FEMINISMOS LITERARIOS

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CAMBIO RISIS El trabaj o del grup o de 1 0 s Estudios Subalterno s ofrece una teoria del cambio. La inclusion de la India en el colo- nialism ~ e define generalmente com o un cambio desde el semifeudalismo a la sujecion del capitalismo. Una defini- ci6n de este tip0 teoriza el carnbio de nt ro d e la gran narra- ti va d e 10s modo s de producci6n y a causa de u na implica- ci6n desasosegada, dentro de la narrativa de la transition des de el feudalism0 a 1 capitalismo. De form a concurrente, este cambio sr ye como el inicio de la poIitizaci6n de lo colonizado. E l sujeto colonial se ve eme rgi end o d e esas par- tes d e la elite indigena que se describen de forma general conlo 40s naciona listas burguesesn. E l g rupo d e 1 0 s Estudios Subalternos me parece a mi q ue re visa e sta definici6n gene- ral y su teorizaci6n a pr opon er al menos dos cosas: prime- ro, que ese momen~o mementos) de cambio pur den ser plurales y argi~m entados omo confrontaciones en lugar de como una transici6n (10s querrian ver en relacion a his torias de dominio y de explotacion en Iugar d e verl os den- tro d e las narrati vas d e 10 s grandes modelos de production) y, en segundo lugar, que esos cambios esti n sekalados o marcados p o r u n cambio filncional e n 10s siste mas de signos. E l canlbio funcional m i s im porta nte es del religi oso a 1 mili- tante. Hay, sin em ba rg o, muchos 01 1 0s cambios hn ci on al es e n 10s sistemas d e signos indicados en estas colecciones: Titulo original: 4u b a l t ~ m rudies: Deconstrucring tlistoriagraphy , publicado en i n ther Worlds. Essays n ullnral Politics New ork and Lond on: Routledge, 1988, pigs 197-271. Traducci6n de Neus Carbonell.

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CAMBIO CRISIS

El trabajo del grupo de 10s Estudios Subalternos ofrece

una teoria del cambio. La inclusion de la India en el colo-

nia li sm~ e define generalmente como un cambio desde el

semifeudalismo a la sujecion del capitalismo. Una defini-

ci6n de este tip0 teoriza el carnbio dentro de la gran narra-

tiva de 10s modos de producci6n y, a causa de una implica-

ci6n desasosegada, dentro de la narrativa de la transitiondesde el feudalism0 a1 capitalismo. De forma concurrente,

este cambio sr ye como el inicio de la poIitizaci6n de lo

colonizado. El sujeto colonial se ve emergiendo de esas par-

tes de la elite indigena que se describen de forma general

conlo 40s nacionalistas burguesesn. El grupo d e 10s Estudios

Subalternos me parece a mi que revisa esta definici6n gene-

ral y su teorizaci6n a! proponer al menos dos cosas: prime-

ro, que ese mo men~o mementos) de cambio purden ser

plurales y argi~mentados omo confrontaciones en lugar

de como una transici6n (10s querrian ver en relacion a h i s

torias de dominio y de explotacion en Iugar de verlos den-

tro de las narrativas de 10s grandes modelos de production)

y, en segundo lugar, que esos cambios estin sekalados o

marcados por un cambio filncional en 10s sistemas de signos.

El canlbio funcional mis importante es del religioso a1 mili-

tante. Hay, sin embargo, muchos 0110s cambios hncionales

en 10s sistemas de signos indicados en estas colecciones:

'Titulo original: 4 u b a l t ~ m rudies: Deconstrucring tl istoriagraphy*,publ icado e n in Other Worlds. Essays In Cullnral Politics. New York and

Lond on: Routledge, 198 8, pigs. 197-271. Traducci6n d e Neus Carbonell.

Tcxro traducido y reproducido con autorizaci6r, d e la autora.

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desde el crilnen a la insrlrrecci6n, d u d e el fiador al traba-

jador, etc.

El resultado mas significative de esla revisibn o carnbio

de perspectiva es que la agencia del carnbio se encuentra

localizada en el insurgente o en el <<subalternon'.

[ . . . IUn carnbio funcional en un sistema de signos es un acon-

teciniiento violento. Iiicluso cuando se percibe como <<gra-

dual,, o dallidon o incluso eedandose la v u e l t ~ ~ ~ ,l carnbio en

si mismo pilede operar solamente por la fuerza de una cri-

sis. Lo que Paul de Man escribe de la critica se puede ex tm -der a la subaltern idad que e sti de jando las cosas ,<patas rri-

ban: *En periodos qu e no son periodos d e crisis, o e n

individuos resueltos a evitar la crisis a loda costa, se pue-

den d ar todo tip0 de aproximaciones [a lo social] ..pero no

puede haber [insurreccibn]P Sin embargo, si el espacio

para el carnbio (necesario tambikn en una adici6n) no

hubiera estado ahi en la funci6n anterior del sistema de

signos, la crisis no hubiera podido hacer que tuviera lugar

el cambio. El cambio en la significaci6n-funci6n suplementa

la funci6n previa. *El movimiento de la significacibn anade

algo... pero esta adici6n ... llega a representar una funci6n

que es de ot ro, a suplementa r una falta en la parle del sig-

nificadon3. El colectivo de Estudios Subalternos anotit escru-

pulosamente esle movimiento doble.

En general perciben su tarea como la de hacer una teo-

n a de la conciencia o de la cultura mas que especificamen-

te una teoria del carnbio. Es por eso, creo, por lo qrle la fuer-

za de la crisis, aunque nunca esra 140s de su ar g u m to , no esti

sistemiticamente enfatizada en srl trabajo, y alg r~nas eces

aparece a ludida de fo rma conciliadora como .combina-

ci6n,,, <<estar trapado e n una tendencia general,,, ecir-

'Agencla d e k cnmderse como un nrole&no a par^ drl termino original

a p q qu e se refierr a la upacidad de acnlar,al mjero actante. N d e la 7:]

P a u l d e M a n, Blindness and In s i~h t ,Minneapolis: U of hlinnrsora Press,pag. 8.

'Jacques Derrida, WTiting and D!/ lpcnre , traducci6n dr Alan Bass,

Chicago: Chicago UP, pig . 289. Todas las uaducc iones sr han modificadocuando re ha considerado neccsario.

cunstancias de unificaci6n., <<manes para el carnbio,,, xarnbi-

gfiedadn, <<incomodidadn,trinsiton, <<user a la luzn; inclu-

so cuando se describe como .<cambia., .prendiendo fuego,,

y, penetrantemente, como <wolviendo as cosas de arriba

abajom todos estos concepto smetSoras criticos indican fuer-

za4.Ciertamente un tono sobrio general les impide enfatizar

suficientemente que est5.n po niendo en crisis la hist or ie

grafia hegem6nica. Ello 10s lleva a describir la operaci6n

clandestina de la suplementariedad como la inexorable l6gi-

ca especulativa de lo dial6ctico. En esto me parece que se

hacen a si mismos un flaco favor, porqu e, aunque se decla-ran dialkcticos profesos, se hacen vulnerables a 10s viejos

debates en tre la espon taneidad y 1a.conciencia o en tre la

estructura y la historia. Su prictica actual que, mantengo,

es ti cerca de la deconstrr1cci6n, pondfia estas opiniones e n

cuesti6n. Una teoria de l carnbio como el lugar del despla-

zamiento de la funcibn entr e sistemas de signos -qu e es lo

que me obligan a leer en e ll os es una teona de la lectura en

el sentido general m&s irme posible. El lugar del desplaza-

miento de la funcibn de 10s signos es el nombre d e la lectura

como una transacci6n activa entre pasado y futuro. Esta lec-

tura transactional como (la posibilidad) d e la accibn, inclu-

so cuando es ti en el punto algido de su sinamismo, es quiza

lo que Antonio Gramsci llam6 <<elaboraci6n,>e e-labmare,

trabajar fuera5. Visto de esta manera el trabajo del g rupo

de Estudios Subalternos repetidamente hace que sea posible

entende r que el concepto-metifora del <<text0ocial. noes

la reducci6n d e la vida real a la pig ina de un libro. Mi inter-

venci6n teorktica es un inten to modesto de recordarlo.

Se puede avanzar que su trabajo presupone que 10s indi-

viduos, en tanto que objeto de su estudio, es lo que Nie tw he

llamaria jbrtgesetrte achenkette -w na cadena de signos con-

tinua.. La posibilidad de la acci6n yace en la dinimica de

RanajirGuha, Ekmen tav ilrper~s fparant Inru~gcrzq n C o h i n l Indin,

Delhi: Oxford University Press, 1983; de aqui en adelante citado comoE AR

Vc r Edward Sa id, The Wdd , he T a t and the Critic, Cambridge: Hanard

University Press, 1983, pigs . 170-72; para una elaboraci6n del concept0

dr erlahorar* m Gramsci.

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rompimiento de este objeto, crl la interrupciirn y enlaza-

mienlo de la cadena. Esta linea al.gurnrnla1 no oporle la

conciencia al individuo, sirio que se ve a si misma conio

constituida por y en la cadena selni6tjca. Es por mnto un ins-

trilrnentu de estudio que participa de la riatun leza del okje-

to de estudio. Ver la conciencia de esta fornia signitica situar

al historiador e n la posicion del corilpromiso irreductible.

Creo que gracias a este doble compromiso cs posible deserri-

halar la atirniacihn aforistica {lc Nietzsche q uc sigue a la

iniagrrl de la cadena de signos con referencia a este doble

comproniiso: ~ I b d o s0s corlceptos que e s h comprendidoscn un proceso [ s i ch zusamm m~ass t lse alejan dr : la defini-

cion [sich entrieht]; s61o lo que no time historia es defini-

En cualquier caso estas presuposicir~nes o estin,

estrictamente hablando, en coilsonancia c o ~ il deseo de

encoritrar la concielicia (aqu i del subalt erno) en un cstado

puro y positivo. Mi ensayo intentara tatiibien desarrollar

csta discrepancia.

Todos 10s relalos de 10s intentos de desplazamicr~tos is

cui-sivos proporcionad os po r e l grup o son relatos de fraca-

sos. En cuanto a 10s desplazamientos subalrernos, la razor1

del fracaso que n iis a menu do sc ofrece es que las autori-

dades coloniales estabaiimL organizadas y tenian m k fuer-za y mas envcrgadura. En crxanco a1 movin~ iento aciona-

lista por la indepcnd encia, se indica claramente que fue el

rechazo ~i nteresadon le la burguesia a reconocer la impor-

tancia de uri campesinado politizado y su negativa a aliarsc

con ellos, lo que explica el fracaso del desplararniento dis-

cursive que puso en rnarcha la polilizaci6n del canipesina-

do. Esto, sin e mbargo, indica un evolucionismo incipicrlte

ya que a1 intentar quizas evitar una vulgar glorificaci6n niar-

xista del rampesinado se culpa al ctnivel existelite dc concien-

cia en el campesinad o~~or el hecho de q ue m i la solida-

F. Nietzsche On thc G m c o l o a of Moralr an JEcr t Homo, trdduccibn de

Wdlterl. ffiufmann. Ne w York: Vinragc Books. 1969, pigs. 77, 80.

ridad ni el poder del canipesinaclo a pcrias fileron sufi-

cientes ni se sostuvieron demasiado tiempo,,7. Esto con tra-

dice la politica general del grupo, qne ve el acceso a la

<<concienciax e las &litcshcgemirnicas como una cons-

truccion interpretable.

Para examinar esta contradiction debemos notar que

Ios dcsplazalnicritos discursivos operados desde arrib a, de

manera voluntaria o involuntariamente, son ta1nhii.n fra-

cases. Chakravarty, Das y Chandra resiguen 10s liacasos de

los sindicatos socialistas, el capitalismo funcionalista y el

comunismo agrario para dcs plza r un di sc~ ~r soemi-feudal

a uno -modernon. Chatteqee demuestra que la dinimica

transaccion inicial de Ga ndhi co n el campo discursivo del

irriaginario rcligioso hind<]deb16 r r ransvestido de mane-

ra que su ktica de resislencia pudicra dcspluarse hacia el sis

tema de signos de la politica burguesaR. No cabe duda d e

que si una < fentidad . omo *la politica burguesa,, se some-

licra a un anilisis del discurso apare ceria la misma micro-

dinimica de desplazamienlos). Lo que quiero indicar es,

sencillamente, que 10s liacasos o 10s exitos parciales en el

campo discursivo de 10s desplazamientos no se relaciona

riccesariarncrrtc, siguiendo una escala progresiva, con el

nivel de *conciencian de clase.

Procedamos ahora a comprobar que lo que aparente-

men te ha sido exicoso en la historiogralia de elite, ya sea

clc dercc has o de izquierdas, nacionalista o colonialists, es

en si misnio, siguierido los anilisis del gru po, el resultado

de liacasos cognitivos. Ciertamente, si la teoria del cambio

como lugar del desplazamiento del campo discursivo es su

argumento m is p enetrante, este le sigue de cerca. Aqui no

se dislingue, a mi n~ o d o e ver, entre err ores voluntarios e

involuntarios. Para Hardi man , la persistente falta de-anajit Guha, ed., S u h l tc r n Sludier 111: Writings on Smith Asian H a m ~

and S o d e q (Delhi: Oxford University Press, 1Y84),pigs. 52 y 115.Los tres

vali~n~enesparccen citados en adelance como 1, 2 y 3, con el nfimerode

pigina a continuacibn.

USOd tCmina imaginario en el sentido quc le &aJacquesLacan. Parauna hrcvc dcfinicibn, ve r Jean Laplanchc J. B. Pontalis, Th e k n g u ~ , ~ f

Psych@Aaa&s, ttnduccibn de David NicholsonSmilh, Nu- York, 197%Pa&

210.

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270 CAYATRI CHAKRAVORTYSPNAK

(re)conocimiento del desplazamierltodiscursive de 10s subal-

ternos por parte de 10s nacionalistas es la clave de la sans-

critizaci6n (3.214). Hardiman lee el analisis contempori-

neo como el estudio sobre el faccionalismo de Paul Brass

como sintomas de lo que Edward Said denomina <<onenpa-

lismon (1.227). Se ha sugerido corre ctamente que el voca-

bulario sofisticado de mucha historiografia conte mporinea

escuda con kxito este fracaso cognitivo y que este exitwen-

el-fracaso, esta ignorancia sancionada, es inseparable de la

domination colonial. Da muestra la teor ia d e la explica-

ci6n racional, ese pilar hegem6nico aunqu e difunto hoy

del neo-colonialisn~o un fracaso cognitivo con ixit o d enuevo) en la ~revolucion erde para evitar una rojan en la

India (2.19%9).

Continua ndo con este seguimiento de 10s fracasos cog-

nitivos, la maniobra mis interesente es examinar la pro-

ducci6n de ~evidencia*,a piedra angular del edificio de

la verdad hist6rica (3.231-70),y atomizar 10s mecanismos

de la construcci6n del Otro: el insurgente y la revoluci6n.

En esta parte del proyecto Guha parece radicalizar la his-

toriografia colonial de la India a travks de una combina-

cion de anilisis semi6tico barthesiano y ruso. Asi revela la

discursividad (es decir, el fracaso cognitivo) de la historio-

grafia desinteresada (de kxito y por tanto verdadera). La

Musa de la Historiay la contra-r&oluci6n se muestran como

c6mplices (2.142 & E m .

Lo que sugiero, naturalmente, es que un conjunto de

presuposiciones implicitamente evolucionistas o progresis-tas que midan el kxito o el fracaso de 10s niveles de concien-

cia resulta demasiado simple para la prictica del colectivo.

Si miramos a la wi ed ad de actividades que se tratan, subal-

terno , insu rgente, nacionalista, colonialists, historiogrX1-

co, lo que vemos es un campo general d e fracasos. De hecho,

el trabajo del colectivo convierte la distinci6n ent re kxito

y fracaso en indeterminada, ya que la historia con mLs ixi to

la revetan sernbrada de fracasos. Puesto que en el caso de lo

subalterno consideran la conciencia (aunque sea negativa)

y la cultura (sea como sea que se defina), y en el caso de la

elite, la cultura y la manipulaci6n; lo subalterno opera tam-

bikn en el teatro de lo cognitivo. En cualquier caso td6nde

empieza y d6nd e termina el conocimiento?M L adelante

considerare algun os problernas derivados de esta vision

compartimentada d e la conciencia. Aqui basta decir que si

se siguen las exigerrcias habituales de coherencia, yen tkr-

minos de su propia metodologia, la posibilidad del fraca-

so no se poede derivar de ningfin criterio de kxito a menos

que este sea una ficci611 ehricaY.

Unas palabras sobre la =alienaci6nn, entendida c omo

fracaso en el aut.0-conocimento,que es como la entien den

10s miembros del g rup o, son necesarias aqui:

Nn es aconscjablc snbrccstimar la lucider o la prnfundi-dad dc la concicncia subalterna. Es o expresihn caraclcristica

dc una conciencia negariva pnr parw del insurgrntc sy corrcs

pnnde con ntro sinlnma, es dccir, con sualicnaci6n. Este per-

cihia la grlerra vcnidcra contra el Raj como proyectn de una

voluntad indcpcndiente a la suya y su prnpio papel en clla

coma algo instmmental. En so proclamaci6n los autorcs no

reconocian su propia v o ~in0 sblo la dc Dios. (EAP28 ) .

Es cierto que dent ro de esta taxonomid progresista Hegel

describe la marcha de la historia en terminos de una dismi-

nuci6n de la autoalicnacion de lo denominado agente his

torico mundial. Kojeve y sus seguidores en Francia distin-

guen ent re este Hegel, el narrador de la/una historia, y el

Hegel especulativo que defini6 un sistema de 16gica. Para

este ultimo, la alienaci6ri es irreductible en cualquier acto

de conciencia. A menos que el sujeto se separe de si misrno

para en te r~ de r l objeto no hay proceso cognitivo, ni tanl-poco pensamiento, ni juicio. El Ser y la Idea Absoluta, la pri-

mera y la ultima parte de Cienciadela lbgim,dos narraciones

sobre la inalienacion, no son acesibles a la conciencia per-

sonal o individual. Desde un punt o de vista estrictamente

filos6fic0, por tanto. (a) la historiografia d e elite ( b) el

nacionalismo burguks y (c) la re-inscription del grupo de

Estudios Subalternos, cstin operados por la alienaci6n

-Verfremd.ungasi como En~auJ~~mng.a lectura de Derrida de

'Corno siempre, mi ejcrnplo pl-eferidcde ficci6n lebl-icasigue siendo

21proeeso primario en Freud. Th r C o m p l ~ l ~rychulogiwl Worfts, traduccion

dc James Stnchey et al., London: Hogart11Press,1961, "01.5,p%. 5 9 8 ~ s .

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Hegel en C;LLrcuesuonm'a el argumcnto de la inalienabilidad,

incluso de la Necesidad Absoluta y del Conocitniento

Absoluto, pero no hace Calta ir tan lejos. Debemos formular

la pregunu contraria: tc6mo tenemos que hacer frentc a la

sugcrencia de Marx de q ue el hombre debe luchar por su

autodeternunacion y por una prictica inalienable,y con la afir-

maci6n de Gramsci de que alas clases bajasu deben <<conseguir

s i ~ropia conciencia a waves de una serir de negaciones?.I0

(.a formulacion de una respuesta a esta cuesti6n puede

lener efectos prkticos trascendentales si se aceptan 10s irre-

ductibles ricsgos del fracaso coguitivo y de la alier~acion.

La propia prictica del grupo puede quedar dibujada cii

este entramado de fracasos por el concepto de Cracaso gene-

ralizado y re-inscrito como hi: sligerido anteriormente . Esto

suhvierte el vanguardisrno de La tcoria. Por esta raz6n espe-

ro aliarlos con la deconstrucci6n: <<Ope randoecesaria-

incntc desde dent ro, pidiendo prestados todos 10s recur-

sos estrattgicos y econhmicos de la subversi6n de viejas

estructuras, pidiendolos prestados estructuralmentr, es

decir, sin ser ca p u de aislar sus elementos y sus ito~ nos,a

empresa de la deconstrucci6n sicnlpre de awns manera caeI 1presa de su propio trabajo. .

Este es el gran regalo de la deconstrucci6n: cuestionar la

autoridad del sujeto sin paralizarlo, persistentemente trans-

formando las condiciones de imposihilidad en condiciones

de posibilidad'2. Continuemos buscando las implicaciones

de esto e n nuestro caso particular.

El grupo , como hemos visto, persigur las huellas de 10s

Cracmos en su intento de desplazar campos discursivos. Una

aproximari6n deconstructiva nos llevaria a la luz el hecho

de que ellos misnios estan implicados en un intento de de b

plazar 10s campos discursivos, que ellos mismos 4allann (en

un sentido general) por razones tan =hist6ricas,,como las

que alegan para justificar los sujetos heterogPneos que estu-

I" Arntonio Gramsci, ritado en FAPZR.

" Drnida, OfGarnmmlolo~,uacli~rcibn e GayatriCh.Spivak. hlt imorr :

TheJohns Hopkins Vniversiry Press, 1956, pig. 24.Puestu quc en el trabajo del p p c , rl hisroriador esti marcado drsde

el punto de vista dcl genero, he obudo por urar la forma masculina.

dian; e inte~ itariaorjar una prictica que tomaria todo ello

en consideraciot~.De otra manera, si rechazaran recono-

cer las implicacioi~es e su propia linea de trabajo porqueIeso seria politicamente incorrecto, entonces, de grado o

por fuerza, ~oh jetif icari an nsidiosamenten el subaltern o

(2.262), o controlanan a traves del conocirniento in clr~so

restableciendo versiones d r causalidad y autodetermina-

ci6n (2.30), se volverian cbmplices, en su deseo por la tota-

lidad (y, por tanto, la totalizacion) (3.31'7).con la *ley que

asigna un n ombre propio indiferenciado,, ( RAP 159) al

.subalternon como tal.

LOS ESTliDlOS SUBALTERNOSY 4 CMTICA EUROPEA

AL I IUMNISMO

.Un lenguaje religioso propio ofrecid a los hombres de

las rnontanas (la cordillera oriental de Ghats) el marco

necesario para poder coflceptualizar su situaci6n y encon-

trar soluciones a sus problemas. (1.1401) . El lenguaje de las

recientes teorias europeas d e la interpretation parece que

ofrece a este colectivo un marco semejante. A medida que

trahajan sobre el desplazamiento, como he sugerido antes,

van expandiendo el carnpo sernintico de xtexto- y de dec-

turan, palahras que no son, incidentalmente, inuy promi-

nentes en su vocabulario. Este es un movirniento atrevido

que puede comparase con algunos intentos similares por

parte d e algunos historiadores en 10s Estados Unidosl? Se

encuentra marcado apropiadamente en la busqueda de

paralelismos locales, como en el conc rpto de atidesa en el

trabajo de Guha, en la voluntad d e insertar lo local en lo

general, y en la omnipresen te invocaci6n de revoluciones

europeas (inglesa, francesa, alernana y ocasionalmente ita-

liana) en EAP, y tarnbikn en el recurso a la antropologia

africana en el trabajo que Partha Chatterjee ha realizado

sobre las formas de poder.

El cjemplo mi ? imporlante sr cncuenea en Dominick LaCapra en-urhirrki?tg IntellectualHisloly. Ithaca: Cornell University Press, 1989:y e n

Hislory oltd Cnlicimr, Ithaca: Cor~lell niversity Press, 1984.

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274 I:AYATKI C ~ V O R T YPNAK

Es la fuerza de una crisis lo que pone en operaci6n 10s

desplazamientos funcionales de 10s campos discursivos. En

mi lectura de 10s volumenes de E s t ~ ~ d i o su b a l t m o s , esta

fuerza critica, o esta fuerza que fuerza la crisis, se puede

localizas en la energia que desprende el cuestionamiento

del humanismo en el sector post-Nietzcheano del estruc-

turalismo de la Europa occidental, es decir Michel Foucault,

Roland Barthes, y un cierto Lkvi-Strauss. Estos estructura-

listas cucstionan el humanismo porque exponen a su heroe:

el sujeto soberano en tanto que autor, el sujeto de autori-

dad, legitimidad y poder. Se hace visible la afinidad entreel sujeto del imperialismo y el sujeto del humanismo. Sin

embargo, la crisis del anti-humanismo, como todas y cada

una d e las crisis, no mueve a nuestra colectivo <<delodo..

Una ruptura es tambien una repetici6n. Retornan a nocic-

nes de conciencia-como-agente, totalidad y a un cultura-

lismo que resultan discontinuos con la critica a1 hu ma nis

mo. No parecen darse cuenta del origen hist6rico-politico

de sus *colaboradores>>ccidentales. Vygotsky y Lotman,

Victor Turner y Lhi-Strauss, Evans-Pritchard y Hindes, y

Hirst les proveen el mismo combustible que Foucault y

Barthes. Puesto que no se puede acusar a este grupo del

eclecticismo de un consumismo de supermercado, se puede

ver en su practica una repetici6n asi como una ruptura de

la situaci6n colonial: la calidad transaccional de las fuentes

metropolitanas, conflictivas ent re si, a men udo burla a1

intelectual (post)colonial.Quiero recordar a1 publico lector que, en mi opinion,

estos <<fracases cognitivos,> on irreductibles. Como comen-

tare a prop6sito del lugar d e la ~concien cia. en 10s estu-

dios subalternos, no es mi intenci6n sugerir la f6rmula de

10s movimientos cognitivos correctos.

El. PROBIEMA DE IA CONCTENCTA SURAI.TERNA

He intentado leer el trabajo del grupo en contra de sus

propias representaciones teoricas. Su figuraci6n del cam-

pesinado o de la conciencia subalterna hace esta lectura

particularmente pnjductiva.

Investigar, descubrir y establecer una conciencia subal-

terna o del campesinado parece a primera vista un proyec-

to positivists; un proyecto que asunre que, si se realm correc-

tamente, nos llevari a algo seguro, a alguna <<cosa,, ue

puede ser descubierta. Esto es nluy significativo en el caso

de la recuperaci6n de la conciencia porque, dentr o de la

tradici6n europea de la ilustraci6n en la que participa el

colectivo en tanto que historiadores intervencionistas, la

conciencia es a q ue ll o s e p r o que hace posible todos 10s

descubrimientos.

Ciertamente , el grupo se manitiesta sensible a esta inter-pretaci6n. H ay una cierta idea, o teoria d e la significacibn,

univoca que presupone que <<lacci6n del campesinado

ante el hambre como ante la rebelion reflejan una unica

concienciax (3.112);y la <<solidaridad. e vee como <<elig-

nificante de la conciencia., donde la significacibn es re prc

sentacibn, figuration, a-propiaci6n (es decir, de-limitaci6n

rigurosa que atiende a un Gnico y adecuado perfil).

Pero incluso cuarido la -conciencia,, se considera un sig-

nificante indivisible, se activa una fuerza que contradice

esta metafisica. Puesto que n o se tram aqui de conciencia-

eng ene ral sino de una especie historiada y polidzada, es

decir, de la conciencia subalterna. En un pasaje en que la

palabra <<trascendentalne usa para signiticar d o que tras-

ciende porque informa una narrariva hegem6nica,,, en

lugar de en su sentido filos6tic0, Guha lo expresa admira-

blemente: *Una vez la rebelikn de l campesinado se ha asi-milado a la carrera del Raj, de la Nacion o del Pueblo (las

narrativas hegem6nicas), es fici l para el historiador abdicar

de su responsabilidad de explorar y descubrir la conciencia

especifica de esa rebelion, y quedar satisfecho con adxribirla

a una conciencia trascendental... representindolos mera-

mente como instrumentos de otra vo1untad.n (2.38)

A causa de este otorgam iento a la conciencia de una

especificidad histixica en ne~ltido stricto, incluso cuando

opera como una presuposici6n metodol6gica metafisica en

un senddo general, siempre hay un contrapunto en el tra-

bajo del grupo qu e sugiere que la conciencia subalterna

es ti sujeta a la catexis de la klite, que nunca es completa-

mente recuperable, que siempre aparece sesgada en sus sig-

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nificantes, es decir, que se borra incluw cuando sc descubre,

que es irreductiblemente discursiva.Se trata principalmente,

por ejemplo, de 11na cuestion de ~co nc ien cia egativa. en

el m b eorico de 10s ensayos. Aunqu e la .conciencia nega-

tiva. se conc ibe como un estadio historic0 pec i~l iar e lo

subalterno no hay razon logica para q ue, dado que el argu-

mento es ti inevitablernente historizado, esta cualidad de

meg-ativa., mis que o frecer un a visi6n positiva de la conc ien-

cia, no pu eda generalizarse como la presuposicion m e t e

dologica del grupo. Una vision de la ~conciencia egati-

va~ ,, or ejemplo , no la ve com o la conciencia de l sersubalterno sin0 como la de sus opresores (LA4 cap. 2,

3.185). Aqui en tkrminos hegelianos, encontramos la posi-

cion antihumanista y antipositivista de que es siempre el

deseo de/ por (el pode r del Otro ) lo que produce la ima-

gen del yo. Si se generaliza, como en mi lectura del argu-

men to del <<fracas0 ogn itiv o~, e pued e d ecir que es el

subalterno el que provee el modelo para lrrla teonagene-

ral de la conciencia. Y sin embargo , el <<subalterno>>o

pu ed e apare cer fiiera del pensamie nto de la uklite.; un a

generalization es por definition incompleta: en lenguaje

filosijfico, <<no originalp> ,, en unaversion anterior de <funurs-

pninglich, -noprimordial>,.Este 'trastro instituido del ori-

gen. es la repre sentac ion d e la critica deconstructivista de

10s ong enes . De las consecuencias practicas de reconocer las

huellas de esta estrategia en el trabajo del g rup o hablark a

continuaci6n.Otra raz6n de la deconstrlicci6n de la metafisica de la

conciencia en estos textos es ti provista por el hecho reite-

rado de que solamente 10s textos contra-revolucionarios o

la documentation de la elite nos ofrecen noticias de la

conciencia del subalterno: <<laision del campesinado d e

la lucha probablenlente n unca p od ri recuperarse,y lo que

digamos en este momento sobre ello debe ser provisional,,

(1 .50 ) , .Dados 10s problem as de docu men tacibn de la

conciencia d e 10s obreros d el yute, su voluntad de resis-

tencia y su cuestionamiento a la autoridad d e sus patrones

solamente puede leerse en tkrminos del sentido de crisis

que prod ujo e ntre la gente en el poderm (3.121); eDeberia

ser posible leer la presencia de una conciencia rehelde nece-

saria y omniprrsente en esas evidencias*(W .5). No cabe

dud a de que son suyas las expresiones <<enste momento.,

xvoluntad d e resistencia., y <<presencia-;in embargo, este

lenguaje parece tambien hacer un esfuerzo por recon ocer

que el punto de vista sribalterno, su voluntad o su presen-

cia, no son mi s qu e ficciones tebricas que dan derech o a la

lectura. No puede recuperarse, eprobablemente nunca sc ri

recuperad an. Si nrc dejara llevar por el registro casi esotk-

rico del francks del postestructuralismo , lo diria asi: <<el

pensamiento [el pensamiento de la conciencia subalterna]

es aqui para mi un nornbre perfectamente neutral, la parteen blanco del texto, el necesaria~nente ndeterminado indi-

ce de una kpoca futura de diferencian14.

Una vez mas, en el trabajo del grup o, lo que parecia ser

la situacion historica del sujeto subalterno colonial puede

convertirse en la alegoria de todo el pensamiento, de toda

la conciencia deliberativa, a meno s que la elite lo declare d e

otro modo. Esto puede parecer horrible a p rimera vista. Es

necesario volver a examinarlo. Lo propo ndre en la ultima

parte de esta seccion de mi articulo.

La accesibilidad definitiva de la conciencia suba lterna

esti yuxtapuesta por el hecho de que se situa en el lugar

de la diferencia en lugar de la identidad: <<Loskrminos

pueblo y clases subalternas se han usado d e forma sin on i~n a

en esta introduccioi~.Los grupos y 10s elementos sociales

incluidos en esta categoria representan la d rfe re~c ia m , >

g ra jca a t re la lo la lid ad & a poblacibn indi a y aquellos quv han

sidu &s~ritos c m o la ilib ( 1.82; cursiva del au tor). Remito al

public0 lector a otro ensayo donde he comentado exten-

sainente sobre la yuxtaposici6n en cuestion: entre el len-

guaje de cuantificacion (diferenciad a o g r a f i c a ) ,que es posi-

tivista, y el discurw d e la diferencia (d iferncia demogrifica),

que abre la puerta a los gestos decons tru~tiv os'~ .

'' Denida, O/Crammntolo~, Ag. 93. Como mi intencibn es simple-

rnenle ofrecer un momento de uanscodificacibn, no voy a .explicar.n el

paraje denidianc,.

'%pi&, "Can the Subaltern Speak?,,.en Lar ry Crosbcry yLq elson

(eds.),M omkt 1n"preeratiorfi oJLilemlurenmi CullurclimiL~, Fmlth, Boundn-,

U~.bana: niversity of Illinois Ptess.

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Me encuent ro progresivamente m L inclinada hacia la

posibilidad de leer el resarcimiento d e la conciencia subal-

tern a como lo qu e en lenguaje postestructuralista se lla-

maria el efecto-sujeto ~u ba lt er no '~ .n efecto-sujeto sola-

mente pue de postularse de la siguiente manera: lo qu e

parece operar como sujeto puede ser la parte de una red

de hilos inmensarnente discontinua (el stexto. en sentido

general) que pueden ser politicos, ideologicos, econ6micos,

historicos, sexuales, ling~i isticos , tc. (Si se aislan, se puede

aprecia r que cada u no d e esos hilos est i a su vez tejido de

muchos hilos). Diferentes nudos y configuraciones de esoshilos, determinados por determinaciones heterogeneas

que a su vez dependen de u na miriada d e circunstancias,

producen el efecto de un sujeto operative. Sin embargo, la

conciencia deliberativa hom ogene i~adc lra continuista

requiere sintomiticarnente una causa continua hom ogi-

nea para este efecto y, por tanto, postula un sujeto sobe-

rano y determinante. Este ultimo rs, por tanto, el efecto

de un efecto, y su postulamiento una metalepsis, o una sus

titucion de un efecto por una causa. De este mismo modo,

10s textos de la contra-revolution situan, en la siguiente

descripcion, a la <<voluntad-omo la causa soberana, cuan-

do n o es mis que un efecto del sujeto-efecto subalterno, a

su vez producido por coyu nturas particulares inspiradas

por las crisis meticulosamente descritas e n varios Estudios

Subaltaos:

Es cierto quc los informes, los comunicadm, a5 minutas, los

juicios, las leyes, las cartas, etc., en que la policia, los soldados,

10s bur6cratas . 10s latirundistas, los usureros y dem k gentes

hostiles a 10s insurgentcs registran aus sentirnien los, suponen

una representaci6n de su volunud. Pero estos documentos no

obtienen su contenido de esta "nicavo lunud, puesto que Gsta

se encuentra predicada en olra vnlunud: la del insurgente.

Seria posible, por tanto, leer la presencia de una conciencia

rebelde como un clcmento neccsarnoy penetrante en esa evi-

dencia. (EAP 15) .-6El desmollo rn& espectacula de este efecto se halla en Gillcs Drleum

y FClix Guattari, Anti-Uedi*: Lnpilnlimt and Schizophrenia, tradurrih dr

Robert Hurley, et al ., Nuew York: Viking Press, 1977.

La lectura del trabajo d e 10s Estudios Suba lta os desde

su logica, pero en c ontra suya, me lleva a sugerir que cier-

tos elementos en su texto autorizan una lectura drl pro-

yecto de recuperacion d e la conciencia subalt erna como el

intento de deshacer una gran metalepsis historiogrilica y de

esituarn el efecto de l sujeto como su balterno. Lo lee ria,

pues , como un uso estratigico de positivismo esencialista en

aras de un int eri s escrup ulosam ente visible. Esto 1'0s con-

necta con la localizacion del fetichismo, la determinacicin

ideolcigica de lo aconcreton y el torcimiento de la narrati-

va de l desarrollo material de Marx; con la sustituci6n de lahistoriografia po r la genealogka de Nietzsche; con la cons-

truccion de u na <<contra-memoria,, e Foucault; con la

semiotropia de Barthes, y con la *deconstrucci6n afirmati-

vam de Der rida. En otras palabras, esto les permite usar la

fuerza critica del anti-humanism0 incluso aun cornpartiendo

su paradoja constitutiva: qu e el mome nto esencializado, el

ohjeto d e su critica, es irreductible.

La estrategia se convierte en m k util cuando la <<concien-

cia. se usa en sen tido estricto, es decir, como conciencia

del yo. Enton ces, cua ndo la <fconc iencia* e usa de este

mod o, la nocion de Marx de una pri ctica no-alienativa y la

nocion de Gramsci de ecoheracia ideologica., de ~cfilosotia

espon tanea de la multitudm, devienen pausibles y podero-

sasl'. El concept0 de conciencia de clase no implica un nivel

principal de conciencia: conciencia en general. La <<clase,>

no es, a1 fin y a1 cabo, una descripcion inalienable de la rea-lidad humana. La conciencia de clase a nivel desrriptiuo es

una concienciacion artiticial y estratigica que, en un nivel

transfonnaliuo, busca destruir 10s mecanismos que ha n c ons

trui do 10s limites de la clase a partir de la cual la concien-

cia colectim se ha desarrollado situacionalmente. ~Cu alq uie r

miembro de una comunidad insurgente., Guha se pasa un

capitulo entero mostrando c6mo se desarrolla esta concien-

cia colectiva de la comunidad, <<quescoge continuar en

tal subalternidad es visto como hostil hacia el proceso ini-

ciado con la lucha y, por tanto, com o en el lado del ene--' Grarnsri. l+isotr Nolrhkkr, traducci6n de Quintin Hoare y Geoffrey

Nowell-Smirh,New York: International Publishers. 1971, p6g. 421.

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migo. (EAP2OP). La tared de la conciencia de clase o colec-

tividad dentro de un campo social de explotitci6n y dorni-

nio es por tanto alienatorio.

[...ILa conciencia suba lterna com o coriciencia del yo es lo

que habita <<todal ire a de pensamiento independiente,

de conjetura y de especulaci6n ... por pa rte del campesi-

nados (1.188), o que ofrece <<larueba clara de un a inter-

pretacion irrdependiente del mensaje d e Candhin (3.7), lo

que anima 10s parlamentos ent re 10s principales insurgen-

tes seriame nte para sopesar las ventajas y desventajas d ecualquier recurso a las armas 82.1), ciertamente subraya

todas las invocaciones de la voluntid d e 10s subalternos.

La conciencia subalterna como una conciencia colecti-

va emerg ente es uno d e los principales temas de este libro.

Entre 10s muchos ejemplos que se pu eden enco ntra r cititrk

dos: 40 que indudablemente es ti representado en estos

extractos del diario de Ahdul Majid [un teje dor] es la

conciencia del colectivo: la comunidad. Sin embargo, esta

conciencia d e comunidad es ambigua, a caballo entre la

fraternidad religiosa, la pertenencia a la clase qasba y la

mohnllan (3.269). <<laonciencia de la tribu como un grupo

de insurgentes era irreconocible del reconocimiento de su

identid ad ktnican (EAP286). El gru po situa esta teoria de

la emergen te corrciencia colectiva subalt erna en el contex-

to de la tendencia del marxismo europeo que rechaza la

conciencia d e clase del subalte rno pre-capitalistit, especial-

mente en 10s escenarios del imperialismo. Su actitud por

tanto se enfren ta a la noci6n de E.J. Hobsbawn de lo qtpre-

politicon tanto com o a 10s argumentos fi~ ncionalis tas e

mreciprocidad y economia moral>> ntre 10s <<jornaleros p -

riosv y -10s propieta ric~s ampesinosu, que son eun inten to

de negar la relevancia de la identidad d e clasey de 10s con-

flictos de clase en las relaciones agrarias en Asia hasrit una

fecha muy recienten (3.78). El analisis de Chakravarty de

lo err6neo que es hist6ricamente invertir simplemente el

gesto e intentar imponer una conciencia de clase obrera

marxista sobre el prolelariado e n un co ntext0 colonial y,

por implicaci6n, como demuestra Guha, sobre el subalter-

no rural, cabe dent ro de esta cor1frontaci6n.

Para el pi~blicoector que aprecia 10s puntos de con-

t a c t ~ ntr e el grrlpo d e 10s Estudios Subalternos y 10s criti-

cos del humanism0 tales como Barthes y Foucault, aparece

una cierta confusion debido al uso drl tkrmino <,conciencian,

I que inevitablemente es una cuestion post-frnomenol6gica

y p~st-psicoanalitica n estos escritores. No voy a intentar

aclarar la confusion con un anilisis que revelara que el

grupo de Estudios Subalternos no toma en consideraci6n en

I absoluto *la conciencia. en este sentido, sino qu e trabaja

exclusivamente con e l segundo nivel de conciencia colectiva

que se encuentra en Marx y en la tradici6n clhi ca marxis-ta. Lo que sugiero, sin embargo, es que aunqu e el gru po

no se comprometa a sabiendas con la noci6n post-estruc-

turalista de <<conciencia*,uestra lectura transactional se

intensifica si vemos el trabajo del gru po adop tand o estrati-g r c ama t ~ a noci6n esencialista de conciencia, que caeria

presa de la critica anti-humanista, dentro d e una p ncti ca hi s

toriografica que obtien e mucha d e su fuerza de esta misma

critica.

[...I

El grup o toma en consideraci6n a las mujeres de forma

escrupulosa. Hacen constar 10s momento s en qu e hombres

y mujeres se unieron en la lucha (1.178, FAP130), cuando

sus condiciones de trabajoo de educaci6n sufrieron a causa

de la discriminaci6n basada en razones d e clase o de gene -

ro (2.71, 2.241, 243, 257, 275). Pero creo qu e no aprecian

lo importitnte que es la meeif oraconcepto mujer en el fun-

cion;imiento de su discurso. Esta corlsideraci6n p o n d 6 final

a mi razonamiento.

IEn una cierta lectura, la figura de la mujer es primor-

dial como instrumento para desviar el funcionamiento de

10s sistemas discursivos, como en la movilizaci6n insu rgen-

te. Cuestiones acerca de 10s mecanismos de esta instru-

I mentalidad son raramente su scitada~ or el grupo. La xfemi-

nidad* es on c ampo discursivo tan importante para 10s

insurgentes masculines como lo es la <<religion..Cuando

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la proteccion de las vacas se convierte en un significado

volatil en la re-inscripci6n de la posici6n social de varios

grupos de subalternos, semi-subalternos,y grupos indigenas

pertenecientes a la elite, la vaca se convierte en u na figura

femenin a de un a clase u otra. Si consideramos que en la

Gran Bretafia durante el siglo xl x el acceso d e las mujeres

al <<individualismo osesivo* es una de las fuerzas sociales

mas irnportantes, ique significa la afirmacion de que la

sfeminidad. tiene el mismo sentido discursivo y la misma

fuerza en todos 10s grupos heterogeneos meticulosamente

documentados en Pandley? Una investigation analoga de lafigura del ttbabajadorw es lle nd a a cabopor ~ ha k ra bs ty . a

<<mujer,, o tiene esta suerte.

En el nivel religiose m& eantiguo e indigenan, un nivel

que <<quiz&io a 10s hombres rebeldes de las montatias la

potencia [sic] extra e n tiempos de desgracia colectiva y de

represi6nx (1.98), todas las deidades son diosas que se

comen a 10s hombres. A medida que este nivel de colecti-

vidad pre-insurgente empieza gradualmente a convertirse en

rebelibn, continfian 10s sacrificios a las diosas y no a 10s dio-

ses. E, incluso cuando este nivel de rebelion guiada po r 10s

subalternos se contrasta con nlas luchas de las elites de

periodos anterioresn (1.124), aprec ian~ os ue en periodos

anterio res las luchas comenzaron e n dos ocasiones porque

10s hombres n o acep taron el liderazgo d e las mujeres.

[...I

En t irm inos de semiosis social, eque diierencia hay entrelas diosas qu e se comen a 10s hombres, objetos de reveren-

cia y gen era dom de solidaridad, por un lado, y las hijas y las

viudas seculares, inaceptables como lideres, por el otro? A

proposito de la rcultura d e la cafia de azucarn. Shadid Amin

habla de la delib erada falta de coincidencia entre la ins-

cripci6n natural del calendario agricola y la inscription arti-

ficial del circuit0 del monopolio capitalista colonial. Es de

gran interis, nat uralm mtr, preguntarse c6mo se hubiera

desarrollado la composici6n del campesinado y de 10s lati-

fundistas si estos hubieran podido coincidir. No obstante, yo

creo que se deberia notar tarnbiin que es la dote -la i n n -

riable exigencia social- lo qu e permit io que las demandas

de la naturaleza dewastaran a1 campesinado a travis de las

demandas del imperio. iSe deberia una preocupar de la

const i t~~cionel subalterno como sujeto (sexuado ) cuan-

d o la explotacion de la diferencia sexual parece jugar un

papel tan importante en tantos frentes? iSe deberia una

fijar en q ue el proverbio 1.53 est i cantado por una joven

hija que se niega a las demandas d e su amante para pre-

servar 10s campos de su padre ? tDeberia un a hacer hinca-

pie en la divisi6n metaforica de la sexualidad (en el caso

de la mujer, el sexo coincide naturalmente con la identi-

dad o la conciencia) como propiedad q ue pasa, o no , del

padre al amante? Ciertamente, en un colectivo que dedica

en verdad ranta atencion a la subjetividad o a la posici6n

subjetiva del subalterno, resulta sorpren dente enco ntra r tal

indiferencia hacia la subjetividad, eso sin mencionar la pre-

sencia indispensable, dk la mujer com o instrum ento cru-

cial. Las siguientes frases ilustran mi argumento:

No era poco comun que un Patidar .superior* se gastase

la dote de su mujer y que despuks la devolrie~a su padre para

poder volverse a ca w. Entre Ins Patidares,se conside~abamuy

vergonzoso que devolvieran a las hljas [!I ... Se formaron Gols

para prevenir casamientos hipergarnos ruinosos con linajesPatidar .superiores,....Aqui, pot. tanto,descubrimos una her-

te fonna de organizacion subdlrema en la casta Patidar que

caus6 un con'tratiempo al poder de la elite Patidar... Incluso

Mahatma Gandhi f i e incapaz de romper la solidaridad creadapol. losps Patidares en 21 puehlos.

No veo c6mo la instrumentalidad crucial de la mujer

como objeto simbolico de intercambio puede ignorarse.

Sin embargo, la conclusion es que *la solidaridad de 10s

GOLFconstituia una forma de solidaridad de cluse (1.202,

203, 207). Corno en e l caso de 10s insurgentes bajo p ode r

colonial, la condici6n de la mujer ~ me jor a.como resulta-

do tangential, per0 iq u i diferencia hay? El homb re subal-

terno y el historiador se unen aqui en la asuncion c o m b de

que el sexo procreador es una especie aparte, a penas parte

de la sociedad civil.

Estas preguntas n o carecen d e importancia en e l con-

texto de la India conten~porinea.De igual forma qu e el

ulgulan en 1899-1901 termino con la hegemonia cristiana

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milenaria en el contexto indio, tarnbien 10s Adivasis exp lv

taron las posibilidades ernergentes de una religion de dio-

sas en el rnovimiento Devi de 1922-23, un rnovirniento que

cuestion6 activamente la re-inscripci6n de la tierra en pro-

piedad privada'! En el contexto indio actual, ni la religi6n

ni la ferninidad rnuestran un potencial ernergente de este

tipo.

He dejado para el final las dos areas en qu e la instru-

rnentalidad fie la rnujer es rnis notable: las nociones de

territorialidad y de rnodo cornunal de poder.

MET~OKA~C ONC EPTOSE TERRITORLALLUAU Y DE MUTER

El concepto de territorialidad est5 implicit0 en la mayv

ria de 10s ensayos de 10s tres volurnenes d e 10s E~tu dio s

Subalternos. De nuevo e n esta ocasion la afirrnaci6n te6rica

se encuen tra explicita en EM . La territorialidad es la corn-

binaci6n de efuerzas de las diferentes forrnas de parentes-

co y de cornuni&ad>> ue es parte de 40s rnecanisrnos rea-

les de ... rnovilizaci6n auto no ma,^ (EAP 118). En el nivel

mis sencillo de todos, es evidente que las nociones de paren-

tesco se susentan y consolidan a traves del intercarnbio de

rnujeres. Esta consolidaci6n, de acuerdo con Guha, hace

desaparecer la divisi6n religiosa entre bindils y musulrna-

nes. <<En amil Nadu ... en las cuatro [subdivisiones de la

cornunidad rnusulmana] la endogamia ayuda a reforzar susidentidades tanto en tkrrninos de parentesco como en ter-

rninos territoriales>~EAP2Y9) .En <<Allahabad.. los Metawi

efectuaron una rnovilizacion rnasiva dc sus cercanos pue-

blos exogarnicos. ( E M 316). En todos estos ejernplos la

rnujer es el sintagrna olvidado d e la semiosis de la insur-

gencia subalterna.

A uavksde estas paginas ha sido mi intenci6n rnostrar la

cornplicidad entre sujeto y objeto de investigaci6n: el gru po

de Estudios Subalternos y la subalternidad. Aqui nueva-

mente la tendencia de las hist.oriadores, no a ignorar, sino-' Vtase Hardiman, qAdivasi Assertion in South Cujilmt: the Uevi

Movement of 1922-31.

a renornbrar la semiosis de la diferencia sexual corno eclasen

o <<solidaridad e casts,, (MP316) tiene alguna relaci6n

con el int ento general del carnpesinado a deshacer la rela-

ci6n entre consanguinidad y c~r esi den cia . qui corno en el

caso de las brutales costurnbres rnatrirnoniales de 10s

Patidares, el historiador menciona, pero no reflexiona,

sobre el significado de la simple exclusi6n del subaltern o

corno sujeto (sexuado en) fernenino: -En cada uno d e estos

[pueblos rebeldesl casi toda la poblaci6n, co n la excepo'dn

de ins mujeres adquitidasm el matntnonio, pretendian ser d e s

cendientes de un linaje co m b , consanguine0 o mitico,y seveian a si rnisrnos corno rniembros de un misrno clan o gotra.

Esta creencia en un antepasado comun hacia que el p u e

blo se afirmara de rnanera positiva actuando corno una uni-

dad solidaria y de manera ne e t i n a1 poner en accion un ela-

borado c6digo de discrirninacion contra 10s extranjero s.

(W,ursiva aiiadida).Aunque se aceptara de rnanera trivial y por todo el

mundo que era la rnujer, sin identidad propia, la que hacia

posible este linaje consanguinro o mitico;y aunque, segun

el historiador, <cestas elaciones prirnordiales basadas en 10s

pueblos he ro n las principales fuentes de rnovilizacion de los

rekldes, a waves del norte y del centro de la India en 1857-

(EAP 315), parece ser qu e no se detiene en investigar la

privaci6n de la subjetividad en la rnujer en la opencibn de

esta rnovilizacion y esta solidaridad. A mi mod0 de ver, si la

cuestion de la suhjetividad fernenina, cuya instrurnentali-dad parece se r tarltas veces crucial, resulta irrelevante,

entonces la cuestion de la conciencia subal terna como tal

debe ser ~arnbienuzgada corno irrelevante.

*La territorialidad fue en buena medida responsable de

frenar la resistencia contra el Rajn (E M 33 1) . Lo que se

necesitaba para esta resistencia era un concepto de ~naci6n..

Hoy, tras la informatizaci6n de la economia global, con-

ceptos tales corno el de naci6n se convierten en problem&

ticos de rnanrra especifica:

El mod0 de inregraci6n de lor paises subdesarrolladosha

pasado de scr una economia basada cn la explotaci6n de 10s

rccursos primaries y de la mano de obn a una m que las manu-

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286 GAYATRI 1:HAKKAVORTYSPNAK

facturashan ganado preponderancia. Este monmicnto ha sido

panlelo a la prolifcncirin de Eonas Rancas industriales en el

mundo. Mis que un concepto unifo men~e nke efinido o g e e

grU~ficamenle elimitado, los paises en vfas dc desarrollo ofre-

cen en sus zonas francas induskrialen una sene de incenuvos y

pocas reslricciones a las corporaciones nrullinacionales en su

d i n por atraer capilal exkranjero en la fabricacibn de bienes

destinados a la cxporkacirin. Esto ha dado l upr a nuevas ideas

sobre desarrollo que a menudo cuestionan nociones fm(1xi.srerr1e.s

de soberanin n.acionall'.

Si el campesino insurgente fue la victimay el hkroe des-conocido en la primera ola d e resistencia contra el impe-

rialism~erritorial en la India, es bien sabido que, debido

al choque entre las estructuras patriarcales pre-existentes

y el capitalismo transnacional, es la mujer sub-proletaria

urbana el sujeto paradigmitico de la configuracion actual

de la Divisibn lnternacional del ~raba jo" . A medida que

investigamos el modelo d e resistencia, las cuestiones sobre

la constituci6n.del sujeto femenino ganan irnportancia.

EL MOD0 COMUNAL UE PODER Y EI. CONCEPT0 DE MUJER

Aunque el concepto de modo comunal de poder acu-

hado por Partha Chatterjee no esti totalmente implicit0

en todo el trabajo del grup o, es un argument0 imp ortante

para toda la empresa de los estudios subalternos . Se sostie-ne que las estructuras comunales de poder, arnpliamente

hasadas en parentesco y en clan, abrazan extensas partes

del mundo pre-capitalists. Y una vez mis, la importancia

previa y definitoria de la diferencia sexual, que resulta cru-

cial sintagmitica y microl6gicarnente. en el despliegue de

este poder queda anulada d e tal manera que la sexualidad

se ve solamente como un elernento mi s en tre los muchos

que potencian esta sorganizaci6n social de la production,,

"June Nash and Maria Particia Fernindez Krllcy, rds., Women, crr

and the Intmalionnl Dirision of I.alm, Albany: SUNY Prcas,1983, pig. viii.

20 Dis~llfo sra cncsticin en =The Politics of Feminist Culturen, en pre-

paraci6n.

(2.322). Hacer visible la figura de la mujer es quizas una

tared que no se debena pedir al grupo que la llevara a cabo.

Pero esta lectora opina que una h istoriadon feminism de lo

subalterno debe considerar la cuestion de la rnujer como

algo estruclural y no como un tema marginal de cada uno

de los diferentes tipos y culturas a los que Chaterjee hace

referencia en <<Moren Modes of Power and the Peaantry..

Si en la explicacibn de la territorialidad noto una cierta

tension entre los relatos consanguineos y espaciales com-

partidos por el subalterno y por el historiador, en el caso

del xmodo comunal de podern se nos muestra el choqueentre las explicaciones basadas en el parentesco y las per-

cepciones <<politicasn.s otra versi6n de la misma batalla: la

aparente neutralidad genkrica del mund o explicada a tra-

vks de la razbn, la sociedad domkstica subsumida en la civil.

El choque entre politica y parentesco es un d e los argu-

menlos principales de Chatterjee. ;Quk papel juega aqui la

mujer? En la dispersibn del ca m p de p de r , ladivision sexual

del trabajo se define progresivamente desde arriba como una

cuestion de poder compartido. Esta historia es la cara inferior

de la taxonomia de poder que Chatterjee expone.

Por tanto, debe haber otras formas de responder a la

sugerencia que <<lastructura de autoridad comunal debe

localizarse principalmente en la ideologia.. En nuestro caso

notariarnos las estructuras especificamente patriarcales que

producen el campo discursive de la unidad de la comunidad

wcomo un todo.. qqEs la comunidad como un todo lo queconstituye el origen de toda autoridad, nadie es el deposi-

tario perrnanente de los poderes delegados. (2.341). Si la

narrativa de la einstitucionalizacion de la autoridad cornu-

n a b (2.323) se lee con esto en mente, la taxonomia de

modos de poder quizi interache con la historia de la sexua-

lidad.

Chatterjee cita a Victor Turner, quien sugiere que el

resurgimiento de 10s modos comunales de poder a rnenu-

do g enera formas de lucha contra las estructuras feudales:

<<laesistencia o la revolucion a menudo toma la forma de

la... communitm, (2.339). Esto es especialmente provocativeen el caso de la deshegemonizaci6n de la monarquia. En esta

rip ida fib ula sobre el progreso d e las formas de poder, se

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puede ver que la idea de una c la x de rey puede haher mlple-

mentado el vacio de la ideologia de la comunidad-come

un-todo: euna nueva forma de efe, quien Ti cito llama rey

(rex) que se elige dentro del clan realm (2.323). La figura de

la mujer ir~tercambiada odavia produce una unidad q ue

da coherencia al <<clan., un cuando io que emerge es un

<<reyn. e marlera que cuando la comunidad insurgente inve

ca a un monarca contra la autoridad jmdal, la explicaci6n

que estin re-llenando el rey con la vieja ideologia patriarcal

de la consanguinidad, qu r no est i nada lejos de la me tgo-

ra del Rey Padre, result2 aun rnenos sorprendente. (3.344).Lo que sugiero es, naturalmente, que a travks de todos

estos ejemplos heterogkneos de territorialidad y de mod0

comunal de poder. la figura de la mujer, movikndose de

clan a clan, de fanilia a familia, como hija/hermana y como

esposa/mad re, cor~stituye a sintaxis de la continuidad

patriarcal incluso cuando a elia misma se la vacia de cual-

quier identidad . En esta area en concreto, la continuidad de

la comunidad o de la historia. para ei subalterno y para el

historiador, se produce sohre el disimulo de su disconti-

nuidad, sobre el repetido act0 de vaciar su significado yconvertirla en instrumento (aqui rstoy intentado una me&-

fora copulativa, filosofica y sexualmente).

Si parezco in transigente aqui, quiz& la distancia reco-

rrida entre el estructuralismo y en anti-humanism0 puede

valorarse mejor a travks de dos cklebres pasajes de dos hom-

bres famosos. El primero el olvido del Olimpo, qrle ignorael papel de la representacibn en la constitucibn del sujeto:

Estos resulbdos pueden conseguirsc solamer~te on una

condici6n: si se consideran la- regulaciones rnatrimonialcs y los

sistemas de parentcsco como un lenguaje...Que el amensajen

deberia ser consituido por lar mujeres del bmryo, que circnlan

cntrc las clases, los linajes y las familias, en l ugar d e con las

palabrar del y p o , que circulan en ue Ins individuos, no cambia

en absoluto la identidad dcl fcnbmeno que se ha considerado

en ambos casos ... Esta ambigiicdad [ontre valores y s igno]

se mn if ies ta cl aramente en la critica a veces dirigida por algu-

nos contra Las esnu mr w elemm.taksde lpam@.~r:oomo un libro

antifeminists, porque se tram a las mujcres rorno ohjetos . . .[Perol las palabras no hahlan, mientras quc las mujeres si.

Estx lillima~on sipnos y productoms de signos; como tales, no

sc pueden reducir a la categoria d e sirnbolos o d e seitalesP1.

Y el segundo es el recor~ocirnier~toe uri limite:

1.0s significados o los valorcs conceptuales que forman,

pareciera, la imporancia o los resortes de todos los anilisis

nictzschcanos sobre la diferencia sexual, sobre la "incesante

guerra entre lor seros. sobrr =elodio mortal cnt rc los scxosn,

sobre el amor, el erotismo, etc. estan hasadas en lo que se

podria dcnominar proccso de prop'acion (apropiacion, e xp ro

piacibn, tomar, tomar rn posesio~~,egalo r intrrcan~bio, omk

nio, s e ~ t u d ,tc). A traves de numerosos anilisis que no puedo

seguir aqui, parecc ser, c@n la Icy ya formalizada, qu c algu-

nas veces la muj er rs nlujer porque d a, se da,mientras qu r cl

hombrc toma, posee, toma posesi6n, mientras que al contla-

tin la inujer cuando seda, sc da como, disimula y se asegura un

dominio posesivo...En ranto q ue operacibn scxual la propia-

cion cs mis poderosa, porque es indecidible, que la cuesti6n

li v i l i que la cuestibn sobre cl vclo dc la verdad o sobre el sen-

tido del srr. Ym L arin (y este argumerlto noe s ni secundario

ni suplemcntario) porque el proceso de la pmpiaci6n orga-

n + ~ aa totalidad del proccso dcl lcnguajc o del intercam bio

simbblicn en general, inclnyendo, por tanto, todos los enun-

ciados 0ntol6~icos".

He citado estos pasajes de Lki-Strauss y Derrida, sepa-

rados por veinre anos. como un signo de 10s tiempos. Pero

no r~ecesito a d i r que, en el segundo caso, la cuestion del

ser y de la afirrnaci6n ontologica esraria relacionada con la

fer~ornenalidadmisma de la conciencia subalterns.

En estas piginas e n repetidas ocasiones he enfatirado la

complicidad entre el sujeto y el objeto de investigacion. Mi

" Claude Levi-Strauss, Slruclurol Athmopnlngy, traducci6n de Claire

Jacobson y Brooke Gmndfest Srhuepf. Carden City: Anchor Books, 1967.

pig. 60."Derrida, Spurs, pigs. 109-11

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290 GAYATRJ C H A K R A V O R ~SPNAK

papel en este ensayo, corno sujeto de investigacion, ha sido

totalrnente parasitario, ya que mi unico objeto han sido 10s

Ertudior Si~baltmor. in embargo, soy tarnbien parte de su

objeto. Situada en el teauo academic0 contenrporineo del

imperialisrno cultural, con una cierta carte dPntrPe en 10s

ateliers teoricos de la elite en Francia, traigo noticias sobre

las lineas de poder en el palacio. Nada funciona sin nosotros,

sin embargo nuesua parte es como rninirno historicarnen-

te ironica.

eQue hac e~ nos on la sugerencia postestructuralista de

que nmlyuim trabajo es parasitario, de qile s ier~rpre std

situado ligeramente al margen de lo qile ilno desea cubriradecuadamente, de que el critic0 (historiador) y el text0

(subalterno) siempre estan mas alla de ellos mismos? La

cadena de la complicidad no se para al final de un ensayo.