Fontanarrosa Roberto La Verdad Sobre El Transbordador Columbia

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    LA VERDAD SOBRE EL TRANSBORDADOR COLUMBIA

    Archivado en Roberto Fontanarrosa •

    Hoy, a casi tres años de aquel maravilloso día del 24 de octubre de 1981, llego a la

    conclusión de que debo contar toda la verdad sobre lo sucedido. No creo, al acerlo, quetransgreda ninguna norma de seguridad ni tam!oco que revele secreto im!ortante

    alguno.

    Habr" sí, lo s#, quien sienta, tal ve$, en !arte menoscabado ese acendrado orgullo

    nacional que tenemos los americanos desde el instante mismo en que de !equeños

    vimos en nuestros te%tos colegiales esa maravillosa l"mina que muestra a &eorge

    'asington cru$ando el (otomac, de !ie sobre la inestable ori$ontalidad de aquella

     barca, envuelto, en un ca!ote y sin atisbo de mareo ni n"usea en su rostro altivo.

    (ero !ienso que no yo, sino todos los norteamericanos guardamos una deuda de gratitud

    con alguien asta oy anónimo y olvidado. ) se trata de una deuda que, de no mediar

    mi determinación de escribir este artículo, quedaría !or siem!re sin saldar.

     No abría alcan$ado a dormir ni media ora cuando *ec+ andu-ay llamó a mi !uerta.ebían aber sido las tres de la tarde cuando caí derrumbado sobre mi litera con/iado en

    que el cansancio y el ronroneo con/ortable del aire acondicionado colaborarían a que me

    durmiese de inmediato. in embargo, los nervios y el desgaste /ísico tironeaban

    com!ulsivamente de los m0sculos de mis !iernas y me sor!rendía a mí mismo !egando

     !unta!i#s contra la cuceta de arriba, !or /ortuna desocu!ada desde la noce en que Nat

    (allu+a se cayó de ella ante la e%citación que le !roduo el estar a !unto de com!letar

    unas !alabras cru$adas.

    !esar de mi desasosiego /ísico, anímicamente me invadía una inmensa tranquilidad.

    (or /in, luego de tres larguísimos e in/ernales meses, abía quedado listo, terminado,

    com!leto, sellado y a!robado, el (royecto 3!alo. ) allí nom"s, a escasos tres

    +ilómetros de nuestras barracas, es!eraba, calmo y deslumbrante bao el sol calcinante

    del desierto de Naove, el transbordador olumbia.

     No era gratuito mi desvelo. 5l meticuloso !lan de trabao !ergeñado !or mi gru!o de

    ingenieros a trav#s de cuatro años, abía su/rido una demora de casi seis meses. ) todo

    aquel que aya estado asignado a un !royecto es!acial sabe bien del enorme costo

    adicional en dólares que re!resenta la m"s mínima demora, el obst"culo m"s !equeño.

    6o cierto es que se nos abía atascado el sistema de gasi/icación de o$ono y no abía

     !oder umano que lo !usiera en sus trece. (or lo tanto, los dos carretes centrales que

    alimentaban la inyección de !ara/ina com!rimida a la !rimera 7y m"s grande de las

    toberas, no tenían autoridad alguna !ara im!ulsar los !ro!ergoles sólidos del segundo

    sistema. 5n !rinci!io su!use que todo radicaba en la baa !otencia de las cargas deidracina y etanol, lo que me costó que 'illiam ongreve me arroara !or dos veces el

    mismo dougnout a la cara. inalmente ongreve me convenció, con ayuda de ato

    aigo, de revisar totalmente los vectores del di/usor de entrada en relación con la

    e%!ansión de energía t#rmica en el !rimer sistema. sí lo icimos durante casi un mes,

    enterrados día y noce en un silo subterr"neo. alvo un !equeño error 7que detectó

    aigo en un com!onente del logaritmo ne!eriano de : y que en nada modi/icaba el

    detestable com!ortamiento de la gasi/icación del o$ono, no allamos en nuestra

     b0squeda las claves de la /alla.

    os meses des!u#s, a mi uicio el !roblema residía en el encendido de la segunda

    sección 7lo que traería a!areado un des/asae en el !erigeo.

    (ara el dan#s 3dgen abía una /uga no com!utada a !artir de un desequilibrio en elvariómetro. eg0n ongreve, la cosa !odía estar circunscri!ta en el radiador de uranio.

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    ) *a% ltougter se allaba em!ecinado en que todo consistía en que la !ro!ulsión de

    una /ase no !uede medirse !or la reacción si la /uer$a de em!ue se mide !or la

    intensidad que el caudal es!ecí/ico de eyección de gases des!la$a a la energía cin#tica

     !erdida !or unidad de tiem!o. ebo con/esar que nunca entendí la seducción que eercía

    sobre ltougter la unidad de tiem!o.

    *uy a !esar nuestro, admitimos que debía !edirse ayuda. Hablamos con 'oollie (atullivan 7director general del !royecto y concluimos que debíamos dear de lado

    nuestro orgullo y entender que el #%ito del (royecto 3!alo era una causa de inter#s

    nacional y así lo entenderían, tambi#n, los cientí/icos consultados. (or otra !arte, el

     !residente :onald :eagan ya abía ablado un !ar de veces !or tel#/ono con ullivan

     !reguntando !or la salud del ;nene;, nombre clave que se le abía con/erido al

    transbordador.

    e abló, entonces, con gente de la onvair y *artin, de la rysler, de la (ratt y

    'itney, de la nos remitirían a

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    (ara el lector que no cono$ca los entretelones de un !royecto interes!acial, in/ormo que

    una tobera no tiene actividades intermedias> o /unciona o no /unciona. No se admiten en

    una tobera ni /alsos encendidos ni ronquidos, ni carras!eras, como tam!oco !roducción

    a ;media m"quina;.

    ;intya;, la tobera del segundo sistema estaba bao mi com!leta res!onsabilidad y

    aora, a sólo 14 oras del lan$amiento del olumbia, se abía em!acado como un asno.5ra un !roblema tres veces m"s com!leo que el anterior suscitado con la gasi/icación

    del o$ono. ) el !roblema de la gasi/icación del o$ono nos abía demorado durante

    medio año.

     A?uelve al centro de cóm!utos Arecomend# a *ec+A.) no digas a nadie nada de

    esto.

    =om# el casco, salt# sobre un ee!, y abandon# las barracas rumbo al transbordador.

    /ortunadamente a esa ora, cuando el sol era un so!lete sobre la arena, sólo me cruc#

    con algunos o!erarios menores.

    6os ingenieros y cientí/icos se abían re/ugiado en sus abitaciones dis/rutando de

    allarse, !or /in, en vís!eras de la cuenta regresiva. 5n tanto ascendía mediante el

    ascensor interno acia las visceras del olumbia, !ensaba en qu# !alabras em!learía !ara comunicar a nuestro e/e 'oollie (at ullivan, el nuevo drama que se abía

    desatado. 6o recordaba, un año atr"s, masticando, trans!uesto de odio, una

    minicalculadora ar! ante la noticia de la quemadura de una buía de su coce.

    dem"s, debería ser yo, en !ersona, quien e%!licara al !residente :eagan, el /lamante e

    incalculable retraso del (royecto 3!alo. ) yo conocía bien al !residente. (or muco

    menos que eso lo abía visto acer cosas terribles con los indios, largo tiem!o atr"s, en

    el cine de =olluca, mi ciudad natal.

    uando llegu# al com!artimento que acía las veces de antesala, sólo encontr# a un

    em!leado de mantenimiento, quien se abía re/ugiado en la tranquililidad de esa sección

     !ara a!urar su em!aredado de tocino y maní. 6e orden#, !erentoriamente, que se /uera.

    5l ombre, sin decir !alabra, envolvió su merienda y se aleó.

    on el alma en un ilo, o!rimí el encendido de ;intya;. *e res!ondió un silencio

    /unerario. :e!etí la acción cinco o seis veces. Ni un casquido. Nada. ;intya; estaba

    muerta, /ría y yerta. *e de# caer, vencido, sobre el !iso de metal. 5ntonces me

    encontr#, de nuevo, con la mirada del em!leado de mantenimiento. No se abía ido.

    5staba sentado sobre el sistema de a!ertura de com!uertas e%ternas, unto a la salida

    que no abía trans!uesto, masticando con !oco entusiasmo su comida, observ"ndome

    con e%!resión indi/erente.

    5n aquel momento, con ese !udor lógico de todo cientí/ico egresado de enver, dese#

    que aquel desconocido con/undiese mis l"grimas con !osibles gotas de trans!iración. 6o

    que iba a ser di/ícil de e%!licarle eran mis berridos animaloides y los !uñeta$os que !ro!inaba contra el blindae de las mam!aras. on la tobera de la sección su!erior

    atascada, el soñado des!egue del transbordador olumbia en 1981 era utó!ico.

    6a !reeminencia de la carrera es!acial volvería a manos de los comunistas y !odía

    decirse que el mundo libre estaría al borde de la destrucción, el olocausto atómico y

    B!or qu# noC la contaminación de los ríos.

    ontrolar, cequear y veri/icar todas y cada una de las @DE.829 !ie$as mec"nicas y

    electrónicas encerradas en aquella c0!ula cilindrica de E8 metros de largo !or 11,FD de

    anco que constituía la m#dula energ#tica del olumbia !odía insumir de uno a dos

    quinquenios de !lanes gal"cticos. :eagan no lo so!ortaría.

    entro de mi deses!eración vi que el o!erario, sin dear de comer, adelantaba un !ar de

    veces el mentón acia mí, en mudo interrogante.

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     ABNo le die que se /ueraC Ale grit#, desde el suelo, /urioso. runció el entreceo y

    volvió a avan$ar su mentón, inquisidor. om!rendí que no entendía bien el idioma.

     ABNo abla ingl#sC Ale !regunt#, m"s enoado a0n.

     Aí, sí Adio. e !uso de !ie, tiró desa!rensivamente los restos del sand-ic en un

    rincón y lim!ió con energía las !almas de sus manos gol!e"ndolas contra los /undillos

    de su !antalón en tanto se me acercaba. in dear de urguetearse los dientes con la !unta de la lengua y el reborde de los labios, me tomó de un bra$o y me ayudó a

     !onerme de !ie. llí !ude leer, entonces, el nombre de aquel sueto moreno y bao, en el

    sola!ero que lo identi/icaba> ;rtemio (ablo osa;. Gn is!ano!arlante.

     AHablo ingl#s Ame e%!licóA. (ero si me abla muy r"!ido. . . Ase quedó en silencio

    mirando /iamente acia un !unto ubicado en las cercanías de mi ombro dereco y yo

     !ens# que buscaba !alabras !ara com!letar la /rase. asqueó los labios y escu!ió un

    residuo de carne.

     ABu# !asa, maestroC A!reguntó luego.

     ABu# es ustedCAme interes#A. B*eicanoC

     Argentino Ame dio. )o a!oy# mi em!a!ada es!alda contra una mam!ara y mene# la

    cabe$a con desaliento. A6a tobera Aseñal# con gesto vago, baa la vista.

     ABu# !asaC Bu# tiene la toberaC

    3scil# mis manos, con las !almas acia abao, a la altura de mi cintura.

     A:eventó Asólo atin# a decirA. in.

     ABNo caminaC Adio el ombre. 5stuve tentado de e%!licarle, !ero me /renó el

    ridículo de enredarme en una carla t#cnica con un au%iliar electricista que no sólo no

    detentaba cargo relevante alguno, sino que ni siquiera era saón. (or otra !arte ya el

    des!rolio !ersonae me abía dado la es!alda y, mientras se rascaba los dorsales

    lentamente con el !ulgar de la mano dereca, atisbaba acia lo alto de la tobera a trav#s

    del tri!le cristal at#rmico que nos se!araba de ella, sobre la consola de mandos.

    osa volvió acia mí. ora se estiraba acia abao, im!udorosamente, la tela que le

    recubría la entre!ierna.

     AB5st" abiertoC Aseñaló a sus es!aldas la !uerta que accedía a la tobera. sentí con la

    cabe$a. (ero no volvió acia allí. aminó asta donde abía estado sentado y comen$ó

    a revolver en un bolso de trabao abandonado unto a los restos de su merienda. acó

    una man$ana y entonces sí, !asó de nuevo unto a mí, acia la !uerta de entrada a la

    tobera.

    )o !ermanecí quieto en el mismo lugar, como vacío de "lito vital, !ensando tan sólo en

    el sombrío /uturo que acecaba a mis ios, en el i!ot#tico caso de que llegase a

    tenerlos.

    Habrían !asado seis minutos cuando a!areció de nuevo el argentino. AB=iene un alambreC Ame !reguntó. acudí la cabe$a, negando.

     A*e !arece que yo. . . AmascullóA. lgo me queda. . .

    ue asta su bolso, revolvió en #l y sacó un tro$o de alambre de unos veinte

    centímetros. *ientras !rocuraba endere$arlo 7abía estado !legado en secciones de

    unos seis centímetros me miró y enarcó las ceas.

     A?amos a ver, dio un ciego Ain/ormó, serio. (asó de nuevo /rente a mí y se metió en

    la tobera. (or quince minutos sólo lo escuc# silbar una m0sica e%traña. )o, en tanto,

    so!esaba la !osibilidad de salir al e%terior de la nave, ganar la su!er/icie de una de sus

    cortas alas y de allí lan$arme de cabe$a a la !ista, distante lo su/iciente como !ara acer

    estallar una bóveda craneana.

    !areció de nuevo el argentino> se estaba /rotando las manos con un tra!o. A ver, maestro Ame dio.

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     ABu#C

     A(r#ndala Ame indicó, señalando con un movimiento de cabe$a acia la tobera.

    ora sí, lo mir# como com!rendiendo que se trataba de un ser viviente quien me

    ablaba.

     A(r#ndala. ele Ainsistió, mientras volvía acia su bolso y metía el tra!o en su

    interior. amin# cuatro lentos y arrastrados !asos acia el encendido, a!oy# un dedosobre el botón y gir# mis oos !ara mirar al argentino, com!asivamente. !ret# el botón

    y se escucó un ronroneo suave y !areo !rimero, y luego un rugido saludable. asi

    estrello mi cara contra el tri!le cristal en !rocura de ver desde m"s cerca lo que no !odía

    creer. Iquella maldita tobera /uncionabaJ *e di vuelta, incr#dulo, acia ese

    sudamericano !rovidencial. 5l ombre abía corrido el cierre rel"m!ago de su bolso,

    abía metido #ste bao su bra$o i$quierdo y miraba acia el teco, !restando atención al

    sonido tre!idante de ;intya;.

     ANo A!areció contradecirseA. ?a andar bien. 6uego, sí, se dirigió a mí> A6e va

    aguantar bastante. (or lo menos !ara sacarlo del !aso. 5so sí. . . AadvirtióA . . . ca!a$

    que de aquí a un !ar de años le tenga que !egar una revisada. (ero. . . !or aora. . . A 

     !areció con/ormarse.e tocó luego la cea dereca en un remedo de desmañado saludo militar, cabeceó !ara

    des!edirse, abrió la com!uerta neum"tica que daba a la escalera e%terna y se /ue. )o, en

    tanto, escucaba a mis es!aldas el dulce canto de ;intya;, /uncionando.

    l día siguiente, el transbordador olumbia, tras corta cabalgata sobre su aviónKmadre,

    salió dis!arado acia el lím!ido cielo de Naove y de allí en m"s la istoria es conocida.

    e rtemio (ablo osa, nunca am"s tuve conocimiento. u!erada la e/ervescencia del

    #%ito de la misión 3!alo, lo busqu# !or las distintas de!endencias, talleres y barracas de

    'ite ands. inalmente, en la o/icina de !ersonal me in/ormaron que abía viaado la

    misma tarde del lan$amiento, !osiblemente a Ne- )or+, con un nuevo contrato.

    Gn año des!u#s, una agencia de averiguaciones !rivada me in/ormó que osa abía

    trabaado cuatro meses como lavaco!as en un restaurante italiano sobre la #!tima

    venida.

    lguien me contó, tambi#n, que una !ersona de ese mismo a!ellido abía estado

    trabaando como iluminador en un teatro de quinta categoría donde !onían !ie$as

    musicales !ara !0blico latino, en