurar brindarle

opciones prácticas tanto al fundamento teórico como a la implementación de las

potencialidades pedagógicas descritas, aplicables desde las ciencias de la educación a los

procesos de formación ciudadana en los niveles de la educación básica y media

colombiana, tomando como referencia los resultados expuestos en los numerales que

anteceden, soportados en la descripción, análisis, explicación y comprensión de la

experiencia PUI-NOR en tanto escenario de un típico proceso de constitución de territorio

en su jurisdicción y fuente de la configuración de prácticas sociales y potencialidades

pedagógicas para procesos de formación ciudadana, fue el tercero y último de los objetivos

de la investigación y, a la vez, otro de los resultados esperados comprometido.

De ahí que este numeral, el 3.3, se detiene a esbozar el otro de los aportes prácticos

que la investigación le plantea a las ciencias de la educación, especialmente a los procesos

de formación ciudadana: elevar a la categoría de política pública educativa el potencial

pedagógico que contienen los estudios del territorio para alimentar la formación del

ciudadano territorial. Al efecto, se expone el escenario político propicio para desatar al

310

interior del sistema educativo colombiano opciones reales de gran aliento, basadas en la

normatividad y realidad vigentes, que hagan posible la implementación de la

fundamentación teórica sobre la formación ciudadana en perspectiva de los estudios del

territorio y, al tiempo, brinden oportunidades concretas para operacionalizar en la

educación básica y media colombiana, las potencialidades pedagógicas atribuidas a los

estudios del territorio, en tanto objeto de enseñanza, es decir, con intencionalidad

pedagógica y formativa, para vigorizar los procesos de formación ciudadana.

La elaboración del texto se apoyó en los insumos brindados por el anexo 3,

mediante el cual se documentó lo relativo a las políticas públicas educativas, en su

concepción, implementación y doble consideración categorial: lo normativo y lo

estratégico. La información obtenida se redujo al interés investigativo, descartándose

aquella que no tuviese relación directa con las categorías establecidas, siguiendo las

orientaciones contenidas en el diseño metodológico, tal y como se expuso en el numeral 2

y, se complementó, con las entrevistas a investigadores y servidores públicos municipales

y, los tres talleres realizados con profesores del área de ciencias sociales en instituciones

educativas de la jurisdicción PUI-NOR y la ciudad.

El procedimiento realizado partió del marco general delineado por los resultados

antes expuestos, vinculados con la experiencia PUI-NOR, para describir lo correspondiente

a las concepciones sobre política, política pública, política pública social y, a su interior, la

política pública educativa junto a sus implicaciones prácticas. A la luz de esta descripción,

se procedió al análisis de la formación ciudadana en perspectiva de los estudios del

territorio y, a la explicación y comprensión de las posibilidades que surgen para ser

implementadas en el sistema educativo colombiano, especialmente, en los niveles de la

educación básica y media, a manera de directrices de política pública educativa dirigidas a

vigorizar la formación ciudadana en Colombia, en tanto poseedora de la intencionalidad

pedagógica dirigida a fortalecer el proyecto democrático, desde dos escenarios: el

normativo-institucional, orientado a la adecuación legislativa y normativa requerida para la

incorporación de los estudios del territorio como potencial pedagógico estimulante y

motivador de la formación ciudadana y, el de planeación-estratégico, dirigido a los planes,

programas y proyectos educativos en las aulas de clase, el área de ciencias sociales, los

311

proyectos educativos institucionales-PEI y los escenarios municipal, departamental y

nacional de la educación, los cuales brindan elementos para favorecer la implementación

tanto del fundamento teórico aportado a la formación ciudadana, como del práctico, desde

las potencialidades pedagógicas de los estudios del territorio. Se busca brindar respuestas

más adecuadas para preguntas relativas a cómo construir una cultura más democrática, cuál

es el papel que en ello tienen la escuela y las instituciones educativas y, entre otras, qué tipo

de prácticas cotidianas es conveniente privilegiar para lograrlo.

A manera de síntesis surge el escenario político deseable para que, además de

voluntad, se genere la decisión política requerida para implementar las potencialidades

pedagógicas atribuidas a los estudios del territorio para nutrir la formación del ciudadano

territorial y, a la vez, para la adopción del fundamento teórico planteado como soporte de

los procesos de formación ciudadana, en Colombia, verdaderas alternativas de acción

viables y factibles: las políticas públicas educativas. Un escenario que permita y promueva

que la educación anime en la escuela el debate por el ciudadano, la ciudadanía y el proyecto

democrático que desea contribuir a gestar; por el proceso de construcción de una sociedad

civil sólida, activa y organizada cimentada en valores democráticos, justicia, solidaridad,

paz y pluralidad; el disfrute de las diferencias, el respeto por los derechos humanos y el

desarrollo de los seres humanos, como mínimos para asegurar la convivencia pacífica.

Elevar un asunto de interés colectivo a la categoría de política pública, se dijo,

requiere de voluntad y de decisión política. La voluntad política acontece en el escenario

del deseo, del anhelo y gusto por consolidarlo, por ello se manifiesta en simpatías y

proximidades que traslucen posibilidades de adoptarlo, orientarlo y promoverlo dejando al

libre albedrio su implementación. La decisión política va más allá, incorporando la

voluntad; se trata, además, de generar las condiciones, estipular la normatividad de base y

dictar disposiciones que obliguen el cumplimiento de la función pública atribuida, en los

regímenes democráticos (Gutiérrez, 2006, 2008), a la estructura gubernamental del Estado

y, a la vez, orienten la observancia de la doble responsabilidad social asignada a quienes no

hacen parte de estas estructuras: empresa privada, academia, organizaciones no

gubernamentales, sociales, cívicas y comunitarias y, al sujeto no organizado individual o

colectivamente considerado. Para efectos de la presente investigación, el escenario donde

312

se ubican las posibilidades de adoptar e implementar los resultados descritos en los

numerales 3.1 y 3.2, es en el de la decisión política; ello exige, por lo menos, precisar

entonces las nociones orientadoras sobre política, política pública, política pública social y,

en particular, a su interior, la de política pública educativa; además, develar la

intencionalidad pedagógica de este tipo de formación y los escenarios políticos desde donde

pueda ser posible.

3.3.1 Política, política pública y política pública educativa

El término política proviene del influjo generado por la obra de Aristóteles; desde allí se le

ha vinculado con las diferentes formas de gobierno y, directamente, con las acciones

dedicadas a la comprensión de la actividad humana en el marco del Estado, en estrecha

relación con el poder, entendido como los medios que un grupo humano adopta para

obtener ventajas sobre otros (Hobbes, 1983). Como tal, se deriva de la acepción sobre polis,

refiriéndose con ello a todo lo vinculado a la ciudad, es decir, lo ciudadano, lo civil, lo

público y, por tanto, lo sociable y lo social (Bobbio, 2003). Así entendida, la política debe

ser considera como actividad práctica, histórica y, como tal, variable en el tiempo y en los

diferentes escenarios societales donde acontece (Bobbio, 2003); como tal, por lo general,

alude a diversas acciones relacionadas con “la conquista y el ejercicio del poder soberano

en una comunidad de individuos y sobre un territorio” (Bobbio, 2003, p. 237) haciéndolas

prevalecer en el tiempo. Estas acciones, para que realmente sean efectivas, deberán confluir

en la organización, programación y gestión de lo público; por tanto, son constitutivas del

escenario conflictivo donde convergen los intereses y prácticas de diversos actores

territoriales, bien provengan de la institucionalidad pública o privada, o de las

subjetividades que abriga la realidad considerada en un determinado momento histórico y

en lugar establecido (Gutiérrez y Sánchez, 2009).

Lo público, es lo que gira alrededor del interés común de una sociedad

trascendiendo los intereses individuales, privados o meramente institucionales; aquello que

sugiere una esfera o ámbito de la vida colectiva (Parsons, 2007). Así las cosas, la política y

lo público confluyen en el Estado: organización societal compleja, dinámica y delimitada,

313

al interior de la cual conviven diferentes conflictividades, posibilidades y amenazas

interrelacionadas que inciden en la funcionalidad del Estado de manera diversa, dispersa y

sin armonía, reflejo de las múltiples y complejas contradicciones sociales, políticas,

económicas, ambientales y, entre otras, culturales que le son propias a la sociedad ubicada

en un lugar determinado y analizada en un momento histórico establecido (Gutiérrez y

Sánchez, 2009; Medellín, 2004; Vargas, 1999).

En este sentido, las políticas públicas resultan ser reflejos y síntesis de los intereses

políticos, administrativos y sociales presentes en un territorio, espacial y temporalmente

contemplado (Gutiérrez y Sánchez, 2009), que exigen, de paso, integrar los múltiples

anhelos allí presentes a fin de asumírseles como complejos conjuntos de “sucesivas

respuestas del Estado frente a situaciones consideradas socialmente como problemáticas”

(Salazar, 1999, p. 41). Respuestas que son habitualmente estructuradas en forma coherente

alrededor de principios, objetivos, estrategias y planes de acción que identifican, analizan,

comprenden y afrontan las problemáticas societales referidas, bien de tipo económico,

político, social, cultural, tecnológico o ambiental, con la finalidad de atenderlas,

administrarlas o darles solución siempre en procura de mejorar las condiciones de vida a

partir de la acción colectiva que involucra los diversos y múltiples actores -gobernantes y

gobernados- en los procesos de identificación, priorización, toma de decisiones,

implementación, seguimiento y evaluación continua de la acción.

Toda política pública involucra tres sistemas: el político, el administrativo y el social. El social, porque de alguna manera toda política pública pretende ser una respuesta del Estado a problemas, demandas o necesidades de la sociedad. El sistema político, porque fundamentalmente es en el ámbito de lo político donde se toman las decisiones. Y finalmente el sistema administrativo, porque es el que va a ejecutarla, a ponerla en marcha. De nuevo el subsistema social es el que recibe los beneficios o los perjuicios de la acción del Estado. En este orden de ideas, cuando se habla de análisis de políticas públicas es necesario mirar el proceso global como la forma singular y característica en que se involucran estos tres sistemas, con el fin de intentar dar una explicación a lo que sucede con la acción del Estado y derivarse elementos que permitan contribuir a mejorar la gestión estatal. De ahí que el análisis de políticas públicas no solamente tenga un carácter explicativo y académico sino que constituya también un intento por contribuir a que la gestión estatal sea cada vez mejor (Salazar, 1999, pp. 85-86).

Las políticas públicas, en cualquiera de los ámbitos que les son propios, tienen como

finalidades esenciales, por un lado, crear las condiciones de inclusión sociopolítica,

necesarias y suficientes para que los actores participen en la vida económica, social,

314

cultural, tecnológica, ambiental y democrática, orientada hacia la construcción del proyecto

colectivo territorial; y, por el otro, contribuir a la transformación del territorio, buscando

armonía entre lo social, lo político y lo económico. Como tales, poseen además una

fundamentación triple de soporte: predicción, decisión y acción en el territorio donde tienen

influencia, para el caso colombiano, bien sean del orden nacional, departamental, distrital o

municipal.54 Planteadas de esta manera, las políticas públicas se alejan de su consideración

como simple normatividad, en virtud a que ésta es solo una parte constitutiva de aquellas,

en tanto corresponde a su formalización. Además, es sabido que no todas las “políticas

públicas necesitan el mismo tipo de normatividad: algunas implican un acuerdo, una

reglamentación o una ley; otras requieren otro tipo de tratamiento normativo. La ley es

sencillamente el perfeccionamiento de una decisión ya tomada” (Salazar, 1999, p. 45).

Aunque en la literatura sobre el tema son variadas las características que se le

endilgan a las políticas públicas (Jolly, 2005; Lindblom, 1991; Muller, 2006; Parsons,

2007; Salazar, 1999), para efectos del presente texto, en su propósito de vincularlas a la

formación ciudadana en perspectiva de los estudios del territorio para la educación básica y

media colombiana, se acudirá a las planteadas por Gutiérrez y Sánchez (2009, pp. 58-61),

con fundamento en los aportes de Salazar (1999) y Vargas (1999). De hecho, se reconoce

de entrada, todas las políticas públicas poseen elementos fundantes que las particularizan

otorgándoles cuerpo e identidad propios, conforme el territorio y el momento histórico

donde se adopta e implemente; en tendencia, la literatura reconoce como los más

destacados, su construcción colectiva, la atemporalidad, la espacialidad, el beneficio

integral y focalizado, la flexibilidad y la oportunidad, la pertinencia e integralidad, y su

carácter ético (Alcaldía de Medellín, 2008c; Brugué y Gomá, 1998; Gutiérrez, 1999;

Gutiérrez y Muriel, 2003; Gutiérrez y Sánchez, 2009; Medellín, 2004; Mendicoa, 1997;

Parsons, 2007; Salazar, 1999; Sarmiento, 2002; Vargas, 1999).

La construcción colectiva se asocia con la vinculación de sujetos y actores diversos

de la realidad territorial, constituida o en proceso de constitución, así como con la amplia y

54 Predicción, en tanto no es posible decidir sin tener como referente una imagen objetivo deseada a lograr. Decisión, porque define estrategias que inciden sobre los problemas relevantes. Acción, porque la clave de ella es que se concreta en acciones visibles, temporalmente (Gutiérrez y Sánchez, 2009, p. 58).

315

adecuada divulgación del proceso constructivo55 que demandan las políticas públicas tanto

desde su concepción como en la implementación y evaluación. Construir colectivamente

una política pública implica, en primer término, convocar, involucrar y comprometer para

ello, tanto a gobernantes como a gobernados, posibilitando la unión de esfuerzos y recursos

disponibles, con lo cual se puede garantizar su viabilidad y sostenibilidad tanto social,

como económica y política. En segundo término, entender que esta construcción es, en

esencia, participativa, lo cual implica la vinculación de sujetos y actores en todo el ciclo de

la gestación: formulación, gestión, ejecución, seguimiento y evaluación; los alcances de

esta participación están asociados directamente a los objetivos y los logros del proceso de

construcción colectiva de la política, dado que cuando la participación se orienta hacia la

transformación, deja de “convertirse en un simple medio para alcanzar unos objetivos y se

convierte ella misma en un gran objetivo” (Múnera, 2008, p. 78); por tanto, no se pueden,

ni deben modificarse las estructuras societales de manera adecuada, si los individuos que la

conforman no cambian y se involucran de manera orgánica con este propósito, brindando

ventajas adicionales al delinear alternativas de desarrollo, orientadas por el:

establecimiento de nexos entre quienes participan, acentuando el sentido de pertenencia al territorio; toma de conciencia sobre los recursos y potencialidades así como la valoración de ellos; apropiación de los procesos y su continuidad por parte de la población involucrada; la toma de conciencia de los individuos como ciudadanos que interactúan con criterios cívicos e inciden en ámbitos sociales y territoriales cada vez más amplios; la mejor redistribución de los bienes y servicios producidos por el conjunto de la sociedad [...] un sujeto que tenga una buena experiencia en un proceso de participación puede desarrollar actitudes de tolerancia, respeto, solidaridad, justicia etc., las cuales contribuyen a consolidar sociedades más equitativas (Múnera, 2008, p. 83).

La atemporalidad se vincula con el carácter continuo y permanente de las políticas públicas

en el tiempo. Sin embargo y a la vez, lo temporal la sitúa en un momento determinado y

permite diferenciar la situación presente con la de otro momento. Las acciones diseñadas

como respuestas del Estado a la problemática considerada socialmente como relevante

deben contar con mecanismos que permitan su proyección en el tiempo, evitando que

caigan en el cortoplacismo, la inestabilidad y la discontinuidad propias de las políticas de

gobierno y no en las de Estado, consideradas como de mediano y largo plazo, con visión

55 Dificultades relevantes de las políticas públicas son habitualmente relacionados con su fragilidad divulgativa. Por lo general, se conocen por pocos integrantes de la población sujeto de sus beneficios, resultando precisamente por ello, estos los que están en condiciones de disfrutarlas. De ahí que sea relevante insistir en que toda política pública debe ser ampliamente informada, divulgada y socializada, contando, para ello, con diversas estrategias de comunicación social.

316

más prospectiva. Las políticas públicas deben albergar la flexibilidad que les permita

combinar, de manera adecuada, las políticas de gobierno con las propias del Estado social,

democrático y de derecho, así como con la legislación internacional que les corresponda.

La espacialidad como característica de las políticas públicas permite diferenciarlas

acorde al ámbito de aplicación, dado que estas varían de un territorio a otro, no solo por sus

propias condiciones, sino también porque las condiciones espaciales implican

comportamientos económicos, políticos, sociales, ambientales y culturales diversos

(Salazar, 1999). En el caso colombiano, podrían ser políticas públicas de cobertura nacional

formalizadas mediante una ley de la República, un decreto o una resolución nacional; de

cobertura departamental apoyadas en una ordenanza, un decreto o una resolución

departamental; y de alcance distrital o municipal amparadas por un acuerdo, un decreto o

una resolución distrital o municipal.

El beneficio integral y focalizado se asocia con las pretensiones sociales y

económicas de las políticas públicas. Las primeras, consisten en garantizar a todos los

sujetos y actores intervinientes, determinadas protecciones, beneficios o derechos

fundamentales asociados con ciertas características, en términos de cantidad y calidad

adecuados, que se consideren necesarios para su convivencia plena en la sociedad; las

segundas, se vinculan al crecimiento con equidad, dinámico y sostenido que absorbe la

cualificación de la fuerza de trabajo y las iniciativas empresariales, mediante la focalización

que permite priorizar y asignar los escasos recursos disponibles a los grupos sociales más

vulnerables, conforme la identificación de la problemática social relevante efectuada

conjuntamente por los actores de las políticas públicas. Tal priorización requiere, para que

sea legítima, de la consulta democrática donde se decida, de manera participativa y pública,

la asignación de los recursos, teniendo en cuenta que sea operativa y viable tanto política

como financieramente; además, buscando la equidad, entendida como el principio de

favorabilidad en las acciones de las políticas públicas orientadas hacia las poblaciones en

condiciones de vulnerabilidad, garantizando la justicia social.

La flexibilidad y la oportunidad de las políticas públicas están ligadas a la previsión

de sus efectos y a los equilibrios en las demandas internas y externas a que se le somete

cotidianamente. Toda política pública tiene unos efectos previstos y otros imprevistos. En

317

su diseño, se intenta manejar la incertidumbre, reduciéndola al máximo, mediante la

previsión de efectos concretos y predeterminados que tengan probabilidad de producirse. A

pesar de ello, pueden surgir imponderables que no estaban previstos, afectando a los grupos

societales. La oportunidad de la política pública está asociada a esta incertidumbre,

demandando la flexibilidad que le permita adecuarse al cambio contextual permanente, a

fin de evitar su rápida obsolescencia o la aplicación tardía de los correctivos requeridos por

la situación problemática relevante identificada socialmente.

Toda política pública tiene su propio ciclo de vida a partir de la consideración, por

parte del Estado, de un problema social que la hace relevante. Tal ciclo es común asumirlo

de manera integrada, dado el proceso que desata: formulación, implementación,

evaluación, análisis y reestructuración de la política. De igual manera, las políticas públicas

deben caracterizarse por los principios políticos y éticos que animan su formulación, en

particular con el sentido de la acción pública y los objetivos orientados a la construcción de

sociedades más equitativas, dándole vigencia a los derechos humanos, civiles, políticos,

económicos, sociales y culturales y, al tiempo, al pleno ejercicio de la ciudadanía. La ética

es y será siempre tema fundamental en toda política pública, en tanto se le considera “motor

de la cultura política para hacer de cada una de ellas un ethos de convivencia ciudadana

como concreción de los derechos fundamentales y del bien común” (Salazar, 1999, p. 74).

Existen varias formas para clasificar o tipificar las políticas públicas (Parsons, 2007;

Salazar, 1999; Vargas, 1999). Para los propósitos de la investigación conviene adoptar el

propuesto desde la perspectiva o enfoque estructuralista, más propio de la escuela

latinoamericana: hegemónicas, transaccionales y de dominación (Salazar, 1999, pp. 47-48;

Vargas, 1999, pp. 65). Las políticas públicas hegemónicas son aquellas que expresan

claramente los intereses del proyecto político vigente en un determinado lugar y momento

de la historia; por lo general, no son negociables. Las transaccionales, son las generadas a

partir de acuerdos o consensos entre los voceros del proyecto político dominante y los de

grupos sociales. Como las de dominación, se conocen aquellas políticas públicas dirigidas o

focalizadas a grupos subordinados de la sociedad.

318

Estas tipologías aplican tanto para el escenario económico como para el social. Así,

surgen políticas públicas de orden económico y políticas públicas sociales. 56 Las primeras,

están dirigidas a regular bien desde lo hegemónico, lo transaccional o lo de dominación, los

asuntos económicos de la sociedad; las segundas, tienen puestos sus énfasis en las

dimensiones sociales. Un asunto conflictivo recurrente en la materia radica (Mendicoa,

1997), en primer lugar, en definir la mejor manera de orientar las políticas públicas

económicas hacia el mejoramiento del sistema productivo evitando la exclusión social; y,

en segundo lugar, en orientar las políticas públicas sociales a atender los problemas

asociados con la exclusión y la marginación social, adquiriendo niveles apropiados de

competitividad que generen más bienestar social y mejor calidad de vida colectiva. Entre

las políticas públicas sociales se encuentran, entre otras, las que regulan la educación; ellas

son las denominadas políticas públicas educativas, las cuales también pueden ubicarse en

alguna o algunas de las tipologías reseñadas. Por tanto, es posible en un territorio

determinado, constituido o en proceso de constitución, contar políticas públicas educativas

vigentes de corte hegemónico, transaccional o de dominación. En tendencia, es visible en la

literatura sobre las políticas públicas sociales y, en particular, las educativas, el potencial

que tienen cuando se aplican en escenarios locales, es decir, en los territorios más próximos

a los sujetos y actores del desarrollo (Brugué y Gomá, 1998; Mendicoa, 1997).

Una 'política educativa' no se reduce entonces a los establecimientos oficiales, y ni siquiera al sistema educacional. Más bien consiste en un conjunto de principios, metas y estrategias que enmarquen las acciones del Estado, de las escuelas públicas y privadas, de las comunidades, del sector productivo y de la sociedad civil en general (Gómez, 1998, p. 157).

La base de la política pública educativa se encuentra en la realización de un análisis

preliminar de la situación educacional acertado; en la claridad que brinden los elementos

para orientar el rumbo de la acción a emprender para atenderla; y, entre otras cosas, en la

voluntad y la decisión política de llevarla a cabo, disponiéndole los recursos requeridos

para su implementación, entendiendo que este tipo de políticas no son de corto plazo, a lo

56 El trabajo de Arcos, Becerra, Corredor, González y Rivera (20002) recoge en forma adecuada y sintética, a manera de balance, cifras, aspectos y elementos diversos de interés en materia de políticas sociales en Colombia, implementadas durante el período 1980-2000.

319

sumo y con dificultades de mediano plazo e idealmente de largo plazo, legales y legítimas

en tanto cuentan con apoyos de la base social, política e institucional existentes.

Así las cosas, se asume que la formación ciudadana en perspectiva de los estudios

del territorio, aplicable a la educación básica y media colombiana será pertinente como

política pública educativa, cuando responda a necesidades y problemas socialmente

relevantes y reales. De ahí que deban adecuarse las acciones estatales, a manera de política

pública, a las necesidades reales, heterogéneas y dinámicas de la demanda proveniente de

los sujetos y actores territoriales; si estas acciones son consistentes, se garantizará no solo

su integralidad y coherencia, sino su pertinencia, conveniencia y utilidad práctica. Conviene

por tanto, detenerse a resaltar las particularidades de esta formación, enmarcada por su

condición de política pública educativa, a la luz de los planteamientos que anteceden.

La formación ciudadana en perspectiva de los estudios del territorio concebida por

la investigación, a la vez, teoría y práctica, es decir, no solo hace referencia a un problema

socialmente relevante proveniente de la institucionalidad, las subjetividades, el

conocimiento práctico o de sus combinaciones e interacción. Implica sobre todo, que esta

formación se ejercite como asunto social, educativo y de política renovado e innovador en

tanto exige vincular, revisar y procesar de la mejor manera posible las prácticas sociales,

individuales y colectivas, de los diversos sujetos partícipes -gubernamentales, académicos,

sociales y gremiales- de los procesos de constitución del territorio como resultado de la

interacción entre las transformaciones en la materialidad, las dinámicas socioculturales, las

semantizaciones y, como elemento transversal a ellas, las prácticas sociales, en contexto.

Ello exige que los procesos de formación ciudadana que incorporen las potencialidades

pedagógicas de los estudios del territorio como nutriente, les corresponde mejorar y

posicionar en el escenario público, las prácticas sociales provenientes de la constitución del

territorio, con intencionalidad formativa; solo así podrán orientar los procesos de cambio,

ajuste y adecuación del territorio en construcción, a los anhelos, sueños y necesidades de

quienes lo habitan, apropian, usan y modifican con el transcurrir del tiempo.

Se busca contribuir como asunto socialmente relevante a la construcción,

consolidación y posicionamiento del proyecto político democrático en un lugar y momento

dados, ello demanda atender al tiempo diversos frentes. El más esencial es garantizar la

320

existencia y disponibilidad de ciudadanos debidamente formados, es decir, instruidos,

educados y desarrollados de manera consciente y orientados a tal finalidad, con

capacidades y decisión de afrontar individual y colectivamente este propósito; ello, en

virtud a que estos ciudadanos no nacen, se hacen. Para ello, como opción novedosa,

innovadora y potente emerge la concepción y fundamentación teórica sobre el ciudadano

territorial soportada en los aportes de las ciencias de la educación y a su interior de la teoría

de los procesos conscientes, las ciencias políticas y la geografía crítica y, complementada

con las potencialidades pedagógicas provenientes de los estudios del territorio.

Sin embargo, como se expresó anteriormente, adoptar esta fundamentación teórica y

atreverse a implementar esta propuesta pedagógica en el sistema educativo colombiano,

especialmente, en la educación básica y media, demanda, requiere y exige decisión política,

en particular, de aquella que le otorgue a este tipo de proceso formativo la condición de

política pública educativa, en respuesta a su carácter de situación socialmente reconocida

como problemática y por tanto, de conveniencia y pertinencia atender. Ello no solo

reflejaría y sintetizaría los diversos intereses que se conjugan en tal propósito, provenientes

de la institucionalidad y de las subjetividades comprometidas con la construcción del

proyecto político democrático, desde los procesos de constitución del territorio.

Una política pública educativa de este tenor tendría, conforme se evidenció en la

experiencia PUI-NOR, suficientes elementos de orden predictivo que favorecerían la toma

de decisiones y, consecuentemente, validarían y garantizarían adecuadas acciones

transformadoras de la realidad. Sin duda, convocaría y, más aún, exigiría procesos de

construcción colectiva vinculando los sujetos y actores de la espacialidad donde ha de

implementarse; se proyectaría al mediano y largo plazo, con actividades de corto e

inmediato plazo, a manera de política de Estado y no de gobierno; privilegiaría la

intervención focalizada, manteniendo beneficios generalizados; sería flexible, oportuna,

pertinente e integral, conforme las exigencias del contexto que le enmarque; y, ante todo,

ética conforme la selección de fundamentos y procedimientos democráticos para su

formulación, adopción, implementación, seguimiento y evaluación. Por el carácter de

participativa y generada para escenarios democráticos, sin duda alguna, de tipo

transaccional, nunca hegemónica ni de dominación.

321

Así, sería posible, viable y factible implementar las potencialidades pedagógicas

atribuidas al estudio del territorio para alimentar los procesos de formación ciudadana

fundamentados en la noción del ciudadano territorial como esencia de la democracia.

Bastaría profundizar en el sentido que las consolida como prácticas normatizadas, es decir,

de obligatorio cumplimiento para quienes (Gutiérrez, 2006, 2008; Gutiérrez y Sánchez,

2008, 2009) tienen la función pública -los gobernantes- y orientadora de aquellos a quienes

se les endilga la doble responsabilidad social -los gobernados-. De esta manera podrán

efectivamente orientarse hacia la consolidación del sistema educativo colombiano,

especialmente en los niveles de la educación básica y media, justificándose la necesidad de

elevarlas a la condición de política pública educativa. Una manera de orientarlo y hacerlo

posible es formulando directrices de política que permitan, en el marco contextual vigente,

resaltar los cambios que han de incidir en hechos que acontecen y están documentados;

avizorar sus implicaciones y trazar posibles líneas de acción, tanto en lo normativo-

institucional, como en lo de planeación-estratégico.

3.3.2 Escenarios de política pública educativa

Para elevar la formación ciudadana en perspectiva de los estudios del territorio a la

condición de política pública educativa se requiere, entre otras cosas, de mecanismos de

regulación, legitimación y control, así como de recursos diferenciados para orientar y

contribuir a la obtención de cambios positivos y transcendentales en el sistema educativo,

en particular, en los niveles de la educación básica y media. Esta proyección demanda, en

primer lugar, conforme lo establece la teoría de los procesos conscientes, declarar su

finalidad, en este caso política, al menos en términos de la intencionalidad pedagógica

propia de los procesos de formación del ciudadano territorial. Y, en segundo lugar, esbozar

alternativas de acción política, en términos de lineamientos, que propendan por llenar los

vacíos identificados y referenciados a lo largo del texto en relación con su carácter

operativo, desde dos potentes escenarios: el normativo-institucional y el de planeación-

estratégico, planteados como propuestas y no como diseños acabados, orientadores de la

322

función pública y de la doble responsabilidad social asociadas con el sistema educativo en

general y, en particular, con la formación ciudadana.

Declarar la intencionalidad pedagógica de los procesos de formación ciudadana en

perspectiva de los estudios del territorio, es decir, de aquellos que contribuyen a la

gestación del ciudadano territorial, demanda acudir no sólo a la teoría de los procesos

conscientes (Álvarez de Zayas, 1998, 1999) sino, al tiempo y complementariamente, a los

postulados de las corrientes pedagógicas contemporáneas (Canfux et al., 1996; Trilla, 2007)

y, muy en particular, a los fundamentos de la pedagogía crítica (Freire, 2002, 2005; Giroux,

1990; McLaren, 1995). La intención en el marco de esta investigación, guarda relación con

la imagen objetivo prefigurada y con el propósito último que alienta el ideal movilizando la

actuación demarcada por la hoja de ruta de la acción. Por ello, ampara como uno de sus

elementos esenciales, la finalidad, es decir, aquello que se persigue de modo consciente y

contextualizado y que, al tiempo, confiere sentido a la adquisición y apropiación de

conocimientos que posibiliten hacer lo adecuado, de la mejor manera, con el fin de generar

las transformaciones positivas de la realidad anheladas; así las cosas, conocer, hacer y

transformar se constituyen en la triada de dimensiones que sintetizan la intencionalidad

pedagógica de los procesos de formación que incorporan el potencial pedagógico

proveniente de los estudios del territorio, en tanto se dirigen a consolidar y profundizar la

democracia mediante la constitución de ciudadanos territoriales, en esencia, democráticos,

participativos, políticos y sociales de manera activa y crítica.

Obviamente, el soporte teórico que sirve de base a esta intencionalidad se encuentra

expuesto en el numeral 3.1 del presente texto: el ciudadano territorial como esencia de la

formación ciudadana, generado a partir de la triangulación teórica de los aportes de las

ciencias de la educación, las ciencias políticas y la geografía crítica; ello presupone, por

tanto, aproximarse a la pedagogía como ciencia fundante de la educación y, en particular, a

las pedagogías social y crítica. Su alcance, fue predeterminado y enfocado hacia los

procesos de formación ciudadana en los niveles de la educación básica y media

colombiana; por ello, el marco normativo proviene del enfoque de Estado social de derecho

consagrado por la Constitución Política colombiana de 1991 y sus posteriores despliegues

normativos, en especial, el generado por la Ley 115 de 1994 y contenidos en el Plan

323

Nacional Decenal de Educación-PNDE, 2006-2016 (MEN, 2007). Como consecuencia de

ello, la intencionalidad formativa se constituye en lineamiento pedagógico que contribuye y

nutre los propósitos atribuidos a estos procesos de formación.

Las dimensiones de soporte de esta intencionalidad pedagógica: conocer, hacer y

transformar, tienen directa relación, en primer lugar, con los subsistemas formativos

contemplados por la teoría de los procesos conscientes: instrucción, educación y desarrollo;

en segundo lugar, con la conciencia que les anima y soporta, en tanto son prefigurados y

declarados abiertamente; y, en tercer lugar, con su finalidad, dirigida en este caso hacia la

contribución al fortalecimiento y posicionamiento del proyecto político democrático.

Así las cosas, la dimensión del conocer, se asocia con la instrucción acerca del saber

básico requerido para aspirar a convertirse en ciudadano territorial, para aportar al proceso

de constitución del territorio y, como mínimo, para cooperar con el fortalecimiento de la

sociedad civil, el incremento de la gobernabilidad y, de paso, enmarcados por el enfoque

del Estado social de derecho, tributar a la consolidación democrática; todo ello, en

contexto, de manera crítica, ubicándose en un lugar y en un momento o período histórico

determinado. La dimensión del hacer, vinculada con el subsistema de la educación, hace

referencia a la aptitud del sujeto en formación para incorporar como propio el conocimiento

instruido y la actitud para actuar en su realidad social, cultural, económica y política

aportando sus propias iniciativas, proponiendo acciones transformadoras, asumiendo

compromisos y liderando actuaciones coherentes con la finalidad pretendida. A su turno, la

dimensión del transformar, relacionada con el desarrollo, alude a la capacidad, la

competencia y las habilidades de los sujetos para participar y llevar a cabo procesos de

cambio positivo de la realidad, en forma activa y crítica. Todo ello, en el marco del

contexto, la normatividad e institucionalidad vigentes, las subjetividades presentes, los

conocimientos prácticos acumulados y las prácticas sociales que han de implementarse para

dirimir, administrar, negociar o resolver las tensiones propias de los procesos de cambio de

las realidades consideradas. En suma, se trata de constituirse en sujetos dispuestos a

conocer críticamente la realidad, apropiar este conocimiento y comprometerse con la

transformación positiva de la realidad; ello sugiere, entre otras cosas, asumir la formación

324

como proceso de conocimiento que permite tomar conciencia sobre la realidad, motor de su

transformación y eje de la necesaria interacción con otros para lograrlo (Torres, 2006).

Toda intencionalidad pedagógica contiene, al menos, múltiples y diversos

propósitos básicos de formación; como tales, pueden ser considerados la finalidad, las

actitudes y valores, los fundamentos teóricos y metodológicos, las bases para describir,

analizar, explicar y comprender la realidad, en contexto, los cuales se espera sean

adquiridos por los sujetos del proceso formativo; por tanto, se constituyen en los nuevos

sentidos, apropiaciones y simbologías que los sujetos en formación adquieren en el proceso

formativo del que participan consciente, activa y críticamente. De esta manera, contienen el

horizonte de sentido de la formación en términos del conocimiento a impartir mediante la

instrucción, las habilidades a incorporar para la acción mediante la educación y las

estrategias que les permitirán aplicar lo aprendido con la finalidad de transformar la

realidad adquiridas mediante el desarrollo, bases del proceso formativo apoyado en los

procesos conscientes. Tratándose de la intencionalidad pedagógica ligada a la formación

ciudadana en perspectiva de los estudios del territorio se espera que, al menos, brinde a los

sujetos en formación elementos básicos para dotarles de conocimientos, habilidades,

actitudes, aptitudes, competencias y posibilidades asociadas con el contexto de la realidad a

intervenir en procura de contribuir a su transformación positiva, tanto desde loa ámbitos

espacial, ambiental, social, cultural, económico y político como desde el marco normativo e

institucional de referencia; con los procesos de constitución del territorio desde las

transformaciones de la materialidad, la dinamización sociocultural, las semantizaciones y

prácticas sociales inherentes; con el estudio del territorio y las potencialidades

pedagógicas que le son propias; con la institucionalidad, las subjetividades y el

conocimiento práctico presente en la realidad a transformar, en el momento histórico

considerado; con los incentivos para aspirar a alcanzar de manera consciente la categoría de

ciudadano territorial, a manera de motivaciones internas y de estímulos externos, en

procura de constituirse en sujeto activo y crítico, promotor de organizaciones sociales que

fortalezcan la sociedad civil y, al tiempo, respetuoso de la institucionalidad demarcada por

el Estado social de derecho, ampliando la gobernabilidad y, a la vez, aportando a la

vigorización del proyecto político democrático; adicionalmente, entre otras cosas, con la

325

prevalencia de prácticas democráticas para administrar los conflictos, respetar las

diferencias, tomar decisiones y garantizar la vinculación de otros sujetos a los procesos

transformadores de la realidad.

Por su parte, las alternativas de acción política, a manera de directrices y

lineamientos de política pública educativa, dirigidas a llenar los vacíos identificados en

materia de formación ciudadana desde la incorporación del potencial pedagógico de los

estudios del territorio, se nutren con el contexto vigente en una temporalidad determinada,

en tanto le otorgará a estos procesos el marco de referencia contemporáneo requerido; el

fundamento teórico de base, se comportará como su pilar renovado, en tanto les ofrece

sentido y plataforma conceptual; el perfil deóntico o base normativa, les conferirá carácter

rector desde la concepción de Estado social de derecho para hacerlos aplicables

diferenciando claramente la condición obligante de la función pública y la orientadora

propia de la doble responsabilidad social; por su parte, el aporte operativo, en términos del

potencial pedagógico proveniente de los estudios del territorio, se constituye en el gran

desafío que habrán de afrontar los procesos de formación del ciudadano territorial. Así las

cosas, las directrices de política pública educativa que se plantean adquieren cuerpo

contextual, teórico, normativo y metodológico, base de sus contribuciones a la generación

de escenarios posibilitadores, viables y factibles, de auténticos procesos de formación

ciudadana con la incorporación de los estudios del territorio, dirigidos por la

intencionalidad pedagógica de gestar ciudadanos territoriales dispuestos a consolidar el

proyecto político democrático en Colombia.

Los dos escenarios propuestos, se estima, podrán contribuir a elevar la formación

ciudadana así concebida, a la condición de política pública educativa. Aunque difieren en

su concepción, se complementan y relacionan en forma sinérgica al entrar en operación. El

normativo-institucional, con incidencia nacional, departamental, distrital y municipal

contribuye a mejorar el panorama deóntico en materia de formación ciudadana al

incorporar, poner en vigencia y articular sus aspectos más esenciales. Por su parte, el de

planeación-estratégico, está orientado a fortalecer la implementación de la formación

ciudadana planteada en el sistema educativo haciéndola más idónea, contextualizada,

articulada, precisa y efectiva como práctica social y política pública.

326

Para ambos escenarios se estructuran las directrices de política pública educativa de

la misma manera, a saber: se parte de la identificación, descripción y planteamiento escueto

de la situación o hecho anómalo asociado con los procesos de formación ciudadana que

emerge de lo anteriormente expuesto y que es conveniente o se desea atender para adecuar,

corregir o complementar; luego, se analizan y plantean los correctivos o ajustes ideales que

surgen de la significación alcanzada por la investigación, con sus correspondientes

implicaciones; por último, se proponen líneas de acción consecuentes con lo descrito,

aplicables al sistema educativo colombiano, en particular, a los procesos de formación

ciudadana en la perspectiva inclusiva del potencial pedagógico de los estudios del territorio

para gestar el ciudadano territorial. Al finalizar cada escenario de política pública educativa

se sintetizan alcances e incidencias que se aspiran generen tanto al interior de la educación

básica y media como en la intención de fortalecer el despliegue y la implementación del

PNDE 2006-2016, consolidar el enfoque del Estado social de derecho y, a la vez, contribuir

a vigorizar el proyecto político democrático en Colombia.

Escenario normativo-institucional:

Los planteamientos, análisis y líneas de acción que convocan este escenario de política

pública educativa tienen como finalidad última, contribuir a mejorar el panorama normativo

relacionado con los procesos de formación ciudadana en perspectiva de los estudios del

territorio, aplicables al sistema educativo de los ámbitos nacional, departamental, distrital y

municipal en Colombia, en particular, a la educación básica y media; asimismo, generar la

base deóntica que favorezca el logro de la intencionalidad pedagógica atribuida a estos

procesos formativos. Al efecto, se esbozan seis directrices de política pública educativa.

Directriz 1. Ley general de educación en clave de formación ciudadana:

Aunque en términos generales, tal y como se comentó en el numeral 1.2.2 del presente

texto, la ley general de educación vigente en Colombia, 115 de 1994, acogió el espíritu de

la reforma constitucional de 1991 en materia de democracia y participación, su énfasis

327

estuvo puesto en la Carta Magna, en la instrucción cívica y la formación en competencias

ciudadanas. Es evidente la falta de consideración del territorio, como hecho de la realidad o

en su proceso de constitución, de la posibilidad de estudiarlo, de las potencialidades

pedagógicas que contiene, en particular, para nutrir los procesos de formación ciudadana,

especialmente los de formación del ciudadano territorial.

En Colombia, a diferencia de otros escenarios societales y políticos, solo es

permitido y posible, aquello que contiene la norma y, a la vez, lo que no esté normatizado o

no es aceptado como realizable o se proscribe. De ahí que para hacer de la formación

ciudadana en perspectiva de los estudios del territorio política pública educativa, sea

necesario considerar la propuesta de ambientar y promover una reforma de la ley general de

educación en clave, precisamente, de esta formación. Lograrlo exige, por lo menos,

modificar los artículos 5, 13, 23, 30 y 31 en los siguientes términos:

El artículo 5 de la Ley 115 de 1994 reguló los fines de la educación en Colombia, en

sintonía con el artículo 67 de la Constitución Nacional de 1991. En el numeral 3 estableció

como uno de ellos, “la formación para facilitar la participación de todos en las decisiones

que los afectan en la vida económica, política, administrativa y cultural de la Nación ”; la

reforma propuesta incluiría la consideración del tipo de formación al que se refiere,

atendiendo los resultados de la presente investigación, quedando el numeral redactado de la

siguiente manera: “la formación ciudadana en perspectiva de los estudios del territorio

para facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan en la vida

económica, política, administrativa y cultural de la Nación”. Luego, en el numeral 6,

definió como otro de los fines de la educación colombiana, el “estudio y la comprensión

crítica de la cultura nacional y de la diversidad étnica y cultural del país, como

fundamento de la unidad nacional y de su identidad’; su reforma propondría la

incorporación y consideración del territorio como soporte de la cultura y la diversidad que

la norma estima sean fundamento de unicidad e identitario de la Nación, quedando el

numeral redactado así: “el estudio y la comprensión crítica de la cultura nacional y de la

diversidad étnica y cultural del país, en tanto territorio en construcción, como fundamento

de la unidad nacional y de su identidad”.

328

En el artículo 13, la Ley General de Educación colombiana estableció los objetivos

comunes a todos los niveles educativos encaminados a contribuir al desarrollo integral de

los educandos mediante diversas acciones estructuradas y encaminadas, entre otras cosas,

según el literal b), a “Proporcionar una sólida formación ética y moral, y fomentar la

práctica del respeto a los derechos humanos’. La reforma que se vislumbra incorpora a

este objetivo, de manera explícita, la formación ciudadana, en los siguientes términos:

“Proporcionar una sólida formación ciudadana, ética y moral, y fomentar la práctica del

respeto a los derechos humanos”.

El numeral 2 del artículo 23, a su turno, define como una de las nueve áreas

obligatorias y fundamentales del conocimiento y de la formación que necesariamente

tendrán que ofrecerse de acuerdo con el currículo y el PEI, para el logro de los objetivos de

la educación básica, las “ciencias sociales, historia, geografía, constitución política y

democracia'"57 La propuesta modificatoria es cambiar la denominación de esta área

incorporando la noción de formación ciudadana, en razón a que no solo abarcaría las

nominadas sino, adicionalmente, otras disciplinas que convoca y que no están mencionadas,

tales como la antropología, la sociología, las ciencias políticas, entre otras. Este numeral

quedaría redactado así: “ciencias sociales y formación ciudadana’’. Con ello,

adicionalmente, se reforzaría la concepción de área de conocimiento evitando la

fragmentación formativa en asignaturas inconexas y desarticuladas, sin ilación ninguna.

A su turno, el artículo 30, mediante el cual se definen los objetivos específicos de la

educación media académica, estableció en el literal c) que uno de los ellos debería ser: “ La

incorporación de la investigación al proceso cognoscitivo, tanto de laboratorio como de la

realidad nacional, en sus aspectos natural, económico, político y social”. La reforma

propuesta consiste en precisar no solo el tipo, sino la orientación de la investigación

establecida, vinculándola a los estudios del territorio como potencial pedagógico para nutrir

los procesos de formación ciudadana. El literal supletorio quedaría redactado así: “La

incorporación de la investigación al proceso cognoscitivo, en perspectiva de los estudios

57 Las otras ocho áreas definidas por la ley como obligatorias y fundamentales, fueron: ciencias naturales y educación ambiental; educación artística; educación ética y en valores humanos; educación física, recreación y deportes; educación religiosa; humanidades, lengua castellana e idiomas extranjeros; matemáticas; y, tecnología e informática.

329

del territorio, tanto de laboratorio como de la realidad nacional, en sus aspectos natural,

económico, político y social’.

Finalmente, para efectos de este lineamiento de política pública educativa, en el

artículo 31 de la Ley General de Educación colombiana se definieron las áreas

fundamentales de la educación media académica. Allí se estableció que además de las

mismas áreas obligatorias y fundamentales asignadas a la educación básica, tratadas de

manera más avanzada, en la educación media se impartiría las relacionadas con “ciencias

económicas, políticas y la filosofía”; adicionalmente, en el parágrafo único, se dispuso que

las IE debían organizar su programación académica para permitir que los estudiantes

puedan intensificar, entre otros, en “ciencias naturales, ciencias sociales, humanidades,

arte o lenguas extranjeras”, de acuerdo con su vocación, interés y orientación hacia la

educación superior. La modificación que se plantea considera importante incorporar las

ciencias sociales y la formación ciudadana en perspectiva de los estudio del territorio, así:

“ciencias económicas, de la educación y políticas y, la filosofía”; además, que se pueda

intensificar en “ciencias naturales, ciencias sociales, humanidades, formación ciudadana

en perspectiva de los estudios del territorio, arte o lenguas extranjeras ”.

La línea de acción consecuentemente con lo expuesto, es elaborar un proyecto de

reforma de la Ley 115 de 1994, con su respectiva exposición de motivos, que incorpore las

modificaciones planteadas para que tramite bien por iniciativa del poder ejecutivo de la

Nación, liderado por el Ministerio de Educación Nacional; bien de origen parlamentario

mediante la presentación ante el Congreso de la República de este proyecto de Ley; o, bien,

por iniciativa legislativa popular, conforme lo dispone la Ley 134 de 1994, apoyada en la

firma de los electores agrupados en organizaciones educativas gremiales, empresariales, no

gubernamentales, cívicas y comunitarias.

Directriz 2. Lineamientos curriculares del Ministerio de Educación Nacional a partir de la

formación ciudadana en perspectiva de los estudios del territorio:

Los lineamientos curriculares expedidos por el MEN son formas coherentes y consecuentes

de orientar la implementación en el sistema educativo colombiano tanto del espíritu

330

constitucional, como del fundamento normativo. En esta materia, el concepto de área del

conocimiento y de la formación, es fundamental en las ciencias sociales tal como se

comentó en la directriz anterior. La idea ahora es enfatizar en su carácter pedagógico sin

detenerse en su contenido temático. En esta dirección, expresado el sentido de la educación

básica y media y extrapolando los fines y objetivos del área de Ciencias Sociales y

Formación Ciudadana propuesta, es recomendable precisar cómo sus objetivos, a manera

de punto de partida para los lineamientos curriculares emanados del MEN, entre otros, los

siguientes: comprender la realidad nacional y territorial (pasado-presente) para transformar

la sociedad en la que los estudiantes habitan, la que usan y viven; formar hombres y

mujeres que participen activamente en la construcción de su territorio de manera

consciente, activa, crítica, solidaria y respetuosa de la diferencia y la diversidad existentes;

propiciar que personas y sujetos conozcan y hagan valer sus derechos, así como acaten y

cumplan con sus deberes; promover incentivos para que personas y sujetos valoren y

aspiren a alcanzar la categoría de ciudadanos territoriales, capaces y dispuestos a contribuir

en la consolidación del proyecto democrático; contribuir a que todos(as) puedan responder

a los requerimientos y las exigencias que demandas hoy día la educación, el conocimiento,

la ciencia, la tecnología y el mundo laboral.

Todos estos propósitos tienen cabida y se entretejen de manera particular, en la

fundamentación teórica propuesta para la formación ciudadana con incorporación del

potencial pedagógico de los estudios del territorio: el ciudadano territorial como esencia del

proyecto político democrático. Así mismo, en genérico, son acogidos por el área del

conocimiento propuesta: las ciencias sociales y la formación ciudadana, en tanto campo

abierto, amplio e incluyente para dinamizar los procesos de formación ciudadana desde los

ocho ejes previstos y orientados por el MEN.58

58 Los ejes del conocimiento articuladores previstos para el área de ciencias sociales vigentes en Colombia, según los lineamientos del MEN (2002) son: defensa de la condición humana y el respeto por su diversidad: multicultural, étnica, de género y opción personal de vida como recreación de la identidad colombiana; sujeto, sociedad civil y Estado comprometidos con la defensa y promoción de los deberes y derechos humanos, como mecanismos para construir la democracia y buscar la paz; mujeres y hombres como guardianes y beneficiarios de la madre tierra; necesidad de buscar desarrollos económicos sostenibles que permitan preservar la dignidad humana; nuestro planeta como un espacio de interacciones cambiantes que nos posibilita y limita; las construcciones culturales de la humanidad como generadoras de identidades y conflictos; las distintas culturas como creadoras de diferentes tipos de saberes valiosos (ciencia, tecnología, medios de comunicación); y, las organizaciones políticas y sociales como estructuras que canalizan diversos poderes para afrontar necesidades y cambios.

331

En razón a que estos ejes articuladores tienen una función de soporte y estructura

del área de ciencias sociales y formación ciudadana, conceptualmente permitirían centrar el

trabajo de los proyectos de aula, indicando y enmarcando las temáticas sobre las cuales

habrían de gravitar las investigaciones y actividades vinculadas con los estudios del

territorio desarrolladas en la clase. Así, el estudio del territorio, con intencionalidad

formativa, se convertiría en eje generador de conocimiento, transversal y cohesionar de los

demás, otorgándole al área visión panorámica, local y global, de la problemáticas espacial,

sociocultural, económica, ambiental y política propia de su territorio, dirigida en forma

consciente y directa, a contribuir en la consolidación del proyecto democrático.

A manera de línea de acción surge la orientación normativa, a manera de

lineamiento por parte del MEN, para que se acoja esta directriz y se implemente en el

sistema educativo nacional y territorial, especialmente, en la educación básica y media,

buscando contribuir a la formación no sólo sobre, sino en y para la ciudadanía

territorializada, dirigida a fortalecer la democracia.

Directriz 3. Estándares en ciencias naturales, ciencias sociales (científicas) y en

competencias ciudadanas con incorporación del enfoque de formación ciudadana en

perspectiva de los estudios del territorio:

Sin mayor pretensión y ubicados en la integración de enfoques provenientes de las ciencias

de la educación, las políticas y sociales complementadas con los de la geografía crítica,

puede asegurarse que las competencias ciudadanas convocan armónica y adecuadamente

las demás competencias que se orientan y desarrollan en las IE colombianas: básicas, de los

saberes específicos, científicas, ciudadanas y laborales. Ello implica, entre otras cosas, la

opción de integrar a su alrededor las áreas del conocimiento y de la formación previstas en

el sistema educativo colombiano, especialmente, en los niveles de la educación básica y

media, ampliando sus posibilidades al incorporarles las potencialidades pedagógicas de los

estudios del territorio, en su finalidad de contribuir a formar ciudadanos territoriales; la

mejor manera de hacerlo es mediante su incorporación en los estándares, particularmente,

en los de ciencias naturales y ciencias sociales.

332

Estos estándares, desde su concepción, promueven el desarrollo de las habilidades

científicas y las actitudes básicas requeridas para explorar, describir, analizar, explicar y

comprender, de una parte, fenómenos naturales y, de la otra, para dirimir, administrar,

transformar y resolver problemas sociales. Entre sus finalidades, podrían ubicarse, en

primer lugar, valorar, recuperar y fortalecer en la enseñanza, el derecho de preguntar para

aprender; en segundo lugar, promover una formación integral, activa, crítica, ética,

tolerante con la diversidad y comprometida con el medio ambiente que se convierta en

alternativa real para gestar sujetos, organizaciones sociales e instituciones solidarias, con

fuertes sentidos de pertenencia, responsables de lo público, dispuestos a constituir su

territorio y vigorizar el proyecto democrático; en tercer lugar, dispuesta a fomentar la

exploración de los hechos y fenómenos de la realidad; a analizar sus problemas esenciales;

a observar, recoger y organizar información relevante; a utilizar diferentes métodos

analíticos para comprenderla; a controlar y evaluar las metodologías que guían la

implementación de acciones transformadoras; y, a socializar, divulgar y compartir los

productos, resultados, efectos e impactos logrados; en cuarto lugar, que adopten el enfoque

de los estudios del territorio como objeto de enseñanza desde la teoría de los procesos

conscientes, con fundamento en la triangulación de los aportes provenientes de las ciencias

de la educación, las ciencias políticas y la geografía crítica.

La orientación vigente en Colombia, en materia de estándares básicos de

competencias en ciencias naturales y ciencias sociales, prevé y establece lo que las

generaciones actualmente vinculadas a procesos de formación deben saber y saber hacer

para comprender, compartir y comunicar sus experiencias y hallazgos, actuar en forma

adecuada en la vida real y hacer aportes a la construcción y mejoramiento de su entorno. En

particular, los dirigidos a las competencias ciudadanas, se estructuran a partir de la premisa:

formar en ciudadanía es posible. Para ello dispone que éstas competencias sean integradas

por un conjunto de conocimientos y de habilidades cognitivas, emocionales, comunicativas

e integradoras59 que, articulados entre sí, hacen posible que el ciudadano formado actúe de

59 Las cognitivas son capacidades para realizar diversos procesos mentales. En este caso, son capacidades para llevar a cabo procesos mentales que favorecen el ejercicio de la ciudadanía; las emocionales se refieren a las capacidades necesarias para identificar y responder constructivamente ante las emociones propias y las de los demás; las comunicativas son las habilidades que permiten entablar diálogos constructivos con los demás, comunicar los propios

333

manera constructiva en la sociedad democrática; en concreto, se agrupan en tres grandes

bloques, a saber: convivencia y paz; participación y responsabilidad democrática;

pluralidad, identidad y valoración de las diferencias.

Las modificaciones más convenientes en esta materia, asumiendo que en verdad

contribuir a formar en ciudadanía es posible, guardan relación, en primera instancia, con la

incorporación al interior de los estándares básicos en competencias ciudadanas vigentes en

Colombia, de la perspectiva de los estudios del territorio con intencionalidad formativa, en

tanto contienen y proveen de potencialidades pedagógicas nutritivas para los procesos de

formación ciudadana, especialmente, los de formación del ciudadano territorial como

esencia de la democracia. Ello implicaría agregarle valor a la formación en competencias

ciudadanas, sin competir con ella, ampliándole el horizonte de sentido al incorporarle al

proceso de enseñanza-aprendizaje los elementos propios del territorio, los inherentes a su

constitución en tanto objeto de estudio, es decir, un proceso formativo consciente, de “cara”

al territorio, con la finalidad preestablecida de contribuir a gestar ciudadanos territoriales

dispuestos a consolidar la democracia, no sólo porque saben y saben hacer sino porque,

adicionalmente, son y se asumen como potenciales sujetos democráticos, participativos,

sociales y políticos de manera activa y crítica; porque se sienten y están convencidos que

poseen la oportunidad de constituir sus territorios, aquellos que habitan, usan y apropian, de

tal manera que puedan transformarlos continua y permanentemente, a imagen de sus

sueños, anhelos e ideales, individuales y colectivos.

Y, en segunda instancia, con la intención desde el aula, apoyándose en los PA, PIA

y PEI, de implementar una formación de ciudadanos además de competentes (MEN, 2006),

territoriales. Ello implica, en primer lugar, agregar como una gran meta adicional a la

formación ciudadana, formar en perspectiva de los estudios del territorio, apoyándose para

ello en la concepción de ciudadano territorial expuesta en el numeral 3.1; en segundo lugar,

incorporar como nueva orientación formativa ciudadana en la educación básica y media

colombiana: una formación de “cara” al territorio, incorporándola en la estructura de los

estándares básicos de competencias ciudadanas por grupos de grados; en tercer lugar,

puntos de vista, posiciones, necesidades, intereses e ideas, en general, y comprender aquellos que los demás ciudadanos buscan comunicar; las integradoras son aquellas competencias más amplias y abarcadoras que, en la práctica, articulan los conocimientos y las competencias cognitivas, emocionales o comunicativas (Chaux et al., 2004).

334

considerar la inclusión de un nuevo grupo de grados, complementario de los tres existentes

-convivencia y paz; participación y responsabilidad democrática; y, pluralidad, identidad y

valoración de las diferencias-, el cual podría denominarse: estudio del territorio; y, en

cuarto lugar, adicionar una nueva competencia, complementaria de las cinco previstas en

ciudadanía -conocimientos; y, competencias comunicativas, cognitivas, emocionales e

integradoras-, denominada: competencia crítica.

Le correspondería al MEN, desde su potestad para orientar los procesos de

formación ciudadana cobijados por el espíritu constitucional y abrigados por el marco

normativo, trazar estos lineamientos de tal manera que sean acogidos en los planes

educativos nacional, departamentales, distritales y municipales así como en los Proyectos

Educativos Institucionales-PEI, en los Planes Integrados de Área-PIA y en los Proyectos de

Aula-PA como ejes articuladores de la educación y no sólo como responsabilidad del área y

el aula de ciencias sociales y formación ciudadana propuesta anteriormente, en razón a que:

Las competencias se remiten a una meta de gigantesca envergadura: un modelo de ciudadano, un modelo de comportamiento y un modelo de sociedad. Sin definir previamente estos grandes objetivos no se pueden definir las capacidades imprescindibles para alcanzarlos (...) hay que decidir primero qué tipo de sociedad se desea construir, o qué es una vida exitosa, o si se quiere conservar el orden social actual o se le quiere transformar. (Marina y Bernabéu, 2007, p. 18).

Es, de alguna forma, recuperar, valorar y reiterar en la necesidad de afianzar los cuatro

pilares de la educación promulgados y defendidos por la UNESCO desde la década de los

90's: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a vivir juntos con la

finalidad de consolidar el proyecto político democrático.

Directriz 4. Sistema Nacional de Educación articulado en clave de formación ciudadana

con incorporación del potencial pedagógico de los estudios del territorio:

La formación ciudadana en perspectiva de los estudios del territorio debe ser un propósito

nacional y territorial dirigido a vigorizar el enfoque del Estado social de derecho y, a la vez,

a consolidar la opción tomada por el proyecto político democrático desde la Carta Magna

de 1991, de corte participativo, plural y descentralizado. Ello implica, por lo menos,

propugnar por su incorporación como orientación de política pública educativa en la

335

totalidad del sistema nacional de educación y, para el caso de la presente investigación, con

énfasis en la educación básica y media.

Hacerlo implica, entre otras cosas, que se le oriente como expresión de la política

educativa vigente en el país, de tal manera que sea acogida en las instancias nacionales,

departamentales, distritales y municipales que tienen asignada la función pública educativa,

en particular, el Ministerio de Educación Nacional, las Secretarías Departamentales,

Distritales y Municipales de Educación y, en últimas las Instituciones Educativas-IE, desde

su incorporación en los Proyectos Educativos Institucionales-PEI. Así las cosas, habría

coherencia, continuidad y semejanza en los procesos educativos, de enseñanza-aprendizaje,

articulados a la formación ciudadana en perspectiva de los estudios del territorio,

aprovechando sus potencialidades pedagógicas. Muy ilustrativas y estimulantes podrían

llegar a ser en este caso, las cátedras municipales, distritales y departamentales: escenarios

potentes para alentar la formación ciudadana consciente, incorporándole los estudios del

territorio, buscando articular el conocimiento de lo local, con lo regional y nacional.

Una resolución, un decreto o lineamiento del ejecutivo nacional, sin necesidad de

trámite legislativo en el Congreso de la República, se constituye en la línea de acción

posible para materializarlo y procurar implementarlo en la estructura educativa del país.

Con ello, además, no sólo se validaría la estrategia formativa dirigida a las competencias

ciudadanas sino que, adicionalmente, como se expuso antes, se complementaria con la

incorporación de los estudios del territorio y sus potencial formativo.

Directriz 5. Planes, programas y proyectos del orden nacional y territorial para la

formación docente con énfasis en el enfoque de la formación ciudadana en perspectiva de

los estudios del territorio:

Es innegable que la investigación realizada a partir de la descripción, análisis, explicación y

comprensión de la experiencia PUI-NOR permite hacer visibles las potencialidades

pedagógicas provenientes de los estudios del territorio para vigorizar los procesos de

formación ciudadana concebidos desde la fundamentación teórica basada en la

triangulación de los aportes emanados de las ciencias de la educación, las ciencias políticas

336

y la geografía crítica; más ello, al ubicarse por finalidad y encargo social en la escuela, no

abandona, ni olvida del todo al otro sujeto protagonista del proceso educativo, el profesor.

Aspirar a contribuir con la gestación y formación del ciudadano territorial tiene que

enfatizar con mayor preeminencia, sin duda alguna, en el estudiante, asumido como sujeto

activo y crítico del proceso formativo; más, también es cierto, no puede dejar de lado al

profesor, ni a la institución educativa, ni a su entorno inmediato, al cercano y al lejano.

Si lo que se quiere es gestar ciudadanos territoriales, a más de incentivar, en

términos de motivaciones internas y estímulos externos al estudiante, habrá que hacer lo

propio con el profesor. No basta con ser mejor profesor; es necesario también, en

consonancia con los planteamientos de Mejía y Daza (2008), ser mejor ciudadano. Sólo

cuando el profesor, sujeto también en continua formación, aprenda, se forme y asuma su

condición de ciudadano territorial, podrá impartir la enseñanza requerida para que los

estudiantes encuentren en ello oportunidades, especialmente, para aspirar a convivir

pacíficamente con otros, transformando su territorio y contribuyendo a consolidar el

proyecto político democrático; al tiempo, podrá generar escenarios apropiados para el

aprendizaje, significativo, con sentido, consciente y con posibilidades de aplicación real.

Resulta evidente, al tiempo, que esta premisa tiene plena vigente y aplicación, tratándose

del formador de formadores, el formador de los profesores, en los ámbitos de las escuelas

normalistas y en las facultades de educación.

De ahí que a la luz de lo planteado, emerge como mínimo otra directriz de política

pública educativa orientada, al menos, al profesor en su condición de formador, de sujeto

activo y crítico del proceso educativo, de la enseñanza y del aprendizaje: planes, programas

y proyectos de formación y actualización docente que incorporen la fundamentación teórica

para la formación ciudadana propuesta y la aplicación práctica, al menos en la educación

básica y media, de las potencialidades pedagógicas provenientes de los estudios del

territorio para alimentar los procesos de formación del ciudadano territorial en Colombia.

Con ellos no sólo se fortalecería la base conceptual y metodológica de los profesores

responsables de orientar los procesos de formación ciudadana sino que, explícitamente se

incidiría en el mejoramiento de la calidad de la educación colombiana (Rodríguez, 2008).

337

Dos líneas de acción podrían hacer posible y materializar esta directriz de política

pública educativa en Colombia, ampliando las posibilidades que brindan al respecto tanto el

artículo 109 de la Ley 115 de 1994, como los Decretos Presidenciales No. 709 de abril 17

de 1996, por medio del cual se estableció el reglamento general para el desarrollo de

programas de formación de educadores y se crearon condiciones para su mejoramiento

profesional y, el No. 2562 de noviembre 27 de 2011, por medio del cual se reglamentó la

Ley 387 de 1997 en cuanto a la prestación del servicio público educativo a la población

desplazada por la violencia y se dictaron otras disposiciones; sumados a los preceptos del

PNDE 2006-2016. En primer lugar, incorporándola a manera de lineamiento del MEN, en

su estrategia denominada: programa para la transformación de la calidad de la

educación, en la cual se orienta la adecuación y transformación de los Planes Territoriales

de Formación Docente-PTFD en procura de asumir los desafíos de una “formación situada”

y orientada a modificar la práctica pedagógica, a la formación de formadores mediante

procesos con sostenibilidad, a la presencia de procesos de innovación, a la formación in situ

y, entre otras cosas, a la investigación como base de los programas de formación (MEN,

2011, p. 16). En segundo lugar, incorporarla en los propósitos del Plan Nacional Decenal de

Educación 2006-2016, especialmente en el quinto, donde se estipula la consideración de la

educación como política de Estado, materializable por medio de políticas, planes,

programas, proyectos y acciones que promuevan la “cultura, la investigación, la

innovación, el conocimiento, la ciencia, la tecnología y la técnica, que contribuyan al

desarrollo humano integral, sostenible y sustentable, a través de la ampliación de las

oportunidades de progreso de los individuos, las comunidades, las regiones y la nación”

(MEN, 2008, p. 4).

Directriz 6. Sistema nacional, departamental, distrital y municipal de información,

seguimiento y evaluación de los procesos de formación ciudadana con incorporación de

los estudios del territorio:

Entre las múltiples y diversas acciones pendientes para superar el déficit de ciudadanía y de

ciudadanos con que se cuenta en el escenario colombiano para fortalecer y consolidar la

338

democracia, puede señalarse la información debida, oportuna, adecuada y masiva sobre las

experiencias vividas, las potencialidades experimentadas, los resultados logrados, los

efectos e impactos generados, los aprendizajes y las dificultades que han de afrontar y

valorar los procesos de formación ciudadana, especialmente los dirigidos a la formación del

ciudadano territorial; y, adicionalmente la implementación de procesos de seguimiento y

evaluación apropiados, en especial los basados en indicadores de gestión y logro. Sin

información, divulgación, socialización y comunicación efectivas sobre los avances en esta

materia, tanto del orden nacional como territorial, es prácticamente imposible apropiar lo

aprendido y potenciarlo como práctica pedagógica, como posibilidad para vigorizar la

enseñanza. Sin control y evaluación, pocas opciones podrán fraguarse.

Aunque en Colombia, tal y como quedó registrado y fue comentado en el numeral 1,

se han sistematizado, documentado, controlado y evaluado diversas experiencias formativas

en ciudadanía, aún existen muchas otras, de gran valor y riqueza conceptual, metodológica

y de resultados que se desconocen y por tanto, no son valoradas, ni tienen opciones

múltiples de ser replicadas. El ejemplo es también una manera de alentar a otros, de

estimularles y motivarles para que emprendan procesos formativos vivenciados e

implementados con éxito, dirigidos a la formación del ciudadano territorial. Típico ejemplo

de ello, más que por falta de información, por no considerarlo desde los propósitos como

fuente de potencialidades pedagógicas provenientes del estudio de territorio para nutrir

procesos de formación ciudadana pertinentes, fue la experiencia PUI-NOR, suficiente y

extensamente expuesta, descrita, analizada, explicada y comprendida a los largo del texto.

La directriz plantea superar los alcances, sin competir con ellas, de las pruebas

SABER, ICFES y ECAES60 que hoy se aplican en Colombia para generar información

sobre los avances y resultados en materia educativa, tanto en los niveles de básica, como en

media y superior, en materia de formación ciudadana de “cara” y no de “espaldas” al

territorio, es decir, haciendo visibles las potencialidades pedagógicas atribuidas a los

estudios del territorio para alimentar los procesos de formación ciudadana, en particular, de

formación del ciudadano territorial.

60 En el contexto colombiano, las pruebas SABER son aplicadas a los estudiantes de la educación básica primaria que finalizan el 5° grado y de la educación básica secundaria que termina el 9° grado; al finalizar la educación media en el grado 11°, se presentan las pruebas ICFES; y, al culminar la educación superior, se llevan a cabo las pruebas ECAES.

339

La línea de acción sugiere y demanda, en cumplimiento de lo establecido por la Ley

General de Educación en Colombia, la 115 de 1994, en sus artículos 75, 80 a 84 y 168 a

171, en concordancia con el macro objetivo en esta materia consagrado en el PNDE 2006­

2016, orientación del gobierno nacional, bien desde el ejecutivo directamente o,

indirectamente, por medio del MEN, para que se impulsen acciones que posibiliten

estructurar desde lo municipal hasta lo nacional, pasando por lo distrital y departamental, el

sistema nacional de información pública sobre procesos de formación ciudadana en

perspectiva de los estudios del territorio, enfatizando en aprendizajes, dificultades, logros y

alcances en su contribución a gestar en contexto y conscientemente, ciudadanos

territoriales. Apoyarse, por ejemplo, en la estrategia de SINERGIA, puesta en vigencia por

el Departamento Nacional de Planeación-DNP, podría hacer ágil y efectiva esta directriz de

política pública educativa.

En síntesis, con las directrices de política pública educativa expuestas en el

escenario normativo-institucional, se apunta a la generación de escenarios deónticos

apropiados para posicionar y adoptar el enfoque de formación ciudadana en perspectiva del

estudio del territorio, aplicables al sistema educativo en los niveles de básica y media,

estimulando y motivando no solo la voluntad política requerida para ello sino, al tiempo,

provocando los escenarios normativos, institucionales y estructurantes que requiere la

decisión política de convertirla en eje de la educación colombiana.

Escenario de planeación-estratégico:

El escenario de planeación-estratégico, por su parte, está orientado a vigorizar en el marco

del sistema educativo colombiano, la implementación de la formación ciudadana concebida

en perspectiva de los estudios del territorio, con la intencionalidad pedagógica atribuida en

tanto se dirige de manera consciente y contextualizada, al fortalecimiento del proyecto

político democrático, haciéndola más idónea, articulada, focalizada y efectiva como

práctica social y política pública renovada y contemporánea. Seis son las directrices de

política pública educativa que se exponen en este escenario; las cuatro primeras, se enfocan

en la perspectiva escalar, de abajo hacia arriba, en tanto plantean las directrices partiendo

340

de los proyectos de aula-PA hasta llegar a las correspondientes al plan educativo nacional-

PEN, pasando por los planes del área de ciencias sociales-PIA, los proyectos educativos

institucionales-PEI y los planes educativos municipales-PEM, distritales-PEDI y

departamentales-PED; las otras dos, aluden a la sistematización de experiencias y la

investigación comparada en formación ciudadana. La principal fuente de referencia y

orientación de este escenario proviene, como es lógico, de los elementos esenciales

contenidos en el Plan Nacional Decenal de Educación-PNDE, 2006-2016, en tanto se

constituyó en pacto social por el derecho a la educación para permitir la identificación y

toma de decisiones pertinentes encaminadas a avanzar en las transformaciones que la

educación colombiana requiere (MEN, 2007).

Para las cuatro primeras directrices surgen elementos comunes que les sirven de

punto de referencia y marco de actuación destacándose, entre otros, los referidos a la

perspectiva territorial; a las características sintéticamente esbozadas del ciudadano y de la

ciudadanía territorial: democráticos, participativos, sociales y políticos en forma activa y

crítica; a los vacíos en formación ciudadana que se propone atiendan; y, a los elementos

propios de la intencionalidad pedagógica atribuida a la formación ciudadana que incorpora

y emplea los estudios del territorio, es decir, una formación de cara y no de espaldas al

territorio, constituido o en proceso de constitución. La perspectiva territorial de las

directrices planteadas para los ámbitos que abarcan desde los proyectos de aula hasta el

plan educativo nacional, hace referencia a la conveniencia de considerar las

particularidades del lugar donde han de aplicarse, en su proceso de constitución en

territorio, tanto desde el punto de vista contextual, como desde la transformación de su

materialidad, las dinámicas socioculturales que le son propias, las diversas semantizaciones

que surjan y las prácticas sociales inherentes, haciendo visible la multiplicidad de formas

institucionales y subjetividades presentes, así como la riqueza del conocimiento práctico

acumulado; ello favorece, entre otras cosas, la descripción, el análisis, la explicación y

comprensión de la compleja realidad cambiante que acontece en el lugar determinado;

brinda mayores posibilidades para gestar el territorio anhelado desde su construcción

dinámica, integral y sociocultural, generando prácticas sociales apropiadas para atender las

tensiones que surgen del proceso de constitución del territorio; al tiempo, permite y anima

341

el uso y la apropiación de las diversas potencialidades pedagógicas que contienen los

estudios del territorio para incentivar el alcance de la categoría de ciudadano territorial y

contribuir a gestar el proyecto político democrático.

El encargo otorgado a la formación ciudadana concebida a lo largo del texto se

reduce a contribuir con la gestación del ciudadano territorial, capaz e incentivado para

ejercer diversas ciudadanías territoriales y aportar a la construcción de la democracia. Ello

podrá proponerse como objetivo, sin duda, en los proyectos de aula, los planes de área, los

proyectos educativos institucionales y los respectivos planes educativos municipales,

distritales, departamentales y nacional; para ello, bastará con comprender y asimilar su

fundamento teórico, en términos de las características que le son propias: democrático, en

tanto asume como proyecto político guía, la democracia; participativo, porque interviene

directa e indirectamente en los asuntos propios de la práctica democrática, más allá del

carácter jurídico o legal, asumiendo roles sociales y políticos; social, en virtud al

compromiso con los derechos sociales y colectivos y con la dinámica societal; político, en

tanto vincula los derechos y deberes políticos, la institucionalidad y la norma; todo ello

ejercido de manea activa y crítica, con la finalidad de mejorar su condición humana (Freire,

2002, 2005; Peralta, 2009). Así las cosas, el propósito se encaminará a superar “el déficit y

la insuficiencia de ciudadanía” (Unión Europea et al., 2010, p. 12) visible no solo en

Colombia sino en toda América Latina, mediante la profundización y consolidación de la

democracia, a partir del conocimiento que se imparta para hacer y transformar en la

dirección de constituir sujetos, en este caso, ciudadanos, democráticos, participativos,

políticos y sociales de manera activa y crítica, con fundamento en la pedagogía crítica y las

corrientes pedagógicas contemporáneas.

Al orientarse estas directrices a llenar los vacíos visibles en los procesos de

formación ciudadana en Colombia, se espera que sus propuestas los atiendan, esto es, que

se enfoquen, por lo menos, hacia la inclusión de aspectos políticos, críticos, pedagógicos y

didácticos en el tratamiento del conocimiento básico en que se instruye; que los contenidos,

medios y métodos para la enseñanza se articulen y nucleen a partir de la concepción sobre

ciudadano territorial como esencia democrática; que se busque privilegiar la relación teoría-

práctica-teoría de tal manera que emerjan incentivos para la gestación de los sujetos de la

342

democracia; que la formación impartida incorpore el entorno, el territorio y su estudio,

aprovechándose de las potencialidades pedagógicas que les son propias y, a la vez, que se

acuda a metodologías participativas, activas y críticas, estimulantes y motivantes del

proceso formativo, dirigidas a gestar el ciudadano territorial.

Finalmente, en lo referido a los elementos propios de la intencionalidad pedagógica

atribuida a la formación ciudadana que incorpora y emplea los estudios del territorio,

conviene señalar como aspectos comunes a las cuatro primeras directrices de política

pública, entre otros, los siguientes: se trata de una formación basada en la teoría de los

procesos conscientes y por tanto, propia de la pedagogía como ciencia fundante de la

educación, en tanto proceso social complejo, holístico, integral y focalizado; como tal,

habrá de establecer sus propósitos teniendo en cuenta el contexto, la finalidad y el carácter

dinámico del proceso formativo; predefinirá, en forma flexible y adecuada tanto los

contenidos, como los medios y métodos para la enseñanza y, al tiempo, gestará los

ambientes más apropiados para facilitar el aprendizaje; contemplará un sistema de

seguimiento y evaluación del proceso y los logros formativos en términos de eficiencia y de

eficacia. Adicionalmente, esta intencionalidad considerará como aspecto fundamental, la

vigorización del arraigo fluido al territorio, de tal manera que potencie la acción de los

sujetos vinculados, sin inmovilizarla.

Directriz 1. Formación ciudadana desde los Proyectos de Aula-PA:

Los proyectos de aula, enmarcados en la teoría de los procesos conscientes (Álvarez 1996,

1998, 1999), constituyen propuestas didácticas dirigidas a incentivar procesos

metacognitivos mediante relaciones establecidas entre los saberes cotidiano y científico

(González, 2002). Se fundamentan en la solución de problemas de conocimiento que guían,

intencionalmente, el proceso formativo (Pimienta, Villegas y Pulgarin, 2009); las

transposiciones didácticas (Chevallard, 1991) para pasar del saber sabio al enseñado; las

mediaciones sinérgicas maestro-alumno en la escuela; y, entre otras cosas, las relaciones y

vinculaciones con el entorno, es decir, con el territorio en proceso de constitución.

343

Un PA en formación ciudadana que ignore y no incorpore el potencial pedagógico

de los estudios del territorio, formando de “espaldas” y no de “cara” al territorio,

imposibilitará no sólo la conexión entre el conocimiento práctico acumulado históricamente

en el proceso dinámico, complejo y conflictivo de constitución del territorio sino, también,

la transposición del saber sabio al saber enseñado forjado en la consideración del territorio

como objeto de estudio, es decir, como intencionalidad pedagógica y formativa. A la vez,

generará mediaciones maestro-alumno basadas sólo en elementos teóricos y conceptuales,

impidiendo la riqueza de la relación teoría-práctica. Todo lo contrario acontecerá, como es

obvio, si estos PA incorporan la perspectiva de los estudios del territorio y, muy

especialmente, sus potencialidades pedagógicas.

La línea de acción que surge de la situación planteada se dirige a incorporar desde el

aula, con fundamento en los PA, la formación de ciudadanos además de competentes

(MEN, 2006), territoriales. Ello sugiere acudir a la gran meta propuesta en el escenario

normativo institucional como adición a la formación ciudadana: formar en perspectiva de

los estudios del territorio; a emplear la nueva orientación formativa propuesta para ser

incorporada a la estructura de los estándares básicos de competencias ciudadanas por

grupos de grados antes expuesta: una formación de “cara” al territorio; a aprovechar la

inclusión del nuevo grupo de grados, a manera de complemento de los existentes -

convivencia y paz; participación y responsabilidad democrática; y, pluralidad, identidad y

valoración de las diferencias-, denominado: estudio del territorio; y, por último, a enfatizar

y centrar los PA en la adquisición de la nueva competencia, la crítica, complemento de las

cinco previstas en ciudadanía para la educación básica y media colombiana: conocimientos

y, competencias comunicativas, cognitivas, emocionales e integradoras.

Así las cosas, los PA no sólo se estructurarán a partir de preguntas

problematizadoras sobre la formación ciudadana en perspectiva de los estudios del

territorio como elemento complementario sino que podrán incorporar problemas concretos

asociados con el proceso de constitución del territorio los cuales, al estudiarlo, posibilitarán

el logro de su intencionalidad pedagógica y formativa apoyadas en sus contenidos, medios

y métodos de enseñanza, los cuales habrán de estimular y motivar el alcance de la categoría

de ciudadano territorial y, al tiempo, permitirán profundizar el proyecto político

344

democrático. Estudiar el territorio, en tanto objeto de enseñanza, en el marco de los planes

de aula-PA, facilitaría la construcción de unidades integradas de aprendizaje desarrolladas

transversalmente al plan de estudios, dándole cabida a la inclusión de diversos métodos y

medios de enseñanza para, al tiempo, permitir el abordaje de las principales problemáticas

socio-geográficas del ámbito espacial más cercano, el entorno o lugar próximo a la

institución educativa, en contexto local-global, desde la descripción, el análisis, la

explicación y comprensión territorial; con ello, se exaltaría su significación y se promovería

la participación activa de estudiantes y profesores en su implementación, seguimiento,

evaluación y proyección.

Directriz 2. Formación ciudadana desde los Planes Integrados de Área-PIA:

Las áreas de conocimiento y de formación en la educación colombiana fueron concebidas

como obligatorias y fundamentales, tanto para el nivel de la básica como para la media, en

los artículos 23 y 31 de la Ley 115 de 1994; como tales, necesaria y obligatoriamente se

tienen que ofrecer y deben estar contenidas en el currículo y en el Proyecto Educativo

Institucional-PEI en razón a que, conforme lo establecieron los artículos 76 y 79 de la Ley

115 de 1994 -en lo relativo a los planes de estudio y currículo-, reglamentados mediante los

Decretos 1860 de 1994, 230 de 2002 y 1850 de 2002, se les atribuyó por finalidad, el logro

de los objetivos educativos consagrados en la ley general de educación en Colombia.

Orientarse en tal dirección demanda planear la acción educativa a desplegar a partir de

esquemas que, por lo general, definen la justificación y el enfoque, el objeto y los referentes

conceptuales y, además, los procesos que han de orientar el proceso formativo dándole

cuerpo a los Planes Integrados de Área: PIA.

En Colombia, conforme los criterio del MEN (2002, 2006), cada área de la

educación debe fundamentarse pedagógica y didácticamente, de tal manera que se articule

la implementación de los lineamientos curriculares consagrados en la normatividad vigente

al momento de concebirse los PIA; en materia pedagógica, para el área de ciencias sociales

en los niveles de la educación básica y media, se prevén como aspectos esenciales, la

determinación de los ejes generadores, las preguntas problematizadoras, los ámbitos

345

conceptuales que definen los contenidos, el desarrollo de competencias y la estructura

curricular. Solo aquello que se consagre en los PIA, será posible desplegar en la respectiva

área, mediante los correspondientes PA; por ello, los PA, en gran medida, dependen de las

orientaciones contenidas en los PIA; poco es el margen de abertura, flexibilidad e

integralidad que poseen los PA por fuera de las directrices de los PIA.

Como apenas resulta obvio, para incrementar la posibilidad de incluir en los PA la

perspectiva territorial de la formación ciudadana expuesta a lo largo del texto, ésta debería

ser orientada desde los PIA. En caso contrario, quedaría a criterio del profesor responsable

del PA, su inclusión o exclusión. Al contrario, estructurado el PIA para ciencias sociales en

la educación básica y media con la incorporación de la formación ciudadana en perspectiva

de los estudios del territorio, aprovechando las potencialidades pedagógicas que le son

propias, su inclusión en los PA será lógica y consecuente.

La línea de acción que surge, así las cosas, sugiere la incorporación explícita en los

PIA del enfoque de formación ciudadana propuesto, dirigido a formar el ciudadano

territorial. Con los estudios del territorio incluidos en los PIA de ciencias sociales se

pueden aspirar, de una parte, a cohesionar los saberes sociales y naturales, es decir, los

enfoques que conectan sinérgica y holísticamente la sociedad y la naturaleza, en otras

palabras, las dinámicas socioculturales y el territorio, las semantizaciones y prácticas

sociales inherentes; y, de la otra, a materializar los ocho (8) ejes propios del área de

ciencias sociales y formación ciudadana, a la luz tanto de la noción integradora de

territorio y de su estudio.

Ello demandaría, al menos, por una parte, declarar como enfoque formativo la

perspectiva territorial; incluirla como objeto de estudio del área de ciencias sociales y

formación ciudadana, en su finalidad de formar conscientemente y en contexto, ciudadanos

territoriales dispuestos a contribuir en la transformación positiva de sus realidades; y, por la

otra parte, implementarla en la totalidad del sistema educativo colombiano mediante los

lineamientos curriculares como fundamento pedagógico y didáctico. Una directriz del MEN

en este sentido o, en su defecto, un decreto presidencial en la materia, bastaría para desatar

su aplicación en la educación básica y media del país.

346

Directriz 3. Formación ciudadana desde los Proyectos Educativos Institucionales-PEI:

El proyecto educativo institucional-PEI se consagró en el artículo 73 de la Ley 115 de 1994

como el gran acuerdo educativo orientado a lograr la formación integral del estudiante,

mediante la especificación de los principios y fines de la institución educativa, los recursos

docentes y didácticos disponibles y necesarios, las estrategias pedagógicas, los reglamentos

internos para docentes y estudiantes así como, entre otras cosas, los sistema de gestión del

servicio educativo. En términos de proyección, se convierte en el derrotero o la hoja de ruta

de la institución educativa; por tanto, se estimó que debía responder a las situaciones,

complejidades, problemáticas de los estudiantes, la población del entorno próximo, la

región y el país; aún así, se orientó a que su formulación fuera muy concreta, viable y

factible, medible, controlable y evaluable. En su formulación, se previó, deben vincularse

activa y críticamente, estudiantes, profesores, directivos docentes y padres de familia,

directamente o por intermedio de las instancias de representación constituidas, conforme se

reglamentó en los Decretos No. 1860 de 1994 y 1236 de 1995. Por mandato legal, Decreto

No. 180 de 1997, todas las instituciones educativas deben registrar su respectivo PEI, así

como las modificaciones que se le hagan, ante la entidad gubernamental correspondiente,

garantizando la posibilidad de efectuarle seguimiento.

En el artículo 14 del Decreto No. 1860 de 1994 se estableció la estructura y el

contenido del PEI de tal forma que se garantizar el logro de los fines de la educación

contenidos en la normatividad vigente y teniendo en cuenta las condiciones sociales,

económicas y culturales de su medio. Como tal, se orientó a que contuviera como aspectos

fundamentales, entre otras cosas, la estrategia pedagógica que guía las labores de formación

de los educandos; la organización de los planes de estudio y la definición de los criterios

para la evaluación del rendimiento del educando; las acciones pedagógicas relacionadas

con la educación para el ejercicio de la democracia, para la educación sexual, para el uso

del tiempo libre, para el aprovechamiento y conservación del ambiente, y en general, para

los valores humanos; los procedimientos para relacionarse con otras organizaciones

sociales, tales como los medios de comunicación masiva, las agremiaciones, los sindicatos

y las instituciones comunitarias; y, las estrategias para articular la institución educativa con

347

las expresiones culturales locales y regionales. Es decir, todo un arsenal de alternativas para

vincularse con el entorno geofísico, sociocultural, político, ambiental, cultural, organizativo

y comunitario de la institución educativa; con ello no solo puede justificarse el nexo entre

institución educativa y territorio en el cual está inserta sino, a la vez, apostarle a procesos

formativos, en particular de ciudadanos, de “cara” y no de “espaldas” al territorio.

Por ello, si los lineamientos curriculares son orientaciones para que las instituciones

educativas desde sus PEI, asuman la elaboración de sus propios currículos (MEN, 2002),

están dadas las condiciones y el escenario deóntico apropiado para materializar las propias

del área de ciencias sociales y formación ciudadana propuesta anteriormente, mediante la

aplicación de sus ocho (8) ejes estructurantes. Máxime si, continuando con la escala de

abajo hacia arriba, se puede entender fácilmente que las orientaciones de los PIA son unas,

en tanto se articulen con el respectivo PEI y, otras, si no tienen línea de continuidad y

armonía: un PEI que asuma como objetivo y objeto de enseñanza-aprendizaje la formación

ciudadana en perspectiva del potencial pedagógico de los estudios del territorio, favorecerá

y facilitará su inclusión en los PIA y PA; caso contrario, persisten posibilidades de hacerlo

más no tan expeditas y lógicas como cuando desde el PEI se contemplan.

Adicionalmente, podría aspirarse a gestar una gestión del servicio público educativo

a cargo de las Instituciones Educativas desde el territorio y su estudio, aprovechando el

potencial pedagógico que contiene. Con ello, por ejemplo, en primer lugar, podría

promoverse la enseñanza dirigida a formar para el conocimiento, el entendimiento y la

apropiación del mundo actual, a partir de la descripción, el análisis, la comprensión y

aceptación de la problemática propia de los procesos de constitución del territorio y de la

orientación del proceso docente hacia la exploración e inventiva para atreverse a formular

alternativa de administración, transformación, negociación y solución de la problemática

vigente. En segundo lugar, de manera consciente, asumir que el sistema educativo y en

especial su dinámica curricular, hacen parte de la realidad social y cultural, fuente de

nuevas configuraciones provenientes de los procesos de constitución del territorio, los

cuales pueden hacer parte y dinamizar los procesos formativos de las IE orientados a

sensibilizar a docentes, estudiantes y líderes sociales sobre la importancia de asumir como

reto de la educación básica y media, la formulación de currículos pertinentes y

348

contextualizados, de tal manera que sea compromiso comprender y explicar cómo se

construyen, dinamizan y funcionan los territorios en la sociedad contemporánea. En tercer

lugar, permitiría avanzar en la construcción de abordajes didácticos desde los estudios del

territorio, convocando al diálogo de los saberes escolares y cotidianos; de esta forma se

aprovecharía el acumulado de ideas, imágenes, significaciones y cuestionamientos que se

tienen sobre los procesos de constitución del territorio para desarrollar los PIA y los PA en

ciencia sociales y, en particular, en geografía, situándolos en el amplio y enriquecedor

espacio sociocultural que ofrece la lectura de paisajes, cartas y mapas, textos y estadísticas,

testimonios y restituciones cartográficas.

La línea de acción para concretar, implementar y evaluar este lineamiento de

política pública educativa, en este caso, es semejante a las identificadas para los dos

escenarios expuestos: basta una directriz del MEN dirigida a las entidades territoriales e

instituciones educativas del país en tal sentido para que sea mandato a cumplir en desarrollo

de la función pública atribuida a la estructura gubernamental educativa del Estado. Otra

opción, sin necesidad de llegar hasta reformar la Ley General de Educación, podría ser la

directriz emanada de la Presidencia de la República, a manera de decreto presidencial,

ampliando la reglamentación del artículo 73 de la Ley 115 de 1994 en esta materia. Este

lineamiento de política pública educativa puede justificarse adecuadamente desde la

contribución novedosa y renovada que hace al cumplimiento de la finalidad de la educación

en Colombia en tanto, la lectura comprensiva de los estudios del territorio como objeto de

enseñanza, posibilita diversas derivaciones formativas; fomenta el diálogo interinstitucional

y entre profesores en torno a la organización del currículo, dándole oportunidad a la

pregunta por la heterogeneidad de las dinámicas socioculturales propias del contexto

barrial, de comuna y, al menos, municipio; permite la implementación de diversas

estrategias didácticas para favorecer y fomentar el aprendizaje interdisciplinar necesario

para desplegar la inteligencia general (Morín, 2001) requerida para comprender y actuar en

la complejidad de las realidades y del mundo actual, haciendo visible la importancia y

riqueza de los estudios del territorio próximo, enmarcados por el contexto global. Sin duda,

el efecto que se generará en el sistema educativo colombiano será el de contar con una

349

formación ciudadana más adecuada a las condiciones de las instituciones educativas,

afianzada en el PEI, los PIA y PA (Santa Cruz, 2004).

Directriz 4. Formación ciudadana desde los Planes Educativos Municipales, Distritales,

Departamentales y Nacional:

El espíritu de la reforma constitucional colombiana de 1991 sentó las bases de uno de sus

principales pilares: la planeación del desarrollo nacional y de las entidades territoriales

(departamentos, distritos y municipios). Adherido al sistema nacional de planeación y a sus

respectivos planes de desarrollo, se encuentran los presupuestos públicos, de tal manera que

sólo pueden hacerse inversiones públicas en aquellas estrategias, programas y proyectos

contenidos en los planes de desarrollo. Por fuera de ello, asignar dineros públicos se

constituye en falta grave del servicio y es castigada hasta con la pérdida de la investidura

para quienes fueron elegidos democráticamente y la destitución del cargo para aquellos que

fueron designados en la estructura gubernamental del Estado. Uno de los principales temas

de atención e inversión contenidos por mandato legal en los planes de desarrollo y los

presupuestos públicos es el de la educación. Por ello, en educación, se cuenta con procesos

de planeación nacional y territorial, conforme las orientaciones del artículo 72 de la Ley

115 de 1994 y la reglamentación que al respecto se promulgó mediante el Decreto

Presidencial No. 1719 de 1995. Adicionalmente, en los artículos 146 a 153, se establecen

las funciones educativas correspondientes a la Nación y a las Entidades Territoriales

colombianas; mientras que los artículos 155 a 163, se reguló lo relativo a la Juntas

Nacional, Departamentales, Distritales y Municipales de Educación: JUNE, JUDE, JUDI y

JUME, reglamentadas por el Decreto Presidencial No. 1581 de 1994.

Aunque la normatividad es explícita, el espíritu constitucional loable y uno de los

macro objetivos del PNDE 2006-2016 lo contempla,61 en la práctica educativa cotidiana,

existiendo los planes de desarrollo educativo ordenados, no sólo son precarios en su

formulación sino que, adicionalmente, se encuentran desarticulados y sin posibilidades de

61 Al concebir el sistema educativo colombiano, articulado, coherente y contextualizado en los diferentes niveles de formación y en las regiones, de tal manera que permita la movilidad y formación integral de la niñez y la juventud colombiana en un entorno democrático, pacífico y globalizado (MEN, 2009, p.7).

350

nexos entre los diversos ámbitos donde se ejerce la función pública. La fragmentación y

debilidad en materia estratégica y prospectiva, afloran; por ello, los planes terminan siendo

una guía que poco o casi nada orienta y que no se consulta para llevar a cabo la finalidad y

el encargo social educativo, en general y, claro, en lo referido a la formación ciudadana, el

asunto no mejora. De ahí que las orientaciones del Plan Nacional de Desarrollo Educativo,

poco dialogan con los Planes Departamentales, Distritales y Municipales de Desarrollo

Educativo y viceversa. En ello, desafortunadamente, poco pueden hacer las Juntas de

Educación, dado su carácter consultivo y divulgativo, más no decisivo, ni coercitivo.

Adicionalmente, la norma establece que es mediante los PEI que se espera darle forma y

operacionalizar estos procesos de planeación educativa, en los términos antes expuestos.

Los efectos en el sistema nacional educativo, en estas condiciones, son obvios:

fragmentación, dispersión, dilapidación de recursos, baja calidad y condiciones

desafortunadas para la prestación del servicio educativo (MEN y ESOCEC, 2008; MEN y

OEI, 2002). Todo lo contrario acontecería en caso de promoverse y lograrse la esperada

articulación, sinergia y sintonía entre estos planes y, su eje operativo, los PEI.

Resulta apenas lógico, así las cosas, el nexo entre procesos de planeación del

desarrollo educativo, en particular del PNDE 2006-2016 y los PEI. Tratándose entonces de

la formación ciudadana en perspectiva de los estudios del territorio, se espera que los PEI la

asuman como eje o una de sus estrategias esenciales, siempre y cuando así se establezca y

contenga en los planes de desarrollo educativo nacional, departamental, distrital o

municipal; al igual que acontece en la relación PA y PIA y entre PIA y PEI, es poco el

margen que tiene para incorporar desde la propia institución educativa la formación

ciudadana aludida, si no se le considera así desde el PEM, el PEDI, el PED y el PEN. La

razón es apenas evidente: los recursos públicos destinados al servicio educativo provienen

de los presupuestos asignados a los respectivos planes de desarrollo educativo, para

financiar las estrategias, programas y proyectos allí contenidos; si el enfoque de la

formación ciudadana en la perspectiva territorial no está incluida en ellos, no podrá

contarse con dineros públicos para su promoción e implementación, correspondiéndole a la

institución educativa que así lo considere, buscar los mecanismos y fuentes de financiación

351

propios. Todo lo contrario ocurre, si es considerada e incluida en los planes de desarrollo

educativos, porque vivimos en un

momento histórico en que sabemos mucho, sabemos muchísimo pero comprendemos muy poco o casi nada, y el mundo actual necesita ser comprendido más que ser conocido, sólo podemos comprender aquello de lo que somos capaces de formar parte, aquello con lo que somos capaces de integrarnos, aquello que somos capaces de penetrar profundamente (MEN, 1998b, p. 8).

De ahí que la línea de acción para concretar y operacionalizar esta directriz de política

pública educativa deba ligarse al PNDE 2006-2016 vigente, en donde se concibe la

educación como un proceso de “formación integral, pertinente y articulado con los

contextos local, regional, nacional e internacional que desde la cultura, los saberes, la

investigación, la ciencia, la tecnología y la producción, contribuye al justo desarrollo

humano, sostenible y solidario, con el fin de mejorar la calidad de vida de los colombianos

(...) en contexto” (MEN, 2007, pp. 3-5) y por tanto, coherente con los preceptos de la

formación ciudadana basada en la instrucción, la educación y el desarrollo susceptible de

vigorizarse mediante la inclusión del potencial pedagógico proveniente de los estudios del

territorio, tanto en los PEI como en los PIA y los PA.

Máxime si además, se tiene en cuenta que en el PNDE 2006-2016 fue definido

como uno de sus temas y macro objetivos relevantes para el decenio, la educación en y

para la paz, la convivencia y la ciudadanía democrática, junto a la necesidad de aplicar

políticas públicas que garanticen la interiorización de valores humanos, la participación

democrática y la convivencia, no sólo como tarea de la escuela, sino vinculando a otros

agentes educativos e incrementando las relaciones con el entorno para comprometer en su

mutua y sinérgica corresponsabilidad diferenciada en ello, a la estructura gubernamental del

Estado, a la sociedad civil, a los medios de comunicación, el sector productivo, a las

organizaciones no gubernamentales, a las comunidades educativas y a las familias. Sin

duda, tales propósitos deberán contar con la articulación adecuada de las instancias

involucradas en los programas de organización escolar, de manera que los proyectos

educativos institucionales-PEI consoliden culturas en y para la paz, la convivencia y la

ciudadanía, enfatizando en la generación y garantía de igualdad en las oportunidades, la

tolerancia, el respeto, la participación y la solidaridad. (MEN, 2007).

352

Incluido el enfoque y la directriz asociada con la formación ciudadana con

perspectiva territorial en el sistema nacional de planeación del servicio educativo, en

armonía con los planes decenales de educación previstos para el ámbito nacional, su réplica

en los planes departamentales, distritales y municipales será posible y necesaria. Además,

la implementación de estos procesos formativos tendrá vía expedita mediante los PEI que, a

su vez, abrirán las opciones para los PIA y estos, en últimas, los viabilizaran y soportaran

para ser incluidos en los PA. De manera complementaria, y teniendo en cuenta experiencias

exitosas sobre formación ciudadana en Colombia documentadas (ExE, 2004), podría

acudirse para fortalecer este lineamiento, a las cátedras municipales y departamentales

(Pimienta et al., 2009), enfatizando en la importancia, relevancia y pertinencia de

incorporar en los procesos de formación ciudadana, como intencionalidad pedagógica, los

estudios del territorio, en tanto objeto de enseñanza y por tanto, contenido, medio y método

para facilitar e incentivar el aprendizaje, contribuyendo a constituir identidades, en

particular las complejas (Tedesco, 2007, p. 65), en tanto favorecen la pertenencia a

múltiples ámbitos a la vez, geofísicos y socioculturales, tales como lo barrial, lo local, lo

municipal, lo departamental, lo nacional e internacional; y, así mismo, a lo político, social,

ambiental, religioso, artístico, económico y familiar propio de una realidad considerada y

definida espacial y temporalmente. Es a partir de los estudios del territorio, en términos de

Gurevich (2005, p. 79), poner a disposición del sujeto que aprende el conocimiento que

sobre los lugares se tiene, abordando en la enseñanza escolar los significados que se

adquieren acerca de los nuevos recortes de lugares, las renovadas fronteras, las

relaciones de cercanía-lejanía y, entre otras cosas, la conformación de redes asumidas

como espacios que abarcan territorios no necesariamente contiguos, teniendo como

faro iluminador del horizonte que es en

la escuela democrática donde se construye la pedagogía de la esperanza, antídoto limitado aunque necesario contra la pedagogía de la exclusión que nos imponen desde arriba y que, víctimas del desencanto o del realismo cínico, acabamos reproduciendo desde abajo” (Gentili, 2001).

Con todo ello, en últimas, se podrá aspirar a lograr mayores niveles de conciencia pública

sobre los nuevos desafíos que surgen a propósito de las transformaciones en el

territorio, lo cual puede ser leído e interpretado como una manera de crear mayores

353

grados de adhesión al sentido de estos virajes, mediante mecanismos de gestión que

permitan la coexistencia de secuencias diferenciadas, dinámicas y adaptables a la

heterogeneidad, diversidad y pluralidad de elementos asociados: sociales, económicos,

culturales y educativos que conllevan al diseño, implementación y evaluación de

estrategias centradas en el cambio pedagógico y didáctico (Pulgarín, 2011c).

Directriz 5. Sistematización de experiencias en formación ciudadana y medición de

impactos en el sistema educativo:

Aunque los vacíos identificados en investigaciones afines relacionados con la ausencia del

territorio, su estudio y el potencial pedagógico que ello genera en las consideraciones que

permiten vigorizar los procesos de formación ciudadana en Colombia son profundos y, el

déficit de ciudadanos formados para asumirse como tales, ejercer sus ciudadanías,

fortalecer la sociedad civil, ampliar la gobernabilidad, dinamizar el Estado social de

derecho y contribuir a la gestación del proyecto político democrático es evidente, existen

experiencias formativas en este campo del conocimiento que incentivan y alientan el anhelo

democrático. Seguramente, además, con fundamento en los aportes, teórico y prácticos, que

brinda a las ciencias de la educación la investigación efectuada, vendrán otras apuestas,

otros atrevimientos y mas experiencias educativas, especialmente en los niveles de la

educación básica y media que se desaten y generen otros aprendizajes, mas preguntas y

nuevas maneras de aproximarse al ciudadano territorial y a su esencia, la consolidación

democrática.

Conocerlas, documentarlas, analizarlas, explicarlas y, al menos, comprenderlas es,

no solo necesario sino indispensable para continuar acumulando hechos y saberes que

promuevan, induzcan, estimulen y motiven a su implementación, especialmente, en

cumplimiento de la intencionalidad pedagógica descrita, en función del planteamiento

teórico expuesto. Es, de alguna manera, reconocer que en el hacer, en la práctica, en la

vivencia no solo se está abriendo camino sino que, a la vez, se está generando saber y que,

por tanto, es conveniente también hacer visible, reconocer y compartir ese saber que surge

del hacer. Pasar por alto las experiencias en materia de formación ciudadana en perspectiva

354

del potencial pedagógico de los estudios del territorio, no hacerlas visible, simplemente

comentarlas y reseñarlas como acontecidas impide acuñar el saber que contienen y

proyectan, desaprovechando su utilidad teórica y metodológica.

Por ello, para aprovechar al máximo el potencial de estas experiencias que vendrán,

el lineamiento de política pública educativa que les es propio, tiene relación con el

aprovechamiento de una modalidad de investigación cualitativa, propia de las ciencias de la

educación y las ciencias sociales: la sistematización de experiencias y la medición de sus

impactos. Sistematizar una experiencia es hacerla visible a partir de sus apuestas teóricas y

conceptuales; sus apuestas, supuestos, intenciones y alcances; de la ruta metodológica

seguida; de sus hallazgos, aprendizajes, limitaciones y recomendaciones; de sus contextos y

alcances. Es reconocer que al hacer, se transforma y esta transformación genera saber, en el

sentido expuesto antes de la triada sinérgica: conocer, hacer, transformar; por tanto,

consiste simplemente en recuperarle el saber al hacer para que sea útil a otros. Valorar los

impactos de las experiencias sistematizadas posibilita no solo reconocerla desde su esencia

misma, sino proyectarla en tanto, en qué y cómo contribuyó a gestar cambios positivos en

el escenario educativo colombiano; además, hacer visibles no solo lo positivo de la

experiencia sino aquello que deberá mejorarse en otras que le apuesten al mismo propósito.

Una directriz o lineamiento operativo emanada del MEN o un decreto proveniente

de la Presidencia de la República, normatizando, promoviendo e incentivando de alguna

manera la sistematización de experiencias en formación ciudadana con perspectiva

territorial, bastaría para que se asumiese como parte de la función pública atribuida a la

estructura gubernamental del Estado y de la doble responsabilidad social endilgada a

quienes no hacen parte de ella. Ya la Fundación Empresarios por la Educación, en

Colombia, demostró la viabilidad, factibilidad y utilidad de este lineamiento al documentar

y publicar 15 experiencias y 2 más en formación ciudadana (ExE, 2004).

Los resultados de la sistematización de experiencias y de las mediciones de impacto

generadas en el marco de esta directriz propuesta, tienen además la posibilidad y

oportunidad natural de nutrir y alimentar los debates propios de los Foros Educativos

municipales, distritales, departamentales y nacionales consagrados en los artículos 164 a

167 de la Ley 115 de 1994, conforme la reglamentación expedida mediante el Decreto No.

355

1581 de 1994: escenario natural, propio, adecuado y amplio para compartir y socializar los

resultados investigativos e incentivar a otros para que los realicen.

Directriz 6. Investigación educativa, básica y aplicada, en formación ciudadana:

La formación ciudadana en perspectiva del potencial pedagógico de los estudios del

territorio, apoyada en la triada teórica ciencias de la educación, ciencias política y geografía

crítica es, como quedó ya argumentado antes, un tema emergente en el campo de la

investigación educativa. Para descifrarlo, aprehenderlo, apropiarlo, fundamentarlo,

operacionalizarlo y, entre otras cosas, robustecerlo para aplicarlo con propiedad, fortaleza y

convicción en el sistema educativo colombiano, especialmente en los niveles de la

educación básica y media, no bastará con emplear la modalidad metodológica en

investigación cualitativa descrita: sistematización de experiencias; adicionalmente a ello, es

indispensable profundizar en su fundamentación teórica, en su estructura metodológica, en

sus alcances, implicaciones, efectos e impactos, al menos, en lo relativo a la pertinencia,

calidad, finalidad, encargo e intencionalidad educativa. Para ello, sin duda alguna, habrá

que acudir y profundizar apuestas investigativas, tanto en el terreno de la investigación

básica como en el propio de la investigación aplicada y, en lo posible, incorporando

apuestas comparadas, no sólo en Colombia, sino en Iberoamérica, tanto en el ámbito de la

educación formal como en la no formal e informal.

Conocer en profundidad y con amplitud los campos, elementos, estructuras,

posibilidades y limitaciones tanto teóricas como metodológicas de la formación ciudadana

con incorporación del potencial pedagógico proveniente de los estudios del territorio,

además de sus implicaciones políticas, sociales, culturales, ambientales, espaciales,

tecnológicas y, entre otras, económicas en el sistema educativo formal y en la educación no

formal e informal es una necesidad de conocimiento hecha visible por el estudio centrado

en la experiencia PUI-NOR. Necesidad sentida no sólo por quienes conforman y hacen

parte de la estructura gubernamental del Estado, bien provengan del poder ejecutivo,

judicial o legislativo; de los órganos de control y las entidades nacionales y territoriales que

tienen por función pública el servicio educativo colombiano; también lo es de la empresa

356

privada y en particular de la Fundación Empresarios por la Educación; de la academia,

tanto en grado como en posgrado; de las organizaciones no gubernamentales democráticas

y de las que tienen como objeto la educación; de las instituciones educativas, sus

profesores, directivos docentes, estudiantes y padres de familias; de las organizaciones

sociales, cívicas, ciudadanas y comunitarias y, en general, de los sujetos que tienen como

base de sus relaciones societales el proyecto democrático.

Ampliar y profundizar el conocimiento en la materia, permitirá mejorar la acción, el

hacer cotidiano en busca de las mejores maneras de contribuir a gestar el ciudadano

territorial como esencia de la democracia, desde la teoría de los procesos conscientes y con

respaldo, al menos, en las ciencias políticas y la geografía crítica. Ello, en conjunto,

permitirá que la aspiración de cambiar la realidad en términos positivos y de manera

pacífica, apelando a los procedimientos y fundamentos democráticos, es decir, la de

atreverse a constituir territorios y permitirse estudiarlos, brinde los conocimientos, los

estímulos y las motivaciones requeridas para llevar a cabo esas transformaciones anheladas.

La línea de acción que surge en materia investigativa tiene directa relación con los

postulados y orientaciones del PNDE 2006-2016, vigente en Colombia. Hace referencia a la

instauración, promoción y respaldo de una estrategia de investigación educativa que se

plantee avanzar teórica y metodológicamente en materia de conocimiento científico y

aplicado sobre formación ciudadana en perspectiva de los estudios del territorio; ello

posibilitaría valorar los procesos de formación ciudadana propuestos tanto en el escenario

de la escuela formal, como en otros escenarios no formales e informales de la educación. Al

efecto, el plan nacional decenal de educación colombiano, previsto para la década del 2006

al 2016, plantea desarrollar y fortalecer la cultura de la investigación con el propósito de

lograr un pensamiento crítico e innovador y de contribuir al desarrollo humano sostenible

conforme las necesidades del contexto y como aporte a la transformación socio cultural del

país (MEN, 2007). Este propósito se constituye en una de las claves para renovar la

finalidad de la educación, especialmente, desde la formación ciudadana en los niveles de

básica y media, en tanto estudiar el territorio y declarar la intencionalidad pedagógica que

conlleva, permite pensar en derivaciones educativas asociadas con la actualización

constante del conocimiento escolar mediante la investigación como base de la enseñanza

357

(Stenhouse, 1998). Además, provocar la movilización del pensamiento de los estudiantes y

profesores desde la investigación en el aula, el área y la institución educativa misma, como

una manera de alejarse de la inmovilidad de los significados que tradicionalmente se tiene

en la escuela y, avanzar en la lectura de las transformaciones que constantemente vive el

territorio, lo cual permitirá problematizar el currículo de cara al territorio y facilitar su

apropiación por parte de los estudiantes (Pulgarín, 2011c).

En síntesis, con lo expuesto, ha quedado dibujado el panorama en materia de

políticas públicas educativas y directrices para los procesos formativos orientados a la

gestación del ciudadano territorial como esencia democrática, en los niveles de la

educación básica y media colombiana. Con ello, de una parte, cumplido a cabalidad el

tercer objetivo específico y a la vez, resultado esperado comprometidos en el proyecto de

investigación avalado; de la otra, esbozado el segundo de los aportes prácticos para las

ciencias de la educación; una más, dibujados los escenarios de las políticas públicas

educativas desde la intencionalidad pedagógica de la formación ciudadana en perspectiva

de los estudios del territorio, tanto en el ámbito de lo normativo-institucional, como desde

lo alusivo al propio de procesos de planeación-estratégico enmarcados por la finalidad

consciente de fortalecer el proyecto político democrático. Es una manera de contribuir a la

comprensión y aplicación del propósito consagrado en el PNDE 2006-2016, relativo a la

implementación de una política pública nacional que permita su articulación con los planes

de desarrollo y programas regionales, territoriales y sectoriales, vinculando a diversos

actores, escenarios, contextos y dinámicas socioculturales en el marco del sistema

educativo de la educación formal e informal (MEN, 2007).

Elevar la formación ciudadana en perspectiva del potencial pedagógico de los

estudios del territorio se convierte en la oportunidad, vía voluntad y decisión política, de

transformar la concepción sobre el sistema educativo y sobre el proceso docente,

disponiendo toda la comunidad educativa a aprender con sentido y a construir currículos

más pertinentes, de tal manera que se le apueste a la educación que aun es posible; aquella

educación que ejerce o intenta producir

influencia sobre el desarrollo y la orientación que pueden tomar los individuos y la sociedad, locual no pasa inadvertido a quienes están interesados en producir, reproducir o cambiar un cierto

358

orden político, económico, cultural, religioso, etc.; influencias que se ejercen en la escolaridad y que técnicamente se le denomina currículo: A lo que contiene el proyecto educativo en sí, los materiales de reproducción-producción de seres humanos a través de la educación, así como la dirección para resolver dicho plan (Sacristán, 2005, p.110).

Finalmente, con lo reseñado en el numeral 3.3 se obtuvo el panorama completo sobre la

significación de la investigación en relación con el proceso científico en educación

desatado, complementada con lo expuesto en el numeral 3.1 acerca del marco conceptual

investigativo y en el 3.2 sobre la configuración de las prácticas sociales y el surgimiento de

las potencialidades pedagógicas de los estudios del territorio. Como hallazgos

investigativos tienen la posibilidad de orientar los procesos de formación ciudadana en

perspectiva del potencial pedagógico de los estudios del territorio, fortalecidos desde el

análisis de la experiencia PUI-NOR con fundamento en las interpretaciones realizadas tanto

en lo conceptual, como en lo relativo a la configuración de prácticas sociales en la ruta de

constitución en territorio de su área de influencia, junto a la derivación de las

potencialidades pedagógicas aplicables a los procesos de formación ciudadana y, además,

en las directrices de política pública educativa comentadas.

Los resultados obtenidos, en primer lugar, exaltan la relevancia y pertinencia de la

investigación para el escenario colombiano permitiendo comprender la manera como de los

estudios del territorio emergen potencialidades pedagógicas aplicables a los procesos de

formación ciudadana y, al tiempo, las razones por las cuales éstas potencialidades se

convierten en motivaciones para que los sujetos aspiren a alcanzar la categoría de

ciudadanos territoriales, requerimiento esencial para ejercer las ciudadanías, fortalecer la

sociedad civil y la institucionalidad y, contribuir a construir y posicionar el proyecto

político democrático; entendiendo de paso, las razones por los cuales, en el escenario

colombiano, es conveniente procurar convertir estos resultados en políticas públicas

educativas, garantía de su aprehensión y aplicación en el sistema educativo oficial. Y, en

segundo lugar, brindan soporte para derivar las conclusiones investigativas, de lo cual se

ocupa a continuación el numeral 4.

359

4. Conclusiones: logros, aportes, producción científica y proyección

Expuesto el contexto investigativo; recreada la metodología que guió la ejecución de la

investigación; y, realizada la significación en términos del fundamento teórico de soporte,

el sistema de prácticas sociales vinculado al proceso de constitución en territorio del área de

influencia del PUI-NOR y la emergencia de sus potencialidades pedagógicas para fortalecer

los procesos de formación ciudadana y, a la vez, delineadas las directrices de política

pública educativa aplicables en el ámbito colombiano, corresponde ahora esbozar las

conclusiones más relevantes. Al efecto, esquemáticamente, se exaltan aspectos alusivos a

logros y contribuciones que se ofrecen a las ciencias de la educación en general, y a la

formación ciudadana en particular; los aportes teórico y prácticos; la reseña de la

producción científica generada; y, la consecuente proyección investigativa.

Tres son las finalidades del texto conclusivo. En primer lugar, hacer visible la

importancia de la investigación realizada en relación con los procesos de producción de

conocimiento científico en materia de educación, específicamente, en el escenario de las

ciencias de la educación, con énfasis en la pedagogía y en su eje, la formación. En segundo

lugar, con el aporte teórico y los prácticos, contribuir a la ampliación de concepciones,

debates, reflexiones, metodologías, procedimientos y experiencias que alienten, vigoricen y

posicionen auténticos procesos de formación ciudadana, tanto en el ámbito del sistema

educativo colombiano, en particular, como en los vigentes en Iberoamérica, en general. Y,

en tercer lugar, presentar las evidencias acerca del cumplimiento de los propósitos

investigativos trazados desde el proyecto que dio origen a la investigación, avalada por el

Comité de Doctorado en Educación de la Universidad de Antioquia, Colombia.

Para dar cuenta de ellas, se estructuran las conclusiones investigativas a partir de

cuatro aspectos, sintéticamente expresados. En el primero, se exponen los logros obtenidos

y las contribuciones que se brindan a los procesos de formación ciudadana enmarcados por

el enfoque de las ciencias de la educación, especialmente desde la perspectiva del potencial

pedagógico proveniente de los estudios del territorio, al darle respuesta a la necesidad de

conocimiento identificada; al desplegar, orientados por el método científico, el problema de

investigado planteado; y, al describir, analizar, explicar y comprender los hallazgos, las

360

interpretaciones y los resultados. En el segundo, se recrean y argumentan los aportes

investigativos referidos tanto al teórico desde la concepción del ciudadano territorial,

esencia de la democracia, como los prácticos, concernientes a las potencialidades

pedagógicas provenientes de los estudios del territorio para fortalecer la formación

ciudadana y, a las directrices de política pública educativa para el mismo propósito. En el

tercero, se describe, comenta y relaciona la producción de conocimiento científico generado

a propósito de la investigación ejecutada; su transferencia y apropiación en escenarios del

orden municipal, regional, nacional e internacional; así como la incubación de redes

académicas en los ámbitos nacional e internacional. En el cuarto y último, se esbozan a

manera de utopía, las proyecciones investigativas que emergen luego de concluida; aquello

que acompañará en el ideario, el devenir inmediato, mediato y de largo plazo en materia de

formación ciudadana con inclusión de la perspectiva territorial, tanto para el ámbito

colombiano, como Latino e Iberoamericano.

Junto a los resultados, un apartado final del informe puede incluir las conclusiones del estudio, en las que se sintetizan los resultados más importantes, indicando el modo en que se responde a los interrogantes planteados o las hipótesis de partida, la manera en que los fenómenos o procesos observados se explican desde determinados marcos teóricos, las coincidencias o discrepancias respecto a estudios similares (Rodríguez, et al., 1996, p. 264).

En síntesis, puede afirmarse que, si en verdad el proyecto político vigente en Colombia, en

cumplimiento del mandato constitucional de 1991 (Manrique, 1991) y sus despliegues

normativos, en especial, como fundamento, en lo referido al Estado social de derecho,

democrático, participativo y pluralista,62 tiene como uno de sus propósitos esenciales,

orientador de la función pública que le compete a la estructura gubernamental del Estado,

consolidar la democracia, no sólo la clásica y convencional sino una más incluyente, justa,

equitativa y amplia, dirigida a garantizar plenamente el bienestar general a toda la

población en los términos consagrados por la Constitución Política,63 debe asumir que este

ideario requiere, como condición necesaria e indispensable, de ciudadanos formados.

62 Artículo 1 de la Constitución Política de Colombia, 1991.63 Constitución Política de Colombia, 1991.Artículo 366: El bienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de la población son finalidades sociales del Estado. Será objetivo fundamental de su actividad la solución de las necesidades insatisfechas de salud, de educación, de saneamiento ambiental y de agua potable. Para tales efectos, en los planes y presupuestos de la Nación y de las entidades territoriales, el gasto público social tendrá prioridad sobre cualquier otra asignación.

361

Ciudadanos conscientes de su condición, así como de lo que ello significa, implica y

potencia; dispuestos a asumirse como tales en el contexto que depara no solo la realidad

colombiana sino la global y sus interrelaciones; preparados para el ejercicio pleno de las

múltiples ciudadanías posibles en escenarios tan complejos como el colombiano, más allá

también de las clásicas; capaces y comprometidos con el fortalecimiento de la sociedad

civil y la institucionalidad pública, privada, académica, no gubernamental, social, cívica y

comunitaria, fundamento del incremento de la gobernabilidad, la convivencia y la paz;

encaminados, en consecuencia, desde su doble responsabilidad social, a vigorizar el

proyecto político democrático, en su concepción de forma de gobierno y de vivencia con

otros, posibilitador de mejores condiciones y calidad de vida individual y colectiva, aún en

medio de las diferencias propias de la interacción entre los seres humanos.

Adicionalmente, tal y como se sostiene desde la literatura consultada y utilizada

para fundamentar la investigación, aceptar que estos ciudadanos no nacen; que se hacen o,

mejor aún, se forman. Que la categoría de ciudadano no viene dada; se obtiene, se alcanza y

se conquista a base de tesón y lucha por la inclusión, la participación, la vinculación a las

instancias de constitución democrática. Que para generar en las personas de derechos y

deberes, propias de los escenarios democráticos convencionales, la aspiración de lograr la

categoría y el estatus de ciudadano se precisa de incentivos, a manera de motivaciones

internas y de estímulos externos, que les permita valorarla y encontrar en ello beneficios,

tanto individuales como colectivos. Y, además, que si bien las personas, los individuos y

sujetos de la democracia tienen la posibilidad y se forman como ciudadanos en diversos

ámbitos de interacción social, es de todos ellos la escuela, por finalidad y encargo social, el

más propicio para promoverlo, ojalá, desde los niveles de la educación básica y media.

Entender que contribuir a generar los ciudadanos que se requieren para consolidar el

proyecto político democrático en Colombia, Latino e Iberoamérica implica, también,

concebirlos más allá de los clásicos, cívicos, patrióticos, amantes y respetuosos de los

símbolos patrios, de derechos y deberes, funcionales al proyecto político imperante o

competentes. Además, y no en vez de ello, se precisa que sean, en verdad, desde lo teórico,

lo metodológico y lo práctico, democráticos, participativos, sociales y políticos, de manera

activa y crítica. Que se formen de “cara” y no de “espaldas” al terr itorio donde habitan, el

362

que usan, apropian y simbolizan; ese territorio emergente desde los postulados de la

geografía crítica como socialmente construido, en medio de los procesos sinérgicos de la

transformación de la materialidad, lo geofísico que lo alberga; la dinamización

sociocultural desatada por quienes lo habitan; las renovadas semantizaciones gestadas en

las interacciones entre materialidad y dinámicas socioculturales; y, las prácticas sociales

requeridas para atender las diversas tensiones entre sujetos y actores, protagonistas de su

proceso de constitución. Que sean instruidos, educados y desarrollados en el conocimiento

básico propuesto para alcanzar la categoría de ciudadanos, en este caso, territoriales,

dispuestos a transformar su territorio y a gestar en él, democracia.

Este ciudadano, el ciudadano territorial, así las cosas, se constituirá en la esencia de

la formación ciudadana dirigida, como su finalidad explícita, a consolidar el proyecto

político democrático. Para lograrlo, la investigación brinda las bases teóricas requeridas,

provenientes de los aportes triangulados del enfoque de las ciencias de la educación, en

particular desde la pedagogía como su ciencia fundante, la formación como su eje y la

teoría de los procesos conscientes como su motor; de los postulados de las ciencias

políticas; y, de las premisas y bases de la geografía crítica. Complementariamente, aporta

como elementos que incentivan este propósito, en primer lugar, las potencialidades

pedagógicas provenientes de los estudios del territorio, es decir, de la consideración del

territorio y su proceso de constitución, como objeto de enseñanza, en tanto posible de

considerarse contenido, medio y método de enseñanza y, en razón de ello, elemento

propiciador de ambientes apropiados para el aprendizaje; y, en segundo lugar, los

lineamientos de directrices de política pública educativa, tanto en el escenario normativo-

institucional como en el de planeación-estratégico, para que en verdad no sólo la propuesta

despierte la necesaria voluntad política para su implementación sino, al tiempo, teja y

viabilice la indispensable decisión política para llevarse a cabo.

Así las cosas, la conclusión eje se sintetiza en la posibilidad que brinda la

significación de la investigación realizada, vinculada con la concepción del ciudadano

territorial, esencia de la democracia, gestado a partir de la formación ciudadana basada en

la teoría de los procesos conscientes; fundamentada en las ciencias de la educación, las

ciencias políticas y la geografía crítica; apoyada en el potencial pedagógico del estudio del

363

territorio; proyectada como política pública educativa; concebida en contexto, consciente y

con la finalidad explícita, a manera de intencionalidad declarada, de contribuir a la

consolidación del proyecto político democrático.

Las certidumbres al respecto han quedado suficiente expuestas en lo que antecede.

A esta altura de la reflexión y exposición técnico-científica de los trayectos recorridos y los

logros investigativos, sólo amerita resumirlos y presentarlos sintéticamente tal y como

acontece en los numerales siguientes, atendiendo las orientaciones que en materia de

investigación cualitativa en general y, educativa en particular, sugieren de diversas

maneras, Acevedo (2003), Bachelard (1990), Bartolomé (1992), Bunge (1985), Cajiao

(2004), De Azevedo, Gentili, Krug e Simon (2000), Díaz (1997), Fernández (2001), Fourez

(2000), Galeano (2004), Hernández, et al. (2003), Oraison (2006), Rodríguez, et al. (1996),

Strauss y Corbin (2002) y, entre otros, Van Maanen (2003).

4.1 Logros y contribuciones a la formación ciudadana

Reposada y decantada la investigación realizada, especialmente su significación, emergen

con nitidez logros y contribuciones a la formación ciudadana que ameritan destacarse; en

particular, los relativos al cumplimiento de los propósitos investigativos, a la importancia

del problema de investigación abordado en relación con la generación de nuevo

conocimiento en educación y, a los avances alcanzados en formación ciudadana respecto a

otras investigaciones afines reseñadas.

En principio, sin duda alguna, los propósitos de la investigación están debida y

suficientemente cumplidos, conforme la evidencia expuesta. De una parte, la necesidad de

conocimiento identificada, asociada con la identificación de las potencialidades

pedagógicas que ofrecen los estudios del territorio para dinamizar los procesos de

formación ciudadana orientada hacia la contribución en la construcción, consolidación y

fortalecimiento del anhelo democrático, está atendida; de la otra, han quedado respondidas

las preguntas de investigación que alentaron las búsquedas, iluminaron los análisis y

desataron los hallazgos, las interpretaciones y resultados obtenidos; y, adicionalmente, se

tienen evidencias acerca del avance logrado en relación con los supuestos iníciales,

364

aquellos en los que se soportó la investigación; como consecuencia lógica de ello, aunado a

los resultados alcanzados en relación con los objetivos específicos de la investigación, el

objetivo general está cumplido, quedando aún obviamente, y siquiera, asuntos de

conocimiento por atender, los cuales alimentan las proyecciones investigativas en materia

de formación ciudadana con perspectiva territorial que más adelante se enuncian.

En la fundamentación teórica y la significación realizadas, se brindan alternativas

renovadas para concebir los procesos de formación ciudadana desde la teoría de los

procesos conscientes, en perspectiva de los estudios del territorio, exaltando las

potencialidades pedagógicas que surgen de la consideración del territorio como objeto de

enseñanza, fuente de motivaciones y estímulos para aspirar a alcanzar la categoría de

ciudadano, en este caso, territorial, encaminado al propósito y como finalidad superior, de

contribuir a consolidar el proyecto político democrático. Así las cosas, la necesidad de

conocer las bases teóricas y las opciones operativas para formar el ciudadano que ha de

protagonizar la constitución de la democracia, en Colombia, manifiesta tanto en las

entidades gubernamentales del Estado, la empresa privada, la academia, las organizaciones

no gubernamentales, las organizaciones sociales y comunitarias, los sujetos y las personas

individualmente considerados, fue satisfecha. La investigación devela que para lograrlo,

puede apelarse como alternativa, a una formación basada en la teoría de los procesos

conscientes, soportada en los aportes de las ciencias de la educación, las ciencias políticas y

la geografía crítica; en perspectiva de los estudios del territorio para descubrir sus

potencialidades pedagógicas y aplicarlas, en particular, en la escuela, en el sistema

educativo colombiano, con preeminencia en la educación básica y media; con ello podrá

contribuirse a la gestación del ciudadano territorial como esencia de la democracia.

Los dos interrogantes investigativos que alentaron la investigación en busca de

derivar tanto el aporte teórico, como las contribuciones prácticas para las ciencias de la

educación con énfasis en Colombia y proyección en Iberoamérica, fueron respondidos. El

ciudadano territorial como esencia de la democracia, constituye el fundamento teórico

apropiado para soportar los procesos de formación ciudadana que incorporen el potencial

pedagógico proveniente de los estudios del territorio, desde la interrelación ciudadano y

territorio, aquella en la que se gesta la ciudadanía concreta, la que es imposible concebir y

365

generar si se prescinde del componente territorial (Santos, 1998). Las potencialidades

pedagógicas emergentes de la consideración del territorio como objeto de estudio y por

tanto, contenido, medio y método de enseñanza en los procesos de formación ciudadana,

aunadas a las directrices de política pública educativa planteadas para el escenario de la

educación en Colombia, otorgan bases metodológicas adecuadas para promover,

implementar y consolidar auténticos procesos de formación ciudadana, de formación del

ciudadano territorial como soporte de la aspiración de gestar el proyecto político

democrático. Y, complementariamente, ha quedado descrita, analizada, explicada,

interpretada y comprendida la manera cómo estudiar el territorio; es decir, considerarlo

como objeto de enseñanza que provee potencialidades pedagógicas apropiadas para

incentivar la aspiración de alcanzar la categoría de ciudadano, de ciudadano territorial y

contribuir a gestar democracia, vigorizando los procesos de formación ciudadana desde la

dinamización del proceso docente, la investigación como base de la enseñanza, la

integración curricular y el encuentro de los docentes, la lectura comprensiva y

contextualizada del mundo real, el desarrollo de la identidad territorial desde el encuentro

del saber cotidiano y los saberes expertos, la movilización del aprendizaje con sentido, la

transposición creativa de los contenidos y, entre otras cosas, la promoción y privilegio de la

interdisciplinariedad en estos procesos de formación ciudadana.

El proceso de constitución en territorio del área de influencia PUI-NOR descrito, la

visibilización de las prácticas sociales inherentes a esta constitución y, las directrices de

política pública educativa delineadas, permiten no solo verificar, sino ampliar y profundizar

los supuestos investigativos básicos. De una parte, en el escenario propio de las tensiones

que contiene la constitución del territorio y, en particular, desde los juegos de prácticas a

los que se ha de acudir para dirimirlas, existen suficientes motivaciones y estímulos para

incentivar a los sujetos involucrados, individual o colectivamente considerados, a entender

la importancia, los alcances y beneficios, en medio de múltiples limitaciones y

contradicciones que posee el aspirar a alcanzar la categoría de ciudadano, de ciudadano

territorial, como condición esencial para ejercer las diversas ciudadanías posibles,

fortalecer la sociedad civil, promover escenarios de robustecimiento de la institucionalidad

y ampliación de la gobernabilidad que vigoricen, en el marco del Estado social de derecho,

366

el proyecto político democrático. De la otra, la evidencia visible, tanto en los talleres de

imaginarios, como en los comités comunitarios, pactos de convivencia y, especialmente, en

los procesos de planeación zonal y presupuesto participativo, descritos y analizados en la

experiencia PUI-NOR como hitos relevantes, acerca de la manera cómo se transforman los

sujetos y sus prácticas, orientándose a privilegiar, mediante procedimientos democráticos,

el bienestar y la satisfacción general, en detrimento de aspiraciones particulares y

ambiciones individuales o grupales.

Ello todo, de conjunto, despierta la ilusión, el anhelo y la esperanza de que, al ser

incorporados estos elementos pedagógicos y formativos en el sistema educativo,

especialmente en los niveles de la educación básica y media, desde los proyectos de aula,

los planes de área, los proyectos educativos institucionales, los foros y planes educativos,

las directrices gubernamentales, amparados por la voluntad y la decisión política de Estado

y no sólo de gobierno que brinda la política pública educativa, es posible, en verdad, aspirar

con probabilidades de éxito, a obtener la categoría de ciudadano, de ciudadano territorial,

aquella pretendida por el proyecto democrático para consolidarse.

Por último, en relación con el cumplimiento de los propósitos investigativos, el

primer logro aludido, puede afirmarse que el objetivo investigativo general está cabal y

suficientemente conseguido. No sólo porque se constituyó teóricamente la formación

ciudadana con incorporación del potencial heurístico de los estudios del territorio, desde la

fundamentación que arrojó como resultado la noción de ciudadano territorial, esencia de la

democracia sino porque, adicionalmente, también queda debidamente constituidas

alternativas metodológicas para hacerla realidad desde las potencialidades pedagógicas que

provienen de los estudios del territorio y las directrices de política pública educativa

planteadas como elementos de construcción de lo público y para lo público del sistema

educativo colombiano, con preeminencia pero sin exclusividades, en los niveles de la

educación básica y media.

Ello fue posible, como puede observarse, mediante el logro de los resultados

esperados desde cada uno de los tres objetivos investigativos específicos, por medio de los

cuales se obtuvo: primero, la fundamentación teórica de la formación ciudadana, en el

marco de los estudios del territorio, con base en las interdependencias ciudadanía-territorio,

367

como potencial pedagógico aplicable a la educación básica y media; dos, la configuración

del sistema de prácticas sociales en ciudadanía y territorio, desde la experiencia del PUI-

NOR, así como la identificación de las potencialidades pedagógicas para incentivar los

procesos de formación ciudadana en la educación básica y media colombiana; y, tres, la

propuesta de directrices de política pública educativa para procesos de formación ciudadana

con incorporación de los estudios del territorio como potencial pedagógico motivante para

ser ciudadano, ejercer la ciudadanía y construir democracia.

El segundo logro, referido inicialmente y que conviene ahora destacar, así sea

brevemente, guarda relación con la importancia del problema de investigación abordado en

relación con la generación científica de nuevo conocimiento en educación, especialmente

en ciencias de la educación, pedagogía y formación. Al respecto, la literatura consultada y

tenida en cuenta para la formulación del problema investigativo, el diseño de su

implementación y posterior análisis, exalta de múltiple y diversa manera los alcances, las

posibilidades y limitaciones propias de la investigación cualitativa. Fourez (2000), Galeano

(2004), Hernández, et al. (2003) y Rodríguez, et al. (1996), entre otros autores, enfatizan e

insisten en la rigurosidad que demandan los procesos cualitativos de investigación

científica. Uno de los aspectos de mayor atención se centra en la coherencia, la atención, el

cuidado y la pertinencia investigativas, visibles desde la identificación de la necesidad de

conocimiento hasta la elaboración del informe técnico de investigación, pasando por la

formulación del problema de investigación, el diseño metodológico y los resultados

esperados en un campo concreto del conocimiento, para el presente caso, el educativo.

Al respecto, con lo expuesto, se constata no sólo la rigurosidad del método

científico desplegado para alcanzar los propósitos investigativos, sino la relevancia

temática que la investigación posee para el campo de la educación, desde la óptica de

proceso social, en general y, específicamente, de las ciencias de la educación, la pedagogía

como su ciencia fundante y, la formación como su eje estructural. La investigación fue

estructurada y realizada bajo los cánones estrictos, pero a la vez flexibles, estimulantes y

motivantes de la metodología de investigación social cualitativa, posibilitando no sólo su

verificabilidad sino, y a la vez, su réplica en contextos semejantes, guardando las

proporciones, generalizaciones, particularidades y cuidados que ello demanda: partió como

368

fuente de inspiración, de una clara necesidad de conocimiento en materia de formación

ciudadana con perspectiva territorial, sentida por diversos entes de la realidad colombiana e

Iberoamericana; reconoció las principales investigaciones afines, a manera de antecedentes,

llevados a cabo para intentar atenderla; identificó en ello, vacíos, semejanzas y diferencias

que provocaron diversos problemas de investigación posibles de abordar para, desde el

deseo y las posibilidades concretas, elegir como el que habría de asumirse, el asociado con

los nexos entre formación ciudadana y estudios del territorio; fijó sus alcances y propósitos

investigativos, comprometiéndose a fundamentar teóricamente la formación ciudadana en

perspectiva del potencial pedagógico atribuido a los estudios del territorio, a estructurar las

prácticas sociales inherentes a los procesos de constitución del territorio y, a proponer

directrices de política pública educativa que permitieran hacer posible los resultados

obtenidos, no sólo desde la voluntad, sino también desde la decisión política; se diseñó

basados en los métodos propios de la investigación cualitativa, empleando instrumentos

convencionales y a partir de la descripción, análisis, explicación y comprensión de una

realidad concreta, el PUI-NOR, apoyándose para ello en la estrategia del caso único; se

atrevió a exponerse y generar conocimiento científico en diversos escenarios para validarse

y proyectarse; produjo los resultados esperados y contribuyó a la ampliación de los debates

y reflexiones sobre formación ciudadana en el marco de las ciencias de la educación; y,

entre otras cosas, vislumbró la proyección investigativa en la materia, tanto para el

escenario colombiano como para el Iberoamericano.

Ahora bien, quizá uno de las mayores logros y contribuciones que la investigación

hace a las ciencias de la educación, complementario de los aportes teórico y prácticos que

ofrece, tiene relación con la estrategia metodológica diseñada para guiar la investigación,

en tanto privilegió y se orientó por la relación dialéctica teoría-práctica-teoría: aquella

manera en que la realidad, los fenómenos o procesos societales observados se describen

analizan, explican y comprenden desde determinados marcos teóricos, existentes o

construidos, para vigorizarse y, a la vez, fortalecer la construcción teórica.

Pues bien, como se advierte y observa en lo expuesto a lo largo del presente informe

técnico, la investigación se aplicó y comprometió a avanzar teóricamente en materia de

formación ciudadana, generando la concepción sobre ciudadano territorial como esencia

369

de la democracia. Con esta lente teórica como soporte y guía conceptual e interpretativa, se

adentro y aventuró a describir, analizar, explicar y comprender la experiencia de la vida real

constituida por el PUI-NOR, acudiendo como estrategia metodológica al respaldo brindado

por el método de caso único. El resultado obtenido y descrito en la significación, posibilitó

de una parte, tal y como quedó consignado en diversas evidencias reseñadas antes, una

mejor comprensión de esta realidad; y, de la otra, incrementar su potencial como fuente de

conocimiento en tanto contribuyente que fue al proceso de constitución en territorio de su

área de influencia, propósito no explícito, ni resultado esperado por quienes lo idearon,

planearon, protagonizaron y realizaron; al tiempo y de vuelta, permitió vigorizar la

fundamentación del cuerpo teórico elaborado para nutrir los procesos de formación

ciudadana en perspectiva territorial.

El tercero de los logros investigativos tiene relación con los avances alcanzados en

formación ciudadana respecto a otras investigaciones afines, en concreto, los hallazgos e

interpretaciones en relación con similitudes y coincidencias, diferencias y discrepancias

respecto a investigaciones similares que se han realizado o se realizan actualmente en el

campo de conocimiento asociado con la formación ciudadana. En principio, con la

realización de la investigación, se robustecieron los antecedentes investigativos en el

contexto Iberoamericano sobre las potencialidades pedagógicas del territorio y de los

estudios del territorio para generar identidad, sentido de pertenencia, arraigo dinámico y

fluido (Martín-Barbero, 2002) como condiciones e incentivos para aspirar a obtener la

categoría de ciudadano, de ciudadano territorial; sobre la importancia de la relación

incuestionable e imprescindible (Santos, 1998) entre ciudadano y territorio como aspecto

motivante y estimulante para hacerse ciudadano y ejercer las ciudadanías de manera

democrática, participativa, social, política, en forma activa y crítica, en procura de su

apropiación, uso y semantizarlo; sobre las motivaciones que genera sentirse parte de un

territorio y hacerlo propio para la gestación de ciudadanos dispuestos activa y críticamente

a transformarlo, en procura de contribuir a la construcción colectiva del anhelo democrático

territorial; y, además, sobre las potencialidades pedagógicas atribuibles a los estudios del

territorio para vigorizar los procesos de formación ciudadana.

370

Al interés temático centrado en educación cívica, formación en valores, educación

para la ciudadanía y la democracia, patriotismo, equidad, multiculturalismo, diversidad,

convivencia, derechos humanos, tensiones global-locales, deberes y derechos y, entre otros,

la participación en el marco de la globalización, se suma el de la formación ciudadana

desde la perspectiva de los estudios del territorio.

A los procesos de formación de ciudadanos civiles, políticos y sociales tradicionales

y útiles al proyecto político vigente, se adicionan los de formación de ciudadanos

territoriales, concebidos por la investigación de frente al territorio, aprovechando el

potencial que surge de su estudio, para fortalecer su instrucción, educación y desarrollo, de

tal manera que se haga consciente, con la finalidad de contribuir al proyecto democrático,

en tanto ellos mismos se asumen democráticos, participativos, políticos y sociales, en forma

activa y crítica; formación ciudadana apoyada en la concepción del territorio como

resultado de la interacción dinámica y compleja entre las transformaciones de la

materialidad, la dinamización sociocultural, las múltiples semantizaciones y las diversas

prácticas sociales que le son propios en su proceso constitutivo; asumida, como encargo y

finalidad social, con preeminencia más sin exclusividades, por la escuela, en lo posible

desde la inicial, básica y media. A la superación del discurso y la recurrente expresión de

voluntad política para promover las estrategias, dibujar y recorrer los caminos trazados para

gestar democracia desde procesos de formación ciudadana en perspectiva territorial

efectivos, se plantea desde la investigación, elevarlos a la categoría de política pública

educativa, en lo posible de Estado y no de gobierno, para que al tiempo emerja realmente

soportada en bases firmes, la decisión política de promoverla e implementarla.

En suma, logros y contribuciones a la formación ciudadana desde propósitos

investigativos cumplidos y orientados explícitamente a promover cambios, adecuaciones y

transformaciones políticas, institucionales, económicas, socio-culturales, organizacionales,

comunitarias, individuales y colectivas requeridas, necesarias e indispensables para aspirar,

entre todos, a construir un mundo más humano, más solidario, más justo y más responsable

(Arendt, 1996; Freire, 2002, 2005; Peralta, 2009), ojalá, democrático.

Por tanto, si en verdad se asume que la opción posible para aspirar a mejorar el

bienestar integral de la población es la democracia, entonces ésta deberá construirse entre

371

todos los sujetos activos, para el disfrute individual y colectivo del conjunto de la

población. Ello exige, conforme los resultados investigativos, incrementar estrategias y

recursos orientados a auténticos procesos de formación consciente dirigidos a gestar

ciudadanos territoriales: democráticos, participativos, sociales, políticos, activos y críticos;

capaces de emprender esta tarea, motivados por las posibilidades de transformación

positiva de sus territorios, mediante el ejercicio de sus diversas ciudadanías; por la

aspiración estimulante de contribuir, con ello, a consolidar los movimientos y

organizaciones sociales, soportes y ejes de la sociedad civil; por la posibilidad de producir

expresiones de institucionalidades públicas, privadas, no gubernamentales, sociales y

comunitarias incrementando la gobernabilidad y profundizando las bases del Estado social

de derecho; por la opción que tienen de aportar a la cimentación de múltiples democracias,

ajustadas a sus anhelos y sueños; y, ante todo, por los incentivos que conlleva la aspiración

a alcanzar, entre todos, más y mejores niveles de desarrollo, para vivir mejor. A la vez, y

casi al tiempo, para crear e incorporar maneras de convivir y de relacionarse con otros, en

medio de las diferencias, del pluralismo y de la otredad; como una forma de atender y

administrar los conflictos y construir espacios de convivencia pacífica. Ciudadanos

territoriales, formados de contexto y de manera consciente, en ejercicio de sus ciudadanías,

constituyen la materia prima para aspirar a construir, fortalecer y consolidar el anhelo

democrático colombiano e iberoamericano.

4.2 Aportes a las ciencias de la educación

Los aportes que la investigación hace a las ciencias de la educación en general, tanto en lo

teórico como en lo práctico, además de constituirse en síntesis de los resultados más

importantes, dan cuenta de la forma en que la investigación contribuye a incrementar el

conocimiento básico en la materia y a fortalecer las apuestas sobre el tipo de realidades,

como las desplegadas en la jurisdicción PUI-NOR.

Proponerse contribuir teóricamente a un campo concreto del conocimiento tiene,

como finalidad superior, validar, enriquecer, modificar o perfeccionar la teoría científica

existente, al brindar nuevos conocimientos sobre la realidad, el objeto o campo temático

372

investigado; por lo regular, vincula en forma sistemática desde leyes, principios, conceptos,

modelos, reglas y normas sobre el objeto de estudio. Los aportes prácticos, a su turno,

poseen características instrumentales, no por ello carentes de rigor, orientadas a favorecer

transformaciones en el funcionamiento, operación e implementación de la temática en

realidades concretas, haciendo más eficientes, eficaces y efectivos los programas, los

proyectos, las estrategias, las tecnologías, las metodologías de trabajo y, entre otras cosas,

los medios de enseñanza; por lo regular, se asumen como elementos para la validación e

instrumentación del aporte teórico, en relación con su puesta en funcionamiento. Ambos

aportes, teórico y prácticos, no acontecen en forma singular e inconexa; al contrario, por lo

general se complementan, articulan y generan sinergias e interdependencias (Díaz, 1997)

como se evidencia en la significación investigativa.

Desde la concepción investigativa, específicamente, en el planteamiento del

problema de conocimiento, se vislumbró la necesidad de fundamentar teóricamente los

procesos de formación ciudadana que incorporasen el potencial pedagógico de los estudios

del territorio, en su orientación consciente y explícita de contribuir a gestar un ciudadano

capaz y dispuesto a consolidar el proyecto democrático: el ciudadano territorial. Al efecto,

la metodología diseñada tuvo en cuenta que la investigación debía aplicarse, a avanzar

conceptualmente en la fundamentación teórica requerida para sustentar los procesos de

formación ciudadana en perspectiva del potencial pedagógico de los estudios del territorio;

concentrarse en la descripción, análisis, explicación y comprensión de la realidad concreta

seleccionada, el PUI-NOR, para innovar y enriquecer sus contribuciones a la constitución

en territorio del área de intervención; al tiempo que, para con ello, vigorizar la teoría.

Las ciencias de la educación y la formación ciudadana en Colombia e Iberoamérica,

al menos, cuentan a partir de los resultados expuestos, con una base conceptual y teórica

apropiada para aspirar a apoyar la gestación de este ciudadano, desde la escuela, en

cumplimiento de su encargo y finalidad social; se trata de la noción sobre ciudadano

territorial, fundamento de la democracia. El aporte teórico que se les ofrece desde los

resultados de la investigación realizada.

De manera sintética, el ciudadano territorial hace referencia al sujeto formado con

preeminencia más sin exclusividad, en la escuela, especialmente la básica y media, desde

373

los preceptos de las ciencias de la educación, las ciencias políticas y la geografía crítica;

conforme las orientaciones de la teoría de los procesos conscientes, es decir, instruido,

educado y desarrollado en contexto, de manera consciente e intencionada, con la finalidad,

como estímulo y motivación, de consolidar el proyecto político democrático. Se trata de un

ciudadano no sólo clásico o convencionalmente liberal, republicano, comunitarista o

mestizo; cívico, respetuoso y amante de los símbolos patrios, de derechos y deberes,

acrítico y funcional al proyecto político imperante.

Es, complementaria y decididamente, otro ciudadano; más consciente de su

condición; más claro en su finalidad; más decidido a ser protagonista; más democrático,

participativo, social y político, de manera activa y crítica; arraigado como el árbol más

fuerte a su territorio, aquel que habita, usa y modifica, mientras a su turno, también

vivencia transformaciones; más no por ello estático o inmóvil, al contrario, fluido como el

viento, dinámico, capaz de comprender y vivenciarse en las múltiples interrelaciones

global-local; que comprende su condición de sujeto de derechos y de deberes y, al tiempo,

las posibilidades que brindan los escenarios democráticos para alcanzar la categoría de

ciudadano; que sabe y siente que el territorio no es, que apenas está siendo y lo que llegue a

ser, también dependerá, junto a otros, de su actuación y vinculación. Un ciudadano, en

últimas, territorial; gestado en el influjo de auténticos procesos de formación ciudadana

que incorporan las potencialidades pedagógicas provenientes de los estudios del territorio.

Una contribución teórica dirigida a la ampliación de las fronteras del pensamiento

educativo contemporáneo, al interior de las ciencias de la educación y la formación

ciudadana, especialmente en Colombia y con alcances para Latino e Iberoamérica; que

brinda perspectivas renovadas y, al tiempo, novedosas para alentar las reflexiones y las

prácticas educativas en el aula, en las áreas, en las instituciones educativas, en las instancias

donde se promueven y animan los procesos de planeación educativa, así como en las de

decisión de política educativa enmarcadas por las metas educativas previstas para las

generaciones del segundo bicentenario de las independencias en América (OEI, 2010);

conscientes como lo concibe Freire (2002) que hoy día, la lucha no puede reducirse a

retrasar lo que acontecerá o a asegurar su llegada, en forma estática y preestablecida; al

374

contrario, la invitación es a reinventar el mundo, teniendo claro que la educación es en ello

indispensable, en tanto los actos educativos, por sí mismos, son actos políticos.

En este caso y contrario a la advertencia de Tuan (2007), afortunadamente, no

podrán escaparse más de la ciencia, los problemas educativos esenciales en materia de

formación ciudadana con perspectiva territorial, por carencia de conceptos debidamente

refinados para enmarcarlos. Al contar con el fundamento teórico expuesto, podrán

destinarse todas las destrezas disponibles y el sentido común a atender los retos a los que la

formación de ciudadanos territoriales habrá de enfrentarse en Colombia e Iberoamérica.

El alcance investigativo no sólo se centró en la necesidad de fundamentar los

procesos de formación ciudadana en perspectiva territorial. Además de ello, se fijó avanzar

en aspectos prácticos que posibilitaran orientar la aplicación, así fuera básica de la teoría

desarrollada. Dos fueron los escenarios prácticos de los cuales se obtuvieron resultados: el

de las potencialidades pedagógicas atribuidas a los estudios del territorio y, el de las

directrices de política pública educativa para el ámbito colombiano.

El primero, proviene de la descripción, el análisis, la explicación y comprensión del

proceso de constitución en territorio al que asiste el área de influencia del PUI-NOR y, su

consideración como objeto de análisis, por tanto, posible de enseñarse y generar, al tiempo,

ambientes propicios para el aprendizaje. Verificar desde la óptica teórica fundamentada,

que en la jurisdicción PUI-NOR se desató un típico proceso de constitución del territorio,

no intencionado, ni previsto, a partir de las transformaciones de la materialidad dirigidas a

mejorar la movilidad, las centralidades vecinales y los equipamientos comunitarios;

aunadas a las dinámicas socioculturales, nuevas semantizaciones y prácticas sociales

visibles en múltiples hitos, pero con mayor relevancia en los talleres de imaginarios, los

comités comunitarios, los pactos de convivencia y el programa de planeación local y

presupuesto participativo; permitió no sólo validar la concepción fundada sobre territorio

sino, al tiempo, sentar las bases para desatar las potencialidades pedagógicas que habrán de

dinamizar y fortalecer la formación del ciudadano territorial.

En verdad, siendo evidente y visible el proceso de constitución en territorio del área

de influencia PUI-NOR, surgió la posibilidad de considerarlo objeto de estudio. Por tanto,

susceptible de estudiarse, es decir, enseñarse y a la vez, promover aprendizajes

375

significativos en la dirección teórica propuesta por la investigación. Ello significó, concebir

el territorio como contenidos, medios y métodos para la enseñanza y, al tiempo, fuente de

incentivos a manera de estímulos externos y motivaciones internas para que los sujetos,

individual y colectivamente considerados, entendieran la importancia, las implicaciones y

los alcances de la aspiración válida de obtener la categoría de ciudadano, de ciudadano

territorial, en especial, mediante procesos de formación orientados por la teoría de los

procesos conscientes. Transformaciones de la materialidad, dinámicas socioculturales,

nuevas semantizaciones y prácticas sociales inherentes al proceso constitutivo del territorio

se traducen en contenidos, medios y métodos de enseñanza,, constituyéndose en

potencialidades pedagógicas apropiadas para desatar a la vez, procesos de formación

ciudadana, de formación del ciudadano territorial, bien sea en las experiencias de aula, de

área o del proyecto educativo institucional en la escuela, especialmente en los niveles de la

educación básica y media colombiana. Así emerge el primer aporte práctico para las

ciencias de la educación en general y, en particular para la formación ciudadana.

El segundo aporte práctico se detuvo en la manera de hacer posible, no sólo desde la

voluntad sino especialmente, desde la decisión política, la formación ciudadana concebida

y con la proyección pedagógica expuesta. Al efecto, dadas las particularidades de la

realidad colombiana, se propuso acudir al escenario de las políticas públicas, en particular

las sociales y a su interior, las educativas, en busca de bases adecuadas y suficientes para

hacerlo realidad. En concreto, la directriz es elevar la formación del ciudadano territorial al

rango de política pública educativa, apoyándose en dos escenarios claves: el normativo-

institucional y el de planeación-estratégico, los cuales albergan y soportan posibilidades

reales para su aplicación en el sistema educativo colombiano, en básica y media.

Esta contribución parte y se abriga con el espíritu constitucional vigente en

Colombia a partir de 1991 en materia educativa. Luego, en primera instancia, propone

reformas y adecuaciones en la legislación nacional y territorial que le despliega, buscando

hacer explícita la consideración alusiva a la formación ciudadana en perspectiva del

potencial pedagógico de los estudios del territorio; así mismo propone, orientaciones para

el efecto que habrán de promulgarse desde el gobierno nacional, especialmente desde el

Ministerio de Educación, con réplica en los Departamentos, Distritos y Municipios

376

colombianos y proyección en las Instituciones Educativas; y, en segunda instancia, dibuja

alternativas de experimentación y aplicación que amplían la espesura del espacio

educativo, en tanto lugar donde se potencian los afectos, los sentidos y los significados de

quienes hacen parte del proceso educativo (Garrido, 2009), desde los proyectos de aula, los

planes de área, los proyectos educativos institucionales, los foros educativos y los planes

educativos aprovechando, entre otras cosas, las directrices contenidas en el Plan Nacional

Decenal de Educación-PNDE, 2006-2016.

Ambos aportes no son “letra tallada en piedra”, inamovibles e invariables; al

contrario, se plantean considerando el contexto vigente en el país, es decir, atendiendo las

peculiaridades temporales y espaciales de la realidad actual. Ello, sin duda, les hace

consistentes en sus contenidos y proyecciones; pertinentes a la situación educativa

vinculada con la formación ciudadana identificada; interpretables por parte de los diversos

actores de la realidad educativa nacional y territorial, aún en diversos escenarios de

referencia; adaptables, flexibles y posibles de perfeccionamiento y acondicionamiento a

situaciones nuevas y cambiantes, en atención a la variabilidad del contexto. Además,

aportan lo que en el marco de actuación definido por la investigación, vale la pena ser

enseñado y, por tanto, aprendido, para que sea llevado a la práctica y le sea útil a otros,

mediante procesos de formación ciudadana en la diversidad, dirigidos a encontrar aquello

que identifica al individuo y al colectivo, a partir de lo cual es posible pensar en la

construcción conjunta del proyecto político democrático.

En suma, contribuciones que impiden creer que, en Colombia, en materia de

formación ciudadana estamos ciegos, o que es posible un día quedarse ciegos; ciegos de

esos que ven, o ciegos que viendo, no ven (Saramago, 1995). Que permitan continuar

anhelando la consolidación de auténticos espacios de esperanza (Harvey, 2003); la

constitución de territorios reales, pensados y posibles (Bozzano, 2000) gestados a imagen y

semejanza de los ideales y sueños de quienes los habitan, usan y transforman; y, entre otras

muchas cosas, soñando con la construcción de una nueva sociedad (Garay, 1999), más

justa, equitativa y humana, en la que se asuma que, si bien la educación por sí sola no tiene

la capacidad de modificarla, sin ella tampoco la sociedad mudará (Freire, 2002).

377

4.3 Producción científica, comunicación y redes de conocimiento

Generar y avanzar en el conocimiento, en cualquier campo del saber humano,

particularmente el relativo a las ciencias de la educación, sociales y humanas con la

finalidad de mejorar la intervención y lograr cambios positivos en la sociedad tiene, por sí

solo, sentido. Más, lo que realmente debe alentar las búsquedas de nuevos conocimientos

radica en la utilidad, el beneficio y uso que otros puedan darles; ello significa, que vale la

pena avanzar en el conocimiento en la medida que éste aporte a la propia formación y, al

tiempo, sea ante todo, socialmente útil.

Con esta premisa en mente y guiados por la literatura producida en materia de

ciencia y tecnología para el ámbito colombiano e iberoamericano (Albornoz y Alfaraz,

2006; Albornoz y Plaza, 2011; Albornoz, Vogt y Alfaraz, 2008; De Greiff y Maldonado,

2009; Colombia, Congreso de la República, 2009; Red Iberoamericana de Indicadores de

Indicadores de Ciencia y Tecnología-RICYT, 2011) se reseña otro tipo de contribución que

hace la investigación realizada a las ciencias de la educación, en particular a la formación

ciudadana, a las ciencias políticas, sociales y humanas, la producción científica generada,

su transferencia o apropiación social y las redes académicas de conocimiento promovidas,

fomentadas y en las cuales se logró y mantiene vinculación.

A partir de la concepción misma de la idea de conocimiento, en medio del proceso

de formulación y gestión del proyecto de investigación, durante la pasantía en tierras

españolas y, aún en las fases de su ejecución, análisis y generación del informe técnico,

todo ello comprendido entre 2008 y 2012, se llevaron a cabo diversas estrategias de

generación y divulgación de conocimiento, así como de fomento de redes académicas, con

el propósito de lograr su transferencia y apropiación social ante pares temáticos,

investigadores e interesados en la formación ciudadana en perspectiva territorial y afines.

En primer lugar, respecto a la producción científica, la estrategia se dirigió a la

publicación de los avances y resultados de la investigación en libros académicos de texto,

capítulos de libro y artículos en revistas indexadas del ámbito nacional e internacional.

Contribuciones al respecto fueron efectuadas en dos libros académicos editados en 2009;

378

cuatro capítulos de libro publicados en 2009, 2011 y 2012, respectivamente; y, ocho

artículos en revistas indexadas, cinco del orden nacional y dos internacionales (tabla 5).

En segundo lugar, en lo relacionado con la transferencia y apropiación social del

conocimiento, las estrategias se orientaron hacia la presentación de ponencias alusivas a la

formación ciudadana en perspectiva territorial en eventos internacionales, nacionales y

locales. La formulación y ejecución de investigaciones temáticamente similares. Y, la

promoción de la aplicación de los resultados investigativos por medio de convenios

interinstitucionales y procesos educativos formales e informales. Al efecto, tal y como se

reseña en la tabla 5, fueron propuestas, evaluadas, aceptadas y sustentadas cinco ponencias

en eventos académicos internacionales, entre 2009 y 2012; cinco ponencias en eventos

académicos nacionales, entre 2008 y 2011; y, en 2010, dos ponencias en eventos

académicos locales promovidos por la Universidad de Antioquia.

Cuatro investigaciones afines a la temática de la formación ciudadana en

perspectiva territorial fueron animados a la sombra de la investigación llevada a cabo:

El primero, la investigación denominada: El estudio del territorio como estrategia

para el fortalecimiento de las competencias ciudadanas. Análisis del Proyecto Urbano

Integral de la zona Nor-oriental (PUI-NOR), Medellín-Colombia, realizada entre 2009 y

2011 por la alianza constituida por los grupos de investigación Didáctica de la Educación

Superior-DIDES y Medio Ambiente y Sociedad-MASO, la cual contó con recursos de la

convocatoria temática del Comité de Desarrollo de la Investigación de la Universidad de

Antioquia-CODI, 2008, fue administrada por el Centro de Investigaciones Educativas y

Pedagógicas de la UDEA.

El segundo, la investigación titulada: Medellín, una ciudad construida a varias

manos, actualmente en ejecución por la alianza de grupos de investigación Medio

Ambiente y Sociedad-MASO e Intervención Social-GIIS, la cual cuenta con el aval del

Municipio de Medellín y se encuentra inscrita en el Sistema Universitario de

Investigaciones de la UDEA.

El tercero, denominado: Um estudo sobre as concepgoes de lugar, cidade, urbano e

o uso do solo com professores e alunos do ensino fundamental da rede pública de Sao

Paulo, Bogotá y Medellín, actualmente en trámite y gestión ante los organismos de apoyo y

379

financiamiento de investigación en Brasil y Colombia, liderado por la alianza de

cooperación académica suscrita entre las universidades de Sao Paulo-Brasil, Pedagógica

Nacional y de Antioquia-Colombia.

El cuarto, el proyecto de investigación denominado: Formación ciudadana en

perspectiva del potencial pedagógico de los estudios del territorio. Estudio comparado

Brasil-Colombia, avalado por las Universidades de Sao Paulo-Brasil y de Antioquia-

Colombia, en formulación y con perspectiva de ejecución en 2013-2014, enmarcados por

propuestas pos-doctorales.

Tres procesos educativos y formativos se han nutrido de los avances y resultados

obtenidos. Uno, el relacionado con el programa formal de Licenciatura en Ciencias Sociales

que ofrece la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia en la subregión del

Magdalena Medio, en la modalidad semipresencial, respaldado por el grupo de

investigación COMPRENDER e implementado en el período 2010-2011.

Otro, el que permitió acompañar y asesorar teóricamente la alianza de cooperación

entre la Institución Universitaria Colegio Mayor de Antioquia-CMA, la Corporación

Región para el Desarrollo y la Alcaldía de Medellín, denominada: Formación Ciudadana y

Redes Sociales para el Desarrollo Local y la Gestión Pública Democrática, suscrita para

adelantar el proyecto: Capacitación y formación ciudadana para jóvenes y adultos con

enfoque diferencial, fortalecimiento de veedurías ciudadanas y redes sociales comunitarias

del Municipio de Medellín, ej ecutado durante 2011.

Adicionalmente, el diploma Fortalecimiento conceptual y metodológico en el

conocimiento del territorio: hacia la promoción de la inteligencia territorial, a realizarse

durante 2012 por la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia y dirigido a

servidores públicos vinculados a la Corporación Autónoma Regional del centro de

Antioquia-CORANTIOQUIA.

Respecto a las redes académicas, el proceso investigativo se propuso dinamizar

mallas de conocimiento temático, alrededor de la formación ciudadana en perspectiva

territorial, haciendo visible su contribución mediante cinco escenarios de cooperación

académica dinamizadas por medio de aportes en materia de formación ciudadana con

perspectiva territorial: dos internacionales y tres nacionales. La promoción de la firma y

380

puesta en vigencia de dos convenios de cooperación académica internacionales; y, la

suscripción de tres alianzas de cooperación entre grupos de investigación, una de ellas

internacional.

En orden cronológico, los interrogantes, debates, supuestos, avances y productos

generados por la investigación fueron puestos en los escenarios de la red latinoamericana

de geógrafos, reunida periódicamente en los Encuentros de Geógrafos de América Latina-

EGAL; de la red latinoamericana de didáctica de la geografía, REDLADGEO; de la red

colombiana de investigadores en ciudadanía; de la red colombiana de geógrafos; y, de la

red GEOSOCIALES, que reúne periódicamente a los interesados tanto en la educación

geográfica, como a docentes que lideran experiencias significativas en enseñanza de la

geografía y de las ciencias sociales en Colombia.

Los dos convenios de cooperación académica promovidos en el ámbito

internacional, de alcance marco y actualmente vigentes, vinculan a la Universidad de

Antioquia-Colombia con las Universidades de Sao Paulo-Brasil y Federal de Rio de

Janeiro-Brasil, para adelantar acciones en materia de investigación, publicaciones,

movilidad de profesores y estudiantes, eventos académicos y realización de programas de

formación conjunta.

Por su parte, las alianzas generadas entre grupos de investigación y movilizadas por

el interés temático en la formación ciudadana con perspectiva territorial, fueron, en lo

internacional, entre los vinculados a la Facultad de Educación de la USP-Brasil, a la

Universidad Pedagógica Nacional-Colombia y a la Universidad de Antioquia-Colombia;

por su parte, los de alcance nacional, se encuentran vigentes, de una parte, entre los grupos

Medio Ambiente y Sociedad-MASO y Didáctica de la Educación Superior-DIDES desde

2008 y, de la otra parte, entre los grupos Medio Ambiente y Sociedad-MASO e

Intervención Social-GIIS, desde 2010.

La producción científica reseñada, su comunicación y la promoción consecuente de

las redes académicas descritas, vienen dando lugar y bases a la posible gestación de un

Centro de Excelencia en Investigación sobre Estudios de Ciudadanía en la Universidad de

Antioquia-Colombia, soporte de la oferta futura en esta temática para nuevos programas de

grado y posgrado en varias unidades académicas.

381

Tabla 5. Síntesis de la producción científica, comunicación y redes de conocimiento

Tipo Título Fecha Editorial/nombre de la Publicación

Libro La planeación para el desarrollo del territorio: perspectiva contemporánea.Gutiérrez, A.L. y Sánchez, L.M.

2009Editorial Universidad de Antioquia. ISBN: 978-958-714-325-6

Libro Estudios sobre territorio, ciudadanía y planeación. Gutiérrez, A.L. y Rosique J. 2009

Imprenta Universidad de Antioquia. ISBN: 978-958-714-266-2

Capítulo de libro

Ciudadano y Territorio: potencialidad democrática para América Latina. Gutiérrez, A.L. y Pulgarin M.R.

2012 En edición

Capítulo de libro

Resignificación de la planeación para el desarrollo. Gutiérrez, A.L. y Sánchez, L.M.

2012

En: Llanos Jaramillo, Julián Andrés (Compilador y Editor), Miradas Urbanas de Tunja en el siglo XX. Aproximaciones a la ciudad intermedia, (pp. 73­96). Tunja: Ediciones Universidad de Boyacá. ISBN: 978-958-8642-14-7

Capítulo de libro

Ciudadano territorial y formación ciudadana. Gutiérrez, A.L.

2011En: R.E. Quiroz y A. Gómez (Comp). Formación ciudadana: una mirada desde Colombia y México (pp. 25-42). Medellín: Legis S.A.ISBN: 978-958-9076-62-0

Capítulo de libro

Desarrollos conceptuales en formación ciudadana, educación para la democracia y cultura política. Mesa, A., Benjumea, M., Gutiérrez, A.L. y Sandoval, C.

2009

En: M.E. Villa, Y.N. Giraldo, J.A. Toro, D.P. Hurtado, C.A. Sandoval y R.E. Quiroz (Comp.) Formación ciudadana: de os conceptos a las acciones. Memorias del primer Coloquio Colombiano de Investigadores en Formación Ciudadana (pp. 98-108). Medellín: FE e IEP- UDEA. ISBN: 978-958-714-253-2

Artículo

Formación ciudadana (FC) y Educación para la ciudadanía (EpC). Aproximaciones conceptuales y mínimos compartidos. Benjumea, M., Gutiérrez, A., Jaramillo, O., Mesa, A. y Pimienta, A.

2011Revista TEMAS, año 17, III (5), 211-224. ISSN:1692-6226

ArtículoCitizen formation from the pedagogical potential of the studies of the territory. Gutiérrez, A.L.

2011Revista Problems of Education in the 21st Century, 27, 66-73.ISSN: 1822-7864

ArtículoEl ciudadano territorial: propósito de la formación ciudadana. Gutiérrez, A.L.

2010 Revista Uni-pluri/versidad, Medellín, 30, 10 (3), 59-69. ISSN: 1657-4249

ArtículoFormación ciudadana en perspectiva de los estudios del territorio como potencial pedagógico. Caso: PUI-NOR, Medellín- Colombia (FOCET). Gutiérrez, A.L.

2010 Boletim Paulista de Geografia, 89, 11-32. ISSN: 0006-6079

Articulo Ciudadanía y territorio: Escenario para la formación ciudadana. Gutiérrez, A.L.

2009 Revista Palobra: palabra que obra, 10, 109-127. ISSN: 1657-0111

Articulo Educación y formación ciudadana: reflexiones para el debate latinoamericano. Gutiérrez, A.L. 2009

Revista Uni-pluri/versidad, 9 (3), 35-44 ISSN: 1657-4249

Artículo Formación ciudadana: ¡utopía posible! Gutiérrez, A.L. y Pulgarin, M.R.

2009 Revista Educación y Pedagogía, 2 (53), 33-48. ISSN: 0121.7593

Articulo Formación ciudadana para fortalecer la democracia. Gutiérrez, A.L.

2008 Revista Uni-Pluri/Versidad, 8(3) 7-14 ISSN: 1657-4249

Ponenciainternal.

Formación ciudadana en perspectiva territorio: potencial pedagógico y reto didáctico para las ciencias sociales y la geografía. Gutiérrez, A.

2012II Coloquio REDLADGEO, Abril, Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Santiago, Chile

382

Ponenciainternal.

El ciudadano territorial, propósito de la educación geográfica.Gutiérrez, A.L. y Sánchez, L.M.

2011XIII Encuentro de Geógrafos de América Latina San José, Costa Rica, Agosto.

Ponenciainternal.

Formación ciudadana para una Iberoamérica en transformación democrática. Gutiérrez, A. 2010

Congreso Iberoamericano de Educación-OEI. Buenos Aires, Argentina, Septiembre

Ponenciainternal.

Formación ciudadana en perspectiva de los estudios del territorio como potencial pedagógico. Caso: PUI-NOR, Medellín, Colombia (FOCET). Gutiérrez, A.L.

2010I Colóquio REDLADGEO, Junho, FEUSP, Sao Paulo, Brasil.

Ponenciainternal.

Territorio y ciudadanía: estrategia pedagógica para los procesos de formación ciudadana en Latinoamérica. Gutiérrez, A.

2009XII Encuentro de Geógrafos de América Latina. Montevideo, Uruguay. Abril.

Ponencianacional

El ciudadano territorial, finalidad de la educación geográfica. Gutiérrez, A.L. y Sánchez, L.M.

2011 XIX Congreso Colombiano de Geografía, Cali, Colombia, agosto.

Ponencianacional

El ciudadano territorial: propósito de la formación ciudadana. Gutiérrez, A. 2010

I Convención Nacional de Educación Geográfica y III Encuentro de Experiencias Significativas en la Enseñanza de la Geografía y las Ciencias Sociales, Septiembre-Octubre, Medellín, Colombia.

Ponencianacional

¿Educar o formar el ciudadano que requiere la Colombia de hoy?Gutiérrez, A.L.

2009III Coloquio Colombiano de Investigadores en Ciudadanía, Junio, Universidad Tecnológica de Pereira, Junio, Pereira-Colombia.

Ponencianacional

Estrategias pedagógicas para la formación ciudadana desde las interrelaciones territorio y ciudadanía. Gutiérrez, A.L:

2009XVIII Congreso Colombiano de Geografía, Popayán, Colombia, Octubre.

Ponencianacional

Ciudadanía y territorio: escenario para la formación ciudadana.Gutiérrez, A.L.

2008II Coloquio Colombiano de Investigadores en Ciudadanía, Septiembre, Universidad de Cartagena, Cartagena-Colombia.

Ponencialocal

Formación ciudadana y estudios del territorio. Gutiérrez, A.L. 2010

Cátedra Abierta de Extensión-UDEA. Módulo 5: Extensión, territorio y pertinencia social. Septbre.

Ponencialocal

De la construcción a la constitución de ciudadanía: esencia de la gestión cultural. Gutiérrez, A.L:

2010V Cátedra Abierta de Extensión UdeA, Parque- Biblioteca-Belén. Mayo

PesquisaFormación ciudadana en perspectiva del potencial pedagógico de los estudios del territorio. Estudio comparado Brasil-Colombia

2012En formulación. Alianza USP-Brasil y UDEA- Colombia

PesquisaUm estudo sobre as concepjoes de lugar, cidade, urbano e o uso do solo com professores e alunos do ensino fundamental da rede pública Paulista, de Bogotá y Medellín.

2012 Formulada; en gestión de recursos. Alianza USP- Brasil, UPN-Colombia y UDEA-Colombia

Pesquisa Medellín, una ciudad construida a varias manos

2011 En ejecución. Inscrita en SUI-UDEA. Alianza grupos MASO y GIIS-UDEA-Colombia

PesquisaEl estudio del territorio como estrategia para el fortalecimiento de las competencias ciudadanas. Análisis del Proyecto Urbano Integral de la zona Nor-oriental (PUI-NOR), Medellín-Colombia

2009Ejecutada. Convocatoria CODI temática-2008. Alianza grupos DIDES y MASO-UDEA- Colombia

Informal Diploma: Fortalecimiento conceptual y metodológico en el conocimiento del territorio:Hacia la promoción de la inteligencia territorial

2012Convenio de extensión entre la Corporación Autónoma del Centro de Antioquia- CORANTIOQUIA y la UDEA.

Informal Formación ciudadana y redes sociales para el desarrollo local y la gestión pública democrática. Contrato # 46000334081/2011

2011 Alianza de cooperación suscrita entre el Colegio Mayor de Antioquia, la Corporación Región y el Municipio de Medellín

383

Formal Programa de Licenciatura en Ciencias Sociales, Facultad de Educación-UDEA

2011 Aplicado en la modalidad semipresencial, subregión del Magdalena Medio-Colombia

Redinternal.

Latinoamericana de Didáctica de la Geografía: REDLADGEO

2010 Desde el I y II Coloquios realizados en Sao Paulo y Chile

Redinternal.

Latinoamericana de Geógrafos: EGAL 2009 Desde el XIII y XIV Encuentro de Geógrafos de América Latina, Uruguay y Costa Rica

Rednacional

Colombiana de Educación Geográfica y Experiencias en enseñanza: GEOSOCIALES

2010 Desde la I y II Convenciones, III y IV Encuentro celebrado en Medellín y a realizarse en Tunja

Rednacional

Colombiana de Geógrafos 2009 Desde los Congresos Nacionales de Geografía, 2009 y 2011

Rednacional

Colombiana de Investigadores en Ciudadanía: CIC

2008 Desde la estrategia de los Coloquios Colombiano de Investigadores en Ciudadanía, 2007 al 2011

Conveniointernal

Universidad Federal de Rio de Janeiro, Brasil y Universidad de Antioquia, Colombia

Al2015

Cooperación académica con alcance marco. Vigente desde 2012

Conveniointernal

Universidad de Sao Paulo, Brasil yUniversidadde Antioquia, Colombia

Al2016

Cooperación académica con alcance marco. Vigente desde 2011

AlianzaGrupos de investigación de las Universidades De Sao Paulo, Pedagógica Nacional y de Antioquia

2010Cooperación para investigación, publicaciones y eventos. Vigente desde 2010

Alianza Grupos de investigación MASO y GIIS de la Universidad de Antioquia, Colombia

2010 Cooperación para investigación, publicaciones y eventos. Vigente desde 2010

Alianza Grupos de investigación DIDES y MASO de la Universidad de Antioquia, Colombia

2008 Cooperación para investigación, publicaciones y eventos. Vigente desde 2008

Las formas de comunicación del conocimiento generado, intencionalmente diseñadas para

la socialización de avances en eventos académicos municipales, departamentales,

nacionales e internacionales y, la publicación de resultados parciales en revistas indexadas,

capítulos de libro y libros de texto, fortalecieron en su momento la investigación en tanto

generaron como resultado, la discusión, puesta en común y validación temática con pares

académicos calificados; al tiempo, brindan posibilidades futuras para realizar

investigaciones comparadas en el escenario colombiano, latino e iberoamericano. Se trata

de la proyección investigativa y temática, la plataforma científica que proyecta la

formación ciudadana en perspectiva del potencial pedagógico proveniente de los estudios

del territorio, tal como a continuación se comenta.

4.4 Proyección investigativa: la utopía

Las pretensiones y objetivos investigativos comprometidos están cumplidos. Los propósitos

de la investigación, alcances y resultados esperados fueron soportados científicamente y

384

están expuestos; se ha generado nuevo conocimiento en materia de formación ciudadana,

especialmente, desde la incorporación del potencial pedagógico proveniente de los estudios

del territorio, aplicable al sistema educativo colombiano y, en perspectiva, a los vigentes en

Iberoamérica, especialmente en la educación básica y media, sin excluir las posibilidades

de hacerlo también, previas las correspondientes adecuaciones, en otros ámbitos

educativos; se han suplido con suficiencia, aunque no totalmente, vacíos identificados sobre

la temática en investigaciones afines llevada a cabo en Iberoamérica, aportando respuestas

a interrogantes que indagaban por la fundamentación teórica y la aplicación del potencial

pedagógico que se intuía contenían los estudios del territorio, para dinamizar y fortalecer la

formación ciudadana, la formación del ciudadano territorial; han sido expuestos los

soportes sobre producción, divulgación, transferencia y apropiación social del

conocimiento derivados de la investigación, así como lo relativo a redes académicas

dinamizadas y alianzas vigentes.

Sin embargo y, en verdad, afortunadamente no todo está concluido. Al contrario, la

satisfacción que proviene del deber cumplido, se incrementa con los incentivos que

emergen tanto en materia de investigación científica y formativa, como en docencia y

extensión académica para continuar abriendo caminos, ensanchando fronteras, ampliando

horizontes y reforzando, de alguna manera, lo realizado en formación ciudadana y estudios

del territorio para las ciencias de la educación en particular y, al tiempo, para las ciencias

sociales y humanas, las ciencias políticas y la geografía crítica, en general: la utopía.!

Una síntesis de lo que ha sido inferido de los resultados investigativos puede

observarse en la tabla 6. En primer lugar y a partir de los hallazgos, las interpretaciones y

resultados procedentes de la significación, surgen líneas de investigación en la temática

sugerentes, tanto en el ámbito de la investigación científica, como en el propio de la

formativa en grado y posgrado. En investigación científica, pueden señalarse como ideas de

investigación complementarias, sin pretender agotar la lista, las siguientes:

• Investigaciones comparadas, a nivel de instituciones educativas, municipios,

departamentos, país y entre países iberoamericanos, basados en el planteamiento de

investigación desplegado y en busca de resultados y proyecciones similares; con

385

ello, al menos, podría aspirarse a fortalecer la fundamentación teórica sobre el

ciudadano territorial como esencia de la democracia y, a la vez, ampliar, depurar y

fortalecer el potencial pedagógico atribuido a los estudios del territorio para

dinamizar procesos de formación ciudadana en la educación inicial.

• Investigaciones básicas y aplicadas que posibiliten vincular directamente a la

didáctica, desde diseños específicos de contenidos, medios y métodos de enseñanza

y aprendizaje; así como al currículo, desde la incorporación adecuada y estratégica

en los planes de estudio de la formación ciudadana con perspectiva territorial.

• Investigaciones experimentales en proyectos de aula, en planes de área, en

proyectos educativos institucionales y, entre otros, en procesos de formación de

maestros al interior de las Escuelas Normales y las Facultades de Educación, con

incorporación de la fundamentación teórica y del potencial pedagógico en materia

de formación ciudadana con perspectiva territorial generados por la investigación.

• Sistematización de experiencias en formación ciudadana con perspectiva territorial,

como modalidad de investigación cualitativa que tiene como propósito central,

recuperar el saber del hacer, con posibilidades de ampliar tanto la fundamentación

teórica, como las aplicaciones prácticas propuestas.

• Investigación básica y aplicada que analice y se atreva a plantear opciones de

implementación de los avances y logros investigativos generados, en los niveles

educativos superior, técnico, tecnológico, no formal e informal.

• Investigaciones sobre medición de impactos en la formación de ciudadanos

territoriales a partir de experiencias basadas en los resultados investigativos y

soportadas en las directrices de política pública educativa planteadas.

En investigación formativa, se intuyen ideas vinculantes de la formación ciudadana en

perspectiva territorial expuesta, desde los programas de formación en grado, al interior de

las escuelas normales o de formación de maestros, las licenciaturas en educación geográfica

y en ciencias sociales que ofrecen las Facultades de Educación, así como en programas

básicos de las Facultades de Ciencias Sociales, Políticas y Humanas; y, en los de posgrado

y de pos-doctorado en Educación, Geografía, Ciencias Sociales y Políticas.

386

No quedan dudas. Se puede, debe y tiene que continuar indagando sobre las

posibilidades, alcances, limitaciones, efectos e impactos de la formación ciudadana en

perspectiva del potencial pedagógico de los estudios del territorio para evidenciar los

avances asociados con la contribución que se puede hacer a la gestación del ciudadano

territorial como esencia de la democracia desde las aulas, las áreas, los proyectos

educativos institucionales, los foros y planes educativos, la política pública educativa y, con

la finalidad explícita de aportar a una sociedad y un mundo mejores, para todos.

Entendiendo que al ampliar el conocimiento temático, se generan más y mejores

posibilidades para la acción, para el hacer cotidiano, orientado a la transformación positiva

de las realidades constituidas y determinadas por el contexto vigente.

En segundo lugar, desde las posibilidades que se derivan de la investigación

realizada para alentar los procesos docentes, se intuyen proyecciones relevantes. De un

lado, tanto la fundamentación teórica, como las potencialidades pedagógicas expuestas,

pueden contribuir a dinamizar y ensanchar los procesos de formación de los futuros

formadores a partir, por ejemplo, de la elaboración de guías didácticas producidas con base

en los aportes teórico y prácticos comentados, la metodología de investigación desatada, la

estrategia del caso único para describir y analizar realidades concretas y que posibiliten

efectuar lecturas apropiadas del territorio, afianzar los estudios del territorio, tanto en los

escenarios de las Escuelas Normales o de Formación de Maestros; como en las Facultades

de Educación, en particular, los licenciados en geografía y ciencias sociales; en las

Facultades de Ciencias Políticas, Sociales y Humanas, desde los programas básicos en

Sociología, Trabajo Social, Psicología Social, Historia, Comunicación Social, Gerencia

Social, Derecho, Filosofía y Antropología; en los posgrados que se ofrecen tanto en

Educación como en Ciencias Políticas, Sociales y Humanas; y, en pos-doctorados.

En tercer y último lugar, las proyecciones investigativas también abarcan la

extensión académica: allí donde se encuentran la misión institucional de los centros de

producción de conocimiento y las demandas de la sociedad. Las posibilidades son amplias,

especialmente en materia de asesorías y consultorías a las entidades gubernamentales,

desde el Ministerio de Educación hasta las dependencias educativas de las Entidades

Territoriales, las mismas Instituciones Educativas, las Corporaciones Autónomas

387

Regionales, la Empresa Privada, las Organizaciones No Gubernamentales interesadas en los

procesos de formación ciudadana e, inclusive, los medios masivos de comunicación social.

A manera de ejemplo pueden citarse, entre otras muchos, acompañamientos,

asesorías y consultorías para implementar con la lente generada por la investigación,

proyectos de aula, planes de área y proyectos educativos institucionales que incluyan la

formación ciudadana con perspectiva territorial; cátedras municipales y departamentales,

como la Cátedra Antioquia; foros educativos nacionales y territoriales; programas de

actualización y fortalecimiento docente a manera bien de diplomados, seminarios o cátedras

especializadas; paquetes pedagógicos y didácticos; programas de radio y televisión; serie de

publicación en periódicos nacionales y regionales; programas de multimedia, apoyados en

TICs, que alimenten los procesos d formación no formal e informal.

Una actividad que queda pendiente por hacerse y que nutriría con creces los

procesos de formación ciudadana en perspectiva territorial, es el documento rector sobre

Orientaciones pedagógicas para el área de ciencias sociales y formación ciudadana puesto

a consideración para su conocimiento, discusión y adopción por parte del MEN, de las

Secretarias Departamentales, Distritales y Municipales de Educación en sus planes de

desarrollo educativo o, en última instancia, por las Instituciones Educativas en sus PEI que

contenga, como mínimo, las grandes metas de formación en ciencias sociales y ciudadanía

en perspectiva de los estudios del territorio; la relación entre competencias generales y

básicas en educación, con las competencias específicas en ciencias sociales y formación

ciudadana; las orientaciones didácticas; las competencias y desempeños en ciencias sociales

y formación ciudadana; y, las referencias teóricas de soporte. Todo un reto pedagógico y

didáctico para enfrentar en el futuro inmediato.

Tabla 6. Síntesis de las proyecciones investigativas

Tipo Modalidad Acción de conocimiento

Investigación

Científica

Investigaciones comparadas (Internacionales, nacionales, departamentales, municipales, IE)

Investigaciones básicas y aplicadas en didáctica y currículo

Investigaciones experimentales en aula, área, PEI

Investigaciones sobre formación de formadores (Escuelas Normales y Facultades de Educación)

Sistematización de experiencias educativas y mediciones de impacto en procesos de formación

Investigaciones aplicadas en educación superior, técnica, tecnológica, no formal e informal

388

En los programas de formación en las Escuelas de Formación de Maestros

En los programas de formación de las Licenciatura en Educación Geográfica y Ciencias Sociales

Formativa En los programas de formación de Ciencias Sociales, Políticas y Humanas

En los programas de formación en posgrados de Educación y Geografía

En los programas de posgrados y pos-doctorado en Ciencias Sociales, Políticas y Humanas

DocenciaGrado

Guías didácticas para la formación de maestros en Escuelas Normales

Guías didácticas para formación en Facultades de Educación, Políticas y Sociales

PosgradoContenidos, medios y métodos de formación en posgrados (Maestria y Doctorado)

Debates e ideas de conocimiento para pos-doctorados

Cátedras municipales, distritales y departamentales (Cátedra Antioquia)

Proyectos educativos institucionales

Planes de área (Ciencias Sociales)

ExtensiónProyectos de aula

Foros educativos y planes educativos municipales, distritales, departamentales y nacionales

Diplomados y seminarios de actualización o profundización temática para maestros

Asesorías y consultorías para organizaciones gubernamentales, no gubernamentales, privadas e IE

Medios masivos de comunicación social

Programas de radio y televisión; periódicos; TICs

En fin, investigación, docencia y extensión para continuar alentando el derecho a la

educación y, en particular, a la formación del ciudadano territorial de tal manera que se

pueda, en verdad, aspirar a que se garantice y promueva por parte del Estado, mediante

políticas públicas educativas, el acceso a un sistema educativo público sostenible que

asegure la calidad y la pertinencia en condiciones de inclusión, así como la permanencia en

el mismo, en todos los niveles: inicial, básico, medio y superior, tal y como se establece en

el Plan Nacional de Desarrollo Educativo 2006-2016.

Es reconocer que la topofilia, ese apego afectivo al territorio (Tuan, 1974), está

presente y genera arraigo dinámico y fluido. Aceptar humildemente, como lo sentenció

Freire (2002), que todos al tiempo, sabemos e ignoramos algo y, que precisamente por ello,

debemos aprender siempre. Aprender, y enseñar, desde el escenario utópico, a que el

mundo, como lo concibió Gonzalo Arango, el discípulo del filósofo de Otraparte Fernando

González, no es mundo para que sea mundo de cualquier manera sino para hacerlo nuestro

mundo, a imagen de nuestros sueños, anhelos e ideales.!

389

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424

Anexos de la investigación

Anexo 1

Resumen de la investigación doctoral denominada Formación ciudadana en

perspectiva del potencial pedagógico de los estudios del territorio. Ciudadano territorial:

fundamento de la democracia.

(Ver separata impresa)

Anexo 2

Proyecto de investigación doctoral en Educación, línea Formación Ciudadana,

avalado en Febrero 9 de 2009 por el Comité de Doctorado en Educación, Universidad

de Antioquia-Colombia: Formación ciudadana en perspectiva de los estudios del

territorio como potencial pedagógico. Caso: PUI-NOR Medellín, Colombia (FOCET).

(Ver separata impresa)

425

Anexo 3

Instrumentos para la recolección, procesamiento y análisis de información

3.1 Plan de acción y cronograma de la investigación.

3.2 Esquema para la documentación y elaboración del contexto de la investigación.

3.3 Esquema para la documentación y elaboración de la fundamentación teórica.

3.4 Guías para observación en campo (reconocimiento, transformación de la materialidad,

dinámica socio-cultural, semantización y restitución cartográfica).

3.5 Guías de entrevistas semi-estructuradas a personajes clave: decisores de política pública

municipal y regional, operadores del programa, voceros de la empresa privada, académicos

e investigadores y, actores sociales.

3.6 Esquema para la documentación de la tesis y la configuración del PUI-NOR,

normatividad educativa y la síntesis metodológica.

3.7 Guías para la realización de los talleres reflexivos con docentes de las IE de las

comunas 1 y 2 de Medellín.

3.8 Esquema para la documentación sobre metodología.

3.9 Esquema para la reseña de producción científica, transferencia y redes de conocimiento.

(Ver CD adjunto)

426