Filosofía Iberoamericana en La Época Del Encuentro Selección Robles

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Filosofia iberoamericana en Ia epoca del Encuentro

Edicion de Laureano Robles

Editorial Trotta

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© Editorial Trotta, SA, 1992 Ferraz, 55. 28008 Madrid

T elefonos: 549 14 4 3 549 09 79

© Consejo Supe1ior de Investigaciones Cientificas, 1992

© Sociedad Est atal Quinto Centenario, 1992

Diseno: joaquin Gallego

ISBN: 84 - 87699 - 48- 0 (Obra completa) ISBN: 84 - 87699 - 49 - 9 (Volumen I)

Deposito Legal: VA - 659 I 92

lmpresion: Simancas Ediciones, SA.

Pol. Ind. San Cristobal C/ Estano, parcela 152

· 47012 Valladolid

I A ~------- - -t Comi t e Ed i torial

Manuel Reyes Mat e Director del proyecto Institute de Filosoffa Consejo Superior de Investigaciones Cientfficas, Madrid

Leo n Olive Director del Institute de ·Investigaciones Filos6ficas Universidad Nacional Aut6noma de Mexico

O svaldo G uariglia Director del Centro de Investigaciones Fi los6ficas, Buenos -Aires

Miguel A. Quintanilla Coord inado r general de l proye cto Universidad de Salamanca

Pedro Pastu r Secre tario administra t ivo

Com it e A cademico

Javier Muguerza

j ose Luis L. A ranguren

Ernesto Garzon Valdes

Elias Dfaz

Fernando Salmeron

Luis V illo ro

Ezeq uiel de Olaso

D avid Sobrev illa

Carlos A lchurron

Coordinador

Espana

Argentina

Espana

Mexico

Mexico

Argentina

Peru

Argentina

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La Enc ic lope di a lbemAmer·icana de Filoso ffa es un p ro ye ct o de investigaci6n y edici6n, puesto en marcha por el Institute de Filosoffa del Consejo Superior de Investigaciones Cient fficas (Madrid) , el lnstituto de Investigaciones Filos6ficas de Ia Universidad N acional A l!t6noma de Mexico y del Centr·o de Investigaciones Filosoficas (Buenos A ires), y realizado por fi l6sofos que tienen al espanol por instrumento lingi..ifstico.

Ex ist e una p ujante y em p rendedo r a co m uni dad fi los6fica hispanopa1·lante que ca1·ece, sin embargo, · de una obra comun que orqueste su plural riqueza y cont ribuya a su desarro llo. N o se p1·etende aqu f una encicloped ia de filosoffa espano la sino articular Ia contribucion de Ia comunidad hi5panoparlant e a Ia filosoffa, sea med iante el desarro llo cualificado de temas fi los6ficos un iversales, sea desent ranando Ia modalidad de Ia recepcion de esos temas fi losoficos en nuestro ambito lingi..i fstico.

La vo lun tad de l eq uipo res po nsab le de integr·ar· a t o das las comunidades fi losoficas de nuestra area lingUfstica, buscando no so lo Ia interdisciplinariedad sino tambien Ia internacionalidad en el tratamiento de los t emas, nos ha llevado a un modelo especffico de obra colectiva. N o se t rata de un dicc ionario de conceptos filosoficos ni de 4na enciclopedia o1·denada alfabeticamente sino de una enciclopedia de t emas monograficos se lectos. La monograf(a t ematica permit e un estudio diversificado, como dive1·so es el mundo de los filosofos que escriben en espanol.

CONTENIDO

Presentacion: Laureano Robles .. . .. . . . . . . .. . . .... . . . . .. .

El pensamiento fi losOfico en Espana: Laureano R obles . . .. . . . La ciencia europea antes de 1492 : Cirilo Florez Miguel . . . . . . El pensamiento nahuatl: Miguel Leon-Portilla .... ... . . . . . . . El pensamiento maya : M ercedes de la Garza . . . ... .. . . . .. . . El pensamiento incaico: M aria Luisa Rivara de Tuesta . .. ... . El pensamiento renacentista en Espaii.a y America: Jose Luis Abell!m El proceso a la conquista de America: Luciano Pereiia . ... . . . . Francisco de Vitoria: Ram6n H em!mdez .. . . . .. . . . .. . . .. . . Bartolome de Las Casas: Isacio Perez Fern!mdez . .. . . ..... . . Bem ardino de Sahag-Lm : Jose Luis Rodriguez M olinero y Florencio

Vicente Castro .. . ... . .... . .. . . .... .. . ... . ... ... . . . Filosofos humanistas novohispanos: Mauricio Beuchot . .. .. . . Concepciones . de la hi storia : Enrique Florescano . . . .. .. .. . . . La vision providencialista de Ia historia : Elsa Cecilia Frost . . . . El pensamiento logico: Vicente Mw"ioz Delgado . .... . ... . . .

1 ndice analftico . . .. . . .. . .. . . . . ... . . i ndice de nombres . . ..... . Nota biognifica de autores ... ... .. . . .

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LA CIENCIA EUROPEA ANTES DE 1492

Cirilo Florez Miguel

El titulo de este trabajo exige, en primer Iugar, una delimitaci6n crono-16gica que voy a situar convencionalmente entre 1300 (siglo XIV) y 1500 (siglo XVI) de acuerdo con el siguiente grafico

1300 1500

1400

Renacimierno

Siglo xv

Esquema del siglo XV con sus dos referenci as a los siglos XIV y XVI, en el que se indica el periodo de tiempo analizado en esre rrabajo. Se rrata de un perloclo convencional en cuanto a su unidad; pero valiclo para el ana li sis aquf realizaclo.

que ·da idea de lo ocurrido enla ciencia europea en ese periodo que abarca el «final_de Ia Edad Media» y «el comienzo del Renacimiento». Las dos ultimas expresiones dan una idea clara de que se trata de un periodo que algunos podrian denominar de «transici6n >> con Ia consiguiente dismi­nuci6n de relevancia con respecto a los clos periodos entre los que se encuentra. Dejando de !ado el tema de las «interpretaciones » que se han hecho de Ia historia de Ia ciencia y eludiendo Ia discusi6n entre conti­nuistas y rupturistas, voy a considerar el periodo aqui limitado como un

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C!RILO FLOREZ MIGUEL

momento autonomo en el fluir de la historia de Ia ciencia, eri el que ocurren acontecimientos de caracrer ciendfico que posibiliran una caracterizacion indi­vidualizada de ese momenta historico, que tambien es importante investigar para reconstruir adecuadamente la historia de la ciencia en su conjunto.

I. ARISTOTELISMO Y TRADICJONES MEDIEVALES

El comienzo del relata del periodo aqui individualizado tiene su punto de partida en Ia tradicion aristotelica, que es la que ha acabado domi­nanclo el mundo filosofico y cientifico al final de Ia Ed ad Media. En el contexto del final de ]a Edad Media dos son las tradiciones que van a dominar el siglo XIV y que van a tener su importancia en el origen de Ia ciencia moderna. En la Universidad de Oxford, tenemos, por un !ado, Ia tradicion que va a configurar lo que algunos llaman «la ciencia de los ockamistas>> y otra tradicion que recibe el nombre de <<tradicion ·merto­niann o de los calculadores». Cad a una de est as denominaciones tiene sus peculiaridades que conviene especificar para evitar los equlvocos y establecer la precision en Ia medida de lo posible. Los 'ockamistas tienen mas relevancia en el campo de Ia logica, mientras que los calculadores destacan sabre todo en el campo de Ia filosofla natural, que es el campo que aqui nos interesa a nosotros. Otra fradicion del aristotelismo domi­nante en el siglo XIV es Ia de Ia escuela de Pads o <<tradicion parisina, , que iniciada por Buridan y continuada por Nicolas de Oresme y Alberto de Sajonia (1316-1390), va a ser tambien muy relevante en el periodo cuyo estudio nos ocupa.

Las trc.diciones enumeradas se forman a finales del siglo XIV y van a dominar el pensamiento occidental en los siglos xv y XVI. Las dos tra­diciones primeramente aludidas se funden en Ia Universidad de Pads y van a pasar a las universidades europeas de los siglos xv y XVI como Ia de Padua y Salamanca entre otras. El aristotelismo de estas tradiciones es un aristotelismo peculiar que no se limita a repetir a Aristoteles, sino que va a desarrollar algunos puntas de esta tradici6n que van a ser decisi­vos en la constituci6n de Ia ciencia moderna. Uno de los aspectos mas destacados de la Escuela de Paris es que aplican el metoda geometrico de los calculadores de Oxford a los analisis de Ia fisica, dando Iugar as! a una union de f!sica y matemarica que va a tener grandes repercusiones en lo que sera la ciencia moderna. Esta union de fisica y matemarica va a abrir tres frentes de investigacion que nos sirven muy bien para Ia indi­vidualizaci6n y caracterizacion del periodo que estamos estudiando e inten­tando delimitar: el frente del metoda ciendfico en el que va a sobresalir la escuela de Padua o el aristotelismo veneciano como algunos prefieren denominarlo; el £rente de los estudios de Ia cinemarica que va a desem­bocar en Ia formu!acion matematica de la aceleracion de la caida libre de los cuerpos; y el frente cl.e Ia perspectiva, que va a ser relevante en el campo del arte y en el de Ia geometrizacion del espacio, que es otro de los topicos comunes en los pl~nteamientos generales de la ciencia moderna.

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II. ARISTOTELISMO Y FILOSOFIA NATURAL

Los dos primeros frentes tienen que ver con Ia <<filosofia natural>>, que es uno de los campos que tenemos que delimitar lo mejor posible par Ia importancia que tiene para nuestro estudio. Desde el punta de vista de Ia division del saber, Ia tradicion filosofica ligada a las universidacles medievales y la tradicion aristorelica clistingue Ia filosofla natural y Ia ciencia natural, que versa sobre la materia sensible, de la matemarica, que tiene por objeto Ia cantidad, y de la metafisica , que trata del ser en general, como muy bien expone, entre otros muchos Pedro de Osma (1424-1479) en su Comentario a !a Metafisica de Arist6teles (1455 6 57). Este pensador salmantino esd en la linea de un aristotelismo moderado, inspirado en Tom as de Aquino, que algunos comentaristas denominan aristotelismo cristiano. Una de las peculiaridades de este aristotelisrno es su consideracion de ]a' metafisica como ciencia del ser y el consiguiente reconocimiento de Ia independencia de Ia filosofia natural, que dispone autonomamente de sus propios principios para poder constituirse como saber autonomo.

Este hecho trae consigo que en las universidades europeas del momenta comiencen a desarrollarse dos lineas divergentes del aristote­lismo moderado. Una linea que se va a centrar sabre todo en la metafi­sica y en los comentarios a esta ciencia y otra que va a centrarse en Ia filosofia natural y las cuestiones relacionadas con este saber. Esta segunda linea del aristotelismo cristiano o moderado va a estar intimamente ligada a! surgimiento de Ia ciencia moderna. Estas dos Hneas del aristotelismo moderado esdn relacionadas condos tradiciones metodicas, que hay que distinguir adecuadamente. Un a tradicion metodica cuyo modelo es el <<comentario>>, representado, por ejemplo, en el Comentario a Ia Metafi­sica de Arist6teles de Pedro Martinez de Osma a quien acabamos de refe­rirnos. Este metoda se apoya en un texto de Ia Metafisica de Aristoteles (I. III, c. 1) yes un metoda aporetico de soluci6n de problemas, que tiene la duda como procedimiento y que consiste en establecer el tema objeto de analisis, clai:ificar los principales conceptos y exponer las distintas opi­niones sobre elmismo y luego establecer una serie de conclusiones o tesis organizadas en cinco apartados: formulacion, prueba, consecuencias, objeciones y respuestas.

III. ARISTOTELISMO Y METODO CIENTIFICO

La otra traclicion met6dica es Ia de del metoda resolutive y compositivo, denominado en principia como el metoda del progressus y el regressus, que combinaba procedimientos de Arist6teles y Galena, que tiene como uno de sus primeros interpretes a Pedro de Abano, profesor de filosofia y medicina en Ia Universidad de Padua, que en el ana de 1310 en su obra Conciliator differi:mtiarum philosophicorum et praecipue medicorum busca Ia conciliacion entre Ia filosofla de Aristoteles y Ia medicina de Galena

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CIRI LO FLOREZ MIG U EL

planteando el metoda del prog1·essus y el regressus como un metoda de demostraci6n, que va de los efectos a Ia causa para luego explicar demos­trativamente los efectos desde ella . En Ia introducci6n a Ia dificultad VIII del libra mencionado Pedro de Abano, siguiendo a H aly Ibn Ridwan, comentador arabe de Galena en el siglo XI, defiende que es posible arti­cul ar el metoda resolutivo 0 analitico y el m etoda compositivo 0 sinte­tico en Ia llamada demostratio potissima en Ia que el termino media del silogismo es intercambiable redprocamente; de manera que en el primer silogismo el media funciona como causa del extrema mayor y en el segundo silogismo el extrema mayor del primero es el que funciona como media . De esta forma adopta por primera vez una tercera via entre los procedimientos solamente sinteticos o solamente analiticos. Y va a ser el desarrollo metodologico de esta tercera via el que va a acabar desem­bocando en Ia constitucion del saber cientifico de los modernos .

Esta trad icion , iniciada en Padua por Pedro de Abano, va a ser con­tinuada en Ia misma Universidad por Pablo de Venecia (1372-1429 ), que estudia en Oxford, Paris y Padu a, ciudad esta t1ltima en Ia que podemos ubicar su actividad filosofica y ciendfica. Lo importante de su filosoffa es el desarrollo que hace del metoda de conocimiento de las casas natu­rales en su obra Summa naturalium o Summa totius philosophiae natura­lis, publicada en Venecia en 1472 , en Ia que muesrra como Ia demostra­tio quia reproduce exactamente nu<;!stro modo de conocer, mientras que Ia demostratio propter quid parte de lo prius naturae y desarrolla el pro­cedimiento objetivo de Ia realid ad natural que va siempre de Ia ca usa a los erectos. El ordo mentalis (prius nobis) es un procedimiento analitico y regresivo que va siempre de los efectos a las causas; mientras que el ordo natura /is es un procedimiento sintetico y compositivo y va de Ia causa a los efectos. Pero, dado nuestro modo de conocer , nosotros conocemos primero yendo del efecto a la causa y no a Ia inversa. Esto quiere decir que es por media de Ia demos tratio quia como adquirimos las nociones de «causa>> y «efecto», de las cuales nos servirnos luego para atribuirse­las a los «datos» que investigamos . En una palabra , el conocimiento de Ia causa del procedimiento propter quid «depende» del conocimiento de Ia causa del procedimiento quia y analogamente el procedimiento quia es ei mismo «causa» del procedimiento propter quid. (Expositio super octo Iibras Physicorum Aristotelis, I, q, 5 ). Esta es Ia linea que va a ser seguida y perfeccionada par Ugo Benzi y Pietro Pomp onazzi y va a concluir en Galileo y su desarrollo del metoda ciendfico.

Los filosofos de Ia denominada «escuela de Padua » han sabido com­binar con exito las tecnicas de dlculo con Ia investigacion de las causas y los efectos logrando articular un metoda cientifico que fue el que acab6 imponiendose en Ia ciencia moderna, por media del desarrollo de Ia con­figuracion progresiva de la filosofia de la naturaleza como saber auto­noma; aspecto este que va a alcanzar su culminacion en el planteamiento de Bacon y en su propuesta de un nuevo metoda de interpretacion de Ia naturaleza . Esta propuest@ que Bacon va a llevar a su culminacion tiene

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un exponente cla,ro en Ramon Sibiuda, fi losofo catalan del siglo xv, y en su prologo al Liber Creaturarum en el que diferencia entre ellibro de Ia Naturaleza y ellibro de Ia Escritura, que son los dos Iibras que Dios ha dado al hombre. Cada uno de ellos tiene su propio metoda y camino de conocimiento. La ciencia de Ia naturaleza se basa en Ia experiencia del propio hombre acerca de las criaturas y gracias a ella puede elaborar argumentos cerdsimos e irrecusables. Sibiuda sigue Ia tradicion lulian.a y reconoce una autonomia fundamental a Ia naturaleza . En el reconoCI­miento de esa autonomia de la naturaleza y de sus metodos de investiga­ci6n reside Ia nueva <<imagen de la naturaleza » que acabara imponien­dose en la ciencia moderna. La naturaleza de los distintos aristotelismos es una naturaleza organizada por formas a las que el investigador accede por un proceso de abstraccion y razonamiento que ensefia la logica. La naturaleza de los modernos, en cambia, es un libra que hay que inter­pretar y para ella no bastan los procesos de abstr~ccion y raz~mam~ento de Ia logica, sino que hay que elaborar nuevas metodos de dtseccwn d.e Ia naturaleza que nos permitan llegar all! donde no llegan nuestros sentt­dos. Dentro de esta nueva imagen de Ia ciencia cambia el papel de Ia expe­riencia , que ya no se limita a ilustrar como ejemplo la teoria, sino que es un elemento fundamental para descubrir nuevas aspectos de la natu­raleza, que nos Beven a nuevas teorias . Los modernos se van a servir de Ia experiencia como un procedimiento heuristico para ahondar en el con~­cimiento de Ia n aturaleza. Siguiendo este camino es como van a surgtr las << Ciencias baconianas», que son las que van a abrir nuevas campos de investigaci6n a traves de los cuales se va a ir configurando el saber de los moderrtos. Los antecedentes de las <<ciencias baconianas>> no h ay que ir a buscarlos a la filosofia natural de los aristote!icos, sino a Ia tra­dicion magica, que considera al mago como un experimentador de Ia natu­raleza con vistas a lograr el dominio sabre Ia misma. Con lo cual tene­mos que en Ia configuraci6n de lo que va a ser la ciencia moderna es relevante el estudio, a lo largo del siglo XV , de Ia confluencia de tres tra­diciones: Ia tradicion << universitaria » de Ia filosofia natural representada por las diversas formas de aristotelismo; la tradicion neoplatonica que se inicia en Florencia con Marsilio Ficino y Ia tradicion magica que esta relacionada con el hermetismo y adquiere un importante auge en Ia pole­mica sabre la astrologia a finales del siglo XV .

IV . LEONARDO DA VINCI: INGENIERO Y CIENTIFICO

Relacionado con la tradici6n m agica y con el origen de las que andando el tiempo llegaran a ser las ciencias baconianas nos encont~amos en el siglo xv con la figura de Leonardo, que es una de las que meJOr .no.s per­mite sintetizar el estado de Ia ciencia europea antes del descubnmtento. A sus 16 o 17 afios llega a Florencia, que en ague! momenta era uno de l~s centros mas relevantes del saber renacentista en Europa; Y entra en el taller de su maestro Verrochio. Uno de los t6picos que caracterizan

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C IRILO FLORE Z MI G UEL

a Leonardo es el de ser «un hombre sin letraS>>; t6pico que podemos inter­pretar como que no procede de Ia tradicion universitaria, sino de Ia tra­dicion de los talleres, que es una tradicion que no tiene como modelo de cultura ni al filosofo en sentido platonico, ni a] orad or tal como lo planteara Cicer6n, sino al arquitecto tal como lo entiende Vitruvio, o el artista del clisei1o tal como lo planteara Ghiberti. Esta tradici6n de los talleres se fundamenta sobre una cultura del oido y de la experiencia, frente a Ia tradicion de las escuelas que se basaba en una cultura de la vista y la lectura y comentario de textos considerados como can6nicos y seguidos como autoridades.

Leonardo critica a aquellos que siguen a los libros y propane siglo y media antes que Bacon Ia experiencia como la guia fundamental para nuestro conocimienro de Ia naturaleza, que s6lo se descubre a aquellos que, como dira mas tarde Bacon, la violentan:

Algunos hombres presunruosos creen poder difamarme alegando que soy un hom­bre sin len·as. jGenres insensaras! No saben que como Mario a los patricios roma­nos yo pod ria responderl es : ague !los qu e se adorn an del trabajo de otro no guieren dejarme el frmo de mi tr abajo ... Ellos no sa ben que los temas que me ocupan reve­l an mas de Ia n aturaleza que las palabras: Ia experiencia ha sido Ia guia de aquellos que han escriro bien y es a ella en rodo .caso a gui en yo al egare como guia (Leo­nardo d a Vinci, 188 4, 119r ).

La experiencia a Ia que se refiere Leonardo noes una simple empiria, sino que se trata de una experiencia guiada por Ia teoria como explica en el n. 1? de su T ra tado de la pintura: «Ninguna investigaci6n humana puede denominarse verdadera ciencia, sino pasa por las demostraciones matemaricaS>>. La experiencia guiada por Ia teoria es Ia que conduce a Leonardo a toda su multipliciclad de <<diseiios», que son posiblemente el ejemplo mas claro del verdadero valor de Ia ciencia de Leonardo. No se trata de hacer de Leonardo un avido lector de los medievales, como ha pretendido Duhem, sino de valorarlo en su calidad de ingeniero o inventor como una de las figllras mas representativas del tecnico 0 dise­fiador renacentista , que no se limira a conocer los principios te6ricos, sino que ademas sabe aplicarlos con sus manos. La relevancia de Leo­nardo no hay que ir a buscarla en Ia historia de Ia mecanica como saber teorico que nos explica los movimientos y las fuerzas, sino en Ia historia de Ia tecnologia que aplica con precision los saberes te6ricos de Ia meca­nica, que, como indica su etimologia, ha nacido del arte de las maquinas simples con el que los inventores han dotado a Ia civilizaci6n.

Los tres primeros cuartos del siglo XV han ido preparando el adve­nimiento de una estabilidad social cuyos efectos van a empezar a sentirse hacia 1470-1480. Y esto, unido a! despegue economico que tendra Iugar tam bien en ese momenta como consecuencia de Ia restauracion moneta­ria general, va a posibilitar una coyuntura favorable en cuyo contexto vive Leonardo y se transfonna profundamente Ia tecnica: hasta tal punto

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esto es asi que puede decirse que Ia humanidad vivira durante largo tiempo de los avances logrados en este momenta. Puede afirmarse que Ia Enci­clopedia de los ilustraclos noes mas avanzada en las cuestiones tecnicas. .Este giro cientifico-tecnico ocurre al final del siglo XV yes debido entre otros a Leonardo, cuyos disefios acerca del vuelo de los pajaros nos ofre­cen una idea bastante clara de los avances de Ia tecnica a finales del siglo XV y principios del XVI y del ensamblaje de Ia ciencia y tecnica, que va a ser uno de los aspectos fundamentales de las transformaciones que van a tener Iugar en Ia modernidad:

Un p<ijaro es un instrumento que funciona segtm Ia ley matem,\tica, instrumento que el hombre es capaz de reproducir con todos sus movimienros, aunque no con una fuerza correspondienre; aunque; aunque el no sea defecmoso sino bajo el aspecto de Ia conservacion del equilibria. Podemos , pues , decir que a un tal instrumento, construido por el hombre , no le falta nada a no ser Ia vida del paj aro (Leonardo da Vinci , 1884, 161r).

Apoyandose en este tipo de observaciones Leonardo va a trabajar durante mas de treinta afios en Milan, Florencia y Roma en una serie de proyectos tendentes a configurar su maquina volante. Sus observa­ciones sobre este punto y el trabajo de sus proyectos y diseiios le van a conducir a estudiar los problemas mednicos de Ia estabilidad y equili­bria y a entrar en muchas discusiones acerca del emplazamiento del cen­tro de gravedad del cuerpo en relacion con el centro de su masa de acuerdo con los distintos tipos de movimiento de los pajaros. Tanto en el caso de los diseiios de sus maquinas, como en el de sus laminas anatomicas Leonardo trabaja por revelar la esrructura del objeto disefiado por media de Ia representacion visual. Cada uno de sus disefios es una slnresis de sus experiencias adquiridas a base de observaci6n y estudio. Yes el disefio, Ia pintura, ellugar de Ia sintesis. Por eso para Leonardo Ia pintura juega un papel tan fundamental en el conjunto de las artes. Ella encierra en una red de representaciones el espectaculo viviente del mundo, abarca todas las formas de Ia naturaleza y es un lenguaje universal que elimina los accidentes para materializar lo esencial en una representaci6n. Leo­nardo reivindica el primer Iugar para Ia pinrura entre el conjunto de las artes. Ella es superior a Ia poesia, que trabaja con palabras . Todas las ciencias que Leonardo cultiva (anatomia, bodnica, astronomia) son pre­paraciones para Ia obra de arre que es Ia que articula lo actual, lo posible y lo imaginario y que en Ia pintura, con su principia de representaci6n de lo real, alcanza su maximo. T odo el Debate sabre las artes o Pamg6n puede se'r leido como el esfuerzo del ingeniero cientifico Leonardo por contraponer a! predominio de Ia palabra Ia superioriclacl de Ia tecnica ejemplificada en Ia pintura, con !a mas alta especulacion posible:

Pero Ia divir.Jidad de Ia ciencia de Ia pintura con sidera las obras , sean humanas o divinas, limitaclas por sus superficies , esto es , por las lineas que son termino de los cuerpos. Con tal es lineas prescribe al esculto r Ia perfecci6n de sus estatuas, Y por

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CIR il O F lORE Z MIGUEl

el dibujo, que es su principia, enseiia al arqui tecto a hace r sus edi ficios gratos al ojo, y tambien a los que fab ri can vasos diversos, a los orfebres, a los tejedores, y a los bo rdador·es; ell a ha inventado los caracteres de que se sirven las disrin tas lenguas, ha dado las ci fra s a los aritmeticos, ha ensefiado el arre de las figuras a Ia geometria; ella instruye a los 6 pticos, a los asrrologos, a los consrructores de m,\quin as y a los ingenieros (Leonardo da Vi nci, 1979, 60).

Los disei'ios de Leonardo debemos situarlos en Ia tradicion moderna de Ia artificialidad de Ia experiencia y Ia observacion, en Ia que no se trata de demostrar lo ya conocido o de determinar un detalle de una teo­ria establecida, sino de mostrar a Ia naturaleza en circunstancias no obser­vada s anteriormente a fin de descubrir aspectos de ella aun no estableci­dos. Se trata de Ia tradicion experimental de los modernos que va a clesembocar en las que Kuhn llama «ciencias baconianas». Est a misma tracl icion es Ia que va a necesitar construir una nueva logica que susti­tu ya a Ia logica tradicional. La nueva logica va a dar importancia al «sec­cionar a Ia naturaleza>> frente al «abstraer» de Ia logica tradicional. Bacon, siglo y medio clesptH~s de Leonardo, expresara admirablemente esre pre­cepto en una de esas formulas de su filosofia en las qu~ es un gran maes­tro: «Melius est naturam secare quam abstrahere>>. Este es uno de los puntas decisivos en el que puede verse Ia notable diferencia que se d.a entre todas las form as del aristotelismo y Ia tecnologia de los modernos que aspira a dominar Ia naturaleza.

Una de las caracteristicasJundamentales del saber ciendfico en el siglo xv es Ia conv·ergencia del saber teorico de las maremaricas y Ia experien­cia. Esra convergencia se produce en las ll amaclas ciencias mixtas, que van a ad quirir una notable relevancia en el momento que es objeto de nuestro estudio. Dentro de estas ciencias mix tas tenemos Ia optica, que en el contexto del Renacimiento, y, m as en concreto, del siglo XV, con­fluye con Ia que algunos Haman perspectiva o << prospectiva >> . Los antece­dentes de este saber mixto los encontramos en Ia Antigiiedad y Edad Media, en Ia que se habla de una perspectiva co111munis; pero va a ser en el siglo XV cuanclo Ia per:Spectiva como perspectiva artificialis va a adquirir carta de natura leza y va a lograr importantes aplicaciones en el terreno del arte y de Ia cartografia contribuyenclo a una modificacion en Ia representacion del espacio , que esta en Ia base de lo que luego sera Ia << revolucion cientifica>>. En Ia teoria de Ia perspectiva, que tiene a Leo­nardo como tm clestacado cultivador, confluyen tres teorias . Una teo ria metafisica de Ia luz , una teoria matemarica sabre reflex iones y refraccio­nes y una teoria fisiologica sobre Ia vision . La sintesis de Leonardo de las ideas que provienen de estos. tres campos es uno de los logros indiscu­tibles que fundamentan el que pueda habl arse de Leonardo como uno de los ingenieros-cientificos que juega un papel destacado en Ia constitu­cion de lo que sera Ia ciencia moderna.

El Elogio del Sol de Leonardo debe ser leldo en el contexto de las teorias sabre Ia luz dentro d€ Ia epoca del Ren acim iento. En primer Iugar

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hay una revalorizacion del sol como Iugar privilegiado dentro del uni­verso. Aspecto este que va a ser asumido por Ia teoria heliocentrica de Copernico. Yen segundo Iugar ocurre tambien una discusion de Ia teo­ria de Ia visi6n, que es lo que mas va a interesar a Leonardo, que se va a preocup ar fundamentalmente porIa estructura del ojo y por Ia ciencia de Ia perspectiva. .

Las teodas antiguas y medievales acerca de Ia vision pueden agruparse en tres bloques. La teoria pitagorico-plat6nica que consideraba al ojo como una especie de foco que emitia rayos luminosos que, al encontrarse con los que procedian de las cosas, hacian visibles las cosas. Tenemos luego Ia teoria de Democrito seg{m la cual los cuerpos emanan << imagenes >> , que, una vez separadas de los cuerpos, se dispersan por el espacio y afectan al organa de Ia vision. Y tenemos fin almente Ia teoria aristotelica que va a distinguir entre el foco de luz, el diafano a traves del cual se difunde Ia luz, y el ojo que percibe Ia luz difundida. En el contexto de estas dis­tinciones, es como se va a diferenciar dentro de Ia tradicion aristotelica entre lux, como Ia fuerza que esra en el cuerpo ll!cido (el sol, por ejem­plo ), y lumen, como las especies o aspectosque se difunden a traves del media diafano. El lumen puede interpretarse como << ente real» o como entidad representativa de Ia luz y por tanto como <<especie intencionah>.

Las especies actuan sobre Ia sensibilidad y son las que nos permiten explicar Ia vision. Las << especies visibles>> de las cosas se difunden por el aire basta nuestros o jos: y son muy importantes a Ia hora de explicar Ia vision.

El tema de las especies fue un tema fundamental de Ia filosofi a de los siglos XIV, xv y XVI. Leonardo considera las especies, simulacros o imagenes siguiendo Ia tradici6n de los perspectivistas y oponiendose a las teodas pitagorico-platonicas. La teorfa de Ia vision Ia va a explicar Leonardo por media de Ia perspectiva, que << es una demostracion racio­nal que nos permite comprender practicamente como los objetos trans­miten sus propias im agenes j:>or medio de pidmides lineales (concurren­tes) en el ojo».

Lo importante de este texto de Leonardo es que en el aparece el moderno concepto de espacio caracterizado porIa continuidad y mensu­rabilidad, por un !ado , y porIa infinitud, por o tro. El espacio de los anti­guos era considerado como un compuesto o agregado de cuerpos solidos y de vados entre ellos; mientras que el espacio de los modernos es consi­derado como un sistema homogeneo de puntas, cada uno de los cu ales esta determinado por tres coordenadas perpendiculares entre si y que se prolongan in infinitum desde un << punto de origen >> dado. De acuerdo con este concepto moderno de espacio, formulado por primera vez en el ane, va a ser fonnulado a su vez un quantum continuum que quedara sistematizacl o en Ia teoria cartesiana de Ia sust ancia extensa.

La teoda leonardiana de Ia perspectiva, lo mismo que Ia de Bruneles­chi y Ia de Alberti, es una teoria de Ia representacion de las cosas en Ia qu e se articula Ia experiencia y Ia r azon:

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CIRILO FlOREZ MIGUEl

La perspecri va es una demost racio n raciona l o r medi . . nos confmna que rodos los obJ'etos t· . p . o de Ia cual Ia expenencl a

. ' . I ansmlten sus 111Higenes al o· . . , I d p 1ram ldes linea les (Leo~a rdo da Vinci, 1979 , 116). ' JO SII'VIencose e

, Esta teoria de Ja representacion , b d . oprica medieval Y de Ia clasica. La es_ta _asa a en do_s premls~s deJa producida por los «rayos visu I pnmera es que Ia Imagen VISual es

. objetos por media de Ia " iran~i~S >> que ton los que unen a] ojo con los y Ia forma de los objetos ~stan de~;:~~~~'ci La segunda es _que el tamaiio esos «rayos visuales» como ex ]' b 'os ror Ia pOSlClOn relat!Va de tistas han denominado Ia c P lea mt? 1

1e~ _a que los artistas renacen-" onstrUCC!un eg1tnna,.

V. PERSPECTIVA E IMAGEN MODERNA DEL MUNDO

Denrro de las aplicaciones de Ia e. . .. . cion cartogr;Hic I P rspectlva arnflc1al destaca Ia aplica-1 a, que lay que relacwnar co 1 d b · · 1umanistas florentinos de 1 G . , n e escu nm1emo de los que fue estudiada por Brune~escfl~gm/w 1fbP~o_lomeo, que es includa ble c~a en Roma, en los aiios 1432 y por eitl, qu,'en durante su estan­Slguiendo una tecnica Le. y 1434, consrru yo un plano de Roma rre Thuillier describe Ji,ch'~~~Jdable!dnelnte es deudora de Ptolomeo. Pie-

c:Cnlca e s1gmente modo:

E l principia geometrico es limpio : A lberti t de Ia colin a del Capitol io d' .· ,

1 . ' o man do com o punto central Ia cim a

d , 111g1a a VISta a los difere r Y ete rm inaba su pos icio n co . 1 .

6 I n es m onumen tos de Ro ma

1 n 1e ac1 n a no rre· desp ' d ' 1 a· . sepa raba cada monumenro d I , ues m e Ia a IStancla que di chas indicaciones despu~sedpuhn tbo cen,tral; basra ba entonces 1/evar sobre una hoja f.d d' ' e a er e eg1do una esca l b I e 1gno (Thuillier, 1990, I, 156)_ a, para o rener una mapa

La primera gran · 1 ·0 cia mod~rna es Ia qu~e~~~~eCJ L~~ ~~~~a a tener Iugar en el ambito de Ia cien­de que tenga Iugar Ia revoluc~n . . on e~ espacw d~ ~a _ne~Ta; mucho antes con Ia Hamada «revalue·-'- ~stronomica, que se lllJcJara a partir de 1543

. 1un cope1.mcana» EJ hombr· d ' I , . gen sunbolica de ]a tierra de t . d 1 · I I e me 1eva tema una Ima-de acuerdo a su dignidad ' . n 10 . e a cua os lugares estaban colocados ricas. Un ejemplo muy clrr~~~ tener par~ nada e~ cuenta l ~s relaciones nume­bolica es uno de los£ e esta representacJon de Ia tierra de forma sim-

' amosos mapas del Be t d L ' .t. b como abundan los simbolos I . a o e le ana, en el que vemos titulo de ejemplo el Ju _Y -t ausenCia total de los nt'uneros. Vemos a Jerusalen, represe~tacla ga~ pnvr e~Jado que ocupan Acl an y Eva, asi cor~o esta tratada teniendo e p r una g]ran H. Esta representacion de Ia tierra no d

11 cuenta e aspecto de ] - · • . e acuerdo tampoco a Ia ex .· . . a representacwn sensonal,.ni sino de acuerdo con una ·e peJ.~en:la c?rnente de Ia geometria eudidiana cendente es mas imporrln~:rqL~~~~~~n~_olica de valores, seg~n Ia cuallo tras~ I~ dominanre a lo largo de Ia ~dad M~~estre. Esta Im agen Slmbolica , que es nmentar una transformacion . c • Ia OCCidental, va a comenzar a expe­M edia a medicla que se des . ~~~for~ante en el contexte mismo de Ia Edad

arw an as Cludacles comerciales y se va impo-

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l A CIENC I A EUROPEA AN TE S DE 14 92

nienclo Ia civilizaci6n de Ia escritura que aspira a medidas numericas y va a comenzar a servi ~:se de las matematicas y de los instrumentos de obser­vacion cuantita tiva (astrolabio ) para representar Ia realidad. Junto al astra­labia nos encontramos en Ia Eclad Media con Ia aguja magnetica, que, procedente de China, va a transformarse en el ambito del Mediterdneo en una verdadera bn'1jula y va a posibilitar que aparezcan las primeras repre­sentaciones numericas de acuerdo con los rumbas que Ia brujula permite trazar y en relaci0!1 a clistancias estimaclas. Tenemos asf el primer sistema de representacion cartografica segtm los r umbas, que representa el espa­cio de acuerdo a Ia posicion y segtm medicla, aplicando ya los principios de la geometria euclidiana. EJ ejemplo mas clara de esto esta en los mapas de rumbas de Piero Visconti de 1318. El mismo Visconti publica en 1320 un mapamundi en e] que las tierras esran situadas segtm las direcciones dadas por la brujula. Las proporciones entre las distancias reales y las repre­sentadas son aclecuadas, asi como las dimensiones globales:

El Meditern\neo apa rece basta nte correctamente rrazado y juntamente con el las zonas adyacen tes como Ia Arabia; se ha pasado del mundo si m b61ico al mundo geometrico y a las cosas ta l como eli as son (Magalhaes, 1990, 11 ).

Otro aspecto muy importante relacionado con la transformacion de Ia imagen de Ia tierra es que, a partir de 1245, tanto los misioneros como los comerciantes van a iniciar una exploracion muy intensa del Asia. La sfntesis mas completa y acabada de tocla esta serie de exploraciones misio­neras y comerciales de espanoles, portugueses y venecianos va a ser el Atlas catal!m de 1375-1380, en el que, aparte de una ruta m aritima hacia Ia India de las especies, quecla constataclo el conocimiento de las islas Canarias, asi como el archipielago de Madeira y Ia costa africana esra representacla mas alla del cabo Borjador. T ambien est{m representaclas en eJ rutas de las caravanas. La representacion de Abraam Cresques marca un importante paso adelante en relacion con las representaciones meclie­vales de Ia tierra en clave simbolica . En el puede apreciarse como desa­parece Ia vision religiosa de Ia tierra y se configura una representacion secularizada de Ia misma acorde con la mentalidad mercantil y explora­dora que va ex tendiendose m as y mas a partir de Ia consolidacion de las ciudades mercantiles surgidas en el siglo XI medieval. Esta revolucion en la representacion de Ia tierra sigue siendo muy imprecisa a medicla que nos aparramos del Mediterraneo; pero podemos decir de ella que conso­Jida las mas importantes transformaciones que han renido Iugar en la nave­gacion a lo largo de los siglos XII! y XIV .

A p artir de 1440 y a ]o largo de los siglos XV y XVI los navegantes portugueses van a llevar a cabo tocla una serie de navegaciones que van a permitir trazar con precision los contornos de los continem es; yen espe­cial los contornos de Africa, bordeanclo Ia misma por el cabo de Buena Esperanza. Toda Ia serie de navegaciones y clescubrimientos de los nave­gantes portugueses a Jo largo del siglo XV (media siglo de descubrimien-

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C JRJLO FlOR EZ MI GU El.

tos ) quedan muy sintetizados en la carta de Enrique Martellus de 1489 en Ia que el cominente africano, trazado de acuerdo con <<el eje de repre­sentacion cient!fica del mundo mediternineO>>, es decir, de acuerdo con los paralelos, aparece trazado de forma bastante apropiada a su con­figuracion real. En esta representacion, lo misn10 que en todas las re­presentaciones del globo basta finales del sig]o XV, e! oceano rodea los continentes. En esta representacion del globo terrestre antes del descu­brimiento de America .podemos ver que el globo esra representado en un planisferio en el que predomina el eje longitudinal comprendido entre el Meditern:\neo por el Poniente y Ia columna vertebral de montafias de Ia masa continental asiatica por el Levante; que noes otra cosa sino el tras­lado al mapa de Ia vision de los navegantes de un mar interior y de los mercaderes de caravanas de Ia inmensa estepa. El mundo habitado y cono­cido, Ia ecumene, es una masa interminable de tierras que se suceden las unas a las otras; Ia humanidad, ya se trate de su vida o de su vision del mundo, es radicalmente terrestre y terrena (M agalhaes, 1990, 17).

Toda esta serie de experiencias de navegantes y comerciantes van a aca­bar rompiendo la imagen universitaria de las cinco zonas de Ia tierra, asi como de la inh abitabilidad de Ia zona torrida. Esta ruptura de Ia vision universita­ria de Ia inhabitabilidad de Ia zona torrida , referida en primer Iugar a los continentes asiarico y africano, va a quedar totalmente desechada a partir de 1492, ano en el que Cristobal Colon se va a encontrar, navegando al Atlan­tica, con el continente americana que hasta entonces habia estado excluido de todas las representaciones del globo, ya fueran estas de un tipo 0 de otro. H asta finales del siglo XV el globo estaba ubicado en un hemisferio clentro del cu al el oceano Atlantica era vivido como una ban·era casi infranqueable que m antenia como separados los tres continentes mejor o peor representa­dos -pero que mantenian relaciones sociales e historicas entre si- y d con­tinente americana que habla permanecido aislado y sin comunicacion con los otros continentes. Este hecho historico, que ha dm·ado milenios, es el que explica que Ia llegada de Colon a! continente americana vaya a ser decisiva para Ia transformacion de Ia imagen espacial que los hombres de las civiliza­ciones euroasiaricas habian maritenido como imagen del globo terrestre o sim­plemente como imagen espacial de Ia tierra. Esra claro que Colony los euro­peos que fueron llegando a America no pretendian descubrir un continente que desconocian, ni entrar en comunicacion con civilizaciones desconocidas. Lo que ellos pretendian era abrir 'nuevos circuitos comerciales por via mari­tima. Peto aunque esa era su pretension, lo cierto fue que el encuentro con un continente y unas civilizaciones hasta entonces desconocidas iba a variar radicalmente Ia imagen que todos los hombres de finales del siglo XV tenian del ~obn .

.; Como ocurrio esta transformacion?

A partir del tiltimo decenio del siglo xv y como consecuencia de las nave­gaciones de los portugueses y del descubtimiento de America por los espa-

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LA C JE N CIA EUR OPEA AN TE S DE 14 92

fioles comienza un cambio profunda de Ia imagen de la tierra, que va a durar muchos afios. La primera m anifestacion de este cambio se puede apreciar en el hecho de que se abandona Ia vision mediterraneo­continental de Ia tierra y se inicia Ia concepcion oceanica del globo, que concluira en el siglo XVII con el establecimiemo de Ia imagen del globo terraqueo. Uno de los primeros pasos en este cani.ino va a ser el dado por Martin Behalm en su globo de Nuremberg (1492) que, aparte de ser­virse de la imagen de Crates de las dos esferas y de Ia vision continental de la tierra, no va a suponer ningtm adelanto en cuanto a precisiones en la localizacion de las tierras.

Una transformacion imporrame en este sentido es Ia que aporta el mapa anonimo portugues de 1502 llamado de Cantino, en el que por primera vez se destaca el continente africano de acuerdo a sus c6ntornos reales y se alarga el oceano Atlantica gracias a la presencia de las Anti­lias y una buena parte del Brasil. Este mapa de Cantino es un mapa por rumbos y distancias estimadas, fundado sobre Ia medida , Ia posicion y Ia forma y adoptando por tanto el punto de vista de la percepcion visual y de Ia operacionalidad euclidiana. Lo mismo que el mapa de M. Wald­seemi.iller, aparecido en una Geografia de Ptolomeo en 1515, donde tam­bien puede apreciarse Ia vision continental y Ia presencia de America. A partir de los primeros afios del siglo XVI, y como consecuencia de una carta de Americo Vespucio , va a comenzar a hablarse delmundus novus y a considerar las tierras de America como un continente independiente, idea que tardara mucho en quedar plasmada en las representaciones que iran haciendose de la tierra , cosa que ocurrira bastante despues de Ia epoca que aqui tratamos.

En relacion con el tema que aqui estamos tratando, es importante seil.alar que en los dos tJitimos decenios del siglo XV va a tener Iugar Ia invencion de !a n autica astronomi.ca consistente en navegar guiandose por las alturas, es decir , miclienclo clescle el barco o descle !a tierra las alturas de las estrellas o del sol p ara calcular Ia latitud . Y de esta forma se pasa a un procedimiento m as riguroso en Ia representacion del espa­cio del globo terrestre. La escala de las latitudes corrige y precisa Ia eva­luacion de las distancias y de Ia direccion por medio de Ia aguj a . Pero solo cuando el calculo riguroso de la longitud venga a completar el de Ia latitud sed posible la representacion del globo terraqueo con el maximo de exactitud. Cuando esto ocurra, el hombre habra llegado a situarse con precision en el espacio e ira inventando los instrumentos adecuados que le permitan operar sobre el mismo. Como muy bien escribe E. Pou­lle el problema de Ia navegacion astronomica no se debe plantear enter­minos ciendficos, sino tecnicos:

Cuando ciertos medi os nauti cos concibieron Ia idea de apli ca r al a navegaci6 n los · merodos de Ia-determinaci on de Ia latitud ensen ados en las uni versidades despues de muchos siglos, hubieron de constata r Ia ineptitud para una utili zaci6n en el mar de los in strumentos de observacion pracri cados po r los terrestres. La navegacion

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CIRi l O Fl OR EZ MIGUEl

<lStron omica no se pudo desa rro ll ar verdaderam enre hasta que fue puesto a punro un material que respond i<1 a las condicones particulares del servi cio que se le deman­daba (Poulle , 1969, 48).

De esta forma desaparecera de las representaciones del globo el espacio mftico construido .en consonancia con una funci6n simb6lica; y se confi­gurara el espacio de Ia funci6n real que permitira al hombre considerarse como sei'ior y dominador del mismo.

VI. PERSPECTIVA Y MATEMATICA

La ciencia de Ia 6ptica o perspectiva, ademas de ser relevante para los humanistas relacionados con Ia pintura y Ia arquitectura como hemos visto en el caso de Alberti y Leonardo; y ademas de ser fundamenta l para Ia transformaci6n de Ia imagen del mundo en su aplicaci6n a Ia carto­grafia , va a jugar asimismo un papel fundamental en la perdida de pri­mada de Ia filosofia natural en el campo de los saberes fisicos y en el auge que en dicho campo va air adquiriendo Ia m atematica. Esta trans­formaci6n, que hace de Ia perspectiva el polo catalizador de las discusio­nes sobre Ia ciencia fisica en Ia segunda mit ad del siglo XIV, se ve muy bien en Ia obra de Biagio Pelacani de Parma, cuya en seii.anza en Padua, a finales del siglo XIV (1382-87), tiene una incidencia decisiva en este punto.

El aristotelismo desarroll ado en Ia Universidad de Padu a a partir del siglo XIV es de- importaci6n parisina y oxfordi ana y de orientaci6n fisico­experimental y logicista. De manera que demro de Ia cultura italian a del humanismo renacentista destaca el triangulo Padua-Bolonia-Pavia que aparece como una especie de isla en Ia que se mantiene Ia tradici6n aris­totelica, heredada de las universidades medievales, que va a ser muy importante en Ia configuraci6n de Ia ciencia moderna. La Universidad de Padua de los siglo.s XIV y xv est<:'t cruzacla por dos ejes de atraccion cultural, que en ella se articulan aclmirablemente , cosa que va a hacer de esta universidad uno de los centros universitarios en el p aso de Ia Edad Media a Ia modernidad. Esos dos ejes son uno bacia Ia universitaria Bolo­nia y otro hacia la humanista Venecia .

En el eje de la universitaria Bolonia y en Ia tradicion del aristotelismo heredado de las universidades de Oxford y Paris va a tener una notable relevancia Ia discusion acerca del caracter de ciencia de Ia matemarica y su Iugar en el conjunto del saber tal como el mismo era considerado por el aristotelismo. En el capitulo XIII dellibro V de Ia Metafisica (1020a 7-14) Arist6teles distingue entre Ia cantidad continua que es objeto de Ia geometria y Ia cantidacl discreta que es objeto de la aritmetica . Este texto va a dar Iugar entre los aristote!icos a una importante discusi6n acerca del continuo en Ia seguncla mitacl del siglo XIV , que va a distri­bUtr a los aristotelicos en tres escuelas filos6ficas: los realistas, que defien­den que las nociones de Ia geometria (figura, circulo, cuaclrado , punto,

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LA C I EN CIA EU ROPEA AN TE S DE 1492

etc. ) son entes reales o propiedades sustanciales de las cosas; los nomi­nalistas, que defienden que su valor es el de servir como reglas para el razonamiento inferencial; y un a tercera posicion intermedia, represen­tada entre otros por Gregorio de Rimini, que defienden que las nociones matematicas son objetos de pura ficci6n, imagenes del intelecto. Esta con­frontaci6n va a dar Iugar a una viva polemica acerca de la naturaleza de los conceptos ciendficos en Ia que van a jugar un importante papel el De visu de Euclides y Ia teoria de las proporciones. En esta polemica acerca de Ia naturaleza de los conceptos cientificos se van a delinear dos tendencias: una aristotelico-plat6nica-neoplat6nica que consiclera a las nociones ciendficas como entidades reales, ya sean estas materiales o espi­rituales; y una segunda que las considera como ficciones, cuyo valor hay que ir a buscarlo en el plano del rigor 16gico de Ia verdad, de caracter connotativo de acuerdo con una determinada teoria del significado de verdad de las proposiciones. En el contexto de esta discusi6n destaca Ia obra de conjunto de Biagio Pelacani, que justifica Ia importancia teorica de las matemaricas en el conjunto de las ciencias sobre Ia base de que la certeza que elias proporcionan es absolutamente primera y superior a Ia de las otras ciencias, tanto en el caso de Ia teologfa como de tocla Ia «filosofl a natural>>:

Et ratio est quia conclusiones mathematicorum deductae Sllllt ex pri11cipiis prim is, qui bus 110tis tenniuis, intellectus 11011 potest deassentire. Sed philosophia natura /is hoc non 1·eperitur, quia materia rerum natura!iwn non patitur demostrationilms, et minus conclusiones theo /ogicorum (Blasius, 1974 , 4 ).

En elmundo de Ia naturaleza , d ado un efecto cualquiera esta prece­dido de infinitas causas; de do.nde se sigue que el nexo causal entre los sucesos no es un nexo necesario y, por lo mismo, para su conocimien­to no se necesita un conocimiento causal, sino que ba sta con el conoci­miento de los principios, que podemos entender como proposiciones que, gracias al conocimiento de sus terminos, poclemos llegar al conocimiento de las cosas por vfa de consecuencia y razonamiento. Si el conocimien­to humano es un conocimiento por principios ya no son necesarias las causas sustanciales de Aristoteles. De acuerdo con este razonamiento, distingue dos niveles de causalidad: una causalidad in essei'JdO y otra in inferendo . La causa in inferendo es aquella con que opera nuestro enten­dimiento y Ia que infiere las proposiciones en el razonamiento. Este tipo de causalidad es el propio del conocimiento ciendfico que procede a p ar­tir de proposiciones significantes. En consonancia con esa teoria episte­mol6gica, las ciencias .matematicas son las que disponen del modo mas adecuado de demostraci6n, al proceder a partir de las definiciones de las causas suficientes de sus terminos, que se clarifican sucesivamente por sus notas connotativas. Las demostraciones de las ciencias matematicas son ~quellas que. proceden de la evidencia de sus principios consecuen te con sus tenninos. Y por ello son las ciencias que alcanzan el mayor grado

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CIRILO FLOREZ MIGUEL

de certeza a que puede llegar el intelecto humano . La verdad de las pro­posiciones matematicas prescinde del juicio de existencia y se mantiene en el plano logico-semantico .

La pregunta que ahora tiene que formularse Biagio Pelacani es como es posible consrruir un discurso cientffico de Ia realidad fisica de acuerdo con est a teo ria logico-matem~hica. Para encontrar una soluci6n a est a pregunta Biagio tiene que separar los conceptos de Ia geometria de Ia teoria aristotelica del continuo; y lo va a hacer siguiendo Ia via abierta por Ia trad ici6n arabe alunir Ia teoria de Ia proporci6n a una concepcion pura­mente aritmetica de Ia misma. En Ia fisica aristotelica del cotinuo y en Ia misma teoria de las proporciones de los elementos de Euclides abun­daban los aspectos cualitativos de las nociones cuantitativas. Siguiendo Ia tradicion arabe, Biagio va a prescindir de la nocion fisico-metafisica del continuo y va a situar a Ia aritmetica en el contexto del dlculo nume­rico o algebrico. AI separar Ia aritmetica de Ia geometria del espacio con­tinuo de Arist6teles, Biagio Pelacani inicia en Padua un primer intento de considerar de forma puramente cuantitativa el espacio y las cualida­des fisicas . Y va a ser ese el camino que seguid Ia ciencia moderna en su consideraci6n matematica de Ia naturaleza.

VI!. AR!Tlv!ETICA Y MODERNIDAD

En esta linea cuantitativista de Ia ciencia moderna destacan, por una parte, los tratados de aritmetica practica orientados sobre todo a las pdcticas comerciales y, por otra, las obras universitarias de aritmetica. Dentro de los tratados de aritmetica pracrica destacan, por un !ado, Ia Summa di aritmetica de Luca Pacioli de 1494 y Le Triparty en Ia science des nom­bres de 1484 del frances N. Chuquet. En Ia primera aparece por vez pri­mera el sistema de contabilidad por partida doble; y Ia segunda es «Sin ningun tipo de duda Ia composicion mas original y mas audaz que se II ego a elaborar desde Ia epoca de oro griega>>. Una simple ojeada a esta obra nos revela que una nueva manera de hacer matemaricas se ha inau­gurado . Con Nicolas Chuquet el renacimiento matemarico se ha iniciado. La importancia de esta linea de Ia aritmetica reside en el fortalecimiento de la tradicion algebraica, que va a sustituir a Ia tradicion medieval de la teoda de las proporciones, muy dependiente, como ya he "dicho, de Ia teoria metafisica del continuo geometrico, que bloqueaba en cierta medida el desarrollo de las matemaricas . La nueva reoria algebraica de los n{nneros como cantidades discretas va a proporcionar Ia base de una teoria de conjunto que permitira articular todos los problemas de medi~ das que venian siendo tratados por separado.

VHT. LA MECANICA: TEORJA Y PRACTICA

El estudio de Ia mednica tiene dos tracliciones muy claras clesde Ia Anti­giiedad clasica. Una de elias es Ia Medinica pseudoaristotelica, escrita

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LA CI ENCI A EUROPEA ANTES D E 1492

quiza por Strat6n; y otra es Ia tradici6n euclideo-archimedica, que tiene su origen en el Libro de La balanza atribuido a Euclides. Y que paso a Occidente a traves de una traduccion arabe.

La Mec!mica pseudoaristote/ica fue construida de acuerdo con el espi­ritu de Ia Ffsica de Arist6teles utilizando su teoria de las cuatro causas y de los cuatro principios fundamentales y sin Ia utilizaci6n de las mate­maticas . Propane puntos de vista originales e interesantes para dar una razon dinamica de los fenomenos mecanicos de Ia esdtica como los que se observan en Ia balanza y en Ia palanca y que conduce al concepto de «velocidad virtual»; pero esta, en el fondo, no puecle entenderse sino como una tension de fuerzas compensada por otra fuerza, lo que lleva consigo que el movimiento no se entiende como un puro desplazamiento en el espacio, sino como un esfuerzo de desplazamiento, lo que supone una cierra intencionalidad en el interior de los cuerpos. .

La tradici6n euclldeo-archimedica, en cambio, explica el equilibria de Ia balanza mediante un procedimiento puramente geometrico deduc­tivo, que se sirve del procedimiento demostrativo del primer libra del Equi­libria de los pianos de Arqufmedes en el que aparece por primera vez el concepto de centro de gravedad.

La tradici6n medieval de Ia Europa occidental tiene a su disposicion una serie de obras de mecanica como el De Canonio, el De ponderosa et levi, quiza de Euclides y, llegado a traves de los arabes, el Liber Karas­tanis traducido del arabe por Gerardo de Cremona, Ia Medmica atribuida a Aristoteles y De ponde1·ibus, traducido del arabe y atribuido a Arqui­medes. En todos estos libros abundaban los intentos de geometrizar el desplazamiento de los cuerpos de su posicion originaria, dando una des­cripcion simplificada (economical de los fenomenos del movimiento. Este tipo de descripciones se diferenciaban bien de Ia interpretacion dada por Ia Medmica de Arist6teles, asi como por algunos escritos plat6nicos y neoplat6nicos, que aspiraban a determinar Ia naturaleza de los fenome­nos; naturaleza que era eme·ndida principalmente de forma teleologica, de acuerdo con lo cual el movimiento no era visto simplemente como un esfuerzo cinetico, sino dorado de una cierta intencionalidad. Esto no puede entenderse a no ser que se considere el esfuerzo cinetico con u? componente teleologico, que implica tambien una forma de entendt­miento, que es el encargado de variar la intensidad del movimiento. De esta forma en la tradicion aristotelica Ia mecanica esra intimamente unida a Ia cosmologia y a Ia teologia.

Dentro de Ia tradicion aristotelica juega un papel decisivo en rela­cion con la m ecanica Juan Buridan, que con su «teoria del momenta» va a establecer que el movimiento de las estrellas no hay que atribuirselo a ninguna inteligencia divina, con lo cual estableci61a posibilidad de exph­car mecanicamente los movimientos tanto celestes como terrestres. Esta teoria buricliana del rnomento estaba, no obstante, unida a su «teoria del impetus», qu~ iba a revolucionar Ia fisica aristotelica y a introducir una importante moclificaci6n en Ia percepci6n del movimiento. Esta trans-

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CIRII.O FLOREZ M I GUE L

fonnacion de Ia teoria arisrotelica del movimiento unificaba los movi­mientos celestes y sublunares, as! como los movimienros n aturales y arti­ficiales, y las fuerzas motrices perdian su naturaleza teleologica y pasa­ban a ser impulses o atracciones ciegas reguladas por ]eyes matemaricas. Este planteamiento fue desarrollado por Nicol:is de Oresme en su obra De/libra del cielo o del mundo de Arist6teles y desencadeno una impor­tante disputa medieval y renacentista sobre el aumento y disminucion de las fuerzas, que fue a desembocar en una formul acion no matemarica de lo que, andando el tiempo, seria Ia ley galileana de Ia inercia. En esta tradicion puede desracarse el uso incidental que NicoLis de Cusa hace de Ia «teoria del impetus» en su obra De ludo globi, en Ia que ilustra el funcionamiento mecanico del conjunto del universo:

Como concreo Dios el movimi enro de Ia t!ltima esfera. A semejanza de como tu creas el movimi enro de Ia bola. La esfera aquella no se mueve, pues, por D ios crea do r o po r un espiritu de Dios. Como tam poco Ia bo la se mueve por ti cua ndo Ia ves d iscurrir, ni por tu espiritu, a unque Ia pusieras a ell a en movimiento siguiendo Ia volu ntad de Ia mano por medio del impulso [perjactmn], hacienda el impetu en ell a, que se llllleve mientras [aq uel] dur<1 (Cusa , 1967, 582-3 ).

Esre texto de N icolas de Cusa preanuncia claramente el universo maquina que luego plantead Descartes con total claridad. Y que antes de ll ega r a Descartes encuentra una importante tradicion en el Merton College de Oxford en elllamado M erton theorem, que en terminos moder­nos podemos formul ar de Ia siguiente manera :

S _ [V Y1 - Vn l - I) +· t 2

~, es el producto de Ia aceleracion por el tiempo. De toda est a tradi­CJOn es de donde Galileo va a sacar inspiracion para formular matemati­camente su famosa ley de Ia inercia.

B asta aqui hemos considerado Ia mecamca en su tradicion teorica como Ia ciencia que estudia el equilibria y movimiento de los cuerpos so lidos o liquidos. Pero ademas de Ia ciencia de Ia mecanica, cuya tra­yectona hemos seguido, es tambien muy importante el arte de Ia meca­m~a como el saber hacer m aquin as en las que se aplican los principios teoncos de Ia pnmera. En el arte de Ia mednica sobresale como un caso excepcio~1al en el per!odo que estamos anali zando Leonardo, que en el manuscnto I de Madrid ha dejado un ejemplo admirable de lo que . es el arte de Ia mednica a fina les del siglo XV en Europa. Este arte seda el aspecto tecnico admirablemente expresado en el diseii.o que ofrece Leo­n~lrdo sobre Ia traccion, del que se deduce con nitidez que el esfuerzo d1 smmuye proporcionalmente al aumento del diametro de la rueda. . En relacion con todo esto tenemos que decir unas p alabras sobre los mstrumentos de observacion de los que se han servido los cientfficos en

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..

LA C IE NCIA EUROPEA A NTES DE 1 492

ese momenta de los siglos xv y XVI, cuya evolucion ha sido muy lenta y que siguen siendo los mismos instrumentos descritos por Ptolomeo en el caso de las observaciones astron6micas y algunos otros con aplicacio­nes a la navegaci6n y a otro tipo de medidas. Podem os citar tambien, a titulo de curiosidad, el compas , que es otro de los instrumentos del m atemarico, muy l!til para Ia construccion de otros instrumentos .

En esta linea de los instrumenros y las maquinas, una m aquina fun­damental va a ser el reloj mecanico, que va a posibilitar una transforma­cion fundamental en Ia experiencia y ordenacion del tiempo por parte de los hombres del siglo xv , que van a pasar de Ia apreciaci6n mitica y religiosa del tiempo a una apreciaci6n del mismo en relaci6n con Ia posicion de cad a uno . V a a ser en el tlltimo cuarto del siglo XIII cuando se inventan verdaderamente los relojes mecanicos, aunque antes habia habido ensayos mas o menos exitosos. Y, concretamente, va a ser en 1348 cuando Dondi introduzca el regulador de bascula, que va a ser el paso m as decisivo en el perfeccionamiento del reloj mednico. En torno a ese momento van a comenzar a instalarse en las to1-res de los municipios, como es el caso de Padu a en 1344, Bru jas en 1345 y as! sucesivamente .

IX. ASTRO LOGIA Y ASTRONOMIA

La estructura del saber , tal como pasa de Ia Edad Media al Renacimiento, se configura del siguiente modo de acuerdo con la opinion de Pedro de Ailly en su s famosas Cuestiones a Ia Esfr;ra del Sacrobosco, que era el manual de dicho saber que llego a ser mas famoso:

C iencia especul ariva : METAFISJCA : SER FISICA: MOVIMIENTO MATEMATICA: CANTIDAD

GEOMETRIA: DE LA MAGN!TUD ARITMET!CA: DEL NUMERO

MUSICA: PRO PORC!ON PERSPECTIV A: FIGURA ASTROLOG!A: MAGNITUD MOVIL

Asi, pues, la ciencia suprem a dentro de las ciencias especulativas era Ia astrologfa o astronomia, que versaba sobre la estructura de los cielos y los acontecimientos que en los mismos tenian Iugar. La imagen de los cielos qudogro imponerse en la Antigi.iedad y que duro hasra la revolu­cion copernicana, fue Ia imagen ptolemaica, que colocaba a Ia tierra en el centro del universo y a los planetas giranclo sobre ella, conteniendo a una y otros Ia esfera fij a de las estrellas que cerraba el universo. La vision ptolemaica no solamente ofreda una figura cosmologica del Uni­verso, sino que tambien daba una explicaci6n matematica del compor­tamiento de los planetas sirviendose de los conceptos de << deferente>> Y

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CIR ILO FLOR EZ MIGUEL

«epiciclo>>. Por medio de ese modelo y conceptos se pueden <<calcular Ia excentricidad del planeta, el tamaiio del epiciclo y las magnitudes y dura­cion de los movimientos retrogrados de cada planeta; as( mismo se pue­den construir tablas mediante las cuales determinar las longitudes y lati­tudes de cad a uno de ellos en un momenta dado,.

La astronomia ptolemaica, dominante durante la Antigiiedad, revivio durante el siglo XV, especialmente en relacion con el desarrollo de Ia nave­gacion y con Ia reform a del calendario. El florecimiento de Ia astronomia del siglo XV esra relacionado sabre todo con Ia Universidad de Viena en Ia que trabajo Georg Peuerbach (1423-1461 ), cuyos trabajos fueron conti­nuados por su disdpulo Regiomontano (1436-1476), que realizo impor­tantes observaciones corrigiendo y completando a Ptolomeo en su Epi­tome in A Images tum, publicado postumamente en Venecia el afio 1496.

La astronomia ptolemaica tiene esa dimension matematica, gracias a Ia cual explica numericamente los fenomenos celestes, tiene, ademas, una dimension fisica, como se desprende de Las hip6tesis de los plante­tas, en Ia que explica como esdn ordenados los cuerpos celestes, el tamaiio y las dimensiones del cosmos y las causas debido a las cuales se mueven los cuerpos celestes. En Ia ordenacion de los cuerpos celestes lo hace segt'm su mayor o menor proximidad a Ia Tierra y su posicion con respecto a! Sol. Considera la Luna, Mercurio y Venus, como interiores por encon­trarse entre el Sol y Ia Tierra ; y a los otros tres: Marte, Jupiter, y Saturno como ex teriores. A unos y a ott·os les considera afectados por el movi­miento universal , que rige todo el universo; pero dice de ellos:

Todo,s los planeras que se encuen rran afecrados por esre movim iento (el movimienro uni versal ) se mueven con el de este a oeste y a los I ados, es decir, de del ante hacia arras, a Ia derech a y al norte, que son las d irecciones del movimiento local. El movimiento locales el primero de todos los movimienros y casas cuya naturaleza es ererna , tm ica­men te all\ se encuenrra este movimiento; es Ia causa de las alteraciones y contn1cciones cualitati vas y cuanritativas existentes en las cosas que no son eternas y origina cam bios gue nose producen cl elmi smo modo en las cosas etern ;ls, tal como nos parece en apa· rienci a , pues se proclucen en su propio ser y en su susrancia (Ptolomeo, 1987 , 77-8).

El tercer gran apartado de Ia astrologia es el de Ia llamada astrologia judiciaria o adivinadora que, como muy bien defiende Garin, en el Rena­cimiento no esd separada de Ia astronomia, sino que juntas forman un cuerpo de saber que caracteriza admirablemente esa epoca en Ia que con­viven amalgamadas ideas antiguas, medievales y modernas:

Precisamente por esto hay que t·echazar sin mcis Ia tesis, presentada abiertam.enre como un Iugar com tm, de un ~ posi ble separacion neta , en Ia epoca renacenr isra, entre astronomfa y astrologfa (es deci r , entre astrologfa adivin adora y astro logfa matemar ica). Asf como hay gue ir refurando las si mplifi cacion es gue Ia han acom· paii ado o sustitu icl o por contras re, como Ia muy dif<mdid a que nos habh1 de un relanzam ienro de Ia asrro logfa debido precisamente a l hum anisrno o al retorno a los clas icos (Garin, J 98 1a , 49 ).

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LA CI EN C I A E U ROPEA A N TES DE 1 492

Las t'1ltimas decadas del siglo XV y las primeras decaclas del XVI van a conocer una importante polemica astrologica que va a implicar a teo­logos, filosofos y cientificos, de Ia que podemos decir que es el aconteci­miento que mejor demarca Ia cliferencia entre dos epocas: lo que fue Ia epoca antigua y medieval y lo que va a ser Ia epoca moderna. En dicha polemica son tres las cuestiones que esran en juego: el sistema del munclo, el concepto de yo y la Rept'1blica o Estaclo. Va a ser despues de esta pole­mica cuando van a empezarse a diferenciar con nitidez los que se encuen­tran a uno y otro !ado de las ideas antiguas o moclernas. Es a partir de esa polemica cuando va a iniciarse Ia distincion entre astrologia y astro­nomia y se van a configurar dos tipos de ciencia muy distintos.

X . LA DJSPUTA ASTROLOGICA

El aiio de 1494 concluye Pico sus Disputationes adversus astrologos, que se constituye en el centro de una polemica que va a extenderse a lo largo del siglo XVI y que es fundamental en relacion con el origen de Ia cien­cia moderna. La ciencia de Ia astrologia habia llegado a ser a! final del mundo antiguo y a lo largo de Ia Edad M edia el saber que proporcio­naba Ia concepcion del mundo dentro de Ia cual adquirian sentido todos los otros saberes. No se trataba solamente de un saber astronomico para medir el movimiento de los astros ni solamente de una cuestion de pre­dicciones; sino que incluia rod a una filosofia de Ia historia en cuyo con­texto se interpretaban los acontecimientos tanto naturales como huma­nos . La polemica que va a desencadenar el texto de Pico afecta, precisamente, a esa globalidad de Ia astrologia como filosof(a de Ia his­toria y concepcion del mundo . Pi co no pone en cuestion Ia astrologia natural, sino Ia concepcion del mundo que Ia misma implica y que lleva a los bom.bres a ver en ella Ia clave de todo el acontecer tanto natural como hurriano. La pretension fundamental de Pico es que Ia explicacion de los acontecimientos no debe hacerse mirando las imagenes celestes, para leer en elias el destino del mundo y de los hombres; sino que adonde hay que acudir es a las causas naturales. En este punta esra coincidiendo con el Pomponazzi del De incantationibus; pero no hay que olvidar que entre Pico y Pomponazzi hay una diferencia fundamental que afecta a Ia concepcion del hombre; el cual, en el sistema de Pomponazzi, esra some­tido a! determinismo de las causas naturales; mientras que, en el plan­teamiento de Pico, el hombre es el magnum miraculum, que, dorado de una libertad creadora, puede hacer de s( mismo Ia copula mundi y deci­clir desde su libertad radicallo que eJ va a ser. Este aspecto no solamente se ve en las Disputationes, sino de forma mucho mas clara en Ia Oratio, en Ia que el hombre ocupa ellugar central deluniverso . Ese hombre de naturaleza plastica que Pico coloca en el centro poclemos interpretarlo como el gran mago-cientifico, que a traves de Ia ciencia va a llegar a ser el senor del universo en Ia modernidad . Y va a ser Ia concepcion de Ia ciencia moderna Ia que tr aiga consigo Ia gran revolucion en Ia mentali-

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CIRilO FlOREZ MIGUEl

dad del hombre tanto acerca de Ia naturaleza como de la historia. De manera que el hombre va a dejar de interpretarse como sometido a! des­tina de los cielos, en cuyas imagenes estarian programados todos sus actos, y va a comenzar a verse como el mago-cientifico que puede penetrar con su ciencia los secretos de Ia naturaleza descubriendo sus causas y pudiendo por lo mismo controlar sus efectos, como ocurrira cuando, a partir de Ia revolucion de Copernico y luego con las ideas de 'Bacon, se rompa Ia vieja imagen astrologica de los cielos y el hombre comience aver Ia natu­raleza como un conjumo de causas y efectos que funciona mednicamente y cuya maquinaria puede ser imervenida por el propio saber del hombre como cientifico y cuyo rumbo puede ser orientado gracias a! saber humano; p asando el hombre de Ia imagen de un mundo cerrado a Ia de un universe infinito, segLm Ia feliz expresi6n de Koyre. En este cambio de imagen ha jugado un papel fundamental Ia disputa acerca de Ia astro­logia que se inicia a finales del siglo XV y va a ocupar todo el siglo XVI

y cuyo punto central es indiscutiblemente Pico. Uno de los nucleos mas imp<;>rtantes del saber en Ia epoca del Renacimiento y del que va a salir un a tmportante rama de Ia ciencia es el nucleo de Ia magia , que esd inte­grado por una gran, varied ad de saberes: mas cientificos unos y m as dis­cuttbles otros. El nucleo de estos saberes lo podemos poner en Florencia yen torno a Ia actividad e influencia de Marsilio Ficino, que en 1489 escn.be su obra De vita coelitus comparanda en Ia que intenta una legiti­mact6n del h~rmetismo magico, que va a dar Iugar a una gran polemica a fmales de stglo, a partir de Ia cual se reorientad toda Ia tenu1tica de Ia astrologia e ira separandose mas y mas de Ia astronomia, basta que esta ctencta quede perfectamente delimitada a partir sobre todo de Ia «revoluci6n copernicana>>. Vamos, pues, a estudiar esta tradici6n tal como se con,ftgura .en Ia Florenci<~ del s_iglo xv y teniendo en cuenta Ia ampli­tud de Ia mtsma cuyas ratces vtenen de Ia Edad Media y el Mundo Anti guo .

XI. MAGIA Y CIEN CIA

El texro. fund amental para estudiar Ia m agia renacentista y Ia influencia de Ia mtsma en ese periodo son los Libri de vita de Ficino uno de los textos, mas importantes escritos sobre Ia magia desde Ia Amigi.iedad. En el capitulo fmal de ese texro habla Ficino de Ia << naturaleza magica» del umverso .

Considera a Ia magia como un apartado de Ia filosofi a natural junta­mente con Ia cosmologia, Ia astronomia y Ia teoria de Ia materia. Y aun­qu e admtte que hay una diferencia entre el «m ago» y el «fil6sofo ,, consi­dera que las fuentes de uno y otro son identicas . Ellibro III del De vita es un comentario sobre Plotino en el que Ficino se esfuerza por estable­cer con ngor ft!os6fico las relaciones que existen entre el universo y el hombre Y su mundo . Para ello se sirve de Ia distinci6n neoplatonica entre mrelecto, alma del mundo y cuerpo del mundo. En el it1telecto o mens

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lA C IENCI A EUR O PE A ANTES DE 1492

estan contenidas las ideas, en correspondencia con estas ideas nos encon­tramos en el alma delmundo con las razones seminales y, en perfecta correspondencia- con las razones seminales del alma y las ideas del inte­lecto , tenemos las especies del cuerpo del mundo. Entre los tres elernen­tos se da una correspondencia perfecta que posibilita el fundamento para hablar del influjo de las cos as superiores sobre las cos as inferiores. Los vinculos existentes entre Ia parte superior y Ia inferior se deben a! alma del mundo, que, como «Iugar intermedio», esrablece Ia comunicaci6n entre una region y otra. Y esta es Ia raz6n porIa que los plat6nicos m~\s antiguos poblaron el cielo de imagenes y el fil6sofo-mago esta capaci­tado para manipular las especies del mundo material y atraer de esa manera los influjos de Ia parte superior del universo. Para Ficino forma de las cosas y especie son ambas Ia rraduccion de una misma palabra: eidos; motivo par el cu al encuentra razones filos6ficas para explicar el influjo de las imagenes celestes sobre las cosas del mundo terrestre, siguiendo en este caso las ideas de santo Tomas . En clara coincidencia con ideas neoplat6nicas Ficino considera que las ideas del intelecto divino se reflej an como imagenes o f01·mas en el alma delmundo y de ahi pasan a reflejarse en las formas de las cosas, hacienda posible hablar de vincu­los y atracciones magicas entre las configuraciones del cielo y las cosas de este mundo.

Esta relaci6n entre las imagenes del cielo y las formas de las cosas es la que hace posible Ia renovacion de este mundo por mediaci6n del fil6sofo-mago, que, reconociendo los vinculos existentes entre unas y otras, puede hacer que el influjo de las imagenes superiores renueve las f01·mas sensibles deterioradas y de esra manera pueda llegar a tener Iugar una renovaci6n del mundo sensible.

Para explicar Ia relacion entre las imagenes celestes y las cosas sensi­bles se si rve Ficino de su peculiar teoda de los spiritus, que a modo de cqnales1 sutilisimos difunden el influjo de las estrellas. El spiritus esta com­puesto de una materia extremadamente sutil e impalpable, que es trans­portada por el aire y el viento y puede ser absorbida por nuestros cuer­pos influyendo en su regeneraci6n. Todas estas ideas de caracter magico son las que van a llevar a Ficino a elaborar su teoria de los t alismanes, que expone en el capitulo XVIII del De vita coelitus comparanda, en el que predominan las imagenes planetarias; lo que quiza quiere indicar­nos que el piadoso neoplat6nico que era Ficino creia de este modo prac­ticar una tnagia mundana y natural muy alejada de Ia m agia demon1aca . Y que por lo mismo para ei Ia m agia no tenia un sentido negativo, sino que jugaba un importante p apel con vist as a Ia renovaci6n del mundo y del hombre. Propone una magia espiritual para pocler obtener los bene­ficios del cielo sirviendose incluso de Ia im agen del propio universo. Esta imagen universal o figura del mundo puede ser construida de forma que reproduzca ]()s movimientos de las esferas, conteniendo asimismo las representaciones de los planetas, como puede verse en Ia construida en Ia biblioteca de Ia Universidad de Salamanca. El objeto de Ia construe-

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CIRILO FLOREZ MIGUEL

cion de esta figura del universo no es solo ni fundamentalmente para ser aclmirada, sino mas bien para que se convierta en objeto de meditacion para el alma. Esta represeptacion del universo a Ia que se refiere Ficino y que encontramos en Ia Universidad de Salamanca es un objeto artis­tico, pero destinado a un uso magico. La funcion de este tipo de repre­sentaciones tiene mucho que ver con Ia meditacion y con Ia aspiracion a captar Ia armonia del universo:

El hombre que observa Ia represenracion delmundo que constituye el fresco ... , impri­miendola en su memoria junto a los colores dominantes de los planetas, cuando sale de su casa y observa el espectaculo que ofrecen las innumerables cosas indivi­duales, est<i preparado para integrarlas en el marco de una cierta unidad gracias a las im,igenes de una realidad superior que !leva dentro de sl.

XII. ARTE DE LA MEMORIA Y METODO CJENTIFICO

Otro camino importante a seguir es el que viene a traves del arte de Ia memoria, que aunque nacio fntimamente unido a la retorica, ahara en el siglo XV va a entrar por el camino de Ia logica y va a estar en la base del surgimiento del metoda, aunque con procedimientos muy distintos a aquellos que hemos vista conducir tambien hacia elmetodo en las dis­cusiones habidas en Ia Universidad de Padua. A principios del siglo XVI

Pedro Ramos va a desligar la memoria de Ia retorica, a Ia cual tenia aso­ciada una larga tradici6n, y va a servirse de ella como uno de los elemen­tos fundamentales de Ia dialectica o nueva 16gica. Pero esto que en Pedro Ramos va a plantearse clara y conscientemente venia ya prepanindose a traves dellulismo a lo largo de Ia Edad Media y va a ser ya en el con­texto del Renacimiento cuando Cornelio Agripa, maestro de Ramos, va a inici~r el nuevo camino que este va a consagrar a! diviclir las artes logi­cas en· dialectica o 16gica por un !ado yen retorica por ott'o; y va a con­fiar a Ia primera el tratamiento de Ia inventio y dispositio y a Ia segunda el de Ia e!ocutio y Ia prommtiatio; y va a relacionar Ia memoria con Ia inventio y Ia dispositio. Dispositio, indicium y memoria van a aparecer como intercambiables en muchos textos ramistas. Pero lo importante de estas cuestiones es que la afinidad entre Ia 16gica y el arte de la memoria esta en Ia base de todas las tentativas, desde el siglo XV hasta Leibniz, de servirse de las ideas lulianas para construir un arte general unificador del saber a! modo de un sistema mnem6nico o enciclopedia de las cien­cias. Un caso muy claro a este respecto nos lo ofrece el espafiol Alfonso de la Torre, nacido en la provincia de Burgos a fines del siglo XIV, que escribi6 un libro titulado Vision deleitable enel que aplica el arte de la memoria para articular una de his enciclopedias mas acabadas del saber en Ia primera mit ad del siglo XV, aunque algunos auto res dudan de est a autoria. En este libro articula perfectamente la construccion de lugares Y de figuras para construir una sfntesis acabada de Ia rep1iblica del saber en su momento, como escribe muy bien a! final del texto:

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LA CIENCIA EUROPEA A NTES DE 1492

Yo, que primero estaba muy solicito por escrebir aquello qL~e por vas era cobdi­ciado de saber, luego que fui despierto, con ayuda de Ia v•s•on, ac?rde deponer por memoria aql)estas casas ... y eso mesmose connene '." mtenc~on suman~_de toda sciencia, las imagenes de las cuales et f1guras et dev1sas y senaTes s•gn•f•can muchas veces aquello que tratan.

Lo importante de esta tradicion Juliana del ~rte de Ia ~emoria es qu_e ella no se limita a servir de ayucla de la memona por med10 de la localt­zacion de las imagenes, sino que, como arte, introdt~ce algo nuevo en la memoria. Yates sintetiza muy bien ellugar a traves del ~ual e~ arte Juliano de la memoria va a ir transfonnandose en lo que ser~ el metodo ciendfico de los modernos, sobre todo desde el punto de vista del arte combinatoria y de Ia bt1squeda de una clave universal con vtstas a esta­blecer la enciclopedia del saber moderno:

El arte como intelecto era un arte de investigacion , un arte de descubrir Ia verdad ... La memoria al memorizar tales procedimientos se va convirtienclo en un metoda de investigacion, yen un metoda de investigaci6n 16gica. Aqul tenemos un punta, y muy imponante, en el que el lulismo como memona d1f1ere fundamentalmente del arte ch1sica, que solo pretende memorizar lo dado.

La linea dellulismo, que en el Renacimiento se encuentra con la cabala, quedara sintetizada en G. Bruno, tendra su presencia en Bacon Y ~esca:­tes a pesar de lo que ellos digan y culminara en el De arte combmatona de Leibniz, quien elabor6 un proyecto global de saber que s~ conoce con e1 nombre de Characteristica, en el que se hablan de redactar hstas de to~ as las nociones esenciales del pensamiento, y a esas nocwnes se les habtan de asignar simbolos o caracteres, a fin de conseguir una enoclopedta que reuniese todas las ciencias y artes conoctdas por el hombre. Conternplando desde Leibni¥: el relata de Ia hisrori2. de Ia ciencia que aqul nos ha ocupado podemoS decir que el metoda cien~ffico ~e Jos modernOS 1;0 SOlamente Se origina en las discusiones con el anstotehsmo, smo tambten en el proces? de transformaci6n que experiment6 el ane clasico de la memona, c?mbt­nada con ellulismo. Combinaci6n que contnbuy6 a preparar la vta que !leva a encontrar una gran clave para lograr descifrar el saber.

BIBLIOGRAFIA

El objetivo de este rrabajo es el de analizar Ia historia de Ia ciencia en el siglo XV, con alguna breve referenda al siglo XIV como antecedente y al siglo XVI como consecuente. Es una limitaci6n legltima como Ia de D. Goodma~ en su obra Poder y penuna. Gobzemo, tecn~.­logia y den cia en Ia Espaiia de Felipe II, Al•anza,. Madnd, 1990. Este esrud10 de Ia e~enc•a dentro de los limites indicados no entra a d1scunr las «lnterpretae~ones» que se han dado de Ia historia de Ia ciencia. Para ella remito ados libros. El de A. Helena, A hombros de

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EL PENSAMIENTO NAHUATL

Migu e l L eo n-Portilla

Existen antiguas inscripciones , representaciones iconograficas, codices y otros m anuscritos que ofrecen testimonios acerca de Ia visi6n delmundo y el p ensamiento religioso prevalentes entre los pueblos prehisp:inicos de idioma nahuatl (conocido tambien como azteca), de Ia religion central de M.exico. Hay incluso, entre dichos testimonios , algunos que mues­tran que hubo sa bios, tlamatinime, <<los que sa ben .algo», que lleg~ron a plantearse problemas en torno a Ia divinidad , el origen, ser y destino del hombre y el mundo, paralelos a los que, en otras latitudes y tiempos, han sido objeto de Ia que se conoce como reflexi6n filos6fica.

Para exponer y valorar lo que fueron esa vision del mundo, asi como las reflexiones de caracter mas personal y filosofico de los sabios de lengua m\huatl, se adopta aqui el siguiente esquema: 1) Descripci6n del marco espacio-temporal en que se desarrollaron vision del mundo y discurrir filoso­fico de los nahuas; (gentes de idioma nahuatl ); 2) Las fuentes para su estu­dio; 3) Ellegado espiritual de los toltecas que habian imperado en los siglos IX-XII d. C.; 4 ) Visi6n del mundo y normas morales de los nahuas de los siglos Xlll-XVI d . C.; 5 ) Cuestionamientos y discurrir filos6ficos de algunos sabios, tlamatinime y 6) El pensamiento de Nezahualcoyotl (1402-1472).

I. MARCO ESPAC!O-TEMPORAL

Un largo desarrollo cultural aut6nomo caracteriza el pasado prehispa­nico de M exico. Hacia mediados del segundo milenio a. C. se inici6 alii un proceso de transformaciones que culmin6 con Ia aparici6n de una <<a lta cultura». El proceso se manifesto primero en un ambito restringido, el de Ia cultura olmeca, que floreci6 desde cerca de 1200 a. C. en el area colindante de los actuales estados de Tabasco y Veracruz.

La zona de alta cultura se fue extendiendo y abarc6 mas tarde ) ·.~ central de M exico, una parte de las zonas costeras del Golfo :li~l~ P~cj

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EL PENSAMIENTO RENACENTISTA EN ESPANA Y AMERICA

Jose Luis Abellan

I. HUMANISMO Y ERASM!Slv!O EN ESPANA.

LA ESCOLAST!CA DEL S!GLO XVI

1. Introducci6n y delimitaci6n

El progreso de Ia investigacion durante el siglo XX nos permite comen­zar esta exposicion afirmando sin mas Ia existencia -tantas veces puesta en dud a- de un Renacimienro espai'iol, con clara incidencia en el aspecro filosOfico . Es sabido Ia importancia que tuvo en su momento Ia famosa obra de Burckhardt (1860 ), proponiendo a Italia como modelo paradig­matico de rodo Renacimiento, a lo que se sumo Ia bibliografla alemana vinculando el esplritu renacentista a Ia Reforma protestante. En Espai1a no hubo Reforma, luego no existio Renacimienro -se conclula-, hasta llegar a definir a Espana como das Land olme Renaissance (Wantoch, 1927).

A superar esos plameamientos contribuyo en su momento Menen­dez Pelayo (1876) y los investigadores que siguieron su orientacion: Boni­lla y San Martin (1903 ), Onis (1932) y Marcial Solana (1940-41), poniendo de manifiesro que en Espai'ia no solo existio un Renacimiento, sino que este tuvo una clara dimension filos6fica, patente en Ia impor­tancia del humanismo espai'iol, del que daremos cuenta a lo largo de nues­tra exposici6n. Es necesario, antes de pasar a ello, constatar los rasgos caracteristicos del Renacimiento filos6fico espaii.ol, que en realidad no difieren gran cosa de los que se dan en el resto del Renacimiento.

En el Renacimiento espai'iol se da Ia cdrica a las doctrinas filos6ficas medievales -incluida Ia escolastica- en medida muy similar a Ia que se produjo.en el resto del Renacimiento europeo; tambien se produjo Ia vuelta a Ia filosofia greco-latina como fuente de inspiraci6n y de renova­ci6n intelectual; igualmente se rechaz6 el criterio de autoridad -magister

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dixit-;,. reclamando la.libertad critica para enfrenrarse a Ia compl icada pro­blematJca en 9ue se VJO envuel~a Ia cultura espai'iola, como consecuencia de Ia expansiOn clel protestant1smo y las complejas cuestiones derivadas del_ d~scu brimiento yla colonizaci6n americana. Quiza elt'mico rasgo que pe1m1te una caracrenzac16n dJferenc1ada es que en Espana nose produjo Ia tendenCia pagamzante que tanta tmportancia tuvo en otros pafses euro­peos. Desde este pun to de vista podemos afirmar -con Federico de Onis (1932, 22?-2)- que_ «Espan_a, Jogr6 en un grado superior a ningt'1n otro pu_ebl~ el mtet:ro de mtegracwn de Ia cultura antigua-clasica, hebraica y pnmitiva ,c~tstlana_Y Ia me~ieval en una sintesis superior>>, raz6n porIa que el ~spmtu espana!, de Ia epoca puede caracterizarse como «el de Ia con­cthactOn de Ia tradiCIOI: yel progreso, de Ia autoridad y Ia libertad, de Ia Ed ad Medta y el RenacnmentO>>. Es a qui donde Ia funci6n del erasmismo fue esencwl, como fuen~e de inspiraci6n de nuestro Renacimiento filos6fico.

E_? el amb1en~e .ast descnro «el catolicismo no fue tampoco en Ia Espana. del ~enacumento un peso muerto del pasado, un poder negativo Y reaccwnano; fue, por el contrario, un poder activo y fecundo que no neg6 nada y n~enos qt~e nada Ia necesidad de su reforma>> (Onfs, 1932, 220) . Esto qt~~re dectr que en Espana hubo una Reforma cat6lica no totalmente remda con lo que habitualmente se llama Contrarreforma. Con~o ha dtcho .Marcel Bataillon, << Reforma y Conrrarreforma son dos movumentos so!tdarios, a menudo diffciles de discernir» (Bataillon, 1971 65); el htspamsta frances enfatiza una vez mas al sefia lar esto Ia deud~ contraida con el erasmismo por los renacentistas espanoles:

El erasmismo, trarado par Menendez Pelayo y arras como una corrienre aberrante hererodo~a , esta en estrecho contacro con Ia mas granada de Ia Reform a catolica : tan enganosamenre llamada Contrarrefonna (Bataillon, 1966, 795).

El humanismo espaiiol encuentra, pues, su caldo de cultivo mas ade­cuado en .el erasn;ismo, l.o que exige que dediquemos a este movimiento una ~mpha atencton. Su mfluencia se deja semir ya en Ia segunda decada del stglo XVI -en Ia significativa fecha de 1516- y se prolonga practi­camen~e a lo largo de toda Ia centuria, aunque con una clara fecha de mflexwn en 1559, anode publicaci6n del primer indice de Iibras prohi­hldos, porIa I~lesia cat6lica a cargo del inquisidor general, Fernando de Va_ldes. Los anos de celebraci6n del concilio de Trento (1545-1563 ) iimo­duJeron un camb10 dec1stvo en el clima espiritual y cultural de Espana que encuentra en 1559 una connotaci6n muy clara de los nuevos derro~ teros ~mp~endidos por Felipe II: prohibici6n a los espai'ioles de estudiar en umve~·s1dades extranJeras, con Ia excepci6n de Roma, Napoles, Bolo­maY Co1mbra. El cambw de atm6sfera, al decir de Bataillon <<modifica de forma profunda las condiciones de Ia vida espiritual espafi~la » (1966, 719-20), pero elunpulso erasmista era hondo y venia de Jejos, hacienda 9ue se _prolongue en los planteamientos de Ia llamada Escolastica espa­nola, como veremos mas adelante.

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El PENSAMIENTO RENACENTISTA EN ESPANA Y AM ERI CA

2. Desan·o/lo

La influencia en Espana de Erasmo de Rotterdam (1467-1536) tiene ante­cedentes muy claros en el movimiento europeo de Ia devotio moderna que en nuesrro pais enlaza con los planteamientos del primer Renaci­miento castellano, seguido despues porIa reforma cisneriana y sus impor­tantes realizaciones en el ambito de Ia Orden franciscana, fundaci6n de Ia Universidad de Alcala de Henares e impulsor a Ia edici6n de Ia Biblia Poliglota. En este ambiente se desenvuelve el erasmismo espanol con sus peculiares desarrollos que le dan personalidad propia. Los focos de difu­si6n del movimiento tienen centres propulsores de primer orden en Alcala yen Sevilla, que encuentran su refuerzo privilegiado en Ia Corte imperial de Carlos V, amigo de Erasmo y seguidor entusiasta de sus orientacio­nes. La politica del emperador va a encontrar dos portavoces de pimer orden en su secretario, Alfonso de Valdes, yen su medico, Andres Laguna . Junto a ellos, Ia figura de Juan de Valdes y Ia del gran fil6sofo Luis Vives constituyen Ia plana mayor del erasmismo espaiiol. El apice de su desa­rrollo tiene h.1gar entre 1525 y 1532; el primero de estos afios es el de Ia famosa traducci6n del Enchiridion erasmiano -Manual del caballero cristiano- a cargo del famoso Arcediano del Alcor, en las prensas alca­lafnas de Miguel de Egufa, que tuvo un exito impresionante nada mas aparecer. << Ya el Enchiridion ha salida en espanol -le escribe el eras­mist a Juan Maldonado a Erasmo-, y con tener muchos millares de ejem­plares impresos, no logran los impresores contentar a Ia muchedumbre de los compradores». El impulse de expansi6n quiere derenerse, convo­cando una junta de te6logos en Valladolid el ano 1927 para examinar su ortodoxia, pero Ia oportuna intervenci6n del inquisidor Alonso Man­rique contuvo el intento, lo que produjo una reacci6n contraria a Ia deseada: a partir de aquella fecha se produce una avalancha de traduc­ciones de Erasmo, entre las cuales los Coloquios alcanzan un furor colec­tivo que populariza Ia doctrina en todas las clases sociales. Es el feno­meno de lo que Bataillon ha llama do «invasi6n erasmiana >>, poniendo de manifiesto que <<no fue cos a de una minoria oculta, de tmos cuantos «intelectuales", sino que apasion6 a Ia aristocracia, alta y baja, y lleg6 a las capas populares >> (Bataillon, 1971, 24 ). Como ha escrito un estu­dioso de nuestros elias:

En Ia corte, en los convenros, en las caredrales , en las escuelas, hasta en las posa­das de los caminos, pululaban los lecrores y entusiasras de Erasmo (Villoslada, 1968, 360) .

El erasmismo como movimiento espiritual tuvo su caldo de cultivo en Ia inquietud religiosa que se produjo a! final de Ia Edad Media y en los comienzos de Ia Eclad Moderna como una reaccion contra Ia inmo­ralidacl y paganizaci6n del ambiente, provocando un profunda cleseo de cambio y cle renovaci6n que se tradujo en un clima de ebullici6n y efer-

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vescencia muy complejo y varia do caracterizado como «espiritualidad fl o­tame >> . En esa atmosfera el erasmismo trata de compaginar las conquis­tas del humanism(! con una vuelta a! evangelismo interiorista, que se plasmo en ellem a de cum elegantia litterarum pietatis christianae sinceri­tatem copt,tfare.

Elmkleo doctrinal del erasmismo es Ia Hamada philosophia Christi, en Ia que convergen las dos coordenadas determinanres de su definicion: reaccion contra Ia inmoralidad y paganizacion del ambiente, por un !ado y expresion de un inreriorismo cristiano que ten ia como centro Ia figur~ de Cristo como cuerpo mfstico, por orro. En este sentido, el erasmismo es un~ ~rolong~cion del paul~nismo, que reacciona contra Ia ergolatda esc~lasnca_ medteval. La metafora del cuerpo mfstico de Cristo que no habta perdtdo vtgencta durante la Ed ad M edia va a adquirir, sin embargo, una nueva dimension mediante Ia que hemos llamado en otro Iugar (Abe­lian, 1979, 67-70) interpretacion horizonta l de Ia metafora. Es sabido que en esta se estableda una dicotomfa entre Ia «cabeza» y los «miem­b,ros» ~el cuerpo mfstico; si en Ia Edad Media, aquella adquirfa prima­Cia Jerarql.llca fren te a estos, legitimando una interpretacion vertical ahora el humanismo cristiano enfatizaba sobre todo Ia igualdad entre los'miem­bros , lo que conduda a una interpretacion horizontal. Es Ia diferencia que va entre Ia hermandad de fi liaci6n, propia de Ia Edad Media, con su exaltacion de la autoridad , y Ia hermandad de naturaleza, espedfica del Ren~cumento, con s_u ~arga en el acento de solidaridad e igualdad, caractenstlca del RenactmJento.

Esta interpretacion horizontal es Ia que va a adquirir en Espana un ~xtra?rdinario predominio, potenciada por el dinamismo que a Ia misma m1prur:fa una s~ciedad injusta, estructurada sobre el predominio social de los <<cnsttanos VIeJOS» que garantizaban los llamados <<estatutos de limpieza de sangre». Como dijo en su dfa el profesor M aravall (1967, 190), «en el orden s~xial se a~ude tambien a Ia doctrina del cuerpo mlstico para defen­der Ia !tbertad e 1gualdad de los conversos contra el brutal atentado de los llamados en Ia epoca estatutos de limpieza de sangre». Hoy este planteamiento se halla plenamente confinnado por las investigaciones de Americo Castro a cuya luz se palp_a Ia evidencia dd estfmulo que Ia intolerancia y el dogma~ ttsmo de los cn~t1anos VIeJOS eJerCJeron para provocar un cristianismo uni­versahsta e mtenonzado entre los cristianos nuevos. Sin necesidad de llevar esta tesis a un extremo que Ia invalidarfa, el exam en de Ia obra de numero­sos ,conversos o cl escendientes de conversos no haria sino darnos Ia raz6n. I}. ~ttulo de mero ejemplo citemos los casos de fray Luis de Leon, Juan de Avtla, Mateo Aleman, Francisco de Vitoria, fray Bartolome de Las Casas santa_ Teresa de JestJS, Miguel de Cervantes -todos ellos grandes esplt:itu~ del Stglo de Or~, ~n quienes co~nciden el no tener limpieza de sangre y Ia clefensa de un cnsnamsmo esenCJal y tolerante-. Es algo que, como tenden­cta, parece absolmamente claro. Libremonos, sin embargo, de llevar esta afir­macton h~sta el grado de una generalizaci6n sin excepciones, pues babria­mos mva!tdado Ia misma tesis que defendemos.

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El PEN SAM IENTO RENACENTIST A EN ESPAN A Y AMER ICA

En este marco habrfa que situar, des de luego, al filosofo por exce­l en cia del erasmismo espaii.ol: Luis Vives (Valencia, 1492-Brujas, 1540), hijo de conversos, lo que llevo a su padre a Ia hoguera en 1524 y a Ia quema de los restos de si1 madre en 15.29. Es logico en estas circunstan­cias que viviera desde 1511 fuera de Espana y que en 1522 rechazase Ia d ted ra de griego en Ia Universidad Complutense, que hab(a quedado vacante a Ia muerte de Nebrija. Ensei'io en Lovaina yen Oxford , llegando a ser, durante su temporada en Inglaterra, lector de Catalina de Aragon, que, como sabemos, acabo en el padbulo por negarse a aceptar el divor­cio de su esposo Enrique VIII. En estas circunstancias, Vives nunca se dejo llevar por el resentimiento y Ia amargura, predicando en todo momento un amor evangelico de raigambre erasmiana; as( lo hizo en numerosos libros: Introdutio ad sapientiam (1524), De institutionefemi­nae christianae (1524), De pacificatione (1529), De concordia et discor­dia in humano genere (1529).

Los t!ltimos afios de SLI vida, Vives los dedico a redactar su obra mas importante: De disciplinis (Amberes, 15 31), donde se propone Ia reno­vacion del saber antiguo, incorporanclo elementos de Ia nueva filosofia humanista.

Aunque Vives estudia en De disciplinis el estado de Ia cuestion en su epoca de los distintos estuclios: gramarica, ret6rica, dialectica, filosoffa natural, medicina, matematicas, filosoffa moral , sus principales aporta­ciones estan en el campo de Ia psicologfa, sobre Ia que escribi6 un impor­tante tratado con el titulo De anima et vitae ( 15 3 8 ). Su enfoque emplrico en el estudio del alma, le lleva a separar Ia psicologfa de Ia metafisica; de aqul el titulo de «padre» de Ia psicolog(a moderna que le aplica el pro­fesor Watson, a nuestro juicio totalmente justificado. De acuerdo con este planteamiento, a Vives no le interesa tanto definir o examinar Ia natu­raleza del alma, cuanto Ia investigacion de sus manifestadones, hasta el punto de llegar a escribir: «No nos importa saber que es el alma, aunque sf, y en gran medida, saber como es y cu:Hes son sus operaciones». Rechaza, pues, el planteamiento de <<los antiguos», proponiendo un metodo nuevo, mediante el que aplica la induccion a los problemas psi­col6gicos , descubriendo asf, cuando el metodo se aplica a! conocimiento interno , el valor de Ia introspeccion. Estas actitudes le convierten en un antecedente clarfsimo de Francis Bacon y de Rene Descartes, como ha sido reperidamente seiialado por todos los autores que se han ocupado de Vives.

Aunque el caldo de cultivo del humanismo espai'iol fue el erasmismo, no, dejaron de producirse otros movimientos filos6ficos, entre los que tomaron cuerpo el neoplatonismo, el aristotelismo, los precartesianos y Ia filosoffa critica. Entre los neoplatonicos sobresale, muy por encima de los demas, el filosofo jucllo Leon Hebreo (1460-1 535), que nos dej6 un monumento de incomparable belleza en los Dialogos de amor, del que se nos ha · conservado una bellfsima traducci6n del inca Garcilaso de Ia Vega, donde el principia de solidaridad amorosa del universo es reflejo

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de una unidad cosmica muy proxima al panrelsmo; su posrura, en reali­dad, es eclecti.ca y es~a a medio camino entre el emanarismo neoplato­mco y el dualtsmo f:nStJano-j udeo. La filosofla del amor se conjuga en su sistema con una teoria de Ia luz, que para el !lena rodo el universo de claridad y transparencia espiritual.

El aristotelismo espaiiol ocupo el rango de filosoffa oficial de Ia epoca Y.llenaba el contemdo d_ocente de las universidades espai'iolas, muy prin­Clpalmente las de Alcala y Salamanca. Entre sus representantes mas des­tacados hay q~1e citar a Gasp>~r Cardillo de Villalpando (1527-1581) y su famosa Summa Summularum ( 15 57), que cit a Cervantes en el Qui­;ote; Pedro Martinez Brea (111. en 1581), Francisco Ruiz y Pedro Juan Nt'1iiez ( ~522-1662); Ia caractedstica principal de todos ellos es Ia pureza con que mrentaron segmr las enseiianzas aristotel icas, y de ahf el que su labor sea mseparable de Ia de los traductores, entre quienes encontra­mosnombres muy re;petables como los de Juan de Vergara, Pedro Simon Abnl, Gmes de Sepulveda y Andres Laguna.

Pero sin duda lo mas original de Ia filosoff a espanola del quinientos hay que buscarlo entre los precartesianos y Ia filosofia cririca, dentro de Ia cual destaca el grupo de los «medicos-filosofos >> . Entendemos por pre­cartesJa~~s el peque~o grupo de pensadores espafioles que se adelanta­r~n ,a I f1losofo fr~nces en muchos de sus planteamientos; hoy, Ia audaz l11potesJs de Menendez Pelayo, segt'm Ia cual «el cartesianismo se form6 en gran parte con de.spojos d~ Ia filosofia espanola» (Menendez Pelayo, 1948? 182), se ha v1sto conflrmada por.la invesrigaci6n. Nadie duda, por eJemplo, que en Ia Antoniana Margarita (1554), de G6mez Pereira (1500-1558) al?m~ece claramente Ia afirmaci6n de Ia conciencia como prin­Cip!O de conocnmento (<<n osco me a liquid nos cere, et quidquid noscit est, ergo ego sum>>) en una f6rmula muy parecida a! cogito, ni rampoco se puede dudar de que en el bruta sense cm·ere del mismo autor esta exp!i­Cita Ia doctnna de Ia msens1b1hdad y automarismo de los animales . Con todo, es Francisco Sanchez (1550-1623 ), apodado el Esceptico, quien mas se acerca a los plameamientos cartesianos en su famoso Quod nihil sci­tur (1581), puesto que en el aparece exp!iciro el escepticismo con carac­te~ propedeutico o metodico en cuanto media para alcanzar Ia verdad, as1 c.omo el refugiO en Ia propia conciencia considerada como punta de part1da para un saber indubitable.

. «ln,n~to es en los hombres el deseo de saber», empieza diciendo muy a~- ~~totehcamente, mas para en seguida hacer ver que ese deseo no halla factl.sa tJsfacct6n, hasta .que resuelve encerrarse en si mismo y examinai· sm mnguna noct6n prev1a todas las casas. As! se expresa nuestro filosofo:

A un qt~e al principia mi espiritu , av icl o de saber, solfa contentarse con cualquier soluc10n , nose paso mucho ti empo sin que Ia sacied,1d me o bligase a an·oja r tan mc\igesto a l11n enro. Comence entonces a buscar algo que mi mente pud iese com­prender con exactitucl y en cuyo conocimiento pudi ese reposa r , pero· no enconn·e nacla que ll enase mi s deseos. Revo lvi los libros de los antiguos, interrogue a los

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doctores presentes: unos me respondian un;1 cosa; orros, otra; naclie me clab<1 res­puesta que verdaderamenre me sari sfi ciese . Confieso que algunos sistemas mostra­ban ciertas sombras y cle jos de verclacl, pero en ninguno encontre Ia verdad abso­luta, el juicio recto y since ro sobre las casas. Entonces me encerre dentro de mi mi smo y comence a pone r en duda todas ht s cosas como si nacl ie me hubiese ense­nado nada , y empecf a exami nar1as en sf mismas, que es Ia lmica maner;t de saber algo. Me remonte hasta los primeros principios, y cuan to m;\s.pensaba, m;\s clucl<tb<t (Sanchez, 1944, 41-2).

En Ia misma linea de filosofia cl'ltica, debemos mencionar a! grupo de pensadores que tamaron como punto de partida de sus elucubracio­nes filos6ficas los aportes de Ia filologia a! entendimiento de los clasicos; rodos elias fueron traductores o comemadores de los fil6sofos greco­lat inos, realizando desde el <1mbito escritudstico una amplia labor cd­tica de Ia escolastica . Entre sus nombres merecen destacarse los de Pedro Simon Abril (1 530-1589 ), Benito Arias Montano (1527-1598 ) y Pedro de Valencia (1555-1620), pero, sabre todo, el imponderable Francisco Sanchez, el Brocense (1523-1600), aurar de una de las mas importantes obras de filologi a de todos los tiempos: Minerva, seu de causis linguae latina (Lyon, '1562; Salamanca, 21587); Ia obra -fruto del trabajo de muchos ai1os- esta dedicada a Ia Universidad de Salamanca, y en Ia misma dedicatoria declara su prop6sito: restaurar el esplendor de Ia lari­nidad, destruido par los barbaros de todos los tiempos. Con Ia Minewa cree Sanchez que esra ofreciendo una norma inmejorable para el estudio de Ia verdadera latinidad. El metoda urilizado no se fund a en el criteria de autoridad (rechaza, por tanto, el apoyo de los clasicos y de Ia costum­bre), sino en una concepci6n racional de Ia gramarica; el objetivo esbus­car las causas dellenguaje y construir asi una graJm1rica cientifica y filo­s6fica. En este sentido, muy bien se puede considerar esta obra filol6gica como un libra de filosofia, pues su prop6sito es tratar de las causas de Ia consrrucci6n gramatical del lenguaje; a dichos efectos, dividio Ia MineTva en cuarro Iibras: el primero , sabre las partes de Ia oraci6n; el segundo, sobre Ia construcci6n de los nombres; el tercero, de Ia cons­trucci6n de los verbos; y el cuarto, de las figuras de Ia construcci6n y, especia lmente, de Ia elipsis. Precisamente, aqui tenemos un punta que cia todavia plena actualidad a Ia obra del Brocense. As! lo reconoci6 recien­temente el gran ling(iista Roman J alcobson, cuando seiiala ba que el pro­blema fundamental de Ia dialectica dellenguaje en el nivel del discurso es hoy el de Ia tensi6n polar entre Ia elipsis y el caracter explicito. La Minerva esta considerada por toclos los que se han acercaclo a ella como una de las cumbres del ingenio humano, yes buena prueba esa capaci­dad de sugerencias y de planteamientos que at'm hoy conserva.

En una direcci6 n critica similar, pero que toma su inspiraci6n de Ia ciencia medica, y alejandose, par tanto, de los planteamientos fi lologi­cos del grtlpO anterior, es obligado mencionar a tres medicos que intro­clujeron importantes novedades en Ia filosoffa de su tiempo. El primero,

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Juan Huarte de San Juan (1529-1588 ) es autor de un libro Examen de ingenio para las ciencias (1572) que le d:o. enorme fama en vtda, pues introduce un proyecto verdaderamente ongmal entonces -hoy, p~n~ otro !ado universalmente admitido- que es el de exammar las dtspoSJCJOnes y ten~peramentos de los individuos, al objeto de que ~ada un~ se dedique a Ia disciplina para Ia cual se halla naturalmente mas capaCJtado; estas condiciones son deducidas de Ia constitucion fisiologica del sujeto. En este aspecto, Huarte es universalmente reconocido, con Vives, como :mo de los precursores de Ia psicologia diferencial y, sobre todo, de su a plica-cion pdctica fundamental: Ia orientacion profesio~al. . .

Al principia de su obra explica Huarte lo que entlende por «mgemo», palabra que deriva de ingenere, «que quiere ?ecir engendrar dentro .de sf una figura entera y verdadera que represente al VIVO Ia naturaleza del SU]eto, cuya es Ia ciencia que se aprende>>. El entendimiento, que nos distingue de los am­males y las plantas, es quien engendra las ciencias y las artes, a las que defme como «im <'tgenes y figuras que los ingenios engendran dentro de su memo­ria , las cuales representan al vivo Ia natural compostura que tlene el SU]eto, cuya es Ia ciencia que el hombre quiere aprender>>. De acuerdo con esto, hay una estricta correspondencia entre el suj eto que aprende y Ia oenCJa apren­dida, lo cual justifica Ia diferencia entre unos hombres y otros en lo que toea a su vocacion y profesion, si bien no en cuanto a sus almas, en lo que todos son originariamente iguales. Asi, pues, se comprende Ia preocupacion que Huarte manifiesta en Ia dedicatoria a Felipe II , yen Ia que expresa como fmes t'1ltimos de su obra el aclarar: 1) «que naturaleza es Ia que hace a un hombre habil para una ciencia, y para otra inca paz>> ; 2) «cuantas diferencias de ingenio se hallan en Ia especie humana»; 3) «que artes y ciencias corresponden a cada uno .en particular»; 4) «con que senales se habia de conocer>> . En una palabra, Huarte trata de establecer una verdadera tipologia, que es lo que en definitiva viene a ser su examen y clasificacion de los ingenios; tipologia que solo puede darse sobre Ia base de una serie de conclusiones que Huarte cia por cienas desde el principia.

Un medico tambien interesante es Miguel Sabuco (1525-1588), autor de Nueva (ilosofia de Ia naturaleza del hombre (1587), durante mucho tiempo att:ibuida, por causas que se desconocen, a su hija dona Oliva . El principia de que se parte en esta obra es el de Ia perfecta umdad pstco­somatica del hombre. As!, estudia sobre todo los efectos de las paswnes, las virtudes y los estados de animo en Ia salud del hombre, de modo que «veais -dice- cuanto obran los efectos de Ia sensitiva para vivir o marin>. Se entretiene largamente en examinar los efectos para Ia salud del enojo, el pesar, Ia ira, el miedo, el am or, el des eo, el odio, Ia desconfianza, los celos, etc., que !Iegan no solo a producir Ia enfermedad, sino en mt'llti­ple~ ocasiones hasta Ia misma muerte; luego examina tambien los efec­tos positivos para el cuerpo, como son el placer, Ia alegrla, Ia templanza, Ia esperanza, el amor a los semejantes, Ia amistad y conversacion, etc . Ellibro, muy bellamente escrito, en tretiene y expone ejemplos y expe­riencias que van desde el acierto sorprendente hasta el anacromsmo

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absurdo, aunque siempre curiosa. La reoria que sustenta todo el argu­mento medico-filosofico dellibro es Ia estrecha vinculacion entre lo fisio­logico y lo psicologico, base de todo verdadero conocimiento del hombre.

Esta armonia psicosomatica se expresa desde el punta de vista filo­sofico en Ia importancia que cia Sabuco a dos grandes metaforas: Ia del hombre como «microcosmos» y como «arbol del reves»; ambas, sin tmbargo, acaban igualmente dando una desmesurada importancia al cere­bra, que considera «raiz, del hombre. AI hablar del «microcosmos» dtce:

Po1·que asf como en este mundo hay un principe, Llll moto r y primera causa, que es Dios que lo cri6, rige y gobiern a, y de esta nacen todas las otras causas segundas para hncer, move r, ca usnr y criar lo que les fue mandado, as( en elmundo pequel'io que es el hombre ha y un principe que es causa de todos lo s· acros, afecros, movi­mi entos y acciones que riene, que es entendimiento, razon y voluntad, que (es) el anima , que descendi 6 del cielo, que mora en Ia cabeza, miembro divino y capaz de rodos los movimientos del cuerpo.

En cuanto a Ia consideracion del hombre como «arbol del reves», se expresa as!:

Porque como el origen y n;1cimiento del anim a del hombre fue el cie lo, quedose asi colgado del, y rom6 su prin cipal asiento y sill a en Ia cabeza y cereb ra del hom­bre, como Ia raiz de las plantas qued6 asida, a! reves , en Ia tierra . .. El hombre se dijo arbo l del reves porIa simili tud que tiene con el a rbol, Ia raiz arriba y las ra1:1<1 s aba jo; Ia ra iz es el cerebro y sus tres celclas de medula anterio r , media y posten or.

Las dos metaforas expresan, pues, Ia unidad del hombre y su vincu­lacion celeste, por un !ado, y por otro, Ia importancia del cerebro en los estados de salud y de enfermedad, ya que, al ser «ra iZ>> del hombre, .. en eJ se halla siempre el origcn de esta ode aquella. Elmkleo de Ia docrnna medica de Sabuco es Ia reoria del jugo nerveo : «j ugo blanco, que nom­bran quilo», el cual se elabora mediante tres operaciones: comprensi~n de boca y dientes, coccion en el estomago y evaporacion dura.nte el sueno basta el cerebra desde donde desctende al resto del cuerpo, mformando Ia sangre y presidiendo, en general, nuestra fisiologia. Si Ia distribucion del «quilo >> se desarrolla normalmente , el individuo tiene buena sal~1d, estado de alegria y satisfaccion, al que Sabuco llama «cremento»; s1 el <<quilo» no baja o nose reparte aclecuadamente por el organismo, como ocurre en Ia enfennedad o en la vejez, se produce un estado de << deere­menta» o tristeza, que puede acabar en Ia muerre.

, Un tercer medico-filosofo interesante es Francisco Valles, llamado «el Divino» (1524-1592), medico de Felipe II, que escribio una intere­sante De Sacra Philosophia (1587), en el que lo mismo se habla d~l on­gen del mundo y de Ia creacion, del alma humana, de Ia razon y Ia mteh­gencia, etc., que de Ia sangre, Ia nutricion, Ia longevidad, los elemento.s meteorologicos, Ia debilid ad senil , las causas de la muerte, y otros mtl y mil variados asuntos, que han llevado a calificar esta obra de <<perfecto

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JOSE LU IS ABELL A N

to tum revolutum>> (Solana, 1940-41, II, 306). Sin embargo, como decia­mos, hay aqul una unidad de criteria que consiste en creer que en los libros sagrados se ha1lan numerosas ensefianzas filosoficas y ciendficas, y que todas elias son verdaderas, pues provienen de Dios, que no puede engafiarse ni engafiarnos. Es evidente que Ia Revelacion, teniendo como fin fundamental Ia salvacion del alma, no pudo extenderse al conocimiento de las causas naturales; esra, pues, en nuestra mano investigar estas, si bien tomando como base las ensefianzas de Ia Biblia, donde esas infor­maci.ones aparecen azarosamente desperdigadas.

De acuerdo con esa idea basica, Valles comienza cad a capitulo escri­biendo un texto de las sagradas Escrituras, que despues coment'a por extenso, acudiendo generalmente a doctrinas de filosofos clasicos: Pia­ton, Aristoteles, Pid.goras, etc., tratando de armonizarlas, sin salirse de Ia ortodoxia. Los temas de los verslculos escogidos le llevan a tratar los temas mas variaclos, como antes dedamos : teologla, filosofla, medicina, moral, cosmologia, psicologla, fisica, astronomia, biologla. Ello no fue obice para que Ia Inquisicion expurgase en 1613 ellibro y que Roma lo incluyese despues en el Index librorum prohibitorum.

Un apartado especial merece Ia ll amada Escolastica espai1ola, dada Ia importancia del movimiento. Es sabido que Ia escolast ica habia ll e­gado a fines del siglo XV a un estado de decadencia y degeneracion muy dif!cil de supera r. Intnil es sutilezas y disquisiciones esttlpidas ocupaban el tiempo de las explicaciones en las dtedras universitarias, bajo formu­las que repedan Ia disputa sobre los universales y Ia analogia de nom­bres, cuando no calan en ricliculeces como Ia de: "2Cuc'mtos angeles caben en una cabeza de alfiler?>>. La siruacion se salvo gracias a los grandes teologos y filosofos espaiioles del siglo XVI, que volvieron a elevar Ia esco­hl stica a una de sus cumbres; en dicha renovacion adquirieron especial protagonismo las ordenes religiosas de dominicos y jesuitas , aunque con diferente sentido en unos yen otros. En Ia Orden de Predicadores recayo, sobre todo, Ia funcion evangelizadora en el Nuevo Mundo, lo que les llevo a afrontar problemas fundamentales sobre el derecho espafiol al dominio americana, los fundamentos juddicos de Ia expansion y coloni­zacion sobre las nuevas tierras, as! como cuestiones antropologicas de primer orden sobre Ia naturaleza y derechos de los indlgenas. En Ia reso­lucion de estas cuestiones ejercio una includable y positiva influencia Ia atmosfera intelectual creada por el erasmismo, motivo por el que cree­mos mas adecuado tratar Ia tematica correspondiente en el articulo dedi­cado a las relaciones entre America y el erasmismo, adonde remitimos al lector interesado.

Por el contrario, Ia Compafiia de JestlS -jesuitas- dirigio sus esfuer­zos al frente que tenia Ia religion catolica en Europa: Ia expansion del pn_nestantismo. Des de este pun to de vista, el acontecimiento decisivo fue Ia convocatoria y desarrollo del concilio de Trento (1545-15 63), en el que los teologos espafioles de odgen jesultico ejercieron una influencia

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El PENSAMIENTO RENAC ENT ISTA EN ESPAN A Y AMERICA

decisiva. Ignacio de Loyola (1491-1556 ), el fundador de Ia orden, habla impuesto Ia lealtad y obediencia al papa , por encima de cualquier otra consideracion, lo que convirtio a los miembros en soldados de Cristo y al jefe espiritual en general. Con este esplritu, su colaboracion teologica fue decisiva, pues el papa encontro en ellos el mejor aliado imaginable en Ia defensa de su politica: dar primada, durante Ia celebracion del con­cilia, a las cuestiones doctrinales y dogmaticas £rente a las morales, lo que era contrario a la concepcion del emperador, para quien llevar el debate a! terreno dogmarico era consolidar la ruptura con los protestan­tes, como efectivamente ocurri6 en Ia realidad.

Hoy nadie discute que Ia savia infundida al concilio por los miem­bros de Ia Compafila de Jesus que en el participaron, contribuyo decisi­vamente a crear lo que se ha llamado «esplritu de Ia Contrarreforma». En este se dan dos elementos aparentemente opuestos, pero que no lo son en realidad: Ia oposicion a Ia Reforma protestante , por un !ado, pero sin que al mismo tiempo ello signifique oposicion al Renacimiento. De aqullo que de equivoco y desvirtuador tiene el nombre de Contrarre­forma. La Reforma catolica -nombre sin duda mas apropiado- no se presenta sino como un intento de salvar lo m <1s preciado del Renacimiento, y ello no puede ser sino el espiritu de defensa y exaltacion de la libertad; quiza en este sentido nada tan revelador de este nuevo espiritu como Ia famo sa controversia de aux iliis . Ese nuevo esplritu es el que va a dar Ia caractedstica del Barroco, sin que -como dedamos antes- represente algo opuesto a! Renacimiento; se trata mas bien de una depuracion de ciertos aspectos del mismo, a! que se aiiaden elementos y factores ineditos.

En cualquier caso, Ia Contrarreforma jesuita es sin duda Ia primera expresion del barroco que pronto impregnad los esplritus. En ella son bien patentes las primeras manifestaciones de «modernidad»: el activismo y Ia primada de Ia voluntad. Es ese activismo el que intentara ver en Ia religion una nueva milicia, donde combaten las huestes de Cristo y las de Lucifer. Nada tan representativo de este esplritu militar como Ia ter­minologia utilizada : el superior de la Orden es «el General»; Ia Orden misma, «< a Compail.ia»; los miembros son «soldados de Cristo». Pero esa actividad tiene siempre un fin; el ejercitante es conducido mediante un programa metodico de visiones, de actitudes corporales, de esdmulo de ciertos sentimientos, de representaciones imaginativas y de decisiones voluntarias. Se trata de llegar a la union con Dios mediante el ejercicio de Ia voluntad; por eso Ia virtud mas elogiada es Ia de Ia obediencia (perinde ac cadaver). Naturalmente Ia afirmacion paralela de Ia volun­tad y de Ia obediencia son posibles por ese finalismo a! que aludlamos. Se niega siempre Ia voluntad personal o individual para afinnar Ia de Dios o Ia de sus representantes en Ia tierra. Por lo demas, ese enfasis puesto en la virtud, tambien muy militar, de Ia obediencia, explica que Ia ft!o­sofia espanola entre pronto en un callejon sin salida donde reinaba Ia esterilidacl. La obediencia, aplicada a los dogmas de fe y , por extension, a todo problema que pudiese rozar minimamente Ia heterodoxia, con-

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JOSE LUIS . AB ELLAN

ducida inevitablemenre el pensamiento a un terreno yermo. Mientras duro el impulso especularivo del erasmismo, y los nuevos problemas plantea­dos por el descubrifniento de America y Ia reciente situacion religiosa de Europa dieron pabulo a Ia reflexion, el esplendor filos6fico continuo y nadie aclvirtio que nuestro pensamiento hab(a entrada en v(a muerta. Pero, Ia realidad es que, desaparecida esa situacion y muerto el genio filoso­fico de Francisco Suarez, Ia decadencia fue rotunda e inmediata. Esto, con todo, no debe hacernos olvidar el cad.cter modernizador que, de momenta, introduce en nuestro panorama el movimiento escolastico.

Esta tdtima afirmacion nos obliga a destacar, dentro de Ia Companla de Jesus y de su funcion modernizadora, Ia primada de Ia conciencia en su con­cepcion delmundo. No es meramente accesoria Ia funcion que en su religio­sidad tiene «el examen de conciencia». A este respecto escribe Aranguren:

La primada ignaciana de Ia conciencia, otro gran tema de Ia epoca, nos lleva a establecer una aproxi maci6n enrre Ia reforma religiosa de este santo y Ia reforma filos6fica de Descartes, Ia reforma mistica carmelira, Ia refonna heroica cervanrina. Para San Ignacio, como para Descartes, se convierte Ia conciencia en Ia realidad hum ana fundamental; por lo cual piedad y metaflsica tom a ran desde ellos una direc­ci6n decididamente psicol6gica. Paralelamente convertin1 Cervantes el antiguo heroism a fabulosamenre hazaiioso en el heroism a quijotesco, autentico como el que mas , pero re sidenciado en el animo esforzado, sin rraducci6n a gestas gloriosas, cumplid as en elmundo exteri or (A ra nguren, 1963 , 153).

A Ia luz de estas caracterizaciones , creemos que queda bien claro el senrido de Ia Contrarreforma espanola, con su acento puesto en Ia acti­vidad, en las obras y en las instituciones. Se niega Ia espiritualidad del ocio, Ia piedad contemplativa, con rodas sus consecuencias. Aparece la religion como <<el negocio de Ia salvaci6n >> , con todas sus secuelas sobre Ia obsesi6n ante la herejia y Ia heterodoxia, asi como un espiritu inquisi­torial e inrolerante que ira dando Ia pauta del nuevo catolicismo . Se trata deun catolicismo de caracter fundamentalmente apologetico y defensivo, que vive cercado por los peores enemigos: los que se han engendrado dentro de la propia casa. Aqul s( tiene senrido hablar de Contrarreforma, pues en esa linea es donde se manifiesra lo que tiene de reaccion o con­trarreaccion, £rente a la Reforma protestanre. Los aspectos negati~os sub­secuentes son bien explicitos y significativos de lo que va a constituir Ia nueva religiosidad catolica : una religiosidad paternalista, protegida y amparada. Por ello, se obstaculiza desde entonces Ia lectura direct a de Ia Biblia por los catolicos y desaparece Ia participacion del laico en el culto div~no . AI mismo tiempo se debilita Ia idea del << Cuerpo 'mlstico>>, que adqmere un caracter metaforico, frente al sentido ontologico que ten(a entre los erasmistas durante Ia primera mitad del siglo xvr.

Una vez mas tenemosque llamar aqui Ia arencion del nuevo signifi­cado que adquiere Ia figura de Cristo; frente a! mito expresivo de una reabclad cosmica , empieza a adquirir predominio el Cristo concreto e his­ronco del hombre que murio en Ia cruz, envuelto en sangre, espinas y

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EL PENSA MIE NTO RENACENTISTA EN ESPANA y AMERICA

h1grimas. Aqul ri;nen su_origen esos cri~tos sangrantes, dolientes, barro­cos, de Ia devocwn espanola, que adqmeren carta de naturaleza en nues­tra iconografia; sonIa version popular y cotidiana de Ia orientacion con­t~arrefonnista que, ~e~de entonces, adquiere nuestra religiosidad. Las drfe:enCJas entre el cnsnamsmo erasmiano y este catolicismo rrentino son obvras, y h~~ podemos medirlas bien, desde un siglo que ha vivido Ia transformacwn rehgwsa del conCJho Vaticano II, cuyo tipo de espiritua­hd.ad supone, en crerto modo, una vuelta a los riempos anteriores al con­CJliO de Trento, cuando se pretend(a el retorno del evangelismo y el inti­mrsmo de los pnmeros cristianos. . En el transfondo descrito porIa libertad y Ia responsabilidad humana,

trene sentid,o Ia llamada polemica de. auxiliis divinae gratiae, cuyo ante­cedente esta en el hbro del Jesmta Lms de Molina Concordia !iberi arbi­t~·ii cum gratiae donis (Lis boa, 1588 ), sobre el que'se pronunciaron nega­tlvamente ~~versos dommrcos, entre los que alcanzo protagonismo Dmm~go Banez (1S28-1604), con su De vera et legitima concordia /iberi arbttm cum auxdus gratiae Dei (1600). En este libro defiende Bai'iez Ia ?eno.mi,:ad~ P?,r el doct~·in~ de Ia pren;oci6n jfsica, que define como un n~fluJO, 1mpre~10n o movumento transeunte que procede de Dios yes reci­brdo porIa cnatura. Las caractedsticas del mismo, segtm Banez, consis­ten en , ser concurso fisico, vale decir , que acttla como causa eficienre, y no solo moral o fmal, en Ia que Dios atrajese con mandatos o persua­swnes; que es concurso inmediato, es decir, que Dios noes solo el autor de las potencias de obrar de las criaturas, para despues dejarlas actuar por su. cuenta, smo que concurre directamente a la operacion de un<t porenCJa y a Ia producc1on del efecto; que es concurso previo, es decir, que se produce con anterioridad o prioridad de naturaleza entendiendo por esta l a depend.encia natural del efecto con respecto de,la causa; par tanto, d1~ha pnondad n~ se ennende nunca en un sentido temporal o cronologrco del mfluJO d1vmo con respecto al acto humano libre.

Esta doctrina del concurso esta estrechamente relacionada con Ia idea tomista del cono~in:iento divino . Para Tomas de Aquino, Dios tiene dos mo~os de conocmuen~o? ~ue, en su ,caso, suele llamarse ciencia por el caracter perfecto y defmltlvo que en el nene el mismo. Estos dos modos de c.onocimiento reciben el nombre de ciencia de vision y ciencia de sim­ple zntehgencza; porIa primera se entiende el conocimiento que Dios tiene de las cosas que han existiclo, existen o existiran, mientras que Ia segunda se refrere solo a los meros posibles, es decir, aquellas cosas que poddan exrsnr, pero que nunca exist iran por no darse las condiciones necesarias para ella .. D.e lo did':o se desprende que las casas exisrentes dependen del conocrmrento drvmo y que, si existen, es porque figuran en su inteli­gencra como exrstentes. Sin el conocimiento de Dios las casas no podrian exrsnr, como no pueden existir las obras de arte sin previa conocimiento par parte del artifice que las produce.

Ahara bien, aqui es precisamente doncle se plantea el problema: ·como compagmar ese conocimiento divino con Ia liberrad humana y con la res-

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J OS E lUI S AB Ell AN

ponsabiliclad de nuestros actos? Segim Banez, Ia premoci6n fisica es el medio por el que se concilian Ia indefectibilidad de los actos ejecutados por el hombre siguJendo los designios divinos prefij ados ab aeterno con Ia libertad y Ia responsabilidad que imputamos a los actos humanos. Pues Ia premoci6n fisica supone que Dios es causa no solo de Ia existencia de las cosas, sino de su esencia, propiedades, naturaleza, y modo de ser. Por lo tanto, Dios puede determinar a los seres creados en sus operacio­nes de acuerdo con Ia naturaleza de los mismos; dicho de otro modo: puede determinar a las criaturas libres para que obren libremente y a los no libres para que obren necesariamente .

La respuesta del jesuita Luis de Molina (1535-1600) es su doctrina del concurso simult!meo, seg{m Ia cual Dios y el hombre, Ia causa pri­mera y Ia causa segunda, operan como agentes coordinados y paralelos para Ia produccion de un determinado acto. Para Molina esta serfa Ia unica forma de mantener Ia indiferencia que garantiza Ia existencia de un acto libre. Este se produce, pues, mediante una propuesta del entendimiento a Ia voluntad, ya que esra es facultad ciega y no puede decidir nada si antes no se le ha propuesto algo por el entendimiento. Ahora bien, esta propuesta no influye fi sicamente, sino s6lo moralmente; para que se pro­duzca el paso fisico de la potencia a! acto, de Ia propuesta del entendi­mienro a Ia acci6n de Ia volunrad, esta ha de sufrir el influjo positivo e inmediato de Dios, ya que nada puede existir sin su concurso, pero este concurso es, como dedamos antes, simult!meo. Dios coopera con Ia volun­tad humana produciendo Ia decision de esta conjunta y simuln1neamente. Ahora bien, esta cooperacion se produce en dos modalidades distintas.

En cuanto a su existencia, el acto libre es efecto conjunto del con­curso divino y de Ia voluntad humana; pero que el acto sea este y 110 otro es efecto exclusivo de la libertad de la causa seguncla:

[Por ramo], no son inlnil es en Ia acc ion de las criaturas ni el concurso de Dios ni Ia operac i6n de Ia misma cri atura; aquel es necesario por el aero de Ia causa general; y este, por serlo de Ia causa pa rti cul ar. El concurso general de Dios es de suyo indi­ferenre para producir uno u otro efecto; Ia accio n de Ia causa segu nda concreta el concurso gene•·al de Dios a producir un efecro determinado; y si Ia causa segunda es Jibre , hace esro pud iendo derenninar el concurso general de Dies a producir otro efecro d isrinro y aun conrra ri o del que cons igue de heche. Dios podrfa producir y obrar el efecto de Ia causa segunda sin Ia accion de esra; mas Ia causa segunda nolo puede si n el concurso general de D ios (Solana , 1940-41, Ill , 409).

Pero de Ia misma manera que en Banez su doctrina de Ia premoci6n fisica estaba estrech amente ligada a su concepcion del conocimiento divino, ocurre en Molina con su idea del concurso simultaneo, que apa­rece en intima conexi6n con su teo ria de la «ciencia media>>. Para Molina, el conocimiento divino puede ser de tres tipos distintos: la ciencia natu­ral, Ia ciencia libre y la «ciencia media>>. Por la ciencia natural Dios conoce to do aquello a lo cual se exriende su infinito poder, to do aguello que es intrinsecamente posible y puede ser hecho por el , bien sea inmediata-

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El PENSAMIENTO REN ACENTISTA EN ESPANA Y AMER ICA

mente, bien mediatamente, por Ia accion de las criaturas; es el eguiva­lente de lo que Bai1ez llamaba ciencia de simple inteligencia. Por la cien­cia libre, Dios conoce de modo absoluto lo que su voluntad ha resuelto ejecutar libremente; se trata de un conocimienro posterior al acto por el cualla voluntad divina ha decretado hacer algo; por ella conoce todo lo que existe y existira de facto, si bien esa existencia es liberrima, pues depende de su propia voluntad; podemos identificarla con lo que B<l. nez llamaba «ciencia de vision >> .

Con ambos tipos de conocimiento -Ia ciencia natural y la ciencia libre- no gueda para Molina completamente asegurada Ia libertad humana; por eso introduce un tercer tipo de conocimiento, al que llama «ciencia media >> , por la cual conoce Dios lo que la causa segunda had libremente en unas u otras circunstancias, sin que guiera decir que esas circunstancias Ia determinen a obrar en un sentido prefij ado. La ciencia media coincide con Ia natural en ser anterior al acto de Ia voluntad divina que decreta la existencia de las casas ; y coincide con Ia ciencia libre en que lo que por ello se conoce depende, en cierto modo, de Ia volun.tad divina, en cu anto depende de dicha voluntad colocar al hombre preCLsa­mente en aguellas circunstancias en que libremente guerra aguello que la ciencia divina ya conoce que realizad. Esta ciencia media existe en Dios, pues, en cierto modo, viene exigida por la existencia includable y simulranea del libre albedrio humano y de la presciencia y predestina­cion divina. Se ha definido esta ciencia como Ia de los futuribles o fu tu­ros condicionados; son estos actos futuros contingentes cuya realizaci6n definitiva depende de ciertas condiciones en que se halle la criatura racio­nal. Y esta es, en plena autonomia, guien decidira que dichos aetas se realicen o no; si Dios conoce, a traves de la ciencia media, cuales seran estos actos, ello en nada contradice la libertad humana, pues Dios puede conocerlos por medio de cu entendimiento sin que su voluntad haya decre­tado nada acerca de su evoluci6n.

La aportacion, sin embargo, mas importante de la Contrarreforma espanola es la del jesuita Francisco Suarez ( 1548-161 7), llama do «Doc­tor Eximio>>, por antonomasia. Entre sus numerosas obras destacan dos que han marcado epoca: las Disputationes metaphysicae (1597) y el tra­tado De /eaibus (16 12). La obra filos6fico-teologica de Suarez hay que inscribirla

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dentro del tomismo, si bien su independencia y originalidad le dan un caracter peculiar. . .

Desde la perspectiva tomista Suarez se abre a pro blemas y Sltuacw­nes nuevas, que le llevan a un tratamiento distinto y de gran fecund1dacl historica en sus soluciones. Por lo pronto, y para remtt1rnos a su fdoso­Ha, que agui nos ocupara especialmente, Suarez constituy6 el primer cuerpo de doctrina metafisica independiente , tanto en el senttdo de no seguir el curso de los «Iibras metafisicos» de Aristoteles, como en el de mantenerse a! margen de los planreamientos teologicos de la dogmatica cato!ica. Ambos aspectos representan una gran audacia intelecrual en su tiempo, y aparecen claramente visi bles en sus Disputationes metaphystcae.

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JOSE LUI S ABEL LAN

Por lo que se refiere a! primer punta, es sabido que los tratados meta­fisicos medievales se presentan siempre como comentarios a! texto de !a M etafisica aristotelica; en este sentido, Suarez era consciente de su osa­dia, y para paliarla de alguna manera anade a! final un indice de Ia Meta­(fsica de Aristoteles, y otro de !a Summa theologica, con objeto de facili­·tar a los estudiosos !a correspondiente compulsa de textos. Por lo que toea a su intento de escribir un texto de metafisica independiente de cues­tiones teologicas, tampoco deja de justificarlo en el Proemio a las Dispu­tationes, diciendo que, aunque su objeto direcro de estudio es Ia teologia sobrenatural, tambien esta disciplina «se ayuda de las verdades conoci­das por !a luz natural, y usa de elias como de suministros e instrumentos para llevar a termino sus razonamientos e ilustrar las verdades divinas>>. Ahora bien, dentro de las ciencias naturales ninguna ocupa rango tan alto como !a fil osofia primera o metafisica ; de aqui !a atencion que Sua­rez leva a dedicar, pues piensa que , una vez hecho este trabajo, ya no tendd que interrumpir, como le ocurrla a menudo, su exposicion de asun­tos teologicos para mezclarlos con cuestiones metafisicas, ambos frecuen­temente trabados:

Llevado , pues, po r esras razones y por el ruego de muchos, determine escrib ir pre­via mente esra obra, en Ia cua l inclu)'ese rodas las dispmaciones meta fisicas, su jetas a! metodo expos iti vo que fuese mas conven iente pa ra Sll comprension y para Sll

brevedad y que sirviese mejor a Ia Sabidurfa reve l ada.

Y asi surgio esta obra trascendental en !a hi storia del pensamiento humano, donde se va a estudiar el objeto de !a metafisica en toda su exten­sion, exponiendo segtm las exigencias del arden racional.

La importancia de !a doctrina suarista queda reflejada en !a propia epoca . Entre 1597, fecha de !a primera ed icion de sus Disputationes metaphysicae, y 163 6, sa len a Ia luz 17 ediciones que van a ir difundiendo ese pensamiento por todo el amplio mundo europeo. Este exito es tanto mas sorprendente y va lioso por cuanto tuvo tambien Iugar en paises y en universidades protestantes, donde el libro se declaro de texto . Es curioso que en centros donde se hab!a hecho norma el catholica non legun­tur (nose lea a los cat6licos) vaya a triunfar Suarez, a! que Mohorf habia ll amado «bastion del papado» (anch ora Pontificiorum). El imperio sua­reciano comienza a partir de sus dos primeras ediciones extranjeras '( Ia de Venecia en 1599, !a de Maguncia en 1600), y no terminad hasta finales del siglo XVII , eclipsando a los autores que hasta entonces ostentaban !a hegemonia en los cemros docentes. En Alemania desbancara a los manua­les de Melanchthon, a quien se habia llamado «preceptor de Alemania>>, y a! de Pedro Ramus, tam bien de orienta cion protestante .

Si asi habia ocurrido en el ambito protestante, no sed necesario exten­dernos sobre Ia enorme difusion de la filosofia suareciana en el campo c~atolico , donde desbordo el drculo de los jesuitas para ampliarse a otras Ordenes religiosas y a 'toda clase de uriiversidades. Ellegado que Suarez

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El PENSAMIENTO RENACEN TISTA EN ESPANA Y AMERICA

habi~ dej ado en Segovia, Salamanca, Valladolid, Roma , Alcala y Coim­bra se difundio por todo el mundo europeo y parte del americana, a pesar de lo cual no faltaron algunos historiadores -con frecuencia dominicos­que le negaron originalidad.

El hecho incontrovertible es que a! filo del cambio entre los siglos XVI y xvn !a hegemonia filosofica de Suarez fue total en toda Europa, y eso no es casualidad, sino producto de !a «modernidad>> de su pensa­miento . La influencia del espafiol es patente en Hugo Grocio, Descartes, Spinoza y Leibniz. El tema ha sido agudamente vista por Ferrater Mora (1955), que sefi.ala !a necesidad de estudiarlo con detenimiento; se fija este autor en un caso concreto: !a importancia que tiene !a distincion for­mal suareciana entre esencia y existencia y como esa distincion influye en Ia idea leibniziana de que si algo existe mas bien que nada, ello se debe a que, probablemente, hay enJas cosas posibles (o en su esencia) alguna tendencia a existir; idea que se comprende mucho mejor si Ia pone­mas en relacion con !a concepcion suarista de que los seres creados exis­ten en virtue! de un principia intrinseco, y no de una cualidad externa, dado que !a esencia es siempre una posibilidad de convertirse en ser, como lo indica el que no pueda establecerse una distincion real entre esencia y existencia.

El estudio de Ferrater Mora es importante, sin embargo, no porque en else desarrolle el caso concreto que antes se cita, sino porque analiza las causas de !a ,, modernidad ,, de Suarez, y con el, del pensamiento de !a Contrarreforma espanola . Insiste este autor en como se produce un evidente paralelismo entre las actividades fi los6ficas de Ia Contrarreforma y las de los reformadores . En realidad, esta conclusion debe estar muy clara para nosotros, pues no es sino consecuencia de una fuente comtm: !a del pensamiento humanista de !a primera mitad del siglo XVI. Cuando estudiabamos este y velamos los caracteres del Renacimiento espafiol, ya senalabamos lo desacertado del termino Contrarreforma; ahora aquella afirmacion podemos ratificarla abiertamente. .

Ahora bien, si Ia Neoescolastica espanola influye sabre el pensa1mento moderno ello se debe a que esa Escolastica perteneda por alguna dimen­sion esen~ial a ese pensamiento moderno. Como dice Ferrater Mora , esta es hoy una cuestion de hecho, bien manifiesta en Ia necesidad -sentida por reformadores y contrarreformistas- de una metafisica auton~)lna, que, aunque fuera una preparacion para Ia teologia, no se subordmase a esta en el sentido tradicional. En ello reside precisamente !a importan­cia y el valor de Smhez, primero en construir un cuerpo sistematico de metafisica en Iugar de los clasicos comentarios aristote!icos. Asi surgi6 __:_y ello por los problemas de fe planteados tanto en ellado protestante como en el catolico- !a necesidad de un renacimiento de las especula­ciones metafisicas y de las cuestiones de metodo. En esta via surge el pro­blema moderno por excelencia: !a btisqueda de un principia ontol6gico del cual pueda derivarse el resto de Ia realidad. Suarez fue t ambien en esto el primero, a! encontrar en las ideas de «ser>> y de «creacion>>, estre-

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J OS E LU IS A BEll A N

chamente engarzadas, ese principia omologico, fundamento de todo lo dem ;1s. Desde este punta de vista, tampoco hade parecernos ahara tan lejana Ia postura de pn Descartes -fundador de Ia «Modernidad >> - y Ia de un Suarez -representante aim de Ia Escolastica-.

3. Resumen y conclusiones

El resumen que podemos extraer de esta muy breve resena de Ia filosofia espa­nola del siglo XVI tiene como punta focal de atencion Ia importancia de Ia misma, desatendida con frecuencia como secuela de haberse desconsideraclo el Renacimiento fi losOfico espai1ol, habiendose incluso llegado a negar a veces Ia existencia del mismo. En otras ocasiones, su estudio se ha realizado desde Ia perspectiva de las diversas ordenes religiosas, centrando el in teres del tema en las divergencias o convergencias entre unas y otras y minusvalorando Ia importancia de los planteamientos originales.

Desde Ia optica senalada, se han puesto habitualmente de relieve las aportaciones de Ia Escolastica espanola, desdenando su fuente primor­dial de inspiracion : el humanismo renacentista de origen erasmiano, con Ia profunda singu laridad que el movimiento adquirio en Espana. Esta reflexion -ampliamente documentada en nuestra exposicion anterior­cobra todo su valor cuando somas conscientes del protagonismo histo­rico que adquirio Ia Espana del momenta en relacion con dos bechos tras­cendemales : el descubrimiento de America y Ia genesis y expansion del protestantismo. Ambos constituyeron un desafio extraordinario en Ia cir­cunstancia historica del momenta para Ia conciencia religiosa de los espa­i'ioles, obligando a canalizar las energias intelectuales en dos direcciones complementarias: evangelizacion del Nuevo Mundo, con Ia correspon­cliente legitimacion filosOfico-mora l; y defensa de Ia fe catolica, sabre los fundamentos filosOfico-teologicos pertinentes.

Los correspondientes planteamientos encontraron su respectivo cauce en las orientaciones de Ia Orden de Predicadores -dominicos- y de Ia Compai1ia de JestlS - jesuitas-, como ha podido comprobar el atento lector, si bien Ia primera de .las directrices ha quedado en este articulo meramente esbozada, pues creemos que debe rener su desarrollo mas ido­neo en Ia filosofia relacionada con el continente americana; remitimos, pues, al lector al correspondiente articulo.

II. AMERICA: 1-!UMANISMO, ER ASMJS!v!O, FILOSOF!A (SIGLO XVI )

1. Introducci6n y delimitaci6n

Es obvio que, a! tratar el tema que compete a este articu lo, debemos remi­tirnos al ai'io 1492, momenta en el que puede empezar a considerarse el continente americana como una unidad geocultural. Las culturas pre­colombinas, existentes en el perioclo historico anterior a esa fecha, se desa­rrollaron en ~~mbitos espaciales limitados, por lo que sus secuelas filoso-

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El PEN SAM IENTO REN AC ENT IS TA EN ESP A N A Y AMERICA

ficas s61o pueden considerarse como filosofia americana cuando previa­mente se han establecido las correspondientes delimitaciones. El trata­miento de las posibles filosoffas precolombinas debe, pues, ocupar un Iugar distinto al que nosotros nos hemos fijaclo.

Pero, aim asi acotado el tema, todavia presenta equivocos que debe­mas esclarecer en esta introduccion. El primero de esos equivocos es el que nace de Ia problem:hica surgida desde que comienzan los contactos europeos con las realidades del nuevo continente: naturaleza y caracteri­zacion del mismo, derecho a Ia colonizacion o dominio poHtico de las nuevas tierras, legitimacion moral -si Ia hubiere- de Ia conquista, Ia naturaleza y derechos de los indigenas americanos, etc. AI socaire de estos temas, surge una filosofla americana que lo es par el objeto de su ocupa­cion, aunque los filosofos que Ia elaboran sean espanoles, muchos de los cuales ni siquiera viajaron al Nuevo M undo.

En un segundo Iugar, y como producto de Ia anterior ocupacion, sur­gen y se desarrollan teorias que van a constituir importantes avances filo­s6ficos considerados como nuevas cotas del pensamiento occidental, los cuales reciben su savia nutricia del «hecho americana» y de Ia diversa problemMica que el mismo plan tea; en este or den alcanza un in teres y valor insospechado Ia expansion del erasmismo par tierras americanas, con sus realizaciones p.nkticas, par unlado, y los nuevas desarrollos del humanismo renacentista, por otro.

Un tercer desarrollo de Ia temarica que aqui nos incumbe proviene de Ia misma expansion de Ia filosofia academica en los territorios descu­biertos. En este plano el protagonismo lo adquieren las universidades fun­dadas en el nuevo continente y el imporrante papel que Ia filosofia juga en sus planes de estudio. En este ambito, aunque el protagonismo prin­cipal Ia siguen ocupando filosofos espanoles emigrados, aparecen las pri­meras manifestaciones de filosofos propiamente americanos, tanto par su nacimiento como par su ubicacion.

2. Desarrollo

Acordes con el esquema plameado, procedemos a su desarrollo en el arden establecido, que coloca en primer termino los problemas morales surgi­dos a raiz del «descubrimiento », los cuales dieron Iugar a toda una lite­ratura teologico-juridica que tiene en su haber algunas de las realizacio­nes mas importantes en el pensamiento mundial del siglo XVI. Estos problemas pueclen agruparse basicamente en tres grandes ordenes: 1) los derivados del supuesto derecho al dominio politico que Espana tenia sabre l~1s tierras recien descu biertas y, en consecuencia, de Ia legitimidad de Ia soberania espanola; 2) los derivados de Ia licitud o ilicitucl de Ia gue­rra que se bacia a los indios, que habrian de repercutir necesariamente sabre el derecho a Ia conquista; y 3) par Ll ltimo, los conectaclos con Ia naturaleza del indio, y como corolario de Ia opinion que se tuviese a! respecto, el justa regimen en que habian de vivir los indios .

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El planreamiento de estos problemas llevo a los pensadores de la epoca a elevarse a las mayores alturas de Ia moral, de Ia teologia y del derecho, pero en realidad emp\Zaron a surgir tales cuestiones por motivos suma­mente pdcticos, como fueron los abusos en el trato con los indigenas o los conflictos derivados del descubrimiento y la ocupaci6n. Los teolo­gos y los juristas que se enfrentaron con tales cuestiones se solian apoyar en las ideas tradicionales heredadas de Ia Edad Media, pero hubo una minoria sobresaliente que no se limito a aceptar la tradicion, sino que intento adaptarla a las nuevas realidades, iniciando asi la elaboracion de un pensamiento original de gran trascendencia·.

De acuerdo con esas ideas tradicionales a que hemos aludido habia en la Edad Media un derecho para el descubrimiento y ocupacion de nue­vas tien·as, reconocido incluso en textos legales como las Siete Partidas, doncle puecle leerse lo siguiente:

Pocas vegadas acaece que se fagan islas nuevamente en Ia mar. Pero si acaeciese que ficiese alguna isla de nuevo, suya decimos que debe ser de ague\ que Ia poblase primeramente (ley 29, titulo xxvrn, partida Ill ).

Se trata del derecho de primer ocupante; dificil era alegar este titulo juridico en el caso americana, donde las tien·as descubiertas estaban fre­cuentemente pobladas ya por indigenas . En este supuesto, habia que acu­dir a otros motivos; existe otra disposicion del mismo texto legal (ley 9, titulo I, partida II ) que senala diversas circunstancias por las que puede obtenerse el senorio de un reino: herencia, matrimonio, libre consenti­miento de los naturales u otorgamiento del papa o del emperador. En el caso del Nuevo Continente es evidente que solo el otorgamiento del papa era factible y' desde luego, el mas oportuno.

As! se efecttla la donacion pontificia a los reyes de Espana mediante Ia bula Inter caetera, concedida por Alejandro VI el 3 de mayo de 1493, con objeto de que pudiesen difundir y predicar Ia fe catolica entre los pueblos descubiertos; esta bula fue completada por otra bastante poste­rior, aunque publicada con fecha del dia siguiente, en la que se estable­da Ia linea de demarcacion de la zona de influencia castellana. Por ella se convenia que los dominios castellanos sedan los comprendidos mas alia de una linea imaginaria trazada a 100 leguas de las Azores, reser­vandose para Portugal todos los territorios comprendidos mas ad cje dicha linea. Posteriormente, por el Tratado de Tordesillas (1494), se fijo la frontera entre ambas zonas, portuguesa y castellana, sobre d meri -diana situaclo a 370 leguas de Cabo Verde.

1 •

En 1503 tuvo Iugar una reunion de consejeros reales con teolc.•l;,-· y canonistas, presidida por el arzobispo de Sevilla, en la que se lleg6 ;, acuerdo de dar por valida Ia concesion pontificia y, en consecuencia, con siderar legitima la ocupaci6n espanola de los territorios americanos. E ~ ·· mismo ano ( 20 de cliciembre) se implanto el sistema de encomienclas por el cual se estableda el servicio de los indios, aunque solo fuera por uno

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o dos anos, nunca de por vida. Ahara bien, si en Ia reoria se asi, en la practica se van a originar numerosos abusos, pasanclose, este motivo, de Ia jusrificacion juriclica a! dominio -que nadie d' tras Ia donaci6n pontificia-, a! problema de Ia justificacion moral y · giosa. En otras palabras, que silas pdcticas de los colonos nose aj . · ban a Ia moral cristiana, el derecho de Castilla al clominio careceria justificacion. Elt'mico derecho moral de los espanoles al dciminio de aque­llas tierras tendria su base en elmovil de Ia extension y difusion del evan~ gelio, pero si este movil se abandonaba enla practica, sustituyendose por el afan de lucro y de posesiones materiales, aquella justificaci6n desapa- .· reda automaticamente.

Las cuestiones asi planteadas van a encontrar un monumento en la reflexion realizacla por el dominico Francisco de Vitoria (1492-1546), · fraile del Colegio de San Esteban de Salamanca, que plasma el producto de sus meditaciones en las famosas Relectiones theologicae, dentro de las cuales ocupan un Iugar prioritario para el tema que nos concierne las llamadas De indis prior (1539), De indis posterior seu de iure belli (1539) y De temperantia (1537). En elias parte Vitoria del derecho irret;un_cia­ble de los indios a poseer sus tierras, de la legltltmdacl de sus pnnctpes naturales y del derecho a gobernarse a si mismos, lo que plantea sena­mente la duda del derecho de los espanoles a Ia ocupacion de las tierras american as. El tema le lleva a Vitoria a examinar deteniclamente los habi­tualmente considerados como titulos legitimos para dicha ocupaci6n; de dicho examen se desprende que la mayoria de los esgrimidos son ilegiti­mos, aceptando como unico posible el que llama «clerecho de soctedad natural y libre comunicacion••, al que se refiere tam bien como «clerecho de libre paso, instal a cion y comercio». .

Segt'm este derecho, los espanoles pueden recorrer aquellas p~ovm­cias y permanecer all! sin que les hagan dano alguno los barbaros nt pue­dan prohibirselo de ningt'm modo, siempre que los espanoles vayan en son de paz. Nose les puede impedir el derecho de viajar y a permane~er alii como huespedes y peregrinos padficos, como tampoco puede t:eg~r­seles ei derecho a comerciar, importando mercandas de que los m?ws caredan y exportando otras de que caredamos (oro, plata, etc.). Ntlos caciques indios a sus st'Jbditos ni los soberanos espanoles a los suyos pue­den prohibirles comerciar entre sf, como tampoco puede nadte pnva1: a los espanoles de apoderarse de las cosas sin dueno (res nullius) de 1~ tie­rra o del mar. La negativa persistente en los mdtos a que los espanoles ejerciten estos derechos cia a estos licencia para hacerlo por Ia fuerza, si fuese necesario, ocupando sus tierras y acometiendolos cuando la pro­pia seguridad lo requiriese.

Este derecho asi explicitado es un desarrollo del concepto de «comu­nidad universah, introducido por Vitoria. Hasta su llegada tad ala f~m­damentacion filos6fica del derecho se basaba en el concepto de «bten comlin•>, inaplicable a las relaciones internacionales por tratars~ de inte­reses contrapuestos y enfrentados. El nuevo concepto de «comumdad um-

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versah da entrada al planteamiento original de Vitoria, pues a ella per­tenecen todos los hombres como consecuencia de su naturaleza social, que es anterior ,y superior a Ia divisi6n en naciones . Est a sociedad uni­versal se rige por el derecho natural (ius naturale) y, en las cos as que este no alcanza, por el derecho de gentes (ius gentium), de acuerdo con unos principios de convivencia internacional que le hicieron escribir a Vitoria:

No puede dudarse de que el Mundo entero, que es en cierro modo una rept!blica, riene derecho para dictar !eyes justas y convenientes a rodos sus n'liembros, seme­jantes a ins dispuestas en el Derecho de gentes ... De ella se sigue que pecan morral­men te quienes violan el Derecho de gentes, sea en Ia paz , sea en Ia guerra, y que en asuntos de importancia, mles como Ia inviolabilidad de los embajadores, a nin­guna rept1blica lees liciro negarse a cumplir con el Derecho de gentes ... Asi como Ia 111 <1yo ria en Ia rept!bl ica puede consr iru ir sabre ella un rey, asi tambien Ia mayo­ria de los cri srianos, aun no queriendolo Ia min oria, puede nombrar un soberano, a quien todos esten ob ligaclos <1 obedecer (De potestate civili).

Los principios de una futura Sociedad de las Naciones estan ya aqui, aunque embrionariamente enunciados, expuestos con claridad y nitidez en un antecedente genial, cuarro siglos antes de que se pusieran en pdctica.

La aplicacion de tales principios a Ia cuesti6n americana es lo que llevara a su 16gica cu lm inacion el pensamiento de Vitoria, elevandolo a alturas hasta entonces desconocidas, que suponen Ia elaboraci6n defi­nida de un estatuto juridico para el nacimiento del derecho internacio­nal. Vitoria introduce por primer a vez, con su teoda, criterios de racio­nalidad natural en los asuntos de Ia convivencia internacional, poniendo la s bases de Ia filosofia del derecho y del futuro derecho internacional.

Estos planteamientos van a tener particular incidencia en Ia segunda de las cuestiones planteadas: Ia referente a Ia licitud o ilicitud de Ia gue-rra contra los indios, cuesti6n entonces candente porIa beligerancia que a favor de ella habia tomado el humanista, en su epoca famosisimo, Juan Gines de SeptJ!veda ( 1490-1 573 ), que habia escrito libros recibidos con gran aplauso oficial: Democmtes primus sive de convenientia disciplina militaris cu1n christiana religione; Democrates alter sive de Justis belli causis apud indos y Apologia pro libro de iustis belli causis . Contra la doctrina aqui expuesta, que justificaba las guerras imperiales, se levanta Vitoria, para quien Ia guerra es una conculcacion del principia de solidaridad entre las naciones, lo que exige limitarlas a casos concretos muy especiales. Para Vitoria Ia guerra no es solo un hecho terrible que se hace preciso regular por razones humanitarias, como pensaba Hugo Grocio, sino que \ · tlene un caracter eminentemenre juridico de sanci6n, con elfin d e;~~ ;.rl tener el derecho y repararlo cuando se le ha infringido . Segtm este enk · que, Ia guerra, en fin , no es s6lo un hecho , sino un derecho absoluta­mente licito , que en algunos casos se hace de todo punto necesario ejercer, 1111entras Ia hum anidad no disponga de ou·os medios. As! Ia guerra se convierte, bajo estos supuestos, en un acto de justicia vindicativa, ejer-

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cido por el principe de Ia naci6n ofendida; dicbo principe se constituye en juez, almenos temporal o circunstancialmente. En dicha tesitura, la guerra s61o puede declararse bajo una serie de condiciones: autoridad competente; causa justa; y limitaciones en su ej ecuci6n.

Est a «teo ria de Ia guerra justa,, supone serias limitaciones al expan­sionismo imperial en America, pues en ella va implicito el rechazo a las tres causas principales que aceptaban casi todos los tratadistas de Ia epoca: a) Ia diversidad de religion -dice- no puede ser causa de guerra, ya que el no aceptar Ia fe cristiana no es injuria contra las naciones que pro­fesan Ia misma; por el contrario, Ia fees un acto libre de voluntad y no puede jamas imponerse por coacci6n sin faltar con ello al mensaje evan­gelico; b) el deseo de ensanchar el territorio tampoco puede ser causa justa de guerra, pues, de no aceptarse as!, Ia guerra pod ria ser justa por parte de ambos contendientes, lo que contradice el planteamiento inicial por el que Ia nacion ofendida qu eda erigida en juez de Ia situacion; con esta doctrina , Vitoria rechaza Ia posibilidad de justificar moralmente el impe­rialismo y las guerras imperialistas ; c) Ia gloria y el interes particular de un principe tampoco pueden ser causa justa de guerra, como se desprende de lo anterior; en este punto, nuestro tratadista desa rrolla Ia teoria cia­sica segtm Ia cual no es Ia reptlblica para el rey, sino el rey para Ia reptl­blica, y por tanto, las tmicas guerras admiridas deben ser aquellas que se declaren en provecho del bien comun y se ordenen a este; lo contrario seria convertir a los Stlbditos en esclavos y al principe en tirana.

Este tipo de docrrinas -tan restrictivas de los intereses del poder oficial- es lo que el gran hisroriador norteamericano Hanke (1968) ha ll ama do <da lucha porIa justicia en Ia conquista de America,, en Ia que otro ilustre dominico, Bartolome de Las Casas (1474-1566 ), alcanzan1 fama universal. Entre sus numerosas obras encontramos titulos que han conservado gran trascendencia hasta hoy: De unico vocationis modo, Bre­visima relaci6n de Ia destntcci6n de Indias (155 2), Apologetica historia (1559) Histo ria de las Indias (1560 ), De thesauris (1563 ), pero del con­junto de su obra y de su vida sobresale su apasionada defensa del indio. Las Casas ha sido un cririco radical del proceso espanol de co)onizacion y conquista, lo que le sittJa -a decir de muchos de sus detractores- entre los forj adores de Ia <<leyenda negra, espanola, de tan hondas repercusio­nes en Ia historia. Por encima de eso, hay que valorar, sin embargo, su alta consideracion de Ia naturaleza de los indios, lo que le convierte en un adelantado de l"as teorias ilustradas del << buen salvaje, frente a! per­verso civilizado.

, Quid. en ninguna de sus obras aparece esa contraposicion de forma tan nltida como en la B1·evisima relaci6n de Ia destrucci6n de las Indias ( 15 52), donde nativos y espai1oles son pintados con los caracteres nu\s opuestos que pueda imaginarse . De los indios dice Las Casas:

Todas est<:lS un ive rsas e infinita s gentes a toto genera cri6 Dios las n-ds sim ples, sin maldacles ni dobleces, obeclientisimas y ficlelisim as a sus senores naturales e a

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los cristianos a qui en sirve; mas humildes, mas pacicntcs, m:ls pad ficas e sin rencillas ni bulliciosos, no rijosos, no qucrulosos, sin rencores, sin odios; desca r venganzas, que hay en el Mundo. 1 • l!! Jt,_

' ., Mas adelante se com place el famoso apostol sevillano en seiialar'.'s~~

pobreza, su austeridad, su docilidad, y as(, escribe: ,' li)

Son tam bien gentes p•uperrimas y que menos poseen ni quieren poseer de bienes temporalcs; e por esto no soberbios, no ambiciosos, no cobdiciosos. Su com ida e~ ' tai ' que Ia de los Sant<JS Padres en el desierto no parece haber sido mas estrecha' ni menos de!eitosa ni pobre. Sus vestidos , comunmentc, son en cueros, cubierta's sus vergucnzas, e cuando mucho cubrense con una manta de algoci6n ... Son esd mesmo de limpios e desocupados e v;vos entendimientos, muy capaccs e d6ciles' pa ra toda buena doctrina; aptisimos para rccibir nuestra santa fe cat61ica c ser dota-· dos de virtuosas costumbrcs, e los que menos impedimentos tienen para esto que Dios cri b en el Mundo.

La as imi laci6 n de estos pacificos y a;;t,elicos seres a la s «Ove jas >> no 'C ha ce esperar, fa cilirando asi que aparezca Ia metMo ra de «lobos y cor­deros •• , en Ia cuallos espa noles ocupan el primer re rmino de Ia com para­cion. He <t qui co mo ''~ ex presa Las Casas unas lineas mas ~rriba:

En cstas oveja~ ma nsas y de-la s cal idadcs susodichas por su Hacedor y Criador asf dot ad as, cntraro n !os espailolcs, dcscle lucgo que los conocicron, como lo bos c como tigrcs y leones cruclisimos de mu chos dlas hambriemos. Y,.otra cosa no han hecho de cua renta arias a esta pane , ha st a h,,,., e huy en csrc dia lo haccn, sino despcda­za ll os , mctallo c, , angustia llos, an igill as, atormenta lla s y destruill as por las estraiias y nuev:ts t \·arias e nunc1 otrJs ules vi sta s ni lefdas ni oidas m aneras de crueldad,

de la s cualcs algunas pocas abajo se didn, ""tanto grado, que habiendo en Ia isla Esp;Hiola snbre rres cienrw de ;\nimas que vimos, no hay hoy de los naturales de el ia s doscicmac; personas.

Este cruel compo rtamiento de los espanoles, frente a Ia bondad del indio, no puede obedecer sino tam bien a fines ba jos y egoisras. Mas ade­lame lo denuncia Las Cas<L;:

La ca usa par que han mucrto y desrru ido rantos y t.,les c tan infini ro nUmero de animas los crist ianos ha sido solamente par rener por su f;l l Ultimo el oro y hen­chirse de riquezas en mu y breves dia s e sub: r a estados mu y altos e sin prcporci6n de sus persona s; convicnc a sa ber, por Ia insaciahlt: cod icia y ambiciOn que han rcnido, que h:t sido ma y(: :- que en el nn.ndo pudo se r, por srr aquellas t.:ierras tan fc lices y taP rica s, e las gentes tan humi ldcs, tan pacientcs, ran f.iciles a jubjectar­l:t s; a las cualec; no han renicl o m:b II..'Specro ni deltas han hecho nds cuenra ni estima (hablo con ,·erdad pm lo que se y he ,-isto todo cl did;,, ticmpo), no digo que de best i<ls (pn rque pluguiera a Dios que como a bestias las hubieran tratado y esti­mado ), ;'cro como y menos que cstiercol de las plazas (Las Casas, 1958, 136·7).

En Las Casas encontramos, ya en plena siglo XV I, Ia contraposicion «ba rbar ie-civilizacion>>, aplicada al Nuevo Mundo, y donde el modelo

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por!el primer ·termino de Ia pareja,· equiparado. a los indfgenas americanos, mientras el segundo termino, identificado con los cristianos .europeos (,::: ·espaiioles), representaJa oposicion completa a dicho modelo moraL El esquema es el mismo 'que luego va a .aparecer en el pensamiento frances del siglo XVIII. ' · , ;:· ·

Las teodas de Las Casas en defensa del indigena americanq, surgie­ron, en gran parte, como oposicion a las de Juan Gines de SepUlveda, que defend(a Ia esclavitud -o cuando menos Ia tutela- de los indios. Era este partidario de Ia corriente aristotelica, aristocratica y selectiva, segun Ia cual hay una jerarqula con diversos grados en Ia vida humana, de donde se desprende que los m~s favorecidos deben ejercer tutela y dominio sobre los menos aptos; por el contrario, Las Casas, profunda­mente penetrado de Ia sensibilidad cristiana, mantiene una doctrina demo­crati c::t segun Ia cual todos los hombres son iguales por naturaleza y, en consecuencia, libres, con los mismos derechos y las mismas responsabi­lidades ante !a ley. F n el caso de Sepulveda, hay , pues, una aceptaci6n plena y sin paliarivos a pen as de Ia teoria aristotelica de Ia esclavitud natu­ral , que trata de con1p:1;; inar con Ia doctrina cristiana , reafirmando Ius deberes de amor y <..dridad de los alii0S y senores para con sus esclavos, lo que en Ia pdcti ca americana era reabe:1tc muy diflci!. Hay que dejar bien sentado, con todo, que Sepulveda no considera a los indios como aurenncos «escl avos por naruraleza >>, sino sola mente en una siruacion de «atraso , perfectible con el tiempo y educaci6n>>; los espaiioles -dice­<< no los han de matar ni hacer esclavos, sino que sean esclavas del rey de Castill a>>.

Las Casas es en esta cuestion, como en casi todo, mucho mas radi­cal: considera que el crisrianismo es incompatible conla teoria de Ia desi­gualdad entre los hombres, aunque en aigunas ocasiones nose atreve a tamar una postura tan rotunda mente antiaristotelica; cuando seve ata­cado por Sepulveda, simplemente afirm a que los indios no pueden ser clas ificados entre Ius que Arisr6teles considera esclavos por naturaleza.

Evidentemente, en Las Casas se produce una lucha entre ; u concier:­cia de cristi'lno, que rcpudia Ia tesis aristorelica, y su conciencia de hom­bre de su epoca y de su cultura, que le obliga a aceptar las directrices del Esragirita. AI negar que los indios fueran los esclavos por naturaleza a que se refiere Aristoteles, se le plantea el problema inmediato de quie­nes seran estos; las respuesras varia ban: un as veces aseguraban que entre ellos habia que considerar a los que por sus costumhres perversas pare­dan fiera s de los bosques (godos. va ndalos , arabes); otros dedan que entre aquellos sn lo pod ia r. clasificarse unos pocos errores de Ia natura­leza . En algLt :1 momenta , L 1s Casas debio de pensar que bs esclavos por naturaleza sedan los negros, y esa opinion es lo que explicaria que el famoso dominico defendiese y propugnase en un momenta de su vida tal genera de esclavitud. La primera propuesta en tal sentido es de fecha muy temprana; en 1516 Las Casas presenta un memorial al cardenal Cis­neros, donde propone qc.e, en ..:ompensaci6n de Ia perdida de mano de

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obra india implicada en Ia polftica colonizadora defendida por el, el rey; , debla dar licencia para importar a las lndias esclavos negros o blancos.i Aunque mas tarde se arrepienta, no deja de reconocer el hecho; asl,.dice · en Ia Historia de las Indias: J.~

••P Este av iso de que se diese li cencia para traer csclavos negros dio primcro cl Clcrigo Las Casas, no advi rtiendo Ia injusricia con que los portu gucses los :oman y hacen' esc! avos; el cual, despues que cay6 en ello, nolo diera por cuanto habia en el mundo; porque siempre los tuvo por in justa y ti ra nicamente hechos esclavos, porque Ia misma raz6n es de ellos que de los indios (Las Casas , 1951, Ill, 177). ,~

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El hecho se ha esgrimido por los antilascasistas para reprocharle con"., tradiccion tan flagrante con su propiu ideario y que habla de traer una consecuencia de tanta gravedad como era Ia introduccion de Ia esclavi­tud negra en las lndias. El recto enjuiciamiento de Ia cuestion exige cono­cer el pensamiento de !.as C..sas con plenitud en materia de tanta trans­ccndencia, cosa que, desgraciada mente, nos cs imposible. Muy bien podia referirse el Apostol de los In dios a Ia c<clav itud lega l de aquellos ncgros que en justa guerra hubi esen ,., ,;do en podcr de Joe crist ianos; en este caso, h;:b ria un recha zo im plicito de Ia escl avituu na tur.d de los !:1dios, y el acepta r Ia otra no supondria m;\s que una aceptacion de cosru mbres que regulaban en Ia epoca las guerras entre naciones. En contrapartida, lo

. que sl habla ev identemente es un rechazo de Ia justicia de roda guerra de co nqui sta contra el indio, lo que in volu cra ba que este no pudieril s;;;

reducido a Ia esclav itud en ningun a ci rcunstancia. Por el conrrario, .en el caso de los negros africanos se daba n apa rentemente las condiciones de un a guerra justa : Ia que sostenian los porrugueses en aquellas tierras con caracter de cruzada . Naturalmente, Ia cuestion ca mbia con el tienpo, cuando Las Casas pone en dud a el principia de que todo prisiunero hecho en justa guerra debe cae r en csclavi tu d. En ningun ca:.o, por lo demas, Las Casa> .1probo el comercio lucrative de escl avvs, como hadan las com­pai'iias ded icadas al trafico de lo< mis111 0S; en else tr ;1caba de un a medida puramenre tecnica para sustituir una mano de obra por otra, sin que nunca entrase en 3u considerac ion Ia idea del beneficia e..:o no mico. En su obse­sio n trataba de salvar todo un mundo - el Nuevo Mundo- para Ia causa de Ia conciencia c. istiana, que solo podia ser una conciencia libre. Cuando se dio cu~nta de que Ia introduccion de esclavos negros podia perturbar esa idea, Las Casas ca,nbio de opinion.

M uchos de los anterio res plantea mi enros reciben su sav ia del eras­mismo y de Ia expansion qu e este tuvo en tie rras americanas, imp; imiendo particular import.i.tcia a l humani smo rc; ·,acenti sta y a sus realizaciones en el Nuevo M:md o . SoLre Ia citada expa nsion se ~1 a ocup:1do con su ha birual penetracion Marcel Bat:tillon en su estudio «Erasmo )' el Nuevo Mundo, ( 1966), don de se detiene en varios aspectos que precisan las vias por las que se prod ujo Ia introduccion de las doctrinas erasmianas en

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El PENSAMIENTO REN AC ENTISTA EN ESPANA Y AMERICA

America y Ia hondura de su penetraci6n. lEn este•sentido,'examina Ia pre.l sencia de Erasmo· en las bibliotecas de conquistadores, los procesos incoa­dos y las peculiares formas de evangelizaci6n que ·aenotabari' la presen~ cia erasmiana. Desde este ultimo aspecto, 'es fundamental el estudio de, una figura extraordinaria, fray Juan de Zumarraga (1468-1548), primer arzobispo de Nueva Espana y uno de los fundadores de Ia Universidad de Mexico, que consagr6 su vida a Ia defensa y educacion de los indios : Era franciscano y Ia influencia erasmiana es patetlte en los dos Iibras que public6 en Mexico: en Ia Doctrina breve transcribe muy extensos parra­fos de Erasmo, y en Ia Doctrina cristiana aparece co"mo seguidor del famoso erasmista sevillano Constantino Ponce de Ia Fuente. Su actitud influyo mucho en Vasco de Quiroga, sabre todo por haber encontrado este en Ia biblioteca de Zumarraga un ejemp!ar de Ia Utrypfa, de Tomas Moro, que le sirvi6 como referencia bas ica para Ia puesta en marcha de sus ex1.erimenros utopicos.

El utopi smo americana a que acaba mos de referirnos tiene una estre­cha conexion con el movimi cnto erasmi sta. Lui s Vives y Tom,\., Moro, junto con Erasmo, componian Ia trilogia erasmista por excelencia en Ia Eu ropa de su tiempo, l'ero de los tres fu e Tomas Moro quien vio con mayor agudeza Ia intima co nexion entre utopia y erasmismo , asi como entre aquell a y America . Son precisa mente el descubrimiento y Ia pre­sencia de America lo que hizo posible Ia Utopia, es decir , el viaje de Rafael Hithlodeo, companero imaginari o de America Vespucio en su navega­cion americana . Ellibro de Tomas Moro (1478-1535) se publico en fecha aun temprana (151 6), dentro de Ia epoca que rodavla podemos !lamar de los descubrimientos: su titulo completo es ya suficientemente explf­cito: De optima reipublicae statu deque nova insula Utopia. La obra es una reaccion crftica contra Ia m ala polftica del gobierno ingles: h indus­tria de Ia lana llevaba a un injusto despojo de las tierras de los pobres, e inclnso provocaba Ia per<ecuci6 n contra ellos cuando , portal causa, se vefan obligados a dedicarse a l robo y al bandidaje. La descripcion de es:1 situacion indesea ble movio a Moro a establecer en su Utopiu una serie de principios que debieran goberr. :u roda sociedad idealmente constituida. Entre estos principios, los fund:1menrales son el estab lecimiento del tra­baJO obligaturio y un;.; distribuci6n equitativa del mismo . Se especifica que Ia jornada de trabajo no debe durar mas de seis horas , a l objero de que d trabajador tenga tiempo de cultivarse espiritualmenre y no se con­vierta en un mecan ico instrumenro de produccion. En Utopia no hay hie­rro, como se creb enronces que tampoco lo habia en America, lv que supone una identificacion con Ia Edad Dorada de lo,; primeros habitan­tes dd Mundo; por eso Ia propiedad privada esta alii abolida , como en roda verdadera Edad de Oro. El dinero -vi! metal- tampoco existe en esa isla ejemplar; es mas, se halla intencionalmente abolido, y el ir.te r­ca mbio de artfculos de con sumo se realiza por canje dire..:ro en los gran­des almacenes publicos. En esa sociedad , las !eyes son puLas y claras, de acuerdo con el viejo proverbio: corruptissima res publica, pluri, ,;ae

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leges. La pena de muerte esta abolida, aunque existe aun Ia D'-''""'u"" como mal menor para los,prisioneros de guerra. Los habitantes de lla maravillos~ _isla desprecian las piedras y los metales preciosos, oro s~lo_ se utthza para las cadenas de los esclavos y los «Hnh.Pnirnc los ~nmmales. El jch, llamado Utopo, del cual tom6 nombre Ia gobterna armonizando todos los grupos, y no armando a los ricos tra los pobres (critica tremenJa contra Ia monarqufa inglesa de ttempo ). La guerra -pensamiento de buen erasmista- esra absoluta me~te c~ndenada, y sus habitantes no Ia emprenderan nunca poe su ini~ ctattva . St son atacados o invadidos por otros pueblos, encargaran su pr~ pta defensa a pueblos mercenarios colindantes; de esta manera se reduce el numero de los belicistas y se promueve Ia disensi6n entre los enemigo; · de Utopia, ya que es;os son todos los que aceptan Ia guerra. Natural:, mente que en estas artrmacwnes no podemos ver sino Ia fina ironia del pensador mgles y su travi eso in genio de hombre renacentista . .

El hecho de que Moro situe a Utopia en America noes casual· res­ponde a una hond a convicc ion ya bien arraigada desde los primeros ;iem­~~) ~ del rl esc~bn rn: ~ n to : Ia ? e que Am erica es tierra utopica , o , mejor a un , que A,,, enca es Ia utopia po• ..:xcelenCi a . Y asi , frente a una Europa envuelta en una tr iste po!itica , donn e las ambiciones y ia cqrrupcion st: dt ~ fra z a n con el contradi ctorio y absurdo nombre de «guet.ras de reli­gton •• y dond e el eje de accion gira en torno a Ia maquiavelica «razon de Estado», America apa rece como Ia utopia salvadora , como Ia tierra p romeuda que espera ba impaciente Ia vieja y podrid a Europa. Por eso podemos acepta r plenamente I a ~ palabras C:, Alfu, .so :\(;yes: <<America com1 enza a deftmrse a los OJOS de Ia Humanidad como un posible campo ~onde rea ii ~a r un :~ justicia m;\s igual, una libenad mejo r entendida , una .ehCtdad mas completa» (Reyts , 1960, _58). [sa dimension utopi ca es Ia qu e ha hecho dectr a un escritor de nuestros dias que «America ha sido SJemp re un gra n campo de ex perim entos sociales, desde muy temprano » (Gana nc , 1972, 22).

E l primero que tratad de llevar a Ia pdctica las a nteri~res ideas es Va ~co de Quiroga (1470-1565), c!, quien es Ia siguiente frase:

Po rque no r n v;~ no, sinn , ~on much a causa y razon esr:c de accl se llam a Nuevo \ 'fundo, Y eslo; Nuevo M un do , qo porqu e se ha llo d e nuevo , sino po rat 1e es en gentes y cuaSJ e n ro do co :: to fue aquel de Ia Edad prim era y de O ro , q ue ya por nuestra m a hcJ;t y g r~1n cod 1C1a de nuestra naciOn ha ven i ~..l v a scr de h ie rro, )' peo r.

Vasco de Quiroga , obispo de Michoadn en el virreinato de Nuev« E s !Ja ii <~, estu d io jurisprudencia en Valladolid, en cuya Chancilleda alcanzo Lt, ll a como l e rr ~1do ; fue nombrado en 1530 oidor de Ia segunda Aud1 encw de Mexico. Este sed el h omb!-~ qu e llevara a Ia pdcrica en ner ra am en cana Ia Utopia de M oro ; le impulso a ello Ia observaci6n de las dotes de ingenuidad y bond ad de los indios. Esros son maleables - vtene a decir- y blandos com o Ia cera , por lo que, segtlll cree, entre

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El PENSAMIENTO RENACEN TISTA EN ESPANA Y AMER ICA

ellos se pueden restaurar «Ia doctrina y Ia vida cristiana en su Santa Sim­plicidad, mansedumbre, humildad, piedad y caridad, en esta renaciente Iglesia, en esta Edad Dorada, entre estos naturales; que en Ia nuestra de hierro lo repugna tanto nuestra casi natural soberbia, codicia, ambici6n y malicia desenfrenada». AI objeto de aprovechar tales inclinaciones, pro­pone al Consejo Je Indias ordenar Ia vida de los naturales reduciendolos a poblaciones. ·

Entre 1531 y 1535, siendo todavfa oidor, empieza Vasco de Qui­roga a poneren practica su plan comprando tierras con su propio dinero a dos leguas de Mexico. As! fund6 dos «hospitales-puebJo,: uno junto a Ia ciudad de Mexico (el de Santa Fe), y otro en Michvadn. AI ser ele­gido obispo en 1537 funda otros dos hospitales, aunque de menor impor­tancia que los anteriores . Segun nos informa Zumarraga, en correspon­dencia con el emperador, Quiroga les hada casas y las repartia en familias, comprandoles tierras y ovejas con que se pudic en sustentar; al mismo tiempo los adiestraba en diferentes industrias para enlazarlos luego por el intercambio .

Desde el pu nro de vista del pensamienro utopico, resultan particu­larmente interesa ntes dos textos del obispo Quiroga : el primero es su ·<I nforma cion er. Derecho .. , fechada en Mexico cl 24 de julio de 153.5, co n cuyo escrito rrete nde refutar a los que criticaban , u progresiva polf­tic:l sobre Ia esclavitud; el segundo son sus ordenanzas sobre el gobierno de los <<hospitales-pueblos" , confirmadas y mandadas cumplir por su tes­tamento de 1565. A travc:; de ambos escriros se observa Ia influenci<i en su pensamiento de Ia Utopia de Moro.

Un persona je insos!ayable cuando se estudia Ia influencia del eras­mismo en America es Francisco Ce rvantes de Salazar ( 1518-1 57 5), tole­dana; en Espana sirvi r\ al cardenal arzobispo Garda de Loaysa y enseiio en Ia Un iversidad de Osuna; en 1.551 paso a Mexico , donde fue catedra­tico y rectur de Ia Universidad. En America publico siete dialogos origi­na;es ; cuatro de ellos, que ten ian el juego como tema central, parece que los llevo ya redactados de Espana; los otros tres fueron escriros en Mexico y tienen a dicha ciud <t C: como tema central ; rodos se publicaron por pri­mer<t vez en 1554. Los cuatro dia!ogos references al juego llevan los siguientes tituios: Saltus, Ludus spherae pe,- anulum ierreum, Obelisco­rum sive Lignearum pyramidularum ludus y Pilae palmariae ludus. Los otros tres tratan de los siguientes temas: en Academia Mexicana, el pri­mero , dialogan Gu tierrez, recien llegado , y Mesa, \·ecinu de Ia capital mexicana, el cual explica a! primero como es Ia Universidad, como fun­ciona, cuales son sus cateddri cos y sus esrudios; el segundo, Civitas Mexi­CIIS interior, es Ia dcscripcion que de Ia ciudad hacen dos vecinvs, Zamora y Zuazo, a un te rcero, Alfaro que es forastero, y a traves del dialogo se Ia de ~criben mientras Ia recorren; en el tercero , Cit·itas Mexicus exte­rior, apa recen otra vez los mi ~.'nos inrerlocutores, paseando por Chapul­tepec, el mismo dia porIa tarde, mientras describen los alrededores de Ia ciudad , dan notici as de Ia Nueva Espana y de las anriguas costumbres

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de, los i~dios. ~demas ·de estos' 4ialogos en Mexico, escribi6-tambien _ Tumul~ Impenal ~e la_granciudad de Mexico, Comentarios •a Ia jura de do.n .Fe!tpe II. y.una Importante, Cr6nica de Nt:te~a Espana en 6libros, cuy~ e4Ic~6n se hizo en 1914; a raiz-del descubnmiento del manuscrito en Ia

- BI?lwteca Nacional de ·1:fadrid; ,, " n ' .1. ' ~~ I

· Desde el p~nto -de vist~ filos6fico, Ce!Vantes de' Salazar es· un intro- · duct<:r de las_ 1deas de VIves, a quien habia traducido y glosado. En Espana, publico_ antes de marchar a Mexico un tomo con el titulo de Obras,que FranCisco Cervantes de Salazar ha hecho, glossado y traduzido (Alcala, 1546): en, este volu~en incluy~ el Di!rlogo de Ia dignidad del hom­bre, de Fern~n Perez de Ohv_a; el Apologo de Ia ociosidad y el trabajo, · de Lu~s Mexia; y Ia lntro_duccz6n y camino para Ia sabidurfa, de Juan Luis V1ves, todo ello preced1do del Dzscurso sabre Ia leitgua castellana, de Ambros•o de Morales.

M as interesa nte,aun, si cabe, a! estudiar Ia influencia del humanismo ·.,'It renacent1sta ~n Amenca es versus repercusion es en la s primeras formu­ttcwn;s Clen tJfJCas re l ae~onadas con el pens::~~ :icnc :. economiw y 1:1 antro­pologla cultural.

. En lo que se r~fiere a! pri~ero de los :lmhiros, es evidr'~te que e! ciescu­bnmJento de Amenca ammo un cierro auge ecnnomico v 'un estimu lo a! desar~ollo, provemente del estado primitivo de Ia economia americana. Espana necesttaba exportar toda clase de productos; junto a Ia emigra­cton hum ana se pr~d~JO un gran envio de semillas, viveres, utiles agrico­las, ammales domesttcos y toJa clase de mercadedas para atender Ia demanda de esta clase de btenes. Ello ex igi a Ia explotacion a plena rendi­mtento de los recu~sos espanoles, que se vio recompensaca porIa r:ontra­parttda que supoma Ia mastva afltlf'ncia de meta les preciosos (principal­mente oro Y plata), lo que a su vez rrodujo un elevado y sostenido aumento de lo,s precws dura~te todo el siglo XV I. El crecimiento de lo ~ pr<>cios se 1111

Cl0 por Andalucta, pues el puerto de Sevilla era el l:Jga r de entrada de aquellos metal~s, pero de alii se propago en seguida a! resto de Ia Peninsula.

I .a Sttuacwn descnra convirti6 a Ia Pen tnsula Iberica en el centro comerctal Y finanCiero de Occidente , desarricula:~do el orden economico mternacwnal. que habia imperado hasta entonces . Lisboa, las feri:::; cas­tellanas, pero muy pnnctp ,,l~ente Ia ciudad de Sevilla desplazaron el cen­tro de gravedad mercanttl y fmancierc situado has ta entonces en lc:; Pai­ses BaJOS >'en las ciudades italianas. Tomas de Mercado nos hace una muy bella ~ pree~sa Jescripcion de lo que era el ambiente sevil!ano del pmner ~ercw del stglo XVI:

Asi Ia Casa de Contraracion de Sevilla y el traro della,"' uno de los m:\s celebres Y ncos que hay en el din de hoy, o sc sa be en rodo el orbe universal. Es como cenrro d: todos los mercaderes del mundo. l'orq ue :1 Ia 1-crd:1d, soliendo antes cl Andalu ­CI:1 Y l.us,tan' a ser el extrema y fin de tnda 1:1 ti erra, descubierras la s lndia s, es ya com~ mod1o . Por lo cu~ l todo lo mejor r m:\s estimado, que hay en las otras partes ~mtlgu.ts, aun de Turqma v1ene a ella; p<tr:t que por :t qui sc lleve :1 las nuevas, donde

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El PENSAM IENTO P.ENACENTISTA EN ESP ANA Y AMERICA

rodo tiene tan excesivo precio. De aqui que arde Ia ciudad en rodo genero de nego­cios. Hay grandcs y reales cam bios para rodas ferias, asi dcntro del reino como fuera: vcnras y compras, fiado y de contado, de gran suma; muy grandes corazo­nes; baratos de muchos milia res y ~uentos; que ni Tiro, ni Alejandria en sus tiem­pos se le igualaron (Mercado, 197_7. I, 63).

Una de las consecuencias de este gran desarrollo c01nercial y mer­cantil es Ia Ilegada a Espana de un gran contingente de banqueros y comer­ciantes extranjeros, sabre todo, flamencos, genoveses y alcmanes, que controlaron parte de Ia economla, obteniendo grandes beneficios y Ile­vandose parte del oro y Ia plata que entraba en Ia Peninsula a otros pal­ses. En Ia misma Espana aparecio una nueva clase mercantil avezada en las nuevas tecnicas financieras, que hablan generalizado nuevos tipos de contratacion y de cambia. Sevilla fue el nucl eo urh::~no donde esta nueva clase social se hizo mas ostensible .

En resumen, podemos decir que Ia Peninsul a Jbcric:1 <e convirti6 en Iugar privilegiado de los nuevas fen6menos economicos que se estaban operando en el mundo , y no nos pucJe extr;tiiar que fuera precisa~ente en ella donde se produjeran los primeros rtesa rrollos de un pensamtento economico moderno. Ahara bien, este pensa miento surge tn lvs escolas­ticos de Ia cpoca, y como una consecuencia inevitable, a! tenu qu<! enfren­tarse con problemas morales ineditos surgidos de las nuevas transaccio­nes economicas y de una mentalidad que ya preludia el desarrollo del capitaitsmo. Se ponen as{ las base; de Ia futura Economla po!itica.

En esa linea es digna de nota Ia figura de Martin de Azpilcueta (1492-1586), conocido cone! nombre de «Doctor Navarro», autor de un importante Comentario resolutorio de cambios (1556), donde enun­cia una teoria del dinero como base para un a regulacion moral de las relaciones economicas entre ciudadanos del mi smo pals y tambien con lo~ de 0tras naciones; su caracter practico salta :1 Ia vista por el propo­sito de <<acabar de desterrar de sus reinos los remolinos de las usuras•• y su influencia durante el sigio XVI fue rr:uy extensa. En linea muy simi­lar hay que situar a fray Tomas de Mercado (1530-1576), dorP.inico for­mado en Mexico, que luego residi6 en Sevilla, conde pudo tom~r obser­vaciones de primera mana sabre el negocio de 1::~ Indias; es au tor de una famosa Suma de tratos y contratos (1571), donde formula por primera vez Ia famosa teoria cuantitativa del dinero, sin duda su aportaci6n mas importante . La obra es interesante, tanto por los aspectos descriptivos como por los morales, peru su valor mas destacado es el cientlfico, en lo que adquiere un va lor historico imposible de desdeiiar, a pesar dd olvido en que cay6 a partir del siglo XVIII.

Solo en nuestro siglo ha vuelto a ponerse de relieve Ia importancia y Ia originalidad de los economistas espanoles del :\ VI y X\' 11, en I ~ obra c!<', autores como Sayans (1936) , Grice-Muntchinson (1952) } Pierre Vila r (1974 ). Entre los auto res espanolPs solo Jose Larraz ha reivindicado el valor par:1 Ia historia del pensamiento econ6mico de obras como Ia de Mercado:

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El esfuerzo de lv!ercado -y de sus antecesores y sucesores- en materia de cambio exterior es sum a mente interesante , porque representa una anticipaci6n de tres siglos y medio de Cassel , X_ de dos y medio respecto de los ingleses de comienzos del xrx, que m;\s de cerca precedieron al economista sueco (Larr;1Z, 1943, 80).

En lo que se refiere al ambito de la antropologia cultural tambien Ia aportaci6n proveniente de los misioneros espafioles fue muy impor­tante; dejando a un !ado Ia imponente labor de recuperaci6n de gram~ti­cas y vocabularies de lenguas indigenas, sus observaciones sobre las dtfe­rentes culturas pusieron las bases de Ia ciencia antropol6gica. En esta esfera sobresale, muy encima de lo demas, lo realizado por fray Bernar­dino de Sahagtm (1500-1590 ), cuya obra Historia de las casas de Nueva Espai1a, objeto de sucesivas reelaboraciones, es un monumento antro­pol6gico del maximo rigor; no escribia nada que no estuviera contras­tado por distintas vfas y todas sus descripciones se encuentran depura­das por un sistema de observaciones provenientes de diversas perspectivas. De otro orden, pero tam bien de valor muy alto es Ia obra de Jose de Acosta (1540-1600), jesuita, autor de una Historia natural y moral de las Indias (1578), obra en que recoge su experiencia americana y Ia elabora refle­xivamente. La obra consta de siete tomos, de los cuales los cuatro pri­meros se refieren a las cosas naturales y los rres tlltimos a lo que eJ llama Ia «historia moral >>: «los hombres y sus hechos >> , es decir, «de los mis­mos indios, de sus ritos, costumbres, gobierno, guerras y sucesos>>. En lo que se refiere a los cuatro primeros sobre «historia natural», es intere­sante constatar el orden de los mismos: los dos primeros se refieren al cielo, clima, temperatura y habitaci6n del orbe indiano, mientras que los otros dos tratan de cosas mas apegadas a Ia tierra: metales, plantas y animales, sobre todo de aquellos mas notables 0 peculiares de las lndias.

A traves del orden de los siete libros se observa que hay supuesto en su desarrollo todo un orden jerarquico del universo, que el trata de reflejar. Hay una cierta organizaci6n unitaria de Ia realidad, visible en Ia estructura jerar­quica de Ia misma; segtm el orden expositivo de Acosta, tal estructura seria Ia siguiente: a) mundo natural: 1) Iugar de Ia tierra en el cosmos; 2) constitu­ci6n de Ia tierra; 3) metales, plantas, animales. b) mundo moral: el hombre y su cultma. En esta estructura jerarquica hay una necesidad racional que enca­dena las diversas partes del mundo, con lo que Acosta se sittla en un nivel de explicaci6n positiva de los hechos, representando un nivel cientifico muy moderno para su epoca. Ahora bien, Ia clara percepci6n de estos postulados subyacentes a su obra es lo que nos hace acercarnos a! planteamiento te6rico fundamental del padre Acosta, en cuya base desarrolla el acuerdo que existe entre naturaleza y cultura en las dos grancles civilizaciones indianas: mexicana y peruana, a las que cleclica los Iibras V y VI, y de Ia que se desprende que:

los pueblos indi anos habian alcanzado elm;\ximo desa rrollo cultural que, por natu­raleza y atenidos a sus propios recursos, les era dable,e stando, como lo estaban, privados del conocimiento del Evangel io (O'Gorman, 1972, 183).

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El PENS A MIENTO REt-IACENTISTA EN ESPANA Y AMER ICA

· Como un supuesto de lo que llevamos dicho, ellector habd obser-vado que Acosta emplea el concepto de «historia moral, en un senticlo muy similar al diltheyano de las «ciencias del espiritu » (Geiste~wissen­schaften). Es el primero que adquiere conciencia deque el estud10 cl~ los pueblos indigenas y su cultura constituye una drsctplma nueva; y nene una intuicion, por tanto, de lo que va a consunur Ia antropologra cultt~­ral. Si Sahagtm hizo anrropologfa sin saberlo, Acosta, sm hacerla, aclt­vin6 Ia nueva disciplina.

La expansion de Ia filosofia academica en el nuevo, continente es _el tercer tema que nos corresponde desarrollar en este articulo, y es obvro que esa expansion no podia tener otro cadcter que el de trasplante y propagacion en tierras americanas de lo que se estaba reahzando en Espana. Desde ese punto de vista, el protagomsmo lo van a tener las um­versidades, que desde muy pronto se fundan en el Nuevo Mundo y con frecuencia unidas a los seminarios conciliares y colegtos de las dtstmtas ordenes religiosas. Asi, por ejemplo, Ia Real Pontificia Universidad de M'exico -fundada en 1553- estaba umda a colegws que funcwnaban en Puebla, Oaxaca, Patzcuaro, Veracruz, Guanajuato, Guadalajara ... En Argentina Ia primera Universidad que funcionofue Ia de Cordoba, fun­dada en 1614, pues Buenos Aires no tuvo Unrverstda_d hasta 1818.

La filosofia que se ensefiaba en estos centros fue logtcamen~e _Ia esco­lastica, con las variedades y matices propios de las ordenes reltgws_as d_e sus distintos ensefiantes; entre ellas destacan los dommtcos y los Jesm­tas, con su particular vocacion para Ia ensefianza. Entre los pnmeros sobresalen los numerosos disdpulos del Colegio de San Esteban que pasa­ron al Nuevo Mundo: Pedro de Cordoba, Antonio Montesinos, Andres Moguer, Domingo de Lara, Antonio Remesal, Tomas de Ia Torre, Domingo Vi co, Bernardo Alburquerque_, Vtcente y alverde ... Muchos, de los dominicos eran disdpulos de Franctsco de Vttona, de qmen _habtan recibido directamente las ensefianzas; asi, fray Pedro de Pravta, que desempen6la catedra de teologia de Ia Universidad de Mexico; fray Juhan Garces autor de una famosa carta dirigida a! papa Paulo III en defensa de los indios; fray Domingo de Mendoza, que escribio varios trat~dos teol6gicos; fray Bartolome de Ledesma, profesor de Pnma en Ia Umver­sidad de Mexico y autor de una famosa Suma de casas de conctencta (1560); fray Juan Solano, que lleg6 a ser elegido obispo de Cuz~o ...

Un repaso pormenorizado de los profesores y te6logos que ensenaron en el Nuevo Mundo seria interminable; baste con sefialar que, aunque todos e'ran escoh\sticos, su doctrina nada tenia que ver con Ia Es~olasticadege­nerada y decadente que imperaba en Europa, pues hab,tan reobtd_? el impulso de renovacion y enrique~imiento q;1e a Ia Escolastlca espanola le infundi6 e1 humanismo renacenttsta, a n·aves del erasmtsmo. Una prueba palpable de lo que decimos puede constatarse en tres eminentes represen­tantes de la Escolastica en el Nuevo Mundo, cuyos nombres so~ los de fray Alonso de Ia Veracruz , Antonio Rubio y fray Alonso Bnceno.

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Alonso de Ia Veracruz (1504-1584 ) es un eminente representante de Ia orden de San Agustin, que guardo una gran fidelidad a las doctrinas luisianas, incorporandolas dentro de Ia filosofia peripatetica como eje fundamental de su ensenanza. Habia estudiado en Alcala de Henares y en Salamanca, pasando despues a Ia Universidad de Mexico, donde ensei'io teologia. Entre las obras que se nos han conservado de el desta­can los tres siguientes: Recognitio Summularum, Dialectica resolutio y Physica speculatio, editadas en Mexico (en 1554 las dos primeras yen 1557 la ultima). La Recognitio trata fundamentalmente de cuestiones Jogi­cas, como Ia definicion, Ia division, Ia induccion, los silogismos, asi como distintas formas de sofismas. La Dialectica resolutio se ocupa sobre todo de los predicables, pero tambien de cuestiones conexas con ellos, como los universales y Ia dialectica, en especial relacionadas con las <<Catego­rias» y los <<Analiticos». La Physica speculatio es una antologia peripate­tica centrada sobre el tema de las ciencias (fisica, astronomfa, historia natural, botanica, meteorologia, psicologia). Su gran saber de primera mano y su aficion al estudio que le hadan aprovechar todo momenta -habete rationem temporis, deda con frecuencia- le han convertido en paradigma de los primeros filosofos radicados en America; de el escribio Larroyo (1968):

En fr ay Alonso de Ia Ve racruz se personifica el tipo hi st6 rico de fi16sofo del Nuevo Mundo en el siglo XVI. Atraldo par Ia aventura, incierta y peligrosa de America, informado y convencido de Ia critica humanista de que era objeto In escoh\stica de su tiempo, se propane con aposr6lico empeiio educar en un mundo nuevo con nuevas usos academicos.

La segunda figura que nos proponiamos citar es Ia del padre Anto­nio Rubio (1548-16 15 ), perteneciente a Ia Companla de JestlS y segui­dor por tanto de Ia doctrina suarista, disconforme, como se sabe, con las posiciones ortodoxas del tomismo. Se traslado muy joven a Mexico, donde residio veinticinco anos, desempei'iando las dtedras de filosofia y teologia. Es autor de unos famosos Commentarii in Universam Aristo­telis Dialecticam (Colonia, 1605 ), genera lmente conocida como L6gica Mexicana por ser resultado de sus ensenanzas en aquel pais; es un comen­tario muy riguroso de toda Ia logica aristotelica, que toma en considera­ci6n Ia critica renacentista a Ia Escolastica y demuestra una gran familia­ridacl con los problemas que trata. Sobre ei se han escrito siempre frases muy elogiosas , como las que reproducimos de Instt a Rodriguez:

Fue Rub io un a inreli gencia vigorosisima, con gran capaci dad de sintesis y extraor­dinari as dotes para Ia exposici6n. Su erudici6n era inmensa . Milito siempre en las fila s de Ia escuela tomista di sidente, dentro de Ia cual es uno de los pensadores mas originales. En 1-!i spanoameri ca su infl uen cia fue muy grande. A sus enseiianzas se debe Ia formaci6n en Mejico de un grupo filos6fico del que habia n de sa lir mc\s tarde pensadores americanos tan notab les como los jesu itas Alegre, Abaci y Castro (1949, 71 ).

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El PENSAMIENTO RENACENTISTA EN ESPANA Y AMERICA

· El tercer filosofo que no queremos dejar de mencionar es fray Alonso Bri- ·. ceiio (1590-1668), que fue profesor de teologia en Lima y obispo de Nicara~ gua, pasando despues a Venezuela, donde alcanzo el obispado de Caracas, . en Ia culminacion de su carrera. Esta considerado como una cumbre de Ia filoc sofia americana del periodo, dentro de Ia corriente escotista, a Ia que era afecto; en esta linea estan escritos sus Iibras: Celebriores controversias in Primum·Sen­tentiarum Scoti y Ia Apologia de vita et doctrina Joannis Dunsii Scoti. No obs­tante su escotismo, aparece como exponente dentro delmismo con includable originalidad, dandole un cierto matiz existencialista a Ia doctrina de haecceitas y separando radicalmente Ia filosofia de Ia teologia. Como pens:1dor ameri­cana, es un adelantado que se atreve a filosofar por cuenta propia, hacienda criticas a las doctrinas recibidas y arriesgando posiciones personales en cami­nos no explorados hasta emonces. Por su nacimiento en Santiago de Chile puede ser considerado como primer filosofo americana propiamente dicho.

3. Resumen y conclusiones

AI finalizar Ia exposicion correspondiente a este artfculo, parece claro concluir que, a partir de 1492, Ia filosofia que se expande por America es Ia que se traslada y propaga desde Espana. A partir de ese memento, Ia filosofia americana es Ia misma filosofla espanola, ya sea por el objeto, ya por el sujeto. A los filosofos espanoles les preocupaban los problemas filosoficos, teologicos, antropologicos, juridicos o politicos que planteaba Ia nueva realidad descubierta, haciendo ·de ellos tema preferido de sus meditaciones. Algunos de esos mismos teologos y filosofos se traslada­ron a los distintos paises de America, donde ocuparon catedras y reali­zaron misiones de evangelizacion, lo que produjo una primera genera­cion de sujetos filosofantes en el nuevo continente.

Esa filosoffa que asi se traslada y expande era la Escohlstica espa­nola, renovada y vivificacla por los planteamientos del humanismo ~ena­centista, a traves del erasmismo. En el Continente americana, lo mtsmo que en Ia Peninsula Iberica, este movimiento se difundio, sirviendo de fermento a lo mas granado de Ia nueva filosofla o de disciplinas afines, que adquirieron una dimension pdctica en Ia nueva realidad, ya se_ tra­dt!Zca en los metodos de evangelizacion, ya en experimentos utoptcos, como los realizados por Vasco de Quiroga, en Michoacan, o los frailes franciscanos en diversas partes de Nueva Espana. En America, pues, tam­bien el erasmismo fue savia nutricia, como lo habia sido en Espana.

El tema americana, con Ia diversidad de problemas y cuestiones que implicaba , levanto una polvareda de controversias que se canalizaron en torno a lo que Ia historiografia ha llamado «<a lucha por Ia justicia en Ia conquista de America» (Hanke, 1968). En ese clima se generaron las condiciones que pusieron las bases filosoficas para el nacimiento de nue­vas dis<;iplinas cientificas: filosofia del derecho, derecho internacional , economia politica y antropologfa cultural, como hemos expuesto dete­nidamente en el desarrollo central del tema.

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JOSE LUI S AB Ell AN

AI hilo de Ia expansion descrita, se produce una red de instituciones docen­tes -universidades, seminarios, colegios- que van poniendo Ia infraestruc­tura academica apropiada para la posterior implantaci6n y desarrollo de la filosofla en el Continente americana. La improba labor realizada por hom­bres como fray Alonso de Ia Veracruz, Antonio Rubio o fray Alonso Bricei'io son una muestra representativa de lo que, en niveles mas bajos, realiz6 un importante y benemerito numero de religiosos de todas clases.

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Mauricio Beuchot

Fueron muchos los continuadores en Mexico de Ia obra doctrinal en defensa de los derechos humanos iniciada por Francisco de Vitoria y Domingo deSoto en Espana, y seguida por pensadores de Ia talla de Bar­tolome de Las Casas y Tomas de Mercado. Aunque no eran conocidos como autores sistematicos comparables a sus maestros de Espai1a, esgri­mieron sus argumentos para defender a los indios y damar en contra de Ia esclavitud a Ia que se les someda por las «conquistaS>> en los reparti­mientos y encomiendas. Entre esas voces que se levantaron en defensa de los derechos humanos se cuentan las del franciscano fray Juan de Zumarraga, del secular don Vasco de Quiroga, del agustino fray Alonso de Ia Vera Cruz, y del dominico fray Juan Ramirez, par solo citar, entre muchos, algunos de los mas connotados. Veamos sus planteamienros.

Uno de los rasgos de Ia defensa de los <<derechos humanos» por parte de los evangelizadoi·es de Ia Nueva Espana, ademas de reconocer Ia racio­nalidad de los indios y su aptitud para ser recibidos en el seno de Ia Igle­sia, fue su rechazo decidido de Ia esclavitud y Ia oposicion o por lo menos sus reservas con respecto a las encomiendas o repartimientos de indios (reservas siempre en la linea de mejorar Ia situaci6n de los naturales). Esro iba aunado, como trataremos de resaltar, a una actitud <<humanista», en mayor o menor grado, que se respiraba en el ambiente de ese momenta hist6rico.

AI efectuarse Ia conquista, se permitieron Ia esclavitud y el reparti­miento o encomienda. Son dos casas distintas, ya que Ia encomienda no implicaba que los indios de Ia misma fueran esclavos. Se trataba mas bien de personas que seguian siendo legalmente libres, obligadas primero a hacer cierros trabajos para sus encomenderos y posteriormente solo a pagarles tributos de entre sus mismos productos. Pero, en Ia encmmenda, tanto Ia propiedad de las tierras como de los demas bienes seguia enpoder de los individuos y de los pueblos ind!genas. Los dtulos de poseston de

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Ia tierra eran una merced completamente distinta de Ia encomienda. No eran.' pues, esclavos los indios encomendados, pero si tenian que prestar serviCLOS pers~nales, a veces n:uy pesados -por ejemplo, en las minas-, o estaban obhgados a dar tnbuto a los encomenderos (Zavala 1935 1940). ' '

Tanto I~ esclavitud como Ia encomienda -pt;es, dados los desma­nes, ser mdw de encomienda equivalia de hecho a ser esclavo- diezma­b~n Ia poblaci6n indig~na, y fueron grave problema que enfrent61as opi­mones. de los que se d1eron a Ia tarea de reflexionar sobre Ia etica de Ia conqu1sta . . . En cuanto a Ia esclavi~u~, esta se habia querido justificar enun prin­

CiplO en lq_~supuesta oposici6n de los indios a recibir Ia evangelizacion . Los gentiles que no qms1eran escuchar Ia predicacion y Ia resistieran a mano armada, podian ser hechos prisioneros y esclavos. Eran los escla­vos «de conquista>>. Y tam?ie~ se permiti6 tener como esclavos los que ya lo era~ en poder de los mdws o eran vendidos como tales por ellos. Cons~ttman los es,clavos «de rescate» ode compraventa. La reacci6n de los miSioneros, teologos y fil6sofos fue, en general, de condena del escla­vtsmo en todas sus formas y con todos sus concomitantes como el herrar a los sujetos para distinguir a quien pertenecian. Sin emb~rgo, de hecho, al ~om1enzo h~Jbo.toda una doctrina legitimadora de las guerras de con­q~Ista Y esclavizacion, sostenida por Juan Lopez de Palacios Rubios con­S~Jero de los Reyes Cat61icos, quien se inspiraba en el Hostiense ~ano­nist~ del siglo XIII. S~g1m este 1JltiJ?o, Cristo, que era rey del universo, h.ab~a anulado los remos de los mfieles y los habia entregado a sus vica­nos lo~ papas. Las bulas de alejandro VI habrian dado, pues, los reinos d; Ind~as a los reyes espanoles para cristianizarlos, y silos indios se opo­man, a ello, se entablaba con ellos guerra justa, a consecuencia de Ia cual pod1an ser esclavizados.

. Un en~inente tomista, el cardenal Cayetano, se opuso a ese plantea­mJento, d1stmgmendo entre dos tipos de infieles: los que atacaban a Ia cnsttandad y los que no lo hacian, como estos nuevos pueblos que ni s1qmera eran conoctdos. De acuedo con ello, podia haber guerra justa con los musulmanes, pero no con los indios recien descubiertos. Por otra parte, Juan Mayr y Francisco de Vitoria negaron el dominio universal del ~apa y del emperador~ por lo qu.e Ia ida a las Indias solo podia legiti­nurse por el derecho de mtercambw entre las naciones, singularn1eme para proclamar Ia fe. Pero, finalmente, algunos sostuvieron que Ia pre­dicacJon de Ia ~e tenia q~1e ser pac:lfica y, si los indios no aceptaban el mensaJe evangehco, hab1a que dejarlos en su cerraz6n y no obligarlos a convertlrse. Pero otros creian que, agotados los medios padficos, podian ser compehdos -:-como ya san ~gustin deda~ violentame~te a aceptar el evangelw. Pmece ser que e] umco que llego a Ia conclus16n extrema de respetar totalmen.te Ia voluntad de los gentiles de convertirse o per­manecer e,n Ia mfidehdad fue Bartolome de Las Casas, quien ademas fue un campeon en Ia lucha contra Ia esclavitud de cualquier tipo -secundado

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por muchos dominicos, por ejemplo por fray Juan Ramirez-. Partida­rios de que, sino quedaba otro remedio, habia que hacer Ia guerra a los indios para imponerles Ia fe, lo fueron Quiroga, fray Alonso de Ia Vera Cruz y Ia mayoria, aunque ninguno de ellos propicio Ia esclavitud como resultado de Ia guerra de conquista que debia conducir a los indios a Ia evangelizaci6n.

Estas polemicas teoricas tuvieron su efecto en Ia practica. El ano de 1530 Carlos I prohibio Ia esclavitud. Pero ya en 1534 esa prohibici6n fue derogada por el mismo, en virtud de que sin el premio de indios escla­vos «de conquista» los conquistadores no se veian motivados a guerrear con los indios y pacificarlos, y porque sin esclavos << de rescate» las hacien­das y las minas iban a Ia ruina. En 1542, las llamadas <<Leyes Nuevas» volvian a prohibir Ia esclavitud, incluso con efecto retroactive, en el sen­tido de que se debia dejar en libertad a los que fuesen esclavos. Felipe II refuerza esa prohibici6n en sus ordenanzas de 1573. Y estas prohibi­ciones aparecen atm en Ia Recopilaci6n de las Leyes de Iridias de 1680. Se habia prohibido Ia esclavitud en principio, aunque sabemos que de hecho perduro todo el tiempo de Ia colonia.

En el caso de las encomiendas, solo Las Casas y otros dominicos, co­mo fray Juan Ramirez -conscientes de los abusos en los repartimientos-, se opusieron terminantemente a elias. Uno de los logros de Las Casas fue, por lo menos, evitar que se concedieran a perpetuidad. Felipe II, acu­ciado por las necesidades econ6micas de las guerras que sostenia, cedio ante los encomenderos que le promedan su ayuda pecuniaria si permida Ia posesi6n a perpetuidad, y estuvo a punto de hacerlo; pero Las Casas, apelando a Ia conciencia delmonarca, logro que nolo hiciera. Con todo, otros pensadores fueron mas permisivos en cuanto a las encomiendas, incluso concedidas a perpetuidad, como don Vasco de Quiroga, quien las vela como una manera de reunir a los indios en poblaciones organi­zadas -se habian dispersado por los montes y campos a causa de las guerras de conquista-. Lo mismo apreciaban Zumarraga, fray Alonso de Ia Vera Cruz y Ia mayo ria. Solo pedian que se mejoraran las condi­ciones de vida que en elias se daban . Veamos un poco mas en detalle sus intervenciones.

I. FRAY JUAN DE ZUMARRAGA

1. Vida y escritos

Zumarraga (Tabira de Durango, Vizcaya, entre 1468 y 1469) fue en su practica un misionero franciscano entregado a Ia defensa de los natura­les de Mexico; y, ya como obispo y arzobispo, recibio significativamente el cargo de <<Defensor de los indios» (Garda Icazbalceta, 1952; Chan­vet, 1_948). Habia pasado a Ia Nueva Espana , como obispo elect_o,. en 1528, pero no fue consagrado hasta 1533 en Espana, a donde hab1a ldo para responder a las acusaciones que se le lucian por defender a los md10s,

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cuyo protector era (Carrefio, 1961). Volvi6 a Mexico en 1534 y sigui6 luchando por los indios, ya como obispo consagrado. Fund6 para ellos el primer colegio de America, el de Santa Cruz de Tlatelolco; inici6 ade­mas el de San Juan de Letran; cre6 y benefici6 el Hospital de San Juan de Dios. Luch6 siempre por los derechos humanos de los indios con su practica y con su teoria, hasta 1548, en que muri6.

Las obras te6ricas en las que defiende con su especulaci6n argumen­tativa los derechos humanos de los indigenas son de orientaci6n escolas­tica. Tales, por ejemplo, su Segundo parecer sobre Ia esclavitud, de 1536; a diferencia de otros de sus escritos, de recio sabor humanista y renacen­tista, en este Parecer se muestra escol:istico por el tipo de argumentos que aduce yyorque hace una defensa del ser humane con base en Ia ley divina, Ia ley natural y el derecho de gentes, muy en Ia linea de los esco­lasticos de su epoca (Herrej6n, 1984, 173-83).

2. Defensa de los derechos humanos de los indios

El Segundo parecer de Zumarraga sobre Ia esclavitud de los indios se injerta en Ia mas rancia tradici6n escolastica de Ia defensa de los indios, como Ia que se habla hecho en Ia Escuela de Salamanca por Vitoria, Soto y el propio Las Casas. Tanto Ia terminolog!a como el tipo de desarrollo argumentative nos parecen muy ligados a los procedimientos habituates de los escolasticos.

Zumarraga habia recibido 'tm pequefio cuestionario del virrey Anto­nio de Mendoza con tres preguntas: a) si es justa que se hagan esclavos de rescate entre los indios, b) si entre ellos se haran esclavos de guerra y c) si a los gobernadores indios, ya que se les comete Ia declaraci6n de guerra, se les cometen\ tam bien el sentenciarlos como esc! avos y madar­los herrar. Las preguntas son delicadas y trascendentes; por lo cual Zuma­rraga, no contento con el primer parecer que despacho al virrey, quiso dar un segundo parecer, con respuestas mas pulidas y argumentadas.

En cuanto a Ia primera pregunta o dud a, de si es justo que se hagan esclavos de rescate, Zumarraga responde negativamente. Las razones vie­nen desde los presupuestos que plantea. Algunos alegaban que los mis­mos indios acostumbraban Ia esclavitud; pero el obispo dice que eso ·no justifica Ia actual situacion de los espafioles frente a Ia esclavitud de los indios. Dice dar Ia respuesta en Ia que coinciden Ia mayoda de los reli­giosos y letrados (en lo cual parece seguir el comtm sentirde las escuelas):

No hay ley, ni ra z6n, ni ejemplo, por don de estos se hagan esclavos como se hacen, ni nuestra cristiandad sufre tal rescate tir<i ni co y contra ley natural y de Cristo, que debe abolirse del rodo; y porno haber duda en esta primera pregunta, no hay que decir mas (Herrej6n, 1984, 180).

En cuanto a Ia segunda pregunta, de si se pueden hacer esclavos de guerra · a los indios, Zumarraga cia una respuesta negativa basad a en seis argumentos, razones o «verdades >> . La primera verdad es que «es injusta

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e inicua Ia guerra que se declara a los infieles, por virtud de cualquier autoridad sobre todo a aquellos que viven en paz y tranquilidad» (Ibtd.).

' 1 · d os Y es que al no atacar a nadie en sus personas ni en sus cosas, as lfl 1

' 1 · · 1 · raque no dan motivo para ser atacados, y por el o es 111JUSto cua qmer a' . contra ellos. En efecto, los indios no han agredido a nadie, antes bten ellos fuer~n agredidos por los espafiol~s; no han robado nada, tmentr~ que han s1do despojados de sus poseswnes; no han atacado Ia rehgt . cristiana, ni con blasfemias ni con persecuciones, antes bien secanT· ten gustosos a Ia fe. Incluso, esto ultimo hace que Ia guerra contraelos sea mas injusta e inicua. da

La segunda raz6n en que apoya su respuesta negativa a Ia segun : pregunta es que «es in justa, tiranica y violenta toda ley ... que n co?,tr,t el honor de Dios o de Ia fe cat6lica y de su propagaci6n y predtcaciOO~ (Ibid, 181 ). Y esto sucede con cualquier disposicion que perm ita escbv~· zar a los indios, ya que impide Ia correcta predicacion, que debe ser paCJ· fica y porIa persuasion; mas al'w, todo lo que se adquiere con pretexto de esa ley, debe ser restituido . . d'o

La tercer a razon es el fin tiltimo que movt6 al papa cuando conce 1•

esos reinos de Indias a' los reyes de Espaiia, el cual fin no fue ~tw (nt pudo ser otro, por derecho) mas que Ia predicaci6n de Ia fe ~nstwna:

La cuarta raz6n es Ia obligaci6n que contrajo el rey de Esp~na al r:l1a

bir e~e encargo del papa, ya que el rey debe cumphr Ia fmahdad ddos; pred1cao6n con mmtstros td6neos y con maneras o medws adecua

f ' d b d' · d I d' os «para en e ecto es ast como e e pre tcarse en estos remos e n t .. , los cuale; se le reconoce [a! rey] como dueiio y superior por el supremo vicario de Cristo en relacion a dicha finalidad >> (Ibid.); o sea, que.n~se le han encargado para otra co sa, y solo tiene ese dominio sobre los m 1t en funcion de Ia finalidad de Ia predicaci6n, sin Ia cual se pterde to

0

derecho. ' ·co La quinta razon est a conectada con Ia anterior. Dice que hay un unl

modo -y en esto coincide Zumarraga con Las Casas- de Hamar a 05

indios a Ia fey de predicarles el evangelio: «en paz, sabiduda, insn'lt~: cion humildad benignidad mansedumbre, liberalidad» (Ibid., 182), P

01

que ~sf fue co~o lo hiciero~ Cristo y los ap6stoles, dando en rodoe~te~: timonio de una vida intachable, y no sojuzgando a los oyenres e ' predicacion y quitandoles sus bienes.

0_

La_sexta r~zon es que _los indios tienen Ia infidelidad s6lo por ded~li­nocumento o 1gnoranoa mvenobles, a saber, lo que se llama «Jllft_ . 5 dad meramente neg a tiva » · ademas, «son dados tam bien a rodos los vtctO.

' f d. . . I esdectr· que de ella dimanan, pero de una onna or mana, no umversa, , . e-no tiene cad a uno todos los vicios» (Ibid.). Por tanto, no puede acusa!S 1

. . I ~~ los de ser «salvaJeS>>, y por tanto de stervos por natura eza, con , podda esclavizarselos. l.znr

La tercer a duel a, acerca de Ia declaraci6n de guerra y el esclavt, '1 I l · d. . 'b b' ' t'va Mas aut' y 1errar a os 111 10s reo e tam ten una respuesta nega I • . i-

z ' . ' bl I I . . ·o y pnnc umarraga ptde al rey que esta ezca como ey que o pnmer

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pal sea Ia predicaci6n, "Y por amor de la sangre de Cristo derramada que se quiten ya estas que llaman los miseros ambiciosos y cobdicioso~ conqmstas, como de verdad sean elias oprobiosas injurias de nuestra santa fe y del ben~ito .nombre de Cristo, el cual tienen ya renegade y blasfe­mado estos,mfehces, an~es que lo conozcan y les sea denunciado» (Ibid., 183 ). Zumarraga se que1a fmalmente de que todas las provisiones juridi­cas emanadas porIa corona no habian servido hasta entonces para poner fin a esos males.

En esa defensa de los indios se puede detectar una vena humanista en Z~t~narraga. Pero hay ademas otra mas importante, yes el influjo que r~c1b10 de Erasmo 1• Junto con el utopismo de Moro, hubo una influen­Cia mayor f:!,e Erasmo en Zumarraga, pues «Ia filosofia del Cristo de Erasmo encajaba muY, bien con el plan de adoptar los preceptos ut6pi­cos en Ia re~lamentac10n de Ia v1da de los natives>> (Greenleaf, 1988, 38). Ese humamsmo cnsnano de Zumarraga y los misioneros «se convirtio basicamente en una defensa fogosa de los derechos de los indios, Ia que se apoyaba en dos ~e las asunciones mas fundamentales que un cristiano pt~ede hacer: prmctpalmente, el que todos los hombres son iguales ante D10s; y el que un cristiano tiene responsabilidad por el bienestar de sus hennanos, sin importar cuan ajeno o humilde pueda sen> (Hanke, 1948 275). Asi, ens~ Doctrina breve, escrita entre 1543 y 1544, Zumarrag~ hace usa pnnc1palmente de las obras de Erasmo de Rotterdam intitula­das Enchiridion o Manual del caballero cristiano y Paraclesis ad christia­nae phil~sophiae studium. Adet;Jas, se s~be de un ejemplar de Ia Utopia de Tomas Moro que pertenec1o a Zumarraga y tenia anotaciones de su mana (Zavala, 1987, 51-2). De esas anotaciones dice Kubler:

Para los humanistas mexicanos eran irrelevantes tales complejidades de Ia situa­ci6npolitica inglesa. Las notas marginales a Ia Utopia esdn hechas casi todas por Ia m•sma mano nerv10sa y muestran un inconfundible parecido a los conocidos ho16-gr~fos de Zumarraga. Las anotaciones de Zumarraga lo exhiben especialmente sen­SitiVO a las observac10nes de Moro respecto a Ia loca estimaci6n del oro, respecto a las artesanfas y a los hospitales, a Ia organizaci6n social y al ejercicio religioso . Son las notas de un hombre de acci6n recto y sencillo, reveladoras de una curiosi­dad decidiclamente ingenua respecto a Ia identificaci6n natural e hist6rica de Ia Uto­pia, como sucede en Ia pagina 63 donde glosa las distancias de navegaci6n de Moro (G reenleaf, 1988).

Y lo mismo se conoce un ejemplar de los Epigrammata de Erasmo. Este catec1smo de 15 43-4 ~ue prohibido por el obispo MontMar, pero no por mucho ttempo, deb1do a algunas proposiciones oscuras y malso-

1 .. A veces se !1~ _extremado Ia presencia de Erasmo en Ia obrn de Zumcirraga, como lo ha heche J. Almoma en su ed1~1~ 11 9e Ia Regia cristiana bret'e~ Jus, Mfxico, 195Li pero otras veces ha querido po,nd era~·se Y basta mm1mizarse frenre a arras influencias que habfa recibiclo la ((reforma" u observancio\ 1~ <1S esrncta de los franciscanos en Espaiic] por esas epocas, como lo hace C. J. Alejos Grau , ((Zum cl­naga , En1smo y Ia observan cia fnmci sco\nc\ )) : Carthagine11sia, 6 (1990). 28 8 .

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FILOSOFOS HUMANISTAS NOVOH I SP A NOS

nantes, mas que heterodoxas. Su seguimiento de los hun~anistas rena­centistas y hasta reformados, patente en el caso de Ia Doc~rma chnstwna, en Ia que Zumarraga intento un catecismo para los md1os. «Se basaba en gran parte en Ia Suma de doctrina del fa~noso ,confesor de Ca,rlos I, e1 doctor Constantino Ponce de Ia Fuente, qmen mas tarde resultana con­victo como lider del movimiento luterano de Sevilla. Comenia "cristia­nismo esencial concebido con el espiritu de Erasmo" e insistia en Ia pri­mada de Ia fe ;obre las buenas obras. Zumarraga de nuevo emple6.P.a~tes del Paraclesis como conclusion a esa edici6n>> (Ibid., 52). La lnqmslw'm espanola orden6 que los !mesas de Const~ntino.Ponce fueran quemados en 1560 debido a que nose le pudo casngar VIVO. Con todo, este otro catecism'o de Zumarraga nunca fue prohibido.

II . DON VASCO DE QUIROGA

1. Vida )' trabajos

Vasco (o Blasco) de Quiroga (Madrigal de las Altas Tor.res, Espana, hacia fines de Ia decada de 1480 - Uruapan, 1565) fue a Mex1co en 15~ 1, ~omo licenciado en derecho formando parte de Ia Segunda Auchencta de Mexico, que tenia qu; corregir los atropellos de layrimera (Miranda, 1984, 133). Era, pues, unlaico, pero fue tan bten v1sta sulabor de des­hacer entuertos, que result6 electo obispo d~ Michoacan,. ~~111 cuando no era sacerdote. Par eso fray Juan de Zumarraga le confmo todas las ordenes clericales y Ia consagraci6n episcopal en 15 3 8. . .

Cuando era oiclor, escribi6 su famosa carta sabre el expenmento soctal de los hospitales de Santa Fe ( 15 3 ~). Defiende los derechos ~umanos ~e los indios en contra de Ia Audtencla an tenor en su Injormact6n en de1 e­cho (1535); en ella se reflej8n sus ideas de jus~icia: sobre todo en cuanto al derecho de conquista, a Ia adecuada colomzacton y Ia correcta evan-gelizaci6n (Warren, 1977). .

Ya obispo de Michoacan, fu!lda en 1543 e.l Hosp1tal de Santa ~ar~a, que clesembocadt en sulabor soc1al de los hosp1tales-pueblo. ~demas e:1ge el Colegio de San Nicolas para formar a sus sacerdotes. En e~,se ensenan lenguas indigenas, que el m1smo prelado dommaba. Tambten funda el Colegio de Ninas y otras escuelas, tanto para mnos como para adul~os (Valdez, 1975). Planea su catedral y su ciudad diocesana pa:a proptctar Ia fusion de Ia raza espanola y Ia indigena, como laboratono de n~esn­zaje; pero el virrey de Mendoza. se opuso a que se mezclaran espanoles e indios y pide que haya dos cmdades, una para cada raza. ,

En las juntas de Valladolid, en Espana (1550), se opone a Bartolome de Las Casas - siguiendo honestamente su conctencta- Y V<?ta a favor de que los repartimie.ntos o encomien~a~ se .den a.los conqmstadores ,a perpetuidad. No porque solapara esa 111JUStiCia, s1no por~ue le parecta que era separar a indios y espan<?le~ -como en efecto quena Las Casas­y con ello se impediria el mesnzaJe rac1al y cultural:

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Para Quiroga, utili zan do e l sf mil del cuerpo hu mano , ind ios y espati oles , como ele­mentos de Ia nueva sociedad, era im pos ible separ•nlos ya; habfa que fa vorecer el qu e cada uno juga ra su propio papel yen su rea li smo ve Ia con veni encia de que roma ran los espa ii o les e l papel rector, pero que a Ia manera de l cuerpo hum ano ell os constituyeran el esqueleto, siendo capaces de d arl a estructura delmi smo, guar­dados y sustenrados po r los indfge nas, a manera de Ia ca rn e en el cuerpo hum ano (Miranda, 1984, 142-3).

En 15 54 aparece de nuevo en Michoadn, en su sede de Patzcuaro , donde trabajad hasta su muerte. Se dedica a consolidar su obra de fun­dar hospitales y centros de capacitaci6n para los indigenas . El ai'io de 1555 asiste al concilio I Provincial Mexicano, donde logra que se haga obligatoria Ia censtrucci6n de un hospital cerca de Ia iglesia de cada pue­blo . Imprime un catecismo o doctrina , promueve nuevos cultivos , mejora las artesanias y organiza los mercados. Dedicado plenamente a esas acti­vidades altruistas ( segLm se ve en su testamento ) le llega Ia muerte , en Uruapan, el 14 de marzo de 1565 .

2. Ideas f ilos6fico-socia!es

La Carta que dirige al Consejo de Indias en 1531 no es una carta mas en Ia que reporta acontecimientos y problemas que le tocaba afrontar como miembro de Ia Segunda Audiencia, es todo un programa en el que se encuen­tran ya en germen numerosas ideas sociales que despues reflex ionani mas a fondo y tratara de llevar a Ia practica. Habla alli de Ia postraci6n en Ia que han caido los indios, por Ia derrota y el envilecimiento que se les ha confe­rido. Esa postraci6n los ha obligado sencillamente a huir, por lo que viven en los montes y en los campos ocultos de los espanoles, a fin de poner a salvo sus vidas y su libertad. Por eso Vasco de Quiroga ve Ia necesidad de recupe­rarlos, atraerlos y organizarlos, por lo cual expone su idea de fun dar pueblos para ellos, «poblaciones nuevas de yndios que conviene mucho hazerse >> (Aguayo, 1970, 78 ), separadas de los pueblos de blancos, para que no pue­dan esclavizarlos ni aprovecharse de ellos.

Tambien en esa carta habla ya de Ia necesidad , ala vez que de apar­tarlos de los conquistadores, de darles h·ailes que los adoctrinen en Ia fe cat6lica y les den una civili zaci6n apropiada a las nuevas circunstan­cias, mixta de Ia indigena y Ia europea :

Y no sa bem os n i ay otro [remedi o ] que les dar, syno el desros pueblos nuevos , donde traba jando e ron piendo Ia tierra, de su tra bajo se mantengan y esten ho rde­n ados en rod a buena bo rd en de pol ida y con sanras y buen as y cat61icas ho rdenan­zas ; dond e aya e se fa'ga una casa de fr ayles, pequeiia e de poca costa para dos o t res o q uarro frayles, que no alcen Ia m ano del los, hasra qu e po r ti empo haga n abita en Ia virtucl y se convierta ennatural eza y s~n\ ta n to el ntmlero , que en poco tiem po se podrian junrar en estas nuevas rep ttbl icas qu e nose podria facil mente cree r [ e] cada cu al esta rfa pobl acl o en los baldlos de los re nninos de su comarca, porque en cacla se a· de ede ifica r un pueblo de es tos .. . (Ibid .).

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FILOSOFOS H U MANISTAS N OVOHISPANOS

Agrega que es precisa y justamente Ia conversion de los naturales lo que legitima el que esten a!H los espanoles, y tal es o debe ser "el pnncl­pal yntento e fin de lo que en las co sas destas parteS>> se !levan a cabo.

Por otra parte, en su carta , Quiroga hace un elogio de los indios, que son tan aptos para recibir el evangelio :

Po rque natur almenre rienen yn<1t<1 Ia hum yllcl ad , obediencia y pobreza y menos­prec io clelmundo y desnu dez, :mel an do clescalzos con el cabell o la rgo syn cos•• ,rlgrnt;r en Ia ca beza , Amicti sindoue super nuda [ M e 14 , Sl] a Ia mnnera que ;rnd:rban los ap6stoles yen fi n sean como rabin rasa y cera mu y blnnda , yo no duhdo smo qu e haziendo apartados nsy los di chos puebl os para est<l S plantas nuevas e nuevos casados, se pod rfa de aquestos tales, con el reca bdo que clicho tengo , y queen ello se podrfa ren er. E yo me ofrezco con ayuda de Dios a po ner plan tar un genero de cristi anos a las derech:lS como roclos debfa mos ser y D ios lll <lllda que sea mos Y P0 '

ventura co mo los de Ia primi tiva yglesi<l ... (Ibid., 79) .

En este ideal de una vuelta a los primeros cristianos se detecta b influencia erasmiana y moreana sabre Quiroga. Pero tam bien le afectan los problemas sociales mas temporales. .

En efecto, se preocupa del resultado de las guerras·y matanzasreall~ zadas en contra de los indios. H ay muchisimos huerfanos que vagan pm ciudades y pueblos de Ia Nueva Esp ana, y fu eron los espafioles los que ellos creen ( o sa ben ) «que mataron e fueron cabs a de ser muertos en las guerras y minas los padres y madres de los tales huerfanos y de aver que-. dado asi pobres, que andan por los tianguez e calles a buscar de comer lo que dexan los puercos y los perro s, cosa de gran ptedad de verY e~tos guerfanos y pobres son tantos, que no es cosa de se poder creer st 110

se ve>> (Ibid., 80 ). Para esos huerfanos y para los otros muchachos, Vasco b d ·' · ·' f nr h quiere lugares donde reci an e ucac10n y capaC!tactOn para en ren • · '

vida. Por eso alaba la actividad formadora de los franClScanos:

T ienen gran n tt mero de estos mochachos en sus casas y monesreri os , tan bien don·i­n ados y enseti ados, que muchos clellos demas de saber lo q ue a buenos cristi•11105

conviene sa ben leer y escri vir en su le ngun yen Ia nuestra yen ladn y cn nrnn c:tnto ' · d' COS'l lla no y de 6 rgano, saben apunta r li bros dello, h arto bren, y otros pre IC:ttl , '

cie rto mucho para ve r y pa ra da r gracias a nues tro se ii o r (Ibid., 83).

A Quiroga le parece que los religiosos, sobre todo los franciscanos, son hombres consagrados a su vocaci6n y de vida santa; pero se duele de que sean pocos, por lo que solicita que su ni'u11ero sea incrementado.

. La cart a se termina con algunas recomendac10nes sobre cuesuones penales de los indios, en el sentido de que a los que incurran en dehtos que en Espana suelen castigarse con galeras ad se castiguen con traba­jos temporales en las minas -algunas de las cuales ya. amenazaban despoblarse--:, y despues de ese castigo temporal, se les ~esntuya su l!ber~ tad para que pueclan reintegrarse a sus comumdades . Asumsmo, conden, los esc! avos que se hacen en las «conquistaS>> o guerras , y denunCia algu-

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nos casas de que ha tenido noticia. El ideal humanista de Quiroga se ve acompaiiado por una voluntad bien dispuesta a luchar por su cumpli­miento en Ia pnktica.

En su obra mas amplia, que lleva por titulo Informacion en derecho, Vasco vuelve a defender los derechos humanos de los indios en contra del escl avismo. Algunas provisiones o disposiciones juridicas favoredan Ia esclavitud, y Quiroga se opone a ellas en ese escrito (Quiroga, 1985 ). Vasco de Quiroga declara en esta obra que es injusta Ia guerra que se mueve contra los indios para hacerlos esclavos (Ibid., 68ss). Con ello comienza defendiendo el principal y primero de los derechos humanos, que es ei derecho a Ia vida, Ia cual se les estaba quitando con esa guerra. Advierte, bas ado en el cardenal Cayetano, que estos infieles no esta ban bajo ningt'm dominio de los reyes cristianos. Por eso no era licito privar­los de ese segt{ndo derecho principal que es Ia libertad. Y tampoco era licito quitarles el derecho de poseer sus tierras y sus bienes. En efecto, Cayetano distinguia tres grupos de infieles: a) unos que son st'1bditos de los cristianos de hecho y de derecho, como lo son los judios y moros que habitan tierras de cristianos; b) otros que son st'1bdiros de clerecho pero no de hecho, como los infieles que ocupan tierras que han quitado a cris­tianos, como los musulmanes ocuparon parte de Espana; y c) otros que no son st'1bditos ni de derecho ni de hecho, como los que habitan tierras que nunca han sido de cristianos (In II-II, q.66 , a.8 ). Y tales el caso de los indios. Lo cual hace que resulte completamente injusto mover guerra contra ellos, sobre todo para esclavizarlos.

Lo t'mico que puede justificar una guerra contra los indios -agrega, sin embargo, don Vasco- es Ia resistencia que puedan oponer a Ia pre­dicacion del evangelio, o el poner en peligro tal predicacion. Ahora bien, podia observarse que se hablan convertido a Ia religion cristiana sin opo­sicion; pero de todas maneras era visible que el gobierno que tenian basta Ia llegada de los espafioles no favoreda esa predicaci6n, ni Ia pdctica de la ley cristiana; por eso fue legitimo hacerles Ia guerra. Es decir, existe el derecho (y aun Ia obligaci6n) de predicarles el evangelio, porque el evangelio es Ia mejor · doctrina que se Ies puede ensei'iar; y, si se ponen obsraculos a su predicaci6n, inmediatamente aparece el derecho de defen- ' derse contra esa oposici6n u obstaculizaci6n. Con todo, Quiroga no esra proponiendo imponer el evangelio porIa fuerza, sino de ofrecerlo con persuasion y padficamente; pero el regimen que quite este derecho humano de comunicar padficamente un bien tan precioso como el evan­gelio, se hace acreedor a Ia violencia; as!, el regimen que persiga a los predicadores del cristianismo merece ser combatido. Y tal era el regimen que tenian los indios, el cual desp6tica e injustamente obligaba a los indios a no permitir Ia predicaci6n del cristianismo. Vasco de Quiroga acude aqui a Cayetano a! considerar que por eso los indios no tenian un go bierno justo, sino tiranico, y entonces resultaba legitima Ia guerra que se moviera para librarlos de esa tirania. No se atacaba, pues, a! gobierno ind igena en cuanto tal, sino en cuanto tiranico, segt'm el derecho humano que existe

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de oponerse a Ia tirania o despotismo. Quiroga Io planteaba desde Ia pers­pectiva de Ia liberaci6n de los oprimidos, en este caso oprimidos en lo tocante a Ia aceptaci6n de ideas.

Y, ya que los indios oponian violencia a Ia predicaci6n del cristia­nismo, Quiroga ve Ia guerra como una pacificaci6n de los indios", no como una destrucci6n de los mismos; por ello denuncia y combate el modo como se ha realizado de hecho Ia conquista. Mas min, insiste fuertemente en que noes legitimo hacer Ia guerra para implantar ninguna esclavitud. Siguiendo otra vez a Cayetano (In II-II, q.16, a.8), dice:

Y si de los infieles st1bdiros esos tales siervos crisrianos opresos se pueclen guitar por jueces comperenres , con mayor mz6n parece que se podrlan y deberi<111 guitar de los q ue ya son stJbd iros fieles; pnes mas prohibido es a los fides tener cosa o presa y mal hab ida, que no al ba rbara e in fiel, mayormente liberrad de hombre libre, que de preciosa nose puede estim ar (Quiroga , 1985, 140).

Propane, para el bien comun de espai'ioles e indios, una politica mixta (o <<polida >> mixta, como se deda entonces), en Ia que, tanto para lo mate­rial como para Io espiritual, los indios fueran gobernados por autorida­des espai'iolas e indigenas. A saber, habria jurados aborigenes, de treinta en treinta familias; regidores indlgenas, de cuatro en cuan·o jurados; ade­mas, sobre cada dos regidores un alcalde indio o tacatecle; y sabre todos ellos, un alcalde mayor o corregidor espai'iol, que representara a Ia Real Audiencia, al modo como ella representaba a! monarca espaiiol (Ibid., 168, 175, 206 ). Pero esto, como·se sabe, no fue escuchado.

Estaba presente el ideal humanista de lograr con los indigenas una depuracion, mejoramiento y culmen del cristianismo como no se podia alcanzar en los europeos. Silvio Zavala hace un cotejo de Ia Utopia de Moro y las Ordenanzas de Quiroga, y encuentra que son como herma­nas espirituales. Efectivamente, el obispo michoacano tom6 de Mora los principales lineamientos que plasm6 en varias de sus obras. Pero sabre todo en esta, en Ia que legislaba Ia vida de sus hospitales-pueblo. Acerca del resultado de esas instrucciones de beneficencia ( o <<Seguridad social>> como las Ilamariamos ahora) nos dice el propio Zavala:

Por lo que respecta a Ia suerre de los hospitales-pueblo, los hi sto ri ado res mex ica­nos aceptan corntmmenre un desarrollo fe li z; Quiroga, el primero, se mosrraba saris­fecho de su marcha en el restamenro de 15 65; en el siglo XVIII, habla Moreno de su perduraci6n; Riva Palacio admiria en el XIX ],, veneraci6n de que gozaba aLlll el nombre del obispo entre los indios micho ,\canos; Le6n, Llltim amente, ha bla con enrus iasmo de la ·subsisrencia de las fundaciones (Zavala, 1987, 21).

Estos ideales y estos trabajos de Quiroga seven refl ejados en un docu­mento de 1538, el de Ia traslaci6n de Ia catedral de su di6cesis de Tzint­zuntzan a Pazcuaro. El mismo inform a de las razones:

2. Para este punro se .a poy~1 en el CCl ncil!erJuan Ge rson, cfr. C. Hen·ejOn Pereda , (1 984, 170).

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Para que alii se junten los naturales de todos los barrios y familias y subjetos de ella (que viven derrm11ados y bestialmente en los campos) en orden polltica, y por otra parte hacia el levanre el barrio de los espaiioles para que meresca ser y sea ciudad cabes:a de obispado, y merezca tener yglesia cathedral y don de no este como a! presenre esta por su mala arden y derramamiento y falta de policia, a manera de pobres y miserables tugurios cortijos y a Ideas envilecida en ella Ia dignidad epis­copal, como el derecho pi·ohive y asi mesmo para que se pueda administrar y admi­nistre bien como deve a los vecinos de ella Ia doctrina Christiana y santos sacra­memos, estando juntos y congregados en buena policia los naturales y de otra man era nose les puede comodamente administrar por su derramamiento (Le6n, 1984, 267).

Y dice buscar c~n ello el mejoramiento de los indios «as( en lo espiri­tual como en lo temporal>>, reuniendo as! la doble vena de intencionali­dad que lo animrba con su humanismo: primeramente el bien espiritual, pero tam bien _:-como lo supo testimoniar muy a las claras- el bien mate­rial de los indigenas, sus feligreses. Todo ello habla del humanismo de don Vasco, guiado por Ia utopia socio-politica de Tomas Moro:

La voluntad de corporificar Ia idea polltica mas noble del Renacimiento singula­riza el proyecto de Quiroga; observa de cerca Ia vida de los indios y eleva Ia misi6n civilizadora de Espana a un rango y a una pureza moral de que pocos ejemplos existen en Ia historia del pensamiento de las colonizaciones (ZavaL1, 1987, 56).

No fue, pues, mera imposici6n a los indios de ideas extrapoladas; observ6 y conoci6 bien la vida de los mismos y trat6 honestamente de adaptar a ella lo mejor que pudo esos ideales renacentistas que tom6 del humanista ingles '.

3. Defensa de los derechos humanos de los indios y oposici6n a las guerras de conquista

Se encuentran casas muy duras en un tratado o «parecer>> atribuido a Vasco de Quiroga, de tema filos6fico-teol6gico-juridico, sobre Ia legali­dad de Ia conquista por parte de los espanoles y Ia justa guerra que se hada a los indios, que lleva por titulo De debellandis indis (Quiroga, 1988) 4 , que se podria traducir por «De Ia guerra que debe hacerse a los indios». Y es que su au tor II ega a pensar que es una obligaci6n de los

3. Acerc:1 de esro, un hombre tan imp<.trci<li con respecto a Quiroga, coi110 puede se.rlo Vicenre Lombardo Toledano, dice de Ia experiencia del obispo michoaC<1110 : «c:Por que olvidar los ensayos como esros, que tuvieron tanto exito hace siglos en memos de hombres verdaderamenre nmanres del pueblo, para discurir si c6nviene a nuesrros indios ral o cuo1l docrrina o experiencio1 exrnmjera? Sohunenre h1 falm de preparaciOn de los direcrores de Ia educaciOn pliblica puede justificar, en verd<td, el olvido de Ia tlnic1 experienci,tmexicana de escueb mexicana para nuestros indios» (V. Lombardo Toleclano, E/ problema de Ia educaciOn en iHUxico, Culturo1, h1exico, 1924, 19)

4. Cfr. V. de Quiroga, 1988 , De iiebe/landis i/1(/is, UNi\M- Mexico, eel. R. i\cll!ia. En su inrro­clucci6n·, Rene Acttiia expone 1<1s r:1zones que le inclin:.1n a presentar esre trar:.~do como el origin<ll de Vasco de Quirog:L H<lY que ver, ndem:ls, Zavnln ( 19 68 , 48S-51S); Biermtuln (1969, 615-22); Z:1v:-tla (l%9, 62.3-6).

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espai1oles brindar esa cultura de Ia que ha hablado e inclusol imponerla a los indios, aun con Ia violencia. En cuanto a Ia autoda,

1preferimos

hablar de «el autor>> de ese opt1sculo, por las graves razones que aduce Silvio Zavala que hacen dudar de que sea de Vasco de Quiroga: utiliza­ci6n de autores que no se hallan en las obras indiscutiblemente quiro­guianas, diversidad de opiniones, etc. Sabre todo, nos hace fuerza lo que Zavala dice de que el De debellandis indis fue dictaminado por el provin­cial dominico espana! fray Miguel de Arcos, y en el resumen que hace dellibro de Quiroga se encuentran doctrinas contrarias a las que se expo­nen en el manuscrito an6nimo de Ia Colecci6n Munoz de la Academia de Ia Historia de Madrid (en el que se escribi6 que podia ser de Qui­roga), y que es el que ahara estudiaremos (Zavala, 1990, 395-411). Espe­raremos, por tanto, a que se decida la autenticidad quiwguiana de este tratado y, mientras tanto, tendremos que abstenernos de atribuirlo a el.

El autor del opi1sculo sabe que Cayetano, Vitoria, Soto y Las Casas dedan que, tanto por derecho natural como por derecho de gentes, no se puede despojar a los indios de sus bienes, maxime si se quieren con­vertir a! evangelio. De acuerdo con ello, resultaria injusta Ia guerra a los indios, ya que sus bienes les pertenecen, y los espanoles no les pueden quitar sus reinos.

Pero el autor se opone a esos pensadores y parte de otro supuesto distinto: asume que cualquier potestad y reino, incluso en el arden civil, viene de la Iglesia, ya que Cristo tiene el poder sobre todas las casas y lo da a su representante, el papa. Y, como ese poder fue dado por el papa a los reyes espafioles, ellos poseen a justo titulo las lndias. En contra de Cayetano, pues, quien dice que los indios no estaban sujetos a! dominio de Ia Iglesia, y que, por tanto, no podian ser cedidos por el papado a los espafioles, el autor del tratado responde que todo poder viene de Dios y de su Iglesia, y que, consiguientemente, el papa, con toda justicia, leg6 las Indias a los reyes de Espana.

Por lo demas, no s61o se da el derecho de atacar a los indios sino -seg{m el autor del parecer- el deber y Ia obligaci6n de 'guerrear contra ellos, ya que no reconocen el poder de Ia Iglesia ni Ia civilizaci6n ni el evangelio. En efecto, hay dos tipos de infieles, seg{m su distinci6n: los que reconocen el dominio de Ia Iglesia, y por ello no pueden ser combatidos; y los que no reconocen tal dominio, y por ello son inca paces de tener principados y debe hacerseles Ia guerra, para que aun con imposici6n reciban Ia fe.

Ciertamente este parecer, opuesto a Cayetano, Vitoria, Soto y Las Casas, es muy discutible y endeble; y tal vez eso sea algo que nos haga dudar de que haya sido compuesto por Vasco de Quiroga. Aunque, por otra parte, no puede negarse que su au tor quiso proteger los derechos de los indios. Pero Quiroga se empen6 mas, a! igual que Las C~sas, defen­diendo a los indios en contra de Ia crueldad de los espanoles (Quiroga, 1985, passim; Martin Hern<lndez, 1987, 61-85).

Seg{m Silvio Zavala, conocemos el contenido del autentico op1'1sctdo de Quiroga por el resumen que de el hace fray Miguel de Arcos en el

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' I parecer que se le pidi6 para dictaminarlo 5 • Segtm el compendia de · 1

Arcos, Quiroga sostiene en su opt1sculo como tesis principal que no sola­mente es licito hacer la guerra a los indios que estan por allanar, sino que el papa y la corona de Castilla estan obligados a sujetarlos. La raz6n es que existe la obligaci6n de hacerles Ia caridad de sacarl.os de su .ign?­rancia del evangelio; per-o no se les puede sacar de esta 1gnoranc~a sm sujetarlos, y si eso ha de hacerse violentamente, tiene que hacerse asi.

Arcos objeta que no tiene que hacerse porIa violencia, pues en tiem­pos de los ap6stoles los paganos se convirtieron por persuasion pacifica. Pero acepta que, dado el cadcter de estos indios, que son inconstantes en esa fe que reciben Hcilmente, se vuelven de infieles negativamente en herejes, lo cual es mas peligroso que los infieles de manera contraria. Pero reflexiona que, si ~sa oposici6n a Ia fe se debe a las atrocidades que come­ten los espaiioles, entonces ellos son en verdad los responsables y culpa­bles de Ia falta de fe de los indios. Tambien objeta Arcos que no existe la obligaci6n de que el rey de Castilla sujete a los indios que quedan por sujetar (no se refiere a los que estan ya sujetos) para convertirlos, pues no tiene jurisdiccion sobre ellos. Alega que eso no se ve en la comision dada por el papa Alejandro VI a los Reyes Catolicos.

Por otra parte, Arcos piensa que el papa solo puede enviar a gue­rrear a algtm rey cristiano si los indios se oponen a Ia predicacion, pero no con una guerra tan desproporcionada; sobre todo, aunque se les venza, nose les puede quitar sus seiiodos y propiedades, sino s6lo tomando algu­nos tributos que compensen lo gastado en esa guerra. En efecto, el papa no es senor temporal de las cosas mundanas, y solo puede disponer de elias con un fin espiritual. Ademas le parece que al papa se le ha enga­fiado mucho en cuanto a las cosas del Nuevo Mundo, y a veces emite documentos concediendo potestades que seria mejor que no concediera. Igualmente recalca la mala intenci6n de enriquecerse que llevan los mas que van a America (y de ninguna manera es intenci6n de evangelizar , la cual llevan muy pocos).

El autor del opt1sculo arguye q\.1e hacer guerra a los indios para suje­tarlos noes hacerles gtierra, sino antes bien quitarles muchas guerras que , traen entre sl , muy crueles. Pero Arcos objeta que esto no prueba lo que se quiere concluir, porque nose han de hacer m ales para que vengan bie­nes. No todo lo que puede tener buen exito y buenos efectos es cosa Iicita, por lo que esa guerra sigue siendo injusta. Para Arcos, solo se puede hacer guerra justa a los indios que quedan por conquistar en estos casos:

Sy todos o los mas o sus ca~iques no consienten que el Santo Evangelio.se predique en sus tien·as y provincias. Sy convirtiendosse algu nos de los indios a Ia fe cath6-lica, sus ca~iques y senores o los otros indios trabajassen de los pervertiry de bol­vellos a sus en·ores ... Sy algunos de los indios son con manifiesta injusticia maltra­tados de los otros que son rnas y nu\ s poderosos, mayonnente sy los opressos nos

S. Esre compendia se encuentrcl en la .compilclci<ln de 1-Janke Mori lht ( J977, . l ~s).

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1

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demandan socorro ... Sy algunos que de su voluntad sean hecho amygos y ali ados de los chri stianos, son maltrnrados de on·os, el rey de 1-lespai'ia es obligado por la s !eyes de amistad y c01npaiif<l a bolver por el los, haziendo guerra a los que les hazen algtm agravio, para que sus a migos bivan en paz (Hanke , 1977, 9).

Arcos, al igual que Las Casas, parece m~~s radical qu_e Quiroga e;·1 su proclamaci6n de Ia injusticia de las guerras de conqmsta. E.n J:e~h­dad cada uno lo hizo a su manera y siguiendo honestamente pnnc1p10s dife;entes. Aunque a veces nos resultayarad~j~co, Quiroga fue ?efens.or de los indios a pesar de haber defendtdo Ia hc1tud y aun la obhgatone­dad de hacerles Ia guerra para inculcarles Ia civilizaci6n. eurol?ea y el .evan­gelio (Bataillon, 1952; Vargas Uribe, 198~,.16-23). S1gue s1e~clo hbera­dor en su intento, ya que d vela esa imposici6n como necesana para dar a! indlgena, desde Ia nueva cultura que recibia, una autonomla y una libertad que le fueran propias.

III . FRAY ALONSO DE LA VERA CRUZ, O.S.A.

1. Vida y escritos

Alonso Gutierrez nace en 1507 en Caspueiias, diocesis de Toledo. Estu­dia gramatica y retorica en Ia Universidad de Alcala de Henare.s (E~nis, 1957) <, pasando despues a estudiar artes y teologia en Ia UI~Iverst?acl de Salamanca donde recibe el grado de maestro en teolog~a. Alb se impregn6 de h;s doctrinas de Vitoria y de Soto -al tlltimo de los cual~s ll ama «mi m.aestro» en varias de sus obras-. Alii fue, ademas, catedra­tico de artes o filosofia. En 1536 se traslada a Mexico, invitado por los agustinos a ensefiar a los frailes en esas lejanas tierras de misi6n; Y_ toma el habito de Ia Orden de San Agustin al llegar a la Nueva Espana, en el mismo puerto de Veracrm:, por lo que adopta el ~ombre de ese. Juga;.

Alonso de Ia Vera Cruz es el verdadero padre y p10nero de Ia ftlosofia escolastica en Mexico, ya que fund6 dtedras, colegios, bibliote~as e impu~so Ia ereccion de la universidad. Por ejemplo, ensefia artes y teolog1a en coleg10s cuya fundaci6n se debe en gran parte a eJ mismo: Tiripetio en 1540, Tadi;1-baro en 1545, y poco despues en Atotonilco. Finahnente, ~n 1553, en Ia reClen fundada universidad ·de Mexico ensefia teologla esco!asuca y sagrada Escn­tura . Combinaba la teologia y el derecho con la filosofia. Afronto problemas de derecho agrario y de derecho canonico; cultivo aspectos de Ia ~ntrop~lo­gia en su trabajo sobre los matrimonios indlgenas; pero s1empre .m1pulso el cultivo de Ia filosofia, por ejemplo, con sus obras de ese tema publtcadas para los alumnos de artes en Ia Nueva Espana.

Sus obras filosoficas fueron las primeras editadas en el Nuevo 0undo: dos obras de 16gica, a saber, Ia Recognitio summularum y Ia Dtalectzca

6. Por es~ tiempo era profesor de grclnHhica Elio Anronio de Nebrija , quien pudo haber ~ido maesrro de Alonso.

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resolutio, ambas aparecidas en Mexico en 1554, y una obra de cosmolo­gfa o filosofia natural, Ia Physica speculatio, de 1557. Ademas de ser publi­cadas en Mexico tuvieron varias ediciones en Salamanca, Espa11a. Dej6 ademc\s un trabajo antropol6gico; pero sabre todo muchas obras de con­tenido teologico, juridico y social, como las que estudiaremos en seguida. Alonso murio en Ia Nueva Espana en 1584.

2. Los derechos humano~ de los indios como derechos naturales y de gentes

Entre esas obras de contenido juddico y social, se encuentra el De domi­nio il~(idelium et ius to bello, es decir, sobre el seiiorlo que ten ian los indi­genas sabre sus tierras y de Ia justicia de Ia guerra que se mueve contra ellos. En ese tratado, en las dudas X y XI, Vera Cruz encara dos cuestio­nes relativas a! tema de mayor trascendencia o mas candente: 2 que justi­f~ca Ia guerra de conqmsta hecha a los indios?, es decir, .:que titulos legi­tnnan esa ~uerra contra los mdigenas? 0 sea, en primer Iugar, cua!es son los titulos tlegitimos o que no justifican esa guerra, y cua!es son los tim­los legitimos que si Ia justificarian. En Ia cuesti6n X expone los titulos

~) ilegitimos, yen Ia cuestion o duda XI expone los titulos legitimos. Uno esperaria que se declarara injusta Ia guerra sin mas, como lo hizo Barto­lome de Las Casas; pero Vera Cruz, al igual que Vasco de Quiroga, encuentra algunas justificaciones de esa guerra de conquista.

Segt'm fray Alonso, son ilegitimos los titulos que se basan en los siguien­tes fun.damentos . En primer Iugar, en Ia infidelidad de los indios, pues su pagamsmo no los hace reos de ningtm castigo, ya que se debe a ignorancia mculpable. Con esto va contra el Ostiense, quien deda que los infieles pier­den, por su infidelidad, el derecho de dominio. Pero, al igual que Las Casas, Vera Cruz se opone al Ostiense y, en Ia linea de Tomas de Aquino y Vito­na, sosuene que, dado que el dominio es de derecho humano y de derecho natural, y no de derecho divino -mientras que Ia fees de derecho divino tan solo-, el derecho divino no puede anular al natural y, por consiguiente, Ia infidelidad no puede privar del dominio, tanto en su aspecto de pates­tad civil como en el de propiedad. (De este modo, tam poco se puede ale- ' gar el derecho de descubrimiento y de ocupacion, porque no son tierras desocupadas, sino que tienen sus habitantes y sus senores naturales; ni puede esgrimirse la prescripci6n, porque en ningt'm caso ha sido de buena fe (Vera Cruz, 1988, 316-43; Cerezo, 1985, 272-3).

En segundo Iugar, noes titulo valido Ia pertenencia de iure del Nuevo Mundo al antiguo Imperio romano; nunca perteneci6 a los romanos, pues se.trataba de pueblos desconocidos para ellos. Es algo que tambien nego V1tona. El emperador puede mover Ia guerra a los que pertenecen de iure. a su Imperio y hacer que lo obedezcan de facto; pero en el caso de los md10s se da Ia circunstancia de que ni de iure ni de facto pertenecie­ron jamas al Imperio romano, y los argumentos que adudan algunos para probar esa pertenenCta, m<\s que historicos eran fantas iosos .

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El tercer titulo es igualmente ilegitimo, a saber, las ofensas de los indios a los espanoles, pues aque!los eran agredidos por estos, y no hadan mas que defenderse de una agresion injusta. Si los indios han inferido injurias o agresiones a los espanoles, estos t'tltimos tendrian con ellos una guerra clefensiva. Vera Cruz r.ecoge ideas sobre Ia guerra justa que vie­nen desde san Agustin y desembocan en Vitoria. Pero el hecho es que los incligenas americanos -a diferencia de los sarracenos, por ejemplo-­jamas han hostigado a los cristianos, ni les hicieron ningtm agravio ni prohibieron el comercio con ellos (dice, pensando seguramente en el ius communicationis et commercii de Vitoria). Luego no es titulo valido.

De manera muy parecida a Las Casas -que seguia en lo esencial a Vitoria- Vera Cruz declara titulo ilegltimo Ia oposici6n de los indios a Ia predi~aci6n del evangelio; pero, en Iugar de oponer resistencia, a los indios les gustaba oir el evangelio, y, si habla algunos que se opo­nian eran de los menores entre ellos y de los mas salvajes. El papa, por Ia p;testad indirecta sobre lo temporal que le confiere Ia misi6n evange­lizaclora, podria compeler y mandar que se hiciera Ia gu~rra a los infieles que se resistieran a oir Ia predicaci6n, esto es, que nnp1d1eran a los mlsto­neros predicar, o los injuriasen, o los matasen . Esta do~tnna del O~nense Ia aceptaban desde jurisconsultos como PalaciOs Rubws basta teologos como Vitoria. Mas esa predicacion hade hacerse en paz, con buenas pala­bras y buenos ejemplos. Pero nose hizo as! -aiiade Vera. Cruz-, pues eran hombres de Ia soldadesca, que agravwban a los mdws. De hecho -si no de derecho- no se justifica esa guerra.

Otro titulo ilicito es Ia negativa de los indios a recibir la fe. Tambien de modo cercano a Las Casas, Vera Cruz dice que no constituye titulo legitimo Ia resistencia de los indios a aceptar Ia fe, pues, antes bien, des­pues de haber ofdo con gusto Ia predicacion del evangelio, facilmente aceptaban lo que les proponla el cristianismo. Silos indios reciben a los misioneros, los oyen predicar y aun asi no .quieren conve;tirse, no dan Iugar a guerra justa, porque Ia fe -como chce santo To~11as- no puede ser obligada por Ia fuerza. Esto lo aceptaba aun ~1 Osuense. Prometeo Cerezo admire que es dificil armonizar esta doctnna con Ia otra de que los sttbditos del emperador de facto o incluso de iure pueden ser compe­lidos a la fe por Ia violencia, y luego esperar que lo hagan voluntan~­mente. Eso lo sostiene Vera Cruz, pero «noes el resultado de una post­cion personal intransigente, sino una expresi6n mas en. relaci6n con lo que en su t iempo se opinaba en teoria, yen muchas ocaswnes, se llevaba a Ia practica >> (Cerezo, 1985, 284-5).

, Un sexto titulo falso lo constituyen los pecados contra natura come­tidos por los indios, pues el pecado no quita sin mas el justo do~ninio ni vuelve merecedor de Ia intervenci6n belica, pues entonces habna que efectuarla en roclas las naciones donde haya clichos pecados, que son muchas. Tambien aqui se refleja Ia enseiianza de Vitoria y Ia denuncia de las.Casas:Aun cuando Antonino de Florencia deda que el papa podia intervenir para'hacer cumplir Ia ley natural, Ia Escuela salmantina se opo-

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nla a ella -:-en seguimiento de santo Tomas-, pues el dominio no se funda en el estado de justa o pecador que tenga el hombre. . El septimo titulo ilicito es el supuesto retraso mental y estulticia de los md1os para gobernarse, pues eso es una patrafia. En esto, <Neracruz se mues­tra superior ~1 propio Vit~1;ia al presentar como causa injustificante, sin nin­guna v~CJlaCJ6n, la ~legacron basada en el estado de infantilismo y amen cia de los mdws. Vttona, a:l desconocer personalmente la realidad americana y carecer ~e elen:entos de juicio propios para poder emitir una opini6n per­sonal, se vto prectsado a hacerse eco de los testimonies que llegaban del Nuevo ~undo >> (Ibtd., 288). V!toria se resiste a dar credito a esas noticias, y se man­nen~ en Ia duda; pero anade una cautela en la que establece que, aun cuando los mdws sean menos aptos que los espafioles para gobernarse eso no los pnva del dominio ni justifica Ia guerra. '

El octav? y t1ltimo titulo ilegitimo es Ia conquista mandada par Dios, ya que eso strve s6lo como pretexto para aduefiarse con malicia de esos pueblos. AI igual que Vitoria, Vera Cruz enlaza este titulo con el del cas­riga par los pecados abominables, y con la idea de una tierra prometida. Era un ar~umento muy usado por Sept1lveda. Vera Cruz dice que, aun cuando exi~ttese esa arden de Dios -que nola hay-, nose permitirian los latrocmiOS qu~ se han cometido. Par todo ella, quienes basen sus argu­mentos en esos tltulos, no llegan a legmmar Ia conquista de los indios par parte de los espafioles.

A diferencia de es.os titulos, hay otros que Vera Cruz sl considera legiti­madores de Ia conqmsra -aunque Ciertamente no el modo como se llev6 a cabo- (Vera Cruz, 1988 , 343-400): el primero es Ia obligaci6n existente en los nattvos de aceptar Ia ~e, y a cuyo cumplimiento puede compelerlos el.emp~rador. St s.e les ha predtcado Ia fe de forma pacifica y suficientemente, su legltuno s~1per~or puede C~)lnl?elerlos a convertirse, aun con la guerra. Par­que el supenor ttene Ia obltgaci6n de procurar el bien a sus st1bditos, aun con la fuerza. ~ero e~to s6lo es valido cum:do Ia predicaci6n ha sido sufi­ctente. Y ademas sa~1end? que esas converswnes no se harian fingidamente o con pehgro de abJurao6n. Cerezo (1985, 315) comenta:

Sin embargo, en lo que a nuestro juicio, no parece tan acertado es en los m~todos que perm ire para Ia supresi6n del culto pagano y Ia conversion de los indfgenas a Ia fe cat6ilca . Veracruz se muestra excesivamente tributario de Ia teorfa teocra­tica y, olvidandose de Ia verdadera naturaleza y caracter de Ia porestad civil, con­funde el fm .natural que debe perseguir Ia sociedad humana con el sobrenatural y atnbuye mdrsnntamente a\ poder civil Ia potestad Jegffera para dirigir tanto los asun­tos humanos como los derivados de Ia ley revelada.

. El segundo titulo legitimo es esa misma obligaci6n, y a cuyo cumpli­mtento pue?~ compelerlos elromano pondfice. Esto pareceria contrade­Cir Ia negacwn de poder temporal a] papa. Pero no se trata de eso sino de que comi.s,ione a alg,tm rey cristiano para que defienda la predic;ci6n, como tambten lo hab~an sostenido Vitoria y Las Casas .

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FILOSOFOS HUM A NIST A S NO V OHISP A NOS

Constituye el tercer titulo valido el dar un principe cristiano a los con­versos, para que los proteja y evite que se les vuelva a imponer la idola­trla. Pero quedaria invalidada si pudier.a existir otra f6rmula para lograrlo, o SI el permanecer los mdws en el gob1erno no hubiera representado nin­gt'm peligro de retroceso o deserci6n.

Un cuarto ~itulo lo conforma el regimen ~iranico de los pdncipes bar­baros, que obhga a otros pueblos a mtervemr en favor de los oprimidos. Esto esd relacionado con las doctrinas sabre el tiranicidio (ya abordado por santo Tomas) y con el derecho de intervenci6n en favor del desva­lido (legitimada par Vitoria). Pero aclara Vera Cruz que a el no le consta que el gobierno de Moc,tezuma o del Calzonzin hayan sido tidnicos, y uene .el reparo de que solo se puede destronar un regimen con otro que corrq a esos males, no que provoque otros parecidos o aun mayores.

El quinto titulo es la antropofagia y los sacrificios humanos, que hace detestables a esos despotas. Vera Cruz sigue a Vitoria, ya que este ponia este titulo en relaci6n con Ia defensa del oprimido. Silos indios son amo­nestados a, dejar ~sas pract.icas y no lo hacen, se les puede hacer la gue­rra; pero esta dep de ser JUsta cuando ellos abandonan esos pecados.

Se ve. cm;no sexto t!tulo legitim a las alianzas entre los espafioles y otros pueblos m~~genas, senaladamente los tlaxcaltecas, par las que se obliga­rm: ~ a~Jxtltarlos r defenderlos. ~era debe guardarse proporci6n entre Ia 111Juna y el casugo que se propma a los que agredieron a los aliados. Asi, aun cuando la alia~za c~n los tlaxcaltecas justifique que se haya domi­nado a los aztecas, no JUStlftca que se haya dominado a los propios tlax­caltecas. (Vera Cruz prehere alegar que los tlaxcaltecas tambien practi­caban Ia antropofagia y los sacrificios humanos).

Otro titulo .valido., el septimo, es. Ia elecci6n Iibre y voluntaria par parte ~e los mdws, qmenes ha,n prefer,tdo servu· almonarca espafiol. Muy en Ia l~nea. de Las Casas se.s~tua este tt~ul~, pero tat~bien exige -al igual que Vttona- que esa deCist6n de los md10s haya s1do plenamente libre s6lo basada en las mayores ventajas que les reportaria cambiar sus gober~ nantes por los espafioles. Y si no trae ventajas, sino males se pierde Ia legitimidad de este titulo. '

El octavo y tiltimo titulo legitimo es el ius communicationis et com­mercii esgrimido antes par Vitoria, esto es, el derecho de comunicarse con otros pueblos, de comerciar con elias y aun de establecerse en ellos, con otros derechos derivados o anexos a e!, por ejemplo el de presentar­les sus ideas y tratar de compartirlas con los habitantes del nuevo mundo . Pero siempre y cuando no se lesione el bien comt'm de ese PillS al que se c;migra , ya que el objetivo de este derecho es el bonum commune totius universi (Cerezo, 1985, 350) .

Se~t'm resulta manifiesto, Vera Cruz no llega a declarar ilegitima Ia conqmsta, y presenta elementos que para ei constituyen una legitimaci6n. Pero siempre trata de estar dellado de Ia justicia, y sabre todo es clara que las 'razones a las que da mas peso son las que protegen exclusiva­mente Ia difusi6n de Ia fe cristiana, y noel provecho material de los espa-

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noles. De lo t'mico que se le podria acusar es que, sin querer (por ser una idea corriente en su tiempo), deja que se mezclen intereses terrenos con esos deseos de evangelizacion, pues defendia el poder indirecto del papa sabre lo temporal en una medida que parece un tanto peligrosa; mas, sin embargo, podemos observar que en ningt'm momenta Vera Cruz legi­tima las rapinas y crueldades de los espanoles, que evidentemente son violaciones a los derechos humanos. En todo caso, le interesa salvaguar­dar los derechos de Ia predicacion evange!ica, y otros derechos huma­nos, como el derecho a eKcluir tiranias y antropofagias, o el derecho a tener alianzas y regimenes cristianos -si hay eleccion de los mismos naturales-, o el derecho de comunicacion y de comercio, etc. Quiso hacer una diffcil y equilibrada defensa de unos y otros derechos humanos.

IV. FRAY JUAN RAMIREZ, O.P .

1. Vida y obra

Juan Ramirez naci6 en Marilla, en Ia Rioja (Espafia). Ingres6 a Ia Orden de Predicadores en el convento de Nuestra Senora de Valbuena, en Logrono, y estudi6 en San Esteban de Salamanca 7 • Lleg6 a Ia Nueva Espana y en 1559 aparece como subdi:kono en el convento de Santo Domingo de Mexico. AI parecer, posteriormente trabaj6 en Oaxaca:

Fue un excelente ministro de los indios chochos, cuyo idioma aprendi6 con perfec­ci6n en s61o tres meses. Informado de sus talentos y doctrina el provincial de Mexico,

) le llam6 a esta capital y le coloc6 en Ia dtedra de teologla, cuya ciencia enseii6 24 aiios (Berisrain, 1947).

Es propuesto para Ia presentatura en el capitulo provincial de 1576 (Aetas, Ms 1, 1576, 5.1). Y aparece en elMs 1 de las Aetas como lector de teologia (Ulloa, 1976, t. III, 46). Fue lector de teologfa durante varios anos: aparece en las Aetas como lector segundo de teologia del convento de Santo Domingo de Mexico en 1578, a! igual que regente de estudios en el colegio de dicho convento. Recibi6 el grado de maestro, por parte de Ia orden, en 1585, y tam- ' bien tuvo Ia funci6n de calificador del Santo Oficio. Habia escrito dos cartas a! rey Felipe II, pero a! ver que eso no bastaba, marcho a Espana a luchar por esa causa. Durante el viaje le apresaron los ingleses y le condujeron a Londres, desde donde logr6 pasar a Espafia a desempenar su comisi6n. Allf paso cuatro anos escribiendo memoriales al rey sabre Ia injusta esclavitud o «servicio personaL> de los indios. Cuando iba a regresar a Mexico, fue desig­nado obispo de Guatemala en 1600, a instancias del rey Felipe III; antes de ira su sede, fue a Roma a ganar el jubileo y lo honro el papa Clemente VIII. Goberno su obispado hasta el 24 de marzo de 1609, cuando muri6 en Ia ciudad de San Salvador. Fue sepultado en Guatemala.

7. Del Iugar de nacimiento , Beri s rai~ (1947, v.4, 191) dice Hanke Morilla (1977, LVI).

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\ Escribi6 un comentario sobre una parte de Ia Summa theologiae de

santo Tomas, intitulado: Seeundus tomus adnotationum R. P. F. Joannis Ramirez in 2m. 2ae. S. Thomae a Qaest. 67 adfinem. Scriptus am;. 1S75, inedito que Beristain ubica en el convento de Oaxaca; ademas i.mas Adver­teneias sobre el servieio personal al eual son forzados y eompelidos los indios de Ia Nueva Espai1a par los visorreyes que en nombre de su mages­tad los gobiernan, impresas en Espana el 10 de octubre de 1595; tam­bien un Parecer sobre el servicio personal y repartimiento de los indios, impreso en Espana el 20 de octubre de 1595; esos memoriales fueron aprobados y firmados por varios te6logos eminentes, entre ellos Domingo Banez y Davila Padilla, y alcanz6 del rey varias cedulas en favor de los indios; estan editados en Ia compilaci6n de documentos hecha por Hanke (1977). Ramirez escribio tambien un libro titulado Campo florida, impreso en Mexico en 1580 y que, como Altar de virtudes, se pt1b1ic6 en Madrid en 1658. Igualmente, segt'm Beristain: Vida, virtudes y muerte del Ven. Fr. Henrique Susan, Ms. y Cr6niea de los varones ilustres del Orden de Santo Domingo, Ms., de Ia cual dice en su Historiafray Alonso Franco que en 1588 tenia ya concedida Ia licencia para imprimirse. Hanke habla ademas de un Cateeismo de la lengua mejieana, sin fecha (Ibid.)'.

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2. Doctrina sabre la esclavitud de los indios I En sus dos memoriales, esto es, en las Adverteneias yen el Pdrecer, Rami­rez defiende los derechos humanos representando a los indios, que eran injustamente esclavizados, es decir, obligados y forzados a dar su <<servi-cio personal>> a los conquistadores encomenderos". 1

En las Adverteneias, ya desde el titulo hace saber al rey que, a pesar de todas las cedulas, !eyes y disposiciones que Ia corona ha emanado en favor de los indios, los mismos virreyes son los primeros en no cumplir­las y obligan a los indios a servir a los encomenderos. E insiste en que Ia conducta de los virreyes y de muchos otros funcionarios es fraudu­lenta, diciendo una cosa al rey y haciendo otra en Ia realidad; todo ello en contra de !eyes que habian salido de Ia corona desde Fernando el Cat6-lico y Carlos I prohibiendo Ia esclavitud, pues no otra cosa se da en las encomiendas. Llama Ia atenci6n lo que dice, que los indios llaman al repartimiento o encomienda guatequil -o, como se pronuncia ahora, huateque-, esto es, infierno. Pues en ella se les hada trabajar mucho y se les pagaba muy poco, a veces nada, ni Ia comida; por lo cual, ann­que Ia esclavitud estaba prohibida, y no se les llamaba «esclavos>>, en Ia, realidad lo eran. Pero ya el ir en contra de las !eyes de los monarcas had a que esa esclavitud estuviera fuera de toda ley. Era Ia primer a causa de su injusticia.

8. Aunque Beristclin dice qne no pudo escribir ese carecismo, pues la que conoda no era Ia len­gua rnlhuatl .(••mejicana l> ), sino la mixreca.

9. Ciraremos por Ia edici6n que hace Hanke (1977).

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Mas, sobre todo, pesa Ia segunda causa o razon, yes el ir esta escla­vitud en contra del derecho natural, ley eterna promulgada incluso en el derecho divino. Es importante senalar esta segunda raz6n, pues esra basada en algo tan filosOfico como el derecho natural, que se plasma teo­logicamente en Ia ley eterna, considerada por los teologos como el mismo derecho natural en cuanto expresa Ia mente de Dios, y ademas promul­gado por Cristo cuando dijo que ,,e] trabajador es digno de su sustento» (Lc 10,7) ode su salario. Y esto nolo permiten los encomenderos, par­que a los indios que viven libres y que no trabajan para ellos no les clejan tener lo necesario para su sustento; y as( todos tienen que servirles. No solo se les debe pagar por el trabajo, sino que se les debe dar lo que sea justo, no cualquier cosa.

La tercera razon es que es indebido que el virrey rase lo que se debe pagar a! indio por el trabajo, lo cual siempre es poco; mas bien, debe dejarse que el trabajador se ajuste con el patrono en el salario (lo cual es sancionado por Cristo cuando dice que el obrero conviene su jornal con el senor: Mt 20,2).

La cuarta raz6n es que Ia violencia con Ia que se induce a servir es contraria a Ia ley natural, pues ella dice que nadie quiere su propio mal, y es contraria a Cristo, que senala «No hagas a otro lo que no quieras para t i>> (Mt 7,12).

La quinta raz6n es que el trabajo que se da a los indios es contrario a Ia ley de Cristo, quien habla de un «yugo suave y carga ligera» (Mt 11 ,28-30). En efecto, los encomenderos les dan cargas tan pesadas que caen bajo elias y a veces llegan hasta a morir por los trabajos. Comenta Ramirez que los indios se encuentran «en mayor y dura servidumbre que Ia que tuvieron los hijos de Israel en Egypto debaxo del Rey Fara6n, por­que aque!los servian en tierra agena a los naturales y los indios en su pro­pia tierra sirven a los extrangeros, tratandolos peor que si fueran escla­vos, ... siendo libres vassallos de los reyes de Espana» (Hanke, 1977, 276). Lo son porque han aceptado bautizarse, aunque «el nombre de christiana entre los indios noes nombre de religion, sino nombre aborrecible, por los malos exemplos que les han dado los que se Haman christianos ... » (Ibid.). Los mismos,virreyes se hacen de Ia vista gorda, por interes, para no percatarse de que a los indios se les ha quitado injustamente su liber­tad, sus vidas y sus haciendas.

La sexta razon es que esa opresion va en contra de Ia ley eclesiastica, pues Ia Sede Apost6lica hablo por su pondfice, el papa Paulo III en 1537, cuando en su breve apost6lico declar6 que los indios eran hombres ver­daderos, capaces de religion 'y libres, con Jegitimas posesiones y dominios.

La septima raz6n es que va contra el patronazgo real, pues el papa Alejandro VI encomend6 en su bula a los reyes sucesivos de Espana que evitaran todo daiio en contra de los indios. El fundamento y objetivo de dicho patronazgo es Ia evangelizacion de los indios, y no su esclavizacion.

La octava razon es que va en contra del derecho de gentes eclesias­tico y civil, «que condena las tidnicas angarias y superangarias, que toclos

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Jos cloctores the6logos y iuristas utriusque iuris, afirman ser exaccione~ injustas y aflictivas de los s1ibditos, y no pu~den ser otras mayores l1l

mas aflictivas ni causadoras de mayor angustla Y. c~ngoxa, que las que se hacen a los indios en estos que llaman repartnment.os>~ (Ibtd, 27~).

La novena raz6n es que el servicio personal exigido a los mdtos~ con Ia vto­lencia con que se hace, va contra muchos lu~ares de Ia ,Sagrada Escnt~u:a, en. los que se prohibe oprimir a los pobres y desvahdos, no dandoles el sala~to debtdo.

Suponiendo como aceptado que los repartimient~s o enco~.tenclas ~on injustos par ir contra el derecho natural, de gentes, dtvtr~o y ctvtl, ~amtrez pasa a enumerar solo algunos de los innumera~les agravLOs que ~~·eCLben los indios. El primero que senala es el mayor, Ia ra!Z de rodos .los ott.os, "~ ~ste es quitarles !a Jibertad y no dexarles gozar della como lo qmren los yonttftces Romanos y los Reyes de espana, desde el Rey don Fernando y do~a .Ysab~~' hasta eJ Rey don Felipe que aora reyna» (Ibtd., 279): Elsegund~ agtavto, ~en­vado del anterior, es elmal trato que se da a los mdtos, tan mconstderado en !a dureza pensando que, aun cuando mueran muchos de ellos, ste~11pre habra mas para oprimir. El tercero es que esto ha provocado que el mcho que puede paga a otro para que vaya en su Iugar ~los tequtos o trabaJOS colec­tivos. El cuarto es que, aun cuando muchos mdtos son buenos artesano.s en diversas cosas, no los dejan trabajar en paz en sus casa.s, smo que los ob!tgan a ir a dar su servicio personal a! repartimiento o encmmenda, don de no ganan Ia mitad de lo que ganarian por su oficio.

El quinto es que, aplicandose antes solo a los l~ombres, ahora abarca a las mujeres tambien. El sexto es que a las muJeres, aun las :asadas, las sacan de sus hogares y las hacen servir en las casas de espanoles. A. veces las hacen ir de un pueblo a otro, e incluso a veces las transfteren y no las dejan volver con sus maridos. El septimo agravi.o son los ~esma­nes de los repartidores, que reparten mas .a qmenes meJor se lo pagt~er~. El octavo es que los mismos «jueces reparndores'> P.or esa paga que 1 eCL­ben, empeoran cada vez mas Ia situact6n de los mdtos y ha~en con.ell<;>s un verdadero comercio de esclavos. El noveno es que ~b!tgan al 1~1d1o a dar ese trabajo sin importar que ~enga enferma a Ia muJer.' o penclt~~te el cultivo; ni siquiera pueden culnvar, y por ella se ha dejado se?-~LI el hambre . Ramirez ana de clarividentemente Ia amenaza de : genoctdLO:

i I , ,

Item, que con este tan duro servicio personal, cessa entre los indios Ia procre~.~101~ de los hijos y nose multiplican, antes se van acabando. y cons~umendo Y las ct.tatu ras se les mueren , porque como los padres andan lomas delano fuera de sus c.lsas, de aca para alia no dexan sustento necessa ria en sus casas y las madres no s~n bastantes para su,stentar a sf y a sus hijos, muerense las criaturas, Y quando los pach es

' b · ' r' p·tr·' dexarse buelven, vienen tan molidos y cansados y ham nentos, que mas es an , ' · morir qite para procrear (Ibid., 282).

Y par tJltimo, el decimo agravio es que, a fin de que .I,os indios ~10 huyari, los tienen en una especie de camp.os de conc~ntraCLon, los encte­rran en corrales, casi desnudos, como s1 fuesen ammales.

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Esta narracion tan dura, que casi llega a Ia Brevfsima relaci6n de Bar­tolome de Las Casas, nos muestra q~1e Ramirez tuvo un gran celo por los derechos humanos de los indios. El y otros frailes que firmaron esos memoriales, entre ellos Davila Padilla, declaraban injustas las encomien­das y dedan que el rey tenia Ia obligaci6n ineludible de prohibirlas y man­darlas guitar.

En su Parecer sobre el servicio personal y repartimiento de los indios, Ramirez vuelve a negar Ia licitud de las encomiendas. Es un escrito un poco Jm1s breve, que recoge casi las mismas doctrinas que el anterior, pew Io hace de un modo m<1s sistematico, como queriendo ajustarse mas a los dnones de Ia discusi6n escolastica, 111<lS apoyada en una teoria de Ia argumentaci6n.

La pregunta o cuestion sera si los repartimientos son licitos. Antes de responder, aportara algunas cosas que deben tomarse en cuenta como fundamentos de Ia respuesta. El primer fundamento que se anota es que los md1os que son dados en encomienda son libres y sui iuris, tanto por derecho natural como por derecho positivo de Ia Iglesia y civil, segt'm las declaraciones de los pontifices y de los reyes. El segundo fundamento es que los reyes solo tienen imperio sobre los indios en funcion de su evan­gelizaci6n; es decir, tienen sei'iorio espiritual mas que temporal. Y, en todo caso,_ ~su\n obligados a! bien espiritual y temporal de los indios, y no penmnr el dailo temporal que se les hace. Alega algo muy impor­tante: «Este fundamento consta porque los indios no vinieron a poder d~ los Reyes Cat6licos por via de guerra justa, que nunca Ia pudo aver m Ia huvo contra los indios, sino por sob Ia concesi6n del Papa Alexan­dra VL> (Ibid., 286), quien Ia hizo para Ia salvaci6n de los indios. El ter­cer fundamento es que los indios son recien convertidos, y debe usarse de mayor bondad con ellos, para animarlos. El cuarto fundamento es que los indios no tienen ninguna obligaci6n de trabajar para gentes que no van por su beneficia espiritual ni temporal y que, antes bien, son unos apr~wechados. Y el quinto fundamento es que, en todo caso, si a los repar­tumentos Se ]es denomina «Obras ptibJicaS>>, Jos indios no tienen mas obJi­gacion de acudir que los espal'ioles y negros. Ademas de que los indios pagan tributos ya de por si muy pesados.

Despues de sentar esos fundamentos, Ramirez aporta su resp·uesta en tres tesis o conclusiones (como mas frecuentemente se las llamaba en ese entonces). La primera conclusi6n es:

Estos repartimienros de indios para el servicio personal, como se hem hecho hasta agui y se hacen al presente, son injustos y muy agenos de roda piedad christiana, tienen repugnancia y conrrariedad con el suave yugo de Christo y co1Y toda L1 ley eva ngeli ca; son medios impeditivos de L1 promulgacion y predicacion del evangelio en todas las lndias, esrorbo 111c1nifiesro para que no aprovechen en Ia reli gio n chris­tiana los indios que Ia han recib ido , y para que los que no estc\n convertidos no osen recibir el ·sacro baprismo, por miedo y rem or muy provable que pueden rener de venir a ser ran oprimidos y maltrarados de los espa iioles como lo esr,\n los indios ya b<lptiz,1dos (Tbid., 288-9) .

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De ello se desprende Ia burla que se ha hecho de Ia intencion de los papas y los reyes, y se prueba por los fundamentos segundo y tercero. La segunda conclusion, que prueba por los fundamentos segundo y tercero, es:

La Magestad del reydon Felipe, nuestro sCI'ior, y su Real Consejo de lndias tienen obligaci6n precisa y esrrechfsima de procurar por todos los medios possibles para que cessen rodos los agravios e injusticias que en esros repartimientos reciben los indios (Ibid., 289).

La tercera y t'Iitima conclusi6n establece que ha habido delito contra Ia justicia, tanto conmutativa como distributiva, lo cual obliga a resti­tuci6n:

' Todos esros repartimienros conrienen en si manifiesto agravio que lse hace en ellos a los indios contra justicia comutativa, que obliga a restituci6n de los daiios que los indios reciben en sus propias haziendas y vida. Y tambien se comete en ellos pecado de accepcic\n de personas contra justicia distributiva, imponiendo cargas a los indios que no se ponen a los orms estrangeros (Tbid. ).

Prueba esta conclusion por los fundamentos tercero, cuarto y quinto. A los cuales ai1ade otras pruebas suplementarias. La primera es que no se debe hacer el mal para alcanzar el bien, como aceptan todos los te6lo­gos cat6licos. La segunda es que las encomiendas van contra Ia justicia conmutativa porque en elias se roba a! indio su libertad, y se le hace per­der su hacienda. La tercera es que en ello se cometen los cuatro pecados que claman venganza a Dios: Ia opresion del pobre, Ia defraudacion del jornal, el homicidio y el pecado extraordinario (esto es, Ia sodomia, por tener a los indios desnudos en los corrales en los que se los concentra, con gran riesgo de cometer ese pecado, que de hecho se cometia). La cuarta es que va contra el derecho natural eclesiastico y civil (i. e. de gen­tes), que condena ese tipo de trabajos forzados. Y Ia quinta son las sagra­das Escrituras, que lo reprueban en varios pasajes, de los cuales Ramirez s6lo aduce algunos, como Is 10,1-2; Hab 2,9-12; y Miq 3,1-2 y 6._ Con ferviente aratoria, fray Juan Ramirez se hace eco de las deprecacJOnes y denuestos de estos profetas contra Ia opresi6n y Ia injusticia.

El escrito aparece firmado, entre otros, por Domingo Banez y Agus­tin Davila Padilla, lo cual quiere decir que varones tan graves y promt­nentes corroboraban Ia doctrina expuesta por fray Juan Ramirez.

Finalmente, acerca de las influencias humanistas que recibi6 Juan Ramirez, principalmente -como en el caso de Zumarraga y Quiroga­a traves de Moro, podemos atender a lo que dice Silvio Zavala ace_rca de «Ia existencia de otro ejemplar Iatino [ ademas del que pertenecJO a! primer arzobispo de Mexico], esta vez de las obras completas de _Mo­ro, de Ia edici6n de Lovaina de 1566, Apud Petrum Zangnum Ttleta­num, en 1a Biblioteca Nacional de Mexico, colocaci6n F-XXVI-10-6 o B-XV-6-6. Segt'm anotaciones manuscritas, perteneci6 a! convento de

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Santo Domingo, y corrigi6lo por mandado del Santo Oficio el padre pre­sentado fray Juan Ramirez, el 20 de junio de 1586. En los folios 1-18, se halla la Utopia, yen los 3lv-44, una traducci6n de Luciano•• (Zavala, 1987, 55) . Efectivamente, Ramirez era presentado desde 1576, hasta que en 1588 se acept6 como maestro; yen 1585 habia sido nombrado califi­cador del Santo Oficio.

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L

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Page 52: Filosofía Iberoamericana en La Época Del Encuentro Selección Robles

EL PENSAMIENTO LOGICO

Vic en te Muno z D e lgado

INTRODUCCION:

LA LOGICA EN LA PENINSU LA IBERICA DURANTE EL SIGLO XVI

1. Contenido doctrinal. Critica de los humanistas

Para entender Ia logica que durante el siglo XVI se transplanta a Ia Ame­rica Iberica es necesario atender al estado de esa disciplina en nuestras universidades y demas centros de estudios, que desde principios de dicha centuria esran preocupados porIa acerba critica de los humariistas, como estaba sucediendo en toda Europa. /

En ese tiempo Ia logica se enseiiaba en dos catedras principales, que se llamaban Prima de 16gica, que explicaba las Simmlas, y \V£speras de 16gica, que comentaba a Ia Isagoge de Porfirio y el 01ganon del Estagi­rita. Solia haber tambien algunas catedrillas adicionales, como sucedia en Salamanca. A principios del XVI las Sumulas comprendian los siguien­tes tratados:

1) Los t/mn inos: su naturaleza y principales divisiones. Solia empe­za rse por ahi Ia 16gica, aunque discutian algunos sino era mejor comen­zar por los llamados modi sciendi, los modos de saber, es decir, Ia defini­cion, division y argumentaci6n. Algunos hacen un sincretismo de las dos opiniones junt{mdolas en el tratado de los terminos. Soto, en Ia segunda edicion, trata los modos de saber inmediatamente antes de Ia proposi­cion con gran acierto.

2) Las propiedades /6gicas de los terminos, es decir, Ia suposici6n, ampliaci6n, restricci6n y apelaci6n que se dan solamente en el termino que forma parte de una proposici6n. Por eso Soto las coloca despues de estudiar las propiedades de Ia proposici6n categ6rica.

Estas doctrinas son hoy muy apreciadas. Bochenski considera el tema como una gran creaci6n de Ia escolastica, superior a todo lo que ha pro-

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V I CENTE MUNOZ DE LGA D O

ducido Ia semiotica matem atica (Bochenski, 1967, 27 .175; Soro 1548 · 1554). ' ' . Pero esa doctri~a y ellenguaje en que se transmida fue muy comba-

ttdo por los humamstas. Se Hamaban parva logicalia y Luis Vives se reia diciendo pa:·U/;1 logicali_a. -~nuestro ~alenci~no le desagra?aban las reglas de Ia supostClon , amphac10n y demas proptedades, constderando mons­truosos los sofismas que, con elias, se pretendia resolver. Critica tam­bien Ia importante doctrina de Ia simi/is form a en los enunciados que exigia tener las mismas propiedades 16gicas. Tambien reprueba la'doc­t:·ina de la _significa_tio de los, tenninos, sus divisiones como en significa­nvo y no stgmftcattvo, comun y propio, etc. Erasmo consideraba como especial~nente perjudiciales los parva logicalia y las propiedades logicas de los ternunos. Ambos human1stas personifican esa critica en los dos grandes logicos italianos Pablo de Venecia (t1429 ) y Pedro de Mantua (t1400 ), tan revalorizados en Ia actu alidad (Muiioz, 1979, 11 3 .120; Guerlac, 1979, 54-60; Bonilla, 198 1 , 329-416).

En Salamanca hasta cerca de 1540, en Alcala por los mismos anos Yen Pads basta Ia decada de los 20 se cultivan mucho esos tem as . Existe acerca de ellos mucha li teratura impresa y manuscrita (Munoz 1972 72-85; 1984). ' '

3) D e syncategorematibus. D e exponibilibus. Los escolasticos clivi­dian los tenninos en categommaticos, los propiamente significativos como los sustantivos y adjetivos, y los sincategorematicos, como todo, alguno, y, o, s1, etc . Algunos de ellos, como los cuantificadores, se trataban en orden a Ia suposici6n , dando origen a! tratado D e d istribu tionibus.

T am bien se estudiaban los sincategorematicos en arden al lenguaje mental, problem atiza ndo su ex istencia en el alma . Ou·os sincategorem <1 -n cos se estudtaban a! tratar los enunciados exponibles (proposiciones excepnvas, exclustvas , reduplicativas, etc. ), tales como las particulas solo, excepto, en tm1to, en cuanto, etc . Eso da origen al D e exponibilibus que comienza a mediados del xrv y se desarrolla enormente en Paris, Sala­m anca, y ~Ieala, existiendo autenticos tratados monograficos. Es hoy muy aprecwdo, por'que contlene un analisis ejemplar dellenguaje en enun­cwdos especialmente complicados. Luis Vives estudia numerosos ejem-. · plos para demostrar la inutilidad y las incoherencias de esos an<llisis (Guer­lac , 1979 , 138-41; Ashworth, 1973 , 137-67; Bochenski, 1967 , 168-71; Muiioz, 1972, 72-85).

4 ) D e consequentiis. Este tratado comienza a ser muy importante desde Ockham y lleg6 a tener cierto caracter independiente, aunque afecta a todas las partes de la logica. Consecuencia es una proposici6n hipote­ttca ~ompuesta de antecedente, consiguiente y una p articula que los une. Medtante una sencdla transferencia se convierte en Ia inferencia en gene­ral, que puede ser correcta· o incorrecta (bona vel mala). Bochenski con­Sidera_ que este r;·ara do con sus nociones, divisiones y reglas, constituye lo meJor de Ia log1ca escolastica. Tenia ademas una cierta sistematiza­ci6n al clistinguir entre consecuencias primitivas y derivadas. En esos tra-

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El PENSAMIEN TO LOGICO

I

tados se retmen los n1.odos correcros de razonar y el silogismo del Estagi­rita queda como algo suborclinado a una teoria mas general de la que es un caso especial. A Luis Vives le parece tambien un tratado completa­mente intnil. Erasmo, en su enfrentamiento con Sancho Carranza de Miranda, discute tambien la utilidad de ese tratado (Munoz, 1986, 112-20; 1988, 354-S; Kretzmann, 1982, 300-14 ). '

5) De insolubilibus. Un enunciado insoluble era una proposici6n de cuya verdad se sigue, mediante reglas correctas, su falsedacl y de su fal­sedacl su verdacl, como en Ia p aradoja del mentiroso. El tema se centro en los enunciados reflexivos que se auroverifican, autofa lsifican, autoim­posibilitan, etc. Fueron muy desarrollados por la escuela de Merton y, entre otros , fueron singularmente famosos los tratados de Pedro de Ailly y Pablo de Veneci'a. Son las paradojas semanticas que obligan a profun­dizar en las nociones basicas de toda Ia logica. El tema ha merecido recien­temente numerosos estuclios y ha habido importantes ediciones de tra ta­dos De insolubi/ibus. Historiadores, como Bochenski y A. Dumitriu, hacen gran aprecio de este tratado, comparado con la problem atica reciente de las antinomias. ·

Los humanistas, como Erasmo y Luis Vives , se han burlado y reido mucho de este tratado, cuya profundidad eran incapaces de comprender (Munoz, 1986 , 113.120.128; 1988a , 351-2; 1990, 586-98; Guerlac, 1979, 1940-2).

6) De obligationibus. Estos tratados esta bledan Ia estrategia form al de una di scusi6n, dentro de un cuadro de suposiciones de las que los par­ticipantes no se pueden salir ni menos contradecir durante el tiempo de Ia obligatio. Se trata de un dialogo critico o discusi6n entre varias pel·so­nas a las que se dan reglas para conservar Ia coherencia y observar las nm·mas logicas adecuadas para r esponder acerca de un enunciado que se toma como supuestamente verdadero, falso o cludoso . Asi codifican las nm·mas de inferencia cat-recta a partir de un supuesto (obligatio) para Ia disputa entre un opponens y un respondens.

La l6gica dial6gica propuesta por Ia Escuela de Erlangen, dir igida por Lorenzen, ha dado nuevas dimensiones y nueva revalorizaci6n a estos tratados, que se· relacionan mucho con el D e consequentiis. Para Vives y Erasmo ese tratado es una muestra de la corrupta dialectica, de forma­lismo exagerado, que se aleja de los problemas reales en un lenguaje que no entenderia Cicer6n (Munoz, 1986; 1988c, 57-82; Stump, en Kretz­mann, 1982, 315-41 ).

Ninguno de estos tratados era de procedencia aristotelica y los huma­nistas predican Ia vuelta alautentico Arist6teles. Vives, en una etapa pos­terior de su vida, admire parte de esta doctrina criticada . Interesa dejar constancia del intenso cultivo de esos temas en Salamanca y Alcala basta cerca de 1540 y que esa logica es la que combaten Luis Vives, Erasmo, Luis de Carvajal y otros. Esta problemarica Ia encontraremos, respecto a los tratados qi.1e acabamos de enumerar, en los escritores iberoameri­canos que analiza remos en la secci6n final (Muii.oz, 1986, 127-8).

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VIC ENTE MUNOZ DELG ADO

7) Las Sumulas se componian de esos tratados no-aristote!icos mas I~ doctrina de Ia pro~osici6n y sus propiedades relativas como Ia oposi­c~6n que c~rrespondta a! De Interpretatione aumentado con las aporta­ctones estOtcas sobre los enunciados hipoteticos. La oposici6n fue tema sumu!ts~a muy desarrollado, por ejemplo en Lax , Enzinas , que escribie­ron autenncas monografias , que desagradaron a muchos. Tambien se exponia en Sumulas el silogismo y buena p arte de Ia doctrina de los Pri­mems Analiticos.

Ponemos un ejemplo de ordenaci6n de ese material en Domingo de Soto, que prepar6 sus Summulae con elementos recogidos en Alcala Paris y Salamanca._ En Soto se refleja mucho Ia tensi6n producida porIa~ criti­cas renacenustas y el mismo ha sido contado entre los vitandos. La segunda edicion de sus Summu!ae aparece en 1539 con este esquema en cinco libros:

1. El termino, Ia signi ficac ion , principales di vision es del termino. 2. La e nunciaci6n, Ia proposici6n, suposici6n , ampliaci6n , restricci6n, ape­

lacJ6n , ascensus-descensus (inducci6n ). 3 . Oposici6n, eguiva lencia y convers ion de proposiciones categ6 ri cas. Las

proposJCJones modales y condi cionales . 4 . En unciados exponibles . 5. El silogismo categ6rico , sus modos y figura s. De arte inve11iendi medium.

Opusculum de inso/ubilibus. Liber de obligationibus.

Acerca de esros dos tdtimos tratados dice :

m calce e:xtm mtmerum pauca verba de obligationibus et insolubilibus, importu-11tSSI11liS ettam sophistis C0/1cedemus (f.l. r) .

Los Esta tu tos salmantinos de 1538 dedan :

E l sumulista sea obligado a leer Terminos desde el ella de San Lucas hasta San Andres, primero tratado )' Parvos logicales hasta medi ado mayo. Y luego lea los silogismos hasta med1 ado JUho; y exponibles , inso lub les , obl igaciones liasta vacaciones ; con . el texto solo de Pedro Hispano en Primero Tratado yen Qu arto y si gu iere Locos y Fa llacias .

'--' Este_ era el esquema de los temas de Sumulas, que, a! irse recortando, se convterten para los humanistas en una introducci6n a! Estagirita '·

. La c~tedra de Visperas de 16gica estaba mas relacionada con ellegado ansrotehco. En ella se explicaban los Predicables de Porfirio y el Orga­non de Arist6teles, era Ia dtedra de Texto Viejo, como tambien se deda en Salamanca . De Ia escuela de Bagdad y de los arabes reciben santo

1. Un comenmrio rl los cambios que Sora va introduciendo an re hl critic..\ de los huma ni ~ws , en Mtn1oz Delgado , 1960, 467-528; 1954 , 133-67; D'Ors, ! 986, 1 79-204; Esper,4be . J 914-1 7, I, ! 56.

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El PEN SAM IENT O LOG I CO

Tomas y san Alberto Ia interpretacion del Organon de Arist6teles segun las tres operaciones de Ia razon, como si el Estagirita hubiera escrito pen­sando en esta correspondencia: Predicables y Predicamentos (primera ope­racion, Ia simple aprehension); De interpretatione (segunda operaci6n, juicio ); ambos Ana!iticos; T6picos y Refutacion de los sofistas (tercera operacion, razonamiento). La escolastica acepta esa versi6n.

Los temas correspondientes a Ia proposicion, De interpretatione y el silogismo (Primeros Analiticos) se explicaban con mayor extension en Sumulas y por eso muchos comemaristas omiten estos dos libros del Orga­non, como ya queda dicho. El legado aristotelico en Ia primera mitad del siglo se comenta siguiendo las tres vias o veredas famosas: real (tomista y escotista) y nominal. En los logicos que analizaremos en America el tema de las vias queda muy minimizado.

Con estos comentarios comenzaba propiamente la logica o dialec­tica. Por eso a! principia de todo suelen los autores explicar las llam.adas cues tiones proemiales acerca de Ia naturaleza de la logica: si es necesaria, si es ciencia, si es especulativa, su objero. Despues sigue Ia exposicion doctrinal de cada una de las partes dichas del Organon y de Porfirio.

Ponemos tambien como ejemplo a Soto que en su In Dialecticam Aris­totelis (Salamanca, 1548 ) explica:

Cuestiones praemia/es . Tn libn-tm Praedicabilium Porphyrii. In librum Praedicamentonmt Aristotelis . In Peri Hermeneias Aristotelis. In Iibras Pt·iorum. In libms Posterionnn. In Iibras Topiconmt et Elenchorum .

Comentarios como estos se producen en Ia Iberoamerica del XVI' como hemos de ver. Algunos escolasticos y muchos humanistas acentttan exageradamente que Ia 16gica es ante todo arisrotelica . Por tanto se mini­mizan las Sinnulas y sus temas y se centran en los tratados del Estagirita.

2. El humanismo y !a nueva !6gica: Salamanca, Alcala y Coimbra

Los humanistas combaten Ia logica escol astica en algunos de sus trata­dos, sabre todo desde el XV. Pero no solo hay critica, tambien aportan elementos. nuevos y positivos.

Lorenzo Valla (1406-1457) es el idolo del Erasmo joven; lo consi­dera como maestro y padre del nuevo programa de refonna cristiana . Las Disputationes dialecticae consrituyen el clocumento fundacional de Ia nueva cultura filologica y filos6fica. Influye sobre todo desde princi­pios del XVI, cuando Ia nueva dialectica se convierte en serio rival de Ia gran logica escolastica .

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VICENTE MUNOZ DELG A DO

El famoso manual del holandes Rodolfo Agricola (1444-1485), De inuentione dialectica libri tres, terminado en 1479, com ienza a circular en manuscritos y copias par toda Europa y se pone de tex to en Ia Europa n6rdica a principios del XVI. En tre 1515-1590 tiene mas de 35 edicio­nes sin contar los epitomes y refundiciones. Erasmo lo llama vir plane divinus y lo utiliza como gufa especial en elocuencia y dialectica. Asf va cambiando el panorama de Ia 16gica en Europa. Dialectica adquiere ahora un sentido de mayor amplitud abarcando todo el campo del discurso en sus elementos racionales y emocionales. Agricola, Valla y Luis Vives bus­can Ia union entre dia!ectica y retorica, concediendo primada a esta 1Jltima para acentuar su protesta contra el formalismo escolastico (Akkerman y Vanderjagt, 1988, 43-53, 308-9; Munoz, 1986, 115-7). ·

La nueva logica y retorica son mas aptas para conmover y convencer a un auditorio que Ia logica que buscaba Ia forma y estructura absrracta de los enunciados. Ret6rica y dialectica debian tener dos partes: Ia inventio mgumentorum y el iudicium de los mismos, pero Agricola solamente habia escrito Ia parte primera.

Ahora los T6picos de Aristoteles en las versiones de Temistio Boe­cio y Ciceron van a ser Ia parte central de Ia logica inventiva. Quinti­li ano y Ia ret6rica son cada vez m as irnportantes. En los logicos que vere­mos e.n Mexico en el XVI, los loci por influjo renacentista ocupan un Iugar espeCLalmente 1mportante (Munoz, 1986, 116).

El humanismo itali ano entra plenamente en Salamanca y Alcala a traves de Nebrija (1442-1522). Antonio de Nebrij a y sus colaboradores producen toda una revoluci6n en gramarica en contra de Prisciano, Eberardo de Bet­hune, Alejandro de Villa Dei, etc. Esa enemistad lleva consigo una oposicion sistematica a Ia logica y allenguaje escolastico. Ciceron, Quintilia11o, Ia Rhe­torica ad Herennium, los clasicos greco-latinos se contraponen al lenguaje d.el escolasticismo. Las ideas humanistas penetran en Salamanca y Alcala prin­Clpalmente a traves de las dtedras de gramarica , rerorica y lenguas antiguas con gran influjo del renacimiento italiano, flamenco y nordico: El trivium - gramatica, ret6rica y dialectica- vuelve a esrar especialmente unido. Es curiosa que un grupo de franciscanos que iba para America en 1516 Jlevara «media docena de artes de N ebrija >> y un grupo de dominicos en 1513 llevara <<30 artes de gramatica de Nebrija >> , lo que debe tenerse en cuenta para el estud10 de estas dLSClplmas en nuestra America (Mui'ioz, 1986, 159; Castro Seoane, 1956, 28.54).

A Nebrija sucede en Salamanca Hernando Alonso de Her~era, como maestro de retorica hasta 1527 en que fallece. Herrera h abia escrito una Disputatio de personis adversus Priscianum (Sevilla c. 1496), en Ia Com­plutense de Cisneros publica Opus absolutissimum Rhetoricorum Geor­gii Tmpezzmtii cum additionibus (Alcala, 1511 ) yen Salam anca Exposi-

'-"tio Laurentii V allensis de elegantia linguae latinae (Salamanca, 1516). Es el idea l humanisra en Salamanca y Alca la.

En 1517 Hernando Alonso de Herrera tennina su famosa Disputa de ocho levadas contra A ristotil y sus secuaces, que contiene un furibundo

352

El PENSAMIENTO LOGICO

araque a las doctrinas logicas sumulistas, a los logicos de Pads, a Pedro Hispano y a Juan Mair, a Juan Versorius y a J. Faber el Estapulense. De Aristoteles le molesta que tenga seguidores ciegos propugnando una actitud cdtica (Mui'ioz, 1964, 195-200).

Desde alga antes de 1520 las ideas eramistas se propagan rapidamente por Castilla. El franciscano Luis de Carva jal, en Apologia monasticae reli­gionis diluens nugas Erasmi (Salamanca, 15 28 ), sale en defensa de los ataques de Erasmo a los religiosos, defendiendo Ia escolastica y tratando de unirla a Ia cultura humanista. Carvajal en 1533 habia escrito una apro­baci6n muy laudatoria de Agustin de Esbarroya 0 .P., Expositio primi tractatus Summularum (Sevilla, 1533 ), en el prologo que va a! principia. En su obra posterior De restitu ta theologia (Colonia, 1545 ) se enfurece contra Ia escolastica , reprobando gran parte de los tratados sumulistas con exa.bruptos propios de Vives o Erasmo . Carvajal habla del «mons­tra ilia, suppositiones, obliga tiones, insolubilia, calculationes» e indivi­duando autores vitandos cita a Lax , Encinas, Pardo, Espinosa, Coronel y otros. Sus obras las tenia en Mexico F. Cervantes de Salazar y pienso que influyen mucho, por ej. en Alonso de Ia Veracruz. I-Iumanistas y cri­ticos estan pensando en que Ia logica sirve de preparacion para Ia teolo­gia y Escritura.

M elchor Cano (1509-1 560) es el te6logo renacentista que repite las crfticas de los humanistas a Ia logica y a Ia ciencia de Ia escohlstica tar­ella , desprecianclo lo que hoy masse aprecia. Su celebre De locis theolo­gicis (Sa lam anca, 1563 ), comenzacla en 1540, es un ejemplo de lo arriba dicho acerca de Ia popularidad de los T6p icos, de los lugares (Munoz, 1986; 160; 1981 , 52-69; 1985, 87; 1981, 281-2).

Las cdticas a Ia 16gica se van generalizando y, en este terreno prepa­rado, por 1551 viene de Pads a Salamanca el mercedario Narciso Gre­gori (Gregorio Arcisio o Accis, clicen otros) yen 1554 publica let citacla obra de Agricola De inventione dialectica (Burgos, 1554) dedicada a sus alumnos salmantinos, quejandose de Ia ignorancia que hay en Ia Ciudad del Tormes de las nuevas cloctrina s. El mismo Gregori edita Dialectica Aristotelis (Salamanca, 1554) con escolios del humanista Poliziano. Un testigo ocul ar, alumno par esos afios, nos cuenta:

E ntre en curso del que comenzaba leyendo las Stlnwlas de Fr . Domingo deSoto, porque aquellas y no otras se le fan en Ia Universidad .. . Determine yo , con otros mis cond isdpulos que dieron en lo mismo, de pasarnos a oi r Logica sin Silmu/as, aunque supiesemos perder el curso ... Comunicamoslo con el mismo Fr . Grego ri o y el nos animo mucho a ell o, d icienclo que nos leerfa a las fiestas en su monaste rio las Sumulas de Clitoveo, que eran 1<15 que se lefan en Paris, porque de las deSoto se refa el diciendo qu e no va lfan cos,, , si no era par•• o fu sca r a los oyentes y hacer­los sofist•lS (Mendez N ieto, 1989 , 6 2

) .

2 . . :tvLls adelante (p . 7), <liiade: ((Sa lamanca , rierr::1 t<m esrer il en <lquel tiempo de buen lmln y buenas Arres, que rodo era barbarie y so fi ster ia , porq ue nose lei a orrc1 cosa si no Soro y sus quesriones )) , Cf. Muiioz, 1963, 247-54 .

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VICENTE MUNOZ DELGADO

No obstante esta situaci6n, Ia 16gica puramente humanista no triunfa en Salamanca. Lo que predomina en los anos siguientes es un aristote­lismo renovado, un reformismo muy moderado que imponen los manuales de jesuitas y dominicos, aunque se intenta hasta suprimir Ia catedra de Stimulas y sustituirla por metaflsica. Se llega a! manual del dominico Domingo Banez, Institutiones minoris dialecticae, quas Summulas vacant (Salamanca, 1599), que propugna reducir su ensenanza ados meses, como una mera preparacion para Ia 16gica (Munoz, 1965, 3-20).

Hay que exceptuar a Francisco Sanchez el Brocense (1523-1600), que adopta por complete los nuevas ideales de union eme rer6rica y dialec­tica, como demuestran su celebre Organum rheto1'icum et dia lecticum (Salamanca, 15 8 8) y sus ideas sabre gramarica, Porfirio y Arist6teles (Munoz, 1986, 161; 1973, 3-20; 1991, 180-211 ).

En Alcala hay una linea parecida de desarrollo, porque Nebrija, Herrera, el Pinciano y otros fueron profesores en ambas universidades. La 16gica del humanismo entra en Alcala a Ia muerte de Jacobo Nave­ros, cuya obra servia de texto. Cardillo de Villalpando (1527-15 81) es su sucesor. Comienza a ensenar por 1555, tomando como blanco de sus acerbas criticas a Naveros, par cuya obra ensena el primer ana con gran repugnancia. En 1557 publica su Summa Summularum, que tuvo muchas ediciones y refundiciones basta 1628, no habiendo otro espanol que tenga tanta populariclad en Ia segunda mitad del XVl.

Cardillo trata de volver a! Esragirita desde las ideas humanistas, desde la 16gica inventiva y judicativa, interpretando las categorias y los predi­cables como loci a1'guendi. Las ideas de Agricola, Cicer6n y Boecio influ­yen mucho en el, pero ataca a Pedro Ramus y a Talon. Hay entusiasmo por volver a! Arist6teles puro; pero, mas o menos en contra de su volun­tad, conserva muchos de los elementos criticados. En el prologo de su Summa dice que par su gusto suprimiria por completo las Stmmlas:

Espana es hoy Ia unica en Europa que acepta tales niiierfas y favorece Ia barbarie de Ia enseiianza sumul isra. Adolecen de esre vicio principalmenre Salamanca y Alcala.

He aqui el esquema de lo que conserva, siguiendo Ia edici6n de Alcala, · · 1571:

1. Terminos y sus propiedades 16gicas. Los modi sciendi. 2. Oposici6n, equivalencia y conversion de proposiciones. 3. Los exponibles. 4. ln solubl es y obligaciones. S. El si logismo. 6. Falacias. 7. Animadversio in .terminos contra Naveros . Acerca de Ia necesidad de h1

refo rma de l·as S(unul as . 8. Introductio in Aristotelis dialecticam. Es Ia dialecrica como J\1·s dissere11di,

Ia de Ia inventio et iudicium, que rrata de lo prob;lble.

354

EL PENSAMIENTO LOGICO

Como seve, conserva los tratados mas criticados, a pesar de su odio contra ellos como son las propiedades 16gicas de los terminos, De con­sequentiis, De exponibilibus, De insolubilibus. AI Deobligatio1;ibus, lo despacha en unas lineas, pero al comentar los Toptca (Alcala, 1569) incluye un opttsculo De ratione disputandz. .

Es muy importante en Mexico y Lima en Ia segunda mttad del XVI. En 1561 fue encargado de juzgar Ia obra 16gica del padre Alonso de Ia Veracruz, que se publica con su elogiosa aprobaci6n. En 1578, cu.ando se imp rime Ia l11t1·oductio in dia/ecticam del card en~! ~aledo, el. vm:ey, Martin Enrfquez, dice en Ia aprobacion que el provmctal de los Jesmras de Mexico le ha hecho relaci6n de los Iibras que hadan falta y uno de ellos es Sumulas de Villalpando. Segtm Jimenez Rueda, estuvo algtm tiempo de texto en Ia Universidad de Mexico (Munoz, 1971; 511 -55; 1968, 161-218).

Portugal es importante con los jesuitas en Coimbra y Evor.a, en plena Renacimiento y Humanismo. Son reformistas moderaclos. Culttvan el ans­totelismo, pero atend iendo a Ia tradici6n escolastica, sobr,e t?do a santo Tomas. Pedro cia Fonseca (t1599) es el representante mas t!ustre de Ia escuela conimbricense y tam bien estuvo en Evora. Sus Institutionum Dia­lec ticarum lihri VIII (Lisboa, 1564) tuvieron muchas ediciones Y esta?a recomendada en Ia Ratio studio rum jesuita. Parece querer superar Ia dts­tinci6n entre Sumulas y L6gica magna, hacienda una sintesis de ambas en ocho libros. Los jesuiras portugueses seran muy imporrantes para Ia filosofia que se cultiva en Brasil (Munoz, 1982, 86-112; Machado San­tos 1972 261-343; Ferreira, 1978, 54-65 ).

'vamo~ aver las instituciones, colegios y universidades para el es.tu­dio de stm11.1las y 16gica en Iberoamerica. La importancia de los ~rat!es es muy destacada y por ella rambien interesa saber Ia Rat~o studzorum de las principales familias religicsas que van a Iberoamenca.

!. COLEGIOS PARA EL ESTUDIO DE ARTES

Dentro del siglo XVI, los centres verdaderamente importantes para el estu­dio de Ia !6gica fueron Lima y, sabre roclo, Mexico donde ha2' umverst­clades y colegios mayores tan importantes como los de Espana . Es una segunda etapa en los progresos de Ia orgamzao6n de los centros de ense-nanza superior. .

Pero hay una prim era etapa en que se van crean~o centres de ,estudto por los religiosos en conventos destacados de. ~ada provmcta .. Se elegtan .los con­ventos centrales y se buscaba una poblac10n de cterta enttdad, gene1almente obispados o vecinas a ellos. Los obispos estan tambien pre?cupados por bus­car o crear centros donde estudien y se formen sus semmanstas. . .

Los religiosos mendicantes tienen su propia organizaet6n, 11111tando a las. universidad.es y concedian a sus religiosos tiru!os como el de «lec­tor>> «presentado » y «maestro>> dentro de cada pr~vmcta. Generalmen,re el curso de artes duraba un trienio o un cuadnemo, como preparacton

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VICEN TE MUNOZ DELGADO

para Ia teologia. Aclemas, cada familia religiosa solia tener sus doctores y maestros preferidos, generalmente pertenecientes a sus antepasaclos. En Sttmulas influyeron poco las diversas escuelas religiosas, pero en L6gica magna a! exponer Ia obra del Estagirita, por ejemplo, las Categorias, pronto se manifestaron divergencias de escuela .

Los colegios religiosos y episcopales sirvieron de preparaci6n para las un~vers~dades de Ia segunda etapa. Ya en est a parte· terminaremos con las umverstdades de Ia Isla Espanola, que tuvieron poca importancia. A Lim~ y P~n! dedicamos un~ parte a cada una para estudiar sus colegios y umverstdades. En esta pnmera parte incluimos todos los demas terri­tori.os, cuyos principales colegios vamos a recorclar siguiendo un orden arbttrano y puramente expositivo 3 •

1. Guatemala, Venezuela, Colombia, Bolivia, Ecuador y Puerto Rico

E_n Guatemala el, obispo Francisco Marroquin (t 1563) encarg6 a los domi­mcos Ia fundacwn del colegio Santo Tomas de Aquino por 1562 donde se habian de leer artes, teologfa y otras ciencias. En el ~onvento domini­cano parece que desde antes de 1553 hay lecciones de artes para los frai­les, seminaristas y seglares .

Los franciscanos erigen en 1565 su propia provincia y en 1580 cotmenza n clases de fi losoffa. !vias tarde tienen cursos de artes tambien en Almolonga, Camalapa y Teipan.

El convento de la Merced de Guatemala tiene estudios de artes y teo­logia desde 1560 .

El dominico Pedro de Agreda (t1580), obispo de Coro (Venezuela), funcla en Trujillo una escuela para la formaci6n de sacerdotes, donde fray Juan de Peiialosa explicaba cursos de gramatica y artes (Aetas, 1988, 654-5; Remesal, 1964, I, 244.248-9; Castaneda, 1947, 36.40-52; Aetas, 1987, 411.423; Perez, 1924, 87-118; Dussel, 1983, VII, 156).

En Colombia, en el convento del Rosario de Santa Fe de Bogota, esta­blecen los dominicos estuclios de artes y teologia por 1571, estando al frente de Ia docencia fi los6fica fray Juan de Ladrada. Asistian seminaris­tas, seglares y religiosos de otras 6rdenes. En el xvn el centro se con­vierte en universidad. Tambien en Cartagena y Tunja tuvieron los domi­mcos estudios filos6ficos.

Los franciscanos de Santa Fe, por 1597 tuvieron unas lecciones de ' l ' sumu as a cargo de fray Luis de Meneses. Tambien en Tunja tuvieron

artes los franciscanos. En Bolivia, a fines de siglo, se habla de un colegio dominico en Potosi

Y otro de jesuitas en La Paz, donde se enset'iaban artes. Los franciscanos

;i . Acerc..t de las peculi ~Hidades en Ia orgomiz~tci6n de los esrudios entre los religiosos,. puede verse: Rodnguez Cru z, 1973, I, 90-6 (domini cos), 96 -7 (agusrinos) , 97-8 (jes uir,ts) ; Mlllioz, 19S6b , 78-81; Dussei, 1983, Ill, 631-7.

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El PENSAMIENTO L OG~CO

ruvieron estudios de artes en Potosi y Chuquisaca, donde fue profesor fray Jeronimo de Valera, sobre el que volveremos al tratar de los cole­gios de Lima (Salazar, 1946, 99-125 ; Mesanza, 1938, 9-29; Aetas, 1990, 521-36; Aetas, 1988, 268-88; Dussel, 1983, I/1,633; VIII, 85-97 .633) .

En Ecuador el convento de San Agustin de Quito logra en 1586 un Breve de Sixto V para establecer una universidad y no empez6 a funcio­nar como Universidad de San Fulgencio basta 1603, pero los estudios del convento agustino fueron una base importante.

En los dominicos el padre Rafael de Segura, trasladado desde Lima en 1559 , organiza los estudios de arres para religiosos y seglares en el convento de San Pedro Martir de Quito.

Los franciscanos de Quito enseiiaron filosofia en el Colegio de San Andres, situaclo dentro del convento de San Francisco. Funda el Colegio Francisco Morales que llega a Quito en 1552.

En 1579 el provincial de Ia Merced de Pertl escribia a Felipe II diciendo que en Ia casa de Quito se han puesto estudios de gramarica, arres y teo­logia. La fi losofia duraba tres aiios .

Los jesuitas, llegados a Quito en 1586, fundan Ia explicaci6n trienal de artes en 1590 empezanclo el curso Juan Frias con 20 estudiantes . En 1594 se encargan los jesuitas de Ia direcci6n del semina rio diocesar:o de Quito y se comenz6 a hablar del colegio universitario de San Luis (Alva­rez Turienzo, 1988, 61-102; Rodriguez Cruz, 1977 , 331 -2; Beltran de Heredia, 1972-3, IV, 562.592; Aetas, 1988, 144.453; Perez, 1924, 215) .

Los dominicos en el XVI tuvieron en Puerto Rico enseiianza de las artes liberales. Hay un B1·eve de Clemente VII de 9 de enero de 1532 por el que se declara a! convento de San Juan Esrudio General, mandando que se siguiesen las pdcticas de los demas Esrudios Generales de Ia Orden, como los de Paris y Coimbra (Cuesta, 1946, 300-8; 1946, 76-81.406; Rodriguez Cruz, 1977, 193-4).

2 . Argentina, Chile y Brasil

En Argentina durante el XVI apenas hay centros superiores de filosofia. El padre Furlong (1962, 79-88 ) afirma que el primer profesor de filosofia en Buenos Aires fue el padre Alfonso Guerra, O.P., quinto obispo de Asuncion, que abre un modesto centro de estudios superiores y dicta lecciones de 16gica.

Los dominicos comienzan su labor docente en Chile por 1595, stendo primer lector de artes fray Cristobal Benitez de Valdespino . En el XVII

obtienen universidad. EllS de agosto de 1593 inaugura el jesuita Luis de Valdivia un curso

de artes a! que asisten alumnos de otras familias religiosas. Mas tarde el colegio de San Miguel se convierte en universidad .

Los franciscanos ere an estudios por 15 65 y cuentan en artes con Ia colaboraci6n de fray Juan Gallego, que habfa estudiado en Paris y Bolonia.

Los agustinos llegan por 1595 y ruvieron pronto clases de artes, baJO Ia direcci6n del padre Francisco Hervas.

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En ~a di?ces.is de La Imperial el obispo, Antonio de San Miguel, funda un sem~nano dwcesano. E~ Santiago se crea otro tambien por 1584 y algo mas tarde va a las lecc10nes del colegio de los jesuitas (Espindola 196~, 17-30; Rodriguez Cruz, 1977, 335-6; Harding, 1987, 259-62; Egana, 1966, 217-8 .2,31-5; Calancha y Torres, 1972, II, 736).

Brasil en el xv.I esta especialmente unido a Ia Campania de Jest1s en Portugal. Los Jesu~t~s se establecen en Ba.hia por 1549. En 1572 inaugu­ran el ColegJ_o Max1mo y empteza el pruner curso de filosofia en todo Br.asd Y el pruner profesor es el padre Gonzalo Leite. En 1575 salen los pnmeros bachilleres en filosofia yen 1578 se conceden las primeras Liu­reas con grande P?mpa. Este colegio estuvo equiparado a Ia Universi­dad de Evora. Los Jesmtas establecen otros colegios, siendo los mas famo­sos el de Rio, San Ignacio de Sao Paulo, San Luis de Maranon, el de Olmda y Pernambuco.

Un jesui~a muy importante es el espanol Ignacio de Tolosa (t1611), que se grad~1a en Cmmbra y Evora y marcha a Brasil por 1572, donde fue provmctal y rector de v~u-ios colegios. En el ms. 2 .204, del Fundo General de Ia BN de Lisboa hay unas Annotationes in Isagogen Porphy­m . In Praedtcamenta Anstotelis, In Peri Hermeneias, escritos por 1562, que ~ueden haber temdo mf!UJO en Brasil (Leite, 1938, I, 77.85; Dussel, 198J, 329-36.556.633; Machado Santos, 1951 125.283-6).

3. Colegios y universidades de Ia Isla Espai'iola

Los dominicos llegan a Santo Domingo (Rept!blica Dominicana) en 1510. Desde 1518 el convento de Santo Domingo era Estudio General de Ia Orden Y eso c?nstituia una base para crear una universidad, pues ya se contaba con btbhoteca y algunos profesores . Fue tambien el primer con­vento que tuvo casa de formacion y estudiantes.

En ~538 y .en fuerza de Ia bula de Paulo III In apostolatus culmine e~ colegw domm1cano se convierte en universidad, comenzando a fun­cwn~r desde 1539. Parece natural que algunos frailes, que pasaban a Tie­rra F1nne, alllegar a Santo Domingo ensenaran en Ia Universidad domi­nican?, .como el ce!ebrefray Bartolome de Ledesma, catedratico despues en, ~extco y L11na y ?btspo . Podemos recordar tambien a fray Pedro de Corclo~a, fray Antomo de Montesmos, fray Bernardo de Santo Domingo Yen artes a fray Dwms10 de Sancns (t1577) y fray Antonio Cabeza y Altatmrano. Se regia por Ia reglamentacion general de los estudios de Ia Orden de Pre~icadores y algunas pr:kticas de Alcala y Salamanca. El his­tonador C!pnano de Utrera dice: <<No hemos podido catalogar sus lee­tares, maestros Y presentados .. . por defecto dellibro de Aetas de las cuales nmguna mencion nos ha llegado>> (Rodriguez Cruz, 1973, I, 145-89; 1972,_ I, 193-201; Utrera, 1932, 239; Canal, 1934, 7.10-2; Espinel y Hernandez, 1988, 51 -73; Lopetegui y Zubillaga, 1965, 476-9). , Pero en el XVI hay otra universidad en Santo Domingo llamacla de Santiago de Ia Paz. Se erige oficialmente por una provision real de 1558

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El PENSAMIENTO LOGICO

con Ia dotaci6n dellegado de Hernando de Gorjon. En 1580 le dan Esta­tutos que hablan de tres preceptores de artes .

Los franciscanos llegaron muy pronto a Santo Domingo y algunos afirman que en el convento de La Espanola hubo ensenanza superior (Rodriguez Cruz, 1973, I, 354-70; 1977, I, 317-21; Aetas, 1988, 269-72.487) .

II . LA LOGICA EN PERU DURANTE EL SIGLO XVI

Pert! fue muy importante como cone virreinal, como sede de Ia Univesi­dad y por los asientos mineros de Potosi. Vamos a resenar brevemente los colegios e instituciones para el estudio de Ia filosofia. Nos referimos solamente a la naci6n peruana y dejamos para el final de esta parte el estudio de Ia filosofia en Ia Universidad de la llamada Ciudad de los Reyes (Levillier, 1919). Los estudios dominicanos los analiza juntamente con Ia Universidad.

1. Colegios e instituciones peruanas para el estudio de Ia logica

Los mercedarios entraron en el Pert! acompail.ando a los mismos con­quistadores. El 6 de abril de 1574 pasa a Pert! fray Juan de Montesinos para «leer Ia Facultad de Artes>>. En mayo de 1577 se envia a 13 religio­sos, parte de ellos «para Ia fundacion de un Colegio que Ia dicha Orden quiere fundar en la Ciudad de los Reyes, donde se lea Gram:itica, Artes y Teologia>>. En Ia expedicion iba fray NicoL'ts de Ovalle, malagueno que habia estudiado en Salamanca. Es el primer mercedario que se gradtJa en Ia Universidad de Lima y es tambien el primer profesor de dicho cen­tro. Enseno artes en San Marcos desde octubre de 1578 a junio de 1583. Mcis tarde ensena Visperas de teologia por las obras de Francisco Zumel. En artes explico las Sumulas deSoto. Ovalle es el que organiza los estu­dios tambien en el convento mercedario. Otro profesor de artes en el con­vente mercedario de San Miguel de Lima fue fray Pedro Coronado, pro­cesado par Ia Inquisicion en 1585-87.

Por 15 63 el convent a del Cuzco se convierte tam bien en cas a de estu­dios y noviciado de una nueva provincia (Perez, 1924, 211-15.233.247-50; Eguiguren, 1939, 413 .543; Guede, 1990, 50-4; Munoz, 1986b, 91-5 .102-24).

Los padres franciscanos crean Ia provincia del Pert! en 1553. Un pro­fesor de artes del convento de Lima fue fray Luis Jeroninw Ore (1554-1629), un criollo de Huamanga que muere de obispo en Chile. El profesor mas importante es fray Jeronimo de Valera (1568-1625), natu­ral de Chapapoyas, que trabaja en Pertl y Bolivia, ensenando filosofia en los conventos de Lima, Porosi y Chuquisaca . Como fruto de su docen­cia, tenemos Commentarii ac quaestiones in Universam Aristotelis ac Sub­tilissimi Doctoris Joannis Duns Scoti Logicam . .. auctore . .. SaCJ·ae Theo­logiae lectore iubilato in celeberrimo Limensi conventu. Tatum hoc opus

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in duas partes distributum (Lim ae, Francisci a Cantu 1610; 6h. + 384 pp. en fol. Hay ej. en Ia BN de Lima ).

Como era costumbre, Ia primera parte son las Sumulas y Ia segunda la L6gica magna. Parece ser el primer tratado franciscano de filosofia en America segtm Ia via escotista. El famoso cronista Cordoba Salinas es el que mas se ocupa de el, pero es mencionado en las bibliografias de N. Antonio, Wading, Risse, Lohr, Palau y otros (Egai'ia, 1966, 251; Aetas, 1988, 553-4; Cordoba Salinas, 1957; Munoz, 1982, 381).

Los agustinos llegan a Lima par 1551 y desde 1555 organizan sus estudios en Lima, Trujillo y Cuzco. Uno de los primeros profesores es Luis Lopez de Salls, que poseia una escogida biblioteca enviada por sus hermanos de Salamanca. Mas tarde ensena teologia en la Universidad de San Marcos y fue famoso obispo de Quito . Tambien fue profesor de filosofia fray Gabriel de Saona, nacido cerca de Toledo y ex alumna de Salamanca. Otro fr aile importante es fray Alonso Pacheco Ocampo, que estudio artes en el convento de Trujillo, con especial provecho y distin­ci6n en Sumulas. En 1608 funda el Colegio-Universidad de San Ildefonso de Lima, en el que fue primer lector de artes fray Lucas de Mendoza . Fray Diego de Castro de Toledo es otro lector de artes en los conventos del Cuzco y Lima (Egai'ia, 1966, 431-5; Alvarez Turienzo, 1988, 63-102; Rodriguez Cruz, 1977, 331-2; Calancha y Torres, 1972 , I, 86.682.837-8; II, 99-103 .119-22.130.170-8 .243-4;409-37.445-7).

Los jesuitas llegan a Lima en 1568 y desde agosto de 1569 ensenan artes en el colegio maximo de San Pablo. El primero que ley6 artes fue el padre Antonio Martinez, que saco los primeros bach illeres. Ellimeno fray Juan Perez de Menacho es otro ilustre profesor de artes y mas tarde ensei1a teologia en Ia Universidad.

En agosto de 1582 se abre el colegio convictorio de San Mmi:in, donde estu­vo el internado que educa a Ia juventud mas escogida del Ped1. Entre estos cole­gios y Ia Universidad bubo muy pronto conflictos de competencia y de envidia.

En 1576los jesuitas fund an un colegio en el Cuzco con varias dtedras de artes y mucho mas tarde el de Huamanga (Mateos, 1944, I, 20-3.218; Dussel, 1983, VIII, 36-7; Egana, 1966,309-10,352, 614; Eguiguren, 1939, 309-10, 333, 364-76, 456, 477-98; 1951, I, 364-76; II , 407).

Brevemente podemos recordar el Rea l Colegio de San Felipe y San Marcos, otro colegio mayor allado de Ia Universidad como el de San Martin, funclado en 1572 par el marques de Canete. La Campania estuvo encargada algun tiempo de la docencia y desde 1592 tuvo muchos alum­nos. Santo Toribio de Magrovejo, arzobispo de Lima, fund a en 1591 un seminario diocesano. Par dificultades con el virrey tiene que suspen­der su funcionamiemo y lo reabre en 1602 (Egana , 1966, 278-9, 614; Eguiguren, 1939,356, 617; 1951, I, 147-52, 385-91; Dussel, 1983, VIII, 69-70; Rodriguez Cruz, 1977, 231 )4

4. A veces empleamos 1< arte s~· como sin6 nimo de (.filosoff,l••, pcro, en senriclo estricro, •qHtes,, se a pli ca sol:lmenre <l Slt~n lt/, 7 .5 y .lOgica, en recuerdo del t riui11111. Cf. Urri za, 1941, 26-7.

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El PENS AM IENT O LOG ICO

2. Los dominicos y Ia Universidad de San Marcos de Lima

El padre Vicente Valverde, O .P., llega a! Pert! en campania ?e ~izarr~, ensena artes y despues fue el primer obispo del Cuzco. La provmc1a ?mm­nicana del Pert! se crea en diciembre de 1539. Hubo pronto estudws de artes en el convento del Cuzco . Pero mas interesante fue el convento del Rosario de Lima, que se funda por 1542.

En el Capitulo Provincial, celebrado en el Cuzco en 1548, se acord6 fundar en Lima un Estudio General y debio comenzar a funcionar par 1549. El cabildo de Lima en 1550 decide pedir a Ia corte espanola la erecci6n de una Universidad y envia una comision a Espana presidida par fray Tomas de San Martin, O.P, re~ente del Estudio General del co~­vento dominicano . Obtemda la conceswn en 155 1, el2 de enero de 155.J, en solemne acto comienza la nueva Universidad sus funciones. El prior del convento del Rosario es a Ia vez rector de la Universidad, que fun­ciona en Ia cas a dominican a .

En el Capitulo Provincial de julio de 1553 se aprueba !a ~reacion. d.e catedras de artes, gramatica' retorica y teologia y el provmcwl dommt­cano recibe autorizaci6n para designar a los mas id6neos. En 1571 Ia Universidad logra Ia inclependencia de los dominicos, siendo el .primer rector laico Pedro Fernandez de Valenzuela. Se elaboran las pnmeras Constituciones, ya que antes se regia par Ia Ratio studiorum de Ia Orden dominicana . En adelante se llamara Universidad de San Marcos de Luna (Remesal, 1964, II, 221; Egai'ia, 1966,40-67, 610-25; Aetas, 1988, 147; Aetas, 1990, 403-31; Rodriguez Cruz, 1977, 203-12; 1973, I, 190-245; Larroyo, 1978, 42).

3. Las Artes en Ia Universidad de San Mm·cos

El sevillano fray Domingo de Santo Tomas jug6 un ~ap,el muy impor­tante en el Estudio General dominicano y en Ia apancLDn de la nueva Universidad, como profesor y como autoridad organizadora. Segtm Egui­guren, es el creador de la catedra de 16gica . En una famosa Carta ~~ rey de Espana deda en marzo de 1562: «Tenemos esrudws de Gramattc~, L6gica y Teologia ordinariamente, para todos l,os que las qllleran ve:11r a oir>>. AI principia, debido a problemas economtcos, parece que solo bay dos dtedras de artes. . . . .

Las Constituciones de 1571, cuando se mdepend1za Ia Umvers1dad de Ia Orden dominicana, dicen acerca del bachillerato :

En lo que toea a lode B,1chiller en Artes, despues que h;lya ofclo Stlllllllas Y l. ~x ica y Philosophia en rres a iios d iferentes y sucesivos, leera nueve lecciOnes , rres de Sumu~ Ins, rres de Logica y rres de Philosoph ia y luego oldas esras lecCion es renga un <lCto

de sei s Conclusiones.

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Para ser licenciado en artes clicen:

Lo que ha de hacer el Licenciado en Arres despues de Bachiller , por lo menos un <1 i\o defendera seis Conclusiones de Philosophi a y L6xica Magna y Parva y re nd ra una conclu sion de Philosophia Natural.

Desde 1578 los aetas pt1blicos en artes comienzan a tener mayor importancia y solemnidad (Eguiguren, 1939, 116-27 ,231.234, 540, 606; Aetas, 1990, 422-9; Melendez, 1681-2, I, ff. 181-396).

Por 15 81 seguian existiendo tres dtedras de artes «rentaclas con 500 pesos cada una >>:

Cada d tedra impartia dos lecciones, en Ia manana despues de Prima y porI a ta rde despu es de Visperas . . . Cuando Ia dted ra de Arres en dete rminad o a no comen­za ba por St'unul as, Ia otra debia ocuparse de L6gica y Ia restante de Filosofia.

Notese Ia preeminencia de Ia logica condos dtedras en arres (Egui­guren, 1951, I , 336).

En las normas de las Constituciones de 15 84 se nos clan mas noticias acerca del tipo de logica que se ensefiaba:

Que ninguno pu eda hace rse Bach iller en Arres sin que p rimero haya hecho tres cur­sos enreros de St'mmhls, L6gica lvfagna y Philosophi a en tres ai\os distintos, por manera que el af\ o primero oiga Su mul as mas de se is meses yen lo resta nre no p ueda cursa r en L6gica ni en ot ra Facultad y el segundo que siga L6gica sin que p ueda cursa r en Fil osofia ... En Ia Facultad de Artes, si algu no se qui siere graduar po r suficiencia ha de averiguar Y pro bar ante rodas cosas haber o ido mas de dos ai\os Ia dicha Facu ltad de Artes y le examinen rres exami nadores nombrados por el Rector ... los cuales le hagan nueve pregunras , las rres en Stm1Ulas e las tres en L6gica y las tres en Filosoffa. E cada uno de los rres examinadores le pregunre en diferenres m are ri as y sea Ia pri­mera pregunra en el primer libro de las s ,:mnt!as y Ia segunda en el Peri herme11eias Y oposiciones y exponibles e la tercera en el silogismo; en L6gica sea Ia pr·im era de Pred1cab/es la segu nda de Predicamentos e Ia rercera de Posterio1·es.

En cuanro a los textos, Eguiguren afirma que para los tres cursos de Artes «las obras de Domingo de Soto eran insustituibles >> . En otro pasaje d~ce que tambien se utiliza ba a Cardillo de Villalpando, profesor ~n Alcala, como ya sabemos (Eguiguren, 1951, II , 360; I, 187, 286,360, .J64-5, 1939, 516; Rubio, 1933, 23-41).

4. La ret6rica en San M arcos de Lima

La revolucion de Valla, Vives, Nebrij a, etc ., habia extendido el dominio de la retorica y gramatica, colocando la teoria de la palabra despues de la del razonam1enro. Sabre to do la retorica llega a considerarse como una clerivacion y consecuencia de los estudios filosoficos .

El virrey, marques de Salinas, Luis de Velasco , en las t1ltimas deca­cl,~s del siglo, crea Ia dtedra de retorica con 480 pesos. En ella se uriliza-

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El PEN SAMIENTO LOGICO

ban las obras de Simon Abril acerca del metoda que hay que segu ir en el estudio del latin .

El Arte de Nebrija venia con frecuencia en el equipaje de los misioneros y por 1598 se imprime en Indias. Eguiguren destaca que Nebrija y Si.J.n6n Abril se utilizaban mucho en Ia ensenanza asi como tambien Francisco Sanchez de las Brozas especialmente en su comemario a Horacia. Otros autores emplea­dos eran Arias Montano, Gines de Sept1lvecla y especialmente Luis Vives.

Un peruano, Alfonso de Alvarado, escribio In Ciceronis Orationes analysis et Enarmtiones Logicae, R hetoricae, Ethicae, Politicae, Histori­cae (Basilea, 1544 ). Fray Luis de Granada fue muy conocido y utilizado tambien en Lima (Menendez Pelayo, 1962, II, 147-98; Rico Verdt1, 1973, 43-76; Eguiguren, 1951 , 358-61; Mufioz, 1972,71,84, 86 , 89, 90,97-8, 111-2; Aetas , 1990, 430-1 ).

Diego de Come fue profesor de retorica de 1586 a 1589. Tirso de Molina habla del criollo mercedario fray Domingo Romano (tc.1600) que «por muchos anos regento en aquella Universidad Ia dtedra de retorica, sienclo sus disdpulos los mas insignes que en ague! Nuevo Mundo ocupan los supre­mos fa stigios de las religiones y iglesias catedrales>>. Los cronistas merceda­rios le atribuyen varias obras, entre elias una De lingua latina et Rhetorica (Molina, 1973-4, II, 239-40; Placer, 1968-83, II, 667).

5. Profesores de artes en Ia Universidad de San M arcos de L ima dumnte el siglo XVI

M artin de Ugalde. Es un seglar que por 15 53 ensefiaba gramatica en el convento dominicano de Lima y parece que tambien da lecciones de artes. En 1580 oposita a Ia dtedra de logica y filosofia , siendo derrotado por el doctor Juan Velazquez (Eguiguren , 1939, 352, 524-8; Aetas , 1990, 423) .

Fray Miguel Montalvo, O.P. Es uno de los primeros que enseiian logica en Lima, siendo lector de artes desde 1553 hasta 1562 aproxima­damente. En el quinto Capitulo Provincial de julio de 1561 se le vuelve a encargar la d.teclra de artes (Aetas, 1990, 423-4; Eguiguren, 1939, 11 6).

Fray Gabriel de Saona, O.S.A. Es un agustino que estudia en Salamanca y marcha a Pert! por 1569, siendo profesor de artes en el convento. Su actua­cion en artes, en la Universidad, aparece solo en los cronistas agustinianos:

El P. M . Calancha adv ierre que, por este tiempo, vac6 Ia dteclra de Filosofia en Ia Re<tl Universidad, que entonces esraba en el convento de Predicadores y opo-ni endose a ella el P. Saona se Ia ll ev6 po r oposici6n y Ia ley6 con gra nde fama .. . Debi6 de o irselo al mismo ... o debieronselo referi r los viejos de aquel tiempo .. . De los autores de Ia Universidad d~ aquellos ai\os me consta (Torres, 1972, Tl , 423-4).

Fray Pedro de Miranda, O.P. Se dice que fue el tercer catedratico de artes . Fue superior del convento de Lima y antes habia estado en La Espa­nola: Ensefiaba artes por 1573 y continuaba en 1575 (Eguiguren , 1939, 259, 278; Aetas, 1990, 424, 429 ).

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VICENTE MUNOZ DELGADO

Gaspar de lvieneses . Ingresa en el Estudio General como maestro en artes el 7 de febrero de 1565 y comienza dictando lecciones en su espe­cialidad. Es el segundo rector seglar en julio de 1572, pero muere en abril de 1573. Era medico y su dtedra podrfa haber estado unida a medicina (Eguiguren, 1939, 249-50; 1951, I, 179 ).

Jeronimo Lopez Garrido. Nace en Sevilla en 1525. Se doctora en Lima y fue el primer catedratico de !eyes. Es el quinto rector de !a Universidad (1575). << Habia conienzado a dictar lecciones elementales de Artes en 1570» (Egu iguren, 1939, 300, 331 ).

A11tonio Sanchez Renedo. Nace en Cadiz en 1518. Profesor de fila­sofia y medicina desde el 1 de mayo de 1577 hasta el 22 de octubre de 1578. Fue decano de artes. Era doctor en medicina por !a Universidad de Granada, protomedico general del Pert! y rector de !a Universidad en 1573 y 1577, muriendo en 1579 (Eguiguren, 1951, I , 331; II, 901).

Fray Jose Miguel Adrian, O.P. Profesa en San Esteban de Salamanca donde lee artes y estudia en la Universidad de 1563-70. En el Pert! fue regente mayor de Estudios, lector de teologia en el convento yen la Uni­versidad hasta su muerte en 1581. Eguiguren anota que tuvo tambien una dtedra de artes que debio ser por 1576 (Eguiguren, 1939, 160,260, 301, 320; Aetas, 1990, 409, 429).

Diego de Avila (Davila) Bricei1o. Era de Huanaco, fue canonigo de la cateclra l de Lima y amigo del virrey marques de Cai'iete . Explica artes por 1576, 1586-1590. En este ai'io obtiene la dtedra de nona de teolo­gia, muriendo el 14 de mayo de 1593 (Eguiguren, 1939, 416 ).

Jeronimo Enrique;:;. Ensei1a artes por 1573 (Eguiguren, 1951, I, 180-1, 1939, 493).

Fray Nico las de Ovalle, OdeM. Nace en Malaga en 1548, estudia en la Universidad de Salamanca de 1570-5. H abia profesado de merceda­rio en Sevilla en 15 67, donde despu es fue profesor. Por 1577 march a a Pertl. En San Marcos comienza ensenando St1mulas y 16gica el 1 de octubre de 1578 h asta el 16 de junio de 1583 en que pasa a teologia. Pasaba poco de los 30 anos «cuando fue designado catedratico de prima de la facu ltad de Artes y Filosofia ... De las dos dtedras de artes, una la leia el y la otra el Dr. Juan Velazquez ... El primero leia Stunulas y Logica y el segundo Filosofia. Ambos usaban el texto de fra y Domingo deSoto, el notable magista de la Universidad de Salamanca. El curso duraba tres ai'ios •• (Eguiguren, 1939, 413-20; Munoz, 1986b, 120-1).

juan de ObTegon. Comienza a ensei'iar artes el 23 de agosto de 1588 y continuaba en 1589 (Eguiguren, 1939, 416).

Juan Velazquez. Ensei'ia artes desde julio de 1580 h asta fines de junio de 1583. Ell de agosto de 1590 es nombrado arced iano de !a catednil. Fue rector de !a Universidad y muere en octubre de 1627, siendo sepul­tado en la catedral (Eguiguren, 1951, I, 524-8).

Juan de Ovando. Clerigo, profesor de artes por 1587. Era graduado por la Universidad y mas tarde fue presidente del Consejo de Indias (Egu i­Puren, 1939, 414).

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El PENSAMIEN TO LOGICO

Alonso de Abreu. Aparece como catedrarico de artes en 1589, 1591, 1595-96 (Eguiguren, 1951, II, 942, 960).

Diego RamiTez. Era natural de Potosi, fue cura de !a parroquia de Santa Ana, despues parroco de !a catedral y can6nigo. Aparece de profe­sor de artes por 1592 (Eguiguren, 1939, 358; Torres, 1972, II, 244).

CaTlos Marcelo Come. Era natural de Truj illo. Estudia en el colegio de San Martin de Lima. Catedratico de artes en !a Universidad por 1588. Dignidad de !a catedral de Lima en 1603, obispo de Trujillo en 1621 donde muere en 1629 (Torres, 1972, II, 244; Eguiguren, 1939, II, 41 7; Egana, 1966, 330-2).

Diego de Ojeda, O .P. Natural de Sevilla, de joven se hace dominico y marcha a Indias. Fue regente de estudios en Lima. A petici6n del virrey Garda Hurtado de Mendoza y por concesi6n del claustro fue .sustituto de artes en 1595 . Es el fa moso au tor de La Cristiada, que muere en 1615 (Eguiguren, 1939, 300-2; Aetas, 1990, 429).

Gaspar Centurion de Espinola. Era presbitero y fue catedr::ltico de artes por 1596 y 1597. Despues pasa a nona de teologia (Eguiguren, 1951 , II, 959 ).

Manuel de Figueroa. Se le llama catedratico de «philosophia» a fines de siglo (Eguiguren, 1951, II, 961).

6. Conclusion: La logica en el Peru durante el siglo X VI

Hemos visto algunos centros en los que ensenan artes y hemos recordado algunos profesores . Pero hay mucha carencia de textos impresos y de documentaci6n. No tuvo el Pert'1 Ia fortuna de contar con imprenta desde 1539, como sucedi6 en Mexico. Hay que esperar hasta 1584 en que Anto­nio Ricardo de Turin abre una imprenta en Lima con experiencia ante­rior en Nueva Espana . G. Lohmann Villena afinna sin ambages:

Nose conoce texro doct rin a l <liguno esrampado en las prensas limeii as en In decima­sexta centuri<l, por lo que no ha)' Ia menor posi blid ,ld de rasrrear en el campo del pens<lmien·ro, ni menos at'tn se ri ene noricias de m anuscr itos de esa indo le, que per­m iran idenr ificar corrienres ideologicas o escuelas filosofica s.

Por alga G. Furlong afinna que el XVI es el siglo de Mexico y el XVII el del Ped1. En cualquier caso, hay que reconocer que nuestra disciplina se cultiva mucho en Pert! en el XVI, tanto las Simzulas como !a logica magna (Aetas , 1990, 405-6; Furlong, 1952, 60; Munoz, 1982, 279-389).

Ill. LA LOGIC/\ EN NUEVA ESPANA DURANTE EL SIGLO XVI

Siguiendo el paralelismo con las partes anteriores, intentamos res umir primero los centros y colegios donde se ensefi.a 16gica, recornendo .las in stituciones n·o nniversi[arias. En segundo lugar estudiaremos espeCial­mente !a Universidad de Mexico. Los colegios no universitarios prepa-

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V ICENTE M,UNOZ DELG A DO

ran y acompanan a Ia Universidad. Veremos que el florecimiento de Ia logica en Nueva Espana en el XVI es muy superior a! de otras latitudes american as.

1. Colegios e instituciones para el es tudio de la l6gica

Los dominicos llegan a Nueva Espana en 1526. Por 1541 ya funciona­ban los estudios de fi losofia y teologia del convento de Santo Domingo de Mexico . El primero y principal lector de arres fue el andaluz fray Andres de Moguer, alumna de Salamanca que II ega a Nueva Espana en 1538, siendo provincial en 1550 . Los siguientes lectores son fray Ber­nardo Gomez, del que sabemos muy poco, y el extremeno fray Domingo de Ia Cruz, que habia sido companero de Soto en Paris y Alcala, donde fueron muy amigos. El cronista Padilla destaca ese hecho, que explica parte de Ia popularidad de Domingo de Soto en Mexico.

En el capitulo provincial de febrero de 1552 se nom bra lector de arres en el convento al famoso fray Bartolome de Ledesma, que tiene una larga estancia en Nueva Espana (1554-1581) y despu es pasa a Ia Universidad. Pedro de Pravia (t1590) es otro famoso lector de artes y tiene por disd­pulo a Tomas de Mercado, que en 1562le sucede como profesor de artes, gran escritor, como veremos. En 1578 es lector de artes fray Cristobal de Ortega , que despues pasa ala Universidad y le sucede en el convento en artes , por 1583, fra y Fernando Bazan .

Ademas, los dominicos tuvieron otros estudios superiores de filoso­fia en Puebla, Oaxaca, Yaguitila y Coyoadn con importantes profeso­res . El cronista Davila Padilla ensena en casi todas esas casas.

El convento de Oaxaca se erige en 1547 y por 1553 figura ahi fray Juan Martinez, profesor de artes y teologia, al que sigue en 1555 fray Jeronimo de Tejeda (t1587). De eJ dice Davila Padilla: «fue companero y escribiente del gran Maestro Fr. Domingo deSoto. Vino a Indias y fue muy ejemplar». En 1583 es lector de artes fray Domingo de la Cruz y mas tarde es importante en este convento fray Jose Calderon, que escribe Compendium philosophiae thomisticae in usum fratrum Paedicatorum Pro­vinciae S. Hypolyti de Oaxaca, que parece ser un compendia de Soto . . Valverde Tellez dice: «Creemos que se imprimio esta obra, puesto que· durante muchos a nos sirvio de texto en los colegios de Ia Provincia». Era ya del XVII, pero sirve para ver Ia direccion doctrinal dominicana .

El convento de Santo Domingo de Puebla rivalizaba con el de Ia ciu­dad de Mexico en el cultivo de Ia filosofia. Por 15 83 era lector de artes fra y Diego Vicente. Puebla fue estudio general (Beuchot, 1987, 52-62; Vences, 1990, 124-7; Aetas, 1988, 231-4; Davila, 1625, 149-69, 454; Lopetegui y Zubillaga, 1965,429, 689, 779; Dussel, 1983 , 112; Galle­gos, 1951, 303, 318; Valverde, 1896, 425; Redmond, 1972, 21, n. 159; Millares, 1980, 164-215 ). .

Los franciscanos erigen en 1535 Ia provincia de Mexico y , dentro <;le ella, el convento de Mexico y el de Puebla fu eron casas de estudios '

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EL PENSAM I EN TO LOGICO

para religiosos, abiertas a seglares, y en elias ~e ensenaba ;specialmente el escotismo . En una relaci6n de 1585 se mencwnan tambten como casas de estudios las de Xochimilco, Toluca y Cholula .

Un fam oso primer colegio franciscano se inau gura el 6 de enero de 1536 en Santa Cruz de Santiago de Tlatelolco, donde se cm·saba retorica, filosofia y teologia, intentando promocionar el sacerdocio de indlgenas. Ahi ensena el celebre fray Bernardino de SahagLm (t1590) de 1536 a 1540. Otro profesor fue fray Andres de Olmos a qui~n sucedio fray J';1an de G~ona (1507-1560 ), que habia estudiado en la Umverstdad de Pans. y ensenad? en Burgos y Valladolid. Salio para Nueva Esp~na e? 1538, stendo docu­simo profesor del colegio de Tlatelolco. E~cnbto vanos trat,ados y algu~os le atribuyen una L6gica. Por 1570 fray Dtego Valades tema cast 40 anos y era predicador y confesor de indios y espanoles, segLm inforn~aba fr~y Jeronimo Mendieta. Valades, de vuelta en Europa, escnbe, Rhetonca Clm:­tiana (Perusa, 1579 ), que depende mucho de Ia obra homologa de fray Lms de Granada, ambas importantes para Ia historia de Ia logica (Lopetegm y Zubillaga , 1965, 429, 699; Aetas, 198 8, 673 , 843-71; Steck, 1944; Vicente Castro y Rodrigu ez Molinero, 1986, 97-115; Cuevas, 1946-7, I, 438-9 · Garda Icazbalceta, 1954, 313-5; Marti, 1972, 225 5 ).

Lo's agusrinos llegan a Mexico por 15.3~. L6gica y filo_s~fla oct~pan un puesto de honor en los conventos agusttman~s de Tmpltlo, Ta~a?1baro, Michoad n y Atotonilco. El cuarrel general esta en el convento m.~x11110 de San Agustin de Mexico y el fraile m as influyente en 1~ organ~zaClon de lo~ estudios es fray Alonso Gutierrez de la Veracruz, que habta estudtado en Alcala y era profesor en Salamanca. Ya sacedote se une a ,Ia_ expedicion agus.tinian~ presidida por fray Francisco de Ia Cruz y ya en M.ex1co s~ ~1~c,e agustmo por 1536. Fray Alonso en 1540 es desrinado al convento de Tmpm<?, donde o~ga­niza los estudios de filosofia; en 1545 es nombrado lector y pnor de Taca~n­baro y mas tarde se marcha con los estudiantes a Atotoni~co~ donde exphca dos anos a santo Tomas. En 1648 utiliza el cargo de provmctal para £omen­tar los estudios y crear bibliotecas en los conventos. Como did en ~554 ~I principia de sus Stmmlas: «cum per annos plurimos in. hac Nova I-ltspama discipulos a primis Dialecticae rudimentts susctperem mstttuendo~» (P: 6). Es importante escritor de logica y uno de los que mauguran Ia Umverstdad de Mexico M as adelante analizaremos su obra logica.

Otros ~rofesores famosos fueron Esteban de Salazar, que habia estu­diado en Salamanca, pasa a Mexico por 1554 y es profesor de artes en el convento y m as tarde de teologia en Ia Universidad. Fray Juan Mon­talvo tambien alumno de Salamanca, pasa a Mexico por 1572, donde es pr~fesqr de artes. Fray Pedro Agurto era natural de Mexico Y fue lec-tor de artes y prior del convento de Mexico. .

Profesor de filosofia en San Agustin de Mexico fue tambten fray Juan Zapata y Alarcon, que escr ibio un Cursus philosophicus, que se h a per-

.5·. Mendez Pla n~arre (1946, 151 ) habla del in dio Pablo Nazareo, recto r de Tlarelolco Y profe­sor , que era umuy bu en Iatino y rer6rico, 16gico y fil6sofo>l.

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VICENTE MUNOZ DELG ADO

dido. Pero conservamos una dispura ptlblica presidida por Zapata y rea­lizada par el agustino Bernardo Rom.ero en agosto de 1597: Has totius Dialecticae Genemles Assertiones defendet, divinis auspiciis, in Mexicano S.P. N. Augustini conuentu Fr. Bemm·dus Romero, artium /iberalium stu­diosus, sub praesidia et tutissimo auxilio litemtissimi P. Fr. Joannis c;apata Alarcon, earundem Artium lectoris meritissimi. Die 20 mensis Augusti post meridiem ... 1597. Es una hoja en fol. impresa en Mexico ese mismo afio.

Diego de Basalenque (1577-1651) era natural de Salamanca y su fami­lia se traslada a Puebla, donde estudia humanidades. Ingresa en los agus­tinos en 1593. Conservamos de el una Summa Summularum et totius Dia-. lecticae Aristotelis (1602), que contiene Sumu/as y comentarios a varios tratados del Organon, como a! Peti Henneneias y Segundos Analiticos. Ademas tambien escribi6 Philosophia ad usum Scholae y ambos se con­servan ·manuscritos en Ia biblioteca agustiniana del convento de Morelia.

Profesor y escritor de filosofia fue fray Diego de Villarrubia (1562-1622), que nos dej6 tres volt1menes de un tratado Philosophia scholastico-christiana. Por 1600 se habla de otro profesor, fray Gonzalo Rodriguez de Villafuerte. Sobre los que son profesores de filosoffa en la Universidad, fray Juan de Contreras, Jose de Herrera y otros, tambien volveremos a! rrarar del Alma Mater mexicana (Lopetegui y Zubillaga, 1965, 430, 690, 698; Cuevas , 1946-7, I, 413; Alvarez Turienzo, 1988, 21-60; Garda Icazbalcera, 1954, 252, 430, 465; Valverde Tellez, 1896, 15-20; Gallegos Rocafull, 1951, 360; Larroyo, 1978 , 42; Redmond, 1972, 17 11. 126, 107 11. 799-801, 109 11. 818).

En junio de 1572 sale Ia primera expedici6n de jesuiras para M exico y a! frente de ella va el padre Pedro Sanchez (t160-9) que hab(a siclo alumno, profesor y rector de Ia Universidad de Alcala y posteriormente rector del colegio jesuira de Salamanca.

En 1573 se inicia el colegio de San N icoLis de Patzcuaro, luego el de Oaxaca (1574), el de Puebla (1578 ), el de San Martin de Tepotzotlan (1584), el de Guadalajara (1686) y el de Durango (1593). Pero «colegio serio y bien clesarrollado -dice el padre Cuevas- en el siglo XVI no ruvo Ia provincia mexicana de la -Compania de JestlS m as que uno y este fue el de Ia capital bajo Ia advocaci6n de los santos ap6stoles San Pedro y . San Pablo, primaria y principalmente dedicado a Ia formaci6n de los jesui- · tas j6veneS >> . All ado del colegio maximo habia el convictorio delmismo nombre y la afluencia de inquilinos obliga m as tarde a fundar los convic­torios de San Gregorio, San Bernardo y San Miguel, que por 1588 se funden en uno con el nombre de San Ildefonso.

EllS de octiibre de 1574 se inauguran las clases en el colegio maximo. Se comienza a leer gramatica y ret6rica con los padres Pedro Mercado, Juan Sanchez y el italiano Vicente Lenoci, fie! interprete del humanismo del colegio romano de losjesuitas. En 1575 el padre Pedro Lopez de Ia Parra comienza el curso de dialectica y en el curso siguiente le sucede el padre Pedro de Ortigosa (1557-1626 ), que habla estudiado en la Com­plutense.

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El PENSAMIENTO LOGICO

El mas ilustre organizador de los estudios filos6ficos es el padre Anto­nio Rubio (1548-1615 ), que tambien habia estudiado en Alcala, sobre el que volveremos al final para analizar sus escritos 16gicos. Rubio, dice Cuevas, fue tambien ll amado a las dtedras universitarias a las que renun­cia para evirar envidias y celos y por iguales motivos lo hizo tambien el padre Ortigosa. Ambos dieron gran lustre al colegio de Mex ico.

Otro jesuita muy in1portante es el vallisoletano Antonio Arias ( 15 65-1603) que tuvo un fecundo magisterio en el colegio jesuita, donde comenta y explica Ia obra de Francisco de Toledo, cuyas S14mulas se impri­men en Nueva Espana en 1578 en el colegio San Pedro y San Pablo, como explicaremos mas adelante. Finalmente, hay que recorclar al padre Andres de Valencia (1582-1645 ), criollo que fue rector del colegio de Puebla. En el colegio de Mexico sucede a Ortigosa y de el conservamos varios manuscritos. Nos interesa especialmente Ia obra en tres volim1enes, en Ia Biblioteca P11blica de Guadalajara, Commentaria quatuor quibus Uni­versa Aristotelis Stagiritae Logica comprehenditur una cum Dialecticis Ins­titutionibus in principia additis quas Summulas mmcupamus. Amw 1609, De 424,316 y 288 fol s., respectivamente (Lopetegui y Zubillaga, 1965, 540-60, 687-89; Zubillaga, 1954, 40-70; Dussel, 1983, V, 69-70; 105-6, 116; Cuevas, 1946-7, II, 35 8-62; Gallegos Rocafull, 1951,238,287, 326-29; Redmond, 1972, 13 n. 93, 101 n. 748; Ibargiiengoitta, 1967, 30-40; O sores, 1908; Alegre, 1956-60; Diaz y de Ovando, 1951 ).

Un mercedario, Bartolome de Olmedo, entra en Mexico como cape­llan de Hernan Cortes. Pero el colegio m<hirno de la Merced no aparece basta 1592 en el convento grande de Mexico <<con lectores de gramatica, artes y teologia » y primer seminario de Ia orden. En 1598 se fund a Ia casa de Puebla y prontO se establece tambien un colegio de artes y teolo­gia (Zamora, 1976, 521-5; Lopetegui y Zubillaga, 1965, 734-5; Munoz, 1988, 447-52, 455-60 ).

Finalmente, quiero recordar algunos intentos de fundaci6n de semi­narios diocesanos. El obispo Vasco de Quiroga (1537-1565) en Michoa­dn funda por 1540 el colegio de San Nicolas para servir de seminario. En Oaxaca, por obra de sus obispos Bernardo de Alburquerque, O.P . (1562-79 ) y Bartolome de Ledesma (1584-1604), se fund a un n1Jcleo de seminario con el nombre de San Bartolome, que tuvo poca vida basta que fue refundado en el siglo siguiente. En San Nicolas de Patzcuaro se abre un seminario clerical ya por 1540. El obispo franciscano Juan Izquierdo llega a su di6cesis por 1591 y funda un seminario en Merida de Yucatan, aunque es dudoso que ruviera estudios superiores (Dussel, 1983, I/1, 527-8; V, 67,111, 125; Lopetegui y Zubillaga, 1965,202-5, 355-9, 523, 673-7; Cuevas, 1946-7, III, 199 ; Aetas, 1988, 789-92).

2. La 16gica en los planes de Ia Universidad

v arias cedul,1s i:eales de 15 51 ere an y do tan econ6micamente a la nueva Universid ad. La inauguraci6n parece se realiza el 25 de enero de 1553,

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VICENTE MUNOZ DE LGADO

festiyid ad de la conversi6n_ de san Pablo con asistencia del virrey y Real Aud tenCJ_a . Los cursos c~mtenzan el3 de junio de ese mismo ai'io de 1553 ~ronunctando un gran d1scurso F. Cervantes de Salazar, profesor de ret6: uca. Las clases cmmenzan dos dias desptH~S. d El curs~ d~ artes al iniciars~ la Universidad duraba un afio, hacia 1560 ~s Y,a paltll ~e 1580 tre~ anos . Los alumnos debian haber aprobado

gLamayca Y reronca. Las catedras se ganaban por oposici6n pt1blica cada tres anos. •

Plaza Y J a en, en su famosa Cdmica, comenta que Juan Garda el ri­mlr profesor de l 6g1c~, «Comienza su lectura en 5 de junio de 1S5j d o~ 10 _a nt~e_ve de Ia m~nana ... La lecci6n que nuestro catedr:hico comenz~ a ee1 se Ice haber s1do la L6gica del P. Mtro. Fr. Domin 0 deSoto >> El martes 12 de sepuembre de 1553 , estando en junta el clat~stro orden ~ dque l_os q:t hu_!Jteren de graduarse en Artes por esta Universidad haya~

e ~ur s~r os anos Y med10 el Curso de Fr. Domingo de Soto» es decir era !Ca ~n )OJ~?oto, ~umulas, L6gica y Filosofia natural, tem~s en qu~ e _ omtmco : a ta escnto exc~lentes obras. Unos ail.os mas tarde J. Jime­nez_ RlJeda anade esta prec!Slon mformativa: «las Sumulas se explicaban P01 e te~to f e V1l!alpando Y en las catedras de L6gica y Filosofia se come!1ta an a L6gica y los Fisicos de Fr. Domingo de Soto». Andando ~-s a nos Yd con el enorme mflu]O de los jesuitas, se bizo popular tam bien

ranc1co e Toledo, S.J., como anota Gallegos Rocafull:

Con1

Sot~, el llllico filo sofo pen in sul ar que fu e en esros primeros a nos esrudiado P01 os a umnos de Artes de Nueva Espana fue Francisco d e Toledo . .. La Jntro ­~uct;~ ~1_Dwlectrcam Anstotelis (Mexico 1578) fue impresa por los jesui tas del colegio d~nb e 10 Y San Pa~ l o , seguramenre pa ra que si rviera de texto a los que en el estu·

3 ~a4 an Artes (Rod';'guez Cru z, 1977, 241-8; 1973, I , 246-5 8; Cuevas 1946-7 , II, I

5-32; Plaza Y J aen , 1931, I, 27, 48; Jimenez Rueda 1951 40· Carreno 1%3

, 43; Gal legos Rocafu ll , 1951, 241-2 , 303-15). ' ' ' ' '

cl 1

Mfs tarde, por 1580, e1; los Estatutos de Pedro Farfan, antiguo alumna e co egw San Bartolome de Salamanca, se deda acerca de las artes:

En esta Un ivers idad no ha hab ido mas de dos cared ras de Artes y ago 1 · dido .. . _ ' ra se 1a ana-tad ott a pa• a qu e en cad a a no puedan los estuclian tes a ir principios de esra Facul· de Sa~~ den~ Y mando que los ca ted~·at i cos Y regentes della lean coforme al Estatuto lo 'b manca ... tenrendo los sumulrstas Y logrcos reperi ciones rodos los elias y rodos As sa ados conclusiones. Y de tal manera han de leer los dichos tres regentes de :·tesp~ue el uno desde Sant Lucas en adelante lea Sumulas y el otro Logica y el

Od o . 1ilosophra, de manera que siempre se contin{ren.

Las nm·mas para graduarse p· or·l1'b d · · ' · d l I

, . · re an notlC!aS mas prectsas acerca e a og1ca:

E~ que pud iere se r graduado par sufi ciencia en Arres haya oldo par lo menos dos ue e exam1n en tres exa m1n adores nombrados par el anos en Ia d1cha Facu ltad y q 1 · ·

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El PENSAMIENTO LOGICO

Rector, dos maestros en Arres y un docto r en Teologia o Medicina, los cuales le hagan nu eve pregumas , las tres de S{rmulas y las tres en Logica y las tres en Filoso­fla. Y cada uno de los tres examinadores le pregunre en diferentes materias y sea Ia una pregunta en el primero libra de las S{rmulas y Ia segunda de Peri 1-Termeneias y Ia tercera en Si/ogismos; en la Logica sea la primera Predicables y Ia segunda de Preclicamentos y la tercer a de Postuiores; y de Philosophia Ia p rimera de Phisicos ... Y sobre cada pregun ra de las susod ichas le arguyan.

Respecto a Ia licencia en artes se prescribe:

que ninguno se pueda gradu ar en ninguna Facultad de Licenciado si no fuere pa S<l· dos cuatro a1'ios de haber sido Bach iller en Unive rsidad aprobada, excepto en Arres , porque esros basta que hayan pasado rres anos, en lo cual no puede haber d ispen­sacion (Jimenez Rueda, 1951,87,91, 93; Rodriguez Cruz, 1972 , 241-313; 1973 , T, 246-77 ; Esperabe, 1914-1 7, I, 262 ).

A veces en los colegios de religiosos los estudios filos6ficos estuvie­ron mejor organizados. Nada extrafi.o que haya habido riva!idad, como sucedi6 en Salamanca yen Lima, especialmente con los jesuitas. A veces los mismos estudiantes preferian los colegios de frailes a Ia universidad. Por ejemplo , en 1562 los esrudiantes se quej an ante el claustra de «que no acaban de leer los que comenzaban a oir en estas Escuelas, por cuya causa ]es era preciso irse a los monasterios a acabar de oir Artes» (Galle­gos Rocafull, 19 51 , 303-5 ,15 ; Plaza y Jaen, 1931, I, 26; Lopetegui y Zubillaga, 1965 , 429) .

3 . Profesores de artes en !a Universidad de Mexico durante el X VI

Juan Garcia. Sacerdote, maestro en artes, ensefia Dialectica «diariamente , dos veces al dia, con gran celo y no menor exira. Es hombre recomenda­ble por su saber y probidad», como lo retrata Cervantes de Salazar en sus famosos Dialogos. Fue can6nigo de Ia catedral y utilizaba los libros de Domingo deSoto, como ya sabemos (Cervantes de Salazar, 1554, f. 251; Rodriguez Cruz, 1977, I , 249 ).

Pedro de Pravia, O.P. Sucede al anterior el9 de mayo de 1558 y parece ensefia hasta agosro de 1568 en que cesa. El 9 de mayo de 1570 el claus­tra acuerda OtOl·gar Ia catedra de artes que tenia fray Pedro Ruiz, O.S.A. , a fray Pedro de Pravia «por ser persona docta y en quien concurren las cualidades que se requieren». «La rom6 el 22 de mayo y con1.enz6 a leer al dia siguiente». Plaza y Jaen dice <<se le restituy6 Ia dtedra de Anes». Inmediatamente le conceden como suplente de catedra a fray Jer6nimo Sow , O.P ., por las mananas; pero solamente le suple dos meses. Por 1574 Pravia p asa a teologia en vez de Bartolome de Ledesma.

Pravia era asturiano y habia estudiado en Salamanca, donde aparece matriculado por 1546. Mas t arde es profesor en la Universidad de Santo Tomas de Avila.· Llega a Mexico como lector de artes del convento domi­nicano. En casa yen ]a universidad explica por Domingo de Sora . Sastre

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V I C ENTE M U NO Z DELGAD O

Varas afirma que con Ia llegada de Pravia y un equipo de religiosos for­mados en Salamanca «las doctrinas de Soto y de Ia escuela salmantina penetraron en Mexico, no solo en el convento dominicano, sino tam­bien en Ia Universidad» (Melcon y Beuchot, 1989, 85-90 ; Gallegos Roca­full, 1951, 215-6; Aetas, 1988, 672, 679-80 ).

Jose de Herrera, O.S.A. Es catedratico de Ia Universidad de Mexico por auto de 19 de abril de 1561. Desde 1566 tambien enseii.a teologia. An1bas dtedras se dan por vacantes cuando vuelve a Espana sin licen­cia, obteniendo un puesto en Ia U niversidad de Osuna. Escribe una obra para sus alumnos Summa philosophiae scholasticae Patris Dominici de Soto, Ordinis Praedicatorum. Tal obra se ha perdido y Gallegos Rocafull sugiere que podria ser una respuesta a la peticion de los estudiantes en mayo de 1561: «los dichos Senores, Rectory Consiliarios, proveyeron a una peticion de los estudiantes cursantes de Ia Facultad de Artes que el P. Fr. Jose de Herrera, catedr:ltico de dicha Facultad, lea el Curso de Soto, por ser estatuto y costumbre de Ia Universidad>>, segLm estaba deter­minado desde septiembre de 1553. Es probable que Herrera quisiera expli­car par algLm aurar agustino, por ejemplo, Alonso de Ia Veracruz, que habia publicado sus Sumulas y L6gica por 1554 (Plaza y Jaen, 1931, 60; Gallegos Rocafull, 1951, 294-5; Larroyo, 1978, 42; Lopetegni y Zubi­llaga, 1965, 690, 698; Grijalva, 1624, 256).

Pedro Ruiz, O .S.A. Comienza !a dtedra de artes el 9 de agosto de 1568 y el 9 de mayo de 1570 el claustra se Ia cia a fray Pedro de Pravia, como queda dicho (Melcon y Beuchot, 1989, 88; Gallegos, 1951, 296-9).

Juan de !a Fuente. Comienza Ia dtedra de artes ellunes 19 de julio de 1570 hasta 1573 en que pasa a medicina. Era seglar (Gallegos, 1951, 296-301).

Fernando Ortiz de H inojosa . Ensei1a artes por 1573 . En efecto, en Claustra de 21 de octubre de 1573 se queja de «que las Sz1mulas del Maes­tro Fr. Domingo de So to son tan llenas de argumentos inl!tiles, dificulta­des de Filosofia y Teologia y de otras casas que desmayan y espantan a los oyentes que sal en de oir Ia Gramarica » . Prop one adoptar otro texto; pero solo se le autoriza a suprimir en Soto lo que juzgue inoportuno.

Es un episodio muy significative, indicador de Ia penetracion del Humanismo; como hemos visto sucedia en Salamanca, en Mexico el padre . Veracruz critica a Soto desde 1554. Ortiz era criollo, graduado en artes · porIa universidad azteca, fue vicario general del arzobispado de Mexico y canonigo de su catedral, muriendo en 1597 (Melcon y Beuchot, 1989, 85; Gallegos, 1951, 296-301; Lopetegui y Zubillaga, 1965, 585).

Juan de San Sebastian, O.S.A. Fue nombrado catedrarico de artes el 19 de octubre de 1572 y da lecciones basta el 29 de septiembre de 1577 (Gallegos, 1951, 296-301; Larroyo, 1978, 42 ). ·

Francisco Jimenez, O .P. En 1580 el claustra crea Ia nueva dtedra de artes, Ia tercera. La ocupa el padre Jimenez basta 1583. Mas tarde pasa a teologia. Hijo del convento de San Pablo de Valladolid, fue pro­fesor en Espaila antes de ira Mexico (Gallegos, 1951, 296-301; Melcon y Beucbot, 1989, 90 ).

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EL PENSAM IEN TO LO GICO

.Juan Contreras, O .S.A. Era natural de Mexico. El 10 de septiembre de 1578 fue nombrado catedratico de artes . <<Subio a Ia catedra y comenzo una leccion de las Summulae deSoto». Enseii.a por espacio de nueve aii.os y el 28 de enero de 1587 se declara vacante Ia catedra por renuncia del titular. Muere en 1613. Parece haberse perdido el manuscrito que nos babfa legado Lectiones Philosophicae studentium captui accommodatae (Lopetegui y Zubillaga, 1965, 698; Gallegos, 1951, 295-6; Larroyo, 1978, 42).

Alfonso M uiioz. Bach iller, empieza a ensefiar en 15 87 y en 1590 obtiene Ia propiedad de una dtedra en Ia que permanece hasta 1598 en que pasa a teologia. Explicaba principalmente Ia Fisica del Estagirita y sobre ese tema dejo un manuscrito que refleja sus explicaciones de clase.

Ya sabemos que desde 15 80 habfa tres dtedras de artes . Por eso el 14 de abril de 1587 acordo el Claustra: <<que el Bachiller A~fonso Munoz leyese los Iibras de Fisica y los Bachilleres Juan Larios e Inigo Carrillo leyesen a una misma hora L6gica y Sim1Ulas, por haber pocos estudian­tes y para que pudiesen air al catedratico que quisiesen>> (Gallegos, 1951, 296-301).

Juan Larios. Explica Sum ulas de 1587 basta 1590, en que obtiene un curato y se retira de Ia ensefianza (Gallegos, 1951, 296-301).

iFiigo Carrillo . Ensefia logica desde 1587 y despues filosofia natural. En 1593 obtiene un curato y dej a Ia enseii.anza (Gallegos, 1951, 296-300) .

Juan NuFiez de Guzman. Es mexicano y el 24 se septiembre de 1590 obtiene una dtedra de artes (Gallegos, 1951, 301-2).

Pedro de Soto. Toma posesion de una dtedra de artes el13 de febrero de 1593 yen 1602 pasa a medicina (Gallegos, 1951, 301-2).

Pedro Martinez. Obtiene Ia dtedra de artes en 1598 yen 1600 pasa a Instituta (Gallegos, 1951, 296-301 ).

Algunos autores senalan que varios jesuitas que hemos recordado a! tratar del colegio de Ia Compaii.ia en Mexico, como Pedro de Ortigosa, Antonio Arias, etc., fueron tam bien profesores de Ia universidad. Lo mismo tal vez pueda decirse de los profesores de otros colegios (Ibar­gi.iengoitia, 1967, 30-40 ).

4. La ret6rica en Mexico . Los jesuitas

Como ya queda dicho, gramarica, retorica y dialectica se aproximan mucho con el Renacimiento. Francisco Cervantes de Salazar es el primer profesor de retorica y el que pronuncia un discurso en latfn al inaugurarse Ia uni­versidad. En sus citados Dialogos, bajo el pseudonimo Gutierrez, dice de si mismo; <<ensena Retorica, a los aficionados a Ia elocuencia que vienen a oirle y a los estudiantes de las demas Facultades para que realce el merito de todas». Parece que tambien enseno gramarica, pues <<era muy versado en letras griegas y latinaS» . Lee Ia catedra desde julio de 1553 basta el14 .de febrero de 1557. Hada ejercicios de retorica con las obras de Luis Vives (Rodriguez Cruz, 1977, 249; Millares, 1980, 19-27).

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VICENTE MUNOZ DElGADO

Otro gran profesor fue el bachiller Diego de Frias. Por 1575 el rector Arevalo, Sedeno propuso suprimir Ia catedra de retorica, a lo que hubo opostciOn. Estuvo suspendtda durante tmos aiios y el aiio 1589 estaba restablecida en manos del bachiller Jeronimo de Herrera. En los Estatu­tos de Farfan de 1580 se deda: «Ordeno y mando que en leer de las dte­dras de Gramarica y Retorica se guarde el Estatuto de Salamanca titulo catorce y quince» (Jimenez Rueda, 1951, 87 ). '

Lo que pas6 c?n Ia dtedra d_e ret6rica, dice el padre Cuevas, es que «d~sde que se abner~n los estudtos menores en el colegio de los jesuitas el 18 de octubre de 1574, Ia fama, Ia estimaci6n, elmerito intrinseco de los pr_ofesores barrio con Jo mas selecto de Ia juvenrud y e1 Claustro de Ia Umverstdad opto por suprimir una catedra que venia saliendo casi inl!til >> (Cuevas, 1946-7, II, 333). . Con los jesuitas entra de manera muy especial el humanismo renacen­

ttsta del ~olegw Romano, Ia aficion por los clasicos y las bellas formas del buen dem. En Ia I:ztmd,uctio in Dialecticam del cardenal Toledo, que los jesuitas e?ttan en el coleg10 maXImo San Pedro y San Pablo (Mexico, 1578 ), a! prin­Cipia el VIrrey, a! ~ar la licencia de impresi6n, dice por 1576: «Par quanta por parte del Provmetal de Ia Compafiia de JesLJS se me ha hecho relacion q~1e en los estudios conviene yes necesario haya copia de libros para los estu­diantes >>. Ent~e los autores que se citan como necesarios est<1n: Luis Vives, Ocer6n, las Sumulas _de Toledo y Villalpando, las Elegancias de Lorenzo Valla, los Emblemas_de AlcJato, Fl01·es Poetarum, tablas de ret6rica, etc. Esas y otras obras se ,nnpnmen eor indicacion de los jesuitas, como las obras del jesuita portugues Manuel Alvarez. Y entre los manuscritos de Ia Biblioteca Nacio­nal de Mexico hay varios De arte Rhetorica de los jesuitas (Garda Icazbal­ceta, 1954, 297, 299; Yhmhoff, 1975, 197).

5. Ret6rica y l6gica en !a biblioteca de F. Cervantes de Salazar

Nos interesa especialmente detenernos un poco mas en Cervantes . Era natural de Toledo y de joven estudia canones en Salamanca. Estuvo en Flandes y par 1550 era catedratico de retorica en Ia universidad de Osuna. Poco despues marcha a Mexico_y enseiia gramarica en una escuela parti­n~lar. P~:nner profesor de retonca de Ia universidad de Mexico, se gra­dua de !tcenCiad? y maestro en artes el 4 de octubre de 1553 << para cuyo efecto ley6 ptJblicamente una lecci6n de Logica y otra de Filosofia ... E propuso una conclusion y Ia probo y le arguyo el Maestro Fr. Alonso de Ia Veracruz y se le clio el grado de Maestro en ArteS>> . En 15 66 se gradtia en teologfa, mas tarde se ordena de sacerdote y fue dos veces rec­tor de Ia umverstdad. Muere en 1575 (Millares, 1980 , 19-27; Solana, 1941, II, 468-71; III, 591 ss.). ·

Comenta e imprime los Dialogos de Vives, el Dialogo de la Dignidad del hombre del maestro Perez de Oliva, escribe los Dialogos sobre Ia Aca­demta Mextcana ·y sobre Mexico en elegante latin. El agustino Alonso de Ia : ' era cruz era muy amigo de Cervantes y a! principia de su Dialec-

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I

I '

El PENSAM IENT O lOGICO

tica Resolutio (Mexico, 1554) aparece una aprobaci6n elogios~deiPT fesor de retorica, clonde recuercla Ia division moderna en inventiaetoill cium. Otro elogio del padre Veracruz lo pone Cervantes al principtO ce Ia obra del agustino Speculum coniugiorum (Mexico, 1556). , :·a

Dadas las relaciones especiales de este perfoclo entre 16gica yretOid~ y Ia amistad de Salazar con Veracruz, el primer 16gico del Nuevo Mnn : nos in teresa recoger esas relaciones en los libros de Ia Biblioteca pe~.;~

I d C . d d' . . enta tJ ,l . na e e1vantes, que entresacamos e sus tspostctones testam

Selecciono los libros que mas nos importan en esa linea: 1 ,1]{1 Alfonso Garda Matamoros (t1572), De ratione dicendi libri duo(A c. et~

1548 ). El autor en 1550 obtiene Ia catedra principal de retort~ Is· Alcala . Esa o bra estuvo de texto en Salmnanca y Alcala. En Ia, 1~as tola a! Claustra habla de Ia necesidad de desterrar las artessofts\~a y Ia espinosa dialectica. Es urgente, dice, volver a! Estagirita· £xp

1

el genera demostrativo, deliberativo y el judicial. :cae Juan Perez (Ioannis Petrei ) (t1545), Progymnasmata artis rhel~~m­

(Aicala, 1539 )., En 1537 obtiene !a catedra de ret6rica enl~gJ-4). plutense (Martt, 1972, 141-54; Rtco VerdlJ, 1973, 123-34, 1 ttdio

Lorenzo de Villavicencio, O.S.A., De recteformando theologtaes\rio libri I V (Amberes, 1565 ). El autor, graduado en Lovaina Y vJC•ble­general de los agustinos en Alemania, esd muy metido en Ia pro rr~:hica de Ia teologia en centro Europa. Obra

Boec10, In Topica Cicemnis Commentarius (Paris, 1535, 1S40)T pica decisiva tanto en ret6rica como en 16gica. La tem ;;hica de loS

0

es de gran importancia en Ia 16gica del Renacimiento. . ticae Francisco Titelmann, capuchino (1502-1537), compendium dt~~~ula y

(Salamanca, 1554; Lisboa, 1566). Influye mucho en Ia Peru 1cho esta dentro de Ia tradici6n holandesa de Agricola. Lo utiliza OJl

. el padre Veracruz. donde Cnsostomo Javelh, O.P . (c . 1471-c. 1538), Opera (Lyon, 1568),_ ·ones

hay varios tratados de logica puramente aristotelica. Tuvo edtCI parciales en Lisboa y Salamanca (1556). 1mu-

Domingo deSoto, O.P. (1495-1560), Opera, especialmente lasSttrr . lae (Burgos, 1529; Salamanca, 1554). tor en

Lms VIVeS (1492-1540). Obras sin especificar. Introduce a esea~ con­.lviexico y cuando Cervantes estuvo en Flandes es posible algtti1 tacto personal. 1 1fluye

Luis de Carvajal (t1552), De restituta theo/ogia (Colonia, 1545)· 1como

n:ucho en ~.lonso de Ia V~racruz. Ataca mucho las Stmwlrt5/ 111agna

dtce el subtttulo: Vtdebts Theologiam a sophtstzca et barbatt indust~·ia repurgatam. . . f)ujo en

Angel Po!tCiano (1454-1494), Opera (Bastlea, 1553). De gran 10 Gre­la 16gica y ret6rica humanistas. En Salamanca (1554) Naroso gori publica Dialectica A.ristotelis ,cum argumenti~ Politit111 ~ docena

Erasmo de Rotterdam ( t1536). Po seta Cervantes, eel ca· .de U11 'coh1stica de obras, algunas muy relacionadas con su cnttca de Ia Es

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VICEi'(TE MUNOZ DElG A DO

y sobre Ia nueva retorica. Erasmo y Vives son de los primeros auto­res que llegan a Iberoamerica de norte a sur (Furlong, 1952, 59-60; Batadlon, 1930).

M. T ulio Ciceron (t43 ). Poseia varias obras relacionadas con Ia ret6rica . Ma~·co ~abio Quint~liano (tc. 95), Institutiones oratoriae, de enorme

mflujo en Ia 16gtca y ret6rica del Humanismo. , Son algunas de las que mas nos interesa.n. Tenia naturalmente a Aris­

toteles,. Pedro Hispano, a G. Bude, obras de clasicos Iatinos y griegos Y tam.l)l~n de teologla. ~o .t?das son idenrificables, pero en conjunto es una b tbboteca de gran stgmflcado. De los l6gicos criticados por los rena­cennstas aparecen muy pecos, salvo, por ejemplo, Tomas Bricot (tl516), Abreuwtwnes textus totms logices Aristotelis (Sa lamanca, 1496). He tomado estas notas de Agustin Mill ares (1980, 67-107).

IV . LA LOGICA EN IBEROAMERICA DURANTE EL XVI

EN ALGUNAS OBRAS JMPRESAS

En este traba johemos inclicaclo numerosos profesores y cultivaclores de Ia l6gtca, espeC!almenre en los co legios de las diferentes familias religio­sas Yen las pnmeras umverstdacles del x vr. H emos visto tambien algu­nos textos y manuales utilizaclos, as! como escritos de los profesores para exphcar sus marenas.

H~cemos ahora una selecci6n de textos impresos para estudiar en ellos Ia logtca que se enseiiaba. Los religiosos tenfan algunas peculiaridades Y autores de su propta casa que solian seguir con especial predilecci6n. Los textos q;te vamos a estud iar son todos de aurores religiosos y eso nos permltlra ver algunas peculiaridades .

. Los que analizaremos esran especialmente unidos a Mexico, a los cole­gtos de los mendicantes y a Ia universidad. Tenemos, en primer Iugar , a! agustmo Alonso Gutierrez de Ia Veracruz que escribe Recognitio Sum­mulamm cum textu Petri I-Iispani et Aristotelis (Mexico, 1554) y Dialec­ttca R,esolutw cum textu Aristotelis (Mexico, 1554). Seguira el dominico Tomas Mercado con sus obras: Commentarii lucidissimi in textum Petri I-lispa~1i. Item Opusculum mgumentorum selectonm1 in primun et secun­dum lzbrum Sun11nularum (Sevilla, 1571 ) e In Logicam Magnam Aristo­telts commentam cum nova translatione textus ab eadem autore edita (Sevi­lla, 1571), 102 hojas en fol. Del jesuita Francisco de Toledo esrudiaremos Introductio in Dialecticam Aristotelis (Roma, 1561), 108 fols. en 8?, y Commentana una quaestionibus in uniuersam Aristotelis Logicam (Rom:1, 1572) .. Tenmnamos con otro jesuita, Antonio Rubio, que escribe: Com­mentam m umversam Aristotelis Dialecticam (Alcala, 1603) y Logica mexi­cana hoc est commentarii breviores in universam Aristotelis Logicmn (Colo­ma, 1605) . Excepto Rubio todos han estudiado en Salamanca.

. !oledo estuvo de texto en los jesuitas de Mex ico, donde hacen una edJcton de Ia Introductio en 1578 . Los demas han sido profesores en Ame­n~a. Algunos nen en mas ecliciones en Europa qu e en America y pueclen

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EL PENSAMI ENT O LOG ICO

verse reseiiadas en Charles H. Lohr, Latin Aristotle Commentaries, t . II (Florencia, 1988 ), por orden alfabetico. En cacla caso, en nuesrra expo­sicion, se indica Ia edicion urilizada.

Como dispongo de poco espacio, me he visto obligado a resumi r mucho, procurando indicar el horizonte peculiar de cad a aut or y el con­tenido de Ia obra. Aunque todos se relacionan con Mexico exrendemos su vision de Ia l6gica a toda lberoamerica, por ser singularmente repre­sentatives, porgue Toledo y sobre todo Antonio Rubio estuvieron de texto en Chile, Paraguay y Tucuman en la provincia jesuita (principios del XVII ), como seiiala Quiles (1951, 8-9 , 46 ). Es de suponer que algo seme­jame habran hecbo los demas religiosos con sus propios autores en sus centres docentes de lberoamerica.

1. La l6gica en los escritos de Alonso de Ia Ve racru:::., 0. S.A. (1507-1584)

a) Naturaleza de Ia 16gica

En Ia Dialectica resolutio explica los tratados de Porfirio y Arist6teles, utilizando Ia traducci6n de Argiropulos, como tambien habia heche Domingo deSoto. Tambien, como el dominico, antes de comentar los Predicables resume las llamadas Cuestiones proemiales acerca de Ia natu­raleza de Ia 16gica.

La dialectica es ante todo una ciencia en sentido estricto aristotelico, per­que muestra muchas doctrinas a las que se asiente por clemostracion. Es una ciencia especial con objeto propio y distinto del de las demas disciplinas. Para precisar esto es necesario distinguir Ia 16gica ut utens y ut docens. En el pri­mer sentido, en cuanto, por ejemplo, las normas logicas sobre Ia definici6n y divisi6n se aplican en fisica y metaffsica, nuestra disciplina es una ciencia comtm, el dialectico es un artifex generalis. Desde esta perspectiva Ia dialec­tica, mejor que ciencia, es un modo de saber sin cuyo conocimiento no pocle­mos alcanzar a conocer las dem<\s disciplinas ".

Pero Ia dialectica considerada ut docens es una ciencia especial en sen­tide estricto con objeto propio y caracteristico. Todo lo que se estudia en Ia dialectica se hace bajo Ia consideraci6n de ente de razon, que es el objeto forma l de Ia 16gica y por eso se distingue de todos los dem<\s saberes tanto rea les como sermocinales 7 •

6. «S i aliqu ando Dialecrica viderur esse comJJIItllis scidntia . . . has erir ut utens ... Er vacatur ~1rs ur dic it colleciionem multo rum pri nc ipi oru m ad unum fin em . .. D ialecric<l comp~trat~l scienriis re~1 libus erit mo dus sciendi er non scienria, quia rune capirur ur urens er non ur docens•' (p. 7). LJs c irns se refie­ren a Ia Dia/ectica reso/utio (Salamanca, 1562), Ia ed ici6 n que mili zo . Vfase mc\s arrib <t lo dicho sabre los agusrinos en J\1exico, pane Ill, 1, 4 y 5.

7. <'Subi ectum Dialecri c~1e est ens rationi s, Ll t est ly ens commune ad omnia enti a rntioni s ... Ens rcltionis esr hoc per quod DialecricH ab ::1liis disringuitur. .. Omni<1 quc1e in Di<tlecrica rra cra nrur secun­dum hanc considerarionem enris rar ioni s rr.ac t;t ntur ... Di Hiecrica , quae propr ie scie nri~1 ester r ~trionis scientia habens pro ob iecto ens rarionis~· (pp. 7,8) , Sola na, 1941, Il l.

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VICENTE M UNO Z DElGADO

Esa ciencia de la razon se divide en tres partes siguiendo las tres ope­raciones del entendimiento, a! modo que habian dicho san Alberto Magno y santo Tomas, adoptando una tradicion que procede de los arabes, como quecla dicho en nuesrra Introduccion.

b) Division de la Jogica y ordenacion de sus tratados

Los Predicables y Predicamentos pertenecen ala primera parte de la logica, es decir a la primera operacion de Ia razon. Los temas del Peri I-Ierme­neias ordenan la segunda operacion de Ia razon, es decir, Ia compositio et divisio y los Analiticos responden a Ia tercera operacion, el razona­miento (p . 109). Es como si el Estagirita hubiera escrito sus obras dis­puestas para dirigir las tres operaciones y naturalmente «Aristotelem habe­mus principem et unicum ducem in Dialectica >> (p . 10). De esas tres partes de Ia Dialectica «in hac nostra aetate magister Soto optime philosopha­tus est ... Sed tamen adhuc via brevior et compendiosior desideratur» (p. 11 ). lntenta ahora reducir a epitome las explicaciones y tratar s6lo las cuestiones que conducen a Ia inteligencia del texto aristotelico (p. 11).

El libro de los Predicab/es es una introduccion a toda la dialectica y a{m a tocla Ia filosofia, porque es imprescindible para estudiar las defi­niciones, divisiones y Ia demostraci6n, necesarias para todo saber filos6-fico. El objeto de la obra de Porfirio es e) universal y su primera propie­clad Ia predicabilidad g .

Estudia el problema de los universales, resumienclo las diferentes opi­niones e inclinandose por el realismo moderado de cuno tomista, aclmi­tiendo Ia natura communis . Ademas deSoto cira a Pablo de Venecia y a Martin Perez de Ayala (Redmond y Beuchot, 1987, 35-52, 197-208; Munoz, 1974, 470-1; Risse, 1964, 337-9).

Sigue Ia Resolutio /ibri Cathegoriarum (pp. 48-108), que divide en tres partes con los escoh1sticos (Antepraedicamenta, Pmedicamenta y Post­praedicamenta), aunque observa que en el texto griego hay 14 capitulos sin tales clivisiones. Es una obra muy necesaria al dialectico, porque per­fecciona el conocimiento de los universales, los generos y las especies nece­sarios para saber definir, dividir y argumentar. La distincion entre lo que es per se y per accidens es siempre ineludible y se esclarece al estudiar las categorias (p. 50).

El dialectico considera los predicamentos en orden a! entendimiento y a Ia predicaci6n; elmetaflsico los considera de manera absoluta en cuanto cosas y nombres de primera intenci6n. Por ello el dialectico y el metafisico tratan el mismo tema bajo razones formales distintas y no se debe escuchar a los que dicen que los predicamentos no pertenecen a Ia Iogica (p. 50).

8. <(Conclusio prima: Dialecrictl"tracrar de universalibus ... non secundum abs_oluram considera~ rionem, sed secundum quod conveniunr esse universalia per operarionem intellecrus, nbsrrahendo a sin­gulal'ibus. Crmclusio secunda: Subiecrum hu ius libri Pmedica bilium ere universale habens rarionem com­munen1 ~enericam ad quinque praed icabi li a>) (p. 20).

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El PEN SAMIEN TO l OGICO

Comenta Ia obra del Pseudo-Gilberto acerca de los seis Ltltimos pre­dicamentos y le satisface que haya completado Ia doctrin.a del Estagirit~. Se muestra muy agustiniano en las muchas veces que etta !a obra apo­crifa de san Agustin, Categorias, a Pablo de Venecta y al1~oster Doctor Fundamentalis Aegidius Romanus. De los modernos menc10na a Barto­lome de Castro, profesor de Alcal3, y a los dos reformadores franceses Faber Stapulensis y Clichtove (pp. 79, 85, 88, 97, 100) (Redmond y Beu­chot, 1987, 108-12). .

Siguiendo el orden aristotelico debia explicar ahora ,l<;>s tem.as d.el Pert Hermeneias (proposicion) y despues los Primeros Analttt~os (stlogtsmo). Como muchos otros, considera que los ha tratado suftctentemente en St4mu/as y, por tanto, los omite (p . 109) . . .

Pasa a los Segundos Anaifticos (pp. 109-161 ), que e~tudtan el s~lo­gismo ordenado a Ia demos~1:aci6n y a la ciencia. Su objeto ~s preCtsa­mente tratar de Ia clemostrac10n y de la ctencta, como coronact6n Y colo­f6n de toda Ia dialectica. Se trata de un libro dificil y oscuro y algunos dialecticos parecen ignorarlo por completo. El pad~e Veracruz so}amente comenta el lib. I hasta el cap. XII mclustve, omltlendo lo clemas como menos necesario y de mayor faciliclad (Munoz, 1974, 470 -2; Redmond y Beuchot, 1987, 112-6 ). . . .

Al final de Ia Dialectica Magna mserta un Compendtum, resumtendo todo. El fraile agustino revela mucha erudici6n y conocimi;nto de Ia pro­blemarica de !a 16gica . No sigue el metoda de las ,tre~ vtas y s';tele ser tomista. Los Topica y los E/encos los pone como apend~ce a las Sumulas. En este apartado solamente. he querido indicar el honzonte general de su Dialectica Resolutio, ut1ltzando Ia edtcl6n salrnannna de 1562.

c) Las s{m1Ulas como introduccion a !a dialectica aristotelica

Vamos a estudiar ahora la Recognitio Summulantm (Salamanca, 1562_), Ia edici6n que utilizo. La dialectica se divide en dos grandes partes: << 111 duas dividemus partes: in prima quidquicl spectat ad Tractatum Summu­larum ponemus, cui et add emus Locorum et Elenchorum. Tract~tum .. Et in secunda parte erit de Dialectica quam vacant Magnam constdera:IO» (p . 29). Aqui hemos comenza,do porIa segunda parte para deten~rnos ahora con mas fruto en las Sumulas o pnmera parte, que s~ exphcaba en Ia catedra de Prima, blanco de los ataques de los humamstas, como queda dicho. , . d .·

·La Recognitio que aparece en 1554 en Mex1co llev~ una !au a~oua aprobacion de Cardillo de Villalpando, un gran enetmgo de las Sumu­las, como queda explicado en Ia Introducci6n, que ahora aprueba las dta-tribas de nuestro agustino. .

Veracruz piensa que Arist6teles y los antiguos comentanstas nos trans-mitieron una autentica dialectica <<castam, puram, non fucatam, -~on a~. terinam» (p . 58). Los softstas culpables, entre los contemporane~s, s~ citan en esta acre censura: <<Oh ingnorantisunos y locuaces soh~tas, a

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VICENTE MUNOZ DELGADO

vosotros es a quien se dirige mi discurso a vosotros Lax Enzinas D II . ' . ' < '

u, aert ; . Pardo~ Espmosa, Coronel y a otros de parecida calafia wor que ,l: a beJ~ an:~] ado fuera a I ~ hermosa doncella Dialecrica? 2Por que habe1s mti oduodo en las sant1s1mas escuelas de los cn st1anos a Ia so fi s­terfa?» (p. 41 ). En otros pasa jes cita como sofistas tam bien a Esbarroya, J. Naveros, Rodngo de Cueto, al m1smo Soto (p. 41- 58) y sobre todo a Enzmas (p. 9) . Los tratados mas recriminados son esros :

Vos vera loco.veritatis , quae simplicissima est, monsrra ilia , suppositio 11es, obliga· t10nes, expombdw, ntsolubtl!a, calculatiolles et rel iqu a interminata er quasi quod­dam fals1tat1s pelagus nob1s di scenda trad idisris, ut obruereti s ca nd ida iuvenum inge­nia (p. 42) .

Quid ad a rrem,. obsecro , in materia comradi cto ri arum innum eros form,1re sy llo­g1smos, 1mpos1t1 ones, suppositiones aclclucere novas , s implices, m ixras , de Jy c, de ly d e t co nfusas; quorsum consequenti as de ly urerque fingere (p . 9).

Allaclo de los autores criticados y reprobados hay otros muy alaba­dos por refonmstas que esran de moda con Ia entrada de Ia logica rena­centJsta. En pruner Iugar esta el holandes Rodolfo Agricola (1444-1485), ya men cwnado, a! quellama «docttSSJmum et antiquis comparandu111 ,,

(p. 8) . Otro muy apreoado es Francisco Titelmann (t1 537), cuya obra hemos encontraddo en Ia b1bhoteca de Cervantes de Salazar. Pienso que el Proemzo de Ia Re_cogmtzo, en alabanza de Ia dialectica , esui inspirado en, T1telmann lo mJsmo que Ia enumeracion de lugares del final. Tam­bien etta con elogio a Cardillo de Villapando (p. 58 ), a! franciscan a Luis de CarvaJal (t1552), que tambien encontramos en Ia biblioteca de Cer­vantes, a los ya citados Faber Stapulensis y Clichtoveo (p. 58). Son los autores pnnCJpales en que parece inspirarse para su reforma. El ideal de Veracruz es volver a! Estagirita y recortar mucho todo lo demas (Munoz 1974, 457-65; 1972 , 72-85, 86-112"). '

Vamos aver ahora el contenido de esas St:nnulas reformadas. Previo un Pro~mi?, de alabanzas a Ia dialectica explica las nociones de defini­Cion, divtswn, consequentia y proposicion, es decir los modos de saber (pp. 9-17 ), como algo previa a todo lo que se va a decir. Sigue el tratado de lo.s termmos y sus dtvlstones al que parece otorgarle cierta indepen7 denCJa (pp. 17-28 ).

Con algunas reservas sigue un tratado acerca de las propiedades logi­cas de los termmos, que no procede de Aristoteles, sino de Pedro Hispano (p. 28 )._ Lo queen or:a parte llama monstruos (p. 42) lo considera ahora necesano para mvesttgar Ia verdad-falsedad de las proposiciones. La pri­meraproptedad, Ia <<suppositio est terminus in propositione existens veri­ftcabdts de re quam sign ificat» (p. 28 ). Un termino solo riene suposicion dentro de Ia proposJCLOn tanto en las verdaderas como en las fal sas.

9. Los paS<ljes mcls cluros esd n rom <:tdos de Lui s de ColrV<tjal. De res tituta tbeol~gia T ib T. c;lp. 7 . Cf. Solana , 1941, Ill , 592'601. ' . ·

380

El PENSAM IENTO LOGICO

'•

Aunque h ay algu~av.ariacion en las diferentes ediciones, el .sigt\ cuadro expresa las dtvlstOnes de Ia supposttto, en Ia edicion de 1562: ·

Suppo­sitio

Propria

Metaphori ca Caracretica Metalept ica Si necdorica M eronymia An to no m atica

Materialis, ut homo est nomen Sim plex, ut homo est species

Communis Determin ara (ascensus-clescensus

clisiunctivus)

Perso­n,llis

Discreta

Confusa

Distributiva seu copubtiva (asc.-desc. copulativus)

Copulata (asc.-desc. copu-larus)

Disiuncta (asc .-desc. di siun ctus) "'

Como complemento a Ia doctrina de Ia supostcton dedica un capi­tulo al ascensus-descensus, distinguiendo los cuatro casas que van en el cuadro anterior (pp. 33-35 ).

La ampliacion es Ia extension de Ia suposicion de un termino. En los terminos singulares hay ampliacion del tiempo, en los term.inos comunes puede haber al mismo riempo ampliacion del tiempo y del supuesro. La restriccion es una propiedacl inversa a Ia ampliacion (pp. 37-8 ).

Finalmente, dedica dos capltulos a Ia appellatio, que es Ia aplicaci6n del significado formal de un termino al significado de otro, como sucede con magnus en este ejemplo Petrus est magnus 111usicus, que precisa que Pedro es grande solo en razon de Ia 111llSica. Esa es un aappellatio realis. Tambien hay Ia appellatio rationis, que aparece solo en los tenninos en que se indica im acto del entendimiento o de Ia voluntad como papam cognosco que distingulan de cognosco papam, porque el primero podia tener un concepto impropio (papa como hombre, como cardenal) y el segundo supone un concepto propio (papa en cuanto papa).

10. uPropri<l ill ;t esr qu:1ndo terminu s pro illo C<lpitu r quod proprie significm)). <( I rnpropria est quum terminu s cap irur pro il ia quod mec::tphorice vel tr;:li1Sit ive signific-tc)), ((S upposirio simplex est quoties ter­minus supponit pro natura im portam in ral i termino)) . «Suppositio com munis in genere dividirur inmnbi­lem et' immobilem ))' a ii.ade que no ],, emple<\ 11 ni los te6Jogos ni los ~Hlto res graves (p. 30). "Eo dict;.l est

iltlltobi/i$ quia non licear suh rr.li termino, tllltequtlm sub tom complexo <lSCenclere)> (p. 33). L1 suposici6n abso luta y Ia de rehrivos abarca pp. 28-37. Cf. Redmon y Beuchot, .1 988, 3 1-45; 1987, 70, 80.

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VICEN TE M U NOZ DE LG ADO

. To~o lo dicho hast~ aqt~i es como un preambulo «ante ipsam seriam Dwlecttcam >> y ha quendo Situarse en un punto medio (p . 41 ). Esto seda una pnmera parte, algo asi como una Introducci6n a Ia dialectica segim Veracruz.

Comienzan ahora propiamente las S11mulas, es decir el primer tra­tado (pp. 42-80 ), en el que explica Ia naturaleza y propiedades relativas y abso.lutas de la.s prop?siciones categorica y modal, que corresponden al De n:terpret~tzone .. S1gue el estudio de las hipoteticas, condicionales, copulativas y disyuntivas con los modos y reglas de argumentar en cada caso.

La verdad de Ia condicional se confunde con Ia consequentia bona Y Ia falsedad con Ia mala, completando lo dicho a! tratar de los modos de saber. Es decir, sup rime el tratado De consequentiis, pero expone su contemdo. Refuta la s do.s famosas reglas: Ex impossibili sequitur quodli­bet y Necessanum sequztur ex quolibet. .· . Apoyado en So to opin~ que no son correct as, son contra el Estagi­r~ta y contra el modo comun de concebn·, porque no hay ninguna rei a­Cion entre antecedente y consiguiente (pp. 71-80; Soto, 1554, ff. 83v-84v).

Stgue el tratado De expombzlzbus (pp . 80 -91), donde examina una por una las proposiciones exclusivas, exceptivas, reduplica tivas, las de m.m1edzate, mczpzt et desmrt, las de differt, las comparativas, las de infi­mto y algunas otras. . , Era tratado muy criticado y Veracruz, a pesar de explicarlo, ]o juzga mutil, en su mayor parte (pp . 41, 8 0). El libro IV de las Sr1mulas de So to podna haber s1do su moclelo.

. A continuacion viene el trataclo del silogisnw praecipua pars Dialec­tzcae (p. 91), que expone con detenimiento. Admire solo tres figuras y p1ens~ que Ia cuarta noes necesana, aunque distingue entre modos clirec­tos e m~:hrectos (pp. 93-94). Despues de Ia teoda de Ia reduccion de los n~odos Imperfectos a los perfectos, explica el famoso tema De arte inve­n:endr medzum, con Ia celebre figura del puente de los asnos, que coin­Cide total~1ente.con Ia de lasSumulas deSoto (eel. 1554), cap. 8 del lib. ~·A contmuac16n expone el silogismo con enunciados modales el silo­gisi"!lo de exposicion, in terminis divinis, con exponibles y con t~rminos . · obhcuos. S1guen los defectos y presupuestos del silogismo (Redmond 1983, 31-49). '

Terminacon dos capitulos, uno acerca del silogismo cliale·ctico y otro acerca del htigtOso.o aparente. Explicada Ia inducci6n, entimema y ejem­lios)~oncluye: «Hie est flms Illorum quae in Summulis tradi solent>> (p.

. Veracruz amite el De obligationibus, pero a! tratar de Ia consequen­tza da unas reg! as que se han de observar inter arguendum et responden­dum, que consntuye un breve resumen de ese tratado. Tambien amite el De msolubilibus, pero habla de Ia propositio sefalsificans (pp. 46, 73, 79). En nuestra Introducc16n puede verse ellugar que ocupan esos trata-dos en Soto. · ·

382 . i I

I

' '

••••

El PE N SAM I ENTO LOGICO

Vera~ruz.' des.pues de terminar Ia exposici6n de los temas 'que· dera ordmanos, mcluye un T rac tatus de locis dialecticis (pp. 118-1 y otro sabre los Elencos (pp. 145-156). Los lugares, Ia logica in Ia habian puesto de moda los renacentistas desde Agricola y con tanto ,. interes Ia recoge Veracruz. Los loci, dice son {niles y necesarios para todos ~'· · los saberes, por ejemplo, al ret6rico, a! fisico, sabre toclo al teologo. Son como un tesoro escondido y reservado a diposicion de todos. Temistio . y Boecio nos han transmitido el tema mejor orclenado que el Estagirita. Ciceron y Quintiliano son tam bien imporrantes, pero sobre todo lo son · R. Agricola y Francisco Titelmann, que parece tener especialmente delante. Enumera los lugares intrinsecos, extrinsecos y media, comen­tando cad a uno .

Resume luego los Elencos de Arist6teles, explica los cuatro tipos de disputa, las metas o fines del sofista. Define Ia falacia como locus ido­neus ad decipiendum (p . 14 7) y luego estudia una por una las falacias aristotelicas en 13 capitulos con numerosos ejemplos (pp. 147-156).

Termina con un epitome Summularum (pp . 157-170), que se anade a partir de Ia segunda edici6n, como hemos vista hizo tambien en L6gica M agna, suprimiendo lo referente a! tratado de los terminos, sus divisio­nes y propiedades 16gicas , porque los considera ya muy resumidos en el texto 1 1

2. La l6gica en los escritos de Tomas Mercado, O.P. (1523-1575)

a) Naturaleza de Ia 16gica

Hem.os record ado a Mercado a! tratar de los clominicos en N ueva Espana. En 1552 ingresa de dominico en Mexico y se 01·clena de sacerdote en 1558. Es lector de artes en el convento de Mexico de 1559 a 1563, despues regesa a Espana y termina su formacion en Salamanca de 15 63 a 1569. Sus obras filos6ficas se componen en Mexico durante los aii.os de su docencia y las imprime en Sevilla en 1571. Tratamos ahara, en primer Iugar, de su In Logi­cam Magnam Aristotelis (Fernando Diaz, Sevilla, 1571).

Comienza, como era costumbre, por las Cuestiones Proemiales acerca de Ia naturaleza de Ia logica. La dialectica es ciencia en sentido aristote­lico estricto, porque nos da noticia de los modos de saber mediante Ia inferencia de conclusiones demostradas (f . 1 v).

El objeto de Ia logica es el modus sciendi, es decir la definicion, divi­si6n y argumentacion. Todo eso constituye su objeto adecuado y Ia parte

1 1. El profesor :tvlauricio Beuchot ha publitado una ed ici6n bilinglie , hnin y casrellano, con inte­res<:mre introducciOn doctrinal y noras, de esras dos obras: Frny Alonso de Ia Veracruz , Tratado de los t6picos dialectiros (UNAM, Mexico, 1989) y Libra de los elmcas soflsticos (UNAM, Mex ico, 1989). M e remiro a es<.lS publicc.1ciones pa ra un a mayor ex plicaci6n de los loci. Cf. tambien Redmon y Beu­chot, 1988, 13-102; 1987 , 11 7-208; Mu ii oz, 1974 , 467-70 .

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VICENTE MUNOZ DE LGADO

principal de esos tres elementos es Ia argumentaci6n. Los modos de saber sirven para adquirir todas las ciencias y por ello Ia dialecticf\ es una ciencia conu:tn. Como el modo de saber es una operaci6n del entendimiento, son dos maneras de decir lo mismo: el objero de Ia 16gica son los modos de saber y Ia logica trata de las tres operaciones de Ia razon (f. 2r). Pero esas operacio­nes reales del entenclimiento deben estudiarse en el De anima, ya que ellogico no trata ni del entenclimiento ni de sus operaciones reales (f. 2r).

Por tanto, hay que precisar que el modus sciendi, en cuanto objeto de Ia dialectica es formal mente un ente de razon. El objeto formal de Ia logica es el ente de razon que se deriva de las operaciones de Ia razon , solo el que se sigue naturalmente de tales operaciones 11

La dialectica es arte y ciencia a Ia vez, como tam bien es docens y utens. En cuanto ciencia demuestra su s conclusiones y en cuanto arte establece preceptos y reglas.

La dialectica es Ia forma del entendimiento y tiene por finalidad hacer que Ia tal facultad no se desvie. La rectitud y bondad de todas las opera­ciones del entendimiento especulativo provienen de Ia ayuda de Ia dia­lectica. Por eso Ia dialectica es tambien forma de toclas las ciencias, par­que todas le clan !a materia que ella ha de informar, disponer y actuar ' '.

La dialectica es Ia primera que debe estudiarse, porque aporta los medios para adquirir otras ciencias. La gramatica y Ia retorica en algu- . nas instituciones se aprenden ames que Ia logica. Pero esas artes no son propiamente ciencias. Eso lo trata en el Pr6/ogo a los Comentarios a Pedro Hispano.

b) Division de Ia 16gica y ordenacion de sus tratados

La dialectica o logica se divide segtm las operaciones de !a razon. La pri­mera parte de Ia logica dirige y ordena Ia simple aprehension en ellibro de los Predicables yen los Predicamentos. AI princip ia no habia ni St4mu­las ni Predicables, Ia entrada y Ia puerta eran simplemente los Predica­mentos .

Ahora Predicables y Predicamentos dirigen Ia primera operacion. Los Predicables sirven para entender mejor los predicamentos, ayudan a apren­der a construir definiciones y divisiones y a penetrar mejor Ia naturaleza ·

I 2. "In concrero il lud ens rario nis est obiecrum Dialecticae, quod est modus sciendi, scilicet, defi­nirio, di visio er <-trgumenrario ... D icimus aptissime modus sciendi est ob iecru m Logicne vel ob iecmin est ens r<.i.tionis )• ( f. 3r-3v). <<To rn logica est modus sciendi, utpore qwte rota in enod .. md ctnatum defini­tion is, divisionis et c1rgumemarioni s verscuur. .. Ad quae tria rorius Logicae mater ia reclucirur)}, Opus­culum a rgumelltOrl!lll, despufs de los Comentarios a Pedro Hispano, f. l v. Cf. Sastre Va ras, en /\e tas /, 1988 , 75-88.

J 3 . « Dialecric~le est inte llecmm ne L1baru r firm ;Jre, ne a recto dev ier dirige re ... Si Dialecticct fo rnl <l inrellectus es t profecro ea om n ia es t recre fi eri. ltaque inrellecrus es t quo cun ct ~l fiunt, d icl lectic t vera qu ct recre cun cra fi<mt. Nempe, ur in o mn i opere inrellecru s speculativi recrirudo er bo nira s ex dialecrica provenia r. .. Secunda dice : di ~1l ecr i cnm esse omnium scienriarum formam. Uni ve rsae ·enim mareri~1m prclebenr qlJ<l lll ilia informer, cli sponar er acw et» (f. 4r-4v). Cf. So l t~ n <·l , J 94l, Ill , 207-211.

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EL PENSAM I EN TO LOGICO

de Ia demostracion (ff. 5r, 29v, 62v). Los Predicamentos pertenecen a Ia 16gica y a Ia metafisica, pero bajo distinto aspecto . Para Ia 16gica «prae- · dicamentum est ordinaria praeclicabilium secundum praedicationem et subiectionem•• (f. 29v).

Mercado comenta extensamente ramo ellibro de los Predicables (ff. 1r-29r) como el de los Predicamentos (ff. 29v-62r ).

La segunda operacion, compositio et divisio, se dirige y ordena en el De Interpretatione de Aristoreles. No trata el tema, porque Io ha expli­cado con mucha extension en los Comentarios a Pedro Hispano, libros II-IV (f. 62v) .

La tercera operacion, Ia ratiocinatio , se ordena en los demas trataclos del Organon. Omite Ia explicacion del silogismo y de los Primeros Anali­ticos, porque tambien han sido tratados suficientemente en Sumulas, lib. V (f. 62v). Comenta, en cambio, los Poste1·iora, pero solo los nueve pri­meros capitulos. Llevan una extensa introducci6n sobre Ia demostracion. Tambien hay algunas alusiones a los T6picos y ademas en toda Ia obra suele enumerar con cuidado los loci arguendi. Por eso disringue dos tipos de proposiciones: «alter a dialectica, alter a demonstrativa ... Dialecticus non tractat necessaria de necessariis, quia plerumque in probabilibus ver­satur quae possum et falsa et vera esse >> (f . 68v) 1

'1

c) Las S{mJU!as como inrroduccion a Ia logica aristotelica

Como todos, Tomas Mercado esta preocupado por Ia reforma de las Sltmulas. En los Comentarios In Logicarn Magnam sei'iala en el Pr6logo dos causas que contribuian a oscurecer Ia dialectica : las malas versiones de los tratados griegos, en un latin r,udo y barbara, y !a mezcla de cues­tiones dialecticas con otras que no lo son . Para remediar ei primer mal, realiza una version propia y direcra de parte de los trarados logicos del Estagirita, que es una muesrra muy meritoria de sus conocimientos de humanid ades . La otra causa Ia considera muy grave y procura mante­nerse siempre dentro del objeto de Ia clialectica. Entre los temas de los que se debe prescindir por pertenecer a Ia metaflsica esdn Ia division del ser y de las categorias , la an alogia del ente (f. 1 ); ellenguaje mental y los conceptos que pertenecen al De Anima; los enunciados de incipit desi­nit, los instantes, que deben estudiarse en Ia Physica.

Pero Ia reform a y didactica de Ia 16gica le preocupa sobre todo en las St4mulas, Commentarii in Textum Petri Hispani (Sevilla, 1571 ), que vamos a recorrer. Ya al principia sei'iala su intencion: «In Summulis quan­tum penes me fuit, multiplicem ilium sophismatum cumulum resecare omnibus nervis conatus sum>> (f. 1r) . Menciona en particular «ese inmenso caos que excogitaron acumulando fingidas rapsodias de len·as aaa, bbb y redes de insolubles y de reflexivas>> . «Para suavizar Ia molestia del peso

14 . Padi\1::1 (1615 ) es el qu e in forma q ue los li bros que escribiO en Ivlt~x ico los edit6 en Sevilla en 1571. Cf. Robles, 1950, 543-59; Solana, 194 1, Ill, 207-12.

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V I CENTE MUNOZ D EL GADO

y del trabajo decidi no solo no seguir las opiniones (que mas propiamente debfan llamarse errores) cuyo nttmero no es pequeno, sino ni siquiera refutarlas». No obstante, alga m as adelante dice que es muy uti! conocer los p ara logismos para evitarlos como el medico debe conocer las hierbas saludables para suministrarlas al enfermo y las mordferas para prevenir­las (Mercado, 1986, 34-42, 49 ).

Las St:tmulas o L6gica parva y Ia L6gica Magna son el mismo saber. Por eso las Sumulas deben tener una mision puramente introductoria a Ia logica de Aristoteles. «Por lo cual es gran engano ensefiar en las Sumu­las to.do modo exacto de saber o exigir que se enseii.e todo >> (Mercado, 1986, 371).

Ese criteria y esa nocion de Sumulas guian Ia exposici6n de Mercado que se presenta como un comentario a! texto de Pedro Hispano, pero es completamente independiente, dividiendo su obra en cinco Iibras orde­nados de este modo: I. De los terminos y sus divisiones, en siete caps. II. De Ia enunciaci6n, en 10 caps., donde trata tam bien los modos de saber y las propiedades !6gicas de los tlmninos. III. Oposici6n, equipolencia, conversion y modales, en 4 caps. IV. Hipoteticas y exponibles, 7 caps. V. Del silogismo, 6 caps.

Allado de estas Sumulas, formando parte de elias va el Opusculum argumentorum selectorum (ff. 1r-38v), que es un verdadero tomo, arnpliando y discutiendo los temas de los dos primeros Iibras.

En el primer libra estudia Ia significacion, el tennino y sus principa­les divisiones. Le interesa especialmente Ia division de terminos en pri­mera y segunda intencion . En el Opusculum vuelve especialmente sabre el lengu aje mental, recriminando a los sumulistas (ff. 9v-10r).

En ellibro segundo rrata los modos de saber, centro de Ia logica para Mercado. La definicion y division se estudian en arden a Ia proposicion, destacanclo especialmente los lugares argumentativos en cada una. Explica la argumenracion y vuelve sabre el tema al tt·atar de la hipotetica en el lib . IVy del silo gismo en ellib. V. Puede decirse que los temas De conse­quentiis quedan tratados de rnanera completa en esos pasajes (Mercado, 1986 , 124-7, 137-43, 295-310; cf. Redmond y Beuchot, 1988, 111-3).

AI tratar las divisiones de Ia proposicion , tiene un recuerdo para los enunciados reflexives. Aiiade que los amite por ser pocos y de escasa · utilidad, aunque hace esta interesante observacion: «las reg! as de las Sumulas deben entenclerse como excluyendo o exceptuando a las insolu­bles o reflejas >> (pp. 147-48 ). Es lo que conserva del famoso tratado De insolubilibus .

La cantidad de Ia proposicion «se toma segun el sujeto, que es como la materia y el cuerpo, y su predicado es Ia forma. Y en tod as las cosas naturales detectamos el aumento 0 disminucion por el cuerpo, no por el alma» (p. 161). Esto recuerda una doctrina de santo Tomas, que tam­bien recoge Soto, acerca de Ia n aturaleza de Ia proposicion. La cantidad solo se pone por razon del sujeto, que es a modo de materia. Esto equi­vale a declarar ilicita Ia cuantificacion del predicado . No obstante; M er-

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El PENSAM I ENTO LOGICO

cado a! tratar del silogismo habla de proposiciones como el hombre es todo animal, todo hombte es todo animal. Pero las califica de proposi­ciones desacostmnbradas y barbaras (Mercado, 1986, 161- 394, 408; Redmond, 1981, 27-37; Redmond y Beuchot, 1988, 125-49 ).

Sigue el conflictive tema de las propiedades logicas de los terminos y estudia Ia suposicion, am.pliaci6n, restriccion y alienacion que ayudan a explicar las funciones y oficios del termino dentro de Ia proposicion ! Afiade «me afanare para que Ia ensefiemos tan claramente cuanto hasta ahora ha sido tratada confusa y difusamente» (p. 167) .

La suposici6n es la acepcion de un termino en Iugar de alguna cosa . y Ia trata con amplitud, tanto Ia absoluta como Ia de los relatives. Las divi­siones de Ia suposicion absoluta pueden resumirse en el siguiente cuadro:

Material

[

Figurada (tropo) Tmpropia Antonomastica

A ntifrasis

Suppositio [

Universa l Simple Determin ada

Confusa Form al

[

Natural

Personal [ Comtm Acc1denta l

D1screta 15

Pro p ia

La ampliacion es Ia extension de Ia suposicion de un termino, su inversa es Ia restricci6n. Estudia las reglas de cada una y los modos de argumentar basados en elias. La alienacion es Ia desviacion de una supo­sicion propia de un termino a otra que es impropia (p. 186). La appella­tio Ia trata en los enunciados reduplicativos (pp. 346ss). Termina ellibro II con un capitulo sabre Ia induccion como ascenso, que es una especie de argumentacion (pp. 202-12). En el Opusculum argumentorum vuelve sobre Ia ampliacion y refuta seis loci arguendi fundados en ella y tam­bien produndiza el tema del ascensus-descensus (ff. 33v-36r).

15. Mercado, 1986, 167-86; Redmond y Beuchot, 1988, 150-9 . L1 suposici6n 1/atura/ regula Ia arribuci6n de predicados necesarios y la <lccidenral la de los contingences. La suposici6n condrn se di vide ulreriormenre en: uni versal, dererminada y confusa. Las dos primero:\s penniren , respecriva menre, asceusus-descensus copu larivo y disyunri vo. La confusa no permi re nsceusus-desceusus.

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VICENTE MUNOZ DELGADO

El libro III estudia las propiedades relativas de Ia proposicion que ayudan para juzgar Ia verdad de cualquier enunciado y para precisar una argumentacion (pp. 214-15). Despues de Ia oposicion de proposiciones, estudia la de los terminos, que no debe colocarse en ellibro I, como hacen muchos, porque presupone el conocimiento de Ia oposicion de proposi­ciones. Es un tema que le interesa, porque vuelve sobre el en el Opuscu­lum argumentorum (£. 18v).

La doctrina de Ia conversion de proposiciones solamente es tltil en algunos enunciados de presente, de c6pula de simple inherencia y de extre­mos simples. Admire Ia conversion simple y la imperfecta. De Ia ll amada conversion por contraposici6n dice: «Ia hemos quirado del texto y Ia hemos desechado de nuestro comentario ... noes de ninguna utilidad ni uso ... es de maxima oscuridad>> (pp. 254-60).

T ermina este libro conla exposicion de la proposici6n modal, admi­tiendo los cuatro modos y Ia distincion en modal divisa et composita. Estudia su cantidad, cualidad, equipolencia, oposici6n, conversion, etc. Es todo un tratado con los famosos r6tulos sobre oposicion y equipolen­cia (Redmond y Beuchot, 1988, 167-92) .

Sigue el libro IV sobre los enunciados hipoteticos y exponibles. L1 primera parte es la logica de Ia consequentia y Ia de las proposiciones a! modo estoico. La condicional es al mismo tiempo proposicion y con­secuencia, en ella coinciden Ia verdad de Ia proposici6n y la validez de Ia consecuencia (p . 301 ). De cada una de las condicionales dimanan Mi­les lugares argumentativos como el modus ponens y el modus tollens. Recuerda tambien famosas reglas: de lo verdadero solamente se sigue lo verdadero, lo falso solamente se sigue de lo falso, lo contingente no puede seguirse de lo necesario, lo necesario solamente se infiere de lo necesa­rio, lo imposible se deriva de lo imposible, etc. «No filosofan correcta­mente los que opinan que de una proposicion imposible se sigue cual­quiera, a saber, cualquier verdadera, cualquier imposible, cualquier necesaria» (p. 311). El fundamento de esa posicion es falaz, ya que no hay relaci6n alguna entre antecedente y consiguiente . El antecedente solo conduce a asentir a lo que esra conectado con el (Redmond y Beuchot, 1988 , 193-206; Mercado, 1986 , 315-27).

Sigue el conflictivo tratado de los exponibles. «I-lasta ahora -dice- -en Ia escuela de los dialecticos se busca ensenar esta materia con estilo oscuro e infectado de mil sofismas. Nos abstendremos deliberadamente de Ia recitaci6n y confutation de muchisimas opiniones» (p . 330) . Los enunciados de incipit, desinit y differt han sido relegados «de Ia presente especulaci6n, en cuanto que siempre les he juzgado como ajenos a este Iugar». Lo habia prometido ya desde el Pr6logo. En cambio, estudia bre­vemente las oraciones de comparative y superlativo (Mercado, 1986, 40-1, 366, 367; Redmond y Beuchot, 1988, 206-15).

En ellibro tlltimo estuclia el tema de la silogistica a partir de Ia teoria general de Ia argumentaci6n. Explica el silogismo en su estructura, en sus elementos y en su fuerza . Solamente esrudia tres figuras sin mencio-

388

El PENS AMI ENT O LOGI CO

nar la cuarta, pero analiza los modos directos e indirectos de Ia primera figura. Hay que tener en cuenta, para el numero de modos, que <<el que infiere Ia subalternante infiere igualmente en el mismo nt1mero la subal­ternada, asi ocurrira igualmente en las convertentes» que infieren lacon­versa. Terminada cada figura en sus modos, reglas generales y particula­res, estudia los principios en que se funda el silogismo, como Ia identidacl comparada, el dictum de omni et nullo, con Ia doctrina de la reducci6n de todos los modos a la primera figura. Es la resolutio prioristica.

Mercado habla del famoso tema de Ia inventio medii y del pons asi­norum. Considera que <<las reglas y su explicaci6n son completamente in Miles para los dialecticos de las Sitmulas», porque suponen temas que nose han estudiado, <<presuponen el conocimiento de los predicamentos y la noticia de los predicables» (p. 410). Sigue una discusion ni.uy intere­sante acerca de Ia relacion entre silogismo y consecuencia formal con las condiciones para evitar inferencias viciosas. Tennina estudiando el silo­gismo expositorio, atendiendo especialmente a algunas dificultades deri­vadas de un tennino medio singular o restringido por un pronombre (Red­mond y Beuchot, 1988, 217-40 ).

En Mercado puede verse gran p arte de Ia problematica de Ia 16gica del tiempo, lo que suprime, lo que recorta, lo que considera fuera de Iugar, lo que le parece sofisteria vana y lo que conserva. No expone el tema de Ia 16gica invemiva ni comenta los Topica, a pesar de la moda . Siem­pre esra preocupado por Ia pedagogia y provecho de los alumnos.

3. La 16gica en Ia Introductio de Toledo, S.j. (Mexico, 1578)

a) Toledo en Mexico

El cordobes Francisco de Toled0 (1532-1596) perfecciona estudios en Salamanca yen mayo de 1557le dan una catedra cursatoria de artes que desempefia hasta junio de 1558 en que se hace jesuita. En el curso de 1559-1560 ensena Sumulas y L6gica en el colegio romano de la Campa­nia. Para sus alumnos imprime la Introductio in Dialecticam Aristotelis (Roma , 1560), mas tarde los Comentarios In Logicam Magnam A1·isto­telis (Roma, 1572) y poco despues los tomos de Fisica. Tales obras son adoptadas como rexto muy pronto. En 157 5 el provincial jesuita de Cas­tilla escribe a] general Everardo Mercurian recomendando que a Toledo <<le siguiesen universalmente los lecrores y oyentes de Ia Campania», lo que manda m as tarde C. Acuaviva. A fines de marzo de 1576, E. Mer­curian deda al provincial de Nueva Espana : «en los estudios de lett·as humanas deseo mucho que se guarde el orden, cuanto se pudiere, que aqui en Roma se tiene» (Gomez 1-Iellin, 1940, 7-18; Solana, 1941, III, 318; Lopetegui y Zubillaga, 1965, 552; Z ubillaga, 1954, 73ss).

Los jesuitas imprimen en Mexico Ia Introductio in Aristotelis Dia lec­ticam (Antonio Ricardo, Mexico, 1578) y, como dice Ia licencia de impre­sion, sale a luz por indicaci6n del provincial de Ia Campania. Toledo

389

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VI C ENTE MUNOZ DElG A DO

tuvo tam bien influjo en Mexico a tt·aves del padre Antonio Arias (1564-1603 ), que comenta sus obras, ensefia en el colegio jesuita y, segtm algunos, tam­bien en Ia universidad. Compendia especialmente las ·a bras de filosofla natu­ral, conservadas manuscritas en Ia Biblioteca Nacional de Mexico 16

En los preliminares a Ia edicion mexicana de Ia Introductio se insiste en que era una obra que necesitaban los estudiantes. Estuvo de texto y por eso vamos a resumir algunas doctrinas en arden a esa obra.

b) Breve sintesis de algunas doctrinas logicas de T aledo

La logica o dialectica se define: «ratio disserendi, id est ars qua verum a fa lso discernere docemur» . La logica debe estudiarse en primer Iugar, porque es el 6rgano y el modo de saber de todas las disciplinas. Su misi6n es ensefiar a definir, dividir y argumentar . La logica se divide en dos gran­des partes : 1) inventiva, ars inveniendi, que se corresponde con Ia doc­trina aristotelica de los Topica; 2) judicativa, ars iudicandi, que se corres­ponde con los Analiticos. Es decir, esas dos partes respond en a Ia opinion y a Ia ciencia demostrada. <<Logica maxime in hae utraque parte versa­tur, nempe in demostratione et topica, quae dialectica peculiariter dici solet>> (Toledo, 1589, 3, 277) .

La 16gica docens es ciencia en sentido estricto, en cambia Ia utens no lo es. En l6gica todo se estudia bajo Ia raz6n formal de ente de raz6n o del modo de saber, que son Ia mismo . Despues de estudiar las diferen­tes opiniones, determina asi el objeto de Ia logica: << ens rationis logicum, id est quod consequitur ad operationem intellectus, quatenus intellectus intelligit, est formale subiectum Logicae>>. Podria llamarse ente 16gico de raz6n, modus sciendi, modus intelligendi. La fina lidad de Ia dialectica es mostrar el metoda de alcanzar el conocimiento perfecto de las casas, que se obtiene por los modos de saber. Par ello ellogico tiene esta misi6n: <<officium ergo ipsius est definire, dividere et argumentare>> (Toledo, 1589, 6, 9-18; Risse, I, 382-5).

La logica y sus tratados se ordenan segtm las tres operaciones de Ia raz6n, Ia division celehl·is et recepta, que recuerda Santo Tomas al prin­cipia de su comentario a! Peri Henneneias. Pero, afiade el renacentista · Toledo, en cada una de esas tres partes hay el aspecto inventivo y judica­tivo. << In singulis autem horum est inventio et iudicium. Nam et docemur in venire genera et differentias (ex quibus definitio ) et de inventis iudi­care. Similiter in propositione et syllogismO >> (Toledo, 1589, 19 ) ' 7

.

16 . C f. Lohr, 1988 , J9 . IHtroductio i11 Dialecticam A ristotelis per magistrum Franciscum. Tole­rum , S<lCerdorem Societati s Tes u ac Philosop hia e in Ro mano Socierm is Coll egia professore (Jvlex ic i, In Coll egia Sa ncrorum Petri et Paul i, apud Anro nium Ric<lrclum 1578) . Es l ~l po rt ~:t cla.

17. N 6 rese esta afinnaci6 n: «cognoscere non possumus nis i inuenieudo et iudiccmdo" (Tol edo , 1589, 6) ; M. Solana , 194 J, TTl, 32 1-2 , resum e los Com en f(lrios a Ia L6gica de 1\risttSte/es . En o rros pctsajes parece llnm ar 16gica invenri va sohlm enre a los T o pica , como en l<1 p . 280: ((ex hqc app<Het inven· ti o nem pro babilium log icam esse ~l C o b id liber T o pi corum in venrivu s dic iwr ; no n sic de necessari a in quo solurn logicus iudirio utirlw. Er hoc est admo dum memoriae mandandum n. Cf. R isse , 1964·,. 382·5.

390

El PEN SAM IENTO l O GICO

c) Las Sumulas como Intmductio a Ia 16gica de Arist6teles

En las palabras preliminares a! lector defiende Toledo la necesidad y uti­li.dacl de las S~mulas. Nose cleben escuchar las voces de los que las con­stderan Sophzstarum commenta, como dedan muchos renacentistas . La ~6gica del Estagirira es imposible de entender <<nisi ab iis qui rem velut 111 Summa tam percepennt». Aduce su experiencia en Ia docencia romana y Ia de las mejores Universidades, que consideran necesarias unas leccio­nes introductorias que han de ser breves y tomadas de los mejores auto­res griegos, Ia tinos y ara bes " .

Tole.do .d ivide el material de Ia Intmductio en 5 Iibras . Comienza por los modz sczendz con las forn;as de argumentar fundadas en Ia definicion divisi6n y argumentaci6n. Esta es el principal instrumento de la dialec~ rica y sabre ella vuelve en ellibro IV (ff. 19r-20v).

Sorprende especialmenre el cap. IX que explica el disputandi modz4s observandus (ff. 21r-23r), donde da reglas generales y especiales para el que argumenta y el que responde, explicando la actitud y lenguaje que se debe e~11plear. Es un verdadero tratado del denostado De obligationibus.

. , Exphcados los modos de saber, dedi~a los caps. X -XV a Ia exposi­cwn de las pnnctpales dtvtstones de los terminos, conservando elemen­t?s qt~e otros consi~eran sofisteria, como los terminos mentales y los no­stgmftcattvos. ExJ?hca luego Ia proposici6n y sus propiedades absolutas, tanto en Ia categonca como en las hipoteticas .

En ellibro II comenta las propiedades 16gicas de los terminos, recor­dando Ia suppositio, ampliatio, restrictio, status, alienatio, diminutio y appellatio .

A Ia principal , Ia suposi~ion, le dedi.ca los fols. 45v-56r, en siete capi­tulos: Propane esta defmtcwn: «Supposttio est usus tennini prose vel pro suo stgmftcato» . La primer a gran division es en materia/is y forma lis. La material, usus termini prose, la subdivide en intrinseca que conviene tam­bien a los terminos no significativos como homo est ;onus y extrfnseca que se da solamente en las palabras significativas, como 'hombre es w~ n~mbre . L~ suposicion ~annal prop,ia se subdivide en simple y personal y esta en dtscreta y comun. La comun en accidental y natural. Estas dos se s~1 bdividen en distributiva, determinada, confusa y copulada segtm sea postble el ascensus-descensus, que tam bien es cuadruple: copulativo, dis­yuntivo, disyunro y copulado.

. , Se detiene esJ?ecialmente en ~a ampliaci6n, Ia ex tension de Ia suposi­cwn. Puede ser solo en arden al ttempo, en arden al tiempo y a los supues­tos , en orden a! nempo y a Ia forma. La primera conviene a los terminos singulares, Ia segunda a los comunes y Ia tercera a los connotativos. Dis-

l 8 . L~1 experi enc ia demu es rra Ia neces id c1d y urilid:ad de comenza r par D ialec tict7e rudit1 quae­dam elenu.mta: •<q uam consuetu d ine m nis i expe rienri a ce rriss irn <l , rerum m agisrra, comperrum fui sser, opri mo1m esse er uril iss im <l rn , n unqu~1 m rcun d iu, ra m o1nnium docrorum co nsensu, r ~1m frequenres ~\ c no biles Acc1demiae reri nui ssenr)), aJ pri ncip ia. Tocl as las ciras se hacen po r lrl edici6n mexic m a de 1578.

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!

'j

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VICENTE MUNOZ DElGADO

tingue cinco diferencias temporales, como los logicos prerrenacentistas: presente, pasado, futuro, posible e imaginario. Enun'lera reglas para dis­tinguir cada propiedad, que son importantes para conocer la verdad de las proposiciones, para la doctrina de la conversion y para la correccion de los argumemos. Tales propiedades sedan solamente en el termino den­tro de la proposicion (ff. 56r-65v).

Tennina este libro con el estudio de la oposicion, equipolencia y conver­sion de proposiciones, sus !eyes y reg! as correspondientes (ff. 66r-7 4v) 19

,

Ellibro III comienza con e1 tema de Ia modalidad en siete cap(tulos. Admire solamente tres modos: necesario, imposible y contingente, que iguala al posible. Distingue Ia modal en compos ita et divisa, su cualidad y cantidad, explicando tambien las propiedades relativas: oposicion, equi-polencia, conversion. .

En los caps. 8-13 comema el De exponibilibus, deteniendose en las exclusivas, exceptivas, reduplicativas, comparativas y superlativas. Hay un capitulo dedicado a los exponibles con differt, aliud, diversum, incipit­desinit, donde distingue el aspecto fisico y el dialectico (f. 99r).

Nos interesa especialmente el libro IV, De argumentatione, ampliando un tema que habia esbozado en los caps. 7 y 8 del lib. I. Conserva muchas de las doctrinas del De consequentiis. Esta era una definicion fundamen­tal: «est igitur argumentatio, quae consequentia dici solet, oratio in qua unum ex alio inferri denotatur» (f. 100r), con sus tres elementos: antece­dente, consiguiente y Ia conjuncion ilativa entre ambos. La division prin­cipal de la consequentia bona es en material y formal. La material es correcta en virtud de Ia conexion de las cosas, como en Petrus est homo, ergo Petrus est substantia. La formal atiende solo a la forma y se a plica a toda materia y proposicion que tenga Ia misma disposicion.

Toledo enumera seis reglas de Ia consecuencia correcta y seis princi­pios en los que se funda cada regia. El primer principia es este: ex vem non sequitur nisi solum verum, es decir, en una consecuencia correcta si el antecedente es verdadero tam bien lo es el consiguiente. De ese prin­cipia se deriva una regia que tiene varias fonnulaciones. Una de elias es: ex possibili vera vel contingenti numquam sequitur impossibile.

El segundo principia es: fa/sum non sequitur nisi ex fa/so. En el se fundan reglas como esta: si el consiguieme es falso, entonces el antece­dente sera falso. Yen Ia modalidad esta: si el consiguiente es imposible tambien el antecedente sera imposible.

El tercer principia es ex falso potest sequi verum vel falsum y el cuarto verum infertur ex vem vel falso. Hay reglas correspondientes y derivadas de ellos.

Despues de enumerar las reglas termina: «hae sunt regulae pro con­sequentia bona observandae>> (f. 104r).

Terminada esa consideracion general de Ia consequentia y sus reglas, expone el silogismo llamado categorico, sus tres figuras con los modos indirectos de Ia primera figura, reglas y modos de las figuras, reduccion

19. Sobnc1 (1 941 , Til , 320-1 } expone con cierra derenciOn L1 resrri cci6n y alienaci6n.

392

I ;

El PENSAMIENT O lO G ICO

de los modos imperfectos a los perfectos, el ars inveniendi medium, el silogismo de exposicion, el silogismo con terminos oblicuos, con propo­siciones mod ales e hipoteticas ( condicionales, copulativas y disyuntivas), sus modos y figuras.

Tennina ellibro IV tratando brevemente de otros tipos de argumen­tacion. Recuerda que los retoricos utilizan especialmente el entimema y el ejemplo, mientras que ellogico em plea mas el silogismo y la induccion (f. 133v).

Finalmente el tiltimo libro desarrolla el tema de los lugares y las fala­cias con bastante extension. Define y enumera los lugares internos, exter­nos y medios. Termina con esta observacion: «hi sunt praecipui loci quos adolescentes exercere erit utile ante Aristotelis copiosam doctrinam» (f. 158r). Es Ia logica de Ia disputa y de lo probable. Concluye tratando de las falacias y razonamiento sofistico. No dispongo de espacio para dete­nenne en materias tan interesantes. Salamanca y Roma estan detras de Ia exposicion de Toledo, que defiende seriamente Ia distincion entre Stmm­las y L6gica, conserva parte de Ia doctrina de los tratados De obligationi­bus, De consequentiis, suprime por completo el De insolubilibus, sin omi­tir ninguno de los otros temas tambien criticados por los humanistas.

4. La l6gica en los escritos de Antonio Rubio, S.J. (1548-1615)

a) Naturaleza y division de Ia logica

AI hablar de los jesuitas en Nueva Espana hemos mencionado a! padre Antonio Rubio, que entra en Ia Compafiia en 1569, cuando cursaba en Ia Complutense, donde termina filosofla y teologia. En 1576 fue enviado a Mexico y se gradtJa en artes y teologia en su universidad ( 1594 ). Rubio es el autentico fundador de los esrudios filos6ficos en los jesuitas de Mexico, comenzando en el curso 1577-1578 y continuando durante veinte afios con singular competencia. Es en ese tiempo cuando comienza su proyecto de escribir un Curso filos6fico . En 1598 se dice «el P. Rubio tiene en buenos terminos su cur so de Artes>>. A fines de siglo le nom bran procurador en Roma y por 1602 vuelve a Espana yes nombrado profe­sor de filosofia en Ia universidad de Alcala, donde termina Ia redaccion de su Curso y dirige Ia impresion en cinco voh~1menes, compuesto como comentario a las obras del Estagirita.

Nos interesa en este momemo su obra logica, de Ia que tenemos dos redacciones. La primera edicion es de Alcala (1603 ) y ruvo tn<lS de mecha docena de ediciones en Ia inicial redaccion Commentaria in Universam Aristotelis Dialecticam magnam et parvam una cum dubiis et quaestioni­bus hac tempestate circa utramque agitari solitis (Alcala, 1610), es Ia impre­sion que utilizare. La otra version es una redacci6n abreviada, que en varias ediciones se llama Logica Mexicana, hoc est Commentarii brevzo­res et maxime perspicui in Universam Aristotelis Dialecticam una cum dubiis et quaestionibus (Lyon, 1620 ), Ia que voy a utilizar, aunque Ia pn-

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VIC EN TE M U NOZ D ELG ADO

mera edicion parece ser de Valencia, 1606. Es sabido como el profeso­rado de Alcala y el rey Ia ponen de texro (Redmond y Beuchot, 1988, 243-71; Redmond, 1982a, 309-30; Egafia, 1966, 555; Quiles, 1951, 7-46; Lohr, 1988, 396; Solana, 1941, III, 567-8).

La obra de Rubio fue importante en Europa y nos ayuda a entender en Mexico las materias que se ensefi.aban en el colegio jesuita y tambien en Ia universidad. Segtm algunos ha sido tambien profesor en Ia univer­sidad y a! menos fue alumno.

La primera novedad que ofrece es que no escribe de Sumulas por sepa­rado, sino que comenta conjuntamente Ia Logica Magna y Ia Parva, como si ambas fuesen aristorelicas. Pero alude a Ia ensefianza sumulista a! dis­culparse de abreviar el tema de Ia oposicion de proposiciones modales y el de las falacias, alegando que se explican con ex tension en Sumulas (pp. 432, 566, ed. 1610 ).

Comienza con las Cuestiones proemiales . La logica es lo primero que debe estudiarse, porque es el m odus sciendi y sin ella no se pueden cono­cer las demas ciencias (p. 4 ). Es una verdadera ciencia en sentido aristo­telico de producir un conocimiento cierto y demostraclo, como opinaron entre otros Soto, Fonseca y Toledo. Refuta a Cardillo y a los que opinan que Ia logica no es una parte de Ia filosofia ni tiene objero determinado (p. 26 ) (Cardillo, 1577, f. 7r; Munoz, 1971, 534-5) .

En efecto, Ia m ateria remota de la logica es genera l , pero tiene una m ateri a prox ima propia que Ia distingue de los dem as saberes. Su objeto proximo , son las operaciones de Ia razon a las que dirige y orclena.

La nocion de ciencia se aplica a todas las partes de Ia logica, incluida Ia To pica y Ia logica invenriva . En esta parte Ia logica y Ia retorica ense­ii.an a encontrar los lugares para construir argumentos pro babies. La dia­lectica, ademas de descubrir los lugares, los prueba por verdadera demos­tracion, lo que no hace la retorica 21

' .

La logica como docens y como utens es el mismo habito que debe coi1siderarse como un todo y esa distincion se aplica a todas las partes de Ia !6gica. En contra de Toledo, Fonseca y otros, afinna que Ia logica es simultaneamente pdctica y especulativa de manera eminenter et for­ma/iter, citando en su favor a G. Vazquez y a Suarez. En efecto, Ia logica es la puerta para entrar en todos los saberes, es el organo, el instrumento y el modo de saber de todas las ciencias, tanto especulativas como pdc­ticas . Luego debe contener las condiciones de lo pdctico y especulativo al mismo tiempo . La logica es verdaderamente pdctica, porque trata de las operaciones del entendimiento, las ordena y las dirige a un fin. Es tambien realmente especulativa, porque el modus sciendi y el ente de razon, que son su objeto, son algo especulativo con propiedades que la

20. <, Officium dial ectici est probabil iter disserere, no n quomodocumque, sed docend o per veram demo nsrrarionem ex quibus sir consri ruendu s syllogism us probab ilis er quod probabilem solum generer assensum . Er hoc esr esse veram scienriam. N ihil aurem ho rum Rhecorica facir er proPrerea scienri a non est» (pp. 4-5).

394

EL PENSAMIE NT O LOGICO

logica demuestra y resuelve en los primeros principios. La logica por su universalidad contiene ambos modos de proceder, el practico y el espe­culativo, y sirve para introducirnos en ambos 1 1 .

El objeto de Ia logica es el enre de razon o los modos de saber . Pero el ente de razon con fundamento, entendido como una relatio rationis, se puede considerar: a) secundum se en abstracto, como una forma en si misma sin atender al sujeto a! que se le atribuye, como si analizamos Ia blancura sin atender a! cuerpo en que esra inherente; bajo este aspecto el ente de razon debe estudiarse en metafisica; b) ut est denominatio natu­rae cz:i attribu~tur, como sucede con la denominacion de genero, especie, predtcado, SU]eto; ba]O este segundo aspecto es el objeto de Ia logica. El objeto de la logica no son las operaciones de la razon, las operaciones reales en si mismas, sino las operaciones en cuanto dirigibles., para que s~ realtcen de manera COlTecta , obteniendo buenas definiciones , propo­SLCLones y argumentaciones.

Entes de razon con fundamento solo los puede hacer el entendimiento humano, mediante cada una de sus tres operaciones. Rubio desarrolla todo un tratado acerca del ente de razon (pp . 67-87, ed. 1620). Llega a proponer un predicamento propio para los entes de raz6n, como pedian Ciruelo y otros 11 •

Todos dividen la logica segtm las tres operaciones del entendimiento y rodos entienden el 0 1·ganon de Aristoteles en relacion a esas mismas operaciones, como ya sabemos. Hemos dicho que en el Renacimiento se utilizaba ademas otra divisi6n de nuestra disciplina , en inventiva y judi­cattva . La parte judicativa se contiene principalmente en los A naliticos Posteriores, porque ensefi.a Ia m anera de juzgar de Ia verdad de las pro­posiciones y de la correccion de los razonamientos . La parte Topica se llama inventiva, porque estudia los lugares de Ia argumentacion proba­ble. Pero en todas las partes de la logica se pueden distinguir de alguna m anera el aspecro inventivo y el judicativo 13

2 1. ,, Qi alecrica ... propter universa lirare m, qu ia modus sciencl i esr respectu o mnium scienriarum er mod um sciendi rribuir pracric is atque specul arivis er ideo necesse est urrumque modu m continere , emimmter qu idem .. . er eriam forma/iter, qu ict/orma/iterconrin er urrumque modum proedendi , resolu­rorium er composiro rium, e r ad urrumque finem diri gendi operariones inrell ecrus er speculandi naruram modi sciendi ordin aru r>• (p p. 17-2 1, ed . 1610).

22 . '< Ens ra tion is consideratum in abstl'acro no n perriner ad logicam sed ad meraphysica m , tam­qu am deficiens a perfecrione en ti s reHl is . . . ; sed passio nes qu a ens ration is habet ur applicmum naru ris aur ur eas denominans in logica probanru r et hoc suffici t ut sir obiectt\ 111 e iu s)) , pp . 25-7. ((Materi a con­siderara a logica form aliter , ut ab ipsa co nsideratur , est ens nnionis triburum ab inte llectu rebus signifi­ca ri s pe r voces et conceprus» (pp . 22-4) . Cf. V. Mu noz Delgado, La /6gica en Ia obra de Pedro Cime/o, pp . 33-43, ed. 161 0; Risse, 1964, I, 399-402; Redm ond y 13euchor, 1988 , 273 -309 , pa ra una exposi­ci6n m ~:1 s extensa de las cuesriones proem io1l es .

23 . (( Iu x ta tripli cem operarionem inrellectus d irigench1m di vid iru r haec scie nri a a b o mni bus» {p. 454) . «Quaeliber pars Di Hlecricae habet <l liqui d in ventio n is er aliq uid eti<l lll iudic ii. Sed iudi c.tre , quasi per anrono m asiam , conveni r hu ic operi Posreriorisrico, coereris vera per parric ip<1tio ne m eiu s. Er inve­ni re !pea argumenrorup1 probtl bi lium eadem mo do convenir parri To picae er coereri s ex eius parric ipa­rione . Ideo pars Posterio risrica vocaw r iudicarivc1, T op iC<l vera inven ri va, qui a ab eo quod principale est ve l pri ncipalius convenir su mirur appell ar io, (p . 460, eel. 16 10).

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VICENTE MUNOZ DE LGADO

b) Comentarios a los tratados de Ia Logica Magna

En orden a Ia primera operacion del entendimiento estudia y comenta los Predicables y Predicamentos. Comienza con los universales y los famo­sos temas del prologo de Porfirio explicando nueve cuestiones, en las que no podemos detenernos. Rubio adopta el realismo moderado y concede poca importancia al nominalismo. Es muy notable Ia energfa con que defiende que nuestra inteligencia conoce primero el singular, aim el sin­gular material y que de el sale el universal, en posicion muy cercana a Suarez (Rubio, 1933, 31-67, ed. 1620; 28-59, ed. 1610; Quiles, 1951, 20-3; Risse, 1964, 400 ).

Despues de las cuestiones generales acerca de los universales, incluye el ya mencionado Tratado del ente de raz6n y un Tractatus de modo quo praedicationes fiunt in concretis et abstractis primarum et secundantm intentionum (pp. 80-87). Le sirven como introduccion a Ia explicacion de cada uno de los cinco predicables.

Expone extensamente las Categorias de Aristoteles (pp. 183-460, ed. 1620). Despues de comentar el primer capitulo, inserta un Tractatus de nominum analogia (pp . 162-200, ed . 1610 ). En el niega Ia unidad tanto formal como objetiva del concepto de ser. El ente no es univoco, sino mtlltiple. Es analogo con analogia de atribucion, en coincidencia con Sua­rez, en orden a Dios y a las criaturas y tambien lo es Ia misma nocion de accidente. Cit a a Suarez, Vazquez, y Fonseca 24 •

Sigue luego Ia exposicion del texto aristote!ico por Ia traduccion de Boecio. La segunda operacion de Ia razon y Ia segunda parte de Ia Logica explica los temas del De Interpretatione del Estagirita (pp. 461 -517, ed. 1620 ). De ben estudiarse despues de los Predicamentos y antes de los Pri­meros Analfticos.

El De Interpretatione trata de Ia proposicion en general y no solo de las categ6ricas, como pensaba santo Tomas. Esto indica que unian a esa obra aristotelica Ia aportaci6n estoica y Ia posterior sobre los enuncidos hipoteticos. Pero Ia division de Ia proposicion en simple y compuesta es analoga. El enunciado mental es un compuesto de conceptos y cualida­des simples. Trata luego el nombre, el verbo , Ia oposicion. Termina el primer libro con el tema de los futuros contingentes, rechazando todo concurso previo y admitiendo solo el simulraneo, como los autores de Ia Campania. Esos enunciados tienen verdad-falsedad determinada, pero contingente. En el segundo libro estudia solamente los enunciados moda­les y su oposicion, resumiendo mucho (Rubio, 1933, 388,420, ed. 1610; 511, ed. 1620; Quiles, 1951, 39 ).

Los Primeros Analiticos inician Ia tercera parte de Ia Dialectica y Ia tercera operacion del entendimiento. Su objeto y finalidad es obtener silo­gismos perfectos. Se dividen en dos partes: Ia primera estudia el silogismo

24 . «Non darur c=~na l ogia proporrionalitat is , nee ens cale voc~1ri debet, sed an alogum anributio~ nis, quia sola arrributio vera analogia repurancl a estn·(pp . 188-90, ed. 1610 ; Quil es, 195l, 18-20).

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']'·. ~ I .

' EL PENSAMIENTO LOGICO

en su materia proxima (las proposiciones) y remota (los terminos), Ia con- · version de proposiciones, las figuras y los modos; Ia segunda parte trata de las propiedades y poderes del silogismo .

Recuerda Ia atribucion a Galeno de la cuana figura. Rubio piensa que es contra6a al pensamiento de Arist6teles, es antinatural y contra Ia naturaleza de Ia proposici6n (p. 434, ed . 1610)'' .

Los Sepmdos Analiticos tratan de Ia demostraci6n y del silogismo demostratlVO. Es el tema de mayor perfeccion y a el se ordenan las dos partes primeras de Ia 16gica. Cardillo de Villalpando, que estaba muy de moda en Alcala, sostenfa que los Primeros y Segundos Analiticos son dos partes de una misma obra . Rubio refuta esa opinion y piensa que son dos obras distintas con mejor acierto. Los Posteriom se han de colo­car despues de los Priora y antes de Topica . Los Segundos Analiticos son Ia parte judicativa por excelencia . Rubio toma muy en serio Ia explica­ci6n de esta obra y las ocho cuestiones que propane, a proposito del cap. 1, constJtuyen un verdadero tomo acerca de Ia clemostracion. Llaman Ia atenci6n los tratados que inserta para profunclizar en Ia naturaleza de Ia ciencia: Tractatus de subalternatione scientiarum (pp. 519-28), Trac­tatus de habitu principiomm (pp . 5 31 -3 7), Tractatus de habitu scientiae (pp. 53 8-45 ), Tractatus de opinione et fide human a habitu scientiae (pp . 538-45), Tractatus de opinione etfide humana (pp. 545-52; 455-6,460, ed. 1610; Munoz, 1971, 542; Cardillo, 1571, f. 5r).

Los T6picos deben estudiarse inmediatamente despues de los Segun­dos Analiticos porque , entre los cliferentes tipos de silogismos, e1 dialec­tico es el m as. perfecto despues del demostrativo (p. 554, eel. 1610) . Aris­t6teles, en los ocho libros de los T6picos, ensena el metoda de Ia disputa acerca de cualquier tema y el silogismo dialectico es el principal instru­mento para ello. En esa obra se explica Ia naturaleza y las partes del silo­gismo dialectico y despues los loci de los que se pueclen sacar argumen­tos probables (p. 553 ).

Los problem.as o cuestiones acerca de cualquier tema son cuatro en Ia mente del Estagirita: definicion, genero, propio y accidente (lib. I, cap. 4). No hay ni una mas ni una menos, mas en Ia definicion se comprende Ia diferencia espedfica. Rubio critica severamente a Rodolfo Agricola, que en De Inventione Dialectica, lib . I, cap. 3, opina que hay mas de cua­tro problemas . «Vera solutio ex doctrina eiusdem Aristorelis», replica Rubio (p. 556). Siempre repugna que dos contradictorias sean simulta­neamente verdaderas, pero no repugna que sean probables al mismo tiempo; pero de Ia probabilidad de un enunciado no se sigue Ia de su contradii=toria. El silogismo probable puecle tener una o dos premisas pro­babies.

El silogismo probable o dialectico y el demostrativo se pueden com­parar en el modo y figura y en ambas cosas pueden convenir; pero se

25. <(Communi s consensus roriu s schoh1e rres rcmn1m figur<lS ponir cum Arisrore le . Er ira nobis se nrienclum est» (p. 488, ed. 16 10) .

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VICENTE MUNOZ DE LGADO

distinguen siempre en el modo de concluir, porque el demostrativo con­cluye por un media necesario y el dialectico por un media probable. Se diferenci an pues, en Ia forma de concluir y en Ia materia (p . 560).

A los Topica tambien a plica Rubio Ia distincion entre docens y utens. El usus locorum pertenece a cualquier disciplina; pero su explicacion per­tenece solo a Ia dialecrica.

Rubio clasifica los loci en intrfnsecos, de los que cuenta nueve, y extrin­secos, que llegan hasta once. No menciona los lugares medias, como hacen casi todos.

Rubio tambien expone los Elencos (pp. 566-68, eel. 1610), procu­rando abreviar mucho. Enumera los lugares que dan origen a falacias, Ia naturaleza y division del silogismo soflstico, las finalidades o metas del sofista, examinando brevemente las falacias in dictione y extra dic­tionem.

CONCLUSION GENERAL: LA LOGJCA EN TBE ROAMERICA EN EL SIGLO XVI

Bernas visto las instituciones para el estuclio de las artes y fi losofia, aten­diendo especialmente a las dos universiclades de Lima y Mexico . Tam­bien hemos recordado algunos textos impresos y manuscritos de profe­sores de logica . Finalmente, hemos analizado con brevedad algunas obras declicadas a Ia exposicion de los temas de L6gica y Sumulas . Pienso que podemos resumir en los siguientes puntas nuestra posicion.

1. Se ensena L6gica y S~mmlas en los colegios prcivinciales de los religiosos y en algunos seminarios diocesanos que inician su andadura.

2. Comienzan a organizarse las universidades, especialmente en Ia Isla Espanola de Santo Domingo, en Lima y Mexico. Con el tiempo se llega a los tres anos de filosofi a , como en Europa. Los dos primeros aiios estaban dedicaclos a Sumulas y L6gica .

3. Se admire Ia distincion y division de Ia doctrina logica en Sumu­las y L6gica, Lmicamente minimizada en el jesuira Antonio Rubio. Pero se intenta abreviar y resumir los temas de Sumulas, teniendo en cuenta las crfticas renacentistas . El tr atado De insolubilibus queda suprimido, aunque hay algunas alusiones. En cambia De obligationibus y De conse- · quentiis pierden su independencia, pero se expone su doctrina absorbida en otros tratados.

4. Siguiendo Ia moda renacentista casi todos admiten Ia nueva divi­sion de logica en inventiva y judicativa. De ahl rambien Ia importancia que dan a los Topica con Ia exposicion y clasificacion de los loci. Los Segundos Analiticos son tambien muy comentados y especialmente reva­lorizados.

5. Exageran Ia importancia y prim ada monarquica del Estagirita en su intencion, pero no saben distinguir bien entre elementos aristoteli­cos y no aristote!icos del acervo cloctrinallogico. Tampoco entienden al Estagirita desde su propia doctrina y . sus propios presupuestos.

398

El PENSAMIENTO LOGICO

6. Interpretan al Organon desde las tres operaciones de Ia raz6n, suponiendo que ese patrimonio ha sido escrito pensando en Ia ordena­ci6n de las operaciones intelectivas. Algunos citan y roman tal clave inter­pretativa de los pr6logos de Tomas de Aquino ·en sus Comentarios a/ Peri Hermeneias y a los Analiticos Posteriores.

7. Todos rechazan Ia cuarta figura del silogismo como alga antina­tural. Tam poco admiten las dos reglas: Ex impossibili sequitur quodlibet y Necessarium sequitur ex quolibet.

8. Los modos de saber, es decir Ia definicion, division y argumen­taci6n, rivalizan con el ente de razon al sefialar el objeto de Ia 16gica. Los modi sciendi son tambien muy importantes en Alcala en Ia primera mitad del siglo (Munoz, 1968, 161-218 ). . 9. Es una logica renacenrista en sus inquietudes pedag6gicas y didac­

ttcas. Pero esas preocup aciones estan moderadas por cierta tendencia a resucitar Ia escolastica de los siglos precedentes en sus grandes autores, sabre todo Tomas de Aquino. La via nominal pierde Ja importancia que ruvo en los anos anteriores. Es una reforma moderada .

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404

•INDICE ANALIT ICO

A lter ego : 114-115 Anrropologia :

cultural: 186- 187 - sobre los azrecas: 263-266, 268-

272, 274-277 , 295-296 Arisrorelismo: 52-55 Ar isrorel ismo espaiiol: 159-160 Astrologia: 12, 69-72

Causalidacl : 54 , 65, 67 C iencia:

arisrote\ica : 53 -55 baconiana : 54-56, 58 de los calculaclores: 23, 52 de los ockhamistas: 52

- division: 53, 69 - \i bre : 168-1 69

media: 168-169 - m ixtas: 58 - moderna: 53-69 -natural: 168-170

Ciencia y experiencia: 54-55 Ciencia y recnica: 55 -58 Codices:

- mayas: 99-100 - prehispanos: 80-82

Conquisra:' - influencia en Ia concepcion del

tiempo indigena: 323-325 interpretacion misrica : 255 -256, 318-321, 343 legirimacion tnoral (uu Derecho a Ia colonizaci6n): 173-176 , 193-201,

405

207-208, 212-215, 238-241, 256-259, 281-283, 285-286, 289, 292-294, 296-300, 304, 342-344

-titulo : 202, 232-234, 238-240, 293-300

Conrrarreforma: 155 -156, 164-166, 169-171, 232, 339

Conversion de los jud ios: 41, 158-159 Cosmogonia : 109-11 1, 113 Cosmologia maya : 100-117 Cosmos: 100-101, 103, 114 Cristianismo-lslamismo (ver Islam): 39-40 Cronistas: 31R-319, 326-327 Cuerpo mist ico de Cristo (ver Philosophia

Christi): 158 , 166-167 Curses y disciplinas academicas en Espana

del siglo xv : 18-21

Derecho : -a la colonizacion : 173-176, 204 -a\ libre paso : 175 -de los espaiioles en el Nuevo Mun-

do: 254-259 - de guerra: 203,233,238-239,285,

290-300 -de los indios: 164, 196, 199 , 201,

208, 211-215, 253-254, 281, 284-287, 290, 296, 301, 337

- fun damenracion filos6fica: 175 - ripos:

-de genres: 176, 238, 241, 258, 293, 296, 302-303