Fernando Contreras - Unica Mirando Al Mar

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Única Mirando al Mar (Fernando Contreras Castro) Capítulo Primero Más por la vieja costumbre que por cualquier principio ordenador del m comenzó a salir agarrado del filo de la colina, como en un montañista pendiendo sobre el abismo de la noche anterior. El bostezo imperceptible de las moscas y el estirón de alas de la flot significaron novedad alguna para los buzos de la madrugada. E persistente y los vapores de aquel mar sin devenir, los últi vacíos, se alejaban para comenzar otro día de recolección. Los buzos h varios cargamentos importantes de las profundidades de su mar muerto y que los del turno del día llegaran a sumar sus brazadas, se apuraban a sus presas para la venta en las distintas recicladoras de latas, botel las fundidoras de metales más pesados. Los buzos diurnos comenzaban a desperezarse, a abrir las puertas de su edificados en los precarios de las playas reventadas del mar de los pe reciclable. Los que vivían más lejos, se preparaban para subir la cues fosilizada que contenía desde hacía ya veinte años el paradero de la m de la ciudad. Como fue al principio, y lo sería hasta el apocalíptico instante de su seis de la mañana, los lepidópteros gigantes esperaban a sus operarios para comenzar a amontonar las ochocientas toneladas de basura que la ciudad diariamente; como fue al principio, los operarios de los tractores se con un café con leche que servían de una botella de coca cola envuelta de cartón; después, a bordo de sus máquinas, emprendían la subida. Salvo el descanso del almuerzo y el del café de la tarde, todo el día amontonaban basura, como una marea artificial, de oeste a este, de ade atrás, con la vista fija en las palas, mientras las poderosa espolones de plástico de las nuevascargas que depositaban los camiones recolectores; de adelante hacia atrás, todo el día, como herederos del sin haber ofendido a los dioses con ninguna astucia particular. A las ocho de la mañana el sol ya alumbraba precariamente la podredumb octubre ahogado entrelos nueve meses de lluvia anuales de la Suiza Centroamericana. El Bacán, con sus cuatro o cinco años, esperaba sentado sobre los rest una cocina, encallados ahí desde hacía tanto tiempo que ya era casi in basurero de Río Azul sin ellos. No muy lejos, los buzos trabajaban con posible en ese lugar: el flujo y reflujo de los camiones recolectores. Mujeres de edades indescifrables a menudo, hombres y niños si rumiaban lo que la ciudad había dado ya por inservible, en busca de lo también hubiera tirado al basurero. El Bacán esperaba aperezado en su cocina usual vigilando de cuando en una de las mujeres, tratando de distinguirla entre las demás compañera

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nica Mirando al Mar (Fernando Contreras Castro)Captulo Primero Ms por la vieja costumbre que por cualquier principio ordenador del mundo, el sol comenz a salir agarrado del filo de la colina, como en un ltimo esfuerzo de montaista pendiendo sobre el abismo de la noche anterior. El bostezo imperceptible de las moscas y el estirn de alas de la flota de zopilotes, no significaron novedad alguna para los buzos de la madrugada. Entre la llovizna persistente y los vapores de aquel mar sin devenir, los ltimos camiones, ahora vacos, se alejaban para comenzar otro da de recoleccin. Los buzos haban extrado varios cargamentos importantes de las profundidades de su mar muerto y antes de que los del turno del da llegaran a sumar sus brazadas, se apuraban a seleccionar sus presas para la venta en las distintas recicladoras de latas, botellas y papel, o en las fundidoras de metales ms pesados. Los buzos diurnos comenzaban a desperezarse, a abrir las puertas de sus tugurios edificados en los precarios de las playas reventadas del mar de los peces de aluminio reciclable. Los que vivan ms lejos, se preparaban para subir la cuesta de arcilla fosilizada que contena desde haca ya veinte aos el paradero de la mala conciencia de la ciudad. Como fue al principio, y lo sera hasta el apocalptico instante de su cierre, a eso de las seis de la maana, los lepidpteros gigantes esperaban a sus operarios para comenzar a amontonar las ochocientas toneladas de basura que la ciudad desecha diariamente; como fue al principio, los operarios de los tractores se calentaban primero con un caf con leche que servan de una botella de coca cola envuelta en una bolsa de cartn; despus, a bordo de sus mquinas, emprendan la subida. Salvo el descanso del almuerzo y el del caf de la tarde, todo el da removan y amontonaban basura, como una marea artificial, de oeste a este, de adelante hacia atrs, con la vista fija en las palas, mientras las poderosas orugas vencan los espolones de plstico de las nuevas cargas que depositaban los camiones recolectores; de adelante hacia atrs, todo el da, como herederos del castigo de Ssifo sin haber ofendido a los dioses con ninguna astucia particular. A las ocho de la maana el sol ya alumbraba precariamente la podredumbre de algn octubre ahogado entre los nueve meses de lluvia anuales de la Suiza Centroamericana. El Bacn, con sus cuatro o cinco aos, esperaba sentado sobre los restos mortales de una cocina, encallados ah desde haca tanto tiempo que ya era casi inimaginable el basurero de Ro Azul sin ellos. No muy lejos, los buzos trabajaban con el nico horario posible en ese lugar: el flujo y reflujo de los camiones recolectores. Mujeres de edades indescifrables a menudo, hombres y nios sin edad alguna rumiaban lo que la ciudad haba dado ya por inservible, en busca de lo que el azar tambin hubiera tirado al basurero. El Bacn esperaba aperezado en su cocina usual vigilando de cuando en cuando a una de las mujeres, tratando de distinguirla entre las dems compaeras de buceo;

cada vez que se percataba, espantaba las moscas de su cara y sus brazos, mientras jugaba con un juguete hallado ah mismo no haca mucho tiempo, su juguete nuevo. Algo brill un instante entre lo negro de la basura e hizo que el nio dejara su lugar privilegiado y se internara un poco entre los desechos. El nio perdi de vista, el resplandor, por lo que tuvo que devolverse caminando hacia atrs hasta encontrarlo nuevamente. En ese juego estuvo largo rato, hasta que logr seguir el brillo fugaz que lo llev hasta un objeto medio enterrado en la basura. Lo tom por donde pudo y tir de l. Algo casi redondo sali de entre la basura y se fue pareciendo a una manzana conforme El Bacn lo frotaba contra su camiseta. Era una manzana dorada, con una inscripcin: "Paaaa-rr-ra llla mmmms belllllla", "Para la ms bella" ley el nio comprendiendo a duras penas la frase. La escondi bajo su ropa y regres a su lugar. Pas un par de horas repitindose la frase en voz alta sin que la belleza como concepto acabara de cuajar en su mente. Aquella frase no tena ningn sentido posible ms all de unas cuantas palabras de las que usaba sueltas en su lenguaje cotidiano. El nio se puso de pie guardando el equilibrio sobre sus piernas flacas, se afirm lo mejor que pudo y lanz la manzana hacia la basura de donde haba salido. Como aspirada en un bostezo de la tierra, la manzana se hundi con su vocacin frustrada. La mujer que el nio esperaba, vio de lejos la escena y dej su bsqueda para correr hacia el lugar donde crea haber visto caer el objeto dorado; pero ni su mejor esfuerzo, ni su vasta experiencia en el buceo de profundidad sirvieron para recuperar la cosa. Volvi la cara hacia el nio y lo mir con las cejas y los labios arqueados, como si aquel hecho intrascendente hubiera tensado en su rostro el arco de su desesperanza. El Bacn correspondi el gesto aadindole un subir y bajar de hombros que termin de aclarar a la mujer que ni tirando al tiempo hacia atrs de los cabellos de la nuca podra saber de qu se trataba aquello que el nio haba menospreciado sin criterio. El nio, de inteligencia precoz, y nica Oconitrillo, maestra agregada, pensionada a la fuerza a sus cuarenta y pico de aos, por esa costumbre que tiene la gente de botar lo que an podra servir largo tiempo, formaban un binomio indisoluble. Ella lo adopt y l a ella. Ella le ense a hablar, y l le imprimi un sentido a su vida. A alturas de sus presumibles cuatro aos ya nica le haba enseado a leer, y no le permiti bucear hasta casi sus diez aos, cuando se percat de que, haca tiempo ya, El Bacn buceaba a sus espaldas en busca exclusivamente de cualquier cosa qu leer, de octubre en octubre, o de nada en nada, entre las coordenadas de un tiempo, que de puro estar tirado ah, tambin se vena pudriendo en vida, pasando vertiginosamente despacio, o lentamente apresurado, como abstrayendo a sus usuarios de la milenaria tradicin de sentir que se le va a uno la vida entre las fauces de lo irremediable. La luz del medioda se filtr en las pestaas escasas de un viejo, y una figura difcil de determinar le diriga palabras que no comprenda. El viejo se atrevi a abrir ms sus ojos para dar cabida a la figura que se agitaba enfrente. Un pedazo de cartn le abanicaba precariamente la cara; unido al cartn, la mano que lo agitaba pareca sostener a la vez al cartn y a la mujer apenas un poco menos vieja que l, empeada en hacerle sombra y librarlo de las moscas que ya se lo disputaban en medio de su alegato ininterrumpible de zumbidos. -Mucho gusto, nica Oconitrillo para servirle. El hombre se incorpor y mir a la mujer. l tena esa cara de asombro de quien se ha dado por muerto y de pronto, sin previo aviso, se despierta para comprobar que an no le haba sido dado el beneficio de la muerte.

-Llevo por lo menos dos horas aqu sentada cuidando que no se lo almuercen las moscas ni los zopilotes, seor. Al hombre an se le haca difcil entender las palabras; estaba quemado por el sol y confunda los humores ftidos del basurero con un ruido dentro de su cabeza. nica Oconitrillo le ayud a levantarse y lo condujo hasta su tugurio, donde le ayud tambin a despojarse de un poco de ropa de ms que andaba encima y a bajarse poco a poco la fiebre para que sobreviviera en aquel Ms All donde la muerte, por lo general prematura, acumula todo lo que la ciudad desecha. Varias horas despus, el hombre se senta fsicamente mejor. nica lo haba cuidado casi todo el da, descuidando as sus labores de biorrecicladora; pero el hombre an no hablaba, y no habl en los dos das siguientes, en los que se limit a sentarse a la puerta del tugurio a contemplar los movimientos del basurero. Al tercer da nica se desesper: -O me dice usted por lo menos cmo se llama, o yo no me hago ms cargo de usted... Logr atraer la mirada del hombre y no pudo evitar un sobrecogimiento al verlo a los ojos. El hombre record su nombre y lo retuvo en su mente slo un momento. Ese nombre ahora era el nombre de otro; sobre l haba perdido ese nombre todas sus funciones clasificatorias capaces de distinguirlo de los dems costarricenses. Su nmero de cdula tambin bail una danza de payasos con el nmero de su calle y el color de su casa, antes de hundirse para siempre en el basurero de su nostalgia. El hombre ya no tena nombre y la mujer le estaba exigiendo uno. A cambio de tantas atenciones brindadas por la mujer buzo, el viejo trabaj duramente unos momentos en la fabricacin de un nombre nuevo que se ajustara a lo que estaba comenzando a ser. De lo ms oscuro de su mente y en analoga evidente con el basurero, el hombre elabor un nombre extrao y grotesco para alguien que en otro tiempo se haba reconocido en su rbrica, y en sus apellidos haba reconocido por lo menos durante sesenta y seis aos su ascendencia familiar, pero que a nica Oconitrillo, por el contrario, no pareci irritar en lo ms mnimo. El viejo se incorpor, respir el omnipresente aliento ftido del basurero y dijo: -Seora, me puede usted llamar Momboombo Moagallo, y si le intriga saber qu diablos estaba haciendo yo ah tirado el jueves pasado, tambin se lo voy a decir. Seora, yo estaba ah tirado entre la basura porque el jueves pasado, a eso de las siete de la maana, a la hora que pasa el camin recolector, tom la determinacin de botarme a la basura. Me levant de madrugada, acomod todo en su lugar, oje por ltima vez las viejas fotografas de mi familia, le abr la puerta de la jaula al canario, cerr mi casa, y listo!, me bot al basurero. Me mont por mis propios pies al camin de la basura, y deba estar ya tan resuelto a ello que los seores recolectores ni me sintieron extrao; me trajeron hasta aqu y supongo que la hediondez del sitio sumada a mi estmago en ayunas dieron conmigo en el estado lamentable del que usted tan gentilmente me recogi. nica Oconitrillo lo miraba largamente con un gesto bobalicn, sostenindose la mitad de la cara en la palma de la mano y al rato un 'adi!' se le sali solo de la boca. nica comenz a hablar sola:

-Eso es lo que yo siempre he dicho, siempre; vea, por ejemplo, este hombre est bueno bueno, ah!, pero no, el desperdicio es tal que se tira a la basura cuando todava se le puede sacar el jugo un buen rato ms!... Y sigui moliendo palabras entre sus dientes postizos hasta que Momboombo Moagallo la interrumpi para preguntarle si tendra por ah una taza de caf que le pudiera ofrecer. nica le contest lo que contestaba siempre: -S hay, pero est sin hacer. El Bacn haba seguido de cerca la recuperacin del hombre; realmente se alegr cuando supo su nombre y que hablaba; se alegr sobre todo porque el Oso Carmuco ya vena con los Santos Oleos a la casa de nica. Momboombo Moagallo vio en la entrada del tugurio a un hombre vestido de sotana prpura, con la Biblia bajo el brazo y unos frasquitos de vidrio en la mano. nica lo tranquiliz; despidi al Oso Carmuco y le explic a su husped de quin se trataba. El Oso Carmuco era un buzo ms de los de abordo, pero un da se encontr entre los desperdicios una sotana prpura en ms o menos buen estado. Guard la prenda en su tugurio hasta el da que se encontr a El Bacn leyendo una Biblia que tambin haba ido a parar ah, y lo interpret como una seal. Se visti con la sotana, tom la Biblia y se orden sacerdote. Ahora Momboombo era el del gesto bobalicn en su cara. Vio cmo se alejaba el Oso Carmuco hacia el mar de las gaviotas negras y pens en la irona de que hasta Dios botara en aquel sitio lo que ya no le serva. -Este es El Bacn, mi chiquito, le dijo nica. Momboombo mir al joven y le calcul alrededor de veinte aos. Era alto, flaco, de tez blanca ennegrecida por el sol y los vapores del basurero, de ojos verde oscuro, barba negra y una mirada a la vez dulce y preocupante en su gesto. El Bacn no era hijo de nica, ella lo haba recogido, o ms bien, se lo haba encontrado ah en el basurero haca dieciocho aos. -Yo estaba sentada almorzndome una pizza fresquita que lleg en el camin de las once... nica guard la pizza en la bolsa del delantal que era parte de su indumentaria y corri hacia el nio. Andaba solo y con tal aspecto de tranquilidad que nica no pudo creer que nadie lo estuviera cuidando. Lo tom en brazos y le pregunt su nombre... el nio no hablaba an pero le respondi "Bacn, Bacn"; y cuando le pregunt su edad, l le mostr dos deditos de su mano; desde entonces fue el hijo de nica, su hijo nico, el nio que nadie supo cmo lleg al basurero y al que nadie reclam nunca. Momboombo Moagallo vio que el nio se haba convertido inmediatamente en el sentido de la vida de nica Oconitrillo, aquella mujer que fue maestra agregada, es decir, de las que ejercieron sin ttulo y que despus de jubilada, la vida la llev poco a poco al gran botadero de basura de la ciudad de San Jos, ubicado al sur en un barrio que, como irona del destino, llevaba por nombre Ro Azul. Si alguna vez hubo un ro en ese lugar y si fue azul, de ello slo quedaba el mar muerto de mareas provocadas por los dos tractores que acomodaban de sol a sol las ochocientas toneladas diarias de basura que desecha la ciudad.

Desde lejos, no tan lejos, se vea la colina que contena, en sus entraas desgarradas a cielo abierto, el basurero. Al pie de la colina de tierra arcillosa, el acceso al basurero estaba restringido por una malla metlica que lo separaba de las vecindades rioazuleas. La escuela del pueblo colindaba tambin con la malla, que no la protega del hedor ftido del botadero, el cual era la atmsfera pegajosa que respiraba el pueblo entero y que respirara para siempre an despus de clausurado el basurero, porque la sopa de los caldos aejos de toneladas de basura aplastando a toneladas de basura vena derramndose por el subsuelo desde el da de su inauguracin, igual que una marea negra desbordada entre las grietas del cuerpo ulcerado de la tierra. Hacia la noche, algunos buzos se recogan en el ranchito de nica a comer. Cada uno aportaba algo segn su costumbre y nica lo administraba maternalmente. Momboombo an tena dificultades para comer, pero la conviccin de ser ahora uno de ellos lo disciplin poco a poco a no vomitar despus de cada bocado. nica se lo haba presentado a la comunidad de los buzos, en un acto celebrado en medio de una gran indiferencia. Algunos lo saludaban desde entonces sin alzar la mirada, ms preocupados por sus raciones que por el recin llegado. Unos buzos preferan comer con la mano, los dems coman con cubiertos que nica les reparta al inicio de la cena y recoga al final. -Aqu llega de todo, don Momboombo. Yo sola he ido recogiendo las cucharas, los tenedores, los cuchillos, los platos, todo, todo. El Bacn interrumpi a nica con uno de sus acostumbradsimos discursos: -La mesa se pone cuando se pone el sol y nosotros ponemos en la mesa lo que la gente despone de sus casas. Verdad que se dice as, don Momboombo?, porque yo he ledo que se dice deponer, pero yo creo que est mal, que se debe decir desponer. Uno pone algo, y lo despone cuando lo quita, entonces lo que traen los camiones aqu al basurero es lo que la gente despone de sus casas; pero si se dice depone, entonces s se puede decir que nosotros ponemos en la mesa lo que la gente depone en sus casas... Momboombo Moagallo escuchaba al nio en silencio, slo asintiendo con un gesto. Eso era lo que hasta entonces le haba parecido extrao en l. El Bacn era aniado, todo en l lo haca parecer un nio, sus zapatos de goma, uno anaranjado en un pie y otro azul en el otro, los movimientos de sus manos, su mirada tierna... EL Bacn era un nio! nica le haba enseado a leer aprovechando su precocidad; a sus cuatro aos ya lea y se le desat una pasin por la lectura que muy pronto se volvi incontrolable. El nico problema fue que pronto nica no pudo explicarle el significado de los cientos de palabras que aprenda leyendo todo lo que cayera en sus manos, desde los peridicos que la gente desecha apenas las noticias han alcanzado el nivel de putrefaccin de sus editoriales, hasta las revistas pomo pasadas de moda, los manuales de los electrodomsticos, los libros viejos, en fin, todo lo legible que cayera al basurero. El lxico de El Bacn estaba lleno de palabras tan incomprensibles para los buzos como para l mismo, aunque l hiciera un manejo tal de ellas que pareca comprenderlas hasta sus profundidades etimolgicas; en realidad, no tena ni la ms remota idea de lo que significaban, pero eso no lo saban los buzos, quienes lo tenan por algo as como un raro iluminado al que escuchaban con toda la poca atencin a su haber. nica haba guardado siempre el secreto; ella supo desde el principio que su nio algo tena que no lo dejaba madurar pero eso, lejos de desvelarla, pareca agradarle.

Despus de todo no era ningn problema para ella tener siempre a su lado a un nio de cinco o seis aos, con breves atisbos de adolescente que se manifestaban de vez en cuando. Despus de la comida los buzos se retiraban a sus tugurios. Las noches del basurero, las que no eran abruptamente interrumpidas por la llegada de camiones recolectores en las temporadas altas de la basura, eran noches silenciosas y oscuras. Del lmite del basurero hacia atrs quedaba la vegetacin sobreviviente de la colina, donde se albergaban todos los insectos del mundo a chillar para darle al sueo de los buzos la tranquilidad de que algo vivo quedaba an en aquel sitio. Momboombo Moagallo, despus de tres semanas de vivir en el botadero, an tena serias dificultades para dormir. El asma inseparable de los buzos lo haba afectado. Los tres dorman en dos camas improvisadas donde nica Oconitrillo a veces pareca reventarse de la tos y El Bacn murmuraba enredos prelingsticos de beb. l opt por dormir sentado para poder respirar, porque lo que jams hara una tregua era aquel olor que despeda la indigestin eterna de la tierra atragantada de basura. Momboombo Moagallo era nuevo en medio de todo aquello, por eso an poda sentir el olor, pero senta tambin cmo minuto tras minuto, el aliento caliente de la boca del basurero le iba quemando sus cualidades olfativas. Cada da era ms incapaz de discernir entre los miles de miles de olores que constituyen el olor de la descomposicin. l estaba dispuesto a superar lo que le quedaba de urbanidad para adaptarse a una vida que, por lo dems, tampoco haba elegido. Su idea de botarse a la basura no estaba dirigida a convertir su vida en la de un buzo; slo haba sido una manera aparatosa de suicidarse. Sin embargo, la familiaridad en los cuidados de nica y la ternura con que El Bacn lo trataba, lo convencan poco a poco de que, a pesar de todo, an era posible imprimirle un nuevo sentido a su vida. El identicidio haba resultado mejor que el suicidio. Haba matado su identidad, se haba desecho de su nombre, de la casa donde vivi solo aos de aos, de su cdula de identidad, de sus recuerdos, de todo; porque el da que se bot a la basura fue el ltimo da que sus prestaciones le permitieron simular una vida de ciudadano. No cultiv ninguna profesin y no aprendi un oficio. Siempre fue guardia de construcciones y un tiempo lo fue en una finca cerca del mar hasta que, alrededor de sus cuarenta aos, consigui que la Biblioteca General contratara sus servicios de "Guachimn"... 'El vigilante'. Desde entonces pas sus noches entre los anaqueles del edificio, durmiendo de da y leyendo de noche para mantenerse despierto. Ley todas las noches durante veintisis aos hasta que denunci una vez la prctica de vender libros a seis colones por tonelada, que la biblioteca estableci en contubernio con la DespishPaper, una fbrica privada de papel higinico. A Momboombo le result tan indignante, que amenaz con denunciarlo a los peridicos. -Lo que faltaba, que el papel donde se imprimieron las aspiraciones de la humanidad ahora se convierta en papel para escribir con el culo!

Entre los volmenes destinados a tan innoble labor se fueron ediciones antiguas, prdidas irreparables como registros del Cartago de finales de mil setecientos y literatura universal, seleccionada para su venta con criterios de cura y de barbero. El vigilante denunci el hecho y perdi su trabajo. No tena garantas sociales, por lo tanto no se sinti nunca un costarricense. No lo esperaba una pensin y las prestaciones slo le alcanzaron para un par de meses; despus envejeci, o ms bien, se dio cuenta de que ya estaba lo suficientemente envejecido como para comenzar de nuevo. Sesenta y seis aos no son demasiados para nada, pero sesenta y seis aos de privaciones son suficientes para hacer de un hombre un anciano. Momboombo Moagallo comenz a pasar necesidades, comenz a agotar las arcas, a comer menos. A la manera de una inundacin, el hombre vio cmo una ola se llevaba sus cosas de toda la vida a las compraventas, y cmo an as resultaba cada vez ms difcil conservar el ridculo monto de sus prestaciones. Primero vendi el televisor, despus el radio, despus las dos o tres pulseras de oro que le dej su madre. Los muebles no los vendi porque nadie los habra comprado de puro inservibles que estaban. A alturas del mes de octubre se declar en bancarrota; ese mes ya no pudo pagar el alquiler y don Alvaro, el dueo de la pocilga que haba habitado el viejo por ms de diez aos, no se lo perdon. Antes de botarse a la basura, durante esos meses de angustia, el exguardia de la Biblioteca General comenz a vagar por la ciudad con la lejana esperanza de encontrar algn trabajo. Para ese entonces ya l haba ledo tanto que hasta se le ocurri presentarse al reclutamiento del ejrcito de maestros del Ministerio de Educacin, pero apenas dijo que haba sido guardia toda su vida, provoc un ataque de furia entre los empleados, quienes lo tomaron por un analfabeta y lo echaron a la calle. . -S, yo habr sido guardia de construcciones toda la vida, y guardia de la biblioteca, pero lo que yo he ledo, jovencitos, no lo leeran ustedes as los volvieran a parir cinco veces... Ese desmerecimiento lo termin de derrumbar. Cuando lleg a su casa 'el cerdo de don Alvaro' lo estaba esperando en su automvil verde oliva sin placas. El dueo comenz a cobrar su tan merecido dinero, pero Momboombo, que an no saba que llegara a llamarse as, simplemente ni lo alz a ver. Vena con el peridico bajo el brazo y en la mano una pequea bolsa de alpiste para el canario, la ltima racin. Octubre de mil novecientos noventa y dos, ao del quinto centenario de la invasin de Amrica, marc el cierre de lo que Momboombo Moagallo haba hecho por su vida. No planific botarse a la basura, eso lo decidi ms bien despus de agotar todas las posibilidades de supervivencia de este mundo, cuando se dej convencer de que ya no serva para nada. En el basurero rega otro tiempo. Los horarios estaban determinados por la afluencia de los camiones recolectores, que al igual podan llegar a las seis de la maana como a media noche o en la madrugada, de acuerdo con la oferta de basura de las calles de la ciudad. Pero sustraerse del tiempo an resultaba difcil para Momboombo que estaba acostumbrado a dormir de da y a vigilar de noche, y tuvo que plantearse seriamente su incorporacin a las fuerzas vivas de la comunidad de los buzos, como mecanismo de supervivencia.

Lo primero que hizo fue desentraar sus intestinos, porque no poda comenzar su cuarta semana en el basurero sin haberse desocupado de lo poco que lograba comer. Se sent a darle su cuerpo la orden de resignarse a cagar cuclillas en algn sitio ms o menos discreto del basurero; una cagada de antologa, se apresur a buscar nido: con los pantalones por los tobillos y recostado a un montculo de basura, Momboombo Moagallo sinti un alivio como pocos en su vida, claro no del todo discreto ni privado, porque por ms que busc un lugar distante, tantos buzos pasban por ah y lo saludaban con el gesto de aprobacin del puo cerrado y el pulgar levantado, que ms bien pareca aquello un comit de apoyo. El viejo opt por tomar la cosa a la ligera y termin su labor en paz saludando tambin. Us un papel higinico reciclado. De vuelta en casa se ofreci a salir en busca de agua para preparar el almuerzo, porque, como deca nica, s haba, pero estaba sin hacer. Para ese efecto, los buzos de la comunidad compartan una pichinga con capacidad para varios litros y cada vez que haca falta, uno de ellos iba en busca de agua, tarea cada da ms difcil por la poca simpata de que gozaban los buzos entre las comunidades vecinas, pero A nadie le falta Dios, deca el Oso Carmuco cuanto volva triunfante con la pichinga llena, y ese fue el consejo que le dio a Momboombo cuando supo que l ira ese da por el precioso lquido. Tres semanas de barba, la piel pegajosa y ennegrecida del contacto con la basura, el cabello impenetrable de polvo, una ausencia absoluta de desodorante y colonia y cuanto artificio urbano para la negacin del cuerpo humano, fueron suficientes para hacer la bsqueda de agua un martirio. En los ojos de las personas era fcil adivinar el aspecto que luca y la repulsin que provocaba, y no habra conseguido agua de no haberla tomado arbitrariamente en una estacin de gasolina. nica, la gente lo ve a uno con asco Es horrible! Eso es porque no te has lavado los dientes desde que llegaste Pero es que no me traje cepillo de dientes! Eso no es excusa, ah est le cepillo de dientes de las visitas y vos sabs que pods usarlo

Ese da, despus de almuerzo, Momboombo Moagallo se lav los dientes por primera vez desde su llegada al basurero; aunque fuera slo por la sugestin, se sinti mejor. Lavarse los dientes fue como un elemento ms en su lento ritual de iniciacin a la vida de los buzos, no por el hecho en s de lavrselos, porque con ello daba un importante paso ms hacia la superacin de ese acabadsimo producto cultural que es el asco: ese concepto tan variable entre los pueblos, eso que se va unificando conforme se uniforman los modelos de urbanidad y que acaba por ser tan exquisito como el ms exquisito de los gustos depurados de un catador de vinos. El asco es un lujo, pensaba Momboombo mientras hurgaba con su lengua en las concavidades de sus muelas; porque no es cualquiera el que se da el lujo de sentir asco, conforme aprieta el hambre afloja el asco. As como hay pueblos que saborean algo como un manjar, hay otros que se vomitan por lo mismo, y ah vamos, de asco en asco, cada uno se retrata en su manera de mostrar la repugnancia. No falta quien se contenga en un gesto elegante con un giro del dorso de la mano sobre la boca y la nariz, as como ms bien sobran los que tuercen los hocicos en una mueca grotesca y los que pasan desapercibida lo fuente de tan diversas muestras de cultura y no es gratuito tampoco que lo que lo que apesta en una refrigeradora le abra a un buzo el apetito Por sus ascos los conoceris, y clasificarlos no sera difcil porque van desde los que regurgitan desde temprano hasta los que le tienen asco al gnero humano

Momboombo fue abruptamente arrancado de sus meditaciones por un alboroto en medio del basurero. Jerarquizar es humano hasta en pleno basurero rega la ley del ms fuerte y algunos subgrupos se atribuan el derecho a revolcar primero entre la basura recin llegada. nica pas para adentro e El Bacn y le explic a Momboombo que se trataba de una ria territorial entre unos buzos poco amistosos.

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Como si en el infierno no furamos a caber todos- apunt Momboombo El infierno es aqu... y ay ves, no cabemos todos. El infierno es aqu, Momboombo, y yo de aqu voy derechito para el cielo pero no vale la pena ponerse a pensar en eso. Ms bien, yo le doy gracias a Dios de que todava tenemos dnde vivir y algo para comer, porque hay gente que ni eso. Lo de las peleas por ver quin abre primero una bolsa son chispas del oficio, ya ves, a m nadie me jode, porque yo trato bien a todo el mundo; yo siempre ando viendo a ver qu le gusta a cada uno y si me lo encuentro voy y se lo doy, aunque sea algo valioso y as, poco a poco la gente va entendiendo que no vale la pena vivir agarrados del moo por cualquier cochinadilla, que es mejor compartir

nica hablaba con una conviccin de absoluta de todas esas polticas de coexistencia pacfica, pero ignoraba que su figura maternal le ayudaba no poco a sobrevivir en medio del basurero del afecto, donde cada uno era de por s, una pieza ms sin lugar en el mundo. Momboombo an prefera quedarse en casa en labores domsticas antes que ir a bucear; se pasaba las horas tratando de idear un sistema de ventilacin del tugurio, de modo que entrara el viento que vena al lado contrario al basurero, hacindolo pasar por una suerte de embudo de cartones que instal en el techo en medio de una barrera protectora de cartones tambin, cuya funcin consista en repelar la ventisca caliente que mezclaba el hedor ftido de la basura con el humo del combustible de los tractores que acomodaban los desechos en montculos. El Bacn se sentaba a verlo trabajar sin comprender muy bien para qu demonios el aprendiz de buzo se empaaba en cambiarle el peinado al tugurio. En el techo de la casita haba una antena de televisor que no cumpla ninguna funcin, pero que nica haba puesto ah para darle un toque de distincin. El viejo hizo ademn de arrancarla pero El Bacn protest enrgicamente alegando que a nica no le iba a gustar no ver ah la antena a la vuelta del trabajo. La antena se qued en su lugar. An no logro entender muy bien a esta gente, pensaba Momboombo Moagallo, entre ms marginal es su situacin, ms se aferran a las costumbres urbanas. Y es que no puede ser de otra manera, porque lo contrario sera renunciar del todo a sentirse parte aunque sea remota de la sociedad. Yo lo intent, esa fue mi primera intencin al botarme a la basura, lo que menos me iba a imaginar era que exista este mundo de las profundidades aqu Ay mseros de nosotros, ay infelices!, qu sera de todos los miserables si renunciaran al deseo de parecerse a los dueos de un lugar en el mundo. Yo me quera morir, eso era todo, pero maricn que es uno, en vez de tirrmele a un carro o al tren, o tomarme un veneno, se me ocurre tirarme a la basura, y claro, los buzos me encontraron y me convirtieron en era suerte de ser humano reciclado las ganas de vivir con su cario. Para ellos, y por increble que pueda parecerle a la gente que ni se imagina que esto existe y de pronto se entera, para ellos la vida tambin puede tener sentido hallarle la comba al palo, como dice nica. En realidad, lo que pasa es que yo estoy muy tiernito en esto todava. Tampoco es culpa

ma eso de echar de manos las comodidades de una casa donde no huele a mierda extraa todo el tiempo, y a una cama suave aunque de esas que traquean toda la noche, y a agua potable para baarse todos los das o lavarse las manos. A veces me cuesta reconocerme en el espejito que nica tiene colgado en la pared; me asomo y me asombro, tengo el pelo amelcochado y la piel costrosa y como me cuesta comer, se me estn poniendo amarillentas las partes blancas de los ojos. A veces pienso que qu pasara si me enfermara y siento miedo, pero cuando siento miedo me doy cuenta de que me estoy curando de la enfermedad de las ganas de morirme que tena. Aqu uno piensa que falta de todo, pero nica dice que aqu hay de todo; lo que pasa es que a uno lo acostumbran, lo hacen de cierta manera y despus cuesta un mundo deshacerse de las maas, a uno lo acostumbran a vivir necesitando cosas innecesarias, despus se las quitan y uno no halla qu hacer. Cuando yo viva all arriba me daba mis lujitos de vez en cuando, me tomaba mis traguitos, me compraba ropa nueva, compraba el peridico todos los das, hasta iba al cine y todo porque ganaba un sueldillo de guarda de la biblioteca. Todo eso es bonito, no puede uno ser tan hipcrita. Yo tena un canario de esos que no paran de cantar todo el da y nos queramos tanto que se dejaba agarrar y se me paraba en el dedo meique quin sabe qu se hizo el pobre desde aquel da que le abr la jaula porque ya no lo poda mantener El viejo tena la mirada fija en la lejana cpula de la iglesia de Desamparados, la mano un poco en alto con el dedo meique erguido, como sosteniendo un canario, y silbaba imitando su canto.

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Ya debs tener otro dueo, verdad?, otro que te estar alimentado, ojal!, porque vos no sabas cmo procurarte el alimento vos slo eras un canario anaranjado como un sol en piyamas y te ganabas la vida cantando y hacindome compaa. Pasabas el da entero conmigo hasta que te acostaba a eso de las seis y media o siete de la tarde. Vos te acostabas a dormir y yo sala para la Biblioteca General. Aunque yo dorma mucho de da, vos cantabas y le ponas el fondo musical a mis sueos.

Ahora debs estar en otro patio, si tuviste suerte pero es que qu iba a hacer con vos? Yo mismo no saba ya qu hacer conmigo, por eso me bot a la basura, pero a vos no, jams te iba a traer aqu conmigo, tu cancin no es de este mundo, aqu slo te marchitaras como todo y no puedo ni pensar que en algn descuido iras a parar a la panza de una rata prefiero pensar que alguien te asil en su casa y te disfruta. Pero no te me vas a ir del todo, porque la memoria de alguna manera tambin es una jaula, slo que sin barrotes, aunque a veces los recuerdos estn ms atrapados ah que si estuvieran en mxima seguridad. Ve, por ejemplo, todava si cierro los ojos y me concentro, todava te puedo or espero que siempre pueda, aunque sea de lejos, muy lejitos, como las voces que uno sigue escuchando siempre porque son las voces de los que uno quiso, es decir, quiere Capitulo Segundo A la cuarta semana de vivir en el botadero de Ro Azul, Momboombo Moagallo se integr a las filas de los buzos, pero slo en brigadas de buceo de superficie, sin perder de vista la costa porque lo atemorizaba el mito de que el basurero de cuando en cuando, se tragaba a alguien, como se deca de la Llorona, una loca, una pobre mujer que haca varios aos haba llegado al botadero con su beb de meses alzado, y en un intento de buceo de profundidad, directamente bajo los camiones recolectores, no logr hallar a su hijo en el sitio donde lo haba dejado. Fue en cuestin de

segundos, nada ms lo puso en un claro entre la basura, fue por una bolsa que prometa y al volver ya el nio no estaba. Nunca se supo qu pas. La polica realiz un operativo de bsqueda sin resultado alguno y luego de dos horas, dio por perdido al nio. Estuvieron a punto de acusar a la madre de homicidio culposo, pero no fue necesario, ya ella haba asumido sola la culpa y su desgarradora locura era algo as como el cuerpo del delito. Despus entonces se qued a vivir en el precario, la razn perdida, siempre llorando y revolcando entre la basura por si acaso apareca el nio. A veces buscaba por las noches y su desesperacin era peor y su llanto era peor, como para helarle la sangre a los buzos de la vecindad; entonces nica Oconitrillo era la nica que se levantaba de vuelta a su casa en la margen del Ro Azul. La historia afect mucho al nefito. nica, pero ella ya no llora tan frecuentemente y nunca por la noche S, desde el da en que yo me encontr ese mueco grande entre la basura. Ella andaba conmigo y cuando lo vio se me vino encima dando alaridos, por poco se le salan los ojos, me tir al suelo y se llev abrazado al mueco a su casa. Viera lo que cost sacarla de ah. Slo pudimos sacarla tres das despus y eso porque ya estaba tan dbil que no se pudo defender; entre son Conce, un buzo que ya muri, y yo entramos a la casa y la sacamos. Estaba sentada en el suelo cantando una cancioncilla y amamantando al mueco. Despus cuando se dio cuenta de que nadie se lo iba a quitar, se atrevi a volver al basurero a trabajar, viera lo que cost convencerla y desde entonces ah anda, como una india, con el mueco amarrado a la espalda, con un cmo es que se llaman?, un portabebs que encontr El Bacn por esos das.

Pero Momboombo Moagallo se sorprenda de lo bien que la Llorona interactuaba con los dems buzos. Ella trabajaba duro como todos, recolectaba sin problema alguno y discerna perfectamente entre lo an utilizable y la autntica basura, esa que a pesar de todo tampoco es un desperdicio, porque es lo que alimenta a los zopilotes y a las ratas y a los gatos y a los perros del lugar. Momboombo se iba adaptando poco a poco, poco a poco. Lo primero que rescat fue un catre viejo que lleg en uno de esos camiones descapotados de los que traen la basura menos cotizada, la de los barrios bajos. Ah vena el catre matrimonial, y l que an aoraba su cama, no trepid en pelerselo alegando el derecho entre los buzos de respeto, de que alguien se gana algo si lo ve primero. Pero ese maldito ruido ininterrumpido de los tractores y camiones era lo que ms traba le pona a su insercin en el mundo de los buzos, el ruido era tan molesto como el vaho caliente y pestilente que no cesaba nunca, ambos eran tan concretos como las ganas de cagar, aunque a nica el ruido no le impidiera en absoluto nadar cantando, no la hediondez le impidiera tampoco recoger cuanta botellita de perfume encontrara entre la basura. Ella las guardaba aparte y despus en casa, al final de la jornada, vaciaba los sobros de los perfumes en una sola botella grande tambin de perfume, e igualmente hallada ah. A la botella grande iban a dar los restos mortales de cuanto perfume se poda encontrar en las tiendas de San Jos y el extranjero, una vez que sus dueos los consideraban obsoletos. Perfumes caros, perfumes baratos, perfumes carsimos, perfumes infrabaratos, perfumes de hombre, de mujer, de nio y hasta uno de perro, que lleg un da. Ella los revolva y lograba unas cosechas inmejorables; por la maana se perfumaba siempre antes de salir a trabajar; los dems buzos de la comunidad ya estaban avisados de entregar de inmediatamente cualquier aguaflorida que encontraran.

Momboombo pens mucho tiempo que aquel era un mundo de locura, que nada ni nadie poda estar ya ms abajo que la gente que estaba a ras de los desechos, pero un da que lleg un borracho a la casa y nica le dio unas monedas, l comprendi que el alcohlico que amaneca tirado en las aceras de San Jos, realmente estaba ms abajo que los buzos.

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Ellos ni siquiera tienen horarios, simplemente amanecen donde cayeron y la gente se aparta slo para no pasarles por encima, y eso por lo desagradable de la sensacin de pisarles un brazo o una pierna, por lo semejante que tienen con los miembros de los cadveres, pero nunca es por el borracho en s. Lo que es peor, la gente se indigna realmente cada vez que ve un borracho durmiendo en una acera cualquiera a cualquier hora.

Yo antes me quejaba del horario de locura que tenemos aqu, pero no es tan malo, despus de todo es algo que pone orden, y ya ni siquiera me parece de locos eso de que los camiones aparezcan en filas interminables a cada rato, es ms ya ni siquiera la locura me parece locura, aqu donde todo se vuelve al revs, donde la gente come basura y se viste con lo roto. Aqu no es que los locos anden sueltos, sencillamente es que no hay locos ni cuerdos para compararlos, para decir que estn locos. La Llorona funciona perfectamente, ella cree que el mueco es el hijo que perdi y con eso es feliz, el Oso Carmuco cree que es sacerdote y con eso es feliz, nica Oconitrillo se pelea los desodorantes que llegan al botadero y hasta tiene una manera preferida; yo no s de donde sac eso de que ese desodorante la protege las veinticuatro horas del da y no mancha su ropa, o que tal crema embellece sus manos. Pero a fin de cuentas, qu importa ojal todo fuera tan simple como arreglarse la vida con un mueco El Bacn cree que tiene seis aos y yo creo que me llamo Momboombo Moagallo. Sumado ya a las filas de los buzos, el hombre aprenda con rapidez a discernir entre las bolsas que valan la pena y las que no; pero como no hay aprendizaje sin dolor, en ms de una ocasin, el ilustre Momboombo Moagallo sala maldiciendo contra el cielo y tierra por haber metido la mano en la panza de una bolsa cuyo nico contenido era papel higinico. nica le ense que eso se solucionaba restregndose las manos con polvo de tierra medio arcillosa del lugar la mierda que no quedaba entre las uas, o se sala sola, o haba que sacarla con un palito. El basurero siempre se llenaba desde buen temprano, a veces hasta con ms de doscientos buzos a la espera de los camiones que jalan la basura de los barrios caros, porque ah es donde se bota ms indiscriminadamente. Los desperdicios de las grandes fiestas y los de los das corrientes, que son los menos, a menudo traan sorpresas. De ah nica haba completado su vajilla y El Bacn su biblioteca, que a esas alturas contaban con cientos de volmenes inverosmiles, desde los Cuentos Petersburgueses de Gogol, firmado por un fulano que nunca ley, hasta libros de quiromancia y las revistas dominicales de los peridicos nacionales; haba tambin un tomo con la segunda parte de El Quijote, que el nio tena hacindole pareja a un libro gordo de cocina y un diccionario de trminos botnicos del mismo espesor. Sin embargo, muchos de los buzos era gente que iba y vena sin decidirse a radicar en el precario, era gente que buceaba tambin en las calles de la ciudad, fcil de reconocer por sus atuendos, su caminar quebradizo, su mirada escrutadora, capaz de discriminar a golpe de primera vista cosas an tiles ah donde la mayora de la gente slo puede ver un montn de basura, y con tacto de obstetra, especializado a fuerza de reconocer lo reciclable, sin romper las bolsas, bastantendoles cuidadosamente el vientre.

Esa gente estaba familiarizada de algn modo con la del precario, pero no era parte de la familia. A veces pasaba temporadas por ah alguno de los tantos amigos del Oso Carmuco; uno de ellos le explic a Momboombo que el sobrenombre del Oso vena directamente de su nombre, pues se llamaba Carmen y caminaba como un oso. Ellos solan llegar con peridicos para El Bacn y con pastas de dientes para nica, que se las agradeca y ni ojeaba los peridicos que comenzaron a llegar cargados de noticias inquietantes por esos das. Momboombo comentaba con los de abordo que slo hablaba del botadero de Ro Azul, que los vecinos de ah y los de San Antonio de Desamparados le estaban alzando el pedo al gobierno porque ya no soportaban ms la hediondez y que los terrenos de Ro Azul iban a ser anexadas a la Zona Protectora del Cerro de La Carpintera, como primer paso para el cierre. Ahora estaba hablando de hacer un bosque frondoso donde estaba el basurero, un bosque, nada menos que un bosque, con tanto rbol que seguro ni se podra ver Qu es eso de anexado? pregunt alguien en la concurrencia, y antes de que Momboombo lo explicara, El Bacn tom la palabra y explic que: Anexar es lo que nica me ense hace tiempo, eso significa hacer que Guanacaste no sea ms Nicaragua y que sea de Costa Rica y es algo que se hace todos los aos en julio, lo que yo no saba era que Ro Azul no era de Costa Rica, pero no importa, porque lo importante es que aqu es donde Costa Rica viene a botar la basura La verd es que yo no s de qu se quejan los vecinos de por aqu -, dijo doa Lidiette Lpez, la gente clavea mucho por el basurero, pero de aqu sacamos pa comer y pavivir; casi todo lo que tienen mis hijos, Jefrey y Julita, lo hemos sacado de aqu.

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Pero las noticias de los diarios de noviembre no hablaban nicamente del descontento de los vecinos, sino de los bloqueos que hacan como protesta por el descuido del gobierno. Uno de los bloqueos de las vas de acceso al botadero provoc un acumulamiento de basura en las calles de la capital que tambin fue noticia en los diarios - Montaas de basura-, decan los titulares, acompaados de fotos a colores de la gente brincndose los montculos de basura, gente tapndose la nariz con la palma de la mano, harta de tanta inmundicia. Momboombo le mostr la foto a nica y a El Bacn; ambos comprendieron por qu haba bajado la afluencia de camiones.

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Menos mal!, yo ya estaba asustada-, minti nica. -Ahora yo lo veo claramente. Antes no, porque antes yo era parte de los que se tapan la nariz, pero ahora que lo veo desde aqu, me doy cuenta de que ya la gente no sabe qu hacer con la basura... nica, esto es un sntoma, no s de qu, pero esto es un sntoma. La gente produce basura, produce desperdicios e inmundicias, y hoy por hoy, cuando ya le est llegando al cuello, no sabe qu hacer con ella. Siempre ha habido basura, la basura nace con el hombre...

nica lo escuchaba ms por cortesa que porque comprendiera gran cosa las palabras de aquel hombre que ella misma haba reciclado. -Lo que pasa es que ahora a la gente le ha crecido la capacidad de producir desperdicios. Yo me pongo a ver la cantidad de cosas raras que llegan a este basurero, nica, por Dios!, no es posible que se boten las cantidades de basura que bota este pas tan pobre... ochocientas toneladas diarias! Una tonelada... qu diablos es una tonelada? La gente nunca piensa en lo que eso significa, tan lo mismo da decir una tonelada como decir cien millones de pesos, o

decir que miles de personas se mueren de hambre en Somalia... eso ya no Significa nada para la gente, no forma parte de la vida diaria. Yo mismo nunca pensaba en eso cuando me pasaba las noches en blanco leyendo a Dostoievski, en la Biblioteca General. Si no ests viendo la cosa no la entends, si nos vinieran a tirar aqu a todos los negros que se mueren de hambre en esos pases, si nos los pusieran en fila en las calles, como pas con la basura durante la huelga, entonces dejaran de ser los negros annimos con las panzas hinchadas, pasaran a ser seres humanos y Somalia pasara a ser algo as como el botadero de la humanidad, como pasa aqu en Ro Azul, donde una tonelada de basura comienza a ser algo muy concreto cuando llega con toda su pestilencia y su cortejo de moscas y zopilotes a caernos encima. Yo me pongo a ver qu es lo que bota la gente. nica, por Dios!, esas luces que parecen prismas entre la basura, todo eso que brilla como limadura de sol, como si fuera un gran tesoro lo que hay ah, todo eso es puro aluminio, el de las latas de cerveza, nacionales y extranjeras, los paquetes de sopa, los paquetes de cigarros, todo viene en aluminio ahora, y en paquetes en ingls, y todo se bota en bolsas plsticas que no se pueden deshacer, como explica el peridico, porque no son de materiales homogneos, yo no s qu putas es eso exactamente, lo que veo es que no se pueden deshacer y punto, porque eso significa que ah se van a quedar per secula seculorum amn. Momboombo haba hablado tanto que haba atontado a nica y a El Bacn. Ella dorma desde haca rato, el nio luchaba por seguir el hilo del monlogo de Moagallo. De cuando en cuando se quedaba como hipnotizado repitiendo algunas palabras... "secula seculorum amn... secula seculorum amn...", "prismas, prismas, prismas". Las repeta para memorizadas, pero no preguntaba su significado. Al da siguiente, nica le pidi a Momboombo que le explicara todo aquello que haba dicho anoche, 'pero en cristiano, de modo que yo entienda'. -Nada, nica, lo que pasa es que ya hay tanta basura en San Jos, que ya no cabe ms aqu y los vecinos de los alrededores ya estn podridos de tanta porquera. -Bueno, pero entre ms basura llegue, mejor para nosotros. -De acuerdo, nica, salvo un pequeo detalle, que ya no la van a botar ms aqu... Eso es lo que han estado diciendo los peridicos todo el mes de noviembre. La gente ya est hasta el cuello de basura; entonces el gobierno decidi cerrar ya el botadero de aqu, de Ro Azul... -Jess, Mara y Jos! Momboombo, Y adnde lo van a poner? -Esa es la cosa, que en ninguna parte cabe, porque, ni tontos que fueran los vecinos, nadie quiere tener un basurero de este tamao a la vuelta de su casa. Ahora, por ejemplo, dice el peridico que lo iban a poner en La Uruca, y qu?, que la gente se par de pestaas, "que por ah queda el Hospital Mjico, el Parque Nacional de Diversiones"..., todo queda por ah, entonces el gobierno todava no sabe dnde poner este mierdero de modo que no le estorbe a nadie. Por otro lado, todos los das sale gente hablando en el peridico: un baboso sali diciendo que lo que haba que hacer era evacuar la zona y dejar aqu el basurero, otro sali dicindole egosta a la gente de las comunidades que no quieren que les pongan el basurero encima, pero lo que pasa es que eso lo dice cualquiera siempre y cuando no sea en su barrio donde lo vayan a poner. Otros dicen que la basura es un problema de 'externalidades negativas' y una de palabrejas raras, nica, que lo nico que queda en claro es que todo est oscuro. nica, la gente tiene razn. Pero bueno, por ahora el basurero se va a quedar aqu un tiempo ms... -Gracias a Dios, Momboombo!, si no, no s qu vamos a hacer nosotros. -Qu vamos a hacer nosotros? Qu vamos a hacer nosotros?..

-La pregunta iba tomando dimensiones cada vez ms gigantescas en la cabeza de Momboombo Moagallo y lo comentaba con los buzos, sin lograr con ello ni el menor vestigio de preocupacin en sus semblantes. l no era un buzo, era un suicida frustrado que estaba aprendiendo a defender la ilusin de que a la vida se le puede inventar un nuevo sentido an cuando lo nico que parezca sensato sea morirse de un retorcijn y ya!

Pero los buzos de oficio, los que ya llevan la basura incorporada, los que llegaron con el alma hueca al basurero desde haca varios aos y a esas alturas la tenan tan atiborrada como el botadero mismo, los autnticos buzos estaban acostumbrados a vivir al da, a resolver lo inmediato. Los verdaderos buzos no eran ni siquiera como nica, para quien no haba sido posible, en tantos aos, desterrar los atavismos urbanos y segua procurando esquemas familiares en la comunidad. A los buzos no les molestaba en absoluto llegar a comer con nica, ni aportar elementos a la olla comn, pero lo hacan mezclando las reminiscencias de algn arcaico orden familiar (que les funcionaba ya como a un perro casero le funciona la maa de rascar el suelo con las patas traseras despus de cagar, como si estuviera enterrando la mierda con ese gesto intil), con la comodidad de que fuera nica quien se tomara la molestia de recalentar o cocinar el pan nuestro de cada da. Esos buzos de hueso colorado no lograban comprender los desvelos de Momboombo. -Son habladas de la gente... Esto no lo van a cerrar nunca, abuelo, no ve que si lo cierran no van a tener a dnde botar toda esta basura. -Bueno, pero... y si lo cierran? -Si lo cierran, nada... nos vamos donde lo pongan. -Y... si no nos dejan entrar? -S nos dejan, s nos dejan... siempre dicen lo mismo, que no nos van a dejar entrar, que yo qu s, pero al final s nos dejan. Y deje ust de joderse la vida pensando en eso... Y as moran todos los intentos de Momboombo, bien por crear consciencia entre los buzos, bien por exigirles una respuesta a su pregunta desesperada. Todos sus esfuerzos se resuman tambin en la necesidad apremiante de depositar en sus salvadores la responsabilidad de estarlo salvando continuamente, porque "sin basurero no habra ms buzos", crea l, "y sin buzos no habra ms Momboombo." -No le merman los aguaceros-, deca nica cuando noviembre no daba tregua. -Lo malo es que hasta la lluvia llega ya sucia al basurero-, agregaba Momboombo.Haba comenzado a llover ms o menos desde abril, y la lluvia slo empeoraba con ondas tropicales y corrientes fras que minaban la salud de desechos de los de abordo. El Bacn tosa constantemente y moqueaba siempre enverdecindose los bigotes y entiesndose las barbas, porque el agua slo resbalaba sobre el gabn negroaceitoso de los zopilotes y en todas partes se empozaba formando cientos de pequeas lagunillas, sobre todo ah donde las bolsas plsticas hacan una concavidad entre la basura. Al darles el mezquino sol de noviembre, las lagunillas, fecundas de larvas de moscas y otros bichos, brillaban prismando la luz y hedan, ms bien como si hubieran asesinado al arco iris y su cadver se pudriera lentamente entre la basura. Con la lluvia se empapaban los buzos por ms que se forraran en bolsas plsticas. Con la lluvia solan inundarse los tugurios, por lo que el trabajo de los de abordo deba

repartirse entre el buceo y las interminables reparaciones de su ciudad flotante. La adversidad, de ingenio fecundo, haba llevado los buzos a confeccionar los ms curiosos impermeables, sobre todo con las bolsas gigantes para basura de jardn, y vestidos todos de gris sinttico, con trajes de una sola pieza, ms bien parecan monjes de algn culto al fin del mundo; sus hbitos plsticos sobre sus lomos siempre encorvados completaban una imagen borrosa de romera de penitentes bajo la tutela implacable de los iconos motorizados de los tractores. -En verano todo va a ser ms fcil-, se repeta Momboombo a veces, mientras beba de pie directo de las ubres de las nubes, desconociendo minuciosamente los efectos del sol de febrero y marzo sobre la podredumbre y la tierra medio arcillosa del botadero, que era entonces un torrente de barro que desangraba minuto a minuto las partes an vivas de la colina; lo verde se alejaba cada da, como el bosque que camina, como si hasta los rboles se estuvieran yendo por sus propios pies de aquel osario de los derechos humanos. El Bacn se entretena haciendo barquitos de papel que pona a flotar sobre la lagunilla ms cercana al tugurio. Los otros nios de los buzos buceaban al Iado de sus padres o madres, o ambos, en los casos ms extraos, y hurgaban entre la basura con tanta fiereza como los adultos, pero con una expresin distinta, con un asombro en sus ojos como si en ltima instancia, lo que estuviera buscando entre los desechos fuera ni ms ni menos que su propia infancia encarroada bajo las poderosas orugas de los tractores. Con la lluvia persistente, los rellenos del gran relleno se aflojaban; despus de un rato de estar de pie en un mismo sitio, los buzos tenan que tirar con fuerza hacia otro lado porque ya tenan los pies hasta los tobillos entre las arenas movedizas. Ms o menos veinte aos de estar enterrando basura haban hecho de la geografa de la colina un esperpento cuya representacin cartogrfica resultara algo as como el contorno del lomo de un monstruo de pesadilla, montculos y montculos por todos lados y tierra removida de aqu para all, y los ros Damas y Tirib condenados a beberse los caldos que se filtraban constantemente; pero slo una parte de ellos, porque el resto iba a dar a los mantos acuferos profundos, inyectndose de manera intravenosa en el cuerpo de la tierra. Los vecinos de Ro. Azul y San Antonio de Desamparados efectivamente haban amenazado al gobierno con cerrar el paso al vertedero a eso del treinta y uno de diciembre, luego de varios intentos por impedir el acceso de los camiones, frustrados ms de una vez por las brigadas de choque de la polica, que nunca escatim esfuerzos en eso de abrir barricadas o espantar a los nios del barrio y vecinos en general de las fauces del basurero, con sus elocuentes bombas lacrimgenas y argumentos anlogos; sin embargo, la organizacin de la comunidad consigui por fin dialogar con el gobierno. El seor Presidente de la Repblica los visit y se reuni con los dirigentes quienes, despus del caf con promesas, se siguieron entendiendo con el Ministro de la Presidencia. Por un lado estaba el ultimtum del treinta y uno de diciembre; por otro, la peticin del Ministro, que consista en una prrroga de varios meses para resolver lo de la bsqueda de un nuevo sitio para tan nobles propsitos y la promesa de que para el veinte de enero del noventa y tres, a ms tardar, el nuevo destino de los desechos del Valle Central estara elegido. Para ese entonces, la Comunidad de Atenas estaba en alerta permanente por su rechazo categrico de la posibilidad de instalar en sus entraas el nuevo basurero, por ms que el gobierno prometa en su lugar un relleno sanitario a la altura de los rellenos modelo de Estados Unidos, esos donde hasta las ratas comen con tenedor y cuchillo. -Que lo cierran lo cierran... -, se pasaba repitiendo Momboombo Moagallo a cuantos

buzo le prestaban un minuto de atencin, pero no ms de un minuto que era el tiempo que a lo sumo, lograban fijar la atencin en algo que no fuera de inters inmediato. Mientras aejaba en su pecho el fantasma de cierre del botadero, l buceaba hombro a hombro, con nica y muy ocasionalmente, con El Bacn. nica "luca como desmejorada", pensaba l cuando se distraa mirndola largamente... El agua de la lluvia le bajaba en goterones por las hilachas de su cabello entrecano, y resbalaba por la piel de sus brazos hasta los guantes sin dedos que alguna vez hall idneos para sumarlos a su equipo de buceo. Ella lo sorprenda mirndola y siempre le recomendaba lo mismo: -Ay, Momboombo, dej de espiarme, que en mi cara no vas a encontrar nada de valor. Lo deca un poco sonrojada, con una sonrisilla dulzona que al rato se asemejaba un poco a la pauta que Momboombo aoraba a gritos. Era como si en un segundo los tractores se detuvieran, los humores ftidos se disiparan, como si escampara... era como una sonrisa cmplice que en un segundo inyectaba una sobredosis de buen nimo. Los viejos seguan despus en su trabajo, uno al lado del otro, "jalando y jalando pa'l mismo lado, como dos bueycitos", como le recomendaba nica que deba hacerse aquel trabajo de estar vivos. Pero despus del segundo, otro camin recolector atravesaba el espejo y los buzos se amuchaban a su alrededor como gaviotas al lado de un pesquero: Las redes llegaban grvidas, y los forzudos marineros de los mares asfaltados de la ciudad las vaciaban en medio de los chillidos y el batir de alas de las gaviotas venidas a menos. Una gaviota tom una presa en su pico y se alej a toda velocidad, pero fue rpidamente alcanzada por otra ms grande; se disputaron el pececillo, ambas cayeron al mar, se revolcaron y la triunfadora finalmente alz el vuelo con el botn ganado en batalla singular. Vaco el pesquero, el capitn daba la orden de levar anclas, echaba marcha atrs y se alejaba hacia nuevos puertos de embarque. El Bacn estaba sentado entre la basura gritando a voz en cuello cuando llegaron nica y Momboombo; un buzo poco amistoso le haba arrebatado algo que l no saba explicar qu era ni para qu lo quera; nica se arm de un palo de escoba y fue directo al buzo agresor. Su edad y el respeto de que extraamente gozaba entre los buzos le permiti aleccionar a palos a la gaviota grande y volver ilesa a casa con el telfono malherido que El Bacn haba hallado entre la basura; El Bacn dej de llorar. -La prxima vez me lo dejs a m-, le dijo Momboombo a nica en la noche, cuando ya haba pasado el episodio del telfono. Se lo dijo con una autntica conviccin de macho, que no por muy autntica resultaba verosmil y menos an necesaria para una mujer que llevaba veinte aos aleccionando a palos al destino que haca tiempo se haba ensaado con ella. Pero ambos fingieron y ella le prometi dejarlo actuar si se daba otra situacin de esas, porque el husped ya estaba dando seas de que haba llegado para quedarse y un dejo de hombre de la casa se le empezaba a notar en el semblante. -Y si hablramos con los vecinos, nica? -Hablar de qu? -Cmo que de qu!, pues de qu va a ser, muchacha, de lo del cierre del basurero... Si nos aliramos con los vecinos de Ro Azul... -Si nos qu? -Si nos aliramos, si hiciramos una alianza, es decir, si les ofreciramos apoyo en la lucha por cerrar el basurero... -Te volviste loco, Momboombo!, si cierran el basurero qu diablos vamos hacer?

- Pues de eso se trata, mujer, no quedarnos sin nada qu hacer, sino de pedirle ayuda al gobierno nosotros tambin. Mir, nosotros vamos a la prxima reunin que ellos tengan con el Ministro y decimos que estamos de acuerdo con que cierren el basurero, pero que no nos podemos quedar sin oficio ni beneficio tampoco, que nosotros necesitamos ayuda para encontrar otra cosa que hacer, que tenemos derechos como todo el mundo, que no es que estemos aqu porque nos guste el mal olor o porque no podamos hacer otra cosa que estar revolcando basura. Yo les puedo ofrecer mis servicios como guarda de algn lado, vos como maestra, y los que no saben hacer nada, ah algo se les puede ensear y... Aunque nica ya se haba dormido, como de costumbre, el viejo sigui elucubrando fantasas de progreso sin percatarse en absoluto de que se trataba de dos problemas diferentes y que unirlos slo complicara la situacin de los vecinos de Ro Azul y por ah. El Bacn dorma desde hada rato, con el telfono abrazado a modo de osito de peluche. Los vecinos de Ro Azul estaban tambin hartos de los buzos; incluso, una de las clusulas del acuerdo con el gobierno era que, cerrado el basurero no se permitira el precarismo, para poder declarar el rea 'Reserva Forestal' y recuperar los terrenos. Aunque por decreto bblico, "a los pobres siempre los tendris a tu lado", ya nadie por ah estaba en condiciones de tolerar ms buzos rondando sus casas, y la alianza que se le haba ocurrido a Momboombo Moagallo era definitivamente impensable; la alianza resultara contraproducente para la comunidad, que luchaba desesperadamente por quitarse de encima aquella vorgine de desechos que la gente iba dejando como precioso legado a las moscas. Una vez ms Momboombo Moagallo se lav bien los dientes y baj la colina en busca de los dirigentes de la comunidad. Y tal y como se lo haba anticipado nica, ni siquiera se molestaron en prestarle atencin. l, que no era un buzo de profesin, tena para ese entonces un aspecto incuestionable de habitante del averno de las cosas. -Ni me alzaron a ver... Culpa de quin?, pues culpa ma, porque me lo advirtieron. Sin embargo, y pese a lo feo que es que lo rechacen a uno as, no les guardo rencor; ellos tienen razn, y yo seguro habra pensado igual si hubiera sido otra mi suerte. Yo mismo me he dado cuenta de que no todos los buzos son personas decentes, hay algunos que son una plaga, que tienen costumbres feas, que roban y les dicen cochinadas a las muchachas de la vecindad y claro, despus ellos piensan que todos somos iguales y ahora no nos van a ayudar. Era domingo pero el viejo no se percat hasta cuando iba derrotado de regreso. Toda la gente estaba en sus casas y en la mayora sonaba alguna radiograbadora con la transmisin del imperdonable partido de ftbol que vino a atinar un gol en los cinco sentidos del viejo. Se detuvo; por un instante se dibuj en su gesto la mirada cmplice con que instintivamente se identifican entre s los fanticos, aunque nunca antes se hayan visto... sonri... era otro... estaba transfigurado y un instante antes de dirigirse al hombre que escuchaba para preguntarle por los contrincantes, la puerta le fue cerrada de mala gana... de nuevo haba olvidado su condicin de desahuciado. El desmerecimiento le doli ms que la frustrada intentona de alianza, porque un NO ms era un eslabn imperceptible en la cadena de negaciones de su vida; pero el no ser digno ni siquiera de que le dijeran quines se disputaban un baln 'en el mbito de una cancha enzacatada, al margen de la realidad, para producir una manifestacin

ms de realidad, eso s era el colmo. Hasta el ftbol, ese deporte que haban convertido en el amansalocos de los tiempos modernos, le estaba negado; ese deporte dominical capaz de hacer olvidar a un pueblo hasta el costo de la vida, le estaba negado. Pero l no lo vio as, no poda verlo as; l slo se qued petrificado un momento frente a una de las casas donde un radio se desgalillaba en un gooooooool sempiterno, y como idnticos a s mismos, todos los partidos de ftbol a los que haba asistido religiosamente desde nio, le pasaron en tropel por la memoria... miles de hombres pateando miles de pelotas, miles de personas rugiendo en montaas de galeras, toneladas de papas fritas crujiendo entre fajos kilomtricos de molares, aguaceros de bolsas de orines derramndose sobre las cabezas de los dueos de los asientos baratos, locutores psicotizados narrando frenticamente lo mismo que todos estaban presenciando, tropas de rbitros malignos entonando una marcha infernal con sus pitos, desfiles de gentes eufricas por las calles celebrando un gol acertado, en el extranjero y el Presidente de la Repblica bailoteando por las calles en un da hbil declarado asueto a raz de una patada, y bosques enteros reducidos a papel peridico con la vieja historia de David y Goliat, pero con la variante de que Goliat no perda nada despus del partido, mientras que a David se la metan sin vaselina con un paquete de impuestos que no lograra evadir ni con la honda ni con la piedra. Y Momboombo en medio, en el parque central llorando de alegra y de hermandad; todos hablbamos en plural, ramos uno solo en el ojo del mundo, ya casi ni se nos notaba lo tercermundistas, los escoceses se queran bajar del mundo porque los habamos hecho morder el polvo. 'Puta Carajo, y de taquito pa'que ms les duela!' Y el milagro de la multiplicacin del guaro y de las boquitas amenazaba con una goma nacional de puta madre. Y Momboombo en el meollo de los hechos, en el da histrico de la apoteosis del conejo, y... i y le cerraron la puerta cuando iba a superar la separatividad social preguntando cmo van, jefe?, quines juegan?! Fue demasiado, se desplom cuan largo era en medio de la calle y fue llevado en hombros hasta su hogar por un par de buzos que lo hallaron ah tirado, casi casi como era su costumbre. A nica casi le da un patats cuando lo vio venir, plido como el resucitado, en brazos de dos de los de abordo. Hubo que friccionarle la nuca con alcohol del de la botella grande de nica, de ese que los borrachos llamaban 'guaro de fresa" porque lo hacen rosado para prevenir su ingestin. Le aflojaron el pantaln y los botones de la camisa para que respirara mejor, le dieron agua de sal a El Bacn para que le pasara el susto y entre todos volvieron en s al viejo a gritos y bofetadas que lo dejaron como embobado. Buen rato le cost ponerlo todo en orden otra vez en el basurerito de oficina de su cabeza! Una vez recordado el suceso de la negativa por parte de la comunidad, tuvo una laguna con lo de la puerta en su nariz y olvid para siempre que alguna vez le gust el ftbol. Para el almuerzo hubo olla de carne con verduras que nica y El Bacn haban trado de la feria del agricultor de Desamparados. Domingo a domingo iban a juntar de la calle las verduras que los mismos vendedores botaban por demasiado maduras, o por demasiado verdes, o por magulladas que llegaban de los sembrados. La carne era una que nica consegua en una carnicera atendida por un viejo que se haba negado al progreso de las sierras elctricas y an parta los huesos con un hacha sobre un tronco de madera. El hombre ni siquiera se plante nunca lo de la carne barata de nica una vez por semana, por lo que hizo de ella uno de sus 'clientes' ms fieles de los domingos. El resto del da transcurri sin novedad en medio del extrao silencio en que algn feriado dejaba al basurero. Los tractores reposaban exnimes al pie de la cuesta y los recolectores en sus respectivas comunidades. Solo el aletear incansable de las moscas y los zopilotes sostena la rutina, dado que los buzos que no vivan en el precario, esos das desaparecan del lugar, quin sabe adnde, a sus casas tal vez,

o a bucear por las calles de la ciudad, o detenidos en animacin suspendida como larvas descomunales en espera del lunes de madrugada. Momboombo hasta ese domingo no haba cado en cuenta an de que a veces descansaban tanto los recolectores como los tractores. Ms de una ocasin le llev hacer la observacin, porque ya el ruido estaba incorporado y de no haber sido por el desmayo, jams habra descubierto que para su desgracia, cada tanto, el basurero guardaba silencio; para su desgracia porque entre los intervalos de silencio seguira percatndose de que a alturas del da anterior, del que tampoco era consciente, ya haba olvidado el comps de quietud semanal y entonces cada nuevo da de silencio funcionaba como el primero del calendario de su nueva vida de ser humano desechable. Lo coment con nica, pero en ella el tiempo marchaba de una manera diferente. Tampoco estaba nunca al tanto de la fecha, sin embargo, una suerte de reloj biolgico la llevaba los domingos a bucear a la feria del agricultor, de donde, invariablemente siempre regresaba con un canasto lleno de verduras para la sopa. Los meses del ao le eran igualmente ajenos, pero por esa poca los pasos de animal grande de diciembre le desasosegaban el alma. Ya casi es diciembre, Momboombo... -Y vos cmo sabs...? Ay, no s!, es que siento como hormigas en el culo-, dijo en medio de un suspiro. Capitulo Tercero Al principio, al puro principio, yo tena un jardn aqu. Lo haba ido haciendo poco a poco, con siembros que me regalaba la gente de la vecindad cuando todava no le tenan tirria a los buzos, cuando todava ni siquiera nos decan buzos. A m me decan 'la seora que vive en un ranchito all en el basurero. Yo tena sembradas las pudreorejas en la parte de atrs del ranchito que tambin haba ido haciendo poco a poco con latas de cinc y pedazos de madera y cartn que me encontraba por ah, o que la gente me regalaba tambin. Vos sabs, Momboombo, un jardincito aqu... Pero despus la tierra como que se fue secando, muriendo, muriendo. Cuando yo hice el ranchito aqu, el basurero todava quedaba lejos, pero fue creciendo, los tractores iban enterrando la basura y haciendo huecos cada vez ms grandes hasta que esto lleg a ser como vos lo pods ver ahora, pero yo y los otros vecinos que nos vinimos a vivir aqu, don Conce, un buzo que ya muri, Doa Hiplita y la familia de los cara de len, y un montn de gente, tenamos como ms espacio y ms aire puro. En las maanas se poda levantar uno y respirar hasta reventarse porque como esto es una colina, entonces el viento pega. ms fuerte. y yo tena un jardn con pudreorejas, clavel de poeta y unas begonias y unas gloxinias; rosas no porque aqu no hay manera de que, peguen, pero tena culantrito de coyote que es tan bueno pa' la sangre. Y ah donde se ve todo pelado eso, ah haba zacate de limn y yo tena unas', violetas lindsimas sembradas en unos tarros de leche en polvo, y hasta unas guarias moradas porque en mi casa siempre se acostumbr tener guarias en un palo de gitite. Pero como te digo, la tierra se fue poniendo como arcillosa; esta tierra no era as, fue que se fue lavando; el polvo comenz a ponerlo todo de este color como amarillento, y las rosas no pegaron nunca. Hasta se me muri una tortuguita que yo tena en el jardn, a la pobre la encontr tiesa un da y toda llena de polvo. Yo creo que se ahog la pobre. Y empezaron a llegar las cucarachas; yo al principio la mataba a escobazos, pero con el tiempo me fui acostumbrando a verlas. Y las moscas qu me dice, al principio andaban nada ms entre la basura y aqu venan unas cuantas, como doscientas nada ms, uno las poda espantar, pero despus, empez a ser como ahora que son miles y miles no pods hacer nada ms que acostumbrarte; porque o te acostumbrs o te jods. Por aquellos aos fue que lleg El Bacancito... Ay, vieras vos qu felicidad!, yo que siempre haba querido un hijo, Dios me lo mand porque l saba lo que yo quera un hijo y ah lleg solito... vos sabs que yo siempre

he pensado que fue un milagro eso, que a lo mejor El Bacn ni siquiera es que fue abandonado aqu, sino que Tatica Dios me lo hizo especialmente a m, para que ya no estuviera tan sola. Yo, como fui maestra, rapidito le fui enseando a hablar bien, a contar con los deditos, a rezar, recitar una recitacin muy muy linda que dice as: 'Cultivo una rosa blanca, en junio como en enero, para el amigo sincero que me da su mano franca, y para el cruel que me arranca el corazn con que vivo, cardo ni ortiga cultivo, cultivo una rosa blanca...', linda, verd?, yo no s quin la escribi pero debi ser alguien al que le gustaba mucho hacer jardines; yo se la ense a El Bacn porque aqu yo tena unas chinas blancas, porque las chinas, como son tan agradecidas, esas pegan en todo lado y porque nunca he perdido la fe de hacer otro jardn, por eso es que siempre la recito esa recitacin, y seguro vos has odo a El Bacn recitndola tambin, porque a veces vos la os y es como si todava tuviramos el jardn aqu. Yo la vivo recitando porque yo s que a lo mejor el seor que la escribi tambin querra hacer un jardn donde slo hay basura, porque yo le digo una cosa, s seor, as como me oye, Momboombo Moagallo, para escribir una recitacin as de linda tiene uno que querer mucho a las rosas y a los amigos. . Las chinas se marchitaron, se fueron llenando de un color como ladrillo y despus no qued ni una, porque ni las chinas soportan el maltrato! Despus la vida fue pasando y pasando y se va uno haciendo viejo. El Bacn cada da ms grande, verd, yo le digo que se corte los bigotes porque parece un viejo y l se los corta a veces, pero en seguida no ms ya los tiene otra vez largos, y no es por falta de navajillas porque aqu s que no se puede uno quejar de eso, ms desde que las hacen plsticas, viera, Momboombo, la cantidad de navajillas que llegan aqu semana tras semana, de esas que ya vienen pegadas a la maquinilla de hacerse la barba; pero a l le da pereza hacerse la barba y no es solo pereza, es que se corta y despus le quedan cicatrices, pero El Bacn est hecho todo un viejo... mi chiquito! Al principio yo no lo dejaba bucear, ms despus de lo que le pas a la Llorona, iPobrecita!, verd, y era tan bonita la Llorona, vieras" era una muchachita as menudita, que no hablaba por no ofender y el chiquito lo ms lindo, vieras, pareca un muequito; pero como no hay pa' la desgracia" perdrsele y volverse loca fue una sola, y con razn, porque como a m se me pierda El Bacn, machal, machal, y yo me vuelvo loca tambin. Pero por dicha l es muy casero, nunca se me va solo. Ah una o dos veces por semana, vos has visto, hacemos un saco de chunches y los vamos a' vender a San Jos, pero l siempre viene conmigo. El me acompaa a vender las latas de aluminio, las botellas, los peridicos que ya se ha ledo porque eso s, Dios guarde le bote ust un: peridico que no haiga ledo porque se resiente. Antes bamos tambin a bucear ah a San Jos, pero eso es muy cansado porque hay que andar caminando todo el da y la gente lo ve feo uno cuando ve que uno les abre las bolsas de basura, como si no estuvieran viendo que es basura!, como si todava necesitaran las cosas despus de que las han botado a la calle, pero as es la gente, por eso es que ya casi ni me gusta ir a bucear a San Jos, ya slo vamos ah a vencer lo que aparece el basurero, porque eso s, al basurero llega de todo, bueno, vos has visto que aqu no se puede uno quejar, llega de todo, desde juguetes para los chiquitos hasta todo lo que la gente puede comprar en las tiendas, porque en eso vos tens razn, la gente todo lo bota. Los que s son buenos para bucear en la calle son esos viejillos que vienen a veces a la casa del Oso Carmuco, pero a ellos nadie les dice nada, en cambio a uno como la ven mujer entonces la andan corriendo de todo lado. Vos sabs que yo he llegado a pensar que la basura tambin es mujer, mir, es "la basura", como "la mujer", de gnero femenino. Yo s eso de los gneros porque lo enseaba en la escuela, entonces es la basura y al principio a todo el mundo le gusta cuando est nuevita y apenas se pone vieja ya nadie la quiere, pero esas son tonteras mas... Ay, Momboombo!, vos te me queds viendo y me pons tanta atencin que le dan ganas a uno de seguir hablando y hablando como una chachalaca y es que haca

tanto tiempo que no hablaba yo as con alguien, sobre todo en las noches despus de que todo el mundo se va a dormir. .. Momboombo Moagallo guardaba largos silencios escuchando a nica que pareca como transmutada con la vista fija en una pared o en alguna rendija de la tabla donde se sentaban a hacer sobremesa. Diciembre ya estaba tomando posesin del calendario y se poda sentir en el viento un poco ms helado y en la merma de las lluvias pegajosas de los meses anteriores. Ahora estaban cayendo las 'navidades', como les llamaba nica a esas lluviecillas de pelo de gato que igual caen en las calles atiborradas de Sannicolases y ofertas de fin de ao de San Jos, como caen en el basurero con las primeras hojas de pltano de los tamales, sin prejuicio ni distincin, ni temor de ensuciar sus delirantes desnudeces. La poca de Navidad era prspera a su manera con el basurero. La gente la aprovecha para descuidarse ms que de costumbre con lo que tira a la basura, por lo que es frecuente hallar envueltos en las hojas de los tamales todo tipo de cubiertos, caros y baratos. Luego vienen los papeles y las cajas de regalos, que no siempre llegan vacos al basurero; no falta quin ni se percate de que se le fue un regalo sin abrir a la basura y una vez ah, la cosa se pierde para siempre, hasta que resucita toda llena de vida en manos de un buzo que la rescata del basurero de la historia y recicla en una compraventa o donde le den algo por ella. La gente se siente rara en diciembre, toda gente, hasta la 'desgente', la que vive de los desechos, los desperdicios, los despojos, los despilfarros, los descuidos, los destrozos, los desaciertos... esos desafortunados a los que Momboombo Moagallo haba unido sus esfuerzos por aparentar que la vida, despus de todo, vale la pena an cuando se viva en medio de las desigualdades. Momboombo no recordaba cunto tiempo haca de su incorporacin a las filas de los biorrecicladores, en parte porque el tiempo era algo que cada vez le importaba menos, hasta le haba regalado su reloj de pulsera a El Bacn, quien no se molest en lo ms mnimo por aprender a leerlo pero se fascinaba viendo las agujas girar y girar sin propsito alguno. La "Navidad comenz a llegar temprano ese ao. Durante los primeros das de diciembre, Ro Azul fue declarado Zona Protectora y las sesenta y cuatro hectreas de los terrenos del basurero fueron anexadas a la zona del Cerro de la Carpintera, con lo que quedaron declaradas bajo el Rgimen Forestal. El ultimtum de los vecinos de Ro Azul y San Antonio de Desamparados estaba surtiendo efecto, sobre todo en la bolsa de San Nicols que esta vez se hinchaba nada menos que con la ubicacin de un nuevo relleno en alguna parte del pas. El gobierno mantena silencio. Aun no se descartaba oficialmente a La Uruca como la feliz ganadora de la caja de Pandora, pero s se declar a la Gran rea Metropolitana, la 'GAM', inadecuada para situar, el relleno. Se comenz a elaborar un 'Plan Nacional de Manejo de Desechos, dirigido por El Organismo de Ayuda Germano, y en la Asamblea Legislativa, an pese a la trillada y harto bien sabida sentencia de que "un camello es un caballo hecho por una comisin", un fulano propuso integrar una que examinara el problema y un mengano se opuso. El gobierno se devanaba el seso negociando con las comunidades, ofrecindoles el 'mar y las conchas', obras de infraestructura, beneficios de todo tipo, 'El milagro de La Uruca', 'El milagro de Atenas', con tal que aceptaran el basurero dentro de sus lindes, sin conseguir entusiasmar a nadie con ello. Hasta el momento, lo nico que se tena en claro era que la GAM, por ser una zona de gran expansin urbana con importantes mantos acuferos, no era apta para la instalacin del relleno. Se hablaba de sectores neutros donde se podra eventualmente ubicar el relleno, previo estudio de suelos, intensidad ssmica, e impacto ambiental, as como la impermeabilizacin del fondo con plstico y arcilla y canales para los lquidos de la basura y ductos para la evacuacin del gas metano.

Se public un mapita con las zonas elegibles y el pas entero qued en vilo porque el fantasma del relleno atemorizaba con asentar su residencia prcticamente en cualquier parte fuera de la GAM. Ese ao, el cumpleaos de El Bacn se celebr en los primeros das de diciembre nica lo celebraba cada ao en un mes diferente para que coincidiera con la verdadera fecha algn da. Los preparativos comenzaban das antes y nica sacaba tiempo para elaborar sombreritos picudos de papel peridico para la fiesta. Para ese da tena que haber reservas de comida y guaro para los adultos y ella contaba sus ahorros para comprar confites para los pequeos. El cumpleaos de El Bacn era siempre una sorpresa extraa para todos los nios del precario, pero nica slo lo anunciaba el propio da minutos antes de comenzar la celebracin. La sorpresa lograba siempre euforia en El Bacn pero nunca le despertaba la curiosidad por saber cuntos aos cumpla; eso no era importante y quizs slo las entraas profundas del basurero lo sabran. Para el mes de diciembre llegaba siempre al basurero ms basura, y juguetes cada vez ms extraos; llegaban armas de juguete de plsticos de colores y formas inusuales, que los nios botaban luego de un ao de entrenarse con ellas, llegaban autitos "transformers" que tirando de sus piezas se convertan en robots cuyos brazos terminaban en terribles armas que hacan la delicia de los nios del precario. Momboombo se preguntaba cmo podan aquellos nios comprender el manejo de esos aparatos tan alejados de la realidad del vertedero y slo lograba explicrselo confindoselo al instinto infantil de la seriedad ante la diversin. Los nios vean esos juguetes en los escaparates de las grandes jugueteras josefinas, esas que de paso venden libros, se maravillaban con ellos y deducan su funcionamiento de los ejemplares que se exhiban a medio armar. Momboombo haba sido avisado del cumpleaos con varios das de anticipacin y entre l y nica tenan ya regalos suficientes para El Bacn y para los nios que ese da hicieran una pausa para regresar a su infancia un par de horas durante el cumpleaos itinerante, que exiga que ese da los bigotes y las barbas de El Bacn fueran rasurados, su cabello recortado y su piel despercudida con un paste mojado que nica preparaba para esos efectos. Ese da, temprano por la maana, nica se levantaba a calentar agua, mientras tanto, afilaba sus tijeras en un molejn que ni ella saba de, dnde haba sacado. Cuando El Bacn despertaba y vea los preparativos, estallaba de alegra porque celebrara inesperadamente su cumpleaos. El, pauelo que se ataba a la cabeza era desanudado y los mechones de cabello caan a la frente, luego; le quitaba el chaleco y la camisa y comenzaba la primera parte del bao. En un recipiente aparte nica disolva un poco de jabn en polvo de la; gran bolsa donde revolva los residuos de todas, las bolsas de jabn que hallaba; acto seguido mojaba el paste y comenzaba pacienzudamente a restregar la cabeza entera, a mojar bien el pelo y las barbas, a cortar a ojo de buen cubero hasta descubrirle las orejas. Una vez recortadas las barbas, proceda a rasurar con varias maquinillas que volva a guardar conforme se iban quedando definitivamente sin filo. El Bacn lloraba cuando senta el ardor del jabn en polvo en sus ojos entonces comenzaba el eterno pleito: Dej de llorar, carajo, mir que te est viendo Momboombo. Y Momboombo se percat en ese momento de que efectivamente estaba presenciando el ritual de acicalamiento de El Bacn; se avergonz y se dispona a marcharse, pero nica le rog que se quedara para que el nio se portara bien. El agua jabonosa corra por el pecho velludo del nio mientras la cara le iba quedando despejada. El Bacn jugaba a hundir el telfono en el cubo de agua y nica batallaba por desennegrecer los brazos, el cuello, detrs de las orejas, las nalgas, las piernas y cada milmetro del cuerpo de El Bacn porque la mugre del basurero penetraba por donde ni la luz poda.

-"...porque la limpieza, dice mi mam, es una belleza y salud nos da..."-, cantaba nica a coro con su hijo cuando llegaban al final de la jornada y El Bacn quedaba como un recin nacido, rosado por los raspones del paste. Un par de horas ms tarde su piel volvera al color natural de los habitantes del basurero y dos semanas ms tardaran sus barbas en sobrepoblar de nuevo sus mejillas. "Cuuuumpleaos feliz, te deseamos a ti, cumpleaaaaos Bacaaaan, cumpleaaaos feliz..." Gracias a todos y a mam nica por dejarme cumplir aos, porque cuando uno cumple aos se hace ms grande y ms fuerte. Una vez a m se me olvid cumplir aos y entonces tuvimos que hacer dos cumpleaos de un solo tiro, si no, no me iba a hacer grande... Ms de uno de los de abordo no se haba planteado nunca qu pasara si de pronto dejara de cumplir aos, pero llegaron rpidamente a la conclusin de que hasta los muertos cumplen aos, como don Conce, que ya tena varios aos de muerto y nica siempre deca, 'hoy cumple don Conce, y le pagaba al Oso Carmuco para que dijera una misa hacia la tarde casi noche. Despus alguno propuso que dejaran ya de hablar mierda y se echaran un trago y la mocin fue ampliamente respaldada. Por ah, otro le dio a nica por donde ms le dola, "nica, se te est haciendo grande El Bacn, ahorita vas a tener que regalarle una novia para el cumpleaos...", y ella se enfureca y alegaba que el chiquito no saba nada de eso y que como oyera ella a alguien hablndole; de eso, lo mola a palos... Y el cumpleaos transcurra como siempre, sin contratiempos' porque por un trago o un confite, estaba ms que justificada la pausa en la labor de escudriar entre lo que ya nadie haba soportado ms en sus casas o en sus conciencias. En el basurero los amaneceres eran tardos pero las puestas de sol puntuales. Diciembre se adentraba en las postrimeras del ao y las seoras buzo empezaban a recopilar materiales para la elaboracin del portal del precario. El Oso Carmuco les ayudaba porque crea de su competencia cualquier labor relacionada con la fe y las costumbres. Desde haca al menos trece aos haban llegado al basurero dos maniques tamao natural: un hombre y una mujer, y desde entonces eran usados para la representacin, pero el resto del ao el 'Oso Carmuco los guardaba en su casa. El hombre era altsimo y negro silueta, la mujer rubia, alta tambin y con todos los atributos femeninos de los que no gozan las imgenes de las iglesias, pero le faltaba un ojo. A las seoras buzo no les haca ninguna gracia que el Oso Carmuco guardara a los 'santos' en su casa, porque siempre llegaban desnudos a fin de ao y haba que volver a conseguirles las tnicas y los dems atuendos medievales para que parecieran santos d verdad, y es que una sabe cmo son los hombres, por ms curas que sean, hombres son hombres, y a una le da miedo que la virgencita pase todo el ao en la casa de l, porque nunca se sabe y eso es pecado, pero el Oso Carmuco era el cura y la autoridad de su trapo prpura era ms o menos incuestionable. Los maniques eran colocados en un ranchito improvisado. Una cuna vaca se colocaba en medio; a un lado de la cuna iba el buey, pero como no tenan buey, entonces colocaban un tigre de plstico que era el emblema de una antigua gasolinera; mula tampoco haba, pero se las ingeniaban para improvisarla con unos sacos de gangoche y una cabeza de caballito de palo de El Bacn. Al Nio lo colocaban despus del veinticuatro; ese s era un autntico nio dios que por ah haba aparecido alguna vez; era de yeso y ya vena ataviado con tnica blanca del mismo material y rubor en las mejillas. Unos buzos llegaron ese ao con un ciprs bastante grande y apropiado para el rbol de navidad que deba ir plantado a la derecha del portal, segn el criterio del Oso Carmuco, y que el Bacn se encargara de ornamentar. El nio se aboc a la tarea inmediatamente; comenz a recolectar cuanto adorno poda llevar el rbol, latas de coctail de frutas que alegraban las ramas secas del ciprs con sus etiquetas de colores, serpentinas de papel higinico y tiras de tela, nieve de estereofn del que

viene en las cajas de los electrodomsticos, muequillos pequeos, soldaditos de plstico, naves espaciales y bombillas quemados, y listo, la Navidad se dejaba botar al basurero. La poca era propicia para el Oso Carmuco. l organizaba los rezos frente al portal, cantaba con las seoras y aporreaban las panderetas que ellas haban conseguido de los cultos de carpa de circo que se armaban a veces en las plazas de los barrios de la GAM. nica no tocaba la pandereta ni estaba muy de acuerdo con aquellas prcticas... Porque a m me inculcaron desde chiquita el deber de asistir a misa y fui siempre que pude, pero esos aspavientos de cantar con los brazos levantados y sonar panderetas, eso antes no lo vea uno, antes era slo el cura el que daba misa, carajo, y se respetaba. Ahora resulta que cualquiera va y se para adelante y hace payasadas... oh costumbres las de ahora!, de eso es que todo est tan mal... Y Momboombo se parta de risa oyendo a nica que no por ello dejaba de asistir a las cantonas del Oso. Y vos, en vez de rerte, deberas ir conmigo y no ser as tan descredo, porque eso es malo... -Ay, nica Oconitrillo!, qu voy yo a estar yendo cuando hay cosas ms serias en qu pensar... Mir, por ejemplo, los vecinos de Ro Azul siguen empeados en cerrar el basurero el treinta y uno de diciembre si no les arreglan la situacin de una vez por todas, y no estn muy convencidos que digamos de lo de la prrroga hasta el treinta de abril... Pero la Navidad se impona y hasta se lograron apaciguar los nimos de la comunidad de Ro Azul y las dems, porque el gobierno prometi que el quince de enero dara a conocer el sitio para el nuevo relleno" Das antes haban cado lluvias espordicas, pero hasta el clima pareca estar harto tambin de tanta lluvia y haca hasta lo imposible por reivindicarse con atardeceres violeta y naranja y el verde acentuado de despus de tanta agua. Era como imposible no dejarse arrastrar por una suerte de optimismo camuflado que haca parecer que todo tendra final feliz, aunque fuera por los efectos embriagantes de un cielo sospechosamente azul y una brisa fresca que acallaba la amenaza del gas metano acumulndose desde haca veinte aos en los arcanos intestinos del basurero, que en la de menos reventaran en el pedo ms aparatoso del que se tuviera memoria en la historia de las indigestiones. nica aprovechaba los viajes al centro de San Jos para llevar a El Bacn a recorrer las vitrinas ornamentadas luego de dejar las latas de aluminio en las recicladoras. Un peso por lata... trescientos pesos por semana, ms o menos, le sacaba cada buzo a la sed atrasada de los josefinos. El Bacn se hipnotizaba viendo los trenes elctricos de los escaparates y los disparates de las muchachitas vestidas de barbies para que las niitas se retrataran con ellas, y todo eso en una misma ventana de las grandes tiendas vendedoras de juguetes. El Bacn le peda al Nio varias pistas de esas en donde los carritos se mueven solos y platillos voladores de esos que slo les falta un marciano vivo adentro, y los cientos de modelos de armas letales en su acepcin infantil, de esas que familiarizan al dedo con el gatillo. nica lo tiraba del brazo para poder seguir adelante, y... -Cmo se te ocurre pedirle eso al Nio... chiquillo! No ves que l es muy