Fernandez Galiano Manuel - Esquilo

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ESQUILO fit GREDOS

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tragedia

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  • ESQUILOf i t

    G R E D O S

  • MANUEL FERNNDEZ-GALIANO (Sevilla, 1 9 1 8 - M adrid, 19 8 8 ) es uno de los ms reputados helenistas espaoles. Licenciado en Filosofa y Letras por la Universidad de Madrid en 1940 , se dedic en cuerpo y alma a la docencia universitaria, la investigacin y la gestin en mbitos culturales. Su lista de logros es inabarcable: ms de cuatrocientas referencias publicadas, colaborador del CSIC, presidente del patronato de la Fundacin Pastor, decano y vicerrector de la Universidad Autnoma de Madrid, fundador y director de la revista Estudios Clsicos, etc. Tradujo a autores griegos como Platn, Sfocles, Jenofonte, Pndaro o Licofronte y escribi estudios sobre numerosos y variados temas, como Manual prctico de morfologa verbal griega, E l descubrimiento del amor en Grecia, E l concepto del hombre en la antigua Grecia o ensayos sobre Dante o Shakespeare. Un ao antes de morir, ingres en la Real Academia Espaola de la Lengua.

    ArmauirumqueArmauirumque

  • B I B L I O T E C A D E E S T U D I O S C L S I C O S

    Esquilo vivi en una poca violenta pero tambin muy propicia para las manifestaciones artsticas. Luch como soldado en diversas batallas, entre ellas la de Salamina, y fue un prolfico autor teatral. Con l naci la tragedia griega tal como la concebimos en la actualidad. De hecho, fue el autor teatral que sent las bases estilsticas, mtricas, temticas y estructurales para que el teatro griego creciera y se desarrollara como una de las manifestaciones artsticas ms importantes de la Antigedad. De este grandioso autor trgico, el profesor M anuel Fernndez-Galiano, uno de los decanos impulsores del helenismo moderno en Espaa, traza una ajustada y documentadsima semblanza, que nos permite acercarnos no solo a su obra, sino tambin al hombre y el tiempo en que vivi. Asimismo Fernndez- Galiano, con extraordinario espritu didctico, nos va aclarando qu signific la irrupcin de Esquilo en el teatro griego y lo sita en el lugar de honor que merece en la historia de la literatura universal.

    Fernndez-Galiano fue una figura difcilmente repetible en el campo de las humanidades en general. Con Fernndez-Galiano nuestra Filologa Clsica sali de las sacristas y se elev a los salones, para emprender, sacudido el pelo de la dehesa, su andadura por el mundo.

    L U IS G IL F E R N N D E Z

    Imagen de la cubierta: Esquilo (525 a. C. - 456 a.C.) (grabado en madera), siglo xix / Album / akg-imagesDiseo: Luz de la Mora

  • MANUEL FERNNDEZ-GALIANO

    f e

    ED ITO RIA L GREDOS, S. A.

    M A D R I D

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  • CO N TEN ID O

    Nota a esta edicin, 9I. V ID A DE E S Q U IL O , I 3

    I I . O BRA DE E S Q U IL O , 4 7

    I I I . E S Q U IL O , CREAD O R DE L A T R A G E D IA , 7 9

    IV . LA S t r a g e d i a s : A LG U N O S P R O B L E M A S , 121

    Bibliografa, 1 7 9

  • N O T A A E S T A ED IC I N

    Esquilo es uno de los grandes escritores de la literatura universal. Sobre esto no hay duda. Pero para leerlo en toda su plenitud es necesario contextualizarlo adecuadamente. No hay que olvidar que son casi 2.500 aos los que nos separan de este precursor que sent las bases de la tragedia griega. Este es el objetivo fundamental del trabajo que presentamos en este volumen: ofrecer una panormica general sobre Esquilo y su obra que ayude a comprenderlo en toda su magnitud. Su autor, Manuel Fernndez-Galiano, lo concibi como un prctico manual para el lector en espaol interesado en el autor griego, sin olvidar por ello aportar la profundidad y calidad habituales en todo lo que escribi este reputado catedrtico de las universidades de Madrid y Barcelona.

    Este estudio fue originalmente publicado a modo de introduccin general del volumen Tragedias, que apareci en la Biblioteca Clsica Gredos en 1986. E l especial cuidado con el que se concibi la edicin de uno de los ms importantes autores del teatro griego mereca no solo una esmerada traduccin de sus siete tragedias completas, como la que ofreci Bernardo Perea Morales, sino tambin una extensa introduccin a la altura de las circunstancias, la cual, como ya se ha mencionado, corri a cargo de uno de los ms reputados helenistas espaoles.

    Y es que Manuel Fernndez-Galiano, tras la Guerra Civil, fue uno de los pioneros que defendieron la modernizacin del estudio del griego antiguo. Sin apenas disponer de las herramientas adecuadas, en una poca de posguerra en la que la universidad se haba visto enormemente mermada de sus capacidades, Fernndez-Galiano em-

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  • IO Nota a esta edicin

    prendi una larga y prestigiosa carrera en la enseanza y la investigacin que a la postre recibira reconocimiento tanto nacional (se incorpor a la Real Academia de Medicina y fue un tardo miembro de la Real Academia Espaola) como internacional. Adems de revisar diversos libros y preparar introducciones generales de autores clsicos tan importantes como Homero o el propio Esquilo, tambin tradujo y edit textos griegos como los de la primera Antologa palatina de epigramas o el volumen formado por obras de Licofrn, Trifiodoro y Coluto. En Gredos tambin public su Manual prctico de morfologa verbal griega, adems de preparar con Francisco Rodrguez Adrados dos antologas de textos griegos para la coleccin Clsicos Anotados.

    Volviendo al libro que nos ocupa, en este completo estudio general sobre Esquilo Fernndez-Galiano procede a analizar con minuciosidad cada una de las cuestiones generales relacionadas con el autor trgico: rastrea las pistas que se conocen sobre su vida, ofrece una catalogacin sumaria pero atinada sobre su obra ofreciendo al lector interesado pistas para seguir profundizando sobre aspectos ms especficos , contextualiza la eclosin en su momento de las tragedias esquleas, as como tambin apunta las consecuencias que tuvieron para el teatro posterior, y finalmente analiza diversos problemas relacionados con cada uno de los dramas conservados. Se trata, en definitiva, de un sabio y compacto ensayo que va mucho ms all de ser una gua sumaria sobre Esquilo y que puede interesar tanto a estudiosos de la tragedia como a nefitos en el tema.

    A pesar del valor y la vigencia que atesora un trabajo tan magnfico como el del profesor Fernndez-Galiano, es evidente que siguen apareciendo estudios que van actualizando constantemente los conocimientos que se poseen sobre Esquilo y su teatro. En este sentido, el lector que desee disponer de una bibliografa con ttulos ms recientes que los que acompaan a esta obra de Fernndez-Galiano puede remitirse a la que ofrece Jos Mara Lucas de Dios en su edicin de Esquilo Fragmentos. Testimonios, aparecida en la Biblioteca Clsica Gredos en 2008, la primera y nica recopilacin en castellano de todos los fragmentos conocidos del autor griego.

  • ESQUILO

  • V ID A D E ESQ U ILOI

    Esquilo1 es hijo2 de Euforin y de una mujer cuyo nombre no conocemos. Su padre, en paralelo con situaciones sociales anlogas en los casos de los otros dos grandes trgicos, naturales, respectivamente, de Colono y Salamina, es ciudadano ateniense perteneciente al demo de Eleusis,3 de familia acomodada4 a la que puede haber pertenecido5 otro Esquilo de Eleusis, que en el 440/4396 fue helenotamias, administrador de la Liga tica, cargo que exiga cierta fortuna a su titular.

    Si creemos la cita de Pausanias que luego se ver, Euforin poseera viedos; y tendremos que hablar de ciertas aficiones de nuestro escritor.

    Sobre hermanos seguros o supuestos de este se hallarn datos ms adelante: de lo que no hay duda es de que, otra vez de modo

    1. La forma correcta de transcripcin, segn el sistema vigente en nuestra lengua, sera squilo.

    2. Los datos esenciales de su biografa los obtenemos de la Vida transmitida por el cdice M y del artculo correspondiente del lxico biogrfico Suda, del siglo x: ha sido realmente una fortuna para nosotros la oportuna aparicin del libro de Radt que se mencionar.

    3. Luego se vern referencias a los misterios del santuario situado en Eleusis.4. Tambin Sfocles y Eurpides, a pesar de la leyenda en lo que toca a este,

    eran de familia acomodada.5. Es una fantasa de Tzetzes, In Hes. Op. 414, el asignar al dramaturgo una

    estirpe real.6. Todas las fechas, salvo que se indique lo contrario, son anteriores a Jesu

    cristo.

    !3

  • 14 Esquilo

    similar a lo que ocurri con sus dos insignes seguidores, la familia de Esquilo se dedic al teatro con xito y durante siglos enteros. El propio autor (ignoramos tambin el nombre de su esposa) tuvo dos hijos tragedigrafos. Euforin no solo, como veremos, present obras postumas de su padre, sino que tambin en el 431, unos veinticinco aos despus de la muerte de aquel, derrot a Sfocles y Eurpides, de los cuales el ltimo presentaba Medea con otras tragedias. El otro hermano, Even, parece haberse distinguido ms por su belleza fsica, de la que hay elogios en ciertos vasos, que por sus logros teatrales.

    Una hermana de Esquilo, cuyo nombre volvemos a desconocer, era esposa de Filopites, matrimonio del que surgi toda una rama directa de autores de tragedias con Filocles,7 su hijo Mrsimo,8 un hijo de este llamado Astidamante, que compiti por primera vez en el 398, y dos del ltimo, Filocles y un buen escritor trgico, Astidamante, cuya primera victoria, de entre las quince, nmero estimable, que consigui, se fecha en el 372; que volvi a vencer en el 341 y el 340; acerca del cual parece un error la afirmacin de la Suda (luego comentaremos la frecuencia con que se corrompen las cifras en los cdices) de que escribi nada menos que 240 tragedias y que recibi formacin retrica del orador Iscrates.

    Por cierto que acerca de este Astidamante, tataranieto de una hermana de Esquilo, hay datos que podran quiz ser aadidos a la serie de ingratitudes de los atenienses para con este a que haremos referencia. Segn Digenes Laercio (II 43), Astidamante el Joven fue el primero de la familia de Esquilo a quien se honr con estatua

    7. Filocles compiti por primera vez hacia el 450, y en el 427 o 426 derrot nada menos que al Edipo rey de Sfocles; fue autor de un drama sobre el rey tracio Tereo al que se alude en Aristfanes, Av. 281, y debi de componer, al menos en ocasiones, con rudeza criticada por el mismo comedigrafo en Vesp. 462.

    8. De Mrsimo una rara noticia nos dice tambin que era mdico especialista en enfermedades de los ojos; satirizado por Aristfanes, Eq. 401, Pax 803, Ran. 15 1; incluido por la Vida de Eurpides de Stiro, fr. 39, col. XV , entre los mediocres competidores que hacan sombra al salaminio fomentando as el despecho que le hizo abandonar Atenas.

  • Vida de Esquilo 5

    de bronce; Pausanias (I 21, i) asegura que las efigies de tragedigra- fos y comedigrafos que hay en el teatro de Dioniso son en general de gente oscura y anota que la imagen de Esquilo tard muchsimo en unirse a las de Sfocles y Eurpides; y Ateneo (19 e) quita an ms mrito a estas honras al afirmar que junto a Esquilio y los suyos se erigi a un ventrlocuo o marionetista llamado Euriclides.

    Sobre la fecha del nacimiento del poeta los datos son bastante coherentes. La Vida, dndole como coetneo de Pndaro, que naci en el 522 o el 518 para morir despus del 446 sobreviviendo por lo menos diez aos a Esquilo, atribuye a este, equivocndose en la cifra, como fecha de nacimiento el 528 o 524; la biografa de los manuscritos sofcleos afina ms al situar el nacimiento de Sfocles en el 495/494 (pero la crnica epigrfica del Marmor Parium habla del 497/496) y decir que Esquilo era treinta aos mayor, es decir, haba nacido en el 525; a la misma fecha apuntan el propio Marmor dos veces (muri en el 456, segn se ver, a los sesenta y nueve aos; luch en Maratn, comprese lo luego dicho, en el 490 a los treinta y cinco) y, con menos claridad, la Suda, que localiza su primera competicin (con el sempiterno error numrico) en los 500/497 (cifras a las que volveremos) y a los veinticinco aos de vida del autor.

    Cuando naci este haca tres que el tirano Pisistrato haba muerto para ser sucedido por sus hijos Hiparco e Hipias; cuando contaba unos dos se present por primera vez Qurilo; entre sus catorce y diecisiete obtuvo su primera victoria Frnico; a sus quince cay Hipias y los 508/506 fueron decisivos para el porvenir de la poltica ateniense con el advenimiento del demcrata Clstenes y sus reformas.

    Frente a lo que sucede, por ejemplo, con Eurpides, reina un silencio casi total por lo que toca a las formaciones filosfica y literaria de Esquilo. Hay, pues, que improvisar algo en este sentido.

    Desde luego nuestro escritor se saba de memoria a Homero (es ya tpico citar a Ateneo, 347 b, segn el cual Esquilo calificaba modestamente su obra de temche, es decir, pedacitos de salazn o en

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    tremeses de los grandes festines homricos); manejaba el ciclo pico y a Hesodo, a quien volveremos; lea a Arquloco, Alceo, Anacreonte y, de una manera especial, como veremos, a Estescoro. En cuanto a sus contemporneos Pndaro y los to y sobrino Simonides y Baquli- des, tuvo forzosamente que conocerlos personalmente como se dir; por lo que toca al primero, aparte de las afinidades estilsticas que se mencionarn en su lugar, hay textos de In de Quos y Eustacio a los que ms adelante haremos referencia.

    Una de las caractersticas ms notables de la obra de Esquilo, segn se ver, es su marcado inters por los temas geogrficos y etnolgicos; y Tzetzes, In Ar. Ran. 928, hace constar lo mucho que interesaban al poeta las menciones orogrficas e hidrogrficas. En todo esto pudieron ayudarle las obras de loggrafos como Hecateo, Acu- silao o Ferecides de Atenas. Tenemos, a este respecto, un lugar instructivo, Suppl. 559 ss., con una opinin acertada sobre la causa de las crecidas del Nilo, originadas por el deshielo de las nieves etipicas; lo mismo opinar luego Eurpides (Hel. 2 s., fr. 228 N.) frente a la tesis contraria de Herdoto (II 22 ss.); ahora bien, la nueva fecha de que hablaremos para Las suplicantes permite ya suponer, en contra de lo que antes se crea, que tambin en Esquilo puede haber influido el tratado Sobre la naturaleza de Anaxgoras (y concretamente el fr. A 42, 5 D.), escrito despus del 468 y, probablemente, por los aos de su llegada a Atenas, que pudo producirse hacia el 463.

    En cuanto a ideologa tica y poltica la obra de Esquilo est claramente inspirada (Las eumnides muestran ecos de los famosos versos 32 ss. del fr. 4 W., en que aparece personificada la diosa de las buenas leyes, Eunoma) en el gran Soln:9 la firmeza del sentimiento democrtico, el odio a la tirana (dos de los pobres viejos atribulados de

    9. Es, sin embargo, un enorme disparate cronolgico el de Himerio, X X X IV 18, quien nos muestra al lrico, cuya vida no pudo haberse prolongado mucho despus del 560, viendo con su hijo tragedias esquleas.

  • Vida de Esquilo

    Ag. 1348 ss. prefieren la muerte a la esclavitud bajo Egisto) y la guerra civil (luchas intestinas propias de gallos, Eum. 860 ss.); el patriotismo que, en tiempos de Esquilo, hallaba motivos de exaltacin frente a Persia o la rival Egina; el repudio de la hybris portadora de te (vaselo dicho luego sobre Los persas o Las suplicantes y tambin, por ejemplo, Sept. 403 ss.,v4g\ 764 ss., Eum. 538 ss.) y el elogio de la moderacin (Eum. 526 ss.) y de la justicia rectora de ciudades, familias y hombres; todo esto, presente ya en Hesodo,10 iba a constituir clave ideolgica de las tragedias de Esquilo.

    Lo cual no quiere decir que vayamos nunca a verle (como Sfocles, pero no como Eurpides) implicado en poltica activa (Tzetzes, en el primer l. c., nos lo describe apartado de simposios y goras), aunque esta abstencin no le impida tener y transmitir un ideario. Esquilo cree en la democracia no arrastrada por demagogos (es posible que Efialtes, el reformador del Arepago en el 462, no gozara, a pesar de lo que diremos, de tan buena reputacin ante el dramaturgo como ante una parte de la crtica de hoy), sino dirigida por hombres fuertes y seguros, los mejores ciudadanos de tipo pericleo que gustaban con ms reservas a Sfocles y con menos a Eurpides y cuyo modelo, demasiado joven entonces, como veremos, no debi, probablemente, sino al azar su actuacin en calidad de corego de Los persas.

    En este prototipo poltico se enmarcan las figuras de buen rey del tipo de Daro frente a Jerjes, Agamenn frente a los dos asesinos, incluso Eteocles, salvador de la patria como Orestes aun con las taras del odio, la misoginia, la intolerancia y su complejo ante la maldicin ancestral. Pero sobre todo el excelente monarca hasta cierto punto democrtico que es Pelasgo, a cuyo personaje subyace en Las suplicantes (aunque cuatro aos antes Los siete contra Tebas, a los que llamaremos ms brevemente Los siete, hayan mostrado a los argivos en un papel antiptico; pero algo parecido acontece en Eurpides con Los heraclidas y su brutal heraldo Copreo frente a sus propias Suplicantes)

    10. Trataremos de ello a propsito de Prometeo encadenado, al que, para abreviar y cuando no quepa confusin, llamaremos Prometeo.

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    una cierta simpata hacia Argos (democracia con rey segn Herdoto, V II 149, 2) ya patente sin duda en Los eleusinios (en la cual se lograba el sepelio de los Siete no mediante una batalla, como en Eurpides, sino en virtud de acuerdos pacficos entre los parientes de las vctimas y ese Teseo como monarca ideal en quien el tercer gran trgico pens varias veces, con lo cual los muertos recibiran honras fnebres en la ciudad natal de Esquilo) y, desde luego, en Las suplicantes y Las eumnides. Respecto a la primera de estas obras, se ha supuesto que pueda estar conectada con la difcil y, en definitiva, abnegada actitud que adopt la ciudad argiva en el 470, cuando, dispuesta a entrar en alianza antiespartana (de la cual, por otra parte, iba a salirse en el 468) con Arcadia y Elide gracias a las gestiones de Temstocles, acept a este (de la actitud de Esquilo en relacin con el cual hallaremos que puede haber datos en Los persas) como refugiado tras su ostracismo exponindose a los mismos riesgos que el mtico Pelasgo. Y, en cuanto a Las eumnides, nada menos que tres veces, en 287 ss., 667 ss. y, sobre todo, 754 ss., hacen declarar, con evidente intencin, a Atenea y al ar- givo Orestes que sus respectivas ciudades deben seguir siendo siempre amigas, con lo cual el autor, en aquel mal ao 458 (Egina asediada, barruntos luego confirmados de catstrofe en la insensata guerra de Egipto a que quizs aludan 292 ss.; es ms dudoso que la mencin de la llanura de Flegra, en la Calcdica, tenga que ver con renovados problemas en la isla de Tasos, domeada en el 463), se esfuerza, disipadas con el ostracismo de Cimn en el 461 las vanas esperanzas en una colaboracin con Esparta, para que, como en efecto iba a ocurrir despus de la victoria ateniense en Enfita contra Beocia y la capitulacin de Egina, la inestable Argos vuelva al redil de la alianza tica.

    Pero lo que con razn se hace resaltar siempre respecto a Esquilo es su hermoso afn de conciliacin que nos acerca a lo que aun hoy deberan ser nuestros ideales.

    En una tragedia como Los persas que, aunque esto se volver a poner sobre el tapete, no queda sometida a nexos argumntales tri-

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    lgicos, era de esperar un final como el del castigo de Jerjes tras su insolencia; e incluso en una tetraloga de argumento ms o menos conexo como la Licurgea11 no parece, aunque el material es escaso, que haya gran cosa despus de las humillaciones de los pecadores Orfeo y Licurgo. Pero este no es el caso de las otras tetralogas mo- notemticas que conocemos. Prometeo termina en la suya por ceder y recibir su debido culto; la Orestea finaliza con la aquiescencia de las Erinis, que igualmente sern objeto de nuevos honores, y la garanta de que cesar la monstruosa cadena talinica de homicidios.12

    La tetraloga de Las suplicantes, que ofrece desmesura en los dos contendientes, culminaba en Hipermestra subsumiendo en s el espritu de la conciliacin al convenirse en tronco de una estirpe real; y hasta Los siete, con la catastrfica muerte recproca de los hermanos enemigos, traen paz para el futuro a una familia tan castigada por los hados. Lo mismo podra decirse de otras tragedias perdidas y cuya secuencia tetralgica no est clara: Tlefo acude al enemigo para que cure la herida que l mismo infiri; probablemente Filoc- tetes, aunque ello no est claro, acceda ms o menos a regaadientes, como en Sfocles, a colaborar en la empresa comn; y despus de todo, y puestos a tratar temas picos, qu es la propia Ilada sino una generosa conciliacin de Aquiles, Agamenn y PramoP

    Hasta aqu un conciso panorama del ideario esquileo en que, por otra parte, es difcil, aunque muchos lo hayan intentado, rastrear influen-

    11. El nombre se halla en Aristf., Thestn. 134 ss. y su escolio; preferimos esta transcripcin y Orestea, que forman un perfecto paralelo con Odisea.

    12. Ha sido, por cierto, muy discutido, como apuntbamos, el trasfondo de esta obra en relacin con la opinin de su autor acerca de la citada reforma de Efialtes: hoy Eum. 693 ss., en que Atenea expresa su temor de que sean los propios ciudadanos quienes deterioren la legislacin al acrecerla, suelen ser interpretados como la sensata aceptacin, por parte de un demcrata moderado, de los cambios restrictivos para la jurisdiccin del Arepago y una admonicin para que quede al menos en pie lo que resta de sus atribuciones.

  • 20 Esquilo

    cas presocrticas. De Anaxgoras se ha tratado y se tratar. Respecto a Herclito podran aducirse, con lo que luego veremos, la comn creencia en una Justicia capaz de dejar convictos a los embusteros (fr. B 28 D.) y de mantener en sus lmites incluso al Sol (fr. B 94 D.);o, con mayor relevancia, la armona del cosmos oscuramente definida en los fis. B 51 D. y B 54 D. y a la que aspira la conciliacin de Esquilo.

    Los posibles elementos rfico-pitagricos los podemos aplazar para el captulo de los viajes itlicos; pero s resulta interesante el tratar aqu de esclarecer la relacin del poeta con un movimiento tan cercano a l, incluso fsicamente, como los misterios con que era venerada Demter en Eleusis. Pero no sin desbrozar el terreno haciendo notar lo que ya con frecuencia se ha apuntado, que no es lcito construir hiptesis en torno al desarrollo de la tragedia y el de los secretos dromena de dicho santuario: como dice Aristteles (fr. 15 R.), en estos ritos no se trataba de recibir datos o experiencias, sino de estar o situarse en la debida disposicin anmica.

    El material mistrico respecto a nuestro dramaturgo no es mucho. En Las ranas de Aristfanes hay dos versos recitados por l (886 s. = fr. dub. 467 R.) que seran importantes (Demter, la tutora de mi mente, concdeme / el mostrarme condigno de los misterios tuyos) si no pudieran atribuirse a un personaje de uno de sus dramas, por ejemplo Teseo en Los eleusinios. Y , en cuanto a otro testimonio, las influencias no partiran de Eleusis hacia Esquilo, sino al revs, cuando nos cuenta Ateneo (21 d) que altos funcionarios de Eleusis, como los hierofantas y daducos, dieron en copiar el teatro esquileo con las suntuosas vestiduras de que nuestro inventivo escengrafo, segn diremos, dot a sus elencos.

    Pero el ms llamativo episodio al respecto es un proceso al que dedicaremos unas palabras y que entra dentro de la extensa temtica sobre acusaciones a pensadores y polticos griegos, las famosas causas por asbeia o impiedad (un concepto nacido de la legislacin de Soln) de que iban a ser vctimas sucesivas, entre otros, Anaxgoras, Fidias, Aspasia, Alcibiades, Digoras de Melos, Protgoras, supuestamente Eurpides (pero el hecho poco probable de que el acusador

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    fuera el demagogo Clen quita verosimilitud a lo que se cuenta) y, por desgracia con derramamiento de sangre, Scrates. Ni faltaban tampoco en la historia de Atenas y otras ciudades notables casos de envidiosa persecucin por otros conceptos procesales: el primer testimonio de Tzetzes, antes citado, menciona, y pudo haber sido ms prolijo, multas ms o menos simblicas pero hirientes, como la impuesta a La cada de Mileto de Frnico, a la que volveremos, o, unos aos despus, la sancin de que hicieron objeto a Pndaro sus compatriotas tebanos cuando, rompiendo un reticente silencio, se atrevi algo ms tarde del 475, es decir, en la poca aproximada de Los persas, a llamar en un ditirambo (frs. 76-77 Sn.) a Atenas baluarte de Grecia y a celebrar a los hroes de Artemisio, lo cual sonaba mal en los odos de quienes tan notoriamente haban medizado.

    No es probable que Esquilo sintiera gran aficin hacia unas doctrinas que ofrecan oscuros ritos y vagas esperanzas sobre el futuro en vez de la concreta satisfaccin del exacto cumplimiento de la ley; pero a un escritor prolfico como l no le era fcil esquivar puntillosas objeciones en lo religioso. Un comentario annimo a Aristteles (t. Nicom. m i 8) se entretiene en recolectar ttulos de tragedias, como Las arqueras, Las sacerdotisas, Ifigenia, Edipo, Ssifo arrastrador de la piedra, en que el poeta pudo imprudentemente haber tocado extremos de los inefables misterios; los frs. 309-311 R., pertenecientes sin duda a un drama satrico y quizs al Ssifo y relacionados con un banquete de carnes de cerdo, fueron considerados como burlescos respecto a algn precepto; y otra audacia la constituy tal vez el fr. 333 R., que citaremos luego.

    El caso es que nuestro annimo nos cuenta por menudo que los espectadores, indignados ante lo que oan sobre los misterios, bajaron a la escena para matar a Esquilo (del que despus diremos que en su poca juvenil trabajaba como actor) en episodio semejante a otros recogidos en torno a Eurpides;'3 pero l astutamente se refugi en el

    13. O a Licofrn, uno de los trgicos de la Plyade, del que narran Ovidio, Ib. 531 s., y sus escolios que fue alcanzado por una flecha en condiciones parecidas.

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    altar de Dioniso que presida el teatro; los areopagitas, probablemente buenos amigos de quien iba a defender su institucin en Las eumnides, reclamaron el derecho a juzgarle y le absolvieron en gracia al comportamiento en Maratn que mencionaremos segn un pasaje que recoger tambin la absurda historia de Eliano sobre Aminias.

    Ignoramos, claro est, lo que adujo Esquilo en su defensa; segn el comentario aristotlico citado, que l no saba que lo divulgado fuese secreto; o bien, en palabras de Clemente de Alejandra (Strom.II 145), que l no estaba iniciado y, por tanto, no conoca misterio alguno. Esta es probablemente la verdadera explicacin.

    No quedaron ah, sin embargo, las amenazas forenses contra el dramaturgo. Hay una disparatada historia que recogen en la Vida, el fillogo Julio Plux (IV no) y el retor Apsines (II 229, 14). La ttrica aparicin del coro de Las eumnides produjo una enorme impresin: los nios se desmayaban, las mujeres abortaban; parece que hubo, igualmente, algn tipo de proceso del que sabemos poco.Y tampoco es de recibo algo a lo que volveremos, la hiptesis de Plux en el sentido de que aquel escndalo (como si tuviera algo que ver el nmero de coreutas con su aspecto) fue lo que indujo a Esquilo a reducir la cantidad de los componentes de sus coros.

    Sigamos ahora la marcha del mundo griego al hilo de lo poco que conocemos de la vida del joven escritor y reservando para otro captulo lo conexo con la actividad dramtica. En Oriente la evolucin se iba precipitando. Veintisis aos tena el poeta cuando, segn diremos, particip por primera vez en un certamen y tambin cuando surgi la revuelta jnica contra Persia; veintisiete en el ao de la intervencin ateniense; treinta al producirse la desastrosa naumaquia de Lade; treinta y uno y treinta y tres, respectivamente, a la cada de Mileto y en la ocasin famosa del citado tropiezo de Frnico; treinta y cinco, en fin, al desembarcar los medos en Maratn.

    Es posible que Esquilo, ya no precisamente un muchacho, haya tomado parte (desde luego como hoplita, segn corresponda a su

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    clase social) en alguna campaa tracia; as lo demostraran algunos pasajes (Ag. 192 ss., 654 ss., 1418; Pers. 492 ss., 867 ss.) que parecen revelar, dentro de la general aficin esqulea a lo geogrfico de que hablamos, un buen conocimiento de aquel pas nrdico, escenario al menos de una parte de la Licurgea.

    Lo que s es seguro es que pele en Maratn; una prueba de su orgullo ante tal cumplimiento de su deber es el epitafio que comentaremos (vase pg. 42) y que se le erigi en Gela; y un reflejo de la impronta espiritual que la gran hazaa dej en el combatiente quiz podra verse en la postura preponderante que toman Atenea y Apolo en Las eumnides y que responde, quiz subconscientemente, al lugar de honor que les asign Milcades al encargar, con el botn de las batallas, una serie de divinas efigies conmemorativas.

    La gran batalla tuvo adems dos consecuencias (sin contar los epigramas, de los que hablaremos ms adelante) en su vida potica. Una es el supuesto certamen frente a Simnides que se citar, y otra, la circunstancia de que, segn Plutarco (Qu. conv. 628 d), Esquilo, imitando ms o menos a Tirteo, escribi una hoy perdida elega exhortativa a los soldados cuya mencin figura como fr. 1 W.; el fr. 2 W., en cambio, contiene un pentmetro conservado por Teofrasto (Hist. pl. IX 15) y comentado por Plinio (Nat. Hist. X X V 11) en que se habla de la abundancia en drogas del suelo tirrnico, una referencia ms a Italia que podra unirse a las que recogeremos luego.

    En cuanto a su conducta en la batalla, la citan como distinguida la Suda, Plutarco y Focio (Galean. 246, 22); el mencionado comentario annimo a Aristteles es el nico que asegura que nuestro poeta recibi muchas heridas.

    Un pormenor pictrico al que ms adelante se agregarn otros sobre el famoso hermano de Esquilo es el de que, segn varios textos (Plin., Nat. Hist. X X X V 57; Luciano, Iup. trag. 32; Eliano, Nat. an. V I I 38), en el Prtico de las Pinturas un tal Paneno haba pintado tan realistamente la batalla, que podan ser reconocidos el general en jefe Milcades; Calimaco, el estratego de la tribu Ayntide a la que parece que haca referencia Esquilo en su citada elega; desde luego

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    Cinegiro, a quien vamos a citar; los jefes persas Datis y Artafernes, y hasta un perro annimo que colabor con los vencedores, pero no desde luego Esquilo; es improbable, por otra parte, que la pintura llevara inscripciones onomsticas.

    La Vida habla de un solo hermano varn de nuestro trgico, Cinegiro; la Suda aade a Euforin (pero no era frecuente que llevaran el mismo nombre el padre, su hijo y uno de sus nietos) y a Aminias y aade que no solo Cinegiro, del que lo atestigua tambin la biografa, sino los tres hermanos se portaron heroicamente en Maratn. Tratemos de poner un poco de orden en este embrollo.

    E l caso de Cinegiro fue famossimo: casi cuarenta testimonios acreditan su proeza en la batalla. E l ms antiguo es el de Herdoto (VI 114), segn el cual se agarr valerosamente a la popa de una nave enemiga y perdi la mano derecha amputada de un hachazo; una pintura de Fasis (Anth. Pal. X V I 117) tena el buen gusto de no presentarle manco; una estatua del citado Prtico (Luc., Demon. 53; Sopatro en Rhet. Gr. V I I I 144,29) lo figuraba sin una mano; de la prdida de un solo miembro habla tambin Anth. Pal. X I 335. Pero pronto surgieron los tpicos embellecimientos retricos: segn Plutarco {Parali. min. 305 b), Cinegiro era estratego; Himerio (VI 20) nos cuenta que, no sabemos cmo, retuvo la nave enemiga a pesar de su mutilacin; varias autoridades (Coricio, Virfort. 94; el diversas veces citado comentario a Aristteles; la Suda en la biografa de Cinegiro; Anth. Pal. X V I 118) amplan el retrato suponiendo que, privado de la mano derecha, el hroe ech la izquierda al barco y la perdi tambin; segn Justino (II 9, 16), al verse sin ambas manos mordi la embarcacin; y los escolios a Aristides (pg. 126, 18 D.) redondean la fantstica relacin precisando que entonces Cinegiro fue decapitado.

    A partir del 490 apenas merecen mencin otros sucesos que la guerra de Egina (488/487) y el resonante ostracismo de Aristides en el 482.

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    En el 48o14 comienza, como es bien sabido, la Segunda Guerra Mdica. No es de extraar que se haya puesto a Esquilo en relacin con esta contienda. El historiador de Halicarnaso nos cuenta (VII 173) que, ante la aproximacin de las tropas persas a las Termopilas, se estableci provisionalmente un campamento de diez mil hoplitas griegos entre los montes Olimpo y Osa y nada impedira que se diera con este motivo alguna escaramuza: la Antologa palatina (VII 255) nos conserva (ya hemos mencionado antes otros empeos poticos de este tipo) un epigrama atribuido a nuestro poeta, conmemorativo de la muerte de algunos tsalos en la ladera de la ltima de dichas montaas:

    U n triste destino perdi a estos valientes guerreros que a su patria de muchos ganados defendan.V iva est, pues, la gloria de los infelices difuntos

    cuyos miembros el polvo del Osa recubre.

    Page piensa ms bien en un homnimo Esquilo de edad helenstica; en todo caso, aunque los cuarenta y cinco aos no resulten la edad ms apta para guerrear, Pausanias (I 14, 5) hace combatir al dramaturgo en la naumaquia del promontorio Artemisio e In de Quos (en un escolio a Los persas) y el mismo periegeta en el lugar citado le sitan luchando en Salamina; y Plutarco (Vita Them. X IV x), en relacin con Pers. 341 ss., hace notar la exactitud de los datos de Esquilo sobre el nmero de las naves persas, lo cual solo resulta explicable en un testigo ocular.

    S es notable la forma tan concreta en que esta tragedia describe los hechos; en otro lugar podremos extendernos ms sobre la forma en que son tratados por Esquilo los dos polticos enfrentados entre s, a quienes tiene la elegancia de no citar, Temstocles, el autor del falso mensaje que enga a los almirantes de Jerjes (355 ss.), y Aristides, vuelto ya de su exilio, que fue causante (447 ss.) de la aniquila

    14. Herdoto, IX 10,3, seala un eclipse de sol que se produjo el 2 de octubre de ese ao.

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    cin de la fuerza mdica desembarcada en el islote de Psitalea y a quien cinco aos ms tarde, en Sept. 568 ss. (sobre todo, 592 ss.), volver Esquilo a presentar positivamente simbolizado en la figura de Anfiarao. Segn Plutarco (Vita Arist. III 4 y Reg. et imp. apophth. 186 b), cuando se recitaban estos versos todos miraron al gran poltico. Con el elogio de ambos, el dramaturgo se mostraba neutral en la oposicin de que es testimonio, por ejemplo, el fr. 1 P. del lrico T i- mocreonte, odiador de Temstocles y ensalzador de su rival.

    La batalla de Salamina da lugar a otro curioso episodio de corruptela textual y literaria. Herdoto (VIII 84, 87,93) habla de un trierar- co llamado Aminias, del demo de Palene, cuya actuacin, segn la describe el historiador, no pas de mediocre: trab torpemente su nave con una enemiga, forzando as un comienzo quiz prematuro del combate, y dej escapar por error a la brava princesa caria Artemisia, aliada de Jerjes con tanta ms razn loada por Herdoto cuanto que hay quien la supone su abuela (ni ha faltado quien haya visto en tipos aguerridos como este del sexo femenino posibles antecedentes para Esquilo de la malvada, pero decidida, Clitemestra). Ahora bien, Aminias no solo adquiri reputacin de herosmo,15 sino que, como vimos, es registrado en la Suda como cuarto hijo del viejo Euforin, a lo cual agrega la Vida que era el menor de todos y que estuvo en Salamina con el poeta (y Tzetzes, en el citado lugar del comentario a Hesodo, nos informa de que nuestro trgico derrot a Jerjes con sus hermanos), Pero lo ms notable es la serie de dislates de Eliano (Var. Hist. V 19): Esquilo era juzgado por impiedad; iban a lapidarle; pero Aminias, su hermano menor, se levant el manto y ense el mun del brazo perdido en Salamina, con lo cual produjo la absolucin de su hermano.

    15. Por ejemplo, en la carta apcrifa XI de Temstocles, dirigida a l, y en Diod., XI 27, 2, que, considerndole tambin hermano de Esquilo, le atribuye el haber hundido la embarcacin caria, mientras resulta ms conforme con la versin herodtea, aun conservando la misma falsa filiacin, Aristodemo (Fr. Gr. Hist. 104 F i, i, 3).

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    No creemos, en fin, que Esquilo haya peleado ni en Salamina ni en Platea en el 479 (y ello a pesar de su alusin al segundo triunfo en Pers. 800 ss. y aunque lo afirmen la Vida y Tzetzes en el mencionado comentario a Hesodo, que habla de que el poeta venci en tierra firme), ni menos an, segn una arbitraria idea de Schmid, en la naumaquia que se dio el ltimo ao en la asitica Mcale.

    El resto de la vida de Esquilo tiene ms que ver con lo literario que con lo poltico o personal. Unicamente nos queda ya por tratar el captulo importante de los viajes a Sicilia.

    Soplan por primera vez en este relato biogrfico aires de las ricas tierras occidentales de dicha isla y el sur de Italia, seuelo alucinante para los ms modestos Helenos de Grecia propia que mucho ms tarde iba a serles fatal en la malhadada expedicin del 415. De momento aquellos pases, dinmicos y llenos de sangre joven, estaban dominados por tiranuelos, caricaturas muchos de ellos de los grandes Pisstratos, Pitacos y Periandros de antao. En la continental Regio dominaba Anaxilao desde el 494; Gela, la importante ciudad del sur de Sicilia, haba ya de soportar desde aproximadamente el 498 la tirana de Hipcrates, ayudado por el genial Geln, hijo de Dinme- nes, que, a la muerte del primero en el 491, suplant a sus hijos y se erigi en gobernante nico. En el 485 se apoder de Siracusa, ms prometedora como metrpolis, dej Gela a la lugartenencia de su hermano Hiern y dio comienzo a siete aos de prodigiosa actividad sin descuidar los lazos con el otro gran tirano sculo, Tern, de la familia de los Emnidas, que avasallaba a Acragante desde el 488; Geln cas con Damreta, hija de este, y logr que su nuevo suegro matrimoniara a su vez con una sobrina suya.

    Comienza entonces, para continuar y culminar en tiempos de Hiern, el inmenso esplendor de Siracusa, la mayor ciudad de la Hlade, que tal calidad haba de conservar a travs de los siglos y de mil vicisitudes y posteriores tiranas como las de los Dionisios que iban a recibir a Platn. La bella acrpolis, los arsenales, la flota an-

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    ciada en un puerto muy abrigado, el poderoso ejrcito, las audaces urbanizaciones, la acertada poltica de asentamiento de colonos, el activo comercio, todo ello contribuy a la creacin de un enorme emporio.

    Contra el cual, por cierto, no faltaban amenazas. Corre an hoy por ah lo que no es probablemente sino una leyenda, la secreta alianza de los pueblos no helnicos para aplastar a Grecia que, de haber prosperado, habra dado otro curso muy distinto a la historia. E l caso es que en el 480, el ao de Salamina, el cartagins Hmilcar, jugndose y perdiendo la vida en ello, atac a Geln en la batalla de Hmera y fue totalmente derrotado por su antagonista y por Tern, dejndose el colosal botn que permiti luego la edificacin de templos en la bella Acragante y el don de fabulosas ofrendas para Olimpia y Delfos, y dando lugar a la consolidacin de un gran prestigio para el salvador de Occidente y sus aliados. Y algo parecido sucedi seis aos ms tarde con el triunfo de Hiern, ya por entonces tirano de Siracusa desde la muerte de su hermano en el 478, en Cumas frente a los etruscos.

    Hiern rein hasta su muerte, en el 466; Tern hasta la suya, en el 472. En ambas tiranas los sucesores fueron ineptos, lo que las hizo efmeras: Trasideo, el hijo de Tern, fue expulsado por el propio Hiern en el 471; Trasibulo, hermano de este, apenas le sobrevivi unos meses; a partir de entonces se abra un perodo democrtico para Sicilia.

    Resultan llamativas, adems de las citadas, algunas actividades singulares de estos tiranos, no solo el inters por las obras pblicas muy tpico de los de su clase, sino otros dos rasgos conexos entre s en que siempre se distinguieron los autcratas griegos: la triunfal exhibicin deportiva, manifestada generalmente en carreras de caballos y de cuadrigas dentro del programa de los grandes juegos, y particularmente los de Olimpia y Delfos, y el mecenazgo ofrecido a intelectuales inmigrantes atrados por tanta gloria y prosperidad.

    Entre los ms famosos huspedes de Hiern se cuentan no solo Esquilo y quiz Frnico, sino tambin un siciliano de Mgara Hiblea, Epicarmo el cmico (de quien sabemos, por un escolio a Las eumni-

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    des, que, en su fr. 194, 1 OL, critic el excesivo empleo por Esquilo de un vocablo que, por cierto, no aparece ms que cuatro veces en los textos hoy conservados), Jenfanes de Colofn el elegiaco y, como se dir, los tres maestros de la lrica coral; y se ha podido componer un verdadero palmars a base de las resonantes victorias agonales celebradas por ellos en epinicios u otros cantos. Hiern triunfa con el caballo en Delfos (482 y 478) y Olimpia (476; Olmpica I de Pndaro y epinicio V de Baqulides); Tern con el carro en Olimpia (476; Olmpicas II y III); Hiern con el carro no se sabe en qu juegos (475; Pti- ca II) e ignoramos dnde y en qu prueba (474; Ptica III), con el caballo en Olimpia (472) y con el carro en Delfos (470; Ptica I y IV de Baqulides) y en Olimpia (468, III de este ltimo).

    El 476 parece ser, ms o menos, el ao en que Pndaro (quien probablemente en el 474 ya estaba en Grecia), Simnides, Baqulides y Esquilo anduvieron por la corte de Hiern; pero no anticipemos tanto.

    Ante todo puede ser til el rastrear los motivos, generalmente infundados, que los antiguos nos han transmitido para la, a primera vista, sorprendente emigracin de un tan gran poeta; pero quizs a este respecto se exagere demasiado sobre las motivaciones negativas desatendiendo los mviles positivos que pudieron influir en el desplazamiento: lo justamente anotado por Plutarco (De ex. 604 d ss.), que, no siendo nadie profeta en su patria (recurdese el posterior y triste caso de Eurpides), resulta muy humana'6 la bsqueda de glorias y honores en lugares adecuados; la no despreciable posibilidad de lucro;17 el inters que para un hombre inteligente representan los

    16. El polgrafo cita con Esquilo a Simnides, Baqulides, Herdoto y su traslado a Turios, Tucdides desterrado en Tracia y muchos ms, pero no, es curioso, a su paisano Pndaro, ni podra desde luego haber hecho mencin de Sfocles, excepcional en su apego al terruo patrio.

    17. Bien conocidas son las apetencias demostradas en este aspecto por el propio Pndaro, el principio de cuya Istmica II puede ser un sarcasmo ante su rival de Ceos, pero tambin una clara alusin a sus propios derechos de autor; y, en cuan-

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    contactos personales no solo con los cultos tiranos, sino con otros escritores;18 y finalmente la consideracin importante de que, si al espritu poltico de nuestro dramaturgo pudo causarle repugnancia la colaboracin con autcratas, la situacin habra cambiado radicalmente en sus ltimos aos de estancia en la ya democrtica Gela, en una de cuyas cercanas colinas, que forma un vasto anfiteatro natural, es posible, por cierto, que haya existido un teatro hasta ahora no descubierto.

    Nada menos que a seis motivos negativos en cuanto a su patria han sido atribuidos los destierros de Esquilo.

    La menos aceptable de las hiptesis es la de la Suda. El poeta se fue a Sicilia porque se cayeron los bancos de los espectadores, no sabemos si con desgracias, durante la representacin de una obra suya. Ahora bien, la datacin de dicho accidente es temprana y oscura. Se trataba en todo caso de frgiles asientos de madera, quizs instalados provisionalmente en el gora por falta de otro local mejor, y precisamente el percance fue lo que debi de ser causa de la construccin del teatro de Dioniso; pero tambin es posible que aun este tuviera desde el principio instalaciones de dicho material cuyo derrumbamiento provoc su sustitucin por otras de piedra. Ni en definitiva se sabe bien cundo ocurri aquello; se ha pensado que en una competicin en que intervena Esquilo y de la que luego se hablar, y

    to a la codicia del otro gran lrico, recurdese que, cuando Aristfanes, Pax 697, quiere criticar una senil propensin de este tipo en Sfocles, se limita a anotar que ya no hay que llamarle as, sino Simnides.

    18. Concretamente por lo que toca a Pndaro nos dice Eustacio, Prooem. comm. Pind. 25, que hubo convivencia entre ambos poetas, aunque debamos negar su afirmacin de que fue el lrico quien sigui al trgico en la grandilocuencia de su estilo; y contamos tambin con un testimonio de In Quos conservado por Plutarco, De prof. in virt. 79 d, De aud. poet. 29 f y al que volveremos, el cual indica un encuentro de Esquilo y Pndaro en las competiciones atlticas del Istmo, quizs en el 462, 460 o 458, no solo demostrando as que el primero frecuentaba estos espectculos, sino permitiendo suponer que en ellos encontraba al segundo, tan amigo de lo agonal.

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    probablemente durante la presentacin de la tragedia de otro autor; pero, aunque no fuera as, al autor del drama no incumba ninguna responsabilidad ante tal suceso y adems veinte aos al menos entre el viaje y sus motivaciones resultan excesivos.

    La Vida da cuatro explicaciones alternativas para la emigracin. Una de ellas era la tristeza del poeta ante su derrota frente a Simonides en un concurso de elegas conmemorativas de la batalla de Maratn. No parece, sin embargo, que tengan que ver con esta historia ni que procedan de los clamos de Simnides y Esquilo los epigramas 88 A-B atribuidos al primero en la edicin de Diehl, dedicados respectivamente a las proezas de Salamina y Maratn y que aparecieron en el gora de Atenas. En todo caso, si se tratara de un concurso anual, la desilusin pudo haberse producido, por ejemplo, en cualquiera de los aos 488 a 477, pues en el 476 Simnides se halla ya en Siracusa; ms probables resultaran los ltimos de entre ellos si la reaccin espiritual hubo de ser viva y rpida. No parece, sin embargo, que el poeta, de cuyas elegas ya hemos hablado y a cuyo posible epigrama volveremos, haya cifrado nunca su orgullo en la lrica. La Vida dice textualmente que la elega requiere cierta finura pattica ajena al espritu creativo de nuestro dramaturgo, y Porfirio (De abst., pg. 148, 6 N.) cuenta que los delfios le pidieron un pen, pero l rehus el encargo alegando que nunca lograra superar a Tnico, lrico calcdeo de los siglos vi/v, del que Platn (In 534 d; fr. 1 P.) nos transmite solo tres palabras.

    La segunda explicacin de la biografa apenas merece comentario: a Esquilo le habra inducido a marcharse el mencionado desastre escnico de Las eumnides, no representadas hasta el 458. Nadie, en cambio, sostiene que le haya movido a exiliarse su presunto tropiezo relativo a los misterios.

    Bien conocida es la historia aducida por la Vida en tercer lugar y contada por Plutarco (Vita Cim. VIII 7). En el ao 468 se produjo cierta tensin en el pblico teatral porque competan Sfocles, nuevo en los certmenes, y Esquilo. Aquel unira a su general imagen simptica el mrito de comparecer con Triptlemo, historia mtica de un

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    hroe eleusinio protegido por Demter e introductor de la agricultura, lo cual aseguraba a la obra el beneplcito de espectadores rurales y chauvinistas. El arconte, preocupado ante el ambiente, no sorte jueces como deba haberlo hecho segn la ley; y as el propio Cimn y sus compaeros de estrategia hubieron de personarse en el teatro y organizar, eligiendo a un ciudadano de cada tribu, un jurado sui gneris que atribuy el primer premio a Sfocles y el segundo a Esquilo, quien llev muy a mal el fracaso. Hay, sin embargo, ciertos testimonios, como el de la Crnica de Eusebio, que sitan la primera competicin de Sfocles, con otras obras, en el 470; y verdaderamente tendra ms sentido que en el 468 abundaran los partidarios del joven dramaturgo, que les habra entusiasmado dos aos antes; pero esta ancdota no podra aplicarse ni al primer viaje de Esquilo a Sicilia, muy anterior, ni al segundo, porque despus de ese ao 468 vinieron el 467 (tetraloga de Tebas), el 463 (tetraloga de las Danaides) y el 458 (Orestea).

    Con esto nos situamos ante una cuarta explicacin psicolgica: desanimado por los atenienses. Algo, en efecto, debi de ocurrir en el alma de Esquilo para que este en dos ocasiones, una de ellas inmediatamente despus del xito de su magna tetraloga, decidiera probar fortuna en la Sicilia primero autocrtica y despus democrtica.

    Dos facetas del carcter esquileo nos salen aqu al paso. Una, ms anecdtica, son las aficiones etlicas ampliamente comentadas por los antiguos que pudieron producir al poeta problemas o depresiones pasajeras o no. Ateneo (428/) afirma que Esquilo fue el primero que se atrevi a presentar beodos en escena y que en Los catiros (seguramente con referencia a la orga de los argonautas con las lemnias durante su etapa del viaje de ida) introdujo borrachos a Ja- sn y su tropa. Esto no significara gran cosa, pero el compilador de Nucratis contina diciendo que con ello no haca el trgico otra cosa sino transferir sus hbitos a sus personajes; y asegura luego (influido sin duda por el testimonio infantil relacionado con los viedos paternos que se ha citado y que reaparecer aqu) que Esquilo sola componer embriagado sus dramas y que Sfocles agudamente (frase

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    esta garantizada por otras autoridades) le dijo escribes lo adecuado, pero lo haces sin darte cuenta (es decir, tu intoxicacin no obstaculiza tu intuicin genial). Y no es este el nico testimonio, aunque Horacio (Epist. I 19, 6) no mencione a nuestro dramaturgo junto al uinosus Homerus, Plutarco (Qu. conv. 715 d) hace alusin a la conocida frase de Gorgias (fr. B 24 D.), a quien Los siete le parece con razn un drama lleno de Ares, y bromea hablando de una obra llena de Dioniso para el conjunto de las tragedias esquleas; y al menos dos comentaristas (el propio Plutarco, Qu. conv. 622 e, y Ps.-Luciano, Dem. ene. 15) describen ms piadosamente al quizs atribulado escritor calentndose el alma.

    Y anotemos, por ltimo, una especie de decaimiento espiritual en cuanto a sus relaciones con el pblico (ms adelante veremos ello reflejado en el epigrama V II 40 de la Antologa palatina), mal concretado ciertamente en los escasos textos, que hizo tal vez pensar a Esquilo en un cambio de aires. El sirviente de Plutn dice en Aristfanes (Ran. 807) que el poeta nunca se llev bien con los atenienses; hay una famosa frase de Ateneo (347 ), tomada a Teofrasto o Came- leonte, segn la cual, al ser el poeta injustamente derrotado (se entiende que por Sfocles), dijo dedicar sus tragedias al tiempo, con la idea de que en su momento obtendra la debida reputacin por obra de quienes supieran juzgar bien, a lo cual aade Eustacio (Comm. Horn. II. 1298, 55) que tal manifestacin le recuerda a Hctor en II. V II 87 (y algn da dir alguno de los hombres venideros...); es dudoso, dicho sea de paso, que esta clara frase pueda contar entre las sospechas de orfismo que pronto vamos a recoger. Resulta, en cambio, bonito que muchos aos despus, cuando, como diremos, estaba en su apogeo el revival postumo de Esquilo, el propio Aristfanes (Ran. 868) haya podido poner en sus labios un triunfal la poesa no ha muerto conmigo; o que el cmico Fercrates (fr. 94 K.) le haga exclamar orgullosamente en una de sus obras: Les he construido un gran arte y se lo he regalado.

    Es francamente interesante, y se relaciona bien con lo dicho, la mencionada conversacin con In de Quos: estando este y Esquilo

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    contemplando un turbulento combate de pugilismo, el segundo vino a decir algo as como Mira lo que es la profesionalidad: los ignorantes espectadores vocean, pero quien recibe los golpes y entiende realmente de boxeo, ese lo que hace es callar discretamente.

    No, no debieron de faltar al dramaturgo sinsabores teatrales.

    Se ha discutido bastante sobre cuntos viajes a Sicilia realiz verdaderamente Esquilo. Hoy el problema parece aclarado con tal de que se acepte, en trminos generales, la siguiente cronologa:

    i. Hiern funda Etna en el 476. La nueva colonia se hallara no lejos de la actual Catania, relativamente cerca del volcn que iba a sufrir al ao siguiente una fuerte erupcin de la que suelen ser considerados como reflejos literarios las alusiones al castigado gigante Tifn, hijo de Trtaro y Tierra que se sublev contra Zeus y que, sepultado bajo el monte, se revuelve inquieto provocando dichos fenmenos (Pnd., Ol. IV 7; Pyth. I 13 ss., obra sobre cuya fecha hemos hablado y hablaremos an; Pyth. V III 15 ss., frs. 91-93 Sn.; Esqu., Pr. 351 ss.). No fue probablemente hasta unos aos despus del citado 476 cuando Hiern puso al frente de Etna a su hijo Dinmenes. E l tirano, animado por la presencia en Sicilia de Pndaro y Simnides, comienza a instar al dramaturgo para que le ayude a conmemorar la fundacin.

    2. Esquilo, como dijimos, vence en Atenas y en el 472 con la tetraloga de Los persas.

    3. Hacia el 471 se efecta por fin el largo viaje. Esquilo escribe, o lleva ya escritas, Las etneas. Anotemos de momento sobre el ttulo que hay dos variantes de l, la mencionada, que aludira a las ciudadanas de Etna constitutivas del coro, o Las etnas, denominacin que, a su vez, admite al menos dos explicaciones: que se refiere al volcn y a la ciudad llamada segn l o que el topnimo plural es paralelo de los de Atenas y Tebas, que se impusieron respecto a Atena y Teba, o Siracusas, que no prevaleci frente a Siracusa. La pieza ofreca una

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    caracterstica singular. Ms de una vez comentaremos cmo Las eumnides ofrecen cambios de escenario. Ahora un papiro conexo con Las etneas, del que volveremos a hablar, nos informa de que un drama satrico de Sfocles, Los amantes de Aquiles, mostraba transformaciones similares; y, en cuanto a la obra misma de Esquilo, compuesta indudablemente sin excesivas pretensiones artsticas, como una pieza de circunstancias encaminada a agradar a un gobernante y su pueblo, el mismo papiro nos dice que tena nada menos que cinco actos desarrollados en lugares diversos (Etna; la comarca llamada Jutia donde est la ciudad de Leontinos; Etna otra vez; Leontinos de nuevo y finalmente Siracusa, o ms concretamente el barrio de ella llamado Temenites por Tue., VI 75,1); al parecer el drama trataba los amores de Zeus y Tala o Etna y el consiguiente nacimiento de los dioses sculos Palicos (fr. 6 R.), a los que tendremos oportunidad de hacer nueva mencin. No hay tampoco duda de que la tragedia se represent en Etna.

    4. En el 470 Hiern obtiene su citada victoria con el carro en Delfos y muestra su inters por la empresa colonizadora hacindose proclamar como etneo en el hipdromo; Pndaro le enva desde Grecia su magnfica Ptica I; Esquilo no coincide con l, aunque s con Simnides, segn parece deducirse de Pausanias (I 2, 3), y, segn veremos, con su sobrino.

    5. El tirano, deseoso de seguir explotando espiritualmente el xito de Hmera y ms interesado que Geln (con el cual, segn He- rd., VII 153 ss., hubo recelos y diferencias cuando le visitaron embajadores griegos en vsperas de Salamina) por los asuntos de Oriente, gestiona y consigue de Esquilo (as la Vida y Eratstenes en un escolio al lugar que vamos a mencionar de Las ranas aristofneas) que le presente en escena por segunda vez Los persas; y no sera extrao que el poeta hubiera introducido modificaciones en el texto de esta nueva representacin, pues, contra lo que dice Dioniso en Aris- tf., Ran. 1028 s., Los persas tal como los conservamos hoy ni hablan de la muerte de Daro ni presentan al coro clamando iauo, rasgos ambos que deban de hallarse en la versin postuma vista por el c

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    mico. Baqulides estuvo probablemente presente en la representacin, porque en el 468 iba a tomar (III 48) a Pers. 1073 la palabra con regusto prsico habrobtas, que luego citaremos, para aplicarla a un siervo de Creso.

    6. Esquilo est ya de vuelta en Grecia a tiempo para ser derrotado por Sfocles, como se apunt, en el 468.

    7. Sigue una poca de victorias entre el 467 y el 458; entretanto muere Hiern.

    8. Inmediatamente despus de esta ltima fecha el dramaturgo parte para Gela, donde, segn la Vida, vivi dos aos.

    9. Durante ellos pudo componer la totalidad o una parte de la triloga de Prometeo, lo cual discutiremos.

    10. Muere el poeta en Gela.

    Es bastante intrigante el problema de qu aportaron los sucesivos viajes itlicos al mundo espiritual y literario de Esquilo. Testimonios como los de Macrobio (Saturn. V 19, 17: Aeschylus tragicus, uir utique Siculus) y un escolio a La paz de Aristfanes (en cierto modo un nativo) indican cierto arraigo del dramaturgo en su nueva tierra; y nada de sorprendente tiene que aluda varias veces a hechos itlicos, como los mencionados Palicos o los grandes escarabajos del Etna, con uno de los cuales se compara al pobre Ssifo, empujando su piedra, en el fr. 233 R.; o el campanio lago Averno, que se mencionar, de Los psicagogos.

    En cuanto a la lengua, Ag. 161 y Suppl. 118 y 914 muestran un enigmtico vocablo {rbanos o tyarbn brbaro que puede tener origen semtico y haber sido llevado a Sicilia por mercaderes fenicios; el fr. 261 R., de Lasfrcides, emplea la palabra italiota aschdros para referirse a un jabal (y a Ateneo, 402 b, no le sorprendera un contagio lingstico contrado en la estancia); a la misma tetraloga, como se mostrar, corresponde el drama satrico Los dictiulcos (Haladores de la red) cuyos textos abundan en dorismos (lo cual se explicara si Esquilo se hubiera dejado influir por la comedia, quiz similar en lo que atae a argumento, pero de la que no tenemos ms que el ttulo

  • Vida de Esquilo 37

    en Pap. Ox. 2659, fr. 81, 17 Aust., Las redes, de Epicarmo, de quien recogimos una objecin lxica); tambin el fr. 54 R., de Los eleusinios, contiene el futuro de un verbo drico al parecer; y se citarn fenmenos afines quiz de Las etneas.

    Ms y menos probativos, a la vez, seran los indicios de occidentalidad extrados de la esfera de las ideas. Se ha exagerado bastante al establecer un contraste entre Los persas y Los siete, ms enraizados en un cosmos estable donde culpa y castigo siguen sus caminos irrevocables, y Las suplicantes, la Orestea, la triloga de Prometeo, en que brillan la inseguridad del poeta ante la naturaleza y las consecuencias del bien y el mal y el hermoso principio, que antes indicbamos, de la conciliacin universal. Pero nuestra cronologa, en que solo Los persas precede al contacto con Italia y solo las obras sobre Prometeo parecen resultar posteriores al segundo viaje, excluye por completo esta presunta evolucin que hallara en tierras occidentales sus fuentes. Esto no excluye, sin embargo, que sea factible atribuir al denso ambiente ideolgico de los pases itlicos manifestaciones como el fr. 70 R., de Las helades (Zeus es el ter, la tierra, el cielo, pinsese en el Zeus quienquiera que seas deAg. 160 ss.), que, sin embargo, a lo que en cierto modo recuerda es al fr. B 32 D. de Herclito; y respecto a Las suplicantes tendremos ocasin de comentar los versos 85 ss., que ciertamente no dejan de ofrecer similitudes con los bellos fragmentos de un emigrado jnico en Italia, los B 24-26 D. de Jenfanes de Colofn (la divinidad toda ella ve, toda ella piensa, toda ella escucha... pero sin trabajo, con la sola fuerza de la mente, hace vibrar todo... permanece siempre en el mismo lugar, sin moverse...); en los textos esquleos y jenofneos parece como si Zeus, desprendindose en parte de su antropomorfismo, tendiera a convertirse en la inteligencia suprema, la posterior divinidad de los filsofos.

    Pero no solo al padre de los dioses afectan estas heterodoxas desviaciones: sincretismos peculiares se leeran en el fr. 341 R. (Apolo el de la yedra, el adivino bquico, con una especie de puente entre

  • 8 Esquilo

    lo apolneo y lo dionisaco), el fr. 333 R .,19 Suppl. 676 (rtemis como equivalente de Hcate; pero veremos tambin cmo se estableci la misma equivalencia con Ifigenia, tan conexa con la hija de Zeus). No son, sin embargo, privativas de Esquilo estas audacias: tambin Eurpides dice en el fr. 912 N. llmese Zeus o Hades y en el fr. 37, col. III, transmitido por la Vida de Stiro, Zeus, sea necesidad de la naturaleza, sea pensamiento de los mortales.

    No est, pues, claro que tales concepciones provengan precisamente de Occidente; pero s son ms tpicas de toda esta regin las creencias rfico-pitagricas. Pitgoras se estableci en Crotn hacia el 530 y sus doctrinas adquirieron gran auge en Italia continental y Sicilia. Pndaro, hay que suponer que con sinceridad, dej un inmortal manifiesto de estas creencias en su Olmpica II, dedicada a Tern, partidario, por lo visto, de tal ideologa, a lo que hay que aadir los trenos hoy perdidos de que proceden los frs. 129-130, 13 1 a y 133 Sn.; y aun parece que mucho despus pudo Platn (Phae- dr. 249 a, Men. 81 b, etc.) captar algo de unas doctrinas todava florecientes: lo mismo es posible que haya ocurrido con Esquilo.

    Distan mucho de estar claros los motivos por los cuales Cicern (Tuse. II 23), antes de traducir un largo trozo del Prometeo libertado (fr. 193 R.), carente, por cierto, de elementos de dicha ideologa, dice de Esquilo que es non poeta solum, sed etiam Pythagoreus (sic enim accepimus); pero el ms claro vestigio de estas ideas se suele encontrar en Prometeo, con la afirmacin (459 s.), puesta en boca del hroe, de que l ha dado a los mortales el nmero, sobresaliente entre todas las invenciones, lo cual no puede menos de recordar la sentencia pitagrica (fr. sch. Pyth. C 2 D., de Eliano, Var. Hist. IV 17) de todas las cosas lo ms sabio es el nmero.

    En fin, algo debe de haber al respecto cuando Aristfanes (Ran.

    19. Herdoto, II 156, 6, y algo parecido se halla en Pausanias, VIII 37, 6, dice duramente que Esquilo rob a los egipcios la idea de que rtemis, es decir, Bubastis, no es hija de Leto, sino de Demter, esto es, Isis; nada de ello debi de gustar mucho en Eleusis.

  • Vida de Esquilo 39

    1032 s.) hace a Esquilo considerar a Orfeo y Museo como grandes maestros de la humanidad; y, aunque ms arriba se ha desechado provisionalmente la idea de que la consagracin de la obra esqulea al tiempo contenga implicaciones filosficas, no hay que descartar la posibilidad de que el citado fr. 70 R. pueda proceder, por ejemplo, de un himno rfico. Los edonos, cuyo argumento describiremos pronto, debieron de ofrecer un talante mstico precursor de Las bacantes euripdeas en la muerte de Penteo a manos de las Mnades tebanas (por de pronto, Bacch. 434 ss., interrogatorio del monarca al misterioso extranjero, parecen un eco del fr. 61 R., recogido por Aristf., Thesm. 134 ss., y en Bacch. 726 s., con los temblores bquicos del edificio, hay afinidades respecto al fr. 58 R., que a Pseudo-Longino, De subi. X V 6, le gustaba menos); pero, en cambio, la pieza siguiente de la triloga licrgica, Las basaras o Basrides (en definitiva, Las bacantes), trataba de otra dilaceracin tracia (el monte Pangeo es citado en el fr. 23 a R.) no muy rfica, la del propio Orfeo vctima de las mujeres incitadas por Dioniso a castigarle ante la postergacin de lo bquico y la preferencia hacia Helio y Apolo por parte del gran msico.

    Si a esto aadimos que en el fr. 228 R., del Stsifo fugitivo, se menciona a Zagreo, paralelo rfico de Dioniso (pero probablemente sin referencia dionisaca, porque de quien Ssifo parece que se est burlando es de Zagreo, hijo de Plutn; en efecto, el fr. 5 R., de Los egipcios, es probable que atribuya tal nombre a Hades mismo, mientras que un lugar difcil de Las suplicantes, de la misma triloga, el verso 156, admitira una cita de Zagreo aplicada tambin al dios de ultratumba, al que llaman las Danaides Zeus de los muertos); que cnAg. 1628 ss. Egisto alude en forma irnica al encanto de la voz de Orfeo; que, y esto es ms importante, las menciones de castigos aplicados en el Hades pululan en Suppl. 228 ss. (con otro Zeus que juzga), 416, Eum. 274 ss., 338 s.; y que en Ch. 3 12 se habla de un mito tres veces antiguo que impone el sufrir a quien haya pecado, ah tiene el lector un buen cmulo de datos que le permitan reflexionar sobre hasta qu punto se dej influir Esquilo por estas creencias, en general de cuo itlico.

  • 40 Esquilo

    Y algo parecido cabe decir en cuanto a otros ecos del pensamiento de aquellas tierras. El famoso fr. 44 R., de Las danaides, que volver a ser citado y en el que las bodas de Cielo y Tierra son para las hijas de Dnao una muestra de la eterna ley de fecundidad universal, puede estar relacionado con Empdocles; y el discutido alegato de Apolo (Eum . 658 ss.) en favor de Orestes fue objeto20 de un vivo debate en que parece haber intervenido Anaxgoras (fr. A 107 D.), pero tambin pensadores itlicos como Hipn de Metaponte, Alc- men de Crotn, Parmnides y el propio Empdocles.

    Los pormenores cronolgicos sobre el fin de Esquilo estn bastante claros: la Vida, con la usual corruptela numrica, dice que vivi sesenta y tres aos, lo cual hay que enmendar en sesenta y nueve; el Marmor habla ya de esta ltima cifra y localiza su muerte en Gela y en el ao 456/455; la Suda, una vez salvada la equivocacin de los nmeros, anotara sesenta y ocho aos; un escolio a Los acarneos de Aristfanes, tambin con error numeral, nos informa de que el poeta muri treinta aos antes del estreno de dicha comedia, en el 425.

    Hemos comentado varias veces el lugar comn de la historiografa, sobre todo peripattica, que se esfuerza en discurrir gneros inslitos de muerte para los escritores: el Ps.-Stades (fr. 15, 12 ss. Pow.) nos cuenta que a Digenes le mat el comer pulpo crudo, a Sfocles el grano de uva que se le atragant (o la fatiga causada, afirman otros textos, por haber ledo en voz alta la entera Antigona), a Eurpides los perros que le devoraron, a Homero el hambre; y aun pudo haber aadido, procedentes de otras fuentes, el suicidio por amor de Safo, otro desenlace similar al de Sfocles y lgico en el gran bebedor

    20. El tercero de los trgicos, cuando el matador de Clitemestra expone ideas parecidas en Or. 522 ss., sin padre nunca habra/nacido hijo ninguno, tuvo que sufrir la intervencin airada de un espectador que, influido por la reputacin misognica del trgico, le increp con Y sin madre tampoco, bribn de Eurpides!.

  • Vida de Esquilo 41

    Anacreonte, el asesinato de bico a manos de unos salteadores, el dulce extinguirse de Pndaro reclinado en su efebo predilecto.

    Y, naturalmente, tampoco omite el Ps.-Stades la extraa versin sobre la muerte de Esquilo que recogen la Vida, la Suda, Valerio Mximo (IX 12), Plinio (Nat. Hist. X 7) y Eliano (Nat. anim. V II 16).

    El poeta, retrado y meditabundo como buen intelectual (disposicin anmica parecida se refleja en la versin usual de los ltimos momentos de Eurpides), se haba apartado a los alrededores de Gela para filosofar o escribir. En ese instante vol sobre l un guila. Era ya un tpico en la Antigedad el de la buena o mala suerte: el colmo de la primera sera que alguien cavando encuentre un tesoro; el de la segunda correspondera a un hombre calvo sobre el cual vuela un guila que lleva en las garras una tortuga sin podrsela comer por la dureza de su caparazn, lo que la instiga a utilizar la cabeza del hombre, semejante a una piedra reluciente, para romper as el duro objeto sobre otro ms duro an. Una ancdota tal puede hallarse en Demcrito, fr. A 68 D., segn Simplicio en el comentario a la Fsica de Aristteles (195 b 36).

    No es verosmil la hiptesis, por alguien emitida, de que esta historia puede haber surgido de algn relieve funerario en que sobre el busto de Esquilo se cerneran el guila emblemtica de la gran poesa y la lira construida, al modo primitivo, con una concha de tortuga; ni tampoco que haya contribuido a la leyenda otro desenlace singular, el que en el fr. 275 R., de Lospsicagogos, vaticina Tiresias para Odiseo, que, segn l, morir herido por la lanza de su hijo Telgono hecha con la mortal espina de una raya.

    Este habra sido el gran infortunio de uno de los dos calvos insignes (el otro es Aristfanes) de la literatura griega. E l paso siguiente consisti en suponer (Vida, Plinio) que as se cumpla un orculo (te matar un rayo celestial); y an la biografa aade un risible pentmetro presuntamente procedente del epitafio que algn amigo poco inteligente le dedic: las garras de un guila la crisma me rompieron.

  • 42 Esquilo

    Relata la Vida que los Geloos le dedicaron suntuosos funerales pblicos y le erigieron un sepulcro al que solan ir autores y actores a dedicar ofrendas o representar dramas, testimonio dudoso por lo mucho que se parece a la historia de las representaciones postumas de obras esquleas en Atenas a que vamos a referirnos. En la tumba se lea un epitafio:

    Este sepulcro de Gela la rica en cereales

    contiene a Esquilo, el hijo de Euforin, ateniense.D e su eximio valor hablarn M aratn y su bosque

    y el cabelludo medo, que le conocen bien.

    Sera una demostracin de buen gusto este omitir modestamente cualquier mencin de su carrera literaria centrndose en la actividad guerrera si tuviramos la certeza de que el poema es de Esquilo, pero reinan muy serias dudas al respecto. Segn ha visto Page, solo Pausanias (I 14, 5) y Ateneo (627 c), pero no la biografa, atribuyen los dsticos a nuestro trgico; no parece natural que se tenga que aclarar a los viandantes lo que estn viendo, que el sepulcro se halla en Gela; y, aunque Pausanias asegura que el dramaturgo compuso su epitafio cuando se acercaba al fin de su vida, es difcil pensar que Esquilo previera una muerte tan sbita y peregrina.

    Tenemos, en todo caso, dos ecos modernos de este lugar que, aunque marginales, nos tientan a incluirlos aqu. En el bello poema de Konstantinos Kavafis titulado Unos jvenes de Sidn (400 d. J. C.), un actor recita el epitafio dando quiz demasiado realce a eximio valor y a Maratn y su bosque; y un muchacho fantico de las letras protesta contra el antiguo escritor, que ha eliminado el brillante verso de la tragedia, a Agamenn, al admirable Prometeo, las actuaciones de Orestes y de Casandra para anotar secamente que entre las filas de los soldados, en un montn, luchaste tambin t contra Datis y Artafernes.

    Y , en cuanto al insigne Giosue Carducci, no solo alude varias

  • Vida de Esquilo 43

    veces a Esquilo con referencia especial a Los persas,21 sino que hace referencia concreta a su calidad de combatiente en el segundo poema en nota mencionado, al fianco avea / l atroce Cinegira e Aminia il forte, o en el soneto X X X IX de los Juvenilia, cuyo ltimo terceto reza tremante un re le Attee scene miraro / ne carmi ancor, ma tinse Eschilo pria / ne Medi fuggitivi il greco acciaro.

    Anotaremos, para ser exhaustivos en este captulo de honras es- quleas, otros epitafios consagrados a la personalidad literaria del gran trgico.

    Dioscrides, en La guirnalda de Meleagro (Anth. Pal. V II 4 11; ms adelante hallaremos la pareja de este epigrama), hace referencia a un supuesto rollo de tragedias de Esquilo y distingue eruditamente la poca inmadura del drama antes de Tespis, sus innovaciones y las de nuestro dramaturgo que mencionaremos; los versos esquleos no estn cuidadosamente trabajados y pulidos, sino que resultan verdaderas muestras de incontenible inspiracin:

    Esto es invento de Tespis, mas tales retozospor el bosque silvestre con fiestas ya ms hechas

    Esquilo a la cima llevolos, quien nunca sus versos cincel, mas en agua baaba torrencial

    y en la escena a innovar se arroj. Boca diestra entre todas,

    eres uno de los viejos semidioses.

    21. Alusiones que se encuentran en Omero, oda juvenil que termina e il nome Atene e lire / commise del potente Eschilo al canto; en A G. B. Niccolini, de 1858, que empieza, con un error en cuanto al onomstico del hermano de Esquilo, quando laspro fratel di Cinegira / ne la sonante scena / trasse vestita dardue forme lira / che propugno la libertade ellena, a lo cual siguen muchas alusiones a dicha tragedia y menciones del gran poeta como tale a la prole achea gli ozi felici / di canti Eschilo ornava o bien ch, se il figliuol dEuforion traea / Melpomene pensosa / ad inneggiar la libertade achea; y en A Vittore Hugo, de 1881.

  • 4 Esquilo

    A otra Guirnalda posterior, la de Filipo, corresponden dos epigramas consecutivos de la Antologa palatina, el V II 39, de Antipatro de Tesalnica, y el V II 40, de Diodoro.

    El de Antipatro reza as:

    E l primero que alz la voz trgica y un majestuoso

    canto en sus robustos versos, aqu yace en este sepulcro, el honor de Sicilia. Est Esquilo,

    el de Euforin, m uy lejos de su nativa Eleusis.

    Y el segundo, a que antes hicimos referencia, de este modo y con una clara alusin a la ingratitud para con el trgico de los atenienses, Tesidas o hijos de Teseo:

    Dice esta lpida que el gran Esquilo bajo ella yace, lejos de su tica natal, junto a las lmpidas

    aguas del sculo Gelas. Qu envidia, Tesidas,

    rencorosa sents siempre contra los genios?

    Pero an contamos, gracias al escriba del cdice de Leiden Q.4.A., perteneciente a la clase , que en su lugar ser citado, dos trmetros ymbicos, humildes e ingenuos, aunque dignos de mencin:

    Sabio Sfocles fue, bien dotado est Eurpides, pero yo admiro a Esquilo mucho ms que a los dos.

    No terminaramos nunca si hubiramos de enumerar los honores postumos dedicados a Esquilo y que van desde los fundamentales versos 757-1530 de Las ranas de Aristfanes, demostracin clara de que muchas de las tragedias del maestro seguan representndose cincuenta aos despus de su muerte (llaman la atencin particularmente la especie de himno de los versos 1004 s. a que haremos referencia y otros lugares aristofneos, como Ach. 9 ss., donde Dicepolis espera ansioso una representacin del gran trgico, y los frs. 161 K.-A.

  • Vida de Esquilo 45

    y 720 K.-A., al morir Esquilo sobrevino la tiniebla), hasta una carta apcrifa de Temstocles (I) a su genial contemporneo.

    Luciano (Adv. ind. 15) narra una ancdota que duplica, hasta cierto punto, otra similar relatada respecto a Eurpides. El tirano si- racusano Dionisio el Viejo, al que conocemos como autor de varias tragedias, provocaba con su inepta diccin (el de Samsata recoge los frs. 9- i i SN. como muestras de pedestre estilo) la risa de su amigo el ditirambgrafo Filxeno, que fue a parar ms de una vez, como consecuencia de ello, a las terribles latomias o canteras de Siracusa. Dionisio decidi entonces adquirir, como motivo de inspiracin, las tablillas que Esquilo haba empleado, pero sigui escribiendo tan mal como antes.

    Alejandro, hallndose (Plut., Vita Alex. V III 3) en las lejanas asiticas sin ms libro que la litada, pidi a su tesorero Hrpalo, el futuro desertor, libros de Filisto y de los tres grandes trgicos; Glauco de Regio, Cameleonte, Aristarco, Heraclides Pntico, el citado In de Quos y Diogeniano escribieron tratados ms o menos crticamente acertados sobre Esquilo.

    En cuanto a sus estatuas, ha habido, como apuntbamos, mala suerte, pues la cabeza calva del Museo Capitolino puede no ser de l (hay otra en el Louvre, procedente de la fachada de la vieja catedral de Florencia, que sera el ejemplar ms antiguo del tipo representado hasta ahora por el citado ejemplar); y solo un torso del Vaticano tiene probabilidades de ser copia de la efigie que al parecer termin por erigrsele en el teatro de Dioniso; pero todas estas tristezas iconicas podran quedar ampliamente compensadas, por ejemplo, con un solo dstico de Propercio (II 34, 41 s.) que, ante el inviable empeo de su amigo Vario Rufo, que ha compuesto una tragedia Tiestes, le incita (desine et Aeschyleo componere uerba coturno, / desine, et ad mollis membra resolue choros) a no intentar competir en grandeza con el cantor inimitable.

  • O BRA D E ESQ UILOII

    Que los antiguos consideraban muy temprana la dedicacin de Esquilo al arte dramtico lo demuestra Pausanias (I 2 1, 2), segn el cual nuestro futuro dramaturgo, parece que siendo muy joven, estaba en el campo vigilando unas cepas, de su padre segn apuntbamos, cuando se le apareci Dioniso, dios de las competiciones teatrales, y le orden que escribiera tragedias; el mozo se puso a hacerlo y comprob que le sala bien la tarea. Esto no es probablemente ms que una ancdota incesantemente repetida en los testimonios sobre escritores antiguos (Hesodo, Th. 23 ss.; Estescoro, fr. 104 e P.; Pindaro en Paus., IX 23, 2; Calimaco, fr. 2 Pf.; Horacio, Carm. III 4, 9 ss.); sea como fuere, el dato, con la manifestacin de la Vida de que empez joven a componer dramas, choca con las fechas relativamente tardas que veremos a continuacin.

    En efecto, coordinando las noticias de la Suda en la biografa de nuestro poeta (su primera competicin se produjo entre los aos 500/497) y la de Prtinas y con la Crnica de Eusebio (el eleusinio era bien conocido hacia el 496/495), puede admitirse que, en cualquiera de los cuatro aos al principio citados, entraron en liza Prtinas, Qurilo y Esquilo; que el primero obtuvo entonces el nico premio de su vida; que, por tanto, no triunf nuestro poeta, novato en lides trgicas, y tambin que en la representacin de una de las obras de Prtinas ocurri aquel ao el mencionado accidente que luego iba a ponerse en relacin con el ms joven y conocido de los tres concursantes.

    47

  • 48 Esquilo

    En todo caso, el Marmor y una didascalia sitan la primera victoria de Esquilo en el 484, a la nada precoz edad de cuarenta y un aos.

    Las fechas atestiguadas para otras de sus actuaciones son:

    a) 472. Primer premio con la tetraloga de Los persas (una didascalia y un argumento).

    b) 468. La citada derrota frente al Triptlemo de Sfocles {Vida, Plutarco).

    c) 467. Primer premio con la tetraloga de Los siete-, el segundo es adjudicado a Aristias, hijo de Prtinas, con obras de su padre (a ello volveremos luego), y el tercero a Polifrasmn, autor de una tetraloga de signo esquileo llamada Licurgea (un argumento y Pap. Ox. 2256; Aristfanes, Ran. 1019 ss., se equivoca al suponer la tetraloga de Esquilo anterior a la de Los persas).

    d) Es mejor tratar aparte el problema espinoso del primer premio de la tetraloga de Las suplicantes.

    e) 458. Primer premio, con Jenocles de Afidne como corego, de la tetraloga Orestea, cuyo nombre est bien atestiguado. Es el ltimo certamen de Esquilo (una didascalia, un argumento, un escolio, Pap. Ox. 2506).

    No hay fecha, en cambio, para la Licurgea', el prrafo 2 del Sobre los poemas de Demetrio Lacn (Pap. Here. 1014) dice que Esquilo se luci con Los edonos, es decir, obtuvo probablemente el primer premio.

    El problema de la cantidad de victorias que consiguiera el poeta es insoluble. La Vida habla de catorce, pero aade que logr no pocos triunfos con carcter postumo, sin que sepamos si ellos van incluidos en dicha cifra. Segn la Suda, unos hablan de veintiocho y otros de trece. Hasta aqu no hemos visto ms que seis.

    La Vida nos informa de que, siendo tan grande la admiracin hacia Esquilo, los atenienses acordaron que se concediera coro, esto

  • Obra de Esquilo 49

    es, participacin en el certamen anual, a todo el que representara obras de dicho autor con carcter postumo,1 lo cual explica la mencionada consecucin de triunfos post mrtem (recurdense las representaciones junto al sepulcro de Gela a que hemos aludido); algo distinto, y nada convincente, es lo manifestado por Quintiliano (Inst, or. X i , 66), que el estilo esquileo poda ser sublimis et grauis et gran- dilocus, a veces usque ad uitium, pero tambin rudis e incompositus, por lo cual sus compatriotas llevaron tras su muerte a los certmenes obras corregidas que ganaban muchas coronas.

    Aristfanes, varios decenios despus de la muerte de Esquilo, haba visto, al parecer, veintinueve de sus tragedias; las concomitancias entre pasajes de Las troyanas de Eurpides, del 415, con otros del Prometeo (51 ss. = 39, 424 ss. = 953 ss.) y la aparicin de este hroe en Las aves (1494 ss.) tambin indicaran memoria reciente de una obra quiz ya remota; y, si entre el 440 y el 420, segn diremos, se pintaron vasos relativos al drama satrico Prometeo pir- caeo (Prendedor del fuego), es porque la pieza acabara de ser vista por entonces.

    Una de las soluciones, en fin, al grave escollo cronolgico de Las suplicantes pasa por la hiptesis de que la didascalia papirolgica se refiera a un concurso postumo, y por la biografa de Euforin en la Suda sabemos que el hijo de Esquilo venci cuatro veces con obras inditas de su padre, para lo cual sera bice la laboriosidad increble que revelara en un hombre mayor el tener archivado ese colosal legado de diecisis dramas.

    En cuanto al nmero total de las obras que haya podido escribir Esquilo, tampoco esta es cuestin que debamos considerar resuelta. La Suda habla de noventa; la Vida, en un pasaje textualmente deteriorado, de setenta y adems unos cinco satricos, expresin ambigua que ha producido infinidad de enmiendas, por ejemplo, la que

    i. Poco ms o menos lo mismo repiten varios escolios a Aristfanes, y tambin Filstrato en el mismo pasaje, Vita Ap. VI 1 1 , al que debemos la lapidaria frase sobre Esquilo luego copiada.

  • 50 Esquilo

    supone setenta tragedias, veinte dramas satricos y cinco dudosos (pero la proporcin entre las tragedias y los dramas habra de ser siempre de tres a uno).

    El cdice M ofrece un catlogo de cuatro columnas con 18, 19, 18 y 18 ttulos respectivamente; pero, como faltan al menos nueve obras atestiguadas por otras fuentes y como, por otra parte, aparecen en evidente duplicacin Phrygioi (que habra que suprimir) y Phryges, se ha imaginado ingeniosamente que se ha perdido una quinta columna de 18 nombres, con lo cual tendramos 17 (omitida dicha dualidad), 19, 18, 18 y 18, esto es, noventa, la cifra de la Suda.

    Pero los ttulos conocidos quedan un poco cortos respecto a este guarismo, como veremos. Mette, en su citada coleccin de fragmentos, da ochenta ttulos y uno dudoso, Tenes, Radt, en la suya, conserva el mismo nmero de dramas y ampla los discutibles a tres (Phrygioi, Cieno, Tenes), ambos coinciden en desatender una doble mencin del catlogo mediceo, que distingue unas Etneas autnticas de otras apcrifas: se ha pensado que las primeras seran el texto de la mencionada representacin siracusana y las segundas, un original falsificado que correra por Atenas.

    La cifra de 80 de Radt (que ofrece 281 fragmentos atribuibles a piezas concretas, 170 a inciertas y 38 de carcter dudoso, hasta un total de 489 que en realidad son bastantes ms, pues muchos nmeros presentan subdivisiones) pudiera llevarnos a cierta armona en cuanto a la proporcin entre tragedias y dramas, ya que tanto l como ms o menos Mette piensan que trece obras pudieron tener carcter satrico: Licurgo, tal vez Las nodrizas de Dioniso, Amimone, Los dictiulcos, Cercin, La esfinge, Los teoros o Los istmiastas (Peregrinos o Participantes en el Istmo), Circe, E l len, Proteo, Los heraldos y quiz Prometeo pircaeo y Orita. Bastara, en efecto, con que Las etneas, lo cual es muy verosmil, hubiera sido representada aislada para que, al detraer trece de las restantes 79, quedaran 66 producciones no satricas formando parte de 22 tetralogas, esto es, 88 obras. La diferencia hasta las 90 de la Suda quedara dada por la admisin en este de Las etneas apcrifas y los Phrygioi-, y faltaran, diferencia

  • Obra de Esquilo 51

    entre 79 y 88, los ttulos de nueve dramas satricos: este tipo de obras siempre fue peor atendido en copias y registros.

    Las discusiones sobre el reparto tetralgico de estas en principio 66 ms 22 obras son infinitas; y, desde luego, no hay muchas razones para suponer que toda la obra de Esquilo se ha estructurado por series uniformes en lo argumentai. Schmid calcula que en las tetralogas temticas no se encontrarn ms all de la mitad de los dramas de Esquilo; pero aqu vamos a adoptar, aun con bastantes reservas, criterios ms optimistas y, por ello, ms orientativos para nuestros lectores; todo ello valindonos una vez ms del tilsimo esquema de Radt.

    Parece en principio que podra llegarse a pensar muy tentativamente en 19 posibles tetralogas completas o incompletas que enumeraremos a continuacin sealndolas con las letras A-S y dando los nmeros 1-3 a las supuestas tragedias de cada serie y el 4 al no menos supuesto drama satrico.

    A) Una atestiguada cronolgicamente, como vimos, y de la que parece constarnos que aqu Esquilo por una vez (como iba a hacer Sfocles excepto en la Telefea, abriendo as paso a la tradicin del monodrama que an hoy domina nuestra escena) se sali del exigentsimo esquema que requera concatenacin temtica de varios miles de versos. No est, pues, claro que tengan relacin los argumentos de Fineo (1), los conservados Persas (2), Glauco potnieo (3) y el drama satrico, de argumento oscuro, Prometeo pircaeo (4). Pero hay quien se ha esforzado en establecer tenues nexos entre las cuatro obras interpretadas el mismo da: Fineo, el rey tracio atormentado por las Harpas, era hermano de Cefeo, padre de Andrmeda, la liberada por Perseo, a quien con un juego etimolgico se consideraba ancestro de los persas, y se relacion con los argonautas, invasores del Asia en incursin que trataba de vengar Jerjes; Potnias estaba cerca de Platea; Prometeo era muy apto para conmemorar la purifi

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    cacin general que, despus de la retirada de los persas, se hizo apagando todos los fuegos y encendindolos a partir de un ara de Delfos, etc. De todos modos, el desentenderse ms o menos de nexos argumntales era un tributo que tena que pagar Esquilo si quera construir la singular obra histrica con la que se propona emular a Frnico.

    B) Tambin se ha visto que consta la fecha de la tetraloga a la que los modernos llaman a veces Edipodea, compuesta por Layo (i), Edipo (2), los transmitidos Siete (3) y el drama La esfinge (4). Ms adelante hablaremos por menudo de ella.

    C) Lo mismo cabe decir de la famossima Orestea, con las tres tragedias llegadas a nosotros (1-3) y Proteo, al que volveremos (4).

    D) La citada Licurgea constaba de Los edonos (1; el ttulo es el tnico de un pueblo tracio; la obra describe la rebelin de Licurgo contra Dioniso y su castigo, tema que estaba ya en II. VI 130 ss.), Las basaras o Basrides (2), Los muchachos (3; quizs un juvenil cortejo dionisaco) y Licurgo (4), al que el drama volva a poner en ridculo; pero no est del todo claro el fr. 124 R., donde, al parecer, el brutal rey bebe cerveza en los crneos disecados de sus propios huspedes.

    E) La hoy discutidsima, como veremos, tetraloga de las hijas de Dnao, compuesta por Las suplicantes, llegada a nosotros (1); Los egipcios (2), Las danaides (3) y el drama Amimone (4).

    F) No menos debatido es el problema de las obras sobre Prometeo, que recibirn tratamiento posterior: el conservado y dudosamente esquileo Prometeo encadenado (1), Prometeo libertado (2) y (3) Prometeo prforo (Portador del fuego).

    G) Una serie sobre Aquiles, paralela al curso de la litada, podran formar Los mirmidones (1; la famosa tropa escogida del hroe), Las nereides (2; compaeras marinas de su madre Tetis) y Los

    friges (esto es, troyanos) o E l rescate de Hctor (3; Pramo recibe su cadver).

    H) Otra correlativa acerca de la Odisea se compondra de Los psicagogos (Conjuradores de espritus; 1; bajada al Hades inspirada en

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    el descenso a los infiernos de XI 23 ss.), Penlope (2) y Los ostlogos (Recogedores de huesos-, 3; los parientes de los pretendientes muertos acuden en busca de sus despojos) ms el drama Circe (4).

    I) Una triloga sobre el gran padecedor de Salamina. Ayante o E l juicio de las armas (1; los Atridas le decepcionan dando a Ulises las de Aquiles muerto), Las fresas (Tracias) con el suicidio del hroe (2; el coro est constituido por cautivas de Tracia) y Las salaminias o Los salaminios (3; el ttulo no est claro, pero s que el coro acoge a Teucro al llegar este a la isla natal de su hermanastro sin haberle podido salvar).

    J) Nuevos temas ilidicos o postilidicos: Los cares o Europa (1; Zeus en figura de toro se une con la herona fenicia y engendra con ella en Creta a