Fin de Ciclo

download Fin de Ciclo

of 14

description

Historia economica reciente

Transcript of Fin de Ciclo

  • ZP 2004-2012: Fin de Ciclo?

    Leo A. Moscoso Social & Political Observatory

    [email protected] Mayo 2011

  • 2

    Se equivocan quienes condenan las divisiones y tumultos entre los nobles y la plebe,

    despreciando aquellas cosas que fueron la primera causa de la libertad de Roma, y prestando mayor atencin al ruido

    y al gritero que de tales tumultos naca que a los buenos efectos que los tumultos alumbraban;

    sin darse cuenta de cmo en toda repblica hay siempre dos humores distintos el del pueblo y el de los grandes y de como todas las leyes

    que se promulgan a favor de la libertad nacen de la desunin entre ellos, como fcilmente se puede ver que sucedi en Roma [].

    Los deseos de los pueblos libres en raras ocasiones resultan perniciosos a la libertad, porque nacen, o bien del estar oprimidos,

    o bien de la sospecha de poder llegar a estarlo. Maquiavelo, Discorsi: I: 4.

    Recordis la carrera presidencial francesa de 2002? En la primera vuelta (21 de abril), el candidato presidencial del PSF, Lionel Jospin, es eliminado con el 16,18% de los votos. El candidato de la extrema derecha Jean-Marie Le Pen ha obtenido el 16,86% del voto. De norte a sur, todo el este de Francia est en manos de minoras mayoritarias de la extrema derecha. El voto de la izquierda est fragmentado en una constelacin de pequeas organizaciones (Laguiller de Lutte Ouvrire obtiene el 5,72%, Les Verts el 5,25%, el trotskista Besancenot el 4,25% y el PCF el 3,37%)... o ausente. S, ausente: el turn-out electoral (71,6%) se encuentra 10,2 puntos porcentuales por detrs del indicador de participacin de las ltimas elecciones. La abstencin ronda el 30%. En la segunda vuelta, la participacin aumenta 11,3 puntos porcentuales, hasta alcanzar el 79,7% del censo. Le Pen ha desalojado al candidato de la izquierda con su lema Orgulloso de ser francs, y la izquierda se moviliza contra el resultado de la primera vuelta bajo el lema Avergonzado de ser francs. Ahora en la segunda vuelta, el 5 de mayo de 2002, la nica alternativa al candidato ultranacionalista, racista, antisemita y xenfobo de la extrema derecha es un conservador involucrado en varios escndalos de corrupcin durante su etapa como alcalde de Pars. Habr que ir a votar con la nariz tapada piensan los exquisitos izquierdistas ... y el muy francs sndrome de Vichy muestra su peor cara cuando los mismos que se quedaron en casa en la primera vuelta acaban pidiendo el voto para Chirac al grito de Vota a un delincuente, no a un fascista. Daba pena verlos. La extrema derecha apenas moviliz un punto porcentual ms de voto en la segunda vuelta (17,79%), mientras que el conservador Chirac obtuvo una holgada mayora del 82,2%... gracias al voto de la izquierda. Mon Dieu! Convendr tener presente que Chirac no tuvo que hacer ningn viaje al centro para buscar los votos que le dieron su holgada mayora. Le bast con pedrselos prestados a una izquierda exquisita que haba decidido reservarlos para mejor ocasin. La idea de que todos los votos estn en el centro es un pienso que rumian complacientes casi todos los cretinos del sondeo preelectoral y que cuadra muy bien a la indolencia intelectual propia del devorador de israelitas. Las elecciones no se ganan persiguiendo indecisos, moderados o trnsfugas del centro, sino forjando coaliciones capaces de movilizar a la periferia del propio electorado. Podemos decirlo de otra manera: las elecciones no se dirimen en la mera agregacin de preferencias polticas individuales pre-existentes, sino que la contienda electoral se resuelve por medio de la re-orientacin y el re-

  • 3

    direccionamiento de esas preferencias polticas, porque, al final, la lucha poltica (y la contienda electoral es una forma de lucha poltica) no resulta de las preferencias de los votantes, sino que son las preferencias electorales las que resultan de la lucha poltica. Parece mentira que las derechas europeas del ltimo cuarto de siglo (incluyendo entre ellas a la tercera va de Tony Blair y a sus corifeos) hayan aprendido esta leccin mejor que Gerhard Schrder, Francesco Rutelli, Walter Veltroni, Segolene Royal, Lionel Jospin o Gordon Brown. Parecen todos principiantes. Una maravilla, la verdad, que ZP pareciera en 2008 una honrosa excepcin a tanta exhibicin de falta de cintura poltica. S: escribo 2008; no 2004. Porque el problema de 2004 es que ni siquiera en los think-tanks del PSOE, ni entre los asesores, o aspirantes a asesores del actual presidente, fue bien comprendida la victoria electoral del 14 de marzo. El PSOE se encontr de bruces con la victoria e hizo un mal balance del 14-m. A partir de ah difundi hacia dentro igual que hacia fuera del partido una idea equivocada de la svolta electoral, soslayando tal vez para resguardarse de la presin meditica de la derecha que sta haba sido propiciada por factores que, como el operativo yihadista del 11-m, eran completamente exgenos a la lgica de la recomposicin de una coalicin electoral. En la batalla por la recomposicin de su propia coalicin electoral andaba metido el PSOE desde el XXXV Congreso. Pero en marzo de 2004, esa recomposicin estaba lejos de haberse completado.

    I. La Naturaleza del Conflicto o Maquiavelo, ZP y la Estrategia de la Tensin. En el proemio alle Istorie Fiorentine, Maquiavelo asegura que los conflictos son esenciales para entender la naturaleza del orden poltico y poder juzgarla. Derivado de la naturaleza humana, el conflicto es para Maquiavelo una condicin natural, universal y permanente de la vida social. La historia de una ciudad debe ser escrita - insiste - no como la historia de sus guerras contra pueblos y prncipes forasteros, sino como una historia de sus discordias civiles y enemistades intestinas. La etiologa del conflicto se encuentra en las luchas entre los poderosos y el pueblo. Incluye factores econmicos, pero su causa fundamental ha de buscarse en el deseo de poder y dominio. El conflicto es algo natural, pero puede ponerse al servicio de fines socialmente tiles. Mientras que el pensamiento antiguo (desde Tucdides y Platn hasta el Renacimiento) lo haba visto como una situacin anmala de la que es preciso salir, no pocas virtudes encuentra el Maquiavelo al conflicto social. En Discorsi (I: 2-4) llega a asegurar que los conflictos civiles son una ventaja para la repblica. La diferencia entre las repblicas virtuosas y las corrompidas no radica en sus niveles de conflictividad social y poltica, sino en la orientacin que el conflicto toma en cada una de ellas En las repblicas virtuosas, el conflicto social se enmarca en un planteamiento que antepone el bien comn al individual, que subraya el

  • 4

    fortalecimiento del respeto a las leyes, el rechazo de la violencia y de las actividades ilcitas. Por ejemplo, cuando los conflictos miran a generar nuevas leyes y, en general, innovaciones institucionales y no el exilio de los perdedores (Discorsi, I: 2-4, Istorie Fiorentine, III, 1). El objetivo de la parte que promueve la lucha es concebido como el de hacerse reconocer y aceptar por la parte contraria. Una nueva distribucin del honor y de la dignidad. En las repblicas corrompidas, en cambio, el conflicto social sirve a la obtencin de poder y ventajas privadas; decae la virtus, mientras que la avaricia, la indolencia, el lujo, la desigualdad y la dependencia campan por sus respetos. La corrupcin socava los cimientos de la sociedad. Agotado el primer mandato, el aparato del PSOE haba por fin asimilado la victoria de 2004, y sus dirigentes menos bisoos ahora parecan capaces de elaborar una estrategia ms coherente. Un dato era claro: la derecha haba alcanzado su techo de movilizacin electoral en toda Europa. De Alemania a Francia, de Polonia a Italia, la derecha manda en las urnas. Slo queda por explicar por qu algunos pases como Espaa o Polonia no cuentan con un gran partido de extrema derecha, y por qu, en la derecha espaola, se verifica esa coalicin contra natura entre ultra-liberales y nacional-catlicos. Las respuestas a ambas preguntas se co-implican recprocamente y volveremos sobre ellas. Por el momento, baste con citar la consecuencia poltica que era posible deducir de las premisas anteriores: si la derecha tiene prietas las filas de su electorado, entonces no cabe ms que movilizar al electorado de la izquierda. Buen pronstico: sobre este punto coincidieron en 2008 el jefe de la campaa de los populares, Gabriel Elorriaga, y el propio ZP. Elorriaga acertaba cuando afirm en una clebre entrevista al Financial Times aquello de que hemos perdido en 2004 porque muchos votantes ocasionales del PSOE se movilizaron para evitar que ganase el PP. Conclusin: nos vendra bien que los votantes ocasionales del PSOE se quedasen en su casa. La cabeza ms inteligente de los populares constataba que la estrategia de crispacin en torno al conflicto vasco, a la memoria histrica, etc., con la que el PP haba movilizado a su electorado de extrema derecha, haba en realidad favorecido a su adversario. ZP lo sabe, y es sorprendido por un micrfono encendido a destiempo dando la razn a Elorriaga: si el PP necesita moderarse, a nosotros dice el presidente nos viene bien un poco de tensin. La misma lgica, por cierto, es la que domin la campaa presidencial Obama-McCain. Con un turnout indito en la historia electoral americana (el ms alto en cuarenta aos), las elecciones de 2008 vieron cmo la mayor polarizacin poltica y social de la reciente historia norteamericana movilizaba al voto joven y al voto pobre.

  • 5

    II. Los Efectos del Conflicto y el Estado.

    Pero primero querra [] decir cmo quienes esperan que una repblica pueda estar unida, estn muy engaados por la esperanza. Cierto es que algunas divisiones perjudican a las repblicas mientras que otras las

    benefician. Perjudican las que estn alimentadas por sectas y partisanos, y benefician las que se mantienen sin bandos ni sectarios. No pudiendo, por consiguiente, el fundador de una repblica prevenir que haya enemistades dentro de ella,

    debe al menos impedir que haya sectas. Conviene saber, sin embargo, cmo de dos modos ganan reputacin los ciudadanos: o por el canal pblico o por la va privada. Pblicamente, la reputacin se adquiere venciendo en un torneo,

    comprando tierras, participando de forma solcita y prudente en una legacin diplomtica, aconsejando sabia y felizmente a la repblica; por la va privada se adquiere reputacin beneficiando a tal o a cual ciudadano, protegindolo de la justicia, sobornndolo con dineros, hacindole recibir honores inmerecidos, y granjendose la gratitud de la plebe

    con juegos y donaciones pblicas. De tal modo de proceder nacen las sectas y los partisanos, y esta reputacin as ganada ofende tanto como conviene la reputacin cuando no se mezcla con las pertenencias sectarias; porque en tal caso se basa

    en un bien comn, y no en uno privado. Y aunque todava entre ciudadanos as no sea posible prever de forma alguna que no se alimenten grandes odios entre ellos, no es menos cierto que, si no hay partisanos que secunden de acuerdo con

    su propio inters privado, los odios entre los ciudadanos no pueden perjudicar a la repblica, sino al contrario le convendrn beneficios pues para prevalecer les ser necesario a unos y a otros mirar a la exaltacin de la repblica, de

    forma que en las lizas privadas los trminos civiles no se traspasen jams. Maquiavelo, Istorie Fiorentine: VII: 1.

    Tenemos aqu una teora de los conflictos: un conjunto de proposiciones que indican por qu nacen, qu efectos tienen, en qu circunstancias son ventajosos y cuando daan los intereses pblicos. Hela aqu: Los conflictos favorecen a la cosa pblica cuando miran a conquistar en favor de una parte - excluida hasta ese momento - el derecho de hacerse presentes en el gobierno de la ciudad. Perjudican, por el contrario, cuando los conflictos buscan la aniquilacin del adversario. Son buenos cuando se manifiestan en la disputa, ms no en la violencia y a la ltima sangre. Tres ventajas segn el florentino siguen a los conflictos que favorecen a la cosa pblica: Primero, generan innovaciones institucionales que amplan el acceso a la cosa pblica; segundo, garantizan la libertad de los ciudadanos: todas las leyes que en una ciudad se promulgan a favor de la libertad de los ciudadanos nacen de la desunin entre los grandes y el popolo minuto; tercero, fomentan la participacin en la vida pblica y, por tanto, movilizan las energas de la colectividad que pueden as dirigirse hacia el exterior. As en la repblica romana escribi el florentino. Cuando los vencedores son los nicos supervivientes, habiendo aniquilado o mandado al exilio al vencido, y se quedan solos en el gobierno para legislar de acuerdo con sus ambiciones privadas, es inevitable que antes o despus la parte vencedora se divida a su vez y se reaviven las luchas internas. Conflictos de este tipo nacen cuando se encuentra en juego no el honor del pblico sino las cosas, no el reconocimiento de los derechos sino la posesin de riquezas. La avidez de riquezas a diferencia del deseo de ver el propio honor o los derechos respetados no tiene un trmino natural (Discorsi, I: 37).

    Estas proposiciones se apoyan en una micro-fundamentacin. La teora que las justifica remite a las motivaciones de la accin individual. Lo que mueve a los ciudadanos a la accin son sus deseos de acrecentar la reputacin de la que gozan en su ciudad. Ello puede obtenerse mediante acciones en la esfera pblica - procurando a la ciudad xitos blicos o diplomticos - o con acciones en la

  • 6

    esfera privada - procurando favores a amigos y familiares, que son despus empleados como partisanos -. (Discorsi, I: 2; Istorie, III: 5, VII: 1). En otras palabras, los conflictos son nocivos si estn motivados por ambiciones de reconocimiento y aprobacin privadas. Son favorables a la fortuna de la ciudad cuando nacen de ambiciones de reconocimiento pblico. Este tipo de reconocimiento pblico es ms buscado cuando el enemigo exterior presiona y hay motivos para hacer acallar las divisiones privadas; cuando la amenaza externa cesa, la ciudad vuelve a dividirse en sectas (Istorie, III: 1). Ahora bien, de verdad puede el estado albergar conflictos en su interior? Qu relacin hay entre los conflictos sociales y las situaciones individuales de igualdad y libertad? La respuesta clsica a la primera pregunta es que la discordia nunca beneficia a la cosa pblica, porque es imposible mantenerlos dentro de unos confines: conducen todos ellos a la guerra civil. Los conflictos alimentan las identidades partisanas y el estado, en cambio, se tiene en pie slo si es capaz de abolir toda identidad colectiva que se presente como autnoma con respecto a su autoridad. Que el conflicto y la discordia aseguren como Maquiavelo crea la libertad de los ciudadanos, no es ms que una ilusin. Porque, cuando se organizan partidos antagonistas, el individuo est condenado a convertirse en el esclavo de una u otra parte. Ms esclavo que si fuera un sbdito del estado, porque sujeto a vnculos privados no regulados por las leyes y sujetos, por tanto, a la ms absoluta arbitrariedad. Justamente aqu es donde ha venido a naufragar el tan trado y llevado republicanismo de ZP. El conflicto y la tensin han alimentado la maquinaria electoral... hasta que han dejado de hacerlo. Se trata de trasformar el conflicto social en conflicto poltico. Ese es precisamente el papel de la mayora de nuestras instituciones. Pero stas han dejado de hacerlo cuando el conflicto y la tensin han encontrado otros cauces en los que expresarse (el trasvase de lealtades, la polarizacin del voto, la abstencin, la movilizacin callejera, etc.,). Una tesis clsica del republicanismo es la prescripcin de buscar no la unidad cultural, tnica, religiosa, o ideolgica, sino amor a la libertad comn. Sin embargo, es posible sospechar que, detrs de tanta profesin de fe pluralista, se oculte precisamente el presupuesto de la unidad cultural, tnica y religiosa. El multiculturalismo de cara a la galera que profesan muchos de nuestros nuevos conversos republicanos con frecuencia ignora que las actitudes cosmopolitas no se pueden imponer: presuponen mejores hombres, no mejores leyes y no afloran ms que del corazn de los hombres. Sorprende que los partidarios republicanos de ninguna concepcin substantiva del bien, insistan a la vez en la educacin de los ciudadanos, en la funcin pedaggica de la poltica, que es la nica que puede hacer avanzar la causa del bien comn por encima de los intereses privados. Puede ser que estos nuevos republicanos del siglo XXI s estn - sin verlo - pegados a una concepcin substantiva del bien: la del funcionamiento "neutral" de las instituciones. Pero esta contradiccin muestra tambin cmo la educacin en valores - la cohesin social - es rabiosamente buscada por un

  • 7

    republicanismo que, en contra de sus propias proclamas, necesita alimentarse de repblicas pequeas y uniformes, y tiene que recurrir a la pedagoga poltica para inocular en los ciudadanos los valores sobre los que sustentar la unidad de la repblica. Puede que la crispacin movilice los votos necesarios para ganar elecciones en el corto plazo, y es posible que ahora, despus de la debacle electoral, el PSOE haga algn guio que permita continuar con la movilizacin de los descamisados; pero en el largo plazo la estrategia de la tensin socava los cimientos de la unidad de la patria que los republicanos dicen amar. Al final tendremos un republicanismo sin repblica que olvida que en nombre de la libertad comn, cada uno termina por ser esclavo de una de las partes. Y la prueba palmaria de semejante contradiccin es el laicismo que practica de puertas para adentro: estamos dispuestos a adoptar con los crucifijos de casa la misma actitud que adoptamos con los velos islmicos en el exterior? Nuestros nuevos republicanos tienen que callar aqu porque saben que el laicismo domstico da los mismos votos, o ms, que el multiculturalismo cosmopolita Es compatible nuestro el laicismo domstico con la tolerancia multicultural de la alianza de las civilizaciones hacia el exterior?

    III. Es la identidad, estpidos! Si el gobierno hubiera ganado las elecciones municipales de 2011 habran dicho que era peor para la economa, pero como las ha perdido dicen que es peor para la economa y que la prima de riesgo-pas sube. Ah se agota la estrategia de los hooligans de la derecha espaola: aunque los ciudadanos bien informados no creen que el gobierno de Espaa sea como sugiere la oposicin de derecha parte de la crisis econmica, es obvio que muchos de ellos tienen que hacer ms esfuerzos para darse cuenta de hasta qu punto la crisis se ha convertido en la clave de la estrategia de la oposicin para tomar el camino que conduce al Palacio de la Moncloa. La crisis econmica internacional ha pasado factura a todos los gobiernos del mundo, independientemente de su color poltico: desaloj a Gordon Brown del 10 de Downing St., y condujo a la derrota de Obama en las midterm de noviembre de 2010, ha castigado a los partidos de Merkel y de Sarkozy en sus respectivas regionales, y acaba de infligir un severo revs al partido de Berlusconi en varias capitales de Italia. Todos pierden poder en medio de la crisis, y mientras escribo estas lneas puedo anticipar sin temor a equivocarme que la derecha barrer a Jos Scrates y al PSP en las elecciones del 5 de Junio en Portugal. Convertir la economa en el centro del debate poltico tiene una ventaja para la propaganda: el carcter altamente tcnico de buena parte de la discusin sobre las alternativas, permite a cualquier recin llegado aparentar que se encuentra asistido por buenas razones a poco que reitere sus proclamas en alta voz un nmero suficiente de veces. El ciudadano medio tiene dificultades para justipreciar los argumentos esgrimidos por los expertos de una y otra faccin

  • 8

    sobre el rumbo hacia la salida de la crisis. Los griegos ya saban que la peor tesis es la que siempre se hace fuerte. Mientras tanto, sorprende la inquebrantable lealtad a sus lderes por parte de los votantes de la derecha, en casi todas las latitudes. Y, en algunas, como las de la orilla sur de Europa, incluso en medio del hedor de la misma corrupcin que s pasa factura, en cambio, a los dirigentes de la izquierda. Mucho se habla de esta plaga y de los medios para prevenirla y erradicarla, pero lo cierto es que en los dos decenios que ya hace que se ceba con las debilidades de nuestro sistema democrtico las posiciones no han cambiado mucho. Por un lado, estn los que afirman que la corrupcin campa a sus anchas porque nuestras leyes han sido incapaces de frenar a los corruptos imponiendo altos costes econmicos, judiciales y penales a los infractores. Los muchachos que hoy se movilizan en las plazas de todo el pas reclaman igual que la derecha contra los terroristas de la izquierda leyes que impongan largas condenas de prisin a los polticos corruptos. Dejando a un lado la molesta cuestin de por qu habramos de emplear tanta severidad con los polticos corruptos y no con los ciudadanos corruptos en general, este argumento se enfrenta a su propio lmite cuando tiene que explicar cmo es posible que la corrupcin poltica no sea endmica y rampante en sociedades que cuentan con cdigos penales menos severos que los nuestros. Tal vez aqu tendramos que hacer referencia a la moral. Adems de un coste penal variable, la corrupcin tiene un coste moral y parece razonable esperar que aquella se extienda conforme ste disminuye. Son de los nuestros: esa es la clave. Hay menor coste moral y menor castigo electoral cuanto mayor es el isomorfismo entre el votante y sus lderes. Todo el noroeste de la Comunidad de Madrid est formado por una constelacin de ayuntamientos oligrquicos, faccionalistas y corruptos donde reina el clientelismo, el trfico de influencias (sobornos y chantajes incluidos), la colusin y el cohecho. Pero nadie parece inmutarse. La teora de la representacin democrtica que hemos heredado de Max Weber afirma que los representantes polticos o bien sern representantes en el sentido de que sirven de correa de transmisin, pero seleccionan, canalizan y articulan las demandas de sus bases electorales, o bien sern representantes en el sentido de que se parecen a unas bases electorales a las que son incapaces de educar polticamente. El poltico profesional, cuyo liderazgo es una funcin de los votos que rene, tiende a hacer lo segundo cuando no puede hacer lo primero. Y esa es la razn por la que la nueva derecha europea tiene una apariencia tan populista: si no puedes domearlos, diles lo que quieren or. Los ms corruptos en Baleares o en el Pas Valenci no son sus polticos imputados o procesados, sino los ciudadanos que los apoyan porque... son como ellos. Este mismo efecto explica, de pasada, el amplio apoyo popular que tuvo en su momento la burbuja inmobiliaria espaola: Espaa va bien... porque a nosotros nos va bien con nuestros trapicheos y cambalaches. Los dems... quines son los dems?

  • 9

    Ante la duda, los nuestros es el bandern de enganche de una derecha que se da golpes de pecho con su airada defensa de una institucin familiar por la que nada hizo cuando gobernaba, pero que es profundamente desafecta a la decencia y a la moral. Menor coste moral cuanto mayor isomorfismo; y mayor isomorfismo, cuanta mayor identificacin. No se los elige por lo que hacen; se los elige por lo que son. Lo han demostrado los descerebrados electores de Boadilla del Monte con su infatigable lealtad al albondiguilla un alcalde mediocre, poco inteligente y sinvergenza que, sin embargo, ha concitado una lealtad a prueba de escndalo. Al contrario que en las sociedades protestantes, en las sociedades catlicas no hay en vigor nocin alguna de pecado cometido contra la sociedad, ni sentido alguno de lo pblico: y no en la estrecha y superficial lectura que uno pueda hacer del programa, ms o menos encubierto, de todas las derechas europeas, de desmantelamiento del estado del bienestar; sino en el sentido profundo de que la derecha liberal es refractaria a la nocin de bien comn. La aborrece. El estado aparece as como un lugar para la depredacin. Se admira al que ha sido capaz de aprovecharse, o se le censura slo desde la ptica del que no tuvo las mismas oportunidades de llevrselo, o de quien, habindolas tenido, no supo aprovecharlas. Eso es lo que ha hecho grandes a los nuevos modelos ticos de nuestra corrupta sociedad posdemocrtica: constructores especuladores como Gil, el pocero o Florentino Prez, empresarios polticos o polticos empresarios de xito, y deportistas tienen en comn los dos ingredientes de la cultura del pelotazo: una fortuna amasada rpidamente y el respaldo meditico a su xito social. La crisis econmica, en tanto que crisis de confianza, genera, mientras tanto, incertidumbre. Incertidumbre sobre el futuro, sobre la solvencia de proveedores, clientes y competidores, sobre la fiabilidad de los agentes econmicos, los responsables polticos y las instituciones. La vida en sociedad est caracterizada por la cooperacin y la predecibilidad y esa es la razn por la que el orden social es refractario a la incertidumbre. Cuando sta se hace presente, el orden social empieza a deteriorarse y pone a los agentes en pos de nuevas certidumbres. Una potente alternativa a la incertidumbre econmica es la seguridad, la sensacin de cohesin y el sentido de pertenencia que procura la identidad nacional. sta es dicho sea de paso - una buena llamada de atencin para todos aquellos que creyeron desde la poca de Aznar que era posible (y legtimo) regresar al cierre de peridicos, a la ilegalizacin de partidos y a la condena judicial basada en las presuntas intenciones o, peor an, en las opiniones de los imputados. Son las acciones criminales lo que nuestro sistema penal persigue y condena; no las opiniones o las ideas de la gente, y el juego inquisitorial consistente en dividir a la sociedad entre constitucionalistas y conversos slo puede conducir a que la gente acabe diciendo lo contrario de lo que piensa o, peor todava, a intentar poner fuera de la ley como ha sucedido con BILDU a la que es primera fuerza poltica en muchos lugares de Euskadi. Todas las grandes crisis econmicas de la historia del capitalismo han presenciado, en fin, un regreso del nacionalismo ms hurao. Pero los

  • 10

    movimientos independentistas no son los nicos nacionalismos operantes en la escena espaola. La derecha liberal espaola ha cabalgado en estos aos, y va a seguir hacindolo, sobre el pajizo caballo del nacionalismo espaol. Solo cuando, con el final del conflicto vasco, se agote el combustible que alimenta al nacionalismo espaol, entonces aparecer en Espaa un partido neo-populista de extrema derecha y se desinflar la alternativa espaolista que le sali al PSOE por su derecha. Resolvemos as uno de los interrogantes planteados en la primera seccin: mientras eso no suceda, tendremos un PP ultra-liberal en lo econmico y nacional-catlico en lo poltico.

    IV. La Derrota de la Izquierda. En cuanto a los otros, ser oportuno no olvidar la ya mencionada incapacidad de los socialdemcratas espaoles para explicar a sus electores la etiologa de la crisis as como las razones que asistieron su propia accin de gobierno. Pero ahora convendr volver por un momento a las ya citadas dos formas de la relacin representativa: como canalizador de demandas, y como objeto de identificacin, o sea, el modelo del meneur des foules. A los socialistas les funcion bien el voto identitario en los aos treinta y en la transicin. Pero ahora se fractura el cinturn rojo de Madrid: los hijos de los obreros de Mstoles y Alcorcn son criaturas de la burbuja inmobiliaria de los noventa. La prdida de apoyo local no es coyuntural, como en unas elecciones legislativas caracterizadas por una mayor volatilidad de los alineamientos: a las municipales y regionales los candidatos van a quedarse. Se trata de un castigo de largo plazo porque la hegemona local es mucho ms difcil de remover. Se hace con ese trabajo continuado y tenaz desde la base que tanta alergia causa a los aparatos centrales de los grandes partidos. Prueba de ello es que ninguna de las siglas que se ofrecen como novedosas alternativas al tedio de la poltica convencional (como la as llamada EQUO) quiere construirse desde abajo. Se trate de la izquierda anticapitalista o de los eco-socialistas, son aparatos construidos desde arriba que ms pronto que tarde revelan que lo que se busca es slo un escao de diputado desde el que poder organizar el agitprop del aparato del que se trate. As que, el exquisito voto de la izquierda muere de inteligencia. Por si esto fuera poco, hemos visto que en 2008 se retrae el voto exquisito en comparacin con todos los que en 2004 votaron en contra del PP; y, peor an, ahora en 2011 el PSOE pierde apoyo electoral tambin por la derecha. Los peperos no piensan como acabo de sugerir pero el PSOE no hace ms que, primero, proponer candidatos zafios, procedentes de su propia cantera de apparatchiks, para liderar a una ciudadana que tiene ms cintura poltica que los candidatos a los que votan; y, segundo, no recordar que conviene tambin cultivar el sentido de afiliacin y pertenencia es decir, la identidad de los votantes. Quieren un votante reflexivo, y eso est bien, pero ni le ponen polticos a su altura, ni se ocupan de elevar el nivel poltico de su electorado, al tiempo

  • 11

    que olvidan que la izquierda tiene tambin un suelo electoral que se alimenta de emociones y no de razonamientos. En este sentido, los ejemplos de los barones herederos de los feudos de Extremadura y Castilla-La Mancha, Fernndez Vara y Barreda, no dejan de resultar elocuentes. Igual que los partidos de derecha, en lugar de liderar a su electorado, fueron detrs de l. Y tres cuartos de lo mismo en el cinturn rojo de Madrid: en lugar de educar a su electorado, los dirigentes de la izquierda vivieron con l en la ficcin de que gobernaban una sociedad de nuevos ricos. En resumidas cuentas, polticos irresponsables que desisten de su tarea de dar forma a las preferencias polticas de sus electores mediante el empleo de la pedagoga. En cuanto a la izquierda del PSOE, nos convendr hacer un par de observaciones sobre el indicador del turn-out electoral: comparada con las municipales de 2007 (36,03%) la abstencin ha sido alta tambin, pero ha retrocedido (33,77%). Es cierto que han crecido los sufragios nulos y blancos, pero estas cifras abonan la tesis de que el drenaje de votos del PSOE no se ha producido slo por la izquierda. La abstencin suele ser de izquierda: es alta ms de un tercio del electorado pero no lo suficiente como para explicar la derrota. De hecho, el modesto avance de IU tampoco basta para explicar la debacle electoral socialdemcrata. Los herederos del estalinismo han transformado su retirada de apoyo al gobierno en poco ms de 200.000 votos. El PSOE pierde casi un milln y medio de votos, pero las cuentas slo salen si se contempla que, adems del crecimiento de los blancos/nulos, el PP ha ganado 400.000 votos y los espaolistas de UPyD han obtenido poco menos de medio milln. Ha habido un drenaje de voto por la derecha. Justo lo que la izquierda inteligente no es capaz de ver: aunque puede que el actual gobierno del PSOE sea un impedimento para el giro hacia la izquierda, no habr giro hacia la izquierda sin el PSOE.

    V. Queda alguna Alternativa Socialdemcrata? La ocasin la pintan calva dice el proverbio, y un dato positivo del descalabro electoral socialista es la prdida de poder de los llamados barones del PSOE en el aparato del partido. Hasta ahora su poder e influencia era una funcin de su incontestable hegemona electoral. En la medida que los barones han perdido el control del electorado extremeo y castellano-manchego y, con toda probabilidad, del andaluz tambin, se perfila para el PSOE un escenario diferente que, por vez primera en un cuarto de siglo, no est condicionado por el peso electoral incontestable del sector ms reaccionario y derechista del aparato del partido. Los que consideran desde el interior del aparato del PSOE que el resultado de las elecciones no slo cuestiona la credibilidad electoral de ZP, sino su liderazgo sobre el partido, y por eso piden un congreso extraordinario cuyo objetivo slo puede ser el de remplazar a la actual direccin, muestran una muy

  • 12

    estrecha concepcin de la poltica: el lder slo se mantiene como tal si puede contribuir a recoger votos para engrasar la maquinaria electoral del partido. De modo que la vieja guardia felipista tiene al fin todo lo que quiere: un candidato del aparato, elegido sin primarias que han sido remplazadas por un mecanismo plebiscitario sui generis entre los integrantes del aparato federal, y en un contexto de retroceso en el proceso natural de delegacin de responsabilidades hacia las generaciones ms jvenes1. Pero convendr no olvidar que ello puede tambin volverse contra los barones que han jugado la baza de hacer campaa sin ZP, o sin el logo del partido, y han perdido, y que ahora propugnan un mecanismo opaco de designacin del candidato, cuando ya no les respalda ningn poder electoral justo lo que ellos mismos recriminan a la actual direccin del partido y la principal razn que esgrimen para cuestionar su liderazgo. En manos de los militantes y simpatizantes del PSOE est que semejante golpe de mano no llegue a puerto alguno. Primero, porque vulnera el principio de trasparencia democrtica; y segundo, porque ya lo sabemos nunca un candidato designado por el aparato a espaldas de las bases ha conseguido ningn buen resultado. Igual que le sucedi a Almunia en 2000, despus de que el aparato que le respaldaba urdiera toda clase de sabotajes contra el ganador de las primarias (Borrell), Rubalcaba perder las elecciones. La nica buena noticia para la izquierda es que la crisis tambin se llevar por delante al prximo gobierno. Este extremo es el que permite rescatar la idea de una alternativa socialdemcrata a medio plazo. La lgica ultra-ortodoxa de disciplina presupuestaria con la que los gobiernos liberales y conservadores europeos estn afrontando la crisis econmica, conducir sin duda a un escenario dominado por una larga etapa de contraccin del consumo, de prdida de valor de los activos, de desapalancamiento, y de crecimientos econmicos dbiles o inexistentes. Sin embargo, en la misma dureza del escenario que se avecina se encuentra encerrada la nica posibilidad de que los socialdemcratas espaoles eviten enfrentarse, en un futuro nada lejano, a un escenario de dcadence a la francesa como el que ha caracterizado la debacle del PSF desde los aos de Michel Rocard y el suicidio del primer ministro Pierre Brgovoy. En efecto, pues el viejo mantra de los socialdemcratas de los aos ochenta, crecer para redistribuir, podra ahora volverse del revs para afirmar algo diferente. No es posible crecer? Entonces redistribuyamos. Aunque no sea para crecer. Tanto si el crecimiento est vetado por la propia lgica econmica, como si se trata de un imperativo ecosistmico, tal vez sea la redistribucin la que muestre que el crecimiento y la igualdad no estn siempre reidos. Si algo muestra la actual crisis econmica en Europa, ello es que la Europa monetaria nunca fue convenientemente acompaada de una Europa fiscal. Armonizar las 1 El argumento de Felipe Gonzlez, bajo el ttulo Y Ahora?, en El Pas, de 27 mayo de 2011.

  • 13

    polticas fiscales en un rea monetaria no necesariamente implica que todos tengamos que hacer lo mismo, pero definitivamente s implica la urgencia de volver a hablar en Europa de progresividad fiscal y de regulacin de los movimientos de capitales, de gobernanza como nuestros polticos gustan decir ahora del sistema financiero internacional. No cabe duda de que existe aqu una brecha por donde abrir una importante agenda de cambios sociales que esta crisis incubada en el crecimiento rampante de la desigualdad ha hecho ahora ms necesaria que nunca. Los socialistas podran empezar, mientras promueven esta agenda, a comprometerse con la reforma de nuestro sistema electoral, que con razn reclaman los indignados de DRY, aunque ello signifique abandonar para siempre el viejo sueo de las mayoras absolutas, e implique tener que instalarse en el dilogo, el compromiso y el juego parlamentario de geometra variable. Los socialdemcratas podran as convertirse en los verdaderos protagonistas de la derrota electoral que salvo imprevistos sin lugar a dudas les ser infligida en marzo de 2012: se tratara de legar a la nueva mayora del PP un escenario genuinamente diferente que subraye el cambio de ciclo. Reformar la ley electoral no significa necesariamente apostar slo por las listas abiertas, pues ya se sabe que no hay avenida ms amplia hacia el bipartidismo que la de las listas abiertas. Las listas abiertas en el marco del actual sistema slo reforzaran la tendencia de nuestro sistema hacia el reparto de los sufragios entre dos grandes mayoras. Se trata, en cambio, de dar con un sistema que no menosprecie el peso real de los partidos minoritarios. Los chavales de la Puerta del Sol de Madrid tienen razn: democracia y elecciones van separados, y nuestras obligaciones no terminan con no votar al nacionalismo espaol de la derecha ms rancia. Es preciso recordar a los polticos que los estamos vigilando, y que los ciudadanos vamos a ejercer un marcaje cerrado con los cargos electos municipales, regionales y estatales A tal efecto, recuperar el movimiento vecinal que nuestra sociedad tuvo en los setenta y ochenta, un movimiento que propicie un marcaje en corto a nuestros representantes locales, tal vez sea una herramienta en la que habra que ir pensando. La poltica es un asunto demasiado serio como para dejarlo enteramente en manos de nadie que no sean los propios ciudadanos.

    VI. Ser la Moral?

    Nicolas Sarkozy gan las presidenciales francesas de mayo de 2007 con un discurso autoritario que buscaba rehabilitar los deberes frente a los derechos. Para Sarko, uno de los efectos ms nocivos de 1968 es que desde entonces no se poda hablar de moral, porque la cultura hegemnica de la izquierda haba impuesto el relativismo y reinaba la confusin entre lo verdadero y lo falso, lo bello y lo feo, la vctima y el delincuente. La izquierda haba terminado con la idea de autoridad, poniendo punto final a las buenas maneras, y dejando a la

  • 14

    sociedad hurfana de valores admirables o ideas sagradas. La izquierda, segn el enano del Elseo, ha asesinado los escrpulos y la tica y ha impuesto la hipocresa del todo vale, incluyendo el triunfo del depredador sobre el que trabaja con esfuerzo. Puede que Sarko est obsesionado con los sesentayocheros, pero est claro que su denuncia de la hipocresa progresista ha tenido una enorme influencia social: Defienden los servicios pblicos, pero jams usan el transporte colectivo; aman la escuela pblica, pero mandan a sus hijos a colegios privados; adoran la periferia, pero nunca viven en ella afirm en su discurso de investidura como vigsimo tercer presidente de la Repblica. Y nosotros en Espaa: de verdad que no conocemos a ningn progre propietario y rentista que exija alquileres draconianos a sus inquilinos? Tal vez sea la moral. La decidida preferencia izquierdista por el atesmo o incluso por el deicidio la ha llevado a perder el contacto con una ciudadana que sigue creyendo en las cosas santas y sagradas2. Puede que Nietzsche tenga que dar un paso atrs si queremos que la izquierda recupere el contacto con la sociedad. De lo contrario, volveremos a ese escenario caracterizado por la prctica del laicismo de puertas adentro y la tolerancia multicultural de puertas para fuera. Un escenario que dejar todo el espacio a los valores nativistas, autoritarios y populistas de la nueva extrema derecha europea3. Pero la izquierda no recuperar la sintona con los que creen en lo santo, mientras stos no se sientan respetados y reconocidos por quienes niegan la existencia de nada sagrado; es decir, no habr comunicacin hasta que no estemos dispuestos a adoptar con los crucifijos de casa la misma actitud que hemos aprendido a adoptar con el hiyab de nuestros vecinos de la orilla sur del mediterrneo. Slo ah, podr un pensamiento verdaderamente progresista ganarle la batalla al zafio republicanismo laico de Sarkozy que, en lugar de aceptar lo sagrado como parte de la nacin, ha emprendido la insensata carrera del que quiere convertir la nacin en algo sagrado.

    2 Sobre este asunto, vase el sagaz comentario de Luis Arroyo, Qu le pasa al Alma de los Progresistas?, en El Pas, 29 de diciembre de 2010. Sobre la tica y la izquierda, Concha Caballero, La tica como Principio, y Jean Daniel, Lo que yo Creo: Una tica de Izquierda, ambos en El Pas, 14 de abril de 2011 y 6 de mayo de 2011 respectivamente. 3 Vase Cas Mude, The Populist Radical Right: A Pathological Normalcy, en Eurozine (http://www.eurozine.com).