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UNPSJB F.H.C.S
INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA-CICLO LECTIVO 2012
FICHA DE CÁTEDRA: MICROHISTORIA
PROF. PATRICIA CASTRO, JTP INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
Peter Burke, “Obertura, la nueva historia, su pasado y su futuro”; Giovanni Levi, “Sobre microhistoria”
en Peter Burke (editor), Formas de hacer historia, Editorial Alianza Universidad, Madrid, 1991.
Le Roy Ladurie “Algunas orientaciones en la nueva historia”, en P. Gadoffre “Certidumbres e
Incertidumbres en la historia”, Cap. 9, Editorial Universidad Nacional de Colombia, 1997.
George Iggers, La ciencia histórica en el siglo XX, Editorial Idea Books S.A., Barcelona, 1998.
Carlo Ginzburg, El queso y los gusanos, Muchnik Editores, Barcelona, 1991.
Lidia Nacuzzi “El queso y los gusanos en el extremo sur de América. Grupos étnicos, disputas
académicas y un juicio por registro de marca” (UBA), publicado en Revista de Indias, 2005, vol. LXV,
núm. 234, Págs. 427-452, ISSN: 0034-8341.
Javier Ocampo López, La microhistoria en la historiografía general, en Revista latinoam.estud.educ.
Manizales (Colombia), 3 (1): 9 - 26, enero-junio de 2007, disponible en
http://latinoamericana.ucaldas.edu.co/downloads/Latinoamericana3-1_2.pdf
Entrevista a Giovanni Levi realizada por Darío Arnolfo, Darío Barriera, Ignacio Martínez y Diego
Roldán, en el Centro Cultural Parque de España, Rosario, Noviembre de 1998, publicada en Revista
Protohistoria N° 3, 1999 disponible en
http://saavedrafajardo.um.es/WEB/archivos/Prohistoria/003/13.pdf
PÁGINAS DE INTERNET CONSULTADAS:
http://tepatoken.siguealconejoblanco.com/historia/que-es-microhistoria
http://aportes.educ.ar/historia/nucleo-teorico/estado-del-arte/escalas-de-observacion/introduccion_5.php
En la segunda mitad del siglo XX aparece una nueva forma de hacer historia 1. Este tipo de historia se “desprendió” de
lo que propusieron Lucien Febvre y Marc Bloch cuando crearon en Francia en 1929 la revista Annales de historia
1 Peter Burke (editor), “Obertura, la nueva historia, su pasado y su futuro” en Formas de hacer historia, Editorial Alianza Universidad, Madrid, 1991, p. 13 ó Le Roy Ladurie “Algunas orientaciones en la nueva historia”, en P. Gadoffre “Certidumbres e Incertidumbres en la historia”, Cap. 9, Editorial Universidad Nacional de Colombia, 1997, p. 173.
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económica y social. Sobre todo surge en contraposición a la forma de hacer historia tradicional o positivista característica
del siglo XIX cuyo mayor expositor fue el alemán Leopold Von Ranke.
Una de las vertientes de estas nuevas formas de hacer historia es la microhistoria. Esta es una rama de la historia
social, de desarrollo reciente, influenciada metodológicamente por la historia social renovada de Edward P. Thompson,
que analiza varias clases te acontecimientos, temáticas, personajes y otros fenómenos del pasado que, en el tratamiento de
las fuentes que hacían los historiadores tradicionales o positivistas, pasarían inadvertidos. Esta metodología demuestra
tener posibilidades interpretativas distintas cuando el historiador introduce la llamada reducción de escala o el examen
con lupa del pasado.
Sus impulsores más destacados son los historiadores próximos a la revista italiana Quaderni Storici: Giovanni
Levi (cuyo aporte ha sido calificado como historia social), Carlo Ginzburg (que ha aportado la microhistoria cultural),
Carlo María Cipolla (con estudios de mayor escala, como Cañones y velas), entre otros. También pueden encontrarse
tratamientos precedentes fuera de Italia, como el trabajo de Clifford Geertz, Georges Duby (El Domingo de Bouvinas),
Emmanuel Le Roy Ladurie (Montaillou, aldea occitana de 1294 a 1324), Natalie Zemon Davis (El regreso de Martine
Guerra, llevada al cine), Robert Darnton (La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia cultural francesa),
etc.
Vale destacar que en Latinoamérica2, Javier Ocampo López3 plantea que México está a la vanguardia en cuanto a
investigaciones microhistóricas. En 1968 el mejicano Luis González y González insertó la palabra “microhistoria” en el
subtítulo de su libro Pueblo en vilo. Microhistoria de San José de gracia. En este libro se investigan las transformaciones
producidas a lo largo de cuatro siglos en un pueblo minúsculo, siendo microhistoria aquí sinónimo de historia local,
escrita desde una óptica cualitativa y no cuantitativa. El éxito del libro le animó a teorizar sobre la nueva corriente en dos
ensayos: El arte de la microhistoria, y Teoría de la microhistoria incluidas en dos colecciones llamadas Invitación a la
microhistoria (1973) y Nueva invitación a la microhistoria (1982). González, distinguía la microhistoria de la petite
histoire, anecdótica y sin crédito.
Además González y González recordaba que la palabra microhistoria aparecía ya en 1958 en la introducción de Braudel al
Traité de sociologie, dirigido por Georges Gurvitch, pero sin significación concreta, reconocida. En realidad para Braudel
“microhistoire” tenía un significado negativo, era sinónimo de “histoire événementielle”, es decir, de la historia
tradicional, identificada con la historia política desde los tiempos de su Mediterráneo4 escrito diez años antes (1949).
2 Hay un trabajo interesante realizado en Argentina por Lidia Nacuzzi “El queso y los gusanos en el extremo sur de América. Grupos étnicos, disputas académicas y un juicio por registro de marca” (UBA), publicado en Revista de Indias, 2005, vol. LXV, núm. 234, Págs. 427-452, ISSN: 0034-8341. Este trabajo fue realizado en el marco del Proyecto 02289 subsidiado por el CONICET para el período 2004-2005.3 Javier Ocampo López, La microhistoria en la historiografía general, en Revista latinoam.estud.educ. Manizales (Colombia), 3 (1): 9 - 26, enero-junio de 2007, disponible en http://latinoamericana.ucaldas.edu.co/downloads/Latinoamericana3-1_2.pdf4 Fernand Braudel, “El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II”, FCE, España, 1949.
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George Iggers, en un análisis de las tendencias historiográficas en el siglo XX5, plantea que la nueva historia de la
vida cotidiana, o microhistoria, no se puede separar de las valoraciones políticas y filosófico-históricas, a las cuales se
halla estrechamente vinculadas. Sin embargo plantea que lo que importa en este tipo de historia es la gente corriente, una
historia de la vida cotidiana y una historia cultural de las elites habían existido desde hace tiempo. La novedad que
presenta la microhistoria es reparar en personas comunes, no ya en las grandes figuras. En esta nueva historia de la vida
cotidiana, se trata conscientemente de aquellos hombres que no llevaban las riendas del poder, se pretende, tal como
plantea Edward P. Thompson, “…salvar al calcetero pobre, al artesano anticuado[…] de la desmedida arrogancia de la
posteridad”. Esto significa al mismo tiempo la renuncia a considerar al poder político como el elemento constituyente de
la historia. En lugar de una sola historia ahora existen muchas historias.
La microhistoria propone ”dejar de lado” la historia de las clases sociales para empezar a interesarse por los
individuos. Investigando la vida particular de un individuo, se pueden observar características del mundo que lo rodea.
Este tipo de historia suele tomar perspectivas de otras ciencias sociales como la antropología (influencia de Clifford
Geertz y Marshall Sahlins) o la sociología.
La principal función de los historiadores que se interesan por la microhistoria tiene que ver con averiguar cómo
los hombres (y mujeres) han vivido en determinadas épocas y sociedades. Su deseo consiste en humanizar la historia, lo
cual al mismo tiempo requiere ampliar la historiografía, incluyendo en ella, además de los grandes procesos, la historia en
un espacio reducido, las vivencias y experiencias de personas concretas o de pequeños grupos de personas, pero siempre
dentro del marco de los grandes procesos históricos. En este tipo de historia reciben un tratamiento histórico aquellas
esferas de la vida que habían quedado al margen del acontecer histórico por la investigación histórica tradicional. Un
papel importante lo desempeña aquí la vida privada –infancia, sexualidad, familia, ocio, muerte, etc.- que ya se venían
atendiendo por las distintas generaciones de historiadores pertenecientes al círculo de la escuela de los Annales en
Francia. La mayoría de los estudios microhistóricos más difundidos no descuidan en absoluto la interrelación entre la
historia regional o local y los grandes procesos del cambio económico, social y cultural, a la vez que aportan una imagen
más matizada de estos procesos.
La microhistoria concibe el mundo social no como una estructura social de escala global, como por ejemplo el
capitalismo, sino como un conjunto complejo de relaciones cambiantes dentro de contextos múltiples en permanente
readaptación. Sin ignorar la existencia de un sistema capitalista, explora las racionalidades y las estrategias que ponen en
marcha las comunidades, las parentelas, las familias, los individuos, dado que estima que la observación microscópica es
capaz de revelar dimensiones no perceptibles desde generalizaciones inductivas. Para explicar este principio a través de un
ejemplo, los cultores de la microhistoria reconocerían que los habitantes de una comunidad del mediooeste
norteamericano y de un arrabal de París forman parte del mundo capitalista. Pero también dirían que ese hecho dice poco
sobre ambos casos que son, evidentemente, muy diferentes. Por ello, la única manera de conocer efectivamente ambos
casos es la atención particular y específica6.
5 George Iggers, La ciencia histórica en el siglo XX, Editorial Idea Books S.A., Barcelona, 1998, p.846 Extraído de http://aportes.educ.ar/historia/nucleo-teorico/estado-del-arte/escalas-de-observacion/introduccion_5.php
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Uno de sus principales exponentes, Giovanni Levi7, caracteriza la metodología de la microhistoria de la siguiente
manera:
Natalie Z. Davis plantea al respecto que la exposición histórica no puede pasar sin la facultad imaginativa del
historiador o de la historiadora, sin embargo, esta facultad imaginativa puede alcanzar perfectamente el punto esencial de
la cuestión. Lo factual y lo ficticio están inseparablemente fusionados entre sí8.
El mayor precursor (si no su fundador) de la microhistoria italiana es Carlo Ginzburg. Su obra “El queso y los
gusanos”9 narra el transcurso del juicio por parte de la inquisición que se hace a un molinero friulano (de la ciudad de
Friuli), el cual es acusado de herejía y blasfemia. Esta narración, lejos de quedarse en la crónica del acontecimiento,
analiza las características que delimitaron el pensamiento, valores y ética del siglo XVI, haciendo explícito el sentir de los
religiosos (representantes de la clase dominante) y de los campesinos (representantes de las clases subalternas) en la figura
del molinero Doménico Scandella, mejor conocido como Menocchio.
Lo que pretende Ginzburg en su obra sería mostrar una época determinada a través de una figura representativa.
Esta figura sería Menocchio, que pertenece al estamento social bajo (aunque el autor señala que el molinero no era pobre)
y mediante el análisis de algunos aspectos de su vida, se evidencia la cosmovisión que regía en aquella época.
Otra de las finalidades explícitas (en varias y reiteradas entrevistas por parte del autor) para realizar ese tipo de
investigaciones, es realizar una historia que le dé cabida a los relatos de las clases populares u oprimidas; pero que
expliquen, también, el porqué de esa omisión de los testimonios en las historias oficiales y demostrar que ese tipo de
análisis puede ser un vínculo entre los procesos micro y macrohistóricos.
7 Entrevista a Giovanni Levi realizada por Darío Arnolfo, Darío Barriera, Ignacio Martínez y Diego Roldán, en el Centro Cultural Parque de España, Rosario, Noviembre de 1998, publicada en Revista Prohistoria N° 3, 1999 disponible en http://saavedrafajardo.um.es/WEB/archivos/Prohistoria/003/13.pdf 8 George Iggers, La ciencia…, p. 92.9 Carlo Ginzburg, El queso y los gusanos, Muchnik Editores, Barcelona, 1991.
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“El principio metodológico del análisis microhistórico es uno solo. Es un problema de
escala. La microhistoria no es estudiar cosas pequeñas, sino mirar en un punto específico
pequeño, pero proponerse problemas generales. Es la modificación de la escala de la
observación. Revel da el ejemplo del filme Blow Up, es la historia de una fotografía que
la primera vez no explica el problema, la segunda vez se ve la mano entre las hojas, la
tercera es una mano con un revólver, a medida que se reduce la escala se hace más
preciso el detalle. Es la variación en la óptica del historiador, en este sentido es muy
importante el historiador, no el documento. La posición que toma el historiador en la
investigación.”
Este tipo de análisis se desprende de la tradición que instituyó la Escuela de los Annales, principalmente Marc
Bloch, denominada historia de las mentalidades; sin embargo, Ginzburg prefiere denominar al tipo de historia que [e]él
aborda como historia de la cultura popular, para evitar lagunas que todavía ofrece el término de mentalidad.
Aquí es donde la microhistoria “cultural” de Ginzburg se separa de la historia de las mentalidades. Mientras la
mentalidad se refiere a lo que hay de menos individual e irrepetible en los sujetos y apela a un contexto social del que
hace depender la comprensión global de los casos estudiados, la cultura que Ginzburg estudia es singular en tanto se
desprende de un contexto de mentalidad.
Ginzburg se enfrenta a ciertos usos de la historia para legitimar por la vía de la tradición posiciones del presente.
Pero además Ginzburg utiliza el concepto de “historia muerta” para recuperar aquello que está sepultado, deformado o
invertido y que sólo es recuperable a partir del uso sistemático del paradigma indiciario.
Su propuesta microhistórica requiere una forma discursiva basada en el relato. Su éxito se debe, entre otras cosas,
a la forma narrativa, forma que el lector de aquellas fechas empezaba a reclamar, tras la saturación de la “historia
científica”. Ginzburg defiende que si la historia es una disciplina basada en el procedimiento de la argumentación, en este
caso, su fuerza reside en la convicción, y el mejor argumento es la presencia física en el lugar de los hechos, al modo del
historiador clásico griego que estaba allí, siendo testigo directo de lo que acontecía. La narración de Ginzburg atrae y su
paradigma indiciario parece implicar por necesidad la narración. Furet en su Histoire et Ethnologie había rechazado la
narración como expresión típicamente de la historie événementeille. Ginzburg señala que el impulso hacia la narración le
venía de la famosa novela Guerra y Paz de Leon Tolstòi donde se ve que un fenómeno histórico puede ser comprensible
solamente mediante la reconstrucción de la actividad de todas las personas que han formado parte de él.
El problema del investigador de la temprana edad moderna o del medievo, es la ausencia de una documentación
suficiente. La opción metodológica de Ginzburg adquiere sentido aquí, pues unas fuentes escasas y sesgadas otorgan
mayor valor a la documentación nominal que habla de la cultura de las clases populares. El problema es cómo remontarse
desde información secundaria hasta una realidad más compleja. Si la historia es inferencial, la solución es desarrollar más
hábilmente ese paradigma indiciario que permite leer, los rastros mudos, formando una secuencia narrativa. Lo que más
preocupa a Ginzburg es la interpretación de la realidad a partir de una cuidada reconstrucción de sus significados,
llegando a la misma preocupación que los antropólogos, Ginzburg está interesado en el punto de vista del nativo, pero es
la carencia de documentación la que le permite utilizar su modelo conjetural y le lleva a interpretar buscando la
narratividad, haciéndonos pensar que estuvimos allí10.
10 Extraído de http://tepatoken.siguealconejoblanco.com/historia/que-es-microhistoria5