Filosofía de La Economía II. La Economía Como Ciencia Social. Alejo Sison.

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FILOSOFÍA DE LA ECONOMÍA II. EL ÁMBITO AUSTRO-GERMÁNICO ALEJO J. SISON C U A D E R N O S EMPRESA Y HUMANISMO I N S T I T U T O 49

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EMPRESA Y HUMANISMOI N S T I T U T O

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INDICE

I. FILOSOFIA DEL ESPIRITU Y CIENCIASDEL ESPIRITU, CIENCIAS CULTURALES YCIENCIAS SOCIALES

II. EL METHODENSTREIT: GUSTAV VONSCHMOLLER VERSUS CARL MENGER.

1. La Escuela Histórica Alemana de laEconomía hasta el Methodenstreit.

2. Las cuestiones disputadas en elMethodenstreit.

3. Carl Menger: del Methodenstreit almarginalismo.

III. DESARROLLOS Y SÍNTESIS.

1. Ludwig von Mises y FriedrichAugustus von Hayek.

2. La “Economía Social del Mercado”(Soziale Marktwirtschaft).

3. La “Economía Etica” (EthischenÖkonomie) de Peter Koslowski.

CONCLUSIÓN: LA ECONOMÍA COMOCIENCIA SOCIAL.

BIBLIOGRAFIA

NOTA BIOGRAFICA

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I. FILOSOFIA DEL ESPIRITU Y CIENCIASDEL ESPIRITU, CIENCIAS CULTURALES YCIENCIAS SOCIALES

Un acercamiento exclusivamente metodo-lógico a la Filosofía de la Economía -caracte-rístico de la tradición anglo-americana- harevelado unas cuantas deficiencias fundamen-tales que la tornan improseguible. Hay todoun conjunto de autores que, sin llegar a con-sumar un cisma con el amplio espectro de la“escuela económica establecida”, no obstante,sí que propugnan unas doctrinas que podríancalificarse, como mínimo, de “heréticas”.Incluimos en esta lista a economistas comoThorstein Veblen, Frank Knight o GunnarMyrdal. Veblen se rebela contra el individua-lismo metodológico acríticamente aceptado enla ciencia económica y en su lugar propone -encuanto fundador del “Institucionalismo”- unavisión más “holista”; es decir, una conside-ración del “fenómeno económico” como com-portamiento humano, comprensible sólo apartir de su contexto social peculiar. Knightlucha contra los determinismos físicos e ideoló-gicos operantes en las concepciones vigentesde la actividad económica y reivindica unespacio para la libertad individual, creadora devalores. Myrdal denuncia la falsedad de la apa-rente “neutralidad” u “objetividad” del saber

económico y aboga por la admisión o el reco-nocimiento explícito, en toda circunstancia, desu vinculación con una postura política deter-minada. Estas voces discordantes parecenexigir la restitución de un rasgo importan-tísimo de la ciencia económica, su carácter deuna disciplina humana, social, moral, cultural,política e histórica. Precisamente estas notasforman la clave en la cual siempre se ha cul-tivado el saber económico en el ámbito austro-germánico.

Un acceso directo al problema de la Filosofíade la Economía en el contexto austro-ger-mánico en cuanto reflexión sobre la Economíacomo “Ciencia Social” sería el estudio del Met-hodenstreit (“conflicto de métodos”). Este sin-gular debate se libró particularmente entreGustav von Schmoller, representante de laEscuela Histórica Alemana, por un lado, y CarlMenger, de la Escuela Austríaca, por otro. Masnos parece conveniente indagar antes sobre elBegriffsgeschichte de la misma “cienciasocial”, que al ser poco confuso puede serorigen, a su vez, de otras equivocaciones. Nosmoveremos preferentemente dentro de la tra-dición alemana, eludiendo las peculiares difi-cultades de las Sciences Morales, Politiques etSociales francesas, por una parte, y las de laMoral Philosophy (integrada por la ética, la

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economía y la política) escocesa y británica,por otra.

Los antecedentes remotos de la noción deuna “ciencia social” por contraposición a la deuna “ciencia natural o física” podrían situarseen la separación neta que estableció Kantentre la esfera de la libertad y la esfera de lanaturaleza, como los objetos respectivos deaquéllas. Ya en la “Crítica de la Razón Pura” elfilósofo de Königsberg esboza su noción de lalibertad trascendental que reclama para sí unreino independiente de toda causalidadnatural, física biológica, psicológica e incluso“sociológica”: es exactamente el campo de lamoral, del derecho y de la religión “puras”. Enla “Crítica de la Razón Práctica” así como en la“Metafísica de las Costumbres” explica un con-cepto más acabado de la libertad como “auto-nomía de la voluntad”, reconociendo explíci-tamente su inspiración rusoniana (el filósofoginebrino concibe la libertad en “El ContratoSocial” como la obediencia a la ley autoim-puesta). La “ciencia social” kantiana es, portanto, una “lógica de la libertad”; es el saberque regula aquellas actividades en las que elhombre se muestra propiamente como el serlibre y racional que es, con independencia desu condición material y hasta de sus determi-naciones histórico-culturales (en cuanto que

éstas no son fruto de su querer absoluto). Estodo lo contrario a la “ciencia natural” o“lógica de la necesidad”, donde el hombre secomporta como un objeto material, sujeto alas fuerzas físicas, a sus impulsos psicológicos ya las costumbres ciudadanas prevalentes.

Hegel contribuye a la formación del con-cepto de “ciencia social” mediante su expo-sición sobre el “Espíritu Objetivo”. Este repre-senta el término medio entre el “Espíritu Sub-jetivo” (la Naturaleza) y el “Espíritu Absoluto”(el ámbito del arte, de la religión y de la filo-sofía) por donde pasa la Razón en la conquistadialéctica de su autoconciencia plena. En lamedida en que, según el sistema hegeliano,toda ciencia culmina en y propiamente es filo-sofía, cabría hablar ahora de una “Filosofía delEspíritu”.

Los lugares donde encontramos la doctrinahegeliana acerca del “Espíritu Objetivo” sonen algunos párrafos de la “Enciclopedia”, enlos apuntes sobre la “Filosofía de la Historia”publicados póstumamente, en algún capítulode la “Fenomenología del Espíritu” queresume el contenido del anterior, y en la “Filo-sofía del Derecho”, que representa su formu-lación más madura. El “Espíritu Objetivo” pasapor tres momentos: el del derecho (Recht), elde la moralidad (Moralität) y el de la eticidad

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(Sittlichkeit). En la esfera del derecho, elhombre se muestra como persona, es decir,como sujeto de derechos y deberes, en con-traste con las cosas naturales que no exhibenni los unos ni los otros. En virtud de su serpersona, el hombre es capaz de adquirir pro-piedades, de entrar en contratos con otras per-sonas y de ser sujeto pasivo de castigo, en casode que no respete dichas propiedades o con-tratos. En la esfera de la moralidad, el hombrese comporta no ya como una persona legal yabstracta, sino como un sujeto dotado de con-ciencia, capacidad decisoria e intenciones indi-viduales. Se pone mayor énfasis en los deberesparticulares que en los derechos surgidos de lavoluntad universal. Por último, en la esfera dela eticidad, la conciencia individual encuentrasu plenificación al insertarse en el “espíritu delpueblo” (Volksgeist). La eticidad a su vez pro-gresa mediante tres fases: la de la familia, lade la sociedad civil y la del Estado. La familiarepresenta una unión puramente sentimental;mientras que la sociedad civil, una unión deintereses puramente individuales como lasatisfacción de las necesidades básicas y lagarantía del bienestar de los ciudadanos. Sóloal final adviene el Estado, como la sustanciaética por excelencia, donde se reconcilian laRazón abstracta y universal con la Voluntadconcreta e individual, los sentimientos fami-

liares con los intereses societales, la necesidadde la ley con la libertad de la conciencia: es laencarnación de Dios en el mundo; y por eso, lafilosofía social hegeliana puede llamarse conpropiedad una “teodicea del Estado”.

En los escritos hegelianos acerca del“Espíritu Objetivo” hallamos referencias pro-fusas a fenómenos y actividades económicas —por ejemplo, reflexiones sobre el derecho a lapropiedad, la libertad de los contratos, la com-posición de la sociedad en los estamentos(Stände) agrario, burgués y el funcionariado,el ideal de la libre acción empresarial, etc.—pero siempre están hechas desde el punto devista político. Aunque Hegel sea un buen cono-cedor de las doctrinas de la economía políticabritánica (en particular, de las de James Steuarty de Adam Smith), no podríamos afirmar quetuviera propiamente una “ciencia económica”alguna. Al menos, nunca la ha cultivado comouna “ciencia autónoma”, al margen, no sólode la política y del derecho, sino también de lafilosofía y de la historia como “saber absolutoy universal”. Para Hegel no hay verdaderaciencia que no sea “universal y absoluta”, esdecir, “filosófica”; y por tanto, la “filosofía delEspíritu Objetivo” -el correlato de la “cienciasocial”, objeto de nuestra indagación- nopuede ser sino una mera fase dialéctica entre

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el “Espíritu Subjetivo” que se manifiesta en laNaturaleza (y su correspondiente “ciencianatural”) y el “Espíritu Absoluto” que se revelaconsumadamente en la Filosofía.

Las implicaciones de las enseñanzas hege-lianas para lo que ahora denominamos las“ciencias sociales” han sido recogidas y desa-rrolladas por la corriente historicista alemana,sobre todo, por Wilhelm Dilthey. Los perso-najes de este movimiento, como Wilhelm Win-delband y Heinrich Rickert, además de su ini-ciador, el propio Dilthey, son todos contempo-ráneos de los protagonistas del Methodens-treit, von Schmoller y Menger. Este hecho con-vierte a los doctrinas historicistas en algo espe-cialmente significativo para el tema queestamos intentando esclarecer, a saber, la con-cepción de la economía como ciencia social enla tradición austríaco-alemana.

El historicismo comienza con la separaciónentre la historia y la naturaleza como objetosde tipos de conocimiento específicos. (Aquí sereconoce deudor tanto del kantismo como delhegelianismo.) El conocimiento histórico -pro-totipo de la “ciencia social”- mira la individua-lidad de los productos de la cultura humana,como los mitos, las leyes, las costumbres, lasobras de arte, los valores, las filosofías, etc. Elconocimiento natural, por otra parte, se fija en

el carácter uniforme y repetible de los fenó-menos físicos. Los métodos propios de cadauno son, para el conocimiento histórico, lacomprensión (verstehen), y para el conoci-miento natural, la explicación (erklären).

Dilthey expone su peculiar noción de las“ciencias del espíritu” (Geisteswissenschaften)en la obra “Introducción a las Ciencias delEspíritu”, fechada en el 1883. Al principio,realiza una crítica contra la filosofía de la his-toria hegeliana, la cual acusa de haberreducido el mundo histórico-humano a meranaturaleza con su esquema causal determi-nista. Reivindica la separación tajante entre las“ciencias de la naturaleza” y las “ciencias delespíritu” en virtud de su objeto, método ycategorías de juicio. Las “ciencias de la natu-raleza” tienen por objeto los fenómenos exte-riores al hombre; las “ciencias del espíritu”, elmundo de las relaciones entre individuos, lossistemas culturales y sociales históricos. Las“ciencias de la naturaleza” siguen el métodode la observación externa; las “ciencias delespíritu”, la observación interna o concienciainmediata completada por la reconstruccióninterior o re-vivencia de los fenómenos. Las“ciencias de la naturaleza” enjuician su objetosegún la categoría de la causalidad; las“ciencias del espíritu”, según la categoría de

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valor, finalidad y significado. Las “ciencias delespíritu” siempre llevan aneja su propia teoríade los valores o axiología.

La modificación que introduce Windelbanden “Historia y Ciencia Natural” (1894) al pen-samiento de Dilthey está en establecer la dis-tinción entre la ciencias exclusivamente enrazón de su método. Las “ciencias nomoté-ticas” tratan de determinar las leyes generalesque expresan las regularidades propias de losfenómenos; mientras que las “ciencias idiográ-ficas” centran su atención en el fenómeno sin-gular, procurando comprender su especificidade individualidad. Ambos métodos según Win-delband pueden aplicarse al estudio de unmismo objeto. Rickert en “Los límites de la for-mación de los conceptos científicos” (1896-1902) sigue a Windelband en su distinción delas ciencias y abunda en la importancia de los“valores culturales” (Kulturwerte) comoobjeto propio de la ciencia histórica-idio-gráfica. Sólo por referencia a valores culturalessingulares se pueden comprender los fenó-menos históricos y humanos.

Como no nos interesa conocer los antece-dentes históricos del Methodenstreit por unsupuesto valor que tengan en sí mismos, sinoen cuanto que nos puedan facilitar la com-prensión de los términos del dicho conflicto,

acudamos ahora a un autor cronológicamenteposterior pero cuyo planteamiento de las“ciencias sociales” resulta muy esclarecedor:Max Weber. Weber recibió una amplia for-mación en las denominadas “ciencias delEstado” (Staatswissenschaften) como elderecho, la economía, la historia y la filosofíaen las universidades de Heidelberg y Estras-burgo. En el campo de la economía, era unalumno directo de Gustav von Schmoller, elabanderado de la nueva generación de laEscuela Histórica. Al formular, más tarde, supropio pensamiento en esta materia, reivindi-caría la autonomía de la ciencia económica conrespecto a entidades cuasi-metafísicas como elhipotético “espíritu del pueblo” (Volksgeist).Aquí se enfrenta no sólo a las doctrinas deRoscher, Knies y Hildebrandt de la antiguaEscuela Histórica, sino también a la cosificacióndiltheyana del “Espíritu Objetivo” de Hegel.Recoge la distinción establecida por Win-delband entre el método generalizante de las“ciencias nomotéticas” y el método individua-lizante de las “ciencias idiográficas”; así comola propuesta de Rickert de un “politeísmo delos valores”.

Muchas de las obras de Weber han sido reu-nidas, organizadas y publicadas después de sumuerte. Las más destacables para nuestros pro-

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pósitos son: “La cognoscitiva de la cienciasocial y de la política social” (1904), “Estudioscríticos alrededor de la lógica de las cienciassociales” (1906) y “El significado de la objeti-vidad de las ciencias sociales y económicas”(1917). Estos escritos le han ganado a Weber lafama, sobre todo, de ser un “metodólogo” —en el sentido de la “teoría de la ciencia” (Wis-senschaftslehre)- de las ciencias sociales.¿Cuáles son los saberes que constituyen las“ciencias sociales” (Sozialwissenschaften)?Además del derecho, la economía, la filosofíay la historia -la política para él parece teneruna acepción eminentemente práctica- habríaque incluir la sociología. Las “ciencias sociales”buscan la comprensión de las realidadesexternas al hombre, pertenecientes al mundomaterial, a la luz de su sentido, propio delámbito cultural. La comprensión en realidadhace de puente entre el mundo natural de rea-lidades materiales y el mundo cultural de reali-dades espirituales. La historia y la sociologíarepresentan, sencillamente, grados diferentesde abstracción del sentido: la historia se fija enel sentido de la acción particular, mientras quela sociología estudia el sentido construidocientíficamente mediante “tipos ideales” opromedios. Las “ciencias sociales” son “obje-tivas”: proporcionan un conocimiento sobre larealidad efectiva (Wirklichkeitwissenschaft) en

términos de lo que sucede por lo general ysegún causas adecuadas; aunque este conoci-miento de fenómenos vitales sólo sea dispo-nible a la luz de valores culturales asumidos.Los valores culturales particulares, por suparte, se sitúan más allá de la ciencia, casicomo presupuesto -al menos epistemológico-suyo.

Tras haber hecho las precisiones léxicas nece-sarias entre la “Filosofía del Espíritu”, las“Ciencias del Espíritu” y las “Ciencias (His-tórico-)Sociales” procedemos ahora a su apli-cación peculiar a la ciencia económicamediante el estudio del Methodenstreit.

II. EL METHODENSTREIT: GUSTAV VONSCHMOLLER VERSUS CARL MENGER

El Methodenstreit (“conflicto de métodos”)es un debate histórico bien delimitado sobre elmodo apropiado de cultivar la ciencia eco-nómica. Se inicia con la publicación de losUntersuchungen über die Methode der Sozial-wissenschaften und der Politischen Ökonomieinbesondere (“Problemas sobre el método dela ciencia social y de la economía política enparticular” o simplemente, “Problemas de laEconomía y la Sociología”) por Carl Menger en1883, como crítica a Wilhelm Roscher, repre-

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sentante de la “vieja” Escuela HistóricaAlemana de la Economía. Sin embargo, el quese encarga de responder a Menger por partede la Escuela es Gustav von Schmoller, que lohace por medio del Jahrbuch für Gesetz-gebung (Anuario de la legislación). La contra-rréplica de Menger no se hace esperar con DieIrrthümer des Historismus in der deutschenNationalökonomie (“Las falacias del histori-cismo en la economía política alemana”)fechada en 1884. Posteriormente, parece comosi tanto el uno como el otro autor se alejarande este tema, dedicándose Menger a escribirsobre la economía monetaria, y von Schmoller,a la preparación de su monumental Grundrissder allgemeine Volkswirtschaftslehre(“Esquemas para una economía políticageneral”) del 1900 al 1904. Mas aquel inter-cambio de opiniones ha sido suficiente paraplantear, en líneas generales, una controversiaque hoy en día aún se ha quedado sin resolver,a pesar de los múltiples intentos de superacióno de síntesis de posturas.

El tratamiento que vamos a dispensar alMethodenstreit se singulariza por la atención,más que a los puntos conflictivos, a loscomunes entre von Schmoller y Menger. De esamanera pretendemos justificar su adscripcióna la misma “tradición” económica, diferente y

hasta “extraña”, por lo menos al principio, dela otra “tradición” anglo-americana y predo-minantemente neoclásica.

1. La Escuela Histórica Alemana de laEconomía hasta el Methodenstreit

La Escuela Histórica Alemana, tanto en sucapítulo jurídico (Savigny) como en el eco-nómico, es deudora del idealismo kantiano,por su fe en la ciencia y en el progreso, y delromanticismo hegeliano, por su noción de lahistoria como “Espíritu Objetivo”. Los fenó-menos humanos sólo podrían comprenderseen el contexto de sus condicionamientos histó-ricos; y es a estos rasgos únicos e irrepetiblesde la realidad histórica que la ciencia, pura-mente descriptiva, debe prestar una atenciónespecial. Queda vedado todo esfuerzo especu-lativo por elaborar una teoría general queexplique la dependencia de unos factores deotros, limitándose el investigador únicamentea realizar estudios monográficos sobre fenó-menos puntuales. De este modo se ensaya enel continente -en las islas británicas, ya lo hahecho David Hume- la aplicación del métodohistórico a la economía política. La ciencia eco-nómica no es una disciplina independiente queversa sobre la producción de riqueza sola-

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mente; en cuanto saber político, su verdaderanaturaleza se revela en su conexión con lasotras fuerzas -la ley, el estado, la cultura, etc.-que actúan sobre los fenómenos económicos.

Se suele distinguir entre la “vieja” EscuelaHistórica Alemana de los 1840 en adelante,con Karl Knies, Bruno Hildebrandt y WilhelmRoscher, y la “joven” Escuela, activa a partir delos 1880. La “joven” Escuela, a su vez, tiene dosramas: una conservadora, representada porAdolf Wagner, y otra liberal, con Gustav vonSchmoller en la frente. Mientras que la ramaconservadora carecía de ambición científica yera teóricamente estéril, la rama liberal pro-curaba superar la desconfianza hacia la teoríay desarrollar propuestas que cubrieran la tota-lidad de los fenómenos económicos. Lógica-mente es con esta segunda con la que vamos atratar.

Gustav von Schmoller nació en Würt-temberg en 1838 y estudió en la Universidadde Tübingen, graduándose en 1860. Ejerciócomo profesor de Ciencias Políticas y de Eco-nomía Política desde el 1864 hasta el 1913 envarias ciudades alemanas: Halle, Estrasburgo yBerlín. Mientras tanto, fundó una especie departido político, Verein für Sozialpolitik(“Unión para la política social”) y se alió conlos Kathedersozialisten (“socialistas de

cátedra”), un grupo de profesores reformistas.Murió en 1917.

Durante una primera época denominada“iconoclasta” se dedicaba a combatir -en con-sonancia con el método histórico-fisiológico deRoscher- un supuesto tratamiento “científico”de la vida económica, optando por realizaruna pura narrativa, descripción o recogida dedatos estadísticos sobre la misma. Estudiaba eldesarrollo de instituciones, empresas, gremiosy oficios específicos, así como las políticas eco-nómicas de estados y la composición y evo-lución de ciudades particulares, todo ello sinperder de vista su singularidad histórica,política y psicológica. La ciencia económica esun saber que no puede desligarse del lugar, deltiempo o de la idiosincrasia nacional, el funda-mento de los cuales hemos de indagar, no ais-ladamente sino en la historia. Así descubrió,por ejemplo, en contra del sentir común delpensamiento laissez faire inglés, una multipli-cidad de consideraciones éticas tales como lalibertad del pensamiento y el imperativo cate-górico kantiano, aparte del interés propio o elafán de lucro, que motivan la acción eco-nómica de los individuos. Pensó que el relatobien documentado de una serie de fenómenosculturales del pasado tendría, con respecto alfuturo, la misma fuerza o “validez” como la de

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cualquier ley física para los fenómenos natu-rales.

La segunda época en el pensamiento de Sch-moller está caracterizada por su desvinculacióndel “optimismo” histórico tan metido en elpensamiento hegeliano, es decir, la convicciónpseudo-científica de que la cultura progresa ymejora indefinidamente. Ya no es tan tajantea la hora de negar la existencia de una verdaduniversal y necesaria, como tampoco la impor-tancia de las generalizaciones empíricas. Dehecho, su inspiración metodológica principalbien podría ser la baconiana, que consiste endescripciones meticulosas y generalizaciones apartir de una enumeración exhaustiva.

2. Las cuestiones disputadas en elMethodenstreit

El objeto principal de la controversia era elestatuto que había que concederle al sabereconómico: si era una ciencia social y humana,asimilable a las ciencias históricas y culturales(Schmoller) o si era una ciencia natural yautónoma, independiente de los cambios delugar y tiempo (Menger). De camino, se pre-guntaba por las relaciones de la historia, de lapolítica, de la estadística y de la administraciónpública o gobierno con la ciencia económica.

Mientras que Schmoller abogaba por elmétodo inductivo, estudiando realidadesempíricas, históricas y concretas para luegoderivar de ellas unas generalizaciones, Mengerproponía para la ciencia económica ladeducción de conclusiones a partir de unosprincipios axiomáticos abstractos. Schmollerinsiste en la relevancia de “los campos afinesde investigación” (Nachbargebiete) como lahistoria, la política y la estadística para laciencia económica; Menger, por su parte, no sepreocupaba tanto de ellas cuanto de unateoría universal, pues sin ésta cualquier relatohistórico sería, según él, inútil. Schmollerpensaba que la unidad de análisis económicoera la totalidad (Gesamtheit), la sociedad o elestado nacional; Menger, el individuo aislado -una especie de Robinson Crusoe- libre de todovínculo real. Por poner el énfasis en lo propio ysingular de las economías nacionales, Sch-moller había sido tachado de “colectivista”; yMenger, de “individualistacosmopolita”, poracentuar más los rasgos esenciales y univer-sales del ser humano al margen de su grupo.

Sin embargo, ambos planteamientos no sonen absoluto tan contrarios como inicialmentepodrían parecer. Desde luego, no son contra-dictorios y los dos podrían darse, al menos ensucesión. La inducción a partir de realidades

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empíricas no es incompatible con la deduccióndesde unos principios abstractos: sólo escuestión de prioridad en el tiempo. Comotampoco es incompatible el prestar atención alo accidental, a los detalles singulares y contin-gentes de la realidad histórica, con tener en lacabeza lo esencial del fenómeno, lo que seviste de carácter universal y necesario. Encierto sentido ya lo había previsto Schmollercuando en respuesta a las críticas de Mengerdecía que el modelo que éste presentaba seríaaceptable en el “futuro”, en un estado dedesarrollo posterior de la ciencia económica,pero no entonces, cuando esta disciplina aúnse hallaba en ciernes. Era necesario pasar poraquella fase de estudios meticulosos y conclu-siones parciales para luego llegar a los pri-meros principios de esta ciencia y poder rea-lizar deducciones rigurosas. Weber, que nosólo era alumno de Schmoller sino también ungran amigo suyo (había organizado inclusouna reunión científica en su honor), y a pesarde ello, un “individualista” confeso en lometodológico (o sea, partidario de Menger),expresó bastante bien la resolución de esteconflicto cuando dijo que la economía era una“ciencia social todavía por terminar”. Sch-moller empezó bien, aunque le faltó tiempo,para llegar al lugar desde donde Menger habíapartido; en una consideración puramente

atemporal, Menger estaba en lo cierto, por loque al método científico se refiere, pero histó-ricamente necesitaba de los estudios previosde Schmoller.

La ciencia económica necesita de una parteempírica e inductiva, en la que examina losfenómenos económicos integrados funcional-mente en la realidad histórica con las otrasdimensiones psicológicas, políticas y culturales,etc. Pero tampoco puede renunciar a otraparte abstracta y deductiva que tenga comopunto de mira el comportamiento “natural”del ser humano.

3. Carl Menger: del Methodenstreit almarginalismo

Carl Menger inició su andadura en la cienciaeconómica de la mano de la Escuela HistóricaAlemana. La más temprana de sus obrasimportantes, los Grundsätze (“Principios”) ensu edición original de 1871 estaba dedicadaconcretamente a Roscher, como reconoci-miento explícito de la deuda que había con-traído con dicha Escuela. Las escasas refe-rencias metodológicas se encuentran en el pre-facio, donde afirmaba que la ciencia eco-nómica era una ciencia empírica: analiza losfenómenos complejos, reduciéndolos a los ele-

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mentos constituyentes más simples, para luegorecomponerlos de acuerdo con sus leyespropias de desarrollo. Fue en 1875 cuandoMenger tuvo un cambio de opinión y se rebelócontra el dogmatismo y el “imperialismometodológico” de los economistas históricos.Como fruto de aquella disensión, empuñó lapluma para escribir los Untersuchungen (“Pro-blemas de la Economía y la Sociología”) y DieIrrthümer (“Las falacias del historicismo”) diri-gidos contra la Escuela Histórica establecida enel ya famoso Methodenstreit. La mayor partede las enseñanzas metodológicas de Menger,por tanto, nos llegan en clave crítica por mediode estos dos escritos.

Tanto los Untersuchungen como Die Irrt-hümer recogen la tradición alemana de lasWissenschaften como cualquier cuerpo osistema de conocimientos accesible al públicosobre una materia. Hay una trifurcación de lasWissenschaften en la historia y la estadística, lateoría, y las ciencias prácticas o artes. La his-toria y la estadística estudian los fenómenosindividuales y concretos así como sus rela-ciones; la teoría, los Wesen (“tipos” o “formasgenerales”) subyacentes a los fenómenos y susGesetze (“leyes”); y las ciencias prácticas oartes, el modo de alcanzar un objetivo previa-mente fijado. Aunque la política económica y

las finanzas públicas pertenecen al ámbito delas ciencias prácticas o artes, la ciencia de laeconomía política como tal pertenece propia-mente al ámbito de la teoría. La teoría, a suvez, se subdivide en las ciencias realistas yempíricas y en las ciencias exactas. Las conclu-siones de las ciencias realistas y empíricas per-miten predecir resultados que son probablessolamente; es decir, admiten excepciones,máxime cuando se refieran a las accioneshumanas libres. En cambio, las ciencias exactas,a partir de unos axiomas, derivan conclusionesciertas e invariables: ni los axiomas ni las con-clusiones son empíricamente contrastables, nopor defecto alguno suyo, sino por la inade-cuación e irrelevancia de la verificaciónempírica con respecto a ellos. Podríamos decirque el método propuesto por Menger para lasciencias exactas -el mismo que para la cienciaeconómica- es, en realidad, el método reso-lutivo-compositivo prefigurado ya en losGrundsätze.

Después del Methodenstreit ya quedansufientemente perfilados los rasgos principalesde la ciencia económica de Menger: ante todo,el individualismo metodológico que pre-supone la posible reducción de los fenómenosmás complicados en elementos simples y no-empíricos; la identificación de “formas” o

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“tipos” cualitativos y esenciales de entre esoselementos simples; y la no-absolutización de lahistoria, en la medida en que dichas “formas”o “tipos” así como las relaciones entre ellas latrascienden. Menger nunca pone en duda lavalidez ni de los estudios históricos ni delmétodo histórico; sólo lucha contra el “induc-tivismo ingenuo” de que verdades atempo-rales vayan a aparecer únicamente por elhecho de almacenar innumerables mono-grafías históricas. De este modo también seopone a la importancia desorbitada que seconcedía a los estudios sobre fenómenos his-tórico-económicos en Alemania.

Temáticamente, entre las contribucionesmás importantes de Menger está su teoría“subjetiva” del valor; es decir, un relato segúnel cual la “utilidad” de los bienes económicosno depende de los objetos ni del trabajo quese hayan empleado para su producción sino desu capacidad para satisfacer las necesidades(Bedürfnisse) humanas. Lo podemos encontraren la Lehre von den Bedürfnissen (“Teoría delas necesidades”), un anexo a la ediciónpóstuma de los Grundsätze de 1923, a cargo desu hijo, el también economista Carl Mengerjunior. La ciencia económica mengeriana esprimordialmente una “lógica de necesidades”.La naturaleza humana se considera esencial-

mente como una haz de necesidades; y enéstas -como en su causa- se basan todas lasactividades humanas en general, y la actividadeconómica individual en particular. Así, lateoría de las necesidades cumple con el papelde puente que une las “ciencias naturales” conlas “ciencias del espíritu”. Las necesidades son“naturales” en el sentido de espontáneas, mássu encauzamiento y satisfacción corre a cargode la razón deliberativa.

A pesar de que haya habido autores queopinan que la fundación de una “Escuela Aus-tríaca de Economía” -al igual que el comienzode una “revolución marginalista”, como luegoveremos- no es más que una racionalización expost facto, está claro que Menger aunó fuerzasintelectuales en torno a sí y a su modo deentender la ciencia económica. Se reconocenhasta tres generaciones diferentes de econo-mistas austríacos: Eugen von Böhm-Bawerk yFriedrich von Wieser de la primera, Ludwig vonMises y Joseph Schumpeter de la segunda, yFriedrich von Hayek y Fritz Machlup, entreotros, pertenecientes a la tercera. En la actua-lidad contamos con Ludwig Lachman, IsraelKirzner, Murray Rothbard y Mario Rizzo, entreotros, como sus representantes más desta-cados.

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Entre los seguidores de Menger de primerahora, Böhm-Bawerk es el más prolífico y el máspropagandístico. Es también el menos filo-sófico: en su discurso no tiene cabida nigún“esencialismo” (“formas” y “tipos”) ni “teleo-logía” (“causas”). La economía para él esinconfundiblemente objeto de una “ciencianatural” (Naturwissenschaften). Von Wieser,por su parte, tampoco admite “esencialismo”alguno, ni una versión “teleológica” de la cau-salidad. En lo poco que ha escrito acerca de lametodología, está claro que la economía esmateria de una “ciencia del espíritu” (Geistes-wissenschaften) -una suerte de “psicologíaaplicada” cuyo procedimiento es la intros-pección-. Además de abandonar el “esencia-lismo”, tanto Böhm-Bawerk como von Wieserintroducen elementos objetivos en la teoríadel valor. Prácticamente, aparte del “indivi-dualismo metodológico” y el rechazo del his-toricismo de la Escuela Alemana, no hay nadamás que justifique la inclusión de estos autoresen una “Escuela Austríaca” independiente.

Igualmente controvertida es la pertenenciade Menger al grupo pionero de un supuesto“movimiento marginalista”, junto con el inglésStanley Jevons (The Theory of PoliticalEconomy, 1871) y el francés Léon Walras (Elé-ments d’économie politique pure, 1874). Tra-

bajando cada uno por su lado, descubren queel valor de los bienes económicos no se basa enalgo objetivo, como el coste de producción,sino en un elemento subjetivo -las necesidadeshumanas que configuran la demanda-.Emplean asimismo el “principio de utilidadmarginal decreciente” como clave para rea-lizar sus cálculos económicos. Este principiorelaciona la importancia de los bienes econó-micos para cada consumidor individual con laimportancia de los posibles usos alternativosde esos bienes según un plan que dicho consu-midor ya ha establecido previamente. Aladquirir o consumir unidades sucesivas de unbien sin lapsos importantes de tiempo, cual-quier persona derivará de cada unidad menor“utilidad”, “placer”, “gratificación”, “satis-facción”, “beneficio” u “ofelimidad” que launidad inmediatamente precedente. Un com-portamiento racional en lo económico es, pordefinición, el que se conforma con este prin-cipio deliberativo o calculador.

Por lo que a sus diferencias se refiere,diríamos que Menger propone una versiónantropológica del marginalismo, Walras, unamatemática, y Jevons, una física. ComoMenger es, de formación, abogado y jurista,carece del conocimiento matemático formalque posee Walras, aunque es admirador de la

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exactitud y la precisión de las matemáticas, lascuales desea reflejar, de algún modo, en susexposiciones puramente verbales. Para Walras,la ciencia económica, al igual que las matemá-ticas, versa sobre cantidades independientes:por tanto, las leyes de intercambio económicose expresan adecuadamente con ecuacionesmatemáticas. Para Menger, en cambio, laciencia económica no investiga propiamentecantidades independientes sino la “esencia”(he aquí muestras de su “aristotelismo”) delvalor, de las rentas, de los beneficios, de ladivisión del trabajo y demás fenómenos eco-nómicos. Las ecuaciónes matemáticas nopueden agotar la “esencia” de tales fenó-menos requiriendo, por consiguiente, el com-plemento de un momento resolutivo o compo-sitivo posterior. La ciencia económica cons-truye un “sistema” a partir de elementos comolos bienes, las necesidades y las satisfacciones -ninguno de los cuales existe independiente-mente de las decisiones humanas individuales-. Walras insiste mucho en la noción de “equi-librio”, sobre todo, de un “equilibrio general”que afecta todos los mercados de bienes y ser-vicios; mas por importante que parezca esteconcepto, resulta que está ausente tanto enMenger como en Jevons. Para Jevons, la teoríaeconómica que ha dado lugar al marginalismoes el resultado de una analogía con las fuerzas

mecánicas de la física moderna. En definitiva,así como para Walras y Jevons, el hombre espara las cuestiones económicas un calculadorinstantáneo de placeres, para Menger, es unacriatura errante, mal-informado, plagado dedudas e incapaz de decisiones finamente cali-bradas -mucho menos, infalibles- en la bús-queda de satisfacciones.

Con independencia de la falta de acuerdosobre puntos tan esenciales, lo cierto es queestos autores del marginalismo han efectuadouna rebelión microeconómica eficaz contra lasdoctrinas ricardianas. También han impulsadootras corrientes de investigación económica,como la que se centra en la utilidad marginalen Inglaterra y América, el subjetivismo enAustria y la que analiza el “equilibrio general”en Suiza e Italia. En conjunto han preparado elcamino para el neo-clasicismo económico, cuyafigura más sobresaliente es Alfred Marshall. Lacontribución más propia de Menger al neo-cla-sicismo, más que la formulación de un prin-cipio marginalista omniabarcante, es la pro-puesta del individuo -el que más tarde se lla-maría el “homo oeconomicus”- como el centroy el origen de todas las decisiones y actividadeseconómicas. El valor es algo subjetivo y psico-lógicamente determinado. El individuo -quees, ante todo, un consumidor- se da cuenta de

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una necesidad, descubre un objeto con la pro-piedad de satisfacer esa necesidad y ejercecontrol sobre dicho objeto, sirviéndose de él.

III. DESARROLLOS Y SINTESISCONTEMPORANEOS

En virtud de todo lo que llevamos dichohasta ahora, parece ser que von Schmollermismo contemplaba una cierta evolución en elobjeto y en el procedimiento de su disciplina,desde una primera fase más histórica einductiva, al estilo de la “Economía PolíticaAlemana”, hasta una fase posterior más atem-poral, analítica y deductiva, a guisa de una“Ciencia Económica”. Otro asunto es que élefectivamente llegara a esta segunda fase, yno se quedara a mitad del camino, como dehecho sucedió. En la misma línea interpre-tativa, resulta que Menger no adoptabatampoco una postura tan “antihistórica” comouna “antihistoricista” -sobre todo, por lo quese refiere al historicismo que reconducía todo,como a su culmen, hacia los fenómenos socio-culturales alemanes-. Por muy “universalista” yanalítico-deductivo que Menger pretendieraser en sus estudios, a diferencia de Böhm-Bawerk y von Wieser que luego configuraronla Escuela Austríaca, él siempre mantenía la

primacía del sujeto individual que, con su acti-vidad económica, buscaba satisfacer unasnecesidades determinadas, siempre de unmodo peculiar. Igualmente, Menger se aleja delos otros pioneros del “movimiento margina-lista” precisamente por suponer una “esencia”o una “naturaleza” -sujeto de necesidades-que es humana: la ciencia económica nuncapuede reducirse, sin más, a un cálculo mate-mático (Walras) ni a un equilibrio de fuerzasmecánicas (Jevons).

Una comparación entre las enseñanzas fun-damentales de Menger y de la Escuela Neo-clásica revela, junto a algunos puntos deacuerdo, unas cuantas discrepancias serias.Menger y los neoclásicos concuerdan en lavalidez universal del principio de utilidad mar-ginal decreciente como estructura principal dela racionalidad económica; pero por lo que serefiere al papel del tiempo, de la informacióny del riesgo, tienen opiniones divergentes.Para Menger, la consideración del tiempo y delespacio en la actividad económica es esencial;para los neoclásicos, no pasa de ser periférico.Para Menger el agente económico nunca fun-ciona con una información completa, y portanto, la incertidumbre y el riesgo son intrín-secos a sus acciones; para los neoclásicos, sesupone que dispone de una información com-

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pleta en un contexto estático, y por tanto, nohay incertidumbre ni riesgo en sus acciones.Por eso mismo, cabe hablar en Menger, a pesarde su individualismo, de ciertos elementos“institucionalistas”; o sea, de doctrinas reac-cionarias al neoclasicismo. Citamos, a modo deejemplo, su énfasis en la posibilidad de elec-ciones equivocadas y en la influencia de laspasiones en esas elecciones, en la preocu-pación por el desarrollo de las necesidadeshumanas y su comprensión de la irreducibi-lidad de éstas, en el cambio de preferencias delos consumidores, etc. Dicho de otra forma,Menger jamás había perdido del todo el com-ponente de verstehen (comprensión), la cap-tación de la “totalidad”, en la ciencia eco-nómica; más aún, reconoce que sólo es posibleel erklären (entendimiento), la atención aldetalle, si se tiene en cuenta un contextomayor, una visión del conjunto.

Pasamos ahora a hablar de los desarrollosposteriores, así como algunos intentos de sín-tesis de las dos tradiciones principales en laciencia económica centroeuropea, la EscuelaHistórica Alemana y la Escuela Austríaca. Acausa de la distancia temporal con losmomentos originarios y fundacionales deéstas, necesariamente, se han introducido nopocas modificaciones sobre ellas. Tengamos en

cuenta, ante todo, las dos guerras mundialesque afectaron con especial virulencia estaparte del continente europeo, el fenómenodel nacional socialismo, la humillaciónalemana y su posterior reconstrucción y des-pegue hasta ocupar un puesto hegemónico enel mundo. Era inevitable que todos estossucesos históricos condicionaran el modopeculiar en que se pensó y se realizó la eco-nomía en este ámbito geográfico y cultural.

1. Ludwig von Mises y FriedrichAugustus von Hayek

A finales de los años 30 y a comienzos de ladécada de los 40 hubo una revitalización de laEscuela Austríaca en los Estados Unidos, elartífice principal de la cual era Ludwig vonMises. Antiguo profesor de la Universidad deViena y del Instituto Superior de Estudios Inter-nacionales (Graduate Institute of InternationalStudies) de Ginebra, emigró a los EstadosUnidos y ocupó una cátedra de economía en laUniversidad de Nueva York, desde el 1945hasta su jubilación en 1969. Aparte de ser “dis-tinguished fellow” de la Asociación de Econo-mistas Americanos, también era miembro fun-dador de la Sociedad Mont Pelerin, una aso-ciación internacional de economistas liberales

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de la post-guerra. Se cuentan entre sus obrasmás importantes Epistemological Problems ofEconomics (1933), Human Action. A Treatise onEconomics (1940) y The Ultimate Foundationof Economic Science: An Essay on Method(1962). Mediante estos escritos consumió laruptura doctrinal de los “nuevos austríacos”con la corriente neoclásica dominante.Rechazó por completo la estadística aplicada ala economía o la econometría, su utilizaciónpara la predicción y la planificación de la eco-nomía y la teoría del equilibrio general. En sulugar, recalcó la importancia del agente eco-nómico -fundamentalmente, el empresario-verdadero motor de la competencia, que allanzarse sobre oportunidades lucrativas vacreando situaciones de “equilibrio parcial”.

Epistemological Problems of Economicsconstituye la parte crítica, el prolegómenoimprescindible para la exposición de su “pra-xeología” o “ciencia de la acción humana”,contenida en Human Action. A Treatise on Eco-nomics . Su pensamiento se caracteriza comouna radicalización del apriorismo y del indivi-dualismo o subjetivismo metodológico ya pre-sentes en Menger.

Primero, Mises arremete contra el histori-cismo o toda aplicación del método histórico alas ciencias humanas. En este amplio apartado

incluye el institucionalismo, el marxismo, elfabianismo y cualquier aproximación “natura-lista” (i.e., cortada según el patrón de lasciencias empíricas) a las acciones humanas.Niega la posibilidad de que pueda derivarse aposteriori o inductivamente a partir de laexperiencia histórica, unas leyes de la historiaen general, o unas leyes de algún fenómenohistórico como la acción económica en parti-cular. Por la “econometría” no entiende otracosa que la indagación o la descripción his-tórica de fenómenos históricos mediantenúmeros. De semejante procedimiento nopuede originarse ninguna teoría o generali-zación válida alguna. Más aún, argumentaconvincentemente que ni siquera puede reca-barse dato histórico alguno sin que se halleoperante una teoría de la acción, la cual, conmayor razón tiene que ser a priori.

La “praxeología” es precisamente la cienciapura a priori acerca de la acción humana engeneral. (La economía -que para Mises essinónimo de la sociología- no es más que surama más desarrollada.) Estudia las leyes uni-versalmente válidas de la acción humana; esdecir, las que vigen con independencia dellugar, tiempo, raza, nacionalidad o clase socialdel actor. Es una “lógica de la acción”: con-sidera lo esencial, y mediante un método

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formal y axiomático, llega a una comprensiónde lo universal en las actividades humanas. Eneste sentido, adopta una postura contraria a lade la Escuela Histórica Alemana, así como a lade Windelband, Rickert y Weber para quienes-según la interpretación de Mises- la economíay la sociología no dejan de ser una suerte de“historia”: una generalización o resumen delos rasgos más sobresalientes de actores indivi-duales y sus actividades espacio-temporal-mente contextualizadas.

Entre las tesis sustantivas de su “praxeo-logía” encontramos, en primer término, la sub-sunción plena de la acción racional a la accióneconómica; o dicho de otra forma, la identifi-cación de cualquier tipo de racionalidad con laracionalidad económica. No hay más acción -intento de salir del descontento- que laracional; y no hay más acción racional que laeconómica -aquella que, entre las múltiplesalternativas, elige la solución más satisfactoria-. El objeto último sobre el cual depende lasatisfacción del agente -los valores, los fines olos bienes- se encuentran más allá de la racio-nalidad (aquí coincidiría, curiosamente, conWeber y con Knight). Ya no es cuestión de laeconomía ni de la praxeología sino de laopción individual. En definitiva, el mundosocial, con sus eventos e instituciones, por muy

complejo que pueda parecer, no es más que elresultado de las acciones de individuos, queson sus últimos constituyentes. La acción eco-nómica es una acción individual: esta es susegunda gran tesis. Finalmente, con respecto aestos fines, bienes o valores, vige la “cata-laxia”: un proceso de libre elección, iniciativa,competencia e intercambio; la absolutizacióndel mercado junto con una ingente dosis deoptimismo. La catalaxia explica, entre otrascosas, la formación de los precios. Esta es labase de la crítica de Mises al socialismo(Socialism: An Economic and SociologicalAnalysis, 1922). Una sociedad socialista nuncarealizará una asignación racional de recursospor falta de un sistema adecuado para ladeterminación de precios. Obra bajo elsupuesto falaz de un “conocimiento perfecto”(i.e., completo y exacto) y de un modeloestático de equilibrio general de las fuerzas delmercado (o sea, ignora el cambio, incluso loslapsos de tiempo entre la recogida de infor-mación, la formulación de una política eco-nómica concreta y su implementación) para ladistribución de recursos. Participan en este sin-gular debate, a favor del cálculo socialista,Taylor, Dickinson, Lange y Lerner, invocando laautoridad de predecesores como Walras yMarshall; mientras que como defensores dellibre mercado, están Mises, Robbins y Hayek.

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El también vienés Friedrich Augustus vonHayek, doctor en derecho y en estudios polí-ticos, es el que le ha cogido el relevo a Mises,por lo que a la propagación de las ideas aus-tríacas en la economía se refiere. Participó enel Privatseminar de Mises, junto con personajestan insignes como Gottfried von Haberler, FritzMachlup, Oscar Morgensten y Carl Menger,junior en la economía, Alfred Schütz en lasociología y Eric Voeglin en la filosofía política,entre otros. Al conseguir su título en leyes,trabajó con Mises en la Oficina Austríaca deCompensación de las deudas anteriores a laguerra; y tras una estancia académica enNueva York donde conoció a economistas nor-teamericanos como Jeremiah Jenkins, WesleyMitchell y John Bates Clark, volvió a estar consu maestro en el recién fundado Instituto Aus-tríaco para la Investigación de los CiclosEmpresariales (Austrian Institute for BusinessCycle Research). La invitación para dictar unasconferencias en la London School of Economicspor parte de su director, Lionel Robbins, comoréplica al Treatise on Money de J.M. Keynes, seamplió al desempeño de un puesto docentefijo. De aquella época es su obra Prices andProduction, donde defiende tesis monetaristascontrarias a la intervención estatal, así comosus críticas al socialismo, Collectivist EconomicPlanning: Critical Studies on the Possibilities of

Socialism, The Counter-Revolution of Science yIndividualism and Economic Order. Vuelve acruzar el atlántico para ocupar una cátedra deciencias morales y sociales en la Universidad deChicago en 1950. En 1960 publica su magnumopus titulado The Constitution of Liberty, unaformulación magistral del liberalismomoderno. En 1962 se hace cargo de la cátedrade Política

Económica en la Universidad de Freiburg enBreisgau, Alemania, y en 1968 retorna aAustría, esta vez a la Universidad de Salzburgo,donde permanece hasta su jubilación en 1977.Allí es donde escribe Law, Legislation Libertyen 1973. En 1974 gana el premio Nobel de eco-nomía ex aequo con el sueco Gunnar Myrdal.

La obra hayekiana es tan vasta como esdensa. El Festschrift que le ha dedicado laHoover Institution de la Universidad deStanford con ocasión de su 85 aniversariodivide su producción intelectual en cinco apar-tados: la economía hayekiana, su refutacióndel socialismo, su contribución a la historia delas ideas, las bases teóricas de su sistema y sueconomía política (Chiaki Nishiyama & Kurt R.Leube, eds., The Essence of Hayek, Stanford:Hoover Institution Press, 1984). Sería suficientepara nuestros propósitos considerar tresaspectos de su pensamiento: su economía (por

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qué existen y cómo funcionan los mercados,los efectos perniciosos de la intervenciónestatal en asuntos monetarios y crediticios,etc.), su política (su interpretación y defensadel liberalismo) y las bases epistemológicas deambas.

Cuando sale a la luz la obra Economics andKnowledge en 1937, se detecta un distancia-miento entre Hayek y Mises. Hayek critica quela praxeología de Mises sea una disciplinaabsolutamente a priori, una pura lógica de laelección, mientras que el mismo proceso deintercambio en el mercado que regula sea, porcontra, algo empírico. Hayek propone, másbien, una síntesis metodológica de lo a priori ylo a posteriori. Según su versión del conoci-miento sensible, sólo podemos conocer elmundo exterior a nosotros gracias a algunospresupuestos a priori, necesariamente verda-deros. No obstante, estos presupuestos son, asu vez, el resultado de experiencias pasadas,las reproducciones genéricas de nuestras rela-ciones con varios elementos del mundo circun-dante (i.e., a posteriori). Ni lo a priori ni lo aposteriori, por tanto, significa ya lo mismo quesignificaba para Kant, Menger o Mises. ParaHayek, parte de nuestro conocimiento es ver-dadero a priori, en la medida en que no estásometido a las nuevas experiencias sino que es,

más bien, la condición necesaria para hacer esaexperiencia posible. En cuanto basado enexperiencias pasadas (o sea, a posteriori), esteconocimiento puede transmitirse cultural-mente entre nosotros, por ejemplo, mediantela institución familiar. Cada uno de nosotrosluego se da cuenta de la validez de estos cono-cimientos mediante nuevas experiencias perso-nales, es decir, a posteriori. Por lo tocante alrechazo de las funciones matemáticas en laeconomía, Hayek se limita a reafirmar lo yadicho por Mises. Perfila mejor el individua-lismo metodológico común a toda la EscuelaAustríaca porque distingue entre la versiónracionalista y continental que da lugar al socia-lismo (e.g. los enciclopedistas, Rousseau, losfisiócratas) y la versión antirracionalista y bri-tánica que da origen al liberalismo (e.g. Locke,Mandeville, Hume, Ferguson, Smith, Burke,Tocqueville y Acton). Se alía claramente conesta segunda tradición. No es que hubieranexistido alguna vez individuos aislados y auto-suficientes; sólo existen de hecho hombrescuya naturaleza está determinada por lasociedad. Simplemente defiende que en lasciencias sociales hayamos de empezar con lasactitudes individuales y no con una supuestaactitud del grupo como tal, independiente delas anteriores y de sus interacciones. Aun en elcaso de que existiera, ese sentir común del

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grupo como tal, sería tremendamente com-plicado e inabarcable para un solo individuo,máxime si se tiene en cuenta su carácterdinámico. En conclusión, el conocimiento quepodemos alcanzar de la realidad social siempreserá incompleto, inexacto e imperfecto.

Entre las categorías a priori para la expe-riencia moderna está la del orden. Los griegosantiguos discernían entre un orden natural,espontáneo y evolutivo, physis, y un ordenartificial, convencional, deliberado y construc-tivista, nomos o thesis. De algún modo, hemosrecogido estas dos nociones bajo la forma decosmos y de taxis respectivamente. El granerror del socialismo -que comparte por igual laEscuela Histórica Alemana y el Instituciona-lismo- está en hacer depender el ámbito moraly político de taxis y no de cosmos, de un diseñodeliberado y no de un proceso evolutivonatural. Asimismo, la economía strictu sensu seconfigura según taxis; es decir, una organi-zación deliberada de un acervo de recursos alservicio de una jerarquía unitaria de fines. Masel mercado funciona según cosmos, o sea, unorden espontáneo que surge de la interacciónde sus agentes. La catalaxia -etimológica-mente, “trueque” o “intercambio”, “admitiren la comunidad”, “convertir el enemigo enamigo”- es una especie de cosmos. El orden

que genera la catalaxia no depende de ningúnacto deliberado o consciente, ni de ningunaunidad de fines.

La catalaxia sólo florece en un régimen degobierno liberal (no totalitario) y democrático(no autoritario). Le perjudica tanto una demo-cracia absoluta como un liberalismo decimo-nónico; precisa de límites. El marco más apro-piado para el funcionamiento de la catalaxiaes el “estado de derecho” (ninguna voluntadindividual arbitraria por encima de la ley), quea su vez está posibilitado por la separación delos poderes -el ejecutivo, el legislativo y eljudicial- que se regulan mutuamente en elgobierno. En materia económica, el papel delgobierno se reduce a utilizar su poder coer-citivo para preservar el orden natural delmercado y para salvaguardar la competiciónnecesaria para su eficiencia. Además de estascondiciones, Hayek suele mentar la adhesión aunos “principios generales” aunque nuncaespecifica el contenido de éstos. En realidad,según sus presupuestos epistemológicos,parece como si tales principios no permitieranespecificación alguna, o cualquier especifi-cación iría en contra del espíritu liberal quepretenden asegurar.

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2. La “Economía Social del Mercado”(Soziale Marktwirtschaft)

Bajo la denominación de la “EconomíaSocial del Mercado” incluimos los movimientossocioeconómicos y políticos neo-liberales uordo-liberales, la Escuela de Freiburg y laEscuela de Colonia. Su órgano oficial, el“Anuario Ordo”, comienza a publicarse en1948. Por el epíteto “ordo” no debe enten-derse ni exclusiva ni predominantemente unorden formal, jurídico-legal y estatal, sino antetodo, un orden vital en la comunidad queabarca desde la familia hasta el estado.

Los antecedentes más directos de la “Eco-nomía Social del Mercado” se encuentran enel “socialismo liberal” de F. Oppenheimer,sociólogo de la Escuela de Frankfurt y en la“sociedad formada”, o sea, la aplicación de la“teoría de la forma” (Gestaltlehre) a la rea-lidad socioeconómica por W. Vershofen. Elnúcleo originario de la “Economía Social delMercado” está constituido por Walter Eucken,Franz Böhm, Wilhelm Röpke y AlexanderRüstow; en un segundo momento se les unenAlfred Müller-Armack y Friedrich Lutz. No obs-tante, su figura más conocida sin duda esLudwig Erhard, ministro de economía de laRepública Federal Alemana en el período de la

reconstrucción desde el 1948 hasta el 1963, yCanciller Federal desde el 1963 hasta el 1966.Recoge, por asimilación, entre sus “textoscanónicos” (Horst Friedrich Wünsche, ed.,Standard Texts on Social Market Economy,Stuttgart/New York, Gustav Fischer, 1982) losescritos de A. Smith, J.B. Say, A. Ferguson, J.H.von Thünen, H.H. Gossen, L. von Wiese, L. vonMises y F.A. von Hayek.

Walter Eucken comienza su libro Die Gründ-lagen der Nationalökonomie (“CuestionesFundamentales de la Economía Política”) conuna crítica dirigida, por una parte, a la EscuelaHistórica Alemana, y por otra, a la Escuela Aus-tríaca o “Escuela Teórica” (sic). La primera hadecaído en una “atomización” de la realidadsocial, de modo que sólo ve una multitud dehechos individuales, de formas y procesos cam-biantes, pero sin percibir relación alguna entreellos. La segunda adolece de un “raciona-lismo”, y por preocuparse en demasía por susconstrucciones conceptuales, pierde de vista lavida en toda su riqueza y variedad. Eucken, porsu parte, aboga por una “economía real,auténtica y viva”, capaz de aprehender lavariedad histórica gracias, precisamente, a launidad que un sistema teórico le dota. Comola quemazón producida por el Methodenstreiten los economistas aún está lo suficientemente

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viva, Eucken reduce a un mínimo sus refle-xiones metodológicas. De hecho, no pasan deser una mera declaración de principios o debuenos deseos.

En el Manifiesto Ordo de 1936, la influenciade Schmoller y de la Escuela Histórica espatente. Apela al “razonamiento científico”tal como aparece en la jurisprudencia y en laeconomía política para reorganizar y construirel sistema económico. Este sistema económicoha de entenderse como una decisión políticageneral sobre cómo la vida económica de lanación debe estructurarse. Reconoce la inter-dependencia entre los órdenes económico,político-legal y cultural; únicamente pide queentre ellos se establezcan las barreras nece-sarias contra el surgir del totalitarismo en cual-quiera de sus formas (la ideologización de laeconomía, el intervencionismo estatal, elmonopolio, la planificación central de la pro-ducción, la pretensión a un conocimiento per-fecto y exhaustivo acerca de los elementos delmercado y, por consiguiente, sobre los preciosetc.). Alejándose del planteamiento de Sch-moller, no obstante, se rebela contra todasuerte de fatalismo histórico, así como de unaactitud relativista no-comprometida. La cienciaeconómica es una ciencia moral cuya condiciónposibilitante es la libertad de los agentes indi-

viduales. En este sentido, se acerca un poco alas ideas de la Escuela Austríaca, aunque sincaer en la absolutización e idolatría delmercado, y menos todavía, en la creencia deque dicha situación sea la única en la que cabela libertad personal.

Históricamente, podemos distinguir en laEconomía Social del Mercado un períodoinicial propio de una Alemania todavía muyherida por sus experiencias bajo el régimentotalitario del nacional socialismo, humilladapor su derrota en la Segunda Guerra Mundial,preocupada por cuestiones de subsistenciaeconómica, y otro posterior, cuando terminadaya la época de la reconstrucción se encaminahacia una posición de liderazgo entre lasnaciones. Es comprensible, por tanto, quedurante el primer momento el énfasis recaigasobre la garantía de la libertad, como medionecesario para alcanzar el bienestar, mientrasque en el segundo se hable más de un bie-nestar ya consolidado, desde el cual, no obs-tante, aún puede perfeccionarse la libertad yaconquistada.

Como cabe esperar de la primera épocaantes descrita, Eucken realiza el siguientealegato a favor de la libertad como “metafinal” de la Economía Social del Mercado:Privado de la libertad -la posibilidad de una

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acción espontánea- el hombre no es un “serhumano”. En la base de toda moralidad está lalibertad de tener deseos y de actuar sobreellos, de hacer opciones y de tomar decisiones.Sólo una persona libre que cavila por su cuentaes capaz de acercarse a la verdad. Y sólo unapersona que, haciendo uso de su libertad (lacual es un don de Dios) conoce la verdad, escapaz de desarrollo. Su “liberalismo” se mani-fiesta en que cita como único límite a lalibertad individual, el respeto por las liber-tades y los derechos ajenos.

La formulación teórica de los objetivos de laEconomía Social del Mercado en su segundafase corre a cargo de Erhard y de Müller-Armack, los cuales anuncian un “bienestarpara todos”. Su noción de bienestar, sinembargo, es peculiar en que no es igualitaria:no se trata de que el estado re-distribuya porigual entre los ciudadanos los bienes básicos;sino que es humana y “moral”. Se confía en lainiciativa individual, se respeta el mecanismodel mercado y se fomenta la acción social soli-daria y de voluntariado; la acción estatal seplantea como puramente subsidiaria a la de lasotras instituciones.

Independientemente de que se ponga elacento en la libertad o en el bienestar, lo ciertoes que una condición necesaria para conseguir

ambos es la existencia de un mercado libre. Enel nivel específico de las relaciones internacio-nales, habría que tener una voluntad políticainambigua hacia la autonomía del bancoemisor con respecto al estado en su función deregular las actividades monetarias, financierasy crediticias del país. Se ha de promocionar lacompetencia entre los agentes económicos,evitando la formación de monopolios, cartelesy la dispensación de tratos de favor por partedel gobierno. Se ha de respetar la propiedadprivada de los medios de producción así comola libertad de las partes que entran en con-trato. Pero a diferencia del liberalismo decimo-nónico así como de la catalaxia de Mises yHayek, desconfía de la realización espontánea,“evolutiva”, de un orden natural en la eco-nomía. Una Economía Social del Mercado es unsistema de libre mercado mundial consciente-mente pensado, deliberado y diseñado. Se fun-damenta en el principio de que la mejor coor-dinación de los intereses económicos consisteen una libre competencia en el mercado; masen una “libre competencia” distinta del laissezfaire. Esta diferencia se ve en que atiende a unmarco antropológico-sociológico; es decir,guarda las exigencias de la opción individual yde la justicia social. Rüstow y Röpke incluso seatreven a hablar de una “intervención liberal”que distingue entre subsidios para el manteni-

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miento y las ayudas para la adaptación, entrelas medidas oficiales en conformidad con elmercado y las que no lo están; a la vez que seinteresa por la distribución de rentas y de pro-piedades, del tamaño de las empresas y delequilibrio entre la ciudad y el campo, laindustria y la agricultura, y entre las clasessociales.

3. La “Economía Etica” (EthischenÖkonomie) de Peter Koslowski

En la actualidad ha habido muchos intentosde síntesis ético-económico-políticas, como elde Amartya Sen (On Ethics and Economics,Oxford: Blackwell, 1987) con elementos de laeconomía del bienestar, de la economíapositiva y de una ética al menos filoaristo-télica, y la socioeconomía de Amitai Etzioni(The Moral Dimension: Towards a New Eco-nomics, New York: The Free Press, 1991), sobrela base de presupuestos kantianos. Dentro dela tradición alemana, la versión que mayorinterés ha suscitado tanto entre filósofos comoentre economistas probablemente sea la “Eco-nomía Etica” (Prinzipien der Ethischen Öko-nomie. Grundlegung der Wirtschaft und derÖkonomie bezogenen Ethik, Tubingen: J.C.B.Mohr, 1988; “Ethical Economy as Synthesis of

Economic and Ethical Theory” en Ethics in Eco-nomics, Business and Economic Policy, Berlin:Springer Verlag, 1991) desarrollada por PeterKoslowski desde su Instituto en Hannover.

Koslowski parte de una definición de lateoría económica como aquella que trata de laasignación de recursos escasos y con usos alter-nativos a unos fines previamente dados. Lateoría ética, por otra parte, estudia cuáles deentre los fines individuales y sociales son racio-nalmente justificables. La ética es relevantepara la economía en la medida en que le pro-porciona los fines y las preferencias tanto indi-viduales como sociales, al igual que una valo-ración de los medios o las acciones para alcan-zarlos. En sentido inverso, la ética es relativa ala economía en cuanto que sean cuáles seanestos fines, siempre tendrán una dimensiónpolítica, cultural e histórica.

La Economía Etica precisa tanto de unaparte positiva, no-normativa y cultural comode otra parte normativa, prescriptiva y uni-versal. Koslowski deriva su inspiración para laprimera parte de la Volkswirtschaftslehre(“Economía Política” o “Economía de laNación”) de Gustav von Schmoller. Sin ella, laeconomía pierde su integración sociocultural yse limita a ser, simplemente, una “ciencia eco-nómica” ascéptica. Esta segunda se contenta

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con estudiar sin más las relaciones entre losprecios y las cantidades de bienes disponiblesen el mercado, ignorando las motivaciones ylas razones ético-culturales que también con-dicionan la formación de dichos precios. Unateoría adecuada de precios necesariamenteexige su correspondiente teoría de valores;mientras que la primera pueda ser una merafunción de la oferta y la demanda, la segundaes, a la fuerza, ético-cultural. (Por ejemplo, lacaída del precio del azúcar provoca unaumento en su consumo en Inglaterra, pero noasí en Alemania, debido a hábitos alimenticiosdistintos en los dos países.) En la descripción dela economía positiva es menester prestar unaatención esmerada a dos grupos de factores, asaber, las condiciones naturales y técnicas y lascausas psicológico-éticas. En este punto, Kos-lowski realiza no sólo una crítica sino quetambién propone una superación de los plan-teamientos marxista y austríaco. Los marxistascaen en el determinismo económico al consi-derar exlusivamente las condiciones naturalesy técnicas; los austríacos elaboran una teoríaeconómica “pura” y “angelical” por olvidarsede los desarrollos históricos.

Koslowski sortea el peligro del historicismoal insistir en la importancia de la parte nor-mativa de la Economía Etica. Aunque los fines

y las preferencias son ciertamente individuales,resulta que provienen de un psiquismo queestá teleológicamente orientado. Este psi-quismo, a su vez, forma parte del génerohumano y es, por tanto, universal. En conse-cuencia, cabe deducir -hasta determinadopunto- cuáles sean los fines individuales apartir de una concepción de la naturalezahumana.

La parte normativa de la Economía Etica sesubdivide ulteriormente en un componenteformal y en otro material. Su aspecto formal serefiere a la coordinación de las elecciones ypreferencias individuales razonables hastallegar a un consenso social generalizado. Elmecanismo que propone para llegar a dichoconsenso no es otro que el imperativo cate-górico kantiano: “Obra de tal forma que lamáxima de tu acción pueda elevarse en reglageneral para todos los seres racionales ylibres.” El aspecto material de la EconomíaEtica se encarga de remediar las dificultades dela fórmula kantiana al tratar de una recta for-mación de fines y preferencias en el contextode la acción económica. Admite la distinciónentre bienes económicos (escasos, con usosalternativos y esencialmente mediales o instru-mentales) y bienes éticos (queridos en símismos y por sí mismos, compartibles sin que

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disminuyan en “tamaño” ni en “intensidad”);al tiempo que defiende la primacía jerárquicade los segundos sobre los primeros. Con res-pecto a ambos tipos de bienes, Koslowski pre-viene contra el engaño del cálculo maximalistapor la incompletud de la información sobre elmercado de la que actualmente cualquierapuede disponerse, por la falta de certezaacerca del futuro, por el desconocimientosobre las preferencias subjetivas legítimas delos agentes económicos y por la inconmensura-bilidad de dichos bienes.

LA ECONOMIA COMO CIENCIA SOCIAL

El gran logro de la Filosofía de la Economíaen el ámbito austro-germánico ha sido la com-prensión de la economía como una cienciasocial; o al menos, el haber facilitado la dis-cusión para su establecimiento como tal. Cier-tamente, el propio status de una “cienciasocial” -que abarca no sólo la economía, sinotambién la historia, la política, la sociología, eincluso, en algunos aspectos, la psicología y laética- conlleva serias dificultades con respectoa la definición de su objeto y su método deinvestigación. Mas el alejamiento que tal plan-teamiento supone de un modelo físico-mate-

mático de la ciencia ya es, en sí mismo, un granacierto.

El mayor peligro para la perspectiva austro-germánica en la ciencia económica es el delrelativismo. El afirmar que la validez de cual-quier teoría económica está en función delsujeto individual que la formula (su estado psi-cológico), del lugar que ocupa en elentramado social (la clase o el estamento alque pertenece), del período histórico en el quevive, de la cultura (ethos) en la cual habita, etc.mina la verdad científica en sus mismos funda-mentos. Se pierden las notas esenciales de la“necesidad” y de la “universalidad”; la comu-nicación intersubjetiva se vuelve imposible.

Justamente por ello es menester apelar -también en el caso de la ciencia económica- auna base antropológica común. Este es preci-samente el hueco que pensadores comoMenger y Mises intentan cubrir, cada cual consu versión del homo oeconomicus, y corolaria-mente, con un modelo de la “racionalidad eco-nómica”. El psiquismo individual, racional ylibre, que elige, decide y actúa, resulta que es“humano”; o sea, que participa de un“género” o una “naturaleza”. La naturalezano es sólo un “principio de operaciones” sinotambién una “comunidad de fines”. Sólo conel recurso a una antropología adecuada que

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estudie la constitución, la eficiencia y la teleo-logía del ser humano conseguiríamos una fun-damentación acabada, verdaderamente “filo-sófica” -allende de lo que la sociología y la his-toria puedan ofrecer- de la ciencia económica.

BIBLIOGRAFIA

Además de las obras ya citadas en el texto,también se han consultado los siguientesfuentes, comentarios, monografías y recopila-ciones:

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NOTA BIOGRAFICA

Alejo José Sison es doctor en Filosofía. Hadesempeñado su tarea docente en la Facultadde Filosofía y Letras (Pamplona) y en el Ins-tituto de Estudios Superiores de la Empresa(Barcelona), ambas de la Universidad deNavarra, así como en el Center for Researchand Communication en Manila, Filipinas. Esinvestigador del Seminario PermanenteEmpresa y Humanismo. Su campo de interés yestudio se ha centrado en la ética fundamental-especialmente desde las claves proporcio-nadas por la filosofía clásica griega-, en la éticaen el mundo de la empresa, y en las relacionesentre la ética, la economía y la política en lasociedad contemporánea.

Este es su segundo cuaderno en nuestracolección.

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