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Fitzpatrick: El núcleo temporal de la revolución es trazado por la autora desde febrero de 1917 hasta la votación de la constitución stalinista y las grandes purgas de los años 1937-38. Así, la toma del poder en octubre de 1917 por parte del soviet de obreros, soldados y campesinos de Rusia apoyada por las masas de la ciudad y el campo, la proclamación de los derechos del pueblo trabajador, la guerra civil contra la resistencia de las antiguas clases dominantes, la fundación de la Tercera Internacional y los debates sobre la Nueva Política Económica (NEP), son grupados junto con el ascenso y la lucha de la burocracia estatal contra el bolchevismo y las masas de obreros y campesinos pobres, el acuerdo con los campesinos nepistas para su enriquecimiento (saltando luego a su “aniquilación como clase” con la colectivización forzosa), los campos de trabajo forzosos (conocidos como Gulags) y los asesinatos en masa del stalinismo. Necesariamente su hipótesis debe terminar afirmando que lo segundo ya se encontraba en lo primero, que Stalin es heredero de Lenin y el bolchevismo. Su pensamiento se guiará según la idea de que el bolchevismo, en especial el “instinto de poder” de su jefe, Lenin, es la explicación última de los contornos que toma el stalinismo, su “continuidad” necesaria. Fitzpatrick establece la temporalidad de la Revolución Rusa como un proceso que se inicia en febrero de 1917 con la caída del zarismo por la acción de masas y termina en 1938 con el terror de las grandes purgas y la declaración de Stalin de que “el socialismo” se ha instaurado definitivamente en Rusia. En base a su visión pone en entredicho la posición de Lenin contraria a la creación de una “burocracia estatal” separada del pueblo y de la necesidad de que los comunistas mantuvieran independencia de la administración del Estado, tal como había establecido en El Estado y la revolución. La autora objeta una porción de incredulidad ya que “se daba por sentado que la organización del partido se mantendría independiente del gobierno y libre de toda función administrativa, tal como habría ocurrido

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Fitzpatrick:El núcleo temporal de la revolución es trazado por la autora desde febrero de 1917 hasta la votación de la constitución stalinista y las grandes purgas de los años 1937-38. Así, la toma del poder en octubre de 1917 por parte del soviet de obreros, soldados y campesinos de Rusia apoyada por las masas de la ciudad y el campo, la proclamación de los derechos del pueblo trabajador, la guerra civil contra la resistencia de las antiguas clases dominantes, la fundaciónde la Tercera Internacional y los debates sobre la Nueva Política Económica (NEP), son grupados junto con el ascenso y la lucha de la burocracia estatal contra el bolchevismo y las masas de obreros y campesinos pobres, el acuerdo con los campesinos nepistas para su enriquecimiento (saltando luego a su “aniquilación como clase” con la colectivización forzosa), los campos de trabajo forzosos (conocidos como Gulags) y los asesinatos en masa del stalinismo. Necesariamente su hipótesis debe terminar afirmando que lo segundo ya seencontraba en lo primero, que Stalin es heredero de Lenin y el bolchevismo.Su pensamiento se guiará según la idea de que el bolchevismo,en especial el “instinto de poder” de su jefe, Lenin, es la explicación última delos contornos que toma el stalinismo, su “continuidad” necesaria.Fitzpatrick establece la temporalidad de la Revolución Rusa como un procesoque se inicia en febrero de 1917 con la caída del zarismo por la acción de masasy termina en 1938 con el terror de las grandes purgas y la declaración de Stalinde que “el socialismo” se ha instaurado definitivamente en Rusia.En base a su visión poneen entredicho la posición de Lenin contraria a la creación de una “burocraciaestatal” separada del pueblo y de la necesidad de que los comunistas mantuvieranindependencia de la administración del Estado, tal como había establecido en ElEstado y la revolución. La autora objeta una porción de incredulidad ya que “sedaba por sentado que la organización del partido se mantendría independientedel gobierno y libre de toda función administrativa, tal como habría ocurridosi los bolcheviques hubieran llegado a ser partido gobernante en un sistemapolítico multipartidario”17.Ceñida la revolución a sucesivas convulsiones que dan como “resultadonecesario” el establecimiento y consolidación de un dictador, la historiadoraenumera las diversas fases de la lucha de la nueva burocracia soviética contrala revolución como sucesivas fases de la revolución misma. Tanto es así quedenomina la última convulsión como “la revolución de Stalin”. Bajo esta últimaagrupa el proceso de colectivización forzosa iniciado en el año 1928, la industrializaciónacelerada, la constitución de los campos de trabajo forzado haciafines de 1932-33 y las grandes purgas de 1937-38. Luego de estas sacudidas,la “sociedad soviética parece recobrar la calma”.El ascenso de la burocracia “soviética” es explicado como una continuidaddel bolchevismo, centralmente a través de la utilización por parte del stalinismode una “retórica” y animosidad fundada en la “lucha de clases”. Así, la colectivizaciónforzosa impuesta al campesinado se fundamenta en la “tradición común”de los bolcheviques de “desconfiar” de la pequeño burguesía, de ver tras el nepistaa un futuro capitalista. Por otro lado, el impulso “superindustrializador”emprendido por la burocracia de Stalin, luego de romper su bloque con losnepistas y un sector del Partido Bolchevique del período previo, es explicadocomo la imposición de una “tradición modernizadora” extendida entre losbolcheviques, llegando incluso a afirmar que para éstos “el socialismo era iguala la sociedad industrial moderna”26. Olvida la autora que si comparamos alstalinismo con la fórmula popularizada por Lenin que definía al Estado obrerocomo “electrificación más soviets”, el ángulo de la democracia soviética estáausente en la orientación “modernizadora” de la burocracia stalinista. Por su

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parte, Trotsky, quien había planteado un programa de industrialización en 1923,critica el giro “superindustrializador” del stalinismo, ya que éste se imponía nopor medio de la democracia soviética sino por métodos burocráticos y que porlo tanto, esta medida “no añade nada nuevo al peso específico del proletariadodentro de la vida política del país”27.Si la opción patriótica de avanzar en la industrialización sin ayuda del “comercioexterior”, como había planteado Trotsky, fue la que finalmente se llevóadelante, esto demuestra para la autora que el camino a recorrer por el régimen,en una u otra de las opciones en pugna, compartía un imaginario común tantoasí como resultados similares28. De esta manera, las contiendas entre las “personalidades”del Partido Bolchevique son confinadas a simples luchas personalesdesestimando cuáles eran las fuerzas sociales que estaban en disputa. (Volver a leer y agregar lo que falta ).

FranÇois Furet en su libro “el pasado de una ilusión” aborda el impacto que causó “la ilusión” del comunismo en Europa desde su aparición en la revolución rusa en 1917 hasta su caída en la década del 90. El autor en su análisis propone explicar que tanto fascismo como el comunismo, fueron dos de los regímenes totalitarios que iban a marcar a fuego la historia de Europa durante todo el siglo xx. Es necesario mencionar a la primera guerra, ya que es de suma importancia para poder entender el por que del surgimiento de estas dos ideologías. Hacia 1917 en Rusia, se dio la primera revolución del proletariado en Europa, Lenin había sido el encargado de llevar al poder al comunismo. De la misma manera, la guerra de 1914 fue caldo de cultivo para el nacimiento de otro movimiento importante en la historia Europea; el fascismo y nazismo. De modo que, la primera guerra mundial iba a ser la gestora de estos dos movimientos. (Hobsbawn lo refuta diciendo que el comunismo parte del marxismo y qe este es un pensador de la modernidad. De este modo nunca puede ser antimoderno).LO REFUTA EMPIRICAMENTE LLEVANDOLO A LO FACTICO.La aparición del fascismo y comunismo no iba a significar otra cosa más que el retorno de la idea revolucionaria en Europa, imagen que no había estado lejos del escenario político desde la revolución francesa. Lo interesante es que la ideología revolucionaria no solo iba a aparecer en la izquierda de la mano del comunismo, sino que el concepto de revolución iba a aparecer asombrosamente en los sectores de derecha de la política de la mano del fascismo. Este acontecimiento es ciertamente llamativo, ya que históricamente la derecha europea se ocupó de rechazar a la idea revolucionaria. Sin embargo, en los años inmediatos de la posguerra, la derecha iba a cambiar de opinión respecto a la idea revolucionaria, hasta tal punto que estos movimientos revolucionarios de la derecha, llegan a tener un apoyo incondicional de las masas que finalmente serán los que los llevarán al poder. En cuanto a la revolución bolchevique de 1917 en relación a la guerra, cabe decir que los comunistas rusos fueron los primeros en salirse del enfrentamiento. De este modo, Rusia se ve fortalecida y utiliza este fortalecimiento para avanzar por toda Europa, argumentando que el conflicto bélico solo era producto del imperialismo, y que el imperialismo solo podía ser vencido por la clase proletaria mundial. En efecto, los Bolcheviques en 1917 iban a tomar como suyo el papel revolucionario dejado de lado desde la revolución francesa. De la misma manera que el comunismo surgió como una aspiración universal, es decir,

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la necesidad de exportar esa revolución por toda Europa y por todo el mundo, el fascismo iba a surgir como una reacción particular nacional. El fascismo como ya se sabe, surge en esos países que habían sido desfavorecidos por la primera guerra, con la necesidad de resaltar el orgullo nacional, el fascismo también surge como un movimiento particular de un país tenía como objetivo defenderse de lo universal. De manera que, su surgimiento está íntimamente ligado al comunismo, ya que en sus orígenes el fascismo se ocupó de resaltar que su política está en contra del bolcheviquismo. Por lo tanto, la primera guerra fue de suma importancia en la historia del siglo xx, esta sirvió como caldo de cultivo de los movimientos emergentes en Europa a principios del siglo, y como consecuencia de esto, se planteó un escenario político distinto, en el cual, tanto comunismo como fascismo fueron las ideologías revolucionarias predominantes. Una vez quedado diseñado el nuevo contexto político, los dos movimientos, empezaron una relación recíproca y constante, en la cual ambos se alimentarían todo el tiempo del otro. El fascismo no dudó en declararse anticomunista en sus comienzos para incorporar adeptos, así como el comunismo se prolongó gracias a su discurso antifascista en la segunda posguerra. Sin embargo, estos dos movimientos tendrían ciertos aspectos en común, fascismo y comunismo reniegan de aquellos símbolos surgidos de la revolución francesa. Ambos detestan a la burguesía y reniegan de la democracia, y ambos emprenden una lucha en contra de estos emblemas de la modernidad, por otro lado, los dos reniegan del capitalismo, sin embargo utilizaron un recurso característico del sistema capitalista: la propaganda. Además existe otro factor en común y a la vez enigmático: el triunfo ideológico de estos, y las consecuencias de sus actos, es decir, es asombroso como estos movimientos tienen tantos adeptos y como los efectos iban a agravarse gracias al fanatismo de sus líderes y seguidores. El exterminio de los judíos por parte del nazismo en nombre de la pureza de la raza aria y la matanza a millones de hombres en manos de Stalin en nombre de la lucha contra la burguesía, evidencia que en nombre de sus ideales comunismo y fascismo llegaron a consecuencias impensadas. Pasando a otro tema, es necesario detenerse en el análisis del impacto de la segunda guerra mundial. Esta, al igual que la primera trazó otro mapa político en Europa, se podría decir también que lo que pasó en el segundo conflicto bélico fue un resultado que el primero había generado. Al término de la segunda guerra, el nazismo había quedado totalmente desacreditado, es mas, todo ciudadano alemán era repudiado y marginado, ya que Alemania había quedado como único responsable de este conflicto mundial. En contraste la Unión soviética había resultado favorecida, ya que su imagen había resultado fortalecida por sus triunfos militares, fue el ejército ruso el encargado de liberar aquellas naciones que estaban ocupadas por los nazis, e incluso fue capaz de invadir a la propia Alemania. Gracias a estos éxitos, la Unión soviética favoreció su imagen en la segunda posguerra. De la misma manera que la primera guerra logró plantear un escenario político, la segunda hizo lo propio. No solo había desaparecido el nazismo- fascismo, y la unión soviética había salido fortalecida, sino que Estados Unidos resultó también favorecido de la guerra. De esta manera, dos potencias iban a enfrentarse, esta vez el comunismo

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no pelearía con el fascismo (aunque si lo usaría como lo veremos más adelante) sino que lo haría con el referente del imperialismo y capitalismo: Estados Unidos. Sin embargo, la Unión soviética no dejó de lado a su eterno rival, al contrario, utilizó hasta donde pudo el discurso antifascista. Esto quiere decir, que si bien Stalin encontró otro enemigo que representaba todo contra lo que lucha el comunismo, no dejó de lado al fascismo, sino que utilizó un discurso antifascista que lo ayudó a validarse como ideología. Como explicamos anteriormente, luego de la guerra, Alemania había quedado sumamente desacreditada y ser alemán en esa época era sinónimo de ser nazi. Una de las cosas que cabe destacar, es que luego de conocidas los campos de concentración judíos, y los horrores a los que fue capaz de llegar el régimen nazi, la imagen alemana había quedado por el piso y toda Europa despreciaba al pueblo alemán. Dado este contexto, Stalin fue muy astuto para darlas vuelta a su favor, es decir, esta circunstancia le fue útil para tratar de cómplices a todas las demás naciones de Europa, dejando en claro de esta manera que la única nación capaz de enfrentarse hasta el final contra Hitler fue la Unión soviética. Con la ayuda de este discurso y de su buena actuación en la guerra, la unión soviética supo crearse una nueva imagen que le sirvió para encaminarse al nuevo enfrentamiento con su nuevo enemigo. Esta nueva imagen de la unión soviética (el único país verdaderamente antifascista) logró motivar ilusiones y creencias a favor al comunismo, sin embargo esto no siempre se correspondía con la realidad. Es necesario mencionar la importancia del ejército rojo, ya que los países que fueron liberados por este fueron los que luego se integrarían al imperialismo soviético, lo que nos hace pensar que el comunismo consiguió adeptos no tanto por la adhesión a esa ideología, sino mas bien al miedo que este ejército inspiraba. Podemos decir de esta manera, que en los países que pertenecieron al imperio soviético, fueron los que realmente vivieron en carne viva lo que realmente era el comunismo que representaba Stalin, es decir, en estos países más bien se terminó la ilusión con respecto al comunismo. Pertenecer al imperio soviético significaba entrar a un régimen totalitario, donde se quedaban negadas las libertades de cada nación y solo se podía hacer lo que se les ordenaba hacer desde Rusia. Solo una única nación se animó a romper las relaciones con Rusia: Yugoslavia. Una vez entrado a la guerra fría y agotado el discurso antifascista la ilusión que despertaba se iba apagando de a poco. La ilusión termina cuando la opresión del sistema comunismo muestra su peor cara: totalitarismo y violencia, dos factores que hacen acordar mucho al nazismo, lo que deja de lado la esperanza que se tenía en el sistema comunista. Por el lado del Oeste, todavía en esos tiempos se fantaseaba con un sistema comunista democrático, igualmente existía una incertidumbre acerca de lo que realmente sería vivir bajo el mando de Stalin, sin embargo los casos provenientes del Este como Checoslovaquia, echaron por tierra esas ilusiones. En otro grado de análisis se puede situar al papel de los intelectuales en los años posteriores a la segunda guerra mundial. En los años inmediatos a la posguerra, los intelectuales de occidente no se animaban a ser críticos al régimen comunista debido a que el discurso antifascista estaba tan arraigado que cualquier mirada crítica al papel del comunismo, iba a pasar a ser catalogado inmediatamente de fascista. George Orwell, el escritor, fue una de las pocas voces que se da cuenta de esta situación,

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según este escritor, en ese momento la unión soviética hizo muchas cosas (actos de un régimen totalitario) que los periodistas e intelectuales que simpatizaban con la unión soviética no daban a conocer. El aire que se respiraba en los círculos intelectuales, era uno muy parecido a la autocensura, en la que los pensadores de la época se contenían de emitir una opinión en contra del comunismo. En los años en los que Stalin había agotado su discurso antifascista, se comenzaron a hacer escuchar voces que no estaban muy de acuerdo con el modo que tenía el mismo de operar. Desde Estados Unidos los intelectuales se declaraban anticomunistas. La voz mas crítica fue la de Hannah Arendt, que en 1951 publicó su libro ( que tenía 3 partes) donde establece una vinculación entre comunismo y nazismo, afirmando que la época de los campos de concentración no ha acabado una vez derrotado el nazismo, ya que de la mano de Stalin las mismas estrategias violentas son llevadas a cabo. La obra de Furet concluye afirmando que tanto comunismo y fascismo no son mas que dos caras de la misma moneda. Aquel comunismo que se declaraba abiertamente antifascista y se creía y afirmaba ser el único opositor a ese movimiento, no representaba mas que una ilusión, porque en realidad el comunismo (mas bien dicho Stalin) no podía morirse del horror al conocer las atrocidades de las que fue capaz de cometer Hitler, porque el también fue capaz de matar a mucha gente, a perseguir a muchas personas y fue el encargado de oprimir a muchos pueblos. A Stalin nunca le tembló la mano para cometer las peores atrocidades en nombre de sus ideales, por eso mismo (según el autor) no se puede hablar del comunismo mas que como una ilusión que pretendía ser la salvación de la opresión que significaba el fascismo, una ilusión que se disfrazaba de antifascista cuando en realidad no estaba muy alejado de ella.

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