Filosofia, sociedad y educación. Con una mirada a España

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RESUMEN. A partir de la amenaza a la presencia de la Filosofía en la Enseñanza Media, y de su situación cada vez más marginal en la ense- ñanza universitaria, este artículo plantea una discusión sobre la utilidad o inutilidad de la fi- losofía, su relación con la democracia y su ca- rácter específico en el conjunto del saber. La dis- cusión se extiende a la relación de la filosofía con la sociedad, y a su lugar en la enseñanza su- perior, con una consideración especial sobre el caso español. Los resultados que se proponen son: 1) aunque carezca de utilidad inmediata, la filosofía acompaña el florecimiento social, y cumple en él tanto una función crítica como in- tegradora. 2) En el caso español, hay que cons- tatar un fracaso y un encapsulamiento de la fi- losofía que no puede ignorarse en las reflexiones y reclamaciones de los filósofos españoles sobre su situación. 3) La concepción de la universidad con criterios mercantiles que se trata de impo- ner es contradictoria en sí misma. Va a seguir habiendo una institución de educación superior destinada a la creación de conocimiento y al ase- guramiento de la hegemonía social. La pregunta no es si la filosofía tendrá lugar allí, sino cómo se practicará en él. Dejando la cuestión abierta, se hacen algunas propuestas finales. Palabras clave: universidad; educación; demo- cracia; Manuel Sacristán; Gustavo Bueno; mer- cantilización de la universidad; proceso de Bo- lonia. ABSTRACT . Philosophy as a subject might disap- pear from Spanish secondary education, and its place at the university becomes more and more marginal. Basing on this fact, this article consi- ders the usefulness and uselessness of Philo- sophy, its connection with democracy and its particular specificity in in the whole of human knowledge. The discussion extends to the rela- tionship between Philosophy and society and its place in higher education, with special conside- ration to the Spanish case. These conclusions are proposed. 1) Even if it lacks immediate utility, Philosophy always accompanies social flouris- hing; it fulfills a role that is both critical and in- tegrating. 2) As for the Spanish case, a failure and self-encapsulation of philosophy should be noted, and this cannot be ignore in the reflections [Recibido: febrero 2015 / Aceptado: febrero 2015] 145 ISEGORÍA. Revista de Filosofía Moral y Política N.º 52, enero-junio, 2015, 145-166, ISSN: 1130-2097 doi: 10.3989/isegoria.2015.052.06 Filosofía, Sociedad y Educación. Con una mirada a España Philosophy, Society, Education. Considerations on the Spanish case ANTONIO GÓMEZ RAMOS Universidad Carlos III de Madrid 1 c 1 Este trabajo forma parte del proyecto de investigación “Encrucijadas de la subjetividad: ex- periencia, memoria e imaginación”, (FFI 2012-32033), financiado por la DGCyT.

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  • RESUMEN. A partir de la amenaza a la presenciade la Filosofa en la Enseanza Media, y de susituacin cada vez ms marginal en la ense-anza universitaria, este artculo plantea unadiscusin sobre la utilidad o inutilidad de la fi-losofa, su relacin con la democracia y su ca-rcter especfico en el conjunto del saber. La dis-cusin se extiende a la relacin de la filosofacon la sociedad, y a su lugar en la enseanza su-perior, con una consideracin especial sobre elcaso espaol. Los resultados que se proponenson: 1) aunque carezca de utilidad inmediata, lafilosofa acompaa el florecimiento social, ycumple en l tanto una funcin crtica como in-tegradora. 2) En el caso espaol, hay que cons-tatar un fracaso y un encapsulamiento de la fi-losofa que no puede ignorarse en las reflexionesy reclamaciones de los filsofos espaoles sobresu situacin. 3) La concepcin de la universidadcon criterios mercantiles que se trata de impo-ner es contradictoria en s misma. Va a seguirhabiendo una institucin de educacin superiordestinada a la creacin de conocimiento y al ase-guramiento de la hegemona social. La preguntano es si la filosofa tendr lugar all, sino cmo

    se practicar en l. Dejando la cuestin abierta,se hacen algunas propuestas finales.

    Palabras clave: universidad; educacin; demo-cracia; Manuel Sacristn; Gustavo Bueno; mer-cantilizacin de la universidad; proceso de Bo-lonia.

    ABSTRACT. Philosophy as a subject might disap-pear from Spanish secondary education, and itsplace at the university becomes more and moremarginal. Basing on this fact, this article consi-ders the usefulness and uselessness of Philo-sophy, its connection with democracy and itsparticular specificity in in the whole of humanknowledge. The discussion extends to the rela-tionship between Philosophy and society and itsplace in higher education, with special conside-ration to the Spanish case. These conclusions areproposed. 1) Even if it lacks immediate utility,Philosophy always accompanies social flouris-hing; it fulfills a role that is both critical and in-tegrating. 2) As for the Spanish case, a failureand self-encapsulation of philosophy should benoted, and this cannot be ignore in the reflections

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    ISEGORA. Revista de Filosofa Moral y Poltica N. 52, enero-junio, 2015, 145-166, ISSN: 1130-2097

    doi: 10.3989/isegoria.2015.052.06

    Filosofa, Sociedad y Educacin. Con una mirada a EspaaPhilosophy, Society, Education.

    Considerations on the Spanish case

    ANTONIO GMEZ RAMOSUniversidad Carlos III de Madrid1

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    1 Este trabajo forma parte del proyecto de investigacin Encrucijadas de la subjetividad: ex-periencia, memoria e imaginacin, (FFI 2012-32033), financiado por la DGCyT.

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  • Comencemos por la enseanza media. Tradicionalmente, para las Humanida-des, para los estudios clsicos y la Filosofa, sobre todo, los recortes venan dela izquierda. El utilitarismo rampln que orienta a menudo a la socialdemocraciamejor intencionada no entenda el valor de la filosofa o del latn en la escuela,y cada nueva reforma educativa que se conceba como progresista en Espaa(en sintona, de todos modos, con las europeas) conllevaba una reduccin sig-nificativa de las materias humansticas en la educacin secundaria. La asigna-tura de Historia se ha ido salvando ms o menos, pues su valor poltico y deadoctrinamiento se percibe muy bien en un pas con demasiados asuntos del pa-sado sin aclarar. Y la Literatura sobreviva mal que bien, porque nadie seatreve a renegar de la narracin, aunque el canon clsico iba perdiendo vigen-cia. De modo que, tras la extincin planificada y ya casi definitiva de las len-guas clsicas en los planes de estudio, era la Filosofa la que braceaba por susupervivencia, encajando sucesivas prdidas menores. En la ltima reforma, sinembargo, ha sido un gobierno de la derecha el que se ha propuesto darle la pun-tilla a la Filosofa en bachillerato. Con la nueva ley de educacin, la LOMCE,deja de ser obligatorio cursarla para acceder a la universidad. Para colmo, el ar-gumento para dejarla en esa situacin, en boca del ministro del ramo y de losidelogos de turno, ha apelado a la utilidad con ms contundencia que todos suspredecesores, y lleg a revestirse, en un proyecto que al final no vio luz, de unazafia ideologa sobre las supuestas virtudes de la metafsica para el espritu em-presarial.

    Cunde otra vez la alarma. Entre los miembros del gremio de la filosofa, sedan dos tipos de respuestas. Hay quienes apelan, con un dejo de bravura, a lainutilidad de la filosofa como su mayor virtud: no sirve para nada, y eso es loque la hace valiosa. Y hay quienes, sin desmentir necesariamente lo anterior,y sin temor a la paradoja, recuerdan solemnes que sin filosofa, sin el pensa-miento crtico y racional que ella est llamada a producir, no hay democraciaposible: con lo que la intil filosofa sirve para apuntalar la democracia, que eslo que, como concepto, nadie pone en cuestin. Desde luego, ninguna de las dosrespuestas tiene valor persuasivo alguno ante quienes dirigen esto que llama-mos democracia siguiendo o afirmando que siguen criterios exclusiva-

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    and complaints by Spanish philosophers abouttheir current situation. 3) The conception of uni-versity with market approaches that is being im-posed nowadays is self-contradictory. We mustreckon that an institution of higher educationaimed to produce knowledge and to preservesocial hegemony will exist on. The question is

    not whether philosophy will have a place there,but how it will perform it. Leaving the questionopen, some final proposals are made.

    Key words: university; education; democracy;Manuel Sacristn; Gustavo Bueno; philosophythe markets; Bolonia process.

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  • mente de utilidad, ni valen mucho en los medios que les dan voz. Las argu-mentaciones, por una va u otra, pueden ser extraordinariamente refinadas y su-gerentes. Pero, con la calculadora en la mano, y atenindose a criterios de igual-dad: si la filosofa efectivamente no sirve para nada, por altos que sean sus otrosmritos, ninguna razn habra para destinar fondos y recursos pblicos a unaactividad como esa antes que a cualquier otra. En cuanto a su servicio a la de-mocracia, bastara traer a colacin algunas citas desde Platn hasta Nietzsche,Heidegger o el mismo Ortega para poner en duda que la relacin de la filoso-fa con la democracia sea, de primeras, tan favorable.

    La reflexin que planteo aqu parte de que, efectivamente, la filosofa nosirve para nada, al menos en el sentido en que se entiende servir en el marcoutilitarista dominante. Y, tambin, en segundo lugar, dar por cierto que nopuede existir una sociedad libre sin una buena dosis de pensamiento filosfico.Son dos convicciones justificadamente arraigadas en el gremio de los filso-fos. Pero, en vista del escaso poder de conviccin que tienen, tal vez convengarepasar estas dos respuestas que la filosofa se da a s misma para justificarse.Puede que no sean ellas mismas muy filosficas; y nada valen si no van acom-paadas de una reflexin de la filosofa como actividad, incluso como profe-sin de un gremio determinado; una reflexin sobre su papel en la escuela, enla universidad y en la democracia.

    1. FILOSOFA Y UTILIDAD

    1.1. Para empezar: lo que no sirve para nada, al menos, no est al servicio denadie. Eso es ya la primera muestra de una libertad de la que la filosofa y losfilsofos, como los artistas, a veces pueden jactarse. Hay no poca dignidad enello, e incluso en reclamarlo frente a quienes esgrimen la calculadora con unamano y retienen el poder en la otra; pero de poco puede valer a la hora de exi-girles a estos unas asignaturas obligatorias en el bachillerato y un lugar exclu-sivo en la universidad. Con una disposicin ms favorable a la escucha y el de-bate, los filsofos podran muy bien forzar una reflexin sobre la nocin deutilidad, acerca de la cual los utilitaristas no siempre han tenido las ideas muyclaras: no slo en el sentido machadiano de la pregunta por dnde est la uti-lidad de nuestras utilidades; sino tambin a la hora de justificar las preferen-cias por las que se decide lo que es realmente til y lo que no lo es. Pues hayno pocas actividades y eventos igual de inservibles e intiles que la filosofa;y algunas de ellas, por cierto, dotadas con presupuestos muy altos, de tal ma-nera que su nica utilidad parece estar en los rditos inmediatos que le produ-cen a quienes las practican o se benefician de ellas. Pertenecen a este gnero,con seguridad, una buena parte de los programas de televisin de mala calidad

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  • y con un pblico mnimo, el segundo comentarista en los acontecimientos de-portivos, o muchas de las reuniones y consejos de polticos y cargos pblicoso altos directivos, realizadas a menudo con un dispendio notable. Y si, para de-cidir si algo es til o no, se realizara el experimento mental de imaginarlo re-pentinamente eliminado de la faz de la tierra, por ver qu consecuencias tieneello en la marcha del mundo: resultara, seguramente, que los panaderos, los cui-dadores de ancianos o los recogedores de basura estn entre los ms seres ti-les del mundo y lo estn, mientras que los altos dignatarios y sus vocerosen los medios quedaran en la escala muy cerca de donde se dice que estn losprofesores de filosofa.

    Ahora bien, en cierto modo, la filosofa, aunque no sirva para nada, algunafuncin s que debe de cumplir. No es fcil dar con la explicacin, pero el he-cho es que, histricamente, y hasta hoy, las sociedades ms florecientes, tam-bin las ms exitosas econmica y polticamente, siempre han producido, o sehan visto acompaadas, de algn tipo de institucin y de prctica institucio-nalizada de pensamiento, de las llamadas Humanidades: en todo caso, de acti-vidades espirituales sin efecto inmediato. Podan estar sufragadas por el erariopblico, o podan estarlo por la llamada iniciativa privada; no siempre ha sidotan fcil distinguir eso: pero el hecho es que las sociedades florecientes de cadamomento han tenido siempre un alto grado de reflexin sobre s mismas. Fueas en Grecia, en Roma, fue as en lo mejor de la Edad media, lo fue en la Ilus-tracin europea, lo ha sido y lo es en los grandes Estados del mundo moderno,de Alemania y Francia a Inglaterra y Estados Unidos. Lo que mantena pujan-tes y dinmicas a esas sociedades era una produccin y circulacin capilar deideas, al menos en unas zonas determinadas quiz funcionaba como la aire-acin de la tierra o como la lubricacin de una mquina y en ese proceso sedaba y se da siempre algo as como la Filosofa y otras Ciencias Humanas sinutilidad inmediata. Carece de sentido preguntar aqu cul es la causa y elefecto: si el pensamiento y la cultura lo son del florecimiento de las socieda-des o al revs; pero lo cierto es que van inevitablemente de la mano. Incluso sifueran un mero subproducto, si el pensamiento resultara como un efecto cola-teral, un epifenmeno de las sociedades afluentes, un signo de que lo son, comoel esplendor de los museos o de la arquitectura en las calles, convendra aten-der a ese signo. Si es buena seal que una sociedad exhiba en sus museos gran-des obras de arte que los turistas visitan con fruicin, o que en ella se ejecuteregularmente para el gran pblico, en salas de concierto, todo el repertorio dela gran msica occidental, tambin lo es que las grandes obras de la Filosofatengan un lugar estable donde se comenten y se transmitan. Y si es buena se-al que se hagan provocativas exposiciones de arte contemporneo, conciertosde msica atonal con ms pblico del que se suele esperar, tambin es

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  • bueno que proliferen los coloquios y seminarios donde unos llamados filso-fos exploren las ideas ms raras y extravagantes. Puede que ello no produzcadirectamente un incremento del PIB, ni una sociedad ms rica, floreciente y de-mocrtica (lo ltimo, como discutir luego, no siempre lo ha hecho), pero esseguro que la sociedad no lo es si eso no se da. Por decirlo en el argot de quie-nes manejan la calculadora: la presencia de una actividad filosfica libre y ricaes un buen indicador de la salud y la pujanza de un cuerpo social.

    1.2. Por s mismo, esto no es mucho, salvo para justificarle a la filosofa msrespeto del que le conceden habitualmente los apstoles de la utilidad. Pero to-dava no explica por qu, para satisfacer ese indicador, habra que obligar a to-dos los alumnos de bachillerato, no digamos a los nios de primaria, a pasar pordos cursos al menos de filosofa; ni tampoco por qu haya de concedrsele ala Filosofa una Facultad propia en las universidades pblicas. Ms an, aqusurgen dos preguntas adicionales, nada fciles de abordar: por un lado, no todoser humano, ni siquiera todo ser humano inteligente, tiene que estar dotado paralas preguntas filosficas, o tener sensibilidad para ellas como no tiene por questarlo para la msica, para el dibujo o para el deporte; de hecho, los propiosfilsofos han cultivado a menudo un cierto elitismo que les distingue y separadel conjunto de sus conciudadanos, con los que se han entendido regular o mal.Por otro, en Espaa tenemos una larga tradicin de Filosofa como asignaturaobligatoria en el bachillerato, as como de populosas Facultades de Filosofa,sin que aparentemente esto haya revertido, comparndonos con sociedades denuestro entorno, ni en un florecimiento social y democrtico ni en un esplen-dor de la propia filosofa por estos pagos. Ya esto debera ser particularmentealarmante para el gremio de los filsofos espaoles, y sera bueno que nos de-tuvisemos a hacer una reflexin profunda sobre ello. La reflexin sobre estasegunda cuestin sera larga, y no puede tener lugar aqu; pero no deja de es-tar relacionada con la primera sobre la exclusividad de la filosofa, y creoque ambas lo estn con la relacin entre filosofa y democracia a la que me re-fera al principio.

    2. FILOSOFA Y DEMOCRACIA

    2.1. Vayamos con la primera. Es la filosofa para unos pocos, o es para todos,y hay, por ello, que obligar a todo el mundo a aprender alguna vez algo de fi-losofa, y adems, en la escuela? Puede que todos los hombres sean filsofos,como se ha dicho alguna vez, pero es verdad que una gran parte de ellos sonperfectamente impermeables a las cuestiones y sutilezas en las que los filso-fos se enredan. Tienen, adems, todo el derecho a serlo. Nietzsche, que defen-

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  • da la rareza del filsofo, se rea de la concepcin divulgadora, ciceroniana,la llamaba, de la filosofa. Aun as, podra argumentarse que al menos una vezen la vida, durante su perodo de formacin, todos los seres humanos deben te-ner contacto con la filosofa, igual que lo tienen con la educacin fsica aun-que no les guste el deporte ni lo vayan a practicar luego nunca o lo tienen conlas artes plsticas aunque sean unos negados para el dibujo, o les de dolorde cabeza al entrar en un museo. Tal vez no les entre el gusanillo de la filo-sofa, tal vez no se queden, como deca Scrates, mordidos por los discursos,y luego recordarn con aburrimiento y estupor las horas de Filosofa pasadasen el bachillerato (tal es el caso para una parte grande de nuestra poblacinadulta); pero s tendrn unos conocimientos sobre la historia y los conceptosfundamentales de nuestra cultura que cualquier universitario, y desde luego,cualquier ciudadano culto, debe poseer en una sociedad moderna. Como argu-mento, no es malo: a parte de adquirir los imprescindibles conocimientos ins-trumentales pues as es como nuestros gobernantes entienden las matemti-cas, la lengua y el ingls, en especial, todos los ciudadanos, y desde luego, todoslos titulados superiores y profesionales, deben saber algo de Platn y algo de lasconcepciones posibles, antiguas y modernas, de la moral, igual que deben saberalgo de Velzquez y Picasso, o algo de Geografa, algo de Ciencias Naturales oincluso algo de cmo correr, saltar y jugar a la pelota. Hay un fondo comn deconocimientos, llamado a veces cultura general, que garantiza cierta cohesin so-cial y deben por ello compartir la mayora de los ciudadanos: no slo acceden porl al sistema econmico y a ciertos niveles de prestigio social; tambin por l si-guen las narraciones y las prcticas en las que una sociedad se constituye. Enltima instancia, puede que esa sea la razn efectiva por la que los Estados mo-dernos han mantenido la Filosofa en sus programas educativos; y puede que,sobre esa base, los propios profesores de filosofa diseen el criterio con el queevalan a sus alumnos, por lo menos cuando ensean Historia de la Filosofapara el acceso a la universidad. De hecho, el diseo actual de las pruebas paraese acceso les obliga a hacerlo as, y transmiten un cmulo de conocimientoscuya adquisicin no requiere filosofar ni apenas pensar.

    2.2. Sin embargo, es este un argumento que pone a la filosofa en una lnea decompetencia con otras materias que tambin deberan conocer todos, y sobrelas que el responsable poltico del plan educativo de turno debe decidir: Filo-sofa, Historia, Qumica, Geografa, Economa, Educacin Fsica, MsicaAdems, a esa lnea podran aadirse las que se quedan fuera por ahora, peroque no dejan de tener su atractivo, y tambin, por qu negarlo, un alto valor parala formacin personal de los individuos: desde el yoga y las tcnicas de rela-jacin y concentracin hasta los rudimentos de la cocina. Por qu no iban a

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  • ser tales materias tambin asignaturas en el currculo de todo estudiante de en-seanza media? Dnde est el canon? Y aunque este quedara establecido: que-dar siempre dentro de l slo por las razones expuestas le hace un flaco favora la filosofa, la cual, aunque funcione como una asignatura ms, no es una dis-ciplina ms entre otras, o no se entiende a s misma as. Si la filosofa es paratodos y para unos pocos a la vez, no puede ser porque disponga de una reservade conocimientos mnimos a los que, como a la Historia, a la Fsica, o al ejer-cicio fsico, todo ciudadano debe poder acceder. Tal vez eso valiera para la His-toria de la Filosofa entendida como acumulacin de conocimientos eruditos so-bre personajes e ideas (y dejo aqu de lado la manida cuestin de si talconocimiento es posible sin hacer filosofa, o de si se puede hacer filosofa sintal conocimiento); pero, desde luego, no es a eso a lo que se refieren los fil-sofos cuando debaten su peculiar posicin en la sociedad y en la academia.

    La discusin sobre la posicin social de la filosofa debe plantearse de otromodo. En cierto sentido, es verdad que la filosofa es para unos pocos, y el es-tudiante joven que se resiste a dejarse abordar por ella est en su pleno dere-cho a hacerlo. Los filsofos son una planta rara, como deca Nietzsche, porqueel momento de la reflexin supone una suspensin del movimiento natural dela vida; y esta no podra sostenerse indefinidamente en esa suspensin. Ningunacomunidad podra existir si todos sus miembros actuaran como filsofos; nin-gn individuo podra subsistir si estuviera filosofando todo el rato. Las pre-guntas del pensamiento le sacan al que las hace de las condiciones naturales deexistencia, para ponerle en un espacio diferente del cotidiano. Ello no significaque la filosofa est fuera del mundo. En verdad, las preguntas del pensamientosurgen de lo cotidiano mismo, surgen en el conflicto de la vida natural; no tie-nen por qu ser nada trascendentes ni transcendentales lo cual, por cierto, esslo un modo posible de reaccionar al conflicto de la vida natural; pero la re-flexin sobre esas preguntas que hace la filosofa coloca al que se las planteafuera de lo cotidiano, fuera de la vida natural: significa una interrupcin delcurso natural de las cosas y un replanteamiento, del cual, quiz, puede resul-tar una transformacin. Por eso, el filsofo, que se demora en conflictos que alos miembros de la sociedad les pasan desapercibidos, identificando problemasdonde nadie ve que nada est mal, est, en cierto modo, fuera de juego, comonos ense Jos Luis Pardo. Es bueno que lo est; pues, por mal que vayan lascosas, sera peor que todos se pararan a pensar. Pero tampoco es un ser ex-traordinario, ni un mesas salvador. En realidad, atiende a un conflicto que seproduce en el orden cotidiano mismo y del que la sociedad toma conciencia enl. En el fondo, podra considerarse al filsofo es como un sensor social quepone en conceptos y en lenguaje conflictos y contradicciones que una comu-nidad alberga sin saberlo. Pueden ser conflictos en el mbito meramente prc-

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  • tico, como las desigualdades sociales y la desigualdad en el reparto del sufri-miento y del dao, o en la distribucin del poder; y pueden ser conflictos en elmbito terico, en cuanto a la deficiente justificacin de las prcticas socialesy morales, o del propio conocimiento terico y cientfico. En este sentido escomo la filosofa se ha querido ver a s misma como crtica.

    Es verdad que a la filosofa, adems de esa funcin crtica y desestabili-zadora, se le ha atribuido, y ella asume con gusto, una funcin integradora, sis-tematizadora: la capacidad de vincular saberes dispersos, de establecer cone-xiones de sentido entre los saberes, los fenmenos, las prcticas humanas. As,quien se halla desorientado en el caos de la historia, de las disfunciones socia-les o de las tensiones polticas, de la diversidad de discursos cientficos y opi-niones puede encontrar en muchos discursos filosficos una explicacin que re-sita todo eso en una perspectiva universal por la que todas esas particularidadesperturbadoras quedan colocadas en un contexto donde adquieren sentido e in-cluso, a veces, justificacin. Reducir a unidad lo diverso es una vieja definicinplatnica de filosofa: buscar la razn oculta que todo lo conecta, incluso lo mscontradictorio, y ofrecer un mapa general de significados y conceptos por el queorientarse, por el que asegurarse de que no se habita un mundo absurdo. Estafuncin integradora, a veces totalizadora, forma parte tambin del impulso fi-losfico, y le ha sido reclamada a menudo desde la sociedad: se ha vendidosiempre bien, sobre todo si el sistema integrador que ofreca est teido de te-ologa, de ideologa, o de las supersticiones del momento. Al realizar esa fun-cin, y ms si lo hace con algunos de los tintes indicados, la filosofa puede pro-porcionar una cosmovisin que es un cobijo de sentido. Gracias a l, seestabilizan y cimentan muchas relaciones y jerarquas, y por l la filosofa cum-ple, ha cumplido muchas veces, un servicio social y poltico. A menudo, comobien observan los propios filsofos de inclinacin ms crtica, es un servicio alpoder, ofrecindole justificaciones racionalizadoras. Hay aqu una ambigedadinherente a la filosofa de la que no se la puede desprender, en tanto que ellamisma forma parte de la realidad. Valga Hegel como ejemplo. l era plenamentefilsofo cuando buscaba la racionalidad en la historia, cuando intentaba entenderla historia como racional al entender la razn como histrica; pero una vez cercade la corte, en Berln, esa racionalidad buscada en la historia no era separablepara otros, y quin sabe para l, de una justificacin de lo existente.

    Lo cierto es que la funcin integradora, cuando es real bsqueda de la ver-dad, y no mera ideologa justificadora, realiza el mismo movimiento que la fun-cin crtica: mostrar que algo es distinto de cmo se ofrece inmediatamente, des-cubrir en ello unas relaciones y condiciones que fuerzan a desprenderlo de supercepcin inmediata para ponerlo en cuestin o situarlo en un contexto dife-rente, o simplemente fuera de contexto: de lo ltimo resulta la funcin crtica;

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  • de lo primero, la funcin universalizadora, integradora. Al final, es la funcinintegradora la que acaba por salvar a la filosofa como institucin superior delsaber, sobre todo si se funde con una ideologa justificadora: pero el movimientopuramente filosfico, ya sea de integracin o de anlisis y crtica, es otro.

    Sin duda, la filosofa se atraviesa, produce incomodidades y da lugar a com-plicaciones. Pero las incomodidades y complicaciones se producen ya por s so-las, pues la realidad est siempre dividida y es una continua produccin de com-plicaciones y de conflicto. La filosofa brota como la reflexin sobre lascomplicaciones. No para resolverlas, sino para sealarlas, ponerlas al descu-bierto y para conocerlas. En general, esa toma de conciencia no aporta la so-lucin, pero deshace, al menos, el estancamiento que resulta de un conflicto noexplicitado. En el trabajo cientfico, que siempre tiene un arranque de asom-bro filosfico, esto es bastante obvio: ninguna teora nace sin una pregunta pre-via por algo que no se explica, que no funciona. En el mbito de las cienciassociales, debera ser obvio tambin: las sociedades que saben reconocer los con-flictos y discutirlos a la luz pblica, que saben hacerlos manifiesto, son, a la vez,por decirlo en lenguaje darwinista tan caro a los economistas de la calcula-dora las ms adaptadas y aptas para la supervivencia. No porque la filoso-fa en cuanto tal aporte solucin alguna a esos conflictos. De hecho, no siem-pre es ella quien los seala y desvela: es esta una tarea en la que los artistas,los literatos, los cineastas, los socilogos o simplemente los periodistas son mu-cho ms duchos que el filsofo. Pero este debe saber localizar las contradic-ciones conceptuales que ese conflicto encierra, y orientar la discusin, o apor-tar elementos clave para ella. En ese sentido, la filosofa tiene un valorteraputico mucho ms bajo del que algunos le quieren atribuir. La filosofa nocura, pero formula las preguntas tericas con las que abordar el conflicto: qunociones de derecho y de humano hay implcitas en el actual desastre dela desigualdad global y la carnicera de las migraciones surnorte?Qu no-cin de naturaleza y de vida digna hay implcita en la catstrofe medioam-biental? Son slo dos ejemplos tan cercanos e inmediatos que casi no parecenfilosficos. Hay textos de Marx, de Heidegger o de Aristteles, y especulacio-nes con menos nombres propios, que ayudan a formular y disear esas preguntasy otras. Luego, es la propia sociedad la que resuelve o no esos conflictos,la que es capaz de discutirlos o de soterrarlos. Cmo ocurra eso es otro pro-blema, ms de la sociologa del conocimiento que de la metafsica aunqueno deje de plantear preguntas a la metafsica. Hay sociedades con un alto ni-vel de discusin filosfica que han resuelto histricamente mal sus conflictosy no mal, sino catastrficamente mal: la Alemania de la primera mitad delsiglo XX; pero los resolvi razonablemente bien en la segunda. Y hay socie-dades con bajo nivel filosfico, que los han resuelto igualmente mal: Espaa,

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  • en la primera mitad del siglo XX y parece que slo algo mejor en la segunda.En todo caso, llegados a este punto, el lector puede entretenerse en repasar susconocimientos de historia y de geografa cultural.

    Lo cierto es que, si la democracia es el rgimen poltico que no tiene miedoa exponer abiertamente sus conflictos y sus contradicciones, la filosofa, comoactividad que trabaja sobre conflictos y contradicciones, sobre el asombro deestas, es inherente a la democracia. Ello no implica que una y otra hayan de en-tenderse bien, o estar en armona: lo contrario es muy a menudo el caso. Ni quela filosofa sea una pieza funcional en el engranaje de resolucin de conflictos.Simplemente, est ah cuando el conflicto se revela, y algo de ella flota en elambiente cuando el conflicto entra en su salida. Por eso, no es slo, aunque tam-bin, una ms entre las varias materias que forma el acervo comn al que todociudadano debe poder acceder. Es tambin algo muy especfico.

    3. LA ESPECIFICIDAD DE LA FILOSOFA COMO SABER

    3.1. Saberse especial, reclamar el reconocimiento de tal, y a la vez, admi-tir, y hasta desear, ser tratado igual que todos es una situacin difcil de ma-nejar; ms an de hacrsela comprender a los dems. Scrates, en su apolo-ga de la vida filosfica que, a la vez, era una justificacin de su propia vida,se permita reclamar una pensin especial como alternativa a su condena amuerte; pero antes que nada se tena a s mismo por un buen ciudadano ate-niense. Desde entonces, el filsofo reclama tambin un estatuto especial en-tre el conjunto de los mortales: un estatuto que no le asimila a los santos nia los clrigos y por eso, cualquiera puede, en principio, ser filsofo perole distingue de los dems que pululan por la ciudad, a la vez que se sabe unode ellos. Tambin la filosofa es un saber ms en la serie de entre los que,como he dicho ms arriba, tienen que serle presentados alguna vez a los ciu-dadanos en su proceso educativo: como tal, una asignatura ms. Sin embargo,es un saber que sabe de los otros saberes y es capaz de articularlos tanto comode descolocarlos. Gana as una posicin peculiar entre ellos, y el filsofo sepermite hablar de problemas del conocimiento en ciencias naturales tantocomo de los problemas de la fundamentacin de las concepciones morales,de arte o de organizacin de la vida. La filosofa es la reina de las ciencias;pero, como deca Morizt Schlick, no est escrito que la reina de las cienciashaya de ser ella misma una ciencia.

    Este carcter tan especfico de la filosofa se expresa en dos rasgos carac-tersticos de ella que la hacen ms inaprehensible que otros saberes y prcticashumanas, y tiene, como mostrar luego, algunas consecuencias para con la clasede personas que la practican.

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  • 3.2. El primer rasgo es la indefinicin de sus contenidos. La filosofa trata detodo y de nada. Cualquier cosa puede ser objeto suyo; y siempre tiene pro-blemas cuando se le pide que haga un elenco preciso de los problemas de quetrata. De hecho, cuando lo hace, corre serio peligro de convertirse en un dis-curso rgido que slo sirve para el adoctrinamiento. En realidad, lo que ellahace es crear conceptos, como deca Deleuze, o quiz slo examinar y remo-delar, a veces hasta recrear, conceptos ya en curso, con los que los humanospiensan y, sobre todo, actan. El filsofo se ha definido como un ingeniero delos conceptos. Como tal, puede explicarle muy bien a sus conciudadanos lasconexiones histricas y estructurales de los conceptos que usan y admita-mos que son humanos en tanto tienen y usan conceptos. Slo con aclarar-les las conexiones de los conceptos en circulacin y los problemas inhe-rentes a ellos, como libertad, igualdad, justicia, naturaleza, humanidad yatiene bastante que decirles. Inevitablemente, acabar preguntndose por el con-cepto de concepto, y entonces ya puede parecer que queda fuera del alcance.Sobre todo, porque esa pregunta no es una cuestin de mera autorreferencia-lidad o de funcionamiento interno como cuando el fsico se pregunta por sudisciplina o el artista por su arte: entonces hacen filosofa, sino que es el mo-mento ms puramente filosfico, que acompaa sin que se sepa a todas lasotras preguntas.

    El segundo rasgo de la especificidad de la filosofa es que es casi impo-sible de delimitar como disciplina. Parece factible precisar lo que es cienciaen cuanto conocimiento ms o menos logrado de la naturaleza; pero las for-mas y variedades en cuanto a estilo, contenidos, objeto, discurso, que adoptalo que se entienda por filosofa son tantas que no hay manera justa de redu-cirlas a un denominador comn. Lo que en ciertas sociedades tradicionalesera evidentemente filosofa, en otras en mero discurso religioso o supersti-cioso; lo que en un sitio se llama fenomenologa o hermenutica en otro espura palabrera vana; lo que en ciertas culturas se da como publicismo pe-riodstico, en otras slo se concibe como sesudo trabajo acadmico sobre uncorpus de textos clsicos; las ramificaciones hacia la sabidura oriental, lamera crtica social o la teora de la cultura van tan lejos unas de otras que aveces resulta sorprendente cmo hay acuerdo en colocarlo todo bajo el nom-bre de Filosofa, ensearlo adems en una nica facultad. En esta falta de de-limitacin, la situacin no es distinta, por ejemplo, del arte. No creo que lasituacin tenga salida; personalmente, me conformara con establecer que,igual que la msica es cualquier cosa que se haga con sonidos, la filosofa escualquier cosa que se haga con los conceptos en cuanto instrumentos del pen-samiento, en la conviccin de que ya esa actividad con los conceptos iluminala realidad que nos preocupa.

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  • 3.3. La consecuencia de esta indefinicin de los contenidos y de la variabili-dad de sus perfiles es, en primer lugar, que cualquier delimitacin del gremiode profesionales que se dediquen a ella resulta discutible. Ello no significa quecualquiera pueda llamarse filsofo, a pesar de que cualquiera dispone de los dosnicas herramientas necesarias para hacer filosofa: el lenguaje y la capacidadde razonar. En todo caso, para ser profesor de filosofa parece que se requierehaber acreditado en una institucin educativa superior una familiaridad conun corpus de textos, discursos y problemas que se reconoce como Filosofa. Loque ese gremio de profesores de Filosofa pueda establecer como aceptable esuna discusin tan acadmica como filosfica y meramente profesional; pero di-fcilmente se puede desde ese gremio acusar honestamente de intrusismo a quienpractique en pblico la ingeniera de conceptos y crtica social que he definidoms arriba como filosofa. Podemos aceptar que los novelistas, los cineastas,los dramaturgos o incluso los telogos tengan ms capacidad de suscitar filo-sofa que muchos profesores de esta. Como tambin nos hemos acostumbradoa que mucho de lo que circula como filosofa, sea hecho por gente de dentro ode fuera del gremio, es simplemente falsa moneda. Con el arte ocurre igual, yno se puede hacer nada al respecto. Y con la medicina cuyo parentesco conla filosofa en cuanto sabidura de la vida tampoco se debe pasar por alto tam-bin pasa lo mismo. Salvo que, en la medicina, el carcter gremial y las insti-tuciones de enseanza tienen una (legtima) capacidad jurdica de veto que lesest negada al arte o a la filosofa. Est bien que sea as, pero ello nos lleva, parafinalizar, a la cuestin de la institucin acadmica superior que sin corpora-tivismo posible se ocupa de investigar, fomentar, transmitir y, por eso, es-tablecer socialmente lo que, aun en la indefinicin de los contenidos y los per-files, puede denominarse y practicarse como Filosofa.

    4. FILOSOFA Y UNIVERSIDAD

    4.1. Cul ha sido el lugar de la Filosofa en la universidad, y qu lugar puedellegar a tener en la nueva universidad mercantilizada que resulta del llamadoproceso de Bolonia? No deja de ser llamativo, respecto a lo primero, que, conla indefinicin en sus contenidos y su perfil, la Filosofa como disciplina hayaconseguido mantener de manera continuada un lugar propio en las universidadesdel mundo occidental desde hace nueve siglos. Ciertamente, segn las pocasy pases, en ese lugar propio la filosofa poda anquilosarse (como en los siglosXVI a XVIII), o era capaz de producir estmulos intelectuales que transfor-maban el paisaje intelectual y hasta social (como la universidad alemana a co-mienzos del XIX). A veces, el estmulo proceda de la facultad de al lado (Frege,por ejemplo, como matemtico), o simplemente de fuera de la universidad

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  • (Marx, Nietzsche): pero ms por causa de la propia universidad de turno quepor los interesados. Parecera que, con toda la variabilidad de los perfiles, unaespecie de verdadera filosofa se reconoca por unos y otros, y la intuicinhusserliana de que el filsofo es el funcionario de la humanidad tena siem-pre alguna expresin o traduccin fuera de la fenomenologa. En el conflictode las facultades, la Filosofa, en todas su variedades, siempre pareca afirmarsecomo una actividad autnoma con sede propia en la Academia.

    No es preciso repasar aqu toda la discusin secular sobre cul debe ser elpeso y la forma de esa sede. Kant, con su conflicto de las Facultades; o Sche-lling con su idea de los estudios superiores, o, por venir al caso espaol, Buenoo Sacristn, independientemente de la respuesta que den, presuponen la Filo-sofa como una actividad autnoma cuyo estatus es y debe ser diferente al delas otras disciplinas ms imbricadas con el sistema productivo, la sociedad yel poder, a las que tiene derecho a enjuiciar desde su propia plaza. Aunque puedaprovocar objeciones que no tendra ahora espacio para responder, esto vale in-cluso para una propuesta como la de Sacristn tan llamativa en su mo-mento, y tan ligada al contexto franquista de abolir lo que entonces se lla-maban secciones de Filosofa, as como la filosofa en el bachillerato, y crearcentros interdisciplinares de postgrado donde se ejerciera el pensamiento.Tambin esa propuesta de Sacristn segua apelando a una forma autnoma deinvestigar y de juzgar que se distingua de todas las actividades cientficas, yse posicionaba crticamente respecto a ellas. Y tambin conservaba la idea deuna forma de institucin de la filosofa.

    El temor generalizado, tambin el que da origen a este nmero monogrfico,es que esa discusin secular, por rica y variada interiormente que sea, puede per-der definitivamente su significado una vez que la universidad, sometida a laspresiones ideolgicas dominantes hoy y a los condicionamientos polticoeco-nmicos ligados a ella, entra en un proceso de mercantilizacin generalizada.Hay que decir que, en virtud de este proceso, la universidad se concibe comoun centro de produccin de futuros empleados, una empresa que vende los co-nocimientos y destrezas con los que posteriormente se puede acceder al llamadomercado laboral. Quedara as integrada plenamente segn lo plantean losnuevos idelogos en la lgica del mercado, y debera funcionar estrictamentesegn un rgimen de empresa. Cada uno de sus estudios, cada una de sus ac-tividades, tendra que justificarse rindiendo cuentas de los beneficios econ-micos que reporta respecto a la inversin realizada en ellos. Adems, segn lalgica de administracin moderna, debe estar racionalizada y programada encada uno de sus pasos: crditos, prctica, teora, contenidos, procedimientos.La universidad es una empresa que vende, debidamente envasados y etiqueta-dos en una titulacin reconocible, unos conocimientos y destrezas que unos es-

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  • tudiantes-clientes consideran ventajoso adquirir (hacen una inversin, pues) paraluego obtener la ganancia de un puesto de trabajo remunerado en el seno de unmercado libre. Dado que no hay apenas puestos de trabajo remunerados en losque se requieran conocimientos especficos de Filosofa, es difcil imaginarcmo unos estudios de Filosofa iban a encontrar lugar en una universidad con-cebida de ese modo.

    4.2. Excurso sobre Espaa

    Enseguida intentar hacer ver que esa universidad mercantil es imposible y que,como todo lo que tiene un fundamento ideolgico, su propia concepcin estarepleta de incoherencias internas y de autoengaos casi deliberados. Pero, an-tes de ir a ello, conviene no olvidar, por irnico que parezca, que el argumentodel mercado de trabajo ha sido el que, sin que muchos se dieran cuenta, haconferido consistencia social a la Filosofa en Espaa durante los ltimos de-cenios. Pues, mientras la Filosofa exista como asignatura obligatoria en el ba-chillerato, las facultades de Filosofa se nutran anualmente de estudiantes j-venes que podan aspirar a ser futuros profesores de enseanza media. Aunque,absurdamente, no hubo jams en sus planes de estudio una mnima atencin ala Didctica de la Filosofa, todo funcionaba en un curioso circuito por el queunos profesores de filosofa enseaban filosofa a futuros profesores de filosofa:los ms estudiosos de entre estos, o ms avispados, o ms afortunados, conse-guan serlo en la propia universidad; el grueso de sus compaeros, en funcinde contingencias de su propia vida, de variables demogrficas, o del ritmo deconvocatoria de oposiciones o diseo de planes de estudio, terminaba efecti-vamente en la enseanza secundaria. Tambin haba, desde luego, quienes, traspasar por la Facultad de Filosofa, iniciaban otras trayectorias vitales y profe-sionales. En general, no obstante, la consecuencia no querida fue un autoen-claustramiento de la Filosofa en Espaa, cuyo saber y cuyas discusiones ape-nas trascendan hacia la sociedad y la cultura del pas. Esas discusiones, a suvez, se nutran de ecos que venan del exterior, de las grandes foros de filoso-fa en Europa y Estados Unidos, con los que, de todos modos, los filsofos es-paoles, salvo excepciones, apenas tenan un contacto directo, a pesar de la aper-tura del pas tras la transicin democrtica.

    El encapsulamiento de la filosofa espaola lo ha sido interiormente haciasu propia sociedad a la que surta, a la vez, de no pocos profesores, y ex-teriormente hacia los foros europeo o americano, de los que reciba muchsimomaterial en traducciones, pero sin que hubiera trasvase de vuelta. Sin duda, lasrazones para ese encapsulamiento son muy complejas. Hacia dentro: el raqu-tico nivel cultural de las clases media y alta espaolas, los bajos niveles de lec-

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  • tura, la escasa cultura cientfica y de debate, la persistencia endmica de la cha-ranga y pandereta no favorecan que la filosofa saliese de su cpsula, cuandono la contaminaban en algunas zonas. Del otro lado, hacia fuera: la falta de unatradicin nacional, la secular posicin marginal, no favorecan su recepcin porparte de culturas filosficas ms slidas, las cuales puede que adolecieran deuna cierta arrogancia, puede que no tuvieran odos ni siquiera para las voces es-paolas que se elevaban por encima de la media.

    Todas estas razones pueden servir como paliativo, pero no anulan la que esseguramente una de las preguntas ms difciles y ms incmodas que tiene quehacerse el gremio de los filsofos profesionales en Espaa: cmo es posi-ble que, habiendo tenido en sus manos durante los ltimos cuatro decenios atodas las generaciones de bachilleres espaoles, los cuales han pasado dos cur-sos por sus aulas, a razn de tres o cuatro horas semanales, la Filosofa tengauna presencia tan pobre en la sociedad espaola: en la cultura de la gente, enlas libreras, en los medios, en las discusiones sociales? Por qu en otras na-ciones de Europa, o en los propios Estados Unidos, donde la presencia de la fi-losofa en la enseanza media es proporcionalmente mucho menor, se en-cuentran muchos ms libros de filosofa en las libreras, o es ms probableencontrarse con que un poltico, un artista, un literato, un ciudadano en un bar,un discutidor en un foro de internet, un participante en un programa de radioo hasta de televisin, haga un argumento que denota una familiaridad con la fi-losofa? De ningn modo se trata de idealizar esas sociedades, pero la preguntapersiste para los profesionales de la filosofa en Espaa.

    En todo caso, las necesidades del mercado laboral dejarn de ser el mo-tor de la filosofa universitaria en Espaa en los prximos aos. Como ya heargumentado ms arriba que hay muchsimas razones para que la Filosofa tengauna presencia fuerte como asignatura en la enseanza media, espero que no seme tomar a mal si afirmo que esa variacin en negativo del mercado laboralno afecta, ni debe afectar, al lugar de la Filosofa en la nuevas condiciones uni-versitarias. Quiero decir que tiene que haber Filosofa en la Enseanza Media,y tiene que haber Filosofa en la Universidad, pero es un error pretender quela una se justifique por la otra.

    4.3. La Universidad, pues, se quiere concebir ahora como una eficiente empresade produccin de futuros empleados, que se regula por s misma adaptndosea las necesidades que el mercado exprese en su variable demanda de especia-lidades profesionales. Y la formacin universitaria, entonces, debe entendersecomo un tipo especfico de produccin por el que se transforma una materiabruta individuos con potencialidades pero sin destrezas aun en una mer-canca elaboradaindividuos susceptibles de comerciar con su fuerza de tra-

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  • bajo ya cualificada en el mercado laboral. Estructuralmente, la universidadno se concibe de manera distinta a una academia de idiomas o de una autoes-cuela, donde unos consumidores invierten su tiempo y su dinero con la expec-tativa de obtener las herramientas con las que luego podrn ocupar con prove-cho propio los huecos que vaya abriendo un mercado de trabajo supuestamentelibre. Es una concepcin que responde a un tpico autoengao ideolgico.

    De hecho, la realidad ensea que no existen apenas mercados libres, sino oligo-polios repletos de distorsiones donde los ms poderosos acaparan las mejores opor-tunidades en detrimento de los dems participantes. La Universidad, por cierto, no fun-cionara de otra manera: histricamente la universidad ha solido ser un mbitoreservado a oligarquas, de modo que el oligopolio no se le iba a dar mal. Pero, en elcaso de que hubiera mercados realmente libres en el sentido que dicen los economistas,es obvio que desaparecera de la universidad no slo la Filosofa en sentido clsicoaunque es fcil que sobrevivieran ciertas formas de Retrica y una filosofa mo-ral que fuera una combinacin edificante de adoctrinamiento y autoayuda, sino tam-bin la Fsica o la Matemtica en todo lo que no tuviera una utilidad directamenteinstrumental. Y, desde luego, desaparecera la investigacin en ciencia bsica quedesde hace siglos haba llegado a ser consustancial con la universidad.

    Ahora bien, una sociedad que redujera la educacin superior a unas escue-las profesionales de acceso libre y de pago, reguladas en funcin de las capa-cidades y expectativas econmicas, habra renunciado a la universidad, aunquele siguiera dando tal nombre a esas escuelas. Pues la universidad, a parte de laformacin profesional superior, ha tenido siempre dos funciones a las que esimposible que una sociedad compleja y avanzada como la nuestra pudiera ahorarenunciar. La primera de esas funciones es, obviamente, la produccin, con-servacin y transmisin de conocimiento terico y prctico de orden superior.Es, en primera instancia, lo que la define, y donde ella ha fracasado en sus po-cas ms bajas. Pero ni en esas pocas bajas ni en las ms esplendorosas ha fal-tado la universidad a la segunda de sus funciones, la que es tan obvia histri-camente como difcil de confesar hoy en da, a saber: la formacin de las clasessocialmente superiores y el aseguramiento de la hegemona. Y lo cierto es queninguna de esas dos funciones puede realizarse en una universidad concebidacon criterios estrictamente mercantiles.

    En cuanto a lo primero, la produccin de conocimiento terico o lo quesiempre se ha llamado investigacin, o desde luego, investigacin bsica noes posible sin una inversin desinteresada, u orientada a un plazo tan largo queel que la sostiene sabe que no va a percibir los beneficios de su accin. Sin elapoyo desinteresado, estatal o privado, a aquello que se considera valioso depor s, independientemente de su rdito a corto o medio plazo, el conoci-miento, como el arte, deja de existir. Incluso cuando, como ocurre en la big

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  • science desde mediados del siglo XX, ese conocimiento est imbricado den-samente con intereses polticos, militares y econmicos, tiene una componentede conocimiento puro que es financiada como tal. Y una sociedad cuya uni-versidad fuera una mera escuela de formacin profesional regulada por las de-mandas inmediatas del mercado laboral tendra que crear por otro lado, inevi-tablemente, instituciones de investigacin superior en las que el conocimientoterico tendra su lugar con alguna forma de filosofa, seguramente, tambin.

    En cuanto a la segunda de sus funciones, la formacin de las clases sociales su-periores y el aseguramiento de su hegemona, slo con una dosis muy alta de ci-nismo puede asegurarse que vaya a desaparecer en las nuevas condiciones del ca-pitalismo. Sin duda, ha habido pocas de mayor impulso democratizador yapertura masiva de la universidad a personas de clases populares, como en la se-gunda postguerra mundial europea y norteamericana. No es una paradoja que elloocurriera a contracorriente de cualquier concepcin comercial de la educacin, conun fuerte apoyo de recursos pbicos, al menos en Europa; pero, en cualquier caso,el acceso a la universidad significaba para esas personas el ascenso social. Y tantoen Estados Unidos como en Europa sobre todo Francia e Inglaterra persistauna diferenciacin entre universidades de primera y de segunda que marcaba tam-bin la futura posicin en la estructura social. No era lo mismo haber pasado porla Ecole Normal, o pertenecer a la casta de Oxbridge, o de la IVY League en Am-rica, que titularse en una universidad cualquiera. La actual transformacin de launiversidad en una empresa de rgimen comercial no altera eso: antes al contra-rio, asistimos a una catalogacin desaforada de las universidades. Al margen decules sean los criterios por los que se guan los rankings, su efecto inmediato esproducir una jerarquizacin de las universidades que revierte en una jerarquiza-cin social. Con el agravante de que el filtro de los estudiantes tiene lugar cada vezmenos por mritos propios y ms por las posibilidades econmicas de los indivi-duos y sus familias. La universidad empresarial sigue ejerciendo, pues, y con msintensidad an, la funcin de constituir y conservar hegemonas.

    Ahora bien, ninguna hegemona se sostiene sin un discurso que la acompaey justifique. De hecho, ha sido siempre tarea de la universidad producir ese dis-curso. Desde ella han salido las razones teolgicas, polticas, cientficas, eco-nmicas, para que el mundo sea como es, para que el orden sea el que es. Esaproduccin de razones no importa ahora si debe llamarse ideologa, o pro-duccin de verdad, o como fuera no estaba separada del conocimiento te-rico del momento por eso las dos funciones de la universidad estn ligadas, pero es y debe ser distinto de l. Ni tampoco estaba separada de la Filosofa,aunque no sea idntica con ella. En efecto, se nutre de ella, y la Filosofa, comotodas las Humanidades, se han puesto histricamente al servicio de esa funcin;dicho sea sin menoscabo de su impulso crtico. En todos los grandes autores cl-

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  • sicos instalados en su ctedra universitaria encontramos tanto la componentejustificadora, que da sentido al orden presente, como la enorme potencialidadcrtica que puede deshacerlo.

    Hoy en da, ese discurso de la hegemona est en manos de la ciencia eco-nmica, del paradigma dominante en la ciencia econmica. Desde ella se ti-monea la transformacin de la universidad; y ya es casi un lugar comn decirque los economistas han conseguido ocupar con pleno xito el lugar del fil-soforey platnico. El economista puede tener nfulas de filsofo, y puede te-nerlas legtimamente. No vamos a negar que hay toda una escuela filosfica de-trs, desde Adam Smith y un cierto Hume hasta Popper y Hayek. Pero, justopor eso, el discurso que hace, discurso legitimador de cierta hegemona em-pezando por la suya discurso que gua los rpidos cambios de la universidady su adaptacin a un rgimen de mercado, discurso encubridor de la desigual-dad que se va generando, es un discurso que conlleva una enorme absorcin derecursos baste ver los presupuestos de investigacin y de docencia en las uni-versidades actuales, tan sesgadamente favorables a las actividad de las cienciaseconmicas y empresariales que, como tal, no es rentable en trminos co-merciales, salvo para asegurar la propia posicin hegemnica.

    En definitiva: aunque se plantee con toda virulencia, como se hace en es-tos tiempos y desde esos discursos, una enseanza superior entendida como es-tudios profesionales regidos por una lgica de mercado, va a seguir existiendouna institucin de conocimiento terico y de produccin, aseguramiento y jus-tificacin de la hegemona social que se sustrae necesariamente a esa lgica demercado. Y es en esa institucin, como ha sido siempre, donde algo parecidoa la Filosofa va a tener necesariamente un lugar.

    4.4. Por eso, la pregunta no es si la filosofa corre peligro de extinguirse en elnuevo ethos universitario, como con cierto catastrofismo se afirma actualmente:si va a desaparecer de la Enseanza Media, o va a desaparecer de la universi-dad por la supresin de las Facultades de Filosofa. La pregunta es, ms bien,cmo va ser, qu forma va a adoptar la filosofa en este nuevo rgimen de sa-ber que se justifica en un puro argumento economicista. La filosofa no des-apareci en la Edad Media, cuando el discurso era teolgico. Disfrut de un lu-gar propio, a veces privilegiado, durante los siglos XIX y XX, cuando lasHumanidades en general se imbricaban en el discurso hegemnico de las bur-guesas instaladas en los Estados nacionales: de hecho, la Filosofa desarrollen esos doscientos aos un espritu de mandarinato que algunos de los crticosde la situacin actual parecen aorar ms que la discusin filosfica misma,cuando no confundirlo con ella. Cmo va a ser ahora, cuando el discurso sehace econmicoempresarial, y los nuevos mandarines hablan ese discurso?

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  • Resulta difcil decirlo. La incertidumbre de estos tiempos de cambio no per-mite hacer pronsticos; para la filosofa tan poco como para todas las demscosas. Lo que est claro es que la filosofa s va a seguir siendo. A pesar de laagona en la Enseanza Media, a pesar de que las Facultades de Filosofa es-tn en retroceso o se disuelven en Facultades de Humanidades, Ciencias So-ciales, o Comunicacin, lo cierto es que cualquier observador externo consta-tara una vitalidad filosfica mayor que hace unos decenios: en internet, en laspublicaciones, en congresos, en cursos fuera de la universidad. Los contactosinternacionales, la informacin que se tiene sobre lo que ocurre y se discute enotros pagos, tambin hubiera sido inimaginable hace cuarenta aos. Cuantita-tivamente, nunca ha habido tanta gente leyendo y escribiendo textos de filosofacomo ahora. Tampoco hay que exagerar el significado de este dato, que no esdistinto para otras actividades: puede decirse igualmente que nunca ha habidotanta gente tocando el piano, hablando idiomas, esquiando, viajando o corriendomaratones como ahora. Pero ya esa cantidad de actividad filosfica sugiere quela filosofa no se va a extinguir de la noche a la maana.

    Cualitativamente, es muy difcil hacer un juicio. La ausencia de grandes fi-guras intelectuales como s las hubo hasta los aos 70 del siglo pasado, lacarencia de nuevas ideas originales, invita a algunos al pesimismo. Pero seramuy arriesgado afirmar que el nivel medio de, por ejemplo, las tesis doctora-les en filosofa hace cuatro decenios era superior al de las actuales. Igualmentepodra afirmarse lo contrario. Hace cincuenta aos, un mamotreto mediocre yparroquiano sobre una cuestin filosfica banal poda abrir las puertas de unactedra, mientras que hoy da el ms informado, sutil y profundo estudio so-bre Fichte o sobre Plotino convierte a su autor o autora en un postdoctor ala deriva, sin otra expectativa que, en el mejor de los casos, un encadenamientoincierto de becas en pases indeterminados. Ello se debe a factores socioeco-nmicos de nuestro tiempo que a la Filosofa le toca pensar sin caer en el ca-tastrofismo. El pesimismo cultural siempre ha sido una forma muy barata debrillar intelectualmente, y encuentra cmodo alojamiento en los medios en estetiempo insatisfecho de s mismo y de sus producciones, a la zaga de sus pro-pias aspiraciones, nostalgias y expectativas.

    5. PERSPECTIVAS PARA EL FUTURO

    5.1. Y bien, cmo va a seguir existiendo la filosofa? En la actual EnseanzaMedia, planteada con criterios sedicentemente utilitaristas, es claro que hay unprograma meditado para su eliminacin. Se han turnado aqu los idelogos edu-cativos socialdemcratas que queran disolver la Filosofa en una vaga for-macin en ciudadana y los neoliberales, que la encasillan en una rara doc-

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  • trina a medio camino entre la formacin del espritu empresarial y la educacinen valores tradicionales.

    Frente a eso, slo cabe una reivindicacin firme del derecho de todo ciu-dadano a tener, al menos una vez en la vida, contacto con la filosofa, como lotiene con la msica, el dibujo, la gimnasia y las ciencias: en la conviccin, sos-tenida histricamente, de que una sociedad cuyos miembros tienen cierta fa-miliaridad con los conceptos del pensamiento humano, su historia y sus rela-ciones es una sociedad que respira mejor. Corresponde a los todavanumerosos profesionales de la Filosofa en Espaa plantear y argumentar in-teligentemente esa reivindicacin, adems de preguntarse que es lo que puedeny deben ofrecer en las clases que tengan a su cargo para que el derecho a lafilosofa de cada ciudadano se haga efectivo de alguna manera. El pobre re-sultado de tantos decenios de Filosofa obligatoria, al que me refera msarriba, debera pesar siempre en esa reflexin.

    5.2. Pero esa reivindicacin para la Enseanza Media o incluso la primariaes distinta de la reflexin para la filosofa universitaria. De nuevo, en tanto quela universidad sea, como veamos, un centro de formacin de futuros emplea-dos regido por la lgica del mercado, la filosofa como disciplina apenas tieneposibilidades de existir, salvo como adiestramiento retrico y adoctrinamientoedificante. Es bastante ilustrativo que la universidades privadas, tantos las dela Iglesia como las orientadas puramente al beneficio, tengan siempre en suscontenidos enseanzas de este tipo retricoedificante, pues entra necesaria-mente en la lgica del mercado. Intuyo que al filsofo aqu empleado, en cur-sos de lo ms diversos y superficiales, a menudo de corte interdisciplinar o in-troductorio, solo le cabe hacer una labor de zapa, de transmisin clandestina yprovocacin. Siempre ha sido as, y cada uno ha debido hacerlo a su manera.

    Es de prever que ese centro de formacin de futuros empleados, aunque solosea porque seguir llevando el nombre de Universidad, no est separado, ni f-sica ni institucionalmente, de la actividad de produccin de conocimiento y deconservacin de hegemona. Ya he sugerido que aqu el nuevo sistema dar es-pacio a discursos de corte a la vez ideolgico y filosfico. Y es aqu donde lafilosofa se ver braceando, como siempre lo ha hecho, entre los imperativosdel sistema y su voluntad de verdad y de cuestionamiento crtico.

    En esas circunstancias, es de esperar y de desear que siga habiendo algunasFacultades de Filosofa pura, donde se cultive lo ms destilado de lo que siem-pre se ha dado como historia de la filosofa, como metafsica, como teora delconocimiento o lgica, tica, esttica, donde los filsofos sigan enredndose en-tre ellos. Desde luego, nada en la planificacin ahora en marcha concibe quehaya algo as, ni lo necesita para su discurso justificador de la hegemona; pero

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  • cabe pensar que el poder de resistencia de la tradicin y de las propias institu-ciones mantendrn ese reducto hasta que los tiempos cambien algo.

    Por otro lado, esas dos funciones de la universidad, ajenas, en principio, ala lgica del mercado no dejarn de promover una diversidad de estudios so-bre todo en postgrados en los que el pensamiento, y una filosofa impura, sise quiere, va a tener lugar. Los estudios de Letras, tal como se heredaron de laModernidad, se estn reestructurando en una serie de cambios en los que, porahora, parece difcil distinguir una racionalidad. Durante los ltimos veinte aos,en aras de la llamada interdisciplinariedad, florecieron las llamadas licencia-turas en Humanidades. Tenan el sano propsito de superar la excesiva espe-cializacin en que haban derivado los estudios de Letras, pero el resultado hasido muy variable y no han acabado de cuajar en el sistema universitario es-paol. Las razones son muy diversas y prolijas para discutir aqu. Pero es muyposible que en los prximos aos proliferen, tanto en el nivel de grado comoen el de postgrado, titulaciones en los que se combinen estudios humansticos,con un peso variable de la filosofa, con otros estudios. Los estudios cultura-les, en las diversas figuras que adoptan en el mundo anglosajn, entre la so-ciologa, la esttica y la antropologa, ofrecen un amplio campo para la refle-xin filosfica y, de hecho, algunos de los pensadores ms influyentes hoy,hasta en los filsofos espaoles ms encapsulados, trabajan en ese campo. Puedehaber tanta filosofa en la filosofa impura como en la pura.

    Otro ejemplo ms: los medios de comunicacin, que son realmente el nerviode la organizacin social hegemnica hoy, demandan titulaciones nuevas en lasque, lo quieran o no sus responsables, se cuela la reflexin sobre ellos, sobre sufuncin, sobre la realidad que crean y que reflejan. En Alemania, las titulacio-nes como Filosofa y Medios resultan ser una de las formas en las que se reeditala filosofa en universidades ms jvenes. Son slo dos ejemplos habraotros de titulaciones generadas a la vez por la propia inventiva de las univer-sidades y que se pueden colar en las presuntas exigencias del mercado. Ms quede interdisciplinariedad, podra hablarse de smosis entre discursos y saberes paraacercarse a fenmenos que de un modo u otro se quiere comprender. Y muchasveces, la Filosofa, ms que un saber, es la oportunidad de la smosis.

    Si esa comprensin tiene lugar como discurso justificativo de una hege-mona, como conocimiento terico desinteresado, como crtica y resistencia aun sistema dominante, como bsqueda de verdad, estar por ver en cada caso.Aqu entrar en juego la astucia de la razn y de los que razonan, la capacidadde quienes se llamen filsofos para hacerse un sitio, abierta o subrepticiamente,en ese sistema, la propia inercia de las instituciones y de sus prcticas siem-pre mayor de lo que se sospecha frente a todos los vendavales reformistas,o hasta la propia lgica de mercado, que a veces propicia atender a un pblico

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  • en demanda de discursos filosficos, y al que pueden responder tanto figurasmediticas que hagan uso de cierto lenguaje filosfico como pensadores serioscon cierta capacidad meditica.

    En todo caso, mientras haya libertad y haya lenguaje, la Filosofa no va adesaparecer. Los seres humanos, sea como ciudadanos, sea como agentes eco-nmicos, sea como individuos a cargo de su existencia, seguirn haciendo pre-guntas, crticas, produciendo conexiones entre las cosas, justificando el ordenexistente o intentando transformarlo. Y para eso necesitan conceptos y pensa-mientos, igual que necesitan respirar y comer. Si pueden servirse para ello deun saber llamado Filosofa, reconocido dentro de las instituciones de educacinsuperior, y transmitido en la escuela, depende de muchas cosas. Depende decmo los que se llaman filsofos se presenten y presenten su saber, asuman suresponsabilidad, ms all del divismo narcisista que muchas veces les carac-teriza. En esto no son distintos de otras profesiones que viven entre la creaciny la actuacin escnica. Depende de la propia madurez de la sociedad para pen-sar sobre s misma y no entregarse ciegamente a una mitologa del mercado ydel utilitarismo, cuyas perspectivas hoy da parecen suicidas. Depende de lacapacidad de una institucin milenaria para atravesar el vendaval presente, queest poniendo patas arriba el mundo que la sostena. Depende de demasiadascosas, como siempre. Pero, en una situacin globalizadora que democratiza yuniversaliza a la vez que excluye, la pregunta no es tanto si habr Filosofa, quesi la habr; sino si esa planta rara, en todas sus transformaciones, va a seguirofrecindosele a la gente, y cmo.

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