Felisberto Hernández - El cocodrilo

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    160 lR!.- Felisbcrto HC l ' ll a ll d e: : - - -- - -- - -- - --

    volvieron a echar del empleo. Una noche intente colgar misobjetos de vidrio en la pared, pero me parecieron ridiculos.Ademas fui perdiendo laluz: apenas vela eldorso de 1 1 1 1 manacuando la pasaba par delante de los ojos.

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    El cocodrilo

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    En una neche de otofio hacia calor humedo y yo fuia unaciudad que me era casidesconocida: la pocaluz de las callesestaba atenuada por la humedad y por algunas hojas de losarboles. Entre a un cafe que estaba cerca de una Iglesia, mesente en una mesa del fondo y pense en mi vida. Yosabiaaislar las horas de felicidad y encerrarme en ellas; primerorobaba con los ojos cualquier cosa descuidada de la calle0del interior de las casas y despues la llevaba a mi soledad.Gozaba tanto a1repasarla que si la gente 10 hubiera sabidomehubiera odiado. Talvez no me quedara mucho tiempo defelicidad.Antes yohabia cruzado por aquellas ciudades dan-do conciertos de piano; las horas de dicha habfan sido esca-sas,pues vivfa en la angustia de reunir gentes que quisieranaprobar la realizacion de un concierto; tenia que coordinar-los,inc1uirlosmutua mente y tratar de encontrar algun hom-bre que fuera activo. Casi siempre eso era como luchar conborrachos lentos y distraidos: cuando lograba traer uno, elotro se me iba. Ademas yo tenia que estudiar yescribirmeartfculos en losdiarios.Desde hacfa algiin tiempo ya no tenia esa preocupacion:alcance a entrar en una gran casa de medias para mujer.Habra pensado que lasmedias eran mas necesarias que losconciertos y que serfa mas facil colocarlas. Un amigo mio Iedijo al gerente que yo tenia muchas relaciones femeninas,porque era concertista de piano y habia recorrido muchasciudades: entonces, podria aprovechar la influencia de los

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    conciertos para colocar medias.El gerente habfa torcido eI gesto: pero acepto. no s6lo

    por la influencia de mi amigo, sino pOl"que yo habia saca-do el segundo premio en las leyendas de propaganda paraesas medias. Su marca era !Illusion". Y mi frase habia sido:IILQuh~n no acaricia, hoy una media "Ilusum?" Pero ven-der medias tambien me resultaba muy dificil y esperabaque de un momento a otro me llamaran de la casa centraly me suprimieran el viatico. Al principio yo habia hechoun gran esfuerzo. (La venta de medias no tenia nada quevel' con mis conciertos: y yo tenia que entenderrnelas nadamas que con los comerciantes.) Cuando encontraba anti-guos conocidos les deda que la representaci6n de una grancasa cornercial me perrnitia viajar con independencia y noobligar a mis amigos a patrocinar conciertos cuando noeran oportunos. [amas habian sido oportunos mis concier-tos. En esta misma ciudad me habian puesto pretextos pococomunes: el presidente del Club estaba de mal humor por-que yo 10 habia hecho Ievantar de 1amesa de juego, y medijo que habiendo muerto una persona que tenia muchosparientes, media ciudad estaba enlutada. Ahora yo lesdecfa: estate unos dias para vel' si surge naturalmente eldes eo de un concierto; pero les producia mala impresi6nel hecho de que un concertista vendiera medias. Y en cuan-to a colocar medias! todas las mananas yo me animaba ytodas las noches me desanimaba: era como vestirse y des-nudarse. Me costaba renovar a cada instante cierta fuerzagrosera necesaria para insistir ante comerciantes siempreapurados. Pero ahora ya me habia resignado a esperar queme echaran y trataba de disfrutar mientras me duraba elviatico.

    De pronto me di cuenta que habia entrado al cafe unciego con un arpa; yo le habia vista por la tarde. Decidfirme antes de perder la voluntad de disfrutar de la vida;

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    pero al pasar cerea de el volvi a verlo con un sombrero dealas 111.aldobladas y dando vuelta los ojos hacia el cielomientras hacia el.esfuerzo de toear; algunas cuerdas delarpa estaban anadidas y 1amadera clara del instrumentoy todo el hombre estaban cubiertos de una mugre que yonunca habia visto. Pense en mf y senti depresi6n.

    Cuando encendf la luz en 1a pieza de mi hotel, vi mieama de aquellos dias. Estaba abierta y sus varillas nique-lad as me hacian pensar en una loca joven que se entrega-ba a cualquiera. Despues de acostado apague 1a1uz perono podia dormir. Volvf a encenderla y 1abombita se a50-m6 debajo de la pantalla como el globo de un ojo bajo unparpado oscuro. La apague en seguida y quise pensar enel negocio de las medias, pero seguf viendo par un mo-mento, en la oscuridad, la pantalla de 1uz. Se habfa C011-vertido a un color clare: despues su forma, como si fuerael alma en pena de la pantalIa, empez6 a irse hacia un ladoy a fundirse en 10oscuro. Todo eso ocurri6 en el tiempoque tardarfa un secante en absorber 1a tinta derramada,

    Al otro dla de manana, despues de vestirme y animar-me fui a vel' si el ferrocarril de la noche me habfa traidomalas noticias. No tuve carta ni te1egrama. Decidi reco-rrer los negocios de una de las calles principales. En 1apunta de esa calle habfa una tienda. Al entrar me encontreen una habitaci6n llena de trapos y chucherias hasta el te-,cho. S610 habia un maniqui desnudo, de tela roja, que envez de cabeza tenia una perilla negra. Colpee las manos yen seguida todos los trapos se tragaron el ruido. Detrasdel maniquf aparecio una nina como de diez afios que medijo con mal modo:

    -i,Que quiere?-LEsta el duefio?-No hay duefio. La que manda es mi mama.-lEIla no esta?

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    -Fue a 10 de dona Vicenta y viene en seguida.Apareci6 un nino como de tres anos. Se agarro de la

    pollera de la hermana y se quedaron un rata en fila, elmaniquf, la nina y el nino. Yo dije:

    - Voy a esperar.La nina no contest6 nada. Me serite en un cajon y em-pece a jugar can el hermanito. Recorde que tenia un cho-colatfn de los que habra comprado en el cine y 1 0 saque delbolsillo. Rapidamente se acerc6 el chiquilin y me 1 0 quit6.Entonces yo me puse las manos en la cara y fingf llorarcon so11ozos. Tenia tapados los ojos y en la oscuridad quehabfa en el hueco de mis manos abrf pequefias rendijas yempece a mirar al nino. :HIme observaba inm6vil y yo cadavez lloraba mas fuerte. Par fin el se decidi6 a ponerme elchocolatin en Ia rodilla. Entonces yo me rei y se 1 0 di.

    Pero al mismo tiempo me di cuenta que yo tenia la caramojada.

    Sali de alli antes que viniera la duefia. Al pasar par unajoyena me mire en un espejo y tenia los ojos secos. Des-pues de almorzar estuve en el cafe; pero vi al ciego delarpa revolear los ojos hacia arriba y salt en seguida. En-tonces fui a una plaza solitaria de un lugar despob1ado yme sente en un banco que tenia enfrente un muro de enre-daderas. AlIi pense en las lagrimas de 1amanana. Estabaintrigado par el heche de que me hubieran salido; y quiseestarsolo como si me escondiera para hacer andar un ju-guete que sin querer habia hecho Iuncionar, hacia pocashoras, Tenia un poco de verguenza, ante mf mismo, deponerme a llorar sin tener un pretexto. aunque fuera enbroma, como 1 0 habra tenido en la manana. Arrugue lanariz y los ojos, can un poco de timidez, para vel' si mesalfan las lagrimas: pero despues pense que no deberfabuscar eillanto como quien escurre un trap Or tendria queentregarme al hecho can mas sinceridad; entonces me puse

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    las manos en la cara. Aquella actitud tuvo alga de serio: mecon1110V1nesperadamente, senti como cierta Iastima de mf.mismo y las lagrimas empezaron a salir.

    Hacia rata que yo estaba llorando cuando vi que dearriba del muro venian bajando dos piernas de mujer canmedias "IIus ion fI semibrillantes. Y en seguida note unapollera verde que se confundia can la enredadera. Yo nohabia oido colocar la escalera. La mujer estaba en el ulti-mo esca16n y yo me seque rapidamente las lagrimas, perovolvi a poner la cabeza baja y como si estuviese pensativo.La mujer se acerc6 Ientamente y se sent6 ami lado, Ellahabra bajado dandome 1a espalda y yo no sabia c6mo erasu cara. Par fin me dijo:

    -2_QueIe pasa? Yo soy una persona en 1aque usted pue-de confiar. ..Transcurrieron unos instantes. Yo frunci el entrecejo

    como para esconderme y seguir esperando, Nunca habiahecho ese gesto y me temblaban las cejas. Despues hice unmovimiento can 1a mano como para empezar a hablar ytodavia no se me habia ocurrido que podrfa decide. Ellatomo de nuevo la palabra:

    -Hable, hable nornas. Yo he tenido hijos y se 10 que sonpenas.Yo ya me habra imaginado una cara para aquella mu-jer y aquella pollera verde. Pero cuando dijo 10 de los hijosy las penas me imagine otra. Y al mismo tiernpo dije:

    -Es necesario que piense un poco.Ella contest6:-En estos asuntos, cuanto mas se piensa es pear.De pronto senti caer, cerca demit un trapo mojado. Pero

    resulto ser una gran hoja de platano cargada de hume-dad. Al poco rato ella volvi6 a preguntar:-Dfgame la verdad, Lcomo es ella?

    Al principio a mf me hizo gracia. Despu~s me vino a la

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    con ojos de ioca, que me dijo:-Yo 1 0 conozco a usted. Me parece que 1 0 vi en otra

    parte y que usted estaba agitado.Pense que ella me habria visto en un concierto sacu-

    diendome en un final de programa, pero me calle la boca.Esta1l6 la conversaci6n de todas las mujeres y algunasempezaron a irse.

    Se qued6 conmigo la que me canada. Y se me acerc6otra que me dijo:

    -Ya se que usted vende medias. Casualmente yo yal-gunas amigas mias ...

    Intervino el dueno:-No se preocupe, senora. - Y dirigiendose a rru- Ven-

    ga esta tarde.-Me voy despues del almuerzo. [Qui ere dos docenas?-No, con media docena ...-La casa no vende pOl'menos de una ...Saque la libreta de ventas y ernpece a llenar la hoja

    del pedido escribiendo contra el vidrio de una puerta ysin acercanne al dueno. Me rodeaban mujeres conver-sando alto. Yo tenia miedo que el dueno se arrepintie-ra. Par fin firm6 el pedido y yo sali entre las demas per-sonas.Pronto se supo que a mf me venia" aquello" que al prin-cipia era como un recuerdo, Yo llore en otras tiendas yvendi mas medias que de costumbre. Cuando ya habfallorado en varias ciudades, mis ventas eran como las decualquier otro vended or.

    Una vez me llamaron de la casa central-yo ya habrallorado pOl' todo el norte de aquel pais-, esperaba turnopara hablar con el gerente y of desde la habitaci6n proxi-ma 1 0 que decia otro corredor:-Yo hago todo 1 0 que puedo, [pero no me voy a poner aIlorar para que me compren!

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    Y lavoz enfenna del gerente Ierespondi6:-Hay que hacer cualquier cosa, y tambien llorarles ...El corredor interrumpi6:-jPero a mf no me salen lagrimaslY despues de un silencio, el gerente:-~C6mo, y quien le ha dicho?-iSi! Hay uno que 110raa chorros ...La voz enfenna empez6 a refrse con esfuerzo y hacien-

    da intervalos de tos. Despues of chistidos y pasos que sealejaron.

    Al rato me llamaron y me hicieron llorar ante el geren-te, los jefes de secd6n y otros ernpleados. Al principio,cuando el gerente mehizo pasar y las cosas se aclararon,121se reia dolorosamente y I e s alia n lagrimas. Me pidio,can muy buenas maneras, una demostracion: y apenasaccedf entraron unos cuantos ernpleados que estaban de-tras de la puerta. Se hizo mucho alboroto y me pidieronque no llorara todavia. Detras de una mampara, of decir:

    -Apurate, que uno de los corredores va a Ilorar.~~Ypor que?-iYO que setYo estaba sentado allado del geren te, en su gran escri-

    torio; habian Hamada a uno de los duenos, pero el no po-dia venir. Los muchachos no se callaban y uno habia gri-tado: "Que piense en 1a mamita, asi 110ra mas pronto".Entonces yo le dije al gerente:

    -Cuando e110shagan silencio, Harare yo.El, can su voz enferma, los amenaz6 y. despues de al-

    gunos instantes de reiativo silencio, yo mire por una ven-tana la copa de un arbol -estabamos en un primer piso-,me puse las manos en la cara y trate de 110ra1'.Tenia ciertodisgusto. Siempre que yo habia llorado los dernas ignora-ban mis sentimientos, pero aquellas personas sabian queyo Harada y eso me inhibia. Cuando por fin me salieron

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    lagri mas, saque una mana de Ia cara para tomar el panueloy para que me vieran la cara mojada. Unos se reian y otrosse quedaban series: entonces yo sacudi la cara violentarnen-te y se rieron todos. Pew en seguida hicieron silencio y em-pezaron a refrse, Yome secaba las lagrimas, mientras la vozenferma repetia: "Muy bien, muy bien". Talvez todos estu-vieran desilusionados. Y yo me sentia como una botella va-ciay chorreada; queria reaccionar, tenia mal humor y ganasde ser malo. Entonces alcance al gerente y le dije:

    -No quisiera que ninguno de ellos utilizara el mismo pro-cedimiento para la venta de medias, y desearia que 1acasa reconociera mi... iniciativa y que me diera exclusivi-dad por algun tiempo.

    -Venga manana y hablaremos de eso.Al otro dia el secretario ya habia preparado el documen-to y Ieia: "La casa se compromete a no ut ilizar y a hacer res-petar el sistema de propaganda consistente en llorar..." Aquilos dos se rieron y el gerente dijo que aquello estaba mal.Mientras redactaban el documento, yo fui paseandome has-ta el mostrador. Detras de el habia una muchacha que mehablo mirandome, y los ojos paredan pintados pOl' dentro.

    -(Asf que usted 110rapor gusto?-Es verdad.-Entonces yo se mas que usted. Usted mismo no sabe

    que tiene una pena.Al principia yo me quede pensativo: y despues Ie dije:-Mire: no es q~e yo sea de los mas felices, pero se arre-

    glarme can mi desgracia y soy casi dichoso.Mientras me iba -el gerente me llamaba- alcance aver

    la mirada de ella: la habia puesto encima de mi como sime hubiera dejado una mana en el hombro.

    Cuando reanude las ventas, yo estaba en una pequeriaciudad. Era un dfa triste y yo no tenia ganas de llorar.Hubiera querido estar solo, en mi pieza, oyendo la lluvia

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    y pensando que el agua me separaba de todo el mundo. Yoviajaba escondido detras de una careta can lagrimas; peroyo tenia la cara cansada.

    De pronto senti que alguien se habia acercado pregun-tandome ...-(Que le pasa?

    Entonces yo, como un empleado sorprendido sin tra-bajar, quise reanudar mi tarea y poniendome las manesen la cara empece a hacer sollozos.

    Ese ario yo llore hasta diciembre, deje de llorar en ene-ro y parte de febrero, empece a llorar de nuevo despuesde carnaval. Aquel descanso me hizo bien y vo1vi a llorarcon ganas. Mientras tanto yo habfa extrafiado e1 exito demis Iagrimas y me habia nacido como cierto orgullo dellorar. Eran muchos mas los vendedores; pero un actor querepresentara algo sin previa aviso y convenciera al publi-co con llantos ...

    Aquel nuevo ana yo ernpece a llorar par el oeste y Ile-gue a una ciudad donde mis conciertos habian tenido exi-to; la segunda vez que estuve alli. el publico me habia re-cibido con una ovaci6n carinosa v prolongada: )T O azra-b' bdecia parado junto al piano y no me dejaban sen tar parainiciar el concierto. Seguramente que ahora daria, pOl' 1 0menos, una audici6n. Yo Hare alli, por primera vez, en elhotel mas lujoso; fue a 1a hora del almuerzo yen un diaradiante. Ya habfa comido y tomado cafe, cuando, de co-dos en la mesa, me cubrf la cara con las manos. A los po-cos instantes se acercaron algunos amigos que yo habiasaludado; los deje parados algun tiempo y mientras tantouna pobre vieja -que no se de d6nde habfa salido- se sen-t6 en mimesa y yo la miraba pOl' entre los dedos ya moja-dos, Ella bajaba 1acabeza y no decfa nada: pem tenia unacara tan triste que daban ganas de ponerse a 1101'ar...

    El dta en que yo di mi primer concierto tenia cierta ner-

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    viosidad que me venia del cansancio: estaba en laultima obrade la primera parte del programa y tome uno de los movi-mientos con demasiada velocidad; ya habfa intentado dete-nerme; pero me volvi torpe y no tenia bastante equilibrio nifuerza; no me qued6 otro recurso que seguir; pero las manosse me cansaban, perdia nitidez, y me di cuenta de que nollegarfa al final. Entonces, antes de pens arlo, ya habia saca-do las manos del tecIado y las tenia en 1acam; era 1aprimeravez que 110mba en escena.

    Al principio hubo murmullos de sorpresa y no se porque alguien intento aplaudir; pero otros chistaron y yo meIevante, Con una mano me tapaba los ojos y con la otratanteaba el piano y trataba de salir del escenario. Algunasmujeres gritaron porque creyeron que me caerfa en la pla-tea; y ya iba afranquear una puerta del decorado, cuandoalguien, des de el parafso. me grito:

    -Cocodrilooooo! !Of risas, pero fui al camarin. me lave la cam y apareci

    en seguida y, con las manos frescas, terrnine la primeraparte. Al final vinierona saludarme muchas personas y secomento lo de "cocodrilo". Yo les deda:

    -A mf me parece que el que me grit6 eso tiene razon:en realidad yo no se por que 11ora;me viene el llanto y no10puedo remediar. A 10mejor me es tan natural como 1 0es para el cocodrilo. En fin, yo no se tampoco por que 110rael cocodrilo.

    Una de las personas que me habian presentado tenia lacabeza a1argada; y.xxnno se peinaba dejandose e1 peloparado, la cabeza hacia pensar en un cepillo. Otro de larueda 1 0 senalo y me dijo:

    -Aquf, el amigo es medico. lQue dice usted, doctor?Yo me quede palido. E I me miro con ojos de investiga-dor policial y me pregunt6:-Dfgame una cosa: Lcuando llora usted, de dfa 0 de

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    noche?Yo recorde que nunca lloraba en la noche porgue a esa

    hom no vendia, y le respondi:-LlOl"O unicamente de dia.No recuerdo las otras preguntas. Pero al final me aeon-sej6:-No coma carne. Usted tiene una vieja intoxicacion.A los pocas dias me dieron una fiesta en el club princi-

    pal. Alquile un frac can chaleco blanco impecable y en elmomento de mirarme al espejo pensaba: "No diran queeste cocodrilo no tiene barriga blanca. iCaramba! Creo queese animal tiene papada como la mfa. Yes voraz ...11

    Aillegar al club encontre poca gente. Entonces me dicuenta que habfa llegado demasiado temprano. Vi a unsenor de 1acomisi6n y le dije que deseaba trabajar un pocoen el piano. De esa manera disimularia el madrug6n. Cru-zamos una cortina verde y me encontre en una gran salavacia y preparada para el baile. Prente a la cortina y alotro lado de la sala estaba el piano. Me acompafiaron has-ta allf el senor de la comisi6n y el conserje; mientras abnanel piano, el senor -tenfa cejas negras y pelo blanco- medecia que la fiesta tendrla mucho exito, que el director delliceo -amigo mio- diria un discurso muy lindo y que el ya1 0 habia ofdo; trato de recordar algunas frases, pero des-pues decidio que serfa mejor no decirme nada. Yo puselas manos en el piano y ellos se fueron. Mientras tocabapense: "Esta noche no llorare ... quedarfa muy feo ... EI di-rector del liceo es capaz de desear que yo Hare para de-mostrar el exito de su discurso. Pero yo no llorare por nadadel mundo".

    Hacia rato que vefa mover la cortina verde; y de pron-to salio de entre sus pliegues una muchacha alta y de cabe-Hera suelta; cerro los ojos como para ver lejos; me miraba yse dirigia a mf trayendo algo en una mario: detras de ella

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    aparecio una sirvienta que la alcanzo y le empezo a hablar decerca. Yoaproveche para mirarle las piernas y me di cuentaque tenia puesta una sola media; a cada instante hacia movi-mientos que indicaban el fin de la conversaci6n; pero la sir-vienta segula hablandole y las dos volvian al asunto como auna golosina. Yo seguf tocando elpiano ymientras ellas C011-versaban tuve tiempo de pensar: " 2 -Que guerra can la me-dia? .. l,Le habra salido mala y sabiendo que yo soy corre-dor ...? jYtan luego en esta fiesta!"

    Por fin vino y me dijo.-Perdone, senor, quisiera que me firmara una media.Al principia 111.eef; yen seguida trate de hablarle como

    si ya me hubieran hecho ese pedido otras veces. Empece aexplicarle como era que la media no resistfa la pluma; yoya habfa solucionado eso firmando una etiqueta y despuesla interesada la pegaba en la media. Pero mientras dabaestas explicaciones mostraba la experiencia de un antiguocomerciante que despues se hubiera hecho pianista. Ya meempezaba a invadir la angustia, cuando ella se sento en lasilla del piano, y al ponerse la media me deda:-Es una pena que usted me haya resultado tan menti-

    roso ... Debia haberme agradecido la idea.Yo habia puesto los ojos en sus piernas; despues los

    saque y se me trabaron las ideas. Se hizo un silencio dedisgusto. Ella, con la cabeza inclinada, dejaba caer el pelo;y, debajo de aquella cortina rubia, las manos se movian.como si huyeran. Yo segufa callado y ella no terminabanunca, Al fin, la pierna hizo un movimiento de danza, yelpie, en punta, calz6 el zapato en el momento de levantar-se, las manos Ie recogieron el pelo y ella me hizo un salu-do silencioso y se fue.

    Cuando empez6 a entrar gente fui al bar. Se me ocurri6pedir whisky. E11110Z0 me nombro muchas marcas y comoyo no conocia ninguna le dije:

    - - - - - - - - -_~ E1 cocod rilo ~ 177-Deme de esa ultima.Trepe a un banco del mostrador y trate de no arrugarme

    la cola del frac. En vez de cocodrilo debia parecer un loronegro.Estaba callado, pensaba en la muchacha de la media yme trastornaba el recuerdo de sus manos apuradas,Me senti llevado al salon pOl' el director del liceo. Se

    suspendio un momento el baile y 121dijo su discurso. Pro-nuncio varias veces las palabras "avatares" y "menester".Cuando aplaudieron yo Ievante los brazos como un direc-tor de orquesta antes de "atacar", y apenas hicieron silen-cio, dije: .

    -Ahora que debia llorar no puedo. Tampoco puedohablar y no quiero dejar por mas tiempo separados losque han de juntarse para bailar.

    Y termine hacienda una cortesia.Despues me di vuelta, abrace al director delliceo y por

    encima de su hombro vi la muchacha de la media. Ella mesonrio y levanto su pollera dellado Izquierdo y me mostr6el lugar de la media donde habra pegado un pequefio retra-to mfo recortado de un programa. Yo me sonref lleno dealegria, pero dije una idiotez que todo el mundo repitio:-Muy bien, muy bien, la pierna del corazon.Sin embargo yo me senti dichoso y fui al bar. Subf de

    nuevo a un banco y el mozo "mepregunt6:-2-Whisky Caballo Blanco? .Y yo, con el ademan de un mosquetero sacando unaespada:-Caballo Blanco 0 Lora Negro.Al poco rata vino un muchacho con una mano escondi-da en la espalda:-EI Pocho me dijo que a usted no Ie hace mala impre-si6n que le digan "Cocodrilo".-Es verdad, me gusta.

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    Entonces elsac6la mano de Jaespalda yme mostro unacaricatura. Era un gran cocodrilo muy parecido a mi: teniauna pequena mana en la boca, donde losdientes eran un te-dado; y de la otra mana le colgaba una media; con ella seenjugaba las lagrimas.Cuando los amigos me llevaron ami hotel, yo pensabaen todo 10 que habia llorado en aquel pais y sentia un pla-cer maligno en haberlos enganado: me consideraba comoun burgues de la angustia. Pero cuando estuve solo en mipieza, me ocurri6 algo inesperado: primero me mire en elespejo; tenia Ia caricatura en la mana y alternativamentemiraba el cocodrilo y a mi cara. De pronto Y sin habennepropuesto imitar al cocodrilo, mi cam, pOl'su cuenta, seecho a Ilorar. Yo la miraba como una hermana de quienignoraba su desgracia. Tenia arrugas nuevas y pOl' entreelIas corrian las Iagrimas. Apague la luz y me acoste, Micara segufa llorando; las lagrimas resbalaban por la nariz .y caian por la almohada. Yasf me dormt. Cuando me des-perte senti e1eseozor de las lagrimas que se habtan seca-do. Quise levantarme y 1avarme los ojos, pero tuve miedoque la cara se pusiera a llorar de nuevo. Me quede quieto

    y hacia girar los ojos en la oscuridad, como aquel ciegoque tocaba el arpa.

    La casainundada