Firmeza y Ternura - Charla Padres

19
FIRMEZA Y TERNURA Las dos caras en la educación de los hijos “Para mí, es un acto de fe fundamental creer en la posibilidad de poder liberar el fondo de bondad que existe en el hombre” Paul Ricoeur Como padres solemos cuestionarnos acerca de la educación que les brindamos a nuestros hijos. Por momentos nos sentimos culpables, desorientados y experimentamos toda gama de sentimientos. Deseamos que nuestros hijos logren gozar de una personalidad armónica y una adecuada integración social, en definitiva, que sean felices. Pero, ¿cómo lograrlo? Si bien no existen recetas fijas que se apliquen de igual manera a todos los casos, sí existen dos elementos fundamentales que conjugados, nos pueden ayudar a lograr nuestros objetivos: la firmeza y la ternura. Estas dos son, como dice P. Antonio Cosp “las dos manos del mismo amor”. A. LA FIRMEZA Como sabemos, en la sociedad actual existe una crisis de autoridad dentro de la familia. Esta crisis tiene el efecto de deteriorar el papel de la institución familiar como núcleo básico de la organización social, perjudica la formación para una vida adulta y provechosa e inhabilita a los jóvenes de hoy para educar a la generación siguiente. 1. ¿Qué es la autoridad? El concepto latino de “auctoritas” significa sostener para crecer. En su sentido propio y riguroso, la autoridad se ejerce cabalmente en función de la libertad. La autoridad favorece que la libertad individual no coarte las libertades colectivas ni las de otros individuos. Ejercida en forma auténtica es siempre un servicio a la libertad. Como nos enseña el Dr. Lyford-Pike, en su libro “Ternura y firmeza con los hijos”, la autoridad asertiva o afirmativa significa la permanente puesta en práctica de los derechos y - 1

Transcript of Firmeza y Ternura - Charla Padres

Page 1: Firmeza y Ternura - Charla Padres

FIRMEZA Y TERNURALas dos caras en la educación de los hijos

“Para mí, es un acto de fe fundamental creer en la posibilidad de poder liberar el fondo de bondad que existe en el hombre” Paul Ricoeur

Como padres solemos cuestionarnos acerca de la educación que les brindamos a nuestros hijos. Por momentos nos sentimos culpables, desorientados y experimentamos toda gama de sentimientos.

Deseamos que nuestros hijos logren gozar de una personalidad armónica y una adecuada integración social, en definitiva, que sean felices. Pero, ¿cómo lograrlo? Si bien no existen recetas fijas que se apliquen de igual manera a todos los casos, sí existen dos elementos fundamentales que conjugados, nos pueden ayudar a lograr nuestros objetivos: la firmeza y la ternura. Estas dos son, como dice P. Antonio Cosp “las dos manos del mismo amor”.

A. LA FIRMEZA

Como sabemos, en la sociedad actual existe una crisis de autoridad dentro de la familia. Esta crisis tiene el efecto de deteriorar el papel de la institución familiar como núcleo básico de la organización social, perjudica la formación para una vida adulta y provechosa e inhabilita a los jóvenes de hoy para educar a la generación siguiente.

1. ¿Qué es la autoridad?

El concepto latino de “auctoritas” significa sostener para crecer. En su sentido propio y riguroso, la autoridad se ejerce cabalmente en función de la libertad. La autoridad favorece que la libertad individual no coarte las libertades colectivas ni las de otros individuos. Ejercida en forma auténtica es siempre un servicio a la libertad.

Como nos enseña el Dr. Lyford-Pike, en su libro “Ternura y firmeza con los hijos”, la autoridad asertiva o afirmativa significa la permanente puesta en práctica de los derechos y obligaciones mutuas entre padres e hijos, de manera equilibrada y flexible; es la forma que más ayuda a nuestro hijo en la formación de su personalidad. Por lo tanto, no sólo no se opone a la libertad que proclaman los partidarios de la permisividad, sino que la alienta y la fortalece dentro de un desarrollo íntegro de la personalidad.

2. ¿Por qué es necesaria la autoridad?

Sabido es que el ser humano al nacer es el animal más incompleto, más inacabado, más frágil e indefenso. A su vez en las personas encontramos la presencia del germen del amor y del odio; de lo bueno y de lo malo; de construir y de destruir. Desconocer este desorden innato es un error

- 1

Page 2: Firmeza y Ternura - Charla Padres

antropológico. Este inacabamiento y desorden interno le impone dependencia de los demás para desarrollarse. Así como un árbol joven necesita de un tutor para crecer derecho y firme, el ser humano, necesitará durante la primera parte de su vida, el apoyo afectivo y la guía disciplinada (el ejercicio correcto de la autoridad) de su familia, para funcionar plenamente en esa esfera y en el entorno más amplio de la sociedad.

La vida va mostrando los límites naturales. Si el niño, al gatear, tropieza con la pata de una mesa y pretende que ésta se retire, aprenderá que su llanto y bronca tropieza con la firmeza de la mesa. Así va descubriendo que posee un espacio que le pertenece y del cual es responsable y otro que tiene otro dueño, que tiene derecho a ser firme con lo suyo y con la verdad y que debe respetar los derechos de otro.

Este proceso de asumir lo propio y respetar lo ajeno va armando, en el ser humano, algo así como una columna vertebral de la conducta. Sin ella somos invadidos y nos convertimos en víctimas o avasallamos el campo de otro entrando en un área de conflictos permanentes. Poseer esa columna interior es fruto del aprendizaje, gracias, especialmente a la firmeza que se nos regaló a lo largo de la vida. Esto lo podemos ver con más claridad si pensamos en lo necesarias que son las señales de tránsito, los semáforos y las líneas pintadas a lo largo del camino cuando manejamos el auto.

En nuestros recuerdos aparece siempre una persona que fue sinónimo de firmeza. Si la brindó con respeto y, supo a la vez, fortalecer el respeto por nosotros mismos, nuestra autovaloración, la recordaremos con la misma gratitud con la que recordamos a los que nos regalaron comprensión y calidez.

En una clara expresión de Tagore, el río que avanza y choca con las orillas, sufre con este límite. Sin embargo la función de la orilla es esencial para el río. Le indica: “sigue, sigue hacia el mar, no te conviertas en agua estancada y putrefacta”.

La autoridad paterna y materna tiene una gran importancia en la constitución de esta columna vertebral de nuestro comportamiento. En primera instancia sentimos a la autoridad como negativa, como negadora de la libertad y limitante del desarrollo. Y aunque es verdad que mal ejercida es destructora, bien llevada es una herramienta fundamental del amor para nuestra vida.

Es necesario el ejercicio de la autoridad, inspirado en el amor, porque la firmeza significa limitar y exigir para lograr desarrollar lo que potencialmente está en aquel que amamos. Es hacer provisoriamente del tutor, orilla, columna vertebral para que nuestro hijo logre su plenitud. Por un lado, es indispensable estar tan unido al tú que sabemos lo que necesita y lo que puede dar. Nuestra actitud firme debe llevar a motivarlo y a exigirle para que desarrolle lo que puede. No descansamos hasta ver logrado el objetivo o hasta descubrir que realmente no puede. Por otro lado, por cada exigencia que ponemos a otro debemos ponernos 99 a nosotros mismos. Toda exigencia que pongamos debe estar saturada de amor.

- 2

Page 3: Firmeza y Ternura - Charla Padres

3. ¿Qué capacidades debemos desarrollar en el ejercicio de la autoridad?

Según el Dr. Lyford-Pike, es de gran utilidad desarrollar tres capacidades claves en el ejercicio de la autoridad:

Hablar claro: significa la forma más conveniente de expresarnos para asegurarnos que nuestros hijos nos escuchan. La comunicación asertiva requiere de los padres hablar en forma adecuada, utilizar algunas simples técnicas no verbales para reforzar las palabras, saber cómo manejar las discusiones y la frecuente actitud argumentativa de los niños y reconocer las buenas conductas.

Respaldar las palabras con hechos: para todos los niños, los hechos son más elocuentes que las palabras porque les demuestran claramente y sin posibilidad alguna de duda que no nos limitamos a hablar sino que también ejecutamos las acciones correctivas cuando es necesario. Estas acciones deben ser planificadas previamente por nosotros como padres, para estar listos a responder con hechos; hablándoles asertivamente a nuestros hijos cuando éstos no escuchan ni obedecen.

Establecer reglas de juego: cubre la respuesta sistematizada de los padres a la conducta inadecuada de los hijos cuando la comunicación asertiva y el respaldo de palabras con hechos no son suficientes. El establecimiento anticipado de las reglas del juego les informa a los niños, claramente y de antemano, que tal conducta impropia específica provocará inevitablemente tal respuesta específica de los padres.

4. ¿Cómo comunicar los límites en forma efectiva?

Los padres somos los primeros responsables de la educación de los hijos. Es una tarea indelegable; la escuela o el Estado, por ejemplo, no pueden asumir nuestro rol. Somos el apoyo y la esperanza de nuestros hijos mientras les vamos enseñando a sostenerse por sí mismos, al igual que la vara o “tutor” que se coloca junto a un árbol recién plantado para asegurar que crezca derecho.

La autoridad paterna cumple su función educativa cuando se ejerce con cariño, estímulo y paciencia. La ausencia de estos requisitos esenciales la convierte en un autoritarismo cuyas consecuencias son tan perniciosas como la equivocada permisividad que ha invadido tantas sociedades modernas.

Ante las conductas inapropiadas de los hijos, el mensaje sería “te queremos demasiado como para dejar que te portes así”. No es una contradicción quererlos mucho y exigirles. Hay que tener en cuenta que también se demuestra autoridad cuando se es capaz de estimular positivamente los cambios que van manifestando y cuando se reconocen los propios errores.

El ejercicio adecuado de la autoridad se facilita con la aplicación de lo que el Dr. Lyford-Pike llama la Educación de la Personalidad (EP). Esto significa:

Hacer valer eficazmente los derechos propios al mismo tiempo que respetar los derechos de nuestros hijos.

- 3

Page 4: Firmeza y Ternura - Charla Padres

Lograr que los hijos perciban y entiendan nuestro mensaje, incluyendo nuestros deseos, intereses y estados emocionales en el proceso de educación.

Tomar decisiones sobre lo que corresponde hacer con respecto a los hijos y llevarlas a cabo sin cambios de posición que signifiquen una claudicación.

Si la indicación no es clara, comprensible y directa, nuestro hijo se sentirá menos inducido a cumplirla. Lo mismo sucede si no estamos seguros o nos sentimos culpables. Si anunciamos una decisión, pero luego damos marcha atrás, el niño absorberá el mensaje ineficaz de que tiene margen para eludir el cumplimiento, tanto en ese momento como en casos futuros.

La búsqueda de la aproximación psicológica como, por ejemplo, hablar con los hijos sobre los motivos de su mala conducta, es correcta, pero incompleta. Es como si fuera una sola cara de la moneda si no va acompañada de un mensaje, claro y preciso de lo que los padres esperamos de nuestros hijos, y cuáles son los medios para corregirlos.

Las cuatro técnicas de comunicación, que nos llevarán a respuestas eficaces, son:

a. Adecuado lenguaje asertivo:Al hablar a nuestros hijos debemos ser concretos. Evitemos frases vagas

e imprecisas como “sé bueno” o “pórtate bien”, que reflejan apenas la expresión de un deseo, pero no transmiten la instrucción precisa de un mensaje claro, calmo y firme. Por ejemplo: “Te entiendo que quieras seguir jugando, pero ya es la hora de comer y quiero que guardes esos juguetes en su lugar inmediatamente”.

b. Mensajes sin palabras:Para que una instrucción tenga el necesario efecto, es tan importante lo

que le decimos a nuestros hijos como la forma en que lo decimos. Debemos tener en cuenta lo siguiente:

no pedir algo ni dar una orden gritando; hablar siempre en tono firme, pero calmo; transmitir tranquilidad al dar una orden o instrucción, lo cual le

comunicará al niño que somos los que controlamos la situación; hablar siempre a los hijos mirándolos a los ojos; usar gestos no intimidatorios, por ejemplo, con las manos, para dar

mayor énfasis y fuerza a nuestras palabras.En muchos casos, la mano de un padre sobre el hombro del niño tendrá

más peso y significado que las palabras.

c. Manejo de las discusiones:Se recomiendan técnicas (sobre todo para aplicar con niños) para

manejar las situaciones que se presentan cuando los hijos, en vez de obedecer una orden paterna, responden con diferentes tipos de argumentos para plantear una discusión.

Técnica del disco rayado:

- 4

Page 5: Firmeza y Ternura - Charla Padres

En general, los adultos ignoramos que es imposible ganarle una discusión a un niño. Esta técnica es para evitar que los hijos nos lleven a discusiones inútiles y mantenernos en nuestro objetivo. El nombre refleja el hecho de que debemos seguir repitiendo lo mismo hasta lograr la aceptación del mensaje.

Para alcanzarlo debemos tener en cuenta lo siguiente:- determinar claramente qué es lo que queremos que nuestro hijo haga.- continuar repitiendo lo que queremos que haga y no contestar a sus argumentos.- si nuestro hijo todavía no responde, debemos estar dispuestos a respaldar nuestras palabras con hechos.

Por ejemplo:Madre: “Tomás, por favor, ¿puedes recoger tus juguetes? Están tirados por todo el cuarto”.Tomás: “¿Por qué siempre tengo que juntarlos yo? Germán nunca los junta.”Madre: (con voz tranquila) “Ese no es el tema. Yo quiero que tú levantes los juguetes” (repetición, disco rayado).Tomás: “Está bien, ya te escuché, ya los levanto”.

Técnica del banco de niebla:Esto significa que hacemos el intento que nuestros hijos no nos saquen

de las casillas. Consiste en aislarnos de las intenciones manipulativas de los hijos, como cuando pasa que una persona o un barco penetra en un banco de niebla y queda aislado de lo que lo rodea. Por ejemplo: Tomás: “¡Eres una mala!”.Madre (calmadamente): “Puede ser que a ti te parezca que soy mala” (banco de niebla).Tomás: “Siempre me rezongas a mí”.Madre: “Puede ser que tú creas que siempre te rezongo a ti” (banco de niebla).

Técnica de interrogación negativa:Una respuesta hostil de un hijo esconde, a veces con agresividad, la

verdadera razón de su descontento. Esta técnica lo va conduciendo gradualmente hasta llegar al motivo real de la respuesta agresiva inicial. Por ejemplo:En el día de su cumpleaños...María: “La torta está espantosa”.Madre: “¿Qué es lo que tiene la torta de espantosa? (interrogación negativa).María: “Que quedó fea”.Madre: “¿Qué tiene para estar fea?” (interrogación negativa).María: “Que mis compañeras se van a reír” (se llega al punto que verdaderamente afecta a la niña).Madre: “¿Por qué crees que se van a reír?”María: “Siempre se burlan de mí y me pelean, no quieren jugar conmigo”.Madre: “¿Y sólo se burlan de ti?”María: “Sí”.Madre: “Pero a veces se deben burlar también de otras chicas, no?”.María: “Sí, a veces sí”.Madre: “¿Y no te parece que lo hacen para hacerte enojar y divertirse un rato?”María: “Sí, yo me enojo y dejo de jugar con ellas”.Madre: “¿Y qué podrías hacer para no enojarte y seguir jugando?” María: “No hacerles caso”.

- 5

Page 6: Firmeza y Ternura - Charla Padres

Madre: “Muy bien, crees que esa es la forma en que evitarás que se rían de ti”. Técnica de extinción:

Todo estímulo que no es respondido, se extingue. Cuando no se responde a un reclamo inadecuado de los hijos, habrá inicialmente una explosión de llanto para captar la atención y forjar una respuesta favorable. Luego, esta se irá extinguiendo poco a poco. Es imprescindible tener fortaleza para no ceder.

Técnica tiempo fuera:Consiste en terminar con el comportamiento indeseado de un niño

separándolo de la situación inconveniente donde se produce su mala conducta. Por ejemplo: un niño tira pedacitos de pan durante la comida y sus hermanos se ríen. Lo más eficaz será llevarlo a comer solo.

d. Reconocimiento de las buenas conductas:

La medida del equilibrio con la que debemos tratar a nuestros hijos es establecer las medidas disciplinarias y luego, una vez mejorada la conducta, hacerles saber nuestra satisfacción por el resultado.

A menudo los padres no percibimos la importancia del reconocimiento y el aliento cuando los hijos se comportan adecuadamente. Es importante tener en cuenta que el buen estado emocional de los niños requiere que tengan confianza en sí mismos. Para lograr esto, el reconocimiento de los padres ocupa un rol preponderante.

Nuestro hijo necesita nuestra atención. Si no la obtiene portándose en forma deseable y positiva, la buscará actuando en forma indeseable y negativa. El reconocimiento auténtico, en el volumen y momento adecuados, demuestra al niño la atención y la preocupación paternas y lo ayuda a mantenerse en el buen camino. También una sonrisa, un gesto, una palmada en el hombro comunican el apoyo y el reconocimiento de una conducta apropiada de nuestro hijo. Por ejemplo: “¡Qué bien lo hiciste!”, “¡Qué bien que preparaste tus cosas solo!”, “Te felicito por lo bien que hiciste tus deberes”.

Stephen Covey, autor de varios libros, comenta que su madre le solía decir muy a menudo: “Eres una persona maravillosa”. Él asegura que ese mensaje permanente le ayudó a alcanzar grandes objetivos en su vida.

5. ¿Qué es lo que no debemos hacer al poner límites?

Antes de encausar la conducta inadecuada de los hijos, es conveniente evaluar la forma en que respondemos habitualmente cuando éstos no nos escuchan. Según el Dr. Lyford-Pike las respuestas ineficaces de los padres se agrupan en dos categorías:

a. Inseguras: se refiere a que los padres no establecen claramente a sus hijos lo que esperan de ellos o no respaldan sus palabras con hechos.

Afirmación inefectiva:

- 6

Page 7: Firmeza y Ternura - Charla Padres

Las indicaciones en forma de pregunta, no sólo no transmiten claramente lo que se espera de los hijos, sino que además manifiestan falta de convicción, debilidad o inseguridad por parte de quien las hace. Por ejemplo:Madre: “Te pedí que ordenaras tu cuarto, pero aún no lo haces. ¿Cuántas veces tengo que decirte que ordenes tus cosas?”.

La mayoría de los hijos son plenamente conscientes de que están haciendo algo inadecuado. Decirles sólo lo que están haciendo mal constituye un mensaje incompleto porque no transmite en forma clara y definida lo que queremos que hagan y cuándo deben hacerlo. Por ejemplo: “Todavía no haces lo que te pedí”.

Preguntas: El pedido paterno no funciona porque raramente el hijo puede o quiere

explicarle el motivo de su comportamiento impropio. Por ejemplo: “Cuántas veces tengo que decirte que termines los deberes?”, “por qué te portas mal conmigo? o “por qué no me haces caso?”

La pregunta de la madre es insegura porque sólo transmite disgusto materno sin expresar autoridad.

Ruego:Por ejemplo: Madre: “Anda a acostarte”.Hijo: “No tengo sueño”.Madre: “Es tarde y estoy cansada. Por favor, te vas a acostar”.Hijo: “Pero no estoy cansado”.Madre: “Pero yo sí. Por favor... anda a dormir...”.

Cuando los padres ruegan, están pidiendo a los hijos que les tengan compasión. Se transmite una imagen paterna de fragilidad y debilidad que induce a la desobediencia.

Ignorar la desobediencia:Dar una orden sin verificar que se cumpla, es como decirle al niño:

“Tengo que darte esta orden..., pero si no me haces caso, no te preocupes porque no te pasará nada”. Proceder así es minar la educación en sus cimientos.

b. Respuestas hostiles o agresivas: representan una mezcla equivocada de autoritarismo y exasperación de nosotros como padres para lograr que los hijos se comporten de determinada manera. La respuesta hostil aleja al hijo porque lo hace sentirse rechazado por su padre.Cuanto más gritemos a nuestros hijos, más transmitiremos nuestra

pérdida de control y debilidad, haciendo que el mensaje carezca de autoridad. Formas de disminuirlos:

Por ejemplo: “Me vuelves loca”. “Eres un desastre”. Amenazas sin contenido:

Por ejemplo: “Ya te la vas a ligar”. “Me las vas a pagar todas juntas”. “Si sigues portándote mal te voy a ....”.

Cuanto más gritemos a nuestro hijo, más inefectivo será. El castigo debe tener un comienzo y un final. Cuando es excesivo, es frecuente que los padres

- 7

Page 8: Firmeza y Ternura - Charla Padres

den marcha atrás, pasando así el mensaje de que pueden “salirse con la suya” debido a su incoherencia.

Penitencias excesivas:Cuando nos damos cuenta de que la penitencia es excesivamente

severa, muchas veces retrocedemos, lo que le da al niño un mensaje de debilidad e inconsistencia paterna. Pero otras, es un desahogo en un momento de frustración. La penitencia pensada de antemano y con tranquilidad y de volumen acorde a la conducta impropia es generalmente útil.

Castigos físicos:Los tirones de pelo, empujones o golpes son casi siempre resultado de

una explosión paterna impensada, con efecto negativo sobre la educación del niño. No conviene llegar a la agresión física.

6. ¿Cuáles son las clases de familias según cómo se ejerza la autoridad?

A través de estas páginas hemos reflexionado acerca de la importancia del rol de los padres como autoridad. Analizaremos las características propias de las tres clases de familias en el ejercicio de la autoridad para identificar las nuestras y así poder hacer las modificaciones necesarias.

La profesora Barbara Coloroso en su libro: “Padres respetuosos, hijos responsables”, explica que existen tres clases de familias según la estructura que las mantiene unidas.

- 8

a. La familia claustro: “Los niños necesitan padres que sean modelos de autodisciplina antes que predicadores de la misma. Aprenden de lo que sus padres efectivamente hacen... Cuando los padres exigen una rígida disciplina (y no practican lo que dicen), el niño resulta demasiado disciplinado... Un niño así es rígido, obsesivo, excesivamente controlado y obediente, ansioso por agradar a la gente y dominado por la vergüenza y por la culpa” (John Bradshaw).

En la familia claustro, los niños son controlados, manejados y obligados a permanecer en estado de alerta. Sus sentimientos son ignorados, ridiculizados o negados. Los padres supervisan, dan sermones, ordenan, amenazan, recuerdan y se preocupan en exceso. La familia claustro es, en esencia, una dictadura.

Las características básicas de una familia claustro son: Jerarquía de control: “Aquí mando yo”. Letanía de reglas estrictas: “Te quedarás aquí sentado toda la noche hasta que te termines la

sopa”. Puntualidad, limpieza, orden: “Debes estar en casa a medianoche, ni un minuto más tarde”. Rígida aplicación de reglas mediante la violencia de amenazas concretas o imaginarias: “¡Abre

la boca, ya te dije que si volvías a decir esa palabra te lavaría la boca con jabón!”. Intentos de quebrar la voluntad y el espíritu del niño mediante el miedo y el castigo: “Deja ya de

llorar, o te daré motivos para el llanto”. Aprendizaje de hábitos y rituales estrictos: “Mientras vivas en esta casa, vendrás a misa con

nosotros”. Uso de la humillación: “¿Cómo puedes ser tan tonto?”. Uso alternativo de amenazas y sobornos: “Llegas a encender la televisión y te quedarás en tu

cuarto el resto del día”. Marcado énfasis en la competencia: “Eres mi hijo favorito, te quiero más que a nadie”. Las enseñanzas tienen lugar en un clima de temor: “Nos decepcionarás si tus notas no

alcanzaran para entrar a la universidad”. El amor está totalmente condicionado: “Si te portas bien, te quiero. Si no te portas bien, no te

quiero más”. Roles sexuales estrictos y discriminados: “Los hombres no lloran, no seas maricón”. Enseñar qué se debe pensar y no cómo pensar: Si a los niños se les enseña qué deben pensar,

resultan más fáciles de manejar. “Haz que papá se sienta orgulloso de ti”. Riesgo de promiscuidad sexual, consumo de drogas y suicidio: En virtud de la carencia de una

sólida autoestima, los niños poseen un fuerte sentimiento de odio hacia sí mismos, ira reprimida y furia. “Soy fácil, ámame, haré todo lo que tú quieras”.

Negativa a reconocer la necesidad de ayuda: “Papá no está borracho, sólo necesita dormir un poco. Ha estado trabajando demasiado”.Las familias claustro dan pocas oportunidades a sus hijos para que descubran quiénes son y

quiénes llegarán a ser. No les permiten expresar sus opiniones ni sentimientos. Suelen volverse dóciles y apáticos, fácilmente manejables por cualquier figura con autoridad. Al llegar a adultos pueden formar pareja con personas que los controlan. Pueden maltratar a sus propios hijos y perpetuar el círculo vicioso.

Page 9: Firmeza y Ternura - Charla Padres

- 9

b. La familia gelatina:“Los niños que crecen en una atmósfera en la que faltan el amor y el cuidado o en la que se dan de manera incongruente, entran en la adultez... sin tener un sentido de seguridad interior, más bien, tienen... un sentimiento de “no tengo lo suficiente y la sensación de que el mundo es imprevisible y nada generoso, y la de que ellos mismos son poco queribles y poco valiosos” (Scott Peck).

El extremo opuesto a la familia claustro es la familia gelatina, aquella que carece de una estructura firme. Se puede dividir en dos clases, aunque el efecto sobre los hijos es el mismo:

Familia gelatina de tipo A:La forma un progenitor proveniente de una familia claustro que se compromete a no criar a sus

hijos tal como él fue criado. Este progenitor sólo sabe actuar de acuerdo a reglas y reacciona según los miedos. Como teme repetir el abuso del que fue víctima, se vuelve extremadamente laxo en la disciplina y tiende a asfixiar a sus hijos. Todo lo que el hijo desea, lo obtiene. Reina el caos en temas como la hora de ir a la cama, la de las comidas, las tareas, los permisos, la resolución de conflictos, etc.

Familia gelatina de tipo B:La forma un progenitor que psicológica o físicamente abandona a sus hijos obligándolos a

valerse por sus propios medios. Este padre tiene problemas personales que lo mantienen totalmente centrado en sí mismo. No hay nadie en casa que asuma la crianza. Los hijos se sienten abandonados y comienzan a desconfiar de los demás.

Las características fundamentales de una familia gelatina son: Caos y anarquía en el entorno físico y emocional: “Espera, déjame encontrar un lápiz en medio

de este embrollo... ¡Niños, no hagan lío!”. Carencia de estructuras reconocibles, de reglas, de pautas: “Los niños comen cuando tienen

ganas, si engordan, engordan, no es culpa mía”. Castigos y recompensas inesperados y autoritarios: “Eres una niña tan dulce que te compraré

ese vestido que viste ayer”. Los sermones y los desprecios son herramientas utilizadas en las relaciones: “Si no te hubieras

gastado todo el dinero en esos juguetes insignificantes, ahora tendrías para comprar ese que te interesa”.

Segundas oportunidades que se otorgan arbitrariamente: “Ya sé que te dije que si abollabas el auto, tendrías que pagarlo. Esta vez lo pagaré yo, pero la próxima tendrás que pagarlo tú, te lo aseguro”.

Las amenazas y los sobornos son algo de todos los días: “Si te sacas un excelente, te daré $10”. Todo tiene lugar en una atmósfera de caos: “Nunca hay tiempo para sentarnos y comer todos

juntos”. Las emociones gobiernan el comportamiento de los padres y los hijos: “Estoy demasiado

deprimida y cansada para levantarme del sofá y preparar la comida para los chicos”. Los niños aprenden que el amor está totalmente condicionado: “Te querría mucho más si te

cortaras el pelo”. Los niños son fácilmente dominados por sus pares: “No quedarás embarazada, te lo aseguro”. Existe el riesgo de promiscuidad sexual, consumo de drogas y suicidio: A falta de una sólida

autoestima, los hijos buscan afecto y aprobación mediante la actividad sexual, un sentido de pertenencia o de huida por medio de las drogas y una forma de evadirse del dolor en el suicidio.

Los padres son indiferentes con respecto a los principales problemas de la familia y no aciertan a reconocer la necesidad de buscar ayuda.

Los hijos se vuelven insoportables, maleducados, asustados y vengativos. Tienden a ser pesimistas y temen expresarse.

En una familia claustro o gelatina, los hijos pueden sobrevivir pero no pueden madurar plenamente.

Page 10: Firmeza y Ternura - Charla Padres

- 10

c. Familia pilar:“La capacidad de vivir una vida basada en el amor, de ser no violentos, de ser generosos y de respetar los derechos y las necesidades de los demás, provienen de haber sido generosa y consideradamente amados y respetados” (Rita Nakasima Brock).

La familia pilar no es jerárquica, burocrática ni violenta. Los padres no exigen respeto, lo demuestran y lo enseñan. Los hijos aprenden a desafiar la autoridad que no es dadora de vida. Aprenden que pueden decir que no, que pueden escuchar y ser escuchados, que pueden ser respetuosos y respetados. La familia pilar aporta coherencia, firmeza y ecuanimidad, así como la tranquila y serena estructura que necesitan los niños para completar la percepción de su verdadero yo. Los niños son estimulados y crecen para transmitir a los demás lo que han aprendido acerca del potencial del espíritu humano.

Las características básicas de una familia pilar son: Los padres tejen una red de contención para sus hijos, gracias a seis mensajes fundamentales

que son transmitidos día a día:- creo en ti;- confío en ti;- sé que podrás manejar las diferentes situaciones de la vida;- eres escuchado;- eres atendido;- eres muy importante para mí.

La democracia se aprende en la experiencia. Se crea un ámbito propicio para la actividad creativa, constructiva y responsable. Las reglas se establecen con sencillez y claridad. Las consecuencias de un comportamiento irresponsable son naturales o razonables. La disciplina se maneja con autoridad que da vida al aprendizaje de los niños : A éstos se les

muestra qué han hecho mal, se les ofrecen maneras de solucionarlo. Su dignidad se deja a salvo. A los niños se les motiva para ser todo lo que puedan llegar a ser. Los niños reciben muchas sonrisas, abrazos y buen humor. Los hijos tienen una segunda oportunidad: “Puedes volver a conducir el auto después de que

hables con la compañía de seguros y arregles un plan para la reparación del guardabarros trasero. Hasta entonces, tendrás que caminar, andar en bicicleta o tomar un micro”.

Los hijos aprenden a aceptar sus propios sentimientos y a proceder responsablemente de acuerdo a esos sentimientos gracias a un fuerte sentido de autoconocimiento.

La competencia y la cooperación se aprenden y se estimulan mediante ejemplos. El amor es incondicional. A los niños se les enseña cómo pensar: “¿Puedes decirme cómo te sientes y qué piensas que

podemos hacer para solucionar ese problema?”. Los hijos son alejados de la promiscuidad sexual, el consumo de drogas y el suicidio mediante

refuerzo cotidiano de mensajes que promueven autoestima. La familia está dispuesta a buscar ayuda: Los problemas no se ocultan o se niegan.

En nuestra condición de padres, podemos proporcionar a nuestros hijos tanto estabilidad como flexibilidad, y la posibilidad de madurar en una estructura física, afectiva y moral dentro de nuestros hogares: una familia pilar. Sabemos que tanto nuestros hijos como nosotros nos merecemos el esfuerzo que significa cuestionar el pasado y establecer una nueva estructura que sustente nuestro hogar. Requiere de un compromiso constante con nosotros mismos y con nuestros hijos.

Page 11: Firmeza y Ternura - Charla Padres

7. ¿Cómo convertir la norma en un valor?

Los valores mueven la conducta desde adentro hacia afuera. Por el contrario, las normas mueven la conducta desde afuera hacia adentro. Las normas son externas, vienen desde afuera y ordenan hacia adentro. Los valores son internos y conducen desde adentro.

Nuestros hijos pueden obedecer las normas o las órdenes sin comprenderlas, esperando únicamente evitar el castigo o una sanción. Entonces, cuando nadie los ve y nadie los puede sancionar, transgreden la norma. Pueden también obedecer las normas porque descubren el valor que se encuentra detrás de ellas. Entonces la norma tiene un sentido para ellos. Por ejemplo, nuestros hijos pueden evitar peleas con sus compañeros para no ser amonestados o pueden hacerlo por respeto a los demás. En un plano adulto, podemos cumplir con las señales de tránsito para que no nos pongan una multa o por respetar y cuidar nuestra vida y la de los demás.

Cuando, como padres, nos esforzamos en que nuestros hijos descubran el valor que está expresando la norma, se produce una integración en la conducta, una razón de ser en el hacer y la norma entonces se hace humana y personalizante. En este caso, nuestro hijo hace lo que realmente quiere, lo que significa un valor digno de realizarse. Por eso la comunicación y especialmente la escucha empática es tan importante, porque conduce al descubrimiento de valores.

La relación entre norma (por ejemplo: estudiar porque sino vendrá una penitencia) y valor (estudiar porque es importante aprender) es similar a la relación entre la motivación extrínseca (estudiar porque se exige y para evitar una penitencia) y motivación intrínseca (estudiar porque es importante aprender). Al comienzo en la educación y mientras menores sean nuestros hijos aplicaremos más la norma y la motivación extrínseca. Sin embargo, esto se debe hacer con el fin de que descubran el valor en la norma y estén motivados intrínsecamente.

- 11

Page 12: Firmeza y Ternura - Charla Padres

Como nos dice el P. Horacio Sosa en su libro: “Educar es sembrar valores”, si la tarea de educar consiste en señalar caminos que permitan acceder a la verdad, será desde este caminar como el educando, en este caso nuestro hijo, irá descubriendo y asumiendo valores que le permita ser en plenitud.

B. LA TERNURA

1. ¿Cuáles son los principios fundamentales para ejercer la ternura con nuestros hijos?:

a. Aceptar a nuestro hijo y demostrárselo:

El Dr. Thomas Gordon en su libro: “Padres eficaz y técnicamente preparados” afirma que cuando una persona es capaz de sentir y comunicar aceptación genuina a otra persona, posee la capacidad de ser un poderoso agente de ayuda e influencia para ella. Relata una paradoja sencilla pero maravillosa de la vida: cuando un hijo siente que es verdaderamente aceptado por sus padres, tal como es, entonces se siente libre de tomar esa aceptación como punto de partida y empezar a pensar cómo quiere cambiar, cómo quiere crecer, cómo puede llegar a ser más de lo que es capaz de ser.

La aceptación es como la tierra fértil, permite que una pequeña semilla llegue a convertirse en la hermosa flor que está latente en ella. La tierra sólo ayuda a la semilla a florecer; libera la capacidad que tiene para crecer, aunque la capacidad está adentro de ella. Como la semilla, nuestro hijo contiene enteramente dentro de su organismo la capacidad para desarrollarse. La aceptación es como la tierra: nada más permite al niño actualizar su potencial. De todos los efectos de la aceptación, ninguno es tan importante como el sentimiento interior que nuestro hijo experimenta de sentirse amado. Esto se logra si, como padres, somos capaces de demostrarlo con autenticidad, ya sea a través de palabras, gestos o manifestaciones de cariño como el abrazo.

¿Por qué la aceptación paternal es una influencia positiva tan significativa para los hijos? La mayoría de las personas cree que si acepta a su hijo, éste va a permanecer tal como es; que el mejor modo de ayudarlo es que se convierta en algo mejor en el futuro. Para ello sería necesario decirle lo que no se acepta de él ahora. Esto hace que la tierra proporcionada por los padres sea árida, áspera, llena de evaluaciones, juicios, críticas, moralejas y sermones que expresan falta de aceptación del hijo tal como es. El relato de una niña de 13 años que está empezando a rebelarse contra los valores de sus padres nos aclara este punto: “Me dicen tan seguido lo mala que soy, que mis ideas son estúpidas y que no se puede confiar en mí, que sólo hago cosas que a ellos no les gusta. Si ya opinan que soy mala y estúpida, entonces me sigo portando igual y hago esas cosas.”

La aceptación de los hijos es un tema complejo porque está íntimamente relacionado con el nivel de conformidad y aceptación personal. Un padre, que se acepta a sí mismo tal cual es y presenta una elevada autoestima, tiende a aceptar a su hijo con facilidad. Lo contrario sucede en el caso del padre que

- 12

Page 13: Firmeza y Ternura - Charla Padres

tiene sentimientos de inferioridad y disconformidad consigo mismo, tiende a ser crítico y a no aceptar a su hijo tal cual es.

b. Creer en la bondad de nuestro hijo:

Esto significa “jugarnos” por todo lo bueno que hay en él porque creemos y confiamos plenamente en éste.

Si trato a alguien por lo que parece ser de negativo y de acuerdo a sus falencias y limitaciones, si mi fe en su persona y en su futuro se nutre del pesimismo, nuestra actitud afianzará su ser negativo. Si trato a alguien con el asombro del que ve sus capacidades, hoy quizás pequeñas pero con la certeza de que se reduplicarán, le ayudaré a llegar lejos en su vida. La autoestima de nuestros hijos depende, en gran parte, de la imagen que tengamos de ellos y de lo que esperemos.

L. Evely, citada en el libro de P. Antonio Cosp nos puede iluminar en este sentido: “Amar a un ser es creer, es esperar en él siempre. Los padres que no creen ya en las infinitas posibilidades de bien que encierran los corazones de sus hijos, no los aman, no tienen bastante fe y valor para amarlos. Entonces, los hijos se vuelven hacia el exterior, buscan alrededor de ellos un amigo, una amiga, un maestro, alguien que sabrá creer de nuevo en ellos y que les permita crecer. Quien nos ama y cree en nosotros nos lleva a atrevernos a ser mucho mejores, más tiernos, más vulnerables, más generosos que con ningún otro.Amar a alguien es dirigirle la llamada más fuerte y más imperiosa, es despertar en él un ser escondido y mudo que no puede resistirse a nuestra voz, un ser tan nuevo que ni siquiera el que lo lleva lo conoce, y tan sincero, sin embargo, que no puede dejar de reconocerlo, cuando surge pujante desde su entraña.” (Nuestro Padre, ed. Atenas, Madrid, pg.43-44).

Un corazón creyente es un corazón enaltecedor. Éste logra liberarse de la convicción que lo que educa es el exigir y protestar cada vez que el otro se comporta inadecuadamente. Es el amor que cree en lo mejor de nuestro hijo.

Como vemos, esta actitud proviene de una perspectiva optimista, de un paradigma que nos llevará a actuar de tal manera que seremos un estímulo muy importante para que nuestro hijo dé lo mejor de él mismo.

c. Comprender a nuestro hijo:

La palabra comprender nace a partir del verbo latino comprehendere que significa abarcar, tomar. Como nos enseña el Dr. Castellá: ¿qué se abarca y qué se toma con la comprensión? El alma de otra persona. La comprensión penetra y capta la interioridad del prójimo. Y quien abarca el alma del semejante puede establecer qué le está sucediendo a éste. Con más razón esta comprensión es fundamental cuando se trata de nuestro hijo, cuando se trata de abarcar su alma.

- 13

Page 14: Firmeza y Ternura - Charla Padres

Romano Guardini expresa que “la comprensión significa saber leer y escuchar lo que se pretende en el interior, partiendo de lo observado exteriormente”. La comprensión no se deja engañar por lo aparente o por lo que muestra. Agudiza la mirada, afina la percepción y sabe ahondar en la riqueza del alma humana. Así devela motivaciones, expone a la luz razones que hacen inteligible la conducta.

Romano Guardini explica que “el comienzo de toda comprensión reside en que uno conceda al otro lo que es; que no lo considere con los ojos del egoísmo, que por interés propio, le prescribe cómo ha de ser, sino con los ojos de la libertad, que empieza por decir: sé el que eres, y luego: ahora querría saber cómo eres y por qué”. Esta es la actitud con la que empieza toda comprensión. Presupone que se dé a nuestro hijo el derecho a ser él mismo, que se lo considere como un ser que tiene un centro original, sus deseos y derechos propios. Sólo entonces se puede preguntar con perspectiva de éxito: ¿por qué hace esto?, y hacernos preguntas que nos lleven a comprenderlo acabadamente.

De acuerdo al principio “procura comprender y después ser comprendido”, enseñado por Stephen Covey, una vez que hemos logrado comprender a nuestro hijo, podemos buscar la forma de comunicar, con claridad, lo que deseamos que él comprenda. Si él no lo logra es necesario que nos cuestionemos si estamos siendo buenos emisores.

d. Prestar atención a las pequeñas cosas:

Es importante que, como padres, prestemos atención a los detalles en la vida de nuestros hijos, como por ejemplo, sus estados de ánimo, pensamientos, cuestionamientos, amistades, etc. Las pequeñas bondades y atenciones son muy importantes. Las pequeñas faltas de respeto van minando poco a poco una relación.

e. Mantener los compromisos:

Respetar un compromiso o una promesa es sumamente importante; romperlo representa una pérdida de confianza. No debemos hacer nunca una promesa que no podamos mantener.

f. Aclarar las expectativas:

Como padres debemos ser claros y explícitos en cuanto a las expectativas, ¿qué es lo que esperamos de nuestro hijo?. A veces nos sucede que tenemos expectativas implícitas y suponemos que nuestros hijos deben “adivinar” cuáles son. Como consecuencia pueden surgir incomprensiones y fracturas en la comunicación

g. Demostrar integridad personal:

- 14

Page 15: Firmeza y Ternura - Charla Padres

La integridad incluye la veracidad pero fundamentalmente consiste en adecuar la realidad a nuestras palabras, es decir, mantener las promesas y satisfacer las expectativas. Uno de los modos más importantes de poner de manifiesto la integridad es ser leales con quienes no están presentes, es decir, no hablar mal de una persona que no está. De esta manera, construimos la confianza de los que sí lo están.

h. Disculparnos sinceramente cuando cometemos un error:

Se necesita mucha fuerza de carácter para disculparse con rapidez y de corazón. Los padres con poca seguridad interior no pueden pedir perdón porque ello los lleva a sentirse demasiado vulnerables.

Como conclusión...

Como padres, deseamos que nuestros hijos tengan una personalidad armónica y que se integren socialmente en forma adecuada. Esperamos que sean personas autónomas y responsables. Sin embargo, muchas veces la forma en que los educamos no los llevarán a lograr lo que esperamos.

Educar, como hemos visto, a través de la firmeza y la ternura es que iremos sembrando día a día lo que nuestros hijos necesitan. Completando esta idea, es indispensable que recordemos que estamos formando vidas, vidas que no son nuestras sino de nuestros hijos de quienes esperamos sean autónomos y responsables. Esa es nuestra misión como padres, orientarlos, formarlos pero siempre dejándolos crecer.

- 15